Clase 7 - Atribución Tesis de JANOS - URIBE - ERIKA

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

ESCUELA DE POSGRADO

Atribución de la culpa a la víctima de violencia sexual y su relación con la


revelación emocional.

TESIS PARA OPTAR POR EL GRADO ACADÉMICO DE MAGISTRA EN


PSICOLOGÍA

AUTORA:
ERIKA JANOS URIBE

ASESOR:
AGUSTÍN ESPINOSA PEZZIA

OCTUBRE, 2019
Resumen

El presente estudio aborda la relación entre la atribución de culpabilidad a la víctima de


violencia sexual y la revelación emocional. Para alcanzar tal objetivo se condujeron tres
estudios con una lógica progresiva. El primer estudio examina las características del discurso
dirigido hacia una víctima de violencia sexual leídos desde la teoría del sexismo ambivalente.
Para tal fin se analizaron comentarios expresados en Facebook como respuesta a una noticia
sobre violencia. Los resultados muestran que tanto el sexismo benevolente como el hostil
brindan fundamento a la mayor parte de estereotipos y mitos utilizados como justificación
para la atribución de responsabilidad de a la víctima de violencia sexual. Los resultados del
primer estudio sirvieron como insumo para la conducción del segundo, cuyo objetivo fue la
creación y validación de una escala para la medición de la atribución de la culpabilidad a la
víctima de violencia. Por otro lado, los resultados del segundo estudio dan cuenta de una
escala con propiedades psicométricas óptimas. Finalmente, en el tercer estudio, de carácter
experimental, buscó probar si la revelación emocional puede funcionar como un atenuante
de la atribución de la culpabilidad a la víctima de violencia. El tercer estudio buscó también
explorar la relación entre la revelación emocional, atribución de culpabilidad a la víctima, la
alexitimia y la empatía. Los resultados muestran que la revelación emocional funciona como
atenuante de la atribución de culpabilidad a la víctima de violencia sexual.

Palabras clave: Atribución de culpabilidad a la víctima, revelación emocional, empatía,


alexitimia.
Abstract
The present study addresses the relationship between victim blaming and emotional
disclosure. To achieve this goal, three studies were conducted with a progressive logic. The
first study examines the characteristics of the discourse directed towards a victim of sexual
violence read from the theory of ambivalent sexism. To this end, comments in response to
sexual violence news expressed on Facebook were analyzed. The results show that
benevolent and hostile sexism provides the foundation for most of the stereotypes and myths
used as justification for the victim blaming. The results of the first study served as input for
the second study, whose objective was the creation and validation of a scale for measuring
of sexual victim blaming. On the other hand, the results of the second study shows a scale
.
with optimal psychometric properties Finally, the third experimental study, sought to prove
whether emotional disclosure can function as an attenuator of sexual victim blaming. The
third study also sought to explore the relationship between emotional disclosure, victim
blaming, alexithymia and empathy. The results show that emotional disclosure works as an
attenuator of sexual victim blaming.
Key words: Victim blaming, emotional disclosure, empathy, alexithymia.
Agradecimientos

A mi asesor, Agustín Espinosa, por los aportes significativos para darle forma a este
proyecto y por ayudarme a sacarlo adelante. Gracias por el buen humor, la paciencia y la
confianza, con énfasis en el buen humor.
A mis compañeros del Grupo de Psicología Política y Social de la PUCP. Gracias por el
aprendizaje en conjunto y por todas sus recomendaciones.
A mis compañeros de la Maestría en Psicología, fue divertido compartir con ustedes este
proceso, gracias por permitirme aprender de ustedes.
A Manuel, un nuevo proceso como compañeros de tesis. Gracias por el apoyo, por
levantarme el ánimo y por leer completos los tres estudios de mi tesis.
A mi familia, gracias por estar, por su amor y por toda la fuerza que me dan cada día.
A Pablo, por ayudarme a pensar en voz alta tantas veces, por no dejar que me desanime, por
acompañarme siempre.
Índice
Introducción 1
Estudio 1: Análisis cualitativo de una noticia de violencia sexual. 6
Método 10
Participantes 10
Técnica de recojo de la información 10
Procedimiento 11
Resultados 11
Discusión 20
Conclusiones 28
Método 33
Participantes 33
Medición 33
Procedimiento 35
Análisis de datos 36
Resultados 38
Estudio 3: Revelación emocional como forma de reducción de la atribución de responsabilidad a la
víctima de violencia sexual, un estudio experimental. 45
Método 56
Participantes 56
Medición 56
Procedimiento 58
Análisis de datos 59
Referencias Bibliográficas 77
Anexo A 93
Anexo B 94
Anexo C 95
Anexo D 96
Anexo E 97
Anexo F 98
Anexo G 99
Anexo H 100
Introducción
Por violencia de género se entiende cualquier acción o conducta, basada en género,

que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito

público como en el privado (MIMP, 2016).

Dentro de este marco, la violencia contra la mujer es una subcategoría de violencia

de género y, de acuerdo al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP,

2016), comprende la violencia física, sexual y psicológica que:

a) Tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra

relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo

domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso

sexual;

b) Tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que

comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas,

prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en

instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar. (p.14).

La violencia sexual es entonces, una de las formas de violencia contra la mujer, y

resulta una de las modalidades menos denunciadas y con más problemas de acceso a la

justicia. Este tipo de violencia puede darse tanto en el espacio privado como en el público y

por sus características resulta un indicador de las desigualdades de género en todos los

ámbitos de la vida social, pues limita el ejercicio de derechos de las mujeres (MIMP, 2016).

Entre enero y julio del 2019 el MIMP registró 9277 denuncias por violencia sexual

a nivel nacional; en 8714 de los casos registrados la víctima fue una mujer (MIMP, 2019).

Cabe resaltar que el departamento de Lima registró el mayor número casos de violencia

contra la mujer atendidos por los CEM durante el 2019 (MIMP, 2019).

1
Aunque las cifras citadas en líneas anteriores resultan alarmantes, se sabe que solo

un aproximado de 5% de víctimas llega a sentar una denuncia y/o buscar ayuda (Demus,

2013). Entre las principales razones para que esto último suceda se encuentran el

sentimiento de vergüenza, la creencia de que nadie podrá ayudarlas y la creencia de que

nadie les creerá lo sucedido (PAHO, 2012), todos elementos asociados a la atribución de la

culpabilidad a la víctima. Paralelamente, el 23% de peruanos considera que bajo ciertas

circunstancias (p.e. ir sola a una fiesta) la mujer tiene la culpa de ser violada (IPSOS,

2019), lo cual da cuenta un problema explícito de atribución de la culpa a la víctima de

violencia sexual.

La culpabilización de las víctimas de violencia sexual es una práctica usual en la

cual se acusa a la víctima de provocar y ser responsable de los ataques (Campbell & Raja,

2005; Harber, Podolski & Williams, 2015). Para las víctimas, esta culpabilización se

experimenta como acto adicional de violencia, dando paso a una doble victimización

(Chapple, Ziebland, & McPherson, 2004). Así, la culpabilización a la víctima contribuye a

un proceso de auto-culpa, el silenciamiento y la desconfianza en los otros que termina por

obstaculizar también los procesos de denuncia y justicia (Campbell & Raja, 2005; Harber,

et al, 2015).

Aunque culpar a la víctima por lo sufrido parece paradójico e incluso

perverso, se postula que esta reacción podría cumplir una función psicológica de protección

para quienes lo hacen (Lerner, 1980; Shaver, 1970). Así, la atribución de la culpabilidad a

la víctima ha sido explicada desde dos posturas sociopsicológicas, la Teoría del Mundo

Justo (Lerner, 1980) y la Hipótesis de las Atribuciones Defensivas (Shaver, 1970). Ambas

posturas resaltan la función adaptativa de la atribución de culpa a la víctima, ya que esta

permite tener la seguridad de que situaciones negativas son resultado de errores o

2
decisiones de la víctima, ofreciendo una sensación de control ante las situaciones inciertas

(Lerner y Simmons, 1980; Shaver, 1970).

De acuerdo con la Teoría del mundo justo (Lerner, 1980), la mayoría de las

personas mantiene creencias implícitas sobre un mundo que es justo y racional, por lo que

las situaciones desafortunadas son explicadas por la falta de prudencia, competencia o

virtudes de quienes las viven. Estas creencias básicas sobre un mundo justo proporcionan

una base de seguridad psicológica que las personas necesitan para vivir en un mundo que es

incierto, peligroso y potencialmente malicioso (Janoff-Bulman, 2010). Así, desde esta

teoría se establece que una actitud negativa hacia las víctimas de violación se produce como

resultado de una compensación excesiva ante un acto aparentemente inmerecido (Grubb &

Turner, 2012).

Las creencias en el mundo justo resultan más salientes cuando las personas se

enfrentan a situaciones injustas (Janoff-Bulman, 2010) y el enfrentar casos de

víctimas de violencia sexual puede amenazar las creencias en un mundo justo, lo cual

despierta una disonancia incómoda y amenazante (Lerner & Goldberg, 1999).

Consecuentemente, la culpabilización a la víctima reduce la disonancia, ya que

permite adscribir al propio juicio de la víctima las consecuencias negativas de

sus actos, decisiones, carácter, pensamientos o incluso su moral (Janoff-Bulman, 2010).

De manera consistente con el marco de la reducción de la disonancia, la

culpabilización a la víctima se incrementa cuando otras formas de sostener las creencias en

un mundo justo, como ayudar a la víctima o castigar al perpetrador, se encuentran ausentes

(Hafer & Bègue, 2005; Lerner & Goldberg, 1999)

Por otro lado, la hipótesis de las atribuciones defensivas asume que, ante un evento

traumático o amenazante, las víctimas y los testigos se ven motivados a realizar

atribuciones que los eximan de la responsabilidad (Shaver, 1970). En el caso del

3
observador, éste necesita creer que el evento pudo ser controlable y, por lo tanto, evitable

en el futuro, lo cual le brinda una sensación de control del ambiente. Ello conlleva a una

mayor disposición a realizar atribuciones internas a la víctima y culpabilizarla.

Sin embargo, existen una serie de variables que influyen en la formación de

atribuciones defensivas como, por ejemplo, la gravedad del evento. A mayor gravedad, el

observador se ve más motivado para atribuir el incidente a causas que pueden ser

controlables, pues siente una mayor necesidad de sentirse protegido. (DeJoy, 1990; Shaver

1970).

Por otro lado, la similaridad o identificación con la víctima es una precondición para

evocar motivos autoprotectivos en el observador (Shaver, 1970). De tal forma, si la

probabilidad de convertirse en víctima en un evento similar se percibe remota, es poco

probable que se den atribuciones autoprotectivas (Burger, 1981; Shaver, 1970).

Así, en relación con lo anteriormente planteado, es crucial entender que la violencia

sexual se enmarca en un orden social y cultural. El modelo ecológico es el más utilizado

como modelo explicativo para la violencia sexual. De acuerdo con este modelo, existen

tanto factores individuales como interpersonales y macrosociales que explican la violencia

sexual (Velásquez, 2003). Del mismo modo, la atribución de la culpabilidad a la víctima

respondería también a factores sociales, interpersonales e individuales.

El cuerpo de investigación sobre la atribución de responsabilidad a la víctima de

violencia sexual señala que existen diferentes variables relacionadas a este proceso de

atribución entre las cuales se encuentran las creencias del perceptor, las características de la

víctima y ciertos aspectos situacionales (Grubb &Turner, 2012). De tal forma, la atribución

de la culpa a la víctima en casos de violencia sexual responde a un gran número de

variables fluctuantes que pueden influenciar cada situación de una manera única. Es por

4
ello que, con el fin de entender por qué los individuos atribuyen la culpa de la forma en que

lo hacen, resulta importante identificar aquellos factores contribuyentes.

La presente tesis comprende tres estudios orientados a entender cómo ciertos

factores individuales y psicosociales se encuentran relacionados a la atribución de la

responsabilidad a la víctima de violencia sexual. El primer estudio explora los contenidos

que funcionan como justificación para la atribución de la responsabilidad de la víctima de

violencia sexual desde el marco interpretativo del sexismo ambivalente. En base a los

resultados del primer estudio, el segundo estudio busca crear y validar una escala de

atribución de la responsabilidad a la víctima de violencia. En el tercer estudio, se explora la

relación entre la empatía, la alexitimia, la revelación emocional y la atribución de la

culpabilidad a la víctima, con la intención de crear un primer modelo explicativo a distintos

niveles, que sirva para entender y reconocer posibles oportunidades para disminuir la

tendencia a atribuir la culpa a la víctima.

5
Estudio 1: Análisis cualitativo de una noticia de violencia sexual.

Dado que la violencia sexual se enmarca en un orden social y cultural, entender la

atribución de responsabilidad a la víctima de violencia sexual implica considerar el papel

mediador de los prejuicios, mitos y estereotipos asociados al proceso de atribución

(Velázquez, 2003).

Si bien el sexismo se considera tradicionalmente como una forma de prejuicio,

desde hace un tiempo se han identificado aspectos diferenciales que contrastan con las

definiciones más tradicionales del mismo. De este modo, Glick y Fiske (2018) consideran

el sexismo como un fenómeno ambivalente que no se limita únicamente a las formas

tradicionales de hostilidad hacia la mujer. De tal forma, el sexismo no se presenta como una

antipatía uniforme hacia las mujeres, sino que se presenta de manera ambigua, mostrando la

convivencia de sentimientos de atracción y agrado con los de hostilidad. Se trata pues de un

constructo bidimensional compuesto por el sexismo benevolente y el sexismo hostil (Glick

& Fiske, 2018).

El sexismo benevolente se define como un conjunto interrelacionado de actitudes

hacia la mujer, en el que la imagen de la mujer se ve de forma estereotipada y se le asocia a

roles restringidos; sin embargo, estas actitudes son expresadas en un tono positivo por lo

que se trata de una idealización de los roles tradicionales asignados a la mujer. Se enfatizan

cualidades afectivas y altruistas complementarias al hombre, y al mismo tiempo, se le

atribuye una debilidad natural ante la cual el hombre debe reaccionar como

protector (Glick & Fiske, 2018).

De tal forma, el sexismo benevolente funciona como un mecanismo de castigos y

recompensas sociales que permiten mantener la posición subordinada de la mujer en la

sociedad (Lameiras & Rodríguez, 2003). Al mismo tiempo, el carácter “positivo” del

6
sexismo benevolente permite enmascarar el sexismo hostil e invisibilizar la aludida

subordinación (Janos & Espinosa, 2018).

Según Glick y Fiske (2018), existirían tres fuentes fundamentales que nutren al

sexismo benevolente: el paternalismo protector, la diferenciación complementaria de

género y la intimidad heterosexual. El paternalismo protector se construye a partir de una

creencia de inferioridad de la mujer en la que de la presenta como un ser débil, dependiente

y necesitaba de la protección del hombre. Por su lado, la diferenciación complementaria de

género supone que hombres y mujeres son esencialmente diferentes pero que las

características propias de cada género son complementarias a las del otro. Así, la mujer

delicada, pura, sensible y generosa es complementaria al hombre, fuerte, insensible, frío y

dominante. Por último, la intimidad heterosexual propone que hombres y mujeres solo

pueden ser felices dentro de una relación de pareja que se rige bajo una lógica heterosexual.

El sexismo benevolente tiende a asociarse a la atribución de la responsabilidad de la

víctima de violencia sexual; sin embargo, esta atribución solo se presenta en situaciones

específicas como, por ejemplo, cuando la víctima no cumple con los estereotipos de género

tradicionales y no se le percibe como una mujer “femenina” o un hombre “masculino”

(Abrams, Viki, Masser & Bohner, 2003; Janos & Espinosa, 2018; Viki & Abrams, 2002).

Por otra parte, las actitudes que refleja el sexismo hostil son de un tono abiertamente

negativo y conducen a conductas explícitamente discriminatorias y/o violentas hacia las

mujeres. El sexismo hostil refleja antipatía, intolerancia y un deseo explícito de

subordinación hacia la mujer. Al igual que el sexismo benevolente, el sexismo hostil se

articula en función a tres componentes: el paternalismo dominante, la diferenciación

competitiva de género y la heterosexualidad hostil (Formiga, Gouveia & Santos, 2002;

Glick & Fiske, 2018; Kilianski & Rudman, 1998).

7
El paternalismo dominante refiere a un tipo de relación de subordinación y

sometimiento, que parten de un deseo de control de la conducta de la mujer. Por su lado, la

diferenciación competitiva de género parte de la imagen de un hombre competente, como

contraparte de una mujer desprovista de toda competencia. Por último, desde la

heterosexualidad hostil se ve a la mujer como un adversario peligroso que utiliza artimañas

de seducción y provocación para dominar y manipular al hombre (Glick & Fiske, 2018).

El sexismo hostil, dada su expresión abierta de hostilidad hacia la mujer tiende a

relacionarse directamente con ideas acerca de la culpabilidad a la víctima en situaciones de

violencia, y con una noción de que esto es además merecido (Abrams, et al, 2003; Viki &

Abrams, 2002).

Al hablar de atribución de responsabilidad a la víctima de violencia es también

necesario pensar en un componente que resulta básico para su comprensión: el

mantenimiento de los mitos sobre la violencia sexual (Gerger, Kley, Bohner & Siebler,

2013; Janos & Espinosa, 2018). Los mitos sobre la violencia sexual pueden definirse como

la aceptación de un conjunto de creencias falsas en base a estereotipos y prejuicios acerca

de la víctima, el agresor y las circunstancias relacionadas al episodio de violencia (Burt,

1980; Janos & Espinosa, 2018).

