Sirpa Suxo Maribel
Sirpa Suxo Maribel
Sirpa Suxo Maribel
http://dx.doi.org/10.4067/S1726-569X2017000200341
INTERFACES
Medicines dispensing in big pharmacies in Chile: ethical analysis about pharmaceutical chemist
profession
Adriana MarínToro1
RESUMEN:
ABSTRACT:
Based on qualitative research, is described the context of dispensing drugs in “big pharmacy
chains” in Chile, starring pharmaceutical chemists who have the role of technical directors of
these entities. It is considered that the consumption and the economy are embedded in all the
mechanisms of life, including health. Drugs in this sense, are a clear example of an everyday
consumer object used by the chilean population, an issue which calls for a surveillance
political, social and ethical about it. The social dimensions of the technical knowledge of
pharmaceutical chemists are analyzed, based on the interests of pharmacies in which they are
employed, a professional success measured in individual terms and achieving financial goals on
health, an issue that encourages a culture that promotes the consumption of drugs, rather
than restricting it. These professionals are part of a particular socio-economic and socio-
political project capable even to modify the cognitive foundations of a profession.
RESUMO:
INTRODUCCIÓN
En Chile, por su parte, mientras en la década de los setenta cambia la base económica del país,
también lo hace el área productiva nacional, en particular las organizaciones empresariales.
Las nuevas formas de competencia estimulan la flexibilidad y la rapidez de estas instituciones,
y ello se plasma en la descentralización y expansión territorial por medio de cadenas de
empresas, nodos, asociaciones bajo la modalidad de franquicias, tratando de cubrir al máximo
el mercado potencial. Ejemplos claros de este fenómeno en el país fueron los casos de:
supermercados, tiendas por departamentos y farmacias(5).
El mercado farmacéutico del país se caracteriza por grandes cadenas de farmacias, las que han
logrado participar en la mayor parte de la distribución y comercialización de medicamentos y
otros productos asociados, concentrando alrededor del 95% del mercado(8). A 2012 estas
farmacias obtuvieron ganancias de US$1.500 millones, con un crecimiento anual, desde 2008,
que ha variado entre el 7 y el 8%(8). Un 76,7% de este total se explica por la venta de
medicamentos que requieren receta médica y el 23,3% restante corresponde a medicamentos
de venta directa(8).
Estas grandes farmacias son instituciones en las que la mayoría de los químicos farmacéuticos
ejercen labores como jefes técnicos de farmacia(9). A octubre del 2015 se contabilizaron en el
país alrededor de 2.955 empresas de este tipo(10), farmacias que se pueden encontrar en los
principales centros urbanos del país, permitiendo que los medicamentos sean un producto de
fácil consumo para una parte importante de la población.
Por otra parte, la industrialización de los productos farmacéuticos tuvo un impacto global que
afectó a la farmacia en todos sus aspectos, marcando el inicio del fin de la botica tradicional,
debido a que los medicamentos ya no se podían crear con recursos propios, ni a un nivel
individual, como antes lo hacían profesionales químicos farmacéuticos: “Y si podían hacerlo,
no las podían igualar ni en costos ni en calidad de presentación. No podían tampoco copiarlas,
porque estaban patentadas por sus inventores, quienes poseían recursos no sólo para
defender sus derechos, sino para promoverlas y publicitarlas, generando una competencia
nueva nunca antes vista. En este nuevo contexto económico, las farmacias fueron adquiriendo
un rol más de distribuidores, que de productores”(9:153).
Las grandes farmacias son empresas que reflejan un juego de marketing con la salud, incluyen
estrategias de negociaciones con laboratorios, cambios en el formato de la farmacia (tipo
drugstore), donde no solo los medicamentos son los productos más importantes, también se
puede econtrar juguetes, cosméticos y golosinas, además de alianzas con las principales casas
comerciales del país para el pago con tarjetas de crédito, la retención de clientes mediante
tarjetas de fidelización de clientes y acumulación de puntos para lograr distintos
beneficios(11). Si los medicamentos fueran un bien de consumo como cualquier otro, estos
datos no tendrían una mayor relevancia, pero los fármacos poseen una relación directa con las
personas, pues implican un gasto importante de insumos médicos y otros dependen de ellos
para conservar la salud y la vida.
El fraude comercial o las malas prácticas de mercado son los primeros antecedentes para
generar un control social y político de los procesos de consumo, más allá de la compraventa en
el intercambio de bienes(4). De modo similar a la relación entre sociedad y economía, el
consumo hoy también está incrustado en múltiples mecanismos de la vida y, en ese sentido, se
plantea como esencial la reflexión política, la participación de los actores sociales y la
educación (formal e informal) respecto a qué es lo que se consume.
