LAS GUAPAS - Historias de Vida, Amor y Libertad

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LAS GUAPAS

HistoriaS de vida, amor y libertad


Primera edición:
Tiempos Nuevos Teatro (TNT), San Salvador, El Salvador, 2019
Cándida Irene Chévez Reinoza | James Alexander Melenge Escudero
(Coordinadores)

LAS GUAPAS: Historias de vida, amor y libertad. San Salvador: Tiem-


pos Nuevos Teatro, 2019.

160 páginas, 5,5 x 8,5 pulg - LAS GUAPAS: Historias de vida, amor y libertad.

Diseño y diagramación
José Miguel Gómez

Corrección y estilo
Nelly Chévez

Ilustrador
Juan José Melenge

ISBN: 978-99961-2-251-4

Impreso en El Salvador- Printed El Salvador

Distribución gratuita. Esta publicación ha sido posible gracias al financiamiento


de la Fundación Heinrich Böll San Salvador.
“Se escribe siempre para dar vida,
para liberar la vida allí donde esté presa,
para trazar líneas de fuga”
Gilles Deleuze
Contenido
Preludio 09

Presentación 11

Capítulo 1: Katherine 13

Capítulo 2: Kimberly 39

Capítulo 3: Beatriz 75

Capítulo 4: Lissette 109

Capítulo 5: Reflexiones 137

Referentes bibliográficos 155


Preludio
Me estremecieron mujeres
que la historia anotó entre laureles
y otras desconocidas gigantes
que no hay libro que las aguante.
Silvio Rodríguez, Mujeres

¿Por qué contamos?, ¿para qué sirve narrar?, ¿tiene alguna utilidad en la vida de
una persona?, ¿por qué persistimos en contarnos historias a nosotros mismos? A
lo largo de nuestros recorridos vitales, conocemos a personas con vidas felices
o tremendas; algunas mucho más dolorosas que otras en las que, sin embargo,
la luz de la esperanza se sostenía viva. Como es el caso de las vidas de las mu-
jeres que hacen parte de este libro titulado Las Guapas, mujeres con historias
de lucha, de abatimiento, de despojo y de esperanza abriéndose paso entre las
páginas en blanco, buscando un lugar entre las letras.

Recurrimos a las palabras para saber acerca de nosotros mismos, para cons-
truir la novela de nuestras vidas, un relato que permita unir lo que hemos vivido,
que le dé sentido, para intentar comprender lo más profundamente humano
que habita en cada uno de nosotros. Eso es lo que pude apreciarse en este tra-
bajo, en ese encuentro imborrable con mujeres extraordinarias, que generosas
hablaron de ellas mismas; así como generosas, buscaron escribirse, contarse a
sí mismas para reconocerse en la intimidad de sus escritos y reencontrarse con
su humanidad.

Para ellas, todos nuestros agradecimientos y admiración, por no desfallecer y


por ser vivo testimonio de que es posible cambiar.
Presentación
Este libro surge como una iniciativa derivada del trabajo LiberARTE: Una
sistematización de experiencia a múltiples voces, presentada en el año 2017
entre la Asociación Tiempos Nuevos Teatro -TNT, la Fundación Heinrich
Böll Centroamérica, y la Red de Educación y Desarrollo Humano; en la cual
se presenta la sistematización de la orquesta de cuerdas del Centro para la
Inserción Social Femenino del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral
de la Niñez y Adolescencia –ISNA, en El Salvador.

El día de la socialización de la cartilla de sistematización a las jóvenes en


el Centro para la Inserción Social, entre quienes estábamos organizando la
actividad surgió un comentario sobre que “guapas” estaban las chicas para esta
presentación, se veían tan motivadas, radiantes, sonrientes como cualquier otra
joven de su edad. Y eso nos llevo a preguntarmos por sus historias de vida.
Por aquellas condiciones que posibilitan que mujeres adolescentes terminen con
medidas de privación de libertad en El Salvador.

Así nació esta iniciativa, desde el genuino interés de conocer de estas


maravillosas jóvenes, sus historias de vida, sus sueños, sus proyecciones, y tratar
de comprender desde sus trayectos, su condición actual y sobre todo tratar de
encontrar alternativas que redunden en la mejora de sus condiciones vitales con
el fin de aportar en sus procesos de inserción a la vida social.

Cada uno de los textos contiene la mirada de sus protagonistas, sus


percepciones frente a la familia, el amor, la amistad, la sociedad, la justicia. Es
importante mencionar en que cada relato es posible adentrarse en un mundo
en el que es posible avizorar algunos patrones conductuales que se originan
en el seno familiar y que se refuerzan en el medio social de las jóvenes, lo que
puede ayudar en la comprensión de su vinculación al ciclo delictivo y por ende
al sistema penitenciario.

También es importante señalar que comprender sus historias de vida y su


situación de encarcelamiento exige adentrarse en la comprensión de componentes
de género que cruzan el ser mujer desde una reflexión biopsicosocial.

En estas cuatro historias de vida, KATHERINE, KIMBERLY, BEATRIZ Y


LISSETTE, es posible ver una fuerte pasión por la vida; una alta sensibilidad ante
el duelo; unas condiciones vitales de opresión y subalternización por su condición
de género; rasgos de momentos vividos con intensidad que les llevaron al límite;
pero sobre todo una importante necesidad de aceptación familiar y social y el
fuerte anhelo de querer transformar sus vidas y que con sus relatos puedan
ayudar a transformar las de otros.

Invitamos entonces a los lectores de estas historias de vida, adentrarse en ellas


sin prejuicios, con la apertura por conocer a unas mujeres jóvenes que quieren
dar a conocer sus vidas para que estas sean testimonio de que a pesar de las
adversidades siempre va a estar latente la intención de cambiar y superarse.

James Melenge | Candy Chévez


CAPÍTULO 1

KATHERINE
Esta historia la escribí con la intención de contar una muy
pequeña parte de mi vida. Ha sido una forma de expresar mis
sentimientos hacia las únicas personas que han marcado mi vida.
Muchas veces no solo nos enamoramos de las personas, a veces
nos hacemos adictos a las situaciones, modos de vida que nos
dañan. Pero he aprendido que con la ayuda de Dios todo es
posible y que un amor que nos daña nuestra mente, cuerpo y
alma podemos renovarlo y cambiarlo para salir adelante.
15

Recuerdos de infancia
De no ser por esas veces cuando pienso en todo lo que he vivido, este
lugar se sentiría como si hubiese sido ayer que llegué. Recuerdo ese día tan
perfectamente, cada detalle, cada momento. Ese día mi vida cambió demasiado.
Eran las 5:00 a.m., una nostalgia me invadió -pero eso era común-. Recuerdo ese
último amanecer que pude apreciar. Cuando recapacité, me encontraba en este
lugar tan lleno de cosas raras… Tenía miedo y tal vez era un miedo extraño que
invadió mi cuerpo. No sabía cómo reaccionar…

Me encontré con tantas personas extrañas. Todas las mañanas, despertaba y


lo primero que observaba al abrir los ojos era esa reja en el techo, bueno, ahí
todas las ganas de bajarme de la cama se terminaban. Me integraba a la escuela
por la tarde y me sentaba ahí hora y media sin entender lo que el maestro
hablaba… el taller, ni se diga, no había nada que me interesara en ese espacio.
Sentía amargura en el aire. ¡¡Por Dios, yo me quería morir!! Y eso que aún no
sabía el tiempo que tendría que pasar aquí. Me caía mal el 99% de las personas
que me rodeaban, por ratos, hasta yo misma me caía mal.

Llevo más de dos años en este encierro. Dos años de estar atrás de estos
muros, entre estas rejas. Cuando me acuesto, mi mente no se calla, planeo toda
mi vida antes de dormir y cada día sueño con que mi vida sea mucho mejor. Este
es un pequeño momento de mi día, un pequeño momento donde siempre me
pregunto: ¿Qué será morir?, ¿qué habrá después de la muerte? ¡¡Lástima que
cuando muere nadie regresa a contarnos…!!
16

Hoy, en medio de mis constantes recuerdos y nostalgias, decidí contar la


breve historia de mi pequeña vida. Tengo apenas 18 años y creo que he vivido
más experiencias que alguien de 50. Cumplo una condena de cinco años en esta
prisión. Quiero contarles cómo llegué aquí, cómo terminé entre estas cuatro
paredes, quiero contar mi historia desde otro punto de vista, esperando quizás
que de ella algo distinto pueda surgir.

Recuerdo que fui una niña con muchos complejos. Vivía con mi abuela, mamá,
hermano y primos. Soy la menor de la familia y creerán que por serlo fui la
consentida, sin embargo, no fue así. Siempre pensé que les valía madres, la neta,
crecí con este complejo.

Tuve un primito al que amé con todo el corazón. Era un niño que estaba muy
enfermo, tenía una válvula en la cabeza. Yo lo adoraba, para mí era todo. Un día
mi mamá estaba con una amiga contándole la historia de mi primito y por qué él
era así. Yo, como toda niña curiosa, me paré atrás de la de la puerta a escuchar y
le decía que cuando yo tenía dos años me notaba rara. Salía en las noches con mi
tía y un día nos llevamos a mi prima de siete años. Ese día mi tía regresó llorando
y mi mamá le preguntó a mi prima qué había pasado, a dónde habíamos ido. Mi
prima le dijo que a donde un niño y que él se había puesto muy mal, pero ella
no entendía lo que pasaba.

Entonces mi mamá decidió un día seguirla y llegó hasta la casa de una amiga de
ella donde estaba la policía afuera de la casa. Mi mamá decidió entrar y encontró
a mi tía con un niño en sus brazos y a los policías pidiéndole los papeles del niño.
Mi tía les estaba explicando que era su hijo. Mi mamá se sorprendió, esperó que
se fueran los policías y le preguntó a mi tía ¿qué era lo que estaba pasando? Ella
le respondió que no le comentara nada a mi abuelita, porque nadie se había dado
cuenta de su embarazo. Mi tía se fajó los nueve meses por el temor de lo que iba
a decir la gente, por el temor de lo que le iba a decir la familia. Cuando escuché
eso, en mi mente solo pensé que cómo había podido ser así con un niño que no
pidió nacer en ningún momento. Yo estaba pequeña, no comprendía el mundo
adulto, las dificultades de ser mujer y las realidades a las que uno se tiene que
enfrentar para salir adelante. Estaba muy pequeña para ponerme en los zapatos
de mi tía y comprender los miedos que ella también había vivido.

A pesar de todo, mi mamá le dijo que se llevara a la casa al niño y así fue
como mi primito terminó viviendo con nosotras. Un año después, mi tía viajó
a Estados Unidos con el propósito de darles una vida mejor a sus hijos. Esto
17

provocó cambiarnos de casa. Vivíamos en la casa del abuelo, pero cuando mis
tíos migraron a Estados Unidos él tuvo que dar la casa como pago al “Coyote”1.
Nos quedamos en la calle y mi papá le ofreció a mi mamá alquilar una casa para
que todos nos fuéramos a vivir allí. Mi mamá aceptó y así hicimos.

Un día mi mamá, hermano y yo nos fuimos a vivir con mi papá ¡Eso no me


gustó, no me agradaba! Sentía que lo odiaba. Recuerdo que me encantaba ir con
mi hermano a comprar frijoles cocidos y congelar gaseosas. Todo se arruinaba
cuando él llegaba, porque siempre mostraba una actitud amargada, siempre
estaba discutiendo con mi mamá. ¡Arruinaba mi día, la neta!

Todo mejoraba cuando visitábamos a mi abuela… Corría desde la entrada


del pasaje hasta su casa. La abrazaba… ¡Me encantaba pasar las tardes con ella!
Pero, cuando llegaba el momento de marcharme, lloraba mucho, y le decía a mi
mamá que me dejara con mi abuela.

Pero no, me tocaba irme de nuevo. De todos esos años solo tengo un buen
recuerdo de mi papá y está ya borroso, dañado… Recuerdo que jugamos fútbol
una sola vez. Malos recuerdos sí tengo muchos: un día me pegó y no recuerdo
ni por qué, pero desde ahí me cayó mal. Otro día también, habían enviado de
Estados Unidos un gran peluche y zapatos, él vino e hizo como que se habían
metido a la casa a robar y se llevó muchas de las cosas que nos habían enviado,
también de mi mamá. Yo estaba chiquita, pero analizaba, aquí no se ha metido
nadie, nada está forzado. Él se había llevado las cosas para su otra familia.

Yo observaba cómo era él. Tenía un modo que siento que a veces hasta yo lo
tengo. He sacado eso de él, que es bien repugnante. Él era bien así. Supongo que
un día mi mamá se cansó de sus temas absurdos, y cuando se dio cuenta que él
tenía otra familia, a pesar del dolor, decidió terminar todo. Cuando eso sucedió,
mi mamá lloraba y yo, siendo una niña pequeña, me acerqué y le pedí que por
favor nos fuéramos de ahí para donde mi abuela. Ella decidió hacerlo. Preparó
todo lo primordial: ropa, zapatos y solo con eso salimos de ahí sin decirle nada
a él, porque a larga no importaba lo que dijera o pensara.

Me acuerdo de que un día antes de irse para el trabajo, él se puso a pelear con
mi mamá y ella le dijo - ¡Vos con otra te enojas y conmigo te la desquitas! Y él
sólo se le quedó viendo con una gran cara y se fue.

1 Persona que se encarga oficiosamente de hacer trámites para emigrantes sin los papeles
en regla.
18

Llegamos donde mi abuela y ella, contenta de la vida, nos recibió. Al paso de


los días, mi mamá recibió una llamada y era él preguntándole ¿por qué se había
ido? Ella le respondió que fuera feliz con su otra familia, mientras una lágrima se
le derramaba de sus ojos. Me dolió mucho verla así, pero era lo mejor. Nunca
volvió a buscarnos. Alguna vez nos encontramos por accidente, pero nada más.
Él ni sabe quizás que tiene una hija presa y eso sí me duele: ¡que no le interese
saber nada de nosotros!

Recuerdo que mi mamá y mi abuela salían a caminar todas las mañanas al


parque de la colonia. A veces nos llevaban a mi hermano y a mí para ir a las
piscinas el resto del día. Todo era maravilloso, me encantaba mi vida de niña,
todo era perfecto. En realidad, no sabía todo lo malo que pasaba en la vida de
los adultos. Llegó el tiempo que me empecé a dar cuenta de todo lo que pasaba
a mi alrededor: que mi mamá a veces no tenía ni para darnos de comer, que a
duras penas nos daba tortilla con queso- yo nunca renegué.

En ese entonces, mi hermano y yo éramos muy unidos. A veces cuando no


nos llevaban a caminar con ellas en la mañana, nosotros nos salíamos a esa hora
y nos íbamos a las piscinas a bañarnos. Siempre nos dejaban encerrados y nos
salíamos por unos agujeros que estaban en la puerta… recuerdo que llegaban
unos bichos2 a ayudarnos y cuando nos decían - ¡Allá viene su mamá! Salíamos
corriendo para la casa a meternos de regreso por el mismo agujero. Tengo
buenos recuerdos de pequeña con mi hermano.

Pero un día nos tuvimos que volver a cambiar de casa y todo cambió entre
nosotros. Él estaba más grande y hacía otras cosas que a mí no me gustaban.
Dejamos de salir juntos y él empezó a llevarse con otros niños que no me caían
bien a mí. A partir de ahí y hasta la fecha, fue como que él por su lado y yo por
el mío…

Cuando mi primito tenía tres años, enfermó y lo ingresaron en el hospital. Mi


mamá y mi abuelita se turnaban para ir a visitarlo y a cuidarlo. Un día, mi mamá
llegó llorando y le pregunté qué le pasaba y me dijo: tu primito está bien grave.
Yo le dije que lo quería ver, pero me dijo que no dejaban entrar niños al hospital.
Le pedí que al menos me llevara una foto de él y cuando me la llevó le vi su
bracito y estaba todo morado, desde la mano hasta el hombro. Le pregunté a mi
mamá por qué estaba así y me contó que era de tanto sacarle sangre.

2 Niños, jóvenes, muchachos.


19

Le pregunté también a mi mamá que si el niño se iba a morir. Ella me decía que
no pensara en eso. Días después, mi mamá le dijo a mi tía que su hijo se estaba
muriendo. Mi tía le respondió que quería pedirle perdón al niño y que cuando
fuera al hospital lo pusiera al teléfono para que él la escuchara. Así fue, cuando
mi mamá llegó donde el niño, le puso el teléfono y mi tía lloraba pidiéndole
perdón. El niño, como que si sabía todo lo que había pasado, él lloraba estando
entubado.

Un día mi abuela tocó la puerta a las 6:30 de la mañana, venía llorando. Mi


mamá abrió la puerta y ella le dijo que mi primito había muerto durante la
noche. Cuando yo escuché eso, me sentí tan mal, hasta el día de hoy cuando
lo recuerdo siento ese mismo dolor que me generó… cuando lo velamos, se
miraba tan hermoso, como que estuviera dormidito… era ya un angelito. Ese
niño era alguien que yo amaba tanto, como nadie tiene idea. A partir de ahí, me
volví muy fría. Sentía que mi tía tenía la culpa de todo… seguí yendo a la escuela,
llegaba de la escuela y me salía al pasaje a jugar todo el día para olvidarme de
todo lo malo que pasaba en mi casa y que yo me daba cuenta. Los años felices
de la infancia ya habían quedado atrás. Mi vida ya no era igual y el dolor que había
vivido me había transformado.

Ahora que lo pienso, siento el mismo dolor, pero veo las cosas de una manera
diferente. Estar aquí no ha sido fácil, pero me ha permitido pensar en muchas
cosas de mi vida. Cuando me condenaron, mi actitud seguía igual, sin integrarme
a nada. Todo era un capricho porque estaba en este lugar. Nadie comprendía,
ni sabía lo que pasaba por mi mente o lo que sentía al estar aquí. Nadie me lo
preguntó nunca.

Pero un domingo, todo cambió. Los domingos aquí son un día especial: las
familias vienen a visitarnos. El domingo todo cambia. Mi vida cambia cuando los
domingos veo entrar a mi hijo y a mi mamá. Me siento muy bien cuando me
dicen que me aman y me extrañan. Eso es tan hermoso.

Uno de esos tantos domingos mi hijo lloró y me preguntó ¿por qué no podía
tener a su mamá junto a él? Eso fue tan doloroso, pero tan doloroso para mí,
que a partir de ese día mi vida cambió en este lugar.

Mis días ya no son los mismos que hace dos años cuando llegué aquí. Hoy
voy todas las mañanas a la escuela. Me encanta aprender algo nuevo cada día y
no se digan las clases de inglés, escuchar hablar a mi profe… pero eso es sólo
una pequeña motivación para ir a clases. ¡¡Me integré a la orquesta sinfónica!! El
20

primer día que fui creí que jamás aprendería a tocar un instrumento. Es como
cuando compras un control y para programarlo el manual viene en letras chinas.
A veces no me tengo fe, pero en menos de seis meses aprendí a tocar el violín,
porque cuando lo tocaba se me olvidaban tantas cosas, entonces me enamoró…

Los mejores días siempre fueron cuando tenía que salir a audiencia, me sentía
emocionada porque sabía que en el juzgado vería al amor de mi vida. Él siempre
llegaba, estaba allí esperándome, estaba pendiente de lo que sucedía, eso me
gustaba mucho porque sentía que él de alguna forma me cuidaba y me hacía
sentir que no estaba sola. Me hacía sentir mariposas en el estómago, me sudaban
las manos, creía que no había cosa más perfecta que él. Me dolió no verlo
durante mucho tiempo.

Por las noches, le escribía una carta, era tan traumático tratar de concentrarse
y escuchar las numerosas peleas de varias de mis compañeras tratando de
decidir quién era la más bonita…y aún hoy no se ponen de acuerdo. Amaba
verlas calladas durante la novela, concentradas. En mi vida he tenido muchos
amores, pero todos han sido complicados.

“Póngase trucha que ahí vienen los salvas caminando despacio por la cuadra. Sus
enemigos se van de espalda y si hay algún problema los arregla la escuadra. (…)
Manos arriba: Santa Ana. Manos arriba: San Salvador. Manos arriba: San Miguel.
Manos arriba: todito El Salvador. Fíjese, míreme, óigame, escúcheme, cuídese.
¿Saben por qué? Porque la mara anda suelta.
(Canción “La mara anda suelta”)

Hay canciones que me hacen viajar en el tiempo y recordar cómo empezó


todo. Después de lo de mi primito, pasó el tiempo. Era una niña de nueve
años rara. Recuerdo que para esos tiempos estaba la famosa Mano Dura3.
Yo estaba en la casa y ese día por televisión salió un famoso operativo donde
descubrí algo llamado: Pandillas. Siempre me he preguntado si esto es algo que
se adquiere o con lo que se nace. Cuando vi esa noticia, quedé impresionada
y con más curiosidad por conocer de las pandillas, entré a internet y con solo
colocar la palabra, inmediatamente se desplegaron una gran cantidad de páginas,
fotografías de operativos, fotografías de pandilleros, canciones que me atraparon
y me hicieron sentir que quería conocer más. No entendía por qué los trataban
así, la violencia de la policía en los operativos, quería conocer un poco más.

3 Política de Estado represiva sobre las pandillas.


21

A los 10 años mi vida comenzó a cambiar. Mi relación con mi mamá ya no era


igual. No sé si era la rebeldía de la edad o qué, pero de pronto yo sentía odio
con todo lo que me decía. Ella me caía mal, yo la llamaba por su nombre, dejé de
llamarla mamá. Yo era muy indiferente con ella, le robaba dinero de una tienda
que tenía. Ella había dejado de comprarme ropa y cosas, entonces cuando yo
veía que tenía dinero, lo agarraba. Sí, mi mamá quizá sí sufrió en ese tiempo,
pero era como que quizá yo quería llamar la atención de ella. No sé ni por qué
lo hacía… De ahí como que la fui considerando, como qué mala onda- decía
yo. Es bien extraño, hasta que estoy aquí he vuelto a llamarla mamá, hasta que
estoy aquí volvió a traerme un “estreno”4. Las cosas ahora son diferentes, pero
aún sigo sin comprender por qué hice algunas cosas.

A los 10 años también me cambiaron de escuela. Me mandaron a estudiar


a un colegio privado. Mi prima tenía una amiga, y con ella me lleve muy bien,
a ella también le gustaba el mundo de las pandillas. Creo que la vida nos juntó
y todo empezó a fluir. Ella era mayor cinco años que yo. La quería mucho,
quizás era la primera persona que sentía que me comprendía en mi locura y
me aceptaba. Compartíamos algo en común: las dos queríamos ser parte de
la pandilla y nos rebuscamos por vacilar5 con los homeboys6. Ella conocía a un
bicho que le decían “chiqui” y le había dicho que nosotras queríamos ver cómo
era la pandilla. Él nos llevó con los dos primeros mareros que conocí en mi vida.
Cuando llegamos, me preguntaron mi edad y como me dio pena, les dije que
tenía 14 años. Me creyeron. Me consentían, decían que yo era la “niña” de ellos.
Comencé vendiendo marihuana, pero no consumía…no en ese entonces…

Vendía marihuana en lugar de ir a clases. En la mañana llegaba al colegio y


cuando entraba salía por el portón de atrás, nadie nunca se dio cuenta que
no estaba. Pasé seis meses sin estar en clase y nadie dijo nunca nada… como
estaban pagando la colegiatura, parece que eso es lo único que le importa en al
colegio. Hasta un día que cometí un error, me llevé a otra chica y nos fuimos con
uniforme a un centro comercial, entonces nos vieron los de seguridad y llamaron
al colegio. Allí le avisaron al papá y fue a buscarnos. Cuando nos encontró, le
pegó y la cambió de turno de clases. Perdí a mi única amiga en ese colegio,
siempre he sido antisocial. Entonces, ya no me interesó seguir estudiando.

4 Ropa nueva.
5 Parrandear, andar de fiesta.
6 Pandilleros.
22

Ese día del colegio llamaron también a mi mamá. Cuando llegué a la casa
solo me dijo que le habían dicho que no había llegado a estudiar. Le di una
breve explicación y no me dijo nada más. Pensó que solo ese día había faltado.
A partir de ese día, ya solo pasaba con los bichos y vendiendo marihuana. Yo
no encontraba como salirme de mi casa para ir donde ellos. Dejé de estudiar
porque iba a una zona de pandilla contraria. Le dije a mi mamá que iba a trabajar
ayudándole a una señora en un puesto de mercado… como siempre, creo que
le dio igual.

Un día estaba con los mareros esquinando y un carro pasó frente a nosotros.
Mi primer pensamiento fue que nos iban a disparar o algo por el estilo. Di dos
pasos hacia atrás, respiré profundo y justo cuando iba a correr, sacaron una
cámara y nos tomaron fotos.

Sentí una gran paz interior, una risa, pero de nervios ¡a sólo eran juras7! Les
dije, pero a ellos no les importó y siguieron fumando.

Dos días después, sorpresivamente, recibí una llamada de mi mamá


preguntándome - ¿dónde estaba? Y yo, como siempre mintiéndole, le dije - En
el centro. No le dije que estaba con los bichos. Ella, con voz temblorosa, me
dijo - ¡¡Aquí están unos policías!! Le dije - ¿qué hacen ahí? Respondió - Te están
buscando. Colgué la llamada. Sólo me dijo eso y de ahí me llamó otras dos veces.
Yo ya no le contestaba. Me preguntaron los bichos- ¿Qué está pasando? Y yo
asustada, pero con fuerza aseguré - Nada.

Después, cuando contesté otra llamada, era un hombre diciéndome que si


yo no llegaba, me iban a llegar a buscar donde yo estaba e iba a ser peor. Les
corté la llamada. Les dije a los bichos todo y ellos me dijeron que me estuviera
ahí mientras se iban.

Cuando llegó la noche, me fui a la casa… y he ahí el detalle, no se habían


ido los policías. Cuando llegué y los vi no sabía qué hacer, ni cómo actuar. No
llevaban orden, ni nada. Ellos sabían dónde vendía, cómo y con quiénes. Me
vieron morrita8 y querían que les dijera quiénes eran unos batos9 que estaban
en la foto. Ellos eran los policías que nos habían tomado fotos y si no se los
decía me iban a llevar por “agrupaciones ilícitas”. Yo sólo vi, escuché y me quedé

7 Policías.
8 Pequeña.
9 Jóvenes de la pandilla.
23

callada. Tal vez es la razón por la cual hasta el día de hoy sigo sin problemas,
nunca traicioné a la pandilla...

Me aconsejaron, me dijeron tantas cosas. Me retiré sin importar nada. Es que


no me importaba nada. Yo quería pertenecer a la pandilla, aunque me costara
incluso la vida. A partir de ese día, los bichos comenzaron a brindarme más su
confianza. Les había demostrado que no iba a hablar tan fácil y que sí quería
estar con ellos.

A los 11 años, conocí cómo se sentía estar en una delegación… ¡eh, ahí la
gran sorpresa! Mi mamá me echó la jura porque no quería estar ya en la casa.
Entonces me iba para donde mi cuñado (el novio de mi prima). Cuando me
llegaron atraer, no lo niego sentí miedo, me preguntaba por qué. Hasta que el
policía me dijo que mi mamá quería que me llevaran a un resguardo porque ya
no sabía qué hacer conmigo. Me llevaron, o sea qué pedo, ¡una niña de 11años
esposada en una patrulla! porque su mamá ya no sabía qué hacer con ella. Sentí
odio, resentimiento...

Recuerdo que no lo asimilaba, pero bueno, cómo olvidarlo si fue el día que
aprendí a manejar un cuete10. El policía me preguntó si sabía hacerlo y yo le dije
que no, los bichos nunca habían querido dejarme tocar una porque estaba muy
chiquita. Al policía eso no le importo y me dijo – Yo te enseñaré, entonces-. Y
ese día en la delegación, por un policía, aprendí a montar, remontar, sacar los
tiros y meterlos. ¡Qué ilógico, verdad, en vez de prevenir, me indujo! Creo que
en ese momento creció mi amor por las armas y mi odio por los policías.

Creo que mi mamá se arrepintió de lo que había hecho o mi abuela la obligó


a irme atraer y así lo hizo. Seguí en las mismas y lo único que me interesaba era
estar en la pandilla.

10 Pistola/arma de fuego
24

Mi primer amor
“No sé porque razón te esforzabas en cambiarme si así me conociste y así quiero
quedarme”.

Estar aquí ha sido complicado. Ha sido enfrentarme a mis propios demonios,


ha sido tener demasiado tiempo para pensar, para extrañar… quisiera pensar
que para olvidar. Como les había contado, he tenido muchos amores en mi vida,
y mi primer amor fue muy particular.

Lo conocí en un torneo de fútbol que hacían en las noches en la colonia. A


él le encantaba jugar fútbol. Ese día no sé qué sentí, pero me agradó demasiado
esa sensación. Le dije a mi cuñado que me lo presentara. Cuando llegó a
hablarme, no supe si sonreír o huir por miedo a enamorarme de esos lindos
ojos cafés. Como todo joven ahora en día en las calles de mi amado país, me
invitó a fumarnos una bacha11, sí porque en estos sagrados tiempos ya no te dan
chocolates ni te invitan a comer, te invitan a fumar. A mí me caían mal los bichos
que fumaban. Hasta ese entonces, nunca había probado, y todos los bichos me
molestaban diciéndome que un día iba a probar y me iba a gustar. Ese día cuando
me la ofreció, no sé que me dio y acepté. Ahí me volví adicta a la marihuana.

Vuelta mariposa, pero no te enamores que es marihuana, mamita, no son flores.


(El travieso)

Pero, bueno, así fue como inició esta historia de amor. Nos mirábamos con
mucha frecuencia…cada noche para ser específicos, hasta que se empezó
a complicar todo. A él no le gustaba que le hiciera el paro a los locos12, se
molestaba y me decía que ya no lo hiciera. Él no quería que estuviera en la calle.
Como toda niña enamorada, le hice caso y ya no seguí. Me tranquilicé, seguí mi
romance con él y todo iba bien. Le dije a los bichos que ya no iba a seguir con
ellos y me alejé. En ese entonces, nos hicimos cristianos los dos, pero no nos
duró mucho, estuvimos menos de un año.

Sabes cuál es la diferencia que yo me quiero suicidar y ella me quiere olvidar.


(Porta)

11 Cigarro de marihuana.
12 Un favor a los pandilleros.
25

Un día me encontraba con Fernando -así se llamaba- en el lugar donde nació


y creció nuestro amor. Para mi sorpresa, esa noche recibí un mensaje, era mi
prima. Solo me dijo - Me siento mal, no sé qué hacer, Robert ya no me quiere,
¡me quiero morir! -. Al principio no le paraba bola, seguí con Fernando. Me entró
una nostalgia y una desesperación horrible por irme de ahí, pero él no quería
que me fuera. Quería que me quedara con él, pero igual me marché para mi
casa.

Llegué a mi casa. Compartía cuarto con mi prima. Cuando quise entrar, estaba
cerrada la puerta y, como toda niña callejera, sabía abrir ventanas y entré por
ahí. Vi a mi prima acostada. Teníamos un perrito que no dejaba de llorar. Cuando
quise despertar a mi prima, he ahí la sorpresa, ¡no reaccionaba! Les soy sincera,
no sabía qué pasaba, no sabía qué hacer, sólo recuerdo que le pegué y le eché
agua… a lo lejos, sonaba un teléfono. Era el teléfono de ella y era Luis, un tipo
que estaba enamorado de ella…atendí el teléfono y Luis preguntó ¿por qué no
le contestaba? Y le conté todo lo que estaba pasando y me dijo que tenía que
contárselo a mi mamá y que él ya iba a llegar.

Así fue, en menos de tres minutos él ya estaba afuera de la casa y como


todo “príncipe azul” entró a sacarla en sus brazos para llevarla al hospital… y
justamente una joven hermosa con una vida por delante trató de suicidarse por
un idiota que no valía. ni vale la pena. Nos encontrábamos ahí en el hospital y
como no dejaban entrar a Luis, nos quedamos en su carro.

Admiraba el cariño que le tenía ese hombre a mi prima, pero como todo niño
idiota con la mano izquierda bota lo que hace con la derecha. Estábamos los
dos allí en el carro y se imaginan lo que trató de hacer ¿no? Correcto, intentó
besarme, o sea, la morra13 que le gusta que por casualidad es mi prima, se
estaba muriendo por un pendejo y él trataba de besarme y tener sexo conmigo
en el parqueo de un hospital. ¿Qué? ¿En serio? Me costaba tanto creerlo, pero
pareciera que lo hombres piensan más con la de abajo que con la de arriba.

Yo sé que te molesta que yo sea callejero,


pero qué le vas hacer si está es la vida que yo quiero.
(El Travieso)

Un día Fernando llegó con la noticia que ya era parte de una pandilla, o
sea ¡¡qué pedo!!, le dices a tu novia que ya no ande en la calle, pero un día te

13 Mujer.
26

apareces que vos ya andas con ella, ¿eso es egoísmo o qué? Hasta el día de hoy
no lo entiendo, sentí una gran cólera y le pregunté - ¿por qué fue así de egoísta?
Es muy machista y con lo que me salió fue que yo era mujer y que por eso no
podía andar en la calle.
Palabra, sentí como que se me engrifó el pelo de la cólera. Lo quería matar,
pero que me van a decir a mí que por ser mujer no podía andar en la calle, si
muchas veces las mujeres tenemos más huevos que un bato que a la primera
sale corriendo...

No me gustan los tatuajes, pero me marqué tu nombre.


(Cosculluera)

Para mí Fernando era mi primer amor, según yo, el último… ahora lo pienso
mejor. Un día, como toda pareja de jóvenes enamorados, nos pusimos de
acuerdo que queríamos tatuarnos nuestro nombre, porque nunca nos íbamos
a dejar y no sé qué más mentiras, pero nunca dijimos cuándo. Un día de tantos
me habló que llegara a su casa, que me quería enseñar algo y yo fui. Cuando iba
entrando al pasaje, él estaba afuera de la casa sin camiseta y cuando me vio se
dio la vuelta y ahí la gran sorpresa: ¡Tenía mi nombre en la espalda!

Por favor, ¡en serio! ¿qué hago?, ¿corro? eso fue lo que pensé en ese instante,
pero mis pensamientos se cortaron cuando me dijo - Vas vos-. Y yo pensé-
¿Qué?- Ni modo pensé y es así como me hice mi primer tatuaje, un poco
obligada... ¡Es estúpido pensar que estarás con alguien toda la vida!

Ya quiero que sea mañana para volver a repetir lo que viví, hoy te busco en el
colegio porque sé que tú me esperas porque soy tu baby boy.
(Xavi The Destroyer con Zion y Lennox)

Como todos los jóvenes enamorados, decidimos ir a estudiar juntos- ¡¡Por


favor, en serio, no sé qué pensamos en esos momentos de nuestra vida, en los
queremos hacer todo con la persona que estamos¡¡ o sea, ¿qué pedo? ¿Qué nos
pasa por la mente?

Íbamos a un colegio pequeño en el centro y cuando te digo pequeño ¡literal,


pequeño! Séptimo, octavo y noveno grado estaban en un solo salón y por lógica
tocamos juntos. Él iba a noveno y yo a séptimo. Todas las mañanas antes de
llegar fumábamos. Ese niño sí estaba loco porque ya andaba en las calles e
27

íbamos a estudiar a una zona de pandillas contrarias. Recuerdo que todas las
niñas del grado estaban locas por él, ¡Por favor, ni tan rico que estuviera! Pero
para gustos los colores.

A medio año ya no le importó la escuela. Yo seguí yendo. Como siempre


él y yo peleábamos por estupideces pequeñas. Un domingo nos vimos por la
noche. Recuerdo que se enojó tanto porque iba en falda y me dijo que era una
puta, que me gustaba andar exhibiéndome y que si no me cambiaba él no iba
a ir conmigo a ningún lado. Le dije - ¡Por favor, niño, sino me manda mi mamá,
menos me vas a mandar vos!

Se enojó tanto… era de piel morena, pero se puso morado. Y así fue, en
serio, yo no lo superaba, ¡¡cómo un bato me iba a tratar así!! Nunca le pasó por
la mente a él que me hace algo, pues yo le hago algo peor y así fue. Empecé a
salir con otro niño, que era chelito y seco…Me encantaban los hombres secos
y altos, pero él no me gustaba tanto… sólo quería que Fernando se sintiera mal
por cómo me había tratado…

El que te falla una vez, te falla dos o tres veces...


(Karol G).

Sin embargo, ese año las cosas nuevamente volvieron a cambiar bruscamente.
Un día decidí tatuarme y de la nada me puse pálida, empecé a vomitar bien
horrible. Entonces, me nació como aquella duda sobre qué me estaba pasando.
Un día estaba con mi mamá y al parecer las mamás lo conocen a uno. Entonces,
yo estaba cerrando el portón, bien me acuerdo, mi mamá sólo se me quedó
viendo, mira vos, fulanita, ¿y vos estás embarazada? Yo bien brava le dije ¡qué
dice usted!, ¡nombre cómo va a creer! Entonces me dijo, si no estás embarazada
mañana te haré la prueba, no vas a perder nada, me dijo. Hay vea usted si va a
gastar $10 dólares, le dije yo.

Justo a la siguiente mañana me estaba despertando, para que me bañara.


Le dije que estaba bien. Fuimos y cuando uno paga la prueba, al ratito dan la
respuesta. Vaya aquí está y me entregó el sobre- Abrilo vos porque de esto sos
vos la primera que se tiene que enterar- Abro el sobre y cabal ¡POSITIVO! Yo no
supe qué decir… no supe qué hacer…como cuando el mundo se le desmorona
a uno. Estaba bien niña, tenía 13 años.

Sentí como que me dieron una gran pechada ¿Qué voy a hacer?, ¿cómo voy
a mantener al niño?, ¿cómo lo voy a tener? Mil cosas se me vinieron a la mente.
28

Cuando llegamos a la casa, empecé a llorar, púchica, decía yo, ¿cómo voy a hacer?
Le hablé a él, ya que mi mamá insistió en que tenía que decirle… y le hablé.

Le dije –Mira, podés venir a mi casa que quiero hablar con vos- De verdad ¿Qué
pasó? Me dijo. Nombre, vení a la casa quiero hablar con vos. Estás embarazada,
-me dijo. ¡Como si ya sabía el desgraciado! Ah! Algo así- le dije. -Ahorita voy- Me
dijo. Cabal iba el patas cutas ahí llegando. Él vivía un poco lejos de mi casa, pero
como ahí pasaba en la zona, entonces llegó rápido en una bicicleta a mi casa y
¡¡qué estás embarazada!, - me dijo bien contento. Y yo en el momento sentí una
carga menos.

Yo me quedé viviendo con mi mamá y mi abuela porque él sólo en la calle


pasaba. ¡¡Para qué me iba a ir con él!! Él no iba a pasar conmigo, entonces decidí
que no. Le dije que mejor me llegara a ver. se podía quedar los días que quisiera
conmigo y así estuvimos. Al principio mi mamá no dejaba de decirme tantas
cosas, pero un día me dijo que cómo no iba a amar un nieto de ella, que no me
iba a dejar sola, que me iba apoyar. Para mí fue importante sentir el apoyo de mi
mamá, llevaba mucho de no sentirlo.

Un par de meses después a él le cayó una orden de captura. ya sabíamos que


lo andaban buscando, pero era como cuídate nada más, espérate que nazca el
niño. Un día, ya a las doce del medio día, le hablé para saber si iba a comer y él
me dijo -Vaya amor, está bueno- Dicen que el vato estaba en una esquina, en
una bicicleta hablando conmigo y cabal venían las Hylux14, se bajaron los policías
y de un solo lo botaron de la bicicleta y se lo llevaron preso.

Yo lo iba a ver, cuando estaba en el penal. Lo iba a ver embarazada. Entraba


como cuñada de él porque era menor de edad. Cuando el niño nació le puse
los apellidos de él. Por medio de un abogado, ya podía entrar como mujer de
él. Conoció al bebé, lo vio. Cuando tenía año y medio, le hablaba por teléfono,
hasta que aparecieron las medidas extraordinarias. Allí perdimos toda la
comunicación, ya no supe nada de él.

14 Marca de vehículo utilizado por la policía.


29

En esta vida
A veces cuando lo pienso, ni yo misma puedo creer que con 13 años estaba
viviendo tantas cosas. Cuando nació mi bebé, le puse el nombre de mi primito,
fue mi manera de recordarlo. Ya me había alejado de la calle, pero siempre tenía
el deseo de volver. Un par de meses después que mi hijo nació, se lo dejé a mi
mamá y me tiré definitivamente a la calle, ya nadie me detuvo. Sin embargo, me
costó encontrar un grupo que me aceptara. Nadie me quería por ser mujer,
creían que no era capaz. Pero finalmente, encontré mi lugar.

Hay un dilema que siempre he tenido, que tal vez la gente piensa que como
el niño estaba chiquito, no lo quería, pero no es así. Saben, yo a mi hijo lo amo
desde el primer momento que lo tuve. El gran detalle es que tenía 13 años, era
una niña y conocía ya otro mundo. Había que rebuscarse por otros lados, sea
como sea yo era una morrita y quien me iba a dar trabajo, ¿qué iba hacer? Sí, es
verdad, uno puede agarrar una caja de tomates e irla vender, pero el dinero fácil
es tentación y yo ya conocía eso.

