Libro de Mercantil A J A

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DERECHO MERCANTIL

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Anchi Fretes ♥

MERCANTIL I
CAPITULO I

SUMARIO: 1. Ideas preliminares. 2. El comercio desde el punto de vista


económico. 2.1. Derecho Económico. 3. Comercio desde el punto de vista jurídico.
4. Derecho Comercial. 5. Caracteres del Derecho Mercantil. 5.1. Comercialización
del Derecho Civil. 5.2. La Disgregación. 6. Sistemas subjetivo, objetivo y mixto. 7.
Tendencias actuales. El Derecho y el proceso de cambio. 7.1. El mundo como un
solo mercado. 8. Introducción y desarrollo histórico. 8.1. Retroceso de la
civilización con la invasión de los bárbaros y en la primera época de la Edad
Media. 8.2. El régimen corporativo medieval. 8.3. Las ferias y el fomento de la
unificación de las normas mercantiles. 8.4. El Derecho Estatuario: Su fundamento
racional. La justicia consular. 8.5. Época Moderna y Contemporanéa. 8.6. El
Código de Comercio Francés. 8.7. El Código de Comercio Alemán. 8.8. El Código
de Comercio de Chile. 8.9. El Código de Comercio de Italia. 8.10. El Código Suizo.
8.11. Paises del Common Law 9. La Legislación Mercantil en nuestro país. 9.1.
Derecho Indiano. 9.2. Fuentes iniciales del Derecho Indiano en el Paraguay. 9.3. El
consulado de Comercio. Los Jueces y Diputados. 9.4. El Derecho Patrio o Nacional.
9.5. Vigencia del Código de Comercio Español de 1829. 10. La recepción del
Derecho argentino en el Paraguay. 10.1. Código Civil. 10.2. Código de Comercio.

1. Ideas Preliminares
Algunas definiciones iniciales harán comprender el alcance del Derecho Comercial: “El
complejo de normas que regulan las relaciones provenientes de la práctica de actos de comercio y
los derechos y obligaciones de las personas que ejercen profesionalmente esos actos: los
comerciantes y sus auxiliares.
“Es el Derecho que regula las relaciones que surgen de las actividades comerciales”.
Vidani nos enseña, que el comercio es:
“El complejo de actos de intercambio entre productores y consumidores que, ejercidos
habitualmente y con el fin de lucro realizan, promueven y facilitan la circulación de los productos
de la naturaleza y de la industria, haciendo más fácil y rápido la oferta y la demanda”.
Derecho del Comerciante o derecho de los actos de comercio, el Derecho Mercantil es un
vivo contenido, en perpetuo reajuste, pero apuntando siempre a esos grandes conceptos: Comercio,
comerciante, institutos del comercio, expresa Jorge H. Escobar.
2. El Comercio desde el punto de vista económico.
Si bien en un principio, para quien se inicia en el estudio del Derecho Comercio es el
que constituye el mismo el derecho del comercio, y por consecuencia el derecho de los
comerciantes, dados sus antecedentes históricos; sin embargo, tal conceptuación no puede
admitirse.
Es necesario, para su comprensión, analizar qué se entiende por el concepto económico
de comercio que es una actividad humana que pone en circulación la riqueza producida,
aumentando así las utilidades.
En la Republica de Platón, obra que sigue vigente hasta nuestros días, el filósofo, al
investigar el origen de la justicia, indaga primero los orígenes del Estado. Precisamente por la
imposibilidad en que se encontraban los individuos de saciar con sus propias capacidades y
recursos todas sus necesidades, y que por ello son llevados a que se aproximen unos a otros para
intercambiar los productos que constituyen excedentes de su trabajo. Por eso, el hombre tiende a
vivir en grupo, constituyéndose en sociedad.
Es la llamada economía del trueque, porque en su fase primitiva los productos del trabajo
individual eran intercambiados directamente del productor al consumidor. Lo que a unos les
sobraba, a otros les faltaba.
Ives Guyot describe, lo que hace el comerciante. Citando a Turgot, señala que el cambio
se realiza en el momento en que cada uno atribuye a la cosa que adquiere más valor de la que
cede. En una variada forma de trueque cada parte compra a la otra: uno una cosa, otra una moneda;
todo en un acto de buena voluntad.(Guyot, Ives.El comercio y los comerciantes, pp. 2-3).
El comercio se inicia en forma rudimentaria con el trueque; después aparece la moneda y
luego el crédito.
La evolución económica que se ha operado en la Provincia del Paraguay, desde los
albores de la Conquista, configuró en el transcurso de casi toda su existencia, un sistema al cual se
reducían las operaciones comerciales: Fue el trueque la forma primitiva del cambio.
Por eso afirma Peramás : “La moneda no se usaba entre los guaraníes, siguiendo la
costumbre primitiva, permutaban mercancías por mercancías, sistema más apropiado a la
simplicidad natural”.
Así se usaban en los intercambios y como moneda el hierro, la vara de algodón, la
yerba y el tabaco, hasta el año 1779, cuando con la introducción de la moneda española la
economía de trueque evolucionó a la economía de mercado.
Desde la óptica del estudio de la economía, se podría precisar lo que significa la
actividad de comerciar. Así, por ejemplo:
“Comercio- dice Siburu -, es la actividad humana que tiene por objeto mediar entre
la oferta y la demanda para promover, realizar o facilitar los cambios y obtener con ello una
ganancia calculada sobre la diferencia de los valores de cambio”.(Siburu, Juan B. Comentario al
Código de Comercio Argentino, t. 1, p. 28).
“Los actos de comercio son los que realiza una persona no para satisfacer una
necesidad propia, sino como intermediario, persiguiendo habitualmente un fin de
especulación”(Zavala Rodríguez, Carlos J. Código de Comercio y leyes complementarias.
Comentados y concordados, t. 1, p. 5).

2.1. Derecho Económico


Introducción: La ley es una de las principales fuentes de esta nueva disciplina. Sin
embargo, el problema con que tropieza en la legislación económica es precisar las materias que
quedan comprendidas bajo una denominación tan genérica, lo que es el reflejo de la falta de
precisión del contenido del Derecho Económico.
Se puede caracterizar la legislación económica como el conjunto de leyes que reglan
la intervención directa o indirecta del Estado en la economía y que reglamentan la organización
privada en sus relaciones de orden económico con el Estado, expresa Carvallo Hederra.(Carvallo
Hederra, Sergio.- Manual de Legislación Económica. Editorial Jurídica de Chile. Santiago de Chile,
1983, pp. 17, 18).
Habrá una intervención directa cuando el Estado imponga a los particulares una
acción u omisión abierta y exclusivamente con fines de política económica. Los ejemplos más
relevantes serían la fijación de precios máximos o mínimos, las medidas de racionamiento y
distribución de determinados bienes, la fijación de tasas de interés, la implementación de
determinados sistemas crediticios.
Habrá una intervención indirecta cuando el Estado cumple o realiza sus propósitos,
recurriendo a arbitrios tales como la concesión de subvención o subsidios, incentivos económicos,
privilegios tributarios o crediticios, tributación alta y progresiva , barreras aduaneras, etc.
Habrá una legislación económica que recae sobre la organización privada en sus
relaciones de orden económico con el Estado, - es el caso de la autoridad monetaria y de la
legislación bancaria-, en la legislación de sociedades anónimas y en particular de las sociedades
especializadas de este tipo, como las de seguros, administradoras de fondos mutuos, la legislación
antimonopólica, etc.
Partiendo de que la Economía Política trata de los bienes escasos que existen en una
sociedad y que se reputan aptos para satisfacer las necesidades de una colectividad, Julio Vega M.
analiza nuestra materia afirmando que en ese sentido, el resguardo o protección de los bienes
escasos se realiza a través del derecho, comprendido en su mas amplia acepción.
El Estado – guardián del equilibrio social – puede dictar normas para llevar a cabo
determinadas políticas respecto a la escasez de bienes. Estas normas forman el Derecho Económico.
El Derecho Económico es, entonces, la rama del Derecho que comprende las
normas destinadas a llevar a cabo la política económica de un pueblo. En otras palabras, es la
política económica legislada.
Decimos que la política económica es legislada, porque las normas de Derecho
Económico son las propias de la producción y distribución de los bienes y servicios aptos para
satisfacer las necesidades de las personas y/o de la colectividad.
3. Comercio desde el punto de vista jurídico
El derecho se preocupa de las actividades del comercio para tutelarlo con reglas jurídicas. De
ahí que el concepto económico no se ajusta ni coincide con el concepto jurídico. Esto ocurre, porque
muchas actividades como las empresas agrícolas o artesanales, negocios inmobiliarios, etc., escapan
al concepto jurídico de comercio; sin embargo, se hallan comprendidas dentro del concepto
económico. Y por el contrario, actividades que escapan al concepto económico integran el concepto
jurídico, tales como la letra de cambio y pagarés, por ejemplo que pueden ser utilizados por personas
que no son comerciantes para fines civiles.
De allí que los tratadistas buscan una definición apropiada comercio, desde el punto de vista
jurídico. Ya Ulpiano lo definía como:”Lato sensu comercium est emedi vendendique invicem jus.
“En sentido lato, el comercio en el derecho de comprar y vender recíprocamente” Pero el hecho de
comprar y vender recíprocamente, inserta en esta definición, no fundamenta el concepto jurídico del
comercio.
Una definición satisfactoria puede ser la de Vidari cuando expresa: “Es el complejo de actos
de intercambio entre el productor y el consumidor, que , ejercidos habitualmente y con fines de
lucro, realizan, promueven o facilitan la circulación de productos de la naturaleza y de la industria,
para tornar más fácil y rápida la oferta y la demanda”. De este concepto se pueda extraer, tres
elementos integrantes del comercio para su caracterización: intercambio, fin lucrativo y profesión
habitual.
El lucro es elemento central en la definición de Lyon Caen y Renault, y según la cual el
comercio es el conjunto de operaciones que tienen por fin realizar provecho o lucro, especulando
sobre la transformación, transporte e intercambio de materias primas.
La distinción entre concepto económico y concepto jurídico de comercio no puede servir para
aplicarlo a todos los países, dadas las características estructurales de su economía, y muchas de las
actividades no se pueden definir como comerciales. De ahí que muchos consideran muy especial esta
distinción, y son partidarios de no definir el Derecho Comercial como el Derecho del Comercio.
4. Derecho Comercial: intentos para formular una definición
La necesidad de precisar el objeto de nuestro estudio se justifica ampliamente en el aspecto
académico: el derecho como ciencia debe estudiarse separada y progresivamente.
Un somero estudio de las diversas posiciones que pretendieron captar nuestra disciplina,
para insertarla dentro del derecho positivo, con autonomía dogmática y funcional, ya no es posible
en un mundo complejo y cambiante en donde las instituciones varían de un momento a otro.
En la búsqueda de tal esclarecimiento, nos encontramos con que la finalidad del lucro o la
ganancia es inseparable de la actividad mercantil. Sin embargo, razón tiene Langle, cuando expresa
que “el fin del lucro del comercio, tan esencial desde el punto de vista económico, no lo es desde el
legal”(Langle, Emilio. Manual de Derecho Mercantil español, t. I, p. 33, nº 4.).
Participamos de la importancia de la empresa como factor de la producción, que persigue si
no un fin de lucro, si toda una organización económica y jurídica que hace realidad el sustento de la
economía en un régimen capitalista.
Pero no es suficiente la ganancia que generan las empresas, pues existen actividades como
las cooperativas, que se desenvuelven bajo formas mercantiles sin obtener un lucro directo, sino el
beneficio de sus asociados; la misma actividad agropecuaria conlleva lucro pero no es mercantil, así
como las profesionales, artísticas, etc.
El eminente comercialista italiano Alfredo Rocco sintetizó su definición así “es el Derecho
Comercial el conjunto de normas jurídicas por que se rigen las relaciones nacidas en la industria
comercial”, y que mereciera la crítica de Bolaffio, según el cual el término “industria comercial” no
es jurídico. De la teoría de Roco no surge una explicación integral de qué se entiende por Derecho
Comercial.
Se acerca bastante a la realidad actual la definición del jurista español Broseta Pont, como “el
ordenamiento privado propio de los empresarios y de sus estatutos, así como de la actividad externa
que estos realizan por medio de una empresa”.(Broseta Pont, Manuel. Manual de Derecho Mercantil,
p. 55).
Recientemente, la posición que se ubica en lo que el Derecho Mercantil es aquí y ahora, ha
cobrado fuerza.
En contra de la opinión sostenida por el distinguido profesor español Rubio, dice Etcheverry,
nos vemos constreñidos a elaborar una teoría sobre lo que el Derecho Mercantil “debería ser”, y en
lo que se presenta como legislación positiva, que de todos modos, es aparente, en vastos aspectos.
Lo que nuestra materia “debería ser” legislativamente, es lo que ella en este estadio es: una
disciplina de ciertos sujetos (comerciantes, industriales, los llamados auxiliares del comercio, las
sociedades comerciales) y de ciertos actos y actividades: organización empresarial, actos jurídicos de
representación, cooperación e interposición, sistemas de circulación y negocial mobiliario, etc.
Este derecho – concluye Etcheverry -,separado del resto solamente en función académica,
aún sostiene cierta especialidad en cuanto a las personas, cosas y organizaciones, aplicándose a las
relaciones surgidas en el ámbito jurídico una serie de principios, que en mayor o menor medida, aún
resultan preferentemente de uso para nuestra materia.
Los principios informantes (la onerosidad, habitualidad, profesionalidad, buena fe, la
costumbre y los usos, el crédito, el empresario, etc.) aún son los signos distintivos que contribuyen a
homogeneizar las estructuras de nuestra disciplina (Etcheverry, Derecho Comercial y Económico.
Parte General. Bs. As. p. 89).

5. Caracteres del Derecho Mercantil


Históricamente el Derecho Mercantil nació como una institución nueva, como fluye del
estudio de sus instituciones ancestrales en la parte de su desarrollo histórico.
Se han impuesto como instituciones permanentes y adquieren autonomía científica, el campo
de las sociedades mercantiles y el régimen bancario, por ejemplo. Así como el estatuto del
comerciante, de los corredores, martilleros, donde la ley mercantil es autónoma.
Por el contrario, existe una integración plena con el Derecho Civil, en el campo de los actos
jurídicos, obligaciones y contratos.
Entonces, el Derecho Mercantil adquiere cierta autonomía por las instituciones que persisten
en la actualidad.
La tendencia a la internacionalización se produce, a través de acuerdos internacionales o de
leyes uniformes que los distintos países quedan en libertad de adoptar.
Uno de los clásicos del Derecho Comercial opina que los comerciantes constituyen un solo
pueblo. De hecho, la obtención del lucro, que es la meta del comerciante, es un hecho universal y
desconoce fronteras.
La creación de los mercados comunes acelerará este proceso, como una necesidad para el
funcionamiento efectivo del sistema.
5.1. Comercialización del Derecho Civil. — Hay una tendencia de expansión del Derecho
Comercial por la llamada comercialización del Derecho Civil, en el cual las actividades económicas
están también inspiradas por el propósito de lucro y que buscan realizarse a través de instituciones
típicamente comerciales.
No solo las empresas civiles deben recurrir a negocios jurídicos comerciales - crédito bancario,
prenda sin desplazamiento, comercialización de semillas, abonos y de la propia producción adquirida
por acopiadores, exportadores y frigoríficos-, sino que ellas mismas adoptan formas comerciales
(constituyéndose en sociedades de responsabilidad limitada, anónimas o cooperativas).
La tendencia a la comercialización del Derecho Civil se presenta con fuerza, por momentos,
incontenible.
5.2. LA DISGREGACIÓN. - Tradicionalmente se ha nombrado así a la fracturación de sectores de una
rama del derecho- expresa Etcheverry -, para erigirse en verdaderos sistemas, que después pretenden
la clásica "autonomía". El Derecho Laboral, que en el siglo pasado se hallaba inserto en pocas reglas
legales, es hoy un verdadero estatuto de todo aquel que se encuentre en relación de dependencia.
En el campo civil, la locación de cosas, establecida como un contrato más, se erige hoy en
casi una verdadera "materia" con sus propias reglas y principios.
Langle se ha referido a la tendencia integradora, que posee una contrapartida "asimiladora".
Cita la realidad alemana, en la cual aparecen los nuevos Derechos Marítimo, Cambiario, de Seguros,
de Concursos (Quiebras). Y la asimilación se produce en ramas como la industria, que de hecho se
incorporó al orden mercantil.
Romero no se atreve a catalogar como tendencia "desintegradora", aquella que surge de la
sanción de una serie de leyes muy completas, que aparecen regulando instituciones y que no
necesariamente integran los Códigos. Cita en concreto los regímenes de seguros, de aseguradores, de
sociedades, de concursos, de martilleros, de cooperativas, de navegación, de transferencia de
tecnología, de promoción industrial, de radicación de capitales, de entidades financieras, de letra de
cambio y pagaré, de cheque, de bolsas.
A estas leyes ya se había referido Anaya, preguntándose si ante esta realidad no nos hallaríamos
en el umbral de un futuro que indicaría el fin de los códigos, para dar paso a un orden positivo
constituido por leyes especiales y particulares.
Los ejemplos podrían multiplicarse y no solamente en el orden mercantil, aunque en él la riqueza
y diversidad sean mayores.
El fenómeno descripto de disgregación y asimilación no es más que el resultado de la dinámica
del orden jurídico, que en ciertas disciplinas se observa con mayor intensidad. Este es nuestro caso.

6. Sistemas Subjetivo, Objetivo y Mixto


Se suele enseñar que el Derecho Comercial pasa de un primer estadio subjetivo (en cuanto regula
la persona del comerciante) a otro que históricamente se califica de objetivo, porque se establecen
actos que son, por su naturaleza, mercantiles. Esta segunda etapa se asigna, erróneamente, a veces a
los principios impuestos por la Revolución francesa.
Halperin recuerda que la presunción de comercialidad del negocio se recoge en la Ordenanza
francesa de 1673, la que marca una diferencia con el sistema anterior, que regulaba exclusivamente a
los comerciantes; así, la teoría de los actos de comercio elaborada en Francia daría a nuestro derecho
un carácter predominantemente objetivo, en contraposición al sistema concebido desde un punto de
vista profesional, es decir, preferentemente subjetivo. (Curso..vol. I, p. 8. nº 6.)
Romero opina que nuestro sistema, al ser de marcada inspiración francesa, resulta "netamente
objetivo" y señala que el acto de comercio es el eje central de la materia. (Curso, t. I, p. 142).
Guyénot describe lo que él denomina "ruptura con el concepto subjetivo del antiguo derecho
francés". Y agrega: "El derecho comercial francés está basado, racionalmente, en un concepto
subjetivo lleno de buen sentido; es el derecho de los comerciantes únicamente, es decir, de quienes
hacen profesión habitual de comprar para revender. A cada uno su oficio y el que ejerce la profesión
de mercader está sometido a las obligaciones que le asigna la ordenanza; a la inversa, se beneficia
con un privilegio de derecho y de jurisdicción, muy útil para la realización de su tarea". A renglón
seguido, expone que las dificultades surgirán a partir de que el derecho francés pierda su carácter
originario y deje de ser el derecho de los comerciantes para convertirse en un derecho de carácter
real, el de los actos de comercio. (Guyénot, Curso, vol. I, p. 83, n° 18.)
En nuestra opinión,- expresa Etcheverry -, el Derecho Comercial siempre fue la regulación de
sujetos y actos, en tanto que todo ordenamiento jurídico está destinado a reglar conductas, intereses
de individuos respecto de otros, en forma inmediata o mediata (v.gr., referencia a los bienes).
En una primera etapa, aparece como un derecho no escrito, carácter que conservará el sistema
anglosajón. Más adelante, se regularán simultáneamente deberes y atribuciones para ciertas
personas, que realizan una actividad diferenciada.
Téngase en cuenta que para establecer deberes y derechos a los comerciantes, habrá que indagar
quiénes son estos y esta investigación llevará directamente a los actos, a la actividad.
Por esta razón creemos que el Derecho Comercial posee una esencial unidad histórica, y si bien
existen variantes legislativas (el sistema alemán, los actos objetivos de comercio, la regulación del
empresario por el derecho italiano), siempre se estará en presencia de un orden legal que apunta a
parámetros específicos: el desarrollo y ejercicio de la industria, el comercio y ciertos servicios, para
un mercado, y además, reglas, principios, obligaciones y atribuciones que se refieren a los sujetos
que realizan tal actividad.
El grupo de los llamados "actos de comercio", introducidos con un fin procesal en el Code
francés, no constituyó nunca una categoría jurídica, por lo cual no es exacto hablar de un "derecho
objetivo", cuando el ordenamiento demuestra, en todos los países, una realidad distinta.
La codificación, que solo fue un paso más amplio que el dado cuando se sancionan estatutos y
ordenanzas, recoge todas las instituciones de nuestra disciplina en una sola ley, sistema que en la
actualidad ha desaparecido prácticamente frente a la obsolescencia de los institutos no reformados y
a la aparición de completas leyes reguladoras de sistemas como el societario o cambiarlo.
(Etcheverry, Raúl Aníbal. Derecho Comercial y Económico. Parte General, pp. 29-31.).
El concepto de empresa, a que alude el Art. 632 del Código francés, no se desprende de los
actos, de comercio, pues por empresa se entendía la repetición de esos actos en cadena, expresa
Rubens Requiáo (Curso de Direito Comercial. Ed. Saraiva. Pp. 5/11).
Ese concepto estrecho de empresa tenía que evolucionar, ante la gran organización
capitalista del comercio de los tiempos modernos. Por empresa comercial se pasó a comprender no la
cadena de actos de comercio solo, sino la organización de los factores de la producción, para la
creación de oferta de bienes o de servicios en masa.
Los autores modernos acogen el nuevo concepto del Derecho Comercial. Así Ferrer Correa
dice:" Orientación preferible -el Derecho Comercial como ordenamiento destinado a establecer la
disciplina jurídico – privada de las empresas". Garriegues: "Limitar el Derecho Comercial al derecho
propio de las empresas significa tornarlo unitario y armónico".
7. Tendencias actuales. El Derecho y el proceso de cambio
El mundo del derecho no es ajeno —en absoluto— al nuevo ritmo de obsolescencia, puesto que
el derecho positivo es un desarrollo cultural del hombre, destinado —por ende— a servir el interés
general de la sociedad.
Según destaca Etcheverry, el derecho no es ajeno a lo historia de la humanidad; aparece
vinculado con ella en diversas etapas y a través de las distintas épocas. (Etcheverry, Raúl A.:
Necesidad de ordenamiento y actualización de la legislación mercantil sobre la base del moderno
Derecho Comercial. Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones. Desalma Bs. As. 1976 p.
329).
Ya en 1978, el distinguido jurista mencionado, al abordar el tema de la obsolescencia del
derecho, efectuó una serie de precisiones sumamente valiosas, no solo por la adecuada descripción
de la realidad que conllevan, sino también en cuanto revelan una profunda comprensión de la
dirección del proceso de cambio en marcha en ese momento, de tal modo que dichos conceptos —a
pesar del tiempo transcurrido— no han perdido vigencia alguna y resultan aplicables a la situación
actual.
Dice Etcheverry" ( Necesidad de una Actualización Legislativa Permanente. La Ley, Tomo
1978-D-1106 y ss.): "Estoy convencido que todos los argentinos debemos aportar el máximo de
nuestros esfuerzos en procura de resultados concretos frente a falencias más o menos crónicas;
también, creo que es el momento de acometer contra estructuras o sistemas que ya no sirven, bien
que con toda la prudencia que el caso requiere.
El Código de Comercio ofrece una clara imagen de lo que resultó la coexistencia de normas que
tienen 100 años y reglas actuales, acordes con la evolución jurídica moderna, vigente en los países
más adelantados: los traperos y los arrieros poco tienen que ver con el contrato de transporte, cuya
regulación incorpora al ferrocarril como novedad técnica, cuando en el mundo actual nos
comunicamos vía satélite o construimos generaciones de computadoras con la mayor sofisticación
técnica"
Tras señalar que "el tiempo en el mundo jurídico es vital", subraya que si bien es verdad que
"parte de la ley se hace recogiendo lo que Ascarelli llamaba 'reconstrucción tipológica de la
realidad', muchos normas también deben indicar caminos nuevos, dentro de la realidad futura que
los juristas de mente sensible intuyan".
Hacia el final del trabajo citado, explica Etcheverry: "Lo cierto es que la realidad cambiante que
se origina en la aceleración de la historia, necesita una continua renovación de las estructuras. No es
posible, ni parece conveniente, que vivamos siguiendo paso a paso el cambio social, mas es
necesario evitar también la cristalización de estructuras jurídicas, es decir, que esa adecuación
tipológica de la realidad se haga mal o tarde".

La actividad económica no se desarrolla en un vacío legal. Aun en regímenes liberales es preciso


que el orden jurídico siente las bases del derecho de propiedad y de la validez jurídica de los
contratos, entre otros elementos requeridos para el efectivo funcionamiento de tales regímenes” (Cfr.
Mestmacker, E.: citado por Cabanellas de las Cuevas, Guillermo en Introducción al Derecho
Societario. Derecho Societario. Parte General. Heliasta S.R.L. 1993. p.46).
7.1. El mundo como un solo mercado
La empresa transnacional toma el conjunto del mundo desarrollado como un solo mercado ya sea
con el fin de producir, como asimismo para la venta de bienes y servicios.
La política económica no es, de modo creciente, ni "libre comercio" ni “proteccionismo" sino
"reciprocidad" entre regiones.
Sobre el tema, el mencionado autor destaca: "En la economía del saber ni el proteccionismo
tradicional ni el comercio libre tradicional pueden funcionar por sí mismos; lo que se necesita es una
unidad económica que sea lo bastante grande como para establecer un libre comercio y una fuerte
competencia interior significativos. Esta unidad tiene que ser lo bastante grande como para que las
nuevas industrias de alta tecnología se desarrollen gozando de un alto grado de protección. La razón
para esto reside en la naturaleza de la alta tecnología, esto es, de la industria del saber.
Esta industria no sigue las ecuaciones de oferta y demanda de la economía clásica, neoclásica y
keynesiana. En ellas los costes de producción suben de forma proporcional al volumen de
producción; en las industrias de alta tecnología los costes de producción bajan y muy rápido,-según
sube el volumen-de producción; es lo que ahora se llama la 'curva de aprendizaje”' (Drucker. La
Sociedad Postcapitalista. Sudamericana. Buenos Aires. 1993. p.129).

8. Introducción y desarrollo histórico.


Con la Historia de la Civilización nace la Historia del Comercio. Los investigadores
encuentran normas de esa naturaleza en el Código de Manu, en la India; las pesquisas arqueológicas
que revelaron a Babilonia a nuestros ojos, acrecentaron el Museo del Louvre la piedra en que fue
esculpido hace más de cuatro mil años el Código del Rey Hammurabi, tenido como la primera
codificación de leyes comerciales.
Los autores se empeñan en encontrar rastros del Derecho Comercial en antiguos ordenamientos
jurídicos. Algunos los hallan en el antiguo Código de Ur-Namú, que se remonta a 2050 años antes de
Cristo y es unos 300 años anterior al de Hammurabi; este regula formas precarias de sociedad,
transporte (en especial marítimo), préstamo, depósito, compra-venta y comisión. (Anaya, Jaime L. –
Podetti, Humberto. Código de Comercio y leyes complementarias. Comentados y concordados, t. I,
p. 18).
Compara Anaya el aislamiento del derecho de Egipto con el universalismo de la
Mesopotamia: en esta, "poblada por un mosaico de pueblos en constante movilidad", se entrecruzan
las rutas de los comerciantes y de los invasores.
Países de Oriente como China e India contaron con antiguas disposiciones
mercantiles; en China se conoció la contabilidad antes que en Occidente.
En Grecia y Roma se desarrolla el comercio, pero desenvolviéndose por dos carriles diversos: el
pequeño comerciante, que no es ciudadano y es mal mirado por quienes lo son; y el comercio
extrazona, manejado desde los niveles gubernamentales.
Por su ubicación sobre el mar Mediterráneo y en atención al medio de transporte de mercaderías
generalmente empleado, se desarrolla el tráfico marítimo y con él, importantes reglas mercantiles.
De los griegos recibimos el nautium foenus, la echazón (que vendría a su vez de los fenicios),
la Lex Rhodia de iactu y la comenda, como pacto de una sociedad embrionaria.
Recuerda Anaya la influencia que tuvo la banca en Grecia tanto la privada ls como estatal, que
realizaba operaciones de cambio, depósito y préstamo; también allí se conocieron la carta de crédito
y la transferencia.
Aunque no se ha llegado a comprobar la existencia de la letra de cambio, Cámara reconoce que
está históricamente probado que los griegos conocieron el contrato de cambio (Cámara, Héctor.
Letra de cambio y vale o pagaré. vol. I, pp. 11-12).
En el derecho griego, el Derecho Mercantil gozó de cierta autonomía, aunque no se crean
instituciones con sólido apoyo doctrinario.
El derecho marítimo, diversas figuras negociales, la utilización de principios consuetudinarios
bien arraigados y un especial procedimiento para resolver los litigios referentes al comercio, son
pruebas fehacientes de la existencia de un Derecho Mercantil diferenciado.
Halperin (Curso, vol. I. p. 4) sostiene que no hubo en Roma un Derecho Comercial, tal como se lo
concibe actualmente, pese a la intensidad de la vida mercantil y la existencia de instituciones
comerciales; ellas estaban contenidas en el derecho común.
Romero (Curso, t. I. pp. 23-24)afirma que hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en el
año 476, la humanidad no había estructurado un sistema orgánico de normas ni de principios de
Derecho Comercial.
En general, los comercialistas reconocen la existencia de instituciones propias de nuestra materia
en el extenso período de tiempo en que subsistió la civilización romana.
Probablemente se preste a confusión la terminante afirmación de algunos doctrinarios americanos
y europeos de que en Roma no existió el Derecho Comercial. La realidad fue otra: no fue una
disciplina separada con rigor jurídico; no le atribuyeron los juristas del Imperio una característica
particular aparte de la del derecho material y procesal general.
El tráfico jurídico regulado por el Derecho Civil Romano comprendía en su unidad al mercantil,
tanto en derecho material como en derecho procesal; esto era natural en aquel tiempo y para aquel
pueblo.
Dentro del sistema romano es el pretor el que vitaliza y flexibiliza el Derecho Civil, aplicando
además reglas adecuadas al caso, la buena fe, el reconocimiento de las costumbres. Primero el pretor
peregrino, después el urbano; al principio, en casos de excepción, después en forma más general, la
aplicación del derecho existente y la creación constante de un derecho nuevo muestran una vez más
el genio de los romanos.
Las reglas mercantiles directas o indirectas fueron, en Roma, numerosas; algunas tomadas de
Grecia o de pueblos conquistados, otras de propia creación,
Solo en el Digesto pueden advertirse: De lege Rhodia de iactu; De náutico foenore; Nautae,
caupones, stabularii ut recepta restituant; Furti adversus nautas...; De exercitoria actione; Locati
conducti, De lege Julia annona; De nundinis; De incendio ruina naufragio. También se citan el
Código Teodosiano, la Ley 16 del senado consulto Macedoniense y las actividades de los argentari.
Se refiere también Halperin en su obra ya citada, al desarrollo del concepto del receptum, reglas
del derecho marcario y del cambio a distancia, así como a la preposición institoria y a las actiones y
exceptiones, aplicables con provecho y flexibilidad a los asuntos mercantiles.
En Roma se conocieron estructuras asociativas, como la sodalitas, el collegium, la universitas y
el Corpus; en ellas aparece una noción aproximada de personalidad.
Había también dos figuras de sociedad (Di Pietro, Alfredo y Lapieza Elli, Angel Manual de
Derecho Romano, p. 299): la societas bonorum, en la cual los socios aportaban la totalidad de sus
patrimonios (bienes presentes y futuros) y la societas alicuius negotii, en la cual los aportes se
realizaban para una sola operación o una serie determinada de negocios.
Dicen Di Pietro y Lapieza Elli que la primera respondía a la idea de una comunidad hereditaria y
la segunda aparece más adelante por necesidades mercantiles. También evolucionan las clases de
aportes, admitiéndose primero el de capitales y después también el de trabajo. Este último queda
fuera de toda duda ante el dictado de una constitución por Diocleciano. (ob. cit.,p.299).
Puede considerarse probado que también en el mundo romano existieron las corporaciones y
asociaciones de mercaderes y navieros, esencialmente privadas, pero protegidas por el Estado,
aunque, como es sabido, la civilización romana, formada por propietarios, agricultores, artistas y
políticos, consideraba el comercio como algo subalterno.
En síntesis, afirma Etcheverry, no se descarta que los romanos no distinguieron el Derecho
Comercial como un sistema separado, a pesar de poseer otras clasificaciones jurídicas de alto nivel
científico. Pero es imposible ignorar la riqueza del ius mercatorium romano, que además se
integraba con numerosas disposiciones propias del derecho público.(Etcheverry, Raul Aníbal.
Derecho Comercial y Económico. Parte General. 3ª reimpresión. Astrea. pp. 10-14).
Se produjo una lenta reducción del comercio a consecuencia de la desintegración del imperio
Romano, cayendo en el siglo V a su más baja expresión , e introduciendo el anacronismo económico
del extremo localismo, que caracterizó a la sociedad feudal. Es que el naciente capitalismo mercantil
de Roma, todavía sufre serio colapso, en su desarrollo, con la invasión de los bárbaros y el
fraccionamiento del territorio imperial, iniciándose la fase feudal.

8.1. Retroceso de la civilización con la invasión de los bárbaros y en la primera época de la


Edad Media
Como es sabido, a consecuencia de la invasión de las tribus bárbaras a la muerte de Teodosio
(año 395) el mundo romano se dividió en dos partes: El hemisferio occidental, con Roma como
capital, y el hemisferio oriental, con Constantinopla como centro. En el Imperio occidental, invadido
por los bárbaros, se produce el choque entre los pueblos de tradición germana, por una parte, y los de
tradición romana, por la otra. La caída del Imperio romano, la invasión de los bárbaros y el
desmenuzamiento del mundo romano, fueron en su conjunto la señal de un sensible retroceso en la
civilización y una universal disgregación social y política, debido a la disolución del Estado y la
primera parte de la Edad Media, la era franca y feudal, fue también un retroceso y un largo
embotamiento de la civilización.(J. A. Silva Herzog, Historia y antología del pensamiento
económico: antigüedad y Edad Media. Madrid, 1945, pág. 185.;P. REHME, Historia universal del
Derecho Mercantil, Madrid. 1941, p. 60.; LEÓN HOMO. Nueva historia de Roma, Barcelona, 1955,
pp..103 y ss. y 411 y ss.),
El período que se extiende del siglo V al IX es, sin duda, el más obscuro y peor conocido de
nuestra historia. Ninguna época ha atravesado por tan trágicos acontecimientos. El naufragio de la
civilización romana arrastrada por la ola enfurecida de las invasiones bárbaras, las guerras incesantes
de los tiempos merovingios; más adelante, después de un intervalo demasiado corto de paz próspera
y gloriosa que trajo a Francia el reinado de Carlomagno, nuevos flagelos desencadenaron las guerras
privadas que se encendieron en todas partes: la autoridad real impotente y desafiada, el desorden y
la anarquía convertidos en única ley; tales son las imágenes que durante seis siglos se presentan a la
mirada del historiador (.F. Martín Saint León. “Historia de las corporaciones de oficio. Buenos
Aires, 1947, p. 68).
Los árabes invaden España y de allí intentan el avance hacia el Este, con su “estrategia de la
media luna”. Los pueblos invasores traen sus leyes y costumbres jurídicas, las que se enfrentan con
el rigorismo formal romano. El derecho de los invasores es fundamentalmente consuetudinario,
fuente de gran importancia para el derecho comercial.
Surge el feudalismo, cuyo fundamento económico es la organización agrícola-pastoril. Se
edifican castillos y los señores dueños de la tierra someten a sus vasallos.
8.2. El Régimen Corporativo Medieval
El renacimiento de las ciudades, que se inicia en el siglo XI, es un fenómeno íntimamente
vinculado con el renacimiento del comercio, explica Satanowsky, Marcos. (Tratado de Derecho
Comercial. T .I. Buenos Aires. 1957. pp.270/1). Las ciudades realmente activas no eran las
episcopales, militares o administrativas, sino las fundadas por la nueva clase de comerciantes
profesionales, que provocaron el resurgimiento del comercio. Esos comerciantes, que en el mundo
convulsionado de la sociedad feudal no podían vivir aislados; por razones de seguridad, se vieron
obligados a asociarse en guildas y hansas, las que en numerosos casos dieron origen a las libertades
humanas, en las comunas que vieron florecer desde el siglo XI. Ese movimiento comercial fue
intenso, especialmente en Italia, Flandes y Norte de Francia, sobre las rutas del gran comercio. Lo
mismo ocurrió en Alemania aunque en grado menor.
Es sobre todo en los países mediterráneos —como consecuencia de las Cruzadas— y
especialmente en las ciudades italianas, donde aparece el primer reflorecimiento del comercio, en
forma periódica en mercados y ferias, para asentarse luego, en forma permanente, en las ciudades
que atrajeron hacia sí la población rural, entre los años 1100 y 1300, donde el ejercicio libre de la
industria garantizaba medios de vida y derechos ciudadanos, es decir, una posición social. El que
lograba convertirse en burgués o ciudadano podía contar siempre con el apoyo de las autoridades de
la ciudad frente a cualquier intento de opresión del señor.
Las corporaciones obtenían seguridades y se organizaban y adquirían un poder que
frecuentemente les permitió comprometerse en luchas por la defensa de sus derechos. Las gildas
mercatorias , es decir las hermandades o sociedades o corporaciones de comerciantes, gracias a la
fortuna de sus miembros, fueron las primeras en hacerse reconocer oficialmente en sus luchas por las
franquicias comunales y en interés propio, al punto de que, vencedoras, la administración de la
ciudad les pertenecía y la municipalidad se confundió con la gilda o hansa victoriosa.
En la formación del Derecho Comercial autónomo, en la época medieval, concurrieron varios
factores, generalmente contemplados separadamente y que sin embargo deben ser vinculados, para
una mejor comprensión de los antecedentes históricos que dieron lugar a ese fenómeno. Cuatro son
en realidad esos factores, a saber, el mercado, las ferias, las corporaciones de comerciantes y de
artesanos y las comunas.
De ellos, el mercado es el primero que surge para su estudio, aunque no separado de las ferias —
pues estas no eran más que un gran mercado—, instituciones ambas existentes en la antigüedad. El
derecho de crear ferias o mercados era considerado entre los derechos de regalía que concedía el
señor feudal o el rey. Cuando más tarde surgieron las comunas libres y las corporaciones de
mercaderes y de oficios, ese derecho desapareció como concesión de las autoridades públicas para
estar comprendido en el derecho de las ciudades, estatuido expresa o implícitamente en las cartas
municipales.
El mercado, al comienzo del período feudal, constituye el único asiento del comercio. Fue
inicialmente un comercio periódico, para convertirse luego en permanente, y esa estabilidad dio
lugar a la formación de las corporaciones y de las ciudades, y establecidas estas últimas, obtenían la
franquicia de ciudad libre gobernada por los comerciantes.
8.3. Las ferias fomentaron la unificación de las normas mercantiles
Como hemos visto, la ciudad libre absorbió el mercado que le sirvió de origen, de desarrollo
y de prosperidad. El mercado, germen de la ciudad, ha sido modificado por el nacimiento del
comercio permanente, donde los habitantes de la ciudad y del territorio circundante podían
procurarse en los negocios abiertos todos los días lo que necesitaban. Desde entonces, los mercados
urbanos resultaron útiles para los extranjeros y para la gente de la campaña, más que para los
burgueses. El mercado dejó de ser un organismo autónomo para convertirse en un engranaje de un
organismo mayor, que era la ciudad, de la que dependía.
No ocurría lo mismo con las ferias, las que siguieron conservando su razón de ser, pues su
influencia se ejercía sobre una gran extensión territorial. Ciertas ferias tuvieron hasta una
importancia universal. La de Champagne, por ejemplo, resultó ser el eje de todo el comercio de la
Europa occidental.
A las ferias se debe el acercamiento de los mundos romano y germánico y la unificación de las
normas y costumbres comerciales; en ellas, por primera vez, los intereses de todo el comercio
europeo se agruparon bajo la protección del mismo derecho estricto y de la misma jurisdicción
mercantil. En las ferias como las de Champagne, Lyon, Flandes e Italia —en este último país el
comercio adquirió preponderancia sobre toda Europa— existió una autoridad central a la cual los
comerciantes de todas las naciones podían reclamar y con éxito una protección jurídica.
8.4. El Derecho Estatuario: Su fundamento racional. La Justicia Consular
Surge de lo expuesto que en la constitución de la ciudad contribuyeron, como elemento esencial,
las corporaciones de comercio y de artesanos, las que gozaban de autonomía y de jurisdicción
propia, con intervención de las autoridades de la ciudad. La corporación estaba íntimamente ligada a
las libertades municipales, de las cuales es a la vez emanación y reflejo. El despertar de las ideas
corporativas, en el siglo XI, fue una consecuencia de la emancipación de las ciudades.
El estatuto o constitución de las corporaciones fue, a su vez, el reflejo de la formación de las
ciudades. Una vez en el poder las corporaciones, además de la policía interior de la ciudad, se
preocuparon en activar el movimiento de sus negocios y a ello respondió la redacción de los
estatutos. "Era preciso no solamente coordinar, por una fuerte disciplina y por el espíritu de ayuda...
a los miembros de la misma profesión, sino también y sobre todo fijar las reglas consuetudinarias del
derecho del negocio y constituir una jurisdicción arbitral ante la cual fueran sometidos los juicios
comerciales. El jurisconsulto BALDO (L. 7, DIG. DE INST. ET JURE) entre los siglos XIV y XV, nos facilita
el fundamento racional de la legislación estatutaria. Era ley de excepción si en el lugar en que se
hallaba en vigor se observaba, no obstante, el derecho común, y ley general, si no se admitía el
derecho común.
"Desde el siglo XII, se hace mención de estatutos corporativos. Compilaciones generales,
referentes en especial a los colegios de mercaderes no aparecen, sin embargo, hasta fines del siglo
XIII y comienzos del XIV. A partir del siglo XV, van pareciéndose cada vez más a sus verdaderas
codificaciones”, y en esa época concluye su elaboración, debido a la declinación de la autonomía
municipal.
El derecho escrito, el estatutario, el ius mercatorum o mercatorium —que inicialmente no resulta
ser, en sentido técnico, un verdadero Derecho Comercial—, se aplicó y se extendió, por traslación, a
la población no mercantil. Esa expansión del derecho de los mercaderes, entre las ciudades,
principalmente en los países del Mediterráneo —estimulado por las ferias— es la que origina un
derecho común a todas esas ciudades y permite considerarlo como derecho comercial autónomo de
aquella época, aplicado por la jurisdicción consular. Derecho compuesto de privilegios, sentencias
legales y estatutos, se remonta a principios del siglo XII. El derecho estatutario más antiguo que nos
ha llegado de los genoveses es el del establecimiento de Pera y sus primeros capítulos se remontan a
1143. Paulatinamente, la forma objetiva de las normas ha ido predominando sobre la forma subjetiva
de los primitivos estatutos de las corporaciones. El número de normas del derecho privado,
especialmente en los estatutos comerciales, revisados y ampliados periódicamente, va en aumento,
en forma tal que en los siglos XV y XVI constituyen la codificación del derecho privado en materia
de industria y comercio.
Ese derecho privado en materia de industria y comercio tuvo su origen en las costumbres
comerciales elaboradas dentro de los gremios de los comerciantes y en la jurisdicción consular,
donde la justicia se administraba sin formalidad alguna (sine strepitu et figura iuridicii) y de acuerdo
a la equidad (ex bono et aequo), por cónsules que eran a la vez jefes de las corporaciones. Sus
decisiones daban forma concreta y certera a las costumbres, cuya interpretación contribuyó a la
formación y evolución de las instituciones jurídico mercantiles.(A. Rocco, op. cit., p. 12)
"Con la guía de estos estatutos y de los usos, la justicia fue administrada en primera instancia por
los cónsules, en la casa de la mercancía, por lo común con la intervención de un jurisconsulto y de
dos comerciantes. Se procedía allí sumariamente (sine strepitu et figura iudicii), con plazos
brevísimos de dos o tres días, conforme a equidad (ex bono et aequo, sola veritate rei inspecta); los
litigantes debían comparecer personalmente, puesto que estaba prohibida la intervención de
abogados y procuradores; cuando el tribunal estimaba la causa suficientemente instruida, juzgaba,
cortando toda discusión.
En toda la Edad Media, la organización política se hallaba estructurada en cinco
niveles: la villa, el distrito o baronato, la provincia o ducado, el reino y el imperio. Estas
correspondían , en parte a las divisiones eclesiásticas, o sea, capilla, parroquia, obispado,
arquidiócesis y jurisdicción imperial o mundial del papado. (Deutsch, Kari Wolfgang, Análíses das
relaçoes internacionais, Brasilia, UnB, 1982, pp. 99 y ss.). Tal
organización presentaba características fuertemente proteccionistas, ya que cada una de ellas
cobraba impuestos, impedía el tránsito de mercaderías por sus tierras. A medida que las Villas se
fortalecían, se transformaron en ciudades – estado , que a su vez, pasaron a tener corporaciones
cerradas de mercaderes y artesanos, que instituían monopolios de comercio y fabricación regulando
precios y medidas, guardando la exclusividad del conocimiento, de descubrimientos geográficos y
de progreso en el arte de la navegación. Se citan como ejemplos los poderosos centros comerciales
de las ciudades italianas de Venecia, Florencia, Genova, Amalfi y otras.
Nace entonces la Liga Hanseática constituida por las ciudades unidas por intereses
mercantiles, y cuya finalidad era la protección de sus comunes ventajas obtenidas en el comercio
externo, así como el mantenimiento de su independencia y prestigio políticos. Esta liga de ciudades
comerciales alemanas, lideradas por Hamburgo y Lübeck, llegó a su apogeo en el siglo XIV, cuando
congregaba cerca de ochenta ciudades mercantiles, desde Bergen hasta los Países Bajos, habiendo
monopolizado totalmente el comercio exterior de Inglaterra por cerca de tres siglos.
En este período que surgirán repositorios de decisiones y de costumbres, tales como las
prácticas mercantiles medievales que fueron sistematizadas como Consuetudines, de Génova (1055),
Capitulare Nauticum, de Venecia, Constitutum Usus, de Pisa (1161) Líber Consuetudinum de Mílán
(1216), y las recopilaciones marítimas de arbitraje, entre ellas, el Jugements de Oléron (Oléron), en
el siglo XII, o Capitulare Nauticum (Venecia) y la Tabla Amalfitana (Amalfi), ambas del siglo XIII,
las Leyes de Wisby o Libro del Consolat del Mare, de Barcelona, o Guidon de la Mer (Ruán) y las
Decisiones Rotae Mercaturas (Génova), todos en el siglo XIV.
Tal fue el suceso de los jueces consulares que juzgaban por los usos y costumbres solo con la
inspiración de equidad y el poder político y social de las corporaciones de mercaderes, que de
tribunales "cerrados" clasistas, con competencia exclusiva para juzgar las disputas entre
comerciantes, fueron atrayendo para su ámbito las demandas existentes, muy reales, de comerciantes
para no – comerciantes.
Tenemos, en esa fase, el período estrictamente subjetivista del Derecho Comercial al servicio
del comerciante; esto es, un derecho corporativo , profesional, especial, autónomo, en relación al
derecho territorial y civil, consuetudinario. Como el comercio no tiene fronteras y las operaciones
mercantiles se repiten en masa, surge nítido su sentido cosmopolita. Así, Alfredo Rocco escribe
sobre ese período: “Las costumbres formadas y difundidas por los mercaderes, solo estaban
vinculados; los estatutos de las corporaciones extendían su autoridad hasta donde llegaba la
autoridad de los magistrados de las corporaciones, esto es, a los inscriptos en la matrícula; e
igualmente la jurisdicción consular estaba sujeta, solamente a los miembros de la corporación".
Pero, como observa un comercialista, la determinación de la competencia judicial de los
cónsules, por el ejercicio de la profesión comercial, no será suficiente, pues en toda la vida la
actividad del comerciante era absorbida por su propia profesión, imponiéndose la necesidad de
delimitar el concepto de materia de comercio. Y era considerada materia de comercio la compra y
venta de mercadería para reventa; los negocios de moneda a través de los bancos; y las letras de
cambio, por su conexión con los negocios comerciales propiamente dichos.
Comenzó entonces a delinearse, a expandirse el concepto objetivista basado sobre actos de
comercio.
Se pasó así del sistema subjetivo puro al sistema ecléctico, con acentuada intransigencia para el
objetivismo. Vivante retrata esa mutación: "Se pasó del sistema subjetivo al objetivo, valiéndose de
la ficción según la cual debe reputarse comerciante a cualquier persona que actúe en juicio por
motivo comercial. Esa ficción favoreció la extensión del derecho especial de los comerciantes a
todos los actos de comercio, fuese quien fuese su autor, del mismo modo que hoy la ficción que
atribuye, por orden del legislador, el carácter de acto de comercio a aquel que verdaderamente no lo
tiene, sirve para extender los beneficios de la ley mercantil a los institutos que no pertenecen al
comercio" (Trattato di Dirítto Commerciale. 4a,edición. Casa Editrice Dott. Francesco Vallardi.
Milano,1912).

8.5. Época Moderna y Contemporánea


El Código de Savary, ordenanza de Colbert, que data de 1673, tenido como el primer Código
Comercial de los tiempos modernos, pertenece a esa fase, pues fija la figura del comerciante como
apoyo, sostén, no puede prescindir, en menor dosis, del objetivismo. En 1681, el mismo Luis XIV
promulga las ordenanzas marítimas, antecedentes importantes del Código posterior de 1807. La
primera fue preparada por una comisión de magistrados y comerciantes, en la cual tuvo influencia
preponderante Savary.
En España, en 1737 se promulgaron las Ordenanzas de Bilbao, cuya aplicación se extendió a
Buenos Aires, con la creación de la cédula de creación del Consulado de Buenos Aires en 1789 (que
se estableció en 1794), y donde estaba representada la Provincia del Paraguay, por intermedio de
Diputados de Comercio hasta la Revolución de Mayo de 1811.
El comercio se caracteriza, a partir del siglo XVI, por los descubrimientos geográficos, la
doctrina del Estado fuerte, la teoría de la balanza de comercio a través del Mercantilismo y sobre
todo el surgimiento del Liberalismo, con una nueva clase capitalista y la declinación del control
estatal. Adam Smith postula el libre comercio porque favorece el bienestar.
Un fenómeno social y político todavía propio de 1a época de Bonaparte, provocó nueva
orientación arraigadamente objetivista. El Código Napoleón de 1807 adoptó declaradamente el
concepto objetivo, estructurándolo sobre la teoría de los actos de comercio. Los legisladores del
Imperio se ponían al servicio de las ideas de la Revolución Francesa.
8.6. El Código de Comercio Francés.
En febrero de 1776, un Edicto auspiciado por Turgot, suprimió en Francia las Corporaciones,
aunque fue revocado seis meses después; correspondió al gobierno de la Revolución, en 1791,
establecer la libertad al autorizar a cualquier persona a ejercer el comercio contra el pago del
impuesto correspondiente, y en 1793 por la prohibición de las asociaciones profesionales.
En 1801 el gobierno francés designó una comisión redactora de un Código de Comercio, que fue
puesto a la observación de los tribunales y cámaras de comercio, con cuya consideración se redactó
el proyecto definitivo, que se discutió y sancionó en 1807, para entrar en vigencia el 1 de enero de
1808. Se utilizó la forma del Código Civil: 648 artículos divididos en libros y títulos.
Ha sido un código juzgado como mediocre; opinan Halperin y Butty (Curso de Derecho
Comercial. Parte general. 4ª edición. Depalma. pp. 8-9); no obstante, ejerció gran influencia en la
Europa continental, porque sirvió de modelo a los diversos códigos que se dictaron después, e
influyó en el nuestro directamente o a través de los códigos holandés, portugués y brasileño.
La sanción de ese código tiene una importancia trascendental en la evolución del derecho
comercial, porque es sobre la base de sus disposiciones en materia de competencia cómo la doctrina
francesa construyó la teoría de los actos de comercio, dándole así a este derecho un contenido
predominantemente objetivo, en contraposición al Derecho Comercial concebido hasta entonces
como de contenido predominantemente profesional; esto es, subjetivo, regulador del estatuto
personal del comerciante y de su actividad como tal.
Esta concepción fundada en el acto de comercio fue bien recibida por el derecho continental
(con excepción de los Estados alemanes, que la acogieron con el Código de Comercio de 1861, por
corto plazo, porque fue abandonada con el Código de 1897).
8.7. El Código de Comercio Alemán
El 10 de mayo de 1897, se reemplaza el Código de Comercio anterior por otro nuevo, que entra
en vigor el 1 de enero de 1900 y rige hasta nuestros días, naturalmente con varias enmiendas y
dividido en cuatro libros: 1) comerciantes; 2) sociedades; 3) actos de comercio; y 4) navegación.
A este Código se le ha atribuido reiteradamente naturaleza subjetiva.
8.8. El Código de Comercio de Chile
Para Sola Cañizares, el Código de Comercio de Chile de 1867, redactado por José Gabriel
Ocampo, fue el mejor de todos los del siglo XIX. (Tratado de Derecho Comercial Comparado, T.I. p.
41).
Este Código, vigente aún, pero con reformas, comprendería un título preliminar y cuatro
títulos, que trataban de los comerciantes y de los agentes de comercio, de los contratos y
obligaciones mercantiles, del comercio marítimo y de las quiebras.
Se inspiraron sus normas en los Códigos vigentes en la época, incluyendo el argentino.
8.9. El Código de Comercio de Italia
. El Código de Comercio del reino de Cerdeña, del año 1842, llamado por algunos Código
Albertino, después de la unidad italiana conseguida a iniciativa del Piamonte, se convierte en el
Código de Comercio de Italia.
En 1865 se lo sustituye por otro, que también sigue, como el anterior, el modelo francés. Son obras
que se adecuan a la época, pero que al poco tiempo evidencian su desactualización respecto de los
temas que va suscitando el pujante derecho mercantil.
Un nuevo Código se promulga en el año 1882 y rige a partir del siguiente, con influencia
alemana respecto del derecho cambiario y belga con relación a las sociedades.
Consagra la autonomía y libertad de las partes contratantes y la tutela del crédito. Los autores en
general lo dan como muy objetivo, porque perfecciona la doctrina del acto de comercio.
A partir del dictado de este Código, florece una importantísima doctrina italiana, que mantendrá
su vigencia y calidad por muchos años.
En el año 1942 se promulga el Códice Civile, que comprende unificadamente las materias de
derecho civil, comercial, laboral y parte del derecho público. Aunque se lo sanciona durante un
régimen político muy particular, es la norma que sigue rigiendo en Italia desde entonces. Sus reglas
son ejemplo de muchas legislaciones del resto del mundo.
También ha sido completado por muchas leyes agregadas al texto original, que lo adecuan a la
cambiante realidad mercantil.
La normativa primitiva fue aprobada por el Real Decreto del 16 de marzo de 1942, n° 262, por
Vittorio Emanuele III, siendo un Código corporativista en su origen y vinculado a la Carta del
Lavoro (esta abrogada en setiembre de 1944); conservó gran parte de su estructura merced a la
excelencia de su contenido y al alto valor de la técnica jurídica adoptada.
Un rápido estudio de su índice nos dará la idea de este importante trabajo legislativo de derecho
privado unificado.
El libro I se refiere a las personas y a la familia; el libro II a las sucesiones, y el libro III a la
propiedad; el libro IV establece las obligaciones, los contratos en general y en particular; en el libro
V se legisla sobre el trabajo, incluyéndose allí tanto disposiciones referidas al trabajo individual y
colectivo (nuestro derecho del trabajo), como al trabajo en la empresa, que comprende todas las
posibilidades asociativas civiles y comerciales, incluyéndose disposiciones penales en materia de
sociedades y de consorcios.
El libro VI se refiere a la tutela de los derechos, incluyéndose la registración de actos, pruebas de
los actos y negocios jurídicos, y otras figuras jurídicas.
8.10. El Código Suizo
La unidad del núcleo central del Derecho Privado fue lograda en el Código Suizo, al regular
en un Código único, las obligaciones civiles y comerciales. El derecho de las obligaciones y
contratos es aplicable por igual a los comerciantes y civiles, a los actos no solo comerciales sino
civiles.
Contrariamente a las legislaciones de todo el mundo que tienen su Código de Comercio, en el
Suizo están regladas en el Código Único de las Obligaciones.
8.11. Países del Common Law
Sin llegar a exponer las divisiones del mundo por sus sistemas jurídicos, nos parece importante
referimos a dos de ellos, completamente diferentes de esta serie que hemos denominado de derecho
codificado o "continental".
Brevemente delinearemos las reglas jurídicas del mundo del common law .
Sin olvidar que otras regiones del planeta podrían exhibirse como modelos particulares y a veces
únicos (v.gr, los sistemas de Israel o de Sudáfrica), una tarea comparativista de tal magnitud no
puede ser realizada sin ser extensa.
Nos referiremos, pues, al sistema del common law
1) COMMON LAW. Así se llama el orden jurídico que se aplica en diversas regiones de la tierra, puro
o con combinaciones. Fue creado pragmáticamente en Inglaterra, que lo difundió en sus colonias,
después países libres.
Aún es utilizado en los países de la comunidad británica, Estados Unidos y naciones del medio y
lejano Oriente y del África.
Hay pequeñas naciones de América que reciben su directa o indirecta influencia.
En el campo especifico del Derecho Mercantil, se discute si el common law reconoce un especial
derecho, separado del común.
Lo cierto es que no prosperó un intento de aproximación al sistema continental ocurrido en el
siglo XVI,
En el siglo XVIII Lord Mansfíeld incorpora la lex mercatoria al common law, desapareciendo
también los tribunales especiales que la aplicaban.
Por eso se discute doctrinariamente si existe o no Derecho Mercantil en el sistema anglo
-norteamericano.
La solución es similar a la que se da cuando se pregunta sobre Roma: no hay un derecho
comercial separado del civil; pero existe nuestra disciplina en cuanto regula personas, actos y
contratos, irrelevantes desde el punto de vista civil.
De todos modos, son famosas las regulaciones inglesas sobre sociedades, así como el Código
Uniforme en los Estados Unidos y muchas leyes especiales, material típicamente de Derecho
Comercial, resolviéndose la mayoría de las demás cuestiones de esta disciplina sobre la base de
precedentes jurisprudenciales.

9. La Legislación Mercantil en nuestro país


9.1. El Derecho Indiano: Caracteriza el Derecho que se estudia como el propio de las Indias,
nombre con que en la Edad Moderna se designó a los territorios de América y Oceanía. El Derecho
Indiano, de raigambre española, vigente en América, constituye un sistema único, aunque las normas
aplicables procedan unas del Derecho de Castilla, otras del especial de Indias, y aunque unas sean de
origen legal y otras consuetudinario, jurisprudencial, etc. Mucho más raro es que alguien se dedique
seriamente a conocer el pasado jurídico; ser el estudioso del Derecho. Su preocupación se centra más
en el carácter romanista del ordenamiento vigente o de algún viejo código para presentarlos como
algo original. Y esto se debe a la falta de preparación para adentrarse en el mundo del pasado.
Justo es reconocer que hasta ahora han hecho más los historiadores que los juristas por la
historia del Derecho indiano, y en consecuencia, que ellos han impuesto a nuestra ciencia su propio
punto de vista (García Gallo, Alfonso. “Metodología de la historia del Derecho Indiano”. Editorial
Jurídica de Chile. Santiago de Chile, 1971, p. 21).
Descubierta América, los colonizadores implantaron sus propias leyes, en un primer momento
las leyes de la metrópoli, que estaban en vigencia hasta 1492 y las dictadas posteriormente hasta la
independencia.

Los textos que utilizaron los españoles en América fueron:


- El Fuero Juzgo o Libro de los Jueces (671), cuya vigencia en Indias no está comprobada. Se
ocupa de la elección de los príncipes, sus derechos y obligaciones, y de 12 libros, divididos en 4
Títulos, con 559 Leyes sobre materias de orden civil, penal, procesal y religioso,
- El Fuero Real (1254). También uno de los códigos de Alfonso el Sabio. Y consta de cuatro
libros: sobre Derecho público, procedimiento, matrimonio, Derecho sucesorio y contratos y el último
sobre Derecho y procedimientos penales.
- De las Siete Partidas de Alfonso X (1226-1265), se utilizan en Indias hasta mediados de! siglo
XVI. Entro en vigencia muchos años después, en 1348. Una edición de Gregorio López (1555) fue la
más difundida en América. En el Paraguay tuvo prelación sobre las Ordenanzas de Castilla y estuvo
en vigencia, en materia civil hasta la adopción del código argentino en 1876 en que fue abrogado. Su
contenido consta en la primera Partida, del Derecho natural. Derecho de gentes, ley, uso, costumbre
y fuero o Derecho. La segunda Partida comprende el Derecho político de Castilla, la institución
militar y la enseñanza. La tercera Partida se ocupa del procedimiento civil, desde la demanda hasta
la ejecución de la sentencia. La Cuarta, a la familia. La Quinta Partida, a las obligaciones. La Sexta,
al Derecho sucesorio. La séptima a la materia penal.
- El Ordenamiento de Alcalá (1348), dictado en Alcalá de Henares, tuvo una vigencia desde su
publicación hasta principios del siglo XVI, ley fundamental del Estado castellano.

-Las Ordenanzas Reales de Castilla (1484). Los Reyes católicos depositaron su redacción en
Alfonso Díaz de Montalvo este Ordenamiento, que también lleva el nombre del autor. Consta de
1.163 leyes, divididos en capítulos.

- Las Leyes de Toro (1505), que fue obra de varios jurisconsultos.


- Las Leyes Recopiladas (1567-1805). Fue Felipe 11, quien inicio la serie con la Recopilación
de Leyes en estos Reynos, iniciada en 1567 y reeditada 10 veces hasta 1777, fecha de la última
edición. La Novísima Recopilación promulgada por Carlos V en 1805, tuvo poca aplicación en el
Río de la Plata. Consta de nueve libros.
- Las Ordenanzas de Bilbao (1737). Sus autores no fueron hombres de Derecho, sino
comerciantes de la ciudad de Bilbao. Contiene 29 capítulos y 723 números.
Hasta aquí las leyes llamadas de la Metrópoli, pues la incorporación de las Indias a la Corona
de Castilla y León creó la necesidad de una legislación especial. Así nació la Recopilación de Leyes
de Indias.
Fue ingente la labor recopiladora del siglo XVII. Pero el "Fundador de la bibliografía
americana", fue León Pinelo y autor del Tratado de Confirmaciones Reales
Antonio Rodríguez de León Pinelo, su nombre completo, se consagró al estudio del Derecho
Indiano y es con Solórzano Pereira, la gran autoridad en la materia, a quien debemos ese monumento
de la legislación española para América que es la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias, en
que trabajo por espacio de 40 años.
El 12 de abril de 1680 el Real Supremo Consejo de Indias elevaba en consulta al monarca
Carlos II nueve libros de la Nueva Recopilación de las leyes de Indias, sancionándolas el rey el 18
de mayo de 1680 (Malagón, Javier y Ots Capdequí, José M. "Solórzano y la Política Indiana". F.C.E.
1983,p.9).
.Se hicieron varias ediciones y ampliaciones de esta Recopilación hasta el año 1776. Su
contenido comprende nueve libros, con 218 títulos y 6.377 leyes y contiene cédulas, provisiones,
acuerdos y despachos emanados del rey. Por eso esta Recopilación debe ser completada con las
decisiones políticas y judiciales de virreyes, gobernadores. Audiencias y Cabildos.

9.2. Fuentes iniciales del Derecho Indiano en el Paraguay


Debemos recordar entre las mismas por su contenido y trascendencia a las Capitulaciones y
numerosas Cedulas Reales sobre la condición de los indios.
La Cédula Real de 1617, por la cual se crearon dos gobernaciones, con sede en Buenos Aires y
Asunción,.
La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 y la segunda creación de la Audiencia de
Buenos Aires en 1783,en reemplazo de la de Charcas, fueron hechos gravitantes que marcaron el
comienzo de un mayor dinamismo en las relaciones comerciales con el Río de la Plata,
La creación del régimen de las Intendencias en 1782 con ocho intendencias entre las cuales
una era la del Paraguay con el territorio de su Obispado y la creación del Consulado de Buenos Aires
en 1782, con representación del Paraguay en la misma, fueron otras reformas importantes.
Un hecho a tener en cuenta es que con estas reformas y sobre todo con la vigencia de la
Recopilación de Indias de 1680, se estableció un orden de prelación de las leyes, donde la norma
fundamental era ésta. Luego le seguían las cédulas, provisiones y ordenanzas emanadas del rey. Las
leyes del reino de Castilla conforme a las fijadas en las leyes de Toro, confirmada por la
Recopilación de Indias, y que comprendía: los ordenamientos y las pragmáticas reales, las leyes de
los fueros, las Partidas, que suplía a los ordenamientos, pragmáticas y fueros en los pleitos y causas
civiles y criminales.
En materia comercial, regía en el orden de prelación, la cédula del 30 de enero de 1794, donde
primero comprendía la cédula de referencia y sus modificaciones, las Ordenanzas de Bilbao, la
Recopilación de Indias y las Leyes de Castilla.
9.3. El Consulado de Comercio. Los Jueces y Diputados.
La magistratura colonial era compleja; había jueces reales, que eran funcionarios con ciertas
atribuciones judiciales, jueces capitulares (integrantes del Cabildo) y jueces de la Real Audiencia
(órgano que, como se sabe, tenia poder equiparable al del virrey). Éste era el fuero ordinario.
El 30 de enero de 1794 se expidió la Real Cédula de creación del Consulado de Buenos Aires,
tribunal que seguía históricamente la tendencia europea de separar la jurisdicción civil de la
mercantil. Cuando se funda el Consulado, se legisla sobre bases similares a las disposiciones de
1784, cuando se creó el de Sevilla.
Este tribunal, independiente y autónomo, como todas las instituciones de Indias, subsistiría en el
Paraguay hasta 1812.
El procedimiento ante los Jueces mercantiles era breve y sumario, no siendo obligatoria la
intervención de letrados.
En la Provincia del Paraguay, hubieron varios Diputados que se encargaron de las cuestiones
mercantiles, y de la obligatoriedad para las empresas de llevar los libros de contabilidad. Los
mismos fueron nombrados para Asunción, y la Villa Real de la Concepción. ocupando sus puestos
desde el año 1795 hasta 1810.(Rivarola Paoli, Juan B.- La Contabilidad Colonial y las Reales Cajas
de Hacienda. Asunción, 2008, pp.304 y 310 y ss.)
9.4. El Derecho Patrio o Nacional
Surgió el Derecho patrio, después de 1811, como una prolongación inicial del Derecho
colonia! paraguayo, inmerso en el Derecho Indiano

El primer logro fue la de la Junta Superior Gubernativa en 1812, solicitando la devolución de


los autos remitidos desde el Paraguay en apelación o consulta a la Audiencia y al decretar que en lo
sucesivo ,se ventilarán tales recursos ante la propia Junta,

9.5. Vigencia del Código de Comercio Español de 1829

En 1846, se puso en vigencia el Código de Comercio promulgado en España el 29 de marzo de


1829, derogando las Ordenanzas de Bilbao y las leyes de Castilla en materia comercial. Por decreto
de López del 16 de enero de 1846, no se adopta todo el Código, sino los cuatro primeros libros. El
Libro I se ocupa de los comerciantes El Libro II, de los contratos de comercio en general. El Libro
III, del comercio marítimo y el Libro IV, de las quiebras.
10. La recepción del Derecho argentino en el Paraguay.
Instalado el Gobierno Provisorio, se decreta el 14 de Enero de 1870, la adopción del Código
de Comercio argentino en forma provisoria.
10.1. Codigo Civil: Por Decreto del 10 de marzo de 1870, el Gobierno Provisorio
confirmo la vigencia del Estatuto de 1842, con excepción de la facultad acordada al Presidente de la
República para entender en las "causas de traición de la patria, etc. las cuales pasaban a cargo de los
tribunales de justicia. Se modificó el orden de prelación de las leyes en materia civil y criminal,
encabezando las Partidas el rango preferente sobre las de Castilla y las de Toro. Y se consagró el
principio de la inviolabilidad de la propiedad privada.
A pesar del deseo de contar con códigos propios, la misma no pudo concretarse, pero fue así
que se adoptó por ley del 19 de agosto de 1876, el Código Civil del doctor Dalmacio Vélez Sarsfield,
sancionado para la República Argentina.
A raíz de la revisión sufrida por el Código argentino en 1882, se dictó una nueva ley de
adopción del Código Civil el 27 de julio de 1889, declarando texto oficial la edición del Código
Civil argentino, hecha en Buenos Aires por el señor Félix Lajouane, en 1887, además del título
adicional con las leyes referentes al Registro del estado civil de las personas. Y la de filiación natural
(Artículo 325 ín fine del C. Civil), La Ley de Matrimonio Civil, del 2 de diciembre de 1898, es una
copia de la ley argentina de 1888, con modificaciones, e incorporada al C.C.
10.2. Código de Comercio. Sufrió varias modificaciones. La primera adoptada por el gobierno
provisorio en 1870 que fue el proyecto (Acevedo-Vélez) argentino sancionado por Ley de 1862, y
que estuvo en vigor hasta el 29 de agosto de 1891, en que se promulgó la segunda ley de adopción.
Se deroga por esta ley la anterior de 1870 y se declara vigente el Código de Comercio sancionado
por la Argentina el 5 de octubre de 1889. Pero la tercera adopción se produjo a raíz de la reforma del
Libro IV, ocurrida en 1902, conforme a la Ley paraguaya del 5 de octubre de 1903, sobre juicio de
quiebras, por lo que se mantiene en vigencia el Código Argentino de 1889, con las leyes adicionales
y modificaciones del Libro IV. Esta ley de adopción del Código comenzó a regir el 1º de enero de
1904.
Es de destacar que el Libro IV (Ley de Quiebras incorporada al Código en 1902) rigió
hasta el 1º de abril de 1970, fecha en que entro en vigor la Ley de Quiebras Nº 154, sancionada el 13
de diciembre de 1969, en base al Anteproyecto y la Exposición de Motivos elevados por los
profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales presididos por el Dr. Sigfrido Gross
Brown, a la Comisión Nacional de Codificación del Ministerio de Justicia y Trabajo el año 1965.
CAPITULO II

SUMARIO: 1. Contenido del Derecho Mercantil. 2. La unificación de los


contratos y de las obligaciones. 2.1. La Unificación en Suiza. 2.2. La Unificación
en Italia. 2.3. La Unificación en Paraguay. 2.4. Tendencia a la unificación y
jornadas científicas. 3. Distinción entre contenido del Derecho Comercial y el
estatuto del comerciante. 4. La Unificación de las obligaciones, y de los
contratos. Resolución de la Comisión Nacional de Codificación. 5. Relaciones
del Derecho Comercial con las demás ramas del derecho.

1. Contenido del Derecho Mercantil.

En nuestro tiempo el contenido del Derecho Mercantil se ha ensanchado


notablemente, pues el tráfico comercial ha superado los paradigmas tradicionales,
traspasando las barreras propias que establecen las fronteras y establecen redes de
contratos comerciales que deberán ser reguladas por el Derecho Mercantil.
“Durante siglos se entendió por comercio solo la intermediación con animo de lucro en
el trafico de mercaderías. El origen etimológico de la palabra comercio está ligado al de
mercadería: Merx (conmutacio mercium), de modo que durante siglos se consideró que
el Derecho Comercial estaba referido al tráfico de mercaderías y sus actividades
accesorias (transporte, comisión, corretaje, letra de cambio, seguro, depósito) y por su
íntima conexión las operaciones bancarias… agreguemos a esta una actividad cada vez
más importante cual es la de los servicios en sus más diversas manifestaciones:
informática, asistencia técnica, know how, viajes, turismo, empresa de espectáculos
públicos, comunicaciones, esparcimiento, etc. En consecuencia, la atención primordial
de los turistas en la última mitad del siglo XX se ha dirigido a los temas conectados con
la producción de bienes y con las empresas prestadoras de servicios al público, y
asimismo a los problemas jurídicos ligados con los aspectos salientes de su poder
económico”1.

Como bien señala el citado autor, el comercio de la actualidad difiere


considerablemente del sistema comercial del pasado. Luego de la era industrial, la
actividad comercial se convirtió en una actividad propia de los distribuidores, cuya
función no se agota en ser simple correa de transmisión del producto al consumidor, sino
también reviste una función importante en la relación entre los productores, las
industrias, las entidades vendedoras, organizaciones comerciales, hipermercados,
negocios de autoservicio, etc. El consumidor se enfrenta directamente con el distribuidor
y en muy raras ocasiones con el productor; esto constituye la realidad del comercio
actual; casi ha desaparecido el comercio al por menor; al contrario, la mayor incidencia
en la economía mundial hoy día se realiza mediante el comercio electrónico. “El
comercio realizado a través de diversos medios electrónicos, y principalmente realizado
por Internet, se presenta como un área de notable expansión, fenómeno sobre el que
existe una profusa información. Hemos señalado que ello se debe a que está asistido por
fuertes incentivos económicos: una reducción de costos administrativos e impositivos, el
acortamiento del proceso de distribución e intermediación, la posibilidad de operar

1
Farina, Juan M. Contratos Comerciales Modernos. Editorial Astrea, Bs. As. 1994. p. 12-13.
durante todo el día, la superación de las barreras nacionales, el aumento de la celeridad
en las transacciones”2.

Según los autores tradicionales, el Derecho Mercantil tiene como contenido en


general los actos de comercio, las personas de los comerciantes y los derechos y
obligaciones de los mismos. En efecto, Luís A. Argaña sostiene: “El objeto del Derecho
Mercantil es el estudio de los actos de comercio. Trata también de la persona del
comerciante, independientemente de la naturaleza de los actos realizados por los
mismos, para imponerle obligaciones de carácter general por el solo hecho de dedicarse
a la profesión mercantil”3.

Si bien el Derecho Mercantil en su origen ha reconocido ser un derecho de una


clase profesional que es la de comerciante, que llegó a denominarse sistema subjetivo;
sin embargo, a partir de la sanción del Código Civil francés (1807), en contraposición,
se ha extendido el criterio de los actos de comercio, es decir, el sistema objetivo.
“Empero, hasta ahora, la ciencia jurídica no ha podido elaborar una teoría satisfactoria
del acto de comercio. No ha encontrado aún los caracteres esenciales distintivos del acto
de comercio”4.

En rigor, en el derecho no existen soluciones químicamente puras, tanto el


aspecto subjetivo del comerciante como aspecto objetivo de los actos de comercio son
tenidos en cuenta para resolver los litigios comerciales y más aún en nuestro sistema
donde las obligaciones civiles y comerciales se han unificado.

Finalmente, podemos decir, entre otros, que el contenido del Derecho Mercantil
se encuentra en la regulación de los actos de comercio, del comerciante en particular, de
la actividad comercial, y conexos como casa de depósito, almacenes generales, seguros,
transportes, organizaciones en forma de empresa, supermercados, auxiliares de
comercio, y demás actividades reguladas por la Ley 1034 del Comerciante, el Código
Civil paraguayo y las demás leyes especiales.

2. La unificación de los contratos y de las obligaciones.

2.1. La unificación Suiza

Se debe recordar que en sus orígenes el Derecho Mercantil nació en forma separada
del Derecho Civil, con el fin de regular la actividad profesional de los comerciantes,
considerándose el tráfico comercial como una actividad dinámica permanente, por la
cual, el derecho común se mostraba insuficiente e incapaz de resolver sus problemas.

Esta concepción regía principalmente en la Edad Media; en primer término, porque


el Derecho Civil, heredero del Derecho Romano, ha quedado petrificado, sin evolución,
en consecuencia, incapaz de resolver los problemas emergentes de la actividad
mercantil. A esta circunstancia, debe sumarse el carácter clasista de los comerciantes,
considerados como una clase social determinada, dedicada al tráfico comercial, que
generaba grandes recursos económicos, por lo que merecían una legislación especial,
que se reuniría los usos y costumbres comerciales de la época.

2
Lorenzetti, Ricardo L. Comercio Electrónico, Editorial Abeledo - Perrot, Bs.As. p. 52
3
Argaña, Luís A. Tratado de Derecho Mercantil, Editorial Foro, Asunción 1983, p. 31.
4
Escobar, Jorge H., Derecho Comercial, La Ley Paraguaya, Asunción 1994, P. 45.
Estos dos ejes son los puntales que conforman el germen de un derecho especial.

Sin embargo, ya en el siglo XX se insistió sobre la necesidad de la unificación entre


las obligaciones civiles y comerciales, Así Lyon –Caen, citado por Silva Alonso, en el
libro Centenario del Code Civil afirmó que “las diferencias en el Derecho Civil y el
Derecho Comercial no tienen nada esencial…”5

En Suiza, se encontró la conveniencia de unificar las obligaciones emergentes de los


contratos comerciales y los contratos civiles, en un cuerpo común que es el Código
Federal de las Obligaciones. “Por razones de política federal Suiza ha adoptado un
Código único cuyo valor jurídico es notable y unánimemente reconocido, encaminando
a regir el conjunto de las obligaciones. Tal sistema configura un Código único pero no
produce necesariamente la unificación en materia de obligaciones”6.

2.2. La unificación en Italia

El Código Civil Italiano de 1942, verdadera fuente del Código Civil Paraguayo en
materia de unificación de las obligaciones civiles y comerciales, constituye en realidad
un verdadero Código Privado, pues, no solo se estableció un sistema unitario de
obligaciones, sino también se logró incluir parte del Derecho Comercial y Empresarial,
así como las personas, el derecho de familia, de la propiedad (D. Reales), de las
obligaciones, de los contratos, de las promesas unilaterales, de los títulos de créditos,
gestiones de negocios ajenos, pago de lo indebido, enriquecimiento ilícito; el libro
quinto se ocupa del Derecho Laboral y el libro sexto de la tutela del derecho.

Decíamos que ya en el siglo XX se evidenció la conveniencia de la unificación de la


legislación civil y mercantil en un solo cuerpo, a fin de evitar la dispersión normativa,
establecer una economía en el proceso, facilitar las soluciones jurídicas a los conflictos
y ahorrar la doble jurisdicción que innecesariamente debía existir.

Un comercialista de la talla de Vivante7 comprendía claramente dicha necesidad:


“Apasionadas controversias se han operado desde entonces hasta llegar a la honesta y
gloriosa rectificación de Vivante, en 1925, hasta la supresión del Código de Comercio
en Italia, en 1942”8. Es decir, ya en ese entonces fue redactado un proyecto franco-
italiano, que consiste en un importante intento de unificación.

De esta manera, al lograrse la unificación en el Código Italiano, desaparece el


debate sobre el aspecto objetivo del acto de comercio, como también desde el punto de
vista de los litigios desaparece la importancia de la distinción entre criterios subjetivos y
objetivos para la distinción del rol del comerciante.

5
Lyon-Caen, Ch: De l`influence du droit comercial sur le droit civil depuis 1804. In Le Code civil. Livre
du centenaire, T.I,p.207. París 1904, citado por Silva Alonso, en Un giro geojurídico
6
a la Unificación de las Obligaciones en el Código Civil Paraguayo. Derecho Privado Paraguayo, Ed. La
Ley, Asunción 2007, Silva Alonso Obra citada P. 101.
7
Ya a principios de 1888, César Vivante presentó en Parma su trabajo Per un Codice Unico delle
Obligazioni, citado por Alterini.
8
Silva Alonso, trab. cit.
Según Jorge H. Escobar: “El nuevo derecho italiano regula el derecho de los
comerciantes (empresarios) y al hacerlo-replantea -el problema del acto de comercio,
pero ya desde otro punto de vista: al solo efecto de calificar al empresario”9.

Se debe destacar que hoy día existen claras tendencias de unificación, por las
razones expuestas más arriba. Así tenemos, en la Argentina se encuentra hoy en el
Congreso de ese país el Proyecto de Código Civil, redactado por el Prof. Atilio Aníbal
Alterini, firmando la presentación un conocido comercialista como Héctor Alegría y
otros juristas. Entre los fundamentos de la unificación cabe mencionar cuanto sigue: “El
Derecho de las Obligaciones tiene significativa trascendencia desde un doble punto de
vista. En lo cuantitativo, `todas las relaciones pecuniarias que existen entre los hombres
son vínculos de obligaciones´ (Mazeaud-Chabas) y, por ello, `es igualmente
indispensable para el conocimiento del Derecho Comercial y, de un modo general, de
todo el derecho privado ´ (Ripert-Boulanger). Se lo ha comparado con `una planta que
extiende sus raíces por todas las partes del derecho privado: en el derecho de familia,
en los derechos reales, en el derecho de sucesiones, nos encontramos a cada paso con
relaciones de obligació´ (Puig Peña). En lo cualitativo- ahora con palabras de
Josserand- `no es exaerado decir que el concepto obligacional constituye la armazón y
el sustratum del derecho, y hasta de un modo más general, de todas las ciencias
sociales”´10.

Otros autores, como Boffi Boggero, califican al Derecho de las Obligaciones como
la matemática jurídica, por su armonía lógica, capaz de ser el denominador común para
la construcción de sistemas jurídicos en diversas áreas.

2.3. La unificación en Paraguay

El Código Civil argentino, elaborado por el ilustre cordobés Dalmacio Vélez


Sársfield, fue adoptado por el Paraguay en el año 1876 y entró en vigencia el 1 de enero
de 1877. El Código Civil paraguayo fue sancionado y promulgado en diciembre de 1985
y entró en vigencia el 1 de enero de 1987, lo que equivale a que 110 años reguló la vida
de los paraguayos el Código Civil argentino.

El anteproyectista Prof. Luís De Gásperi se inspiró en numerosas fuentes, pero


especialmente, recogió del Código Civil italiano de 1942: la unificación de las
obligaciones y los contratos en materia civil y comercial.

El Código Civil paraguayo, en su Art. 2810, derogó expresamente el Código de


Comercio, con excepción del Libro tercero, que trata sobre los derechos y las
obligaciones que resultan de la navegación. Asimismo, dejó subsistente la Ley 1034, del
Comerciante y la ley 154 de Quiebras.

La Ley 1034 del Comerciante incorporó la novedosa figura de la Empresa


Individual de Responsabilidad Limitada, que busca afectar un patrimonio comercial,
separandola del patrimonio particular, con el propósito de establecer seguridad en las
transacciones comerciales y evitar innecesarias maniobras para defender el patrimonio
familiar.

9
Escobar Jorge H..ob. cit. P. 51
10
Proyecto de Código Civil de la Rca. Argentina, Ed.La Ley, 1999, p. 39
De la misma manera se debe destacar la regulación de la competencia comercial,
como la transferencia de establecimientos comerciales, donde se introdujo un
procedimiento cuya inobservancia acarrea la responsabilidad solidaria de todas las
partes intervinientes.

2.4. Tendencia a la unificación y jornadas científicas

Como afirmáramos más arriba, existe una clara tendencia hacia la unificación, en
razón de que se ha experimentado una verdadera comercialización del Derecho Civil,
pues los nuevos sistemas de producción y consumo, así como las estructuras económicas
y sociales, han producido una verdadera mutación de paradigmas en nuestro tiempo,
donde existe una masificación de contratos, redes de contratos y un enorme público
consumidor, como también las nuevas formas de contratación (electrónica) que por su
velocidad y escasos costos hoy constituyen el sostén fundamental del nuevo orden
económico mundial.

En las “Jornadas franco-latinoamericanas de Derecho Comparado llevadas a cabo


en Montevideo en 1948, se tuvo el mismo criterio, criterio, como señala Satanowsky-,
que volvió a ratificarse en las jornadas para la unificación, reunidas en la Facultad de
Derecho de Buenos Aires, el 23 de octubre de 1956”11.

En la exposición de motivos del proyecto del Código Civil de la República


Argentina, se invoca numerosos congresos más recientes, como el de Córdoba 1961, de
Rosario 1969, de la Universidad de Belgrano 1979, de Salta 1982, de Mar del Plata
1983, de Buenos Aires 1984, de Buenos Aires 1986, de Junín 1994 y las XVI Jornadas
Nacionales de Derecho Civil de Buenos Aires, 1997, cuyas conclusiones son similares
en el sentido de que no existen diferencias sustanciales entre contratos civiles y
comerciales.

En la actualidad numerosos países han logrado la unificación dentro de sus sistemas


jurídicos; otros, aún tienen en estudio proyectos en el Congreso o en Comisión redactora
delineándose los objetivos primordiales de la unificación12.

También se debe destacar la labor desarrollada por el Instituto Internacional para la


Unificación del Derecho Privado(UNIDROIT), organización no gubernamental con sede
en Roma y de la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Derecho
Mercantil Internacional, (UNCITRAL), donde se busca establecer reglas comunes en

11
Escobar Jorge H., ob. cit. P.. 53
12
“La idea unificadora tiene muy importantes antecedentes legislativos. Por lo pronto, el Código Suizo de
las Obligaciones –a partir del año 1881- que fue incorporado como libro V del Código Civil en 1912.
También fue aceptada por Túnez (1906), Marruecos (1912), Turquía (1926), Líbano (1934), Polonia
(1934), Madagascar (1966), Senegal (1967) y, comprendiendo materia civil y comercial, por los Códigos
Civiles de Italia (1942), Unión Soviética (1964), Perú (1984), Paraguay (1987), Cuba (1988), Holanda
(1992), Mongolia (1994), Vietnam (1995), Federación Rusa (1994), así como por los Códigos únicos en
lo Civil y Comercial de China (Taiwán) y del Reino de Tailandia, y por los principios generales del
Derecho Civil de la República Popular de China, de 1987. El Código Civil de Québec de 1992 transita un
camino semejante, en especial en cuanto introduce regulaciones propias del derecho de consumo. En el
sistema anglosajón la unificación rige desde el siglo XVIII, con dos características particulares: las reglas
comerciales predominan sobre las civiles, y subsisten normas especiales para ciertas figuras mercantiles”.
Exposición de motivos del Proyecto de Código Civil de la República Argentina, Ed. La Ley, 1999, págs.
2 y 3.
materia de contratos internacionales, sea de origen civil o mercantil y que pertenezca a
cualquier sistema jurídico.

3. Distinción entre contenido del Derecho Comercial y el Estatuto del


Comerciante

Como señaláramos más arriba, el Derecho Comercial nació como un derecho


profesional; ante la petrificación del Derecho Civil, frente al dinamismo del comercio,
el Derecho Comercial nació por la necesidad de regulación de la actividad de las
corporaciones, aunque posteriormente, por ser atentatorio contra el principio de
igualdad, fueron suprimidas aquellas, pero el Derecho Comercial siguió con sus
principios propios; en primer término, no puede desprenderse del aspecto subjetivo
consistente en la calidad profesional del comerciante; por otro lado, existen actos
predominantemente mercantiles y, por último, obligaciones que rigen solo para el
comerciante, por su actividad profesional, con derechos y obligaciones propios, según lo
establece el Art. 1º de la Ley 1034.

El contenido del Derecho Comercial podría sintetizarse en dos puntos


fundamentales: a) los actos de comercio, regulados en el art. 71 de la Ley 1034 del
Comerciante, que abarca todas las actividades lucrativas de las personas, de los bancos,
entidades financieras, negociaciones de letras, operaciones en mercados de capitales,
comisiones, mandatos comerciales, transporte, adquisición de establecimientos
mercantiles, operaciones de los factores, construcción y venta de buques, carta de
crédito, fianza, tarjeta de crédito, o de derechos intelectuales, etc.; y b) la calidad
profesional del comerciante.

Debemos reiterar que con la unificación desaparece el interés práctico del contenido
del Derecho Mercantil pues, las jurisdicciones donde se ventilarán los litigios hoy se
encuentran unificadas en la jurisdicción civil y comercial, aplicando simplemente los
principios del Código o de las leyes especiales sobre la materia.

4. LA Unificación de las obligaciones y de los contratos. Resolución de la


Comisión Nacional de Codificación

La reforma del Código Civil o de códigos propios fue una necesidad largamente
sentida. Y ese gran anhelo fue implementado cuando por Decreto-Ley, que lleva el
número 200, de fecha 2 de julio del año 1959, se creó la Comisión Nacional de
Codificación, como un organismo destinado a revisar la legislación general del país y
promover su reforma en las diversas ramas del derecho. Dicho Decreto en su artículo 1º
dispone:
“Créase la Comisión Nacional de Codificación, con el objeto de proyectar la reforma
legislativa en el orden Civil, Comercial, Criminal, Rural, Minero, Procesal, Laboral,
Militar y Sanitario”.
Como se puede observar, la Comisión Nacional de Codificación fue creada con una
finalidad muy amplia, consistente en estudiar la reforma de las diversas legislaciones;
sin embargo, este objetivo persiste aún en el tiempo pues, las nuevas exigencias
imponen nuevos estudios conforme al desarrollo actual de la ciencia y la tecnología que
requieren de apropiadas regulaciones.
Con posterioridad, en fecha 31 de julio del mismo año, por Decreto Nº 6021, se
integró la Comisión Nacional de Codificación, con el Dr. J. Eulogio Estigarribia
(presidente), Prof. Dr. Juan José Soler, Prof. Dr. Luis De Gásperi, Prof. Dr. Luis
Martínez Miltos, Prof. Dr. Sigfrido Gross Brown, Dr. J. Augusto Saldívar, Prof. Dr.
Augusto Fúster, Prof. Dr. Luis P. Frescura y Candia, Prof. Dr. Víctor B. Riquelme, Dr.
Arquímedes Laconich, Cap. de Navío Dr. Mario López Escobar (miembros).
Esta Comisión ha encomendado al eminente civilista Dr. De Gásperi, Profesor de la
Universidad Nacional de Asunción, la tarea de preparar un Anteproyecto de Código
Civil para el Paraguay, atendiendo a la versación jurídica del maestro paraguayo. En
sesión de fecha 27 de setiembre del mismo año la Comisión Nacional de Codificación ha
resuelto encomendar el trabajo de la elaboración del anteproyecto al Dr. De Gásperi,
comunicándole por nota de fecha 30 de setiembre de 1959, en la que entre otras cosas
decía:
“La Comisión Nacional de Codificación, al encomendarle este delicado trabajo, ha
tenido en cuenta su vasta versación jurídica y el indudable patriotismo que le ha
impulsado siempre en sus determinaciones intelectuales y en sus afanes de
ciudadano”13.
El monumental esfuerzo del Prof. Luis De Gásperi ha sido coronado por el éxito, y
este pudo ofrecer a la Comisión Nacional de Codificación su Anteproyecto el 28 de
octubre de 1962, inspirado en la más moderna doctrina. Fruto de una singular
experiencia, el Anteproyecto realiza la fusión de las Obligaciones en materia Civil y
Comercial, inspirándose en su modelo, el Código Civil italiano del año 1942, algunas
disposiciones del Código Civil francés y otras del Código alemán.
El trabajo del Dr. De Gásperi ofrece un monumento imperecedero a la obra de la
legislación nacional; su enorme voluntad, su preparación y su vasto conocimiento de la
ciencia jurídica y particularmente del Derecho Civil, posibilitaron la conclusión de la
extraordinaria labor científica en muy poco tiempo.
Sin embargo, tuvieron que pasar 23 años para que el Congreso Nacional pudiera
aprobar el nuevo Código Civil Paraguayo. Habiendo sufrido el Anteproyecto de De
Gásperi algunas modificaciones introducidas por la Comisión Nacional de Codificación
y algunas por el Parlamento Nacional, fue aprobado por el Congreso Nacional en sesión
de fecha 18 de diciembre de 1985, y el 24 de diciembre el Poder Ejecutivo promulgó la
ley que sanciona el nuevo Código Civil. El citado cuerpo legal entró a regir desde el 1 de
enero de 1987.

5. Relaciones del Derecho Comercial con las demás ramas del Derecho

El Derecho Comercial, cuya actividad propia es el comercio, por diversas


razones se relaciona con distintas ramas del derecho. En primer término debemos
mencionar la íntima relación con el Derecho Civil, que con posterioridad a la unificación
sus disposiciones se aplican a diversos contratos de carácter comercial, como también la

13
Nota publicada en el Anteproyecto de Código Civil. Editorial “ El Gráfico”Asunción, 1964.
propia Ley del Comerciante en su Art. 2º. Establece: “A falta de normas especiales de
esta ley, se aplicarán las disposiciones del Código Civil”.
Por otro lado, como la referida actividad es controlada por el Estado, se
encuentra igualmente relacionado con el Derecho Administrativo, la intervención y el
control del Estado se manifiestan de distintas maneras, por ejemplo los bancos, las
entidades financieras y de seguros, se hallan controlados por el Banco Central del
Paraguay, por medio de sus respectivas oficinas de Superintendencias, también los
Almacenes Generales de Depósitos, casa de bolsas y negocios en general.
La relación con el Derecho Tributario crece día a día, pues el enorme volumen
de los contratos comerciales genera tributos, para el ingreso fiscal del Estado y se ha
convertido en fuentes de recursos primordiales de los Estados modernos.
Por otro lado, no debemos olvidar que la presión tributaria sobre las actividades
mercantiles es mayor, por lo que obliga tanto a los comerciantes, como a los
profesionales del derecho a perfeccionar sus conocimientos, como sus técnicas
legislativas. Los empresarios deberán actualizarse, mediante sistemas informáticos a fin
de facilitar el control como la aplicación de las cargas tributarias.

Sin duda que con el Derecho Procesal, se encuentra igualmente relacionado, con
mayor razón en nuestra actualidad, pues el código de forma es un Código Procesal Civil
y Comercial, que regula el proceso civil como comercial. Igualmente se puede afirmar
que el Derecho Comercial tiene vinculación con el Derecho Laboral, pues la actividad
empresarial actúa como patronal en la relación laboral.

Se debe destacar especialmente su vinculación con el Derecho Penal, porque el


nuevo Código Penal de la Rca. del Paraguay, establecido por la Ley No. 1160/97, donde
en la disposición del Art. 321 incorpora y adapta las sanciones penales establecidas en
leyes especiales, entre ellas, numerosas leyes mercantiles.
CAPÍTULO III

SUMARIO: 1. Significado de la Expresión fuentes. 1.1. Fuentes reales o materiales


del derecho y fuentes formales. 2. fuentes del derecho mercantil. 2.1. La Ley. 2.2.
La Ley del comerciante y otras leyes especiales. 2.3. Algunas leyes comerciales
insertadas en el sistema. 2.4 Relación entre el Derecho Civil y Comercial. 3. Usos y
costumbres. Elementos y caracteres. 3.1. Obligatoriedad de las leyes escritas y no
escritas. 3.2. Usos y costumbres. 3.3. En el Código Civil Paraguayo. 3.4. La
costumbre contra la ley. 3.5. Elementos. 3.6. Caracteres. 4. Clasificación de los
usos. 4.1. Usos interpretativos. 4.2. Los usos técnicos 4.3. Los Usos invocados por la
ley. 4.4. La propia y verdadera costumbre. 5. Valor y función de los usos y
costumbres. Prueba de los usos. 5.1. Prueba de los usos y costumbres. 6. Otras
fuentes del Derecho Mercantil. 6.1. La jurisprudencia. 6.2. La doctrina. 6.3. La
equidad. 6.4. Su Importancia dentro del Derecho Moderno. 7. Aplicación e
interpretación de las leyes mercantiles. 7.1. Concepto según la doctrina tradicional.
7.2. Concepto de interpretación según la doctrina actual. 7.3. Pautas de
interpretación. 7.4. Reglas especiales. 7.5. La buena fe.

1. Significado de la expresión fuentes

El estudio de las fuentes del derecho, en rigor, corresponde a la Teoría General


del Derecho. En esta ocasión solo brindaremos algunos aspectos más resaltantes
relacionados con el origen, la aparición, elaboración y expresión de las normas
mercantiles que integran el ordenamiento jurídico positivo.

Según Pacheco: “El problema de las fuentes del derecho es complejo, porque
esa expresión tiene acepciones diferentes. Fuentes del derecho puede significar: a)
fuente del conocimiento de lo que históricamente es o ha sido el derecho (antiguos
documentos, colecciones legislativas, etc.); b) fuerza creadora del derecho como hecho
de la vida social (la naturaleza humana, el sentimiento jurídico, la economía etc.); c) la
autoridad creadora del derecho histórico vigente (Estado, Pueblo, etc.); d) acto
concreto creador del derecho (legislación, costumbre, decisión judicial, etc.); e)
fundamento de la validez jurídica de una norma concreta de derecho; f) forma de
manifestarse la norma jurídica (ley, decreto, reglamento, costumbre, etc.) y; g)
fundamento de un derecho subjetivo”1.

1
Luís Legaz y Lacambra. Filosofía del Derecho. P. 487 y 488, citado por Máximo Pacheco, en Teoría del
Derecho, Tercera Edición, Editorial Jurídica de Chile, P. 315.
Al notarse la complejidad del desarrollo de las fuentes del derecho, nos
limitaremos a circunscribirnos a las fuentes del Derecho Mercantil, donde además de la
ley, tienen mucho valor las costumbres y los usos mercantiles.

1.1. Fuentes reales o materiales del Derecho y fuentes formales


Las fuentes reales o materiales del derecho son los acontecimientos históricos,
los factores sociales, políticos, económicos, culturales, religiosos, etc. que influyen en la
creación y contenido de las normas jurídicas.

Las fuentes formales del derecho son las formas predeterminadas que deben
revestir las normas de conducta social. El conjunto de procedimientos técnicos para la
creación y vigencia de las reglas de conductas externas del hombre, para que integre el
sistema coactivo del derecho positivo.

Se podría describir las fuentes formales más importantes, como la costumbre, la


ley en sentido general, la doctrina jurídica, el acto jurídico y la jurisprudencia. Si bien es
cierto que existe facilidad de confusión entre la norma jurídica y las fuentes, que en
casos excepcionales, como en el Derecho Administrativo, la Constitución es la propia
fuente del Derecho Administrativo, pero no ocurre esto en el Derecho Mercantil, que sin
desmerecer a la Ley Suprema, que garantiza la libertad de comercio, sin embargo,
cuenta con otras fuentes muy importantes como las costumbres y los usos, que han sido
la primera fuente y que en muchos casos se han convertido en normas jurídicas.

2. Fuentes del Derecho Mercantil

2.1. La Ley
No todos los autores coinciden en la etimología de la palabra Ley, pero la más
aceptada es la que proviene de Cicerón, que considera su derivación del verbo latín
“legere”, que significa leer; conforme a la costumbre romana de grabar en tablas y
exponer al pueblo para su conocimiento. Pero otros pueblos, como el hebreo, ya
con anticipación han tenido leyes escritas.
La definición de la misma, igualmente, no es única, pero siguiendo a
Planiol, se puede definir como “una regla social obligatoria, establecida en carácter
permanente y sancionada por autoridad competente”.
En nuestro sistema, la ley debe ser sancionada por el órgano
competente, mediante una declaración formal y de acuerdo al procedimiento
constitucional preestablecido, para adquirir obligatoriedad y tener fuerza coactiva.

2.2. La Ley del Comerciante y otras leyes especiales


Debe señalarse, en primer término, que las leyes mercantiles se ocupan de
regular la actividad profesional del comerciante, los actos de comercio y el tráfico
jurídico de mercaderías, que cobra importancia, no solamente jurídica, sino también
económica y tributaria, conforme ya lo señaláramos más arriba.
Cabe mencionar del Código de Comercio, derogado por el Código Civil
paraguayo en su Art. 2810, con excepción del Libro Tercero, que trata sobre los
derechos y las obligaciones que resultan de la navegación. Asimismo, dejó subsistente
la Ley 1034, del Comerciante y la Ley 154 de Quiebras.

La Ley 1034 del Comerciante, como ya adelantáramos, incorporó la novedosa


figura de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada, que busca afectar un
patrimonio comercial, separando del patrimonio particular, con el propósito de
establecer seguridad en las transacciones comerciales y evitar innecesarias maniobras
para defender el patrimonio familiar.

De la misma manera se debe destacar la regulación de la competencia comercial,


como la transferencia de establecimientos comerciales, donde se introdujo un
procedimiento cuya inobservancia acarrea la responsabilidad solidaria de todas las
partes intervinientes.
Pero además, con el transcurso del tiempo, fueron dictándose leyes especiales
para llenar el vacío legislativo y que integra el Código Civil y Comercial, regulando
expresamente actividades muy importantes en materia comercial de la actualidad.

2.3. Algunas leyes comerciales insertadas en el sistema

LEY N° 94/91 : Que aprueba con modificaciones el Decreto-Ley N° 12 del 8 de marzo


de 1990, que modifica y amplia la Ley N° 772/79 de Mercado de Capitales y crea la
Comisión Nacional de Valores .
LEY N° 117/93 : Que regula las sociedades de capital e industria.
LEY N° 805/96 : Que modifica varios artículos del Capítulo XXVI, Título II, Libro III,
del Código Civil y crea la figura del cheque bancario de pago diferido, deroga la Ley
No 941/64 y despenaliza el cheque con fecha adelantada.
LEY N° 811/96 : Que crea la administración de fondos patrimoniales de inversión.
LEY N° 827/96 : De Seguros.
LEY N° 861/96 : General de bancos, financieras y otras entidades de crédito.
LEY N° 921/96 : De negocios fiduciarios.
LEY N° 1036/97 : Que crea y regula las sociedades securitizadoras.
LEY N° 1056/97 : Que crea y regula las sociedades calificadoras de riesgo.
LEY N° 1064/97 : De la industria maquiladora de exportación.
LEY N° 1284/98 : De mercado de valores.
LEY N° 1294/98 : De marcas.
LEY N° 1295/98 : De locación, arrendamiento o leasing financiero y mercantil.

2.4. Relación entre el Derecho Civil y Comercial


Este punto más bien corresponde a aquellos sistemas donde aún mantienen la
separación de las obligaciones en civiles y comerciales, que desde luego, carece de
relevancia científica; sin embargo, en nuestro caso debemos recordar que la Ley 1034,
del año 1983, es decir, anterior al Código Civil, ya establecía en el Art. 2º: “A falta de
normas especiales de esta Ley, se aplicarán las disposiciones del Código Civil”, vale
decir que aun antes de la vigencia del Código Civil (1987), se remitía al citado cuerpo
legal la solución jurídica de los problemas mercantiles, para el caso de no tener
regulación expresa en leyes especiales.

Hoy día, el Código Civil y Comercial es de aplicación directa; además de las leyes
especiales ya mencionadas, que regulan actividades comerciales de diversos géneros y
que se han insertado en el sistema jurídico como reguladoras de actividades mercantiles
específicas.

3. Usos y costumbres. Elementos y caracteres


3.1.Obligatoriedad de las leyes escritas y no escritas

Para nuestra materia, es importante resaltar que este título regula la obligatoriedad
de las leyes escritas y de las leyes no escritas. En rigor, las leyes jurídicas son las
normas escritas, obligatorias, dictadas por autoridades u órganos competentes creados
por la sociedad para reglar la vida de la misma, en un tiempo y un territorio
determinados (El Congreso dicta leyes; el Poder Ejecutivo decretos; los órganos
administrativos resoluciones, edictos; la Junta Municipal, ordenanzas, etc.). Leyes
jurídicas por oposición a leyes naturales o simplemente leyes de tratos sociales.
Frente a estas leyes escritas existen las leyes no escritas, que sin embargo en
ciertos casos son igualmente obligatorias (Art. 7º última parte).

3.2. Usos y costumbres


Según Messineo, el uso y la costumbre se forman por efecto de la uniforme y
constante repetición de un determinado comportamiento, “modo de obrar”, jurídico por
parte de un grupo de sujetos, quienes repitiendo aquel comportamiento, terminan por
imprimirle el carácter de norma. Su fundamento está, por consiguiente, en la autoridad
de la tradición.
Se ha dicho que en el uso y la costumbre se manifiesta el llamado ius
involuntarium2, es decir, el derecho que no es establecido consciente y voluntariamente
por una autoridad, y, por consiguiente, que no figuran en él, ni el acto consciente ni la
voluntariedad de establecer la norma, ni una autoridad que lo establezca. Sin embargo,
esto no implica que la norma consuetudinaria no sea, en su esencia, algo atinente a la
voluntad, porque una cosa es que, en su génesis, la norma no derive de una consciente y
voluntaria discusión de la misma, como la ley, y otra cosa es su cumplimiento, que
siempre se tornará voluntario.
Savigny es el verdadero jefe de la escuela histórica defensora del derecho
consuetudinario, sosteniendo que la verdadera fuente del derecho residirá siempre en la

2
Messineo, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial, T.I., traducción del Sentis Melendo,
Bs.As. 1979, P. 20.
costumbre. Ella brota del transfondo de la sociedad y se repite de generación en
generación, y el legislador se limita a reconocer o a interpretar las pautas repetidas por
el pueblo. Tal es así que el insigne maestro, en discordancia con el gran movimiento de
la codificación, decía: “Pero ellos ven la causa del mal en las fuentes del derecho y
estiman como buen remedio un Código, mientras por mi parte encuentro el mal en
nosotros mismos; y por tanto, creo que no está en condiciones adecuadas de proceder a
una codificación”3.

3.3. En el Código Civil Paraguayo


El Art. 7º del Código Civil Paraguayo (en adelante C.C.P.), última parte,
dispone: “El uso, la costumbre o práctica no pueden crear derechos, sino cuando las
leyes se refieran a ellos”. Igualmente, la Ley del Comerciante (1034/83)en su Art. 2º:
“A falta de normas especiales de esta ley, se aplicarán las disposiciones del Código
Civil”. Los usos y costumbres mercantiles pueden servir de reglas solo cuando la ley se
refiera a ellos, para determinar el sentido de las palabras o frases técnicas del comercio
y para interpretar los actos o convenciones de la misma naturaleza”.
El Art. 699 del C.C.P. dispone: “La forma de los contratos será juzgada: a)
entre presentes, por las leyes o costumbres del lugar en que hubieren sido concluidos”.
Otro ejemplo bastante ilustrativo trae el Art. 825) inc. b) al establecer el precio de la
locación que, en caso de no haberse ajustado en el convenio, se establecerá “según la
costumbre del lugar”.
Finalmente, se puede afirmar que nuestro sistema positivista reconoce fuerza a
la costumbre cuando la ley expresamente así lo dispone. Esto implica que la costumbre
tiene fuerza obligatoria por imperio de la ley.
En el Derecho Mercantil, la Ley del Comerciante otorga una finalidad precisa a
los usos y las costumbres, pues sirven para determinar el sentido de las palabras o frases
técnicas del comercio y para interpretar actos o convenciones de la misma naturaleza
(Art. 2º última parte de la Ley del Comerciante).

3. 4. La costumbre contra la ley

La cuestión radica en si sería posible admitir el valor de la costumbre contra la Ley.


También no se debe desconocer la fuerza de aquella en el sentido de dejar sin efecto el
precepto legal, sea simplemente porque no se cumple o porque se lo reemplaza por un
uso distinto. Desde el punto de vista de la escuela histórica, esta es una realidad
insoslayable, en razón de que existen leyes completas que son derogadas por la
costumbre o por el uso, independientemente de su licitud o no, sino simplemente por
una práctica social, que permite o tolera una conducta determinada que por el
mecanismo de repetición se vuelve generalizada teniendo un verdadero efecto
derogatorio. Aparentemente, resulta difícil concebirla, sin embargo, tal tolerancia en
nuestro país la tuvimos con la Ley del Contrabando cuya eficacia ha cedido ante el

3
Savigny, F. Von. De la Vocación de nuestro siglo para la legislación y la Ciencia del Derecho, Editorial
Heliasta, Bs.As. 1977, P. 171, 172.
oleaje de automotores introducidos, o mercaderías de toda laya, comercializados
públicamente y tolerados por los municipios al otorgar placas y autorización para
circular, lo cual demuestra un claro ejemplo, en que la eficacia de una ley es vulnerada
por usos o prácticas sociales de una época determinada.
Este punto de estudio guarda una íntima relación con los caracteres que deben
reunir las normas jurídicas que son: la justicia, la validez y la eficacia. Una peculiaridad
se da en esta relación, porque la norma jurídica puede no ser eficaz, al no observarse su
mandato, sin embargo, la eficacia es una característica esencial de la costumbre, pues,
su repetición importa su eficacia4.
Planteada así la cuestión corresponde analizar si en nuestro sistema jurídico podría
admitirse válidamente tal concepción. La costumbre es fuente autónoma del derecho
pero no es fuente independiente, por tanto es inconcebible que una sociedad pudiera
crear normas (costumbristas) contrarias a las leyes establecidas por sus autoridades,
porque entonces no existiría tal autoridad. Sin embargo, en nuestra concepción la ley
como norma social es dictada por las autoridades sociales reconocidas con facultades
específicas para ella. Pero sí es posible admitir la existencia de una ley injusta que por
dicha razón haya caído en desuso, pero no la facultad derogatoria de la costumbre; a la
admisión de la facultad derogatoria de la costumbre se denomina consuetudo
derogatoria, que no es permitida en nuestro sistema jurídico.

3.5. Elementos
Podemos citar como elementos esenciales: a) el objetivo o material; y b) el
subjetivo o espiritual.
Según Pacheco, el elemento objetivo o material consiste “en que la norma de
conducta debe ser repetida y practicada en forma uniforme y constante por los
miembros de una comunidad. Se requiere que no exista otra norma de conducta
contraria, pues de otra manera perdería su característica de generalidad. La práctica
debe prolongarse en el tiempo, como expresión del acuerdo colectivo; de aquí que
algunas legislaciones antiguas fijaran de 10 a 40 años para aceptar su carácter
obligatorio. Por último, la costumbre debe ser pública, general y conocida por el público
y las autoridades; de otro modo deja de ser la voluntad colectiva y espontánea. Debe,
por tanto, reunir tres requisitos: generalidad, largo uso y notoriedad”5.
En cuanto al elemento subjetivo o espiritual está representado por el convencimiento,
la creencia o convicción de que la misma tiene fuerza obligatoria, y se respeta
voluntariamente.
4
Bobbio Norberto. Teoría General del Derecho, Editorial Temis Bs. As. 1997, P. 20, nos dice: “El
problema de la eficacia de una norma es el problema de si la norma es o no cumplida por las personas a
quienes se dirige (los llamados destinatarios de las normas jurídicas) y, en el caso de ser violada, que se la
haga valer por medios coercitivos por la autoridad que la ha impuesto. Que una norma exista en cuanto
norma jurídica, no significa que sea constantemente cumplida…hay normas que son cumplidas
universalmente de manera espontánea (y son las más eficaces); otras se cumplen por lo general solo
cuando van acompañadas de la coacción, otras no se cumplen a pesar de la coacción; y las hay que se
violan sin que ni siquiera se aplique la coacción (y son las más ineficaces)”.
5
Pacheco Máximo. ob. cit. P. 317
3.6. Caracteres
Como señaláramos más arriba, la costumbre tiene la característica de no ser norma
escrita, pero sí en su calidad de norma debe ser general, pública, es decir conocida por
todos, de repetición prolongada en el tiempo y cumplida voluntariamente por los
miembros de la comunidad.
4. Clasificación de los usos
4.1. Usos interpretativos
Los usos interpretativos sirven para interpretar los contratos, por haber existido
ambigüedad, oscuridad, deficiencia, insuficiencia, contradicción o simplemente
discordancia entre lo declarado en el instrumento. En estos casos, esas deficiencias
pueden ser suplidas por los usos constantes que la práctica comercial establece.
Los usos interpretativos deben surgir de la práctica comercial comprobada para que
pueda servir como una cláusula sobreentendida o tácita.
Además, no debe contradecir a una voluntad expresamente declarada, sino al
contrario, el significado de las frases técnicas, propio de la actividad comercial o el
simple silencio en las convenciones, podrá ser suplido por los usos que sirven para
interpretar la voluntad contractual.
Al respecto dice Argaña: “Constituyen indicios de cierta voluntad. El uso hace
presumir su existencia. La eficacia del uso radica, precisamente, en ser el indicio o la
presunción de esa voluntad, que es la que obra jurídicamente. Si una persona
manifiesta una cierta voluntad con la repetición de unos mismos actos, lógico es
presumir que la serie de actos repetidos responde a una voluntad constante, la que
subsiste aun cuando en un caso particular falte la correspondiente especial
manifestación. Así, si dos comerciantes en sus relaciones mercantiles han regulado
siempre su conducta de una cierta manera, la presunción lógica es que tiene la
voluntad de regular del mismo modo en lo porvenir. El valor, la eficacia de los usos
interpretativos depende de la voluntad presumida en ellos. De lo que se infiere: a) la
presunción de voluntad puede ser impugnada , demostrando que no es esa la voluntad
presunta en los usos; b) mientras no se impugne la presunción, el uso se considera
declaración de voluntad, como tal puede derogar la normas legales declarativas o
permisivas”6.

4.2. Los usos técnicos


Son aquellos que sirven para regular una conducta mercantil determinada en una
región o en un país, o principalmente los usos vigentes en el comercio internacional.
Podemos señalar como ejemplos los contratos con cláusulas FOB., los contratos con
cláusulas C.I.F, etc.
4.3. Los usos invocados por la ley

6
Argaña, Luís A. Tratado de Derecho Mercantil T. I, Ed. El Foro Asunción P. 49.
Son obligatorios no porque constituyen en sí mismo una norma jurídica, sino porque
integra el contenido de una disposición legal. Su fuerza obligatoria reside cuando la
solución jurídica del caso se remite a los usos o a la costumbre.
En estos casos, el legislador encuentra más fácil la solución jurídica en el uso y la
costumbre, por dicha circunstancia se remite a ellos, porque también los usos y prácticas
mercantiles van evolucionando constantemente y por ese medio se puede legislar con
mayor eficacia para el porvenir.
Es aplicable siempre que no exista una disposición legal en sentido contrario, o una
declaración expresa de voluntad, también en sentido contrario.
4.4. La propia y verdadera costumbre
Como señaláramos ya en los tópicos precedentes, la característica principal de la
verdadera costumbre es que origine conducta uniforme, general, constante, que
provenga de un tiempo prolongado y que se respete sin discusión alguna.
Hemos dicho que el Derecho Comercial nació de las costumbres, de las
corporaciones profesionales que desarrollaban actividades afines, por lo que en su seno
existía la repetición mecánica de la conducta, considerada en sí obligatorias, cumplidas
conscientemente y cuya fuerza a veces es superior a la Ley misma.
También se debe destacar la disposición del Art. 7º del Código Civil paraguayo y
del Art. 2º de la Ley 1034/83, que otorgase fuerza cuando la ley remite la solución
jurídica del caso a la misma, de lo contrario no tendrá fuerza obligatoria. Sin embargo,
nos remitimos a los estudios realizados en los puntos 3.1., 3.2., 3.3., 3.4., 3.5. y 3.6.
Finalmente, solo se debe señalar que en algunos países, como Inglaterra, la
costumbre mercantil es obligatoria, sin necesidad de norma escrita alguna, al contrario
prevalece incluso contra la norma escrita. A este sistema se lo denomina, según algunos
autores, como la propia y verdadera costumbre como fuente de derecho.

5. Valor y función de los usos y costumbres. Prueba de los usos


Al analizar el valor y la función que tienen los usos y las costumbres, estamos
penetrando en el campo de la teoría general del derecho, pues el positivismo jurídico
sostiene y ha demostrado que la única fuente del derecho es la ley. Sin embargo, aunque
existen otras fuentes del derecho, estas son validas y tendrán fuerza obligatoria en la
medida en que las leyes le otorgan fuerza obligatoria.
En efecto, el Art. 7º del Código Civil paraguayo otorga fuerza y eficacia normativa
al uso y la costumbre cuando la ley se refiere a ella; en el mismo sentido regula la
materia el Art. 2º de la Ley del Comerciante (Ley 1034/ 83).
El problema sigue aún en debate; principalmente en materia comercial, se mantiene
una doctrina uniforme apoyada por fallos jurisprudenciales donde se reconoce a los usos
y las costumbres un valor subsidiario de derecho, ante el silencio de la ley o la
convención y tal como lo dispone la última parte del Art. 2º de la Ley del Comerciante,
sirven para interpretar contratos o explicar normas técnicas de carácter comercial.
Por otro lado cabe destacar que el Código Civil en el Art. 417 establece claramente:
“Las obligaciones derivan de algunas de las fuentes establecidas por la ley”. Esta
disposición legal de cuño esencialmente positivista no señala que no hay otra fuente de
derecho alguno fuera de la ley, aunque en el propio código existen numerosas
disposiciones donde la solución jurídica se remite a la equidad, o a la costumbre que
causa la impresión de la existencia de una contradicción; pero en todos los casos lo que
crea el germen de la obligatoriedad es la propia ley.
Podríamos sintetizar que los usos y las costumbres en materia comercial
desempeñan algunas funciones esenciales. La determinación de los sentidos de las
palabras o de las expresiones técnicas empleadas corrientemente en el trafico comercial
igualmente sirve para interpretar supletoriamente los contratos conforme al uso y la
práctica observada en el comercio. Se trata, pues, de contratos comerciales donde exista
ambigüedad, oscuridad, deficiencia, omisión o contradicción, que implique la necesidad
de interpretar la intención de las partes.
Por último, en caso de omitirse cláusulas necesarias, el juzgador puede atribuir una
función según los usos para que el contrato pudiera tener efecto jurídico.
5.1. Prueba de los usos y costumbres
En la actualidad existen reglas de usos internacionales que han sido reconocidas por
medio de normas escritas, habiendo alcanzado su utilización masiva en el campo
internacional y en cuyo caso la prueba de su existencia no ofrece ninguna dificultad.
Pero cuando consideramos la costumbre como norma de convivencia o como regla
social, enfrentamos una verdadera contradicción; pues el Juez tiene el deber de conocer
el derecho o las normas en vigencia por el principio “IURA NOVIT CURIA”. Esta
circunstancia nos permite considerar que la costumbre y los usos deben ser
necesariamente sostenidos por los medios de prueba para acreditar la existencia de un
hecho, en consecuencia, para la determinación del precio corriente se pedirán informes
(Bolsa y Cámara de Comercio, de los gremios, asociaciones y entidades de comercio),
se probarán por testigos y por pericia como cualquier otro hecho envuelto en una
discusión judicial.
6. Otras fuentes del Derecho Mercantil
6.1. La Jurisprudencia
La expresión jurisprudencia tiene diversas acepciones; una de ellas es el
conocimiento del derecho; en otra, ciencia del derecho; teoría del orden jurídico o
doctrina positiva; en otros casos sirve para sostener como un conjunto de principios
generales mencionados en los fallos uniformes de la justicia respecto a la interpretación
y aplicación de las normas jurídicas.
Se puede afirmar que existe jurisprudencia cuando los fallos dictados por los
Tribunales son constantes, pacíficos, uniformes en la interpretación y la aplicación del
derecho.
En algunos países, como en los Estados Unidos de América e Inglaterra, el derecho
esencialmente nace de la jurisprudencia judicial, donde el Juez parte de un antecedente
jurisprudencial para su aplicación a casos similares. En los Estados Unidos de América,
la doctrina del realismo jurídico sostiene que el derecho es lo que el juez dice que es. Es
decir, el derecho existe en realidad cuando es aplicado por el Juez; mientras tanto, es
apenas una norma abstracta. De allí la jurisprudencia como fallo judicial en un sentido
determinado adquiere un gran peso.
En nuestro sistema, la jurisprudencia sirve como opinión, no es vinculante ni
obligatoria para los magistrados que deben aplicar la Ley a cada caso concreto. Esta
corriente tiene sus ventajas en el sentido de que al Juez no obliga un antecedente
jurisprudencial; lejos de cristalizar, la jurisprudencia, puede ofrecer ventajas para el
desarrollo del derecho. Sin embargo, en manos de jueces venales, este criterio trae
aparejada una gran inseguridad jurídica para la ciudadanía.
6.2. La Doctrina
La doctrina consiste en las enseñanzas de los jurisconsultos, de los juristas o de los
autores de obras en materia jurídica que conocen las opiniones de los demás y luego de
una investigación, concluye la interpretación y la aplicación del derecho.
La doctrina no tiene fuerza obligatoria, su valor es de carácter científico y tiene
suficiente fuerza moral y su peso en gran medida depende de las razones científicas y
del prestigio del autor.
“Se da el nombre de doctrina a los estudios de carácter científico que los juristas
realizan acerca del derecho, ya sea con el propósito puramente teórico de
sistematización de sus preceptos, ya con la finalidad de interpretar sus normas y señalar
las reglas de su aplicación”7.

6.3. La Equidad
Como principio, la equidad no constituye fuente formal del derecho; incluso el
Código Procesal Civil prohíbe a los jueces juzgar la equidad de las leyes, en la
disposición del Art. 15. inc. c) “resolver siempre según la Ley, sin que les sea permitido
juzgar el valor intrínseco o equidad de ella ”; pero en materia de Tribunal Arbitral el
Art. 779 permite el juzgamiento de acuerdo a la regla de la equidad.
El Código Civil paraguayo, en materia de interpretación del contrato, se refiere a las
reglas de la equidad. El Art. 712 y el Art. 714 hablan de armonización equitativa de los
intereses y numerosas otras disposiciones, como la referida a la modificabilidad de la
cláusula penal (Art. 459), la lesión (Art. 671), etc.
La equidad significa, en principio, dar a cada uno lo suyo. Pero en realidad es la
realización de la justicia en las normas establecidas para cada caso concreto. También se
puede decir que la equidad es la aplicación sabia de la ley al caso particular, imponiendo
criterios justos y soluciones jurídicas justas.
7
Eduardo García Maynes. Introducción al Estudio del Derecho. P. 77, Citado por Pacheco, Máximo ob
cit. P. 350.
6.4. Su importancia del Derecho Moderno
En la actualidad la gran mayoría de las disputas comerciales encuentran su solución
fuera de los tribunales, es decir, fuera del Poder Judicial, recurriendo principalmente al
arbitraje, donde los componentes fuera del acuerdo arbitral, se guían principalmente por
la equidad para dar solución al caso concreto.
Este procedimiento resulta de preferencia, a fin de evitar costos excesivos y además
resulta más confiable que la propia administración de justicia.
7. Aplicación e interpretación de las leyes mercantiles
Desde la unificación de las obligaciones civiles y comerciales, los contratos en
general tienen idénticas pautas de interpretación. Debemos señalar que las reglas de
interpretación de los contratos comerciales se regulaban en el Art. 218 del Código de
Comercio; todas esas disposiciones fueron transportadas en el Código Civil paraguayo
en las disposiciones de los Arts. 708 al 714, como veremos más adelante. La única
disposición del antiguo Art. 218 que no fue trasegada es aquella que dice: “Los actos de
los comerciantes nunca se presumen gratuitos”. Sin embargo, esto resulta innecesario
porque la actividad comercial persigue el lucro.
En doctrina se estudian varios métodos de interpretación. Así tenemos el método
gramatical; el método exegético; el método lógico; el método dogmático y por último
debemos agregar el método positivista. Pero, para nuestro caso, estando legisladas
expresamente las reglas de interpretación, donde el magistrado cuenta con una
herramienta positiva para indagar la verdad, mediante la aplicación sistemática de las
normas, resultaría innecesario recurrir a las doctrinas tradicionales.
7.1. Concepto según la dictrina tradicional
Conforme queda demostrado precedentemente, en referencia a la trascendencia
en el derecho de la interpretación de los actos jurídicos, se puede decir que la misma
consiste en: “La tarea de desentrañar el verdadero sentido de las cláusulas ambiguas o
dudosas, arrojar luz sobre las expresiones oscuras, para fijar el alcance de sus términos,
de modo a conocer las obligaciones que surgen de las mismas”.
La interpretación, dice Savigny, consiste en: “Hacer brotar de la letra muerta el
pensamiento que ella oculta”.

7.2. Concepto de interpretación según la doctrina actual


Desde el punto de vista jurídico la interpretación tiene diversas acepciones:
a) interpretar es determinar el sentido y alcance de las normas jurídicas;
b) interpretar es averiguar lo que tiene valor normativo. De este modo se amplía la
función interpretativa a la delimitación del campo de lo jurídico, comprendiendo tanto
la comprensión de sus fuentes como la determinación de su sentido. En este significado
ampliado ha sido posible plantear, en torno de la interpretación, lo que se ha llamado
problemática del método jurídico. En ella se ofrecen varias preguntas: detrás de las
palabras de la ley, ¿se puede buscar algo más?; una voluntad real, una abstracción
dogmática, una ponderación de intereses, lo que el Juez entienda, lo que el vulgo piense,
un mandato de orden moral y político; y
c) Interpretar es una operación del espíritu que acompaña al proceso de creación del
derecho al pasar de la norma superior a la norma inferior. En el caso normal, el de la
interpretación de la ley, se trata de saber cómo, aplicando una norma general a un hecho
concreto, el órgano judicial o administrativo obtiene la norma individual que le incumbe
establecer”
Para los actos jurídicos la interpretación consiste en reconstruir el significado de la
declaración emitida y lo que a la conducta seguida razonablemente debe atribuirse,
conforme a las concepciones dominantes de la conciencia social, en el lenguaje común,
en la práctica de la vida, en los usos del tráfico, una vez que su contenido haya sido
fijado y encuadrado dentro de las circunstancias en que se produce.
En rigor, la tarea de la interpretación consiste en atribuir consecuencias jurídicas al
texto legal o contractual en el momento de su aplicación al caso concreto y es allí
cuando surge la norma jurídica que constituye el texto legal o contractual interpretado
que goza de la fuerza obligatoria.

7.3. Pautas de interpretación


Reglas Generales
Podemos considerar como reglas generales en materia de interpretación de los actos
jurídicos las siguientes disposiciones:
a) Primera
Art. 300: “La calificación jurídica errónea que del acto hagan las partes no perjudica
su eficacia, que se juzgará según el contenido real del mismo. Cuando hubiese en un
instrumento palabras que no armonicen con la intención reflejada en el acto, prevalecerá
esta”.
La referida disposición legal marca una pauta muy importante de interpretación: a)
respecto a la calificación errónea; y b) respecto a la intención de las partes. En ambos
casos, la ley pretende juzgar el acto de acuerdo al propósito de las partes y no
encadenarlas de acuerdo a la expresión literal de las cláusulas, en la formación de la
relación jurídica.

b) Segunda

Está dada por el Art. 301 del Código Civil paraguayo que preceptúa: “Los actos
jurídicos producen el efecto declarado por las partes, el virtualmente comprendido en
ellos y el que les asigne la ley”.

c) Tercera
Es obvio que el Código, al regular en el capítulo VI, del Libro III, los efectos del
contrato y su extinción, ha sentado igualmente una regla de carácter general en materia
de interpretación de los contratos en su Art. 715, donde en primer término consagra a
las reglas formadas en los contratos como leyes para las partes; en segundo lugar, que
deben ser cumplidas de buena fe, y en tercer lugar, que ellas obligan a lo que esté expre-
sado y a todas las consecuencias virtualmente comprendidas.
La referida norma jurídica estatuye: “Las convenciones hechas en los contratos
forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma, y
deben ser cumplidas de buena fe. Ellas obligan a lo que esté expresado, y a todas las
consecuencias virtualmente comprendidas”. Esta norma jurídica otorga fuerza vincular a
la voluntad autónoma.

7.4. Reglas Especiales


a) Primera regla
La intención común de las partes
Hemos afirmado precedentemente que estas reglas deben regularse en la parte
general o, en su defecto, dentro de los actos jurídicos.
Esta regla viene a poner el sello definitivo a la importancia de la misma en el
Derecho; constituye una réplica muy dura a la teoría de la declaración aparentemente
contenida en el Art. 279 del C.C.P.; en esta regla cobra mayor actualidad la expresión
del Dr. Ramón Silva Alonso: “En Derecho no existe solución químicamente pura…”; en
el Derecho son importantes la intención y la declaración.
Esta regla está contenida en el Art. 708 del C.C.P. que dispone: “Al interpretar el
contrato se deberá indagar cuál ha sido la intención común de las partes y no limitarse
al sentido literal de las palabras.
Para determinar la intención común de las partes se deberá apreciar su
comportamiento total, aun posterior a la conclusión del contrato”.
Esta regla se inspira en un fragmento de Papiniano: “In conventionibus
contrahentium voluntatem potius quam verba spectari placuit”.
He aquí el ejemplo de Pothier que ilustra el punto: “Vos habíais alquilado de mí un
pequeño apartamento de una casa, el resto de la cual ocupo yo. Os he renovado el
contrato en estos términos: doy en alquiler a X por tantos años, por el precio establecido
en el precedente arrendamiento. ¿Estaríais autorizada a pretender que os he alquilado
toda mi casa? No, pues aunque el término MI CASA, en su sentido gramatical, significa
casa entera, y no un simple departamento, es visible, sin embargo, que nuestra intención
no ha sido sino la de renovar el alquiler del departamento; y esta intención, de la que no
puede dudarse, debe prevalecer sobre los términos del contrato”.
b) Segunda regla
En cuanto al CONTEXTO GENERAL, establece al respecto el Art. 709 del C.C.P.:
“Las cláusulas del contrato se interpretan las unas por medio de las otras, atribuyendo
a las dudosas el sentido que resulte del contexto general”.
Las cláusulas del acto no pueden interpretarse aisladamente, prevaleciéndose de las
mismas para atribuirle el efecto que evidentemente no condice con el contexto general
de la declaración, ni con la voluntad, equivocadamente manifestada en ella.
c) Tercera regla
EL OBJETO DEL CONTRATO está dado por el Art. 710: “Por generales que fueren
las expresiones usadas en el contrato, este no comprende sino los objetos sobre los que
las partes se han propuesto contratar”.
Esta es una restricción de las facultades interpretativas solo a los objetos en que las
partes se han propuesto contratar, a los efectos de evitar su ampliación indebida en
cuanto a la esfera de aplicación de un acto.
d) Cuarta regla
UN CASO COMO EJEMPLO NO EXCLUYE A LOS DEMÁS. Está dada por el Art.
711 del C.C.P. al expresar: “Cuando en un contrato se hubiere hecho referencia a un
caso con el fin de explicar un pacto, no se presumirán excluidos los casos no
expresados, a los que, de acuerdo con la razón, puede extenderse dicho pacto”.
e) Quinta regla
ENTRE LA NULIDAD Y LA VALIDEZ DEL CONTRATO, EN CASO DE DUDA,
DEBE INTERPRETARSE POR LA VALIDEZ.
Se refiere a un caso de duda; debe interpretarse a favor de la validez y no de la
nulidad del acto; interpretándose en el sentido que más convenga a la naturaleza del
acto.
Expresa el Art. 712: “Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, de uno de los
cuales resultaría la validez y del otro la nulidad del acto, deben entenderse en el
primero. Si ambos dieren igualmente validez al acto, deben tomarse en el sentido que
más convenga a la naturaleza de los contratos y a las reglas de la equidad”.
La doctrina enseña que debe rechazarse la interpretación que produciría la nulidad
del acto, con mayor razón cuando de otras cláusulas surgiere la validez del mismo.
El sentido más favorable a la naturaleza del acto. Ejemplo: en un contrato de alquiler
por el término de un año donde se fija una suma de G. 200.000 (equivalente a un mes).
Debe entenderse, indudablemente, conforme a la naturaleza del acto, que la suma se
refiere a cuotas mensuales.
f) Sexta regla
LAS CLAÚSULAS INSERTAS EN FORMULARIOS, EN CASO DE DUDA, SE
DEBEN INTERPRETAR A FAVOR DEL OTRO.
Dice el Art. 713: “Las cláusulas insertas en las condiciones generales del contrato
así como en formularios dispuestos por uno de los contratantes, se interpretarán, en
caso de duda, a favor del otro”.
Se dan principalmente en los contratos de adhesión, donde en cualquiera de los casos
de duda debe interpretarse a favor del otro. El C.C.P. aún va más allá, porque autoriza la
dispensa del cumplimiento de la obligación o la modificación por el Juez en los
contratos leoninos; está previsto en el Art. 691: “Cuando los contratos por adhesión
contengan cláusulas restrictivas de carácter leonino, la parte adherente podrá ser
dispensada de cumplirlas, o pedir su modificación por el Juez”.
g) Séptima regla
EL FAVOR DEBITORIS Y LA BUENA FE.
La última regla de interpretación establece el Art. 714: “Si a pesar de la aplicación
de las normas precedentes subsistiere la oscuridad del contrato, deberá este ser
entendido en el sentido menos gravoso para el obligado, si fuere a título gratuito; y en
el sentido que realice la armonización equitativa de los intereses de las partes, si fuere a
título oneroso.
El contrato debe ser interpretado de acuerdo con la buena fe”.

7.5. La buena fe
Esta buena fe significa que el hombre debe creer y confiar que una declaración de
voluntad surtirá en un caso concreto sus efectos usuales, los mismos efectos que
ordinariamente ha producido en casos iguales.
La buena fe es el deber de lealtad que preside los negocios jurídicos; es considerada
la regla de oro de la interpretación.
CAPITULO IV

SUMARIO: 1. Criterios de comercialidad en el antiguo Derecho y en el Derecho


Comparado. 2. La formación de un Derecho profesional en los sistemas unitarios. 3. Las
manifestaciones del concepto subjetivo. 4. Acto aislado de comercio y acto de comercio
profesional. 5. El concepto objetivo. 6. Intento de determinar el acto de comercio. 7. La
teoría de rocco. 8. Clasificación de los actos de comercio. 8.1 Actos de comercio como
intento especulativo del sujeto. 8.2. Acto de comercio en razón de otro que aparece como
principal. 8.3. Acto de comercio en razón de otro aparece como principal. 9. Actos
subjetivos de comercio o conexos con la actividad del comerciante. 9.1. Cáracter de esta
enumeración. 9.2. Actos a los que refiere el Art. 72. 9.3. Actos unilateralmente comerciales.
10. La empresa. 10.1. Empresa y empresario. 10.2. La actividad de producción en forma
de empresa. 10.3. La empresa desde el punto de vista jurídico. 10.4. Empresa y ejercicio
profesional. 10.5. Empresa y fondo de comercio. 10.6. Naturaleza jurídica. Teorías. 10.7.
La empresa como universalidad: de hecho y de derecho. 10.8. Tesis atomista. 10.9.
Empresa y actividad. 10.10. Empresa y establecimiento. Elementos.

1. Criterios de comercialidad en el antigo Derecho y en el Derecho Comparado

Antes de exponer cuáles son los criterios de comercialidad, es indispensable


entender en qué consiste la misma. En ese afán tenemos que tal vocablo no figura en el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española1, por lo que podemos concluir que se
trata no de un vocablo del lenguaje común, sino uno del lenguaje técnico.

Todos los conceptos del Derecho Comercial se encuentran influidos por la economía
y por la práctica de las operaciones comerciales. Así muchos de ellos tienen una orientación
económica y otra jurídica.

La comercialidad no puede escapar de tal característica y en consecuencia, muchas


de las propiedades que las distinguen son más económicas que jurídicas. En síntesis, la
comercialidad es el carácter comercial de un acto. El punto central se encuentra en ubicar los
criterios con los cuales se determina que un acto es o no un acto de comercio o, lo que es lo
mismo con qué criterios se determina la comercialidad de un acto.

En el derecho antiguo, el Derecho Comercial se ha desarrollado en forma mucho


más lenta que la actividad comercial en sí misma, es decir, como siempre la realidad se ha
adelantado al derecho. Sin embargo, el afán de ordenar y estructurar ha llevado al hombre a
intentar establecer cuándo una actividad humana es comercial y cuando no lo es. Se denomina
comercialidad a las propiedades que hacen que se considere o no comercial a la actividad
estudiada.

Desde del Código Francés de 1807. se intenta determinar con precisión los criterios
de comercialidad para obtener de esta forma una definición unificada de acto de comercio. Con
anterioridad al citado código, la discusión no existía, dado que actos de comercio eran los
realizados por los comerciantes y solo podían ser comerciantes los que se inscribían en las
corporaciones.--------------------------------

1
Al menos en su Vigésimo Primera Edición, Año 1992.-
Los criterios de comercialidad que desde un principio se han intentado utilizar ha
consistido en lo siguientes:

a-) Una definición unitaria del acto de comercio.


b-) La determinación de los caracteres necesarios para la existencia de un acto de comercio; y
c-) La enumeración de los actos de comercio.

Algunos códigos como el de Guatemala han intentado la primera opción, mientras


que por la segunda han optado la generalidad de los códigos del siglo XIX y la tercera vía fue
elegida por el Código español de 1885. La verdad es que todas las opciones han sido criticadas
por no contemplar la totalidad de las situaciones posibles, lo cual era desde luego inalcanzable al
no existir criterios objetivos uniformes sobre el acto de comercio.

2. La formación de un Derecho profesional en los sistemas unitarios

Como ya lo manifestáramos, la figura del comerciante domina los criterios de


comercialidad hasta 1807, fecha en que aparece el Código Francés. El problema surgió a partir
de la supresión de las corporaciones, lo cual hace que, el apoyo principal en la caracterización
del comerciante.

Las corporaciones eran comunidades reconocidas por las autoridades que unían a
individuos de una misma profesión. Eran características de la Edad Media y prolongaron su
existencia hasta fines del siglo XVIII y principios del XIX, según los países. Tenían el
monopolio del gremio, por lo que la adscripción a las mismas era obligatoria.

Como vimos, la doctrina no ha tenido el éxito esperado en la determinación unitaria


del acto de comercio, por lo que de nuevo se ha retornado a la figura del comerciante para
lograr, en general, el cierre del concepto.

El profesional es aquel que realiza habitualmente una actividad, de la cual vive. En


nuestro caso el comerciante es aquel que realiza habitualmente actos de comercio, por lo que de
vuelta retornamos a la necesaria determinación del acto de comercio.

3. Las manifestaciones del concepto subjetivo

Una de las clasificaciones más difundidas del acto de comercio es la de actos


objetivos y actos subjetivos. Al respecto, José Alberto Garrone2 nos dice: “Los actos de
comercio objetivos adquieren su carácter comercial por una declaración imperativa de la ley:
Son comerciales aún en contra de la voluntad de quien lo ejecuta. Los actos de comercio
subjetivos son los que realiza un comerciante por simple presunción de la ley”.

En principio, subjetivo significa 3: “Perteneciente o relativo al sujeto, considerado en


oposición al mundo externo”. El sujeto en nuestro caso es el comerciante y los actos que Este
realiza se presumen comerciales por disposición legal. Se debe aclarar que dicha presunción

2
En su obra “Derecho Comercial”, Editorial Lexis Nexis, Bs. As. 2004. p.63
3
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Vigésimo Primera Edición, p.1355.
legal admite prueba en contra, es decir, que es posible probar que un acto realizado por un
comerciante no es un acto de comercio.

Para cerrar el concepto, debemos decir que por presunción entendemos 4 una
“proposición jurídica por la que la ley recoge un hecho prejurídico determinado y le asocia una
consecuencia jurídica diferente de aquel, con el que únicamente guarda una relación de
proximidad y probabilidad”.

Finalmente, debemos concluir que no todo acto de comercio es realizado por


comerciantes ni todo acto de comerciante es acto de comercio. La ley enuncia ciertos actos que
son necesariamente de comercio, sean realizados por comerciantes o no comerciantes; estos son
los llamados actos objetivos de comercio.

4. Acto aislado de comercio y acto de comercio profesional

El punto de distinción entre ambos conceptos radica en la persona del comerciante;


es Este el que puede realizar en forma profesional un acto de comercio; sin embargo, un acto
aislado de comercio solo puede realizarlo un no comerciante, que por alguna razón lleva a cabo
un acto específicamente calificado por la ley como acto de comercio.

Esta distinción trae aparejada consecuencias interesantes en la práctica, pues al no


comerciante se le aplican en los casos de actos aislados de comercio la misma normativa que a
los comerciantes, aunque la norma deje expresamente establecido que los que realicen actos
aislados de comercio no son declarados comerciantes.

Es importante dejar en claro cual es el concepto de acto “aislado” de comercio. En


ese sentido el concepto de aislado que es pertinente en este caso es 5 “solo, suelto, individual”.
De allí que deberíamos preguntarnos si una persona que realiza más de un acto de comercio (por
ejemplo dos) ya no podría llevar a cabo un acto “aislado” de comercio. Cual sería el plazo de
tiempo para considerar como individual el acto, ¿Toda la vida? ¿Diez años? ¿Un año?. Al no
estar determinado, creemos que el legislador ha preferido dejar el caso particular bajo la
prudente decisión judicial.

5. El concepto objetivo

Como ya lo adelantamos antes, un acto objetivo de comercio es aquel que adquiere


su carácter comercial por una declaración imperativa de la ley. De allí que puede existir un acto
de comercio objetivo aun en contra de la voluntad de quien lo ejecuta.

Un acto cualquiera es “objetivo” cuando existe fuera del sujeto que lo conoce.
Podemos decir, entonces, que en la determinación del acto de comercio lo establecido
expresamente en la ley como tal, existe aun sin la presencia de algún comerciante.

El concepto objetivo de comercio ha surgido luego de la revolución francesa,


específicamente con el Código Francés de 1807, como una reacción contra la “desigualdad” que
traía aparejada la existencia de normas aplicables “solo” a un grupo, una “corporación” de
4
Diccionario Jurídico Espasa, Novena Edición, 2004, p. 1157.
5
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Año 1992.-
comerciantes. No olvidemos que una de las grandes reivindicaciones de la citada revolución ha
sido la implantación del principio de igualdad.

La verdad es que nunca se ha podido “objetivar” del todo el acto de comercio y


siempre de una u otra forma se ha recurrido a la figura del comerciante primero y a la figura del
empresario después. En síntesis, ni la teoria subjetiva ni la objetiva han podido cerrar para todos
los casos la determinación de un concepto unitario de los actos de comercio. Finalmente, la
ejemplificación legislativa de los actos de comercio objetivos lo tenemos en el Art. 71 y
siguientes y concordantes de la Ley del Comerciante.

6. Intento de determinar y definir el acto de comercio

Como bien lo dice el título, durante más de cien años se ha “intentado” determinar y
definir el acto de comercio, de tal manera a hacerlo abarcante de todas las características
pensables del mismo. Tal esfuerzo ha resultado infructuoso en la consecución del objetivo; sin
embargo en el trayecto se ha logrado un importante avance en el ordenamiento y sistematización
dogmática de esta rama del derecho.

Un sector de la doctrina avanzó sobre la posibilidad de encontrar el rasgo o la


característica esencial que permitiera una definición unitaria. El Dr. Jorge H. Escobar6 nos
comenta que algunos han preferido la especulación como rasgo distintivo, mientras que otros, la
circulación. La especulación, entendida como la esperanza de obtener beneficios exclusivamente
con la variación de los precios o de los cambios, resulta insuficiente, pues no cubre actos de
comercio como el transporte, el seguro etc. En cuanto a la circulación como rasgo distintivo, la
misma, entendida como la posibilidad de la rápida transferencia de la propiedad de un valor,
tampoco cubre todas las posibilidades, pues cómo se explicaría el depósito, el mandato, etc. En
fin, todas las hipótesis se encontraron siempre insuficientes como para abarcar todo el espectro
del concepto.

7. La teoría de Rocco

Alfredo Rocco (1875-1935.-) fue un destacado jurista italiano, que ha realizado un


gran esfuerzo por construir una teoria unitaria el acto de comercio. En ese sentido definió al acto
de comercio como: “Todo acto que realiza o facilita una interposición en el cambio”. La
interposición es la acción y efecto de interponer y esta última palabra implica poner algo entre
cosas o entre personas. En cuanto al cambio, consiste en tomar en vez de lo que se tiene, algo
que lo sustituya.

De lo dicho en el párrafo anterior, podemos concluir que el comerciante es aquel que


se interpone entre aquel que desea comprar y el que desea vender. Se ha criticado su teoría por
el hecho de que deja afuera importantes institutos como la letra de cambio, el transporte, etc.-
José Alberto Garrone7 nos dice que la definición de Rocco adolece de las debilidades
características de las definiciones generalizadoras de estos actos y que consiste en querer
agrupar en un solo concepto diversas categorías de actos heterogéneos. Concluye diciendo que
adaptó los actos de comercio al concepto, en lugar de proceder a la inversa.

6
En su obra: “Derecho Comercial”, Editorial La Ley Paraguaya S.A. Asunción, 1991. p.89.
7
En su obra: “Derecho Comercial”, Editorial Lexis Nexis, Buenos Aires, 2004. p.61.
Se debe tener en consideración que la base del trabajo de Rocco ha sido la
Legislación Italiana de 1887. que enumeraba los actos de comercio en 24 ítems, de donde el
mismo intentó encontrar el rasgo común para desarrollar su teoría.

8. Clasificación de los actos de comercio

Ante la dificultad doctrinaria de dar una noción clara de los actos de comercio, los
autores han centrado sus esfuerzos en clasificar a los mismos en un intento de fijar caracteres y
elementos. Pero aun esta tarea tropieza con el hecho de que la evolución histórica del Derecho
Comercial ha variado el punto centro del hombre (persona física) comerciante a una
enumeración de las actividades que la ley reputa como actos de comercio.

En función a ello se han elegido tres elementos para una clasificación tentativa:

8.1. Actos de comercio como intento especulativo del sujeto

Esta clasificación depende de un criterio subjetivo de la persona humana que realiza el acto. Si
el mismo realiza el acto con el fin de lucrar con la variación del precio de un bien material o
inmaterial o simplemente realiza el acto de comercio en cumplimiento de un mandato o con el
fin de proteger su patrimonio. Como ejemplo de la primera hipótesis, tenemos el contrato de
compra y el contrato de venta, la permuta, etc. Y como ejemplo de la segunda, el mandato
comercial, una operación de seguros, una operación de transporte, etc.

8.2. Acto de comercio en razón de otro que aparece como principal:

Esta clasificación distingue dos formas de ejercicio del comercio, que son bien distintos:
a-) Como persona física, en la figura del comerciante; y b-) La empresa, entendida en su versión
económica de actividad organizativa de elementos para una determinada finalidad. Más tarde
profundizaremos este concepto.

En este punto debemos distinguir con claridad la diferencia pues de aquí saldrán
consecuencias diversas en la determinación de actos como de comercio o de derecho común.
Nótese que el Art.3º de la Ley del Comerciante dice que son comerciantes las personas que
realizan profesionalmente actos de comercio y las sociedades que tengan por objeto principal la
realización de actos de comercio.

8.3. Acto de comercio en razón de otro que aparece como principal.:

Los actos de comercio pueden tener tal consideración en razón de su propia


naturaleza o en razón de la conexión de la misma con un acto reputado como comercial. La
importancia de tal distinción deviene por el hecho de que en materia comercial los actos conexos
son regulados también por la normativa especializada del Derecho Comercial, siguiendo aquel
viejo axioma de que lo accesorio sigue la suerte del principal.
Actos que por conexidad pueden ser comerciales son el mandato, el depósito, la
fianza, etc.

9. Actos subjetivos de comercio o conexos con la actividad del comerciante


Como ya dijimos, actos subjetivos de comercio son aquellos que realiza un
comerciante por simple presunción de la ley. El punto central en este tipo de actos de comercio
es la persona del comerciante, el cual por presunción realiza siempre actos de comercio. Lo que
debe dejarse claro es que tal presunción es solamente iuris tantum; es decir, que admite prueba
en contrario. Con ello el comerciante puede probar que un determinado acto suyo no tiene
naturaleza comercial y por ello debe ser regulado por el derecho común y no por el Derecho
Comercial.-

La actividad del comerciante produce una serie de actos conexos que, mirados
objetiva y aisladamente, no son reputados como actos de comercio por la ley. Sin embargo, en
razón de la conexión mencionada, se les afecta en el sentido de darles el mismo tratamiento
normativo que a un acto de comercio; es decir, caen dentro de la zona de cobertura de la norma
comercial. El tratamiento metodológico correcto sería la determinación primero de la
comercialidad del acto principal y después la identificación de sus actos conexos o accesorios.

La dificultad estriba en la determinación de la conexidad en el sentido de establecer


pautas e indicaciones sobre cuándo se podría afirmar la conexidad de un acto con un acto
comercial. En general, podemos decir que actos conexos son aquellos que facilitan o garantizan
la realización del acto de comercio; entonces, todos aquellos actos que cumplen alguna de estas
dos funciones (facilitar o garantizar) se puede decir que son actos de comercio.

9.1. Carácter de esta enumeración

La enumeración que nos da el Art. 71 del Código de Comercio es meramente


enunciativa y ello deriva del último de sus incisos que habla de los demás actos especialmente
legislados. Con ello lo que el legislador ha pretendido es incorporar todos los demás actos ya
determinados como de comercio y facilitar el ingreso de otros que con el tiempo irán
engrosando la lista conforme a los requerimientos económicos y sociales.

Por otro lado, también parece haber pretendido el Art. 71 y siguientes dejar un buen
margen al prudente arbitrio judicial, así por ejemplo, el Art.72 nos habla de la presunción de
comercialidad de los actos de los comerciantes salvo prueba en contrario, con lo cual se otorga
un buen margen de decisión para el órgano aplicador del derecho.

Pueden incluirse otros actos por analogía, siempre y cuando se los realice dentro de
cada categoría, no pudiendo en cambio crearse otras categorías.

Por último, es indispensable tener en consideración que en su desarrollo histórico la


enumeración de los actos de comercio se ha ido ampliando en razón de las necesidades de la
convivencia social.

9.2. Actos a los que se refiere el Art.72.

El citado Art. 72. de la Ley del Comerciante dice: “Los actos de los comerciantes,
realizados en su calidad de tales, se presumen actos de comercio, salvo prueba en contrario”.
Para intentar determinar a qué actos se refiere este artículo tenemos que analizarlo
(dividirlo) el artículo en varias partes:

a-) Los actos de los comerciantes: Lo primero es determinar quiénes son comerciantes y al
respecto es indispensable acudir a lo que dispone el Art.3º de la Ley 1034/83 que
específicamente habla de ello.

b-) Realizados en su actividad de tales: Un comerciante bien puede realizar un acto para su
propio consumo o sin ánimo de reventa, por lo que en esa circunstancia no actúa en su calidad
de comerciante; por lo que este punto reviste particular importancia a la hora de discernir la
norma a aplicar.

c-) Se presumen actos de comercio: Como ya vimos, la presunción es un hecho de que la ley
tiene por cierto sin necesidad de que sea probado. Es decir, una vez que se determina que la
persona que realiza un acto es comerciante, la ley tiene por cierto que el mismo ha realizado un
acto de comercio sin que sea necesario que se pruebe la veracidad de tal afirmación.

d-) Salvo prueba en contrario: Sin embargo, a pesar de que la ley considera cierto un hecho,
admite la posibilidad de la prueba en contrario, con lo que se ajusta la posibilidad de que el
comercian te demuestre que en la ocasión no actuó en su calidad de tal.

