LAS GUAPAS - Historias de Vida, Amor y Libertad
LAS GUAPAS - Historias de Vida, Amor y Libertad
LAS GUAPAS - Historias de Vida, Amor y Libertad
160 páginas, 5,5 x 8,5 pulg - LAS GUAPAS: Historias de vida, amor y libertad.
Diseño y diagramación
José Miguel Gómez
Corrección y estilo
Nelly Chévez
Ilustrador
Juan José Melenge
ISBN: 978-99961-2-251-4
Presentación 11
Capítulo 1: Katherine 13
Capítulo 2: Kimberly 39
Capítulo 3: Beatriz 75
¿Por qué contamos?, ¿para qué sirve narrar?, ¿tiene alguna utilidad en la vida de
una persona?, ¿por qué persistimos en contarnos historias a nosotros mismos? A
lo largo de nuestros recorridos vitales, conocemos a personas con vidas felices
o tremendas; algunas mucho más dolorosas que otras en las que, sin embargo,
la luz de la esperanza se sostenía viva. Como es el caso de las vidas de las mu-
jeres que hacen parte de este libro titulado Las Guapas, mujeres con historias
de lucha, de abatimiento, de despojo y de esperanza abriéndose paso entre las
páginas en blanco, buscando un lugar entre las letras.
Recurrimos a las palabras para saber acerca de nosotros mismos, para cons-
truir la novela de nuestras vidas, un relato que permita unir lo que hemos vivido,
que le dé sentido, para intentar comprender lo más profundamente humano
que habita en cada uno de nosotros. Eso es lo que pude apreciarse en este tra-
bajo, en ese encuentro imborrable con mujeres extraordinarias, que generosas
hablaron de ellas mismas; así como generosas, buscaron escribirse, contarse a
sí mismas para reconocerse en la intimidad de sus escritos y reencontrarse con
su humanidad.
KATHERINE
Esta historia la escribí con la intención de contar una muy
pequeña parte de mi vida. Ha sido una forma de expresar mis
sentimientos hacia las únicas personas que han marcado mi vida.
Muchas veces no solo nos enamoramos de las personas, a veces
nos hacemos adictos a las situaciones, modos de vida que nos
dañan. Pero he aprendido que con la ayuda de Dios todo es
posible y que un amor que nos daña nuestra mente, cuerpo y
alma podemos renovarlo y cambiarlo para salir adelante.
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Recuerdos de infancia
De no ser por esas veces cuando pienso en todo lo que he vivido, este
lugar se sentiría como si hubiese sido ayer que llegué. Recuerdo ese día tan
perfectamente, cada detalle, cada momento. Ese día mi vida cambió demasiado.
Eran las 5:00 a.m., una nostalgia me invadió -pero eso era común-. Recuerdo ese
último amanecer que pude apreciar. Cuando recapacité, me encontraba en este
lugar tan lleno de cosas raras… Tenía miedo y tal vez era un miedo extraño que
invadió mi cuerpo. No sabía cómo reaccionar…
Llevo más de dos años en este encierro. Dos años de estar atrás de estos
muros, entre estas rejas. Cuando me acuesto, mi mente no se calla, planeo toda
mi vida antes de dormir y cada día sueño con que mi vida sea mucho mejor. Este
es un pequeño momento de mi día, un pequeño momento donde siempre me
pregunto: ¿Qué será morir?, ¿qué habrá después de la muerte? ¡¡Lástima que
cuando muere nadie regresa a contarnos…!!
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Recuerdo que fui una niña con muchos complejos. Vivía con mi abuela, mamá,
hermano y primos. Soy la menor de la familia y creerán que por serlo fui la
consentida, sin embargo, no fue así. Siempre pensé que les valía madres, la neta,
crecí con este complejo.
Tuve un primito al que amé con todo el corazón. Era un niño que estaba muy
enfermo, tenía una válvula en la cabeza. Yo lo adoraba, para mí era todo. Un día
mi mamá estaba con una amiga contándole la historia de mi primito y por qué él
era así. Yo, como toda niña curiosa, me paré atrás de la de la puerta a escuchar y
le decía que cuando yo tenía dos años me notaba rara. Salía en las noches con mi
tía y un día nos llevamos a mi prima de siete años. Ese día mi tía regresó llorando
y mi mamá le preguntó a mi prima qué había pasado, a dónde habíamos ido. Mi
prima le dijo que a donde un niño y que él se había puesto muy mal, pero ella
no entendía lo que pasaba.
Entonces mi mamá decidió un día seguirla y llegó hasta la casa de una amiga de
ella donde estaba la policía afuera de la casa. Mi mamá decidió entrar y encontró
a mi tía con un niño en sus brazos y a los policías pidiéndole los papeles del niño.
Mi tía les estaba explicando que era su hijo. Mi mamá se sorprendió, esperó que
se fueran los policías y le preguntó a mi tía ¿qué era lo que estaba pasando? Ella
le respondió que no le comentara nada a mi abuelita, porque nadie se había dado
cuenta de su embarazo. Mi tía se fajó los nueve meses por el temor de lo que iba
a decir la gente, por el temor de lo que le iba a decir la familia. Cuando escuché
eso, en mi mente solo pensé que cómo había podido ser así con un niño que no
pidió nacer en ningún momento. Yo estaba pequeña, no comprendía el mundo
adulto, las dificultades de ser mujer y las realidades a las que uno se tiene que
enfrentar para salir adelante. Estaba muy pequeña para ponerme en los zapatos
de mi tía y comprender los miedos que ella también había vivido.
A pesar de todo, mi mamá le dijo que se llevara a la casa al niño y así fue
como mi primito terminó viviendo con nosotras. Un año después, mi tía viajó
a Estados Unidos con el propósito de darles una vida mejor a sus hijos. Esto
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provocó cambiarnos de casa. Vivíamos en la casa del abuelo, pero cuando mis
tíos migraron a Estados Unidos él tuvo que dar la casa como pago al “Coyote”1.
Nos quedamos en la calle y mi papá le ofreció a mi mamá alquilar una casa para
que todos nos fuéramos a vivir allí. Mi mamá aceptó y así hicimos.
Pero no, me tocaba irme de nuevo. De todos esos años solo tengo un buen
recuerdo de mi papá y está ya borroso, dañado… Recuerdo que jugamos fútbol
una sola vez. Malos recuerdos sí tengo muchos: un día me pegó y no recuerdo
ni por qué, pero desde ahí me cayó mal. Otro día también, habían enviado de
Estados Unidos un gran peluche y zapatos, él vino e hizo como que se habían
metido a la casa a robar y se llevó muchas de las cosas que nos habían enviado,
también de mi mamá. Yo estaba chiquita, pero analizaba, aquí no se ha metido
nadie, nada está forzado. Él se había llevado las cosas para su otra familia.
Yo observaba cómo era él. Tenía un modo que siento que a veces hasta yo lo
tengo. He sacado eso de él, que es bien repugnante. Él era bien así. Supongo que
un día mi mamá se cansó de sus temas absurdos, y cuando se dio cuenta que él
tenía otra familia, a pesar del dolor, decidió terminar todo. Cuando eso sucedió,
mi mamá lloraba y yo, siendo una niña pequeña, me acerqué y le pedí que por
favor nos fuéramos de ahí para donde mi abuela. Ella decidió hacerlo. Preparó
todo lo primordial: ropa, zapatos y solo con eso salimos de ahí sin decirle nada
a él, porque a larga no importaba lo que dijera o pensara.
Me acuerdo de que un día antes de irse para el trabajo, él se puso a pelear con
mi mamá y ella le dijo - ¡Vos con otra te enojas y conmigo te la desquitas! Y él
sólo se le quedó viendo con una gran cara y se fue.
1 Persona que se encarga oficiosamente de hacer trámites para emigrantes sin los papeles
en regla.
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Pero un día nos tuvimos que volver a cambiar de casa y todo cambió entre
nosotros. Él estaba más grande y hacía otras cosas que a mí no me gustaban.
Dejamos de salir juntos y él empezó a llevarse con otros niños que no me caían
bien a mí. A partir de ahí y hasta la fecha, fue como que él por su lado y yo por
el mío…
Le pregunté también a mi mamá que si el niño se iba a morir. Ella me decía que
no pensara en eso. Días después, mi mamá le dijo a mi tía que su hijo se estaba
muriendo. Mi tía le respondió que quería pedirle perdón al niño y que cuando
fuera al hospital lo pusiera al teléfono para que él la escuchara. Así fue, cuando
mi mamá llegó donde el niño, le puso el teléfono y mi tía lloraba pidiéndole
perdón. El niño, como que si sabía todo lo que había pasado, él lloraba estando
entubado.
Ahora que lo pienso, siento el mismo dolor, pero veo las cosas de una manera
diferente. Estar aquí no ha sido fácil, pero me ha permitido pensar en muchas
cosas de mi vida. Cuando me condenaron, mi actitud seguía igual, sin integrarme
a nada. Todo era un capricho porque estaba en este lugar. Nadie comprendía,
ni sabía lo que pasaba por mi mente o lo que sentía al estar aquí. Nadie me lo
preguntó nunca.
Pero un domingo, todo cambió. Los domingos aquí son un día especial: las
familias vienen a visitarnos. El domingo todo cambia. Mi vida cambia cuando los
domingos veo entrar a mi hijo y a mi mamá. Me siento muy bien cuando me
dicen que me aman y me extrañan. Eso es tan hermoso.
Uno de esos tantos domingos mi hijo lloró y me preguntó ¿por qué no podía
tener a su mamá junto a él? Eso fue tan doloroso, pero tan doloroso para mí,
que a partir de ese día mi vida cambió en este lugar.
Mis días ya no son los mismos que hace dos años cuando llegué aquí. Hoy
voy todas las mañanas a la escuela. Me encanta aprender algo nuevo cada día y
no se digan las clases de inglés, escuchar hablar a mi profe… pero eso es sólo
una pequeña motivación para ir a clases. ¡¡Me integré a la orquesta sinfónica!! El
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primer día que fui creí que jamás aprendería a tocar un instrumento. Es como
cuando compras un control y para programarlo el manual viene en letras chinas.
A veces no me tengo fe, pero en menos de seis meses aprendí a tocar el violín,
porque cuando lo tocaba se me olvidaban tantas cosas, entonces me enamoró…
Los mejores días siempre fueron cuando tenía que salir a audiencia, me sentía
emocionada porque sabía que en el juzgado vería al amor de mi vida. Él siempre
llegaba, estaba allí esperándome, estaba pendiente de lo que sucedía, eso me
gustaba mucho porque sentía que él de alguna forma me cuidaba y me hacía
sentir que no estaba sola. Me hacía sentir mariposas en el estómago, me sudaban
las manos, creía que no había cosa más perfecta que él. Me dolió no verlo
durante mucho tiempo.
Por las noches, le escribía una carta, era tan traumático tratar de concentrarse
y escuchar las numerosas peleas de varias de mis compañeras tratando de
decidir quién era la más bonita…y aún hoy no se ponen de acuerdo. Amaba
verlas calladas durante la novela, concentradas. En mi vida he tenido muchos
amores, pero todos han sido complicados.
“Póngase trucha que ahí vienen los salvas caminando despacio por la cuadra. Sus
enemigos se van de espalda y si hay algún problema los arregla la escuadra. (…)
Manos arriba: Santa Ana. Manos arriba: San Salvador. Manos arriba: San Miguel.
Manos arriba: todito El Salvador. Fíjese, míreme, óigame, escúcheme, cuídese.
¿Saben por qué? Porque la mara anda suelta.
(Canción “La mara anda suelta”)
4 Ropa nueva.
5 Parrandear, andar de fiesta.
6 Pandilleros.
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Ese día del colegio llamaron también a mi mamá. Cuando llegué a la casa
solo me dijo que le habían dicho que no había llegado a estudiar. Le di una
breve explicación y no me dijo nada más. Pensó que solo ese día había faltado.
A partir de ese día, ya solo pasaba con los bichos y vendiendo marihuana. Yo
no encontraba como salirme de mi casa para ir donde ellos. Dejé de estudiar
porque iba a una zona de pandilla contraria. Le dije a mi mamá que iba a trabajar
ayudándole a una señora en un puesto de mercado… como siempre, creo que
le dio igual.
Un día estaba con los mareros esquinando y un carro pasó frente a nosotros.
Mi primer pensamiento fue que nos iban a disparar o algo por el estilo. Di dos
pasos hacia atrás, respiré profundo y justo cuando iba a correr, sacaron una
cámara y nos tomaron fotos.
Sentí una gran paz interior, una risa, pero de nervios ¡a sólo eran juras7! Les
dije, pero a ellos no les importó y siguieron fumando.
7 Policías.
8 Pequeña.
9 Jóvenes de la pandilla.
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callada. Tal vez es la razón por la cual hasta el día de hoy sigo sin problemas,
nunca traicioné a la pandilla...
A los 11 años, conocí cómo se sentía estar en una delegación… ¡eh, ahí la
gran sorpresa! Mi mamá me echó la jura porque no quería estar ya en la casa.
Entonces me iba para donde mi cuñado (el novio de mi prima). Cuando me
llegaron atraer, no lo niego sentí miedo, me preguntaba por qué. Hasta que el
policía me dijo que mi mamá quería que me llevaran a un resguardo porque ya
no sabía qué hacer conmigo. Me llevaron, o sea qué pedo, ¡una niña de 11años
esposada en una patrulla! porque su mamá ya no sabía qué hacer con ella. Sentí
odio, resentimiento...
Recuerdo que no lo asimilaba, pero bueno, cómo olvidarlo si fue el día que
aprendí a manejar un cuete10. El policía me preguntó si sabía hacerlo y yo le dije
que no, los bichos nunca habían querido dejarme tocar una porque estaba muy
chiquita. Al policía eso no le importo y me dijo – Yo te enseñaré, entonces-. Y
ese día en la delegación, por un policía, aprendí a montar, remontar, sacar los
tiros y meterlos. ¡Qué ilógico, verdad, en vez de prevenir, me indujo! Creo que
en ese momento creció mi amor por las armas y mi odio por los policías.
10 Pistola/arma de fuego
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Mi primer amor
“No sé porque razón te esforzabas en cambiarme si así me conociste y así quiero
quedarme”.
Pero, bueno, así fue como inició esta historia de amor. Nos mirábamos con
mucha frecuencia…cada noche para ser específicos, hasta que se empezó
a complicar todo. A él no le gustaba que le hiciera el paro a los locos12, se
molestaba y me decía que ya no lo hiciera. Él no quería que estuviera en la calle.
Como toda niña enamorada, le hice caso y ya no seguí. Me tranquilicé, seguí mi
romance con él y todo iba bien. Le dije a los bichos que ya no iba a seguir con
ellos y me alejé. En ese entonces, nos hicimos cristianos los dos, pero no nos
duró mucho, estuvimos menos de un año.
11 Cigarro de marihuana.
12 Un favor a los pandilleros.
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Llegué a mi casa. Compartía cuarto con mi prima. Cuando quise entrar, estaba
cerrada la puerta y, como toda niña callejera, sabía abrir ventanas y entré por
ahí. Vi a mi prima acostada. Teníamos un perrito que no dejaba de llorar. Cuando
quise despertar a mi prima, he ahí la sorpresa, ¡no reaccionaba! Les soy sincera,
no sabía qué pasaba, no sabía qué hacer, sólo recuerdo que le pegué y le eché
agua… a lo lejos, sonaba un teléfono. Era el teléfono de ella y era Luis, un tipo
que estaba enamorado de ella…atendí el teléfono y Luis preguntó ¿por qué no
le contestaba? Y le conté todo lo que estaba pasando y me dijo que tenía que
contárselo a mi mamá y que él ya iba a llegar.
Admiraba el cariño que le tenía ese hombre a mi prima, pero como todo niño
idiota con la mano izquierda bota lo que hace con la derecha. Estábamos los
dos allí en el carro y se imaginan lo que trató de hacer ¿no? Correcto, intentó
besarme, o sea, la morra13 que le gusta que por casualidad es mi prima, se
estaba muriendo por un pendejo y él trataba de besarme y tener sexo conmigo
en el parqueo de un hospital. ¿Qué? ¿En serio? Me costaba tanto creerlo, pero
pareciera que lo hombres piensan más con la de abajo que con la de arriba.
Un día Fernando llegó con la noticia que ya era parte de una pandilla, o
sea ¡¡qué pedo!!, le dices a tu novia que ya no ande en la calle, pero un día te
13 Mujer.
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apareces que vos ya andas con ella, ¿eso es egoísmo o qué? Hasta el día de hoy
no lo entiendo, sentí una gran cólera y le pregunté - ¿por qué fue así de egoísta?
Es muy machista y con lo que me salió fue que yo era mujer y que por eso no
podía andar en la calle.
Palabra, sentí como que se me engrifó el pelo de la cólera. Lo quería matar,
pero que me van a decir a mí que por ser mujer no podía andar en la calle, si
muchas veces las mujeres tenemos más huevos que un bato que a la primera
sale corriendo...
Para mí Fernando era mi primer amor, según yo, el último… ahora lo pienso
mejor. Un día, como toda pareja de jóvenes enamorados, nos pusimos de
acuerdo que queríamos tatuarnos nuestro nombre, porque nunca nos íbamos
a dejar y no sé qué más mentiras, pero nunca dijimos cuándo. Un día de tantos
me habló que llegara a su casa, que me quería enseñar algo y yo fui. Cuando iba
entrando al pasaje, él estaba afuera de la casa sin camiseta y cuando me vio se
dio la vuelta y ahí la gran sorpresa: ¡Tenía mi nombre en la espalda!
Por favor, ¡en serio! ¿qué hago?, ¿corro? eso fue lo que pensé en ese instante,
pero mis pensamientos se cortaron cuando me dijo - Vas vos-. Y yo pensé-
¿Qué?- Ni modo pensé y es así como me hice mi primer tatuaje, un poco
obligada... ¡Es estúpido pensar que estarás con alguien toda la vida!
Ya quiero que sea mañana para volver a repetir lo que viví, hoy te busco en el
colegio porque sé que tú me esperas porque soy tu baby boy.
(Xavi The Destroyer con Zion y Lennox)
íbamos a estudiar a una zona de pandillas contrarias. Recuerdo que todas las
niñas del grado estaban locas por él, ¡Por favor, ni tan rico que estuviera! Pero
para gustos los colores.
Se enojó tanto… era de piel morena, pero se puso morado. Y así fue, en
serio, yo no lo superaba, ¡¡cómo un bato me iba a tratar así!! Nunca le pasó por
la mente a él que me hace algo, pues yo le hago algo peor y así fue. Empecé a
salir con otro niño, que era chelito y seco…Me encantaban los hombres secos
y altos, pero él no me gustaba tanto… sólo quería que Fernando se sintiera mal
por cómo me había tratado…
Sin embargo, ese año las cosas nuevamente volvieron a cambiar bruscamente.
Un día decidí tatuarme y de la nada me puse pálida, empecé a vomitar bien
horrible. Entonces, me nació como aquella duda sobre qué me estaba pasando.
Un día estaba con mi mamá y al parecer las mamás lo conocen a uno. Entonces,
yo estaba cerrando el portón, bien me acuerdo, mi mamá sólo se me quedó
viendo, mira vos, fulanita, ¿y vos estás embarazada? Yo bien brava le dije ¡qué
dice usted!, ¡nombre cómo va a creer! Entonces me dijo, si no estás embarazada
mañana te haré la prueba, no vas a perder nada, me dijo. Hay vea usted si va a
gastar $10 dólares, le dije yo.
Sentí como que me dieron una gran pechada ¿Qué voy a hacer?, ¿cómo voy
a mantener al niño?, ¿cómo lo voy a tener? Mil cosas se me vinieron a la mente.
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Cuando llegamos a la casa, empecé a llorar, púchica, decía yo, ¿cómo voy a hacer?
Le hablé a él, ya que mi mamá insistió en que tenía que decirle… y le hablé.
Le dije –Mira, podés venir a mi casa que quiero hablar con vos- De verdad ¿Qué
pasó? Me dijo. Nombre, vení a la casa quiero hablar con vos. Estás embarazada,
-me dijo. ¡Como si ya sabía el desgraciado! Ah! Algo así- le dije. -Ahorita voy- Me
dijo. Cabal iba el patas cutas ahí llegando. Él vivía un poco lejos de mi casa, pero
como ahí pasaba en la zona, entonces llegó rápido en una bicicleta a mi casa y
¡¡qué estás embarazada!, - me dijo bien contento. Y yo en el momento sentí una
carga menos.
En esta vida
A veces cuando lo pienso, ni yo misma puedo creer que con 13 años estaba
viviendo tantas cosas. Cuando nació mi bebé, le puse el nombre de mi primito,
fue mi manera de recordarlo. Ya me había alejado de la calle, pero siempre tenía
el deseo de volver. Un par de meses después que mi hijo nació, se lo dejé a mi
mamá y me tiré definitivamente a la calle, ya nadie me detuvo. Sin embargo, me
costó encontrar un grupo que me aceptara. Nadie me quería por ser mujer,
creían que no era capaz. Pero finalmente, encontré mi lugar.