Volví a la calle por necesidad y por amor. Necesidades que yo traía desde más
pequeña, es como cuando ves pasar una oportunidad que has querido siempre,
cómo no la vas a aprovechar.

Desde mis 12 años había querido ser parte de una pandilla. Yo ya me había
relacionado con chinche y telepate15, pero siempre me mantuvieron un poco
al margen. Un día, no sé ni cómo, yo andaba caminando, se apareció un bicho
y me dijo - ¿Qué ondas? - Yo me quedé cómo este maje a saber quién es.
Comenzamos a hablar y me dijo - ¿Me recuerdas? Yo estaba tal día en aquel
lugar. Y yo soy mala para recordar. Me dijo - ¿Va qué de la pandilla quieres ser?
Yo pensé - ¿Quién le habrá dado tanta información? - y me le quedé viendo. Nos
dimos el número, me comenzó a escribir, me invitaba a ir a vacilar16. Así pasamos
un par de meses. Yo siempre he sido de un sistema que si me dicen brinca, da
tres vueltas y siéntate, lo hago sin reclamar. Al ver eso, quizá dijeron - Ah no,
está maje, simón. Y así me involucré en lo que siempre había querido.

Mi vida era así: ratitos iba a mi casa, una, dos semanas y de allí -Ey mamá, ya
me voy- Y me iba para otro lado, ya me quedaba ahí un mes y medio –Ey, miren
tengo que ir a ver a mi hijo- y me decían vaya chivo anda y entonces no era

15 Todo tipo de personas de dudosa reputación.


16 Parrandear, ir de fiesta.
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como un lugar fijo. Así pasaba. Sinceramente, era un descanso de las dos cosas.
Cuando ya me frustraba de andar durmiendo en la calle, en el monte ahí, decía:
voy a ir a mi casa. Tengo un lugar donde regresar, alguien me está esperando y
entonces me iba para mí casa y ya… cuando en mi casa mi mamá me echaba, ya
era como ¡ah, mi mamá! ya no me aguantaba me iba. Mi mamá sí tenía eso. Era
como ya viniste vos, no te vas a ir vos, pero así como se los estoy diciendo. Yo
estaba modo relax sentada viendo tele y de repente ella llegaba, se me acercaba
diciendo y no te vas a ir vos, cuánto tiempo vas a estar aquí y que no sé qué y
yo me molestaba y le decía, mañana me voy a ir. Sea como sea, sí me hacía sentir
mal, pero si no le gustaba mi presencia, ni modo, me iba. A veces quiero pensar
que en el fondo quería que le dijera que ya no me iba a ir. No lo sé, prefiero
pensar eso a la idea que no quería que estuviera allí.

Mi mamá está un poco loca y creo que me parezco muchísimo a ella. Sé que
no fue fácil y ahora la comprendo mejor, pero en ese entonces era difícil. A mi
mamá siempre le decían que en nuestra familia todo era al revés, que yo era
menor y niña y andaba en la calle y mi hermano era mayor y niño y ya estaba
hasta en la Universidad. Las personas siempre le decían- y a la niña ¿qué le pasó?
Siempre tuvo eso la gente que era bien metida en ese aspecto. Nadie está nunca
para ayudar, solo para criticar y juzgar a los demás.

Era feliz estando allí, sentía que finalmente había encontrado una familia. Sentía
que a alguien le importaba y que yo también estaba dispuesta a dar todo por
ellos. No era como pasar en mi casa y que no hubiese nada que hacer, yo soy del
sistema que no puedo quedarme sin hacer nada, sabiendo que puedo hacer algo.
Entonces, era hoy voy a salir aquí y allá, tenía mi vida bien ocupada. Hasta con
los regaños, porque, sea como sea, siempre hay alguien que lo tiene que guiar a
uno, quizá eso es lo que más extraño… alguien que me oriente. Allí conocí a la
persona que se convirtió en mi guía, un vato todo regañón, pero que ahora que
estoy aquí y puedo pensar más en todo lo que hacía, me doy cuenta que todo lo
que me decía era para mi bien. Él era cómo el hermano mayor que nunca tuve,
lo quiero y lo extraño bastante.

Cada vez que llegaba a la casa, mi hijo siempre me decía - ¿Para dónde vas?

Y le respondía - Ya vengo, papi, usted sabe que yo no paso aquí -.

Yo tenía eso que todas las noches le hablaba y me estaba hablando con él.
Traté de estar ahí, aunque sea un poquito. Siempre me preguntaba, pero yo no
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le dije en concreto yo hago esto y lo otro, él es igual que mí, puede saber las
cosas, pero se hace el loco mejor. Sabe que le estoy mintiendo, pero no me dice
nada.

Así me acomodé a mi nueva vida. Una vida con muchas cosas positivas, pero
también negativas. Me tocó esforzarme mucho, nadie me tenía consideración
por ser mujer, me trataban como un vato más… Me decían- usted estar aquí
quiere, aguante-. Y así fue… Demostré que tenía la misma y hasta mucha más
capacidad de los que estaban allí. Pero en medio de todas esas dinámicas también
existió el amor.

Así conocí a la persona que cambió mi vida. Mi historia con él comenzó un


24 de diciembre. Lo recuerdo perfectamente. Yo tenía 14 años, desde que lo vi
creo que me enamoré de él. Me encantó todo de él. Pero, ¿cómo saber si yo le
gustaba? Creo que el alcohol y la mota tuvo mucho que ver para averiguar si un
día nuestros caminos se encontrarían, al menos yo lo deseaba y como lo supuse
¡Yo le gustaba tanto como él a mí! La conexión que teníamos era demasiado
hermosa. Ese día todo se definió en una infinita conversación acerca de nuestras
experiencias, pero hubo que esperar muchos días para que todo esto se volviera
realidad.

Me fascinó tenerlo como yo deseaba. Sin embargo, todo quedó ahí esa noche
y no porque no nos quisiéramos o amábamos. Simplemente porque nuestra
relación no estaba permitida y al inició pensé que al menos andaríamos juntos
no solo como “novios” o “amantes”, sino como amigos en la calle.

Él simplemente era un homeboy más y yo una persona que daría la vida por él,
no solo porque me encantaba, sino porque era mi deber como miembro de la
estructura y no por obligación, sino porque así me lo inculcaron y así lo aprendí.

Viví demasiadas cosas con él…vivimos tantas tonterías… quizás se miraba


que era “amor” para todos los demás, pero todo se complicó cuando ya no
podíamos seguir el romance… Neta que sentí feo estar limitados, no comprendía
el porqué de su decisión. Pero, solo me tocó a mí y a él soportar y respetar lo
que nos decían. Sentí feo, me dolió porque yo ya lo quería y como algo más,
pero siempre nos seguíamos viendo, a pesar de todo. Nos convertimos en un
amor prohibido.

Creo que arriesgarse le daba más sabor a la relación. Mientras nuestro secreto
se daba, yo lo iba olvidando. Al principio me dolió, pero me enamoré de su
32

mejor amigo y eso jamás me lo perdonó, aunque también era un secreto por la
situación. Él nunca volvió a ser igual conmigo y hasta el día de hoy deseo verlo
y aclarar todo, no por regresar con él, simplemente aclararle que me rompió
el corazón y eso jamás lo superé. Quisiera escribirle y decirle lo que siento…

Querido niño:

Espero estés bien. Sabes, tal vez nunca te expresé del todo mis sentimientos hacia
vos, neta siempre tuve la esperanza de hacer algo mal en tu vida, de poder causar un
sentimiento grande y hermoso en tu persona.

Pero, cómo vivir con la idea que tienes de jaina17, sabes que eso no es para mí. Lo
nuestro era tan perfecto, nos entendíamos tan bien, cada día traté de darte lo mejor
de mí. Lastimosamente, nunca nos fue suficiente poder llenar eso que teníamos.

Sabes ya pasó un buen tiempo, pero siempre pienso en tu persona. Recuerdo la


última vez que nos vimos, fue tan difícil tener que despedirme de todo lo lindo que
vivimos juntos, pero era alimentar tu ego o sostener en pie mi orgullo y creo que la
respuesta era obvia.

Siempre tengo la esperanza de verte algún día de nuevo y poder hablar y aclarar
tantas cosas, sos un niño hermoso.

Chinito, la vida no permitió seguir con esto. Fuiste, eres y serás siempre un lindo
recuerdo.

He tenido muchos amores en mi vida, pero por algún motivo todos han sido
relaciones tóxicas, adictivas, dependientes, malignas…

Me enamoré de su mejor amigo. Él era solo un año mayor que yo. Nuestra
relación también tenía que ser un secreto. Él era muy posesivo. Los dos nos
dábamos duro18, era una relación tóxica. No voy a negar que lo quiero, porque
es un vato que sí he querido, pero para qué me voy a estar quitando la vida. Un
día casi si me alcanza me mata. Le agarra feo, se convierte en un maldito Lucifer.
Ese día estábamos en la playa, lo recuerdo muy bien, casi me ahoga. ¡Maldito!
Estábamos pasándola muy bien, pero como yo soy muy celosa, comenzamos

17 Novia, pareja de un pandillero.


18 Pelea, golpes.
33

a pelear. Ese día le agarró feo y nos empezamos a dar duro en plena playa de
noche y como andábamos bolos, de pronto me dijo -Venite, hoy sí me las vas
a pagar por todas las que me has hecho- y yo como que nombre soltame, vaya
primero me llegó el agua hasta el tobillo, después hasta la rodilla, la cadera,
cuando yo la sentí en el cuello, ahí si dije- nombre este maje- y vi pasar toda mi
vida, sentí que vi la muerte.

La verdad que ya la he visto pasar varias veces, ya como que la conozco, ya


me saluda y en ese momento fue como nombre si todavía no te toca. Entonces,
como pude, me lo quité de encima, lo mordí y me soltó. Solo me acuerdo de
que empecé a patalear, medio a nadar y sólo cuando me llegó medio el agua en
medio aquí empecé a correr. Ahí me miró y me decía- No hay pedo, si no te vas
conmigo yo solo me voy a ir- me dijo así y me le quedé viendo -pues ahógate,
maje- le dije yo. Y empecé a caminar y ¡ay no! -este hijueputa psicópata- decía
yo. Ya de ahí, “que mamacita discúlpame”, “que no sé qué”, “que aquí y allá” y
yo como que -este maldito bipolar-, pero como la san pasmada a los días ya
habíamos vuelto con él… así como borrón y cuenta nueva, -lo importante que
no te maté- me decía.

Yo sé que es una relación tóxica y que no es la vida que quiero. Pero con ese
hombre hemos vivido de todo, nos han dado duro, casi los juras nos matan
juntos, tantas cosas. Él conoce la peor parte de mí, hemos aguantado hambre
juntos y el vato se quedó conmigo y eso lo valoro.

Cuando llegué aquí, él siempre le ayudó a mi mamá con todo para que no le
faltara nada. Él la cuidaba y lo que necesitara él lo resolvía. Llegó siempre a las
primeras audiencias cuando me condenaron. Hasta que un día algo pasó por mi
mente y dije ya no quiero andar con él… me apoya y todo, pero no quiero esto
para mi vida y me entró una gran psicosis. Le mandé a decir que ya no quería que
siguiéramos. A los días, él cayó preso y perdimos toda la comunicación. Tarde o
temprano él iba a salir, por mucho tiempo sólo le pedí a la vida que no se fuera a
cruzar en mi camino, porque iba a ser una gran tentación. Yo lo sigo queriendo.

Y mi presentimiento se hizo realidad. Él salió y me buscó. Siento que ahora las


cosas son diferentes, ambos hemos cambiado y creo que conservo la esperanza
que pudiéramos estar juntos y tener una vida “normal”. Él sigue estando
pendiente de mi y de mi familia y eso lo valoro mucho, conservo una gran ilusión
de poder construir una vida diferente.
34

Encierro
A veces en este encierro, me acuerdo de mi papá. A los 15 años, me encontré
por última vez y le dije que lo iba a matar. Él sólo se me quedó viendo. Quizá se
asustó y se fue, pero ni vi por donde pasó. Yo estaba comprando cigarros, bien
me acuerdo. Estaba en la tienda, le dije a la señora que me diera dos cigarros y
volteo y lo veo de pies a cabeza…, “ahh, yo lo conozco…” y mire a mi mamá
y ella me dijo “tu papá” y lo volteo a ver a él otra vez y le dije:-¡ tu madre,
hijueputa, ándate si no querés que te mate aquí mismo!- y él sólo me miró y
andaba con una mujer de él, que solo se me quedó viendo…los majes sólo nos
miraban y yo grité -¡tu madre¡ ¿qué se hizo este perro?- Pero sí, a pesar de todo
lo que pasé con él yo siento que ya lo perdoné… hace poco, pero ya lo perdoné.

Últimamente estar aquí ha sido mucho más difícil. El encierro me está


volviendo loca. Me siento harta con todo, no tengo ganas ya de hacer nada, pero
sé que debo seguir luchando para recuperar mi libertad. He avanzado muchos
estos dos años…he obtenido beneficios, no quiero perderlo todo, pero a veces
es muy difícil.

Ese último día de libertad había estado bien galán en mi casa. Había ido a
visitar a mi hijo, entonces me hablaron- mira, venite para tal lado, vas hacer
una cosa- Y ahí fui yo... Entonces, yo estaba con mi niño y le dije –mira, papi,
te voy a ir a dejar donde mi mamá- y el niño se puso a llorar y no quería que
fuera y me decía que no, “que no vayas y que no sé qué y que aquí y allá” y yo,
como que no, ya voy a venir, ya voy a venir. Mi mamá se enojó conmigo y el niño
estaba llorando y mamá me dijo - ¡Ay no, andate mejor de un solo!- Pero, ni
un “te vaya bien” me dijo. Entonces, me fui y como que sentí aquella nostalgia,
como aquel algo que me decía “no vayas, no vayas, no vayas”, y me quedé muy
pensativa. Pasé toda la noche con una gran ansiedad de fumar… agarré las cosas
que llevaba y las metía una mochila. Me fui porque iba para otro lado, agarré el
bus a las 5 a.m. Puse la mochila y me senté. Cuando iba en el bus empezaba a
amanecer, ese momento justo donde el cielo se ve hermoso, bien bonita estaba
la mañana, bien me acuerdo y yo con una nostalgia y tristeza.

Cuando llegué a mi destino a las 6:30 a.m., me bajé del bus. Me crucé la calle
y justo allí vi una leva19. ¡¡Cómo así!! - dije yo. Seguí caminando con los audífonos
puestos y cabal se me atravesó. Solo pensé- Ya la regué. Me preguntaron -
¿Dónde vas vos, bicha? - para ningún lado, usted, ¿por qué? - le dije. Me dijo-

19 Patrulla de policía.
35

¿Qué llevas ahí, saca lo que llevas allí? Como no se habían bajado de la patrulla,
traté de seguir caminando y allí sí se bajó ya el jura y dijo -vaya pues quédate ahí
que no sé qué y me puso el cuete-, este maje dije yo… así ya la regué. En mi
mente pasó toda mi vida y cabal me dijo -abrí la mochila- y le dije -ábrala usted
si tanto es su ánimo- y se la tiré al maje y dijo –nombre, mirá está bicha- y yo
dije-la regué. Me dijo- Nombre bicha- me puso las chuchas20, - Quedás detenida
por tráfico ilícito- yo llevaba marihuana en mi mochila.

Me subieron a la leva y llegamos a la delegación. Cuando me tomaron las


fotos, las subieron a uno de esos medios digitales de la policía y una tía me vio,
me reconoció por los tatuajes y le llamó a mi mamá. Pase cuatro días detenida
en el CAM. Ahí dormí en suelo, aguantando frío, sin poder dormir bien, sin
bañarme bien… cuando me dijeron, “vas para traslado”, y dije yo: “¡Nombre, voy
a ir a dormir en catres!”

Al llegar, me esposaron. Llegó una orientadora21 y me dijo –Mirá, hija, aquí hay
dos pandillas, ¿de cuál sos vos? Y yo le dije. Y ella me indicó - Vas para tal sector,
tienes cuidado. Me pasaron con el inspector y que cuidará mi proceso y que no
me dejara llevar por las bichas. Y yo dije - ¡Este maje piensa qué barretina estoy!
Cuando me entraron, solo vi un puño de tacuacinas22.

Nunca me he llevado con mujeres, eso ha sido lo más difícil en mi vida.


Siempre he estado rodeada por hombres y acostumbrada a tratar con ellos.
Llegué aquí y el primer reto fue ese, convivir con mujeres todos los días. Subí al
cuarto y pensé a dónde me acuesto. En eso una bicha me dijo - Hola, que no sé
qué. De repente, tenía un gran montón de bichas alrededor de mí, ¡y yo como
tan mal que me caen! Me preguntaron que de dónde era y más o menos le dije
a las majes. No sé si les caí bien o qué ondas, pero las majes me dieron donde
dormir, toalla, jabón. Bien chivo23, no pasé durmiendo en el suelo, y una bicha me
dio arriba donde dormir. ¡Tri chivo, me gustó! Contrario a todo lo que pensaba,
ellas me recibieron y compartieron conmigo para que no la pasara tan mal.

Como en todos lados, uno no se lleva bien con todo el mundo. Pero yo nunca
he sido de las personas que buscan pelea, ni de buscar problemas, así que en

20 Esposas.
21 Persona encargada de supervisar los sectores en el Centro para la Inserción Social
Femenino del ISNA.
22 Expresión popular para referirse a las mujeres.
23 Chévere, genial.
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ese sentido he sabido llevar la situación aquí, sin andar buscando problemas con
nadie. Al mismo tiempo, me ha permitido aprender a llevarme con mujeres.

Lo más difícil aquí siempre ha sido el encierro. Todos los días a las 5 p.m. ya
debemos estar encerradas y uno acostumbrado a andar en la calle, a esa hora
empieza la vida. Al principio me sentía mal, y decía yo - ¿Qué estarán haciendo?

Con el tiempo quizá uno se adapta, ahorita no me he adaptado, pero quizá


se adapta uno.

Como les conté al inició, mi hijo me hizo cambiar la actitud en este lugar. El
primer año que estuve aquí no fui a la escuela, no hice nada. Al inicio, era un
dolor de cabeza para todo el mundo. Era como yo así soy, adáptense. Soy de un
sistema que nunca me ha gustado faltarle respeto a la gente y ni me gusta que
me lo falten, pero si siento que alguien me está atacando, reacciono. A veces la
forma de tratarnos es humillante porque saben que no les puedes decir nada.
Yo, bien al suave, se las dejaba ir y no necesariamente faltándoles el respeto, sino
que siempre diciendo verdades. ¡Quizá, eso les caía mal de mí! Con el tiempo
me di cuenta que quien se afectaba era yo.

El siguiente año me incorporé a la escuela y todo me fue muy bien. Entendía


todo fácilmente y llevaba buenas notas. Me metía a los talleres y a la orquesta.
Fue como que ocupé mi inteligencia para lo bueno y ya no para lo malo.

La orquesta me llamó bastante la atención, porque había una niña en mi cuarto


que tocaba el violín y yo le decía que me enseñara. Me llamó la atención desde
un principio. Me enseñó y me metí a eso. Cuando llegaron las audiciones me
presenté, quedé y en poco tiempo subí al grupo avanzado, ¡Si algo me interesa,
me rebusco!

Pero a veces, también estar presas nos frustra, nos hace no querer hacer nada.
Vivimos la vida que nos toca y no la que queremos vivir, nos acoplamos. No
queremos ir a la escuela, no queremos levantarnos, no queremos ir a talleres,
pero sabemos que lo tenemos que hacer; es la lucha diaria con nosotras mismas,
estamos y cumplimos, pero no nos pueden pedir estar siempre con una sonrisa
y con la mejor actitud. No saben lo que pasa por nuestras mentes, no saben lo
que sentimos. A veces solo siento que están allí listas para cuando cometemos
errores, pero no están para preguntarnos por qué hoy no queríamos ni
levantarnos de la cama.
37

Mi vida después de aquí


Siempre esperé que sucedieran las cosas, pero no hubo resultados, hoy trabajo
para que desde el primer día sucedan.

La esperanza es pensar que sucederá.


La fe es esperar que suceda y
De valientes hacer que todo lo que quieras suceda.

Mi sueño siempre ha sido estudiar Medicina Forense, pero son 11 años. ¡No
tengo ni la vida, ni el dinero, ni el tiempo, ni el espacio para eso! Al salir de aquí,
seguiré estudiando para terminar el bachillerato y trabajaré en una panadería. Mi
bachillerato sí lo quiero, quiero mi cartoncito…la universidad es donde ya me
frustro, porque es tiempo, vida y dinero, que no tenemos. La capacidad sé que
la tengo, todos tenemos la capacidad.

Ahora las cosas son diferentes. Mi hijo me pregunta que cuándo vamos a
estar juntos. Mi vida al salir de aquí ya no puede ser igual… ya no quiero que
sea igual. Por él, por mí. Quiero que él tenga otra vida, que no necesite como yo
andar llenando vacíos, andar buscando una familia, andar extrañando lo que no
pudimos tener... Quiero que mi hijo pueda tener sus propios sueños y que sepa
que los puede hacer realidad.

Dentro de cinco años quisiera poder volver a leer estas páginas y descubrir
que pude hacer realidad todo lo que soñé cada noche aquí. Mi historia no finaliza
en estas páginas, mi historia apenas comienza. A mi corta edad, la vida me ha
enseñado mucho, he aprendido a confiar en mí, en saber que nunca me dejaré
sola. En mi vida he escrito muchas cartas, pero nunca he recibido una, ahora no
necesito recibirla, ahora puedo escribirla yo misma:

Querida Katherine:

Me alegro que te encuentres bien al lado de tu hijo, sabes, siempre hubo algo
que quise decirte y es cómo durante tanto tiempo aguantaste todos esos sentimientos
que te ahogaban por dentro. Sé que te ha acostado llegar hasta dónde estás ahora y
en serio estoy orgullosa de la persona en la que te has convertido.
38

Pero, sabes, siempre creí que no lo ibas a lograr, pero con esfuerzo todo es posible.

Recuerdas que hace cinco años no lo creías, que me decías que era difícil, que no lo
soportaría…. Nadie te tuvo fe cuando más lo necesitabas, cuando sentías que todo te
faltaba, cuando el amor no bastaba para llenar tus vacíos que había en tu corazón y,
a pesar de todo, fuiste fuerte… en serio, admiro todo esto de ti. Pensaba que estabas
un poco loca, pero vi que poco a poco ibas sacando todo lo que llevabas dentro.

En serio, noté que te faltaba comprensión, que solo necesitabas que alguien fuera
parte de tu locura, no que te cuestionaran, pero de verdad, creo que solo yo pude
notar eso en todo ese tiempo. Lo siento por cada vez que sufriste por amor y por todo
eso que no valía la pena. Ahora me alegro de que te dieras cuenta que no necesitabas
más que tu propio amor.

Para lograr toda esa felicidad que tanto buscabas en lugares equivocados, me
alegro que encontraras ese alguien que vale la pena y que ya no tengas que depender
de nada de lo que dañó… Espero hayas aprendido amar a las personas que te
rodean, ya que tu hijo te hizo empezar con ese proceso.

Te amo mucho, niña loca, y siempre estoy aquí para ti. Aunque a diario ignores todo
lo que hago, siempre estoy contigo, a pesar de que pase lo que sea, aunque hayan
pasado cinco años desde que te escribí esto…

Con amor,
Katherine
CAPÍTULO 2

KIMBERLY
A ti que eres mi sangre, mi alma gemela. Tú mereces toda mi
inspiración, Te recuerdo cada día y cada noche, te recuerdo
porque ya no te tengo. Un día te veré en un lugar donde
podremos ser felices, tu sonrisa la llevo dentro de mi ser, tú eres
una luz que ilumina mi camino. Te amo hermano a donde quiera
que estés.
41

Tiempos felices
Son las seis de la tarde y desde la ventana de mi habitación veo como poco
a poco va cayendo la noche, todo comienza a oscurecer, veo los árboles con
pocas hojas, los pájaros vuelan de un lugar a otro buscando sus nidos, veo la
luna que comienza a aparecer. Pienso en todas las personas que van saliendo de
sus trabajos, de sus estudios, se dirigen a su casa a encontrarse con su familia.
Mientras tanto yo aquí observo todo lo que sucede a mi alrededor, veo las
figuras que imagino en las nubes, escucho a mis compañeras de habitación que
conversan sobre la nostalgia que les da recordar los momentos que compartían
con sus familiares. A esta hora, el aire se siente a nostalgia, una nostalgia que
inunda mi corazón. Pienso ¿qué sería de mi visa si no estuviera aquí?, ¿dónde
estaría? ¿Con quiénes estaría? Quizás no conocería a todas las personas que he
conocido aquí.

No puedo evitar recordar los buenos momentos de mi vida, no puedo evitar


recordar los tiempos en los que fui feliz. A veces pienso que todo esto es solo
un sueño, que de un momento a otro despertaré y todo habrá terminado. En
días como hoy me gusta sentarme en el patio, respirar el aire y mirar el cielo.
Me gusta recordar cuando estaba pequeña y éramos felices. Me gusta recordar
los buenos tiempos de mi infancia.

Recuerdo cuando íbamos en familia a la iglesia los días domingos, al salir


íbamos a almorzar al centro y después a comer un helado. Era nuestra tradición
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de los domingos. Fueron momentos inolvidables que guardo en mi memoria y


en mi corazón, eran espacios en los que disfrutábamos en familia.

Estoy aquí escribiendo porque el papel aguanta todo, porque escribiendo me


desahogo, porque algún día alguien leerá esto y comprenderá mi vida. Escribo
porque me gusta, escribo porque todos tenemos historias que contar y yo
quisiera que mi historia no quedara solo en mi memoria, sino que las personas
que la lean puedan conocerme a través de ella.

Recuerdo cuando éramos felices cuando íbamos juntos a visitar a nuestra


abuelita. Cómo olvidar aquellos noviembres cuando jugábamos en la calle afuera
de la casa, lanzábamos bolsas que se elevaban con el viento y corríamos para
atraparlas, jamás olvidaré esas anécdotas.

Este patio me recuerda a mi hermano… él era tres años mayor que yo,
jugábamos, peleábamos, nos enojábamos, nos amábamos… Mi mamá siempre
nos decía: - Dejen de estar peleando, que empiezan jugando y salen peleando,
uno de los dos termina llorando-. Y así era, pero éramos felices. Con él pasé
momentos inolvidables de mi infancia, éramos muy curiosos, traviesos los
cipotíos1.

Recuerdo que con él jugábamos chibola, pelota, trompo, escondelero2 y


andábamos juntos en mi bicicleta. Ya se imaginarán, yo me sentaba de lado
en el caño y manejaba. Él en el asiento y pedaleaba, sus manos en mi hombro
para apoyarse, éramos tremendos. Mi hermana mayor era todo lo contrario:
nos llevábamos 6 años, ella era una joven muy decidida, prudente, inteligente,
también era muy enojada y regañona. No me gustaba como autoridad, cuando
no estaba mamá, ella nos regañaba mucho más, quizá nunca se lo dije, pero
siempre en mis adentros la admiraba mucho. En la escuela y en el Instituto
siempre los maestros me ponían a ella de ejemplo porque ella siempre fue muy
aplicada en clases.

Mi “brother” y yo siempre pasábamos juntos y bueno prácticamente yo era


quien lo perseguía, donde él andaba allá llegaba yo, hasta me decía mi mamá -
Que quizás yo hubiese querido ser varón, porque todo lo que él hacía lo imitaba
yo. - Jugábamos con la hondía3 (él me enseñó a usarla) y una vez matamos una

1 Niños.
2 Juego tradicional de escondidas.
3 Instrumento formado por una tira de cuero u otro material flexible que se utiliza para
lanzar piedras a distancia.
43

palomita que estaba en un árbol de anona4 en el patio de mi casa. Ya estaba


muerta, ni modo, la aliñamos, primero la desplumamos, después él le quemó los
pelitos que quedan como pequeñas plumitas… Yo veía cómo mi mamá aliñaba
las gallinas y así lo hice, empecé a cortarla a mi manera. ¡Grandes piernotas
de la palomita! La lavamos con limón. Después la pusimos a freír con tomate
y cebolla. Le echamos consomé5, ¡uff quedó rica! La comimos con tortilla. Mi
mamá se enojada porque ella les daba de comer a las palomitas. Nos dijo -
Como si no nos daba ella de comer, que parecíamos muertos de hambre, que
no las matáramos-.

Siempre con historias de pajaritos, una vez nos habían mandado a comprar
tortillas. Íbamos caminando por las calles adoquinadas de mi pueblo, era
mediodía con el sol fuerte; íbamos platicando, por ratos peleando hasta llegar
a la tortillería, donde también había un molino… se oía el ruido del motor.
Siempre llegaba con temor que me mordieran los perros que allí había. ¡¡Cómo
olvidar el olor a la leña con la que cocían las tortillas en el comal, los chambres
de las señoras que allí llegaban a moler y a comprar tortillas!!

Llegamos con mi hermano, encargamos las tortillas y tuvimos que esperarlas


por unos 30 minutos quizá. Luego cuando ya íbamos hacia la casa, en el camino
en una acera había un pequeño árbol de laurel. A mi hermano se le ocurrió la
idea se sacudir el árbol. Pusimos las tortillas en el suelo y empezamos a sacudirlo
sin habernos percatado que había un nido de pajaritos… de repente, cayó al
suelo el nido con dos pajaritos o fetos que aún no habían picado el cascarón,
pero ya estaba formados. Obviamente murieron al caer al suelo, cuando se les
quebró su cascarón… claro que nuestra intención nunca fue matar a ningún
pajarito… nos sentimos mal y muy tristes, pero ya no podíamos hacer nada
porque estaban muertos y seguimos tristes nuestro camino.

Al llegar a casa fue lo primero que le dijimos a mi mamá, nos regañó y nos
dijo - ¡¡no hagan eso!!- y nos mandó a los dos a traer los pajaritos en una hoja
de diario para que los enterráramos, y así fue… hicimos en el patio de nuestra
casa un hoyo, los enterramos, con dos palitos les hicimos una cruz y les pusimos
flores del jardín de mamá.

Mi mamá, qué puedo decir sobre mi mamá… para mí, es la mujer más
maravillosa y sobreprotectora que he conocido. Lo ha dado todo por nosotros.

4 Fruta verde con pulpa blanca típica de las zonas tropicales.


5 Condimentos de especies.
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Mi madre es el tesoro más grande y más preciado que existe en mi vida. Tengo
muy buena memoria y desde siempre recuerdo que mi madre ha querido lo
mejor para mí, aunque algunas veces no la comprendía. Ella fue quien me enseñó
a leer aparte de mi maestra. Ella fue quien daba respuesta a todas mis preguntas,
siempre me puso atención a lo que le decía, nunca me dejó de responderme
alguna pregunta. Me enseñó a despertar mi mente desde muy pequeña.

Cuando ya había aprendido a leer, recuerdo que me ponía a leer las caricaturas
del periódico El Diario de Hoy, porque en mi casa siempre lo compraban. Allí me
divertía y le preguntaba cuando no entendía algo. Me gustaba leer más que todo
a Periquita, Calvin y Hobbes, también las caricaturas de Ruz. En el periódico La
Prensa Gráfica leía a Cándido en las páginas amarillas, el de los tres pelitos en
la cabeza. Las noticias que eran muy fuertes no me dejaba leerlas hasta que fui
creciendo un poco más.

Cuando aún no iba al kinder pasaba el día con con ella, porque mi papá estaba
en el trabajo y mis hermanos iban a la escuela. Yo era muy cariñosa y aún lo
soy… le daba muchos besitos a mi madre y pasaba sólo detrás de ella viendo
todo lo que hacía… ¡¡Me encantaba jugar con sus tacones!!

Cuando fui los primeros días al kinder, lloraba muchísimo… cuando nos
acercábamos al kinder gritaba - ¡¡Me duele la garganta!!- igual a la maestra le
decía lo mismo. Sentía un gran nudo en mi garganta porque me quedaría solita,
con otros niños desconocidos y con la maestra que también era desconocida
para mí… ni se había ido mi mami cuando yo empezaba a llorar y para no
hacer tan larga la historia, solo asistí como una semana porque hacía muchos
berrinches.

Una vez la profesora me agarró del brazo y me dijo súper enojada - Que
dejará de llorar. - Entonces lloré más y le decía a mi mami - Que no me dejará
ahí. ¡Por fin me llevaron a casa! Para ese tiempo tenía cuatro añitos, los acaba
de cumplir… Mi mamá tomó la decisión que hasta el siguiente año me mandaría
al Kínder, cuando cumpliera cinco años, porque estaría más grandecita y así fue.
Pero, todo el año pasó diciéndome - El otro año irás al kinder y no tienes que
pasar llorando, mira los demás niños no lloran. - Y así fue, ya el siguiente año ya
no lloraba, ya tenía la idea de estudiar y que iba a jugar con otros niños.

Cuando cursaba primer grado mi mami me empezaba a explicar que el


siguiente año iría a segundo grado y me decía que tenía que estudiar y luego
me iba explicando que después de noveno grado iría a bachillerato y después
45

a la Universidad. Ella y mi papá nos preguntaban a mí y a mis hermanos - ¿Qué


queríamos estudiar cuando fuéramos grandes? - Mi papá nos decía - nosotros
teníamos espejos donde nos podíamos ver-. Es decir, él nos ponía de ejemplos
a personas de nuestro pueblo que son muy respetuosas, profesionales y
ejemplares. Nos aconsejaba, nos decía - Que la única herencia que él nos podía
dar es el estudio.

Mi hermana decía que quería ser periodista, aunque al final estudio otra carrera.
Mi hermano quería ser veterinario y yo quería ser abogada y cosmetóloga a la
vez. Siempre lo dije con firmeza. Conocí a una abogada que siempre me llamaba
la atención, ella fuera mi espejo, por la vestimenta, entre otras cosas. Además,
mi papá en algún momento de su vida él quiso ser abogado. Comenzó la carrera,
pero después se enfermó y ya no pudo continuar. Luego estudió para profesor.
Yo decía que como mi papi no pudo ser abogado, yo sí lo sería.

Como toda familia también teníamos problemas, a veces las discusiones eran
más fuertes y con mi hermano nos íbamos para no escuchar. Creo que no hay
familias ideales, todas tienen sus cosas buenas y malas. Para mí fue duro ver que
mis padres discutieran, no siempre comprendí hasta que estuve más grande,
pero no me gustaba ver a mi madre triste. No éramos la única familia de mi papá
y eso de alguna forma irrumpió nuestra felicidad, eso de alguna manera estaba
siempre presente generando malos momentos. Ahora que lo pienso me doy
cuenta por qué mi mamá quería una vida diferente para nosotros, por qué mi
mamá a pesar de aceptar vivir ciertas situaciones nos inculcó a mi hermana y a
mi ser mujeres fuertes que no dependieran jamás de un hombre. Mi madre en su
sabiduría y quizás sin saberlo nos formó como mujeres empoderadas.

Recuerdo que mi mamá nunca nos dejó que faltáramos a la escuela, aunque
nos arrodilláramos y le suplicáramos no accedía. Y nos decía que teníamos que
ir a estudiar, que nos preparáramos… Siempre ha soñado con vernos como
profesionales. A mi hermano le decía que estudiara y sacara una carrera, que
fuera bueno aprendiendo un oficio porque le serviría en la vida de una u otra
forma, siempre debía de preparase. En algún momento, cuando él tenía 15
años, lo mandó primero a un taller de carpintería los días sábados, después
lo mandó a un taller de mecánica automotriz… aprendió más que todo en el
primero porque al segundo fue poco tiempo. A mi hermana y a mí nos decía que
estudiáramos y que nos preparáramos. Nos repetía que siempre ella quería que
fuéramos independientes para que nunca ningún hombre nos mantuviera, que
ningún hombre nos humillara, que ningún hombre nos corriera de la casa y que
dependiéramos de nosotras mismas, que trabajáramos, que no nos teníamos
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que acompañar pequeñas como otras niñas... Siempre me decía que todo iba a
llegar a su tiempo.

Recuerdo cuando yo tenía 14 años y andaba de novia con un chamaco que él


y su familia tenían fama de “malías”6, (él empezaba a andar en pandillas). Antes
de entrar y salir de la escuela lo veía en el parque un ratito y nos besamos allí. ¡Y
esta muchacha dando espectáculo de bien enamorada! A mi mamá ya le habían
llegado rumores que yo andaba de novia y creo que no sólo en mi pueblo hay
gente comunicadora, jajaja. Un día yo salí temprano de la escuela y me fui para el
parque, pues me quedaba cerca la escuela a dos cuadras. Siempre debía de pasar
por allí porque vivo cerca. Yo aproveché, allí me estaba esperando “el hombre
de mis sueños” en ese momento. Estábamos abrazados, frente a frente… yo
tenía mis manos sobre su hombro y él sobre mi cintura… nos besábamos y
platicábamos. ¡¡Ahh, cuando son los primeros amores y estás aprendiendo a
amar qué emoción y qué felicidad sientes en ese momento!!

Alguien fue a decirle a mi mamá donde estaba su niña. De repente, veo que iba
llegando aquella mujer muy enfurecida hacia donde me encontraba, como cuando
una leona ve su cría que otra fiera quiere comérsela. Mi corazón comenzó a latir
muy fuerte. Me temblaban las piernas, no sabía qué hacer ni qué iba a pasar en
ese momento. Sólo imaginé a mi mami golpeándome allí en frente de la gente.
Ella me dijo - ¿Qué haces aquí?, ¿qué no sabes qué tienes que irte directo para
la casa? Y a él le dijo - Mira vos, bicho, deja de andar con mi hija porque ella está
muy pequeña para andar con novio, allá tiene que estudiar y prepararse… no
te quiero volver a ver cerca de ella porque ella es menor de edad (él tenía 19
años) y yo te puedo meter preso por acoso sexual-. Él le dijo que quería algo
serio conmigo y que me quería. Y mi mami le dijo que lo quería era acostarse
conmigo. ¡Ay, qué pena, le dijo otras cosas que no recuerdo perfectamente!

Sentía tantas cosas a la vez… tenía miedo, vergüenza y nervios. Mi mami solo
me dijo – Caminá-, toda la gente nos observaba, caminamos lo que restaba
para cruzarnos el parque… que fue testigo de todo. Caminamos la cuadra que
conduce a nuestra casa. Sin decir ni una sola palabra, sabía que me castigarían al
llegar a casa, ya iba preparando mi cuerpo para que no se asustara.

Al llegar a casa entramos, mi corazón empezaba a sudar y me dijo mi mamá


- Andá y guarda el bolsón, te incas en el corredor y te quitas la camisa-. Y solo
estaba ella y yo. Así fue me quedé sólo en camiseta y en la falda, calcetas y

6 Personas involucradas en situaciones fuera de la ley.


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zapatos de la escuela. Fue a sacar el cincho más grueso que tenía mi papi. Me
comenzó a pegar y a regañarme. Me golpeaba en la espalda y en las piernas. Me
regañaba y yo seguía de rodillas y lloraba de rabia de vergüenza y de dolor. Al
rato, quizás como a los 30 minutos, me dijo que me levantara, me cambiará y
fuera a lavar mi uniforme, Me quitó el teléfono.

En mi mente pasaban tantos pensamientos, no sabía qué hacer, tampoco


quería dejar de andar con él porque lo amaba. Pasaron como tres días y mi
mamá seguía regañándome y prohibiéndome que me comunicara con él por
medio de otros compañeros que pasaban por la casa de él.

Yo ya no quería estar viviendo en esa casa. Hablaba con la amiga de la escuela,


ella me decía que si quería me fuera para donde ella. Yo no me iba porque sabía
que ella conocía a mis amigos y me iría a buscar, por rebelde se iba a poner más
fea la cosa. No me acompañaba con el bicho porque obviamente mi mami me
iba a llevar para la casa y lo iba a meter preso a él… yo no quería eso y sólo iba
a pasar la gran vergüenza de irme, quizá ni un día, sino una hora cuando iba a
llegar mi mami a traerme porque yo sé que cuando ella dice algo lo hace. Otra
cuestión es que yo no me quería acompañar con él, porque él no trabajaba. Yo
andaba con él, pero no pensaba en acompañarme solo porque me gustaba. No
es que yo fuera interesada, pero yo veía cómo vivía él y no me esperaría un buen
futuro… estaba viviendo mejor en mi casa porque allá quizá rápido iba a salir
embarazada, tendría que vivir con la suegra y con todos mis cuñados. Cómo yo
iba a trabajar si ni siquiera había terminado noveno grado… en septiembre quizá
iba a dejar de ir a la escuela porque esta mujer de 14 años tendría que haberse
dedicado a un hogar. Así que yo nunca decidí acompañarme. Como al mes,
este sujeto cayó preso y ya no supe nada de él, aunque siempre buscaba como
comunicarse conmigo.

Me ayudaron muchísimo todos los consejos de mi madre, todas las veces


que ella me decía que en su momento indicado llegaría un buen hombre, que
me valoría. Ella siempre me insistía en que tenía que estudiar, me ponía muchos
ejemplos.

