Este documento describe técnicas para lidiar con situaciones estresantes o problemas llamados "péndulos" que drenan nuestra energía. Sugieren mantener la calma y no reaccionar negativamente, imaginando en cambio que la otra persona tiene lo que necesita para estar tranquila y contenta. Esto ayuda a extinguir el péndulo sin darle nuestra energía, permitiendo ver soluciones fáciles en lugar de complicadas.
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Este documento describe técnicas para lidiar con situaciones estresantes o problemas llamados "péndulos" que drenan nuestra energía. Sugieren mantener la calma y no reaccionar negativamente, imaginando en cambio que la otra persona tiene lo que necesita para estar tranquila y contenta. Esto ayuda a extinguir el péndulo sin darle nuestra energía, permitiendo ver soluciones fáciles en lugar de complicadas.
Este documento describe técnicas para lidiar con situaciones estresantes o problemas llamados "péndulos" que drenan nuestra energía. Sugieren mantener la calma y no reaccionar negativamente, imaginando en cambio que la otra persona tiene lo que necesita para estar tranquila y contenta. Esto ayuda a extinguir el péndulo sin darle nuestra energía, permitiendo ver soluciones fáciles en lugar de complicadas.
Este documento describe técnicas para lidiar con situaciones estresantes o problemas llamados "péndulos" que drenan nuestra energía. Sugieren mantener la calma y no reaccionar negativamente, imaginando en cambio que la otra persona tiene lo que necesita para estar tranquila y contenta. Esto ayuda a extinguir el péndulo sin darle nuestra energía, permitiendo ver soluciones fáciles en lugar de complicadas.
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Por supuesto, es muy difícil mantener la calma cuando, literalmente,
quieres echar sapos y culebras. En estos momentos lo más difícil es recordar
que se trata sólo de un péndulo que intenta sacarte la energía. No cedas ante sus provocaciones. El péndulo, como el vampiro, utiliza una especie de anestesia, que es tu costumbre de reaccionar siempre de modo negativo contra algo irritante. Incluso después de leer estas líneas, puedes distraerte por un momento y contestar con irritación a una llamada telefónica no deseada. Pero si te propones como objetivo adquirir la costumbre de recordar, con el tiempo serás inmune a las provocaciones de los péndulos. Presta atención: cuando tropieces con una circunstancia enojosa y reacciones con irritación, disgusto, emociones negativas, de inmediato se desarrolla una situación negativa por el estilo o tendrás nuevos disgustos. Así empieza a oscilar un péndulo. Tú mismo lo ayudas. Actúa de modo contrario: no reacciones a él de ningún modo o, si reaccionas, hazlo de una manera inadecuada. Por ejemplo, puedes enfrentarte a una desgracia con un entusiasmo fingido o, mejor aún, con exaltación de loco. De este modo extinguirás al péndulo; y, como consecuencia, notarás que a continuación no sucederá nada.
Como recordarás, la costumbre de reaccionar de modo negativo a las
circunstancias enojosas es la palanca de arranque del mecanismo por el cual un péndulo se apodera de tu energía mental. Esta costumbre irá desapareciendo si juegas a un juego peculiar, donde con intención harás los siguientes cambios: miedo-seguridad, melancolía-entusiasmo, indignación- indeferencia, irritación-alegría. Intenta reaccionar, aunque sea ante los pequeños disgustos, de forma «inadecuada». ¿Qué puedes perder? Da igual que parezca absurdo, pero tal estilo de juego no le deja ninguna posibilidad al péndulo. Precisamente por eso este método parece absurdo: porque los péndulos nos acostumbraron a jugar a los juegos que sólo los benefician a ellos. Ahora intenta imponerles tu juego; te complacerá, y para tu asombro descubrirás que es una técnica muy potente. La regla aquí es única: emitiendo en una frecuencia distinta de la frecuencia de resonancia, entras en disonancia con el péndulo, respecto a ti el péndulo se extingue y te deja en paz. Existe otro método más de la extinción suave. Si alguien te molesta, es decir, te está creando un problema, intenta determinar qué es lo que le falta a esta persona, de qué tiene necesidad. Ahora imagina que esta persona tiene lo que le falte. Eso puede ser: salud, seguridad, tranquilidad. Reflexionando bien, son tres cosas básicas que necesitamos para sentirnos satisfechos. Piensa: ¿qué necesidad real tiene esa persona en este momento? Supongamos que tu jefe te ha montado una bronca. ¿Puede que esté cansado o tenga problemas en su familia? Entonces lo que él necesita es tranquilidad. Imagínalo descansando en un sillón cómodo frente a un televisor o una chimenea, o con una caña de pescar a la orilla del río; o tomando una jarra de cerveza con los amigos. ¿Sabes qué es lo que más le gusta? Puede que le