Si bien existe una estructura económica preponderante, no por ello los sujetos sociales están
determinados a un estado de alienación y manipulación; puede ser que, por el contrario,
representen a un ser soberano y libre en la persecución de intereses personales. En el “sujeto
social” también conviven lógicas de confrontación, dominación, resistencia y cambio; en el
caso de las prácticas de consumo, estas estructuran gran parte de nuestras identidades y las
distintas formas de relaciones sociales en las que se produce y reproduce el poder, la
dominación y la distinción(4).
A luz de estos antecedentes, en Chile se comienza a tramitar una nueva “Ley de Fármacos”,
que finalmente se promulga en 2014 (Ley Nº 20.724), que “estableció normas relevantes para
la regulación del mercado farmacéutico, definiendo un estatuto jurídico incipiente para el
desarrollo de políticas públicas relacionadas con los medicamentos; sin embargo, varias de sus
disposiciones quedaron sujetas en su aplicación a la dictación de reglamentos técnicos sobre la
materia”(12:4).
La mencionada ley, entre otros elementos, prohíbe los incentivos a la venta de medicamentos,
uno de los principales mecanismos de las grandes farmacias para la generación del sueldo
variable de sus profesionales y de los auxiliares de farmacia. La normativa, debido a su reciente
implementación, no permite observar sus actuales consecuencias en la relación entre las
farmacias de cadena y sus dependientes. Sin embargo, estas instituciones tienen como uno de
sus objetivos principales enfatizar aspectos comerciales por sobre los sanitarios, y es en este
marco de acción que se analiza la profesión del químico farmacéutico.
La relación entre lo económico y lo social, sus repercusiones éticas, como también las
diferentes escalas de análisis involucradas, es el trasfondo que persigue el presente artículo. Se
quiere poner en discusión cómo la estructura económica también es capaz de estructurar
otros ámbitos de la vida cotidiana, como el consumo, la salud e incluso profesiones, mediante
discursos de químicos farmacéuticos empleados de las grandes cadenas de farmacias de Chile.
METODOLOGÍA
RESULTADOS
“Es un deber administrar y hay que hacerlo bien para que el negocio sea rentable”. Esta es una
de las principales labores del químico farmacéutico al interior de las farmacias de cadena hoy
en día. Apelar a un discurso técnico neutral, en este contexto, implica dejar fuera del análisis
los aspectos éticos del ejercicio de la profesión, especialmente cuando existen incentivos a la
venta y un éxito profesional medido en estos términos.
“…la parte administrativa es como cualquier negocio, como si vendiéramos zapatos, trabas, no
sé, cualquier cosa, y la parte administrativa es un negocio que tiene productos que son
rentables y otros que no lo son. Entonces hay que compatibilizar toda una parte que
corresponde a medicamentos, con la parte ética, con toda la parte comercial. O sea, si yo sé
que dos medicamentos que tienen el mismo principio activo y uno me renta el triple, no me
voy a quedar tranquila hasta vender el que me renta el triple” (QF, mujer, 50 años).
La distancia respecto del conocimiento sobre medicamentos deja a los consumidores finales
en desventaja frente a un conocimiento técnico que les permita elegir, en estos términos, un
medicamento por sobre otro. En consecuencia conceptos como bienestar, educación, salud y
consumo(4) no pueden ser tratados como elementos separados, sino como centros de la
planificación, participación, y toma de decisiones correspondientes a las políticas públicas, en
este caso de salud y que aluden al consumo de medicamentos.
“…debiese haber un tema reglamentario que impidiera que la evaluación del desempeño del
farmacéutico sea medida por temas comerciales y por temas de administración, cosa de dejar
separados netamente la labor ética profesional del farmacéutico, de la labor de jefe de local de
encargado como gerente de empresa, pero en estos momentos, así como está, te pueden
medir por temas comerciales, los que podrían empañar las labores de salud pública, yo creo
que gran parte de eso pasa por reconocer a la farmacia como una entidad preocupada de la
salud pública” (QF, hombre, 38 años).
