Universidad Complutense de Madrid: El Instinto Intelectual en La Filosofía de Jaime Balmes

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

TESIS DOCTORAL

El instinto intelectual en la filosofía de Jaime Balmes

MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR


PRESENTADA POR

Pedro Moreno Magro

DIRECTOR:

Sergio Rábade Romeo

Madrid, 2015

© Pedro Moreno Magro, 1982


TP
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Pedro Moreno Maçro

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

El, IN ST INTO I N T C P E C T O A L EN TA F I T O S O F I A DE JAIME BAE MT S

Departamcnt-o de Ft. losofia Pura


F a c n U afT de Fi losoFta y CLencias de la Edncacion
Universiclad Complut ens(' (Te MacTrid
19%^
Coleccion Tesis Doctorales. N@ 36/8'^

Pedro Moreno Macro


Edita e imprime la Editorial de la Universidad
Complutense de Madrid. Servicio de Reprograffa
Noviciado, 3 28015 Madrid
Madrid, 1985
Xerox 9400 X 721
Deposito Legal: M-6108-I98 5
EL INSTINTO INTELECTLAL

EN LA FILOSOFIA DE JAIME BALMES

Pedro Moreno Magro

Trabajo dlrlgido por el Doctor SERGIO RABADE

=Madrid, abril, 1982=


INDICE

P&S

INTRODUCCION ......................................... I
no t a A ••• ••• ••• ••• IV
CAPITULO I ••• »** ••• ••• *.# ••• 1
Introduccion * ## ••• * ## «.# 1
Intento Filosôfico de Balmes ... ... ... 1
Actualidad de su estudlo ... ... ... ... 3
not a s ... ... ... ... ... ... ... 4
CAPIXULO II ... ... ... ... ... ... ... 3
i La Certeza, centro de su filosofla ... ... 5
Introducciôn ... ... ... ... ... ... 5
• La Certeza como dato primarlo y fundamental ... 6
a) Cuestlones en torno a la Certeza ... ... 6
b) La Certeza y su justificaciôn crltica ... 10
c) La Certeza como base de toda filosofla ... 11
d ) Conclusion ... ... ... ... ... ... 13
. Fuentes de la Certeza ... ... ... ... l4
a ) Introduccion ... ... ... ... ... 14
b) Lugares de Certeza ... ... ... ....13
c) Relaciôn: Certeza y filosofla ... ... 17
« Definiciôn de la Certeza ... ... ... ... 19
a) Valoraciôn "crltica" de este punto de partida:
iEs esta una postura verdaderamente crltica? 20
b) Testimonies principales ... ... ... 21
c ) Conclusion ... ... ... ... ... 32
. Imposibilidad de una Ciencia Trascendental
Humana ... ... ... ... ... ... 32
a) Imposibilidad de la Ciencia Trascendental
Humana apoyada en les sentidos ... ... 35
b) Insuficiencia para la Ciencia Trascendental
de las verdades reales ... ... ... ... 3^
c) Tampoco la filosofla del "yo" puede producir la
Ciencia T r a s c e n d e n t a l . .,, ... ... 39
d) La Ciencia Trascendental y la identidad Univer­
sal ... ... ... ... ... ... ... ... 4
e) La "representacion" y la C. Trascendental Humana 46
f) Imposibilidad de encontrar el primer principio
en el orden ideal ........ ... ... ... 4?
notas ... ... .... ... ... ... ... ... 49

CAPITULO III
. Sistemas Unilatérales ... ... ... . 52
a) Balmes y el racionalismo cartesiano . 53
b) Valoraciôn del principio cartesiano . 57
c) Conclu si one s ... ... . 65
.

Exposicion y crltica del sensualisme . 66


Examen de una idea................ . 77
Otras ideas ... ... ... ... . 78
Conclusionss .............. . 79
Crltica del sistema de Kant ... . 80
^Conoce la filosofla de Kant? ... . 82
Los textes de Balmes..... ........ . 82
Juicios sintéticos ...... ........ . 84
Formas Kantianas de la sensibilidad . 86
La sintesis subjetiva ... ... . 87
El principio de contradicciôn . 93
Conclusionss ... ........ . 100
notas ... ... ... ... ... . 102

CAPITULO IV

. Soluciôn halmesiana al problema del conocimiento


de la verdad ... ... ... ... 106
El reconocimiento de les très criterios 106
Aclaraciones sobre la verdad ... ... 112
. La Conciencia ... ... ... ... ... 116
Exposicion del criterio de conciencia 116
Valoraciones del criterio de conciencia 121
c OTIC1u s i one s # .# ••• ••• ••• 124
La evidencJLa ••• «•« 125
Examen de criterio de evidencia ... ... 125
Evidencia y principio de contradicciôn 128
El principio de evidencia no es évidente 130
El Instinto Intelectual ... ... ... 145
El criterio del "instinto intelectual" 145
La cuestiôn "ponte", ^real o irreal? 146
Criterio de sentido comûn: Su existencia 147
Sentido Comûn: Explicaciôn del nombre 155
Aplicaciones del criterio delsentido comûn 157
F une i onami ent o armônico de los trèscriterios 164
Conclusion ... ... ... ... ... 169
notas ... ... ... ... ... ... 171

CAPITULO V
. Interpretaciones histôricas de la filosofla de
daime Balmes ... ... ... ... 176
Introducciôn ... ... ... 176
^Es un filôsofo original? .. . 176
^ Balmes y Descartes ... ... 181
Balmes y la filosofla escolâstica 185
Balmes y San Agustln ... ... 187
Balmes ^autor fideista o escéptico? 202
Balmes ^seguidor de la escuela escocesa del
sentido comûn? ... ... ... 219
Conclusion ... ... ... ... 234
Balmes y Newman ... ... ... 235
Balmes y su relaciôn con Tongiorgi y Palmieri 239
notas ... ... ... ... ... ... 24 0

CAPITULO VI
. La Filosofla del "Sentido Comûn" y su relaciôn con
daame Balmes ... ... ... ... ... 247
Introducciôn ... ... ... ... ... 247
El P. Buffier y la ^ilosofla ;e1 Sentido comûn 248
c one iu sX oTie s ••• ##* ••• ••• # #* ••• 273
Filosofla Escocesa: Thomas Reid ... ... ... 276
Conclusiones ... ... ... ... ... ... 293
El pensamiento de Llorens y Barba ... ... 297
Resumen sobre la Filosofla del Sentido Comûn 315
notas ... ... ... ... ... ... ... 337

CAPITULO VII
. Resumen y conclusiones ... ... ... ... 3^3
La certeza como centro de su pensamiento ... 3^3
Valor crltico de esta postura ... ... ... 3^5
Imposibilidad de una ciencia trascendental ... 346
Crltica de los sistemas unilatérales ... ... 347
La soluciôn Balmesiana ... ... ... ... 349
Distintas acusaciones que ha recibido la filoso­
fla de Balmes, concretamente su teorla del ins­
tinto intelectual ... ... ... 351
Exposicion de la Vilosofla del Sentido Comûn 352
Posiciôn filosôfica de Balmes ... ... ... 353
Conclusion ... ... ... ... ... ... 363
notas ... ... ... ... ... ... ... 364

APENDICE BIOGRAFICO 365

BIBLIOGRAFIA 382
I N T R O D U C C lÔ N

Volvor hoy nuestra mlrada y nuestra pluma sobre -


una faceta determinada del pensamiento del doctor Jaime Balmes,
en concrete sobre la comprension y alcance de su teorla del —
"Instinto intelectual" , podrla parecer un esfuerzo poco oportu
no y carente de toda necesidad.
Sin embargo, podemos resueltamente afirmar que no
es nada pretencioso sostener la "necesidad" y la "oportunidad"
de decir la ultima y mejor palabra sobre el tema.
Si en 1933 se pudo escribir, y fueron palabras de
un discurso de don Angel Herrera, que "los contemporâneos de -
Balmes no han llegado todavla", y en I98I se ha vuelto a reco-
ger el eco de estas palabras (1), como indicando que no care--
cen de sentido y actualidad, no dudamos en aplicar la senten--
cia, en el sentido de la auténtica comprensiôn de su pensamien
to, al tema que nos ocupa.
Metidos de lleno en nuestro intento, decir hoy la
ultima palabra sobre la verdad del "instinto intelectual" bal-
mesiano, hemos recibido con profunda alegria -dejamos aqul --
II

constancia por lo que ha supueeto de aliento en la propla ta-


rea- la publlcacion de la Antologia polxtica de Balmes de JO
SE MARIA GARCIA ESCUDERO.
Parece oportuno recoger dos breves citas de Ricardo
de LA CIERVA sobre esta obra: "Después del que fue gran éxito
de José Maria Sanchez de MuniÂin y la BAC con la gran antolo--
gla de Menéndez y Pelayo, José Maria Garcia Escudero propone,-
con no menor oportunidad (el subrayado es nuestro), esta gran
antologia politics de Jaime Baies"; y anade m&s tarde: "La pu­
bllcacion de esta antologia constituye uno de los acontecimien-
tos m&s importantes del ano para el mundo cultural (el subra­
yado también es nuestro), y deberla serlo también para el mun
do politico ..."(2).
Hemos encontrado aqul las dos notas con las que tam
bien parece justo calificar a nuestro propio trabajo. Esclare-
csr el sentido exacto del "instinto intelectual" de Balmes es,
con toda verdad, oportuno y necesario, es tarea importante.
La historia es testigo de que Balmes, por uno n -
otro motivo, en este caso por causa de una falsa o imparcial -
comprension de su teorla, ha side el blanco de acusaciones to^
talmente injustificadas. Tendremos ocasiôn de verlo en este e^
tudio.

Por un mlnimo de respeto a su planteamiento general,


veremos la teorla del "instinto intelectual" dentro del capltu
lo general del conocimiento, capltulo que se extiende a lo lair
go, principalmente, de su obra Filosofla Fundamental.
Dado que Balmes apostô por un doble empeno: crltica
de unos sistemas filosoficos plagados, como nos dice en el pr^
logo, de "errores trascendentaies" (3) Y propuesta de unos —
principios vélidos para la soluciôn del problema, intentaremos
demostrar hasta dônde llega la fuerza y validez de su crltica
y en qué queda el valor y alcance de sus propuestas personales,
que en algun caso serân intuiciones sin un désarroi] o expositjL
vo completo. Sobre todo, veremos en qué queda la comprensiôn y
alcance de su teorla del "instinto intelectual".
Ill

Nuestro estudio se centrera, may en concrete, en la


comparaciôn de esta teorla de Balmes con la doctrina del "sen­
tido comûn" de la Filosofla de la Escuela Escocesa, y, a tra--
vés de alla, con el pensamiento del francés P. BUFFIER.
No parece que se pueda sostener por més tiempo, co­
mo se ha hecho con bastante normalidad, que esta teorla de BaJL
mes, el "instinto intelectual", sea un mero refieJo o copia —
del "sentido comûn" escocés.

Hemos dividido este trabajo en los siguientes tltu-


los o capitulos: el intento filosôfico de Balmes, la certeza -
como centro de su filosofla, los sistemas infructuosos por un^
latérales, la soluciôn balmesiana al tema del conocimiento de
la verdad, las interpretaciones histôricas de su filosofla, --
Balmes ^filôsofo de la corriente del "sentido comûn"?, resumen
y conclusiones.

Como obra fundamental de consulta, en lo que se re-


fiere al texto de Jaime Balmes, hemos utilizado las Obras com­
plétas de Jaime Balmes, de la Biblioteca de Autores Crlstianos,
Madrid, I96 3 « Ediciôn dirigida por la fundaciôn Balmesiana de
Barcelona, segûn la ordenada y anotada por el P. Casanovas,S.J.
Citaremos siempre esta ediciôn en nuestro estudio.

Esperamos que nuestra palabra le haga servicio a la


verdad y contrlbuya a la mejor comprensiôn de la teorla del —
"instinto intelectual" del doctor Jaime Balmes.
IV

NOTAS

(1) JOSE MARIA GARCIA ESCUDERO; Antologia polltica de Balmes.


Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (I98I), vol. I,-
pag. 105.

(2) RICARDO DE LA CIERVA: Jaime Balmes, un pensador para hoy.


Articule publicado en TA, I3-XI-I98I , pég. 4?«

(3 ) BALMES,J.: Obras complétas, I, pâg. ?•


CAPITULO I

INTRODUCCION

En estas primeras pâginas quereinos dar ûnlcamente


respuesta a una doble pregunta sobre la Filosofla de Jaime Ba^
mes.
Nos interesa descubrir con toda nitidez cuâl fue -
su intento filosôfico, sobre todo en ol tema del conocimiento
de la verdad por parte del hombre, y qué valor puede tener sus
planteamientos y soluciones sobre esta materia. Nos parece un
empeno necesario y oportuno y que puede deslindar, ya desde el
primer momento, el campo concreto de nuestras miradas sobre su
"pensamiento filosôfico"«
Los planteamientos y pretensiones filosôficas del
doctor de Vich fueron bien amplios y on cierto modo demasiado
ambiciosos. Pero la parcela que tocamos en este trabajo es una,
como êl mismo reconoce, de las que merecen mayor atenciôn y -
"mayor trascendencia",

INTENTO FILOSOFICO DE BALMES

Para responder a esta cuestiôn no nos queda otro -


recurso que acudir a sus propias palabras y ver cômo, de una -
manera bien explicita, nos confiesa sus propôsitos.
Se puede dlstlnguir en au obra, concretamente en -
el campo que nos ocupa, una doble finalldad o Intenciôn, y 6s-
ta nos la describe el propio Ualmes muy al comienzo de sus l£-
neas. Hay una primera tarea de crltica de una serie de siste--
mas y planteamientos filosôficos que considéra inv&lidos y res
pensables de una serie de danos en todos los campos« Propone ,
en segundo término, un camino nuevo para el descubrimiento de
la verdad.
Esta doble intenciôn la encontramos, de una u otra
forma, formulada en varias paginas de su obra. Ya en el prôlo-
go a la Filosofla Fundamental, obra del méximo interés para —
nuestro tema, nos dice que intenta prevenirnos contra una "Fi­
losofla plagada de errores trascendentales"(1). Estos, -sigue
comentando-, que se han extendido por raoda, no deben arraigar
por principio (2 ).
Aqul centra Balmes muehos de sus esfuerzos, en con
seguir que esos errores, que han llegado de distintas formas,-
no "arraiguen" por principios, no consigan su justificaciôn in
telectual.
Pero Balmes sabe muy bien que en 6 s t e , como en —
o tr o s campos de la vida y del quehacer del hombre, no se extin
gue el mal sôlo a fuerza de represiôn, sino que la ûnica forma
de ahogarlo es con la contrapartida del bien. Ese es el método
que ensaya también en este caso concreto: ahogar esos "siste--
mas invélidos" con el ofrecimionto de un camino positivo y ef^
caz que nos lleve al conocimiento i^e la verdad.

Estas son las pretensionss filosôficas que bulllan


en la mente de Balmes al lanzarse por estos derroteros.

Y estas dos partes, claramente definidas en su fi­


losofla , son también las que varaos a tratar en nuestro trabajo.
Aunque hemos de aclarar, desde este momento, que nos centrare-
mos no tanto en la crltica (la podemos denominar "parte negat^
va" de su filosofla) que hace de los sistemas que juzga "invé­
lidos" como en la exposiciôn "verdadera" del conocimiento y la
certeza que é l , personalmente, ha elaliorado.
Dentro de este margen, y como reza el titulo del —
trabajo, pondremoa muy especial interés en el tema del "instin-
to intelectual" o "sentido comûnV

ACTUALIDAD DE SU ESTUDIO

Ya nos hemos hecho eco en nuestra Introducciôn gene^


rai de la actualidad que guardan ciertas quejas sobre la corn--
prensiôn del verdadero valor y alcance del pensamiento de Bal­
mes. Sobre todas esas voces no podemos dejar de citar las pala^
bras del P. Casanovas:

"Como impresiôn general, hemos de


decir que a Balmes le han sido --
otorgados los honores de filôsofo;
pero no ha sido comprendido, y lo
que es peor, ni siquiera ha sido
estudiado ... Evidentes demostra-
ciones de ello son las citas de -
frases suyas en un sentido dife--
rente de}, que tienen en el texto".
(3).

No séria justo decir que desde que se escribieron -


estas palabras hasta hoy nada se ha hecho. Se ha estudiado y -
se han publicado Cosas. Su pensamiento, en el punto que nos —
ocupa, se ha ido depurando y algûn autor, como veremos en su -
momento, nos ha ofrecido intuiciones bien estimables. Pero la
mayoria de las pâginas que abordan el tema siguen careciendo -
de e sa que hemos llamado su "ûltima verdad".
Se justifies, pues, la actualidad e importancia de
nuestra mirada al "instinto intelectual" de la Filosofla de —
Jaime Balmes.
NOTAS

(1) BALMES,J.: Obras Complétas. F.F., prologo, II, 7.

(2) Ibidem.

(3) Ibidem. Hiografla, I, p&g. 499-500.


CAPITULO il

La C e rte z a , centro de su filosofia

INTRODUCCION

Las cuestlones en torno a este tema las formula --


Balmes, como es lôgico, en térmlnos que responden a la mental^
dad y carga filosôfica de la época en que vive. Si es cierto -
que todos los autores son hijos de su tiempo y de la época en
que viven, si nadie empieza radieaimente desde cero, aunque lo
pretenda, con motivos sobrados podemos decir asto de D. Jaime
Balmes. Tras de si hay una clara herencia filosôfica, no diga-
mos ahora que acepte o rechace, que enmarca notablera<>nte su --
pensamiento.
Balmes conoce fundamentaimente la filosofia Esco--
léstica -La Summa de Santo Tomés fue su texto de estudio-,y e^
t& también metido de lleno en ciertas lineas de la filosofia -
Moderna, como veremos a lo largo de muehos momentos de nuestro
e studio.
Seré oportuno recorder unas palabras valorativas,-
a este propôsito, de Menéndez y Pelayo; "Balmes admiraba la
colastica y se habia educado en la Summa de Santo Tomés ; encon
traba en ella muchos elementos adaptables e incorporables a la
filosofia moderna, pero al examiner con libre juicio las eues-
tlonea fundamentales de filosofla no entendiô ni por un momen­
to abdicar su espîritu crltico en aras de ningûn sistema. Bal­
mes , digémoslo sin temor, fue un filôsofo eclôctico, fue un e^
pirituallsta cristiano independiente".
"La filosofia moderna, aun en lo que tiene de mas
opuesto a la doctrina de nuestro pensador, el idealismo kantia
no y su derivaciôn en Shelling y en Fichte (puesto que de He--
gel tuvo poca noticia) entran en Espana principalmente por laa
exposiciones y criticas de Balmes, que fueron razonadas y con
cienzudamente estudiadas dentro de lo que él pudo leer" (1 ).

Teniendo esto presents hemos de entender, pues, su


planteamiento y resoluciôn de las cuestiones en torno al tema
del conocimiento.

La Certeza como dato primario y fundamental

a) CUESTIONES EN TURNO A LA CERTEZA

Las pâginas de su Filosofla Fundamental se abren -


con estas palabras:
"El estudio de la filosofla debe
comenzar pot el examen de las --
cuestiones sobre la certeza:antea
de levantar el edificio es necesa
rio pensar en el cimiento.
Desde que hay filosofla, es decir,
desde que los hombres reflexionan
sobre si mismos y sobre los seres
que les rodean, se han agitado —
cuestiones que tienen por objeto
la base en que estriban los cono-
cimientos humanos: esto prueba - -
que hay aqul dificultades sérias.
La esterllidad de los trabajos -
filosôficos no ha desalentado a
los investigadores: esto manifies^
ta que, en el ultimo término de
la investigaciôn, se divisa un -
objeto de alta importancia"(2 )•

El examen deltexto nos convenes de la importancia


que da nuestro autor aeste tema; también es consciente de la
gravedad que lleva implicada. Con todo, su ûltima palabra apun
ta esperanzada a un nuevo esfuerzo para tratar de ver alguna -
forma nueva y segura de avanzar.
Hay que afirmar que en torno a este tema, "la cer-
tezaV , como cimiento de todo el pensar filosôfico, organiza —
Raimas el resto del edificio. En esta cuestiôn, como él mismo
nos dice, est&n encerradas el resto de las cuestiones filosôf^
cas. Sin dar una soluciôn a este problema, séria inûtil tratar
de avanzar por los caminos seguros da la filosofla. Para él —
hay cuestiones radicalmente primaries y fundamentales; por ejem
plo, ^estâmes ciertos de algo? ^en qué se funda la certeza?, -
icômo la adquirimos? Escribe:

"En la cuestiôn de la certeza e^


tan encerradas en algûn modo to­
das las cuestiones filosôficas:
cuando se ha desenvuelto comple-
tamente, se ha examinado bajo —
u n o y otro aspecto todo lo que -
la razén- humana puede concebir -
sobre Dios, sobre el hombre, so­
bre el universo.
... en este cimiento, si se exa­
mina con atenciôn, se ve retrata
do el edificio entero" (3 )«

Todavla anade al alcance e importancia de esta --


cuestiôn una nota niés:

"Los limites de la ciencia huma­


na se descubren en el examen de
las cuestiones sobre la certeza"
(4).
Recordamos cômo es importante para Balmes el hecho
del conocimiento de los limites de las ciencias. No es signo -
que "apoque al entendimiento humano", sino m&s bien, es signo
que lo eleva y lo engrandece. Palabras que no se deberla olvl-
dar cuando se intenta comprender, en sus justas dimensions s y
limâtes, la naturaleza y alcance del instinto intelectual bal-
mesiano.

Balmes, como buen filôsofo moderno, quiere proco--


der con claridad y firmemente. Por ello, distingue, ya desde -
el principio, entre el hecho de la certeza, sus fundamentos y
el posible modo de adquirirla.

"Su existencia -la de la certeza-


es un hecho indisputable; sus —
fundamentos son objeto de cues--
tiones filosôficas; el modo de -
adquirirla es en muchos cesos un
fenômeno oculto que no est& suje^
to a la observaciôn" (5 )»

El hecho de que el linaje humano posee la certeza


es algo évidente: "la certeza es natural" (6 ), Disputer sobre
este hecho es para él incapacitarnos para seguir por los cami-
nos del conocimiento, es incapacitarnos para toda verdadera —
ciencia. El esfuerzo crltico habré de ponerse en la explicaciôn
del cômo, no del hecho en si.
Sin esta primera y minima certeza no podrlamos dar
un paso adelante. Por el contrario, adroitido este hecho, fecun
do en resultados, nos dirâ que todo se esclarece y un rayo de
luz nos ilumina:
"Entonces la filosofla, se dira,
no comienza por un examen, sino
por una afirmaciôn; si, no lo —
niego, y ésta es una verdad tan
fecunda, que su consignaciôn puei
de cerrar la puerta a muchas ca-
vilaciones y difundir abundante
luz por toda la teorla de la cer
teza" (7 ).
Un escéptico completo séria sencillamente un demen
te, y Balmes no puede resignarse a adroltir que en el umbral —
del templo de la filosofla esté asentada la locura.
Esto mismo es lo que quiere significar cuando afir
ma que existe en el fondo de nuestra aima una luz divina que -
nos conduce bien si no nos empenamos an apagarla. Ella es la -
que nos conduce a la "certeza primitiva" (8), a la que llama —
"vision por luz dire c ta" , que no necesita de reflexién.
Es importante resaltar desde este primer momento -
que no es esto, segûn él auténtico pensamiento de Balmes,nin-
guna especie de fidelsmo o irracionalismo:

"La certeza que préexiste a todo


examen no es ciega; antes por el
contrario, o nace de la claridad
de la vision intelectual, o de -
un instinto conforme a la razén:
no es contra la razén, es su ba­
se (el subrayado es nuestro). ~
Cuando discurriroos, nuestro esp^
ritu conoce la verdad por el en­
lace de las proposiciones, como
si dijéramos por la luz que re--
fleja de unas verdades a otras,-
En la certeza primitive, la vi-
siôn es por luz directe, no ne^
cesita de reflexion" (9 ).

En este momento sôlo queremos confirmer la verdad


que enuncia el autor. Kn otro lugar del trabajo analizaremos -
mas detalladamente el contenido de estas lineas que son funda­
mentales para entender bien la naturaleza del instinto intelec^
tuai.
La certeza es, pues, para Balmes "una feliz necesi­
dad" (1 0 ); es algo que nos lo impone Ja misma naturaleza, y de
ella, en buena lôgica, nadie se puede despojar. Un tanto irônjL
camente cita aquellas palabras de Pirrôn cuando, apartândose -
de un perro que le acometia, respondiô: "es dificil despojarse
totalmente de la naturaleza humana".
En buena filosofia no hemos de disputer sobre el -
hecho en si, mas bien habrâ que indaga.r sus motivos o fund amen
lo

tos o los medios que tenemos para adquirirla, pero nada mas, -
Su postura racional, "crltica" segun otros autores, queda radi
calmente justificada.

"Sucede con la certeza lo mismo


que con otros objetos de los co^
nocimientos humanos. El hecho se
nos présenta de bulto, con toda
claridad, m&s no penetramos su -
Intima naturaleza"(1 1 ).

b) LA CERTEZA Y SU JUSTIFICACION CRITICA

2,(4uien no est& cierto de que piensa, nos puede decir


Balmes?, ^quien no esta cierto de que siente, de que quiere, -
de que tiene un cuerpo propio?. Estas certezas son anteriores
a todo sistema filosôfico, lo cual no significa que éstos, los
sistemas filosôficos, sean inutiles en este modo de plantear -
las cosas. La justificaciôn y explicaciôn de estos hechos de--
pende del sistema.
Este modo de filosofar ae podr& decir que tiene cier
to aire de dogmatismo. Cierto, el mismo Balmes lo reconoce. Pe
ro es eldogmatismo fecundo que ya hemos senalado y del que no
nos podemos desprender.

"Este método de filosofar -dice-


tiene algo de dogmatismo, pero -
dogmatismo tal q u e , como hemos -
visto, tiene en su apoyo a los
mismos Pirrôn, Hume, Fichte, mal
de su agrado. No es un simple m^
todo filosôfico, es la sumisiôn
voluntaria a una necesidad inde­
clinable de nuestra propia natu­
raleza; es la combinaciôn de la
razôn con el instinto; es la
atenciôn simultânea a las dife—
rentes voces que resuenan en el
fondo de nuestro espîritu"(12 ).
11

Comentando el dlcho de Pascal de que "la naturale­


za confunde a los plrrônicos, y la razôn a los dogm&ticos", —
concluye, en la llnea de su pensamiento, que mas bien deberla
haber dlcho que "la naturaleza confunde a los pirrônicos, y es
necesaria a la razôn de los dogm&tlcos"(1 3 ).
Sin esta base « la razôn nada puede; sin este punto
de apoyo no puede ejercer su fuerza, no puede actualizar su --
propio dinamlsmo.
Hablando Balmes de la relaciôn mundo ideal-mundo -
real, punto central de todo su estudio, nos vuelve a recorder
esta misma necesidad indeclinable que nos conduce a la certeza
de su relaciôn:
"Sea cual fuere el resultado que
nos diere el examen filosôfico -
de las «elaciones entre el mundo
ideal y el real, es precise somj»
ternes a esa necesidad de nues--
tra naturaleza, que nos hace —
creer en la existencia de dichas
relaciones" (14).

No quiere decir con esto que la razôn sea impoten­


te para manifestar la legitimidad de la ilaciôn de estos dos -
mundos; aqul sôlo se trata de reconocer un dato, un hecho natu
ral y palpable:
"Y en efecto: salta a la vista -
que debe ser errônea una ciencia
que se oponga a una necesidad y
contradiga un hecho palpable ; no
merece el nombre de filosofla la
que se pone en lucha con una ley
que somete a su indeclinable im-
perio la humanidad entera, i n d u
30 el filôsofo que contra esa --
ley se atreve a protester"(15)•

c) LA CERTEZA COMO BASE DE TODA FILOSOFIA

Comenzamos, pues, a filosofar desde la "certeza",-


desde un mlnimo, si queremos, de datos "ciertos". La pretenaiôn
de comenzar por la duda absolute es, sencillamente, una üusiôn*
Cuando se afirma la duda, como primer punto de arranque del fjL
12

losofar, se esta afirmando una certeza, la primera certeza; la


duda como tal. Por mas vueltas que queramos darle a este argu­
mente siempre llegamos a tener que admitir una primera afirma­
ciôn, aunque ôsta sea la propia duda. Balmes lo expone con to­
da claridad:
"Los filôsofos se hacen la ilu--
siôn de que comienzan por la du­
da; nada m&s falso; por lo mismo
que piensan, afirraan, cuando no
otra cosa, su propia duda; por -
lo mismo que raciocinan, afirman
el enlace de las ideas, es decir,
de todo el mundo lôgico"(l6 ).

A propôsito hace un detallado examen del principio


cartesiano de su duda metôdica. Resume diciendo que el método
de Descartes se reduce a dos pasos o momentos: el primero se--
rla el querer dudar de todo, y el segundo que al querer dudar
de todo se encuentra que hay una cosa de la que no puede dudar:
de si mismo. Balmes califica esta duda de mera suposiciôn. Co­
piâmes sus mismas palabras:

"Pero ^en qué consiste esta duda?


Racionalmente hablando ^puede --
ser una duda real y verdadera? .
No; esto es imposible, absoluta-
mente imposible. El hombre, por
ser filôsofo, no alcanza a des—
truir su naturaleza; y la natura
leza se opone invenciblemcnte a
esta duda, tomada en el sentido
riguroso.
^Qué es, pues, esta duda? nada -
m&s que una suposiciôn, una fic-
ciôn, suposiciôn y ficciôn que -
hacemos a cada paso en todas las
ciencias, y que en realidad no -
es m&s que la atenciôn a un con-
vencimiento que abrigamos. Esta
duda se la emplea para descubrir
la primera verdad en que estriba
nuestro entendimiento, a cuyo --
fin basta que la duda sea ficti-
cia ..." (1 7 ).

La certeza est& a la base de todos los sistemas de


filosofia. Reconociêndolo o no, nos dice Balmes, todos tenemos
13

que partir y catninar segün la fuerza de la ley que rige nues—


tra naturaleza. Ya hemos recordado cômo hasta el tnismo Pirrôn,
slmbolo del escepticismo en su mayor radicalidad, no dudaba de
todo, sino que, como hace notar muy finamente Dalmes, admitia
las sensaclones en cuanto pasivas, y se resignaba a las conse-
cuencias de estas impresiones.

d) CONCLUSION

Por eso, de las très cuestiones que abarca la pro-


blem&tica de la certeza, segûn hemos senalado anteriormente, —
tenemos una, la primera de las très, definltivamente resuelta;
nos referimos a la certeza como hecho o dato primario de nue^
tra naturaleza.

"As! de las très cuestiones: hay


certeza, en que se funda, cômo -
se adquiere, la primera estâ r e ­
suelta en un mismo sentido por -
todas las escuelas, en cuanto se
refiere a un hecho de nuestra ajL
ma; con sôlo admitir las aparien
cias admitlan la certeza de ellas"
(18 ).

Al final del libro primero de su Filosofla Funda—


mental resume sus principales conclus)ones, y de ellas entresa
camos:

"Cuando la filosofla se encuen—


tra con un hecho necesario tiene
el deber de consignarle. Tal es
la certeza: disputer sobre su --
existenc.ia es disputar sobre el
resplandor de la luz del sol en
medio del dia. El humano linaje
estâ cierto de muchas cosas; lo
estan Igualmente los filôsofos,-
incluso los escépticos; el esceg^
ticisroo absolute es iraposible"
(19).
"El linaje humano poses la certe^
za, como una calidad ajena a la
14

vida, como un resUltado eapontA-


neo del desarrollo de las cuali-
dades del espiritu. La certeza -
es natural ..." (2 0 ),

Fuentes de la C erteza

a) INTRODUCCION

Para définir mejor este tema de la certeza como da­


to natural, todavla tenemos que detenernos en una doble distin
ciôn que hace el mismo Palmes : la certeza del género humano y
la certeza filosoflca.

" La certeza no nace de la -


reflexiôn, es un producto espon-
taneo de la naturaleza del hom—
bre, y va aneja al acto directe
de las facultades intelectuales
y Kensitivas, Como que es una —
condic±6n necesaria al ejercicio
de ambaa y que sin ella la vida
es un caos, la poseemos instint^
vamente y sin ninguna reflexion,
disfrutando de este bénéficié --
del Creador como de los demAs —
que acompahan inseparablemente -
nuestra existencia" (21).

Nota especlfica de la certeza de que venimos hablan


do es que no viene por acto refiejo, al final de un proceso r_e
flexivo.
15

b) LUGARES DE CERTEZA

Las fuentes que senala en la formaciôn de esta cer


teza son las slgulentes:
En primer lugar, el sentldo Intlmo. Seria el case
de un hombre que tras haber admirado la grandeza y pormenores
de un monumento determlnado nosotros quisieramos ponerselo en
duda. Su respuesta, nos dice Balmes, serA bien sencilla, pero
firme; "me acuerdo; lo v i ; es tal como lo recuerdo" (22), Como
vemos, ahl no hay nada de reflexion, pero hay firme convenci—
miento, hay certeza. No seria posible destruir esa convlcciôn
que nace del sentido intimo:

"Aqul no hay actos reflejos, la


certeza acompana al dlrecto; y -
todas las reflexiones filosofi—
cas no son capaces de anadir un
adarme de seguridad a la que nos
da la fuerza misma de las cosas,
el instinto de la naturaleza"(2 3 )

En segundo lugar senala el testiraonio de los sentl-


d o s , Es la certeza que adquirimos cuando se présenta a nuestros
ojos un objeto cualquiera y juzgamos de su tamano, figura y co
lor, aun cuando no tengamos ninguna idea de la teoria de las -
sensaciones, Tampoco aqul hay actos reflejos que acompanen la
formaciôn del juicio; todo tiene lugar instintivamente, sin —
que intervengan consideraciones de tipo filosofico, "Lo vemos
Y nada m & s ; esto nos basta para la certeza" (24),

La tercera fuente es la llamada del sentido comun,


"En presencia de un concurso nu-
meroso arrojad a la aventura en
el suelo un cajon de caractères
de imprenta, y decid a los cir-
cunstantes que resultaran escri-
tos los nombres de todos ellos;-
por unanimidad se reiran de vue^
tra insensatez; y ^en qué se fun
dan? ^Han reflexionado sobre el
fundaniento de su certeza? No, de
seguro" (25).
16

Habla,en cuarto lugar, de la misma razon como —


otra de las fuentes de estacerteza de que venimos hablando. -
Recuerda c6mo todos los hombres hacemos nuestros raciocinios,-
sin atender demasiado al curso Intimo que sigue nuestro pensa-
miento. Y esto incluso a nivel de los mâs versados en las le-
yes de la dialectics. Este dato, como se puede observer, aumen
ta considerablemente la tesis que viene defendiendo: certeza -
natural, pero no antirracional, sino a la base; mejor, en la -
razon misma.

