Inicios de La Historia Del Traje
Inicios de La Historia Del Traje
Inicios de La Historia Del Traje
historia del
traje
HISTORIA Y
SOCIOLOGÍA DE
LA MODA
Inicios de la historia del traje
El mundo antiguo
La historia del traje comienza hace miles de años atrás junto con los primeros
registros humanos.
Ante la incomodidad de poseer la mayor parte del cuerpo cubierto por pieles
animales, comenzó a ser indispensable otorgarle una forma a las mismas.
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Imagen 9: Culturas neolíticas
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En los climas más templados de Asia central se fueron descubriendo las fibras
naturales y vegetales, con las que se desarrollaron superficies a travès del
afieltrado de lanas y el tejido de cortezas.
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Luego, en el Nuevo Imperio (1.500 a. J.C. - 332 a. J.C), los faraones comenzaron
a llevar túnicas largas con flecos denominadas kalasiris. Se transparentaban
dejando entrever el shenti que iba por debajo.
El Kalasiris estaba tejido en una única pieza y las mujeres lo llevaban ajustado al
cuerpo por debajo de los pechos, sostenido mediante tirantes. Por encima de
los hombros utilizaban una capa corta o grandes collares adornados con piedras
preciosas que destacaban la desnudez del pecho.
Cabe destacar, además, el refinado nivel de higiene de esta cultura, por lo que
el lino constituyó un tejido esencial al ser ligero y de fácil lavado.
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conservadurismo extremo los llevó a mantener las antiguas tradiciones durante
ceremonias y galas (Laver, 1988).
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Cultura occidental: Grecia y Roma
La Antigua Grecia abarca una cultura que funcionó como embrión para la
civilización occidental.
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A su vez, se distinguían dos tipos esenciales de chitones: el dórico de lana y el
jónico de lino que, gracias a su flexibilidad, permitía una mayor variedad de
plegados.
Antes de la victoria griega sobre los persas, tanto hombres como mujeres
llevaban el cabello largo. Más adelante fue una característica reservada para
mujeres y niños, que, al llegar a la pubertad, debían cortarlo y ofrecerlo a los
dioses.
En el caso de los hombres, los sombreros eran de fieltro con el ala muy ancha y
se utilizaban únicamente en ocasiones de viaje.
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Por otro lado, durante los enfrentamientos, los guerreros griegos se protegían
con placas metálicas que reforzaban las túnicas, junto a un característico casco
que cubría prácticamente toda la cabeza y del cual se desprendía una cimera o
cola de caballo.
La pieza central fue una túnica corta semi circular llamada toga que, al ser
adoptada por los romanos, adquirió enormes dimensiones, dificultando su
adaptación al cuerpo e imposibilitando cualquier tipo de actividad física. Debido
a esto, se convirtió en una prenda reservada para las clases altas.
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Los jóvenes patricios romanos llevaban una toga praetexta de bordes púrpuras,
que al llegar a la pubertad la reemplazaban mediante una ceremonia por la
toga blanca virilis.
A partir del siglo 100 d. J.C., la toga se volvió a acortar y se la denominó pallium,
llegando así hasta convertirse en una simple banda de tela llamada stola.
Asimismo, adoptaron el chitón griego como una falda que llegaba hasta las
rodillas. Los patricios la llevaban por debajo de la toga, y los trabajadores como
única prenda. Posteriormente, evolucionó hacia la dalmática que poseía
mangas hasta los codos y fue adoptada como una de las vestimentas
principales de la iglesia cristiana.
En el cabello utilizaban un pileus o gorro de fieltro sin ala, al igual que el caculus
que comprendía una capucha a veces unida al manto o como accesorio
independiente. También solían llevar el pelo corto rizado mediante tenazas
calientes (Laver, 1988).
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Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com
La toga femenina era similar a la del hombre, excepto por el strophium o corsé
blando que se llevaba por debajo. Además, era más larga, llegando a los pies
como una especie de vestido de algodón o de seda en el caso de las clases
altas, las cuales, a su vez, destacaban mediante bordados de oro y colores como
rojo, amarillo y azul.
Para salir a la calle solían cubrirse la cabeza con un velo y los hombros con un
manto denominado pella.
En las clases altas, el lujo se expresaba mediante el cabello, el cual era asistido
por una ornatrix que dedicaba horas a la realización de peinados cónicos
llamados tutulus.
Los cabellos se usaban claros, por lo que las morenas comenzaron a teñirse e
incluso a utilizar pelucas y rizos postizos, adornados mediante tiaras con
piedras preciosas y camafeos incrustados.
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Fuente: Arquehistoria. En: http://arquehistoria.com
En la cabeza llevaba una cinta anudada en la nuca, que luego fue reemplazada
por una lujosa corona con hileras de joyas colgantes.
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Imagen 17: Justiniano y Teodora en los mosaicos de San Vital de Rávena
Teodora solía llevar una superposición de túnicas adornadas con hilos de oro,
flecos, joyas y un cinturón incrustado de piedras preciosas. Además, cubría sus
hombros con un manto púrpura y su cabeza con una diadema más compleja
incluso que la del emperador.
La misma emperatriz ordenó que sus monjes viajen a China trayendo gusanos
de seda escondidos en cañas de bambú, lo que posibilitó la reproducción y la
hilandería del tejido de seda en Bizancio.
Al igual que la seda, comenzaron a utilizarse otros ricos y exóticos textiles que
dieron cuenta de la creciente orientalización del Imperio.
El ideal de pureza y modestia indicaba que había que ocultar gran parte del
cuerpo.
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Las mujeres cubrían incluso sus rostros y manos, y los hombres llevaban
pantalones debajo de sus túnicas. Una característica particular era la
superposición de prendas holgadas, lo cual disimulaba la silueta e impedía
distinguir la sexualidad del portante.
Además, los textiles eran bordados con elementos simbólicos que aludían a
escenas religiosas, como portando un testamento.
Este uso moral del vestido tendría una gran influencia posteriormente en las
cortes renacentistas, en especial durante el reinado de Isabel I en Inglaterra
(Cosgrave, 2012).
Este estilo imperial se consolidó de manera tal que al día de hoy en ciertas
ceremonias religiosas aún se conservan trajes que poseen características
similares a la antigua vestimenta bizantina.
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A pesar de la caída de Roma como Imperio Occidental en el año 470 d. J.C,
Constantinopla se mantuvo firme a lo largo de la posterior Edad Media como
un centro natural de comercio con Asia, debido justamente a su ubicación
geográfica. Por lo tanto, la influencia oriental en la cultura bizantina se fue
acrecentando mediante el intercambio de bienes y conocimientos.
Además, se sumó el ascenso del sistema feudal que concentraría las riquezas en
pocas familias poderosas, debilitando el poder adquirido.
Aunque, indudablemente, las cruzadas del siglo XI fueron las detonantes del
desmoronamiento de una cultura tan rica e histórica como fue la bizantina.
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Referencias
Arque Historia (s. f.). En: http://arquehistoria.com
Bradley, G. (1954). Western world costume. Nueva York: Appleton Century Croft.
Cosgrave, B. (2012) Historia de la moda. Desde Egipto hasta nuestros días. Barcelona:
Gustavo Gilli.
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