9.3. Actos unilateralmente comerciales

Un acto unilateralmente comercial es aquel que es comercial para una sola de las
partes, por ejemplo, un comerciante realiza una compra de un inmueble con la intención de
volver a venderlo. La persona que realiza la venta no es comerciante ni ha comprado el
inmueble con anterioridad con la intención de volver a venderlo, sino que es la casa en que ha
habitado en los últimos cuarenta años.

La normativa de nuestro derecho positivo resuelve tal situación con el Art.73 de la


Ley del Comerciante que establece: “Si un acto es comercial para una de las partes, se presume
que lo es para las demás”. El legislador ha optado por esta solución en razón de que un mismo
acto no podía ser comercial para una de las partes y no comercial para la otra, pues en caso de
conflicto entre ambas, ¿qué normas deberían aplicarse? De allí que se ha elegido considerar todo
el acto como comercial para dar una solución al caso. En consecuencia, la norma a ser aplicada
en el caso del ejemplo es la norma comercial.

10. La empresa: concepto económico.

Habíamos hablado de la gran influencia que la economía había tenido en el Derecho


Comercial, hasta el punto de que tenemos un concepto jurídico de empresa, fundado en las
propiedades individualizadas por el concepto económico. En principio, debemos conocer que el
concepto de empresa es un concepto aún no definitivamente desarrollado, en razón de que se
sigue debatiendo sobre el mismo. Sin embargo, nos atrevemos a citar algunos de los conceptos
más difundidos:
a-) José Alberto Garrone8nos dice que la empresa en un sentido económico es: “La organización
de un conjunto de elementos humanos y materiales de producción o de distribución de
riquezas”.

b-) Manuel Broseta Pont9 dice que la empresa es: “Una organización de capital y de trabajo,
destinada a la producción o a la mediación de bienes o de servicios para el mercado”.

c-) El Prof. Dr. Jorge H. Escobar10 define que la empresa es: “La organización de elementos
humanos y materiales para una determinada finalidad”. A su vez cita a Jacobi con su muy
conocida definición: “Concurso de medios personales, materiales e inmateriales destinados a un
fin determinado, fijado por el empresario”.

10.1 Empresa y empresario

Es muy importante no confundir a la empresa con el empresario; este último es la


persona que coordina, organiza y dirige la empresa, y por supuesto es el que asume los riesgos y
eventualmente soporta las pérdidas y disfruta de las ganancias. La empresa es la actividad
organizativa, no es una persona física ni jurídica.

En el lenguaje común solemos confundir distintos tipos de organizaciones


empresariales, como las sociedades anónimas, de responsabilidad limitada, etc., con la empresa
misma. En el lenguaje técnico eso es erróneo, dado que es posible la existencia de una empresa
sin que exista sociedad. Tal el caso de la sola existencia del empresario.

10.2. La actividad de producción en forma de empresa

La actividad de producción en forma de empresa surge con la llegada de la industria,


que transforma materia prima en productos elaborados a través de un proceso que requiere
indefectiblemente de organización y de métodos. Con ello se ha logrado satisfacer las
necesidades de mayor cantidad de personas, pero a la vez se volvieron necesarios otros
instrumentos para llevar a cabo la tarea.

En primer lugar, se ha necesitado mayor cantidad de producción de materia prima a


ser elaborada; en segundo lugar, una mayor cantidad de personas que con su fuerza laboral den
sustento suficiente a la transformación de materia inicial al producto terminado. Asimismo, fue
necesario mayor cantidad de capital, tanto para los gastos de compra de materia prima, de pago
de salarios como para crear la infraestructura física y en máquinas capaz de soportar y hacer
eficiente la tarea. Ello dio lugar a la asociación de varios capitales para lograr tal fin; en razón de
que normalmente es insuficiente un solo capital para cubrir los requerimientos financieros
necesarios.

Finalmente, fue necesaria la agrupación de los conocimientos suficientes para lograr


el fin propuesto y con ello se dio nacimiento a una nueva unidad de conocimiento llamada la
administración de empresa, tema que es objeto de estudio independiente en cualquier
universidad del mundo.
8
En su obra ya citada: “Derecho Comercial”, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2004. p.85.
9
Catedrático valenciano, citado por el mismo Garrone en su obra ya indicada, p.87.
10
En su ya citada obra: Derecho Comercial, p.101
10.3. La empresa desde el punto de vista jurídico.

En principio, debemos decir con Broseta Pont, que el concepto jurídico de empresa
debe coincidir con el económico, pues ambos se refieren a un mismo fenómeno de la realidad
social; aunque puedan ser observados desde diferentes ángulos, no pueden ser contrapuestos.

Sin embargo, desde el punto de vista jurídico se puede poner el acento en algunos de
sus elementos y desde allí intentar una visión totalizadora. El desarrollo de tal estrategia hasta el
momento no ha brindado resultados satisfactorios, pues todas las teorías propuestas han
demostrado sus insuficiencias o directamente sus falencias.

De esta forma, si ponemos el acento en el elemento “trabajo”, en el sentido de los


derechos de la persona como trabajador, notamos que coincidimos con una realidad en la cual se
valora cada día más la intervención de la mente y cuerpo humanos para la consecución del fin
propuesto. El centro de nuestra definición estaría entonces en la contribución de la actividad
humana (empresario, jefes y obreros) para la reunión y administración de los demás factores
intervinientes para el logro del resultado.

Finalmente, si nos atenemos a su sentido mercantil, podemos decir con Rodrigo


Uría11 que empresa en su sentido jurídico mercantil es el “Ejercicio profesional de una actividad
económica planificada, con la finalidad de intermediar en el mercado de bienes o servicios”.
Sigue diciendo el mencionado autor que “tal definición es un concepto definitivamente amplio
para comprender, tanto la gran empresa desarrollada con poderosos medios instrumentales,
como la minúscula empresa reducida a la mera actividad de una simple persona individual”.

10.4. Empresa y ejercicio profesional.

Para que exista el concepto de “empresa” en el sentido jurídico mercantil se


requiere, como vimos, del ejercicio profesional de la actividad, lo cual implica dos exigencias:
a-) Debe poseer una estructura técnico jurídica apta para desarrollar sistemáticamente hasta la
consecución del fin propuesto; y b-) Ejercicio efectivo de la actividad profesional, que
explicaremos con mayor detalle a continuación.

El “ejercicio efectivo” de la actividad profesional no implica que la empresa deba


necesariamente estar trabajando en forma permanente ni que el día que pare, inmediatamente
deja de ser empresa, sino que debe mantener la actitud del trabajo hacia la consecución del fin
propuesto, pues existen y existirán circunstancias que pueden detener al menos por un tiempo
los trabajos; por ejemplo, la escasez de materia prima o de financiamiento, etc. Sin embargo,
toda la infraestructura de la empresa debe estar tensa hacia la consecución de los objetivos.

10.5. Empresa y fondo de comercio

En principio hay que realizar una clara diferenciación entre estos dos conceptos y así
previamente debemos definir el fondo de comercio para iniciar la comparación y, si así fuere, su

11
Catedrático español de Derecho Mercantil en su obra: “Derecho Mercantil”, Vigésimo Quinta Edición, Madrid,
1998, p.37.
complementariedad. Nos dice el Prof. Jorge O. Zunino12 que la noción de fondo de comercio ha
sido vinculada históricamente a una serie de elementos integrantes de la explotación comercial;
en principio, solamente a las mercaderías y luego se lo amplía a la clientela y a la confianza
pública dentro de la propiedad moral. Hoy se los conjuga dentro de los elementos materiales e
inmateriales de una determinada explotación.

Nuestra posición legislativa se establece en el Art.112 de la Ley del Comerciante,


que asimila el término fondo de comercio y establecimiento comercial y dice: “ Son elementos
constitutivos de un establecimiento comercial, las instalaciones, existencias de mercaderías,
nombre y enseña comercial, derecho al local, patentes de inversión, marcas de productos y
servicios, dibujos y modelos industriales, menciones honoríficas y todos los demás derechos
derivados de la propiedad comercial o industrial.”.

Con ello tenemos que la empresa es la actividad organizada que tiene como
instrumento al fondo de comercio. Entonces, como lo señala el Prof. Jorge H. Escobar, se trata
de conceptos complementarios que actúan, sin embargo, en niveles diferentes.

10.6. Naturaleza jurídica. Teorías.

Siempre se ha hablado de la naturaleza jurídica como de la “esencia” de lo


estudiado; sin embargo, lo que se logra normalmente es apenas la ubicación del instituto dentro
del espectro total del derecho. Y eso es lo que se intenta con las teorías, a los efectos de
comprender lo mejor posible sus consecuencias.

Tres teorías sobresalen de las demás: a-) La empresa como persona jurídica; b-) La
empresa como patrimonio separado o de afectación; y c-) La empresa como institución.

En cuanto a la empresa como persona jurídica, considera a la misma como titular de


derechos y de obligaciones y su propietario no sería más que el primero de sus servidores. Con
esta teoría se da nacimiento a un nuevo sujeto con vida propia. Se la critica por el hecho de que
no es posible ser al mismo tiempo objeto y sujeto de derechos.

La empresa como patrimonio separado o de afectación, que tiene una finalidad


propia, una administración, representación ante terceros, nombre, etc. La crítica que se le hace
es que mientras la ley no le reconozca una limitación de la responsabilidad para sus titulares, no
es posible hablar de la autonomía del patrimonio afectado. Césare Vivante, citado por Garrone13,
nos dice: “Los establecimientos no tienen una personalidad distinta a la de sus propietarios”,
recordando una sentencia de la Rota Florentina: “Taberna sine tabernario esse non potest.” ( No
puede haber taberna, sin tabernario).
10.7. La empresa como universalidad: de hecho y de derecho.

La universalidad, en el contexto de nuestro estudio, debe ser entendida como


portadora de la calidad de universal. Y universal14, es en su acepción pertinente: “Que lo
comprende todo en la especie de la que se habla”. En el punto debemos de entender entonces la

12
En su obra “Fondo de Comercio” , Editorial Astrea, Buenos Aires, 1982. p.2.
13
En su ob. cit., p. 90.
14
Según el Diccionario de la Real Academia Española, Vigésimo Primera Edición, 1992. p.1452.
empresa como comprensiva de hecho y luego como comprensiva de derecho. Veremos la
acepción en cada alternativa.

La empresa como universalidad, entonces, debe ser considerada como un conjunto o


una unidad de varios elementos, tanto desde el punto de vista de hecho como desde el punto de
vista de derecho. En cuanto a la primera de las posibilidades (de hecho) tenemos que se pone
énfasis en el conjunto de instrumentos materiales (corporales) y en la segunda en el conjunto de
elementos inmateriales, derechos y obligaciones principalmente.

10.8. Tesis atomista

Esta tesis sostiene que en la empresa no existe ninguna realidad unitaria, que se trata
de elementos yuxtapuestos que no pierden su individualidad 15. Lo que existe es un
conglomerado económico, no una unidad jurídica.

10.9. Empresa y actividad

Como ya hemos visto, no se concibe la empresa sin la actividad, pero lo importante


aquí es determinar de qué actividad estamos hablando. Y nosotros estamos hablando de la
actividad empresarial, que consiste en: “La coordinación del trabajo para trasformar las materias
primas en bienes y servicios” 16. Para que exista actividad empresarial es indispensable que el
objetivo sea satisfacer las necesidades humanas con bienes limitados, escasos, pues los bienes
libres y abundantes no requieren de trabajo organizado para producirlos.

El profesor Jorge H. Escobar sostiene que no hay empresa sin actividad organizada y
que a los fines de su consideración legal ella debe ser profesionalmente ejercida.

10.10. Empresa y establecimiento. Elementos

instrumentos personales y reales organizados por una persona física o ideal, para el
ejercicio de una actividad económica productora”.

Es evidente que ambos constituyen organización, ordenamiento, pero se manifiestan


en planos diferentes: la Como ya hemos visto, la empresa es ante todo la actividad coordinadora
de diversos elementos materiales e inmateriales, mientras que el establecimiento comercial o
fondo de comercio es, sobre todo, el conjunto de elementos materiales indispensables para
lograr una finalidad. El establecimiento tiene, entonces, una función primordialmente
instrumental a los fines establecidos como objetivos a alcanzar por la empresa.

El Dr. Marcos Satanowsky 17 escribe: “La falta de una clara separación entre empresa
y hacienda comercial, que se destaca en la doctrina alemana, invade también la italiana. Los
autores italianos que se ocupan de la hacienda comercial la definen en forma similar a la
empresa, es decir, como conjunto de bienes unidos en virtud de su destino común: El beneficio,
15
José Alberto Garrone en su obra ya citada, p. 92.
16
Según el Diccionario de Derecho Empresarial de Luis Ribó Durán y de Joaquin Fernandez Fernandez.-, Editorial
Bosch S.A., Barcelona.
17
En su obra: “Tratado de Derecho Comercial” , Editorial Tipográfica Argentina (TEA) , Buenos Aires, 1.957,
Tomo tercero, p.27 y ss.
como un conjunto de empresa como organización de actividades económicas y la hacienda
como organización de cosas y bienes.

Bibliografía:

• GARRONE, José Alberto obra “Derecho Comercial”, Editorial Lexis Nexis, Bs. As.
2.004.
• ESCOBAR, Jorge H. “Derecho Comercial”, Editorial La Ley Paraguaya S.A. Asunción
1991.
• BROSETA PONT, Manuel. Catedrático valenciano, citado por el mismo Garrone en su
obra ya indicada.
• URIA, Rodrigo. Catedrático español de Derecho Mercantil en su obra: “Derecho
Mercantil”.
• ZUNINO, Jorge O. “Fondo de Comercio”, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1982.

Currículo del Autor:


CAPÍTULO V.

SUMARIO: 1. EL comerciante Individual. 2. El comerciante accidental. 3. El


comerciante aparente y el comerciante oculto. 4. Los artesanos. 5. Clasificación de
los comerciantes. 6. Ejercicio del comercio por las sociedades. 7. Quiénes no
pueden ser comerciantes. 8. Adquisición, conservación y pérdida de la calidad de
comerciante. 9. Domicilio del comerciante. 10. Condiciones para ejercer el
comercio: capacidad. 11. Capacidad de la mujer para ejercer el comercio.

1. El comerciante individual

“…Todo el conjunto normativo del Derecho Mercantil gira a su alrededor, a tal


punto que el contenido mismo de ese derecho se agota en la actividad del comerciante
y en el funcionamiento de sus institutos auxiliares. El Derecho Comercial se ha creado
con las reglas seguidas por los comerciantes en el ejercicio de su comercio…” 1.

Con estas palabras se refería el destacado jurista Jorge H. Escobar al


comerciante como epicentro del Derecho Comercial, en torno de cuya personalidad y
actividad se desenvuelve. Por ende, es importante dedicar parte del estudio de esta
materia al comerciante como sujeto de derechos y obligaciones propios de su actividad
profesional.

La Ley 1034/83 “Del Comerciante” inicia con una descripción muy gráfica del
objeto de la misma, en el cual la actividad del comerciante como personaje central –a
decir de Jorge H. Escobar, en la misma obra citada- será el eje en torno al cual girará la
misma normativa, al igual que el desarrollo doctrinario de ella. Al respecto, el Art. 1 de
dicha ley prevé: “La presente ley tiene por objeto regular la actividad del comerciante,
sus derechos y obligaciones, la competencia comercial, la transferencia de los
establecimientos mercantiles y caracterizar los actos de comercio”2.

Debemos, por ende, empezar señalando que comerciante es la persona que se


dedica profesionalmente al comercio. Sin embargo, esta frase parecería apuntar a la
persona física en exclusiva; lo que es una idea incompleta, pues nuestra Ley se refiere
claramente a las sociedades también, a las cuales les atribuye igualmente el carácter de
comerciantes con tal de que se dediquen a ello como realización de su objeto principal.

Veamos lo que dice la norma, el Art. 3º de la Ley 1034/83:

“Son comerciantes :
a) las personas que realizan profesionalmente actos de comercio; y

1
Escobar, Jorge H., Derecho Comercial, La Ley Paraguaya S.A., Asunción, 1991, p. 113.

2
La misma Ley 1034/83 remite, en el Art.2º, al Código Civil la solución de los casos no previstos o no
resueltos por la Ley del Comerciante, en calidad esta de ley especial. Igualmente el mismo Art.2º da el
valor a los usos y costumbres comerciales, atribuyéndoles a estos fuerza solo en los casos en que la Ley
expresamente se remita a los mismos: Art. 2°.- “A falta de normas especiales de esta ley, se aplicarán las
disposiciones del Código Civil. Los usos y costumbres mercantiles pueden servir de regla solo cuando la
ley se refiera a ellos, para determinar el sentido de las palabras o frases técnicas del comercio y para
interpretar los actos o convenciones de la misma naturaleza”.
b) las sociedades que tengan por objeto principal la realización de actos
de comercio”.

Sobre las sociedades citadas en el inciso b) de la norma copiada, a los


efectos de la determinación de si corresponden o no a la condición de comerciantes,
habrá que estudiar el objeto social de ellas, y del análisis de este –es decir, del estudio
de la razón de ser de su existencia- habrá de concluirse si son o no comerciantes.
Obviamente, las empresas conformadas bajo la forma de sociedades como Bancos,
financieras, cooperativas, sociedades que se dedican a toda gama de prestación de
servicios y enajenación de bienes, habrán de ser consideradas comerciantes y sujetas a
las exigencias normativas correspondientes. Distinta sería la situación de las
Fundaciones, las Asociaciones que tengan por objeto el bien común y las Asociaciones
inscriptas con capacidad restringida, las cuales, en principio, no realizan actos de
comercio como parte de su objeto principal.

Por ende, en primer lugar y en aplicación de un criterio eminentemente


positivista, consideramos comerciantes a aquellas personas físicas y jurídicas que
ejercen profesional e inequívocamente actos de comercio, en forma regular y constante3,
aunque para atribuir la calidad de comerciante, no es exigencia que el comercio sea la
única actividad lucrativa del afectado, ni siquiera que sea la principal de ellas, pudiendo
tener varias, y ser el ejercicio habitual del comercio solo una de las mismas. Aun en
esos casos, la persona será considerada comerciante. Sobran los ejemplos al respecto de
personas dedicadas a las profesiones liberales (ingenieros, abogados, médicos,
contadores, etc.) que además se dedican habitualmente al comercio. En estos casos
aquellos profesionales son también considerados comerciantes.

2. El comerciante accidental

Sobre aquella persona que no ejerza regular y constantemente el comercio,


la Ley también se pronuncia. El caso está previsto en el Art. 5º de la Ley 1034/83,
cuando establece: “Los que realicen accidentalmente actos de comercio no son
considerados comerciantes. Quedan, sin embargo, sujetos en cuanto a las
consecuencias de dichos actos, a la legislación comercial”.

En puridad esta norma es por demás llamativa pues si bien no reconoce el


estatus de comerciante a estas personas que no se dediquen regularmente al comercio,
sí les carga con las consecuencias que la realización de esos actos comerciales generen.
Cabría entonces preguntarnos: ¿Cuáles serían esas consecuencias? y principalmente,
¿cómo se efectivizarían esas consecuencias legales, cuando los sujetos no figuran
inscriptos como comerciantes, ni llevan los registros contables que estos deben llevar?
Independientemente de estas cuestiones, la ley les asigna un lugar, de modo tal a abarcar

3
“Nuestra legislación –lo hemos visto ya- adopta la concepción subjetiva del Derecho Comercial; este
tiene por objeto regular la actividad profesional del comerciante (Art. 1º Ley 1034)… …El Código de
Comercio, anteriormente vigente en nuestro país, el Código Francés, el antiguo Código Italiano y otros
hacen referencia a los caracteres de profesionalidad y habitualidad del ejercicio de la actividad
mercantil. Debido a ello muchos son los tratadistas que enfocan el examen del concepto de comerciante
analizando los caracteres de profesión y hábito como modalidades diferenciadas del ejercicio del
comercio… Creemos, sin embargo, que el concepto de profesión ya envuelve al de habitualidad…”
(Escobar, Jorge H, Derecho Comercial, La Ley Paraguaya S.A., 1991, pp. 116 y 117).
como objeto de la norma a todos aquellos que de alguna u otra manera –en forma
habitual o no- realicen actos de comercio4.

3. El comerciante aparente y el comerciante oculto

Dentro del comercio se presenta un fenómeno que aparece en casi todos los
demás ámbitos de la vida humana: la simulación. Esta envuelve siempre una intención
de engañar a los demás, dando la apariencia de una realidad, cuando en verdad, la
misma es distinta.

Sin embargo, y a pesar de lo expuesto, la simulación no siempre trae aparejada


como consecuencia la sanción de nulidad del acto simulado, en razón de que dicha
sanción queda reservada para los casos en los cuales la simulación es ilícita o genera
daños a una persona. Para los demás casos, la simulación será lícita y consecuentemente
nadie podría invocar válidamente un agravio, pidiendo la sanción de nulidad por ello.

El llamado comerciante aparente es aquel que está inscripto en el Registro de


Comercio, dando a conocer a la sociedad, por el efecto de publicidad que tiene su
inscripción, su calidad de tal, presumiéndose, en consecuencia, que dicha persona
realiza actos habituales y profesionales –aunque ambos términos sean redundantes pues
el segundo incluye ya al primero- de comercio5.

Quienes realizan actos de comercio con aquel que se encuentra inscripto en el


Registro de Comercio como comerciante, no podrán saber –y probablemente tampoco
tenga importancia práctica, salvo en los casos de prestaciones intuitu personae- quién es
el verdadero dueño de los bienes que se están comercializando, y bien pueden
corresponder en propiedad a otra persona, quien utiliza un prestanombre o testaferro a
fin de realizar dichos actos de comercio sin que aquel –el verdadero propietario de
dichos bienes de comercio- aparezca involucrado en tales actos.

Por ende, las consecuencias jurídicas de dichos actos caerán exclusivamente


sobre quien aparece inscripto en el Registro de Comercio y al mismo tiempo ejerce
dichos actos. Si existiere dicha relación oculta a los ojos de terceros, entre el
comerciante –aparente- y el verdadero titular de los bienes puestos en el comercio, dicha
relación sustanciará sus consecuencias exclusivamente entre ellos, y aquellos terceros
no serán afectados por aplicación del principio de relatividad de efectos de los actos
jurídicos, que limita a las partes del mismo las consecuencias –positivas o negativas- de
dichos actos. Para quienes realizaron actos de comercio con una persona, será esta la
que deba responder de las consecuencias de dichos actos, independientemente de los
vínculos que haya mantenido con otros que no aparezcan en esos actos.

Comerciante oculto, por ende, será aquel que no aparece en el negocio, a pesar
de tener interés en el mismo, y actuar a través del aparente. La doctrina desconoce al
4
“El ejercicio profesional de la actividad es opuesto al ejercicio o realización ocasional de actos. Esta
realización ocasional no atribuye la calidad de comerciante, pero sujeta, a quienes los realicen a la
legislación comercial” (Art. 5º Ley del Comerciante). (Escobar, Jorge H.. Derecho Comercial, La Ley
Paraguaya S.A., Asunción , 1991, p. 117).

5
Art. 13º Ley 1034/83: La inscripción de la matrícula del comerciante hará presumir su calidad de tal
para todos los efectos legales, desde la fecha en que se hubiere efectuado.
comerciante oculto como comerciante, estando por ende fuera del negocio en cuestión y
ajeno a las consecuencias que el acto genera, tal cual dijimos previamente.

4. Los Artesanos

Los artesanos no están considerados como comerciantes, a pesar de realizar


puntuales actos de comercio, como la venta de sus productos manufacturados. Ellos son
personas que se dedican a la fabricación de manualidades, dándoles no solo la impronta
personal de sí mismos, sino una característica propia de una región o de un país a la
obra, la que es identificada –por dichos rasgos comunes- como procedente de aquella.

Los artesanos normalmente trabajan en clanes familiares o asociados con otras


personas de su comunidad y desarrollan –como dijimos- una labor que repite modelos
predeterminados de una obra, identificada con características regionales específicas.
Dichos artesanos no se encuentran subordinados a otros en una relación de dependencia,
no trabajan bajo el mando o empleados a otros, siendo lo que actualmente se conoce en
el ámbito del negocio del crédito, como pequeños empresarios que asumen los riesgos,
los gastos y las eventuales ganancias o pérdidas de sus negocios.

5. Clasificación de los Comerciantes

Siguiendo las disposiciones ya vistas previamente del Art. 3º de la Ley 1034/83,


los comerciantes son divididos en dos grupos por dicha norma: los comerciantes
individuales, referidos a las personas físicas que ejercen profesionalmente el comercio,
y las sociedades que se dedican, como ejecución del objeto social de las mismas, a
dicho tipo de actos6.

6. Ejercicio del comercio por las sociedades

Sabemos que las personas jurídicas son una ficción del Derecho. En realidad, las
mismas solo existen por creación de la Ley, y no corresponden a un ente palpable. A
pesar de ellos, son personas –ideales o jurídicas- y tienen la capacidad de adquirir
derechos y contraer obligaciones. Actúan en sociedad a través de sus representantes –
personas físicas- cuyas voluntades son las de la persona jurídica, trasladando el efecto
de la intención declarada de dichos representantes hacia las personas jurídicas, cuyas
consecuencias –beneficiosas o perjudiciales- son soportadas exclusivamente por ellas en
relación con los terceros, sin perjuicio de las acciones que tengan contra sus
representantes las mismas personas jurídicas, por los actos de aquellos7.
6
Art. 3°. “Son comerciantes :
a) las personas que realizan profesionalmente actos de comercio; y
b) las sociedades que tengan por objeto principal la realización de actos de
comercio”.

7
Art.96 Código Civil: “Las personas jurídicas poseen, para los fines de su institución, la misma
capacidad de derecho que las personas físicas para adquirir bienes o contraer obligaciones, por
intermedio de los órganos establecidos en sus estatutos. Dentro de estos límites podrán ejercer acciones
civiles y criminales y responder a las que se entablen contra ellos”.
Ahora bien, circunscribiéndonos a la determinación de la calidad de
comerciantes, habíamos dicho que las personas físicas se identifican como
comerciantes por la habitualidad –o carácter profesional- en la realización de actos de
comercio. Es por ello una cuestión fáctica; es una realidad constatable la que
determinará si aquellas –las personas físicas- son o no comerciantes.

Por otra parte, las personas jurídicas determinan su calidad de comerciante por
la redacción de su acto constitutivo. En el instrumento en el cual la persona jurídica se
constituye, es el mismo en el cual se determina su objeto social, y por ende, este será el
que indica si la persona jurídica será comerciante o no8.

7. Quiénes no pueden ser comerciantes

La Ley 1034/83 igualmente determina quiénes no pueden ejercer el comercio.


Por motivos muy atendibles en cada caso, la norma establece a quiénes les está vedado
el ejercicio de dichos actos comerciales atendiendo a sus funciones o a su situación.

Al respecto la norma señala:

Art. 9°.- “No pueden ejercer el comercio por incompatibilidad de estado :


a) las corporaciones eclesiásticas ;
b) los jueces y los representantes del Ministerio Fiscal y la Defensa
Pública ;
c) los funcionarios públicos, conforme a las disposiciones de la Ley N°
200/70 ; y
d) las demás personas inhabilitadas por leyes especiales”.

Tampoco puede ejercer el comercio la persona declarada interdicta 9 judicial en


razón de que hallándose privada de la administración de sus bienes, carece de la
capacidad esencial para realizar actos comerciales. Igualmente, no pueden ejercer los

Art.97 Código Civil:” Se reputan actos de las personas jurídicas los de sus órganos”.

Art.98 Código Civil: “Las personas jurídicas responden del daño que los actos de sus órganos
hayan causado a terceros, trátese de una acción u omisión y aunque sea delito, cuando los hechos han
sido ejecutados en el ejercicio de sus funciones y en beneficio de la entidad.
Dichos actos responsabilizan personalmente a sus autores con relación a las personas jurídicas.
Responden también las personas jurídicas por los daños que causen sus dependientes o las
cosas de que se sirven, conforme a las normas de este Código”.

Art.99 Código Civil: “ Los directores y administradores son responsables respecto a la persona
jurídica conforme a las normas del mandato. Estarán exentos de responsabilidad aquellos que no hayan
participado en el acto que ha causado daño, salvo que habiendo tenido conocimiento de que iba a
realizarse, no hayan hecho constar su disentimiento”.
8
“…La comercialidad de las sociedades, repetimos, se determina por su objeto; ellas se crean y
constituyen especialmente para ello. Solo pueden realizar los actos para cuyo objeto fueron creadas.
Fuera de sus fines, dice Orgaz, carecen enteramente de capacidad…” (Jorge H. Escobar. Derecho
Comercial, La Ley Paraguaya S.A., Asunción 1991, pp. 119).

9
Art. 6° Ley 1034/83: “Toda persona que tenga la libre administración de sus bienes puede ejercer el
comercio”.
fallidos o quebrados desde el momento de la declaración de su quiebra hasta el de su
rehabilitación judicial, puesto que durante este tiempo, el fallido pierde también la
administración de sus bienes10.

A pesar de lo establecido en el Art. 9º de la Ley 1034/83, debemos decir también


que la misma Ley prevé que las personas afectadas por dicha prohibición de ejercer el
comercio pueden sí celebrar contratos de préstamo de dinero a interés, no especificando
la norma si pueden hacerlo como otorgantes o tomadores del mutuo, con lo cual puede
entenderse que están habilitados a realizarlos de ambas formas. Igualmente les permite
la norma expresamente tomar parte de sociedades mercantiles, cuyos objetos sociales
sean eminentemente comerciales y lucrativos con la condición de que no formen parte
de la dirección de las mismas. Por ende, pueden ser socios o accionistas en estas
empresas constituidas bajo la forma de una sociedad comercial, pero no dirigirlas11.

8. Adquisición, conservación y pérdida de la calidad de comerciante

Habíamos dicho que comerciante es aquel que ejerce profesionalmente –y por


ende, en forma habitual- el comercio. Por ello, la adquisición de la condición de
comerciante es resultado del ejercicio de dicha actividad. Se adquirirá dicha condición
cuando una persona realice actos de comercio, de forma habitual, como profesión,
aunque aquella actividad no sea su única actividad lucrativa ni sea la más importante de
todas las que desarrolla. Es por ende una cuestión fáctica y probatoria, la determinación
de si una persona física es comerciante, pues habrá que demostrar el ejercicio de actos
de comercio para determinar su condición de tal.

Así como la adquisición de la calidad de comerciante se da por el ejercicio


habitual y profesional de actos de comercio, asimismo la conservación de dicha calidad
se da por el hecho de seguir realizando dichos actos. Sigue siendo una cuestión fáctica y
probatoria la demostración de estos extremos.

De igual modo que la adquisición y la conservación, la pérdida de la calidad de


comerciante, tratándose de una persona física, sigue siendo una cuestión fáctica. Habrá
que demostrarse la cesación en la realización de actos de comercio a fin de llegar a la
conclusión de que una persona ha dejado de realizar habitual y profesionalmente actos
de comercio y, consecuentemente, ha dejado de ser comerciante.

Un aspecto interesante de destacar, en cuanto a la cesación o pérdida de la


calidad de comerciante, es el atinente a la liquidación. Es necesaria la realización de la
liquidación de la unidad de comercio pues incluso durante la misma el comerciante es
10
Art.75 Ley 154/69: “ Desde el día de la declaración de quiebra, el fallido queda de derecho separado
de la administración de todos sus bienes e inhabilitado para ella… Alcanza a los bienes presentes y a los
que adquiera en el futuro hasta su rehabilitación, salvo las excepciones establecidas en esta ley… La
administración de que es privado el fallido, pasa de derecho al síndico”.

11
Art. 10 Ley 1034/83. “La prohibición del artículo precedente no comprende la facultad de celebrar
contratos de préstamos e interés, con tal que no hagan del ejercicio de esa facultad profesión habitual de
comercio. Tampoco les impide constituir sociedades mercantiles, siempre que no tomen parte en la
dirección o administración de las mismas”.
considerado como tal. Una vez liquidado el negocio, podrá establecerse
inequívocamente que la condición de comerciante igualmente se ha extinguido.

9. Domicilio del comerciante

Una de las exigencias previstas por el Art. 12 de la Ley 1034/83 para el


momento de matricularse como comerciante, es que este constituya domicilio como
tal12.

En dicho domicilio se presumirá que el comerciante ejercerá el comercio y


consecuentemente cumplirá sus obligaciones como tal. Ello no obsta a que el mismo
cambie de domicilio comercial por motivos de conveniencia, sometida dicha decisión
de cambio a entera voluntad del comerciante. Tampoco es exigencia normativa
denunciar al Juez de Comercio o al Registro de Comercio ese cambio de domicilio. Se
podrá acreditar dicho cambio por el hecho fáctico constatado del traslado del asiento de
los negocios a otro lugar, y además por el hecho de que el comerciante sí estará
obligado a denunciar su nuevo domicilio a otras autoridades del gobierno,
especialmente las tributarias.

10. Condiciones para ejercer el comercio: capacidad

La capacidad ha sido definida como aquella aptitud que tienen las personas para
“adquirir derechos y contraer obligaciones”13. No nos explayaremos en demasía sobre
este punto en razón de ser un tema ya tratado –y suponemos, agotado- en otras materias
de la carrera. Sin embargo, nos limitaremos a recordar que la clasificación de la
capacidad se da entre capacidad de hecho y de derecho, siendo aquella primera la que
indica que una persona puede ejercer personalmente el derecho o la situación jurídica, y
la segunda –la capacidad de derecho- aquella en la cual una persona puede ser titular de
un derecho o una obligación.

Todos tenemos capacidad de derecho, con ciertas restricciones, lo que hace que
la incapacidad de derecho sea siempre relativa. Así, la Ley establece ciertas
restricciones jurídicas a ciertas personas, en atención a la calidad, funciones o profesión
de las mismas. Por ejemplo, el Art. 739 del CC14 establece una serie de restricciones en
12
Art. 12 Ley 1034/83: “La matrícula de comerciante deberá ser solicitadas al Juez de Comercio, a cuyo
efecto el interesado expresará :

α) su nombre, domicilio, estado civil y nacionalidad, y tratándose de una sociedad, el nombre de


los socios y la forma social adoptada ;
β) la determinación del género de sus actividad ;
χ) el lugar o domicilio del establecimiento u oficina ;
δ) el nombre del gerente o factor encargado del establecimiento ; y
ε) los documentos que justifiquen su capacidad.
13
Frescura y Candia, Luis P. Introducción a la Ciencia Jurídica. Ed. El Foro, Asunción, 1986, p. 293.

14
Art.739 Código Civil. “ Se prohíbe la compraventa, aunque sea en remate, por sí o por interpósita
persona:
a) a los esposos entre sí, aun separados de bienes;
b) a los representantes legales o convencionales, de los bienes comprendidos en su representación;
relación a las personas y la posibilidad de que ellas realicen actos de compraventa,
estableciendo de esta forma una incapacidad de derecho relativa; y, como éste, existen
varios ejemplos.

Sabemos que la regla es la capacidad y la excepción, la incapacidad. Por ende, lo


que se define en la Ley es esta última, en razón de que la norma preceptúa una regla
genérica de capacidad15, y por vía de excepción señala expresamente aquellos casos de
incapacidad 16.

Consecuentemente, la capacidad –de derecho y de hecho- de las personas es la


que marcará igualmente la capacidad de una persona para ejercer como comerciante.
Así, la persona física que quiera ejercer como comerciante, deberá ser mayor de edad,
es decir tener 18 años cumplidos y no haber sido declarado incapaz por Juez
competente.

La Ley 1034/83 al momento de entrar en vigencia tenía un Art. –el 7º- 17 que
reglaba la situación de aquellas personas que habían cumplido 18 años de edad y
deseaban ejercer el comercio. En aquel momento en que la Ley 1034/83 entraba en
vigencia, en mayoría de edad era superior a los 18 años, motivo por el cual la Ley
establecía un régimen distinto para las personas que hayan cumplido esa edad, en razón
de que los mismos eran menores de edad, en aquel entonces.

c) a los albaceas de los bienes correspondientes a la testamentaria en que desempeñasen su cargo;


d) al Presidente de la República, y a sus Ministros, de los bienes del Estado, de las municipalidades,
o de los entes descentralizados de la Administración Pública;
e) a los funcionarios y empleados públicos de los bienes del Estado o de las municipalidades, o de
los entes descentralizados de cuya administración estuviesen encargados; y
f) a los magistrados, fiscales, defensores de incapaces y ausentes y otros funcionarios, abogados,
procuradores, escribanos, peritos, respecto de los bienes en los juicios que intervengan o hayan intervenido.

Los establecido en el inciso a) no rige para las adjudicaciones de bienes, que por liquidación de la
sociedad conyugal, se hagan los esposos en pagos de aportes o del haber de uno de ellos.

15
Ley 2169/03
“…Artículo 1°. Modifícase el Artículo 36 de la Ley N° 1183/85 “Código Civil”, el cual
queda redactado de la siguiente manera: “Art. 36.- La capacidad de hecho consiste en la
aptitud legal de ejercer uno por sí mismo o por si solo sus derechos. Este Código reputa
plenamente capaz a todo ser humano que haya cumplido dieciocho años de edad y no haya sido
declarado incapaz judicialmente”.

16
Art.37 Código Civil. “ Son absolutamente incapaces de hecho:
a) las personas por nacer;
b) los menores de catorce años de edad;
c) los enfermos mentales; y
d) los sordomudos que no saben darse a entender por escrito o por otros medios”.

Art.38 Código Civil. “ Tienen incapacidad de hecho relativa, los menores que hayan cumplido
catorce años de edad y las personas inhabilitadas judicialmente”.

17
Art. 7° Ley 1034/83: “Todo menor que haya cumplido diez y ocho años, podrá ejercer el comercio si
se halla autorizado legalmente o emancipado. En caso de oposición del representante legal deberá
resolver el Juez de Menores. La autorización otorgada no podrá ser retirada al menor sino por dicho
Juez, a instancia del padre, de la madre o del tutor según el caso”.
Hoy, el interés en esta distinción desapareció, en razón de que se alcanza la
mayoría de edad –y la plena capacidad- al momento de cumplir los 18 años de edad. Por
ello, la Ley 2169/03 derogó expresamente el citado Art. 7º de la Ley 1034/83, así como
el inciso a) del Art. 39 del Código Civil que establecía la emancipación por autorización
para ejercer el comercio dada a quienes –en aquel entonces- eran menores de 18 años18.

11. Capacidad de la mujer para ejercer el comercio

Hablar hoy día de restricciones de la mujer para realizar cualquier acto lícito,
entre ellos el ejercicio del comercio, parece casi un anacronismo. Con el correr del
tiempo, las leyes paraguayas han ido reconociendo paulatina e ininterrumpidamente el
pleno ejercicio de los derechos de las mujeres en ejecución de los principios
constitucionales de plena igualdad de las personas y de prohibición de discriminación a
las personas por diversos motivos, entre los que se citan, el sexo de las mismas.

Por ende, entrar a tocar tópicos como este, hoy superados por la equiparación
legislativa de los sexos, entendemos que no corresponde a un material como este
destinado al estudiante de Derecho, sin perjuicio de que el mismo pueda hacer una
revisión histórica de lo que fueron las normas –hoy derogadas, como la Ley 236-19 que
establecía discriminaciones negativas hacia la mujer fundadas, exclusivamente, en el
sexo de ellas.

18
Ley 2169/03. Artículo 2º. “Deróganse el inciso a) del Artículo 39 de la Ley N° 1183/85 “Código
Civil” y el Artículo 7° de la Ley N° 1034/83 “Del Comerciante”
Art.39 Código Civil “ Cesará la incapacidad de hecho de los menores:
a) de los varones y mujeres de diez y ocho años cumplidos, por sentencia de juez competente ante
quien se acredite su conformidad y la de sus padres, y en defecto de ambos, la de su tutor, que los habilite
para el ejercicio del comercio u otra actividad lícita”:

19
Art. 7º Ley 236: “…será necesaria la conformidad de ambos cónyuges para que la mujer pueda
válidamente realizar los actos siguientes: 1) Ejercer profesión, industria o comercio por cuenta propia o
efectuar trabajo fuera de la casa común…”
Art. 158 Código Civil: “Será necesaria la conformidad de ambos cónyuges para que la mujer
pueda realizar válidamente los actos siguientes: a) ejercer profesión, industria o comercio por cuenta
propia, o efectuar trabajos fuera de la casa;…”
Ambas normas se encuentran derogadas, por el Art. 98 de la Ley 1/92.
CAPÍTULO VI

SUMARIO: 1. La tendencia a limitar la responsabilidad. 2. Sociedades de


capital. 3. De la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada. 4.
Capacidad. 5. Patrimonios Separados. 6. Formalidades para la Constitución
de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada: la Escritura
Pública. 7. Publicación de la constitución. 8. Carácter comercial de la
Empresa Individual de Responsabilidad Limitada. 9. Locución obligatoria
en Libros, documentos y anuncios. Sanción en caso de incumplimiento. 10.
Capital de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada. 11. La
reserva legal. 12. Quiebra de la Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada. 13. Causas de terminación de la empresa.

1. La tendencia a limitar la responsabilidad

Una de las innovaciones que trajo la Ley 1034/83 para nuestro país es la
posibilidad de establecer Empresas Individuales de Responsabilidad Limitada.

El hecho de que una persona se embarque en la realización de un negocio


conlleva para ella la expectativa –y el deseo- de obtener una ganancia, un lucro.
Envuelve al mismo tiempo la asunción de riesgos, que pueden derivar en pérdidas que
afecten el patrimonio de quien emprende dicho negocio.

Por ello fue siempre el objetivo de los comerciantes el limitar sus


responsabilidades, a fin de hacer medibles sus pérdidas y reducirlas a parámetros ciertos
que no conduzcan a sus patrimonios a la ruina.

Sin embargo, los elementos o las vías que la Ley ponía a disposición de los
comerciantes –hasta antes de la entrada en vigencia de la Ley 1034/83- conllevaban
pasar forzosamente por las formas societarias, y obligaban a los comerciantes a
asociarse con otras personas o bien a simular una sociedad con el único fin de cumplir
las exigencias legales que indicaban que toda sociedad se componía con un mínimo de
dos personas1.

Por ende, fue un aporte importante de la Ley 1034/83 la introducción de la


Empresa Individual de Responsabilidad Limitada, como forma legal que sirva a los
comerciantes para restringir sus riesgos a límites medibles, cumpliendo de esta forma
con el interés real y constante para ellos de saber de antemano cuál es el riesgo total al
que se exponen al embarcarse en un negocio que puede resultar lucrativo o que puede
resultar en pérdidas, y principalmente, evitando que aquellos –los comerciantes- tengan
que asociarse con otras personas a fin de cumplir la exigencia normativa que indica que
las sociedades se componen de un mínimo de dos personas, cuando en realidad no
existe entre los mismos un animus societatis real o, peor aún, evitándoles la necesidad
de realizar un acto simulado que, si bien puede ser lícito, no refleja la real intención de
sus agentes y puede apuntar a situaciones poco recomendables o enojosas, cuando se

1
Art.959 Código Civil. “Por el contrato de sociedad dos o más personas, creando un sujeto de derecho, se
obligan a realizar aportes para producir bienes o servicios, en forma organizada, participando de los
beneficios y soportando las pérdidas”.
trate de liquidar una sociedad que nunca debió existir o cuando uno de los socios muera
y las cuentas –que tampoco debieron existir- deben arreglarse con los herederos del
mismo.

2. Sociedades de capital

Se conoce como Sociedades de Capital, a aquellas sociedades en las cuales el


vínculo entre las personas se da por el exclusivo aporte de un capital por cada una de las
personas físicas que desean formar o integrarse a dicha persona jurídica, y en el cual con
ánimus societatis no se da por la confianza en las demás personas que formen o integren
la sociedad, sino por el mero aporte de una suma de dinero que las convierta en socios
en la persona jurídica, y de ese modo dotar a la sociedad de la potencialidad para pasar
a producir bienes o servicios, de acuerdo al fin u objeto social de la persona jurídica en
cuestión.

La típica sociedad de capital es la Sociedad Anónima en la cual el número


mínimo de socios es –como en otras sociedades- de dos y el máximo es indefinido, en
razón de que la propiedad de una acción otorga al dueño de la misma el carácter de
socio, pudiendo haber tantos socios como acciones o títulos que las instrumenten haya.

El capital debe estar representado en dichas acciones y la responsabilidad de la


sociedad solo se extiende hasta el límite del patrimonio social2.

La persona jurídica adopta un nombre identificatorio y le agrega las siglas


“S.A.” que significan sociedad anónima y con dicha denominación actúa en sociedad3.

La llamada Sociedad de Responsabilidad Limitada (S.R.L.), por su parte es una


persona jurídica que podríamos llamar de capital y personas, en razón de que si bien las
personas físicas que las forman o que se integran a ellas lo hacen con el evidente fin de
realizar actos comerciales a través de la persona jurídica citada, y para ello aportan los
socios una suma de dinero para formar el capital social y permitir a la persona jurídica
actuar en el comercio, es notorio también que no cualquier persona que tenga el poder
económico puede integrarse a una S.R.L.; ello se hace evidente desde el momento en
que la conformación de la persona jurídica es nominativa y todos los socios se conocen
al momento de formar la sociedad, manifestando su conformidad expresa con el hecho
de que las demás personas que comparecen al acto constitutivo de la sociedad tengan el
carácter de socios. También se hace evidente que se trata de una sociedad tanto de
personas como de capital, desde el momento en que uno de los socios desee vender sus
cuotas sociales a terceros extraños a la sociedad; los socios de la misma, antes de
permitir la incorporación del extraño a la sociedad, deben manifestar su conformidad
por unanimidad, si la S.R.L. tiene hasta 5 miembros, o por una mayoría de las 3/4 partes
del capital social cuando la sociedad tenga más de 5 miembros4.
2
Art.1048 Código Civil. “La sociedad anónima responde de las obligaciones sociales sólo con su
patrimonio. Las cuotas de participación de los socios están representadas por acciones”.

3
Art.1049 Código Civil. “La denominación social, de cualquier modo que esté formada, debe contener la
indicación de ser sociedad anónima”.

4
Art.1166 Código Civil. “Las cuotas no pueden ser cedidas a extraños sino con el acuerdo de socios que
representen tres cuartos del capital, cuando la sociedad tenga más de cinco socios. No siendo más de
cinco, se requerirá unanimidad. La cesión de cuotas es libre entre socios, salvo disposición en contrario
3. De la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada

En primer lugar, debemos decir que la Empresa Individual de Responsabilidad


Limitada, de eminente carácter comercial5, se constituye por UNA PERSONA FÍSICA,
quien actúa en forma solitaria para constituir una Empresa y limitar la eventual
responsabilidad que pueda tener por los negocios que realice, eludiendo de esa forma lo
que ya señaláramos previamente, es decir, la necesidad de asociarse a fin de limitar la
responsabilidad o de simular dicha asociación.

4. Capacidad

La Ley 1034/83 establece en el Art. 15 el requisito de la capacidad de la persona


física a fin de que la misma constituya una Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada. En realidad esta disposición que sienta el requisito de la capacidad es
innecesaria en razón de que la misma es esencial a todo acto jurídico para ser
considerado válido, por lo que sería hasta superfluo que la norma indique que la persona
física que constituye esta Empresa Individual debe ser capaz6.

5. Patrimonios Separados

Los bienes afectados a la conformación de la Empresa Individual de


Responsabilidad Limitada se considerarán separados del resto del patrimonio del
constituyente, siendo ambos autónomos. Por ende, dicho patrimonio afectado a la
Empresa debe estar detalladamente individualizado, a fin de mantener claros los límites
entre uno y otro.

Art. 15 2ª parte, Ley 1034/83: “Los bienes que forman el capital constituirán un
patrimonio separado o independiente de los demás bienes pertenecientes a la persona
física. Aquellos bienes están destinados a responder por las obligaciones de tales
empresas.
La responsabilidad del instituyente queda limitada al monto del capital afectado
a la empresa. En caso de dolo, fraude o incumplimiento de las disposiciones ordenadas
en esta ley, responderá ilimitadamente con los demás bienes de su patrimonio”.

Solo de esta manera se entiende que la responsabilidad del comerciante se limite


efectivamente. Si dicho comerciante no conforma una persona jurídica distinta a sí
mismo, lo que cabe esperar entonces es que cree un patrimonio afectado a sus
actividades comerciales, y que solo este responda de sus obligaciones contraídas en tal
carácter. Por ello es que la ley exige la individualización de los bienes afectados a dicho
patrimonio que quedará –como dijimos- autónomo y separado del resto del patrimonio

del acto constitutivo”.

5
Art.17, Ley 1034/83. La empresa individual de responsabilidad limitada será considerada comercial
a todos los efectos jurídicos.

6
Art. 15, 1ª Parte. Ley 1034/83. Toda persona física capaz de ejercer el comercio podrá constituir
empresas individuales de responsabilidad limitada, asignándoles un capital determinado.
del comerciante, quedando este último a salvo de responder por eventuales negocios
ruinosos.

6. Formalidades para la Constitución de la Empresa Individual de


Responsabilidad Limitada: la Escritura Pública

La Ley 1034/83 exige la forma de Escritura Pública para constituir una Empresa
Individual de Responsabilidad Limitada. Deben, por ende, cumplirse las formalidades
previstas para dichos instrumentos, siendo otorgados ante un Escribano Público, en el
libro de Protocolo correspondiente. Obviamente, el único otorgante será el comerciante,
en razón de tratarse de un acto jurídico unilateral.

Asimismo, se exige que esta Escritura Pública sea inscripta en los Registros
Públicos y específicamente en el Registro Público de Comercio7.

El Art. 16 de la Ley 1034/83 establece:

“La empresa individual de responsabilidad limitada debe constituirse por


escritura pública. El acto constitutivo contendrá:

a) el nombre y apellido, estado civil, nacionalidad, profesión y domicilio del


instituyente;
b) la denominación de la empresa, que deberá incluir siempre el nombre y
apellido del instituyente seguido de la locución: “Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada”, el monto del capital y ubicación de la empresa;
c) la designación específica del objeto de la empresa;
d) el monto del capital afectado, con indicación de si es en dinero y bienes de
otra especie;
e) el valor que se atribuya a cada uno de los bienes; y
f) la designación del administrador, que puede ser el instituyente u otra persona
que le represente”

En cuanto a estos requisitos llaman la atención y merecen un comentario alguno


de ellos. En primer lugar el inciso b) referido a la denominación de la empresa. En
cierta forma se limita al constituyente en cuanto al nombre de la Empresa Individual, ya
que obliga al mismo a declarar en la denominación su nombre y apellido, seguido de la
locución completa8 de la frase “Empresa Individual de Responsabilidad Limitada”.
Entendemos que bien interpretada la norma podría el constituyente optar por un nombre
de fantasía para identificar a la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada, pero
al cual debería agregar su nombre y apellido y seguidamente la alocución de que se trata
de una Empresa Individual de Responsabilidad Limitada. Por ende, podría denominarse
la misma, por ejemplo: “Empresa Trébol, de Juan Pérez. Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada”. Consideramos por ende, poco práctica esta denominación
7
Art. 18 Ley 1034/83. “La empresa individual de responsabilidad limitada no podrá iniciar sus actividades antes
de su inscripción en el Registro Público de Comercio”.

8
Si bien en el Art.16 de la Ley 1034/83 no se menciona el requisito que la alocución de la frase “Empresa
Individual de Responsabilidad Limitada” debe ser completa, del Art. 20 de la misma ley, sí surge esta
exigencia: “Los libros, documentos y anuncios de la entidad llevarán impresos el nombre y apellido del
instituyente, la LOCUCIÓN COMPLETA “Empresa Individual de Responsabilidad Limitada” y el monto
de su capital…”
pues el nombre y apellido del constituyente deberá aparecer de todas formas, por lo que
lo aconsejable, a fin de cumplir esta normativa muy precisa, sería que se denomine la
Empresa, solo con el nombre y apellido del constituyente, y la alocución exigida por la
ley, seguidamente: “Juan Pérez. Empresa Individual de Responsabilidad Limitada”.

En nuestro medio, hemos observado algunos casos en los cuales, luego de la


denominación se pusieron solo las siglas de dicha denominación, con lo cual se
pretendía dejar aclarado que se trataba de una Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada: “E.I.R.L.”. Sin embargo, no consideramos prudente este proceder, por la
exigencia ya señalada, inserta en el Art. 20 de la Ley 1034/83 que requiere la alocución
COMPLETA, sin que sea dable reemplazarla por las siglas de las mismas 9. Más aún
por la consecuencia sumamente gravosa que prevé la norma en caso de incumplimiento
de esta formalidad: afectar al comerciante constituyente de la Empresa Individual con la
ilimitación de su responsabilidad por las deudas eventuales que se generen en el giro de
su negocio9.

El inciso d) es igualmente llamativo, pues indica que el constituyente deberá


designar un capital afectado a la empresa, el que –como dijimos- será el que responderá
de las eventuales deudas que se generen en el negocio. Debe tenerse muy presente que
en caso de que se constituye simplemente dinero como patrimonio afectado, y este no se
encuentra disponible al momento de efectivizarse una obligación comercial del
constituyente de la empresa podría ser viable un reclamo del acreedor de que responda
de la obligación todo el patrimonio del constituyente, alegando lo dispuesto en el Art.
15, última parte de esta ley10.

Finalmente, debemos señalar que si bien sería lo esperado que el propio


constituyente sea quien personalmente conduzca el negocio, dado el carácter
individualista del mismo al momento de conformar esta Empresa, la Ley le da la
posibilidad de que sea un tercero quien administre el negocio unipersonal. Para lo cual,
también en el acto constitutivo deberá el instituyente designar el Administrador, en caso
de tratarse de un tercero. Si fuese el mismo constituyente el que administrará la
Empresa Individual, debería dejar constancia de ello en la Escritura Pública, pudiendo
– sin embargo- asumirse que será el instituyente el administrador, en caso de omisión.

7. Publicación de la constitución

Luego de constituirse la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada, pero


antes de su inscripción en el Registro Público de Comercio, y por ende también antes de
que la misma inicie la ejecución de sus negocios, la Ley exige el requisito de la
publicación de un edicto en un diario de gran circulación por cinco veces a ser realizada
dentro de un lapso de 15 días.

La Ley no define qué se entiende por diario “de gran publicación”. Quedará por
ende al prudente criterio judicial discernir cuáles diarios nacionales cumplen ese
requisito, debiendo guiarse por el sano criterio que impone la norma, la que busca que la
población se entere de la constitución de una Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada, mandando comunicar el Edicto por un medio que haga efectivo ese
conocimiento11.
9
También debemos decir que la norma no impone la publicación de todo lo
expresado en la Escritura Pública constitutiva de la Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada, sino simplemente de un extracto o resumen. El Actuario del
Juzgado deberá, por ende, redactar el edicto siendo aconsejable que, a los efectos de la
publicación, observe los requisitos formales previstos en el Art. 16 de esta Ley, a los
cuales nos remitimos, pudiendo omitir las partes formales, propias de toda Escritura
Pública.

La omisión de la publicación de este edicto trae consecuencias sumamente


gravosas para el comerciante que constituya una Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada, pues hace que el mismo incurra en ilimitación de
responsabilidad en referencia a las deudas que generen sus negocios. Con ello,
podemos ver cuán grave puede ser para el comerciante que no de cumplimiento a esta
norma, y que no publique el edicto en cuestión12 .

8. Carácter comercial de la Empresa Individual de Responsabilidad


Limitada

Como ya vimos más arriba, y en forma hasta casi innecesaria, la Ley indica
expresamente en un artículado que la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada
tiene un carácter comercial. No hubiese sido necesaria esta disposición, pues surge de su
naturaleza y de su esencia ese carácter, sin embargo, la norma pecando de redundante,
lo consagra expresamente: Art. 17 Ley 1034/83. “La empresa individual de
responsabilidad limitada será considerada comercial a todos los efectos jurídicos”.

9. Locución obligatoria en Libros, documentos y anuncios. Sanción en caso


de incumplimiento

Una sanción muy gravosa se da para los casos de incumplimiento de consignar


la locución completa de Empresa Individual de Responsabilidad Limitada, en los libros,
documentos y anuncios de la Empresa, así como la consignación del monto del capital
afectado a la misma, y es la de hacer incurrir al empresario constituyente en ilimitación
de responsabilidad por las deudas que genere su negocio, truncando de este modo el
real interés del mismo al momento de constituir la Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada el cual era, como ya lo dijimos varias veces, el de establecer
parámetros fijos y medibles de su responsabilidad.

Art. 20 Ley 1034/83. “Los libros, documentos y anuncios de la entidad llevarán


impresos el nombre y apellido del instituyente, la locución completa 'Empresa
Individual de Responsabilidad Limitada' y el monto de su capital. El incumplimiento
de la presente disposición y el de la contenida en el artículo anterior hará incurrir al
empresario en responsabilidad ilimitada.

Hemos dicho ya, anteriormente y lo repetimos ahora, que la norma citada –el
Art. 20- prevé idéntica consecuencia –la ilimitación de la responsabilidad del
constituyente- para el caso de que se omita la publicación del edicto previsto en el Art.
19 de la misma ley, y la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada empiece a
operar, antes de realizada la publicación de marras.
10. Capital de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada

En forma muy acertada la Ley fijó el capital mínimo de una Empresa Individual
de Responsabilidad Limitada en Jornales. Ello, en razón de que fue siempre
desaconsejable la fijación en una suma específica por la constante variación
– normalmente, por la vía de la depreciación - de la moneda, y la consecuente
modificación de su equivalencia económica.

Por ello, la Ley prevé que el capital mínimo de una Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada no podrá ser inferior al equivalente a dos mil jornales.

Art. 21, Ley 1034/83: “El capital de una Empresa Individual de


Responsabilidad Limitada no podrá ser inferior al equivalente de dos mil jornales
mínimos legales establecidos para actividades diversas no especificadas de la
Capital”.

La misma norma impone que el capital debe integrarse, vale decir, debe
entregarse o hacerse efectivo en el mismo acto de constitución de la Empresa Individual,
no siendo permitida la aportación posterior.

Dispone igualmente la Ley en el Art. 21, que el Juez –que dispone la inscripción
de la constitución, suponemos, a pesar de que la ley no lo diga expresamente- ordenará
también “…la inscripción de los inmuebles en el Registro de Inmuebles de la
Dirección General de los Registros Públicos, y el depósito del dinero en efectivo en
cuenta bancaria a nombre de la empresa…”, con lo cual la Ley busca asegurar que
dichos bienes sean efectivamente tangibles y estén realmente afectados a responder por
las deudas que genere el giro comercial.

11. La reserva legal

Las Empresas Individuales de Responsabilidad Limitada están obligadas a


efectuar una reserva legal, sobre sus utilidades anuales. A ese efecto, las Empresas
Individuales deben destinar no menos del 5 por ciento de dichas utilidades
correspondientes a cada ejercicio, haciendo dicha operación reiteradamente hasta
alcanzar el 20 por ciento del capital de la Empresa Individual.

Al respecto, las normas en cuestión señalan:

Art.24, Ley 1034/83. “La reserva legal deberá efectuarse en la forma


establecida en el artículo 91”.

Art. 91, Ley 1034/83. “Las sociedades por acciones y las de responsabilidad
limitada deben efectuar una reserva legal no menor del cinco por ciento de las
utilidades netas del ejercicio, hasta alcanzar el veinte por ciento del capital suscripto”.

12. Quiebra de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada


Habíamos señalado que una de las características de esta Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada radicaba en el hecho de que el patrimonio afectado por el
Comerciante constituyente de la misma se mantenía separado y autónomo en relación al
patrimonio personal del comerciante. El objeto de esto era que la realización de malos
negocios no llevasen a la quiebra al comerciante a título personal.

Esto es lo que, precisamente, señala el Art. 22 de la Ley 1034/83: “La quiebra


de la empresa no ocasiona la del instituyente, pero si este o el administrador designado
no cumple las obligaciones impuestas por la ley o por el acto de creación, con perjuicio
posible de terceros, o si la empresa cae en quiebra culpable o dolosa, caducará de
pleno derecho el beneficio de limitación de responsabilidad”.

Cabe indicar que, por la última parte de la norma, nuevamente se cierne sobre el
constituyente la amenaza de la pérdida del privilegio que importa la limitación de la
responsabilidad, en caso de que no sean cumplidas por el instituyente o su administrado
las obligaciones que le son impuestas por la Ley, sin que la misma norma aclare a qué
obligaciones se refiere, debiendo entenderse, por ende, a todas aquellas que fuimos
viendo a lo largo de este reducido estudio. Igual consecuencia –la pérdida del beneficio
de la limitación de la responsabilidad- se dará si la quiebra de la Empresa Individual es
declarada culposa –aunque la ley menciona “culpable”- o dolosa, para cuya calificación
debemos recurrir a la Ley 154/6913.

13. Causas de terminación de la empresa

Remitámonos a la Ley, a fin de revisar cuáles son las causales por las cuales
termina o concluye una Empresa Individual de Responsabilidad Limitada:

Art.25, Ley 1034/83. “La empresa termina por las causas siguientes:
a) las previstas en el acto constitutivo;
b) la decisión del instituyente, observando las mismas formalidades prescriptas
para su creación;
c) la muerte del empresario;
d) la quiebra de la empresa; y
e) la pérdida de por lo menos el 50% del capital declarado o en caso cuando el
capital actual se haya reducido a una cantidad inferior al mínimo legal determinado en
el artículo 21. En todos los casos el instituyente o sus herederos procederán a la
liquidación de la empresa por la vía que corresponda”.

Las causales previstas en los incisos a) y b) del artículo 25, evidentemente


corresponden a la voluntad del constituyente. El comerciante instituyente pudo haber
previsto, ya en el mismo acto constitutivo, la realización de cierto negocio, para lo cual
una vez cumplido, la empresa individual ya no tendría motivo de ser. También puede
suceder que la Empresa Individual haya perdido interés para el comerciante (inciso b)
por lo cual este puede resolver dejarla sin efecto, debiendo recurrir a las mismas
formalidades prescriptas para su constitución, es decir, otorgar una Escritura Pública,
publicar un edicto y formalizar la inscripción en el Registro Público de Comercio.

El inciso c) prevé como causal de conclusión de la Empresa Individual la muerte


del Empresario. Es muy lógica la norma, pues la persona del comerciante es esencial a
la Empresa Individual, y constituye una ficción legal, por la cual se divide una parte del
patrimonio del mismo, a los efectos de la limitación de responsabilidad.

Con relación a la quiebra (inciso d) debemos decir que, al declararse la misma,


se decretará igualmente la extinción de la Empresa Individual, lo que parece señalar que
a la misma le estará vedada la posibilidad de rehabilitación prevista en la Ley de
Quiebras para todos los demás fallidos14

El inciso e) del Art. 25 prevé igualmente como causal de extinción de la


Empresa Individual la “…pérdida de por lo menos el 50% del capital declarado o en
caso cuando el capital actual se haya reducido a una cantidad inferior al mínimo legal
determinado en el artículo 21. En todos los casos el instituyente o sus herederos
procederán a la liquidación de la empresa por la vía que corresponda”. Con ello queda
indicado el interés de la Ley de mantener cierto nivel de solvencia económica de la
Empresa a fin de permitir su permanencia. Por ende, entendemos también que deberá el
constituyente realizar un revaluo permanente de sus bienes y de realizar nuevas
integraciones cuando vea disminuidos los valores de los bienes afectados a la Empresa
Individual de Responsabilidad Limitada.

9
Art. 20, última parte, Ley 1034/83: El incumplimiento de la presente disposición y el de la contenida
en el artículo anterior hará incurrir al empresario en responsabilidad ilimitada.

10
Art. 15 última parte, Ley 1034/83: “…La responsabilidad del instituyente queda limitada al monto
del capital afectado a la empresa. En caso de dolo, fraude o incumplimiento de las disposiciones
ordenadas en esta ley, responderá ilimitadamente con los demás bienes de su patrimonio.”

11
Art. 19, Ley 1034/83. A los efectos del artículo anterior, el Juez dispondrá previamente la
publicación de un resumen del acto constitutivo de la empresa en un diario de gran circulación, por
cinco veces en el lapso de quince días.
12
Art. 20, Ley 1034/83, última parte: “…El incumplimiento de la presente disposición y el de la
contenida en el artículo anterior hará incurrir al empresario en responsabilidad ilimitada”.

13
Artículo 165º Ley 154/69. Podrá considerarse dolosa la conducta patrimonial del deudor en los casos
en que se probare alguna de las circunstancias siguientes:
1. Si ha supuesto gastos o pérdidas o no justificase la salida o existencia del activo de su último
inventario y la del dinero o valores de cualquier género que hubiesen entrado posteriormente en su
poder.
2. Si ocultare dinero, créditos, efectos u otra clase cualquiera de bienes o derechos.
3. Si hubiere simulado deudas o se hubiere constituido deudor sin causa.
4. Si hubiere realizado enajenaciones simuladas de cualquier clase que fueren.
5. Si hubiere consumido y aplicado para sus negocios propios, fondos o efectos que le hubiesen sido
confiados en depósito, mandato o comisión, sin autorización del depositante, mandante o comitente.
6. Si hubiere comprado simultáneamente bienes de cualquier clase en nombre de terceras personas.
7. Si después de haberse hecho la declaración de quiebra, hubiere percibido y aplicado a usos
personales, dinero, efectos o créditos de la masa, o si por cualquier otro medio hubiere distraído de
ésta alguna de sus pertenencias.
8. Si no hubiere llevado los libros indispensables o si los hubiere ocultado o los presentare truncados,
falsificados o sustituidos.
9. Si se hubiere fugado u ocultado , y
10. Si se hubieren clausurado los procedimientos por insuficiencia del activo.
Artículo 166º Ley 154/69. Podrá considerarse culposa la conducta patrimonial del deudor cuando se
probasen algunas de las circunstancias siguientes :

1. Si hubiere sido declarado en quiebra por no haber cumplido las obligaciones de un concordato
precedente.
2. Si hubiere contraído por cuenta ajena, sin recibir valores equivalentes, compromisos que se juzguen
excesivos con relación a la situación que tenía cuando los contrajo.
3. Si tratándose de deudor comerciante no se hubiere presentado en el tiempo y en la forma establecidos
en esta ley.
4. Si se ausentare o no compareciere durante los trámites del juicio.
5. Si sus gastos personales o los de su casa se consideraren excesivos, con relación a su capital y al
número de miembros de su familia.
6. Si hubiere perdido sumas considerables en juegos de azar o en operaciones de agio o apuestas.
7. Si con el fin de retardar la quiebra hubiere revendido con pérdida o por un precio menor que el
corriente, efectos que hubiere comprado a crédito en los seis meses anteriores a la declaración de
quiebra, y cuyo precio se hallare todavía debiendo.
8. Si con el mismo propósito hubiere recurrido en los seis meses anteriores a la presentación, a medios
ruinosos para procurarse recursos.
9. Si después de caer en insolvencia hubiere pagado a algún acreedor, en perjuicio de los demás.
10. Si el deudor comerciante hubiere estado en débito, en el periodo transcurrido desde el último
inventario hasta la presentación o declaración de quiebra, por sus obligaciones directas, por una
cantidad doble del haber que resultare según el mismo inventario.
11. Si no hubiere llevado con regularidad sus libros en la forma determinada por la ley; o
12. Si no hubiere cumplido con la obligación de registrar las capitulaciones matrimoniales u otras
acciones especiales de propiedad de su mujer.

Artículo 167º Ley 154/69. En cualquier estado del juicio de quiebra en que el juez, el fiscal o el síndico
tuviesen motivos para presumir la existencia de hechos delictuosos por el deudor deberán ponerlos en
conocimiento de la justicia penal. El juicio criminal no detiene el juicio de quiebra.

14
Ver arts. 168 y siguientes de la Ley 154/69. Artículo 168. Tienen derecho a la rehabilitación todos los
deudores que hubiesen sido declarados en quiebra.
CAPÍTULO VII

SUMARIO: 1. Corredores. 1.1. Concepto. Definición legal; Art. 26 de la Ley del


Comerciante. 1.2. Diferencias. 1.3. Requisitos legales. 1.4. Obligación y deberes. 1.5.
Prohibiciones a los acreedores 1.6. Derecho a la comisión. 1.7. Cese de actividades y
quiebra de los corredores. 2. Rematadores. 2.1. Concepto. 2.2. Requisitos legales. 2.3.
Obligaciones. 2.4. Prohibiciones. 2.5 Sanciones. 2.6 De los remates judiciales 3.
Despachante de aduanas. 3.1. Concepto y función. 3.2. Requisitos.

1. CORREDORES
1.1. Concepto. Definición legal; Art. 26 de la Ley del Comerciante

La Ley del Comerciante define a los corredores como “...las personas que sin hallarse en
situación de dependencia, median entre la oferta y la demanda para la conclusión de
negocios comerciales o vinculen a las partes promoviendo la conclusión de contratos,
haciendo de dicha actividad profesión habitual. Para ser corredor se requiere la mayoría
de edad, poseer título de enseñanza secundaria y reunir las demás condiciones para el
ejercicio del comercio”.1

A su vez, el Código Civil, enfocando la figura desde el punto de vista de los contratos,
estipula: “Por el contrato de corretaje el corredor pone en relación a dos o más partes
para la conclusión de un negocio, sin estar ligado a ninguna por relación de colaboración,
de dependencia o de representación”2.

Es pues el corredor o mediador, como lo designa el derecho comparado (Art. 1754 del CC
Italiano)3 aquella persona que sin estar ligada a las partes por relación de dependencia o
representación, las pone en relación a los efectos de la celebración de un contrato. Es decir,
media entre la oferta y la demanda.

Del análisis de los conceptos previos pueden derivarse tanto sus caracteres particulares
como su naturaleza. Dentro de los primeros podemos señalar la autonomía, por cuanto no
se halla vinculado a las partes contratantes por relación de subordinación o dependencia; la
intermediación, lo que constituye su característica principal, es decir, poner en contacto a
las partes contratantes; y finalmente, la profesionalidad que surge del Art. 26 de la Ley
1034/83, en el sentido de que el corredor debe hacer de dicha actividad su profesión
habitual.

1.2. Diferencias entre el contrato de corretaje y el mandato, la comisión, la gestión de


negocios y la locación de servicios
La actividad del corredor participa, en cierta manera, de los caracteres del mandato, la
comisión, la gestión de negocios y la locación de servicios, pero la coincidencia de algunas
de sus características no diluye su autonomía jurídica.
En efecto, no puede ser considerado un mandato, pues el corredor no representa a ninguna
de las partes. Actúa con total independencia limitándose a poner en relación a dos o más
partes a fin de que realicen el negocio que tenían proyectado llevar a cabo aun antes de
conocerse, en tanto que el mandato implica la aceptación del mandatario de un poder dado
por el mandante para representarle en el manejo de sus intereses o en la ejecución de ciertos
actos en su nombre y por su cuenta. Lo mismo podemos decir de la gestión de negocios,
por cuanto que el gestor, sin mandato expreso, concluye un negocio que interesa a un
tercero, lo cual, como hemos visto, no ocurre con el corredor.
Existen también diferencias con el contrato de comisión, si bien es cierto que el
comisionista actúa en total independencia del comitente; al igual que el corredor, aquel
concluye el negocio o celebra el contrato en nombre propio y por cuenta del comitente, en
tanto que el corredor no participa de la celebración del contrato.
1
Art. 26 Ley 1034/83.
2
Art. 951 CC.
3
Art. 1754 CC Italiano: “ Es mediador aquel que pone en relación a dos o más partes para la conclusión de un negocio
sin estar ligado a ninguna de ellas por relación de colaboración, de dependencia o de representación”.
Existen también notas distintivas con la locación de servicios en varios aspectos. En primer
lugar, el locador de servicios sigue las instrucciones del principal; en cambio el corredor
ejerce sus actividades con total independencia y autonomía y aplicando sus conocimientos
y criterio profesional. En cuanto a la remuneración, al locador de servicios se le remunera
por prestar el servicio en tanto que al corredor se le remunera por el resultado de su
actividad.

1.3. Requisitos legales para el ejercicio del corretaje


La última parte del Art. 26 de la Ley del Comerciante 1034/83 señala cuales son los
requisitos necesarios para el ejercicio del corretaje, estableciendo: “Para ser corredor se
requiere la mayoría de edad, poseer título de enseñanza secundaria y reunir las demás
condiciones para el ejercicio del comercio”.
En cuanto a la mayoría de edad, actualmente con la modificación del CC, que establece la
mayoría de edad en 18 años, se salva la incongruencia que existía entre los Arts. 26 y 7° de
la Ley 1034/83. Si bien la ley omite el requisito de la capacidad, el mismo debe
considerarse incluido en el Art. 6° de la citada Ley como requisito esencial para el ejercicio
del corretaje.
El requisito de poseer el título de enseñanza secundaria señala la necesidad de poseer un
mínimo de instrucción para el ejercicio de una actividad que se reputa comercial.
En cuanto a las demás condiciones para el ejercicio del comercio, las mismas son comunes
a todos los comerciantes y se hallan reguladas en los Arts. 6°, 7° y 9° de la Ley del
Comerciante.

1.4. Obligaciones y deberes del corredor


En cuanto a las obligaciones para el ejercicio del corretaje, tenemos en primer lugar las
obligaciones generales para los comerciantes en general, establecidas en el Art. 11 de la
Ley 1034/83 que prescribe:
Artículo 11: “ Son obligaciones del comerciante:
a) Someterse a las formalidades establecidas por la ley mercantil, en los actos que
realice;
b) Inscribir en el Registro Público de Comercio su matrícula y los documentos que
la ley exige;
c) Seguir un orden cronológico y regular de contabilidad, llevando los libros
necesarios a ese fin; y
d) Conservar los libros de contabilidad, la correspondencia y los documentos que
tengan relación con el giro de su comercio, por el plazo establecido en el Art. 85”.

Las obligaciones particulares de los corredores están reguladas en el Art. 27° de la Ley
1034/83, que establece:
Artículo 27: “Todo corredor está obligado a matricularse en el Juzgado competente e
inscribir su matrícula y los documentos requeridos en el Registro Público de
Comercio. Para dicho efecto, la petición correspondiente contendrá la constancia de
tener la edad requerida, o de estar autorizado para el ejercicio del comercio”.

En lo que respecta a sus deberes, los mismos se establecen desde el Art. 28 al Art. 41 de la
Ley 1034/83, pudiendo agruparse los mismos en la siguiente clasificación:
a) Deber de actuación personal: Las funciones profesionales del corredor son
eminentemente personales, no pudiendo delegarse las mismas en otra persona. Ello
surge de distintos artículos de los cuales se desprenden deberes absolutamente
personales como ser los Arts. 33, 37, 38 y 40
Artículo 33: “Los corredores deberán asegurarse en todos los casos de la
identidad de las personas entre quienes intermedien para la conclusión de los
negocios, así como de su capacidad legal para celebrarlos.
Si a sabiendas o por negligencia culpable, intervinieren en un contrato celebrado por
persona incapacitada para hacerlo, responderán de los daños que se sigan y que sean
consecuencia directa de esa situación”.
Artículo 37: “Los corredores están obligados a guardar riguroso secreto de todo
lo que concierna a las negociaciones que se les encargare bajo responsabilidad
directa por los perjuicios que ocasionare su indiscreción”..
Artículo 38: “En las ventas hechas con su intervención, tienen los corredores la
obligación de asistir al acto de entrega de los efectos vendidos, si cualquiera de los
interesados lo exigiere”.
Artículo 40: “En los negocios que deban celebrarse por escrito, sea por convenio
de las partes o por exigencia de la Ley, el corredor tiene la obligación de hallarse
presente en el acto de la firma del instrumento, certificar al pie que se hizo con su
intervención y conservar un ejemplar bajo su responsabilidad”.

b) Deber de llevar determinados libros y de expedir certificados: Dada la esencia


de la actividad intermediadora y a los efectos de ofrecer a las partes un medio de
prueba, el corredor, aparte de llevar los libros exigidos a los comerciantes en general,
la Ley del Comerciante le exige llevar un libro especial llamado “Manual”, el cual es
una suerte de borrador, que si bien es de uso facultativo para los comerciantes en
general, para los corredores es obligatorio. En él se anotan todas las operaciones en
que interviene el corredor, inmediatamente después de concluidas, consignándose los
datos que taxativamente se establecen en los Arts. 28 y 29 de la Ley 1034/83, los
cuales serán trasladados diariamente a los libros exigidos a los comerciantes en la
forma establecida en la Ley. El único requisito que se exige respecto del manual es
que esté foliado.

Artículo 28: “Los corredores deberán asentar en forma exacta y ordenada todas las
operaciones en que intervinieran, tomando nota de cada una inmediatamente después
de concluidas en un cuaderno manual foliado. Consignarán en cada asiento los
nombres, apellidos y domicilios de los contratantes, la calidad, cantidad y precio de
los efectos que fuesen objeto de negociación, los plazos y condiciones de pago y todas
las circunstancias que permitan el esclarecimiento del negocio y los resultados de su
gestión. Los asientos guardarán un orden cronológico, en numeración progresiva a
partir de uno, hasta el fin de cada año”.

Artículo 29: “Tratándose de negociaciones de letras, los corredores anotarán las


fechas, términos, vencimientos, plazos sobre las que están giradas, nombre y apellido
del librador, endosantes y pagador y las estipulaciones relativas al cambio, si algunas
se hicieren.
En el corretaje de seguros, los asientos expresarán, con referencia a la póliza, los
nombres y apellidos del asegurador y asegurado, el objeto asegurado, su valor, según
el convenio estipulado entre las partes, el lugar donde se carga y descarga, la
descripción del medio de transporte, que tratándose de buques comprenderá su
nombre, matrícula, pabellón y porte y el nombre y apellido del capitán”.

Artículo 30: “Los asientos del cuaderno manual serán trasladados diariamente a los
libros exigidos a los comerciantes, trascribiéndolos literalmente, guardando la misma
numeración que llevan en el manual”.

Artículo 31: “Ningún corredor podrá dar certificado sino de lo que conste en sus
libros y con referencia a ellos. Solo en virtud de orden de autoridad competente podrá
atestiguar sobre lo que vio y oyó en lo relativo a los negocios de su oficio”.

Artículo 32: El corredor que expidiere certificado que contradiga a lo que constare
en los libros será pasible de la cancelación de su matrícula, sin perjuicio de la pena
que corresponda al delito de falsedad”.

Artículo 43:“El corredor que no llevare los libros que le son requeridos con las
formalidades especificadas, quedará obligado a la indemnización de los perjuicios
que por tal omisión ocasionare, y será suspendido en el ejercicio de su profesión por
tres a seis meses.
En caso de reincidencia, le será cancelada la matrícula”.

c) Deber de imparcialidad y discreción: Los corredores deben ser imparciales,


objetivos y transparentes en cuanto a la proposición del negocio debiendo mantener
equidistancia respecto de las partes y evitando hacer incurrir a los contratantes en
falsas o erróneas apreciaciones. También se hallan obligados a mantener absoluta
discreción respecto de las circunstancias del negocio, siendo responsables directos de
los perjuicios que ocasionare su indiscreción.

Artículo 35: “Los corredores propondrán los negocios con exactitud, precisión y
claridad, absteniéndose de hacer supuestos falsos o ambiguos que puedan inducir a
apreciaciones erróneas de los contratantes.
La proposición inexacta o equívoca motivará la responsabilidad del corredor por el
daño ocasionado cuando hubiere inducido a uno de los contratantes a consentir un
contrato perjudicial”.

Artículo 36 “Se tendrán por supuestos falsos, haber propuesto el objeto de la


negociación bajo distinta calidad de la que se le atribuye por el uso general del
comercio, o dar noticia falsa al interesado sobre el precio que tenga corrientemente
en la plaza la cosa objeto de la negociación”.

Artículo 37: “Los corredores están obligados a guardar riguroso secreto de todo
lo que concierna a las negociaciones que se les encargare bajo responsabilidad
directa por los perjuicios que ocasionare su indiscreción”.

Artículo 39:“Los corredores entregarán a cada contratante una minuta firmada


del asiento registrado en el libro Diario sobre el negocio concluido dentro de las
veinticuatro horas de su realización. Si no lo hicieren, causando perjuicio a una de
las partes, perderán todo derecho a su comisión y serán responsables por tales
perjuicios”.

Artículo 44:”El corredor que en su actividad profesional incurriere en dolo o


fraude, será pasible de la cancelación de la matrícula y quedará sometido a la
respectiva acción criminal”.

1.5 Prohibiciones a los corredores

Las prohibiciones impuestas a los corredores en la Ley 1034/83 Arts. 34 y 42 están en


directa relación con los deberes y naturaleza de su función, especialmente a aquellas que se
refieren al deber de imparcialidad y sobre todo a la buena fe con que debe conducirse en el
ejercicio de su actividad.
La primera prohibición es la de no responder ni constituirse en responsable de la solvencia
de los contratantes – primer párrafo del Art. 34 de la Ley 1034/83

Artículo 34: “Los corredores no responden ni pueden constituirse responsables de la


solvencia de los contratantes.
Serán, sin embargo, garantes, en las negociaciones de letras y valores endosables, de
la entrega material del título al tomador y de la del valor al cedente. Responderán de
la autenticidad de la firma del último cedente, a menos que se haya estipulado
expresamente en el contrato que corresponden directamente a los interesados las
entregas”.

Artículo 42: “Queda prohibido a los corredores, bajo pena de suspensión o


cancelación de su matrícula:
a) intervenir en cualquier operación en la que hubiere oposición entre sus intereses y
los de su comitente;
b) hacer cobranzas y pagos por cuenta ajena;
c) adquirir para sí, o para su cónyuge, ascendiente o descendiente, las cosas cuya
venta le haya sido encargada, ni las que se hubieren encomendado a otro
corredor, aun cuando se pretenda que la compra se realizó para uso o consumo
particular;
d) promover la transmisión de letras o valores de otra especie, o la venta de
mercaderías, procedentes de personas no conocidas en la plaza, salvo que un
comerciante abone la identidad de la persona;
e) intervenir en contratos de venta de efectos o en la negociación de letras
pertenecientes a personas que hayan suspendido sus pagos:
f) pretender además de la comisión una remuneración sobre el mayor valor que se
obtuviere en las operaciones, o exigir mayor comisión que la establecida
legalmente o, en su defecto, la determinada por los usos comerciales, salvo
convención en contrario”.

1.6. Derecho a la comisión. Casos. Remuneración del corredor no matriculado


Como toda actividad profesional y en especial de carácter comercial, donde el lucro
constituye una de sus motivaciones principales, el contrato de corretaje tiene como
consecuencia natural el otorgamiento de una ganancia a favor del corredor.
El derecho a la comisión de los corredores está regulado, tanto en el Código Civil Arts. 952
al 954, como en la Ley del Comerciante Art. 45º, contemplando cada uno de los casos
posibles, pero el principio general se halla establecido en el primer párrafo del Art. 952 CC,
en virtud del cual, el corredor tiene derecho a remuneración de cada una de las partes, si el
negocio se concluye por efecto de su intervención.
En cuanto a la remuneración del corredor no matriculado, el Art. 45 de la Ley 1034/83
establece que la misma no se regirá por las disposiciones de este Código.

Art. 952.- “El corredor tiene derecho a remuneración de cada una de las partes, si el
negocio se concluye por efecto de su intervención.
La medida de la remuneración y la proporción en que esta debe gravar a cada una de las
partes, a falta de pacto, de tarifas o aranceles profesionales, serán determinadas por el
juez, según los usos, y en su defecto, por la equidad.
Cuando se hubiere convenido una retribución excesiva para el corredor, podrá el juez
reducirla equitativamente, a pedido del obligado”.

Art. 953.- “Los gastos del corredor no serán reembolsables, a falta de pacto expreso; pero
si lo hubiere, se le pagarán aun cuando el negocio no llegare a celebrarse”.

Art. 954.- “Si el contrato está sometido a condición suspensiva, el derecho a la


remuneración surge en el momento en que la condición tiene lugar.
Si estuviese subordinado a condición resolutoria, el derecho a la remuneración no se
extingue por el cumplimiento de la condición.
La disposición del parágrafo anterior se aplicará igualmente cuando el contrato es
anulable o rescindible, si el corredor no conocía la causa de invalidez”.

Artículo 45: “Cuando en una negociación interviniere un solo corredor, este tendrá
derecho a la comisión de cada uno de los contratantes. Si ha intervenido más de un
corredor, cada uno solo tendrá derecho a exigir la comisión de su comitente. La
remuneración del corredor no matriculado no se regirá por las disposiciones de este
Código. La comisión se debe aunque el contrato no se realice por culpa de alguno de los
comitentes, o cuando principiada la negociación por el corredor, el comitente la encargare
a otra persona o la concluyere por sí mismo”.

1.7. Cese de actividades y quiebra de los corredores

La Ley solo se refiere a las sanciones como motivos por los cuales cesa la actividad
profesional del corredor; por lo tanto, cuando el Art. 41 de la Ley 1034/83 se refiere a la
“...terminación de la actividad profesional del corredor por cualquier causa”, debe
entenderse también como referente a causas naturales como el fallecimiento del corredor o
impedimento físico que haga imposible el ejercicio de la profesión, o por causa de
interdicción, o inhabilitación declarada judicialmente, o por algún otro motivo que sea
incompatible con la profesión de corredor. Ahora bien, cualquiera sea la causa del cese de
las actividades profesionales, surge la obligación de entregar todos los libros de registros al
juzgado de comercio respectivo, hoy juzgados en lo Civil y Comercial, ya sea por él mismo
o por sus herederos, en caso de fallecimiento.

Artículo 41: “En caso de terminación de la actividad profesional del corredor por
cualquier causa, los libros de registros serán entregados al Juzgado de Comercio
respectivo por él o sus herederos”.

En caso de Quiebra del Corredor, la misma tiene dos efectos: a) la cancelación de su


matrícula profesional y por ende el cese de sus actividades; y b) la Ley del Comerciante
reputa como dolosa la conducta patrimonial del corredor declarado en quiebra.
Artículo 46: “La quiebra del corredor producirá la cancelación de su matrícula
profesional y su conducta patrimonial será calificada como dolosa, conforme al Art.
160 de la Ley de Quiebras”4 de la calificación de la conducta patrimonial del deudor
fallido.

2. Rematadores
2.1 Concepto

El martillero o rematador es el comerciante que se dedica profesionalmente a la venta


pública y al mejor postor de bienes de distintas especies por cuenta y orden de sus
comitentes. RAYMUNDO FERNÁNDEZ y OSVALDO GÓMEZ LEO5 conceptualizan a
los martilleros como las personas que en forma habitual y como profesión realizan remates
o subastas6, o sea, la venta al público, de viva voz y al mejor postor con base o sin ella
(precio mínimo), de bienes determinados, muebles o inmuebles, proponiendo la
enajenación, indicando sus condiciones, recibiendo las ofertas de precio, y mediante un
golpe de martillo, adjudican las cosas, perfeccionando la compraventa.
El remate o subasta, que constituye el acto comercial en sí, puede ser de carácter privado,
judicial o administrativo, según sea la naturaleza del comitente.
La subasta será privada cuando se realiza por encargo de persona física o jurídica de
derecho privado, rigiéndose dicha venta por la reglas de la Ley 1034/83 Del Comerciante.
Será judicial cuando la ordena un Juez competente en el marco de un proceso judicial,
rigiéndose la venta por las normas procesales y del Código de Organización Judicial.
Finalmente, será administrativa cuando sea ordenada por la Administración Publica,
rigiéndose la venta por normas de carácter administrativo.

En cuanto a su naturaleza jurídica, el rematador es un comerciante, de conformidad al Art.


2º, inc. a) de la Ley 1034/83, que dispone que son comerciantes las personas que realizan
profesionalmente actos de comercio; y, al Art. 71, inc. c) de la misma Ley, que considera a
las operaciones de remate como actos objetivos de comercio.
Señala Jorge H. Escobar7 que el rematador puede asumir la calidad de comisionista cuando
actúa a nombre propio y a cuenta de su comitente. Asume la calidad de mandatario a
nombre y por cuenta de su mandante. En caso de remates judiciales, el rematador actúa

4
Art. 160 De la calificación de la conducta patrimonial del deudor fallido. “Cuando del informe del síndico resultase que
el deudor incurrió en actos de conducta dolosa, el juez de oficio o a pedido de cualquier acreedor, promoverá el
procedimiento de calificación de la conducta patrimonial del deudor fallido. El procedimiento será iniciado en un plazo
no mayor de veinte días después de haberse terminada la verificación de créditos, o de dictado el auto de quiebra en el
caso que este hubiese sido precedido por un procedimiento preventivo. El incidente respectivo se tramitará por separado.
Si la quiebra fuere declarada como consecuencia de haberse producido la nulidad del concordato conforme lo disponen
los Arts. 61 y 62, el juez, de oficio y sin otro trámite, calificará la conducta del deudor como dolosa”.
5
Fernández, Raymundo L. y Gómez Leo, Osvaldo R. . Tratado Teórico Practico de Derecho Comercial, tomo
II, Editorial Depalma Bs. As. P. 423.
6
Subasta viene del latín sub-asta (bajo la lanza): la venta del botín tomado en la guerra se anunciaba con una
lanza.
7
Escobar, Jorge H. Derecho Comercial. Editorial La Ley Paraguaya S.A. Asunción. p. 166
como auxiliar de la justicia8 y en virtud de un mandato judicial. Difiere del corredor en que
el rematador actúa públicamente y concluye el negocio pudiendo inclusive percibir el
importe de las ventas, en tanto que el corredor nunca concluye el negocio y actúa
privadamente

2.2. Requisitos legales para el ejercicio de la profesión de Rematador


Los requisitos legales para el ejercicio de esta actividad están reglados en el Artículo 47 de
la Ley 1034/83 que establece:
Para ejercer la profesión de rematador, se requiere:
a) Ser mayor de edad;
b) Poseer título de enseñanza secundaria expedido o revalidado en la República; y
c) Reunir las demás condiciones necesarias para el ejercicio del comercio.
Son aplicables a los rematadores las disposiciones relativas a la matrícula y su
inscripción en el Registro Público de Comercio establecidas para los corredores.

En cuanto a la mayoría de edad, actualmente con la modificación 36 del CC, se establece


la mayoría de edad en 18 años. El requisito de poseer el título de enseñanza secundaria
señala la necesidad de poseer un mínimo de instrucción para el ejercicio de una actividad
que se reputa comercial. Finalmente, el Art. 47 mencionado hace una remisión al Art. 27 de
la misma ley, respecto de la matrícula de comerciante y la inscripción en el Registro
Público de Comercio.
En cuanto a las demás condiciones para el ejercicio del comercio, las mismas son comunes
a todos los comerciantes y se hallan reguladas en los Arts. 6°, 7° y 9° de la Ley del
Comerciante.

2.3. Obligaciones de los rematadores


1) Obligación de llevar registro de sus actividades:
Artículo 48: “El rematador llevará los siguientes libros rubricados por el Juez de la
matrícula:
a) Diario de Entradas: en el que se registrarán los bienes cuya venta se le
encomiende, indicando las especificaciones necesarias para su identificación, el nombre
y apellido de quien confiere el encargo, por cuenta de quién han de ser vendidos y las
condiciones de su enajenación. Tratándose de un remate judicial consignará el Juzgado
que lo ha ordenado, la secretaría y los datos del expediente respectivo;
b) Diario de Salidas: en el que se asentarán, día por día, las ventas, indicando por
cuenta de quien se han efectuado, quien ha resultado comprador, el precio, condiciones
de pago y demás especificaciones relativas a las ventas;
d) De Cuentas de Gestión: entre el martillero y cada uno de sus comitentes. Sin
perjuicio de los libros exigidos precedentemente, el Juez, en caso de litigio, podrá
apreciar si con ellos se satisface la obligación de una registración debida, de acuerdo a
las modalidades de cada martillero”.

2) Obligación de verificar la existencia de los bienes y títulos invocados por el


comitente:
“Artículo 49: Además de la obligación de llevar los libros mencionados, los
rematadores deberán:
a) Comprobar la existencia del título invocado por el comitente sobre los bienes
cuya subasta se les encargue y su registro, en su caso;…”.

3) Obligación de establecer por escrito condiciones del remate:


b) Convenir por escrito con el comitente los gastos y la forma de satisfacerlos,
condiciones de venta, lugar del remate, base, modos o plazos del pago del precio,
instrucciones para la subasta y autorización, en su caso, para suscribir el boleto
respectivo en nombre del comitente;

8
Art. 3° del Código de Organización Judicial: “Son complementarios y auxiliares de la Justicia: ....-los
Rematadores”
4) Obligación de anunciar el remate:
c) Anunciar los remates con la publicidad necesaria, debiendo indicar en los avisos su
nombre y apellido, domicilio especial y matrícula, fecha, hora y lugar del remate,
descripción, condiciones legales y estado del bien ofertado;

d) Tratándose de remate de lotes en cuotas o ubicados en urbanizaciones en


formación, los planos deberán estar aprobados por autoridad competente y a escala,
debiendo figurar distancia entre la fracción a rematar y las rutas o caminos de
comunicación, indicando, en su caso, tipo de pavimento, así como las obras de desagüe
o saneamiento y servicios públicos permanentes;

5) Obligación de actuar personalmente en el remate:


e) Realizar el remate personalmente, en la fecha y hora señaladas, colocando en
lugar visible una bandera con su nombre y explicando en voz alta, en idioma
oficial y con precisión y claridad, los caracteres, condiciones legales y
cualidades del bien;

6) Obligación de percibir todo importe total o parcial de lo producido del remate y de


suscribir el boleto de compraventa en triplicado:
f) Percibir del adquirente en efectivo, o en otra forma, bajo su responsabilidad, si no
contara con autorización del comitente, la seña o el importe a cuenta del precio, en
la proporción fijada en la publicación, otorgando los recibos correspondientes;
g) Suscribir con los contratantes, previa comprobación de la identidad, el boleto de
compraventa por triplicado, en el cual deberá mencionar las estipulaciones
convenidas por las partes, debiendo entregarse un ejemplar a cada una de ellas y
conservando en su poder el restante para su guarda y archivo. Puede prescindirse
de dicho boleto cuando se trata de bienes muebles o de los que sean dados en
posesión en el mismo acto y esto sea suficiente para la transmisión de la
propiedad, casos en los que bastará el recibo respectivo;

7) Obligación de conservar muestras, certificados e informes:


h) Conservar las muestras, certificados e informes, según corresponda, relativos a
los bienes que venda, hasta el momento de la transmisión efectiva del dominio;

8) Obligación de rendir cuentas:


i) Efectuar rendición de cuentas documentada y entregar el saldo resultante dentro
de los cinco días hábiles, incurriendo, en caso contrario, automáticamente en mora
y pérdida de la comisión.
En los remates dispuestos por mandato judicial, informará al Juez dentro de los tres
días el resultado de la venta, debiendo depositar en el Banco Central del Paraguay,
a la orden del Juzgado, los valores que hubiese recibido.

2.4. Prohibiciones a los rematadores

Artículo 50: “Queda prohibido a toda persona que carezca de la matrícula


correspondiente, la realización de cualquier acto reservado por este Código
exclusivamente a los rematadores”.

Artículo 51: “Se prohíbe a los rematadores:

a) El ejercicio profesional de otros actos de comercio, sea por sí o bajo nombre de


terceros;
b) Hacer descuentos, bonificaciones o reducción de comisiones arancelarias o exigir
del comprador mayores beneficios por la venta;
c) Tener participación en el precio que se obtenga en el remate a su cargo, no
pudiendo convenir sobre diferencias a su favor o de terceras personas;
d) Ser partícipe o tener interés directo o indirecto en los bienes cuya venta se le
encomienda;
e) Comprar por cuenta de terceros, directa o indirectamente, dichos bienes;
f) Suscribir boletos de compraventa sin la autorización expresa del comitente;
g) Aceptar ofertas que no sean hechas de viva voz; y
h) Suspender el remate habiendo posturas, salvo que, fijada una base, la misma no
hubiese sido alcanzada”.

2.5. Sanciones a los rematadores.


Artículo 52: “Los rematadores que no dieren cumplimiento a las obligaciones impuestas
por los artículos precedentes, serán pasibles de multa y suspensión de quince días a un
año, o cancelación de la matrícula, según la gravedad e importancia económica de la
infracción, quedando reservada al Juez de la matrícula su apreciación. Los que
infringieren las prohibiciones del Artículo anterior, serán sancionados con la
suspensión hasta un año o cancelación de su matrícula por el Juez que le otorgó.
Las penas mencionadas antecedentemente no excluyen la responsabilidad civil ni la
crimina”..

2.6. De los remates judiciales


Los remates judiciales son aquellos que se realizan en el marco de un proceso judicial y
por orden de un Juez. Señalan Fernández y Gómez Leo 9 que en el caso de los remates
judiciales, los rematadores no actúan como mandatarios de ninguna de las partes, ni de
ambas conjuntamente, sino como un oficial público, auxiliar del juez.
En ese sentido, el Código de Organización Judicial10 establece que, a los efectos de los
remates judiciales, los rematadores públicos son auxiliares de la justicia, por lo tanto, en el
ejercicio de dicha función, las reglas son diferentes a las previstas en la Ley del
Comerciante y se hallan contenidas en el Código de Organización Judicial, Códigos
Procesales y Acordadas de la Corte Suprema de Justicia.
2.6.1. Quiénes pueden realizar ventas por orden judicial. Requisitos. Designación: El
Código de Organización Judicial dispone en su Art. 16111 que las únicas personas que
pueden realizar ventas por orden judicial en subastas públicas son las inscriptas en la
matricula de rematadores públicos de la Corte Suprema de Justicia. En cuanto a los
requisitos para la inscripción, los mismos se hallan establecidos en el Art. 1° de la
Acordada de la C.S.J. Nº 540/08, siendo los siguientes:
a) Mayoría de edad;
b) Acreditar buena conducta con los certificados de antecedentes policiales y
judiciales; y
c) Haber aprobado el cuarto curso de la carrera de Derecho de cualquier
Universidad de la República, o del extranjero debidamente convalidado.

La forma de designación de los martilleros judiciales se halla regulada en la Acordada de la


C.S.J. N° 229/01 por la cual se estableció el sistema aleatorio de sorteo informático a través
de la Mesa de Entradas de Garantías Constitucionales de la Capital. Dicho sistema se
amplió a todas las Circunscripciones Judiciales del país que cuentan con dicha Mesa de
Entrada de Garantías Constitucionales12.

2.6.2. Montos de la comisión. Reembolso en caso de no realizarse la venta. Casos de


anulación del remate: La comisión del rematador judicial esta fijada en el Art. 163 de la
Ley 879/8113, disponiendo que los martilleros cobrarán sobre el monto de la adjudicación,
el dos por ciento por propiedades raíces, y el cuatro por ciento por muebles y semovientes.
Es decir sobre el monto de la venta.
9
Ob. cit. Tomo II. p. 478.
10
Art. 3° del Código de Organización Judicial: “Son complementarios y auxiliares de la Justicia: ....-los
rematadores”
11
Artículo 161 COJ.-“ Las personas que se inscriban en la matrícula de rematadores públicos habilitada por la Corte
Suprema de Justicia, son las únicas que pueden realizar ventas por orden judicial en públicas subastas. Los requisitos de
la inscripción serán establecidos por la Corte Suprema de Justicia”.
12
Acordada CSJ Nº 540/08. Art. 6°.
13
Código de Organización Judicial.
En caso de no realizarse la venta, el rematador judicial solo tendrá derecho a ser
reembolsado de los gastos de publicación y transporte (Art. 164 Ley 879/81). La norma es
coherente con el principio general en razón de que el martillero solo tendría derecho a
una comisión de concluirse la venta, sin embargo, la Ley 1337/88 Código Procesal Civil,
establece en su Art. 48814 dos excepciones al principio general: 1) que el remate se
suspenda a petición de alguna de las partes; y, 2) que la venta no se hubiere efectuado por
falta de postores adjudicándose el bien al ejecutante. En estos casos, la comisión que
correspondería al martillero está fijada por el Art. 167 COJ 15. Asimismo, en caso de
suspensión del remate, el martillero está obligado a dar lectura de la notificación judicial de
suspensión de remate a los presentes en el acto, en el día y hora señalados para su
realización, y el incumplimiento de esta disposición lo hará pasible de suspensión de su
matrícula, según lo dispone el Art. 166 del COJ.

Si el remate público se hubiese anulado, por causa imputable al rematador, el mismo


devolverá lo recibido en concepto de comisión en el plazo de tres días de notificada la
sentencia respectiva, bajo apercibimiento de cancelársele su inscripción en la matrícula
(Art. 165 COJ). La ley no menciona el caso en que la nulidad sea declarada sin culpa del
rematador, por lo tanto debe entenderse que en dicho caso, el martillero no debe devolver lo
percibido en concepto de comisión.-

2.6.3. La publicación de un aviso de remate: enunciaciones que debe tener: Señalan


Raymundo Férnandez y Osvaldo Gómez L16, que tratándose el remate de una oferta pública
a persona indeterminada, resulta de importancia vital para su éxito efectuar una adecuada
publicidad de la subasta a realizar, como modo valido de que se entere de ella la mayor
cantidad de potenciales postores para adquirir el bien.
Ahora bien, tratándose de remates judiciales, la publicidad del mismo no solo tiene una
importancia práctica sino que de la adecuada realización de los avisos depende la validez
del mismo, en razón de que se trata de un acto procesal que responde a principios
distintintos al derecho comercial común o privado.
En ese sentido, los avisos de remate deben ser analizados desde dos puntos de vista: a) en
cuanto a su contenido, y, b) en cuanto al tiempo de publicación, los cuales variarán
tratándose de venta de bienes muebles o semovientes o de bienes inmuebles.
1) Subasta de bienes muebles o semovientes:
a) contenido del aviso: El Art. 477 CPC dispone en su última parte que,
tratándose de bienes muebles o semovientes, en los avisos se individualizarán
las cosas a subastar, se indicará, en su caso, la cantidad, el estado y el lugar; el
día, mes y hora de la subasta; el juzgado y secretaría donde se tramita el
proceso; el número del expediente y el nombre de las partes.
b) tiempo de publicación: El Art. 477 CPC dispone en su primera parte que,
tratándose de bienes muebles o semovientes, el remate se anunciará por avisos
que se publicarán por tres días, con anticipación de cinco días, a la fecha del
remate, en un diario de gran circulación, en la forma indicada en el 14217.
2) Subasta de bienes inmuebles:
a) Contenido del aviso: El Art. 485 CPC dispone que, tratándose de bienes
inmuebles, en los avisos, además de lo dispuesto en el artículo 168 del Código

14
Artículo 488 CPC.- COMISIÓN DEL REMATADOR EN CASO DE SUSPENSIÓN. Si el remate se suspendiere se
aplicará lo dispuesto por el artículo 167 del Código de Organización Judicial. La misma comisión le corresponderá al
rematador si la venta no se hubiere efectuado por falta de postores, adjudicándose el bien al ejecutante, en cuyo caso se
tomará como base el monto de la adjudicación. Si se tratare de bienes muebles o semovientes, la media comisión se
fijará tomando como base el monto del crédito reclamado. En caso de urgencia calificada, el juez podrá establecer
provisionalmente el monto de los gastos de publicación y transporte de las cosas, si los hubiere, a objeto de que, previo
depósito del mismo, ordene la suspensión.
15
Artículo 167COJ.- El peticionante de la suspensión de un remate deberá consignar la suma que el Juzgado fije para el
reembolso al rematador de los gastos de publicación o transporte de las cosas, si los hubiere, más el cincuenta por ciento
de la comisión que le correspondería de haberse llevado a cabo la subasta.

16
Ob. cit. Tomo II. p. 452
17
Artículo 142 CPC .- “FORMA DE LOS EDICTOS. Los edictos contendrán las mismas enunciaciones de las cédulas,
con trascripción sumaria de la resolución”.
de Organización Judicial18, se individualizará el inmueble, señalándose su
superficie y linderos, indicándose la base, condiciones de venta, estado de
ocupación, lugar, día, mes, año y hora de la subasta, juzgado y secretaría donde
se tramita el proceso, número del expediente, nombre de las partes y horario
dentro del cual se pueden examinar los títulos de propiedad.
Si se tratare de un bien sujeto al régimen de propiedad por pisos y
departamentos, en las publicaciones y en el acto del remate deberá indicarse el
monto de las expensas comunes correspondientes al último mes, y la deuda por
este concepto.
b) Tiempo de publicación: El Art. 484 CPC, dispone que tratándose de bienes
inmuebles, el remate se anunciará por avisos que se publicarán por cinco días
consecutivos, con anticipación de ocho días a la fecha del remate, en un diario
de gran circulación. Si se tratare de un inmueble de escaso valor, el juez podrá
reducir el número de publicaciones.

Finalmente, dispone también el C.P.C. en su Art. 478 que los interesados podrán emplear a
su costa cualquier otro medio de publicidad, sin perjuicio de los avisos analizados
precedentemente.

2.6.4. Realización del remate: lugar, hora y asistencia del secretario del Juzgado.
Lo propio está regulado en el Art. 169 del Código de Organización Judicial, el cual
claramente dispone:
Artículo 169.- “Todo remate judicial deberá efectuarse, bajo pena de nulidad, en horas
de la tarde, en la Secretaría del Juzgado en que radiquen los autos, o en el lugar
establecido para el efecto en los Tribunales. Al mismo asistirá el Secretario, quien
certificará el informe del rematador.

3. Despachante de Aduanas
3.1. Concepto y función

El Art. 20.1. de la Ley 2422/0519 define al Despachante de Aduanas como la persona


física que se desempeña como agente auxiliar del comercio y del servicio aduanero,
habilitado por la Dirección Nacional de Aduanas, que actuando en nombre del importador o
exportador efectúa trámites y diligencias relativas a las operaciones aduaneras.
GARRONE20, citando a Fontanarrosa, aclara que la función del despachante de aduanas
consiste en encargarse de las gestiones necesarias para obtener el despacho21 de
mercaderías que pasan por las aduanas tanto en la importación como en la exportación ,
pertenezcan a comerciantes como a no comerciantes.

Del concepto precedente se puede identificar las características esenciales de la figura. En


primer lugar, la actividad de Despachante de Aduanas solo puede ser desempeñada por una
persona física, no solo porque la ley así lo establece, sino porque para su ejercicio son
requisitos de carácter personal para asegurar a la competencia y honorabilidad que resultan
incompatibles con el ejercicio mediante una persona jurídica, la que solo puede actuar por
intermedio de sus representantes.
En segundo lugar, son Auxiliares del Comercio autónomos, regidos por un estatuto
autónomo – Ley 2422/04 Código Aduanero y Decreto Reglamentario Nº4672/05- No son
comerciantes, primordialmente porque su actividad no es la de realizar actos de comercio

18
Artículo 168.- “Los rematadores, además de dar cumplimiento a las disposiciones del Código de Comercio y de la Ley
Procesal, están obligados a publicar con claridad el nombre del ejecutante y del propietario, número de finca, cuenta
corriente catastral o padrón en su caso, la localidad y la dirección y nombre actual de las calles de los inmuebles
urbanos a ser subastados; y en los rurales, el pueblo, localidad, paraje o compañía donde estuvieren los bienes.
El incumplimiento de esta disposición hará pasible de la cancelación de la matrícula a los rematadores, de la
pérdida de la comisión que correspondiere y la nulidad del remate”.
19
Código Aduanero
20
GARRONE, José Alberto. p. .559.
21
Art. 110 del Código Aduanero: “Despacho aduanero es el conjunto de formalidades y procedimientos que deben
cumplirse para la aplicación de un régimen aduanero”. Art. 110 del Código Aduanero: “Régimen aduanero: es el
tratamiento aduanero aplicable a las mercaderías objeto del tráfico internacional, de conformidad a lo establecido en
este Código y las normas reglamentarias”.
profesionalmente y son autónomos porque no están en relación de dependencia o
subordinación respecto de sus mandantes importadores/exportadores.
En cuanto a su función de auxiliar del servicio aduanero, el Código Aduanero22 establece la
obligatoriedad de la participación de los mismos en la gestión aduanera debido a la
complejidad de la misma; por tanto se requiere el concurso de un profesional calificado y
legalmente habilitado para la realización de dicha función.

3.2. Requisitos para el ejercicio de la función de despachante de aduana

Los requisitos para el ejercicio de la función de Despachante de Aduanas tienen dos fases;
siendo la primera, el otorgamiento de la matrícula correspondiente, la cual será dada por la
Dirección Nacional de Aduanas, previo cumplimiento de los requisitos exigidos por el
Código Aduanero (Ley 2422/05) y el Decreto Reglamentario Nº 4672/05.
Art. 20. 2. “La Dirección Nacional de Aduanas otorgará la matrícula de
Despachante de Aduanas, una vez cumplidos los requisitos establecidos en este
Código y las normas reglamentarias.

Dichos requisitos están establecidos en el numeral 3. del Art. 20.3., que dispone:
“Art. 20.3 Para otorgarse la matrícula de Despachante de Aduanas, el mismo deberá
llenar, entre otros, los siguientes requisitos:
a) ser paraguayo o extranjero con residencia permanente y arraigo comprobado,
y ser legalmente capaz.
b) poseer título de estudios de nivel secundario concluido o su equivalente,
realizados o reconocidos en la República.
c) no tener deudas pendientes vencidas con el fisco.
d) haber aprobado los exámenes de suficiencia ante la Dirección Nacional de
Aduanas, cuyas condiciones y requisitos serán establecidos en las normas
reglamentarias.
e) acreditar buena conducta.
f) no haber sido condenado por los delitos de contrabando, fraude o cualquier
hecho punible contra el fisco, ni haber sido declarado culpable de quiebra
fraudulenta.
g) todos aquellos profesionales graduados universitarios, cuyo currículum
académico sea aprobado por la Dirección Nacional de Aduanas, toda vez que hayan
aprobado el examen correspondiente establecido en el inciso d) de este artículo.

En segundo lugar, deberá inscribirse en el Registro de la Dirección Nacional de Aduanas,


para lo cual se exigen los siguientes requisitos establecidos en el Art. 29 Decreto
Reglamentario N° 4672/05, que son:

“Para la inscripción del Despachante de Aduana se deberá cumplir con los


siguientes requisitos:

1. Presentar Resolución de la Dirección Nacional de Aduanas que otorga la


matrícula como Despachante de Aduana, autenticada por la Oficina competente.

2. Acreditar capacidad legal.

3. Comunicar domicilio real presentando título de propiedad o contrato de alquiler


cuando corresponda.

4. Constituir domicilio especial en el radio urbano de la Administración de Aduana


por donde opera, a los efectos legales correspondientes.

22
Artículo 22º CA.- Obligatoriedad de intervención del Despachante de Aduanas. El importador, exportador o quien
tuviere la disponibilidad jurídica de la mercadería, en las operaciones aduaneras deberá actuar obligatoriamente a
través de un Despachante de Aduanas habilitado.
5. Constancia Policial certificando el domicilio real constituido (Certificado de
vida y residencia).

6. Presentar Declaración Jurada de no ejercer cargos en la Administración


Central, Entes Descentralizados, haber sido elegido Miembro Departamental,
Municipal o ser miembro activo de las Fuerzas Públicas.

7. Acreditar su inscripción en el Registro Único de Contribuyentes. (RUC).

8. Constituir la garantía establecida en el Artículo 39 del presente reglamento

9. Contar con una infraestructura acorde a sus actividades, que será verificada
por la Autoridad Aduanera. La Dirección Nacional de Aduanas dictará normas
complementarias para la reglamentación de este numeral.

10. Presentar certificado de antecedentes penales.

11. Presentar los libros y registros contables al día.

12. Presentar certificado de cumplimiento tributario

13. Mantener Cuenta Corriente en un banco de plaza.

14. Presentar patente municipal correspondiente al año del ejercicio fiscal.

15. Comunicar a la Dirección Nacional de Aduanas el cambio de su domicilio


real/especial en un plazo no mayor a cinco días hábiles so pena de ser aplicado el
Artículo 59 del Código Civil”.

Una particularidad del ejercicio de la función de despachante de aduanas es que esta se


desarrolla ante un ente eminentemente recaudador, por lo tanto el Fisco debe precautelarse
de los hechos que configuren delitos contra la administración tributaria como ser faltas
aduaneras, defraudación, contrabando, tentativa de contrabando, complicidad con
funcionarios aduaneros para evitar pago de tributos, etc. En consecuencia, el Código
Aduanero establece como una obligación para la inscripción en el Registro de la Dirección
Nacional de Aduanas la de presentar las garantías establecidas en las normas
reglamentarias23.

Artículo 38. En cuanto al monto de la garantía para el ejercicio del Despachante de Aduana
el mismo se halla determinado en el Art. 38 del Decreto Reglamentario Nº 4672/05, el cual
establece:

Art. 38- Para el ejercicio de la profesión de Despachante de Aduana, el mismo otorgará a


favor de la Dirección Nacional de Aduanas una garantía de Siete Mil Quinientos Dólares
Americanos (US$. 7.500) de conformidad con lo establecido en el Artículo 21 del Código
Aduanero.

23
Art. 21 de la Ley 2422/04 Código Aduanero
CAPÍTULO VIII

SUMARIO: 1. De los auxiliares del comercio. 1.1. Concepto. 1.2. Clasificación. 2.


Representación. 2.1. Concepto. 2.2. Fundamentos de representación. 2.3. Especies de
representación. 2.4. Principales disposiciones del Código Civil Paraguayo en relación al
mandato. 3. Auxiliares subordinados. 3.1. Factor. Concepto. 3.2. Naturaleza jurídica. 3.3.
Capacidad requerida. 3.4. Designación. Forma. Inscripción. 3.5. Extensión de los poderes
del factor. 3.6. Obligaciones de los factores y prohibiciones. 3.7. Extinción de los poderes
del factor. Enajenación del establecimiento. Muerte del instituyente. 4. Los dependientes o
empleados. 4.1. Concepto. 4.2 Autorización para realizar actos mercantiles determinados.
Su inscripción. 4.3. Prohibiciones impuestas a los dependientes. Formas de autorización
para ciertos actos. Art. 67. 4.4. Responsabilidad de los dependientes. 4.5. Aplicabilidad de
las disposiciones del Código del Trabajo.

1. De los auxiliares del comercio

1.1. Concepto.
Ferrara define a los auxiliares del comercio en sentido amplio: “Todos los que tienen en
común la nota económica de colaborar jurídicamente en la actividad contractual del
empresario”. Son sujetos cuyas actividades están reguladas por el Derecho Mercantil. Son
considerados, entre otros, los corredores, rematadores o martilleros, administradores de casas
de depósito, factores o encargados, dependientes del comercio, porteadores o empresarios del
transporte.
JORGE H. ESCOBAR1 considera “…que, en efecto, la expresión de auxiliares o agentes
peca de ambigüedad, pues en sentido lato son auxiliares del comerciante también, los que
practican actos de comercio tanto a nombre propio, como los que realizaran a nombre y por
cuenta de otro, en forma habitual o simplemente ayudan al ejercicio del comercio. En este
sentido también debe incluirse a personas tales como los viajantes del comercio,
expedicionistas, despachantes de aduana, agentes de comercio, etc.”.

1.2. Clasificación: Autónomos y Subordinados


1.2.1. SUBORDINADOS: cuando la vinculación con el comerciante está dada por una
relación de dependencia, dentro del mismo establecimiento comercial o fuera de él. Así, se
vuelven a clasificar en SUBORDINADOS INTERNOS (factores o empleados o dependientes
y obreros), y SUBORDINADOS EXTERNOS (viajantes del comercio).
1.2.2. AUTÓNOMOS: Trabajan igualmente a favor del comerciante en forma independiente,
es decir, sin que exista relación de dependencia. Se desempeñan como intermediarios, en su
propio beneficio, aunque con frecuencia por cuenta del comerciante, según JORGE H
ESCOBAR. Pertenecen a esta clasificación los corredores, rematadores, mandatarios,
comisionistas, agentes del comercio y expedicionistas. Se destaca el ejercicio profesional y
autónomo de sus actos.

2. Representación.
2.1. Concepto.
JORGE H. ESCOBAR2, citando a Messineo, comenta que la representación es un caso de
colaboración o cooperación jurídica de una persona en los negocios de otra. Como tal, la
representación es un hecho, aun cuando sea un hecho que penetra en el mecanismo del
negocio jurídico. Comenta igualmente ESCOBAR, tal como lo hace notar Rocco, que para el
comercio - que fue local primero, nacional después y por último, universal-, es necesario
realizar simultáneamente negocios en lugar distinto; de ahí la posibilidad de obrar y
formalizar negocios mediante otros; es, por consiguiente, la representación un instituto del
mayor interés para las relaciones mercantiles. Sostiene el mismo autor que “..la
representación es una institución jurídica mediante la cual una persona llamada
representante realiza actos jurídicos en nombre del representado, con la consecuencia que
los efectos jurídicos de dichos actos recaen directamente sobre este último. Es decir, que el
1
Escobar, Jorge H. Derecho Comercial. Editorial La Ley Paraguaya S.A. Asunción, p. 181
2
Derecho Comercial. p 184
representante ocupa el lugar del representado, actuando como si él mismo actuara, con el
resultado de que los derechos y obligaciones derivadas de los actos ejecutados por el
primero vinculan al sujeto del interés o representado”.
En el mismo sentido, GARRONE explica que el representante “permanece extraño al
negocio” y por tanto todos los efectos del negocio concluido por el representante recaen
directamente en el patrimonio del representado; es el representado quien adquiere
inmediatamente derechos o créditos y responde de las obligaciones asumidas por medio de
su representante. Sostiene el mismo autor que entre representado y representante –
prescindiendo de la naturaleza de la relación interna, que puede ser variada- debe preexistir
una situación jurídica eficaz frente a la parte contraria, caracterizada por el poder conferido
al representante de imponer un orden vinculante al representado en relación a la
contraparte.

2.2. Fundamento y especie de representación

JORGE H. ESCOBAR, en su obra ya citada, comenta que el fundamento lógico de la


representación es difícil de explicar: la causa por la cual los efectos de los actos jurídicos
pueden recaer en un extraño a la relación jurídica, genera dificultades que no parecen fáciles
de comprender.
2.3. Especies de Representación
La representación, según GARRONE, puede provenir de: a) La voluntad del representado
(VOLUNTARIA); b) De la ley (LEGAL); c) Con intervención de ambos
(REPRESENTACIÓN NECESARIA); y d)De Investidura del Juez (REPRESENTACIÓN
JUDICIAL).
2.3.1. Representación Voluntaria deviene directamente de la voluntad del representado,
instrumentada en un PODER, en el cual autoriza a su representante a actuar en su nombre y
representación y por su cuenta, provocando que las consecuencias de su actuación recaiga
directamente sobre él –el representado-. El ejemplo clásico es el MANDATO
CONVENCIONAL. Este tipo de representación clásica también recibe el nombre de
REPRESENTACIÓN DIRECTA O PROPIA, ya que, como comenta ESCOBAR, ella tiene
lugar cuando el representante (sujeto de la declaración) hace saber al tercero que actúa a
nombre del representado (sujeto del interés), con efecto de que los resultados activos y
pasivos del acto recaen directamente sobre el representado. Como consecuencia, el tercero
tiene acción directa contra este; a la inversa, el representado la tiene contra el tercero.
2.3.2. Representación necesaria o legal nace como consecuencia de la imposibilidad jurídica
como la minoridad, ausencia o incapacidad del titular del interés. Messineo comenta que la
ley suple a la incapacidad, confiando en otro sujeto el poder de declarar en el negocio la
voluntad propia, en nombre e interés del incapaz.

2.4. Principales disposiciones del Código Civil Paraguayo en relación al Mandato


a) Constitución del mandato:
Art. 880.- “Por el contrato de mandato una persona acepta de otra poder para
representarla en el manejo de sus intereses o en la ejecución de ciertos actos.
El mandato tácito resultará de hechos inequívocos del mandante, de su inacción o
silencio, o cuando en conocimiento de que alguien gestiona sus negocios, o invoca su
representación no lo impidiere, pudiendo hacerlo”.

Se infiere del articulo trascripto, que el mandato puede ser expreso o tácito. El primero
deriva del poder respectivo otorgado por el mandante al mandatario. El segundo se infiere
de ciertas conductas de quien aparece o es señalado por quien invoca su representación,
como el mandatario. Sin embargo, entendemos que en estos casos, para que los actos
celebrados por el representante surjan efectos respecto del mandante, sería necesaria su
ratificación de dichos actos.

b) Presunción legal respecto del carácter oneroso del mandato:

Art. 886.- “El mandato se presume oneroso, salvo convención en contrario”.


c) Obligaciones del mandatario:

Art. 891.- “El mandatario deberá:

a) ejecutar fielmente el contrato de acuerdo con la naturaleza del negocio y dentro de


los límites del poder, ajustándose a las instrucciones recibidas. No se juzgará que se
apartó de ellas si lo hubiese cumplido en una forma más ventajosa que la indicada;
b) abstenerse de ejecutar el mandato, cuando de ello resultare daño manifiesto para el
poderdante;
c) tomar las medidas conservatorias exigidas por las circunstancias, cuando se hallase
en imposibilidad de obrar con arreglo a las instrucciones, pero no estará obligado a
constituirse en agente oficioso;
d) responder por los daños y perjuicios derivados de la inejecución total o parcial, si
le fuere imputable;
e) dar cuenta de sus operaciones, sin que la previa relevación de ello por el mandante
le libere de los cargos que este pueda justificar contra él;
f) restituir cuanto recibió del poderdante y no hubiese dispuesto por su orden, como
también lo que obtuvo de tercero, aunque fuere sin derecho, las ganancias derivadas del
negocio, los títulos, documentos y papeles que le hubieren sido confiados, salvo las
cartas o instrucciones entregadas con motivo de la ejecución del contrato;
g) a falta de autorización del mandante, abstenerse de otro beneficio o provecho en el
desempeño del encargo, salvo el previsto al celebrarse el contrato; y
h) posponer sus intereses en la ejecución del contrato, si mediare conflicto entre los
suyos y los del mandante”.

Vemos pues que, las obligaciones principales del mandatario respecto del mandante se
resumen en dos aspectos principales: 1) actuar siembre en beneficio del mandante
absteniéndose de realizar cualquier gestión que lo perjudique, por mas que éste facultado
a realizar dicha gestión, según se deduce del inciso b) del art. 891 CC ; y 2) actuar
siempre dentro de límites del poder y responder a las instrucciones recibidas por el
mandante. Cualquier gestión que se exceda de dichos límites no obliga al mandante salvo
que sean posteriormente ratificados, salvo que la gestión resulte en un beneficio mayor
que el indicado para el mandante, en cuyo caso no se considerará que hubo
extralimitación por parte del mandatario.

d) Obligaciones del mandante:

Art. 898.- “Son deberes del mandante con respecto al mandatario:


a) pagarle la retribución convenida, o la que resulte de los aranceles profesionales de
leyes especiales. En defecto de normas convencionales o legales, la remuneración será
fijada por el juez;
b) entregar las cantidades necesarias para la ejecución del mandato, si el mandatario
las pidiere;
c) reembolsar los anticipos, no obstante que el negocio no le hubiese resultado
favorable. La restitución comprenderá los intereses desde que las sumas fueron
adelantadas. Este deber subsistirá, aunque los gastos parecieren excesivos, con tal, que
no fueren desproporcionados, y siempre que el mandatario no hubiere incurrido en falta
alguna;
d) liberarle de las obligaciones que hubiese contraído con terceros en cumplimiento
del mandato, y proveerle de las cosas o sumas necesarias para exonerarse de aquellas;
y
e) indemnizarle cuando, sin falta imputable, hubiere sufrido pérdidas con motivo del
mandato. Se consideran tales, aquellas que no hubiese experimentado el mandatario en
caso de no aceptar el encargo”.

Las obligaciones del mandante son de distinta naturaleza a las del mandatario, por cuanto
se centran en la entrega de sumas de dinero o cosas en distintos conceptos como ser,
retribución convenida, reembolsos de gastos y anticipos, cantidades necesarias para la
ejecución del mandato etc. con excepción de los casos previstos en el Art. 900 CC.

Art. 900.- “El mandante no está obligado a pagar los gastos que realizó el mandatario:
a) si los hizo contra su expresa prohibición, salvo si quisiere aprovechar las ventajas
derivadas de ellos;
b) si fueron ocasionados por culpa del propio mandatario;
c) cuando los efectuó, aunque le hayan sido ordenados, si supiere el mal resultado que
tendría el negocio, ignorándolo el mandante; y
d) si se convino que los gastos fueren de cuenta del mandatario, o que este solo
pudiere exigir una cantidad determinada”.

e) Efectos del mandato en cuanto a la ejecución del mismo:

Art. 901.- “El mandatario no puede reclamar en nombre propio la ejecución de los actos
jurídicos realizados a nombre del mandante, ni ser personalmente demandado por el
cumplimiento de ellos”.

Tratándose de una representación directa o propia, surge la exigencia por parte del
mandatario de hacer saber al tercero con quien contrata, antes o en el momento de
realizar el negocio, que lo hace en nombre del representado quien es sujeto del interés.
En tal caso, las consecuencias del acto afectan al mandante y no al representado.
Asimismo, como consecuencia de lo antedicho, la facultad de reclamar o la carga de ser
reclamado por la ejecución del negocio, no recae sobre e mandatario sino sobre el
mandante.

f) Fin del mandato:

El mandato se extingue por causas derivadas del contrato de mandato en si mismo, como
ser las prescriptas en los incisos a) y b) del Art. 909 CC; o por causas derivadas de los
sujetos intervinientes en el contrato, sea mandante o mandatario, como los casos previstos
en los incisos siguientes de la citada norma.

Art. 909.- “El mandato se extingue:

a) por cumplimiento del negocio para el que fuere constituido;


b) por vencimiento del plazo determinado o indeterminado impuesto a su duración;
c) por revocación del mandante;
d) por renuncia del mandatario;
e) por muerte de cualquiera de las partes;
f) por incapacidad sobreviniente a uno de los contratantes. El poder otorgado por la
mujer antes de su matrimonio subsistirá en cuanto a los actos que le son permitidos
realizar; y
g) cuando se tratare de un mandato sustituido, por la cesación de los poderes del
sustituyente, aunque este fuere un representante necesario”.

3- Auxiliares subordinados.
3. Factor. Concepto
Factor, del latín facere (hacer), es el empleado que administra el comercio y representa al
dueño en forma amplia y permanente.
Cualquier establecimiento comercial requiere de empleados y subordinados para una mejor
atención. Razones de división del trabajo y la imposibilidad de que el comerciante atienda
todo el tráfico del negocio así lo exigen. Esto se da en todos los niveles de la empresa,
inclusive en los más altos, en que por comodidad o por necesidad, el comerciante delega en
un representante las más altas y complicadas funciones del manejo del establecimiento.
La Ley del Comerciante define al Factor en el Art 53 como “.. la persona legalmente
capacitada para el ejercicio del comercio, a quien el principal encarga mediante mandato la
administración de sus negocios o la de un establecimiento comercial”.

En cuanto al derecho comparado, el Cod. Civil Italiano, en su Art. 2203, define al factor como
“aquel que es propuesto por el titular para el ejercicio de una empresa comercial”.
Escobar, recordando a Vivante, sostiene que el factor es el representante general y permanente
de un comerciante dedicado al ejercicio de un comercio dado. En la obra ya citada de
Escobar3, el autor manifiesta: “el factor es, pues, la persona que sustituye al comerciante,
administrando su negocio con poder amplio, general y permanente. Su representación es
general, pues reemplaza al principal en la totalidad de sus actividades, dirige, contrata,
dispone en forma amplia, en su nombre”.
JOSÉ ALBERTO GARRONE comenta que el factor es el principal colaborador mercantil del
empresario, que con carácter de apoderado general ha sido por él nombrado y posee
facultades para administrar, dirigir y contratar sobre todo lo que constituye o forma parte del
giro normal u ordinario de la empresa.

3.2. Naturaleza jurídica


Según JORGE H. ESCOBAR no hay unanimidad en la doctrina respecto a la naturaleza
jurídica de la relación creada entre el principal y el factor. Algunos doctrinarios, como
Obarrio, sostenían que entre ellos media una relación de servicios y un mandato. Otros, como
Rocco, sostienen que es una locación de obra. Además, existen otros tratadistas, como
Rivarola, que destacan que el vínculo es un contrato de empleo y el mandatos es, en todo
caso, el medio de realizarlo, según comenta Garrone.
Fontanarrosa, citado igualmente por Escobar, sostiene que no puede dudarse de que el
negocio institorio es un mandato representativo, porque el factor recibe el encargo de su
principal de administrar negocios. Se trata de un mandato representativo, general y
permanente.
Concluye JORGE H. ESCOBAR sosteniendo que “aceptamos el criterio de que la relación
entre el principal y el factor es un mandato, pero con características especiales que no
permiten identificarlo plenamente con el mandato común”4.
Conviene igualmente tener muy en cuenta que a pesar de que realiza en forma profesional
actos de comercio, el Factor NO ES COMERCIANTE, ya que no los realiza en nombre ni por
cuenta propia. Los efectos de sus actos recaen solamente sobre el principal.

3.3. Capacidad requerida

Art. 7º de la Ley del Comerciante. –“ Todo menor que haya cumplido diez y ocho años,
podrá ejercer el comercio si se halla autorizado legalmente o emancipado. En caso de
oposición del representante legal deberá resolver el Juez de Menores. La autorización
otorgada no podrá ser retirada al menor sino por dicho Juez, a instancia del padre, de la
madre o del tutor según el caso”.
Con la modificación del Código Civil, el único requisito exigido es la mayoría de edad, la
cual actualmente se adquiere a los diez y ocho años.

3.4. Designación. Forma. Inscripción

3
Derecho Comercial. p 191
4
Derecho Comercial. p 192
Artículo 54: “La designación del factor deberá constar en instrumento privado o público
otorgado por el principal o por la autoridad competente que lo instituye. Solo surtirá efecto
jurídico respecto de terceros, desde la fecha de la inscripción del instrumento habilitante en
el Registro Público de Comercio”.

La norma no prevé una forma especial para la designación del factor, sin embargo se deduce
que no es posible la designación tácita debiendo ser siempre instrumentada por escrito. En
cuanto a los terceros, la designación surtirá efectos respecto de ellos, una vez inscripta en el
Registro Público de comercio.

3.5. Extensión de los poderes del factor.

Artículo 55: “El factor designado con cláusulas generales se reputará autorizado para
ejercer todos los actos inherentes a la dirección y administración del establecimiento
mercantil. El instituyente que se proponga reducir estas facultades, deberá consignar
expresamente en el instrumento habilitante las restricciones impuestas”.

Dada la rapidez y versatilidad que exige el trafico comercial, hace que los poderes conferidos
a los factores, deban ser lo mas amplios y abarcantes posible y expresados en términos
generales. En tales casos, se reputa que el factor puede ejercer todos los actos inherentes a la
dirección y administración del establecimiento mercantil, debiendo, al contrario, consignarse
expresamente, cuales son los actos que el instituyente restringe a las facultades del factor.

Artículo 56: “El factor debe tratar el negocio en nombre de su instituyente, expresando en
todos los documentos relativos al acto jurídico o giro del establecimiento, que firma como
representante autorizado de aquel”.

Al tercero debe hacérsele saber, antes o al momento de realizarse el acto, que la persona con
quien contrata – en este caso el factor- lo hace en nombre de otra persona. En caso contrario,
se reputa el acto por cuenta propia, salvo la excepción prevista en el Art. 58 de la ley del
Comerciante.

Artículo 57: “Si el factor ha actuado dentro de los límites de su mandato, todas las
obligaciones que contraiga en representación de su instituyente serán a cargo exclusivo de
este”.

Artículo 58: “Los contratos concluidos por el factor de un establecimiento comercial o


industrial, que pertenezca notoriamente a persona o entidad conocida, se entienden
realizados por cuenta del propietario del establecimiento, aun cuando el factor no lo declare
al tiempo de celebrarlos, siempre que tales contratos recaigan sobre objetos comprendidos
en el giro o tráfico del establecimiento.
Asimismo, son por cuenta del principal los contratos sobre objetos de otra naturaleza, si
resulta que el factor actuó con autorización de su comitente, o que este aprobó su gestión,
expresa o tácitamente”.

Siendo el factor una especie de mandatario del dueño del establecimiento comercial, este es
responsable de las obligaciones que contraiga el factor, siempre y cuando actúe dentro de los
límites de su mandato.

La falta de la exigencia contenida en el Art. 56 de la Ley del Comerciante, se presume cuando


el establecimiento comercial o industrial pertenecen notoriamente a persona o entidad
conocida, siempre y cuando los actos celebrados por el factor recaigan sobre actividades
propias del establecimiento.

3.6. Obligaciones de los factores y prohibiciones.

Artículo 59: “Fuera de los casos previstos en el Artículo anterior, todo contrato celebrado
por un factor en nombre propio, lo obliga directamente hacia la persona con quien contrató.
Sin embargo, si se probase que la negociación fue hecha por cuenta del principal, el otro
contratante tendrá opción para dirigir su reclamación contra el factor o contra su principal,
pero no contra ambos”.

Esto es consecuencia directa del carácter de mandatario del factor. Cuando este se aparta de
los límites del mandato, los efectos de dichos actos no obligan al instituyente sino al factor
mismo. Entendemos que estos actos pueden ser ratificados por el instituyente.

Artículo 62: “El factor está obligado al cumplimiento de las reglas establecidas para los
comerciantes, relativas al registro de la contabilidad y de la rendición de cuentas”.

Artículo 60: “Queda prohibido al factor:


a) Negociar por cuenta propia o ajena, cuando su intervención pudiese perjudicar los
intereses del principal;
b) Delegar sin autorización expresa los poderes recibidos del instituyente”.

Siendo el factor un auxiliar del comercio, rigen para él las obligaciones relativas al registro de
la contabilidad y de la rendición de cuentas. Asimismo, no puede realizar acto alguno, por
cuenta propia o ajena (en este caso ajena no se refiere al principal sino a un tercero) que
pudiese perjudicar los intereses del principal. Finalmente, dado el carácter personal de la
figura, el factor, sin autorización expresa del principal, no puede delegar los poderes
conferidoles por este.

3.7. Extinción de los poderes del factor. Enajenación del establecimiento. Muerte del
instituyente

Artículo 61: “La personería del factor subsiste en caso de muerte del instituyente, mientras
no lo sean revocados los poderes conferidos, pero concluye por la enajenación que se hiciese
del establecimiento.
Sin embargo, serán válidos los actos jurídicos celebrados por el factor antes de que hubiese
sido formalmente notificado de la revocación del mandato o de la enajenación del
establecimiento”.

La norma contenida en el Art. 61 de la Ley del comerciante resulta incompleta y ambigua,


por cuanto, en primer lugar, no prevé la posibilidad de que los poderes del factor sean
revocados por el mismo instituyente, lo cual se presume. Asimismo, no establece quien
revoca los poderes en caso de muerte del instituyente. Entendemos que solo pueden ser sus
heredero.
Asimismo, a diferencia de la representación directa, los poderes del factor subsisten hasta
tanto le se notificada, la revocación del mandato o la enajenación del establecimiento,

4. Los dependientes o empleados

4.1. Concepto
Tanto los FACTORES (gerentes) como los DEPENDIENTES son trabajadores subordinados,
es decir, empleados del comercio.
Según JORGE H. ESCOBAR5, la diferencia esencial entre el dependiente y el factor radica en
que el mandato del factor es general, amplio por naturaleza, en tanto que el del dependiente es
limitado, especial, referido a la ejecución de ciertos y determinados actos. Como lo expresara
Vivaldi, el factor es un instrumento jurídico, mientras que el dependiente es un instrumento
técnico.
El mandato de los dependientes o empleados es siempre especial y limitado, prevaleciendo su
carácter de locador de servicios sobre el de mandatario, característico en los factores.

5
Derecho Comercial. p 198.
Algunos otros autores vuelven a distinguir entre dependientes y empleados inclusive. Estos
últimos son aquellos que no tienen poder alguno de representación.
Evidentemente, el término DEPENDIENTE, tal como lo comenta Escobar, se refiere a algo
más que al simple empleado u obrero, ya que se halla investido por el dueño del
establecimiento del poder de realizar en, su nombre ciertos y determinados actos mercantiles.
Sin embargo, vale la ocasión para aclarar que NO SON COMERCIANTES, ya que no
realizan actos en nombre propio.

Artículo 63: “Dependiente es el empleado de un establecimiento comercial que se halla


especialmente autorizado por el principal para actos mercantiles determinados”.

Se infiere de la norma, la sutil diferencia entre el factor y el dependiente en cuanto a la


extensión de las facultades conferidales. En efecto, el factor tiene un poder amplio y general
relacionado con el giro comercial del instituyente, en cuento que el dependiente esta
especialmente autorizado a realizar actos mercantiles determinados

4.2. Autorización para realizar actos mercantiles determinados. Su inscripción


Artículo 64: “El comerciante que faculte especialmente a un dependiente para ejecutar una
parte de las operaciones propias de su negocio, tales como el giro de letras, el cobro de
sumas de dinero y el recibo de mercaderías, firmando los documentos correspondientes u
otros semejantes que impongan obligaciones al principal, deberá darle autorización expresa
para dichas operaciones, la que se registrará en los términos prescritos por el Art. 54”.

Artículo 54: “La designación del factor deberá constar en instrumento privado o público
otorgado por el principal o por la autoridad competente que lo instituye. Solo surtirá efecto
jurídico respecto de terceros, desde la fecha de la inscripción del instrumento habilitante en
el Registro Público de Comercio”.

Del Art. 64 de la Ley del Comerciante no surge que la designación del dependiente deba ser
necesariamente por escrito, tal como se prevé para los factores por lo que se pude considerar
la posibilidad de la designación sea verbal e incluso, tácita, siempre y cuando sea legalmente
acreditable de conformidad al Art. 67 de la Ley del Comerciante, sin embargo, siempre que
las facultades conferidales al dependiente tengan la virtualidad de imponer obligaciones al
principal, deberá dársele autorización expresa, la que se registrará en el Registro Público de
Comercio para que surta efecto respecto de terceros.

4.3. Prohibiciones impuestas a los dependientes. Formas de autorización para ciertos


actos. Art. 67

Artículo 65: “Queda prohibido a los dependientes, salvo autorización expresa inscripta
en el Registro Público de Comercio, la realización de los siguientes actos por cuenta de
su principal:

a) Girar, aceptar o endosar letras u otros documentos fiduciarios;


b) Expedir recibos de recaudaciones o mercaderías; y
c) Suscribir cualquier otro documento de cargo o de descargo sobre operaciones de
comercio”.

Artículo 66: “Exceptúanse de lo dispuesto en el Artículo anterior:

a) Al portador de un documento en que se declare el recibo de una cantidad adeudada,


a quien se presume autorizado a percibir su importe;
b) A los dependientes encargados de vender al público en tiendas o almacenes, a
quienes se presume autorizados para cobrar el precio de las ventas que realicen al
contado. La misma facultad correspondiente al encargado de la caja habilitada al
público. Cuando la cobranza se haga fuera del establecimiento, o proceda de ventas a
plazo, los recibos deberán suscribirse necesariamente por el principal o por factor o
apoderado debidamente habilitado; y
c) A los contadores públicos encargados de los libros de contabilidad, cuyos asientos
producen los mismos efectos que si hubieran sido efectuados por el principal”.

Resulta de las normas transcriptas, al dependiente le está prohibido realizar actos que
impongan obligaciones al principal, salvo las autorizadas expresamente, al igual que
cualquier otro acto que no esté determinado en la designación, salvo las excepciones
previstas en el Art. 66 de la Ley del Comerciante

4.4. Responsabilidad de los dependientes

Artículo 68: “El dependiente es responsable ante el principal de cualquier daño que
cause a sus intereses por dolo, negligencia o falta de cumplimiento de sus órdenes o
instrucciones, sin perjuicio de su responsabilidad criminal”.

Artículo 69: “En el caso que el dependiente, encargado por su principal del recibo de
mercaderías adquiridas, o que por cualquier concepto le deban ser entregadas, las
recibiere sin objeción ni reservas, se considerará hecha la recepción sin admitirse
reclamación ulterior del principal, salvo que este justifique que las mercaderías fueron
entregadas en fardos o bajo cubierta que impidiere su reconocimiento. En este supuesto,
se estará a lo establecido para los contratos de compraventa y de transporte”.

4.5. Aplicabilidad de las disposiciones del Código del Trabajo. Auxiliares


autónomos. Ideas generales

Artículo 70: “Las disposiciones establecidas para los factores son aplicables, en lo
pertinente, a los dependientes a quienes se hubiere concedido la autorización prevista
por el Art. 64. Se aplicarán además las disposiciones del Código del Trabajo, a los
empleados dependientes de un establecimiento mercantil que hubieren celebrado
contrato individual de trabajo”.

Puede resultar que el dependiente esté relacionado con el principal, no solamente como
auxiliar subordinado del comercio sino también como trabajador en relación de
dependencia del mismo, a través de un contrato individual de trabajo. En tal caso, sus
relaciones van mas allá del ámbito estrictamente comercial introduciéndose al campo
laboral. En estos casos, aparte de las disposiciones previstas en la Ley del Comerciante,
también le serán aplicadas, en sus relaciones con el principal, las disposiciones del
Código dle Trabajo.
1

CAPÍTULO IX
SUMARIO: 1. Obligaciones comunes a todos los comerciantes. 1.1. Generalidades. 2. El registro mercantil.
2.1. Antecedentes históricos. 2.2. Objeto. 2.3. Utilidades. 2.4. Organización y funcionamiento. 2.5. Carácter
publico. 2.6. Valor de las inscripciones. 2.7. Secciones que comprende 3. De la matrícula de los
comerciantes. 3.1. Su objeto. 3.2. Historia. 3.3. Lugar de la matricula. 3.4. Oportunidad de la
matriculación. 3.5. Quienes deben matricularse. 3.6. Requisitos de la matriculación. 3.7. Modificaciones
que deben hacerse constar en la matriculación. Efectos de la matriculación y de la falta de matriculación.
3.8. Cancelación de la matricula 4. Registro de documentos. Finalidades. 4.1 Que documentos deben
inscribirse. 4.2. Publicidad en caso de transferencia de de Establecimientos comerciales. 5. Diversos
registros. 5.1. Del Registro De Buques. 5.2. De Aeronaves. 5.3. De Inmuebles. 5.4. De Marcas y Señales. 5.5.
Registro Prendario. 5.6. Derechos Intelectuales. 5.7. Registro General De Quiebras. 6. De la obligación de
hacer determinadas publicaciones. 7. De los libros de comercio. Necesidad De La Contabilidad. 7.1.
Teneduría de libros. Fundamentos importantes. 7.2. Métodos contables. Lacuenta. 7.3. El método de la
partida simple 7.4. La contabilidad en partida doble. 7.5. Mecanización y sistemas modernos. Autorización
judicial. 7.6. Presupuestos legales de contabilidad. 7.7. ¿Que comerciantes deben llevar libros?. 7.8.
Números de libros y sistemas de contabilidad. Libros indispensables. 7.9. Formalidades de los libros de
comercio. 7.9.1. Como deben llevarse los libros de comercio. 7.10. Libros diarios y de caja. 7.11. De
inventario. ¿Qué operaciones se registran en el libro inventario? 7.12. Inventarios y Balances. 7.13.
Principios a que se hallan sometidos los balances: sinceridad, exactitud, claridad, independencia. 7.14
Finalidades. Evaluancion del activo y del pasivo. 7.15. Conservación. 8. Libros de Sociedades. 8.1. Libros
de las sociedades por acciones. 8.2. Depósitos de la copia del balance. 8.3. Distribución de utilidades. 9.
Exhibición de los libros. 9.1. Caso de exhibición general 9.2. Caso de exhibición parcial. 9.3. Exhibición de
los libros de corredores y rematadores. 9.4. Exhibición de los libros auxiliares. 9.5. Prueba de los asientos
de los libros de comercio. 9.6. Fuerza probatoria de los libros de comercio. Casos. Requisitos y condiciones.

1. Obligaciones comunes a todos los comerciantes.


1.1. Generalidades
Si bien hoy día el ser comerciante es considerado como una profesión, en razón de ser una
actividad cuya práctica se realiza en forma habitual como medio de vida, en su origen, era una
clase social conformada como gremio. Es decir una agrupación específicamente formada por
personas dedicadas al intercambio de bienes y servicios.

Esta actividad intermediadora requirió tanto para los que integran el gremio, como para los
terceros que realizaban actos de intercambio con los mismos, la adopción de determinadas
medidas que garanticen la seguridad de dichas transacciones, con miras a evitar los fraudes y
abusos.

A tal efecto, primero los gremios en que se agrupaban los comerciantes, y luego la propia ley
impuso a los mismos una serie de obligaciones, que deben cumplir a fin de que sus actos
gocen de las presunciones favorables que les concede la norma.

Dichas obligaciones, han persistido a través del tiempo, aunque actualizándose a las
modalidades de cada época, los principios que las inspiraron siguen vigentes.

Como veremos a continuación, la obligación de tener y llevar libros con el registro de sus
operaciones sigue existiendo, aunque la forma física y práctica haya variado con el tiempo, de
los folios, cuadernos y libros propiamente dichos, llevados a mano, a los sistemas de registros
informáticos más modernos y autorizados, vemos que la sustancial obligación de llevar libros
continua, aunque el soporte material haya cambiado.
2

El término obligaciones, en el presente caso, no debe entenderse en el sentido de prestación


debida a un acreedor, sino como sinónimo de carga pública. Es decir, es un deber a cumplir
por todos los que pretenden ampararse en las protecciones legales a los comerciantes.

Estas obligaciones o cargas son de cumplimiento obligatorio y se hallan establecidas, en el


caso del Paraguay, en la Ley 1034/83 del Comerciante, específicamente en su Art. 11 que
establece:
“Son obligaciones del comerciante:
a) someterse a las formalidades establecidas por la ley mercantil, en los actos que
realice;
b) inscribir en el Registro Público de Comercio su matrícula y los documentos que la ley
exige;
c) seguir un orden cronológico y regular de contabilidad, llevando los libros necesarios
a ese fin; y
d) conservar los libros de contabilidad, la correspondencia y los documentos que tengan
relación con el giro de su comercio, por el plazo establecido en el artículo 85 (cinco
años)”.

De la enunciación que hace el artículo trascripto, surgen los elementos que serán objeto de
estudio en la presente, a saber, cuáles son las cargas, qué es el registro mercantil, en dónde
funciona y qué se debe inscribir o registrar , en qué consiste la matrícula, cuándo deben llevar
libros y cuáles son, así como los demás documentos a que hace referencia la ley.

Todo ello se encuentra legislado, ya sea en la Ley del Comerciante, en el Código Civil, en el
Código de Organización Judicial, y en otras leyes especiales, así como en normas de menor
jerarquía emanadas de las autoridades administrativas del ente registrador

2. El registro mercantil.
2.1. Antecedentes históricos

Si bien en Roma se conocía un cierto rudimento de la publicidad de los actos mercantiles, es


con el anuncio de las reuniones que celebraban los comerciantes en el siglo XIII en las
ciudades italianas cuando se implementa la costumbre de que los comerciantes debían
inscribirse en la matrícula de los gremios para el ejercicio de su profesión.

Relata Jorge H. Escobar que, aunque la Ordenanza Francesa de 1673 instituyó un régimen de
publicidad, el mismo se limitaba a las sociedades, no alcanzando al comerciante individual.

Recién en el siglo XVIII se reguló en Alemania el funcionamiento de un Registro de


Propiedades y de Poderes, cuyo desarrollo llevó a la constitución del Registro Mercantil en el
Código Alemán de 1897.

Igualmente encontramos reglamentada la materia en el Código Español de 1885.


3

Francia la legisló mediante una ley especial de 1919, y en Italia el Instituto se incorpora con
el Código Civil de 1942, a través de la Organización de un Registro Publico de las
Empresas Comerciales.

Es de notar que ni el Código de Napoleón, ni en el Italiano de 1882, hacen referencia a esta


materia.

En nuestro país, la materia se encontraba detalladamente reglada en el Código de Comercio,


en los Arts. 34 al 42, detalle que sin embargo no fue trasladado a la Ley del Comerciante
que reemplazó al libro del Código, ni tampoco en el Código Civil, ni en el Código de
Organización Judicial, Ley 879/81.

Si bien la Ley del Comerciante, como hemos visto en el Art. 11, señala que el comerciante
debe inscribir en el Registro Público de Comercio, su matrícula y los documentos que la ley
exige, no enumera ni describe o señala cuáles son esos documentos, como ocurría en el
derogado Código de Comercio.

2.2. Objeto.
El objeto de la existencia del Registro Mercantil es asegurar la publicidad de los actos de
los comerciantes, ya sean individuales como sociales.

La necesidad de la publicidad de dichos actos tiene una doble misión protectora e


informativa, hacia los comerciantes y hacia los terceros.

Para los comerciantes la necesidad de proteger sus operaciones, que gozarán de la


presunción de veracidad, siempre cuando el comerciante haya cumplido con las cargas de
registración que le impone la ley, de acuerdo a la naturaleza de sus operaciones.

Para los terceros, la seguridad que otorga el conocimiento de la situación real del
comerciante con quien entra en negocios, ya que al ser el registro de acceso publico para los
interesados, se puede verificar la real situación legal de las personas inscritas en el mismo.

El Registro Público de Comercio tiene por objeto entonces legitimar al comerciante y


publicitar a los terceros todas las circunstancias relativas a la actividad mercantil.

2.3. Utilidades
De lo expuesto en el apartado anterior, surge que la principal utilidad del Registro
Comercial, es generar la confianza entre los contratantes; lo cual constituye un elemento
esencial en las relaciones humanas, y más aún en el comercio, donde el crédito se obtiene
sobre la base de informaciones económicas, financieras, legales a las que se puede acceder
a través del Registro.

Un comerciante, o una sociedad comercial, cuyos libros, estatutos y demás documentos no


se hallan adecuadamente inscritos y registrados, difícilmente podrá negociar con otros
comerciantes u otras sociedades comerciales. Por el contrario, llevar y registrar
ordenadamente los documentos que la ley exige, facilita al comerciante la posibilidad de
4

realizar transacciones, a nivel nacional e internacional, por la garantía de veracidad y


autenticidad que representa el Registro para los terceros.

En caso de conflicto, la existencia de registros comerciales llevados conforme a la ley, y


debidamente inscritos, servirán de prueba a favor del comerciante, y su ausencia, hará
presumir la mala fe en sus acciones y pesarán en su contra.