"Aun los mas versados en el artjL


ficio de la dialActica se olvi--
dan a menudo de ella; la practi-
can quizAs muy bien, pero sin --
atender expresamente a ninguna -
de sus reglas".
"Se echa, pues, de ver que, en -
el medio de su yo mAs reflexivo,
cual es el raciocinio, obra muy
poco la reflexiôn, que tiene por
objeto el mismo acto que se ejer
ce" (2 6 ).

La quinta fuente es la autoridad. Es fuente que —


ut i1i zamo s y de la que nos servimos con mueha mAs frecuencia -
de lo que pudiera parecer. Una gran parte de las certezas del
género humano son, sencillamente, certezas de autoridad. Asi -
estamos ciertos, por ejemplo, de la existencia de Inglaterra.

"Luego en el présente caso, y -


otros infinitos anAlogos, para -
nada intervienen los actos refle^
jos; la certeza se forma instin­
tivamente , sin el auxilio de nin
gûn medio parecido a los filosô-
ficos" (2 7 ).

Con estos ejemplos quiere demostrar cômo la human^


dad, en lo tocante a tener conocimientos ciertos, anda por ca-
minos muy diferentes de los de la filosofla. El Creador, nos -
dirA Dalmes, ha provisto a los seres de todo lo necesario para
ejercer sus funciones segûn el lugar que ocupa cada une en el
universe. Continua: "y una de las primeras necesidades del ser
17

Inteligente era la certeza de algunas verdades" (28 ).


La filosofla, por tanto, no tiene como misiôn el -
producir la certeza, pues ésta existe independientemente de —
los sistemas filosôficos. Nadie se habla planteado tales cues­
tiones, cuando la humanidad estaba ya cierta de infinites co--
sas.
Balmes extiende esta convlcciôn no sôlo al hecho -
de producir la certeza sino tamblén a su consolidaciôn. Recuer
da que la mayorla de los horobres, aun despues de haberse plan­
teado las cuestiones crlticas, no tendrAn tiempo ni ocaslôn de
ocuparse de semejantes cuestiones.

c) RELACION: CERTEZA Y FILOSOFIA

Una pregunta se impone lôgicamente, i a qué queda


reducldo, en este supuesto, el papel de la filosofla? ^Habra -
de ser, por necesldad, el resultado de la filosofla algo opue^
to o contrario a esa certeza? ^Acaso se podrA decir que uno y
otro Ambito se vienen a camplementar en una sana e inteligible
racionalidad? ^Se podrA incluso hablar de una certeza razonada?

" El objeto mas razonable que en


esta cuestiôn puede proponerse -
la filosofla es el examiner sim-
plemente los cimientos de la cer
teza, sôlo con la mira de conocer
mAs a fondo el espiritu humano,-
sin lisonjearse de producir nin­
guna alteraciôn en la prActica:-
a la manera que los astrônomos -
observan la carrera de los astros
y procuiar averiguar y determi--
nar las leyes a que estA sujeta,
sin que por esto presuraan poder
modificarlas" (29 ).

Dirlamos que la filosofla, el razonamiento, no es­


ta antes de la certeza, no esté a su base, sino que es ésta, -
la certeza, el dato primario, sobre el que la filosofla puede
10

y debe actuar para su justiflcacion crltlca. Por eso el asen-


80, segûn el pensamlento de Balmes, sobre todo cuando vaya acom
panado de mayor certeza, es un fruto espontaneo de un Instinto
natural, no de combinaciones:

" Es una adhesion firme, arranca_


da por la evidencia de la verdad,
o la fuerza del sentido Intimo,-
o el impulso del instinto, no —
una convicciôn producida por una
serie de raciocinios" (30)»

El texto es rico en contenido, genulnamente balme-


siano, y da un paso mAs en la hondura de la comprension de nue^
tros conocimientos ciertos. MAs tarde habrA ocasiôn para la —
comprension y explicacion de cada uno de estos elementos o cri
terios de certeza, de momento sôlo nos interesa resaltar el h^
cho como tal.
Con esta misma certeza jugamos, relacionamos o corn
binamos una s sensaciones con otras y podemos saber de los objje
tos externos. La razôn es la misma: nuestras facultades sensi-
tivas e intelectuales obran sobre sus objetos antes de que noii
otros, de una manera consciente, reflexlonemos sobre tal desa­
rrollo :

"Asl nos encontramos ya ciertos


de la existencia y propiedades -
de las cosas, sin que hayamos —
pensado en la certeza, ni mucho
menos en los medios de adquirir-
la" (31).

Ya vainos comprendiendo por qué nos hablaba Balmes


del dato de la certeza como un dato fecundo en posibllidades a
la hora del conocimiento, a la hora de construir cualquier —
cieiicin.
Utllizando el lenguaj-s de los NeoescolAsticos, en
los que ha podido influir J. Balmes, podemos decir que segûn -
el pensamlento de Balmes a la hora de cualquier justiflcacion
crltica del conocimiento hay que partir de la certeza natural;
19

en esa Justificaclôn crltica se trat«râ tan sôlo ver cômo se -


produce esa certeza «
Teniendo en cuenta, pues, cuâl es el nivel critico
(seguimos empleando tôrminos de la Neoescolastica) de Dalmes,-
como acabamos de senalar, no tiene ningûn sentido la acusaciôn
dogmatics que se le hace, a v e c e s ,en este campo, cuando el dog
matismo de que ôl habla se refiere a otro nivel totalmente di^
tinto, es decir, al nivel del hecho de la certeza.

D e fin ic iô n de la C e r te z a

A pesar de que muchas veces no es fôcil encontrar


en la obra de Balmes definiciones matizadas yconcretas, pues
le interesa mucho m&s el anôlisis de los hechos, de las real^
dades, sin embargo nos ofrece tambiôn algunas definiciones. -
En el caso de la certeza recurrimos su Filosofla Elemental,
Ideologla pura, para encontrar estas sencillas palabras:

"La ce]teza es el firme asenso


a una cosa. Estamos ciertos de
nuestra existencia, de la del -
mundo, de los principios mora--
les, metaflsicos y matematicos,
porque asentimos a esto sin va-
cilaciôn de ninguna especie"(3 2 ),

También aqul vuelve a insistir, un tanto machaco-


namente, que hay que distinguir entre la certeza y su funda-
niento, que la certeza es un hecho innegable, y que lo unico -
que hemos de hacer es consigner este hecho. El sofista no des_
20

truye al hombre.
Distingue entre la certeza y la verdad, afirma que
entre ambas hay relaciones intimas, pero que son cosas diferen
tes:
"La verdad es la conformidad del -
entendimiento con la cosa. La cer
teza es un firme asenso a una ver
dad real o aparente".
"El objeto del entendimiento es la
verdad; por esto necesitamos al -
menob la ilusiôn de ella para es­
ter ciertos;nuestro entendimiento
es débil, y de aqul es que su cer
teza esta sujets al error. Lo pr^
mero es una ley del entendimiento,
lo segundo un indicio de su fia—
queza" (3 3 ).

a) VALORACION "CRITICA" DE ESTE PUNTO DE PARTlDA:

a ES esta una POSTURA VERDADERAM ë NTE CR1T1CA7

Interesa detenernos en esta cuestiôn ()(). Unos se


la han negado a Dalmes; otros, por el contrario, la creen jus-
tificada. Ha habido quienes han opuesto, en el pensamlento de
Balmes, y de una manera totalmente irréconciliable, la filoso­
fla al sentido comûn, la razôn al instinto intelectual. Esta -
opiniôn, que no puede ser sino fruto de una lectura superficial
del autor, ha de ser desterrada definltivamente.
En el estudio que haremos del instinto intelectual
encontraremos el momento apropiado para la defensa de nuestra
opiniôn. Ahora adelantamos algunas notas y opiniones que prepa

()() Cuestiôn que proponemos con terminologie Neoescolastica y


no balinesiana, aunque Balmes pudo influir en esta corrien
te.
21

ren el camino:
"El espiritu humano busca con el
dlscurso lo mismo a que le impe-
le turn Instinto Intelectual"(34 ).

La afirmacion balmesiana posiblemente no ha sido -


suficientemente valorada; dlscurso e instinto intelectual no -
andan tan disociados como se ha querido ver, sino en una gran
armonla.

b) TESTIMONIOS PRINCIPALES

Hemos de recoger algunas de las ideas quo deflende SALVA


DOR CUESTA en su estudio: Balmes, maestro de su tiempo y del -
nuestro» Arrancamos de su misma queja: "Queremos referirnos -
aqul, brevemente, a la vigencia de las propias ideas de Balmes
en uno de los puntos fundamentaies de la filosofla, en el 11a-
mado problems critico (la denominacior no es de Balmes, sino -
de este autor)* Porque ha corrldo en este punto Balmes la mis­
ma suerte que la mayor parte de los grandes valores de Espana,
quienes después de haber ablerto nuevos caminos al espiritu -
humano hacia las metas de la verdad y del bien, han recibido,-
al oabo de los anos, la recompensa de la incomprension o de la
interpretacién deformadora de su conducts o de sus ideas" (3 5 )*
Seguimos, pues, el anélisis que hace este autor —
con el sano empeno de desenmascarar la incomprension o déforma
cion de Balmes de que él se queja. Parte del hecho de que en -
este punto, la certeza, a Balmes se le ha acusado de no haber
sabido abarcar con la debida profundidad y comprension el tema
de la legitiroacién de la certeza natural. La Impugnaciôn viene
dada por la supuesta "consideraciôn precipitada" del problema
y la "suposiciôn, casi instintiva, de la veracidad de nuestras
facultades cognoscitivas". Esto harlf- que su teoria del conoc^
miento viniese a parar en un dogmatismo exagerado o a una ace^
taciôn ciega de la certeza natural.
El autor que comentamos <iice que otra seré la fe-
22

Hz conclusion de los que lean atentamente a Balmes. Tratamos


de seguirle en su lectura. Ciertamente se han dado pasos en es
ta vlndlcaciôn del genuino pensamlento balmeslano. (^)
"Mas, parte por haber tornado una actitud preferen-
temente defensive contra los que desconoclan o negaban los mé-
ritos del pensador catalAn, parte por no haber extraido de los
textes del mismo todo lo que ellos dan de si, sobre todo si se
los articula debidamente y mAs aûn si se los compara con los -
textos de los modernos criteriôlogos, la cuestiôn sobre la si^
nificaciôn de B. en la moderns Epistemologia, y sobre si queda
fuera de ella o es un mero adelantado inconsciente, ho ha avan
zado todo lo que hubiéramos querido para gloria del filôsofo -
viguetano" (36 ).
Trata de hacer un paralelismo entre el pensamlento
y soluciôn de Balmes y los del realismo critico, para salvar -
asl su "modernidad" y sus méritos. Para él Balmes es el verda-
dero creador o introductor del medio crltico-realista, con to^
dos sus elementos, en la moderns Epistemologia (37)* Afirma --
que este realismo es de genuina filiacién balmesiana, pues no
viens sino a concretar y retocar lo que esté contenido en el -
anAlisis que Balmes hace de los motivos que legitiman critica-
mente nuestra certeza natural.
Bajo un primer tltulo: posibilidad y conveniencia
de la investigaciôn critica, comienza su anAlisis del pensamien
to balmeslano acerca del planteamlento del problema critico. -

()() Cita los trabajos del P.Verundio, S.J.: Vindicaciôn de Bal­


mes en el problema de la certeza (Congreso I. de Apologét^
ca, Vich, 1910), del P.Miguel Flori, en especial De proble-
mate critico solvendo secundum doctrinam Jacobi Balmes (to^
mo 5 de Analecta Sacra Tarraconensia, de 1929), El sentido
comûn. fuerza estwbilizadora de la filosofia balmesiana.--
(Pensamlento del centenario de su muerte), los articulos -
del P.Esplugas, y el de Luis Antonio de Sevilla, O.F.M. —
C a p , La teoria del conocimiento en J. Balmes.
23

iEb cierto que Balmes no vlo la posibilidad de la investigaciôn


de los fundamentos de nuestra certeza natural, por considérer -
que eso invalidaba una légitima certeza? La respuesta a este in
terrogante es de la maxima importancia, Podemos, todavia, con--
cretar mâs la pregunta, ^Juzgo Balmes posible y conveniente la
Justificaciôn racional de la certeza natural o no?.
Este autor escribe: "Ya a simple vista, parece de—
cir algo, y aun mucho, el hecho de que el tratado o libro prime^
ro y mâs extenso de su Filosofia Fundamental sea el "De la cer-
teza"al que hay que anadir varios capitulas y pârrafos del li--
bro cuarto "De las ideas" . En todos estos lugares se someten a
examen y cz^itica los motivos ûltimos y mâs fundament aie s de la
certeza natural. Tenemos, pues, un hecho bien patente: Dalmes -
plantea la inquisiciôn critica sobre los juicios que son objeto
de una inquisiciôn mental y los fenômeiios inmediatos de la con-
ciencia" (3 8 ).
Tenemos, sigue diciendo, numerosas afirmaciones ex­
plicitas sobre la conveniencia, la necesidad, desde el punto de
vista filosofico, de justificar racionnlmente nuestra certeza y
asi poner de manifiesto la aptitud de nuestras facultades para
el conocimiento de la verdad. Cita nuii.erosos capitules del li­
bro primero y cuarto que, puesto que ya los hemos apuntado, no
queremos repetir de nuevo.
Nota, eso si, que Balmes distingue muy bien entre -
la certeza y la fundamentacion 6 ltima y filosôfica de la m i s m a ,
que es precisamente la que busca el filôsofo, el critico del co
nocimiento.
Segûn esto, a la pregunta radical que nos hemos for
mulado hemos de responder afirmativamente. ^Es posible y conve­
niente la justiflcacion racional de la certeza natural? Si.
"Parece, pues, documentalmente probado, por la act^
tud de Dalmes frente a este problema y por sus aserciones e x p H
citas, que él considéra posible, conveniente, filosôfIcamente -
necesario, la investigaclôn critica acerca del fundamento de --
nuestra certeza natural y asi mismo q u e , en el terreno de la --
fundamentaciôn de todo el edificio de la filosofia, consideraba
24

que la cuestiôn primordial que habla que dejar resuelta antes


que toda otra cosa era la de la legitimidad de la certeza. 0
sea, que no se puede acusar a Balmes de admitir la veracidad -
de nuestras facultades y la objetividad île nuestra actividad -
cognoscitiva con una credulidad ciega o precrltica" (59)»
Salva asl SALVADOR CUESTA la postura crltica ini—
cial balmesiana. Otra manera de comenzar a filosofar se mues--
tra radicalmente imposible. El mismo Fichte, nos dice Balmes,-
al tratar del punto de apoyo de los conocimientos humanos, em-
pieza también por una afirmaciôn, por el establecimiento de un
hecho. Asl lo reconoce él mismo, pues Al tratar de la reflexiôn
en que se apoya su filosofia, dice: "las reglas a que esta re­
flexiôn se halla sujeta, no estân todavia demostradas; se las
supone tacitamente admitidas. En su origen més retirado, se de
rivan de un principio cuya legitimidad no puede ser estableci-
da, sino bajo la condiciôn de que ellas sean justas* Hay un —
circule, pero circule inevitable" .
Esta base de la justif icaciôn del conocimiento vijS
ne en apoyo de la postura de Balmes; se ha de partir de la le­
gitimidad de un dato inicial si queremos construir el edificio
de la ciencia, ya que el escepticismo absolute o el proceso al
infinite es, sencillamente, imposible.
Recuerda cômo para Balmes en la soluciôn de este -
problema se parte de una afirmaciôn: la de la existencia de la
certeza, y que en la tarea de busqueda de los fundamentos de -
esa certeza, para convertirla de natural en cientlfica o "cri-
teriolôgica", no nos colocamos en ninguna posiciôn de duda, s^
no que, prescindiendo ûnicamente de nuestra adhesion a los mo­
tivos del enunciable cierto, tratamos de considerar cômo esos
motivos engendran nuestra adhesiôn y nuestra certeza (4o). Dja
do el hecho, se trata de explicar racionalmente su fundamenta-
ciôn y dinamismo, los motivos y criterios racionales en que se
apoya. Eso es lo que dice Balmes; "Al examinar su objeto, debe
la filosofla examinarle, mas no destruirle".
Demuestra S. CUESTA cômo Balmes coincide con los -
filôsofos del realismo critico en este punto de partida: tanto
25

en la admlslôn del dato positive -el hecho de la certeza-, co-


mo en la iroposibilidad de un conocimiento apoyado en la duda -
como tal. Cita sus palabras:

"Al consignar,pues, la existencia


de la certeza no hablamos de un -
hecho ciego, no queremos extinguir
la luz en su mismo origen, antes
decimos que alli la luz es mâs —
brillante que en sus raudales. Te
nemos a la vista un cuerpo cuyos
resplandores iluminan el mundo en
que vivimos; si se nos pide que -
expliquemos su naturaleza y sus -
relaciones con los demâs, ^comen-
zaremos por apagarle? Los flsicos
para busrnr la naturaleza de la -
luz y detorminar las leyes a que
estâ sometida, no han comenzado -
por privsrse de la luz misma y p^
nerse a oiicuras" (4l).

Para légitimer la certeza, hemos de hacer de ella


el objeto de nuestras reflexiones, pero de ningûn modo tenemos
que eliminarla.

El F* ROIG GIRONELLA comenta este tema y dice que


no se da Balmes al principio -el partir del hecho de la certe­
za natural- lomismo que ha de probar -su légitima critica-, -
porque selo da por otra via distinta. La actitud primera no -
es cientifica ni suplanta a la cientifica, es sôlo el reconocj.
miento de una necesidad natural sin la que no séria posible —
ninguna otra actitud cientifica. Lo mismo habriamos de decir -
del que quisiese filosofar prescindiendo de su realidad de hom
bre. Por eso él concluye: "sin esta realidad subyacente (aun--
que no su-puesta como premise lôgica) no puede filosofar, y me^
nos filosofar rectamente" (42).
"El hecho es en este caso que los hombres estamos -
ciertos de muchas cosas, por lo menos de que vamos a filosofar
sobre la certeza, y que, por tanto, un principio absolutamente
absoluto, el infinite incondicionado, no se da; porque quera--
mos o no, filosofemos o no, no variera por ello la fecha y cir
cunstancias de nuestro nacimiento y de todo lo que vino con él,
lo cual inexorablemente en cierto graco condicionarâ todo nue^
26

tro filosofar, empezando por el hecho mismo de que filosofemos"


(43).
Analiza luego la objeciôn que el mismo Balmes ae -
pone: el hecho de que su filosofla no comience por un examen,-
sino por una afirmacion. Se puede uno preguntar enfonces, ^nos
damos al principio lo que hemos de hallar al fin? Contesta di­
ciendo que al final hemos de hallar esto mismo, pero sistemati-
zado, razonado; al principio lo encontramos previo a toda sis-
tematizacion: "En todo caso, negar el estado previo o querer -
prescindir totalmente de él es absurdo; imaginar que por pres-
cindir de él en las premises logicas se lo ha eliminado en su
estado subconsciente, es lo més candoroso que pueda darse"(44).
"Lo que desde luego interesa es comprobar este he­
cho: que por lo menos dentro de ciertos limites générales (...)
es indiscutible el hecho de que poseemos una légitima certeza
y verdad naturales" (45).

Es decir, que si el que empieza a filosofar no tie^


ne subyacente (no on el sentido de premiss logics, ni mucho -
menos) la certeza de algo trascendente o en si al afirmar que
en el mundo hay otros "yo", enfonces no construirâ nada solido:
"Adviértase bien que no digo que él haya de su-poner estas ver
dades en el momento de ir a filosofar, como algo lôgicamente
asentado a modo de premise, pues en este caso habria un circu­
la vicioso; digo que su-pôngalo o no lôgicamente, ha de sub-ya
cer de hecho" (46).
Un comienzo desde la nada es, sencillamente, impo­
sible, por mas que en el orden lôgico se prescinda de toda con
diciôn o suposiciôn.
Frente a esa posiciôn imposible la postura de Bal­
mes se nos ofrece rica en consecuencias cientificas, ya que —
1leva consigo la posiciôn de otras muchas realidades sub-yacen
tes : por ejemplo, la realidad de haber alcanzado algo trascen­
dente (otros "yo" con la misma capacidad de posiciôn que yo).
Sin esta minima base ni siquiera podriamos plantear el proble­
ma filosôfico y sus diferentes testimonios. Si luego comproba
mos que la indagaciôn critica justifica legitimamente que nue^
27

tra misma naturaleza, en esa fuerza de la certeza, coincide --


con ella, el resultado seré doblementc feliz.
Partiendo del hecho se han estudiado refle jamente,
cientifIcamente, sus fundamentos. ^No es esto una postura ver-
daderamente critica, cientiflea?.
Apela este autor a la postura del mismo Kant, con
el fin de ver tanto la inconsecuencia de Kant en el problema -
de la metafisica como la validez del punto de partida de Bal­
mes : "Kant acerté, pues, al dar por subyacente al empezar su -
Crltica la verdad y el valor de la mente para alcanzar la cien
cia matemética y la fisica; pero errô al negar que estuviese -
subyacente con el mismo derecho la verdad metafIsica al poner
verdaderamente en duda su legitimidad" (4?)«
^Por qué razôn se puede argumenter asl? Veamos: la
existencia de asertos mateméticos anteriores, y por lo mismo,
trascendentes a su pensar, lo quiera o no lo quiera, estén sub-
yacentes. Y esto es, ni més ni menos, tener subyacente una me-
tafisica. Por tanto, esos limites que tanto apuntalô entre su
fisica y su metafisica no parece que puedan ser taies.
En apoyo de estos razonamientos vuelve a citar J.R.
GIRONELLA el famoso texto balmeslano: "Esta certeza que pre^
existe a todo examen no es ciega; antes, por el contrario, o -
nace de la claridad de la visiôn intelectual, o de un instinto
conforme a la razôn: no es contra la razôn, es su base" (48).
Ciertamente que esta certeza subyacente, y nuestro
reconocimiento de la misma, con toda la validez que le venimos
reconociendo, no es aûn filosôfica, pues sobre ella ha de ve--
nir la elaboraciôn crltica.

Resumiendo algo de lo que llevamos dicho, segûn lo


que dan de si los textos en que Balmes afirma claramente la --
distinciôn de la certeza natural y la certeza filosôfica, crl­
tica, S. CUESTA concluye; " IQ) Balmes plantea el problema crjL
tico de la certeza, y no ve en ese planteamiento ninguna con--
tradicciôn.
20) Balmes defiende q u e , como es -
la certeza lo que ha de ser objeto de la consideraciôn y legi-
28

tlmaciôn crltlca, no es necesario destruir esa certeza por nin


guna duda, antes por el contrario, es menester admitirla como
un hecho" (49)«
Esta postura crltica de Balmes coincide, segûn S.
CUESTA, con los planteamientos del realismo critico. Cita, al
respecto, alguno de sus autores. Por ejemplo, al P. DE VRIES,
S.J., que empieza la serie de tesis de su manual de Crltica —
con la siguiente proposiciôn: "Examen criticum extendendum est
ad omnes veritates, etiam maxime fundamentalss , non quidem cum
dubio reali, sed cum abstractions a certitudine naturali". Tarn
bién el P. DAVILA enuncia una de sus tesis como sigue: " Nec -
dubium universale, nec praecrltica quarumdam veritatum affirma
tic possunt esse status mentis praevius ad inquisitionem crit^
cam, sed tantum praecisio ab omni certitudine". Todavia cita -
otras interesantes palabras del P. DAVILA: " Notandum praete—
rea est, huismodi dubium esse inutile; nam in inqulsitione cr^
tica non intenditur demostrare factum existentiae certitudinis
naturalis. Ergo inutile est huiusmodi inquisitionem incipere -
negando hoc factum vel de ipso dubitando".
Se quiere ver aqul que este es, justamente, el —
planteamiento de Balmes: no se trata de demostrar el hecho de
la certeza natural, no se trata de dudar positivamente de su -
legitimidad; se trata, eso si, de examinar cômo esa certeza se
produce, cômo nuestra mente actûa. Ese examen es el que pondré
de manifiesto la legitimidad de la certeza natural y la fideli-
dad representativa de la mente. Dirlamos que lo que primero ha
sido espontaneidad, certeza natural, simple efecto del desen—
volvimiento esponténeo de la naturaleza viene a ser, en un se^
gundo momento, cientifica persuasion, efecto racionalmente fun
damentado.
Ahora comprendemos mejor por qué nos ha dicho Bal--
mes que la duda -recordamos que habla sobre el principio de -
Descartes- no es mas que una suposiciôn, una ficciôn; es un -
prescindir de la certeza natural, procéder como si no la tuvi^
ra, con el fin de demostrar que se la puede fundamentar. Oiga-
mos sus palabras :
29

"En todos los estudios ejecuta—


mos a cada paso esto mismo. Son
vulgares las expresiones: "este
es a s l , es évidente; pero supon-
gamos que no lo sea; ^qué resul-
taré?" "Esta demostraciôn es con
cluyente; pero prescindamos de -
e l l a , Bupongamos que no la tene­
mos; ^cômo podriamos demostrar -
lo que doseamos?" Los argumentos
ad absurdum tan en uso en todas
las ciencias, y muy particular—
mente en las matemâtlcas, estri-
ban no solo en prescindir de lo
que conocemos, sino en suponer -
una cosa directamente contraria
a lo que conocemos. ... Por mane
ra que, para la investigaclôn de
la verdad, prescindimos frecuen-
temente de lo que sabemos, y has
ta suponemos lo contrario de lo
que sabemos. Apllquese este sis-
tema a la investigaclôn del prin
cipio fundamental de nuestros co
nocimientos, y resultaré la duda
universal de Descartes, en el —
unico sentido que puede ser admi
sible en el tribunal de la razôn
y posible a la humana naturaleza.
... En mi concepto, para re
solver lu cuestiôn bastaba diri-
glrle esta pregunta: "^Entendôis
que, al comenzar las investlga—
clones filosôficas, haya de ha —
ber momento en que real y efecti-
vamente dudemos de todo; o juz--
gâis bastante el prescindir de -
la certeza, suponlendo que no la
tenemos, como se hace con frecuen
cia en todos los estudios?"(5 0 ).

Asl ha comprendido también la intuiciôn inicial --


balmesiana CARLOS RUIZ DEL CASTILLO cuando se pregunta:"^no -
Indica esto -la postura balmesiana- una robusta fe en la fa--
cultad cognoscente y on la propla naturaleza humana?" Su res--
puesta es afirmatlva, pues se tiene fe en la facultad humana,-
en el hombre mismo, cuando se confia an el instrumente de cap-
taciôn de lo real. Precisamente por haber desconfiado del ins­
trumente intelectual en su aplicaciôn al mundo de la realidad
objetiva, el pensamlento moderno ha adquirido buena dosis de -
30

escepticismo, se ha encerrado en si mismo -verdadero ensimis-


mamiento- y ha aspirado a vivir de sus propios juegos (51).
El pensamlento moderno se ha vlsto absorbido por el
problema del motodo y a él ha reducido la Filosofia: "Esta re-
ducciôn de la Filosofia a Teoria del conocimiento es la cons—
tante de la moderna especulaciôn filosôfica. El môtodo puro, -
la asepsia del conocer: tal es el épice del pensamlento de los
filôsofos. Con ello la filosofia se ha profesionalizado, apar-
téndose de la realidad y formando un orbe autônomo, deshumani-
zado, que albergaria a una clase: la de los filôsofos.
... En el polo opuesto de esta profesionalizacion -
de la Filosofla esta Balmes. Balmes no asumiô la misiôn de ar­
ticular un sistema filosofico. Limité su esfuerzo al orden de
las verdades cardinales que son patrimonio de la mentalidad --
normal y cuyo esclarecimiento, amplificaciôn, encadenamiento y
difusiôn consolidan el acervo de principios y criterios con —
los que nuestra mente, conociendo a la vez su suficiencia y su
limitaciôn se débilita para ser rectora de su propia vida y pa^
ra ordenar las relaciones que la conciernen" (52 ).
El anélisis nos muestra no que Balmes tenga una --
postura "acrltica", en el sentido moderno de la palabra, sino
que no queda enredado en las cuerdas del simple método. El va
mâs allé, va hasta lo que se ha llamado, aunque él no hable —
asl, "apriori materiales", no sôlo apriori formales, del hom—
bre que filosofa, hasta desembocar en una verdadera "metacrlt^
ca", como defiende el P. ROIG GIRONELLA (53)*
Este mismo autor, en otro de sus estudios sobre es^
te mismo tema, resume asl sus pensamientos: "Parte, pues, Bal­
mes del hecho (todavia no explicado, ciertamente, en este pun­
to de partida, pero comprobado como hecho) de que poseemos in^
cialmente verdad y certeza de algo trascendente al pensar. Si
lo pusiera como premisa lôgica de su Criteriologla, entonces -
cometeria peticiôn de principio; pero no lo pone como premisa
lôgica de su estudio, sino meramente advierte que de hecho es­
té sub-yacente (no su-puesta por él) esta realidad, y va a —
ver si puede explicar el cômo de este hecho" (54).
31

Y una vez més recurre, en apoyo de esta forma de -


procéder, a Kant. De la misma forma que él da por supuestas --
ciertas verdades de matemética y de fisica, y lo unico que lue^
go Intenta hacer es justificarlas criticamente, asi procédé —
Balmes en el campo de la verdad y certeza. Indagando en esta -
fundamentacién es cômo encontraré el dinamismo intelectual de
la mente humana como ûltlma explicaciôn. Este tema lo veremos
en otro momento del trabajo con todo detenlmiento. La compara-
ci 6n que establece Gironella nos parece demasiado forzada.
En este mismo sentido interpréta J. ZARAGUETA la -
filosofia de Balmes, reconociendo que el hecho de la certeza -
es el problema capital de todo su edificio filosôfico. Cita —
las palabras de Balmes cuando escribe que, ante el hecho de la
certeza, "el entendimiento se ofusca y el corazôn se siente s^
brecogido de un rellgioso pavor" (55), y subraya el ejemplo de
que el escéptico que niega ésta se parece al fisico que para -
buscar la naturaleza de la luz y sus leyes comenzara por pri—
varse de la luz misma y ponerse a oscuras (56 ).
La certeza como hecho natural y primario, con lo -
que implica de consecuencias fecundas para la filosofia, res--
ponde a ese afén balmeslano de objetividad. Esta es, précisa—
mente, la que se ha llamado actitud fundamental de Balmes, "fi­
losofia de su filosofla" (57).

LLORENS Y BARBA, que en otros puntos no coincide -


con Balmes, aqul se expresa bien claramente:

"La cuestiôn de la certeza es ca­


pital en filosofia, y bien lo re­
conoce nuestro Balmes cuando eli-
ge para esta cuestiôn el primer -
capitule de su filosofla Fundamen
tal; capitule cuya lectura reco--
mendamos, puesto que bien sentla
nuestro filôsofo toda la importan
cia de la cuestiôn, y en él viene
a concretar el estado de énimo de
quien se proponga resolverlo"(58).
32

c) CONCLUSION

Con estos testimonies, y con la exposiciôn de las


mismas palabras de Balmes, creemos queda suficientemente acla-
rada la primera cuestiôn importante dentro de su filosofia del
conocimiento: el hecho de la certeza.
Hemos comprobado que es un dato que estâ ahl y del
que no nos es posible desprendernos a la hora de la ciencia; -
también ha quedado claro cômo sobre este dato es posible cons­
truir una auténtica teoria del conocimiento que abarcarâ todo
el campo de la justiflcacion razonada, filosôfica, de este he­
cho natural.
La duda absoluta, el escepticismo radical, es, sen
cillamente, un absurdo.

Imposibilidad de una C ie n c ia

T ras cen d e n ta l Hum ana

Asentado ya el hecho de la certeza y su alcance, -


planteamos ahora, siguiendo también el pensamlento de Balmes,-
la cuestiôn de los fundamentos de la misma. Con esta cuestiôn
estâ estrechamente relacionada la siguiente: ^existe una cien­
cia trascendental, o sea, un primer prircipio o verdad que pu£
da ser considerada como la base de todos los demâs? Mas senci­
llamente, ^existe una verdad de la cual dimanan todas las de-
33

mâs? •
Esta es la nueva probxemStica en la que ahora hemos
de ahondar*

Verdadero estado de la cuestiôn

Balmes, despuôs de muchas paginas sobre la posiblll


dad o no de una ciencia trascendental humana, resume su pensa—
miento en estos tôrminos:

"«., recordaré el verdadero esta­


do de la cuestiôn. No busco un --
primer principio tal que ilumine
por si solo todas las verdades, o
que las produzca ^ sino una verdad
que sea condiciôn indispensable -
de todo conocimiento; por esto, -
no la llamo origen, sino punto de
apoyo; el edificio no nace del c^
miento, pero estriba en ôl.
Como un cimiento hemos de con­
siderar el principio buscado... "

AExiste un punto de apoyo para


la ciencia y para todo conocimien
to, sea o no cientifico? Si exis­
te, icuâl es?, iHay uno sôlo o —
son muchos? (59 ).

Dirlamos que este es el final de un proceso que —


élabora pacientemente nuestro autor, el resultado ya bastante -
luminoso de sus investigaciones.
Como se deduce del texto citado el primer principio
de los conocimientos se puede entender de dos formas radicalmen
te diferentes: o bien como una verdad de la cual dimanen todas
las demâs, o en cuanto que exprese una verdad de la que no se
pueda prescindir a no ser haciendo desparecer, con ella, todas
las demâs. En el primer sentido, dice Balmes, estariamos buscan
do un manantial; en el segundo sôlo un punto de apoyo para afi-
anzar sobre él todo el edificio:

"Esta cuestiôn ofrece dos senti—


dos: o se busca una primera ver—
dad, que contenga todas las demâs,
como la semilla, las plantas y —
34

los frutos, o se busca simplemen-


te un punto de apoyo; lo primero
da lugar a las cuestiones sobre -
la ciencia trascendental; lo se—
gundc produce las disputas de las
escuelas sobre la preferencia de
diferentes verdades con respecto
a la dignidad de primer principio"
(60 ).

De momento nos interesa centrar nuestra atencion -


en la primera cuestiôn. ^Existe una verdad de la que dimanan -
todas las demâs?. Balmes responde clara y categôricamente: "en
el orden de los seres « en el orden intelectual universal, ali­
en el orden intelectual humano, n o " . La respuesta abre un do­
ble campo a la investigaclôn: el de la verdad ontolôgica y el
de la verdad intelectual. Este es el pensamlento de Balmes:

"En el orden de los seres -verdad


ontolôgica- hay una verdad origen
de todas: D i o s . En el orden inte­
lectual absoluto hay también es­
ta verdad origen de todas: Dios .
En el orden intelectual humano —
-verdad intelectual- no hay una -
verdad origen de todas, ni en el
orden real ni en el orden ideal".
(61 ).