Hay un dilema que siempre he tenido, que tal vez la gente piensa que como
el niño estaba chiquito, no lo quería, pero no es así. Saben, yo a mi hijo lo amo
desde el primer momento que lo tuve. El gran detalle es que tenía 13 años, era
una niña y conocía ya otro mundo. Había que rebuscarse por otros lados, sea
como sea yo era una morrita y quien me iba a dar trabajo, ¿qué iba hacer? Sí, es
verdad, uno puede agarrar una caja de tomates e irla vender, pero el dinero fácil
es tentación y yo ya conocía eso.
Volví a la calle por necesidad y por amor. Necesidades que yo traía desde más
pequeña, es como cuando ves pasar una oportunidad que has querido siempre,
cómo no la vas a aprovechar.
Desde mis 12 años había querido ser parte de una pandilla. Yo ya me había
relacionado con chinche y telepate15, pero siempre me mantuvieron un poco
al margen. Un día, no sé ni cómo, yo andaba caminando, se apareció un bicho
y me dijo - ¿Qué ondas? - Yo me quedé cómo este maje a saber quién es.
Comenzamos a hablar y me dijo - ¿Me recuerdas? Yo estaba tal día en aquel
lugar. Y yo soy mala para recordar. Me dijo - ¿Va qué de la pandilla quieres ser?
Yo pensé - ¿Quién le habrá dado tanta información? - y me le quedé viendo. Nos
dimos el número, me comenzó a escribir, me invitaba a ir a vacilar16. Así pasamos
un par de meses. Yo siempre he sido de un sistema que si me dicen brinca, da
tres vueltas y siéntate, lo hago sin reclamar. Al ver eso, quizá dijeron - Ah no,
está maje, simón. Y así me involucré en lo que siempre había querido.
Mi vida era así: ratitos iba a mi casa, una, dos semanas y de allí -Ey mamá, ya
me voy- Y me iba para otro lado, ya me quedaba ahí un mes y medio –Ey, miren
tengo que ir a ver a mi hijo- y me decían vaya chivo anda y entonces no era
como un lugar fijo. Así pasaba. Sinceramente, era un descanso de las dos cosas.
Cuando ya me frustraba de andar durmiendo en la calle, en el monte ahí, decía:
voy a ir a mi casa. Tengo un lugar donde regresar, alguien me está esperando y
entonces me iba para mí casa y ya… cuando en mi casa mi mamá me echaba, ya
era como ¡ah, mi mamá! ya no me aguantaba me iba. Mi mamá sí tenía eso. Era
como ya viniste vos, no te vas a ir vos, pero así como se los estoy diciendo. Yo
estaba modo relax sentada viendo tele y de repente ella llegaba, se me acercaba
diciendo y no te vas a ir vos, cuánto tiempo vas a estar aquí y que no sé qué y
yo me molestaba y le decía, mañana me voy a ir. Sea como sea, sí me hacía sentir
mal, pero si no le gustaba mi presencia, ni modo, me iba. A veces quiero pensar
que en el fondo quería que le dijera que ya no me iba a ir. No lo sé, prefiero
pensar eso a la idea que no quería que estuviera allí.
Mi mamá está un poco loca y creo que me parezco muchísimo a ella. Sé que
no fue fácil y ahora la comprendo mejor, pero en ese entonces era difícil. A mi
mamá siempre le decían que en nuestra familia todo era al revés, que yo era
menor y niña y andaba en la calle y mi hermano era mayor y niño y ya estaba
hasta en la Universidad. Las personas siempre le decían- y a la niña ¿qué le pasó?
Siempre tuvo eso la gente que era bien metida en ese aspecto. Nadie está nunca
para ayudar, solo para criticar y juzgar a los demás.
Era feliz estando allí, sentía que finalmente había encontrado una familia. Sentía
que a alguien le importaba y que yo también estaba dispuesta a dar todo por
ellos. No era como pasar en mi casa y que no hubiese nada que hacer, yo soy del
sistema que no puedo quedarme sin hacer nada, sabiendo que puedo hacer algo.
Entonces, era hoy voy a salir aquí y allá, tenía mi vida bien ocupada. Hasta con
los regaños, porque, sea como sea, siempre hay alguien que lo tiene que guiar a
uno, quizá eso es lo que más extraño… alguien que me oriente. Allí conocí a la
persona que se convirtió en mi guía, un vato todo regañón, pero que ahora que
estoy aquí y puedo pensar más en todo lo que hacía, me doy cuenta que todo lo
que me decía era para mi bien. Él era cómo el hermano mayor que nunca tuve,
lo quiero y lo extraño bastante.
Cada vez que llegaba a la casa, mi hijo siempre me decía - ¿Para dónde vas?
Yo tenía eso que todas las noches le hablaba y me estaba hablando con él.
Traté de estar ahí, aunque sea un poquito. Siempre me preguntaba, pero yo no
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le dije en concreto yo hago esto y lo otro, él es igual que mí, puede saber las
cosas, pero se hace el loco mejor. Sabe que le estoy mintiendo, pero no me dice
nada.
Así me acomodé a mi nueva vida. Una vida con muchas cosas positivas, pero
también negativas. Me tocó esforzarme mucho, nadie me tenía consideración
por ser mujer, me trataban como un vato más… Me decían- usted estar aquí
quiere, aguante-. Y así fue… Demostré que tenía la misma y hasta mucha más
capacidad de los que estaban allí. Pero en medio de todas esas dinámicas también
existió el amor.
Me fascinó tenerlo como yo deseaba. Sin embargo, todo quedó ahí esa noche
y no porque no nos quisiéramos o amábamos. Simplemente porque nuestra
relación no estaba permitida y al inició pensé que al menos andaríamos juntos
no solo como “novios” o “amantes”, sino como amigos en la calle.
Él simplemente era un homeboy más y yo una persona que daría la vida por él,
no solo porque me encantaba, sino porque era mi deber como miembro de la
estructura y no por obligación, sino porque así me lo inculcaron y así lo aprendí.
Creo que arriesgarse le daba más sabor a la relación. Mientras nuestro secreto
se daba, yo lo iba olvidando. Al principio me dolió, pero me enamoré de su
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mejor amigo y eso jamás me lo perdonó, aunque también era un secreto por la
situación. Él nunca volvió a ser igual conmigo y hasta el día de hoy deseo verlo
y aclarar todo, no por regresar con él, simplemente aclararle que me rompió
el corazón y eso jamás lo superé. Quisiera escribirle y decirle lo que siento…
Querido niño:
Espero estés bien. Sabes, tal vez nunca te expresé del todo mis sentimientos hacia
vos, neta siempre tuve la esperanza de hacer algo mal en tu vida, de poder causar un
sentimiento grande y hermoso en tu persona.
Pero, cómo vivir con la idea que tienes de jaina17, sabes que eso no es para mí. Lo
nuestro era tan perfecto, nos entendíamos tan bien, cada día traté de darte lo mejor
de mí. Lastimosamente, nunca nos fue suficiente poder llenar eso que teníamos.
Siempre tengo la esperanza de verte algún día de nuevo y poder hablar y aclarar
tantas cosas, sos un niño hermoso.
Chinito, la vida no permitió seguir con esto. Fuiste, eres y serás siempre un lindo
recuerdo.
He tenido muchos amores en mi vida, pero por algún motivo todos han sido
relaciones tóxicas, adictivas, dependientes, malignas…
Me enamoré de su mejor amigo. Él era solo un año mayor que yo. Nuestra
relación también tenía que ser un secreto. Él era muy posesivo. Los dos nos
dábamos duro18, era una relación tóxica. No voy a negar que lo quiero, porque
es un vato que sí he querido, pero para qué me voy a estar quitando la vida. Un
día casi si me alcanza me mata. Le agarra feo, se convierte en un maldito Lucifer.
Ese día estábamos en la playa, lo recuerdo muy bien, casi me ahoga. ¡Maldito!
Estábamos pasándola muy bien, pero como yo soy muy celosa, comenzamos
a pelear. Ese día le agarró feo y nos empezamos a dar duro en plena playa de
noche y como andábamos bolos, de pronto me dijo -Venite, hoy sí me las vas
a pagar por todas las que me has hecho- y yo como que nombre soltame, vaya
primero me llegó el agua hasta el tobillo, después hasta la rodilla, la cadera,
cuando yo la sentí en el cuello, ahí si dije- nombre este maje- y vi pasar toda mi
vida, sentí que vi la muerte.
Yo sé que es una relación tóxica y que no es la vida que quiero. Pero con ese
hombre hemos vivido de todo, nos han dado duro, casi los juras nos matan
juntos, tantas cosas. Él conoce la peor parte de mí, hemos aguantado hambre
juntos y el vato se quedó conmigo y eso lo valoro.
Cuando llegué aquí, él siempre le ayudó a mi mamá con todo para que no le
faltara nada. Él la cuidaba y lo que necesitara él lo resolvía. Llegó siempre a las
primeras audiencias cuando me condenaron. Hasta que un día algo pasó por mi
mente y dije ya no quiero andar con él… me apoya y todo, pero no quiero esto
para mi vida y me entró una gran psicosis. Le mandé a decir que ya no quería que
siguiéramos. A los días, él cayó preso y perdimos toda la comunicación. Tarde o
temprano él iba a salir, por mucho tiempo sólo le pedí a la vida que no se fuera a
cruzar en mi camino, porque iba a ser una gran tentación. Yo lo sigo queriendo.
Encierro
A veces en este encierro, me acuerdo de mi papá. A los 15 años, me encontré
por última vez y le dije que lo iba a matar. Él sólo se me quedó viendo. Quizá se
asustó y se fue, pero ni vi por donde pasó. Yo estaba comprando cigarros, bien
me acuerdo. Estaba en la tienda, le dije a la señora que me diera dos cigarros y
volteo y lo veo de pies a cabeza…, “ahh, yo lo conozco…” y mire a mi mamá
y ella me dijo “tu papá” y lo volteo a ver a él otra vez y le dije:-¡ tu madre,
hijueputa, ándate si no querés que te mate aquí mismo!- y él sólo me miró y
andaba con una mujer de él, que solo se me quedó viendo…los majes sólo nos
miraban y yo grité -¡tu madre¡ ¿qué se hizo este perro?- Pero sí, a pesar de todo
lo que pasé con él yo siento que ya lo perdoné… hace poco, pero ya lo perdoné.
Ese último día de libertad había estado bien galán en mi casa. Había ido a
visitar a mi hijo, entonces me hablaron- mira, venite para tal lado, vas hacer
una cosa- Y ahí fui yo... Entonces, yo estaba con mi niño y le dije –mira, papi,
te voy a ir a dejar donde mi mamá- y el niño se puso a llorar y no quería que
fuera y me decía que no, “que no vayas y que no sé qué y que aquí y allá” y yo,
como que no, ya voy a venir, ya voy a venir. Mi mamá se enojó conmigo y el niño
estaba llorando y mamá me dijo - ¡Ay no, andate mejor de un solo!- Pero, ni
un “te vaya bien” me dijo. Entonces, me fui y como que sentí aquella nostalgia,
como aquel algo que me decía “no vayas, no vayas, no vayas”, y me quedé muy
pensativa. Pasé toda la noche con una gran ansiedad de fumar… agarré las cosas
que llevaba y las metía una mochila. Me fui porque iba para otro lado, agarré el
bus a las 5 a.m. Puse la mochila y me senté. Cuando iba en el bus empezaba a
amanecer, ese momento justo donde el cielo se ve hermoso, bien bonita estaba
la mañana, bien me acuerdo y yo con una nostalgia y tristeza.
Cuando llegué a mi destino a las 6:30 a.m., me bajé del bus. Me crucé la calle
y justo allí vi una leva19. ¡¡Cómo así!! - dije yo. Seguí caminando con los audífonos
puestos y cabal se me atravesó. Solo pensé- Ya la regué. Me preguntaron -
¿Dónde vas vos, bicha? - para ningún lado, usted, ¿por qué? - le dije. Me dijo-
19 Patrulla de policía.
35
¿Qué llevas ahí, saca lo que llevas allí? Como no se habían bajado de la patrulla,
traté de seguir caminando y allí sí se bajó ya el jura y dijo -vaya pues quédate ahí
que no sé qué y me puso el cuete-, este maje dije yo… así ya la regué. En mi
mente pasó toda mi vida y cabal me dijo -abrí la mochila- y le dije -ábrala usted
si tanto es su ánimo- y se la tiré al maje y dijo –nombre, mirá está bicha- y yo
dije-la regué. Me dijo- Nombre bicha- me puso las chuchas20, - Quedás detenida
por tráfico ilícito- yo llevaba marihuana en mi mochila.
Al llegar, me esposaron. Llegó una orientadora21 y me dijo –Mirá, hija, aquí hay
dos pandillas, ¿de cuál sos vos? Y yo le dije. Y ella me indicó - Vas para tal sector,
tienes cuidado. Me pasaron con el inspector y que cuidará mi proceso y que no
me dejara llevar por las bichas. Y yo dije - ¡Este maje piensa qué barretina estoy!
Cuando me entraron, solo vi un puño de tacuacinas22.
Como en todos lados, uno no se lleva bien con todo el mundo. Pero yo nunca
he sido de las personas que buscan pelea, ni de buscar problemas, así que en
20 Esposas.
21 Persona encargada de supervisar los sectores en el Centro para la Inserción Social
Femenino del ISNA.
22 Expresión popular para referirse a las mujeres.
23 Chévere, genial.
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ese sentido he sabido llevar la situación aquí, sin andar buscando problemas con
nadie. Al mismo tiempo, me ha permitido aprender a llevarme con mujeres.
Lo más difícil aquí siempre ha sido el encierro. Todos los días a las 5 p.m. ya
debemos estar encerradas y uno acostumbrado a andar en la calle, a esa hora
empieza la vida. Al principio me sentía mal, y decía yo - ¿Qué estarán haciendo?
Como les conté al inició, mi hijo me hizo cambiar la actitud en este lugar. El
primer año que estuve aquí no fui a la escuela, no hice nada. Al inicio, era un
dolor de cabeza para todo el mundo. Era como yo así soy, adáptense. Soy de un
sistema que nunca me ha gustado faltarle respeto a la gente y ni me gusta que
me lo falten, pero si siento que alguien me está atacando, reacciono. A veces la
forma de tratarnos es humillante porque saben que no les puedes decir nada.
Yo, bien al suave, se las dejaba ir y no necesariamente faltándoles el respeto, sino
que siempre diciendo verdades. ¡Quizá, eso les caía mal de mí! Con el tiempo
me di cuenta que quien se afectaba era yo.
Pero a veces, también estar presas nos frustra, nos hace no querer hacer nada.
Vivimos la vida que nos toca y no la que queremos vivir, nos acoplamos. No
queremos ir a la escuela, no queremos levantarnos, no queremos ir a talleres,
pero sabemos que lo tenemos que hacer; es la lucha diaria con nosotras mismas,
estamos y cumplimos, pero no nos pueden pedir estar siempre con una sonrisa
y con la mejor actitud. No saben lo que pasa por nuestras mentes, no saben lo
que sentimos. A veces solo siento que están allí listas para cuando cometemos
errores, pero no están para preguntarnos por qué hoy no queríamos ni
levantarnos de la cama.
37
Mi sueño siempre ha sido estudiar Medicina Forense, pero son 11 años. ¡No
tengo ni la vida, ni el dinero, ni el tiempo, ni el espacio para eso! Al salir de aquí,
seguiré estudiando para terminar el bachillerato y trabajaré en una panadería. Mi
bachillerato sí lo quiero, quiero mi cartoncito…la universidad es donde ya me
frustro, porque es tiempo, vida y dinero, que no tenemos. La capacidad sé que
la tengo, todos tenemos la capacidad.
Ahora las cosas son diferentes. Mi hijo me pregunta que cuándo vamos a
estar juntos. Mi vida al salir de aquí ya no puede ser igual… ya no quiero que
sea igual. Por él, por mí. Quiero que él tenga otra vida, que no necesite como yo
andar llenando vacíos, andar buscando una familia, andar extrañando lo que no
pudimos tener... Quiero que mi hijo pueda tener sus propios sueños y que sepa
que los puede hacer realidad.
Dentro de cinco años quisiera poder volver a leer estas páginas y descubrir
que pude hacer realidad todo lo que soñé cada noche aquí. Mi historia no finaliza
en estas páginas, mi historia apenas comienza. A mi corta edad, la vida me ha
enseñado mucho, he aprendido a confiar en mí, en saber que nunca me dejaré
sola. En mi vida he escrito muchas cartas, pero nunca he recibido una, ahora no
necesito recibirla, ahora puedo escribirla yo misma:
Querida Katherine:
Me alegro que te encuentres bien al lado de tu hijo, sabes, siempre hubo algo
que quise decirte y es cómo durante tanto tiempo aguantaste todos esos sentimientos
que te ahogaban por dentro. Sé que te ha acostado llegar hasta dónde estás ahora y
en serio estoy orgullosa de la persona en la que te has convertido.
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Pero, sabes, siempre creí que no lo ibas a lograr, pero con esfuerzo todo es posible.
Recuerdas que hace cinco años no lo creías, que me decías que era difícil, que no lo
soportaría…. Nadie te tuvo fe cuando más lo necesitabas, cuando sentías que todo te
faltaba, cuando el amor no bastaba para llenar tus vacíos que había en tu corazón y,
a pesar de todo, fuiste fuerte… en serio, admiro todo esto de ti. Pensaba que estabas
un poco loca, pero vi que poco a poco ibas sacando todo lo que llevabas dentro.
En serio, noté que te faltaba comprensión, que solo necesitabas que alguien fuera
parte de tu locura, no que te cuestionaran, pero de verdad, creo que solo yo pude
notar eso en todo ese tiempo. Lo siento por cada vez que sufriste por amor y por todo
eso que no valía la pena. Ahora me alegro de que te dieras cuenta que no necesitabas
más que tu propio amor.
Para lograr toda esa felicidad que tanto buscabas en lugares equivocados, me
alegro que encontraras ese alguien que vale la pena y que ya no tengas que depender
de nada de lo que dañó… Espero hayas aprendido amar a las personas que te
rodean, ya que tu hijo te hizo empezar con ese proceso.
Te amo mucho, niña loca, y siempre estoy aquí para ti. Aunque a diario ignores todo
lo que hago, siempre estoy contigo, a pesar de que pase lo que sea, aunque hayan
pasado cinco años desde que te escribí esto…
Con amor,
Katherine
CAPÍTULO 2
KIMBERLY
A ti que eres mi sangre, mi alma gemela. Tú mereces toda mi
inspiración, Te recuerdo cada día y cada noche, te recuerdo
porque ya no te tengo. Un día te veré en un lugar donde
podremos ser felices, tu sonrisa la llevo dentro de mi ser, tú eres
una luz que ilumina mi camino. Te amo hermano a donde quiera
que estés.
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Tiempos felices
Son las seis de la tarde y desde la ventana de mi habitación veo como poco
a poco va cayendo la noche, todo comienza a oscurecer, veo los árboles con
pocas hojas, los pájaros vuelan de un lugar a otro buscando sus nidos, veo la
luna que comienza a aparecer. Pienso en todas las personas que van saliendo de
sus trabajos, de sus estudios, se dirigen a su casa a encontrarse con su familia.
Mientras tanto yo aquí observo todo lo que sucede a mi alrededor, veo las
figuras que imagino en las nubes, escucho a mis compañeras de habitación que
conversan sobre la nostalgia que les da recordar los momentos que compartían
con sus familiares. A esta hora, el aire se siente a nostalgia, una nostalgia que
inunda mi corazón. Pienso ¿qué sería de mi visa si no estuviera aquí?, ¿dónde
estaría? ¿Con quiénes estaría? Quizás no conocería a todas las personas que he
conocido aquí.
Este patio me recuerda a mi hermano… él era tres años mayor que yo,
jugábamos, peleábamos, nos enojábamos, nos amábamos… Mi mamá siempre
nos decía: - Dejen de estar peleando, que empiezan jugando y salen peleando,
uno de los dos termina llorando-. Y así era, pero éramos felices. Con él pasé
momentos inolvidables de mi infancia, éramos muy curiosos, traviesos los
cipotíos1.
1 Niños.
2 Juego tradicional de escondidas.
3 Instrumento formado por una tira de cuero u otro material flexible que se utiliza para
lanzar piedras a distancia.
43
Siempre con historias de pajaritos, una vez nos habían mandado a comprar
tortillas. Íbamos caminando por las calles adoquinadas de mi pueblo, era
mediodía con el sol fuerte; íbamos platicando, por ratos peleando hasta llegar
a la tortillería, donde también había un molino… se oía el ruido del motor.
Siempre llegaba con temor que me mordieran los perros que allí había. ¡¡Cómo
olvidar el olor a la leña con la que cocían las tortillas en el comal, los chambres
de las señoras que allí llegaban a moler y a comprar tortillas!!