En las farmacias de cadena, el “buen farmacéutico” es aquel que “vende más”, y es en este
nivel donde es evaluado su desempeño; en un escenario ideal distinto, un “buen
farmacéutico” sería quien restringe la venta de ciertos medicamentos o realiza acciones de
farmacovigilancia a un número determinado de usuarios de la farmacia, cuestiones vinculadas
a un uso racional de los medicamentos(16). Por el contrario, para cumplir las metas exigidas
mes a mes, entran en juego una serie de disposiciones que limitan con la ética y la salud de la
población, por la persecución de una favorable evaluación profesional. A pesar de las “buenas
intenciones” para con el cliente, existe un compromiso con la mantención del empleo. En lo
concreto, se pudo identificar una lealtad profesional divida en dos polos: en primer lugar con la
institución que los contrata y, en segundo término, con la dimensión “ética de la técnica”(17);
esto es, la práctica de los químicos farmacéuticos como una profesión relacionada al área de la
salud:
1) Lealtad con la institución: “Bueno a nosotros nos evalúan, cumple o no cumple, pasó la
meta o no pasó la meta, cumplió o no cumplió con los parámetros comerciales, y ahí va a
haber una evaluación un poco rígida al respecto. La idea claramente para mí es cumplir; ahora,
ser la “top” de las “top” no me interesa, porque en fondo es un lugar tan grande que tendría
que comprometer a todos, y es súper difícil. Cuando tú manejas a cuatro personas es mucho
más fácil comprometer a cuatro personas que comprometer a 18 vendedores en el mismo
cuento. Entonces, de repente cuesta, a lo mejor no cumplimos todos los parámetros pedidos,
pero sí siempre fue lo que ellos (la farmacia) nos pedían, ellos nos pedían un valor y de ahí
pa´arriba, de ahí pa´arriba, esa es mi meta personal” (QF, mujer, 50 años).
2) Lealtad con la dimensión ética profesional: “Por ejemplo, este caballero está con una
enfermedad cualquiera, pero con una loperamida se le pasa, pero claro, la loperamida vale
CLP$300 (USD$ 0,45) CLP$400 (USD$ 0,55), entonces, ¿qué van a preferir? Darle un
medicamento de marca, que te cuesta casi CLP$6.000 (USD$ 8,5), al final de cuentas puede
que le haga el mismo efecto y no lo necesita, entonces ahí juega, juega con la ética sobre todo
cuando tú ves que hay un cliente que no tiene para pagar CLP$5.000 (USD$7) o CLP$6.000
(USD$ 8,5), entonces ¿le vas a negar el otro más barato? No puedes, o sea, desde mi punto de
vista no puedes negarlo, hay colegas que sí, que lo niegan y prefieren que el cliente se vaya
antes de dar la opción del genérico” (QF, mujer, 29 años).
Los químicos farmacéuticos, al definir quiénes son como profesionales, sobre la base de sus
competencias técnicas y de la respuesta que ellos otorgan a las demandas sociales(18),
destacaron tres roles:
“…quizás por lo mismo muchos colegas, entre los cuales me incluyo, porque tengo un magíster
en administración, han querido ir perfeccionando esta área (administrativa) para trabajar de
una forma más eficiente, justamente, para que te quede más tiempo disponible para hacer la
labor que uno considera para la cual fuiste formado, que es estar ahí delante de la persona”
(QF, hombre, 40 años).
“El rol de uno, de químico farmacéutico, de enseñar, por el tema económico, que también
cumple la farmacia no permite -a mí no me permite- educar a un paciente y decirle: ‘sabe
usted, mejor no compre esta marca, porque este antiflamatorio no va a tener los efectos
colaterales que tiene la ergotamina’; pero por otro lado la empresa me dice usted tiene que
cumplir y tiene que llegar a las metas y si no vende el producto que tiene tanta comisión, no
puede llegar a las metas” (QF, hombre, 49 años).
Las farmacias de cadena, tipo drugstore, son lugares en los que se comercializan los
medicamentos y además otras clases de artículos variados, como alimentos, cosméticos,
juguetes, entre otros. El mensaje que se envía al consumidor es el siguiente: “Encontrar esta
mezcla de productos en el expendio, es asumir que el medicamento se puede consumir tan
fácil, autónoma e irresponsablemente como cualquier otro artículo. Obedece al mismo orden
de cosas, las que se adquieren fácilmente y se consumen sin mayor cuidado, sin riesgos para su
integridad física”(6). En este sentido, tanto la restricción a la venta de medicamentos como la
liberación de la misma son soluciones de mercado y no resuelven necesariamente problemas
sanitarios vinculados a aspectos culturales, simbólicos e ideológicos sobre el uso de
medicamentos en Chile, en el que se promueve un consumo que en ocasiones es prescindible.
“Por el volumen de venta que hay en una farmacia, ahora, en la actualidad, fácilmente una
farmacia mediana puede tener seis o siete vendedores auxiliares que en realidad son las
manos del farmacéutico. Yo te digo, por ejemplo en las farmacias donde me ha tocado
trabajar, las farmacias atienden alrededor de 1.000 personas diarias; entonces, para un
farmacéutico, para un profesional, significa que tiene que delegar muchas de sus funciones
técnicas a los auxiliares de farmacia” (QF, mujer, 30 años).