Esta verdad ontolôgica, esta unidad de origen, la


reconoce Balmes incluso en los sistemas pantèistas o ateos, ya
que unos y otros han de echar mono de alguna fuerza explicati-
va de la realidad.
Esta ciencia trascendental humana, esta posibili—
dad de quenuestro espiritu abrace todo el ser, es,en la condJL
ciôn actual, una "quimera". Eso si, aunque no es posible a
nuestro espiritu actualmente, tenemos algûn indicio de que
existe , pues en ese instinto de nuestro entendimiento para
simplificar, para reducir todo, o gran parte, a la unidad, de^
cubrimos un indicio,un anuncio, de esa ciencia ûnlca, "de esa
intuiciôn de la idea unica, infinita", Esa es también la con—
clusiôn a que nos lleva la realidad del "genio", cuando vemos
que se distingue por la unidad y araplitud de su concepciôn.
35

Veamos como va rechazando las diferentes posibili»


dades que podrlan originar esa "ciencia trascendental humana":

a) IMPOSIBILIDAD PE LA CIENCIA TRASCENDENTAL HUMANA


APOYADA EN LOS SENTIDOS

Seguimos, paso a paso, la elaboraciôn balmesiana a


la hora de descartar apoyos en que podrla fundamentarse la cien
cia trascendental humana.
^Donde encontrarlamos esa verdad? j^Donde estaria -
esa fuente o semilla de la que vendrian a manar el resto de —
las verdades o conocimientos?.
Una primera posibilidad es que dimanara de los sen-
tidos. Aqul nos hace ver el autor una doble realidad: por un let
do, la multiplicidad de sensaciones; por otro, la semejanza de
gradaciôn entre ellas. La conclusiôn de estas dos demostracio»
nés serâ la imposibilidad de que de los sentidos dimane esa —
"verdad trascendental"«

"Las sensaciones son tan variadas


como los objetos que las producen

Observando las impresiones que por


los sentidos recibimos podemos no—
tar q u e , con respecto a producir -
certeza, todas son iguales entre -
si. Tan ciertos estamos de la sen-
saciôn que nos causa un ruido cuaJL
quiera, como de la producida por -
la presencia de un objeto a nues--
tros ojos ...
Se infiere de lo dicho que no hay
una sensaciôn origen de la certeza
de las demâs..." (6 2 ).

Aun admitiendo q u e , filosôficamente, la certeza de


todas las sensaciones estuviese vinculada a una de ellas, no -
habrlamos solucionado el tema, pues seguiriamos atados a la —
fuerza de un hecho individual contingente y, por lo mismo, in-
vâlido para la explicaciôn del resto de conocimientos humanos,
conocimientos necesarios y universale s .
Critica, ya en este momento, la postura de Condi--
llac, comparando sus razonamientos a los de aquellos sacerdo--
36

tes que se ocultaban dentro de la estatua del idolo y desde —


alll emitian sus oraculos:
"No es la estatua que se va ani--
mando lo que plensa y habla; es -
Condillac que estâ dentro" (6 3 ).

El edificio de la estatua, arreglado sôlo a base -


de sensaciones trasformadas, se viene abajo en el momento en —
que se le exija no discurrir sino con esas sensaciones puras.
Por otra parte, si tuviese que apoyar la verdad de
las sensaciones en algûn principio del raciocinio, saldria del
terreno de las sensaciones, del campo donde intentâbamos bus--
car la "verdad trascendental",
Concluye Balmes de esta forma:
"De lo dicho résulta: primero,que
no se encuentra una sensaciôn or^
gen de la certeza de las otras,—
lo que me he contentado con indi-
carlo aqul, reservândome demostrar
lo al tratar de las sensaciones;-
segundo, q ue, aun cuando existie-
se esa sensaciôn, no bastaria a -
fundar nada en el orden intelec--
tual, pues con las solas sensaci^
nés, lejos de poder ser la base
de la ciencia trascendental, no -
sirven por si solas para estable-
cer ninguna ciencia, pues de ellas,
por ser contingentes, no pueden -
dimanar las verdades necesarias".
(64)

b) INSUFICIENCIA PARA LA CIENCIA TRASCENDENTAL


DE LAS VERDADES R E ALES

Balmes distingue bien claramente entre estas dos


clases de verdades. Estas son sus palabras:
"Llamo verdades reales a los he­
chos , a lo que existe; llamo idie
aies el enlace necesario de las
ideas. Una verdad real puede ex-
presarse por el verbo ser tornado
substantivamente,,., ; una ver--
dad ideal se expresa por el mis-
37

mo verbo tornado copulativamente,-


en cuanto slgnlflca la relaciôn -
necesaria de un predicado con un
sujeto, prescindiendo de la exis­
tencia de uno y de otro" (6 5 ),

Cuando afirmo, por ejemplo^ "yo soy", estoy expre-


sando una verdad r e a l , un hecho. Sin embargo, cuando digo: "lo
que plensa existe", estoy expresando una verdad ideal. Lo que
importa aqul es la relaclôn necesaria del predicado al sujeto.
No se afirma q u e , de hecho, alguien exista o piense, no; se —
afirma una relaciôn necesaria entre el pensamlento y el ser, -
es decir, si hay quien piensa, necesariamente tiene que exis—
tir.
Convendra no perder de vista que para Balmes la —
verdad consiste en la "realidad de las cosas". Nos recuerda en
varios lugares de su obra que cuando conocemos las cosas como
son en si "alcanzamos la verdad" (6 6 ).
Se ha planteado si Balmes hereda esta division de
las verdades o si hay que atribuirle a él la paternidad.y , den
tro de la primera posibilidad, si la herencia vendrla de la Es^
colâstica o, més bien, de algûn autor de la filosofla moderna
( ^Leibniz? ), Parece suficientemente aclaratoria la nota que
él mismo pone al final del capitule V£, Libro I, de su Filoso­
fla Fundamental:
"En estas materias son dignas de
leer se las obras de los escoléstjL
COS : al tratar del objeto de la -
ciencia son a un tiempo exactes y
profundos. Diflelimente se puede
excogitar nada con respecto a las
clasificaclones de verdades que -
ellos no hayan explicado o indic^
do" (67).

Hechas estas pequcnas aclaraciones sobre la verdad,


sus clases y el origen de la divisiôn, volvemos a la llnea prin
cipal de su argumentaciôn. Podriamos formuler la siguiente te­
sis : ninguna verdad real finita puede ser origen de todas las
demns.
La condiciôn de esta clase de verdad es que expre-
38

sa un hecho particular, contingente; y esta es la raz6n por la


que no puede alcanzar a ser fuente o semilla, para seguir las
met&foras balmesianas, de las demàs verdades reales, ni tampo-
co de las verdades idéales.
Si viésemos intuitivamente la existencia infinita,
entonces si, entonces conoceriatnos una verdad real origen de -
todas. Pero ocurre que esta, la verdad infinita, solo nos es
accesible por el discurso, discurso que, lôgicamente, est& mon
tado sobre la existencia de lo finito; luego, si prescindimos
de éste, ni es posible el discurso, ni es posible la noticia -
de la verdad infinita. Asl pues, por este camino no nos es po­
sible esa ciencia anhelada:
"Con sôlo prescindir de lo finito
se hunde todo su discurso -el de
cualquier hombre- ...” (6 8 ).

Por tanto, y dado que esa verdad real infinita no


nos es posible en el estado actual, aunque tomemos la verdad -
real mâs segura, el hecho m&s cierto que se pueda imaginar, no
sacamos de él nada si no se le fecunda con otras verdades ide^
les. En definitive, seguiriamos con la imposibilidad de dedu--
cir de una verdad particular y contingente el resto de las ver
dades necesarias y universales.
Sin fecundar estes hechos por las verdades idéales
no hemos dado un paso en la ciencia. El mismo Descartes, nos
dice Balmes, al consigner el hecho del pensamiento y de la —
existencia, pasaba, sin casi advertirlo, del orden real al or
den ideal; es decir, fecundaba el hecho individual, con la --
verdad universal y necesaria, y esto apoyandose en la legiini-
dad de la evidencia de las ideas.
Por eso, puede concluir Balmes diciendo que este -
a ut o r , que con tanto empefio buscaba la unidad, se encontraba,
ya desde el primer momento, con una triplicidad: "un hecho, -
una verdad objetiva, un criterio".
"Un hecho, en la conciencia del
yo; una verdad objetiva, en la -
relacion necesaria del pensamien
to con la existencia; un crite—
rio, en la legitimidad de la ev^
39

dencla de las ideas" (6 9 ).

Esto es un ejemplo de como un hecho, una verdad re


al, por fuerte y cierta que sea, como es el hecho de la conden
cia, no puede ser fuente de todas las demas verdades, no puede
ser origen de esa ciencia trascendental de que estâmes hablan-
do .
Y esto lo defiende Balmes aun en el supuesto de —
que, en el orden de la creacion, hubiose un hecho primitive -
origen de todo el universe. Todavia, y en este supuesto, nos -
quedaria por explicar todo el orden ideal, infinitamente mayor
que el de las existencias finitas.
Todavia mas, aun suponiendo el descubrimientô de -
una ley simple, que preside el desarrollo de todas las demâs...
"^qué sabriamos del mundo de las intelLgencias y del de la po-
sibilidad?"
Conclulmos, con Balmes, qua no hay ninguna verdad
real que se pueda ofrecer como fundamento de esa "ciencia tra^
cendental" humana.

c) TAMPOCO LA FILOSOFIA DEL "YO" PUEDE PRODUCIR


LA CIENCIA TRASCENDENTAL

Ya hemos descartado que la ciencia trascendental -


pueda apoyarse ni en el testimonio de los sentidos ni en nin­
guna verdad real. Pero, ^.no podrâ ser el "yo" la fuente valida
que se anda indagando? Vamos a examinarlo.
Balmes analiza como el testimonio de la conciencia,
que en si es incontrovertible, no es suficiente en el caso de -
que sobre él pretendamos monter todo el edificio de la ciencia.
Utilizando nuevas metéforas, a las que recurre con alguna fre-
cuencia, nos viene a decir que ésta, la conciencia, es "un an-
cora",no un "faro", que basta para que la inteligencia no nau-
frague totalmente, pero que es innecesaria para mostrarle y —-
conducirle por todos sus posibles derroteros. Para que los he­
chos de conciencia tengan todo el valor cientlfico es necesa—-
40

rio objetivarlos.
Aqul encuontra nuestro autor el origen de "la oscu
ridad y esterilidad" de la filosofla alemana. Concede que Kant,
al fijarse en el sujeto y no destruir la objetividad en el mun
do interior, aunque tiene errores que no puede admitir, ofrece,
sin embargo, muchos puntos luminosos al entendimiento. Fichte
fue mas allâ, se instalô en un simple hecho de conciencia y no
encontrô mas que "regiones tenebrosas o contradicciones"(7 0 ).
Puesto que el "yo" no es visto intuitivamente, si-
no que solamente se ofrece medianto sus propios actos, Balmes
puede decir:
"El yo considerado en si no es —
pim to luminoso; es un sustentficu-
lo para el edificio de la razôn;-
mas no la régla para construirle.
La verdadera luz se halla en la -
objetividad; pues en ella esta —
propiamente el blanco del conoci-
miento. El yo no puede ni ser co-
nocido, ni pensado de ninguna mè­
nera , sino en cuanto se toma a si
mismo por objeto y, por consiguien
te, en cuanto se coloca en la li­
ne a de los demâs seres para suje­
ter se a la actividad intelectual
que solo obra en fuerza de las --
verdades objetivas"(7 1 )*

Queda claro,pues, que el yo, como t e l , como suje­


to, no puede serpunto de partida para la ciencia, aunque cier
tamente sea su punto de apoyo, Balmes recurre al argumente de
siempre: lo individual -séria la ciencia de un individu© y con
ciencia concretas- no es valido para lo universal y necesario.
Y ese es el salto que dariamos de construir todn la ciencia s^
bre el "yo".
Por mas que se analicen los hechos de conciencia,-
jamâs encontraremos uno que pueda engendrer la luz cientifica :

"Estas consideraciones derriban -


por su cimiento el sistema de —
Fichte y de cuantos toman el yo -
humano por punto de partida en la
carrera de las ciencias. El yo en
si mismo no se nos présenta; lo -
4l

que conocemos de él lo sabetnos —


por sus actos; ... "(72 ).

Dada esta condlciôn de poder accéder al "yo" segûn


sus respectlvos actos, condlciôn que coincide con el resto de
los objetos, solamente podremos llegar a él, a su esencia, por
algûn tipo de raciocinio.
Todavia se expresa mas categôricamente Unîmes en -
las consideraciones siguientes:
"El pretender que del ^o subjeti-
vo surja la verdad es comenzar —
por suponer al yo un ser absolute,
infinite, origen de todas las ver
dades y razôn de todos los seres,
lo que équivale a comenzar la fi­
losofla divinizando el entendimien
to del hombre. Y como a esta div^
nizaciôn no tiene més derecho un
individuo que otro, el admitirla
équivale a establecer el pantels-
mo racional, que como veremos en
su lugar, dlsta poco o nada del -
panteismc absolute" (7 3 )»

Estas son las consecuencias a que nos llevarla, s^


gûn nuestro autor, la pretensiôn de fundamentar la ciencia —
trascendental en el "yo".
Ademés, si examinamos un poco detenidamente nues--
tra conciencia, veremos como nos confiesa que las verdades ne ­
cesarias y universales mas que fundarlas o crearlas, lo ûnico
que hace es "conocerlas". Elias "ahl estân". Por ejemplo, si -
meditamos en esta proposiciôn: "Es imposible que, a un mismo -
tiempo, una cosa sea y no sea" y preguntamos si la verdad de -
la misma nace en y de nuestro pensamiento, de nuestro "yo", --
nuestra conciencia nos atestigua, sin ningun género de d u d a , -
que no. Antes de mi conciencia existia esa verdad; aunque yo -
no la pensera ahora también existirla. El "yo" no es mas que -
"un ojo que contempla el sol, pero que no es necesario para la
existencia del sol".
Por otra parte, todo conocimiento exige un objeto.
Podemos interroger: ^Cuél es el objeto en el acto primario que
se husca, segûn esta filosofla del puro ÿo7 Si respondemos que
42

es el no y o , entonces, autométicamente, hemos destruldo esa fi


losofia para caer en las que afirman otras verdades objetivas.
Si respondemos que es el mismo yo, cabe una doble posibilidad:
que sea en sus actos, y entonces todo se reduce a un mero anâ-
lisis ideolôgico y no hemos adelantado nada; o bien, que sea -
el yo en si, pero éste ya hemos visto que no es posible ser co
nocido intuitivamente. En cualquier caso se nos cierra la puer
ta al verdadero camino de conocimiento que estâmes buscando.
De entre todos los defensores de esta filosofla --
del yo, y como ya hemos apuntado, critica especialmente la --
postura de Fichte;
"Fichte comienza su obra titulada
Doctrina de la ciencia diciendo -
que se propone buscar el princi—
pio mas absolute, el principle ab
solutamente incondicional de todo
conocimiento humano. He aqul un -
método errôneo: se comienza por -
suponer lo que se ignora, la uni­
dad del principle, y ni aun se —
sospecha que en la base del cono-
cimiento humano puede haber una -
verdadera multiplicidad. Yo creo
que la puede haber, y que la hay
en eCbcto ; que las fuentes de ---
nuestro conocimiento son varias,-
de érdenes diverses, y que no es
posible llegar a la unidad sino -
saliéndose del hombre y remontân-
dose a Dios" (?4).

El texto nos ofrece no solo una critica al esfuer-


zo de Fichte por fundamentar todo en el "yo", sino también apim
ta a la solucion verdadera: la multiplicidad de criterios para
solucionar el problema del conocimiento y de la ciencia. Por -
el momento, solo queremos detenernos en la primera parte; ha-
bré ocasiôn oportuna para el desarrollo pormenorizado de la sei
gunda.
Segûn esto, todo el esfuerzo del filôsofo alemnn -
ha sido invalide a la hora de querer fundamentar la ciencia —
trascendental. Para Palmes o no va més alla de Descartes, o se
limita a un vano juego de palabras. Cita al mismo Fichte: " Si
este principio es verdaderamente el mas absolute, no podré ser
43

ni defendido ni demostrado. Debera expreaar el acto que no se


présenta ni puede presenterse entre las determinaciones empir^
cas de nuestra conciencia; por el contrario, sobre él descansa
toda conciencia, y solo él la hace posible" (1® parte/l) (7 5 )•
Le indigna a Balmes que el filôsofo, sin ningun an
tecedente ni razôn, asegure que el primer principio debera ex-
presar un acto. i Por qué no podrla ser una verdad objetiva? -
Esto ha sido el punto de partida de los filôsofos anteriores,-
incluse el de Descartes, cuando parte de que "todo lo que pien
sa existe".
"La observaciôn que precede sena-
la uno de los vicies radicales -
de la doctrina de Fichte y otros
filôsofos alemanes, que dan a la
filosofla subjetiva, o del sujeto,
una importancia que no merece"(7ô)

El camino iniciado por Fichte, camino hacia un ac­


to de conciencia enteramente puro, sin ninguna determinaciôn,-
no es posible. Si toma el acto en un sentido muy lato, como --
substratum de toda conciencia, "no hace mas que expresar en -
otros térmlnos la idea de sustancia"; si habla de un acto pro­
piamente dicho, no puede estar libre de toda determinaciôn, —
"so pena dedestruir suindividualidad y su existencia"(7 7 )• -
Es decir, no sepiensa sin pensar algo ni se quiere sin querer
algo. En todo acto de conciencia hay determinaciôn.
Todavia ahade Balmes lo siguiente:

"El acto indeterminado de Fichte


no es mas que la idea de acto en
general ; el filôsofo alemnn creyô
haber hecho un gran descubrimien­
to cuando en el fondo no concebla
otra cosa que el principio de los
actos, es decir, la idea de sus—
tancia aplicada a ese ser activo
cuya existencia nos atestigua la
conciencia misma"(7 8 )«
"Pero, desgraciadamente, ese
yo misterioso que se nos hace apa,
recer en el vestibule mismo de la
ciencia y que, a los ojos de la -
sana razôn, no es ni puede ser --
otra cosa que lo que fue para De^
44

cartes, a saber, el esplritu hum^


no, que conoce su existencia por
su propio pensamiento, va dilatén
dose en manos de Fichte como una
sombra gigantesca que, conienzando
por un punto, acaba por ocultnr -
su cabesa en el cielo y sus pies
en el abismo" (7 9 )»

La posibilidad del "yo" puro se nos muestra también


incapaz de fundamentar esa ciencia trascendental humana. En —
las conclusiones que saca Balmes al final del capitule 12, li­
bre 1, de la Filosofla Fundamental, en la numéro l6 escribe: -
"Luego la filosofla del yo, o la que qulera explicar el mundo
interne y externe partiendo del yo, es imposible, y comienza -
por prescindir de uno de los hechos fondamentales de la psico-
logla" (8o).

d) LA CIENCIA TRASCENDENTAL Y LA IDENTIDAD UNIVERSAL

Otra posibilidad se ha buscado en la llamada iden-


tidad universal. Esta posibilidad se nos muestra, en principio,
bastante problematica a poco que se observe. En efecto, compr^
bamos que més que unidad lo que encontramos, tanto a nivel in
terno como externe, es la multiplicidad. A nivel interne : mul­
tiplicidad de ideas, de percepciones, de juicios, etc. A nivel
externe: multiplicidad de seres, de apariencias, etc. Surge, -
inevitablemente una pregunta, ^dônde esta, pues, la unidad y -
la identidadî.
Y, sin embargo, esto se ha defendido. Se ha queri-
do mostrar que el mundo exterior es, " o una pura apariencia,-
o un ser que nada tiene de semejante a lo que se figura el g^
nero humano". Se ha qnerido mostrar un yo origen de todos los
seres, o mejor dicho, un ser ûnico del cual todos los demâs no
son sino modificaciones fenomenales:

'IgCreerân los lectores que flnjo -


un sistema para tener el gusto de
combatirle? Nada de eso, la doc--
trina que se acaba de exponer es
la doctrina de Shelling" (8 l).
45

Apunta como una de las causas de este error es la


oscuridad en el problema del conocimiento, el olvido de que el
conocer es una accion inmanente, y al propio tiempo relative a
un objeto externo -salvamos el caso en que el ser inteligente
se toma a si mismo por objeto con un acto reflejo-, Reconoce -
Balmes que en esta acciôn hay problèmes dificiles, dificulta—
des gravlsimas, pero no por eso se ha de recurrir al abandono
de la empresa y a la bûsqueda de caminos inaceptables.

La representacion es un hecho; ^como se explica? -


^no esté indicando que en el fondo de r:odas las cosas hay una
unidad, una identidad? Respuesta de Balmes:
"No, no es asi; no puede ser a s l ;
esto es un absurdo que la razon -
més extraviada no alcanza a devo-
rar" (8 2 )

La identidad universal, por tanto, no explica la -


realidad, més bien confonde. No explica el hecho del conocimien
to, pues en él vemos que hay dualidad, sujeto y objeto, perceg
ciôn y cosa percibida; y esto aun cuando, por hipôtesis, nos -
tomemos a nosotros como objetos de reflexion.
Balmes se extiende largamente en la prueba de esta
dualidad del conocimiento como uno de los hechos primitivos y
fundamentals8 de nuestra conciencia, del hecho del conocimien­
to. Concluye:
"Los sostenedores de la identidad
universal, a mas de contradecir -
uno de los hechos primitivos y --
fondamentales de la conciencia, -
no adelantan nada para explicar -
ni el origen de la representacién
intelectual ni su conformidad con
los objetos" (8 3 ).

También en las conclusiones del capitule 12, que -


hemos citado anteriormente, afirma categôricamente lo siguien-

"Luego la doctrina de la identi—


dàd universal es absufda también;
pues que da a la materia inteli--
gencia e inteligibilidad inmedia-
ta, cuando no puede tener ni uno
46

ni otro" (84 ).

•) LA "REPRESENTACION" Y
LA CIENCIA TRASCENDENTAL HUMANA

Todavia hemos de examiner otros esfuerzos que se -


han dado en este intento de bûsqueda de una verdad real de la
que dimanen todas las demâs.
Esta verdad real tendria que ser percibida, como -
es lôgico, inmediatamente. En otro caso, perderia su catégorie
de primera y todo se nos vendria abajo. Como esta inmediacion
no la tiene sino el yo para consigo mismo, el hecho buscado ha
bria de ser el propio yo. Es absurdo que el yo sea el origen -
de todo lo que existe, pero no que sea principio representati­
ve de eso mismo. (No se podria admitir que existe un hecho re­
pr e sent at ivo de todo lo que el humano entendimiento puede cono
cer?. Este séria el yo y le habriamos de concéder una fuerza -
representative de todo el mundo interior y exterior:

"Esta explicaciôn recuerda el fa-


moso sistema de las mônadas de —
Leibniz, sistema ingenioso, arran
que sublime de uno de los genios
mâs p oderosos que honrnron jamâs
al humano linaje" (85).

Luego de reconocer Haïmes los raéritos que cree en-


contrar en el autor de la Monadologia le hace también sus cri-
ticas. Afirma, en primer lugar, que su maravillosa concepciôn
es solo una hipôtesis. En este caso, dirâ, no sirve para expl^
car nada, a no ser que queramos convertir la filosofla en un -
simple juego de combinaclones ingeniosas. Pero, aun suponiendo
que concedemos al yo la fuerza representative, a modo de un e^
pejo que refieja todo, no tendriamos explicado el orden y com-
binaciôn de todas las representacione s .
Sin embargo, y en aras de la verdad, reconoce Haï­
mes que Leibniz jamâs se ha planteado el problema de fundar t£
da la ciencia en un solo hecho.
47

f) IMPOSIBILIDAD DE ENCONTRAR EL PRIKER PRINCIPIO

EN EL ORDEN IDEAL

Lo que no hemos encontradc en el campo de los he--


chos, tampoco lo hallaremos en el campo de las ideas:
"pues no hay ninguna verdad ideal,
origen de todas las verdades"(86),
Hemos visto que la verdad ideal es la que expresa -
relacion necesaria de ideas, prescindiendo de la existencia de
los ohjetos a que se refieren. De ahl, y por lôgica consecuen--
cia, puede concluir Balmes*
" luego résulta en primer lugar —
que las verdades idéales son abso-
lutamente incapaces para producir
el conocimiento de la realidad"(87)

Es decir, que para conducir aalgûn resultado segu-


ro en el orden de las existencias, lus verdades idéales necesi-
tan un hecho al que se puedan apiicar « Sin esta condiciôn, por
mâs fecunda que supongamos la veidad ideal en su propio orden,-
para nada nos sirve en orden a la explicaciôn y conocimiento -
dé los hechos* De la misma forma q u e , sinla verdad ideal, el -
hecho queda en su individualidad aislada,incapaz para el cono­
cimiento como tal,asi la verdad ideal, separada del hecho, per-
manece en el mundo lôgico.
Balmes pone el ejemplo del mismo principio de con--
tradicciôn en favor de su pensamiento. Pregunta, iqué se adelan
ta con este principio solo? Nada, pues, si no se pone la condi­
ciôn de la existencia o no existencia, el si y el no son indife^
rentes en el orden real; "nada se sabe con respecto a ellos, —
por grande que sea la evidencia en el orden ideal".
El orden ideal, por su propia cuenta, tampoco es su
ficiente para la explicaciôn universal de todos los conocimien-
tos, para la ciencia trascendental.
La uniôn de los dos ôrdenes, el real y el ideal, el
de los simples hechos y el del pensamiento, es lo que nos puede
garantizar la auténtica ciencia:
48

"Para pasar del mundo lôgico al -


mundo de la realidad, bastarô un
hecho que alrva como de puente; -
si le ofrecemos al entendimiento,.
las dos riberas se aproximan, y -
la ciencia nace. Yo siento, yo —
pienso, y existo. He aqul hechos
de conciencia; comblnese uno cua^
quiera de ellos con el principio
de contradicciôn, y lo que antes
eran intuiciones estériles se de-
senvuelven en raciocinios fecun—
dos, que se dilatan a un tiempo -
por el mundo de las ideas y el de
la realidad" (88),

La uniôn de estos dos ôrdenes produce la luz, mien


tras que con la separaciôn nos quedamos o en una intuiciôn ab^
tracta y vaga o en una verdad particular que, por si sola, na­
da nos puede dar de verdaderamente cientlfico.
Con todo ello Balmes nos ha demostrado la imposibjl
lidad de la llamada "ciencia trascendental humana", la imposi­
bilidad de encontrar e sa verdad "fuente" o "semilla" de la que
dimanen todo el resto de las verdades.
49

NOTAS

1 ) Centenario de Balmes, I-II, pag, 443 -444 . Santander(1910 )


2 ) F.F. , 1 ,1,1 II, pég. 8
3 ) F.F. , 1 ,1,2 II, pag* 9
4 ) F.F. , 1 .1,3 II, pag. 9
5 ) F.F. , 1 ,2,5 II, pég. 11
6 ) F.F. , 1,34,337 II, pag. 181
7 ) F.F. , 1,2,8 II, pag. 12
8) F.F. , 1 ,2,14 II, pag. 15
9 ) F.F. , 1 ,2,14 II, pag. 15
10 F.F. 1 ,2,9 II, pég. 13
11 F.F. 1,2,11 II, pag. 13
12 F.F. 1,2,15 II, pég. 15
13 F.F. 1,2,15 II, pag. 15
14 F.F. 11 ,4,24 II, pég. 203
15 F.F. 11 ,4,24 II, pag. 204
16 F.F. 1,2,8 II, pag. 18
17 F.F. 1,18,172- 3 II, pag.92
18 F.F. 1,2,15 (nota) II , pag l6
19 F.F. 1.34,337 II, pâg. 181
20 Ibidem
21 F.F. 1,3.16 II, pag. 16
22 F.F. 1,3,25 II, pég. 19
23 F.F. 1,3,25 II, pag. 19
24 F.F. 1,3.26 II, pég. 19
25 F.F. 1,3.27 II, pag. 20
26 F.F. 1,3,28-9 II, pag. 20
27 F.F. 1,3,30 II, pag. 21
28 F.F. 1,3,31 II, pag. 21
29 F.F. 1 ,3,35 II, pég. 22
30 F.F. 1,4,36 II, pâg. 22
31 F.F. 1 ,5,57 II, PÔg. 31
32 F.E. Ideologla pura, l4 , 170 III, pag. 278
33 F.F. 1 ,2,4 (nota) II, pag. 10
34 F.F. 1,9,100 II ,pâg. 54
50

(35 ) CUESTA, Salvador; Balmes, maestro de su tiempo y del nuea-


t r o . pag. 212 , ESTUDIOS SOBRE B. (Vich) 1972 .
(36) CUESTA,S., O.C., pag. 2l4
(37) CUESTA,S., O.C., pâg. 215

(38) CUESTA,S., O.C., pag. 217


(39) CUESTA,S., O.C., pag. 215
(40) CUESTA,S., O.C., pag. 223
(41) F.F., 1,2,14 II, pag.15
(42 ) ROIG GIRONELLA,J ., S.J.: Balmes Filosofo. Ed. Balmes, Bar­
celona (1969), p â g ., 36.
(43) Ibidem, pag. 37
(44 ) Ibidem, pag. 38
(45) Ibidem, pag . 38
(46 ) Ibidem, pag. 39
(47 ) ROIG GIRONELLA,o.c., pag. 40
(48 ) F.F . , L, 1 ,2,14 II, pag.15
(49 ) CUESTA,S., O.C., pag. 226
(50) F.F . , 1,18,173 II, pag. 93-4
(51) RUIZ DEL CASTILLO,C.: El buen sentido en Balmes. Conferen-
cia pronunciada en Vich en el centenario de la muerte de -
B. ESTUDIOS SOBRE B. Vich (1972 ), p&g . , 102 - 103 .
(52) Ibidem
( 5 3 ) ROIG GIRONELLA,!., o . c . , pâg. 29.
(54) ROIG GIRONELLA,J Estudios de Metafisica. Barcelona,(1959 )
pag. 200.
(55) F . F . , 1 ,1,3 11,9
(56) ZARAGUETA,!., GONZALEZ, I., MINGUIJON,S ., CORTS GRAU,J .,:
Balmes. Filosofo, social, apologista y politico. Instituto
Balmes de sociologla. Madrid, 1945 , p â g . 11 - 129 ;(97 )
(57) ROIG GIRONELLA,!.: Criterio de El Criterio. RAZON Y F E ,130
(1944 ), Madrid, pâg. 537- 550 .
(58) LLORENS Y BARBA: Lecciones de Filosofla. Publicaciones de -
la Facultad de Filosofla y Letras. Barcelona (1920 ), Tomo
II, pâg. 172.
(59) F.F., 1 ,15,143 11,77
(60) F.F . , 1,34,337 11,182
51

(6 l ) Ibidem
(62) F.F. , 1,5,54-55 II, pag. 30
(63) F.F. , 1,5,61 II, pag. 32
(64 ) F.F. , 1,5,63 II, pag. 33
(65) F.F. , 1,6,65 II, pag. 34-5
(66 ) Criterio, 1,1 I I I , pag. 553
(67) F.F. , 1,7,69 (nota) II, pag. 37
(68 ) F.F. , 1,6,67 II, pâg. 35
(69 ) F.F. , 1 ,7,68 II, pâg. 36
(?o) F.F. , I, 7,71 II, pâg. 38
(71) F.F. , I, 7,71 II, pâg. 38
(72) F.F. , 1,7,74 II, pâg. 4o
(73 ) F.F. , 1 ,7,75 II, pâg. 4o
(74 ) F.F. , 1 ,7,79 II, pâg. 42
(75 ) F.F. , 1,7,80 II, pâg. 42
(76) F.F. , I, 7,80 II, pâg. 42
(77) Ibidem
(78) F.F. , 1,7,80 II, pâg. 44
(79 ) F.F. , 1,7,83 II, pâg. 46-47
(80) F.F. , 1,13,125 II, pâg. 70
(81) F.F. , 1,8,87 II, pâg. 49
(82) F.F. , 1,8,90 II, pâg. 50
(83) F.F. , 1,8,98 II, pâg. 52
(84 ) F.F. , 1,12,125 II, pâg. 70
(85) F.F. , 1,10,107 II, pâg. 58
(86 ) F.F. , 1,14,138 II, pâg. 75
(87) F.F. , 1,14,138 II, pâg. 75
(88 ) F.F. , 1 ,14,139 II, pâg. 76
52

C A P I T U L . O III

S is te m a s U n il at ér al es

En la formulaciôn de este nuevo capitule se trata


de expresar aquella ralz ultima por la que Balmes Juzga que —
una serle de sistemas filosoficos son invâlidos, infructuosos,
a la hora de solucionar el problema del conocimiento: la unila-
teralidad,

No se ha de olvidar, como se ha visto en el capltu


lo precedente, que no hay ninguna verdad, ni real ni ideal, de
la que pueda dimanar el resto del edificio filosofico. Ello --
nos obliga a restringir nuestra investigacion a lo que Balmes
llama "punto de apoyo para la ciencia".
Estas advertencias harân mâs fâcil la comprensiôn
de este capitule, es decir, las crlticas que Balmes formula —
contra una serle de sistemas q u e , en el fonde, por uno u otro
lado, cometen el mismo defecto: la unilateralidad.

Salvando la multiplicidad de variantes de los dife^


rentes autores y sistemas, se puede afirmar, en lineas généra­
les, que el fiel que marca los âmbitos de esas interpretacio--
nes va desde la unilateralidad de los hechos, por un lado, a -
la unilateralidad de la razôn, por el otro. Recogemos este tes
53

timonio de ROIG GIRONELLA: "Unoa parten de los hechos; tanto -


si son externos y nos atestiguan de ellos los sentidos, como -
si son internos y nos los da directamente la conciencia, siem­
pre la fuente de informacion seré segûn estos filôsofos la con
ciencia. Balmes les demuestra que la conciencia se requiere, -
pero que no basta: que o bien llegarân con su uso exclusivo a
un callejôn sin salida (porque con solo hechos sin principios
universales no se hace ciencia), o bien padecer&n una iluciôn
al ilusiôn al imaginarse que después de haberse encerrado en -
la conciencia pueden salir de ell a : Descartes (o Husserl, ana-
diriamos ahora) iroaginô que con ella sola fundaria una sistema^
tizaciôn ..."(1),
Otros pretenden partir del ejercicio racional de -
demostraciôn, con evidencias estrictas: tal Espinosa, o K a n t ,-
o Fichte, o Hegel, etc., o aun Descartes, una vez admitido el
primer testimonio de conciencia. ...Balmes demuestra que son -
inconsecuentes, que son poco exigentes consigo mismos, que lô­
gicamente no podrlan dar los saltos que creen dar, de la esen­
cia al existir ..."(2).