Al llegar a casa fue lo primero que le dijimos a mi mamá, nos regañó y nos
dijo - ¡¡no hagan eso!!- y nos mandó a los dos a traer los pajaritos en una hoja
de diario para que los enterráramos, y así fue… hicimos en el patio de nuestra
casa un hoyo, los enterramos, con dos palitos les hicimos una cruz y les pusimos
flores del jardín de mamá.
Mi mamá, qué puedo decir sobre mi mamá… para mí, es la mujer más
maravillosa y sobreprotectora que he conocido. Lo ha dado todo por nosotros.
Mi madre es el tesoro más grande y más preciado que existe en mi vida. Tengo
muy buena memoria y desde siempre recuerdo que mi madre ha querido lo
mejor para mí, aunque algunas veces no la comprendía. Ella fue quien me enseñó
a leer aparte de mi maestra. Ella fue quien daba respuesta a todas mis preguntas,
siempre me puso atención a lo que le decía, nunca me dejó de responderme
alguna pregunta. Me enseñó a despertar mi mente desde muy pequeña.
Cuando ya había aprendido a leer, recuerdo que me ponía a leer las caricaturas
del periódico El Diario de Hoy, porque en mi casa siempre lo compraban. Allí me
divertía y le preguntaba cuando no entendía algo. Me gustaba leer más que todo
a Periquita, Calvin y Hobbes, también las caricaturas de Ruz. En el periódico La
Prensa Gráfica leía a Cándido en las páginas amarillas, el de los tres pelitos en
la cabeza. Las noticias que eran muy fuertes no me dejaba leerlas hasta que fui
creciendo un poco más.
Cuando aún no iba al kinder pasaba el día con con ella, porque mi papá estaba
en el trabajo y mis hermanos iban a la escuela. Yo era muy cariñosa y aún lo
soy… le daba muchos besitos a mi madre y pasaba sólo detrás de ella viendo
todo lo que hacía… ¡¡Me encantaba jugar con sus tacones!!
Cuando fui los primeros días al kinder, lloraba muchísimo… cuando nos
acercábamos al kinder gritaba - ¡¡Me duele la garganta!!- igual a la maestra le
decía lo mismo. Sentía un gran nudo en mi garganta porque me quedaría solita,
con otros niños desconocidos y con la maestra que también era desconocida
para mí… ni se había ido mi mami cuando yo empezaba a llorar y para no
hacer tan larga la historia, solo asistí como una semana porque hacía muchos
berrinches.
Una vez la profesora me agarró del brazo y me dijo súper enojada - Que
dejará de llorar. - Entonces lloré más y le decía a mi mami - Que no me dejará
ahí. ¡Por fin me llevaron a casa! Para ese tiempo tenía cuatro añitos, los acaba
de cumplir… Mi mamá tomó la decisión que hasta el siguiente año me mandaría
al Kínder, cuando cumpliera cinco años, porque estaría más grandecita y así fue.
Pero, todo el año pasó diciéndome - El otro año irás al kinder y no tienes que
pasar llorando, mira los demás niños no lloran. - Y así fue, ya el siguiente año ya
no lloraba, ya tenía la idea de estudiar y que iba a jugar con otros niños.
Mi hermana decía que quería ser periodista, aunque al final estudio otra carrera.
Mi hermano quería ser veterinario y yo quería ser abogada y cosmetóloga a la
vez. Siempre lo dije con firmeza. Conocí a una abogada que siempre me llamaba
la atención, ella fuera mi espejo, por la vestimenta, entre otras cosas. Además,
mi papá en algún momento de su vida él quiso ser abogado. Comenzó la carrera,
pero después se enfermó y ya no pudo continuar. Luego estudió para profesor.
Yo decía que como mi papi no pudo ser abogado, yo sí lo sería.
Como toda familia también teníamos problemas, a veces las discusiones eran
más fuertes y con mi hermano nos íbamos para no escuchar. Creo que no hay
familias ideales, todas tienen sus cosas buenas y malas. Para mí fue duro ver que
mis padres discutieran, no siempre comprendí hasta que estuve más grande,
pero no me gustaba ver a mi madre triste. No éramos la única familia de mi papá
y eso de alguna forma irrumpió nuestra felicidad, eso de alguna manera estaba
siempre presente generando malos momentos. Ahora que lo pienso me doy
cuenta por qué mi mamá quería una vida diferente para nosotros, por qué mi
mamá a pesar de aceptar vivir ciertas situaciones nos inculcó a mi hermana y a
mi ser mujeres fuertes que no dependieran jamás de un hombre. Mi madre en su
sabiduría y quizás sin saberlo nos formó como mujeres empoderadas.
Recuerdo que mi mamá nunca nos dejó que faltáramos a la escuela, aunque
nos arrodilláramos y le suplicáramos no accedía. Y nos decía que teníamos que
ir a estudiar, que nos preparáramos… Siempre ha soñado con vernos como
profesionales. A mi hermano le decía que estudiara y sacara una carrera, que
fuera bueno aprendiendo un oficio porque le serviría en la vida de una u otra
forma, siempre debía de preparase. En algún momento, cuando él tenía 15
años, lo mandó primero a un taller de carpintería los días sábados, después
lo mandó a un taller de mecánica automotriz… aprendió más que todo en el
primero porque al segundo fue poco tiempo. A mi hermana y a mí nos decía que
estudiáramos y que nos preparáramos. Nos repetía que siempre ella quería que
fuéramos independientes para que nunca ningún hombre nos mantuviera, que
ningún hombre nos humillara, que ningún hombre nos corriera de la casa y que
dependiéramos de nosotras mismas, que trabajáramos, que no nos teníamos
46
que acompañar pequeñas como otras niñas... Siempre me decía que todo iba a
llegar a su tiempo.
Alguien fue a decirle a mi mamá donde estaba su niña. De repente, veo que iba
llegando aquella mujer muy enfurecida hacia donde me encontraba, como cuando
una leona ve su cría que otra fiera quiere comérsela. Mi corazón comenzó a latir
muy fuerte. Me temblaban las piernas, no sabía qué hacer ni qué iba a pasar en
ese momento. Sólo imaginé a mi mami golpeándome allí en frente de la gente.
Ella me dijo - ¿Qué haces aquí?, ¿qué no sabes qué tienes que irte directo para
la casa? Y a él le dijo - Mira vos, bicho, deja de andar con mi hija porque ella está
muy pequeña para andar con novio, allá tiene que estudiar y prepararse… no
te quiero volver a ver cerca de ella porque ella es menor de edad (él tenía 19
años) y yo te puedo meter preso por acoso sexual-. Él le dijo que quería algo
serio conmigo y que me quería. Y mi mami le dijo que lo quería era acostarse
conmigo. ¡Ay, qué pena, le dijo otras cosas que no recuerdo perfectamente!
Sentía tantas cosas a la vez… tenía miedo, vergüenza y nervios. Mi mami solo
me dijo – Caminá-, toda la gente nos observaba, caminamos lo que restaba
para cruzarnos el parque… que fue testigo de todo. Caminamos la cuadra que
conduce a nuestra casa. Sin decir ni una sola palabra, sabía que me castigarían al
llegar a casa, ya iba preparando mi cuerpo para que no se asustara.
zapatos de la escuela. Fue a sacar el cincho más grueso que tenía mi papi. Me
comenzó a pegar y a regañarme. Me golpeaba en la espalda y en las piernas. Me
regañaba y yo seguía de rodillas y lloraba de rabia de vergüenza y de dolor. Al
rato, quizás como a los 30 minutos, me dijo que me levantara, me cambiará y
fuera a lavar mi uniforme, Me quitó el teléfono.
Con mucho respeto quiero hablar sobre la vida de mi mami. Ella se crio con
mi abuela. Fue como su mamá y con unos de sus tíos porque la mamá de ella
se fue a la capital a trabajar. Luego ella conoció otra pareja y tuvo otros hijos.
No le ayudó a mi madre en nada. La abuela de mi mami mandó a mi madre a la
escuela. Mi madre tenía que hacer el oficio y preparar la comida. Entonces, mi
mamá mejor dejó de estudiar, ya que no podía ir a la escuela y tener comida a
48
Gracias a la vida ella fue aprendiendo muchas cosas. Desde pequeños mis
hermanos y yo reconocíamos que ella es muy inteligente y si hubiese podido
estudiar quizá hubiese llegado lejos. Yo no niego que me siento muy orgullosa
de ella y la admiro muchísimo. Ella siempre ha permanecido dispuesta a dar todo
lo mejor para nosotros sus hijos, nos ha contado que se acompañó con mi papi
porque no tenía otra opción.
Ella usaba su propia vida para ponerla de ejemplo. No quería que pasáramos
lo que ella sufrió. Creo que no me alcanzará el tiempo, ni el papel para contar
todas las maravillas de mi madre. El amor es la expresión más hermosa de la
fidelidad. El amor es un sentimiento tan grande y muchas veces difícil de explicar.
En nuestro alrededor hay personas que quizá nos aprecien y quieran. Pero,
personas que realmente nos aman son muy pocas. Yo tengo una gran persona
que ha demostrado con un amor inmenso que me ama y es mi madre. Para mí
ella es la mejor de todas, por medio de ella y de su fidelidad he podido sentir
en todo este tiempo un gran amor… sé que nunca me va a abandonar, quisiera
saber qué es toda esa fuerza o de dónde le nace tanta fuerza que la sostiene
para seguir luchando por la vida.
Ella es una mujer de mucha esperanza, humilde, pero con una gran valentía
dispuesta a estar siempre a mí lado. Quizá ella es quien ha sufrido más que yo
cuando me ve en este lugar. Cada vez que me viene a visitar, aunque ella me lo
quiera ocultar, veo la tristeza en sus ojos, aunque ella siempre se despide de mí
con una sonrisa, sé que por dentro ella sale con un nudo en la garganta.
Ella siempre que viene me dice que anhela tanto el día en que yo salga de aquí.
¡Yo también lo anhelo! Ella me visita dos veces por semana (jueves y domingo),
son tres o cuatro horas de viaje, toma a veces 3 ó 4 buses. Se levanta muy
temprano, viene cansada, pero es de las primeras que está haciendo filas para
ingresar… Cuando la veo es una felicidad enorme y sincera, pero a la vez me
entristece porque ella no debería estar pasando por todo esto… si yo tan sólo
hubiese escuchado sus consejos…
que me le dé fortaleza ¡¡Ella es lo más bello que tengo!! Ha sido muy fiel y muy
constante, ella para mí es un ángel. En todas las audiencias ha estado conmigo
apoyándome, ha llorado junto a mí… el amor de una buena madre es puro,
sincero y fiel. Quizá algunas veces sólo viene con el dinero del pasaje y deja de
comprar algunas cosas de ella para traerme a mí cositas que necesite.
Algunas personas quizá la juzgarán y dirán por qué hace todo eso, pero
es realmente cuando nos pasan las cosas que logramos comprender algunas
situaciones. Ella es quien me impulsa a seguir adelante, quien me da fuerza para
continuar, ella es quien me ha enseñado a ser valiente, para mí es todo. Cuando
estoy enferma, ella es mi doctora, me siento desesperada y afligida, tengo miedo
en pensar en mi futuro… es mi psicóloga y fue mi primera maestra. No puedo
estar más que agradecida con ella, simplemente la amo.
A veces recordar duele… así como darme cuenta que esto no es un sueño
y que estoy tras estos muros. Hace tres años me acusaron de un delito que
no cometí y me condenaron a 15 años bajo la medida de privación de libertad.
Desde entonces, mis sueños quedaron detenidos; desde entonces, cada día
solo me queda recordar ¡¡qué habría sido de mí si la historia de mi vida fuera
diferente, si pudiera volver atrás!!
Cómplices
Cada día que pasa aquí es más difícil. Extraño a mi familia, extraño mis estudios,
extraño mi vida. El tiempo tras estos muros parece infinito, a veces demasiados
silencios que llenan de recuerdos y nostalgia mi alma. Cuando es día de visita
y veo que vienen los hermanos de algunas chicas quisiera que el mío viniera,
quisiera saber qué pensarías de verme aquí, aunque quizás si tu estuvieras jamás
habría llegado aquí. Mi querido hermano quisiera tener tu apoyo, cuando vienen
a verme nuestros padres y nuestra hermana, quisiera que tú también vinieras. Te
quisiera poder dar un abrazo, deseo tanto volver a ver tu sonrisa, solo una vez
más, escuchar tu voz. Si pudiera volver al pasado solo sería para verte y decirte
cuanto te quiero “brother”.
No puedo negar que en general tuve una infancia feliz, pero en la adolescencia
todo cambió. Un día una espada atravesó mi corazón y nada volvió a ser igual. Era
un sábado de junio 2012 como cualquier otro sábado. Esa mañana mi hermano
salió de casa a eso de las 7:30 a.m. hacia donde sus amigos. Mi mamá salió con
mi papá al centro de Usulután a atender un negocio de ropa que tenía mi mamá,
porque a veces mi papi le ayudaba. Yo me quedé en casa con mi hermana, para
mí todo marchaba bien… era un día normal.
A eso de las 11:30 a.m., llegó mi hermano a casa. Puso música en la radio,
estuvo bailando y cantando sólo, esperando que llegaran nuestros padres con el
almuerzo porque no nos habían dejado dinero para cocinar, ni tampoco había
algo dentro del refrigerador. A las 12:00 p.m., nos llamaron nuestros papás que
ya pronto llegarían a casa, que ya estaban esperando el bus. Media hora más
tarde llegaron, ya teníamos mucha hambre, mi mamá y mi hermana empezaron
a cocinar rápido. Luego, mi hermana salió a buscar tortillas y ya no había porque
ya era tarde. Fue a la panadería y compró pan francés y con eso almorzamos y
con lo demás que habían cocinado. Nos reunimos en la mesa: mi mamá, papá,
hermano, hermana y yo.
Pasó esa noche como cualquier sábado. Esperamos que llegara en la mañana
del siguiente día, le llamábamos a su celular y al número del que llamó la
última vez y nadie contestaba. Llamábamos una y otra vez esperando a que él
respondiera. Mi mamá a las 7:00 a.m. del día domingo salió a buscarlo donde
los “amigos”, pensando que podría estar allí… nadie daba información sobre él,
nadie lo había visto. Pensábamos que tal vez era una locura de cualquier joven
que podría haberse escapado por algunas horas. Mi hermana y yo fuimos ese
día a misa a las 10 a.m., pensando que tal vez ya llegaría, el corazón de mi madre
seguía muy afligido.
Al llegar a casa mi hermana y yo, aún no había noticias sobre él. Mi papi
salió a buscarlo donde los supuestos amigos y ellos no brindaban información,
manifestaban que ellos no sabían nada. Mi corazón empezaba a latir más fuerte,
era mi hermano, mi querido hermano con el que crecí, con el que compartí mi
infancia, nuestras travesuras, no podía imaginármelo muerto, ni en lugar tirado
a la intemperie.
Pasaban las horas. Mi mamá tomó el bus y salió a preguntar por mi hermano
en las delegaciones policiales del centro y en algunas clínicas, hospitales y ninguna
señal. ¡Como si la tierra se lo hubiese tragado! Mi papi salió otra vez en la
moto a preguntar a la gente si lo habían visto por algún lado. Mi hermana y yo,
en zozobra, no podíamos hacer nada, sólo pedirle a Dios que todo estuviera
bien. Llamábamos una y otra vez no contestaba. De pronto, alguien contestó.
Era una mujer quien contestó… nosotras muy nerviosas pensamos que era mi
hermano, sólo dijo que ella se había encontrado el teléfono por una escuela,
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Nos fuimos a casa, volvimos, nos pidieron los datos de él y les explicamos
cómo sucedió todo. ¡Ya mi hermano estaba reportado como desaparecido!
7 Bolso.
8 Herramienta de jardinería en forma de Cuchillo con una hoja muy grande que se usa
para cortar hierba y maleza en el monte.
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Esto es algo que me dolía muchísimo, aún me duele; cuando recuerdo aún
lloro por él, siempre lo llevaré en mi memoria, estará dentro de mi corazón.
Sentía como si era un sueño y necesitaba despertar. Sigo queriendo encontrar
una respuesta de lo que pasó contigo y aún no sé nada, han pasado más de siete
años y sigo como el primer día sin saber nada de ti.
Mi querido hermano:
Han pasado siete años, no supimos nada de lo que pasó contigo. Hubiese querido
darte cristiana sepultura, como merece cualquier ser humano. No hubo ninguna
investigación, fue de los miles de casos que quedan en la impunidad; claro, éramos
una familia no reconocida, no éramos importantes como para que se hiciera famoso.
Quizá si hubiésemos sido una familia con mucho dinero este caso estaría resuelto.
Como quisiera que por lo menos te hubiese visto por última vez y tener un lugar
donde irte a dejar una florcita, donde poder ir a visitarte. Cuando veo el cielo y las
estrellas pienso en que si tú desde el cielo me observas, sólo espero que encuentres
una vida mejor que esta.
Quizá nunca te lo dije, pero te admiraba mucho por ser tan inteligente y por todos
los talentos que tenías. Siempre recuerdo la última vez que te vi, tengo todo presente
como si ayer fue.
Si algún día tengo hijos les hablaré sobre ti y les contaré todas las aventuras que
pasamos juntos: cuando nos escapábamos de la iglesia, cuando nuestra hermana
se descuidada y nos íbamos para el parque a ver el show de payasos y ya veníamos
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cuando la gente salía de misa, nos íbamos corriendo para la puerta de la iglesia y le
decíamos a nuestra hermana que ahí habíamos estado en la puerta. Y ella no nos
creía y llegaba a decirle a mamá.
Tu hermana menor.
Redes de la muerte
Después de la desaparición de mi hermano, las cosas jamás volvieron a ser
igual. Yo seguí estudiando y comencé a andar de novia de Eduardo. Pero ese
amor tenía una particularidad, él vivía en un barrio de pandilla contraria al que
yo vivía. Ser joven en este país es complicado, no puedes ni amar libremente.
Pareciera tonto, pero enamorarte de alguien de un territorio contrario te puede
costar hasta la vida. Él me llegaba a ver al parque donde pasaban estos jóvenes
que eran de pandilla contraria. Al principio, pensé que no iba a tener problemas
porque yo no era nada, ni él tampoco. Pero por el simple hecho de vivir en
zonas contrarias, sí se tiene problemas.
Con el paso del tiempo, comencé a recibir mensajes que me iban a matar y
yo no sabía ni de qué se trataba. Yo ya había terminado con él, pero siempre
platicábamos. Me comentaba que también a él lo amenazaban y le conté de
las amenazas que yo recibí. Nos pusimos a verificar y era del mismo número
telefónico desde donde recibíamos amenazas. Quizá con los meses, mataron a
un muchacho que era de la pandilla contraria, ahí me mandaron un mensaje: “Me
iban a matar”. Yo sentía mucho miedo… para ese entonces, yo ya andaba con
otro chico a quien también le habían matado a un hermano, pareciera que nos
acostumbramos a vivir entre muertes y desapariciones. Me pedían entregar a mi
novio porque lo vinculaban con el otro asesinato o si no me matarían a mí. Yo
jamás habría hecho eso, pero sentía mucho miedo.
55
Así fue como comencé a involucrarme. Encontré un apoyo que me hizo sentir
mejor, me llamaba varias veces al día para preguntarme cómo estaba y me
respetaba. Con el paso del tiempo comencé a hacerles diferentes favores, me
llamaban cuando necesitaban algo y yo lo hacía. Fui conociendo cada vez a más
de ellos. Me tenían confianza y empecé a ser parte de esa red. Ya no tenía miedo,
había dejado de ser una “gata”, ahora me sentía como una “leona” en medio de
una manada de leones bravos y terribles.
Mi hermana se daba cuenta de lo que estaba pasando. Me aconsejaba, me
decía que no me involucrara con ellos. Sin embargo, ya había tomado la decisión.
Con mi hermana tuvimos un poquito más de confianza cuando desapareció mi
hermano, desde pequeños no le teníamos confianza porque ella nos regañaba y
le contaba todo a mi mamá. Ella es mayor que yo seis años y nos volvimos más
cómplices, igual ella me contaba a mí sus cosas. Todas las noches nos íbamos
al patio a hablar. Tenía la confianza de contarle las cosas a ella por si algún día
algo me pasaba, ella lo supiera. Si hubiésemos tenido la misma confianza con
mi hermano, hubiese sido fácil encontrarlo o saber qué le sucedió. Si algo me
pasaba yo no quería que mi familia viviera lo mismo.
