Los Campos de Resonancia Morfica
Los Campos de Resonancia Morfica
Los Campos de Resonancia Morfica
www.insconsfa.com
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Índice
LOS CAMPOS DE RESONANCIA MÓRFICA ...................................................... 3
Introducción ................................................................................................................... 3
1. Los campos de resonancia .................................................................................... 4
2. Los campos morfogenéticos ................................................................................. 5
El instinto de propósito de las células................................................................................. 5
El holograma, o resonancia morfogenética ........................................................................ 6
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LOS CAMPOS DE RESONANCIA MÓRFICA
Brigitte Champetier de Ribes, febrero 2020
Introducción
Desde sus primeros libros Bert Hellinger nos dice que las vidas individuales forman
parte de campos dirigidos por fuerzas. Para designar estos campos utilizó alternativa-
mente los términos de “Gran alma”, “Consciencia Inconsciente colectiva”, “Sistema
familiar”, antes de utilizar el concepto de “Campo”.
El sistema familiar es el campo que contiene toda la memoria de la familia y dirige
cada miembro hacia la restitución de la armonía del amor: cada miembro es tomado
por algo mayor al servicio de la vida. Su herencia es constituida de las grandezas y
desequilibrios anteriores de todo su sistema familiar inscritos en su ADN. A este siste-
ma familiar, el destino colectivo le asigna una tarea específica, a lo largo de las genera-
ciones, y cada individuo tiene un destino al servicio de esta tarea. Cada persona es un
eslabón, necesario pero sustituible: si no consigue realizar esta tarea, la realizará otra,
un hijo, un nieto, un sobrino; alguien más pequeño recibirá la misión pendiente.
Como ya lo hemos visto, nuestro ADN holográfico (el 98%) es de otra dimensión. Es
amor incondicional, fundido con las fuerzas del amor al servicio del destino colectivo.
En él todo está resuelto. No obliga al individuo a rendirse a las fuerzas del amor: espe-
ra con amor y acepta lo que la persona consigue hacer. Para él, todo está bien, aunque
la persona no pueda asumir lo que le toque, alguien lo asumirá por ella…
La representación en constelaciones
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incluidos para que el vivo se libere de la repetición del pasado, y, también representan-
tes que no sabemos identificar. Poco a poco, vamos descifrando la información.
Conforme nuestras comprensiones aumentan, las percepciones también. Paralelamen-
te, el campo mismo representa estas nuevas comprensiones sin que el constelador lo
haya decidido.
Acorde con estas nuevas percepciones, el campo presenta a cada constelador nuevas
enigmas que pronto podrá comprender.
Lo primero que pudimos entender fue la representación de los campos mórficos: por
un lado, el representante del cliente tenía la mirada a media altura, mirando como por
encima de los demás representantes. Por otro lado, de vez en cuando un representante
se subía a una silla. Uní los dos; las miradas se buscaban. Pero tarde en comprender
que se trataba de un campo, de la energía de una multitud de personas. Por primera
vez veía la representación del campo supuesto por Sheldrake, el de la resonancia mór-
fica. Este campo podía ser una limitación como un apoyo. Necesitaba ser visto, honra-
do y agradecido.
Entender el significado de esta representación permitió un salto cualitativo en la efica-
cia de las constelaciones.
Estas son según Sheldrake1 las propiedades hipotéticas de los campos de resonancia
mórfica:
1. Son totalidades autoorganizadas.
1
Para estas citas y las siguientes, la referencia es www.sheldrake.org.
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2. Tienen un aspecto espacial y temporal, y organizan patrones espacio-temporales de actividad
vibratoria o rítmica.
3. Atraen los sistemas bajo su influencia hacia formas y patrones de actividad característicos,
organizando su aparición y manteniendo su integridad. Los fines u objetivos hacia los cuales los
campos mórficos atraen a los sistemas bajo su influencia se llaman atractores.
4. Interrelacionan y coordinan las unidades mórficas o holones que se encuentran dentro de
ellas, que a su vez son totalidades organizadas por campos mórficos. Los campos mórficos con-
tienen otros campos mórficos dentro de ellos en una jerarquía o holarquía anidada.