Exponemos los principales sistemas que estudia el


mismo Balmes:

a) BALMES Y EL RACIONALISMO CARTESIANO

Uno de los puntos mas debatidos, en esta nueva —


cuestiôn que hemos enunciado, se reflore, sin ninguna duda, a
la relaciôn entre Balmes y Descartes. Se han planteado varios
interrogantes: ^conocimiento?, ^influencia?, ^critica? ... Las
interpretaciones de los autores posteriorss no estan unanime"-
mente de acuerdo a la hora de valorar esta relaciôn.
FONT Y PUIG, analizando el tema del conocimiento -
en Balmes, viene a concluir q u e , desde este punto de vista, se^
gûn el pensamiento de Balmes, todos los razonamientos sobre la
legitimidad de nuestra certeza, sobre la posibilidad del cono­
cimiento y sobre la trascendencia del conocimiento descansan -
en la presencia indudable del "pensar", ya que no es posible -
dudar sin pensar: "De lo dicho se desprende que en realidad, -
estudiando el libro primero de la Filosofla Fundamental, y
otros lugares complementarios, la doctrina critica de Balmes -
se asemeja a la de Descartes mâs que a la de ningun otro clâsi
CO de la filosofla" (3 )«
Por otro lado, en los escritos de nuestro autor, -
encontramos citas altamente significatives. Por ejemplo en el
capltulo II de su popular obra El Criterio habla de Descartes
con un gran respeto y simpatia, y valora sus pensamientos como
"una colosal concepciôn" (4 ).
En otro momento de la misma obra escribe:
"La duda de Descartes fue una es-
pecie de revoluciôn contra la au-
toridad cientlfica y , por tanto,-
fue llevada por muchos a una exa-
geraciôn indebida ... La autori--
dad de algunos escritores se ha--
bla levantado mâs alto de lo que
convenla, y era menester un Impe-
tu como el de la filosofla de Des^
cartes para derribar a los Idolos"
(5 ).

Estudiando la filosofla de Fichte y comparandola -


con el pensamiento cartesiano también son para este los hono—
res cuando exclama sin titubeos: ICuân grande parece Descartes
al lado de Fichte I Al consigner el hecho del pensamiento en —
uno y otro autor reconoce que Descartes lo hace de una manera
Clara y cabal, mientras que F ichte da largos rodeos y descon--
cierta. Concluye: "lo primero, es propio del genio; lo segundo,
del sofista" (6 ).
Los testimonios que acabamos de recoger podrlan —
darnos la impresiôn de que Balmes es un fiel admirador y disc^
pulo, sin mâs, del pensamiento cartesiano. No es cierto.
Una dosis de "herencia de modernidad" si tenemos
que reconocer. Las salpicaduras de lo que pudo suponer la rev-o
luciôn cartesiana en filosofla han llegado hasta nuestro autor.
El planteamiento del problema del conocimiento y las cuestiones
que lleva implicadas, la consideraciôn de la Critica por encima
de la Ontologia, es algo que se nota en la obra del filôsofo -
55

de Vich, Yo me atrevo a decir mas: Descartes planteô un grave


problema de division radical de los dns mund o s , el del pensa--
miento y el de la extensiôn, y no hali6 forma digna racional -
de resolverlo; tampoco lo hicieron sus inmediatos seguidores,-
sino que a veces hicieron mâs profundo el abismo, ^séria aven-
turado decir que es la soluciôn balmesiana la respuesta justa
a tal problema?.
Trataremos de seguir, paso a paso, la verdadera re^
lacion entre estos dos pensadores.
Comienza Balmes uno de sus capitules del libro prJL
mero con estas preguntas:
"iEstoy seguro de que existo? Si.
^Puedo probailo? No. La prueba su
pone un raciocinio; no hay racio­
cinio solide sin principio firme
en que estribe; y no hay princi—
pio firme si no esté supuesta la
existencia del ser que raciocina"
(7 ).

Esta es la tesis que trata de defender en este ca­


pitule citado, que nuestra existencia no puede ser demostrada,
puesto que la conciencia que de ella tenemos es "tan clara y -
tan viva" que no nos deja la menor incertidumbre de la misma.
"Lejos de que todo sea demostra—
b l e , se puede demostrar que hay -
cosas indemostrables" (8).

Sin esta presencia intima de nuestros actos inte—


riores -prescindimos ahora de las cuestiones que puedan llevar
anejas-, sin este dato de conciencia, es imposible que nos em~
penemos en dar ni un paso en nuestros conocimientos.
Comenta Balmes que el principio cartesiano "pienso,
luego existo", séria, ciertamente, insostenible si se present^
se como un verdadero raciocinio. Pues, en el supuesto de una -
duda universal, con qué razôn se podria partir de unos princi­
pios para formar ese supuesto raciocinio; ciertamente, con nin
gu n a .
Las palabras de Balmes ne pueden ser mâs claras:
"He a q u l , si no me engano, la men
te de Descartes: "Yo quiero dudar
56

do todo; me retraigo de afirmar -


como de negar nada; me alslo de -
cuanto me rodea, porque ignoro si
esto es algo mâs que una ilusiôn.
Pero, en este mismo aislamiento,-
me encuentro con el sentimiento -
Intimo de mis actos interiores, -
con la presencia de mi esplritu:-
yo pienso, luego soy ; yo pienso,-
asl lo experimento de una manera
que no me consiente duda ni incer
tidumbre; luego soy, es decir, —
ese sentimiento de mi pensamiento
me hace sabedor de mi existencia"
(9) .

No h a y , pues, ningun tipo de raciocinio; hay la --


simple consignaciôn de un hecho q u e , en su plena comprensiôn,-
lleva la vision de la existencia como algo identificado con él.
El verbo "identificar" lo pone el propio Balmes.
Este modo de procéder cartesiano es mucho mâs uni­
versal de lo que, a primera vista, nos pudiera parecer. Los -
pasos que da Descartes son, nos dice Balmes, los que da todo -
filôsofo. Si quiere dudar de todo es, precisamente, porque —
quiere examinar el origen y certeza de sus conocimientos. Pero,
racionalmente hablando, ^en qué consiste esta dud a ? , ^es real
y verdadera? No, esto séria imposible:

"El hombre, por ser filôsofo, no


alcanza a destruir su naturaleza;
y la naturaleza se opone invenci-
blemente a esa duda rigurosa"(10 )

Positivamente afirma que no es sino una ficciôn, -


como ya hemos senalado anteriormente, una no atenclôn a un con
veneimiento que abrigamos, y que lo hacemos a cada paso en el
resto de las ciencias.
La segunda parte del método de Descartes consiste
en tomar el pensamiento propio por punto de partida (11 ).(Hace
notar muy bien Balmes que Descartes bajo la palabra "pensamien
to" entendis todo aquello de que tenemos conciencia inmediata,
no sôlo el pensamiento entendido en un sentido puramente inte­
lectual . )
57

Es decir. Descartes "arruina" todo con la duda, ex


cepto la conciencia de si mismo, que le es imposible arruinar.
Asl es, también, nos diré, como procedemos ordinariamente:

"Todos los trabajos ideolôgicds -


comienzan, pues, por la consigna­
ciôn del hecho de la conciencia -
de nuestras ideas, y no puede ser
de otro modo con respecto a la —
certeza" (12).

b) VALORACION DEL PRINCIPIO CARTESIANO

Balmes se pregunta si el principio de Descartes, -


tomado en el sentido correcto, merece o no el tltulo de princ^
pio fundamental.
"^El principio "yo pienso" -dice- depende de otro?"
Si se entiende por este principio el simple hecho de conciencia,
es évidente que no. Para nuestro entendimiento, nosotros somos
el primer dato; todo lo que conocemos supone nuestra concien—
cia :
"Si la suprimimos, lo destrulmos
todo; y si ensayamos el destruir-
lo todo, ella permanece" (13).

Si se entiende por tal principio una proposiciôn,-


entonces debe de haber dimanado de un raciocinio ; y asl no pue^
de ser el principio fundamental de nuestros conocimientos.
Faltando los demâs principios, ^falta también el -
présente? Vale la misma distinciôn: como simple hecho, no; co—
mo proposiciôn, si.
Admitido el principio "yo pienso", ^puede ser con
ducido a la verdad, al menos indirectamente, quien niegue los
demâs? Reducir por raciocinio a quien niega todos los princi—
pios, incluso el de contradicciôn, es imposible. No hay otro -
camino que llamarle la atenciôn sobre si mismo, gritarle con -
ânimo de despertar su razôn.
Ahade en una nota que con respecto a la distinciôn
entre el testimonio de la conciencia y el de la evidencia, asl
58

como en lo tocante al anâllsls de la proposiciôn: yo pienso, -


luego existo, no cabe duda que Descartes no se expresa con ba^
tante precisiôn y exactitud.
Hasta este momento hemos querido citar los pensa—
mientos del propio Balmes, en los quehemos visto bastante s --
muestras de simpatia y respeto por el autor.
Para CARLOS RUIZ DEL CASTILLO la postura filosôfi-
ca de Balmes es radicalmente contraria a toda la filosofla mo­
derns : "Balmes nos dirâ clâsicamente, en la primera pagina de
la obra en que mejor muestra el oficio del buen sentido, que -
"la verdad es la realidad de las cosas", y precisamente por —
ser real la verdad es asequible al entendimiento. Esto no es -
la Razôn moderna, La Razôn pur a , el mundo introspectivo de la
Gnoseologia. No nos ofrece el panorama del mundo moderno, que
ha relativizado la verdad y ha roto en mil pedazos la unidad -
del ser y de la vida" (l4).
Descartes, como indicador y padre de ese pensamien
to moderno, caerla también en ese mundo contrario al pensamien
to de Balmes.
Otros autores, por el contrario, senalan grandes -
afinidades entre ambos pensadores: Descartes y Balmes (15). --
También COMELLAS y CUESTA senala que en los escritos filosôfi-
cos de Balmes se ve la influencia de Descartes y de la escue-
la escocesa: "A la primera es debida la tendencia subjetiva --
que en él se observa muchas veces. A la segunda debe atribuir-
se su doctrina sobre el impulse natural irresistible, como cri^
terio de verdad" (l6).
Senala luego el autor que si Balmes hubiese podido
aprovecharse de los estudios hechos en nuestros dias sobre De^
cartes y la filosofla escocesa, habria pensado de un modo algo
diferente, y deseado que sus disclpulos y admiradores no siguia
ran a Descartes ni a Reid en estos puntos.
Citamos el texto como testimonio de los que han --
visto lainfluencia cartesiana en Balmes, no porque nos parez-
ca un juicio acertado ni mucho menos. Al contrario, ademâs de
no descubrir domasiado al afirmar que de haber visto Balmes —
59

los estudios posterlores posiblemente hubiese modificado algo


su pensamiento, el juicio va cargado de errores que no es el
momento de criticar «
M&s ecuanime parece el juicio de MENENDEZ Y PELAYO
cuando nos dice que donde no se conserva piadosamente la heren
cia de lo pasado, pobre o rico, grande o pequena, no esperemos
que brote un pensamiento original ni una idea dominadora. Un -
pueblo nuevo puede improvisarlo todo menos la culture intelec­
tual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extin--
guir la parte mas noble de su vida, y caer en una segunda in--
fancia muy prôxima a la imbecilidad senil.
Balmes, -continua-, comprendiô mejor que ningun
otro el pensamiento de su naciôn. "La filosofla moderna, aun -
en lo que tiene de mâs opuesto a nuestro pensador, ... entrô -
en Espana principalmente por las exposiciones y crlticas de --
Balmes.

Santo Tomas, Descartes, Leibniz, la escuela escocesa, muy sin-


gularmente combinados, son los principales elementos que inte-
gran la Filosofla Fundamental y, sin embargo, este libro es un
organisme viviente, no un mecânico sincretismo" (17 ).
El P. FLORI, en uno de sus muchos trabajos sobre -
el pensamiento de Balmes, dice que hay dos rasgos caracterlst^
COS en la obra balmesiana: la "modernidad" y la "escolastici--
dad" ; "Se enfrenta con los errores modernes y de modo especial
con la clave de todos ellos, el criticisme Kantiano, y les bu_s
ca soluciôn adecuada en la ensehanza tradicional de las escue-
las. No obstante, ello no quiere decir que acepte todo el perl^
patetismo escolâstico; pues, como hemos visto, en algunos pun­
tos se inclina hacia Descartes, Leibniz ; no deja de mostrar —
simpatlas por la escuela escocesa, y a lo largo de su obra nos
es dado sorprender no pocos trazos de cuho agustiniano" (l8).
Todavia hemos de anadir algûn testimonio en prueba
de esta herencia cartesiana que estamos viendo en nuestro fil^
sofo, Jaime Balmes : "Con respecto al origen de las ideas, admi^
te Balmes que no hay ideas innatas, y explica el mécanisme del
6o

conocimiento por un sistema en el que se combinan opiniones de


Santo Tomas y Descartes « No olvidemos que en la obra de Balmes
como filosofo se juntan a la doctrina tomista tradicional,cier
tas dosis de cartésianisme, fidelsmo a lo Jacobi"...(19 ). "Bal
mes no conociô el universal metafisico. La demasiada separa--
ci6n ^ue hace constantemente de lo subjetivo y objetivo, de la
idea y su objeto, que siempre ha de ser intrinseco a ella, in­
dicé en este orden su dependencia de Descartes "( 20 ).
Asl concluye ORTUZAR en un estudio en que compara
la filosofla de Balmes con la de Newman, en contreto al cimen­
ter uno y otro la cuestiôn de la certeza, cuestiôn en la que -
el autor quiere ver fuentes comunes, como podria ser la propia
filosofla cartesiana, sobre todo, en la cuestiôn de la "eviden
cia".
Fr. ALONSO BARROSO en un articule titulado: Valor
histôrico de Balmes, senala las influencias de Descartes en -
la filosofla de Balmes, precisamente en lo que él llama su "se^
gundo période": "Surge después el période medio ..., donde se
notan la influencias de Descartes, Leibniz y de la filosofla -
escocesa ..." (21).
También Fr. RAFAEL L. DE MUNIAIN afirma que Balmes
conoce perfeetamente la problemâtica de la filosofla moderna;-
en concrete, como el problema del conocimiento ha suplantado a
todo otro problema ontolôgico, y cômo la ultima consecuencia a
la que tal planteamiento ha conducido ha sido a una total absor
ciôn, consciente o inconsciente, del objeto en el sujeto: "Sin
embargo, es también muy cierto el entusiasmo que sentla y que
sin rebozo manifestaba por los mâs altos exponentes de la Fil£
sofla Moderna, Descartes ..." (22 ).
"No es diflcil senalar amplios sectores de coinci-
dencia entre Balmes y la Filosofla Moderna" (23 ).
Este séria el caso que nos ocupa, es decir, que pa
ra Balmes el primer problema de la Filosofla sea el problema -
del conocimiento. Asl escribiô: "La Ontologia la ho inciuldo
en la Ideologla, porque las cuestiones ontolôgicas no se resuel
ven como es debido en no situândose en la region de las ideas"
(24 ).
6l

El autor que comentamos ve también la influencia -


en la cuestiôn del "ponte" -puente-, entre lo ideal y lo r e a l ,-
lo subjetivo y lo objetivo y que, afirma, necesariamente se ha
brâ de resolver en favor de lo subjetivo.
La misma realidad de la "sensaciôn", que incluye -
todas las afecciones de los sentidos, ya sean actualmente pro-
ducidaé, ya recordadas, ya imaginadas, le parèce "hija légiti­
ma de la pensée cartesiana" (23).
Un testimonio mas a favor del pensamiento de cômo
pone la Critica por encima de la Ontologia, siguiendo en esto
el influjo de la F . Moderna: "La segunda (consecuencia) es la
de que, a pesar de haber resucitado la metafisica, segûn nues­
tro parecer y debido al mismo influjo de la Ideologla (Filoso­
fla Moderna), quedô la Ontologia no sôlo relegada a segundo --
piano, sino que no pudo recobrar el vigor que tenla en la épo-
ca clésica del escolasticismo" (2ô).
El conocimiento y herencia, en algûn sentido al me^
nos, de Descartes en la filosofla de Balmes queda definitiva—
mente asegurado. ^Quiere esto decir que acepte, sin m a s , sus -
soluciones, concretamente su soluciôn al problema del conoci--
miento? No. Balmes seguirâ viendo unilateralidad e imposibili­
dad de soluciôn al problema en la pretensiôn de fundamentar t^
do en el solo hecho de conciencia, sobre todo si éste se toma
en su mâs pura simplicidad, cosa q u e , por otra parte, no se da
en Descartes. No se d a , porque en su principio originario quie^
re ver identificados el pensamiento y la existencia, como Bal­
mes se ha encargado de demostrar. Ni la sustancializaciôn del
yo, como supone su principio, ni la objetivaciôn de la existen
cia, pueden realizarse en virtud de la conciencia pura.
Otro testimonio del P. FLORI, S.J., merece la pena
recordar en este momento, y que viene en apoyo de la postura -
que acabamos de defender. El reconoce, como no podria por me—
nos, un cierto influjo, pero estâ muy lejos de considerar que
sus pensamientos sean algo idéntico, como una copia y su modè­
le: "El juicio que a Balmes mereciô la obra filosôfica de Des­
cartes es indudablemente uno de los mâs serenos e imparciales.
62

En él se reconocen, como es Justo, las buenas cualldades y méw


ritos del filôsofo francés, tributândosele por ello elogios ta
les que a un lector superficial podrlan hacer sospechar identif
dad de pensamiento, no obstante la oposiciôn irréductible de -
la ideologla de ambos escritores, claramente indicada por cal^
ficativos tan opuestos como el de "padre de la filosofla moder
na" (27 ).
Con todo el valor que se le pueda dar al hecho de
conciencia -y Balmes se lo d a - , es inutil q u e , sobre él, se -•»
quiera apoyar todo el proceso filosôfico. La suerte del que —
pretenda seguir por este camino no ira mas alla que la del em­
pirisme, y que veremos posteriormente. Dirlamos: la conciencia,
si; pero sola, no.
Balmes no se identif i c a , pues, con Descartes en el
planteamiento y soluciôn del problema. Veamos lo que vale la -
conciencia sola para nuestro autor:
"Estos hechos -de conciencia- no
tienen un valor cientlfico sino -
cuando se objetivan, permltaseme
la expresiôn, o bien cuando, re--
flexionando sobre ellos el esplrjL
tu, los baha con la luz de las —
verdades necesarias" (28).

Con el simple esquema cartesiano, segûn Juzga Bal^


mes, no saldrlamos del campo de la conciencia, del "me parece",
y, por tanto, no llegarlamos a la verdadera ciencia. TIRSO ALE
SANCO, en su tesis doctoral, trae a colaciôn un ejemplo bien -
significative:
"Ya la Escuela de Elea, rechazan-
do el testimonio de los sentidos,
pues consideraban la informaciôn
sensible y experimental como fuen
te de engano y error, construyô -
una filosofla exclusivamente con
la dialéctica de la inteligencia
y de sus verdades idéales" (29).

Asl llegarlamos a una ciencia puramente ideal, de


relaciones necesarias entre las ideas, pero desconectada tota^
mente del orden de las existencias. Ciertamente que el mismo -
63

Descartes qulso évitai estas conclus!ones y, echando mano de -


Bios, qulso salvar el abismo que separaba su conciencia de las
existenclas concretas del mundo. Aunque no encontramos palabras
duras en las obras de Balmes contra esta solucion, sino que, a
veces, parece querer salvar su "religioso recurso a Bio s " , sin
embargo, en la solucion positiva que Balmes darâ al problema -
del conocimiento encontramos, implicitamente, una condenaciôn
y rechazo de la aportaciôn cartesiana.
Un salto infundado ve claramente Balmes en el ar^u
mento de Bescartes nos ofrece como prueba de la demostracion -
de la existencia de Bios. Pretends demostrar esa existencia —
fundândose en que el predicado existencia esta incluido en la
idea de un necesario infinite:
"La idea de ser necesario envuel-
ve la existencia, mas no real, s^
no lôgica o concebida, pues que -
teniendo la idea de ser necesario
nos resta todavla la dificultad -
de si le corresponde algùn objeto;
el predicado conviens al sujeto -
en el modo en que se pone el mis-
mo sujeto, y como este no es pues^
to sino en un orden puramente ideaL
el predicado es también puramente
ideal" (5O).

No estik de acuerdo nuestro autor con la forma de -


solucionar el problema, el "salto" de lo ideal a lo real, que -
tiens el filosofo francés.
A continuaci6n senala cômo ésto, la demostracion -
de laexistencia deBios, si es posible introduciendo en el ra
ciocinio otros eleraentos -datos reales- que la experiencia nos
proporciona.
Ni en el caso de Bios ni en ningun otro es posible
elaborar la auténtica ciencia a partir de la sola idea, de la
pura conciencia:
"Las verdades générales por si so­
las, aun en orden puramente ideal,
no conducen a nada, por lo inde—
terminado de las ideas que contio^
nen; y, por el contrario, las ver
dades particulares, por si solas.
64

tampoco producer! ningun resultados


porque se limitan a lo que son, -
imposibilitando el discurso, que
no puede dar un paso sin el auxi-
lio de las ideas y proposiciones
générales. De la union de unas —
con otras résulta la luz; con la
separaciôn no se obtiene m&s que
una intuicion abstracta y vaga o
la contemplaciôn de una verdad —
particular que, limitada a peque-
na esfera, nada puede ensenar so­
bre los seres, considerados bajo
un aspecto cientlfico" (31).

En su Filosofla Elemental se express de la misma -


forma. Dice:
"De donde se infiere que hay en -
nosotros dos ordenes de conocimim
tos: unos puramente ideales,otros
reales; que los primeros forman -
una verdadera ciencia pero estéril
para la realidad, y que los otros
son un conjunto de observaciones
que por si solos no constituirlan
ciencia. La uni6n y combinacion -
de estos dos elementos engendra -
la ciencia positiva, util, en el
orden moral, metafIsico y flsico.
Aunque estos dos elementos se dijs
tingan, no pueden separarse del -
todo; ninguna inteligencia puede
estar limitf'da a un orden pur amen
ideal : cuando menos, tendrâ el co
nocimiento de un hecho real : la -
conciencia de su existencia pro--
pia" (32).

Exceptuando, pues, el dato de la conciencia, para


ningun otro conocimiento cientlfico tendrlamos suficiente base
critics. La conciencia no puede ir mâs alla de si misma, del -
"me parece", para instalarse también en el "es".
Balmes, aun reconociendo su conocimiento y simps—
tlas por la filosofla de Descartes, no se identifies con el en
absoluto.
Lo mismo concluye el P. ROIG GIRONELLA en la obra
citada anteriormente: Balmes filosofo,(33 )»
65

c) CONCLUSIONES

Después de este recorrldo por unas y otras inter—


pretaciones del problema que nos o c u p a , podemos resumir de la
siguiente forma;

a) Balmes conoce, indudablemente, la filosofla de Descar­


tes «

b) El sistema como tal le merece ciertas simpatlas y res-


peto.

c) Un cierto influjo también hay que reconocer. Ante todo,


en la valoracién del problema del conocimiento por en-
cima de toda Ontologla; también en otros temas mas par^
ticulares: caso de una cierta inclinaciôn inconsciente
hacia lo subjetivo, esquema del doble mun d o : real e --
ideal, concepto de evidencia etc.

d) Sin embargo, hay que rechazar de piano que sea un imi-


tador cartesiano en la solucion que ofrece al problema.
La unilateralidad, fatal en la soluciôn del tema del -
conocimiento, es algo de lo que acusa sin paliativos -
al filosofo francés.

e) Por importante que queramos suponer el dato conciencia,


séria absurdo querer montar sobre él todo el resto del
edificio filosôfico.

f) Se reconoce que la puerta abierta por Descartes condu­


ce, inevitablemente, hacia el campo funesto del Ideally
mo.
66

EXPOSICIüN Y CRITICA DEL SENSUALISMO

Hemos visto en el tema anterior cômo para Balmes -


Descartes peca de unilateralidad colocéndose en el lado subje­
tivo, de la conciencia, con el animo de solucionar, desde ahl,
el problema del conocimiento cientlfico.
Pues bien, en el extremo opuesto, y también con la
misma incapacidad y unilateralidad, nos encontramos con el sij^
tema de Condillac, el sensualisme, y en general, con todo el -
empirlsmo. Rechazando la posiciôn cartesiana, intentan soluci^
nar el problema desde el puro dato objetivo, desde la simple -
sensaciôn. El p 1anteamiento es distinto, el dato inicial es r^
dicalmente diferente, pero la conclusion ûltima se nos va a —
mostrar igualmente infructuosa e invalida para la ciencia.
Contra el sensualisme del filosofo francés Condi--
llac es, sin duda ninguna, contra une de los sistemas que con
més fuerza y vigor, arremete Balmes en sus obras. Si funesto -
era el racionalismo, sobre todo llevado a sus ultimas consecuen
cias (Idéalisme), no menos grave le parece el puro sensualisme.
Ya vimos en otro lugar cômo Balmes, muy al princi-
pio de su Filosofla Fundamental, en el capitule 5 del libre 1 ,
salla al paso de este sistema:
"Concedâmosle al filôsofo sensua-
lista todo lo que quiera; dejémo^
le que arregle a su modo la depen
dencia respectiva de las sensacio
nés; todo se le d e s c e n d e r ta des­
de el memento que le exigls que -
no discurra sino con sensaciones
paras, por mâs que las suponga —
transf ormada's" (34 ).

Este juicio, totalmente negative, que le merece a


Balmes el pensamiento de Condillac, séria como el ultimo resuJL
tado de sus investigaciones sobre el francés y que nosotros --
tratareinos de segiiir, paso a paso, apoyados en sus mismos pen-
samientos.
Nos interesa conocer en mâs detalle este sistema.
Condillac quiere explicar todo el fenômeno del conocimiento a
67

base de sensaciones transformadas. Es muy oportuna en este -


momento la cita de Balmes:
"Condillac, animando progresiva-
mente su estatua y haciendo dima
nar de una sensaciôn todo el cau
dal de los conocimientos humanos,
se parece a aquellos sacerdotes
que se ocultaban dentro de la es
tatua del idolo y desde alii em_i
tian sus orâculos. No es la esta
tua que se va animando lo que —
p ie n sa y habla; es Condillac que
estâ dentro. Concedâmosle al fi­
lôsofo sensualista todo lo que -
quiera ... Todo se le desconcier
ta desde el momento en que le —
exigls que no discurra sino con
sensaciones puras, por mâs que -
las suponga transformadas" (35l«

Como se puede ver la crltica no puede ser ni mâs


directe ni mâs clara. Condillac estarâ construyendo todo un -
sistema de explicaciôn del pensamiento que no responderla a -
la realidad de las cosas% una cosa es su estatua y otra, radi
calmente diferente, es él, que eé el que, de verdad, piensa.
iPor qué estoy seguro de que la sensaciôn que ex­
périmente en el sentido del olfato procédé de un objeto que -
se llama rosa? ^Cômo puedo saber que estas sensaciones son a^
go mâs que impresiones que recibe mi aima? ^Por qué no he de
creer que vienen de una causa cualquiera sin relaciôn a obje-
tos externes? A éstas, y a otras preguntas parecidad, no pue­
de responder Condillac con su sistema.
Balmes llega a una triple conclusiôn a partir de
estas observaciones. Résulta: primero, que no se encuentra —
una sensaciôn origen de la certeza de las otras; segundo, q u e ,
aun cuando existiera esa sensaciôn, no bastarla a fundar nada
en el orden intelectual, pues con las solas sensaciones, no -
es posible ni aun pensar; tercero, que las sensaciones, lejos
de poder ser la base de la ciencia transcendental, no sirven
por si solas para establecer ninguna ciencia, pues de ellas,-
por ser hechos contingentes, no pueden dimanar las verdades -
necesarias (36).
68

Balmes recurre a las palabras del mismo Condillac


que, también nosotros, hemos de recoger en este momento:

"Para llenar este objeto nos im^


ginamos una estatua organizada -
interiormente como nosotros y —
animada de un esplritu, sin nin­
guna especie de ideas, suponiéh-
dola, adem&s, de un exterior to­
da de marmol, que no le permitSan
el uso de ningun sentido, nos rei
servamos la libertad de abrlrse-
los a las diferentes impresiones
de que son susceptibles, segun -
mejor nos pareciese.

Creimos deber de empezar por


el olfato, porque este es el sen
tido que parece contribuir menos
a los conocimientos del esplritu
humano. En seguida examinâmes --
los otros; y después de haberlos
considerado separadamente y en -
conjinto, vimos que la estatua -
llegaba a ser un animal capaz de
velar por su conservacion.

El principio que détermina el


desarrollo de sus facultades es
simple; las sensaciones mismas -
le contienen; (subrayado es nue^
tr o ) porque siendo todas por ne-
cesidad agradables o desagrada—
bles, la estatua esta interesada
en gozar de las unas y evitarse
de las otras. El lector se con--
venceré de que este interés (su^
rayado nuestro) es suficiente pa
ra dar lugar a las operaciones -
del entendimiento y de la volun-
tad. El juicio, la reflexion,los
deseos, las pasiones, no son —
otra cosa que la sensaciôn misma,
que se transforma de diferentes
maneras; por esta razôn nos pare^
ciô inutil el suponer que el ai­
ma recibe inmediatamente de la -
naturaleza todas las facultades
de que esta dotada: la naturale­
za nos da ôrganos para advertir-
nos por el placer lo que debemos
buscar, y por el dolor, lo que -
debemos huir; pero se detiene --
69

alii, y d e ja a la experiencia el
cuidado de hacernos contraer h&b^
tos y de acabar la obra que ella
comenzô.
Este objeto es nuevo y manifiesta
toda la sencillez de las vlas del
Autor de la naturaleza: ^no es co
sa digna de admiraciôn el que ba­
ya bastado hacer al hombre sensi­
ble al placer y al dolor para que
naciesen en él ideas, deseos, h&-
bitos, talentos de toda especie?-
(Tratado de las Sensaciones,"Idea
de la Obra"! (37 )•

Aunque la cita baya sido demasiado larga, merecia


la pena insertarla toda compléta. Es la mejor forma de ilustrar
lo.
Estos principios filosoficos, en materia de conoc^
miento, como todo tipo de empirismo, son objeto de las mâs du­
ras crxticas de Balmes. Y esto, en un doble sentido: directa--
mente eindirectamente. En el primer sentido veremos todavla -
mâs frases claramente condenatorias de taies filosoflas ; en el
segundo sentido, toda la solucion positiva que Balmes darâ al
problema crltico es,por contra particla, un nuevo rechazo y —
condena de estas soluciones.
Aclaremos un poco el pensamiento de Condillac. To-
memos un hombre cuyo âmbito de conocimiento se limite al sent
do del olfato:
"Si nous lui présentons une rose,
elle sera par rapport à nous une
statue qui sent une rose ; mais --
par rapport à elle, elle ne sera
que l'odeur même de cette fleur.
Elle sera donc odeur de rose, de
jasmin, d 'oeillet, de violette, -
suivant les objets qui agiront —
sur son organe. En un mot, les --
odeurs ne sont à son égard que --
ses propres modifications ou m a ­
nières d'être; et elle ne sauroit
se croire autre chose, puisque ce
sont les seules sensations dont -
elle est susceptible"(38)•

El hombre, para su pura consciencia, no serâ mâs —


70

quo una sensaciôn de olor.


Supongamos que el hombre no tiene mas que esa sen­
saciôn, el olor de una rosa. Esto es "atenciôn". Cuando se re­
tira la rosa queda una impresiôn, mas o menos fuerte segun la
intensidad de la atenciôn. Tenemos la memoria.
Supongamos que luego el hombre, tras haber olido -
repetidamente los perfumes de rosas y claveles, huele una rosa.
Su atenciôn pasiva queda dividida entre los recuerdos de los
perfumes de rosas y claveles. Tenemos una comparaciôn. Y " Dès
qu'il y a comparaison, il y a jugement ... Un jugement n'est -
donc que la perception d'un rapport entre deux idées, que l'on
compare"(39)•
Y si el hombre al tener présente una sensaciôn de-
sagradable de olor, recuerda una pasada sensaciôn agradable, -
tenemos la imaginaciôn.
Si el hombre adquiere la costumbre de separar las
ideas de satisfacciôn e Insatisfacciôn de sus varias modiflca-
ciones particulares, poseerâ ideas abstractas.
Si el hombre que ahora experiments una sensaciôn -
desagradable recuerda una pasada sensaciôn agradable siente la
necesidad de volver a alcanzar el anterior estado. Esto susci­
ta el deseo. Pues "el deseo no es sino la acciôn de esas facu^
tades cuando se dirigen a las cosas cuya necesidad sentimos".
Y un deseo que expulse a los demâs o llegue a ser,
al menos, dominante es una pasiôn. Ademâs, si la estatua recuer
da que el deseo que ahora experiments ha sido seguido en otras
ocasiones por satisfacciôn pensara que puede satisfacer su de­
seo. Y, en este caso, se dice que quiere, que ejerce la volun-
tad. "Car on entend par volonté, un désir absolu, et tel, que
nous pensons qu'un chose desirée est en notre pouvoir" (4o ).
Como vemos, Condillac, partiendo del simple campo
de las sensaciones y sus diferentes posibilidades de transfor
maciôn, pretende montar todo el edificio del conocimiento. El
unilateralismo, que hemos dicho causaba panico a Balmes en es­
tas materias, no queda aqui menos definido que en otros siste­
mas. Todas las operaciones mentales, toda actividad intelectual.
71

puede, y de hecho se derivan, de las sensaciones.


Balmes no puede admltir ni el primer paso de esta
argumentaciôn:
"Si bien se observa, ya en los --
primeros pasos se hace dar a la -
estatua un gran salto. A vueltas
de la aparente simplicidad del fe^
nômeno sensible se introduce ya -
uno de los actos que suponcn el -
entendimiento muy desarrollado: -
la reflexion (subrayado nuestro).
Ya la estatua se cree algo, se —
cree olor; ya se le atribuye la -
conciencia del yo, comparâtivamen
te a la impresiôn que recibe; ya
se le hace emitir una especie de
juicio, en que afirma la identi—
dad del con la sensaciôn" (4 l ).

Esto séria imposible, nos signe diciendo, de encon


trarnos con la sensaciôn sola. La hipôtesis de Condillac no —
conduce a nada; desde el momento en que sale de la sensaciôn -
para desenvolverla esté admitiendo en el esplritu una activi—
dad distinta y muy diferente de la sensaciôn; esté, sencilla—
mente, arruinando él mismo su propio sistema.
Aristôteles habla dicho: "Nada hay en el entendi--
miento que antes no haya estado en el sentido". Las escuelas -
han seguido repitiendo durante siglos el pensamiento del filô­
sofo: Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu.
Descartes, como ya hemos tenido ocasiôn de ver, vJ^
no a intercambiar este orden, y sus disclpulos, como Malebran-
che, llevaron sus principios hasta las ûltimas consecuencias -
considerando el mundo de los sentidos como algo nocivo a la sa
lud intelectual.
En medio de este panorama recuerda Balmes que Loc­
ke quiso réhabiliter el principio de Aristôteles, dando una --
gran importancia a la "observacicn"; pero, ademâs de la sensa­
ciôn, admitiô la reflexiôn. Sin embargo, su disclpulo Condillac
qulso demostrar que todos los actos de nuestra aima no son mâs
que sensaciones transformadas. Opina que, en vez de distinguir
dos orlgenes de nuestras ideas, como Locke, el sentido y la re^
flexiôn, séria mâs exacto no reconocer mâs que u n o ; ya porque
72

la reflexiôn no es en su principio sino la sensaciôn misma, ya


porque la reflexiôn es mâs bien el canal por donde pasan las -
ideas que vienen de los sentidos, que el manantial de ellas. -
(Extracto razonado del "Tratado de las sensaciones". Resumen -
de la primera parte) (42 ).
Balmes no puede admitir esa simplicidad en la ex--
plicaciôn del fenômeno del conocimiento. Es mâs, como hemos —
visto, cualquier operaciôn de las que nos intenta ofrecer Con­
dillac como simple sensaciôn o combinaciôn de varias, estâ pre^
suponiendo una conciencia y su actividad, aunque él no lo quie^
ra reconocer.
Pensamos en la comparaciôn, por ejemplo. Esa fuer­
za intelectual que lleva los dos extremos a un terreno comun,-
que falla entre ellos, es distinta de la mera sensaciôn, es —
efecto de una actividad de otro orden; "su desarrollo depende-
râ de las sensaciones como de una condiciôn sine qua n o n ; pero
nada tiene que ver con las sensaciones mismas ..., no puede —
confundirse con ellas sin destruir la idea de la comparaciôn"
(43). Anade todavla;
"No hay juicio posible sin las --
ideas de identidad o semejanza, y
estas ideas no son sensaciones. -
Las sensaciones son hechos parti­
culars s que no salen de su esfera,
que no se aplican de un caso a —
otro ; las ideas de identidad y se^
mejanza envuelven algo de comun -
que se aplica a muchos"(44 ).