2.4. Organización y funcionamiento

Con la promulgación de la Ley Nº 879/1981 “Código de Organización Judicial”, se crea la


Dirección General de los Registros Públicos en la que son unificados los registros
existentes y creados a su vez otros. De acuerdo a lo regulado por el Título IX de dicho
cuerpo legal, la Dirección General de los Registros Públicos comprende los siguientes
registros (Art. 262):

1. Inmuebles
2. Buques
3. Automotores
4. Aeronaves
5. Marcas y Señales
6. Registro Prendario
7. Personas Jurídicas y Asociaciones
8. Derechos Patrimoniales en las Relaciones de Familia
9. Derechos Intelectuales
10. Registro Público de Comercio
11. Poderes
12. Propiedad Industrial
13. Interdicciones
14. Quiebras
15. Registro Agrario

Algunos de los registros enumerados precedentemente, tales como el de Aeronaves (Ley


1860/02) (DINAC), el de Derechos Intelectuales (Ley Nº 1328/98), Propiedad Industrial
(Ley Nº 1294/98) y el de Marcas y Señales (Ley 2576 /05), ya no se hallan comprendidos
actualmente dentro de la órbita de la Dirección General de los Registros Públicos.

Se incorporaron, sin embargo, otros como el Registro de Testamentos, el de Boletos de


Compra-Venta, el de Leasing y el de Fideicomiso, todos ellos a partir de las leyes
especiales que regulan estos institutos, e imponen la obligación de registrar determinados
instrumentos.

De acuerdo a lo establecido por el Código de Organización Judicial, la Dirección General


de los Registros Públicos es una dependencia administrativa de la Corte Suprema de
Justicia del Poder Judicial, siendo el Registro Publico de Comercio, una de sus secciones.
5

Es de señalar que no obstante dicha dependencia, el Registro ha alcanzado una autonomía


normativa para regular y reglamentar las distintas y específicas situaciones que pueden
presentarse dentro de su ámbito.

La Ley 879/83- Código de Organización Judicial- cita al Registro Público de Comercio


como una de las Secciones dependientes de la Dirección General de los Registros Públicos,
pero no organiza su funcionamiento, limitándose a expresar en su Art. 348, que en dicho
registro se inscribirán todos los actos e instrumentos cuya anotación disponga el Código de
Comercio y leyes complementarias.

El mencionado Código ha sido derogado, y la Ley 1034/83 tampoco ha enunciado de forma


detallada los documentos que deben ser objeto de inscripción, por lo que actualmente el
registro funciona sobre la base de las normativas aplicables a los comerciantes, distribuidas
en diversas leyes y otras disposiciones, entre las que caben citar:
• Ley No.1034/83
• Código Civil Paraguayo. Libro III. Capítulo XI. De las Sociedades
• Ley No. 388/94. Constitución de Sociedades Anónimas
• Ley No. 3228/07. Modifica el Art. 5º de la Ley 388/94.
• Ley No. 117/94. Regula a las Sociedades de Capital e Industria
• Ley 2421/04 De Reordenamiento Administrativo y Adecuación Fiscal.
• Ley No. 194/93. Relaciones contractuales: Representaciones y Distribuciones.
• Ley 117/ 91 De Inversiones.
• Ley No. 1056/97.”Crea y regula a las Sociedades Calificadoras de riesgo”.
• Acordadas No. 111/87 “Inscripción de sociedades comerciales No. 109/87 No.
137/95.
• Ley No. 94/91 de Mercado de Capitales.
• Ley No. 548/95 de Retasación y regularización extraordinaria de Bienes de
Empresas
• Ley No. 1036/97 que regula a la Sociedades Securitizadoras.
• Ley 94/91 de Mercado de Capitales.
• Ley No. 861/96 de Bancos y Financieras.
• Ley No. 811796 sobre Administración de Fondos Patrimoniales.
• Ley No. 921/96 de Negocios Fiduciarios
• Disposición Técnico Registral Nº. 2/2005 “Por el que se implementa un
mecanismo uniforme para la recepción y procesamiento de solicitudes se
rubricación de libros de entidades civiles”.
• Disposición No. 3/2005. “Por la que se implementa un mecanismo uniforme
para la recepción y procesamiento de solicitudes de inscripción en el Registro
Público de Comercio”.

El Registro Público de Comercio resulta aplicable a todos los comerciantes en general,


individuales y colectivos.
6

Además, las sociedades comerciales, como personas jurídicas, a partir de la vigencia de la


Ley 879/81, están obligadas a inscribirse también en la Sección de Personas Jurídicas y
Asociaciones.

Como ya señalamos, la ley omite enumerar los datos que debe contener la inscripción de
los comerciantes individuales o sociales, a diferencia de las exigencias previstas en el Art.
278 del C.O.J. para la inscripción de inmuebles.

Según las técnicas de publicidad utilizadas en los registros, la información registrada con
relación a los entes es completa, incluyendo entonces la denominación, los socios, capital,
duración, datos de los antecedentes societarios, etc.

Se conocen, por otro lado, dos formas de incorporación de la información al registro, a


saber:
a. DE TRANSCRIPCIÓN: Esta modalidad ha sido utilizada en el Registro Público de
Comercio durante todo el tiempo de vigencia del Código de Comercio.
b. DE INSCRIPCIÓN:. Con la puesta en vigencia del C.O.J. la inscripción fue realizada
en hojas o sellados de uso exclusivo para el Registro con la correspondiente agregación de
la copia autenticada de la escritura a los registros. Este procedimiento se puso en vigencia
para todas las inscripciones en los Registros Públicos, con la Acordada No. 112/87 y en
aplicación del Art. 309 de dicho cuerpo legal, que disponía: “Los registros se llevarán con
las mismas formalidades que los de los Escribanos Públicos”. Dicho sistema de
registración es la que se denomina folio protocolizado.

2.5. Carácter público.

Como lo indica su denominación, la información contenida en los registros es de carácter


publico, ello significa que cualquier persona debería poder examinar los registros a su sola
solicitud, siempre que se identifique adecuada y correctamente a la misma.

Sin embargo, la Dirección General de Registros Públicos exige a los particulares la


justificación de interés legítimo para acceder a la información existente en los registros.

Si el objeto de la existencia del Registro Mercantil es la publicidad de los actos del


comerciante, individual o social, la creación administrativa de barreras para el acceso a la
información contenida en el registro, viene a ser una contradicción con la finalidad de su
existencia, por lo que sería importante que se omitan las reglamentaciones administrativas
que limiten el acceso al registro por parte de particulares, ya que obviamente, solo quien
tiene un interés se acerca al registro a recabar la información.

2.6. Valor de las inscripciones


La inscripción en el registro tiene valor constitutivo, o es meramente declarativo a los
efectos de la existencia de la sociedad, o de la adquisición de la calidad de comerciante.

El Prof. Dr. Jorge H, Escobar enseña, citando a Fontanarrosa, que las inscripciones en el
registro público de comercio tienen un valor esencialmente declarativo y no constitutivo de
la calidad de comerciante.
7

El Art. 13 de la Ley 1034 dispone que la inscripción en la matrícula hace presumir la


calidad de comerciante del inscripto. Es una presunción juris tantum, es decir susceptible de
ser objeto de prueba en contrario.

En el caso de la persona física, su no inscripción en la matrícula no implica que no pueda


ejercer el comercio en forma profesional, solo que se verá privado de las protecciones que
la ley eventualmente pueda otorgar al comerciante inscrito. Así también una persona que se
inscriba en el Registro, pero que no ejerza en la práctica actividad comercial alguna, no será
en puridad un comerciante, porque no estará encuadrado dentro de la definición del Art. 3º.
inc. a, de la Ley 1034/83.

En el caso de las sociedades, su inscripción previa en el Registro de Personas Jurídicas y


Asociaciones, equivale al acta de nacimiento, que exige el Art. 967 del CC. Su falta de
inscripción en el Registro Público le impide igualmente acogerse a la protección del
carácter comercial de la misma, pero no significa que el contrato social sea inválido entre
sus componentes.

En conclusión, el valor de la inscripción resulta ser meramente declarativa y no


constitutiva.

2.7. Secciones que comprende


El Art. 348 del Código de Organización Judicial no ha establecido las divisiones ni las
secciones que comprende el Registro Público de Comercio, limitándose a señalar que en el
mismo se inscribirán los documentos exigidos por el Código de Comercio.

Como este cuerpo legal ha sido derogada por el Art. 2810 del CCP y no se ha dictado ley
alguna que reglamente esta parte, el registro público de comercio sigue funcionando con el
mismo esquema establecido en el Código, que lo estableció originalmente, así como de la
Acordada Nº 21 del 26 de agosto de 1937.

Las secciones consisten en realidad en los distintos registros que se llevan, los cuales a su
vez tienen relación con el tipo de documentación que se inscribe. Ellos son:
a) El registro de la matrícula de los Comerciantes; como su nombre señala, en él se
inscriben las personas que deseen ejercer el comercio
b) El registro de los contratos sociales, donde se anotan las escrituras de constitución,
modificación de las sociedades comerciales, así como la constitución de la Empresa
Individual de Responsabilidad Limitada;
c) El registro de representaciones de acuerdo a lo dispuesto en la Ley 194/93;
d) El registro de rubricación de libros de comercio.

3. De la matrícula de los comerciantes

Derivado del vocablo latino MATRÍCULA, con este término se designa la lista o catálogo de
las personas que se inscriben para un fin determinado por las leyes o reglamentos, pero en
sentido estrictamente jurídico, puede decirse que es la inscripción que en un registro se hace
8

de personas, cosas, actos o circunstancias que asignan a los inscriptos una eficacia
determinada que habrá de producir efectos posteriores a la anotación.

De ahí se desprende que la matriculación constituye el nacimiento de una situación jurídica


cuyos efectos están regulados en la ley.

Matrícula de los comerciantes, de acuerdo a lo expuesto precedentemente, vendría a ser la


lista, rol o catalogo en el que se asienta los nombres de las personas que se inscriben para
ejercer el comercio.

El Art. 11 inc. b, de la Ley 1034/83 señala que es obligación del comerciante inscribir su
matricula y demás documentos en el Registro Público de Comercio.

A la luz de la definición expresada, la redacción de la ley pareciera defectuosa, porque la


matrícula no es el documento que se inscribe, sino la lista donde es anotada la persona que
manifiesta su intención de dedicarse al comercio, especificando la rama del mismo.

Lo que se entiende por matrícula, vendría a ser la constancia que se le expide al interesado
de que el mismo se encuentra inscripto en dicha lista, es decir, que está matriculado.

3.1. Su objeto
La inscripción en la matrícula de las personas que deseen ejercer el comercio tiene por
objeto dar a publicidad dicha circunstancia, a fin de que sus actos caigan dentro de la esfera
de protección del Derecho Mercantil.

Se publicita el nombre del comerciante y el rubro de la actividad en la cual desarrollará su


labor.

Sin embargo, no debe entenderse que la matriculación convierte a la persona en


comerciante, y la falta de matriculación impide serlo.

Lo que otorga el carácter de comerciante es el ejercicio efectivo y habitual del comercio, y


no la matriculación; la cual solo crea una presunción a su favor en cuanto a los actos de
comercio que realiza.

La importancia de la matriculación era mayor en la época en que el derecho de los


comerciantes estaba contenido en códigos y leyes diferentes y especiales, por constituir los
mismos un gremio o clase social regido por normas propias y particulares.

En la medida en que se han ido unificando el derecho civil con el comercial, la protección
se ha ido limitando, y resulta en una presunción que obliga a quienes se matriculan a
cumplir una serie de cargas, registro de operaciones, teneduría de libros, y otros, a los
cuales no se hallan obligados los no comerciantes.

Si bien el hecho de ejercer el comercio en forma irregular, es decir sin inscribirse, en caso
de conflicto pesará contra el comerciante irregular, frente a aquel que sí cumpla
regularmente las cargas que pesan sobre él.
9

3.2. Historia

Esta institución tiene su origen en las agrupaciones de mercaderes que existían en Grecia en
tiempos de Solón y en Roma con las listas o inventarios de que sus componentes efectuaban
las asociaciones de comerciantes.

Algunas de esas asociaciones recibieron el nombre de collegias o corporaciones, donde era


necesario inscribirse en las listas de dichas corporaciones, lo que representa un embrionario
origen de la matricula.

En la Edad Media alcanzaron un desarrollo extraordinario los gremios de profesionales,


entre los cuales sobresalía el de los comerciantes, cuyos miembros, si deseaban gozar de
ciertas ventajas y beneficios debían inscribirse en su rol o lista, respectivo.

Los estatutos de ciertas ciudades italianas, Pisa, Milán, Florencia, Pavía, entre otras,
llegaron a distinguir entre los NEGOTIATORES, que practicaban de hecho el comercio, y
los MERCATORES, que eran los comerciantes registrados.

En España, merece citarse la orden dada por Carlos III en 1773 en la Novísima
Recopilación, sobre la formación de la lista de los comerciantes de cada ayuntamiento.

Posteriormente el Código de Comercio de 1829 consideró como uno de los elementos de la


definición de comerciante la inscripción en la matrícula, lo cual no significaba otra cosa que
la confirmación de haberse adquirido dicha calidad.
El sistema fue adoptado por varios países en América, entre ellos la República Argentina.

Si bien con la reforma de su Código de Comercio de 1889, el derecho argentino se apartó


de dicha corriente, ya con anterioridad, algunos fallos tribunalicios interpretaron que la
matriculación no era un requisito esencial, sino una mera prueba de la calidad de
comerciante, lo que seguramente influyó que al concretarse la reforma del Código de
Comercio, se adoptara el criterio, actualmente vigente, de que la matriculación es una carga
obligatoria para el comerciante, su omisión no implica que la persona no sea comerciante,
siendo lo esencial para caracterizar al comerciante, el ejercicio habitual y profesional del
comercio, y no el hecho de estar matriculado.

Este mismo criterio es el adoptado por nuestra Ley 1034/83, que si bien impone la
obligación de matricularse (Art. 11), no lo incluye como condición para ser considerado
comerciante (Art.3º).

3.3. Lugar de la matrícula

En sus orígenes, el registro o la matriculación de los comerciantes se hallaba a cargo de


gremios profesionales.

Posteriormente, con la reivindicación del carácter público del mismo, dicho registro pasó a
estar a cargo de los ayuntamientos de cada ciudad.
1

Con la formación de los Estados Nacionales y la desaparición del feudalismo, cada Estado
estableció dónde se debería registrar el comerciante, en algunos casos, fue en un organismo
central, y en otros se dejó en manos del ayuntamiento local.

En la actualidad, en nuestro derecho positivo, el registro de la matricula se halla a cargo de


un organismo central dependiente del Poder Judicial. El Registro Público de Comercio,
como hemos visto, es una de las secciones de la Dirección General de los Registros
Públicos, órgano técnico dependiente de la Corte Suprema de Justicia.

3.4. Oportunidad de la matriculación

La Ley 1034 nada dice respecto al momento en que debe efectuarse la inscripción en la
matrícula; de modo que es factible hacerla en cualquier tiempo.

Pero las presunciones que favorezcan al comerciante matriculado, solo podrán hacerse valer
a partir de su inscripción.

De ahí que es recomendable inscribirse en la matrícula al inicio de las actividades, para que
a partir de ahí la publicidad que lleva implícita la inscripción, permita hacer valer la
condición de comerciante en todos los actos que realice.

3.5. Quienes deben matricularse

A diferencia de lo señalado con la obligación de llevar libros, la ley no hace distinciones en


cuanto a la matriculación.

Por ende, la obligación del Art. 11 inc. b de la Ley 1034 es general, y de exigencia
obligatoria a todo comerciante, cualquiera sea el rubro mercantil de su actividad y el monto
del giro de sus operaciones.

3.6. Requisitos de la matriculación

La matriculación debe ser solicitada por el interesado al Juez de Primera Instancia en lo


Civil y Comercial de Turno; debe contener los requisitos enumerados en el Art. 12 de la
Ley del Comerciante, que son:
a) el nombre, domicilio, estado civil y nacionalidad, y tratándose de una sociedad, el
nombre de los socios y la firma social adoptada;
b) La determinación del género de su actividad;
c) El lugar o domicilio del establecimiento u oficina;
d) El nombre del gerente o factor encargado del establecimiento; y
e) Los documentos que justifiquen su capacidad.
1

El primero de los requisitos se acredita con los documentos de identidad de las personas
físicas, y en cuanto al género de la actividad la misma debe ser expresada en el escrito
dirigido al Juez. Así como el domicilio, que viene a ser el asiento principal del negocio.

Tratándose de extranjeros el registro exige además el documento de radicación permanente


de los mismos en el país.

Para el en caso que el negocio no vaya a ser administrado por el comerciante, deberá darse
cumplimiento al inc. d, presentando la designación del factor o factores, en la forma
establecida en los Arts. 53 y 54 de la Ley 1034.

En cuanto al último punto, es de destacar que la capacidad es la regla y la incapacidad es la


excepción.

Por ende, en realidad lo que debe acreditarse no es la capacidad, sino la falta de incapacidad
o de impedimentos legales para ejercer el comercio. Así los menores emancipados deberán
presentar la correspondiente autorización de sus padres, o en su defecto la judicial.

Si el escrito presentado reúne los requerimientos enunciados, el Juez no se halla facultado a


indagar sobre la probidad o buen nombre del solicitante, debiendo en todos los casos,
ordenar la inscripción.

Administrativamente además, se exige el pago de las tasas establecidas en la ley.

3.7. Modificaciones que deben hacerse constar en la matriculación

Tratándose de comerciantes individuales, debe hacerse constar el cambio o la ampliación


del rubro al cual se dedica.
En cuanto a las sociedades comerciales, deben inscribirse las modificaciones del contrato
social; es decir los estatutos, ya sea que se refieran, al objeto social o al aumento del capital.

3.8. Cancelación de la matricula


La cancelación de la matrícula es el acto contrario a la matriculación. En primer lugar
puede deberse a la propia petición del comerciante, que da por terminada sus actividades y
solicita la cancelación a los efectos de evitar un uso indebido o fraudulento de la matrícula.

El pedido de cancelación debe formularse a la misma autoridad que la ordenó; es decir; al


Juez de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de Turno, quien ordenará la cancelación
de la inscripción. La petición debe ir acompañada con los documentos de identidad del
solicitante, así como una fotocopia de la matrícula cuya cancelación se solicita. Cédula de
Identidad (fotocopia autenticada).

A más de la petición voluntaria, existen casos en que la cancelación se produce ministerio


legis, es decir por imperio de la ley, cuando se acrediten las circunstancias establecidas en
la misma legislación.
1

El segundo modo es la cancelación, en virtud de la violación de alguna norma legal que


regula el modo de desenvolvimiento del comerciante. En caso de que el comerciante incurra
en la violación de alguna disposición legal, que prevea como sanción la cancelación de su
matrícula, tal como vemos en los Arts. 32, 42, 44 de la Ley 1034.
También en los casos de quiebra del comerciante una de las medidas a ordenarse en el
autodeclarativo, es la cancelación de la matrícula.

4. Registro de documentos. Finalidades

La existencia de los registros tiene esencialmente la finalidad de la publicidad. En el caso


del Registro Público de Comercio, esa publicidad va dirigida no solo hacia los
comerciantes, sino también y especialmente hacia los terceros interesados en contratar con
ellos.

La inscripción de ciertos y determinados documentos en el Registro otorga seguridad a las


transacciones.
El antiguo Código de Comercio, derogado en parte por la Ley 1034/83, y en otra parte por
el Código Civil, ordenaba la inscripción en el Registro Público de Comercio de numerosos
documentos en forma expresa. Sin embargo, las leyes que los derogaron y suplantaron no
han repetido dicha enumeración, por lo menos no en forma sistematizada, por lo que
encontramos en forma dispersa, al referirse a determinados comerciantes, o tipos
contractuales, la exigencia de su inscripción previa para su validez o para su vigencia.

4.1. Que documentos se debe inscribirse

Como señalamos en el punto anterior, hoy día en la legislación no se encuentra una


enumeración ordenada de la documentación a inscribirse.

La necesidad de inscripción surge de la naturaleza del acto en sí, y de la ley en que se basa,
Código Civil o ley especial, que dispone la inscripción.

Genéricamente podemos afirmar que en el Registro Público de Comercio se inscriben, la


matrícula de los comerciantes, los estatutos de las sociedades mercantiles y sus
modificaciones, los mandatos comerciales, la institución de Empresas Individual de
Responsabilidad Limitada, las representaciones otorgadas por empresas extranjeras a las
nacionales, los libros a ser utilizados por los comerciantes para el asiento de sus
operaciones, tanto aquellos de naturaleza manual, como los formularios para registros
informatizados, las autorizaciones para ejercer el comercio en los casos que ella sea
necesaria.

En cuanto a las convenciones matrimoniales del comerciante, el divorcio o la separación de


bienes, su inscripción ya no se realiza en el Registro de Comercio, como disponía la
Acordada 21/37 de la Corte Suprema de Justicia, sino en la Sección de Derechos
Patrimoniales en las Relaciones de Familia, establecido por el Código de Organización
Judicial.

4.2. Publicidad en caso de transferencia de establecimientos comerciales


1

Como el comercio es una actividad que interesa a la sociedad en general, es necesario que
la misma esté en conocimiento cierto de aquellos actos que pudieran afectar a su
credibilidad y confianza hacia determinadas empresas o establecimientos comerciales.

Uno de los elementos que configura ese capital de confianza de la clientela hacia el
comercio, es el conocimiento cierto del propietario o responsable del mismo, ya que el
crédito y el buen o mal nombre del propietario influye sobre el crédito y la fama del
establecimiento, generando la confianza o la desconfianza del público, clientela potencial
en relación al establecimiento, en lo que hace a la calidad de los productos ofertados, la
garantía por los bienes que vende, el cumplimiento del compromiso con los proveedores y
otros aspectos de la actividad comercial donde la seguridad, la confianza y la buena fe de
los actores del comercio son esenciales para la realización de las transacciones.

A tal fin, la Ley 1034/83, así como el Código Civil, previenen, que de igual modo en que
cuando se constituye una sociedad mercantil, o se da inicio a la actividad de un comerciante
individual o social, dicho acto debe ser objeto de publicidad, a través de su inscripción en el
registro, cuando se produce la transferencia del establecimiento, dicho acto, debe realizarse
con conocimiento de los terceros.

Para ello la ley del comerciante prescribe dos modelos de publicidad del acto. Uno por lo
medios masivos de comunicación social, y otro por la inscripción en el registro del acto.

En primer término, el Art. 113 de la Ley 1034 dispone que toda transferencia de un
establecimiento comercial, ya sea por acto privado o por subasta pública, debe ser
publicitada por medio de anuncios en dos diarios de gran circulación, con veinte días de
anticipación a la fecha del acto, por cinco veces, durante diez días alternados.

Estas publicaciones deben indicar la denominación, clase y ubicación del establecimiento,


el nombre y domicilio del vendedor y del comprador, así como del encargado de registrar la
operación, es decir el escribano o el rematador, según el caso. Esta publicación tiene por
finalidad poner a conocimiento la intención de realizar la transferencia, a fin de que los
acreedores o deudores del establecimiento, manifiesten su oposición, si ello conviene a sus
intereses, todo ello con arreglo a los Arts. 114 y sgtes. de la Ley 1034.

Una vez que hayan transcurrido los plazos, si no existiere oposición, o habiendo existido, se
hubiese finiquitado el reclamo, se podrá efectuar la transferencia, la que deberá ser inscrita
en el Registro Público de Comercio, y recién a partir de dicha inscripción, tendrá validez
para los terceros. Art. 118 in fine, Ley 1034/83.

5. Diversos Registros.
5.1. Del Registro de Buques
El Art. 335 del Código de Organización Judicial dispone que en el Registro de Buques se
inscribirán previo registro en la Prefectura General de Puerto, solamente los buques
mayores a 6 toneladas.

Este artículo reconoce entonces la existencia de un doble régimen de inscripción; por un


lado, el establecido en la Dirección General de Registros Públicos, Arts. 335 a 338, y el
1

existente en la Prefectura General de Puerto, ya que para las transferencias, se requiere de


los certificados de ambos registros.

Los actos relativos a los buques con el tonelaje señalado, que deben ser objeto de
inscripción son la propiedad, la constitución y cancelación de hipotecas, la locación y toda
clase de derechos reales sobre los buques, así como los embargos y sus levantamientos.

5.2. Del Registro de Aeronaves


Por disposición de la Ley Nº 1860 del 7 de enero de 2002, que establece el Código
Aeronáutico de la República del Paraguay, el Registro de Aeronaves, que por el Art. 340
del Código de Organización Judicial era una sección de la Dirección General de Registros
Públicos ha pasado actualmente a funcionar en la Dirección Nacional Aeronáutica Civil,
(DINAC), con la denominación de Registro Aeronáutico Nacional.

Su organización y funcionamiento se halla legislado en los Arts. 10 al 26 de dicho cuerpo


normativo.

5.3. Registro de inmuebles

De todas las secciones de la Dirección General de Registros Públicos, establecidas en la


Ley 879/81, es el Registro de inmuebles el que más atención ha tenido en el cuerpo del
mencionado Código.

En los Arts. 265 al 334, que comprende todo el capítulo I del título IX de la Ley 879/81, en
seis secciones, se detalla cuidadosamente desde la organización interna de cada sección del
Registro, los instrumentos que deben inscribirse, así como la forma de llevar los registros.

Cada sección del registro de inmuebles realiza una división del trabajo en función a la
naturaleza de los actos que se inscriben. Ello a fin de facilitar un ordenamiento uniforme en
todas las secciones y la facilitación de la ubicación de las anotaciones.

Esa división es impuesta por la propia ley, en el Art. 265, al disponer que cada sección
contendrá las siguientes divisiones: Propiedad, Hipotecas, Inhibiciones, Embargos y otras
medidas cautelares, certificación, entrada y salida de documentos, Archivo y Estadística.

Estas divisiones vendrían a ser funciones específicas encomendadas a cada funcionario o


grupo de funcionario, dentro de cada sección del Registro.

Entre los títulos que deben inscribirse podemos citar los derechos reales y sus
modificaciones, esto es la titularidad, la venta o la transferencia de dicho derecho, los
derechos reales de garantía que pesan sobre los mismos, los contratos de locación y
arrendamiento, los bienes afectados al bien de familia, así como los gravámenes y medidas
cautelares decretadas contra los inmuebles o sus propietarios.

5.4. Registro de marcas y señales


1

A partir de la promulgación de la Ley N° 2576 de reinscripción de marcas y señales para


todos los propietarios de ganado mayor y menor, del año 2005, el Registro de Marcas, que
dependía de la Dirección General de Registros Públicos, pasó a depender de la Dirección de
Marcas y Señales, dependiente directamente de la Corte Suprema de Justicia.

En verdad resulta incomprensible lo resuelto en dicha ley, el de sacar el registro de su lugar


natural, Dirección General de Registros, para trasladarlo a un Registro dependiente del
mismo ente, como es la Corte Suprema de Justicia.

La citada Ley regula todo lo concerniente a la forma de la inscripción, los efectos que ella
conlleva, así como los casos y consecuencias de la cancelación o extinción de la
inscripción.

5.5. Registro prendario

Con la sanción de la Ley 879/81, el Registro Prendario fue instituido como una sección de
la Dirección General de Registros Públicos, en sustitución del Registro de Crédito
Prendario, instituido por el Decreto Ley 896 del 22 de octubre de 1943, que ubicó dicho
registro en el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

No obstante ello, las inscripciones se han venido realizando en función a lo dispuesto en el


mencionado Decreto Ley, hasta la entrada en vigencia del Código Civil paraguayo, que
derogó el mencionado Decreto Ley. A partir de entonces, 1987, los registros de los créditos
garantizados con el derecho real de prenda sobre bienes muebles, se llevan cabo conforme a
las normativas del Código Civil, aplicando, supletoriamente lo establecido para el registro
de inmuebles en cuanto a la organización interna de la sección y el modo de llevar los
registros.

5.6. Derechos Intelectuales

La Ley N° 1328/98 de Derecho de Autor y Derechos conexos dispuso la creación de la


Dirección Nacional del Derecho de Autor, bajo la dependencia interina del Ministerio de
Industria y Comercio, en tanto sea creado el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual.

Con dicha disposición, se dejó sin efecto el registro de derechos intelectuales, establecido
en el Art. 347 del Código de Organización Judicial, como una sección de la Dirección
General de Registros Públicos.

5.7. Registro General de Quiebras

Este Registro establecido originalmente por el Art. 183 de la Ley de Quiebras, Nº. 154/69,
como parte del Registro General de la Propiedad, fue mantenido en la órbita de la Dirección
General de Registros Públicos, Art. 358 del COJ, debiendo inscribirse en el mismo los actos
que señala la ley especial, Ley de Quiebras, en su Art. 183, por medio de los
procedimientos establecidos en dicha norma legal, Arts. 185 y 186 de la Ley 879/83.

6. De la obligación de hacer determinadas publicaciones


1

Siguiendo con la tónica de que los actos de los comerciantes deben ser públicos, dicha
publicidad no se agota en la obligación de inscribirse en determinados registros o
matrículas, su carácter de comerciante o determinados instrumentos, o que sus libros deban
ser previamente rubricados por una institución estatal para poder usarlo, dando fe de sus
asientos.

Debe reconocerse que si bien legalmente los actos e instrumentos adquieren publicidad
cuando son inscriptos en el Registro correspondiente, esa publicidad es más de ficción que
de realidad.

En verdad cuanta gente, fuera de los profesionales abogados, escribanos, rematadores,


corredores u otras personas recurren a revisar los registros para enterarse de la verdadera
situación jurídica de los comerciantes individuales o sociales.

Al margen de la función publicista del registro, debe reconocerse la necesidad de utilizar


otros medios para hacer saber a la sociedad la realización de ciertos y determinados actos
realizados por el comerciante, y para ello nada mejor que utilizar los denominados medios
masivos de comunicación social que modernamente cumplen un importante rol de
comunicación masiva.

En tal sentido, la ley, tanto del Comerciante, 1034/83, como el Código Civil imponen al
comerciante que determinados actos deben ser puestos a conocimiento del publico, por
medio de los medios de comunicación social masiva, preferentemente medios escritos,
donde quedan registradas y asentadas dichas publicaciones.

Entre otras, citamos, sin que sean las únicas, la publicación en caso de constitución de
sociedades comerciales, Art. 1051 del CC, fusión o transformación de las sociedades, Arts.
1189 inc. d) y 1193 inc. c) del Código Civil, la constitución de la Empresa Individual de
Responsabilidad Limitada, Art. 19 de la Ley 1034/83, o la transferencia de los
establecimientos comerciales, Art. 113 de la Ley 1034/83.

Esta obligación de efectuar la publicación por diarios u otros medios masivos, no se halla
sistematizada en ningún cuerpo, sino que se encuentran dispersas al tratar cada instituto,
que resulta objeto de la publicación.

7- De los libros de comercio. Necesidad de la Contabilidad

Una necesidad de todo buen comerciante es conocer siempre la situación en que se


encuentra; si está con ganancias; con pérdidas; evaluar permanentemente su gestión, para
optimizar la misma, corregir errores o fortalecer aciertos. Para ello, nada mejor que llevar
un registro ordenado de sus operaciones.

Esta es la finalidad de los libros de comercio. Ellos proporcionan al comerciante


información acerca de su gestión, una prueba de sus derechos, ofrecen datos precisos para
determinar su responsabilidad penal en caso de quiebra, para facilitar las liquidaciones,
particiones, el rendimiento de cuentas, determinar la fecha verdadera de los contratos y
1

operaciones, y aun en su contra, para descubrir los fraudes que el comerciante quisiera
intentar contra sus acreedores.

Lo que al principio fue costumbre de los comerciantes ordenados y probos, con el tiempo se
convirtió en obligación y lo preceptuaron las leyes por interés general del comercio, y
nuestro derecho positivo no ha sido la excepción.

Bajo la denominación de los libros y la documentación y la documentación comercial, el


título III de la Ley 1034/83 dispone que todo comerciante cuyo capital exceda el importe de
mil jornales mínimos para actividades diversas no especificadas en la capital, está obligado
a registrar en libros que la técnica contable considere necesario, una contabilidad ordenada,
adecuada a la naturaleza de sus negocios, que debe permitir determinar su situación
patrimonial y los resultados de su actividad.

Si bien la ley deja a criterio del comerciante el número de libros, así como el sistema de
contabilidad, mínimamente señala que debe llevarse por lo menos el libro diario, y de
inventario, a más de aquellos exigidos por la ley para determinados comerciantes, como los
corredores, rematadores o las sociedades comerciales.

7.1. Teneduría de libros. Fundamentos importantes

La teneduría de libros reviste importancia desde varios puntos de vista.

En primer lugar interesa al comerciante, porque proporciona información veraz y detallada,


a la vez que amplia de su situación patrimonial, económica y financiera.

Si para cualquier persona el llevar un registro de entradas y salidas resulta de utilidad para
el manejo de su economía y finanzas personales, con mucho más razón, para el
comerciante, cuanto mayor sea la envergadura de su actividad, ese registro, no solo resulta
útil, sino a la vez necesario, y finalmente obligatorio por disposición de la ley.

Desde el punto de vista procesal, los libros de los comerciantes resultan en prueba, a favor o
en contra del mismo, en sus relaciones con otros comerciantes, o en los litigios con terceros,
quienes pueden acceder a una visión objetiva y exacta de la situación patrimonial del
comerciante.

La correcta o incorrecta teneduría de los libros interesa también en los casos en que el
comerciante entre en cesación de pagos, concurso o quiebra, porque demostrará la
existencia de diligencia y/o prudencia, o bien la inexistencia de los mismos, en aquel
comerciante a quien se le decrete la falencia.

Por último, los libros representan también un gran interés para el fisco, ya que de sus
asientos podrá extraerse, en casos necesarios, el volumen real de las operaciones asentadas,
y determinarse de eso modo, luego de los cálculos respectivos, el monto de los tributos o las
multas que deben ser percibidos por el Fisco.

7.2. Métodos contables. La cuenta


1

Los métodos principales de contabilidad, como es sabido, son dos; el de la partida simple y
el de la partida doble. Elemento esencial de ambos métodos es la cuenta; es decir la
identificación que se hace del comerciante, la operación, así como el tercero con quien se
realizó dicha operación, y el resultado acreedor o deudor de la misma.

7.3. El método de partida simple


Por este método solo se asientan las operaciones en las que resulta un acreedor y un deudor.

Solo se abre cuentas a los comerciantes que tienen un saldo pendiente.

Se denomina con este nombre, porque la primera operación se escribe en el libro mayor,
por una sola vez, en una cuenta personal.

Cada cuenta ocupa un folio, en cuya parte superior se escribe el nombre del cliente o
comerciante, es decir la persona con quien realiza la actividad el titular del libro, a la
izquierda del nombre se debe, y a la derecha el haber.

El principal inconveniente que se atribuye a este método, es que como las operaciones al
contado, no siempre se registran en el Libro Mayor, sino solo en el Diario, pueden existir
diferencias al final de período en el momento del cierre de la cuenta, impidiendo un
adecuado control entre el libro Diario y Mayor.

7.4. La contabilidad en partida doble


En este sistema las operaciones no son asentadas solo en relación al titular, sino que los
asientos se identifican con el comerciante con cuentas especiales, caja, almacén,
mercancías, gastos generales, cobranzas, con designación de acreedor y deudor

Las operaciones se anotan en forma tal que cada asiento indica el deudor y el acreedor
correspondiente de cada una de aquellas cuentas especiales, así como los de las cuentas
personales que el comerciante vaya abriendo.

El sistema presenta ventajas con relación al método simple, por el control recíproco que
existe entre el libro mayor y el diario, ya que todas las operaciones son asentadas en ambos
libros, por lo que el comerciante está en condiciones de enterarse en todo momento de la
verdadera causa de sus ganancias o de sus pérdidas.

Como el Art. 76 de la Ley 1034 dispone que el método de contabilidad debe permitir la
individualización de las operaciones, así como sus correspondientes cuentas, acreedoras y
deudoras, y el Art. 80 de la misma ley exige que se asiente en el libro Diario todas las
operaciones en forma detallada, y en orden cronológico las operaciones efectuadas, es
obvio que nuestra ley, a pesar de la libertad que dice consagrar en el Art. 75 en cuanto a la
cantidad de libros que deben llevarse, ha optado por el método de la partida doble.

7.5. Mecanización y sistemas modernos. Autorización judicial

Cuando se habla de LIBROS DE COMERCIO, surge inevitablemente en nuestra mente la


imagen del libro tradicional, con hojas rayadas en filas y columnas, para los asientos,
1

encuadernados con tapa dura, para mayor seguridad, y de hecho, muchos comerciantes
siguen llevando sus registros de manera manual, con estos libros.

Sin embargo, existen modernas formas de registrar las operaciones, por medios mecánicos e
informáticos, donde los asientos se realizan en forma virtual en el medio informático,
pudiendo imprimirse dichos asientos, en hojas de formulario especialmente diseñados, y
previamente rubricados por la autoridad competente.

Dichos registros reciben igualmente la denominación de libros. De ahí, que al referirnos a


los libros de comercio, comprende dicha locución, no solo al libro en forma tradicional,
sino a los impresos o formularios continuos, o aun los registros magnéticos o digitales
hechos por medios informáticos.

La posibilidad de la utilización de estos medios se halla prevista en el Art. 76 de la Ley


1034, y requiere de soporte material al cual va a ser trasladado, o en el cual va a imprimirse
lo asentado en el medio informático o mecánico, que reúna igualmente ciertas
características, como la correlación de números, de hojas y la previa visación o rubrica en el
Registro Público de Comercio.

Para llevar la contabilidad por estos medios, se requiere autorización judicial, otorgada por
el Juez de Primera Instancia en lo Civil, la primera vez. Señala la ley que los asientos
deberán llevarse por períodos globales que no podrán exceder de un mes.

7.6. Presupuestos legales de contabilidad

La Contabilidad no puede ser llevada de cualquier forma o por cualquier persona. La ley
exige que el mismo esté a cargo de un contador matriculado, persona idónea y técnica en la
materia. Ello a fin de garantizar la eficiencia de los asientos y operaciones, desde el punto
de vista matemático y contable.

Registrará en los libros, con fidelidad los diversos documentos que le presente el
comerciante y que sirve de respaldo a los asientos.

El contador no es responsable de la veracidad de las operaciones que no hayan ocurrido en


su presencia, pero sí tiene responsabilidad solidaria, si los libros han sido incorrectamente
llevados.

Si el comerciante a la vez es contador matriculado, puede llevar el mismo la contabilidad.

7.7.¿Qué comerciantes deben llevar libros?

De acuerdo al Art. 74 de la Ley 1034, la obligación de llevar libros pesa sobre los
comerciantes cuyo capital exceda la cantidad de mil jornales mínimos para actividades
diversas en la capital.
2

7.8. Números de libros y sistemas de contabilidad. Libros indispensables

Si bien la Ley del Comerciante, en su artículo 75, señala que existe libertad en cuanto al
número de libros y el método contable que se llevarán, en la misma disposición expresa que
necesariamente deberán llevarse un libro diario y uno de inventario, a más de aquellos que
la ley determina obligatoriamente para determinados comerciantes.

Tenemos, entonces, que en la práctica se configuran tres categorías de libros, a saber:


a) libros que necesariamente deben llevar todos los comerciantes, el diario y el de
inventario;
b) libros que determinados comerciantes deben llevar por razón de la naturaleza de su
actividad o su personalidad, por ejemplo, el cuaderno manual de los corredores, el de
entrada y salida de los rematadores, y los libros que deben llevar las sociedades, y
c) libros facultativos o auxiliares, que cada comerciante podrá llevar para un mejor
control de sus actividades, según su criterio; como por ejemplo el libro de banco, o de
cuenta corriente, que son libros auxiliares muy importantes, porque facilitan el control
de las operaciones realizadas por el comerciante con las entidades bancarias.

7.9. Formalidades de los libros de comercios

7.9.1. ¿Cómo deben llevarse los libros de comercios?


En cuanto a la forma en que deben ser llevados los libros, hay que distinguir según se trate
de formalidades extrínsecas e intrínsecas.

Las primeras se hallan establecidas en el Art. 78 de la Ley 1034, y ellas se refieren a


formalidades que deben cumplirse, antes de usar libros, y al momento del término de su
uso, ellas son entre otras:

a) Las fojas deben estar numeradas íntegramente, así se trate de libros propiamente
dichos, o de formularios continuos para impresoras informáticas, todas las hojas
deberán estar numeradas; fichas u hojas para otro tipo de contabilidad
informatizada, debidamente autorizada a llevar por el Juez la primera vez, siendo
innecesaria una nueva autorización para las siguientes veces, pero debiendo
presentarse siempre copia de dicha autorización al solicitarse la rubrica;
b) A más de estar numeradas, todas ellas antes de su utilización, deben ser presentadas
al Registro Público de Comercio para ser rubricada o selladas, y para que en la
primera foja del libro, o la primera hoja de los formularios, se asiente la fecha de su
presentación, rubrica y sellado, con expresión de la cantidad de hojas contenidas en
libros, o en el formulario; y
c) Una vez utilizado en su totalidad el libro, volver a presentar el registro, que
nuevamente certificará el cierre de la utilización, con mención de la ultima foja del
libro, u hoja del formulario utilizada, y la fecha del cierre.

En cuanto a las formalidades intrínsecas, se refieren propiamente a la manera en que


deberán asentarse las operaciones, exigencias contenidas en el Art. 79 de la Ley del
Comerciante, entre las que citan:
2

1) Ser llevados en el idioma oficial, en este punto recalquemos que a partir de


la Constitución Nacional de 1992, el guaraní es idioma oficial; por ende,
libros llevados en este idioma son válidos;
2) El asiento de las operaciones debe ser hecho cronológicamente, lo cual
representa la seguridad contra posibles fraudes,
3) No se admiten interlineaciones, transportes al margen ni espacios en blanco,
4) Tampoco pueden hacerse enmiendas, raspaduras ni alteraciones. Si hubiese
que efectuar alguna corrección, deberá realizarse por medio de un
contraasiento;
5) Está prohibido alterar el orden de la foliatura, romper parcial o totalmente
las hojas o fojas de libros, arrancarlas o inutilizarlas, o modificar la
encuadernación.

En caso de comprobarse la violación de alguna de estas reglas, si bien nuestra ley no


contempla una sanción, pero de la interpretación a contrario sensu de los Arts.101 al 104, se
entiende que los libros llevados irregularmente, no podrán probar a favor del comerciante, y
solo lo perjudicarán en caso de litigio con otro comerciante que si los hubiese llevado
correctamente.

7.10. Libros diario y de caja

El libro Diario es uno de los dos libros de tenencia obligatoria para todo comerciante.
Conforme al Art. 80 de la Ley 1034 en él deben asentarse en forma detallada las
operaciones diarias del comerciante, en el orden en que se hubiesen realizado, de modo que
de cada partida, resulte la persona del acreedor y la del correlativo deudor en la negociación
realizada.

Como algunos comerciantes acostumbran a llevar un libro de caja, las operaciones en


efectivo no es necesario que sean asentadas en el libro diario, bastando la anotación en el
libro de caja, el cual, se considera parte del libro diario. Art. 81 Ley 1034/83

7.11. Del inventario. ¿Qué operaciones se registran en el libro de inventario?

El otro libro de tenencia obligatoria es el libro de inventario.


En él deben estar enunciados y enumerados, con indicación de su valor, tasación, todos los
bienes que componen el patrimonio del comerciante, o del comercio, mercaderías, muebles,
inmuebles, que se poseían al comienzo de las actividades, así como las incorporaciones a
los mismos durante el desarrollo de la actividad y los créditos a cobrar. La suma de toda lo
enunciado constituirá el activo del comerciante, que deberá contrastarse con el pasivo,
integrado por las deudas contraídas, tanto al comenzar la operaciones, como durante su
desarrollo.

Al efectuase el balance, si el activo supera al pasivo, la diferencia constituye el capital


líquido con que cuenta el comerciante; por el contrario, si el pasivo es mayor, hay déficit.

El Art. 82 de nuestra Ley del Comerciante señala que en el libro de Inventario deben
asentarse:
2

a) la situación patrimonial al iniciar sus operaciones, con indicación y valoración del activo
y del pasivo; y
b) la situación patrimonial y los resultados que correspondan a la finalización de cada
ejercicio, con el cuadro demostrativo de pérdidas y ganancias.

De esta última disposición, se desprende que los balances anuales forman parte del libro
inventario.

7.12. Inventarios y Balances. Concepto. Disposiciones legales

El inventario es una descripción de todos los bienes, muebles e inmuebles de un


comerciante, con una valuación. Es decir, constituye la enumeración con mención del valor
que se le asigna de todos los bienes que posee el comerciante, al inicio de sus operaciones,
o en el momento en que se realice dicho recuento.

El balance es el resumen de la contabilidad, que revela el activo y el pasivo de un


comerciante, de una sociedad comercial, o de un comercio, en un momento determinado,
generalmente al término de ciclo o ejercicio.

Al elaborar el balance general, el comerciante obtiene la información valiosa sobre su


negocio, como el estado de sus deudas, lo que debe cobrar o la disponibilidad de dinero en
el momento o en un futuro próximo.

En resumen, es una fotografía clara y sencilla de lo que un empresario tiene en la fecha en


que se elabora.

Conforman el balance general: el Activo, el Pasivo y el Patrimonio.

ACTIVO: Es todo lo que tiene la empresa y posee valor como:


 El dinero en caja y en bancos.
 Las cuentas por cobrar a los clientes
 Las materias primas en existencia o almacén
 Las máquinas y equipos
 Los vehículos
 Los muebles y enseres
 Las construcciones y terrenos
Los activos de una empresa se pueden clasificar en orden de liquidez en las siguientes
categorías: Activos corrientes, Activos fijos y otros Activos.
Activos corrientes: Son aquellos activos que son más fáciles para convertirse en dinero en
efectivo durante el período normal de operaciones del negocio. Por ejemplo, efectivo en
caja, depósitos en el banco, cuentas a cobrar.
Activos Fijos: Es el valor de aquellos bienes muebles e inmuebles que la empresa posee y
que le sirven para desarrollar sus actividades. Por ejemplo: Maquinaria y Equipo,
Vehículos, Muebles y Enseres, Construcciones, Terrenos.
Los activos fijos sufren desgaste con el uso. Este desgaste recibe el nombre de
depreciación.
2

Otros activos: Son aquellos que no se pueden clasificar en las categorías de activos
corrientes y activos fijos, tales como los gastos pagados por anticipado, las patentes, etc.

PASIVO: Es todo lo que la empresa debe. Los pasivos de una empresa se pueden clasificar
en orden de exigibilidad en las siguientes categorías, Pasivos corrientes, pasivos a
largo plazo y otros pasivos
Pasivos corrientes: Son aquellas deudas que la empresa debe pagar en un período menor a
un año, por ejemplo a proveedores, cuentas por pagar, impuestos, sobregiros.

Pasivos a largo plazo: Son aquellas cuentas que la empresa debe pagar en un período
mayor a un año, como las obligaciones bancarias a mediano o largo plazo

Otros pasivos: Son aquellos pasivos que no se pueden clasificar en las categorías de
pasivos corrientes y pasivos a largo plazo, tales como el arrendamiento recibido por
anticipado.

Patrimonio: Es el valor de lo que le pertenece al empresario en la fecha de realización del


balance. Este se clasifica en:
Capital: Es el aporte inicial hecho por el empresario para poner en funcionamiento su
empresa.
Utilidades Retenidas: Son las utilidades que el empresario ha invertido en su empresa.
Utilidades del Período Anterior: Es el valor de las utilidades obtenidas por la empresa en
el período inmediatamente anterior. Este valor debe coincidir con el de las utilidades que
aparecen en el último estado de pérdidas y ganancias.

La Ley 1034/83, Art. 83 establece que todo comerciante está obligado a efectuar un balance
dentro de los tres primeros meses de cada año. El ejercicio, período de tiempo comprendido
entre un balance y otro, no puede ser superior a un año señala el Art. 84 de la misma ley.

Hoy día, de conformidad a las leyes fiscales, los ejercicios contables se abren el 1 de enero
de cada año, y se cierran el 31 de diciembre del mismo año, por lo que los comerciantes
tienen hasta el mes de marzo para efectuar sus balances.

7.13. Principios a que se hallan sometidos los balances. Sinceridad, exactitud, claridad,
independencia

La elaboración del balance se encuentra sometida a varias reglas o principios que son de
cumplimiento obligatorio para la validez conceptual del mismo.

La enumeración de algunos de estos principios pareciera que resulta innecesario ya que se


consideran a los mismos tácitamente incluidos en el momento de la elaboración del balance.
No obstante, es importante siempre tenerlos presentes a la hora de analizar o leer un
balance.
2

Se destaca, en primer término, que los rubros, cuentas y cifras puestos en instrumentos
deben ser veraces y corresponderse con la realidad.

En segundo término los mismos deben ser precisos, lo cual no puede desde luego ser de
otra forma, ya que se trata de anotaciones numéricas y cálculos matemáticos. Pero la
exactitud se refiere más bien al resultado que expone el balance, el cual debe cerrar
perfectamente el círculo entre el activo y el pasivo, cuyos totales deben coincidir, reflejando
la utilidad, la pérdida o el equilibrio entre ambos.

La claridad de las cuentas también debe existir para que el balance sea de fácil
comprensión, aun para los legos.

Y por último, los números deben asentarse con independencia o abstracción de cualquier
interés, a favor o en contra de la gestión del comerciante o del administrador, de modo que
refleje con claridad, exactitud, veracidad, el estado real del comercio o la empresa.

7.14. Finalidades.Evaluación del activo y pasivo

No todos los balances son iguales. Debe tenerse presente cuál es la finalidad para la que se
elaboran, la cual debe especificarse en el encabezado del mismo.

Se conocen, entre otros, el balance de comprobación, cuyo objeto es cerciorarse que todas
las partidas han sido asentadas. El balance de fin de ejercicio, es ese el que nos hemos
estado refiriendo, marca una etapa en el desarrollo de las actividades del comerciante. El
balance de fusión o transformación, realizado a los fines de llevar a cabo dichas
operaciones. El balance de liquidación, efectuada al finalizar las actividades. El balance
impositivo, que debe realizarse en un formato predeterminado por la autoridad tributaria,
así como los balances a ser presentados ante los órganos jurisdiccionales, en los casos de
convocación de acreedores o quiebras.

Cada tipo de balance tiene una conformación diferente, según la finalidad que vaya a
cumplir. Por ello, para interpretar el balance, debe conocerse cuál es la finalidad para la
cual ha sido confeccionado.

7.15. Conservación
El Art. 85 de la Ley 1034, en concordancia con las disposiciones legales referidas a la
materia impositiva, Ley 125/91 y 2439/04, señalan que toda la documentación de los
comerciantes, se debe conservar por el plazo de cinco años.

Para los libros el plazo cuenta desde la última anotación registrada en ellos. Para los
comprobantes, facturas y otras documentaciones, el plazo principia desde el momento de su
expedición.

La conservación de los libros y la documentación mercantil tienen un interés no solo para el


comerciante, sino sobre todo para los terceros que hayan contratado con él.
2

Los libros y la documentación constituyen una memoria que sirve para evaluar la conducta
comercial de su propietario. Es la prueba a favor o en contra del comerciante que avalará su
actitud previsora, prudente y sabia, o bien su negligencia, o su mala fe en el ejercicio de su
actividad comercial.

8. Libros de sociedades
Las sociedades que tengan por objeto la realización de actos de comercio, o que tengan una
forma conceptuada esencialmente comercial por su naturaleza, de acuerdo al Art. 1º inciso
b de la Ley del Comerciante, están obligadas a llevar además de los libros previstos para
los comerciantes en general, aquellos que sean exigidos a las mismas por su naturaleza. Así
lo dispone el Art. 86 de la Ley del Comerciante.

8.1. Libros de las sociedades por acciones


La ley regula especialmente los libros que deben ser llevados por las sociedades donde el
aporte de los socios se halla representado por acciones. Las cuales deberán llevar los
siguientes libros; en primer término el de registro de acciones, que contendrá: 1) el nombre
y apellido de los suscriptores; el número y la serie de acciones suscritas y los pagos
efectuados; 2) la transmisión de los títulos nominativos, la fecha en que se verificó y los
vínculos que se refieren a ellas; 3) la especificación de las acciones cuando las mismas se
conviertan al portador y de los títulos que se emitan a cambio de ellas; 4) el número de las
acciones dadas en garantía de buen desempeño por los administradores de la sociedad; esto
en el caso de que los estatutos así lo exijan.

Llevaran también el libro de Registro de Obligaciones, en el que se anotaran el monto de


las obligaciones emitidas y extinguidas, la identificación de los obligacionistas con títulos
nominativos, la transmisión y datos relativos a ello y el pago de los intereses.

El libro de Actas de las deliberaciones de la Asamblea y del Directorio.


La ley exige que las actas de asamblea sean firmadas por el Presidente y dos socios cuanto
menos, en tanto que las del directorio deben ser signadas por todos los presentes.

8.2. Depósitos de la copia del balance

Otra obligación para los administradores de la sociedad es que deben depositar con quince
días de anticipación a la Asamblea, en la sede social de la entidad , el balance, el cuadro de
resultados, copia de la memoria del administrador, y del informe del síndico.

8.3. Distribución de utilidades

Las utilidades son el fin último perseguido por los accionistas de una sociedad. Ellas
constituyen las ganancias a la inversión efectuada al constituir la sociedad o incorporarse a
ella.

La utilidad debe ser distribuida a los socios en la proporción que le corresponde conforme
al monto de su aporte.
2

Pero para que los socios retiren sus utilidades, las mismas deben ser reales y darse, además,
una serie de condiciones antes que el beneficiario retire el dinero.

La distribución de utilidades, en cuanto a su forma, es algo que normalmente se encuentra


en los Estatutos como función del Directorio, previa resolución de la Asamblea General.

Pero para que las utilidades sean distribuidas, no deben existir pérdidas pendientes de
ejercicios anteriores, y aunque el balance, conteniendo utilidades, fuere aprobado por la
Asamblea, y con ello pueda distribuirse las utilidades a los socios, ello no libera a los
administradores y síndicos de la sociedad, por las responsabilidades legales debidos a la
violación de la ley o los estatutos que permitieran una distribución de utilidades
inexistentes.

Por otro lado, en el caso de que algún accionista percibiera de buena fe dividendos que no
correspondía aún ser repartidos, los mismos no podrán repetirse, dispone el Art. 94 de la
Ley del Comerciante.

9. Exhibición de los libros


Hemos visto la importancia que para el comerciante representa el llevar adecuadamente los
libros que registren sus operaciones y le den la información segura de cuál es la situación de
su actividad. Esta información, que surge del examen de los libros, necesita ser resguardada
para tranquilidad del comerciante.
De ahí que los libros no están a disposición de cualquiera que pretenda examinarlo.

Pero también los libros constituyen una fuente probatoria de las operaciones y relaciones
del comerciante con terceros, sean estos comerciantes o no, a quienes interesará
eventualmente demostrar las condiciones, la fecha o el monto en que se realizó la
transacción.

De la confrontación de estos dos intereses, ambos igualmente legítimos y respetables,


surge la reglamentación establecida en la ley, instituyendo el régimen de exhibición de los
libros del comerciante.

Esta exhibición se da solamente en dos supuestos, cuando leyes impositivas o del derecho
público lo impongan, y por disposición judicial, y se realiza, en algunos casos por decisión
oficiosa del juez, o a pedido de parte, al propio juez o a la contraparte, y puede referirse a
toda la documentación o solo a parte de ella.

Se denomina comunicación, cuando la exhibición abarca a todo el contenido de los libros, y


representación, cuando la exhibición es solo parcial.

Cuando la exhibición es realizada a funcionarios públicos en virtud de leyes tributarias o


administrativas, pesa sobre los mismos la obligación de guardar reserva de sus asientos, ya
que la exhibición es al solo efecto fiscal.
2

La doctrina ha fundado la obligatoriedad de la exhibición de los libros, en el principio de la


comunidad de los asientos, según el cual, los asientos relativos a una misma operación,
deben ser idénticos en ambas partes, y cada una de ellas tiene derecho a verificar esa
correspondencia.

9.1. Casos de exhibición general


Dispone el Art. 95 de la Ley del Comerciante, que salvo disposiciones especiales de
derecho público, la exhibición general de los libros registros y comprobantes de los
comerciantes, solo podrá decretarse a instancia de parte en los juicios sucesorios, de
comunidad de bienes, o de sociedad, administración o gestión mercantil por cuenta ajena, y
en los casos de liquidación.

Tratándose de juicios de convocación de acreedores y de quiebra, se aplican las


disposiciones de la Ley 154/69. En este último supuesto, no se trata solo de exhibir los
libros; en la práctica se procede a un verdadero desapoderamiento de los libros que pasan al
poder del síndico.

La ley prevé, entonces, que la exhibición procederá en los siguientes casos:


a) de juicios sucesorios, por corresponder a sus herederos en calidad de continuadores del
causante. No hay distinción entre herederos universales y singulares cuando este último ha
heredado el fondo comercial.
b) de comunidad de bienes, en los casos referentes a copropiedad del comercio, pero sin
administración conjunta, o la administradora de un consorcio de propiedad horizontal, con
relación a los integrantes del consorcio.
c) de sociedad, ya sea conyugal o comercial, siendo evidente que existe una comunidad de
la cosa exhibida.
d) de administración o gestión por cuenta ajena, el mandante podrá examinar los libros del
mandatario.
e) de liquidación de la sociedad, una vez terminada la sociedad ya no existe necesidad del
secreto de sus operaciones, por lo que los libros de la liquidación podrán ser examinados
por los interesados.

9.2. Casos de exhibición parcial

La exhibición parcial solo puede decretarse por disposición judicial, ya sea en forma
oficiosa dentro del trámite de un juicio, o a petición de parte que demuestre legítimo interés
en examinar los libros de un comerciante, individualizando los asientos o las operaciones
que desea examinar.

Porque a diferencia de la comunicación, en la representación, solo se podrá examinar


aquella parte de los libros que hagan referencia a la cuestión que está siendo discutida en
sede judicial.

La exhibición será efectuada al Juez, o a la parte que lo solicitó siempre en presencia del
titular de los libros o de su representante; la ley no los prevé, pero es lógico que para el
examen de los libros esté presente un profesional técnico, es decir un contador.
2

El examen podrá realizarse en la sede del Juzgado, en presencia del Juez o en su defecto del
Actuario. Terminada la exhibición podrán sacarse copias de las partes referidas al juicio,
para agregarse al expediente.

Cuando se solicitare la exhibición de los libros, solo el comerciante podrá oponerse a la


exhibición, no así las demás partes. La prueba resultante de los libros es indivisible.

9.3. Exhibición de los libros de corredores y rematadores

En general, para que proceda la exhibición parcial, el comerciante debe ser parte del juicio;
sin embargo, una excepción a la regla son los libros de los corredores y rematadores, que
podrán ser exhibidos, aun cuando el mismo no sea parte del juicio, siempre que hubiese
intervenido en el negocio objeto de la discusión.

9.4. Exhibición de los libros auxiliares


Los libros auxiliares son aquellos libros no obligatorios que el comerciante lleva por
decisión propia, como una manera de tener un mejor control de sus operaciones.

En el caso de que el comerciante lleve estos libros, la exhibición de los mismos está sujeta a
las mismas reglas de los obligatorios.

9.5. Prueba de los asientos de los libros de comercio


La Ley del Comerciante establece un régimen probatorio especial con relación a los libros
de comercio, al cual debe remitirse el juez al momento de valorar la prueba.

El régimen se halla establecido en los Arts. 101 al 104, de acuerdo a lo preceptuado en el


Art. 100, y señala la fuerza probatoria que tendrán los asientos, ya sea a favor o en contra
del comerciante, según sea el caso.

9.6. Fuerza probatoria de los libros de comercial. Casos. Requisitos y condiciones

Los asientos de los libros hacen plena prueba en contra del comerciante o sus sucesores,
pero la otra parte no podrá dividir los registros, para omitir el que la favorezca al
comerciante y hacer valer solo el que le perjudica. Este artículo no distingue si la otra parte
es o no comerciante.

En el caso de que ambas partes sean comerciantes, los asientos harán plena prueba a favor
de su titular, siempre que estén llevados correctamente, y su adversario no presente asientos
en contrario, también llevados correctamente, u otra prueba más concluyente.

Si ambas partes presentan libros llevados correctamente, pero sus asientos son
contradictorios, se anulan recíprocamente, y esta prueba será dejada de lado por el Juez,
quien resolverá en función a las otras pruebas.

Si una de las partes es comerciante, y la otra no, los libros correctamente llevados por el
comerciante, serán solo un principio de prueba, a ser valoradas con el resto de las probanzas
producidas.
2

Esto es lógico, puesto que el tercero no comerciante no tiene obligación de llevar libros,
con los cuales contrastar los presentados por el comerciante. Si se diera en este caso valor
de plena prueba, se estaría violando la igualdad de las partes, ya que una de ellas podrá
crear libremente y sin control pruebas a su favor o en contra de la adversa.

En conclusión, los libros de comercio, si bien son elementos importantes de prueba en los
litigios del comerciante, su valor como prueba varía de plena a simple indicio o principio de
prueba, teniendo en cuenta el tipo del litigio, la calidad de comerciante o no, de ambas
partes o de una sola de ellas.

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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
• VIVANTE, Cesar. Derecho Mercantil, traducción y notas Francisco Blanco
Contans, Valleta Ediciones, 2005
• ESCOBAR, Jorge H., Derecho Comercial, la Ley Paraguaya, 1991
• ARGAÑA, Luís A. Compendio del tratado de Derecho Mercantil, Recopilación
de Jorge H. Escobar, 1956

LEGISLACIÓN
1. Código Civil
2. Ley del Comerciante, 1034/83
3. LEY Nº 1328, DE DERECHO DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS
4. LEY Nº 1860, QUE ESTABLECE EL CODIGO AERONÁUTICO DE LA
REPÚBLICA DEL PARAGUAY,
5. LEY N° 2576, DE REINSCRIPCION DE MARCAS Y SEÑALES PARA TODOS
LOS PROPIETARIOS DE GANADO MAYOR Y MENOR,
3

Prof. Dr. JUAN CARLOS PAREDES BORDON.


Nacido en Asunción el 28 de junio de 1959.
Estudios primarios y secundarios en realizados en la ciudad de Asunción, Egresado del
Colegio Nacional de la Capital, promoción del año Centenario, 1977.
Cursó sus estudios universitarios, y obtuvo los siguientes Títulos en la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción:
1) de Abogado en el año 1.986, con promedio Distinguido, (4,12),
2) de Notario y Escribano Publico, año 1.988, con promedio Sobresaliente, (4,80),
3) de Doctor en Ciencias Jurídicas en el año 2004, con la tesis “LA TARJETA DE
CREDITO. SU REGULACION EN EL DERECHO POSITIVO PARAGUAYO”,
calificación de la defensa de la tesis, 5 SUMMA CUM LAUDE.,
4) Egresado del curso de Didáctica Universitaria, con calificación 5 absoluto, año 1999
Egresado del Centro de Altos Estudios Estratégicos, promoción XXI, año 1989
Ejerció la profesión de abogado en forma independiente, desde el año 1986 hasta el año
1999.
En la magistratura judicial, se desempeñó como Juez de Primera Instancia en el área penal,
entre los años 1999 y 2003, ocupando los cargos de Juez del Crimen del 6to. Turno
Interino, de Juez Penal de Liquidación y Sentencia Nro. 1 de la Capital, y de Juez Penal de
Garantías de la Etapa Intermedia.
Desde el año 2003 al presente es Miembro del Tribunal de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Segunda Sala, de la Circunscripción Judicial de Asunción.
Como docente en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Asunción, se ha desempeñado como:
Auxiliar de la enseñanza en la cátedra de Mercantil II, del Turno Tarde, sede Central, desde
el año 1996 al 2004.
Profesor Asistente de Derecho Mercantil II, del Quinto Curso, sede central Turno Tarde
desde el año 2004 al presente.
Encargado de cátedra de la materia Derecho Mercantil II parte, Quinto Curso, Filial San
Juan Bautista de la Misiones, desde al año 1999 al 2004.
Profesor Asistente de Derecho Mercantil II parte, quinto Curso, Filial San Juan Bautista de
las Misiones, desde el año 2004 al presente.
Profesor en los cursos de Post Grado, en la Maestría de Ciencias Jurídicas, el curso de
Actualización de Derecho Bancario.
Fue Profesor del curso de Doctorado de la Universidad Americana, en la cátedra de
Derechos Patrimoniales, en el año 2008.
Realizó Curso de Formación Especializada en Derecho Mercantil, en la Escuela Judicial
Española, en la ciudad de Barcelona en el año 2005.
CAPÍTULO X.

SUMARIO: 1. Almacenes Generales de depósito. 1.1. Ideas Generales. 1.2. El Marco de la


realidad. 2. Antecedentes Históricos. 3. Antecedentes Nacionales. Regulación Actual. 4.
Definición. 5. Utilidad. Funciones que Cumplen. 6. Naturaleza Jurídica. 7. Objeto.
Facultades. 8. Forma de Constitución. 9. Capital. 10. Inspección y Fiscalización. 11.
Derechos y Obligaciones. 12. Derechos y Facultades. 13. Obligaciones y Responsabilidades.
14. Limitación Contractual de las Obligaciones y Responsabilidades. 15. Los Recibos. 16.
Título Emitidos. 17. Inembargabilidad de las Mercaderías. 18. Transmisión de los Títulos.
Circulación y Endoso. 19. Derechos del Adquiriente del Certificado o Tenedor del
Warrant. 20. Responsabilidad de los que firmaren o endosaren certificados o warrants. 21.
Plazo de Validez del warrant y su renovación. 22. Abandono. 23. Venta en remate de las
mercaderías depositadas. 24. Pérdida destrucción del certificado o warrant. 25. Protesto
intimación de pago realizada por Escritura Pública del warrant y venta de las
mercaderías. 26. Derechos del portador del warrant no protestado. 27. Acreedores no
pagados. 28. Suspensión de venta. 29. Prohibiciones Impuestas a los almacenes generales.
30. Sanciones. 31. Carácter de orden público. 32. Consideraciones Finales.

1. Almacenes Generales de Depósito


1.1. Ideas generales

El instituto que hemos de tratar, revela una estrecha e interdependiente relación entre
Derecho y Economía.
El contexto mundial actual se halla configurado de estructura multipolar en lo
económico, de internacionalización o globalización de los mercados, lo cual ha adquirido
magnitudes insospechadas y crecientes dimensiones de sus operadores, de cambio en las reglas
de competencia, niveles de concurrencia y de colaboración empresarial (1). (Rubén Segal.
“Warrants y Certificados de Depósito de Mercaderías. Instrumentos de crédito
mobiliario”. 2ª. Edición actualizada. Abeledo-Perrot, Bs. As. p. 9)
Ello determina y viene determinado a su vez, por la producción en escala, el consumo
masivo, la tecnología de rápido crecimiento, transformaciones de los sistemas de marketing, las
estructuras negociales y las modalidades contractuales e instrumentales, (2). (Rubén Segal, Ob.
cit. p. 9)
El desarrollo mencionado sería imposible sin que operara un factor dinamizador por
excelencia, el crédito, del que se dijera que es para la Economía “como el aire para la vida del
hombre” (Thaller, citdo por Héctor Cámara, Prenda con registro o hipoteca mobiliaria”,
Ediar S.A., Bs. As., 1961, pp. 2/3).
La temática referente a los instrumentos legales movilizadores del crédito se halla
estrechamente relacionada, también, con uno de los aspectos del mas subido interés general y de
la actividad económica en particular, la seguridad jurídica. (3) (Rubén Segal, Ob. cit. p. 9)
1.2. El marco de la realidad

Para su movilización efectiva, el crédito requiere valerse de instrumentos serios, seguros,


de fácil transferibilidad, que resulten aceptables en el mundo negocial, por la certeza y
pragmatismo que trasuntan. Por otra parte, la demanda de crédito, vinculada al desarrollo y al
crecimiento, exige también e imperativamente una adecuada contrapartida de garantía, por lo
que tales factores, quedan así unidos en los títulos objetos de nuestro estudio -el certificado de
depósito y el warrant-, como elementos complementarios, y aparecen como una solución para
determinados factores de la producción, facilitan una fórmula de asegurar el retorno de la
inversión y constituyen un interesante mecanismo de financiación. (4) (Rubén Segal. Ob. cit.
P. 11).

Son múltiples razones coyunturales y concurrentes, las que han determinado el


renacimiento del Certificado y del Warrant, contándose entre ellos los siguientes: a saber: a) el
endeudamiento del sector agropecuario; b) la necesidad del crédito; c) las altas tasas de interés;
d) la estabilidad económica; y e) la liberación de los mercados. (5). (Pena, Manuel P., La
Nación del 18/IX/1993, Sec. 4, p. 5).

2. Antecedentes históricos

Los Almacenes Generales de depósito de índole pública o particular se conocieron ya


en tiempos remotos, en la antigüedad egipcia, helénica y romana, si bien su fin consistía en la
simple conservación de las mercaderías, facilitar las transacciones y la distribución en épocas de
escasez. (6). (Medina Rodolfo, El Warrant. Datos sobre su legislación y en el extranjero, p.
19)

Es interesante destacar que los depósitos -dice el autor citado-, siendo de naturaleza
pública, poseían una doble cerradura, una de cuyas llaves estaba en poder del Estado y otra de
los administradores de aquellos, de modo que ninguno podía acceder a los mismos sin el otro.

En la Edad Media los almecenes se mantuvieron con fines principalmente aduaneros,


aunque también comerciales, hasta que a comienzos del siglo XIX aproximadamente, adquieren
netas funciones creditorias (7). (ob. cit. P.19).
Así la historia contemporánea de estos instrumentos – Certificado de Depósito y Warrant
- se remonta a Inglaterra. Allí, en el año 1708, la operatoria general de los “docks” o almacenes
generales comenzó a demandar la existencia de nuevos instrumentos que facilitaran la
transferencia de la propiedad de la mercadería allí depositada con la posibilidad de introducir en
ese proceso mecanismos de cobertura que otorgaran garantía al acreedor (8). (Carlos Gilberto
Villegas, “Las Garantías del Crédito”, Rubinzal-Culzoni, Sta. Fe (RA) p. 225.

Los Almacenes Generales de Depósito de Liverpool recibían mecaderías en depósito y


otorgaban un doble título al depositante: a) Un certificado de Depósito que acreditaba la
propiedad de la mercadería; y b) Un Warrant destinado a facilitar la colocación en prenda de esa
mercadería (9). (Ob. cit., p. 225. Conf. Fernando R. Frávega-Luis E. Piendibene, El
Warrant. Régimen Jurídico de garantía al crédito mobiliario, Editorial Depalma, Bs. As.
p. 33 y Zavala Rodríguez, Código de comercio y Leyes Complementarias Comentados y
Concordados, Tomo III Bs. As. 1972, p. 182, Nº 211.
Algunos autores coinciden en señalar que la institución nació como un medio de
defenderse contra la inmovilización de grandes cantidades de mercaderías en los puertos, lo que
ocasionaba serios perjuicios a los comerciantes importadores.

De Inglaterra este documento pasó a Europa Continental, siendo usado en Francia,


Holanda y Alemania. Pero, mientras que en Inglaterra las empresas de depósito se pudieron
crear libremente y se multiplicaron, en Francia requirieron la autorización del Estado (Villegas,
ob. cit., p. 225). Este segundo sistema es el que adoptamos en el país.

Por su parte, en los Estados Unidos la creación de establecimientos de esta índole fue
reglamentada por la Warehousing Law. La primera de las leyes que reguló la materia (1848) fue
sancionada con el propósito de dotar de un marco legislativo de orden federal, y tuvo sucesivas
correcciones en 1854 y 1868.

Según el Prof. Dr. Jorge H. Escobar, la mayoría de los comercialistas estiman que su
desarrollo, con las funciones que hoy le conocemos, tuvo lugar en Inglaterra y en Holanda
impulsado por la política de favorecer el despacho de los productos llegados de todas partes del
mundo. ( Derecho Comercial, Editorial La Ley S.A, Asunción, p. 238).

3. Antecedentes nacionales. Regulación actual

El Código de Comercio regulaba en el LIBRO I, Título IV, Capítulo III, bajo la


denominación “De los barraqueros y administradores de las casas de depósitos”.

Siguiendo al Prof. Dr. Jorge H. Escobar, podemos decir que el vacío del antiguo Código
de Comercio en esa materia, fue llenado en parte en nuestro país, a raíz de la creciente
importancia del Mercado de Frutos, mediante la sanción de la Ley Nº 168 del 29 de noviembre
de 1915, que estableció la Carta Orgánica del Banco Agrícola del Paraguay, facultando a esta
institución a recibir en depósito en sus almacenes del mercado de frutos los productos agrícolas
señalados por el Consejo de Agricultura. El régimen establecido es incompleto, restringido a
emitir Certificados y Warrant solo sobre productos agrícolas depositados en los almacenes del
Mercado de Frutos.

El 23 de octubre de 1970 se sancionó la Ley Nº 215 “De los Almacenes Generales de


Depósito”, ley que fuera reglamentada por el Decreto Nº 22620 del 4 de noviembre de 1971.

Como queda expresado, el Código Civil en su Sección III del Capítulo XIII, se refiere a
esa institución bajo el nombre de Del Depósito en Almacenes Generales dedicándole cuatro
artículos (Arts. 1268 al 1271). (Escobar, ob. cit. p. 238).

El Banco Central del Paraguay, a través de la Superintendencia de Bancos, en


cumplimiento de las disposiciones del Art. 8º de la Ley 215/70, del Decreto Reglamentario Nº
22620/71, y en uso de las facultades que le confiere el Art. 31 de la Ley Nº 489/95 “Orgánica
del Banco Central del Paraguay”, dicta resoluciones actualizando el capital mínimo integrado,
aprobación de tarifas, etc., y en fin, todo lo concerniente a la autorización y control del
funcionamiento de los Almacenes Generales de Depósito.

4.- Definición
Parafraseando al Prof. Dr. Jorge H. Escobar: “Almacenes Generales son establecimientos
cuyo funcionamiento está autorizado y controlado por el Estado, puestos a disposición del
público, con el objeto de recibir en depósito mercaderías en general, con facultades de expedir
títulos representativos de la mismas destinados a su circulación, o al crédito real mobiliario”
(Ob. cit. p. 238).
El Art. 5º de la Ley Nº 215/70 dispone que los Almacenes Generales tendrán por objeto
la guarda, conservación, administración y custodia por cuenta de terceros de mercaderías o cosas
muebles de origen nacional o extranjero, y la emisión de Certificados de Depósito y Warrant.

5.- Utilidad. Funciones que cumplen

Las exigencias del comercio y de la producción en gran escala que caracterizan nuestra
época, han acentuado la importancia de los Almacenes Generales de Depósito.

Es que la utilidad que prestan, tanto al productor como al comerciante y al público en


general, es muy grande.

¿Cuáles son las funciones que desempeñan?

El Prof. Dr. Jorge H. Escobar (Ob. cit., p. 239/240), sintetiza muy acertadamente las
mismas al mencionar:

a) Fundamentalmente, estos institutos tienen por objeto la guarda y conservación de


mercaderías, en forma organizada, empresarial. Es decir, se constituyen en depositarios
profesionales de ellas.

Como se organizan para prestar estos servicios en forma empresarial, llegan a una alta y
eficiente tecnificación de su actividad, lo que les permite la captación masiva de clientes y
depósitos. Se constituyen, así, en centros permanentes de transacciones.

El depósito en locales seguros y bien organizados favorece la circulación de los bienes,


multiplicando el número de los negocios.

Por otro lado, al constituirse en centros de depósitos, de hecho devienen en centros de


exposición permanente de las mercaderías, lo cual de por sí acelera el ritmo de las transacciones;
el cliente puede comprobar no solo la existencia sino la calidad de los productos.

b) Facilita enormemente el crédito, pues las mercaderías depositadas pueden servir de


garantía de las obligaciones de los depositantes en forma cómoda, evitando la obligación de
entregar materialmente la cosa pignorada, es suficiente el endoso del Warrant (tradición
simbólica).

Esta función de los Almacenes Generales de Depósito tiene una especial importancia: a
la clásica obligación de guarda y conservación (propia de todo depósito) se suma la de hacer
posible un crédito calificado y seguro (crédito real mobiliario). El depositante puede, por esta
vía, hacerse de recursos financieros y concurrir con más tranquilidad en la competencia, o salvar
sus propias necesidades de capital.
Ahora bien, todo título de crédito necesita para su circulación de la credibilidad de los
usuarios, y esta se obtiene en tanto posean las propiedades, de suyo esenciales, de seguridad y
certeza. Ello es así porque a fin de constituir implicada en el warrant no es necesario el
desplazamiento, sustituyéndose la misma por dicho título y diferenciándose de ese modo del
contrato de prenda (de cosas en general o con desplazamiento). (ver Garrigues, Joaquín,
Curso de Derecho Mercantil, p. 339).

Dicha seguridad real, por otra parte, sirve de estímulo al crédito permitiendo la reducción
de la tasa de interés. (Lafaille, Héctor, Tratado de los Derechos Reales. T. II, Nº 1611, p. 7).

c) Constituyen medios o instrumentos para hacer frente a los desniveles de precio, en


épocas de cosecha, producción o abundancia, pues el depósito y almacenamiento seguro de los
productos permiten esperar el momento oportuno de la venta.

Resulta así que, como lo señala Argaña, contribuyen a regularizar los precios en el
mercado.

Si no fuese por la mediación de los Almacenes Generales de Depósito, los fabricantes,


industriales y productores se verían muchas veces obligados a enajenar sus productos a precios
bajos, en los períodos de cosechas generales o de abundancia de los productos.

e) Economía. Los Almacenes Generales cumplen, en mejores condiciones y en formas


más eficientes que los depositarios particulares, las funciones que acabamos de ver, porque al
organizarse especialmente y en forma empresarial para el depósito, pueden obtener locales más
seguros y aptos, y contratar personal especializado que realizan con mayor rapidez y eficiencia
las operaciones correspondientes.

Su mecanismo operativo, técnicamente planificado, obtiene un expeditivo manipuleo,


carga y descarga y control de las mercaderías.

Amén de ellos el Estado, interesado en promover su desarrollo y desenvolvimiento, les


concede tratamientos fiscales e impositivos muy especiales. (Gierke, Derecho Comercial y de
la Navegación II, p. 201)

Todo ello se traduce en economía en los gastos del servicio, y en la considerable


disminución de las primas de seguro, porque, como lo señala Vivante, el gran número de los
riesgos siempre renovados y continuos, así como la vigilancia de la empresa, que no tiene
ningún interés en provocar el siniestro, inducen a las compañías aseguradoras a rebajar sus
tarifas. (Tratado de Derecho Comercial).

El autor chileno Eduardo Sfeir Sfeir sostiene que además del esencial propósito de la
obtención de créditos sobre stocks y su fraccionamiento en la medida de los requerimientos del
consumo o de las conveniencias de los mercados internos e internacionales, también se recurre a
estas empresas con las siguientes finalidades: a) reducción del espacio de almacenamiento; b)
reducción del costo general de producción en general mediante su agilización o regulándola a
ritmo económicamente adecuado; c) regular, descentralizar y facilitar la distribución; d)
racionalizar la disponibilidad para la venta o exportación. (Almacenes Generales de Depósito.
Warrants. Editora Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1982, p. 73 a 79).

Como podrá observarse, son múltiples las utilidades que aportan los Almacenes
Generales de Depósito, actuando como elemento dinamizador de la economía y del fomento de
la circulación de la riqueza real mobiliaria.

6.- Naturaleza jurídica

Los Almacenes Generales son empresas que tienen por objeto la guarda, conservación,
administración y control; debe hacerse en forma organizada, empresarial; el contrato que se
celebra con ellos, el depositante y el dueño o administrador del almacén es un contrato de
depósito. El depósito en los Almacenes Generales de Depósito es siempre comercial. (Escobar,
Ob. cit., p. 240). Su carácter comercial deriva de que la Ley 1034 califica el depósito como un
acto de comercio, tal actividad ejercida profesionalmente es considerada comercial (Art. 71, inc.
g).

7.- Objeto. Facultades

De acuerdo a los términos del Art. 5º de la Ley Nº 215/70, los Almacenes Generales
tendrán por objeto:

1º) La guarda, conservación, administración y control por cuenta de terceros, de


mercaderías o cosa mueble de origen nacional o extranjero.
2º) La emisión de Certificados y Warrants.

8.- Forma de constitución

Por disposición expresa del Art. 3º de la misma ley, los Almacenes Generales deberán
constituirse bajo forma de Sociedades Anónimas.

Compartimos plenamente la opinión del Prof. Jorge H. Escobar, quien cree acertado este
criterio, pues dada la importancia del instituto hubiera sido imperdonable no asegurar su
continuidad jurídica, razón de ser de la disposición.

Gravísimas pueden ser las situaciones que podrían crearse en el caso en que este – y
otros institutos de análogas proyecciones sociales – pertenecieran a personas físicas: el
fallecimiento o incapacidad sobreviniente del dueño podrá paralizar el establecimiento, con sus
consiguientes graves perjuicios para los operantes y el equilibrio de miles de negocios.

Si las empresas se proponen operar con productos agropecuarios, recurrirán al


Ministerio de Agricultura y Ganadería y si tienen por objeto operar con otros géneros de
productos, lo harán al Ministerio de Industria y Comercio.

9.- Capital

El capital mínimo integrado de los Almacenes Generales al tiempo de la constitución, y


para el funcionamiento es de 2.447 millones de guaraníes al 31 de diciembre de 2007, de
conformidad a la última resolución sobre la materia dictada por la Superintendencia de Bancos,
repartición debidamente facultada por el Art. 6º de la Ley Nº 215, la que podrá exigir aumento
de dicho capital mínimo cuando lo considere procedente. El 60%, por lo menos, deberá estar
invertido en inmuebles, muebles y útiles, maquinarias y equipos destinados al uso de los
almacenes. Como puede observarse, el capital mínimo integrado de los Almacenes Generales ha
sufrido un incremento considerable desde la promulgación de la Ley Nº 215 del año 1970,
cuando se estableció como el capital mínimo integrado el importe de Guaraníes diez millones.

10.- Inspección y fiscalización

Los Almacenes Generales desempeñan funciones de extraordinaria importancia,


similares a los de un servicio público. Esta es la razón por la cual están sometidos a la
inspección y fiscalización de la Superintendencia de Bancos, que dictan los reglamentos de los
Almacenes Generales y genéricamente, controla el movimiento de existencia de mercaderías.

Sin perjuicio de dictaminar sobre el cumplimiento de las exigencias legales, cuando se


solicita la aprobación de sus estatutos, la Superintendencia de Bancos tiene estas
importantísimas atribuciones sobre los Almacenes Generales de Depósito:

 Aprobar tarifas establecidas;


 Establecer sus sistemas de contabilidad y de estadísticas;
 Facultarles a habilitar sucursales o agencias;
 Establecer requisitos para el manipuleo de las mercaderías de terceros y el manipuleo
y control de productos en proceso de transformación (Arts. 7º y 8º).
La Resolución SB. SG. 488/97, dictada por la Superintendencia de Bancos, dispone que
la tarifa establecida por los Almacenes Generales de Depósito para la emisión de warrant no será
superior al 1,5% mensual. La tarifa establecida por los Almacenes Generales de Depósito, para
el almacenamiento de las mercaderías en depósito será hasta el 2% mensual. Las tarifas de los
demás servicios estarán sujetos a la oferta y la demanda, siempre y cuando no contradiga lo
dispuesto en la Ley 215/70 y sus reglamentaciones. Las tarifas de los Almacenes Generales de
Depósito serán percibidas por mes calendario o fracción de mes. Los intereses a percibir por los
Almacenes Generales de Depósito estarán conforme a lo dispuesto en el Art. 44 de la Ley
489/95 “Orgánica del Banco Central del Paraguay”. (modificada por la Ley 2339/2003)

A su vez, como ya se dijera, actúan también como organismos fiscalizadores del Estado,
los Ministerios de Agricultura y Ganadería y/o de Industria y Comercio, para dictaminar sobre la
adecuación de las instalaciones para autorizar su funcionamiento, las cuales se circunscribirán al
aspecto técnico de las mismas así como de desempeñar idénticas funciones de vigilancia en el
actuar de las mismas. (Art. 2º del Decreto Reglamentario 22620/71).

11.- Derechos y obligaciones

La Ley 215170, que venimos examinando reconoce a los Almacenes Generales los
siguientes derechos:
- Derecho a una retribución (conforme a las tarifas aprobadas por la Superintendencia de
Bancos) (Ver Res. SB. SG. 488/97)
- Derecho de retención.
- Derecho de preferencia a otros acreedores (Privilegio).
El privilegio y el derecho de retención comprenden, también, los gastos y desembolsos
hechos a favor de las mercaderías depositadas, tales como el manipuleo, la entrada, salida,
seguros, impuestos, embalajes, transportes, jornales extras y los gastos efectuados para
salvaguardar o reacondicionar mercaderías que corren peligro de deterioro por su naturaleza.
Además, los pagos directos realizados por los mismos por cuenta y orden de sus clientes (Ver
Art. 10 , última parte, Ley 215/70).

Podrán retener (negarse a entregar) las mercaderías depositadas en tanto no se les abone
la retribución a que tienen derecho. (Art. 10, 1ª. parte)

El derecho de retención se halla legislado en el Libro Tercero, Título VII del Código
Civil. En efecto, el Art. 1826, 1ª. parte, establece: “El obligado a restituir una cosa podrá
retenerla cuando le correspondiese un crédito exigible en virtud de gastos efectuados en
ella, o con motivo de daños causados por dicha cosa”.

El derecho de retención se comprende que exista doquiera se hallen reunidos estos tres
clásicos requisitos: la posesión o tenencia de la cosa de otro por un tercero; obligación por parte
del propietario respecto del poseedor o tenedor; conexión entre la cosa retenida y el crédito del
que la retiene. (Luis De Gáperi, Tratado de las Obligaciones, Tomo III, Editorial Desalma
Bs. As. p. 373).

Por otra parte, el Art. 1832 del mismo cuerpo legal establece: “Los privilegios no podrán
hacerse efectivos sobre las cosas muebles, en perjuicio del derecho de retención”.

Privilegio especial sobre mercaderías almacenadas en su depósito. Los Almacenes tienen


derecho de preferencias a otros acreedores para cobrar sus respectivos créditos. (Arts. 10, 1ª.
Parte; 47, Ley 215/70).

Las tarifas establecidas por las empresas de Almacenes Generales de Depósito y


aprobadas por la Superintendencia de Bancos, serán las máximas que tales empresas cobrarán
por sus servicios conforme a los contratos que celebren con sus clientes. Cualquier modificación
será materia de acuerdo especial. (Ver Art. 4º del Decreto 22620/71).

12.- Derechos y facultades

Dada la naturaleza de las funciones que ejercen los Almacenes Generales de Depósito, y
atendiendo, sobre todo, a las exigencias de su tráfico, la ley les faculta:

A solventar por cuenta y orden de sus clientes los gastos que ocasionaren en concepto de
transportes, seguros, empaques, limpieza y manipuleo y desecación de las mercaderías
depositadas, gastos que, en ningún caso podrá sobrepasar del 20% del importe de las
mercaderías (Art. 12).

A gestionar por cuenta y orden de sus clientes créditos sobre mercaderías en depósito
(Art. 12). Esta función facultativa es de muchísima importancia, pues tiende a desarrollar el
crédito de los depositantes.
13.- Obligaciones y responsabilidades

1) Diligencia especial en la guarda. La ley obliga a los directores, gerentes, apoderados


y administradores de los Almacenes Generales de Depósito a observar la buen fe y poner en la
guarda de la cosa depositada la misma diligencia que en la custodia de la cosa propia, de modo a
preservarla de todo abuso de confianza o de fuerzas naturales (Art. 13). Concuerda con el Art.
1250, inc. a) del Código Civil.

Según Borda, la responsabilidad del depositario que percibe remuneración, es más


rigurosa que la responsabilidad del depositario cuyo servicio es gratuito, entendiéndose que el
primero debe responder de toda culpa apreciada con criterio objetivo. (Guillermo A. Borda,
Tratado de Derecho Civil Argentino, Tomo II, Editorial Abeledo-Perrot, Bs. As. 1974, p.
648).

Con relación a la guarda, la jurisprudencia de los tribunales ordinarios argentinos es


pacífica. Se sostiene que las Empresas de Depósitos (almacenista), son solo responsables del
cuidado ordinario de la especie y la falta de este cuidado ordinario debe ser probada por el
demandante sobre el que recae el peso de la prueba, a menos que el almacenista esté en mora de
restituir. El almacenista puede excepcionarse probando algunas de las causas que lo eximen de
responsabilidad, fuerza mayor, caso fortuito, a menos que el accionante pruebe que la
negligencia del almacenista fue un factor determinante de la pédida (Frávega - Piendibene, ob.
cit., pág. 100).

2) Conservación, custodia y restitución. Los propietarios de Almacenes Generales son


responsables de la conservación, custodia y restitución de las mercaderías depositadas a menos
que prueben que la pérdida, disminución o avería provinieren de caso fortuito, de la naturaleza
de las mercaderías, o bien de vicios de ellas o del embalaje (Art. 1268 del Código Civil).

Así mismo, los Almacenes Generales de Depósito no serán responsables por el lucro
cesante que ocasionare la perdida, daño, merma o averías de las mercaderías, quedando limitada
su obligación a restituir especies iguales, cuando fuere el caso, en igual cantidad y calidad a las
depositadas, o si lo prefieren los Almacenes, el valor por el cual dichas especies se hubieren
registrado en su contabilidad (Art. 14 Ley 215).

Sin embargo, por acuerdo especial y mediante tasa convenida, los Almacenes Generales
pueden tomar a su cargo la indemnización de los perjuicios ocasionados a las mercaderías por
averías, vicios intrínsecos, falta de acondicionamiento y aun por los casos de fuerza mayor (Art.
21).

En su carácter de depositarios los Almacenes Generales de Depósito están obligados a la


restitución al depositante de la misma cosa, con sus accesorios y frutos, cuando le fuere pedida
(Art. 1250, inc. d) Código Civil).

¿Debe el depositante probar que es propietario de las mercaderías depositadas?


El depositante no está obligado a probar que es dueño de las mercaderías depositadas que
entrega en depósito. Es aplicable la sabia disposición del Art. 1253 del Código Civil, que
dispone que el depositario no puede exigir que el depositante pruebe que la cosa es suya.

¿Pues cómo se las arreglará el almacén para cerciorarse que el depositante es el


verdadero propietario?

Admitir lo contrario quitaría abiertamente – lo señala Vivante – las posibilidades de


ejercer esa industria, con gran daño de todos. (Vivante, Caesare. Tratado de Derecho
Comercial, T.15, p.299).
.
Nuestro codificador Luis De Gásperi en su apostilla nos dice: “El que ha dado la cosa en
depósito, enseña Pothier, no tiene necesidad de probar que él es el propietario de ella. Basta que
el haya sido quien la dio en depósito para que la cosa le sea restituida y si quiera no sea suya, y
aun cuando la hubiera robado”.

En cuanto al pedido de restitución, según Guillermo A. Borda, el depositante no tiene


necesidad de justificar su derecho de propiedad sobre la cosa para exigir su devolución, porque
su acción de restitución no surge del dominio sino del contrato. (Manual de Contratos,
Decimoquinta Edición Actualizada, Editorial Perrot, pp. 785/786).

3) Obligación del seguro. El Art. 15, Ley 215 con todo acierto impone a los Almacenes
Generales de Depósito la obligación de asegurar los productos recibidos contra riesgos propios
de cada tipo de mercadería depositada.
El monto del seguro – dispone el citado artículo – será el valor declarado por el
depositante o estimado de oficio por los Almacenes Generales, debiendo ser igual al que figura
en el Certificado de Depósito y Warrants.

4) Aviso. Gastos urgentes. Están obligados los Almacenes Generales de Depósito a dar
aviso al depositante de las medidas y gastos extraordinarios necesarios para la conservación de
la cosa depositada, y a realizar los gastos urgentes requeridos por ella, los cuales serán por
cuenta del depositante (Art. 17).
El incumplimiento de esta obligación (aviso y realización de gastos urgentes) acarrea la
responsabilidad de las pérdidas e intereses que la omisión causare al depositante.

5) Tenencia de libros. Los Almacenes Generales de Depósitos, además de los libros


exigidos a todo comerciante, deberán llevar un libro de entradas y salidas, en el cual se deberán
asentar por riguroso orden numerado y cronológico de día, mes y año todos los efectos que
recibieren, expresando con claridad la calidad de los mismos, los nombres de los depositantes
con las marcas, números que tuviere y anotar su salida (Art. 18).

6) Exhibición y retiro de muestras. La ley que analizamos establece la obligación, por


orden de los depositantes, de exhibir a los compradores las mercaderías o productos
almacenados en sus depósitos (Art. 19, Ley 215 y el Art. 1269 del Código Civil).

14.- Limitación contractual de las obligaciones y responsabilidades


No cabe limitar por convenio las obligaciones y responsabilidades de los Almacenes
Generales de Depósito. Así lo dispone el Art. 20, Ley 215, al establecer que son nulas todas las
cláusulas que disminuyen o restrinjan las obligaciones y responsabilidades impuestas por la ley.

Como puede observarse, se trata de normas de orden público que escapan, por lo tanto, al
principio de la autonomía de la voluntad.

15.- Los recibos

Ínterin se expide el Certificado, el depositante es el titular único de las mercaderías que


entregó en depósito, circunstancia que se prueba con el recibo; este documento no es título
representativo de las mercaderías. Es solamente una prueba del contrato de depósito. Según el
Art. 1271 del Código Civil, este recibo contendrá: a) Lugar y fecha de depósito; b) nombre y
apellido o la razón social, y domicilio del depositante; c) naturaleza y cantidad de las cosas
depositadas y demás datos para individualizarlas; y d) si por las mercaderías se ha pagado
impuestos aduaneros y adicionales, y si ellas se hallan aseguradas.

Su naturaleza jurídica es, pues, totalmente diferente de los Certificados y Warrant.

Los recibos son expedidos, puesto que la práctica demuestra que entre la recepción de los
bienes y la emisión de los títulos (certificado de depósito y warrant) no existe solución de
continuidad en la secuencia operativa; por tanto, es necesario algún lapso, entre dichas
operaciones, impuesto por la naturaleza de los productos o mercaderías a ser almacenados. Ello
hacer surgir la necesidad de emitir como recaudo mínimo un recibo provisorio, el cual, por
supuesto , no podrá contar con ninguno de los atributos que la ley asigna a los títulos de créditos
desde que no constituirán tales, teniendo por función solo el ser canjeados. (Rubén Segal. Ob.
cit. pág. 70).

16.- Título emitidos

Certificado y Warrant: Los Almacenes Generales de Depósito emitirán a pedido de los


interesados, conjunta o separadamente, dos títulos denominados: a) Certificado de depósito; y b)
Warrant.

El Certificado de depósito es un título representativo de las mercaderías depositadas,


título cuya posesión de acuerdo con la ley de circulación de los títulos a la orden, acredita o
prueba la propiedad de las mismas.

Este título es emitido por las casas de depósito, a pedido de los interesados, con el
Warrant, documento este cuyo endoso confiere un derecho real de prenda sobre las
mercaderías depositadas.

Es decir que el Certificado acredita la propiedad de las mercaderías y el Warrant


(endosado) la garantía real sobre ella.

Como acertadamente lo señala Carlos Gilberto Villegas, debe quedar claro, pues, que la
función que cumple cada uno de esos documentos es bien diferenciada. El certificado sirve para
acreditar “la propiedad” de las mercaderías depositadas y su endoso sirve , como consecuencia,
para transmitir a otra persona esa propiedad.

El warrant , en cambio, sirve para ser utilizado en forma separada del certificado, de
modo a posibilitar que el depositante pueda negociarlo, obteniendo un préstamo con la garantía
de las mercaderías depositadas, es decir, el warrant confiere a su tenedor un derecho de crédito
con la garantía mencionada; esto es, un derecho prendario. Se trata, en consecuencia, de una
garantía real que goza de los atributos de la “persecución” y la “preferencia” de que están
dotadas las garantías reales. (Villegas, ob. cit. pp.228/229).

Estos títulos serán extendidos siempre a la orden del depositante y en formularios que
expresarán:
a ) Número de orden;
b )Denominación de la empresa de Almacenes Generales de Depósito y su sede;
c )El nombre y domicilio del depositante, o de representante autorizado;
d )El lugar y plazo del depósito;
e ) La clase de mercadería, su peso, cantidad, calidad, así como los números y marcas de los
bultos;
f )La indicación del asegurador de las mercaderías, su domicilio y el valor del seguro;
g ) El valor de la mercadería almacenada; y
h ) La fecha de la emisión de los títulos y la firma de los directores y apoderados legales de la
empresa.

Los títulos mencionados serán extraídos de un talonario, en el cual se anotarán todas las
indicaciones mencionadas y el número de orden correspondiente (Art. 25, Ley 215).
Las empresas son responsables ante terceros de la exactitud de los datos consignados en
los títulos, relativos a cantidad, naturaleza y peso de las mercaderías.

17.- Inembargabilidad de las mercaderías

Una vez emitidos el Certificado de Depósito y el Warrant, la mercadería depositada no


podrá sufrir embargo, empeño, secuestro o cualquier otro gravamen que trabe su libre y plena
disposición salvo cuando ocurriere extravío de uno de los documentos. (Art. 28, Ley 215).

No obstante, sí puede ser embargado el Certificado de Depósito, de conformidad con las


previsiones del Art. 1512 del Código Civil que expresa: “ El embargo, el comiso, la prenda o
cualquier otra restricción sobre el derecho mencionado en un título de crédito o sobre las
mercaderías representadas por él, no producirán efecto si no se llevan a cabo sobre el título”

18.- Transmisión de los títulos. Circulación y endoso

El endoso en blanco del Certificado produce la transmisión de la propiedad de las


mercaderías en depósito, con los gravámenes que tuvieren en caso de existir Warrant endosado
por ser un título representado de las mercaderías depositadas.

El endoso en blanco del Certificado produce la transmisión de la propiedad de las


mercaderías en depósito y constituye solo un instrumento que garantiza el crédito otorgado
sobre las mismas (Art. 30).
El primer endoso del Warrant deberá contener la fecha, nombre, domicilio y firma del
endosante y endosatorio, cantidad prestada, fecha de vencimiento, lugar de pago y la tasa de
interés y comisiones. Los mismos datos serán anotados al dorso del Certificado de Depósito con
la firma del acreedor (Art. 31).

El primer endoso del Warrant para su validez deberá ser registrado en los libros de
Registro del Almacén emisor (Art. 32).

19.- Derechos del adquirente del Certificado o tenedor del Warrant

Todo adquirente de un Certificado de Depósito o tenedor de Warrant tendrá derecho a


examinar los efectos depositados y detallados en dichos documentos, pudiendo retirar muestras
de los mismos si se prestan a ello por su naturaleza, en la proporción y forma que determinan los
reglamentos respectivos. (Art. 34).

Así mismo, el propietario de un Certificado de Depósito con Warrant podrá pedir que en
el depósito se consignen los bultos o lotes separados y que por cada lote se den nuevos
certificados con los Warrant respectivos, en sustitución de aquellos, que sean anulados. (Art.
36).

Finalmente, el Art. 37 de la Ley 215/70 dispone: “El propietario del Certificado de


Depósito, separado del Warrant respectivo negociado, podrá antes del vencimiento del crédito
pagar el importe del Warrant. Si el acreedor de este no fuere conocido o siéndolo, no estuviere
de acuerdo con el deudor sobre las condiciones en que tendrá lugar la anticipación de pago, el
dueño del Certificado podrá consignar en los Almacenes Generales de Depósito la suma
adeudada y los intereses y comisiones hasta el día del vencimiento de la obligación y las
mercaderías depositadas serán entregadas previo pago de almacenaje y otros gastos que se
adeudaren. Por la suma consignada, los Almacenes Generales pasarán el correspondiente recibo,
y se avisará inmediatamente por carta certificada al primer endosante del Warrant”.

20.- Responsabilidad de los que firmaren o endosaren Certificados o Warrants

Los que firmaren o endosaren un Certificado o Warrant serán solidariamente


responsables de las obligaciones derivadas del mismo, excepto los representantes de los
Almacenes Generales de Depósito (Art. 38).

Se trata de títulos de crédito de los que surge la responsabilidad de todos los que
hubieren intervenido en su circulación. (Escobar, ob. cit. P. 247).

21.- Plazo de validez del Warrant y su renovación

Los efectos legales del Warrant tienen un plazo de seis meses a partir de la fecha de su
emisión, siendo su renovación potestativa de las partes (Art. 40).
22.- Abandono

Transcurrido el plazo de seis meses sin que se haya solicitado la prórroga, las
mercaderías se considerarán abandonadas, y en tal virtud, los Almacenes de Depósitos, previa
notificación dentro del segundo día a los depositantes, al deudor, a los endosantes y acreedores
del Warrant, por carta certificada con aviso de retorno, podrán iniciar los trámites para la venta
en subasta de las mercaderías abandonadas (Art. 41).

23. Venta en remate de las mercaderías depositadas

Si dentro de los treinta días de la fecha de notificación no se presentare el depositante a


renovar el depósito o el acreedor del Warrant no iniciare las gestiones para la venta de las
mercaderías depositadas, los Almacenes Generales podrán pedir a la Superintendencia de
Bancos, acompañado del testimonio de notificación, que autorice la venta de las mercaderías en
pública subasta, conforme a las formalidades establecidas en la segunda parte del Art. 46.

24.- Pérdida o destrucción del Certificado o Warrant

El dueño de un Certificado o acreedor de un Warrant en caso de pérdida o destrucción de


tales documentos, dará aviso inmediatamente a la empresa emisora para que bajo la
responsabilidad del mismo, no se entreguen las mercaderías cubiertas con los citados
documentos antes de las 48 horas, lapso dentro del cual deberá obtener una orden de la autoridad
judicial, justificando ante él sus derechos y dando fianza, para que los Almacenes Generales le
otorguen un duplicado del Certificado de Depósito o Warrant. Si a los seis meses de otorgado el
duplicado no se hubiere formulado ninguna reclamación, presentado el Warrant o Certificado de
Depósito, la fianza será cancelada.
Si se hubiere deducido reclamación en base a los documentos mencionados, deberá
judicialmente ser declarado el derecho (Art. 43).

25.- Protesto intimación de pago realizada por escritura pública del Warrant y venta de
las mercaderías

1. No pagada la deuda garantizada con el Warrant ni consignado su importe en los


Almacenes Generales de Depósito, el portador lo hará protestar dentro del plazo legal con las
formalidades establecidas para la letra de cambio (Art. 45).
2. El portador del Warrant protestado, podrá pedir después de transcurrido diez días del
protesto la venta en público remate de las mercaderías afectadas. Este pedido se hará ante el
Superintendente de Bancos, acompañando el testimonio de protesto y una constancia del
Almacén de no haberse efectuado la consignación del valor de la deuda.
3. El Superintendente verificará la autenticidad de los documentos presentados dentro de
las 48 horas y ordenará el remate en pública subasta de las mercaderías señalando el día para la
venta, el martillero que debe practicarlo y la publicación del remate en dos diarios de mayor
circulación de la localidad, por el término de cinco días; según lo establece el Art. 46.
4. El producto del remate será depositado en una cuenta especial del Banco Central del
Paraguay a la orden de la Superintendencia de Bancos, la que pagará a más tardar dentro de los
tres días hábiles los créditos en el orden de privilegio siguiente; a) créditos de los Almacenes
Generales de Depósitos; b) impuestos fiscales que graven las mercaderías; c) comisión y gastos
del rematador; d) capital e intereses al portador del Warrant y otro privilegio especial
establecido por las leyes. El saldo, si hubiere, se entregará al portador del Certificado de
Depósito respectivo (Art. 47).

El Art. 12 del Decreto Reglamentario 22620 establece que la base para la subasta en los
casos previstos en la Ley será las tres cuartas partes del valor consignado en el Certificado de
Depósito o Warrant. En caso de no presentarse interesados en el día y hora fijados y previo
cumplimiento de las formalidades de publicidad y aviso a los interesados, se celebrará una
nueva subasta, sin base de venta.

26.- Derechos del portador del Warrant no protestado

El portador del Warrant no protestado en su oportunidad, tendrá el mismo derecho del


que lo ha protestado, con la excepción de que deberá esperar veinte días después del
vencimiento para pedir a la Superintendencia de Bancos la venta en público remate de las
mercaderías afectadas y el Superintendente lo concederá dentro de ocho días previa verificación
de la autenticidad del documento (Art. 48).

27.- Acreedores no pagados

Los acreedores que no quedaren íntegramente pagados por insuficiencia del producto del
remate o por la indemnización del seguro en caso de siniestro, tendrán acción para cobrar el
saldo contra los bienes de los endosantes solidarios, haya sido protestado o no el Warrant a su
vencimiento (Art. 49).

28.- Suspensión de la venta

La venta de mercaderías por falta de pago del Warrant no podrá suspenderse por quiebra
o muerte del deudor, ni por otra causa que no sea orden escrita del Juez competente dictada
previa consignación del valor del Warrant, sus intereses y comisiones (Art. 50).

29.- Prohibiciones impuestas a los Almacenes Generales

La Ley 215 contempla en el Capítulo VI las siguientes prohibiciones a los Almacenes


Generales:

a) No podrán efectuar por cuenta propia operaciones de compra-venta de mercaderías de la


misma naturaleza de aquellas a que se refieren los Certificados de depósito o el Warant que
emitan.

b) No podrán depositar en un mismo local o en locales contiguos mercaderías susceptibles


de alterarse recíprocamente.

c) No podrán establecer preferencia entre sus depositantes ni rechazar el depósito, salvo


cuando las mercaderías que se desean almacenar se encontraren en condiciones que puedan
dañar las ya depositadas, o no hubiere espacio para su ubicación.

d) No podrán ser avalistas ni constituirse en fiadores o garantes a favor de terceros.


30.- Sanciones

La Ley 215 contiene las sanciones impuestas a los Directores, Gerentes, Apoderados y
Administradores de Almacenes Generales:

Serán penados con penitenciaría de dos a seis años, los Directores, Gerentes, Apoderados
y Administradores de Almacenes Generales que emitieren Certificado de Depósito o de Warrant
sin que existan en depósito las mercaderías o géneros en ellos especificados o que emitieren más
de un Certificado de Depósito o Warrant sobre las mismas mercaderías o géneros, salvo en los
casos de expedición de documentos sobre bultos o lotes separados o el de pérdida o destrucción
del Certificado o Warrant (Art. 57).

Se aplicará la pena de dos a cuatro años de penitenciaría a los Directores, Gerentes,


Apoderados y Administradores que dieren otro destino a la totalidad o parte de las mercaderías,
defraudaren o sustituyeren por otras las mercaderías confiadas su custodia (Art. 58).

Los Directores, Gerentes, Apoderados y Administradores de almacenes generales de


depósito, que no entregaren en el debido tiempo a quien tenga derecho el importe de las
consignaciones de que trata el Art. 37, serán penados con penitenciaría de uno a dos años (Art.
59).

Serán penados con penitenciaría de uno a dos años los Directores, Gerentes, Apoderados
y Administradores que abandonaren o permitieren el abandono de las cosas amparadas con un
Certificado de Depósito o el de un Warrant, con perjuicio del dueño o acreedor (Art. 60).

En cuanto al depositario que enajenare, ocultare, o gravare como propias, mercaderías


depositadas, será penado con penitenciaría de dos a seis años (Art. 61).

La inobservancia de no efectuar por cuenta propia operaciones de compra-venta de


mercaderías de la misma naturaleza que aquellas a que se refieren los Certificados o Warrant
que se emitan, trae aparejada como sanción, el retiro de la autorización para continuar
funcionando como empresa emisora de Warrant. La sanción será aplicada por la
Superintendencia de Bancos. Las empresas podrán obtener su rehabilitación al año de haber sido
penadas (Art. 62).

En todos los casos responderán además por los daños y perjuicios causados a los dueños
de mercaderías y acreedores de los depositantes (Art. 63).

31.- Carácter de orden de público.

La Ley 215/70 consagra en el Art. 64, que las disposiciones que consagran los artículos
57, 58, 59, 60 y 61 de esta ley, son de orden público y, en consecuencia, no pueden dejárselas
sin efecto por convenio de partes.
32.- Consideraciones finales

Dada la importancia del instituto que nos ocupa, considerando la movilización de la


riqueza real mobiliaria, sería conveniente que el Poder Legislativo proceda a la actualización de
varias disposiciones de las leyes que rigen la materia, y con especialidad, otorgar un marco legal
adecuado a nuestra realidad al warrant ganadero, de tal suerte que con la implementación e
incorporación de este importante rubro de producción nacional al régimen de los Almacenes
Generales de Depósito, se pueda paliar en gran medida la escasez de fuentes de trabajo, y con
ello también se pueda contribuir al crecimiento del producto interno bruto de la Nación.
CAPÍTULO XI

BOLSAS DE VALORES Y DE PRODUCTOS


Y
MERCADO DE CAPITALES

SUMARIO: 1.- Ideas generales del mercado financiero y las bolsas de valores y de
productos. 2.- Antecedentes históricos de las bolsas de productos y de valores. 3.- Bolsas
de comercio y de valores en el paraguay. 4.- La necesidad de diferenciar entre bolsas de
valores y de comercio o productos. 5.- Leyes que rigen las bolsas y el mercado de
capitales. 6.- Comisión nacional de valores. 7.- Función económica de las bolsas de
productos. 8.- Tipo de sociedad que asume la bolsa de productos. 9.- Función económica
de las bolsas de productos. 10.- Importancia de las bolsas de productos. 11.- Intervención
de la autoridad en la constitución y funcionamiento de la bolsa de productos. 12.- Sistema
consagrado por nuestra legislación. 13.- Operaciones que pueden realizarse. 14.-
Operaciones prohibidas. 15.- Formas de contratación y de pago. 16.- Cotización de bolsa.
Inadmisibilidad de los incapaces y prohibición de cotizar títulos legales. 17.- Estructura
de la bolsa de productos. 18.- Función económica de las bolsas de valores. 19.-
Importancia de las bolsas de valores. 20.- Sistema consagrado por nuestra legislación.
21.- Tipo de sociedad que asume la bolsa de valores. 22.- Cotización de bolsa. Prohibición
e cotizar títulos ilegales. 23.- Breve referencia a los títulos valores emitidos en serie. 24.-
Negociación de los títulos valores a través de la bolsa de valores. 25.- Autoridad de
control del mercado de valores. 26.- Las bolsas de valores. 27.- Las casas de bolsas de
valores. 28.- Agentes de bolsa o intermediarios colocadores. 29.- Las ruedas de bolsas.
30.- ¿Cuáles títulos valores son objeto de oferta pública en la bolsa de valores? 31.- ¿Que
sociedades pueden emitir títulos valores destinados a la oferta pública? 32.- Sociedades
emisoras y las de capital abierto y la bolsa de valores. 33.- Mercados de valores primarios
y secundarios. 34.- ¿Cuáles son las reglas circulatorias de los títulos valores por oferta
pública? 35.- Circulación de los títulos valores. 36.- Naturaleza jurídica diversa de los
títulos valores en relación a los títulos de crédito. 37.- Circulación de los títulos valores.
38.- La securitización o titulación y su incidencia en el mercado de valores. 39.- La
sociedad calificadora de riesgo y su función en el mercado de valores.

PRIMERA PARTE
1- IDEAS GENERALES DEL MERCADO FINANCIERO Y LAS BOLSAS DE
VALORES Y DE PRODUCTOS
En el mercado, como conjunto de factores económicos que hacen a la economía del país,
concurren por una lado la producción dada como el intercambio de bienes y servicios o la
producción de bienes, y que las denominamos sistema productivo (industrial, agrícola, etc.);
pero, por el otro, está el mercado financiero que concurre como factor que ayuda a formar el
capital del sistema productivo. El sistema financiero ayuda a financiar o crear el soporte de
dinero para el sistema productivo dado que lo requiere para su realización y este se conforma
de dos maneras: por un lado, por el mercado de crédito, que es el mercado dinerario y que
sirve para los créditos de corto plazo y, por el otro, el mercado de capitales que está formado
por el mercado de valores.
Entonces, la composición de ese mercado financiero está dada por el dinero como crédito a
corto plazo, que se canalizan por los bancos y las financieras, operando por dinero en efectivo
y los títulos de crédito de negociación individual. Este último a su vez se mueve e interesa a los
inversores particulares por su fácil circulación y produce nueva financiación que retroalimenta
el sistema. Tanto las financieras como los bancos se nutren de los ahorros y de la emisión de
títulos y con ellos forma el ciclo del mercado de crédito.
Sin embargo, en lo que a nosotros nos interesa, el mercado financiero también está compuesto
por el mercado de capital, que es el que lo nutre con crédito de mediano y largo plazos y opera
a través de las bolsas de valores que activan en el mercado de valores, por el cual se realiza las
inversiones en valores por oferta pública. También conforma el mercado financiero la bolsas de
productos que con la generación de compra a futuro es poderoso factor de activación
económica. La otra vertiente del mercado de capitales se conforma con los fondos
patrimoniales de inversión, los fideicomisos y las titulaciones.
Lo importante es entender que las bolsas de valores y bolsas de productos de comercio
conforman el mercado de capitales y son las que proveen la financiación a los medios
productivos. La ventaja del mercado de valores es el bajo costo de la financiación. Son más
bajos que el sistema bancario y tiene ventajas fiscales. Básicamente el sistema de mercado de
valores consiste en la emisión de títulos que se venden por oferta pública en la bolsa de
valores. El atractivo para la adquisición de los títulos valores como inversión son las rentas que
producen, que en el caso de algunos como los bonos del Banco Central seducen por la
seguridad de esas rentas, pero en lo que importa la venta de acciones de las SAECA que
ayudan a sustentar financieramente los emprendimientos económicos.
Las rentas de los títulos valores pueden ser fijas, cuando tiene señalado un porcentaje
preestablecido de intereses fijos o de rentas variables, como aquellas acciones de sociedades
anónimas que participan de las ganancias o de las pérdidas.

2-ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS BOLSAS DE PRODUCTOS Y DE


VALORES
Desde muy antiguo los comerciantes sintieron la necesidad de celebrar reuniones periódicas
para establecer relaciones continuas y reglas ciertas a los efectos de facilitar el
desenvolvimiento de sus transacciones. En las ciudades antiguas los comerciantes se reunían en
los llamados mercados. En Roma, tales reuniones eran frecuentes y tenían un local constituido
ex profeso (collegium mercatorum). Lo que más contribuyó al florecimiento de las ferias
fueron las festividades religiosas. En la Edad Media es donde con mayor apogeo surgieron
dichas ferias; también podemos citar como circunstancias que la impulsaron el comercio con el
Oriente y el descubrimiento de América, como así también los avances tecnológicos. Estas
reuniones de comerciantes formaban las ferias o mercados, pero para las llamadas bolsas, Jorge
H. Escobar nos señala como antecedentes, además de las de Brujas y las de Amberes, a las
Lonjas españolas. Estas fueron los antecedentes de las bolsas de valores.
Las ferias fueron precursoras de las bolsas de productos, que como dijimos, son diferentes a la
bolsa de valores, pero en sus orígenes y hasta hace muy poco aún se confundían. No existen
dudas de que las ferias o mercados fueron los primeros pasos de las bolsas de productos, dado
que ahora solo mejoraron en la sofisticación de su estructura jurídica, pero sigue siendo un
lugar o recinto donde concurren para intercambiar bienes en oferta pública. Las bolsas de
mercancía o productos o de comercio sirvieron de antecedentes a las bolsas de valores, pero
después se sirvieron del modelo de estos para su evolución.
Desde luego que las bolsas de valores no pudieron aparecer antes de las sociedades anónimas,
puesto que las acciones de estas fueron los primeros títulos que se negociaron en las bolsas,
conforme refiere Pratt.
Las primeras bolsas de valores fueron las de Ámsterdam fundadas en 1876 en la que se
realizaban toda clase de operaciones financieras. Pero en cuanto a la bolsa de productos, ha
sido la de Londres y sigue siendo una de las más importantes del mundo con la de Chicago y
Nueva York.
Lo relevante en el proceso evolutivo es saber cuáles fueron los factores que contribuyeron a
su desarrollo de estos. Consideramos que fue la emisión de acciones sin derecho a voto, pero
con derecho a mayor dividendo para atraer las inversiones en empresas; fueron estas las que
sedujeron al público a invertir en ellas. Pero también contribuyó la dirección idónea de las
sociedades en el manejo de las inversiones financieras y estos han sido factores decisivos en el
crecimiento de las bolsas, pero no podemos dejar de apuntar la ingeniería jurídica creada para
su funcionamiento.

3-BOLSAS DE COMERCIO Y DE VALORES EN EL PARAGUAY

La Bolsa de Comercio, actualmente denominada bolsa de productos, tuvo su origen en la


Cámara de Comercio, fundada en el año 1897.
En 1915, el Poder Ejecutivo aprobó los estatutos de la sociedad anónima denominada Bolsa de
Comercio, estableciéndose en su estatuto que la dirección, régimen y funcionamiento estaban a
cargo de la Cámara de Comercio integrada por 18 miembros elegidos por asamblea de socios
accionistas. La fiscalización en cuanto a su funcionamiento estaba dada por la Junta Sindical (4
miembros). En esta bolsa de comercio estaban confundidas la bolsa de comercio, ahora de
productos y la bolsa de valores. Posteriormente, ya con la Ley 772 y el Decreto 21/90 se
organizaron, y se gestó la idea de separarlos. Después vinieron varias reformas que no
lograron el resultado pretendido. Ya en 1977 se fundó la Bolsa de Valores y Productos de
Asunción S.A., por iniciativa de ciertos empresarios agremiados en la Cámara y Bolsa de
Comercio, la que actualmente tiene la denominación de Cámara de Comercio y Servicios del
Paraguay. En 1979 se dispuso el cierre temporal de las actividades bursátiles de la misma.
Pero en 1991 fue promulgada la Ley 94 con la que se modernizó la legislación bursátil,
especialmente al crear la Comisión Nacional de Valores para el contralor de la actividad
bursátil. Esta institución es especialmente, importante porque le daba transparencia a la
actividad bursátil y tomó como base de su funcionamiento la información al público, puesto
que la transparencia y la obligación de informar son los factores que dan credibilidad al sistema
bursátil. Ese mismo año reactivaron las ruedas bursátiles y creemos que evolucionó bastante
hasta la fecha, pues se ha modernizado su funcionamiento.
La Ley 1163/97 hizo progresar el funcionamiento de la bolsa de productos, al separarla de la
bolsa de valores; sin embargo tal vez necesita un incentivo fiscal para impulsarlo todavía más.
Con la Ley 1248/98 se ha mejorado bastante el funcionamiento de la bolsa de valores. Pero se
deben tener en cuenta las sugerencias del conocido jurista entendido en la materia, el Dr.
Víctor Hugo Dejesús Chena, quien conjuntamente con los doctores José Antonio Moreno
Rodríguez y Justina Isabel Godoy, propugnan “la promulgación de una ley que regule la
actividad de las cajas de valores en donde se compensen y liquiden las operaciones, que
reciban depósitos de valores a la orden de los depositantes y a nombre de los comitentes a
quienes remite estados de cuenta, y eventualmente devuelve, no exactamente los mismos
papeles, sino su equivalente”. Lo que pretenden estos juristas es la simplificación de las
transacciones, para introducirlo en la época de la desmaterialización de los títulos y convertirlo
en electrónicos. Otra idea novedosa es la ley que obligue a que estas bolsas operen con
especialistas, “que crean mercadeos líquidos al cotizar (comprando y vendiendo precios)
consistentemente, con lo cual se asegura la existencia de un mercado de dos puntas y
sumamente activo”.

4-LA NECESIDAD DE DIFERENCIAR ENTRE BOLSAS DE VALORES Y BOLSAS


DE COMERCIO O PRODUCTOS
El antecedente de la bolsa de valores y de la bolsa de comercio en el Paraguay, conforme
refiere Jorge H. Escobar, fue la Cámara de Comercio fundada en el año 1897, que el 16 de
diciembre del año 1915 produjo la creación de la Bolsa de Comercio y, en la cual, se
confundían las ideas de bolsas de valores con las de bolsas de comercio o productos. Esta
confusión inicial se proyectó en el tiempo hasta que se creó con la Ley 772 el Mercado de
Valores, pero aún en esta ley persiste dicha confusión de bolsas de productos y de valores.
La palabra bolsa o mercado, entre sus muchas acepciones, denota la idea de la convergencia,
en un lugar y tiempo determinados, de los comerciantes y agentes del comercio para la
realización de operaciones mercantiles, a través de las ruedas de bolsas donde se pujan por los
precios de productos y valores entre los que, además de las mercaderías, se ofertaban los
valores representativos de productos, pero actualmente ya no es lo mismo decir bolsas de
valores y bolsas de comercio o de productos. La necesidad de la especialización en la
contratación de títulos valores, ocasionó la separación entre ambas ramas bursátiles. Ya no es
lo mismo la oferta de títulos valores en la bolsa de valores, con un mecanismo definido, que la
puja ocasionada por la oferta individual de algún comerciante. Es importante aclarar que los
títulos valores son títulos de créditos, que se ofertan a través del mercado bursátil, por un
procedimiento y mecanismo determinados cuya característica principal es que la circulación es
controlada por la bolsa que opera el título.
En la ciudad de Brujas fue donde por primera vez se utilizó la palabra bolsa para designar a la
reunión de comerciantes. Pero actualmente bolsas de valores y bolsas de comercio denotan
ideas diferentes, porque en las primeras solo se ofertan títulos valores, mientras que en las
bolsas de comercio se ofertan mercaderías o productos, o títulos representativos de los
productos o se realizan contratos en relación a estos productos.
Con la denominación de bolsas de valores se señala una entidad comercial, constituida como
sociedad anónima, expresamente autorizada, que se dedica a organizar y realizar la oferta y
demanda de títulos valores que, como tal, al intervenir necesariamente en su negociación, es
una circulación controlada; entendiéndose por tal aquellos títulos de crédito que se ofertan al
público solo a través de las bolsas de valores con una circulación sometida a la intervención y
control de la misma. Circulación controlada significa que estos valores se admiten y transmiten
exclusivamente a través de estas bolsas en la que fue admitida, a diferencia de los otros títulos
de crédito que son realizados libremente por oferta individual, como los pagarés, o las letras de
cambio que son de libre oferta por el legitimado sin que deba hacerse a través de ningún
circuito bursátil.
El crédito se nutre por los títulos de créditos, que son aquellos títulos circulatorios
generalmente de carácter cambiario, que significa que están dotados de un mecanismo de
circulación estructurada por el principio de literalidad, autonomía, irrevocabilidad y de
legitimación preestablecida por su ley de circulación.
En las bolsas de valores se ofertan títulos valores que son una especie de títulos circulatorios
cuya característica principal es que su ruta circulatoria se realiza necesariamente por la bolsa de
valores, y aun cuando adopte la misma regla circulatoria de los títulos de crédito, se admite
sobre los mismos negociaciones extra-bursátiles, pero en definitiva la legitimación de la
circulación se realiza en la bolsa de valores.
Por otro lado, las llamadas bolsas de comercio o bolsas de productos son instituciones nacidas
como sociedades anónimas que provee la estructura, el mecanismo y el servicio para la
intermediación pública de compra - venta de productos agrícolas, ganaderas, mineras, etc.,
generalmente bienes fungibles, con los cuales se determinan e influyen en el precio de mercado
de esos productos e incluso en las bolsas de comercio de los países de economías desarrolladas,
fijan los precios de estos productos a nivel mundial.
En las bolsas de valores solo se negocian con títulos valores que son una especie de títulos de
créditos, pero emitidos generalmente en serie y autorizados exclusivamente por la autoridad de
control (Comisión Nacional de Valores) para su negociación a través de la bolsa de valores.
En tanto que las bolsas de comercio operan con cosas físicas como dice la ley o cosas
materiales de carácter fungible o los títulos representativos de estos y los contratos de compra
y venta de productos o mercancía, las compra a futuro, etc., sobre los mismos a través de la
casa de bolsas de productos y los corredores o agentes de productos.
Lo importante es percibir la diferencia entre ambos. No es lo mismo decir bolsas de valores
que bolsas de comercio o bolsas de productos, aun cuando en sus orígenes, en sus primeras
leyes reguladoras, estaban unidas ambas y era más bien la concurrencia de comerciantes donde
se vendía de todo, incluso ciertos títulos valores. Hoy día en el Paraguay las bolsas de valores
tienen una regulación legal específica, al igual que las bolsas de productos. Las bolsas de
productos de nuestro país no tienen una operatividad trascendente como las de Londres,
Liverpool, Nueva York, Chicago, Bruselas, París, etc., donde la incidencia mundial de las
mismas es tal que establecen los precios referenciales de estos productos, como el de los
comoditis, formados por los cereales y otros.

5-LEYES QUE RIGEN LAS BOLSAS Y EL MERCADO DE CAPITALES


Si aceptamos que el mercado bursátil tiene dos vertientes; su regulación jurídica será:
a) por un lado, el mercado de valores a través de la bolsa de valores, que esta actualmente
regulada por la Ley 1284/98.
b)por el otro, el mercado de capitales conformado también por el mercado de productos a
través de la bolsa de productos, esta regulado por la Ley Nº 1163/97 llamada Ley de Bolsas de
Productos.
La legislación o sistema normativo que rige el mercado de capitales está conformado, además,
por la Ley de Fondos Patrimoniales de Inversión 811/96 y por la Ley Nº 921/96, de negocios
fiduciarios. Por otra parte, es importante la regulación en el mercado financiero de la
securitización y las entidades certificadoras reguladas por Ley 1856/97.

6-COMISIÓN NACIONAL DE VALORES


La Comisión Nacional de Valores es una entidad de derecho público, como dice la ley que lo
reglamenta, que es autárquica y autónoma, con jurisdicción en toda la República para
autorizar y controlar el funcionamiento de las bolsas de valores y las bolsas de productos y
básicamente debe hacer realidad los principios de transparencia y deber de informar respecto
de los títulos valores. Dicha Comisión Nacional de Valores está dirigida y administrada por un
directorio compuesto por un Presidente y tres directores designados por el Poder Ejecutivo.
Ambas bolsas, de productos y de valores, son controladas por la Comisión Nacional de Valores
y solo esta autoriza los negocios que se efectuan en cada una de las mismas.

SEGUNDA PARTE
LAS BOLSAS DE PRODUCTOS

7-FUNCIÓN ECONÓMICA DE LAS BOLSAS DE PRODUCTOS


Consiste en crear las condiciones para concertar la relación entre la oferta y la demanda de
productos físicos, de los contratos a término, de los contratos a futuros de productos o de los
títulos representativos de productos y fijar el precio corriente de los productos en la rueda de
bolsa. Dicha función se realiza de las siguientes maneras:

A) facilitando la colocación de productos: fijan al producto su justo precio, sirviendo de


medida para las demás transacciones, o los títulos representativos de los productos.

B) regularizando los precios en el espacio: el mayor o menor precio indicará mayor o menor
demanda o necesidad del producto. Conocido este estado de cosas, se harán mayores remesas a
la plaza que en sus cotizaciones revela necesitar ese producto; tales remesas aumentarán la
demanda y bajarán los precios, y en el tiempo: especulación, compra de una cantidad de
productos o valores a un precio con el fin de venderlos después a un precio mayor, ganando la
diferencia existente entre los dos precios; esta se realiza en las operaciones a término en las
cuales se posterga la entrega y el pago del precio para una fecha posterior fijada de antemano.
C) concretando las contratos: a término de productos o los contratos a futuro.

8-TIPO DE SOCIEDAD QUE ASUME LA BOLSA DE PRODUCTOS


Las bolsas de productos asumen exclusivamente el tipo de sociedad anónima conforme a la
Ley 1163/97.

9-FUNCIÓN ECONÓMICA DE LAS BOLSAS DE PRODUCTOS


La función económica de las bolsas de productos es propiciar la concertación de los factores de
producción en ruedas de negociaciones para la compra y la venta de productos físicos o los
títulos representativos de los mismos o la realización de los contratos sobre estos productos. La
importancia económica se de por la regulación de la oferta y la demanda y la determinación de
los precios de los productos.

10-IMPORTANCIA DE LAS BOLSAS DE PRODUCTOS


Una vez establecida la diferencia que existe entre la bolsa de productos y la bolsa de valores,
también debe analizarse por separado la importancia de las mismas:

En cuanto a las bolsas de productos su importancia puede señalarse:


a) facilita y multiplica la realización de transacciones mercantiles al ser un lugar en donde
concurren los comerciantes. Este hecho se facilita con la incorporación de tecnologías
como Internet, por ejemplo, con lo que su impacto es aún mayor, pues la norma admite
la oferta electrónica de valores desmaterializados.
b) Agiliza la colocación de productos, pues una referencia de encuentro y con los portales
de Internet que se crea a partir del mismo, hace incluso innecesario el desplazamiento.
Sin embargo, como lugar físico será siempre un punto de referencia para acceder a la
oferta y la demanda.
c) ayuda a establecer un precio justo y la regulación natural del mercado a través de la
oferta y de la demanda con el mecanismo de la subasta pública.

11-INTERVENCIÓN DE LA AUTORIDAD EN LA CONSTITUCIÓN Y


FUNCIONAMIENTO DE LA BOLSA DE PRODUCTOS
En la bolsa de productos existen tres sistemas diferentes; una que propugna la libertad en lo
que hace a su constitución y funcionamiento; la otra que propugna la intervención del Estado
en ambas situaciones; y un sistema intermedio que tiene en cuenta a los dos polos.
La primera defiende su tesis fundados en que las libertades no pueden ser violentadas por el
acto del Estado, que no se adapta por lo general a las necesidades del comercio.
No puede estar dado por un régimen de libertad absoluta en razón de que está en juego el
comercio; en él no solo están los intereses de los comerciantes sino de toda la comunidad; es
más, no existen derechos individuales absolutos; por tanto, en salvaguarda del interés social
comprometido, debe intervenir una persona objetiva, el Estado.

12-SISTEMA CONSAGRADO POR NUESTRA LEGISLACIÓN PARA LAS BOLSAS


DE PRODUCTOS

Anteriormente, el Código de Comercio (derogado) ha adoptado, para la bolsa de productos,


llamada en ese entonces bolsa de comercio, el sistema de la bolsa libre, puesto que no ha
impuesto como requisito la autorización gubernativa a los efectos de su creación ni establece
contralor alguno para su funcionamiento; solo establece una restricción importante: que la
misma debe estar constituida en la forma de sociedad anónima.
Sin embargo, con la legislación actual, en el Art. 2º de la Ley 1163/97, se establece que la
Comisión Nacional de Valores es la encargada de autorizar y vigilar el funcionamiento y las
actuaciones (subasta pública) de las bolsas de productos; la actuación de la Cámara de
compensación de productos y el trabajo realizado por los corredores de bolsas de productos.

13-OPERACIONES QUE PUEDEN REALIZARSE EN LAS BOLSAS DE


PRODUCTOS
Podrá realizarse toda clase de actos de comercio, siempre que los mismos sean lícitos. Los
actos comerciales más corrientemente realizados son:

a) compraventa por subasta pública en la rueda de bolsas de productos físicos, como aquellos
que provienen de la agricultura ( soja, sésamo, mandioca, etc.), ganadería en venta de
haciendas por subastas públicas, selvicultura, agroindustria, minería, tanto para el consumo
como para la materia prima;
b) venta de títulos representativos de los productos señalada en el ítem “a);

c) formalización de contrato a término de producto, dada como la transacción de la compra de


un producto físico que debe ser adquirido y entrega o en una fecha prefijada;

d) formalización de contrato de compraventa a futuro por el cual se acuerda comprar y vender


en una fecha futura productos físicos, de una calidad determinada y a un precio convenido al
momento de celebrar el contrato; o la obligación de pagar o recibir las pérdidas o ganancias
producidas por las diferencias de precios;

e) contrato de opción sobre un contrato a futuro. Este contrato es aquel por el cual una persona
llamada titular adquiere de otra llamada lanzador, por un precio llamado prima, un derecho
alternativo que le faculta a comprar al lanzador un contrato a futuro de productos en los
términos establecidos en la opción si este lo ejerce o a liquidar la operación, mediante el pago
en dinero de las diferencias de precio de la prima de dicha opción. Vencido el plazo sin haberse
ejercido la opción, expira el derecho alternativo conservando el lanzador el precio de la prima.
Se conocen dos tipos de de opciones: Opción a la suba y opción a la baja, según que la
posición sea de compra o de venta.

En bolsas de productos de otros países se ofertan además:


Contratos de fletamento, se realizan negociaciones sobre valores, se contratan seguros, títulos
fiduciarios: Estos últimos han cobrado tal importancia que en la actualidad se ha dividido en
dos tipos de operaciones 1) Operaciones de títulos fiduciarios (Bolsa de Valores Fiduciarios); y
2) las demás operaciones (Bolsa de Mercaderías).
- Incluso en las bolsas de comercio asumen, además, una función sumamente importante en la
actualidad, el arbitraje. El arbitraje es un medio alternativo de solución de conflictos por el cual
las partes realizan un acuerdo para someter a la decisión de árbitros constituidos para el efecto,
sobre cuestiones transigibles siempre que sea de contenido patrimonial y estos no sean objetos
de competencia del Ministerio Público, a fin de resolver diferencias entre particulares o entre
estos y el Estado y entidades descentralizadas, autárquicas, empresas públicas respecto de actos
jurídicos o contratos regidos por el derecho privado. En nuestro país está a cargo de la Cámara
Paraguaya de Comercio

14-OPERACIONES PROHIBIDAS EN LA BOLSA DE PRODUCTOS. SANCIÓN.


a) Contratos aleatorios, aquellos cuyo cumplimiento es sometido al azar o suerte o a un
evento imprevisible, siempre que se encuentre prohibido por la ley (juegos, apuestas,
contratos de seguro que tengan por objeto operaciones ilícitas). La sanción es la nulidad
y el pago de determinada multa.
b) Juegos de Bolsas.

15-FORMAS DE CONTRATACION Y DE PAGO EN LAS BOLSAS DE PRODUCTOS:

OPERACIONES AL CONTADO: En la bolsa de productos pueden establecerse operaciones


al contado o a término; sin embargo, cuando es al contado, y no se paga en el acto, las
operaciones deben concretarse en el plazo señalado en la ley, aun cuando el pago se realice
posteriormente de acuerdo a lo acordado en la concreción del negocio.

Para la bolsa de productos puede que no se estipule ningún plazo ni para la entrega de la cosa
ni para el pago del precio. El pago puede ser:
1) a precio fijo; 2) a precio del día; 3) a precio medio; 4) al primer o último precio.

OPERACIONES A TÉRMINO
Aquella en la que se difiere el pago del precio y la entrega de la cosa a un plazo posterior a la
realización del contrato.
División: 1) venta firme (el vendedor debe necesariamente entregar la cosa y el comprador el
precio el día fijado); 2) venta libre o a prima (el comprador se reserva el derecho de rescindir el
contrato, entregando al vendedor una suma de dinero llamada prima); 3) reporte (compra de
mobiliarios al contado o a un cierto término para revenderlos en el mismo acto al vendedor a
término o a un término más lejano. El excedente entre el precio de compra y de reventa es lo
que se llama reporte.

CONTRATO DIFERENCIAL
Se llama así aquel contrato en el que en la venta ninguna de las partes se obliga al
cumplimiento efectivo del contrato, ni el comprador paga el precio, ni el vendedor realiza la
entrega de la cosa. Llegado el plazo para la ejecución del contrato, este se resuelve en el solo
pago de las diferencias que en nuestra ley se llama Opción de Contrato a Futuro de Productos o
Contrato a Futuro de Productos en los que se liquida la diferencia, y el contrato que a
cumplido.

16-COTIZACIÓN DE BOLSA. INADMISIBILIDAD DE LOS INCAPACES Y


PROHIBICIÓN DE COTIZAR TÍTULOS ILEGALES
No pueden intervenir por sí mismos en las bolsas de productos, personas que no posean
capacidad para el ejercicio del comercio. Esta norma en realidad es innecesaria, porque
comprende la norma general de capacidad.
En cuanto a la bolsas de valores no pueden cotizarse títulos que no hayan sido emitidos
conforme a las solemnidades consagradas en las leyes y procedan de una sociedad que no esté
legalmente constituida, agregando además respecto de las sociedades, que se admitirán los
títulos de aquellas sociedades cuyo último balance haya sido aprobado.

17-ESTRUCTURA DE LA BOLSA DE PRODUCTOS


El mercado de la bolsa de productos se organiza con la Bolsa de Productos que es la que
propicia la estructura, el mecanismo y el servicio para la compraventa de los productos,
mediante mecanismos de subasta pública en la rueda de bolsa. La Bolsa de Productos no
realiza operaciones de compraventa, solo propicia la estructura y el mecanismo y el servicio
para su funcionamiento. Las operaciones deben realizarse por las Casas de Bolsas de
Productos, que deben ser instituidas como sociedad anónima y los corredores de bolsa de
productos que pueden ser personas físicas o personas jurídicas y son los que realizan la puja en
nombre de sus mandantes. El mercado bursátil de productos se organiza con:
a) las bolsas de productos que propician la estructura, el mecanismo y servicio para que se
realicen las negociaciones;
b) las casas de bolsas de productos, que son la que intermedian; y
c) los corredores o agentes de productos.

TERCERA PARTE
LAS BOLSAS DE VALORES

18-FUNCIÓN ECONÓMICA DE LAS BOLSAS DE VALORES


La función económica de las bolsas de valores es propiciar la creación del crédito a mediano y
largo plazos y el fomento del capital a través de la negociación bursátil de los títulos valores y
así crear créditos a bajo costo.

19-IMPORTANCIA DE LAS BOLSAS DE VALORES

En cuanto a las bolsas de valores su importancia puede decirse que es, por un lado, la de
promover el crédito, pero, por otro, facilita la capitalización de las empresas.

Si uno tratara de encontrar una explicación al gran desarrollo de los E. E. U. U, sin temor a
equivocarnos podemos decir que fue principalmente al desarrollo de su mercado bursátil. Es
significativa la relación entre el desarrollado del país y ese mercado. Es que la bolsa de valores
facilita la creatividad para desarrollar nuevos negocios, como sucede con las sociedades
anónimas emisoras de capital abierto, que abren un potencial enorme de lograr financiación
para capitalización y desarrollar los emprendimientos más increíbles. Aunque en nuestro país
aún no se la aprovecha convenientemente, es importante el aporte que puede hacer la
securitización o titulización conforme se explicará más adelante, pues ayuda a la capitalización
a partir de activos inactivos.

20-SISTEMA CONSAGRADO POR NUESTRA LEGISLACIÓN PARA LA BOLSAS


DE VALORES
Para la regulación de las bolsas de valores existen varios sistemas: citamos por lo menos estos
tres.
- El sistema de la bolsa libre, que no impone como requisito la autorización gubernativa a los
efectos de su creación ni establece contralor alguno para su funcionamiento;
- El sistema estatizado por el cual las bolsas son oficiales; y
- Un sistema intermedio, que es el nuestro, que admite la bolsa libre pero controlada, en este
caso por la Comisión Nacional de Valores, pero establece una restricción importante, y es que
la misma debe estar constituida en la forma de sociedad anónima.

21-TIPO DE SOCIEDAD QUE ASUME LA BOLSA DE VALORES


Las bolsas de valores asumen por la Ley 1284/98, exclusivamente el tipo de sociedad anónima.

22-COTIZACIÓN DE BOLSA. PROHIBICIÓN DE COTIZAR TÍTULOS ILEGALES


En las bolsas de valores no pueden cotizarse títulos que no hayan sido emitidos conforme a las
solemnidades consagradas en las leyes y que procedan de una sociedad que no esté legalmente
constituida, agregando, además, las sociedades, cuyos títulos hayan sido aprobados es su
último balance. Los títulos valores deben ser autorizados por la Comisión Nacional de Valores.
Los pagos son al contado o a plazo, pero deben concretarse en el plazo de 48 horas.

23-BREVE REFERENCIA A LOS TITULOS VALORES EMITIDOS EN SERIE


La emisión en serie son una caraterística de los títulos valores. Debe quedar en claro que en la
bolsa de valores pueden cotizarse tanto los títulos que se emiten en forma individual o aquellos
emitidos en serie, siempre que sea aceptada por la C.N. V.
La diferencia entre los títulos valores que se emiten en serie y aquellos que se hace en forma
individual, como la letra de cambio, el cheque y el pagaré a la orden, es que aquellos tienen
como característica su fungibilidad y se negocia generalmente por oferta pública y los últimos
no son fungibles y su negociación es directa entre las personas sin necesidad de
intermediación. Los títulos valores son los títulos de crédito negociados a través de la
intermediación de la Bolsa de Valores.
Además, esta clase de títulos de crédito puede ser emitida tanto por las personas de derecho
privado como por las de derecho público.

24-NEGOCIACION DE LOS TITULOS VALORES A TRAVES DE LA BOLSA DE


VALORES
Los títulos circulatorios o títulos de crédito adoptan la denominación de títulos valores, cuando
se ofertan a través de las bolsas de valores; entonces queda claro que además de su circulación
por transferencia individual y directa, pueden los títulos de crédito hacerse por oferta pública
en el mercado de valores, a cuyo efecto, por Ley 1284/98, se ha dispuesto la regulación de los
títulos valores o circulatorios realizada por oferta pública. Debe quedar en claro que no
cualquier título de crédito puede convertirse en títulos valores, sino que estos deben ser
aceptados por Comisión Nacional de Valores que lps autoriza para cotizar en la bolsa de
valores.
Consecuentemente, en nuestro pais, la Ley 1284/98 es la que se ocupa de normar las
emisiones, los valores que serán objeto de oferta y los mecanismos para realizarlo en el
mercado de valores organizado.

El mercado de valores que constituye la intermediación de aquellos títulos que se ofertan


públicamente y están operados por las Bolsas de Valores, constituidos a su vez por Casas de
Bolsa, en número de diez, como mínimo y los agentes de bolsas que operan en estas. Por otra
parte, estos títulos valores tienen un régimen especial dado que toda la actividad concerniente
a las transacciones con títulos valores por oferta pública son autorizadas y controladas por la
Comisión Nacional de Valores.

25-LA AUTORIDAD DE CONTROL DEL MERCADO DE VALORES: LA COMISIÓN


NACIONAL DE VALORES
La Comisión Nacional de Valores es una entidad de derecho público, autárquica y
autónoma, con jurisdicción en toda la República, que tiene por objeto:
a) Vigilar y supervisar el cumplimiento de las disposiciones de la Ley 1284/98 y sus
reglamentaciones.
b) Reglamentar, mediante normas de carácter general que adoptan la forma de
resoluciones, las leyes relacionadas al mercado de valores.
c) Fomentar y preservar el mercado de valores para que sea competitivo, ordenado y
transparente, lo cual implica que tiene el contralor de toda la actividad bursatil.
d) Velar por la correcta formación de los precios en los mercados.
e) Facilitar la difusión de la información necesaria para proteger a los inversionistas.
f) Supervisar y controlar a las personas que, según la ley que lo regula, lo encomienda
g) Llevar el Registro Público del Mercado de Valores.
h) Aplicar sanciones de acuerdo a las facultades que le otorga la ley
i) Requerir información a las personas o instituciones sujetas a su fiscalización, que le
provea de las informaciones sobre la situación que necesite conocer respecto de
aspectos jurídicos, económicos y financieros de los mismos.
j) Fijar las normas y principios de contabilidad a que se sometarán las intituciones
fiscalizadas por la misma.
k) Inspeccionar a las personas o entidades bajo su éqida de fiscalización.
l) Vigilar a los auditores externos e impartirles normas sobre cómo deben operar.
m) Suspender o cancelar una oferta pública.
n) Ordenar la suspensión de propaganda o información sobre ofertas públicas que
contraríen a la ley y las reglamentaciones de la oferta pública.
o) Evacuar consultas sobre la materia de su competencia.
p) Investigar denuncias de accionistas o inversionistas
q) Autorizar a operar a la bolsa de valores o casa de bolsas.
r) Disponer los aranceles que deben cobrar las bolsas de valores y casas de bolsas.
s) Contratar peritos y técnicos.
t) Formar y difundir estadísticas sobre el mercado de valores.
u) Participar en organismos internacionales en materia de su competencia; y
v) toda otra facutlades inherente al cumplimiento de sus funciones

26-LAS BOLSAS DE VALORES


Las Bolsas de Valores, como parte del mercado bursátil, son entidades comerciales que se
constituyen como sociedades anónimas y que tienen nombres comerciales como el de
Asunción en la Capital paraguaya, o la Nasdad en Nueva York, E.E.U.U., o la Ovespa de San
Pablo, Brasil, etc., para diferenciarse de otras bolsas que pueden habilitarse en un mismo país,
en donde pueden existir varias bolsas en un mismo mercado. En el nuestro existe solo una
bolsa de valores, pero nada obsta a que si el mercado financierto requiera, se habiliten otras.
Las denominaciones identifican a una institución que adopta la forma de sociedad anónima y
la que, una vez autorizado su funcionamiento por la Comisión Nacional de Valores, tiene por
objeto, proveer la estructura, los mecanismos y los servicios, para que en ella se puedan
realizar eficientemente transacciones con los títulos valores. Es importante dejar en claro que
las bolsas de valores no compran ni venden valores, sino SOLO crean las condiciones
adecuadas, estructura, mcanismo y servicio, para que se negocien los títulos valores, desde
luego con aquellos títulos inscriptos en la Comisión Nacional de Valores, que es condición
previa para admitirse su negociación por este mecanismo de oferta. Como las Bolsas de
Valores no intermedian en la oferta pública, sino son las casas de bolsas, a través de los
corredores de bolsas que intervienen en las negociaciones. Bolsa de valores, casa de bolsas y
agentes de bolsas son conceptos distintos, pero que se complementan como un conjunto
interdependiene que hace funcionar el mercado bursátil. No puede haber Bolsa de Valores si es
que no existen Casas de Bolsas y estas no podrían funcionar sin agentes de Bolsas. Es
importante reiterar que en un mercado de valores pueden operar varias Bolsas de Valores.
Es importante entender la autonomía que tienen las Bolsas de Valores entre sí, y cada una de
ellas crea un circuito de circulación de los título valores.

27-LAS CASAS DE BOLSA DE VALORES


Son instituciones que se constituyen como sociedades anónimas y son los intermediarios en las
transacciones con títulos valores por oferta pública y la bolsas de valores, especialmente para
comprar y vender títulos valores por cuenta de terceros,o asesorar sobre títulos valores y
respecto de las operaciones de bolsa y facilitar información sobre ellos. A este efecto podrá
suscribir transitoriamente, con recursos propios, parte o la totalidad de las emisiones primarias
de valores; y promover el lanzamiento al mercado de valores de los títulos valores públicos y
privados y facilitar su colocación.
Puede actuar como representante de los obligacionistas, otorgar créditos con sus propios
recursos o recibir crédito de empresas del sistema finaciero a los efectos de su función de
intermediación en la colocación de títulos valores por oferta pública.

28-AGENTES DE BOLSA O INTERMEDIARIOS COLOCADORES


Son aquellas personas físicas que se constituyen en los operadores de la casa de bolsa, y que
están debida y especialmente autorizados para implementar la intermediación con los títulos
valores a través de las casas de bolsa. Corredor de bolsa o mejor agente de bolsa es aquel que
realiza la operación a nombre de su comitente; no asume responsabilidad directa ni personal,
salvo el caso de que incurra en alguna infracción legal (intermediario). El corredor no concluye
por sí mismo ningún contrato, limitándose a poner en contacto a las partes contratantes para
que estas lo celebren.

29-LAS RUEDAS DE BOLSAS


Se denominan ruedas de bolsas a las sesiones de negociaciones bursátiles con los títulos
valores, que se realizan en forma pública en la bolsa de valores, mediante oferta y demanda y
en donde se puja en las cotizaciones de los títulos valores y se concretan con la compra, la
venta o transferencia de títulos valores. Inclusive nuestra legislación permite la negociación por
sistemas electrónicos.
La negociación y fijación de precios de los títulos valores deben adecuarse al criterio de
oportunidad, prioridad, paridad y precedencia.
A este respecto cada rueda de bolsa, que es como se denomina la sesión de negociación,
funciona bajo la dirección del jefe de bolsa, quien tiene facultades disciplinarias e inclusive de
suspender las operaciones de un determinado título valor, siempre que considere que existen
factores o informaciones que impidan la nogociación transparente y competitiva. Estas ruedas
de bolsas son realizadas en días y horas que se habilitan en el recinto de la bolsa de valores.
Esta debe estar equipada con los adelantos tecnológicos para facilitar las operaciones. En estas
intervienen los agentes de bolsas y los mandatarios que son los que pueden concurrir. También
en forma separada deben estar los socios de la bolsa de valores. Estos agentes son quienes
reciben las órdenes de sus mandantes y operan por ellos para la compra o la venta, haciendo su
oferta en nombre de ellos.

30- ¿CUÁLES TÍTULOS VALORES SON OBJETO DE OFERTA PÚBLICA EN LA


BOLSA DE VALORES?
Lastimosamente, con la derogación de la Ley 94/91 y el Art 2º de la Ley 210/93 han quedado
sin referencia los títulos valores que pueden ser objeto de negociación en el mercado de
valores. La Ley 1284/96 solo indica a los bonos privados y algunos otros, pero deja a la
Comisión Nacional de Valores la decisión de cuales títulos pueden operar en el mercado
bursátil y los hace por la vía reglamentaria
Al derogarse la Ley 94/91, se dejó sin norma específica a los títulos valores que estaban
expresamente normativizados, pero se entiende que es la Comisión Nacional de Valores la que
decide cuáles títulos son admitidos como título valor en el mercado bursátil. Empero, la
costumbre juega un papel importante para esto, pero además debe ajustarse a ciertas reglas
circulatorias.
Debemos considerar que, por un lado, el Art. 2º de la Ley 1284 dicta una norma general que
deja librados a los usos y costumbres la admisión de documentos como los títulos valores para
ser objeto de oferta pública.
Pero, por otro, la Comisión Nacional de Valores tiene una facultad reglamentaria y, por ende,
cuasi-legislativa respecto de la regulación de los títulos circulatorios por oferta pública y su
forma de operar con estos. Tal vez esta sea la razón por la cual ya no se reprodujo la parte de la
Ley 94/91 que citaba los títulos valores que eran aceptados en el mercado de valores. El
problema que se plantea es que la reglamentación de la Comisíón Nacional de Valores no tiene
la publicidad necesaria, que requiere esta clase de documentos, y pareciera que existe un
complejo de inferioridad al regularlo por reglamento y no por ley. Lo positivo es que la
Comisión Nacional de Valores, al ser una entidad especializada, da mayor seguridad de que
estos títulos vayan a ser mejor regulados. Pero, con esta técnica legislativa de derivar en la
Comisión Nacional de Valores la reglamentación de los títulos valores, plantea problema de
orden práctico, como por ejemplo la posibilidad de establecer la ejecutividad de los mismos.

