QUE LAS PAREDES NO OIGAN Octavio Robleto

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QUE LAS PAREDES NO OIGAN

(Octavio Robleto)

PERSONAJES Joven Gorda Viejo Sobrino Jovencita 1a. Jovencita 2a. Jovencita
3a. Jovencita 4a. Joven 1o. Joven 2o.
El decorado del escenario tendrá mucho que ver con el juicio del director y con las
posibilidades económicos para el montaje de la obra. Aquí apenas se darán
algunas sugerencias, por ejemplo, poner a un lado de las paredes del escenario
daguerrotipos viejos y desvencijados, polvosos y como en abandono total, sin
embargo se ve que algo representaron alguna vez. En cambio, en el otro frente se
observan collages modernos y hasta atrevidos. Se escuchará música pasada de
moda que será entremezclada con música actual. Habrá baúles viejos ya inútiles y
valijas o bolsos modernos para viajes al extranjero. Sugerir todo lo que sea la
ruptura del pasado con el presente. Al abrirse el telón aparecerá una joven
excesivamente gorda – como pintada por botero, muy maquillada, vestida
extravagantemente y sentada en una mecedora, meciéndose y abanicándose.
Casi todo en ella es fingido. Detrás de su mecedora, de pies, un anciano
enclenque, bien vestido pero a quien todo le queda mal, de modo que se ve
ridículo y minimizado. Será sumiso y tembeleque.

Con un trasfondo musical bajísimo la joven gorda dirá:


GORDA.-¡Uf, qué calor. No, no. Quiero decir qué fastidio! (Al viejo). Méceme
suavemente. (El viejo no sabe que hacer). Pero pronto! No te quedes ahí de idiota!
(El viejo, todo tembloroso la mece, musitando palabras inintelegibles. Luces
resaltando los collages y entrada del sobrino, joven apunto y mimado. Se dirige a
su tía gorda y la besa). ¡Hola, sobrino. Mi hijito. ¿Qué nuevas me traes?
SOBRINO.-Malas, tía. Muy malas. (El viejo se aparta a un rincón, se sienta en un
taburete y le tiemblan las manos).
GORDA.-¡Uyyy, por favor, no me digas nada (Agitada) Desfallezco . . . Me muero .
. . me desmayo. No. No hables. (Hace gestos negativos con las manos). Uyyy, por
favor, que las paredes no oigan. SOBRINO.-Pero tía, tiene que enterarse! Usted
tiene obligación de saberlo todo.
GORDA.-No! No quiero saber nada de lo de afuera. Tú y yo lo que necesitamos es
ternura. Que nos dejen vivir en paz y comodidad.
SOBRINO.-Está bien. Pero de algún modo tendrá que enterarse y será más
doloroso.
GORDA.-Sí . . . Sí . . . No me fastidies por hoy. (El viejo se incorpora para intentar
decir algo pero no lo hace y vuelve a su sitio).
SOBRINO.- Para empezar, el pueblo se ha amotinado. Ya han tomado algunas
mansiones particulares.
GORDA.- ¡Vete! ¡Vete! No soporto oír esas cosas. Hasta sospecho que tú estás
de parte de esa basura y no de parte nuestra! Vete! (Mutis del sobrino. El viejo se
levanta y la mece con cuidado. La gorda se acomoda en su mecedora). Tener que
oír estas cosas, porque verlas no las veré! ¡Nunca presenciaré tanta humillación!
(Dirigiéndose al viejo) Ponte ahí de frente. (Pausa) Sentado en ese cojín. (El viejo
queda de espaldas al público, encorvado y sumiso).
VIEJO.- Sí mamacita, te escucho.
GORDA.-(Irónica y vacilante). Por tu culpa nos viene esto. ¿Por qué no lo
previste? Tu eras el Consejero. Mandabas detrás del Trono. Ahora ¿qué
aconsejas? ¿Qué me levante y vuelva a ser la favorita? ¿Qué sugiera lo que tú a
mí me sugerías? ¡Sinvergüenza! ¡Vividor! ¿De qué nos sirve todo esto sin mando?
¿Quién impondrá nuestra santa voluntad? (Llorosa). ¿Qué serán de mis joyas?
(Las besa, acariciándolas con avaricia y ternura. Todas deben ser de bisutería
barata). Qué cruel es mi sobrinito! Mi heredero. ¡Tanto que se parece a mí! Mis
gestos, mis modales . . .
VIEJO.-Pero la vida . . .