Examina luego otras facultades -"fenômenos de sen­


saciones, segunCondillac"-, como es el caso de la memoria, pa
ra venir a concluir queCondillac o admits algo mâs que sensa­
ciones o no; si lo primero, ya vemos que iria contra su tesis
principal; si lo segundo, no puede explicar satisfactorlamente
ninguna idea abstracta. Se verâ, pues, reducido a admitir con
Locke la reflexiôn sobre las sensaciones, y, por la misma razôn,
otras facultades del aima (45 ).
Balmes comprends perfectamente que los filosofos -
hayan afirmado que todas nuestras ideas vienen de los sentidos.
73

en cuanto que desplertan la actividad intelectual y proporcio-


nan los materiales objetos de la inteligencia, pero no puede -
comprender cômo nadié haya podido pensar que en nuestro esplri
tu no haya mâs que esos materiales.
Esto es, sencillamente, lo que ha pretendido Condi
llac, y el resto de las filosoflas emplristas, como veremos en
su momento.
Por eso Balmes no duda en escribir:
"Sin embargo, el autor del Trata­
do de las sensaciones parece es­
tar muy satisfecho de su sistema:
impresiôn actual, he aqui la sen­
saciôn; recuerdo de la sensaciôn,
he aqui la idea intelectual: este;
si no es sôlido, es alucinador; -
con la apariencia de una observa-
ciôn delicada se detiene en la su
p e r f i d e de las cosas y no fatiga
al disclpulo. Todo sale de la sen
saciôn pero es porque Condillac -
hace hablar a la estatua del modo
que le parece bien, sin atenerse
a la hipctesis de la sensaciôn so
la" (46 ).

Con estas palabras de condena abrla Balmes sus re-


flexiones contra el sensualisme, y con las mismas lo puede ce^
rrar. No es posible defender tal sistema.
Se comprende que este sistema, donde sôlo cuentan -
las sensaciones y su combinaciôn, arruinarâ por su base las —
ideas morales y todo intente de una juntificaciôn racional de
la existencia y conocimiento de Bios. A nuestro autor no se -
le podla pasar esto por alto, y, aunque sin demasiado deteni--
miento, también lo apunta.
"Este sistema, a mâs de su flaqueza filosôfica, es
funesto a las ideas morales" (47 ).
En el libre que estâmes comentando, libre 4 de su -
Filosofla Fundamental, capitule 27 , donde Balmes habla de la -
existencia y justif icaciôn de las verdades necesarias, y por -
lo mismo de la ciencia, y también de lo que él llama unidad, -
uniformidad o comunidad de la razôn humana -luz divina-, se -
manifiesta de forma muy parecida contra el sistema sensualista:
74

"Luego toda filosofla que quiere


explicar la razôn aislandola; que
solo considéra fenômenos particu­
lares, sin lazo general; que pre­
tende levantar el magnlfico edifi^
cio de nuestra razôn con solos --
los hechos particulares; que no -
apela a un fondo comun, a un ma­
nantial de luz de donde nazcan to
das las luces, es una filosofla -
falsa, superficial, en lucha con
la teorla, en contradicciôn con -
los hechos. Cuando se reflexions
sobre esto, lâstima dan Locke y -
mâs aun Condillac con sus explic^
clones de la razôn humana por so­
las las sensaciones" (48 ).

No quisiera olvidar una ligera insinuaciôn que so­


bre el mismo tema hace Balmes en su obra El Criteria. Defiende
la posibilidad de "transiciôn" de lo sentido a lo no sentido;-
la posibilidad de paso légitima del efecto a la causa. Alll es^
cribe;
"De la contemplaciôn de la admir^
ble mâquina del universe no pasa-
rlamos al conocimiento -se supone
que 2 Î pasamos- del Creador si -
no tuvieramos idea de efecto y --
causa, de orden y de inteligencia.
Y sea dicho de paso, esta sola ob
servaciôn basta para desbaratar -
el sistema de los que no ven en -
nuestro pensamiento mâs que sensa
ciones transformadas" (49 ).

El autor, como vemos, no pierde ocasiôn para refu-


tar estas filosoflas que juzga totalmente inadmisibles. Si De^
cartes pecaba de unilateralidad inclinado la balanza inadmisi-
blemente del lado de lo subjetivo, del lado de la razôn, Condi^
llac, y todo empirismo, vue1ven a cometer el mismo fallo: uni­
lateralidad; sôlo que, en esta ocasiôn, la balanza va del lado
de lo emplrico, de lo sensible. Malo el uno y malo el otro.
UGARTE DE ERCILLA en un articule acerca de la fil^
sofla de Balmes coincide con la interpretaciôn que venimos se-
nalando y q u e , en este caso, tan claramente nos expuso el mis­
mo filôsofo catalân:
75

"Ahora bie n , no se esoapô a la pe^n


netrante mirada de Balmes que Con
dillac, ya en los primeros pasos,
hace dar a su estatua un gran sa^
to; a vueltas de la aparente sim­
plicidad del fenômeno sensible, -
se introduce ya en uno de los ac­
tos que suponen el entendimiento
muy desarrollado: la reflexiôn" -
(50).

La crltica que se ha hecho a Condillac ha sido una


crltica desde dentro, desde el puro examen interne» de la senseï
ciôn. Ademâs Balmes ledirige otra crltica, que podrlamos 11a-
mar externa, casidepura formalidad, senalando la contradic--
ciôn en que cas Condillac:
"A la vista de este sistema, en -
que no se otorga al aima ni siqu^
ra facultades naturales y se con-
sideran las que posee como un sim
pie efecto de las sensaciones, se
nota desde luego la contradicciôn
en que incùrre su autor cuando en
el mismo lugar se déclara ocasio-
nalista (a ) , pretendiendo que las
impresiones de la organizaciôn no
son mâs que la ocasiôn de nuestras
sensaciones" (51)•

Con toda razôn se pregunta Balmes si puede darse -


facultad natural mâs inexplicable que esta de ponerse en rela­
ciôn con los objetos que no producen las sensaciones y que son,
con respecto a ellas, una mera ocasiôn. De concéder esta facul^
tad al aima, con mucha mâs facilidad podrlamos concederle to—
das las demâs:
'yor qué no se han de admitir en
el aima otras facultades innatas?
O mâs bien, ipor qué se dice que
no se las supone, cuando se comien
za por suponerlas?" (52).

Por cualquier lado que miremos el sistema sensua—


lista se nos muestra como rechazable. Si es lôgico con las mâs
radicales exigencias de su sensualisme no ha de admitir ningu­
na facultad para ir a parar con ella a un ocasionalismo; si, -
en una falta de lôgica consigo mismo, admite esa "misteriosa"
76

facultad, complica incomprenslblemente las cosas. TIRSO ALESAN-


C O , en su obra citada escribe:
"Las sensaciones, dice Condillac,-
no son producidas por los objetos
externos, que no son mâs que ocasio
nés para que en el aima se origine
el fenômeno sensitivo, pues es inex
plicable la comunicaciôn directs -
de las facultades animicas con los
objetos. Pero ^no résulta el prob^
ma mâs dificil, reduciendo los ob­
jetos externos a mera ocasiôn?(53).

El problema, claro, no estarîa en la facilidad o d^


ficultad en cuanto tal, sino en lacontradicciôn manifiesta en
que incurre.
Ademâs de los dos caminos de crltica al sistema de
Condillac que ya hemos senalado, todavla hemos de apuntar a una
tercera fuente de desacuerdo senalada por Balmes: el examen de
las aspiraciones del esplritu humano.
Hablamos visto cômo la sensaciôn, por si misma, y a
pesar de todos los intentos de Condillac, no podla dar de si pai
ra la explicaciôn del fenômeno del conocimiento; también hemos
senalado la contradicciôn en que cae el mismo autor con su refe^
rencia de "ocasionalismo", ahora examinamos un tercer punto que
conduce a los mismos resultados.
Balmes nos recuerda que la observaciôn detenida del
aima humana nos ensena que esta vamucho mâs allâ de la intui--
ciôn inmediata, busca objetos de un orden muy superior, e i n d u
so en los objetos que se le ofrecen en la intuiciôn inmerliata,-
no se conforma con lo que aparecen, sino que investiga afanosa-
mente lo que son:
"Lo puramente individual no satis-
face al esplritu. Enclavadn en un
punto de la escala inmensa de los
seres, no se limita a percibir a -
los que tiene a su alrededor y que
forman como la atmôsfera en que de^
be vivir; aspira al conocimiento -
de los que le proceden y le siguen,
quiere conocer el conjunto, descu-
brir la ley de donde résulta a la
creaciôn. Sus goces mâs puros los
77

encuentra en salir de la esfera en


que le tiene encerrado la limita--
ci6n de sus facultades: su activi­
dad es mayor que sus fuerzas; sus
deseos son superiores a su ser" (54).

Este margen de verdad del esplritu humano, en esa -


serie de posibilidades "superiores", i ebasa totalmente los alcm
ces de la sensaciôn. Hay que admitir, pues, otras fuentes o po­
sibilidades cientlficas en el hombre.
Por otra parte, este fenômeno que hemos descrito a
nivel de la inteligencia también lo descubrimos en el sentimien
to y en la voluntad. Junto a las sensaciones y sentimientos de
objetos determinados, hemos de contar con otros que sobrepasan
esta ôrbita, y que tienen su plena comprensiôn y explicaciôn en
otro âmbito.

EXAMEN DE UNA IDEA

Seguimos examinando lo que muestra nuestra experien


cia, ^nos dice que en nuestras ideas no hay mâs que sensaciones?
La idea de un triângulo, por ejemplo, no es una representaciôn
sensible, o aquella imagen interior por medio de la cual nos pa^
rece que estamos viendo la figura. La idea de triângulo es una,
necesaria, constante, la misma para todos; su representaciôn —
sensible es multiple, contingente, mudable: luego la idea y su
imagen son distintas y no se puede reducir una a la otra.

"Todos los geômetras se entienden


perfectamente al hablar del triân­
gulo en general y no necesitan ex-
plicarse unos a otros cuâl es la -
figura triangular que tiene en su
interior ni las mudanzas que éste
expérimenta" (55).

Observâmes cômo nada de ésto se halla en la imagen


sensible; tanto si la considérâmes dentro de nosotros mismos CjO
mo en varies sujetos a la vez. A primera vista, nada tan senci-
llo como decir que la idea es la imagen, pero en realidad esto.
78

ademâs de las razones Intrlnsecas que lo invalidan, es contra­


rio, nos dice Balmes, al mismo sentido comun.
Un ejemplo bien claro:
"Es évidente que tenemos idea de
un pollgono de mil lados, pues c^
nocemos y demostramos sus propie-
dades, pero su imaginaciôn es de
todo punto imposible" (5 6 ).

OTRAS IDEAS

Ademâs las ideas de ser, causa, bien, numéro, vicio


... tampoco se pueden representar sensiblemente. La reflexiôn
va, pues, mucho mâs allâ de la sensaciôn. Siento dolor, he ahl
la sensaciôn; pienso en él, he ahl la reflexiôn:

"Asl, el sistema de Condillac con


tradice, por una parte, a la mâs
C l a r a experiencia; y por otra, --
destruye la razôn misma. El hom—
bre con sensaciones solas no es -
hombre; pierde el carâcter racio­
nal y desciende a la condiciôn de
los brutos" (57)»

Todas estas razones que hemos senalado hasta el mo^


mento, y que se han agrupado en très grandes corrientes de ar­
gumentaciôn, serlan como la crltica que de forma positiva dir^
ge Balmes al sistema sensualista de Cond'llac.y, en general, -
en él a todo asomo de empirismo.

Negativamente tenemos que senalar que también le -


critica, pues la exposiciôn del camino que Balmes juzga vâlido
para la soluciôn del problema del conocimiento, en su complej^
dad yarmonla, es el mayor argumento para derribar el simplis­
me y unilateralidad que hay detrâs del intento de Condillac.
79

CONCLUSIONES

Tras esta exposiciôn del pensamiento balmesiano en


contra del sensualisme de Condillac principalmente, y de todo
sistema paralelo, podemos resumir en algunas conclusiones:

a) Para Balmes se presentan estas corrientes como unas de -


las mâs funestas para la sana filosofla.

b) La argumentaciôn sensualista le parece de lo mâs débil -


ya desde sus primeros pasos en el problema crltico.

c) Las consecuencias de este sistema para otras disciplinas,


coneretamente para la moral y la teodicéa son fatales.

d) Le puede concéder al sistema el que el material emplrico,


las sensaciones como tales, se presente como condiciôn -
sine qua non para el pensamiento, como material que des-
pierte el funcionamiento de la inteligencia.

e) Esto no quiere decir que se sostenga aqui el famoso prin


cipio de Aristôteles y de la Escolâstica: Nihil est in -
intelectu quod prius non fuerit in sensu. Pues e se prin
cipio era armonizado con todo el campo dela reflexiôn e
inteligencia que aqui no se reconoce.

f) Seguimos en el mismo problema de unilateralidad; sôlo --


que ahora, eso si, estamos anclados del lado del objeto,
de lo emplrico, pero con la misma imposibilidad de sal—
var armônicamente ese abismo que velamos ya en Descartes
entre el mundo objetivo y el subjetivo, entre el dato —
real y el campo ideal.
8o

CRITICA DEL SISTEMA PE KANT

Capltulo muy especial merece el reconsiderar la -


atenciôn y juicio que dedica Balmes al sistema filosôfico de -
Kant . Y en esta ocasiôn se plantea un grave problema. Por
un lado, estâclaro queBalmes dedica juicios radi calmente ne^
gativos contra lafilosofla de Kant; pero por otro lado, se ha
planteado hasta quépunto conoce el filôsofo catalân la filoso^
fia tr ascendent al de Kant. En esta hipôtesis surge inevitable^
mente un interrogante: ^qué valor podrla tener una crltica de
un sistema que no se conoce bien?.
El primer juicio que encontramos en la Filosofla -
Fundamental es el siguiente, a propôsito de este tema:

"Aqui se encuentra la causa de la


oscuridad y esterilidad de la fi­
losof la alemana, desde Fichte. —
Kant se fijaba en el sujeto, pero
sin destruir la objetividad del -
mundo interior, y por esto su fi­
losof la , si bien contiens muchos
errores, ofrece al entendimiento
algunos puntos luminosos"(5 8 ).

Aqui podemos descubrir el juicio que le merece a -


Balmes la filosofla kantiana: puntos luminosos y errores impor
tantes. A lo largo de todo su pensamiento trata de explicar e^
ta afirmaciôn o juicio que hemos recogido en este momento.

CONOCE LA FILOSOFIA DE KANT?

Ya hemos recogido en otro lugar del trabajo aque--


llas palabras de MENENDEZ Y PELAYO en que reconoce que la fil£
sofla moderna, en especial el idealismo kantiano y su dériva—
ciôn en Fichte y Shelling, entraron en Espana principalmente -
por las exposiciones y crlticas de Balmes.

{^) Las citas que aparecen sobre Kant las trascribimos tal y -
como se encuentran en la obra de J. Balmes.
81

Este juicio, que podiamos llamar positive en el te^


ma que estamos tocando, y para no llevar las cosas mâs allâ de
donde se debe, lo termina MENENDEZ Y PELAYO calificando a esas
exposiciones de Balmes de "razonadas y concienzudas dentro de
lo que él pudo leer".
Rocordemos el juicio que nuestro interrogante le -
merece a UGARTE DE ERCILLA: "... Balmes no réfuta sistemâtic^
mente a Kant, y a veces su refutaciôn es algo déficiente .^Quién
le iba a exigir en las circunstancias en que viviô un conoci--
miento cabal y perfecto de Kant, cuando los mismos criticos m^
dernos, después de mucho estudio y de anâlisis sutiles y labo-
riosos, apenas andan acordes hoy dla sobre la mente de Kant en
algunos puntos? (59).
El mismo P. CASANOVAS, al hacer el estudio de la -
vida, formaciôn y conocimientos filosôficos de Balmes, nos re ­
cuerda cômo en los anos en que se dedicô mâs de lleno a la re­
flexiôn filosofica, no tuvo demasiada noticia de esa filosofla
alemana:
"Especialmente se diô a los auto-
res esoclâsticos. Cuanto a los mo^
dernos, de Descartes acâ, casi ha
bia de contentarse con el deseo"
(6 0 ) .

La cita se refiere, ciertamente, a aquellos anos -


de vacaciones forzadas que pasô en Vich; luego, ya sabemos que
marcharla a Paris con el ânimo firme de saturarse de esas filo^
sofias, sôlo teniendo en cuenta estos datos es cômo podremos -
valorar en su justa medida la noticia que de Kant puede ofre—
cernos Balmes en sus obras filosoficas.
Esto no implica ningun juicio negativo, pues aun -
podrlamos, y debemos hacerlo, llevar el interrogante a campos
mâs profundos; podremos preguntarnos, ^conoce Balmes alguna in
tuiciôn profunda del sistema kantiano, aunque no tenga igual -
conocimiento de mucha s partes de su edificio filosôfico, de —
tal forma que ésto le permita la posibilidad de un juicio de -
valor, positivo o negativo, sobre el mismo sistema?.
A este respecto hemos de detenernos en la siguien-
82

te cita del P. ROIG GIRONELLA:

"Pero contra Kant y contra el ide^


allsmo postkantiano muestra asi-
mismo muy bien Balmes q u e , quié-
ranlo o no, harân uso trascenden-
te de las categorias metafIsicas
al aplicarlas a lôs hechos de la
conciencia, y q u e , por tanto, ya
les darân valor trascendente, les
harân representar algo exterior a
si, es decir, la realidad objeti-
va del hecho de conciencia, con -
lo cual la misma prueba de la no­
tre scendencia del pensar (que es
la Crltica kantiana), si prueba,-
prueba esto trascendentemente (con
lo cual se autodestruye), y si no
lo prueba trascendentemente, no -
prueba nada (pues su sentido entqn
ces equivaldrla a decir, v.gr., -
no "mi nociôn de sustancia como -
"yo" pensado,es una categorla a -
priori, sino "mi pensamiento ac­
tual de mi nociôn de sustancia c^
mo "yo" pensado, ahora es en mi -
representaciôn la afirmaciôn de -
que sôlo en cuanto representada -
es una categorla a priori", con -
lo cual no significa nada toda la
Crltica kantiana)(6 l ).

A primera vista, las opinions s que hemos citado po^


drlan parecer opiniones encontradas en cuanto al juicio que mje
rece la relaciôn Balmes-Kant, en cuanto al conocimiento o no -
de éste por aquel. Un examen mâs profundo posiblemente nos ha-
ga ver las cosas de otra manefa, e incluso nos muestre que se
pueden compaginar muy bien unas con otras opiniones. Tendrla--
mos que hablar de un "cierto conocimiento" y de un "cierto de^
conocimiento" de Balmes en relaciôn con el pensamiento filosô­
fico de Kant. Esta aparente paradoja quedarâ suficlentemente -
aclarada en estas paginas.

LOS TEXTOS DE BALMES

Hemos dicho ya cômo el mismo Balmes reconoce "pun­


tos luminosos" en la filosofla kantiana. Ademâs hay que hablar
83

de un cierto paralellsmo; paralelismo a la hora de la crltica


del empirismo. Uno y otro, Kant y Balmes, estân contra esa
losofla. Coinciden, pues, en este punto de partida, aunque no,
ciertamente, en el camino recorrido y en el punto de llegada.
Y podemos anadir mâs : tanto Kant como Balmes repre^
sentan dos esfuerzos por conjugar los extremos marcados por el
racionalismo y el empirismo. También aqui el paralelismo se -
rompe en el camino a recorrer por uno y otro, y en el punto de
llegada, en la soluciôn.
Kant cede en favor del sujeto y en menoscabo del -
objeto. En el conocimiento cientlfico distingue claramente en­
tre el elemento que se Impone, lo "dado", y el elemento const^
tutivo a priori, lo "puesto". El resultado, que es el llamado
objeto de conocimiento, es una elaboraciôn mixta, donde la con
tingencia de lo a posteriori queda trasformada por la universa^
lidad de lo a priori : este es el fenômeno, objeto unico de n u w
tro conocer. A partir de aqui, de est i primera slntesis subje^
tiva, toda otra diferenciaciôn especlfica se harâ en virtud de
nuevas formas a priori, y por lo mismo con valor formai y sub­
jetivo .
^Hasta qué punto conociô Balmes esta doctrine e in
fluyô en su pensamiento? Ya hemos visto algunas opiniones de -
signo distinto. TIRSO ALESANCO, en la obra que hemos citado c^
menta: "... Balmes, cuya obra no se explicarla y cuya teorla -
instintivista no se habrla quizâ formulado, de no haber apare-
cido en la historia de la filosofla el autor de la Crltica de
la Razôn Pura" (62).
Posiblemente no haya que llevar tan lejos la influ
encia, mâxime cuando desde los mismos planteamientos y esquemas
racionalistas se puede explicar, por reacciôn lôgica, el nuevo
intento de Balmes. Y teniendo en cuenta, como reconoce el mis­
mo autor, las influencias del conocimiento kantiano por parte
de Balmes. Seguidamente escribe: "En tiempos de Balmes todavla
no se hablan hecho suficientes estudios criticos ni se habla -
decantado la doctrina de Kant. Por eso, aunque el estudio direç
to, la perspicacia y el instinto filosôfico del gran sacerdote
84

espanol llegaron a columbrar el conjunto y lo esenclal de la -


teorla kantiana, no consiguieron alorar el detalle y el matiz.
Si Balmes hubiera vivido unas decenas de anos mâs tarde, se ha
brla ahorrado muchas paginas y muchos golpes en falso. Muchas
veces se coloca en un piano, desde el que no pueden llegar sus
tiros hasta Kant" (6 3 ).
Veremos confirmada esta afirmaciôn en algunos temas
posteriores, por ejemplo, cuando quiere hacer una comparaciôn
entre la filosofla escolâstica y Kant.
Hay que dejar a salvo el valor de los hechos y la
necesidad de los principios. Esta afirmaciôn balmesiana, donde
se reclama un cierto apriorismo, podla coincidir, en una prime^
ra intenciôn, con el doble elemento kantiano. Sôlo como d a t o ,-
claro estâ; nunca como contenido de ambos. Ese es el sentido -
de aquellas palabras balmesianas:
"De la uniôn de unos con otros rja
sulta la l u z ; con la separaciôn -
no se obtiene mâs que o una intu^
ciôn abstracta y vaga o la contem
placiôn de una verdad particular
que, limitada a pequena esfera, -
nada puede ensenar sobre los se—
res, considerados bajo un aspecto
cientlfico" (64).

De esta forma de entender la uniôn a lo que podia­


mos llamar "formalizaciôn" kantiana, slntesis subjetiva a prijo
ri, va una gran diferencia.
Examinamos mâs en detalle sus crlticas al pensamien
to de Kant.

JUICIOS SINTETICOS

De la Crltica de la razôn pura extrae algunos pâ-


rrafos que copia asl;
"En los juicios sintéticos, a mâs
del concepto del sujeto, debo te­
ner alguna otra cosa (x) sobre la
cual el entendimiento se apoye p^
ra reconocer que un predicado no
contenido en este concepto, no -
obstante, le pertenece.
85

Tocante a los juicios emplricos o


de experiencia, no hay ninguna d^
f icultad porque esta x es la exp<9
riencia compléta del objeto que -
conozco por un concepto a, el cual
no forma mâs que una parte de esa
experiencia.

Pero en los juicios sintéticos a


priori este medio falta absoluta-
mente. Si debo salir del concepto
a para conocer otro concepto b co
mo unido con aquel, ^dônde me apo^
yaré y cômo serâ posible la sinte^
sis, cuando no me es dable volver
me al campo de la experiencia7(6^.

Comenta Balmes que la razôn de esta slntesis habrâ


que buscarla en el entendimiento. Kant lleva el esquema no sô­
lo a lo que podemos llamar juicios de experiencia, sino también
al orden intelectual puro.
Asl puede afirmar Kant que los juicios‘matemâticos
son todos sintéticos, en contra de lo q u e , a primera vista, pu
dlera parecer. Asl: 7 f 5 no séria una proposiciôn analltica,-
pues la proposiciôn no expresa mâs que la reuniôn de dos numé­
ros én uno solo, sino sintética.
Balmes rechaza esta argumentaciôn kantiana.
Otro ejemplo que pone: "entre dos puntos, la llnea
recta es la mâs corta". También dice Kant que no es una propo­
siciôn puramente analltica; también le réfuta Balmes con las -
mismas razones.
Con esta forma de pensar llegarlamos, dice Balmes,
a decir que ni aun el juicio "el todo es mayor que su parte" -
es analltico; porque en la idea de todo no entra la de mayor
hasta que se la compara con la de parte.

"No tendrlamos mâs juicios anall-


ticos que los puramente idénticos
a los comprendidos directamente -
en esta fôrmula: A es A" (66).

Con esta doctrina, demostrando que todos esos jui­


cios no son sintéticos sino anallticos, nos dice Balmes que se
destruye todo el sistema de Kant por su base en este punto.
86

Resume Balmes con las siguientes palabras:


"Surge aqui la cuestion de si los
juicios de evidencia mediata pue­
den llamarse anallticos. Claro es
que si por anallcicos se entienden
solamente aquellos en los cuales
basta entender el significado de
los terminos para ver la convenien
cia o repugnancia del predicado,-
no pueden llamarse tales los de -
evidencia mediata. Pero si enten-
demos ... aquel en que basta des-
componer un concepto para encon--
trar en él la conveniencia o re--
pugnancia del predicado, hallare-
mos que los juicios de evidencia
mediata pertenecen también a di--
cha clase ..."(6 7 ).

FORMAS KANTIANAS PE LA SKNSIBILIDAD

También las critica Balmes. Esta de acuerdo en que


la extension -que es una verdadera idea-, considerada en noso^
tros, o sea, en su intuiciôn, puede ser mirada como una condi­
ciôn necesaria de nuestras facultades sensitivas. Reconoce tam
bién que Kant vio esta verdad, pero que la exagéra cuando nie-
ga al espacio una realidad objetiva, afirmando que no es mâs -
que una condiciôn subjetiva a priori para que puedan recibirse
las impresiones.
Para Balmes en la concepciôn de Kant sobre el espa
cio no hay mâs quedos cosas: la consignaciôn de un hecho muy
sabido y la renovaciôn del idealismo:

"La consignaciôn de un hecho muy


sabido: pues a esto équivale el -
hacer notar que la intuiciôn del
espacio es una condiciôn subjeti­
va necesaria para que podamos per
cibir las cosas unas fuera de --
otras. La renovaciôn del idealia-
mo: en cuanto se niega a esta ex-
tensiôn toda realidad, considérait
do las cosas y su disposicion en
el espacio como puros fenômenos,-
o sea, meras apariencias" (68).
87

La confusion le ha venido, dice Balmes, de haber -


confundido la imaginaciôn del espacio con la idea; y son cosas
radicalmente distintas:
"El espacio puramente subjetivo o
no explica nada sobre los problè­
mes del nundo externo, o los nie­
ga, neganlo con ello toda realidad"
(69)

Balmes no puede encerrarse en el fenômeno de la --


subjetividad, en la apariencia. Asl es como nos hallamos en el
sistema de Fichte, admitiendo el y o , como el hecho primitivo,-
cuyo desarrollo constituye el universo. Dirige Balmes crlticas
parecidas contra laconcepciôn kantiana del tiempo, que consi­
déra otra forma apriori igual que el espacio:
"Es cierto que el tiempo no es —
una cosa que subsista por si mis­
ma; mâs no que no pertenezca a —
las cosas como una determinaciôn
objetiva, y que no quede nada de
él en prescindiendo de todas las
impresiones subjetivas de la intui
ciôn... no se sigue que el orden
representado por la idea del tiem
po no sea una cosa real en los ob
jetos. En prescindiendo de nuestra
intuiciôn queda todavla algo,que
es lo que verifies las proposicio
nés en que expresamos las propie-
dades del tiempo" (70).

LA SINTESIS SUBJETIVA

Menos afortunado estâ Balmes cuando, queriendo dr^


ticar la slntesis subjetiva kantiana, intenta hacer un parale­
lismo riguroso entre la filosofla escolâstica y la filosofla -
de Kant.
Vamos a seguir el propio pensamiento y exposiciôn
de Balmes. Recuerda en primer lugar cômo los aristotélicos, djo
minados por la idea de explicarlo todo bajo la dinâmica de ma­
teria y forma, llevan estos mismos esquemas al problema del co
nocimiento. Por otro lado, dada la dif erencia esencial que ellos
establecen entre el orden de los sentidos y el del entendimien
88

to, tienen que levantar un puante para unir amboa extremes. El


puante que elles van a llamar "entendimiente agente" . Balmes
le llama verdadere ma&o que posee el maravillese secrete de des
pejar a las especies sensibles de sus cendicienes materials s ,-
de quitarles teda la parte tosea que las impedian penerse en -
contacte cen el entendimiente pure, trasfermande el grosere pâ
bule de las facultades sensitivas en purisima ambrosia que pu-
diera servir se en la mesa de les espiritus. Balmes juzgn toile
este de esta forma:
"Esta invencién,mas bien que rid^
cula, debiera llamarse peética, y
antes merece el tltule de ingénié
sa que el de extravagante. Fero -
le que hay en ella mâs notable es
que envuelve un sentide profunda-
mente filosôfice, ya perque cona^
na un heche ideelôgice de la m a —
yor importancia, ya también per—
que indica el verdadere camine pa
ra explicar les fenomenos de la -
inteligencia en sus relacienes —
■* cen el munde sensible. El heche -
censignade es la diferencia entre
las representacienes sensibles y
las ideas puras, aun cen respecte
a les objetes materiales. La ind^
caciôn del verdadere camine censis
te en presenter la actividad inte^
lectuai ebrande sobre las especies
sensibles y convirtiéndelas en a U
mente del esplritu.
Quite se a la explicaciôn de las -
escuelas la parte peética, y véa-
se si le que en ella se envuelve
vale tante, per le menos, corne le
diche per Kant, al cembatir el —
sensualisme, distinguiendo entre
las intuiciones sensibles y el en
tendimiente pure" (71).

Esta es la mejer introduceion al tema que ahera —


nos propenemes expener. Balmes ve en la solucion escelâstica —
un triple elemento: una desis de peesia, una intuiciôn acerta-
da sobre elpreblema critico, una gran ceincidencia cen la se-
luciôn kantiana, e, si queremes mas exactamente, de esta cen -
la de aquelles.
89

Balmes inserta largas citas de Kant que hacen refo^


rencia al tema con el mejor animo de no desfigurar su pensanden
to. Asl recuerda como Kant define la intuiciôn como el mode con
que un conocimiento puede referirse a objetos. "Esta intuiciôn
no existe, sigue diciendo Kant, sino en cuanto se nos da un ojb
jeto, lo que no es posible, al menos para nosotros hombres, s^
no en cuanto el esplritu es afectado de alguna manera... Toda
intuiciôn que se refiere a un objeto por medio de la sensaciôn
se llama empirica. El objeto indeterminado de una intuiciôn era
plrica se llama fenômeno" (Estética Trascendental, pil®)(72).
La sensibilidad la define como la capacidad de re-
cibir las representaciones por el modo con que los objetos nos
afectan. Por medio de la sensibilidad es como los objetos nos
son dados % ellos nos suministran intuiciones y el entendimien-
to es quien los concibe. Sigue copiando Balmes las palabras de
Kant t
"Todn pensamiento debe en ultimo
resultado referirse directa o in-
directamente, por medio de ciertos
signes, a intuiciones y , por con-
siguiente, a la sensibilidad,pue^
to que ningun objeto puede sernos
dado de otra manera.

El efecto de un objeto sobre la -


facultad representativa, en cuan­
to nosotros somos afectados por -
e l , se llama sensaciôn. Toda intui
ciôn que se refiera a un objeto -
por medio de la sensaciôn se lla­
ma empirica. El objeto indetermi­
nado de una intuiciôn empirica se
llama fenômeno" (Estética Trascen
dental, p. 1*)(73)«

Examina luego cômo Kant distingue entre la facultad


de sentir y la de concebir. También recoge sus propias palabras:

"Nuestro conocimiento procédé de


dos manantiales intelectuales : el
primero es la capacidad de recibir
las representaciones (la recepti-
vidad de las impresiones); el se-
gundo es la facultadtad de conocer
un objeto por sus representaciones
90

(la espontanéidad de los concep--


tos). Por el primero el objeto --
nos es dado; por el segundo es --
pensado en relaciôn con esta repre
sentaciôn (como pura determinadon
del esplritu). Intuiciôn y conce£
tos, he aqul los elementos de to-
do nuestro conocimiento; por mane
ra que los conceptos sin una intui
ciôn correspondiente, o una intu^
ciôn sin conceptos, no pueden dar
un conocimiento . . . " ( ) .

De estas dos propiedades del aima


no es la una preferible a la otra:
las dos son de igual importancia.
Sin la sensibilidad, ningûn obje­
to nos séria dado, y sin el enten
dimiento, ninguno séria pensado.-
Pensamientos sin materia y sin o^
jetos son vanos; intuiciones sin
conceptos son ciegas ..."(75).

Todavia recoge Balmes otras citas importantes de -


Kant. No hemos de repetirlas en este momento, sino que con lo
expuesto podemos seguir la comparaciôn que Balmes nos ofrece -
entre este modo de pensar y el de los escolasticos.
Ante todo reconoce que esta filosofia, y esto por
f ortuna, esta lejos de la de Condillac, pues aqui se asienta
un principio fundamental: la distinciôn en la sensibilidad y -
el entendimiento. Pero este triunfo —comenta Balmes- no hay —
que atribuirselo a Kant, sino a los propios escolasticos.
"Pensamientos sin materia, dice, son vanos, intui­
ciones sin concepto son ciegas". Comenta el filôsofo catalan:

"Es, pues, igualmente indispensa­


ble el hacer sensibles los conce£
tos, esto es, darles un objeto en
intuiciôn, y el hacer inteligibles
las intuiciones, sometiéndolas a
conceptos. ^Quién no ve en este -
pasaje el entendimiento agente de
los aristotélicos bien que expre-
sado con otras palabras? Substitu
yase a intuiciôn sensible,e specie
sensible ; a concepto, especie in-
teligible, y nos encontramos con
una doctrina muy semejante a la -
91

de los escolasticos"(7 6 ).