31- ¿QUE SOCIEDADES PUEDEN EMITIR TÍTULOS VALORES DESTINADOS A


LA OFERTA PÚBLICA
Pueden emitir títulos valores tanto las sociedades emisoras como aquellas que no lo son, pero
están autorizadas por la C.N.V. Las sociedades emisoras son aquellas autorizadas a emitir
masivamente títulos de oferta pública, pero nada obsta a que una sociedad que no es emisora
también emita títulos de crédito, pero que una vez admitidos y autorizados se negocien en la
bolsa de valores, por oferta pública. Por ejemplo, un paquete de pagarés emitidos a favor de
una empresa, esta puede optar en venderlo a través de la bolsa de valores, para lo cual, aunque
no sea una sociedad emisora, puede lograr la autorización de la Comisión Nacional de Valores.

32-SOCIEDADES EMISORAS Y LAS DE CAPITAL ABIERTO Y LA BOLSA DE


VALORES
Las sociedades emisoras son aquellas autorizadas a emitir títulos valores y desde luego la única
forma societaria admitida para ello es la sociedad anónima, pero se admite también la
posibilidad de que se haga por otro tipo societario o personas físicas siempre que lo admita la
C.N.V..
La sociedad anónima puede constituirse como emisora de capital cerrado y emisora de capital
abierto, que son aquellas que llevan la denominación de Sociedad Anónima Emisora de
Capital Abierto(S.A.E.C.A).
La sociedad anónima de capital cerrado solo requiere estar incripta en el Registro Público de
Comercio para estar constituida como sociedad, una vez satisfechos los recaudos legales que se
le exigen y que generalmente son la a tener un acta de constitución y el estatuto de la sociedad
que establece básicamente el régimen de funcionamiento y el objeto de sociedad. Pero estas
deben estar autorizadas para emitir títulos valores (que no sean acciones), siempre que estén
totalmente suscriptas e integradas en una tercera parte por lo menos.
En tanto que las S.A.E.C.A. deben estar expresamente autorizadas por la Comisión Nacional
de Valores como emisoras y deben constituirse por suscripción pública una vez aprobado su
programa según la propuesta de los promotores de la misma y se integre el capital.
Las SAECA son de suma importancia para la Bolsa de valores, porque la compra venta de sus
acciones constituye una parte importante de sus operaciones.

33-MERCADOS DE VALORES PRIMARIOS Y SECUNDARIOS


Las negociaciones con los títulos valores se realizan a través del mercado primario y del
mercado secundario.

Las negociaciones primarias son aquellas realizadas con el propio emisor a través de un agente
intermediario colocador, con el fin de obtener directamente del público la captación de recursos
financieros por los valores colocados por primera vez, constituyéndose así en mercado
primario. Por ejemplo: en el caso de los debentures que emiten las sociedades anónimas, estos
se emiten a favor de un banco, que puede proveer el dinero que necesitan como captación de
recursos financieros y son los que después entregan los títulos para ser negociados en el
mercado secundario.
La negociación en el mercado secundario es aquella que se realiza con posterioridad a la
primera colocación y quienes reciben los recursos son los titulares como vendedores de los
mismos, sea a través de un intermediario o actuando su titular directa y privadamente, fuera de
bolsa.

34- ¿CUÁL ES SON LAS REGLAS CIRCULATORIAS DE LOS TITULOS VALORES


POR OFERTA PÚBLICA?
La primera regla es que los títulos que vayan a ofertarse tienen que ser de naturaleza
negociable. Esto significa que debe tener un código de circulación de títulos valores y
aceptados y adecuados a las normas de oferta pública de conformidad a la Comisión Nacional
de Valores.

La segunda regla y que hace la gran diferencia con los títulos de crédito ordinarios, es que estos
títulos valores deben estar autorizados y registrados en el Registro del Mercado de Valores,
para ser objeto de oferta pública. El Art. 5° de la Ley 1284/98 así lo dispone al establece:
“Toda oferta pública de valores requerirá autorización previa de la Comisión”. También el
emisor debe estar registrado y presentar la información jurídica, económica y financiera de si
mismo y de los títulos que pretende ofertar.
La excepción a está regla esta para el Estado, las Gobernaciones, los Municipios, las
intituciones públicas centralizadas y descentralizadas y el Banco Central, para los cuales la
inscripción se entenderá efectuada de pleno derecho y en todo caso bastará la simple solicitud
del emisor, para el cumplimiento de esa obligación.

La tercera regla es que la colocación de los valores debe efectuarse en la Bolsa de Valores a
través de las Casas de Bolsas .

Cuarta regla es que la negociación debe adecuarse a las reglamentaciones respecto de la


oportunidad, prioridad, paridad y precedencia en que deben llevarse al mercado las órdenes
de los clientes.

Quinta regla es ajustarse a los procedimientos operativos de negociación, en cuanto al registro


de cotizaciones y divulgación de la información.

Sexta regla es que la trasmisión de los títulos de crédito realizada a través de la bolsa de
valores, se hace por cotización bajo el criterio de oportunidad, prioridad, paridad y
precedencia; y por tanto, los certificados expedidos por una bolsa sobre el precio bursátil
inscripto en ella, ya concreta la operación de transmisión, dado que tiene fuerza probatoria de
instrumento público, independientemente del ajuste de la transferencia que debe realizarse
según las reglas de cada título.

35-CIRCULACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES

La circulacion de negociación de los títulos valores puede ser dentro y fuera del recinto de la
bolsa, aunque siempre por la vía de la regla circulatoria de los títulos de crédito. O sea
negociación bursatil o es aquella que se realiza dentro del recinto de la bolsa de valores y que
puede ser,a su vez, en la rueda o fuera de ella. Pero también puede ser extrabursátil en el
mercado secundario, cuando se realiza fuera del recinto de la bolsa de valores, que permite la
propia ley.
Si admitiéramos los títulos valores como especie de los títulos de crédito o lo
equiparáramos a estos en cuanto a su ley circulatoria, aún en los casos de que no lo sean
por naturaleza títulos de crédito, tienen las mismas reglas circulatorias que los títulos
de crédito de oferta individual, o sea, siempre han de ser: al portador o a la orden, pero
estas modalidades circulatorias en los títulos valores están supeditadas, a su vez, a que
previamente sean admitidos por la Comisión Nacional de Valores para que su negociación
pueda hacerse a través de la bolsa de valores. Nos referimos a que estén ofertados a
través de la Bolsa de valores, de conformidad a los Art.s 31 al 33 de la Ley 1284/98,
porque según que la circulación sea en el mercado primario o secundario y esto a su vez
los sean por oferta pública o privada, lo cual varía el concepto. Los títulos valores son títulos
que se negocian por oferta pública y ahí ya aparece una importante restrición para admitirlo
como cambiario, aunque no para aceptarlo como título de crédito.
El artículo 4° de la Ley 1284/98 establece que “Es oferta pública de valores aquella que
se hace al público gruppo determinado, por cualquier medio de comunicación o mediante
ofrecimientos personales, para efectuar cualquier acto jurídico sobre los mismos”. Esta
disposición está complementada por el Art. 5° que dice “Toda oferta de valores
requerirá autorización previa de la comisión” De lo dicho se colige que oferta pública es el
ofrecimiento al público en general en forma indeterminada o a grupos determinados
siempre que dentro del grupo haya indeterminación del destinatario de la oferta, y toda
vez que tenga autorización expresa de la Comisión. Una oferta al público que lo sea sin
autorización de la Comisión no es de un título valor.
Esta particularidad circulatoria a través de la bolsa de valores repercute indefectiblemente
sobre la cancelación o privación de eficacia del mismo y que debe ser diferente a los títulos de
crédito de oferta individual. Además, los títulos que se negocian en la rueda no son
reivindicables. Es así porque necesariamente debe intervenir la bolsa de valores donde circula
y en su caso la Comisión. La privación de eficacia de estos títulos valores, en el caso que quepa
cancelarlo judicialmente, debe ser con la intervención de la bolsa de valores donde circula y
cabría en los títulos valores que no sean al portador, la revindicación de los mismos siempre
con intervención de la bolsa respectiva.

36- NATURALEZA JURÍDICA DIVERSA DE LOS TÍTULOS VALORES EN


RELACIÓN A LOS TÍTULOS DE CRÉDITO

El planteamiento de cuál es la naturaleza jurídica de los títulos valores en nuestro medio,


ha sido una materia de poca preocupación entre los juristas, tal vez ocasionada por el
escaso movimiento bursatil, pero que para nuestro estudio es necesario encararlo someramente
para dilucidarlo.
En la doctrina brasileña y en el derecho comparado en general, esta es una cuestión muy
debatida pero por lo general concluyen la mayoría de los autores, de alguna u otra forma, que
los títulos valores son una especie de títulos de crédito. A este respecto, el brasileño Prof.
Philomeno Joaquín da Costa, citado por Waldirio Bulgarelli, nos ilustra en que, no obstante
de abscribirse a la tesis de que los títulos valores son títulos de crédito, le niega valor
científico a esta conclusión, más que nada fundado porque en la mecánica de negociación
de los títulos valores se crea una aproximación entre los oferentes y compradores de
títulos valores que por ese solo hecho le da una particularidad a los títulos valores en
cuanto a su negociación o circulación por la aproximación y desde luego afecta algunos
de los principios de los títulos de crédito, que como tal estos se rigen por la apariencia. En
tanto que para los títulos valores no es enteramente así, porque la negociación tiene
inclusive carácter de instrumento público, que prevalece sobre la apariencia, cuando se hace a
través de intermediarios autorizados por la ley. No obstante que este autor reconozca a
los títulos valores como una especie de los títulos de crédito, niega con todo la calidad
de título de crédito a las acciones nominativas por causa de que su circulación es
restringida . Y así mismo también niega este carácter a las acciones escrituradas y
registradas y, aclara que, aunque reconoce a las acciones societarias como título de
crédito, hace la resalva de que la transferencia depende del registro en los libros sociales, y
transfiriéndose los derechos sin exhibición del documento, ya no es más el documento
necesario para el ejercicio literal y autónomo que se contiene en él, que en definitiva es
lo que le hace tal a los títulos de crédito. Este autor cita también el caso de la acciones
nominativas de circulación restringida por el estatuto social, a la cual tampoco reconoce
carácter de título de crédito. Permitiéndonos una traducción libre, el autor citado, concluye
que “Todo hace indicar que la noción de títulos valores viene siendo encaminada en el sentido
de encuadrarla en el papel y en la técnica de negociación en masa(o en serie), indiferente a la
cuestión de si el documento o papel de comercio constituya o no título de crédito”.
Por su parte, Waldirio Bulgarelli concluye que la configuración de los títulos valores se debe
a su negociabilidad masificada y por oferta pública; tal vez a ese propósito debe resaltarse
el carácter no fungible de los títulos individuales a diferencia de la fungibilidad de los títulos
colocados en masa o en serie, como sostiene este autor brasileño. ¿Cómo incide la
fungibilidad de esta clase de título?

Pero, para nuestro Derecho, conforme lo establece el Art. 8°de la Ley 1284/98, que
regula en la actualidad los títulos valores, reproduce la clásica definición de Césare
Vivante de los títulos de crédito. El mencionado Art. dice : “Los valores se representarán
en títulos, que son instrumentos necesarios para ejercitar el derecho literal y Autónomo que en
ello se consigna. También podrá efectuarse oferta pública con valores no consegnados por
escrito que representen derechos de crédito, de suscripción, de propiedad, de participación, u
otros, en cuyo caso deberán expedir certificados en los que consten los derechos que confieren,
conforme lo reglamente la comisión”. Con la primera parte de esta cita no hace falta ser
demasiado perspicaz para percatarse de que coincide exactamente con la definición de
títulos de crédito y que , por tanto, deberíamos concluir que dogmáticamente, los títulos
valores son también títulos de crédito. Sin embargo, la última parte del mismo Art. echa
por tierra esta conclusión tan simplista.. Sin embargo todos los títulos de crédito que
se negocien al público a través de la bolsa de valores, son títulos valores por el hecho
de ser negociado en el mercado de valores y en el modo indicado en la ley que lo
regula. Por último, también es importante señalar que no toda oferta pública de valores lo
convierte por ese solo hecho en títulos valores, si es que no está expresamente autorizada
por la Comisión que lo autoriza según la ley.
En conclusión, existen títulos valores que son títulos de crédito; esa es la regla general,
pero también existen títulos valores que son simples papeles de comercio, que no tienen
el carácter de títulos de crédito. Pero, además, puede existir oferta pública de título de
crédito sin hacerlo por la vía regular que marca la Ley de Mercado de Capitales, y con
esto, concluimos que los títulos valores, aun en los casos que no sean por naturaleza
títulos de crédito , deben integrarse conceptual y sistemáticamente a la teoría de los
títulos de crédito, porque aun aquellos títulos valores, que por naturaleza no sean títulos
de crédito, participan de las características de los títulos de crédito, por lo menos en
materia circulatoria, y esta equiparación solo podrá hacerse trabajosamente por la vía
jurisprudencial. En el campo conceptual y teórico existen dos inconveniestes serios. Si los
títulos valores deben ser negociados necesariamente por la vía de la bolsa de valores, debemos
reconocer que los principios de literalidad y autonomía quedan resagados en los títulos valores,
pues lo que prevalece y debe prevalecer son las constancias de que existen los registros que
deben ser llevados por cada título y no los que constan en el documento.Entonces, lo de la
literalidad y autonomía, que algunos legisladores refirieron sin saber qué decían, exactamente
debe ser revisada por la vía interpretativa. De esto se infiere que los títulos valores son títulos
de créditos, porque son circulatorios pero no son cambiarios, como equivocadamente lo
pusieron en el Art. 8º de la Ley 1248/98.

37-CIRCULACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES


La circulación de negociación de los títulos valores puede ser dentro y fuera del recinto de la
bolsa. Los últimos son las negociaciones extrabursátiles.
Si admitiéramos a los títulos valores como especie de los títulos de crédito o lo
equiparáramos a estos en cuanto a su ley circulatoria, aun en los casos de que no lo sean
por naturaleza títulos de credito, tienen las mismas reglas circulatorias que los títulos
de crédito de oferta individual , o sea siempre han de ser: al portador o nominativo o a la
orden, pero estas modalidades circulatorias en los títulos valores están supeditadas, a su
vez, a que previamente sean admitidos por la Comisión Nacional de Valores para que su
negociación pueda hacerse a través de la bolsa de valores. Nos referimos a que estén
ofertados a través de la Bolsa de Valores, de conformidad a los Arts. 31 al 33 de la
Ley 1284/98, porque según que la circulación sea en el mercado primario o secundario y
estos a su vez lo sean por oferta pública o privada.
El Art. 4° de la Ley 1284/98 establece “Es oferta pública de valores aquella que se hace al
público o grupo determinado, por cualquier medio de comunicación o mediante ofrecimientos
personales, para efectuar cualquier acto jurídico sobre los mismos”. Esta disposición está
complementada por el Art. 5° que dice: “Toda oferta de valores requerirá autorización
previa de la comisión”. De lo dicho se colige que oferta pública es el ofrecimiento al
público en general en forma indeterminada o a grupos determinados siempre que
dentro del grupo haya indeterminación del destinatario de la oferta, y toda vez que tenga
autorización expresa de la Comisión. Una oferta al público que lo sea sin autorización de
la Comisión no es de un título valor.
Esta particularidad circulatoria a través de la bolsa de valores debe afectar indefectiblemente a
la cancelación o privación de eficacia del mismo y que deben ser diferentes a los títulos de
crédito de oferta individual. Es así porque necesariamente debe intervenir la bolsa de valores
donde circula y en su caso la comisión. La privación de eficacia de estos títulos valores, en el
caso que quepa cancelarlo judicialmente, debe ser con la intervención de la bolsa de valores,
donde circula y cabría en los títulos valores que no sean al portador; la revindicación de los
mismos es siempre con intervención de la bolsa respectiva.

38-LA SECURITIZACIÓN O TITULIZACIÓN Y SU INCIDENCIA EN EL MERCADO


DE VALORES
La titulización o securitización es la emisión de títulos de la deuda sobre la cartera de crédito
que se origina como un patrimonio separado del natural, a través de instituciones denominadas
securitizadoras, para ser ofertadas en la bolsa de valores, pues, la institución que la autoriza es
la Comisión Nacional de Valores. Este es un poderoso instrumento financiero muy poco
utilizado en nuestro medio; suponemos que tal vez por desconocimiento, pero puede crear,
especialmente para las instituciones públicas, un instrumento fabuloso de crédito. La
securitización es la transformación de activos crediticios inmovilizados en títulos valores
colocados en la Bolsa de Valores para el inversor en esta clase de título. Una vez identificado
el activo, este es separado para emitir sobre la misma un título valor. La ventaja para aquel que
lo adquiere, es que la separación de estos activos crediticios inmovilizados en patrimonio
separados, constituye una garantía efectiva para el inversionista. Por otra parte, para aquella
empresa que necesita de capital, la forma más segura de obtenerlo es securitizando ( en el
idioma anglosajón o titulizando en España o bursatilizando en México), transformándolo en
títulos valores. Por ejemplo, si la Comuna de Asunción requiere de dinero para construir la
franja costera, lo puede hacer a través de la securitización de su activo sobre las facturas de los
servicios a percibir que realizará en el futuro y a ser cobrados como tasas. Con estas facturas a
futuro se promedia a través de un cálculo la posibilidad real o aproximada de captación de
recursos en el futuro y una vez homogeneizado se hace su titulización o securitización,
emitiendo un título valor que es materia de negociación para hacerlo efectivo.
La Ley que se ocupa de la securitización es la Nº 1036/97.
Como lo señala en el Art. 8, para operar en securitización o titulización es necesario que la
cartera de crédito inmovilizado sea HOMOGÉNEO O SUSEPTIBLE DE SER
HOMOGENEIZADO. La estructuración de la securitización requiere de la homogeneización,
para operar a través del vehículo, que es la sociedad securitizadora, para que esta emita títulos
valores y las coloque en la Bolsa de Valores. Debe entenderse por homogeneización, la
identificación y separación del activo a comprometer por el originador o constituyente, que
debe hacerse a través de un contrato entre el originador y la securitizadora. Lo importante ess
entender aqui, es que con la operación de la identificación del activo a comprometer y su
homogeneización se crea un título valor que debe ser negociado a través de la bolsa de valores

39-LA SOCIEDAD CALIFICADORA DE RIESGO Y SU FUNCIÓN EN EL


MERCADO DE VALORES
Fundado en el principio de transparencia y obligación de informar que rige a los títulos valores,
se ha creado una institución, por la Ley 1056/97 que se llama Sociedad Calificadora de Riego,
que tiene por objeto la calificación - riesgo de cualquier título valor sujeto al régimen de oferta
pública por medio de un proceso o análisis para establecer la solvencia del emisor y las
posibilidades de recuperación de las inversiones. Esta institución está muy ligada al mercado
de capitales y especialmente con las operaciones bursátiles, pues es la que ayuda a crear
confianza en el sistema, haciendo realidad la transparencia y la obligación de informar que
constituyen los principios básicos del sistema de operaciones con títulos valor por oferta
pública. Esta sociedad calificadora de riesgo debe constituirse como sociedad anónima y en la
mencionada ley, se establece el mecanismo para evaluar el riesgo de los títulos valores, para
ser autorizados por la Comisión Nacional de Valores
ECONOMIA DEL PAÍS

SISTEMA PRODUCTIVO SISTEMA


FINANCIERO

Comercio-Agricultura-Ganaderías-Industria Mercado de Crédito


Mercado de Capital Mercado de deudas
Securitización

(DINERO)

Bancos y Financieras Mercado


Bursátil Fondos Mutuos

LEY 1163/97 LEY 1284/98


MERCADO DE MERCADO
COMERCIO O DE
VALORES
COMI S IÓN

VALORES
NACIO
NAL

DE
DE PRODUCTOS

BOLSA DE PRODUCTOS BOLSA


DE VALORES

CORREDORES DE BOLSA DE PRODUCTO CASA


DE BOLSA DE VALORES

CÁMARA DE COMPENSACION
AGENTE O CORREDOR
DE BOLSA DE PRODUCTO
DE BOLSA DE VALORES

Currículo del Autor:

El autor de este trabajo es Doctor en Ciencias Jurídicas por la Facultad de Derecho de la


U.N.A. en el año 1989, con calificación “cum laude”. Es profesor contratado de Derecho
Comercial del curso de Postgrado de maestría en el área civil, en la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Asunción. Publicó varios libros, entre ellos, “Títulos circulatorios,
acercamiento a una teoría general” editado por la Editorial La Ley. Tiene varias monografías
publicadas en revistas especializadas- Correo electrónico: [email protected]
CAPÍTULO XII

FONDOS O ESTABLECIMIENTOS DE COMERCIO

SUMARIO: 1.-Concepto. Noción, Generalidades. Características. Designaciones;


terminología. Diferencia entre empresa y hacienda comercial. 2.- Naturaleza jurídica:
principales teorías: mero conjunto de cosas; universalidad de hecho; universalidad de
derecho; persona moral. 3.- Elementos que integran la casa de comercio: a) elementos
corporales; b) elemento incorporales. Nombre comercial. Firma. Firma individual. Firma de la
mujer comerciante. Firma social. Nombre del fondo de comercio. Régimen legal del nombre
comercial. Emblema. Siglas. La enseña. Dibujos y modelos industriales. Menciones honoríficas.
4.- La llave o avviamento italiano. Concepto. Valor llave, la clientela como el derecho del
adquiriente, la interdicción de concurrencia. Derecho al local. 5.-La transferencia de los
establecimientos comerciales. Formas. Requisitos. Derecho de oposición. Procedimientos.
Declaración a ser entregada al adquirente. Derecho de oposición. Retención del importe de la
transferencia. Su depósito y embargo. Precio mínimo de la transferencia. Transferencia en
remate público. Omisiones o transgresiones a la ley. 6.- Transmisión por separado de los
elementos del fondo. Locación o alquiler. 7.- ¿La transferencia del establecimiento es un
acto de comercio?

1.-Concepto. Noción, Generalidades

Buscando el nacimiento de la figura del fondo de comercio, encontramos en Francia, el


primer conjunto de elementos que integra la explotación de un comercio, llamado FOND
DE BOUTIQUE, que respondía solo a un conjunto de mercaderías. Y recién a fines del siglo
XVIII, una resolución del tribunal francés de Bezançon impide que se califique como
inmueble el fond de boutique, decidiendo que los objetos mobiliarios no pueden ser
cambiados de naturaleza por ninguna disposición. Seguidamente los tribunales del Sena y de
París incluyen en 1901 la “clientela” y la “confianza pública” dentro de la propiedad moral1.

Carnelutti, siguiendo muy de cerca la definición del Código Italiano, da un concepto


empírico de casa de comercio cuando dice que es “el conjunto de las cosas que sirven al
comerciante para ejercer su comercio”2

Con las referencias históricas mencionadas, podemos ya encontrar algunos elementos


materiales o inmateriales que toman identidad al formar parte del fondo de comercio,
concepto este último que posteriormente se ha fijado en la Ley Argentina 11867, siguiendo
el modelo francés, en su Art. 1º: “Declárense elementos constitutivos de un establecimiento
comercial o fondo de comercio, a los efectos de su transmisión por cualquier título: las
instalaciones, existencias en mercaderías, nombre y enseña comercial, la clientela, el
derecho al local, las patentes de invención, las marcas de fábrica, los dibujos y modelos
industriales, las distinciones honoríficas y todos los demás derechos derivados de la
propiedad privada”.
1
Ripa Alberdi, Vicente, Transmisión de establecimientos comerciales, p. 9 y ss, citado por Zunino, Jorge O., Fondo
de Comercio, edit Astrea, Buenos Aires, p. 2.
2
Escobar, Jorge H, ob. Cit. p. 268
Este primer artículo de la Ley Argentina citada, fue recogido sin mayores modificaciones
por nuestros legisladores al promulgar la Ley 1034/83 del comerciante, en el título V, De la
transferencia de los establecimientos comerciales, Art. 1123, salvo que dejan la
denominación de fondo de comercio y conservan únicamente la de establecimientos
comerciales, sin que esto afecte el concepto.

Nuestra legislación se aboca a establecer las normas aplicables para la transferencia del
establecimiento comercial, pero no lo identifica ni nomina, solo menciona los elementos que
pueden constituirlo.

Es explicable, en vista de que la presencia de dicho conjunto se manifiesta más


palpablemente, por lo menos en el ámbito jurídico, con motivo de su transferencia.
Precisamente, el problema de la transmisión por cualquier título de una determinada
explotación comercial, abre los ojos del legislador a una avasallante realidad: en primer
lugar, se presenta ante él un conjunto heterogéneo de bienes materiales e inmateriales que,
conservando su propia identidad y, en muchos casos, su propio régimen de protección legal,
constituyen sin embargo una unidad o conjunto relativamente independiente de los demás
bienes del titular, siendo por tanto susceptibles de ser transferidos en bloque4.

La universalidad, si bien reconoce su unidad en la consecución de determinados fines – para


nuestro caso, económicos - lo es por voluntad del titular, cuya actividad se objetiva en ella,
otorgándole un valor que, dependiendo de la mayor o menor aptitud del fondo así concebido
para producir beneficios económicos, lo valorizará por encima del monto venal de los
elementos que lo componen.

Así, la transferencia de ese conjunto de elementos organizados conlleva la posibilidad de


negociar o poner precio a aquella “cualidad” producto de la organización (prestigio,
clientela, ubicación, etc..). Es precisamente dicha transferencia y sus implicancias el factor
determinante de la irrupción del fondo de comercio en la legislación positiva5

Características

A pesar de que la gran mayoría de los autores no identifican las características del fondo de
comercio de forma específica, creemos importante recoger la exposición realizada por el Prof.
Jorge H. Escobar, siguiendo la doctrina prevaleciente, y para un mejor entendimiento:
- Es un bien de carácter mueble, a pesar de que pueda contener inmuebles, en vista de que lo
define es su conjunto, la unidad en sí 6.
3
Ley 1034 TÍTULO V De la transferencia de los establecimientos comerciales
Art. 112. – “Son elementos constitutivos de un establecimiento comercial, las
instalaciones, existencias de mercaderías, nombre y enseña comercial, derecho al local, patentes
de invención, marcas de productos y servicios, dibujos y modelos industriales, menciones
honoríficas y todos los demás derechos derivados de la propiedad comercial o industrial”.
4
Zunino, Jorge O., ob. Cit., p 3.
5
Zunino, Jorge O., Fondo de Comercio, obra citada, p 3.-
6
Escobar, Jorge H., ob cit, p. 269, nota al pie (4) menciona a Garo quien menciona la siguiente consecuencia,
argumentando que el fondo de comercio puede darse en prenda pero no en hipoteca.
- Es un bien incorporal, es decir que no obstante que algunos de sus elementos integrantes sean
bienes corporales (mercadería, maquinarias, etc…), lo definido del fondo es el conjunto unitario,
conjunto que en sí constituye un objeto inmaterial (Art.2312 Código de Vélez Sársfield).
Reafirmándose la idea de que el fondo es principalmente la organización de sus elementos, antes
que estos.
-Es un cuerpo cierto – no fungible, a pesar de que sus elementos sí lo sean.

Designaciones. Terminología.

Para la designación de fondo de comercio no existe uniformidad entre los autores, sean
nacionales o extranjeros. Algunos, por ejemplo, identifican hacienda comercial con empresa,
terminología inaceptable para nuestro concepto de empresa, sumado al hecho de la
multiplicidad de idiomas (italiano, francés, etc), y el ausentismo de nuestra regulación (Ley
1034) resulta imposible lograr unidad de criterios sobre este punto.

Casa de comercio, fondo de comercio, establecimiento, hacienda comercial, explotación


comercial, business, son otras de las designaciones más utilizadas.

Diferencia entre empresa y hacienda comercial

Los autores italianos definen de la misma forma tanto la empresa como la hacienda
comercial: “Un conjunto de medios e instrumentos personales y reales, organizados por una
persona física ideal, para el ejercicio de una actividad económica productora”7.

Otros autores intentan establecer una diferencia conceptual partiendo de que son aspectos
diferentes del mismo fenómeno, dinámico (actividad de la empresa) y estático (conjunto de
bienes de la hacienda).

Siguiendo la opinión del Prof. Jorge H. Escobar, para nosotros la empresa es un modo
especial de actividad del empresario mientras que hacienda es el instrumento de que se vale
el empresario para esta actividad.

2.- Naturaleza jurídica

El fondo de comercio es un fenómeno que ha nacido de la creatividad de los comerciantes en


su actuar racional hacia el lucro o beneficio y la optimización de los elementos con los
cuales cuentan. La ley lo protege dentro de la sociedad comercial dándole de esta forma un
valor adicional a la mera sumatoria del valor de sus elementos y le da realidad o existencia
protegiendo a los terceros acreedores.

La unidad que constituye este complejo de bienes, organizado, no puede negarse, en vista de
que tiene un nombre o denominación que lo individualiza como ente autónomo.
Nuestra Ley 1034 reconoce su existencia al regular su transferencia, encontrándose en otras
legislaciones la regulación de la locación y prenda.
Fiscalmente, el Estado le da una individualidad bien definida a los efectos de tributar sobre
sus actividades.

7
Satanowsky Vide, Marcos, Tratado. de Derecho Comercial III, p. 29, citado por Jorge H. Escobar, ob. Cit. p. 270.-
La ley protege a las casas de comercio o fondo de comercio de la competencia desleal,
considerándola una unidad y organización bien definida.
El cambio de los elementos que constituyen el fondo, no afecta su existencia y su
individualidad, con su fisionomía caracteristica8.

Concluyendo, la ley protege tanto los elementos que constituyen el fondo de comercio,
individualmente, como lo hace con la individualidad que representa el conjunto de estos
elementos.
Principales Teorías

Las principales teorías que intentan precisar la naturaleza jurídica del fondo de comercio,
son las siguientes:

a) mero conjunto de cosas:

Esta teoría ya no tiene muchos seguidores, a partir del momento en que no reconoce una
individualidad propia a este conjunto de cosas o elementos que la constituyen.

Esta teoría no adelanta ni desarrolla la figura del fondo de comercio, ni lo ayuda a una
mayor utilidad para el comercio ya que ignora su realidad que es la intención de los
comerciantes.

b) universalidad de hecho;

c) universalidad de derecho;

d) persona moral.

Elementos que integran la casa de comercio: a) elementos corporales; b) elementos


incorporales. Nombre comercial. Firma. Firma individual. Firma de la mujer comerciante.
Firma social. Nombre del fondo de comercio.

Régimen legal del nombre comercial

Emblema. Siglas

Generalmente se constituye el emblema con la abreviación o las iniciales del nombre


comercial, y a veces se conforma con una o dos letras, con alguna ortografía distintiva, como
por ejemplo WB (Warner Bross), ANDE (Administración Nacional de Electricidad), U
(Unilever), S (Cadena hotelera “Sheraton”), BD (Cadena de estaciones de servicios).
Emblema y sigla son sinónimos, solo que en el ambiente comercial se acostumbra usar el
primero y en el ambiente societario el segundo.

La enseña

8
Escobar, Jorge H., ob. Cit. p. 271.
En sus orígenes la enseña era el antiguo “Signum tabernae”, que era una figura
representativa del tabernero, y la “oculifería” de exhibición destinado a llamar la atención
del público; de ahí que se conceptúe la enseña como el signo distintivo del local que al ser
colocado comúnmente en el frente, por medio de carteles o papelería por ejemplo, lo
distingue y lo diferencia9.

La enseña puede representar el nombre comercial o representarse por medio de símbolos,


figuras, combinaciones, etc.; en algunas oportunidades se confunde con el nombre comercial
y en otras lo complementa, siendo un elemento distintivo del establecimiento de comercio.

Dibujos y modelos industriales

Como hemos resaltado al inicio del presente capítulo, nuestra Ley 1034 del Comerciante no
define el fondo de comercio o establecimiento comercial, Pero en el Art.112 sí incluye los
dibujos y modelos industriales como algunos de sus elementos, y estos forman parte de su
transferencia, si no existiere pacto en contrario.

Por dibujo se entiende toda figura o combinación de formas, líneas y colores, de creación
propia, utilizada por el comerciante para distinguir sus productos 10. La diferencia entre
dibujo y modelo, que ejercen la misma función y son de la misma naturaleza, radica en que
el primero es una figura plana, mientras que el segundo es en relieve.

Indudablemente los dibujos o modelos que en sí no agregan utilidad al objeto, sino que lo
transforman en su aspecto, obtiene a real importancia en un mundo donde las formas y la
decoración participan notablemente como factores determinantes en la elección realizada por
la clientela11.

Menciones honoríficas

Las distinciones o menciones honoríficas forman parte del establecimiento o fondo de


comercio y generalmente no significan nada separado de sus demás elementos. Por lo tanto,
la doctrina o criterio dominante, da derecho al adquirente sobre estas menciones a menos
que exista un pacto o una cláusula expresa en el contrato que establezca lo contrario.

Algunos autores, como Jorge O. Zunino, hacen la diferencia entre las menciones honoríficas
que hayan sido otorgadas al establecimiento como tal o sus productos, y no a su titular en
forma personal halagando su cualidades de vendedor, por ejemplo.

4.-La llave o avviamento italiano. Concepto

Siendo comúnmente confundido el concepto de llave al derecho de apertura de un local, o


derecho al contrato de alquiler, con el término avviamento, facilitamos su correcto
entendimiento. La traducción de la palabra italiana avviamento en el idioma español es
avenencia12. Es decir que la llave o avviamento no es la mera reunión de los elementos
mencionados en el Art.112 de nuestra Ley del Comerciante 1034, sino que corresponde a la
9
Zabaa Rodríguez, C. J. Derecho de La Empresa, p. 268.
10
Escobar, Jorge H, obra citada, pag.284.=
11
Zunino, Jorge O, obra citada, pag.157.-
organización de estos elementos, realizada por el titular del establecimiento de comercio,
hacia un fin común que es la producción de una utilidad. Existe una organización o
planificación propia del titular, que da un resultado que es representado por la llave.

Joaquín R. Rodríguez dice que es el producto de la inteligencia humana aplicada a hacer que
de un conjunto heterogéneo de elementos dispares (citado en nuestra Ley 1034 Art.112)
resulte una combinación apta para la obtención del fin deseado, que es un resultado
económico13.

El Prof. Jorge H. Escobar cita al italiano Mario Rotondi, al mencionar que este último
enseñaba: “En cada hacienda hay un avviamento derivado de la organización misma de los
factores de la producción, dentro de la unidad de la hacienda….,”. Por lo tanto, de esta
organización o adaptación y organización de los elementos del fondo de comercio conjugado
a las cualidades comerciales personales del titular adviene la llave y su valor.

La llave es la aptitud de un establecimiento comercial para producir beneficios económicos.


Con una sencilla referencia aquel empresario que, sabedor de las bondades de su negocio en
orden al rédito producido, no está dispuesto a desprenderse de él a menos que se le abone un
sobre-precio que justifique en parte tal decisión14.

La llave no es un elemento del fondo de comercio, sino que es el resultado del


funcionamiento de sus elementos en conjunto, bajo la dirección de su titular. Y Rotondi
agrega: “El avviamento puede ser objetivo (real) y subjetivo (personal). El avviamento
objetivo es la cualidad derivada de los elementos singulares de la hacienda, de su
organización y actividad; subjetivo el proveniente de las cualidades subjetivas personales
del titular15.

Podemos ejemplificar estas dos cualidades, subjetiva y objetiva, de la llave, diciendo que la
primera depende del intelecto, experiencia y genio comercial del titular aplicada en forma
constante sobre los elementos del establecimiento, en el día a día de su explotación, como
planes de producción, campañas de publicidad, posibilidades crediticias, etc.; mientras que
la segunda cualidad, objetiva, depende de las virtudes de cada elemento organizados entre sí
para llegar al resultado económico perseguido o anhelado, tales como nombre o marca
prestigiosa, ubicación privilegiada, etc.

Es de advertir que algunos autores dividen las cualidades de los elementos del
establecimiento y los del titular, haciendo sub divisiones con el fin de identificar las cualidades
personales del titular, que no son transmisibles tales como el buen trato, la amabilidad y
habilidad comercial, simpatía, etc.

Valor llave y la clientela

12
Según el diccionario de la Real Academia, el verbo advenir significa: Dicho de dos o más cosas: Hallarse en
armonía o conformidad. Concordar, ajustar las partes discordes.
13
Rodríguez y Rodríguez, Joaquín, Derecho mercantil, t.I., p.414, citado por el Prof. Jorge H. Escobar, Derecho
Comercial, Editorial La Ley Paraguaya, p. 285
14
Zunino, Jorge O, ob. Cit. p. 204.
15
Escobar, Jorge H., ob. cit. p. 286.
El valor comercial de la llave está directamente relacionado a las cualidades mencionadas
más arriba, ya que de ellas depende para la atracción y formación de la clientela, otorgando
al establecimiento esa posibilidad de superganancias o superutilidades que se ha denominado
valor llave. Sigue el Prof. argentino Jorge O. Zunino diciendo con mucho acierto: “Clientela
y valor llave tienen en nuestro medio especial significación como eje sobre el que gira el
mecanismo de la preceptiva especial en lo que son sus principales finalidades: a) la
protección a los terceros acreedores; y b) la integridad del fondo en manos del adquirente”.
Fernández los encuadra como elementos funcionales o dinámicos, que demuestran
claramente el error de considerar el fondo de comercio como un mero estático conjunto de
cosas y derecho16.

La clientela – recalca Garrigues- es un valor económico y una noción jurídica. Pero no existe
un derecho a la clientela, porque esta no es una cosa susceptible de dominación jurídica.

Para mayor ilustración, Zunino enumera los elementos que una Convención de Graduados
en Ciencias Económicas ha tenido en cuenta para valuar la llave de un establecimiento
comercial: a) una clientela hecha, que es consecuente o adicta en razón de la naturaleza,
calidad, utilidad, precio y marca de los productos que adquiere o de los servicios o tratos
recibidos; b) la existencia de un mercado fijo y de estimación inmediata; c) una serie de años
con beneficios superiores a los comunes en este tipo de actividad y la confianza que ellos
continuarán en el futuro; d) el prestigio comercial de una marca de comercio, de una patente
de invención o de una fórmula industrial secreta, sin perjuicio de que estos elementos sean
motivo, en casos especiales, de valuaciones separadas; e) inteligencia de un plan de
propaganda y publicidad ya desarrollado y en el cual se han hecho inversiones de
consideración; f) la ubicación del local de negocio, y la existencia de un contrato de locación
por vender, en la posibilidad o no de ser renovado; g) la competencia de la dirección o la
capacidad personal de quien conduce el negocio y con cuya iniciativa individual ha
establecido condiciones especiales para la obtención de resultados ventajosos que no estén
basados necesariamente en privilegios oficiales; h) la adecuada organización existente en
una empresa17.

Demostrado anteriormente que la ley, tanto de nuestro vecino país como la nuestra, no se ha
empeñado en definir el fondo o establecimiento de comercio sino su transferencia, luego de
estudiar la llave, su valor y la clientela, la gran mayoría de los autores argentinos siguen a
Fernández, quien define acertadamente el fondo de comercio como: “Un conjunto de
fuerzas productivas, derechos y cosas que tanto interior como exteriormente se presenta
como un organismo con perfecta unidad por los fines a que atiende, que no son otros que la
obtención de beneficios económicos en el orden comercial e industrial”18.

La clientela como el derecho del adquirente y la interdicción de concurrencia

Nos parece importante seguir el análisis hecho por el Prof. Zunino y mencionar no solo
como elemento del establecimiento comercial a la clientela, y los derechos del adquirente

16
Fernandez, R. L., Código de Comercio, t. UU, p.24.-
17
Zunino, Jorge O, obra citada pag.205.-
18
Fernández, R. L., Código de Comercio, t. UU, p.24., citado por Zunino, ob. Cit., pag.8.
sobre la misma, sino también la interdicción de concurrencia que pesa sobre el vendedor del
negocio.

Siendo la clientela un elemento del establecimiento comercial comprendido dentro del valor
de la llave, su transferencia o venta incluye por parte del vendedor la prohibición de
concurrir o competir con el adquirente sobre la misma clientela. Para mejor ejemplificación,
al incluir la transferencia un deber de respeto a las cualidades del establecimiento vendido e
interdicción de competir, el vendedor no puede realizar ninguna actividad comercial que
pueda confundir o distraer la clientela en relación a la atracción o interés comercial ofrecido
por dicho establecimiento transferido, conducta que sería calificada de competencia desleal.
Inclusive el Código Italiano, a través de su Art. 2557, prohíbe expresamente al vendedor de
un establecimiento reestablecerse por un lapso de cinco años, en la cercanía del bien
vendido, explotando los elementos comprendidos en la transmisión.

Siguiendo la jurisprudencia argentina, al vendedor le está prohibido: integrar sociedades,


trabajar como empleado, dependiente, viajante, agente, o simplemente colaborar con
terceros que exploten negocios similares al enajenado, dentro de la zona para el interdicta, o
cuando debido a estas circunstancias y de la forma en que actúe, ejerza sobre la clientela que
ha transmitido la concurrencia indebida que se pretende evitar19.

Aclaramos que esta prohibición de concurrencia alcanza también a la clientela futura que se
tenía como objetivo captar desde el establecimiento comercial y con las cualidades que
contenía el mismo al momento de la venta.

Derecho al local

El inmueble donde funciona el establecimiento comercial no es considerado elemento del


mismo, de tal manera que no puede suponerse transferido con el establecimiento. Mencionar
derecho al local es únicamente en relación al derecho que tiene el adquirente del
establecimiento comercial a que el vendedor le dé en locación el inmueble donde gira, o en
su caso, que le transfiera el contrato que debe permitir dicha cesión. Aclarando los autores
argentinos, que se consideraría abusiva una rescisión por parte del locador (peor aún si fuese
el vendedor), si no permitiera esta cesión, siempre y cuando se realice en igualdad de
condiciones (especialmente en relación a las garantías de cumplimiento).

Siguiendo la doctrina unánime de que el derecho al local forma parte de los elementos
incorporales del establecimiento comercial y la transferencia del mismo incluye
necesariamente el contrato de arrendamiento, que tiene una influencia directa sobre el valor
de la llave y la clientela.

5.- La transferencia de los establecimientos comerciales. Forma

Si bien, como lo hemos mencionado más arriba, nuestra Ley 1034 no da un concepto claro
del fondo de comercio o establecimiento comercial, así como tampoco nomina un contrato
de transferencia del mismo, sí establece la forma de transferencia con el fin principal de
19
CN Paz, Sla II, 4/3/45, GP, 61-181, Fernández, R. L, La obligación de no restablecimiento del vendedor de un
fondo de comercio, LL, 52-297, Fernández, R. L., Código de Comercio, T. II, p. 83. citado por Zunino, Jorge O, ob.
cit. p.189.
proteger los derechos de terceros y del Estado que no forman parte de la negociación. La
forma se encuentra regulada por el Art. 113 de la citada ley, pudiéndose realizar por acto o
contrato privado o en remate público, lo que no impide que sea realizado ante escribano a fin
de dar fecha cierta al acto, en papel común o sobre protocolo notarial. Pero no incluye las
consecuencias del incumplimiento del procedimiento para las partes.

Requisitos.

El principal requisito para la transferencia, según el Art.113 de la mencionada ley, citado más
abajo, es cumplir con la publicación del acto, a fin de dar publicidad del mismo a terceros , sean
acreedores, deudores o simplemente contratantes (contratos de seguro, alquiler, etc….) que se
puedan ver afectados por el acto de la transferencia de este bien o parte de él. En cuanto a la
forma, puede ser por acto privado pero deduciendo del mismo artículo in fine, ante escribano, o
a través de un rematador público. Cumpliendo también con la inscripción de la transferencia en
los registros públicos para tener efecto contra terceros (Art.118).

PUBLICACIÓN (Art. 113). - Toda transferencia de un establecimiento comercial por acto


privado o en remate público, deberá ser anunciada con veinte días de anticipación en dos diarios
de gran circulación por cinco veces alternadas durante diez días. Las publicaciones indicarán la
denominación, clase, ubicación del establecimiento, nombre y domicilio del vendedor y del
comprador, y los del rematador o del escribano, en su caso.

Seguidamente, y una vez realizada la publicación arriba indicada, de conformidad al Art. 114:
“El enajenante entregará al adquiriente, en todos los casos, una declaración que contenga los
créditos y las deudas, con especificación del nombre y domicilio de los acreedores y deudores,
monto de los créditos y deudas y fecha de vencimiento de los mismos”.

Derecho de oposición. Procedimientos

Los acreedores del fondo de comercio tienen un derecho de oposición para impedir la
transferencia de este, que debe hacerse efectivo dentro de los diez días de realizada la última
publicación. Siendo la intención de los legisladores dar transparencia al acto, y cuidar los
derechos de terceros acreedores, creemos que el derecho de oposición debe ser extensivo a los
terceros que, sin ser acreedores, puedan llegar a serlo, manteniendo algún contrato sea comercial
o civil con dicho fondo, y cuya transferencia afecte la situación o condiciones pre-existentes a la
transferencia.

En caso de presentarse un acreedor a hacer uso del derecho de oposición a la transferencia, el


adquirente o vendedor podrá depositar el monto de crédito y sus accesorios a favor del acreedor.
Aclarando que tratándose de una cesión de deuda, el crédito no necesita estar vencido, y la sola
oposición o requerimiento de pago por parte del acreedor es suficiente, sin necesidad de estar
fundada por este último.

En caso de que un acreedor no se presente a oponerse a la transferencia, se dará por aceptada


tácitamente la cesión de su crédito perdiendo toda acción contra el enajenante, salvo que el
mismo no haya incluido dicho crédito dentro del informe entregado al adquirente.

Depósito del monto de los créditos opuestos y embargo


Según el Art.116 de nuestra ley, a partir del depósito del monto del crédito reclamado, con sus
accesorios, el acreedor tiene veinte días a contar desde el último día del plazo de oposición (diez
días desde la última publicación) para solicitar el embargo de la suma depositada. Dicha suma
debe satisfacer el monto reclamado por el acreedor, para que la transferencia sea posible. En
caso de que el acreedor no retire el dinero o no accione contra estos fondos dentro del plazo
mencionado, el depositante tiene derecho en retirar nuevamente el monto depositado.

De esta forma, la Ley 1034 posibilita al propietario de un fondo de comercio, transferir el


mismo, agilizando la liquidación de su pasivo, inclusive con la presentación de una oposición
por parte de un acreedor, inclusive satisfaciéndolo anticipadamente.

CRÉDITO CUESTIONADO

Asimismo, a fin de evitar la presión indebida de algún acreedor para impedir la transferencia de
un fondo de comercio, o abusar de su condición (oportunismo), las partes intervinientes en la
transferencia pueden cuestionar el crédito reclamado, siempre y cuando realicen el depósito
pertinente para garantizar el pago, y de esta manera realizar la transferencia. En caso de existir
tal cuestionamiento, el enajenante o depositante puede pedir al juez una autorización para retirar
la parte del precio de la transferencia correspondiente al crédito de que se trate, ofreciendo una
caución suficiente para responder por él. (Art.117).

Si bien la ley no precisa el procedimiento a seguir para los depósitos de acreencias opuestas, en
caso de que la transferencia tenga lugar por acto privado, es decir ante escribano, los mismos
deberán ser realizados ante el mismo, y en caso de remate público, en la cuenta judicial a ser
abierta a dicho efecto por el juez ordenante.

Importe de la transferencia

Claramente, el Art. 119 de la ley mencionada prohíbe la transferencia por acto privado de un
establecimiento comercial o industrial por un precio inferior a la suma del pasivo declarado, más
el importe de las demás deudas no declaradas cuyos acreedores hubieren hecho oposición, salvo
el caso de conformidad de los interesados. En cuanto a esta conformidad, si bien el artículo no lo
especifica, creo importante aclarar que ahí se establece una conformidad expresa, no tácita; es
decir que el transcurso del plazo de oposición no libera al enajenante del cumplimiento de este
artículo, debido a que la conformidad da lugar a una excepción a la prohibición mencionada
primeramente.

De esta forma, los créditos no objeto de oposición siguen siendo garantizados por el valor del
fondo de comercio o de sus elementos, sin que le afecte la transferencia, en una situación similar
a la que existía antes de está ultima.

Pero en caso de venta en remate público, el Art. 120 no menciona expresamente esta
prohibición, debido a la obvia situación de que se trata de la venta a través de un rematador
público, que tiene a su cargo y bajo su responsabilidad la disposición del importe recaudado,
respetando las retenciones y los depósitos en caso de oposiciones.
Es conveniente aclarar que en caso de venta en remate público, contemplado en el Art. 120 de la
Ley 103420, el rematador tiene las mismas exigencias que el enajenante en cuanto a las
publicaciones y su contenido. Y en caso de no alcanzar el importe del remate la suma de las
deudas, declaradas o no declaradas, y las que fueren objeto de oposición, la totalidad del
importe, una vez deducidos los gastos y comisiones del rematador, será depositada en una
cuenta especial. La finalidad de esta cuenta especial es el respeto al principio de “pars
creditorum”, es decir, el derecho de igualdad entre los acreedores, que se hayan opuesto o no,
para la realización de un pago proporcional. La violación del mencionado artículo por parte del
rematador, trae su responsabilidad solidaria con el propietario del fondo por los pagos realizados
ante los acreedores.

Omisiones o transgresiones a la ley

Además del artículo mencionado más arriba, que contempla la violación del procedimiento en
caso de venta en remate público, el Art. 12121 especifica la amplitud de la responsabilidad
solidaria que recae no solo sobre el rematador público y el vendedor, sino sobre el comprador y
en su caso al escribano que hubiera intervenido en la transferencia de un fondo de comercio.

6.- Transmisión por separado de los elementos del fondo

Nuestra ley, en este punto, sigue encontrando su fuente en la ley argentina 11867/34, con
algunas modificaciones no compartidas por la mayoría de los autores, según el Prof. Jorge
H. Escobar, en una intención de resumir la fuente mencionada, eligiendo otro procedimiento.

La transferencia del fondo de comercio no siempre se realiza en su totalidad, pudiendo su


propietario enajenar solo algunos de sus elementos, o reservándose algunos, que
generalmente están más relacionados con sus cualidades personales como comerciante. Pero
en cualquiera de los dos últimos casos, enajenando solo algunos elementos o reservándose
otros específicos, el propietario perjudica el valor del fondo ante sus acreedores.

A estas situaciones debemos mencionar que a través de la venta de unos pocos elementos de
un fondo de comercio, el propietario puede estar transfiriendo casi todo el valor del mismo,
razón por la cual debe ser atendido el espíritu de nuestra ley para la protección de los
intereses de terceros.

El caso de la transferencia de los elementos por separado no es contemplado y solo se


menciona la posibilidad de una transferencia parcial en el Art. 120, cuando menciona “…la
transferencia total o parcial en remate público…..”, sin especificar el caso de transferencia

20
Ley 1034 del Comerciante, Art. 120.- “En los casos de transferencia total o parcial en remate público, el martillero levantará
previamente inventario de las existencias y lo anunciará en las publicaciones correspondientes, debiendo ajustarse a lo previsto
para el caso de oposición. Si el producto del remate no cubriere la suma a ser retenida, el rematador depositará en cuenta
especial el producto total de la subasta, previa deducción de comisión y gastos.
Si el rematador hiciere pagos o entregas al vendedor mediando oposición, quedará obligado solidariamente con este
respecto de los acreedores hasta el importe de las sumas entregadas”.

21
Art. 121.- “Las omisiones o transgresiones a esta ley harán responsables solidariamente por el importe de los créditos que
resulten impagos como consecuencia de ellas y hasta el monto del precio de lo vendido, al vendedor, al comprador, y en su caso,
al escribano o rematador que hubiere intervenido”.
por acto privado, y la necesidad o no de inscripción en los registros públicos de una
transferencia, si fuese parcial.

Ante la falta de regulación clara de este punto tan importante para la protección de los
intereses de terceros, acreedores o no, creo que debemos partir de la prohibición de
transferencia del fondo de comercio por acto privado, por un valor menor a la sumatoria de
su pasivo, incluyendo acreedores no denunciados que hayan presentado una oposición.
Partiendo de este punto, si la venta no es posible en estas condiciones, cualquier venta de
algún elemento del fondo de comercio que tenga por efecto disminuir su valor, tanto de
activo como de producción, debe ser le aplicado el mismo procedimiento que para la venta
total, con las mismas garantías.

Esta posición trae el peligro que significa hacer difícil al propietario disponer de los
elementos de su fondo, y en caso de elementos materiales, estaremos dificultando
directamente el desarrollo comercial del mismo, y su modernización, complicando también
su administración, elevando enormemente el costo de la transferencia parcial.

Locación o alquiler

Nuestra Ley 1034, que desde su Art. 112 no conceptualiza el fondo de comercio, sino que
solo enumera sus elementos como vimos anteriormente, tampoco menciona la posibilidad de
locación del mismo, pero tampoco lo prohíbe. La incertidumbre, sentimiento tan repudiado
por los comerciantes al momento de proyectar sus empresas, crea reales vallas que frenan el
comercio en sí, y leyendo al Prof. Argaña, así como buscando en la doctrina argentina,
especialmente con la obra ya mencionada del Prof. Jorge Zunino, tampoco encontramos
mayor alumbramiento sobre el objeto y la naturaleza de este contrato que preferimos llamar
de alquiler antes que de usufructo por cuestiones etimológicas, y siendo el alquiler la forma
más común utilizada por los comerciantes.

Existen ciertamente dos opiniones diferentes de los doctrinarios. La primera que considera al
contrato de alquiler de un fondo de comercio como un cuasi-alquiler, en vista de que parte
de los elementos, especialmente la mercadería, es consumida por el locatario del fondo,
entonces podemos interpretar que el locatario se vuelve propietario de estos elementos
consumibles y solo tiene la obligación de devolverlos en la misma cantidad y calidad.

La segunda opinión contraria a la primera expuesta más arriba, con el argumento de que la
misma confunde la mercadería con el fondo de comercio que es un conjunto de elementos,
una universalidad, y no es consumible como tal, aclarando que es la unidad la que no es
consumible no los elementos por separado, que pueden ser repuestos en sus sustancias. La
organización de los elementos del fondo de comercio, realizada o compuesta por el
propietario, es la que le da su valor.

Siguiendo la segunda corriente, que nos parece más cerca de la finalidad comercial del acto,
el locatario, al finalizar o ser rescindido el contrato, debe devolver al propietario el fondo en
el mismo estado en el cual le fue entregado. No es suficiente devolver el dinero que
representa las mercaderías vendidas, ya que tiene que conservar la sustancia de la cosa y su
dinámica. No sería lo mismo recibir un local comercial de venta de frutas, con las cámaras
frías o heladeras llenas, listo para abrir al día siguiente, y un local con sus instalaciones
vacías a pesar de tener la caja llena del dinero suficiente para llenar nuevamente el stock.

Se considera que tanto el locatario al recibir el fondo de comercio, como el propietario al


serle devuelto el mismo, estos deben seguir explotándolo inmediatamente, sin que las
condiciones de entrega puedan perjudicar su dinámica y consecuente repercusión sobre la
clientela, por ejemplo.

En cuanto al valor del fondo al momento de ser devuelto por el locatario, si bien este último
no tiene ninguna obligación de devolverlo con un valor superior, sí debe mantener sus
elementos actualizados para prestar el mismo servicio a la clientela. Es decir que debe
actualizar normalmente los elementos del fondo; por ejemplo, no podría seguir usando una
balanza manual años después, tomando en cuenta que todos los comercios de su clase ya se
han modernizado. Estas mejoras deberán tomarse en cuenta al momento de calcular la
plusvalía real que el locatario ha generado sobre el valor del fondo, y si le corresponde algún
reclamo.-

7.- ¿La transferencia del establecimiento es un acto de comercio?

Conforme al Art.71 inc.i) de la Ley 1034, no existe duda de que es un acto de comercio la
adquisición o enajenación de un establecimiento comercial. Pero, Fontanarosa, citado por el
Prof. Jorge H. Escobar22 menciona las diversas situaciones: a) si uno adquiere a título
oneroso un establecimiento mercantil con intención de explotarlo, es indudable la naturaleza
mercantil del acto; b) cuando la adquisición del establecimiento mercantil se ha realizado
con la intención de enajenarlo (revenderlo o locarlo) lucrativamente, la comercialidad del
acto es indiscutible; c) si la enajenación se hizo con el propósito de clausurar el
establecimiento y evitar la competencia, el acto es mercantil; d) si se adquirió el fondo de
comercio para donarlo o para fines científicos, el acto es civil para el adquirente, por faltar el
ánimo de especular mediante la enajenación.

Bibliografía:
• RIPA ALBERDI, Vicente, Transmisión de establecimientos comerciales.
• ZUNINO, Jorge O., Fondo de Comercio, edit Astrea, Buenos Aires. ç
• SATANOWSKY, Marcos. Tratado. de Derecho Comercial III.
• ZABAA RODRÍGUEZ, C. J. Derecho de La Empresa.
• RODRÍGUEZ Y RODRÍGUEZ, Joaquín, Derecho mercantil.
• FERNANDEZ, R. L., Código de Comercio.

22
Ob. cit., p.293.-
Curriculo del Autor:

Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Asunción, año 1993. Mater en


Derecho Internacional Comercial de la Universidad de Tucson, Arizona, Estados Unidos, año
1997, con la aceptación de su tesis sobre “Manifest carácter of the fraud in the first demand
guarantee”, publicado por el NATIONAL LAW CENTER FOR INTER AMERICAN FREE
TRADE y expuesta en el Congreso de Derecho Bancario Internacional en Miami 1998
(www.natlaw/buletin/1998/r9810/981002a.htm). Participó en la publicación del Libro “Derecho
Bancario” del Dr. Raúl Torres Kirmser, Editorial La Ley, en lo referente al capítulo de Crédito
Bancario. Es Profesor Asistente de la cátedra de Derecho Mercantil, quinto semestre, notariado
de la Universidad Nacional de Asunción. Fue profesor de Derecho Mercantil en la Universidad
Católica de Asunción, carrera de Licenciatura en Comercio Internacional. Correo Electrónico:
[email protected]
CAPÍTULO XIII

DE LA COMPETENCIA COMERCIAL

SUMARIO: 1. Libertad de comercio. La libre competencia y sus límites legales.


Reglamentaciones. Los monopolios. Pacto de competencia. Plazo. Caso del Proveedor
único. 2. De la competencia desleal. Libre competencia y competencia desleal.
Historia. Naturaleza y fundamento. Concepto de competencia prohibida y competencia
desleal. 3. Actos considerados de competencia desleal por el Art. 108 de la Ley del
Comerciante. Actos de competencia desleal realizados con dolo o culpas, presunción
de culpabilidad del acto declarado de competencia desleal. ¿A quién corresponde la
acción de reprimir la competencia desleal? 4. Transferencia de los establecimientos
comerciales. Forma. Publicidad. Avisos y publicaciones. Enunciaciones de las
publicaciones. Declaraciones del enajenante. El derecho de oposición. Inscripción de la
transferencia. Precio de la transferencia. Inventario en el caso de la transferencia en
remate. Responsabilidades.

1. Libertad de comercio. La libre competencia y sus límites legales.

La competencia aparece como lógica consecuencia de la libertad de comercio y de


trabajo. Este derecho a competir está sometido a leyes que lo reglamentan.

Todo comerciante tiene derecho a contender (competir) con otros en la lucha para la
obtención de clientes, de mercados y de mayores beneficios. No obstante, se deben
respetar requisitos impuestos por el principio de lealtad y la necesidad de garantizar
los mismos derechos para los otros comerciantes1.

Antes de la revolución francesa – imperante otra ideología -, para que un sujeto


iniciara una actividad económica por cuenta propia, debía obtener la autorización
real o la de los gremios o corporaciones profesionales.

Con la igualdad ante la ley (doctrina post revolucionaria), el comerciante puede


concurrir y competir con otros que se dedican a la misma actividad: doctrina de la
libre competencia, que tiene fundamento constitucional en el Art. 107 de nuestra
Carta Magna, que establece:

“Se garantiza la competencia en el mercado. No serán permitidas la creación de


monopolios y el alza o la baja artificiales de precios que traben la libre
concurrencia…”.

La libertad de competencia se presenta actualmente en los países que desde una


perspectiva socio-político-económica participan de principios básicos comunes, es
decir, que se trata de países adscriptos al sistema capitalista: a) propiedad privada de
los medios de producción; b) subordinación del trabajo al beneficio del capital; c) el
lucro, constituido en el motor de la actividad económica (y no el bienestar social); d)
la subsidiariedad de la iniciativa económica pública a la iniciativa privada y,
finalmente; e) la circunstancia de que la programación o planificación económica es
moderadamente intervencionista, en mayor o menor grado2.

1
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, 1996, Bs. As. Pág. 194.
El concepto de economía de mercado tiene uno de sus fundamentos principales en la
libre competencia, que resulta de la concurrencia libre en el mercado de ofertantes
que producen bienes o servicios similares y, a su vez, consumidores que toman
decisiones libres sobre sus compras en el mercado con información suficiente sobre
las características de precio y calidad de los productos, sin que en estas decisiones
intervengan fuerzas distintas a las del mercado mismo. El concepto de libre
competencia se aplica normalmente en un país, y toma en cuenta bienes nacionales
como extranjeros. Por ello, las políticas de libre competencia y de libre comercio
están estrechamente ligadas.

Se define la competencia como la “situación en la que se encuentran actual o


potencialmente dos o más empresarios que, operando en el mismo ámbito del
mercado, ofrecen bienes o servicios susceptibles de satisfacer, incluso con medios
(medios o servicios) diferentes, la misma necesidad, y que se encuentran en una
circulación de conflictos de interés frente a la clientela”3. (Franceschelli).

Cuando la doctrina o la ley se refieren a la tutela de la libertad de competencia, no se


refieren al establecimiento de unas idílicas condiciones de libertad y de absoluta
igualdad universal, superada por la propia naturaleza de las cosas y de la estructura
de la economía moderna. Debemos entender la tendencia dirigida a prevenir, y, en
su caso, a reprimir y sancionar los abusos que constituyen los obstáculos artificiales
voluntariamente creados por los empresarios (no connaturales al normal
funcionamiento de la economía), que son perjudiciales para el ordenado desarrollo
de la competencia practicable o imperfecta en el mercado4.

Reglamentaciones.

A más del ya mencionado Art. 107 de la Constitución Nacional que expresa: “…Se
garantiza la competencia en el mercado. No serán permitidas la creación de
monopolios y el alza o la baja artificiales de precios que traben la libre
concurrencia…”.

El Art. 105 de la Ley 1034/38 del Comerciante establece: “La competencia


comercial puede ejercerse libremente siempre que no lesione los intereses de la
economía nacional y dentro de los límites establecidos por las disposiciones de este
Código, las leyes especiales o lo que las partes acordasen contractualmente”.

Los monopolios.

En una situación de monopolio, un solo productor satisface la demanda de todos los


consumidores. Ello le permite la posibilidad de determinar el precio y la cantidad
que más le convienen al monopolista a costa de extraer recursos del consumidor.
Una situación de monopolio, sin regulación alguna, determina que el precio sea
mayor al que ocurriría en una situación de libre competencia, y que la cantidad
disponible sea menor. Es importante señalar que la existencia de un solo proveedor

2
HALPERIN, I., Curso de Derecho Comercial, T. I., Depalma, Buenos Aires, 1975. Pág. 192.

3
FRANCESCHELLI,

4
BROSETA PONT, M, Manual de Derecho Mercantil, 2º de., Tecno, Madrid, 1974. Pág. 106.
en un mercado no define necesariamente una situación de privilegio, para lo cual se
requiere analizar la existencia de barreras de entrada que inhiban ingreso de rivales
potenciales a la industria en el largo plazo. (B. Behr)

Si el monopolio no es sujeto de ninguna regulación, es lógico suponer que el


monopolista hará lo necesario para aprovecharse de la situación en que se encuentra,
es decir, cobrar precios mayores que los que permitiría una situación de libre
competencia.

Es preferible, en el corto plazo, para los consumidores un esquema de libre


competencia que uno de monopolio.

Existen situaciones en que el monopolio es inevitable, como cuando se trata de


monopolios naturales, en que no sería viable o sería excesivamente caro que
existieran dos proveedores de un mismo servicio, como por ejemplo los servicios
públicos (agua potable, electricidad).

Sin embargo, existen posibilidades de desarrollar marcos regulatorios que permitan


mayores niveles de competencia, aun en estos rubros tradicionalmente sujetos a una
situación de monopolio, como el actual de enlace internacional de proveedores de
acceso a internet en Paraguay (telecomunicaciones).

Pacto de competencia. Plazo

El Art. 106 de la Ley 1034/38 del Comerciante establece: “El pacto que limite la
competencia será válido si se circunscribe a una zona y actividad determinada y por
no más de cinco años, siempre que no tenga por finalidad perjudicar a terceros. Si
no se hubiese estipulado plazo o se conviniere uno mayor al establecido en este
artículo, su duración será de cinco años”.

Caso del Proveedor único

El Art. 107 de la Ley 1034/38 del Comerciante dispone: “El que fuere proveedor
único de un servicio o un producto está obligado a suministrarlo a todos los
interesados en igualdad de condiciones y precio”.

2. De la competencia desleal. Libre competencia y competencia desleal.

La competencia desleal consiste en un acto ilícito perjudicial para un competidor: el


perjuicio no es otra cosa que la disminución de la clientela. Por tanto, se trata de una
conducta ilícita que solo interesa, en principio, al competidor directamente
perjudicado. Y en esto existe una diferencia radical con los actos contrarios a la libre
competencia, donde no solo hay intereses privados comprometidos, sino también el
interés público de reprimir las situaciones de abuso de poder de mercado. En
materia de competencia desleal, los intereses privados se cautelan reparando el daño
provocado al competidor: haciendo cesar el acto, declarando el carácter deshonesto
de una conducta, remediando en naturaleza el mal causado e indemnizando los
perjuicios.
Historia

Históricamente la posición del derecho frente a la competencia ha sido dinámica, es


decir, ha evolucionado en distintos estadios: en una primera fase, la reglamentación de
la competencia comercial era excesiva hasta el punto de que por lo asfixiante, se llegó a
anular, porque se destruyó el principio de la igualdad, su elemento esencial.

Afínales del siglo XVIII se entroniza el principio de la igualdad al proclamarse la


libertad de industria y comercio.

Son los revolucionarios franceses, en un segundo estadio, quienes en el año de 1791, ley
de marzo 2, abolieron los privilegios establecidos por los gremios (tales como la
matrícula mercantil solo para sus miembros; justicia privada dictada por los cónsules
del gremio, con base en normas distintas a las de la justicia común), y deciden suprimir
estas prácticas odiosas y discriminatorias en el ejercicio del comercio, para dar paso al
principio más pregonado en la Revolución Francesa: la igualdad de las personas.

En consecuencia, se establece que todas las personas, sin distinción alguna, pueden
ejercer el comercio sin necesidad de pertenecer al gremio, pudiendo libremente ejercer
cualquier actividad comercial, en igualdad de condiciones, sometiendo a todos los
ciudadanos a una justicia y a unas normas comunes.

Posteriormente Napoleón, en 1807, toma íntegramente la filosofía igualitaria de los


revolucionarios y la plasma en su Código de Comercio, que con el tiempo sirvió de
fuente de inspiración a la mayoría de los Códigos de Comercio de Occidente, incluido el
nuestro.

Este tercer estadio, con algunas pocas modificaciones introducidas por las necesidades
sociales de nuestra época, es la que actualmente se proyecta en todos los ordenamientos
jurídicos no pertenecientes al common law (ley común).

A esta concepción moderna pertenecen las leyes especiales sobre prácticas restrictivas
de la competencia, que en ordenamientos jurídicos como el nuestro, implican una
limitación a la libertad para defender, precisamente, esa misma libertad; es decir, es una
libertad restringida que propende por una libertad igualitaria y por medio de la cual se
quiere, a través de la restricción, mantener la igualdad entre los concurrentes a una
actividad en el mercado.

Naturaleza y fundamento

EI origen y la naturaleza jurídica de esta figura comercial en su más estricta concepción,


han sido objeto de largos y no menos contradictorios debates, que en última instancia
han arrojado como resultado las siguientes teorías:
Teoría de Ia responsabilidad extracontractual

En primer lugar encontramos esta teoría francesa que explica la naturaleza jurídica de la
competencia desleal asimilándola en un todo y por todo a la responsabilidad civil
extracontractual, que por lo tanto requiere de los mismos elementos integrativos de
aquella, esto es:

a. Un acto o hecho dañino.

b. Un daño.

c. Una relación de causalidad entre el hecho y el daño.

Teoría de Ia protección de Ia personalidad

Tesis que es sostenida por el jurista alemán Kohler. Según este autor, las normas sobre
competencia desleal protegen el derecho de las personas en general, tanto del
consumidor como del competidor.

La violación de estas normas implica una afrenta contra la dignidad y el respeto que se
debe a las personas, el cual surge no solo de las normas penales sino también en el
ámbito de las normas que en el derecho privado protegen Ia competencia. Esta teoría
peca por su generalidad y abstracción por cuanto todo el derecho tiene por objeto
regular la conducta humana y garantizar Ia dignidad y el respeto que naturalmente se le
debe al hombre.

Teoría del abuso del derecho

Esta teoría parte de la base que dentro de un régimen de libertad de comercio en el cual,
como premisa básica, está plenamente permitida la competencia, quien la ejerce por
fuera de los límites para cuya finalidad está establecida, desviándola y empleando
medios contrarios a la ley, a las prácticas y usos mercantiles, está abusando de su
derecho.

Es sumamente atractiva por cuanto explica la naturaleza jurídica de Ia competencia en


el campo mismo de la libre competencia, solo que fundamentándola en el desvío de Ia
finalidad que busca la competencia, esto es, el exceso en el ejercicio del derecho, que
por su individualismo a veces se olvida que en última instancia todo derecho individual
está llamado a cumplir con una función social que, por lo demás, debe cumplir todo el
derecho.

En otras palabras, el derecho individual de libre competencia encuentra su límite y su


exceso en donde empieza la función social que debe cumplir el derecho individual en
una sociedad competitiva, de libre mercado. Es obra de Ia jurisprudencia y de la
doctrina encontrar ese punto de convergencia entre el derecho individual y su función
social, para poder mantener ese claro equilibrio entre las fuerzas del mercado. Es esta la
dinámica que en todo tiempo ha tenido y tendrá la actividad mercantil por la fuerza
misma de los acontecimientos del derecho comercial.

Teoría del acto excesivo


Otros teorizantes, entre ellos el maestro Paúl Roubier, sostienen que el acto de
competencia desleal es un "acto excesivo" por cuanto desvía de su finalidad los
principios en que se fundamentan las libertades civiles, en la medida en que contraría
los usos y las prácticas que en todo tiempo han movido la libertad de obrar en el
comercio. En realidad esta teoría no es más que una presentación distinta de la teoría de
Josserand, según la cual el acto de competencia desleal, en el fondo, es constitutivo de
un abuso del derecho.

Teoría de Ia protección de la hacienda

Ripert y Carnelutti sostienen que las normas sobre competencia desleal son constitutivas
de protección a la hacienda, al patrimonio de los demás comerciantes competidores. AI
parecer estos autores se olvidan del consumidor y de la protección jurídica que a este se
le brinda con las normas sobre prácticas restrictivas a la competencia.

Anteriormente se manifestó conformidad, en parte, con la teoría de Louis Josserand que


encuentra en la competencia desleal un típico acto de abuso del derecho. Esta teoría
considera que quien abusa, desvía la finalidad de su derecho y, en consecuencia, quien
compite deslealmente, está desviando la competencia. Pero la adhesión por esta tesis es
solo en principio, ya que se considera que el abuso del derecho y la competencia desleal
son dos instituciones autónomas e independientes, que han encontrado en los
ordenamientos jurídicos una reglamentación propia y en algunos casos con importantes
diferencias. No necesariamente tiene que presentarse correspondencia perfecta entre los
elementos de una u otra figura, so pena de que esta o aquella se desestructuren.

Concepto de competencia prohibida y competencia desleal

Competencia prohibida: Implica realizar una actividad económica cuando la ley lo


prohíbe, se cumple cuando se infringen las normas relacionadas con las siguientes
situaciones: 1) exclusividad que la ley otorga a ciertas actividades; 2) las condiciones
que para el ejercicio de ciertos oficios exige la ley; 3) la prohibición especial concebida
a favor de alguna empresa; 4) las prácticas de promoción y publicidad comercial e
industrial5.

La competencia desleal: también llamada comportamiento anticompetitivo, es la


práctica en teoría contraria a los usos honestos en materia de industria y de comercio. Se
refiere a todas aquellas actividades de dudosa honestidad (sin necesariamente cometer
un delito de fraude), que puede realizar un fabricante o vendedor para aumentar su cuota
de mercado, eliminar competencia, etc.

El Art. 10 bis de la Convención de la Haya la define como “todo acto de concurrencia


contrario a los usos honestos en materia industrial o comercial”.

Los medios son múltiples: a) publicidad emulativa, difamatoria, denigrante, referida a


un competidor o categoría de competidores; b) violación de secretos de producción de la

5
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, 1996, Buenos Aires. Pág. 197.
competencia; c) desvío de empleados; d) cooperación en violación de contratos; e)
imitación servil de productos; f) normas incorrectas antieconómicas de venta al público.

El Art. 80 de la Ley 1294/98 de Marcas lo define de la siguiente manera; “Constituye


competencia desleal todo acto contrario a la buena práctica y al uso honrado en materia
industrial y comercial”.

3. Actos considerados de competencia desleal por el Art. 108 de la Ley del


Comerciante

El Art. 108 de la Ley 1034/38 del Comerciante establece que; “Sin perjuicio de lo que
dispongan las normas especiales sobre marcas, patentes y otros derechos análogos, no
están permitidos y se consideran actos de competencia desleal, entre otros, los que se
enuncian a continuación:

a) Usar nombres o signos distintivos que puedan causar confusión con los
legítimamente usados por otros;
b) Imitar los productos de un competidor, o realizar por cualquier otro medio actos
susceptibles de crear confusión con los productos o con la actividad de aquel;
c) Difundir noticias o apreciaciones sobre los productos o actividad de un
competidor, para ocasionar su descrédito o apropiarse de los méritos de los
productos de aquel;
d) Utilizar directa o indirectamente cualquier medio contrario a los principios de la
ética profesional que puedan causar daño al competidor.

Actos de competencia desleal realizados con dolo o culpas, presunción de


culpabilidad del acto declarado de competencia desleal.

Art. 110 :“Los actos de competencia desleal realizados con dolo o culpa del agente
le obligan a reparar el daño causado. La sentencia que así lo declare podrá ser
publicada”

¿A quién corresponde la acción de reprimir la competencia desleal?

Art. 111: “Se presume, salvo prueba en contrario, que el acto declarado de
competencia desleal es culpable. La acción encaminada a reprimir la competencia
desleal corresponde al particular afectado y a las asociaciones profesionales
interesadas”.

3. Transferencia de los establecimientos comerciales

Por múltiples razones (principalmente la protección de terceros acreedores) las


distintas legislaciones, normalmente, disponen en forma particular y detallada sobre
la transferencia de los establecimientos comerciales.

Con anterioridad a la vigencia de la Ley del Comerciante se producían frecuentes y


constantes abusos: mediante la transferencia de establecimientos comerciales solía
defraudarse al adquirente, y más comúnmente aún, a los acreedores.
Art. 112: “Son elementos constitutivos de un establecimiento comercial, las
instalaciones, existencias de mercaderías, nombre y enseña comercial, derecho al
local, patentes de invención, marcas de productos y servicios, dibujos y modelos
industriales, menciones honoríficas y todos los demás derechos derivados de la
propiedad comercial o industrial”.

Forma. Publicidad. Avisos y publicaciones. Enunciaciones de las publicaciones

Art. 113 de la Ley 1034/38 del Comerciante; “Toda transferencia de un


establecimiento comercial por acto privado o en remate público, deberá ser
anunciada con veinte días de anticipación en dos diarios de gran circulación por
cinco veces alternadas durante diez días. Las publicaciones indicarán la
denominación, clase, ubicación del establecimiento, nombre y domicilio del
vendedor y del comprador, y los del rematador o del escribano, en su caso”.

Declaraciones del enajenante

Art. 114: “El enajenante entregará al adquirente, en todos los casos una declaración
que contenga los créditos y las deudas, con especificación del nombre y domicilio
de los acreedores y deudores, monto de los créditos y deudas y fecha de vencimiento
de los mismos”.

El derecho de oposición

Art. 115: “La transferencia no podrá ser formalizada antes de transcurrido diez días
de la última publicación, plazo dentro del cual los acreedores podrán notificar su
oposición al adquirente, en el domicilio o denunciado en la publicación, o al
rematador o escribano que interviniere, exigiendo la retención del importe de sus
créditos y su depósito en cuenta especial.

El derecho de oposición podrá ser ejercido tanto por los acreedores reconocidos,
como por los omitidos que presentaren los títulos de sus créditos o justificaren su
existencia por asientos llevados en los libros y registros de contabilidad”.

Art. 116. “Efectuado el depósito por el comprador, o, en caso, por el rematador o


escribano, los oponentes dispondrán del plazo de veinte días, a contar del
vencimiento de los diez días que tuvieren para deducir su oposición, a objeto de
gestionar el embargo de lo depositado.

Si no lo hicieren en dicho plazo, las sumas podrán ser retiradas por el depositante”.

Art. 117. “En caso de que el crédito del oponente fuera cuestionado, el enajenante
podrá pedir al Juez autorización para retirar la parte del precio correspondiente al
crédito de que se trate, ofreciendo caución suficiente para responder por él.

Inscripción de la transferencia
Art. 118: “Publicados los avisos y transcurridos los diez días de la última publicación
sin que se haya deducido oposición, podrá otorgarse válidamente el documento de
transferencia. También podrá hacerse en el caso del artículo anterior.

Para que la transferencia surta efecto respecto de terceros debe celebrarse por escrito e
inscribirse en el Registro Público de Comercio”.

Precio de la transferencia

Art. 119: “No podrá efectuarse la transferencia de un establecimiento comercial o


industrial por un precio inferior al importe de los créditos constitutivos de pasivo
declarado por el vendedor, más el importe de las demás deudas no declaradas cuyos
acreedores hubieren hecho oposición, salvo el caso de conformidad de los interesados”.

Inventario en el caso de la transferencia en remate

Art. 120: “En los casos de transferencia total o parcial en remate público, el martillero
levantará previamente inventario de las existencias y lo anunciará en las publicaciones
correspondientes, debiendo ajustarse a lo previsto para el caso de oposición. Si el
producto del remate no cubriere la suma a ser retenida, el rematador depositará en
cuenta especial, el producto total de la subasta, previa deducción de comisión y gastos.

Si el rematador hiciere pagos o entregas al vendedor mediando oposición, quedará


obligado solidariamente con este respecto de los acreedores hasta el importe de las
sumas entregadas”.

Responsabilidades

Art. 121: “Las omisiones o transgresiones a esta Ley harán responsables solidariamente
por el importe de los créditos que resulten impagos como consecuencia de ellas y hasta
el monto del precio de lo vendido, al vendedor, al comprador, y en su caso, al escribano
o rematador que hubiere intervenido”.

Bibliografía:
• GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial,
Abeledo – Perrot, 1996, Buenos Aires.
• HALPERIN, I., Curso de Derecho Comercial, T. I., Depalma, Buenos Aires,
1975.
• BROSETA PONT, M, Manual de Derecho Mercantil, 2º de., Tecno, Madrid,
1974.

Currículo del Autor:


Abg. Leopoldo Maximiliano López Cañiza
Abogado. Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Asunción (Año 2004). Master en Propiedad Intelectual por la Universidad
Autónoma de Madrid (Año 2008). Profesor Auxiliar de la Enseñanza de Derecho
Mercantil (II) en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Asunción. Profesor Auxiliar de la Enseñanza de Derecho de la Integración en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción.
Investigador del CICyT de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Asunción. Ex becario del Instituto Autor y A.I.E. de España.
Actualmente en ejercicio de la Profesión como Abogado del Estudio Jurídico Beconi de
Asunción.
CAPÍTULO XIV

CONTRATO DE TRANSPORTE TERRESTRE

SUMARIO: 1.- Nociones generales del contrato de transporte. 2.- Concepto. 3.-
Legislación atinente al transporte terrestre. 4.- Caracteres del contrato de transporte. 5.-
Naturaleza jurídica del contrato de transporte. 6.- Clasificación de los contratos de
transporte. 7.- Las partes del contrato de transporte. 8.- Transporte gratuito y transporte
benévolo. 9.- El objeto del contrato como elemento objetivo del contrato de transporte.
10.- Itinerarios. 11.- Plazos. 12.- El transporte como empresa. 13.- Perfeccionamiento del
contrato de transporte. 14.- La forma del contrato de transporte. 15.- Prueba de contrato.
16.- Acciones de cumplimiento-caducidad de las acciones prescripción de las acciones.
17.- Transporte de personas. 18.- Prueba del contrato de transporte de personas. 19.-
Obligaciones y derechos de las partes en el contrato de transporte de personas. 20.-
Prohibición de limitar la responsabilidad en el contrato de transporte de persona. 21.-
Responsabilidad por retardo. 22.- Responsabilidad por inejecución del contrato. 23.-
Transporte de cosas. 24.- La carta de porte. 25.- Jurisprudencia y doctrina sobre carta de
porte. 26.- Enunciaciones que debe contener la carta de porte. 27.- Funciones que cumple
la carta de porte. 28.- Circulación de la carta de porte. 29.- Obligaciones del cargador, del
portador y del destinatario. 30.- Ejcución del contrato de transporte de carga. 31.-
Responsabilidad del transportador de carga. 32.- Cláusula de exoneración y limitación de
responsabilidad en el transporte de carga.

PRIMERA PARTE

ASPECTOS DEL CONTRATO DE TRANSPORTE TERRESTRE EN GENERAL

1- NOCIONES GENERALES DEL CONTRATO DE TRANSPORTE: Para el ser


humano el movimiento es igual a vida, por lo que cabe pensar que el traslado de un lugar a
otro, sea este de persona o sea de cosas, hace a una actividad esencial para su ser, más que
nada porque le ayuda a hacer su día a día. Cabe entender que el transporte es movimiento y
el movimiento es vida. Y desde esta perspectiva podemos arriesgar en decir que el contrato
de transporte debería ser - y creemos que es - de primer orden para la existencia misma del
ser humano. Es que para alimentarse o para abastecerse o pasearse o relacionarse,
trasladarse de un lugar a otro, etc., recurre a ello y lo hace muy importante para su vida.
Para cualquier acto de su vida el ser humano necesita ir de un lugar a otro; pero eso no era
problema cuando antes lo hacía por sí mismo porque se reducía a un simple hecho. Pero,
cuando para hacer lo mismo, al aumentar las distancias y la complejidad de su vida,
requirió de otros para resolver esos antiguos problemas para hacer su vida, hizo que se
creara el transporte entendido como el traslado por tercero de personas y cosas. Pero, visto
así, el transporte parece un simple hecho. Sin embargo, requirió hacer acuerdos con otros
para la realización de esa actividad, y en la medida en que esta fue haciéndose más
profesional y más técnica, y que requirieron organizarse en empresas para desarrollar dicha
actividad; entonces, ese simple hecho ya implicó una relación jurídica con derechos y
obligaciones, que evolucionó a través de la formación de un contrato de transportes, con
caracteres propios y específicos.
Es que la tecnología empujó al desarrollo de las organizaciones del transporte que se
convirtieron incluso en grandes empresas transnacionales. Esto mismo hizo que el transporte
fuera cada vez más necesario para el ser humano, ya que esas organizaciones hicieron que
bajaran los costos y se redujera el tiempo del viaje, y entonces, le resultaba al ser humano más
conveniente hacerse transportar o mudar sus cosas a través de esas empresas que hacerlo por sí
mismo. Es fácil entender, entonces, que el transporte es un contrato de primer orden en la vida
del ser humano. Así, por ejemplo, para un productor de pollos que quiera transportar sus
mercaderías y que necesita de una “cadena de frío” para que no se destruyan sus productos, le
resultará más barato y seguro hacerlo con una empresa de transporte que tenga esa tecnología y
que en el costo, de hacerlo, desde luego será menor y más seguro. De ahí que realizar este
transporte de los pollos o de cualquier mercadería tenga que utilizar un contrato de mucha
complejidad para cubrir las alternativas del viaje y los derechos y obligaciones derivados del
mismo; por lo que el derecho tuvo que ir creando esta especialidad para adaptarse a estas
necesidades, lo que es el derecho de transporte terrestre. Para comprender lo dicho, solo
debemos reflexionar sobre el impacto de la globalización y el desarrollo de los contenedores
que han revolucionado el mundo del transporte para simplificar la complejidad del mismo y
que en el mundo del derecho creó nuevos aspectos jurídicos. El uso de contenedores para el
transporte de carga mejoró este tipo de transporte, al hacer desaparecer el transbordo de
paquetes para hacer eso mismo en una sola caja, simplificando el manipuleo de la carga, el
transbordo y la descarga y bajaran así los costos del mismo; pero también facilitó que se
utilizaran varias clases de vehículos para un mismo trayecto con un contrato único y todo eso
generó nuevas situaciones en el aspecto jurídico, que se desarrolló como una especialidad del
derecho.
Así, el transporte a partir de un simple hecho, se convirtió en un hecho jurídico relevante al
vincular a dos partes y formar un contrato llamado de transporte. Ese transporte, cuando es por
agua, interesa al derecho marítimo. Si se realiza por aire, al derecho aeronáutico, inclusive
ahora ambos forman el llamado derecho de la navegación. Empero, la clase de transporte que
nos interesa es el que se realiza por vía terrestre, sea cual fuere el vehículo utilizado se
trasladan apoyándose en tierra, como carretas, tropas, ómnibus, camiones de carga,
ferrocarriles, etc. y, entonces nos ocuparemos del contrato de transporte comercial terrestre en
esta clase de vehículos. El transporte comercial terrestre abarca todas las variedades técnicas de
vehículos e incluye a los ferrocarriles. Sin embargo, es importante adelantar que no todo
transporte de personas o de cosas es objeto del derecho del transporte comercial, sino también
se genera una clase de transporte que es incluso extracontractual y que sale del marco del
derecho comercial. Escapan a este ámbito aquellos transportes ocasionales realizados por
terceros o los realizados por uno mismo, pero además debe verse lo que ocurre con el
transporte benévolo o el transporte clandestino, que tienen carácter extracontratual o el
transporte realizado por entidades que no se constituyen como empresa.
El contrato de transporte debe necesariamente vincularse a varias partes; uno que utiliza el
vehículo y el otro que hace una prestación de traslado con la utilización de un vehículo que se
desplaza apoyándose en la tierra.
Por otra parte, este contrato de transporte puede ser de transporte de personas o de transporte
de cosas y ciertos casos afectan a normas jurídicas de orden público, como aquellas que
realizan, el servicio público. El contrato de personas puede equipararse al oneroso aún cuando
es gratuito, pero no sucede igual con el transporte de cosas, que siempre es oneroso.

La prestación de transporte terrestre puede hacerse:


1- como locación del vehículo, con tripulación o no;
2-como fletamento, total o parcial; y
3- el que se denomina contrato de transporte terrestre propiamente dicho, sea de pasajeros o de
cosas, y en el cual se da la relación entre el transportista y el usuario del transporte y es el tema
que abordaremos en este trabajo.

2- CONCEPTO: En nuestra propia normativa del Código Civil, sobre contrato de transporte,
ya está prevista una definición en el Art. 922:” por el contrato de transporte el porteador se
obliga, mediante una retribución en dinero a trasladar a personas o cosas”.
Comentando esta definición legal, nos queda claro que no existe limitación en cuanto a la clase
de vehículos, toda vez que se muevan tocando tierra y, entonces, pueden ser medios de
transporte terrestre: la carreta, el ómnibus, los camiones de carga, camionetas, tractocamiones
con carretas, la tropa, incluso aquellos que se realizan sobre bestias equinas o bovinas,
ferrocarriles, ambulancias, buses de turismo, transporte escolar, transportador de caudales, etc.
Llama la atención que se da como nota principal de este contrato el carácter oneroso, al
asimilarlo a ello el transporte gratuito, cuando se trata de transporte de persona. Esta es una
excepción a la exigencia del carácter oneroso del mismo. En este único caso se asimila el
gratuito al oneroso, en cuanto a la responsabilidad por inejecución, o en los retardos en el viaje
o en los siniestros que causen daño al pasajero o a sus cosas. Por ley, el contrato de transporte
es comercial, y por tanto es oneroso y esto porque es condición sinalagmática del contrato la
correspondencia de prestaciones. El viaje contratado debe corresponderse a una
contraprestación dado en precio dinerario, llamado flete, pasajes, etc. Entonces, para entender
cómo el transporte gratuito es asimilado al oneroso, hay que entender que cuando se trasladan
personas, en un medio que usualmente se dedica al transporte como actividad lucrativa, es
evidente que es comercial, y es coherente que se presuma la responsabilidad del transportista
tomando en cuenta ese carácter, puesto que cuando se transportan personas resultan nulas las
cláusulas por la que se limitan su responsabilidad por los siniestros que afecten al viajero y lo
lógico suponer es que todos aquellos que viajan son pasajeros, aun cuando no pagaran el precio
del pasaje, a excepción de los tripulantes. Esta es la explicación del porqué el transporte
gratuito es equiparado al oneroso solo cuando es transporte de personas. No se irá a revisar a
un cadáver si tiene el billete del pasaje para indemnizarles a sus herederos. Por otra parte, es de
notar que el Art.924 C. C. “son nulas las cláusulas que limitan la responsabilidad del porteador
por los siniestros que afecten al viajero”. Esto es coherente con aquellas normas de
responsabilidad sin culpa, por el riesgo creado con la actividad del transporte de persona con
el ómnibus o el medio que sea. ¿Esta sería la explicación del porqué un transporte gratuito es
equiparado al oneroso a los efectos de la responsabilidad?
A raíz de esto, podría admitirse que en nuestro derecho existen también contratos civiles de
transportes y estos se dan cuando nos referimos al transporte benévolo o el transporte
ocasional, etc. Los contratos de transporte son civiles en aquellos casos en que no se entregan
carta de porte ni ningún comprobante del contrato y de la obligación de entregar la mercadería.
También serían contrato de carácter civil aquellos transportes que son realizados sin
habitualidad y, desde luego, sin profesionalidad y, se logra tal, cuando esta actividad se realiza
como empresa conforme lo exige ahora la ley para ciertos casos.
Ricardo Luis Lorenzetti define el contrato de transporte diciendo: “Existe transporte cuando
una parte, denominada transportista, se obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a otro,
por el medio acordado, por un precio determinado en dinero”. De esto se deduce que el precio
integra el concepto, y solo por excepción se equipara el transporte gratuito de personas a un
contrato oneroso.
Lo que queda claro es que existe un inconveniente para acomodar el concepto estricto de la
definición, cuando se trata del trasporte gratuito e incluso el benévolo, pero esa es una
excepción y no afecta el carácter sinalagmático y oneroso del contrato de transporte, conforme
veremos más adelante al encarar el estudio del transporte gratuito y el benévolo.

3-LEGISLACIÓN ATINENTE AL TRANSPORTE TERRESTRE: En la Constitución


Nacional, que por su prelación es importante, existen normas jurídicas directamente
relacionadas al transporte; en el Art. 41 especialmente aquellos que se refieren al libre tránsito
y la libertad de incorporar bienes o de sacarlos del país. Más relacionado aún con el transporte
de carga es el Art. 108 que establece la libre circulación de productos.

El contrato de transporte propiamente dicho está previsto en los Arts. 922 al 943 del Código
Civil y estos están divididos en tres secciones. La primera se refiere a las disposiciones
generales de todos los contratos de transporte. La segunda sección para el transporte de
persona; y la tercera sección para el transporte de cosas.
Merece destacarse en nuestra legislación la Ley 1128 por la que se aprueba el Convenio sobre
transporte internacional terrestre. Es importante por las innovaciones conceptuales en cuanto
introduce la necesidad de que los contratos de transporte se hagan solo por medio de empresas.
También son importantes algunas innovaciones en cuanto a la carta de porte y otros.
Debemos, además, indicar como legislación relacionada al transporte la Ley 468/74 que crea
la Dirección de Transporte por Carretera.

Tiene trascendencia para el transporte de pasajeros el Decreto 11062/95 por el cual se aprueba
el documento de bases y condiciones para el otorgamiento de permiso de explotación de líneas
intermunicipales de pasajeros por zonas de servicios, porque en las condiciones establecidas, si
se cumplieran, se daría la profesionalidad que requieren las empresas de transportes

El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones ha dictado resoluciones muy importantes


para el transporte terrestre. Merecen destacarse:

La Res. Nº 433/89 que se refiere a las normas para la renovación de certificados de


habilitación del parque automotor de las empresas de transporte del servicio intermunicipal de
pasajeros.
La Res. Nº 543/94 de esta cartera de Estado que establece el procedimiento para el
otorgamiento de permisos para viajes especiales en circuito cerrado internacional por las
empresas de turismo.
La Res. Nº 1765/96 por el cual se establece el sistema de llamado a concurso público nacional
para la prestación del servicio de transporte intermunicipal de pasajeros.

Sumamente importante, por ser desconocida, pero es hasta ahora la única norma general de
tránsito, es el Decreto Ley 22094/47 que establece El Reglamento General de Tránsito
Caminero.

El Decreto 16860/97 autoriza la vigencia en la República del Paraguay del “Acuerdo sobre la
reglamentación básica unificada de tránsito” protocolizada en el marco del Tratado de
Montevideo de 1980

Por otra parte, existen normas internacionales de transporte bilaterales y las relacionadas al
MERCOSUR.
Además, están las normas reglamentarias como las de la Setama y otros.
Existen también normas como la Ley del Seguro Obligatorio de Pasajeros que están
estrechamente vinculadas al derecho de transporte.

4- CARACTERES DEL CONTRATO DE TRANSPORTE: El transporte del que nos


ocupamos es el comercial, pero eso no quiere decir que no exista transporte civil, como el
benévolo, el contrato de transporte como actividad ocasional. Sin embargo, solo nos
ocuparemos de los caracteres del transporte comercial previsto en nuestro derecho.

Las características del contrato de transporte comercial son:

1-Bilateral: sin duda alguna el contrato de transporte es bilateral pues causa obligaciones para
las partes intervinientes.

2-Oneroso: Porque hay que pagar un precio, que además es en dinero, por la prestación del
traslado.

3-Conmutativo: Pues las partes tienen asignadas su correlación de ventajas, como es el pago
del precio para uno y el viaje para el otro.

4-Consensual: Para algunos autores es un contrato real, porque dicen que se perfecciona recién
con la entrega de la cosa; empero, la opinión prevaleciente es que es consensual. Lo demuestra
el hecho de que si uno saca un billete para transportar algunas mercaderías y no realiza la
carga, el contrato no se disuelve. Lo mismo cabe pensar en el contrato de transporte de
personas, en el cual uno saca un pasaje y si no se presenta a la hora indicada, el contrato sigue
vigente y no puede pedirse la devolución del pasaje.

5. No formal: Esta característica es muy importante porque, desde el momento en que es


consensual, este consentimiento no requiere de ninguna formalidad para perfeccionarse como
tal. Menos aún necesita de solemnidad y el consentimiento se basta con su exteriorización. No
exige la forma. Decimos que es importante porque al no ser formal, entonces, como dice
Lorenzetti “puede probarse por cuales quiera otros medios”. Es común confundir la forma del
contrato con la prueba del contrato y, en este caso con la carta de porte. La carta de porte
prueba la titularidad sobre la mercadería y el contrato de transporte pero, al no ser formal, se
admiten otros medios de prueba.

6-Profesional. Porque una de las partes requiere necesariamente de ciertos conocimientos,


especialmente cuando es de carga, que lo hace un experto y se proyecta en el aspecto jurídico
en la especialidad de esta figura contractual.

7-De consumo: Algunos autores como Lorenzetti dicen que es un contrato de consumo, porque
se celebra para el destino final del usuario que es el consumidor.

8- Comercial: La Ley 1034, Art.71 inciso h, de la Ley del Comerciante establece como acto de
comercio “el transporte de personas y de cosas realizado habitualmente”. Por otra parte, se
reconoce como comerciantes: a) las personas que realizan profesionalmente acto de comercio
y las sociedades que tengan por objeto principal actos de comercio, según el Art. 3º, Incs. a y
b., de la Ley del Comerciante. De esto se colige que aquellos transportes realizados
ocasionalmente o accidentalmente, no son contratos comerciales y entonces solo pueden ser
civiles. La profesionalidad debe entenderse porque la persona física o la sociedad que realiza
profesionalmente el transporte, por los conocimientos que requiere, da carácter comercial al
contrato de transporte, y aquellos que no se adecuen a esta característica puede decirse que son
contratos civiles y la consecuencia es que para este tipo de transporte no se requerirían los
medios de prueba del contrato; deben ser más flexibles y, desde luego exonerar la exigencia de
carta de porte, aunque no de aquellos documentos especiales que se exigen por ley para ciertos
tipos de mercaderías.

5- NATURALEZA JURIDICA DEL CONTRATO DE TRANSPORTE: Cuando nos referimos


a la naturaleza jurídica, estamos queriendo delimitarla una institución con el que tiene afinidad.
Sobre el punto existen varias posiciones.
Algunos tratan de adecuarlo a la locación de servicio. Otros al mandato y algunos otros más al
contrato de depósito.
Con el depósito se diferencia en que la seguridad es solo parte en el transporte, pues la
obligación principal es la de trasladar. En el depósito no hay obligación de trasladar sino solo
de custodiar. Además, el depósito es un contrato unilateral y real, en tanto que el contrato de
transporte es bilateral y consensual.
Con el mandato existe similitud en cuanto que hay una relación de colaboración, pero este se
circunscribe a la realización de actos jurídicos, mientras que en el transporte existe un acto
material, mudar cosas o personas de un lugar a otro. Con la locación de cosas por ocupar un
espacio al efectuar el transporte, pero esta posición es endeble desde que el locatario en este
caso no adquiriría ni la tenencia ni el derecho sobre el mismo. Es más afín con la locación de
obra, pues persigue un resultado, pero con la que difiere en algunos aspectos, como la cantidad
de personas que intervienen. En la locación de obras solo intervienen dos, el que la ejecuta y el
que la encarga; en tanto que en el transporte intervienen cuanto menos tres, pues está el
cargador, el porteador y el consignatario o destinatario del transporte. Ricardo Luis Lorenzetti
sostiene que el contrato de transporte es una modalidad del género de la locación de obra “que
por su grado de desarrollo e institucionalizado, se ha legislado en una legislación especial”.
Convence más la posición de Jorge H. Escobar, para quien el contrato de transporte “es de
naturaleza especial, mixta y sui generis”. Convalida esta posición Joserand, al decir que este
contrato tiene fisonomía propia pero comparte con cada una de las instituciones nombradas que
lo hace sui generis.

6. CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS DE TRANSPORTE: La primera clasificación


del transporte y, por ende, de los contratos relativos a ellos, es en atención al medio que utiliza
y así puede ser aéreo, marítimo o terrestre, conforme a que el vehículo que se utilice sea para
surcar el aire, el agua o se desplace por tierra. En este trabajo el transporte que nos interesa es
el realizado por tierra y la clasificación que haremos se refiere exclusivamente al mismo.
La primera clasificación es aquella que se refiere al objeto del transporte según que sea persona
o cosa. En ambos casos, según la clase de derecho que afecta y el interés involucrado, puede
ser pública o privada; por ejemplo, aquellos que involucran al servicio público, son de orden
público y derecho público; o que afecten exclusivamente a relaciones particulares. El aspecto
privado afecta exclusivamente la parte contractual; sin embargo, este contrato cuando interesa
a las normas de derecho público a las cuales deben adecuarse, especialmente aquellos que están
afectados al servicio público como el mantenimiento del itinerario en el servicio de transporte
público de pasajeros o el cumplimiento de horarios.
El transporte puede ser a título oneroso o gratuito, pero también puede ser benévolo. El
transporte gratuito los veremos más adelante. El transporte benévolo o de complacencia es
aquel que se da cuando el conductor de un vehículo invita, por un acto de cortesía, a
transportar a otra persona, en un vehículo que no es parte de una empresa organizada
comercialmente o que no tiene habitualidad en el transporte de pasajeros. En transporte público
de pasajero no existe transporte benévolo. Esta clase de transporte o no está regido por el
Derecho Comercial y solo puede ser materia del Derecho Civil. Con la unificación de las
obligaciones civiles y comerciales, esto parecería una perogrullada, pero tiene que ver con las
exigencias probatorias para demostrar el contrato de transporte entre otros.
Según la cantidad de transporte utilizado durante el trayecto del viaje, el contrato de transporte
puede ser unimodal o de un sola clase de vehículo, o de varios vehículos que, a su vez, pueden
ser por subcontrato, o de realización acumulativa o sucesiva o el multimodal que es aquel que
utiliza varias clases de transportes en un contrato único.

7- LAS PARTES DEL CONTRATO DE TRANSPORTE: Son sujetos o partes esenciales del
contrato de transporte: el transportador y el pasajero o cargador, según que el transporte sea de
persona o de cosa.
Cuando se refiere a cosas, el cargador puede solicitar las cosas a favor de un destinatario que
puede ser un consignatario o el legitimado beneficiario del título sobre la carga. En este caso
las partes forman una relación trilateral, ya que una vez aceptado ser beneficiario de la carga,
implica que ya tiene una acción directa y para ello esto debe constar en la carta de porte, puesto
que la acción nace de la legitimación que otorga este título.
El transportador debe ser alguien que ejerza con habitualidad esta actividad, lo cual significa
estar autorizado por una autoridad a operar como transportista, que es lo que sucede en el
contrato de transporte comercial y para lo cual se exige que sea una empresa.

I) ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL CONTRATO DE TRANSPORTE:


Jorge H. Escobar nos señala como partes o elementos subjetivos del contrato de transporte de
cosas los siguientes elementos:
a) Remitente, cargador, expedidor o consignante, que es la persona que envía, remite o
entrega los objetos a ser transportados, y puede ser una persona individual o jurídica.
b) El acarreador, conductor o empresario de transporte es la que se encarga del transporte. Nos
dice Jorge H. Escobar que toma la denominación de arriero, cuando el transporte se efectúa
con bestias de carga. Se le llama tropero, cuando se efectúa por carros que van con tropas;
conductor se le llama al chofer del camión transportador o al de ómnibus. En este punto es
importante señalar que pueden intervenir el comisionista del transporte que es un
intermediario que recibe los objetos del cargador para entregarlos al porteador.

c) El destinatario es la persona a quien se remite la carga o consignatario, cuando la carga se


consigna o deposita a su nombre. También puede intervenir en este contrato el cesionario,
cuando recibe por cesión de derechos; sobre la carta de porte, cuando no está concebido como
título de crédito. El endosatario es el titular que recibe por endoso los derechos de la carta de
porte y que es el legitimado para reclamar los derechos sobre la carga. El destinatario puede
ser el mismo cargador cuando se autoremite la carga. Este destinatario es quien le da una
característica muy particular al transporte, pues no siendo parte en el contrato, este se ha
celebrado en su beneficio como un contrato a favor de un tercero, pues el Art. 733 C. C. le
faculta este derecho.

II) ELEMENTOS OBJETIVOS DEL CONTRATO-EL PRECIO O TARIFA: El precio es el


elemento objetivo del contrato del transporte, conjuntamente con el objeto del mismo, que es
transportar a la persona o la cosa. El precio es la contraprestación en dinero que realiza el
usuario al transportista por el trasportado o el beneficiario del transporte.
El precio tiene denominaciones diferentes: pasaje, flete, porte, tarifa. El precio es un elemento
esencial que incluso podría determinar la nulidad en el caso de que en el contrato no esté
previsto. Precisamente la costumbre tiene que ver en este punto, pues en la mayoría de los
medios de transportes terrestres se paga antes y si no se paga no hay transporte. Incluso existen
disposiciones administrativas en que la expedición del pasaje debe ser previa a la identificación
con el documento de identidad, lo cual significa pagar antes. Pero también se admite que el
pago se haga en el transcurso del viaje e incluso después como es el caso del taxi.
En la fijación de precio, tratándose de transporte público de pasajero, el pasaje tiene tarifa,
porque el Estado interviene en su fijación, atendiendo a que se trata de un servicio público y
este no puede ser objeto de abuso con el pretexto de la oferta y la demanda. La conducta
abusiva es limitada por la tarifa. La condición de servicio público da ciertas características
particulares al transporte de pasajeros, no solo en la fijación de tarifa, sino en el otorgamiento
de itinerario, en un horario determinado que no puede ser abandonado por el transportista con
el pretexto de no cubrir su costo. El cumplimiento de horarios y de itinerario es la afectación
del contrato de transporte por su carácter de servicio público.
Una acotación importante hace Luis Lorenzetti en cuanto que “para la existencia de contrato es
esencial el precio, pero no su pago”.

8-TRANSPORTE GRATUITO Y TRANSPORTE BENÉVOLO: Se entiende que existe


transporte gratuito cuando para la prestación de traslado no existe pactado contraprestación en
pago de precio. El contrato de transporte por naturaleza es oneroso, pero admite como
asimilada la forma gratuita solo en el contrato de transporte de persona. En nuestro derecho y
por una presunción legal se equipara el transporte gratuito al oneroso, solo en el caso de
transporte de persona. No así para el transporte de cosas, en el cual no existe como derecho
comercial el transporte gratuito y si se da de hecho este tendría una connotación
extracontractual o de derecho civil. La compaginación del carácter gratuito del transporte con
el carácter oneroso del contrato, es explicada por así: “En este caso hay contrato, pero la
prestación obedece a una causa que consiste en el ánimo de beneficiar a alguien. Son ejemplos
los escolares autorizados a viajar sin cargo; o los empleados de la empresa transportadora
beneficiarios de franquicias; de menores de edad acompañados de un mayor, a quienes se los
libera de todo o parte del precio del pasaje; de los peones que acompañan una carga. Las
obligaciones contractuales en el transportador no varían, porque obliga a llevar a una persona
de un lugar a otro y a hacerlo de forma segura”. La justificación jurídica de esta situación,
insistimos, es la presunción de la existencia del contrato comercial, cuando se trata de pasajeros
y solo cuando ocurre un siniestro y se lo hace extensivo a los efectos de la responsabilidad,
pero nada obsta a que el transportista baje a un pasajero que no ha pagado el pasaje en el
trayecto del viaje, si carece del boleto que lo comprueba. La ley equipara ciertas situaciones del
transporte gratuito al oneroso a los efectos de la responsabilidad del transportista, que se
entiende es aceptado por el transportador considerando que contablemente debe asentarlo
como pagado por la propia empresa de transporte al solo efecto de no burlar la cláusula de
exoneración de responsabilidad. Sería fácil en un accidente de tránsito que para aquel pasajero
que perdió la boleta del pasaje el porteador busque exonerarse de responsabilidad con esa
situación y, entonces, lo equipara al oneroso, pues por el hecho de aceptar de tenerlo como
viajero ya lo hace comercial, siendo que para la actividad del transportista por este hecho
contablemente se está creando un crédito no reembolsable y se entiende que el mismo está
pagando por el pasajero.
Hay transporte benévolo o de complacencia, dice Lorenzetti: “Cuando el conductor de un
vehículo, por un acto de cortesía y con intención de beneficiar a alguien, lo traslada de un
punto a otro, sin que la persona favorecida con el transporte se obligue a prestación alguna”.
Señala este autor que “para que se configure el transporte de complacencia se requiere:
a) de un acto material de colaboración que es el traslado;
b) que no exista consentimiento expreso, porque en este caso no habría dudas de que hay
un contrato;
c) comportamiento lícito, porque si fuera una introducción ilícita estaríamos en presencia
de un transporte clandestino;
d) un acto de cortesía, lo cual no significa un acto de beneficencia porque sería un
transporte gratuito. Así mismo, que no se dé otra relación entre las partes que sea causa
indirecta”.

9–EL OBJETO DEL CONTRATO COMO ELEMENTO OBJETIVO DEL CONTRATO DE


TRANSPORTE: El objeto del contrato, nos dice Jorge H Escobar, es la cosa transportada y
apunta que sin este elemento no hay contrato. Sostiene Jorge H Escobar que “la cosa
transportada puede ser de distinta naturaleza: personas, cosas, animales, material impreso,
equipajes, etc. Es decir, si no hay cosas u objetos que no puedan ser desplazados de un lugar a
otro y por lo tanto, ser materia de este contrato”.
Sin embargo, la cosa transportada está sujeta a las excepciones del Art. 357 C. C. y así, por
ejemplo, no se puede transportar una bomba en un ómnibus o llevar drogas prohibidas. O
llevar este tipo de carga en un transporte de carga que no está especializado para ello, y sin el
aviso previo a la autoridad pertinente. Desde luego, cae de maduro, que no se puede transportar
ácido o marihuana, como equipaje, porque lo ilícito no puede ser objeto del contrato. En el
transporte especializado también el medio está autorizado a transportar solo la mercancía para
el cual se habilita y bajo las condiciones legales y de la naturaleza del transporte como sucede
con el transporte escolar, el transporte de caudales, o el transporte funerario, el transporte de
contenedores, etc. Por ejemplo, un transporte escolar que tiene distintivos especiales que para
su desplazamiento tiene preferencia en la vía pública, no puede transportar mercaderías. Hasta
ahora carecemos de una ley de transporte y reglamento nacional de tránsito, pero estos
transportes especiales deben estar reglamentados por una ley que le imponga condiciones
específicas dadas su especialidad. Pero en cualquier caso, la naturaleza del contrato marca las
obligaciones que derivan del cumplimiento de los deberes de buen transportador.
También para Amado Soler Aleu, el objeto del contrato de transporte es la persona o la cosa,
pero creemos que es un criterio equivocado.
Al respecto, para Ricardo Luis Lorenzetti, el objeto del contrato de transporte no es la cosa ni
la persona, y dice que es “una colaboración gestoria de actos materiales consistente en el
traslado de una cosa o una persona contra el pago de un precio. Es un fenómeno de
colaboración por el contrato; es un instrumento mediante el cual el titular del interés busca la
cooperación de otro para alcanzar una finalidad determinada que no puede obtener por sí
mismo”. La acotación es válida puesto que la finalidad del contrato de trasporte no es ni la
persona ni la cosa, sino la gestión para que ocurra el traslado de una persona o de una cosa de
un lugar a otro y está dado como una colaboración gestoria. El objeto del contrato es una
delegación o colaboración gestoría para trasladar a personas o cosas de un lugar a otro. Nos
explica Lorenzetti que en la colaboración gestoría, el titular del interés delega en otro la
ejecución de un acto jurídico o material. La colaboración gestoria se divide: a) para la
celebración de actos jurídicos; y b) para la realización de actos materiales. Desde luego, como
objeto del contrato de transporte “es la colaboración gestoria material por el cual se encarga a
otro la realización de una obra o un servicio” y en este caso el transporte de personas o de
cosas. En el mismo hay un intercambio de obligación de dar por la obligación de hacer.
En definitiva, podemos concluir compartiendo las ideas de Lorenzetti de que el objeto del
contrato de transporte es la colaboración gestoria para la realización del acto material de
trasladar de un lugar a otro a personas o a cosas por el interés de alguien y con una
contraprestación en un precio en dinero y dentro de un plazo.

10) ITINERARIOS: El itinerario es una modalidad obligacional del contrato de transporte, por
el cual se establece el trayecto por acuerdo pactado o es bien establecido legalmente para
decidir cuál es la trayectoria del viaje desde la salida hasta el punto de destino. Puede no estar
pactado, en cuyo caso es a voluntad y experiencia del transportador o estar pactado
contractualmente o establecido administrativamente como parte de un servicio público.
El itinerario integra el objeto del contrato como una modalidad del mismo e integrando la
delegación gestoria y se entiende que es la vía más adecuada para ese propósito, si es que no
está pactado o señalado por una norma jurídica. En el caso de que no esté establecido
legalmente o no este pactado, este debe ser la vía más corta y la más segura o si se debe optar,
estar por la vía más segura para lograr el resultado de la gestión. Pero en el contrato o en el
acuerdo pueden estar marcados tanto el inicio como el destino, pero el itinerario tiene que ver
por dónde se hará el viaje para conectar esos extremos. En ese entendimiento la conexión del
desplazamiento puede estar señalada, y es esencial al contrato, para que se realice por una ruta
determinada, y esa ruta puede ser de interés del contratante tanto por la seguridad como por el
costo y el tiempo. Al constituirse el contrato de transporte, como objeto del mismo, puede
señalarse o no la ruta o el itinerario, pero, la ruta o itinerario hace a la profesionalidad del
servicio e integra parte de la finalidad misma del contrato que es obtener el resultado por lo
tanto, el transportista, si no está pactado el itinerario, debe desplegar su conocimiento técnico
para cumplirlo de manera más eficiente el servicio y hacerlo en el menor tiempo y en la forma
más segura.
El otro caso es el itinerario contractual como modalidad del mismo y que es el pactado en el
contrato, en cuyo caso su incumplimiento al variarse la ruta, genera responsabilidad en caso de
producir daño.
Por otro lado, está el itinerario legal, que es el caso del transporte como servicio público en el
cual está determinado por ley el establecimiento de un itinerario o ruta, cuyo cumplimiento
hace al orden público al tratarse de un servicio público y su incumplimiento, además de las
sanciones administrativas, genera responsabilidad en caso de producir daño.
La variación del itinerario solo puede ser justificada cuando existe fuerza mayor o caso fortuito
y demostrado estos extremos, exonerar de responsabilidad civil al transportista, pero el cambio
unilateral e inconsulto genera responsabilidad en caso de daño

11- PLAZOS. El plazo integra el objeto del contrato como modalidad del mismo y como parte
de esa delegación gestoria y sobre el punto puede también darse las tres hipótesis:
a) que no esté pactado ni exista previsión legal sobre el plazo;
b) que esté pactado, y que existen previsión para su cumplimiento. En este caso también cabe
distinguir si el transporte está afectado al servicio público. Si está afectado al servicio público,
entonces, el plazo es aquel que señala la autoridad administrativa y es la encargada de velar por
su cumplimiento especialmente en el caso de transporte público de pasajeros, que en nuestro
país está reglamentado a través de la Setama en la Capital.
Para el caso del transporte de persona pone a cargo del porteador el Art. 924 C. C., el
incumplimiento del plazo o de la inejecución, y esto último es lo mismo que no cumplir el
plazo. Se entiende que este plazo cuando no esta pactado debe ser el más idóneo para la
finalidad contratada; si está pactada, solo se debe cumplir el caso, pero si existe plazo legal o
administrativo es este el que debe cumplirse y no puede variarse por acuerdos contractuales. En
cuanto a la inejecución, es un tema que nos afecta mucho en el Paraguay, puesto que los
horarios del servicio en el transporte público de pasajeros ya está establecido y cuando las
empresas no reúnen la cantidad de pasajero simplemente dejan de hacer el viaje. Esto es una
inejecución del contrato, puesto que como servicio público, al ser una concesión de itinerario
con horario de salida y llegada, su incumplimiento además de la falta administrativa puede
generar responsabilidad civil por daños.
Para el transporte de carga el Art. 933 C. C. se refiere someramente al plazo señalando que
para la ejecución del contrato, cuando se han fijado varios plazos parciales, se determinará por
la suma de estos; pero debe tenerse en cuenta que en el transporte sucesivo cada parte responde
solo por su parte, no así en el transporte multimodal, donde existe una sola prestación y la mora
que es el incumplimiento del plazo establecido, genera responsabilidad solidaria.

12-EL TRANSPORTE COMO EMPRESA: La forma empresarial es, cada vez más, una
exigencia para ser sujeto de derecho en el transporte comercial. Si bien en nuestro derecho no
es una categoría legal e incluso no es sujeto de derecho por sí, en el derecho de transporte
adquiere relevancia el concepto de empresa, pues se exige dicha condición para concederle
autorización o habilitación para operar como empresa de transporte. La empresa importa la
idea de una actividad organizada. Esta actividad organizada, a su vez, implica el
profesionalismo que requiere esta clase de actividad y la necesidad de que tenga una
infraestructura para realizarlo. El transporte, como actividad, requiere ser una actividad
organizada y el anterior Código de Comercio, ahora derogado, se refería en su Art. 8º a “las
empresas de transporte de mercaderías o de personas por agua o por tierra”, lo cual ya
implicaba que esta actividad admitía que el constituirse como empresa posibilitaba ser sujeto
del derecho de transporte. La cuestión es si ¿es ineludible constituirse como empresa para ser
sujeto de derecho? Es una respuesta difícil. La empresa como tal es sujeto de derecho para el
derecho de transporte, en ciertos casos en que se le exige habilitación o autorización estatal al
dejarla sujeta a su integración empresarial. Esto, como dijimos, importa constituirse como
sociedad y además contar con cierta infraestructura y organización, además de un patrimonio
diferenciado al de sus componentes societarios. Empero, y lo cierto es que tanto a nivel
nacional como el internacional, para lograr la autorización o habilitación para ejercer la
actividad de transporte, ahora es necesario y es una exigencia, que estén constituidas como
empresa, lo cual nos da una idea de lo que significa empresa de transporte. Así, en la Ley
1128/91 en su Art. 2º, dispone: “El transporte internacional de pasajeros o carga solamente
podrá ser realizado por las empresas autorizadas en los términos de este Convenio y sus
anexos” . O sea, si no están organizadas en empresas, no pueden realizar contrato de transporte,
en forma válida. Sin embargo, en la Ley 1128, todavía persiste una confusión sobre lo que
debe entenderse por empresa, porque por un lado habla de que la persona puede ser natural o
jurídica, como si ambos puedan constituirse como empresa confundiendo la empresa con el
empresario, pero lo acepta toda vez que esté autorizada por la autoridad competente. Sin
embargo, en el Art. 22 de la misma ley habla de contratos sociales de las empresas, pero las
personas naturales no tienen contratos sociales. En principio, creemos que debe entenderse
como “empresa” a aquella, que además de estar organizada y constituida de alguna forma
como persona jurídica, estaría autorizada legalmente por la autoridad para el ejercicio de la
actividad de transporte y una vez que se cumplieron los requisitos para considerarla empresa;
para lo cual debe tener un patrimonio propio, pues la idea es que tenga responsabilidad y para
que ello ocurra solo podrá hacerse constituyéndolo como persona jurídica y con un patrimonio
real. Debe tener una infraestructura específica y organización para responder a dicha actividad.
En el orden de derecho interno también tiene relevancia lo de “empresa”, pues para obtener el
permiso de explotación de líneas de transporte intermunicipales de pasajeros, por zonas de
servicio, el Decreto 11062 expone una idea más clara del concepto de empresa de transporte,
pues en el Art. 8.1 exige que “Las empresas deben estar constituidas legalmente en sociedades
comerciales admitidas por el Código Civil paraguayo” o sea, la idea de empresa implica una
organización profesional para el servicio de transporte con capacidad de responder con su
patrimonio para afrontar sus deudas. Así el Art. 8.2 complementa estableciendo que “el
patrimonio líquido exigido será reglamentado por resolución ministerial del ministerio de obras
públicas”. En otros artículos reglamenta la idea de organización e infraestructura que requiere
esa organización y que, para ello, debe tener una playa de estacionamiento para sus vehículos,
cierta cantidad mínima de unidades, taller propio, las unidades de transporte deben ser en su
totalidad de propiedad de la empresa. En esta norma se trasunta la idea de que la empresa es
condición para ser sujeto del derecho de transporte y es el aspecto jurídico con la adopción de
alguna forma de sociedad, y en lo material la infraestructura y la organización para esta
actividad.

13- PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO DE TRANSPORTE: El perfeccionamiento


del contrato es una antigua discusión en el contrato de transporte, pues siendo este consensual,
se entiende que se produce desde que se otorga ese consentimiento como oferta y aceptación
sin necesidad de formalidad. Algunos sostienen que el contrato es real. Es errada esta tesis.
Empero, cuál es el momento en que ella se produce, cuando se da mediante comportamientos
no declarativos y su importancia radica en que se traduce en definitiva al momento que se
inicia la responsabilidad y si esta es contractual o extracontractual. El problema ocurre cuando
no existe una manifestación expresa y comprobable en cuyo caso, se entiende, debe aplicarse
las regla del consentimiento tácito.
La celebración tácita generalmente se da en cierto tipo de transporte de pasajeros cuando
ocurre el supuesto del Art. 282 C. C. conforme al cual “la manifestación tácita resultará de
aquellos actos por los cuales se pueda conocer con certidumbre la existencia de la voluntad,
siempre que no se exija una declaración positiva o no exista otra expresa en sentido contrario”.
En el supuesto del pasajero que realiza la señal de parada y se detiene el ómnibus.
La oferta publicitaria en los transportes de pasajero público y masivo, dice Ricardo Lorenzetti,
debe considerarse que se da cuando existe oferta publicitaria, porque se perfecciona con el
consentimiento y ya existe una obligación de transportar si se cumple con los requerimientos
exigidos en forma genérica y siendo que se trata de un servicio público. Nos amplía este autor
diciendo que en razón del interés público el transportador está obligado a: a) mantener una
oferta continúa, regular; b) en condiciones iguales para todos, sin discriminación; c) contratar
con todo aquel sujeto que reúna las condiciones reglamentarias. Debemos recordar que
satisfacer el servicio público está a cargo del Estado y cuando lo hace un particular, lo hace
mediante un contrato de concesión del Estado. Esto implica que el servidor debe cumplir con la
satisfacción del itinerario en forma regular y el plazo y que los usuarios aceptan este servicio
cuando lo manifiestan por actos inequívocos.
En el contrato de transporte el consentimiento está condicionado por la costumbre, pues si bien
es cierto que el contrato se perfecciona con el consentimiento, el acto inequívoco se da con la
expedición del comprobante de la carta de porte. Pero si esto no ocurre, nada obsta a que se
aplique la regla del Art.282 C. C.

14- LA FORMA DEL CONTRATO DE TRANSPORTE: El contrato de transporte no está


sujeto a formalidades y menos a solemnidades; por lo tanto, el documento del contrato, cuando
existe, se entiende es ad probationem pero no con carácter constitutivo de los derechos
contractuales. Este contrato no está sujeto a solemnidades o formalidades para su constitución,
pero sí existe la obligación de la presentación de aquellos documentos exigidos para ciertos
tipos de mercaderías, como la entrega de las guías de traslado; pero esto no hace al nacimiento
de los derechos y obligaciones, sino solo son condiciones legales.
En el caso de los billetes de pasajes en contrato de transporte es para probar la existencia del
contrato no para formar el contrato. Lo mismo puede decirse de la carta de porte en el contrato
de transporte de carga, que más bien se da para probar la entrega de la cosa al porteador para
transportar e incluso puede hacerse un contrato de transporte separado de la carta de porte. La
carta de porte, además de probar la entrega y recepción de la mercadería, implícitamente
prueba el contrato de transporte. Raymundo L Fernández y Osvaldo R. Gómez Leo sostienen
que “el contrato de transporte, en tanto y en cuanto tiene carácter consensual, y no solemne, no
requiere ninguna forma especial y puede realizarse por escrito o verbalmente”.

15- PRUEBA DEL CONTRATO: La prueba del contrato es el boleto o billete en el transporte
de persona o la carta de porte en el transporte de carga, pero cuando no existen estos
documentos se admite cualquier otro medio de prueba. Es que siendo consensual y no formal
este contrato, a falta de documentos se admite todo tipo de pruebas. Además, si existen
inexactitudes en la descripción de la carta de porte o el boleto, resulta obvio que se admitan
otros medios de pruebas. Raymundo L. Fernández y Osvaldo R. Gómez explican de una
manera espléndida, que tanto el boleto como la carta de porte “son los títulos legales del
contrato, por cuyo contenido se deciden las contestaciones que ocurren con motivo del
transporte, sin admitir más excepción en contrario que la falsedad o error involuntario de
redacción (…) o en su defecto, sea que no se haya extendido o que el transportador no la
presente, por cualquier medio de prueba. Lorenzetti también está en el mismo sentido.
Entonces, siendo consensual este contrato, el boleto o la carta de porte según sea de persona o
de cosas, prueban en forma excluyente el contrato, pues prevalece sobre los otros medios de
pruebas pero, solo a falta de estos o en defecto de estos, vale cualquier otra prueba.

16-ACCIONES DE CUMPLIMIENTO-CADUCIDAD DE LAS ACCIONES Y


PRESCRIPCIÓN DE LAS ACCIONES: Como todo contrato, este también es para cumplirlo,
pero en caso de que no sea así, la ley establece acciones para exigir su cumplimiento o
demandar daños. Desde luego que para ello esas acciones están sujetas a caducidad o
prescripción, según el caso.

a) ACCIONES DERIVADAS DEL CONTRATO. Cuando hay inejecución o es deficiente la


ejecución del contrato, como retardo en la entrega o el perjuicio por daños en la carga, hace
nacer varias clases de acciones para el destinatario o su legitimado, según la carta de porte.
La acción por cumplimiento del contrato y daños y perjuicios por pérdidas o faltantes o
averías, da derecho al destinatario a pedir resarcimiento siempre que haya dejado a salvo su
derecho y no se perjudique por la caducidad.
En el caso de demora, cuando estaba pactado como condición del transporte entregarlo en un
tiempo, puede generar también el derecho a pedir resarcimiento por daños y perjuicios. Sin
embargo, una carga perecedera que por motivos no imputables al porteador haya llegado fuera
del tiempo y se haya dañado, no puede pedírsele su resarcimiento. O sea la inejecución del
contrato puede darse por el incumplimiento de cualquiera de las condiciones pactadas. Por
ejemplo, que un transporte de “cadena de frío”, por demora y no tomarse los resguardos para
evitar la pérdida de la carga puede generar responsabilidad del transportador. La inejecución
por cualquiera de las partes implica básicamente el incumplimiento de las condiciones pactadas
en el contrato y cualquier daño de esa inejecución o ejecución defectuosa da derecho a pedir o
el cumplimiento del contrato o, en su defecto, por imposibilidad de este, daños y perjuicios.

b) CADUCIDADES MÁS IMPORTANTES: La caducidad y plazo preclusivo es la pérdida de


un poder jurídico por no haberse ejercido o ejecutado ciertos y determinados hechos o actos
dentro de un plazo. Pero, dando por superada la dificultad en distinguir la diferencia entre
prescripción y caducidad, señalamos algunas de las más importantes caducidades que están
señaladas en el Código Civil para el Transporte.
En el Art. 941 del Código Civil se indica la primera y más importante y es aquella derivada de
la recepción de la mercadería retirada sin dejar reserva de las condiciones de la mercadería, la
cual hace caducar el derecho a reclamo a no ser que se trate de pérdida parcial no comprobable
en el momento y toda vez que se hiciera constar el defecto en el embalaje; esto especialmente
para el caso de avería no aparente. También caduca el derecho de accionar, aunque se haga
constar la reserva, si es que no se le paga al porteador lo que se le debe por flete, al momento
de retirar la carga. En este último caso plantea otro caso de caducidad si es que el reclamo no
se realiza dentro de los ocho días después de la recepción de la carga en caso de avería no
aparente.
Otro caso de caducidad de la acción contra el remitente de la carga es el previsto en el Art. 936
y se da cuando el porteador entrega la mercadería al destinatario sin cobrar el crédito del
transporte, perdiendo su acción contra el cargador, pero sin perjuicio de dirigirla contra el
destinatario.

c) PRESCRIPCION: El Art. 666 inciso “a” del Código Civil establece que “prescriben por un
año las acciones derivadas del contrato de transporte computado el plazo desde la llegada a
destino de la persona, o en caso de siniestro, desde el día de este. Tratándose de cosa, desde el
día en que fueron entregadas o debieron serlo en el lugar de destino. La norma no deja lugar a
dudas, el plazo es de un año para transporte de persona o de cosas, pero la diferencia está en el
momento que empieza el plazo. En el transporte de persona desde la misma llegada, si es que
no se trata de acciones derivadas de un siniestro producido antes de la llegada. Mientras que en
el trasporte de cosas, no es desde la llegada sino desde la entrega o el momento que debiera
entregarse la cosa.

SEGUNDA PARTE
TRANSPORTE DE PERSONAS

17- TRANSPORTE DE PERSONAS: El transporte de personas es una clase de transporte que


se caracteriza, por un lado, porque su objeto, es el traslado de personas y, por el otro, es que
intervienen en el contrato como parte del contrato solo dos partes: el viajero y el transportista.
Se diferencia de hecho, además, por el medio de transporte utilizado y que son vehículos que
deben adecuarse para el traslado de personas por medio terrestre. La normativa específica de
este contrato está contenida en solo dos artículos del Código Civil el 924 y el 925.
Este contrato se caracteriza por los integrantes de la relación jurídica y por la responsabilidad
derivada del mismo y la extensión del contrato. El transporte de persona se hace en vehículos
adecuados para que el traslado se realice de la manera más cómoda. Así existen varias clases
de vehículos: los ferrocarriles, con trenes para pasajeros y estos tienen un régimen legal
especial. Después los ómnibus de pasajeros que se clasifican en urbanos y suburbanos, de
distancia intermedia y larga distancia e internacionales, etc. Después existen transportes
especiales como las ambulancias, el trasporte de escolares, etc., que son transportes especiales
que deberían tener una legislación especial
Esta clase de transporte se caracteriza por estar afectado por una relación de derecho público al
darse como un servicio público y porque es del Estado, de quien deriva este servicio en
particulares a través de licencia de itinerarios que se adjudican por licitaciones; por tanto, por
ser de orden público, debe respetarse el itinerario y cumplirse el horario establecido para salida
y llegada.
Además, se caracteriza por extenderse la responsabilidad del transportista en el bulto o
equipaje del pasajero y responsabilizarse de la lesión o muerte como consecuencia de ese
contrato.

18- PRUEBA DEL CONTRATO DE TRANSPORTE DE PERSONAS: Cuando se extiende un


recibo del pago del precio, que toma el nombre de pasaje o billete, se entiende con ello que es
una prueba del contrato de transporte de persona. Pero cuando la ley incluye el transporte
gratuito como protegido por este tipo de transporte, cabe pensar que se admite toda clase de
prueba y la principal es la presunción de la existencia del contrato por el solo hecho de
justificar ser viajero o pasajero del mismo o sea estar en el vehículo durante el viaje. No
obstante, el pasaje o el billete es la prueba de la existencia del contrato, pero al no ser formal
este es solo una prueba más. Es importante como prueba frente a los otros medios de pruebas,
pero es solo una prueba. La carencia del billete o pasaje no hace a la existencia del contrato,
sino a una de las formas de su prueba y aun cuando las empresas de transporte para distancias
medias y largas extiendan pasajes nominativos con números de cédulas de identidad; esa es
solo la prueba del pago del pasaje y si se pierde el boleto, para probar el contrato, es suficiente
el hecho de ser ocupante del vehículo en el momento del viaje y esta es la verdadera prueba del
contrato de transporte, a falta del boleto o billete del pasaje.

19-OBLIGACIONES Y DERECHOS DE LAS PARTES EN EL CONTRATO DE


TRANSPORTE DE PERSONAS:
El Art. 924 C. C. establece como
I) derechos del porteador:

a) el de exigir y percibir el pago del precio del transporte o sea el pasaje, conforme a las
condiciones establecidas en el contrato y dentro de los límites del precio establecido por la
autoridad, pues en nuestro caso, es la SETAMA la que señala cuándo se dan las condiciones
para el aumento del pasaje y el Gobierno central lo dispone por decreto.

b) Exigir que el pasajero cumpla las disposiciones legales como el de no fumar dentro del
ómnibus y todas aquellas disposiciones contractuales o reglamentarias a cargo del pasajero.

II) obligaciones del porteador:

Principalmente son:
a) realizar el transporte conforme a las condiciones pactadas y de acuerdo a las disposiciones
legales y municipales. Debe respetar especialmente las disposiciones de tránsito para la
seguridad del pasajero. El transporte tiene el fin de trasladar en las mejores condiciones de
acuerdo al contrato y, por tanto, evitar el sometimiento a peligros innecesarios o
incumplimiento de disposiciones legales como el cumplimiento del itinerario y el cambio
innecesario del mismo ponen a cargo del porteador la responsabilidad.
b) Cumplir las condiciones del contrato y de las normas jurídicas a su cargo. Es su obligación
cumplir el horario tanto de salida como de llegada, las condiciones de seguridad e higiene del
transporte.

c) Responder por el siniestro o daños a las personas o su equipaje, a excepción de si


demuestra que existe causa de exoneración de responsabilidad.

20-PROHIBICIÓN DE LIMITAR LA RESPONSABILIDAD EN EL CONTRATO DE


TRANSPORTE DE PERSONA: La responsabilidad civil es la obligación de reparar el daño y
tiene su fundamento en el neminen laedere, y por eso mismo, la ley quiso que el porteador o
transportista no se aproveche de que generalmente el pasajero o viajero se encuentra con un
contrato de adhesión para que basado en esa condición desventajosa se limite la
responsabilidad del porteador. La exoneración de responsabilidad no está permitida. Y en
forma taxativa la ley dispone que serán nulas la limitaciones de responsabilidad, lo cual
significa inexistente la cláusula por la cual se autolimite el monto dinerario con el cual
responder al daño a la persona trasladada en el transporte. Limitar la responsabilidad significa
ponerlo un techo económico de responsabilidad, en forma unilateral. ¿Pero que pasa con la
limitación de responsabilidad en la destrucción o avería o pérdida del bulto o equipaje que
lleva la persona?. ¿Esta prohibición de limitar la responsabilidad también le ampara al
equipaje? No. El transporte es de persona y solo como una extensión de la personalidad del
viajero se da también la protección a las cosas que lleva con él. Pero la prohibición de limitar la
responsabilidad no puede alcanzar al equipaje del viajero, porque o si no, alguien podría alegar
que lleva un diamante y perderse o robarse en el camino o mentir de que lo lleva y el riesgo
del porteador sería incalculable. El equipaje tiene carácter de accesorio y lo accesorio no puede
superar en valor a la persona en lo jurídico. Por otra parte, el porteador no tiene oportunidad de
controlar las cosas que lleva el pasajero y como el contrato es para trasladar personas y no
cosas, es entendible que el porteador limite contractualmente su responsabilidad a un monto
razonable como equipaje para viajero, porque es equipaje y no carga. Debemos distinguir
equipaje con relación a la carga. Equipaje en el idioma español implica conjunto de cosas de
uso particular, ropas o cosas para el viaje, pero la carga implica objeto que no acompaña al
viajero y por tanto no entra en el pasaje de la persona y no puede ampararse en el mismo
boleto del viajero. Desde luego que estos objetos solo deben tener el valor de cosas necesarias
para el viaje, pero no incluye joyas o cosas de valor; entonces, lo más prudente es que se la
estime en un valor determinado al equipaje, para que el viajero sepa de antemano que no puede
llevar cosas que supere ese valor y que si lo hace no será indemnizado por más de eso. O sea la
limitación de responsabilidad sobre el equipaje debe estar dentro de lo razonable y necesario,
pero esto no afecta a la prohibición de limitar la responsabilidad sobre la persona. En concreto,
no puede limitarse la responsabilidad en cuanto a la persona, pero sí en cuanto al equipaje,
porque este no es la parte de la persona, es un accesorio del mismo y solo debe satisfacer la
necesidad del viaje. No confundir equipaje con carga.
En nuestro derecho puede limitarse la responsabilidad por el equipaje a pesar de la poca
claridad de la ley sobre el punto.

En la indemnización por el daño a la persona debe ser de pleno resarcimiento. No puede


limitarse la indemnización por lesión, daños o muerte de la persona, aun cuando esté vigente el
contrato de seguro obligatorio de pasajeros, pues el daño puede superar el monto máximo
contratado con el seguro y la diferencia debe absorber la empresa de transporte cuando el valor
de indemnización supera dicho monto asegurado. El monto indemnizatorio a la persona debe
abarcar incluso el daño moral, la pérdida de chance, los gastos de hospitalización, pérdida de
vacaciones, como daño emergente, etc. En todos los casos de daños reclamados corresponderá
a quien lo reclama demostrarlo.
Empero, nuestra ley hace una salvedad de esa responsabilidad del porteador cuando agrega, “si
no prueba haber adoptado todas las medidas para evitar el daño”. Este agregado debe
entenderse como exoneratorio en los casos fortuitos o de fuerza mayor o el ocasionado por un
tercero por cuyo hecho no debe responder el porteador. Pero no debe excusarse el porteador
pretendiendo haber actuado con diligencia para evitar el daño, porque su responsabilidad tiene
su fuente no solo en la responsabilidad subjetiva, sino en la aplicación de la teoría del riesgo
creado y además en la responsabilidad sin culpa, pues el Art. 1846 C. C. en forma expresa lo
pone a cargo de aquel “que crea un peligro con su actividad o profesión, por la naturaleza de
ellos, o por los medios empleados”. Las cláusulas de limitación de responsabilidad deben
entenderse como límites en valor dinerario y en cuanto a la persona, debe considerarse
inexistentes. Son exonerativos de responsabilidad cuando se demuestra caso fortuito o fuerza
mayor o actos de terceros por quien el transportista no deba responder. Una cosa es la
exoneración, que desde luego no cabe en ningún caso en nuestro derecho, pero la limitación es
ponerle un tope dinerario a la responsabilidad que también prohíbe la ley, porque el equipaje
debe entenderse de ropas y de cosas necesarias para el viaje, pero las cosas valiosas o que
superen el valor de equipaje, deben ser declarada y aceptada por el transportista para que
genere responsabilidad como carga, no como equipaje.
Debe entenderse que la responsabilidad del transportador es también por los hechos de sus
empleados y por actos ilícitos.

21. RESPONSABILIDAD POR RETARDO: El código también pone a cargo del porteador la
responsabilidad por demora o retardo. Esto supone que existe un plazo acordado para cumplir
por parte del porteador y en la propia ley en el Art. 924 C. C. pone a su cargo la
responsabilidad por el retardo. También puede suceder que el plazo esté fijado en la ley
cuando establece horario de salida y de llegada. Pero aunque se establezca contractualmente, el
plazo por sí solo no genera responsabilidad, pues no es obligación dineraria; entonces, debe
demostrarse el daño para que proceda la indemnización por retardo.

22. RESPONSABILIDAD POR INEJECUCIÓN DEL CONTRATO: La responsabilidad por


inejecución también está expresamente prevista en el Art. 924 C. C. y se da, por ejemplo,
cuando el pasajero compra su pasaje y la empresa transportadora cancela el viaje por cantidad
insuficiente de pasajeros o por la razón que fuere, y en este caso existe un incumplimiento del
contrato y el transportador debe responder por los daños que demuestre que alguien sufrió por
esa inejecución. Debe recordarse que en los ómnibus de líneas y especialmente en los de viaje
internacional o de media y larga distancias, se pone un horario de salida y de llegada y que la
explotación de la línea o del itinerario es una concesión de un servicio público y debe ser
cumplido el horario establecido y no puede ser cancelada la salida marcada y, si se lo hace,
existe una inejecución del contrato. Debe demostrarse el daño para que proceda la
indemnización.

TERCERA PARTE
TRANSPORTE DE COSAS

23-TRANSPORTE DE COSAS: El transporte de cosas es una especie del género transporte,


que se caracteriza porque el objeto del contrato es una delegación gestoria para transportar
cosas (objetos materiales) y tiene sujetos diferentes al contrato de transporte de personas, en el
cual participan dos partes: el viajero y el transportista. En tanto que en el transporte de carga
participan:
a) El remitente, cargador o consignante que es la persona que remite, envía o entrega las cosas
como carga para ser trasportadas.
b) El porteador, acarreador, conductor o empresario es la persona física o jurídica encargada
del transporte o desplazamiento de las cosas por un medio terrestre. Se llama arriero cuando se
efectúa con bestias de carga, tropero cuando se efectúa por carros, conductor cuando es en
camiones.
c) El destinatario o consignatario es la persona a quien se remite o envía y a quien debe
entregarse la cosa. Puede coincidir que el remitente sea también el destinatario. El mismo,
cuando no es el propio remitente, que es el caso más común, es un tercero a cuyo favor se hace
el contrato y en el mismo tiene plena ejecución el contrato.

24- LA CARTA DE PORTE: Está regulada en el Código Civil en el Art.927.


La carta de porte es el documento que comprueba la recepción de la mercadería por el
porteador para ser trasportada como carga por tierra a ser entregada en destino o donde se
señale al destinatario. Este documento, para nuestro derecho, puede o no ser título de crédito,
dado que se convierte en título de crédito solo cuando es concebido como circulatorio, para
que el consignatario o el beneficiario de la carga haga valer los derechos sobre dichas
mercaderías. Decimos que no es título de crédito por naturaleza, pues la norma jurídica que la
regula en nuestro derecho interno en el Código Civil, establece que puede ser librado con
cláusula “a la orden”. De esto cabe entender que la carta de porte puede librarse sin dicha
cláusula y si no tiene otra cláusula circulatoria equivalente, como ser “al portador”, debe
entenderse que solo es un título representativo a favor del beneficiario indicado en el título
como el el consignatario y que al ser optativa la cláusula no es título de crédito, sino cuando
lleva dicha cláusula. En definitiva, la carta de porte es un título representativo de la mercadería
que puede o no concebirse como título de crédito. De cualquier forma, la carta de porte es el
documento probatorio de la entrega de la mercadería y que legitima a su portador, toda vez que
se ajuste a su regla circulatoria, la títularidad sobre la mercadería transportada. Este
documento es título de crédito solo cuando la carta de porte es extendida con la cláusula
circulatoria “ a la orden” o “ al portador”, en cuyo caso es un instrumento negociable y por el
cual se transfiere el derecho al tenedor legitimado sobre la carga transportada.
Raymunfo L. Fernández y Osvaldo Gómez Leo, la definen: “La carta de porte es un título de
crédito representativo de las mercaderias, cosas o efectos transportados, que otorga a su
portador legitimado el derecho a disponer de ellas durante su traslado, recibirlas y retirarlas en
el lugar de destino, conforme a las condiciones establecidads literalmente en el mismo
documento y a las referencias que en se hagan al contratode transporte que le sirvió de causa
de otorgamiento”.
En tanto que Ricardo Luis Lorenzetti la define: “ La carta de porte es un instrumento
voluntario que constituye el título legal representativo de las mercaderias transportadas, por
cuyo contenido se deciden todas las cotestaciones entre el cargador y transportador y no admite
más impugnaciones que la referida a su falsedad o error involuntario de redacción ni podrán
invocarse otras cláusulas que las que estén allí dispuestas”
Es importante entender que la carta de porte no es propiamente el contrato de transporte, sino
el título representativo de la mercadería transportada; pero nada obsta que en la misma pueda
estar transcripta las condiciones del contrato de transporte; de cualquier forma, aunque sea
implícita, demuestra el contrato de transporte. La carta de porte es el instrumento probatorio de
la entrega de la mercadería al porteador y, a su vez, prueba el contrato de transporte, pero
también es un título de crédito cuando se la concibe con cláusula circulatoria.
MODIFICACIONES POR LA LEY 1128 A LA NORMATIVA DE LA CARTA DE PORTE:
Por la Ley 1128 que aprueba el convenio sobre Transporte Internacional Terrestre, se
introducen algunas modificaciones en cuanto a la regulación prevista en el orden interno. Una
de ellas es que deberá emitirse en un formulario preestablecido por dicha ley, en idioma
bilingüe, castellano y portugués, y la característica que lo hace diferente es que los datos
pueden proporcionar tanto el remitente como el porteador. Otras son las que presenten
enmienda o raspadura y no serán válidas, si es que no están salvadas. Pero, en la misma ley se
prevé una carta de porte para el uso de los ferrocarriles que deberá emitirse en formulario
triplicado y el primer ejemplar tendrá carácter negociable, a diferencia de nuestro derecho
interno en que el carácter negociable debe establecerse expresamente. A la inversa en nuestro
derecho interno, se debe pedir expresamente el carácter no negociable.

25- JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA SOBRE CARTA DE PORTE: Por su importancia,


nos permitimos transcribir la cita jurisprudencial sobre carta de porte, citada en el libro de
Julio César Valencia Copete y Luis Ramón Garcés Díaz, en el que se expone: “Tanto el
remitente como el destinatario están legitimados para hacer valer los derechos derivados del
contrato de transporte, pero no simultáneamente, por cuanto no concurren en la legitimación,
ya que los derechos del uno cesan cuando comienzan los del otro (Art.1024 C.C.) Si existe
carta de porte la legitimación estará en cabeza de su tenedor legítimo”.

26-ENUNCIACIONES QUE DEBE CONTENER LA CARTA DE PORTE: En el enunciado


de los Arts. 926 y 927 del Código Civil se señala cuál debe ser el contenido de la Carta de
Porte, y que se puede resumir en los siguientes:
a-El nombre del destinatario o su orden, según se haya previsto como título de crédito.
b) El lugar de destino
c) La naturaleza, el peso, la cantidad y el número de las cosas que deben ser transportadas
d) Las condiciones convenidas para el transporte.
e) Los demás datos necesarios para realizar el transporte según dice la ley y con la cual se deja
abierta la posibilidad de que se adosen los datos necesarios para identificar el transporte y la
carga.

27-FUNCIONES QUE CUMPLE LA CARTA DE PORTE: La carta de porte cumple estas


funciones:

1- En primer lugar, es la prueba de que el transportador ha tomado las mercancías bajo su


custodia y se ha comprometido entregarlas en las condiciones establecidas en las cláusulas de
la carta de porte.

2- Es el documento que prueba las condiciones en que se recepciona la mercancía. Se supone


que cuando en la recepción de la mercadería no existe observación, la posterior observación
que existe en la carga se pone a cargo del transportador

3- Por extensión, es también la prueba del contrato de transporte de cosas, aunque nada obsta
a que pueda hacerse un contrato de transporte por separado a la carta de porte.

4- La Carta de Porte es esencialmente el documento probatorio de la legitimación sobre la


mercancía y por eso es el título legal representativo de la mercadería transportada.
5- La Carta de Porte es también un título de crédito, cuando está concebida “ a la orden” y,
aunque la ley no lo diga, también cuando es “al portador”.

28-CIRCULACIÓN DE LA CARTA DE PORTE: En el punto anterior ya hemos señalado que


la Carta de Porte, en nuestro derecho interno, no es título de crédito por naturaleza, sino solo
cuando está expresamente pactada una cláusula circulatoria, que en la ley se señala debe ser “a
la orden”. Cuando la carta de porte esta concebida como título de crédito, significa que el
titular de la carga es aquella persona que se legitima en la posesión del título, según la regla
circulatoria inserta en la carta de porte. Creemos que no existe inconveniente en que se lo
conciba “al portador”, pero por ley y seguridad se la prefiere “a la orden”.

29-OBLIGACIONES DEL CARGADOR, DEL PORTADOR Y DEL DESTINATARIO: El


contrato de transporte por su carácter bilateral implica derechos y obligaciones para las partes
intervinientes en el mismo, como iremos viendo para cada uno de ellos:

I) OBLIGACIONES Y DEBERES DEL REMITENTE O CARGADOR: en el Art. 926 del C.


C. se señalan:

a)EL DEBER DE INFORMACIÓN Y DE DAR INSTRUCCIONES PARA EL BUEN


MANEJO DE LA CARGA: El deber del remitente es indicar con exactitud al porteador el
nombre del destinatario y el lugar de destino, la naturaleza, el peso, la cantidad y el número de
las cosas y demás datos necesarios para identificar la mercadería. Esto último significa poder
reconocer la identidad de los bultos por signos exteriores del embalaje, puesto que la práctica
comercial de la carga no lo hace en transporte en suelto sino en bultos o en contenedores.
Puede resumirse en el deber de dar la información necesaria para facilitar el transporte e
implica que debe proveer datos sobre mercaderías peligrosas, con cuidados especiales o
peligrosas para el medio ambiente y en los bultos, paquetes, pallets o paletas, debe constar la
simbología de estas características según las normas internacionales.

b) DEBER DE COLABORACIÓN: En este grupo debemos señalar lo indicado en el mismo


Art. 926 C. C., como el deber de entregar todos los documentos necesarios para el transporte;
verbigracia, en el transporte de rollos de madera debe tener la autorización pertinente de las
autoridades medioambientales, o si se tratara de animales, el certificado de sanidad de estos.
Desde luego que también es deber entregar en tiempo la carga y en las condiciones establecidas
en el contrato, conforme a las leyes y los reglamentos que afectan al tipo de mercaderías. Pagar
los gastos a no ser que se hubiese convenido otra cosa con el transportista o, en todo caso,
devolverlo.

c) OBLIGACIÓN DE PAGAR EL PRECIO: La obligación principal del cargador o remitente


es el de pagar el precio del transporte como contraprestación del deber de transportar.

II) DERECHOS DEL REMITENTE O CARGADOR:


a) Suspender el transporte y pedir la restitución de las cosas.
b) Ordenar la entrega a otro destinatario distinto al señalado originariamente si es que la carta
de porte no se concibió como título de crédito, porque si fuere así no puede variar la ley
circulatoria establecida en la carta de porte, por tratarse de un título de crédito y quedar
afectado por el principio de literalidad y el de autonomía.
b) Agrega el Art. 928 C. C. que también puede disponer otra cosa en relación a la carga, salvo
su obligación de reembolsar los gastos y resarcir los daños derivados de la contraorden. Se
entiende que puede disponer otra cosa siempre que no sea contra derechos de terceros o de la
ley, y desde luego, es a su cargo la responsabilidad civil derivada de estos hechos.
c) Derecho de concebir como título de crédito la carta de porte y transmitirlo por endoso.

III) OBLIGACIONES DEL PORTEADOR: En el Art. 923 del C. C., en su primera parte, se
señala como obligaciones del porteador:
a) aceptar los pedidos de transporte de personas o cosas que sean compatibles con los medios
ordinarios de la empresa. Esto es así especialmente en aquellos casos en que el transportista es
concesionario de un servicio público.
b) Realizar los transportes según el orden de pedidos. Si se formularen varios pedidos
simultáneamente siempre será preferido el que fuese del mayor recorrido.
c) en caso de que las condiciones generales del transporte admitiese concesiones especiales, el
porteador está obligado a aplicarla en igualdad de condiciones a todos aquellos que formulasen
el pedido.