5. Son estructuras de probabilidad, y su actividad de organización es probabilística.
6. Contienen una memoria incorporada dada por autorresonancia con el pasado de una unidad
mórfica y por resonancia mórfica con todos los sistemas similares anteriores. Este recuerdo es
acumulativo. Cuanto más a menudo se repiten patrones particulares de actividad, más habitua-
les tienden a ser.
El campo de resonancia morfogenética ha dejado de ser una hipótesis desde que unos
científicos rusos descubrieran que el ADN ondulatorio (el 98,7% del ADN), u hologra-
ma, era el mismo campo de resonancia morfogenética. Por el contrario, el campo de
resonancia mórfica sigue siendo una hipótesis, aunque, en constelaciones, sí, hemos
experimentado la presencia fundamental para nuestras vidas de estos campos de reso-
nancia mórfica.
Desde hace siglos los biólogos buscaban cual es el soporte energético que puede dirigir
el crecimiento de las células hacia un ser u otro, qué es lo que permite que un gen dé
nacimiento a una oreja humana y no a la de un gato, qué es lo que moldea o da el plano
del desarrollo final de un elemento o de un sistema…
Hasta el siglo XIX se hablaba del éter, luego, Driesh (1867- 1941), biólogo y filósofo
alemán, propuso el término de alma para definir este campo invisible que dirige la evo-
lución de todo lo que existe. En aquella época positivista, este concepto de alma fue
desechado por no científico. A partir de los años 1920, de nuevo, los biólogos investi-
gan sobre ello, concluyendo con la hipótesis necesaria de un campo energético invisi-
ble como organizador del desarrollo de todo lo que existe. Rupert Sheldrake dedicó
gran parte de su vida a esta investigación cuando los medios tecnológicos aun no po-
dían demostrar su teoría de la existencia de campos invisibles de resonancia morfoge-
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nética organizadores de la evolución de los seres y de los fenómenos naturales. Parale-
lamente, a partir de los 90, gracias a su tenacidad y entrega a la verdad científica a pe-
sar del acoso de los diferentes poderes e intereses internacionales, unos biofísicos, bió-
logos y genetistas rusos lograron demostrar y utilizar la existencia de estos campos
electromagnéticos organizadores, a través del estudio de la parte del genoma abando-
nada por los científicos occidentales.
Hemos podido unir estas dos investigaciones, después de experimentar fenomenológi-
camente que se trataba del mismo concepto, aplicándolo a nuestras vidas cotidianas y
en concreto al campo de la ayuda y de las constelaciones familiares.
La gran pregunta desde hace siglos era ¿cuál es la causa formativa de los organismos y
fenómenos?
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Descubren también que el ADN tiene estructura lingüística, es “el verbo creador de la
vida humana”2 y responde a la palabra humana.
La palabra modifica el genoma y, por lo tanto, modifica la evolución del ser hacia su
realización.
El “texto”, pensamiento o palabra, acompaña la biomorfogenesis, acelerando su movi-
miento hacia la vida o hacia la muerte: hablar bien a las plantas las ayuda a crecer, unas
semillas destruidas cuando el accidente de Chernóbil recobraron un ADN sano gracias
a la palabra. La gente envejece y enferma por pensamientos destructivos que dan orde-
nes incoherentes y aberrantes a sus proteínas.
En constelaciones hemos podido experimentar que una enfermedad o uncomporta-
miento incongruente se corrigen exponiendo al representante de la persona o del sín-
toma al representante de su propio holograma, es decir de su campo morfogenético
individual, a la vez que pronunciando una frase sanadora.
Cada campo morfogenético atrae el sistema que le corresponde, hacia patrones o for-
mas de actividad organizadas, buscando mantenerlo íntegro en su evolución con la
transformación de cada campo mórfico que el sistema está imitando, hacia una finali-
dad permanente (noción de homeodinamismo) de servicio a campos superiores. Cam-
pos mórficos y campos morfogenéticos (u hologramas) están en confrontación, en des-
equilibrio y reequilibrio continuos.