Con mucho respeto quiero hablar sobre la vida de mi mami. Ella se crio con
mi abuela. Fue como su mamá y con unos de sus tíos porque la mamá de ella
se fue a la capital a trabajar. Luego ella conoció otra pareja y tuvo otros hijos.
No le ayudó a mi madre en nada. La abuela de mi mami mandó a mi madre a la
escuela. Mi madre tenía que hacer el oficio y preparar la comida. Entonces, mi
mamá mejor dejó de estudiar, ya que no podía ir a la escuela y tener comida a
48

hora de almuerzo… cómo no tenía a nadie que le exigiera o que se preocupara


por su educación, así se quedó sin ir a la escuela.

Gracias a la vida ella fue aprendiendo muchas cosas. Desde pequeños mis
hermanos y yo reconocíamos que ella es muy inteligente y si hubiese podido
estudiar quizá hubiese llegado lejos. Yo no niego que me siento muy orgullosa
de ella y la admiro muchísimo. Ella siempre ha permanecido dispuesta a dar todo
lo mejor para nosotros sus hijos, nos ha contado que se acompañó con mi papi
porque no tenía otra opción.

Ella usaba su propia vida para ponerla de ejemplo. No quería que pasáramos
lo que ella sufrió. Creo que no me alcanzará el tiempo, ni el papel para contar
todas las maravillas de mi madre. El amor es la expresión más hermosa de la
fidelidad. El amor es un sentimiento tan grande y muchas veces difícil de explicar.
En nuestro alrededor hay personas que quizá nos aprecien y quieran. Pero,
personas que realmente nos aman son muy pocas. Yo tengo una gran persona
que ha demostrado con un amor inmenso que me ama y es mi madre. Para mí
ella es la mejor de todas, por medio de ella y de su fidelidad he podido sentir
en todo este tiempo un gran amor… sé que nunca me va a abandonar, quisiera
saber qué es toda esa fuerza o de dónde le nace tanta fuerza que la sostiene
para seguir luchando por la vida.

Ella es una mujer de mucha esperanza, humilde, pero con una gran valentía
dispuesta a estar siempre a mí lado. Quizá ella es quien ha sufrido más que yo
cuando me ve en este lugar. Cada vez que me viene a visitar, aunque ella me lo
quiera ocultar, veo la tristeza en sus ojos, aunque ella siempre se despide de mí
con una sonrisa, sé que por dentro ella sale con un nudo en la garganta.

Ella siempre que viene me dice que anhela tanto el día en que yo salga de aquí.
¡Yo también lo anhelo! Ella me visita dos veces por semana (jueves y domingo),
son tres o cuatro horas de viaje, toma a veces 3 ó 4 buses. Se levanta muy
temprano, viene cansada, pero es de las primeras que está haciendo filas para
ingresar… Cuando la veo es una felicidad enorme y sincera, pero a la vez me
entristece porque ella no debería estar pasando por todo esto… si yo tan sólo
hubiese escuchado sus consejos…

Se me parte el alma y el corazón cuando ya llega la hora de irse y no me


puedo ir con ella; cuando veo que sus ojos se llenan de lágrimas, me da el último
abrazo, es lo más duro, aunque yo me hago la fuerte, para que ella no piense
que paso triste. Cada vez que se va, solo le pido a Diosito que me la cuide y
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que me le dé fortaleza ¡¡Ella es lo más bello que tengo!! Ha sido muy fiel y muy
constante, ella para mí es un ángel. En todas las audiencias ha estado conmigo
apoyándome, ha llorado junto a mí… el amor de una buena madre es puro,
sincero y fiel. Quizá algunas veces sólo viene con el dinero del pasaje y deja de
comprar algunas cosas de ella para traerme a mí cositas que necesite.

Algunas personas quizá la juzgarán y dirán por qué hace todo eso, pero
es realmente cuando nos pasan las cosas que logramos comprender algunas
situaciones. Ella es quien me impulsa a seguir adelante, quien me da fuerza para
continuar, ella es quien me ha enseñado a ser valiente, para mí es todo. Cuando
estoy enferma, ella es mi doctora, me siento desesperada y afligida, tengo miedo
en pensar en mi futuro… es mi psicóloga y fue mi primera maestra. No puedo
estar más que agradecida con ella, simplemente la amo.

A veces recordar duele… así como darme cuenta que esto no es un sueño
y que estoy tras estos muros. Hace tres años me acusaron de un delito que
no cometí y me condenaron a 15 años bajo la medida de privación de libertad.
Desde entonces, mis sueños quedaron detenidos; desde entonces, cada día
solo me queda recordar ¡¡qué habría sido de mí si la historia de mi vida fuera
diferente, si pudiera volver atrás!!

Cierro mis ojos, suspiro y dejo de escribir. Después de haber realizado un


hermoso viaje por mis recuerdos quisiera seguir escribiendo, pero no puedo
continuar, es hora de dormir. Las luces ya están apagadas, aquí la vida termina
cuando nos apagan la luz, debemos guardar silencio, algunas de mis compañeras
ya están dormidas, otras siguen conversando, riéndose, contando chistes o
hablando de las cosas que pasaron en el día. Ha sido un día largo, me iré la cama
a pensar mientras me quedo dormida.
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Cómplices
Cada día que pasa aquí es más difícil. Extraño a mi familia, extraño mis estudios,
extraño mi vida. El tiempo tras estos muros parece infinito, a veces demasiados
silencios que llenan de recuerdos y nostalgia mi alma. Cuando es día de visita
y veo que vienen los hermanos de algunas chicas quisiera que el mío viniera,
quisiera saber qué pensarías de verme aquí, aunque quizás si tu estuvieras jamás
habría llegado aquí. Mi querido hermano quisiera tener tu apoyo, cuando vienen
a verme nuestros padres y nuestra hermana, quisiera que tú también vinieras. Te
quisiera poder dar un abrazo, deseo tanto volver a ver tu sonrisa, solo una vez
más, escuchar tu voz. Si pudiera volver al pasado solo sería para verte y decirte
cuanto te quiero “brother”.

No puedo negar que en general tuve una infancia feliz, pero en la adolescencia
todo cambió. Un día una espada atravesó mi corazón y nada volvió a ser igual. Era
un sábado de junio 2012 como cualquier otro sábado. Esa mañana mi hermano
salió de casa a eso de las 7:30 a.m. hacia donde sus amigos. Mi mamá salió con
mi papá al centro de Usulután a atender un negocio de ropa que tenía mi mamá,
porque a veces mi papi le ayudaba. Yo me quedé en casa con mi hermana, para
mí todo marchaba bien… era un día normal.

A eso de las 11:30 a.m., llegó mi hermano a casa. Puso música en la radio,
estuvo bailando y cantando sólo, esperando que llegaran nuestros padres con el
almuerzo porque no nos habían dejado dinero para cocinar, ni tampoco había
algo dentro del refrigerador. A las 12:00 p.m., nos llamaron nuestros papás que
ya pronto llegarían a casa, que ya estaban esperando el bus. Media hora más
tarde llegaron, ya teníamos mucha hambre, mi mamá y mi hermana empezaron
a cocinar rápido. Luego, mi hermana salió a buscar tortillas y ya no había porque
ya era tarde. Fue a la panadería y compró pan francés y con eso almorzamos y
con lo demás que habían cocinado. Nos reunimos en la mesa: mi mamá, papá,
hermano, hermana y yo.

Cuando estábamos almorzando, mi hermano recibió una llamada y fue


a contestarla al corredor. Después, regresó a la mesa. Todos terminamos de
almorzar. Mi mamá se levantó al baño, mi hermano recibió otra llamada… no
sabíamos quién fue, ni escuchamos nada porque otra vez salió a contestar al
corredor. Mi papá, hermana y yo nos quedamos en el comedor platicando. Mi
hermano tomó una bicicleta y le dijo a mi mami y a nosotros que ya regresaría.
51

Si pudiera regresar el tiempo en ese justo y preciso momento lo hubiese


detenido para que no saliera. Jamás nos imaginamos que sería la última vez que
lo veríamos. Todo siguió normal como cualquier sábado. Pasaron varias horas y
mi hermano no llegaba. A las 6:30 p.m., llamó al celular de mi hermana y pidió
que le pasaran a mi mamá. Llamó de otro número y no del suyo. Le dijo a mi
mami que no llegaría a dormir a casa esa noche, porque se quedaría donde
unos “amigos”. Mi mamá no pudo ni siquiera preguntarle nada, ni decirle que
se cuidara. Para no preocuparnos, pensamos que se había terminado el saldo.

Pasó esa noche como cualquier sábado. Esperamos que llegara en la mañana
del siguiente día, le llamábamos a su celular y al número del que llamó la
última vez y nadie contestaba. Llamábamos una y otra vez esperando a que él
respondiera. Mi mamá a las 7:00 a.m. del día domingo salió a buscarlo donde
los “amigos”, pensando que podría estar allí… nadie daba información sobre él,
nadie lo había visto. Pensábamos que tal vez era una locura de cualquier joven
que podría haberse escapado por algunas horas. Mi hermana y yo fuimos ese
día a misa a las 10 a.m., pensando que tal vez ya llegaría, el corazón de mi madre
seguía muy afligido.

Al llegar a casa mi hermana y yo, aún no había noticias sobre él. Mi papi
salió a buscarlo donde los supuestos amigos y ellos no brindaban información,
manifestaban que ellos no sabían nada. Mi corazón empezaba a latir más fuerte,
era mi hermano, mi querido hermano con el que crecí, con el que compartí mi
infancia, nuestras travesuras, no podía imaginármelo muerto, ni en lugar tirado
a la intemperie.

Mi mamá había cocinado unas pechugas de pollo para el almuerzo. Fui a


comprar tortillas, pero nadie quiso comer, sólo yo. Tenía ansiedad, me sentía
nerviosa, ya me empezaba a imaginar lo peor… sentía un vacío dentro de mi
corazón… recuerdo que me comí dos pechugas de pollo y tres tortillas, quería
comer y comer…

Pasaban las horas. Mi mamá tomó el bus y salió a preguntar por mi hermano
en las delegaciones policiales del centro y en algunas clínicas, hospitales y ninguna
señal. ¡Como si la tierra se lo hubiese tragado! Mi papi salió otra vez en la
moto a preguntar a la gente si lo habían visto por algún lado. Mi hermana y yo,
en zozobra, no podíamos hacer nada, sólo pedirle a Dios que todo estuviera
bien. Llamábamos una y otra vez no contestaba. De pronto, alguien contestó.
Era una mujer quien contestó… nosotras muy nerviosas pensamos que era mi
hermano, sólo dijo que ella se había encontrado el teléfono por una escuela,
52

pero no mencionó dónde o en qué lugar… cortó la llamada y nunca volvieron a


responder. Llegó mi madre a casa, al verla tan destrozada pensé que no lograría
soportar lo que sucedía.

Empezó el cielo a oscurecerse, tronó muy fuerte y empezó a llover… nuestros


corazones más palpitantes y angustiados, en medio de esa gran tormenta, me
imaginaba el cuerpo de mi hermano tirado descomponiéndose bajo la lluvia o
que algún animal se lo comiera. Me lo imaginaba herido y muriéndose. Mis ojos
no paraban de llorar, quería que fuera un sueño, una pesadilla, sólo quería que él
llamara o verlo llegar a casa y que dijera - Discúlpenme, aquí estoy y estoy bien-.

Nos pusimos en oración con mi familia. Les pedimos a unos hermanos


de la iglesia que nos ayudarán a orar. Pasó la lluvia, fuimos con mi mami a la
delegación de la PNC de nuestro municipio para interponer la denuncia como
“desaparecido”. Sin embargo, no procedía hasta que se cumplieran las 24 horas
desde la última vez que supimos algo de él.

Nos fuimos a casa, volvimos, nos pidieron los datos de él y les explicamos
cómo sucedió todo. ¡Ya mi hermano estaba reportado como desaparecido!

Mientras tanto, nosotras seguíamos en la desesperación. No teníamos ni


hambre, nuestros familiares cercanos y vecinos estaban al tanto de lo que sucedía.
No pudimos ni dormir esa noche, pero tratamos de descansar. Al día siguiente,
ya sabía el vecindario y amigos. Hubo muchos vecinos y amigos colaborando. Mi
papá con todos ellos tomó una matata7, agua y machete8 y salieron a buscar a mi
hermano por los montes, las quebradas y alrededores del pueblo.

Mi mamá salió nuevamente. Fue a la Fiscalía y a Medicina Legal a dejar la


documentación y a reportar a mi hermano como desaparecido. A la casa
llegaban personas cercanas para apoyarnos, tantas preguntas sin respuestas,
tantas personas sospechosas, miedo, desesperación. Como encontrar una gota
de agua en medio del mar.

Sacamos hojas de papel con su fotografía y con los números de teléfono


para que se contactaran, con un letrero que decía: SE BUSCA. Los pegamos en
nuestro municipio y en otros municipios cercanos. Mi mamá fue a unos medios

7 Bolso.
8 Herramienta de jardinería en forma de Cuchillo con una hoja muy grande que se usa
para cortar hierba y maleza en el monte.
53

de comunicación a pedir que si alguien sabía de él se comunicará con nosotros.


Algunas personas nos llamaban diciendo que sabían de él, pero sólo querían
obtener dinero.
Mi papi y los demás hombres regresaron muy cansados, con las manos vacías.
Salieron por varios días más, a buscarlo a diferentes lugares y ninguna señal, ni
siquiera de humo.

Esto es algo que me dolía muchísimo, aún me duele; cuando recuerdo aún
lloro por él, siempre lo llevaré en mi memoria, estará dentro de mi corazón.
Sentía como si era un sueño y necesitaba despertar. Sigo queriendo encontrar
una respuesta de lo que pasó contigo y aún no sé nada, han pasado más de siete
años y sigo como el primer día sin saber nada de ti.

Mi querido hermano:

Han pasado siete años, no supimos nada de lo que pasó contigo. Hubiese querido
darte cristiana sepultura, como merece cualquier ser humano. No hubo ninguna
investigación, fue de los miles de casos que quedan en la impunidad; claro, éramos
una familia no reconocida, no éramos importantes como para que se hiciera famoso.
Quizá si hubiésemos sido una familia con mucho dinero este caso estaría resuelto.

Como quisiera que por lo menos te hubiese visto por última vez y tener un lugar
donde irte a dejar una florcita, donde poder ir a visitarte. Cuando veo el cielo y las
estrellas pienso en que si tú desde el cielo me observas, sólo espero que encuentres
una vida mejor que esta.

Quisiera darte un abrazo y decirte cuánto te amo, mi hermano querido. Te extraño,


quisiera que hubieses estado conmigo en estos momentos que he pasado. Quizás
nunca hubiese venido aquí, porque tú siempre me cuidaste como a tu hermanita
menor.

Quizá nunca te lo dije, pero te admiraba mucho por ser tan inteligente y por todos
los talentos que tenías. Siempre recuerdo la última vez que te vi, tengo todo presente
como si ayer fue.

Si algún día tengo hijos les hablaré sobre ti y les contaré todas las aventuras que
pasamos juntos: cuando nos escapábamos de la iglesia, cuando nuestra hermana
se descuidada y nos íbamos para el parque a ver el show de payasos y ya veníamos
54

cuando la gente salía de misa, nos íbamos corriendo para la puerta de la iglesia y le
decíamos a nuestra hermana que ahí habíamos estado en la puerta. Y ella no nos
creía y llegaba a decirle a mamá.

Pasé momentos inolvidables contigo. Tú fuiste quien me enseñó a jugar fútbol y


muchas otras cosas. Por unos momentos, me sentía que estaba creciendo como un
niño, pero no fue así. ¡Al final un juego no define tu género!
¡La infancia más hermosa y divertida sola pude vivir a tu lado! Te amo brother y te
extraño, aunque hayan pasado varios años, aún vives en mi corazón.

Un fuerte abrazo, te quiero mucho. Hasta el cielo...

Tu hermana menor.

Redes de la muerte
Después de la desaparición de mi hermano, las cosas jamás volvieron a ser
igual. Yo seguí estudiando y comencé a andar de novia de Eduardo. Pero ese
amor tenía una particularidad, él vivía en un barrio de pandilla contraria al que
yo vivía. Ser joven en este país es complicado, no puedes ni amar libremente.
Pareciera tonto, pero enamorarte de alguien de un territorio contrario te puede
costar hasta la vida. Él me llegaba a ver al parque donde pasaban estos jóvenes
que eran de pandilla contraria. Al principio, pensé que no iba a tener problemas
porque yo no era nada, ni él tampoco. Pero por el simple hecho de vivir en
zonas contrarias, sí se tiene problemas.

Con el paso del tiempo, comencé a recibir mensajes que me iban a matar y
yo no sabía ni de qué se trataba. Yo ya había terminado con él, pero siempre
platicábamos. Me comentaba que también a él lo amenazaban y le conté de
las amenazas que yo recibí. Nos pusimos a verificar y era del mismo número
telefónico desde donde recibíamos amenazas. Quizá con los meses, mataron a
un muchacho que era de la pandilla contraria, ahí me mandaron un mensaje: “Me
iban a matar”. Yo sentía mucho miedo… para ese entonces, yo ya andaba con
otro chico a quien también le habían matado a un hermano, pareciera que nos
acostumbramos a vivir entre muertes y desapariciones. Me pedían entregar a mi
novio porque lo vinculaban con el otro asesinato o si no me matarían a mí. Yo
jamás habría hecho eso, pero sentía mucho miedo.
55

Entonces, decidí buscar ayuda en los chicos de mi barrio. Ellos me conocían


desde chiquita, sabía que no me iban a hacer nada. Siempre los veía, además me
llamaba la atención verlos fumar, algunos me parecían guapos. Así que me animé
a buscarlos. Sabía que con ellos iba a tener protección, pero además respeto.
Así fue, ellos me dijeron que no me preocupara, que no sintiera miedo, que los
mantuviera informados de todo y que ellos me iban a cuidar. Era una adolescente
y tenía miedo. Escuchar esas palabras me lleno de tranquilidad. Nunca olvidaré
esas palabras: -“No te preocupes, hija, no te va a pasar nada. Vos contá con
nosotros. Yo voy a responder por vos, ya que no está tu carnalito” – Mi hermano
era amigo de ellos.

Así fue como comencé a involucrarme. Encontré un apoyo que me hizo sentir
mejor, me llamaba varias veces al día para preguntarme cómo estaba y me
respetaba. Con el paso del tiempo comencé a hacerles diferentes favores, me
llamaban cuando necesitaban algo y yo lo hacía. Fui conociendo cada vez a más
de ellos. Me tenían confianza y empecé a ser parte de esa red. Ya no tenía miedo,
había dejado de ser una “gata”, ahora me sentía como una “leona” en medio de
una manada de leones bravos y terribles.
Mi hermana se daba cuenta de lo que estaba pasando. Me aconsejaba, me
decía que no me involucrara con ellos. Sin embargo, ya había tomado la decisión.
Con mi hermana tuvimos un poquito más de confianza cuando desapareció mi
hermano, desde pequeños no le teníamos confianza porque ella nos regañaba y
le contaba todo a mi mamá. Ella es mayor que yo seis años y nos volvimos más
cómplices, igual ella me contaba a mí sus cosas. Todas las noches nos íbamos
al patio a hablar. Tenía la confianza de contarle las cosas a ella por si algún día
algo me pasaba, ella lo supiera. Si hubiésemos tenido la misma confianza con
mi hermano, hubiese sido fácil encontrarlo o saber qué le sucedió. Si algo me
pasaba yo no quería que mi familia viviera lo mismo.

Cuando me involucré, yo estaba consciente que si yo hacía algo, ellos no lo


iban a dejar así, porque aunque a mí no me dijeron las reglas ni nada, algunas
cosas ya las sabía por los mismos amigos y en el camino me iba dando cuenta
también de qué podría pasar.

Con el tiempo les empecé a tomar cariño a muchos de ellos, fue difícil ver
morir a varios, cuando matan a uno, allí es donde uno empieza a sentir odio
con el enemigo, con el del otro barrio que le hizo daño a tu amigo. Uno se va
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acostumbrado… al dolor, a la muerte, a la solidaridad, a la protección, a sentirse


parte de un mismo grupo donde si tocan a uno tocan a todos. Te dejas de sentir
solo y te vuelves una familia.

Desde antes de conocerlos, ya había probado el cigarro… desde pequeña


quería fumar cuando veía a mi papá hacerlo. También ya tomaba cerveza y
“guaro”, pero nunca había probado la marihuana. Un día, con otros amigos,
comenzamos a fumar, sentía el cuerpo muy tranquilo, me quedaba bien
pensativa… cerca de mí estaba un chico que me gustaba y era correspondida.
Él me había invitado a fumar y después de esa vez comenzamos a hacerlo con
mayor frecuencia. Me gustaba la marihuana, me gustaba estar con él… desde
entonces, siempre que me invitaban a fumar nunca decía que no.

Me llamaba mucho la atención ese mundo. Llegué a pensar que quería ser
activa y no solo hacerles favores. Prácticamente no había mujeres en el grupo,
las que estaban eran parejas de ellos, pero no tenían su mismo lugar. A mí no
me interesaba ser pareja de alguno de ellos. Cuando estás en esa posición,
todo es más complicado, no tienes voz, no tienes decisión y nunca te puedes
alejar. Yo quería ser como ellos. Pero sabía que a las mujeres no les tienen
confianza, creen que vamos a ser las primeras en traicionar a la pandilla o que
fácilmente caemos. Yo quería tener el respeto de la pandilla y ser tomada en
cuenta, quería ser igual que ellos. Incluso hablé con uno de ellos y pienso que
conmigo ya habían hecho una excepción, porque yo había hablado con ellos, les
había demostrado mi fidelidad y siempre me porté firme. Pero les molestaba
que me llevara con algunas amistades que no eran de la misma cancha.

Hay algunas cosas con las que nunca estuve de acuerdo en la pandilla,
decisiones, acciones, formas de actuar. En el fondo no me hacía sentir bien
que se les hiciera daño a otras personas. Pero uno se acostumbra a verlo y de
pronto, simplemente, se vuelve normal.

No puedo negar que conocí a buenas personas allí, personas que aún no sé
por qué llegaron allí, pero creo que cada uno tiene su historia y sus porqués.
Hay muchos que con su inteligencia y corazón si solo tuvieran la oportunidad de
tener otro camino serían maravillosos. Extraño las conversaciones con algunos
de ellos, extraño su amistad.

Hubo unos momentos cuando estaba terminando segundo año de bachillerato,


que pensaba que al terminar mi bachillerato ya no quería vivir en mi casa, quería
activarme en la pandilla, tatuarme el nombre de mi hermano, trabajar para
57

mantenerme yo sola. Luego hubo un momento que me sentí muy controlada,


tenía que dar explicaciones por todo. Me di cuenta que eso me perjudicó mucho
en el estudio, porque pasé con malas notas. No asistía a clases por hacer cosas
con ellos, seguía fumando. De pronto, sentí que ya no tenía vida propia y que
tampoco iba poder elegir lo que quisiera. En ese momento, me sentí atrapada
en una telaraña.

La vida sin mí
Hace tres años que obligatoriamente no estoy en casa. En todo este tiempo
han pasado muchas cosas, tanto aquí adentro como en el mundo exterior. Tras
estos muros me enteré que habían matado a mi primer amor y a su mejor
amigo, la lista de muertos cada vez es más larga. No pude evitar escribirle…

Para uno de mis grandes y primeros amores:

Definitivamente esta carta tú no la podrás ver porque ya estás en el otro mundo.


Cuando tenía 14 años me enamoré de ti, (eras bien feo, no sé qué te vi, pero me
enamoré).

Cuando mi mamá se dio cuenta que andaba con vos me pegó y me regañó
muchísimo, me castigó con quitarme el teléfono y comenzó a estar muy pendiente de
mí cuando salía. Te quería muchísimo, tan pequeña yo aprendiendo a amar.

Recuerdo cuando yo salía de la escuela y tú me esperabas para darme besos


a escondidas, pero cuando mi mami se deba cuenta de eso me salía caro. Eras
muy obsesivo conmigo, a veces por tu culpa me pegaban porque te decía que
disimuláramos, que no me buscarás mucho y no entendías.

Esa relación me dejó secuelas muy duras, esa es una pequeña parte de mi vida
que me trajo a este lugar.

Mis padres me aconsejaban mucho, pero yo fui oídos sordos, yo en mi locura de


amarte no me daba cuenta en lo que me estaba metiendo, yo sé que tú no eras
pandillero, el único delito era el lugar donde vivías.
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Tú vivías en un lugar donde era pandilla contraria a la zona donde yo vivía. A mí me


conocían y a ti también, para mí eso no tiene nada de malo, el corazón no se fija de
donde viene. Eso fue como haber declarado una guerra. Al poco tiempo no me sentía
bien en esa relación y me empezaban a gustar otros chicos, corté la relación.

Pero, ya nos habían echado el ojo. Yo tuve siempre otro novio, siempre, aunque me
insistías en que regresáramos. Ellos me ayudaron a contactarme con los altos, como
si ellos me darían la protección.

Cuando me di cuenta de tu muerte me dolió mucho, eras una buena persona.


Tenías un hijo. Aún me cuesta creer que ya no estés. Ojalá estés descansando, estés
en mejor vida sin tanto sufrimiento.

Quisiera haberte visto por última vez y decirte que fuiste parte importante de mi
vida. Pero creo que lo sabías.

¡Qué descanses en paz!

Pienso que siempre hay un nuevo comienzo, un día vi mi vida envuelta en un


mundo oscuro, en el que llegué a pensar que ya no tenía vuelta atrás, me veía
hundida en un mar de soledad, en un bosque de tristeza, en un túnel sin luz. De
pronto todo cambió, mi vida otra vez se llenó de colores, reconstruí sueños,
empecé a caminar bajo un cielo diferente, fue un día en el que la vida me dio una
segunda oportunidad.

A finales de segundo año de bachillerato, en medio de mis confusiones,


angustias y miedos, a mi hermana y a mí nos invitaron a un retiro. Pensé ir
por curiosidad, no estaba esperando que nada cambiara en mi vida. Iba ir ese
fin de semana y al regresar seguiría con la pandilla. Me gradué y días después
fui al retiro. No le dije nada a ninguno de los chicos, simplemente me fui. Para
mi sorpresa, al llegar al retiro, me encontré con dos chicos que también eran
amigos de la pandilla. En los recesos hablábamos de lo que iba a pasar al salir,
pero traté que eso no me distrajera.

Cuando inició el retiro me sentía alejada de Dios por todo lo que le había
fallado. Desde pequeños le servíamos a Dios, nos habían inculcado valores en mi
familia. Siempre fuimos católicos. Después iba de vez en cuando a la iglesia, pero
por compromiso. Sentía culpa por haberme alejado de Dios. La primera noche
no sentía ni por qué estaba en el retiro. Conforme a las oraciones y la palabra fui
pidiéndole perdón a Dios, en mi mente se me venían imágenes de todo lo malo
59

que yo había hecho con ellos. ¡Lloraba porque quería sacar algo de mí! Cuando
nos llevaban a la capilla a orar, me sentía más tranquila y no quería ya ni salir del
retiro, porque sabía todo lo que me iba a tocar enfrentar.

En los demás días sentía que Dios me había perdonado y cambiado. ¡Lloraba
de alegría! El sábado en la noche y domingo en la mañana le pedí a Dios que
fuera él quien me ayudará y alejara de todas las tentaciones. Salí del retiro. Da
la casualidad que el teléfono se me había arruinado, y no quería saber nada de
ellos. El siguiente domingo fui a misa y pasé a dar testimonio a la iglesia, ahí le
pedí perdón a mis papás por lo que había hecho. Y mis papás estaban llorando,
también otra gente por lo que había dicho. En la comunidad me conocían, sabía
en lo que había estado y se quedaron sorprendidos y contentos por verme.
Luego, cuando salí vi que tenía bastantes llamadas de ellos y no contesté. Hablé
con mis amigas y sentía raro escuchar cómo ellas hablaban. A ellas las había
corrompido. Lo que sí me dolió fue que tenía una amiga que me apoyaba en
todo, y le presenté varios muchachos y ella quería ser “Paro”9 como yo, pero le
decía que no. Le comenté que yo había ido al retiro y ella se alejó de mí. Ella sólo
me apoyó en las cosas malas y me di cuenta que no era mi amiga. Se alejó y ya
no volví a saber nada de ella. Hubo una de mis amigas, a quien no la consideraba
tanto mi amiga, pero me aconsejaba, luego me di cuenta que sí era mi amiga y
me apoyó.

En esa semana, mi mamá me mandó a comprar las tortillas, y no quería ir


porque en el mercado fumábamos con ellos y todo. ¡Y le pedí a Dios fuerza
y valentía para decirles que no! Llegué y estuve platicando con dos de ellos,
pero eran de otra clica. Ellos ya sabían que había ido al retiro y los invité a que
fueran… prefirieron invitarme a fumar. Le pedí bastante a Dios que me ayudará,
porque cuando uno se sale, y si uno se hace cristiano no le dan duro, pero sino
sí. Para ellos hacerse cristiano es estar solo en una iglesia evangélica; la iglesia
católica, no.

Pienso que cuando uno quiere de verdad cambiar no importa la iglesia. Varios
de ellos se dieron cuenta que andaba en la iglesia. Ya no salía sola, sino con mi
hermana. Yo iba la iglesia siempre.

Al siguiente año, empecé a estudiar. Mi mamá consiguió dinero para


matricularme. En ese momento, me tomó todo de sorpresa. Y le dije - ¿Qué

9 Hacerle favores a la pandilla.


60

estudio, mami? Ella respondió - Lo que siempre has querido, ser abogada.- Me
puse a pensar que iba estudiar Ciencias Jurídicas. ¡Yo me sentía bien contenta!

El siguiente lunes era mi cumpleaños y mi primer día de clases también. Nos


dieron una inducción y yo me sentía muy contenta. Sentía que todo comenzaba
a quedar atrás. Pero había una muchacha que había estado presa, salió y era mi
vecina. Siempre me miraba pasar que yo sólo iba a estudiar, a la iglesia y a la casa.
Y ella les informaba. Una vez a mi casa me llegó a buscar con un teléfono, ella ya
andaba con ellos y andaba en línea a los muchachos con los que yo me contacté
por primera vez… solo le hice seña que les dijera a ellos que no estaba.

En ese momento, me sentí afligida porque ellos querían tener una


comunicación conmigo. Me buscaron un par de veces, pero le dije después a ella
que me ayudará, que me entendiera. Sabía que al hablar con él podía volver y
me terminaban convenciendo. Y no quería. Le conté a mi mamá que me quería
ir y ella me dijo que yo no tenía problemas con ellos.

Empecé a estudiar en la universidad y a recordar los sueños que tenía. Para mí


comenzaba a volver a tener una vida normal, a mí quizá ya se me había olvidado
antes de quién había sido amiga, ya para mí eso había quedado en el pasado.
Había pasado más de un año, hasta que un día, de repente, fue que me vinieron
a buscar y llegaron los policías a tomar fotos a mi casa y yo en ese momento dije:
¿Por qué? ¡No he hecho nada! Después me enteré que un muchacho de los que
eran mis amigos se había criteriado y él me puso a mí que yo había sido cómplice
en algunas cosas en las que yo jamás había participado. A mí me condenaron sin
pruebas. Después de esas fotografías, seguí estudiando, pero una madrugada,
todo volvió a cambiar. Mi vida y mis sueños eran como los de cualquier joven
estudiante universitario que lo único que desea es verse como profesional.

Estábamos dormidos. De pronto, escuché cuando pegaron la primera vez y


dijeron - ¡Abran la puerta, la policía! Yo sabía que iban por mí, me amarré el
cabello, y mi hermana se levantó, salieron a la sala mi papi y mi hermana. Tuve
miedo cuando los vi bien armados. Le pegaron a mi papi y a mi hermana la
tuvieron hincada. Les dije que nos estaban violentando nuestros derechos, que
no éramos delincuentes.

A mi papi le pidieron los papeles de la casa. Se llevaron mi celular. Les pedí si


podía ir al baño y unos soldados me llevaron. Les dejé un papelito con el número
de la Procuraduría a mi mami. Yo no me fijé cuando me llevaron las esposas y
mi hermana se tiró. ¡Me dolió cuando me esposaron! Les dije que me leyera la
61

orden de captura. No querían, pero lo hicieron rápido, dijeron - Por homicidio-.


Yo estaba segura que no participé en eso, sabía que era un error.

Y mi mami les dijo que cómo podía estar segura que ellos eran policías, porque
ya se habían visto casos que no son policías. Ellos dijeron que se preocupara
cuando no anden patrulla. Me subieron a la patrulla y empecé a llorar cuando
vi a mi papi y hermana llorar. Luego vi otra patrulla donde iba otra chica y otro
muchacho, que murió unos meses después en el Centro de Internamiento en
el que estaba.

Nos llevaron, nos hicieron el fichaje y todo eso… al siguiente día, llegaron
los papás de algunos. Ese día nos iban a llevar en la tarde al CAM, que es un
lugar de menores. Dijeron que a mí y al otro muchacho no nos podían llevar
ahí porque éramos mayores. Nos llevaron para las bartolinas. Al llegar ahí, había
varias muchachas conocidas y bien sorprendidas. Me daba algo de miedo porque
las mujeres eran bien mayores y yo bien bichita10. Estaba consciente que tenía
que esperar hasta el lunes.

El lunes me llevaron al juzgado de menores y allí ya estaban mis papás, pero


en el juzgado sólo nos hicieron una entrevista. Al día siguiente, nos hicieron la
audiencia y me mandaron interna por dos meses para el Centro de Inserción del
ISNA. Sentí feo, esperar dos meses, mis papás se pusieron mal. Sentía tristeza,
preocupación, porque me decían que yo iba para cárcel de mujeres, porque era
mayor y me puse a pensar varias cosas feas. Como solo habían pasado tres días,
pensé que si podía recuperar mis clases en la universidad. Pero luego, pensar
que iban hacer dos meses, era perder todo el ciclo ¡¡cómo estaba sufriendo mi
familia! Estuve 12 días en bartolinas, esperando traslado y nunca me llegaban
atraer. Ya había perdido la esperanza y en un momento me dijeron que me
arreglara. ¡Por una parte me sentí alegre, porque sabía que iba estar mejor!

Llegó el traslado. Salí hasta la calle y vi a bastantes personas conocidas. Ahí


estaban mis papás llorando, tristes. Me sentí alegre por despedirme. Llegamos
y nos dijeron que nos bajáramos. Y le pregunté a la custodia - ¿Para dónde me
llevan?-. Respondió - Para este lugar-. Me sentí contenta porque sabía que iba
hacer un lugar de menores y no de cárcel. Nos tuvieron el resto de la tarde en
recepción.

10 Pequeña, joven.
62

El tiempo que esperamos afuera nos preguntaron todos los datos, y cuando les
dije que estaba en la Universidad, no me creían. Bien sorprendidos se quedaron.
Me preguntaban tantas cosas... Se hizo gran bulla que estaba en la Universidad. No
había tanta gente porque era vacación, sólo estaban las orientadoras y custodias.
Ya nos habían explicado varias cosas. Algunas orientadoras nos aconsejaron que
nos portáramos bien y que al sector donde veníamos había chicas un poco más
conflictivas, así que nos cuidáramos y que nos portáramos bien.

El domingo llegaron mis papás. Recibí la visita. Sentí tristeza y alegría a la vez.
Me traían bastantes cosas de higiene personal y estuve platicando con ellos.
Sentí que teníamos tanto de qué hablar, tenían que irse y yo me puse a pensar,
vienen de tan lejos… Luego regresó mi mamá el jueves ¡Sentía tan largo los días
de espera para verlos!

Cuando llegué las mismas bichas me explicaron cómo era acá, que había
algunas que buscaban pleito. Desde ese momento, no quería problemas, sino
irme lo más pronto posible. Cuando me llevaron al cuarto, había dos grupos y
uno de ellos me decía que no te llevará con el otro y el otro igual. Recuerdo
que les dije que no quería problemas, que no iba a tener enemigas y que me iba
a llevar con todas. No tuve problemas, me recibieron bien. Me decían - ¡Niña
nueva!- A algunas orientadoras les contaba toda mi historia y se sorprendían
cómo yo estando en la universidad viniera a parar aquí.

En ese momento, como estaba de forma temporal solo iba al taller de


filigrana. No podía estar en otros talleres y quería estar en cosmetología. La
tarde la pasaba sola en el sector, prácticamente dos años los pasé asistiendo a
talleres. Hasta este año he comenzado a recibir clases de inglés.

Lo más difícil de todo este tiempo ha sido estar sin mi familia, pensar todo el
tiempo que he perdido en la universidad, en el nivel académico perdí bastante,
ya fuera por quinto año, estaría casi graduándome de abogada. Hay varios
momentos en los que me he frustrado. También hay personas que me motivan,
pero igual eso no quita lo que me duele. Me he arrepentido de no haber
obedecido a las personas, a mis papás. Además, de haber tenido estos vínculos
que me trajeron aquí porque he perdido el tiempo.

Estoy algo joven, pero este tiempo ya no lo voy a recuperar. Otra de las
experiencias que más me han dolido, fue cuando murió mi abuela. ¡Ya no la volví
a ver desde qué me condenaron! Y si le pedía a Dios volver a verla, pero así pasó.
Fue muerte natural, mí única abuelita que tenía.
63

Muchas veces he lamentado no estar afuera, por ejemplo cuando mi hermana


se graduó de la universidad porque yo quería estar con ella ¡Han sido momentos
que sé que me los he perdido por mi culpa!

Es difícil para mí saber todo el esfuerzo que mi madre hace y que no es justo,
porque no fue culpa de ella. ¡Me ha dolido bastante verla llorar y que ella se ha
sentido culpable! Y yo le digo - A ella que no se sienta culpable porque sola me
lo busqué y ella hizo todo bien… yo le mentía. ¡Y a ellos les afecta mucho que
yo esté aquí! El momento más difícil fue cuando me dieron 15 años, porque al
principio solo eran tres.

Antes de cumplir los cuatro meses de haber llegado aquí, fuimos a audiencia
y nos dijeron que íbamos a salir libres por cumplir los cuatro meses, pero que
íbamos a seguir presentándonos en audiencias. ¡Me sentí feliz! Luego llegó
ese día que salí, era miércoles. El viernes fui a la audiencia, Fiscalía pedía que
nos volvieran a internar porque nos podíamos fugar. La jueza no estuvo de
acuerdo. Fue un día de julio en el que salí. Después llegó la vacación de agosto, se
suspendieron las audiencias. A mediados de agosto, se reanudaron las audiencias
y me condenaron a tres años. Recuerdo ese día como si fuera ayer.

Ese día salí de mi casa para la última audiencia. Salí con mi mamá. Cuando
estábamos en la calle le dije - Ojalá que las dos regresemos-, sentía una nostalgia
salir de casa, ella me dijo - Sí, mi niña, primero Dios todo va a salir bien-.

Era de mañana fuimos muy puntuales, pero tuvimos que esperar que las partes
se acomodaran y organizaran todo el equipo. Inició la audiencia, la Fiscalía se
sintió realizada, me imagino que pensaron en que se llegó el día. Inició la audiencia
–Bla,bla,bla-. Me sorprende siendo personas profesionales cómo son capaces de
mentir, porque decían cosas mías que no eran ciertas. Mis nervios empezaban
a llegar, yo estaba consciente que era inocente de lo que me acusaban. ¡No lo
hice! Ellos habían preparado un gran argumento, llegaron al medio día y tuvimos
que salir a almorzar… hubo una pausa...

Una hora más tarde se reinició la audiencia. Mi abogada también presentó su


defensa. También solicitaba medidas asistidas y no se tomó en cuenta. Recuerdo
que ese día la fiscal del caso me bajó un poco la autoestima (que después la
recuperé). Me dijo que yo ya había quedado manchada de por vida, que ya no
podía superarme según mis récords, que no podía tener una vida distinta…
¡¡Claro que no es así, yo puedo superarme aún, cumplir mis sueños!!
64

Atardeció y se realizaría una pausa, mientras la jueza tomaba el fallo. Mi


corazón empezaba a sentirse muy afligido. Cerraron las puertas del juzgado y
no nos dejaron ya salir a los menores procesados, solo a los familiares. Para ese
momento, ya estaban mi papá y mi hermana afuera. ¡Pensaba tantas cosas, fue
un momento muy abatido! No me dejaban usar el teléfono los vigilantes, pero
de escondidas hablaba con el amor de mi vida en ese momento.

La jueza dijo que daría la resolución y no llegaba. El cielo se empezó a oscurecer,


ya veía desde adentro del Tribunal, personas de los negocios guardando rápido,
porque llovería. Se sentía una brisa helada, un fuerte viento, tronaba, empezó
a llover fuerte, eso sólo me causaba mayor tristeza y desesperación. Me sentía
sola, a pesar de tener el apoyo de mi familia que estaba ahí conmigo. Pasó la
lluvia que duró como 30 minutos.
Hablé por teléfono por última vez con el amor de mi vida en el baño del
juzgado. Muy preocupado me dijo - ¿Por qué tan noche y no terminaba? Le
expliqué todo. A los minutos, llegó una patrulla policial con agentes muy armados
y encapuchados que dijeron que se llevarían a los menores ¡Uff! Vaya, allí empecé
a despedirme de lo que se siente ser libre. ¡Mi angustia iba aumentando!

Apareció la jueza con sus compañeros. Entramos a la última parte. Le di un


fuerte abrazo a mi mamá. Los señores agentes también entraron a la audiencia.
¡Qué barbaridad, la Fiscalía pedía para mí 34 años de prisión! Yo, ya era mayor
de edad, pero estaba siendo procesada como menor de edad, no podrían darme
más de quince años, (según la Ley).