Estos mitos son compartidos socialmente, y por ello, se les puede entender como

representaciones sociales. Las representaciones sociales refieren a aquellos sistemas de

valores, ideas y prácticas que contienen una doble función; (1) establecen un orden que

permite a los individuos manejarse en el mundo social, y percibir control sobre el mismo; y

(2) permiten la comunicación entre los miembros de una comunidad, ya que los provee de

un código que permite clasificar las situaciones sin que se presenten ambigüedades

(Moscovici, 1984). De tal forma, estas representaciones sobre la violencia sexual influyen

en las percepciones de los actos de violencia sexual, y funcionan como conocimiento guía

8
para la comprensión y justificación de estos (Jodelet ,1988). De tal manera, el

mantenimiento de estos mitos favorece las atribuciones sesgadas y hostiles hacia la víctima,

influyendo de tal manera en los procesos de justicia ante un acto de violencia sexual

(Trujano & Raich, 2000; Janos & Espinosa, 2018).

El 11 de abril del 2017 se publicó en varios diarios y noticieros peruanos una noticia

que relataba un acto de violencia sexual. Las noticias daban cuenta de un video publicado

en el que claramente se veía a una mujer inconsciente siendo abusada sexualmente por un

hombre en una discoteca. Varios artículos se publicaron alrededor de esta noticia, desde

artículos centrados en el hecho de violencia, hasta artículos posteriores que siguieron el

proceso posterior de denuncia de la víctima e incluso notas sobre la versión del agresor (e.g

Perú 21, 2017).

Este suceso de violencia tiene ciertas características específicas que despertaron

controversia en la opinión pública. El acto de violencia sexual se dio en un espacio público

particular, una discoteca; además, la víctima aparece inconsciente y, sobre todo, la

violación fue grabada por las cámaras de seguridad del local. La publicación de esta noticia

en redes sociales despertó inmediatamente opiniones diversas respecto de lo sucedido.

Dentro del mar de opiniones, un importante número de personas cuestionó, a través de sus

comentarios, cuál había sido el rol y la responsabilidad de la víctima.

El uso de redes sociales en el Perú se incrementa año a año, lo que las convierte en

un canal de comunicación cada vez más importante. Entre las redes sociales, Facebook

resulta la más utilizada por los peruanos (Datum, 2017). Los diarios en el Perú utilizan esta

red social como plataforma de difusión para sus artículos, generando al mismo tiempo un

espacio en el que los usuarios pueden reaccionar a las noticias, comentarlas y compartirlas.

Facebook representa un espacio abierto, donde, detrás del anonimato que ofrecen las redes

sociales, las personas pueden expresarse con mayor libertad. Lo anterior se traduce en una

9
amplia variabilidad de opiniones que, podríamos esperar, refleja cierta tendencia en la

opinión social.

Dentro de este contexto surge la pregunta: ¿Cuáles son los elementos que

constituyen el contenido de la atribución de culpabilidad a la víctima de violencia sexual en

redes sociales como Facebook?

Así, el presente estudio busca. analizar los comentarios en respuesta a una noticia de

violencia sexual el Lima para comprender la construcción de los contenidos utilizados al

momento de atribuir la culpa a la víctima de violencia.

Método

Participantes
Los participantes fueron personas usuarias de Facebook, quienes comentaron a la

noticia de una violación sexual en una discoteca de Lima publicada por el diario Perú 21 el

día 11 de abril del 2017. En ese sentido, el número de participantes no resulta relevante

pues el análisis se enmarca en los comentarios expresados en dicha red social ante la noticia

En relación con esto, se extrajeron 593 comentarios, de los cuales se eliminaron 253 debido

a que no se relacionaban con el objetivo de investigación; restando un total de 240

comentarios tomados en cuenta para realizar el análisis y la discusión. Dado que el sitio

Web del diario Perú 21 es pública, no ha sido posible el uso de un consentimiento

informado. Sin embargo, según lo planteado por Guevara y Espinosa (2014), el análisis de

los datos se realizó a nivel colectivo del fenómeno estudiado y se salvaguardó el anonimato

de los autores de los comentarios publicados.

Técnica de recojo de la información


Para extraer los comentarios se utilizó el software Facebook Graph Aplicación

programming interface (API). Este software permitió recopilar y extraer los comentarios de

la página de Facebook del diario Perú 21 y poder pasarlos a una base de análisis. Para la
10
recolección de los comentarios se construyó una base de datos con el registro textual del

comentario. Terminado el registro, los comentarios fueron analizados y codificados de

acuerdo con el procedimiento que se describe a continuación.

Procedimiento
Se utilizó la técnica de análisis temático para el análisis de los comentarios. El

análisis de la información recabada se realizó a través de una codificación en cuatro etapas.

La primera de ellas consistió en realizar un análisis preliminar que distinguiera entre

aquellos comentarios en los que se atribuía responsabilidad a la víctima de violencia sexual

y los que no. En la segunda etapa de codificación se identificaron patrones y temas

emergentes que permitieran esbozar categorías unificadoras. La tercera etapa se enfocó en

la codificación total de la información en unidades hermenéuticas que permitieron

establecer los ejes del análisis. Finalmente, en la cuarta etapa se generó una cadena lógica

para entender el fenómeno estudiado en su contexto (Vieytes, 2004).

Para este tipo de análisis, se asume el supuesto de que las subjetividades son

inestables y que fluctúan dentro del discurso y las relaciones de poder: por lo que no solo se

concentra en lo dicho, sino también en las contradicciones y espacios en los que se presenta

el discurso (Stevens, 2015). Durante el proceso se siguió la primera pauta recomendada por

Santander (2011), y partiendo así de categorías teóricas que refieren a los conceptos que

guían el objetivo de investigación. En coherencia con ello, el análisis se enfocó en

desentrañar el sistema representacional que se relaciona al sexismo ambivalente y los mitos

sobre la violencia sexual.

Resultados
“Es su responsabilidad por no cuidarse…”: argumentos alrededor de la

atribución de responsabilidad a la víctima de violencia sexual.

11
Es posible identificar contenidos compartidos en la percepción que tuvieron los

participantes acerca de la noticia. Desde la perspectiva de los participantes la mujer de la

noticia tendría, en parte, la responsabilidad de haberse convertido en víctima de violencia

sexual. De tal forma, la categoría “responsabilidad de la víctima” es la categoría más densa

del análisis.

“Es una tragedia lo que ha sucedido, pero hay que reconocer que la chica ahí

también es responsable...”, “Las mujeres tienen que aprender a hacerse responsables de

sus actos y aprender que si no se cuidan esto les puede pasar”, “También hay que ser

conscientes, qué hacía esta chica tomando sola, eso es ser irresponsable”.

La percepción compartida de responsabilidad de la víctima que expresan los

comentarios es el punto de partida para afirmar que, al momento de entender la situación de

violencia descrita, los participantes atribuyen responsabilidad del acto de violencia a la

víctima, minimizando o justificando los del perpetrador.

En los comentarios los participantes expresan una serie de razones por las cuales

consideran que la víctima es responsable de lo que le sucedió. Entre las razones más

utilizadas se encuentra el exceso de consumo de alcohol: “Pero también, para qué toma

tanto”, “Cómo va a tomar hasta quedarse inconsciente, obviamente te expones”, “Hoy en

día las chicas ya no saben cómo comportarse, yo las veo tomar a la par de los chicos, eso

no debe ser, si vas a tomar tiene que ser en tu casa, y esto es”, “si estás así de borracha

cómo no te van a hacer algo, es como que yo vaya con un reloj de oro a los barracones,

obviamente me van a robar”, “También hay que ser conscientes, qué hacía esta chica

tomando sola, eso es ser irresponsable”, “Porque toman hasta perder la cabeza! Hay que

ser concientes tmb!”, “Yo creo q parte d lo q paso tiene la culpa la flaka x [sic]tomar y no

medirse”, “Y mi querida yo tmb [sic]tomo pero se con quien y hasta donde llegar ok”,

12
“…si no saben tomar no tomen, si no van con gente de confianza no vayan, no se

arriesguen”.

El uso del consumo, o consumo excesivo de alcohol como justificación para atribuir

la responsabilidad a la víctima resulta curioso pues, si bien la noticia remarca el estado

inconsciente de la víctima, el consumo de alcohol no es explicitado. De tal forma, las

personas completan la situación con información que les es coherente al contexto y los

personajes involucrados.

Así, el recurrir al consumo de alcohol como elemento para justificar la atribución de

responsabilidad a la víctima da cuenta también de la perseverancia de estereotipos de

género tradicionales. El consumo (o consumo excesivo de alcohol) se contrapone al

estereotipo de mujer mesurada y delicada. Como contraparte, este consumo de alcohol se

asocia a otro tipo de estereotipo femenino, el de la mujer “descontrolada”, “atrevida”,

“rebelde” que de cierta forma merece la violencia. Esta idea se retomará líneas más

adelante.

Otro de los argumentos encontrados en los comentarios se centra en la suposición

de que la víctima haya decidido ir sola a la discoteca.

“Cómo se le ocurre ir sola a un lugar como ese”, “y dónde están sus amigas? como

va a ir sola a ese lugar”, “si una va a sola a lugares como ese se arriesga a que le pase

algo así”, “la ternerita entrando sola a la boca del lobo, cómo se le ocurre estar sola ahí” ,

“prefiero ir acompañada, la vez pasada me querían robar si no fuera por un amigo que me

defendió…yo solo lo digo por el tema de que la calle es peligrosa y así sales tarde del

trabajo siempre pasa lado, si eres mujer no debes andar sola”, “Q [sic]hace una chica

sola en una disco! Puede pasar muchas cosas. Yo se que nadie tiene derecho d hacer eso.

Entiende que no apoyo es una violación sii es un maldito debe ir preso. Pero tmb [sic]digo

que la muchacha tiene la culpa en parte”

13
“Todos tienen derecho de salir solos, pero entendamos que hay lacras de los queun

[sic] debe de cuidarse y sola no puedes cuidarte, en todos los países hay este tipo de lacras

que se aprovechan de mujeres que viajan solas o salen solas, las mujeres por seguridad no

deben de andar solas, hay que tratar de estar acompañadas”.

Al igual que en los casos que utilizaron el argumento del consumo de alcohol, la

información brindada por la noticia se completa asumiendo que la víctima asistió sola a la

discoteca. Nuevamente, el uso de este recurso muestra la persistencia de estereotipos

tradicionales femeninos, en este caso, el estereotipo de la mujer débil, sumisa y delicada

que necesita de la protección de otros. La persistencia de este estereotipo sustenta la idea de

que es responsabilidad de la mujer buscar esa protección y en caso no lo haga, es culpable

de cualquier consecuencia negativa: en este caso, la violación.

Complementaria a la idea de asistir sola a una discoteca aparece también como

argumento la asunción de que la víctima se relacionó con desconocidos. Dentro de esta

categoría la relación con desconocidos toma distintas formas, como el hablar, tomar

(bebidas alcohólicas) y bailar.

“y quién la manda a estar hablando con desconocidos”, “si una se pone a hablarle

a un desconocido, le muestra interés también es porque quiere algo”, “Si quieres caminar

por lugares peligrosos hazlo, nadie lo impide, una es libre, pero si algo malo te pasara

porque quejarse, si ya te advirtieron, si te vas con desconocidos algo malo te va a pasar”

“Creo que todos sabemos que esto está muy mal ese tipo de humanos no debe

existir ok… pero también esto sirve para que mujeres sepan con quien brindar y en donde

se puede tomar hasta decir basta… en mi casa nunca pasaría algo así no es necesario ir a

una disco y tomar hasta ese extremo con desconocidos”.

14
“Mujeres por favor no nos expongamos. Salir a divertirse háganlo con amigos

amigas que conozcan. Una casa de familia etc. Lamentablemente hoy en día la situación

no es como la de antes y no debemos arriesgarnos así. Hagamos caso a los padres. Somos

las mujeres las que tenemos que andar con cuidado”.

“Muchachas!! Si voy a divertirme de cajón tienes que conocer bien a tu

acompañante y por precaución ir con un amigo de confianza para que se cuiden”.

“En tu casa tus papás no te enseñaron que no se recibe nada de desconocidos? Es

mejor comprarse uno mismo sus tragos y si estoy mareada paro al trago no?”.

En relación con el baile, este toma especial importancia al ser comprendido como

una manera de seducción. Ciertos tipos de baile, además, son especialmente asociados a la

seducción, entre ellos, el “perreo”. El perreo, además, se encuentra fuertemente asociado al

sexo, y a un perfil específico de mujer que rompe con los estereotipos tradicionales de la

misma. De tal forma, la víctima, es representada como una mujer provocadora, seductora o

incluso sexual que baila perreo provoca o busca sexo y, por tanto, sus acciones justifican el

acto de violencia. Con lo relatado en la noticia, no es posible saber si la víctima y el agresor

bailaron esa noche, mucho menos si bailaron “perreo”; sin embargo, elementos como el

contexto (la discoteca) y accesibilidad del estereotipo podrían explicar el uso de estas

creencias para justifica la atribución de responsabilidad a la víctima.

“Si le bailas perreo a un desconocido qué esperas” “Ahora las niñas bailan y se

frotan contra los hombres como si nada, los provocan y luego pasan cosas como esta” “Si

vas a un antro a bailar perreo y ponerte en cuatro te estás poniendo en bandeja pues”

Por otro lado, se encuentran también comentarios que justifican la atribución de la

culpabilidad a la víctima a características propias de la víctima o de su personalidad. Una

parte importante de estos comentarios resultan de corte más agresivo y atribuyen a la

15
víctima características peyorativas que discursivamente justifican el que haya sido violada.

En los comentarios:

“La violaron por puta” “si perreas como puta qué más quieres” “seguro es

tremenda puta y hasta le gustó” “La violaron por perra :v, quien la manda a tomar como

puta :v” “NO ES JUSTIFICAR sino porque las mujeres son así dan vergüenza otra cosa

como mi madre siempre decía que es mejor estar en casa tranquilo con tu famiia o iret

[sic] por ahí de fiesta quien sabe pueda pasar algo malo uno busca lo que quiere otra cosa

que ahora las mujeres se vayan al libertinaje no es machismo ni nada pero las mujeres a

copraracion [sic]de 10 años atrás a más van por ahí sin rumbo a buscar sexo ya que

hombre y mujer salen para eso no creess [sic], repirto [sic] una busca lo que quiere , ala

antigua otro dicho una dama no anda por ahí más de medio noche pero era mejor eso a lo

que se ve ahora”.

Se percibe claramente una agresión explícita y violenta hacia la víctima que,

además, funciona para justificar el acto de violencia.

Las atribuciones de corte agresivo son acompañadas de una asociación a la “falta de

valores”, cual lo implica, de manera casi explícita, la percepción de que la víctima

trasgredió las expectativas sociales del correcto comportamiento para una mujer. La “falta

de valores” se sustenta en otras acciones o comportamientos que se atribuyen a la situación

de violencia (el consumo de alcohol, asistir sola a una discoteca, el baile provocativo) lo

cual se convierte en un argumento lo suficientemente sólido para lograr justificar la

atribución de culpabilidad a la víctima con el soporte de lo que se asume como “valores”.

“por eso los padres deben educar en valores una mujer con valores no queda

inconsciente en una discoteca” “hay que estar pendientes de los comportamientos de estas

chicas estar sola con desconocidos bailando perreo no demuestra buenos valores” “A una

16
verdadera señotita muy difícil que le suceda estas cosas ya que estas feminas educadas

muy bien x sus padres tienen horarios que se respeta en sus hogares… lejos de esto no creo

que reciban mas de este una copa… para poder brindar”.

Aunque estos argumentos se han separado al momento de exponer los resultados, en

los comentarios se presentan muchas veces en conjunto, conformando un discurso de

mayor complejidad en el que se exponen elementos externos (el alcohol), espacios (la

discoteca como lugar potencialmente peligroso al cual no se debe ir sola), características

propias y conductas (beber alcohol, ir sola, bailar seductoramente) de las que la víctima es

responsable. El uso de distintos elementos justificantes en el argumento brinda ilusión de

solidez al mismo, armando en el imaginario de quien comenta, un escenario posible y

coherente con los valores sociales de su cultura que permiten atribuir la culpa a la víctima.

“disculpenme...pero es algo totalmente desagradable y estoy en desacuerdo..lo que

a la niña le sucedio.... perooo por favorrr ella estaba inconsiente......por favor....tambien

ustedes mujeres hagan conciencia...saliendo solas...el mundo no es un país con conejitos y

ponis.. también pongan de su parte para que estos desgraciados no hagan este tipo de

cosas...hagan se responsables de su vida cuerpo y salud para que no se anden quejando

después haciendo un disparate (si van a una fiesta lleven a un amigo al menos que las

defienda no que las vaya a grabar mientras las viola que idiotes [sic])”.

“Sabemos que hoy en día no se puede confiar en nadie pues si vas sola a una

discoteca tener mucho cuidado, no se puede confiar ni en personas que dicen ser tus

amigos tomar conciencia mujeres… una discoteca es muy peligrosa para una mujer sola,

esa chica debió saberlo y cuidarse, no ir sola, no estar con desconocidos, menos

tomando”.

17
“Yo creo q ya es hora de tomar conciencia y hacer un análisis de las cosas q están

sucediendo. Hacer el análisis implica analizar el hecho y ver la causa por la cual se

origina. Hace mucho tiempo se vienen condenando conductas pero generalmente de los

hombres, no toman en cuenta para nada la conducta de algunas mujeres q ya sea por

ignorancia, por ingenuidad o no sé, se ponen en situación de riesgo. No tomar en cuenta

esto es ser cómplice de un mal comportamiento q puede terminar en un hecho lamentable.

A q se puede exponer una mujer q va a una discoteca a bailar perreo, y beber licor con

gente desconocida o conocida de repente. Está permitiendo una situación a mi modo de ver

de intimidad q puede incitar a un hombre a un hecho lamentable. Cuál vendría a ser la

diferencia en q un desconocido de roce o toque tu cuerpo bailando perreo o viajando en el

Metropolitano?. Creo q la única diferencia es q en la discoteca es bajo tu consentimiento.

Por lo tanto se están exponiendo a ser víctimas de abuso. Hay mucha responsabilidad de

los padres q somos muy permisivos con nuestros hijos. Creo q un poco más de control sería

importante para acabar con esto”.