Punto por punto va haciendo Balmes el parangôn en­


tre ambas doctrinas. \ la acciôn de l« s sentidos, a la experim
cia sensible de Kant, compara el principio de los escolÂsticos:
"Nlhil est in Intellectu ..."
A las intuiciones sensibles que, en si mismas son
ciegas, los phantasmata de los escolasticos que tampoco son in
teligibles.
A la necesidad de hacer sensibles los conceptos —
d&ndoles un ob jeto de intuiciôn, compara lo que dicen los esco<
lasticos de que es imposible entender sine conversione ad phan­
tasmata . es decir, sin que el entendimiento se vue1va a las e£
pecies sensibles.
Para Kant hay que hacer inteligibles las intuicio­
nes sometiéndolas a conceptos, para los escolasticos hay que -
hacer inteligibles las especies sensibles.
Para Kant por medio de los conceptos juzgamos, y -
el juièio es el conocimiento mediato de un objeto, para los e£
colasticos conocemos los objetos por medio de una especie int£
ligible, que esta sacada de la especie sensible.
Para Kant en todo juicio hay un concepto aplicable
a muehas cosas ..., para los escolasticos la especie inteligi-
ble es aplicable a muchas cosas, porque es universal.
Balmes concluye con estas afirmaciones:

"El paraiigôn que precede es sobr£


manera interesante para apreciar
en su justo valor los puntos de -
scmejanza de dos sistemas que ocu
pan un dlstinguido lugar en la —
historia de la ideologla: semejan
za que ta 1 vez no ha sido notada
hasta ahora, no obstante de que -
salta a los ojos a la simple lec­
ture del filôsofo alemân. Esto no
es de extranar: el estudio de los
escolasticos es sumamente diflcil;
es preciso resignarse al lenguaje,
al estilo, a las opiniones, a las
preocupaciones de aquella época,-
y revolver mucha tierra inutil pa
92

ra sacar un poco de oro puro, Pe­


ro notese bien que yo no me propon
go descubrir en las obras de los
escolasticos el sistema de la crl-
tica de la raz6n p u r a , y que me -
limite a consigner un hecho poco
conocido, cual es el que lo bueno,
lo fundamental, lo concluyente que
se halla en el sistema del fi16s£
fo aleman contra el sensualisme -
de Condillac, lo habian dicho si-
glos antes los escolasticos"(77)•

He recogido con details esta comparaciôn con el —


fin de justificar la opiniôn de que Balmes no conocia en deta­
ils la filosofia kantiana, aunque no se le niegue esa que he--
mos llamado "intuiciôn fundamental". El case presents es una -
muestra bien clara. Pensâmes, sinesramente, que lo que le ena-
morô de Kant fue su rechazo al sistema sensualista, del que --
tanto abomina Balmes. Llevado de este feliz punto de contacte
entre la escolâstica, Kant y su propio pensamiento intentô pr£
longar la comparaciôn y las semejanzas hasta limites inadmisi-
bles.
Aparté de esta intenciôn coincidente -la imposibJL
lidad de reducir el fenômeno ideolôgico a puro sensualisme-, y
si queremos de unos ciertos resultados comunes, no es lôgico -
ni posible comparer el esquema de fonde que para la explicaciôn
del problema del conocimiento proponen Kant y los escolasticos.
Sôlo desde esos esquemas se puede entender, como nos ha dicho,
que ambos sistemas "ocupen un distinguido lugar en la historia
de la ideologia". Con esos presupuestos poco valor tiene el --
juicio. Habria que buscar otros para ver si se puede concluir
lo mismo.
Con el fin de llevar nuestra objetividad hasta el
ultimo limite posible, y para que quede a salvo la "intuiciôn
fundamental" de conocimiento del sistema kantiano por parte de
Balmes, no podemos olvidar lo que nuestro autor anade a renglôn
seguido:
"Aunque el filôsofo aleman convie^
ne con los escolasticos en la ob-
93

servacion de las facultades pri-


mitivas de nuestro esplritu, se
aparta luego de ellos en las apU.
caciones; y mientras aquellos --
van a parar a un dogmatismo fil£
sofico, él es conducido a un es-
cepticigino desesperante . . .
Ha distinguido, es verdad, el or
den sensible del inteligible: ha
reconocido dos facultades primi-
tivas en nuestra alma, sensibil^
dad y entendimiento ..., pero, -
en cambio, ha reducido el mundo
sensible a un conjunto de puros
fenômenos ..., y, por otra parte,
ha circunvalado el entendimiento,
impidiendole toda comunicacion -
que se extiende mâs alla de la -
experiepcla sensible ..."(7 8 ).

Con estas afirmaciones qtjeda el pensamiento de --


Balmes, en relaciôn con su conocimiento de Kant, en un punto
justo. Pues, luego de ese paralelismo forzado que ya hemos ex
puesto, reconoce el gran abismo entre los pasos dados por la
filosofia escolastica y por Kant. Ambos quieren partir de los
datos de laexperiencia y lo consiguen, pero, en algo que es
de la mayor trascendencia, en el campo del entendimiento, se
separan radicalmente: para los escolasticos hay verdaderas --
ideas y conocimientos independientemente ya de los fenômenos
sensibles y para Kant no.
El problema de Balmes en el fallo que le hemos
apuntado consiste en haber traspasado, inconscientemente, cier
tas categories escolâsticas a contenidos kantianos, para juz-
garlos desde ahl. Es una trasposiciôn invalida.

EL PRINCIPIO DE CONTRADICCION

Es otro de los puntos cuyo examen lleva a Balmes


a hacer una serie de referencias a Kant.
Este principio se le ofrece como prueba inquebran
table del valor de los principios independientemente de la in
tuiciôn sensible. El principio es cotidiciôn indispensable de
94

toda certeza, y sin él todo se reduce a un caos. Este princi­


pio, -escribe-, "nos ofrece un ejemplo de valor intrlnseco de
los conceptos intelectuales puros independientemente de la in
tuiciôn sensible" (79).
Querer limitar el valor de este principio a la --
simple intuiciôn sensible, negarle su universalidad, es para
él, senci1lamente, destruirle:
"La limitaciôn del principio equi
vale a su nulidad. Su universal^
dad absoluta se liga a su neces^
dad absoluta: si se le restringe
se le hace contingente, porque -
si suponemos que el principio de
contradicciôn puede faltar en un
caso, nos fi-lta para todos ... ;
si la contradicciôn del ser y —
del no ser no existe en todos —
los supuestos, no existe en nin­
guno" (8o) .

Juzga que esta es la reducciôn que ha hecho Kant


con el principio de contradicciôn. Puesto que la realidad sô­
lo se refiere a las sensaciones, la idea de ente sera la idea
de los fenômenos de la sensibilidad en general. Asl pues, es­
ta idea no significara nada cuando la queramos aplicar a lo -
no sensible :
"Luego el mismo principio de con
tradicciôn esta necésarlamente -
limitado a la esfera de la sensi^
bilidad; luego ni conocemos ni -
podemos conocer nada fuera del -
orden sensible"(8 l ).
Para Kant, sigue comentando Balmes, todas las apl^
caciones que hacemos de esta idea, extendiéndola mas alla de
la esfera de la sensiblidad, seran vanas ilusiones que no si^
nifican nada.
De ser las cosas a s l , el principio de contradic—
ciôn equivaldria a esta formulaciôn "es imposible que un fen£
meno de la sensibilidad aparezca y no aparezca a un mismo tiem
p o " . Es évidente que ni la filosofia ni el sentido comun han
dado jamas una significaciôn semejante de tal principio, pues
95

en ese caso, deberlamos concluir que los seres no sensibles —


son absolutamente imposibles. Por otro lado, esto séria una --
contradicciôn interna en el sistema de Kant, puesto que al ad-
mitir la distinciôn entre los fenômenos de la sensibilidad y -
los conceptos intelectuales puros, él mismo esta admitiendo --
que la realidad comprende algo mas que lo sensible.
"Los conceptos intelectuales puros
son una realidad, son algo, siquie
ra como fenômenos subjetivos de -
nuestro esplritu, y sin embargo -
no son sensibles, segun lo confie
sa el mismo Kant; luego este fil?
sofo incurre en contradicciôn cuaji
do limita la idea de realidad a -
lo puramente sensible" (8 2 ).

Tampoco aqul Balmes juzga exactamente las cosas. -


Decir, como afirma Kant, que el noûmeno, la cosa en si, nos es
desconocida, no es objeto de conocimiento, no es negar su rea­
lidad, como parece indicar la interpretaciôn que hace Balmes.-
Y lo mismo podemos afirmar de otras realidades, cuya imposibi-
lidad de conocimiento no signifies imposibilidad de ser. Lo —
cual no significa, por nuestra parte, el decantamiento a favor
de la soluciôn propuesta por el aleman, ni mucho menos.
Se comprende la interpretaciôn de Balmes ya que él
esté como obsesionado por salvar el valor objetivo, necesario
y universal de las ideas y de los priicipios intelectuales. —
Ese problema, calificado por él como al problema que atormenta
a la filosofia, ve que no ha sido solucionado por Kant.
"La transiciôn del sujeto al obj£
to, o de la apariencia subjetiva
a la realidad objetiva, es el pro
blema que atormenta a la filosofia
fundamental. El sentido Intimo no
nos permits dudar de que ciertas
cosas nos parecen de tal forma; -
pero son en realidad lo que nos
parecen? ^Cômo nos consta esto?"
(8 3 ).

Hasta tal punto cree Balmes que Kant ha quedado —


preso del "parecer", del fenômeno, que, por paradôgico que pa-
rezca, le acusa de renovar el sensualisme. Digo paradôgico pot^
96

que su intente filosôfice era precisamente en contra de esa -


corriente sensualista-empirista.
Como Kant asegura que sôlo tenemos intuiciôn sen­
sible, y como no atribuye ningûn valor a los conceptos sépara
dos de la intuiciôn:
" se infiere que el filôsofo al£
man, no obstante sus largas dis^
taciones sobre el entendimiento
puro, es profundamente sensualis
ta y, que el autor de la crltica
de la razôn pura y del Tratado -
de las sensaciones distan entre
SI mucho menos de lo que pudiera
parecer a primera vista" (84).

Dados los presupuestos anteriores resultarla, di­


ce Balmes, que en nuestro esplritu no habria mas que sensacio
nés, las que se pueden distribuir ordenadamente en los conce£
tos. Elentendimiento puro queda reducido a tan poca cosa que
hubiera podido admitirlo el mismo Condillac.
Significa esto un nuevo quebranto para la origina
lidad del filôsofo alemân:
"al combatir el sensualisme ha--
bla dicho en sustancia lo mismo
que epitieron siglos antes todas
las escuelas (véase c.8); y lue­
go, queriendo seguir un nuevo ca
mino para explicar el orden int£
lectual puro, vuelve a caer en -
el sistema de Condillac" (8 5 ).

Asl pues, ademâs de las crlticas de idealismo y -


escepticismo que habla dirigido ya contra Kant, hay que anadir
ahora la de filôsofo sensualista, lo cual no deja de sorpren-
dernos al aplicarlo al mismo autor.
Tampoco se gnlva Kant de la acusaciôn de panteis-
mo. Su sistema, llevado a sus ultimas consecuencias, conduce
al de Fichte, al que califica de panteismo extravagante:
"El autor de la Doctrina de la -
ciencia, extraviado por las doc­
trinas de Kant, establece un pan
teismo el mas extravagante que -
hasta ahora se ha excogitado.
97

El autor de la Crltica de la Ra-


zon pura , convirtiendo el espa--
cio en un hecho puramente subje­
tivo , destruye la realidad de la
extensiôn y abre la puerta a los
que quieren hacer surgir del yo
la naturaleza toda; y haciendo -
del tiempo una simple forma del
sentido interno induce a consid£
rar la sucesiôn de los fenômenos
en el tiempo como meras modifies
cione s del yo a cuya forma se r£
fieren" (86)7

Aunque Kant no sacara personaImente estas conse--


cuencias co'locô el principio del q u e , lôgicamente, se podian
deducir, Los filôsofos posteriores hacen del pensamiento de -
Kant como el gran centre de operaciones en torno al cual giron
sus investigaciones. También es verdad que dieron pasos, por
ejemplo Pichte, mucho mas allô que Kant y arrebataron al mun­
do, al ser, el estatuto nouménico que Kant todavia habla res-
petado.
Si Balmes no estaba de acuerdo con la unilateral^
dad del sensualisme, puesto que suponla una ruptura ilegltima
entre el mundo real y el ideal y acababa con la negaciôn de -
éste, tampoco puede admitir la slntesis de Kant, porque en d£
finitiva, y aparté la contradicciôn interna de su declaraciôn
de fenomenismo y los en-sl que ha de admitir, también reduce
une de esos dos campes : ahora el de lu realidad en favor de -
la subjetividad.
También Balmes admite "ciertas aprioridades" en -
el sujeto a la hora del conocimiento, son las aprioridades ma
teriales. Agi nos dice:
"Existe en nosotros facultades -
sensitivas que se desarrollan —
por efecto o con ocasiôn de las
impresiones orgânicas" (8 7 ).
Lo que hay innate en nuestro es­
plritu es la actividad sensitiva
y la intelectual; pero ambas, pa
ra ponerse en movimiento, neces^
tan objetos que los afecten.
98

La actividad intelectual tiene con


diciones a priori, del todo indep^
dientes de la sensibilidad, y que
aplica a todos los objetos, sean -
cuales fueren las sensaciones que
le causen. Entre estas condiciones
figura como la primera el principio
de contradicciôn.
Luego en nuestra inteligencia hay
algo a priori y absolute que no p_o
dria alterarse aun cuando se varia
sen completamente todas las impre­
siones que recibimos de los obje--
tos y sufriesen un cambio radical
todas las relacienes que tenemos -
con los mismos" (88).

En su momento oportuno desarrollaremos ampliamente


estos "apriori materiales" con que el hombre tiene que contar,-
consciente o inconscientemente, a la hora de desarrollar su in­
teligencia. De momento hemos recogido el date y su clara dife—
rencia con los apriori de Kant.
Demostrado que no puede defenderse un primer y uni-
co principio del cual dimane todo el rlo de los conocimientos -
humanos, Balmes hablara de "varios criterios", que podemos en--
globar también en lo que hemos llamado apriori del conocimiento:

"Hay en nosotros varios criterios;


pueden reducirse a très :1a concien
cia o sentido Intimo, la evidencia
y el instinto intelectual o senti­
do comun" (8 9 )•

Es decir, hay que admitir que la razôn esta someti-


da a ciertas leyes, que son las que hay que descubrir y estudiar,
de las que no se puede apartar sin acarrearse la ruina a si mi£
ma. De otro modo habria que admitir la arbitrariedad mas absolu
ta en cualquier ciencia. Se pregunta Balmes:

"Esto iqué indica? Que la razôn e£


ta sometida a ciertas leyes, que -
sus construeciones estan ligadas a
condiciones de que no se puede pre_s
c indir ..."l90).
99

Solamente desde esta perspectlva, sin traicionar


ni el campo de lo real ni el campo subjetivo, sino mas bien —
intentando salvar a ambos, es como Balmes juzga posible la s£
lucion justa al problema del conocimiento.
Asl se ha expresado TIRSO ALESANCO cuando nos di­
ce que Balmes no vive ni de complejos empiristas ni de suenos
racionalistas, ni de alquimias lôgicas germânicas, sino que -
vive de la realidad concreta y circundante, aprovechando los
elementos que nos brinda la naturaleza y los que encontramos
en nosbtros mismos:
"Aprovecha la aportaciôn de la -
experiencia, acréditada critica-
mente poi' la conciencia,,utiliza
la colaboraciôn de la inteligen­
cia, garnntizada por el criterio
de evidencia; por fin, constata
que es la misma naturaleza la --
que se encarga de unirlos en ma-
trimonio vital y cientlfico, y -
la naturaleza no necesita garan-
tias ni créditas, sino que se im
pone irresistiblemente por el --
Instinto Intelectual" (91).

IQue lejos quedan estos apriori balmesianos de -


aquellos otros que posibilitan la slntesis trascendental de -
que habla KantI Habrâ ocasiôn para examinarlos, detenidamente,
cada uno de ellos, y ver su naturaleza y funciôn en el comply
jo del conocimiento humano.
Asl se expresa también el P. GIRONELLA en su obra
Balmes filôsofo, y que ya hemos citado en varios lugares:
"... no podemos buscar una ver--
dad-semilla, sino sôlo una ver—
dad-cimiento (se entiende en la
filosofia de Balmes) Sus palabras,
diâfanas como todas las de Balmes,
muestran bien el alcance de su -
estudio sobre las "aprioridades
pre-trascendentales" (si se per­
mits esta expresiôn), necesario
para hallar luego cuales seran -
las "aprioridades trascendenta--
les", caso de que las baya.
100

Pero esta condiciôn indispensa­


ble de todo conocimiento (por —
tanto, aprioridad) aun tomada cjo
mo punto de apoyo (porque siendo
no mas que hombres, nunca sacar£
mos de un "yo" trascendental, c£
mo de una semilla, toda la cien­
cia), les una o multiples?"(9 2 ).

La crltica al sistema kantiano viene dada también


por la soluciôn que Balmes ofrece al problema de la objetivi­
dad de las sensaciones (libro 20 de la Filosofia Fundamental),
y a la realidad de la extensiôn y del tiempo (libros 3® Y 7®
respectivamente).

CONCLUSIONËS

Es hora de resumir, en unas breves conclusions s ,-


cuanto se ha dicho en torno a la filosofia kantiana vista de£
de la postura de Balmes.

1) Ante todo, hay que reconocer que Balmes juzga


que la filosofia de Kant ocupa un "puesto importan
te" en el pensamiento ideolôgico.

2) En cuanto al problema de hasta que punto tenla


o no un conocimiento exacto del pensamiento de f^
lôsofo aleman, ya hemos dicho y demostrado que --
hay que hablar de un "conocimiento fundamental",-
una intuiciôn de la invalidez de su sistema para
solucionar al problema del conocimiento, y de un
desconocimiento en detalle hasta usar de algunos
de sus términos y pensamientos en un sentido dif£
rente del que Kant les dio.

3) Hay que reconocer un cierto paralelismo en­


tre ambos filôsofos. Uno y otro quieren conciliar.
101

diriamos que en una via intermedia, racionalismo


y empirisme. También los dos rechazan de princi­
pio, y positivamente, el sistema sensualista.

4) Uno y otro, Balmes y Kant, habian y admiten


ciertos apriorismos, pero radicalmente diferentes.

5) Balmes puede concluir acusando una vez de --


unilateralidad; en este caso, unilateralidad en
favor del sujeto y en perJuicio del objeto en si.

6) Apunta cômo Iqs consecuencias ultimas y lôgjL


cas de esta filosofia serân el "idealismo" y el
"panteismo".

7) El abismo de que venimos hablando,y que •abriô


Descartes, tampoco se ha salvado, segun Balmes,-
por esta soluciôn kantiana.

8) Podlamos resumir todo diciendo que si el in­


tente fue bueno -uniôn de lo subjetivo y lo ob-
jetivo-, la soluciôn no lo fue tanto.
. 102

NOTAS

(1) ROIG GIRONELLA,J: Balmes filôsofo, o.c., pâg. 46-7


(2) Ibidem, pâg. 47.
(3) FONT Y PUIG, P.: La teoria del conocimiento de Balmes hinc
et n u n c . Conferencia pronunciada en Vich el dîa 9 de julio
de 1954, en la sesiôn anual conmemorativa de la muerte de
Balmes. Excmo. Ayuntamiento, Vich, (1954), p â g . 32.
(4) El Criterio, c ,2,4 -nota. II I , pâg. 560.
(5 ) Ibidem, c ,l 4 ,7 I II, pâ g . 639-640.
(6) F. Fundamental, L, 1,c ,7,84 II,pâg. 46.
(7 ) Ibidem, L,l,c,17,163 II,pâg. 86.
(8) Ibidem, L,l,c,17,164 II, p â g . 8 7 .
(9) Ibidem, L,l,c,17,168 II, pâg. 8 9 .
(10) Ibidem, L,l,c,17,172 II,pâg. 92.
(11) Ibidem, L,l,c,18,175
(12) Ibidem, L,l,c,18,177 II,pâg.,95.
(13) Ibidem, L , l , c , 19,186 II,pâg. 101.
(14) R U I Z D E L C A S T I L L O , C.: o.c., pâg. 102.
(15 ) D'ESPLUGUES, M . : Balmes vist des de leseves posicions errô-
n i e s . Conferencia en el Ayuntamiento de Vich el 9 dejulio ■
de 1931. CRITERION V (1931), pâg. 215-237.
(1 6 ) C O M E L L A S , A,: I n t r o d u c c i ô n a la F i l o s o f i a , B a r c e l o n a ,(1883)
pâg. 279-284.
(17) MENENDEZ Y PELAYO, M . : Dos palabras sobre el centenario -
de Balmes. Leido el 11 de septiembre de 1910. OPUSCULOS -
APOLOGETICOS.
(18) FLORI, M . : El filôsofo espanol Jaime Balmes. En el primer
centenario de su muerte (1948).
(1 9 ) A R A U J O - C O S T A , L . : B a lm es , d e b e l a d o r de L o c k e y C o n d i l l a c .
A C C I O N ESI’A N O L A 2 (1932), M a d r i d , pâg. 457-462.
(20) O R T U Z A R , M . : Newman vis to desde 1946. E S T U D I O S (Merceda —
rios) 2 (1946), Madrid, pâg. 9-35.
(21) FRAY A L O N S O BARROSO, O.F.M.: Valor histôrico de Balmes en
la distinciôn entre conocimiento sensible e intelectual.-
VERDAD Y VIDA, 6 (1948), pâg. 4 55-483 (4 5 8 ).
103

(22) FRAY RAFAEL L. DE MUNI AIN, O.F.M.; Balmes.flloaofo tnoder-


no, VERDAD Y VIDA, 6 (1948), pag. 487-512 (48?).
(23) Ibidem, p a g . 488.
(24) Metaf1sica; advertencia III,pâg. 195.
(25) F. Fundamental, L ,2,c ,1,4 II,pag. I9I .
(2 6 ) FRAY MIGUEL OROMI, O.F.M.: Balmes y la metafisica, VERDAD
Y VIDA, 6 (1948), pag. 513-554 (5 15).
(2 7 ) FLORI, M.,S.J.: Descartes y Balmes en "Cartesio". Nel —
terzo centenario del Discorso del metodo.Publicazione a
cura della Facolta dell 'Univer si â del Sacro Cuore . P r e f .
di A. Gemelli. Milan (1937) pag. 335-352.
(28 F . Fundamental. L,l,c,7,70 II, pâg. 37.
(29 ALESANCO REINARES, T , : El Instinto Intelectual en el pen­
samiento de Balmes. Salamanca (1965)1 pag. 46.
(30 F . Fundamental, L,10,c ,1,8 II, p â g . 665
(31 Ibidem, L,l,c,15,l4l II, pâg. ? 6 .
(32 F . Elemental. Ideologla p u r a , c,13,162-3» I I I , pâg.2 7 6 .
(33 ROIG GIRONELLA, J.; Balmes Filogpfo, o.c., p â g .49.
(34 F. Fundamental, L,1,c ,5,6l II, pa g . 3 2 .
(35 Ibidem, L,1 ,c,5 ,6l II, p â g . 32.
(36 Ibidem, L,l,c,5,nota. II,pâg. 33-34.
(37 (Esta cita es de Balmes).
(38 CONDILLAC: Oeuvres Philosophiques, Vol. I, Traité des Sen­
sations , Paris,1947» i»l»2 pâg. 224.
(39 Ibidem, 1,1,15. p â g . 226.
(4o Ibidem, 1,111,9- pâg. 233 «

(41 F. Fundamental, L , 4 ,c ,2,6 II, p â g . 372,


(42 Ibidem, L ,4,c ,1,3 II, p â g . 371.
(43 Ibidem, L ,4,c ,2,11 II, pâg. 374.
(44 Ibidem, L ,4,c ,2,l4 II, pâg. 375-
(45 Ibidem, L,2,c ,2,15 I I , p â g . 195 »
(46 Ibidem, L , 4 ,c ,2,15 II, p â g . 375 »
(47 Ibidem, L,4,c,2,l6 II, p â g . 37 6.
(48 Ibidem, L,4,c,28,172 II, pâg. 440.
(49 El Criterio, C ,6 ,1 III, pâg. 579.
lo4

50) UGARTE DE ERCILLA, E .: Acerca de la filosofia de Balme


R. y F. Madrid (1922),pag. 2 3 .
51) F, Fundamental, L,4,c,l,4 II, pâg. 37 1 .
52) Ibidem.
53) ALESANCO REINARES, T., o.c.
54) F . Fundamental, L,4,c,19,111 II,pag. 4l8.
55) F . Elemental , Ideologia pur a, c ,1. III, pâg. 243.
56) Ibidem, C ,1 III, pâg. 244 .
57) F . Elemental . Ideologla pur a . , c ,1. I I I , pâg. 245.
58) F . Fundamental, L ,1,c ,7,71 II , pâg. 3 8 .
59) UGARTE DE ERCILLA, E . : o.c. , pâg . 2 1 .
6 0 ) Biografla y Epistolario, L, 1,0,5 I, pâg. 101.
6l) ROIG GIRONELLA,J .: Balmes filôsofo, o.c., pag. 51-52.
6 2 ) ALESANCO REINARES, T.: o.c. , pâg . 6 1 .
63) Ibidem, pâg. 6 2 .
64) F. Fundamental, L ,1 ,c ,l 4 ,l4 I II, pâg. 7 6 .
65) Ibidem,
66 ) Ibidem, L,1 c,29,282 II, pâg. 1 50.
67) Ibidem, L,1 c ,29,289 II, pâg. 15 0.
6 8 ) Ibidem, L,3 c,16,109 1 1 , pâg. 306-7
69) Ibidem, L,3 c,17,119 II, pâg. 31 0.
70) Ibidem, L,7 c,1 3 ,100 II, pâg. 530-5 31.
71) Ibidem, L,4 c,8,5I II, pâg. 391.
72) Ibidem, L,4 c ,8,51 II, pâg. 391.
73) Ibidem, L,4 c ,8,5I II, pâg. 391.
74) Ibidem, L,4 0,8,51 II, pâg. 391.
75) Ibidem, L,4 c ,8,51 II, pâg. 39 2.
76) Ibidem, L,4 c,'8,51 II, pâg. 394 .
77) Ibidem, L,4 0 ,8,53 I I , pâg. 395 .
78) Ibidem, L,4 0 ,8,34 II, pâg. 395-396
79) Ibidem, L«4 c ,16,101 II, pâg. 4l4
8 0 ) Ibidem
8 1 ) Ibidem. L,5 c ,13,96 II , pâg. 479
8 2 ) Ibidem, L,5 0 ,i4 ,98 I I , pâg. 480 .
83) Ibidem, L ,1 0 ,25,247 II, pâg. 129.
84) Ibidem, L,4 0 ,1 3 ,8 0 . II, pâg . 4o6 .
105

(85) Ibidem, L, 4,c,13,80 II, pâg. 4o6.


(86) Ibidem, L, 9,c,19,144 II, p â g . ,6 5 5.
(87) Ibidem, L, 4,c,30,207 II, pâg. 4 5 0 .
(88) Ibidem, L, 4,c,30,207 II, pâg. 4 5 1 .
(89) Ibidem, L, 4,c,34,337 II, pâg. 18 2 .
(90) Ibidem, L, 1, c ,31,307 II, pâg, 162.
(91) ALESANCO REINARES, T.: o.c.
(92) ROIG GIRONELLA,J.: Balmes filôsofo, o.c.
lo6

C A P I T U L O IV

Soluciôn b a lm e s ia n a al problema

del co no ci m ie nt o de la verd ad

EL RECONOCIMIENTO PE LOS TRES CRITERIOS

Una vez que Balmes ha rechazado toda una serie de


sistemas como invalidos por unilateralidad, de una manera es
pecialisima todo asomo de empirismo o idealismo, que en el --
fondo son siempre las -dos tentaciones a que estan expuestos -
los sistemas filosoficos, intenta desbrozar un nuevo camino -
que nos conduzca al encuentro inf alible de la verdad. Iiicidi-
mos asl en la esencia misma del quehacer intelectual de Bal—
mes; él mismo nos habla dicho que no basta la "crltica", el -
quitar escombros, hay que ofrecer algo positive al esplritu -
humano, hay que construir un edificio nuevo.
Después del largo recorrido que hace Balmes por -
la filosofia moderna, después de descubrir tantos puntos ne--
gros en el esfuerzo de los filôsofos, después de aquel grito
que sale del fondo de su ser: "abajo la autoridad cientlfica",
casi se podla esperar que nuestro autor cayese en el mâs hon-
do de los escepticismo s . No, reaccionô de un modo totalinente
contrario. Es posible la empresa; es posible el plantearniento
107

y la soluciôn positiva del problema del conocimiento de la ver


d a d . A este alumbramiento es al que vamos a tratar de asistir
en este nuevo capitule, centre, por otra parte, de nuestro es­
tudio.
Salvador Cuesta reconoce cômo a Balmes se le ha n£
gado este mérite de un planteamiento y soluciôn cientlfica del
problema critico. El mismo se plantes si esto es o no cierto.-
Y escribe: "Ya a simple vista, parece decir,algo, y aun mucho,
el hecho de que el tratado o libro primero y mâs extenso de su
Filosofia Fundamental sea el de "la certeza" al que hay que -
anadir varios capltulos y pârrafos del libro cuarto "De las -
ideas". En todos estos lugares se semeten a examen y crltica
los motivos ûltimos y mâs fondamentales de la certeza natural.
Tenemos pues un hecho bien patente: Balmes plantes la inquisi-
ciôn crltica sobre los juicios que son objeto de una intuiciôn
mental y los fenômenos inmediatos de la conciencia" (1).
Esta soluciôn positiva al tema planteado es la que
vamos a tratar de justificar siguiendo principeImente los tex-
tos del autor.
Sus primeras palabras en la Filosofia Fundamental
son bien significatives :
"El e studio de la filosofia debe
comenzar por el examen de las --
cuestiones sobre la certeza; an--
tes de levantar el edificio es ne
cesario pensar en el cimiento"(2T,

"La esterilidad de los trabajos f^


losôficos (en esta materia) no ha
desalentado a los investigadores:
esto manifiesta que en el ultimo
térraino de la investigaciôn, se -
divisa un objeto de alta importan
cia" (3).

"Bien se echa de ver q u e , al en-


trar en el examen de la cuestiôn
de la certeza, no desconozco las
dificultades de que estâ enraiza-
da " (4).

"La filosofia debe comenzar por -


no disputar sobre el hecho de la
108

certeza, sino por la explicaciôn


del mismo" (5)•

'ÿCstamos ciertos de algo? A esta


pregunta responde afirmativamen-
te el sentido comun. ^En qué se
funda la certeza? Estas son dos
cuestiones diflciles de resolver
en el tribunal de la filosofia.-
Al examlnar su objeto, debe la -
filosofia analizarle, mas no de£
truirle ; que si esto hace se de£
truye a si propia" (6).

"Sucede con la certeza lo mismo


que en otros objetos de los cono
cimientos humanos. El hecho se -
nos présenta de bulto, mas no p£
netramos en su intima naturale--
za" (7).

La lista de textos en este sentido podla alargar-


se bastante. De momento es suficiente. Una cosa es que se dé
la certeza natural como un hecho y otra, muy diferente por --
cierto, es que ese hecho lo podamos y debamos someter a exa--
men. Admitida esta posibilidad, como la admite Haïmes, esta -
justificado, filosôficamente hablando, el problema del conoc^
miento. No se trata, pues, de ninguna postura precrltica o --
credulidad ciega.
En otro lugar del trabajo ya hemos demostrado cô­
mo el mismo Balmes admite" que este modo de filosofar tiene ajL
go de dogmâtico, puesto que comienza no por un examen sino --
por una afirmaciôn; también quedô claro cômo ésta es una ver­
dad fecunda en resultados cientlficos y a la que se acercan -
los filôsofos mucho mas de lo que ellos piensan, pues hasta -
los que creen empezar dudando de todo parten del hecho y afir
maciôn de su propia duda,
"Este método de filosofar tiene
algo de dogmatismo, pero dogmatis
mo tal que, como hemos visto, tiie
ne en su apoyo a los mismos Pi-
rrôn. Hume, Fichte, mal de su -
agrado. No es un simple método -
filosôfico, es la sumisiôn volun
taria a una necesidad indeclina-
109

ble de nuestra propia naturaleza


..." (8 ).

Planteadas asl las cosas se trata de ver e inves-


tigar el punto de apoyo o los puntos de apoyo en que se fundia
menta esta certeza. Ya vimos en la crltica que hacla Balmes -
de los distintos sistemas filosoficos, que el fallo estaba en
la unilateralidad. ^No podrlan ser varios los criterios que -
fundamenten la certeza? Es la pregunta q ue, muy al principio
de su F .Fundamental, insinua Balmes. Ahl estâ para él, en la
respuesta positiva a la pregunta, la verdadera soluciôn al --
problema.
Tenemos los très criterios que él desarrolla muy
ampliamente: el de conciencia, el de evidencia, el del instin­
to intelectual. A estos très criterios corresponden las très
clases de verdades de que Balmes habla. Asl lo resume el P. -
ROIG GIRONELLA:
"Très son, segun Balmes, los el£
mentos irréductibles de que dis­
pone el hombre para abordar con
éxito la soluciôn de los proble­
ma s criteriolôgicos: primero, los
hechos de conciencia (o eventual^
mente, externes, conocidos siem­
pre mediante el hecho de que los
atestigua nuestra conciencia); -
segundo, la evidencia (entendiœ
dola no en el sentido ordinario
que hoy le damos, sino en el sen
tide propio de Balmes, que expl^
caremos después); tercero, el ins­
tinto intelectual, o dinamismo -
de la mente (como de las otras -
facultades) a su ob jeto proÿ*io,-
y que cuando versa sobre objetos
corrientes de la vida lo llama -
"sentido comun". A estos très m£
dios (que bien podrlan llamarse
"aprioridades", en sentido no
tiano, sino en el verdadero sen­
tido crireriolôgico) responden -
très clases de verdades: primera,
verdades de sentido Intimo (como
"yo existo"); segunda, verdades
necesarias (como "es imposible -
que la parte sea mayor que el to
110

do " );tercera, verdades de sentido


comun (como la certeza moral de -
que echando ahora al azar un mon-
tôn de letras no saldra compuesta
la primera pagina de la Divina Co
media" (9).

En estas lîneas se resume admirablemente todo lo —


que es la soluciôn positiva de Balmes al problema del conoci—
miento. Très criterios, que funcionando armônicamente, nos van
a explicar toda verdad.
Pero sigamos las huellas queva marcando Balmes a
lo largo de sus paginas. Criticando el sistema de Fichte, cuan
do propone un principio absolutamente incondicional para todo
conocimiento, dice Balmes:
"He aqul un método errôneo: se cjo
mienza por suponer lo que se ignci
ra, la unidad del principio, y ni
aun se sospecha que en la base —
del conocimiento humano puede ha­
ber una verdadera multiplieidad.-
Yo creo que la puede haber, y la
hay en efecto"(10).