Como ya lo presentía, la jueza empezó a leer unos artículos, terminando por


darle a cada quien su par de años. A mí me dio tres años, que después pasaron
a ser 15 años. Me despedí de mi mamá. Las lágrimas, desilusiones, nudos en
la garganta, tristezas, melancolías no podrían faltar… e inmediatamente, nos
esposaron.

Nos sacaron por la puerta trasera. Allí estaba ya la patrulla en el parqueo,


esperando por un lugar viaje. Allí afuera vi a mi papá y a mi hermana. ¡Ay, ay, ay,
otro puntazo en el corazón! Verlos llorar, qué horrible. Les grité que se cuidaran
mucho, que los quería.

Regresé al Centro de Inserción. El día de visita mi mamá me trajo la noticia


que la Fiscalía había presentado una apelación para que nos dieran más años.
Me sentí triste porque me podían dar más años, pero, fuimos a la audiencia. La
Fiscalía presentó las pruebas al igual que los abogados, pensé que todo iba estar
65

a mi favor. A la semana, nos dieron la resolución, fue un jueves. Nos mandaron a


llamar a las tres, ese día era día de visita, allí estaba mi mamá y hermana. Había
un papel que decía - A favor de Kimberly. - Empezó a decir que a una le daban
cinco años. Empezó a leer y me dijo que me daban 15 años. ¡No lo creía mucho!
Me tranquilicé, creo que quedé en shock.

Cuando salí y vi a mi mami a hermana me preguntaron - ¿Qué pasó? - Y yo les


comenté. No me creían, porque me miraban bien tranquila. Llamé a mis otras
compañeras que venían llorando para que le dijeran a mi mami que era cierto.
Mi mami se puso bien mal, empezó a llorar y sentí feo… empecé a llorar. Me
dijo mi mamá que siempre me iba apoyar, que yo ya no iba a ver a mi abuela. Mi
abuela sólo sabía que me habían dado tres años. Le dije a mi mamá - ¿Qué va a
pasar cuando cumpla los tres años y mi abuela mire que yo no salgo? Pero, mi
abuela murió antes de cuestionar por qué no salí.

Cuando voy a audiencias, me hace sentir bien que el juez me felicite porque
le entrego bien mis informes. La mayoría de las veces me entristece que no
me da ninguna esperanza. Hasta que no cumpla siete años no me dan ninguna
posibilidad de tener beneficios.

Ahora ya no me desespero tanto como al principio, porque para los cinco


años me falta poco. Me siento más segura del tiempo que voy a esperar. Hay
personas bien realistas que me dicen - Vas a estar solo cinco o siete años-. Para
ellos es fácil decirlo, pero para uno, no.

He llegado a comprender que sin mí la vida sigue. A nadie le afecta que


yo esté aquí (excepto a mi familia). El mundo no se detiene porque faltemos
algunos, todo sigue marchando, la vida sigue girando... A la sociedad creo que ni
le interesan las jóvenes que estamos aquí.

A nadie le hago falta, solo a mi familia, pero de igual forma tuvieron que
aprender a vivir sin mí. Igual yo, tuve que aprender a vivir en otro ambiente.
Tuve que aprender a adaptarme a otras personas. Lejos del hogar tuve que crear,
según las condiciones, mi área de comodidad. Tengo una rutina que seguir todos
los días: cada día que despierto ya sé lo que debo hacer, aunque este es un lugar
inestable, si hoy me dicen que tengo que cambiarme de dormitorio por a o b
motivo, indiscutiblemente lo debo hacer.

También tuve que aprender a seguir ciertos lineamientos, a cumplir normas.


Pero, ahora soy más independiente. Sé lo que tengo que hacer, sin que mi mamá
66

me esté diciendo- ¡Haz esto y haz aquello! Sola debo de tomar decisiones y que es
la vida si se trata de decisiones, cada quien elige cómo vivir su vida.

Todos los días tomamos decisiones que pueden afectarnos o beneficiarnos, por
ejemplo: yo decido en qué momento levantarme, qué blusa ponerme, etc.

Justicia y libertad
Unos dicen que soy una chica sin sueños ni metas... Pero, en realidad quieres saber:
¿quién soy?
Soy la que hace unos pocos años lluviosos corría entre los callejones de mi pueblo,
y veía correr entre las ventanas de madera de mi casa las gotas de lluvia.
Puedes saber de dónde vengo, pero sabes hacia dónde voy...
... Voy hacia donde todos quieren ir, pero solo unos pocos logran llegar.
Podrás juzgar mi apariencia, pero no podrás juzgar mis pensamientos.
Yo soy un pajarillo enjaulado que busca la puerta de su salida, soy un pajarillo que
teme volar hacia otros cielos... Y que en el vuelo sean destrozadas mis alitas.
Y soy como tú, con deseos de vivir una vida justa.
Tú eres como yo, y yo, ¿quién soy?
Soy alguien que tiene los mismos derechos que tú.

Anoche soñé que ya había salido de aquí. Soñaba que estaba en mi casa.
Veía a mi familia, estábamos todos reunidos almorzando, vi a mis padres, a mis
hermanos y a mi abuelita. Lastimosamente era un sueño. Sigo aquí, lejos de
todos.

El tiempo ha pasado. He cambiado físicamente, mi cuerpo no es igual que hace


tres años cuando ingresé al Centro, he aumentado de peso. Mi mente ahora
piensa diferente que hace tres años. Emocionalmente, ahora soy más fuerte, he
pasado por situaciones en las cuales me han dado fuerzas para seguir adelante.

Muchas personas que me conocen de mi pueblo me recuerdan como aquella


cipota que veían tan inocente. Tienen la imagen mía como si no han pasado los
años, ahora soy una mujer más fuerte y decidida.
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Hubo situaciones difíciles, por ejemplo, en los días en que mi familia me ha


necesitado, no estuve para la graduación de la universidad de mi hermana, no la
acompañé en ese momento tan significativo. Ahora, ella ya trabaja. No estuve allí
para su boda, mis sobrinos (sin algún día tengo), no me verán allí en la fotografía.
Mi abuelita muy querida y única abuelita que tuve, falleció y jamás la volví a
ver desde que estaba aquí. Para sus cumpleaños, quisiera estar con ellos, las
navidades que extraño mucho, la primera fue la más dura y difícil, decirle a
mi padre y a mi hermana - ¡Feliz Navidad! fue muy duro. Sentí un nudo en mi
garganta y las lágrimas no se detuvieron. Verlos salir y que se fueran sin mí fue
fatal.

Espero con mucha ansia los días en que me visita mi familia… más que todo
viene mi mamá, porque mi papá y hermana no vienen muy seguido por sus
trabajos. No todo ha sido malo. Hay cosas que han sido buenas: aprendí a hacer
tarjetas de filigrana, fui al taller de corte y confección. Nunca me imaginé usar
una máquina de coser. Estoy aprendiendo a tocar guitarra, algo que siempre
quise y quizás allá afuera no lo hubiera hecho. Actualmente, estoy aprendiendo
a hacer pan. ¡Con lo mucho que me encanta el pan, uff!

Estoy aprendiendo inglés. Nunca me gustó. Siempre odié esa materia y ahora
me encanta, quisiera aprender a hablarlo súper bien.

Algo súper chivo11: ¡¡aprendí a tocar violín!! Esto me ha ayudado muchísimo.


Hasta ahora he salido a tocar con la orquesta de Cuerdas siete veces. ¡¡Siete
veces!! Solo la emoción de estar un día afuera de estas cuatro paredes es un
sueño hecho realidad. Pasar horas divertidas en un ambiente diferente es genial,
conocer nuevas personas…

Sentir la satisfacción que al público le guste nuestra música y nos admire es


original. Y no sólo eso, el juez me ha autorizado todas las salidas, para mí es
un avance. Al principio, veía muy lejos todo esto y ahora él va teniendo más
confianza en mí.

Pero, bueno no me alcanzaría el tiempo para contar tantas cosas que he


pasado en este lugar. Sin embargo, el no tener la posibilidad de seguir estudiando
en la universidad es una de las cosas que no puedo superar. Sé perfectamente
que esto no es para siempre… es nada más una etapa de mi vida. Un día está
pesadilla acabará y tendré la oportunidad de darles rienda suelta a mis sueños.

11 Chévere, genial.
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El Salvador es un país muy violento, con índices altos delincuencia, pero


así también es alto en las gestiones de procesos inadecuadas de los sistemas
judiciales. Como prueba de ello es mi proceso. Fui condenada a 15 años de
prisión sin haber una prueba de que yo habría cometido tales delitos. ¿Cómo
habría una prueba si yo no lo hice?

Pero, sé que mi caso no es el único. Hay miles de casos peores que el mío.
En nuestro país, hay muchísimos, cientos de personas que guardan prisión en
cárceles o en bartolinas que también son inocentes y están ahí por confusiones.

La sociedad nos juega un papel porque tienen un mal concepto de nosotros,


los privados de libertad. Somos seres humanos igual que todos. No todos aquí
adentro somos iguales, hay gente buena, hay personas con capacidades… no
todo es malo.

El que quiere sale adelante, así le cueste, porque así es en la vida. Todo el
que quiere se supera sin importar lo que diga la sociedad. Hay una sociedad
que señala, medios de comunicación difamadores, atropelladores de la dignidad
humana, propagandistas y otros haciendo todo por ganar audiencia. Aplicando
prejuicios sin valor: capturando a delincuentes.

Empiezan los comentarios, y muchas veces no es así. ¿Qué pasa con tus
compañeros de estudio, de trabajo, tu familia, amigos?, ¿qué pensarán de ti?,
¿qué tal cuando salgas, cómo te verán?

Ojalá algún día muchas cosas cambiaran. Cuando todos nos humanicemos
y sintamos empatía por los demás. Cuando tú te encuentras del otro lado, te
das cuenta de que no le importas a nadie, cuando te da espalda la sociedad, los
jueces de saco y corbata, policías con uniformes y botas… son la autoridad y en
teoría hay que respetar. A ellos no les importa nada.

Ya conocemos a la Fiscalía. Ellos duermen en casa con su familia, comen lo que


quieren, se desplazan hacia donde quieren, no importa nada. ¡Maldita justicia!,
¿dónde está? Pero, qué privilegio para los ricos y nada para los pobres…siempre
contra los pobres. ¡¡Qué ironías de la vida!!

Cada día cuando me despierto, escucho en medio del silencio los carros y
autobuses que pasan por la carretera que está afuera del centro. ¡Bum, piii! A
lo lejos canta un gallito, ¡Quiquiriquí! E inmediatamente me levanto, ordenó
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mi cama, tomo mi toalla y mi jabón, mi pasta y cepillo. Me voy a bañar, soy la


primera que me levanto en mi cuarto. Entro al baño y observo mi cuerpo, con
un poco de sueño me echo el primer balde de agua, hasta que me baño.

Luego pienso en qué ropa me voy a poner. Me visto, me maquillo, observo


por la ventana un hermoso amanecer, veo y escucho los pajaritos que cantan y
me saludan.

Llegan las seis de la mañana. La orientadora y la custodia hacen el conteo.


Tengo una buena amiga que viene cada mañana cuando ya han abierto las
puertas. Ella no está en el mismo cuarto conmigo, porque estamos ordenadas
por edades, ella aún es menor, tiene 17 años y yo 21 años.

Si tengo limpieza, voy a hacerla. Una semana por medio nos toca hacer
limpieza en los pasillos, en la cocina, en las zonas verdes, cunetas, lavandería y
redondeles. A las seis y media, subo las escaleras hacia mi cuarto, a las 7:00 a.m,
se escucha un fuerte grito: ¡Niñas, la comida!

Bajo con mi plato y mi vaso. El menú de siempre es leche, frijoles, pan y lo


que cambia a veces es que viene queso, crema, tomatada, huevo, aguacate, entre
otros. Desayuno con mi amiga, peleamos con ella, luego nos arreglamos y hay
vamos.

Nos llevamos bien, ella pasa conmigo, pero nos separamos por ratos cuando
ella va a la escuela o cuando vamos a diferentes talleres, de lo contrario, nos
mantenemos juntas.

A las 7:40 a.m., me llaman para la clase de inglés. Esta la recibo en la sala de
cómputo junto a otras tres jóvenes que son de bachillerato. Es primera vez que
nos dan algo diferente a las que somos bachilleres. ¡¡Tuve que esperar tres años
para esto!! Esperar que las otras tres chicas terminaran noveno grado, fueran a
bachillerato para que nos dieran un estudio aparte de los talleres.

Esto ahora me hace sentirme un poquito más segura porque no estoy


perdiendo el tiempo. Antes me sentía en las mismas rutinas y talleres.

Ahí en la clase la paso bien. Me parece súper interesante aprender inglés. A


las 9:00 a.m., salgo de las clases, pido a la seguridad que me abra la puerta del
sector, vuelvo a subir al dormitorio. Repaso lo que vi en clase, luego repaso las
70

canciones en el violín, porque a las 10:00 a.m. voy a clases de Sinfónica. El profe,
siempre es muy puntual y siempre está dispuesto a enseñarnos.

Cuando vine yo miraba la orquesta y que salían, pero no me llamaba la


atención… quería salir, pero no solo entrar por compromiso. Luego me
recuerdo que tenía como año y nueve meses de estar acá, andaban con las
inscripciones y me preguntaron si me iba inscribir.

Me puse en que pensar, decidí y me inscribí. En las primeras clases, las sentí
difíciles y toqué la primera canción “Estrellita”. Me empezó a gustar… poco a
poco, cuando me fui aprendiendo otras canciones, me gustó bastante. A los seis
y siete meses de esto, hicieron las audiciones y ahí fue donde pasé a lo avanzado.
Entonces, en ese mes hubo una salida.

Antes yo pensaba que era más fácil, pero me di cuenta de que no. Aprender
tocar un instrumento relaja y abre puertas, porque estando en la orquesta he
conocido bastantes lugares y personas.

Y por medio de la música podemos expresar lo que somos y que la gente


vea que estamos aprendiendo algo bueno. Una vez nos presentamos en la
universidad donde yo estudiaba. Me sentí bastante bien porque ahí estaban mis
compañeras y muy contentas de verme, al igual que mi familia, les gusta bastante
lo que estoy aprendiendo. ¡Se sienten orgullosos de mí!

Me llamaba bastante la atención seguir aprendiendo sobre la música y tocar


instrumentos. Antes de estar aquí, me llamaba la atención tocar guitarra, pero
tenía la posibilidad. ¡¡Quiero seguir!!

La Orquesta me ha permitido pensar que las cosas no serán tan malas al


momento de salir de aquí. Este año tuvimos un concierto en la universidad donde
yo estudiaba. Me sentía nerviosa. Tenía miedo. Estaríamos en un congreso de mi
facultad, me encontraría a mis compañeros y profesores, desde que supe que
íbamos a ese lugar no dejé de pensar qué pasaría cuando me vieran allí. Se llegó
el día, llegamos al lugar del evento y vi a dos de mis maestros, sentí vergüenza,
me hice la desentendida, como si no conocía a nadie. Me daba pena que me
vieran que estaba presa, me daba pena que pensaran que era una criminal.
71

Cuando entramos al salón del evento, yo estaba para con mi violín mientras
nos preparaban el escenario, veía entre tantas personas del público más de
una cara conocida. Vi a algunos conversar entre ellos y mirarme, seguramente
hablaban de mi, sobre aquella chica que estudió con ellos tres años atrás.

De pronto, vi a una de mis amigas de la universidad que estaba llorando, me


saludó con la mano, me tiraba besos y me decía que me extrañaba. Ella sabía lo
que había pasado conmigo, le pedí permiso a mi responsable para ir a hablar con
ella, me dejaron. Fui acompañada, mi amiga se levantó de la silla y me abrazó muy
fuerte, inmediatamente se me corrieron las lágrimas, ella no podía ni hablar, se le
cortaba la voz, me dijo: -Mi niña estás linda, te extraño, me alegro de verte-. Le
agradecí por haber estado pendiente de mi, fue un encuentro muy duro y muy
especial, me dejó sin palabras.

Cuando subí al escenario veía a más conocidos, yo quería que no me


reconocieran, que no me recordaran. Pensé que eso pasaría, pero no, fue
un momento muy incómodo, quería ponerme una máscara. Ellos sabían que
estábamos presas, ya nos habían presentado, además varios de ellos sabían o
que me había pasado. Vi a muchos que no eran mis amigos pero sí compañeros
y que además vivían muy cerca de mi casa. Me dolió que de las personas que
esperé que se me acercaran no lo hicieron. Me dio mucha tristeza, me sentí
como un “bicho12 raro”. Pensaba que estaba en el lado equivocado, que yo debía
estar sentada al lado de ellos con mi traje formal y mis tacones, pareciendo toda
una abogada, recordando las palabras de uno de mis profesores “El manto no
hace al monje pero lo aparenta”.

Empezamos a tocar, como siempre lo hice con mucha pasión y entrega, a


pesar de mi nerviosismo y tristeza. Después del concierto nos llevaron a otra
sala a desayunar, el congreso continuó. Cuando estábamos por abandonar
las instalaciones, salieron a mi encuentro seis compañeras, muy contentas a
saludarme. No era lo que yo me esperaba, me impresioné mucho, me emocioné,
todas queriendo hablar conmigo, que se alegraban de verme, que les había
encantado cómo tocábamos y que ellas habían aplaudido mucho.

Me preguntaron solo cosas de la Orquesta, no me juzgaron ni me señalaron, en


ese momento les conté que estaba aprendiendo mucho más. En ese momento
me llamó la seguridad para que fuera al baño porque debíamos volver al Centro
y el camino era largo. Cuando ya íbamos saliendo uno de mis profesores se me

12 Insecto.
72

acercó, me abrazó y me dijo: -Mire después de tanto tiempo donde la vengo


a ver. Me alegro que este bien y espero que salga pronto para incorporarse a
la universidad, aquí la esperamos-. Agradecí sus palabras, en ese momento me
sentí mejor que antes, perdí un poco la pena y dejé a un lado el rechazo que
sentía. Hubo personas que me agrado mucho verlas y eso me dio tranquilidad,
porque tenía mucho miedo de cómo reaccionarían.

En algún momento llegué a pensar en que nunca volvería a la universidad por


la estigmatización y discriminación que sufriría. Pero ahora que lo pienso no me
importaría volver a la misma universidad. Cuando subimos al autobús, no pude
más y rompí en llanto. Estaba llena de tristeza de pensar todo el tiempo perdido
y lo único que pensé todo el camino es que yo no debería de estar aquí.

No es fácil tener siempre las mismas rutinas y sentir que no estás haciendo
nada productivo con tu vida, que deberías estar en otro lugar. Cuando salgo de
clase a las 12:00 p.m. ya viene otra vez el almuerzo. El menú es arroz, ensalada,
pollo o carne, relleno de güisquil, chilaquiles, una tortilla y fresco de sandía,
melón o de guineo con leche. Voy a comer otra vez con mi amiga. Por cierto,
comemos en mi cama donde también duermo, río, y lloro. Me escucha toda mi
cama, mi espacio comprende de cuatro ladrillos de piso y el espacio de mi catre.

Termino de almorzar. Me voy a cepillar los dientes y me voy al taller de la


1:30 p.m donde me enseñan a hacer manualidades hasta las 3:30 p.m. Regreso al
sector. Si tengo limpieza, tengo que hacerla de nuevo.

Luego con mi amiga pasamos un rato platicando, hasta que a eso de las 4:30
p.m otra vez la cena (frijoles, pan y leche). A las 5 p.m., se va mi amiga, le doy
un abrazo y un beso. A esa hora, entra la custodia de turno y nos encierran de
nuevo.

¡Ahh! Al principio era lo que más me ponía desesperada y melancólica. Tuve


que adaptarme, aunque no niego que a veces me desespero demasiado cuando
llega la tarde y nos encierran.

Luego me voy a bañar otra vez y lavo la ropa sucia. Al terminar, hago tareas,
ensayo con el violín, leo algún libro y se hace un poco tarde. Cuando estoy muy
ocupada, me duermo a las 10:00 p.m., pero lo normal es dormirme a 9:30 p.m.
Me voy a cepillar, ordeno mis cosas, me acuesto y me duermo.
73

Tengo un corazón que sabe amar, que muchas veces ha sido torpe y que
ciegamente ha amado y lo han traicionado y el muy idiota sigue amando, a mi
me cuesta mucho dominarlo. Sin embargo, en mi corazón también hay personas
que nunca podrán dejar de existir, entre ellos mi familia y algunos amigos.

A mi familia la amo mucho y les agradezco porque siempre me han apoyado


demasiado, sé que no ha sido fácil, sé que no he sido una hija perfecta, pero
trato. También hay seres maravillosos a quienes apreció muchísimos y que jamás
olvidaré, que siempre estarán dentro de mi corazón.

Este año, fui a audiencia con mi mejor amiga y con otra compañera, cada
seis meses nos tocaba salir juntas a revisión de medidas porque estamos por el
mismo proceso. Primero entró la compañera junto con su abuelita a la audiencia,
luego llegó mi turno, el juez me felicitó y me motivó a que siguiera de la misma
forma. Después entró mi mejor amiga, salió y yo estaba sentada junto a mi
mamá. Ella me vio y llorando desde la puerta de la sala de audiencia me dijo
que la habían dejado libre. Mi corazón empezó a palpitar, sentí que fue como
una lanza que atravesaba mi pecho, no me imaginaba mi vida sin ella aquí en el
Centro, realmente no me gustan las despedidas ni los “hasta pronto”.

Ella era como una hermana para mí, compartimos mucho tiempo juntas
y aunque nos enojábamos a cada rato rápidamente ya estábamos felices. En
estos lugares uno pensaría que es raro encontrar a un verdadero amigo, yo
he encontrado pocas. Ella era una de ellas. Nos abrazamos, lloramos, pero
teníamos la esperanza que un día volveríamos a vernos ya que vivimos en el
mismo municipio. Fue muy triste para mí, aunque por una parte me alegraba
porque sabía que iba a estar bien junto a su familia. Nos despedimos, nos dijimos
un hasta pronto y prometimos no olvidarnos. Me dolió mucho regresar sin
ella, venía recordándome todos los momentos en los que reímos, lloramos, nos
enojamos, comíamos, aguantábamos hambre pero siempre juntas.

Quiero pensar que algún día esto terminará, y que estaré feliz como ella con
su familia, que un día podré ver atrás y recordar estos momentos como pasados.
Cuando llegue ese momento, quiero poder decirme las siguientes palabras:
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Querida Kimberly:

Después de tanto tiempo, es un placer saludarte. Deseo que te encuentres lo mejor


posible.

Sé que para ti estos años han sido muy difíciles; pero también sé que has superado
todos los obstáculos que la vida te ha presentado.

Recuerdo cuando hace unos años tú misma veías este trayecto tan lejos y mírate
ahora has alcanzado muchos de tus sueños; eres una mujer fuerte, valiente y muy
decidida; eres una mujer marcada por experiencias que te han hecho levantarte con
mayores fuerzas.

Quiero aprovechar para decirte que te admiro mucho y te aprecio.

Quiero pedirte que no mires hacía atrás, pero si lo haces, que sea solo para ver
cuánto has avanzado.

Tu pasado es quien ahora te hace ser diferente, que no te importe nada, que nadie
te juzgue. Todos tenemos un pasado y tú tienes el tuyo.

Kimberly, déjame decirte que eres bella, quizá no por tu físico, sino por tu enorme
corazón con el cual te hace capaz de amar y de sentir el amor.

Nunca olvides las metas que hace años te trazaste. No olvides por qué luchar.
Recuerda que no todo en la vida es malo, tienes una familia extraordinaria que te
ama.

Siéntete orgullosísima por ello.

No quiero despedirme sin antes decirte que yo también te amo y que soy la
persona más feliz al darme cuenta cuán lejos has llegado.

Cuídate lo suficiente. Un abrazo fuerte.

Desde la distancia, tu más íntima amiga de hace años.

Kimberly
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CAPÍTULO 3

BEATRIZ
A todos mis amigos, los que están con vida y los que ya partieron,
porque me enseñaron que en la vida no importa las circunstancias
en las que nos encontremos, siempre habrá personas que nos den
su amistad sin importar como seamos. Gracias por haber sido
parte de mi vida y estar cuando más los necesité.

A toda mi familia porque siempre han estado conmigo sin


importar el camino en el que me he encontrado. Y en especial
a mi madre, una mujer maravillosa que me ha enseñado que en
la vida las cosas suceden con un solo propósito, aprender de la
experiencia.
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Infancia interrumpida
Mi historia comienza cuando tenía cinco años, desde allí recuerdo. Mis
papás vivían juntos, éramos una familia muy unida. Se podría decir eso, porque
compartíamos todo. Mi mamá me llevaba al kínder. Era una gran alegría saber
que ella me iba a recoger y que al llegar a la casa iba a recibir un abrazo de mi
papá. Me iba a preguntar - ¿Cómo estás? - Siempre me recibía bien. Yo era una
niña traviesa. Mi papá tenía una tiendita en su casa y a mí me gustaba jugar con
el dinero.

Ellos siempre mantenían tijeras para cortar los churros o cualquier otra cosa,
entonces yo lo que hacía cuando tenía ganas de jugar algo y no hallaba qué hacer,
era tomar la tijera, los billetes y me metía debajo de la mesa. Ahora me divierto
cuando recuerdo que no era de las que cogía el billete de un dólar, sino que
buscaba los números más grandes, no sé cómo daba con ellos... los buscaba y
los cortaba... cuando buscaban los billetes, los encontraban hechos pedacitos. Al
final me castigaban, pero al mismo tiempo me consentían. Mis hermanas y yo
éramos sus hijas consentidas, mi papá siempre nos decía que nos quería mucho.
Quizás es la única época de mi vida en la recuerdo haber sido feliz con mi familia.

Soy la mayor de ocho hermanos. En ese tiempo, solo éramos mis tres hermanas
y yo. Solo mujeres. Entonces, todo comenzó a cambiar cuando comenzamos a
dormir en un solo cuarto, mis tres hermanas y yo. Nosotras dormíamos en
un cuarto y mi papá en otro con mi mamá. En la casa estaban mis dos medios
hermanos que solo eran de parte de papá, pero mi mamá los ha criado como
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sus hijos, entonces ellos vivían ahí. De repente, nos comenzó a dar miedo dormir
solas, porque sentíamos que nos asustaban. Un día nos dio miedo, me levanté
de la cama y fui para donde mi mamá y me metí en la cama en medio de ellos.

No sé qué iban hacer en ese momento, yo estaba muy pequeña, pero llegué
a interrumpir algo. Entonces, cuando llegué me dijo mi papá que me fuera para
la cama y no quise, se molestó y se puso a pelear con mi mamá y a discutir que
me llevarán para la cama. Mi mamá le dijo que no, que no podía, porque mi
mamá me preguntó por qué estaba ahí y le respondí-¡Que tenía miedo, que
sentía que alguien me estaba observando! Y me dijo ella que me quedará ahí a
dormir tranquila.

Al siguiente día me levanté. Me fueron a dejar al kínder, pero cuando llegamos


esa vez nos fue a recoger un microbús escolar y nos llevó a la casa. Cuando
llegamos mi mamá estaba discutiendo con mi papá. Él se había molestado por el
simple hecho que mi mamá no me había mandado a la cama a dormir. Entonces,
no sé si desde hace tiempo tenían problemas o de ahí empezó, pero entonces
comenzaron las discusiones. Mi papá comenzó a descuidarse de todo hasta de
mi mamá y de mis dos medios hermanos, ya los trataba mal a ellos y a nosotras
siempre nos trataba bien, pero ya no era como al principio. Hasta la fecha no
dejo de pensar que esa noche fue la que cambió todo.

A los días, nos dimos cuenta de que mi mamá se quería separar de él, pero mi
mamá andaba buscando para donde irse, porque no teníamos un lugar. El único
ingreso económico que teníamos era la tiendita que habían hecho ellos y si nos
íbamos, ¿dónde íbamos a vivir? A mi mamá era lo que más le preocupaba. La
veía llorar y le decía- Mami y qué tiene- y me decía -Nada, mi amor, es que me
duele la cabeza-.

Tenía cinco años, cerca de cumplir seis. Entonces, un día en la noche mi


mamá siempre nos mandaba al parque con mi hermana. Nos fuimos al parque,
andábamos jugando, cuando llegamos a la casa ya tenía un montón de cajas con
la ropa de nosotras y la de ella... me pregunté ¿qué pasa?, ¿qué hace esto aquí?
Mi mami me dijo a mí y a mi hermana que éramos las mayores, nos dijo que
le ayudáramos a bajar las cajas para llevarlas donde mi abuela. Eran como las 7
de la noche, aún no lo olvido. Comenzamos a bajar todo y cuando habíamos
terminado, mi hermana ya no se quería ir. Entonces, ella siempre ha sido de esas
personas que cuando la castigaban buscaba meterse debajo de algo para que
no la sacaran y se metió debajo de la cama, bien recuerdo que mi papá decía
que, si ya había sacado todo, que nos fuéramos. Como que le urgía que nos
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fuéramos de la casa, y desde ahí empezó todo. A mi mamá le costó convencer


a mi hermana que nos fuéramos. Ella decía que no se quería ir, que se quería
quedar con mi papá y que no quería estar lejos de mi papá. Pero esa noche
todas nos fuimos.

Los hijos de mi papá se quedaron con él. Nosotras nos fuimos como un mes
donde mi abuela, dependíamos de ella. Ella se desesperó al ver cuatro niñas,
pues aparte ella tenía tres hijas a su cargo (mis tres tías) y a mi abuelo. Él no
podía trabajar porque estaba algo enfermito. Entonces, mi abuela le dijo a mi
mami que fuera a buscar un trabajo. Mi mamá consiguió trabajo en una pizzería,
pero llegaba cada 15 días a la casa, ya no era la madre que pasaba todo el tiempo
en la casa con nosotras. Se iba y a los 15 días regresaba y la volvíamos a ver.
Para los cumpleaños y cosas así, pedía permiso, pero le descontaban el sueldo
de esos días.

Nos quedamos a cargo de la abuela y después de un tiempo, de tanto convivir


con ella, mi abuela me tomó mucho aprecio a mí. Sentía feo, porque a una de
mis hermanas siempre le ha gustado sentirse querida y no ver que nos quisieran
más a nosotras. Le gustaba ser la consentida, siempre ha tenido esa envidia,
quizá no envidia, pero siempre ha querido que a ella la pongan de primero y
después a todos los demás. Entonces, cuando veía que mi abuela mucho me
mimaba, ella decía que no la querían, que no le hacían caso y que no la mimaban,
ya ni quería ir al kínder. Entonces de ahí, mi abuela comenzó a convencerla que
no era así. Desde ahí mi hermana se comenzó a hacer rebelde en el aspecto que
no quería estudiar, cuando le decían hacé esto.

Luego de eso, mi mamá dejó de trabajar en la pizzería, porque se dio cuenta


de todos los problemas de la casa. Se quedó sin trabajo, dos meses estuvo en
la casa con nosotras. Pero mi abuela siempre era de esas personas que decía
si no trabajas cómo vas a vivir. Siempre fue bien dura con mi mamá, porque al
principio ella nos contaba que no estaba de acuerdo con la relación que mi mamá
tenía con mi papá, porque estaban muy jóvenes cuando ellos se acompañaron,
siempre le echaba eso en cara a mi mamá. Mi mamá se acompañó a los 14 años,
me tuvo de 16 años, pero a los 15 había estado embarazada, solo que tuvo
complicaciones y perdió al bebé. Mi papá era mayor, le llevaba 10 años.

Desde ese tiempo, mi abuela era así conmigo. Hacía diferencia con mis
hermanas y a mí me gustaba que fuera así, me gustaba sentirme querida.
Después mi mamá le pidió a mi papá una casa que estaba a dos casas de donde
vivíamos con mi abuela. La casa no tenía techo, puerta, estaba todo abandonado
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lleno de matorrales, el piso era de tierra, necesitaba que se arreglara. Mi papá le


dijo que sí, que le iba ayudar en eso. Él y un hermano le fueron a dar una media
remodelada. No le pusieron techo, como no tenían de dónde, solo se fueron
a cortar los matorrales. Ya de ahí, como mi abuela se peleó con mi mamá, nos
fuimos para esa casa que no tenía techo.

Mi mamá le puso un plástico negro y había puesto unos palos para simular
una carpa. Pero para un tiempo del invierno que llovía mucho, a nosotros nos
tocaba tener las cosas debajo y cubiertas con un pedazo de plástico. Nosotras
dormíamos en el suelo debajo del techo que mi mamá había hecho. Entonces
nos costaba dormir porque éramos cinco, el suelo helado y más que todo se
mojaba. Al tiempo, le llegaron rumores a la alcaldesa de nuestra situación y ella
nos apoyó con tejas, láminas. Mi mamá se metió a los terrenos para cortar palos
y hacer un medio patio.

Después de un tiempo había un muchacho que se llevaba muy bien con mi


mamá. Cuando se dio cuenta en la situación que vivíamos, nos llevaba comida,
nos llevaba un dólar de tortillas, tomates, aceite y cebolla para que cocináramos;
con eso, nos manteníamos todo el día. Mi mamá nos hacía el desayuno, nos
medía la comida porque ¿y de dónde más? En la noche siempre llegaba él, nos
llevaba un churro a cada una. Nosotras felices de la vida. Cuando él llegaba
salíamos corriendo a encontrarlo. Al tiempo, mi mamá le dijo a mi papá que le
ayudara porque las hijas no sólo eran de ella, que también él era responsable de
nosotros y que si él no le ayudaba lo iba a denunciar a la Procuraduría para que
nos estuviera dando una cuota alimenticia mensual. Mi papá aceptó.

Para ese tiempo mi papá ya había quitado la tienda y tenía un molino a la par
de la casa. No sé si lo compró, pero ahora es de él. Es el dueño de la casa y del
molino. Entonces con ese negocio se quedó y fue cuando le dijo a mi mamá que
sí nos ayudaría. Mi mamá le dijo que todos los días en la noche le mandara $50
para que nos mantuviéramos. Él dijo que no le podía dar $50 porque no ganaba
esa cantidad al día en el negocio que tenía, -Te voy a dar $20 al día-le dijo. –
¿Cómo lo voy a sacar? No sé, pero te los voy a dar-. Mi mamá le dijo- Voy a estar
subiendo a las seis de la tarde todos los días y si no puedo mando a la niña más
grande-. Él dijo que estaba bien.

Quedaron así, los primeros días iba a traer el dinero sin problemas, pasaba y
me decía- Salú, mi niña-, me daba el dinero. Ya como al mes que subía todos los
días, mi mamá se iba al mercado, llegaba tarde y me decía- A las seis de la tarde
te vas a atraer el dinero donde tu papá, si no he venido-. Pero como siempre se
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le hacía tarde, me tocaba ir a mí. Ya con el tiempo, mi papá como que cambió
su forma de vernos, ya no nos decía te quiero, ya no me trataba con cariño y yo
iba sola. De ahí, mi papá se acompañó con otra muchacha, una chica muy joven,
yo me llevaba bien con ella.

Las cosas comenzaron a cambiar. Tenía siete años y un día llegué a la casa de
mi papá y él me dijo- ¡Vos ya estás bien bonita!, y otras cosas. Sentía que esas no
eran cosas que le dice un padre a una hija. Entonces, me dijo- ¿no tenés novio?
-¡No!- le dije. Me dijo- ¿No quisieras tener? Le dije- ¡No!, ¿por qué?- Ése día me
comenzó a decir cosas como que si yo no quería tener novio, que si a mí no me
gustaba algún bicho, cosas así. Al siguiente día que llegué, él estaba en el cuarto y
la muchacha de él estaba cocinando y él me dijo- Mirá, pásame el pantalón para
darte el pisto1-. Y se lo pasé, cuando se lo pasé, me agarró de la mano y esa fue
la primera vez que me empezó a manosear y a tocarme. Sentía un gran miedo,
sentía que si gritaba él me iba a pegar, me quedé callada, lloré. Él me decía que
no le fuera a decir a nadie. Cuando la muchacha entraba, él se hacía el loco, ella
me decía- ¿Y por qué estás llorando? Por nada le decía yo. Ella me decía- ¿Ya te
dio el pisto tu papá?- Sí, ya me lo dio. Ella me dijo también- ¿No querés comer
algo?... No.

A partir de ese momento, cuando mi mamá me decía- Tenés que ir atraer el


pisto-. repensaba para decirle que sí y con el tiempo durante mis 7, 8 y 9 años
así pasé. Ya cumpliendo los 10 años, mi papá seguía con lo mismo. Fue que ahí
me di cuenta de un rumor que andaban diciendo, no lo creía mucho porque lo
decía gente del mismo lugar donde vivía. Un día la mujer de él se puso a platicar
conmigo y me dijo- Mirá, ¿te cuento algo? No le vayas a contar a nadie, ni a tu
mamá, porque se va a molestar-. Le dije- ¿y qué es? -Tu papá dice que no sos hija
de él-. Sólo me le quedé viendo. – Sí, dice que vos no sos nada de él-. ¡Ah!- le
dije yo- con razón. Y de ahí llegó él y sólo se me quedó viendo y me dijo- Andá
a traer el pisto allá dentro-. Respondí- No, gracias, aquí lo voy a esperar, vaya a
traerlo usted- Y me dijo -Anda a traerlo, me voy a quedar aquí, quiero platicar
con ella-. Pensé que sí se iba a quedar con ella no había problema. Entré al
cuarto y después entró él, y me empezó de nuevo a decir cosas y todo eso.

Me fui para donde mi mami y le pregunté que si era verdad, que decían que no
era hija de él. Me dijo mi mami- ¿quién te dijo eso?-. Por allá arriba me lo dijeron.
Me dijo- Mirá, si vos no fueras hija de él, jamás te hubiera puesto el apellido de
él, porque a pesar de todo sos mi hija y yo te hubiese podido sacar adelante y

1 Dinero.
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todo, pero sos la hija de él y no tiene el mínimo derecho en decir que no; él sabe
que desde antes de estar embarazada yo estuve con él y con nadie más, él fue el
primero con el que yo estuve-.

Después de eso me quedé con la duda. Pasó el tiempo, estaba por cumplir
11 años. Comencé a no hacerle caso a mi mami, ya no quería hacer nada en
la casa. Mi comportamiento había cambiado, mi actitud era distinta. Nunca le
conté a alguien. Mi mamá se dio cuenta un par de años después cuando yo ya
no estaba en la casa. Viví eso todos los días por un largo tiempo. Yo siempre
bajaba a traer el dinero y siempre lloraba de miedo. Decía que me iba para la
casa, pero me iba para una champita2 para que me pasara todo, para que mi
mami me viera tranquila. Nunca dejé que ella me viera mal y entonces cuando
cumplí los 12 años, le dejé de hacer caso a mi mami. Un día ella me dijo- Sí vos
piensas que así vas a llegar a ser alguien en la vida estás muy equivocada para ser
alguien tenés que luchar y así se puso aconsejarme y yo le dije- no quiero ser
alguien en la vida-. Entonces me dijo ella- Sí no querés ser alguien en la vida, vos
te vas a tener que ir con tu papá y yo no le dije nada-, y ella me fue a dejar con
todas mis cosas a la casa de mi papá. Allí fue como que se complicaron las cosas.
Llegué y dormía en un cuartito. La mujer de él le dijo que me hiciera un cuarto.
Entonces él me había puesto televisión, DVD, tenía la cama y una champita a la
par del cuarto de él. Pero me tenían controlado el tiempo de ver televisión ahí,
porque a las 11 p.m. en algún canal siempre salía pornografía decían ellos. Yo le
bajaba volumen a la tele porque a mí me gustaba sólo ver y ellos pensaban que
yo pornografía estaba viendo. Entonces no me dejaban la tele a esa hora, a las
10:30 p.m. me lo quitaban.

Siempre estudié desde pequeña. Me gustaba mucho la escuela. Era buena,


siempre me felicitaban. Hice hasta sexto grado completo. Cuando iba a séptimo,
ya no era tan constante, faltaba mucho, iba cuando quería y cuando yo iba,
recuperaba las clases. Nunca aplacé ningún año. No me sentía cómoda. A veces,
cuando yo estudiaba en la tarde, a la hora de almuerzo siempre estaba ahí mi
papá, la muchacha de él me decía- Bañate a las 12:00 p.m. y luego almorzás-.
Pero cuando él estaba ahí, yo no me quería arreglar, no me quería bañar, me
sentía incómoda. Llegó al punto de decirme -Si querés andá o sino no, yo no
pierdo nada con eso, mejor, así me ahorro el pasaje-. Entonces, fue que me dio
la libertad. Yo iba a la escuela e iba bien. De ahí fue como que la muchacha se fue
dando cuenta que algo pasaba, pero yo siempre cuando ella me lo preguntaba,
le decía que no.

2 Casa de lámina, cartón y plástico.


83

Ella siempre me preguntaba que si mi papá me tocaba, si alguna vez mi papá


me hizo algo. Una vez ella vio cuando me quedé en una hamaca a dormir. En la
mañana, mi papá llegó a besarme. Entonces cuando él me besó, yo me levanté
asustada y me entré para el cuarto. De ahí vino y se acercó ella y me dijo que si
de verdad mi papá no me había besado porque ella alcanzó a ver y le dije yo que
él sólo se había acercado a mi oído para hablarme y despertarme. Y ella cuando
no estaba mi papá siempre me trataba de sacar verdades, pero yo sentía miedo,
pensaba que si le decía le iba a pegar a ella. En ese entonces, ella tenía 20 años.