Por otro lado, se recurre a elementos de atribución externa que, además de

responsabilizar a la víctima, legitiman las acciones del agresor. En estos casos, resaltan tres

elementos. Por un lado, aparece la creencia de que los hombres tienen impulsos sexuales

difíciles de controlar. Por otro lado, el consumo de alcohol o drogas del agresor, el cual

impediría al hombre inhibir sus impulsos sexuales. Por último, se incluye la conducta

provocativa de la mujer, como elemento disparador de los impulsos sexuales del hombre.

“De repente este era un pobre arrecho borracho que ya no pudo contenerse”

“seguro la flaca le puso el culo y ya borracho no se aguantó” “…así son los hombres

cuando toman, ya no se controlan, por eso una sabe que no se anda ahí provocando, menos

a un borracho” “… en esos lugares donde hay alcohol y drogas, ya nada controla a los

hombres, como animales solo siguen sus impulsos”


18
Resulta importante resaltar que, bajo el razonamiento señalado en líneas anteriores,

el consumo de alcohol o drogas del agresor no lo hace responsable, como sí lo hace en el

caso de la víctima si no que, por el contrario, lo exime de responsabilidad pues le impide,

ante la provocación de la mujer, el controlar sus impulsos sexuales. Esto, por un lado, hace

evidente la naturalización de mitos sobre la violencia sexual del tipo “los hombres tienen

impulsos sexuales imposibles de contener” (Janos & Espinosa, 2018). Por otro lado,

evidencia también la posición de superioridad que aún ocupan los hombres y lo masculino

en el imaginario social, de tal forma que en un mismo escenario la misma acción resta

responsabilidad al hombre y responsabiliza a la mujer.

Desde otra mirada, estos mismos comentarios podrían responder a la creencia de

que los hombres son una constante amenaza que se vuelve inminente bajo el efecto del

alcohol o drogas. Bajo esta perspectiva, la responsabilidad de cuidarse recae en las mujeres

en tanto se entiende que es imposible para los hombres contenerse.

Figura 1: Legitimación del acto de violencia (Elaboración propia).

Finalmente, un extremo presente en los comentarios es la completa invisibilización

de la violencia. En este caso, se recurre también a un mito sobre violencia sexual, el cual

propone que la violación no se puede dar dentro de una pareja (Janos y Espinosa, 2018). De

19
tal forma, los participantes ponen en cuestión la relación entre la víctima y el agresor,

aludiendo a que posiblemente son pareja y por lo tanto no se trata de una agresión, sino de

una falta de censura.

“Y qué pasa si son enamorados y eso es lo que les gusta” “tal vez es su fetiche,

hacerlo frente a todo el mundo pero no contaban con que había cámara” “Presunta

violación porque aún no hay denuncia de la supuesta víctima. Tal vez son novios y andan

en ese tipo de extraños placeres; o están filmando un corto de corte erótico; que sabemos

nosotros?”.

“Consulta, la chica ya denunció. Porque me imagino que para que digan violación

es porque hay una denuncia de por medio, una agraviada. Ahora esta mal lo que hizo el

varón pero vamos haber si la chica no es la pareja del chico. Aún no me queda claro. Ya

que en el video le dicen al chico que se la lleve como que el la conociera”.

Discusión
Sexismo ambivalente en los comentarios a la noticia de violencia sexual.

El sexismo ambivalente surge de confluencia entre el patriarcado, la diferenciación

de roles de género y la interdependencia entre hombres y mujeres (Glick & Fiske, 1997).

Cada uno de estos elementos está asociado a un conjunto de actitudes hostiles y

benevolentes hacia la mujer que legitiman la dominancia masculina.

El sexismo benevolente es crucial para persuadir a las mujeres a aceptar la

desigualdad de género (Barreto & Ellemers, 2005). Las mujeres se resisten al sexismo

hostil, pero tienden a ver el sexismo benevolente como algo relativamente inofensivo

(Becker & Swim, 2011; Bosson, Pinel, & Vandello, 2010). Comparado con el sexismo

20
hostil, el sexismo benevolente resulta una oferta atractiva, promete a las mujeres protección

y un trato preferencial a cambio de su cooperación manteniendo los roles de género

(Fischer, 2006; Hammond, Sibley, & Overall, 2013). Pero la apariencia positiva del

sexismo benevolente esconde su naturaleza: el sexismo benevolente incrementa en las

mujeres la satisfacción con el status quo, lo cual favorece la persistencia de las inequidades

de género (Becker & Wright, 2011; Connelly & Heesacker, 2012).

Con el interés de mantener el status quo de género, el sexismo ambivalente justifica

la violencia física y sexual hacia las “malas” mujeres, las que no cumplen con el rol de

género asignado, mientras que extiende protección a las “buenas” mujeres (Connor, Fiske

& Glick; 2016).

Los resultados del presente estudio muestran cómo estereotipos de género

sostenidos por el sistema patriarcal, asociados también al sexismo benevolente, coincidirían

con el rol femenino al cuál hacen alusión los comentarios. De manera que, la mujer frágil,

vulnerable, pasiva y dependiente del hombre y sus deseos se encuentra como el trasfondo

de gran parte de los argumentos analizados. Así, argumentos del tipo “¿por qué sale sola?"

pueden ser entendidos desde la dimensión de paternalismo protector del sexismo

benevolente. El paternalismo protector sostiene la creencia arraigada de que la mujer es

débil, insuficiente y dependiente, y que necesita por tanto de un hombre que la cuide, por lo

que salir sola corresponde a una trasgresión al rol que se desprende de esta creencia.

Así también, el consumo desmesurado de alcohol rompería con el rol asignado

desde la dimensión de complementariedad de género. En este sentido, el consumo de

alcohol corresponde a una acción asociado a lo masculino, lo cual se refleja también en los

comentarios analizados. De tal forma, una mujer que se emborracha. deja de lado atributos

21
femeninos tradicionalmente valorados como la mesura y la delicadeza, y adoptando un rol

mas bien masculino que no puede ser aceptado desde una visión sexista.

Por otro lado, el referir a la posibilidad de que agresor y víctima estén disfrutando

de tener relaciones sexuales en público en el marco de la existencia de una pareja romántica

responde una visión de intimidad heterosexual benevolente, en la que la violación no puede

existir dentro los límites de una relación romántica. Esta idea, que en realidad corresponde

a un mito sobre la violencia sexual, se desprende de otras creencias coherentes con el

sexismo benevolente: (1) la creencia de que dentro de una pareja las relaciones sexuales,

aunque forzadas, son evidencia de la atracción que siente el hombre por su pareja, lo cual lo

convierte en un acto aceptable; y, por otro lado, (2) la creencia de que dentro de una

relación romántica, el sexo sería un derecho incondicional para los hombres (Connor, Fiske

& Glick; 2016).

Los contenidos del sexismo benevolente, al asociarse a características esperadas en

una mujer y percibidas como relativamente positivas, incluso por otras mujeres (Janos y

Espinosa, 2018), pasan desapercibidas a nivel de consejo o sentido común. De tal forma, la

atribución de la culpabilidad a la víctima muchas veces se esconde en reclamos sobre el

sentido común o consejos para el cuidado de las mujeres.

Al mismo tiempo, el mantenimiento de estos roles de género benevolentes da cuenta

de un deseo de mantener ciertos ideales de la imagen tradicional de la mujer que, al ser

trasgredidos, crearían una situación ambigua que permite a los participantes expresar

creencias sexistas para justificar la agresión y culpar a la víctima. Así, similar al proceso de

deshumanización planteado por Bandura (2002), se estaría dando un proceso de

“destradicionalización” de la feminidad de la víctima, que al perder sus rasgos tradicionales

de género perdería también sus derechos, disminuyendo la posibilidad de generar empatía y

22
facilitando la expresión de prejuicios y atribución de responsabilidad (Janos & Espinosa,

2015).

Por otro lado, al enfatizar la función del sexismo hostil para reforzar el dominio

masculino, los individuos que respaldan las creencias de relación de poder hostil (por

ejemplo, que las mujeres quieren quitarles el poder a los hombres) minimizan la gravedad

de un incidente de violación y culpan a la víctima, pero solo cuando el presunto autor es un

hombre representando un rol masculino dominante. (Viki y Abrams, 2002; Abrams, Viki,

Masser y Bohner, 2003). En los comentarios analizados se encuentran referencias a una

mujer seductora y provocativa, “una puta” desde una lógica de heterosexualidad hostil. Esta

imagen trasgrede en su totalidad del rol tradicional valorado de la mujer, por lo que se

asume que, en un intento de dominancia, sería la mujer la que habría incitado la violencia.

El sexismo hostil también respalda el mito de que las mujeres que se visten de

manera provocativa, o inician una actividad sexual, están "pidiéndo" ser violadas (por

ejemplo, Sakallı-Uğurlu, Salman y Turgut, 2010). Las referencias al baile como forma de

seducción encontradas en los comentarios analizados corresponden a la lógica planteada

líneas atrás, la idea de la provocación por medio del baile justifica el acto de violencia bajo

el entendido de que fue la víctima la que lo buscaba.

Así, las creencias sexistas hostiles legitiman la agresión hacia las mujeres sobre la

base de que las mujeres provocan la agresión masculina cuando violan las normas de

género.

Mientras que el sexismo hostil usa la violencia como un medio de coerción y

control, el sexismo benevolente toma una estrategia diferente: ofrecer protección provisoria

contra la agresión masculina siempre que las mujeres se ajusten a los estereotipos de

género. De acuerdo con su función de defender los roles de género, el sexismo benevolente

23
fomenta la negatividad hacia las mujeres que no se adhieren a las prescripciones de rol de

género con respecto a la sexualidad femenina (Sakallı-Uğurlu y Glick, 2003).

Por lo tanto, los beneficios del sexismo benevolente se confieren a las mujeres que

se adhieren a las prescripciones de roles con respecto a la sexualidad femenina (por

ejemplo, las mujeres "castas"), pero se les retira a las mujeres que se involucran en

conductas que puedan ser asociadas a la promiscuidad (Sibley y Wilson, 2004).

Irónicamente, la investigación apoya que las mujeres respaldan el sexismo

benevolente por motivos de autoprotección, en respuesta al peligro percibido por los

hombres (Forbes, Adams-Curtis & White, 2004). Lo anterior explica aquellos comentarios

que cuestionan las decisiones o acciones tomadas por la víctima ante el inminente peligro

que significan los hombres para una mujer.

Espacios que enmarcan la atribución de responsabilidad a la víctima de

violencia sexual.

Los argumentos relatados en líneas anteriores se desprenden o presentan dentro de

dos espacios psicosociales: el espacio de la moralidad y el espacio del peligro sexual.

En relación con el espacio de la moralidad, este enmarca el rol femenino de

“señorita” al que aluden gran parte de los comentarios. El ser una “señorita” implica un

deber ser, una forma de ser y de comportarse que tiene un trasfondo moral e incluso

religioso. El rol benevolente de la mujer, el rol de “señorita”, se desprende de una visión

marianista de la mujer en la que su pureza se expresa a partir de la mesura, la delicadeza, y

la decencia (Frunza, 2015). Así, como todo imperativo moral, su trasgresión implica una

sanción (FeldmanHall, Otto & Phelps, 2018; Lerner & Miller, 1978). En este caso, la

sanción va desde la atribución de responsabilidad, “Tenemos que admitir que si ella toma

como hombre tiene responsabilidad de lo que le pasó”, hasta el sostener que la víctima

24
resultaba merecedora del acto de violencia “Va sola a una discoteca, habla con

desconocidos, toma hasta quedar inconsciente, ya pues, se lo buscó”.

Por otro lado, el espacio del peligro sexual refiere a la idea o creencia de que el

mundo es un mundo peligroso para las mujeres (Barjola, 2018). De tal forma, los

comentarios toman un matiz de advertencia que se centra en lo que las mujeres pueden

controlar (no beber, no salir solas, no hablar con extraños) dentro de este escenario de

peligro.

En este espacio se revela con mucha claridad la intención reflejada en los

comentarios de diferenciarse de la víctima haciendo referencia a lo que hacen para

protegerse o recomiendan a otros hacer (Shaver, 1970). “Yo ni loca voy sola a una

discoteca, sabemos que esos son lugares que son peligrosos, sé que van a decir que estoy

culpando a la víctima, pero será por eso que estoy viva”, “Yo hablo con mis hijas, les

recomiendo, les he enseñado que es mejor tomar solo en casa, hay enseñarles a nuestras

hijas a cuidarse”, “Una sabe los peligro que hay en la calle, yo por ejemplo si voy a salir

voy en grupo, jamás acepto la bebida de un extraños, son cosas que uno aprende justo

para evitar que le pase algo malo”, “La calle está llena de violadores, de malnacidos,

tenemos que aprender a cuidarnos...”.

Aunque, el escenario de peligro es real, el discurso centrado en las acciones de la

víctima no deja de encontrarse en el espectro de la atribución de responsabilidad, pues se

utilizan argumentos de los que no se tiene información. Al mismo tiempo, el centrar el

discurso en las acciones que la mujer, como potencial víctima, debe o no debe hacer

termina por desviar el verdadero foco del problema.

Comprendiendo la atribución de culpabilidad a la víctima desde miradas

complementarias.

25
Las personas realizan atribuciones para intentar entender conductas y eventos. Así,

más que perseguir la exactitud o verdad, las atribuciones satisfacen una necesidad de

previsibilidad y control. Cuando un fenómeno resulta inexplicable, las explicaciones que

proporciona el sentido común brindan un sentimiento de dominio (Zubieta & Barreiro,

2006).

En la misma línea, la hipótesis de atribución defensiva (Shaver, 1970), brinda un

marco interpretativo para los resultados del presente estudio. De acuerdo a esta hipótesis, la

atribución de responsabilidad a la víctima funciona como un mecanismo defensivo. Así,

cuando una situación resulta amenazante para las personas estas intentan alejarse

psicológicamente de ella, y en un intento de recuperar la sensación de control atribuyen la

culpa de lo sucedido a la víctima.

Si una tragedia es vista como resultado de un conjunto de circunstancias

impredecibles, fuera del control de las personas, las personas se ven obligadas a aceptar que

la misma catástrofe les puede suceder a ellos. Por el contrario, si deciden que el evento es

predecible y además controlable, si deciden que la víctima es la responsable del evento, las

personas pueden entonces sentir que de alguna forma pueden evadir esa desgracia. De esta

manera, si se cree que la víctima de violación actuó mal y por ello resultó agredida, es

posible, para el observador, creer que controlando sus propias acciones no habrá posibilidad

de que se convierta en una víctima (Zubieta & Barreiro, 2006).

En relación a lo anterior, Shaver (1970), introduce dos variables que incrementan la

atribución de responsabilidad a la víctima: la similitud situacional y personal. Se hipotetiza

que la víctima de un incidente trágico es más probable de ser percibida como responsable

cuánto más amenazante sea percibido el evento por quien evalúa la situación.

Paralelamente, la similitud personal refiere a la identificación con la víctima, ya sea tanto

26
por características demográficas, como de personalidad. De tal forma, es posible también

hipotetizar que, en el caso de la violación, las mujeres podrían presentar una mayor

tendencia a responsabilizar a la víctima pues podrían verse más amenazadas por la

situación y al mismo tiempo que podrían identificarse más con la víctima.

Por otro lado, la atribución de la responsabilidad a la víctima también permite el

desvincularse de la toma de responsabilidad. Así, cuando una situación como la de

violencia sexual se percibe como injusta, el no poder intervenir o sancionar al responsable

genera sensaciones de ansiedad. Desde la Teoría del mundo justo (Hafer & Bègue, 2005;

Lerner & Goldberg, 1999, Lerner & Miller, 1978), se propone que este sentimiento de

ansiedad disminuye si logramos creer que lo que sucedió fue justo, aunque la justicia

provenga de creer en un comportamiento inapropiado de la víctima.

De esta manera, la creencia en un mundo justo funciona como una certeza no

criticada de que las personas obtienen lo que se merecen, para algunos autores (p.e. Lerner

& Miller, 1978) el mantener este tipo de creencias resulta esencial y constitutiva del

hombre. Por ello, algunas personas pueden encontrarse dispuestas a percibir el mundo

como justo incluso cuando el sostener esa creencia implica dar lugar a una distorsión

cognitiva de los hechos.

Las personas pueden creer en un mundo justo debido a experiencias individuales,

pero hay evidencia también de que la creencia en el mundo justo es resultado no solo de las

experiencias personales sino también de factores sociales y estructurales de la sociedad en

la que el individuo está inmerso (Furnham, 1992). Así, una cultura inmersa en un sistema

patriarcal aporta elementos para que las creencias en un mundo justo se apoyen en

estereotipos y roles de género que terminan por sancionar socialmente a la víctima en casos

de violencia sexual. De tal forma, se utilizan aquellos factores que se asumen bajo el

27
control de la víctima para atribuirle responsabilidad. En contraposición, el rol del agresor,

por asumirse fuera de control y naturalmente maligno deja de formar parte de discurso.

Conclusiones
Cabe resaltar que, aunque los resultados se han presentados por partes, muchos de

los procesos señalados se encuentran plasmados al mismo tiempo en un mismo comentario.

Se parte del entendido de que la subjetividad es inestable y compleja y que puede fluctuar

dentro del discurso y de las relaciones de poder (Stevens, 2015). Por lo que en muchos

casos elementos benevolentes y hostiles se dan de forma complementaria, sustentándose en

estereotipos de género tradicionales, e incluso, en aspectos benevolentes que cumplen el rol

de enmascarar expresiones más hostiles de sexismo; lo que refuerza la propuesta teórica de

correlación entre el Sexismo benevolente y Sexismo hostil (Glick & Fiske, 1997).

Al mismo tiempo, los elementos sexistas que componen el discurso de atribución de

responsabilidad funcionan como reafirmantes de los mitos sobre la violencia sexual, y se

convierten en elementos normativos que alimentan un clima de confusión alrededor de la

violencia sexual que distorsiona los hechos reales. Este clima de confusión, en su expresión

más extrema, invisibiliza la violencia, eximiéndola de cualquier posibilidad de justicia pues

se considera que lo que le pasó a una víctima es justo en sí.