Balmes insinua claramente que las fuentes de nues­


tro conocimiento son varias, son de ôrdenes diverses. La uni—
dad pretendida por ese autor, en nuestra condiciôn humana ac—
tuai, es utôpica. La multiplieidad es un hecho y ese es el —
que hay que expliciter.
En otra de sus paginas de la Filosofia Fundamental
escribe :
"Los medios con que percibimos la
verdad son de varios ôrdenes, lo
que hace que las verdades mismas
percibidas correspondan también a
ôrdenes diferentes, paralelos,por
decirlo asl, con los respectivos
medios de percepciôn.
Conciencia, evidencia, instinto -
intelectual o sentido comun, he -
aqul los très medios; verdades de
sentido Intimo, verdades necesa--
rias, verdades de sentido comun,-
he aqul lo correspomliente a di —
chos medios" (11).
Ill

Aqui no solo se nos ha senalado el heclio de la mul


tipllcidad sino que, de una forma detallada y concreta, se nos
han senalado el numéro de esos criterios y las verdades corre£
pondientes. Posteriormente veremos la naturaleza y funcionami^
to de cada uno de ellos y de los très un armonia.
Ahondando un poco mâs Balmes senala la "igualdad -
de categoria" de los tres criterios. Es algo a tener muy en -
cuenta, pues con ello caen por tierra todas las opiniones qu e ,
oponiendo el instinto intelectual balinesiano como algo irracic»
nal a los otros criterios, le acusan desde esceptico a fideis-
ta. Acusaciôn totalmente ilegltima si uno tiene en cuenta todo
el conjunto de la obra de Balmes.
"En ml concepto, hay varios prin­
cipios que, con relaciôn al enten
dimiento humano, pueden llamarse ,
igualmente fundamentale s , ya por­
que todos sirven de cimiento en -
el orden comun y en el cientlfico,
ya porque no se apoyan en otros;-
no siend' dable senalar uno que -
disfrute de esta calidad como pr^
vilegio ejtclusivo" (12) .

Balmes dedica una pagina de su Filosofia Fundamen­


tal a examiner, y muy acertadamente, la fecundidad e importan­
cia que de cada uno de los tres criterios se dériva. Ciertamon
te tendrla razôn aquel filôsofo q u e , defendiendo el hecho de -
conciencia, demostrase la serie de incongruencias de aquellos
que prêtend!esen levantar el edificio filosôfico al margen de
ese principio. .Lo mismo hemos de decir de aquel que argumenta-
se de forma semejante desde el principio de contradicciôn; y -
también de aquel que lo quisiese hacer desde la fuerza del prin
cipio de evidenoia.
El problema estâ en la defensa "exclusiva" de uno
solo de los criterios. Por eso el filôsofo catalan concluye —
esa pagina de esta forma:
"Los tres tienen razôn (se entien
de de cada uno de los que defen—
diesen un solo principio), y no -
la tiene ninguno. La tienen JlOyS
tres, en cuanto afirman ,
112

do el respective principio, se -
arruinan los demas; no la tiene
ninguno, en cuanto pretenden quo,
negados los demas, no se arrulna
el propio"(13 ).

La confusion de comparer y confundir principios -


de ôrdenes muy diferentes, todos individusImente verdaderos,-
pero que no pueden parangonarse y menos tratar de sustituirse.
El autor nos ha llevado, paso a paso, al punto de
solucion del problema . Üemostrô, en primer lugar, la imposi-
bilidad de un solo criterio; en segundo lugar, se definiô en
favor de la multipllcidad de criterios, concretamente tres; -
por fin, ha aclarado su fundamental igualdad. Ahora se dispo­
ne para un examen particular de cada uno de estos tres crite­
rios de conocimiento.
"El principio de Descartes es la
enunciaciôn de un simple hecho -
de conciencia; el de contradicciôn
es una verdad conocida por eviden
cia ; y el otro es la afirmaciôn
de 1a legitimidad del criterio -
de la evidencia misma; es una --
verdad de reflexiôn que expresa
el impulso intelectual por el —
que somos llevados a creer verda
dero lo que conocemos con eviden
cia.
La importancia de la cuestiôn
exige que examinemos por separa-
do los tres principios ..."(l4).

ACLARACIONES SOBRE LA VERDAD

Antes de iniciar el estudio détail ado de cada imo


de los tres criterios para el conocimiento de la verdad, nos
parece oportuno apuntar algunas aclaraciones de orden mas ge­
neral sobre este tema.
Ya hemos dicho que para Balmes la verdad estâ fun
damentalmente en las cosas. Nos basta recordar aquella senci-
11a afirmaciôn de su obra El Criterio:
113

"Si deseanios pensar bien hemos de


procurer conocer la verdad, es de
cir, la realidad de las cosas"(15T

En el capitule a que nos referimos dice en una pr^


mera nota: "Verum est id quod e s t , dice San Agustin (L. 2**, So^
111., c,V) (#). Puede distinguirse entre la verdad de la cosa
y la verdad del entendimiento: la prin.era, que es la cosa mis-
m a , se podrâ llamar objetiva; la segur.da, que es la conformi--
dad del entendimiento con la cosa, se apellidarâ formai o sub-
jetiva. El oro es métal, independientemente de nuestro conoci-
miento, he aqui una verdad objetiva. El entendimiento conoce -
que el oro es métal, he aqui una verdad formalo subjetiva"(l 6 ),
La misma doctrina defiende al hablarnos de las ver
dades necesarias. No sefundan ni en nuestra experiencia ni en
nuestro modo deentenderlas, sino que preexisten a la razôn hu
mana, las concebimos como independientss de nuestro pensamien-
to. Con un ejemplo sencillo nos explica: cuando conocemos per-
fectamente la verdad, nuestro entendimiento se parece a un es-
pejo, en el que vemos retratado con toda fidelidad los objetos
como son en si; cuando caemos en error, se asemeja a uno de —
aquellos vidrios de ilusiôn que nos presentan algo que realmen
te no existe; pero cuando conocemos la verdad a médias, podria
compararse a un espejo mal azogado o colocado en tal disposi--
cion, que, si bien nos muestra objetos reales, sin embargo,nos
los ofrece demudados, alterando los tamanos y figuras"(1?).
Todo esto lo ha recogido en su obra F, Fundamental
cuando ha escrito:
"El yo ctmsiderado en si no es —
punto luiiiinoso; es un sustentâcu-
lo para el edificio de la razon;-
mas no la régla para construirle.
La verdadera luz se halla en la -
objetiviclad, pues en ella esté --
propiamente el blanco del conoci-
miento..El yo no puede ni ser co-
nocido n:l pensado de ninguna mane^

(X) Recogemos la c i t a de S an A g u s t i n tal co m o se e n c u e n t r a -


e n la o b r a de B a l m e s .
114

ra, sino en cuanto se toma a si


mismo por objeto, y en cuanto se
coloca en la linea de los demâs
seres para sujetarse a la activl^
dad intelectual que solo obra en
fuerza de las verdades objetivas"
(18 ).

El P. CASANOVAS, tocando este tema, llega a la con


elusion de que la verdad no es el hombre mismo, realizaciôn de
lo absoluto en el mundo (Panteismo transcendental); tampoco es
el hombre que impone sus juicios como leyes a la realidad (Cr^
ticismo kantiano); ni siquiera la realidad externa limitada a
la materia (Materialismo). Es un reflejo en nuestro entendimien
to que lo integran el orden real, el fenoménico y el ideal; y
los caminos por donde esta verdad pénétra en nuestra aima, son
la conciencia, la evidencia y el instinto intelectual (19)»
A este propôsito bay que citar también las ideas -
que sostiene Balmes en contra de la opinion de Vico.
Nos recuerda que cree este filôsofo que el crite--
rio de verdad consiste en haber hecho la verdad conocida (20),
que nuestros conocimientos son ciertos cuando se cumple esa --
circunstancia, y que van perdiend5 certezas a medida que el en
tendimiento va perdiendo su carâcter de causa. Balmes deja ha-
blar al autor: "Los términos verum et factum, lo verdadero y
lo hecho, se ponen uno por el otro entre los latinos, o como -
dice la Escuela, se convierten ... Por donde podemos conjetu--
rar que los antiguos italianos admitian la doctrina siguiente
sobre lo verdadero: lo verdadero es lo hecho mismo, y por con
siguiente, Bios es la verdad primera, porque es el primer hace^
dor (factor), la verdad infinita, porque ha hecho todas las co^
sas ..." (De la antigua sabiduria de la Italia 1,1® c .1)(21).
Asi se defiende que las matemâticas son las mas —
c 1e r ta s , porque son u n a .e specie de creacion del entendimiento.
La mecânica ya es menos cierta, porque considéra el movimiento
realizado en las maquinas; y la flsica lo es todavia menos, --
porque considéra el movimiento interno de los centres. En las
ciencias de orden moral hay todavia menos certeza.
115

D e spue8 de estas consideraciones vuelve a afirmar


categôrlcamento que el criterio de lo verdadero y la régla pai
ra conocerlo es el haberlo hecho (22).

Balmes, como no podia ser por menos, reacciona —


contra esta doctrina y responde:
"Entender no es causar; puede ha
ber, y la hay en efecto, una In­
tel igencia productora; pero, en
general, el acte de entender y -
el de causar ofrecen Ideas dis—
tintas. La inteligencia supone -
una actividad ..., pero ésta no
es productora de los objetos co-
nocidos, se ejerce de un modo in
manente sobre esos objetos"(23).

De admitir el criterio de Vico llegariamos a con-


cluir que la inteligencia quedarla incomunicada con todo lo -
que no fuesen sus obras; ni a si misma se podria conocer,pue^
to que no se hace. Estariamos, pues, en el escepticismo mas -
riguroso.
"Entonces la realidad nos esta -
vedada, y nos hallamos separados
de ella por un vallado insalva--
ble" (24).

La verdad, por otra parte, y como ya liemos visto


anteriormente, puede ser de orden real o de orden ideal. La -
primera corresponde a los hechos realt s , a lo que existe y —
puede expresarse por el verbo ser tomado sustantivamente.

"Yo soy, esto es, yo existo, ex­


press una verdad real, un hecho"
(25) .

La segunda corresponde al enlace necesario de las


ideas, y se express por el mismo verbo tomado copulativamente.
"Lo que piensa existe, express -
una verdad ideal" (2 6 ).

ZARAGüETA comenta que no es que Balmes considéré


estos dos ôrdenes como incomunicables entre si. Al contrario.
116

nos es dado fecundar los hechos con prlnclpios de orden ideal,-


asx como franquear los limites de la pura posibilidad mediante
afirmaciones de orden real. Pero no por eso es menos imposible
derivar una necesidad de un simple hecho, o afirmar un hecho en
virtud de una pura necesidad ideal (27).
Balmes todavia afirma que las verdades de orden r e ­
al son hechos o conexiones entre los hechos, y por ello posibi-
lidad de percepciôn mediata, a través de otros.

La Conciencia

EXPOSICION DEL CRITERIO DE CONCIENCIA

Al hacer la exposiciôn y juicio que la filosofia de


Descartes le merecia a nuestro filôsofo ya hicimos referenda a
las muehas influencias cartesianas que se notaban. También que-
dô claro que esto no significaba el seguimiento y aprobacion de
tal sistema por parte de Balmes; especialmente, él no podia apr^
bar queeste dato, la conciencia, fuera el unico capaz de expl^
car todoel resto del fenômeno del conocimiento.
En estos momentos, al hacer el e studio del criterio
de conciencia, nuevamente van a resonar en muchos momentos esas
voces de influencia cartesians.
El criterio "conciencia" goza de una gran importan-
cia yprioridad. De ahi nace la certeza de nuestra propia exis-
tencia, aunque no la podamos probar.
"Nuestra existencia no puede ser -
demostrada: tenemos de ella una —
conciencia tan clara, tan viva,que
no nos deja la mener incertidumbre(
pero probnrla con el raciocinio es
imposible" (2 8 ).
117

El criterio de conciencia se nos ofrece en su ra­


dical primariedad. Antes que ningûn "uso" de la razôn -razona
mientos- hay que colocar los principios en que se fund a ; y to^
davîa antes, hemos de presuponer la existencia de la razôn y
del ser. Luego el criterio de conciencia es para nosotros pr^
mario y de fuerza indudable. Es decir, el primer punto de par
tida para dar un paso en nuestros conocimientos es "esta pre^
sencia intima de nuestros actos interiores",prescindiendo, —
por el momento, de las cuestiones que pueda suscitar el cono­
cimiento de su naturaleza (2 9 ).

Asi se ha de entender el "cogito" cartesiano; no


como un entinema, sino como la consignaciôn de un hecho, que
podemos llamarle el primero de todos. Destruido este también
desaparecen los otros, pero no viceversa: destruidos los otros
dos, todavia permanece el de conciencia, puesto que es "inde-
pendiente" de los demâs.
"Destrûyase la evidencia, destrû-
yase el instinto intelectual, la
conciencia permanece ... Si se su
pone en duda el principle de con-
tradicciôn, todavia no se harâ va
cilar la certeza de que sufrimos
cuando sufrimos, de que pensâmes
cuando pensâmes".

"El sueno y la vigilia, la demen-


cia y la cordura, son indiferentes
para el testimonio de la concien­
cia ..."

"El loco que cree contar numéro—


sas talegas, no las cuenta cierta
mente -en este se engana-, pero -
tiene en su espiritu la concien—
cia de que lo hace ..."(30 ).

Estos testimonies directes directes, y otros que


se podrian haber anadido,muestran abiertamente la importan--
cia quepara Balmes tiene el criterio de la conciencia, y cô
mo es independiente de todo otro testimonio. Es de un necesi­
dad indeclinable, es de una fuerza irresistible y es infali-
ble en lo que concierne a ella sola.
118

Los limites que enmarcan el campo de la conciencia


nos recuerdan, una vez mas, limites cartesianos, aquellos que
enmarcan su "cogito".
"Comprendo en el testimonio de la
conciencia todo lo que expérimenta
mos en nuestra aima, todo lo que -
afecta a lo que se llama el yo hu-
mano: ideas, pensamientos de todas
las clases, actos de voluntad, sen
timientos, sensaciones, en una pa­
labra, todo aquello de que podemos
decir: Lo experimento" (31)«

Ahora bien, y aqui ya se sépara radicalmente de la


soluciôn cartesiana, esta conciencia no tiene mas catégorie --
que la de ser "éncora" de salvaciôn de la inteligencia, pero
por si sola no basta para la ciencia, no es, siguiendo la com-
paraciôn balmesiana, verdadero "faro", Con la sola conciencia
e stariamos presos del ambito subjetivo sin ningûn derecho a sa
lir de é l , y por ello incapacitados para la verdadera ciencia,

Considerando este criterio en si mismo, separado -


de la evidencia y del instinto intelectual, nnda nos dice res­
pecte a los objetos. La conciena se queda,pues, en lo interior.

"Analicense cuanto se quiera los -


hechos de la conciena: jamas se en
contrarâ en ellos uno que pueda en
gendrar la luz cientifica, Aquel -
acto sera o una percepciôn direc-
ta o refleja... Si es directa, su
valor no es subjetivo, sino objet^
vo; no es el acto lo que funda la
ciencia, sino la verdad percibida;
no el snjeto, sino el objeto; no -
el sino lo visto por el Si
el acto es reflejo, supone otro ac^
to anterior, a saber, el objeto de
la reflexion ; no es, pues, aquel -
el primitive, sino éste" (3 2 ),

La combinaciôn de ambos actos, el directo y el r e ­


flejo, tampoco serirlan para la ciencia, mientras no se les so
meta a verdades necesarias, objetivas, independientes del y o .-
El yo, pues, se nos ofrece como un condiciôn necesaria para el
119

pensamiento, pero nada rnas. Para Balmes esta pretension de ha­


cer del yo el origen de la verdad viene a ser un intento de d^
vinizacion del entendimiento humano, y, por lo mismo, de pante
ismo.
La doble conciena que hemos senalado, directa e in
directa o refleja, la define a s i :

"... aquella acompana a todo fenô­


meno interno, ésta no; aquella es
natural, esta es filosôfica ; aque­
lla presiinde de los actos de la -
razôn, ésta es uno de esos actos"-
(33) .

Si ahora, por ejemplo, oigo un ruido, la simple --


sensaciôn presente a mi espiritu, afectandole, constituye lo -
que se ha llamado conciencia directa. Ahora bien, si, ademas -
de oir, me doy cuenta de que estoy oyendo, esto es lo que se -
llama conciencia refleja.

El criterio de conciencia se nos ofrece, pues, co­


mo condiciôn indispensable del conocimiento. Asi lo express -
el autor.
"... y la afirmaciôn yo pienso -con
ciencia- as, si no el origen de to-
da filosofia, al menos su condiciôn
indispensable"(34).

La conciencia, como uno de los primeros criterios


que explican nuestro conocimiento de la verdad, como primer --
principio del conocimiento, tiene que ser indemostrable. No se
puede demostrar todo; al contrario, lo que se puede demostrar
es que hay cosas indemostrables, évidentes por si mismas, o ne^
cesitan de otras, sobre las que habriainos do llevar el mismo -
planteamiento. En el primer caso estaria probada nuestra tesis;
on el segundo, o la aceptamos también, aunque sea dando algun
paso hacia otras premisas anteriores, o hemos de admitir el --
proceso al infinito, lo que "equivaldria a no acabar nunca la
demostraciôn" (35).
La indemostrabilidad de la conciencia, en este sen
tido, lejos dé restarle valor, le garantiza en su ser de crite^
120

rlo ultimo de verdad.


"Estas reflexlones no dejan ninguna
duda de que el pedir la prueba de -
todo ts pedir lo imposible"(3 6 ).

Sobre este dato de conciencia, aunque no en su in-


terpretacion y aplicaciones, es algo sobre lo que todos los fi
losofos coinciden.
Por este testimonio de la conciencia sabemos lo --
que experimentamos, no lo que es; percib.mos el fenômeno, no -
la realidad.
Bellamente nos resume todo diciendo:

"él nos autoriza a decir: me pare-


ce tal cosa ; pero no, es. tal cosa"
T 3 7 ).

Este paso del sujeto al objeto, de la idea repre--


sentante a la cosa representada, es algo que pertenece a otros
criterios, como veremos en su momento. Por ejemplo, en la sen­
saciôn de ver el sol podemos distinguir dos cosas: primera, la
sensaciôn como t al; segunda, la correspondencia de ésta con el
objeto, con el sol. Son cosas distintas, nos dira, aunque no­
sotros las hacemos andar juntas.

"La conciencia es ciertamente la -


primera base para formar el juicio,
pero no es suficiente para él; ella
en si atestigua lo que se siente,-
pero no lo que esto es. ^Cômo se -
compléta el juicio? Por medio de
un instinto natural que nos hace -
objetivar las sensaciones, es de--
cir, nos hace creor en un objeto -
extreno correspondiente al fenôme­
no interno"(3 8 ).

Al final del capitule citado resume Balmes en cin-


co proposiciones todo lo relacionado con el criterio de la con
ciencia.
La primera resalta el ambito al que llega este cr^
terio, esdecir, todos los fenômenos que se realizan en nues—
tra aima.
121

En la segunda deja una puerta ablerta a la posibi-


1idad de la existencia de fenômenos de algûn otro orden.
En la tercera recuerda que el testimonio de la con
ciencia no puede salir del ambito interno.
En la cuarta establece que es fundamento de los de^
mas criterios, pues sin él son imposibles.
Y en la quinta afirma que de la combinaciôn de la
conciencia con el instinto intelectual nacen todos los demâs -
criterios.
Esto mismo nos recuerda en su ideologia pura, pues
e scribe :
"Claro es que el principio de Des­
cartes no es ni de evidencia ni de
sentido cornûn, sino de conciencia
o sentido Intimo; y que negado él,
o puesto en duda, nada podriamos -
establecer. Quien duda de que pien
sa no puede saber si piensa bien;-
antes es pensar que pensar bien;--
asi, pues, en faltando el principio
de Descartes no estarîamos seguros
ni del de contradicciôn ni de otro
ninguno"(39)•

VALORACIONES DEL CRITERIO DE CONCIENCIA

ZARAGÜETA comenta nuestro tema diciendo que el lia


mado criterio de sentido Intimo o conciencia -comprendiendo en
este nombre todo lo que afecte al yo humano- sirve para discer
nir la existencia o inexistencia de los hechos particulares y
contingentes de orden real. Concluye; "El empleo de este crite_
rio, sin mâs pretension que la de consigner la realidad de los
hechos en su aspecto puramente subjetivo, no créa dificultad -
e special"(4 o ).
SALVADOR CUESTA, en el articule que hemos citado -
ya en varias ocasiones, interpréta en el mismo sentido el va—
lo r , naturaleza e importancia del criterio de conciencia. Reco
ge aquella bella metâfora de Balmes cuando nos dice que todo -
el esfuerzo que ponga el hombre para anonadarse a si mismo en
12Î

en una duda extrema, no servira sino para hacerse a si mismo -


mâs visible: "es una sombra que no muere con ningûn golpe, y -
que por cada herida que se le abr e , despide nuevos torrentes -
de luz" (4l).
No todos ban visto asi las cosas. Federico HALMAU,
en un pequeno estudio sobre Balmes, dice que no se sigue que -
el conocimiento y la certeza relatives a la cosa pensada sean
lôgicamente subordinados al conocimiento y a la certeza de la
existencia del sujeto pensante. Dice que Balmes no se percatô
bien de esta distinciôn. "Por eso no es de extrafiar que consi-
derase a la conciencia como punto de apoyo para la adquisiciôn
de la verdad, aun suponiendo que se destruya 1a evidencia y el
instinto intelectual. Cosa bastante dificil de comprender, ya
que sin la evidencia, por lo menos de la apariencia del fenôme^
no, no es fâcil explicar la conciencia por lo menos en el orden
lôgico del conocimiento"(42).
Se cometen algunos errores en esta interpretacion
del pensamiento balmesiano. La "subordinacion" de que nos ha--
bla DALMAU esta fuera de lugar en una sana interpretacion bnl-
mesiana, donde ûnicamente se afirma que en un examen del hecho
de la certeza nos encontramos con el dato conciencia como con­
diciôn indispensable. No hay otra subordinacion.
Por otro lado, esa supuesta supresiôn de los otros
criterios, evidencia e instinto intelectual, no la pone Haïmes
por querer just if icar, aun en ese supuesto, la verdad; no, ûn^
camente la pone para demostrar la permanencia de este criterio,
la conciencia, aun supuesta la supresiôn de los otros. Balmes
no juega, pues, con otra verdad que con la ûnica y sola verdad
del dato conciencia. DALMAU no parece entenderlo asi, aunque -
luego le reconoce méritos a Balmes en el examen que hace de —
los hechos de conciencia.

El P. ROIG GIRONELLA reconoce que Balmes, a propô­


sito de este primer elemento requc-rido para una eloboraciôn de
crltica de la filosofia: la conciencia, tiene dos buenas obser
vaciones: "Ante todo, que en ella la realidad y la apariencia
se confunden; no puede ser aparente sin ser real; la aparien--
123

cia, por si sola, es ya una verdadera conciencia (F. Fundamen­


tal, 1,15,147); es decir, que aprehendemos el fenômeno en si -
como inmediatamente dado y presents ; sin esto no podriamos ela
borar ninguna filosofia, ni siquiera la crltica ..." (43).
y anade la segunda observaciôn favorable "Que h a y ,
por lo mismo, en la conciencia no sôlo una identidad présente
por el juicio, sino una inevitable dualidad, que réfuta tanto
el idealismo transcendental kantiano como el absoluto" (44),
Es una doble ventaja que se desprende de la con--
cepciôn balmesiana del criterio de conciencia. La segunda de -
las ventajas senaladas se apoya en aquellos textos en que afir
ma que el yo no puede ser conocido ni pensado sino en cuanto -
se toma a si mismo por objeto, y se coloca, por lo mismo, en -
la linea de los demâs seres.
El mismo autor, en otro de sus trabajos sobre BaJ^
mes, quiere ver en esta "conciencia" cierta coincidencia con -
la de Descartes -claro que éste concede mucho mâs- y Kant; e
incluso cierto anticipe de la conciencia de Husserl cuando afir
ma que en ella el objeto le esté dado en presencia, sin ningu­
na dediatez -Balmes habia dicho que en la conciencia la real^
dad y la apariencia se confunden-.
Pero, por otro lado, sigue interpretando este au­
tor, contra Descartes, no puede quedarse en la conciencia sola;
contra Kant afirma la necesidad de fecundar elhecho con verda
des de tipo metafisico; contra Husserl, salta mâs allâ del mero
formalismo. Termina con esta valoraciôn: "A la luz de estos he^
chos, las intuiciones de Balmes, pronunciadas al principio de
la era criticista, aparecen seneillamente profundas y grandio-
sas" (45)»
TIRSO ALESANCO en la obra que venimos citando in­
terpréta este criterio diciendo que podrâ dudarse si lo que el
sujeto cree es asx, es verdad objetivamente, pero esas dudas -
no versan sobre la conciencia descrita por Balmes. "Ese ya no
es problems de conciencia, sino de objetividad".
La conciencia, pues, como criterio de conocimien­
to no alumbra sino su propio campo, no puede pretender llegar
124

a lo trascendente y absoluto. La conciencia se reduce al appa-


re r e , pero sobre él, sobre ese campo, derrama su luz. Si Des--
cartes se hubiera paradé aqui, Balmes estaria totalmente de --
acuerdo con él.

CONCLUSIONES

Podemos resumir en breves lineas lo relacionado -


con el criterio de conciencia diciendo;

1) En el planteamiento de este tema se dejan sen


tir las influencias de Descartes.
2) Hace un buen analisis del principio cartesiano
de conciencia: "cogito".
3) La conciencia como criterio no puede ir mâs —
allâ de su propio campo, ni alumbrar hasta lo trascendente, co
mo quiere Descartes.
4) La conciencia, dentro de este ambito, es crite^
rio infalible de certeza.
5) La conciencia reclama el auxilio de los otros
principios para completar lo que en ella se inicia.
6) La conciencia funciona armonicamente con el -
principio de evidencia y el instinto intelectual.
7) Es criterio bâsico y primario en algûn sentido,
pues arruinados, por hipôtesis, los otros dos, todavia permane^
ce la conciencia; al contrario, si no contamos con él, como --
condiciôn indispensable, cae por tierra todo el edificio del -
pensamiento.
125

La E vid enc ia

EXAMEN DEL CRITERIO DE EVIDENCIA

Damos un paso mâs en el conocimiento y exposiciôn


de la doctrina de Balmes. Ahora anallzamos el criterio de ev^
dencia.
Examina Balmes el principio de evidencia en la
losofia cartesiana formulado con estas palabras: "lo que estâ
comprendido en la idea clara y distinta de una cosa se afirma
de ella con toda certeza". La fôrmula la podriamos resumir en
otra mâs sencilla:
"La evidencia es criterio seguro
de verdad; o bien, lo évidente es
verdadero" (46).
En este mismo sentido de evidencia interpréta BaJL
mes el principio kantiano que afirma : "el predicado que repu^
na a un sujeto no le conviens", pues "lo que es évidente" abar
ca tanto a las afirmaciones como a las negaciones.
Balmes quiere salir al paso de esa definiciôn que
se hace de la evidencia llamândola "luz intelectual". Es una
bella metâfora, express algo de lo que es la evidencia, pero
se queda corta para expresar todo su contehido. La verdad es
que esta luz también la encontramos en muchos actos de concigi
cia; luego, con esta sola afirmaciôn, no podriamos distinguir
el criterio de conciencia del de evidencia.
Dos notas imprescindibles a este criterio son, --
por de pronto, la necesidad y la universalidad.

"La evidencia anda siempre acompa


nada de la necesidad, y por consjL
guiente, de la universalidad de -
las verdades que atestigua" (4?)«

Un ejemplo aclararâ bien las cosas. Que hay en ml


un ser que piensa, esto no lo sé por evidencia, sino por con-
126

ciencia* Que lo que piensa existe, esto no lo sé por concien—


cia, sino por evidencia. Como vemos, en los dos casos tenemos
certeza, pero en el primero versa sobro un hecho particular, -
contingente; en el segundo, sobre una verdad universal y nece­
saria .
Los datos de conciencia son ciertos para mi, pero
nada mas ; existan o no existan, me doy cuenta que para nada -
obstaculizan el mundo de las inteligencias. El mundo, tanto re
al como ideal, se me aparece como un gran espectaculo que con­
tinua su propio ritmo y armonia aunque mi representacion del -
mismo cese. Es decir, que las verdades de conciencia vienen d^
das por la contingencia y la particularidad.
Frente a ellas, el mundo de la evidencia vemos que
se mueve por otros esquemas. Nos dice muy bien Balmes:

"No es necesario que yo piense, pie


ro es tan necesario que lo que pien
sa exista, que todos mis esfuerzos
no bastan para prescindir por un -
momento de esta necesidad. Si supon
go lo contrario ; si, colocandome -
en el terreno de lo absurdo, finjo
por un instante que queda cortada
la relacion entre el pensar y el -
ser, se rompe el vinculo que mantie^
ne en orden al universe entero: to
do se trastorna, todo se confunde,
y lo que se me présenta a la vista,
no se si es el caos o la nada"(48).

El criterio de evidencia, por tanto, y frente al -


de conciencia, esta apoyado sobre la necesidad y universalidad;
una ley, endef initiva,que no nos es dado sino reconocer y se^
guir, de ningûn modo hacer que dependa de nosotros mismos.
Ademas de estas notas que hemos senalado al crite­
rio de evidencia, y que marcan los limites para no confundirlo
nunca con el de conciencia, todavia anade Balmes algo mâs:

" A mâs de este carâcter existe —


otro que con mayor razôn puede lia
marse c onst t f utivo, bien que hay -
alguna dificultad sobre si compren
de o no a la evidencia mediata, y
es «1 que la idea del predicado se
127

halle contenida en la del sujeto.-


Esta es la nociôn esenclal mâs cum
plida del criterio de la evidencia
inmediata; por la cual se distin--
gue del de la conciencia y del sen
tido comûa" (49).

A parte la definiciôn de la evidencia "en su nocion


mâs cumplida", el texto afirma su doble posibilidad: evidencia
inmediata y evidencia mediata. De momento nos interesa seguir
el anâlisis de la evidencia como tal. Esta exige relacion, com-
paracion; va mâs allâ dela simple percepciôn. DirIamos que --
donde hay evidencia nohay sôlo la intuiciôn de la idea, sino
la descomposiciôn deésta en varios conceptos y la percepciôn
de las relaciones quemedian entre ambos.
Por esodice Balmes que no se afirma que una idea
sea évidente,perosi sedice eso de un juicio:

"La evidencia inmediata es la per­


cepciôn de la identidad entre va--
rios conceptos que la fuerza anal^
tica del entendimiento habla sepa­
rado; esta identidad, combinada en
cierto modo con la diversidad, no
es una contradicciôn, como a prime^
ra vista pudiera parecer, es una -
cosa muy natural, si se atiende a
uno de los hechos mâs constantes -
de nuestra inteligencia, cual es -
la facultad de descomponer los con
ceptos mâs simples y de ver rela--
ciones entre cosas idénticas"(5 0 ).

Hasta aqui Balmes no encuentra ninguna dificultad,


estâmes en el piano puramente ideal, subjetivo, y no se nos -
ofrece mayor problema. Pero, dado que el entendimiento no se -
para sino cuando llega al objeto en si, entonces es cuando se
complican las cosas. ^Cômo garantizar que eso que es évidente
en el piano subjetivo, ideal, lo sea también en el piano real,
de los hechos. Por aqui ya empieza a ver el autor los limites
propios de este criterio de la evidencia, como antes vio los -
limites del de conciencia.
Pongamos, por ejemplo, el principio de contradic--
128

"si nos limitamos a consignor este


fenômeno (en el orden puramente «
sub jetivo ) , nada se nos puede objje
tar: lo experimentamos as i , y no -
mâs cuestiôn; pero al anunciar el
principio queremos anunciar algo -
mâs que la incompatibilidad de los
conceptos; trasladamos esta incom­
patibilidad a las cosas mismas, y
aseguramos que a esta ley estân s£
metidos, no sôlo nuestros concep—
tos, sino todos los seres reales y
posibles ..."(5 1 ).

^Con que derecho hacemos esto? Balmes admite clara^


mente que tocamos aqui el cimiento de la razôn. Es una necesi
dad de la que, por fortuna, no nos podemos librar. La filoso­
fia no puede ir mâs allâ. Hay aqui para el entendimiento hu­
mano, lo que él llama, el non plurt ustra.
Balmes se apresura a decir que esto no es ceder el
campo a los escépticos ni mucho menos. El ofrece algunas solu
clones -no olvidemos su insistencia en el armonismo- que lue­
go, cuando hayamos visto el criterio del instinto intelectual,
podemos comprender mejor. Aqui, como vemos, se plantea el pr^
blema mâs grave: la objetividad de las ideas. Ya lo hemos re-
cordado en otro momento del trabajo: "la transiciôn del suje­
to al objeto, o de la aparienciasubjetiva a la realidad obje­
tiva, es el problema que atormenta a la filosofia fundamental.

