Bodas de Granito

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BODAS DE GRANITO

Lectura del libro de los Proverbios.

Una mujer hacendosa vale más que todas las perlas preciosas; si su marido se fía de ella, no le faltarán riquezas; le
traerá riquezas todos los días de su vida. La verdadera mujer y ama de casa es como una nave mercante que trae de
lejos el alimento. Se levanta de madrugada para dar el alimento a los suyos. Si nieva, no teme, porque los suyos,
todos tienen trajes bien forrados. Su marido es estimado en la ciudad, mientras ella vigila las andaduras de los suyos.
Está atenta a la marcha de su casa y nunca está ociosa. Su marido la elogia diciendo: "Muchas mujeres han obrado
maravillas, pero tú las superas a todas." "Guarda hijo mío el mandato de tu padre, no desprecies el consejo de tu
madre. Tenlos atados siempre a tu corazón. En tus pasos, ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; te
saludarán, de nuevo, al despertar; serán como una lámpara que alumbren tu vida noche y día. Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL

R/ Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia
del justo será bendita.

R/ Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que
es justo, clemente y compasivo.

R/ Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será
perpetuo.

R/ Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta ver
derrotados a sus enemigos.

R/ Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta y alzará la frente con dignidad.

R/ Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 2,1-11

"Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre de Jesús. También fueron invitados
a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltase el vino, la Madre de Jesús le dijo: No tienen vino, Jesús le respondió:
Mujer, ¿qué nos va a tí y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su Madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los Judíos, cada una con capacidad de dos o tres
metretas. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas: Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y
llevad al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde
provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor
vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de
Galilea hizo Jesús el primero de sus milagros con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él".
Palabra del Señor.
HOMILIA

[Nombre del esposo] y [nombre de la esposa] han vivido juntos en matrimonio en el nombre de Cristo por [número de
años que la pareja ha estado casada]. Juntos, como una sola carne, han enfrentado a lo largo de estos años
innumerables retos que han puesto a prueba la firmeza de su amor y de los lazos que los unen. Aun cuando estas
pruebas han sido difíciles, nunca las han enfrentado solos. Por fe saben que su matrimonio ha sido, y continuará siendo,
aún en sus debilidades y por medio de la gracia de Dios, una participación en la vida divina del Padre, del Hijo, y del
Espíritu Santo. En el matrimonio, así como en todas las cosas, Jesús está en nosotros y nosotros en Él. De la manera
como Él nos amó y dio su vida por nosotros, también nos insta a amar a nuestros cónyuges. En Jesús tenemos la
libertad de amar incondicionalmente, de perdonar sin guardar ningún resentimiento y de ser fieles aún frente a la
adversidad. En Jesús, podemos decirle a nuestro cónyuge: “He escogido libremente estar siempre contigo, y libremente
te entrego mi vida y todo lo que soy.” En el libro de Apocalipsis, Juan tuvo una visión del día en que toda la humanidad
por fin vería lo que hemos sido desde el principio y para toda la eternidad: los hijos del Padre en su Hijo Jesucristo.
Debido a que el matrimonio es una institución divina, y a que estamos rogando a nuestro Padre celestial que renueve
esta unión como esposo y esposa por medio de su Hijo Jesucristo en comunión con el Espíritu Santo, es importante que
ustedes prometan fielmente continuar viviendo bajo este pacto matrimonial.

Votos de renovación

Luego el Sacerdote le dice al esposo:

[Nombre del esposo]; [nombre de la esposa] te ha entregado su vida y su amor. ¿Prometes, como su esposo fiel ante la
presencia de Dios, continuar viviendo con [nombre de la esposa] en sagrado matrimonio, para amarla, alentarla,
edificarla, consolarla, honrarla y sostenerla, en la enfermedad y en la salud, y entregarte solamente a ella, mientras
ambos vivan?

El esposo responde: “Sí, lo prometo”.

Luego el pastor le dice a la esposa:

[Nombre de la esposa]; [nombre del esposo] te ha entregado su vida y su amor. ¿Prometes, como su esposa fiel ante la
presencia de Dios, continuar viviendo con [nombre del esposo] en sagrado matrimonio, para amarlo, alentarlo, edificarlo,
consolarlo, honrarlo y sostenerlo, en la enfermedad y en la salud, y entregarte solamente a él, mientras ambos vivan?

La esposa contesta: “Sí, lo prometo”.

El sacerdote dice:

Ya que es su deseo el renovar su pacto matrimonial el día de hoy, les pido que se tomen de las manos y repitan esta
promesa.