El presente análisis utilizó Facebook como fuente primaria de información. Una red

social como Facebook tiende a reflejar una gran variabilidad de opiniones, convirtiéndose

en reflejo de parte de la opinión social; sin embargo, el nivel de consenso en lo que

atribución de responsabilidad a la víctima respeta refleja que se trata de un problema real y

vigente de alcance societal. Los resultados de este análisis reflejan, además, que la

atribución de la responsabilidad a la víctima es una acción recurrente. Esta tendencia se

observó en casos similares como el de “La Manada”, caso de violación grupal en España en

28
el que a la víctima se le reprochó el haber tomado alcohol, haber hablado con desconocidos,

y estar sola en una ciudad que no conocía (El Mundo, 2018); o incluso con el caso de las

dos jóvenes argentinas asesinadas en Ecuador en el 2016, a quienes se les reprochó el viajar

solas siendo mujeres (BBC, 2016).

Al mismo tiempo, se entiende que el lenguaje ayuda a construir una realidad social,

por lo que los discursos producidos, y en este caso analizados, son reflejo de esta realidad y

al mismo tiempo tienen un impacto en la construcción de relaciones de género y la

comprensión de la violencia.

Finalmente, debe reconocerse que los procesos de atribución de responsabilidad

tienen consecuencias especialmente negativas para la víctima quien vive estas atribuciones

como un segundo momento de violencia. El proceso de doble victimización genera en la

victima un sentimiento de auto-culpa que puede llevar, entre otras cosas, a inhibirse al

momento de presentar una denuncia. Además, las consecuencias de la atribución de la

responsabilidad a la víctima no quedan en ella. Estas atribuciones suponen una herramienta

de silenciamiento e invisibilización de la violencia, lo cual no solo impide la comprensión

de la magnitud de su impacto en la vida de las víctimas, sino que impide también su

penalización (Velázquez, 2003).

Estudio 2: Creación y validación de una escala para la medición de la atribución de


responsabilidad a la víctima de violencia sexual.

Distintos autores proponen que la ideología conservadora y los procesos de

atribución de culpa a las víctimas se encuentran relacionados. Así, parece ser que personas

29
más autoritarias atribuyen mayor culpa a las víctimas haciendo alusión a sus atributos

personales, características físicas y sus valores (p.e. Malamuth, 1983; Trujano &

Raich,2000) . Del mismo modo, se plantea también una relación entre la atribución de la

culpabilidad a la víctima y el sexismo ambivalente (Janos & Espinosa, 2018).

RWA y Sexismo

Es posible entender la ideología como un conjunto de valores, creencias y actitudes

que tienen un impacto en la valoración cognitiva y afectiva del mundo social. De manera

que, a partir de ello, se pueda confrontar situaciones ambiguas que puedan producir ansiedad,

tal como lo es la conciencia de la propia vulnerabilidad (Greenberg, et al, 1990; Jost, Federico

& Napier, 2009).

En relación con lo anterior, se plantean distintas aproximaciones sobre la ideología

que van desde una noción tradicional unidimensional, que propone un continuo a partir de la

ideología de izquierda versus la ideología de derecha, hasta modelos ideológicos

multidimensionales (Jost et al, 2009). Así, partiendo de una posición multidimensional, el

conservadurismo político puede entenderse desde un enfoque dual (Altemeyer, 1998; Duckitt

et al, 2002; Duckitt & Fisher, 2003; Duckitt & Sibley, 2007; Jost et al, 2009; Pratto, Sidanius,

Stallworth & Malle, 1994) que comprende los conceptos de Autoritarismo de Derecha

(RWA) y la Orientación hacia la Dominación Social (SDO).

De acuerdo con lo planteado por Altemeyer (1998), el RWA se encuentra compuesto

por tres elementos actitudinales: la sumisión a la autoridad y a las normas sociales que estas

autoridades representan; una predisposición a la agresión autoritaria y un alto

convencionalismo.

Distintos autores proponen que cuando la visión que las personas tienen de mundo se

ve amenazada (ya sea real o simbólicamente) las creencias sobre el riesgo que supone

permanecer en ese mundo se ven alteradas, dando lugar a lo que se conoce como una
30
respuesta autoritaria (Cohrs & Ibler, 2009; Duckitt et al, 2002; Duckitt & Fisher, 2003;

McCann, 2008). La respuesta autoritaria puede entenderse como un patrón de respuestas ante

situaciones percibidas como ambiguas o amenazantes en el que se recurre a la búsqueda de

elementos que brinden una sensación de seguridad. (Oesterreich, 2005) Así, se ha demostrado

que las personas autoritarias tienen una menor capacidad para enfrentar situaciones inciertas,

lo cual al mismo tiempo las hace más sensibles a las potenciales amenazas (Cohrs & Ibler,

2009).

Las relaciones entre la ideología y el prejuicio han sido reconocidas por distintos

autores. De manera que, el Autoritarismo de Derecha resulta ser buena predictora de la

expresión de un prejuicio generalizado (Altemeyer, 1998; Duckitt et al, 2002; Duckitt, 2003;

Duckitt & Sibley, 2007). Así, los individuos autoritarios suelen ser altamente prejuiciosos

como resultado de miedo y la percepción de amenaza que proviene del mundo social

(Altemeyer, 1998; Duckitt et al, 2002; Duckitt, 2003).

En la actualidad, la expresión abierta de prejuicios suele ser sancionada socialmente,

y resulta una expresión políticamente incorrecta, por lo que uno de los constructos

actitudinales que soportan la organización patriarcal es el sexismo ambivalente o neosexismo.

Así, el sexismo ambivalente está compuesto por dos dimensiones actitudinales. La primera

es la benevolente que a la vez está compuesta por el paternalismo protector masculino y la

diferenciación complementaria de género. La segunda dimensión es de corte agresivo y

comprende actitudes abiertamente hostiles hacia las mujeres además del paternalismo

dominante, el cual, como se mencionó en líneas anteriores, propone la posición subordinada

de la mujer con respecto al hombre en la jerarquía social (Glick & Fiske, 2018).

En relación con lo anterior, se ha encontrado evidencia acerca de la relación directa

entre el RWA y el sexismo benevolente (Christopher & Mull, 2006; Rottenbacher, 2010;

Sibley, Overall & Duckitt, 2007). Así también, específicamente en Lima, existe evidencia de

31
que el RWA se asocia tanto con los componentes benevolentes o paternalistas como con el

componente hostil del sexismo (Rottenbacher, 2010).

Sexismo ambivalente y Atribución de la culpabilidad a la víctima de violencia

sexual.

Tanto el sexismo hostil como el benevolente se ven asociados a la atribución de la

culpabilidad a la víctima de violencia sexual; sin embargo, al tener bases motivacionales

diferentes las relacione no se dan de la misma forma.

El benevolente sostiene una imagen estereotipada de la mujer la asocia a roles

restringidos, enfatizando cualidades afectivas y atruistas (Glick & Fiske, 2018). Así, el

sexismo benevolente funciona como un mecanismo de castigos y recompensas sociales que

permiten mantener la posición subordinada de la mujer en la sociedad (Lameiras &

Rodríguez, 2003). El sexismo benevolente tiende a asociarse a la atribución de la

responsabilidad de la víctima de violencia sexual en situaciones específicas en las que se

trasgrede las expectativas de roles de género tradicionales (Estudio 1 de la presente tesis;

Janos & Espinosa, 2018; Viki & Abrams, 2002; Abrams, Viki, Masser & Bohner, 2003).

Por otra parte, el sexismo hostil refleja conductas abiertamente negativas que

conducen a prácticas discriminatorias y explícitamente violentas hacia las mujeres. El

sexismo hostil refleja un deseo explícito de subordinación hacia la mujer (Formiga,

Gouveia & Santos, 2002; Glick & Fiske, 1997; Kilianski & Rudman, 1998). Así, el

sexismo hostil, dada su expresión abierta de hostilidad hacia la mujer, tiende a relacionarse

directamente con ideas acerca de la culpabilidad a la víctima en situaciones de violencia

sexual, y acentuando la idea de que la violencia es, además merecida

(Abrams, Viki, Masser & Bohner, 2003; Janos & Espinosa, 2018; Viki & Abrams, 2002).

Es el objetivo de este estudio crear y validar una escala para la medición de la

atribución de culpa a la víctima de violencia sexual.

32
Método

Participantes
Para la presente investigación, participaron 244 mujeres y 159 hombres de distintos

distritos de Lima Metropolitana. En relación con sus características sociodemográficas, la

edad de las participantes oscila entre los 18 y 80 años (M=34.10, DE=11.97), en cuanto al

nivel socioeconómico auto-percibido, 3 participantes pertenecen al nivel bajo, 36 al medio-

bajo, 225 al medio, 123 al media-alto y 17 al alto. En relación con el nivel educativo, 6

participantes cuentan con secundaria completa, 57 con nivel técnico, 245 con educación

superior universitaria y 94 con educación superior de posgrado.

Todos los participantes fueron informados de la naturaleza del estudio sin explicitar

abiertamente el objetivo de este para evitar sesgos. Los participantes dieron cuenta de la

aceptación de su participación voluntaria firmando el consentimiento informado (ver anexo

A). Terminada la aplicación se les explicó a los participantes los objetivos del estudio con

mayor detalle y se les pidió consentimiento para el uso de sus datos (ver anexo B). Además

de este segundo consentimiento informado, y de acuerdo con el principio de beneficencia y

no maleficencia, se proveyó una lista de centros de atención a los cuales se puede acudir en

caso alguno de los participantes necesite de un acompañamiento psicológico (Anexo C), ya

que el tema de estudio podría despertar en los participantes recuerdos o pensamientos

dolorosos que necesiten de un asesoramiento psicológico posterior.

Medición
Para la recolección de información se aplicaron distintos cuestionarios. A

continuación, se profundizará en cada uno:

Ficha de datos. Se tuvo una ficha de datos que recabó los datos sociodemográficos

de los participantes, pero además, también recogió información sobre si el participante

33
había sido víctima de algún tipo de violencia sexual o conocía alguna persona cercana que

lo sea (ver anexo D).

Atribución de la culpabilidad a la víctima. La construcción de esta escala se hizo a

partir del análisis planteado en el estudio 1. La escala contó con 17 ítems y una escala

Likert de respuesta del 1 al 6.Los indicadores de validez y fiabilidad se muestran en la

sección de resultados de este estudio.

Inventario de Sexismo Ambivalente (Glick y Fiske, 1997). Para medir el sexismo

ambivalente se utilizó una versión del Inventario de Sexismo Ambivalente de Glick y Fiske

(1997), validada en México por Cruz, Zempoaltecatl y Rangel (2007) y posteriormente

utilizada y adaptada en Perú por Rottenbacher (2012). Este cuestionario está conformado

por 20 ítems que expresan creencias acerca de los roles de género tanto de los hombres

como de las mujeres. La opción de respuesta es una escala tipo Likert, en la que 1 =

“Totalmente en Desacuerdo” y 5 = “Totalmente de Acuerdo”. (Rottenbacher, 2012). La

escala obtuvo un nivel de confiabilidad aceptable en el presente estudio tanto para la

dimensión de Sexismo Benevolente (α=.89), como para la dimensión de Sexismo Hostil

(α= .89).

Escala Resumida de Autoritarismo de Derecha (RWA). Se utilizó, de manera

unidimensional, una versión traducida al castellano y adaptada por Rottenbacher y Schmitz

(2012) de la versión de la Escala Resumida de Autoritarismo de Derecha de Zakrisson

(2005). Esta versión fue utilizada en estudios previos con muestras urbanas de sectores

socioeconómicos medios en Lima, obteniéndose resultados positivos sobre la validez

convergente de la misma (e.g., Rottenbacher & Schmitz, 2012). Este instrumento está

compuesto por 15 ítems, como, por ejemplo: “Nuestro país necesita un líder poderoso para

erradicar las tendencias radicales e inmorales prevalentes en la sociedad actual”. La opción

de respuesta a cada ítem se presenta en una escala Likert de 7 puntos que van de 1 =

34
Totalmente en desacuerdo a 7 = Totalmente de acuerdo. La escala obtuvo un nivel de

confiabilidad aceptable en el presente estudio (α= .63).

Estímulos de “situación de violencia”. Como estímulo se utilizó un relato creado a

partir de una noticia de violencia sexual en Lima. Se elaboró un estímulo en el que la

víctima era una mujer y un segundo estímulo en el que la víctima era un hombre (Anexo

A).

Procedimiento
La construcción de la escala de Atribución de culpabilidad a la víctima se realizó en

base al análisis de comentarios realizados como respuesta a una noticia de violencia sexual

publicada en la página de Facebook del diario Perú 21 el 11 de abril del 2017 (Estudio 1).

Originalmente se desarrollaron 22 reactivos. Dichos reactivos fueron revisados por

tres expertos en el estudio de la violencia de género desde la psicología. Los expertos

evaluaron temas de contenido y aspectos lingüísticos, sus recomendaciones fueron

consideradas y se realizaron cambios a partir de las mismas. Adicionalmente, se realizó un

estudio piloto con una muestra con características similares a las de la población de esta

investigación, con la intención de conocer si existe una comprensión completa de los

reactivos de la escala y si se necesita realizar alguna modificación con respecto a la

redacción. Después del piloto y de la evaluación de expertos se eliminaron cinco reactivos,

obteniendo así una escala de 17 ítems. Adicionalmente, se crearon dos relatos de violencia

sexual, uno en el que la víctima era una mujer y otro en el que la víctima era un hombre.

Los relatos fueron evaluados por tres expertos en función a su credibilidad y facilidad de

entendimiento. Los relatos formaron también parte del piloto, en este piloto se evaluó

nuevamente la facilidad de entendimiento y credibilidad de los mismos.

Se realizó una convocatoria abierta a través de la red social Facebook para poder

obtener personas interesadas en participar en la investigación.

35
La aplicación se llevó a cabo de manera virtual utilizando un formulario de Google

Drive. En la primera página del cuestionario, se les explicó a los participantes el propósito

del estudio a través del consentimiento informado. Posteriormente se presentaron los

cuestionarios de Sexismo Ambivalente y RWA. Después del llenado de estas escalas, los

participantes pasaron a leer el estímulo de violencia. Luego, se les pidió que llenen la

segunda parte del cuestionario en el que se encontrarán las preguntas relacionadas a la

atribución de la culpabilidad a la víctima. Finalmente, se les presentó un segundo

consentimiento informado en el que se presentará el objetivo del estudio de manera

explícita y se pidió el consentimiento para el uso de sus datos (Anexo C).

Análisis de datos
Para realizar los análisis estadísticos se pasó la base de Excel al software IBM SPSS

Statistics versión 24. En primer lugar, se realizó un examen de datos para identificar casos

perdidos y atípicos (outliers). Se encontraron 8 casos de datos perdidos, estos habían

respondido a menos del 10% del cuestionario por lo que se pasó a eliminar estos casos.

Luego, se pasó a realizar la revisión de normalidad de los variables mediante la

prueba de Kolmogorov-Smirnov, así como los coeficientes de asimetría y curtosis. Se

encontró que la distribución de los datos no era normal, por lo que ello se tomó en cuenta

para los posteriores análisis.

Posterior a estos primeros análisis, se pasó a realizar para la escala de Atribución de

culpabilidad a la víctima, un Análisis Factorial Exploratorio (AFE), utilizando el método de

Mínimos Cuadrados no Ponderados (ULS por sus siglas en inglés) con rotación oblicua. La

rotación oblicua se utiliza cuando los factores de la escala se encuentran relacionados.

Adicionalmente se realizó un análisis de invarianza para identificar si la estructura

de la escala se mantenía a pesar de cambiar el estímulo (noticia de violencia sexual con

víctima hombre o mujer).

36
Finalmente se realizó un análisis de correlación de Pearson entre las dimensiones de

la escala con los puntajes de los instrumentos de Sexismo Ambivalente y RWA con el fin

de verificar la validez discriminante.

37
Resultados
Análisis factorial exploratorio de la escala de Atribución de la culpa a la

víctima de violencia sexual (ACVS)

Dado que la información teórica no es tan abundante como para determinar

dimensiones previamente, se realizó un Análisis Factorial Exploratorio (AFE) para la escala

de Atribución de Culpabilidad a la Víctima de Violencia Sexual, tanto para la que tuvo un

estímulo con una víctima mujer como para la que tuvo el estímulo con una víctima hombre.

Se utilizó el método de extracción de Mínimos Cuadrados no Ponderados (ULS por sus siglas

en inglés) ya que la muestra no cumple con una distribución normal (Flora, Labrish, &

Chalmers, 2012). Adicionalmente, se utilizó inicialmente una rotación oblicua con el

estadístico Oblimin para verificar si existía una relación entre los factores subyacentes.

38
Tabla 1. Estructura factorial exploratoria de la escala de ACVS
1 2
La mujer de la historia mostró poco criterio y eso la hace
.854 .464
en parte responsable de haber sido abusada sexualmente.
La mujer de la
.708 .321
historia pudo haber hecho más para evitar lo que le pasó.
La mujer de la historia fue irresponsable, por eso abusaron
.824 .485
sexualmente de ella.
La mujer de la historia es en parte responsable de lo que
.837 .485
le pasó.
Son las mujeres que no se cuidan las que se convierten en
.657 .588
víctimas de violación.
De alguna forma ella buscó que le pasara lo que le pasó. .709 .652
Si yo fuera la mujer de la historia me sentiría responsable
.696 .408
de lo que me pasó.
Hoy en día son las mujeres las que deben saber cómo
.653 .373
cuidarse si no quieren que les pase nada malo.
Las mujeres siempre pueden tomar precauciones para
.538 .194
evitar ser víctimas de violación.
La mujer de la historia es en parte responsable de haber
.838 .437
sido abusada sexualmente por irse con un desconocido.
La mujer de la historia seguramente provocó que abusaran
.409 .868
sexualmente de ella usando ropa seductora.
La mujer de la historia seguramente coqueteó y provocó
.444 .838
al hombre que abusó sexualmente de ella.
La mujer de la historia es en parte responsable de haber
sido abusada sexualmente por ir a lugares que pueden ser .777 .593
peligrosos.
La mujer de la historia es en parte responsable de haber
sido abusada sexualmente porque seguramente bebió .698 .711
mucho alcohol.
La mujer de la historia es en parte responsable de haber
sido abusada sexualmente por andar sola, sin gente que la .661 .676
cuide.
Si una mujer acepta ir con un hombre desconocido en el
.403 .697
fondo quiere tener relaciones sexuales con él.
Esos casos de violación le pasan a las chicas que no saben
.617 .677
como comportarse cuando salen a la calle.