presionaran sus superiores y él tema tanta responsabilidad. Entonces lo que necesita él es seguridad. Imagínalo deslizándose con seguridad por una pista de esquí, o dentro dé un coche deportivo, o en un banquete donde él sea el centro de atención. ¿Puede que le duela algo? Imagínalo alegre y vigoroso, bañándose en el mar; montando en una bicicleta; jugando al fútbol. Por supuesto, será mejor imaginar lo qué en verdad le apasione. Pero tampoco tienes que adivinar, que eso no te preocupe. Bastará con imaginar una situación en que esa persona esté contenta. ¿Qué pasa con todo eso? Aquí está, apareció tu jefe en el horizonte con un problema para ti. (Entre otras cosas, además de tu jefe también ser un ladrón.) Tienes que abstraerte del problema que te trae. De esta manera, al primer envite evitarás meter la cabeza en el lazo de apoderamiento de la frecuencia. Imagínate a este hombre obteniendo todo lo que él necesita. (¿Qué es lo que quiere un ladrón? ¿Comer, beber, pincharse?) Visualiza la situación en que todas sus necesidades estén satisfechas. Si has logrado hacerlo, considera que tu problema se acabó. Es que este péndulo no empezó a oscilar porque sí; algo le hizo perder el equilibrio. Consciente o inconscientemente, esta persona busca lo que pueda restablecerlo. Y esto se lo da, aunque de manera indirecta, la energía de tus pensamientos, que tienen una frecuencia determinada. De inmediato reemplazará su agresión por la benevolencia. ¿Qué es difícil de creer? ¡Compruébalo! El fundamento de esta técnica se basa en el principio de la extinción de un péndulo. Un hombre-péndulo viene a ti con un problema y tú le satisfaces, pero no de manera evidente, sino en el plano energético. Le has dado tu energía, pero una parte mínima comparada con lo que pudiste perder. Y de paso hiciste una acción buena: siquiera por un momento, has ayudado a un necesitado. Lo interesante es que luego su trato para contigo se tornará más amistoso. Y no podrá comprender por qué se siente cómodo en tu compañía. Pero esto será tu pequeño secreto. Puedes utilizar con éxito esta técnica cuando tienes que conseguir algo de una persona que esté preocupada con sus problemas y no esté dispuesta a dártelo. ¿Necesitas la firma de un funcionario? Antes «sobórnale» con una visualización benéfica y él te lo hará todo. Y por último: ¿dónde crees que se mete la energía de un péndulo parado? Se pasa a ti. Dominando el problema te vuelves más fuerte. Lá próxima vez esto ya no supondrá ninguna dificultad para ti. ¿No es así? Luchando contra el problema, en cambio, le das energía al péndulo que ha creado este mismo problema. Soluciones fáciles para problemas difíciles
Otro valor práctico del hundimiento o la extinción del péndulo es la
capacidad de solucionar problemas de toda clase. Puede ser una situación difícil, un conflicto, circunstancias desfavorables, una dificultad o simplemente una tarea. Para cualquier problema difícil existen soluciones fáciles. La clave de solución de cualquier problema siempre se halla en la superficie; la cuestión es sólo cómo darse cuenta de ello. El péndulo que ha creado este problema te impedirá que la veas. El péndulo destructivo tiene como meta la obtención de tu energía. Para eso le es necesario fijar en este problema la frecuencia de emisión de tus pensamientos. La manera más fácil de hacerlo es convencerte de que el problema es muy difícil. Si aceptas las reglas de este juego, sera muy fácil cogerte tranquilamente de la mano y hacerte entrar en un laberinto complicado. Sólo después viene la comprensión que «el cofrecito se abría sencillito»4. Si a un hombre le asustas, le inquietas, le desconcentras o juegas con sus complejos, entonces aceptará fácilmente que el problema es muy complicado y tragará el anzuelo. Bien es verdad que, para lograr el mismo efecto, no es necesario asustarlo. Pues, para una multitud de problemas, se estableció hace mucho tiempo la opinión común de que éstos no tienen soluciones fáciles. Cualquier persona, a lo largo de su vida, tropieza continuamente con dificultades de todo tipo, sobre todo si es algo nuevo y desconocido. Y como consecuencia, cada uno tiene la costumbre bien arraigada de recibir los problemas con recelo, a veces incluso con un miedo respetuoso. Al mismo tiempo, el hombre siempre duda de su capacidad de superar dificultades. Y como resultado, la propensión a enfrentar los problemas con recelo se convierte en un hilo de marioneta. El péndulo puede actuar tanto a través de sus partidarios, es decir, de personas relacionadas con este problema, como a través de objetos inanimados. Se fija la emisión de la energía mental en una frecuencia determinada y, mientras el problema oprime al hombre, le chupa la energía. 1 Cita de la fábula Cofrecito de autor ruso I. A. Krylov (1769-1844) = la cosa era bien sencilla (N. de laT.)