Con el tiempo les empecé a tomar cariño a muchos de ellos, fue difícil ver
morir a varios, cuando matan a uno, allí es donde uno empieza a sentir odio
con el enemigo, con el del otro barrio que le hizo daño a tu amigo. Uno se va
56
Me llamaba mucho la atención ese mundo. Llegué a pensar que quería ser
activa y no solo hacerles favores. Prácticamente no había mujeres en el grupo,
las que estaban eran parejas de ellos, pero no tenían su mismo lugar. A mí no
me interesaba ser pareja de alguno de ellos. Cuando estás en esa posición,
todo es más complicado, no tienes voz, no tienes decisión y nunca te puedes
alejar. Yo quería ser como ellos. Pero sabía que a las mujeres no les tienen
confianza, creen que vamos a ser las primeras en traicionar a la pandilla o que
fácilmente caemos. Yo quería tener el respeto de la pandilla y ser tomada en
cuenta, quería ser igual que ellos. Incluso hablé con uno de ellos y pienso que
conmigo ya habían hecho una excepción, porque yo había hablado con ellos, les
había demostrado mi fidelidad y siempre me porté firme. Pero les molestaba
que me llevara con algunas amistades que no eran de la misma cancha.
Hay algunas cosas con las que nunca estuve de acuerdo en la pandilla,
decisiones, acciones, formas de actuar. En el fondo no me hacía sentir bien
que se les hiciera daño a otras personas. Pero uno se acostumbra a verlo y de
pronto, simplemente, se vuelve normal.
No puedo negar que conocí a buenas personas allí, personas que aún no sé
por qué llegaron allí, pero creo que cada uno tiene su historia y sus porqués.
Hay muchos que con su inteligencia y corazón si solo tuvieran la oportunidad de
tener otro camino serían maravillosos. Extraño las conversaciones con algunos
de ellos, extraño su amistad.
La vida sin mí
Hace tres años que obligatoriamente no estoy en casa. En todo este tiempo
han pasado muchas cosas, tanto aquí adentro como en el mundo exterior. Tras
estos muros me enteré que habían matado a mi primer amor y a su mejor
amigo, la lista de muertos cada vez es más larga. No pude evitar escribirle…
Cuando mi mamá se dio cuenta que andaba con vos me pegó y me regañó
muchísimo, me castigó con quitarme el teléfono y comenzó a estar muy pendiente de
mí cuando salía. Te quería muchísimo, tan pequeña yo aprendiendo a amar.
Esa relación me dejó secuelas muy duras, esa es una pequeña parte de mi vida
que me trajo a este lugar.
Pero, ya nos habían echado el ojo. Yo tuve siempre otro novio, siempre, aunque me
insistías en que regresáramos. Ellos me ayudaron a contactarme con los altos, como
si ellos me darían la protección.
Quisiera haberte visto por última vez y decirte que fuiste parte importante de mi
vida. Pero creo que lo sabías.
Cuando inició el retiro me sentía alejada de Dios por todo lo que le había
fallado. Desde pequeños le servíamos a Dios, nos habían inculcado valores en mi
familia. Siempre fuimos católicos. Después iba de vez en cuando a la iglesia, pero
por compromiso. Sentía culpa por haberme alejado de Dios. La primera noche
no sentía ni por qué estaba en el retiro. Conforme a las oraciones y la palabra fui
pidiéndole perdón a Dios, en mi mente se me venían imágenes de todo lo malo
59
que yo había hecho con ellos. ¡Lloraba porque quería sacar algo de mí! Cuando
nos llevaban a la capilla a orar, me sentía más tranquila y no quería ya ni salir del
retiro, porque sabía todo lo que me iba a tocar enfrentar.
En los demás días sentía que Dios me había perdonado y cambiado. ¡Lloraba
de alegría! El sábado en la noche y domingo en la mañana le pedí a Dios que
fuera él quien me ayudará y alejara de todas las tentaciones. Salí del retiro. Da
la casualidad que el teléfono se me había arruinado, y no quería saber nada de
ellos. El siguiente domingo fui a misa y pasé a dar testimonio a la iglesia, ahí le
pedí perdón a mis papás por lo que había hecho. Y mis papás estaban llorando,
también otra gente por lo que había dicho. En la comunidad me conocían, sabía
en lo que había estado y se quedaron sorprendidos y contentos por verme.
Luego, cuando salí vi que tenía bastantes llamadas de ellos y no contesté. Hablé
con mis amigas y sentía raro escuchar cómo ellas hablaban. A ellas las había
corrompido. Lo que sí me dolió fue que tenía una amiga que me apoyaba en
todo, y le presenté varios muchachos y ella quería ser “Paro”9 como yo, pero le
decía que no. Le comenté que yo había ido al retiro y ella se alejó de mí. Ella sólo
me apoyó en las cosas malas y me di cuenta que no era mi amiga. Se alejó y ya
no volví a saber nada de ella. Hubo una de mis amigas, a quien no la consideraba
tanto mi amiga, pero me aconsejaba, luego me di cuenta que sí era mi amiga y
me apoyó.
Pienso que cuando uno quiere de verdad cambiar no importa la iglesia. Varios
de ellos se dieron cuenta que andaba en la iglesia. Ya no salía sola, sino con mi
hermana. Yo iba la iglesia siempre.
estudio, mami? Ella respondió - Lo que siempre has querido, ser abogada.- Me
puse a pensar que iba estudiar Ciencias Jurídicas. ¡Yo me sentía bien contenta!
Y mi mami les dijo que cómo podía estar segura que ellos eran policías, porque
ya se habían visto casos que no son policías. Ellos dijeron que se preocupara
cuando no anden patrulla. Me subieron a la patrulla y empecé a llorar cuando
vi a mi papi y hermana llorar. Luego vi otra patrulla donde iba otra chica y otro
muchacho, que murió unos meses después en el Centro de Internamiento en
el que estaba.
Nos llevaron, nos hicieron el fichaje y todo eso… al siguiente día, llegaron
los papás de algunos. Ese día nos iban a llevar en la tarde al CAM, que es un
lugar de menores. Dijeron que a mí y al otro muchacho no nos podían llevar
ahí porque éramos mayores. Nos llevaron para las bartolinas. Al llegar ahí, había
varias muchachas conocidas y bien sorprendidas. Me daba algo de miedo porque
las mujeres eran bien mayores y yo bien bichita10. Estaba consciente que tenía
que esperar hasta el lunes.
10 Pequeña, joven.
62
El tiempo que esperamos afuera nos preguntaron todos los datos, y cuando les
dije que estaba en la Universidad, no me creían. Bien sorprendidos se quedaron.
Me preguntaban tantas cosas... Se hizo gran bulla que estaba en la Universidad. No
había tanta gente porque era vacación, sólo estaban las orientadoras y custodias.
Ya nos habían explicado varias cosas. Algunas orientadoras nos aconsejaron que
nos portáramos bien y que al sector donde veníamos había chicas un poco más
conflictivas, así que nos cuidáramos y que nos portáramos bien.
El domingo llegaron mis papás. Recibí la visita. Sentí tristeza y alegría a la vez.
Me traían bastantes cosas de higiene personal y estuve platicando con ellos.
Sentí que teníamos tanto de qué hablar, tenían que irse y yo me puse a pensar,
vienen de tan lejos… Luego regresó mi mamá el jueves ¡Sentía tan largo los días
de espera para verlos!
Cuando llegué las mismas bichas me explicaron cómo era acá, que había
algunas que buscaban pleito. Desde ese momento, no quería problemas, sino
irme lo más pronto posible. Cuando me llevaron al cuarto, había dos grupos y
uno de ellos me decía que no te llevará con el otro y el otro igual. Recuerdo
que les dije que no quería problemas, que no iba a tener enemigas y que me iba
a llevar con todas. No tuve problemas, me recibieron bien. Me decían - ¡Niña
nueva!- A algunas orientadoras les contaba toda mi historia y se sorprendían
cómo yo estando en la universidad viniera a parar aquí.
Lo más difícil de todo este tiempo ha sido estar sin mi familia, pensar todo el
tiempo que he perdido en la universidad, en el nivel académico perdí bastante,
ya fuera por quinto año, estaría casi graduándome de abogada. Hay varios
momentos en los que me he frustrado. También hay personas que me motivan,
pero igual eso no quita lo que me duele. Me he arrepentido de no haber
obedecido a las personas, a mis papás. Además, de haber tenido estos vínculos
que me trajeron aquí porque he perdido el tiempo.
Estoy algo joven, pero este tiempo ya no lo voy a recuperar. Otra de las
experiencias que más me han dolido, fue cuando murió mi abuela. ¡Ya no la volví
a ver desde qué me condenaron! Y si le pedía a Dios volver a verla, pero así pasó.
Fue muerte natural, mí única abuelita que tenía.
63
Es difícil para mí saber todo el esfuerzo que mi madre hace y que no es justo,
porque no fue culpa de ella. ¡Me ha dolido bastante verla llorar y que ella se ha
sentido culpable! Y yo le digo - A ella que no se sienta culpable porque sola me
lo busqué y ella hizo todo bien… yo le mentía. ¡Y a ellos les afecta mucho que
yo esté aquí! El momento más difícil fue cuando me dieron 15 años, porque al
principio solo eran tres.
Antes de cumplir los cuatro meses de haber llegado aquí, fuimos a audiencia
y nos dijeron que íbamos a salir libres por cumplir los cuatro meses, pero que
íbamos a seguir presentándonos en audiencias. ¡Me sentí feliz! Luego llegó
ese día que salí, era miércoles. El viernes fui a la audiencia, Fiscalía pedía que
nos volvieran a internar porque nos podíamos fugar. La jueza no estuvo de
acuerdo. Fue un día de julio en el que salí. Después llegó la vacación de agosto, se
suspendieron las audiencias. A mediados de agosto, se reanudaron las audiencias
y me condenaron a tres años. Recuerdo ese día como si fuera ayer.
Ese día salí de mi casa para la última audiencia. Salí con mi mamá. Cuando
estábamos en la calle le dije - Ojalá que las dos regresemos-, sentía una nostalgia
salir de casa, ella me dijo - Sí, mi niña, primero Dios todo va a salir bien-.
Era de mañana fuimos muy puntuales, pero tuvimos que esperar que las partes
se acomodaran y organizaran todo el equipo. Inició la audiencia, la Fiscalía se
sintió realizada, me imagino que pensaron en que se llegó el día. Inició la audiencia
–Bla,bla,bla-. Me sorprende siendo personas profesionales cómo son capaces de
mentir, porque decían cosas mías que no eran ciertas. Mis nervios empezaban
a llegar, yo estaba consciente que era inocente de lo que me acusaban. ¡No lo
hice! Ellos habían preparado un gran argumento, llegaron al medio día y tuvimos
que salir a almorzar… hubo una pausa...
Cuando voy a audiencias, me hace sentir bien que el juez me felicite porque
le entrego bien mis informes. La mayoría de las veces me entristece que no
me da ninguna esperanza. Hasta que no cumpla siete años no me dan ninguna
posibilidad de tener beneficios.
A nadie le hago falta, solo a mi familia, pero de igual forma tuvieron que
aprender a vivir sin mí. Igual yo, tuve que aprender a vivir en otro ambiente.
Tuve que aprender a adaptarme a otras personas. Lejos del hogar tuve que crear,
según las condiciones, mi área de comodidad. Tengo una rutina que seguir todos
los días: cada día que despierto ya sé lo que debo hacer, aunque este es un lugar
inestable, si hoy me dicen que tengo que cambiarme de dormitorio por a o b
motivo, indiscutiblemente lo debo hacer.
me esté diciendo- ¡Haz esto y haz aquello! Sola debo de tomar decisiones y que es
la vida si se trata de decisiones, cada quien elige cómo vivir su vida.
Todos los días tomamos decisiones que pueden afectarnos o beneficiarnos, por
ejemplo: yo decido en qué momento levantarme, qué blusa ponerme, etc.
Justicia y libertad
Unos dicen que soy una chica sin sueños ni metas... Pero, en realidad quieres saber:
¿quién soy?
Soy la que hace unos pocos años lluviosos corría entre los callejones de mi pueblo,
y veía correr entre las ventanas de madera de mi casa las gotas de lluvia.
Puedes saber de dónde vengo, pero sabes hacia dónde voy...
... Voy hacia donde todos quieren ir, pero solo unos pocos logran llegar.
Podrás juzgar mi apariencia, pero no podrás juzgar mis pensamientos.
Yo soy un pajarillo enjaulado que busca la puerta de su salida, soy un pajarillo que
teme volar hacia otros cielos... Y que en el vuelo sean destrozadas mis alitas.
Y soy como tú, con deseos de vivir una vida justa.
Tú eres como yo, y yo, ¿quién soy?
Soy alguien que tiene los mismos derechos que tú.
Anoche soñé que ya había salido de aquí. Soñaba que estaba en mi casa.
Veía a mi familia, estábamos todos reunidos almorzando, vi a mis padres, a mis
hermanos y a mi abuelita. Lastimosamente era un sueño. Sigo aquí, lejos de
todos.
Espero con mucha ansia los días en que me visita mi familia… más que todo
viene mi mamá, porque mi papá y hermana no vienen muy seguido por sus
trabajos. No todo ha sido malo. Hay cosas que han sido buenas: aprendí a hacer
tarjetas de filigrana, fui al taller de corte y confección. Nunca me imaginé usar
una máquina de coser. Estoy aprendiendo a tocar guitarra, algo que siempre
quise y quizás allá afuera no lo hubiera hecho. Actualmente, estoy aprendiendo
a hacer pan. ¡Con lo mucho que me encanta el pan, uff!
Estoy aprendiendo inglés. Nunca me gustó. Siempre odié esa materia y ahora
me encanta, quisiera aprender a hablarlo súper bien.
11 Chévere, genial.
68
Pero, sé que mi caso no es el único. Hay miles de casos peores que el mío.
En nuestro país, hay muchísimos, cientos de personas que guardan prisión en
cárceles o en bartolinas que también son inocentes y están ahí por confusiones.
El que quiere sale adelante, así le cueste, porque así es en la vida. Todo el
que quiere se supera sin importar lo que diga la sociedad. Hay una sociedad
que señala, medios de comunicación difamadores, atropelladores de la dignidad
humana, propagandistas y otros haciendo todo por ganar audiencia. Aplicando
prejuicios sin valor: capturando a delincuentes.
Empiezan los comentarios, y muchas veces no es así. ¿Qué pasa con tus
compañeros de estudio, de trabajo, tu familia, amigos?, ¿qué pensarán de ti?,
¿qué tal cuando salgas, cómo te verán?
Ojalá algún día muchas cosas cambiaran. Cuando todos nos humanicemos
y sintamos empatía por los demás. Cuando tú te encuentras del otro lado, te
das cuenta de que no le importas a nadie, cuando te da espalda la sociedad, los
jueces de saco y corbata, policías con uniformes y botas… son la autoridad y en
teoría hay que respetar. A ellos no les importa nada.
Cada día cuando me despierto, escucho en medio del silencio los carros y
autobuses que pasan por la carretera que está afuera del centro. ¡Bum, piii! A
lo lejos canta un gallito, ¡Quiquiriquí! E inmediatamente me levanto, ordenó
69
Si tengo limpieza, voy a hacerla. Una semana por medio nos toca hacer
limpieza en los pasillos, en la cocina, en las zonas verdes, cunetas, lavandería y
redondeles. A las seis y media, subo las escaleras hacia mi cuarto, a las 7:00 a.m,
se escucha un fuerte grito: ¡Niñas, la comida!
Nos llevamos bien, ella pasa conmigo, pero nos separamos por ratos cuando
ella va a la escuela o cuando vamos a diferentes talleres, de lo contrario, nos
mantenemos juntas.
A las 7:40 a.m., me llaman para la clase de inglés. Esta la recibo en la sala de
cómputo junto a otras tres jóvenes que son de bachillerato. Es primera vez que
nos dan algo diferente a las que somos bachilleres. ¡¡Tuve que esperar tres años
para esto!! Esperar que las otras tres chicas terminaran noveno grado, fueran a
bachillerato para que nos dieran un estudio aparte de los talleres.
canciones en el violín, porque a las 10:00 a.m. voy a clases de Sinfónica. El profe,
siempre es muy puntual y siempre está dispuesto a enseñarnos.
Me puse en que pensar, decidí y me inscribí. En las primeras clases, las sentí
difíciles y toqué la primera canción “Estrellita”. Me empezó a gustar… poco a
poco, cuando me fui aprendiendo otras canciones, me gustó bastante. A los seis
y siete meses de esto, hicieron las audiciones y ahí fue donde pasé a lo avanzado.
Entonces, en ese mes hubo una salida.
Antes yo pensaba que era más fácil, pero me di cuenta de que no. Aprender
tocar un instrumento relaja y abre puertas, porque estando en la orquesta he
conocido bastantes lugares y personas.
Cuando entramos al salón del evento, yo estaba para con mi violín mientras
nos preparaban el escenario, veía entre tantas personas del público más de
una cara conocida. Vi a algunos conversar entre ellos y mirarme, seguramente
hablaban de mi, sobre aquella chica que estudió con ellos tres años atrás.
12 Insecto.
72
No es fácil tener siempre las mismas rutinas y sentir que no estás haciendo
nada productivo con tu vida, que deberías estar en otro lugar. Cuando salgo de
clase a las 12:00 p.m. ya viene otra vez el almuerzo. El menú es arroz, ensalada,
pollo o carne, relleno de güisquil, chilaquiles, una tortilla y fresco de sandía,
melón o de guineo con leche. Voy a comer otra vez con mi amiga. Por cierto,
comemos en mi cama donde también duermo, río, y lloro. Me escucha toda mi
cama, mi espacio comprende de cuatro ladrillos de piso y el espacio de mi catre.
Luego con mi amiga pasamos un rato platicando, hasta que a eso de las 4:30
p.m otra vez la cena (frijoles, pan y leche). A las 5 p.m., se va mi amiga, le doy
un abrazo y un beso. A esa hora, entra la custodia de turno y nos encierran de
nuevo.
Luego me voy a bañar otra vez y lavo la ropa sucia. Al terminar, hago tareas,
ensayo con el violín, leo algún libro y se hace un poco tarde. Cuando estoy muy
ocupada, me duermo a las 10:00 p.m., pero lo normal es dormirme a 9:30 p.m.
Me voy a cepillar, ordeno mis cosas, me acuesto y me duermo.
73
Tengo un corazón que sabe amar, que muchas veces ha sido torpe y que
ciegamente ha amado y lo han traicionado y el muy idiota sigue amando, a mi
me cuesta mucho dominarlo. Sin embargo, en mi corazón también hay personas
que nunca podrán dejar de existir, entre ellos mi familia y algunos amigos.
Este año, fui a audiencia con mi mejor amiga y con otra compañera, cada
seis meses nos tocaba salir juntas a revisión de medidas porque estamos por el
mismo proceso. Primero entró la compañera junto con su abuelita a la audiencia,
luego llegó mi turno, el juez me felicitó y me motivó a que siguiera de la misma
forma. Después entró mi mejor amiga, salió y yo estaba sentada junto a mi
mamá. Ella me vio y llorando desde la puerta de la sala de audiencia me dijo
que la habían dejado libre. Mi corazón empezó a palpitar, sentí que fue como
una lanza que atravesaba mi pecho, no me imaginaba mi vida sin ella aquí en el
Centro, realmente no me gustan las despedidas ni los “hasta pronto”.
Ella era como una hermana para mí, compartimos mucho tiempo juntas
y aunque nos enojábamos a cada rato rápidamente ya estábamos felices. En
estos lugares uno pensaría que es raro encontrar a un verdadero amigo, yo
he encontrado pocas. Ella era una de ellas. Nos abrazamos, lloramos, pero
teníamos la esperanza que un día volveríamos a vernos ya que vivimos en el
mismo municipio. Fue muy triste para mí, aunque por una parte me alegraba
porque sabía que iba a estar bien junto a su familia. Nos despedimos, nos dijimos
un hasta pronto y prometimos no olvidarnos. Me dolió mucho regresar sin
ella, venía recordándome todos los momentos en los que reímos, lloramos, nos
enojamos, comíamos, aguantábamos hambre pero siempre juntas.
Quiero pensar que algún día esto terminará, y que estaré feliz como ella con
su familia, que un día podré ver atrás y recordar estos momentos como pasados.
Cuando llegue ese momento, quiero poder decirme las siguientes palabras:
74
Querida Kimberly:
Sé que para ti estos años han sido muy difíciles; pero también sé que has superado
todos los obstáculos que la vida te ha presentado.
Recuerdo cuando hace unos años tú misma veías este trayecto tan lejos y mírate
ahora has alcanzado muchos de tus sueños; eres una mujer fuerte, valiente y muy
decidida; eres una mujer marcada por experiencias que te han hecho levantarte con
mayores fuerzas.
Quiero pedirte que no mires hacía atrás, pero si lo haces, que sea solo para ver
cuánto has avanzado.
Tu pasado es quien ahora te hace ser diferente, que no te importe nada, que nadie
te juzgue. Todos tenemos un pasado y tú tienes el tuyo.
Kimberly, déjame decirte que eres bella, quizá no por tu físico, sino por tu enorme
corazón con el cual te hace capaz de amar y de sentir el amor.
Nunca olvides las metas que hace años te trazaste. No olvides por qué luchar.