Una vez me cansé de tanto. Mi papá intento meterse a mi cuarto y todas las
noches le ponía el pasador y le amarraba con un trapo para que él no pudiera
entrar. A veces él llegaba en la noche y me pedía que le abriera la puerta y yo
me hacía la dormida. Me dijo que si yo no le hacía caso que mejor me fuera de
la casa y me fui de nuevo para donde mi mami. Mi mami me dijo que qué quería,
¿por qué me había tardo en buscarla? Le dije que si ella no quería recibirme me
iba a ir para donde mi abuela y ella me dijo que si me quedaba en la casa de ella
iba a hacer lo que ella dijera, -Debes seguir estudiando, porque ya me dijo la
maestra Lupita que has faltado-. Tenía apenas 12 años. Era una niña. Me sentía
sola. Mi mamá me dijo que ya no faltara a la escuela y que estudiara. Yo le dije
que sí, pero que no le iba ayudar con las cosas de la casa. Entonces ella se puso
indecisa en decir sí o no y terminó diciendo que sí, me regresé para la casa
después de tres meses de vivir con mi papá

Mi mamá me pegaba porque no le hacía caso. Entonces mi abuela, siempre


cuando escuchaba que mi mamá me iba a pegar porque mi mamá gritaba llegaba
a defenderme. Mi abuela un día me dijo que iba a meter papeles para que me
hiciera hija de ella. Entonces mi mamá para que mi abuela no hiciera ese papeleo
ella le hizo caso y dejó de pegarme.

Mi mamá tenía un puesto en el mercado, vendía cebollas, tomates, papas y ya


de eso se mantenía. Ya teníamos una vivienda un poquito más estable, por lo
menos los frijoles y las tortillas no nos hacían falta en la casa. Luego de eso, yo
ya no quería ir más a la casa porque mi mamá me decía- Andá trae el pisto a la
casa de tu papá- y le decía- ¡Ay, no mami que vaya mi hermana! –No, andá vos,
si vos sos la más grande- Y ya después eso yo empecé a notar que mi hermana
comenzó a cambiar también. Entonces pensé que estaba pasando por lo mismo.

Una vez le pregunté qué le estaba pasando -Nada- me dijo. Nos pusimos a
jugar ese día que yo le quise sacar verdad y le dije -Juguemos a la mamá y el
papá- y me dijo- ¿quién va hacer el papá? Le respondí -Un palo pongámoslo
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ahí.- Ella accedió. Como era más grande, le dije que armáramos un juego, así que
un hombre quería violar a la mamá y que el esposo se metía y como los hijos
estaban viendo todo eso. Cuando iba a pasar eso, que el hombre iba a tocarla
a ella, fue como que ella se quedó en shock. Empezó a llorar y en medio del
llanto me puse a contarle lo que mi papá me hacía. A ella se lo conté y en ese
momento ella me abrazó y me dijo- No te preocupes que no sos la única- Le
dije- ¿por qué?- y me respondió- porque a mí también. Ninguna quería que le
pasara nada a la otra. En ese momento, se creó una complicidad entre nosotras.

Desde ese momento, nos hicimos más unidas. Me dijo que por qué no le
decíamos a mí mamá y le dije que no, porque mi mami lo iba a querer denunciar
y ya no íbamos a recibir ayuda. Entonces, quedamos que no le íbamos a decir
nada a mi mamá. Decidimos que ya no íbamos a ir solas. Ya no iba sólo una,
íbamos las dos a donde mi papi. Un día fuimos las dos y la mujer de él le habló a
mi hermana. Mi papá aprovechó, se me acercó y me dijo- te digo algo, a vos no
te veo como una hija-, le dije yo- ¿De verdad? Y me dijo- Yo a vos te veo más
que todo como una mujer, como mi mujer, como mi amante, ¡A vos nunca te
he visto como una hija!-. Y cuando me dijo eso, me dieron ganas de llorar, por
el sentimiento de saber que no era mi papá. Ya de ahí le hablé a mí hermana y le
dije- Ya nos vamos-. Nos fuimos.

De ahí, nos quedamos en la champita y allí fue que me puse a llorar, ya no


aguanté. Le conté lo que me había dicho y como ya no aguantábamos la situación
me dijo que le dijéramos a mi mami. Le dije otra vez que no. Íbamos a la escuela
juntas y salíamos juntas. Nos íbamos solas para la casa. Ella de escondidas se iba
a buscar el dinero y, entonces, siempre le pasaba lo mismo. Le decía -Yo voy a
ir a traer el dinero- y ella me decía- No, ya fui yo-. Ahorita se lo voy a dar a mi
mami- y yo le decía: - ¿Por qué fuiste sola?- y me respondía: -porque yo ya no
quiero que vayas vos-. A mí me daban ganas de llorar, pero yo solo me hacía la
loca. Ella se salió mucho antes que yo de la escuela.

Mi hermana siempre tenía la excusa que se le habían perdido los lapiceros para
ausentarse de la escuela. A veces decía que no tenía calzón limpio, con tal de
no ir. Platiqué con ella y le pregunté por qué ya no quería seguir estudiando. Me
dijo - ¿para que me siga pasando lo mismo, para qué quiero seguir estudiando
si siempre voy a llevar mi vida de basura, yo ya no tengo futuro, para qué?- y de
ahí me sentí mal. Yo le dije- Vamos a la escuela-. Le ayudaba a hacer las tareas.
A veces yo se las hacía y cuando se le perdía el lapicero, yo le decía yo te voy
a comprar uno. Un día ella me dijo- ya no quiero ir-. Mi mamá se aburrió de
decirle y todos los días le pegaba porque ella no quería ir a la escuela y de ahí le
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dijo mi mamá que si no quería estudiar que mejor le fuera a ayudar al mercado.
Y mi hermana prefirió mejor ir ayudarle al mercado.

Un día pasó algo extraño. No conocía de la brujería, ya había escuchado que


existían brujas, pero nunca había creído. Mi abuela se enfermó, la llevaron al
hospital y los médicos no le encontraban qué le sucedía. Entonces, una vecina le
dijo que por qué no visitaba a una señora “que hacía trabajos” y entonces esta
señora le dijo que a ella la querían matar. Le “habían hecho daño”, le “habían
hecho un amarre”. No sabía qué era eso. Ella ponía velas rojas, blancas y se
bañaba con cosas que apestaban bien feo. Lo hacía todas las noches.

Nosotras íbamos creciendo e íbamos avanzando en la edad. Mi papá ya quería


hacer más cosas con nosotras, ya no quería sólo tocarnos y sólo besarnos, sino
que conmigo intento meter su mano en mi vagina. En eso, entró la mujer de
él y él se quedó como quieto. Ella, al ver eso, lo empezó a putear y a decirle
cosas. Le preguntó que por qué hacía eso. Yo salí corriendo de la casa y me fui
directo para mi casa. Le di el dinero a mi mami y comimos. Yo siempre con ese
pensamiento, con esa psicosis. Mi mami me intentó abrazar y yo no quise, no
me dejé y le dije- ¡No mami, tengo calor!- A los días, a la semana que pasó eso,
que yo no dejaba que mi mamá me abrazara, ni que me dijera cosas bonitas,
mi mami se fue a investigar por medio de esos trabajos que hacen, por qué
nosotras estábamos así y de ahí en la noche llegó y me dijo a mí -Vení y que
venga tu hermana también: ¿cómo las trata su papá?- Y le dije- A mí lo único
que me ha pasado que él me dijo que yo no era su hija-. Dijo ella- De verdad, te
cuento algo, yo ya fui a investigar lo que les está pasando a ustedes, ya sé lo que
les pasó ¡su papá está abusando de ustedes, las toca y con vos ha sido mucho
más grave el caso!- Solo me le quedé viendo y me puse a llorar y le dije que no
era cierto y luego mi mamá me dijo que no quería que yo fuera más a esa casa-.

Tenía 13 años cuando dejamos de recibir ayuda de mi papá. Mi mamá ya no


quiso que fuéramos por el dinero. Nosotras seguíamos sin decir nada, yo tenía
miedo de que mi papá le fuera hacer algo a mi mami, si mi mami lo denunciaba.
Para ese tiempo, mi papá ya tenía otro trabajo un una zona donde existían
pandilleros, de otra pandilla de donde vivíamos nosotras. Entonces, como mi
mamá para ir al mercado se trasladaba de un lugar a otro, tenía que pasar por
lugares donde hay pandilleros, por el lugar donde trabajaba mi papá. Mi miedo
era que él les fuera a decir a los bichos o hablará con ellos para que le hicieran
algo a mi mamá. Él les daba comida y bromeaba con ellos, porque él decía que
si mi mamá lo denunciaba, él nunca la iba a perdonar.
86

Él siempre nos amenazaba que no dijéramos nada de lo que nos hacía a mi


mamá, por la manutención. Nunca nos quiso apoyar más económicamente. Él
siempre le decía que no se iba a quedar quieto si algo hacíamos y a mi hermana
le dijo que si nosotras decíamos lo que estaba pasando mi mamá lo iba a pagar.
Teníamos miedo que le fueran a hacer algo a mi mami más que todo. Yo, por
esa parte, aguanté todo.

Mi hermana no sé, porque ella es muy diferente y también aguanté porque al


principio éramos el único ingreso económico que teníamos para comer y para
todo. Era como que si no recibíamos el dinero ¿qué vamos a comer? Porque
mi mamá no tenía un puesto estable en el mercado. Al principio, era indeciso,
porque a veces le ayudaba mi abuela y cuando estaba malo, mi abuela sólo le
daba para la comida… para mí era como si no lo aguanto, no voy a tener qué
comer y mis hermanitas estaban más pequeñas. Como a los niños les gustaba
comer golosinas y cosas así y quizá yo no podía zafarme de todo eso, pero yo
quería que ellas estuviesen bien. De ahí fue que empezó eso. Por eso, no lo quise
denunciar. Luego de eso, yo dejé la escuela, estaba cursando séptimo grado. Me
fui a medio año, ya había hecho el primer trimestre. Iba súper bien en las notas.
La maestra me felicitaba, ya asistía más a la escuela. Ellas me decían que a pesar
de que a veces faltaba no iba mal, que si seguía con mis estudios y me esforzaba
iba a salir bien. Y a mí me hacían sentir bien cuando me decían eso…

Un día, íbamos para el parque con mi hermana y mi papá nos habló por una
ventana, que era la ventana que se abría cuando tenían la tiendita. Cuando nos
habló, lo comenzamos a putear y a decirles cosas, que él no tenía nada que
decirnos a nosotras. Él dijo que a pesar de todo era nuestro papá y que miraba
por el bien de nosotras. Como supuestamente gritado lo estaba haciendo quería
que todo el municipio se diera cuenta lo que él quería para nosotras. Entonces,
comencé a gritar: - ¡Para mí, mi papá ya está muerto, incluso ya sé qué es de
noche, pero a verlo a la tumba voy! - Y de ahí mi hermana lo comenzó a putear
y le dijo que se callara si no quería que el municipio y los policías que vivían a tres
casas de él se dieran cuenta de lo que hacía y que mejor se callara.

Cuando mi hermana le dijo eso, él dijo- Y yo que les estoy haciendo, y vos,
bichita3 perdida cállate, que sólo andas en la calle como que no tienes familia-.
Ella respondió: - No, si no tengo, y la única que tengo es mi mamá y si estoy
respondiendo es porque no hay un ingreso económico- Mi papá dijo que él nos
estaba ayudando y que por qué no había llegado a traer el pisto. Pasamos como

3 Niña, joven.
87

dos horas quizá diciéndonos cosas. Nosotras le gritábamos cosas a él y estuve


a punto de decirle que mucho me tocaba y yo sólo me quedé callada, como
que no tuve el valor de decírselo. De ahí lo único que le dije fue que mejor se
callara y que si nos ve en la calle no nos diga nada, mejor olvídese porque no
somos familia suya, y me dijo- Tal vez para ustedes no, pero sí para tus otras
dos hermanas-.

Después de esa discusión que tuvimos, mi mami se dio cuenta lo que le


gritamos y todo. Había mucha gente cuando estábamos discutiendo y una
señora le contó a mi mamá. Ella nos regañó. Nos dijo que esa no era forma de
decirle las cosas a mi papá, que quizá él no se había portado bien con nosotras,
pero podríamos habérselas dicho de la ventana para dentro. En ese entonces, ya
éramos muy rebeldes con mi hermana. Mi mamá nos castigaba porque éramos
desobedientes. Ya no queríamos hacer las cosas en la casa, en vez de ordenar
más desorden hacíamos y ella llegaba cansada, porque ella salía a las cuatro de la
mañana y regresaba a las tres de la tarde.
Ahora que miro atrás me preguntó ¿por qué nos pasó todo esto?
Esa complicidad que creamos con mi hermana se ha mantenido en los años.
Irónicamente, ella y yo hemos terminado juntas tras estos muros. Llevamos casi
tres años cumpliendo medidas de privación de libertad en un centro para la
inserción social.

Cuando amanece y veo las rejas de la ventana me pregunto por qué fuimos
nosotras las que terminamos aquí. En este lugar, hay mucho tiempo para pensar.
Todos los días recuerdo la vida allá afuera. Todos los días extraño estar en
libertad. Hay muchas cosas de mi vida que jamás las he contado. Hoy he decido
hacerlo, como una posibilidad de sanar, como una posibilidad de aceptar mi
historia, como la oportunidad que las personas entiendan cómo llegamos aquí.
88

Amor y juventud
Cuando tenía 13 años, una de mis tías era bien relajada. Le gustaba andar
molestando con los bichos Siempre andaba en sus locuras, le gustaba andar
tomando y fumando. A veces decía que se iba para el Instituto, y se iba para otro
lado. Pedía pisto supuestamente para las tareas, pero era para ir al ciber a ver
Facebook. Mi hermana empezó a llevarse mucho con ella y empezó a salirse de
la casa sin permiso. Mi tía tenía tan solo 15 años.

Comenzábamos a conversar mucho con mi tía. Nos contaba todo. La relación


con ella comenzó por mi hermana y de ahí que vi que tenían buena relación y
todo, me empecé a llevar con ellas. Mi tía me decía –Mira, yo conozco unos
bichos que están bien bonitos-. Ella no sabía que eran pandilleros. De ahí venía
ella y un día nos intentó llevar a un lugar a fumar, pero como yo veía que mi
mami venía con el palo y como ella tenía buen pulso, pues todo caía donde lo
quería tirar. Luego, me llevaba para la casa y a veces hasta el siguiente día llegaba
mi hermana y me decía- ¿Sabes a que fuimos? A fumar y ni se siente-.

Ella decía que después de fumarse un cigarro, ni la calle sentía. Así pasó el
tiempo. Después para un diciembre, cuando tenía 14 años, decidimos salirnos
de la casa para irnos a un baile que no iba a ser cerca de la casa, sino que estaba
en una colonia un poquito más lejos de allí. Mi tía andaba con un muchacho, que
a ese muchacho lo conocimos un día en un baile donde fuimos con mi abuela.
Mi abuela recolectaba latas y botellas. Ese día conocimos a ese muchacho y a
otro, pero hasta el momento no sabía quién era. Mi tía conoció al muchacho y
se hicieron novios. Él nos invitó al baile.

Dije que íbamos a comprar cuetes y nos fuimos para el baile. Allí fue donde
conocí a Josué. Conocimos a otro muchacho, pero Josué era el que me gustaba
a mí. Fue la primera vez que fumamos cigarros, marihuana y tomamos. Ese día
me sentía bien extraña, como era la primera vez y nos dieron de esas bebidas
que se llaman “Smirnoff”, porque decían que si nos daban de la otra no la íbamos
a pasar.

El novio de mi tía quería bailar con ella, pero mi tía le dijo que no, porque nos
andaba cuidando a nosotras y que si nos descuidaba nosotras nos podíamos ir.
Ya de ahí a nosotras nos buscaron pareja y me pusieron con Josué, el muchacho
que a mí me gustaba. Yo sólo me le quedé viendo y de ahí nos pusimos a bailar.
A mi hermana le pusieron un hombre que medía 10 centímetros más que ella
89

y me puse a reír cuando vi que el muchacho era más alto que ella y como no
andábamos en nuestros cinco sentidos fue como que ni modo, bailemos y nos
pusimos a bailar.

Como a las 12 de la noche se dan un abrazo de Feliz Navidad. Nosotras nos


preguntamos ¿a quién se lo dábamos? si ni cerca de mi mamá estábamos. Vino
el muchacho y nos dijo si ya nos queríamos ir. Nos fueron a dejar y ya cuando
llegamos cerca de la casa mi mamá nos andaba buscando. Le había solicitado
ayuda a mi papá para que nos buscara. Nos andaban buscando y lo que no se
imaginaban era que no estábamos ahí. Cuando llegamos, nos encontramos a un
primo y nos dijo que nos andaban buscando, que tuvieras cuidado porque mi
papá si encontraba a los bichos con los que andábamos los iba a matar, porque
andaba armado. Nos quedamos escondidos.

Esa noche Josué fue mi primer novio. Él me preguntó si quería andar con él
y le respondí- ¡sí! A las tres de la mañana sólo el muchacho y Josué nos fueron
a dejar a mi casa y mi mamá esa vez nos castigó. Dijo que se había asustado,
más que el enojo ella se había asustado, porque no nos había encontrado en
todo el municipio. Nos regañó hasta en la tarde que llegó, porque ella se fue a
trabajar como un día normal, pero resulta que en el baile había un muchacho que
trabajaba en el mercado. El muchacho le dijo que nos había visto y todo… que
nos había visto ¡fumando, tomando y con unos muchachos que eran pandilleros!
Yo no sabía que eran pandilleros.

Cuando mi mami llegó a la casa me dijo - ¿Qué me está pasando? ya me


contaron que andabas con los pandilleros de la zona y que anduvieron tomando
y fumando, ¿fue marihuana o cigarros? -. Nosotras le dijimos que cigarros y que
no andábamos con nadie; que quien andaba con alguien era mi tía… esa vez nos
pegó. Ella mojaba cables y nos pegaba en las piernas para que no se nos notaran
así los golpes. Esa vez mi hermana se intentó correr y cuando le pegó le dio un
mal golpe en la cara y le había dejado toda la mejilla ceñida, un centímetro más
y le hubiera tocado el ojo. Después mi mamá se fijó que mi hermana tenía todo
morado la mejilla y solo se le quedó viendo. Se disculpó, pero aclaró que se
disculpó porque no le quería pegar ahí y mi hermana empezaba a responderle
mal y ya no le hacía caso.

Después de eso, dejamos de salir de la casa por un tiempo. Ya no salíamos,


no hacíamos nada en la casa, pero no salíamos y mi mamá decía que aunque no
hacíamos nada en la casa se sentía bien y que la castigada que nos había dado
nos había calado. Durante ese tiempo en la noche no salíamos. Yo sí salía sin
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permiso de ella, como yo andaba con el muchacho todavía, entonces mi tía me


decía- Mirá, ya hablé con tu mamá y le dije que no las voy a estar sacando, ella
estuvo a punto de darme duro, hablé con ella y las va a dejar venir aquí, pero si
se da cuenta de algo ya no, así que no me digan que las saque-.

Un día con mi tía menor nos salimos de la casa y yo le dije- ¿Vamos a la casa
de mi abuela? - Y me dijo- Vamos pues-. Cuando salimos, ahí estaba Josué y le
dije que me hiciera el favor de ver que nadie saliera de la casa, entonces vino ella
y me dijo- ¿Y si viene alguien? -Me avisas, salís corriendo o me tiras una piedra-.
Y creo que a ella se le olvidó avisarme, porque a mí me encontraron con él. Mi
tía me encontró con él y ella le dijo que se fuera y de allí me fui para mi casa.
Cuando mi mamá estaba en lo mejor de pegarme, pasó él. Fue por el único
muchacho con el que he andado y he aguantado duro. A mí me dio pena, eso
fue en el transcurso del 24 y el 31 de diciembre. El 31 yo andaba igual y fuimos
al parque con mi mamá. Ya no eran cinco bichos eran más, como 10 y yo sólo
me quedé y pensé: ¿y quiénes son este montón de bichos?

Ese día Josué me habló. Yo me quedé afuera y mi mamá entró a la casa de mi


papá. Cuando yo vi a Josué sólo me le quedé viendo y me puse a reír. Le dije-
Mirá, no quiero andar con vos y no es porque no me gustés, yo no quiero tener
problemas con mi mami-, solo se me quedó viendo y le dio risa y me dijo- ¿y le
tenés miedo a tu mamá?- Respondí: No, no es eso, simplemente no quiero que
me sigan castigando-, y me dijo- Ah, vaya está bueno entonces-. Se molestó.
Como él se llevaba con el novio de mi tía, me di cuenta de que los bichos le
estaban haciendo burla, le decían - ¡No te da pena que la “Jaina”4 te haya dejado!
En ese momento, yo no entendía tanto el lenguaje de ellos.

Para mí era raro saber que ellos eran pandilleros. De pequeña me decían que
los pandilleros eran aquellas personas que si alguien se les quedaba viendo lo
mataban, que si vos los insultas, te daban duro, -¡Nunca he visto aún pandillero!-
decía yo. Más no me imaginaba que hasta novia de uno de ellos era.

Nunca me llegué a imaginar que Josué fuera pandillero, porque nunca vi en


él todo lo que me contaban a mí. Solo era un joven más. De allí, mi mamá nos
seguía castigando porque nosotras seguíamos en lo mismo. Al siguiente año, ella
nos pidió que nos metiéramos de nuevo en la escuela y le dijimos que no. No
nos quisimos meter ninguna de las dos y nos quedamos estancadas hasta allí.

4 Novia de un pandillero.
91

Dejé de ver a Josué como seis meses y luego de ese tiempo cuando estaba
por cumplir los 15 años, nos empezaba a valer lo que mi mami nos decía. Nos
salíamos de casa sin permiso al parque y ya no nos pegaba, porque mandaba
a mis hermanas a ver, pero ya nosotras sabíamos que viéndonos andaban. Nos
íbamos y cuando llegábamos a la casa, mi mamá nos regañaba, pero hasta allí.
Un día cuando nos quiso pegar, nos salimos de la casa y allí comenzó mi vida
con los pandilleros.

Vimos a una muchacha que se llamaba Elena que vivía cerca de la casa. Ella nos
preguntó- ¿qué nos pasaba?, ¿por qué estamos afuera de la casa?, si ¿allí vivíamos?
Le dijimos- Sí, pero que nos acabábamos de pelear con mi mami y nos sacaron
de la casa y que allí íbamos a estar hasta que nos dejara entrar. Ella nos dijo que
si queríamos ir a dar una vuelta y nos llevó a otra colonia. Cuando llegamos había
tres muchachos que no conocíamos. Ella les habló y les dijo- ¿qué ondas?, ¿cómo
está la onda? Y nosotros nos preguntamos -¿y qué es onda?- Y de allí le dijo un
muchacho- ¿Y estás niñas? Y ella respondió- ¡La mamá las echó de la casa y me
las traje aquí para que vengan a joder un rato! Y dijo él- ¿Y cómo se llaman? Y
le dijimos nosotros los nombres y de ahí me dijo- ¿Ella es la mayor? No, dijo- es
que vos te ves menor que tu hermana y le dije yo -Así dicen-.

Ellos estaban bien felices jodiendo y haciendo de todo y nosotras en una


esquinita que no queríamos ni reírnos porque nos daba pena. De allí estuvimos
como tres horas con ellos y ella nos llevó para la casa. Mi mamá nos regañó y
ya no nos dijo nada. Antes de entrar a la casa, Elena nos dijo que ella iba a estar
pasando a la 6 de la tarde, que si nosotras queríamos ir que saliéramos. Pero si
mi mami nos pregunta -decíamos nosotras- y mi hermana respondió- Digámosle
que vamos a ir a donde mi papá-, yo les respondí- No, mejor hagamos todo el
oficio de la casa y la comida y luego le decimos que vamos a ir donde ese señor
y nos vamos con ella-. Así hicimos.

Pasamos todo el día haciendo limpieza, que si se desordenaba la cama, la


pasábamos limpiando. Cuando mi mami llegaba, encontraba todo ordenado. La
primera vez ella dijo que se admiraba que queríamos cambiar y nosotras en
nuestro adentro decíamos- ¡Ay, si supiera! - A las 4 de la tarde, le decía –Mami,
y qué vamos a comer; mami, nosotras queremos cocinar-. A las cinco y media
mejor y hacen todo-nos decía. -No mami, que las seis cenemos, esa es la hora
de cenar, no ha escuchado eso-. Ella nos decía- la hora de cenar es a las siete-.
Nosotras le decíamos - A las seis porque nos queríamos acostar temprano y
se nos quedaba viendo bien rarito. –Mami, ya van a hacer las seis ¿podemos ir a
92

donde mi papá? - Respondió - Ah, por eso era todo, vayan, pero no se vayan a
tardar-. Esa vez nos quedamos admiradas porque ella no se puso a la renegar y
salimos con los bichos. Esa vez conocimos más de 25 pandilleros.

Nosotras pensábamos- ¿qué nos van a decir, nos van a pedir algo feo?
Entonces, nos dimos cuenta que eran pandilleros, porque cuando nosotras
llegamos estaban grafiteando una pared y no era cualquier grafiti sino uno que
hacía referencia a la pandilla. Yo conocí a otro muchacho que se llamaba Miguel,
allí estaba también el novio de mi tía y pensé –Aquí debe estar Josué- y comencé
a buscarlo. En eso, se me acercó Miguel y me dijo- Hola, ¿cómo te llamas? Y
le dije- Beatriz- y me dijo- ¿Cuántos años tenés?-, respondí- 14 pero, ya voy a
cumplir los 15-. Me dijo- ¿Ya conoces a todos los perros aquí? Respondí- Algunos,
no todos. Me dijo- Pensé que me ibas a decir que conocías a todos y solo me
dio risa. Él me dijo: - Si sos bonita-, y empezó a decirme cosas así y, al principio,
me incomodaba que me dijeran cosas así, porque con todo lo que había pasado
con mi papá a mí no me gustaba que me trataran de esa forma. En ese entonces,
todavía no le había contado nada a mi mamá. Luego de eso, yo escuché que
comenzaron a hablar de los contrarios, lo que les iban a hacer y todo eso. Yo me
quedaba pensativa, no me sentía muy cómoda con eso, tampoco lo comprendía.
Me preguntaba ¿Y de verdad ellos hacen eso? Porque se miraban menores, yo
los veía como cualquier joven, mayores quizá eran unos cinco. En un momento
se me cruzó - ¡ojalá no me vayan a decir que yo haga eso! - y con mi hermana
nos quedamos viendo y no sabíamos qué hacer, si reírnos, si mirarnos o nada.

Cuando ellos no nos estaban hablando estábamos tranquilas. Pero en el


momento que uno de ellos caminó todo malandro y se nos acercó a hablarnos,
nos dio un poquito de miedo y ya ni hallábamos qué hacer… nos sudaban las
manos, ya ni voltearlo a ver queríamos y entonces cuando él nos habló nos
dijo: - ¿Y por qué miran para el suelo? -. Por nada, respondí. ¿Mírame pues?,-
no, gracias-. Me dijo- Las mismas historias de siempre-. Yo no entendía que
nos quería decir. Luego agregó - ¿Y qué les han contado de nosotros? Vino mi
hermana y se puso a contarle que si uno miraba un pandillero a la cara lo podía
matar, que esto y lo otro. Él no se quiso quedar con el chiste solito y les contó
a todos. No dejaban de reírse y pasó un muchacho a saludarlos y le dijo- Mirá
saca el cuete5, porque nos está viendo-.

Con esas mismas bromas nos querían hacer reír. Nosotras con pena y le dije
a mi hermana entre los dientes - Para qué les dijiste, mejor no les hubiera dicho

5 Arma de fuego.
93

nada-. Y hasta el final que nos hicieron reír. Luego de eso, ellos tenían una casa
sola. Una casa que estaba prácticamente abandonada y después vinieron ellos y
se fueron para allí con otros muchachos, supuestamente ellos no eran activos de
la pandilla. Tenían marihuana, cerveza y todo eso y se fueron a meter a la casa.
Uno de ellos se metió por el techo y nos entramos todos. Cuando estábamos
adentro, todos se pusieron a bromear, tomar y fumar marihuana. Cuando nos
paramos fue lo bonito, ya ni sentíamos nada, como que íbamos caminando en
un zig zag…

Entonces Miguel se volvió a acercar a hablar conmigo. Me dijo- ¡Estás bien,


bonita!, ¿tienes novio? Anotó mi WhatsApp y yo no le decía ni gracias, como
toda la gente. Le decía solo –Ah, de verdad-, cuando me intentaban tocar la
mano era como déjame y siempre era así. Entonces, estuve platicando con él
y luego se me acercó otro muchacho y me dijo- Mirá, ¿por qué te comportas
así? Le dije- ¿Cómo? -, respondió- Es que no te dejas tocar la mano-, Mira, ¿de
pequeña has tenido algún abuso sexual? Esa pregunta no me la hizo frente de
todos, sino en un momento que los bichos se habían puesto a bailar. Yo me fui
para el lavamanos y él llegó ahí y fue que él me hizo esa pregunta. Me quedé
como en la nada. Me dijo- ¿Dame la mano? Y le di la mano y me la comenzó a
acariciar y la quité de un sólo y me dijo- ¿Va qué sí, te han abusado? Respondí-
No es eso, lo que pasa es que no estoy acostumbrada-. Y dijo- No te creo-. Y
de allí llegó otro muchacho y me dijo que me presentaría a otro muchacho, pero
él era bien raro tenía el cabello largo, se vestía con ropa floja, pero para hacerles
una mejor descripción ¡Era feo! De todos los muchachos yo lo miraba como el
más feo, cuando me lo presentaron. Él quería algo más.

Era primo de quien me lo presentó. Él me dijo que le gustaba y ¿qué si yo


tenía novio? Me dijo- Él es Orlando, mi primo y dice que vos le gustas y ¿qué le
decís vos? - Yo no se lo quería decir de frente, intenté la manera de decirle de
la manera más sutil y dije- Mirá, pero en el oído te lo voy a decir. Y me dijo- No,
decilo si este no se va a enojar y si querés que te dé tiempo, te lo dará. ¡Y yo le
decía que no me gusta, es que es muy feo!, al escuchar eso le dio mucha risa. Y el
primo le dijo a Orlando- Ni modo ya la regaste-. Y de allí nos fuimos y Miguel fue
el que estuvo más cercano a mí y yo andaba buscando la manera que se acercara
el novio de mi tía para preguntarle por Josué. Nunca se acercaba y esa noche
no se acercó. Llegamos a la casa como a media noche y mi mamá se dio cuenta
que no estábamos en la casa de mi papá y nos regañó. Mi hermana le dijo a mi
mamá que no se metiera en nuestras vidas y si nosotras queríamos esa vida era
nuestro problema y no el de ella. Mi mamá nos dijo- No es que yo meta en la
94

vida de ustedes, lo que no quiero es que les vaya mal-. A nosotros nos valió. De
ahí, todos los días nos salíamos y nos íbamos para la casa con ellos.

A veces eran fiestas, otras veces se reunían en el mismo lugar y nos íbamos a
andar posteando6. En esos días Orlando, el muchacho que rechacé, ya se había
quitado el bigote, usaba otro estilo de vestimenta, se había cortado medio el
pelo y no se arreglaba igual. Cuando yo lo volví a ver ¿y quién es este? Y él
primo le dijo- Ey, Orlando, venite para acá- y me dijo a mí- ¿Te acordás de él? Sí,
le dije. De ahí fue que yo hice una amistad con él y se puso Orlando a platicar
conmigo. Me dijo que nadie le había dicho lo que yo le dije, pero sabes que me
sirvió de algo, porque así me arreglo un poquito más. Le dije yo- Ah, pero, ¿eso
de qué te sirve? Si la gente ya te conocía como eras antes, y me dijo- Tal vez
me sirve de algo-. Y de todos los bichos que estaban allí y de los que yo había
convivido, Orlando fue el primero por quien me dejé abrazar, porque él fue que
me abrazó, pero no sentía aquella incomodidad de no quiero que me abrace,
sino al contrario, sentía que me lo estaba dando alguien que ya conocía. Sentí
confianza con él.

Cuando él me abrazó yo me quedé admirada, pero de allí fue que le respondí


el abrazo. Me preguntó si poníamos ser amigos. Le dije que sí. Ya no sentía
aquella desconfianza que los bichos fueran a decir algo, que me fueran a hacer
algo y ya no era tanto así, ya empezaba a hablarles más y bromear con ellos.
De allí fue que con él llegamos a un extremo de confianza que fue que él me
contaba lo que a él le pasaba y yo le contaba a él cómo me sentía. A partir de
ese momento, él se convirtió en uno de mis mejores amigos. El primero que
yo conocí entre todos y lo fue hasta el final. De allí mi hermana dejó de andar
en la calle y fue que mi mamá habló seriamente con nosotras y nos dijo que, si
nosotras queríamos andar en la calle que estaba bueno, pero que no íbamos a
depender de ella, sino de nosotras solas.

Entonces habló con nosotros y nos aconsejó. En realidad, a mí no me entraron


los consejos de mi mami. Solo le entraron a mi hermana y quizá cualquiera
hubiera pensado que a ella le hubiese válido más que a mí, pero fue al contrario.
Ella decidió ya no seguir en lo mismo y le dijo que se iba a quedar en la casa y
le iba ayudar porque ella no iba a regresar a estudiar, pero eso sí dijo mi mami-
Cuando yo diga que vayas al mercado o hagas algo lo vas a hacer, ¿y vos?, yo
respondí- ¡¡Yo no, yo me voy a ir de la casa!!-…desde ese momento, me salí de
la casa.

6 Tener vigilancia en un territorio.


95

Escapes de la vida
Tenía 15 años cuando me salí de la casa. Viví dos o tres meses con los bichos
en una champita. Miguel era él que estaba más al pendiente de mí. Orlando sí
estaba pendiente, pero como trabajaba, cuando llegaba siempre me llegaba a
abrazar y me decía no tienes nada que contarme y de aquellas personas que
después de hacer lo que hacía, me decía- ¿Mirá me querés contar algo, te ha
pasado algo?, ¿te sentís bien, te querés desahogar? Él siempre fue bien atento.

Con Miguel era todo como bromear, con Orlando había más confianza. Por
eso, siempre me pregunté por qué él andaba en la calle. Él tenía buen corazón,
no tenía ni la talla de ser pandillero. Siempre era bien atento y cuando los demás
hablaban en mal de una mujer, él sólo me decía- A mí sí me cae mal que hablen
en mal de una mujer, quiero ver que unos de estos majes hable en mal de la
mujer de ellos, yo siempre voy a estar al pendiente tuyo, te voy a cuidar y voy a
meter pecho por ti-. Él como trabajaba me llevaba comida. Él y Miguel eran los
que me daban comida.

En ese entonces, solo éramos dos mujeres en el grupo. Cuando nos íbamos a
bañar al río, primero se bañaban ellos, y después nosotras. Cuando se bañaban
ellos, sí los podíamos ver nosotras y cuando nosotras nos bañábamos, ellos se
daban la vuelta, porque ahí estaba una mujer de uno de ellos. De ahí nos íbamos
para la casa o para alguna parte del municipio y cosas así. Ya de ahí al tiempo,
llegó un muchacho nuevo a la pandilla. Lo conocí cuando le comenzó a hablar a
los bichos y una vez él conoció a mi hermana. Él no sabía que era mi hermana.
Un día, él me dijo- A mí me gusta esa bicha-. Yo le dije- Pero con ella no-. Y me
dijo- ¡Quién te crees vos! Le dije- Yo, nadie, ¿y vos?- Yo soy lo que soy y ya-, dijo.
Le respondí -¿Pues, ella es quién es? ¡¡obvio que la conozco más que ustedes
porque es mi hermana!! Él dijo- Ay, disculpá, pues sí está bien bonita-. Le dije-
Pero con ella no, ella no anda en la calle, si querés ser su amigo, sí-. Fue como
que yo me iba adaptando con el lenguaje de ellos.

Había pasado un año de estar en la pandilla. Yo nunca fui activa, dentro de


la pandilla hay varios roles: los civiles, los civiles activos y pandilleros, los que
ya son brincados7 y andan sus marcas en el cuerpo. Para las tres categorías yo
estaba en la primera. Estaba como civil, porque no era mujer de nadie, pero sí
me gustaba andar con ellos. No me pedían favores y a mí solo me gustaba andar
fumando o tomando de un lado de aquí para acá con ellos y ya. De allí con el

7 Iniciados en la pandilla.
96

tiempo sí fue como que un día estaban hablando, querían a alguien que fuera a
ver si venían los policías y como no hallaban a quién pedírselo, fue cuando yo me
ofrecí. Como no andaba con nadie, no pedí permiso, pues dentro de la pandilla
una mujer de un pandillero no puede hacer algo si el marido no se lo permite,
¡¡no lo puede hacer!!

En mi caso era diferente, yo decidía y como era voluntaria no me decían nada.


Cuando me ofrecí, ellos se quedaron como que no, no te podemos mandar
lanzada, mala onda que tu mamá se vaya a dar cuenta. Y yo, si no tienen a nadie
cómo van a hacer. De ahí fue que los bichos me empezaron a decir- Está bueno,
pero anda con cuidado-. Al principio me mandaban por minutos y no les gustaba
exponerme tanto. De ahí que los policías se dieron cuenta de quiénes eran los
que iban a postear y como los policías sabían que quienes iban a postear eran
niñas bien tranquilas. Primero comencé a postear a los policías. No hacía mayor
trabajo que ese y me daban pisto. A veces había personas que me compraban
ropa, kits personales y ya me daban todo eso.

Después de eso conocí a otro muchacho, Martín. Yo había pasado un tiempo


buscando a Josué, pero nunca lo encontré. Este muchacho me pidió que fuera
su novia y le dije que sí. Él fue el primero con el que tuve una relación sexual. Él
me trataba bien y nunca me faltó el respeto. Él se molestaba que yo andará con
los bichos, aunque se lo dejé muy claro, se molestaba, pero también se ofrecía
para ir conmigo. Yo voy a estar lejos de donde vos vas a estar y al principio era
como sí, está bueno.

Anduve con él casi un año. Pero la mitad de un año se puede decir que fue
algo formal, la otra mitad ya era como un despabile, porque de ahí fue que yo me
di cuenta que le gustaba otra muchacha. Entonces era como que yo le prestaba
más atención a lo que hacían los bichos y decía yo -Hoy no me van a bajar-. Le
dije que si le gustaba la otra muchacha que se fuera con ella. Martín me dijo- No,
yo quiero seguir con vos-. Yo le propuse que anduviera con ella porque ella era
una niña que no andaba en la calle y le hacía caso a la mamá. Era bien centrada
y yo llegué al extremo de proponer eso, que anduviera con ella, porque yo no
quería que me sacara de la calle y que si quería que se acompañará con ella…que
dijera que éramos amigos… le dejé claro que todo iba a ser diferente.

Luego de eso, conocí a un muchacho de otro lugar. Fue una vez que yo estaba
sentada en una canchita y entró un carro blanco con tres muchachos. Ellos eran
pandilleros e iban a dejar unas cosas. Yo estaba ahí y los bichos me dijeron que
mirara que la policía no se acercara. Luego yo vi que dos de los muchachos que
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iban en el carro sólo se me quedaron viendo y yo me pregunté -¿quiénes son,


a saber de qué lugar son? Al tiempo fue que uno de ellos me empezó a hablar.
Yo tenía teléfono, pero no era así como que yo se lo iba a dar a cualquiera, más
que todo a los bichos de allí.

Un día yo estaba con Miguel y otros bichos. Los que habían pasado en el
carro le hablaron a Miguel y le dijeron que si conocía a una chava que estaba
posteando, le mencionaron el día, la hora y todo. Miguel le dijo que sí, pero que
había dos y la otra andaba en otro lugar, ¿Y quién de las dos? Le dijo- La que
andaba en una canchita. Y Miguel me dijo- Mirá dónde estabas vos el día entró
un carro blanco a la canchita, respondí- Ah, ahí estaba en la canchita-. Miguel
le dijo- Sí, se llamaba Beatriz-, y me pasó el teléfono. Llegó Martín y solo se me
quedó viendo.

Yo me puse hablar y lo saludé. Cuando Martín me vio a hablando, le preguntó


a Miguel- ¿Con quién estaba hablando? Y le dijo- Está hablando con unos perros
de otra cancha. Y Martín me hizo de seña con unos ojitos de que ya vas a ver.
Y me hice la loca y me puse hablar. Le decía- Es que yo no conozco ahí, no sé a
dónde es y además no sé quién sos-. Me decía -Decile a alguien que te venga a
dejar-, le dije- como no conozco no puedo ir.

Martín sólo se me quedaba viendo. Luego con el que estaba hablando me dijo
que le pasara a Miguel, y se lo pasé. Martín se quedó viéndome y dijo - ¿Qué con
quién hablaba? ¿En qué habíamos quedado? Y se puso a quejarse. Le dije- No
tienes nada que decirme, si yo quiero conocer a otra persona era mi vida y no
es la tuya, además yo tengo derecho de hacer mi vida y si vos tenés la tuya y me
la andas haciendo con alguien más-.