Puede parecer que la fijación de la frecuencia en el objeto del problema ayuda
a uno a concentrarse. Entonces, ¿de qué manera puede esto impedir a la solución del problema? La cuestión es que el péndulo retiene nuestros pensamientos en un sector muy reducido del campo de la información. Pero la solución puede hallarse fuera de los límites de este sector. Y como resultado tenemos que el hombre piensa y actúa dentro de los límites de un pasadizo muy reducido y no tiene posibilidad de echar una mirada amplia al problema. Las soluciones originales e intuitivas vienen exactamente cuando el hombre se libera del péndulo y se ve en libertad de pensar en otra dirección. El secreto de los genios es que están libres de la influencia de los péndulos. Mientras que las frecuencias de pensamientos de las personas corrientes están bajo el poder de los péndulos, las frecuencias de pensamientos de los genios son capaces de reorganizarse libremente y entrar en campos de información desconocidos. ¿De qué manera hay que proceder para no caer en el lazo de apoderamiento? No sumirse en el problema por completo, no dejar que el péndulo te implique en su juego. Alquílate. Actúa como siempre en estos casos, pero no como partícipe del juego, sino como observador imparcial. Mira la situación de manera impasible. Recuerda que quieren cogerte de la mano y llevarte al laberinto. No dejes que el problema te asuste, se apodere de ti, te preocupe, te desconcierte. Para empezar, recuerda que siempre existe una solución muy fácil; no aceptes las soluciones difíciles que te impongan. Si tropezaste con un problema o un obstáculo, observa tu postura ante éstos. El problema puede ocasionar confusión, miedo, indignación, tristeza, etcétera. Es imprescindible reemplazar una actitud habitual hacia la dificultad surgida con algo totalmente opuesto; así ésta ya se liquidará por sí sola, ya se solucionará de manera fácil y rápida. A pesar de las costumbres y los estereotipos establecidos, enfrenta cualquier problema, no como un obstáculo que exige ser salvado, sino como un tramo de camino que es necesario pasar. No dejes en ti ningún lugar para el problema. Sé vacío respecto de él. Si tienes que solucionar alguna cuestión donde haya que pensar, no te lances de inmediato al razonamiento lógico, pues tu subconsciente está relacionado directamente con el campo de información y ya existe allí la solución de cualquier problema. Por lo tanto, primero relájate, renuncia al más mínimo miedo e inquietud relacionados con la solución, puesto que sabes que la solución existe ya. Déjate llevar, interrumpe el curso de tus pensamientos, contempla el vacío. Es muy probable que la solución aparezca enseguida y sea, al mismo tiempo, muy sencilla. Si no pudiste lograrlo esta vez, no te disgustes por ello y «enciende» tu aparato mental. La próxima vez te saldrá. Esta práctica desarrolla bien la capacidad de obtener acceso a los conocimientos intuitivos. Sólo necesitas convertirla en una costumbre.
Estado de suspenso
Una vez librado de la influencia de los péndulos destructivos, obtienes
libertad. Pero la libertad sin objetivo es un estado de suspenso. Si te entusiasmas demasiado con hundir y extinguir los péndulos que te rodean, corres el riesgo de hallarte en el vacío. Los conflictos antes sucedidos se van a alguna parte, las preocupaciones que antes te martirizaban se retiran, las riñas suceden cada vez menos, angustia e inquietud desaparecen suavemente. Todo eso ocurre imperceptiblemente, como si se calmara la tormenta. No obstante, pronto descubrirás que esto tiene un lado inverso. Si antes estabas en las entrañas de los acontecimientos, ahora todo sucede aparte de ti. Para tus allegados dejas de tener la misma importancia; cada vez te prestan menos atención. Las preocupaciones se van, pero tampoco vienen deseos nuevos. La presión del mundo exterior se reduce, pero esto no te trae ningún dividendo. La cantidad de problemas disminuye, pero tampoco aumentan tus logros. ¿Qué está ocurriendo? La cuestión está en que todo el ambiente de la existencia humana se levanta sobre los péndulos, por lo quien se aisle totalmente de ellos se encontrará en un desierto. El estado de suspenso no es mucho mejor que la dependencia de un péndulo. Por ejemplo, los niños que tienen de todo se aburren porque «no tienen nada que desear». Sufren ellos y con sus caprichos hacen sufrir a los demás. El hombre está organizado de tal manera que necesita aspirar siempre a algo. Tu libertad es tu independencia de los péndulos ajenos. Pero existen péndulos que son útiles precisamente para ti. Son tus péndulos. En otras palabras, es imprescindible que sepas distinguir los objetivos impuestos, por alcanzar los cuales te alejas cada vez más de las líneas de tu vida feliz. Tu misión consiste en elegir, siendo libre, las líneas de la vida donde te espera el verdadero éxito y la felicidad personal. Los péndulos no son el mal absoluto para el hombre, si éste actúa conscientemente. Nadie puede estar totalmente libre de ellos. La cuestión es sólo saber cómo no dejar influenciarse por los péndulos y utilizarlos conscientemente en interés propio