Recuerda que no todo en la vida es malo, tienes una familia extraordinaria que te
ama.
No quiero despedirme sin antes decirte que yo también te amo y que soy la
persona más feliz al darme cuenta cuán lejos has llegado.
Kimberly
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CAPÍTULO 3
BEATRIZ
A todos mis amigos, los que están con vida y los que ya partieron,
porque me enseñaron que en la vida no importa las circunstancias
en las que nos encontremos, siempre habrá personas que nos den
su amistad sin importar como seamos. Gracias por haber sido
parte de mi vida y estar cuando más los necesité.
Infancia interrumpida
Mi historia comienza cuando tenía cinco años, desde allí recuerdo. Mis
papás vivían juntos, éramos una familia muy unida. Se podría decir eso, porque
compartíamos todo. Mi mamá me llevaba al kínder. Era una gran alegría saber
que ella me iba a recoger y que al llegar a la casa iba a recibir un abrazo de mi
papá. Me iba a preguntar - ¿Cómo estás? - Siempre me recibía bien. Yo era una
niña traviesa. Mi papá tenía una tiendita en su casa y a mí me gustaba jugar con
el dinero.
Ellos siempre mantenían tijeras para cortar los churros o cualquier otra cosa,
entonces yo lo que hacía cuando tenía ganas de jugar algo y no hallaba qué hacer,
era tomar la tijera, los billetes y me metía debajo de la mesa. Ahora me divierto
cuando recuerdo que no era de las que cogía el billete de un dólar, sino que
buscaba los números más grandes, no sé cómo daba con ellos... los buscaba y
los cortaba... cuando buscaban los billetes, los encontraban hechos pedacitos. Al
final me castigaban, pero al mismo tiempo me consentían. Mis hermanas y yo
éramos sus hijas consentidas, mi papá siempre nos decía que nos quería mucho.
Quizás es la única época de mi vida en la recuerdo haber sido feliz con mi familia.
Soy la mayor de ocho hermanos. En ese tiempo, solo éramos mis tres hermanas
y yo. Solo mujeres. Entonces, todo comenzó a cambiar cuando comenzamos a
dormir en un solo cuarto, mis tres hermanas y yo. Nosotras dormíamos en
un cuarto y mi papá en otro con mi mamá. En la casa estaban mis dos medios
hermanos que solo eran de parte de papá, pero mi mamá los ha criado como
78
sus hijos, entonces ellos vivían ahí. De repente, nos comenzó a dar miedo dormir
solas, porque sentíamos que nos asustaban. Un día nos dio miedo, me levanté
de la cama y fui para donde mi mamá y me metí en la cama en medio de ellos.
No sé qué iban hacer en ese momento, yo estaba muy pequeña, pero llegué
a interrumpir algo. Entonces, cuando llegué me dijo mi papá que me fuera para
la cama y no quise, se molestó y se puso a pelear con mi mamá y a discutir que
me llevarán para la cama. Mi mamá le dijo que no, que no podía, porque mi
mamá me preguntó por qué estaba ahí y le respondí-¡Que tenía miedo, que
sentía que alguien me estaba observando! Y me dijo ella que me quedará ahí a
dormir tranquila.
A los días, nos dimos cuenta de que mi mamá se quería separar de él, pero mi
mamá andaba buscando para donde irse, porque no teníamos un lugar. El único
ingreso económico que teníamos era la tiendita que habían hecho ellos y si nos
íbamos, ¿dónde íbamos a vivir? A mi mamá era lo que más le preocupaba. La
veía llorar y le decía- Mami y qué tiene- y me decía -Nada, mi amor, es que me
duele la cabeza-.
Los hijos de mi papá se quedaron con él. Nosotras nos fuimos como un mes
donde mi abuela, dependíamos de ella. Ella se desesperó al ver cuatro niñas,
pues aparte ella tenía tres hijas a su cargo (mis tres tías) y a mi abuelo. Él no
podía trabajar porque estaba algo enfermito. Entonces, mi abuela le dijo a mi
mami que fuera a buscar un trabajo. Mi mamá consiguió trabajo en una pizzería,
pero llegaba cada 15 días a la casa, ya no era la madre que pasaba todo el tiempo
en la casa con nosotras. Se iba y a los 15 días regresaba y la volvíamos a ver.
Para los cumpleaños y cosas así, pedía permiso, pero le descontaban el sueldo
de esos días.
Desde ese tiempo, mi abuela era así conmigo. Hacía diferencia con mis
hermanas y a mí me gustaba que fuera así, me gustaba sentirme querida.
Después mi mamá le pidió a mi papá una casa que estaba a dos casas de donde
vivíamos con mi abuela. La casa no tenía techo, puerta, estaba todo abandonado
80
Mi mamá le puso un plástico negro y había puesto unos palos para simular
una carpa. Pero para un tiempo del invierno que llovía mucho, a nosotros nos
tocaba tener las cosas debajo y cubiertas con un pedazo de plástico. Nosotras
dormíamos en el suelo debajo del techo que mi mamá había hecho. Entonces
nos costaba dormir porque éramos cinco, el suelo helado y más que todo se
mojaba. Al tiempo, le llegaron rumores a la alcaldesa de nuestra situación y ella
nos apoyó con tejas, láminas. Mi mamá se metió a los terrenos para cortar palos
y hacer un medio patio.
Para ese tiempo mi papá ya había quitado la tienda y tenía un molino a la par
de la casa. No sé si lo compró, pero ahora es de él. Es el dueño de la casa y del
molino. Entonces con ese negocio se quedó y fue cuando le dijo a mi mamá que
sí nos ayudaría. Mi mamá le dijo que todos los días en la noche le mandara $50
para que nos mantuviéramos. Él dijo que no le podía dar $50 porque no ganaba
esa cantidad al día en el negocio que tenía, -Te voy a dar $20 al día-le dijo. –
¿Cómo lo voy a sacar? No sé, pero te los voy a dar-. Mi mamá le dijo- Voy a estar
subiendo a las seis de la tarde todos los días y si no puedo mando a la niña más
grande-. Él dijo que estaba bien.
Quedaron así, los primeros días iba a traer el dinero sin problemas, pasaba y
me decía- Salú, mi niña-, me daba el dinero. Ya como al mes que subía todos los
días, mi mamá se iba al mercado, llegaba tarde y me decía- A las seis de la tarde
te vas a atraer el dinero donde tu papá, si no he venido-. Pero como siempre se
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le hacía tarde, me tocaba ir a mí. Ya con el tiempo, mi papá como que cambió
su forma de vernos, ya no nos decía te quiero, ya no me trataba con cariño y yo
iba sola. De ahí, mi papá se acompañó con otra muchacha, una chica muy joven,
yo me llevaba bien con ella.
Las cosas comenzaron a cambiar. Tenía siete años y un día llegué a la casa de
mi papá y él me dijo- ¡Vos ya estás bien bonita!, y otras cosas. Sentía que esas no
eran cosas que le dice un padre a una hija. Entonces, me dijo- ¿no tenés novio?
-¡No!- le dije. Me dijo- ¿No quisieras tener? Le dije- ¡No!, ¿por qué?- Ése día me
comenzó a decir cosas como que si yo no quería tener novio, que si a mí no me
gustaba algún bicho, cosas así. Al siguiente día que llegué, él estaba en el cuarto y
la muchacha de él estaba cocinando y él me dijo- Mirá, pásame el pantalón para
darte el pisto1-. Y se lo pasé, cuando se lo pasé, me agarró de la mano y esa fue
la primera vez que me empezó a manosear y a tocarme. Sentía un gran miedo,
sentía que si gritaba él me iba a pegar, me quedé callada, lloré. Él me decía que
no le fuera a decir a nadie. Cuando la muchacha entraba, él se hacía el loco, ella
me decía- ¿Y por qué estás llorando? Por nada le decía yo. Ella me decía- ¿Ya te
dio el pisto tu papá?- Sí, ya me lo dio. Ella me dijo también- ¿No querés comer
algo?... No.
Me fui para donde mi mami y le pregunté que si era verdad, que decían que no
era hija de él. Me dijo mi mami- ¿quién te dijo eso?-. Por allá arriba me lo dijeron.
Me dijo- Mirá, si vos no fueras hija de él, jamás te hubiera puesto el apellido de
él, porque a pesar de todo sos mi hija y yo te hubiese podido sacar adelante y
1 Dinero.
82
todo, pero sos la hija de él y no tiene el mínimo derecho en decir que no; él sabe
que desde antes de estar embarazada yo estuve con él y con nadie más, él fue el
primero con el que yo estuve-.
Después de eso me quedé con la duda. Pasó el tiempo, estaba por cumplir
11 años. Comencé a no hacerle caso a mi mami, ya no quería hacer nada en
la casa. Mi comportamiento había cambiado, mi actitud era distinta. Nunca le
conté a alguien. Mi mamá se dio cuenta un par de años después cuando yo ya
no estaba en la casa. Viví eso todos los días por un largo tiempo. Yo siempre
bajaba a traer el dinero y siempre lloraba de miedo. Decía que me iba para la
casa, pero me iba para una champita2 para que me pasara todo, para que mi
mami me viera tranquila. Nunca dejé que ella me viera mal y entonces cuando
cumplí los 12 años, le dejé de hacer caso a mi mami. Un día ella me dijo- Sí vos
piensas que así vas a llegar a ser alguien en la vida estás muy equivocada para ser
alguien tenés que luchar y así se puso aconsejarme y yo le dije- no quiero ser
alguien en la vida-. Entonces me dijo ella- Sí no querés ser alguien en la vida, vos
te vas a tener que ir con tu papá y yo no le dije nada-, y ella me fue a dejar con
todas mis cosas a la casa de mi papá. Allí fue como que se complicaron las cosas.
Llegué y dormía en un cuartito. La mujer de él le dijo que me hiciera un cuarto.
Entonces él me había puesto televisión, DVD, tenía la cama y una champita a la
par del cuarto de él. Pero me tenían controlado el tiempo de ver televisión ahí,
porque a las 11 p.m. en algún canal siempre salía pornografía decían ellos. Yo le
bajaba volumen a la tele porque a mí me gustaba sólo ver y ellos pensaban que
yo pornografía estaba viendo. Entonces no me dejaban la tele a esa hora, a las
10:30 p.m. me lo quitaban.
Una vez me cansé de tanto. Mi papá intento meterse a mi cuarto y todas las
noches le ponía el pasador y le amarraba con un trapo para que él no pudiera
entrar. A veces él llegaba en la noche y me pedía que le abriera la puerta y yo
me hacía la dormida. Me dijo que si yo no le hacía caso que mejor me fuera de
la casa y me fui de nuevo para donde mi mami. Mi mami me dijo que qué quería,
¿por qué me había tardo en buscarla? Le dije que si ella no quería recibirme me
iba a ir para donde mi abuela y ella me dijo que si me quedaba en la casa de ella
iba a hacer lo que ella dijera, -Debes seguir estudiando, porque ya me dijo la
maestra Lupita que has faltado-. Tenía apenas 12 años. Era una niña. Me sentía
sola. Mi mamá me dijo que ya no faltara a la escuela y que estudiara. Yo le dije
que sí, pero que no le iba ayudar con las cosas de la casa. Entonces ella se puso
indecisa en decir sí o no y terminó diciendo que sí, me regresé para la casa
después de tres meses de vivir con mi papá
Una vez le pregunté qué le estaba pasando -Nada- me dijo. Nos pusimos a
jugar ese día que yo le quise sacar verdad y le dije -Juguemos a la mamá y el
papá- y me dijo- ¿quién va hacer el papá? Le respondí -Un palo pongámoslo
84
ahí.- Ella accedió. Como era más grande, le dije que armáramos un juego, así que
un hombre quería violar a la mamá y que el esposo se metía y como los hijos
estaban viendo todo eso. Cuando iba a pasar eso, que el hombre iba a tocarla
a ella, fue como que ella se quedó en shock. Empezó a llorar y en medio del
llanto me puse a contarle lo que mi papá me hacía. A ella se lo conté y en ese
momento ella me abrazó y me dijo- No te preocupes que no sos la única- Le
dije- ¿por qué?- y me respondió- porque a mí también. Ninguna quería que le
pasara nada a la otra. En ese momento, se creó una complicidad entre nosotras.
Desde ese momento, nos hicimos más unidas. Me dijo que por qué no le
decíamos a mí mamá y le dije que no, porque mi mami lo iba a querer denunciar
y ya no íbamos a recibir ayuda. Entonces, quedamos que no le íbamos a decir
nada a mi mamá. Decidimos que ya no íbamos a ir solas. Ya no iba sólo una,
íbamos las dos a donde mi papi. Un día fuimos las dos y la mujer de él le habló a
mi hermana. Mi papá aprovechó, se me acercó y me dijo- te digo algo, a vos no
te veo como una hija-, le dije yo- ¿De verdad? Y me dijo- Yo a vos te veo más
que todo como una mujer, como mi mujer, como mi amante, ¡A vos nunca te
he visto como una hija!-. Y cuando me dijo eso, me dieron ganas de llorar, por
el sentimiento de saber que no era mi papá. Ya de ahí le hablé a mí hermana y le
dije- Ya nos vamos-. Nos fuimos.
Mi hermana siempre tenía la excusa que se le habían perdido los lapiceros para
ausentarse de la escuela. A veces decía que no tenía calzón limpio, con tal de
no ir. Platiqué con ella y le pregunté por qué ya no quería seguir estudiando. Me
dijo - ¿para que me siga pasando lo mismo, para qué quiero seguir estudiando
si siempre voy a llevar mi vida de basura, yo ya no tengo futuro, para qué?- y de
ahí me sentí mal. Yo le dije- Vamos a la escuela-. Le ayudaba a hacer las tareas.
A veces yo se las hacía y cuando se le perdía el lapicero, yo le decía yo te voy
a comprar uno. Un día ella me dijo- ya no quiero ir-. Mi mamá se aburrió de
decirle y todos los días le pegaba porque ella no quería ir a la escuela y de ahí le
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dijo mi mamá que si no quería estudiar que mejor le fuera a ayudar al mercado.
Y mi hermana prefirió mejor ir ayudarle al mercado.
Un día, íbamos para el parque con mi hermana y mi papá nos habló por una
ventana, que era la ventana que se abría cuando tenían la tiendita. Cuando nos
habló, lo comenzamos a putear y a decirles cosas, que él no tenía nada que
decirnos a nosotras. Él dijo que a pesar de todo era nuestro papá y que miraba
por el bien de nosotras. Como supuestamente gritado lo estaba haciendo quería
que todo el municipio se diera cuenta lo que él quería para nosotras. Entonces,
comencé a gritar: - ¡Para mí, mi papá ya está muerto, incluso ya sé qué es de
noche, pero a verlo a la tumba voy! - Y de ahí mi hermana lo comenzó a putear
y le dijo que se callara si no quería que el municipio y los policías que vivían a tres
casas de él se dieran cuenta de lo que hacía y que mejor se callara.
Cuando mi hermana le dijo eso, él dijo- Y yo que les estoy haciendo, y vos,
bichita3 perdida cállate, que sólo andas en la calle como que no tienes familia-.
Ella respondió: - No, si no tengo, y la única que tengo es mi mamá y si estoy
respondiendo es porque no hay un ingreso económico- Mi papá dijo que él nos
estaba ayudando y que por qué no había llegado a traer el pisto. Pasamos como
3 Niña, joven.
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Cuando amanece y veo las rejas de la ventana me pregunto por qué fuimos
nosotras las que terminamos aquí. En este lugar, hay mucho tiempo para pensar.
Todos los días recuerdo la vida allá afuera. Todos los días extraño estar en
libertad. Hay muchas cosas de mi vida que jamás las he contado. Hoy he decido
hacerlo, como una posibilidad de sanar, como una posibilidad de aceptar mi
historia, como la oportunidad que las personas entiendan cómo llegamos aquí.
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Amor y juventud
Cuando tenía 13 años, una de mis tías era bien relajada. Le gustaba andar
molestando con los bichos Siempre andaba en sus locuras, le gustaba andar
tomando y fumando. A veces decía que se iba para el Instituto, y se iba para otro
lado. Pedía pisto supuestamente para las tareas, pero era para ir al ciber a ver
Facebook. Mi hermana empezó a llevarse mucho con ella y empezó a salirse de
la casa sin permiso. Mi tía tenía tan solo 15 años.
Ella decía que después de fumarse un cigarro, ni la calle sentía. Así pasó el
tiempo. Después para un diciembre, cuando tenía 14 años, decidimos salirnos
de la casa para irnos a un baile que no iba a ser cerca de la casa, sino que estaba
en una colonia un poquito más lejos de allí. Mi tía andaba con un muchacho, que
a ese muchacho lo conocimos un día en un baile donde fuimos con mi abuela.
Mi abuela recolectaba latas y botellas. Ese día conocimos a ese muchacho y a
otro, pero hasta el momento no sabía quién era. Mi tía conoció al muchacho y
se hicieron novios. Él nos invitó al baile.
Dije que íbamos a comprar cuetes y nos fuimos para el baile. Allí fue donde
conocí a Josué. Conocimos a otro muchacho, pero Josué era el que me gustaba
a mí. Fue la primera vez que fumamos cigarros, marihuana y tomamos. Ese día
me sentía bien extraña, como era la primera vez y nos dieron de esas bebidas
que se llaman “Smirnoff”, porque decían que si nos daban de la otra no la íbamos
a pasar.
El novio de mi tía quería bailar con ella, pero mi tía le dijo que no, porque nos
andaba cuidando a nosotras y que si nos descuidaba nosotras nos podíamos ir.
Ya de ahí a nosotras nos buscaron pareja y me pusieron con Josué, el muchacho
que a mí me gustaba. Yo sólo me le quedé viendo y de ahí nos pusimos a bailar.
A mi hermana le pusieron un hombre que medía 10 centímetros más que ella
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y me puse a reír cuando vi que el muchacho era más alto que ella y como no
andábamos en nuestros cinco sentidos fue como que ni modo, bailemos y nos
pusimos a bailar.
Esa noche Josué fue mi primer novio. Él me preguntó si quería andar con él
y le respondí- ¡sí! A las tres de la mañana sólo el muchacho y Josué nos fueron
a dejar a mi casa y mi mamá esa vez nos castigó. Dijo que se había asustado,
más que el enojo ella se había asustado, porque no nos había encontrado en
todo el municipio. Nos regañó hasta en la tarde que llegó, porque ella se fue a
trabajar como un día normal, pero resulta que en el baile había un muchacho que
trabajaba en el mercado. El muchacho le dijo que nos había visto y todo… que
nos había visto ¡fumando, tomando y con unos muchachos que eran pandilleros!
Yo no sabía que eran pandilleros.
Un día con mi tía menor nos salimos de la casa y yo le dije- ¿Vamos a la casa
de mi abuela? - Y me dijo- Vamos pues-. Cuando salimos, ahí estaba Josué y le
dije que me hiciera el favor de ver que nadie saliera de la casa, entonces vino ella
y me dijo- ¿Y si viene alguien? -Me avisas, salís corriendo o me tiras una piedra-.
Y creo que a ella se le olvidó avisarme, porque a mí me encontraron con él. Mi
tía me encontró con él y ella le dijo que se fuera y de allí me fui para mi casa.
Cuando mi mamá estaba en lo mejor de pegarme, pasó él. Fue por el único
muchacho con el que he andado y he aguantado duro. A mí me dio pena, eso
fue en el transcurso del 24 y el 31 de diciembre. El 31 yo andaba igual y fuimos
al parque con mi mamá. Ya no eran cinco bichos eran más, como 10 y yo sólo
me quedé y pensé: ¿y quiénes son este montón de bichos?
Para mí era raro saber que ellos eran pandilleros. De pequeña me decían que
los pandilleros eran aquellas personas que si alguien se les quedaba viendo lo
mataban, que si vos los insultas, te daban duro, -¡Nunca he visto aún pandillero!-
decía yo. Más no me imaginaba que hasta novia de uno de ellos era.
4 Novia de un pandillero.
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Dejé de ver a Josué como seis meses y luego de ese tiempo cuando estaba
por cumplir los 15 años, nos empezaba a valer lo que mi mami nos decía. Nos
salíamos de casa sin permiso al parque y ya no nos pegaba, porque mandaba
a mis hermanas a ver, pero ya nosotras sabíamos que viéndonos andaban. Nos
íbamos y cuando llegábamos a la casa, mi mamá nos regañaba, pero hasta allí.
Un día cuando nos quiso pegar, nos salimos de la casa y allí comenzó mi vida
con los pandilleros.
Vimos a una muchacha que se llamaba Elena que vivía cerca de la casa. Ella nos
preguntó- ¿qué nos pasaba?, ¿por qué estamos afuera de la casa?, si ¿allí vivíamos?