Martín ya andaba con la otra niña. Entones me dijo- Si ya habíamos quedado,


pero yo dejo a esa maje con tal de andar con vos-, le dije- No, para qué y mejor
sabes que vos anda déjame, porque yo no sé dónde él vive-. Miguel le dijo a
Martín –Ey, perro, vamos a dejar a la morrita allá y dice el perro de allá que
la quiere conocer-. Dijo Martín- ¿Y dónde? Le respondió- Allá en otra cancha-
Respondió Martín- Nombre, yo no voy ahí, al suave-. Preguntó Miguel- ¿Por
qué?, ¿y a vos qué te pasa?, ¿y vos por qué hablas así? Le dijo- Nombre por nada.
Y me fueron a dejar.

En ese momento, me llamaba la atención porque yo tenía la curiosidad de


saber quién era porque no lo vi bien ese día. Sí quería ir. Fui. Cuando llegué allá,
no había nadie y fue como que me estaba arrepintiendo de haber ido. Ya sentía
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nervios. De ahí fue que empecé a preguntarles quién era, y decía- Martín, ¿y vos
sabes quién era? Y me decían - ¡Ay no sé y no me importa! Y le decía- Miguel, ¿y
vos sabes quién es?, me dijo- Ya va a aparecer, ahorita le voy a tirar y le diré que
ya estamos aquí. Y de ahí llegó él y les preguntó el otro muchacho si se querían
quedar y Miguel dijo- Bien, nos vamos a quedar un rato más-, y Martín le dijo-
Nombre, Miguel, vámonos, que se vaya mañana sola o que se vaya más tarde-.
Yo me quedaba callada al ver como se estaba comportando él, a la vez me daba
risa que se comportará así. Pero me gustaba.

Ese día conocí a Israel. Yo siempre tenía la costumbre que cuando conocía
alguien lo hacía andando en grupo con los bichos. Israel me saludó y yo no sabía
si saludarlo como a los de mi colonia. Estaba nerviosa, no sabía y hasta las manos
me estaban sudando. De ahí él me dijo - ¿Te gusta fumar? - Y ellos lo primero
que fuman es la marihuana. Y le dije - Que sí-. De ahí nos pusimos a fumar los
tres. Ellos estaban bromeando, yo sólo riéndome porque no sabía qué hacer.
Llegó un muchacho, luego otro y al final se hicieron varios.

Cuando yo me quedé con él fue como que no sabía qué hacer, me siento, me
paro o me voy, hablo, río o me hago la loca. Me puse a fumar para estar más
relajada y tal vez así poder hablar. Igual cuando fumaba no perdía la conciencia
de lo que hacía. De ahí estuvimos toda la tarde hasta las seis. Luego ellos tenían
que reunirse con un grupo más grande.

Estando en la casa él me mandó a comprar licuado, churros y pan. Y yo como


no quiero nada, me daba pena. Nos fuimos para a otra casa y ahí había de 10 a
20 bichos, ahí fue cuando conocí a otro muchacho y fue como ¡ay qué bonito
está! como no le hablaba, no le puse mucha atención.

Anocheció y mandaron a comprar pupusas. Israel, me dijo - ¿Vas a comer? Y


yo solo me comí una. De ahí me acosté en una hamaca. Y todos los bichos me
estaban diciendo - ¿Qué ondas? De dónde sos vos, ¿cómo te llamas?,¿cómo te
dicen?, ¿te gusta vacilar? - Y yo respondiendo sí o no. Y cuando me preguntaron
mi edad se quedaron admirados, yo estaba demasiado pequeña y andaba en eso.
Y ellos - ¿Te gusta tirarle a la pandilla, hacer ilícitos? Y yo les dije – Sí-. Y fue como
que se quedaron bien admirados.

Yo conocí a dos bichas de allí que eran gemelas, pero no mayores de edad. Ya
eran dos o tres años mayores que yo. Ellas ya era que por genética, les gustaba
eso por la familia. Mientras estaba platicando con ellos, ni cuenta me di cuando
se fue Israel. Se me acercó otro muchacho y me dijo - ¿Si no me gustaba alguien
99

de allí? A mí me dio risa de nervios, porque no sabía qué contestar y yo le dije


- Que no-. Y él me dijo - No te creo, esa es paja, decímelo en el oído-. Y yo
no le quise decir nada, pasó toda esa noche, se fueron los bichos y quedaron a
dormir como cinco solamente. Entre ellos se quedó un muchacho que a mí me
gustó. Yo no le hablaba.

El siguiente día me levanté a las seis de la mañana. Yo estaba chateando con


un muchacho de la colonia y me llamaron de un número desconocido. Contesté
y me dijeron - Hola. Y colgaron, me dio risa. Le pregunté a alguien si conocía
ese número. Me dijo - Que sí, ¿por qué no le llamas? Y yo - Si solo me dijo hola.
Él me dijo - Llámale, te voy a dar saldo. Y hablé y me dijo - Yo estuve ahí un día
antes. Le pregunté - ¿cómo te llamabas? Y me dijo - Averígualo, cualquiera de los
bichos te lo va a decir.

Era Mario. Nos empezamos a conocer y él me preguntaba - Sí yo tenía novio.


Le dije - yo no tenía a nadie, y que a mí me gustaba mucho andar jodiendo, no
quería ninguna relación-. Me preguntó - ¿Si no me gustaría andar con alguien? Y
yo le dije - por el momento no-. Para ese tiempo mi hermana también andaba
en lo mismo y fue raro. Estuve un par de días con ellos. Yo sabía que no me
podían hacer nada y era como que me sentía rara, porque no tenía con quién
platicar con libertad.

Me gustaba conocer lugares nuevos, saber a dónde ir. Estando con ellos me
llamó la atención hacerme un tatuaje y decidí tatuarme el nombre de mi abuelo.
Mi abuelo había sido como mi papá, siempre me aconsejó, siempre estaba en las
celebraciones, él hacía un esfuerzo por estar con nosotras. Cuando se marchó
no fue porque quiso sino porque estaba muy enfermo y sabía que no teníamos
dinero para cuidarlo.

Cuando mi mamá se dio cuenta del tatuaje me mandó a llamar. Me hizo que
me quitara la camisa y cuando me lo vio me pidió que regresará a la casa y me
dijo - Es decisión tuya, aunque yo prefiero que estés en la casa a no saber nada
de ti-. Volví. Mi hermana se aprovechó de que yo volví y se hizo novia de uno
de los bichos. Yo no estaba de acuerdo, pero no podía hacer nada. Cuando yo
salía, ella se iba también.

Cuando ella empezó a salir a la calle nos hicimos inseparables. En la colonia nos
conocían como “Las Hermanas”, porque siempre andamos juntas. Empezamos
100

a ir a lugares y conocíamos más chicos. A veces nos separábamos porque


andábamos enojadas y llegamos un extremo de darnos duro, pero siempre
acabamos abrazándonos.

En todo ese tiempo seguía conociendo a Mario y sentía que cada día me
enamoraba más. Le decía a mi hermana - Yo siento que le voy a terminar diciendo
que sí-. Y ella me decía - Yo ya te dije que no me convence, además no es de la
misma colonia donde nosotras y no todos los días se van a ver, no sabes que va
a andar haciendo él-. De ahí fue que empezó todo con él. Un día yo estaba en
una casa donde están todos los pandilleros y me besó. Sentí bonito, pero como
que disimulé, me hice la loca… un día que estamos los dos y un amigo de él, me
habló Israel para que fuéramos a dar una vuelta. Mi hermana estaba allí y yo le
pregunté si quería ir y me dijo - No, que fuera yo sola.

Y me fui donde Israel. Allí se quedaron jodiendo. Hicimos una gran caminata
hasta un lago. Cuando llegamos, conocí a otro muchacho que le decían “Tribilín”
como la caricatura. Él tenía una finca muy bonita donde vivía, nos dio permiso
para que cocináramos sopa de pescado. De ahí, los bichos se fueron a bañar.

Pasamos de tres a cuatro horas en ese lugar. Enfrente del lago había una
canchita y ahí fue donde vi a Mario con otros bichos. ¡Cuándo lo vi me quedé
admirada y no sabía qué hacer, me daba pena! Él sólo se puso a reír conmigo.
Israel me agarró de la mano y le dije – Espérate, vos-. Me puse a disimular que
chateaba en el teléfono. Cuando él vio que Israel me agarró la mano, se hizo el
loco y se puso a bromear con otras bichas en la cancha. Pasó un paletero y nos
compraron una paleta a todos.

Sentía pena. Mario me gustaba y ya me había besado. Cuando vio que Israel
me agarró de la mano, pensé que creería que con los dos quiero andar. Mario se
acercó a mí y me dijo - Tu hermana ya se fue, ¿por qué no me dijiste que venías
para acá? -. Le dije - Pensé que ya sabías-. Y me dijo - No sabía, gran pase el tuyo,
ya vez no querías que yo viniera con vos-. Le respondí- Nombre, ya me voy para
casa-. Y yo… dándole explicaciones.

Quería conocerlo un poquito más, saber si ya andaba con alguien. Con el


tiempo uno se va dando cuenta si tienen mujer o novia. Esa parte era la que yo
quería saber, si tenía alguien o no. Él siempre me hablaba en la madrugada, a la
hora que sea y a mí siempre me molestaba que me hablaran a la hora de dormir.
Con él al principio lo sentí raro, a pesar de que él me gusta y todo, yo no me
101

dejaba que me agarrara la mano cualquiera y no es porque no me guste, no


sabía si decirle que sí porque él iba a pensar que me gustaba que me anduvieran
rogando.

Antes de decirle que sí, estuve hablando con unos de los amigos de él y ese
amigo me preguntó - Sí yo andaba con él-. ¿Y le dije - ¿Por qué me preguntas
eso? Y me dijo - Miguel andaba diciendo que yo era su Jaina y todo eso-. Yo dije –
Nombre, ese bicho novia debe tener y anda diciendo eso-. Él me dijo - Nombre
él dice que con vos anda, pero yo no les veo plante-. Me quité del lugar donde
estaba y me fui para donde él, y él solo se me quedó viendo, y me preguntó - Si
ya había pensado, si iba andar con él o qué ondas, yo digo que ando contigo
porque tengo la esperanza de que me digas que sí-, y entonces, yo le dije que sí.

Empezamos andar y él me comentaba que era bien celoso. Creí que era
broma. Cuando quería fumar él me decía – Si vas a fumar, lo harás conmigo.
Un día llegaron otros muchachos y me fui a sentar con uno que ya conocía
anteriormente y cuando me senté se puso uno a cada lado, yo lo vi normal; y de
allí llegó otro, se me puso enfrente y se me topó más, le dije - Espérate, estate
quieto-. Lo que no me había dado cuenta que atrás estaba Miguel.

Y el que estaba enfrente de mí, cuando me quiso dar el cigarro también me


quiso besar y le dije que se quitara. Cuando él se quitó, vi a Miguel con la cara
bien enojada. Me fui hacia donde él y le dije - ¿Qué tienes? - Me respondió -
¿Qué piensas vos que te vas a topar con cualquiera? Le dije - Nombre, si yo
me hubiese querido besar con él lo hago, pero yo sí sé respetar-. Tuvimos una
discusión por eso. Y él le dijo a todos los que estaban allí que ya no me andarán
jodiendo.

Al siguiente día me habló Israel y me preguntó - ¿Es cierto que andas con él?
- Le respondí que sí. También me dijo - Vos me gustas a mí también, me pueden
mandar a dar duro-. Ellos eran amigos y la costumbre que tienen los pandilleros
que si uno anda con alguien de ellos y otro de ellos le anda tirando la onda a la
bicha, le pueden mandar a dar duro a ese. Yo le dije -Nombre, estás loco, ayer
empecé a andar con él-. Israel mencionó - Yo pensé que desde hace días-. Dije
- A saber quién les ha dado paja, pero no.

En mi cancha también se dieron cuenta y me comenzaron a decir - Vos sos la


jaina de Miguel, ya nos enteramos-. Entonces las cosas comenzaron a cambiar.
Él me intentó prohibir una y mil cosas. Hay diferentes clases para clasificar a
las mujeres de ellos. Hay unos que solo tienen bichas para pasar el momento
102

y cuando ya es alguien con quien quieren algo serio y quieren que se respete,
se debe pasar la bulla para que sepan todos y no vayan a andar detrás de ella.
El encargado de mi cancha me preguntó si yo iba a seguir en la calle. Le dije- sí.
Además, si él me quiere me va a aceptar como soy.
Al tiempo ellos empezaron a distanciarse y ya no me tomaban en cuentan.
Ya no bromeaban mucho. Era más que todo ahora con mi hermana y cuando
yo quería salir con ella, ella no quería. Cuando los bichos se dieron cuenta que
siempre yo me iba con ella, el encargado de la cancha volvió hablar conmigo y
me dijo que tenía prohibido andar en la calle y que mejor no saliera. Y yo le
dije - Ustedes están locos, yo quiero seguir así y si ustedes no me dan mota por
otro lado voy a conseguir, si no quieren que joda aquí por otro lado voy a joder,
por mi casa hay bichos que les gusta joder-. Él me dijo - Sí vos andas con el maje
debes comportarte.

Cuando yo andaba con él, me di cuenta que andaba proceso afuera (libertad
asistida). No lo sabía. Una vez que me quedé con mi hermana y había tres bichos.
Me hice la dormida y él hablaba como que no quería que yo escuchara. Cuando
yo me enteré, fue como por qué no me ha dicho, si se supone que somos
novios. El siguiente día tenía la audiencia. Ese mismo día me dijo - Nos vemos a
las cuatro de la tarde en el mercado, hay te hablo otro ratito-. Y me habló - Mira
si todo sale bien en la audiencia te voy a pasar recogiendo-. Y le pregunté - ¿Por
qué no quisiste que yo supiera?- Respondió - Porque yo creo que voy a salir y
no quiero que te preocupes.

Y esa noche cuando yo escuché me enteré de todo, hasta del delito que
lo acusaban. Al siguiente día estaba pensando qué había a pasado. Me fui a
esperarlo. Me dijo mi hermana - ¿Crees que haya salido?-. Pasó un amigo de él y
mí me daba pena preguntarle por Miguel y mi hermana le preguntó. Y él nos dijo
- ¡A él ya lo cuadraron8! Le dieron cinco años y todos los tiene en reclutamiento.

Me dio sentimiento porque yo lo quería. Nos fuimos hacia la casa. Salía a la


calle, pero no tan constante. A los cinco días, recibí una llamada de él contándome
todo lo que pasó, y le dije - Si vos me hubieses dicho antes, hubiese ido a la
audiencia-. Me dijo - No, aparte vos andas jodiendo con los bichos, quiera o no
los contrarios te tienen controlada, te quiero mucho, pero no te puedo tener
atada, mejor terminemos la relación-. Pero, como la bruta lo quería, yo acepté
que lo iba esperar cinco años, y lo iba a apoyar en todo.

8 Condena en prisión.
103

A inicio me llamaba constantemente. Siempre se preocupaba por saber cómo


estaba, yo seguía con los bichos, pero no de la misma forma. Yo siempre le
ayudaba. Le mandaba comida, ropa, dinero, pero con el tiempo me comencé a
sentir rara, ya no me sentía bien aunque lo seguía queriendo.
Un día hubo un malentendido y él me dijo que mejor termináramos. A los
días me estaba llamando, yo ya no quería saber de él y empecé a andar con otro
muchacho, con René.

A veces la vida es muy irónica. Él ahora está libre y yo estoy tras estos muros.
A veces intenta comunicarse conmigo, pero yo ya no quiero.

Mi vida tras los muros


Era septiembre, aún lo recuerdo como si fuera ayer. Sin saberlo había pasado
en investigación seis meses. Me acusaron de una extorsión, no recuerdo haber
estado en el lugar el día que dicen que estuve. En realidad, ese día, yo me
recuerdo bien, que estuve con mi mamá. Siempre hacía todo con mi hermana.
Para ese entonces, ya nos conocían como “Las Hermanas” cuando preguntaban
– ¿Vos, no tienes a alguien que me mueva tal cosa? Sí, allí están Las Hermanas.
Así nos conocían más que todo, bueno los policías nos habían puesto: “bululas”.
Dicen que por bolitas, pero yo creo que por pequeñas y gorditas.

El día que me detuvieron estaba en la casa con mi mamá. En la tarde salí y fui
al parque como a las tres de la tarde. Estuve sentada ahí, y los policías se me
quedaban viendo. Sentía raro, porque ellos cuando nos miraban los teléfonos,
nos los quitaban tanto el chip y teléfono, pero ese día fue como que nos dejaron
hacer lo que quisiéramos. Después me encontré con la ex de mi papá, estuvimos
hablando. Nos fuimos para la parada y estamos hablando con un bicho, pasaron
los policías y estos solo se pusieron a reír.

Mi hermana estaba con el novio. Siempre, la mayoría de tiempo, la pasaba


con el novio. Me fui para la casa y les estaba posteando a los bichos. No quise
salir. Mi mamá me preguntó - ¿Te vas a quedar aquí? Y le dije –sí. Me mandó a
comprar comida y se la fui a dejar. Como a las siete de la noche me habló René,
y me dijo - ¿No vendrás a verme? Y le respondí - ¡Hay no, muy lejos caminar! Y
él insistía – Ven y yo te voy a ir a traer, demuéstrame que no estás enojada, y
nos vamos para donde tu hermana-. Accedí. A mi mami le dije – Voy a salir-. Mi
mami me dijo - ¿No qué, no ibas a salir? Y me fui.
104

Ya estando con René, estuvimos fumando con mi hermana. Nos acostamos


como a las doce de la noche. En la madrugada no sentí nada, porque estaba bien
fumada. Se me había descargado el teléfono y me desperté como a la seis de
la mañana. Le dije a él – Ya me voy para arriba-. Y me dijo – Quédate un rato-.

Intenté encender el teléfono y encendió. Recibí una llamada de mi tío, escuché


que me dijo - ¡¡Te andan buscando los policías!! Y se me volvió apagar el teléfono
y le dije que me prestara el teléfono. Le hablé a mi hermana, a mi mami y nadie
me contestaba. Mi tío sí me contestó y me explicó que mi mami estaba bien
preocupada porque le habían dicho que ya habían agarrado a mi hermana, y que
me andaban buscando con orden de captura.

Mi tío me dijo que me buscaban con una orden de captura por homicidio. Me
quedé sorprendida ¡¡y de dónde homicidio!! Y le dije que le hablara al Mango (el
novio de mi hermana). Le habló y cabal la habían agarrado. Me dio sentimiento
y le dije que yo me quería ir para donde él, que me posteara. Cuando llegué a la
casa de él, yo me quería ir para mi casa, no me dejaban y me querían esconder.

Intenté esconderme todo el día y pasé aburrida. No me bañé, porque no me


quería poner la ropa de mi hermana. Le hablé a uno de mis medios hermanos
y le dije que les dijera que me echaran un calzón, brassier, una camisa y un
pantalón. -Voy a pasar por equis lugar y me tiras la bolsa porque rapidito voy
a pasar-. De allí le hablé a los bichos de mi colonia y les dije que me quería
ir. Me dijeron – Vaya, no ves que los juras si anduvieron haciendo desvergue
por vos, si te andan bien investigada, si saben de vos-. Les pregunté -¿por qué?
Respondieron – porque vinieron hasta la casa de mi jaina, a buscarte.

Ellos no sabían que andaba con René. Así que no sospecharon que yo estaba
en la casa de él. Hasta el momento no sabían que yo iba hasta allí. Le hablé a
otro civil y le dije que me mandara una moto taxi, que posteara si no estaban
los juras allí. Y ellos allí estaban y ese día el bicho solo vio que había una patrulla
y no se fijó en los números.

Me mandó la moto y todo eso, yo estaba esperando la moto y alcancé a


escuchar un carro y al mismo tiempo venía al policía. Cuando vi la patrulla,
me quedé sorprendida y tuve la intención de correr, pero ellos ya me estaban
apuntando y si lo hacía me iban a matar. Los policías me dijeron - ¿Y qué estás
haciendo ahí? Respondí – Nada-. Ellos siguieron hablando – o sea que esperando
la moto estabas, te vamos a llevar a fichar.
105

Me pegaron unos cabezazos. Me llevaron a la delegación que estaba por mi


casa y me dio pena porque era a la hora que estaban saliendo de la escuela. Me
metieron y le dijo el comandante al policía que en una delegación nos estaban
pidiendo por homicidio. Y me dijeron – A usted la voy a llevar a dar un paseo-.
Yo solo me les quedaba viendo. Toda la gente se me quedaba viendo cuando
estaba con las esposas.

Nos fuimos por la calle recta e íbamos a pasar por donde mi papá, y más abajo
pasamos donde había una peluquería donde trabajaba el novio de mi hermana.
También ahí había una muchacha que tenía problemas psicológicos y le valía
decir las cosas, cuando me vio me dijo – Beatriz, ¿para dónde vas? Ya le voy a
avisar a los bichos que allí te llevan. Y a mí solo me dio risa, y me dijo un policía
- ¿Y no qué no le hablas a los bichos?

Me llevaron a un puesto donde solo hay detectives. Entré. Me sentaron y


llegó un detective y me dijo – Yo soy el que lleva tu caso-. Yo le dije – A vaya-.
-Y tu hermana ya habló que ustedes andaban en las extorsiones e hicieron ese
homicidio-. Y respondí – Quizá ella porque yo no-. Y me dijo también – Y vos
no vas a decir nada, prefieres callar-. Y de ahí le dije – ¿Qué quiere que diga?
Y fue atraer un papeleo. Me leyó la orden de captura, y decía que me habían
agarrado por homicidio y agrupaciones terroristas.

Me ofreció café y pan, y me dijo – Tu hermana ya tomó-. Fui al baño, luego,


me llevaron donde había estado sentada y llegó un policía a interrogarme y
mencionó – Vaya, bicha, aquí te doy el teléfono, la memoria y el chip, te lo van
a dar cuando te vayas, para que no digas que te lo robamos. Le dije – Si quiere,
quédeselo-.

De ahí me quitaron las esposas y me metieron a un cuartito a interrogarme.


Me preguntaron - ¿Dónde estaban los bichos? Me aseguraron que mi hermana
ya había hablado y que a mí me había echado la culpa. Me sacaron y me llevaron
a las bartolinas como a las once de la noche y dijo uno de los detectives –
Nombre esta bicha no va a hablar, llevémosla a las bartolinas mejor-. Me llevaron
al 911 y me encontré a mi hermana. Empezamos a platicar y le dije todo lo de
los detectives y me dijo – Nombre, esos están locos y a mí así me dijeron que
aquel había hablado (porque habían agarrado a un bicho también).

Al día siguiente nos llegaron a notificar el día de la audiencia. Al quinto día nos
tocaba audiencia y nos trajeron aquí, a este centro para hacernos de un solo la
audiencia y el careo. En la audiencia, nos dijeron que nos iban a dejar 90 días en
106

el centro femenino.

A la audiencia llegó mi mami a dejarnos comida, pero no la podíamos ver.


Durante los tres meses, ella nos venía a ver cada tres días, nos traía un montón
de cosas. Cuando comenzamos aquí, nos trataban mal, nos decían cosas, había
mucha discriminación. No había nadie más de nuestro municipio. Algunas se
sentían más que las otras y tenían el control aquí adentro. Nos medían todo,
no podíamos ver tele, ni salir a actividades. Incluso nos habían puesto horario
para lavar. Solo podíamos lavar todos los lunes y, si no teníamos ropa, ni modo a
repetirla... eso hacíamos para tener ropa limpia los lunes, el día de visita...

Al cumplir los 90 días nos dejaron libres, pero ese día en la mañana nos cayó
la fecha de la audiencia. La íbamos a tener para el 22 de diciembre. Salimos
con proceso abierto y nos teníamos que presentar al juzgado para saber las
medidas. Nos dijeron que teníamos que estudiar. Pero seguíamos en lo mismo.
Nos suspendieron la audiencia de diciembre y nos movieron hasta febrero. Era
4 de febrero, el fiscal pedía 15 años para nosotras y finalmente nos dieron cinco
años.

Sentía inconformidad, pero a la vez no era algo que me sorprendía. De de


alguna forma, sabía que al haberme involucrado en estos caminos esto podía
suceder. La inconformidad la sentía porque de lo que me acusaban no era
cierto y por la cantidad de años que nos iban a dar privadas de libertad. Nos
esposaron y nos llevaron a las bartolinas. Luego nos trajeron para el centro
femenino. Cuando entramos acá, era un poco diferente, pero no había cambiado
mucho, aunque si uno quería pagar horas para ver tele u otra actividad, se podía
hacer. Nos sentíamos un poco libres, pero siempre existía una presión. ¡Era un
ambiente que yo me sentía en una cárcel de mayores! No ha sido nada bonito
estar en este lugar.

Siempre recibimos el apoyo de mi mami. Después de la audiencia final dejó


de venir por cuatro meses. No teníamos ropa, a veces había algunas bichas nos
presentaban, pero hasta ahí. Cuando mi mami empezó a venir, era cada ocho
días para traernos lo necesario. Luego venía cada 15 días, después se le dificultó
y venía cada 22. Ahora que viene una vez al mes. Sé que para ella no ha sido
fácil, a veces no tiene dinero para venir. Ella tiene que cuidar a mis hermanas y
asegurar que tengan comida.

Lo más duro de estar aquí es estar alejada de las amistades. Ahora pienso que
nunca tuve que haber estado involucrada en esto. Sin embargo, conocí buenas
107

personas, amigos con quienes platicar, contarles mis cosas, sin juzgarme, y mejor
aconsejarme... extraño bromear con ellos, no por estar fumando o tomando
con ellos, sino bromear sanamente. Encontré en ellos personas de confianza y
eso sí lo extraño.

Cuando pienso en cómo llegué aquí, no puedo olvidar que me involucré en


todo esto buscando respeto, que nadie me pudiera hacer daño. Al inicio quería
matar a mi papá y pensé que así lo podría hacer. Sabía que estando con los
bichos él jamás me volvería hacer daño y en eso no me equivoqué.

Un nuevo comienzo
Este día comenzó como un día normal para una persona que está privada de
libertad. La rutina de siempre, pero con situaciones diferentes. Ha sido un día
pesado porque me levanté, me bañé y me cambié. Aquí es donde empiezan los
conflictos. Hoy es un día donde al parecer las personas quieren perjudicarme,
de tal forma que quieren que yo caiga en sus provocaciones, porque me han
levantado falsos.

Han dicho hasta cosas que no deberían decir porque no son así. Lo único que
quieren es que yo deje de ser una persona sencilla, una persona que no se mete
en problemas, que no le importa lo que dicen. Ha sido un día en el cual no la
he pasado bien conmigo, ni con nadie. Creo que lo más difícil de estar aquí es
convivir con las demás personas. Quisiera no ver a nadie, no escuchar sus voces,
quisiera imaginarme que estoy sola en este lugar, quisiera salir corriendo, abrazar
a mi mamá, ver a mis hermanas y olvidar que este lugar existió en mi vida.

No siempre las cosas son tan malas. Hay días que la vida pasa más rápido. Hay
cosas que este lugar me dio y me las llevaré conmigo. He seguido estudiando y
en poco tiempo me graduaré de bachiller y me gustaría poder ir a la universidad.
Sé que no es fácil. Sé que cuando salga tengo que trabajar y ayudar a mi mami.
La situación de mi familia no ha cambiado, la pobreza sigue siendo parte de
nosotros.

Tengo miedo, quiero ayudarle a mi mami, pero no sé si encontraré un trabajo,


no sé si las cosas podrán ser mejor. Quisiera trabajar, seguir estudiando y seguir
con la música. Ese es uno de los mayores tesoros que encontré aquí. Detrás
de estos muros, descubrí mi pasión por la música. Descubrí que soy buena
108

para tocar en violonchelo. Ha sido lo que me ha ayudado a soportar estar


encerrada. La música me hace sentir libre, me hace olvidar dónde estoy. Desde
que comencé a tocar toda la vida ha cambiado. Sueño con ser una chelista
profesional, dedicarme a la música, ser una maestra de música para enseñar a
niños y niñas el maravilloso mundo de la música. Así tal vez, muchos no tendrían
que pasar por mi historia.

Espero que todo esto terminé algún día y pueda decirme:

Querida Beatriz:

Ahora ahí hay una gran diferencia en tu vida. Han pasado los años y cambiaste
bastantes cosas en tu vida, las cuales admiro en ti. Ya no eres aquella señorita
inmadura de hace unos años, ahora valoras más la vida, ya no te gusta exponerte al
peligro andando en las calles, ¡creyéndote la intocable!

Ahora valoras más a tu madre y ya no causas en ella dolor. Ahora le das alegría y
satisfacción. ¡Ella está orgullosa de ti porque has logrado mucho en tu corta vida, estás
a un paso de ser toda una profesional, a punto de culminar tu carrera universitaria!

Y quien se olvida de tu gusto inexplicable por tocar el violonchelo con gran pasión.
Hasta la fecha lo haces mejor. Cada día te convertiste en una persona increíble. Ahora
le das un buen ejemplo a tus hermanos y la vida te recompensa en gran manera.
Cuidate Beatriz y sigue adelante.

Con amor,
Beatriz
CAPÍTULO 4

LISSETTE
Para ti, mi bebé,
porque algún día tendrás miles de preguntas y no encontré
una manera más bonita de ofrecerte respuestas...Sé que
no será fácil entender muchas de las cosas por las cuales
tuviste que pasar, pero quiero que sepas que eres lo mejor
que me ha pasado y que si pudiera retroceder el tiempo no
cambiaría nada de lo vivido... Porque tenerte conmigo ha
sido lo mejor. Quiero que sepas que te amo y que siempre
tendrás esta historia para recordarlo.
Las vueltas de la vida
Mi querido bebé, estas primeras líneas son para ti, porque eres el centro de
mi universo. Tú eres esa personita que ha estado conmigo en los momentos
más difíciles de mi vida; eres el motivo de mis alegrías, la persona que más amo
y amaré en este mundo.

Sé que para ti será muy difícil asimilar todo y te comprendo. En el transcurso


de mi vida, me he dado cuenta de que todo pasa por algo y, si nos tocó pasar
por eso, tenemos que saber aprender de la experiencia.

Esto no es para excusarme, sino para que mi experiencia te sirva como


referencia de vida; para que siempre tengas claro quién eres y de dónde vienes.
Créeme que te amo muchísimo. No me gustaría verte en una situación como la
que he pasado. Escribirte esta historia me ha permitido conocerme y reconocer
mi propia historia, comprender mis trayectos e intentar ser una mejor persona
para ti y para mí.

Sabes, me di cuenta de que estabas en mi pancita cuando ya tenías cuatro


meses de vida. No te voy a mentir, fue una noticia muy fuerte debido a las
circunstancias en las que me encontraba. No sabía qué sentir, qué hacer, estaba
tan confundida…

Recuerdo que solo lloré, lloré y lloré…


112

Lloraba de felicidad y tristeza. De felicidad, porque experimentaba lo que en


algún momento había soñado, ser mamá; también lloraba de tristeza, porque
pensaba qué haría con un bebé en ese lugar.

Aceptar que estaba embarazada fue muy difícil, pues sabía que iba estar
encerrada por mucho tiempo, que no tendría nada que ofrecerte y que no
estaba preparada para ser madre. El tiempo transcurrió y te sentí… sentía
cuando te movías dentro de mí y ahí fue cuando comprendí que tú serías esa
razón por la cual yo saldría adelante. Tú serías mi motor y mi fuerza.

Tu nacimiento fue el día más maravilloso de mi vida. Tenerte entre mis brazos
ha sido la mejor experiencia que he tenido. A pesar de todo, nunca estuve
sola. Tuviste muchas tías, no de sangre, pero eran personas que te amaban
muchísimo y que junto a mí te vieron crecer. Escucharon tus primeras palabras,
te vieron dar tus primeros pasos y, aunque a veces les hacías travesuras, siempre
te seguían queriendo y consintiendo muchísimo… créeme, te súper consentían
y te enseñaban a veces cosas que no tenías que aprender, pero ahí estaban
siempre que podían para vos.

Creo que sin su ayuda no hubiera podido lograrlo. Eran mi apoyo, mi familia
y sí, habían cometido errores, pero conocí en ellas esa parte frágil; esa parte
que no les gustaba mostrar a muchas y, créeme, no son malas personas… son
mujeres que tuvieron dificultades en su vida y que en un momento creyeron que
lo que hacían era bueno.

Tú fuiste mi rayito de luna en medio de mi oscuridad. Lo fuiste para ellas


también. Allí descubrí que las familias pueden ser muy diversas. Tu familia fue,
por varios años, un grupo mujeres que te amaban y crecían contigo.

Creo que no es justo por lo que te hice pasar. No tenías la culpa. No debías
pagar las consecuencias de nuestros errores… no debías y te pido perdón.

Te tocó acompañarme y fue lo mejor que me pasó. Desde que estabas


conmigo, nunca me sentí sola. Cuando sentía que ya no podía, me sonreías;
cuando lloraba, ahí estabas limpiando mis lágrimas. Mi bebé, eres mi todo. No
soy la mejor madre del mundo, pero me esfuerzo día con día para que, a pesar
de todo lo que sabes de mí, puedas decir algún día “me siento orgulloso de ti”.

Ahora decidí escribirte esta historia para que conozcas a la persona que te
trajo a este mundo; para que un día comprendas por qué te tocó nacer entre
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rejas y muros, pero también, para que no dudes que haré todo lo que esté
en mis posibilidades para que tengas una vida diferente. Deseo que siempre
seas libre, que siempre seas feliz y puedas vivir la vida que todos los niños y
niñas merecen. Espero que estas palabras un día permitan que tus caminos sean
diferentes. Espero ser para ti la mejor madre del mundo…

No te puedo decir que tuve una infancia difícil. La verdad no tengo muchos
recuerdos, pero creo que fui feliz. Vivíamos con tus abuelos y tu tío. Tu tío ha
sido la persona más importante en mi vida, desde que estaba pequeña. Él ha sido
mi hermano, mi papá, mi amigo, mi cómplice y mi príncipe. Dado que ha tenido
todas esas facetas en mi vida, lo amo muchísimo. Desde pequeños, siempre
fuimos muy unidos.

Tu abuela siempre dio lo mejor por nosotros. Es una gran mujer, fuerte,
luchadora, pero en algún momento todo se salió de control. Tu abuelo siempre
estuvo, pero de alguna manera tenía muchas cosas que resolver con su propia
vida. Nunca debes dudar de su amor, siempre te ha cuidado como ha podido.
Ahora lo comprendo de una manera diferente, pero en aquel entonces,
me dolía verlo ausente o alcoholizado. Por mucho tiempo, pensé que no le
importábamos; por mucho tiempo, viví con resentimiento hacia él. Sentía que mi
mamá y nosotros no nos merecíamos vivir eso. Ahora sé que la vida también fue
muy dura con él y el alcohol se convirtió en su escape. No creas que no tengo
buenos recuerdos de tu abuelo, al contrario. Cuando estaba pequeña, él vendía
huevos y los repartía en bicicleta. Tenía una canasta al frente donde los colocaba,
muchas veces, me llevaba a mí en esa canasta. Me gustaba salir con él.

Con tu abuela siempre fuimos bien unidas, incluso mi hermana me decía que
era la consentida. Todos me decían eso. Cuando nací, mi mami se centró en mí y
todo para mí en la medida que ella podía. En algunas cosas he tratado de tenerle
confianza y en otras no, porque sabía que me iba a regañar, pero sí ha sido una
buena relación, pues hay comunicación y compresión. Aunque sí han faltado
cositas. Cuando salimos del Centro Femenino, le dije que yo le iba a tener un
poquito más de confianza y así ha sido. Cuando ella empieza a cuestionarme y
a retarme, le digo - Entonces, no te voy a contar nada, porque vos estás para
escucharme y ayudarme en la medida que puedas, si te vas a poner a juzgarme,
mejor no te digo nada-. Entonces, ella se queda reflexionando.

Con tu abuelo nunca ha existido una relación, o sea, mi papá desde bien
pequeña fue como mi papito, yo lo tenía en un pedestal… él siempre en su
vicio (el alcohol), pero era mi papito y nadie le quitaba eso, aunque no dejaba de
114

tomar, no estaba para hablar conmigo cuando lo necesitaba. Hoy me doy cuenta
de que él nunca estuvo para mí. Tal vez físicamente sí estaba presente; pero no
para contarle algo, por eso, para mí, nunca ha sido una relación. Siempre me
dio mucha tristeza verlo cuando llegaba gritando, molestando y ya se generaban
los pleitos con mi mamá. Mi mamá se lo sonaba (pegaba) y, a veces, como ella
se ponía mal de los nervios, lo escapaba a matar... si no hubiéramos estado
presentes alguno de sus hijos en esas discusiones, quizás no existiera mi papá,
porque la sacaba de quicio. ¡Hoy me asombro de verlo bueno(sobrio)!

Siempre he sido la consentida de mi papi. A veces cometía alguna travesura


y él me pegaba con un periódico. Yo lloraba tanto solo porque él era quien me
pegaba, pues ni me dolía. Él se sentaba a llorar conmigo. Sus estados de ánimo
eran bien cambiantes. En algunas ocasiones, era bien cariñoso; en otras, llegaba
insultándonos.

De pequeños habíamos vivido una situación “normal”, pero un día todo


cambió. Al parecer, mi vida siempre estará llena de muchos cambios. Estudiaba
en un colegio católico, me recuerdo muy bien de mis amigos, de las maestras, de
salir en la banda de música. Yo era feliz haciendo todo eso.

Cuando tenía 11 años, nos tuvimos que mudar de casa. Tuvimos que cambiar
de vida. Mi madre estaba embarazada y eso ya no le permitía seguir trabajando.
Perdió el empleo y la posibilidad de seguir pagando la casa donde vivíamos y el
colegio donde yo estudiaba. Nos mudamos a una pequeña casa en el área rural,
alejada de todo, sin condiciones cómodas… eso fue muy duro para mí. Además
de los cambios de la casa, el entorno era diferente. Nos mudamos a una zona
de pandillas.

A mí me afectó bastante esta mudanza, pues era un cambio radical. Mi mamá


padecía algún tipo de depresión. Era un gran cambio de vida, porque en la casa
no contábamos con servicios básicos, pues no había ni luz, ni agua. Cuando
llegué a la casa me dije - ¡Dios mío, aquí vamos a vivir! Para animar a mi mamá,
comencé a motivar a todos para acomodarnos; empecé arreglar la cocina, mis
cosas… aunque mi deseo era animar, en el fondo, pensaba: ¿por qué estamos
aquí?

Siempre fui considerada una niña buena, la bien portada, la que no hacía nada
y en realidad así lo era. Sin embargo, la adolescencia y el entorno en el que crecí
me hacían sentir curiosidad por otras realidades. A los 14 años, mi vida comenzó
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a cambiar nuevamente. Creo que era la rebeldía de la edad y un grupo de amigas


con el que salía. Nos escapábamos de clase y llegaba tarde a la casa. Me iba con
ellas a dar vueltas en el parque y a comer. No hacíamos nada malo.

Pero esta dinámica me hizo empezar a salir mal en las notas, casi reprobé
octavo grado. La escuela se volvió un poco cuesta arriba. Cuando entré al
Instituto a primer año de bachillerato, la situación se complicó un poco más.
Empezaron los novios, mis amigas se iban con ellos y yo también comencé a tener
novio. El novio de mi amiga era del Instituto. Sólo que nosotras estudiábamos en
la tarde y él en la mañana. Entonces, en la tarde él tenía libre cuando nosotras
estudiábamos… y se nos ocurría ir al parque en la tarde y, por hacerle barra
(apoyarla) a mi amiga, me iba en la mañana con la paja (mentira) que iba a clases
en la mañana. Yo sólo para hacer compañía, por ver nada más.

Estamos en busca de nuestra libertad y de disfrutar la vida como jóvenes.


Pero ese año, algo hizo que todo nuevamente cambiara. El mayor golpe de mi
vida sucedió aquí. Mi hermano era quien siempre me cuidaba: me regañaba y se
aseguraba que me mantuviera en el camino. Él era mi amigo y le tenía mucha
confianza, no me importaba que me regañara o que le contara a mi mamá, yo
le contaba todo.

Todos nos turnábamos los quehaceres de la casa: yo hacía limpieza, mamá


cocinaba y mi hermano lavaba trastes. Ese día yo ya había hecho todo. Como
él se fue a jugar con los amigos, en la tarde se puso a lavar los trastes. Lo fui a
buscar al lavadero y nos pusimos hablar. Le dije: - No te has fijado que hoy no
hemos peleado y que ni mi mami nos ha regañado-. Y él me dijo: - Sí, a saber,
qué va a pasar-. Esa conversación no la olvido. Todo había estado muy bien esos
días antes, todo fue como perfecto: sin discusiones, ni regaños ¡¡ni mi mami con
mi papi habían peleado!!