IV) DERECHOS DEL PORTEADOR: Aparecen entre los derechos del porteador los
siguientes:
a) Exigir al remitente la entrega de la carta de porte firmada, con la consignación precisa de
todos los datos exigidos legalmente y necesarios para ejecutar el contrato y la determinación de
las condiciones del contrato de transporte, acompañado de los documentos que se exigen por la
ley para cierta clase de mercancías o cosas. En la práctica comercial no es el remitente quien
extiende la carta de porte, sino el mismo porteador dado que la actividad profesional está a
cargo del transportista. No obstante, el porteador tiene como carga suya cerciorarse de la
naturaleza, estado o condiciones de la carga, cuando el tipo de embalaje lo permite, que sería
cuando viaja sobre ballet. No obstante, lo corriente es que el porteador se escude en el
formulismo “que dice contener” que suele adosar a la carta de porte. De cualquier forma la
rotura del embalaje o cualquier observación es una carga suya para la determinación de la
responsabilidad por la carga, en caso de pérdida u otro caso de responsabilidad por avería.
Precisamente el Art. 937 C. C. establece que si el porteador no realiza la reserva sobre las
condiciones de la carga, se presume que fueron cargadas en buenas condiciones y sin faltantes
cuando el embalaje estaba en buenas condiciones. En el caso de los contenedores se crea una
nueva situación, porque en estos prácticamente no responde por las faltantes si no está alterada
la cerradura especial sellada que suelen traer.

V) DERECHOS DEL DESTINATARIO: el destinatario o en su caso el consignatario o el


legitimado por endoso en los derechos derivados en la carta de porte, posee los siguientes
derechos:
a) a recibir la carga y exigir que se le entregue.
b) a realizar la comprobación y dejar constancia antes de la entrega de la identidad de la carga,
que se realiza a través del cotejo de las constancias respectivas de la carta de porte, y
establecida la identidad, tiene derecho a dejar constancia de las condiciones de la carga,
debiendo abrir los embalajes en el caso de estar observados y dejar la constancia de las
faltantes o la avería de la carga. Todo esto la ley pone a su cargo a excepción de la
comprobación efectiva de la pérdida o la avería. En el caso de no realizar ninguna reserva en el
momento de recibir la carga, se entiende que, según el Art. 941 C. C., la misma ha llegado en
buen estado a excepción de las acciones por pérdida parcial o avería no constatable al
momento de la recepción y siempre que el daño sea denunciado dentro de los ocho días
computados desde la entrega de la carga. Debe distinguirse también si es carga internacional,
si la pérdida o la avería se produjo en el depósito de la aduana o en el depósito del cargador o
en el de un tercero. De cualquier forma, cuando el destinatario o su equivalente retira la carga,
debe dejar constancia del estado de la mercadería o caduca su derecho a reclamarlo.
c) el derecho a ser reembolsado de los gastos en caso de pérdida, faltante o averías en la carga
que sean responsabilidad del porteador.
d) el derecho de accionar contra el porteador o el responsable de la entrega de la carga.

VI) OBLIGACIONES DEL DESTINATARIO: Es obligación del destinatario recibir la carga y


pagar el crédito del porteador que sea a su cargo, según el contrato de transporte.

30-EJECUCIÓN DEL CONTRATO DE TRANSPORTE DE CARGA: La ejecución del


contrato de transporte es el traslado efectivo de la carga desde el lugar de embarque hasta el
destino final y está señalada en el Art. 923, entre otros, que debe realizarse en el orden de los
pedidos; si simultáneamente fueron realizados varios pedidos, será siempre aquel que fuere de
mayor recorrido.
En la ejecución del contrato debemos recordar que el transporte busca un resultado y, por lo
tanto, está cumplido cuando el porteador toma la carga, la traslada y la entrega en buenas
condiciones en el lugar adecuado, en el plazo y lugar acordados.
La ejecución del contrato de transporte, considerando que es de tracto sucesivo, es por tanto de
ejecución continuada y abarca todas las fases señaladas desde la recepción de la carga, su
traslado y su entrega efectiva en el mismo estado en que se la recibió, por tanto, la ejecución
del contrato, recordando que uno de sus caracteres es la bilateralidad, genera obligación para
ambas partes contratantes.
Para el cargador, la ejecución genera como obligaciones principales:
a) indemnizar el daño que su carga ocasiona al porteador por defectos del embalaje o el peligro
no declarado de la carga o por vicios de la carga;
b) reintegrar al porteador los gastos efectuados para la conservación de la carga, como sería el
alimentar a los vacunos transportados en un trasganado cuando la circunstancia especial crea
este deber. Compartir las responsabilidades cuando existe concurrencia de culpa en la
ejecución del transporte.
Para el porteador, la ejecución del contrato genera estas obligaciones:
a) recibir los efectos o las mercaderías, custodiarlos y entregarlos en destino. Lo que le ocurra a
la carga durante el viaje es responsabilidad del porteador, pues el cargador ya no puede
disponer de ellos;
b) Debe cumplir el plazo de entrega; y
c) no cambiar el itinerario cuando estaba pactado.

Sin embargo, estas obligaciones toman aspectos particulares según que para llevar la carga, en
ejecución del contrato, se realice por un solo vehículo o bien por varios vehículos del mismo
tipo, o bien por varios tipos o modos de transporte, pero en un solo contrato. Avión en un
trayecto, tren en otro, y camión de carga en otro. La mercadería viaja con un conocimiento
especial y a cargo del operador multimodal, quien es el responsable de la carga.

I) EJECUCIÓN DEL CONTRATO EN UN SOLO TRANSPORTE


La ejecución del contrato es el acto de trasladar la carga de un lugar a otro y sucede cuando se
efectiviza la recepción de la carga y la entrega en destino en un solo vehículo en todo su
trayecto. Esto tiene que ver con la responsabilidad derivada del contrato, por lo que es
importante saber desde cuándo comienza y cuándo termina el contrato.
Cuando es transporte de persona desde que aborda hasta que llega a destino y baja del
transporte.
Cuando es carga y se trata de un solo medio o modo de transporte, no existe inconveniente,
pues se aplican las reglas generales y estas son conocidas como transportes unimodales, cuando
se realizan en un mismo tipo de transporte, aunque existan transbordos para cubrir el itinerario
y debe distinguirse si hay escalas o no.

II-EJECUCIÓN DEL CONTRATO POR VARIAS EMPRESAS: SUBCONTRATOS,


ACUMULATIVOS O SUCESIVOS Y TRANSPORTE MULTIMODAL: La modernización
de los medios de transporte hace que aparezcan nuevas situaciones contractuales que no están
previstas en forma expresa en nuestro sistema normativo, pero que requieren ser conocidas
dado que es una herramienta del comercio internacional y consecuentemente sujeta a ser
materia jurisdiccional. Puede ocurrir que el itinerario desde el embarque hasta el destino final
requiera de varias empresas de transporte (porteadores) para hacer llegar a destino a la persona
o la cosa. La idea es que existe un itinerario y así se dan varios supuestos que veremos a
continuación:

a) TRANSPORTE POR SUBCONTRATOS: En esta hipótesis el cargador o el pasajero


contrata con un transportista y este subcontrata con otros. Si bien intervienen varios
porteadores, sin embargo, el transportador inicial es el responsable, aunque después este tiene
acción contra el otro.

b) TRANSPORTE ACUMULATIVO O SUCESIVO Y ACUMULATIVO COMBINADO: En


el transporte sucesivo o acumulativo utilizado indistintamente en nuestro derecho, es cuando
sucesivamente varios transportadores pueden ser contratados como único, pero la obligación
de transportar es fraccionada sea por el cargador o el pasajero. Existe pluralidad de
prestaciones como porteadores en el transporte de carga. En este caso la obligación de los
transportistas es mancomunada, a excepción de que se pacte la solidaridad en forma expresa.
En la hipótesis planteada en la norma jurídica del derecho español el contrato de transporte
acumulativo es “ aquel supuesto de pluralidad de porteadores, caracterizados porque el primer
porteador asume en su integridad la ejecución del transporte, y los porteadores ulteriores van
adhiriéndose al contrato inicial (GOMEZ SEGADE, José Antonio), La característica del
transporte acumulativo es que existe pluralidad de prestaciones y la diferencia con el transporte
multimodal es que en esta última existe integración de las diversas fases en una prestación
única pero modos diferentes. En el transporte acumulativo a diferencia del transporte
multimodal, existe pluralidad de prestaciones.
En el transporte acumulativo combinado, que es otra variante del transporte sucesivo, en el cual
existe pluralidad de porteadores y pluralidad de modos de transporte (aviones, barcos,
camiones, etc.), en cuyo caso creemos que deben aplicarse las normas de acumulativo o
sucesivo del Código Civil, en lo que pueda asimilarse.
En el Art. 943 del Código Civil se dispone: “El último de los porteadores representa a los
anteriores para el cobro de sus respectivos créditos que nazcan del contrato de transporte y para
el ejercicio del privilegio sobre las cosas transportadas”. Como la responsabilidad es
mancomunada, no significa que se tiene acción solo contra el último porteador, aun cuando
este es a quien debe hacerse el reclamo.
El acumulativo o sucesivo de transporte de personas se establece en el Art. 925 C. C.: “En los
transportes acumulativos cada porteador responde en la extensión del propio recorrido sin
embargo, el daño por el retardo o por la interrupción del viaje se determina en razón del
recorrido entero”.
c )TRANSPORTE MULTIMODAL: En el transporte multimodal existe una sola prestación
realizada con pluralidad de modos ( aviones, ferrocarriles, camiones, barcos por cada trayecto
que le corresponde) en un contrato único. En el derecho paraguayo, y pareciera que tampoco en
el ámbito del MERCOSUR no existe una normativa sobre transporte multimodal y los
problemas suscitados son diferentes a lo que sucede con el transporte acumulativo.
El operador del multimodal es responsable de todo el trayecto del transporte con independencia
de la responsabilidad de cada transportador en la parte que le corresponde. Como no existe
norma expresa en nuestro derecho, la solución a esta realidad debe hacerse
jurisprudencialmente y utilizar el derecho comparado.
Así, en cuanto al documento del transporte multimodal cabe señalar el Art. 14 1 . 4 Convenio
TMI, conforme al cual: “El documento que hace prueba de un contrato de transporte
multimodal y acredita que el operador multimodal ha tomado las mercancías bajo su custodia y
se ha comprometido a entregarlas de conformidad con las cláusulas de ese contrato”. El
documento del transporte multimodal tuvo su antecedente en el conocimiento de embarque
(through Gill of, lading); conforme al avance de esta nueva modalidad va tomando
característica propia que desemboca en títulos que disponen un régimen único de
responsabilidad del operador multimodal y un sistema de red para calcular el límite de
indemnización en caso de que los daños sean localizables. El paradigma de los documentos
multimodales son los documentos tipos Multidoc 95, aunque conservan la expresión del
conocimiento de embarque “multimodal transport bill of lading” y el Multiwaybill (El
combiconbill es el Combined Transport Bill Of lading). Estos documentos establecen un
régimen de responsabilidad que tiene por base el Convenio de Bruselas.
Este tipo de transporte se maneja con un Operador de Carga, que es el responsable de la carga

31-RESPONSABILIDAD DEL TRANSPORTADOR DE CARGA: La responsabilidad del


transportador nace al no producirse la obligación de resultado que se acordó por el contrato,
cual es el traslado de las cosas, en el lugar señalado, en el tiempo previsto, por el medio
acordado y en buenas condiciones. Del incumplimiento de uno de estos factores del contrato o
de la conducta ilícita nacen los supuestos más corrientes de responsabilidad del transportador,
y son:

a) RESPONSABILIDAD POR INEJECUCIÓN: Siendo el contrato de tracto sucesivo, se


entiende por inejecución, que no haya tenido principio de ejecución a pesar de recibir el
transportista el flete y la carga y no lo transporta a destino. En este caso existe un claro
incumplimiento del contrato. Existe una inejecución total del contrato. Esto no solo significa la
obligación de la devolución del pago del flete sino también los gastos y los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento. No existe una previsión expresa en el capítulo de los contratos
de transporte y se aplican las reglas generales por incumplimiento de contrato y el Art. 479 del
Código Civil, en concordancia con el Art. 425 del mismo cuerpo legal que dice: “Si la
inejecución de la obligación fuese maliciosa, los daños e intereses comprenderán también las
consecuencias mediatas. La maliciosidad se debe presumir cuando existe plazo para recibir la
carga y no cumplirlo, pero esto sería mora si entregara fuera de plazo, pero si no se entrega
nunca es inejecución y genera responsabilidad para el porteador”

b)RESPONSABILIDAD POR RETARDO EN LA ENTREGA: Cuando existe plazo en el


contrato, en los términos del Art. 931 del Código Civil, que establece que el porteador “debe
poner las cosas transportadas (…) en el plazo”, o sea, cuando existe plazo y no se lo cumple, se
constituye la mora que es automática por el solo vencimiento del plazo según el Art. 424 C. C.
No se establece una sanción expresa en nuestro derecho en la parte de transporte pero, en la
doctrina extranjera se señala que nacen dos acciones: la de reducción del monto del flete y el
resarcimiento de los daños, cuando se prueba haber sufrido daño. Este reclamo no requiere de
intimación ni está sujeta a caducidad, porque se produce automáticamente cuando existe plazo
incumplido. Cuando no hay plazo, debe ser fijado.

c) RESPONSABILIDAD POR AVERÍA DE LA CARGA: Se le llama avería al daño que sufre


la carga transportada que puede ser total o parcial. El extravío de la carga debe ser equiparado a
la avería total. Como hemos visto, el contrato de transporte importa una obligación de
resultado, es un hacer y consecuentemente, la mercadería que es recibida con daños verificados
o aparentes o verificables, debe ser reclamada en el plazo de caducidad que vimos más arriba o
se pierde el derecho de pedir indemnización

d) RESPONSABILIDAD POR MERMA EN LA CARGA: En el Art. 938 C. C. se resuelve el


problema de la merma, aclarando que la merma natural no crea responsabilidad en el porteador,
pero cuando la disminución supera el promedio de la merma natural, sí debe responder por el
faltante siempre que pruebe, el remitente o el destinatario, que “la disminución no ha ocurrido
como consecuencia de la naturaleza de las cosas, o que por las circunstancias no podía llegar a
la medida verificada”. De esto se entiende que la carga de la prueba está a cargo del remitente
o el destinatario, según quien lo reclame. La idea de la merma importa la disminución o
consumición natural de una cosa ocasionada por su propia naturaleza, y que se da por la
evaporación, filtración, vertimiento u otro factor que ocasiona su reducción y esto
generalmente se da hasta cierta medida, que es aceptada como disminución natural, que tiene
un estándar establecido por la costumbre comercial, pero cuando supera el mismo, empieza la
responsabilidad del porteador siempre que lo demuestre el que lo reclama.

e) RESPONSABILIDAD POR CONDUCTA ILÍCITA: Curiosamente, no está prevista la


conducta ilícita que deriva del contrato como causa de responsabilidad, tal vez porque el
legislador lo consideró innecesario; pero es importante tener en cuenta que en la ejecución del
contrato pueden generarse conductas ilícitas que ocasionan responsabilidades distintas a las
contractuales, como consecuencia del transporte. Sería el caso en que el chofer de un ómnibus
dispare intencionalmente contra un pasajero y lo mate. El empresario debe responder por este
hecho, pues es una conducta ilícita durante el viaje y existe la vinculación jurídica al
demostrarse que el chofer es dependiente del transportista .

32-CLÁUSULA DE EXONERACIÓN Y LIMITACIÓN DE RESPONSABILIDAD EN EL


TRANSPORTE DE CARGA: En el Código Civil, en la parte de transporte de carga, no existe
una norma expresa que prohíba la cláusula de exoneración o la de limitación de
responsabilidad. En el derecho comparado, en la Argentina, existen normas expresas que
prohíben la cláusula de exoneración de responsabilidad y reglamenta aquella que limita la
responsabilidad. La cláusula de exoneración es aquella por la cual una de las partes del contrato
se sustrae de su deber de indemnizar. La cláusula de limitación de responsabilidad es la que
limita el monto indemnizatorio a ciertas sumas. El hecho de preverse la prohibición de
cláusulas de limitación para el contrato de transporte de personas y no para el contrato de
transporte de carga no puede interpretarse como una autorización, por aquello de que “lo que
no está prohibido, está permitido”. Esta es una solución muy simplista y contraria a la equidad,
pues por el neminen laedere es un principio jurídico que está insapirado en el no dañar a nadie
y desde luego el que daña debe resarcir.
Empero, si analizamos que el contrato de transporte de carga implica un acto de consumo en
los términos del Art. 4º de la Ley 1334 Ley del Consumidor, que en su inciso f) define los
ACTOS DE CONSUMO diciendo: “Es todo tipo de acto, propio de las relaciones de consumo,
celebrado entre proveedores y consumidores o usuarios, referidos a la producción, distribución,
depósito, comercialización, venta o arrendamiento de bienes, muebles o inmuebles o a la
contratación de servicios”. Precisamente, la prestación realizada por el porteador es un servicio,
dado que coincide con la definición dada en la normativa citada según la cual, se denomina
SERVICIO: “a cualquier actividad onerosa suministrada en el mercado, inclusive las de
naturaleza bancaria, financiera, de crédito o de seguro, con excepción de las que resultan de las
relaciones laborales”. El transporte es una actividad onerosa, por tanto es un servicio. Que,
siendo así, cabe pensar que es aplicable en la interpretación de las cláusulas de la carta de porte o
de cualquier contrato de transporte de carga, el Art. 28 de la Ley Nº 1334, Ley del Consumidor,
conforme al cual: “Se considerarán abusivas y conllevan la nulidad de pleno derecho y, por lo
tanto, sin que se puedan oponer al consumidor las cláusulas o estipulaciones que:

a) desnaturalicen las obligaciones o que eliminen o restrinjan la


responsabilidad por daños;

b) importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los


derechos de la otra parte;

c) contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba


en perjuicio del consumidor;

d) impongan la utilización obligatoria del arbitraje;

e) permitan al proveedor la variación unilateral del precio o de otras condiciones


del contrato;

f) violen o infrinjan normas medioambientales;

g) impliquen renuncia del consumidor al derecho a ser resarcido o reembolsado de


cualquier erogación que sea legalmente a cargo del proveedor; y

h) impongan condiciones injustas de contratación, exageradamente gravosas para


el consumidor, o causen su indefensión”.

Si consideramos el Art. 28 de la ley citada en sus incisos “a” y “g” y que estas conllevan la
nulidad de pleno derecho de las cláusulas abusivas, cabe pensar que aquellas cláusulas de la carta
de porte o del contrato de transporte de carga son abusivas y por tanto nulas: es que no puede
pactarse este tipo de cláusulas puesto que, según el Artículo 2° de la Ley 1334: “Los derechos
reconocidos por la presente ley a los consumidores no podrán ser objetos de renuncia,
transacción o limitación convencional y prevalecerán sobre cualquier norma legal, uso,
costumbre, práctica o estipulación en contrario”. El porteador o transportista es un proveedor de
servicios y no puede ampararse en una cláusula de exoneración o limitación de responsabilidad,
porque conspira contra las normas de orden público de la Ley del Consumidor: por tanto, el
hecho de no estar prevista una norma expresa en la parte del contrato de transporte de carga, no
autoriza a entender que está permitido.
La regla general que surge de todo esto es que está prohibida toda cláusula exonerativa de
responsabilidad para el resarcimiento por la carga. Esto no admite excepción, pues se basa en el
principio de conmutabilidad de la contratación de transporte y no puede romperse este principio
sin caer en una arbitrariedad que conspiraría contra el neminen laedere. Empero, aun cuando la
limitación se basa en el mismo principio general, sin embargo, existen situaciones de hechos
donde cedería la prohibición de la limitación de responsabilidad, y serían aquellas donde se
quebrantarían las condiciones injustas de contratación si no se la admitiera, solo para esos casos
debe admitirse la limitación, o sea en los transportes especiales debe aceptarse la limitación de
responsabilidad por la naturaleza del transporte, pero debe ser puntual y de ser posible señalarse
en la ley. Como nuestra ley de transporte no considera esta situación, surge el problema de cómo
equilibrar las posiciones en los casos de transportes especiales; por ejemplo, en el transporte de
valores, como dinero o efectos de valor o de aquellos casos sujetos a disminución o aquellos
relativos a las condiciones del embalaje con relación al valor de la carga. Es evidente que debe
morigerarse la regla general con el principio de razonabilidad para evitar condiciones injustas de
contratación. Esa razonabilidad debe basarse en ciertos criterios, como por ejemplo, la obligación
de declaración del valor por el cargador y el establecimiento de una tarifa especial que cree la
especialidad.
Pero debe admitirse la limitación para aquellos transportes de carga cuyo embalaje no dejan
comprobar el valor real de la carga, y en los que se acepta como tal el valor declarado pero
aceptado por el cargador. En la práctica el problema de la exoneración de responsabilidad se da
cuando en la carta de porte se agrega la cláusula “que dice contener”, en cuyo caso si el cargador
acepta anticipadamente como valor de indemnización el acordado en la carta de porte, es este el
que debe prevalecer, a no ser que en el conste la cláusula de que la carga fue sujeta a verificación
al momento de la carga.

Currículo del Autor:

El autor de este trabajo es Doctor en Ciencias Jurídicas por la Facultad de Derecho de la U. N.


A. en el año 1989, con calificación “cum laude”. Es profesor contratado de Derecho Comercial
del curso de Postgrado de maestría en el área civil, en la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Asunción. Publicó varios libros, entre ellos, “Títulos circulatorios, acercamiento
a una teoría general” editado por la Editorial La Ley. Tiene varias monografías publicadas en
revistas especializadas- Correo electrónico: [email protected]
CAPÍTULO XV

SUMARIO: 1.-Concepto de sociedad. Evolución. Elementos esenciales. Diferencias


de instituciones afines: a) Sociedad y asociación.- b) Fundación y sociedad; c) Empresa y
sociedad.- d) Sociedad y comunidad. 2.- Clasificación de las sociedades: civiles y
comerciales; la sociedad simple; colectiva; en comandita. Sociedad de responsabilidad
limitada. Anónimas, de capital o industrias. Sociedades de personas y de capitales.
Cooperativas. Sociedades accidentales o en participación. Sociedades matrices y
sociedades filiales. Regulares e irregulares. Sociedades de economía mixta. 3.- Normas
generales: El contrato social. Naturaleza del acto constitutivo. Elementos generales.
Elementos especiales. 4.- Requisitos para su constitución: El contenido. La forma. Forma
instrumental. Publicidad e inscripción. 5.- Régimen de nulidad. Invalidez en razón del
vínculo. Objeto ilícito. El objeto prohibido en razón del tipo social. 6.- Las sociedades
irregulares. Su situación jurídica. 7.- Personalidad de las sociedades: fundamentos de la
personalidad societaria. Evolución histórica. Acto constitutivo y personalidad societaria,
inscripción registral y personalidad. Las sociedades holding. Los consorcios o uniones de
empresas.

1. CONCEPTO DE SOCIEDAD

La sociedad, empleando el término como denominación genérica, es en esencia el medio


o recurso técnico que posibilita la acción colectiva dentro del marco de una actividad
económica organizada y duradera1 .

Siburu destaca que “el concepto de sociedad es general y, como tal, comprensivo de un
gran número de relaciones diversas, cuyo elemento común y esencial es la idea de unión de las
fuerzas morales y materiales del hombre como medio de realizar un fin”. Al ocuparse del
objeto de la sociedad, el mismo autor especifica que puede ser altruista o egoísta, y que
únicamente bajo este aspecto la sociedad debe estar regida por el Derecho Civil y Comercial,
dentro de cuya disciplina la palabra sociedad implica siempre una relación jurídica de fin
económico2.

El Art. 959 del Código Civil define la sociedad en los siguientes términos: “Por el
contrato de sociedad dos o más personas, creando un sujeto de derecho, se obligan a realizar
aportes para producir bienes o servicios, en forma organizada, participando de los beneficios y
soportando las pérdidas”.

La regulación sobre este tema se encuentra en el Capítulo XI del Título II del Código
Civil. Este Capítulo se denomina: “De la Sociedad”.

1
Omeba, 1980 p. 713
2
Omeba, 1980 p. 714

1
Cabe señalar que con la unificación producida en nuestro Código Civil de las
obligaciones civiles y comerciales, las normas comprendidas en la Sección I del Capítulo XI
(Artículos 959 al 1012 CC) cuyo título es el de “Disposiciones Generales”, contiene reglas
aplicables a todo tipo de sociedad (civiles y comerciales, regladas y no regladas).

En las siguientes Secciones del mismo Capítulo, encontramos normas específicas para
diversas clases de sociedades. (Así tenemos, por ejemplo: Sección II: Sociedad simple; Sección
III: Sociedad colectiva, Sección IV: Sociedad en comandita simple, etc.).

Es decir, que las normas generales serán siempre aplicables a todas las sociedades no
regladas y también para aquellas reguladas en el Capítulo XI cuando existan vacíos o
circunstancias no legisladas en forma especial para ese tipo de sociedad.

EVOLUCIÓN

Desde que el hombre tuvo conciencia de que sus esfuerzos individuales no eran
suficientes para los fines que se proponía, debió agruparse y con ello formar los primeros
grupos o asociaciones.

El derecho romano, según Villegas, no conoció la diferencia entre sociedades “civiles” y


“comerciales”. Las sociedades podían ser “universales” o “particulares”: las primeras
comprendían todos los bienes presentes o futuros (societates omnium bonorum), o todas las
ganancias y deudas provenientes de la actividad de los socios (societates onmium quae ex
quaestae venium) 3.

Para Mascheroni – Muguillo, el primitivo derecho romano no conoció la societas,


regulando el ius civile solamente la comunidad de bienes, la propiedad en mano común4.

El antecedente inmediato de nuestra sociedad colectiva, es la “omnium bonorum”,


primer esbozo de sociedad en el derecho romano. La misma se constituía por los hijos a la
muerte de su padre y era una “sociedad universal”, pues comprendía todo el patrimonio del
causante, ya que los herederos proseguían con la explotación de los bienes del pater aun
después de su muerte, mientras que los bienes seguían en estado de indivisión. Este tipo
incipiente de sociedad se regía por reglas especiales, pero el vínculo entre los socios era
solamente interno, ya que frente a terceros seguían respondiendo en forma personal; el
patrimonio común era un “condominio” entre las partes.

Recién en la Edad Media las sociedades empezaron a presentar las semejanzas de


aquellas que actualmente conocemos, especialmente con el auge del comercio marítimo y
terrestre. Surgió un particular tipo de sociedad llamada: commenda marítima. Esta era una
asociación formada entre un prestamista y un deudor, es decir, por comerciantes que aportaban
capital o mercaderías, de un lado y el capitán de la nave o mercader, del otro , quien ejecutaba
todos los actos de transporte, negociación y rendición de cuentas. El prestamista corría con el

3
VILLEGAS, Carlos Gilberto, TRATADO DE LAS SOCIEDADES, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1995, p.17.
4
MASCHERONI, Fernando H- Muguillo, Roberto. MANUAL DE SOCIEDADES CIVILES Y COMERCIALES,
Edit. Universidad, Bs. Aires, Argentina, 1994, p. 23.

2
riesgo de su capital y el mercader con el de su trabajo, repartiéndose entre ambos, en la
proporción de sus respectivas inversiones, las pérdidas o las ganancias.

Otros autores explican que a raíz de la prohibición de la usura, surgió la sociedad “en
comandita”, pues se debió recurrir a esta figura para disfrazar el préstamo que el banquero o
comerciante realizaba al propietario de un buque para financiar una empresa marítima. Así, el
capitalista limitaba su participación y su responsabilidad al aporte de capital a cambio de una
participación en el resultado del negocio.

Fue en Florencia (año 1300) o, según otros estudiosos, en Venecia o Génova, donde se
visualizaron las primeras formas de sociedad que conocemos hoy. Recién desde el siglo XV,
con la aparición de los primeros bancos en Italia, comenzaron a formarse las sociedades que
conocemos como “anónimas”, que fueron evolucionando sobre todo en la época de los
descubrimientos y el posterior colonialismo, pues debieron formarse empresas que requerían de
grandes inyecciones de capital por parte de los que se aventuraban a los negocios incipientes
vislumbrados en el nuevo continente.

ELEMENTOS ESENCIALES

El Art. 959 del CC enuncia los elementos que pueden denominarse esenciales para que
exista una sociedad:

1-Un acto constitutivo en el cual se elaboran los estatutos destinados a reglar el


funcionamiento de la sociedad, hasta su disolución y liquidación.

2-Pluralidad de socios, que debe mantenerse durante toda su vigencia.

3-Obligación de cada uno de los socios de realizar aportes para producir bienes y
servicios.

4-Una determinada organización, aunque sea mínima.

5-Los socios deben participar de los beneficios y soportar las pérdidas.

Resulta evidente, pues, que nuestro Código reconoce la naturaleza contractual del acto
constitutivo de las sociedades; además, la existencia de una sociedad requiere una pluralidad de
socios, no solo por aplicación del texto del citado artículo, sino también por la esencia misma
de lo que debe comprenderse como sociedad.

Otros elementos de importancia que hacen a su existencia constituyen el bien común, el


objeto de la misma que debe ser lícito y de contenido económico, y el ánimus de participar de
los beneficios o soportar las pérdidas.

DIFERENCIAS CON OTRAS INSTITUCIONES AFINES

3
a) Sociedad y asociación

Como dice Salvat, la palabra asociación sirve para designar todo tipo de agrupación entre
individuos, pudiendo quedar comprendido en este concepto todo tipo de sociedad, sea civil o
comercial, cooperativa, etc.

Sin embargo, la distinción que nos proponemos realizar es entre asociación privada o
civil y la de sociedad, y esta diferencia se determina según sea la finalidad que persigan.

En la terminología jurídica, la palabra “asociación” ha tomado el sentido particular de


que la misma tiene un fin distinto al de la obtención y distribución de beneficios.

Así, las asociaciones no persiguen finalidades económicas sino más bien de tipo político,
cultural, de investigación científica, de recreo, de religión, etc. En cambio, la sociedad persigue
una finalidad económica, un fin de lucro o ventaja pecuniaria o ganancia en dinero 5 . Además,
ambos institutos se rigen por normas diferentes.

El Art. 102 del Código Civil establece: “Las personas que quieran constituir una
asociación que no tenga fin lucrativo, cuyo objeto sea el bien común, expresarán su voluntad
mediante estatutos formalizados en escritura pública”, y el Art. 103 expresa: “Las asociaciones
-reconocidas de utilidad pública- se regirán por las reglas del Capítulo II, Título II, Libro
Primero del Código Civil y por sus estatutos”. Por otra parte, el Art. 118 del Capítulo III del
mismo libro determina: “Las asociaciones que no tengan fin lucrativo y que no hayan sido
reconocidas como personas jurídicas por el Poder Ejecutivo, podrán adquirir y ejercer los
derechos conferidos por el presente Capítulo, en las condiciones establecidas en el mismo”.

Las sociedades, por su parte, se rigen por las disposiciones del Capítulo XI, Libro Tercero
del Código Civil y otras normas complementarias.

b) Fundación y sociedad

La fundación es una persona jurídica constituida sin fines de lucro, por la voluntad de una
o más personas, con un propósito de bien común, mediante un aporte patrimonial razonable que
se destina a perpetuidad con el fin de realizar ese propósito. Pueden constituirse por escritura
pública o bien por testamento.

Es la afectación de un patrimonio a un fin específico determinado por ese propósito o


bien común6.

En nuestro ordenamiento jurídico, se requiere la aprobación del Poder Ejecutivo, y se


encuentra legislada en los Arts. 124 y sgtes. del Código Civil dentro del Título de Personas
Jurídicas.

5
VILLEGAS, Carlos Gilberto, “Derecho de las sociedades comerciales”, 4ª ed. ampliada. Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1989, p. 13
6
MASCHERONI-MUGUILLO, Ob. cit. p. 28.

4
c) Empresa y sociedad

La empresa es la unidad de producción económica; es toda organización de capital,


trabajo y tecnología destinada a la producción de bienes y servicios7.

Dicha unidad de producción podría ser propiedad individual o social, de personas físicas
o ideales, con o sin responsabilidad limitada.

De la cobertura o la forma jurídica que la empresa revista, dependería para que la misma
pueda constituir una sociedad, siempre que persiga finalidades económicas y tenga por objeto
principal la realización de actos de comercio.

En conclusión, la sociedad es un concepto jurídico y la empresa un concepto económico.


Aquella normalmente es la forma jurídica de la empresa económica, a la que recurren sus
asociados para perseguir objetivos económicos.

d) Sociedad y comunidad

La diferencia sustancial, al decir de Villegas, es que la sociedad es una persona jurídica


distinta de los socios que la integran y actúa por medio de representantes, que son los
administradores designados en el acto de constitución. Los créditos y deudas de la sociedad son
de ella, como persona jurídica, y no de los socios personalmente, sin perjuicio de la
responsabilidad subsidiaria prevista para algunos casos.

En cambio la “comunidad” es una situación más bien de hecho, una figura que carece de
personalidad jurídica, en donde los “comuneros” son los propietarios de la cosa a título
personal, aunque mancomunadamente, y ellos son los únicos titulares de tales derechos o son
los obligados “por la cosa común” a prorrata de su respectiva “cuota” en la cosa.

La comunidad es una especie de “situación” en que se encuentra un bien o un conjunto de


bienes, como por ejemplo, la muerte de una persona origina la “comunidad hereditaria”, es
decir, existe una “comunidad universal de bienes”.8

2. CLASIFICACIÓN DE LAS SOCIEDADES

Sociedades civiles y comerciales

Existen sociedades civiles y sociedades comerciales, al igual que individuos comerciantes


y no comerciantes. Esta distinción es muy importante en cuanto a las normas por las que deben
regirse, lo cual implica derechos y obligaciones distintos entre los sujetos comerciantes y no
comerciantes.

7
VILLEGAS, Ob. cit. 1989, p. 7
8
VILLEGAS, Ob. cit. 1995, p. 34.

5
La sociedad civil es aquella que se constituye con los siguientes elementos: a) Un fin que
debe alcanzarse o perseguirse; b) Un interés común; c) Un aporte recíproco; d) Un contrato9.

La diferencia entre las sociedades civiles y comerciales está dada en el objeto principal
de la sociedad. Las sociedades comerciales deben tener por objeto principal la realización de
actos de comercio y las civiles no deben tener por objeto el ejercicio de una actividad
comercial.

En efecto, el Art. 1013 del Código Civil establece: “Será considerada simple la sociedad
que no revista los caracteres de alguna de las otras regladas por este Código o en leyes
especiales y que no tenga por objeto el ejercicio de una actividad comercial”.

También existen otras diferencias: las sociedades civiles no tienen obligación de llevar
ninguna contabilidad particular, mientras que las comerciales deben llevar los libros de
comercio que la ley determine. En cuanto a la responsabilidad de los socios, en las primeras,
estos responden frente a terceros por las deudas de la sociedad no solidariamente, pero frente a
los acreedores de la sociedad, responden en forma personal. En las comerciales, rige el
principio de solidaridad y subsidiariedad, puesto que si bien los créditos pueden ejecutarse
contra los socios y estos responden solidariamente, pueden formular el beneficio de excusión
con las excepciones previstas para cada tipo societario.

“Será comercial:

a) la actividad industrial encaminada a la producción de bienes o servicios;

b) la actividad intermediaria en la circulación de bienes o servicios;

c) el transporte en cualquiera de sus formas;

d) la actividad bancaria, aseguradora, o de bolsas; y

e) cualquiera otra actividad calificada como tal por la Ley del Comerciante”.

El Art. 11 de la Ley Nº 1034/83 - del Comerciante- establece las siguientes obligaciones


del comerciante:

a) someterse a las formalidades establecidas por la ley mercantil, en los actos que realice;

b) inscribir en el Registro Público de Comercio su matrícula y los documentos que la ley


exige;

c) seguir un orden cronológico y regular de contabilidad, llevando los libros necesarios a


ese fin;

9
OMEBA, p. 685.

6
d) conservar los libros de contabilidad, la correspondencia y los documentos que tengan
relación con el giro de su comercio, por el plazo establecido en el Art. 85 (cinco años a partir
de la fecha de la última anotación efectuada en ellos).

El Art. 3º de la Ley del Comerciante (Nº 1034/83) dispone:

“Son comerciantes:

a) las personas que realizan profesionalmente actos de comercio;

b) las sociedades que tengan por objeto principal la realización de actos de comercio”.

El Art. 71 de la misma Ley enumera los actos de comercio, en los siguientes términos:

“Son actos de comercio:

a) toda adquisición a título oneroso de una cosa mueble o inmueble, de derechos sobre
ella, o de derechos intelectuales, para lucrar con su enajenación, sea en el mismo estado que se
adquirió o después de darle otra forma de mayor o menor valor;

b) la transmisión a que se refiere el inciso anterior;

c) las operaciones de banco, cambio, seguro, empresas financieras, warrants, corretaje o


remate;

d) las negociaciones sobre letras de cambio, cheques o cualquier otro documento de


crédito endosable o al portador;

e) la emisión, oferta, suscripción pública, y, en general, las operaciones realizadas en el


mercado de capitales, respecto de títulos-valores y documentos que le sean equiparados;

f) la actividad para la distribución de bienes y servicios;

g) las comisiones, mandatos comerciales y depósitos;

h) el transporte de personas o cosas realizado habitualmente;

i) la adquisición o enajenación de un establecimiento mercantil;

j) la construcción, compraventa o fletamento de buques y aeronaves y todo lo relativo al


comercio marítimo, fluvial, lacustre o aéreo;

k) las operaciones de los representantes, factores y dependientes;

l) las cartas de crédito, fianzas, prendas y demás accesorios de las operaciones


comerciales; y

7
ll) los demás actos especialmente legislados.

Por otra parte, nuestra legislación, en algunos casos, adopta el principio de “tipicidad”,
dependiendo de la forma jurídica que adopte la sociedad para que la misma sea civil o
comercial. Y como lo señala el Prof. Dr. Jorge H. Escobar, independientemente de su objetivo,
son comerciales las sociedades anónimas y las sociedades de responsabilidad limitada, las
cuales son comerciales por su forma de constitución.

Sociedad simple

Como hemos visto, la sociedad simple está reglamentada en la Sección II de nuestro


Código Civil (Arts. 1013/1024).

La sociedad simple es según el Art. 1013 de nuestro Código Civil, aquella que no reviste
los caracteres de alguna de las otras regladas por este Código o en leyes especiales, y que no
tenga por objeto el ejercicio de una actividad comercial. En este tipo de sociedad, el contrato no
está sujeto a forma especial alguna, salvo las que exijan la naturaleza de los bienes aportados
(Art. 1014, Código Civil).

Sociedades comerciales

De todo lo expuesto, se puede inferir que la sociedad comercial es la que se forma para
realizar “actos de comercio”.

Existen diversos tipos de sociedades que históricamente se han dedicado a ejercer actos
de comercio como puede apreciarse en el siguiente esquema:

a) Colectiva

Comandita “simple”
b) En comandita
SOCIEDADES Comandita “por acciones”
COMERCIALES
c) Sociedad de Responsabilidad Limitada

d) Sociedad Anónima

e) Sociedad de capital e industria

Sociedad colectiva

8
Es aquella sociedad en la cual los socios contraen responsabilidad subsidiaria, ilimitada y
solidaria por las obligaciones sociales (Art. 1025 del Código Civil). El pacto en contrario no
produce efectos respecto de terceros.

Es una sociedad de “personas” y debe actuar bajo una razón social constituida por el
nombre de uno o varios socios, con la inclusión de la leyenda: “sociedad colectiva” o su
abreviatura. Si no figura el nombre de todos los socios debe agregársele la leyenda: “y
compañía”.

Sociedad en comandita

Al referirnos a la evolución de las sociedades, hemos tratado de la “commenda” marítima,


antecedente de la sociedad en comandita, en donde el prestamista se asociaba a su deudor,
aportando el capital para una empresa determinada, participando ambos del resultado: de las
ganancias o las pérdidas.

Pueden ser, a su vez, de dos tipos: en comandita simple y en comandita por acciones,
diferenciadas por la forma de representación del capital comanditario.

En comandita simple

La sociedad en comandita simple es una sociedad “mixta”, donde se asocian por un lado,
uno o más socios que limitan su responsabilidad al aporte del capital efectuado, y por el otro
lado, uno o más socios que aportan industria u otros bienes y actúan como socios “colectivos”,
con responsabilidad ilimitada10.

Existen dos tipos de socios: a) los socios colectivos; y b) los socios comanditarios. Los
primeros responden solidaria e ilimitadamente por las obligaciones sociales, mientras que los
segundos responden de las mismas hasta el límite de sus aportes.

Debe actuar bajo una razón social formada por el nombre de uno al menos de los socios
colectivos, con la indicación de ser “en comandita simple”. Igualmente, debe tener la palabra
“y compañía”, si no figuran los nombres de todos los socios colectivos.

El Código Civil no define la sociedad en comandita simple, sino que expresa sus
características.

Las cuotas de participación de los socios no pueden ser representadas por acciones (Art.
1038, Código Civil).

En comandita por acciones


10
VILLEGAS, Op. cit. 1995, p. 252.

9
En estas sociedades también existen dos categorías de socios (los colectivos y los
comanditarios) al igual que en la sociedad en comandita simple. Sin embargo, en la sociedad en
comandita por acciones, los aportes de los socios comanditarios se representan por acciones, lo
cual no está permitido en la comandita simple.

La denominación social debe contener la indicación de ser sociedad en comandita por


acciones, o la sigla S.C.A. La omisión de dicha indicación hará responsable ilimitada y
solidariamente al administrador juntamente con la sociedad, por los actos que concertaran en
esas condiciones (Art. 1180, Código Civil).

Sociedad de responsabilidad limitada

Las sociedades de responsabilidad limitada son un tipo intermedio entre las sociedades de
personas y las sociedades de capitales.

Constituyen un tipo de sociedad comercial, en donde el capital social se divide en cuotas


o fracciones ideales y la responsabilidad de los socios, en principio, se limita a la integración de
las cuotas de capital suscriptas inicialmente o adquiridas en forma posterior 11.

Generalmente la ley limita un número máximo de socios. Según el Art. 1160 de nuestro
Código Civil, los socios no serán más de veinte y cinco, y solo responderán por el valor de sus
aportes.

Se constituye a través de un contrato social. La denominación de la sociedad debe


contener los términos “sociedad de responsabilidad limitada” o la sigla “S.R.L.”. Su omisión
hará responsable ilimitada y solidariamente al gerente por los actos que celebre en esas
condiciones (Art. 1161, Código Civil).

Las principales características de la sociedad de responsabilidad limitada son las


siguientes:

a) Responsabilidad de los socios. En esta sociedad los socios se hallan obligados


solamente hasta el límite de sus aportes (Art. 1160, Código Civil). Difiere de la sociedad
colectiva, en la que todos los socios responden ilimitadamente, incluso con sus bienes
personales; y, por otra, de la sociedad comanditaria simple, parte de cuyos miembros responden
también en idénticas condiciones. Esta característica de la sociedad de responsabilidad limitada
la asemeja a la sociedad anónima, en la cual ningún socio responde más allá de su aportación.

b) Cesión de las porciones sociales. En cuanto a la transmisión de las partes sociales,


según las disposiciones del Código Civil las cuotas no pueden ser cedidas a extraños sino con el
acuerdo de socios que representen tres cuartos de capital, cuando la sociedad tenga más de
cinco socios. No siendo más de cinco, se requerirá unanimidad. La cesión de cuotas es libre
entre socios, salvo disposición en contrario del acto constitutivo.

11
MASCHERONI-MUGUILLO, Op. cít. p. 181.

1
c) Objeto. A este respecto existe restricción. En efecto, la sociedad de responsabilidad
limitada no podrá realizar operaciones bancarias, de seguro, de capitalización y ahorro, ni
aquellas para las cuales la ley exija otra forma de sociedad (Art. 1162, Código Civil).

Sociedad Anónima

Nuestro Código Civil no define la sociedad anónima, solo se limita a efectuar su


“caracterización”. Es un tipo de sociedad comercial, específicamente de “capitales”.

Para Argeri, la anónima es la “clase de sociedad...compuesta exclusivamente por


asociados obligados hasta la concurrencia de su aporte, sin razón social, en la que todas las
partes son representadas por acciones negociables, cuya gestión es confiada a mandatarios
revocables, llamados administradores, que no responden por el pasivo social con la fortuna
personal, salvo el caso de culpa que comprometa su responsabilidad”12 .

La sociedad anónima responde de las obligaciones sociales solo con su patrimonio.

Las cuotas de participación de los socios están representadas por acciones (Art. 1048,
Código Civil).

La denominación social, de cualquier modo que esté formada, debe contener la


indicación de ser sociedad anónima (Art. 1049, Código Civil).

La administración de la sociedad está a cargo de uno o más directores designados por la


asamblea ordinaria o bien en el acto constitutivo. La fiscalización de la dirección y
administración de la sociedad está a cargo de uno o más síndicos titulares y otros tantos
suplentes, sin perjuicio del control establecido por las leyes administrativas o leyes especiales.

Sociedad de capital e industria

Por el contrato de sociedad de capital e industria, una parte se obliga a aportar un bien y
la otra su trabajo o industria. La sociedad será igualmente de capital e industria, cuando todos o
algunos de sus socios, además del capital aportado, se obligaren a prestar su trabajo o industria
(Arts. 2º y 3º, Ley 117/93).

Tienen calidad de socios capitalistas, los que aporten bienes en dinero o en especie; y de
socios industriales, los que presten su trabajo e industria. A la industria de los socios, se le
atribuirá un valor que será equivalente al promedio de remuneraciones abonadas por servicios
iguales o similares al tiempo de constitución de la sociedad, fijado por un plazo determinado de
trabajo, o por un número de piezas a producir (Arts. 4º y 5º, Ley 117/93).

Los socios, cualquiera sea su calidad, responden por las obligaciones sociales hasta el
valor de los bienes aportados y/o su industria (Art. 6º, Ley 117/93).

12
ARGERI, Saúl A., “Diccionario de derecho comercial y de la empresa”, Astrea, Buenos Aires, 1983, p
363.

1
La sociedad de capital e industria es comercial, y no podrá tener por objeto operaciones
bancarias, de capitalización, de ahorro, de seguros, ni otro objeto para el que las leyes exigen
una forma determinada de sociedad (Art. 7º, Ley 117/3).

La sociedad podrá actuar bajo una razón social constituida por los nombres de uno o más
socios capitalistas o industriales, o bajo la denominación del objeto de la sociedad, o de un
nombre de fantasía.

La razón social o la denominación debe estar seguida de la expresión “Sociedad de


Capital e Industria” (Art. 8º, Ley 117/93).

A las sociedades de capital e industria, les son aplicables las normas del Libro III, Título
II, Capítulo XI, Sección I, del Código Civil, en cuanto sean compatibles con las disposiciones
de la Ley 117/93).

Sociedades de personas y de capitales

Este es otro modo de clasificación de las sociedades.

Las sociedades de personas son las que tienen por base la mutua confianza de los socios
y, en principio, un socio no puede separarse sin el consentimiento de los demás; es igualmente
preciso dicho consentimiento para la admisión de un nuevo asociado; pueden ser disueltas por
la muerte, la quiebra o la incapacidad de alguno de sus socios.

Las sociedades de capitales tienen como fin fundamental agrupar capitales, sin tener en
cuenta las cualidades personales de sus miembros; son más impersonales, más duraderas y más
aptas a las grandes empresas que las sociedades de personas.

Así, por ejemplo, las sociedades colectivas y comanditarias simples son sociedades de
personas. La anónima es una sociedad de capitales. La comanditaria por acciones tiene carácter
mixto. La sociedad de responsabilidad limitada es una forma intermedia entre las sociedades de
personas y las de capitales.

Cooperativas

Son instituciones sin fines de lucro, fundadas en el esfuerzo propio, que tienen por objeto
la ayuda mutua, para producir bienes, organizar y prestar servicios13. Son entes con una
regulación propia en la mayoría de las legislaciones.

“Cooperativa es la asociación voluntaria de personas, que se asocian sobre la base del


esfuerzo propio y la ayuda mutua, para organizar una empresa económica y social sin fines de
lucro, con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas”14.

13
VILLEGAS, Carlos Gilberto, Ob. cit. 1995, p. 487.
14
Art. 3, Ley 438/94 “De Cooperativas”.

1
Sostiene Villegas que las cooperativas son, básicamente, la concreción jurídica de toda
una filosofía de vida fundada en la “fraternidad y solidaridad”; es el instrumento jurídico del
“cooperativismo”, que aspira a la realización plena del hombre.

Generalmente, en las cooperativas el ingreso es libre, cada asociado tiene un voto, tienen
un capital variable y son de duración ilimitada. No persiguen fines de lucro: eliminan las ideas
de “beneficios”, de “dividendos”, y solo distribuyen los “excedentes”. La responsabilidad de
sus asociados está limitada al aporte de capital. Pueden desempeñar diversos tipos de
actividades económicas: las más conocidas son las cooperativas de consumo, de producción, de
construcción o de vivienda, de créditos, de transporte, etc.

Sociedades accidentales o en participación

Sociedad en participación es la reunión accidental de dos o más personas, para una o más
operaciones de comercio, determinadas y transitorias, trabajando uno, algunos o todos en su
nombre individual solamente, sin firma social y sin fijación de domicilio. Es pues, una sociedad
que reviste carácter comercial por su objeto genérico, pero que debe constituirse,
exclusivamente, para realizar operaciones determinadas15.

Vivante las considera “formas impropias de sociedad”, que más bien deben llamarse
asociaciones. Sin embargo, la corriente doctrinaria moderna, especialmente la francesa,
sostiene que constituyen verdaderas “sociedades”.

Sociedades matrices y sociedades filiales

En algunas legislaciones se prevé el caso de sociedades filiales de una sociedad que se


denomina matriz, en donde esta última controla directamente o a través de otra persona natural
o jurídica gran parte de su capital con derecho a voto o del capital en sí cuando no se tratare de
una sociedad por acciones.

También se denomina matriz a aquella sociedad que puede elegir o designar a la mayoría
de los directores o administradores de otra sociedad, que será la filial.

Para el Prof. Ernesto Velázquez, la filial es un organismo independiente de la sociedad


matriz, aunque puede estar respaldada económica y orgánicamente por la sociedad principal (o
matriz). Citando al autor Halperín, refiere que la sociedad filial actúa formalmente como una
sociedad independiente de ella, aunque económicamente la integra: por este motivo, la quiebra
de la filial no implica la de la sociedad madre y a la inversa, la quiebra de la sociedad matriz no
implica la de su filial. Recalca que no debe confundirse a la filial con la “sucursal”16.

De modo que la relación existente entre matriz y filial es una relación de control.

15
OMEBA, p. 717.
16
VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto, MANUAL DE DERECHO SOCIETARIO, Intercontinental Editora, Asunción,
Paraguay, 2000, p. 21.

1
Sociedades regulares e irregulares

Se definen las sociedades regulares como aquellas que cumplen con todas las
reglamentaciones previstas en la ley para su formación o acto constitutivo.

En cambio, en las irregulares, la agrupación de personas no cumple el adecuado formato


jurídico requerido por las leyes. Es la sociedad llevada a la práctica, pero sin cumplir con los
recaudos legales o dejando a estos inconclusos. Desarrollaremos este mismo tema en siguientes
tópicos de esta lección.

Sociedades de economía mixta

La sociedad de economía mixta es aquella sociedad comercial cuyo capital está formado
en parte por aportes de la Administración pública (que viene a ser el socio público) y en parte
por aportes de una o más personas físicas o jurídicas no dependientes de ninguna
Administración pública (o socio privado).

La creación de estas sociedades se basa en la política de las Administraciones públicas


para afrontar el desarrollo de actividades económicas de interés general y, en especial, para la
gestión de los servicios públicos facilitando la financiación de las mejoras y mantenimiento de
las instalaciones e infraestructuras necesarias para su desenvolvimiento.

A través de este tipo de sociedades, las Administraciones públicas y, en especial, las


locales, tienen un instrumento en el que, con responsabilidad limitada, pueden "agilizar la
funcionalidad de ciertos servicios, liberándolos de las rigideces de los principios
presupuestarios, de los métodos selectivos del personal y de las trabas del procedimiento
administrativo" 17.

3. NORMAS GENERALES

EL CONTRATO SOCIAL. NATURALEZA DEL ACTO CONSTITUTIVO

Según el Art. 959 de nuestro Código Civil, la sociedad se constituye en virtud de un


contrato por el cual se crea un sujeto de derecho.

La terminología doctrinaria referida al contrato no es unánime, como bien resalta el


Prof. Ramón Silva Alonso18: para unos el contrato es un acto jurídico bilateral; para otros, es un
acuerdo capaz de generar y también disolver vínculos obligatorios.

17
http://vlex.com/vid/sociedades-economia-mixta-especialidades-371454

18
SILVA ALONSO, Ramón, Derecho de las Obligaciones, Intercontinental Editora, 5ª. Edición, Asunción, 1996,
p. 392.

1
Para Villegas, la sociedad es un contrato consensual, bilateral, típico, conmutativo, de
duración y normativo.

Es consensual, porque se perfecciona con el consentimiento de las partes; bilateral


porque las partes se comprometen recíprocamente, cada una con una prestación. Es típico, por
ser un contrato regulado específicamente en la ley, conmutativo, dado que cada parte se obliga
a una prestación cierta y determinada; de duración, porque está destinado a durar un
determinado tiempo en que las partes compartirán derechos, obligaciones y responsabilidades.
Es normativo, porque las partes al celebrarlo fijan un conjunto de reglas a las cuales deberán
ceñirse19.

El acto constitutivo de una sociedad, es decir, el contrato social o el estatuto, es el


instrumento que reglamenta la vida y el funcionamiento de la sociedad, hasta su disolución y
liquidación.

Toda sociedad necesita de una organización, o de reglas preestablecidas que señalen su


funcionamiento (relacionamiento de los socios entre sí, de los socios hacia terceros, de la forma
de deliberación y toma de decisiones, de sus autoridades).

La forma escrita adoptada por el legislador es la predominante en el derecho comparado y


la tradicional en el nuestro. En cambio, las diversas legislaciones determinan distintas
consecuencias para la omisión de la forma escrita, que van desde una mera cuestión probatoria
hasta la inexistencia del acto, pasando por la irregularidad del mismo20 .

Si no se adopta la forma escrita, el contrato puede existir y por consiguiente adquirir


virtualidad jurídica. El Art. 965 del Código Civil dispone que los contratos serán formalizados
por escrito, y que lo serán por escritura pública en los casos previstos por este Código.

Así el Art. 966 del Código Civil, por su parte, establece: “A falta de contrato, la
existencia de la sociedad podrá justificarse por hechos de los cuales pueda inferirse, aunque se
trate de un valor superior al fijado por la ley”. Esta norma se refiere a la forma constitutiva “ad
probationem”, lo que hace que su inexistencia no invalide jurídicamente el contrato, que podrá
demostrarse por otros medios de prueba.

Será nula la sociedad que tenga fines ilícitos. Cuando se declare su disolución, los socios
podrán retirar sus aportes, pero no las utilidades, las que ingresarán al patrimonio del Estado
para ser destinadas al fomento de la educación pública.

Los socios, los administradores y quienes actúen como tales en la gestión social
responderán ilimitada y solidariamente por el pasivo social y los perjuicios causados (Art. 964,
Código Civil).

19
VILLEGAS, Carlos Gilberto, Op. cit. 1995, p. 76.
20
MASCHERONI, Fernando H., “Sociedades anónimas” 2ª ed. actualizada, Ed. Universidad, Buenos Aires, 1987,
p. 13

1
También existen situaciones especiales, consideradas por el Código Civil, entre las que se
mencionan las sociedades irregulares, las sociedades accidentales o en participación, las
sociedades en liquidación y las sociedades en formación.

ELEMENTOS GENERALES

Los elementos generales del contrato de sociedad, para Mascheroni y Muguillo, son los
relativos a la capacidad, consentimiento, objeto, causa y forma del instrumento constitutivo.

Nuestro Código no define cuáles son los elementos que en general debe contener el
contrato de sociedad, sea civil o comercial.

En cuanto a la sociedad simple, se limita a decir que el contrato de sociedad no está


sujeto a forma especial alguna, salvo las exigidas por la naturaleza de los bienes aportados (Art.
1014 CC).

No obstante, podemos considerar que en líneas generales, el contrato social debe


contener:

1) Los datos de identificación de los comparecientes.


2) La razón o firma social o el nombre y el domicilio de la sociedad.
3) La designación del objeto social.
4) El capital social.
5) El plazo de duración.
6) Los órganos de administración, fiscalización y gobierno.
7) Las reglas para la distribución de utilidades y soportar pérdidas.
8) Derechos y obligaciones de los socios.
9) Forma de disolución y liquidación de la sociedad.

ELEMENTOS ESPECIALES O PARTICULARES

Son aquellos que dependen de cada tipo específico de sociedad y que difieren según las
características particulares de cada una. Por ejemplo, hemos visto que en algunas sociedades
existe una limitación en cuanto al número máximo de socios (sociedades de responsabilidad
limitada); o bien, existen diferencias en cuanto a la denominación de cada una (palabras
específicas o siglas que debe contener el nombre de la sociedad).

Los elementos especiales de la sociedad colectiva están detallados en el Art. 1028


Código Civil; de la sociedad en comandita, en el 1041; de las sociedades anónimas, en los Arts.
1049 y 1050; de las sociedades de responsabilidad limitada en los Arts. 1160, 1161, 1171; de
la sociedad en comandita por acciones en el Art. 1182.

1
4- REQUISITOS PARA SU CONSTITUCIÓN: EL CONTENIDO DEL
INSTRUMENTO CONSTITUTIVO

El acto constitutivo de la sociedad debe contener ciertos elementos generales, que serán
desarrollados a continuación en forma más detallada:

1) Datos de identificación de los comparecientes

Aquí se habla de datos identificatorios de los socios, como ser nombres, apellidos,
domicilios. Para las sociedades anónimas, se requiere en este punto el nombre, la nacionalidad,
estado, profesión y domicilio de los socios, el número de acciones suscriptas por cada uno.

2) La razón o firma social o el nombre y el domicilio de la sociedad

El nombre de la sociedad constituye una verdadera propiedad de la misma y cumple una


doble función: la de identificación y la de publicidad o difusión.

Extraemos el esquema elaborado por el Prof. Jorge H. Escobar, que nos presenta con
didáctica claridad este tema, a los efectos de distinguir cuándo se habla de nombre, de razón
social o de firma social:

1.Firma individual: nombre, patrimonio del comerciante

- Sociedades colectivas (Art. 1026)


2.Razón social
- Sociedades en comandita simple (Art. 1039)
NOMBRE
COMERCIAL - Sociedades anónimas (Art. 1049)
(Código Civil)3.Denominación - Sociedades en comandita por acciones (Art.1180)
- Sociedades de responsabilidad limitada (Art. 1161)

a)Signos o atributos individualizadores del


sujeto comerciante: Firma
4.Signos
individualizadores b)Signos individualizadores del fondo o
del fondo o hacienda hacienda comercial: denominación de fantasía
comercial emblema-signo-enseña

c)Signos individualizadores de las mercaderías:


marcas, modelos y dibujos.

1
Así, siguiendo las enseñanzas del distinguido maestro, la Firma es una especie de
nombre comercial que individualiza al sujeto comerciante, la denominación con la que el
comerciante ejerce su propio comercio. Individualiza al sujeto y no a un conjunto de objetos.

Ahora bien, tratándose de sociedades, toda sociedad tiene un nombre con que se la
distingue dentro del comercio. Este nombre se llama razón social para ciertos tipos de
sociedades (como las colectivas o en comandita simple), y para otras, denominación ( S.A.,
S.R.L., Sociedad en comandita por acciones).

La razón social equivale a la firma de cada uno de los socios. No pueden hacer parte de
la firma social nombres de personas que no sean socios. Puede estar formado por el nombre de
todos los asociados, de varios o de uno solo, y se emplea como una forma de designar a la
sociedad como una persona diferente a la de sus socios 21.

El nombre se forma con una denominación de fantasía y no exhibe la existencia de la


responsabilidad, a diferencia de la razón social en donde sí se exhibe, en la mayoría de los
casos, la clase de responsabilidad que asumen los socios.

El Art. 980 CC establece al respecto: “Salvo disposición especial referente a cada tipo
de sociedad, los negocios podrán girar bajo el nombre de uno o más de los componentes, con el
aditamento “y compañía” o sin él, de acuerdo con las reglas que siguen:
a) no podrá contener nombre de persona que no sea socio; pero a la sociedad
constituida fuera del territorio de la República, le será permitido en esta el empleo
del usado en el extranjero, aunque no corresponda al de ninguno de los miembros.
b) No podrá figurar el nombre del socio puramente industrial o comanditario; y
c) Los que hubieren sucedido en los negocios de una sociedad y los herederos de
aquellos, podrán continuar en el uso del nombre, con tal que mediare el
consentimiento de las personas incluidas en él, si vivieren”.

Domicilio de la sociedad: El Art. 95 del Código Civil dispone que las personas jurídicas,
salvo lo que se disponga en el acto constitutivo, tienen su domicilio en el lugar de su sede. Si
tuvieren establecimientos en diferentes localidades, su domicilio estará en ellas para el
cumplimiento de las obligaciones allí contraídas.

El domicilio social, pues, es el fijado en el acto constitutivo, y es el que también fijará la


jurisdicción correspondiente a esa sociedad.

3) La designación del objeto social

Es decir, las negociaciones sobre la cual versará el giro de la sociedad, que puede ser
cualquier actividad no contraria a la ley. En efecto, el Art. 963 del Código Civil dispone que
será nula la sociedad que tenga fines ilícitos.

Determinar el objeto social es enunciar qué tipo de actividades podrá realizar la


sociedad.

21
ESCOBAR, Jorge H., DERECHO COMERCIAL, 2da. Edic., Edit. La Ley Paraguaya S.A., p. 279.

1
4) El capital social

El capital social está constituido por el aporte de cada uno de los socios. Puede referirse
a sumas de dinero, créditos, bienes muebles o inmuebles. Es el fondo común que se forma con
la sumatoria del aporte de los socios.

En el acto de constitución de la sociedad, el capital queda integrado con la suma del


aporte de los socios, en este momento, capital y patrimonio de la sociedad son valores
equivalentes. Pero durante la vida de la sociedad, el capital pasa a ser una expresión nominal,
mientras que el patrimonio pasa a ser la suma de este capital inicial y otras cuentas
capitalizables (reservas, saldos, etc.)

Este capital en algunas sociedades puede expresarse en “cuotas” (como en las SRL) o en
acciones (como en las S.A.).

5) El plazo de duración

Del Art. 1003 se colige que la sociedad puede subordinarse a la existencia de plazo o
condición. Dispone el citado artículo que la sociedad se extingue por vencimiento del plazo o
por cumplirse la condición a que fue subordinada su existencia.

Las sociedades pueden ser así, de plazo determinado o indeterminado.

6) Los órganos de administración, fiscalización y gobierno

En el contrato se debe prever el modo en que funcionarán los órganos de la sociedad:


quién la administrará, qué requisitos deben tener el / o los administradores, cuáles son sus
facultades, cuándo se establecen las reuniones sociales, el quórum de las mismas, la forma de
deliberación, etc.

7) Las reglas para la distribución de utilidades y soportar pérdidas

En principio, y en caso de silencio de los estatutos en cuanto a la forma de distribución


de las utilidades y pérdidas, se presume que será en proporción a los aportes de cada socio.

Sobre este tema, el Art. 961 del Código Civil castiga con la nulidad los casos
siguientes:

inc. c) atribuirse a uno de los socios la totalidad de los beneficios, o de liberársele de


toda contribución en las pérdidas, o en el aporte de capital.

inc. d) cuando alguno de los socios no participare de los beneficios.

1
inc.g) cuando al socio o los socios capitalistas se les prometiere restituir su aporte con
un premio designado, o con sus frutos, o con una cantidad adicional, haya o no ganancias.

Inc. h) cuando se asegure al socio capitalista su aporte, o las utilidades a obtenerse, o un


derecho alternativo a cierta cantidad anual, o una cuota de las ganancias eventuales.

Inc. i) si al socio industrial se le acordare una retribución determinada, haya o no


utilidades; o el derecho alternativo a cierta suma anual, o a una cuota de las ganancias
eventuales.

Inc. j) cuando se convenga que todos los beneficios y aun los aportes a la sociedad,
pertenezcan al socio o socios sobrevivientes.

8) Derechos y obligaciones de los socios

En estas cláusulas, los socios convienen sobre los retiros, reembolsos, reintegro de
pérdidas, la forma o el modo de solución de controversias, etc.

El Art. 989 del Código Civil establece que los socios podrán :

a) exigir de la sociedad el reembolso de lo anticipado con conocimiento de ella para


obligaciones sociales, así como el reintegro de las pérdidas por ellos sufridas;

Los socios responderán a prorrata de su interés social y la parte de los insolventes se


dividirá de igual manera;

b) exigir que los demás permanezcan en la sociedad, mientras no tengan justa causa de
separación. Se entenderá que la hay cuando el administrador nombrado en el contrato social
renunciare o fuere removido, o si existiendo derecho para la exclusión de algún socio, no se le
permitiere hacer uso del mismo; y

c) renunciar en cualquier tiempo cuando la sociedad fuere por plazo indeterminado, a no ser
que dicha renuncia sea de mala fe o intempestiva.

Igualmente, el Art.990 se refiere al caso de renuncia, calificando que la misma será de


mala fe cuando se hiciere con la intención de obtener para sí algún provecho o ventaja que
hubiere de pertenecer a la sociedad. Será intempestiva, la producida sin estar consumado el
negocio que constituye su objeto, en cuyo caso el socio deberá satisfacer los perjuicios
causados; mientras que el Art. 991 considera que la renuncia de mala fe es nula respecto de los
socios. Lo ganado en la operación que se tuvo en mira al separarse, pertenece a la sociedad,
pero el renunciante soportará las pérdidas.

Por otro lado, el Art. 992 dispone que ningún socio puede ser excluido de la sociedad
sin justa causa, y que se tendrá por tal:

a) la cesión de derechos a terceros, no obstante la prohibición del contrato;

2
b) el incumplimiento de cualquiera de las obligaciones para con la sociedad, tenga o no culpa el
socio;

c) la incapacidad sobreviniente. La producida por falencia no causará exclusión, cuando se


tratare del socio industrial; y

d) cuando perdiere la confianza de los demás, por insolvencia, mala conducta, provocación de
discordia entre los socios, u otros hechos análogos.

9) Forma de disolución y liquidación de la sociedad

La disolución es el acto por el cual las sociedades ponen fin a sus actividades, entrando en
liquidación ya sea por haberse cumplido el plazo establecido o por otras causales
explícitamente ennumeradas en el Art. 1003 del Código Civil22.

En efecto, nuestro Código alude a la forma de disolución de las sociedades, en tres


artículos:

Art. 1003: “ La sociedad se extingue:

a) por vencimiento del plazo, o por cumplirse la condición a que fue subordinada su existencia;
en ambos casos, aunque no estén concluidos los negocios que tuvo por objeto;

b) por la realización del fin social;

c) por la imposibilidad física o jurídica de alcanzar dicho fin, sea por la completa pérdida del
capital, de una parte del mismo que impida lograrlo; o por quiebra;

d) por el acuerdo unánime de los socios;

e) si fuere de dos personas, por la muerte de una de ellas; y

f) por las otras causas previstas en el contrato social.

Art.1004.- La sociedad podrá disolverse a instancia de cualquiera de los socios:

a) por muerte, renuncia o remoción del administrador nombrado en el contrato social, o del
socio que pusiere su industria, o de algún participante cuya prestación personal fuere necesaria
para continuar el giro;

b) por el incumplimiento de la prestación de uno de los socios; y

c) cuando fuere de término ilimitado.

22
VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto, Op. Cit. p. 61.

2
Art.1005.- En la disolución judicial de la sociedad la sentencia tendrá efecto retroactivo al día
en que tuvo lugar la causa generadora.

Mientras que la liquidación y la partición están reguladas en los Arts. 1006 al 1012 del
mismo cuerpo de leyes.

Sobre la liquidación el Art. 1006 dispone: “Disuelta una sociedad se procederá a


liquidar su activo. La sociedad subsistirá en la medida en que lo requiera la liquidación, para
concluir los asuntos pendientes, iniciar las operaciones nuevas que ella exija, y para
administrar, conservar y realizar el patrimonio social”.

En cuanto a las obligaciones y la responsabilidad de los liquidadores, se regulan por las


disposiciones establecidas respecto de los administradores, siempre que no se haya dispuesto
otra cosa (Art. 1007 CC).

Los administradores deben entregar a los liquidadores los bienes y documentos sociales
y presentarles la cuenta de la gestión relativa al período siguiente a la última rendición de
cuentas.

Los liquidadores deben hacerse cargo de los bienes y documentos sociales, y redactar y
firmar juntamente con los administradores el inventario del cual resulte el estado activo y
pasivo del patrimonio social. (Art. 1008 CC).

Los liquidadores deben realizar los actos necesarios para la liquidación, y si los socios
no han dispuesto otra cosa, pueden vender en bloque los bienes sociales y hacer transacciones y
compromisos.

Representan también a la sociedad en juicio. (Art. 1009 CC).

Los liquidadores no pueden distribuir entre los socios, ni siquiera parcialmente, los
bienes sociales, mientras no hayan sido pagados los acreedores de la sociedad o no hayan sido
separadas las sumas necesarias para pagarles.

Si los fondos disponibles resultan insuficientes para el pago de las deudas sociales, los
liquidadores pueden pedir a los socios las sumas todavía debidas sobre las respectivas cuotas, y
si hace falta, las sumas necesarias, dentro de los límites de la respectiva responsabilidad y en
proporción a la parte de cada uno en las pérdidas. En la misma proporción se distribuye entre
los socios la deuda del socio insolvente. (Art. 1010 CC).

En cuanto a la partición de los bienes: “Las pérdidas y las ganancias se dividirán


conforme a lo convenido. Si solo se hubiere pactado la cuota de cada socio en las ganancias
será igual a la correspondiente en las pérdidas. A falta de toda convención, el respectivo aporte
determinará la parte de cada cual, debiendo determinarse por el juez equitativamente la del
socio industrial.

Solo podrán distribuirse beneficios irrevocablemente realizados y líquidos”. (Art. 1011 CC).

2
En la división de los bienes de la sociedad se observará, en todo lo que fuere posible, lo
dispuesto en el presente Código sobre la división de las herencias, no habiendo en este Capítulo
disposiciones en contrario (Art. 1012 CC).

LA FORMA. FORMA INSTRUMENTAL. PUBLICIDAD E INSCRIPCIÓN

El Art. 965 de nuestro Código Civil reza: “Los contratos serán formalizados por escrito.
Lo serán por escritura pública en los casos previstos por este Código”.

En principio, pues, el contrato que da origen a una sociedad debe hacerse por escrito, a
través de instrumento privado o público, salvo que la ley determine la formalidad de la escritura
pública.

El Art. 966 dispone sobre aquellos casos en donde falta el contrato:

“A falta de contrato, la existencia de la sociedad podrá justificarse por hechos de los cuales
pueda inferirse, aunque se trate de un valor superior al fijado por la ley.

La sentencia que declare la existencia de la sociedad en favor de terceros no facultará a los


socios para demandarse entre sí”.

En cuanto a la publicidad y a la inscripción, el Art. 967 del Código Civil modificado


por la Ley 388/94 establece:

“Las sociedades adquieren la personalidad jurídica desde su inscripción en el Registro


correspondiente.

Las sociedades anónimas y cooperativas requieren, además, la autorización gubernativa previa.

La falta de registro no anulará el contrato, pero la sociedad no adquirirá el dominio ni derechos


reales sobre los bienes registrables aportados por los socios. No será oponible a tercero ninguna
estipulación no registrada que se aparte del régimen establecido por este Código, sea
restringiendo los derechos de aquellos o los poderes conferidos a los administradores”.

En otras palabras, la inscripción en el Registro correspondiente otorga la personalidad


jurídica a la sociedad. Podemos decir que este es uno de los pocos casos de nuestra legislación
en donde la inscripción en el Registro Público tiene un efecto constitutivo, y no simplemente
declarativo, como sería en los casos de transmisión o constitución de derechos reales: es decir,
que el derecho – en este caso la personalidad de la sociedad- nace recién a partir de la
inscripción y no antes.

2
5- RÉGIMEN DE NULIDAD. INVALIDEZ EN RAZÓN DEL VÍNCULO.
OBJETO ILÍCITO. EL OBJETO PROHIBIDO EN RAZÓN DEL TIPO SOCIAL

La nulidad es la sanción establecida en el ordenamiento jurídico con respecto a un acto


que adolece de algún defecto de constitución.

Como sanción, solamente puede estar establecida en la ley: “Las únicas nulidades que
los jueces pueden declarar son las que expresa o implícitamente se establecen en este
Código” (Art. 355 Código Civil).

La doctrina distingue los actos nulos de los anulables, atendiendo a que el vicio se
presenta ante el Juzgador en forma manifiesta, ostensible, para los primeros, y requiriendo una
investigación, para los segundos.

También se distingue entre nulidad absoluta y relativa, según quién sea el titular del
interés que esté en juego: el orden público y el interés de la comunidad en la nulidad absoluta, y
el interés de uno o más particulares en la nulidad relativa.

Ahora bien, las sociedades tienen un régimen especial de nulidades, por constituir
contratos en donde se conjugan distintos tipos de relacionamiento y se tejen diferentes clases
de intereses: de la sociedad en sí, de los socios en particular y entre ellos, y de los terceros
frente a la sociedad.

Así las sociedades pueden resultar nulas, por defectos en el objeto mismo de la
sociedad, en la forma de concurrencia de los socios y en la forma de distribución de utilidades,
beneficios y pérdidas. Igualmente se sanciona con la nulidad a la sociedad que persiga fines
ilícitos.

Invalidez en razón del vínculo

La doctrina sostiene, en principio, que la nulidad no se producirá cuando solo afecte el


vínculo de un socio; esto es, a favor del principio de la conservación de la empresa. Este
principio reconoce excepciones:

a) Si la participación o la prestación del socio cuyo vínculo se ve afectado es esencial para


la sociedad, viéndose imposibilitada de lograr el objeto social

b) Si se trata de una sociedad de dos socios, ya que si se anula el vínculo quedará


solamente una persona.

c) Si el vicio afecta la voluntad de los socios a quienes pertenece la mayoría del capital.

2
Objeto ilícito

Art.963.- “Será nula la sociedad que tenga fines ilícitos. Cuando se declare su
disolución, los socios podrán retirar sus aportes, pero no las utilidades, las que ingresarán al
patrimonio del Estado para ser destinadas al fomento de la educación pública.

Los socios, los administradores y quienes actúen como tales en la gestión social responderán
ilimitada y solidariamente por el aviso social y los perjuicios causados”.

Art.961.- “La sociedad será nula:

a) cuando comprenda la universalidad de los bienes presentes y futuros de los socios;

b) cuando uno de los contratantes concurriere con solo su influencia política o social, aunque se
comprometiera a participar en las pérdidas;

c) en el caso de atribuirse a uno de los socios la totalidad de los beneficios, o de liberársele de


toda contribución en las pérdidas, o en el aporte del capital;

d) cuando alguno de los socios no participare de los beneficios;

e) cuando cualquiera de los socios no pudiere renunciar o ser excluido, existiendo justa causa
para ello;

f) si en cualquier momento alguno de los socios pudiere retirar lo que tuviere en la sociedad;

g) cuando al socio o a los socios capitalistas se les prometiere restituir su aporte con un premio
designado, o con sus frutos, o con una cantidad adicional, haya o no ganancias;

h) cuando se asegurare al socio capitalista su aporte, o las utilidades a obtenerse, o un derecho


alternativo a cierta cantidad anual, o una cuota de las ganancias eventuales;

i) si al socio industrial se le acordare una retribución determinada, haya o no utilidades; o el


derecho alternativo a cierta suma anual, o a una cuota de las ganancias eventuales; y

j) cuando se convenga que todos los beneficios y aun los aportes a la sociedad, pertenezcan al
socio o socios sobrevivientes”.

Art.962.- “La nulidad del contrato podrá ser alegada por los socios entre sí para eximirse de las
obligaciones que él les imponga; pero no frente a terceros de buena fe, a quienes les será
permitido invocarla respecto de la sociedad y los socios. En caso de mala fe de los terceros, los
socios podrán aducir contra ellos la nulidad”.

Art.964.- “En todos los casos de nulidad, salvo el previsto por el artículo antecedente, los
socios podrán alegar entre sí la existencia del contrato para pedir que se restituyan los aportes,

2
se liquiden las operaciones comunes, se dividan las ganancias y adquisiciones e indemnicen las
pérdidas.

La sociedad tendrá derecho para demandar a terceros por las obligaciones contraídas a favor de
ella, sin que a estos les sea permitido alegar la inexistencia de la misma.

Los terceros, a su vez, podrán invocarla contra los socios sin que estos puedan oponer su
nulidad”.

El objeto prohibido en razón del tipo social

Existen objetos prohibidos en algunos tipos societarios por ejemplo, las sociedades de
responsabilidad limitada no pueden realizar operaciones bancarias, de seguro, de capitalización
y ahorro, ni aquellas para las cuales la ley exija otra forma de sociedad.

6. LAS SOCIEDADES IRREGULARES. SU SITUACIÓN JURÍDICA

Las sociedades irregulares, según Malagarriga, son aquellas en cuya constitución se han
omitido las condiciones de forma exigidas por la ley.

Dicho autor distingue las sociedades de hecho –en las que el acto constitutivo no se
hizo constar por escrito- de las sociedades irregulares propiamente dichas –las que habiendo
sido constituidas por contrato escrito, este no ha sido inscripto legalmente o tiene algún vicio de
forma en su constitución-. Esta distinción ha sido considerada intrascendente por buena parte
de la doctrina23; particularmente nuestra legislación considera a la sociedad de hecho en la
misma categoría que la sociedad irregular.

Una ardua controversia doctrinaria se ha planteado en torno a la situación jurídica de


este tipo de sociedades. Para algunos autores, entre los que citamos a Siburu, Fernández,
Halperín, Garo, Zavala Rodríguez, sostienen que este tipo de sociedades existen pero sujetas a
la acción de disolución que cualquiera de sus socios podrá ejercer en cualquier momento. Para
otros autores, como Segovia, Moreno, Obarrio y Malagarriga, las sociedades irregulares, según
algunas legislaciones, son nulas.

No obstante, la teoría prevaleciente en la doctrina y la jurisprudencia, así como en


nuestra legislación, es la que reconoce a los socios la facultad de solicitar en cualquier
momento su disolución, sin admitir que el acto pueda ser atacado de nulidad. Del carácter
precario de este tipo de sociedad, resulta que su vida está sujeta a la manifestación de voluntad
de cualquiera de sus miembros optando por su disolución.

Los terceros que deban demandar a la sociedad, podrán optar por dirigirse directamente
contra esta, tal como si se tratase de una sociedad regular, o bien, podrán accionar en forma
particular contra los socios, quienes responden solidaria e ilimitadamente sin beneficio de
excusión por todas las obligaciones contraídas a nombre de la sociedad.

23
OMEBA, p. 759.

2
Por tanto, las sociedades irregulares son consideradas como personas jurídicas
susceptibles de detentar derechos y contraer obligaciones, aunque les falte el requisito de la
“tipicidad”. Pero esta personalidad es precaria, ya que cualquiera de los socios puede solicitar
su disolución en cualquier momento, y además es limitada, porque no produce los mismos
efectos que una sociedad constituida regularmente. Por ejemplo, sus bienes inmuebles solo
pueden estar registrados a nombre personal de los socios, y no de la sociedad 24.

El Art. 966 dispone sobre aquellos casos en donde falta el contrato:


“A falta de contrato, la existencia de la sociedad podrá justificarse por hechos de los cuales
pueda inferirse, aunque se trate de un valor superior al fijado por la ley.

La sentencia que declare la existencia de la sociedad en favor de terceros no facultará a


los socios para demandarse entre sí”.

7. PERSONALIDAD JURÍDICA DE LAS SOCIEDADES

En materia de sociedades, la ley les reconoce “personalidad jurídica”, razón por la cual
tienen nombre y domicilio propios; además, pueden ser titulares de derechos y capaces de
contraer obligaciones, con capital propio y patrimonio distinto de cada uno de los socios.

Fundamentos de la personalidad societaria

La personalidad jurídica a un ente colectivo es otorgada por la ley en pos del bien común
y el interés general.

Al contar con un medio técnico capaz de diferenciar y separar los patrimonios, derechos,
obligaciones y responsabilidades, se hace posible el desarrollo económico de los pueblos.

Gracias a la personalidad societaria, los grupos organizados aseguran su estabilidad y


duración en el tiempo y también confieren seguridad a los inversores.

Pero las leyes no reconocen una aptitud ilimitada a la personalidad de los entes
colectivos: solo se les reconocen facultades en la medida necesaria para cumplir el objeto
propuesto en el acto de constitución o para alcanzar los fines sociales.

Evolución histórica

Tras la idea de dotar de forma jurídica a los grupos de personas que se organizan en pos
de la obtención de un fin y de conferir forma al patrimonio de las mismas, se hizo necesario
reconocer a estas organizaciones el carácter de sujetos de derecho diferentes a las personas
físicas de sus integrantes.

Las organizaciones más incipientes que adoptaron el carácter de sujetos de derecho


fueron en Roma los “municipios”, que contaban con las características de lo que conocemos
24
MASCHERONI-MUGUILLO, Op. cit. p. 78.

2
hoy por personas jurídicas. Posteriormente fueron reconociéndose como sujetos de derecho
distintos a sus integrantes, las corporaciones o corpus llamados “collegium”, “universitas”,
“sodalitates”.

Pero solamente en una posterior evolución se reconoció a la societas como una idea
independiente de cada uno de sus socios. Para Garrigues la evolución histórica muestra una
tendencia a separar la sociedad mercantil de las personas de los socios, porque la sociedad no
es la suma de socios, sino que está por encima de ellos.

A lo largo del tiempo, se han generado amplios debates en relación a la naturaleza de las
personas jurídicas: varias teorías surgieron en torno a este tema. Así, las principales son: la
Teoría de la ficción, la de la realidad, la organicista; o bien, otras le negaron la personalidad a
los entes colectivos (tesis negativistas).

Teoría de la ficción: cuyo principal expositor fue Savigny, para quien la personalidad
jurídica es algo distinto de la realidad. La persona jurídica es para este autor un sujeto de
derecho patrimonial creado artificialmente por la autoridad con el objeto de facilitar a las
asociaciones de individuos el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones.

Teoría de la realidad: Las teorías de la realidad parten de la idea de que una persona
jurídica es una realidad concreta preexistente a la voluntad de las personas físicas. Según esta
corriente, las personas jurídicas son una realidad social; son sujetos de derecho tan reales como
los seres humanos.

La teoría organicista se inserta dentro de las teorías de la realidad. Para esta teoría, las
personas jurídicas no son entes artificiales creados por el Estado, sino realidades vivas. Los
entes colectivos son organismos sociales dotados tanto como el ser humano de una potestad
propia de querer y por ello, capaces naturalmente de ser sujetos de derecho. Algunos de sus
seguidores comparan a la sociedad con un organismo biológico individual, como un ser dotado
de voluntad, cabeza y células, dado que los elementos que forman la persona colectiva tienen
similitud con las células de un organismo natural.

Acto constitutivo y personalidad societaria, inscripción registral y personalidad.

El Art. 91 del Código Civil establece:

“Son personas jurídicas:

i) las sociedades anónimas y cooperativas; y

j) las demás sociedades reguladas en el Libro III de este Código”.

A su vez el Art. 3º de la Ley 388 del 18 de agosto de 1994, que complementa el


mencionado Art. 91 y que modifica artículos de la Ley Nº 1183/85, “Código Civil” expresa:
“Modifícase el Art. 967 de la Ley Nº 1183/85 “Código Civil”, el cual queda redactado como
sigue: “Art. 967. Las sociedades adquieren la personalidad jurídica desde su inscripción en el

2
registro correspondiente. La falta de registro no anulará el contrato, pero la sociedad no
adquirirá el dominio ni derechos reales sobre los bienes registrables aportados por los socios.
No será oponible a tercero ninguna estipulación no registrada que se aparte del régimen
establecido por este Código, sea restringiendo los derechos de aquellos o los poderes conferidos
a los administradores”.

Además, el Art. 4º de la citada Ley 388 modifica el Art. 1050 del Código Civil, el que
queda redactado como sigue: “Las sociedades anónimas adquieren personalidad jurídica y
comienzan su existencia a partir de su inscripción en el registro de las personas jurídicas y
asociaciones creado por el Art. 345 de la Ley Nº 879/81. Deberán anotarse en el registro la
escritura en la que conste el acta constitutiva, los estatutos sociales y la designación del primer
directorio y del o de los primeros síndicos”.

La atribución de personalidad jurídica a las sociedades regladas por el Código Civil


produce las siguientes consecuencias:

a) Implica el reconocimiento de la condición de sujeto de derechos y obligaciones; el


reconocimiento de un patrimonio propio y la posibilidad de actuar en juicio, como actora y
como demandada; vale decir que son sujetos de derecho distintos de sus miembros y sus
patrimonios son independientes. Sus miembros no responden individual ni colectivamente de
las obligaciones de la entidad, salvo las excepciones establecidas en la ley (Art. 94, Código
Civil). Las personas jurídicas poseen, para los fines de su institución, la misma capacidad de
derecho que las personas físicas para adquirir bienes o contraer obligaciones, por intermedio de
los órganos establecidos en sus estatutos. Dentro de estos límites podrán ejercer acciones
civiles y criminales y responder a las que se entablen contra ellas (Art. 96, Código Civil);

b) Tienen derecho a un nombre que las identifique y las diferencie de los demás entes
colecivos;

c) Tienen domicilio propio; las personas jurídicas, salvo lo que se disponga en el acto
constitutivo, tienen su domicilio en el lugar de su sede. Si tuvieren establecimientos en
diferentes localidades, su domicilio estará en ellas para el cumplimiento de las obligaciones allí
contraídas (Art. 95, Código Civil).

d) Tienen responsabilidad civil. Se reputan actos de las personas jurídicas los de sus
órganos (Art. 97, Código Civil). Las personas jurídicas responden del daño que los actos de sus
órganos hayan causado a terceros, trátese de una acción u omisión y aunque sea delito, cuando
los hechos han sido ejecutados en el ejercicio de sus funciones y en beneficio de la entidad.
Dichos actos responsabilizan personalmente a sus autores con relación a la persona jurídica.
Responden también las personas jurídicas por los daños que causen sus dependientes o las
cosas de que se sirven, conforme a las normas de este Código (Art. 98, Código Civil).

e) Requieren una organización, es decir una determinación sobre los órganos que han de
gobernar, administrar y controlar su actuación.

LAS SOCIEDADES HOLDING

2
El “holding” es un nombre inglés que define las sociedades que en su cartera poseen
acciones de otras sociedades, sobre las que tienen facultades de administración o dominio25.

En otras palabras, se designa con este nombre a las sociedades que no ejercen por sí
mismas ni la industria ni el comercio, sino que su objetivo es la tenencia y posesión de acciones
de otras empresas teniendo de este modo su control.26

CONSORCIO O UNIONES DE EMPRESAS

Son acuerdos o alianzas (generalmente temporales) que se realizan entre una o más
sociedades, principalmente con el fin de presentarse como proponentes en procesos de
licitación pública.

El consorcio se da cuando dos o más personas (físicas o jurídicas) en forma conjunta


presentan una misma propuesta para la adjudicación, celebración y ejecución de un contrato,
respondiendo solidariamente de todas y cada una de las obligaciones derivadas de la propuesta
y del contrato. En consecuencia, las actuaciones, hechos y omisiones que se presenten en
desarrollo de la propuesta y del contrato, afectarán a todos los miembros que lo conforman.

La unión temporal se da, en cambio, cuando dos o más personas (física o jurídica) en
forma conjunta presentan una misma propuesta para la adjudicación, celebración y ejecución de
un contrato, respondiendo solidariamente por el cumplimiento total de la propuesta y del objeto
contratado, pero las sanciones por el incumplimiento de las obligaciones derivadas de la
propuesta y del contrato se impondrán de acuerdo con la participación en la ejecución de cada
uno de los miembros de la unión temporal.

En estos acuerdos no nace una nueva persona jurídica: simplemente es un Contrato


(Acuerdo) que no constituye por sí misma un ente capaz de adquirir derechos y contraer
obligaciones y que no se diferencia de quienes así están coasociados.

La responsabilidad frente a trabajadores vinculados a las operaciones del consorcio o


unión temporal recae en cabeza de cada empresario que se vincula con el consorcio o la unión
temporal.

Queda claro que una u otra no es una nueva sociedad, ya que es simplemente un
instrumento de cooperación entre empresas cuando requieren asumir una tarea económica
particularmente importante27.

25
OSSORIO, Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Edit. Heliasta, 30ª. Edición, Bs. As.,
p. 456.
26
http://www.dolarpeso.com/diccionario_financiero/diccionario.php?file
27
http://www.dolarpeso.com/diccionario_financiero/diccionario.php?file

3
BIBLIOGRAFÍA

• ARGUERI, Saúl A., “Diccionario de derecho comercial y de la empresa”, Astrea,


Buenos Aires, 1983.

• BATARDÓN, León, “Tratado práctico de sociedades mercantiles”, Ed. Labor S.A.


Madrid, Buenos Aires, 1935.

• CARBONE, Nicolás A., “Transformación de sociedades comerciales”, 2ª ed.


actualizada, La Ley Buenos Aires, 1978.

• CODIGO CIVIL PARAGUAYO, Edición Oficial, Ed. El Foro, Asunción, 1987.

• ESCOBAR, Jorge H. “Derecho comercial”, La Ley Paraguaya S.A., Asunción, 1991.

• HALPERIN, Isaac, “Manual de Sociedades Anónimas”, Depalma, Buenos Aires,


1971.

• LA LEY, Revista Jurídica Paraguaya, IV-VI, 1983.

• MARTORELL, Ernesto Eduardo, “Sociedades anónimas”, Depalma, Buenos Aires,


1988.

• MASCHERONI, Fernando H- Muguillo, Roberto, “Manual de sociedades civiles y


comerciales, Edit. Universidad, Bs. Aires, 1994.

• MASCHERONI, Fernando H., “Sociedades anónimas” 2ª ed. actualizada, Ed.


Universidad, Buenos Aires, 1987.

3
• OMEBA, Enciclopedia jurídica, T. XXV, Buenos Aires, 1980.

• OSSORIO, Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Edit.


Heliasta, 30ª. Edición, Bs. Aires.

• REVISTA DE DERECHO COMERCIAL, año 1, Depalma, Buenos Aires, 1968.

• VILLEGAS, Carlos Gilberto “Derecho de las sociedades comerciales”, 4ª ed.


ampliada. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1989.

• VILLEGAS, Carlos Gilberto, “Tratado de las Sociedades”, Editorial Jurídica de Chile,


Santiago, 1995.

Currículo del Autor:

Doctor en Ciencias Jurídicas por la Universidad Nacional de Asunción, con calificación “Cum
laude”. Abogado. Notario y Escribano Público. Egresado del curso de capacitación pedagógica
en tecnología didáctica para docentes universitarios, con calificación sobresaliente. Profesor
Titular de “Derecho de las Obligaciones”, primera cátedra. Profesor Titular de “Derecho
Mercantil II”, primera cátedra, ambas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Asunción. Principales obras publicadas: “Honorarios de Abogados y
Procuradores”. Ley 1376/88 Ed. La Ley Paraguaya S.A. Asunción. “El Cheque. Régimen
Legal. Jurisprudencia”. Ed. La Ley Paraguaya S.A. Asunción. “Derecho Bancario” (Co autor
con los doctores Bonifacio Rios Avalos y José A. Moreno Rodríguez). Ed. La Ley Paraguaya.
Ministro Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Miembro del Jurado de Enjuiciamiento de
Magistrados. Miembro del Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, Tercera Sala, en la
Capital (1980-2004). Juez de Primera Instancia en lo Comercial del Tercer Turno en la Capital.
Miembro de la Comisión Nacional de Codificación. Miembro del Consejo Directivo de la
Facultad de Derecho (UNA) y Miembro de la Asamblea Universitaria de la misma
Universidad.

3
1

APENDICE CAPÍTULO XV

DE LA INTERVENCIÓN Y LA ADMINISTRACIÓN

Para entrar en tema necesariamente debemos referirnos a las medidas precautorias sobre
los entes ideales, que son sociedades, consorcios, sucesiones, masa de acreedores, etc.,
que no pueden emitir su voluntad sino a través de quien los represente.

El representante en este supuesto es necesario y en algunos casos, estos entes son


considerados idealmente como personas físicas, y por su asimilación, ha podido llegar a
confundirse lo real con lo simplemente práctico e imaginario.

De todos modos nos interesa dejar bien en claro que estos entes no tienen luz propia,
pueden desarrollarse de manera irregular o no desarrollarse, todo lo cual causa un grave
perjuicio a los interesados en ese ente ideal.

Cuando el órgano directriz se puede sustituir en forma directa, no hay necesidad de


recurrir a la justicia, pero en muchos casos, el órgano no puede ser cambiado sin que
medie un PROCESO, pudiendo durante su trámite hallarse en peligro los intereses
comunes, y en consecuencia, a la finalización del juicio exitoso en los papeles, podemos
encontrarnos con que en la práctica no sea posible su cumplimiento, pues los bienes del
ente colectivo ya fueron sustraídos, o porque ínterin se hayan tomado medidas cuyo
perjuicio no es posible subsanar, no siendo posible el embargo.

Esta circunstancia ha sido comprendida por la jurisprudencia que se apoyó en el anterior


código argentino que expresaba en el Art. 1684: “ Habiendo peligro en la demora, el
juez podrá decretar la remoción luego de comenzado el pleito, nombrando un
administrador provisorio, socio o no socio” .-

Así la intervención judicial comprendió no solamente las sociedades, sino que se


extendió a los consorcios, a las sucesiones y a la separación de bienes.

De ello surgió que el ADMINISTRADOR JUDICIAL es el designado a pedido de los


COMPONENTES de la sociedad para hacerse cargo de los bienes y negocios sociales
en sustitución provisoria de la administración existente, CON FACULTADES DE
DIRECCIÓN Y GOBIERNO, como representante de la sociedad y con independencia
de la voluntad de los socios, mientras que el INTERVENTOR JUDICIAL de una
sociedad es el designado a instancia de sus componentes y con motivo de su
administración, para intervenir en esa administración, asistiendo a las partes en el
negocio intervenido, y sin cuya presencia o asenso nada puede hacerse con arreglo a la
menor o mayor extensión de su cometido, pero sin facultades de DIRECCIÓN O
GOBIERNO.

En consecuencia, con el C.P.C. y tratando de buscar puntos comunes de los cuales


podemos partir, se pueden clasificar la interferencia judicial en
2

INTERVENCIÓN Veedor o informante


Ejecutor
Contralor
Otro tipo establecido por
el Juez.

TIPOS

INTERFERENCIA
JUDICIAL ADMINISTRACIÓN. Provisoria.

ADMINISTRACIÓN Consorcios.
PROVISORIA. Sociedades
Liq. de sociedades.

APLICACIÓN
Admi. Sucesoria.

Veedor
INTERVENCIÓN. Sociedades Ejecutor.
Contralor.
Sociedad conyugal.

INTERVENCIÓN JUDICIAL

Art. 727. “Cuando no exista otra medida cautelar suficiente para asegurar los
derechos que se intenta garantizar o la decretada fuere ineficaz, A PETICIÓN DE
PARTE, podrá ordenarse la INTEVENCIÓN de un establecimiento comercial, una
explotación industrial o un capital en giro.-

La intervención judicial es, en términos generales, la actuación de una persona


designada por el tribunal para interferir en un ente colectivo, patrimonio o empresa, SIN
FACULTADES DE DISPOSICIÓN Y GOBIERNO”.

Clases de intervención: INTERVENTOR-VEEDOR, INTERVENTOR-


INFORMANTE, INTERVENTOR CONTROLADOR e INTERVENTOR –
EJECUTOR, que explicaremos separadamente.
3

El INTERVENTOR-VEEDOR. Es un funcionario, cuya tarea consiste en la vigilancia y


control de la gestión social, limitándose a informar al órgano jurisdiccional sobre tales
circunstancias. Por ejemplo para que dé noticias sobre el estado de los bienes objeto del
juicio o de las operaciones o actividades con la periodicidad que se establezca en el auto
en que se lo designe.

INTERVENTOR –EJECUTOR. Es aquella persona que concurre en la administración


social, y si bien no sustituye a la administración de la sociedad, asiste a este, y sin su
asentimiento ninguna decisión puede ser tomada o ningún grupo de decisiones sobre
determinadas áreas puede ser tomado.
Por otro lado encontramos a los administradores de bienes que no pueden realizar más
que actos conservatorios de los mismos, deben requerir la autorización judicial y
consentimiento de los demás intervinientes para tomar actos de disposición y aun
arrendar inmuebles.

REQUISITOS PARA UNA INTERVENCIÓN JUDICIAL.


a) Falta de otra medida eficaz.
b) Carácter complementario o accesorio.
c) Carácter restrictivo.
d) Se aplican los caracteres generales de las medidas cautelares (verosimilitud del
derecho, y peligro en la demora)
e) La contracautela.
f) El trámite inaudita pars, con notificación posterior al obligado.

DISPOSICIONES COMUNES A TODA CLASE DE INTERVENCIÓN


a) La designación recaerá sobre una persona que posea conocimientos necesarios para
desempeñarse, atendiendo a la naturaleza de los bienes o actividades en que
intervendrá.
b) Debe designar en la resolución en que se lo nombra, en forma determinada la misión
a cumplir y el plazo de duración, que solo puede ser prorrogado mediante
información sumaria o resolución fundada.
c) La contracautela se fijará teniendo en consideración la clase de intervención, los
perjuicios que pudieran irrogar y las costas.

DEBERES DEL INTERVENTOR Y REMOCIÓN


Los deberes están señalados en el auto de designación y pueden ser expresos,
encomendando una misión específica o implícitos surgiendo de la naturaleza propia de
la actuación de interventor, debiendo DESEMPEÑAR PERSONALMENTE SU
CARGO, con arreglo a las directivas que imparta el juez; PRESENTAR LOS
INFORMES PERIÓDICOS que disponga el juzgado y uno final al concluir su
cometido; EVITAR LA ADOPCIÓN DE MEDIDAS QUE NO SEAN
ABSOLUTAMENTE NECESARIAS para el cumplimiento de su función o que
comprometan su imparcialidad respecto de las partes interesadas o que puedan producir
daño o menoscabo.
El interventor que no cumpliere eficazmente su cometido PODRÁ SER REMOVIDO
DE OFICIO, y si mediare pedido de parte, se dará traslado a los demás y al interventor.

HONORARIOS
4

El interventor solo percibirá los honorarios a que tuviere derecho, una vez aprobado
judicialmente el informe final de su gestión. Si su actuación debiera prolongarse durante
un plazo que a criterio del juez justificara el pago de anticipos, PREVIO TRASLADO
A LAS PARTES, se fijarán estos en adecuada proporción al eventual importe total de
sus honorarios. Para la regulación de sus honorarios se atendrá a la naturaleza y
modalidades de la intervención, al monto de las utilidades realizadas, a la importancia y
eficacia de la gestión, a la responsabilidad en ella comprometida, al lapso de la
actuación y a las demás circunstancias del caso. Carece de derecho a cobrar honorarios
el interventor removido por ejercicio ABUSIVO; si la remoción se debiere a su
negligencia, aquel derecho a honorarios o la proporción que le corresponda, será
determinada por el Juez. El pacto de honorarios celebrado por el interventor será nulo e
importará el ejercicio abusivo del cargo.

DE LA ADMINISTRACIÓN JUDICIAL.
Art. 728: “La administración judicial sólo podrá decretarse a solicitud de un socio,
condómino o comunero, y siempre que concurran los siguientes requisitos: a) que
se inicie la acción de remoción del administrador; y b) que haya peligro en la
demora”.
La administración judicial consiste en la interferencia en entes colectivos en los cuales
se va a desplazar la administración regular o entrar en lugar de ella por ausencia o
imposibilidad de concretarla, con facultades de DIRECCIÓN Y GOBIERNO.
En el consorcio la intervención judicial o administración provisoria, tiene por fin
regularizar el funcionamiento de los órganos consorciales, cuando posiciones
incompatibles o absolutas o la actitud del administrador, impiden llegar a la solución a
través de las vías que establece la ley.

En las sociedades la administración provisoria se produce con desplazamiento del


órgano de administración, y este interventor-administrador puede ser unitario o
colegiado. Además de los requisitos generales para las medidas cautelares, se deben
acreditar la calidad de socio, la existencia de peligro y su gravedad, el haberse agotado
los medios previstos en el contrato y la promoción de la acción de remoción.

Art. 729. “Facultades del interventor o administrador: El auto que disponga la


intervención fijará las facultades del designado, las que deberán limitarse a lo
estrictamente necesario para asegurar el derecho que se intenta garantizar.
Tratándose de administración, el juez determinará las facultades de quien deba
ejercerla, teniendo en cuenta la naturaleza del negocio y las circunstancias del
caso. La designación deberá recaer, en lo posible en persona entendida en el ramo
de negocios que constituya el objeto de la sociedad.

Art. 730. “Los interventores o administradores no podrán percibir honorarios con


carácter definitivo hasta que la gestión total haya sido judicialmente aprobada. Si
su actuación excediere de SEIS MESES, previo traslado a las partes, podrán ser
autorizados a percibir periódicamente con carácter de anticipos provisionales, en
adecuada proporción con el honorario total y los ingresos de la sociedad o
asociación”.

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5

Currículo del Autor:


CAPÍTULO XVI

Sumario: 1. El Socio: Su regulación legal. Capacidad. Sociedad entre esposos.


Participaciones recíprocas. Sociedades controladas; vinculadas. El socio aparente.
El socio oculto. Socio del socio. El estatus del socio. Derechos y obligaciones.
Transmisibilidad de la calidad del socio.-2. El domicilio. Concepto. Aplicación de
las normas del Código Civil a las sociedades. Sede social. Efectos. Cambio de
domicilio. Domicilio especial de la sucursal y filiales. 3. Nombre social.
Denominación y razón social. Nombre civil. Nombre comercial. Denominación.
Diferencias. La razón social y los distintos tipos de sociedad.-4. Objeto social.
Concepto. Objeto y actividad social. Consecuencias prácticas de la determinación
del objeto.-5. Patrimonio y capital social. Patrimonio: concepto. Capital social.
Concepto. Formación del capital. Intangibilidad del capital. Formación del capital
social. Reglas generales para los distintos tipos de sociedad. Bienes susceptibles de
darse en aporte. -6. Exigibilidad de los aportes. Su incumplimiento.
Consecuencias.

1.- EL SOCIO

Primeramente conviene expresar un concepto preciso de lo que debe entenderse


por “socio” o el “estado de socio”. Como lo explica Halperin, por “estado” se entiende
la relación entre un individuo y un determinado ordenamiento jurídico. El supuesto
clásico, que consideró la doctrina hasta el siglo XX, es el estado de ciudadano, que se
caracteriza por imponerse a este y porque los derechos y obligaciones del ciudadano
“derivan del Estado”, que es así un “prius” de tales derechos y obligaciones. Desde fines
del XIX y con mayor generalidad en el siglo que corre, el concepto se extendió a la
familia y al conjunto de derechos y deberes derivados de la creación de la familia.

La extensión al socio de este concepto de “estado” no es técnicamente aceptable;


solo cabe aceptarlo como una comodidad verbal, porque la situación del socio es
diversa de la del ciudadano: mientras que la calidad de socio es normalmente voluntaria,
puesto que es negocial; la del ciudadano es obligatoria; en la primera, los derechos y
obligaciones crean ese estado y no derivan de él; en cambio, en la segunda, los derechos
y obligaciones derivan del Estado.

Tal “estatus” no sería uniforme, porque depende; 1º) del tipo de sociedad; 2º) de
los derechos y obligaciones en determinado contrato de sociedad (ob. cit., p. 351)

La doctrina y la legislación han concentrado su interés en determinar la situación


de aquel individuo que se compromete a integrar una sociedad o prestar su
consentimiento formal de integrarla, formando un ente distinto a cuyas directivas
someten su voluntad. La característica principal, como ya se ha expresado, es que el
resultado de esa vinculación produce un ente distinto a cada uno de los que han
contribuido a formarlo, los cuales, por su parte, se comprometen a respetar las
obligaciones y derechos emanados del nuevo ente. Es lo que se denomina comúnmente
el “status socii”. Según Richards, Escutia y Romero, el “status socii” da nacimiento a
dos clases de derechos: a) los llamados derechos patrimoniales, es decir, a la
participación en los beneficios y soportar de las pérdidas dentro del funcionamiento de
la sociedad, o bien en su liquidación; y b) derechos de consecución, de gobierno y
administración y fiscalización de la sociedad (ob. cit., p. 87).
El socio es, pues, toda persona que adecuándose a los requisitos exigidos por el
régimen societario integra una sociedad (id., ib.). Vélez (Art. 1667) da una definición
más amplia al expresar: “Tienen calidad de socios las personas que como tales fueron
partes en el primitivo contrato de sociedad y las que después entraren en la sociedad, o
por alguna cláusula del contrato, o por contrato posterior con todos los socios, o por
admisión de los administradores autorizados al efecto”.

2. APORTES

El Art. 981 del Código Civil trata directamente primero las obligaciones de los
socios, para referirse en el parágrafo siguiente a los derechos de los mismos. El
mencionado artículo dispone: “Cada socio debe a la sociedad lo que prometió aportar y
será responsable por los vicios redhibitorios y por la evicción, en su caso. Si debiere
dinero, sin necesidad de requerimiento judicial, abonará los intereses desde el día en que
debió entregarlos.

Las disposiciones de este artículo son suficientemente explícitas, pues no


indican que la primera de las obligaciones del socio es la de entregar a la sociedad lo
que prometió, bien se trate de obligaciones de dar o de hacer, cargándole con la
responsabilidad de responder por los vicios redhibitorios u ocultos de la cosa entregada
por la evicción, si la propiedad del aporte fuese reclamada por terceros, en su caso.
Asimismo, si la promesa de aporte fuese de dinero, el artículo dispone que el socio
abonará, sin necesidad de requerimiento judicial, los intereses desde el día en que debió
entregar la suma prometida, como cualquier deuda no cumplida.

3. RÉGIMEN SEGÚN LA NATURALEZA DE LOS APORTES

El Art. 982 establece los derechos de la sociedad según la naturaleza de los


aportes.

a) Bienes entregados en dominio. En cuanto a los bienes entregados en


dominio, el socio los perderá, pues formarán parte del capital social y no
tendrá derecho a reclamarlos, aunque se produjere la disolución de la
sociedad y dichos bienes no hubieren sufrido alteración.
b) Bienes fungibles, deteriorables por el uso, o que se entreguen para ser
vendidos por cuenta de la sociedad, o los bienes estimados en el acto
constitutivo o en documentos válidos. La sociedad adquiere el dominio
de ellos, los que no podrán ser reclamados con posterioridad. Si el objeto
fue estimado en el contrato social, se juzgará como aporte el valor
establecido.
c) Bienes entregados para ser vendidos por cuenta de la sociedad. En
este caso, los mencionados bienes se tendrán como capital aportado a la
sociedad al precio de venta de ellos; si la venta no pudo realizarse, el valor
de los bienes se considerará el correspondiente al tiempo de la entrega. Si
el objeto fue estimado en el contrato social, se juzgará como aporte el
valor establecido.
d) Aporte de uso o goce de bienes. En este caso el socio propietario de ellos
conservará la propiedad o dominio de los mismos, siendo responsable de
su pérdida total o parcial cuando dichas causas no fuesen imputables a la
sociedad o alguno de sus miembros. A la resolución del contrato, el socio
podrá exigir la devolución de los bienes en el estado en que se encuentren.

Salvo estipulación en contrario, se considera que el uso o goce constituye un


derecho personal regido por las reglas de la locación subsidiariamente.

e) Aporte de créditos. Si el socio aportara créditos, la sociedad se


considerará cesionaria desde la entrega de ellos, debiendo constar la
transferencia en el contrato constitutivo. El valor dado del crédito será el
nominal, con los intereses vencidos hasta el día del transpaso a la
sociedad, cuando no se hubiese estipulado en forma expresa que la
cobranza fuere por cuenta del socio cedente. En este supuesto solo se
computará lo percibido más los intereses.
f) Aporte de trabajo o industrias. Si la prestación consistiera en trabajo o
industria, el derecho de la sociedad contra el socio que la prometió se
regirá por los principios de la obligación de hacer.
g) La prestación de un capital se juzgará limitada al uso o goce del
mismo, cuando la sociedad se compusiere de un socio capitalista y de
otro meramente industrial. Reproduce exactamente el Art. 1075 de
Vélez, que establece: “La prestación de un capital es sólo de uso o goce
del mismo cuando la sociedad se compusiese de un socio capitalista y de
otro meramente industrial”.

Como comentario general podemos afirmar que las fuentes de este artículo son
principalmente el Código de Vélez Sársfield, el proyecto argentino de 1936, el Código
de Comercio derogado y el Anteproyecto de Bibiloni, legislaciones ya perimidas, por lo
que se hace necesaria una nueva reestructuración de este Art. 982.

4. PRESTACIÓN O APORTE ADICIONAL DEL SOCIO

El Art. 983 es reproducción del Art. 1710 de Vélez, con la diferencia de que este
está mejor redactado, por lo que lo reproducimos para su mayor comprensión: “Ninguno
de los socios podrá ser obligado a nueva prestación, si no se hubiese prometido en el
contrato de la sociedad, aunque la mayoría de los socios lo exija para dar mayor
extensión a los negocios de la misma; pero si no pudiese obtener el objeto de la
sociedad sin aumentar las prestaciones, el socio que no consienta en ello podrá retirarse,
y deberá hacerlo siempre que sus consocios lo exijan”.

Nuestro Art. 983 expresa: “Ninguno de los socios podrá ser obligado a nueva
prestación, si no lo hubiere prometido en el contrato, aunque la mayoría lo reclamare
para dar más impulso a los negocios; pero si no pudiere lograrse el fin de la sociedad sin
aquel aumento, el disidente podrá retirarse, y deberá hacerlo cuando sus socios lo
exigieren”.

El retiro coactivo del socio está justificado por la necesidad de la sociedad de


contar con capital superior que podrá obtener por otros medios.

5. SOCIO ADMINISTRADOR ACREEDOR DE UN DEUDOR DE LA


SOCIEDAD
Este artículo contempla el caso en que tanto el socio administrador como la
sociedad sean acreedores de una misma persona. En este caso, el Art. 984 establece:
“Cuando el socio administrador cobrare una cantidad exigible que le fuera debida
personalmente de quien, a su vez, era deudor de la sociedad por una suma también
exigible, deberá imputarse lo cobrado a las dos obligaciones, en proporción de sus
respectivos montos, aunque hubiere dado recibo por cuenta del crédito particular, pero
si lo otorgó por el crédito social, todo se imputará a este”.

Tiene su fuente inmediata en Vélez, con la excepción de que este agrega en su


último párrafo: “…Pero si el crédito lo hubiese dado por cuenta del crédito de la
sociedad, todo se imputará a este…”. Así, si “el deudor, al hacer el pago, hubiese
designado el crédito del socio por serle el más gravoso, la imputación se hará a ese
crédito”. A nuestro parecer la solución dada por este Código es más equitativa que la
propugnada por el nuestro en referencia a los párrafos anotados.

6. PROHIBICIÓN AL SOCIO

El Art. 985 dispone una regla casi obvia: “El socio no podrá servirse, sin
consentimiento de los otros socios, de las cosas pertenecientes al patrimonio social para
fines extraños a los de la sociedad”.

Los antecedentes de este artículo son el Anteproyecto De Gásperi y el Código


italiano. Consideramos que la actitud del socio sería evidentemente contraria a los
intereses de la sociedad y pensamos que ni aun con el consentimiento de los otros
socios, podría admitirse una actitud que resultaría hasta dolosa.

7. COBRO DE UN CRÉDITO SOCIAL POR UN SOCIO

El Art. 986 se refiere al caso del socio que hubiese cobrado por entero la parte
que le correspondía en un crédito social sin que lo hayan hecho los demás socios, está
obligado, si el deudor cae después en insolvencia, a traer al patrimonio social lo que
recibió, aunque hubiere dado el recibo solamente por su parte.

La situación creada es bien clara y la norma tiende a favorecer a todos los


socios, asegurándoles el cobro de la parte correspondiente del crédito social.

8. INCUMPLIMIENTO POR EL SOCIO INDUSTRIAL

El Art. 987 expresa: “Cuando el socio industrial no prestare el servicio


prometido por causa que no le sea imputable, el contrato podrá disolverse. Interrumpido
el servicio sin culpa suya, será lícito imponer una disminución proporcional en las
ganancias; pero si el socio industrial fuese responsable del incumplimiento, los
consocios tendrán derecho para excluirlo de la sociedad, o para disolverla. El socio
industrial deberá a la sociedad cuanto ganare con la actividad que se obligó a aportar a
ella”.

Como se advierte, este artículo hace referencia a los socios que aportaren su
industria o trabajo. Parecería algo desubicado, pues tenemos una ley que regula las
relaciones entre los socios capitalistas y los suministradores de trabajo. Pero sin
embargo, el caso planteado por el Código enfoca el problema desde otra perspectiva.
El artículo se refiere, en primera instancia, al caso en que el socio industrial no
prestare el servicio por causa que no le sea imputable. Y, en este caso, dispone que el
contrato podría resolverse. La solución nos parece bastante drástica, a no ser que el
servicio fuese fundamental para la sociedad y que la disolución la resolviesen la
mayoría de los demás socios. Asimismo, establece el Código una pena para el socio
industrial en caso de interrupción de sus servicios sin causa imputable a él, autorizando
en este caso a una disminución proporcional en las ganancias. El otro caso contempla el
del incumplimiento del servicio por su responsabilidad. En este caso, los consocios
tendrán la opción de excluirlo de la sociedad o disolver la misma.

El último párrafo del artículo que comentamos impone al socio industrial la


obligación de acreditar a la sociedad cuanto ganare con la actividad que se obligó a
aportar. Sanción bastante rigurosa, sobre todo por no tener en cuenta las circunstancias
particulares del incumplimiento de la aportación.

9. PAGO DE INTERESES POR EL SOCIO

El Art. 988 reza: “El socio tiene la obligación de abonar intereses a la sociedad
provenientes de las sumas que hubiere extraído de la caja social, desde el día que los
tomó, sin perjuicio de responder por los daños”. La fuente de este artículo es el 1722 de
Vélez Sársfield y tiende a precautelar el capital social, no permitiendo al socio utilizar
fondos sociales para gastos particulares, o pena del pago de interese y daños en su caso.

10. DERECHOS DE LOS SOCIOS

El Art. 989 establece: “Los socios podrán: a) Derechos a reembolso. Todo


socio tiene derecho a que la sociedad le reembolse las sumas que hubiese adelantado
con conocimiento de ella, para cubrir obligaciones sociales, así como las pérdidas que
hubiesen experimentado. Todos los socios están obligados a esta indemnización a
prorrata de su interés social y la de los socios insolventes se dividirá de la misma
manera. b) Exigir la permanencia en la sociedad de los demás socios. A primera vista
podría tomarse como una disposición arbitraria, el Art. 989 inc. b) se refiere a que la
permanencia del socio solo es posible si no tuvieran causa justa de separación. El
mismo inciso nos indica cuáles son los motivos de “justa causa de separación”: Cuando
el administrador nombrado en el contrato social renunciare o fuere removido, o si
existiendo derechos para la exclusión de algún socio, no se le permitiere hacer uso del
mismo. Se entiende que lo anotado se aplica a las sociedades que tengan tiempo
determinado de duración.

c) Renuncia del socio. El inc. c) del Art. 989 dispone como derecho del socio:
“Renunciar en cualquier tiempo cuando la sociedad fuere por plazo indeterminado, a no
ser que dicha renuncia sea de mala fe o intempestiva”.

El derecho del socio de renunciar en cualquier tiempo, cuando se tratare de


sociedades de duración indeterminada, es un derecho en cierto sentido inviolable, pero
la ley lo restringe a la necesidad de que la renuncia no sea de mala fe o intempestiva. El
propio Código, en su artículo siguiente, nos explica qué debe entenderse por “mala fe” y
por “intempestiva”. “La renuncia será de mala fe cuando se hiciere con intención de
obtener para sí algún beneficio o ventaja que hubiere de pertenecer a la sociedad. Será
intempestiva la producida sin estar consumado el negocio que constituye su objeto, en
cuyo caso el socio deberá satisfacer los perjuicios causados” (Art. 990).

Renuncia de mala fe. Consecuencias. “La renuncia de mala fe es nula respecto


de los socios. Lo ganado en la operación que tuvo en mira al separarse, pertenece a la
sociedad, pero el renunciante soportará las pérdidas”, (Art. 991).

Como vemos, la sanción para el socio que renuncia de mala fe es bastante dura,
pues se arriesga a perder íntegramente lo que hubiere pretendido, así como a soportar
por sí mismo todas las pérdidas que pudieren derivarse de la operación pretendida.

Prohibición de exclusión del socio sin justa causa. Se considerará justa causa:
“a) la cesión de derechos a terceros, no obstante la prohibición del contrato. Es decir
que en este caso el socio está violando deliberadamente el contrato social suscripto por
él; “b) el incumplimiento de cualquiera de las obligaciones para con la sociedad, tenga o
no culpa el socio”. Es una cláusula coercitiva que constriñe al socio a cumplir sus
obligaciones sociales. Somos del parecer que la misma peca de rigurosidad y falta de
ecuanimidad; “c) la incapacidad sobreviniente. La producida por falencia no causará
exclusión, cuando se tratare del socio industrial”; y “d) cuando perdiere la confianza de
los demás, por insolvencia, mala conducta, provocación de discordia entre los socios y
otros hechos análogos”.

Evidentemente, en casos como los citados, existirá una verdadera crisis de


confianza, que hace desaparecer la “affectio societatis”, elemento aglutinante para la
colaboración social activa y eficaz (Art. 992).

11. EFECTOS DE LA EXCLUSIÓN O RENUNCIA DEL SOCIO

El Art. 993 enumera las consecuencias de la exclusión o renuncia de cualquiera


de los socios:

a) “en cuanto a los negocios concluidos, el saliente solo participará de las


ganancias realizadas hasta el día de la separación”.

Consideramos lógica esta disposición, ya que la separación implicaría el


reembolso de los aportes.
b) “el excluido o el renunciante continuará en la sociedad al solo efecto de
participar en las ganancias o soportar las pérdidas en las operaciones pendientes”. Es
una disposición justa, pues se trata de operaciones emprendidas en el período en que
ejercía aún su calidad de socio;

c) “respecto de las deudas sociales, los acreedores conservarán, hasta esa fecha,
sus derechos contra el socio, del mismo modo que contra los que continuaren en la
sociedad, aunque estos tomasen a su cargo el pago total, salvo si por escrito hubieran
exonerado al saliente”.

Se comprende que la renuncia o exclusión son actos ajenos a los acreedores y,


en consecuencia, conservan sus derechos incólumes contra los renunciantes o excluidos
hasta la fecha en que ellas se produzcan;
d) “las deudas sociales ulteriores solo podrán ser exigidas contra los socios que
continuaren y no respecto al excluido o renunciante, a menos que hubieren sido
contratadas ignorando los terceros dichas circunstancias”.

Entendemos que la primera parte es inobjetable, pero la segunda parte es


absolutamente impracticable por estar sujeta a pruebas raras veces eficaces y que solo
acarrearán litigios inconvenientes para los intereses sociales.

e) “la separación solo perjudicará a los acreedores y a terceros en general cuando


fuere registrada, o de otro modo la conocieren”.

Consideramos que el único modo aceptable es el de la registración, ya que ella


surte efecto contra terceros y es el medio de publicacion más eficaz.

12. DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS SOCIOS ANTE


TERCEROS

¿Quiénes son considerados terceros con respecto a la sociedad? El Art. 994


juzga terceros, respecto a la sociedad, a los extraños a la misma, como también a los
socios en sus relaciones entre sí que no deriven del contrato social o del carácter de
administradores de la entidad.

Este artículo tiene su fuente principal en el Art. 1711 de Vélez Sársfield, el que a
nuestro parecer tiene una mejor redacción y es más sencillo de ser comprendido.

Es importante considerar quiénes son reputados como terceros para la sociedad.


ante esta cuestión, no hay duda de que son considerados terceros los extraños a la
misma; es decir, los que no son socios de ella.

En segundo término, también se consideran extraños los socios entre sí siempre


que sus relaciones no deriven del contrato social. Nos atreveríamos a agregar, como lo
hacen el Código de Vélez y la doctrina argentina, que tampoco son socios aquellos que
contratan con la sociedad en su carácter particular y no de socio, o cuando un socio trata
con un tercero en nombre particular.

En estas relaciones no debe invocarse la calidad de administrador de la sociedad.


es decir, que es necesario establecer una neta separación entre el socio como miembro
de la sociedad y las actividades que el mismo obra, independientemente de su carácter
de o fuera de su carácter de tal.

13. CONCEPTO DE DEUDAS SOCIALES

Hace referencia a este punto el Art. 995 del C.C. La sociedad considerará deudas
sociales aquellas que los administradores hubiesen contraído en su calidad de tales,
debiendo indicar de cualquier modo, invocar en forma clara y precisa (contemplatio
dominis), dichos títulos y obligaciones por cuenta de la sociedad o en representación de
ella. Es decir que, volvemos a repetir, no basta que se sea socio o administrador, sino
que es imprescindible que se indique esa calidad; solo así las obligaciones por cuenta y
representación de la sociedad surtirán efecto sobre ella. El párrafo final contiene una
presunción, al expresar que en caso de duda se presumirá que los administradores se
obligaron independientemente de su calidad de socio; es decir, en nombre particular, y
cuando hubiere duda respecto de si lo hicieron o no dentro de los límites de su mandato,
se entenderá lo primero. Ya un comentario de Llerena sostenía: “En los casos en que,
debiendo contratar a nombre de la sociedad, contrata a nombre propio, esta tiene
derecho para exigir la subrogación en los derechos adquiridos por cuenta propia y que
debió hacer en nombre de la sociedad; el administrador que estando obligado a contratar
a nombre de la sociedad, contratara para sí, comete una infidelidad en el cumplimiento
del mandato, aprovechando para sí lo encargado de adquirir para la sociedad; no debe,
pues, aprovecharse de su propia falta” (Llerena, Baldomero, “Concordancia y
Comentarios al Código Civil Argentino”, Ed. Jacobo Peuse, t. 5, p. 484).

14. DEUDAS CONTRAÍDAS A NOMBRE DE LA SOCIEDAD CON ABUSO Y


EXTRALIMITACIÓN DE MANDATO

El art. 996 expone el caso en que las deudas fueren contraídas en nombre de la
sociedad, con extralimitación del mandato y la sociedad no las ratificare, la obligación
será solo suya en la medida del beneficio, correspondiendo a los acreedores la prueba de
ésta.

El caso aparece bien claro cuando el mandatario hubiere invocado la


representación de la sociedad extralimitándose en sus poderes, podrán darse dos
situaciones: 1º) si la sociedad no la ratifica; la sociedad solo será responsable en la
medida en que ella se hubiere beneficiado, incumbiendo a los acreedores la prueba de
este; 2º) si la sociedad lo ratifica, es obvio que ella asume toda la carga de la deuda.

15. EFECTOS RESPECTO A LOS ACREEDORES DE BUENA FE

Los acreedores de buena fe son aquellos que no conociesen la extralimitación de


los poderes, la cesación del mandato o la prohibición de ejercerlo, siempre que
resultasen de estipulaciones que no pudieran ser conocidas por aquellos. Si se probare
que tuvieron conocimiento de los impedimentos de los mandatarios y no obstante
contrataron con ellos, no se presumirá la buena fe. Este Art 997 sigue la línea del 1711
de Vélez Sársfield. Es necesario que el conocimiento de las extralimitaciones sea
probado.

El código consagra al respecto la buena fe de las personas, en este caso de los


acreedores que contratasen en base a un poder abusivo, inexistente o con prohibición de
ejercerlo. En estos casos, los acreedores quedan liberados de todo compromiso
contraído en base a poderes viciados. La buena fe se presume.

16. DEUDORES SOCIALES

El Art. 998 consagra el principio de la independencia de la personalidad de la


sociedad con respecto a los socios, dos entes distintos. Por tanto, los deudores sociales
no lo son con respecto a los socios y, en consecuencia, no podrán compensar lo que
debiesen a la sociedad con sus créditos particulares contra algunos de los socios, aunque
se tratare del administrador. No es posible la compensación por faltarle la condición de
que para ella es necesario que se reúnan la calidad de deudor y acreedor por sus propios
derechos.
Quizá un ejemplo dado por Llerena citando a Troplong nos ilustre mejor: “Así,
por ejemplo, si una persona ha comprado una cosa de un tercero que se la ha vendido al
fiado, o si le ha prestado dinero y el dinero o la cosa comprada ha sido introducida en la
sociedad como capital de este socio, o en pago de deudas que este tenía con la sociedad,
el tercero no tendrá acción directa alguna contra la sociedad por lo entregado al socio y
llevado por este a la sociedad. La deuda es aquí particular del socio para con el tercero,
pero no de la sociedad, cuya solvencia no ha tenido, como dice Troplong (Nº 772) para
que sea tomada en cuenta por el acreedor” (Ob. cit., p. 479).

17. ACREEDORES SOCIALES

Recíprocamente, los acreedores de la sociedad no lo son de los socios, salvo


disposiciones especiales referentes a cada tipo de sociedad (Art. 999).

Es este punto, nuestro Código discrepa sustancialmente con el Código de Vélez


Sársfield, pues el mismo sostiene el principio adverso. De Gásperi se adhiere al criterio
de Vélez en su Art. 1595 que es una reproducción casi exacta del Art. 1713 del
legislador argentino.

El Art. 999 mencionado, al manifestar que “los acreedores de la sociedad no lo


son de los socios”, agrega sin embargo un párrafo que atempera el rigorismo del primer
criterio, pues añade: “Salvo disposiciones especiales referentes a cada tipo social.” (caso
de sociedad colectiva).

El Art. 57 de la Ley 19550, a cuyo criterio nos adherimos, sostiene: “(Partes de


interés). Los acreedores del socio no pueden hacer vender la parte de interés; solo
pueden cobrarse con las utilidades y la cuota de liquidación…”.

(“Cuotas y acciones”). “En las sociedades de responsabilidad limitada y por


acciones se pueden hacer vender las cuotas o acciones del deudor, con sujeción a las
modalidades estipuladas”. El comentario a este artículo aclara más el mismo: “La
situación de los acreedores de los socios se atiende aquí a la luz de tres argumentos
básicos, que son: la personalidad propia que ostenta la sociedad; el diferente grado de
relevancia que reviste el elemento personal en las distintas “clases” de sociedades
(personalistas y de capitales) y el principio de preservación de la empresa que informa
la filosofía legal a lo largo de su articulado. Es así cómo, en primer lugar, se dispone
que en las sociedades de personas (o por parte de interés) los acreedores particulares de
los socios pueden embargar las partes de interés (forma de representación del capital en
estos entes, pero no ejecutarlas durante la existencia de la sociedad: solo pueden
cobrarse de las utilidades y de la cuota de liquidación, porque ellas pertenecen al socio.
Precisamente, porque el cobrarse de la cuota de liquidación es derecho de tales
acreedores, la sociedad no puede ser prorrogada ni reconducida hasta tanto sean
satisfechos sus créditos. En las sociedades de capital, en cambio, se pueden hacer
vender las cuotas o acciones” (Régimen de Sociedades Comerciales, Ley Nº 19550,
revisado, ordenado y comentado por Jorge Osvaldo Zunino. Ed. Astrea. Bs As. 1993. p.
116).

Vemos, pues, que del principio general del Art. 999 pueden surgir consecuencias
que afecten el capital social sin que la sociedad en sí sea acreedora de terceros.
18. PROHIBICIÓN AL SOCIO

La prohibición consagrada en el Art. 1000 del Código Civil se refiere a que


ningún socio tendrá derecho a cobrar los créditos de la sociedad o demandar a los
deudores de ella, salvo que fuese su administrador, la representare en los casos previstos
por este Código o hubiere sido especialmente autorizado. Este artículo es reproducción
fiel del 1748 del Código de Vélez, y es una limitación lógica y prudente, pues otorga
capacidad a los socios para cobrar los créditos de la sociedad o demandar a los deudores
de ella, solo a aquellos que fuesen sus administradores en los casos previstos en el
Código o hubiesen sido especialmente autorizados para las mencionadas gestiones.

19. SITUACIÓN DE LOS SOCIOS FRENTE A TERCEROS

Hemos repetido que la sociedad es un ente distinto de cada uno de los socios. El
Art. 1001 confirma este princũpio fundamental de las relaciones entre socios, sociedad
y terceros, cuando dispone: “Los socios, en cuanto a sus obligaciones respecto de
terceros, deberán considerarse como extraños a la sociedad. La calidad de socio no
podrá invocarse por ellos, ni serles opuestas”.

Se refiere, lógicamente, en sus relaciones personales con terceros. No olvidemos


que deben considerarse terceros con relación a la sociedad y a los socios, no solo las
personas que no fuesen socios, sino también los mismos socios en sus relaciones con la
sociedad, o entre sí, cuando no derivasen de su calidad de socios, o de administradores
de la sociedad (Art. 1711, 1ª parte del Código de Vélez). Agregando nuestro Código que
“la calidad de socio no puede invocarse por ellos, ni serles opuesta”.

20. FALTA DE ACCIÓN DE LOS TERCEROS

El Art. 1002 establece: “Las obligaciones particulares de uno de los socios no


confieren a los terceros contratantes acción directa contra los demás, aunque estos se
hubiesen beneficiado con ellas”.

No puede invocarse la acción “in rem verso”. Como sabemos, los contratos solo
producen efecto entre las partes; y el tercero, acreedor del socio, ninguna acción directa
podría tener contra la sociedad (Llerena, ob. cit., t. 5 p. 518,). En el mismo sentido
Vélez, al comentar el Art. 1744, fuente del 10025 nuestro, dispone: “La sociedad es una
tercer persona, no hay acción contra ella, como no la habría contra un particular a quien
el deudor hubiese entregado el dinero que tomase prestado”.
CAPÍTULO XVII

Representación y Administración y Sociedad. Generalidades. Órgano de la


administración y representación en las sociedades. Designación y cesación. Renuncia.
Facultades de los administradores. Limitaciones. Derechos y obligaciones.
Responsabilidad de los administradores sociales. Forma de operar. Intervención judicial
de las sociedades. Concepto. Clases. Procedencia. Requisitos. Facultades del interventor.
Fiscalización directa. Fiscalización indirecta. Derechos y obligaciones de la sociedad
respecto a terceros. Terceros. Deudas sociales. Deudores sociales y acreedores del socio.
Acreedores sociales. Relaciones de los socios con los deudores de la sociedad.
Documentos y contabilidad. Objetivos. Libros corrientes. Libro diario. Libro inventario.
Los libros sociales especiales. Balance y memoria. Estado de requisitos. La conservación.
Responsabilidad por los estados contables. Utilidad y perdida. Conceptos. Distribución
de las utilidades y de las pérdidas. Dividendos. Reservas. De las sociedades constituidas
en el extranjero. Concepto. Capacidad. Forma. Sucursal. Filial y agencia. Conceptos.
Actos aislados. Sociedad constituida en el extranjero con domicilia u objeto principal en
el país. Extensión de los poderes del representante.

REPRESENTACIÓN Y ADMINISTRACIÓN Y SOCIEDAD.


GENERALIDADES.
La formación de una persona jurídica se encuentra motivada en la intención de las
personas que concretaron el acuerdo, de dirigir sus esfuerzos en la consecución de un fin,
que, sin dicha unión, resultaría imposible.
Las sociedades, necesitan para cumplir con su fin, inmiscuirse en vínculos jurídicos,
hacerse sujeto (activo o pasivo) de obligaciones. ¿Cómo logrará este cometido? Como
persona ideal que es, necesita contar con un medio para lograr vincularse jurídicamente con
otras personas, tanto jurídicas como físicas.
El sistema jurídico ha ideado la respuesta a esa incógnita, es decir, el modo de imputar a la
sociedad obligaciones que se generaran con terceros.
Esa mentada respuesta se encuentra dada en los llamados “órganos societarios”. Estos
varían según el tipo societario y las necesidades de cada una.
Para la obtención del fin, de cualquier organización (Estado, Sociedades, Asociaciones),
los integrantes de esta deben desempeñar funciones entre las que es posible destacar las de: a)
administración y representación, b) gobierno y c) control.
La especificidad de cada una de las actividades señaladas, requiere que las mismas sean
realizadas por designadas específicamente para el efecto. En el caso de las sociedades, las
funciones serán ejecutadas por los órganos establecidos en la ley, que variará según el grado
de complejidad del tipo societario.
Las funciones siempre serán las señaladas, variando solo el ejecutor. En las sociedades
siempre contaran con órganos que desempeñan funciones de gobierno y de administración y
representación. La función de control o fiscalización no siempre esta dada en un órgano, en
algunas sociedades puede no existir órganos con esta función, lo que no quiere decir que el
control no sea realizado.
ÓRGANO DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN EN LAS SOCIEDADES.
Las sociedades necesitan, como se esbozo mas arriba, de organización para alcanzar sus
objetivos. Estos constituyen el norte marcado por el gobierno societario y para alcanzarlo es
necesario un órgano que las ejecute. Su función esta dada en la dirección en pos de la
ejecución de los propósitos marcados.
Gilberto Villegas, en su obra “derecho de las sociedades comerciales, pag. 159”, hace
referencia a la diferencia existente entre los conceptos de administración y representación.
Señala que la función de administración esta referida a la gestión interna de la sociedad
mientras que cuando se habla de representación, se esta refiriendo a actos realizados con
extraños a la sociedad.
La función de administración y representación puede ser desempeñada por cualquier
socio, conforme a lo dispuesto por el Art. 974 del Código Civil. El citado artículo también
abre la posibilidad de que un extraño a la sociedad, sea su administrador. Por lo general,
apostar en el cargo de administrador a alguien que no tiene el estatus de socio, tiene que ver
con sus especiales habilidades en el ejercicio de dicho cargo.
Cabe aclarar que, si no se encuentran designadas personas para la administración de la
sociedad, entonces, cualquiera de los socios podrá realizar actos en nombre de la sociedad, es
decir, cualquier socio podrá obligar a la sociedad, aunque no este designado específicamente
para representar a la sociedad, siempre y cuando no exista una limitación que le niegue esa
posibilidad prevista en el contrato social. En el caso de que exista persona designada como
representante, solo el podría obligar a la sociedad, dado que, según el código civil, los
dirigentes societarios tienen carácter de mandatarios y existiendo algún socio con este rango,
implica que los demás carecen de poder suficiente para obligar a la sociedad.
La gestión y representación social puede producir la necesidad de una o mas personas,
según la complejidad que represente la obtención de los fines. En dicho sentido, la
administración podrá ser:
A) Unipersonal: cuando una sola persona constituye el órgano de representación y
administración
B) Pluripersonal: cuando dos o mas personas desarrollan la administración y
representación de la sociedad. Esta presenta una subdivisión, fundado en el modo
en que realicen su labor. Esta puede ser:
B.1) De administración indistinta: cuando se establece que cualquiera de los socios
administradores, puede obligar a la sociedad, sin necesidad de intervención del o los demás
administradores
B.2) De administración conjunta o colegiada: esta se da cuando los administradores
obligan a la sociedad, con su actuación conjunta, es decir, todos deben intervenir en el acto
para que este resulte obligatorio para la sociedad.

DESIGNACIÓN Y CESACIÓN.
El o los administradores de la sociedad deben ser designados en el acto de constitución de
la sociedad, por aquellos que conformaran la categoría de socios. Esta obligación de
designación en el contrato social se extrae de las normas que regulan la constitución de las
distintas sociedades comerciales.
También pueden ser designados los directivos de las sociedades en acto posterior. Los
directivos designados en acto posterior, lo son a consecuencia de la facultad de revocación
que tienen los socios o porque ha la renuncia de estos o talvez, hayan cumplido el periodo
para el cual fueron nombrados.
Las designaciones de los administradores deben ser registradas en el Registro público de
comercio, para que terceros no puedan alegar desconocimiento del carácter con el que esta
investido el administrador. Villegas, en obra Derecho de las sociedades comerciales, sostiene
que la inscripción tiene una función de publicidad, por lo que entiende que su omisión puede
generar responsabilidad frente a terceros perjudicados. En cuestiones que hacen a los
administradores, sobre aspectos no reglados en el Código Civil, debe tomarse en cuenta las
disposiciones de la ley del Comerciante, en la parte que regula sobre el factor, por la similar
naturaleza de ambos institutos.
En el ultimo compendio de normas nombrado, se establece que la designación del factor
debe ser registrado en el Registro Público de Comercio, lo que confirma la afirmación
realizada mas arriba sobre la inscripción del o los administradores de las sociedades, en razón
de la similitud de los institutos.
Como consecuencia de la facultad acordada a los socios para nombrar a los
administradores, se les reconoce la posibilidad de revocación de la designación, lo que quiere
decir que los socios pueden cesarlos en dichas funciones. En cuanto a la revocación, nada
refiere la ley, sobre la potestad que tienen los socios de hacer valer ese derecho de revocación,
sin que este motivada, por lo que puede concluirse que los mismos pueden ejercer ese derecho
sin causas, lo que no obsta a que el ejercicio de ese derecho sea reglado en el contrato, es
decir, se imponga las causas por las cuales los administradores pueden ser removidos.

RENUNCIA

En cuanto a la renuncia, resalta una cuestión interesante, atendiendo a lo que dispone el


Art. 978 ultima parte, que refiere que: “…El administrador nombrado por acto posterior al
contrato, podrá renunciar, tuviere o no justa causa para hacerlo”. Por esta norma se entiende
que el administrador solo tiene el derecho de renunciar a dicho cargo, si fue nombrado en
oportunidad posterior al del acto constitutivo, por tanto, no seria extensivo a aquel que fue
designado en el contrato.

Resulta que dicho articulo debe interpretarse de manera conjunta con lo dispuesto por el
Art. 1004 del Código Civil, que refiere que la sociedad “podrá” disolverse a instancia de uno
de socios, citando entre los motivos la renuncia de administrador nombrado en el contrato
social. Este articulo contempla la posibilidad de renuncia del administrador que fuere
nombrado en el acto constitutivo, teniéndolo como causal de disolución, que es una
posibilidad, es decir, no es imperativo que se disuelva la sociedad como consecuencia de la
renuncia del administrador de la sociedad nombrado en el contrato.

Entonces, tenemos dos cuestiones a partir de este ultimo artículo, la primera que habré la
posibilidad de renuncia a aquel administrador que fue nombrado en el contrato y la segunda,
que la renuncia no implica la necesidad de la disolución, por lo que si renuncia el
administrador nombrado en el acto constitutivo, puede seguir funcionando la sociedad.
Los administradores pueden renunciar por cualquier motivo, salvo pacto expreso en el
contrato. Aun así debería poder aplicarse, por analogía los dispuesto en los Arts. 990 y 991
del citado cuerpo legal, que regula la renuncia de mala fe o intempestiva, en cuanto a las
causales de separación del administrador, para la imputación de responsabilidad de este frente
a la sociedad.

FACULTADES DE LOS ADMINISTRADORES.

La sociedad tiene un fin social que alcanzar y a dichos efectos, los administradores tienen
que tener el poder necesario para lograrlo. Estos poderes deben ser lo mas amplio posible para
que su trabajo no se vea truncado y, a dicho efecto, lo que podría establecerse son
prohibiciones, si los demás socios quieren reservar ciertos actos a otros socios o mandatarios.
Fuera de estas limitaciones, el administrador, se encuentra facultado para realizar actos que
tengan que ver con el giro de la empresa.
Es por eso que el Código Civil establece como naturaleza de la administración de la
sociedad el carácter de mandato general.
En virtud de dicho mandato, el administrador tiene la facultad de realizar todos los actos
que tengan que ver con el giro normal de la sociedad. Ante la falta de cláusula expresa en el
instrumento donde se lo instituye, en el que se determine el límite de su competencia, para la
interpretación sobre la amplitud de los poderes de administración, se atenderá a la naturaleza
y fin de la sociedad.
Los administradores no podrán encargar a otros sus labores, es decir, no podrán
delegar sus funciones de administración y representación, lo que no obsta a que los mismos
puedan otorgar poderes especiales para a otras personas para la ejecución de actos específicos
o hacer ejecutar a sus subordinados alguna cuestión administrativa que tiene con el giro de la
sociedad, bajo su supervisión y mas que nada, bajo su responsabilidad.

LIMITACIONES.
Como se ha dejado sentado, la administración de la sociedad comprende los negocios
ordinarios de ella con todas sus consecuencias, es decir, todos aquellos que tiene que ver con
el objeto de la sociedad.
Esas actividades están comprendidas dentro de lo que se entiende el giro normal, o mejor
todos aquellos actos tendientes a la consecución de fin. El poder asignado en el contrato social
o resolución de asamblea, a los administradores, tienen como fuente la esencia del objeto
social. Estas asignaciones son consideradas por la ley como un mandato general.
La ley considera que el administrador o administradores pueden realizar todos los actos
ordinarios, y para determinar que comprenden los mismos, lo hace a través de una definición
indirecta, es decir, señalando lo que no es, para que se entienda su esencia. Refiere la norma
que son negocios ordinarios aquellos que no requieren poderes especiales.
El Art. 883 del Código Civil, nos ayuda a entender mejor los alcances de la competencia
de los administradores. Estos son considerados como mandatarios con poder general y este
artículo no hace otra cosa mas que desentrañar el alcance del poder general, estableciendo que
solo comprende los de administración, por lo que se puede descartar entonces la posibilidad
de los administradores de realizar actos de disposición. Estos, estan reservados a los socios.
Entonces, los administradores, pueden realizar todos los actos que tienen que ver con el
giro normal de la empresa y que no requieren para su ejecución de poder especial. El Art. 884
del C.C. señala cuales son los actos que requieren poderes especiales, por lo que los mismos
les esta vedado a los administradores, salvo que se les extienda un poder especial a dichos
efectos.

DERECHOS Y OBLIGACIONES.
El Código Civil no ha determinado específicamente las obligaciones de los
administradores, por lo que debe recurrirse a la figura del mandato, dado que el este cuerpo
legal ha asimilado este contrato con lo realizado por los administradores. Pero estos deberes, a
los que debe adecuar su conducta el administrador, desarrollados en el Art. 884 del Código
Civil, constituyen una derivación los principios jurídicos del derecho comercial de lealtad,
diligencia de un buen hombre de negocios y legalidad.
Se hace referencia primero a estos principios, puesto que la ley constituye el corolario de
estos.
Con relación al primero (lealtad), el administrador debe actuar siempre teniendo en la
mira a la sociedad que tiene a su cargo, sin dejarse influenciar por otros intereses extraños a la
sociedad, es decir debe ser fiel a la sociedad para la cual trabaja.
Con respecto a la diligencia, el mismo debe desempeñarse como si el negocio fuere suyo.
En relación al de legalidad, se puede concluir que el administrador debe cumplir a
cabalidad con el estatuto, el contrato social y la ley. En caso de incumplimiento será pasible
de ser responsabilizado por daños y perjuicios ocasionados.
Como se dijo mas arriba, debe hacerse alusión a lo dispuesto en el Art. 884, por cuanto
este hace se refiere a las obligaciones del mandatario y dada la naturaleza asignada por el
Código Civil a los administradores, la norma señalada les es aplicable, por lo que los
administradores deben, según el este articulo: “…a) ejecutar fielmente el contrato de acuerdo
con la naturaleza del negocio y dentro de los límites del poder, ajustándose a las instrucciones
recibidas. No se juzgará que se apartó de ellas, si lo hubiese cumplido en una forma más
ventajosa que la indicada; b) abstenerse de ejecutar el mandato, cuando de ello resultare daño
manifiesto para el poderdante; c) tomar las medidas conservatorias exigidas por las
circunstancias, cuando se hallase en imposibilidad de obrar con arreglo a las instrucciones,
pero no estará obligado a constituirse en agente oficioso; d) responder por los daños y
perjuicios derivados de la inejecución total o parcial, si le fuere imputable; e) dar cuenta de
sus operaciones, sin que la previa relevación de ello por el mandante le libere de los cargos
que éste pueda justificar contra él; f) restituir cuanto recibió del poderdante y no hubiese
dispuesto por su orden, como también lo que obtuvo de tercero, aunque fuere sin derecho, las
ganancias derivadas del negocio, los títulos, documentos y papeles que le hubieren sido
confiados, salvo las cartas o instrucciones entregadas con motivo de la ejecución del contrato;
g) a falta de autorización del mandante, abstenerse de otro beneficio o provecho en el
desempeño del encargo, salvo el previsto al celebrarse el contrato; y h) posponer sus intereses
en la ejecución del contrato si mediare conflicto entre los suyos y los del mandante.
Si nos fijamos, los principios señalados mas arriba constituyen el fundamento de los
incisos del Art. 884 transcriptos, pues, como puede observarse, los incisos “a, b, e, f, g y h”,
constituyen la particularización del principio de lealtad. El “c” tiene que ve con el de
diligencia y el “d” con el de legalidad.
RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES SOCIALES

Los administradores están obligados a actuar conforme a las normas del contrato y la ley.
Apartarse de las mismas implicaría responsabilidad para el o los infractores.

En el caso de que existan varios administradores que hubieran quebrantado las normas
apuntadas serán solidariamente responsables.

Para la aplicación de la responsabilidad el código civil exige que exista culpa al menos,
por ende, serán considerados, con mas razón aun, responsables aquellos que actuaron con
dolo o culpa grave.

Esa solidaridad mentada, no es extensiva sin excepción a todos los administradores,


puesto que tiene como presupuesto la violación (con culpa o dolo) de las normas del contrato
o ley. La responsabilidad solidaria no se aplicará entonces, a aquellos administradores que
demostraren estar exentos de culpa.

A raíz del obrar violatorio del contrato o la ley, los socios podrán resolver la destitución
del cargo de administrador y la promoción de acciones civiles o penales en su caso.

Nótese que el articulo dispone que la responsabilidad esta dada respecto de la sociedad, lo
que no implica que terceros perjudicados con la actuación del representante o representantes
sociales, puedan accionar contra los mismos

Los administradores son responsables por los actos realizados por dependientes que están
bajo su dependencia conforme lo dispone el Art. 1842 del Código Civil.

FORMA DE OPERAR

En el caso de que se hayan designado dos o mas personas para la administración de la


sociedad, los socios pueden disponer en que forma deberán actuar. La manera en que se
desempeñarán podrá estar determinada en el contrato social, lo que no implica que se lo omita
en este último y se lo desarrolle en el estuto social.

Se puede establecer que los administradores actuaran, para el cumplimiento de sus


funciones, de manera conjunta o disociada.

Actuaran de forma disociada cuando en el documento en el cual se extiende sus poderes


(contrato social o resolución de asamblea) no deje sentado específicamente que los mismos
actuaran en su gestión el uno sin el otro. Entonces, la actuación disociada significa que cada
uno podrá actuar por separado, mientras que la actuación conjunta comprende la actuación en
equipo, ya que uno de los administradores no obrará sin el otro.

En el caso de que se haya omitido en el acto de designación expresar la forma en que


actuaran se entiende que los mismos actuaran de manera disociada.
Nos encontramos, con el problema, en caso de que sean dos administradores, de que se
puedan dar posiciones encontradas en cuanto a la realización de un acto, puesto que se
consagra en la ley el derecho de oposición a los actos que se pretenda ejecutar. ¿Cómo se
resuelve esta situación? En la ley no esta prevista la solución, y una pensada, constituye el
establecimiento de periodos de presidencia de la administración, por ejemplo, seis meses cada
uno, en las que se prevé, en caso de conflicto, el voto múltiple para el presidente.

La oposición realizada por uno de los administradores, genera la eximisión de


responsabilidad de aquel que lo expreso, para el caso que la ejecución de la decisión genere
daños. Ahora bien, se suele pensar que la no participación en la decisión del cuerpo
administrador, no genera responsabilidad para el ausente. No debe ser tomada a la ligera esta
situación de absolución de aquel que no haya participado en las deliberaciones del directorio,
dada la obligación del mismo de actuar según el principio de diligencia. Para eximirse debe
demostrar su imposibilidad de participación.

En el caso de administración conjunta, nos encontramos con el problema que representa la


actuación como cuerpo en todo momento, sucede que se podría presentar situaciones críticas
(peligro inminente de un daño grave e irreparable) que requieren celeridad, entonces la ley
habilita el quebrantamiento de la actuación conjunta, pudiendo uno de los administradores
asumir personalmente la representación de la sociedad.

Los socios evaluarán en asamblea la actuación de los administradores, pudiendo en caso


de disconformidad con los resultados de su desempeño, motivados en la forma en que realizan
sus labores (forma conjunta o disociada), cambiar la forma de actuación.

INTERVENCIÓN JUDICIAL DE LAS SOCIEDADES.


CONCEPTO.

Ocurre que la sociedad puede ser entendida en su funcionamiento como un organismo y


como tal, tiene sus propios metodos de solución de conflictos. Es decir, los problemas
sociales no deben trascender el límite enmarcado por sus integrantes. Ningún socio debería
tener que recurrir, para preservar sus derechos, a elementos exteriores para solucionarlos.
Refiere Villegas, (Derecho de las sociedades comerciales, pag. 170) que los problemas
entre los socios deben ser resueltos dentro de la sociedad, con la intervención de los órganos.
Los socios serán siempre, los que resuelvan los problemas societarios. La forma de
viabilizar los mismos varia según el tipo societario, puesto que pueden plantearlo
directamente en la reunión de socios, como por ejemplo en las sociedades colectiva o hacerlo
a través de un órgano constituido al efecto, es decir, reclamaran el dicho órgano, ejemplo el
sindico en las sociedades anónimas, para que este las presente ante los socios.
Si no es posible resolver los conflictos que se tienen con la sociedad, se podrá recurrir a la
via judicial para precautelar los derechos.
Entre los problemas que pueden presentársele a un socio, se encuentra aquellos que tiene
que ver, a su modo de ver, con la administración societaria y sus derechos de socio. Primero,
como se dijo debe tratar de resolverse en la sociedad, en la sociedad, primeramente con los
administradores, luego con los socios en su totalidad, para que después de agotadas estas
instancias, acudir a la vía judicial para la preservación de sus derechos, pidiendo a dichos
efectos, la remoción de los administradores societarios.
Esa remoción puede demorar, por lo que esta prevista en la ley procesal, una medida
cautelar denominada intervención judicial a los efectos de prevenir que los derechos se vean
truncados por la demora en la remoción judicial de los administradores.
Entonces, se la puede caracterizar como medida cautelar, dentro de juicio de remoción de
los administradores sociales, a los efectos de precautelar los intereses societarios y también,
según Villegas, de manera subsidiaria, los derechos del socio accionante.