GORDA.- ¡Calla, tonto: Ya sé lo que vas a decir!

VIEJO.-Pero si . . .

GORDA.-Calla! (Pausa). Ojalá regrese pronto. Tengo que decirle muchos


secretos que sólo con él puedo compartir. (Llora y solloza, el viejo le seca las
lágrimas con un pañuelo blanco larguísimo, con voz entrecortada). Ten cuidado de
no estropear mi maquillaje. ¿Por qué tendrán que cambiar los tiempos? ¿Por qué
nada es duradero en este mundo? (Entra nuevamente el sobrino).
SOBRINO.-Tía, las cosas empeoran. Ya no sólo ocupan las mansiones sino que
también promulgan nuevas leyes y . . .
GORDA.- ¿Qué dices? Lo que me importa es conservar mi dinero... Mi hacienda.
Las leyes siempre me han tenido sin cuidado. (Señalando al viejo) He ahí la ley!
¿Verda, señor Consejero? (El viejo pretende decir algo).
SOBRINO.-Yo creo que esto va en serio. El cambio parece inevitable. Y para
nosotros será histigante. (Preocupado). No sé qué hacer, tía . . .
GORDA.-(Maternal). Ven acá, mi muchachito. Ven hijito mío. (El sobrino se
acomoda en su regazo con expresión de idiota, casi degenerado. La gorda le
acaricia los cabellos). Tú continuaras nuestra causa. El mundo no cambia tan
fácilmente. Te casará con tu prima y todos continuaremos felices. SOBRINO.-
(Casi infantil). Yo tengo miedo. Lo que se anuncia lo veo terrible. De mí ya se han
burlado descaradamente. No sé cómo he podido soportarlo. Y tú no puedes
protegerme. (Pausa señalando al viejo, con un poco de desprecio). Ese mucho
menos. (El viejo se incorpora haciendo ademanes de que lo oigan).
VIEJO.- (Con voz entrecortada). Un momento . . . Un momento, por favor, un
momento. No me carguen a mí con toda la culpa. Todos nosotros somos parte del
sistema y ahora nos atropellan... Yo . . . yo... lo veía venir... pero si lo anunciaba
hubiera caido en... desgracia... en realidad fuí culpable y... cobarde... hoy padezco
las consecuencias. }
GORDA.- ¡Calla, idiota! (El viejo prosigue como si nada hubiera oído).
VIEJO.- Aunque de haber hablado con franqueza lo mismo habría sucedido... En
fin, mi decadencia es evidente. (Se siente, jadeando).
SOBRINO.- (En tono de suplica). Tía, protégeme. Ayúdame en estos momentos.
GORDA.-(Como una demente). Mira hijito: este diamante será tuyo (sobre cada
joya que mencione, solamente la señalará, sin hacer entrega de ninguna, con
avarica ancestral). Este zafiro también y estos collares de perlas también te
pertenecerán. Mis acciones y mis dólares también serán tuyos. (Queda abstraida).
SOBRINO.-(Reaccionando). ¡Tía, te estás volviendo loca! Todo eso será inútil
para el futuro! ¡No te pido esas cosas!
GORDA.-(Siempre abstraida, al sobrino). Méceme suavemente. (El viejo cabecea,
durmiéndose, sentado en su taburete. El sobrino no sabe que hacer. Se dirige
hacia el viejo, le toca el hombro para que despierte. El viejo despierta asustado. El
sobrino lo levanta y se encaminan donde la gorda. El sobrino le hace señas de
que la meza. El viejo obedece. El sobrino sale procurando no hacer ruido. Música
rococó, lenta, el viejo parece que va a dormirse de nuevo y cada vez mece con
mayor lentitud. Dar la sensación de que todo va a permanecer así, estático. De
pronto se oye una algarabía fuera del escenario e irrumpen por ambos lados,
cuatro jovencitas desenvueltas, dos de ellas con vendas en los ojos, las vendas de
color. También dos jóvenes con vestidos de actualidad. Uno de ellos está
vendado. Los que llevan vendas actuarán como si no la tuvieran, por lo que estas
deberán ser transparentes. Giran, bailando, alrededor de la gorda y del viejo
quienes están como dormidos. Música moderna y viva. Los jóvenes hacen
verdaderas acrobacias con sus improvisados pases de baile. Cantan en coro:)
CORO

- Juguemenos a la gallina ciega.

-Juguemos a la gallina vieja.

-Jueguemos a la gallina gorda.

-Juguemos al viejo pendejo.