Esa semana llegaron un par de policías a mi casa. Entraron, revisaron todo y


como mi hermano no estaba se fueron. Lo andaban buscando a él. Yo no sabía
qué pasaba. Ellos dijeron que era algo de rutina, para ver quién vivía ahí que
no sé qué. En la tarde llegó mi hermano y le conté lo sucedido. Me dijo: - ¿Y
por qué los dejaste entrar? ¡¡Ellos no pueden entrar a la casa!!- y comenzó a
regañarme. Él se encontraba bien tranquilo, o sea, no se preocupó porque lo
andaban buscando. Era de los que decían – Si no traen una orden, vos, no tenés
que salir de tu casa, no te pueden sacar-. Un día le dijeron los policías que saliera
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y él salió. Muchos se sorprendieron de esta actitud y decían – ¡¡y no este decía


que si no tenés una orden no salías y por qué salió!! Los policías no llevaban ni
una orden, ni nada. Salió y hablaron con él. Yo no escuché nada y después le
dijeron que lo acompañará para un procedimiento de rutina.

Bien me acuerdo de que me pidió una camisa y el policía me dijo - Una


blanca pasale-. Le alcancé una camisa y se lo llevaron. Bien recuerdo que en
ese momento mi mami llamó por teléfono y me dijo - Pasame a Julio- y él
habló con mi mami. Luego le dije a mi mami: - ¡Mamá, dicen los policías que se
van a llevar a Julio! - Y ella dijo - ¿Por qué? Gran caos por no saber qué hacer.
Después mi mamá se fue a buscarlo a todos los puestos de policías. Hasta bien
noche le dieron respuesta de dónde estaba. Ella preguntó - ¿Por qué lo habían
agarrado? - Y le dijeron- por intento de homicidio-. Pasó un año en bartolinas.
Lo condenaron y lo trasladaron a un centro penal. Sigo pensando que él es
inocente. Mi hermano no estaba involucrado en nada, pero no volví a verlo, así
que mi esperanza es que cuando salga conversaremos sobre lo que paso.

Ese año dejé de estudiar, yo ya sabía que no iba a pasar el año con tanta
audiencia, pero además con lo de mi hermano, no tenía ganas de hacer nada,
pasaba deprimida. Entonces, utilicé eso de excusa y dejé la escuela.

No dejaba de llorar. ¡Por Dios toda mi vida era llorar! Aunque siempre trataba
de hacerme la fuerte, mi mamá lloraba y yo también. Me decía – No, tengo que
ayudarle a mi mami, tratar que cuando ella estuviera apoyarla para que no se
sintiera tan mal-. Yo decía que nunca iba ir a visitarlo, porque no podía verlo ahí.

Me quedaba en la casa, ayudaba en la limpieza, cuidaba a mi hermanita y la


llevaba a la escuela.

El amor y otros enredos


A veces pienso que el amor nos lleva a hacer cosas que no haríamos nosotras
solas. Hace más de un año que tu tío se había marchado, todo había cambiado
y un día tuve que elegir otro camino.

Cuando mi hermano llegó al penal, al inicio había visitas y todo era muy
tranquilo. Él se había adaptado, no tenía problemas con nadie, trabajaba en
algunas cosas como lavar ropa para irse ganando un dinero. Pero un día recibí
una llamada que cambió mi vida. Mi hermano me dijo que alguien quería hablar
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contigo. Yo le dije - ¡Y eso!, ¿por qué? - Me respondió - Te van a decir algo-.


Le contesté - ¿Y qué tengo que decir? - Me dijo - Lo que vos quieras-. A mí
me da entre enojo y risa cuando recuerdo esto, porque siempre le dije a mi
hermano que quería andar de novia con un pandillero. Él me decía – Vos, come
mierda, pensás que eso es bonito-. Y le dije - Yo quiero saber lo que siente-. Él
me afirmó - Mientras, yo esté aquí, no vas a saber lo que se siente-. Si él nunca
se hubiera ido, yo quizás nunca hubiese andado con alguien así… me da enojo
pensarlo ahora.

Yo miraba que él tenía amigos que eran de la pandilla. Quizás desde que nos
cambiamos de casa empecé a ver todas esas cosas. Claro, pero no era nada
extraño, ellos eran los vecinos, cómo no iba a ser amigo de ellos. ¡A mí siempre,
siempre me había llamado la atención eso! Quería conocerlos, saber qué se
sentía por pura curiosidad. Quería andar con alguien así, porque quería saber lo
que generaba la adrenalina de todo eso.

Ese día me llamaron. Me pidieron que comenzara a hacerle favores a la pandilla.


Lo hice para que mi hermano estuviera bien, para que a mi hermano no le pasara
nada. Lo empecé a hacer y no fue por mucho tiempo ¡Ay no, la primera vez solo
de oírles la voz casi me muero del miedo! Les dije que sí, tenía miedo, pero igual
siempre con eso de querer que mi hermano estuviera bien nada me importaba
y acepté. Esperaba que me dieran indicaciones y hacia lo que ellos me decían.
Siempre me pregunto por qué mi hermano me hizo eso. Si él sabía que yo lo
iba hacer, ¿por qué accedió a comunicarme con ellos? Eso es algo que se lo voy
a reclamar cuando hablemos. Si me quería tanto, por qué me quería ver mal.

En poco tiempo las cosas cambiaron. Yo ya me había involucrado en ese


mundo. Conocí diferentes personas. Me movía de un lugar a otro, pero siempre
sola. Me gustaba, aunque en el fondo tenía miedo. Pero de alguna forma, haber
crecido en medio de ese entorno me hizo sentir curiosidad por vivirlo. Estaba
feliz que lo había logrado, ayudaba a mi hermano y me quedaba algo de dinero
para mí.

Mi mamá no estaba de acuerdo y me decía - ¿Por qué tu hermano hizo eso?,


¿por qué te involucró? Yo le respondía - Es mi problema, si con eso puedo
ayudar a mi hermano lo iba a seguir haciendo, dijera lo que ella dijera-. Mi mamá
siempre lo supo, pero qué podía hacer. Mi mamá y una amiga lo sabían. Mi amiga
me aconsejaba y yo pensaba ¿cómo me salgo de esto? No era como ya no
quiero hacerlo y me voy. Sentía que no podía salirme tan fácilmente.
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En una ocasión, me fui un mes a la casa de una tía para desconectarme de


todo. Cuando regresé a la colonia, había regresado un muchacho que había
estado preso. A mí me caía mal, o por lo menos eso decía en ese entonces.
Pero las bichas1 siempre era como –Mira el que ha regresado- yo les decía - qué
feo-. Lo veía de lejos, porque solo encerrada pasaba en la casa. No entendía por
qué a las bichas les gustaba. Un día me fui a sentar en la calle, afuera de mi casa,
y veía que él intentaba mirar quién era yo. Estaba jugando fútbol y se acercaba
constantemente. Como mi papi era amigo de quienes jugaban, comenzaron a
conversar. El hijo de una amiga era amigo de ellos y él llegaba a su casa y, como mi
única forma de divertirme era ir a la casa de ella, comenzamos a encontrarnos,
a conversar y a llevarnos bien. A veces me da risa cuando lo recuerdo, frente a
todo el mundo aparentaba ser muy malo, conmigo no, siempre fue muy dulce y
así empezamos a ser novios. Así conocí al papá de Carlitos...

Antes de andar con él, anduve con el mejor prospecto que yo había tenido
en mi vida: un muchacho que iba a la iglesia, trabajaba y estudiaba. Seguramente,
¡el qué Diosito me había mandado! No sé por qué lo dejé, creo que, por la
distancia, él vivía muy lejos. Cuando empecé a andar con el papá de Carlitos,
mi mamá se enojó conmigo y ella dijo que ni se me ocurriera llevarlo a la casa.
Fue un cambio muy drástico. Pero estaba enamorada. Cuando mi hermano se
enteró que yo andaba con él se enojó. Con mi mamá me mandó a decir que
era el último día de mi relación con él. Yo ya me había encariñado así que no le
hice caso.

Mi hermano lo odiaba. Le caía mal. Me dejó de hablar como un mes. Mi


hermano me llamaba y me decía - Pásame a mi mamá- y yo le respondía - No
está-, y él rápido me cortaba. Me dejó de hablar mi hermano porque yo siempre
le decía - ¡Que era mi príncipe!

El papá de Carlitos sabía en lo que yo estaba involucrada con la pandilla y


cuando empezamos a conocernos me decía - ¡Es que vos ya la cagás! - Y yo le
respondía - Déjame que no es tu problema-. Cuando yo empecé a andar con
él, a él se le metió que no tenía que andar en eso y me decía - Con que ni yo te
mando a hacer cosas, te va a mandar a hacer cosas otro-. Él siempre me decía
que no estaba bien, que eso no lo tenía que hacer. Yo le decía - ¿por qué no? Si
él es mi hermano-. Me respondía - Tú crees que haciendo eso lo vas a ayudar-.
Él me dijo - Yo voy a ver cómo hago para sacarte de eso-. Cuando dijo esto,
no me opuse. No sé qué hizo, pero dejaron de pedirme cosas. Mi hermano se

1 Chicas, mujeres jóvenes.


119

molestó mucho, pero al papá de Carlitos solo le daba risa, porque él sabía que
mi hermano no era nadie. Y me decía - ¿Cómo me va a venir él a amenazar a
mí?, solo que no puedo hacer nada porque es tu hermano-.

Mi hermano no lo odiaba por haberme sacado de ese mundo, sino que él


jamás me habría dejado andar con un pandillero. O sea, los bichos que andaban
conmigo le tenían que pedir permiso a él y él me decía que jamás iba a permitir
que yo anduviera con un pandillero. Yo le decía - A mí me llama la atención, mira
qué chivo y que no sé qué- y me decía - ¡Vos, come mierda, Lissette, vos no
sabes en qué huevo te vas a meter! Cuando él fue detenido, yo hago esa tontera
y él me dijo - ¡Puta, tanto que te cuide a vos para que vengas a hacer esa regada!

El papá de Carlitos aparentaba ser todo serio, pero comenzó a tenerme


confianza, a contarme sobre su vida. Él no tenía familia. Su madre había muerto
y la vida lo llevó a involucrarse en la pandilla. Lo dejé de ver como alguien malo.
Me sentía impactada por todo lo que había vivido. No sé, quizás eso fue lo que
atrajo de él. Fue bien curioso, porque yo tenía varios prospectos en la colonia
y ya después nadie me hablaba. Yo le decía, - púchica, vos me ahuyentás a mis
amigos- y me dijo - No te hablan, porque no quieren, porque yo no les digo
nada-. A un amigo le conté y me dijo - Mala onda hablarte-. Todos le tenían
miedo.

Yo quería andar con alguien así. No para andar haciendo cosas malas, sino para
saber que mi novio era pandillero. Él me sacó de todo lo que estaba involucrada,
pero él seguía involucrado. Era tan diferente, tenía esos detalles y no era como
las otras personas pensaban. Como nunca alguien había sido así conmigo, me
ilusioné, aunque sabía que no era lo correcto. Anduvimos un par de meses,
nuestra relación era normal, como cualquier pareja de novios.

Un día llegaron a mi casa los policías con un procedimiento de rutina. Él estaba


en mi casa, también mi cuñada, mi hermanita y mi sobrinito. Mi cuñada y yo
salimos y nos preguntaron- ¿Cómo está la situación y el ambiente? No andaban
con una orden de captura y sino ahí mismo me hubieran llevado. Luego, se
fueron los policías.

Él estaba en mi casa y salimos al patio a regar, porque a él le gustan mucho las


plantas. Le propuse; - Vamos donde mi amiga-, y me dijo – No, otro rato-. Y mi
fue tanto mi jodedera (insistencia) que fuéramos, que lo convencí, pues ya que lo
tenía harto. En la esquina, casi a la par de mi casa, hay una iglesia. En la esquina,
ahí estaban escondidos los policías. Cuando pasamos, salieron los policías y lo
120

llamaron a él. Lo comenzaron a registrar y yo solo observaba. Luego, me dijeron-


vos, vení para acá-, igual me comenzaron a registrar, a tomar fotos y que nos
iban a llevar por resistencia.

En este momento, no había ni un alma en la colonia. Mi cuñada encerrada en


la casa y no tenía ni cómo avisarle. No había nadie. Ni algún metido que viera
por ahí. Nos llevaron “disque por resistencia”. Un niño, sobrino de una amiga, le
contó - ¡tía llevan a la Lissette! - Por mi casa pasan varios buses y nos tuvieron
parados donde pasaban todos los buses. ¡Ay no, yo me moría de la pena!!
¡¡Una vergüenza, por Dios! Llegaron con el carro y nos llevaron de estación en
estación. Fue la última vez que lo vi.

Las tías de Carlitos


Ese día fue fatal. Había pasado cuatro días en bartolinas, uno en la audiencia y
otra noche de traslado. Finalmente, me llevaron al Centro para la Inserción Social
del Instituto Salvadoreño de Atención Integral a la Niñez y a la Adolescencia
(ISNA). Solo pensaba: - Dios mío, ¡cómo llegué aquí! Yo ni sabía que había una
cárcel para mujeres, ni la de mayores o menores, nada… sólo la de hombres
por la experiencia con mi hermano. Llegué nula, ni de chiste había escuchado
el Centro. Yo dije: ¡Ay no, Dios mío, ¡estás bichas me van a dar duro! Al llegar
me registraron y me preguntaron de qué pandilla era. Yo dije con los que había
estado relacionada y me asignaron a ese sector. Me ingresaron y yo, muerta del
miedo. Todas se me quedaban viendo. ¡Yo tenía un miedo, pero un miedo...!

Para mí todo eso era algo nuevo. Sentía que me iban a pegar, ¡ay, qué miedo!
Miraba todo. Las bichas sospechaban de mí. Ellas decían que yo miraba lo que
estaba en la pared. Pero yo no había visto lo que estaba en la pared, yo miraba
todo: las colchas, la ropa, las camas y cómo estaban ellas. ¡Por Dios, qué miedo!

Cuando llegué al sector me entrevistaron. Me preguntaron con quiénes había


estado, a quiénes conocía. Yo les empecé a decir. Ese día me había confundido,
tenían información que llegaría una infiltrada y justo llegué yo. Tiempo después
nos reíamos de ese día, porque me decían que podían haberme hecho algo
pensando que era otra persona.
121

Me llevaron a donde iba a dormir. Empezaron todas a darme una colcha, ropa,
jabón, papel, plato y todas bien atentas…yo bien calladita. Me dijeron - Andá a
báñate-. Y me fui a bañar…

Me acuerdo de que me subí a la cama y ya después dijeron que era la hora


de la comida. Me invitaron a comer. Solo dormida pasaba, pues era vacación.
Después comencé a ir a la escuela e interactuar más con ellas.

¡Y con el tiempo después todo se volvió tranquilo!

Me sentía rara. No conocía a nadie. No sabía qué hacer. Como eran vacaciones,
nadie hacía lo que normalmente se realiza en el Centro, sino que todas pasaban
molestando.

Cuando terminaron las vacaciones, me preguntaron - ¿a qué grado vas a


ir?, ¿estás estudiando? -Y cosas así. Yo les dije: -Estuve en primer año-. Todas
asombradas, porque la mayoría había hecho sexto, séptimo, octavo lo mucho…
yo llegué con primer año de bachillerato.
Empecé la rutina normal, la escuela, que por cierto era bachillerato. Estudiamos
todo el día. Comencé a relacionarme más con todas y comenzaron a preguntar:
¿de dónde sos? Para ese entonces, yo vivía en un cuarto, porque en el sector
hay dos cuartos. Al tiempo, como al mes. Me pasaron para el otro cuarto. Ya
me había relacionado con ellas y trasladarme a otro cuarto, era extraño. No me
costó mucho relacionarme con las demás, aunque si era algo extraño. En ese
cuarto estaban las que llevaban más tiempo de estar ahí. Entre ellas había una
confianza más grande. Me sentía algo rara, en cambio en el otro cuarto sólo
estaban las provisionales, o sea, las que acaban de llegar, era como más confianza
porque no sabíamos más. En el otro cuarto había mucha competencia, ya en un
par de semanas ya tenía mi grupito.

Iniciar la escuela fue extraño. Estaba acostumbrada a estar en un salón donde


había 40 estudiantes. Ahí, el salón tenía cinco. Era extraño el hecho de usar
uniforme y que nadie te iba a ver. Todo era igual, si no llevabas el uniforme, te
regañaban. Era bonito, porque si no entendías algo te lo explicaban con toda
libertad, tenían más tiempo, a mí me pareció la escuela, aprendí mucho.

Nunca me quejé de un profesor. Todos me aconsejaban y me motivaban a


seguir estudiando. Fue una buena relación con ellos. La escuela es una gran
ayuda, porque te despabila la mente, aunque a veces se te hace fastidioso ir
a estudiar, porque es la misma rutina todos los días. Nada cambia. A mí me
122

entusiasmaba ir a estudiar. Había días que no, pero era raro. Aunque sea salir
diez pasos del sector, me hacía sentir libre. Sentía que aprendía algo nuevo. Creo
que lo importante de la escuela no está en el uniforme o querer parecer una
escuela como las de afuera, está en la relación con los profesores, en lo que nos
enseñan, en la dinámica que podemos tener.

Cuando llegué al Centro el primer mes, tuve mi periodo y para mí todo estaba
normal, pero los siguientes tres meses ya no lo tuve. Pensé que era por el estrés.
Había visto casos así. Empecé a engordar y me decían –Vos estás embarazada- y
yo respondía-No puede ser— Un día la encargada se cansó de tanto insistirme,
me dijo que me acostara en la cama, me tocó la panza ¡Se movió! Ella le informó
a la orientadora. Ella decía - Yo ya le había dicho, no sé por qué la tienen
durmiendo arriba-. A los dos días, me pasaron a dormir abajo. Allí comenzó una
lucha conmigo misma. Ya me habían condenado, sabía que iba pasar varios años
encerrada.

Un día de visita, de broma, se lo dije a mi mamá. Yo no tenía ninguna prueba.


Me miró con una cara que nunca olvidaré. Empecé a llorar y a llorar. Mi mamá
cuando llegué al Centro me dijo - ¡Ojalá estés embarazada, te quiero ver qué vas
hacer con un niño y aquí adentro! - Yo no dejaba de llorar y mi mamá se quedaba
sin hacer nada, ni me tocaba. Ella estaba en shock y de repente me dijo - ¡Ay no,
Lissette, qué vamos hacer- Y comenzó a regañarme- ¡Te lo dije!

Después que se dieron cuenta en el Centro. Me mandaron a hacer la prueba


y era obvia la respuesta ¡positivo! Cuando mi mamá llegó el día de visita me dijo
- ¿Y qué pasó? Y le dije – Sí, estoy embarazada- y ella bien feliz.

Aún yo sabiendo que estaba embarazada, cuando me llegó el resultado del


examen solo vi ¡positivo!, me fui a la cama a llorar. Llegaron todas a preguntarme
- ¿qué pasó?- Y les dije- ¡Sí estoy embarazada! Y todas bien felices. En ese
momento, no sé si lloré de alegría o de tristeza, ¡No sé!, pero que me eché una
gran chillada, me la eché.

Ese día le mandé a decir al papá de Carlitos que estaba embarazada. Dicen
que ese hombre se quedó en shock, porque él decía que nosotros no íbamos a
tener hijos, los planes de él era que yo estudiará. Jamás en la vida pensamos en
tener un hijo. Dicen que ese hombre no dijo nada. Se quedó asustado y tantas
cosas que se me venían a la mente. Antes decía - ¡Bichas pasmadas que no
123

disfrutan! - No sabía lo que él pensaba. Yo tenía una condena de ocho años, sabía
lo que significaba, mi hijo iba nacer en la cárcel. Sentía la muerte y al observar la
vida allí adentro, no era nada bonito tener un niño allí.

Con el papá de Carlitos, a pesar del poco tiempo que teníamos de estar juntos,
habíamos hecho muchos planes. Él quería que yo siguiera estudiando. Habíamos
decidido no tener hijos. A pesar del contexto que vivíamos, soñábamos con
poder alejarnos y hacer una vida diferente. Pero sin duda, en ese momento, todo
había cambiado y le tenía que hacer frente. Me contaron que él estaba feliz, que
se había alegrado y de alguna forma a mí eso me dio tranquilidad. Pasé un tiempo
asimilando mi embarazo. Comencé a sentirlo, le hablaba… siempre fue honesta,
le compartía mis angustias, mis miedos y, de alguna forma, estaba segura de que
me escuchaba. Creo que en ese momento nuestra complicidad quedó marcada
y de alguna forma decidimos salir juntos adelante.

Ahora que miro hacia atrás, hijo, sé que sin ti no habría podido sobrellevar
todo. La primera navidad la pasé contigo. Mientras todas lloraban, porque
extrañaban a sus familias, yo te tenía a ti. Te convertiste en mi todo. Me sentía
feliz, dejé de llorar. Me dejó de importar todo lo que estaba a mi alrededor,
porque tú estabas junto a mí. ¡Y fue tan increíble cómo me ayudaste, porque
yo, sinceramente, no hubiera podido estar allá adentro sin ti! Cambiaste todo
para mí.

A pesar de todo, tuve mucho apoyo durante mi embarazo. Siempre tuve una
buena relación con las orientadoras. Hablaba con ellas y les preguntaba cosas
que jamás conversé, ni con mi mamá. Les preguntaba: ¿por qué siento estos
síntomas? Y ellas me decían - Es normal-. Ellas me llevaban cosas, me consentían
con los antojos. Siempre me consentían, porque era bien portada.

Siempre sentí cariño por parte de las orientadoras y de mis compañeras. Ellas
estaban emocionadas. No podía comer algo que me hacía daño, porque me
venían las regañadas. Era una manera exagerada de cuidarme. Si yo quería comer
algo, les tenía que decir. Carlitos siempre fue amado por sus tías. Me hice muy
amiga de tres chicas. Siempre estábamos juntas, en las visitas estábamos juntas,
era como ya ser parte de la familia. Era bonito que, si yo no tenía algo, ellas lo
tenían y lo teníamos. Todo era como nuestras cosas, compartíamos una relación
bonita. Una de ellas fue la que me acompañó todos mis tres años; las otras
dos, una salió libre y la otra se alejó. Llegaron otras nuevas así, pero fue una en
especial que estuvo conmigo casi los tres años que yo estuve ahí.
124

Finalmente, llegó el momento de tenerte. Sentía miedo. Fue difícil porque yo


quería que ahí hubiese estado tu abuela. Un día antes de tu nacimiento, hubo un
baile y a mí no me gustaba bailar. En la noche, comencé con dolorcitos. Entre
más pasaba el tiempo, iban aumentando los dolores y yo le dije a la orientadora
- Seño, a mí me duele y cuando yo le diga que ya no aguanto es porque ya no
aguanto-. Pasé toda la noche con un dolor horrible, las contracciones. En la
madrugada, me levanté, fui al baño y la fuente se me rompió. Había llegado el
momento. Sangré un poquito y no sabía a quién hablarle. Recuerdo que le hablé
a una chica que estaba por el baño, le dije - Ayúdame, pásame una toalla. Y le
dije a la seño - ¡Ya no aguanto!

Ella me dijo - Báñate y alístate porque a las 6 a.m. te sacamos-. No hice ruido.
A las 6 a.m. me sacaron y solo vieron las que les tocaba hacer limpieza que
eran las nuevas. Dicen que cuando amaneció, todas se quedaron buscándome,
enojadas, porque no dije nada.

Siempre le agradeceré a la orientadora que yo más quería, ya que se fue


conmigo. A ella siempre la voy a llevar en mi corazón, porque siempre estuvo
conmigo y, por casualidad de la vida, ella estuvo conmigo cuando nació Carlitos.
Ella me abrazaba, me decía que me tranquilizara y que todo iba a estar muy bien.
Llegué y de una sola vez me pasaron a sala. ¡A las 10:32 a.m. nació Carlitos! ¡Yo no
sabía qué hacer o cómo agarrarlo! Fue extraño. Tenía un custodio vigilándome
y tenía unas esposas, fue doloroso para mí el hecho de tener unas esposas en la
mano… me daba miedo lastimar al niño.

No sabía cómo actuar, ni nada. No tenía pampers, ni toallitas para limpiar al


niño. Con pena a las personas que tenía alrededor, les pedía cuando Carlitos se
hacía pupú. Cuando llegó el otro turno de vigilantes les dije que necesitaba mis
cosas y que me mandaran las cosas, por favor. En el Centro yo tenía todo. Las
bichas prepararon la maleta y me la mandaron.

Eso fue un sábado cuando nació Carlitos. El domingo fue de visitas y llegó mi
mamá al Centro. Y le dijeron que yo estaba en el hospital. Le dieron un permiso
para que ella fuera. Llegó a verme, pero la sacaron rápido porque no era hora
de visita. ¡Mi mamá vio al niño cuándo tenía un día de nacido! Le dijeron que
no podía estar ahí, que se tenía que salir. Y sólo se estuvo ahí a lo mucho 10
minutos conmigo. El que llegará mi mamá me agilizo todo para salir. Como a las
12 p.m., ya estaba en el Centro y mi mamá esperando que llegara.
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Cuando llegué al Centro todas me esperaban en la puerta. Agarraron al niño


y se lo llevaron. Me dejaron parada. Solo dos de las bichas se quedaron conmigo.
Me ayudaron a subir las gradas. ¡Todas se fueron con el niño y dejaron sus visitas!
Cuando subieron al cuarto, ya todo estaba arreglado. Ya le habían puesto las
mantitas para que durmiera el niño, todo arreglado. ¡Esas son las cosas qué
siempre se lo voy agradecer a ellas, fueron un apoyo incondicional!

Me ayudaban a cuidar al niño, a lavar ropa, a todo... Incluso en las madrugadas,


cuando él se despertaba, eran como las 4 a.m. y había unas tres que se
despertaban conmigo. Hasta que el niño se dormía, nos dormíamos también.
¡Fue una maternidad compartida! El hecho que no estuviera mi mamá fue bien
duro, porque no tenía experiencia en ser mamá, pero entre todas lo supimos
llevar. Carlitos nació en diciembre y en enero yo tenía que seguir estudiando.
Me dolía dejar a Carlitos cuando iba estudiar y las que no iban estudiar se
turnaban para cuidar a Carlitos, ellas encantadas de la vida. Fue un apoyo grande,
si hubiese estado embarazada afuera, no hubiera seguido estudiando.

Me pude incorporar a mis actividades, pero no a tantas cosas, porque


Carlitos lloraba y gritaba. La escuela era todo el día y para talleres era imposible
involucrarme, pero sí me asistía a charlas, como cuando llegaban las iglesias. No
podía hacer mucho, uno por la escuela y dos por el niño.

Hasta el tercer año las cosas cambiaron. Había terminado bachillerato y


Carlitos iba a la guardería. Entonces, me animé a entrar a los cursos de música
de la Orquesta. La verdad que la música nunca me había llamado la atención,
pero entré por curiosidad, porque sabía que podía obtener algunos beneficios.
Veía que las compañeras de la Orquesta salían a conciertos, pero además que
salían más rápido del Centro. Yo dije que iba a tocar el chelo, porque el violín
me daba sueño. En mi vida había visto un chelo y mucho menos me imaginé que
iba a tocar uno algún día. Mi amiga lo tocaba y al verla, ella ensañaba. Me fue
llamando más la atención y me metí.

Tenía uno o dos meses de haber ingresado. Eran las audiciones para nivelarse
y ver en qué grupo quedabas… pasé al grupo avanzado. Eso implicaba más
posibilidades de salir… fue una experiencia completamente distinta.

El primer concierto al que salí fue una lucha conmigo misma. Sabía que
Carlitos salía a la guardería, pero el hecho de salir sin él era algo bien duro para
mí. Carlitos se fue a la guardería. Yo estaba emocionada, porque ya tenía dos
años de no salir. Era algo nuevo. A medida que fue pasando el tiempo, me iba
126

acostumbrando. Si Carlitos no iba a la guardería, las compañeras que no iban


a tocar me ayudaban con él. Incluso, el concierto en el teatro fue bien duro,
porque yo sabía que iba a estar disfrutando, pero Carlitos encerrado. ¡Fue una
gran lucha!

Fue bien duro, hubiese querido que Carlitos estuviese ahí. No se podía.
Cuando regresé él estaba dormido. Prácticamente, de todo lo que me habían
dado yo le llevaba. Solo me acosté con él y en la mañana, estaba feliz de verlo.
La verdad no me quejo, traté de ver las cosas positivamente. El hecho que otras
anduvieran deprimidas o enojadas, no me iba afectar a mí. Yo tenía a Carlitos,
sabía que no estaba sola.

En la Orquesta, el día más feliz fue cuando ya pude tocar una canción ¡Fue
increíble, soy capaz, puedo! Me fui enamorando más del instrumento, porque
me gustaba. No sé en qué momento comencé a sentir a la música como un
recordatorio de todo lo que ha pasado. Se ha vuelto una marca de mi historia.
Al tocar ese instrumento, es un recordatorio de forma positiva de ver cómo
pude aprender hacer cosas nuevas, como me sigo esforzando por ser mejor.
La música me gusta, mi sueño es quizá ser una chelista profesional, aunque mi
realidad es muy complicada, porque ya no hay tanto tiempo para practicar.

Desde el momento que llegué, siempre fui positiva. Pensaba que estaba
pagando por lo que hice. Fue una oportunidad de valorar y reflexionar. Y cuando
llegó Carlitos eso aumentó…

Incluso, el 24 de diciembre todas las nuevas están llorando y las otras también
con nostalgia, sólo que un poquito más acostumbradas. Yo sentí nostalgia
porque no estaba con mi familia, pero no me sentí como imaginé. ¡Abrazaba a
Carlitos y él era mi todo! ¡Si Carlitos no hubiese estado, no sé qué hubiese sido
de mí! Carlitos me ayudó a tomar las cosas diferentes, a esforzarme para salir
de ese lugar...
127

Entre muros y cartas


Aún me causa gracia cuando lo recuerdo. Nunca me imaginé que la historia
sería así. El amor tiene caminos extraños. De alguna forma, nuestro amor con tu
papá terminó siendo entre cartas. Sabes, decidí escribir todo lo que sentía, todo
lo que hacía, decidí escribirte muchas cartas y guardar las que te escribían para
que algún día pudieras leerlas.

Cuando supe que estaba embarazada, le escribí estas cartas a tu papá:

20 de septiembre
Amor:

Si tan solo supieras lo que pienso, lo que siento. Quisiera que solo por un momento
te pudieras poner en mi lugar y saber lo difícil que es para mí todo esto. Pero a pesar
de todo lo que estoy pasando por vos, quisiera que supieras que te amo y no importa
nada, porque este amor es sincero. Y saber que habrá un fruto de ese amor me hace
tan feliz, aunque las circunstancias no sean las mejores. Yo solo espero que lo ames
como yo lo amo y que no me vayas a fallar o, al menos, que yo me dé cuenta. Te amo,
mi amor, y te extraño muchísimo.

25 de septiembre

Amor:

Solo espero que todo lo que me dicen sea cierto y que esa felicidad de la que me
hablan sea cierta. Solo espero que te sientas tan feliz como yo ahora que sabes que
vamos a ser papás. Que te sientas orgulloso, aunque no fue algo planeado, y que no
estemos en las mejores circunstancias. Aunque no fue planeado, será una bendición
para nuestras vidas. Sabes, todas las noches le hablo de vos y le cuento que lo amas.
Ya se mueve y es tan hermoso sentir que algo vive dentro de vos. Lástima que nunca
lo vas a poder sentir, quisiera que pudieras hacerlo.

Dentro de poco vamos a saber si es niño o niña. La verdad es que, sea lo que sea,
lo vamos a amar. Si es niño, se va a llamar como tú, pero si es niña aún no lo sé,
porque mi mami quiere un nombre bíblico, pero bueno, ya vamos a ver. Amo esto que
vive dentro de mí, te amo a vos, mi amor. Y esa promesa que nos hicimos sigue en
pie, mi cosito hermoso. Te amo.
128

Cuando le di la noticia, me dijeron que se había puesto feliz. Quería creerlo.


Cuando naciste te envió estas cartas:

De: Tu papito
Para: Mi hermoso

Hola, mi niñito lindo. Sé que gracias a Dios y a tu mamita estás muy bien. Qué
lindo eres, mi bebé hermoso. Jamás me imaginé tener un bebé tan hermoso como
tú. Te amo. Espero muy pronto tenerte en mis brazos para darte muchos, pero
muchísimos besos y abrazos. Sé que muy pronto vamos a estar juntos y formar una
linda familia, prometo darte todo mi amor, prometo que nada va a faltarte. Todo lo
que yo nunca tuve, tú lo tendrás. Tienes una madre que jamás te dejará solito y un
padre que no espera que te sientas orgulloso de él por la clase de persona que soy,
pero espero ganarme ese espacio que como tu papá espero ocupar en tu corazoncito.

Te amo mucho, mucho, muchísimo. Cuídate mucho, hacé ejercicio mi bebé hermoso
para que seas cholo (fuerte), igual a tu papito. Te amo.

Me despido, bebé. Pronto estaremos juntitos. Cuida a tu mamita. Vigílala bien,


porque se ha hecho algo pícara. Hasta pronto, mi bebé hermoso. Te amo.

De: Tu viejito
Para: Mi niñito hermoso

¡Hola, mi gordito!

Espero estés muy bien, mi bebé hermoso. Sabes, no me aguanto porque nos
podamos ver. Ya no aguanto, mi viejito, por tenerte en mis brazos. Quiero cuidarte,
abrazarte, amarte, quiero estar en tu primer cumpleaños. No te imaginas lo que
he tenido que pasar por tratar de estar contigo, pero no se ha podido. Pero no te
preocupes. mi niñito, Dios tiene un propósito para nosotros y él quiere que formemos
una hermosa familia y con la ayuda de él nada nos podrá separar. Tu mamita y yo
nos vamos a esforzar para poder sacarte adelante y vamos a tener un hogar donde
vamos a ser muy felices los tres.

Te amo, mi niñito lindo. Gracias por ser lo más maravilloso que me ha pasado.
Espero que tú me tengas en tu corazoncito como yo te tengo en mi mente y en mi
corazón.
129

Me tengo que despedir, no es un adiós, mi viejito, sino hasta pronto. Espero pronto
estemos juntos. Cuídate mucho. Dale un besito de mi parte a tu mamita. Dile que la
amo demasiado. Que Dios te guarde y te proteja, mi niño hermoso. Te amo.

De: Tu papito que te ama


Para: El niñito más hermoso que conozco

¡Hola, mi viejito!

Espero que esté muy bien, mi viejito hermoso. No sabes cuánto anhelo tenerte a
mi lado, poder jugar contigo, hacerte cosquillitas y muchas cosas que pronto espero
compartir contigo. Quiero que sepas que a pesar de que no nos conocemos, tú eres lo
más maravilloso que me ha pasado. No te imaginas lo mucho que te amo. Te doy las
gracias, viejito lindo, por ser la razón de mi vida, porque si tú no existieras estuviera
más perdido que antes.

Cuídate mucho, mi bebé. No te preocupes. Pronto estaremos juntitos y te prometo


que jamás nos separaremos. Nunca olvides que soy tu papito y jamás haría algo que
te perjudicara.

Te amo demasiado, mi bebé hermoso. Cuídame muchísimo a tu mamita, dile que


la amo y que con ustedes dos a mi lado, soy la persona más feliz del mundo. Que
Diosito te bendiga, mi viejito.

Desde que naciste recibiste cartas de tu padre. Te he guardado cada una de


ellas. No sé si en ese momento era el amor, la necesidad de tener una ilusión o
la emoción que tenía de sentirte conmigo que todo me parecía hermoso. Había
creado mi propio cuento de hadas entre rejas y soñaba con tener un final feliz.
Estaba enamorada y escribía cartas de amor todos los días para ti y para tu papá.

24 de diciembre

Mi primera navidad presa. Pero no es del todo malo, porque tengo a mi bebé
conmigo. Sé que por tenerlo aquí ya no me voy a sentir tan mal, porque él está
conmigo y sabes hoy él es mi todo, Lo amo como nadie se imagina. Es mi vida, mi
amor, mi pedacito de gente. Espero que algún día vos podas sentir por él todo lo
que yo siento. Espero que la noticia te haya agradado mucho, hoy tiene ocho días de
nacido y ni te imaginas lo grande, lindo y hermoso que es. Deseara que pudieras verlo,
así como esta ahorita, porque esta hermosísimo.
130

Se parece a mi papi. Tiene el pelo, la carita de mi papi. Es grande y algo gordito y


tiene tu camanance. Es hermoso nuestro hijo. Te juro que es tan hermosa la sensación
de ser mamá, es lo mejor que puede existir. Feliz navidad. No te imaginas cuánto
quisiera poder pasarla con vos, pero ni modo, la tuvimos que pasar encerrados y
separados. Te amo y a pesar de todo, no puedo sacarte de mi corazón y de mi mente.
Te deseo todo lo mejor y que, a pesar del lugar donde estás, la pases bien.

31 de diciembre

El lugar no es tan bonito. Las personas son buena onda. El ambiente bien, pero en
lo personal triste. Los recuerdos de cómo empecé y con quién me matan. Pero hay
una personita, una pequeña parte de vos que está conmigo y eso hace que no sea del
todo mal este día. Y así como hace un año mi primer abrazo fue para vos, este año
mi primer abrazo es para nuestro hijo. Donde quiera que estés, deseo que la pases
súper bien. Te amo. Feliz año!

10 de mayo

¡Mi primer día de las madres!

Aunque la verdad no siento que sea este día. Siento que mi mente se propuso a no
sentir emoción por este día. Quizás para no extrañar más de lo normal a mi mami.
Sabes, sentí bien raro que me felicitaran, es mi primer año celebrando este día como
madre. Mi mejor regalo sin duda fue tener a mi bebé bien y conmigo. Lo amo de una
manera que nunca voy a entender, ya pronto será tu turno de ver qué se siente, ya el
otro mes celebras tu primer día del padre. Se siente tan bonito.

Es toda una bendición tenerlo y un reto grandísimo, pues no es fácil tener un hijo,
pero tampoco imposible. Te amo a ti y a nuestro hijo.

17 de junio

Mi amor, feliz día del padre. Tu hijo ya dice papá, quisiera que lo pudieras escuchar.
Tu primer día del padre. Ojalá te sientas muy feliz para celebrar este día.

Te amo, mi amor hermoso, no sé por qué te amo tanto. Muchas veces me siento
muy confundida y no entiendo mi amor hacia vos. Siento que ya solo es un recuerdo,
pero lo curioso es que allí está por más que piense lo contrario. Te amo demasiado.
131

Solo espero algún día pasar esta celebración contigo y nuestro hijo. Sabes a pesar de
todo lo que hemos pasado si volviera a retroceder el tiempo, no cambiaría nada. Te
amo.

El tiempo comenzó a pasar y las cosas cambiaron. Mi dinámica comenzaba


a ser diferente. Llevaba más de un año detenida, el amor parecía quedar en
recuerdos y al parecer me daba cuenta de que mi cuento de hadas no tendría el
final feliz que esperaba.

22 de febrero

Sinceramente con la noticia que me dieron hoy sentí que el mundo se me venía
encima. Jamás imaginé que esto pudiera pasar. Te comprendo, en serio, y no quiero
juzgarte porque en realidad no sé bien cómo pasaron las cosas. Pero te juro que todos
mis planes con vos se vinieron abajo. Espero algún día podás volver a recapacitar y
a reconocer lo que en verdad es correcto. Pero yo no quiero esta vida, yo no quiero
volver a pasar por algo igual a lo que estoy pasando. Creo que ya suficiente con esto
para volver a vivirlo otra vez.

Créeme que yo te amo y mucho, pero yo quiero lo mejor para mi hijo. Ya no quiero
hacer sufrir más a mi hijo por mis acciones y mis decisiones… ya mucho con todo lo
que está pasando.

Espero algún día me comprendas y me des la razón. También sé todo lo que implica
tu decisión y bueno no sé cuáles son o van a ser tus pensamientos para mí. Pero solo
espero que pienses en el niño y que cada cosa que hagas pienses en su bienestar.
Yo al fin de cuentas salgo sobrando. Tu prioridad tiene que ser el niño. Ahora se me
va a hacer difícil saber algo de vos, pero eso no quiere decir que va a cambiar mi
pensamiento o mi amor por vos. Es más, creo que ahora vas a estar más metido en
mi cabeza que antes.

Solo Dios sabe qué tiene destinado para mi vida y él sabrá cómo y con quién la
voy a vivir. Él va a saber cómo llevar mi vida. Espero me ayude a tomar las mejores
decisiones y que te ayude también a vos a ser una mejor persona. Te amo, pero hasta
aquí llegamos con esto. Quisiera que las cosas fueran distintas, pero quiero lo mejor
para mi hijo, él es mi prioridad. El día que nos volvamos a ver, veremos cómo han
cambiado las cosas y allí decidiremos qué va a pasar con nosotros. Por el momento,
dejamos esto en pausa. Te amo.
132

Darme cuenta de que el amor no lo podía todo fue una de las cosas más duras
de mi vida allá dentro. Darme cuenta de que necesitaba asumir una dosis de
realidad y de responsabilidad sobre mi vida y la de mi hijo. Ya no bastaba estar
enamorada, ya no lo era todo…

21 de marzo

Créeme que no puedo dejar de pensar en cómo estás. Yo ya no aguanto estar aquí,
ver a mi hijo en este lugar, ver cuántas limitaciones tiene y la impotencia que tengo
al no poder hacer nada para cambiar eso.

