Transurfing Vadim Zeland

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Por supuesto, es muy difícil mantener la calma cuando, literalmente,

quieres echar sapos y culebras. En estos momentos lo más difícil es recordar


que se trata sólo de un péndulo que intenta sacarte la energía. No cedas ante
sus provocaciones. El péndulo, como el vampiro, utiliza una especie de
anestesia, que es tu costumbre de reaccionar siempre de modo negativo
contra algo irritante. Incluso después de leer estas líneas, puedes distraerte
por un momento y contestar con irritación a una llamada telefónica no
deseada. Pero si te propones como objetivo adquirir la costumbre de recordar,
con el tiempo serás inmune a las provocaciones de los péndulos.
Presta atención: cuando tropieces con una circunstancia enojosa y
reacciones con irritación, disgusto, emociones negativas, de inmediato se
desarrolla una situación negativa por el estilo o tendrás nuevos disgustos. Así
empieza a oscilar un péndulo. Tú mismo lo ayudas. Actúa de modo contrario:
no reacciones a él de ningún modo o, si reaccionas, hazlo de una manera
inadecuada. Por ejemplo, puedes enfrentarte a una desgracia con un
entusiasmo fingido o, mejor aún, con exaltación de loco. De este modo
extinguirás al péndulo; y, como consecuencia, notarás que a continuación no
sucederá nada.

Como recordarás, la costumbre de reaccionar de modo negativo a las


circunstancias enojosas es la palanca de arranque del mecanismo por el cual
un péndulo se apodera de tu energía mental. Esta costumbre irá
desapareciendo si juegas a un juego peculiar, donde con intención harás los
siguientes cambios: miedo-seguridad, melancolía-entusiasmo, indignación-
indeferencia, irritación-alegría. Intenta reaccionar, aunque sea ante los
pequeños disgustos, de forma «inadecuada». ¿Qué puedes perder? Da igual
que parezca absurdo, pero tal estilo de juego no le deja ninguna posibilidad al
péndulo. Precisamente por eso este método parece absurdo: porque los
péndulos nos acostumbraron a jugar a los juegos que sólo los benefician a
ellos. Ahora intenta imponerles tu juego; te complacerá, y para tu asombro
descubrirás que es una técnica muy potente. La regla aquí es única: emitiendo
en una frecuencia distinta de la frecuencia de resonancia, entras en disonancia
con el péndulo, respecto a ti el péndulo se extingue y te deja en paz.
Existe otro método más de la extinción suave. Si alguien te molesta, es
decir, te está creando un problema, intenta determinar qué es lo que le falta a
esta persona, de qué tiene necesidad. Ahora imagina que esta persona tiene lo
que le falte. Eso puede ser: salud, seguridad, tranquilidad. Reflexionando bien,
son tres cosas básicas que necesitamos para sentirnos satisfechos. Piensa:
¿qué necesidad real tiene esa persona en este momento?
Supongamos que tu jefe te ha montado una bronca. ¿Puede que esté
cansado o tenga problemas en su familia? Entonces lo que él necesita es
tranquilidad. Imagínalo descansando en un sillón cómodo frente a un televisor
o una chimenea, o con una caña de pescar a la orilla del río; o tomando una
jarra de cerveza con los amigos. ¿Sabes qué es lo que más le gusta? Puede
que le presionaran sus superiores y él tema tanta responsabilidad. Entonces lo
que necesita él es seguridad. Imagínalo deslizándose con seguridad por una
pista de esquí, o dentro dé un coche deportivo, o en un banquete donde él sea
el centro de atención. ¿Puede que le duela algo? Imagínalo alegre y vigoroso,
bañándose en el mar; montando en una bicicleta; jugando al fútbol. Por
supuesto, será mejor imaginar lo qué en verdad le apasione. Pero tampoco
tienes que adivinar, que eso no te preocupe. Bastará con imaginar una
situación en que esa persona esté contenta.
¿Qué pasa con todo eso? Aquí está, apareció tu jefe en el horizonte con un
problema para ti. (Entre otras cosas, además de tu jefe también ser un ladrón.)
Tienes que abstraerte del problema que te trae.
De esta manera, al primer envite evitarás meter la cabeza en el lazo de
apoderamiento de la frecuencia. Imagínate a este hombre obteniendo todo lo
que él necesita. (¿Qué es lo que quiere un ladrón? ¿Comer, beber, pincharse?)
Visualiza la situación en que todas sus necesidades estén satisfechas. Si has
logrado hacerlo, considera que tu problema se acabó. Es que este péndulo no
empezó a oscilar porque sí; algo le hizo perder el equilibrio. Consciente o
inconscientemente, esta persona busca lo que pueda restablecerlo. Y esto se lo
da, aunque de manera indirecta, la energía de tus pensamientos, que tienen
una frecuencia determinada. De inmediato reemplazará su agresión por la
benevolencia. ¿Qué es difícil de creer? ¡Compruébalo!
El fundamento de esta técnica se basa en el principio de la extinción de un
péndulo. Un hombre-péndulo viene a ti con un problema y tú le satisfaces,
pero no de manera evidente, sino en el plano energético. Le has dado tu
energía, pero una parte mínima comparada con lo que pudiste perder. Y de
paso hiciste una acción buena: siquiera por un momento, has ayudado a un
necesitado. Lo interesante es que luego su trato para contigo se tornará más
amistoso. Y no podrá comprender por qué se siente cómodo en tu compañía.
Pero esto será tu pequeño secreto.
Puedes utilizar con éxito esta técnica cuando tienes que conseguir algo de
una persona que esté preocupada con sus problemas y no esté dispuesta a
dártelo. ¿Necesitas la firma de un funcionario? Antes «sobórnale» con una
visualización benéfica y él te lo hará todo.
Y por último: ¿dónde crees que se mete la energía de un péndulo
parado? Se pasa a ti. Dominando el problema te vuelves más fuerte. Lá
próxima vez esto ya no supondrá ninguna dificultad para ti. ¿No es así?
Luchando contra el problema, en cambio, le das energía al péndulo que ha
creado este mismo problema.
Soluciones fáciles para problemas difíciles