Primero, se efectuó un análisis factorial exploratorio para el caso de la escala en

respuesta al estímulo con una víctima mujer (KMO = .95, p < .001). De este análisis

factorial se obtuvieron dos factores que explican el 63.46% de la varianza. Posteriormente,

se realizó un segundo AFE con la escala en respuesta al estímulo que tenía como víctima a

39
un hombre (KMO = .86, p < .01). De este análisis factorial también se obtuvieron dos

factores que explican el 62.43% de la varianza.

Dado que se encontró la misma estructura en los dos casos se tomó la decisión de

juntar los puntajes de los ítems y se realizó un tercer AFE en base a un total de 804

mediciones. Los resultados de este último análisis permiten concluir que la estructura

factorial se mantiene independientemente del sexo de la víctima en el estímulo. Aunque el

ítem 8 presenta una mayor carga en el primer factor, la carga en el segundo factor es

aceptable, por lo que se decidió colocarlo en el segundo factor con la intención de

salvaguardar la consistencia teórica. Finalmente se encuentra una adecuación muestral

buena, KMO = .95, p < .01, con dos factores relacionados, una varianza explicada de

63.41% y cargas factoriales elevadas (ver Tabla 1).

Así, el primer factor “Responsabilidad de la víctima” (RV) y recoge ítems referidos,

de manera general, a la responsabilidad que tiene la víctima en el acto de violencia sexual

(compuesto por los ítems 1, 2, 3,4, 5, 11, 12, 13, 14, 15). Este factor tiene la intención de

medir la atribución de culpabilidad de la víctima de manera general, sin considerar las

justificaciones para la misma. El segundo factor se denominó “Justificación para la

culpabilización de la víctima” (JCV) el cual está compuesto por ítems que recogen aquellas

acciones por las cuales se atribuye responsabilidad a la víctima de violencia sexual

(compuesto por los ítems 6, 7, 8, 9, 10, 16, 17). Cada una de estas dimensiones muestran una

confiabilidad (consistencia interna) elevada (α = .92 y α = .89 respectivamente), así como

para el puntaje total de la prueba (α = .94) por lo que se concluye que la confiabilidad es muy

buena.

Se tomó la decisión de realizar un análisis de invarianza para verificar si la estructura

de la escala funciona de manera adecuada cuando la responden tanto hombres como mujeres.

La invarianza se analiza a partir de tres niveles: medida (centrado en los ítems y las cargas

40
factoriales de las variables observadas), estructural (centrado en las relaciones entre las

variables latentes -factores-) y residuos (centrado en el análisis de los residuos de las

mediciones) (Milfont & Fischer, 2010). Es importante puntualizar que la invarianza se

comprueba de manera progresiva, lo que quiere decir que para tener invarianza estructural es

necesario que se dé primero la invarianza de medida y así sucesivamente. Los resultados de

este análisis se encuentran en la tabla 2.

Tabla 2. Índices de ajuste de los modelos mediante el análisis de invarianza

CMIN/d RMSE RMSEA (90% p


Modelo CFI NFI RMR
f A IC)
Nivel de .06
3.045 .955 .94 .103 .050 [.046, .055]
medida 7
Nivel de .08
3.012 .955 .94 .102 .050 [.046, .054]
estructura 3
Nivel de .02
2.906 .954 .93 .101 .049 [.044, .053]
residuos 3

Como se observa en la tabla 2, el nivel de medida no es significativo lo que indica

que no existen diferencias a nivel de ítems y cargas factoriales. Posteriormente, el nivel de

estructura resulta también no significativo, lo que indica que no existen diferencias a nivel

de variables latentes. Finalmente, se observa que el nivel de residuos sí resulta significativo,

lo que indica que sí existen diferencias a este nivel de residuos. Así, se confirmó la hipótesis

de la invarianza total de los parámetros. Aceptada la invarianza fuerte, los dos modelos

evaluados son equivalentes respecto a los coeficientes factoriales y a los interceptos.

Validez discriminante: Relación entre la ACVS, el RWA y el Sexismo

Ambivalente.

41
Por otro lado, para evaluar la validez discriminante se examinó la relación entre los

componentes de la ACVS y los del RWA y Sexismo Ambivalente utilizando una

correlación de Pearson, tomando en cuenta todos los participantes del estudio. Los

resultados se muestran en la tabla 3.

Tabla 3. Correlaciones entre ACVS, Sexismo ambivalente y RWA


1 2 3 4 5
1. RWA 1 .615** .448** .546** .468**
2. SB 1 .748** .531** .572**
3. SH 1 .575** .619**
4. RV 1 .763**
5. JCV 1
*p < .05, **p < .01
Como se aprecia en la Tabla 4, se muestran correlaciones significativas con efectos

medianos (.30 ≤ |r| ≤ .50) o grandes (.50 ≤ |r| ≤ 1) según los criterios establecidos por Cohen

(1988).

Atribución de culpabilidad a la víctima y Edad

Se examinó la relación entre los componentes de la ACVS y la edad de los

participantes con una correlación bivariada de Pearson. Se encontraron correlaciones

pequeñas pero significativas entre la dimensión de Responsabilización de la víctima y la

edad (r= .24, p< .01); y la dimensión de Justificación de la culpabilización a la víctima y la

edad (r= .18, p< .01).

42
Discusión
El objetivo del presente estudio fue crear y validar una escala para la medición de la

atribución de la culpabilidad a la víctima de violencia sexual. La Escala de Atribución de

Culpabilidad a la Víctima de Violencia Sexual (ACVS) es un instrumento de aplicación

simple que deberá ser utilizado en respuesta a estímulos referidos a casos de violencia

sexual.

Distintos elementos de validez fueron considerados para el presente estudio. Para

evaluar la validez de apariencia o lógica la escala se presentó a un jurado de expertos que

sugirieron algunos cambios de redacción en los ítems. Posterior a la revisión de expertos la

escala fue sometida a una prueba piloto con una muestra similar a la del presente estudio.

Los resultados de la prueba piloto permitieron realizar cambios finales a la redacción de los

ítems para facilitar su comprensión.

La validez de contenido fue también considerada y evaluada para la construcción

de la escala; se denomina validez de contenido al proceso en el que se evalúa la estructura

de la escala, de tal manera que esta abarque todos los dominios del constructo a través de

sus ítems. Para asegurar la validez de contenido la creación de los ítems se realizó a partir

del análisis cualitativo de comentarios en respuesta a una noticia de violencia sexual en

Facebook en los cuales se identificó procesos de atribución de culpabilidad a la víctima,

asegurando así que la escala pueda medir el constructo de manera apropiada. Este análisis

permitió plantear dos dimensiones: “Responsabilidad de la víctima” y “Justificación para la

culpabilización la víctima” cuales fueron corroboradas estadísticamente a partir del análisis

factorial exploratorio y posteriormente por un análisis de invarianza.

Como se mencionó en líneas anteriores, la evaluación de la dimensionalidad de la

escala dio como resultado una consistencia interna aceptable para sus ítems, con una

43
estructura bidimensional satisfactoria para dar cuenta de la atribución de la culpabilidad a la

víctima de violencia en participantes limeños. La ACVS mostró aceptable consistencia

interna con un alfa de Cronbach de .94, lo cual refleja una consistencia ideal (Tavakol y

Dennick, 2011). En relación con la estructura interna de la escala ACVS se observó una

correlación media entre las dimensiones, lo que sugiere que, aunque ambas dimensiones se

encuentran relacionadas, abordan distintos aspectos del mismo fenómeno.

Por su parte, la validez convergente se evaluó comparando instrumentos que

evalúan constructos relacionados teóricamente al de la atribución de culpabilidad a la

víctima de violencia. Así, los análisis de correlación entre la escala ACVS, el Sexismo

Ambivalente y el Autoritarismo de Ala Derecha dieron como resultado correlaciones

positivas y significativas en ambos casos, lo cual comprueba que las escalas son

conceptualmente congruentes, dando cuenta de la validez discriminante de la escala.

Adicionalmente, la estructura del instrumento se puso a prueba con la intención de

determinar si resultaba consistente tanto en poblaciones de mujeres como de hombres. La

prueba de invarianza mostró consistencia independientemente del grupo aplicado. Los

resultados dan cuenta de una estructura única independientemente del sexo de la muestra.

Este estudio es una contribución a las observaciones más recientes sobre la

inexistencia de escalas para la medición de procesos de atribución de culpabilidad a la

víctima en casos de violencia sexual. Sin embargo, es importante tener en cuenta que. al ser

el contenido de los reactivos resultado de un análisis cualitativo contextual, la escala deberá

ser nuevamente validada y adaptada en otros contextos antes de su uso.

44
Estudio 3: Revelación emocional como forma de reducción de la atribución de
responsabilidad a la víctima de violencia sexual, un estudio experimental.

Culpabilización a la víctima y revelación emocional

Entender la culpabilización a la víctima como una defensa psicológica implica

considerar el papel mediador de las emociones, ello ya que el presenciar una injusticia

podría resultar estresante y emocionalmente excitante, despertando emociones

perturbadoras.

Las emociones son de los constructos más ampliamente estudiados desde la

psicología. Así, las emociones han sido estudiadas desde distintas aproximaciones;

tradicionalmente se ha comprendido la emoción como un rasgo latente. Desde esa

perspectiva la investigación y comprensión de la emoción implica la búsqueda de evidencia

de una entidad que es invisible pero cuyos indicadores: expresiones, fisiología,

comportamiento, experiencia, pueden ser medidos. Una alternativa al modelo anterior

entiende la emoción como un fenómeno emergente en lugar de como rasgo. De tal forma,

los factores considerados como indicadores de emoción (expresiones, fisiología,

comportamiento, etc.) en el modelo de rasgo latente serían tratados como componentes de

la emoción en un modelo emergente (Clore & Ortony, 2008).

En relación con lo establecido en líneas anteriores, la emoción puede entenderse

como un fenómeno complejo de respuesta a estímulos reales o imaginados con

componentes fisiológicos, cognitivos y comportamentales. Así mismo, la evidencia muestra

que los estados de ánimo transitorios juegan un papel importante función informativa, que

influye en el contenido y valencia de la memoria, atención, asociaciones, inferencias,

juicios y comportamientos sociales (Forgas & Koch, 2012).

Las emociones no ocurren en contextos aislados, sino que se generan, experimentan,

expresan y regulan en el curso de la interacción (real o imaginada) con los demás. El papel

45
de las emociones en la regulación de las relaciones sociales se puede resumir en términos

de dos funciones sociales. La primera es una función de señalización: las emociones

brindan a los demás información sobre lo que pensamos, cómo nos sentimos y quiénes

somos. Una segunda función de la emoción es la de afiliación; la cual implica ajustar

nuestras emociones y expresiones emocionales a las reacciones emocionales de otro

(Fischer, Rotteveel, Evers & Manstead, 2004).

Así, es razonable que pensar, presenciar o conocer sobre un caso de violencia

sexual puede despertar emociones negativas y difíciles de gestionar. En este contexto, el

culpar a la víctima funcionaría como una forma de manejo emocional a través de una

reevaluación en la que se reconstituyen las cogniciones a partir de las emociones

amenazantes (Hafer & Bègue,2005; Lerner & Miller, 1978). Tanto la Teoría del Mundo

Justo como la Hipótesis de las Atribuciones Defensivas sugieren un escenario sombrío. El

presenciar una situación de violencia amenaza la sensación de seguridad, produciendo

emociones negativas como la tristeza o el miedo, para aliviar estas emociones se culpa a la

víctima. De tal manera, la inhibición o manejo de esas emociones tendrá un rol importante

en cuanto a la atribución de culpa a la víctima (Pennebaker & Chung, 2011).

En relación con lo anterior, la revelación emocional podría contribuir a la resolución

de las emociones negativas a través de su expresión (Pennebaker, 1990; Pennebaker &

Chung, 2011). Harber y Pennebaker (1992) recurrieron a la Teoría de la Discrepancia

Emocional (Mandler, 1975) para explicar cómo la revelación es capaz de resolver los

efectos de las emociones negativas. La teoría de la discrepancia emocional sugiere que las

emociones surgen cuando nueva información entra en conflicto con creencias (o esquemas)

ya establecidas; en base a esta teoría, Harber y Pennebaker (1992) postulan que la

revelación emocional promueve una realineación del conflicto ya que, permite traducir

eventos traumáticos al lenguaje, reduciendo así la carga emocional. De tal forma, las

46
creencias que resultan discrepantes son gradualmente alineadas con los eventos, las

discrepancias se reducen y las emociones negativas que surgen como respuesta a la

discrepancia se disipan (Pennebaker & Chung, 2011).

De manera consistente con el modelo de asimilación emocional, las revelaciones

son más efectivas cuando abordan pensamientos y sentimientos (lo que facilita la alineación

emoción /creencia) en lugar de solo pensamientos o solo sentimientos. Los síntomas

traumáticos suelen disminuir cuando se otorga nuevos significados a los eventos que los

causan, lo que indica que el alivio surge de realinear creencias valiosas con información

que las confronta. Así, la revelación emocional podría reducir el impacto de emociones

perturbadoras reconciliando las discrepancias de las creencias o eventos que las crean

(Pennebaker & Beall, 1986).

Consecuentemente, si las emociones perturbadoras son las que causarían la

culpabilización a la víctima y la revelación emocional aliviaría esta excitación emocional,

sería razonable hipotetizar que la revelación emocional funciona como un elemento

protector, reduciendo la atribución de culpabilidad a las víctimas de violencia.

Alexitimia y revelación emocional

El manejo y expresión de emociones tiene como pre-requisito la identificación de

estas; la incapacidad para identificarlas ha sido denominada desde la psicología como

alexitimia. Alexitimia literalmente significa “Falta de palabras para los sentimientos” y ha

sido conceptualizada desde la psicología como un déficit en la habilidad de regular las

emociones debido a una introspección limitada y una habilidad pobre para identificar y

describir las propias emociones (Taylor, Bagby & Parker, 1997). De tal forma, aunque las

emociones se sienten, si la representación de las mismas es limitada, se limita entonces la

conciencia de las mismas y se dificulta su identificación y expresión (Sago & Babic, 2019).

47
Son tres las dimensiones que caracterizan a la alexitimia: (1) Una dificultad para

identificar sentimientos y diferenciarlos de las reacciones fisiológicas relacionadas a la

activación emocional; (2) una dificultad para expresar verbalmente las emociones y, (3) una

pobre introspección que da a lugar a un estilo de pensamiento orientado hacia lo externo

(Páez, Fernández, & Mayordomo, 2000; Páez, Velasco & González, 1999). La

investigación contemporánea sobre la alexitimia concuerda en entender a esta como un

continuo, y no de manera categorial (Sago & Babic, 2019), donde un mayor nivel de

alexitimia podría corresponder a una característica que limite la revelación emocional.

Desde los inicios de su estudio, las investigaciones han buscado determinar qué

factores se encuentran a la base de la alexitimia. Así, se han encontrado una serie de

relaciones entre la alexitimia y ciertas variables culturales (Dere, Falk & Ryder, 2012; Lo,

2014; Paez, Fernández, & Mayordomo, 2000; Ryder, et al, 2008).

Al respecto, una dimensión cultural que parece asociarse a la alexitimia es el

colectivismo. Dere, et al (2012), encontraron una menor capacidad de introspección en

participantes chino-canadienses caracterizados por una cultura más colectivista, en

comparación con participantes europeo-canadienses caracterizados por una cultura más

individualista. En relación con lo anterior, distintos autores plantean que aquella pobre

capacidad de introspección en culturas colectivistas podría deberse a que los individuos en

este tipo de cultura construyen su identidad individual en base a las relaciones

interpersonales, la pertenencia a un grupo y su rol en el mismo; de manera que la

importancia se encuentra en el grupo y la pertenencia al mismo, en lugar de en el sí mismo

individual (Dere, et al 2012; Heine, 2001; Páez et al, 2000; Ryder, Sunohara, Dere &

Chentsova-Dutton, 2018; Smith & Bond, 1993).

Estudios como el de Scherer, Matsumoto, Wallbott y Kudoh (1988) y el de Zubieta,

Fernández, Vergara, Martínez y Candia (1998), brindan soporte a la argumentación previa,

48
pues muestran que en culturas individualistas la experiencia emocional es percibida y

expresada de manera más intensa, informando con mayor facilidad más reacciones

emocionales subjetivas que en culturas colectivistas.

Así también, la capacidad de diferenciar aspectos emocionales de sus reacciones

somáticas parece ser uno de los elementos alexitímicos más comunes en culturas

colectivistas. Lo anterior ha sido explicado a partir de las implicancias en la expresión de

las emociones que tiene la posición relativa del individuo en el grupo en una cultura

colectivista. Las emociones “negativas” como la tristeza pueden desequilibrar y afectar el

funcionamiento social colectivo, por lo que su expresión es menos valorada o incluso

menos permitida en sociedades colectivistas; así, en lugar de expresar las emociones a

través de distintas formas de lenguaje, estas se transforman en expresiones somáticas de la

mismas, lo que conlleva a la incapacidad de diferenciar las emociones de sus respuestas

somáticas (dolores, fatigas, etc.) (Le, Berenbaum, and Raghavan, 2002; Páez, et al, 2000).