CLASES.

La intervención judicial se divide, según los poderes que tengan los administradores,
según la competencia que le es asignada.
Encontramos aquella en la que solo el interventor realiza solo un trabajo de comprobación
y comunica lo verificado al Juez.
Mientras que en el otro, el Juez asigna al interventor una tarea participativa en lo que ser
refiere al giro de la sociedad, pudiendo trabajar en exclusividad o en forma conjunta con los
administradores cuya remoción se solicita.

PROCEDENCIA.

Esta medida cautelar se hará viable como consecuencia de los peligros que la actuación de
los administradores societarios generen respecto del normal funcionamiento de la sociedad y
su subsistencia.
Estos tienen que ver con actos u omisiones de los administradores que generen un peligro
para desenvolvimiento de la sociedad como tal.
Entre los actos podríamos citar como ejemplo la extralimitación en sus poderes, mientras
que como ejemplo de actos omisivos, tendríamos su ausencia en la dirección societaria.
Esta tiene como parámetro de procedencia la inexistencia de otra medida, concluyéndose
que la intervención tiene carácter subsidiario en relación a otras medidas cautelares que podan
ser solicitados para precautelar los derechos que se intenta garantizar o la decretada fuere
ineficaz.
Esta puede ser solicita por cualquier socio, en el juicio que promoviera para la remoción
de los administradores.

REQUISITOS.

Como parámetros para que sea otorgada la medida cautelar se tiene los siguientes:
A) Solo un socio podrá solicitar la medida, pero con la aclaración de que debe ser parte
en el juicio de remoción que sustenta a la presente medida cautelar. Deberá acreditar su
estatus de socio y para ello se servirá de documentos que estén en su poder y que lo avalen.
B) Que se inicie la acción de remoción del administrador. Esta es la única acción que hace
viable la implementación de esta medida judicial. En atención a lo dicho, se concluye que esta
medida cautelar no podrá ser solicitada antes de la interposición de la demanda principal con
la condición de que se presentara en el futuro.
C) Que haya peligro en la demora. El socio deberá acreditar el peligro que ocasionaría el
hecho de que no sea intervenida la sociedad en su administración. Debe establecer cual es
acto u omisión del administrador, cual es la consecuencia (tipo de daño) y la relación causal
entre el acto u omisión del administrador y el daño.

FACULTADES DEL INTERVENTOR

El Juez deberá determinar, en la resolución en la que haga lugar a la medida cautelar,


cuales los son los actos que puede realizar y cuales no, es decir, establecerá los limites de su
competencia, no pudiendo excederse, por mas que crea que ello beneficiaria a la sociedad.
El Juez para lograr la correcta determinación de los limites del encargo del interventor
deberá tener en cuenta la sociedad en su estructura y funcionamiento, como asimismo el
negocio social y las circunstancias del caso que motivaron el pedido de remoción de los
administradores.
Para la ejecución de la intervención deberá designar a una persona entendida en el ramo
de negocios que constituya el objeto de la sociedad. Esta persona podrá ser ofrecida por la
parte actora en el juicio de remoción (socios accionantes).
Una cuestión que salta la vista sobre la competencia de los interventores, dada la
diferencia realizada entre administración y representación, constituye saber si el administrador
tiene facultades administrativas y no de representación o si tiene ambos. Se entiende que solo
cuenta con facultades administrativas y no de representación. El interventor no podría
contratar con un tercero en representación de la sociedad. Lo que el interventor puede hacer es
inducir a los socios, a través de sus órganos, finalizar los actos con terceros, puesto que
admitir que puede representar constituiría la transformación de la sociedad privada en una
publica.

FISCALIZACIÓN.

Debe diferenciarse primeramente, la fiscalización del órgano de fiscalización. La


Fiscalización constituye el acto de control de legalidad de los actos societarios, incluyendo
tanto los actos internos como aquellos realizados con terceros. Mientras que el órgano
administrativo lo constituye la persona que realiza el acto de fiscalización que designada para
el efecto.
Hecha la aclaración, puede señalarse que en todo tipo de sociedad existe fiscalización,
pero no en todas existe un órgano especializado para realizar la tarea del control.
La fiscalización puede ser directa e indirecta. Para el caso de que este previsto en la ley un
órgano fiscalizador, la labor de esta constiuiría una fiscalización indirecta, mientras que el
control realizado por los socios, por su cuenta, seria un control directo.

FISCALIZACIÓN DIRECTA

Todos los socios tienen el derecho de informarse sobre el negocio societario, es


fundamental para poder formarse una opinión sobre el funcionamiento del negocio societario
y asi poder, en la reunión de socios, decidir, según su parecer, lo mejor para los intereses
societarios y suyos.

En las sociedades de personas es donde mejor se expresa la fiscalización directa, puesto


que no cuentan con órganos que hagan esa labor.

No puede ser denegada el derecho de los socios de conocer el estado económico de la


sociedad. Si bien es cierto se puede prohibir (Art.979 del C.C.) a los socios inmiscuirse en la
administración, puesto que los mismos podrían entorpecer el giro de la empresa, no quiere
decir que no pueda examinar, por medio de análisis de los libros, documentos y papeles, los
negocios de la sociedad. Tampoco se le cercenará su derecho a reclamar sobre aquellos puntos
con lo que no este de acuerdo, en el momento oportuno (reunión de socios).

FISCALIZACIÓN INDIRECTA

La fiscalización indirecta, es cuando el control es realizado a través de un órgano


instituido para el efecto. Por ley, la Sociedad Anónima tienen como órgano obligatorio en su
conformación a la sindicatura. Mientras que en las Sociedades de Responsabilidad limitada la
constitución de la sindicatura es facultativa, es decir depende de los socios instituirla.
La competencia de la sindicatura se circunscribe al control de legalidad de los actos de
administración y representación. Solo los socios tienen el control de la gestion empresarial de
los administradores, es decir, la sindicatura no puede dictaminar sobre la obtención de
resultados societarios, tan solo sobre la legalidad de los mismos.
La sindicatura puede ser unipersonal o colegiado, y a la vez tener titulares y suplentes.

DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LA SOCIEDAD RESPECTO A TERCEROS.

TERCEROS.

La sociedad en el proceso de obtención de su fin social debe necesariamente vincularse


con otras personas, estas son reputadas por la ley (Art.994), como terceros, puesto que
extraños en lo que se refiere al relacionamiento interno.

También son considerados como terceros, aunque tengan la calidad de socios, cuando
estos se vinculen entre si, pero dicho vinculo no tiene como fuente el contrato social. Por
ejemplo, un miembro del directorio de una S.A., le vende una casa propia a otro socio. Este
vínculo no puede ser considerado como consecuencia del contrato social. El director no será
considerado en este caso representante de la sociedad y por tanto, no sera un acto de la
sociedad, sino propio y por el hecho de que el comprador sea también socio, no cambia la
negativa de considerarlo como acto de la sociedad y por tanto, el director y el socio, en este
caso seran considerados extraños a la sociedad.

DEUDAS SOCIALES
Los administradores sociales son los representantes sociales. En razón de ello, son estos
los que hacen que la sociedad se obligue.

Para conseguir la vinculación de la sociedad con terceros, debe en el acto en el que se


efectivizara el vinculo jurídico, señalar, de manera fehaciente, que lo hace en representación
de la sociedad y no a titulo personal.

Esta comunicación no tiene formalidad alguna, tan solo, debe señalar que su actuación lo
hace por cuenta de la sociedad o en representación de la misma, o de cualquier otro modo
similar por el que se entienda que su actuación es para la sociedad y no, para que los efectos
que se produzcan, sean a su respecto.

En caso de duda sobre la calidad del representante social, se presumirá que los mismos se
obligaron a titulo personal. Esta presunción puede resultar perjudicial para las personas que
contratan con los administradores, habiendo dudas sobre la calidad de los mismos, por lo
gravoso que significa tener que desvirtuar una presunción y asi obligar a la sociedad. Ahora
bien, presunción resulta una suerte de presión para los administradores, por cuanto no
querrían quedar obligados, comprometiendo asi su patrimonio, en cuestiones que hacen a la
sociedad, y es por ello que tendrían que tener mayor cuidado de que no queden dudas sobre su
actuación en nombre de la sociedad.

Tienen que tener también cuidado de que actuar dentro de los limites establecidos en sus
mandatos, por las implicancias que puede traer haber actuado fuera de su competencia. Aun
asi en caso de dudas, cuando se este por obligar con un tercero, sobre si lo hacen o no dentro
de su competencia, se entenderá, para salvaguardar los intereses de los terceros de buena fe, lo
primero.

Ahora bien, para el caso en el que se determine posteriormente a la concreción del acto,
que el o los administradores actuaron con extralimitación de sus mandatos, la sociedad podrá
ratificar la actuación de este para quedar vinculada. En el caso de que no sea ratificada por la
sociedad, la única forma para que quede vinculada, sería que exista algún beneficio a su
respecto, resultando esta la medida de su vinculación, debiendo ser demostrado ese beneficio
por los acreedores. El resto, es decir, lo que no se considera beneficio para la sociedad, es
obligación del o los administradores.

La vinculación hecha fuera de los limites del mandato de los administradores, no puede
perjudicar a personas que no pudieron tener noticia de las mismas y que tan solo fueron
sorprendidas en su buena fe. Pudieron caer también, en el caso de que contrataran con un
socio, que no tiene facultades de representación (no fue designado para el efecto), en estos
caso tampoco podrían ser perjuidicadas, puesto que la buena fe será el escudo protector para
afrontar dichas situaciones perjudiciales. Esa buena fe se vera quebrantada en razón del
conocimiento que tenia de la situaciones señaladas, por lo que no podrá eximirse de
obligaciones que haya asumido ni beneficiarse del crédito que pudo haber tenido con la
sociedad.
DEUDORES SOCIALES Y ACREEDORES DEL SOCIO

Una persona pudo asumido obligaciones respecto de la sociedad como así también
respecto de alguno de sus socios. Este, en cuanto a sus obligaciones respecto de terceros,
deberá considerarse como extraños a la sociedad.

Es así que no puede ser vinculadas ambas obligaciones, por mas que ese socio, con el que
se concreto la obligación, sea administrador. Se evita el relacionamiento de obligaciones,
porque, en el caso de procederse de dicha manera, podría perjudicar los intereses sociales,
pues se podría dejar de percibir bienes con los que se contaba.

La calidad de socio, no podrá invocarse por ellos, ni serles opuesta. Tal es el caso de una
persona que contrata con la sociedad y a la vez con algún socio (este de manera particular) y
que este tercero, teniendo deudas con la sociedad, no quiera cumplir con la ella porque tiene
una crédito contra ese socio con quien también tiene vinculación. Como la sociedad, per se,
esta obligada respecto de este ultimo, una compensación, haría que no reciba lo que debía,
creando un desequilibrio económico en la sociedad, independientemente de que la sociedad le
deba rendir cuentas a su socio respecto del rendimiento económico, solo que esto ultimo lo
hace en razón del beneficio logrado y si se compensa, no se lograría beneficiar a todos los
socios de la misma manera tal vez que si se hubiese hecho efectivo el crédito.

ACREEDORES SOCIALES

Son acreedores sociales, aquellos que tengan a su favor, en virtud de un vínculo


obligacional, la facultad de requerir alguna prestación a su favor por parte de la sociedad.
Ejemplo seria un proveedor de insumos, entonces, el este es acreedor de la sociedad, por el
valor de la venta de los productos.

Puede ocurrir que ese mismo acreedor haya entablado alguna relación obligacional con
algún socio, siendo acreedor de este por la prestación que le es debida.

Ahora bien el Art. 999 del C.C. refiere que los acreedores de la sociedad no lo son de los
socios, salvo disposiciones especiales referentes a cada tipo de sociedad.

Lo que se quiere establecer en este articulo, es que no se puede hacer referencia a la


calidad de socio de un deudor suyo, para sacar alguna ventaja para el cobro de la deuda. Esto
debe ser completado con lo dispuesto en el Art. 1001 en el que se deja sentado expresamente
como serán considerados los socios en sus relaciones obligacionales con extraños a la
sociedad u otros socios fuera del ambito del contrato social, señalando que los mismos serán
considerados extraños a la sociedad y por tanto, la calidad de socio no podrá ser opuesta al
acreedor, para evitar el cumplimiento de su obligación o sacar ventaja, ni tampoco como se
dijo, sus acreedores podrán hacer valer el estatus de socio para el cobro.

RELACIONES DE LOS SOCIOS CON LOS DEUDORES DE LA SOCIEDAD.


La categoría de socio no implica que dicha persona pueda sustituir en sus asignaciones a
los órganos constituidos. El mismo no puede hacer efectivo, por mas que sea para la
sociedad, créditos de la sociedad si no se encuentra expresamente habilitado para ello.

El socio debe tener algún tipo de habilitación para proceder a efectivización de créditos y
con ello desobligar a los deudores. La habilitación societaria aludida puede tener como causa,
el carácter de administrador societario, sea su representante en los casos previstos por este
Código, o sin tener dichos cargos le fuera asignada dicha tarea a través de poder especial.

Todo ello es porque, de permitirse el cobro a cualquier socio, se estaría induciendo al caos
a la sociedad y a los terceros que negocian con ella. Por ejemplo, imagine que un socio cobra
un crédito social y no comunica a la sociedad en tiempo oportuno. Tampoco hace lo propio el
deudor societario en la creencia de que ya se desobligo y posteriormente, este último es
demandado por la sociedad, por un pago que ya hizo. Bien la ley ha previsto, situaciones
como esta, vedando la posibilidad de cobrar a cualquier socio.

DOCUMENTOS Y CONTABILIDAD.
OBJETIVOS.
El objeto de la contabilidad es permitir a su titular, para el caso de un comerciante,
conocer en cualquier momento el estado de sus negocios, probar sus derechos, y establecer el
resultado económico de sus negociaciones, en su propio interés y en el de los terceros en
general.
En el caso de las sociedades, resulta imprescindible para los socios por cuanto lo permite
un conocimiento cabal de la gestión de la sociedad. Deben ser llevados de acuerdo al modo y
forma exigidos al comerciante comun, puesto que a las sociedades le son aplicables las
obligaciones de los comerciantes en general, es decir toda sociedad comercial, deberá:
Registrar, en libros establecidos en la ley y necesarios conforme a la naturaleza del
negocio, una contabilidad ordenada y regular, que permita determinar su situación patrimonial
y los resultados de su actividad.
Dejar constancia de todas y cada una de sus operaciones, debiendo todos estos asientos
estar realizados de manera organizada y regular, de modo tal que de las mismas resulte un
esquema que refleje de manera verídica de sus negocios. Llevará los asientos de la forma
apuntada, sin posibilidad de dejar espacios en blancos, ni podrá realizar raspaduras ni
enmiendas, salvándose las equivocaciones y omisiones de la forma que la técnica contable
establezca.
Dichos asientos registrables deberán estar justificados de manera clara y además, estar
debidamente respaldados con la documentación respectiva.
Deberá conservar, además, su correspondencia mercantil y la documentación contable que
exija la naturaleza de su giro comercial, por el plazo establecido en la ley.

LIBROS CORRIENTES.
La ley del comerciante determina cuales son los libros indispensables de cualquier
comerciante. El término “comerciante” utilizado por la ley debe ser considerado como género,
en cual se encuentran incluidas la especie sociedad comercial.
Es así que, al igual que los comerciantes (personas físicas) las sociedades tienen la
obligación de llevar libros.
Existen libros que están obligados todos y cada uno de los comerciantes (incluidas las
sociedades) que son el libro diario y el de inventario.

LIBRO DIARIO
Es el libro donde la sociedad dejara sentado todos los movimientos que realicen durante
su giro comercial. En el libro Diario se asentarán en forma detallada las operaciones diarias de
la sociedad según el orden en que se hubiesen efectuado. Los movimientos se asientan de tal
manera que cada asiento indique el acreedor y el deudor en la negociación realizada.
Este libro es complementado por el libro denominado de caja, en el cual se deja sentado
todos las operaciones que se realizaren en efectivo. Si se cuenta con este libro, ya no es
necesario el asiento de dichos movimientos en el libro diario, por el carácter complementario
del libro de caja.

LIBRO INVENTARIO
Señala Argaña, Luis M., en su obra “Tratado de derecho mercantil, pag. 197” que el libro
de inventario es el aquel donde se asienta todo bienes pertenecientes al comerciante. No
obstante, atendiendo a lo que prescribe la ley del comerciante sobre el libro de inventario, se
tiene que, no solo el detalle de bienes aportados serán consignados en el libro inventario, sino
también las deudas. En el caso de las sociedades, las mismas también están obligadas a tener
un libro inventario. En el se registraran:
a) Con que bienes cuenta la sociedad y sus deudas, al iniciar el giro de la misma,
realizando una discriminación entre el activo y el pasivo de la empresa, con indicación y
valoración de cada cuenta.
b) El patrimonio (créditos, bienes y deudas) y el resultado de cada ejercicio, al que se
adjuntará el cuadro demostrativo de ganancias y pérdidas.

LOS LIBROS SOCIALES ESPECIALES.


Ademas de los libros señalados, a las que están obligadas todas las sociedades tipificadas
en el Código Civil, deberán llevar aquellos exigidos por su estructura.
La ley hace especial mención de los libros con los que deberá contar toda sociedad por
acciones, es decir las sociedades anónimas y la comandita por acciones, las que son:

a) El libro de Registros de Acciones. En este se dejara asentado los siguientes datos


referentes a las acciones:

1) El nombre y apellido de los suscriptores, el número y la serie de acciones suscriptas y


los pagos efectuados;

2) La transmisión de los títulos nominativos, la fecha en que se verifica y los vínculos que
se refieren a ella,

3) La especificación de las acciones que se conviertan al portador y de los títulos que se


emiten a cambio de ellas y,
4) El número de las acciones dadas en garantía de buen desempeño por los
administradores de la sociedad, en el caso de que lo exijan los estatutos.

b) El libro de Registro de Obligaciones. En este se dejará consignado los debentures


emitidos, cuales fueron pagados, como asimismo el valor de cada una. También se asentará el
nombre del titular en aquellos documentos que fueron emitidos como nominativos, las
cesiones de los mismos, el pago de los intereses

c) El Libro de Asistencia a las Asambleas. En este se anotaran el depósito de las


acciones. También en dicho libro firmaran los accionistas o sus representantes, dejando
constancia de sus datos (nombre y domicilio) y cantidad de votos que le corresponde.

d) El Libro de Actas de las deliberaciones de las Asambleas y del Directorio o


Consejo de Administración. En este se asentarán todas lo que fue objeto de discusión en las
reuniones de estos órganos societarios. Para su validez, salvo pacto en contrario contenido en
el contrato social o estatutos, las actas de las Asambleas serán firmadas por el Presidente y
dos socios, por lo menos, designados al efecto. Las de las sesiones del Directorio serán
firmadas por todos los asistentes.

BALANCE Y MEMORIA. ESTADO DE REQUISITOS.


El balance constituye un resumen que arroja los resultados del giro societario,
correspondiente a lo actuado durante el año. Este deberá estar compuesto por la descripción
detallada hasta el dia en el que se realizare el balance, del activo (comprende bienes, créditos
y acciones) y el pasivo (deudas pendientes).
Este de deberá confeccionarse, dentro de los tres primeros meses de cada año.
Las copias del balance junto con el resultado del ejercicio (cuenta de pérdidas y
ganancias) y cuadros anexos, deberán ser depositadas por los Administradores en la sede
social, a disposición de los socios, con no menos de quince días de anticipación a su
consideración por la Asamblea.
El derecho de votación del socio para aprobar o impugnar los balances es irrenunciable, y
cualquier convención en contraria será nula.
La memoria es un documento donde los administradores informan a los socios sobre la
situación de la sociedad, de manera general, aunque también se realiza un detalle de las
actividades económicas que mas influencia generaron. Se deja sentado, cuales han sido las
dificultades por las que atravesaron durante el ejercicio, como por ejemplo huelgas, falta de
provisión de materia prima, etc., también hacen referencia a los logros desarrollados, por
ejemplo expansiones la sociedad, y por ultimo, se explayan sobre las perspectivas de la
sociedad. Constituye el desarrollo de un bosquejo para los socios sobre el presente y futuro de
la empresa.

LA CONSERVACIÓN.

Las sociedades deberán conservar sus libros y registros contables por el plazo de cinco
años. Este plazo será computado a partir de la fecha de la última anotación efectuada en cada
uno de dichos documentos. También seran conservados por el mismo plazo los documentos
que respalde los asientos hechos en los libros, para su comparación, en caso de necesidad.
Respecto de estos documentos, el término señalado, se empieza a computar desde la fecha en
que hubieren sido extendidos. Por ultimo, la correspondencia mercantil deberá también ser
conservada.

RESPONSABILIDAD POR LOS ESTADOS CONTABLES.


Los administradores sociales junto con el contador son responsables solidarios por la
fidelidad de los estados contables. El contador no es responsable de la veracidad de las
operaciones, documentos y constancia en los que no ha participado ni intervenido.
La aprobación del balance por parte de los socios, no implica la liberación de los
administradores, ni del síndico, en su caso, por la responsabilidad legal en que hayan
incurrido en la gestión social y por violación de la Ley y de los estatutos.
La aprobación del balance implica la aprobación del ejercicio en forma general, y no de lo
actuado en forma especifica por los administradores o síndico. Dichas actuaciones contrarias a
los intereses societarios, a la ley o estatutos, deberán ser evaluadas por la asamblea
correspondiente, en la que se decidirá sobre la responsabilidad de los mismos.

UTILIDAD Y PÉRDIDA. CONCEPTOS


Ambos conceptos tienen que ver con el resultado de las actividades desplegadas por la
sociedad.
En el Diccionario enciclopédico de derecho usual, tomo 5, pag. 204” nos señalan que la
utilidad consiste en el provecho económico que condice con su actividad. Mientras que las
perdidas constituyen las disminuciones en el activo de la sociedad.

DISTRIBUCIÓN DE LAS UTILIDADES Y DE LAS PÉRDIDAS.


REGLAS.
Los socios establecerán en el contrato social, como se repartirán las ganancias y pérdidas.
Si solo se dejo sentado como sería la distribución en caso de ganancias, se aplicará dichos
formato para el caso de que hubiere. por ultimo, en el caso de que no se haya pactado nada al
respecto, la parte de cada socio en las ganancias y perdidas, debe ser proporcional a lo que
haya aportado.

DIVIDENDOS.
DERECHOS AL DIVIDENDO.
Brunetti, Antonio, en su obra “Tratado del derecho de las sociedades” señala que es
necesario distinguir fundamentalmente entre derecho de participación en las futuras ganancias
de la sociedad (derecho al dividendo) y derecho que nace de la determinación de un beneficio
susceptible de ser repartido referente a un determinado ejercicio social (crédito al dividendo)
El primero es un derecho potencial, el segundo un derecho actual. Porque con anterioridad
a la asamblea que acuerda este derecho existe solo una expectativa no tutelada; después del
acuerdo hay un derecho incondicional que no puede ser modificado o limitado por futuras
perdidas.
El Articulo 89 de la ley del comerciante, reza que no pueden ser aprobados ni distribuidos
dividendos a los socios sino por utilidades realmente obtenidas y resultante de un balance
confeccionado de acuerdo con la ley y los estatutos, y aprobado por el órgano social
competente. Por lo que no pueden ser distribuidos dividendos ficticios. Asi también, se señala
que en las sociedades por acciones no pueden ser repetidos los dividendos percibidos de
buena fe por los accionistas.

DETERMINACIÓN DEL DIVIDENDO.


Es el estatuto el que fija las reglas para la distribución de los beneficios, pero si este no lo
hiciera sera la asamblea la que, al aprobar el balance, resolverá sobre tal distribución.
Determinado el dividendo, el accionista tiene un derecho adquirido que no puede ser
modificado ni limitado.
La realidad del dividendo resulta de la sinceridad y exactitud del balance e inventario. Es
decir documentos contables que deben haber sido elaborados cumpliendo estrictamente las
reglas legales vigentes y conforme la documentación existente.

RESERVAS,
Las reservas constituyen, según Villegas, partidas de dinero que las empresas prevén en
salvaguardia de la intangibilidad de su capital.
Las sociedades guardan, por mandato de la ley o por que los socios se han obligado a ello,
una parte de las ganancias para resguardar el capital o para algún gasto determinado.
La sociedades por acciones y las de responsabilidad limitada, deben efectuar, al terminar
cada año, a partir de las utilidades netas obtenidas, una reserva que no puede ser inferior al
cinco por ciento, es decir, de esas ganancias deben guardar cinco por ciento, hasta completar
lograr tener como ahorro (reserva) de la empresa, un valor equivalente al veinticinco por
ciento del capital social.
Si estas fueren utilizadas por cualquier motivo, gastos o reintegración del capital, en el
ejercicio siguiente no podran repartirse las utilidades mientras no sea repuesta nuevamente la
reserva.

DE LAS SOCIEDADES CONSTITUIDAS EN EL EXTRANJERO.


CONCEPTO
Las sociedades en el deseo de ampliar su campo de accion, pueden sus socios querer
trasvasar los limites del nacionales donde se desarrolla su objeto social y encontrar nuevos
mercados y por ende, mayores posibilidades económicas.
Ese beneficio perseguido por los socios, no es exclusivo, dado que para un país en
desarrollo como el nuestro, la instalación de una sociedad constituida en el extranjero,
constituye un presupuesto indispensable para el desarrollo nacional, pues significa la
importación tecnología, capital y de personal calificado con todo lo que ello representa.
Además, el posibilitar el funcionamiento de sociedades que fueron constituidas y
funcionan en el extranjero, tiene su fundamento en la Constitución Nacional, que consagra la
libertad de concurrencia y establece que “cualquier” persona puede dedicarse a la actividad
económica lícita.
Nuestro Código Civil permite el desarrollo de actividades societarias de personas jurídicas
constituidas en el extranjero, en nuestro país, en observancia de lo apuntado en párrafo
anterior, siempre y cuando se cumplan determinados requisitos.
Villegas, Carlos, en su obra “Derecho de las sociedades comerciales, pag. 271”, señala
que es distinto el problema de la nacionalidad o no de las sociedades, al de la actuación
extraterritorial de una sociedad, puesto que este se subsume solo en la determinación de la ley
aplicable, en cuanto a su existencia, capacidad y forma, para determinar si su actuación es
legal.
Para aludir a las sociedades que tuvieron su génesis en otro pais, y regular su intervención
en el nuestro, las denomina como “sociedades constituidas en el extranjero”.
Con la forma de individualización adoptada por el código civil, se ha adoptado una
posición respecto de la controversia generada a raíz de la intención de atribuirle a las
sociedades nacionalidad, estableciendo que se deja de lado la misma, buscando resolver solo
las posibles controversias que se generarían como consecuencia de la intervención
extraterritorial de la sociedad
Nuestros legisladores, se han inclinado por resolver la situación que acarrea la actuación
extraterritorial de la sociedad, porque no creyeron conveniente entrar en las disputas de si la
nacionalidad le corresponde solo a la persona física y no a la jurídica, porque no resolvería
las controversias que se generarían como consecuencia de la intervención, en nuestro país, de
una sociedad que tuvo su origen en otro. Las sociedades de este tipo podrán realizar actos
permanentes y actos aislados y respecto de estas, se estudiara si su intervención se encuentra
acorde a nuestro marco normativo.
El análisis de la legalidad de la intervención de una sociedad constituida en el extranjero,
en cuanto a los poderes que se haya extendido para la realización de actos en nuestro pais, se
rige por la ley de su domicilio.
Para los actos permanentes, necesitara constituir una sucursal, filial o representación,
mientras que para actos aislados, no se requiere la institución de las figuras señaladas. Podrá
hacerlo por si, por medio de sus representantes, pero sin que tengan que, entre otras cosas,
tener una estadía permanente.

CAPACIDAD

Las sociedades constituidas en el extranjero que quieran realizar de manera habitual, actos
comprendidos en su objeto, se ajustarán a las prescripciones establecidas en la República.
Instituirán a dicho efecto una representación, filial o sucursal, que adquirirá personeria
jurídica en nuestro país desde su inscripción los Registros correspondientes, previa
acreditación de los requisitos señalados en el Art. 1197 del Código Civil. A partir, la
inscripción, serán plenamente capaces para vincularse jurídicamente en nuestro país.

Respecto de la capacidad para actos aislados será analizada separadamente en otro ítem.

FORMA.

Cualquier sociedad constituida en el extranjero, que desee ejercer su giro comercial, es


decir, actos de manera permanente, en nuestro país debe:
a) Establecer una representación con domicilio en el país. Ello quiere decir que deberá
instituir una sucursal, filial o representación. La fijación de un domicilio tiene que ver
asignación de una sede, donde pueda ser ubicada respecto de los actos que realizaran.

b) Que la sociedad extranjera este debidamente constituida. Es asi que deberá demostrarse
con documentos pertinentes, que la sociedad se ha constituido conforme a las leyes de su pais.

c) Justificación del intención tener representación en el pais. Por medio de documentos


debe acreditar, la decisión de los asamblearia de socios de crear una sucursal, filial o
representación permanente. Ello podrá hacerlo con la resolución de asamblea, el poder
otorgado al representante o el contrato que se haya firmado para el establecimiento de la
representación. También debe ser demostrado por medio de dichos documentos, a cuanto
asciende el capital con el que la representación realizara su cometido.

Se viabilizará el pedido de actuación de una sociedad constituida en el extranjero, aunque


el tipo de sociedad no esté previsto por nuestra legislación.

SUCURSAL. FILIAL Y AGENCIA. CONCEPTOS.


Los actos permanentes deberá realizarse a través de una sucursal, filial o representación.

ACTOS AISLADOS.

Para este tipo de actos aislados de comercio, no necesita la sociedad constituida en el


extranjero, instalar una sucursal o representación en el país.
En su ultima parte, el Art. 1196 del Código Civil, señala que el carácter societario, sirve
por si mismo para la realización de actos aislados. Por ejemplo, la sociedad puede venir
realizar una compraventa de algún bien para venderlo o manufacturarlo, y para ello no tendra
poner una sucursal, ni filial ni representación permanente. Se valdrá de su representante para
viabilizar el acto y nada más.

SOCIEDAD CONSTITUIDA EN EL EXTRANJERO CON DOMICILIO U OBJETO


PRINCIPAL EN EL PAIS.

El Art. 1199 señala que la sociedad que se haya constituido en el extranjero pero tenga su
sede social en nuestro pais o su objeto principal se cumplira aquí, será considerada como
sociedad local a los efectos del cumplimiento de las formalidades de constitución o de su
reforma y fiscalización, en su caso.

Este articulo constituye una ratificación del principio de derecho internacional privado,
regulada en el Art. 1196, que para el análisis en lo referente a su existencia y forma se regirá
por las leyes del domicilio y que según el Art. 95 del C.C. lo tendrán en su sede. Si esta sede
“principal” esta instalada en el pais, a los efectos de la existencia y cumplimiento de
formalidades se estará a lo dispuesto por nuestras leyes.

EXTENSIÓN DE LOS PODERES DEL REPRESENTANTE.


Los representantes de sociedades constituidas en el extranjero, estan habilitados para
realizar en la república todos los actos que tienen relación con el giro de la empresa, tenga
esta forma de sucursal, filial o representación permanente. Son por ello, asimilables en la
extensión de sus encargos, a los directivos de las sociedades previstas en el Código civil.

Por tanto pueden realizar todo tipo de actos que hacen al cumplimiento del objeto para
cual fueron constituidas en el pais, incluyendo entre estas, la de representar en juicio.

Como consecuencia de ello, el Código ha señalado que en lo referente a la extensión de la


responsabilidad de los representantes permanentes, que a estos se los asimile a la prescripta
para los administradores, y tratándose de sociedades no reguladas en él, las de
administradores de sociedades anónimas.
Bibliografía:

• CODIGO CIVIL PARAGUAYO


• CODIGO DE COMERCIO DE LA REPUBLICA DEL PARAGUAY
• ARGAÑA, Luis A., “Tratado de Derecho Mercantil”. Ed. El Foro. Asunción. 1983
• HALPERIN, I “Sociedades comerciales. Parte General” Ed. de Palma. Bs. As.
• MASCHERONI, Fernando, “Sociedades Anónimas” Ed. Universitaria. Bs. As. 1993
• MASCHERONI, Fernando, “Manual de Sociedades Civiles y Comerciales” Ed.
Universitaria. Bs. As. 1994
• VILLEGAS, Carlos, “Derecho de las Sociedades Comerciales”. Ed. Abelardo Perrot.
Bs. As. 1992
• BRUNETI, A. “Tratado del derecho de las sociedades”. Ed. Uteha. Bs. As.
• CABANELLAS, G. y ALCALA-ZAMORA, L. “Diccionario enciclopédico de
derecho usual”. Ed. Eliasta.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto, “Manual de Derecho Societario” Ed.
Intercontinental. 2000
• MARADIAGA, Jorge Roberto, “Tratado de Sociedades Mercantiles” Ed,
Universitaria. Tegucigalpa. 2002

Currículo del Autor:

Abogado, Profesor de las Cátedras Derecho Mercantil 1 y 2 de la Facultad de Derecho de la


Universidad Católica de Asunción. Auxiliar de cátedra de la materia Mercantil 2 en la
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción, Filial Caacupé.
CAPÍTULO XVIII

1. Transformación y fusión de sociedades. Transformación. Concepto. Requisitos y


condiciones. Régimen de responsabilidad. Fusión. Efectos. Requisitos. Forma.
Inscripción. 2. Resolución parcial. Concepto. Causales. Muerte del socio. Exclusión
del socio. Retiro voluntario. Efectos de la resolución parcial. Disolución de las
sociedades. Causales. Prorroga. Disolución judicial. 3. Liquidación de la sociedad.
Personalidad de la sociedad en liquidación. Liquidadores. Designación. Funciones.
Obligaciones y responsabilidades. Balance final. Partición.

1. Transformación y fusión de sociedades. Transformación. Concepto.

La transformación de una sociedad se produce, cuando sin disolverse abandona su


forma actual para adoptar otro tipo de sociedad mercantil prevista en la ley.

Cada uno de los diversos tipos de sociedades posee un régimen jurídico distinto, el cual
afecta a la sociedad (como persona jurídica) y a los socios (como sus miembros). Surge
a veces la necesidad de transformar una sociedad concreta en otro tipo diverso, bien
porque ello interesa a la sociedad misma o bien porque conviene a sus socios (v. gr.
para limitar la responsabilidad)1.

Art. 1186 de nuestro Código Civil. “Cualquier sociedad puede adoptar, otro de los tipos
previstos, sin disolverse ni afectar los derechos y obligaciones existentes. No son
aplicables a la transformación de las sociedades las disposiciones sobre transferencia de
establecimientos mercantiles”.

El Art. 74 de la Ley 19550 (Argentina) dispone: “Hay transformación cuando una


sociedad adopta otro de los tipos previstos. No se disuelve la sociedad ni se alteran sus
derechos y obligaciones”.

Ni se disuelve la sociedad ni se alteran sus derechos y obligaciones. Una corriente


doctrinaria sostenía que se producía la disolución de una sociedad y el nacimiento de
otra nueva (Castillo, Sánchez, Sorondo). Otros estuvieron con la tesitura de la ley
argentina actual (Fernández, Zavala Rodríguez, Halperin).

HALPERIN señala, concretamente, que la justificación está en que la forma tiene una
función instrumental para la realización del objeto, y la ley permite introducir
modificaciones fundamentales en su estructura, con los requisitos que ella prefija según
los tipos2.

COLOMBRES sostiene que la sociedad no es un ente, sino una estructura jurídica, la


forma es esencial y no secundaria. La tipicidad está dada por la forma y, en

1
BROSETA PONT, M, Manual de Derecho Mercantil, 2º de., Tecno, Madrid, 1974, p. 278.

2
HALPERIN, I., Curso de Derecho Comercial, T. I., Depalma, Buenos Aires, 1975, p. 147.
consecuencia, su cambio implica un cambio de sociedad. La mayoría doctrinaria
considera a la forma solo un instrumento.

Requisitos y condiciones

La ley establece los requisitos que se deben cumplir para que sea viable la
transformación, al respecto el Art. 1189 del Código Civil Paraguayo dispone:

Para la transformación de la sociedad se requiere:


a) acuerdo unánime de los socios, salvo pacto en contrario, o lo dispuesto por este
Código para ciertas sociedades;
b) confección de un balance especial aprobado por los socios, que se pondrá a
disposición de los acreedores en la sede social, durante treinta días;
c) aprobación por el Poder Ejecutivo de los estatutos modificados, cuando la ley lo
requiera;
d) publicación de la transformación por cinco días;
e) otorgamiento del acto que instrumente la transformación por los órganos
competentes de la sociedad que se transforma y la concurrencia de los
otorgantes, con constancia de los socios que se retiran, capital que representan,
agregación de copia firmada del balance especial y cumplimiento de las
formalidades del nuevo tipo de sociedad adoptado; y
f) inscripción del instrumento, con copia del balance firmado, en los registros que
correspondan por el tipo de sociedad, y por la naturaleza de los bienes que
integran su patrimonio y sus gravámenes.

Régimen de responsabilidad

La transformación produce efectos respecto de la responsabilidad de los socios con


fines de protección a terceros acreedores sociales.

El Art. 1187 del Código Civil establece:


“La transformación de una sociedad no libera a los socios de responsabilidad
ilimitada, de su responsabilidad personal por las obligaciones sociales anteriores a la
inscripción del acta de transformación en el registro, si no resulta que los acreedores
sociales han dado su consentimiento para la transformación.
Este consentimiento se presume si los acreedores a quienes la decisión de
transformación haya sido comunicada en forma auténtica, no han negado
expresamente su conformidad, dentro del término de treinta días de recibida la
comunicación.
Esta debe advertir que el silencio será considerado como conformidad con la
transformación”.

El artículo trascripto tiene por objeto la protección de posibles maniobras


fraudulentas y se aplica al supuesto de que la nueva forma societaria adoptada
implique una responsabilidad menor del socio respecto de los acreedores de la
sociedad o de quienes hayan contratado con ella.

Fusión. Efectos
El Artículo 1192 del Código Civil, establece:
“Mediante la fusión, dos o más sociedades se disuelven sin liquidarse, para
constituir una nueva, o una de ellas absorbe a otras que se disuelven sin liquidarse.
La nueva sociedad, o la absorbente, se convierte en titular de los derechos y
obligaciones de las disueltas, desde que se formalice el acuerdo de fusión, pero este
no es oponible a terceros sino desde que se registre, y previa aprobación del cambio
de estatuto de la sociedad anónima afectada por la fusión, en su caso”.

Dice Mascheroni al respecto: “Con el afán de precisar conceptos en la medida de lo


posible, podría decirse que, si en la transformación subsiste la identidad de la
sociedad, en la fusión se mantiene la personalidad jurídica de las sociedades
disueltas, a través de la nueva entidad que las ha incorporado. No existe identidad,
pero sí sucesión universal en los derechos y obligaciones3.

Variedades

Del análisis del texto del Art. 1192 surgen, nítidamente diferenciadas, las dos
grandes especies o variedades que puede asumir en nuestro derecho positivo la
fusión de sociedades.

a) Fusión propiamente dicha

Se produce cuando dos o más sociedades se disuelven, para constituir una nueva,
que recibirá el patrimonio de las anteriores y se hará cargo, por sucesión, de los
derechos y obligaciones de las primeras. En símbolos, puede representarse esta
operación así: A, B y C se fusionan para constituir D.

b) Fusión por absorción

Se produce cuando una sociedad absorbe totalmente el patrimonio de otra,


incorporándola al suyo y sucediéndola en su personalidad jurídica. Según la
expresión simbólica adoptada, en este segundo supuesto la sociedad A absorbe a B,
que se disuelve, subsistiendo en adelante únicamente A.

Requisitos. Forma

El Art. 1193 de nuestro Código Civil establece:

“Para la fusión de la sociedad se requiere:

a) el compromiso de fusión otorgado por los representantes de las sociedades y


aprobado con los requisitos para la disolución anticipada. Cada sociedad
preparará un balance a la fecha del acuerdo, que se pondrá a disposición de los
socios y acreedores sociales;

33
MASCHERONI, Fernando, Sociedades Comerciales, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1986, p. 96.
b) la publicidad requerida para la transferencia de establecimientos de comercio.
Los acreedores pueden formular oposición a la fusión convenida de acuerdo con
ese régimen, y este no puede realizarse si no son pagados o debidamente
garantizados. En caso de discrepancia sobre la garantía, se resolverá
judicialmente;

c) el acuerdo definitivo de fusión, que se otorgará cumplidos los anteriores


requisitos, y que contendrá:

a) la constancia de la aprobación por las sociedades interesadas;

b) nómina de socios que ejerzan el derecho de receso y capital que representan;

c) nómina de acreedores oponentes y montos de sus créditos,

d) la base de ejecución del acuerdo, con observancia de las normas de disolución


de cada sociedad, e incluida la especificación de las participaciones
correspondientes a los socios de las sociedades que se disuelven; y

e) los balances prescriptos por el inciso a).

El instrumento definitivo debe registrarse como en el caso de la transformación de


las sociedades.”

Inscripción

El procedimiento establecido por el Art. 1193 culmina con la inscripción del


acuerdo definitivo de fusión en el Registro Público de Comercio, así como en el
Registro de Personas Jurídicas y Asociaciones.

En este estado, es conveniente puntualizar que tratándose de sociedades por


acciones, todo el procedimiento de fusión, así como el de transformación, debe ser
controlado y conformado por el organismo estatal de contralor correspondiente,
encargado de la fiscalización de sociedades.

2. Resolución parcial. Concepto

La sociedad comercial está concebida en nuestro derecho positivo como una persona
jurídica, integrada por una colectividad o pluralidad organizada de personas que
mantienen un haz de vínculos y relaciones jurídicas con terceros4.

Tal sociedad (persona jurídica dotada de vida propia y formalmente independiente


de sus socios) puede extinguirse por decisión propia o por circunstancias ajenas a su
voluntad social.

44
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, Buenos Aires,
1996, p. 489.
La existencia de los tres elementos personales (sociedad, accionistas y terceros)
explica que el proceso de extinción de la sociedad deba transcurrir normalmente, por
dos fases complejas:

a) la disolución: afecta fundamentalmente a la esfera interna de la sociedad; y

b) la liquidación: afecta fundamentalmente a los terceros acreedores sociales y los


socios.

La disolución pone fin a la vida activa de la sociedad. Su consecuencia directa es la


entrada en el período o estado de liquidación que tiene por objeto; realizar el activo,
cancelar el pasivo y distribuir el remanente entre los socios (partición).

Para HALPERIN la disolución puede ser parcial. Parte de la doctrina sostiene que,
en tal caso, se trata de resolución.

En el estado de liquidación (comienza con la disolución y termina con la partición)


la sociedad mantiene su personalidad, si bien restringida a los fines de la
liquidación.

La doctrina sostenía que se creaba un estado de condominio. La doctrina (y


jurisprudencia) moderna sostiene que la sociedad subsiste aunque en una situación o
estado particular. La ley sigue esta posición en forma expresa.

Causales. Muerte del socio

Nuestro derecho positivo en el Art. 1003 del Código Civil inc. e), establece: “La
sociedad se extingue: e) Si fuere de dos o más personas, por la muerte de una de
ellas…,” de tal manera que la imperatividad de la norma es indisputable.

Asimismo, el Art. 1004 inc. a) del Código Civil, expresa: “La sociedad podrá
disolverse a instancia de cualquiera de los socios: … a) Por muerte, renuncia o
remoción del administrador nombrado en el contrato social, o del socio que pusiere
su industria, o de algún participante cuya prestación personal fuere necesaria para
continuar el giro…”.

Art. 1172 de nuestro Código Civil; “Para la transferencia de cuotas del socio
fallecido se aplican las disposiciones que rigen la cesión convencional, pero si el
contrato social prevé la continuación de la sociedad con los herederos, el pacto será
obligatorio para todos, y la incorporación de los sucesores se hará efectiva
acreditando su calidad”.

Respecto de la resolución parcial por muerte del socio, el Art. 90 de la Ley 19550
Argentina regula:

“En las sociedades colectivas, en comandita simple, de capital e industria y en


participación, la muerte de un socio resuelve parcialmente el contrato. En las
sociedades colectivas y en comandita simple, es lícito pactar que la sociedad
continúe con sus herederos. Dicho pacto obliga a estos sin necesidad de un nuevo
contrato, pero pueden ellos condicionar su incorporación a la transformación de su
parte en comanditaria”.

De la norma transcripta surge claramente que la muerte del socio ha dejado de ser
causal de disolución en las sociedades de personas. Se resuelve parcialmente y
continúa con los sobrevivientes.

Conforme a la referida legislación comparada, si la sociedad es de dos socios deberá


restablecerse la pluralidad en el término de tres meses. Caso contrario, su disolución
es obligatoria.

Efectos de la resolución parcial. Exclusión del socio

En el marco de las disposiciones generales del contrato de sociedad, podemos


observar las afectaciones siguientes:

El Art. 992 del Código Civil, establece: “Ningún socio puede ser excluido de la
sociedad sin justa causa.
Se tendrá por tal:
a) la cesión de derechos a terceros, no obstante la prohibición del contrato;
b) el incumplimiento de cualquiera de las obligaciones para con la sociedad, tenga
o no culpa el socio;
c) la incapacidad sobreviniente. La producida por falencia no causará exclusión,
cuando se tratare del socio industrial; y
d) cuando perdiere la confianza de los demás, por insolvencia, mala conducta,
provocación de discordia entre los socios, u otros hechos análogos”.

Asimismo, el Art. 993 del mismo cuerpo de ley dispone: “La exclusión o la renuncia
de cualquiera de los socios, tendrá los efectos siguientes:
a) en cuanto a los negocios concluidos, el saliente solo participará de las ganancias
realizadas hasta el día de la separación;
b) el excluido o renunciante continuará en la sociedad al solo efecto de participar
en las ganancias o soportar las pérdidas en las operaciones pendientes;
c) respecto de las deudas sociales, los acreedores conservarán, hasta esa fecha, sus
derechos contra el socio, del mismo modo que contra los que continuaren en la
sociedad, aunque estos tomasen a su cargo el pago total, salvo si por escrito
hubieran exonerado al saliente;
d) las deudas sociales ulteriores solo podrán ser exigidas contra los socios que
continuaren, y no respecto del excluido o renunciante, a menos que hubieren
sido contratadas ignorando los terceros dichas circunstancias; y
e) la separación solo perjudicará a los acreedores y a terceros en general cuando
fuere registrada, o si de otro modo la conocieren”.

En relación a la Sociedad Simple, el Art. 1022 del Código Civil dice: “La exclusión
de un socio puede tener lugar por grave incumplimiento de las obligaciones que
deriven de la ley o del contrato social, como por la interdicción o inhabilitación del
socio, o por su condena a una pena que importe su inhabilitación aunque sea
temporal para el desempeño de las funciones públicas. El socio que ha aportado a la
sociedad la propia obra o el goce de una cosa, puede también ser excluido por
ineptitud sobrevenida para realizar la obra o por el perecimiento de la cosa debido a
causa no imputable a los administradores. Igualmente puede ser excluido el socio
que se ha obligado con su aportación a transferir la propiedad de una cosa, si esta ha
perecido antes de que el dominio de ella haya sido adquirido por la sociedad”.

Por otro lado, en el marco del mismo tipo societario el Art. 1023 del Código Civil
sostiene: “La exclusión debe ser decidida por la mayoría de los socios, no
computándose en el número de éstos el socio que va a ser excluido, y tiene efecto
transcurridos treinta días desde la fecha de la comunicación a dicho socio. Dentro de
ese término, el socio puede formular oposición ante el juez, el cual puede suspender
la exclusión. Si la sociedad se compone de dos socios, la exclusión de uno de ellos
será pronunciada por el juez, a petición del otro”.

El Art. 91 de la ley 19550 Argentina lo regula de la siguiente manera; “Cualquier


socio en las sociedades mencionadas en el artículo anterior (sociedad colectiva, en
comandita simple, de capital e industria y en participación), en las de
responsabilidad limitada y los comanditados de las en comandita por acciones,
puede ser excluido si mediare justa causa. Es nulo el pacto en contrario. Habrá justa
causa cuando el socio incurra en grave incumplimiento de sus obligaciones.
También existirá en los supuestos de incapacidad, inhabilitación, declaración en
quiebra o concurso civil, salvo en las sociedades de responsabilidad limitada. El
derecho de exclusión se extingue si no es ejercido en el término de 90 (noventa) días
siguientes a la fecha en la que se conoció el hecho justificativo de la separación. Si
la exclusión la decide la sociedad, la acción será ejercida por su representante o por
quien los restantes socios designen si la exclusión se refiere a los administradores.
En ambos supuestos puede disponerse judicialmente la suspensión provisoria de los
derechos del socio cuya exclusión se persigue. Si la exclusión es ejercida
individualmente por uno de los socios, se sustanciará con citación de todos los
socios”.

La exclusión (aun faltando norma expresa) se aplica a las sociedades anónimas por
mora en la integración (Art. 193), sea en cuanto se subastan las acciones del moroso,
sea que el estatuto disponga la caducidad de los derechos.

El Art. 92 de la Ley 19550 regula, contemplando el Art. 91, los efectos de la


exclusión del socio. La exclusión produce los siguientes efectos:

1) El socio excluido tiene derecho a una suma de dinero que represente el valor de
su parte a la fecha de la invocación de la exclusión;
2) Si existen operaciones pendientes, el socio participa en los beneficios o soporta
sus pérdidas;
3) La sociedad puede retener la parte del socio excluido hasta concluir las
operaciones en curso al tiempo de la separación;
4) El socio excluido no podrá exigir la entrega del aporte, si este es indispensable
para el funcionamiento de la sociedad y se le pagará su parte en dinero;
5) El socio excluido responde hacia los terceros por las obligaciones sociales hasta
la inscripción de la modificación del contrato en el Registro Público de
Comercio.

Retiro voluntario
Dice el Art. 989 incs b) y c) de nuestro Código Civil: “Los socios podrán: …b)
exigir que los demás permanezcan en la sociedad, mientras no tengan justa causa de
separación. Se entenderá que la hay cuando el administrador nombrado en el
contrato social renunciare o fuere removido, o si existiendo derecho para la
exclusión de algún socio, no se le permitiere hacer uso del mismo; y c) renunciar en
cualquier tiempo cuando la sociedad fuere por plazo indeterminado, a no ser que
dicha renuncia sea de mala fe o intempestiva”.

Art. 990 de Código Civil: “La renuncia será de mala fe cuando se hiciere con la
intención de obtener para sí algún provecho o ventaja que hubiere de pertenecer a la
sociedad. Será intempestiva, la producida sin estar consumado el negocio que
constituye su objeto, en cuyo caso el socio deberá satisfacer los perjuicios
causados”.

Art. 991 del Código Civil: “La renuncia de mala fe es nula respecto de los socios.
Lo ganado en la operación que se tuvo en mira al separarse, pertenece a la sociedad,
pero el renunciante soportará las pérdidas”.

Art. 992. del Código Civil: “Ningún socio puede ser excluido de la sociedad sin
justa causa. Se tendrá por tal:
a) la cesión de derechos a terceros, no obstante la prohibición del contrato;
b) el incumplimiento de cualquiera de las obligaciones para con la sociedad, tenga
o no culpa el socio;
c) la incapacidad sobreviniente. La producida por falencia no causará exclusión,
cuando se tratare del socio industrial; y
d) cuando perdiere la confianza de los demás, por insolvencia, mala conducta,
provocación de discordia entre los socios, u otros hechos análogos”.

Dice el Art. 1092 de nuestro Código Civil: “Los socios disconformes con las
resoluciones previstas en el artículo anterior, pueden separarse de la sociedad, con
reembolso del valor de sus acciones. De este derecho solo pueden usar los presentes
en las asambleas que hayan hecho constar en el acta su oposición, dentro del quinto
día, y los ausentes, dentro de los quince días de la terminación de ellas. Las acciones
se reembolsarán por el valor resultante del último balance aprobado, salvo que los
disidentes en el momento de ejercer su derecho solicitaren a este efecto su reajuste
conforme a valores reales. El balance reajustado deberá ser aprobado por la
asamblea dentro de los tres meses de vencido el plazo máximo para ejercitar el
derecho de receso. Es nula toda disposición que excluya el derecho de receso o
agrave las condiciones de su ejercicio”.

Puede ser previsto el retiro del socio (renuncia) siempre que no importe dejar sin
efecto disposiciones imperativas de la ley5.

55
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, Buenos Aires,
1996, p. 493.
Disolución de las sociedades. Causales

La disolución finaliza la plenitud jurídica de la sociedad (vigencia del objeto y de


los mecanismos internos) por alguna de las causales que enumera el ya mencionado
Art. 1003 del Código Civil u otras disposiciones con efectos análogos de la ley o del
contrato social.

Producida la disolución, la sociedad no se extingue; subsiste el sujeto de derecho,


pero con las siguientes características:

a) Conserva la personalidad a los efectos de la liquidación;


b) Se modifica el objeto (realización del activo y cancelación del pasivo);
c) Se modifica el régimen de las relaciones internas.

El Art. 1003 en este sentido dice:

“La sociedad se extingue:

a) por el vencimiento del plazo, o por cumplirse la condición a que fue subordinada
su existencia; en ambos casos, aunque no estén concluidos los negocios que tuvo
por objeto;
b) por la realización del fin social;
c) Por la imposibilidad física o jurídica de alcanzar dicho fin, sea por la completa
pérdida del capital, de una parte del mismo que impida lograrlo, o por quiebra;
d) Por el acuerdo unánime de los socios;
e) Si fuere de dos personas, por la muerte de una de ellas; y
f) Por las otras causas previstas en el contrato social”.

Prórroga

Dice el Art. 1020 del Código Civil: “La sociedad queda tácitamente prorrogada por
tiempo indeterminado, cuando transcurrido el plazo por el que fue constituida, los
socios continúan cumpliendo las operaciones sociales y puede probarse su existencia
por hechos notorios”.

El Art. 95 de la Ley 19550 Argentina dispone: “La prórroga de la sociedad requiere


acuerdo unánime de los socios, salvo pacto en contrario y lo dispuesto para las
sociedades por acciones y las sociedades de responsabilidad limitada. La prórroga debe
resolverse y la inscripción solicitarse antes del vencimiento del plazo de duración de la
sociedad. Con sujeción a los requisitos del primer párrafo puede acordarse la
reconducción mientras no se haya inscripto el nombramiento del liquidador, sin
perjuicio del mantenimiento de las responsabilidades dispuestas por el Art. 99. Todo
ulterior acuerdo de reconducción debe adoptarse por unanimidad sin distinción de tipos”
(Parte general).

Disolución judicial
El Art. 1005 de nuestro Código Civil dispone: “En la disolución judicial de la sociedad,
la sentencia tendrá efecto retroactivo al día en que tuvo lugar la causa generadora”.

Se debe tener presente que el juez puede disponer la disolución únicamente por la
concurrencia de alguna de las causas taxativamente establecidas en la ley o por los
contratos. No está autorizado para resolver la disolución de una sociedad a pedido de las
autoridades de control (o de los socios interesados) si el pedido no va fundamentado en
la norma, aunque invoquen motivos que pudieren ser considerados “justos”6.

. 3. Liquidación de la sociedad.

La liquidación es la segunda fase del procedimiento de extinción de las sociedades.


Comprende la serie de actos tendientes al pago de las deudas sociales (liquidación del
pasivo) y, si lo hay, al reparto del sobrante del patrimonio social (liquidación del activo)
entre los socios en proporción a la participación de cada uno7.

Se define a la liquidación como un proceso técnico jurídico que se traduce en un


conjunto de operaciones destinadas a la extinción de la sociedad, mediante la definición
de los negocios pendientes, realización del activo, depuración del pasivo y distribución
del remanente entre los asociados (que es la partición) (Cámara).

El patrimonio de la sociedad es independiente del patrimonio de los socios y debe


analizarse como una unidad jurídica relativamente autónoma.

Esta noción de autonomía del patrimonio social fundamenta la necesidad de reglar una
forma de liquidación en lugar de un proceso de partición o distribución de bienes, como
si se tratara de una simple masa de bienes. El objeto del proceso liquidatorio lo
constituye, pues, ese patrimonio integrado por un activo y un pasivo y cuya finalidad es,
en último análisis, revertir al patrimonio de los socios los bienes aportados a la
sociedad, que habían sido separados jurídicamente del patrimonio individual de cada
uno de ellos8.

Personalidad de la sociedad en liquidación.

Puede decirse con bastante exactitud que la disolución no extingue totalmente la vida de
la sociedad anónima, sino que la anula funcionalmente. Un resto de la actividad social
6
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, Buenos Aires,
1996, p. 499.

7
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, Buenos Aires,
1996, p. 502.

8
ZALDIVAR, E. y colaboradores, Cuadernos de Derecho Societario, T.I., Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1973, p. 345.
será dedicado, de ahí en más, al proceso de liquidación del patrimonio adquirido por la
sociedad durante su existencia como tal.

Dice el art. 1006 del Código Civil; “Disuelta una sociedad se procederá a liquidar su
activo. La sociedad subsistirá en la medida que lo requiera la liquidación, para concluir
los asuntos pendientes, iniciar las operaciones nuevas que ella exija, y para administrar,
conservar y realizar el patrimonio social”.

Aclara el art. 101 de la Ley 19550 Argentina que la sociedad en liquidación conserva su
personalidad a ese efecto – esto es, ya no para el cumplimiento de su objeto-, agregando
que se rige por las normas correspondientes a su tipo en cuanto sean compatibles (se
entienden compatibles con el proceso de liquidación y la consiguiente limitación de la
capacidad social que ella trae aparejada).

Aplicado al caso de la sociedad anónima, esto implica que, una vez disuelta y entrada en
liquidación, aquella conserva su estructura orgánica característica, continuando el
funcionamiento de la asamblea durante el período de liquidación, así como también el
del órgano fiscalizador, sea la sindicatura o el consejo de vigilancia. En cuanto al
directorio, es reemplazado, con funciones equivalentes, por el o los liquidadores9.

Liquidadores. Designación

El liquidador se halla facultado a ejecutar el proceso extintivo de la sociedad. La forma


de su designación se halla preliminarmente a cargo de la decisión de la sociedad por
medio de las mayorías correspondientes y los órganos de gobierno propios de cada una
de ellas, lo cual no se halla sustraído a la posibilidad de no obtener el necesario
consenso, y, de esta forma, se requeriría la solicitud de su designación al Juez.

Dice el Art. 1035 del nuestro Código Civil; “Debe registrarse la designación o cambio
de los liquidadores, correspondiéndoles desde ese momento la representación de la
sociedad en liquidación”.

Conforme al art. 102 de la Ley 19550 Argentina, la liquidación de las sociedades


comerciales en general, está a cargo del órgano administrador, “salvo casos especiales o
estipulación en contrario”.

Cuando así no fuera, atento a la existencia de cláusulas en contrario que deben resultar
del mismo contrato social y no de convenciones por separado, o en casos especiales,
como puede ser, por ejemplo, la acefalía total del órgano administrador, el liquidador o
liquidadores deben ser nombrados por mayoría de votos de los socios (no olvidemos
que la norma versa sobre todas las sociedades mercantiles) dentro de los treinta días de
haber entrado la sociedad en estado de liquidación.

No habiéndose designado liquidadores, o no habiendo estos asumido el cargo, cualquier


socio puede solicitar al Juez:
9
MASCHERONI, Fernando, Sociedades Comerciales, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1986, p. 127.
a) que designe directamente uno o más liquidadores, según esté previsto en el
contrato social; o bien
b) que el magistrado ordene una nueva elección de tales funcionarios.

Refiriéndose específicamente a la sociedad anónima, la mayoría de los socios necesaria


para la designación de liquidador o liquidadores surgirá de la asamblea extraordinaria.

Funciones. Obligaciones y responsabilidades

Los principios generales que rigen las actuaciones de los liquidadores resultan de los
Arts. 1008 y 1009 del Código Civil Paraguayo.

Art. 1008. “Los administradores deben entregar a los liquidadores los bienes y
documentos sociales y presentarles la cuenta de la gestión relativa al período siguiente a
la última rendición de cuentas. Los liquidadores deben hacerse cargo de los bienes y
documentos sociales, y redactar y firmar juntamente con los administradores, el
inventario del cual resulte el estado activo y pasivo del patrimonio social”.

Art. 1009: “Los liquidadores deben realizar los actos necesarios para la liquidación, y si
los socios no han dispuesto otra cosa, pueden vender en bloque los bienes sociales y
hacer transacciones y compromisos. Representar también a la sociedad en juicio”.

Respecto a las facultades, es norma específica del Art. 105 de la Ley 19550 Argentina,
primer apartado: “Los liquidadores ejercen la representación de la sociedad. Están
facultados para celebrar todos los actos necesarios para la realización del activo y
cancelación del pasivo”. Es decir, que las facultades de gestión coinciden con las de
representación10.

Podemos resumir las funciones de la siguiente forma:

a) Resuelta o decretada la disolución, hasta tanto se realicen las gestiones


necesarias para que los liquidadores puedan comenzar a funcionar, los
administradores (futuros liquidadores o no) tienen facultades suficientes para la
atención de negocios urgentes y para adoptar las medidas necesarias para iniciar
la liquidación.
b) Los liquidadores están obligados a confeccionar dentro de 30 (treinta) días de
asumido el cargo un inventario y balance del patrimonio social, que pondrán a
disposición de los socios.
c) En cuanto a las obligaciones generales, es norma específica del Art. 1007 del
Código Civil: “Las obligaciones y la responsabilidad de los liquidadores se
regulan por las disposiciones establecidas respecto de los administradores,
siempre que no se haya dispuesto otra cosa”.

Balance final. Partición.

10
GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial, Abeledo – Perrot, Buenos Aires,
1996, p. 506.
Dice el Art. 1011 de nuestro Código Civil: “Para proceder a la partición de los bienes,
las pérdidas y las ganancias se dividirán conforme a lo convenido. Si solo se hubiere
pactado la cuota de cada socio en las ganancias será igual la correspondiente en las
pérdidas. A falta de toda convención, el respectivo aporte determinará la parte de cada
cual, debiendo determinarse por el juez equitativamente la del socio industrial. Solo
podrán distribuirse beneficios irrevocablemente realizados y líquidos.

El Art. 1012 de nuestro Código Civil expresa; “En la división de los bienes de la
sociedad se observará, en todo lo que fuere aplicable, lo dispuesto en el presente Código
sobre la división de las herencias, no habiendo en este Capítulo disposiciones en
contrario”.

El Art. 109 de la Ley 19550 de Argentina es la norma principal en materia de balance


final y plan de partición: “Extinguido el pasivo social, los liquidadores confeccionarán
el balance final y el proyecto de distribución; reembolsarán las partes del capital y,
salvo disposición en contrario del contrato, el excedente se distribuirá en proporción a la
participación de cada socio en las ganancias”.

Dice HALPERIN: “La partición integra la liquidación: constituye su etapa final;


consiste en la distribución entre los socios del remanente del patrimonio realizado, una
vez pagados los acreedores de la sociedad y los gastos de liquidación”11.

BIBLIOGRAFIA
• BROSETA PONT, M, Manual de Derecho Mercantil, 2º de., Tecno, Madrid,
1974.
• HALPERIN, I., Curso de Derecho Comercial, T. I., Depalma, Buenos Aires,
1975.
• MASCHERONI, Fernando, Sociedades Comerciales, Editorial Universidad,
Buenos Aires, 1986.
• GARRONE y CASTRO SAMMARTINO, Manual de Derecho Comercial,
Abeledo – Perrot, Buenos Aires, 1996.

• ZALDIVAR, E. y colaboradores, Cuadernos de Derecho Societario, T.I.,


Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1973.

11 HALPERIN, I., Curso de Derecho Comercial, T. I., Depalma, Buenos Aires, 1975, p. 574.
HUGO JAVIER FERREIRA
CAPÍTULO XIX

Sumario:1. Sociedad simple y sociedad comercial. Normas generales. 2.


Sociedad simple. Constitución. Responsabilidad de los socios. Duración.
Disolución y liquidación. Exclusión del socio. 3. Sociedad colectiva.
Caracteres. Denominación. Constitución. Administración. Disolución y
liquidación. 4. Sociedad en comandita simple. Caracteres. Socios colectivos y
socios comanditarios. Denominación. Administración.

1. La sociedad simple y la sociedad comercial

Normas generales

Antes de adentrarnos en el estudio de las distintas clases de sociedades, vale


recordar que las normas generales establecidas en los Arts 959 al 1012 del Código Civil
son aplicables a todos los tipos de sociedades, tanto civiles como comerciales, como
consecuencia de la unificación legislativa de los actos jurídicos, obligaciones y
contratos civiles y comerciales, que caracteriza a la sistematización de nuestro Código.
Tales normas se aplican incluso a las sociedades típicas, en forma supletoria, es decir,
en cuanto no se opongan a las normas específicas legisladas para ellas, tanto por el
Código como por las leyes especiales.

Así tenemos que la existencia y validez de la sociedad y de su administración, los


efectos de la sociedad, los derechos de los socios, las obligaciones de la sociedad
respecto de terceros, la disolución de la sociedad y su liquidación y partición, se rigen
por estas normas, siempre y cuando no se trate de una sociedad típica para la cual se
hayan previsto normas específicas que rijan al respecto.

2. Sociedad simple

El Art. 1013 del Código Civil define la sociedad simple en términos negativos,
diciendo: “Será considerada simple la sociedad que no revista los caracteres de alguna
de las otras regladas por este Código o en leyes especiales y que no tenga por objeto el
ejercicio de una actividad comercial”. Esta última parte excluye a todas las sociedades
comerciales, quedando bajo su reglamentación las sociedades civiles que también se
rigen, supletoriamente, por las normas generales.

A diferencia de las sociedades comerciales, la constitución de la sociedad simple


no está sujeta a forma especial alguna, salvo las exigidas por la naturaleza de los bienes
aportados. En cuanto a la modificación del contrato de sociedad, nuestro Código exige
el asentimiento expreso de todos los socios, siempre y cuando no se haya convenido una
cláusula en contrario.

El patrimonio social responde por las obligaciones de la sociedad, como también


responden, personal y solidariamente, los socios que han obrado en nombre y por cuenta
de la sociedad. Esto implica que los acreedores de la sociedad podrán satisfacer sus
créditos no solo con los bienes que pertenecen al ente social, sino también con los
bienes de los socios que actuaron representando a la sociedad. No obstante, se reconoce
a estos el beneficio de excusión, pudiendo el socio llamado a responder por la sociedad,
indicar al acreedor social los bienes con los cuales pueda satisfacerse fácilmente.

Los otros socios solo son responsables hasta el límite de su aporte, salvo que se
hayan obligado solidariamente en forma expresa. Esta limitación de la responsabilidad
solo tiene efectos cuando el contrato social se pone a conocimiento de los terceros por
medios idóneos. De lo contrario, la limitación de la responsabilidad no es oponible a
aquellos que no han tenido conocimiento del mismo.

Por otra parte, el Código también prevé la situación del socio que entra a formar
parte de la sociedad con posterioridad a su constitución, estableciendo que este responde
con los otros socios por las obligaciones sociales, incluyendo las anteriores a su ingreso
a la sociedad (Art. 1018).

También se establecen protecciones al acreedor particular de un socio,


habilitándolo a hacer valer sus derechos sobre las utilidades correspondientes al deudor
socio, y a realizar actos de conservación sobre la cuota que le corresponda en la
liquidación (Art. 1019).

En cuanto a su duración, el Código prevé que una vez trascurrido el plazo por el
cual fue constituida la sociedad, en caso de que los socios continúen cumpliendo las
operaciones sociales y la existencia social pueda probarse por hechos notorios, se
considera que la sociedad quedó tácitamente prorrogada por tiempo indeterminado (Art.
1020).

Respecto a su disolución y liquidación, el Código establece las normas que serán


utilizadas en forma supletoria, en caso de que el contrato no prevea el modo de liquidar
el patrimonio social y los socios no lleguen a un acuerdo. En estos casos, la liquidación
será realizada por uno o varios liquidadores, que serán nombrados por los socios por
unanimidad o, en caso de que no haya acuerdo, por el juez competente. Para su
remoción, también deberán contar con el asentimiento de todos los socios, o será
decretada por el juez, mediando justa causa, a petición de uno o varios socios (Art.
1021).

El Código Civil también establece diversas causales de exclusión de un socio.


Por un lado, la exclusión se prevé como sanción por incumplimiento grave de las
obligaciones que deriven de la ley o del contrato social; también por declaración judicial
de interdicción, inhabilitación o quiebra del socio, por la incapacidad de hecho que ello
importa y el tipo de responsabilidad que tienen los socios en estas sociedades; así como
por su condena a una pena que importe su inhabilitación para el desempeño de las
funciones públicas, aunque sea temporal. Por otro lado, también puede ser excluido el
socio que ha aportado a la sociedad la propia obra, por ineptitud sobreviniente para
realizar la obra; el socio que ha aportado el goce de una cosa, por el perecimiento de la
cosa debido a causa no imputable a los administradores; el socio que se ha obligado con
su aportación a transferir la propiedad de una cosa, por el perecimiento de la misma
antes de que el dominio de ella haya sido adquirido por la sociedad (Art. 1022).

Salvo el socio declarado en quiebra, cuya exclusión opera de derecho (Art. 1023
in fine), la exclusión debe ser decidida por la mayoría de los socios, sin computar en el
número de estos el socio que va a ser excluido. Una vez notificada la exclusión al socio
afectado, este tiene treinta días para formular su oposición ante el Juez, quien podrá
suspender la exclusión. Trascurridos los treinta días sin que se haya formulado
oposición, la exclusión produce todos sus efectos (Art. 1023). Si la sociedad se
compone de dos socios, la exclusión de uno de ellos será pronunciada por el juez, a
petición del otro.

El Código Civil prevé que en todos los casos en que la relación social concluya
respecto a un socio, este o sus herederos tienen derecho solamente a una suma de dinero
que represente el valor de la cuota. La liquidación de la cuota se hace sobre la base de la
situación patrimonial de la sociedad en el día en que se verifica la disolución, y el pago
de la cuota correspondiente debe realizarse dentro de los seis meses posteriores al día en
que se verificó dicha disolución. El Código establece que si existen operaciones en
curso, el socio o sus herederos participan en las utilidades y en las pérdidas inherentes a
dichas operaciones (Art. 1024).

3. Sociedad colectiva

La sociedad colectiva es caracterizada por el Art. 1025 del Código Civil como
aquella entidad de personas en la cual “los socios contraen responsabilidad subsidiaria,
ilimitada y solidaria, por las obligaciones sociales”, sin que el pacto en contrario
produzca efectos respecto de terceros.

En la sociedad colectiva, todos los socios sin excepción, independientemente de


su carácter de administradores o no, son responsables en forma personal, aunque
subsidiariamente, por las operaciones y demás obligaciones de la sociedad. Esto
comprende tanto los actos realizados bajo el uso de la razón social, como también todos
aquellos que hayan resultado en interés de la sociedad, más todo tipo de responsabilidad
extracontractual que pueda recaer en el ente social.

Lo dicho implica que los acreedores de una sociedad colectiva tienen como
garantía no solamente el activo de la misma, sino también los bienes propios de cada
socio. En una palabra, la responsabilidad de los socios es personal e ilimitada. No
obstante, la responsabilidad del socio mantiene el carácter de subsidiaria, lo que implica
que el acreedor de la sociedad debe dirigir su reclamo contra la sociedad y, solo en caso
de impotencia patrimonial de esta, podrá ejecutar el patrimonio personal de los socios.
Además, esta responsabilidad es solidaria, alcanzando todos los compromisos y
obligaciones sociales.

Este tipo de responsabilidad se funda en la misma realidad económica para la cual


se está legislando. Al respecto, Halperín señala: “En la realidad económica legislada,
se trata normalmente de sociedad de pocos integrantes, que buscan lograr el fin
perseguido por la colaboración personal y permanente, en la cual la personalidad de
los integrantes tiene influencia decisiva”1. Por ello, se reconoce que un elemento propio
de este tipo de sociedades es “la confianza total de los socios recíprocamente”2.

1
HALPERÍN, Isaac, “Curso de Derecho Comercial”, Vol. II, Parte Especial Sociedades. Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 6.
2
ZAVALA RODRÍGUEZ, Carlos Juan. “Código de Comercio Comentado” Editorial Depalma, Buenos
Aires, 1971, p. 330.
El Código de Comercio Argentino, que tuvo vigencia en nuestro país hasta la
promulgación del actual Código Civil, definía la sociedad colectiva mencionando su
carácter comercial. La Ley 19550, que modificó el Código de Comercio en la
Argentina, dejó de mencionar el rasgo comercial de estas sociedades, ya que las mismas
pasaron a ser mercantiles por su misma forma conforme a las disposiciones de la citada
ley3. No obstante, nuestro Código no menciona el carácter comercial como rasgo
intrínseco de este tipo de sociedades.

El Art. 1026 de nuestro Código Civil establece: “La sociedad colectiva actúa
bajo una razón social constituida con el nombre de uno o varios de los socios, con
inclusión de las palabras ‘sociedad colectiva’, o su abreviatura. Debe contener las
palabras ‘y compañía’, cuando en ella no figura el nombre de todos los socios”.

De esta manera nuestro Código mantiene la exigencia del uso de la “razón


social”4. En consecuencia, la composición de la razón social debe comprender los
nombres de todos los socios o, en caso de que no se mencione a todos, deberá ir seguido
de la locución “y compañía”. Si bien nuestra legislación no prevé expresamente una
sanción al hecho de que una persona extraña a la sociedad permita que su nombre
aparezca en la razón social, otras legislaciones establecen expresamente la
responsabilidad solidaria de estos terceros por las obligaciones sociales5. Al respecto, el
eminente jurista francés Batardon señaló: “El nombre de una persona no asociada no
puede figurar en la razón social. Los que no perteneciendo a la compañía incluyan su
nombre en la razón social quedarán sujetos a la responsabilidad solidaria sin perjuicio
de la penal si a ello hubiera lugar”6.

El Código Civil establece que las sociedades colectivas se rigen supletoriamente


por las normas de las sociedades simples (Art. 1027).

En cuanto a la forma de su constitución, el Código exige que sea por escrito, ya


sea por instrumento privado o escritura pública; en el primer caso, el documento deberá
contar con la autenticación de las firmas de los contratantes, debiendo constar en el
documento:

a) el nombre y domicilio de los socios;

b) la razón social;

c) los socios que tienen la administración y la representación de la sociedad;

d) el domicilio de la sociedad y de sus sucursales;

3
HALPERÍN, Isaac, “Curso de Derecho Comercial”, Vol. II, Parte Especial Sociedades. Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 5.
4
Algunas legislaciones han suprimido la exigencia del uso de la razón social, v.g. la Ley 19550, erradicó
dicha exigencia en la Argentina ya en 1972.
5
Ver la Ley de Sociedades Comerciales de la República Argentina (Ley 19550), Ley General de
Sociedades Mercantiles de la República de México, Ley General de Sociedades de la República del Perú,
entre otras.
6
BATARDON, León, “Tratado de Sociedades Mercantiles”, Traducción de Agustín Vicente Gella.
Editorial Labor S.A., 1935, p.20.
e) el objeto de la sociedad;

f) las aportaciones de cada socio, el valor atribuido de ellas y el modo de su


valoración;

g) las prestaciones a que están obligados los socios industriales;

h) las normas según las cuales se deben distribuir las utilidades y la cuota de cada
socio en ellas y en las pérdidas; e

i) la duración de la sociedad.

Este instrumento, así como sus modificaciones, deben ser presentados por los
administradores dentro de los treinta días de su otorgamiento para su inscripción en el
Registro Público respectivo (Art. 1029, Código Civil). Mientras esté registrada la
sociedad, el Código prevé que las relaciones de la sociedad con terceros se regularán
por las disposiciones relativas a la sociedad simple, sin perjuicio de la responsabilidad
ilimitada y solidaria de los socios. No obstante, se presume que cualquier socio que
actúe invocando el nombre de la sociedad inviste la representación social, incluso en
juicio. Existiendo pactos que confieran la representación a solo alguno de los socios o
que limiten los poderes de representación, deberá probarse que los terceros con quienes
se contrató estaban en conocimiento de ello; de lo contrario, estos pactos no podrán
serles opuestos (Art. 1030, Código Civil).

El administrador que tiene la representación de la sociedad puede llevar a cabo


todos los actos que entran en el objeto social, salvo las limitaciones que resulten del
acto constitutivo o del poder. Si tales limitaciones no están registradas, deberá probarse
que los terceros tenían conocimiento de ellas a fin de que tales limitaciones les sean
opuestas; de lo contrario, surtirán efectos solo en la relación interna de la sociedad (Art.
1031, Código Civil).

El Código también prevé protección contra la competencia desleal que pueden


realizar los propios socios. Al respecto, establece que un socio de ellos no puede, sin
contar con previo asentimiento de los otros socios, ejercer la misma actividad a la que
se dedica la sociedad, aunque sea por cuenta ajena; en las mismas condiciones, tampoco
puede participar como socio ilimitadamente responsable en otra sociedad que tenga el
mismo objeto. No obstante, se presume que existe consentimiento, si el ejercicio de la
actividad o la participación en otra sociedad existía antes del contrato social, y los otros
socios lo conocían (Art. 1032).

En cuanto a los acreedores particulares del socio, el Código no permite que estos
pidan la liquidación de la cuota del socio deudor mientras dure la sociedad (Art. 1033).
No obstante, finalizado el plazo para el cual fue constituida la sociedad, su prórroga no
podrá ser opuesta al acreedor particular del socio, cuyo crédito sea anterior al registro de
dicha prórroga. En este caso, sí se admite la liquidación de la cuota del deudor (Art.
1034).

En cuanto a la liquidación y disolución, no se debe olvidar que el Código prevé


expresamente la aplicación supletoria de las normas relativas a la sociedad simple.
Ahora bien, una vez decidida la liquidación, el Código exige que la designación o
cambio de los liquidadores sea inscripta en el Registro; y, a partir de esta inscripción,
los liquidadores asumen la representación de la sociedad (Art. 1035).

Conforme a lo dispuesto en el Art. 1036, a los liquidadores corresponde redactar


el balance final de la sociedad y proponer a los socios el proyecto de repartición. Este
balance y plan de repartición deben ser comunicados a los socios en forma fehaciente.
Los socios tienen un plazo de dos meses, a partir de dicha comunicación, para
corroborar y analizar dichos documentos. Si vencido dicho plazo, ninguno de los socios
ha impugnado el balance o el proyecto de repartición, estos se entienden aprobados. En
caso contrario, habiéndose formulado alguna impugnación, el liquidador puede pedir
que la liquidación sea examinada separadamente de las oposiciones referentes a la
división, cuestión a la que, comprensiblemente, el liquidador puede permanecer extraño.

Aprobado el balance final de liquidación, debe solicitarse al juez la cancelación de


la sociedad en el registro respectivo, carga que la ley impone también a los
liquidadores. También se podrá pedir al Juez que decida, a falta de acuerdo entre los
socios, quién conservará los libros de contabilidad y demás documentos de la sociedad.

No obstante la cancelación del registro, vale recalcar que los acreedores sociales
que no han sido satisfechos, pueden hacer valer sus créditos contra los socios. Ahora
bien, el Código prevé que, en caso de que la falta de pago sea imputable a los
liquidadores, estos también responderán ante los acreedores sociales (Art. 1037).

4. Sociedad en comandita simple

La sociedad en comandita simple es caracterizada por el Código Civil, en su Art.


1038, como aquella entidad de personas en la cual coexisten dos categorías de socios,
“los socios colectivos responden solidaria e ilimitadamente por las obligaciones
sociales, y los socios comanditarios responden de las mismas hasta el límite de sus
aportes”; y en la cual, las cuotas de participación de los socios no pueden ser
representadas por acciones.

De la norma citada, se desprenden las dos categorías de socios posibles:

a) Los socios colectivos7, cuya responsabilidad por las obligaciones


sociales, respecto a terceros, es ilimitada y solidaria. Al respecto, el Art. 1043 de
nuestro Código sanciona expresamente: “Los socios colectivos tienen los
derechos y las obligaciones de los socios de la sociedad colectiva”. Entonces, al
igual que en las sociedades colectivas, los acreedores de una sociedad en
comandita simple tienen como garantía no solo el activo de la misma, sino
también los bienes propios de todos los socios colectivos. Ello implica que los
acreedores de una sociedad de este tipo pueden dirigir su reclamo contra la
sociedad e incluso, en caso de impotencia patrimonial de la misma, pueden
ejecutar también el patrimonio personal de los socios colectivos.

7
En algunas legislaciones, los socios colectivos son designados con el nombre de socios comanditados,
Ver Ley de Sociedades Comerciales de la República Argentina (Ley 19550), Ley General de Sociedades
Mercantiles de la República de México.
En virtud del tipo de responsabilidad que recae sobre los socios colectivos,
la administración de la sociedad queda a cargo de estos, por expresa disposición
de la ley (Art. 1043 in fine).
Asimismo, la razón social debe constituirse solo con el nombre de los
socios colectivos, aplicándose las mismas reglas que las previstas para la razón
social de la sociedad colectiva. Al respecto, la ley establece expresamente que en
caso de que el comanditario consienta que su nombre sea incluido en la razón
social, su responsabilidad respecto de terceros por las obligaciones sociales se
extiende al mismo grado que la de los socios colectivos, es decir, se torna
ilimitada y solidaria al igual que la de estos últimos (Art. 1039).

b) Los socios comanditarios o en comandita, que responden hasta el límite


de sus aportes. Si bien estos son también socios del ente social, con todas las
atribuciones y derechos de tal, se prevén ciertas limitaciones que están
estrechamente ligadas a la limitación de responsabilidad que les ampara.
Como ya se ha expresado, el comanditario no puede intervenir en la
administración de la sociedad. La única excepción a esta regla se configura
cuando los administradores encargan específicamente la realización de un acto en
particular al socio comanditario, lo cual solo puede efectuarse por medio de poder
especial y, siempre, para un acto singular específico. El Código establece, en su
Art. 1045, la sanción por el incumplimiento de la regla general: “…El socio
comanditario que contraviene esta prohibición asumirá responsabilidad ilimitada
y solidaria respecto de terceros por todas las obligaciones sociales y podrá ser
excluido de la sociedad”. Como puede observarse, la sanción es grave, pues no
solo extiende la responsabilidad del socio comanditario equiparándola a la de los
socios colectivos, sino que incluso puede considerarse como causal suficiente de
exclusión del socio.
Halperín explica la exclusión del comanditario en la administración,
diciendo: “La exclusión del comanditario tiene raíces históricas y persigue: a)
amparar a los terceros, que de otra manera no sabrían a qué atenerse, porque
crearía una apariencia de responsabilidad solidaria; y b) a los consocios
mismos, porque la limitación de la responsabilidad podría inclinarlos a la
celebración de negocios arriesgados”8.
No obstante, se admite que los socios comanditarios presten su trabajo a la
sociedad, siempre que lo hagan bajo la dirección de los administradores. Además,
el contrato de la sociedad también podrá prever que los socios comanditarios
otorguen autorizaciones y dictámenes para determinadas operaciones, y realicen
actos de inspección y de vigilancia, pues la sola limitación de responsabilidad no
puede menoscabar su legítimo interés en el buen funcionamiento de la sociedad a
la que pertenece. Asimismo, se les reconoce, en todos los casos, el derecho a
obtener la comunicación anual del balance y de la cuenta de los beneficios y de las
pérdidas, y a verificar su exactitud, consultando los libros y otros documentos de
la sociedad (Art. 1045).
Finalmente, respecto a sus derechos sobre las utilidades y su aporte, el
Código establece que los socios comanditarios no están obligados a restituir la
utilidades que hayan cobrado, de buena fe, de conformidad con el balance
regularmente aprobado (Art. 1046); y que su cuota de participación es
transmisible por causa de muerte, así como también, salvo pacto en contrario,
8
HALPERÍN, Isaac, “Curso de Derecho Comercial”, Vol. II, Parte Especial Sociedades. Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 40.
puede ser cedida con el consentimiento de los socios que representen la mayoría
del capital (Art. 1047).

Debido a la diferencia entre los regímenes aplicables a estas categorías de


socios, el Código exige hacer constar claramente, en el acto constitutivo de la sociedad,
quiénes son socios colectivos y quiénes comanditarios. No obstante, admite que si los
socios comanditarios ya han integrado su aporte al tiempo del acto, su nombre pueda ser
omitido, indicándose solo la naturaleza y el monto del aporte (Art. 1041).

En cuanto a la forma del acto constitutivo, el Código exige que sea por escrito,
ya sea por instrumento privado o escritura pública; en el primer caso, el documento
debe contar con la autenticación de las firmas de los contratantes, aplicándose al
respecto, las normas previstas para las sociedades colectivas, por expresa remisión
legislativa (Art. 1040).

En cuanto a los efectos de la sociedad mientras no esté registrada, el Art. 1042 de


nuestro Código se remite a las normas aplicables a la sociedad simple, agregando que
“los socios comanditarios responderán de las obligaciones sociales hasta el límites de
sus cuotas, salvo que hayan participado en dichas operaciones, en cuyo caso su
responsabilidad será ilimitada”.

En cuanto a la designación de los administradores, el Código prescribe, en su


Art. 1044: “Si el acto constitutivo no dispone otra cosa, para el nombramiento de los
administradores, y para su remoción, por justa causa, son necesarios el consentimiento
de los socios colectivos y la aprobación de los socios comanditarios que representen la
mayoría del capital suscrito por ellos”.

Al respecto, Halperín señala: “Téngase en cuenta que en estas designaciones


interviene el comanditario porque no se trata de ejercer, intervenir o inmiscuirse en la
administración, sino del gobierno de la sociedad. (…) porque debe tenerse en cuenta
que, con relación al gobierno de la sociedad, tiene los mismos derechos y obligaciones
que los demás socios”9.

9
HALPERÍN, Isaac, “Curso de Derecho Comercial”, Vol. II, Parte Especial Sociedades. Ediciones
Depalma, Buenos Aires, 1978, pp. 40 y ss.
Por último, vale señalar que el Código establece expresamente que, en cuanto
sean compatibles con las normas establecidas específicamente para este tipo de
sociedades, le serán aplicables en forma supletoria, las normas relativas a las sociedades
colectivas (Art. 1040).

Currículo del Autor:

Doctor en Ciencias Jurídicas por la Universidad Nacional de Asunción, con calificación


“Cum laude”. Abogado. Notario y Escribano Público. Egresado del curso de
capacitación pedagógica en tecnología didáctica para docentes universitarios, con
calificación sobresaliente. Profesor Titular de “Derecho de las Obligaciones”, primera
cátedra. Profesor Titular de “Derecho Mercantil II”, primera cátedra, ambas de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción.
Principales obras publicadas: “Honorarios de Abogados y Procuradores”. Ley 1376/88
Ed. La Ley Paraguaya S.A. Asunción. “El Cheque. Régimen Legal. Jurisprudencia”. Ed.
La Ley Paraguaya S.A. Asunción. “Derecho Bancario” (Co autor con los doctores
Bonifacio Rios Avalos y José A. Moreno Rodríguez). Ed. La Ley Paraguaya. Ministro
Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Miembro del Jurado de Enjuiciamiento de
Magistrados. Miembro del Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, Tercera Sala,
en la Capital (1980-2004). Juez de Primera Instancia en lo Comercial del Tercer Turno
en la Capital. Miembro de la Comisión Nacional de Codificación. Miembro del Consejo
Directivo de la Facultad de Derecho (UNA) y Miembro de la Asamblea Universitaria de
la misma Universidad.
CAPÍTULO XX

Sociedad de capital e industria. Noción y caracterización. Aportes. Constitución. Razón


social. Administración y representación. Gobierno societario. Operaciones prohibidas.
Responsabilidad. Trabajos del socio industrial que no sean del objeto social. Utilidades y
perdidas. Aplicación supletoria. Sociedad de responsabilidad limitada.
Noción. Concepto. Caracteres. Constitución. Denominación. Denominación número de
socios. Objeto social. Operaciones prohibidas. Capital social: suscripción de integración de
los aportes: A-) Aportes dinerarios; B-) En especie prohibiciones de emitir títulos.
Garantías por los aportes. Cesión de cuotas. Procedimientos para la cesión. Impugnación
del valor de la cuota. Reglamentación contractual. Transferencia por causa de muerte.
Copropiedad de las cuotas. Usufructo, prenda y medidas cautelares. Dirección,
administración y representación de la sociedad. Designación. Número de miembros.
Requisitos y funcionamiento. Duración. Atribuciones, deberes y obligaciones. Derechos y
obligaciones de los socios. Gobierno. Fiscalización. Sociedades accidentales. Caracteres.
Naturaleza jurídica. Objeto. Propiedad de los aportes. Administración. Disolución y
liquidación.

SOCIEDAD DE CAPITAL E INDUSTRIA.


NOCIÓN Y CARACTERIZACIÓN.
La sociedad de capital e industria es la constituida por uno o varios socios que aportan bienes
para el cumplimiento del objeto social (socios capitalistas), sumado a una o varias personas que
ingresan con su trabajo (socios industriales) para los mismos efectos.
Es entonces, necesaria la existencia de dos clases de socios, no obstante, no es necesario que
exista una discriminacion entre lo aportado por uno y otro, es decir, que algunos aporten solo
trabajo y otros solo capital. La sociedad será igualmente de capital e industria, cuando todos o
algunos de los capitalistas, se obligaren a prestar su trabajo, contabilizándose como aporte esto
último.
El profesor Velazquez Guido, en su obra Derecho manual de Derecho Societario, pag. 244, nos
advierte que la finalidad de esta sociedad es posibilitar el ingreso al mundo comercial, siendo
participes como socios de un emprendimiento societario, a aquellas personas que tan solo cuentan
con su capacidad laboral. Estas no tendrán relación de dependencia con la sociedad para la cual
trabaja.
Sin embargo, otros piensan que este tipo de sociedades se ha formado con la intención de
burlar las normas laborales, dándole apariencia de socio a aquella que persona que estaba en la
realidad en relación de dependencia, y así, evitar las numerosas cargas que impone, al empleador,
el sistema laboral.
Existe una delgada línea entre lo que se podría considerar un socio industrial y un empleado. El
primero solo podría tener dicho estatus, si se le permitiese ejercer sus derechos de socio, como la
administración societaria, voz y voto en la dirección de la misma, participación en utilidades,
fiscalización y control, etc., de lo contrario se estaría presente ante el segundo argumento señalado,
cual es la de burlar el derecho laboral

APORTES.
Los socios capitalistas pueden aportar a la sociedad bienes tanto en dinero o como en especie.
Estos deberán estar valorados, para su ingreso a la sociedad.
Para la valoración del aporte de los socios industriales recurrirá al honorario promedio
percibido por profesionales, por servicios iguales en el mercado. Si no existen otros profesionales
que realicen el mismo servicio, a los efectos de la avaluación se recurrirá a profesiones lo mas
similares posibles y buscará un promedio en lo percibido en las mismas.
El cálculo del promedio deberá realizarse al tiempo de constitución de la sociedad, para que sea
lo mas cercano a la realidad. Compartimos lo señalado por el profesor Velazquez Guido, quien
señala la dificultad en nuestro pais, debido a la inexistencia de uniformidad de precios por trabajos
profesionales, de obtener un promedio. A esto debe sumarse la informalidad con que se mueven los
profesionales.
Con respecto de los aportes en bienes, los mismos podrán estar conformados por cosas como
también por bienes abstractos. Cualquiera sea el caso, no debe obviarse su valoración para
ingresarlo como aporte.

CONSTITUCIÓN
El acto constitutivo se realizará en escritura pública o documento privado, debiendo serlo,
conforme lo dispuesto por el Art. 965 del C.C., por escritura pública en los casos previstos en el
Código Civil, como seria el caso de que se pretendiera aportar un bien inmueble.
En cuanto al procedimiento para su reconocimiento como sociedad debe estarse a lo
establecido para las sociedades en general: a) presentación ante Juez de primera Instancia en lo
Civil y Comercial, para la verificación de las formalidades de escritura, b) Inscripción en el registro
de Personas, c) publicación y d) Inscripción el Registro publico de Comercio.

El Artículo 9º de la ley 117 hace referencia al contenido del instrumento del acto constitutivo
el cual deberá mencionar:

a) Nombre de los socios;


b) Razón social;
c) Objeto social;
d) Domicilio de la Sociedad;
e) Aporte de los socios capitalistas, el valor de los bienes que no sean en dinero, y de sus
industrias en su caso;
f) Prestaciones de los socios industriales, especificación, valor y antecedentes que lo
justifiquen, los aportes en bienes y el valor de ellos en su caso;
g) Nombre del administrador;
h) Duración de la sociedad.

La ley hace referencia a la responsabilidad de los socios en caso de omision de alguna


formalidad en la constitución de la sociedad. Señala que ante la falta de inscripción del acto
constitutivo, los socios, sin discriminación, responderán respecto a terceros, de manera ilimitada y
solidaria.
Así también, señala el grado de responsabilidad para la omision de dejar constancia en el
contrato social de los valores de los bienes que fueran aportados, aclarando que si la omisión es
determinable respecto de algún socio, solo será responsable este de manera ilimitada y
solidariamente, quedando los demás que dejaron constancia del valor del bien o trabajo, con una
responsabilidad equivalente al valor de su aporte.

RAZÓN SOCIAL.
Nuestra ley establece, para la individualización de la sociedad, que este tipo de sociedad podrá
actuar bajo razón social y para ello se podrá utilizar el nombre de alguno o varios socios, ya sean
industriales o capitalistas, sin distinción.
Un aspecto curioso de la ley que regula este tipo societario es que para la designación
societaria, hace también referencia a la posibilidad de que sea utilizada una denominación,
pudiendo la misma estar dada por la forma en que es conocida la actividad que constituye el objeto
social o por un nombre fantasía.
La curiosidad señalada se encuentra dada por la posibilidad de utilización de razón social como
de denominaciones, dado que para las demas sociedades la ley establece expresamente el uso de
una u otra, según sea el caso, ya que no son lo mismo. Por ejemplo para la colectiva, se utiliza
razón social y le esta vedado el uso de denominación, por pertenecer al tipo de sociedades
personales, donde el socio es lo mas importante y no el capital.
La razón social o la denominación deben estar seguidos de la expresión "Sociedad de Capital e
Industria".

ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN.
En lo que se refiere a la conducción de la sociedad y su representación, la ley abre la
posibilidad de que cualquiera de los socios, sin distinción, se haga responsable de la dirección y
representación.
Ahora bien, existen una condición para que un socio industrial se haga cargo de la
administración, el cual es que hubiera cumplido totalmente el trabajo (aporte) al que se obligo con
la sociedad en calidad de aporte.
Sobre la posibilidad de que la administración este en manos de un tercero, la ley no hace
referencia alguna, y ante la ausencia de prohibición, debe considerarse que es posible.

GOBIERNO SOCIETARIO
Las decisiones de la sociedad serán tomadas en asamblea de socios sin distinción de su calidad
(industrial o capitalista), por lo que todos los socios tendrán derecho a participar de las decisiones
de la sociedad.
Las decisiones serán tomadas por mayoría de socios, sin que se tenga en cuenta el valor de los
bienes aportados y/o industria. Es decir que, en la presente sociedad, todos y cada uno de los socios
tienen un voto, sin importar cuanto hayan dado a la sociedad en calidad de aporte. Tampoco,
entonces, existe la posibilidad de voto múltiple.

OPERACIONES PROHIBIDAS
Aunque esta sociedad ha sido caracterizada como comercial, no significa que se encuentre
habilitada para realizar todo tipo de actividad mercantil.
El Art. 7 de la ley que regula este tipo societario, señala que le esta vedado a las sociedades de
capital e industrial, la realización de operaciones bancarias, de capitalización, de ahorro, de
seguros, u otra actividad para la cual las leyes exigen una forma determinada de sociedad
(almacenes generales, bolsa de valores, etc.)

RESPONSABILIDAD
Los socios, por las obligaciones sociales, responden, sin importar si son capitalistas o
industriales, hasta el valor de los bienes aportados y/o de su industria. Sus responsabilidades se
encuentran límites en sus aportes, aunque se ha señalado anteriormente casos en los que
responderán de forma solidaria e ilimitada.
TRABAJOS DEL SOCIO INDUSTRIAL QUE NO SEAN DEL OBJETO SOCIAL

Para el cumplimiento de objeto social, tal vez es requerido que se realicen trabajos por parte de
los socios, que no fueron incluidos en el contrato social como aporte societario. Dichas labores
pueden ser desempeñadas por socios de cualquiera de las dos categorias.
Por trabajos de esta categoría se podrá acordar entre la sociedad y el que realizara la labor, una
remuneración que este conforme a la naturaleza de la misma.

UTILIDADES Y PÉRDIDAS
Las sociedades comerciales tienden a la generación de ganancias para sus socios.
Todos y cada uno de los que conforman la sociedad en la calidad de socios tienen derecho a
participar de las utilidades, las que estarán conforme a los aportes realizados para la sociedad. Es
decir, los mismos son proporcionales al valor de lo que haya entregado a la sociedad, ya sea capital
o trabajo.
En el contrato debe preverse la forma de distribución de utilidades y en el caso de que se haya
omitido indicar como percibirán la proporción de las utilidades, a estos les corresponderá, una
participación proporcional que será computada teniendo como parámetro la proporción de su aporte
respecto del capital social.
En el supuesto de que no se haya dejado constancia del la valoración de bienes en el contrato
social, para poder aplicar lo dicho anteriormente, la ley soluciona la cuestión, señalando que la
participación en las utilidades serán igualdad de partes. Si la omisión se produjo respecto de alguno
de los socios, éste tendrá una participación igual en las utilidades a la del socio que tenga derecho al
menor beneficio.
En relación a las pérdidas, si nada se hubiera convenido, se dividirán conforme a las cuotas de
cada socio en las ganancias.

APLICACIÓN SUPLETORIA
El Artículo 20 de la ley 117 establece que a este tipo de sociedades, les son aplicables las
normas del Libro III, Título II, Capítulo XI, Sección I, del Código Civil, en cuanto sean
compatibles con las disposiciones de esta Ley, es decir las normas que regulan disposiciones
generales sobre las sociedades. Las mismas serán utilizadas para situaciones no previstas en esta
ley.

SOCIEDAD DE RESPONSABILIDAD LIMITADA.


NOCIÓN.

Este tipo de sociedad al ser analizada tiene algunos condimentos de sociedades personales y
otros de sociedades de capital. Tiene la estructura personalista de la sociedad colectiva, pero sin
la extensión de responsabilidad de la misma, similar en esto las sociedades anónimas, que son
limitadas.
Con la S.R.L. se buscó sacarse de encima la responsabilidad de las sociedades colectivas y a
su vez tener una estructura menos rígida que la de las Sociedades Anónimas.
Según Maradiaga, Roberto, en obra “tratado de sociedades mercantiles, el inicio de esta
sociedad se encuentra en Inglaterra, como consecuencia de la Experiencia de la Private
Company que era una sociedad anónima con un número máximo de socios, en la que se
estableció una prohibición de transferir sus acciones ni cederse las partes sociales.
Existen dos elementos que ayudaron a que este tipo societario se difundiera, una era la
intención de que la responsabilidad societaria no se extienda mas allá del patrimonio social
aportado para la asunción de obligaciones de la sociedad. El segundo elemento, estaba dado en
la voluntad de evitar la complejidad estructural de la sociedad anónima.

CONCEPTO
Es posible entenderla solo a través de la enumeración de sus principales caracteres, por tanto
la Sociedad de Responsabilidad Limitada es aquella sociedad comercial que gira bajo una
denominación social y con un capital mínimo formado por cuotas, de participación de
circulación restringida, que limitan la responsabilidad de los socios al valor de las mismas.

CARACTERES:
a) Socios limitan responsabilidad al monto de su aporte.
b) Numero de socios reducido (no mas de 25).
c) Capital se divide en cuotas, que no estan representadas en títulos negociables.
d) No existe libre transmisibilidad de las partes sociales.
e) Posee denominación social (nombre sumado a las siglas S.R.L. o frase Sociedad de
Responsabilidad Limitada).
f) Suscripción total del capital al formarse la sociedad
g) No tiene limitación de capital mínimo.
h) Prohibición de suscripción publica.
i) Simplicidad de constitución.
j) Administración y representación mas sencilla que una S.A..
k) Fiscalización indirecta es optativa.

CONSTITUCION
Para que la sociedad de Responsabilidad Limitada pueda constituirse tiene que cumplirse
una serie de pasos.
En primer lugar, se ha establecido en la ley que, el contrato social deberá extenderse en
escritura pública.
Se tiene que hacer en acto único ya que no puede ser aplicado el método de suscripción
publica, pues este es privativo de las sociedades anónimas.
La escritura publica que contendrá los siguientes ítems:
a) Datos de los socios (nombres, dirección, etc.)
b) Denominación y domicilio social
c) Plazo de duración
d) Objeto social
e) Capital
f) Aportes - Cuotas
g) Gerentes (datos de los mismos)
h) Forma de administración y fiscalización
i) Bases de confección de balance para distribución de utilidades y perdidas
j) Cesion de cuotas

Cabe resaltar que en dicho acto de constitución, debe suscribirse la totalidad del capital que
será aportado e integrarse los bienes en especie en su totalidad y en dinerario en un cincuenta
por ciento por lo menos.
Posteriormente se presentara un pedido de reconocimiento al Juez, quien analizará la
formalización del acto constitutivo y determinara: a) Si se encuentra reunidas las condiciones
para su válida constitución; b) Si las personas son capaces; c) si escritura esta completa en
cuanto al contenido referido mas arriba; y d) Si las cláusulas del contrato no contraviene
ninguna norma.
Posteriormente a ese análisis formal, ordenará la Inscripción en el Registro correspondiente
(Registro Publico de Comercio y Registro de Personas jurídicas), para que posteriormente
disponga la publicación de un extracto del acto constitutivo.

DENOMINACIÓN.
Los socios tienen la posibilidad, a los efectos de la individualización de la sociedad, de
utilizar la designación que crean mas conveniente, por lo que no existe restricción alguna para la
adopción del nombre que identificará a la sociedad.
Puede ser utilizada una palabra que no necesariamente exista en el vocabulario castellano,
que provenga solo de la imaginación.
A dicha designación debe ser agregado la frase “SOCIEDAD DE RESPONSABILIDAD
LIMITADA” o sus siglas S.R.L.
La omisión en cualquier acto de señalar, en relación a la designación societaria la expresión
o sigla apuntada, tendrá como consecuencia la responsabilidad solidaria e ilimitada del Gerente
por realizar actos de esa manera

NUMERO DE SOCIOS:
Como esta sociedad es producto de un contrato, no se admite en la actualidad, en nuestra
legislación, una sociedad con un numero menor socios a dos. Nuestra ley también se encarga,
respecto de este tipo societario de poner un tope máximo de socios, prescribiendo que la S.R.L.
no podrá tener mas de veinticinco socios.
El porque de este límite, tiene que ver con la intención de que no se pierda el rasgo
personalista de esta sociedad, fundado en el conocimiento de todos los socios y confianza entre
los mismos. Mas personas se piensa que desdibujaría el ambito de conocimiento personal que
caracteriza a esta sociedad

OBJETO SOCIAL. OPERACIONES PROHIBIDAS.


La sociedad puede dedicarse a cualquier actividad comercial, siempre y cuando los mismos
no tengan que tener, conforme a la ley, una forma societaria determinada.
En el caso de las Sociedades de Responsabilidad Limitada, se encuentra regulada una norma
que expresamente prohíbe la realización de algunas operaciones, enfatizando lo anteriormente
señalado y es asi que las S.R.L. tienen prohibido realizar operaciones:
• Bancarias
• Seguros
• Capitalización
• Ahorro
• Cualquier otro actividad que exija otro tipo social

CAPITAL SOCIAL: SUSCRIPCIÓN DE INTEGRACIÓN DE LOS APORTES: A) APORTES


EN DINERO; B) EN ESPECIE. PROHIBICIONES DE EMITIR TÍTULOS.
El capital social constituye el cúmulo de bienes con los cuales la sociedad afrontará las
obligaciones asumidas a los efectos de la consecución del fin social.
Esos aportes podrán deben ser entregados, según sea el caso, al momento de la
constitución de la sociedad.
Para el caso de aportes en especie, es decir, bienes que no sean dinero, los mismos deben ser
traspasados a la sociedad en su totalidad, por lo habiéndose comprometido a la entrega, por
ejemplo de un inmueble, como aporte, en el acto constitutivo debe procederse a la transmisión
del mismo a favor de la sociedad. ¿Qué tipo de bienes comprenden los aportes en especie? Los
bienes que comprenden los aportes en especie, se encuentran las cosas y bienes inmateriales.
Es así que se puede aportar como cosas, muebles e inmuebles y como bienes inmateriales,
bienes abstractos susceptibles de valor económico, tales como una marca.
Diferente es el caso de aportes en dinero, pues en ese caso el socio suscribirá su obligación
de aporte por la totalidad a la que se comprometió en el contrato, debiendo entregar en dicho
instante (constitución) al menos el cincuenta por ciento del valor suscripto, pudiendo entregar el
otro cincuenta por ciento en el plazo de dos años.
No es admisible el aporte de trabajo, en esta ni en ninguna sociedad de capital, porque de
admitirse dicha situación se estaria cambiando el tipo social, dando un aspecto de Sociedad de
Responsabilidad Limitada cuando en realidad es una sociedad de capital e industria.
La integración de los aportes se permite que se justifique al tiempo de ordenarse la
inscripción con el depósito en un banco oficial.
El interés de cada socio está dirigido en la obtención de utilidades y en la búsqueda de esta,
tiene otros subsidiarios como vos y voto en la asamblea. Para la cumplimiento justo respecto de
los estos intereses, no se puede tener otro criterio mas equitativo que el atender a la cantidad de
bienes aportados, puesto que mientras mayor sea el aporte mas beneficios obtendrá.
Para hacer mas eficiente aun este sistema, se ideo el fraccionamiento del capital social, en
partes proporcionales de dicho capital. Esta división tiene el nombre de cuotas que es parecida a
la función de las acciones de las sociedades anónimas, con la diferencia de que las cuotas no
están representados por títulos autónomos y negociables, es decir, los derechos no están
representados en un documento independiente del contrato social.
La cuota es una constancia en escritura de constitución del aporte. Se dijo que era un
instrumento que contribuiría mejor a la distribución de derechos provenientes de aportes y esto
cobra sentido cuando la ley le otorga la posibilidad de dividir el capital sobre la base de cuotas
con valor de guaraníes mil o su múltiplo.
La ley no establece una base como capital minimo, los socios tendrán como parámetro para
su establecimiento, lo que ellos entienden que necesita la sociedad para cumplir con su objeto
social.

GARANTÍA POR LOS APORTE.


Los socios deben entregar a la sociedad los bienes que se obligaron con la respectiva
suscripción. En el caso de bienes en especie, deben transferirlos todos a la sociedad y en el caso
de dinero se puede realizar de manera parcial y completarlo en el periodo establecido en la ley.
El capital social constituirá el respaldo de la sociedad frente a las obligaciones asumidas con
terceros para el cumplimiento de su objeto.
Ante la asunción de obligaciones, se hace necesario que el capital no sea ficticio, pues ello
estaria en detrimento de los terceros que contratan. Por ello es que para evitar esa situación
surgida de la imposibilidad de afrontar sus deudas por no contar con el capital al que se
comprometieron los socios, es que la ley, los hace responsables a los socios de manera ilimitada
y solidaria por la integración del capital. Esto quiere decir, que los socios responderán con su
capital personal, si no se ha integrado el capital como manda la ley.
También tendrán responsabilidad de la manera caracterizada por la efectividad y valor de los
bienes aportados, lo que implica que la valoración de bienes en especie debe ser lo mas precisa
posible, para evitar una concepción ficticia de lo que se tiene como capital, con las implicancias
que ello acarrea, por ello, si Juan Pérez desea aportar a una sociedad de responsabilidad limitada
un inmueble, al que le asigno mayor valor del que en realidad tiene, será responsable solidaria e
ilimitadamente por la sobrevaluación hecha y el perjuicio causado a terceros, que no pudieron
hacerse con su derecho, en razón de que su capital social era parcialmente ficticio, pues este
estaba inflado a raíz de la sobrevaluación del aporte de Juan.

CESIÓN DE CUOTAS
Uno de los derechos que tienen los socios, es la de decidir transferir su cuota social, ya sea
en parte o la totalidad de la misma. La transferencia de derechos se realiza con una cesión en
virtud a la prohibición que existe de que las cuotas estén representadas con títulos valores, como
lo son las acciones societarias que pueden ser transferidas, según la norma de circulación (a la
orden, al portador, nominada) por la simple entrega, por endoso o por cesión.
Las cuotas sociales solo pueden ser cedidas y para ello, el socio debe comunicar a la
sociedad que desea desprenderse de parte o la totalidad de la cuota que le corresponde, para que
la sociedad se manifieste sobre dicha intención.
Esta forma tiene dos motivos, la prohibición de representar en titulos las cuotas y la de
permitir a los otros socios que deseen tener mas participación en la sociedad.
Estos dos motivos tienen otra vez un fundamento dado en la intención de lograr una
sociedad mas personal. Esta motivación señalada adquiere mas fuerza si se tiene en cuenta la
comunicación a la sociedad, de la decisión de transferir las cuotas sociales a un tercero, dado
que esta cesión debe ser aceptada.
La cesión de cuotas, respecto de socios es libre, por lo que el socio, si quiere transferir sus
derechos societarios a otro socio tan solo debe comunicarlo a la sociedad, a los efectos de su
toma de razón.
Con respecto a la cesión de cuotas para terceros, la cuestión se hace diferente, dado que el
socio debe comunicar a la sociedad su intención de ceder y esta debe aceptarla.
Para ello la ley ha impuesto porcentajes de conformidad con la cantidad de socios que
integren la sociedad. Para la aceptación de la cesión a un tercero en una sociedad conformada
por mas de cinco socios es requerida la conformidad de los socios que representen tres cuartas
partes del capital social. En caso de que la sociedad tenga menos de cinco miembros se necesita
unanimidad.
El autor Ernesto Velásquez Guido, citando Escobar, señala que este sistema de porcentajes
establecido por la ley para la aprobación de la cesión puede resultar en ciertas situaciones
injusta. Señala como tal, el caso de que un socio sea titular de las tres cuartas partes del capital y
basta la aceptación de este, a pesar de que los otros dos o tres estén en desacuerdo en la cesión,
para que la misma se realice, o el caso contrario, que seria que un socio que tenga el veintiséis
por ciento del capital, se niegue a la cesión, para que la solicitud de cesión sea rechazada.

PROCEDIMIENTOS PARA LA CESION.


Se ha dejado establecido que la ley establece la libre cesibilidad entre socios. En cambio,
dispone un condicionamiento para la transferencia de derechos societarios a extraños, que es el
consentimiento de los socios.
Para obtener dicho consentimiento el socio debe comunicar a la sociedad su intensión de
cesión a un tercero. La sociedad tiene 15 días para expedirse, negándole o aceptando la petición.
En dicho plazo, también puede, antes de proceder a contestar su solicitud, ofrecer la adquisición
por parte de los socios de sus cuotas sociales. Si la sociedad no comunica su decisión en el plazo
señalado, se entiende que existe consentimiento por parte de los socios.
En caso de negativa de la sociedad para la cesión de cuotas a un tercero, el cedente puede el
socio recurrir al Juez del domicilio social para solicitar que este disponga la autorización de la
cesión.
El Juez sumariamente, con audiencia del socio o socios que se opusieron, decidirá sobre
cesión y autorizarla si no existe justa causa. Como la demanda estará dirigida contra la sociedad,
debía ser el representante social, quien intervenga en el juicio y la audiencia respectiva, para
explicar el motivo de la negativa de la sociedad, y no los socios opositores, porque la negativa
es societaria una vez emitida y no del socio.
Lo que se podría entender, en cuanto a que la audiencia se realice con el opositor y no con el
gerente de la sociedad, es que el legislador entendió podría darse el caso de que este (gerente)
sea el socio que desee la cesión y entonces y por ello no debería ser él el que exponga los
motivos del rechazo, entonces pensó mas oportuno que se lo realice directamente el socio
opositor. Debe señalarse que esta es una excepción, y que no puede, si fuere el motivo,
constituirse en regla.
Entonces, la ley debía mandar que ser realice con el gerente y que en caso de que este este
imposibilitado, por ser este el cedente, otro representante si lo hubiera y por ultimo, el socio
opositor.
Si el Juez resuelve autorizar la cesión, los socios tendrán derecho de preferencia para la
compra de la cuota que se quiere transferir, que deberá ser ejercido dentro de los 10 días de que
la sentencia haya quedado firme. Si mas de uno quiere comprar, la cuota se prorrateará y en caso
de imposibilidad de dividirlo entre los interesados, se distribuirán por sorteo.
En caso de que no lo quieran los socios individualmente, existe la posibilidad de que la
Sociedad adquiera las cuotas con utilidades liquidas o reduciendo capital, debiendo aplicarse la
solución dispuesta para las sociedades anónimas en el caso de adquisición de acciones por parte
de sociedad, la cual es que los derechos que otorgan dichas acciones queden en suspenso
mientras pertenezcan a la sociedad.
Entonces, de aplicarse esta regla, los derechos pertenecientes a las cuotas cedidas estarán
suspendidas, es decir no podrá utilizarse el derecho a voz y voto, ni a dividendos, etc. ¿Cuál es
el objetivo de la adquisición de cuotas por parte de la sociedad si los derechos van a estar
suspendidos? El fin es mantener la sociedad cerrada a terceros que los socios no estén
convencidos en cuanto a su ingreso a la sociedad.

IMPUGNACION DEL VALOR DE LA CUOTA


Los socios o la sociedad adquirentes de cuotas, en caso de que hayan ejercido su derecho de
preferencia, podrán impugnar el valor de cuotas en oferta.
Para poder cuestionar el valor de las cuotas el Socio o la S.R.L. deberá demandar ante el
Juez del domicilio social la impugnación de la cuota, señalando el verdadero valor. Ante la falta
de allanamiento del cedente en cuanto al valor propuesto por el socio o sociedad impuntante, se
realizará pericia judicial, El Juez declarará como valor el resultado de la pericia, si no hubiere
allanamiento.
Ese monto de la pericia, declarado por el Juez será obligatorio, salvo que el resultado que
arroje la pericia sea superior al valor pretendido por cedente o inferior al ofertado por
comprador.

REGLAMENTACION CONTRACTUAL
No obstante la normativa señalada en los puntos anteriores, que tienen por objeto reglar los
casos de cesión de cuotas, en atención a la fuente contractual de la sociedad, las partes pueden
disponer sistemas de solución de cuestiones societarias, siempre y cuando la forma en que lo
hagan, no sea contraria a la naturaleza de la sociedad ni a la ley.
Por dicha razón, es que la ley admite que los socios, en el contrato social, incluyan cláusulas
que diriman cuestiones que hacen a la cesión de cuotas, en cuanto a su cesibilidad (no pueden
prohibir la cesión) y procedimiento, respetando siempre los principios de libertad de cesión
entre socios y restricción, aunque no imposibilidad, respecto de terceros.
También podrán acordar sobre el método de fijación de precio de las cuotas.

TRANSFERENCIA POR CAUSA DE MUERTE.


Como consecuencia de la muerte de un socio, surge la siguiente pregunta: ¿Qué ocurre con
su cuota social?
En dicho caso se tiene dos posibilidades, que se haya previsto la transferencia de derechos a
los herederos o que no se lo reglamentara en el contrato.
Para el caso de que no se haya previsto en el contrato social la posibilidad de que los
herederos ingresen a la sociedad supliendo al fallecido, estos deberán ceder sus derechos que le
son reconocidos como consecuencia de la sucesión, pues, estos son continuadores del causante.
Tienen que ceder, porque los socios, con dicha omisión, han demostrado su desinterés por
socios que le son impuestos a causa de la sucesión, y solo admiten a otras personas ellas
entiendan que pueden ser parte de esta organización.
Para la transmisión de derechos se aplicará las normas de cesión convencional, que es libre
respecto de otros socios y restringida respecto de extraños, conforme al procedimiento apuntado
mas arriba.
Si contrato social prevé que, en caso de muerte de un socio, podrán incorporarse sus
herederos, esta cláusula se hace obligatoria para los socios y el ingreso de los herederos a la
sociedad no requerirá ningún otro requisito más que la acreditación del estatus de heredero, es
decir, los demás socios no podrán oponerse a dicha incorporación, salvo que exista algún
cuestionamiento sobre el derecho hereditario de aquel que quiera hacerlo valer en la sociedad.
La acreditación de la calidad de heredero será consecuencia de la declaratoria de heredero
dispuesta en el juicio ab intestato o aprobación del testamento, si se hubiere sucedido a través de
este medio.
Pero, ¿que ocurre, si los socios no previeron la continuación con los herederos y estos
desean ingresar como socios?. Deben necesariamente transferir, se debe entender que los socios
al no prever en el contrato social, están negándose a dicha situación. Ahora bien si los socios,
desean también el ingreso de los herederos, no debe haber inconvenientes para ello, pues todas
las partes estan de acuerdo y por ende, solo deberá tomarse razón de ello.

COPROPIEDAD DE LAS CUOTAS.


Puede darse el caso de que respecto de una cuota social, no sea una persona la única titular
de la misma, por lo que se despliega la posibilidad de copropiedad de cuotas.
Ello puede tener diferentes causas, como seria el caso de se haya aportado un bien que sean
titules dos o mas personas que aspiran a ser socios, por ejemplo una casa cuyos dueños son el
marido y la mujer y ambos entregan como aporte dicho inmueble y resulta que el valor del
mismo, arroja cinco cuotas, esta numero impar de cuotas no permite la división en partes iguales
entre estos socios, por lo que una de ellas tendrá que estar bajo el régimen de copropiedad.
También se da para el caso de cesión por causa de muerte, en el que la herencia se mantiene
en estado de indivisión, entonces los herederos de la o las cuotas pertenecientes a su causante,
en copropiedad.
Para el caso de que, respecto de una cuota, varias personas sean titulares de los derechos que
implica su propiedad, se aplicaran las reglas de copropiedad de acciones y entonces, deberá
ejercitarse los derechos por medio de un representante único que designen a tal efecto.

USUFRUCTO, PRENDA Y MEDIDAS CAUTELARES.


Debe convenirse que las cuotas pueden ser objeto las figuras jurídicas señaladas en el
epígrafe. El socio, puede dar en usufructo sus cuotas sociales, con lo cual permite al
usufructuario percibir los frutos civiles que arroje la cuota, es decir, percibir las ganancias.
Este derecho de recibir ganancias no incluye (Art. 1067 del C.C.) aquellas ganancias que
hayan pasado a reserva o fueron capitalizadas. Se entiende que dentro de ese derecho de percibir
ganancias no puede ser encuadrada las ganancias destinadas a la constitución de reservas. No es
posible además, que perciban las ganancias capitalizadas, es decir aquellas destinadas a cumplir
con la obligación de integración del capital. Por tanto, el usufructuario solo recibira ganancias, si
la sociedad establece el pago en efectivo de las mismas.
Con respecto a la prenda, esta es un derecho real que puede afectar a la cuota social. En caso
de que se constituya una prenda respecto de cuotas sociales, la prenda será sin desplazamiento,
por tanto, una prenda con registro. Esto tiene que ver con la naturaleza de la cuota, pues la
misma no esta representada en títulos y ello hace imposible su traspaso al acreedor prendario.
Este ultimo solo puede lograr la inscripción en el Registro respectivo de la prenda. El acreedor
en virtud de su prenda no puede hacerse directamente con las ganancias, estas deben ser
percibidas por el socio.
Al embargo le son aplicables las mismas consideraciones mencionadas para la prenda, a
pesar de la diferencia entre la naturaleza entre prenda y embargo, el efecto que ambas figuras
producen es el mismo.

DIRECCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA SOCIEDAD.


Debe recordarse que en toda sociedad se hace necesaria la vinculación de la misma con
terceros, con motivo del cumplimiento del objeto social.
Para ello, se sirve del órgano administrativo y de representación, a quien corresponde la
ejecución de los actos internos (administración) y externos (representación), dispuestos por los
socios en asamblea o que tengan que ver directamente con la naturaleza del negocio societario.
En la sociedad de Responsabilidad Limitada, estos administradores son designados
gerentes. Cabe aclarar que no deben ser confundidos con los gerentes de las sociedades
anónimas, dado que estos están por debajo de los Directores, es decir son órganos secundarios
de dicha sociedad, mientras que los gerentes son los principales, puesto que son los encargados
de la ejecución de la gestión de negocios societarios.
El Art. 1174 señala: “La dirección, administración y representación de la sociedad,
corresponde a uno o mas gerentes, socios o no, los que tienen los mismos derechos y
obligaciones de los directores de la sociedad anónima, sin limitación en cuanto a tiempo durante
el cual desempeña sus funciones. Si fueren varios, se aplicarán las disposiciones sobre el
funcionamiento del directorio de la sociedad anónima”.

DESIGNACION
Los gerentes deberán ser nombrados en el contrato social asi como su organización. Sin bien
es cierto que en el Código Civil, en la parte que regula esta sociedad en particular, no hace
referencia al contenido del contrato social, este no puede ser diferente respecto de las demas, en
lo que se refiere a la necesariedad de designar en el contrato a los gerentes, ya que desde el
inicio de sus actividades resulta imprescindible saber quien maneja los hilos de la sociedad.
No obstante lo señalado, algunos doctrinarios sostienen que si bien es cierto, resulta
obligatoria estatuir en el contrato social la gerencia, ello se puede hacer en abstracto, es decir,
entienden que no es forzosa, ni condición ineludible la designación en el contrato de la persona
que ejercerá el cargo de gerente, elección que posible en acto posterior. En la teoría parece
posible, pero en la práctica sabemos que se necesita de una persona física de forma ineludible
para realizar actos en nombre de la sociedad desde un principio, es decir representarla, si lo hace
cualquier socio, se tiene el problema que, para la validez del acto (dado que no tiene poder
suficiente), la asamblea tiene que ratificar el acto, volviéndose todo muy enmarañado.
El órgano societario para designar gerentes, en acto posterior es la reunión o asamblea de
socios.

NUMERO DE MIEMBROS
La gerencia puede estar compuesta por uno o mas Gerentes, es decir, puede ser unipersonal
o colegiado. También podrán nombrarse uno o mas suplentes.

REQUISITOS Y FUNCIONAMIENTO
Los nombrados en calidad de gerentes pueden ser socios o no de la S.R.L., por lo que no se
hace relevante para acceder al cargo, el ser socio, sino que lo importa son las cualidades
personales para el ejercicio del cargo.
Se aplica lo dispuesto para los directores de sociedades anónimas sobre las
incompatibilidades e inhabilidades para el ejercicio del cargo. Se puede agregar a ello, que los
gerentes deben ser mayores de edad y estar habilitados para el ejercicio del comercio.
En relación a su forma de actuación, en el caso de que sea plural, el contrato deberá
establecer la manera en que podrán intervenir. Tendrá que determinar si es colegiada o
diferenciada, entendiéndose esto ultimo, en el caso de que no se haya establecido expresamente
la actuación colegiada los gerentes.

DURACIÓN
El Código Civil realiza una diferenciación respecto de los directores de sociedades
anónimas, en cuanto a la durabilidad en el ejercicio de sus funciones. Señala que los gerentes no
tienen limitación en cuanto al tiempo de desempeño de sus funciones, es así que no tienen una
restricción en cuanto al tiempo que pueden durar en sus funciones como si lo tienen los
directores de sociedades anónimas.
La no limitación legal en relación al plazo de ejercicio de la funciones del generen no quiere
decir que la misma no pueda ser temporal. Los socios pueden determinar en el contrato social
periodos de tiempo en relación a la duración en el cargo de los directores.
No obstante la posibilidad de que el gerente sea nombrado por tiempo indeterminado o de
forma temporal, no quiere decir ello que los socios, en cualquier momento y por causas
justificadas no puedan revocarles el poder.

ATRIBUCIONES, DEBERES Y OBLIGACIONES


En lo que se refiere a sus atribuciones, los mismos estan sustentados nada mas que en la
naturaleza del objeto social, por lo que el gerente podrá realizar todas las operaciones que sean
inherente al giro de la sociedad.
Se hace aplicable lo señalado en lo que se refiere a administración social en general. Tiene
como limites para sus actividades las prohibiciones que establezcan la ley y los estatutos.
En este caso, el Código en cuanto a sus derechos y obligaciones los asimila a los que los
directores de las sociedades anónimas.
En cuanto a sus deberes debe el mismo adecuar su conducta a los principios de lealtad y
diligencia ya estudiados.
En lo que se refiere a su responsabilidad se aplica lo dispuesto en dicho sentido en las
sociedades en general. Es decir, los mismos tienen responsabilidad solidaria en el cumplimiento
de su mandato.

DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS SOCIOS.


Los socios cuentan con numerosos derechos, entre estos podemos citar los principales:
A) Derecho participar en la distribución de las utilidades.
B) Derecho a participar en las deliberaciones sociales y a voto
C) Derecho a ser designado gerente o fiscalizador.
D) Derecho a fiscalizar de manera directa la sociedad (derecho a la información)
E) Derecho a la conservación del estatus de socio
F) Derecho a ceder su cuota.

Como obligaciones podemos referir las siguientes:


A) Obligación de integrar su aporte
B) Obligación de participar en las deliberaciones sociales
C) Obligación de mantenerse en la sociedad, salvo causas justificadas.

GOBIERNO
Las líneas de conducción de la sociedad las delimita la reunión o asamblea de socios. La
forma en que lo harán (convocación y quórum) podrá estar establecida en el contrato social.
Para el caso de que se haya omitido dicha cuestión, deberá estarse, en lo que fuera
pertinente, a lo dispuesto para las asambleas de las sociedades anónimas, dado que no se
aplicará cuestiones, como deposito de acciones o quórum diferenciado, según el tipo de
asamblea, dado que en la S.R.L., no existe diferenciación de asambleas según su competencia
como lo hace la ley respecto de la sociedad anónima.
Las decisiones que tengan que ver con el cambio de objeto, transformación, fusión y otra
modificación del contrato social que implique mayor responsabilidad para los socios, requerirán
la conformidad de todos y cada uno de los socios, mientras que los demás temas serán decididos
por mayoría de capital. Lo cual implica que si uno de los socios tiene el cincuenta y un por
ciento del capital social, este decidirá prácticamente sobre todo lo atinente a la sociedad,
cuestión que resulta injusta.

FISCALIZACION
Independientemente del derecho que tienen los socios de fiscalizar la sociedad, pueden
estos acordar el establecimiento de un órgano que cumplirá específicamente con la función de
contralor, el cual estará compuesto por uno o más síndicos.
Este órgano social es entonces de carácter facultativo, y si los socios deciden instaurarlo
deberán hacerlo en el contrato social.
De lo dicho mas arriba se desprende que el órgano puede ser unipersonal o plural, dejando
abierta, además, la posibilidad de que se opte para el cargo por un socio o por otro que no lo es.
En cuanto a su funcionamiento se estará a lo dispuesto para la sindicatura de las sociedades
anónimas, debiendo aclararse que, a diferencia de esta, el órgano de control en la sociedad de
responsabilidad limitada, no esta regida por un plazo legal, lo que no obsta a que se lo haga por
los socios en el contrato social.

SOCIEDADES ACCIDENTALES.
En el sistema juridico paraguayo no se encuentra regulada esta figura, no obstante la
doctrina realiza una caracterización de la misma, dada la posibilidad de que se haga viable en la
realidad, es mas, en otros Estados, dada esa posibilidad, lo han reglado.
Tal es el caso de la Argentina, que ha regulado esta figura por ley 19550, donde fue
caracterizada como anómala, accidental o en participación, dado que carece de personalidad
jurídica. Esta fue denominada como sociedad accidental o en participación.
A nuestros fines nos apoyaremos en el estudio realizado por los doctrinarios del país vecino,
para poder caracterizar esta figura.
Farina, Juan, citado por Carlos Gilberto Villegas, en su obra, Derecho de las Sociedades
Comerciales, pag. 305, señala que los términos “accidental” y “participación” utilizados para
designar a esta sociedad, es errónea en la forma utilizada dado, que para dicho autor, no son
sinónimos, ni equivalentes.
Sostiene que hay sociedad en participación cuando dos o mas personas mediante aportes
destinados a constituir un fondo común, en virtud de un acuerdo privado que no trasciende a
terceros, encomiendan a uno de ellos, llamado socio gestor, la aplicación de ese fondo común a
una actividad económica para dividirse entre sí las ganancias o soportar las perdidas.
En cambio, agrega, la sociedad accidental es aquella que se constituye para una o mas
operaciones determinadas y transitorias, de modo que concluidas dichas operaciones la sociedad
se disuelve. Concluye su análisis señalando que, para la ley argentina señalada, que se trata de
dos figuras interdependientes.
Señala Carlos Villegas, que dentro del sistema normativo argentino, no es una sociedad
comercial, por que le faltan elementos esenciales para ser considerada como tal, apuntando a los
de publicidad e inscripción de manera especifica. Este autor, entiende, que al no poder ser
considerada sociedad, debe ser entendida como contrato bilateral, que da origen a una
asociación, pudiendo ser comercial o civil, según el tipo de actos que realice.
Ahora bien, esta conclusión (entendida como asociación) no se podría aplicar en el caso de
Paraguay, dado que estas son solo civiles.
Si entiendo que podría considerarse como contrato bilateral, para la realización de actos
específicos, pero no para formar una sociedad o asociación, porque no tiene los elementos para
que ello ocurra.

CARACTERES
Villegas, Carlos, ha deslizado las siguientes notas características de este tipo de sociedades,
señalando las siguientes:
a) Es una sociedad oculta, dado que solo existe para los socios y los bienes son
puestos a nombre de un gestor
b) Transitoria, en razón de que se constituye para la realización de determinados
actos.
c) No es sujeto de derecho, dado que no se inscribe en el Registro y no tiene
patrimonio propio
d) Carece de denominación social, dado que permanece oculta
NATURALEZA JURÍDICA.
No puede ser considerada a la sociedad accidental, a pesar de su nombre, como sociedad,
dado que le faltan elementos esenciales de tal.
Dado que existe acuerdo para la realización de actos determinados y transitorios, el mismo
puede ser caracterizado tan solo como contrato bilateral.

OBJETO
El objeto societario, conforme a la ley argentina, tomada como parámetro para el análisis de
esta figura, en una o mas operaciones determinadas y transitorias.
Farina señala que no obstante el acto o actos a ser realizados sean determinados, los mismos
no pueden ser de larga duración, sino que debe tratarse de operaciones a realizarse en tiempo
breve.

PROPIEDAD DE LOS APORTES


Para el sistema argentino, el sistema se sustenta en acumulación de bienes entregados a un
gestor para la realización de uno o más operaciones. Dichos bienes formaran un fondo común
cuyo titular será el denominado gestor, pues a este le trasferirán en propiedad de los mismos
para la realización del encargo.

ADMINISTRACIÓN

El socio gestor, a quien le transfieren en propiedad los bienes, es el encargado de


administrarlos, a los efectos de la realización de los actos para los cuales se otorgaron los bienes.
Este socio no podría ser equiparado con los directores y administradores de sociedades, dado
que estos realizan actos en nombre de la sociedad, mientras que el socio gestor lo realiza en
nombre propio, dado que él es el único que figura como titular de dichos bienes.

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN.

En cuanto a las causales de disolución de la sociedad accidental, la norma de referencia


analizada (argentina), refiere como tales las siguientes:
a) Decisión de los socios
b) Vencimiento plazo por el cual se constituyó. Villegas sostiene al repecto que no
correspoden, dado que estas sociedades no tienen duración.
c) Consecución del objeto.
d) Perdida del capital social. El referido autor, señala que tampoco es de aplicación dado
que no tiene capital social.
e) Declaración de quiebra. Este debe ser, como lo sostiene la doctrina, del socio gestor,
pues entienden, que la disolución no es el efecto de la muerte de un socio no gestor.
Se enumeran otras causales, que serian aplicables a las sociedades comerciales, no asi a las
accidentales, tales como fusión, reducción de numero de socios, retiro de autorización para
funcionar, dado el carácter oculto de las sociedad o por que figura un solo socio.
En cuanto a la liquidación, el sistema argentino, consagra que el mismo debe realizarse por
medio de una rendición de cuentas por parte socio gestor, a aquellos que le transfirieron bienes.
Bibliografía:

• CODIGO CIVIL PARAGUAYO


• CODIGO DE COMERCIO DE LA REPUBLICA DEL PARAGUAY
• ARGAÑA, Luis A., “Tratado de Derecho Mercantil”. Ed. El Foro. Asunción. 1983
• HALPERIN, I “Sociedades comerciales. Parte General” Ed. de Palma. Bs. As.
• MASCHERONI, Fernando, “Sociedades Anónimas” Ed. Universitaria. Bs. As. 1993
• MASCHERONI, Fernando, “Manual de Sociedades Civiles y Comerciales” Ed.
Universitaria. Bs. As. 1994
• VILLEGAS, Carlos, “Derecho de las Sociedades Comerciales”. Ed. Abelardo Perrot.
Bs. As. 1992
• BRUNETI, A. “Tratado del derecho de las sociedades”. Ed. Uteha. Bs. As.
• CABANELLAS, G. y ALCALA-ZAMORA, L. “Diccionario enciclopedico de derecho
usual”. Ed. Eliasta.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto, “Manual de Derecho Societario” Ed. Intercontinental.
2000
• MARADIAGA, Jorge Roberto, “Tratado de Sociedades Mercantiles” Ed, Universitaria.
Tegucigalpa. 2002

Currículo del Autor:

Abogado, Profesor de las Cátedras Derecho Mercantil 1 y 2 de la Facultad de Derecho de la


Universidad Católica de Asunción. Auxiliar de cátedra de la materia Mercantil 2 en la Facultad
de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción, Filial Caacupe
CAPÍTULO XXI

SOCIEDAD ANÓNIMA

1. Antecedentes históricos. Concepto. Ventajas. Importancia. Caracteres.


Denominaciones. Constitución y forma general establecidas en los Arts. 1050 y 1051
del C.C. Responsabilidad de sus autoridades. 2. De la suscripción por acto único.
Requisitos. Trámites. 3. De la suscripción mediante suscripción pública. Promotores
y fundadores. El programa: contenido, la suscripción. Obligaciones de los promotores.
Asamblea Constitutiva: orden del día. Decisiones: Mayoría necesaria. 4.
Responsabilidad de los fundadores y promotores. Beneficio de los promotores y
fundadores. 5. Aportes. Aportes en dinero y bienes que no son dinero. Valor.
Antecedentes que lo justifican. Disposiciones que lo reglan.

a) Antecedentes históricos

Los precedentes más aceptados de las sociedades por acciones los constituyen por un
lado el Banco de San Giorgio, de Génova (siglo XIV), en el cual hallamos
particularidades tales como la representación de los aportes por medio de títulos
representativos similares a las acciones como las conocemos hoy día.

Asimismo, las compañías de las Indias (a comienzos del siglo XVIII), coincidentemente
con la primera explosión capitalista y expansión colonialista, han marcado un hito
histórico importante.

Estas compañías tuvieron necesidad de grandes capitales y fueron contemporáneas de la


primera revolución comercial: la primera manifestación de grandes empresas,
constituyéndose las mismas en antecedentes de la moderna sociedad anónima que
conocemos en la actualidad.

Las compañías de las Indias incorporan algunos caracteres propios de la sociedad


anónima:

a) responsabilidad limitada de los socios en relación al aporte (el privilegio era


justificado por la explotación riesgosa);

b) el capital se divide en títulos que a su vez son constitutivos del derecho del socio. La
acción es el instrumento que sirvió a los comerciantes para incorporar los recursos de
los terratenientes.

En el siglo XIX el maquinismo y la revolución industrial produjeron una profunda


transformación económica. Unido a ello la ideología liberal de la revolución (el laissez
faire o laissez passer) provocó el auge del capitalismo industrial y financiero.

El instrumento jurídico predilecto del capitalismo fue la sociedad por acciones. Se


necesitaron por primera vez grandes capitales para las empresas. La sociedad por
acciones permitió colectarlos y concentrarlos para obtener un fin económico.
La concepción capitalista de las sociedades por acciones alcanza su máximo apogeo
hacia principios del siglo XX. En este periodo el capital lo es todo, al extremo de
haberse podido afirmar que la sociedad por acciones es simplemente un capital dotado
de personalidad jurídica. Es una concepción radical–capitalista de la sociedad por
acciones1.

Producida la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se inicia la transformación,


consecuencia de las conmociones políticas y sociales, y principalmente por las
reivindicaciones de los movimientos obreros europeos.

Sobre la estructura jurídica de la sociedad hacen sentir su peso y su fuerza las


reivindicaciones del trabajo, en detrimento de las ventajas que tradicionalmente
correspondían al capital. El Estado expropia sociedades anónimas (sustitución del
capital público al privado). Se concede a los obreros participación en los beneficios de
la sociedad hasta el momento atribuido exclusivamente a los accionistas (aportantes del
capital). A los representantes de los obreros se les permite formar parte de los órganos
de dirección, cosa que anteriormente se entendía como un derecho reservado
exclusivamente a los accionistas.

Estas reivindicaciones y transformaciones han permitido afirmar (cosa discutible) que


se ha iniciado el proceso de “socialización” de la sociedad por acciones.

Este tipo de sociedad ya no es instrumento jurídico al servicio exclusivo del sistema


capitalista. El Estado y otros entes de derecho público recurren frecuentemente a la
sociedad anónima para dotar de vestidura jurídica a empresas que se crean para alcanzar
fines de orden o interés general. Vedel ha podido decir que el “Estado no solo expropia
al capital sus empresas, sino también sus métodos”2.

Concepto

La Sociedad por Acciones puede definirse como la “sociedad de naturaleza mercantil,


cualquiera que sea su objeto, cuyo capital (integrado por las aportaciones de los socios)
está dividido en acciones transmisibles que atribuyen a su titular la condición de socio,
el cual disfruta del beneficio de la responsabilidad limitada frente a la sociedad y no
responde personalmente de las deudas sociales3.

Art. 959 del Código Civil: “Por el contrato de sociedad dos o más personas, creando un
sujeto de derecho, se obligan a realizar aportes para producir bienes y servicios en
forma organizada, participando de los beneficios y soportando las pérdidas”.

Ventajas. Importancia

Consideramos que la sociedad anónima es el medio perfecto y quizás único para lograr
la formación de grandes capitales, a fin de implementar, bajo un régimen de garantía y
responsabilidad, el desenvolvimiento adecuado para una explotación racionalizada e
inspiradora de confianza a los socios y terceros.

1
BROSETA PONT, M., Manual de Derecho Mercantil, 2ª ed., Tecno, Madrid, 1974, p. 188.
2
BROSETA PONT, M., Manual de Derecho Mercantil, 2ª ed., Tecno, Madrid, 1974, p. 189.
3
BROSETA PONT, M., Manual de Derecho Mercantil, 2ª ed., Tecno, Madrid, 1974, p. 192.
La división del capital en acciones de relativo bajo valor ha permitido acceder a ella a
grandes masas de personas, democratizando el capitalismo y constituyéndose en un
propulsor de la integración y la paz social. El dinamismo impreso en la conformación y
circulación del capital, el gobierno colectivo, la administración responsable, así como el
control y la fiscalización de su funcionamiento y resultados, la han convertido en la
preferida para los grandes emprendimientos, que a más de seguridad, también persiguen
ganancias, ya sea mediante dividendos o la negociación de las acciones en los mercados
de valores4.

Caracteres

a) Limitación de la responsabilidad de los socios.


b) División del capital en acciones de igual valor.
c) Carácter “intuitu rei”.
d) Ausencia de razón social.
e) Denominación.
f) Gobierno, administración y fiscalización por órganos creados por los estatutos.
g) Libre cesibilidad y transferencia de acciones.

Denominación

La denominación de la sociedad es un requisito importante porque provee la


identificación plena del ente, circunstancia de especial relevancia para su
funcionamiento, en interés de los socios, los terceros y los órganos jurídicos en general.
En materia comercial la individualización de los comerciantes adquiere un valor
extraordinario, casi preponderante, sobre todo en un mundo en que la publicidad y la
competencia comercial han alcanzado límites a veces inverosímiles5.

Art. 1049 del Código Civil. “La denominación social, de cualquier modo que esté
formada, debe contener la indicación de ser sociedad anónima”.

Queda bien en claro que la expresión “de cualquier modo que esté formada”, autoriza a
utilizar ya sea nombres de fantasía, así como los nombres propios de todos, o varios de
los nombres de los socios, sean o no ellos accionistas. Lo que la ley exige
obligatoriamente es que la denominación contenga la indicación de ser sociedad
anónima, obviamente para significar a los terceros los límites de responsabilidad de los
accionistas6.

Constitución y forma general establecidas en el Art. 1050 (Modificado por Ley


388/1994 Art. 4º) y 1051 (Modificado por Ley 3228/2007 Art. 1º) del Código Civil.

Art. 1050 del Código Civil. “Las sociedades anónimas adquieren personalidad jurídica y
comienzan su existencia a partir de su inscripción en el registro de las personas jurídicas
y asociaciones creado por el Art. 345 de la Ley Nº 879/81. Deberán anotarse en el
registro la escritura pública en la que conste el acto constitutivo, los estatutos sociales y
la designación del primer directorio y del o de los primeros síndicos.

4
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 31.
5
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 42.
6
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 43.
La sociedad debe constituirse por escritura pública. El acto constitutivo indicará:

a) El nombre, nacionalidad, estado, profesión y domicilio de los socios, y el


número de acciones suscriptas por cada uno de ellos;
b) La denominación y el domicilio de la sociedad, y el de sus eventuales
sucursales, dentro o fuera de la República;
c) El objeto social7;
d) El monto del capital suscripto e integrado;
e) El valor nominal y el número de las acciones y si estas son nominativas o al
portador;
f) El valor de los bienes aportados en especie8;
g) Las normas según las cuales se deben repartir las utilidades;
h) La participación en las utilidades eventualmente concedidas a los promotores o a
los socios fundadores9;
i) El número de los administradores, y sus poderes con indicación de cuáles de
ellos tienen la representación de la sociedad; y
j) La duración de la sociedad”.

7
El objeto de la sociedad es comercial, de tal manera que el mismo no requiere ser detallado y menos aún
vanamente expuesto en los estatutos con una extensión estéril, la cual no es sino simplemente
“ejemplificativa” y no limitativa de las facultades que las mismas tienen. De este modo, manifestar que
las mismas se dedicarán a ejercer las actividades comerciales, industriales y de servicios, es más que
suficiente a la hora de establecer el objeto social de las referidas sociedades, sin perjuicio de aclarar en los
casos de sociedades con actividades reglamentadas en forma más rígida como aquellas que ejercen la
banca, finanzas, seguros, cambios, securitización, en donde es suficiente exponer que las mismas se
dedicarán a tal actividad, de conformidad - v. gr. - a la Ley que las reglamenta.
8
A los efectos de establecer el valor de los bienes integrados en las socidades de capital cerrado,
ordinariamente el valor de los bienes en especie son estimados al arbitrio de sus integrantes; no obstante
ello, los mismos tienen facultad de revisar las estimaciones efectuadas por los con-socios de conformidad
a lo previsto en el Art. 1060 del Código Civil, el cual responde en forma inmediata a las condiciones de
integración de bienes en las sociedades integradas por suscripción pública, siendo esta última considerada
emisoras de capital abierto por la Ley 1284 /1998, en su Art. 122. El interés de terceros, a partir de que
los mismos integran un proyecto y no forman parte directamente en los órganos de gobierno, halla de esta
forma una garantía en el buen desempeño de los responsables de las entidades de capital abierto.
9
El Art. 1058 del Código Civil es claro al establecer que los socios fundadores no pueden recibir ningún
beneficio que menoscabe el capital social, en el acto de la constitución o ulteriormente, sancionando con
la fulminante nulidad todo pacto en contrario.
Ahora bien, ciertamente deben existir un incentivo y una contraprestación al esfuerzo efectuado
por quienes dan origen y llevan adelante la iniciativa de un nuevo emprendimiento con los riesgos que
ello implica y de esta forma se faculta a que los fundadores reciban una participación de hasta el diez por
ciento de las utilidades; por el término de hasta diez ejercicios sociales en los que se distribuyan
beneficios.
Bajo esta consideración la Ley no establece con claridad si el referido importe del diez por ciento
se establece como un límite a ser distribuido a prorrata entre todos los socios fundadores o si el porcentaje
referido debe ser acumulativo, situación esta no razonable porque podríamos hallarnos ante una cantidad
de más de diez fundadores que lleven más de la totalidad de las utilidades, siendo la interpretación más
sensata aquella inicial.
Asimismo, el tiempo en el cual se deba iniciar el cómputo de los diez ejercicios no
necesariamente debe establecerse en el primero de ellos, dado que ordinariamente en todo proyecto o
emprendimiento se debe tener en cuenta que en forma incipiente ordinariamente el objetivo es el recupero
de la inversión, hallándose un resultado eventual luego de varios ejercicios fiscales o anuales.
Art. 1051 del Código Civil.10 “Para proceder a la constitución de una Sociedad Anónima
es necesario que se haya suscripto por entero el capital social emitido11.

Cumplidas las condiciones establecidas por la Ley para la constitución de las


Sociedades Anónimas o una Sociedad de Responsabilidad Limitada, estas deberán
presentar la documentación respectiva a la Abogacía del Tesoro, la cual expedirá el
dictamen pertinente en un plazo no mayor de ocho días hábiles para su correspondiente
inscripción en los Registros Públicos.

Formalizada la inscripción, se publicará un extracto de la constitución por el término de


tres días consecutivos en un diario de gran circulación12.

El extracto deberá contener la individualización de la escritura pública de constitución,


la denominación social, el domicilio, la duración, el objeto principal, el nombre del o de
los directores y del o de los síndicos, así como el capital suscripto e integrado de la
sociedad.

Cualquier modificación de los estatutos sociales o la disolución de la sociedad deberá


hacerse observando las mismas formalidades y procedimientos establecidos para la
constitución.

Lo establecido en el presente artículo será aplicado a las Sociedades Anónimas y a las


Sociedades de Responsabilidad Limitada”.

Responsabilidad de sus autoridades

La característica esencial de estas sociedades reside, justamente, en el hecho de que por


las obligaciones sociales responde solamente la sociedad con su patrimonio y no
responde nunca – ni siquiera con carácter subsidiario – el socio. Este último es deudor
de la sociedad y únicamente por la aportación prometida y no efectuada todavía. No

10
Con la novel modificación del mencionado Artículo de la Ley, nos hallamos ante un mayor
acercamiento a la ansiada modernización del sistema de constitución de sociedades, lo cual trae múltiples
beneficios para el comercio. Del extremo del inicio de los años noventa, en la época en que había que ser
“autorizado” por el Poder Ejecutivo para proceder a constitución de una Sociedad Anónima, hemos
pasado por una paulatina modernización del proceso de rigor, que trasladó a manos de los Jueces de
Primera Instancia en lo Civil y Comercial la gestión constitutiva de las sociedades mencionadas, hasta
llegar a dejar a cargo de la Abogacía del Tesoro la habilitación de las Sociedades Anónimas y de
Responsabilidad Limitada, evolución ésta que no termina, porque el desafío es aun mayor, debiendo
llegarse al objetivo de constituirlas en plazos aun más cortos, y con ello ser más competitivos en relación
a otros países.
11
Es errónea la expresión “capital social emitido” establecida en la ley, atento a que el capital social es el
monto establecido en un valor monetario, no siendo “emitible” dicho capital, sino que aquello que se
emite son las acciones que consisten en los títulos representativos del aporte de los socios en las
sociedades en las cuales los aportes son representados por este tipo de instrumentos.
12
La publicación prevista en el mencionado artículo de la Ley podría ser estéril, siendo la misma inútil al
momento que se desea conocer sobre la existencia, composición, y demás datos que puedan interesar a
terceros sobre una sociedad. Se halla claramente establecido en la misma norma la obligación de la
inscripción de las sociedades ante la Dirección General de los Registros Públicos, específicamente en el
Registro de Personas Jurídicas y Asociaciones, ante el cual quien legítimamente tiene interés en
informarse sobre la existencia y composición de una sociedad, puede obtener toda la información de
rigor.
existe responsabilidad ultra vires, en el sentido que los acreedores sociales no pueden
contar con la responsabilidad subsidiaria del socio”13.

Ahora bien, debemos recordar que el Art. 1111 del Código Civil nos dice que los
directores responden ilimitada y solidariamente ante la sociedad, los accionistas y los
terceros por la inejecución o mal desempeño del mandato, así como por violación de la
Ley o de los estatutos, y de cualquier otro perjuicio ocasionado por dolo, abuso de
facultades o culpa grave, exonerando de responsabilidad al director que no hubiere
participado en la deliberación o resolución, o que hubiere dejado constancia escrita de
su disconformidad y dado noticia a los síndicos antes de imputársele responsabilidad.

2. De la suscripción por acto único. Requisitos. Trámites.

Este modo de constitución de la sociedad anónima, que también se denomina


simultánea, se realiza en una sola etapa. Luego de reunidos los requisitos exigidos, se
formaliza sin más trámite su constitución ante un Escribano Público. Es la forma más
común de constitución, pues ella implica mayor rapidez, ahorrándose una serie de
formalidades que conspirarían contra la agilidad en su constitución14.

A sus requisitos y trámites hemos hecho referencia más arriba, al estudiar los Artículos
1050 y 1051 del Código Civil.

a) De la suscripción mediante suscripción pública.

También denominada sucesiva, gradual, escalonada. Nuestro Código ha preferido


denominarla “mediante suscripción pública”, siguiendo la terminología de nuestro
anteproyectista De Gásperi.

La sociedad, en este caso, no se constituye en actos de duración más o menos breves y


con un procedimiento, si se quiere, rápido, sino mediante el cumplimiento de etapas
sucesivas en las que el promotor cumple una función activa determinante.