Le dijimos- Sí, pero que nos acabábamos de pelear con mi mami y nos sacaron
de la casa y que allí íbamos a estar hasta que nos dejara entrar. Ella nos dijo que
si queríamos ir a dar una vuelta y nos llevó a otra colonia. Cuando llegamos había
tres muchachos que no conocíamos. Ella les habló y les dijo- ¿qué ondas?, ¿cómo
está la onda? Y nosotros nos preguntamos -¿y qué es onda?- Y de allí le dijo un
muchacho- ¿Y estás niñas? Y ella respondió- ¡La mamá las echó de la casa y me
las traje aquí para que vengan a joder un rato! Y dijo él- ¿Y cómo se llaman? Y
le dijimos nosotros los nombres y de ahí me dijo- ¿Ella es la mayor? No, dijo- es
que vos te ves menor que tu hermana y le dije yo -Así dicen-.
donde mi papá? - Respondió - Ah, por eso era todo, vayan, pero no se vayan a
tardar-. Esa vez nos quedamos admiradas porque ella no se puso a la renegar y
salimos con los bichos. Esa vez conocimos más de 25 pandilleros.
Nosotras pensábamos- ¿qué nos van a decir, nos van a pedir algo feo?
Entonces, nos dimos cuenta que eran pandilleros, porque cuando nosotras
llegamos estaban grafiteando una pared y no era cualquier grafiti sino uno que
hacía referencia a la pandilla. Yo conocí a otro muchacho que se llamaba Miguel,
allí estaba también el novio de mi tía y pensé –Aquí debe estar Josué- y comencé
a buscarlo. En eso, se me acercó Miguel y me dijo- Hola, ¿cómo te llamas? Y
le dije- Beatriz- y me dijo- ¿Cuántos años tenés?-, respondí- 14 pero, ya voy a
cumplir los 15-. Me dijo- ¿Ya conoces a todos los perros aquí? Respondí- Algunos,
no todos. Me dijo- Pensé que me ibas a decir que conocías a todos y solo me
dio risa. Él me dijo: - Si sos bonita-, y empezó a decirme cosas así y, al principio,
me incomodaba que me dijeran cosas así, porque con todo lo que había pasado
con mi papá a mí no me gustaba que me trataran de esa forma. En ese entonces,
todavía no le había contado nada a mi mamá. Luego de eso, yo escuché que
comenzaron a hablar de los contrarios, lo que les iban a hacer y todo eso. Yo me
quedaba pensativa, no me sentía muy cómoda con eso, tampoco lo comprendía.
Me preguntaba ¿Y de verdad ellos hacen eso? Porque se miraban menores, yo
los veía como cualquier joven, mayores quizá eran unos cinco. En un momento
se me cruzó - ¡ojalá no me vayan a decir que yo haga eso! - y con mi hermana
nos quedamos viendo y no sabíamos qué hacer, si reírnos, si mirarnos o nada.
Con esas mismas bromas nos querían hacer reír. Nosotras con pena y le dije
a mi hermana entre los dientes - Para qué les dijiste, mejor no les hubiera dicho
5 Arma de fuego.
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nada-. Y hasta el final que nos hicieron reír. Luego de eso, ellos tenían una casa
sola. Una casa que estaba prácticamente abandonada y después vinieron ellos y
se fueron para allí con otros muchachos, supuestamente ellos no eran activos de
la pandilla. Tenían marihuana, cerveza y todo eso y se fueron a meter a la casa.
Uno de ellos se metió por el techo y nos entramos todos. Cuando estábamos
adentro, todos se pusieron a bromear, tomar y fumar marihuana. Cuando nos
paramos fue lo bonito, ya ni sentíamos nada, como que íbamos caminando en
un zig zag…
vida de ustedes, lo que no quiero es que les vaya mal-. A nosotros nos valió. De
ahí, todos los días nos salíamos y nos íbamos para la casa con ellos.
A veces eran fiestas, otras veces se reunían en el mismo lugar y nos íbamos a
andar posteando6. En esos días Orlando, el muchacho que rechacé, ya se había
quitado el bigote, usaba otro estilo de vestimenta, se había cortado medio el
pelo y no se arreglaba igual. Cuando yo lo volví a ver ¿y quién es este? Y él
primo le dijo- Ey, Orlando, venite para acá- y me dijo a mí- ¿Te acordás de él? Sí,
le dije. De ahí fue que yo hice una amistad con él y se puso Orlando a platicar
conmigo. Me dijo que nadie le había dicho lo que yo le dije, pero sabes que me
sirvió de algo, porque así me arreglo un poquito más. Le dije yo- Ah, pero, ¿eso
de qué te sirve? Si la gente ya te conocía como eras antes, y me dijo- Tal vez
me sirve de algo-. Y de todos los bichos que estaban allí y de los que yo había
convivido, Orlando fue el primero por quien me dejé abrazar, porque él fue que
me abrazó, pero no sentía aquella incomodidad de no quiero que me abrace,
sino al contrario, sentía que me lo estaba dando alguien que ya conocía. Sentí
confianza con él.
Escapes de la vida
Tenía 15 años cuando me salí de la casa. Viví dos o tres meses con los bichos
en una champita. Miguel era él que estaba más al pendiente de mí. Orlando sí
estaba pendiente, pero como trabajaba, cuando llegaba siempre me llegaba a
abrazar y me decía no tienes nada que contarme y de aquellas personas que
después de hacer lo que hacía, me decía- ¿Mirá me querés contar algo, te ha
pasado algo?, ¿te sentís bien, te querés desahogar? Él siempre fue bien atento.
Con Miguel era todo como bromear, con Orlando había más confianza. Por
eso, siempre me pregunté por qué él andaba en la calle. Él tenía buen corazón,
no tenía ni la talla de ser pandillero. Siempre era bien atento y cuando los demás
hablaban en mal de una mujer, él sólo me decía- A mí sí me cae mal que hablen
en mal de una mujer, quiero ver que unos de estos majes hable en mal de la
mujer de ellos, yo siempre voy a estar al pendiente tuyo, te voy a cuidar y voy a
meter pecho por ti-. Él como trabajaba me llevaba comida. Él y Miguel eran los
que me daban comida.
En ese entonces, solo éramos dos mujeres en el grupo. Cuando nos íbamos a
bañar al río, primero se bañaban ellos, y después nosotras. Cuando se bañaban
ellos, sí los podíamos ver nosotras y cuando nosotras nos bañábamos, ellos se
daban la vuelta, porque ahí estaba una mujer de uno de ellos. De ahí nos íbamos
para la casa o para alguna parte del municipio y cosas así. Ya de ahí al tiempo,
llegó un muchacho nuevo a la pandilla. Lo conocí cuando le comenzó a hablar a
los bichos y una vez él conoció a mi hermana. Él no sabía que era mi hermana.
Un día, él me dijo- A mí me gusta esa bicha-. Yo le dije- Pero con ella no-. Y me
dijo- ¡Quién te crees vos! Le dije- Yo, nadie, ¿y vos?- Yo soy lo que soy y ya-, dijo.
Le respondí -¿Pues, ella es quién es? ¡¡obvio que la conozco más que ustedes
porque es mi hermana!! Él dijo- Ay, disculpá, pues sí está bien bonita-. Le dije-
Pero con ella no, ella no anda en la calle, si querés ser su amigo, sí-. Fue como
que yo me iba adaptando con el lenguaje de ellos.
7 Iniciados en la pandilla.
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tiempo sí fue como que un día estaban hablando, querían a alguien que fuera a
ver si venían los policías y como no hallaban a quién pedírselo, fue cuando yo me
ofrecí. Como no andaba con nadie, no pedí permiso, pues dentro de la pandilla
una mujer de un pandillero no puede hacer algo si el marido no se lo permite,
¡¡no lo puede hacer!!
Anduve con él casi un año. Pero la mitad de un año se puede decir que fue
algo formal, la otra mitad ya era como un despabile, porque de ahí fue que yo me
di cuenta que le gustaba otra muchacha. Entonces era como que yo le prestaba
más atención a lo que hacían los bichos y decía yo -Hoy no me van a bajar-. Le
dije que si le gustaba la otra muchacha que se fuera con ella. Martín me dijo- No,
yo quiero seguir con vos-. Yo le propuse que anduviera con ella porque ella era
una niña que no andaba en la calle y le hacía caso a la mamá. Era bien centrada
y yo llegué al extremo de proponer eso, que anduviera con ella, porque yo no
quería que me sacara de la calle y que si quería que se acompañará con ella…que
dijera que éramos amigos… le dejé claro que todo iba a ser diferente.
Luego de eso, conocí a un muchacho de otro lugar. Fue una vez que yo estaba
sentada en una canchita y entró un carro blanco con tres muchachos. Ellos eran
pandilleros e iban a dejar unas cosas. Yo estaba ahí y los bichos me dijeron que
mirara que la policía no se acercara. Luego yo vi que dos de los muchachos que
97
Un día yo estaba con Miguel y otros bichos. Los que habían pasado en el
carro le hablaron a Miguel y le dijeron que si conocía a una chava que estaba
posteando, le mencionaron el día, la hora y todo. Miguel le dijo que sí, pero que
había dos y la otra andaba en otro lugar, ¿Y quién de las dos? Le dijo- La que
andaba en una canchita. Y Miguel me dijo- Mirá dónde estabas vos el día entró
un carro blanco a la canchita, respondí- Ah, ahí estaba en la canchita-. Miguel
le dijo- Sí, se llamaba Beatriz-, y me pasó el teléfono. Llegó Martín y solo se me
quedó viendo.
Martín sólo se me quedaba viendo. Luego con el que estaba hablando me dijo
que le pasara a Miguel, y se lo pasé. Martín se quedó viéndome y dijo - ¿Qué con
quién hablaba? ¿En qué habíamos quedado? Y se puso a quejarse. Le dije- No
tienes nada que decirme, si yo quiero conocer a otra persona era mi vida y no
es la tuya, además yo tengo derecho de hacer mi vida y si vos tenés la tuya y me
la andas haciendo con alguien más-.
nervios. De ahí fue que empecé a preguntarles quién era, y decía- Martín, ¿y vos
sabes quién era? Y me decían - ¡Ay no sé y no me importa! Y le decía- Miguel, ¿y
vos sabes quién es?, me dijo- Ya va a aparecer, ahorita le voy a tirar y le diré que
ya estamos aquí. Y de ahí llegó él y les preguntó el otro muchacho si se querían
quedar y Miguel dijo- Bien, nos vamos a quedar un rato más-, y Martín le dijo-
Nombre, Miguel, vámonos, que se vaya mañana sola o que se vaya más tarde-.
Yo me quedaba callada al ver como se estaba comportando él, a la vez me daba
risa que se comportará así. Pero me gustaba.
Ese día conocí a Israel. Yo siempre tenía la costumbre que cuando conocía
alguien lo hacía andando en grupo con los bichos. Israel me saludó y yo no sabía
si saludarlo como a los de mi colonia. Estaba nerviosa, no sabía y hasta las manos
me estaban sudando. De ahí él me dijo - ¿Te gusta fumar? - Y ellos lo primero
que fuman es la marihuana. Y le dije - Que sí-. De ahí nos pusimos a fumar los
tres. Ellos estaban bromeando, yo sólo riéndome porque no sabía qué hacer.
Llegó un muchacho, luego otro y al final se hicieron varios.
Cuando yo me quedé con él fue como que no sabía qué hacer, me siento, me
paro o me voy, hablo, río o me hago la loca. Me puse a fumar para estar más
relajada y tal vez así poder hablar. Igual cuando fumaba no perdía la conciencia
de lo que hacía. De ahí estuvimos toda la tarde hasta las seis. Luego ellos tenían
que reunirse con un grupo más grande.
Yo conocí a dos bichas de allí que eran gemelas, pero no mayores de edad. Ya
eran dos o tres años mayores que yo. Ellas ya era que por genética, les gustaba
eso por la familia. Mientras estaba platicando con ellos, ni cuenta me di cuando
se fue Israel. Se me acercó otro muchacho y me dijo - ¿Si no me gustaba alguien
99
Me gustaba conocer lugares nuevos, saber a dónde ir. Estando con ellos me
llamó la atención hacerme un tatuaje y decidí tatuarme el nombre de mi abuelo.
Mi abuelo había sido como mi papá, siempre me aconsejó, siempre estaba en las
celebraciones, él hacía un esfuerzo por estar con nosotras. Cuando se marchó
no fue porque quiso sino porque estaba muy enfermo y sabía que no teníamos
dinero para cuidarlo.
Cuando mi mamá se dio cuenta del tatuaje me mandó a llamar. Me hizo que
me quitara la camisa y cuando me lo vio me pidió que regresará a la casa y me
dijo - Es decisión tuya, aunque yo prefiero que estés en la casa a no saber nada
de ti-. Volví. Mi hermana se aprovechó de que yo volví y se hizo novia de uno
de los bichos. Yo no estaba de acuerdo, pero no podía hacer nada. Cuando yo
salía, ella se iba también.
Cuando ella empezó a salir a la calle nos hicimos inseparables. En la colonia nos
conocían como “Las Hermanas”, porque siempre andamos juntas. Empezamos
100
En todo ese tiempo seguía conociendo a Mario y sentía que cada día me
enamoraba más. Le decía a mi hermana - Yo siento que le voy a terminar diciendo
que sí-. Y ella me decía - Yo ya te dije que no me convence, además no es de la
misma colonia donde nosotras y no todos los días se van a ver, no sabes que va
a andar haciendo él-. De ahí fue que empezó todo con él. Un día yo estaba en
una casa donde están todos los pandilleros y me besó. Sentí bonito, pero como
que disimulé, me hice la loca… un día que estamos los dos y un amigo de él, me
habló Israel para que fuéramos a dar una vuelta. Mi hermana estaba allí y yo le
pregunté si quería ir y me dijo - No, que fuera yo sola.
Y me fui donde Israel. Allí se quedaron jodiendo. Hicimos una gran caminata
hasta un lago. Cuando llegamos, conocí a otro muchacho que le decían “Tribilín”
como la caricatura. Él tenía una finca muy bonita donde vivía, nos dio permiso
para que cocináramos sopa de pescado. De ahí, los bichos se fueron a bañar.
Pasamos de tres a cuatro horas en ese lugar. Enfrente del lago había una
canchita y ahí fue donde vi a Mario con otros bichos. ¡Cuándo lo vi me quedé
admirada y no sabía qué hacer, me daba pena! Él sólo se puso a reír conmigo.
Israel me agarró de la mano y le dije – Espérate, vos-. Me puse a disimular que
chateaba en el teléfono. Cuando él vio que Israel me agarró la mano, se hizo el
loco y se puso a bromear con otras bichas en la cancha. Pasó un paletero y nos
compraron una paleta a todos.
Sentía pena. Mario me gustaba y ya me había besado. Cuando vio que Israel
me agarró de la mano, pensé que creería que con los dos quiero andar. Mario se
acercó a mí y me dijo - Tu hermana ya se fue, ¿por qué no me dijiste que venías
para acá? -. Le dije - Pensé que ya sabías-. Y me dijo - No sabía, gran pase el tuyo,
ya vez no querías que yo viniera con vos-. Le respondí- Nombre, ya me voy para
casa-. Y yo… dándole explicaciones.
Antes de decirle que sí, estuve hablando con unos de los amigos de él y ese
amigo me preguntó - Sí yo andaba con él-. ¿Y le dije - ¿Por qué me preguntas
eso? Y me dijo - Miguel andaba diciendo que yo era su Jaina y todo eso-. Yo dije –
Nombre, ese bicho novia debe tener y anda diciendo eso-. Él me dijo - Nombre
él dice que con vos anda, pero yo no les veo plante-. Me quité del lugar donde
estaba y me fui para donde él, y él solo se me quedó viendo, y me preguntó - Si
ya había pensado, si iba andar con él o qué ondas, yo digo que ando contigo
porque tengo la esperanza de que me digas que sí-, y entonces, yo le dije que sí.
Empezamos andar y él me comentaba que era bien celoso. Creí que era
broma. Cuando quería fumar él me decía – Si vas a fumar, lo harás conmigo.
Un día llegaron otros muchachos y me fui a sentar con uno que ya conocía
anteriormente y cuando me senté se puso uno a cada lado, yo lo vi normal; y de
allí llegó otro, se me puso enfrente y se me topó más, le dije - Espérate, estate
quieto-. Lo que no me había dado cuenta que atrás estaba Miguel.
Al siguiente día me habló Israel y me preguntó - ¿Es cierto que andas con él?
- Le respondí que sí. También me dijo - Vos me gustas a mí también, me pueden
mandar a dar duro-. Ellos eran amigos y la costumbre que tienen los pandilleros
que si uno anda con alguien de ellos y otro de ellos le anda tirando la onda a la
bicha, le pueden mandar a dar duro a ese. Yo le dije -Nombre, estás loco, ayer
empecé a andar con él-. Israel mencionó - Yo pensé que desde hace días-. Dije
- A saber quién les ha dado paja, pero no.
y cuando ya es alguien con quien quieren algo serio y quieren que se respete,
se debe pasar la bulla para que sepan todos y no vayan a andar detrás de ella.
El encargado de mi cancha me preguntó si yo iba a seguir en la calle. Le dije- sí.
Además, si él me quiere me va a aceptar como soy.
Al tiempo ellos empezaron a distanciarse y ya no me tomaban en cuentan.
Ya no bromeaban mucho. Era más que todo ahora con mi hermana y cuando
yo quería salir con ella, ella no quería. Cuando los bichos se dieron cuenta que
siempre yo me iba con ella, el encargado de la cancha volvió hablar conmigo y
me dijo que tenía prohibido andar en la calle y que mejor no saliera. Y yo le
dije - Ustedes están locos, yo quiero seguir así y si ustedes no me dan mota por
otro lado voy a conseguir, si no quieren que joda aquí por otro lado voy a joder,
por mi casa hay bichos que les gusta joder-. Él me dijo - Sí vos andas con el maje
debes comportarte.
Cuando yo andaba con él, me di cuenta que andaba proceso afuera (libertad
asistida). No lo sabía. Una vez que me quedé con mi hermana y había tres bichos.
Me hice la dormida y él hablaba como que no quería que yo escuchara. Cuando
yo me enteré, fue como por qué no me ha dicho, si se supone que somos
novios. El siguiente día tenía la audiencia. Ese mismo día me dijo - Nos vemos a
las cuatro de la tarde en el mercado, hay te hablo otro ratito-. Y me habló - Mira
si todo sale bien en la audiencia te voy a pasar recogiendo-. Y le pregunté - ¿Por
qué no quisiste que yo supiera?- Respondió - Porque yo creo que voy a salir y
no quiero que te preocupes.
Y esa noche cuando yo escuché me enteré de todo, hasta del delito que
lo acusaban. Al siguiente día estaba pensando qué había a pasado. Me fui a
esperarlo. Me dijo mi hermana - ¿Crees que haya salido?-. Pasó un amigo de él y
mí me daba pena preguntarle por Miguel y mi hermana le preguntó. Y él nos dijo
- ¡A él ya lo cuadraron8! Le dieron cinco años y todos los tiene en reclutamiento.
8 Condena en prisión.
103
A veces la vida es muy irónica. Él ahora está libre y yo estoy tras estos muros.
A veces intenta comunicarse conmigo, pero yo ya no quiero.
El día que me detuvieron estaba en la casa con mi mamá. En la tarde salí y fui
al parque como a las tres de la tarde. Estuve sentada ahí, y los policías se me
quedaban viendo. Sentía raro, porque ellos cuando nos miraban los teléfonos,
nos los quitaban tanto el chip y teléfono, pero ese día fue como que nos dejaron
hacer lo que quisiéramos. Después me encontré con la ex de mi papá, estuvimos
hablando. Nos fuimos para la parada y estamos hablando con un bicho, pasaron
los policías y estos solo se pusieron a reír.
Mi tío me dijo que me buscaban con una orden de captura por homicidio. Me
quedé sorprendida ¡¡y de dónde homicidio!! Y le dije que le hablara al Mango (el
novio de mi hermana). Le habló y cabal la habían agarrado. Me dio sentimiento
y le dije que yo me quería ir para donde él, que me posteara. Cuando llegué a la
casa de él, yo me quería ir para mi casa, no me dejaban y me querían esconder.
Ellos no sabían que andaba con René. Así que no sospecharon que yo estaba
en la casa de él. Hasta el momento no sabían que yo iba hasta allí. Le hablé a
otro civil y le dije que me mandara una moto taxi, que posteara si no estaban
los juras allí. Y ellos allí estaban y ese día el bicho solo vio que había una patrulla
y no se fijó en los números.
Nos fuimos por la calle recta e íbamos a pasar por donde mi papá, y más abajo
pasamos donde había una peluquería donde trabajaba el novio de mi hermana.
También ahí había una muchacha que tenía problemas psicológicos y le valía
decir las cosas, cuando me vio me dijo – Beatriz, ¿para dónde vas? Ya le voy a
avisar a los bichos que allí te llevan. Y a mí solo me dio risa, y me dijo un policía
- ¿Y no qué no le hablas a los bichos?
Al día siguiente nos llegaron a notificar el día de la audiencia. Al quinto día nos
tocaba audiencia y nos trajeron aquí, a este centro para hacernos de un solo la
audiencia y el careo. En la audiencia, nos dijeron que nos iban a dejar 90 días en
106
el centro femenino.