Es tan difícil ser mamá y estar en este lugar. Tengo que ser fuerte por mí y mi hijo,
pero a veces es tan difícil que lo miro cómo algo imposible. ¡Necesito mi libertad!
¡Necesito a mi familia! Necesito darle a mi hijo todo lo que no le he podido dar. Siento
que no lo voy a poder hacer sola.

13 de mayo

Me cuesta mucho darme cuenta de que nuestro hijo ya está grande. Dicen que
es porque lo veo a diario, pero en serio que ya está grande. Y está más tremendo
y pleitisto. La verdad es que me está costando mucho y hay momentos en los que
quisiera tirar la toalla, pero no puedo. En serio, me cuesta. Si no fuera por las tías
de Carlitos yo no podría haberlo hecho sola. Ellas son mi mayor apoyo en estos
momentos.

Entre todas vamos saliendo poco a poco. Te cuento que ya tiene ocho dientitos,
dos muelas, ya muerde y duro. Ya corre, me saca unas carreras que ni te imaginas. Ya
come solo y aunque se llena todo, come, aunque sea un poquito. No le gusta el guineo
igual que a vos; la papaya le gusta poquito, pero la sandía le encanta.

Le encanta mojarse y este sí que no llora porque lo bañen. Le gustan los libros
y él dice que lee. Le encanta bailar tanto que no puede escuchar música sin estar
bailando, hasta alabanzas baila. A veces también canta y dentro de poco va a ir al
kínder. Se va a ver hermoso con su mochilita. Bueno, cuando te conozca, a saber, si
va a ser igual o si le van a gustar las mismas cosas, eso ya te tocará a ti descubrirlo.

Pasaron tres años, Carlitos comenzó a ir al kínder, yo terminé bachillerato,


entré a la Orquesta y mi vida también comenzó a cambiar poco a poco.
133

Yo en el Centro nunca sufrí golpes, pero sí sufrí psicológicamente ¡Sufrí un


sinfín de humillaciones bárbaras! A veces, pensaba que no es necesario estar
aquí para pagar mis errores… a veces, recibía humillaciones de las personas
que más quería y eso me lastimaba… irónicamente, eran las personas que yo
consideraba mis mejores amigas.

Era como si ellas tenían algo yo lo tenía y si yo tenía algo ellas lo tenían. Aún
no logro comprender si me querían tanto ¿por qué me trataban tan mal? Y era
tanto el cariño que a la larga no me importaba y cuando ellas se daban la vuelta,
yo me ponía a llorar. me encerraba y lloraba.

Cuando menos lo esperé, llegó el momento de mi libertad. Yo tenía claro


que quería una vida distinta. Estaba harta de sufrimientos, que los demás me
trataran mal, que siempre las personas que amaba me terminaran haciendo
daño, tratándome como si yo no valía nada. Salí convencida que ya no me iba a
dejar de nadie. El Centro me dejaba muchas cosas buenas, había terminado mis
estudios, había descubierto mi pasión por la música y tenía nuevas metas.

También sentía mucho miedo. ¿Cómo iba a ser todo allá afuera?, ¿qué iba
a hacer por primera vez sola con Carlitos? Tenía miles de responsabilidades
que asumir por primera vez en mi vida. Sea como sea, en el Centro lo había
tenido todo. Nunca había tenido que preocuparme por garantizar un tiempo de
comida, los pañales o la ropa de mi hijo. ¿Cómo me iba a ver la gente?, ¿Qqién
me iba a dar trabajo?, ¿cómo iba a mantener a mi hijo? La alegría de la libertad
también era el temor por la responsabilidad.

Mi nueva historia
Pasaron casi tres años cuando finalmente recuperamos la libertad. Ya nada era
igual. No era la misma joven que entró al Centro. Recuerdo ese mediodía. Toda
la mañana tus tías se pasaron despidiendo de ti, te escribieron muchas cartas
que te guardo… Salimos tomados de la mano. Tú cargabas tu mochilita roja con
ropa y juguetes; yo cargaba con los recuerdos, los miedos y con la nostalgia de
partir. Como siempre, tu abuela estaba allí, esperándonos.

Yo estaba llena de muchos miedos… (qué miedos…). Me llenaba de alegría,


pero, al mismo tiempo, de tristeza. No es que quisiera seguir allí, pero era
nuestro lugar seguro, nuestro lugar donde a pesar de las circunstancias teníamos
134

amor. Sin embargo, estaba segura de que, así como tú me ayudaste a sobrellevar
estos tres años tras las rejas, ahora también estaríamos juntos para construir
nuestra nueva vida en libertad.

Un día decidí que tu padre te tenía que conocer y te lleve a una audiencia. Solo
te vio una vez. Él estaba con la familia y yo disimulé que lo estaba viendo. ¡Me
sentí tan feliz, hasta más bonito lo veía! Y me dije, basta. No me podía permitir
ilusionarme nuevamente. Tenía claro que eso ya no era posible. Él lloró al verte,
sé que lo hiciste feliz. Me preguntó - ¿ya no me querés, tenés a alguien más? Y le
dije – No es necesario tener a nadie más, para mí es suficiente tener a mi bebé
y no quiero que él pase por lo que vivimos nosotros y no sé si vos lo querés
así, pero yo no-. Porque estar con él sería lo mismo, él siempre será el papá de
Carlitos, pero ya no es lo mismo para mí.

Ese día le escribí una última carta:

¡Hola!

Al estar aquí me lleno de tristeza con tantos recuerdos que solo me hacen pensar
en ti. Todo me recuerda a vos. Espero que estos momentos te sirvan para analizar
y para reflexionar por todo lo que pasaste. Estoy muy feliz de haber recibido mi
libertad, aunque es muy difícil volver a estar aquí porque ya nada es igual. Ahora
tengo a alguien que depende de mí y es muy difícil. En serio que te necesito, pero no
como pareja, sino como papá de Carlitos. Sigo pensando que no puedo sola.

Desde ya te pido perdón, porque ya no soy la misma en ningún sentido. Ya cambié.


Estoy harta de tantas mentiras, en especial de las tuyas. Yo con vos ya no me pienso
ilusionar, ya no más. Y te respeto por lo que sos y por lo que vivimos juntos, pero de
mi parte este es el fin de nuestra historia.

Desde hoy todo cambia. Espero que todo sea como hasta ahorita, que todo lo
podamos arreglar hablando. Vos siempre vas a formar parte de mi vida y siempre
vamos a tener alguien en común: a nuestro hijo.

Cuando escribí esa carta él ya sabía mis planes. Él sabía que yo tenía que
trabajar, que en mis planes está ir a la universidad y seguir formándome en la
música. Sueño con ser una chelista profesional.

Desde que estoy afuera siento que todo ha sido difícil, o sea, de alguna manera
he encontrado un trabajo fácil, muy buen trabajo que jamás me imaginé tenerlo,
135

el apoyo de mi familia está. Tengo trabajo, pero no tengo tiempo para Carlitos.
Estoy con mi familia, pero no hay tiempo para estar con ellos. En el Centro tenía
todo el tiempo del mundo para estar con mi bebé, pero hoy no.

Priorizo otras cosas en vez de Carlitos. Es difícil para mí porque sé que no


estoy en lo correcto y debo sacar tiempo de donde sea para estar con él, pero
a veces el cansancio, el estrés del trabajo y otras cosas no me deja.

Tenía que enfrentarme a la realidad y qué bueno que me ha salido bien, que
tengo trabajo, estoy con mi familia y el apoyo de otras personas.

Mi sueño a corto plazo es seguir estudiando. Tengo miedo porque será difícil,
trabajar y estudiar. Deseo encontrar un trabajo con un mayor ingreso económico,
pues eso me ayudará bastante. Y aparte tener mi casa alejada de todas las cosas
negativas que deben quedar en el pasado, enfocarme más a Carlitos con un
poquito más de tiempo y madurez. Enseñarle todo lo bueno a Carlitos y que
se sienta orgulloso de la mamá que tiene. Es cierto, todos cometemos errores,
pero que él diga - Mi mamá cometió errores y lo tendré como un ejemplo y si
mi mamá pudo, yo también puedo.

Espero, hijo, que nunca cometas los mismos errores que yo. Creo que mi
sueño es que tú cumplas tus sueños y que te sientas orgulloso de mí… y que
algún día digas: - ¡Estoy orgulloso de la mamá que me tocó y me sacó adelante!
CAPÍTULO 5

REFLEXIONES
139

¿Se encuentra belleza en momentos difíciles?

Esta es una pregunta que nos hacemos en la formulación de este libro. La


respuesta a esta pregunta no puede ser cerrada y su complejidad es la que
nos obliga a pensar no sólo en la realidad carcelaria como un lugar (con sus
oscuridades y cerrojos), sino también como espacio donde se desarrolla la
humanidad y su dignidad. ¿Hay entonces belleza en estos momentos? La hay,
porque en esa humanidad radica la esperanza que debe movernos.

Las preguntas importantes nunca tienen respuestas sencillas o inequívocas y


es en la búsqueda de sus posibles respuestas, donde podemos hallar, de manera
consciente, el modo de ir abriendo caminos y acciones que nos permitan restituir
lo que nos ha sido arrebatado (la posibilidad de ser, en el caso de quien está
privado de libertad) y de superar la opresión que impera no solo en las cárceles,
pero que muestra su faceta más dura en ellas.

Estas preguntas y esas respuestas posibles, esa indagación de la realidad


la permite el lenguaje, el poder decir y nombrar nuestro lugar en el mundo.
Allí se encuentra la importancia de este libro: en abrir un espacio para que
mujeres privadas de libertad puedan tomar la palabra. El valor de este libro así,
se desarrollará en plenitud cuando el lector complete el ciclo preguntándose
también, indagando en esta realidad con todo el potencial poético, testimonial y
veraz que poseen estas páginas. Aquí se encuentra la posibilidad de comprender
que una persona privada de libertad no es una estadística numérica, no es lo
que botó la ola, ni una anécdota de la crónica roja, sino que son seres humanos
que forman parte de una realidad social, de un fenómeno complejísimo de
marginación y violencia (antes y después de las rejas).

¿Se encuentra belleza en momentos difíciles? Esta serie de libros se encuentra


llena de belleza, aun con su oscuridad. Es un texto lleno de indicios y huellas de
esperanza, de experiencias poéticas, de belleza que ilumina la oscuridad causada
por la infantilización, la droga, el abuso, la competencia y por uno y otro vicio
latentes, tanto en la sociedad como en los espacios de privación de la libertad.

Esperamos que este libro contribuya a darles voz, a poner en el centro sus
cuestionamientos, preocupaciones y esperanzas, a visibilizar la humanidad que
hay tras las rejas y a pensar juntos otro tipo de sociedad.
140

Un poco de contexto
Una aproximación desde Latinoamérica

Desde el punto de vista de la equidad legal, podemos asegurar que los códigos,
las leyes y los reglamentos de los países de América Latina suponen un trato
igualitario hacia los hombres y las mujeres que transgreden las normas sociales.

Sin embargo, en el momento actual, cuando las mujeres han alcanzado


mayores cuotas de representación en casi todos los escenarios públicos, si
lo analizamos desde la perspectiva penitenciaria, es evidente que las mujeres
en prisión continúan soportando una serie de situaciones desventajosas y
aún más si se trata de mujeres jóvenes. En el contexto de las prisiones, un
mundo tradicionalmente guiado por una perspectiva androcéntrica, las mujeres
encarceladas, en muchos aspectos, permanecen relegadas a un segundo plano,
son poco estudiadas y quedan invisibilizadas en sus diferencias con el mundo
masculino. Pero si a la condición de mujer le sumamos la condición de joven,
la situación se vuelve doblemente estigmatizante, predominando además una
visión adultocéntrica sobre la vigilancia y el castigo.

Uno de los principales motivos para esta situación es que siempre fueron
menos numerosas, pues hay razones que responden a su condición de género
que han actuado como escudo protector a su inmersión en el mundo delictivo.

Superadas las teorías del determinismo biológico, algunos estudios recientes


tratan de identificar estos factores poniendo el acento en el éxito de las diferentes
estrategias de supervivencia que han acometido las mujeres, históricamente,
para evitar su participación en situaciones delictivas. Dentro de los cauces
ordinarios para conjurar las situaciones de extrema pobreza, los recursos más
exitosos han sido aquellos que priorizan la dependencia económica del varón,
fundamentalmente, mediante el matrimonio, o en casos extremos, mediante el
ejercicio de la prostitución, o bien recurriendo a la emigración, todos problemas
habituales que tienen en común los países de América Latina.

En una sociedad en que se ha supuesto tradicionalmente que el rol social de


las mujeres son la responsabilidad en el cuidado de los hijos e hijas, del hogar y de
las personas dependientes, ellas habrían considerado prioritario toda estrategia
de supervivencia que no sea acudir al delito para hacer frente a las necesidades
141

económicas. La actividad delictiva les podría acarrear con mucha probabilidad el


encarcelamiento y el aislamiento social, lo que, de facto, acabaría siendo la peor
de las alternativas para el género femenino.

La actividad criminal de las mujeres es, generalmente, de menor entidad y


trascendencia social que la de los hombres. Encontramos pocos ejemplos de
delitos execrables, o su participación en grandes estafas económicas, o redes
delictivas internacionales protagonizadas por mujeres, que se hayan difundido en
los medios de comunicación, lo que ayuda a mantener su invisibilidad.

Esta posición secundaria de las mujeres en el delito es la que ha propiciado la


perpetuación de una serie de factores de discriminación en el ámbito carcelario,
pues sobre la base de su inferioridad numérica, las normas y los criterios
de gestión de los centros penitenciarios de recuperación han sido aplicados
siempre por hombres, teniendo en consideración exclusivamente a la población
masculina. O sea, la perspectiva carcelaria ha sido siempre androcéntrica. En el
camino ha quedado un profundo desconocimiento de las características sociales
y criminológicas de esta otra parte de la población, la referida al género femenino,
y sus necesidades específicas han sido desafortunadamente desatendidas en
forma sistemática.

No se puede negar hoy en día la discriminación que sufren las mujeres


en prisión. Esto puede hacerse tan solo desde una posición de ignorancia
respecto a la abundante bibliografía que está saliendo a la luz y que pone en
evidencia el trato diferente que reciben, tal como lo evidencian las obras de
Jorge Kent “La criminalidad femenina. ¿Madres e hijos en prisión? La degradante
complejidad de una atribulada problemática” (Buenos Aires, 2007), así como la
publicación del Centro de Estudios Legales y Sociales “Mujeres en prisión: los
alcances del castigo”, el libro de Caroline Howard titulado “Direitos humanos e
mulheresencarceradas” (São Paulo, 2011) y otras investigaciones recientes.

Las estadísticas de los Servicios Penitenciarios de América Latina demuestran


un gran aumento de las mujeres privadas de la libertad. Esto ocurre habitualmente
por la participación de esas mujeres como “mulas”, o sea, que ejercen el tráfico
de estupefacientes, trasladando tóxicos por Latinoamérica o llevando la droga
hacia Europa, considerado como continente consumidor de esos productos. O
como en el caso salvadoreño, por su participación de maras o pandillas, ya sea
a voluntad o en contra de esta.
142

Esas mujeres son detenidas en los lugares más vulnerados de Latinoamérica.


Un dato interesante es el tiempo de duración de sus procesos, que son
distintos de los tiempos procesuales de los hombres. Debido a esto, ellas tienen
prácticamente un inmediato cumplimiento de su penalización, por lo tanto,
quedan más rápidamente privadas de su libertad que los hombres.

También se puede observar que hay un impacto diferencial del encierro


en la población penitenciaria femenina: las mujeres son más demandantes
que la población penitenciaria masculina, o sea, solicitan al poder público una
infraestructura adecuada de encarcelamiento para ellas, productos de higiene
solo utilizados por mujeres, pero se debe considerar que los motivos de
padecimiento y de ansiedad también son distintos para las mujeres que para
los hombres. Todo encierro produce la ruptura del grupo familiar, pero el
aislamiento de una mujer privada de su libertad, alejada de sus afectos más
primarios, aumenta sensiblemente los efectos del encarcelamiento. Esto tienen
directa incidencia en que las mujeres denoten una mayor o menor salud física y
emocional.

El sistema penitenciario refleja un escenario de desigualdad social, de


discriminación y de selectividad del sistema de justicia penal, que castiga a los
grupos más vulnerables social y económicamente. Las mujeres privadas de
libertad se insertan en ese contexto de vulnerabilidad de forma más agravada,
tanto en el período anterior correspondiente a la fase procesal como después de
tener una sentencia firme. Situación que debe ser estudiada para la formulación
de políticas públicas que permitan su transformación.

También es importante reiterar que los valores y las actitudes de la sociedad son
reflejados en las cárceles, que son microcosmos del mundo exterior, compuestos
por personas que forman parte de esa misma sociedad, compartiendo la misma
cultura, valores y prejuicios. La indiferencia de una sociedad, o incluso el apoyo
a la situación de subordinación de las mujeres, junto con la existencia de leyes
discriminatorias y una falta sistemática de actuación para llevar a los culpables
ante la justicia y proteger a las víctimas, crea unas condiciones que aumentan
el riesgo de que las mujeres sean sometidas a sufrimientos físico y mentales en
todas las esferas de la vida, incluso en las cárceles.

Un ejemplo típico de este tipo de actitudes de la sociedad es que, en algunos


países, las mujeres que denuncian la violencia ante la policía regresan con
frecuencia a su casa sin ningún tipo de acción, ya que la violencia doméstica es
considerada por la sociedad como un problema de la familia, incluyendo a las
143

y los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Cuando se lleva a cabo


una investigación, a menudo los Estados no pueden proporcionar justicia a las
víctimas, debido a la ineficacia e injusticia de los mecanismos de investigación y a
las actitudes profundamente arraigadas que consideran a la violencia doméstica
como un asunto privado. A menudo las víctimas sufren una revictimización por
la naturaleza y los métodos de las investigaciones.

En una sociedad en la que existen este tipo de actitudes y prejuicios, donde los
perpetradores evitan de forma rutinaria tener que rendir cuentas de sus actos y
esto se considera normal, dentro de los lugares de privación de libertad, donde
la condición de vulnerabilidad de las mujeres se agudiza y donde los controles
sociales son mínimos o incluso nulos, las mujeres se encuentran en mayor riesgo
de sufrir malos tratos y tortura, incluida la violencia específica de género.

Hablemos de las afectaciones


En la vida del ser humano, es inevitable que se presenten crisis y experiencias
traumáticas, las cuales se hacen más comunes y adquieren cierta intensidad
o magnitud a lo largo del ciclo vital (Dudeck et al., 2011). Entre estas, el
encarcelamiento o el ingreso a prisión puede ser considerada como una de las
crisis vitales de mayor intensidad (Dudeck et al., 2011; Medina, Cardona y Arcila,
2011), puesto que a causa del proceso de prisionalización, la persona adquiere y
adopta un nuevo patrón conductual (Echeverri, 2010; Medina, Cardona y Arcila,
2011). Cabe mencionar que el encarcelamiento, el ingreso a prisión o el arresto
(intramural) no es la única pena privativa de la libertad (medida sustitutiva de la
pena de multa); de hecho, la prisión domiciliaria también es considerada como
una de ellas (sustitutiva) y, de igual manera, podría comenzar a desencadenar
algún tipo de efecto psicológico en el individuo, en particular en mujeres jóvenes.

Este proceso de prisionalización trae consigo una serie de consecuencias tanto


de tipo intencional, como no intencional (Dye, 2010). Entre las consecuencias
intencionales del encarcelamiento (funciones de la pena), se espera castigar y
contrarrestar el delito (Mójica, Sáenz y Rey-Anacona, 2009), así como obtener
la resocialización de la persona responsable de cometer alguna conducta o
hecho punible (reinserción social) y la protección al condenado. Con respecto
a los resultados no intencionales del proceso de encarcelamiento, los efectos
de prisionalización son la principal consecuencia pues afectan, en gran medida,
el bienestar global y la calidad de vida de la persona recluida; entre estos, se
144

encuentran efectos tanto somáticos, como psicosociales. Afectaciones en


la visión, en la audición, en el gusto y en el olfato se incluyen dentro de las
principales consecuencias somáticas (Soria, 2005).

Con respecto a las afectaciones psicosociales, dificultades en el proceso de


adaptación, exageración de las situaciones, autoafirmaciones agresivas o sumisión
frente a la institución, dominio o sumisión en las relaciones sociales, ausencia de
control propio, ansiedad, estrés, alteración de la afectividad, entre otras, son las
más investigadas y documentadas en la literatura (Soria, 2005).

Por otra parte, es relevante resaltar que, junto con lo anteriormente


mencionado, se tiende a presentar un aumento del grado de dependencia,
una devaluación de la propia imagen, una disminución de la autoestima, una
exageración del egocentrismo y una anormalización del lenguaje (adquisición
del lenguaje de la reclusión y de los códigos manejados en su interior por parte
del cuerpo de custodia y vigilancia, así como por parte de los demás internos
recluidos) (Crespi y Mikulic, 2004; Herrera y Expósito, 2010). Además, el
padecimiento de trastornos de ansiedad, estrés y pánico, así como la presencia
de alucinaciones y las automutilaciones (Haney, 2003), o el empobrecimiento
cognitivo y la disminución de habilidades interpersonales (Ruiz, 2007), son
algunos de los posibles efectos de la estancia en prisión.

Retomando al encarcelamiento como situación, este puede catalogarse como


una circunstancia vital crítica que genera una serie de eventualidades negativas
a nivel físico y psicológico. De hecho, el encarcelamiento es uno de los eventos
traumáticos que más afectan las dimensiones psicológicas de la persona, en
especial, de aquella que ingresa a prisión por primera vez, puesto que aquella
persona que reincide en el delito o que ingresa a prisión en repetidas ocasiones
experimenta un impacto psicológico menor (Ruiz, 1999). Esta afectación
es atribuida principalmente a factores tales como: la privación de la libertad,
el aislamiento social, el alejamiento de redes de apoyo (Armour, 2012), la
preocupación por quienes permanecen en libertad, el hacinamiento, la pérdida
de privacidad, la situación jurídica actual, los traslados, las extorsiones, la violencia
entre internos (Paulus y Dzindolet, 1993), las demoras en los procedimientos,
las dificultades en los procesos jurídico-penales (Ruiz et al., 2002), la percepción
del clima emocional, la ausencia de estímulos ambientales, los estímulos sociales
y las actividades para ocupar el tiempo (Ruiz, 1999).
145

Con base en lo anterior, la calidad de vida de las jóvenes reclusas también se


ve afectada, lo que provoca una serie de modificaciones en la percepción que
tienen de su propia vida, incluyendo las diversas áreas que la componen. Por
lo tanto, con respecto al bienestar como dimensión subjetiva de estudio de la
calidad de vida (Arita, 2005), que hace referencia principalmente a lo que las
personas piensan ysienten acerca de la evaluación de su vida y los resultados
de esta (Cuadra y Florenzano, 2003; Gómez, Villegas, Barrera y Cruz, 2007),
es importante mencionar que este depende de muchos factores y condiciones.
Entre estos se encuentran la pareja, los amigos y demás relaciones, la actividad
productiva, la salud, la situación económica, la emocionalidad, la seguridad e
integración con la comunidad (Ardila, 2003; Arita, 2005; Gómez et al., 2007). Es
de suponer que todos estos aspectos podrían verse afectados directamente por
la estancia en el centro de reclusión.

Características y avatares
Queremos con este trabajo contribuir al conocimiento en profundidad de las
características y los avatares de las jóvenes que están ingresando actualmente al
Centro para la Inserción Social, estudiando, en primer lugar, si existen algunas
diferencias generacionales en su desarrollo y vivencias con respecto a la población
reclusa femenina adulta. Y, en segundo lugar, los motivos y condicionantes de
su introducción en la dinámica delictiva, para finalizar deduciendo las carencias
y necesidades que nos plantean con el fin de adecuar nuestros esfuerzos e
intervención al tipo de atención que ellas mismas nos demandan.

No es nuestra intención abordar este tema estableciendo axiomas, ni


proponiendo teorías explicativas. Queremos acercarnos al individuo, a su
biografía, problemas y necesidades, dando a conocer seres humanos en una
edad difícil y en una situación límite. Nuestro interés es describir cómo ha
transcurrido la vida para estas cuatro mujeres que pasaron parte su juventud
entre los muros de las prisiones y abrir una vía de conocimiento de aquellas más
jóvenes.

En el tiempo que llevamos trabajando con esta población, la primera premisa


fácilmente constatable es que, a diferencia de la población masculina, las mujeres
tienen mayor necesidad de hablar, de contar lo que les sucede, de buscar la
solución de sus problemas en todo aquel que esté dispuesto a escucharlas.
Hasta tal punto, que muchas veces, se les considera por ello reiterativas. Sin
146

embargo, también es evidente la facilidad para lograr con ellas un alto grado de
complicidad, que las lleva a verter en confidencias todos aquellos momentos
amargos de su vida, sin buscar por ello, ningún tipo de beneficio o trato amable
y benevolente, sino el punto de apoyo o comprensión desde el prisma de otro
adulto, alejado de su contemporaneidad.

Hemos iniciado con ellas un viaje hacia los primeros momentos de su vida,
buscando los acontecimientos que marcaron la formación de su personalidad,
generalmente inmadura y proclive a las diversas dependencias; qué determinantes,
qué presiones o qué conscientes decisiones marcaron el rumbo hacia un camino
cuesta arriba, con la droga como frecuente compañía abocándolas, finalmente
a la prisión, como un muro insalvable que se interpone en el camino hacia la
meta soñada. Sus planes de futuro, que ahora se antojan inalcanzables por haber
perdido el paso, (su tiempo de estudios y preparación y su propia juventud), y
acabarán acomodándolos hacia aspiraciones más modestas.

Dentro de la complejidad de las relaciones en el mundo carcelario, la


individualidad se alienta de una forma especial, debido como consecuencia de las
experiencias negativas surgidas tras reiterados fracasos de relaciones anteriores.
Por otro lado, la capacidad de introspección no es una de las cualidades que
se provoquen en los ambientes de referencia de estas mujeres. Sin embargo,
descubrimos que cuando se facilitan las conversaciones, individuales o de grupo,
dirigidas hacia temas personales, una vez rotas las barreras culturales, es fácil
y gratificante lograr un grado de análisis de su propia vida y experiencias. Y
como nos viene ocurriendo cuando por medio de entrevistas en profundidad
encuentran, por fin, la oportunidad de reflexionar sobre los diferentes hitos de
su vida y sus relaciones, la propia reflexión en voz alta pone de manifiesto ciertas
realidades que habían permanecido ocultas para ellas.

La aparición de la actividad delictiva como la de cualquier otra conducta


humana es resultado de la intervención de factores biológicos, psicológicos
y sociales en continua retroalimentación. Hemos de hablar por tanto de
multicausalidad y de interdependencia de estas, sin que en la actualidad exista
un modelo teórico explicativo único y consensuado en el que quede claramente
delimitadas y cuantificadas las variables intervinientes. Es por ello por lo que
nos centraremos en un estudio descriptivo, del que podemos extrapolar las
siguientes características, que aparecen de forma recurrente en sus relatos y
nos permiten establecer un perfil aplicable a un elevado porcentaje de mujeres
jóvenes en prisión:
147

• Desestructuración o disfunción familiar


• Fracaso escolar
• Exposición temprana a modelos delincuenciados
• Drogodependencia
• Inestabilidad afectiva
• Personalidad inmadura

Cuando la familia pierde su carácter protector

La familia es el pilar básico en el desarrollo del ser humano. En su seno, se inicia


el proceso de socialización que sentará las bases para aprendizajes posteriores,
consolidando valores, hábitos y patrones de comportamiento para las jóvenes,
afectando su actuación a otros ámbitos y situaciones que aparecerán en las
diversas etapas del desarrollo de la joven.

El concepto de desestructuración familiar lo vamos a entender en un sentido


amplio, que nos permita englobar la diversidad de casos estudiados en los que
la familia no cumple las diferentes funciones que tiene asignadas. Una de las
principales disfunciones es, no ya la dejación de su misión como agente en la
detección precoz de conductas disruptivas en la infancia, sino su actuación como
generadora de estas. Las principales problemáticas sociales, y en concreto de las
relaciones existentes en el núcleo familiar, podrán determinar cuáles pudieron
ser los desencadenantes de los déficits de socialización que actúan en la base de
la actividad antisocial y delictiva.

Se confirma también la existencia frecuente de episodios de malos tratos que


condicionaron irremisiblemente la convivencia desde la infancia y dinamitaron
la estructura familiar, hasta hacerla una de las más importantes fuentes de
conflicto y frustración. Rupturas y abandonos de la figura paterna, que influyen
la formación de la personalidad de esos hijos, mermando la propia autoestima y
las futuras relaciones con la figura de la autoridad. Malos tratos, que se repiten
con alguna de las diferentes relaciones afectivas, vividas entonces con naturalidad
y con un claro sentimiento de inevitabilidad.

La ausencia de uno de los progenitores en el desarrollo del menor no es causa


determinante en la desviación social de la joven. Las familias monoparentales,
cuyo número se ha multiplicado en nuestra sociedad, son capaces de generar
individuos totalmente integrados. Pero la situación es distinta cuando la falta
de los padres viene precedida por los malos tratos, o es debida al ingreso en
prisión, de forma discontinua o prolongada, de sus distintos miembros. En estos
148

casos, los menores pasan al cuidado de otros familiares o a una institución. La


vivencia del desamparo, el cambio en el estilo educativo y en el grado de control,
someten al menor a una ruptura en su proceso de socialización.

En ocasiones, la estructura familiar es la adecuada en cuanto a sus miembros,


pero fallan las estrategias en el estilo educativo, que puede ser excesivamente
rígido o autoritario o por el contrario totalmente carente de normas. También
el ambiente familiar puede estar dominado por la presencia de disputas, peleas o
falta de apego emocional de los padres entre sí o con relación a sus hijos.

Asimismo, hemos detectado familias encuadrables dentro de la normalidad,


pero en cuyo trasfondo nos encontramos con que, aunque cumplen ampliamente
las funciones de manutención de los menores, fallan en la función de relación y
comunicación.

El fracaso desde la escuela

Hemos constatado que la implicación de la mayoría de los padres y madres


en el área escolar se traduce en el control de la asistencia y el castigo por
los resultados académicos, siempre y cuando exista una mínima estructuración
familiar; de lo contrario, la escuela pasa a ser un factor irrelevante en la vida
familiar.

La escolarización de los hijos se convierte en una fuente continua de tensión en


el núcleo familiar, que se incrementa con la entrada en la pubertad y adolescencia.
Inevitablemente, se produce el cansancio en todos los miembros implicados,
siendo frecuente el abandono, en la recta final de los estudios primarios, cuando
la joven tiene ya otros intereses y la escuela sólo es generadora de aburrimiento
y de conflictos familiares. Se produce el desánimo en los padres y madres, que
se ven incapaces de controlar la situación, y ceden, como forma de eliminar las
continuas discusiones.

Los padres y madres delegan las funciones de motivación en el sistema


educativo y este se centra en inculcar contenidos académicos. Falta la necesaria
coordinación entre ambos agentes socializadores.

Estamos, por tanto, ante jóvenes que desconocen el valor de la formación y


la cultura. Jóvenes que han perdido la oportunidad de aprender que el esfuerzo
no sólo es aplicable en la consecución de metas cercanas y tangibles y que las
gratificaciones no son siempre inmediatas a sus conductas, lo que les procurará
149

frustración en su vida social. Su razonamiento es concreto y su capacidad de


abstracción limitada, lo que dificulta el desarrollo de sus capacidades cognitivas,
apareciendo déficit en su pensamiento consecuente, alternativo y causal, en
la resolución de problemas y, en definitiva, en su aprendizaje social y en la
posibilidad de generar juicios críticos y planes de futuro realistas. Todo ello en
una edad crítica en su proceso madurativo.

No existen alternativas viables al abandono, pasada la edad de escolarización


obligatoria, de los estudios reglados y los escasos intentos de formación
profesional chocan con la falta de adecuación a sus posibilidades reales de
integración, pero sobre todo a su falta de motivación y expectativas.

Tropezando con la drogodependencia

Las mujeres se inician a edad más temprana en el consumo de drogas, debido


al adelanto de su maduración biológica, lo que facilita su inicio experimental
de la mano de los amigos o parejas, casi siempre algo mayores que ellas. La
labilidad afectiva, la falta de criterio, fruto de sus pocos años, es la palanca que
comienza a minar los cimientos de su evolución, facilitando el inicio del consumo
de sustancias ilícitas como una etapa más de su integración en el mundo de la
calle. Es justo en el umbral de la adolescencia cuando la influencia de los iguales
pasa a ser decisiva, sobreponiéndose a la deficiente influencia familiar.

En el camino de estas mujeres a la droga, ya encontramos una altísima


impregnación por causa del multiconsumo que no se corresponde con su corto
historial delictivo, pues en esta edad temprana, surge el ofrecimiento de la droga
a las chicas como medio de mimarlas o a cambio de compañía afectiva, social
o sexual; y, por otro lado, la actitud protectora y el machismo permiten que el
chico facilite en un primer momento el alejamiento de las fuentes de obtención
y del delito a “su chica”.

Lógicamente, cuando, como consecuencia de su propia degradación personal


esta etapa se agota, la experiencia nos demuestra que la búsqueda de la sustancia
ha de acometerse por otros medios menos románticos, como la extorsión a la
propia familia, la venta de estupefacientes, el robo o la prostitución.

Si añadimos a lo expuesto un entorno marginal, una joven aburrida, sin


obligaciones y encuadrada en un grupo de iguales en sus mismas condiciones,
nos encontramos ante una persona vulnerable, sin los mecanismos psicológicos
adecuados para afrontar con éxito la resistencia al consumo. Se producen las
150

primeras salidas en pandillas y vuelven los conflictos familiares, siendo la única


preocupación de los padres y madres, cuando existe, el control de los horarios
y el castigo por su incumplimiento. Vemos cómo los factores de riesgo se
acumulan, sin que aparezcan factores de protección contra el inicio del consumo
de drogas.

En ocasiones, el contacto con la droga se produce en el seno familiar, ya sea


por la actividad delictiva, de los padres o parientes próximos, o por el consumo
de uno de sus miembros.

Otras veces es a través del grupo de amigos, en su gran mayoría por el


contacto con personas vinculadas a las pandillas. La motivación varía desde el
aburrimiento, la curiosidad o la ilusión de independencia, (en un ser caracterizado
precisamente por su dependencia), hasta la necesidad de afecto, de pertenencia
y estabilidad emocional. Quizás el consumo termine convirtiéndose en el
tributo que la joven debe pagar por sentirse segura, adoptando los patrones de
comportamiento del grupo del que ha pasado a depender.

El camino hacia la autonomía personal

Coincidiendo con el final de la escolarización obligatoria, en plena adolescencia,


surgen, con frecuencia a los 13 o 14 años, las primeras muestras de autonomía
personal, partiendo del inicio de la fase de desapego familiar, para enfrentarse a
sucesos importantes en la vida futura: los primeros fracasos escolares, el inicio
de la actividad sexual, las primeras formaciones de parejas, la maternidad precoz
y el inicio temprano en el consumo de sustancias adictivas.

Se produce el abandono del núcleo familiar, siendo frecuente que el compañero


sentimental sea también toxicómano y que se produzcan malos tratos y cambios
de parejas. Los hijos pasan al cuidado de las familias, cuando no son tutelados
por los Servicios de Menores.

No ocurre lo mismo con los muchachos, cuya fuente principal de influencia


son los propios amigos, compañeros de correrías. En el caso de estas chicas,
se establece una relación desigual, bajo la influencia de jóvenes mucho más
experimentados, en la búsqueda de nuevos horizontes alejados de los modelos
familiares. Y es en este primer modelo, donde surgen los lazos de dependencia
que, a modo de impronta, se repetirán en todas y cada una de las relaciones
posteriores.
151

La precariedad económica, la necesidad cada vez mayor de consumir y el


aumento en la cantidad de droga necesaria conducen al inicio de la actividad
delictiva. No es infrecuente el retorno al núcleo familiar cuando el deterioro
o nivel de consumo no es aún muy alto, pero la joven mantiene la vinculación
con su grupo de iguales o su pareja, siendo esta dependencia tan fuerte que la
actividad delictiva no cesa.

A pesar de la precariedad mencionada, esta es una generación mucho más


informada, en lo que a recursos sociales se refiere, que las que le precedieron. Así
lo demuestra su conocimiento de las posibles subvenciones o de la tramitación
para la adquisición de viviendas sociales, pagas de desempleo, centros sociales
de planificación familiar, etc…

Otra cuestión fundamental en el abordaje de este tema es que estamos


hablando de una franja de edad que coincide plenamente con el estadio fértil
en la mujer y, por ello, las cuestiones de las relaciones de pareja, embarazo y la
maternidad, tienen plena vigencia e impregna el historial de estas. Dado el inicio
muy temprano de las relaciones de pareja, la consecuencia casi inevitable es la
maternidad precoz y, en algunos casos, el recurso al aborto. No se trata de que
sea ésta una generación desinformada, ya que conocen los métodos para evitar
embarazos no deseados, sino que, frecuentemente, la idea de la maternidad no
se plantea como un obstáculo en su desarrollo formativo y personal, sino como
un mero accidente previsible e, incluso, como una consecuencia deseable para
garantizar el apego de la pareja actual. En cualquier caso, la manutención de la
criatura va a recaer, casi siempre, en la propia familia de origen, o va a ser fruto
la improvisación y del azar.

La problemática social que acarrea esta temprana maternidad es muy diversa,


pero, especialmente preocupante, cuando la maternidad viene asociada a un
largo historial de drogodependencia, cuando el propio deterioro personal y
sanitario y los déficits que arrastran en cuestión de alimentación, de medios
económicos, de alojamiento, etc., ponen en serio peligro la misma supervivencia
de la madre, el desarrollo del feto o el del recién nacido. ¿Cuántas veces han
de afrontar en soledad decisiones referentes al aborto, la entrega voluntaria
o la retirada forzosa por los servicios sociales, de estos menores? Decisiones
trascendentales, apoyadas sobre su propia inmadurez e incapacidad personal,
que les marcarán psicológicamente su futuro.
152

La inmadurez personal

El proceso de socialización de estas jóvenes mujeres determina, finalmente,


unas características de personalidad definidas. La inmadurez que observamos
fruto de su corta edad y de las experiencias pasadas, vienen caracterizadas, con
frecuencia, por los siguientes aspectos:

• Predominio del presente, sin una valoración adecuada de las consecuencias


de la propia conducta.
• Comportamiento regido por los impulsos y las sensaciones inmediatas.
• Falta de objetivos vitales realistas. Huyen de la realidad y sus dificultades,
instalándose en un mundo de fantasía que, unido a la ausencia de voluntad
y constancia, al no existir metas a medio y largo plazo, les hace carecer
de la autonomía necesaria para asumir responsabilidades, convirtiéndoles
en seres dependientes que rechazan las críticas y planteamientos de
personas con cierta autoridad sobre ellas y que pretenden corregir sus
deficiencias.
• Identidad personal precaria y equívoca. El conocimiento de sí mismas es
tangencial, nunca profundo. Predomina la baja tolerancia a la frustración
y la inestabilidad emocional, lo que dificulta las relaciones interpersonales.

No todas las personas alcanzan la culminación del proceso de maduración


de la personalidad a la misma edad. La biografía de estas jóvenes contiene
factores que han malogrado el curso normal de su desarrollo y determina que
los factores intervinientes necesarios para su aparición no estén presentes.
Con todo, no es este el peor de los escenarios que nos podemos encontrar
de cara a la inserción social de estas jóvenes.
153

Reflexiones finales
Las juventudes en conflicto con la ley, más allá de representar condiciones
individuales o familiares que las han llevado a este escenario, son el reflejo
de sociedades fragmentadas, debilitadas, individualizadas que exponen al ser
humano a sobrevivir como cada quien pueda

Una joven que llega a un centro para la inserción social trae consigo un
equipaje, una historia cargada de múltiples formas de violencias; trae consigo
recursos, estrategias bajo las cuales ha aprendido a sobrevivir en un mundo que
siempre le ha dado la espalda.

El desafío de la inserción social con estas jóvenes implica el despojo de visiones


androcéntricas, adultocéntricas, estereotipadas que sean capaces de historizar
los trayectos de vida, de reconocer los equipajes, identificar los propios recursos
y potenciar mecanismos más asertivos para la incorporación a estilos de vida
más dignos, justos y equitativos.

El desafío de la inserción social transita por reconocer que no solo basta que
las jóvenes deseen cambiar sus vidas, sino también, que existan las condiciones
que posibiliten esas oportunidades o nuevos escenarios. Esto implica que la
sociedad sea capaz de mirar a sus jóvenes de una manera diferente y no como
una población en riesgo y bajo sospecha constante.

Decidimos contar historias para conocer y comprender las condiciones que


posibilitan a las mujeres jóvenes estar privadas de libertad, para sensibilizar sobre
estas condiciones y reconocer que cuando una joven se ve en conflicto con la ley,
esta situación no se da de un día para otro, que existe una historia, un trayecto
al cual también somos responsables de responder. Las jóvenes en sus trayectos
han sido víctimas y victimarias, posibilitar la comprensión de estos tránsitos,
sin prejuicios, sin juicios de valor de lo “bueno” y lo “malo”, el desarrollo de
pensamiento crítico y la toma de conciencia de sus trayectos las colocará en una
posición de tomadoras de decisiones de sus vidas.
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