(Mientras bailan, les ponen vendas negras al viejo y a la gorda. La música sube
por un momento y la gorda y el viejo despiertan como asombrados. La música
cambia suavemente pero siempre moderna. La gorda intenta incorporarse pero no
se lo permite su gordura, el viejo mece como dandole cuerda a un manubrio, los
jóvenes hacen un semi círculo, quedando viejo y gorda al fondo).

GORDA.-¿Qué significa esto? ¿Estoy soñando?


¿Consejero, qué hago? No veo nada. ¡Mis joyas, ay, mis joyas! Las tengo pero
no las veo. (Se las toca).
CORO.- Estamos jugando a la gallina ciega!
GORDA ¡Uy, uy . . . ¿Quiénes me hablan así? (Parlamento dicho por los jóvenes
individualmente).
CORO.-(Uno por uno). Tescupo, medas-asco. Yo te jodo. Nuevo-orden. Tevomito.
Tedevoro!
GORDA.-Uy, qué clase de lenguaje es ese. ¡Consejero! ¡Consejero! Saca a esta
gentuza de aquí. No soporto tanta jayanada. A mí nunca me han voceado.
(Resopla como cerdo y de la cólera cambia su lenguaje). ¡Váyanse al chiquero!
(Gruñendo como cerdo, enfurecida). Cosh, cosh, cosh. Salgan, salgan. No se
codeen con mi hermosura! Sucios! ¡Malditos! No sé para qué nacieron! (El viejo
permanece de pies, con las manos en la mecedora, sin ningún movimiento. Entra
el sobrino, apresurado).
SOBRINO.-Tía, tía. ¿Qué te están haciendo? ¿Te han golpeado?
GORDA.- No. Pero me han hecho algo peor, me han insultado y se han burlado
de nosotros. (El sobrino se arrodilla sobre sus piernas. Carcajada general de los
jóvenes quiénes están sentados en el piso con gran libertad. Una de las jóvenes
se levanta y venda al sobrino con una cinta de dos colores pretendiendo insinuar
que nada en dos aguas, lo aparta y se sienta sobre la gorda).
JOVENCITA 1.-¡Pobre abuelita, estabas muy aburrida y te venimos a divertir!
GORDA.-(Con voz quejumbrosa). ¿Oiste, sobrino? Me ha dicho abuelita. ¡A mí,
que estoy en la flor de la primavera!
JOVENCITA 1.- Y que lindos aretes los que tienes! (Se los quita y los tira a una
de sus compañeras).
GORDA.-Sobrino, mis aretes (lamentándose). Los había heredado de mi . . . qué
digo, (ambigua) fueron un obsequio . . . Un obsequio a cambio de un favor . . .
(Jovencita 1a regresa a su sitio. Se levanta un joven y también se sienta sobre la
gorda).
JOVEN 1.-Y qué pechos tan exhuberantes!
GORDA.-Sobrino, están ridiculizando mis encantos. (Risas maliciosas. El sobrino
permanece indeciso integrado al grupo de los dos jóvenes. Repentinamente se
levanta todo el grupo y se acercan a la gorda. La mecen con escarnio y le van
quitando sus alhajas las que tiran al aire y van cogiendo indistintamente. Cada uno
que quita una prenda dice:
JOVEN 2.-Coge este anillo!
JOVENCITA 2.-¡Agarren esa cadena!
JOVEN 1.-¡Ahí les va una pulsera!
JOVENCITA 1.-Chinchilillo (Gran alboroto) Ahí va un zapato!
JOVEN 2.-¡Yo cuchillo! (Se le cae el zapato de las manos. Entre todos arrastran
la mecedora por el escenario. El sobrino también participa. Al joven 2o se le cae la
venda y sólo queda vendado el sobrino. La gorda únicamente gimotea. Tiran sus
cojines por el aire y hayuna gran algarabía. El viejo permanece sentado en su
taburete. Arrinconado y temblando. Después de recorrer el escenario dejan a la
gorda en el rincón donde estaba el viejo. Los dos jóvenes sientan a este sobre sus
brazos en cuadro. Forman una procesión y todos van corean

CORO: Papa chi, papa chin


Papachin chin chin . . . Bis
(Mientras hacen una ronda completa. Las jovencitas arrastran la mecedora de la
gorda al centro del Escenario y los jóvenes colocan al viejo encima de ella).
GORDA.-¿Te das cuenta, amor? Todo ha cambiado. ¡Cuánto escándalo y cuánta
humillación! ¡Ojalá que las paredes no oigan! (Música)

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