La Muerte Física de Jesús Según La Medicina

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La muerte física de Jesús según la medicina

A los 33 años Jesús fue sentenciado a muerte. La “peor” muerte de aquella época. Sólo los

criminales, ladrones, asesinos, violadores, eran condenados como Jesús. Jesús en el Huerto

sudaba sangre. Los Evangelios nos dicen que Jesús empezó a sudar sangre cuando estaba

orando en el monte de los Olivos, específicamente en el jardín del Getsemaní.

Esto no es un lenguaje poético sino una condición médica llamada “hematidrosis “. No es muy

común, pero puede darse cuando hay un alto grado de sufrimiento psicológico. Lo que sucede es

que la mucha ansiedad provoca la secreción de químicos que rompen los vasos capilares en las

glándulas sudoríficas. Como resultado, hay una pequeña cantidad de sangrado en las glándulas y

el sudor emana mezclado con sangre. No es mucha sangre sino muy poca. Esto provocó que la

piel quedara extremadamente frágil de modo que cuando Jesús fue flagelado por el soldado

romano al día siguiente, su piel ya estaba muy sensible. Ya Jesús estaba muy débil por lo sucedido

en el Huerto y la noche entera sometido a falso juicio, golpizas y cárcel. 

La flagelación

Las flagelaciones o castigo romano eran conocidos por ser terriblemente brutales. Generalmente

consistían de treinta y nueve latigazos. El soldado usaba un látigo con tiras de cuero trenzado con

bolas de metal entretejidas. Cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban fuertes

moretones, las cuales se abrían con los demás golpes. Y el látigo también tenía pedazos de hueso

afilados, los cuales cortaban la carne severamente. La espalda estaba tan desgarrada que la

espina dorsal a veces quedaba expuesta debido a los cortes tan profundos. Los latigazos iban

desde los hombros pasando por la espalda, las nalgas, y las piernas. Mientras continuaba la

flagelación, las laceraciones rasgaban hasta los músculos y producían jirones temblorosos de

carne sangrante. Las venas de la víctima quedaban al descubierto y los mismos músculos,

tendones y las entrañas quedaban abiertos y expuestos. La tortura dada podía hacer experimentar
un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovolémica. Hipo significa “bajo, “vol” se

refiere a volumen y “émica” significa “sangre”, por lo tanto, conmoción hipovolémica quiere decir

que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de sangre.

Esto causa 4 efectos:

1. El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.

2. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.

3. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.

4. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen

de sangre perdido. Camino al Calvario Jesús se encontraba en

condición hipovolémica mientras iba camino al Calvario llevando el madero horizontal de la cruz.

Finalmente, Jesús se cayó al suelo y un soldado romano le ordenó a Simón que llevara la cruz por

él. Luego Jesús dice “Tengo sed” y en ese momento se le ofrece un trago de vinagre.

En el momento de la crucifixión 

La muerte de Jesús fue todavía peor que la crucifixión común. No a todos los criminales

condenados los clavaban a la cruz. Muchos eran amarrados. A Jesús lo acostaron y clavaron sus

manos en posición abierta en el madero horizontal. Esta viga se llamaba patibulum y en ese

momento estaba separado el madero vertical, que estaba clavado al suelo de forma permanente. 

Los clavos que los romanos usaban eran de trece a dieciocho centímetros de largo, afilados hasta

terminar en una punta aguda. Se clavaban por las muñecas. El clavo atravesaba el nervio

mediano. Ese es el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo que lo

martillaba. Este dolor es similar al que uno siente cuando se golpea accidentalmente el codo y se

da en ese huesito (en el nervio llamado cúbito), pero ahora imagine tomar un par de pinzas y

presionar hasta triturar ese nervio, ese dolor es similar al que Jesús experimentó. Al romper ese

tendón Jesús y por tener sus muñecas clavadas, Jesús fue obligado a forzar todos los músculos de

su espalda para poder respirar.