El objetivo de los campos morfogenéticos es precisamente ser un atractor para los sis-
temas. Los filósofos y científicos del siglo XX hablaban de la necesidad de un atractor,
he aquí el atractor: está en nosotros, existe desde la concepción y nos acompaña el resto
de nuestra vida. Nos atrae hacia el amor en acción, al servicio del destino colectivo.
Sheldrake dice en 20053 “Sospecho que los campos morfogenéticos funcionan imponiendo
patrones en los patrones de actividad por lo demás aleatorios o indeterminados. Por ejemplo,
hacen que los microtúbulos se cristalicen en una parte de la célula en lugar de en otra, a pesar de
que las subunidades de las que están hechas están presentes en toda la célula.
Los campos morfogenéticos no se fijan para siempre, sino que evolucionan. Los campos de perros
y caniches afganos se han vuelto diferentes de los de sus ancestros comunes, los lobos. ¿Cómo se
heredan estos campos? Creo, pero no puedo probarlo, que se transmiten por una especie de reso-
nancia no local, y he sugerido el término resonancia mórfica para este proceso.
Los campos que organizan la actividad del sistema nervioso también se heredan mediante reso-
nancia mórfica, transmitiendo una memoria colectiva e instintiva. La resonancia de un cerebro
con sus propios estados pasados también ayuda a explicar los recuerdos de animales y humanos
individuales.”
2
Son palabras del principal investigador Piotr Garjaev.
3
www.rupertsheldrake.org
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Los campos morfogenéticos proponen un patrón de evolución y se van diversificando
unos de otros, con la integración de los campos mórficos de cada uno de sus elementos.
Cada individuo utiliza y modifica los campos mórficos como morfogenéticos. Estos
campos se transmiten a las generaciones siguientes a través de una resonancia no local.
A la vez organizan una memoria colectiva e instintiva.
¿Donde están y que son los movimientos que nos llevan en constelaciones, o en la vida,
hacia la sanación? Son las fuerzas del amor en acción en nuestro holograma, en una
dimensión fuera del tiempo. En ese presente permanente de otra dimensión, el indivi-
duo se rinde a las fuerzas del amor y resuelve todas las intrincaciones, conflictos,
traumas, duelos, manipulaciones y complejos que le haya tocado. Para nosotros que
existimos en el tiempo, esta presencia holográfica de lo mejor de nosotros mismos exis-
te desde nuestra concepción y nos atrae hacia esta realización. Cada vez que estamos
en el presente y el adulto, conectamos con ese holograma. Cada vez que sentimos ple-
nitud nos hemos fundido unos instantes con nuestra dimensión vibratoria. Sí, existi-
mos en dos planos a la vez: en un plano fuera del tiempo, eterno presente, de plenitud
y amor en acción y en el plano concreto de la partícula, de las decisiones y del sufri-
miento.
La naturaleza tiene una memoria inherente que permite que todo lo que exista reciba la
información de cualquier vivencia anterior similar. Es lo que Rupert Sheldrake llamó
“resonancia mórfica”. De modo que todo lo que existe es influenciado por la probabili-
dad de la imitación del pasado. Y con la imitación aparecen los hábitos y patrones. Un
hecho creativo es mucho más difícil de realizar que un hecho ya memorizado. Es más
fácil aprender algo nuevo, cuando otros ya lo han aprendido. Dice Sheldrake “(es) este
principio de la memoria en la naturaleza que yo llamo resonancia mórfica.”4
Sheldrake nos dice que la naturaleza lo memoriza todo. Algo memorizado tiende a ser
repetido, y poco a poco la repetición crea hábitos repetitivos que solemos interpretar
como leyes.
Todo lo que se vive crea un campo electromagnético, de baja intensidad, cuya resonan-
cia arrastra a otros similares, provocando una reacción instintiva de repetición, y con
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Campos morfogenéticos y resonancia mórfica. Conferencia de Rupert Sheldrake en Birmingham, no-
viembre 2008.
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ello un refuerzo de similitud no local. Este refuerzo continuo de similitud crea una
memoria colectiva.