Art. 1053 del Código Civil: “La Sociedad puede también ser constituida por medio de
suscripción pública, sobre la base de un programa que indique su objeto y el capital, las
principales disposiciones del acto constitutivo, la eventual participación que los
promotores se reservan en las utilidades y el plazo en el cual debe ser otorgado el acto
constitutivo.

El programa consignado en escritura pública deberá ser registrado y publicado por tres
veces en un diario de gran circulación.

La suscripción de las acciones debe resultar de acto público o de escritura privada


autenticada. El acto debe indicar el nombre, nacionalidad, estado, profesión y domicilio
del suscriptor, el número de las acciones a que se suscribe y la fecha de la suscripción”.

Promotores y fundadores

13
MESSINEO, F., Manual de Derecho Civil y Comercial, T.I, Ejea. Bs. As, 1979, p. 361.
14
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 39.
La promoción de un nuevo emprendimiento y su fundación son las dos etapas
incipientes de la constitución de una Sociedad Anónima por medio de la Suscripción
Pública. Con posterioridad a la vigencia de nuestro actual Código Civil, se promulga la
Ley 1284/1998 que establece que las mismas son consideradas Emisoras de Capital
Abierto, y por ello amparadas y sometidas a la mencionada Ley del Mercado de
Valores.

En opinión del Profesor Ernesto Velásquez Guido existen diferencias entre estas dos
figuras que en el antiguo Código aparecían como identificadas, pero el vigente
considera “promotor” al que planea la constitución de la sociedad tomando a su cargo la
responsabilidad de ella, ejecutando todos los procedimientos y diligencias requeridas
para el funcionamiento legal de la misma. Es el que firma el programa y toma a su
cargo, ante todo, la oferta pública de acciones, en base a las pautas programáticas, hasta
la constitución de la sociedad. El “fundador”, en cambio, es aquel que suscribe el acto
original y, como tal, goza de ciertas preferencias y en las sociedades de constitución
simultanea no solo es “firmante constituyente”, sino que debe tomar disposiciones para
finiquitar la etapa constitutiva .

El programa: contenido, la suscripción

Art. 1053 del Código Civil segundo parágrafo. “El programa consignado en escritura
pública, deberá ser registrado y publicado por tres veces en un diario de gran
circulación”.

El programa, llamado por algunos tratadistas “programa de fundación”, es un


instrumento de suma importancia, firmado por el o los promotores, que contiene una
detallada descripción de las características y modalidades de la Sociedad proyectada,
dirigida a los eventuales suscriptores que deben en señal de aceptación, firmar junto al
promotor el programa15.

Art. 1053, último parágrafo del Código Civil. “La suscripción de acciones debe resultar
de acto público o de escritura privada autenticada…”.

Como bien lo expresa Messineo: “El programa de los promotores es una oferta in
certum personam¨, una oferta pública” (no promesa como dice el Art. 1989). Por tanto,
el “acto de suscripción del tercero es 'adhesión' a un acto constitutivo; o sea que hay
asunción de promesa, a la cual va unida la obligación de aportar; por consiguiente, es
manifestación de la voluntad de convertirse en socio según el contenido del programa, o
sea, participar en la sociedad “confiriendo a ella el propio aporte”.

Asimismo, debemos recordar que el Art. 122 del la Ley 1284/1998 establece que
también serán sociedades anóminas de capital abierto aquellas constituidas mediante el
procedimiento de suscripción pública, en cuyo caso los promotores redactarán un
programa de fundación por instrumento público o privado, que se someterá a la previa
aprobación de la Comisión (entiéndase , la Comisión Nacional de Valores).
Continúa diciendo la mencionada disposición normativa: Al respecto, regirán las
disposiciones contenidas en el Código Civil y la reglamentación que dicte la Comisión.

Obligaciones de los promotores


15
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 61.
La solvencia moral y diligencia de los promotores son fundamentales cuando se trata de
constituir una sociedad anónima por suscripción pública de capital; es así que la misma
es una de las principales bases de referencia para que los terceros depositen la confianza
en el emprendimiento propuesto.

Asimismo, el Código Penal, reconoce la figura de la Promoción Fraudulenta de


Inversiones y lo establece en su Art. 191, la sanción de pena privativa de libertad o
multa a quien proporcionara datos falsos e incompletos sobre las ventajas de una
inversión, sea en folletos de propaganda o en presentaciones o resúmenes de estado
patrimonial, sea que la misma fuera administrada en nombre y por cuenta propia o en
nombre propio y por cuenta ajena, lo cual es aplicable al emprendimiento novel en la
primera hipótesis de la referida norma penal.

Art. 1056 del Código Civil. “Los promotores son solidariamente responsables ante los
terceros por las obligaciones asumidas para constituir la sociedad. La sociedad está
obligada a relevar a los promotores de las obligaciones asumidas por ellos y a
reembolsarles los gastos que hubieren hecho, siempre que hayan sido necesarios para su
constitución y aprobados por la asamblea. Si por cualquier razón la sociedad no se
constituyese, no podrán los promotores dirigirse contra los suscriptores de las acciones”.

El Artículo 1057 del Código Civil dispone: “los promotores son solidariamente
responsables para con la sociedad y los terceros:
a) Por la suscripción integral del capital social y por los desembolsos exigidos para la
constitución de la sociedad;
b) por la existencia de las aportaciones en especie, de conformidad con la declaración
jurada; y
c) por la veracidad de las comunicaciones hechas por ellos al público para la
constitución de la sociedad. Salvo la primera, que debe ser controlada por el escribano,
las otras responsabilidades están tomadas como medidas preventivas”.

Asamblea Constitutiva

La última parte del Art. 1054 del Código Civil establece: “Salvo que el programa
establezca un plazo distinto, los promotores, en los veinte días siguientes al plazo fijado
para el depósito, deben convocar a la asamblea de los suscriptores mediante
comunicaciones fehacientes que harán llegar a cada uno de ellos por lo menos diez días
antes del fijado para la asamblea, con indicación del objeto y materias de la
convocatoria”.

Orden del día. Decisiones

El Art. 1055 del Código Civil dispone: “La asamblea de suscriptores resolverá si se
constituye la sociedad, y en caso afirmativo, sobre los siguientes puntos que deben
formar parte del orden del día:

Gestión de los promotores, es decir, una evaluación del comportamiento de los


promotores como gestores de la sociedad; los promotores no podrán votar sobre este
punto”.
Estatuto social; aprobación de las disposiciones a las cuales adecuará su funcionamiento
la sociedad.

Valuación provisional de los aportes en especie, en caso de existir. Los aportantes no


tienen derecho a voto en esta decisión.

Ventajas reservadas a los promotores; es decir las preferencias o retribuciones que se


otorgarán a los promotores por su gestión que se rigen por el Art. 1058 del Código
Civil.

Designación de administradores y síndicos: es decir los que tendrán a su cargo la


administración y fiscalización de la sociedad; es una disposición positiva ya que se
permite que los nombres designados para cubrir los cargos sean de la confianza de todos
los suscriptores y no solo de los promotores y fundadores16.

El promotor en caso de ser rechazada su gestión tiene derecho a ejercer las acciones
necesarias para defender su actuación.17

“Las decisiones de la asamblea deberán constar en escritura pública” (Art. 1055,


parágrafo 2º).

Si la asamblea resolviere no constituir la sociedad, se dará por terminada la promoción y


se restituirá lo abonado por los suscriptores. Nuestro Código no contempla el caso, pero
consideramos lógica la solución mencionada18.

Mayoría necesaria

El Art. 1055 (última parte) del Código Civil dispone: “Las decisiones se adoptarán por
la mayoría de los suscriptores presentes que representen no menos de la tercera parte del
capital suscripto, sin que pueda estipularse diversamente. Para modificar las
condiciones establecidas en el programa, es necesario el asentimiento unánime de los
suscriptores”. Su fuente es el Art. 1663 del Anteproyecto De Gásperi.

Responsabilidad de los fundadores y promotores

Art. 1057 del Código Civil: “Los promotores son solidariamente responsables para con
la sociedad y los terceros:

a) por la suscripción integral del capital social y por los desembolsos exigidos para
la constitución de la sociedad;
b) Por la existencia de las aportaciones en especie, de conformidad con la
declaración jurada; y
c) Por la veracidad de las comunicaciones hechas por ellos al público para la
constitución de la sociedad”.

16
MARTORELL, ERNESTO EDUARDO, Sociedades Anónimas. Ed. Depalma. Bs. As. 1988, p. 56.
17
VERÓN, A. V., Sociedades Comerciales, Ed. Astrea, Año 1993, Bs. As. t. 3, p. 422/423.
18
VELAZQUEZ GUIDO, ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 65.
Beneficio de los promotores y fundadores

El Art. 1058 del Código Civil establece claramente que los promotores y fundadores no
pueden recibir ningún beneficio que menoscabe el capital social, en el acto de
constitución o ulteriormente. Todo pacto en contrario es nulo. Y el mismo artículo
agrega: “La retribución podrá consistir en la participación de hasta diez por ciento de las
utilidades y por el término máximo de diez ejercicios sociales en los que se distribuyan
beneficios. Si existiesen utilidades líquidas y realizadas y se resuelva no distribuirlas, el
promotor o fundador podrá reclamar su pago”.

5. Aportes. Aportes en dinero y bienes que no son dinero

Art. 1059 del Código Civil: “Si en el acto constitutivo no se ha establecido otra cosa, la
aportación debe hacerse en dinero. En este caso la integración no podrá ser inferior al
veinte y cinco por ciento de la suscripción”.

Es importante señalar que al ser sometida la sociedad, constituida mediante suscripción


pública, al régimen de la Ley 1284/1998 del Mercado de Valores, de conformidad al
Art. 122 de la mencionada Disposición Normativa, la misma debe operar en función a
las condiciones expuestas en la referida legislación, con las excepciones que en ella se
encuentran.

Art. 1060 del Código Civil:”Los aportes que no sean en dinero deben integrarse
totalmente en el acto constitutivo, consignándose el valor que se atribuye a los bienes
aportados y los antecedentes que justifiquen esa estimación”.

Valor. Antecedentes que lo justifican. Disposiciones que lo reglan

Art. 1060, segundo parágrafo del Código Civil: ”Los administradores y los síndicos,
dentro del término de seis meses computados desde la constitución de la sociedad,
deben verificar las valoraciones contenidas en la relación indicada en el parágrafo
anterior y, si existen motivos fundados, deben proceder a la revisión de la estimación.
Mientras las valoraciones no hayan sido verificadas, las acciones correspondientes a las
aportaciones en especie son inalienables, y deben quedar depositadas en la sociedad.

Si resulta que el valor de los bienes aportados era inferior en más de un quinto a aquel
por el que tuvo lugar la aportación, la sociedad puede reducir proporcionalmente el
capital social, y anular las acciones que resulten en descubierto. Sin embargo, el socio
que los aportó puede entregar la diferencia en dinero o separarse de la sociedad”.

A los efectos de establecer con solvencia el valor de los bienes a ser integrados en una
sociedad, el mejor método es la participación de un profesional perito tasador, el cual
eventualmente acompañado de un colegiado de similares profesionales pueda
determinar si no con exactitud, con la mayor precisión y acercamiento posible, el valor
del bien en cuestión.

Ahora bien, el transcurso del tiempo puede afectar el comportamiento de los valores de
mercado sobre los bienes avaluados, lo cual puede exponer a sus aportantes tanto a ser
perjudicados así como favorecidos por alzas o bajas en los valores, de tal manera que
del mismo modo que la Ley castiga al aportante por la pérdida del valor del bien, este
pueda ser beneficiado y de alguna manera deberá serle compensada la diferencia bajo
las mismas reglas de aplicación que fueran ejecutables para la hipótesis contraria, por
aplicación analógica de la disposición normativa en cuestión.

En opinión de Ernesto Velásquez tenemos que un punto crítico siempre fue la tasación
de los aportes no dinerarios, es decir, en bienes. Este artículo tiende a asegurar la
veracidad y exactitud de tales aportaciones, concediendo al socio que las haya efectuado
con estimación real inferior a un quinto por ciento en más del valor por el que tuvo
lugar la aportación, proporcionalmente a la reducción del capital social, anulando las
acciones que resulten en descubierto o sin respaldo real en bienes. La ley concede, sin
embargo, al socio aportante dos opciones: entregar la diferencia en dinero o separarse de
la sociedad. Solo así la sociedad tendrá un capital verdaderamente real y los terceros
contarán con la confianza de que el capital social esté verdaderamente cubierto.
Bibliografía:

• BROSETA PONT, M., Manual de Derecho Mercantil, 2ª ed., Tecno,


Madrid, 1974.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto, La Sociedad Anónima, La Ley
Paraguaya, Asunción, 1995.
• MESSINEO, F., Manual de Derecho Civil y Comercial, T.I, Ejea. Bs. As,
1979.
• MARTORELL, Ernesto Eduardo. Sociedades Anónimas. Ed. Depalma. Bs.
As. 1988.
• VERÓN, A. V., Sociedades Comerciales, Ed. Astrea, Año 1993, Bs. As. t.
3.

Currículo del Autor:

Doctor en Ciencias Jurídicas con calificación CUM LAUDE. Abogado y Notario


egresado de la Universidad Nacional de Asunción con promedio distinguido en ambas
carreras. Profesor y coordinador de Área de Contratos Comerciales en la Maestría en
Derecho Civil y Comercial de la Universidad Nacional de Asunción, Profesor
escalafonado de las asignaturas Derecho Civil Obligaciones, Derecho Mercantil I y
Derecho Mercantil II de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Asunción. Publicó monografías sobre derecho Civil y Comercial y fue
expositor en diversos cursos, seminarios y simposios sobre su especialidad. Ejerce la
profesión de Abogado.
CAPÍTULO XXII

SOCIEDADES ANÓNIMAS (CONTINUACIÓN)


1. Capital Social. Acepciones. Intangibilidad. Suscripción. Aumento de capital social.
Derecho de suscripción preferente. Oferta pública. Reducción del Capital. Requisitos. 2.
De las acciones. Concepto. Valor igual. Forma y modalidades. Clasificación.
Indivisibilidad. Cesión. Transmisibilidad. Valores de la acción. Derechos y acciones de
los accionistas. Usufructo de las acciones. Prenda común. Embargo. Bonos de goce: de
participación. El Art. 1077 del C.C. 3. Obligaciones negociables o debentures.
Concepto. Naturaleza Jurídica. Clases de debentures. Garantía flotante. Garantía
especial. Los títulos de debentures. Transferencia y enunciaciones de los títulos.
Emisión. Fideicomiso. Concepto. El fiduciario. Naturaleza y funciones. Prospecto a ser
sometido a la autoridad administrativa. Asamblea de debenturistas. Responsabilidades.

1. Capital Social. Acepciones.

El capital de la sociedad es como el torrente sanguíneo del cuerpo humano. La entidad


puede contar con el reconocimiento oficial requerido para establecer su existencia, y
todos los requisitos y prerrogativas propios de una entidad de existencia ideal;
asimismo, puede tener integrados los órganos de gobierno y funcionamiento de la
misma, y si ella carece de capital, sencillamente no tiene vida, entiéndase no desde el
punto de vista jurídico sino operativo, atento a que la misma existe de conformidad a
nuestra legislación desde el momento de su inscripción en el Registro de Personas
Jurídicas y Asociaciones, dependiente de la Dirección General de los Registros Públicos

Sostiene Broseta Pont que por su evolución histórica, por su sentido económico y por su
actual régimen jurídico, se afirma que la sociedad anónima es el prototipo de la
sociedad de capitales. Se la denomina sociedad de capital de estructura capitalista,
porque en la sociedad anónima la proporción de capital que se detenta suele condicionar
su control y su dominio, y, finalmente, porque la intensidad del ejercicio de los derechos
sociales depende del número de acciones que se posean.

Según Messineo: “El capital de la sociedad constituye su patrimonio inicial, y es, por
consiguiente objeto de “propiedad” de una sociedad; sobre el capital, como sobre una
garantía inicial, cuentan los terceros que entren en relación con la sociedad “(Principio
de la “fe pública”).

El capital es el conjunto de bienes o patrimonio que se utiliza en una explotación


empresarial, según Richard, Escuti y Romero.

Intangibilidad

Para Alegría, dentro de la Sociedad Anónima el capital cumple una doble función bien
característica:

1) Expresa en dinero el valor originario de los bienes que los accionistas aportaron
o se obligaron a aportar;
2) Establece un valor mínimo obligatorio para el patrimonio social, que solo puede
disminuirse como consecuencia de pérdidas derivadas de operaciones sociales,
pero deben reponerse con las primeras utilidades. Según el autor citado, la
intangibilidad del capital es de orden público y no puede alterarse de ningún
modo por la voluntad, ni que sea unánime, de los socios.

Suscripción

El capital suscripto se halla formado por las sumas o valores que los socios se obligan a
aportar a la sociedad, ordinariamente dentro del plazo establecido en los estatutos. El
capital social debe suscribirse íntegramente, de conformidad a lo previsto en el Art.
1051 del Código Civil, que en su primer parágrafo dice que para proceder a la
constitución de una Sociedad Anónima es necesario que se haya suscripto por entero el
capital social emitido (término este último –emitido- objeto de crítica conforme se
fundamentara precedentemente).

El capital integrado, efectivizado o realizado constituye la suma que, en dinero o bienes


que no constituyan efectivo, los socios aportan en el momento de constituirse la
sociedad.

En el Art. 1059 del Código Civil se menciona que si en el acto constitutivo no se


estableció otra cosa, el capital social debe integrarse como mínimo en un veinticinco por
ciento y cuando se tratare de aportes que no sean en dinero, el socio debe integrarlo en
su totalidad, conforme los términos del Art. 1060 del mismo cuerpo de Ley.

Asimismo, debemos recordar que para las sociedades anónimas emisoras de capital
abierto, la regla constituye la integración de una tercera parte por lo menos del capital
social, y un plazo no superior a tres años para la integración total del mismo

Aumento de capital social

El capital de la Sociedad Anónima solo representa en forma precisa el valor de la misma


y de los títulos representativos de las acciones en el momento de su nacimiento o
constitución, dado que a partir de allí el valor efectivo de las acciones necesariamente
sufre variaciones que pueden ser beneficiosas o perjudiciales, como consecuencia de las
pérdidas o ganancias que se van produciendo desde el primer día en que se inician las
operaciones de la empresa.

Es así que, v. gr., al momento de procederse a la inyección de mayor capital por parte de
los accionistas en forma provisoria, se recurre a la figura contable del préstamo de
socios como una salida inmediata. Por otro lado, la revaluación de los activos de la
Sociedad Anónima por la mejor cotización de ciertos bienes, también trae aparejada,
ordinariamente modificaciones de la composición de la mencionada cuenta, lo cual se
relaciona con el capital social de la entidad. De esta forma y ante la hipótesis expresada
en la cual ambas situaciones traen como consecuencia el mayor valor de los bienes de la
Sociedad, se debe recurrir al aumento de capital, como herramienta idónea para buscar
lo que podríamos llamar el sinceramiento entre el capital de la misma y su composición
patrimonial.
Sostiene Brunetti que durante la vida de la sociedad, el desarrollo de la empresa puede
exigir el aumento del capital, sea para la expansión de ella o para sanear su pasivo
incorporando a los acreedores.

Art. 1080 del Código Civil: “Corresponde a la asamblea extraordinaria todos los asuntos
que no sean de competencia de la asamblea ordinaria, la modificación del estatuto y en
especial;
1. aumento, reducción y reintegración de capital;
2. rescate, reembolso y amortización de acciones;
3. fusión, transformación y disolución de la sociedad; nombramiento,
remoción y retribución de los liquidadores; consideración de las cuentas
y de los demás asuntos relacionados con la gestión de los liquidadores;
4. emisión de debentures y su conversión en acciones; y
5. emisión de bonos de participación”.

El aumento de capital constituye un acto muy importante, que debe ser resuelto por la
Asamblea Extraordinaria y que en nuestra legislación conlleva la modificación de los
Estatutos.

Es cuestión debatida en doctrina, si el aumento de capital implica efectivamente una


modificación de los Estatutos. A primera vista, parecería que el aumento es un acto
simple que, si bien importante, no implica la modificación estructural del ente; en este
caso no sería necesario elevar el acto a escritura pública, salvo que el propio Estatuto así
lo requiera expresamente1.

Dos teorías tratan de explicar la naturaleza del aumento de capital. Unos sostienen que
el aumento de capital es una modificación del acto constitutivo y otros, por el contrario,
creen que se trata de una constitución parcial2.

Efectivamente, la modificación de los estatutos sociales se consuma al producirse


cambios en el funcionamiento de la misma, v. gr., modificación en la integración de los
órganos de gobierno, cambio en las facultades del directorio y la asamblea general de
accionistas, u otras similares.

De esta forma podemos aplicar la fórmula siguiente para concluir si es necesario


recurrir a una modificación de estatutos por aumento de capital, partiendo del siguiente
análisis, el cual es si el mismo trae o no modificaciones de la identificación y valor de
las acciones, y si así fuera, puede tenerse que se ha procedido a una modificación
estructural de la sociedad; sin embargo, si simplemente se efectúa un aumento de capital
dando continuidad a la política de emisión, valor y tipificación de las acciones pre-
establecida en el estatuto social, no nos hallamos ante la necesidad de interpretar el acto
como una modificación de estatutos sociales.

Más allá de lo señalado precedentemente y en virtud de lo previsto en la Ley


1284/1998, del Mercado de Valores, tenemos que el Art. 127 de la mencionada
disposición normativa nos dice que la disminución o el aumento del capital social se
hará mediante modificación de los estatutos; y asimismo, señala que el aumento
conlleva necesariamente la correspondiente emisión de acciones, sin que sea necesaria
1
MASCHERONI, FERNANDO., Manual de Derecho Societario. Ed. Universitaria, Bs As., p. 85.
2
ARECHA Y GARCIA CUERVA, Sociedades Comerciales, Bs. As., 1976, p.286.
otra asamblea para el efecto (entiéndase que la referida ley autoriza el aumento de
capital y la emisión de acciones en una sola asamblea, a diferencia de lo previsto en la
Ley para la Sociedad Anónima que no se halla habilitada como emisora de capital
abierto), pudiendo la asamblea delegar en el directorio la colocación de las acciones y la
fijación de la forma de pago y plazos para el efecto.

Derecho de suscripción preferente

Un problema que puede aparecer en los casos de aumento de capital, según lo hace
notar Halperín, es el derecho de preferencia de los accionistas existentes para suscribir
la emisión.

En ausencia de disposiciones estatutarias o asamblearias, consideramos que tal derecho


puede ejercerse por aplicación de un principio de equidad, pero lo más sensato es que el
mismo debiera estar establecido en los Estatutos en base a la proporcionalidad existente
entre los accionistas. Consideramos que solo en caso de desinterés de los accionistas,
pueden admitirse nuevos socios. Los estatutos deben reglamentar el punto.

Ahora bien, tenemos que para las sociedades anónimas de capital abierto, rige el Art.
143 de la Ley 1284/1998 que dice:

“Las opciones para suscribir acciones de aumento de capital de la sociedad y de bonos


convertibles en acciones de la sociedad emisora, o de cualesquiera otros valores que
confieran derechos futuros sobre estas acciones, deberán ser ofrecidas con preferencia a
los accionistas, en proporción a las acciones que posean y de acuerdo a su clase, en la
misma proporción serán distribuidas las acciones liberadas emitidas por la sociedad.

El derecho de opción preferente es esencialmente renunciable y transferible y deberá


ejercerse o transferirse dentro del plazo de treinta días contados desde su última
publicación en la forma y condiciones que determine la Comisión.

Los estatutos, o en su defecto la asamblea respectiva, determinarán si el derecho de


opción preferente de los accionistas a suscribir acciones de nuevas emisiones, será
ejercido por su valor nominal o valor libro, ajustándose a las normativas dictadas por la
Comisión para el efecto.

Transcurrido el plazo señalado en este artículo, las acciones y en su caso los bonos
convertibles en acciones serán colocados por la sociedad, conforme al procedimiento
indicado por los estatutos, o la asamblea respectiva, o en su defecto por el Directorio.

De esta forma, tenemos una disposición normativa perteneciente a nuestro derecho


positivo que puede ser analógicamente aplicada.

Asimismo, consideramos de interés mencionar lo establecido en el Art. 194 de la Ley


19550 (De sociedades vigente en la República Argentina), el cual dispone
expresamente:

“Las acciones ordinarias, sean de uso múltiple o simple, otorgan a su titular el derecho
preferente a la suscripción de nuevas acciones de la misma clase en proporción a las que
poseían excepto en el caso del Art. 216, último párrafo, también otorgan derecho de
crecer en proporción a las acciones que hayan suscripto en cada oportunidad.

Cuando con la conformidad de las distintas clases de acciones expresada en la forma


establecida en el Art. 250, no se mantenga la proporcionalidad entre ellas, sus titulares
se considerarán de una sola clase para el ejercicio de derecho de preferencia.

La sociedad hará el ofrecimiento a los accionistas mediante avisos por tres días en el
diario y además en uno de los diarios de mayor circulación general en toda la
República, cuando se tratare de sociedades comprendidas en el Art. 299.

Los accionistas podrán ejercer su derecho de opción dentro de los treinta días siguientes
al de la última publicación, si los estatutos no establecieran un plazo mayor.

Los accionistas tendrán también derecho preferente a la suscripción de debentures


convertibles en acciones”.

Vale la pena ser conocidos los comentarios que hace Zunino. “El derecho de preferencia
asegura a todos los accionistas la posibilidad de mantenerse dentro de la sociedad en la
misma proporción que tienen, pese a que haya aumentos posteriores de capital. La Ley
21903 agrega el derecho de acrecer en forma proporcional en el nuevo capital: en todo
caso atiende la situación de quien 'puede' hacerlo. Por ello, la ley de reformas de la Ley
22903 ha instituido el derecho de receso a favor de los accionistas que no quieren o no
pueden afrontar las nuevas obligaciones”.

Oferta pública

Para el “aumento de capital” también puede utilizarse el procedimiento de “realizarse


por oferta pública de acciones”, dentro del marco normativo que establece la Ley
1284/1998 del Mercado de Valores

La sociedad que decide aumentar el capital debe informar a la autoridad de contralor


(Comisión Nacional de Valores) y al Registro Público de Comercio sobre la forma y
cumplimiento, si lo hace por oferta pública, a fin de procederse a su registración.
Deberá observar, asimismo (por ser oferta pública), los requisitos legales establecidos
en la disposición normativa señalada precedentemente. El precio de la acción no puede
ser inferior al nominal (es decir debajo de la par), pero puede ser mayor.

Asimismo el Art. 128 de la Ley 1284/1998 expresa:


“El aumento del capital social deberá suscribirse e integrarse dentro del plazo de tres
años, en caso contrario, el capital quedará reducido al efectivamente suscrito e
integrado.

Este hecho deberá comunicarse a la Comisión, debiéndose asimismo convocar a una


nueva asamblea para la consecuente modificación de los estatutos”.

Reducción del capital. Requisitos

Por diversas causas la sociedad puede verse obligada a reducir el capital social:
a) pérdidas;
b) abundancia de capital con relación a un limitado desarrollo;
c) amortización de acciones;
d) ejercicio del derecho de receso (los accionistas disconformes con las modificaciones
incluidas en el último párrafo del artículo anterior pueden separarse de la sociedad con
reembolso del valor de sus acciones).

El Art. 1080 del Código Civil establece que la reducción debe hacerse por Asamblea
Extraordinaria y como dicha medida implica una modificación de los estatutos; la Ley
388/94 establece que cualquier modificación de los estatutos sociales deberá hacerse
con las mismas formalidades establecidas para su constitución.

La Ley 19550 de sociedades (Argentina) distingue la reducción voluntaria “cuando el


capital haya sido calculado en exceso exorbitando las necesidades de giro de la
sociedad” en tanto que, según el Art. 206 de la misma ley, la reducción es obligatoria
cuando las pérdidas insuman las reservas y el cincuenta por ciento del capital.

2. De las acciones. Concepto

En la Sociedad Anónima, el aporte de los socios es representado por medio de la acción,


la cual a su vez se materializa por medio de los títulos valores representativos de las
acciones. La acción representa una parte alícuota del capital.

Otros la definen como el documento que consigna qué parte del patrimonio del
aportante del capital deja de ser de su propiedad para pasar a ser propiedad de la
sociedad, a cambio de participar en las utilidades que esta pueda generar mediante la
utilización del patrimonio cedido por el accionista, ya sea periódicamente, dividiéndose
o al disolverse la sociedad mediante la participación en los resultados de la liquidación3.

Las acciones son títulos que representan para el poseedor legitimado de ellas la
participación en el capital de la sociedad anónima, dado que esta tiene personalidad
propia y patrimonio independiente y el accionista es acreedor de la sociedad por la parte
alícuota de su aporte en la formación del capital4.

Valor igual

El Art. 1064 del Código Civil, estatuye:


“Las acciones deben ser de igual valor y conceden a sus poseedores iguales derechos.
Los estatutos pueden prever diversas clases de acciones con derechos diferentes, dentro
de cada clase conferirán los mismos derechos”.

Forma y modalidades

Art. 1069 del Código Civil: “El estatuto social establecerá las formalidades de las
acciones y de los certificados provisionales. Son esenciales las siguientes menciones:
1) Denominación de la sociedad, domicilio, fecha y lugar de constitución, duración
e inscripción.
2) El capital social;
3
SASSOT BETES, MIGUEL. Sociedades Anónimas, Ed. Abaco, Bs. As., 1985, p. 31.
4
CASTIGLIONI, CARMELO. Títulos Circulatorios, Ed La Ley, Asunción, 2006. p. 351.
3) El número, valor nominal y clase de acciones que representa el título y derechos
que comporta; y
4) En los certificados provisionales, la anotación de las integraciones que se
efectúen.
Las variaciones de las menciones precedentes deberán hacerse constar en los títulos”.

Clasificación

Las acciones han sido clasificadas en las legislaciones y la doctrina en consideración a


diversos puntos de vista. Nuestro Código, en este aspecto, solo se refiere en el parágrafo
III de la Sección V (De las Acciones) a categorías de acciones ordinarias (Art. 1066,
Código Civil) y acciones nominativas o al portador (Art. 1070, C.C.). Sin embargo,
admite otros tipos de acciones siempre que no se rompa el principio de igualdad entre
ellas. El Art. 1064 del Código Civil, segunda parte, dispone: “… Los estatutos pueden
prever diversas clases de acciones con derechos diferentes; dentro de cada clase
conferirán los mismos derechos”, disposición similar al Art. 207 de la Ley 19550 de
Sociedades (Argentina).

Las acciones pueden clasificarse desde tres puntos de vista, sin que ello implique una
consideración total y amplia de los diversos tipos que pueden existir:

1) Por la forma de transmisión y circulación:

a) Acciones al portador:

Las acciones al portador se caracterizan porque en ellas no figura el nombre de


su titular. El tenedor de ella es considerado como dueño y está legitimado para
ejercer los derechos emergentes del título, pero la legitimación de buena fe se
cumple con la adquisición de la acción y la tradición manual de la misma. La ley
considera como propietario al poseedor sin requerir que pruebe su legitimidad; al
tercero oponente corresponde la carga de la prueba si pretende desconocer sus
derechos de propiedad.

b) Acciones nominativas:

Esta es la forma histórica de nacimiento de estos títulos valores; las acciones


nacieron como forma de simples documentos de identificación y, por
consiguiente, nominativas. Las antiguas compañías del siglo XVII, verdaderas
fundadoras de las sociedades anónimas, solo conocieron las acciones
nominativas.

Gay de Montilla la define como: “La representada por títulos que expresan el
nombre de una persona cierta y determinada, que coincide con el que figura
como poseedor del mismo en el libro de la sociedad que las ha emitido”, o bien
“como aquellas que llevan en su texto el nombre de la persona a cuyo favor se
emitan y cuya transferencia opera mediante su documentación en el título y en
los libros del emisor”5.

2) Por los derechos que confieren:


5
YADAROLA, MAURICIO. Títulos de Crédito. Ed. Tea. Bs. As. 1961, p. 237.
1 Acciones ordinarias:

Las acciones ordinarias son las acciones comunes, que no otorgan a los socios
ninguna clase de preferencia o privilegio y cuyos dividendos se abonan
proporcionalmente al capital aportado.

a) Acciones preferidas o privilegiadas:

Son las que poseen ventajas, casi siempre patrimoniales, de las cuales no gozan
las otras categorías de acciones. Gagliardo la define como “un título de crédito
que confiere una preferencia patrimonial sobre el patrimonio de la entidad a la
que accede sea en la distribución de los beneficios, o en el reparto de aquel, o en
ambos a la vez”.

Las acciones privilegiadas con voto múltiple, son aquellas que poseen un
número de votos superior al proporcionado al capital, pero el número de estos
votos no podrá superar la cantidad de cinco según nuestra ley.

El Art. 130 de la Ley 1284/1998 del Mercado de Valores establece, en forma


lingüísticamente contradictoria, que las acciones también podrán ser preferidas,
en cuyo caso solo podrán tener derecho a un voto.

Dichas acciones podrán, asimismo carecer de voto, o tener derecho de voto con
limitaciones, según se consigne expresamente en los estatutos.

Eventualmente el privilegio al cual la Ley del Mercado de Valores se refiere


sería el de tener derecho al cobro antes de las ordinarias en el caso de que se
establezca dicha condición

b) Acciones diferidas:

Son aquellas que devengan utilidades luego que las ordinarias las hubieran
percibido. Estas acciones son emitidas generalmente en períodos de gran
prosperidad en que se emiten nuevas acciones, pero estas ganan dividendos
luego de que las ordinarias perciban determinados porcentajes6.

3) Según la naturaleza de los aportes y derechos conferidos.

1. Acciones de industria:

Halperín sostiene que en este tipo de acciones la desvinculación del capital hace
que sus titulares no tengan el carácter de socios, y por tanto no participan en el
gobierno y la administración de la sociedad. Sus derechos son meramente
patrimoniales, y reducidos a la utilidad; no participan de los resultados de la
partición del patrimonio en caso de liquidación, ni en la distribución de las
reservas; son locadores de servicios, retribuidos con utilidades del ejercicio.

6
HALPERÍN, ISAAC. Manual de Sociedades Anónimas. Ed. Depalma, 1955, p. 135.
Estas acciones tienen por objeto premiar a las personas que con su labor antes o
después de la constitución de la sociedad, han contribuido al buen
funcionamiento de la misma7.

2. Acciones de trabajo:

Más que acciones son verdaderas formas de participación en los beneficios que
se conceden a los trabajadores de la empresa con una finalidad económico–
social. No tienen sus titulares ninguna intervención en la administración ni
gobierno de la sociedad anónima. Por eso más que acciones son, como los
denominan algunos comentaristas, “Bonos de trabajo”.

El Art. 1075 del Código Civil dice: “Las sociedades anónimas pueden emitir
bonos de participación por los siguiente conceptos:
1. A favor de los titulares de las acciones totalmente pagadas;
2. En retribución de aportes que no sean obligaciones de dar; y
3. A favor del personal de la sociedad con carácter intransferible y
mientras dure la relación de trabajo”.

Asimismo, en el Art. 1076 del mismo cuerpo de Ley se establece: “Los bonos de
participación dan derecho a utilidades pagaderas al mismo tiempo que los
dividendos; cuando hayan sido emitidos a favor del personal, se considerarán
gastos de ejercicio. Los tenedores de bonos de esta clase tendrán también
derecho al producto de la liquidación, después de reembolsado el valor nominal
de las acciones no amortizadas”.

Art. 1077 (C.C.): “Los estatutos podrán establecer las condiciones de emisión de
los bonos de participación, porcentaje en las utilidades y otras modalidades,
siempre que no contradigan las disposiciones de los Arts. 1074 y 1075”.

3. Acciones del fundador:

Son acciones emitidas a favor del fundador sin una contraprestación en bienes o
valores. Tampoco tienen participación en el capital social, sino a las ganancias
hasta el diez por ciento por un período máximo de diez ejercicios en los que se
distribuyan beneficios (Art. 1058 del C.C.).

Entre otras tenemos además a las:

Acciones escriturales:

Estas no se hallan primitivamente legisladas en nuestro Código Civil pero sí se


encuentran contempladas en el Art. 136 de la Ley 1284/1998 que dice:

7
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 103.
“Si así lo faculta el estatuto, las acciones no se representarán en títulos. A dicho
efecto, la sociedad habilitará un registro de acciones escriturales, en el cual las
acciones se inscribirán en cuentas llevadas a nombre de sus titulares. Dicho registro
contendrá las mismas menciones del libro de registro de acciones. El registro de
acciones escriturales también podrá ser llevado por bancos de plaza o por cajas de
valores autorizadas por la Comisión.

La calidad de accionista se presume por las constancias de las cuentas abiertas en el


registro de acciones escriturales. La sociedad será siempre responsable ante los
accionistas por los errores e irregularidades de las cuentas, sin perjuicio de la
responsabilidad del banco o caja de valores ante la sociedad en su caso.

La sociedad, la entidad bancaria o la caja de valores, según corresponda, debe


otorgar al accionista el comprobante de la apertura de su cuenta de todo movimiento
que inscriban en ella. Todo accionista tiene además derecho a que se le entregue en
cualquier momento constancia del saldo de su cuenta a su costa así como el
comprobante correspondiente para participar de las asambleas de la sociedad”

Similarmente, la Ley 22903 Argentina incorporó al Art. 208 las acciones


escriturales, es decir acciones “que no se representen en títulos”. Se trata de la
posibilidad de no emitir títulos por la sociedad, en cuyo caso la calidad de socio se
prueba por la inscripción en el libro respectivo. El Art. 208 requiere un libro
especial: registro de acciones escriturales.

Indivisibilidad

El Art. 1063 del Código Civil dispone que las acciones sean indivisibles. Según Fisher:
“Estriba en que al accionista le corresponde en bloque una acción, considerada como
parte alícuota del fondo – capital, acción que señala los límites de sus derechos y
deberes como socio, sin que, por tanto, pueda descomponer la acción en partes respecto
de la propiedad. Esta unidad es la que el accionista no podría ni puede desmembrar con
eficacia respecto de la sociedad, cediendo a otro una parte alícuota de ella; en el plano
de las relaciones entre la sociedad y el accionista la condición de socio es susceptible
también de una existencia única en lo que atañe a su volumen”.

Cesión. Transmisibilidad

El principio general sentado en esta materia es el de la libre transmisibilidad, sin


perjuicio de que el estatuto establezca limitaciones para ello. Sin embargo,
específicamente en el caso de las sociedades anónimas emisoras de capital abierto, el
Art. 139 de la Ley 1284/1998 establece que los estatutos no podrán estipular
disposiciones que limiten la libre cesión de las acciones.

En la misma línea de apreciación, por el Art. 214 de la Ley 19550 – “la transmisión de
las acciones es libre” – responde a la naturaleza específica de las sociedades de capital,
en las cuales la condición de socio va anexa a la tenencia o titularidad de las acciones,
cuya circulación como títulos de valores flexibiliza y multiplica el mercado de capitales.
La libre transmisión de la propiedad de las acciones reconoce – como es natural –
limitaciones emergentes de las diversas características de los títulos instrumentales.

Ciertamente, restringir en el estatuto social la transmisibilidad de las acciones al


portador, por su misma naturaleza innominada y su procedimiento de enajenación por
simple entrega o tradición manual, se hace dificultoso y desnaturaliza la esencia de las
acciones como títulos circulatorios.

Valores de la acción

A las acciones pueden asignárseles distintos valores, según las características de


organización de la empresa o la cotización de ellas en el mercado:

1. Valor nominal: Es el valor consignado en el título, es un valor natural; su monto


se obtiene dividiendo el capital social por el número de acciones suscriptas.

2. Valor contable: Es el valor asignado a la acción como consecuencia de


operaciones contables; es un valor variable.

3. Valor bursátil, de bolsa o de cotización; Es el que se abona en el Mercado de


Valores. Generalmente él está determinado por la ley de la oferta y la demanda
(estado patrimonial de la empresa, cantidad de acciones ofrecidas, dividendos
pagados, etc.).

4. Valor real: Es el valor, podría decirse, matemático de la acción, que se determina


restando del activo social las deudas, dividiendo el resultado por el número de
acciones.

Derechos y acciones de los accionistas

Los accionistas, en general, tienen los siguientes derechos:

 Participar en las Asambleas con voz y voto; cada acción da derecho a uno o más
votos (Art. 1066 C.C.);
 Ocupar cargos tanto en el gobierno como en la administración y fiscalización de
la sociedad (Arts. 1102 y ss; y 1117 y ss.);
 Derecho a una parte proporcional de las utilidades netas y del patrimonio
resultante (Art. 1065 C.C.);
 Transmitir la propiedad, constituir usufructo, prenda u otros derechos sobre la
acción (Arts. 1067 y 1068 C.C.);
 Derecho de receso (Art. 1092 C.C.);
 Derecho de impugnación (Art. 1098);
 Derecho a solicitar la convocación de asambleas (Art. 1081 C.C.).

Usufructo de las acciones

El Art. 1067 del Código Civil dispone: “La calidad de socio corresponde al nudo
propietario de la acción. El usufructuario tiene derecho a percibir las utilidades
obtenidas durante el usufructo. Este derecho no incluye a las pasadas a reserva o
capitalizadas, pero comprende a las nuevas acciones integradas por la capitalización.

El dividendo se percibirá por el tenedor del título en el momento del pago; si hubiere
distintos usufructuarios, se distribuirán a prorrata de la duración de sus derechos.

El ejercicio de los demás derechos derivados de la calidad de socio, inclusive la


participación en los resultados de la liquidación, corresponde al nudo propietario, salvo
pacto en contrario y el usufructo legal. Cuando las acciones no estén totalmente
integradas, el usufructuario, para conservar sus derechos, debe efectuar los pagos que
corresponden, sin perjuicio de repetirlos del nudo propietario”.

Prenda común. Embargo

El Art. 1068 del Código Civil estatuye: “En caso de constitución de prenda o de
embargo judicial, los derechos corresponden al propietario de las acciones. En tales
situaciones, el titular del derecho real o el embargante queda obligado a facilitar el
ejercicio de los derechos del propietario mediante el depósito de las acciones en un
banco u otro procedimiento que garantice sus derechos. El propietario aportará los
gastos consiguientes”.

Tenemos así que hasta el momento en que se produzcan la ejecución y adjudicación del
título representativo de la acción y que la misma quede firme y ejecutoriada, la calidad
de socio corresponderá al primitivo titular de la misma.

Sostiene Ernesto Velásquez: sabemos que la prenda es un derecho real de garantía que
se caracteriza, en su forma histórica, por el desplazamiento del objeto dado en garantía
del cumplimiento de la obligación principal (préstamo), de poder del deudor (en este
caso el accionista) al del acreedor. Difiere esta categoría de la llamada “prenda sin
desplazamiento o con registro”.

Bonos de goce: de participación. El Art. 1077 del C.C.

Art. 1077 del Código Civil. “Los estatutos podrán establecer las condiciones de emisión
de los bonos de participación, porcentaje en las utilidades y otras modalidades, siempre
que no contradigan las disposiciones de los Arts 1074 y 1075”.

Los bonos son “títulos valores que no representan capital social y otorgan a sus
poseedores, fundamentalmente, derecho a percibir utilidades del ejercicio o una cuota
de liquidación, o ambos beneficios, en rango igual o diverso del que al respecto
confieren las acciones, sin perjuicio de otros derechos que les atribuye el estatuto de la
sociedad emisora8.

3. Obligaciones negociables o debentures. Concepto

Los debentures son títulos de crédito emitidos por la sociedad en contraprestación de


una suma de dinero recibida por la misma, en los cuales se pacta la devolución del
importe más los intereses, en beneficio del titular del instrumento. Los debentures
pueden ser nominales o al portador, con garantía real o personal del emisor, y
8
ZALDIVAR, ENRIQUE. Cuadernos, 2ª parte. Ed. Abeledo Perrot. Bs. As. 1980, p. 343.
solamente pueden emitirse si es que los estatutos sociales lo autorizan, previa asamblea
general extraordinaria de accionistas, salvo las sociedades de capital abierto, las cuales
pueden facultar a su directorio la emisión de los referidos títulos.

Señala el Prof. Carmelo Castiglioni que en la práctica estos títulos se emiten para
obtener recursos dinerarios, ya sea en el mercado de valores o fuera de él, respaldados
en la emisión de los debentures por la sociedad y con una clase de garantía previamente
acordada y enunciada en el título. Las emisiones pueden realizar las sociedades en
forma directa o por medio de fiduciarios debidamente habilitados por el Banco Central
del Paraguay.

El Art. 1127 del Código Civil dispone: “Las sociedades anónimas pueden, si sus
estatutos lo autorizan, contraer empréstitos, en forma pública o privada, mediante la
emisión de obligaciones negociables o debentures”.

La sociedad puede admitir otros títulos, además de las acciones “que no pueden faltar”,
de significado enteramente diferente, económico primero y después jurídico, que
precisamente representan no ya el capital, sino una deuda de la sociedad, y por tanto se
llaman “obligaciones”9.

“Los debentures son títulos valores de igual valor, representativos de créditos emitidos
en serie o no, al portador o nominativos, por las sociedades autorizadas (sociedades
anónimas, sociedades en comandita por acciones y sociedades anónimas con
participación estatal mayoritaria) en forma pública o privada, con garantía o sin ella,
como contrapartida de un préstamo o mutuo que contrae la emisora y por el cual se
obliga a satisfacer el interés y la amortización de capital determinado”10.

Naturaleza jurídica

Su naturaleza jurídica ha despertado un gran interés teórico entre los especialistas. Para
algunos es un título de crédito, con todas las particularidades del mismo, siendo el
tenedor acreedor de la sociedad emisora.

Fernández considera que es simplemente un título que devenga interés y es amortizable


en la forma prevista y estipulada confiriendo a los tenedores el carácter de acreedores.
Rodríguez sostiene que son títulos valores “sui generis”.

Clases de debentures.

Art. 1128: “Los debentures pueden ser emitidos con garantía flotante, común o especial.
La emisión cuyo privilegio no se limita a bienes inmuebles determinados se considerará
realizada con garantía flotante”.

a) Debentures con garantía flotante: Los regula el Art. 1129 del Código
Civil, la emisión de debentures con garantía flotante afecta a su pago
todos los derechos, bienes muebles o inmuebles, presentes y futuros o

9
BARBERO, D., Sistema de Derecho Privado, T. IV, p. 371.
10
VERÓN, A. V., Sociedades Comerciales, Ed. Astrea, Año 1993, Bs. As. t. 3, p. 422/423
una parte de ellos, de la sociedad emisora y otorga los privilegios que
corresponden a la prenda o a la hipoteca, según el caso.

b) Debentures con garantía común: Los regula el Art. 1133 del Código
Civil, Los debentures con garantía común cobrarán sus créditos en
condiciones paritarias con los acreedores quirografarios, sin perjuicio de
las demás disposiciones de esta sección.

c) Debentures con garantía especial: Los regula el Art. 1134 del Código
Civil, afectan a un bien o bienes determinados de la sociedad.

Los títulos de debentures

Art. 1135 del Código Civil, parte primera. “Los títulos de debentures deben ser de igual
valor, pero un título puede representar más de una obligación. Pueden ser al portador o
nominativos; en este último caso endosables o no”

Transferencia y enunciaciones de los títulos

Atento a que los debentures pueden ser emitidos al portador o nominativos, le son
aplicables las reglas generales para la transmisión de los títulos de crédito, con las
particularidades previstas en la sección correspondiente del Código Civil.

El Art. 1135 del Código Civil, en su última parte, dispone: “La transmisión de los
títulos nominativos y los derechos reales que los graven deben comunicarse a la
sociedad por escrito e inscribirse en un libro de registro que deberá llevar al efecto la
sociedad deudora”.

El Art. 1136 del C.C. sigue al expresar: “La transferencia no podrá ser opuesta a la
sociedad ni a los terceros, sino desde su inscripción en dicho registro. Tratándose de
títulos endosables se registrará el último endoso”.

Art. 1137. “Los títulos de debentures deben contener:

a) La denominación y domicilio de la sociedad y los datos de la inscripción del


estatuto en el Registro Público de Comercio;

b) El capital suscripto e integrado;

c) El número de la serie y de orden de cada título y su valor nominal;

d) La suma total de debentures emitidos;

e) La naturaleza de la garantía;

f) El nombre de las instituciones fiduciarias, si existieren;

g) La fecha del acta de emisión y de su inscripción en el Registro Público de


Comercio; y
h) La tasa de interés establecida, la fecha y lugar del pago y la forma y tiempo de
su amortización.

Pueden llevar adheridos cupones para el cobro de los intereses o el ejercicio de otros
derechos vinculados a los mismos. Los cupones serán al portador”.

Emisión

Art. 1138. “La emisión puede dividirse en series. Los derechos serán iguales dentro de
cada serie.

No pueden emitirse nuevas series, mientras las anteriores no estén totalmente suscriptas
e integradas.

Cualquier debenturista puede pedir la nulidad de la emisión hecha en contra de lo


dispuesto en este artículo. Se aplican subsidiariamente las disposiciones relativas al
régimen de las acciones en cuanto no sean incompatibles con su naturaleza”.

Fideicomiso. Concepto

A partir de la entrada en vigencia de la Ley 921/1996 de Negocios Fiduciarios, el


fideicomiso se constituye en un contrato típico, nominado, reconocido por nuestro
derecho positivo, hallando su base jurídica en la estructura primaria de la existencia de
un contrato celebrado entre el constituyente, quien entrega un bien, pudiendo
transferirlo o no al fiduciario, para que este lo administre en beneficio del constituyente
o de una tercera persona. De esta manera se hallan debidamente identificadas las partes
del contrato.

Si bien la institución del fideicomiso tuvo su origen en el derecho romano


“fideicomissum”: de “fides”, confianza y “conmetere”, encomendar, donde se aplicó
preferentemente en el derecho sucesorio, solo al pasar al derecho inglés se extiende a
una serie de actos regulados por el “common law” y la “equito”, y en sus líneas
generales significa aquel negocio jurídico que centraliza sobre un mismo bien dos
categorías de dominio, o sea, el “dominio legal” y el “dominio de equidad”11.

El fideicomiso es un contrato entre la sociedad y un banco, en virtud del cual el


fideicomisario, y posteriormente la persona designada por los debenturistas en
asamblea, toma a su cargo la gestión de las suscripciones, el contralor de las
integraciones y su depósito, la representación necesaria de los futuros debenturistas y la
defensa conjunta de sus derechos e intereses desde la vigencia del empréstito hasta su
cancelación total pero revocable por desición de los mandantes (LSC argentina).

El fiduciario. Naturaleza y funciones

El Código Civil Paraguayo establece la exigencia que el fiduciario sea una institución
financiera. El Art. 1139 regula las obligaciones del mismo: “La sociedad que decida
emitir debentures, debe celebrar con una institución financiera un fideicomiso por el que
esta tome a su cargo:

11
SASSOT BETES, MIGUEL. Sociedades Anónimas, Ed. Abaco, Bs. As., 1985, p. 26.
a) la gestión de las suscripciones;
b) El control de las integraciones y su depósito cuando corresponda;
c) La representación necesaria de los futuros debenturistas; y
d) La defensa conjunta de sus derechos e intereses durante la vigencia del
empréstito hasta su cancelación total, de acuerdo a las disposiciones de este
Código.

El cargo de fiduciario es oneroso y la retribución debe ser determinada en el contrato de


fideicomiso y esta podrá ser negociada libremente entre las partes.

El fiduciario puede ser removido del cargo (aun sin causa) por la asamblea de
debenturistas, o judicialmente con justa causa a pedido de uno o más debenturistas.

El fiduciario no contrae responsabilidad personal, salvo dolo o culpa grave en el


desempeño de sus funciones.

La naturaleza misma de la función es la de representante legal de los debenturistas.

Prospecto a ser sometido a la autoridad administrativa

Dado que la sociedad anónima emisora de los debentures persigue la captación de


recursos, la misma, al hacer ofrecimiento público de su propuesta de emisión, debe dar
conocimiento a los terceros interesados en la colocación de su capital, sobre los
resultados de su gestión, debiendo expresarse los detalles previstos en la norma
transcripta más abajo, a fin de satisfacer los requerimientos de información necesarios
para la toma de decisión de los futuros debenturistas.

Art. 1141 del C.C.: “En los casos en que el empréstito se ofrezca a la suscripción
pública, la sociedad confeccionará un prospecto que se someterá a la autoridad
administrativa controladora de las sociedades anónimas, y que debe contener:

a) las mismas especificaciones que los títulos de debentures y la inscripción del


contrato de fideicomiso en el Registro Público de Comercio;

b) La actividad de la sociedad y su situación patrimonial;

c) Los nombres de los directores y síndicos; y

d) El resultado de los dos últimos ejercicios, salvo que no tuviere dicha


antigüedad y la trascripción del balance especial a la fecha de autorización de la
emisión. Los administradores, síndicos y fiduciarios son solidariamente
responsables por la exactitud de los datos contenidos en el prospecto.

Asamblea de debenturistas

Constituyendo la emisión de debentures un acto que vincula a la sociedad emisora con


una “masa” crediticia abstracta de contenido corporativo, compuesta por la suma de las
fracciones en que el empréstito se han dividido y suscripto, ha debido estructurarse
formas y procedimientos jurídicos que permitan a dicha “masa” exteriorizar su
voluntad. La unidad del empréstito establece un verdadero vínculo entre los
obligacionistas, cuyos titulares forman una especie de grupo llamado “masa”. La unión
de los obligacionistas en una “masa” les permite defender sus derechos contra la
sociedad12.
El Art. 1154 del Código Civil establece: “La asamblea de debenturistas será presidida
por un representante de la fiduciaria, y se regirá, en cuanto a su constitución,
funcionamiento y mayoría por las normas de la asamblea ordinaria de la sociedad
anónima”.

Responsabilidades

Las responsabilidades de la asamblea de debenturistas (previstas en el Art. 1154 del


Código Civil) hallan entre otras la de designar a la institución financiera que deba
suceder a la entidad primitivamente designada en el contrato de fideicomiso, referido en
el Art. 1139 del C.C., entre otros.

La misma norma continúa señalando que el juez, a solicitud de la fiduciaria, o de un


número de tenedores que representen por lo menos el diez por ciento de los debentures
en circulación, convocará a la asamblea de debenturistas para tratar los asuntos que les
competen.

Se establece, además, que la asamblea puede aceptar las modificaciones de las


condiciones del empréstito, previstas en el contrato, con las mayorías exigidas para la
asamblea extraordinaria en la sociedad anónima, es decir, treinta y sesenta por ciento de
asistencia como mínimo para la primera o segunda convocatoria respectivamente, si es
que los estatutos no exigen un porcentaje mayor.

Las cuestiones no previstas en el contrato podrán adoptarse, si no se alteran las


condiciones fundamentales de la emisión de los debentures.

12
GUYENOT, JEAN. Derecho Comercial. Ed. Jurídicas, Europa-América, Bs. As, p. 651.
Bibliografía:

• MASCHERONI, Fernando. Manual de Derecho Societario. Ed.


Universitaria, Bs. As.
• ARECHA Y GARCIA CUERVA. Sociedades Comerciales, Bs. As., 1976.
• SASSOT BETES, Miguel. Sociedades Anónimas, Ed. Abaco, Bs. As., 1985.
• CASTIGLIONI, Carmelo. Títulos Circulatorios, Ed La Ley, Asunción,
2006.
• YADAROLA, Mauricio. Títulos de Crédito. Ed. Tea. Bs. As. 1961.
• HALPERÍN, Isaac. Manual de Sociedades Anónimas. Ed. Depalma, 1955.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto. La Sociedad Anónima, La Ley
Paraguaya, Asunción, 1995.
• ZALDIVAR, Enrique. Cuadernos, 2ª parte. Ed. Abeledo Perrot. Bs. As.
1980.
• BARBERO, D., Sistema de Derecho Privado, T. IV.
• VERÓN, A. V., Sociedades Comerciales, Ed. Astrea, Año 1993, Bs. As. t.
3.
• GUYENOT, Jean. Derecho Comercial. Ed. Jurídicas, Europa-América, Bs.
As.

Currículo del Autor:

Doctor en Ciencias Jurídicas con calificación CUM LAUDE. Abogado y Notario


egresado de la Universidad Nacional de Asunción con promedio distinguido en ambas
carreras. Profesor y coordinador de Área de Contratos Comerciales en la Maestría en
Derecho Civil y Comercial de la Universidad Nacional de Asunción, Profesor
escalafonado de las asignaturas Derecho Civil Obligaciones, Derecho Mercantil I y
Derecho Mercantil II de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Asunción. Publicó monografías sobre derecho Civil y Comercial y fue
expositor en diversos cursos, seminarios y simposios sobre su especialidad. Ejerce la
profesión de Abogado.
CAPITULO XXIII

1. Asambleas. Generalidades. Asambleas ordinarias y extraordinarias. Convocatoria.


Plazo. Forma. Que órganos los convoca. Orden del día. Participantes. Representación.
Depósito de las acciones. Libro de asistencia. Presidente. Secretario. Desarrollo de la
asamblea. Discusión. Estudio e información de los puntos o temas a ser resueltos.
Derecho de voz y voto. Mayoría. Accionistas con interés contrario al social. 2.
Constitución de las asambleas ordinaria y extraordinaria. Quórum necesario.
Primera convocatoria. Segunda convocatoria. Derecho de receso. Plazo de ejercicio. 3.
Impugnación de las resoluciones. Titulares de la impugnación. Clasificación de sus
causas. Ejercicio de la acción. Suspensión preventiva de la resolución. Responsabilidad.

a) Asambleas. Generalidades.

En una primera noción la “asamblea de accionistas (o socios) es la reunión de los


socios a fin de deliberar y decidir acerca de los intereses de la sociedad”. Este aspecto
funcional (deliberar y decidir acerca de los intereses de la sociedad) es esencial en el
concepto de asamblea y la distingue de cualquier otra reunión.
A ello debe agregarse la necesidad de asegurar el conocimiento de la asamblea por
parte de los socios (formal convocatoria) y la facultad de obligar a todos los socios por
resolución de mayorías.
En consecuencia, podría definirse como “reunión de accionistas, debidamente
convocada para deliberar y decidir por mayoría sobre determinados asuntos sociales
propios de su competencia”.
“Reunión de accionistas” no implica totalidad de socios, sino el quórum establecido
por ley: “debidamente convocada” significa que debe serlo por quienes la Ley autoriza a
ello (v. gr. directorio, el síndico, o accionistas) y con la forma de notificación que
corresponda (v. gr. publicaciones); “deliberar y decidir por mayoría” que sus acuerdos
no necesitan, normalmente, ser adoptados por unanimidad.
La asamblea podrá deliberar y votar exclusivamente sobre asuntos expresados en el
orden del día, siempre que sean de su competencia.
La asamblea de accionistas es el órgano de gobierno soberano en la formación y
expresión de la voluntad social. A la asamblea incumbe decidir sobre la continuación o
prórroga, la modificación o la disolución –anticipada- de la sociedad, entre otras cosas
Es un órgano necesario exigido por la ley y le corresponde el nombramiento, control
y remoción de los directores (administradores) de la sociedad.

En nuestra normativa puede describirse a la asamblea como un órgano esencial,


colegiado, no permanente, con facultades exclusivas, limitadas e indelegables1.

Asamblea ordinaria. Concepto

En el marco de las Asambleas Generales Ordinarias de Accionistas, se dirimen


cuestiones del giro común de la Sociedad Anónima, y ellas se producen año a año,
1
GARRONE, JOSE ALBERTO y CASTRO SANMARTINO, MARIO E., Manual de Derecho
Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As. 1996. p. 405.
encontrándose limitadas las funciones de la misma en el Art. 1079 del Código Civil,
siendo el mismo taxativo.

En opinión de Ernesto Velásquez, la asamblea ordinaria constituye el órgano común,


rutinario y normal donde, como se expresara, se discuten y resuelven las cuestiones
fundamentales de la organización, funcionamiento, régimen económico-financiero de la
sociedad, la administración y fiscalización de la misma. Sus funciones son precisas,
puntuales y taxativas.

Asamblea extraordinaria. Concepto

Las asambleas extraordinarias son aquellas que tienen facultad de decidir


“respecto a cuestiones que no son comunes en el giro comercial, es así que se hallan
primariamente contemplados la modificación de estatutos sociales, aumento y reducción
de capital, fusión, emisión de debentures y bonos, entre otros.
Otro elemento de vital importancia en las asambleas Generales Extraordinarias de
Accionistas es que el objeto de las mismas previsto en el Art. 1080 del Código Civil es
meramente enunciativo

Convocatoria

Podemos definirla como el acto público por el cual los accionistas son llamados
a concurrir a una asamblea para la consideración del Orden del Día. Esta convocatoria
debe efectuarse guardando los requisitos y formalidades exigidos por la ley y los
estatutos.

Plazo. Forma

a) Debe realizarse anualmente (1ª. Parte Art. 1081 del Código Civil). Ya
hemos expresado que la Asamblea es anual, aunque podrá reunirse en
cualquier época del año; solo para la consideración de los puntos
señalados por los incisos a) y b) del Art. 1079 debe efectuarse en
asamblea reunida dentro de los cuatro meses posteriores al cierre del
ejercicio.

b) Debe ser hecha por el órgano competente, el Art. 1081 del C.C. estatuye
que debe ser hecha por el directorio y, en su defecto, por el síndico. El
segundo parágrafo del mismo artículo dispone: “el directorio o el síndico
convocará a la asamblea para que se celebre dentro de treinta días de
recibida la solicitud”. El último párrafo expresa: “Si el directorio o el
síndico omitieren hacerlo, la convocatoria podrá hacerse judicialmente”.

c) La convocación de la asamblea, tanto ordinaria como extraordinaria,


“debe efectuarse por medio de publicaciones hechas en un diario durante
cinco días, con diez días de anticipación, por lo menos, y no más de
treinta. Deberá mencionarse el carácter de la asamblea, fecha, hora y
lugar de reunión, orden del día y los requisitos especiales exigidos por
los estatutos para la participación de los accionistas” (Art. 1082 del
Código Civil).
d) La sociedad pondrá a disposición de los accionistas, de acuerdo a lo
dispuesto en los Arts. 87 y 88 de la Ley 1034, los libros exigidos para las
sociedades por acciones (Registro de Acciones, Registro de
Obligaciones, Libro de Asistencia a las Asambleas y el Libro de Actas de
las Deliberaciones de las Asambleas y del Directorio o Consejo de
Administración), y “las copias del balance con la cuenta de pérdidas y
ganancias presentadas, deberán quedar depositadas en la sede social a
disposición de los socios, con no menos de quince días de anticipación a
su consideración por la Asamblea. También se mantendrán a su
disposición copias de la Memoria de los administradores y del informe
del síndico”2.

e) El Art. 10 del Decreto 638/2008 dispone que dentro de los 15 (quince)


días hábiles posteriores a la realización de las asambleas, las Sociedades
Anónimas comunicarán al Departamento de Registro y Fiscalización de
Sociedades la realización de las mismas, debiendo indicarse fecha, hora,
local en que se desarrolló y el orden del día tratado. Se deberán adjuntar
a la comunicación los comprobantes relacionados con la convocatoria y
aquellos que justifiquen que la sociedad no adeuda impuestos ni tasas
fiscales. Se aclarará en la comunicación el carácter ordinario o
extraordinario de la asamblea en cuestión o si se realizó en la primera o
segunda convocatoria de manera simultanea.
Asimismo, con la comunicación señalada, las Sociedades afectadas
deberán acompañar fotocopia de los siguientes documentos debidamente
autenticados a los efectos de su registro correspondiente:
a) Libro de Asistencia;
b) En caso de representación, Carta Poder
firmada por el titular de la acción;
c) Acta de la Asamblea;
d) Balance General;
e) Informe del Síndico; y
f) Memoria del Directorio.

f) Dispone también el referido Decreto 638/2008 en su Art. 11 que en las


actas de asambleas de accionistas se consignarán los nombres de los
accionistas presentes o de sus representantes, la cantidad de las acciones
depositadas cuyos representantes se hallaren presentes, los votos que
confieren y el quórum existente, el análisis de cada punto del orden del
día y las resoluciones adoptadas, consignándose el número de los votos
emitidos en pro y en contra de cada punto del orden del día.

Segunda convocatoria

La segunda parte del Art. 1082 del Código Civil dispone: “… La segunda
convocatoria, por no haberse llevado a cabo la asamblea, se hará dentro de los
treinta días siguientes, y las publicaciones se efectuarán por tres días con ocho
de anticipación como mínimo”.
2
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 137.
Concordante con el Art. referido precedentemente, el Art. 1089 del C.C.,
segunda parte establece: “En la segunda convocatoria la asamblea se considera
constituida cualquiera sea el capital representado…”.

Es importante destacar que el Art. 1083 del Código Civil prevé la


posibilidad de que el estatuto autorice ambas convocatorias simultáneamente. En
este supuesto, la asamblea en segunda convocatoria podrá celebrarse el mismo
día, una hora después de la fijada para la primera.

Que órganos lo convoca

Con claridad se establece en el Art. 1081 del Código Civil que la Asamblea
ordinaria es anual y debe ser convocada por el directorio y, en su defecto por el
síndico.

En cuanto a la Asamblea extraordinaria la mencionada disposición normativa


señala que la misma será convocada por el directorio, o el síndico cuando lo
juzgue conveniente o necesario, o cuando sean requeridos por accionistas que
representen por lo menos el cinco por ciento del capital social, si los estatutos no
han fijado una representación distinta, debiendo indicarse en la petición los
temas a tratar.

Así también, el referido Art. faculta a los accionistas que en el caso de que el
directorio o el síndico no convoquen a asamblea extraordinaria para que la
misma sea celebrada dentro de treinta días de recibida la solicitud, los referidos
accionistas podrán hacerlo judicialmente

Orden del día

Temario o cuestiones que debe tratar la asamblea. En nuestra legislación el


temario está contemplado en los Arts. 1079 y 1080 para las asambleas ordinarias
y extraordinarias, respectivamente.
Asimismo, el Art. 1093 considera: “Es nula toda decisión sobre materias
extrañas a las incluidas en el orden del día, salvo las excepciones que se
autorizan expresamente en este parágrafo”.

A los efectos de identificar una de las excepciones a las que se refiere la


precitada norma, traemos a colación el contenido del Art. 1113 del Código Civil
que señala: “La acción de responsabilidad contra los administradores debe
promoverse en virtud de decisión de la asamblea, aunque la sociedad esté en
liquidación.

La decisión relativa a la responsabilidad de los administradores podrá adoptarse


en ocasión de discutirse el balance, aunque no figure en el orden del día, si es
consecuencia directa de la resolución de un asunto incluido en este. La
resolución que declare la responsabilidad producirá la remoción del director o
directores afectados y obligará a su reemplazo”.

Participantes
De la asamblea participan los accionistas o sus mandatarios.

Asimismo, de conformidad a lo previsto en el Art. 1086 del Código Civil,


los directores, los síndicos y los gerentes generales tienen derecho y obligación
de asistir con voz a todas las asambleas, teniendo derecho a votar en la mediada
que les corresponda como accionistas, con las limitaciones establecidas en esta
sección.

Se prohíbe de conformidad a lo establecido en el Art. 1087 del Código


Civil a los directores y los gerentes votar sobre la aprobación de los balances y
demás cuentas y actos relacionados con su gestión administrativa, así como en
las resoluciones referentes a su responsabilidad y remoción.

En el marco de las asambleas generales de accionistas de las sociedades


anónimas emisoras de capital abierto, la Comisión Nacional de Valores, por
medio de un representante podrá encontrarse presente con derecho a voz
hallándose facultada para resolver administrativamente con relación a la
habilitación de los comparecientes o sus representantes, a la legitimidad de la
constitución de la asamblea, a su competencia para los distintos puntos tratados
y al quórum requerido para la validez de sus acuerdos.

Así también, de conformidad a lo establecido en el Art. 1045 del Código


Civil, los fiduciarios, en calidad de representante de los debenturistas tienen
derecho a asistir a las reuniones tanto del directorio así como de las asambleas
con voz pero sin voto.

Representación

El accionista puede concurrir a la asamblea por sí mismo, por medio de


sus representantes legales o por mandatarios, inclusive por portadores de carta-
poder, con firma debidamente autenticada o registrada en la sociedad, salvo
disposición contraria de los estatutos sociales.

Los tutores, curadores, los padres en ejercicio de la patria potestad


podrán intervenir en nombre de sus representados siempre que justifiquen la
calidad que invoquen. Las personas ideales serán representadas por sus
representantes legales.

El Art. 1085 establece: “Los accionistas pueden hacerse representar en


las asambleas. No pueden ser mandatarios los directores, síndicos, gerentes y
demás empleados de la sociedad. Para otorgar representación será suficiente una
carta-poder con firma autenticada o registrada en la sociedad, salvo disposición
en contrario del estatuto”.

El Art. 1084, párrafo 2º dice: “Los accionistas o sus representantes que


concurran a la asamblea, firmarán el Libro de Asistencia en el que se dejará
constancia de su domicilio y del número de votos que les correspondan”.

Depósitos de las acciones


El Art. 1084 expresa: “Para asistir a las asambleas los accionistas deben
depositar en la sociedad sus acciones, o un certificado bancario de depósito
librado al efecto, para su registro en el libro de asistencia a las asambleas, con al
menos tres días hábiles de anticipación al de la fecha fijada. En dicho lapso no
podrán disponer de ellas. La sociedad les entregará los comprobantes necesarios
de recibo, que servirán para la admisión a la asamblea.

Los accionistas o sus representantes que concurran a la asamblea


firmarán el libro de asistencia en el que se dejará constancia de su domicilio y
del número de votos que le corresponda.

Los certificados de depósito deben especificar la clase de las acciones, su


numeración y la de los títulos. El depositario responde ilimitada y
solidariamente con el titular por la existencia de las acciones”.

Libro de asistencias

Los accionistas o sus representantes que concurran a la asamblea


firmarán el libro de asistencia en el que se dejará constancia de sus domicilios,
documentos de identidad y números de votos que les corresponda.

Presidente

El Art. 1088 del Código Civil establece que la asamblea será presidida por el
presidente del directorio o su reemplazante, salvo disposición contraria de los
estatutos, y en su defecto, por la persona que designen los asistentes por
mayoría. En forma similar se nombrará secretario.

Cuando la asamblea fuere convocada por el juez, será presidida por el mismo o
por el funcionario que designe.

El presidente es el que dirige la Asamblea, la ordena, la conduce durante el


tiempo de las discusiones a que da origen el tratamiento del Orden del Día,
facilitando con su intervención las deliberaciones conducentes a una resolución
que sea verdadera expresión de la voluntad asamblearia.

Secretario

El presidente es asistido por un Secretario designado del mismo modo,


conforme hemos hecho referencia en el tópico precedente.

Desarrollo de la asamblea. Discusión. Estudio e información de los puntos o


temas a ser resueltos

Halperin señala que, constituida la asamblea, deberá observar en su


desarrollo las reglas comunes a las deliberaciones de los cuerpos legislativos:
a) amplio derecho de información. El directorio y el síndico suministrarán todos
los datos que les requieran los accionistas atinentes a la cuestión en
deliberación;

b) amplio derecho de discusión (derecho de voz del accionista). Este derecho lo


tienen incluso los accionistas que carecen de derecho de voto.

El presidente dispondrá la lectura del Orden del Día, el que será puesto a
consideración de la Asamblea para su estudio y discusión separadamente, punto
por punto, los que también deberán ser votados separadamente. El uso de la
palabra no puede prohibirse a los socios, salvo el derecho de reglamentarlo por
razones de tiempo. Tienen derecho a mocionar todos los que tienen derecho a
voto; los participantes sin derecho a voto pueden hacer uso de la palabra, pero
no efectuar mociones, por ejemplo: los directores y síndicos en ciertos casos.

El presidente pondrá a consideración de la Asamblea la Memoria Anual


del Directorio, Balance y Cuentas de perdidas y ganancias, y el Informe del
Síndico y se referirá a toda otra medida relativa a la gestión de la empresa que
le corresponda resolver de acuerdo a la asamblea, o a cuestiones que sometan a
su decisión los directores o los síndicos. Este primer punto del Orden del Día es
muy importante pues contiene una breve historia anual de la marcha de la
sociedad, así como permite a los Directores hacer evaluaciones, considerar
perspectivas y proponer soluciones para el futuro.

Derecho de voz y voto

El derecho de voz –salvo casos especiales- es un derecho irrenunciable


del accionista, al mismo tiempo que inderogable, pues le permite mediante el
ejercicio del mismo, el intercambio oral y la exposición de opiniones.

Agotado el debate durante la celebración de la asamblea se procede a la


votación. El derecho de voto –salvo casos especiales- es un atributo del
accionista previsto expresamente por la Ley.

La emisión del voto concreta el ejercicio del derecho. Es una declaración


de voluntad, que integra la decisión asamblearia mediante las declaraciones
coincidentes con la mayoría3.

Según Arecha García Cuerva, el voto es una prerrogativa y una función


tendiente a armonizar el interés individual del accionista con el interés grupal de
ellos; si lo situamos en la teoría institucional, el voto será siempre una potestad
del accionista, impuesta por el interés social y de grupo.

Mayoría

Las mayorías requeridas en la ley constituyen el elemento primario del


efecto general de las decisiones asamblearias adoptadas. De este modo, quien se
halla discrepante con la resolución asumida por la asamblea general de
3
GARRONE, JOSE ALBERTO y CASTRO SANMARTINO, MARIO E., Manual de Derecho
Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, 1996, Bs. As, p. 411.
accionistas, no puede desconocer la obligatoriedad de la decisión tomada, salvo
que la misma se halle viciada por atentar contra la Ley o los estatutos sociales,
situación esta que permite incluso el reclamo jurisdiccional por parte del
accionista disidente o ausente.

Expone Ernesto Velásquez que la mayoría es la cantidad de votos


necesarios para la aprobación válida de una resolución. Las resoluciones
representan la voluntad asamblearia que, a su vez, se conforma mediante el voto
mayoritario.

Según Verón, dos son los principios esenciales para considerar


válidamente formada la voluntad social; el de la presencia del accionista y el de
la adopción de las decisiones por mayoría. La Asamblea funciona bajo un
principio democrático combinado con el principio capitalista que transforma la
democracia en plutocracia, en el sentido de que la mayoría no se forma por
personas, sino por participación de capital. La adopción del principio
mayoritario de que la “maior pars sea la melior pars” como razones de orden
práctico ante la imposibilidad de conseguir la formación de la voluntad social
por el camino de la unanimidad.

Accionistas con interés contrario al social

El Art. 1095 del C.C. establece: “El accionista o su representante, que en


una operación determinada, tenga por cuenta propia o ajena un interés contrario
al de la sociedad, tiene obligación de abstenerse de votar los acuerdos relativos a
aquella. Si contraviniese esta disposición será responsable de los daños y
perjuicios, cuando sin su voto no se hubiere logrado la mayoría necesaria para
una decisión válida”.

Dado el supuesto de la norma, el o los votos emitidos en conflicto de


intereses con la sociedad son nulos y determinan la responsabilidad de sus
acciones por los daños y perjuicios solo en caso de que sin tales votos no se
hubiera logrado la mayoría necesaria para una decisión válida, esto último
porque el accionista en su calidad de mero inversor bien puede tener intereses
particulares contrarios y superpuestos a los de la sociedad en que la ha invertido
y esto no califica su conducta ni su condición, salvo su deber de lealtad hacia la
sociedad. La norma combina, pues ambos aspectos”. (CNC Com. Sala C.
22/8/82).

b) Constitución de la asamblea ordinaria y extraordinaria. Quórum


necesario.

El quórum es el número de votos o acciones que indispensablemente deben


concurrir para que la asamblea quede válidamente constituida.

El quórum tiene por objeto asegurar, en la constitución de la asamblea y las


resoluciones adoptadas por ella, la participación de accionistas en número
suficiente para que pueda presumirse que las resoluciones se inspiran en el
interés de la sociedad.
Asamblea ordinaria. Primera convocatoria. Segunda convocatoria

El Art. 1089 del Código Civil dispone: “La constitución de la asamblea ordinaria
en primera convocatoria requiere la presencia de accionistas que representen la
mayoría de las acciones con derecho a voto”.

“En la segunda convocatoria, se considera constituida cualquiera sea el capital


representado. Las resoluciones en ambos casos se tomarán por mayoría absoluta
de votos presentes, salvo que los estatutos exijan mayor número”.

Asamblea extraordinaria. Primera convocatoria. Segunda convocatoria

Art. 1090 del Código Civil: “La asamblea extraordinaria se reúne en primera
convocatoria con la presencia de accionistas que representan el sesenta por
ciento de las acciones con derecho a voto, si los estatutos no exigen un quórum
más elevado”.

En la segunda convocatoria se requiere la concurrencia de accionistas que


representen, cuanto menos, el treinta por ciento de las acciones con derecho a
voto, salvo que por los estatutos se requiera mayor proporción”.

Es claro que los estatutos sociales pueden modificar las cantidades exigidas para
ambas convocatorias siempre por encima de lo previsto en la ley, es decir para la
primera sesenta por ciento o más y para la segunda el treinta por ciento o más.

Derecho de receso. Plazo de ejercicio

El accionista disidente goza del derecho de receso, el cual constituye la facultad


otorgada al mismo, en los casos previstos en el Art. 1092 del Código Civil,
siendo su consecuencia la separación de la sociedad, y obteniendo la devolución
o reembolso del importe de sus acciones de acuerdo a los parámetros
establecidos en la Ley.

Art. 1092 del Código Civil: “Los socios disconformes con las resoluciones
previstas en el artículo anterior, pueden separase de la sociedad, con reembolso
del valor de sus acciones. De este derecho solo pueden usar los presentes en las
asambleas que hayan hecho constar en el acta su oposición, dentro del quinto
día, y los ausentes, dentro de los quince días de la terminación de ellas.

Las acciones se reembolsarán por el valor resultante del último balance


aprobado, salvo que los disidentes en el momento de ejercer su derecho
solicitaren a este efecto su ajuste conforme a valores reales. El balance
reajustado deberá ser aprobado por la asamblea dentro de los tres meses de
vencido el plazo máximo para ejercitar el derecho de receso.
Es nula toda disposición que excluya el derecho de receso o agrave las
condiciones de su ejercicio”.

c) Impugnación de las resoluciones. Titulares de la impugnación.


Según De Gásperi, el derecho de impugnación nace como protección a la
minoría y del socio singular. El derecho de impugnación aparece también como
una garantía de las minorías; una medida contra el “cesarismo” de las mayorías
asamblearias en perjuicio de los accionistas minoritarios en los casos de
violación de la Ley, del estatuto o del reglamento.

El Art. 1098 dispone: “Toda resolución de la Asamblea que sea violatoria de la


ley, del estatuto o del reglamento puede ser impugnada por los directores, los
síndicos, los funcionarios del contralor, y por los accionistas disidentes, los que
se hayan abstenido y los ausentes. También podrán impugnarla quienes votaron
favorablemente, si su voto es anulable por vicios de la voluntad, o la norma
violada es de orden público.

La acción se promoverá contra la sociedad, por ante el Juez competente de su


domicilio, dentro de los seis meses de la deliberación, o si está sujeta a
publicación, dentro de los seis meses de la última publicación. Este plazo no rige
en los casos de violación de normas de orden público”.

Clasificación de sus causas

Las nulidades pueden ser:

a) absolutas, cuando lesionan derechos fundamentales del accionista o


disposiciones expresas de los estatutos;
b) pueden ser relativas, cuando la nulidad nace de violaciones formales exigidas
para una normal constitución y desarrollo del acto asambleario o transgresiones
al derecho de información o deliberación.

Las causas más importantes y frecuentes que suelen anular las resoluciones
asamblearias, son:

a) La falta de convocación de la asamblea por el órgano competente, o la


omisión de la clase de asamblea (ordinaria o extraordinaria), el lugar de
reunión, la fecha y hora de la misma, así como la publicación del Orden del
Día, la existencia del quórum legal requerido y mención del número de
votos.
b) Falta del depósito de acciones y del Libro de Asistencia de Accionistas.
c) No observancia del quórum legal para la constitución.
d) Deben considerarse irregulares las resoluciones asamblearias tomadas
después de un cuarto intermedio pasados los treinta días, o si concurrieron en
la reanudación accionistas que no habían depositado sus acciones en la
primera reunión, o si se pasó por segunda vez a cuarto intermedio.
e) Privación a los accionistas del derecho de información referente al examen
de las copias del balance con la cuenta de pérdidas y ganancias presentadas,
documentos que deberán quedar depositados en la sede social con no menos
de quince días de anticipación a su consideración de la asamblea; así como la
omisión de suministrar copias de la memoria de los administradores y del
informe del Síndico (Art. 88, Ley 1034 del Comerciante).
f) Limitar al accionista el derecho de participar en las deliberaciones de la
asamblea, a no ser reglamentaciones legales o estatutarias.
g) El tratamiento de pautas no consignadas en el Orden del Día salvo “taxativas
excepciones” que la ley permite.
h) Violación de las normas referentes al derecho del voto y las relativas al
cómputo de los mismos y proclamación de resultados.
i) La falta de confección del acta de la asamblea o de la firma de la misma es
una violación formal subsanable.
j) Aprobar mociones “a libro cerrado”, sin deliberación.
k) Errores de cómputos de votos (v. Arts. 1066 y 1090).
l) Cuando se incurra en “abuso de poder”; este término aunque ambiguo se
determina fácilmente en la práctica; se observan en conductas que sin ser
violatorias de la ley son, sin embargo, abiertamente discriminatorias entre
los socios o directivos sociales, como sería si los directores se fijaran sueldos
excesivamente elevados o enajenasen a un bajo precio los activos sociales4.

Ejercicio de la acción

En su segundo parágrafo el Art. 1098 de nuestro Código dispone: “la acción se


promoverá contra la sociedad, por ante el Juez competente de su domicilio,
dentro de los seis meses de la deliberación, o si está sujeta a publicación, dentro
de los seis meses de la última publicación. Este plazo no rige en caso de
violación de normas de orden público”.

La acción de impugnación se promoverá contra la sociedad (y no contra los


socios). La acción se promoverá ante el Juez de Primera Instancia en lo Civil y
Comercial de turno, del domicilio de la sociedad. Esta actuará por medio de sus
representantes designados en sus estatutos. El plazo para la promoción de la
acción es de seis meses de la deliberación, entendiéndose este término como
aprobación del acto impugnado, y si esta está sujeta a publicación, desde los seis
meses de la última publicación5.

Suspensión preventiva de la resolución

El Art. 1099 del C.C. determina: “El Juez podrá suspender, a pedido de parte, si
existieren motivos graves, la ejecución de la resolución impugnada, con garantía
suficiente para responder por los daños que dicha medida pudiere causar a la
sociedad, y sin perjuicio de terceros”.

Según Mangoni, la parte afectada podrá solicitar al Juzgado la suspensión de la


ejecución de la resolución cuestionada; esta es una medida grave que debe
interpretarse restrictivamente y solo en los casos en que se acompañan
documentos y probanzas del supuesto perjuicio sufrido por el solicitante;
algunos autores la consideran como una acción-incidente; esto es, accesoria de la
acción principal de impugnación de la resolución. Una medida cautelar con
características propias.

Responsabilidad

4
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, pp.
193/194.
5
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 198.
El Art. 1101 determina la responsabilidad solidaria e ilimitada de los accionistas,
que conociendo el vicio, hubieren votado favorablemente las resoluciones que se
declaren nulas, sin perjuicio de la responsabilidad correspondiente a los
directores y síndicos.

Es decir, la ley coloca en un mismo nivel de responsabilidad a los accionistas,


directores, y síndicos.
Bibliografía:

• GARRONE, José Alberto y CASTRO SANMARTINO, Mario E., Manual


de Derecho Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As, 1996.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto, La Sociedad Anónima, La Ley
Paraguaya, Asunción, 1995.

Currículo del Autor:

Doctor en Ciencias Jurídicas con calificación CUM LAUDE. Abogado y Notario


egresado de la Universidad Nacional de Asunción con promedio distinguido en ambas
carreras. Profesor y coordinador de Área de Contratos Comerciales en la Maestría en
Derecho Civil y Comercial de la Universidad Nacional de Asunción, Profesor
escalafonado de las asignaturas Derecho Civil Obligaciones, Derecho Mercantil I y
Derecho Mercantil II de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Asunción. Publicó monografías sobre Derecho Civil y Comercial y fue
expositor en diversos cursos, seminarios y simposios sobre su especialidad. Ejerce la
profesión de Abogado.
CAPÍTULO XIV

SUMARIO: 1. Administración de las sociedades anónimas. Generalidades.


Directores o administradores. Números. Elección. Duración. Revocación. Condiciones
para ser director. Renuncia. Prohibiciones e incompatibilidades. Carácter personal del
cargo. 2. Directorio. Quiénes pueden ser directores. Responsabilidad: exención y
extinción. Acción social e individual. Gerentes. Funciones. Responsabilidades.- 3.
Fiscalización de las sociedades anónimas. Fundamento. Los síndicos. Designaciones.
Requisitos. Carácter. Plazo. Revocación. Suplencia. Indelegabilidad. Atribuciones y
deberes. Responsabilidades. Fiscalización estatal de las sociedades anónimas. 4. De la
sociedad en comandita por acciones. Concepto. Constitución. Denominación.
Derechos y obligaciones de cada categoría de socios. El capital- Administración.
Remoción del administrador. Asamblea, fiscalización.

1. Administración de las sociedades anónimas. Generalidades.

El régimen de la administración de las sociedades por acciones es una de las llaves


maestras de su funcionamiento eficaz.

Al lado de la Asamblea, órgano de gobierno soberano, surge el directorio, como órgano


de administración o poder ejecutivo. Es el encargado, en principio, de ejecutar la
voluntad social formada en la asamblea general, de la gestión de la empresa (de la que
es titular la sociedad) y de la representación (o mejor actuación) de la sociedad frente a
terceros con los que establecen, en nombre de la sociedad (la sociedad misma) una serie
de relaciones (contractuales o no) dirigidas, directa o indirectamente, a la consecución
del objeto y de fin sociales1.

Del contexto de los artículos que regulan el régimen del directorio surge una
dependencia respecto de la voluntad de la asamblea y una relación de control. Pero, de
hecho, en las sociedades importantes se ha fortalecido el poder de los directores en
detrimento del poder y control de la asamblea de accionistas. El fenómeno se debe a
varias causas:
a) el hecho de que a los administradores corresponde la dirección y explotación de la
empresa;
b) la complejidad de la gestión y de la competencia económicas priva a los accionistas
de los conocimientos técnicos para un control eficiente; y
c) el progresivo abstencionismo de los accionistas que no asisten a las asambleas (se
preocupan solo del dividendo) deja en manos de los grupos de control, normalmente
ligado a los administradores, las decisiones relativas a la explotación económica del
objeto social y al normal funcionamiento de la sociedad2.

Directores o administradores. Números. Elección. Duración. Revocación

De acuerdo a lo dispuesto por el Art. 1102: “La administración estará a cargo de uno o
mas directores designados por la asamblea ordinaria, cuando no lo hubiere sido por el
acto constitutivo”.
1
GARRONE, JOSE ALBERTO y CASTRO SANMARTINO, MARIO E., Manual de Derecho
Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As. 1996. pp. 416/417.
2
GARRONE, JOSE ALBERTO y CASTRO SANMARTINO, MARIO E., Manual de Derecho
Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As, 1996. p. 417.
Nuestro Código acepta, como casi todas las legislaciones, un Directorio colegiado. El
número de directores puede variar, pero generalmente se nombra un número impar,
teniendo en cuenta que ello facilita los desempates en las votaciones. Cuando sean
designados por los Estatutos, estos determinarán el número máximo y mínimo.

Los primeros directores son designados en el acto constitutivo. Las designaciones


posteriores se efectuarán por la asamblea de acuerdo a lo regulado en los estatutos.

Los Directores pueden o no ser accionistas. Es una novedad introducida por la Ley
paraguaya, siguiendo sus fuentes.

Son reelegibles y su designación es revocable por asamblea. Los estatutos no pueden


suprimir ni restringir la revocabilidad de la designación, pero el administrador
designado en el acto constitutivo, tendrá derecho a resarcimiento cuando fuere excluido
sin justa causa.

Nuestro Código establece: “El nombramiento de los administradores se hará por la


duración de un ejercicio, salvo disposición contraria de los estatutos” (Art. 1105) los
que podrán disponer la reelección de los mismos.

Ahora bien, en el caso de las sociedades anónimas emisoras de capital abierto, se


produce la exigencia legal de un mínimo de tres directores (Ley 1284/1998 del Mercado
de Valores), así como para la integración de las sociedades anónimas bancarias y
financieras la exigencia es la de un mínimo de cinco directores (Ley 861/1996 General
de Entidades Financieras), lo cual obedece a la especificidad y complejidad de las
mencionadas sociedades anónimas.

Condiciones para ser director

1) Pueden o no ser accionistas.


2) Pueden ser uno o más (Art. 1102 del Código Civil,), salvo las excepciones
legales que exigen un número superior.
3) Son elegidos por la Asamblea cuando no lo hubieren sido en el acto constitutivo.
4) Son reelegibles.

Renuncia

Art. 1106 del Código Civil: “La renuncia del director debe ser presentada al directorio,
que podrá aceptarla si no afectare el funcionamiento regular de la sociedad. De lo
contrario, el renunciante deberá continuar en sus funciones hasta la próxima asamblea”.

Establece, además, el Art. 1107 del Código Civil, que si los estatutos no establecen la
elección de suplentes para subsanar la falta de los directores por cualquier causa, la
elección de sus reemplazantes corresponde a los síndicos, debiéndose desempeñar en
sus funciones hasta la próxima asamblea ordinaria. Esta disposición, sin embargo, no
obsta a que se produzca una nueva asamblea general ordinaria, antes del siguiente
ejercicio fiscal, a los efectos de erigir un nuevo directorio, de conformidad a lo previsto
en el Art. 1079 del Código Civil.

Prohibiciones e incompatibilidades

Art. 1104. “No pueden ser designados directores ni gerentes:

a) Los incapaces;
b) Los que actúen en empresas en competencia con intereses opuestos;
c) Los quebrados culpables o fraudulentos, los fallidos por quiebra casual, hasta
cinco años después de su rehabilitación; los condenados a inhabilitación para
ejercer cargos públicos; los condenados por delitos contra el patrimonio y contra
la fe pública; los condenados por delitos cometidos en la constitución,
funcionamiento y liquidación de sociedades; y
d) Los que por razón de su cargo, no pueden ejercer el comercio, ni los
funcionarios de la administración pública cuyo desempeño se relacione con el
objeto de la sociedad.

Carácter personal del cargo

La calidad de Director de una Sociedad Anónima se halla relacionada con la capacidad


y honestidad del mismo; además de otros atributos que hacen que la asamblea general
de accionistas deposite la confianza de dicha designación en la persona de referencia, y
por ello la calidad de tal es personalísima.

En opinión de Ernesto Velásquez, el cargo de Director es indelegable. El designado no


puede sustituir en otro su carácter. Es lógico que así sea, pues es una designación
“intuitu personae”, teniendo en consideración las particulares condiciones del electo.

2. Directorio. Quiénes pueden ser directores.

Para ser director de una Sociedad Anónima se requiere tener mayoría de edad,
capacidad de contratar por sí mismo y no hallarse afectado por las restricciones
previstas en el Art. 1104 del Código Civil. Sin perjuicio de los requisitos básicos
mencionados precedentemente, la ley puede establecer limitaciones y mayores
exigencias dependiendo de la actividad a desarrollar por parte de cada sociedad en
cuestión, así como las consideraciones propias sobre la nacionalidad y el domicilio de
quien integra el directorio de una sociedad.

Art. 1103 del Código Civil: “Los directores pueden o no ser accionistas, son reelegibles
y su designación es revocable. Los estatutos no pueden suprimir ni restringir la
revocabilidad de la designación, pero el administrador designado en el acto constitutivo,
tendrá derecho a resarcimiento cuando fuere excluido sin justa causa”.

Responsabilidad: exención y extinción


La carga principal del director de una sociedad anónima constituye cumplir con el
mandato que le fuera encomendado por la asamblea general de accionistas que lo
nombra, en concordancia con la previsión legal y estatutaria; y halla el amparo de los
mencionados instrumentos para fundamentar su actuar, el que encuadrándose dentro del
mismo, no puede generar responsabilidad personal.

Menciona Velásquez Guido que precautelar la administración es un deber ineludible


dentro de la estructura societaria. Por eso, el tratamiento de la responsabilidad de los
directores adquiere singular importancia y las disposiciones legales han determinado
claramente los caracteres y alcances de esa responsabilidad.

El Art. 1111 del Código dispone: “Los directores responden ilimitada y solidariamente
ante la sociedad, los accionistas y los terceros por la inejecución o mal desempeño del
mandato, así como por la violación de la ley o los estatutos, y cualquier otro perjuicio
ocasionado por dolo, abuso de facultades o culpa grave.

Queda exento de responsabilidad el director que no hubiere participado en la


deliberación o resolución o que hubiere dejado constancia escrita de su disconformidad
y dado noticia a los síndicos, antes de imputársele responsabilidad”.

La responsabilidad no cabe en los casos de culpa leve o levísima, según la doctrina y la


jurisprudencia.

Extinción. Art. 1112. “Los directores no serán responsables ante la sociedad, cuando
hubieren procedido en cumplimiento de resoluciones de la asamblea, que no fueren
contraria a la ley o los estatutos. Tampoco responderán cuando sus actos fueren
aprobados por la asamblea, o esta decidiere renunciar a la acción, o transigir, siempre
que la responsabilidad no derivare de la violación de la ley o de los estatutos, y que no
mediare oposición de accionistas que representen por lo menos una quinta parte del
capital”.

Acción social e individual

a) La sociedad puede hacer valer esta acción cuando se haya causado un perjuicio
derivado de la violación de la ley, de los estatutos, reglamentos o de las propias
resoluciones asamblearias o culpa en la gestión de los negocios.

Art. 1113: “La acción de responsabilidad contra los administradores debe


promoverse en virtud de decisión de la asamblea, aunque la sociedad esté en
liquidación”.

La decisión relativa a la responsabilidad de los administradores podrá adoptarse en


ocasión de discutirse el balance, aunque no figure en el orden del día, si es
consecuencia directa de la resolución de un asunto incluido en este. La resolución
que declare la responsabilidad producirá la remoción del director o directores
afectados y obligará a su reemplazo.

b) Cualquier accionista puede iniciar la acción.


Art. 1114. “Si la acción no fuere iniciada dentro del plazo de tres meses, contado
desde la fecha del acuerdo, cualquier accionista puede promoverla, sin perjuicio de
la responsabilidad que resulte del incumplimiento de la medida ordenada. La acción
social también podrá ser ejercida por los accionistas que se hubieren opuesto a la
renuncia o transacción”.

c) Los terceros pueden ejercer contra los administradores las acciones personales
por inobservancia de las obligaciones inherentes a la conservación de la
integridad patrimonial. La acción puede ser promovida por los acreedores
cuando el patrimonio social resulte insuficiente para la satisfacción de su crédito
(Art. 1115).

Gerentes. Funciones

El directorio pude designar gerentes generales o especiales, sean directores o no


(designación esta revocable libremente), en quienes puede delegar las funciones
ejecutivas de la administración. Responden ante la sociedad y los terceros por el
desempeño de su cargo en la misma extensión y forma que los directores. Su
designación no excluye la responsabilidad de los directores.

Responsabilidades

a) Tienen funciones ejecutivas. Dependen del directorio y deben ejecutar


resoluciones de este órgano y las tareas que el mismo les asigne;
b) La designación puede recaer en un director o en un tercero. Si recae en un
director no integra el directorio como gerente; en este carácter es un mero
empleado que puede representar a la sociedad en la medida de sus poderes;
c) Responden por sus actos como los directores, pero sin liberarlos a su vez a estos
de su propia responsabilidad.
d) La figura del gerente es equiparable a la del factor, prevista en la Ley 1034/1983
del Comerciante.
e) En la práctica, las sociedades ordinariamente son conducidas por los gerentes
(muchas veces también, directores), a quienes se los inviste de mandato con
amplias facultades mediante poderes autorizados en escritura pública.

a) Fiscalización de las sociedades anónimas. Fundamento.

La misma ordinariamente es ejercida por el Síndico de la Sociedad, sin perjuicio de


controles legales complementarios como aquellos exigidos por la ley en situaciones
especiales, tales como en las sociedades anónimas emisoras de capital abierto, los
almacenes generales de depósito, las entidades bancarias y financieras u otras que por su
característica y especialidad puedan requerir un control más riguroso y técnicamente
especializado.

Expone Velásquez Guido que en la Edad Media, con la aparición de compañías más o
menos de gran volumen, se vio la necesidad de garantizar las inversiones mediante un
riguroso control a cargo de funcionarios que rendían cuenta a los socios o accionistas.
En todas las legislaciones se completan los órganos sociales (de gobierno y de
administración) mediante un tercer órgano (que admite variantes) encargado de
controlar, vigilar y revisar de forma directa o indirecta la actuación de los
administradores.

Realizan un control de mérito y un control de legitimidad:


a) el primero afecta a la gestión en conjunto (v. gr. Contabilidad, balance, cuenta de
ganancia y pérdidas);
b) el segundo se exterioriza en el hecho de vigilar la observancia de la ley y del acto
constitutivo y se ejercita sobre la actividad de los directores y de la asamblea (pueden
impugnarlas cuando son contrarias a la ley o a los estatutos).

El órgano de control puede adoptar dos formas o tipos:


a) el consejo de vigilancia y
b) la sindicatura.

La sindicatura, a su vez, puede ser unipersonal o colegiada (comisión fiscalizadora)3.

Los síndicos. Designaciones

La sindicatura es el órgano de fiscalización del directorio de la sociedad. Desempeñan el


órgano, uno o más síndicos elegidos por los accionistas, y tienen atribuciones legales
indelegables.

La función principal (básica) del síndico es el contralor de legalidad de las actuaciones


del directorio. Legalidad de la conducta de los directores en la esfera interna
(administración), como en la esfera externa (representación).

El Art. 1117 es el que establece las funciones principales de la sindicatura. En efecto, el


mismo dispone: “Sin perjuicio del control establecido por las leyes administrativas o
por leyes especiales, la fiscalización de la dirección y administración de la sociedad
estará a cargo de uno o más síndicos titulares y otros tantos suplentes designados con
carácter personal e indelegable”.

Requisitos. Carácter. Plazo. Revocación. Suplencia. Indelegabilidad

1) La sindicatura es un órgano necesario que está conformado por una o


más personas que deben ser elegidas por la Asamblea; si no lo hiciere, el
Directorio convocará inmediatamente a otra Asamblea (Soprano,
Trattato).

2) Duran en sus funciones hasta tres ejercicios, sin perjuicio de sus


obligaciones de desempeñar el cargo hasta que sean reemplazados,
cualquier impedimento para ejercer el cargo por el síndico los hará cesar
en sus funciones y dará aviso al directorio dentro de los diez días.

3
GARRONE, JOSE ALBERTO y CASTRO SANMARTINO, MARIO E., Manual de Derecho
Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As, 1996. p. 430.
3) Son reemplazables. Los síndicos suplentes reemplazarán a los titulares
en caso de vacancia temporal o permanente. No siendo posible la
sustitución, el Directorio convocará inmediatamente a la Asamblea para
que se haga su designación a fin de completar el período (Art. 1121, 2ª
parte).

4) Deben ser idóneos para que el control que les corresponde ejercer sea
eficiente, atendiendo a la importancia y complejidad de las actividades
sociales (Art. 1118).

5) Deben estar domiciliados en la República y ser hábiles para el cargo.

6) Son revocables “ad nutum”. Los estatutos indicarán el plazo por el cual
serán designados los síndicos, hasta un máximo de tres ejercicios, sin
perjuicio de ejercer sus funciones hasta que sean reemplazados.

7) La asamblea de accionistas puede dejar sin efecto su designación sin que


esa facultad sea susceptible de limitación (Art. 1120)4.
4
El entendimiento de este numeral ciertamente trae múltiples dificultades, las cuales podemos madurar a
la luz de la aplicación de la interpretación contextual. Si bien el Art. 1117 del Código Civil sostiene que
las sociedades anónimas “estarán” (en forma imperativa) fiscalizadas por uno o más síndicos titulares y
otros tantos suplentes, y asimismo el Art. 1121 del mismo cuerpo de Ley sostiene que los síndicos
titulares serán reemplazados por los suplentes y no pudiéndose efectuar dicha sustitución se procederá
inmediatamente a convocar la asamblea para proceder a su designación, con lo que prima facie podríamos
establecer que los mismos son imprescindibles.
Ahora bien, no es menos cierto que el numeral del Art. objeto del presente análisis, deja entrever
que aquello a lo cual se halla facultada la asamblea general ordinaria de accionistas es a prescindir de su
designación, y ello es una clara facultad en el marco de la legislación comparada.
Podemos observar la Ley 19550 de sociedades, vigente en la República Argentina, que en su Art.
284 señala:
”Designación de los síndicos Art. 284. Está a cargo de uno o más síndicos designados por la
asamblea de accionistas. Se elegirá igual número de síndicos suplentes.
Cuando la sociedad estuviere comprendida en el Art. 299, excepto su inc. 2º, la sindicatura debe
ser colegiada en número impar.
Cada acción dará en todos los casos derecho a un solo voto para la elección y remoción de los
síndicos sin perjuicio de la aplicación del Art. 288.
Es nula cualquier cláusula en contrario.
Prescindencia.
Las sociedades que no estén comprendidas en ninguno de los supuestos a que se refiere el Art.
299, podrán prescindir de la sindicatura cuando así esté previsto en el estatuto. En tal caso los socios
poseen el derecho de contralor que confiere el Art. 55. Cuando por aumento de capital resultare excedido
el monto indicado, la asamblea que así lo resolvier,e debe designar síndico, sin que sea necesaria reforma
de estatutos”.
A los efectos de dar mayor entendimiento al alcance de la norma citada precedentemente,
transcribimos también el contenido del referido Art. 299 del mismo cuerpo de Ley: Fiscalización estatal
permanente.
Art. 299. “Las sociedades anónimas, además del control de constitución, quedan sujetas a la
fiscalización de la autoridad de contralor de su domicilio, durante su funcionamiento, disolución y
liquidación, en cualquiera de los siguientes casos:
1º Hagan oferta pública, de sus acciones o debentures;
2º Tengan capital social superior a S 2.100.000 (dos millones cien mil pesos), monto este que
podrá ser actualizado por el Poder Ejecutivo, cada vez que lo estime necesario;
3º Sean de economia mixta o se encuentren comprendidas en la Sección VI;
4º Realicen operaciones de capitalización, ahorro o en cualquier forma requieran dinero o valores
al público con promesa de prestación o beneficios futuros.
5º Exploten concesiones o servicios públicos.
8) La función del síndico será remunerada. Si la remuneración no estuviese
determinada por los estatutos, lo será por la Asamblea (Art. 1123).

9) Sus funciones son personales e indelegables. Esto teniendo en


consideración que son elegidos consideración sus aptitudes para el cargo.

10) Es renunciable, lo que debería ser comunicado fehacientemente,


permaneciendo en el cargo hasta que sea nombrado su reemplazante.

Atribuciones y deberes

Art. 1124. “Son atribuciones de los síndicos:

a) Fiscalizar la dirección y administración de la sociedad, a cuyo efecto deben


asistir con voz, pero sin voto, a las reuniones del directorio, y de las asambleas, a
todas las cuales deben ser citados. Esa fiscalización se cumplirá en forma
ilimitada y permanente sobre las operaciones sociales, pero sin intervenir en la
gestión administrativa;

b) Examinar los libros y documentación siempre que lo juzguen conveniente y, por


lo menos, una vez cada tres meses;

c) Verificar en igual forma las disponibilidades y títulos valores, así como las
obligaciones y la forma en que son cumplidas; igualmente pueden solicitar la
confección de balances de comprobación;

d) Controlar la constitución y subsistencia de la garantía de los directores y


solicitar medidas necesarias para corregir cualquier irregularidad;
6º Se trate de sociedad controlante de o controlada por otra sujeta a fiscalización, conforme a
uno de los incisos anteriores”.
Podemos observar que la finalidad de la creación de la sindicatura como órgano de control, es la
calidad de contralor fiel cumplimiento del mandato, tanto de las asambleas generales, así como de la Ley
y los Estatutos Sociales por parte de los directivos para con los accionistas, quienes no necesariamente
comparten la calidad de directores de la entidad.
De este modo, en las sociedades anónimas en que no existen ordinariamente intereses de
personas más allá de quienes se hallan vinculadas a las referidas sociedades en calidad de accionistas y
directores con participación directa en la administración y gestión de las mismas, carece de sentido
establecer un órgano de control obligatorio, contratado para que paradójicamente este controle el actuar
de quienes lo contratan y con esto intervenga en los negocios de interés personal y directo de los
accionistas-directores, administradores de la sociedad anónima cerrada.
Reiteramos, es nuestra opinión que para las sociedades abiertas, es más que necesario contar no
solo con el concurso de una sindicatura obligatoria, sino con los demás órganos de auditoría establecidos
en la Ley 1284/1998 del Mercado de Valores, con lo cual se busca garantizar una gestión transparente de
los demás órganos de gobierno.
Es así que la Ley 16060 de Sociedades de la República Oriental del Uruguay, establece:
“Art. 397. Órgano de control interno. El control interno de la sociedad estará a cargo de uno o
más síndicos o de una comisión fiscal compuesta de tres o más miembros, accionistas o no, según lo
determine el estatuto, que también preverá el régimen de suplencias.
La fiscalización privada será obligatoria tratándose de sociedades anónimas abiertas; en las
cerradas será facultativa ...”.
Concluimos así que la legislación comparada regional, a todas luces se halla en consonancia con
la hipotética suprimibilidad de la sindicatura, en el caso de las sociedades anónimas cerradas, conforme se
ha expuesto precedentemente.
e) Presentar a la asamblea ordinaria un informe escrito y fundado sobre la situación
económica y financiera de la sociedad dictaminando sobre la memoria,
inventario, balance y cuenta de ganancias y pérdidas;

f) Suministrar a los accionistas que representen, cuando menos, el diez por ciento
del capital integrado y que lo requieran, información completa sobre las materias
que son de su competencia;

g) Convocar a asamblea extraordinaria, cuando lo juzguen necesario, y a asamblea


ordinaria, cuando omitiere hacerlo el directorio:

h) Hacer incluir en el orden del día de la asamblea los puntos que consideren
procedentes;

i) Vigilar que los órganos sociales den debido cumplimiento a las leyes, estatutos,
reglamentos y decisiones de las asambleas;

j) Fiscalizar las operaciones de liquidación de la sociedad; y

k) Investigar las denuncias que los accionistas les formulen por escrito,
mencionarlas en sus informes a la asamblea y expresar acerca de ellas las
consideraciones y proposiciones que correspondan, debiendo convocar de
inmediato a asamblea para que resuelva a su respecto cuando la situación
investigada no reciba del directorio el tratamiento que conceptúen adecuado y
juzguen necesario con urgencia”.

Responsabilidades

Art. 1122 del Código Civil: “El síndico que tuviere interés en determinada operación,
deberá abstenerse de participar en todo lo relativo a ella, so pena de perder el cargo y
responder de los daños y perjuicios causados a la sociedad”.

Es prudente limitar el accionar del síndico al momento de tratarse un asunto que le


pueda interesar, en el cual se halle en juego los intereses de la sociedad, en razón de su
privilegiada posición para obtener un beneficio personal que pueda afectar a la misma, y
asimismo, consecuentemente la sanción prevista en la norma, se halla ajustada a la
necesidad de limitar dicho radio de acción eventualmente pernicioso para los intereses
generales

En opinión de Ernesto Velásquez esta disposición del Art. 1122 nos parece un poco
drástica, sin embargo, garantiza y precautela de manera eficaz los intereses sociales. Es
un caso de abstención obligatoria por parte del síndico, pues existe una evidente
incompatibilidad entre los intereses sociales y los del síndico.

El Art. 1125 preceptúa: “Los síndicos son ilimitada y solidariamente responsables por el
cumplimiento de las obligaciones que las leyes y el Estado les imponen. Su
responsabilidad se hará efectiva por decisión de la Asamblea. La decisión de la
Asamblea que declare la responsabilidad, importa la remoción del síndico”.
La responsabilidad del síndico, según el artículo trascripto, es solidaria e ilimitada. En
consonancia con el Art. 1079, inc. c), dicha responsabilidad se hará efectiva por
decisión de la Asamblea y la misma importa la remoción del síndico. Lógicamente que
esta responsabilidad se hace efectiva sobre actos ocurridos durante el ejercicio del cargo
por el síndico, no alcanza períodos anteriores; asimismo, la responsabilidad no alcanza
al síndico suplente que no haya incurrido en ningún acto perjudicial5.

Los principales actos de los que pudieran derivar responsabilidad son:

• violación de la ley, el estatuto o reglamento;


• incumplimiento de las obligaciones dispuestas por aquellos;
• mal desempeño del cargo;
• todo daño causado por dolo, culpa grave o abuso de facultades;
• “culpa in vigilando”, o sea hechos u omisiones dañosas de los directores que no
se hubiesen producido si el síndico hubiese cumplido eficientemente su labor6.

Fiscalización estatal de las sociedades anónimas

En materia de fiscalización estatal o administrativa podemos señalar, en términos


generales, que su estado actual es la consecuencia de un proceso evolutivo desde la libre
contratación hasta el contralor más o menos riguroso. Hemos hecho notar, además, en
comentarios anteriores que de un modelo muy limitativo y hasta podríamos decir poco
práctico de control de la constitución de sociedades, que llegaba al extremo de hallarse
sujeto a la autorización nada menos que del propio Presidente de la República para la
habilitación de cada Sociedad Anónima, mediante la reciente modificación del Art. …
del Código Civil hemos llegado a la intervención directa y muy práctica de la Abogacía
del Tesoro y específicamente del Departamento de Fiscalización de Sociedades para
procederse a la constitución actualmente de las Sociedades Anónimas.

Todo ello dentro del manto de la creación de disposiciones normativas que


establecen los cuidados de rigor a la hora de autorizar el funcionamiento de ciertos tipos
de Sociedades Anónimas de mayor complejidad y de características que afectan el
interés social por la actividad en cuestión.

Asimismo, en el período intermedio entre los dos extremos señalados precedentemente,


nos hemos encontrado con un principio de contralor judicial limitado a la verificación
del cumplimiento formal de los requisitos legales (casi exclusivamente en materia de
constitución y modificación).

El auge de las inversiones por numerosos y pequeños ahorristas y los innumerables


abusos cometidos van provocando la intervención del Estado, cada vez más intensa y
profesional en busca de crear el clima adecuado que permita generar confianza en el
ambiente económico-jurídico y en el campo normativo que le compete.

La fiscalización administrativa o estatal se funda en:

5
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, La Sociedad Anónima, La Ley Paraguaya, Asunción, 1995, p. 251.
6
MASCHERONI, FERNANDO, Sociedades Comerciales, Ed. Universidad, Bs. As., 1986, p. 423.
1) la necesidad de protección de terceros a causa de la responsabilidad limitada de los
accionistas; y
2) la necesidad de protección del pequeño accionista (ahorro público)7.

b) De la sociedad en comandita por acciones. Concepto.

Históricamente, la sociedad en comandita tiene como origen el contrato de “comendas”


medieval y, a nuestro criterio, la aparición de la representación del capital del socio
comanditario en acciones se afirmó recién después de la sanción del Código de
Comercio Francés (1807), que legisló el tipo de sociedad en comandita con la amplitud
suficiente como para facilitar el aporte del socio comanditario en acciones. Pero
indudablemente fue el Código Civil italiano de 1942 (en sus Arts 5/2642/2471) el que
legisló esta categoría social con la corrección necesaria para convertirse en un verdadero
modelo que sirvió de fuente probable a la Ley argentina 19550 y también a nuestra
propia legislación. En Estados Unidos la sociedad en comandita por acciones que
nosotros conocemos encuentra algunos puntos en común con la “limited partnership”.

Art. 1179 del Código Civil: “En la sociedad en comandita por acciones los socios
colectivos responden por las obligaciones sociales como los socios de las sociedades
colectivas. Los socios comanditarios limitan su responsabilidad al capital que se obligan
a aportar; sus aportes se representan por acciones”.

Constitución

Art. 1182 del Código Civil: “El acto constitutivo debe indicar el nombre y domicilio de
los socios colectivos. Los socios colectivos son, de derecho, administradores y están
sujetos a las obligaciones de los administradores de la sociedad anónima, excluida la de
la caución.

La administración podrá ser igualmente conferida a terceros”.

Denominación

“La denominación social debe contener la indicación de ser sociedad en comandita por
acciones, o la sigla S.C.A. La omisión de dicha indicación hará responsable ilimitada y
solidariamente al administrador juntamente con la sociedad, por los actos que
concertaren en esas condiciones” (Art. 1180).

De acuerdo al artículo citado es necesaria la caracterización del tipo social mediante la


inserción en la denominación de la indicación de tratarse de una sociedad en comandita
por acciones, o de la sigla S.C.A.

Derechos y obligaciones de cada categoría de socio

La doctrina unánimemente (y con exactitud) hace notar que la característica de la


sociedad en comandita por acciones no está tanto en la distinción entre las dos
categorías de socios, de responsabilidad limitada (capitalistas comanditarios) e ilimitada
(colectivos o comanditados), sino en la estructura interna que, fundándose en la
7
GARRONE, JOSE ALBERTO y CASTRO SANMARTINO, MARIO E., Manual de Derecho
Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As, 1996. p. 437.
existencia de acciones, forma un tipo de las llamadas sociedades de capitales, de base
predominantemente impersonal, sin, no obstante, subestimar la importancia que reviste,
en la estructura de la sociedad, la responsabilidad ilimitada y solidaria de los socios
industriales.

También se destaca en esas sociedades la distinta naturaleza de la responsabilidad de


ambas categorías de socios, observando que los comanditarios no responden de modo
alguno de las obligaciones sociales, sino que son simples accionistas que responden
frente a la sociedad de las aportaciones suscriptas; y que los socios colectivos son
garantizadores de la sociedad y, por tanto, responden ilimitada y solidariamente de las
obligaciones sociales pero solo en la vía subsidiaria, es decir, después de agotado el
patrimonio social.

El capital

En su esencia, la sociedad en comandita por acciones es una sociedad comandita simple,


con la diferencia que el capital comanditario, en lugar de estar representado por cuotas
mencionadas en el acto constitutivo o modificatorio de la sociedad, está representado y
dividido en acciones instrumentables en forma similar a las acciones de la Sociedad
Anónima. Pero téngase presente que justamente esa circunstancia hace que estén
sometidas a reglas diversas. Una, regulada entre las sociedades de personas y la otra,
entre las sociedades de Capital.

Administración

Art. 1182: “El acto constitutivo debe indicar el nombre y domicilio de los socios
colectivos. Los socios colectivos son, de derecho, administradores y están sujetos a las
obligaciones de los administradores de la sociedad anónima, excluida la de la caución.
La administración podrá ser igualmente conferida a terceros”.

En cuanto al segundo parágrafo, o sea los administradores, se aplicarán las normas


relativas a los administradores de las sociedades anónimas o directores en cuanto a sus
obligaciones, excepto la de la caución que tampoco se incluye en la sección respectiva
de las sociedades anónimas, siendo la materia de atribución de los estatutos y también
de la Asamblea. Como en el caso de las sociedades en comandita simple, la
administración corresponde a un socio o socios comanditados, pudiendo ser un tercero
ajeno a la sociedad8.

Remoción del administrador

Art. 1183. “Salvo disposición contraria de los estatutos, el socio administrador solo
puede ser removido con justa causa por juez competente, a requerimiento de la
asamblea de accionistas, o de una minoría que represente por lo menos el diez por
ciento del capital social integrado. Si la asamblea no designa representante especial para
la acción, esta será ejercida por el síndico”.

Este artículo indica la posible reunión de una asamblea de accionistas, que según De
Gásperi debe ser Asamblea Extraordinaria. La Asamblea tratará especialmente la
8
VELAZQUEZ GUIDO ERNESTO, Manual de Derecho Societario, Intercontinental, Asunción, 2000, p.
239.
remoción del administrador dispuesta por el juez competente a requerimiento de la
asamblea de accionistas, o de una minoría que represente el diez por ciento del capital
integrado, siempre que exista justa causa. Como bien lo expresa De Gásperi, “El
administrador no es nombrado por la asamblea de accionistas, o sea por los socios
comanditarios, sino por el acto constitutivo. Por consiguiente, dura en el cargo por
tiempo indeterminado, lo cual no quiere decir que sea inamovible.

Asamblea, fiscalización

El Art. 1184 del Código Civil dispone: “La asamblea se integra con socios de ambas
categorías. Las partes de interés de los socios colectivos se considerarán divididas en
fracciones del mismo valor que las acciones, a los efectos del quórum y del voto. Las
cantidades menores no se computarán”.

En cuanto al quórum, convocatoria, publicidad, etc., rigen las normas de la sociedad


anónima. Por lo demás, todos los socios lo son en plenitud, solucionando la ley, en la
forma transcripta por este artículo, la compatibilización entre las partes de interés de los
comanditados y las acciones de los comanditarios a los efectos del quórum y cómputos
de los votos9.

Bibliografía:

• GARRONE, José Alberto y CASTRO SANMARTINO, Mario E. Manual


de Derecho Comercial. 2ª edición, Abeledo Perrot, Bs. As, 1996.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto. La Sociedad Anónima, La Ley
Paraguaya, Asunción, 1995.
• MASCHERONI, Fernando. Sociedades Comerciales, Ed. Universidad, Bs.
As., 1986.
9
ZUNINO, JORGE. Régimen de Sociedades Comerciales Comentado. Bs. As., Astrea, 1992, p. 269.
• VELAZQUEZ GUIDO, Ernesto. Manual de Derecho Societario,
Intercontinental, Asunción, 2000.
• ZUNINO, Jorge. Régimen de Sociedades Comerciales Comentado. Bs. As.,
Astrea, 1992.

Currículo del Autor:

Doctor en Ciencias Jurídicas con calificación CUM LAUDE. Abogado y Notario


egresado de la Universidad Nacional de Asunción con promedio distinguido en ambas
carreras. Profesor y coordinador de Área de Contratos Comerciales en la Maestría en
Derecho Civil y Comercial de la Universidad Nacional de Asunción, Profesor
escalafonado de las asignaturas Derecho Civil Obligaciones, Derecho Mercantil I y
Derecho Mercantil II de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Asunción. Publicó monografías sobre derecho Civil y Comercial y fue
expositor en diversos cursos, seminarios y simposios sobre su especialidad. Ejerce la
profesión de Abogado.
CAPÍTULO XXV

Sumario: 1. De la compraventa. 2. Definición. 3. Elementos esenciales de la


compraventa: 3.1. Consentimiento. 3.2. Objeto. 3.3. Forma. 3.4. Precio. 4.
Caracteres de este contrato. 5. Sus diferencias con otros contratos. 6. Pago. 6.1.
Financiación al empresario o empresa de crédito. 6.2. Tarjeta de crédito. 7.
Obligación del comprador. 8. Obligación del Vendedor. 9. Cláusulas especiales. 10.
Compra venta a distancia. 10.1. EXW (Ex Works) en fábrica. 10.2. FAS (Free
Along Side Ship) Franco al Costado del buque. 10.3. FOB (Free on Borrad) Franco
a Bordo. 10.4 CIF (Cost, insurance and freight) Costo, seguro y flete. 10.5. DEQ
(Delivered ex quay) Entregado en el muelle. 10.6. DES (Ex slip odelivered ex slip)
Sobre embarque o a bordo. 11. Compraventa con pago contra documentos. 12.
Compraventa con crédito bancario documentado. 13. Del mandato comercial. 14.
Obligaciones del mandatario. 15. Deberes del mandante. 16. Substituciones. 17.
Extinción. 18. Mandato irrevocable.
1

a) De la compraventa

El contrato de compra es el acto mercantil por excelencia, la misma desde la


creación de la moneda como sistema de cambio, ha sido el instrumento útil para el
intercambio de cosas contra dinero. En el tiempo actual que nos toca vivir, solo es
posible la infinidad de tráfico comercial gracias a la compraventa; siendo el contrato
más extendido, sea ella en pequeña o gran escala, en la cadena del tráfico de productos.

Para José Alberto Garrone y Mario Castro Sammartino 2: “El contrato de


compraventa ha sido el instrumento jurídico fundamental para la actividad profesional
(el comercio) que motivó el nacimiento de nuestra disciplina como ordenamiento
especial”. Coincidimos con los citados autores, agregando que la compraventa de
especulación, sus institutos auxiliares, remates, los de especulación, mediación y
producción de empresa, son el núcleo del Derecho Mercantil, además que sus principios
son utilizados en otros tipos de contrato, como modelo de contrato bilateral.

2. Definición

El contrato de compraventa mercantil es el vínculo jurídico mediante el cual una


persona llamada vendedor se obliga a transferir la propiedad de una cosa u otro derecho
patrimonial a otra llamada comprador, por un precio, para a su vez revenderla o alquilar
su uso. Nuestro Código Civil, no define la compraventa mercantil, refiriéndose a la
compraventa en general en su Art. 737: “La compraventa tiene por objeto la
transferencia de la propiedad de una cosa u otro derecho patrimonial, por un precio en
dinero que debe pagar el comprador”; sin embargo la Ley del Comerciante se refiere en
su Art. 71: De los actos de comercio :a) Toda adquisición a título oneroso de una cosa
mueble o inmueble, de derechos sobre ella, o de derechos intelectuales, para lucrar con
su enajenación, sea en el mismo estado que se adquirió o después de darle otra forma de
mayor o menor valor; la transmisión a que refiere el inciso anterior. La compraventa es
civil o comercial, según actúe en la misma los sujetos; es decir persona que ejerce

1
Magíster por la Universitá Degli Studi di Roma “Tor Vergata”, Profesor Asistente de Obligaciones.
2
Garrone José A. y Castro Sammartino Mario E. “Manual de Derecho Mercantil”, 2ª. Ed., Abeledo
Perrot, Bs As. p. 764.
habitualmente el comercio, el objeto, que la compraventa sea a su vez para revenderla y
obtener un lucro, en cuyo caso se trata de una compraventa mercantil3, y en caso de
consumo o satisfacción personal del comprador se trata de una compraventa civil.

1. Elementos esenciales de la compraventa


Se denomina elementos esenciales de la compraventa, aquellos elementos
indispensables para la realización del acto jurídico, sin los cuales el acto carecería de
eficacia y, por ende, no tendría efecto entre las partes; y son los siguientes:

3.1. Consentimiento

El consentimiento es la plena coincidencia de voluntades sobre idéntico contenido


del contrato y que perciben los mismos efectos jurídicos; esa manifestación de la
voluntad cuya concordancia constituye el acuerdo, se llama oferta y aceptación; al
respecto el Art. 674 dice: “El consentimiento debe manifestarse por la oferta y la
aceptación”.

En la compraventa existen diversas maneras de manifestar el consentimiento, y ella


se presume cuando el comprador recibe voluntariamente la cosa ofrecida o pedida; o
porque quien haya de manifestar su aceptación hiciere lo que en caso contrario no
hubiere hecho, o dejare de hacer lo que habría hecho, si su intención fuere la de rechazar
la oferta. Así mismo, para que exista consentimiento, la oferta hecha a una persona
presente deberá ser inmediatamente aceptada (Art. 675 CC).

3.2. Objeto
El objeto de la compraventa mercantil está claramente individualizado en la Ley
del Comerciante Art. 71, inc. a): Toda adquisición a título oneroso de una cosa mueble
o inmueble, de derechos sobre ella, o de derechos intelectuales. El Código Civil
complementa esta disposición estableciendo los caracteres que deben reunir el objeto y
son: a) deben estar determinados en cuanto a su especie (Art. 692); b) deben ser
posibles (Art. 694); c) deben estar dentro del comercio (Art.299); d) no deben estar
prohibidos por la ley (Art. 299).-

3.3. La forma

La compraventa está libre de solemnidades, es decir, aquel conjunto de


prescripciones de la ley que deben observarse al momento de la formación del contrato;
ello abocado al principio de libertad de formas, o la utilización de las formalidades que
aseguren a las partes el fin propuesto. Sin embargo, existen excepciones en cuanto a
modificación, transmisión, renuncia y extinción de derechos reales sobre bienes que
deban ser registrados, venta de buques, aeronaves, las cuales exigen que el contrato se
realice por escritura pública.

3.4. Precio

El elemento precio del contrato de compraventa, para que quede configurado y


cumpla sus plenos efectos, debe reunir ciertos requisitos: a) el precio debe ser en dinero;
puesto que de otra manera podría tratarse de otro tipo de contrato como, por ejemplo,
cuando se entrega una cosa u otra de igual valor, no estamos frente a una compraventa
3
Garrigues Joaquín, op. cit. p.70.
sino frente a un permuta; b) debe ser determinado al respecto que el Art. 754 establece:
El precio será cierto, cuando las partes lo determinen en una suma que el comprador
debe pagar, o fuere determinado en referencia a una cosa determinada, o su
determinación se encomendare a un tercero. La determinación no siempre decide las
partes contratantes, sino también puede decidir un tercero ajeno a la relación
contractual, o a determinarse en relación a una fecha, como ocurre en la fijación de
precio conforme a la cotización del dólar en la fecha de entrega, etc.

2. Caracteres del contrato

El contrato de compraventa tiene los siguientes caracteres:


a) Oneroso, porque existe un precio establecido o a determinarse por las partes;
b) Bilateral, porque existen obligaciones recíprocas entre el comprador y el vendedor;
una parte entrega un cosa y la otra paga un precio;
c) Consensual; porque requiere el consentimiento de las partes, para que cumpla su
pleno efecto.

3. Sus diferencias de otros contratos

El contrato de compraventa se diferencia del:


a) Contrato de Permuta: la principal diferencia entre la compraventa y la permuta, es
que en el contrato de permuta existe intercambio de cosa por cosas, si bien ambas cosas
deben tener igual valor; en ella no existe cosa por dinero, que es la característica
principal de la compraventa.
b) Contrato de Locación: su principal diferencia radica que en la locación existe precio
en dinero a cambio del uso y goce de una cosa; sin embargo, en la compraventa existe
transferencia de dominio.

6. Pago

El Código Civil (Art.763) establece como obligación del comprador, que


este debe pagar el precio de la cosa en el lugar y fecha convenidos. El pago,
conceptualizado por el Prof. Silva Alonso, es el cumplimiento de cualquier obligación
(lenguaje jurídico), abono de la suma adeudada (lenguaje profano)4; en uno u otro
sentido, el pago alude al cumplimiento de la obligación asumida por el comprador. En
materia de compraventa, el pago realizado por el comprador no importa siempre la
simultánea tradición o entrega de la cosa del vendedor al comprador, puesto que a veces
dicha tradición se realiza en un momento diferente al pago; a la inversa el pago se
realiza en un momento diferente a la entrega de la cosa.

Siendo el contrato de compraventa un contrato eminentemente consensual,


las partes libremente pueden establecer modalidades de sus actos jurídicos, siendo una
de ellas el plazo; es decir, diferir en el tiempo el cumplimiento de sus obligaciones; a
este espacio de tiempo se lo puede llamar venta a crédito o venta a plazo. Para Garrone-
Castro Sammartino5, sintéticamente se habla de venta a plazo o venta a crédito que
significa otorgar al comprador facilidades para pagar el precio en cuotas. Se puede
definir como la venta que, concluida la operación, su precio lo paga el comprador en los

4
Silva Alonso, Ramón “Derecho de las obligaciones en el Código Civil Paraguayo”, Intercontinental
Editora, reedición 2003, p.353.
5
Garrone José A. y Castro Sammartino Mario E. op. cit. p. 770
plazos o según las cuotas convenidas, otorgándose o no garantías, seguridades o
privilegios a favor del vendedor.

6.1. Financiación al empresario o empresa de crédito

Cuando interviene un tercero ajeno a la relación jurídica formada entre comprador


y vendedor, ya no hablamos de venta a plazo o a crédito, sino más bien de financiación;
y ello puede canalizarse a través de las instituciones que operan en el sistema financiero:
bancos y financieras. Es una relación formada entre el comprador y una institución
financiera a fin de obtener una línea de crédito para financiar la compra de mercaderías,
asumiendo obligaciones el comprador con la institución financiera y no con el
vendedor.

6.2. Tarjeta de crédito

La tarjeta de crédito es concebida más como prestación de servicios que como


sistema de crédito; ello tuvo sus orígenes con las características que hoy conocemos en
la década del cincuenta, y tiende a facilitar el pago y evitar la portación de dinero,
mediante la exhibición de un plástico o credencial; con lo cual se facilita la operación y
se aumenta el consumo.

La tarjeta de crédito puede definirse como el contrato atípico, en virtud del cual,
una parte entrega a otra en propiedad una cantidad determinada de dinero, bajo ciertas
condiciones y por un tiempo determinado; con obligación de restituir el valor
equivalente a tiempo diferido. Lo fundamental de la tarjeta de crédito es que otorga a su
tenedor la posibilidad de realizar compra de productos o mercadería y diferir el pago.

7. Obligaciones del comprador


Son obligaciones del comprador, los siguientes:
a) pagar el precio de la cosa, en el tiempo y lugar convenidos; y
b) recibir la cosa comprada.

8. Obligaciones del vendedor


El vendedor tiene las siguientes obligaciones:
a) entregar al comprador el bien vendido con todos sus accesorios, en el lugar y fecha
convenidos;
b) recibir el precio, en el lugar y tiempo pactados; y
c) garantizar al comprador por la evicción y los vicios de la cosa.

9. Cláusulas especiales

Las partes podrán libremente subordinar los efectos del contrato de compraventa a
condiciones, cargo o plazo, o a modificar de cualquier manera los efectos normales del
contrato, a través de cláusulas accesorias o cláusulas especiales. Dichas cláusulas están
permitidas, toda vez que no viole derecho de terceros o el orden público.

El Art. 768 del C.C. regula las ventas sujetas a ensayo y prueba: La venta sujeta
a ensayo y prueba, o a satisfacción del comprador, se presume bajo condición
suspensiva de que lo vendido fuere del agrado personal de aquel. El plazo para aceptar
no excederá de noventa días. El contrato se juzgará concluido, cuando el adquirente
pagare el precio sin reserva, o dejar de transcurrir el término sin comunicar su
respuesta. Situaciones como la prevista por el Código, pueden las partes interesadas
subordinar como condición en un contrato de compraventa; de igual manera lo podrían
realizar con los plazos de cumplimiento de la obligación o entregas de mercaderías;
pactos de preferencia (Art. 771) o pacto de mejor comprador (Art. 774), regulados todos
por nuestro Código.

10. Compraventa a distancia

EL principio general establecido en nuestro Código es que el vendedor tiene la


obligación de poner la mercadería en el lugar y fecha convenidos; Sin embargo, las
partes de común acuerdo pueden convenir una forma diversa de entrega de las
mercaderías, más aún tratándose de operaciones internacionales de compraventa, donde
existe el riesgo de deterioro de las mercaderías, problema de transporte, embarque, lugar
de entrega y recepción. Ello resulta importante para nuestra materia, puesto que no
estando regulados expresamente en nuestro Código, la misma fue suplida por los usos y
costumbres de la compraventa internacional.

Los Incoterms, sigla en inglés que significa International Commerce Terms,


término que fue diseñado por la Cámara de Comercio Internacional de París en 1936, a
fin de precisar los derechos y obligaciones de las partes, así como el punto de
transmisión de riesgos. Para Sienrralta Ríos6: “La finalidad esencial de Los Incoterms es
determinar claramente el punto en que una de las partes trasmite el riesgo a la otra, a fin
de garantizar el derecho de pago y el de libre disposición de las mercaderías. Definen la
responsabilidad de los contratantes y el lugar físico de su cumplimiento de una forma
simple y segura, eliminando cualquier zona gris en la entrega o puesta a disposición de
las mercaderías”.

Los incoterms han sufrido una serie de revisiones (1953, 1967, 1976, 1980 y 1990),
con lo cual se han ido actualizando a fin de unificar las distintas costumbres
mercantiles. Cuando las partes contratantes acuerdan uno de los términos incoterms,
para que la misma tenga validez, se debe hacer una mención expresa, indicando la
modalidad y el año, amén de incluir otras modalidades y detalles de la operación,
siempre que no desnaturalicen el término seleccionado. Existen en la actualidad 13
términos, clasificados en 4 grupos, según la última versión de la Cámara de Comercio
Internacional, citamos las más frecuentes:

10.1 EXW (Ex Works). En Fábrica

En fabrica, término utilizado a fin de significar que la única obligación del vendedor es
la de poner a disposición las mercaderías en su fabrica, local o factoría, no asume
ninguna obligación de carga y transporte. El comprador asume la obligación y costo de
transporte y carga hasta su destino. Dicha modalidad es la más conveniente para el
vendedor, quien asume una mínima responsabilidad, limitándose a poner en condiciones
las mercaderías y a suministrar toda ayuda para obtener la licencia de exportación
gubernamental.

10.2 FAS (Free Along Side Ship). Franco al Costado del Buque
6
Sienrralta Ríos, Aníbal. “Contratos de Comercio Internacional”, 3ra. Ed. Pontificia Universidad Católica
del Perú, 1998, Lima, p. 326.
Con dicho término se alude a la operación en la cual el vendedor tiene la obligación
de poner las mercaderías al costado del buque, en el muelle o barcaza, hasta donde
surge su responsabilidad; por lo tanto, el comprador a partir de ahí asume el riesgo, sea
ella de transporte, carga y descarga de la mercadería.

Así mismo, el comprador tiene a su cargo el despacho de exportación de las


mercaderías; sin embargo, dicha modalidad no puede ser invocada cuando el
comprador, directa o indirectamente, no puede atender dicha formalidad.

10.3. FOB (Free on Board). Franco a Bordo

Con la modalidad FOB, el vendedor tiene la obligación de entregar las mercaderías


a bordo de la embarcación, buque o barcaza, en el puerto de embarque establecido; su
responsabilidad concluye una vez que la mercadería haya sido cargada en el buque, a
partir del cual el comprador asume todo riesgo y pérdida que sufriere su mercadería.

10.4. CIF (cost, insurance and freight). Costo, seguro y flete

Con el CIF, el vendedor tiene la obligación de llevar la mercadería hasta el mueble,


pagar los costos y fletes necesarios para llevar la mercadería hasta el punto de destino
acordado con el comprador, asegurar y pagar la prima de las mercaderías; su
responsabilidad culmina cuando las mercaderías hayan pasado la borda del buque, en el
puerto de embarque; a partir de ahí, corre la responsabilidad del comprador.

10.5. DEQ (delivered ex quay) Entregado en muelle


Entregado en el muelle quiere decir que el vendedor pone las mercaderías a cargo
del comprador en el muelle designado por este último. El vendedor corre a cargo de
todos los gastos, fletes y entrega en muelle de las mercaderías.

Las partes contratantes, cuando utilicen este término de transporte, deben aclarar
expresamente si el DEQ, utilizado es “sobre muelle libre de derechos” o “sobre muelle
derechos a cargo del comprador”, a fin delimitar la responsabilidad por dichos trámites.

10.6 DES (Ex ship o delivered ex ship). Sobre Embarque o a bordo

Este modo de realizar la compraventa quiere decir que el vendedor debe poner las
mercaderías a bordo del buque, en el punto convenido en el contrato de compraventa. El
vendedor debe hacerse responsable hasta la llegada del buque en el puerto de destino
acordado con el comprador.

11. Compraventa con pago contra documentos

Las partes pueden, independientemente a la modalidad de entregas de mercaderías


(DES, CIF, FOB), convenir la forma de pago de la obligación; entre ellas se destaca la
compraventa contra pago de documentos. Esta modalidad implica que el comprador
deberá efectuar el pago del precio convenido, o aceptar la letra que le remita el
vendedor, al serle presentado los documentos que acreditan que este ha cumplido las
obligaciones que el contrato le impone; tales documentos pueden ser facturas,
conocimiento (con la cual se acredita el embarque), recibo de pago del flete; póliza de
seguro de embarque de mercaderías.

Estos documentos pueden ser presentados por el vendedor o su representante, que


generalmente es un banco, a fin de que el comprador pague y cumpla el contrato.

12. Compraventa con crédito bancario documentado

Este medio de pago nació con el auge de las compraventa internacional, a fin de
otorgar garantías suficientes tanto al exportador, que por este medio se asegura el cobro
del precio de sus productos y el importador, de que el pago no se efectivice hasta que no
exista la seguridad de que las mercaderías fueron embarcadas o la entrega de los
documentos que representen de la propiedad las mercaderías.

Podemos definir la compraventa con crédito bancario documentado, como el


vinculo jurídico mediante el cual un comprador-importador de mercaderías conviene
con un banco -emisor- que este pague, acepte pagar o negociar letras de cambio, o
hacerlas pagar, a aceptar o negociar por otro banco -corresponsal- en favor del
vendedor-exportador y contra la entrega de ciertos documentos a ser presentados por el
vendedor-exportador o su representante a dicho banco.

13. Del mandato comercial

El Art. 880 establece: “Por el contrato de mandato una persona acepta de otra poder
para representarla en el manejo de sus intereses o en la ejecución de ciertos actos”. El
mandato es el instrumento idóneo para ejercer la representación de las personas para el
manejo de sus intereses; si bien la redacción de la norma señalada no alude a la
definición de mandato civil o mandato comercial, posiblemente producto de la
unificación de las obligaciones; sin embargo, podemos definir el mandato comercial
como el vinculo jurídico mediante el cual una persona llamada mandante otorga poder a
otra llamada mandatario, a fin de que administre sus negocios o un establecimiento
comercial, mediante el pago de un precio.

La diferencia central entre el mandato civil y el comercial radica específicamente


en el sujeto, que necesariamente debe ser comerciante o capacitado para ejercer el
comercio, el objeto, puesto que la representación consiste en la administración de un
establecimiento comercial o la administración de un negocio; y el precio, ya que el
contrato comercial supone el pago de un precio por la representación ejercida.

Un caso típico de este tipo de contrato, encontramos en el factor: “Factor es la


persona legalmente capacitada para el ejercicio del comercio, a quien el principal
encarga mediante mandato la administración de sus negocios o la de un establecimiento
comercial” (Art. 53, Ley del Comerciante).

14. Obligaciones del mandatario

Son obligaciones del mandatario


a) actuar dentro de los límites del mandato, ejecutando fielmente el contrato de
acuerdo con la naturaleza del negocio;
b) ejercer fielmente y de la manera más ventajosa todos los actos de administración
y dirección del establecimiento mercantil; absteniéndose de realizar actos
cuando de ello resulte daño manifiesto para el poderdante; y
c) dar cuenta de sus operaciones.

15. Deberes del mandante


a) pagar la retribución convenida;
b) rembolsar los anticipos, no obstante que el negocio no le hubiese
resultado favorable;
c) liberarle de las obligaciones que hubiese contraído con terceros en
cumplimiento del mandato.

16. Substituciones
En caso de substituciones, siendo la naturaleza del mandato comercial,
elementos personales y capacidad tenida en cuenta, la misma salvo convenio en
contrario, es personalísima, no pudiendo ser substituido o delegado sin autorización
expresa del instituyente.

17. Extinción
El mandato se extingue, conforme a lo establecido en el Art. 909 del C.C.:
a) por cumplimiento del negocio para el que fuere constituido;
b) por renuncia del mandatario;
c) por muerte; en cuyo caso el mandato continua vigente para aquellas
situaciones urgentes, hasta que los herederos dispongan otra cosa;
d) por revocación del mandante; y
e) por enajenación del establecimiento comercial.

18. Mandato irrevocable


El mandato es un contrato, y como acto jurídico puede ser revocado; sin
embargo por imperio de la Ley, existen dos situaciones en las cuales no se puede
revocar el mandato recibido;
a) en los caso en que fuere condición de un contrato bilateral, o el medio de
cumplir una obligación contratada, como el mandato a pagar letras u
ordenes; y
b) cuando fuese conferido al socio, como administrador, o liquidador de la
sociedad por disposición del contrato social, salvo cláusula en contrario, o
disposición especial de la ley.
Bibliografía
• GARRONE, José A. y CASTRO SAMMARTINO, Mario E. “Manual de
Derecho Mercantil”, 2ª. Ed., Abeledo Perrot, Bs. As.
• GARRIGUES, Joaquín, op. cit.
• SILVA ALONSO, Ramón “Derecho de las obligaciones en el Código Civil
Paraguayo”, Intercontinental Editora, reedición 2003.
• SIENRRALTA RÍOS, Aníbal. “Contratos de Comercio Internacional”, 3ra.
Ed. Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998, Lima.
Bolilla 26
Por el Prof. Dr. Aldo Eduardo León

Sumario: 1. Del contrato de comisión. 2. Caracteres de este contrato. 3. Diferencia


con otros tipos de contratos. 4. Obligaciones del comisionista. 5. Obligaciones del
comitente. 6. Responsabilidades del comisionista. 7. El contrato de corretaje. 8.
Caracteres del contrato de corretaje. 9. Derechos del Corredor. 10. Obligaciones
del corredor. 11. Actos prohibidos al corredor, 12. El depósito. 13. Naturaleza. 14.
Caracteres del depósito. 15. Distintas categoría de depósito. 16. Capacidad. 17.
Obligaciones del depositario. 18. Derechos del depositario. 19. Obligaciones del
depositante. 20. Depósito en hoteles y establecimiento similares, 21.
Responsabilidad del hotelero. 22. Sumas de dinero del viajero. 23. Almacenes
generales de depósito. 24. Obligaciones del almacenista. 25. Derechos y facultades
del almacenista.

1. Contrato de Comisión

El contrato de comisión, también llamado de consignación1, es el acuerdo


mediante el cual una persona llamada comisionista se obliga a adquirir y vender bienes,
a nombre propio y a cuenta del comitente, sin hallarse en relación de dependencia y con
plena autonomía de gestión.

El contrato de comisión se encuentra regulado en el capítulo IX, del Título II,


del libro III del Código Civil; si bien la regulación de la materia fue realizada de manera
genérica, escapando a la casuística propia de este tipo de contratos, ya que el legislador
ha remitido en cuanto a la relación comisionista-comitente a los principios establecidos
en la regla del mandato. Art. 944: “Entre el comitente y el comisionista hay la misma
relación de derechos y obligaciones que entre el mandante y el mandatario, con las
limitaciones y ampliaciones que se establecen en este capítulo”. Sin embargo, debemos
advertir que entre el contrato de comisión y el mandato existen diferencias en cuanto a
la finalidad u objeto de los mismos, que serán señaladas más abajo.

Es por ello que se identifica el contrato de comisión con el mandato sin


representación, en el sentido de que el comisionista queda personalmente obligado
frente al tercero; a diferencia de lo que ocurre con la representación donde el mandante
actúa a través del mandatario, obligándose personalmente de lo actuado por este2.

2. Caracteres de este contrato

1
Argaña, Luis A. “Tratado de Derecho Mercantil” reedición, tomo ll, Editorial el Foro, 1993, p. 9: “El
mandato se llama comisión o consignación cuando la persona que desempeña otros negocios
individualmente determinados, obra en nombre propio o bajo la razón social que representa”. Asi
mismo, debemos mencionar que el proyecto de unificación de los contratos civiles y comerciales de la
Republica Argentina (Art. 1920), cambia el nombre de comisión por el de consignación, estableciendo
que es un mandato sin representación para la compra venta de cosas muebles.
2
Lorenzetti, Ricardo Luis “Tratado de los Contratos”, Tomo ll, 2ª Edición ampliada, Rubinzal-Culsoni
Editores, Bs. As., 2004, p. 294: “La comisión puede ser calificada como una especie de mandato no
representativo, aunque presenta singularidades que han inducido a importantes autores a distinguirlos.
Se afirma que en la comisión no hay mandato oculto, sino una situación explicita; el contrato entre el
comisionista y el tercero es ajeno al comitente y no acción contra el tercero salvo cesión”.
El contrato de comisión es un contrato nominado, expresamente regulado por el
Código Civil; que es propio de los contratos mercantiles y podemos resaltar los
siguientes caracteres:

2.1. Es un contrato consensual, porque se perfecciona con el simple consentimiento de


las partes. El consentimiento requerido para el perfeccionamiento de este contrato,
puede darse entre presentes y ausentes, expresa o tácita, conforme a las reglas del
Código Civil.
2.2. Es un Contrato oneroso, donde existe la obligación del comitente de abonar una
retribución al comisionista, pudiendo establecerse de común acuerdo o, en su defecto,
conforme a las reglas del mandato.
2.3. Es un contrato indivisible, siendo aceptada por una de las partes, se considera la
aceptación de todo el negocio y mientras dure la comisión.

3. Diferencia con otros tipos de contrato:


3.1. Contrato de comisión y contrato de agencia
El comisionista actúa en nombre propio y por cuenta del comitente, teniendo mayor
responsabilidad y autonomía de gestión; sin embargo, en el contrato de agencia, el
agente actúa en nombre y representación del principal, promoviendo negocios a nombre
de su mandante.

3.2 Contrato de Comisión y Mandato

El contrato de comisión puede referirse a una serie de operaciones, siempre que ellas
estén explícitamente determinadas; no puede referirse a generalidades de administración
de negocios ajenos. Sin embargo, el mandato puede clasificarse en especiales y
generales, pudiendo establecerse administración general de bienes y patrimonio de
terceros.

3.3. Contrato de Comisión y la Permuta

En el contrato de comisión, el comisionista se compromete a adquirir o vender a


cuenta del comitente, cuyos bienes son del comitente; en cambio, en la permuta existe
una transferencia de dominio del vendedor al comprador.

3.4. Contrato de Comisión y Contrato de Corretaje

El corredor es la persona que entra en la intermediación como simple espectador,


puesto que su función se limita a poner en contacto a las partes interesadas en la
negociación o conclusión de uno o varios negocios, sin interferir en absoluto en la
operación y sin estar en relación de dependencia o representación con ninguna de las
partes; sin embargo, el comisionista realiza por sí, y por su intermedio, la operación
contratando directamente y a nombre propio y por cuenta de su comitente.
3.5. Contrato de Comisión y Mandato de Factores

El factor es la persona legalmente capacitada para el ejercicio del comercio, a quien el


principal encarga, mediante mandato, la administración de sus negocio o
establecimiento comercial; el comisionista no administra bienes del comitente, su
función es la de actuar a nombre propio y a cuenta del comitente, en una actividad
mercantil.
1. Obligaciones del comisionista

En cuanto a los derechos y obligaciones del contrato de comisión, los mismos se


rigen por las reglas del mandato, con particularidades propias de un contrato mercantil:
a) Ejecutar fielmente el contrato. El comisionista debe ejecutar el contrato conforme a
las reglas establecidas para el efecto por el comitente; así como se presume que está
autorizado para conceder incluso prórroga de pago según las circunstancias y en interés
del mejor resultado del negocio, salvo disposición en contrario del comitente.
b) El comisionista no responde por la insolvencia del tercero con quien contrata, salvo
que sea notoria, al momento de contratar.
c) El comisionista debe dar cuenta de sus operaciones al comitente; y en caso de otorgar
prórroga de pago, debe indicar al comitente la persona del contratante y el plazo
concedido. Si así no lo hiciere, se considerará hecho el negocio sin plazo alguno.

2. Obligaciones del Comitente

Son obligaciones del comitente:


a) Reembolso de los gastos y anticipos, no obstante que el negocio no le hubiese
resultado favorable. La restitución comprenderá los intereses desde que las sumas
fueron adelantadas. Este deber subsistirá, aunque los gastos parecieren excesivos, con
tal de que no fueren desproporcionados, y siempre que el comisionista no hubiere
incurrido en faltas;
b) Abonar la comisión convenida en tiempo y forma. En defecto de normas
convencionales o legales, la remuneración será fijada por el Juez;
c) Dar las instrucciones requeridas, para la mejor realización del contrato.

6. Responsabilidades del Comisionista

a) Pérdida de la comisión: El comisionista pierde todo derecho a remuneración y gastos


si es culpable de actos de mala fe respecto a su comitente, especialmente si ha fijado un
precio superior de compra o inferior de venta. En estos casos, el comitente tiene derecho
de considerar al comisionista como comprador y reclamarle daños y perjuicios.
b) Exceso en el cumplimiento de mandato: Así mismo, responde el comisionista si se ha
excedido en el cumplimiento del mandato recibido de su comitente, pero no se
considerará que se ha extralimitado en la misma, si ha obrado en beneficio de su
comitente.

7. El contrato de corretaje

El contrato de corretaje es el vínculo jurídico mediante el cual una persona llamada


corredor, procura, sin hallarse en situación de dependencia o representación con el
comitente, mediar entre la oferta y la demanda para la conclusión de negocios
comerciales, haciendo de dicha actividad profesión habitual. Su actuación termina con
la conclusión del negocio.

La Ley de Comerciante 1034/83 establece su regulación normativa, dentro del


capitulo lll “De determinados comerciantes”, definiendo corredor en el Art. 26: “Son
corredores las persona que sin hallarse en relación de dependencia, median entre la
oferta y la demanda, para la conclusión de negocios comerciales o vinculen a las partes
promoviendo la conclusión de contratos, haciendo de dicha actividad profesión
habitual”.

La norma es ilustrativa al definir al sujeto-corredor, estableciendo que el


corredor no ejerce su función en relación de dependencia ni de representación, puesto
que es un mediador entre la oferta y la demanda, y como tal solo se limita a acercar a las
partes para que estas contraten o acuerden libremente la conclusión de sus negocios,
percibiendo por ello una comisión. En idéntico sentido el Art. 951 del C.C. establece:
“Por el contrato de corretaje el corredor pone en relación a dos o más partes para la
conclusión de un negocio, sin estar ligado a ninguna de ellas por relaciones de
colaboración, de dependencia o de representación”.

8. Caracteres del contrato de corretaje

Los caracteres del contrato de corretaje, podemos resumirlos en los siguientes:


a) Es un contrato oneroso, puesto que el corredor une a dos o más interesados en la
realización de un negocio, y por ello percibe una comisión, previamente estipulada;
b) Es consensual porque, se perfecciona con el consentimiento o acuerdo de partes:
c) Es comercial, pues la naturaleza de corretaje es esencialmente comercial; siendo
función del corredor mediar entre la oferta y la demanda.

9. Derechos del corredor


Son derechos del corredor los siguientes:
a) Percibir la comisión estipulada de los contratantes, si el negocio se concluye por
efecto de su intervención;
b) Solicitar reembolso de gastos, solo si se hubiere pactado expresamente y el negocio
ha llegado a celebrarse.