Otra dimensión cultural asociada a la alexitimia es la distancia de poder; la distancia

de poder refiere a la medida en la que las personas aceptan una distribución jerárquica

dentro de la sociedad (Hofstede, 1991). En las culturas con alta distancia de poder, los

sujetos parecen ser menos expresivos emocionalmente, ya que la expresión verbal intensa

de las emociones puede ser interpretada como una deferencia o una falta de respeto. De tal

forma, las personas socializadas en culturas con alta distancia de poder tendrían una

intensidad afectiva más baja, dando cuenta de una cultura emocional más “estoica” que

parece hacerse aún más evidente en interacciones que suponen una evidente diferencia de

estatus. Así, culturas con alta distancia de poder parecen restar importancia a la experiencia

emocional por medios normativos, por lo que se desaprueba y rechaza la expresión

emocional. Adicionalmente, la distancia de poder también se relacionaría con una baja

vivencia de las emociones, lo que quiere decir que personas de culturas con alta distancia

49
de poder no solo expresan menos sus emociones, sino que también las vivencian con menos

intensidad (Páez & Vergara, 1995).

Por otro lado, la masculinidad cultural tendría también una influencia en la

expresión verbal de las emociones. La dimensión de feminidad-masculinidad cultural hace

referencia a las características basadas en estereotipos de género de la cultura. De tal forma,

culturas con mayor énfasis en la comunicación interpersonal y que pueden ser

comprendidas como más armoniosas y de mayor énfasis interpersonal, serían denominadas

femeninas; mientras que aquellas culturas más orientadas al poder, logro y que mantienen

con mayor ahínco las diferencias de género serían denominadas masculinas (Hofstede,

1991).

Así, la expresión emocional en las culturas masculinas es aceptada únicamente para

las mujeres, mientras que se supone que los hombres encubran o disimulan sus afectos, con

la excepción de otras emociones como el enfado (Páez &Vergara, 1995). Por el contrario,

la expresividad emocional no solo es permitida en culturas femeninas, sino que es también

valorada tanto en hombres como en mujeres, pues resulta un pre-requisito para el soporte

emocional, el cual resulta obligado en culturas femeninas en las que la bondad e igualdad

resultan valores dominantes (Páez, et al, 2000).

Además de la cultura, el género parece tener una relación con la alexitimia. Los

hombres parecen ser menos expresivos emocionalmente que las mujeres (Chaplin, 2015);

sin embargo, las mujeres parecen presentar un déficit importante cuando se trata de

distinguir entre sentimientos y sensaciones corporales (Páez & Vergara, 1995). La

explicación para esta diferencia reside en la socialización; mientras las mujeres tienden a

adquirir una orientación más relacional interdependiente y colectivista por su socialización

orientada al cuidado; los hombres adquieren una orientación más independiente que les

50
permite ser más consciente de sus sensaciones, aunque no necesariamente se les permite

expresarlas (Páez, et al, 2000).

Adicionalmente, las mujeres podrían desarrollar una mayor sensibilidad ante las

diferencias de estatus, ya que el suyo es generalmente más bajo que el de los hombres,

situación en la cual se replican las dinámicas resultantes de una alta distancia de poder

mencionadas en líneas anteriores. De esta forma, dada la orientación más relacional y

colectivista de las mujeres, y a su menor estatus en la sociedad en comparación a los

hombres, las mujeres desarrollarían una mayor habilidad para manejar indicadores

contextuales y comprender el sentido emocional de la interacción con un otro (Páez, et al,

2000).

Entonces, si bien la alexitimia resulta una característica individual, esta puede ser

influenciada por factores culturales. La sociedad peruana ha sido caracterizada como una

sociedad colectivista, con alta distancia de poder (Hofstede, 2019), por lo que se esperaría

encontrar la alexitimia como una característica de su población. Sin embargo, Perú ha sido

tipificado también como una sociedad femenina (Hofstede, 2019), lo que podría favorecer

la expresión y funcionar como un factor protector, además es posible encontrar ciertos

matices de acuerdo con otras variables como el grado de urbanización, educación formal y

nivel socioeconómico.

El rol de la empatía

Por otro lado, un constructo reconocido como un importante predictor de las

actitudes hacia las víctimas de violencia es la empatía, pues parece influenciar las

percepciones que el observador hace de la víctima (Deitz, Blackwell, Dalay & Bentley.

1982, 1984). Deiz et al. (1982) encontraron que los participantes que reportaban mayores

niveles de empatía expresaban emociones más positivas hacia las víctimas de violencia

51
sexual y emociones negativas hacia los agresores. Coincidentemente con lo anterior, Smith

y Frieze (2003), confirmaron que la atribución de responsabilidad a la víctima correlaciona

negativamente con la empatía hacia la víctima.

Desde la psicología el término empatía existe desde hace más de cien años y fue

utilizado por primera vez en 1909 por el psicólogo Edward Titchener quien traduce el

término “Einfühlung” del alemán el cual literalmente significa “sentimiento en” (Titchener,

1909). Desde entonces la definición de la empatía como constructo psicológico ha ido

variando e incorporando distintas concepciones. Hoffman (2001) define la empatía como

una respuesta afectiva más apropiada a la situación de otro que a la de uno mismo. Esta

definición, aunque sencilla, refleja dos elementos centrales del término; primero, la

capacidad cognitiva de ponerse o imaginar la situación de otro (estudiado desde la Teoría

de la Mente) y, segundo, la respuesta afectiva que despierta esta capacidad (Bloom, 2016).

Por su parte, Davis (1980) sugiere una diferenciación entre la empatía situacional

(respuesta emocional a un evento emocional específico) y la disposicional (tendencia a

imaginar y experimentar los sentimientos y experiencias de otros), donde la disposicional

se considera un constructo multidimensional que construye la comprensión de cuatro

componentes: (1) toma de perspectiva, (2) fantasía, (3) preocupación empática, y (4)

angustia personal. La toma de perspectiva puede ser entendida como la capacidad de ver y

entender cosas del punto de vista del otro, mientras que la fantasía puede ser descrita como

la tendencia de identificarse con personajes ficticios en libros y películas. Por otro lado, la

preocupación empática y la angustia personal se asociarían al espectro más emocional de la

empatía. La preocupación empática se asocia a la tendencia de experimentar los

sentimientos de compasión y preocupación de los individuos observados, mientras que la

angustia personal se asocia a propios sentimientos de miedo, aprehensión e incomodidad en

respuesta a las experiencias negativas de otros.

52
Integrando estas aproximaciones, Tell y Pfister (2016) utilizan una definición

brindada por Vignemont y Singer (2006), en la que se sostiene que la empatía es

experimentada cuando: (1) uno está en un estado afectivo, (2) ese estado es isomórfico al

estado afectivo de otra persona, (3) ese estado resulta de la observación o imaginación del

estado afectivo de otra persona, y (4) es posible reconocer que otra persona es la fuente del

propio estado afectivo actual. De tal forma que, la empatía no solo implicaría el reconocer y

sentir una emoción, sino también el poder reconocer que esa emoción parte de, o pertenece

a, otra persona lo cual motivaría a tomar su perspectiva (Bloom, 2016). Así. sería este

reconocimiento e intento de compartir el estado interno de otra persona el que dota a la

empatía de un efecto en las relaciones interpersonales, funcionando como motivadora y

como prerrequisito fundamental para comportamientos prosociales y de cooperación con

otros individuos (Behrends, Müller & Dziobek, 2012).

En relación con lo anterior, parece que una condición especialmente importante para

el despliegue de la habilidad empática es el reconocimiento de las emociones, razón por la

cual parece existir una relación inversa entre la alexitimia y la empatía (Natsuki, Takemada

& Hideki, 2016). Una serie de estudios empíricos han encontrado que la alexitimia parece

afectar la preocupación empática y la toma de perspectiva (ambos elementos de la empatía

de acuerdo a la teoría de Davis (1980)), ya que la alexitimia restringe la diferenciación

entre uno mismo, y sus emociones, y las de un otro (Natsuki, Takemada & Hideki, 2016).

Esta relación inversa entre la alexitimia y la empatía ha servido como argumento

para dar cuenta de por qué, personas con mayores niveles de alexitimia, tenderían a tener

menos comportamientos altruistas y a sostener juicios utilitarios ante dilemas morales (Patil

& Silani, 2014).

Por otro lado, aunque la empatía puede ser entendida como una emoción social

(Bloom, 2016), ello no implicaría que se empatiza con otros sin distinción alguna; sin

53
embargo, la expresión empática hacia terceros parece estar mediada por elementos de

cercanía emocional e identitarios. Así, aquellos percibidos como más próximos

emocionalmente (Beeney, Franklin Jr, Levy, & Adams Jr, 2011; Norscia & Palagi, 2011), y

aquellos con los que se siente mayor familiaridad e identificación tienden a ser objetos de

mayor empatía (Bazalgette, 2017).

La perspectiva de la identidad social proporciona un marco teórico útil para

entender por qué las mujeres en comparación con los hombres podrían tener más empatía

por las mujeres víctimas de violencia sexual y, por tanto, menos propensas a atribuirles la

culpa de convertirse en víctimas. De acuerdo con esta teoría, la construcción de la identidad

o de la definición de uno mismo implica también el reconocimiento de uno mismo como

miembro de uno o varios grupos sociales (Tajfel & Turner, 1986). Así, el género es capaz

de funcionar como una variable de agrupación con la cual es posible identificarse. De tal

forma, frente a un caso de violencia sexual en el que la víctima es una mujer y el agresor un

hombre, la membresía compartida de las mujeres en el grupo de género con la víctima

facilitaría la toma de perspectiva de la víctima, la cual daría lugar al despliegue empático

(Batson, Chang, Orr & Rowland, 2002; Bongiorno, Langbroek, Baing, Ting & Ryan, 2019;

Vescio, Sechrist & Paolucci, 2003)

Lo propuesto en líneas anteriores deja abierta la posibilidad de que en un caso de

violencia sexual en el que la víctima es mujer y el agresor un hombre, los hombres

atribuyan la culpa a la víctima como respuesta a un despliegue empático hacia el agresor.

La acusación de un hombre podría, potencialmente, amenazar al grupo con el que otros

hombres se identifican (Bongiorno et al, 2019).

Sin embargo, la identificación con la víctima no siempre resultaría en una reducción

de la tendencia a atribuirle la culpa, ya que el identificarse o percibirse como similar a una

54
víctima de violencia podría resultar una situación sumamente amenazante que en lugar de

motivar una respuesta empática podría motivar un distanciamiento emocional y la búsqueda

de otros mecanismos que permitan reducir la amenaza.

De esta forma, el estudio de la relación entre la empatía, la alexitimia, la revelación

emocional y la atribución de la culpabilidad a la víctima podría brindar un primer modelo

explicativo a distintos niveles que sirva para entender y reconocer posibles oportunidades

para disminuir la tendencia a culpabilizar a la víctima.

Así, la presente investigación busca responder la siguiente pregunta: ¿cuál es la

relación entre la revelación emocional, empatía, la alexitimia y la atribución de la

culpabilidad a la víctima? Esta pregunta se traduce en dos objetivos principales: explorar la

relación entre la empatía, la alexitimia, la revelación emocional y la atribución de

culpabilidad a la víctima; y comprobar si la revelación emocional disminuye la tendencia a

atribuir la culpa a la víctima. Para cubrir ambos objetivos se plantea un estudio de carácter

experimental para poder explorar las relaciones propuestas y determinar si la tendencia a la

atribuir la culpa a la víctima de violencia sexual disminuye a través de la revelación

emocional.

55
Método

Participantes
En la presente investigación participaron 83 mujeres y 94 hombre estudiantes de

una universidad privada de Lima. En relación con sus características sociodemográficas, la

edad de las participantes oscila entre los 18 y 28 años (M=19.94 DE=1.7).

Se contó con dos grupos divididos de tal manera que cada condición tuvo

participantes asignados de manera aleatoria. El primer grupo estuvo compuesto por 90

personas que fueron expuestas a la condición de “revelación”, el segundo grupo

correspondió al grupo control y estuvo conformado por 87 personas.

Todos los participantes fueron informados de la naturaleza del estudio sin explicitar

abiertamente el objetivo de este para evitar sesgos. Los participantes dieron cuenta de la

aceptación de su participación voluntaria firmando el consentimiento informado (ver anexo

F). Terminada la aplicación se les explicó a los participantes los objetivos del estudio con

mayor detalle y se les pidió firmen voluntariamente el consentimiento informado para el

uso de sus datos nuevamente (ver anexo G). Además de este segundo consentimiento

informado, y de acuerdo con el principio de beneficencia y maleficencia, se ofreció una

lista de centros de apoyo psicológico a víctimas de violencia sexual y centros de denuncia,

ya que el tema de estudio podría despertar en los participantes recuerdos o pensamientos

dolorosos que necesiten de un asesoramiento especializado (ver Anexo E).

Medición
Para la recolección de información se aplicaron distintos cuestionarios. A

continuación, se profundizará en cada uno:

Ficha de datos. Se elaboró una ficha de datos que recabó los datos

sociodemográficos de los participantes (ver anexo D).

56
Questionnaire of Cognitive and Affective Empathy (QCAE). Se utilizó la escala de

Reniers, Corcoran, Drake, Shryne, Völlm (2011), la escala se tradujo utilizando la técnica

doble ciego. Se realizó un piloto con una muestra similar a la del estudio para adecuar la

redacción de manera que todos los reactivos fueran fáciles de entender. Esta escala

contempla tanto los componentes afectivos como los cognitivos de la empatía. El QCAE es

una medida formada por cinco dimensiones y 31 ítems con una escala de respuestas de

cuatro puntos. La primera dimensión es la de Toma de Perspectiva (α = .92) la segunda es

la Contagio Emocional (α = .71), la tercera la Simulación (α = .83), la cuarta es la de

Respuesta Periférica (α = .70) y la quinta es la de Respuesta Proximal (α = .77).

Escala de Alexitimia de Toronto. Se utilizó la escala traducida por Paéz y Velasco

(1993). La escala consta de 20 ítems y una escala likert de respuesta de cinco puntos que

muestra el grado de conformidad o disconformidad con los enunciados. La puntuación

obtenida por un sujeto puede oscilar dentro de un rango de 20 a 100 puntos, donde el punto

de corte es 61 para diagnosticar a un sujeto como alexitímico. La escala fue validada en

México, contexto similar al peruano, por Páez, Martinez-Sanchez, Velasco, Mayordomo,

Fernández, Blanco y Begby (1999), quienes encontraron una validez transcultural aceptable

de la escala. El presente estudio encontró también una confiabilidad alta para la escala (α =

.85)

Atribución de la culpabilidad a la víctima. Se utilizó una escala Ad Hoc para el

presente estudio. El proceso de creación y validación de la misma se detalla en el Estudio 2.

La escala está compuesta por 17 reactivos divididos en dos dimensiones con una escala de

respuesta likert de seis opciones. La dimensión “Responsabilidad de la víctima” da cuenta

de una atribución de responsabilidad sin ningún argumento que la justifique (α = .85).

Mientras que la dimensión “Justificación de la culpabilización de la víctima” concentra los

57
argumentos que funcionan como justificación para la atribución de culpabilidad a la víctima

de violencia sexual (α = .93)

Estímulos de “situación de violencia”. Como estímulo se utilizó un relato escrito

creado en base a una noticia de violencia sexual en Lima. y utilizado en el Estudio 2

(Anexo H).

Positive and Negative Affect Schedule (PANAS). Se utilizó la versión traducida en

México por Robles y Páez (2003) de la versión original de PANAS de Watson, Clark y

Tellegen. La versión original de PANAS consta de 20 reactivos, diez de los cuales evalúan

afecto positivo, y diez afecto negativo. Los reactivos consisten en palabras que

describen diferentes sentimientos y emociones, la persona debe calificarlas según el grado

en que las experimenta, en una escala de cinco puntos, en donde 1 significa “muy poco o

nada”, y 5 “extremadamente”. Ambas dimensiones obtuvieron una alta confiabilidad:

afecto negativo (α = .86) y afecto positivo (α = .87).

Procedimiento
Se contactó a docentes de distintas facultades de una universidad privada de Lima

para solicitarles tiempo de sus clases para la aplicación. La elección de cada sujeto

experimental para las distintas condiciones del estudio se realizó de manera aleatoria.

La aplicación se llevó a cabo de manera grupal en un espacio cerrado que permitía a

los participantes concentrarse y estar exentos de distracciones. Los participantes fueron

asignados a una de las dos condiciones (revelación o no revelación). A los participantes se

les entregó un cuestionario, en la primera página del cuestionario, se les explicó

nuevamente el propósito del estudio incluido dentro del consentimiento informado.

Posteriormente llenarán el QCAE y la Escala de Alexitimia de Toronto, así como también

58
la ficha demográfica. Después del llenado de estas escalas, los participantes fueron

expuestos a un estímulo de violencia.

Posterior a la exposición del estímulo, a quienes se encontraban en la condición

"exposición", se les entregó una hoja en blanco y se les pidió que expresen con libertad

todos los sentimientos, emociones y creencias que les despertó el estímulo presentado. Por

el contrario, a aquellos en la condición “sin revelación" se les entregó una hoja en blanco y

se les pidió que escribieran sobre lo que habían realizado ese mismo día. Posteriormente,

se pidió a todos los participantes que llenen la segunda parte del cuestionario en el que se

encontrarán las preguntas relacionadas a la atribución de la culpabilidad a la víctima.

Finalmente, se les presentó a todos un segundo consentimiento informado en el que se

explicitó el objetivo del estudio detalladamente y se solicitó el consentimiento para el uso

de sus datos (Anexo G).

Análisis de datos
Para realizar los análisis estadísticos se pasó la base de Excel al software IBM SPSS

Statistics versión 24. En primer lugar, se realizó un examen de datos para identificar casos

perdidos y atípicos (outliers).

Luego, se realizó la revisión de normalidad de los variables mediante la prueba de

Kolmogorov-Smirnov, así como los coeficientes de asimetría y curtosis. Luego, se

obtuvieron los estadísticos descriptivos acerca de las características sociodemográficas de

los participantes y los estadísticos de todas las escalas utilizadas. Además, se llevaron a

cabo estadísticos inferenciales para poder identificar diferencias de acuerdo con el sexo.

Posteriormente, se realizaron una serie de análisis de correlación y MANOVAs para

determinar las relaciones entre las variables y el efecto de las variables independientes en

las dependientes. Finalmente, se realizó un análisis cualitativo de las respuestas de

revelación emocional utilizando la técnica de análisis temático.