Los químicos farmacéuticos cumplen el rol de jefes y pueden capacitar a los auxiliares de
farmacia sobre los productos disponibles, criterios y cuidados que deben tener con ciertos
artículos. No obstante, la venta de medicamentos en estas empresas es de tipo comisionada,
con un sueldo base mas bien bajo, que sube en la medida en que más productos son
comercializados:
“Los vendedores tienen un sistema de contrato que en todas las cadenas, independiente a que
digan que ya subió el sueldo base, siguen recibiendo ellos un sueldo que bordea el sueldo
mínimo (CLP$ 200.000 - USD$ 280) y todo lo demás es su comisión, eso es. Ellos, lo que venden
es lo que comen; entonces, ¿cómo yo puedo luchar contra eso?” (QF, hombre, 40 años).
“Ahí cuesta conjugar la parte asistencial con la parte de la venta, porque también a ti te están
evaluando de acuerdo con la venta del local, tienes una meta de venta todos los meses y tu
sueldo depende de cumplir o no cumplir la meta” (QF, mujer, 35 años).
“yo tengo que hacer el juego comercial y pasa porque yo tengo que llegar a metas, yo tengo
que vender, yo gano mientras yo más vendo, así de simple, y mi sueldo es un sueldo
dependiente de las ventas, el sueldo de mis vendedores es dependiente de las ventas, porque
si no tendría puro flojos ahí mirando el pasillo haciendo nada. Como buenos chilenos, uno
necesita incentivos directos: mientras más vendes, más ganas, como si vendiera zapatos” (QF,
mujer, 50 años).
DISCUSIÓN
La farmacia es un área de la salud que ha expandido su campo de acción en la última parte del
siglo XX. Los farmacéuticos, asimismo, ya no solo preparan medicamentos, también brindan
asesoramiento, información e instrucciones sobre su uso(19). No obstante, estos profesionales
no pueden dispensar fármacos sin la autorización de un profesional legalmente facultado para
prescribir, aunque sí pueden explicar sus efectos, además de recomendar medicamentos de
venta libre. Es importante destacar que los químicos farmacéuticos son una importante fuente
de información para el público en general, pues cumplen la función de reducir la distancia
social con los elementos técnicos propios del medicamento(19).
La dispensación, en términos teóricos, implica más que la entrega de un producto. Sin
embargo, en el contexto descrito, la función administrativa que cumplen los químicos
farmacéuticos les impide desarrollar una labor educativa y de promoción de la salud. El
objetivo de realzar a los profesionales de esta área se basa en que, en la sociedad
contemporánea, las profesiones gozan de un prestigio social que las legitima como una voz
importante en las definiciones de lo que se considera socialmente como “valores”,
concepciones de bien y de mal, aquello que parece justo e injusto, las aspiraciones razonables
e irrazonables, lo normal, lo aceptable(20). En resumen, poseen influencia en las maneras de
pensar y sentir de quienes se relacionan con ellos. Es una de las fuerzas creadoras de cultura e
ideologías, tanto de aquellas que mantienen un cierto orden, como de las contestatarias, en
vistas de promover una sociedad distinta(18).
En el caso de las profesiones asociadas con la salud, estas reflexiones poseen un componente
aún mayor. Dada la secularización de la sociedad, la ética en la salud ha reemplazado ciertos
mandatos morales: “la medicina no se limita solo a la prevención y tratamiento de las
enfermedades: es ella quien define lo que constituye enfermedad y salud, y los límites entre
estas dos condiciones, cosa que ya no es un problema netamente técnico sino un asunto de
gran envergadura social”(18:30).
Las profesiones vinculadas al área de la salud son comprendidas como una colectividad que
posee un conjunto de relaciones complejas, con derechos y obligaciones que los ligan con la
sociedad. Esta definición corresponde a una concepción sociológica, que asocia la práctica
profesional con una dimensión ética, más allá de los saberes técnicos, porque sus decisiones
pueden llegar a condicionar la propia existencia cotidiana. Es por este motivo que las
profesiones se pueden definir como una de las fuerzas creadoras de cultura, estatus que, en
efecto, les otorga ciertas responsabilidades.
Si bien la Ley de Fármacos (Nº 20.724) intenta contrarrestar los efectos negativos de la
concentración del mercado farmacéutico en ciertos agentes y el incentivo a la venta de
medicamentos, es necesario hacer énfasis en la vigilancia política y social(4) antes planteada, y
analizar cómo la medida toma forma en la realidad, qué intereses se privilegian, cuáles
intervienen en la toma de decisiones profesionales, priorizando epistemológicamente las
consecuencias prácticas, para realizar un análisis de la dimensión ética de este contexto(14).
Las grandes farmacias tienen un propósito comercial. En estos términos, frente a posibles
restricciones y modificaciones políticas lo más probable es que se generen nuevos arreglos
institucionales que les permitan conseguir sus objetivos fundados en una racionalidad
pecuniaria(21).
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