Estos campos de resonancia son no locales y atemporales. Unen a los seres que están en
la misma actividad o en vibración con lo mismo, cual sea la distancia y la época en la
que se producen. A su vez, estos hechos repetitivos, transformados ellos mismos en
campos de resonancia mórfica, son asimilados por los campos morfogenéticos familia-
res, sociales, étnicos, etc. que van a transmitir estos hábitos a sus descendientes.
Nuestros hábitos nos vienen de la resonancia de los campos mórficos, que pueden in-
cluir a campos más pequeños o formar parte de campos mayores. Podemos hablar de
una jerarquía de campos mórficos o hábitos, jerarquía anidada dentro de los mismos
campos.
Los campos que organizan la actividad del sistema nervioso también se heredan a través de la
resonancia mórfica, transmitiendo una memoria colectiva e instintiva. Cada individuo recurre y
contribuye a la memoria colectiva de la especie. Esto significa que los nuevos patrones de com-
portamiento pueden extenderse más rápidamente de lo que de otro modo sería posible.
Los grupos sociales también están organizados por campos, como en bancos de peces y bandadas
de pájaros. Las sociedades humanas tienen recuerdos que se transmiten a través de la cultura del
grupo, y se comunican más explícitamente a través de la recreación ritual de una historia o mito
fundacional, como en la celebración de la Pascua judía, la Sagrada Comunión cristiana y la cena
de acción de gracias estadounidense, a través de que el pasado se hace presente a través de una
especie de resonancia con aquellos que han realizado los mismos rituales antes.
Las leyes de la naturaleza también evolucionan, tal como las leyes humanas evolucionan con el
tiempo. Pero entonces, ¿cómo se recordarían o harían cumplir las leyes naturales? La metáfora
de la ley es vergonzosamente antropomórfica. Los hábitos están menos centrados en el ser hu-
mano. Muchos tipos de organismos tienen hábitos, pero solo los humanos tienen leyes. Los hábi-
tos de la naturaleza dependen del refuerzo de similitud no local. A través de la resonancia mórfi-
ca, los patrones de actividad en los sistemas autoorganizados están influenciados por patrones
similares en el pasado, lo que otorga a cada especie y a cada tipo de sistema autoorganizador una
memoria colectiva.
Creo que la selección natural de hábitos desempeñará un papel esencial en cualquier teoría inte-
grada de la evolución, incluida no solo la evolución biológica, sino también la evolución física,
química, cósmica, social, mental y cultural (como se discute en La presencia del pasado ) .
Los hábitos están sujetos a la selección natural; y cuanto más se repiten, más probable es que se
vuelvan otras cosas iguales. Los animales heredan los hábitos exitosos de su especie como instin-
tos. Heredamos los hábitos corporales, emocionales, mentales y culturales, incluidos los hábitos
de nuestros idiomas.5
5
Ver www.sheldrake. org
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La probabilidad de repetición hace que las llamadas “leyes” evolucionen: todo es más
fácil de conseguir cuando se ha realizado anteriormente. ¿De qué manera la resonancia
mórfica modifica las fuerzas del amor? La observación nos muestra, por ejemplo, que,
hasta finales del siglo XX, las consecuencias de un perpetrador no se pagaba hasta va-
rias generaciones después, hoy la compensaciones son mucho más rápidas: a menudo
las vemos en la misma vida de esa persona. Las fuerzas del amor actuaban ciegamente,
hoy hay más compasión en estas fuerzas…
Cuanto más similar mas fuerza de atracción para la repetición. Cuanto más similar es
la frecuencia de dos, mas arrastrado está uno para imitar al primero.
Lo más similar de uno es uno mismo. Por eso existe esta tendencia tan profunda e ins-
tintiva a repetirnos a nosotros mismos por auto resonancia, y luego a los familiares más
cercanos de nuestra infancia y nuestro entorno por resonancia con ellos.
Los grupos memorizan sus hábitos y recuerdos en rituales y cultura. El pasado se hace
presente por la resonancia con los que hoy hacen el ritual.
Además de los hábitos y patrones transmitidos por las generaciones anteriores, encon-
traremos las fechas aniversario y los lugares en los que tuvieron lugar grandes trage-
dias como recuerdos que provocan trágicas repetición incluso varios siglos después.