10. Obligaciones del corredor

Son obligaciones del corredor:


a) Matricularse en el Juzgado competente e inscribir su matrícula y los documentos
requeridos en el Registro Público de Comercio;
b) Llevar los libros requeridos con las formalidades de la ley;
c) Entregar a cada contratante una minuta firmada del asiento registrado en el libro
Diario sobre el negocio concluido, dentro de las 24 hs. de su realización;
d) Guardar reserva (riguroso secreto) y fidelidad en lo relativo a la negociación, así
como comportarse conforme a la reglas de la buena fe;
e) Proponer con exactitud, precisión y claridad los negocios, absteniéndose de supuestos
falsos o ambiguos que puedan inducir a apreciaciones erróneas o contradictorias.

11. Actos prohibidos al corredor

Los actos prohibidos al corredor, están regulados en la Ley del Comerciante (Art.42)
y son:
a) Intervenir en cualquier operación en la que hubiere oposición entres sus intereses y
los de su comitente;
b) Hacer cobranzas y pagos por cuenta ajena;
c) Adquirir para sí o para su cónyuge, ascendientes o descendientes, las cosas cuya
venta le haya sido encargada, ni las que se hubieren encomendado a otro corredor, aun
cuando se pretenda que la compra se realizó para uso o consumo particular;
d) Promover la transmisión de letras o valores de otra especie o la venta de mercaderías,
procedentes de personas no conocidas en la plaza, salvo que un comerciante abone la
identidad de las personas;
e) Intervenir en contratos de venta de efectos en la negociación de letras pertenecientes
a personas que hayan suspendido su pago;
f) Pretender, además de la comisión, una remuneración sobre el mayor valor que se
obtuviere en las operaciones, o exigir mayor comisión que la establecida legalmente o,
en su defecto, la determinada por los usos comerciales, salvo convención en contrario.

12. El Depósito, Definición

El depósito es un contrato en virtud del cual una persona llamada depositante,


entrega a otra, llamada depositario, una cosa para su guarda, obligándose el depositario
a restituir esta cosa en el momento que se la solicite. En idéntico sentido el Dr. Luis A.
Argaña define así el contrato de deposito3: “El deposito es un contrato real por el cual
una de las partes se obliga a guardar la cosa que otra le confía, y a restituirla en el plazo
convenido o cuando sea reclamada”.

El depósito, como categoría contractual, está definido en el Capítulo XIII del


Código Civil, Art. 1244: “El contrato de depósito obliga al depositario a guardar y
restituir la cosa que le hubiere sido entregada”.

La definición señalada engloba en términos amplios tanto a depósito civil y


comercial; sin hacer una distinción entre ambos tipos de contratos; en lo cual se ha
seguido la línea del legislador al unificar los contratos civiles y comerciales.

Ahora bien, ¿cuándo podemos decir que estamos ante un depósito civil o
comercial? La respuesta debemos de buscar en la doctrina, puesto que la legislación
sobre la materia es de por sí ambigua y no ofrece una clara distinción para su
individualización. Sobre el punto, Joaquín Garrigues4 señala la concurrencia de tres
elementos5:
a) Que el depositario al menos sea parte;
b) Que las cosas depositadas sean objetos de comercio;
c) Que el depósito constituya una operación mercantil o se haga como causa o a
consecuencia de operaciones mercantiles.

Los presupuestos señalados por el insigne tratadista nos parecen acertados; sin
embargo, a estos elementos podemos agregar el costo del contrato, su onersidad6,
teniendo en cuenta que el comerciante tiene principalmente como actividad actos
mercantiles lucrativas. Al respecto la Ley del Comerciante establece quiénes son
3
Argaña, Luis A. “Tratado de Derecho Mercantil” T. 2, op. cit. p. 12.
4
Garrigues Joaquín, “Curso de Derecho Mercantil”, tomo IV, ed. Temis, Bs. As., 1987, p. 132
5
Argaña, Luis A. op. cit. p. 14. Para este autor, para que sea comercial un depósito, debe concurrir los
siguientes elementos: a) Que las partes contratantes sean comerciantes o por lo menos una de ellas; b)
que tenga por objeto actos de comercio o que nazca de el; c) que sea oneroso.
6
Ghersi, Carlos Alberto, “Contratos Civiles y Comerciales”, tomo I, 4ta. Edición, Ed. Astrea, Bs. As.,
1999. Sostiene que el depósito civil es siempre gratuito; al contrario con el depósito comercial, que es un
contrato oneroso, ahí radicaría de la diferencia.
comerciante (Art.3°)7, así como la situación de las personas que realizan
accidentalmente actos de comercio (Art.5°)8; dichos requisitos, si bien son insuficientes
para caracterizar al contrato de deposito civil o comercial; sin embargo, son integrados
por la doctrina, así como a los usos y costumbres, para su correcta individualización.

13. Naturaleza

El contrato de depósito es esencialmente contrato real, que se perfecciona con la


entrega de la cosa del depositante al depositario. La tradición es un elemento esencial en
este tipo de contrato, puesto que se de trata de guarda y custodia de cosas ajenas a la
depositada. Así mismo, el objeto del contrato debe tratarse de cosas ajenas con
obligación de devolver.

14. Caracteres del depósito

El contrato de depósito tiene los siguientes caracteres:


a) Es un contrato real, que se perfecciona con la entrega de la cosa objeto de depósitos;
b) Es un contrato de confianza, puesto que en este tipo de contratos prima
preferentemente la buena fe, así como la calidad del depositario, quien debe custodiar la
cosa como si fuese propia; y
c) Si bien existe previsión legal sobre la presunción de gratuidad9 del contrato de
depósito, sin embargo en la actualidad no existe ningún contrato comercial que no sea
oneroso.

15. Distintas categorías de depósito

El depósito puede dividirse en voluntario o forzoso; a su vez, el voluntario se


subdivide en regular e irregular.

El depósito es voluntario, cuando nace espontáneamente de la decisión de las


partes, reglamentando sus intereses mediante el contrato.

El depósito es forzoso, si surge por ocasión de algún desastre natural o alguna


situación de fuerza mayor que torne urgente realizar el depósito. En este sentido el Art.
1262 establece: “En caso de incendio, inundación, ruina, saqueo, naufragio u otro
acontecimiento de fuerza mayor, el depósito podrá confiarse a personas adultas, aunque
sean incapaces, y estas responderán por él, sin que ello obste la falta de autorización de
sus representantes para recibirlo”. La previsión contemplada por nuestro Código,

7
Artículo 3°: Son comerciantes:
a) las personas que realizan profesionalmente actos de comercio; y
b) las sociedades que tengan por objeto principal la realización de actos de comercio
8
Artículo 5°: Los que realicen accidentalmente actos de comercio no son considerados comerciantes.
Queda, sin embargo, sujetos en cuanto a las consecuencias de dichos actos a la legislación comercial.
9
Nota: transcribo la opinión atinente sobre el punto de Guillermo en “Tratado de Derecho Civil,
Contratos II”, pag. 537: Sin duda alguna, lo que el codificador quiso destacar es que el depósito es por
naturaleza gratuito y que las obligaciones del depositario no varían (lo que es totalmente exacto) porque
se le haya prometido alguna remuneración. La postura asumida por Vélez en este punto revela como
sobreviven en las leyes algunas instituciones que ya han perdido su razón de ser. En el derecho romano
clásico, el depósito era necesariamente gratuito; como la entrega del depósito era un acto de confianza y
el recibirlo de amistad, chocaba al sentimiento común que pudiera ponerse precio a tales servicios; si
había remuneración, dejaba de ser depósito.
realizada en situaciones de fuerza mayor, exonera inclusive al depositante y al
depositario de las limitaciones sobre la capacidad, relativos a este tipo de contrato.

El depósito voluntario es regular, cuando el depositario está obligado a


restituir la misma e idéntica cosa que recibió en depósito.

Nuestro Código Civil regula las situaciones en las cuales se plantea este tipo de
depósitos y sus consecuencias:

Art. 1255: “El depositario no puede compensar la obligación de devolver el


depósito regular con ningún crédito, ni otro depósito que él hubiere hecho al
depositante, aunque fuere de mayor suma o de cosa de más valor”. La situación
planteada por el legislador al establecer la prohibición del depositario de consumir la
cosa entregada en depósito, aun cuando el mismo disponga de medios para rembolsar
una cantidad semejante o superior al depósito.

Art. 1258: “Si al hacer el depósito de dinero o moneda el depositante prohibiese


al depositario su uso y este incurriere en mora para restituirlo, deberá los intereses
legales desde el día del depósito”. En idéntica situación, en caso de contravenir la
prohibición de disponer del depósito de cosas fungibles, se establece una penalidad de
pago de intereses desde el día del depósito, suma que el depositario deberá abonar al
depositante.

El depósito voluntario es irregular10, cuando el depositante consiente al depositario


su uso y consumo, con obligación de devolver una cantidad igual o semejante de la
misma calidad y especie, cuando este lo requiera. Las casuísticas planteadas por el
legislador en nuestro Código Civil son las siguientes:

Art. 1257 CC: “Si el depósito fuere irregular, de dinero o de otra cantidad de
cosas fungibles, cuyo uso fue concedido por el depositante al depositario, queda éste
obligado a pagar el todo, y no por parte, o a entregar otro tanto de la cantidad de cosas
depositadas, con tal que sean de la misma especie y calidad.” La norma establecida en
nuestro Código contempla esta categoría de depósito irregular, y delimita su aplicación
a cosas fungibles y consumibles, como el dinero y otro valor dinerario. El depositante
tiene la facultad de prohibir su uso por el depositario, y para ello debe hacer
expresamente constancia; puesto que el uso y consumo se presumen en este tipo de
depósito.

Art. 1260: “Consistiendo el depósito en títulos, valores, efectos o documentos


que devenguen intereses, queda el depositario obligado a realizar su cobro al tiempo de
su vencimiento”. Si bien esta categoría de depósito es en una combinación de ambas
categorías, puesto que el primero se refiere a los títulos valores o documentos, que son
esencialmente regular, también se refiere al cobro de intereses que puede producirse en
dinero que en esencia es irregular.

16. La capacidad
10
Ripert George y Jean Boulanger “Tratado de derecho Civil”, T. VIII, Ed. La Ley, 1987, p. 515, define:
“Se llama 'depósito irregular' a aquel en que el depositario, en lugar de estar obligado a restituir
idénticamente la cosa recibida, está obligado a entregar cosas de la misma especie en igual cantidad. Es
deudor, pues de cosas de género determinado y no de un cuerpo cierto, como el depositario ordinario. No
es tenedor precario; adquiere la propiedad de la cosa que se le entregan”.
El principio en materia contractual, es que todas las partes deben tener plena
capacidad, tanto de hecho y de derecho, para celebrar contratos de depósito, sin
embargo pueden plantearse los siguientes supuestos:

a) Supuesto de depositante incapaz

Art. 1247 CC: “La persona capaz que aceptase el depósito efectuado por quien no lo
fuere, quedará sujeta a todas las obligaciones del depositario. Si el depósito fuere hecho
por una persona capaz con otra que no lo sea, el depositario incapaz podrá oponer la
nulidad, y la primera demandar la restitución de la cosa, así como todo aquello con que
se hubiere enriquecido el incapaz”.

El depósito realizado en las condiciones señaladas por la norma (Art. 1247) es


plenamente válido, respecto del depositario capaz, quien asume todas las obligaciones
del contrato de depósito.

Por su parte, el representante del incapaz-depositante o el mismo incapaz, si


hubiere sobrevenido su capacidad, puede: exigir el cumplimiento del contrato o
demandan la nulidad del acto.

b) Supuesto de depositario incapaz

A tenor del Art. 1247, señalado más arriba, el representante del depositario incapaz
tiene la opción de demandar la nulidad de acto y así evitar eventualmente la acción de
daños y perjuicios del depositante, en caso de deterioro de la cosa o enriquecimiento,
sea ella producto de la enajenación de la cosa o usufructo. En ambos casos el
depositante tiene la acción “in rem verso”.

17. Obligaciones del depositario


Son obligaciones del depositario:
a) Guardar la cosa con igual diligencia que tendrían con las suyas;
b) responder por culpa, cuando el depósito se hizo en su interés exclusivo, o fuere
retribuido;
c) restituir al depositante la misma cosa con sus accesorios y frutos, cuando le fuere
pedida, o a sus causahabientes;
d) dar aviso al depositante de las medidas y gastos necesarios para la conservación de la
cosa, y efectuarlos cuando hubiere urgencia.

18. Derecho del depositario


a) El depositario tiene derecho a una retribución, en caso de pactarse un monto; en caso
de que no fuere determinado, lo podrá realizar el Juez;
b) El depositario tiene el derecho a retener la cosa depositada hasta el pago íntegro de lo
que se le deba en razón del depósito.

19. Obligaciones del depositante


Entre las obligaciones del depositante podemos citar las siguientes:
a) El depositante está obligado a reembolsar al depositario los gastos en que este
hubiere incurrido en la guarda de la cosa depositada;
b) Indemnizar al depositario, por los daños y perjuicios que le ha ocasionado el
depósito;
c) Recibir la cosa objeto del depósito, en el lugar y tiempo convenidos.

20. Depósitos en hoteles y establecimiento similares

Con este título, el Código Civil regula la relación que surge entre una empresa
dedicada a la hotelería, al hospedaje, y la del viajante o agente que utiliza este servicio y
los equipajes y efectos, hechos por el viajero en dichos lugares.

Ahora bien, debemos entender por hotel y establecimiento similar; a la empresa


o industria que se dedica en forma regular a dar alojamiento y servicio de cuarto, por un
precio.

No debe entenderse, y menos aplicar las reglas de este capítulo a los dueños de
restaurantes, cafés, bares, casas de baños, Spa, peluquerías, ni los que accidentalmente
alojan en su propia casa.

El viajero es la persona que se aloja en forma temporal en un hotel u otro lugar


de residencia, por un precio que debe abonar por el servicio.

21. Responsabilidad del hotelero

El hotelero responde por el daño o la pérdida en las cosas y efectos del viajero, no solo
por hecho propio, sino también de su dependiente y demás personas que en ese
momento habitan el lugar; ello se desprende de lo establecido el Art. 1263 CC:
“Deberán indemnizar cualquier daño o perdida que sufrieren aquéllos por culpa de su
empleado, o de las personas que se alojan en la casa; pero no de las personas que les
acompañen y visiten. Esta responsabilidad se extiende a los vehículos y objeto de toda
clase guardado con noticia del hotelero o de su personal, en las dependencias del
establecimiento”.

Esta misma regla de responsabilidad debe aplicarse a los dueños de buques,


aviones, balnearios, pensionados, establecimiento de enseñanzas para internos, coches
cama ocupados por viajeros, fondas, garajes y otros establecimientos semejantes.

22. Sumas de dinero del viajero

En relación la suma de dinero, el viajero tiene la opción de entregar al hotelero


la suma de dinero u otro objeto de valor, en la cual sigue la regla del depósito voluntario
irregular, o bien depositar en la caja de seguridad que para el efecto deberá ser
habilitado por el establecimiento. Si el viajero así no lo hiciere, es de su exclusiva
responsabilidad cualquier pérdida o extravío de los mismos, excluyendo así de
responsabilidad al hotelero.

23. Almacenes generales de depósito

Los almacenes generales son establecimientos creados para recibir en depósito


todo tipo de mercaderías, de difícil conservación para el propio interesado, y que
generalmente son destinados para su venta11. El depósito en estos almacenes no solo
11
Castiglioni, A. Carmelo. “Títulos Circulatorios, Acercamiento a una teoría General”, La Ley S.A. Los
Almacenes Generales, tienen como negocio principal el contrato de depósito y todas las actividades
está abierto para objetos provenientes de la industria o el comercio, sino también de la
agricultura, puesto que son instrumentos útiles para la obtención de crédito12.

Los Almacenes Generales deben, al recibir las mercaderías del depositante,


expedir recibo de las mercaderías objeto del depósito, indicando: a) Lugar y fecha del
depósito; b) nombre y apellido, o razón social, y domicilio del depositante; c) naturaleza
y cantidad de las cosas depositadas y demás datos para individualizarlas; y d) impuestos
aduaneros y seguro, si las tuviere.

Dicho recibo unido a un warrant: el recibo-warrant representa las mercaderías


depositadas, que constituye un título a la orden que puede transmitirse por endoso o
constituir prenda sobre el mismo.

24. Obligaciones del almacenista

a) El almacenista es el responsable de la guarda y conservación de las mercaderías


depositadas. El no es responsable de las pérdidas, disminución o avería que provinieren
de caso fortuito, de la naturaleza de las mercaderías o bien de los vicios no declarados
por el depositante; y
b) Poner la misma diligencia en el depósito, como si fueran propias

25. Derechos y facultades del almacenista

a) El almacenista tiene el derecho de percibir la remuneración convenida, así como a


retener las mercaderías hasta que sean cubiertos todos los gastos realizados en la
conservación de la cosa; y
b) El almacenista puede vender las mercaderías, previa comunicación al depositante,
cuando al término del contrato no sean retiradas estas, o no se renueve el depósito, o
tratándose de depósito por tiempo indeterminado, hubiere trascurrido un año desde la
fecha del depósito. En todo tiempo podrá hacerlo si las mercaderías estuviesen
amenazadas de perecer.

Bibliografía

derivadas del mismo para la guarda de mercaderías. Pero no es cualquier depósito, este puede ser un
frigorífico, un silo, una bodega o un depósito, pero debe estar autorizado especialmente por ley y por
una institución específica.
12
Ripert George y Jean Boulanger, ob. cit. p. 518.
• ARGAÑA, Luis A. “Tratado de Derecho Mercantil” reedición, Tomo II,
Editorial el Foro, 1993.
• LORENZETTI, Ricardo Luis “Tratado de los Contratos”, Tomo II, 2ª
Edición ampliada, Rubinzal-Culsoni Editores, Bs. As., 2004.
• GARRIGUES, Joaquín, “Curso de Derecho Mercantil”, tomo IV, ed.
Temis, Bs. As., 1987.
• GHERSI, Carlos Alberto, “Contratos Civiles y Comerciales”, tomo I, 4ta.
Edición, Ed. Astrea, Bs. As., 1999.
• RIIPERT, George y BOULANGER, Jean. “Tratado de derecho Civil”, T.
VIII, Ed. La Ley, 1987.
• CASTIGLIONI, A. Carmelo. “Títulos Circulatorios, Acercamiento a una
teoría General”, La Ley.
CAPÍTULO XXVII

Sumario: 1. Del Mutuo. 2. Naturaza. 3. Caracteres del Contrato. 4. Forma. 5.


Comparación con otros contratos. 6. Obligaciones del Mutuario. 7. Obligaciones
del Mutuante. 8. Intereses. 9 Desde cuando se deben los intereses. 10. La usura. 11.
Contrato de Fianza. 12. Caracteres de este contrato. 13. Distinta clases de fianza.
14 Condiciones que debe reunir el fiador, 15. Relaciones entre acreedor y fiador.
16. Relaciones fiador y deudor principal. 17. Efecto de la fianza entre fiadores. 18.
Extinción de la fianza.

1. Del mutuo

Según el Art. 1292: “Por contrato de mutuo, o préstamo de consumo, una parte
entrega en propiedad a la otra una suma de dinero u otras cosas fungibles que esta
última está autorizada a consumir, con la obligación de restituirlas en igual cantidad,
especie y calidad, al vencimiento del plazo estipulado”.

El mutuo es el préstamo de consumo, su característica principal es que se trata de


un préstamo de consumo de cosas fungibles, es decir, que pueden sustituirse una por
otras de la misma calidad, cantidad y especie1. Podemos de esta manera definir el
contrato del Mutuo, como “el vínculo jurídico mediante el cual, una persona llamada
mutuante entrega en propiedad una cosa fungible o consumible a otra llamada
mutuario, a fin de que este último le restituya dentro de un plazo estipulado, la misma
cantidad, calidad y especie”.
2. Naturaleza.

El mutuo, es esencialmente un contrato real, que solo se perfecciona con la entrega de


una cosa (suma de dinero u otra cosa fungible), que realiza el mutuante al mutuario.
Dada la naturaleza del préstamo, en la misma se realiza una transferencia de propiedad
entre las partes, ello supone que el mutuante debe ser dueño de la cosa dada en mutuo.

3. Caracteres del contrato


El mutuo tiene los siguientes caracteres:
a) Es un contrato esencialmente oneroso, pero puede establecerse que sea gratuito.
b) Es un contrato real, que solo se perfecciona con la entrega de la cosa;
c) Es un contrato bilateral imperfecto, porque en una primera etapa solo el mutuante
entrega la cosa y debe esperar un plazo determinado, para que el mutuario la restituya.

4. Forma

En el contrato de mutuo, prima la libertad de formas, puesto que el legislador no


previo una formalidad expresa para la validez del acto jurídico; incluso puede realizarse
verbalmente. Ello se desprende de del Art. 1294: “el mutuo puede convenirse
verbalmente, pero su prueba regirá las disposiciones relativas a los contratos”.

En materia contractual, a los efectos de su prueba, todo contrato superior a diez


jornales debe hacerse por escrito y no puede probarse por testigo (Art. 706 CC). Igual
principio rige al contrato de mutuo.
1
Art 1884 CC. “Son cosas fungibles aquellas en que una cosa equivale a otra de la misma especie, y que
pueden sustituirse unas por otras de la misma calidad y en igual cantidad”..
5. Comparación con otros contratos
a) El contrato de mutuo y el comodato; entres ambos contratos existe una ligera
diferencia, siendo el primero un préstamo de consumo; es decir que una de las partes
puede utilizar y consumir las cosas y restituir solo la misma cantidad, calidad y especie;
sin embargo, el comodato es un préstamo de uso, donde una de las partes debe restituir
la misma especie recibida en comodato;
b) Con la compra-venta, existe una similitud, en el sentido de que en ambos contratos
existe una obligación de transferir la propiedad de la cosa; solo que en la compraventa
el comprador no está obligado a devolver la cosa comprada; sin embargo, en el mutuo
el mutuante debe restituir el bien; y
c) El mutuo y el depósito irregular: En el contrato de mutuo, la tradición de la cosa
lleva envuelta la transferencia de la propiedad al prestatario, en tanto que el depositante
conserva intacto el dominio. Situación diferente en el depósito irregular, donde
desaparece esta distinción; el depositario adquiere el dominio y debe restituir solo una
cosa equivalente.

6. Obligaciones del mutuario


Son obligaciones del mutuario las siguientes:
a) Restituir la cosa dada en mutuo, en la misma calidad, cantidad y especie, en la fecha
y el lugar convenidos;
b) En caso de incumplimiento de la obligación estipulada, el mutuario deberá el precio
de la cantidad o cosa recibida, según el tiempo y el lugar en que debió restituirse; y
c) Abonar los intereses en caso de convenirse con el mutuante.

7. Obligaciones del mutuante


a) La primera obligación del mutuante es la entrega de la prestación prometida, en
tiempo y lugar convenido;
b) Responder por los vicios que pudieren afectar a la cosa prestada.

8. Intereses. Interés compensatorio y moratoria

El contrato de mutuo puede realizarse en sus dos formas, gratuito y oneroso; y es


oneroso cuando el mutuario debe restituir, además de la suma restituida, un interés por
el uso del dinero.
Siguiendo al profesor Argaña, clasificamos los intereses en: Interés
compensatorio, punitorio y lucrativo2. Es interés compensatorio el que se exige en
razón del daño emergente o lucro cesante; es decir, por las pérdidas que el acreedor tuvo
que sufrir en sus bienes, o de las ganancias de que se ha visto privado por carecer de ese
dinero. Es interés punitorio o moratorio, el que exige como pena de la morosidad del
deudor en el pago de la deuda. Es interés lucrativo, no por razón del daño emergente o
por morosidad en su devolución, sino precisamente por razón del préstamo por el solo
hecho de serlo.

Igualmente la doctrina ha clasificado el interés conforme a su fuente, y ello


puede estipularse en forma convencional o legal. La primera es cuando la parte
libremente establece el costo del dinero por el uso (compensatorio), y la pena en caso de
incumplimiento (interés punitorio). Y es legal, cuando se establece por imperio de la ley
una otra normativa general, el parámetro dentro del cual se debe pagar el interés.
2
Argaña Luis A. “Tratado de Derecho Mercantil” T. 3 op. cit. p. 7
En nuestro sistema conviven las dos formas de intereses la legal y la
convencional; puesto que por una parte los interesados pueden regular libremente el
precio a pagar en concepto de interés, y por la otra, se establece un límite máximo del
interés que pueda pagar el deudor, bajo pena de nulidad. Ello se desprende del Art. 475
CC: “En las obligaciones de dar sumas de dinero no podrán estipularse intereses
moratorios o compensatorios ni comisiones superiores a las tasas máximas establecidas
por el Banco Central del Paraguay, bajo pena de nulidad de la cláusula respectiva,
cualquiera sea su denominación que se asigne ala prestación accesoria a cargo del
deudor”.

9. Desde cuándo se deben los intereses

Obligaciones convencionales: con relación a las deudas contractuales, debemos advertir


dos situaciones: a) Intereses compensatorios pactados: El interés compensatorio es el
debido por el deudor al acreedor por el uso del dinero, ello corre a partir de la recepción
del dinero o desde la fecha en que han establecido libremente las partes; b) Intereses
moratorios: Este tipo de intereses se computa desde el momento del vencimiento de la
obligación, sin necesitad de constitución de mora del deudor. Esta situación está
planteada claramente por el Art. 475 del CC: “Los intereses se deben por el hecho de la
mora, aunque no se justifique el perjuicio”.

10. La usura

La usura es tan antigua como la humanidad misma; siempre existieron personas


que han explotado la necesidad, la miseria o la imprevisión de otros, ofreciendo dinero
con un interés elevadísimo.

El término usura, originariamente no significaba interés, con ello se significaba


el uso de un capital3. Posteriormente a la palabra usura se le identifica con el préstamo a
interés excesivo, siendo sinónimo de abuso, explotación, lesión. Es así que la
denominación usurero quedó reservado a la persona que presta un dinero a un interés
excesivo, abusando de la necesidad o ligereza o ignorancia, para imponer condiciones
excesivas por el uso del capital.

Nuestra legislación penal sanciona con pena privativa de libertad o con multa a las
personas que incurren en usura4. El Código Civil (Art. 475) remite al Banco Central del
Paraguay la fijación de tasas máximas de interés a estipularse por el préstamo en dinero,
3
Borda Guillermo, op. cit. p. 334
4
Art. 193 CP: “1º El que explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de otro, se hiciera prometer u
otorgar, para si o para un tercero, una contraprestación que es evidentemente desproporcionada con
relación a la prestación en los casos de: 1. Un alquiler de vivienda o sus prestaciones accesorias;
2. Un otorgamiento de crédito;
3. Un otorgamiento de garantías excesivas respecto al riesgo; o
4. Una intermediación en las prestaciones anteriormente señaladas,
será castigado con una pena privativa de libertad de hasta tres años o con multa.
2º Cuando el autor:
1. realizara el hecho comercialmente;
2. mediante el hecho produjera la indigencia de otro; o
3. se hiciera prometer beneficios patrimoniales usurarios mediante letras de cambio,
pagaré o cheque,
la pena privativa de libertad podrá ser aumentada hasta diez años”.
la cual fija una tasa promedio al utilizado por el sistema financiero que varía según se
trate del tipo de préstamos.

11. Contrato de fianza

El instrumento que tiene mayor auge en nuestros días es el crédito; las


personas en mayor o menor medida recurren a dicho instrumento para satisfacer sus
necesidades, sean ellas de consumo, inversión o para la creación de fuentes de riqueza.
Esta situación tan imprescindible en nuestros días fue creando mecanismos para que el
acreedor o dador del crédito pueda contar con la seguridad de que un pronto retorno al
capital invertido; la garantía o seguridad que la obligación sea cumplida en el tiempo y
forma estipulada. Esta garantía podríamos resumirlo en garantía real, es decir que el
deudor afecta un patrimonio determinado (muebles o inmuebles) para garantizar el
cumplimiento de la obligación; o bien garantías personales, donde el acreedor afecta
todo su patrimonio o el patrimonio de un tercero al cumplimiento de la obligación.

Cuando un tercero ajeno a la obligación entra a otorgar garantía de


cumplimiento de la obligación asumida por el deudor, se habla de fianza. El profesor
Argaña define la fianza en los siguientes términos: “La fianza es un contrato por el cual
un tercero, que toma el nombre de fiador, se obliga hacia el acreedor a cumplir la
obligación contraída por el deudor para el caso de que este deje de satisfacerla 5. Así
mismo, el Art. 1456 CC establece: “Por contrato de fianza una parte se obliga
accesoriamente respecto de la otra, a cumplir la obligación de un deudor de esta”. De la
norma señalada, surge que la fianza es un contrato, donde el fiador garantiza
accesoriamente el cumplimiento de la obligación del deudor, el cual puede realizarse sin
el consentimiento del mismo y aun mediando oposición, aunque difícilmente pueda
darse esta situación siendo el deudor el principal interesado en ofrecer garantía para la
obtención del crédito. Y en caso de que el fiador pagare la deuda, el deudor asume la
obligación frente a él.

12. Caracteres de este contrato

a) La fianza es un contrato accesorio, puesto que la obligación principal es la relación


entre deudor y acreedor, siendo estos los sujetos principales de la obligación;
b) La fianza es una obligación subsidiaria, puesto que la obligación asumida por el
fiador solo se hará efectiva cuando resultare infructuoso el cumplimiento por parte del
deudor; salvo caso de que el propio fiador renunciase a esta subsidiariedad, o que dicha
obligación sea solidaria;
c) La fianza es un contrato convencional, ya que solo surge la relación obligatoria con
el consentimiento otorgado por el fiador; y
d) La fianza es unilateral, porque generalmente el acreedor no asume ninguna
obligación con el fiador.

13. Distintas clases de fianza

Según el Art. 1457: La fianza puede ser convencional o legal. Tomando la


previsión legal, podemos clasificarlos de la siguiente manera:

13.1. Fianza convencional


5
Argaña Luis A. “Tratado de Derecho Mercantil” T. 2, p. 309
Existe fianza convencional, cuando la relación obligatoria surge por el simple
consentimiento del tercero a otorgar garantías de cumplimiento de la obligación, en caso
de mora o imposibilidad del deudor principal.

13.1.1. Fianza convencional simple es la fianza típica, ella goza de beneficio de


excusión, es decir, que el fiador tiene el derecho de oponerse al cumplimiento de la
obligación, mientras el acreedor no haya agotado las vías de cobro al deudor o sobre el
patrimonio de este. Ello se desprende del Art. 1471: “Las partes pueden convenir, sin
embargo, que el fiador no sea obligado a pagar antes de la excusión de los bienes del
deudor principal. En tal caso, el fiador que sea demandado por el acreedor y quiera
valerse del beneficio de excusión, debe indicar los bienes del deudor principal que
deben ser sometidos a ejecución”.

13.1.2. Fianza convencional solidaria; así mismo, puede convenirse que la fianza sea
solidaria, es decir, que el fiador se obliga como liso y llano pagador junto con la fianza;
ello puede ocurrir cuando fue estipulado libremente en el contrato, y en caso de que el
fiador haya renunciado al beneficio de excusión de bienes.

14. Condiciones que debe reunir el fiador

El principio es que todas las personas que tengan libre administración de sus bienes
pueden otorgar fianza simple, salvo algunas excepciones establecidas en el Art. 1548
del CC:
a) los menores emancipados, aunque obtengan autorización judicial;
b) las asociaciones de utilidad pública y las fundaciones;
c) los padres, tutores y curadores de incapaces, en representación de estos, aunque sean
autorizados por el juez;
d) los administradores de sociedades, si no tuvieren poderes especiales para afianzar;
e) los mandatarios a nombre de sus mandantes, si no tuvieren poder especial;
f) el cónyuge administrador, bajo el régimen de comunidad de bienes, sin la
conformidad del otro.

15. Fianza legal o judicial


La fianza es legal, cuando la ley impone que las personas presten fianza. Debemos
convenir que la fianza legal y judicial no son cosas diferentes; al contrario, puesto que
el Juez en virtud de una ley dispone que algunas personas presten fianza a fin de
garantizar algún resultado; en esta situación la ley opera a través de un juez a quien
delega la función de calificar las calidades personales o patrimoniales del fiador. Un
ejemplo de esta fianza en lo establecido en el Art. 693 del C.P.C: La exigencia de la
contracautela, para la solicitud de las medidas cautelares, o el otorgamiento de medidas
sustitutivas en el campo penal.

La fianza legal o judicial exige las siguientes condiciones para su otorgamiento:


a) el fiador debe estar domiciliado en el lugar de cumplimiento de la obligación
principal; b) ser abonado, por tener bienes raíces conocidos; c) gozar de un crédito
indisputable de fortuna. Dichas condiciones son evaluadas por el Juez como requisitos
personales del fiador.

16. Relaciones entre acreedor y fiador


Las relaciones entre el acreedor y el tercero fiador, podemos resumir en las
siguientes:
a) El fiador es solidariamente responsable con el deudor al pago de la deuda; pero el
fiador no está obligado a pagar antes de la excusión de los bienes del deudor;
b) El fiador puede oponer todas las defensas y excepciones propias que correspondan al
deudor;
c) Si se ha estipulado el beneficio de división, el fiador solo es responsable por la parte
alícuota de la fianza.

17. Relaciones entre fiador y deudor principal


Son los siguientes:
a) El fiador que hubiere pagado la deuda, queda subrogado en todos los derechos,
acciones, privilegios y garantías del acreedor contra el deudor;
b) El fiador que fuere demandado judicialmente para el pago de la deuda, puede
accionar contra el deudor, aun antes de haberla pagado, para que este le exonere de
fianza;
c) El fiador no puede exigir el reembolso de lo que hubiere pagado, si dejó de oponer
las excepciones que sabía tenía el deudor contra el acreedor;
d) El fiador no tendrá la acción de repetición contra el deudor principal si por haber
omitido hacerle saber el pago, el deudor pagare igualmente la deuda.

18. Efectos de la fianza entre fiadores


Pueden existir situaciones en que exista pluralidad de fiadores de una misma deuda;
siendo así, la relación entre ellos se regirá por los siguientes:
a) Si varias personas han prestado fianza por un mismo deudor y por una misma deuda,
el fiador que pagó la deuda tiene acción de repetición contra los otros fiadores por su
parte alícuota. Si uno de estos es insolvente, la pérdida se distribuirá por contribución
entre los otros fiadores, incluido aquel que hizo el pago;
b) El fiador que fuere obligado a pagar más de lo que corresponde, queda subrogado por
el exceso en los derechos del acreedor contra los co-fiadores, y puede exigir una parte
proporcional de ello (Art. 1485)

19. Extinción de la fianza


La fianza se extingue:
a) por la extinción de la obligación principal, y por las mismas causas de la obligación
en general y las accesorias en particular (Art. 1486);
b) por fallecimiento del fiador, antes del vencimiento de la obligación;
c) por prórroga de plazo hecho por el acreedor, sin consentimiento del fiador;
d) por confusión; y
e) por renuncia del acreedor hecha a favor del deudor principal.
LA PRENDA

1) Prenda de cosas en general


1.1. Concepto. Prenda abierta o flotante. Caracteres. Forma y Prueba.
1.1.1. Concepto genérico. La prenda es un derecho real de garantía que tiene como
función el asegurar al acreedor el cumplimiento y satisfacción de su crédito, mediante
un poder especial que se le confiere sobre la cosa dada en garantía. El deudor entrega al
acreedor un bien mueble de su propiedad en garantía del crédito, constituyéndose la
prenda sobre el bien mueble entregado.
Debemos entender la garantía en general, sobre la base del concepto de protección o
seguridad. Desde el punto de vista jurídico, al momento de nacer una obligación, quien
así la contrate, lo hace ineludiblemente con miras al patrimonio del deudor, naciendo
paralelamente con dicha obligación la concepción genérica de garantía; pues ha sido la
capacidad económica del deudor, el punto de vista habitualmente tenido en cuenta por el
acreedor al concertar el negocio jurídico. La garantía es una relación que se establece
entre el acreedor y el patrimonio de su deudor. (Roberto A. Muguillo, Régimen
General de la Prenda con Registro, p. 2).

Según nuestro C.C. y su modificación la Ley Nº 3120/06, a través de su Art. 2294: “Por
la constitución de prenda, se entrega al acreedor una cosa mueble o un título de crédito
en seguridad de una obligación cierta o condicional, presente o futura. La prenda
convencional podrá ser constituida por el deudor o un tercero. Este no quedará, en este
caso, personalmente obligado, pero responderá por la evicción. La prenda puede ser,
según el caso, prenda referida a deuda cierta o prenda abierta”.

La importancia de la modificación citada ha venido a llenar la laguna normativa en


constituciones de prendas abiertas o flotantes, teniendo en consideración que las citadas
ya se realizaban en el país, aplicándoles analógicamente las normas referentes a la
garantía de hipoteca.
Para realizar una distinción, podemos decir entonces que la prenda es fija, cuando se
constituye sobre determinados bienes individualizados en el contrato. La garantía
flotante fue creada por los ingleses (por razones de orden práctico-comerciales) con el
objeto de obviar las trabas de la prenda fija. Una garantía que flota sobre todos los
bienes del deudor (normalmente una empresa), sin tocarlos. Es una garantía latente: un
hecho circunstancial puede provocar que dicha garantía, en un momento determinado,
tome al bien objeto de ella, en la situación y forma en que se encuentre. Las cosas que
sirven de garantía flotante son las mercaderías y materias primas en general que las
empresas compran para transformarlas en otras cosas. (José Alberto Garrone, Derecho
Comercial, p. 831).
Creemos, en forma personal, que la prenda abierta recién ahora, a partir de la
modificación del Código Civil Paraguayo, es válida en el Paraguay, ya que entendemos
que la misma es una cuestión de orden público, por la función que cumple, y
actualmente puede constituirse válidamente, máxime aún con la convalidación realizada
por la Ley Nº 3120/06.
1.1.2. Caracteres
a. Es una obligación accesoria: Garantiza siempre una obligación principal, de tal forma
que rigen los principios de que si esta se extingue, se extingue también la prenda.
b. Es una obligación indivisible: Cada una de las cosas prendadas garantizan la totalidad
de la deuda y mientras una parte de esta no haya sido pagada, la garantía no puede ser
cancelada ni reducida.
c. Debe recaer sobre bienes muebles.- Se consideran como tal a los bienes corporales
(los que pueden trasladarse de un lugar a otro sin perder su valor económico) y los
bienes incorporales (créditos ordinarios, pólizas de seguros, valores mobiliarios,
acciones, letras de cambio, warrants, certificados de embarque, patentes, derechos de
autor), entre otros.
d. El bien dado en garantía debe entregarse física o jurídicamente al acreedor o al
depositario que debe guardarlo.
e. La prenda se extiende a todos los accesorios del bien. Los frutos y aumentos del bien
prendado pertenecen al propietario, salvo pacto distinto.
f. La entrega jurídica solo procede respecto de bienes muebles inscritos y solo surte
efectos desde su inscripción en el registro respectivo.

1.1.3. Forma y prueba. Conforme al Art. 2296 del C.C., modificado por Ley Nº
3120/06, las formas requeridas para la constitución de una prenda y para que puedan ser
opuestas a terceros, deben constar en instrumento público o privado de fecha cierta, sea
cual fuere la importancia del crédito.
Siendo así, tenemos que la instrumentación (forma) de la garantía de prenda debe ser
realizada por Escritura Pública, o por instrumento privado con fecha cierta, es decir, con
certificación de las firmas por escribano público y toma de razón ante la Dirección
General de los Registros Públicos, todo ello a fin de dar publicidad al acto y fecha
cierta.
En cuanto a la prueba de la constitución de la prenda, vemos que el Art. 2296 consagra
expresamente el principio de “prueba por escrito”, concluyendo que la misma no puede
ser probada por medio de testigos, sin depender del monto o importancia del crédito.
Además de la forma, debemos referir, según el artículo estudiado, que el instrumento
debe mencionar el importe del crédito o tratándose de prenda abierta el monto máximo
de afectación de la cosa dada en prenda. Además, deberá contener una designación
detallada de la especie y naturaleza de los objetos dados en prenda, su calidad, peso y
medida, si estas indicaciones fuesen necesarias para individualizarlos
1.2. Derechos y obligaciones del acreedor. En cuanto a los derechos y obligaciones del
acreedor, podemos citar entre los principales los siguientes: Derechos: 1) El acreedor
tiene el derecho de tener la cosa, mientras su crédito no sea satisfecho en su totalidad; 2)
No efectuando el deudor el pago de la obligación y sus accesorios a su vencimiento,
podrá el acreedor pedir la venta en remate público de la cosa dada en prenda; 3) Recibir
en dinero los gastos ocasionados por la manutención de la cosa. Obligaciones: 1) No
servirse de la cosa; 2) Conservarla con la diligencia debida y exigida por la naturaleza
de la cosa. En dicho supuesto, y como se dijera precedentemente, el dueño debe
proveerle las expensas necesarias para la conservación; 3) Extinguido el derecho de
prenda, el acreedor está obligado a restituir al deudor la cosa empeñada, con todos los
accesorios que dependían de ella al tiempo de la constitución.
1.3. Indivisibilidad de la prenda. La prenda es indivisible de manera general. Se
considera indivisible, porque su efecto tiene esa calidad; es decir, el bien dado en prenda
garantiza el cumplimiento íntegro de la obligación debida; la cosa sigue gravada hasta
que la totalidad de la obligación sea cumplida, y por eso la prenda es una forma de
caución.
Esta característica está señalada por el Código Civil Paraguayo en sus Arts. 2300 y
2307. En el supuesto de que se encuentren constituidas varias prendas sobre un mismo
bien, la prelación se determinará según la fecha de inscripción de las mismas ante el
Registro Público.

1.4. Extensión de la prenda. (Art. 2299). La prenda se extiende en el pago preferente a


la deuda, sus intereses convencionales y moratorios, las cláusulas penales, y en su caso,
los daños causados por la falta del cumplimiento de la obligación, así como los gastos
judiciales de la ejecución. Si la prenda se constituyó por un tercero, no puede ser
extendida la obligación por actos jurídicos posteriores del deudor.

Si la prenda es abierta, el monto de la deuda, los intereses, cláusulas penales, gastos,


costas y daños serán pagados con preferencia solo hasta el monto máximo de
afectación. Si existiere remanente, este constituirá un crédito sin garantía. Si la prenda
se constituyó por un tercero, no puede ser extendida la obligación por actos jurídicos
posteriores del deudor.

1.5. Venta de las cosas prendadas. Considerando que el contrato de prenda mercantil es
un contrato consensual, la cosa dada en prenda puede ser vendida siempre y cuando
exista consentimiento de las partes, aun en el supuesto de no estar impaga la obligación
principal garantizada.
En el supuesto de moratoria, la forma de venta de las cosas prendadas es por la vía
judicial en pública subasta, conforme a las reglas contenidas en nuestro ritual. Si el
valor de la cosa no excediere de diez jornales mínimos legales, podrá el juez autorizar la
venta en privado.

1.6. Pérdida de la posesión de la cosa prendada. Si el acreedor perdiere la posesión de


la cosa, podrá recobrarla de quien la retuviere, sin exceptuar al propio constituyente.
Se juzga que el acreedor continúa en posesión de la cosa prendada, aunque la hubiere
perdido o le hubiere sido robada, o la hubiere entregado a un tercero que se obligase a
devolvérsela.

3) Prenda con registro o sin desplazamiento


3.1. Definición. Forma. Diferencias con la prenda común.
3.1.1. Definición. Descriptivamente se la define como el derecho real constituido en
favor de ciertos acreedores, mediante inscripción registral, para garantizar cualquier
clase de obligaciones, recayendo predominantemente sobre cosas muebles, de propiedad
del deudor o de un tercero y que quedan en poder de ellos. (Cámara, Prenda con
Registro, cap. V. p. 135, nº 35)
En garantía del pago de cierta suma de dinero o del cumplimiento de cualquier clase de
obligaciones a las que se fije un valor, el deudor o un tercero afecta bienes muebles o
semovientes y frutos o productos, aunque estén pendientes o inmuebles por “su
destino”, que quedan en su poder y que deben inscribirse en un registro. El deudor o
terceros pueden industrializar o usar los bienes muebles afectados. Esta garantía otorga
al acreedor un privilegio y garantías legales y procesales de gran eficacia, como el
secuestro inmediato, la ejecución rápida, la subasta pública, liquidación simplificada y
sanciones penales. (Zavala Rodríguez, C.J. Código. p. 258).
Hemos de referir que la prenda con registro cumple una función económica muy
importante plasmando en la norma de derecho una necesidad social o un fenómeno
social que obligó a su institucionalización. Surge como aquella en la que el deudor
confiere al acreedor el privilegio de cancelar su crédito con el resultado de la ejecución
de ciertos muebles específicamente determinados de los cuales el deudor no se
desprende.
De igual manera, otorga la posibilidad al deudor de poder utilizar la cosa, de manera tal
que el mismo pueda producir con el bien otorgado en prenda, que podrá honrar la
obligación debida.
La función económica que ha cumplido la prenda con registro en estos años fue sin
lugar a dudas muy importante, ya que la producción agrícola y ganadera del país (en
alza constante) ha demandado una gran cantidad de utilización de maquinarias agrícolas
de gran porte (cosechadoras, fumigadoras, camiones de transporte, etc.), lo cual ha
desarrollado una gran cantidad de otorgamientos de prendas con registros, quienes
fueran cancelando sus obligaciones principales de acuerdo a las producciones
realizadas. Es decir, este es un ejemplo claro de la función económica y social que tiene
el derecho real de prenda con registro en nuestro país, donde podemos notar que fue un
pilar elemental para los últimos diez años.
La prenda con registro se encuentra admitida por nuestro ordenamiento civil jurídico, en
el Art. 2327 del Código Civil paraguayo, con las modificaciones de la Ley Nº 3120/06,
el cual reza: “La prenda con registro no requiere la entrega de la cosa. Bastará para
constituirla la inscripción en el Registro Prendario, quedando las cosas gravadas en
poder del deudor, a título de depositario regular, con las obligaciones y derechos
correspondientes. La prenda con registro podrá constituirse bajo las mismas
modalidades establecidas para la prenda común, y estar referida a obligaciones ciertas
y presentes o a obligaciones condicionales o futuras. Tratándose de vehículos u otros
bienes registrables, para constituirla bastará la inscripción de la prenda en el registro
correspondiente a estos”.
3.1.2. Forma. El contrato de prenda con registro debe formalizarse por instrumento
público o privado, pero solo producirá efectos con relación a terceros desde el día de su
inscripción en el registro correspondiente. El contrato por instrumento privado se hará
en formularios suministrados por la oficina registradora. (Art. 2334 del C.C.P.)
En la actualidad, la forma acostumbrada de constitución de la prenda con registro,
especialmente sobre maquinarias y vehículos, es realizada a través de instrumentos
públicos.
3.1.3. Diferencia entre prenda común y la prenda con registro. Así, tenemos que la
distinción básica radica en la tenencia o desplazamiento de la cosa prendada, pues
mientras en la prenda común la cosa pasa a poder del acreedor, en la prenda con registro
el bien permanece bajo la guarda del mismo acreedor.
Además, en la prenda común el contrato se perfecciona con la entrega material de la
cosa, mientras que en la prenda con registro el contrato produce efectos entre las partes
desde el momento de su celebración y respecto de terceros desde el momento de la
respectiva inscripción registral.
3.2. Enunciaciones del contrato.
De igual manera, si se trata de prenda referida a obligaciones ciertas y presentes, el
contrato de prenda con registro deberá contener: 1) los nombres, apellidos y domicilios
de los contratantes; 2) el lugar de su celebración; 3) la fecha de vencimiento del crédito
y su monto; 4) interés anual del mismo y lugar del pago.
Si se trata de prenda constituida para garantizar obligaciones condicionales o futuras
(prenda abierta o flotante), bastará que las partes indiquen el monto máximo de
afectación de los bienes dados en prenda.
En todos los casos, se deberá consignar la individualización exacta de los bienes
gravados y ubicación de estos; si están o no libres de gravámenes y los que reconocieren
a la fecha del contrato y si existe seguro.
Tratándose de ganados, se los individualizará, especificándose su número, edad, sexo,
marca o señal, raza y calidad en su caso; y en cuanto a los productos, su calidad, peso y
número. En los productos industriales, se consignarán su naturaleza, cantidad y marca
de fábrica, y en los frutos, se especificará si son o no fungibles, determinándose en el
primer caso, su calidad, graduación y variedad. (Art. 2335 modificado por Ley
3120/06).
3.3. Registro. Objeto sobre que bienes puede recaer.
3.3.1. Registro. El registro es el acto por el cual, la Dirección General de los Registros
Públicos toma razón o anota sobre el bien, de la constitución de la prenda formalizada.
Dicho acto es realizado por medio de un Escribano Público, en la Sección de Prendas.
3.3.2. Objetos susceptibles de ser constituidos en prenda. Según el Art. 2328 del C.C.P.,
podrá constituirse en prenda sobre: 1) Ganado de toda especie y sus productos; 2) toda
clase de máquinas destinadas a la explotación industrial o agropecuaria y cualquier otro
instrumento de trabajo, esté o no inmovilizado por su adhesión al suelo; 3) los frutos de
cualquier naturaleza, sean pendientes o ya separados, así como las maderas cortadas y
marcadas para su comercialización y los productos de minería y de la industria; y 4) Los
vehículos automotores y sus acoplados, con título inscripto en el Registro respectivo y
los carros que se hallen inscriptos.
Además de ello, también los comerciantes pueden constituir la prenda con registro sobre
las cosas vendidas por el precio o el saldo del precio adecuado. (Art. 2329 C.C.P.)
3.4. Qué bienes no pueden ser prendados.

Bienes que no pueden ser prendados. No podrán ser prendados los bienes mencionados
precedentemente (Art. 2328 del C.C.P.), cuando por virtud de hipoteca constituida sobre
el bien inmueble al cual accedan, sea por su adhesión física al suelo, con carácter de
perpetuidad o sin él, o por su destino, estén afectados al cumplimiento de otra
obligación, a no ser que el acreedor en conocimiento del anterior gravamen, acepte
expresamente la garantía, y se hiciere constar así con determinación clara del mismo, en
el documento en que se formaliza el contrato. La hipoteca inscripta con posterioridad a
la prenda, no afecta a esta.

Los bienes gravados con prenda registrada, garantizarán al acreedor, con privilegio
especial, el importe del préstamo, intereses y gastos, y la acción ejecutiva y secuestro en
los mismos casos en que procede a favor del acreedor hipotecario. Si la prenda es
abierta, la garantía se extiende solo hasta el monto máximo de afectación.

3.5. Derechos prendarios. Certificado. Pagarés.


3.5.1. Certificado. Verificada la inscripción, el encargado del Registro expedirá un
certificado en el que conste el nombre y apellido de los contratantes, importe del
préstamo, fecha de su vencimiento, especie, cantidad y ubicación de los bienes dados en
prenda y fecha de la inscripción del contrato.
El certificado expedido por el encargado del registro es el testimonio fehaciente de la
existencia del crédito prendario con el privilegio inherente a la naturaleza jurídica del
contrato; identifica el contrato de prenda –que es accesorio- y la obligación garantizada.
El mismo constituye un título nominativo que trae aparejada la ejecución. Igualmente,
es negociable por endoso, poniendo en movimiento los valores que acredita.

Pagarés prendarios. La obligación prendaria cierta y presente podrá fraccionarse,


documentándose en pagarés endosables, haciéndolos constar en el contrato y en cada
documento, e inscribiendo los pagarés como sus endosos en el Registro Prendario. El
acreedor solo podrá ejecutar su crédito haciendo valer su pagaré.

Llama la atención que la modificación del Código Civil Paraguayo (Art. 2339 del
C.C.P. modificado por la Ley Nº 3120/06), no prevé y no establece la forma de
instrumentación en pagarés en obligaciones condicionadas o futuras (abierta o flotante).
No obstante, y habiéndose ya reconocido la existencia de la prenda abierta o flotante por
medio de la Ley Nº 3120 del C.C.P., entendemos que las obligaciones garantizadas por
prendas abiertas deben ser instrumentadas en pagarés.

La diferencia de estos pagarés -que no son prendarios en la especie-, sería que ellos son
títulos circulatorios privados, y que se hallan vinculados hasta el monto máximo de
afectación establecido en el contrato de prenda.

La ratio legis del legislador ha sido muy clara en este sentido. Es decir, con dicho
artículo resulta indiscutible que la obligación principal puede ser instrumentada en
pagarés.

Igualmente es muy importante mencionar, lo que in fine sostiene el Art. 2339 del
C.C.P.: “El acreedor sólo podrá ejecutar su crédito haciendo valer su pagaré”.

De esa manera tenemos que si las partes contratantes han convenido instrumentar en
pagarés la obligación principal, el único documento hábil para su ejecución es el pagaré,
ya sea prendario o privado, en los distintos supuestos, teniendo en consideración que los
mismos han creado en su beneficio un instrumento complejo, que debe ser ejecutado y
respetado como tal.

El contrato de prenda, conforme al artículo citado y a su misma naturaleza jurídica, es


accesorio a la obligación principal; y si la obligación principal ha sido instrumentada en
un pagaré, el contrato de prenda debe, irremediablemente, seguir la suerte del principal,
por elemental principio.

Hemos mencionado lo precedente, ya que muchas veces, a pesar de la claridad de la


norma, la jurisprudencia paraguaya ha sido muy cambiante, encontrando en los fallos
interpretaciones de todo tipo. Llamó la atención en un caso muy particular, en que un
tribunal de apelación paraguayo, estando instrumentada la obligación en un pagaré, el
cual se hallaba prescripto, le habían otorgado un plazo de prescripción decenal,
fundamentándose en que el pagaré no había circulado.

Consideramos que dichas interpretaciones son muy forzadas, las que desvirtúan la
esencia y naturaleza jurídica misma del derecho real de garantía de prenda y las
obligaciones como tales.
3.5.2 Transformación o industrialización de los bienes prendados. La transformación o
industrialización de los bienes prendados solo podrá hacerse con la conformidad previa
del acreedor prendario. El nuevo producto que se obtenga en la transformación o
industrialización de la cosa gravada, quedará comprendido en la garantía prendaria,
procediéndose a tomar debida nota en el Registro. La conformidad del acreedor deberá
constar en acto auténtico. (Art. 2343 del C.C.P.).
Vemos que el Código Civil Paraguayo prevé el supuesto de transformación o
industrialización de bienes dados en prenda. No obstante, exige la conformidad del
acreedor que deberá constar en acto auténtico. Entendemos que debería ser
instrumentado de la misma manera en que se halla constituida la prenda, y si fuere en
documento privado, al menos con certificación de firmas realizada por Escribano
Público.
3.6. Pago por consignación de un crédito prendado. El pago por consignación es una
acción judicial realizada por el deudor ante la negativa, por parte del acreedor, de recibir
en pago las sumas dinerarias cancelatorias de la obligación debida.
Para mejor ilustración, el Código Civil Paraguayo, en su Art. 2345, establece la forma
de realizar el pago por consignación, el que establece cuanto sigue: “Cuando se
demandare el pago por consignación de un crédito prendario, el deudor podrá pedir al
Juez que, previa audiencia del acreedor, levante el gravamen y ordene su cancelación
en el Registro, siempre que se haya depositado el importe del crédito y obligaciones
accesorias convenidas, quedando embargada a las resultas del juicio la suma
depositada. La orden de cancelación de la prenda será recurrible al solo efecto
devolutivo”.
Del citado artículo podemos extraer puntualmente que, ante la negativa del acreedor de
recibir el pago de la obligación debida, el deudor puede solicitar al Juez el
levantamiento de la prenda constituida, siempre y cuando haya depositado judicialmente
el monto del crédito y sus accesorios.
3.7. Ejecución prendaria de los bienes pignorados. Secuestro de los bienes prendados
según la Ley 3120.

3.7.1. Ejecución prendaria de los bienes pignorados. El contrato registrado,


conjuntamente con los pagarés prendarios, en su caso, confiere al acreedor acción
ejecutiva sobre la prenda, o sobre la indemnización debida por el seguro, en caso de
siniestro. La acción se promoverá ante el Juzgado del domicilio del deudor, o el de la
situación de la cosa prendada. (Art. 2.346 del C.C.P. modificado por la Ley 3120/06).

Siendo así, tenemos que la acción prevista es la de ejecutiva directa, la que deberá ser
iniciada conjuntamente con los pagarés, en el supuesto de que se halla instrumentada la
obligación en dichos títulos.

Igualmente se establece la competencia de los tribunales, siendo el competente el del


domicilio del deudor, o del de la situación del bien. No obstante, dicho principio puede
ser modificado en el supuesto de haberse pactado convencionalmente un domicilio
especial para diferendos del contrato. (Autonomía de la voluntad).

3.8 Preferencias. Las preferencias, son los privilegios que poseen ciertas obligaciones
sobre el producto de la realización del bien prendado.

El Art. 2353 del Código Civil Paraguayo, modificado por la Ley 3120/06, establece el
régimen de privilegios o preferencias, el cual se refiere al supuesto de venta de los
bienes prendados, sea por mutuo convenio o por ejecución judicial, estableciendo que
será liquidado en el orden y con las preferencias siguientes:

a) pago de los gastos de justicia, de administración y conservación de los bienes


prendados, incluso salarios desde la fecha del contrato hasta la venta, así como, de
arrendamiento del campo donde pastaron los animales, si el deudor no fuere propietario
del mismo. Si el arrendamiento se hubiere estipulado pagadero en especie, el locador
tendrá derecho a que le sea pagado su crédito en esa forma;

b) pago de impuestos fiscales y municipales que graven los bienes prendados;

c) pago del capital e intereses adeudados al acreedor prendario; y

d) pago de los salarios, sueldos y gastos de recolección, trilla y desgranado u otros


semejantes que se adeuden con anterioridad al contrato, siempre que estos créditos
gocen de privilegio, según las disposiciones de este Código.

Los acreedores a que se refiere el inciso a) gozan de igual privilegio, y serán


prorrateados en caso de insuficiencia del producto de la venta.

Tratándose de prenda con registro referida a obligaciones condicionales o futuras, esta


preferencia se extenderá, en todos los casos, hasta el monto máximo de afectación de los
bienes prendados.
CAPÍTULO XXVIII

SUMARIO: 1. Prenda sobre títulos de créditos. Objetos. Principios aplicables.


Prenda constituida por un tercero. Aplicación de las disposiciones de la Ley
3120/06.

1. Generalidades

Es frecuente que en el ámbito de las transacciones financieras, se pacte como garantías


de negocios financieros la constitución de prenda sobre títulos de créditos.

El Código Civil Paraguayo legisla esta figura en el Libro III, Título IX, Capítulo IV,
Sección II, De la Prenda sobre títulos de Créditos.

2. Requisitos que debe reunir el crédito

El Art. 2316 del Código Civil establece: “Si lo prendado fuere un crédito o título no
negociable por endoso, para que la prenda quede constituida deberá ser notificada al
deudor del crédito dado en prenda, y entregarse el título al acreedor, o a un tercero,
aunque su monto excediere de la deuda. No podrán darse en prenda créditos que no
consten en un título por escrito ni sean cesibles”.

La última parte de la disposición transcripta establece los requisitos para que un crédito
sea susceptible de ser prendado, a saber: a) Debe constar en un título por escrito; b) Ser
de naturaleza cesible.

A continuación, pasaremos a analizar brevemente cada uno de los requisitos expresados.

2.1. Necesidad de constar en un título por escrito

Este primer requisito tiene su fundamento en que el derecho sin el título carece de valor.
El ejercicio del derecho es imposible sin el documento; no se puede transferir el derecho
sin el documento. (Jorge H. Escobar, Contratos Bancarios, Editorial La Ley
Paraguaya S.A., p. 277). El Prof. Dr. José Santiago Villarejo, al referirse a este
requisito, expresa que tiene que ver con la circunstancia de que la constitución de una
prenda requiere la entrega de una cosa mueble o del título de crédito (Art. 2294); entre
tanto solo habrá una promesa de prenda. (De los Derechos Reales en el Código Civil,
p. 382, Editorial La Ley S.A., Asunción, 1989).

Para Ignacio A. Scuti, el crédito debe constar por escrito, puesto que es menester la
entrega en posesión al acreedor para garantizar una obligación ajena al documento.
(Títulos de Crédito, 9a. Edición actualizada y ampliada, Editorial Astrea. Bs. As.
2006, p. 107)

2.3. Ser de naturaleza cesible

El segundo requisito es el de la cesibilidad del crédito, es decir, que el mismo debe ser
de naturaleza cesible.
Ahora bien, como explica el Prof. Dr. José Santiago Villarejo en la obra citada, respecto
a la incesibilidad, la cual impediría la constitución del derecho real de prenda, encuentra
su concomitancia con el Art. 742 del Código Civil, sobre compraventa (aplicable a la
donación y permuta), donde se mencionan los bienes no susceptibles de ser objeto de
dichos contratos y por tanto tampoco de ser cedidos, como ser las acciones fundadas en
derechos inherentes a la persona o que comprenden hechos de igual naturaleza; los
derechos que en caso de ser ejercidos por otro alterarían su contenidos en daño del
deudor; las cuotas alimentarias, devengadas o no; las pensiones y otras asignaciones
declaradas inembargables por la ley, salvo en la parte embargable; aquellos derechos
cuya transferencia está prohibida por la ley, por el título constitutivo, o por un acto
posterior; y en fin, los bienes que no pueden ser objeto de contratos.

3. Forma de la cesión

De los términos del Art. 2316 del Código Civil, aunque no lo disponga expresamente, se
desprende que la transferencia o cesión del título al acreedor, se puede hacer de dos
formas, en atención a la transmisibilidad o no por endoso del título, como a
continuación lo veremos.

3.1. Título endosable

En este supuesto, siendo el instrumento endosable, su transferencia no exige ninguna


notificación al deudor, de acuerdo a los Arts. 1311 y siguientes del Código Civil.

El Art. 1319 del Código Civil expresa: “Si el endoso lleva la cláusula 'valor en garantía',
'valor en prenda', o cualquier otra equivalente que implique una caución, el portador
puede ejercer todos los derechos derivados de la letra de cambio, pero un endoso hecho
por él solo vale como endoso a título de procuración. Los obligados no pueden oponer
al portador las excepciones fundadas en sus relaciones personales con el endosante, a
menos que el portador, al recibir la letra, haya obrado intencionalmente en daño del
deudor”.

¿En qué consiste el endoso? “El endoso en un negocio accesorio, unilateral, no


recepticio, formal, generalmente abstracto y puro, y que se dirige no ya a la
transferencia del derecho cartular, que surge en forma autónoma en cabeza de los
sucesivos propietarios del documento, sino a la transmisión del título, y más
precisamente documenta la transmisión del título y legitima al adquirente” (Ascarelli,
Tulio. “Cambiale assegno e titoli di crédito”, Turín, 1938).

Para el Prof. Dr. Ernesto Velásquez Guido se podría definir el endoso como un acto
unilateral, accesorio e irrevocable, por el cual el tenedor de la letra transmite a otro
acreedor sus derechos sobre ella. (La letra de Cambio en el Código Civil, Editorial La
Ley. Asunción, p. 75). Para Argaña es la fórmula breve y lacónica o la mera firma del
endosante inserta en la misma letra de cambio, por la cual el tener legítimo transmite la
propiedad del documento a favor de un tercero denominado endosatario (Tratado de
Derecho Mercantil, El Foro, Tomo III. Asunción).

Para César Vivante el endoso es el “escrito accesorio, inseparable de la letra de cambio,


por el cual el acreedor cambiario pone en su lugar a otro acreedor” (Tratado de
Derecho Comercial, T. III, p. 130).
Nosotros nos adherimos a la definición de Osvaldo R. Gómez Leo para quien “el
endoso es un acto jurídico cambiario, unilateral, completo, formalmente accesorio y
sustancialmente autónomo de libramiento de la letra, que se comporta como negocio
abstracto, mediante el cual se transmite la propiedad del documento y con ello la
titularidad del derecho emergente de él, habilitando al endosatario para ejercer todos los
derechos resultantes del título, a la vez que el endosante asume la obligación de
garantía, de aceptación y pago de la letra”. (Instituciones de Derecho Cambiario.
Letra de Cambio y Pagaré, Tomo II-A, 2ª. Edición, Editorial Depalma. Bs. As.
1986, p. 427).

El Código Civil trata del endoso en el Art. 1311 al establecer: “La letra de cambio,
aunque no sea girada a la orden, es transferible por endoso. Si el librador ha incluido en
la letra las palabras “no a la orden” o una expresión equivalente, el título solo es
transferible en la forma y con los efectos de una cesión ordinaria. El endoso puede
hacerse también a favor del girado, haya o no aceptado la letra del librador o de
cualquier otro obligado. Los mismos pueden endosar de nuevo la letra”.
3.2. Título no transmisible por endoso

Si el título es de naturaleza cesible pero no transmisible por endoso, la prenda puede ser
constituida por medio de la transferencia del mismo en la forma y con los efectos de una
cesión ordinaria, de conformidad con las disposiciones de los Arts. 524 y siguientes del
Código Civil.

A esta forma de cesión se refiere la primera parte del Art. 2316 del Código Civil al
establecer: “Si lo prendado fuere un crédito o un título no negociable por endoso, para
que la prenda quede constituida deberá ser notificada al deudor del crédito dado en
prenda, y entregarse el título al acreedor, o a un tercero, aunque su monto excediere de
la deuda”.

Por su parte el Art. 524 del Código Civil establece: “El acreedor puede transferir a título
oneroso o gratuito su crédito, aun sin consentimiento del deudor, siempre que el crédito
no tenga carácter estrictamente personal, o que su transferencia no esté prohibida por la
ley. Las partes pueden excluir la cesibilidad del crédito, pero el pacto no es oponible al
cesionario, si no se prueba que él lo conocía al tiempo de la cesión”.

La primera parte del Art. 2316, trascripto precedentemente, concuerda con las
disposiciones contenidas en el Art. 527 del mismo cuerpo legal al expresar: “Respecto
de terceros que tuviesen interés legítimo en objetar la cesión para conservar derechos
adquiridos después de ella, el crédito solo se transmite al cesionario, por la notificación
del traspaso al deudor cedido, o mediante la aceptación por parte de este”.

¿Cómo debe formalizarse la notificación a que aluden los Arts. 527 y 22316, 1ª. Parte
del Código Civil? La respuesta está dada por las disposiciones contenidas en el Art. 528
del Código de Fondo que establece: “La notificación debe hacerse, bajo pena de
nulidad, por disposición judicial, por medio de notario, por telegrama colacionado u
otro medio auténtico, y se transcribirá en ella la parte sustancial del contrato”.
En cambio, cuando la transferencia tiene lugar en virtud de la ley o de sentencia, ella es
oponible a los terceros sin ninguna formalidad, y aun independientemente de toda
manifestación de voluntad de parte del precedente acreedor. (Art. 525).

4. Diferencias entre la negociación por endoso y por la cesión ordinaria

Las diferenciales sustanciales entre ambas formas de negociación del título son: a)
Notificación: Cuando el título se transmite por endoso, no se requiere de notificación
alguna al deudor cedido. En cambio, cuando la negociación se produce por la cesión
ordinaria, el crédito solo se transmite al cesionario por la notificación del traspaso al
deudor cedido, o mediante la aceptación por parte de este. (Arts. 527; 2316 C.C.); b)
Posición que asume el adquirente del documento: Una diferencia esencial radica en
la posición que asume el adquirente del documento cuando la negociación se ha
formalizado por la vía de la cesión ordinaria, a quien se le pueden oponer las defensas
que se tenían contra el transmitente, es decir, que en tal hipótesis no juega la autonomía
(Art. 535 C.C.P.) (Ignacio A.Scuti, Títulos de Crédito, 9ª. Edición actualizada y
ampliada, Editorial Astrea, Bs. As., 2006). En cambio, en la negociación por endoso,
como lo señala Messineo, el adquirente se halla inmune a las excepciones fundadas en
las excepciones personales con el librador o con los portadores anteriores” (Francisco
Messineo, Manual de Derecho Civil y Comercial, Edit. Egea, Bs. As., p. 95) (Ver
Arts. 1317, 1319, 1508 C.C.). Esto es como consecuencia del principio de Autonomía,
que como lo señala Jorge H. Escobar: “El derecho cartular de cada uno de los
adquirentes del título es autónomo, lo cual significa que ese derecho no deriva de quien
les transmitió, es decir, en cada traspaso nace ex novo, originariamente, el derecho
cartular. El adquirente tiene así un derecho nuevo, propio, no derivado de la situación
anterior, de su antecesor”. (Derecho Bancario, Editorial La Ley, Asunción, p. 294).

5. Realización de la prenda sobre título de crédito

El Art. 2317 del Código Civil establece: “Cuando la prenda consistiere en un crédito,
el acreedor prendario no podrá solicitar su venta ni adjudicación. Sólo podrá pedir el
cumplimiento de la obligación”.

El acreedor prendario podrá pedir el cumplimiento de la obligación instrumentada en el


título dado en prenda, es decir, debe constreñirlo al deudor cedido al cumplimiento de la
obligación asumida por el mismo con el cedente.

6.- Título dado en prenda con vencimiento anterior al crédito garantizado

Art. 2318: “Cuando un crédito dado en prenda fuese exigible antes del garantizado en
ella, el constituyente puede, en virtud de motivos suficientes hacer notificar al deudor
que debe efectuar el pago por consignación a nombre común con el acreedor
prendario”.

Las disposiciones que anteceden son idénticas al Art. 2996 del Anteproyecto de Luis De
Gásperi, el que a su vez es copia del 2858 de Bibiloni.

Como se ve, se establece el derecho del deudor prendario o constituyente de la prenda, a


notificar lo expuesto a su propio deudor crediticio, el cual habrá de verificar el pago por
consignación en la forma indicada. (José Santiago Villarejo, De los derechos reales
en el Código Civil, p. 384).

7.- Prerrogativa del acreedor respecto del título prendado

Art. 2319: “El acreedor prendario puede exigir el pago del crédito dado en garantía, sin
perjuicio de lo prevenido en el artículo anterior, para el caso de que su propio crédito no
fuere aún exigible. Si lo pagado fuere una cosa mueble cierta o incierta, se trasladará la
prenda sobre ella. Si consistiere en dinero y el propio crédito también estuviere
liquidado en efectivo, se aplicará al pago de lo adeudado. Si el crédito del acreedor
prendario no consistiere en dinero, o la prenda no fuere estimada en la misma forma y lo
pagado fuere en moneda, quedará en prenda en seguridad del crédito prendado. Si la
prestación del crédito cobrado consistiere en la transferencia de un inmueble, quedará
en hipoteca en seguridad del crédito garantizado bajo la condición de su registro
inmediato”.

En relación al mencionado artículo, el anteproyectista Bibiloni expresa que resulta que


el objeto de la prenda puede ser dinero y cosas inciertas, por consiguiente cantidades de
cosas fungibles y consumibles. La prenda de cosas inciertas es, lo hemos dicho
repetidas veces, la más frecuente en las transacciones comerciales modernas.

Nuestra norma, pues, concreta la forma de hacer efectivo el crédito dado en prenda, en
circunstancias complementarias de las consideradas en las anteriores. (José Santiago
Villarejo, ob. cit. p. 384).

8.- Caso de realizarse la prenda

Art. 2320: “Si el crédito dado en prenda fuere exigible antes que el garantizado en ella,
y lo percibido fueren cosas susceptibles de deterioro, pérdida de valor u ocasionaren
gastos de conservación, el juez podrá, a requerimiento del acreedor o deudor, autorizar
su venta. En tales casos continuará sobre los valores depositados o adquiridos”.

Esta norma preserva el derecho del acreedor prendario cuando el crédito constituido en
garantía fuere exigible con anterioridad al garantizado con ella. El Juez a petición de
parte, podrá autorizar la venta de cosas susceptibles de deterioro, pérdidas o gastos.
(Prof. Dr. Miguel Ángel Pangrazio, Código Civil Paraguayo Comentado, p. 1079).

9.- Existencia de varios acreedores con garantía del título

Art. 2321: “Cuando existen varias prendas sobre el crédito prendado, el acreedor que
tiene la más antigua, ejerce el derecho de cobrar su importe en primer término”.

Naturalmente, la hipótesis se plantea, teniendo como presupuesto que el mismo título


satisfará eventualmente todos los créditos en caso de ejecución, y en ese sentido
tenemos que aceptar también que se observará el orden de antigüedad respecto de los
demás acreedores. (Francisco Centurión Molina, Derecho Civil, Tomo V., p. 378).

10.- Prenda sobre títulos al portador


Art. 2322: “El derecho de prenda sobre títulos al portador se regirá por las disposiciones
relativas a la prenda de cosas”.

El Prof. Luis De Gásperi, al comentar el Art. 2970 que lo tiene como base, ha expresado
no haber creído necesario establecer reglas especiales para la realización de esa clase de
valores, debiendo resolver el Juez según el procedimiento, en razón de los gravísimos
abusos cometidos a veces al respecto y considerando que habrían que entrar en reglas de
detalle sobre papeles que tienen cotizaciones constantes en las bolsas y sobre los que no
las tienen, así como la posibilidad de que se preparen cotizaciones simuladas. (José
Santiago Villarejo, ob. cit. p. 386).

El título al portador es el título de crédito que no se extiende a favor de persona


determinada.

El título de crédito es el documento necesario para ejercer el derecho literal y autónomo


representado por el mismo. (Vivante).

11.- Cuotas exigidas por los emisores del título dado en prenda. Posición del
acreedor

Art. 2323: “El acreedor prendario no estará obligado a satisfacer las nuevas cuotas
exigidas por los emisores de los títulos dados en prenda. Las abonará el deudor, salvo
convención en contrario; pero, si lo hiciese el acreedor, la prenda se extenderá a ellas
pudiendo exigir su reembolso inmediato”.

El artículo trascripto se circunscribe al ámbito de las sociedades anónimas, en el


que el accionista sin pagar la totalidad del importe de la acción, lo prenda a un tercero
en garantía de un préstamo. En tal caso, la sociedad emisora no podrá exigir la cuota
adeudada al acreedor prendario, y, sin embargo, si lo paga, la prenda del título se
extenderá al importe abonado. (Francisco Centurión Molina, ob. cit.Tomo V, p. 378).

12.- Caso en que la exigibilidad del crédito pignorado dependiera del acreedor
prendario, caso contrario, cuando la opción le corresponde al deudor del crédito
pignorado.

Art. 2324: “Cuando la exigibilidad del crédito pignorado dependiera de una opción o
una declaración del acreedor, el acreedor prendario podrá efectuarla si su propio crédito
fuere exigible. No siendo así, deberá hacerla de común acuerdo con el obligado. Cuando
la opción o la comunicación correspondiere al deudor del crédito dado en garantía, solo
producirá efecto si fueren hechas al propio acreedor y al acreedor prendario”.

13.- Prenda constituida por un tercero.

Art. 2325: “Cuando la prenda fuere constituida por un tercero, este podrá oponer la
compensación con su propio crédito”.

La disposición transcripta implica que en todos los casos de prenda sobre título de
créditos en que el deudor del título prendado y el acreedor prendario sean recíprocos
deudores y acreedores por motivo de la prenda, procederá la excepción de
compensación, pues, siempre el primero será un tercero en la relación trabada entre el
acreedor y el deudor prendario (Francisco Centurión Molina, Derecho Civil Comentado,
Tomo V, p. 380).

14.- Terminación de la prenda

Art. 2326: La prenda termina por:


a) La extinción de la obligación a que acceda: Siendo la prenda accesoria de la
obligación principal, la misma no puede subsistir sin obligación que garantiza.

b) La transferencia del dominio de la cosa a favor del acreedor, por cualquier título que
sea.

Se produce la extinción de la obligación por confusión, siendo este un medio de


extinción de las obligaciones, de conformidad a las previsiones del Art. 623 y siguientes
del Código Civil .Es decir, al transferirse a favor del acreedor el dominio de la cosa
prendada,

c) La renuncia de la prenda hecha por el acreedor, aunque subsista el crédito. Bastará su


declaración comunicada al dueño de la cosa. Puesto que el contrato de prenda es
consensual y a la vez real, la renuncia del derecho del acreedor bastará para la
terminación de la prenda. No obstante, como se trata de un contrato real, y con la mera
renuncia no se produce la devolución, la misma debe ser comunicada al deudor, y como
acertadamente expone el Prof. Miguel Ángel Pangrazio, esta renuncia deberá
instrumentarse por escrito. (Opus. cit. p. 1080).

d) La sola entrega de la cosa al constituyente, sin necesidad de declaración. La posesión


de la cosa por este, hace presumir que le ha sido devuelta por el acreedor. Justamente,
porque con la entrega de la cosa se perfecciona el contrato de prenda, la posesión por
parte del deudor del objeto prendado hace presumir que la prenda ha sido devuelta por
el acreedor. Francisco Centurión Molina expresa que no está de más indicar que la
prenda referida por la disposición se trata igualmente de las cosas como la de títulos de
crédito. (Ob cit. Tomo V, p. 380)
CAPÍTULO XXIV

SUMARIO: Cuenta corriente. Concepto. Utilidad e importancia. Forma. Elementos que


comprende. Funcionamiento de la cuenta. Aprobación. Derecho de impugnación. El cierre
de la cuenta. Extracto de cuenta. Contrato estimatorio. Contrato de agencia. Relaciones
entre las partes. Contrato de concesión comercial. Relaciones entre las partes y cláusulas
esenciales.

Cuenta Corriente. Concepto.

Se debe dejar en claro que la cuenta corriente a la que nos referiremos es la cuenta
corriente mercantil, que tiene como una de sus especies la cuenta corriente bancaria. Hacemos
esta aclaración temprana en virtud de la frecuente confusión en el alumnado acerca de estos dos
institutos.

En principio, una cuenta es 1: “Una relación de anotaciones que se refieren a un


elemento patrimonial, sobre un soporte físico o informático, que contiene al menos cuatro
columnas: Debe, haber, fecha y concepto. En cuanto a corriente la acepción que nos interesa es
la novena del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española2 que nos dice: “Medio,
común, regular, no extraordinario”. Con ello queremos significar que a la cuenta a la que nos
estamos refiriendo es la más simple de todas, teniendo en consideración que existen otras
muchas con características más específicas como la cuenta abreviada de pérdidas y ganancias, la
cuenta acreedora de cobertura, la cuenta corriente bancaria, la cuenta de empresas del grupo, etc.

El concepto de la misma nos brinda el propio legislador quien en la primera parte del
Art.1393 C.C. nos dice: “Por el contrato de cuenta corriente dos corresponsales se obligan a
anotar en una cuenta, los créditos derivados de recíprocas remesas, considerándose inejecutables
e indisponibles hasta el cierre de la cuenta”.

Por corresponsales debemos entender a dos personas físicas o jurídicas (comerciantes


inevitablemente) que se comprometan al envío recíproco de las llamadas remesas. Creemos que
los corresponsales deben ser necesariamente comerciantes por el hecho de que consideramos
incluido al contrato de cuenta corriente dentro de lo establecido por el Art. 71 de la Ley del
Comerciante, principalmente en el inciso L-) en su calidad de accesorio a las operaciones
comerciales. Por otro lado, es lo más probable que al menos uno de los corresponsales sea
comerciante, con lo cual también toda la operativa lo será.

Por otro lado, tenemos el concepto “se obligan a anotar”, lo cual significa que no
existe pago por la remesa enviada sino que con la anotación (crédito o débito) el operativo de
transferencia queda concluido. Anotar es, como dijimos, transferir el precio al debe o haber,
además de la fecha y el concepto.

Lo de “recíprocas remesas” implica que ambas partes se envían o pueden enviarse


uno o varios bienes, a los cuales se les llama remesas pues pierden su individualidad al participar
en este contrato y quedan reducidas a la anotación final en la cuenta. Lo que se quiere significar
es que no es posible reclamar solo uno de los bienes partes de alguna remesa, pues el mismo,
como dije, ya ha perdido individualidad.

1
Según el Diccionario de Derecho Empresarial de Ribó Durán y Fernández Fernández, ya citado, p. 250.
2
Vigésima Primera Edición, Año 1992. p. 409.
Finalmente “inejecutable” lleva consigo la idea que no es posible reclamar a la parte
deudora hasta tanto se compensen los “debe” y “haber” y surja el saldo final que indica el monto
que una de las partes debe al otro. Además, ese saldo sólo se podrá reclamar al cierre de la
cuenta, que como ya veremos, puede ser en una fecha convenida o cuando se dan ciertos
presupuestos que iremos analizando más adelante.

Como concepto doctrinario final daremos el de los comercialistas argentinos


Raymundo L. Fernández y Osvaldo Gómez Leo3 que dicen: “La cuenta corriente mercantil es un
contrato en virtud del cual las partes convienen en que los créditos y deudas que arrojen las
operaciones que efectúen en determinado lapso, pierdan su individualidad y se fundan en dos
masas contrapuestas para liquidarse en la fecha convenida, compensándose hasta la ocurrencia
de la menor, a fin de obtener, si resultan desiguales, un saldo deudor para una y acreedor para
otra. Importa pues una concesión recíproca de crédito”.

Utilidad e importancia

De la última parte del desarrollo conceptual ya podemos ver su verdadera utilidad,


pues dice: “Importa una concesión recíproca de crédito”, con lo que se amplía en gran medida la
posibilidad de actuación del comerciante, pues cuenta no solo ya con su capital sino también con
el capital, del otro comerciante, que durante un tiempo convenido no le exigirá el pago. A su vez
es una forma de colocar sus productos con el otro corresponsal, aunque tenga que esperar el
plazo de cierre de cuenta para cobrar el saldo.

Además de todo ello, posibilita realizar negocios sin tener que movilizar dinero en
efectivo ni medios de pago bancarios que tienen también su costo operativo, logrando dinamismo
con mayor seguridad y rentabilidad.

Pensando en el sistema administrativo simplifica enormemente la relación comercial,


pues las remesas recíprocas simplemente se anotan en cuenta evitando toda la dificultad que
acarrean los papeleos de facturas, contratos comerciales, etc. Por último, una vez cerrada la
cuenta corriente y obtenido el saldo deudor, este se convierte directamente en título ejecutivo
contra el que debe, obteniéndose un elemento poderoso de reclamo y apremio judicial en caso
necesario.

Forma

En principio el contrato de cuenta corriente mercantil no está sujeto a forma alguna


predeterminada conforme a la legislación vigente. Sin embargo al hablar del concepto “cuenta”,
ya dijimos que presupone anotación al menos en cuatro columnas que son: Debe, haber, fecha y
concepto.- Por ello en cuanto a forma, deben existir al menos estas cuatro columnas, pero sin que
la ausencia de alguna de ellas signifique la nulidad o la inexistencia del contrato.

Ahora, creemos que es indispensable al menos la escritura en la anotación de las


partidas, pues no habría otra forma de llevar un seguimiento del envío y recepción de remesas.
Sin embargo, nada obsta a que la existencia del contrato se pueda probar por testigos, siempre y
cuando no supere los diez jornales mínimos de los cuales habla el Art.706 del Código Civil, en el
cual se exige que contratos de ese tipo deben ser probados por escrito. Asimismo, deben ser
redactados en tantas copias como partes intervengan.

3
En su obra Cuenta Corriente Mercantil , Editorial Depalma, Buenos Aires, 1988. p. 3
Elementos que comprende

Los elementos que comprende son los subjetivos y los objetivos: Y así tenemos la
capacidad, el consentimiento, el objeto y la causa.

La capacidad sabemos que es la aptitud legal para ser sujeto de derechos y de


obligaciones o la facultad para realizar actos válidos y eficaces en derecho. En el caso en estudio,
se requiere la capacidad para contratar y disponer, pues la cuenta corriente supone la renuncia a
la libre disposición sobre una cosa.

El consentimiento, entendido como un acto voluntario con discernimiento, intención


y libertad y por supuesto libre de los vicios de error, dolo y violencia. Al ser necesariamente
escrito, el contrato que supere los diez jornales, tal consentimiento debe necesariamente ser
expreso, pues debe ser firmado por las partes.

En cuanto al objeto del contrato, el mismo son las remesas que ambas partes se
remiten entre sí, que como veremos más adelante son irrevocables salvo que se haya pactado una
cláusula que se denomina: “Salvo encaje” o como lo denomina nuestro Código Civil en su Art.
1399: “Salvo ingreso en caja”.

La causa, por su parte, es en nuestro contrato la concesión recíproca de crédito entre


dos partes, lo que posibilita una mayor fluidez y comodidad en las relaciones entre los mismos.

Funcionamiento de la cuenta.-

La operatividad de este contrato es sumamente sencilla, es lo que lo hace altamente


beneficioso para los contratantes. Se fundamenta primordialmente en la técnica contable de
ordenar las cuentas por partidas dobles (Debe y Haber), de forma tal que pueda conocerse en
cada momento el saldo favorable o adverso de ellas, lo cual es indispensable por el continuo
movimiento de la cuenta al recoger las sucesivas partidas de cargo y de abono4.-

Hay que dejar en claro que, sin el contrato de cuenta corriente, el sistema contable es
solo una técnica operativa, que la base jurídica de su actuación lo brinda la existencia del
contrato, sin el cual se pierden muchas de las características de su utilidad. Este contrato tiene un
tiempo determinado de duración mediante el cual las partes no pueden exigirse el pago de una
remesa en forma individual ni tampoco el pago del saldo resultante de la compensación del
“debe” con el “haber”.

Durante el transcurso de la operativa, las partes cobran interés por el saldo resultante
en el tiempo trascurrido conforme a una tasa pactada de antemano o conforme a la tasa legal,
según el Art.1395 del Código Civil.

En el tiempo pactado o en cualquier momento de la relación, las partes pueden


enviarse resúmenes de cuenta que si no son impugnados en el plazo de quince días o en el plazo
previamente pactado, se entienden como aprobados.

Si lo que ingresa en la cuenta son créditos contra terceros las partes pueden
considerarlas remesas ciertas e inscribirlas; pero si lleva la cláusula “salvo encaje”, la misma
4
Fragmentos tomados de Rodrigo Uría, en su obra: “Derecho Mercantil”, Vigésimo Quinta Edición,
Editorial Marcial Pons, Madrid, 1998.-
puede ser extornada (revertida) de la cuenta, si no es efectivamente pagada (ingreso a caja) por el
tercero.

Con el cierre de la cuenta corriente, las operaciones cesan; es decir, ya no ingresan


nuevas partidas, pero se deben liquidar las que han ingresado; por ejemplo, se debe esperar el
plazo de vencimiento si un título de crédito fue lo ingresado a la cuenta. Una vez liquidadas
todas las remesas se procede a la compensación del “debe” y del “haber”.El resultado será el
saldo acreedor para una de las partes y deudor para la otra.

Las partes pueden aceptar el saldo resultante o pueden remitir el caso a un arbitraje
o a la decisión judicial. Lo que se resuelva amigablemente o lo que establezca un árbitro o juez
será título suficiente para el reclamo a la parte deudora.

Aprobación

Nuestra legislación entiende por “aprobación” la no impugnación de los resúmenes


de cuenta remitidos por uno de los cuentacorrentistas al otro. El plazo de tal impugnación es
normalmente pactado, pero en ausencia de pacto alguno, se entenderá que tal plazo es de quince
días. Todo esto conforme a lo establecido en el primer párrafo del Art.1402 del Código Civil que
textualmente dice:

Art. 1402: “De la aprobación o impugnación del resumen. Término. El resumen de cuenta
transmitido por un cuentacorrentista al otro, se entiende aprobado, si no es impugnado dentro del
plazo pactado o, en su defecto, dentro de los quince días”.

La jurisprudencia argentina ha fallado que también se le considera aprobación a la


firma del cuentacorrentista a quien se le ha remitido el resumen al pie del mismo, pues ha
asimilado tal firma con su conformidad con el saldo resultante.

Derecho de Impugnación

La impugnación es en sentido general contradecir, refutar. En nuestro caso la


impugnación se refiere a los resúmenes de cuenta donde se encuentran las partidas de las
remesas remitidas entre ambas partes contratantes.

Ahora, hay que dejar en claro que la aprobación no quita la posibilidad de que en el
término de un año se impugne la cuenta por alguno de los siguientes conceptos: a-) Error de
escritura; b-) Error de cálculo; c-) Omisión; d-) Duplicación. Todo ello de conformidad a la
segunda parte del Art. 1402; El término empieza a computarse con la recepción del resumen
relativo a la liquidación de cierre de la cuenta.

Con la aprobación, lo que ha quedado firme es la existencia y contenido de las


partidas, por ello lo único que puede ya cuestionarse son los errores de escritura o cálculo, la
omisión de una partida o la duplicación de la misma. Repito, la existencia y el contenido de las
partidas ya están fuera de discusión.

El cierre de la cuenta.-

El cierre de la cuenta puede darse por motivos voluntarios y por motivos forzosos.
En el primer caso tenemos el acuerdo entre partes, y el cumplimiento del plazo acordado. En el
segundo caso tenemos la posibilidad de la muerte de uno de los cuentacorrentistas, su
inhabilitación (por demencia u otros) y, por último, por quiebra de uno de los contratistas.

En el estudio de las causales del cierre de la cuenta corriente siempre debemos tener
presente que nos encontramos ante un contrato “intuitu personae”, es decir, donde las cualidades
de las personas tienen gran relevancia. Más simple, no se firma un contrato de cuenta corriente
mercantil con cualquiera, por lo que al desaparecer (o ya no poder llevar adelante el contrato) la
persona, por una de las causales mencionadas, es razonable que esto se convierta en causal de
cierre de cuenta.

En cuanto a los motivos voluntarios, como sabemos, los contratos son acuerdos
voluntarios, y así como la voluntad crea los contratos, también puede deshacerlos y por ello es
obvio que el acuerdo de ambos de cerrar la cuenta es absolutamente válido. En este punto es
importante una aclaración: el cierre de la cuenta puede ser objeto de pacto en cuanto al plazo,
pero de no existir se realiza al final de cada trimestre computado desde la fecha del contrato, todo
conforme al Art. 1401 del Código Civil.

Asimismo, si el contrato es por tiempo indeterminado, cada una de las partes puede
separarse del contrato después de cada cierre de cuenta, dando aviso de ello por lo menos con
diez días de anticipación, conforme lo estipula el Art. 1403 del Código Civil.

Extracto de cuenta
Luego del trabajo de depuración de los resúmenes, el saldo resultante de la
compensación del “debe” y el “haber”, será definido dentro de un Extracto de cuenta, que será el
documento base de la reclamación que el acreedor tiene derecho a realizar al deudor. El reclamo
puede ser directo o puede realizarlo girando una letra de cambio por el valor del saldo resultante.
El reclamo directo puede ser amigable o judicial, teniendo el suficiente antecedente y fuerza
probatoria para obtener al menos medida cautelar contra el deudor.

Puede ocurrir también que los contratantes trabajen con garantías personales o reales
y este extracto de cuenta será la base para hacer efectivos los mismos. Repetimos, el extracto de
cuenta se obtiene luego de superar las objeciones (si hubiere) a los resúmenes de cuenta enviados
por una parte a la otra, o intercambiados entre sí.

CONTRATO ESTIMATORIO

El contrato estimatorio es aquel en virtud del cual un sujeto llamado consignante


entrega a otro, llamado consignatario, mercaderías a un precio estimado, para que en un plazo
fijado, pague dicho precio o bien devuelva las mercaderías. Puede ser llamado también contrato
en consignación.

El Diccionario de Derecho Empresarial 5 nos dice: “Es una modalidad de la


compraventa de cosas muebles en la que se incluyen elementos del mandato o de la comisión de
venta. Una persona entrega la cosa de su propiedad al llamado consignatario para que en el plazo
que convenga, la venda por el precio fijado (precio de estimación). El consignatario se
compromete a entregar al propietario dicho precio o a restituirle la cosa, pudiendo quedarse con
la eventual diferencia en más sobre el precio de estimación, en caso de venta. El propietario no
puede disponer de la cosa de su propiedad hasta que le devuelva el consignatario. Los acreedores
de éste no pueden embargarla”.
5
De Ribó Durán y Fernández Fernández, Ed. Bosch, 1998. p. 212.
La importancia de este contrato se da en el hecho de que el comerciante minorista
puede adquirir mercaderías sin cancelar de inmediato el precio, con la opción de devolverlas si
no las vende dentro del plazo que se pacte. De esta manera no necesita realizar desembolso
alguno hasta que se venda la mercadería. De esta manera se puede reabastecer de mercaderías sin
la necesidad de sucesivas operaciones de compra-venta.

Sin embargo, el consignatario asume la responsabilidad por los daños o desperfectos


que puedan sufrir las mercaderías mientras se encuentren en su poder, así como la obligación de
pagar el precio “estimado” en la fecha convenida, o en su caso devolver la mercadería.

Es utilizado normalmente como sistema de ventas para productos de no fácil salida


como automóviles usados, joyas, libros nuevos y usados, etc. Es un contrato sumamente antiguo
y consolidado y podemos rastrear sus orígenes hasta Roma; sin embargo, en muchos países
(entre ellos el nuestro) es atípico, pues al parecer el legislador ha querido que las partes hagan
uso de su facultad de reglar sus derechos y obligaciones por ellos mismos a través de un contrato
que como sabemos es ley entre los contratantes.

Contrato de Agencia

El contrato de agencia es, según Manuel Brosetta Pont6, “aquel en virtud del cual un
empresario mercantil asume, de modo permanente y mediante retribución, la tarea de promover y
concertar contratos en nombre y por cuenta de otros, en una zona determinada.” Eduardo Ortega
Prieto7 pone énfasis en que las partes están ligadas por un contrato estable, duradero y continuo.
El mismo Chuliá Vincent8 lo conceptúa como “un contrato en virtud del cual un empresario
mercantil llamado agente, se obliga a promover y/o estipular contratos en una zona determinada,
por cuenta y en nombre de otro, durante un tiempo determinado o indeterminado, a cambio de
una retribución”.

Este es uno de los contratos llamados de distribución comercial o de colaboración


empresaria y normalmente se lo utiliza cuando es insuficiente la colaboración aislada y
esporádica de un comisionista y se requiere ya un nexo estable y duradero. Allí entra la figura del
agente comercial, que es completamente autónomo (lo cual distingue del viajante de comercio,
que es dependiente laboral) y que cierra los contratos por cuenta y nombre del empresario
principal. La retribución del agente depende normalmente de los resultados de su retribución en
nombre y por cuenta del principal. En cuanto a la extinción del contrato, la misma puede tener un
plazo determinado o un plazo indeterminado; en esta segunda opción es posible la revocación
por voluntad de una de las partes, dando un aviso previo en un tiempo razonable.

Relaciones entre las partes.

Como sabemos, las relaciones entre las partes están (o deberían estar) pactadas en un
contrato, dado que para nuestro derecho positivo nos encontramos ante un contrato atípico.
Dentro del citado contrato cada parte tiene derechos y obligaciones, los que trataremos de
proyectar a continuación9:

6
p. 479.
7
Citado por Eduardo Chuliá Vicent y Teresa Beltrán Alandete, en su obra “Aspectos jurídicos de los
contrato atípicos” Tomo II, J.M. Bosch Editor S.A.,Barcelona 1995, p. 383.
8
p. 384.
9
Tomados de Eduardo Chuliá y Teresa Beltrán, ob cit, p. 385.
Obligaciones del Agente: 1- ) Velar por los intereses del empresario; 2- ) Ocuparse como es
debido y con la diligencia de un buen comerciante de los intereses y operaciones que se le
confían; 3- ) Comunicar toda la información posible a su mandante; 4- ) Ajustarse a las
instrucciones razonables del empresario; 5- ) Llevar una contabilidad independiente de los actos
u operaciones relativas a cada empresario por cuya cuenta actúa.

Obligaciones del empresario: 1- ) Poner a disposición del agente con antelación muestrarios,
catálogos, tarifas y demás documentos necesarios para el ejercicio de la actividad; 2- ) Procurar
al agente toda la información necesaria para la ejecución del contrato; 3- ) Dentro de un plazo
razonable comunicar al agente la aceptación o rechazo de la operación efectuada; 4- ) Satisfacer
la remuneración pactada.
Derechos del agente: a-) Cobrar la retribución en la cantidad, en el tiempo y en la forma
pactadas; b-) Limitación contractual de la competencia: A los efectos de que pueda asumir con
soltura la responsabilidad de llevar adelante la marca en su zona. c-) Indemnización en caso del
empresario que renuncie unilateralmente al contrato por los gastos de infraestructura realizados
por el empresario local a favor del empresario principal y por el aumento de la clientela del
empresario principal gracias al trabajo del empresario local.

Contrato de concesión comercial:

El contrato de concesión comercial es aquel en el cual una persona física o jurídica


denominada concedente otorga por un tiempo limitado o ilimitado la facultad de distribuir
exclusivamente, en un área geográfica limitada, sus productos a otra persona denominada
concesionario10.

Sus antecedentes los encontramos en Alemania con la venta de cerveza y luego cobró
enorme auge con los concesionarios de automóviles en los Estados Unidos, sobre todo durante la
época de la gran expansión en los años veinte (1920.- aprox.-). Es un concepto que nos viene del
Derecho Administrativo donde es la administración pública la que otorga a un particular la
posibilidad de explotar un bien o servicio público recibiendo en contraprestación los pagos de los
usuarios, y siempre bajo la vigilancia del Estado.

Actualmente se aplica este tipo de distribución a productos de alta técnica y lujo. El


concedente se relaciona con los concesionarios a través de un contrato marco que es muy similar
para todos los miembros de la red. De esta manera se busca mantener la calidad y la estrategia de
venta para todos los vendedores del producto. Todo ello, por supuesto, se encuentra bajo una
cercana vigilancia del concedente.

Relaciones entre las partes y cláusulas esenciales.

Desarrollamos juntos estos dos puntos en razón de que los derechos y obligaciones
en que se desenvuelven las relaciones entre las partes intervinientes en este contrato, hacen a las
cláusulas esenciales del mismo por lo que consideramos pertinente la unión de los dos temas.

El Prof. José Alberto Garrone 11nos dice: “A diferencia del contrato de agencia, el
concesionario adquiere en firme la mercancía de la casa representada. Todos los riesgos del
viaje, cobro y saneamiento de la entrega al cliente suelen estar a cargo del concesionario. Por
10
Chuliá Vicént y Teresa Beltrán Alandete, ob cit. p. 335.
11
ob cit, p. 871.-
otra parte mediante una serie de imposiciones o cargas (precio, forma de pago, mantenimiento,
publicidad, etc.) el concedente se asegura que la distribución se hará en las condiciones que más
prestigien a su producto. La fábrica impone normalmente al concesionario exigencias
minuciosas, no solo al otorgarle la concesión, sino después, a medida que se desarrollan las
relaciones”.

Sigue diciendo el mencionado autor: “En los reglamentos de los concesionarios se


suele establecer:
1- ) La zona donde el concesionario desarrollará sus actividades;
2- ) El concesionario no podrá nombrar sub-concesionarios;
3) No podrá hacerse cargo del servicio de otras marcas;
4- ) La designación de concesionario es intransferible;
5- ) El concesionario debe suministrar al concedente todos los antecedentes de su información
jurídica (Contrato social, estatutos, asambleas, etc.); y
6- ) El concesionario deberá adjuntar todos los planos y fotografías de sus instalaciones, no
pudiendo modificarlas en desmedro de su amplitud, presentación, etc.

Bibliografía:

• GOMEZ LEO, Osvaldo, Cuenta Corriente Mercantil , Editorial Depalma,


Buenos Aires, 1988.
• URÍA, Rodrigo, en su obra: “Derecho Mercantil”, Vigésimo Quinta Edición,
Editorial Marcial Pons, Madrid, 1998.
• DE RIBO DURÁN Y FERNANDEZ FERNANDEZ, Diccionario de Derecho
Empresarial, Edit. Bosch, 1998.
• CHULIA, Eduardo, BELTRAN ALANDETE, Vicent y Teresa. “Aspectos
jurídicos de los contrato atípicos” Tomo II, J.M. Bosch Editor S.A., Barcelona
1995.
• GARRONE, José Alberto. Manual de Derecho Comercial.

Currículo del Autor:


CAPÍTULO XXX

SUMARIO: 1. Contrato de leasing. Antecedentes. Ideas generales. Concepto.


Partes en el contrato. Caracteres. Clases de leasing. Leasing inmobiliario. Sale and
lease back. Leasing operativo (renting). Leasing financiero. Las obligaciones del
dador son las siguientes. Las obligaciones del tomador son las siguientes. 2.
Contrato de licencia. Concepto. El contrato en nuestro derecho positivo. 3.
Contrato de transferencia de tecnología. Concepto. Contrato de know-how.
Contrato de asistencia técnica. Otros contratos. 4. Contrato de edición.
Antecedentes. El contrato de edición en la Ley 1328/98. Obligaciones del editor.
Derecho del editor en caso de cesión exclusiva. Obligaciones del autor. Derecho del
autor. Aplicación análoga. Contrato de edición de obras musicales. 5. Contrato de
publicidad. Concepto. Naturaleza jurídica. Caracteres. Obligaciones de las partes.
Regulación de la publicidad en la Ley 1334/98 de defensa del consumidor y del
usuario.

1.- CONTRATO DE LEASING

ANTECEDENTES. IDEAS GENERALES

El vocablo leasing es de origen inglés y significa arriendo o locación. En un primer


momento, en Inglaterra, el término era utilizado en referencia a un contrato de
arrendamiento agrícola, evolucionando luego hacia el arrendamiento de edificios y
finalmente, a bienes muebles.

Posteriormente ya fue empleado en Estados Unidos y otros países para caracterizar a


ciertos contratos de locación que tienen características especiales.

El término leasing es empleado no solamente en cuanto hace a una locación, sino que se
extiende a la idea de un instrumento de financiación que tiene como base a aquella, pero
que excede sus límites.

En la actualidad, con el gran desarrollo de la economía mundial, la financiación constituye


uno de los pilares y a la vez una de las necesidades más importantes para el
desenvolvimiento de la actividad de las empresas, y en ese contexto, el contrato de
arrendamiento financiero ofrece amplias posibilidades, pues empezando por una locación
del bien, se puede llegar a su adquisición definitiva mediante el llamado pago residual.

En efecto, para que una empresa del sector industrial, por ejemplo, tenga un desarrollo
económico adecuado y pueda mantener su competitividad, requiere mejorar su producción
para lo cual a su vez debe renovar su tecnología, maquinarias, instalaciones y otros. Esto
requiere de una importante inversión en términos económicos, y es ahí donde el
mecanismo de locación con opción de compra constituye una alternativa válida.

CONCEPTO

José Alberto Garrone, en su obra “Derecho Comercial”, tomando en cuenta el tipo más
frecuente que se da en la realidad de los negocios, define el leasing como el contrato por el
cual una parte –el locador- cede en locación un bien de capital a la otra –el locatario-, por
un plazo equivalente a la vida útil de dicho bien y por un precio que comprende la
amortización total de su costo, más un interés por el capital adelantado y una ganancia,
teniendo el locatario, además, la opción de adquirir en propiedad el bien al término de la
locación mediante el pago de un precio adicional llamado valor residual. A esta modalidad
se la denomina Leasing Financiero.

Por su parte, en la República del Paraguay rige la Ley No. 1295/98 “DE LOCACIÓN,
ARRENDAMIENTO O LEASING FINANCIERO Y MERCANTIL”, que en su Art. 8º
define el Contrato de Locación Financiera, Arrendamiento Financiero o Leasing
Financiero, como aquel que celebran una parte llamada dador y otra parte llamada
tomador, por el cual el primero se obliga a arrendar al segundo un bien inmueble edificado
de su propiedad; o un bien mueble no fungible o un inmueble edificado de propiedad de un
tercero especificado por el tomador, de quien se obliga a adquirir o a ser adquirido del
propio tomador, con el único propósito de arrendarlo al tomador. En contraprestación, el
tomador se obliga a pagar una suma de dinero establecida en cuotas pagaderas
periódicamente, contemplándose ,además, una opción de compra irrevocable a favor del
aquel, a la conclusión del contrato de arrendamiento, por un precio residual que será
libremente acordado entre las partes.

Asimismo, podrá convenirse que finalizado el plazo inicial del contrato o el de la prórroga,
en su caso, si el tomador no ejerciese la opción de compra, el bien se restituirá al dador,
pudiendo este último venderlo, pactando libremente el precio con el nuevo propietario, o
entregarlo en arrendamiento financiero a un nuevo tomador.

PARTES EN EL CONTRATO

Pueden celebrar el contrato en calidad de partes, los siguientes sujetos:

a) El dador, que es la parte que se obliga a dar en locación al tomador una cosa
mueble no fungible o un inmueble de elección de este último.
b) El tomador, es decir, quien recibe un bien del dador, en locación, y se obliga a
pagar una cuota periódica durante el tiempo convenido.

CARACTERES

En primer lugar, el leasing es un contrato nominado y típico, ya que se encuentra legislado


en la Ley 1295/98 “De Locación, Arrendamiento o Leasing Financiero y Mercantil”,
vigente desde el año 1998. Además, el Código Civil Paraguayo, si bien no lo regula
específicamente como contrato de crédito bancario, sin embargo establece un principio
general al regular el aspecto sustancial de la figura. En este contrato no siempre es parte
una entidad financiera, sino que también puede celebrarse entre personas físicas, lo que
implica reconocer la existencia del Leasing ordinario o común, como una figura diferente
al Leasing Financiero.

En efecto, al regular en forma particular los diferentes contratos, el Código Civil se ocupa
de la compraventa en general, y dedica una sección a la compraventa con cláusulas
especiales. En esa sección, el Art. 783 establece: “Si la resolución del contrato tiene lugar
por incumplimiento del comprador, el vendedor debe restituir las cuotas cobradas, salvo el
derecho a una compensación equitativa por el uso de la cosa, además del resarcimiento de
todo el daño. Si se hubiere convenido que las cuotas queden en este caso ser adquiridas
por el vendedor a título de indemnización, el juez, según las circunstancias, podrá reducir
la indemnización convenida, si la juzgare excesiva. La misma disposición se aplicará en el
caso de que el contrato se configure como locación y se convenga que al término del
mismo, la propiedad de la cosa se adquiera por el locatario, por efecto del pago de los
cánones pactados”.

En segundo lugar, el leasing –en especial el financiero- es un contrato de crédito, ya que


implica financiación al empresario para posibilitar a este la renovación de los bienes de
producción y servicios.

Es un contrato bilateral, pues crea obligaciones tanto para el dador como para el tomador.

Es un contrato de tracto sucesivo, ya que no se agota con una sola prestación. Además, es
un contrato consensual, oneroso y formal, pues se perfecciona con el consentimiento de las
partes, y también requiere la formalidad de la escritura pública para los bienes registrables,
e instrumento privado con certificación de firmas por escribanía pública, para los demás
casos.

Por último, el leasing es un contrato de adhesión, ya que el dador establece unilateralmente


las condiciones contractuales.

CLASES DE LEASING

Las modalidades más conocidas en la doctrina y en la legislación comparada, son las


siguientes: a) leasing inmobiliario; b) sale and lease back; c) leasing operativo (renting);
y d) leasing financiero.

LEASING INMOBILIARIO: es aquel en el cual el dador adquiere una propiedad y


construye en ella un edificio para sede de la empresa del tomador, previa selección que
hace este último del lugar de ubicación y características del inmueble, como también del
aspecto referente a la construcción y a la instalación de las maquinarias.

La Ley 1295/98 prevé este tipo de contrato en el Art. 7° inciso b). En esta modalidad, el
dador percibe cuotas mensuales que se aplican en parte a la amortización del capital y
en parte al uso, gastos de financiación, contratación de seguros y otros.

Al vencimiento del contrato, el tomador tiene la posibilidad de adquirir definitivamente


la propiedad del inmueble, previo cumplimiento de todas sus obligaciones y pago del
valor residual.

Es importante citar la previsión del Art. 64 de la Ley 1295/98, para los casos en que el
objeto del arrendamiento financiero fuesen inmuebles destinados a viviendas, donde el
incumplimiento de la obligación del tomador de pagar las cuotas dará lugar a los siguientes
efectos:

a) Si el tomador hubiera pagado menos de un cuarto de la cantidad de cuotas


pactadas, la mora será automática y el dador podrá demandar judicialmente el
desalojo;

b) Si el tomador hubiese pagado más de un cuarto pero menos del 75% (setenta y
cinco por ciento) de las cuotas pactadas, el dador deberá intimarlo al pago de la o
las cuotas adeudadas, para lo cual el tomador tendrá un plazo de sesenta días
contados a partir de la recepción de la notificación. Pasado ese plazo sin que el
pago se hubiese verificado, el dador podrá demandar el desalojo;

c) Si el incumplimiento se produjese después del momento en que el tomador está


habilitado para ejercer la opción de compra o cuando hubiese pagado más de dos
terceras partes de la cantidad de cuotas pactadas en el contrato, el dador deberá
intimarlo al pago y el tomador tendrá la opción de pagar en el plazo de noventa
días las cuotas adeudadas más sus intereses o el valor residual que resulte de la
aplicación del contrato, a la fecha de la mora. Pasado ese plazo sin que el pago se
hubiese verificado, el dador podrá demandar el desalojo; y

d) Producido el desalojo, el dador podrá reclamar el pago de las cuotas adeudadas


hasta el momento del lanzamiento, más sus intereses y los daños y perjuicios que
resultasen del deterioro anormal de la cosa imputable al tomador.

El desalojo se tramitará por el procedimiento establecido en los Arts. 621 y siguientes del
Código Procesal Civil.

SALE AND LEASE BACK: es aquella modalidad de leasing en la cual el propietario


de un bien lo vende a una empresa financiera, pero a su vez vuelve a tomar dicho bien
en alquiler, lo que conlleva dos actos jurídicos distintos: uno de compraventa y otro de
arrendamiento, entre las mismas partes y en forma simultánea. La ventaja del
propietario original es que convierte un activo fijo en activo líquido, lo que le posibilita
financiar su desenvolvimiento. El propietario original modifica su situación jurídica en
relación al bien, ya que transfiere su propiedad pero pasa a ser arrendatario, con derecho
a utilizar los bienes e instalaciones sin interrumpir su explotación. La Ley 1295/98
prevé este tipo de contrato en el Art. 7°, inciso c).

LEASING OPERATIVO (RENTING): es aquella modalidad que consiste en


operaciones realizadas entre fabricantes de maquinarias, equipos, automotores,
computadoras, fotocopiadoras, por una parte; y los usuarios, por la otra; donde estos
últimos, mediante el pago de un precio, pueden utilizar aquellos productos sin necesidad
de realizar una inversión importante y al mismo tiempo se minimiza el riesgo de la
obsolescencia. El Art. 50 de la Ley 1295/98 describe esta modalidad contractual en los
siguientes términos: “Es el contrato celebrado entre un fabricante domiciliado en el país,
un importador, un distribuidor, un proveedor del exterior o una sociedad de leasing
operativo, en calidad de dador, y un tomador; que tenga por objeto exclusivo la locación de
un bien mueble no fungible fabricado o importado por el dador, a cambio de una
contraprestación consistente en el pago periódico de una suma de dinero a cargo del
tomador, por un plazo determinado, al final del cual este último tendrá la opción de
comprar el bien objeto del contrato de acuerdo con el valor residual, recibir un bien
sustituto en iguales condiciones, o prorrogar el contrato actual por un plazo adicional con
una cuota inferior …”.

LEASING FINANCIERO: en esta modalidad el dador, previas indicaciones recibidas


del tomador, adquiere un bien para ponerlo a disposición de este. Luego, el bien es
explotado por el tomador, quien corre a cargo del mantenimiento, seguros, impuestos y
otros durante un plazo que generalmente coincide con la vida útil del bien.
Transcurrido ese plazo, queda amortizado el valor del bien más los gastos y ganancias
del dador, quedando al tomador la opción de adquirir definitivamente el bien mediante
el pago de un valor residual que es fijado contractualmente en forma anticipada.
De acuerdo a la Ley 1295/98 (Art. 2º.), pueden celebrar el contrato de leasing financiero en
calidad de dadores, los siguientes sujetos:

1) las filiales de las entidades autorizadas por la Ley 861 del 24 de junio de 1996,
constituidas a tal efecto;

2) una sociedad de arrendamiento financiero;

3) un importador, sobre los bienes que importe;

4) un fabricante domiciliado en el país, sobre los bienes que fabrique;

5) un distribuidor domiciliado en el país, sobre los bienes que distribuye;

6) un proveedor del exterior sobre los bienes que provea desde el exterior; y

7) una empresa constructora, inmobiliaria o promotora sobre los inmuebles


edificados, entiéndase propios o de terceros, a ser adquiridos para el efecto.

El contrato debe ser otorgado por escritura pública, si fuesen bienes registrables; y por
instrumento público o privado con firmas certificadas por escribano público, en los
demás casos. A petición del dador, el contrato de leasing financiero debe ser inscripto,
sea en el Registro de Inmuebles, Aeronaves, Automotores, Buques y Prenda con
Registro, según el tipo de bien objeto del contrato. Los efectos de la inscripción en el
registro respectivo, según el Art. 19 de la Ley 1295, son los siguientes:

a) el bien dado en arrendamiento no podrá sufrir embargo, desalojo o secuestro a pedido de


terceros. La medida podrá anotarse para que surta efecto si el tomador no ejercitase la
opción de compra;

b) el tomador no podrá enajenar ni constituir ningún gravamen, sobre el bien objeto del
contrato, salvo de conformidad con lo previsto en la presente ley;

c) las anotaciones de litis trabados sobre el bien objeto del contrato en juicio seguido
contra el dador, con posterioridad a la inscripción del contrato de arrendamiento, no
impedirán la utilización del bien por el tomador, ni podrá disponerse su secuestro.
Tampoco obstarán a la compra-venta ni a la transferencia de la propiedad en favor del
tomador; y

d) autorizará al tomador a recuperar la utilización del bien y, cuando haya pagado su


prestación y cumplido con todas las obligaciones estipuladas en el contrato de
arrendamiento financiero, para exigir su transferencia.

Las obligaciones del dador son las siguientes:

a) Adquirir el bien seleccionado por el tomador, y entregarlo al mismo. El dador no


actúa aquí en representación del cliente, sino por su propia cuenta y riesgo.
b) Entregar el bien al tomador en perfecto estado de funcionamiento, debiendo
responder por la evicción y los vicios redhibitorios, si él fuera propietario de dichos
bienes. En lo que respecta a la responsabilidad objetiva del dador ante el tomador
en virtud del Art. 1847 del Código Civil, la misma se limitará al valor de la cosa
entregada en leasing financiero.

c) Abstenerse de introducir modificaciones en el bien objeto del contrato, si no


mediare consentimiento del tomador.

d) Contratar a su nombre los seguros para la cobertura de siniestros que puedan


afectar a los bienes que sean objeto del contrato, y mantener vigentes dichos
seguros mientras dure el contrato, debiendo incorporar el costo de las primas a las
cuotas a cargo del tomador.

e) Vender el bien al tomador, una vez cumplido el plazo contractualmente fijado y en


las condiciones ahí establecidas.

f) Aplicar las indemnizaciones por eventuales siniestros al pago de las reparaciones


requeridas.

Las obligaciones del tomador son las siguientes:

a) Utilizar el bien según los términos del contrato y su destino natural en el lugar
convenido.

b) Conservar la cosa y a cumplir los programas de mantenimiento del fabricante, las


normas fijadas en el contrato y las que de acuerdo a las buenas prácticas resulten
apropiadas.

c) Tolerar las inspecciones del dador, del asegurador o de sus representantes


conforme a lo convenido en el contrato o en las pólizas de seguro.

d) Pagar las cuotas pactadas en los plazos convenidos.

e) Pagar el valor final, a la terminación del contrato de arrendamiento o a devolver la


cosa.

Por último, es conveniente mencionar, aunque sea en forma general, el punto referente al
tratamiento fiscal de este tipo de operaciones en nuestro país. La Ley 60/90 establecía el
régimen de incentivos fiscales para la inversión de capital de origen nacional y extranjero,
y en uno de los capítulos regulaba los beneficios fiscales reservados al arrendamiento
financiero, que comprendían exoneraciones de tributos fiscales, aduaneros y municipales.

Posteriormente, la entrada en vigencia de la Ley 2421 “De reordenamiento administrativo


y adecuación fiscal” en el año 2004, suspendió la vigencia de los Art. 5º. incisos b), e), g),
e i); 8º., 9º. y 13 de la Ley 60/90. Además, la Ley de Adecuación Fiscal modificó los
incisos f) y h) del precitado Art. 5º. y el Art. 22, estableciendo la suma mínima de cinco
millones de dólares americanos para ser beneficiario de ciertas exoneraciones en el pago
de tributos que gravan las remesas y pagos al exterior de intereses, comisiones y capital;
como también la exoneración de impuestos que inciden sobre los dividendos y utilidades
provenientes de los proyectos de inversión aprobados, por un término de diez años a contar
desde la puesta en marcha del proyecto.

2.- CONTRATO DE LICENCIA

CONCEPTO

El contrato de licencia es aquel por el cual la persona titular de uno o varios derechos de
la propiedad industrial, autoriza su uso a cambio de una retribución (José Alberto
Garrone, ob. cit.). Este autor también refiere que éste contrato tuvo su origen en el
derecho de patentes de invención, y desde ahí se hizo extensivo a otros derechos de la
propiedad industrial, como ser marcas, diseños, modelos ornamentales, modelos de
utilidad y otros.

EL CONTRATO EN NUESTRO DERECHO POSITIVO

a) LEY 868/81 DE DIBUJOS Y MODELOS INDUSTRIALES

Ella define en su Art. 1º. El dibujo industrial como “toda combinación de líneas y
colores…”, y el modelo industrial como “… toda forma plástica de líneas y colores,
destinados a dar una apariencia especial a un producto industrial o artesanal y que
sirva de tipo para su fabricación”.

El derecho a obtener la protección legal pertenece al creador del dibujo o modelo, o a


sus sucesores. Se presumirá de hecho como tal, a aquel que primero solicita o
reivindica prioridad para su registro y, por tanto, con los derechos que acuerda la ley.
Tal protección conferida por el registro durará cinco años, a contar desde la fecha en
que fuere presentada la solicitud, pudiendo renovarse por dos períodos consecutivos de
igual duración.

El Art. 24 de la ley contempla el derecho del propietario de un dibujo o modelo


registrado, de otorgar licencia para explotar su dibujo o modelo. Se exige la inscripción
del contrato de licencia en la Dirección de la Propiedad Industrial, para que pueda surtir
efectos contra terceros.

b) LEY 1328/98 DE DERECHO DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS

Esta ley en su Art. 2º., define la licencia como la “autorización o permiso que concede
el titular de los derechos (licenciante) al usuario de la obra u otra producción
protegida (licenciatario), para utilizarla en una forma determinada y de conformidad
con las condiciones convenidas en el contrato de licencia”.

Por otra parte, el Título IX, De la transmisión de los derechos y de la explotación de las
obras por terceros, en su Capítulo I Disposiciones generales, contempla la posibilidad
de transferir, por mandato o presunción legal, el derecho patrimonial que deriva de la
obra de un autor, mediante una cesión por actos entre vivos o transmisión mortis causa.
Pero el titular de derechos patrimoniales también podrá conceder a terceros una simple
licencia de uso, no exclusiva e intransferible, que se regirá por las estipulaciones fijadas
en el contrato respectivo y las referentes a la cesión de derecho, en cuanto sean
aplicables al caso concreto. El contrato por el cual el titular otorga una licencia de uso,
requiere como única formalidad la realización por escrito, salvo en los casos en que la
ley presume la transferencia entre vivos de tal derecho.

El Art. 105 de la ley permite también al autor, sus derechohabientes o a una entidad de
gestión, licenciar a una persona física o jurídica el derecho de representar o ejecutar
públicamente una obra literaria, dramática, musical, dramático-musical, pantomímica,
coreográfica o cualquier otra escénica, mediante compensación económica. Cualquiera
de estos contratos puede celebrarse por tiempo indeterminado o por un número fijo de
representaciones o ejecuciones públicas.

Por otra parte, se encomienda a la Dirección Nacional del Derecho de Autor a llevar el
Registro Nacional del Derecho de Autor y Derechos Conexos, donde podrán inscribirse
las obras del ingenio y los demás bienes protegidos por la ley, así como los convenios o
contratos (por ej.: contrato de licencia) que en cualquier forma confieran, modifiquen,
transmitan, graven o extingan derechos patrimoniales, o por lo que se autoricen
modificaciones a la obra. Este registro tendrá carácter meramente declarativo y no
constitutivo, por lo que su omisión no perjudicará el goce ni el ejercicio de los derechos
que reconoce la Ley 1328/98.

Finalmente, la ley de Derecho de Autor y Derechos Conexos prevé sanciones de


carácter penal y civil para los casos de actividades ilícitas que afecten los legítimos
derechos de los titulares o personas por ellos autorizadas a ejercer los derechos de autor.

c) LEY 1294/98 DE MARCAS

En su Art. 1º. Esta ley define a las marcas como “… todos los signos que sirvan para
distinguir productos o servicios…”. Quien quiera registrar una marca, deberá presentar
su solicitud ante la Dirección de la Propiedad Industrial, debiendo dicha solicitud
cumplir una serie de requisitos enumerados en el Art. 5° de la Ley 1294.

El registro de una marca efectuado de acuerdo con la ley, concede a su titular el derecho
al uso exclusivo de la misma, como también a ejercer ante los órganos jurisdiccionales
las acciones y medidas correspondientes contra quien lesione esos derechos.

En cuanto a las licencias de uso de marcas, la ley autoriza al propietario de una marca
registrada a otorgar por contrato escrito una licencia de uso de ella, por la totalidad o parte
de los productos o servicios que comprenden.

La licencia de uso de marca deberá inscribirse en la Dirección de la Propiedad Industrial


para que tenga efectos legales frente a terceros desde su inscripción. A la solicitud de
inscripción se acompañará copia del contrato de licencia de uso o un extracto del mismo,
que deberá estar redactado en castellano o traducido a este idioma. Se publicará un
resumen de las partes substanciales conforme lo disponga el Reglamento. Al efecto de la
validez de la prueba del uso, el registro de la licencia de uso no es relevante.
En lo que respecta a la inscripción de la licencia de uso, ella podrá ser solicitada por el
licenciante o por el licenciatario, sin perjuicio de lo previsto en el contrato.

Para efectos de su inscripción, el contrato de licencia de uso deberá contener


necesariamente disposiciones que aseguren el control por parte del propietario sobre la
calidad de los productos o servicios objeto de la licencia, sin perjuicio del que podrá
ejercer la autoridad competente en defensa del consumidor.

Serán nulas las cláusulas del contrato de licencia de uso que importen para el licenciatario
restricciones que no sean las propias de los derechos emergentes del registro de la marca.

En caso de incumplimiento de las disposiciones de la Ley 1294, la Dirección de la


Propiedad Industrial denegará la inscripción de la licencia de uso por resolución fundada.

La ley confiere al licenciatario el derecho de usar la marca durante la vigencia del contrato
de licencia y sus renovaciones, en todo el territorio nacional, salvo disposición en contrario
del contrato, y se deberá indicar sobre los mismos productos o servicios que la marca es
licenciada.

Si no existe en el contrato de licencia una estipulación en contrario, cuando ella haya sido
concedida con carácter de exclusividad, el licenciante no podrá conceder otras licencias
respecto del mismo territorio, la misma marca y los mismos productos o servicios, ni podrá
usar por sí mismo la marca en ese territorio respecto a esos productos o servicios.

d) LEY 1630/00 DE PATENTES DE INVENCIONES

Esta ley protege las invenciones en todos los campos de la tecnología, las que a su vez
confieren a sus autores los derechos y obligaciones inherentes.

Para acreditar la titularidad de un invento, se requieren los siguientes títulos de


propiedad industrial otorgados por la Dirección de Propiedad Industrial: a) patente de
invención; y b) patente de modelo de utilidad. La ley declara susceptibles de ser
patentadas las invenciones nuevas de productos o procedimientos que impliquen una
actividad inventiva y sean susceptibles de aplicación industrial.

La Ley 1630 autoriza al titular o al solicitante de una patente a conceder licencia para la
explotación de la invención, la que tendrá efectos legales frente a terceros desde su
inscripción en la Dirección de la Propiedad Industrial.

Se prohíbe establecer condiciones o cláusulas comerciales que produzcan un efecto


negativo en la competencia, constituyan una competencia desleal, hagan posible un
abuso por el titular del derecho patentado o de su posición dominante en el mercado,
entre ellas las que produzcan:

a) efectos perjudiciales para el comercio;

b) condiciones exclusivas de retrocesión;

c) impedimentos a la impugnación de la validez de las patentes o licencias


dependientes;
d) limitaciones al licenciatario en el plano comercial o industrial, cuando ello no se
derive de los derechos conferidos por la patente; y

e) limitaciones a la exportación del producto protegido por la patente hacia los países
con los que existiera un acuerdo para establecer una zona de integración económica o
comercial.

A falta de una estipulación en contrario, se aplicarán a las licencias de explotación de


invención las siguientes normas:

a) La licencia se extenderá a todos los actos de explotación de la invención, durante


toda la vigencia de la patente, en todo el territorio del país y con respecto a
cualquier aplicación de la invención.

b) El licenciatario no podrá transferir la licencia ni otorgar sub-licencias.

c) La licencia no será exclusiva, pudiendo el licenciante otorgar otras licencias para


la explotación de la patente en el país, así como explotar la patente por sí mismo
en el país.

d) Cuando la licencia se hubiese concedido como exclusiva, el licenciante no podrá


explotar la patente por sí mismo en el país.

Por otra parte, la Ley de Patentes contempla situaciones en las cuales se establecen
licencias de carácter obligatorio, regulando estos casos en los Arts. 43 al 50.

En efecto, se reconoce a cualquier interesado la facultad de solicitar a la Dirección de la


Propiedad Industrial una licencia obligatoria, transcurridos tres años desde la concesión
de la patente o cuatro años desde la fecha de la presentación de la solicitud, aplicándose
el plazo que expire más tarde, si la invención no ha sido explotada, o no se han
realizado preparativos efectivos y serios para hacerlo o cuando la explotación ha sido
interrumpida por un período mayor a un año, siempre que no sean atribuibles a
circunstancias de fuerza mayor. Se considerarán causas de fuerza mayor, además de las
que son reconocidas como tales por la ley, las dificultades objetivas de carácter técnico
legal, que sean ajenas a la voluntad del titular de la patente, y que hagan imposible la
explotación del invento. La falta de recursos técnicos o económicos, o la falta de
viabilidad económica de la explotación cuando sean ajenas a la voluntad del titular de la
patente, también deben ser reconocidas como justificativos (Art. 43, ley citada).

Otro caso es el que se da por motivos de emergencia sanitaria, de defensa o de


seguridad nacional, del desarrollo socioeconómico y tecnológico de determinados
sectores estratégicos, así como cuando situaciones excepcionales puedan afectar el
interés nacional, donde el Poder Ejecutivo podrá conceder licencias obligatorias u otros
usos sin autorización del titular de la patente, cuyo alcance y duración se delimitarán en
el decreto respectivo (Art. 44, ley citada).

También está previsto el supuesto legal de las licencias obligatorias por prácticas
anticompetitivas, mediante resolución a ser emitida por la Dirección de la Propiedad
Industrial, previo ejercicio del derecho a la defensa y demás garantías por el titular de la
patente.
En cuanto a las licencias por dependencia de patentes, el Art. 46 de la Ley de Patentes
de Invención establece que se concederá una licencia obligatoria para permitir la
explotación de una nueva patente – segunda patente - que no pueda explotarse sin
infringir otra patente – primera patente -, siempre que se cumplan las siguientes
condiciones:

a) que la invención reivindicada en la segunda suponga un avance técnico importante,


con respecto a la invención reivindicada en la primera patente;

b) que el titular de la primera patente tenga derecho a obtener una licencia cruzada en
condiciones razonables para explotar la invención reivindicada en la segunda patente; y

c) que no pueda cederse el uso autorizado de la primera patente sin la cesión de la


segunda patente.

La ley establece en el Art. 47 el procedimiento y requisitos para solicitar licencia


obligatoria, donde la persona que la solicite deberá acreditar ante la Dirección de la
Propiedad Industrial haber pedido previamente al titular de la misma una licencia
convencional y que no ha podido obtenerla en condiciones comerciales y plazo
razonables. No será necesario cumplir este requisito en casos de emergencia nacional,
de extrema urgencia o de un uso público no comercial de la invención, pero en tales
casos el titular de la patente será informado sin demora de la concesión de la licencia.

La solicitud de la licencia obligatoria indicará las condiciones bajo las cuales pretende
obtenerse la licencia. De la misma se correrá traslado al titular de la patente por el
perentorio plazo de treinta días corridos, vencido el cual, de no mediar oposición
expresa, se considerará que la acepta.

Cumplido este procedimiento, la Dirección de la Propiedad Industrial deberá, en el


perentorio plazo de treinta días corridos, expedirse mediante resolución fundada sobre
la concesión o el rechazo del pedido de licencia obligatoria presentada. La resolución
que la conceda deberá ser inscripta en el registro de la Dirección de la Propiedad
Industrial, y publicada, produciendo efectos contra terceros a partir de su inscripción en
el registro mencionado precedentemente.

En todos los casos, las decisiones relativas a los usos no autorizados por el titular de la
patente, estarán sujetas a revisión judicial, como así mismo lo relativo a la remuneración
que corresponda cuando esta sea procedente. Durante la revisión judicial no se podrán
dictar medidas precautorias que afecten la validez o la modalidad de la licencia
otorgada; solo podrá considerarse en la sentencia correspondiente.

Los recursos interpuestos con motivo de los actos administrativos que guardan relación
con el otorgamiento de licencias obligatorias y otros usos no tendrán efecto suspensivo.

La ley resguarda los derechos del titular de la patente objeto de una licencia obligatoria,
quien recibirá una remuneración adecuada según las circunstancias del caso, el valor
económico de la licencia y la tasa de regalías promedio para el sector de que se trate en
contratos de licencias comerciales entre partes independientes. A falta de acuerdo, el
monto y la forma de pago de la remuneración serán fijados por la autoridad
administrativa.
Por su parte, aquel que solicite una licencia obligatoria deberá acreditar que posee
capacidad técnica y económica para llevar adelante la explotación, circunstancias que
deberán ser evaluadas por la autoridad nacional respectiva designada por la Dirección
de la Propiedad Industrial para cada rama de actividad específica, quien elevará el
informe respectivo.

La licencia obligatoria no podrá concederse con carácter de exclusividad, ni podrá ser


objeto de cesión ni de sublicencia y solo podrá transferirse con la empresa o el
establecimiento, o con aquella parte del mismo que explota la licencia.

Las licencias se concederán para abastecer principalmente el mercado interno.

El titular de una licencia obligatoria o su causahabiente podrá perseguir judicialmente,


en su propio nombre, a los infractores de la patente. Esta acción deberá ser previamente
notificada al titular de la patente, quien tendrá la opción de intervenir en el proceso.

El Art. 49 de la ley dispone lo que debe establecer toda decisión de concesión de una
licencia obligatoria, a saber:

a) el alcance de la licencia, incluyendo su duración y los actos para los cuales se


concede, que se limitarán a los fines que la motivaron;

b) el monto y la forma de pago de la remuneración debida al titular de la patente; a los


efectos de determinar el monto se tendrán en cuenta las circunstancias del caso, el valor
económico de la licencia y la tasa de regalías promedio para el sector de que se trate en
contratos de licencias comerciales entre partes independientes; y

c) las condiciones necesarias para que la licencia cumpla su propósito.

Por último, la ley establece en su Art. 50 los supuestos en los cuales una licencia
obligatoria podrá ser modificada o revocada.

Una licencia obligatoria podrá ser modificada por la autoridad judicial, a solicitud de
una parte interesada, cuando nuevos hechos o circunstancias lo justifiquen; en
particular, cuando el titular de la patente hubiese otorgado licencias contractuales en
condiciones más favorables que las acordadas al beneficiario de la licencia obligatoria.

Una licencia obligatoria podrá ser revocada total o parcialmente por la autoridad
judicial, a pedido de cualquier persona interesada, si el beneficiario de la licencia no
cumpliera las obligaciones que le incumben, o si las circunstancias que dieron origen a
la licencia hubieran dejado de existir y no fuese probable que vuelvan a surgir. En este
último caso, la autoridad judicial podrá dictar las disposiciones necesarias para proteger
adecuadamente los intereses legítimos del licenciatario afectado por la revocación.

3.- CONTRATO DE TRANSFERENCIA DE TECNOLOGIA

CONCEPTO

En realidad bajo esta denominación se agrupan varios sub-tipos contractuales que tienen
por objeto transmitir conocimientos científicos, técnicos o empíricos, que no están
amparados por algún derecho de propiedad industrial, y que están destinados a la
producción de bienes o prestación de servicios.

El factor que caracteriza a estos contratos es que recaen sobre conocimientos que no
están protegidos por una patente, por lo que para tutelar esos conocimientos es
necesario que cada contrato que recaiga sobre los mismos sea estructurado con sus
propias reglas en base al principio de la autonomía de la voluntad.

Los contratos de transferencia de tecnología más utilizados son los de “know-how”,


asistencia técnica, información técnica, transmisión de secreto industrial y otros.

CONTRATO DE KNOW-HOW

Esta expresión es comprensiva de conocimientos y experiencias de orden técnico,


comercial y de economía de empresa, que al ser utilizados permiten que el beneficiario
pueda producir y vender objetos, además de realizar en forma adecuada la organización
y administración de su empresa.

A través de esta figura contractual, se da entre las partes un constante intercambio de


información y experiencias. Por ejemplo, es frecuente que se celebre un contrato de
estas características en el ámbito internacional, donde una empresa situada en un país
altamente desarrollado exporta tecnología y conocimientos a otra empresa que opera en
un país de poco desarrollo.

No es necesario que el know-how sea secreto, siendo suficiente que el mismo no sea
conocido por una de las partes que celebran el contrato.

CONTRATO DE ASISTENCIA TÉCNICA

En este contrato, la empresa que presta la asistencia técnica asume la obligación de


asesorar a la otra parte en todas las etapas del proceso de industrialización, sea en forma
estable y permanente o de modo periódico, debiendo utilizar personal especializado para
la cooperación técnica, y a la vez capacitar al personal de la empresa requirente, a través
de distintas técnicas y procedimientos.

OTROS CONTRATOS

Hemos citado en párrafos anteriores los contratos de información técnica y transmisión


de secreto industrial. En el primero de ellos, la ejecución del contrato se produce de una
sola vez y consiste en entregar a la otra parte un material que abarca conocimientos e
información específicos. En el segundo de los citados contratos, el mismo versa sobre
un conocimiento exclusivo de la empresa que resguarda el secreto industrial, pero por
efecto del contrato va a transmitirlo a la otra parte.

4.- CONTRATO DE EDICION

ANTECEDENTES
El Código Civil Paraguayo regulaba el contrato de edición en sus Arts. 867 a 879. La
totalidad de dichos artículos fueron derogados por la Ley 1328/98 De Derecho de Autor
y Derechos Conexos.

El derogado Art. 867 del Código Civil caracterizaba el contrato de edición como aquel
que tiene por finalidad la reproducción uniforme de una obra literaria, científica o
artística, su difusión y venta al público. Salvo renuncia expresa, el autor o su sucesor
tendrá derecho a una remuneración.

EL CONTRATO DE EDICIÓN EN LA LEY 1328/98

El Art. 92 de la citada ley lo define como “aquel por el cual el autor o sus
derechohabientes ceden a otra persona, llamada editor, el derecho de reproducir y
distribuir la obra por su propia cuenta y riesgo”.

El contrato de edición debe expresar las siguientes cuestiones:

1. La identificación del autor, del editor y de la obra.


2. Si la obra es inédita o no.
3. El ámbito territorial del contrato.
4. Si la cesión confiere al editor un derecho de exclusiva.
5. El número de ediciones autorizadas.
6. El plazo para la puesta en circulación de los ejemplares de la única o primera edición.
7. El número mínimo y máximo de ejemplares que alcanzará la edición o cada una de las
que se convengan.
8. Los ejemplares que se reservan al autor, a la crítica y a la promoción de la obra.
9. La remuneración del autor.
10. El plazo dentro del cual el autor debe entregar el original de la obra al editor.
11. La calidad de la edición.
12. La forma de fijar el precio de los ejemplares.

A falta de disposición expresa en el contrato, la Ley de Derecho de Autor y Derechos


Conexos suple la omisión en que pudieran incurrir las partes sobre los aspectos
mencionados precedentemente, y en ese sentido, se entenderá que:

1. La obra ya ha sido publicada con anterioridad.


2. El ámbito geográfico se entenderá restringido al país de celebración del contrato.
3. Se cede al editor el derecho por una sola edición, la cual deberá estar a disposición del
público en el plazo de seis meses, desde la entrega del ejemplar al editor en condiciones
adecuadas para la reproducción de la obra.
4. El número mínimo de ejemplares que conforman la primera edición, es de quinientos.
5. El editor podrá hacer imprimir una cantidad adicional de cada pliego, no mayor del 5%
(cinco por ciento) de la cantidad autorizada, para cubrir los riesgos de daño o pérdida en
el proceso de impresión o encuadernación. Los ejemplares adicionales que resulten sobre
la cantidad estipulada, serán tenidos en cuenta en la remuneración del autor, cuando esta
se hubiere pactado en relación con los ejemplares vendidos.

6. El número de ejemplares reservados al autor, a la crítica y a la promoción es del 5%


(cinco por ciento) de la edición, hasta un máximo de cien ejemplares, distribuido
proporcionalmente para cada uno de esos fines. Los ejemplares recibidos por el autor en
tales conceptos, quedarán fuera del comercio y no se considerarán como ejemplares
vendidos para los efectos de la liquidación de la remuneración.
7. La remuneración del autor es del 10% (diez por ciento) del precio de cada ejemplar
vendido al público.
8. El autor deberá entregar el ejemplar original de la obra al editor, en el plazo de noventa
días a partir de la fecha del contrato.
9. La edición será de calidad media, según los usos y costumbres.
10. El precio de los ejemplares al público será fijado por el editor, así como los
descuentos a mayoristas y minoristas, sin poder elevarlos al extremo de limitar
injustificadamente su comercialización.

OBLIGACIONES DEL EDITOR

En virtud del Contrato de Edición, que es de carácter bilateral y oneroso, el editor asume
los siguientes deberes y obligaciones:

1. Publicar la obra en la forma pactada, sin introducirle ninguna modificación que el


autor no haya autorizado.

2. Indicar en cada ejemplar el título de la obra y, en caso de traducción, también el


título en el idioma original; el nombre o seudónimo del autor, del traductor,
compilador o adaptador, si los hubiere, a menos que ellos exijan la publicación
anónima; el nombre y dirección del editor y del impresor; la mención de reserva
del derecho de autor, del año y lugar de la primera publicación y las siguientes, si
correspondiera; el número de ejemplares impresos y la fecha en que se terminó la
impresión.

3. Someter las pruebas de la tirada al autor, salvo pacto en contrario.

4. Distribuir y difundir la obra en el plazo y condiciones estipulados, y conforme a


los usos habituales.

5. Satisfacer al autor la remuneración convenida, y cuando esta sea proporcional y a


menos que en el contrato se fije un plazo menor, liquidarle semestralmente las
cantidades que le corresponden. Si se ha pactado una remuneración fija, esta será
exigible desde el momento en que los ejemplares estén disponibles para su
distribución y venta.

6. Presentar al autor, en las condiciones indicadas en el numeral anterior, un estado


de cuentas con indicación de la fecha y tiraje de la edición, número de ejemplares
vendidos y en depósito para su colocación, así como el de los ejemplares
inutilizados o destruidos por caso fortuito o fuerza mayor.

7. Permitir al autor la verificación de los documentos y comprobantes demostrativos


de los estados de cuenta, así como la fiscalización de los depósitos donde se
encuentren los ejemplares objeto de la edición.

8. Solicitar el registro del derecho de autor sobre la obra y hacer el depósito legal, en
nombre del autor, cuando este no lo hubiere hecho.
9. Restituir al autor el original de la obra objeto de la edición, una vez finalizadas las
operaciones de impresión y tiraje de la misma, salvo imposibilidad de orden
técnico.

10. Dar aviso previo al autor en caso de una nueva edición autorizada en el contrato, a
fin de que tenga oportunidad para hacer las reformas, adiciones, o mejoras que
estime pertinentes si la naturaleza de la obra lo exigiere. En caso de que dichas
mejoras sean introducidas cuando la obra ya estuviere corregida en prueba, el
autor deberá reconocer al editor el gasto ocasionado por ella.

DERECHOS DEL EDITOR EN CASO DE CESIÓN EXCLUSIVA

Cuando se trate de una cesión exclusiva y salvo pacto en contrario, ni el autor de la obra
ni sus sucesores podrán disponer total o parcialmente de la obra, en tanto no se hayan
agotado las ediciones que el editor tiene derecho de hacer.

Durante la vigencia del contrato, se acuerda al editor el derecho de exigir que se retire de
circulación una edición de la misma obra hecha por un tercero.

Otro derecho acordado al editor se refiere al inicio y prosecución ante las autoridades
judiciales y administrativas de todas las acciones a que tenga derecho, por sí y en
representación del autor, para la defensa y gestión de los derechos patrimoniales de ambos
mientras dure la vigencia del contrato de edición, quedando investido para ello de las más
amplias facultades de representación procesal.

OBLIGACIONES DEL AUTOR

El autor de la obra asume las siguientes obligaciones y deberes, en virtud del contrato de
edición:

1. Responder al editor de la autoría y originalidad de la obra.

2. Garantizar al editor el ejercicio pacífico y, en su caso, exclusivo del derecho


objeto del contrato.

3. Entregar al editor en debida forma y en el plazo convenido, el original de la obra


objeto de la edición.

4. Corregir las pruebas de la tirada, salvo pacto en contrario.

DERECHOS DEL AUTOR

La ley acuerda al autor, durante el período de corrección o pruebas, el derecho de efectuar


las correcciones, adiciones o mejoras que estime convenientes, siempre que no alteren su
carácter o finalidad ni se eleve substancialmente el costo de la edición. En cualquier caso,
el contrato de edición podrá prever un porcentaje máximo de correcciones sobre la
totalidad de la obra.

Por otra parte, en caso de quiebra o liquidación judicial del editor se producirá la rescisión
del contrato y, en consecuencia, el autor podrá disponer de sus derechos libremente.
No obstante, los ejemplares impresos en poder del editor podrán ser vendidos y el autor
tendrá, en tal caso, derecho a percibir la remuneración respectiva según los términos del
contrato. Sin embargo, al proceder a la venta de los ejemplares, el autor tendrá preferencia
para adquirirlos, con descuento de mayorista, o ejercer sobre ellos un derecho de
compensación por las sumas que le sean adeudadas.

APLICACIÓN ANÁLOGA

Las disposiciones desarrolladas en los títulos anteriores también serán de aplicación a los
contratos de coedición en los cuales existe más de un editor obligado frente al autor.

CONTRATO DE EDICIÓN DE OBRAS MUSICALES

Se trata de una modalidad del contrato de edición que regula la Ley de Derecho de
Autor y Derechos Conexos, y en cuya virtud el autor cede al editor el derecho exclusivo
de edición y lo faculta para que, por sí o por terceros, realice la fijación y la reproducción
fonomecánica de la obra, la adaptación audiovisual, la traducción, la sub-edición y
cualquier otra forma de utilización de la obra que se establezca en el contrato, quedando
obligado el editor a su más amplia difusión por todos los medios, y percibiendo por ello la
participación en los rendimientos pecuniarios que ambos acuerden.

El autor podrá ceder además al editor hasta un 50% (cincuenta por ciento) de los
beneficios provenientes de la comunicación pública y de la reproducción de la obra y
hasta un 33,33 % (treinta y tres coma treinta y tres por ciento) de la remuneración
compensatoria a que se refiere el Art. 34 de la Ley 1328/98.

Se otorga también al autor el derecho irrenunciable de dar por rescindido el contrato si el


editor no ha editado o publicado la obra, o no ha realizado ninguna gestión para su
difusión en el plazo establecido en el contrato o, en su defecto, dentro de los seis meses
siguientes a la entrega de los originales. En el caso de las obras sinfónicas y dramático-
musicales, el plazo será de un año a partir de dicha entrega.

El autor podrá también pedir la rescisión del contrato si la obra musical o dramático-
musical no ha producido beneficios económicos en tres años y el editor no demuestra
haber realizado actos positivos para la difusión de la misma.

5.- CONTRATO DE PUBLICIDAD

CONCEPTO

Garrone define el contrato de publicidad como “aquel contrato por el cual una empresa
de publicidad, mediante un precio convenido, se obliga a divulgar para atraer al público,
noticias que el anunciante le encomienda” (José Alberto Garrone, obra citada).

NATURALEZA JURÍDICA

Este contrato implica asumir obligaciones de resultado, ya que el anunciante paga un


precio y la empresa de publicidad debe crear y ejecutar una campaña de difusión
comercial a favor del primero, lo que se cumple al alcanzar dicho resultado. Aquí la
empresa publicitaria asume la obligación de obtener un resultado material, es decir, la
difusión del anuncio conforme a un programa.

Puede sostenerse entonces –y cierta jurisprudencia lo ha hecho- que el contrato de


publicidad encierra relaciones o vinculaciones derivadas de un contrato de locación de
obra, por lo que vendría a constituir una especie del mismo.

CARACTERES

El contrato de publicidad reviste los siguientes caracteres:

• Bilateral
• Oneroso
• Consensual
• No formal
• Conmutativo
• Intuitu personae

OBLIGACIONES DE LAS PARTES

El anunciante asume la obligación de pagar el precio convenido, y a falta de indicación


específica, se aplican los usos y costumbres de la materia específica.

Por su parte, la empresa de publicidad se obliga a realizar los anuncios por el medio u
órgano anunciador estipulado en el contrato, en base a las modalidades acordadas en la
campaña de publicidad pactada. El publicista no garantiza la eficacia de la propaganda.

Por último, se prohíbe a la empresa de publicidad efectuar cesión del contrato respectivo,
ya que sus obligaciones son de naturaleza intuitu personae.

REGULACIÓN DE LA PUBLICIDAD EN LA LEY 1334/98 DE DEFENSA DEL


CONSUMIDOR Y DEL USUARIO

La Ley 1334/98 tiene por objeto eestablecer las normas de protección y de defensa de los
consumidores y usuarios, en su dignidad, salud, seguridad e intereses económicos.

Ella define al consumidor y usuario como “toda persona física o jurídica, nacional o
extranjera que adquiera, utilice o disfrute como destinatario final de bienes o servicios de
cualquier naturaleza”. En tanto que se considera anunciante “al proveedor de bienes o
servicios que ha encargado la difusión pública de un mensaje publicitario o de cualquier
tipo de información referida a sus productos o servicios”.

El Art. 6°, inciso e) consagra entre los derechos básicos del consumidor, la adecuada
protección contra la publicidad engañosa, los métodos comerciales coercitivos o desleales
y las cláusulas contractuales abusivas en la provisión de productos y la prestación de
servicios.

La regulación de la publicidad se contempla en los Arts. 35 al 39 de la ley, y en ese


sentido se prohíbe cualquier publicidad considerada engañosa. Se entenderá por tal
cualquier modalidad de información, difusión o comunicación de carácter publicitario que
sea entera o parcialmente falsa, o que de cualquier otro modo, incluso por omisión, sea
capaz de inducir a error al consumidor, cuando se proporcionen datos respecto a la
naturaleza, características, calidad, cantidad, propiedades, origen, precio, condiciones de
comercialización, técnicas de producción o cualquier otro dato que sea necesario para
definir la relación de consumo.

No será permitida la publicidad comparativa cuando, a través de acciones dolosas o de


declaraciones generales e indiscriminadas, se induzca al consumidor a establecer la
superioridad de un producto o servicio sobre otro.

También queda prohibida la publicidad abusiva, entendida como aquella de carácter


discriminatorio de cualquier naturaleza, o que incite a la violencia, explote el miedo, se
aproveche de la falta de madurez de los niños, infrinja valores medioambientales o sea
capaz de inducir al consumidor a comportarse en forma perjudicial o peligrosa para su
salud o seguridad.

La promoción que tenga por objeto el consumo de tabaco, bebidas alcohólicas,


medicamentos y bebidas estimulantes, estará sujeta a las limitaciones que impongan las
leyes especiales que regulen su producción, venta y publicidad comercial.

En las controversias que pudieran surgir como consecuencia de lo dispuesto en las


referidas normas, el anunciante deberá probar la veracidad de las afirmaciones contenidas
en el mensaje publicitario. Para todos los efectos legales se entenderá como
anunciante al proveedor de bienes o servicios que ha encargado la difusión del mensaje
publicitario.

Bibliografía:

• GARRONE, José Alberto. Derecho Comercial. Con la colaboración de


Alejandro Weyland, Indalecio López Díaz y Gastón Federico López. Abeledo –
Perrot. Bs. As, 2004.

• TORRES KIRMSER, José Raúl, RIOS AVALOS, Bonifacio y RODRIGUEZ


GONZALEZ, Aldo. Derecho Bancario. Cuarta edición corregida, ampliada y
actualizada, Ed. La Ley, Asunción 2006.

• ESCOBAR, Jorge H. Contratos Bancarios. La Ley. Año

• MESSINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial. Ediciones


Jurídicas Europa – América.

• MORENO RODRIGUEZ, José Antonio. Cláusulas abusivas en los contratos.


Intercontinental Editora. Año 1999.

• CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPUBLICA DEL


PARAGUAY. Digesto normativo modificatorio y complementario del Código
Civil Paraguayo. Asunción, 1998.
• CODIGO CIVIL PARAGUAYO Y LEYES COMPLEMENTARIAS.
Intercontinental Editora. Asunción 2005.

Currículo del Autor:

Abogado. Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad


Nacional de Asunción (Promoción 1994). Notario y Escribano Público. Egresado de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción
(Promoción 2002). Postgrado en Didáctica Universitaria de la Universidad Nacional de
Asunción (Años 1999/2000). Egresado de la Escuela Judicial del Paraguay en el año
2004. Profesor Auxiliar de la Enseñanza de Derecho Civil (Obligaciones) en la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (Años
1996/2000). Profesor Asistente de Derecho Civil (Obligaciones) en la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (Años
1996/2000). Profesor Auxiliar de la Enseñanza de Derecho Mercantil (II) en la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (Años 1998
hasta la fecha). Jefe de División Asuntos Legales de la Superintendencia de Bancos
(Años 2000/2003). Director del Departamento Jurídico del Banco Central del Paraguay
(Años 2003/2004). Gerente de la Unidad Jurídica del Banco Central del Paraguay (Año
2004/2005). Asesor de la Gerencia General del Banco Central del Paraguay (Año 2005
hasta la fecha).

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