Otro valor práctico del hundimiento o la extinción del péndulo es la


capacidad de solucionar problemas de toda clase. Puede ser una situación
difícil, un conflicto, circunstancias desfavorables, una dificultad o simplemente
una tarea. Para cualquier problema difícil existen soluciones fáciles. La clave
de solución de cualquier problema siempre se halla en la superficie; la cuestión
es sólo cómo darse cuenta de ello. El péndulo que ha creado este problema te
impedirá que la veas.
El péndulo destructivo tiene como meta la obtención de tu energía. Para
eso le es necesario fijar en este problema la frecuencia de emisión de tus
pensamientos. La manera más fácil de hacerlo es convencerte de que el
problema es muy difícil. Si aceptas las reglas de este juego, sera muy fácil
cogerte tranquilamente de la mano y hacerte entrar en un laberinto
complicado. Sólo después viene la comprensión que «el cofrecito se abría
sencillito»4.
Si a un hombre le asustas, le inquietas, le desconcentras o juegas con sus
complejos, entonces aceptará fácilmente que el problema es muy complicado
y tragará el anzuelo. Bien es verdad que, para lograr el mismo efecto, no es
necesario asustarlo. Pues, para una multitud de problemas, se estableció hace
mucho tiempo la opinión común de que éstos no tienen soluciones fáciles.
Cualquier persona, a lo largo de su vida, tropieza continuamente con
dificultades de todo tipo, sobre todo si es algo nuevo y desconocido. Y como
consecuencia, cada uno tiene la costumbre bien arraigada de recibir los
problemas con recelo, a veces incluso con un miedo respetuoso. Al mismo
tiempo, el hombre siempre duda de su capacidad de superar dificultades. Y
como resultado, la propensión a enfrentar los problemas con recelo se
convierte en un hilo de marioneta.
El péndulo puede actuar tanto a través de sus partidarios, es decir, de
personas relacionadas con este problema, como a través de objetos
inanimados. Se fija la emisión de la energía mental en una frecuencia
determinada y, mientras el problema oprime al hombre, le chupa la energía.
1 Cita de la fábula Cofrecito de autor ruso I. A. Krylov (1769-1844) = la cosa era bien sencilla (N. de laT.)