Dolor Excruciante 

El dolor era tan insoportable que no existen palabras para describirlo. Se tuvo que inventar una

nueva palabra llamada “excruciante” (que significa “de la cruz”) para describir semejante dolor.

Jesús colgado en la cruz

Cuando Jesús fue alzado para unir el madero con el poste vertical se procedió a clavarle los pies.

Nuevamente los nervios de los pies fueron triturados y eso debe haber causado un dolor similar al

de las muñecas. Al momento de estar en posición vertical sus brazos se estiraron intensamente,

probablemente 15 centímetros de largo y ambos hombros debieron haberse dislocado (solo tome

en cuenta la gravedad, para sacar su conclusión), lo que confirmaba lo escrito en Salmos 22

“dislocados están todos mis huesos”. Una vez que la persona cuelga en posición vertical, la

crucifixión es una muerte lenta y agonizante por asfixia. La razón es que la presión ejercida en los

músculos pone el pecho en la posición de inhalación. Básicamente, para poder exhalar, el individuo

debía apoyarse en sus pies (fijos con clavos al madero) para que la tensión de los músculos se

alivie por un momento. Al hacerlo, el clavo desgarraría el pie hasta que quede finalmente

incrustado en los huesos tarsianos. Después de arreglárselas para exhalar, la persona podría

relajarse y descender para inhalar otra bocanada de aire. Nuevamente tendría que empujarse

hacia arriba para exhalar raspando su espalda ensangrentada contra la madera áspera de la cruz.

Este proceso continuaba hasta que la persona ya no pudiera empujarse hacia arriba para respirar.

Entonces moría. Jesús aguantó esa situación como por más de 3 horas.

Muerte de Jesús

A medida que la persona disminuye el ritmo respiratorio, entra en lo que se denomina acidosis

respiratoria: el dióxido de carbono de la sangre se disuelve como ácido carbónico lo cual causa que

aumente la acidez de la sangre. Finalmente, eso lleva a un pulso irregular. De hecho, al sentir que

su corazón latía en forma errática, Jesús se hubiera dado cuenta de que estaba a punto de morir, y

es entonces que pudo decir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” y luego murió de un

paro cardiaco. Incluso antes de morir la conmoción hipovolémica debe haber causado un ritmo

cardíaco acelerado sostenido que debe haber contribuido al paro cardíaco, lo cual dio por resultado
la acumulación de fluido en la membrana que rodea al corazón llamada efusión pericárdica, al igual

que alrededor de los pulmones, llamada efusión pleural.

Traspaso del Corazón

Para acelerar la muerte, los soldados quebraban las piernas de los crucificados, utilizando para ello

una lanza romana para despedazar los huesos de la parte inferior de las piernas. Eso evitaba que

la persona empujara hacia arriba con las piernas para poder respirar así que la muerte les seguía

en cuestión de minutos. En el Nuevo Testamento se nos dice que los huesos de Jesús no fueron

quebrados como ocurrió con los otros crucificados. Esto fue así porque los soldados habían

confirmado que Jesús había muerto; así se cumplió la profecía del Antiguo Testamento acerca del

Mesías donde se dice que ninguno de sus huesos sería quebrado. Pero el soldado romano para

confirmar la muerte de Jesús le clavó la lanza en su costado derecho. La lanza atravesó el pulmón

derecho y penetró el corazón. Por lo tanto, cuando se sacó la lanza, salió fluido claro, como el

agua, seguido de un gran volumen de sangre, tal como lo describe Juan, uno de los testigos

oculares, en su Evangelio. Además, hay que mencionar la humillación que sufrió por el desprecio y

las burlas, cargando su propia cruz por casi dos kilómetros, mientras la multitud le escupía el rostro

y le tiraba piedras (la cruz pesaba cerca de 30 kilos, tan solo en la parte horizontal, en la que le

clavaron sus manos).

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