El esposo repite después del sacerdote:

Yo, [nombre completo del esposo], prometo seguir tomándote a ti, [nombre de la esposa], por mi esposa, para amarte y
cuidarte, de hoy en adelante, en la abundancia y en la escasez, en la alegría y en el dolor, en la enfermedad y en la
salud, para amarte y valorarte, hasta que la muerte nos separe.

La esposa repite después del sacerdote:

Yo, [nombre complete de la esposa] prometo seguir tomándote a ti, [nombre del esposo], por mi esposo, para amarte y
cuidarte, de hoy en adelante, en la abundancia y en la escasez, en la alegría y en el dolor, en la enfermedad y en la
salud, para amarte y valorarte, hasta que la muerte nos separe.

Intercambio de anillos

El sacerdote le pregunta al esposo:

[Nombre del esposo]: ¿Posees una muestra simbólica de tu amor por [nombre de la esposa]?
El esposo responde: “Sí, un anillo, como símbolo de mi infinito amor por mi esposa”.

El pastor le pregunta a la esposa:

[Nombre de la esposa]: ¿Posees una muestra simbólica de tu amor por [nombre del esposo]?

La esposa responde: “Sí, un anillo, como símbolo de mi infinito amor por mi esposo”.

El pastor luego dice: “Pueden intercambiar los anillos”.

Bendición del matrimonio

El sacerdote dice:

Arrodillémonos (opcional).

Unamos nuestras manos mientras pedimos a nuestro Padre que bendiga su matrimonio.

Oración modelo:

Padre nuestro que estás en los cielos, te damos las gracias por [nombre del esposo] y [nombre de la esposa]. Al renovar
sus votos de matrimonio el uno con el otro en el nombre de Jesús, te suplicamos que continúes bendiciendo su unión [y a
su familia (opcional)]. Defiéndelos del mal. Guíalos en la paz de tu Espíritu. Bendícelos en su relación; en su dormir y en
su despertar; en su gozo y en su sufrimiento. Bendícelos en su amor mutuo, para que nunca se apague. Todo esto te lo
pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

BENDICION DE LOS ESPOSOS

Sacerdote: Padre Santo, autor del universo,


que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen
y has bendecido la unión matrimonial.
Te pedimos por esta esposa
que hoy después de 25 (ó 50) años de convivencia,
renueva con su marido la alianza de bodas.
Descienda sobre ella, Señor,
y sobre el compañero de su vida
tu abundante bendición.
Para que en el gozo de su mutua entrega
se vean felices con sus hijos, fruto de su amor.
Que en la alegría te alaben, Señor,
y en la tristeza te busquen;
en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda
y en la necesidad sientan cercano tu consuelo;
que participen en la vida de tu Iglesia,
y den testimonio de ti entre los hombres.
Y después de una vida feliz
lleguen al reino de los cielos,
con sus hijos, nietos y, con estos amigos y familiares
que hoy les acompañamos.
ORACIÓN DE LOS FIELES

Sacerdote: Invoquemos la misericordia divina sobre NN. que hoy celebran su vigésimo cuarto aniversario de su
matrimonio y digamos: DIOS DE AMOR, ESCUCHANOS.

Lector: Por NN, que hoy celebran sus bodas de oro para que el Espíritu les siga llenando con su gracia y para que su
matrimonio sea un signo del amor de Dios en medio de nosotros. Roguemos al Señor.

Lector: Para que el Señor siga bendiciendo a NN. durante muchos años llenos de felicidad. Roguemos al Señor.

Lector: Por sus hijos, para que sean siempre fieles a sus padres y sigan su ejemplo de vida cristiana. Roguemos al
Señor.

Lector: Por nuestro hermano N, para que sepa amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia, esté siempre atento a
honrarla y sea su alegría y su ayuda. Roguemos al Señor.

Lector: Por nuestra hermana N, para que brille por su dulzura, pureza, humildad y prudencia, y cuide con solicitud de
su familia y merezca que confíe en ella el corazón de su esposo. Roguemos al Señor.

Lector: Por los matrimonios y familias que no tienen el pan necesario, por los que sufren a causa de la enfermedad o
viven lejos de sus hogares, para que el Señor sea su auxilio y nosotros les prestemos generosa ayuda. Roguemos al
Señor.

Lector: Por los miembros de nuestras familias que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Cristo los
acoja en su reino y los revista de gloria y de inmortalidad. Roguemos al Señor.

Lector: Por nosotros, que nos hemos reunido para celebrar esta gran fiesta de amor y fidelidad, para que amemos a
Dios y a los hermanos con obras y no de palabra. Roguemos al Señor.

Sacerdote: Escucha, Padre de bondad, nuestra oración y concede a tus siervos, que confían en ti, conseguir los
dones de tu gracia, conservar el amor en la unidad y llegar con su descendencia, después de esta vida, al reino
eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amen.

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