Puede parecer que la fijación de la frecuencia en el objeto del problema ayuda


a uno a concentrarse. Entonces, ¿de qué manera puede esto impedir a la
solución del problema?
La cuestión es que el péndulo retiene nuestros pensamientos en un sector
muy reducido del campo de la información. Pero la solución puede hallarse
fuera de los límites de este sector. Y como resultado tenemos que el hombre
piensa y actúa dentro de los límites de un pasadizo muy reducido y no tiene
posibilidad de echar una mirada amplia al problema. Las soluciones originales
e intuitivas vienen exactamente cuando el hombre se libera del péndulo y se
ve en libertad de pensar en otra dirección. El secreto de los genios es que
están libres de la influencia de los péndulos. Mientras que las frecuencias de
pensamientos de las personas corrientes están bajo el poder de los péndulos,
las frecuencias de pensamientos de los genios son capaces de reorganizarse
libremente y entrar en campos de información desconocidos.
¿De qué manera hay que proceder para no caer en el lazo de
apoderamiento? No sumirse en el problema por completo, no dejar que el
péndulo te implique en su juego. Alquílate. Actúa como siempre en estos
casos, pero no como partícipe del juego, sino como observador
imparcial. Mira la situación de manera impasible. Recuerda que quieren
cogerte de la mano y llevarte al laberinto. No dejes que el problema te
asuste, se apodere de ti, te preocupe, te desconcierte. Para empezar,
recuerda que siempre existe una solución muy fácil; no aceptes las
soluciones difíciles que te impongan.
Si tropezaste con un problema o un obstáculo, observa tu postura ante
éstos. El problema puede ocasionar confusión, miedo, indignación, tristeza,
etcétera. Es imprescindible reemplazar una actitud habitual hacia la
dificultad surgida con algo totalmente opuesto; así ésta ya se liquidará por sí
sola, ya se solucionará de manera fácil y rápida. A pesar de las costumbres y
los estereotipos establecidos, enfrenta cualquier problema, no como un
obstáculo que exige ser salvado, sino como un tramo de camino que es
necesario pasar. No dejes en ti ningún lugar para el problema. Sé vacío
respecto de él.
Si tienes que solucionar alguna cuestión donde haya que pensar, no te
lances de inmediato al razonamiento lógico, pues tu subconsciente está
relacionado directamente con el campo de información y ya existe allí la
solución de cualquier problema. Por lo tanto, primero relájate, renuncia al más
mínimo miedo e inquietud relacionados con la solución, puesto que sabes que
la solución existe ya. Déjate llevar, interrumpe el curso de tus pensamientos,
contempla el vacío. Es muy probable que la solución aparezca enseguida y
sea, al mismo tiempo, muy sencilla. Si no pudiste lograrlo esta vez, no te
disgustes por ello y «enciende» tu aparato mental. La próxima vez te saldrá.
Esta práctica desarrolla bien la capacidad de obtener acceso a los
conocimientos intuitivos. Sólo necesitas convertirla en una costumbre.

Estado de suspenso

Una vez librado de la influencia de los péndulos destructivos, obtienes


libertad. Pero la libertad sin objetivo es un estado de suspenso. Si te
entusiasmas demasiado con hundir y extinguir los péndulos que te rodean,
corres el riesgo de hallarte en el vacío. Los conflictos antes sucedidos se van a
alguna parte, las preocupaciones que antes te martirizaban se retiran, las riñas
suceden cada vez menos, angustia e inquietud desaparecen suavemente. Todo
eso ocurre imperceptiblemente, como si se calmara la tormenta.
No obstante, pronto descubrirás que esto tiene un lado inverso. Si antes
estabas en las entrañas de los acontecimientos, ahora todo sucede aparte de
ti. Para tus allegados dejas de tener la misma importancia; cada vez te prestan
menos atención. Las preocupaciones se van, pero tampoco vienen deseos
nuevos. La presión del mundo exterior se reduce, pero esto no te trae ningún
dividendo. La cantidad de problemas disminuye, pero tampoco aumentan tus
logros.
¿Qué está ocurriendo? La cuestión está en que todo el ambiente de la
existencia humana se levanta sobre los péndulos, por lo quien se aisle
totalmente de ellos se encontrará en un desierto. El estado de suspenso no es
mucho mejor que la dependencia de un péndulo. Por ejemplo, los niños que
tienen de todo se aburren porque «no tienen nada que desear». Sufren ellos y
con sus caprichos hacen sufrir a los demás. El hombre está organizado de tal
manera que necesita aspirar siempre a algo.
Tu libertad es tu independencia de los péndulos ajenos. Pero existen
péndulos que son útiles precisamente para ti. Son tus péndulos. En otras
palabras, es imprescindible que sepas distinguir los objetivos impuestos, por
alcanzar los cuales te alejas cada vez más de las líneas de tu vida feliz. Tu
misión consiste en elegir, siendo libre, las líneas de la vida donde te espera el
verdadero éxito y la felicidad personal.
Los péndulos no son el mal absoluto para el hombre, si éste actúa conscientemente.
Nadie puede estar totalmente libre de ellos. La cuestión es sólo saber cómo no dejar
influenciarse por los péndulos y utilizarlos conscientemente en interés propio

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