Igualmente hechos inconclusos buscan su repetición hasta que un descendiente cierre
el fenómeno.
Las constelaciones se han revelado como el instrumento de pacificación del pasado.
Inconsciente colectivo
Lo que conocemos como inconsciente colectivo es la suma de los campos mórficos do-
minantes de una época. Hasta que la vivencia de esta actitud crea nuevas actitudes en
polaridad, que a su vez cambiarán el inconsciente colectivo. A veces son las víctimas de
una polaridad las que constituyen el grueso de los campos mórficos, provocando, va-
rios años más tarde la aparición de un inconsciente colectivo dominado por la compen-
sación de estas víctimas.
La teoría de la masa crítica (que explico a continuación) nos permite entender cómo,
repentinamente, un nuevo pensamiento o nueva creencia es adoptado por una multi-
tud de individuos, y cómo el inconsciente colectivo se modifica de un modo radical en
un momento dado.
Los arquetipos son una manera de representar, o nombrar, a estas “nubes” de memoria
que son los campos de resonancia mórfica.
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La teoría del centésimo mono; la masa crítica
La teoría del “centésimo mono” empezó a tener sentido, a la luz de todas las observa-
ciones anteriores, a pesar de los intentos de desacreditar esta información por parte de
la ciencia oficial.
Lyall Watson escribió un libro Lifetide: The Biology of Consciousness en el que relata una
experiencia que llevó a cabo con una colonia de monos en la isla de Koshiba, cerca de
Japón. En 1952, Watson quiso cambiarles la alimentación, proponiéndoles patatas, pero
al verlas sucias de tierra, los animales las rechazaban. Les enseñó a lavar los tubérculos,
pero no se interesaron, hasta que una mona joven empezó a lavarlos, comiéndoselos
sin tener que escupir la tierra o la arena. A partir de ese momento, Watson enseñó a los
demás monos jóvenes a lavar las patatas como si fuera un juego. Los monos mayores
no aprendieron a hacerlo, excepto aquellos que tenían hijos jóvenes, quienes enseñaron
el truco a sus padres. (Skeptical Inquirer, mayo/junio 1996).
En menos de seis meses, la proporción de los lavadores fue naturalmente mayoría.
(Revista Human Nature, 3, 1992).
Ahora viene lo sorprendente: seis años más tarde, se documentó que repentinamente
todos los monos de esta especie, en otras islas, sin contacto entre sí, habían adoptado el
mismo comportamiento. (Skeptical Inquirer, mayo/junio 1996).
Cuando un número suficiente (la masa crítica) de individuos adoptan un nuevo com-
portamiento, toda la especie adquiere ese comportamiento y lo transmite genéticamen-
te, sin necesidad de haberlo aprendido, por la presencia del campo de resonancia mór-
fica que tiene ya la fuerza de arrastre por la que fue creado.
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Si nos damos cuenta que estos campos están compuestos de la energía de millones y
millones de personas, entendemos su fuerza de arrastre y la “compañía” que permiten
sentir al que se deja tomar por esa repetición. Y el sentimiento de culpa le acompañará
cuando quiera recobrar su autonomía.
El arrastre de imitación es tal que provoca que la persona tome todas las decisiones
necesarias para poder seguir perteneciendo a esta resonancia.
El campo mórfico de imitación del Estado Niño es el que nos lleva a ser, una y otra
vez, víctimas impotentes, tomando las decisiones que atraerán más desgracias sobre
nosotros.
El campo de la resonancia con el Estado Padre nos hace adherir a polaridades cada vez
más enfrentadas. Nos sentimos bien en esta imitación de polaridades, nos sentimos
pertenecientes y reconocidos. A cambio hemos perdido nuestra autonomía y creativi-
dad. Son los campos descritos por Vadim Zeland en sus libros sobre REALITY
TRANSURFING.
La otra dinámica de compensación arcaica es la del “Tú por mi” o “Yo por ti”. Se trata
de otra forma de resonancia cuántica, la de las partículas “intrincadas”. Cuando un
mismo átomo emite dos fotones, cuando estos fotones se mueven y alguien observa
uno de ellos, colapsarán viviendo cada uno una polarización opuesta, aunque ya estén
totalmente alejados el uno del otro.