Al cumplir los 90 días nos dejaron libres, pero ese día en la mañana nos cayó
la fecha de la audiencia. La íbamos a tener para el 22 de diciembre. Salimos
con proceso abierto y nos teníamos que presentar al juzgado para saber las
medidas. Nos dijeron que teníamos que estudiar. Pero seguíamos en lo mismo.
Nos suspendieron la audiencia de diciembre y nos movieron hasta febrero. Era
4 de febrero, el fiscal pedía 15 años para nosotras y finalmente nos dieron cinco
años.
Lo más duro de estar aquí es estar alejada de las amistades. Ahora pienso que
nunca tuve que haber estado involucrada en esto. Sin embargo, conocí buenas
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personas, amigos con quienes platicar, contarles mis cosas, sin juzgarme, y mejor
aconsejarme... extraño bromear con ellos, no por estar fumando o tomando
con ellos, sino bromear sanamente. Encontré en ellos personas de confianza y
eso sí lo extraño.
Un nuevo comienzo
Este día comenzó como un día normal para una persona que está privada de
libertad. La rutina de siempre, pero con situaciones diferentes. Ha sido un día
pesado porque me levanté, me bañé y me cambié. Aquí es donde empiezan los
conflictos. Hoy es un día donde al parecer las personas quieren perjudicarme,
de tal forma que quieren que yo caiga en sus provocaciones, porque me han
levantado falsos.
Han dicho hasta cosas que no deberían decir porque no son así. Lo único que
quieren es que yo deje de ser una persona sencilla, una persona que no se mete
en problemas, que no le importa lo que dicen. Ha sido un día en el cual no la
he pasado bien conmigo, ni con nadie. Creo que lo más difícil de estar aquí es
convivir con las demás personas. Quisiera no ver a nadie, no escuchar sus voces,
quisiera imaginarme que estoy sola en este lugar, quisiera salir corriendo, abrazar
a mi mamá, ver a mis hermanas y olvidar que este lugar existió en mi vida.
No siempre las cosas son tan malas. Hay días que la vida pasa más rápido. Hay
cosas que este lugar me dio y me las llevaré conmigo. He seguido estudiando y
en poco tiempo me graduaré de bachiller y me gustaría poder ir a la universidad.
Sé que no es fácil. Sé que cuando salga tengo que trabajar y ayudar a mi mami.
La situación de mi familia no ha cambiado, la pobreza sigue siendo parte de
nosotros.
Querida Beatriz:
Ahora ahí hay una gran diferencia en tu vida. Han pasado los años y cambiaste
bastantes cosas en tu vida, las cuales admiro en ti. Ya no eres aquella señorita
inmadura de hace unos años, ahora valoras más la vida, ya no te gusta exponerte al
peligro andando en las calles, ¡creyéndote la intocable!
Ahora valoras más a tu madre y ya no causas en ella dolor. Ahora le das alegría y
satisfacción. ¡Ella está orgullosa de ti porque has logrado mucho en tu corta vida, estás
a un paso de ser toda una profesional, a punto de culminar tu carrera universitaria!
Y quien se olvida de tu gusto inexplicable por tocar el violonchelo con gran pasión.
Hasta la fecha lo haces mejor. Cada día te convertiste en una persona increíble. Ahora
le das un buen ejemplo a tus hermanos y la vida te recompensa en gran manera.
Cuidate Beatriz y sigue adelante.
Con amor,
Beatriz
CAPÍTULO 4
LISSETTE
Para ti, mi bebé,
porque algún día tendrás miles de preguntas y no encontré
una manera más bonita de ofrecerte respuestas...Sé que
no será fácil entender muchas de las cosas por las cuales
tuviste que pasar, pero quiero que sepas que eres lo mejor
que me ha pasado y que si pudiera retroceder el tiempo no
cambiaría nada de lo vivido... Porque tenerte conmigo ha
sido lo mejor. Quiero que sepas que te amo y que siempre
tendrás esta historia para recordarlo.
Las vueltas de la vida
Mi querido bebé, estas primeras líneas son para ti, porque eres el centro de
mi universo. Tú eres esa personita que ha estado conmigo en los momentos
más difíciles de mi vida; eres el motivo de mis alegrías, la persona que más amo
y amaré en este mundo.
Aceptar que estaba embarazada fue muy difícil, pues sabía que iba estar
encerrada por mucho tiempo, que no tendría nada que ofrecerte y que no
estaba preparada para ser madre. El tiempo transcurrió y te sentí… sentía
cuando te movías dentro de mí y ahí fue cuando comprendí que tú serías esa
razón por la cual yo saldría adelante. Tú serías mi motor y mi fuerza.
Tu nacimiento fue el día más maravilloso de mi vida. Tenerte entre mis brazos
ha sido la mejor experiencia que he tenido. A pesar de todo, nunca estuve
sola. Tuviste muchas tías, no de sangre, pero eran personas que te amaban
muchísimo y que junto a mí te vieron crecer. Escucharon tus primeras palabras,
te vieron dar tus primeros pasos y, aunque a veces les hacías travesuras, siempre
te seguían queriendo y consintiendo muchísimo… créeme, te súper consentían
y te enseñaban a veces cosas que no tenías que aprender, pero ahí estaban
siempre que podían para vos.
Creo que sin su ayuda no hubiera podido lograrlo. Eran mi apoyo, mi familia
y sí, habían cometido errores, pero conocí en ellas esa parte frágil; esa parte
que no les gustaba mostrar a muchas y, créeme, no son malas personas… son
mujeres que tuvieron dificultades en su vida y que en un momento creyeron que
lo que hacían era bueno.
Creo que no es justo por lo que te hice pasar. No tenías la culpa. No debías
pagar las consecuencias de nuestros errores… no debías y te pido perdón.
Ahora decidí escribirte esta historia para que conozcas a la persona que te
trajo a este mundo; para que un día comprendas por qué te tocó nacer entre
113
rejas y muros, pero también, para que no dudes que haré todo lo que esté
en mis posibilidades para que tengas una vida diferente. Deseo que siempre
seas libre, que siempre seas feliz y puedas vivir la vida que todos los niños y
niñas merecen. Espero que estas palabras un día permitan que tus caminos sean
diferentes. Espero ser para ti la mejor madre del mundo…
No te puedo decir que tuve una infancia difícil. La verdad no tengo muchos
recuerdos, pero creo que fui feliz. Vivíamos con tus abuelos y tu tío. Tu tío ha
sido la persona más importante en mi vida, desde que estaba pequeña. Él ha sido
mi hermano, mi papá, mi amigo, mi cómplice y mi príncipe. Dado que ha tenido
todas esas facetas en mi vida, lo amo muchísimo. Desde pequeños, siempre
fuimos muy unidos.
Tu abuela siempre dio lo mejor por nosotros. Es una gran mujer, fuerte,
luchadora, pero en algún momento todo se salió de control. Tu abuelo siempre
estuvo, pero de alguna manera tenía muchas cosas que resolver con su propia
vida. Nunca debes dudar de su amor, siempre te ha cuidado como ha podido.
Ahora lo comprendo de una manera diferente, pero en aquel entonces,
me dolía verlo ausente o alcoholizado. Por mucho tiempo, pensé que no le
importábamos; por mucho tiempo, viví con resentimiento hacia él. Sentía que mi
mamá y nosotros no nos merecíamos vivir eso. Ahora sé que la vida también fue
muy dura con él y el alcohol se convirtió en su escape. No creas que no tengo
buenos recuerdos de tu abuelo, al contrario. Cuando estaba pequeña, él vendía
huevos y los repartía en bicicleta. Tenía una canasta al frente donde los colocaba,
muchas veces, me llevaba a mí en esa canasta. Me gustaba salir con él.
Con tu abuela siempre fuimos bien unidas, incluso mi hermana me decía que
era la consentida. Todos me decían eso. Cuando nací, mi mami se centró en mí y
todo para mí en la medida que ella podía. En algunas cosas he tratado de tenerle
confianza y en otras no, porque sabía que me iba a regañar, pero sí ha sido una
buena relación, pues hay comunicación y compresión. Aunque sí han faltado
cositas. Cuando salimos del Centro Femenino, le dije que yo le iba a tener un
poquito más de confianza y así ha sido. Cuando ella empieza a cuestionarme y
a retarme, le digo - Entonces, no te voy a contar nada, porque vos estás para
escucharme y ayudarme en la medida que puedas, si te vas a poner a juzgarme,
mejor no te digo nada-. Entonces, ella se queda reflexionando.
Con tu abuelo nunca ha existido una relación, o sea, mi papá desde bien
pequeña fue como mi papito, yo lo tenía en un pedestal… él siempre en su
vicio (el alcohol), pero era mi papito y nadie le quitaba eso, aunque no dejaba de
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tomar, no estaba para hablar conmigo cuando lo necesitaba. Hoy me doy cuenta
de que él nunca estuvo para mí. Tal vez físicamente sí estaba presente; pero no
para contarle algo, por eso, para mí, nunca ha sido una relación. Siempre me
dio mucha tristeza verlo cuando llegaba gritando, molestando y ya se generaban
los pleitos con mi mamá. Mi mamá se lo sonaba (pegaba) y, a veces, como ella
se ponía mal de los nervios, lo escapaba a matar... si no hubiéramos estado
presentes alguno de sus hijos en esas discusiones, quizás no existiera mi papá,
porque la sacaba de quicio. ¡Hoy me asombro de verlo bueno(sobrio)!
Cuando tenía 11 años, nos tuvimos que mudar de casa. Tuvimos que cambiar
de vida. Mi madre estaba embarazada y eso ya no le permitía seguir trabajando.
Perdió el empleo y la posibilidad de seguir pagando la casa donde vivíamos y el
colegio donde yo estudiaba. Nos mudamos a una pequeña casa en el área rural,
alejada de todo, sin condiciones cómodas… eso fue muy duro para mí. Además
de los cambios de la casa, el entorno era diferente. Nos mudamos a una zona
de pandillas.
Siempre fui considerada una niña buena, la bien portada, la que no hacía nada
y en realidad así lo era. Sin embargo, la adolescencia y el entorno en el que crecí
me hacían sentir curiosidad por otras realidades. A los 14 años, mi vida comenzó
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Pero esta dinámica me hizo empezar a salir mal en las notas, casi reprobé
octavo grado. La escuela se volvió un poco cuesta arriba. Cuando entré al
Instituto a primer año de bachillerato, la situación se complicó un poco más.
Empezaron los novios, mis amigas se iban con ellos y yo también comencé a tener
novio. El novio de mi amiga era del Instituto. Sólo que nosotras estudiábamos en
la tarde y él en la mañana. Entonces, en la tarde él tenía libre cuando nosotras
estudiábamos… y se nos ocurría ir al parque en la tarde y, por hacerle barra
(apoyarla) a mi amiga, me iba en la mañana con la paja (mentira) que iba a clases
en la mañana. Yo sólo para hacer compañía, por ver nada más.
Ese año dejé de estudiar, yo ya sabía que no iba a pasar el año con tanta
audiencia, pero además con lo de mi hermano, no tenía ganas de hacer nada,
pasaba deprimida. Entonces, utilicé eso de excusa y dejé la escuela.
No dejaba de llorar. ¡Por Dios toda mi vida era llorar! Aunque siempre trataba
de hacerme la fuerte, mi mamá lloraba y yo también. Me decía – No, tengo que
ayudarle a mi mami, tratar que cuando ella estuviera apoyarla para que no se
sintiera tan mal-. Yo decía que nunca iba ir a visitarlo, porque no podía verlo ahí.
Cuando mi hermano llegó al penal, al inicio había visitas y todo era muy
tranquilo. Él se había adaptado, no tenía problemas con nadie, trabajaba en
algunas cosas como lavar ropa para irse ganando un dinero. Pero un día recibí
una llamada que cambió mi vida. Mi hermano me dijo que alguien quería hablar
117
Yo miraba que él tenía amigos que eran de la pandilla. Quizás desde que nos
cambiamos de casa empecé a ver todas esas cosas. Claro, pero no era nada
extraño, ellos eran los vecinos, cómo no iba a ser amigo de ellos. ¡A mí siempre,
siempre me había llamado la atención eso! Quería conocerlos, saber qué se
sentía por pura curiosidad. Quería andar con alguien así, porque quería saber lo
que generaba la adrenalina de todo eso.
Antes de andar con él, anduve con el mejor prospecto que yo había tenido
en mi vida: un muchacho que iba a la iglesia, trabajaba y estudiaba. Seguramente,
¡el qué Diosito me había mandado! No sé por qué lo dejé, creo que, por la
distancia, él vivía muy lejos. Cuando empecé a andar con el papá de Carlitos,
mi mamá se enojó conmigo y ella dijo que ni se me ocurriera llevarlo a la casa.
Fue un cambio muy drástico. Pero estaba enamorada. Cuando mi hermano se
enteró que yo andaba con él se enojó. Con mi mamá me mandó a decir que
era el último día de mi relación con él. Yo ya me había encariñado así que no le
hice caso.
molestó mucho, pero al papá de Carlitos solo le daba risa, porque él sabía que
mi hermano no era nadie. Y me decía - ¿Cómo me va a venir él a amenazar a
mí?, solo que no puedo hacer nada porque es tu hermano-.
Yo quería andar con alguien así. No para andar haciendo cosas malas, sino para
saber que mi novio era pandillero. Él me sacó de todo lo que estaba involucrada,
pero él seguía involucrado. Era tan diferente, tenía esos detalles y no era como
las otras personas pensaban. Como nunca alguien había sido así conmigo, me
ilusioné, aunque sabía que no era lo correcto. Anduvimos un par de meses,
nuestra relación era normal, como cualquier pareja de novios.
Para mí todo eso era algo nuevo. Sentía que me iban a pegar, ¡ay, qué miedo!
Miraba todo. Las bichas sospechaban de mí. Ellas decían que yo miraba lo que
estaba en la pared. Pero yo no había visto lo que estaba en la pared, yo miraba
todo: las colchas, la ropa, las camas y cómo estaban ellas. ¡Por Dios, qué miedo!
Me llevaron a donde iba a dormir. Empezaron todas a darme una colcha, ropa,
jabón, papel, plato y todas bien atentas…yo bien calladita. Me dijeron - Andá a
báñate-. Y me fui a bañar…
Me sentía rara. No conocía a nadie. No sabía qué hacer. Como eran vacaciones,
nadie hacía lo que normalmente se realiza en el Centro, sino que todas pasaban
molestando.
entusiasmaba ir a estudiar. Había días que no, pero era raro. Aunque sea salir
diez pasos del sector, me hacía sentir libre. Sentía que aprendía algo nuevo. Creo
que lo importante de la escuela no está en el uniforme o querer parecer una
escuela como las de afuera, está en la relación con los profesores, en lo que nos
enseñan, en la dinámica que podemos tener.
Cuando llegué al Centro el primer mes, tuve mi periodo y para mí todo estaba
normal, pero los siguientes tres meses ya no lo tuve. Pensé que era por el estrés.
Había visto casos así. Empecé a engordar y me decían –Vos estás embarazada- y
yo respondía-No puede ser— Un día la encargada se cansó de tanto insistirme,
me dijo que me acostara en la cama, me tocó la panza ¡Se movió! Ella le informó
a la orientadora. Ella decía - Yo ya le había dicho, no sé por qué la tienen
durmiendo arriba-. A los dos días, me pasaron a dormir abajo. Allí comenzó una
lucha conmigo misma. Ya me habían condenado, sabía que iba pasar varios años
encerrada.
Ese día le mandé a decir al papá de Carlitos que estaba embarazada. Dicen
que ese hombre se quedó en shock, porque él decía que nosotros no íbamos a
tener hijos, los planes de él era que yo estudiará. Jamás en la vida pensamos en
tener un hijo. Dicen que ese hombre no dijo nada. Se quedó asustado y tantas
cosas que se me venían a la mente. Antes decía - ¡Bichas pasmadas que no
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disfrutan! - No sabía lo que él pensaba. Yo tenía una condena de ocho años, sabía
lo que significaba, mi hijo iba nacer en la cárcel. Sentía la muerte y al observar la
vida allí adentro, no era nada bonito tener un niño allí.
Con el papá de Carlitos, a pesar del poco tiempo que teníamos de estar juntos,
habíamos hecho muchos planes. Él quería que yo siguiera estudiando. Habíamos
decidido no tener hijos. A pesar del contexto que vivíamos, soñábamos con
poder alejarnos y hacer una vida diferente. Pero sin duda, en ese momento, todo
había cambiado y le tenía que hacer frente. Me contaron que él estaba feliz, que
se había alegrado y de alguna forma a mí eso me dio tranquilidad. Pasé un tiempo
asimilando mi embarazo. Comencé a sentirlo, le hablaba… siempre fue honesta,
le compartía mis angustias, mis miedos y, de alguna forma, estaba segura de que
me escuchaba. Creo que en ese momento nuestra complicidad quedó marcada
y de alguna forma decidimos salir juntos adelante.
Ahora que miro hacia atrás, hijo, sé que sin ti no habría podido sobrellevar
todo. La primera navidad la pasé contigo. Mientras todas lloraban, porque
extrañaban a sus familias, yo te tenía a ti. Te convertiste en mi todo. Me sentía
feliz, dejé de llorar. Me dejó de importar todo lo que estaba a mi alrededor,
porque tú estabas junto a mí. ¡Y fue tan increíble cómo me ayudaste, porque
yo, sinceramente, no hubiera podido estar allá adentro sin ti! Cambiaste todo
para mí.
A pesar de todo, tuve mucho apoyo durante mi embarazo. Siempre tuve una
buena relación con las orientadoras. Hablaba con ellas y les preguntaba cosas
que jamás conversé, ni con mi mamá. Les preguntaba: ¿por qué siento estos
síntomas? Y ellas me decían - Es normal-. Ellas me llevaban cosas, me consentían
con los antojos. Siempre me consentían, porque era bien portada.
Siempre sentí cariño por parte de las orientadoras y de mis compañeras. Ellas
estaban emocionadas. No podía comer algo que me hacía daño, porque me
venían las regañadas. Era una manera exagerada de cuidarme. Si yo quería comer
algo, les tenía que decir. Carlitos siempre fue amado por sus tías. Me hice muy
amiga de tres chicas. Siempre estábamos juntas, en las visitas estábamos juntas,
era como ya ser parte de la familia. Era bonito que, si yo no tenía algo, ellas lo
tenían y lo teníamos. Todo era como nuestras cosas, compartíamos una relación
bonita. Una de ellas fue la que me acompañó todos mis tres años; las otras
dos, una salió libre y la otra se alejó. Llegaron otras nuevas así, pero fue una en
especial que estuvo conmigo casi los tres años que yo estuve ahí.
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Ella me dijo - Báñate y alístate porque a las 6 a.m. te sacamos-. No hice ruido.
A las 6 a.m. me sacaron y solo vieron las que les tocaba hacer limpieza que
eran las nuevas. Dicen que cuando amaneció, todas se quedaron buscándome,
enojadas, porque no dije nada.
Eso fue un sábado cuando nació Carlitos. El domingo fue de visitas y llegó mi
mamá al Centro. Y le dijeron que yo estaba en el hospital. Le dieron un permiso
para que ella fuera. Llegó a verme, pero la sacaron rápido porque no era hora
de visita. ¡Mi mamá vio al niño cuándo tenía un día de nacido! Le dijeron que
no podía estar ahí, que se tenía que salir. Y sólo se estuvo ahí a lo mucho 10
minutos conmigo. El que llegará mi mamá me agilizo todo para salir. Como a las
12 p.m., ya estaba en el Centro y mi mamá esperando que llegara.
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Tenía uno o dos meses de haber ingresado. Eran las audiciones para nivelarse
y ver en qué grupo quedabas… pasé al grupo avanzado. Eso implicaba más
posibilidades de salir… fue una experiencia completamente distinta.
El primer concierto al que salí fue una lucha conmigo misma. Sabía que
Carlitos salía a la guardería, pero el hecho de salir sin él era algo bien duro para
mí. Carlitos se fue a la guardería. Yo estaba emocionada, porque ya tenía dos
años de no salir. Era algo nuevo. A medida que fue pasando el tiempo, me iba
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Fue bien duro, hubiese querido que Carlitos estuviese ahí. No se podía.
Cuando regresé él estaba dormido. Prácticamente, de todo lo que me habían
dado yo le llevaba. Solo me acosté con él y en la mañana, estaba feliz de verlo.
La verdad no me quejo, traté de ver las cosas positivamente. El hecho que otras
anduvieran deprimidas o enojadas, no me iba afectar a mí. Yo tenía a Carlitos,
sabía que no estaba sola.
En la Orquesta, el día más feliz fue cuando ya pude tocar una canción ¡Fue
increíble, soy capaz, puedo! Me fui enamorando más del instrumento, porque
me gustaba. No sé en qué momento comencé a sentir a la música como un
recordatorio de todo lo que ha pasado. Se ha vuelto una marca de mi historia.