59
Resultados

Estadísticos descriptivos
Tabla 6. Estadísticos descriptivos por condición experimental
N M DE
Toma de Sin 83 2.99 0.40
perspectiva revelación
Revelación 88 3.07 0.29
Contagio Sin 82 2.28 0.62
emocional revelación
Revelación 90 2.40 0.68
Simulación Sin 82 2.46 0.55
revelación
Revelación 89 2.79 0.52
Respuesta Sin 82 2.69 0.53
periférica revelación
Revelación 89 2.79 0.57
Respuesta Sin 83 2.34 0.70
proximal revelación
Revelación 90 2.59 0.64
Identificación Sin 83 3.32 1.18
de sentimientos revelación
Revelación 90 3.33 1.23
Déficit de Sin 83 3.39 0.88
lenguaje revelación
Revelación 90 3.42 0.95
Pensamiento Sin 82 2.94 0.65
concreto revelación
Revelación 90 2.94 0.58
Responsabiliza Sin 80 3.74 1.08
ción de la revelación
víctima Revelación 84 3.02 0.74
Justificación Sin 80 2.68 1.31
para la revelación
culpabilización Revelación 89 1.63 0.71
de la víctima

La tabla 6 muestra los estadísticos descriptivos de todas las variables relevantes para

el presente estudio. Considerando que las variables “Empatía” y “Alexitimia” funcionaron

como variables control se realizaron diferencias de medias para esas variables de acuerdo al

grupo. Se encontraron diferencias significativas para las variables Simulación (t (169) = -

4.08, p < 0.01, d= 0.61) y respuesta proximal (t (166) = -2.13, p < 0.05, d= 0.32).

60
Por otro lado, se examinó la relación entre la Empatía y los niveles de Alexitimia de

los participantes con una correlación bivariada de Pearson.

Tabla 7. Correlación entre las dimensiones de Empatía y las dimensiones de Alexitimia


1 2 3 4 5 6 7 8

1. Toma de -.099 -.252**


1 .158* .296** .351** .145 -.051
perspectiva

2. Contagio emocional 1 .400** .236** .591** -.012 -.153* -.095

3. Simulación 1 .287** .622** -.350** -.366** -.435**

4. Respuesta periférica 1 .267** -.093 -.028 -.267**

5. Respuesta proximal 1 -.082* -.244** -.147

6. Identificación de .558** .499**


1
sentimientos

7.Déficit de lenguaje 1 .493*


8.Pensamiento
concreto 1
*p < .05, **p < .01

Como se observa en la tabla 7, se encontraron correlaciones negativas, significativas

pequeñas y medianas entre las dimensiones de la escala de Empatía y las dimensiones de la

Alexitimia.

Se examinó también la relación entre la Empatía y la tendencia a atribuir la culpa a

la víctima de violencia sexual con una correlación bivariada de Pearson.

Tabla 8. Correlaciones entre las dimensiones de Empatía y las dimensiones de ACVS.


1 2 3 4 5 6 7
** ** *¨*
1. JCV 1 .788 -.242 -.066 -.217 -.240** -.146
2. RV 1 -.172** -.115 -.211** -.180* -.202**
1 .158* .296** .351** .145
3. Toma_de_perspectiva

61
1 .400** .236** .591**
4. Contagio_emocional

1 .287** .622**
5. Simulación

1 .267**
6. Respuesta_periférica

1
7. Respuesta_proximal
*p < .05, **p < .01

La tabla 8 muestra correlaciones negativas, significativas pequeñas y medianas entre

las dimensiones de la escala de Empatía y las dimensiones de la escala de atribución de la

culpa a la víctima de violencia sexual, a excepción de la dimensión de Contagio Emocional.

Adicionalmente, se examinó la relación entre los niveles de alexitimia y la tendencia

a atribuir la culpa a la víctima de violencia sexual con una correlación bivariada de Pearson.

Tabla 9. Correlaciones entre Alexitimia y ACVS

1 2 3 4 5
1.JVC 1 .788** .123 .074 .150
2.RV 1 .203** .087 .084
3.Identificación 1 .550** .500**
sentimientos
4.Déficit lenguaje 1 .493**
5.Pensamiento concreto 1
*p < .05, **p < .01

Se observa en la tabla 9 que únicamente se encontró una relación positiva,

significativa y pequeña entre la dimensión “Responsabilización de la víctima” y la

dimensión de “Identificación de sentimientos” de la Alexitimia.

Posteriormente, realizó una diferencia de medias en la tendencia a atribuir la

responsabilidad a la víctima de acuerdo con la condición experimental. Se encontraron

diferencias significativas tanto en la dimensión de “Responsabilización de la víctima” (t=


62
4.97, gl = 162, p< .001, d = .78, M(revelación)= 3.02, DE(revelación) = .74, M(no revelación)=3.7, DE(no

revelación)= 1.09 ), como en la dimensión “Justificación de la culpabilización a la víctima” (t=

6.44, gl = 197, p< .001, d = .87 M(revelación)= 1.63, DE(revelación)= .71, M(no revelación)=2.66,

DE(no revelación)= 1.31). Así, aquellos participantes que pasaron por la situación de revelación

emocional tendieron menos a la atribución de culpabilidad a la víctima de violencia sexual

en comparación a aquellos participantes que no pasaron por la situación de revelación

emocional.

Así también, se realizó un MANOVA de dos vías 2 (Situación experimental:

Revelación vs No revelación) x 2 (Nivel de empatía: Alto vs. Bajo) con responsabilización

de la víctima(1) y justificación de la culpabilización de la víctima(2) como variables

dependientes. El efecto de la interacción entre la situación experimental y el nivel de

empatía sobre las variables dependientes combinadas resultó ser no significativo F (2, 151)

= 1.12 Lambda de Wilks = .971, p = .110, η2 parcial = .029. Sin embargo, el efecto

principal de la situación experimental fue significativa tanto para la variable dependiente

“Responsabilización de la víctima”: F(1) (1, 151) = 20.42, p(1) < .01, η2 parcial(1) = .118,

donde la condición “no revelación” (M = 3.74, DE = 1.12) tuvo mayores puntajes que la

condición “revelación” (M = 3.03, DE = .75); Como para la variable dependiente

“Justificación para la culpabilización de la víctima”, F(2) (1) = 40,68 p(2) < .01, η2 parcial(2)

= .211, donde, de manera similar, la condición “no revelación” (M = 2.74, DE = 1.32) tuvo

mayores puntajes que la condición “revelación” (M = 1.65, DE = .73).

Adicionalmente, se realizó un MANOVA 2 (Situación experimental: Revelación vs

No revelación) x 2 (Nivel de alexitimia: Alto vs. Bajo) con responsabilización de la

víctima(1) y justificación de la culpabilización de la víctima (2) como variables dependientes.

El efecto de la interacción entre la situación experimental y el nivel de empatía sobre las

variables dependientes combinadas resultó ser no significativo F (2, 155) = 1,63 Lambda de

63
Wilks = .979, p = .199, η2 parcial = .021. Sin embargo, el efecto de la situación

experimental fue significativa tanto para la variable dependiente “Responsabilización de la

víctima”: F(1) (1) = 23,35, p(1) < .01, η2 parcial(1) = .130, donde la condición “no

revelación” (M = 3.73, DE = 1.10) tuvo mayores puntajes que la condición “revelación” (M

= 3.02, DE = .74); como para la variable dependiente “Justificación de la culpabilización de

la víctima”, F(2) (1, 155) = 40,41, p(2) < .01, η2 parcial(2) = .206, donde, de igual forma, la

condición “no revelación” (M = 2.69, DE = 1.32) tuvo mayores puntajes que la condición

“revelación” (M = 1.63, DE = .73)

Del mismo modo, el nivel de alexitimia, por sí solo, tiene también un efecto

significativo en la variable “Responsabilización de la víctima”, F(1) (1) = 7,79, p(1) < .05, η2

parcial(1) = .048, la “alexitimia alta” (M = 3.54, DE = .93) tuvo mayores puntajes que la

“alexitimia baja” (M = 3.15,DE = 1.02). Por el contrario, no se encontró un efecto

significativo para la variable “Justificación de la culpabilización de la víctima”.

Se examinaron también las diferencias en relación con las emociones

experimentadas después de leer la noticia de violencia, comparando al grupo control (no

revelación) con el grupo experimental (revelación). Se encontró que mientras el grupo

experimental tendió a sentir más disgusto (t = -5.054, p =.000, M(revelación)= 2.55,

DE(revelación)= 1.332, M(no revelación)= 2.50, DE(no revelación)= 1.369), el grupo control (no

revelación) tendió a sentirse más nervioso (t= 2.137, p=.034, M1= 1.85, DE1= 1.246, M2=

2.27, DE2= 1.304). Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas en referencia

a la escala total de emociones negativas.

Además, se analizaron las emociones expresadas como respuesta al estímulo escrito

de violencia sexual en la situación experimental. Para el análisis, al igual que en el primer

estudio, se utilizó la técnica de análisis temático.

Figura 2. Categorización de respuestas emocionales situación de revelación.


64
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0

Los resultados muestran el predominio de emociones negativas, dentro de las cuales

destacan la frustración, indignación, cólera pena/tristeza, miedo y decepción. En menor

medida se expresó en haber sentido impotencia, desconfianza, asco, repudio y el sentirse

molestos.

Se presentaron ciertas variaciones en la expresión emocional de acuerdo con el sexo

de los participantes; siendo las mujeres quienes expresaron una mayor cantidad de

emociones en comparación con los hombres. Como se observa en el gráfico 3, las mujeres

tendieron a expresar más frustración por la situación de violencia que los hombres. La

frustración por la situación de violencia se subdivide en dos elementos, (1) la frustración

por la cotidianidad de los eventos de violencia sexual en la actualidad; elemento que en

muchos de los casos aparece acompañada de sentimientos de desesperanza, miedo y cólera.

Por otro lado, (2) la frustración por la falta de justicia que suele caracterizar estos casos.

“Me siento frustrada, esas cosas pasan todos los días y parece que no hay
forma de cambiarlo” (Mujer, 19 años).

“Siento frustración porque pienso que esto ahora pasa los días y no baja no
se soluciona ya no siento esperanza y me pongo a pensar que en cualquier
momento me puede pasar a mí y eso me da miedo, me da miedo pensar que le
pueda pasar a mis amigas, mi hermana, me duele pensar que vivo en una sociedad
así” (Mujer, 23 años).
“Creo que lo que siento es frustración, porque pienso que en estos casos
muy pocas veces se consigue justicia y es injusto que ahora María va a tener que
cargar con ese peso por el resto de su vida” (Mujer, 22 años).
65
El miedo fue también ampliamente expresado por las mujeres. El miedo fue

expresado por las participantes tuvo como fuente dos elementos principales: (1) el miedo a

convertirse en víctimas y (2) el miedo a que un ser querido se convierta en víctima. Tras

este punto cabe resaltar que en el caso de los hombres solo se expresó el miedo a que un ser

querido se convierta en víctima.

“Pienso en que es algo que podría pasarme y solo puedo sentir miedo”

(Mujer, 21 años).

“Creo que siento tristeza por María, pero también siento miedo, solo de

pensar que le puede pasar a mi madre, mi hermana o mi enamorada, no puedo ni

terminar de pensarlo” (Hombre, 23 años)

Figura 3. Emociones expresadas por las mujeres.

35
30
25
20
15
10
5
0

Adicionalmente, fueron también las mujeres quienes mostraron más frustración por

el comportamiento de la víctima y decepción por el comportamiento de la misma. Por el

66
contrario, fueron los hombres quienes expresaron mayor impotencia ante la imposibilidad

de evitar una situación de ese tipo.

“Me frustra pensar en todo lo que pudo haber hecho María para que esto

no pase, como no ir con un desconocido, y menos tomar con él” (Mujer, 19 años).

“María no debió irse con ese chico, no es que sea su culpa, pero una debe

cuidarse si sabe que es algo común que pasa” (Mujer, 20 años).

“Lo que siento es impotencia, por no poder hacer nada, esto pasa

constantemente y me imagino que hasta le podría pasar a mi enamorada ¿y yo qué

podría hacer? Nada” (Hombre, 20 años).

Cabe resaltar que el desinterés, asociado a la recurrencia con la que suceden los

casos de violencia sexual en el contexto peruano, aparece como una emoción recurrente

tanto en el caso de los hombres como en el caso de las mujeres.

“La verdad es que no siento nada, se podría decir que es desinterés, no es

que sea malo, pero es algo que sucede tanto que realmente ya no siento nada”

(Hombre, 20 años).

Figura 4. Emociones expresadas por los hombres.

67
14
12
10
8
6
4
2
0

Así también, se reconoce que las emociones se encuentran asociadas a distintos

elementos de la situación de violencia evaluada. La cólera, rabia, indignación, repudio y asco

se encontraron más asociados al papel que juega el agresor en el acto de violencia evaluado. Por

otro lado, la frustración por las acciones de la víctima, la pena y la tristeza se encontraron más

asociados a el rol de la víctima en el caso de violencia evaluado.

Finalmente, es importante resaltar que las emociones no se expresaron de manera

aislada, sino en conjunto con otras emociones, atribuciones de culpa y reflexiones sobre el

evento evaluado. De tal forma, la expresión de emociones, en algunos casos, se caracterizó

por la ambivalencia, expresando emociones negativas relacionadas con la víctima y el

agresor paralelamente.

68
Discusión

Tanto la teoría del mundo justo como la hipótesis de atribución defensiva proponen

que el culpar a la víctima sirve como mecanismo para manejar emociones perturbadoras. El

hecho de enfrentarse a actos de violencia sexual amenaza las creencias en un mundo justo y

la ilusión de seguridad y orden, despertando emociones negativas. Estas emociones

negativas motivan los esfuerzos por restablecer la sensación de seguridad y las creencias en

un mundo justo, y culpar a la víctima por lo sucedido proporciona un medio para hacerlo

(Lerner, 1980; Pennebaker & Chung, 2011). En este contexto, culpar a la víctima se

convierte en una forma de reevaluación que permite modificar las cogniciones de las que

surgen las emociones perturbadoras (Gross, 2002).

De tal forma, si las emociones negativas motivan la culpabilización y la revelación

emocional alivia las emociones negativas, la revelación de las emociones provocadas al

evaluar un acto de violencia sexual deberían de reducir la atribución de culpabilidad la

víctima. La presente investigación respalda esta hipótesis, proporcionando además

evidencia de que la atribución de culpabilidad es una forma de gestión de la emoción y de

reajuste cognitivo.

De acuerdo con Harber y Pennebaker (1992), la revelación emocional da lugar a la

asimilación emocional. La asimilación emocional, basada en las teorías de discrepancia de

la emoción, se produce cuando las creencias existentes y la nueva información se realinean,

aliviando las emociones negativas resultado de una discrepancia. Considerando que las

emociones se encuentran siempre enmarcadas en un contexto, la expresión de las mismas

facilita la alineación emocional al permitir reflexionar sobre el contexto o estímulo que

produce esas emociones e integrar eventos perturbadores y creencias previas. Lo anterior

implica que la revelación emocional escrita no permite únicamente procesar emociones, si

no que brinda un espacio para reflexionar sobre las creencias asociadas al estímulo que

69
produce esas emociones (en este caso, un estímulo de violencia sexual), permitiendo

reajustar esas creencias conduciendo a juicios menos sesgados.

Así, la ausencia de diferencias significativas en la escala de emociones negativas,

podría dar cuenta de que la revelación emocional no necesariamente se traduce en una

vivencia más o menos intensa de las emociones, pero sí permite trabajar sobre las creencias

que surgen a partir de la activación emocional. Los resultados del análisis cualitativo

brindan soporte a la idea planteada en líneas anteriores. En la situación de revelación

emocional los participantes expresaron no solo sus emociones, si no también creencias

acerca de la situación de violencia sexual. Lo participantes mostraron, también, cierta

ambivalencia en la que creencias asociadas a la culpabilización de la víctima conviven con

aquellos argumentos que la exculpan y emociones de tristeza, miedo y frustración.

Lo anterior refuerza lo planteado por Harber y Pen|nebaker (1992) quienes postulan

que la revelación emocional promueve una realineación del conflicto ya que, permite

traducir respuestas emocionales al lenguaje, reduciendo así la carga emocional y

permitiendo que las creencias se alineen gradualmente con los eventos, reduciendo las

discrepancias y las emociones que surgen como respuesta a la discrepancia (Pennebaker &

Chung, 2011).

Paralelamente, fue objetivo también de esta investigación el explorar la relación

entre la empatía, la alexitimia y la atribución de culpabilidad a la víctima de violencia. Al

respecto, cabe resaltar que la muestra del presente estudio se caracterizó por presentar altos

niveles de alexitimia, cerca al 60% de la muestra superó el índice de diagnóstico clínico de

alexitimia (Páez et al, 1999). Este resultado concuerda con lo encontrado por Dere, et al

(2012), en muestras de países colectivistas en los que la elaboración de las emociones suele

ser menor debido a que las características más salientes de la experiencia emocional

resultan ser externas y orientadas al grupo.

70
Por otro lado, es también importante resaltar que, en promedio, la tendencia a

atribuir la culpa a la víctima de violencia sexual fue baja. Lo anterior cobra sentido si se

considera que la muestra de este último estudio corresponde a una muestra universitaria.

Diferentes estudios establecen que la población universitaria suele tender menos al

mantenimiento de distintas formas de prejuicio, ya que estos suelen ser educados en favor

de la tolerancia y aceptación de los otros (Beramendi, Espinosa y Ara, 2012).

Los resultados mostraron una relación inversa y significativa entre las dimensiones

que miden la empatía y las dimensiones que miden la alexitimia, con excepción de la

dimensión de “Contagio emocional”. La empatía, entendida como un estado afectivo

isomórfico al de otra persona, resulta del reconocimiento de emociones y del

reconocimiento de que esa emoción pertenece a otra persona, lo cual implica la necesidad

de una toma de perspectiva (Bloom, 2016). De tal forma, el reconocimiento de las

emociones, al margen de su expresión, forma parte de la definición de empatía. Por su lado,

la alexitimia se define como la dificultad o incapacidad de reconocer y expresar las propias

emociones. Así, los resultados coinciden, con lo propuesto por Natsuki, Takemada y Hideki

(2016), quienes proponen que el reconocimiento de las emociones, condición opuesta a la

alexitimia, aparece como una condición para el despliegue empático.