Esta dinámica de intrincación es más fuerte que la de imitación de una resonancia mór-
fica, pues se impone por encima de la simple resonancia mórfica.
En sistémica, lo observamos con un vivo intrincado, por ejemplo, con un perpetrador.
El campo designa a un descendiente para representar a este ancestro perpetrador que
no asumió su culpa, y la relación entre los dos será de “Yo por ti” o “Tú por mí”. Este
descendiente, instintivamente querrá pagar por el perpetrador, incluso suicidarse por
él. Están en polaridades opuestas porque están intrincados.
Existen también campos de resonancia benéfica: los campos de actitudes adultas, entre
los humanos, y los campos de nuevos aprendizajes en el resto de la naturaleza, como
los de los monos mencionados anteriormente, o de una mutación de una planta o ani-
mal que permite una mejor adaptación al medio.
Los campos de resonancia de actitudes adultas tienen menos fuerza de arrastre que los
de comportamientos arcaicos, pues es más exigente estar en el adulto o en la creativi-
dad que estar en actitudes arcaicas, y por lo tanto, menos personas han resonado con
ellos. Pero cada día son más las personas que vibran con estos campos. Lo curioso es
que estos campos de resonancia adulta no abstraen a la persona de la realidad, no la
ciegan. Por el contrario la llevan hacia la vida, hacia nuevas posibilidades, hacia la
creatividad y el amor.
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Campos de probabilidades
Como lo vimos en otro video, si nuestra antena celular se gira hacia el pasado (cuando
nuestros pensamientos son de rechazo a lo que hay), conectaremos con el campo de las
ondas de probabilidades de repetición del pasado. Si nuestra antena, movida por el
asentimiento a lo que hay, gira hacia el presente, conectamos con el campo de las ondas
de nuevas posibilidades. Es de notar que no se ofrece a cada persona el campo entero
de todas las ondas de posibilidad, sino el subcampo de nuevas posibilidades que re-
suena con su holograma y su misión.
Las ondas de probabilidad y de posibilidad son antagónicas: probabilidad de repetir el
pasado, nueva posibilidad surgida de un nuevo presente.
Sheldrake y Hellinger comentaron que un campo de resonancia mórfica sólo podía ser
modificado por un impulso externo a este campo, por un movimiento del espíritu o
una fuerza espiritual. Ese impulso proviene de un observador que toma conciencia y
se conecta con la repetición inconsciente del pasado con respeto y gratitud. Este obser-
vador vive en ese momento una fuerza espiritual. Así nace la posibilidad de una orien-
tación hacia algo nuevo. El “observador” y el campo de resonancia mórfica se trans-
forman mutuamente.
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Todo el pasado se vuelve presente para cada descendiente a través de los campos de
resonancia mórfica. Recibimos la fuerza del holograma de todos los que han consegui-
do irse en paz, y las intrincaciones de los que no. El propósito de nuestro holograma es
introducir las fuerzas del amor en todo lo heredado, así como en todo lo que vivimos,
para así cumplir con nuestra misión al servicio de nuestro sistema familiar y de los
demás grandes sistemas a los que pertenecemos. Esto significa que nuestro holograma
está al servicio del holograma de nuestro sistema familiar, este a su vez al servicio del
holograma de nuestra cultura, país o religión.
Todos estos hologramas incluidos en una jerarquía de servicio, todos tomados por el
inmensurable e ilimitado holograma del destino colectivo, que nos incluye a todos
desde que el universo existe.
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El holograma nos une a todos nuestros ancestros, desde el principio de la vida, en un
presente permanente, fundido con algo mayor. Y a través de los campos de resonancia
mórfica nos enlaza más allá de nuestro sistema familiar, con todos los seres humanos
vivos y muertos, que en un momento dado resonaron con nosotros, o nosotros con
ellos. Permitiendo de esta manera que todos los progresos hacia más amor y más vida
de unos pocos resuenen para todos.
La misión
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