Al tocar ese instrumento, es un recordatorio de forma positiva de ver cómo
pude aprender hacer cosas nuevas, como me sigo esforzando por ser mejor.
La música me gusta, mi sueño es quizá ser una chelista profesional, aunque mi
realidad es muy complicada, porque ya no hay tanto tiempo para practicar.
Desde el momento que llegué, siempre fui positiva. Pensaba que estaba
pagando por lo que hice. Fue una oportunidad de valorar y reflexionar. Y cuando
llegó Carlitos eso aumentó…
Incluso, el 24 de diciembre todas las nuevas están llorando y las otras también
con nostalgia, sólo que un poquito más acostumbradas. Yo sentí nostalgia
porque no estaba con mi familia, pero no me sentí como imaginé. ¡Abrazaba a
Carlitos y él era mi todo! ¡Si Carlitos no hubiese estado, no sé qué hubiese sido
de mí! Carlitos me ayudó a tomar las cosas diferentes, a esforzarme para salir
de ese lugar...
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20 de septiembre
Amor:
Si tan solo supieras lo que pienso, lo que siento. Quisiera que solo por un momento
te pudieras poner en mi lugar y saber lo difícil que es para mí todo esto. Pero a pesar
de todo lo que estoy pasando por vos, quisiera que supieras que te amo y no importa
nada, porque este amor es sincero. Y saber que habrá un fruto de ese amor me hace
tan feliz, aunque las circunstancias no sean las mejores. Yo solo espero que lo ames
como yo lo amo y que no me vayas a fallar o, al menos, que yo me dé cuenta. Te amo,
mi amor, y te extraño muchísimo.
25 de septiembre
Amor:
Solo espero que todo lo que me dicen sea cierto y que esa felicidad de la que me
hablan sea cierta. Solo espero que te sientas tan feliz como yo ahora que sabes que
vamos a ser papás. Que te sientas orgulloso, aunque no fue algo planeado, y que no
estemos en las mejores circunstancias. Aunque no fue planeado, será una bendición
para nuestras vidas. Sabes, todas las noches le hablo de vos y le cuento que lo amas.
Ya se mueve y es tan hermoso sentir que algo vive dentro de vos. Lástima que nunca
lo vas a poder sentir, quisiera que pudieras hacerlo.
Dentro de poco vamos a saber si es niño o niña. La verdad es que, sea lo que sea,
lo vamos a amar. Si es niño, se va a llamar como tú, pero si es niña aún no lo sé,
porque mi mami quiere un nombre bíblico, pero bueno, ya vamos a ver. Amo esto que
vive dentro de mí, te amo a vos, mi amor. Y esa promesa que nos hicimos sigue en
pie, mi cosito hermoso. Te amo.
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De: Tu papito
Para: Mi hermoso
Hola, mi niñito lindo. Sé que gracias a Dios y a tu mamita estás muy bien. Qué
lindo eres, mi bebé hermoso. Jamás me imaginé tener un bebé tan hermoso como
tú. Te amo. Espero muy pronto tenerte en mis brazos para darte muchos, pero
muchísimos besos y abrazos. Sé que muy pronto vamos a estar juntos y formar una
linda familia, prometo darte todo mi amor, prometo que nada va a faltarte. Todo lo
que yo nunca tuve, tú lo tendrás. Tienes una madre que jamás te dejará solito y un
padre que no espera que te sientas orgulloso de él por la clase de persona que soy,
pero espero ganarme ese espacio que como tu papá espero ocupar en tu corazoncito.
Te amo mucho, mucho, muchísimo. Cuídate mucho, hacé ejercicio mi bebé hermoso
para que seas cholo (fuerte), igual a tu papito. Te amo.
De: Tu viejito
Para: Mi niñito hermoso
¡Hola, mi gordito!
Espero estés muy bien, mi bebé hermoso. Sabes, no me aguanto porque nos
podamos ver. Ya no aguanto, mi viejito, por tenerte en mis brazos. Quiero cuidarte,
abrazarte, amarte, quiero estar en tu primer cumpleaños. No te imaginas lo que
he tenido que pasar por tratar de estar contigo, pero no se ha podido. Pero no te
preocupes. mi niñito, Dios tiene un propósito para nosotros y él quiere que formemos
una hermosa familia y con la ayuda de él nada nos podrá separar. Tu mamita y yo
nos vamos a esforzar para poder sacarte adelante y vamos a tener un hogar donde
vamos a ser muy felices los tres.
Te amo, mi niñito lindo. Gracias por ser lo más maravilloso que me ha pasado.
Espero que tú me tengas en tu corazoncito como yo te tengo en mi mente y en mi
corazón.
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Me tengo que despedir, no es un adiós, mi viejito, sino hasta pronto. Espero pronto
estemos juntos. Cuídate mucho. Dale un besito de mi parte a tu mamita. Dile que la
amo demasiado. Que Dios te guarde y te proteja, mi niño hermoso. Te amo.
¡Hola, mi viejito!
Espero que esté muy bien, mi viejito hermoso. No sabes cuánto anhelo tenerte a
mi lado, poder jugar contigo, hacerte cosquillitas y muchas cosas que pronto espero
compartir contigo. Quiero que sepas que a pesar de que no nos conocemos, tú eres lo
más maravilloso que me ha pasado. No te imaginas lo mucho que te amo. Te doy las
gracias, viejito lindo, por ser la razón de mi vida, porque si tú no existieras estuviera
más perdido que antes.
24 de diciembre
Mi primera navidad presa. Pero no es del todo malo, porque tengo a mi bebé
conmigo. Sé que por tenerlo aquí ya no me voy a sentir tan mal, porque él está
conmigo y sabes hoy él es mi todo, Lo amo como nadie se imagina. Es mi vida, mi
amor, mi pedacito de gente. Espero que algún día vos podas sentir por él todo lo
que yo siento. Espero que la noticia te haya agradado mucho, hoy tiene ocho días de
nacido y ni te imaginas lo grande, lindo y hermoso que es. Deseara que pudieras verlo,
así como esta ahorita, porque esta hermosísimo.
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31 de diciembre
El lugar no es tan bonito. Las personas son buena onda. El ambiente bien, pero en
lo personal triste. Los recuerdos de cómo empecé y con quién me matan. Pero hay
una personita, una pequeña parte de vos que está conmigo y eso hace que no sea del
todo mal este día. Y así como hace un año mi primer abrazo fue para vos, este año
mi primer abrazo es para nuestro hijo. Donde quiera que estés, deseo que la pases
súper bien. Te amo. Feliz año!
10 de mayo
Aunque la verdad no siento que sea este día. Siento que mi mente se propuso a no
sentir emoción por este día. Quizás para no extrañar más de lo normal a mi mami.
Sabes, sentí bien raro que me felicitaran, es mi primer año celebrando este día como
madre. Mi mejor regalo sin duda fue tener a mi bebé bien y conmigo. Lo amo de una
manera que nunca voy a entender, ya pronto será tu turno de ver qué se siente, ya el
otro mes celebras tu primer día del padre. Se siente tan bonito.
Es toda una bendición tenerlo y un reto grandísimo, pues no es fácil tener un hijo,
pero tampoco imposible. Te amo a ti y a nuestro hijo.
17 de junio
Mi amor, feliz día del padre. Tu hijo ya dice papá, quisiera que lo pudieras escuchar.
Tu primer día del padre. Ojalá te sientas muy feliz para celebrar este día.
Te amo, mi amor hermoso, no sé por qué te amo tanto. Muchas veces me siento
muy confundida y no entiendo mi amor hacia vos. Siento que ya solo es un recuerdo,
pero lo curioso es que allí está por más que piense lo contrario. Te amo demasiado.
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Solo espero algún día pasar esta celebración contigo y nuestro hijo. Sabes a pesar de
todo lo que hemos pasado si volviera a retroceder el tiempo, no cambiaría nada. Te
amo.
22 de febrero
Sinceramente con la noticia que me dieron hoy sentí que el mundo se me venía
encima. Jamás imaginé que esto pudiera pasar. Te comprendo, en serio, y no quiero
juzgarte porque en realidad no sé bien cómo pasaron las cosas. Pero te juro que todos
mis planes con vos se vinieron abajo. Espero algún día podás volver a recapacitar y
a reconocer lo que en verdad es correcto. Pero yo no quiero esta vida, yo no quiero
volver a pasar por algo igual a lo que estoy pasando. Creo que ya suficiente con esto
para volver a vivirlo otra vez.
Créeme que yo te amo y mucho, pero yo quiero lo mejor para mi hijo. Ya no quiero
hacer sufrir más a mi hijo por mis acciones y mis decisiones… ya mucho con todo lo
que está pasando.
Espero algún día me comprendas y me des la razón. También sé todo lo que implica
tu decisión y bueno no sé cuáles son o van a ser tus pensamientos para mí. Pero solo
espero que pienses en el niño y que cada cosa que hagas pienses en su bienestar.
Yo al fin de cuentas salgo sobrando. Tu prioridad tiene que ser el niño. Ahora se me
va a hacer difícil saber algo de vos, pero eso no quiere decir que va a cambiar mi
pensamiento o mi amor por vos. Es más, creo que ahora vas a estar más metido en
mi cabeza que antes.
Solo Dios sabe qué tiene destinado para mi vida y él sabrá cómo y con quién la
voy a vivir. Él va a saber cómo llevar mi vida. Espero me ayude a tomar las mejores
decisiones y que te ayude también a vos a ser una mejor persona. Te amo, pero hasta
aquí llegamos con esto. Quisiera que las cosas fueran distintas, pero quiero lo mejor
para mi hijo, él es mi prioridad. El día que nos volvamos a ver, veremos cómo han
cambiado las cosas y allí decidiremos qué va a pasar con nosotros. Por el momento,
dejamos esto en pausa. Te amo.
132
Darme cuenta de que el amor no lo podía todo fue una de las cosas más duras
de mi vida allá dentro. Darme cuenta de que necesitaba asumir una dosis de
realidad y de responsabilidad sobre mi vida y la de mi hijo. Ya no bastaba estar
enamorada, ya no lo era todo…
21 de marzo
Créeme que no puedo dejar de pensar en cómo estás. Yo ya no aguanto estar aquí,
ver a mi hijo en este lugar, ver cuántas limitaciones tiene y la impotencia que tengo
al no poder hacer nada para cambiar eso.
Es tan difícil ser mamá y estar en este lugar. Tengo que ser fuerte por mí y mi hijo,
pero a veces es tan difícil que lo miro cómo algo imposible. ¡Necesito mi libertad!
¡Necesito a mi familia! Necesito darle a mi hijo todo lo que no le he podido dar. Siento
que no lo voy a poder hacer sola.
13 de mayo
Me cuesta mucho darme cuenta de que nuestro hijo ya está grande. Dicen que
es porque lo veo a diario, pero en serio que ya está grande. Y está más tremendo
y pleitisto. La verdad es que me está costando mucho y hay momentos en los que
quisiera tirar la toalla, pero no puedo. En serio, me cuesta. Si no fuera por las tías
de Carlitos yo no podría haberlo hecho sola. Ellas son mi mayor apoyo en estos
momentos.
Entre todas vamos saliendo poco a poco. Te cuento que ya tiene ocho dientitos,
dos muelas, ya muerde y duro. Ya corre, me saca unas carreras que ni te imaginas. Ya
come solo y aunque se llena todo, come, aunque sea un poquito. No le gusta el guineo
igual que a vos; la papaya le gusta poquito, pero la sandía le encanta.
Le encanta mojarse y este sí que no llora porque lo bañen. Le gustan los libros
y él dice que lee. Le encanta bailar tanto que no puede escuchar música sin estar
bailando, hasta alabanzas baila. A veces también canta y dentro de poco va a ir al
kínder. Se va a ver hermoso con su mochilita. Bueno, cuando te conozca, a saber, si
va a ser igual o si le van a gustar las mismas cosas, eso ya te tocará a ti descubrirlo.
Era como si ellas tenían algo yo lo tenía y si yo tenía algo ellas lo tenían. Aún
no logro comprender si me querían tanto ¿por qué me trataban tan mal? Y era
tanto el cariño que a la larga no me importaba y cuando ellas se daban la vuelta,
yo me ponía a llorar. me encerraba y lloraba.
También sentía mucho miedo. ¿Cómo iba a ser todo allá afuera?, ¿qué iba
a hacer por primera vez sola con Carlitos? Tenía miles de responsabilidades
que asumir por primera vez en mi vida. Sea como sea, en el Centro lo había
tenido todo. Nunca había tenido que preocuparme por garantizar un tiempo de
comida, los pañales o la ropa de mi hijo. ¿Cómo me iba a ver la gente?, ¿Qqién
me iba a dar trabajo?, ¿cómo iba a mantener a mi hijo? La alegría de la libertad
también era el temor por la responsabilidad.
Mi nueva historia
Pasaron casi tres años cuando finalmente recuperamos la libertad. Ya nada era
igual. No era la misma joven que entró al Centro. Recuerdo ese mediodía. Toda
la mañana tus tías se pasaron despidiendo de ti, te escribieron muchas cartas
que te guardo… Salimos tomados de la mano. Tú cargabas tu mochilita roja con
ropa y juguetes; yo cargaba con los recuerdos, los miedos y con la nostalgia de
partir. Como siempre, tu abuela estaba allí, esperándonos.
amor. Sin embargo, estaba segura de que, así como tú me ayudaste a sobrellevar
estos tres años tras las rejas, ahora también estaríamos juntos para construir
nuestra nueva vida en libertad.
Un día decidí que tu padre te tenía que conocer y te lleve a una audiencia. Solo
te vio una vez. Él estaba con la familia y yo disimulé que lo estaba viendo. ¡Me
sentí tan feliz, hasta más bonito lo veía! Y me dije, basta. No me podía permitir
ilusionarme nuevamente. Tenía claro que eso ya no era posible. Él lloró al verte,
sé que lo hiciste feliz. Me preguntó - ¿ya no me querés, tenés a alguien más? Y le
dije – No es necesario tener a nadie más, para mí es suficiente tener a mi bebé
y no quiero que él pase por lo que vivimos nosotros y no sé si vos lo querés
así, pero yo no-. Porque estar con él sería lo mismo, él siempre será el papá de
Carlitos, pero ya no es lo mismo para mí.
¡Hola!
Al estar aquí me lleno de tristeza con tantos recuerdos que solo me hacen pensar
en ti. Todo me recuerda a vos. Espero que estos momentos te sirvan para analizar
y para reflexionar por todo lo que pasaste. Estoy muy feliz de haber recibido mi
libertad, aunque es muy difícil volver a estar aquí porque ya nada es igual. Ahora
tengo a alguien que depende de mí y es muy difícil. En serio que te necesito, pero no
como pareja, sino como papá de Carlitos. Sigo pensando que no puedo sola.
Desde hoy todo cambia. Espero que todo sea como hasta ahorita, que todo lo
podamos arreglar hablando. Vos siempre vas a formar parte de mi vida y siempre
vamos a tener alguien en común: a nuestro hijo.
Cuando escribí esa carta él ya sabía mis planes. Él sabía que yo tenía que
trabajar, que en mis planes está ir a la universidad y seguir formándome en la
música. Sueño con ser una chelista profesional.
Desde que estoy afuera siento que todo ha sido difícil, o sea, de alguna manera
he encontrado un trabajo fácil, muy buen trabajo que jamás me imaginé tenerlo,
135
el apoyo de mi familia está. Tengo trabajo, pero no tengo tiempo para Carlitos.
Estoy con mi familia, pero no hay tiempo para estar con ellos. En el Centro tenía
todo el tiempo del mundo para estar con mi bebé, pero hoy no.
Tenía que enfrentarme a la realidad y qué bueno que me ha salido bien, que
tengo trabajo, estoy con mi familia y el apoyo de otras personas.
Mi sueño a corto plazo es seguir estudiando. Tengo miedo porque será difícil,
trabajar y estudiar. Deseo encontrar un trabajo con un mayor ingreso económico,
pues eso me ayudará bastante. Y aparte tener mi casa alejada de todas las cosas
negativas que deben quedar en el pasado, enfocarme más a Carlitos con un
poquito más de tiempo y madurez. Enseñarle todo lo bueno a Carlitos y que
se sienta orgulloso de la mamá que tiene. Es cierto, todos cometemos errores,
pero que él diga - Mi mamá cometió errores y lo tendré como un ejemplo y si
mi mamá pudo, yo también puedo.
Espero, hijo, que nunca cometas los mismos errores que yo. Creo que mi
sueño es que tú cumplas tus sueños y que te sientas orgulloso de mí… y que
algún día digas: - ¡Estoy orgulloso de la mamá que me tocó y me sacó adelante!
CAPÍTULO 5
REFLEXIONES
139
Esperamos que este libro contribuya a darles voz, a poner en el centro sus
cuestionamientos, preocupaciones y esperanzas, a visibilizar la humanidad que
hay tras las rejas y a pensar juntos otro tipo de sociedad.
140
Un poco de contexto
Una aproximación desde Latinoamérica
Desde el punto de vista de la equidad legal, podemos asegurar que los códigos,
las leyes y los reglamentos de los países de América Latina suponen un trato
igualitario hacia los hombres y las mujeres que transgreden las normas sociales.
Uno de los principales motivos para esta situación es que siempre fueron
menos numerosas, pues hay razones que responden a su condición de género
que han actuado como escudo protector a su inmersión en el mundo delictivo.
También es importante reiterar que los valores y las actitudes de la sociedad son
reflejados en las cárceles, que son microcosmos del mundo exterior, compuestos
por personas que forman parte de esa misma sociedad, compartiendo la misma
cultura, valores y prejuicios. La indiferencia de una sociedad, o incluso el apoyo
a la situación de subordinación de las mujeres, junto con la existencia de leyes
discriminatorias y una falta sistemática de actuación para llevar a los culpables
ante la justicia y proteger a las víctimas, crea unas condiciones que aumentan
el riesgo de que las mujeres sean sometidas a sufrimientos físico y mentales en
todas las esferas de la vida, incluso en las cárceles.
En una sociedad en la que existen este tipo de actitudes y prejuicios, donde los
perpetradores evitan de forma rutinaria tener que rendir cuentas de sus actos y
esto se considera normal, dentro de los lugares de privación de libertad, donde
la condición de vulnerabilidad de las mujeres se agudiza y donde los controles
sociales son mínimos o incluso nulos, las mujeres se encuentran en mayor riesgo
de sufrir malos tratos y tortura, incluida la violencia específica de género.
Características y avatares
Queremos con este trabajo contribuir al conocimiento en profundidad de las
características y los avatares de las jóvenes que están ingresando actualmente al
Centro para la Inserción Social, estudiando, en primer lugar, si existen algunas
diferencias generacionales en su desarrollo y vivencias con respecto a la población
reclusa femenina adulta. Y, en segundo lugar, los motivos y condicionantes de
su introducción en la dinámica delictiva, para finalizar deduciendo las carencias
y necesidades que nos plantean con el fin de adecuar nuestros esfuerzos e
intervención al tipo de atención que ellas mismas nos demandan.
embargo, también es evidente la facilidad para lograr con ellas un alto grado de
complicidad, que las lleva a verter en confidencias todos aquellos momentos
amargos de su vida, sin buscar por ello, ningún tipo de beneficio o trato amable
y benevolente, sino el punto de apoyo o comprensión desde el prisma de otro
adulto, alejado de su contemporaneidad.
Hemos iniciado con ellas un viaje hacia los primeros momentos de su vida,
buscando los acontecimientos que marcaron la formación de su personalidad,
generalmente inmadura y proclive a las diversas dependencias; qué determinantes,
qué presiones o qué conscientes decisiones marcaron el rumbo hacia un camino
cuesta arriba, con la droga como frecuente compañía abocándolas, finalmente
a la prisión, como un muro insalvable que se interpone en el camino hacia la
meta soñada. Sus planes de futuro, que ahora se antojan inalcanzables por haber
perdido el paso, (su tiempo de estudios y preparación y su propia juventud), y
acabarán acomodándolos hacia aspiraciones más modestas.
La inmadurez personal
Reflexiones finales
Las juventudes en conflicto con la ley, más allá de representar condiciones
individuales o familiares que las han llevado a este escenario, son el reflejo
de sociedades fragmentadas, debilitadas, individualizadas que exponen al ser
humano a sobrevivir como cada quien pueda
Una joven que llega a un centro para la inserción social trae consigo un
equipaje, una historia cargada de múltiples formas de violencias; trae consigo
recursos, estrategias bajo las cuales ha aprendido a sobrevivir en un mundo que
siempre le ha dado la espalda.
El desafío de la inserción social transita por reconocer que no solo basta que
las jóvenes deseen cambiar sus vidas, sino también, que existan las condiciones
que posibiliten esas oportunidades o nuevos escenarios. Esto implica que la
sociedad sea capaz de mirar a sus jóvenes de una manera diferente y no como
una población en riesgo y bajo sospecha constante.
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