Por otra parte, se encontró que existe una relación inversa y significativa entre la

dimensión de “responsabilización de la víctima” y las dimensiones de “toma de

perspectiva”, “simulación”, “respuesta periférica” y “respuesta proximal” que miden la

empatía. Paralelamente, también se encontraron relaciones inversas y significativas entre la

dimensión “Justificación de la culpabilización de la víctima” y las dimensiones de “toma de

perspectiva”, “simulación”, “respuesta periférica”.

Los resultados descritos coinciden con los de Smith y Frieze (2003) quienes

encontraron también una correlación inversa entre la empatía y la atribución de

71
responsabilidad a la víctima de violencia. Sin embargo, aunque la empatía se entiende

como una emoción social, la conducta empática distingue entre aquellos con los que se

tiene mayor cercanía emocional e identitaria. Lo anterior se presenta como una posible

explicación para la ausencia de relación entre la tendencia a atribuir la culpa a la víctima y

las dimensiones de “respuesta proximal” y “contagio emocional”. La respuesta proximal,

como dimensión, da cuenta de la capacidad de respuesta emocional cuando se es testigo del

estado emocional de otros en un contexto cercano. Por su lado, el contagio emocional hace

referencia al reflejo automático de los sentimientos de otros en un contexto

próximo. Ambas dimensiones de la empatía dan cuenta entonces del despliegue empático

hacia otros cercanos, mientras que la atribución de responsabilidad a la víctima implica el

pensar en otra persona que no necesariamente se encuentra en un contexto cercano.

Por otro lado, se encontró una relación directa y significativa entre la dimensión de

“identificación de sentimientos” de la escala de alexitimia y la dimensión de

“Responsabilización de la víctima”. Estos resultados indican que la dificultad para

identificar los propios sentimientos resulta en respuestas, que podrían ser entendidas como

automáticas, de atribución de culpa, para las cuales el contenido o justificaciones para la

atribución resultan menos relevantes, funcionando más bien como un reflejo ante las

emociones amenazantes.

Contrario a lo esperado, no se encontraron diferencias significativas en la tendencia

a atribuir la culpa de acuerdo con el sexo del participante. Diferentes autores proponen que

la tendencia a atribuir la culpa suele ser mayor entre los hombres debido a una menor

identificación con la víctima y menor experiencia con eventos de violencia sexual (Janos &

Espinosa, 2018). Sin embargo, los resultados de la presente investigación podrían encontrar

explicación si se considera que la aplicación de la investigación se dio dentro de un

72
ambiente universitario que en los últimos años realizó esfuerzos direccionados a la

educación y sensibilización en temas relacionados a la violencia de género.

Los resultados de esta investigación dan cuenta de que mecanismos emocionales

como la empatía, más estudiados en relación con la atribución de culpabilidad a la víctima

de violencia no son suficientes para comprender este fenómeno. Dado que la empatía

requiere de mecanismos previos para su despliegue la exploración de su relación con otros

constructos resulta necesaria. La alexitimia aparece entonces en este contexto como un

elemento base que parece condicionar la conducta empática. Sin embargo, los resultados

del presente estudio dan cuenta también que estudiar constructos como la empatía y la

alexitimia de manera unidimensional impide el profundizar en los elementos o dimensiones

particulares que caracterizan su relación.

Aún más importante, se encontró que la revelación emocional permite reducir la

tendencia a atribuir la culpa a la víctima, y que su efecto parece superar al de la empatía y

la alexitimia. Ello podría deberse a que la expresión escrita de las emociones es un ejercicio

asistido en el que la expresión de los sentimientos, y por ende el pensar en el evento que los

suscita, es requerido de manera explícita. Así, todos los participantes, independientemente

de cuán empáticos fueran, e incluso a quienes más se les dificulta la identificación y

expresión de sus emociones debieron pensar en ellas, dando oportunidad a que las mismas

y su correlato cognitivo cobren un sentido. Lo anterior implica que el intentar expresar las

emociones que un evento traumático suscita fomenta la alineación emocional y cognitiva de

creencias y emociones disonantes.

Es importante que futuros investigadores consideren como variable el grado de

victimización de los participantes, ya que el haber sido víctima de violencia sexual, o

conocer alguna víctima de violencia sexual podría incrementar la identificación y jugar un

rol importante en la atribución de responsabilidad. Así también, deberán controlarse otras

73
variables importantes como la tendencia a sostener creencias y actitudes sexistas, los cuales

se encuentran altamente relacionados con la atribución de culpa a la víctima tal como se

encontró en el segundo estudio de la presente tesis. Por otro lado, deberá también

considerarse la medición de la empatía como estado, con la intención de explorar si la

revelación emocional es capaz de incrementar la empatía situacional.

Adicionalmente, el experimento debería replicarse considerando también la

medición de la atribución de responsabilidad al agresor. Lo último permitirá diferenciar si

la revelación emocional funciona como un atenuador de la atribución de responsabilidad

indistintamente del objeto de atribución. Estudios en torno a la revelación sostienen que la

persistencia de su efecto podría variar de acuerdo a la naturaleza del mismo; así por

ejemplo, efectos en la salud parecen ser persistentes y sostenerse a lo largo de semanas,

meses e incluso años (Acar &Dirik, 2019). Así, elementos como la persistencia del efecto

de la revelación emocional en los procesos de atribución de culpa surge como un

interesante tema de estudio. Por último, el presente estudio deberá replicarse con otras

poblaciones, esto resulta de especial importancia si se considera que los estudiantes

universitarios son sensibilizados en un espacio que aboga por la igualdad y la justicia, lo

cual en sí mismo debería reducir la tendencia a atribuir la culpa a la víctima de violencia.

Discusión General
El primer estudio permitió evidenciar que la atribución de la culpa a la víctima de

violencia parece ser una tendencia incluso al tratarse de la evaluación de un acto de

violencia en el que no se tiene información detallada y/o certera sobre la víctima o los

sucesos que acontecieron.

Los contenidos de los argumentos utilizados para atribuir la culpa a la víctima dan

cuenta de la prevalencia de creencias sexistas. Sobre este último punto cabe resaltar que,

aunque la atribución puede considerarse un mecanismo defensivo, el contenido de esa

74
atribución se formula a partir de creencias previas, por lo que no sorprende que los

argumentos analizados en el primer estudio reflejan creencias arraigadas en un sistema

patriarcal predominante en la sociedad peruana.

Por otro lado, como resultado del segundo estudio se obtuvo una escala confiable

para la medición de la tendencia a atribuir la culpa a la víctima de violencia sexual. Sin

embargo, es importante considerar que los reactivos de la escala se crearon en base a un

análisis cualitativo contextualizado en la problemática de la violencia sexual en el Perú, por

lo que futuros investigadores deberán validar la escala en contextos diferentes.

Por su lado, los resultados del tercer estudio aportan a una creciente línea de

investigación sobre el trabajo sobre las emociones como mecanismo para el manejo de

procesos atribucionales. Así, el presente estudio muestra que reflexionar sobre las propias

emociones, a través de la revelación emocional, conduce a juicios más empáticos y,

posiblemente, más justos reduciendo la tendencia a atribuir la culpa a la víctima. De tal

manera, la técnica de revelación escrita de las emociones parece brindar un espacio que no

es exclusivo de los procesos emocionales, sino que también permiten reflexionar sobre los

eventos que producen esas emociones, dando espacio a respuestas más justas para la

víctima.

Las cifras de atención a víctimas de violencia dan cuenta de una problemática

vigente en el Perú. Muchas de las víctimas buscan afirmación y simpatía pero en cambio

resultan doblemente victimizadas después de que se les atribuye la culpa de lo sucedido. El

presente estudio sugiere que motivar a los testigos a practicar la revelación emocional

podría resultar una forma para evitar la victimización secundaria. La presente investigación

podría tener también implicancias para el procesamiento judicial de casos de violencia o la

atención de los mismos en aquellos centros que reciban a las víctimas.

75
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92
Anexo A

Por favor, lea el siguiente relato

María, de 23 años, se convirtió en víctima de violación después de subirse a un carro en la


carretera central. María intentaba regresar a Lima un domingo después de haber pasado el fin
de semana visitando a su familia cerca a Matucana; decidió pedir un aventón para poder
acercarse más a la carretera central pues todos los colectivos pasaban llenos. Juan, de 25
años, paró en su auto al ver a María y le dijo que la podía acercar a Lima. María subió y unos
kilómetros más adelante se detuvieron en un pequeño restaurante a tomar algo. María asegura
que compartieron un par de bebidas mientras conversaban, pero comenzó a sentirse cansada
y le pidió a Juan que regresaran al auto para seguir el viaje hacia Lima. María afirma también
que, unos minutos después, Juan tomó un desvío, estacionó el auto en un descampado y abusó
sexualmente de ella.

Por favor, lea el siguiente relato

Eugenio, de 23 años, se convirtió en víctima de violación después de subirse a un carro en la


carretera central. Eugenio intentaba regresar a Lima un domingo después de haber pasado el
fin de semana visitando a su familia cerca a Matucana; decidió pedir un aventón para poder
acercarse más a la carretera central pues todos los colectivos pasaban llenos. Alberto, de 25
años, paró en su auto al ver a Eugenio y le dijo que la podía acercar a Lima. Eugenio subió y
unos kilómetros más adelante se detuvieron en un pequeño restaurante a tomar algo. Eugenio
asegura que compartieron un par de bebidas mientras conversaban, pero comenzó a sentirse
cansado y le pidió a Alberto que regresaran al auto para seguir el viaje hacia Lima. Eugenio
afirma también que, unos minutos después, Juan tomó un desvío, estacionó el auto en un
descampado y abusó sexualmente de él.

93
Anexo B
Consentimiento informado

Esta es una investigación que tiene como finalidad recabar información para una tesis de
maestría a cargo de Erika Janos. Con esa finalidad, se le pidió su colaboración, a través de la
participación en un estudio cuya duración será de aproximadamente 40 minutos.
El estudio busca conocer su opinión sobre situaciones que se presentan en la realidad de
nuestro país. Toda la información recabada es anónima y la información que brindó será
trabajada de manera confidencial y sólo con fines académicos
Agradezco de antemano su colaboración y ante cualquier duda o comentario sobre la
investigación o sobre las dudas que su participación en la misma pueda haber despertado en
relación a su propia experiencia, puede contactarse al siguiente correo electrónico:
[email protected].
Cabe resalta que esta información será analizada de manera grupal por lo que no podemos
ofrecer información individualizada de sus respuestas. Si desea tener información del
proyecto, se la haré llegar gustosa cuando ésta se encuentre disponible.

94
Anexo C
Consentimiento informado

El cuestionario busca explorar la relación entre la revelación emocional y la atribución de la


culpabilidad a la víctima de violencia.
La información será utilizada por la investigadora únicamente para fines académicos de
manera totalmente anónima. La información será analizada grupalmente, por lo que no se
podrán brindar resultados individuales pero si usted se encuentra interesado en los resultados
de este estudio puede comunicarse con la investigadora principal.
Cualquier duda, consulta o información adicional, puede escribir al siguiente correo:
[email protected]
La participación en este estudio podría haberle despertado emociones fuertes y difíciles de
procesar, relacionados con esta experiencia o experiencias relacionadas. En caso necesite
recurrir a centros de atención a víctimas de violencia sexual, se encuentran disponibles los
siguientes centros:
1. Línea 100: La Línea 100 implementada por el Programa Nacional
Contra la Violencia Familiar y Sexual, actualmente es atendida
las 24 horas de lunes a domingo. Cuenta con diferentes
profesionales entre ellos abogados, psicólogos y asistentes
sociales.
2. Chat 100: El Chat 100 es un medio virtual de atención
personalizada al ciudadano en la que se brinda asesoría para
prevenir y enfrentar situaciones de violencia familiar y sexual, la
atención es de lunes a viernes de 8am a 10pm.
3. CEM – Centros de Emergencia Mujer: El CEM es un servicio
público especializado, brinda atención integral y
multidisciplinaria a víctimas de violencia familiar y sexual. La
atención es personal y brinda orientación legal, psicológica y
social. Existen CEMs en diferentes distritos de Lima y el interior
del país.
4. Centro de Atención Integral Contra la Violencia Hacia las
Mujeres – Warmi Wasi de la MML: Es un servicio integral
gratuito de la Municipalidad Metropolitana de Lima para atender
casos de violencia de género, violencia familiar, trata de personas
y acoso sexual por medio de asesorías psicológicas y legales.
Horario de atención: 8:30 am a 5:30 pm. Dirección: Jr.
Huancavelica 470, Lima.

95
Anexo D
Lista de centro de atención para víctimas de violencia sexual

1. Línea 100: La Línea 100 implementada por el Programa Nacional Contra la Violencia
Familiar y Sexual, actualmente es atendida las 24 horas de lunes a domingo. Cuenta con
diferentes profesionales entre ellos abogados, psicólogos y asistentes sociales.
2. Chat 100: El Chat 100 es un medio virtual de atención personalizada al ciudadano en la
que se brinda asesoría para prevenir y enfrentar situaciones de violencia familiar y
sexual, la atención es de lunes a viernes de 8am a 10pm.
3. CEM – Centros de Emergencia Mujer: El CEM es un servicio público especializado,
brinda atención integral y multidisciplinaria a víctimas de violencia familiar y sexual. La
atención es personal y brinda orientación legal, psicológica y social. Existen CEMs en
diferentes distritos de Lima y el interior del país.
4. Centro de Atención Integral Contra la Violencia Hacia las Mujeres – Warmi Wasi de la
MML: Es un servicio integral gratuito de la Municipalidad Metropolitana de Lima para
atender casos de violencia de género, violencia familiar, trata de personas y acoso sexual
por medio de asesorías psicológicas y legales. Horario de atención: 8:30 am a 5:30 pm.
Dirección: Jr. Huancavelica 470, Lima.

96
Anexo E

Ficha de Datos

Edad: 17
Sexo:
Mujer
Hombre
Otro

Facultad:
Especialidad:

97
Anexo F
Consentimiento informado

Esta es una investigación que tiene como finalidad recabar información para una tesis de
maestría a cargo de Erika Janos. Con esa finalidad, se le pidió su colaboración, a través de la
participación en un estudio cuya duración será de aproximadamente 40 minutos.
El estudio busca conocer su opinión sobre situaciones que se presentan en la realidad de
nuestro país. Toda la información recabada es anónima y la información que brindó será
trabajada de manera confidencial y sólo con fines académicos
Agradezco de antemano su colaboración y ante cualquier duda o comentario sobre la
investigación o sobre las dudas que su participación en la misma pueda haber despertado en
relación a su propia experiencia, puede contactarse al siguiente correo electrónico:
[email protected].
Cabe resalta que esta información será analizada de manera grupal por lo que no podemos
ofrecer información individualizada de sus respuestas. Si desea tener información del
proyecto, se la haré llegar gustosa cuando ésta se encuentre disponible.

98
Anexo G
Consentimiento informado

El cuestionario busca explorar la relación entre la revelación emocional y la atribución de la


culpabilidad a la víctima de violencia.
La información será utilizada por la investigadora únicamente para fines académicos de
manera totalmente anónima. La información será analizada grupalmente, por lo que no se
podrán brindar resultados individuales pero si usted se encuentra interesado en los resultados
de este estudio puede comunicarse con la investigadora principal.
Cualquier duda, consulta o información adicional, puede escribir al siguiente correo:
[email protected]
La participación en este estudio podría haberle despertado emociones fuertes y difíciles de
procesar, relacionados con esta experiencia o experiencias relacionadas. En caso necesite
recurrir a centros de atención a víctimas de violencia sexual, se encuentran disponibles los
siguientes centros:
1. Línea 100: La Línea 100 implementada por el Programa Nacional
Contra la Violencia Familiar y Sexual, actualmente es atendida
las 24 horas de lunes a domingo. Cuenta con diferentes
profesionales entre ellos abogados, psicólogos y asistentes
sociales.
2. Chat 100: El Chat 100 es un medio virtual de atención
personalizada al ciudadano en la que se brinda asesoría para
prevenir y enfrentar situaciones de violencia familiar y sexual, la
atención es de lunes a viernes de 8am a 10pm.
3. CEM – Centros de Emergencia Mujer: El CEM es un servicio
público especializado, brinda atención integral y
multidisciplinaria a víctimas de violencia familiar y sexual. La
atención es personal y brinda orientación legal, psicológica y
social. Existen CEMs en diferentes distritos de Lima y el interior
del país.
4. Centro de Atención Integral Contra la Violencia Hacia las
Mujeres – Warmi Wasi de la MML: Es un servicio integral
gratuito de la Municipalidad Metropolitana de Lima para atender
casos de violencia de género, violencia familiar, trata de personas
y acoso sexual por medio de asesorías psicológicas y legales.
Horario de atención: 8:30 am a 5:30 pm. Dirección: Jr.
Huancavelica 470, Lima.

99
Anexo H
Por favor, lea el siguiente relato

María, de 23 años, se convirtió en víctima de violación después de subirse a un carro en la


carretera central. María intentaba regresar a Lima un domingo después de haber pasado el fin
de semana visitando a su familia cerca a Matucana; decidió pedir un aventón para poder
acercarse más a la carretera central pues todos los colectivos pasaban llenos. Juan, de 25
años, paró en su auto al ver a María y le dijo que la podía acercar a Lima. María subió y unos
kilómetros más adelante se detuvieron en un pequeño restaurante a tomar algo. María asegura
que compartieron un par de bebidas mientras conversaban, pero comenzó a sentirse cansada
y le pidió a Juan que regresaran al auto para seguir el viaje hacia Lima. María afirma también
que, unos minutos después, Juan tomó un desvío, estacionó el auto en un descampado y abusó
sexualmente de ella.

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