EVIDENCIA Y PUINCll’iO DE CONTRADICCION

Este principio cae de lleno en el criterio de evj^


dencia. Balmes dedica todo un capitulo de su Filosofia Funda­
mental a analizar las caracteristicas que este principio tie­
ne; examina si tiene los caractères exigidos para esta digni-
dad, es decir, que no se apoye en ningun otro principio, q u e ,
cayendo él, se arruinen todos los demâs, y que, permaneciendo
él, se pueda argüir contra quien niegue los demâs. Estas son
sus afirmaciones :
129

-Si se n i e g a el p r i n c i p i o de contradicciôn, se d e s p l o m a toda


c e r t e z a , t o d a v er d a d , todo conocimiento. Si u n a c os a p u e d e --
ser y n o ser al m i s m o tlempo, ya v e m o s las c o n s e c u e n c i a s : la
a f i r m a c i ô n puede estar j u n t o c o n la n e g a c i ô n , lo c o n t r a d i c t o -
rio p o dria hermanarse ..., "toda lu z i n t e l e c t u a l se ha e x t i n -
guido para s i e m pr e" . La m i s m a conciencia, si n o se d e s t r u y e ,-
su f r e sus v a i v e n e s .
-Es p r e c i s o p o n e r este p r incipio verdadero, si n o se q u i e r e -
caer en esas consecuencias. Aunque no siempre se p i e n s e expljl
citamente e n él, h a y que d a r l o p o r f i r m e y seg ur o ; el m a s li-
gero Iq u i é n s a b e I ... so br e e s t e principio, lo a r r u i n a todo.
-Es imposible e n c o n t r a r u n p r i n c i p i o q ue n o s a s e g u r e de la —
verdad del de c o n t r a d i c c i ô n . Si la v e r d a d de este principio -
ha de e s t a r a la b a s e de t od o c o n o c i m i e n t o , c o m o se ha v e n i d o
demostrando, séria inûtil que a h o r a p r e t e n d i é s e m o s encontrar
un principio anterior a él y su f u n d a m e n t o .
-A q u i e n n i e g u e e s te p r i n c i p i o n o se le p u e d e r e d u c i r ni d i r M
ta ni indirectamente p o r n i n g û n otro.
- No es e x a c t o lo que su el e d e c i r s e q ue c on el p r i n c i p i o de con
t r a d i c c i ô n p o d a m o s a r g ü i r de u n a m a n e r a concluyente contra —
quien niegue los d e mâ s.
-El p r i n c i p i o de c o n t r a d i c c i ô n n o puede ser c o n o c i d o sino —
p or evidencia inmediata. No se t r a t a de un h e c h o de c o n c i e n - -
cia, s i n o de u n a v e r d a d ideal. El h e c h o de conciencia exige -
la r e a l i d a d , la c o n t i n g e n c i a , alguna existencia. El p r i n c i p i o
de c o n t r a d i c c i ô n no d i c e que algo exista o n o exis t a: s ô lo ex
presa la r e p u g n a n c i a del ser al no ser, y del no ser al s e r ,-
p r e s c i n d i e n d o de que el v e r b o ser se tome substantive o copu
lativamente.
T o d o h e c h o de conciencia es d e t e r m i n a d o ; el p r i n ­
c i p i o de contra d i c c i ô n no contiene nada determinado.
T o d o h e c h o de conciencia es individual; el princl^
p i o de c o n t r a d i c c i ô n es lo m â s u n i v e r s a l q ue uno se p u e d a ima
ginar . El p r i m e r o es c o n t i n g e n t e , el segundo es a b s o l u t a m e u ­
te n e c e s a r i o .
A d e m â s de todo esto, el p r i n c i p i o de contradicciôn
130

posee la virtud de ser visto con claridad intelectual inmedia


ta. (5 2 )

EL PRINCIPIO PE EVIDENCIA NO ES EVIDENTE

Después de afirmar que la evidencia, como hemos -


visto, es criterio seguro de verdad, escribe;

"Comienzo por asentar una propos^


ciôn que parecerâ la mâs extrana
paradoja, pero que estâ muy lejos
de serlo: el principio de eviden­
cia no es évidente"(53).

La exposiciôn y comprensiôn de esa "extrana para­


do ja" , como la califica el mismo Balmes, es uno de los puntos
de su filosofia que ha merecido controversia en los distintos
estudiosos del pensamiento balmesiano.
Vamos a dividir la exposiciôn en un triple aparta^
do. Ante todo, expondremos las mismas palabras con las (jue —
Balmes justifies su aserto; veremos luego algunas interpreta-
ciones que, en el trascurso de los tiempos, se han ido suce--
diendo sobre el tema; por fin, expondremos la posture que pa­
rece mâs exacts teniendo en cuenta el conjunto de su pensamien
to.
El principio dice lo siguiente: lo évidente es —
verdadero. Y ahora af irma que este principio no es évidente.-
^Cômo se entiende?.
Una proposiciôn es évidente cuando en la idea del
sujeto vemos el predicado. Pero, dice Balmes, esto no sucede
en el caso que nos ocupa.
Evidente es lo mismo que visto con claridad, ofre^
cido al entendimiento de una manera luminosa.
Verdadero es lo mismo que conformidad de la idea
con el objeto. Nunca se han de olvidar estas dos difiniciones
balmesianas para comprender su propia argumentacion:

"Pregunto ahora: Por mâs que se -


analice esta idea : "visto con cl^
ridad", ^se puede descubrir esta
131

otra: " c o n f o r m e al o b j e t o " ? No. Se


d a a q u i u n s a l t o ininenso, se p a s a
de la s u b j e t i v i d a d a la o b j e t i v i —
d a d , ... se ha c e el t r a n s i t e de la
i d e a a su o b j et o, t r â n s i t o que cens
t i t u y e el p r o b l e m a m â s t r a n s c e n d e n
tal, m â s d i f i c i l , m â s o s c u r o de la
f i l o s o f i a . Vea, pues, el l e c t o r si
he d i c h o c o n f u n d a m e n t o que n o e ra
u n a p a r a d o j a e s t a a s e r c i ô n : el prin
c i p i o de e v i d e n c i a n o es é v i d e n t e "
(54).

Balmes s igue, en estos m o m e n t o s , muy ligado alos


planteamientos y esquemas c a r t e s i a n o s de la e v i d e n c i a y d e l doi
ble m u n d o : la r e s e x t e n s a y la r e s c o g i t a n s . T o d a v i a no se ha
e n c o n t r a d o un criterio que justifique ese s a l t o y, por t a n t o , -
querer darlo c o n el p r i n c i p i o de evidencia, pues ese séria el
caso de a f i r m a r q ue el p r i n c i p i o de evidencia es é v i d e n t e , es
algototalmenteinjustificado. Si la e v i d e n c i a no nos lleva —
m â s a l l â de la r e l a c i o n , clara si, entre sujeto y predicado a
nivel s u b j e t i v o ; si, p o r o t r a p a r t e , la v e r d a d estâ diciendo -
relaciôn al o bj e to , al ser r eal, n o n o s es p o s i b l e a f i r m a r que
lo segundo estâ claramente e x p r e s a d o en lo p r i m e r o . El p r i n c i ­
p io, pues, de la e v i d e n c i a , e n tendido en esos p l a n t e a m i e n t o s ,-
no es é v i d e n t s .
P u e s t o q ue en el segundo término, en el â m b i t o de
lo v e r d a d e r o , se e x p r e s s m â s de lo q.is p u e d e contener la r e a l ^
d a d de la e v i d e n c i a , estariamos afirmando una pura c o n t radic—
c i ô n al d e c i r que ese principio es é v i d e n t e ; estariamos dicien
do, s e n c i l l a m e n t e , que lo m â s e s t â eii lo m e n o s .
Comprendemos asi su e x t r a n a p a r a d o j a : el p r i n c i p i o
de e v i d e n c i a n o es é v i d e n t s .

S ur g e a h o ra , i n e v i t a b l e m e n t e , otra cuestiôn: ^qué


h e m o s de d e c i r de la p r o p o s i c i ô n que v e n i m o s estudiando: lo —
évidente es v e r d a d e r o ? E n o t r o s términos, ^ c o n qué r a d i c a l i d a d
y naturaleza se n o s p r é s e n t a el p r i n c i p i o de evidencia?.
N e g a t i v a m e n t e , se d e s p r e n d e que no es un a x io ma , -
porque el p r e d i c a d o no e s t a c o n t e n i d o en la i d ea del suj et o; -
132

t a m p o c o es un a p r o p o s i c i ô n d e m o s t r a b l e , pues las d e m o s t r a c i o -
nes e s t r i b a n en p r i n c i p i o s évidentes, pero c o m o es e s t o lo --
qu e b u s c a m o s estariamos cornetiendo u na p e t i c i ô n de principio,
P o s i t i v a m e n t e , tenemos que co n c l u i r :

" T e n e m o s , pues, que el p r i n c i p i o -


de la e v i d e n c i a n o p u e d e a p o y a r s e
e n o t r o y, p o r c o n s i g u i e n t e , r eu n e
el p r i m e r c a r â c t e r de p r i n c i p i o —
f u n d a m e n t a l , C a y e n d o él c a e n t a m —
b i é n t o d o s l os d e m â s , i n c l u s o el -
de c o n t r a d i c c i ô n q u e , c o m o t o d o s , -
n o es c o n o c i d o s i n o por e v i d e n c i a ;
e s t e es o t r o de los c a r a c t è r e s del
p r i n c i p i o f u n d a m e n t a l . V e a m o s si -
r e û n e el t e r c e r o , a saber, que con
su a u x i l i o se p u e d a r e d u c i r a quien
n i e g u e los d e m â s " (55).

El problema estâ en cômo, por u n lado, no es u na


verdad o b j e t i v a y, por ello, n o es d e m o s t r a b l e ; y cômo, po r -
otro lado, no es u n simple h e c h o de c o n c i e n c i a , no p u e d e limi^
tarse a lo p u r a m e n t e s u b j e t i v o , nos extrana, a p r i m e r a vis ta ,
el qu é de su n a t u r a l e z a ; "una p r o p o s i c i ô n que conocemos por -
acto reflejo, y que expresa la ley p r i m i t i v e de t o d o s nuestros
conocimientos objetivos. Estos se f u n d a n en la e v i d e n c i a , asi
lo e x p e r i m e n t a m o s ; pero c u a n d o el e s p i r i t u se p r e g u n t a : ôpor
qué d e b e s fiarte de la e v i d e n c i a ? No p u e d e r e s p o n d e r otra c o ­
sa s in o que lo é v i d e n t e es v e r d a d e r o . ^ E n qué se f u n d a e s t a -
proposiciôn? Ordinariamcnte en nad a: se c o n f o r m a a la m i s m a -
s in h a b e r p e n s a d o n u n c a en e l l a ..."(5 6).
Por lo que asi p o d e m o s h a c e r es t r a t a r de h a c e r -
alguna reflexiôn so br e ella, por muy a posteriori de su a c t i ­
vidad que queramos. Y alii, en el f o n d o de es a r e f l e x i ô n cri-
tica encontramos los siguientes puntos razonables y justifica
tivos:
" P r i me r o: u n i r r e s i s t i b l e i n s t i n ­
to de la n a t u r a l e z a . S e g un do : el
v e r que, n o a d m i t i e n d o la l e g i m i -
d a d d el c r i t e r i o de la e v i d e n c i a ,
se h u n d e n t o d o s sus c o n o c i m i e n t o s
y le es i m p o s i b l e p e n s a r . T e r c e r o :
el n o t a r que, a d m i t i e n d o e st e cri^
t erio, t o d o se p o ne en o r d e n en -
133

la i n t e l i g e n c i a , que en v e z de u n
caos, h a l l a u n u n i v e r s o i deal c o n
t r a b a z ô n a d m i r a b l e , y se sie n te -
c o n l os m e d i o s n e c e s a r i o s p a r a r a
ciocinar y construir un edificio
c i e n t l f i c o c o n r e s p e c t o al u n i v e r
30 r e a l del que ti e n e c o n o c i m i e n ­
to p o r la e x p e r i e n c i a " ( 57 )•

iCômo se ha e n t e n d i d o , h i s t ô r i c a m e n t e , el principio
q ue a c a b a m o s de e x p o n e r , el c r i t e r i o de e v i d e n c i a , sobre todo ,
en lo q ue se r e f i e r e a que el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a no es --
évidente?.
F. GONZALEZ CORDERO, p or e j e m p l o , d e s p u é s de u na
ex p o siciôn delpensamientobalmesiano, y una crltica bastante
infundada, comenta so b r e el p r i n c i p i o : "lo é v i d e n t e es v e r d a ­
d e r o " , q ue segûn Balmes no vemos identidad alguna entre el su
j e t o y el p r e d i c a d o e n e s t a p r o p o s i c i ô n . Analizando el p r i m e r
término, que el "visto con claridad", no descubriraos p a r a n a ­
d a el segundo, que es " c o n f o r m i d a d entre i d e a y o b je to ". Por
eso, sigue comentando, Balmes proclama tantas veces la d i s t i n
ciôn entre el " a p a r e c e r " y el " se r " de los o b j e t o s . Del u n o -
deducimos el o t r o i m p e l i d o s por una l ey de n u e s t r a n a t u r a l e z a ,
pero sin fundamento e n la i l a c i ô n . E s t a es su c o n c l u s i ô n : " T a m
p o c o e n e s t e r a c i o c i n i o es a f o r t u n a d o H aï me s. Nuestra percep­
ciôn no termina e n el f a n t a s m a , e n la e s p e c i e que i n f o r m a la
potencia c o g n o s c i t i v a . El c o n o c i m i e n t o t e r m i n a e n el o b j e t o -
mismo, el c u a l es v i s t o e n su ser r ea l. Por lo ta nto, "visto
c on c l a r i d a d " équivale a "contemplado en su r e a l i d a d objetiva"
lo c u a l implica, en u l t i m o término, la c o n f o r m i d a d entre el -
o b j e t o y la idea" (58).
Esta crltica a penas si t i e n e v a l o r . Sup o ne u n olL
vido tal de los e s q u e m a s y p l a n t e a m i e n t o s balmesianos que, —
b i e n p o d r i a m o s d e ci r, no t o c a en n a d a la e s e n c i a de la s o l u - -
c i ô n de Balmes. Esto por un lado; por otro, su i d e n t i f i c a c i ô n
indemostrada en t r e el v e r c on c l a r i d a d y la c o s a en si es m u ­
c ho m â s criticable que la p o s t u r a contraria.
Ad e m â s , no parece haber entendido la a r m o n i a que
reclama Balmes para el r e c t o f u n c i o n a n i e n t o y c o m p r e n s i ô n d el
134

p r o b l e m a de la c i e n c i a , dada la s e p a r a c i ô n que en l as p a g i n a s
de este articule se o b s e r v a entre lo que p o d r i a m o s llamar cam
p o r a c i o n a l y c a m p o d el instinto intelectual. Esto lo d i c e F,
GONZALEZ, p e r o no es el p e n s a m i e n t o juste del filôsofo cata—
lân.
Dada su c o m p r e n s i ô n de la e v i d e n c i a , tanto inmedm
ta c o m o m e d i a t a , c o n la c o r r e s p o n d i e n t e herencia cartesiana,-
cosa qu e tampoco interpréta bien GONZALEZ COHDERü, B a l m e s puo^
de d e c i r , en v e r d a d , como hemos e x p l i c a d o a n t e s , q ue el p r i n ­
c i p i o de evidencia no es é v i d e n t e .
T a m b i é n e s t u d i a e st e p r o b l e m a M A R C I A L S ÜL A N A . Ex-
p on e , en primer lugar, las id e a s f u n d a m e n t a l e s de Balmes so--
bre la e v i d e n c i a , las n o t a s que incluye y el c a m p o al que pue^
de extenderse. l’u ed e decirse que p a r a él, comenta MARCIAL, la
e v i d e n c i a es la luz que h a ce conocer con claridad al entendi­
miento la c o n v e n i e n c i a o d i s c o n v e n i e n c i a de las ideas necesa-
x'ias y u n i v e r s a l e s formuladas en u n juic io , porque hace ver -
al entendimiento que la id ea d e l p r e d i c a d o ciertamente esta -
inclulda o exclulda on la i d e a d e l sujeto.
Expone luego su i n d e m o s t r a b i l i d a d y su f u n d a m e n t o
en la ley p r i m i t i v a e irresistible de n u e s t r a n a t u r a l e z a si--
guiendo, bastante fielmente, las p r o p i a s p a g i n a s de B al m e s .
Estudia luego la d o c t r i n a de C O M E L L A S so b r e la --
evidencia, y esto es lo que nos interesa en e s t o s m o m e n t o s . -
Las ideas principales de C O M E L L A S las r e s u m e asi;
El criterio s u p r e m o de v e r d a d es la evidencia ob­
j et iv a . Es c r i t e r i o ob j e t i v o , p o r q u e es el m i s m o o b j e t o bacién
dose conocer; y es c r i t e r i o s u b j e t i v o , porque es la v i s i ô n de
u n objeto por un s ujeto.
Esta c a t e g o r l a de la e v i d e n c i a como criterio su—
premo c o n s t a p or v a r i a s r az o n e s :

1 ) As i lo a t e s t i g u a n t o d o s los h o m b r e s . La u l t i m a
razôn de p or qué se sostiene una cosa, es p o r q u e la hemos v i ^
to.
2 ) La e x p e r i e n c i a p r u e b a que c u a n d o n o p o s e e m o s -
evidencia plena respecto a la v e r d a d de a l g o a s e n t i m o s mas o
135

menos segûn nos aproximemos mâs o m e n o s a la e v i d e n c i a .


5) Si n o f u e r a asi n o t e n d r i a m o s c r i t e r i o de la -
v e r d a d ni b a s e d e la c e r t e z a .
k) Si n u e s t r a s f a c u l t a d e s p e r c i b e n un o b j e t o , a l-
c a n z a n é s te ; l u e g o e se o b j e t o e x i s t e , es u n a realidad. Decir
q ue algo es p e rcibido o v i sto y q u e , sin embargo, no existe -
es u n a c o n t r a d i c c i ô n m a n i f i e s t a . L u e g o la p e r c e p c i ô n o v i s i ô n
de un o b j e t o n o s h a c e c o n o c e r la v e r d a d d el m i s m o , y nos m u e ­
ve a asentir razonablemente a la v e r d a d de la e x i s t e n c i a d e l
objeto.
La c o n c l u s i ô n v i e n e p o r si sola: lo é v i d e n t e es -
verdadero. Y la p r e g u n t a t a m b i é n u rge; ^es é v i d e n t e es t e p r i n
cipio?.
C i t a u n l a r g o p â r r a f o de C O M E L L A S que r e p r o d u c i - -
mos: "El p r i n c i p i o d e evidencia, conoignado en esta proposi--
ciôn: lo é v i d e n t e es v e r d a d e r o , es é v i d e n t e . La i n t e l i g e n c i a ,
al m i r a r este objeto, lo é v i d e n t e , cosa vista, ve que es a l g o
r ea l ; y c o m o la v e r d a d consiste e n la r e a l i d a d , ve que lo e v ^
dente es v e r d a d e r o . Un objeto visto es u n o b j e t o a l c a n z a d o o
a p r e h e n d i d o por cie r t a facultad cognoscitiva; y mal pudiera -
serlo si no e x i s t i e s e ; si n o f u e r a una realidad. Como la inte^
ligencia ve t o d o es to , ve t a m b i é n q ue u n o b j e t o v i s t o es algo
r ea l , o lo que es lo m i s m o , ve que lo é v i d e n t e es v e r d a d e r o . -
Asx r é s u l t a que el p r i n c i p i o de evidtiicia es é v i d e n t e " ( 5 9 ) •
Siguiendo el p e n s a m i e n t o de C O M E L L A S , MARCIAL ex­
pone que la v e r d a d de que se t r a t a e n el p r i n c i p i o de e v i d e n ­
c i a es la o b j e t i v a . Nos c o n v e n c e m o s de e l l o m i r a n d o la f ô r m u ­
la de d i c h o p r i n c i p i o : lo é v i d e n t e es v e r d a d e r o . A q u e l l o res­
pecto de lo c u a l h a y evidencia, el o b j e t o v i s t o , es v e r d a d e r o .
Aqui la v e r d a d se r e f i e r e al o b j e t o , es la que se e n c u e n t r a -
e n éste, es la o b j e t i v a .
No se t r a t a de v e r d a d d e l p r i n c i p i o de evidencia,
del juicio contenido e n él, que es u n a cosa s u b j e t i v a , s i no -
de la d e l objeto sobre el c u al r e c a e e ste ju i c i o . No se d i c e
que baya conformidad entre es te p r i n c i p i o y la r e a l i d a d ; lo -
que se a f i r m a es q u e t ie n e r e a l i d a d el o b j e t o que se ha visto.
136

O l m o s de nuevo a COMELLAS; " B al me s, no obstante su


privileglada inteligencia, ha c o n f u n d i d o la v e r d a d subjetiva -
c o n la o b j e t i v a , entendiendo la v e r d a d en s e n t i d o de r e a l i d a d .
A c a u s a de e s ta c o n f u s i o n p a r e c e haber limitado lo e v l d e n t e a
juicios y proposicio n e s , porque en e s t a s y en a q u e l l o s es d o n ­
de se e n c u e n t r a la v e r d a d del s e n t i d o de c o n f o r m i d a d c o n el ob
j eto. Aun cuando la e v i d e n c i a se r e f i e r e a juicios y proposi--
ciones, la v e r d a d de lo é v i d e n t e ha de e n t e n d e r s e en sentido -
objetivo.

Cuando decimos que u n a p r o p o s i c i ô n es é v i d e n t e , --


queremos s i g n i f i c a r n o que h a y a e v i d e n c i a del j u i c i o o de la -
locuc i ô n externa, que s on c o s a s s u b j e t i v a s , si no que la h a y --
del c o n t e n i d o de la p r o p o s i c i ô n o de lo e x p r e s a d o p o r e lla, lo
c ua l es c o s a objetiva. De m a n e r a q ue d e c i r : u n a p r o p o s i c i ô n --
évidente es v e r d a d e r a , é q u i v a l e a de ci r: e] contenido évidente
de e s t a p r o p o s i c i ô n es v e r d a d e r o " .
Asî p o r ejemplo, si c a l i f i c a m o s de é v i d e n t e e s t a -
proposiciôn; el t o d o es m a y o r que u n a de sus p a r t e s , n o n o s re^
f e r i r l a m o s ni al j u i c i o ni a la l o c u c i ô n e x t e r n a , si n o a lo —
e x p r e s a d o p o r e lla, a esta propiedad que ti en e el t od o de ser
mayor que u n a de sus p a r t e s .
F o r t an t o , s e g û n es te pensamiento, la v e r d a d de --
una p r o p osiciôn évidente viene a reducirse a la v e r d a d d e l con
tenido évidente de u n p r o p o s i c i ô n , a la v e r d a d de una cosa ob­
j e t i v a v i st a. Por eso COMELLAS puede a f ir m a r : "Quien examine -
el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a d e l m o d o que lo h e m o s h e c h o n o s o t r o s
en el p â r r a f o a n t e r i o r , ha de encintrarlo évidente en sentido
o b j e t i v o ; verâ que al a f i r m a r aquel p r i n c i p i o no se h ac e u n --
t r â n s i t o de la i d e a a su o bj e t o , s i n o d el o b j e t o a su r e a l i —
d ad " .
Otras acusaciones le d i r i g e C OMELLAS a Balmes. No
e s t â de a c u e r d o c o n la l i m i t a c i ô n d e l p r i n c i p i o de evidencia a
l os j u i c i o s y p r o p o s i c i o n e s ; t a m p o c o en que v e n g a a r e d u c i r s e
al c r i t e r i o de c o n c i e n c i a y ni i n s t i n t o i n t e l e c t u a l . Escribe;
" S e g û n Bal me s, el i m p u l so n a t u r a l irresistible y la c o n c i e n c i a
137

s o n los d o s criterios f u n d a m e n t a l e s , toda v e z q ue de la combjL


n a c i ô n de ambos n a cen todos los dem a s. Si el c r i t e r i o de e v i ­
dencia intelectual se f u n d a en la i n c l i n a c i ô n irresistible, -
en ésta h a b r â de f u n d a r s e t a m b i é n el <5e c o n c i e n c i a , puesto --
que este ultimo no lleva ventaja al p r i m e r o . N o h a b r â n de ser
dos los criterios fundamentales, si no u n o solo, el de la ihcli-
n a c i o n i r r e s i s t i b l e ; h a b r â de aceptarse pura y simplemente la
d o c t r i n a de la e s c u e l a e s c o c e s a " (6o).
Estas s o n a l g u n a s de las ideas defendidas por C O ­
MELLAS a p r opôsito del t e m a de la e v i d e n c i a y e n c o n t r a de la
o p i n i o n de Ba l m e s .
A n t e s de seguir c o n la c o m p a r a c i ô n y v a l o r a c i ô n -
que sobre estos dos autores ha ce M. SOLANA, se n os o c u r r e n --
très puntos a tener en cuenta. Ante t o d o , r e s a l t a a la v i s t a
que COMELLAS se m u e v e en una c o n c e p c i ô n de la e v i d e n c i a tota]^
mente d i s t i n t a de la que le d a B a l m e s ; iqué v a l o r p u e d e enton
ces tener su p r e t e n d i d a crltica?. S e gu n d o : toda la e x p o s i c i ô n
d e l p e n s a m i e n t o de B al m e s , en lo que h e m o s v i s t o h a s t a el m o ­
mento, y e n lo que a u n n o s q u e d a p o r r e s e n a r es el m e j o r a r g u
mento para rechazar la p o s t u r a de C O M E L L A S . T e r c e r o y ulti mo :
la c o n c l u s i ô n a la que quiere llegar COMELLAS interpretando a
Balmes como si su t e o r l a d e l conocimiento se r e d u j e s e a un s^
lo c r i t e r i o , el i r r e s i s t i b l e i m p u l s o de la n a t u r a l e z a , desau-
toriza totalmente su i n t e r p r e t a c i ô n d e l f i l ô s o f o de Vich.
M. SOLANA se p r e g u n t a , tras la e x p o s i c i ô n de los
dos pensamientos antagônicos, el de B a l m e s y el de C O M E L L A S , -
quien tiene la r a z ô n . T r a s h a c e r u n a n â l i s i s p o r m e n o r i z a d o de
los términos empleados, es d e c ir , de la " v e r d a d " , de la " e v i ­
dencia" y de la " c e r t e z a " , c o m e n t a : "Supuestas estas nociones
sobre lo que r e s p e c t i v a m e n t e son la v e r d a d y la e v i d e n c i a , el
p r i n c i p i o de evidencia: lo é v i d e n t e es v e r d a d e r o , équivale a
este enunciado: e n el c o n o c i m i e n t o c l a r o y p e r s p i c u o h a y ade-
cuaciôn y conformidad c o n la r e a l i d a d d el objeto conocido; y
la cuestiôn respecto a la cual d i s c r e p a n m u t u a m e n t e Balmes y
COMELLAS es ésta: ^Es c laro, m a n i f l e s to, p e r s p i c u o , que e n el
conocimiento évidente, e s t o es, claro y perspicuo, h ay a d e c u a
138

cion y conforitiidad con la realidad del objeto? (6l).


D i c h o de forma mas s e n c il la : ^ se i n c l u y e el c o n c o £
t o de évidente?.
No, dira B al m e s . Esti i m p l i c a u n t r a n s i t a d el or—
den s u b j e t i v o al c a m p o de la o b j e t i v i d a d .
Si, s era la r e s p u e s t a de C O M E L L A S . Pues aunque la
evidencia so r e f i e r e propiamente a los c o n o c i m i e n t o s , la v e r - -
d a d de lo e v i d e n t e , en e s t e p r i n c i p i o , ha de e n t e n d e r se e n s en
t i d o o b j e t i v o : es la v e r d a d de l objeto conocido. El objeto se
considéra, pues, coino el t é r m i n o de la a c c i ô n i n t e l e c t i v a y, -
por e llo, no h a y n e c e s i d a d de d a r el salto, transite, d el que
habla Ba l m e s . B a l m e s , al no e n t e n d e r asi l as cos as , estaria —
viendo la v e r d a d en sentido puramente subjetivo.
Vuelve de n u e v o la p r e g u n t a : ^quién tiene la raz6n?
M. SOLANA hace algunas d istinciones:
Primero: concede a Balmes razôn en la suposiciôn -
de que hay u n t r a n s i t e d e l orden ideal al o r d e n r eal, y este -
tante si se t o ma la v e r d a d como subjetiva o como o b j e t i v a . En-
t o n c e s c o m e n t a n u e s t r o aut or : "Lo que p r i n c i p a l m e n t e importa -
es, admitiendo que e se t r a n s i t e ex i s t e , como , a mi j u i ci o , es
indudable, determinar si d i c h o transite es l é g i t i m é , es d e ci r,
si r a c i o n a l y f i l o s ô f i c a m e n t e , puede darse y a d m i t i r s e " (6 2 ) .
Apoyândose e n la v e r a c i d a d n a t u r a l de nuestras fa-
cultades, y entre ellas la p r i n c i p a l , el e n t e n d i m i e n t o , d e f i e n
de que se p ue d e afirmar con todo fundamento que las c o s a s son
en su r e a l i d a d lo que a p a r e c e n e n el conocimiento intelectuai.
Por tant e , le p a r e c e legitime y razonable el t r a n s i t e d e l orden
intelectual al o r d e n re al . L a c o n c l u s i o n ya n os la i m a g i n â m e s :
"De a q u i r é s u l t a , sin d u d a al g u n a , que el p r i n c i p i o de eviden-
cid: lo e v i d e n t e es v e r d a d e r o , es e v i d e n t e ... y la r a z ô n es -
clarisima: porque en lo e v i d e n t e , en lo c o n o c i d o p or el e n t e n ­
dimiento con claridad y p e r s p i c u i d a d , va incluido lo v e r d a d e r o
c on v e r d a d trascendentai o de las c o s a s y lo v e r d a d e r o c o n ver^
dad lôgica o de los conocimientos" (6 3).
Se ve que este autor confonde algunas cosas. A nte
to do, se ha de observar como lleva la s o l u c i ô n d e l p r o b l e m a a
139

terrenos donde no e s t a b a p l a n t e a d o ; u n a co s a es la a p l i c a c i o n
del p r i n c i p l e de evidencia, y otra m uy distlnta el p r i n c i p i o -
como tal. A qui n o s estâmes planteando la " e v i d e n c i a " del p r i n ­
c i p i o e n si, y n o la de su a p l i c a c i o n concreta. M. S O L A N A cae
en esta confusion. Ademas el a d m i t i r la v e r a c i d a d y p r o p i o f u n
c i o n a m i e n t o de n u e s t r a s facultades, cosa totalmente cl a r a p a r a
Balmes, n o a u t o r i z a ni a r e c h a z a r la s o l u c i ô n b a l m e s i a n a que -
h a b l a de u n d i n a m i s m o p r o p i o de la f a c u l t a d p a r a s a l v a r el ûl-
timo salt o, ni mucho menos a dar por sentada, y presuponiéndo-
la sin ninguna prueba, la i n c l u s i ô n en la e v i d e n c i a de la v e r ­
dad l ô g i c a y t r a s c e n d e n t al a u n m i s m o t i e m po .
P o d r i a m o s a d m i t i r que B a l m e s no e x p l i c a b i e n esa
u n i ô n , mas o menos dificil, que v a de lo i d e a l a lo re al , del
mundo s u b j e t i v o al m u n d o objetivo, perc lo que es c l a r o es que
M. SOLANA, refugiândose e n la p r e t e n d i d a v e r a c i d a d de las f a- -
cultades, no lo e x p l i c a .

Se p l a n t e a también SOLANA si la e v i d e n c i a c o r r e s ­
ponde s o l o a los j u i c i o s y p r o p o s i c i o n e s , c o m o es la o p i n i o n -
de Balmes, o corresponde t a m b i é n a la simple aprehensiôn y co­
n o c i m i e n t o s de o t r a s facultades.
Admite que en sentido propio y estricto la e v i d e n
cia es t a r î a e n los juicios, ya que es a hi d o n d e se d a el a u t é n
tico conocimiento humano ( Véase al r e s p e c t a ; S a n t o Torna s , S u m -
m a T h e o l o g i c a , 1 ,q. l6, a. 2 ). A h o r a bien, e n u n s e n t i d o la to
y menos propio la e v i d e n c i a t a m b i é n se d a r l a en la s i m p l e apre^
h o n s i ô n y en los c o n o c i m i e n t o s de otras facultades.
Su s r a z o n e s so n que la e v i d e n c i a es la m a n i f e s t a -
ciôn del objeto conocido, que es la v e r d a d c o n o c i d a con c l a r i ­
d a d y que, d a d a la r e l a c i ô n c e r t e z a e v i d e n c i a , donde h a y a cer-
teza -y a q u i la h a b r l a e n a l g u n a m e d i d a h a b r â evidencia-.
Como vemos tampoco en e s t e c a so su a r g u m e n t a c i ô n
l l e g a al f o n d o de la c u e s t i ô n . Si p a r t î m e s de la d e f i n i c i ô n --
b a l m e s i a n a de e v i d e n c i a , y asi os c o m o h a y que t om a r las c o s a s
si se q u i e r e hacer una justa critica, es i n d u d a b l e que la e v i ­
dencia s ô lo se d a r â donde hay un jui ci o, es d e ci r, donde haya
l4o

poslbilidad de v e r "u n p r e d i c a d o " en un "sujeto". Otra forma -


d e m i r a r las cosas es s a l i r n o s del p r o p i o c a m p o de Balmes y no
criticarle a él, sino a otro p l a n teamiento diferente.
Balmes ha d e s c r i t o la e v i d e n c i a en s e n t i d o e s tr ic
to. E s t o no q u i e r e decir q ue n i e g u e la c o n d i c i o n de las co sa s
en orden aser v i s t a s y c a p t a d a s por el h o m b r e .
Por fin , en el a r t i c u l e que c o m e n t a m o s , M.S O L A N A
se p r e g u n t a si el f u n d a m e n t o u l t i m e de la e v i d e n c i a puede ser
el sentido c o m u n ; un sèntido c o m û n que n o s h a r i a asentir ciega-
mente a lo e v i d e n t e y tener como verdadero e n la r e a l i d a d de -
l as cosas lo que conocemos con evidencia. Escribe:

"Asi es para Balmes, influenciado


por Tomâs Reid (1710-1796), en la
principal de sus obras. An inqui­
ry into the human mind on the prin­
ciples of common sense, y la es--
cuela escocesa"(64).

C o m e n t a M. S O L A N A que p a r a C O M E L L A S de n i n g u n o es
el s e n t i d o c o m u n a si entendido, esto es, el instinto natural y
c i e g o de REID y la e s c u e l a e s c o c e s a , el fundamento ultimo de -
la l e g i t i m i d a d de n u e s t r o a s e r t o a lo e v i d e n t e . Concluye:

" A q u i si que sin v a c i l a c i o n se --


p u e d e a f i r m a r que toda la r a z ô n -
e s t a al l a do de C O M E L L A S y no al
de B a l m e s " (6 5 ).

Lo p r i m e r o que h a y que d e c i r l e a M. S O L A N A es que


tampoco para Balmes es el i n s t i n t o n a t u r a l y c i e g o de REID y -
la e s c u e l a escocesa el fundamento u l t i m o de la e v i d e n c i a . A f ir
mar e s o es, sencillamente, desconocer e n que consiste el ins —
tinto intelectual balmesiano. Dado que este v a a ser el c e n t r o
de la u l t i m a p a r t e de nuestro ostudio, es d e c i r, liberar a Bal^
mes de a c u s a c i o n e s infundadas que se le h a n h e c h o en relac i ô n
c on el instinto c i e g o y n a t u r a l de R EI D, y en general con la -
escuela escocesa, remitimos a e sas p a g i n a s y mornento. E n t o n c e s ,
una vez hayamos examinado el in s t n t o intelectual balmesiano,-
su a l c a n c e y naturaleza, y hayamos visto también los p u n t o s --
principales de es a filosofia escocesa a este r e s p e c t e , es cuan
I4l

do estaremos en m e j o r e a c o n d i c i o n e s de v a l o r a r y j u z g a r lo que
en este instante hemoa adelantado.
Entonces s e r â t a m b i é n el m o m e n t o de v er c a er p o r
su p r o p i o p i e los r a z o n a m i e n t o a de M. S O L A N A a f a v o r de C O M E - -
LLAS en este punto. Si n o se ha e n t e n d i d o b i e n e n que consiste
e se instinto intelectual de B a l m e s , ^como se p o d r â aa b e r si es
o n o f u n d a m e n t o u l t i m o de la e v i d e n c i a ? . T o d a v i a p o d e m o s d e c i r
mâs, cuando se ha e n t e n d i d o mal, c o m o es el c a s o que n o s o c u p a ,
haciéndole un mero reflejo y copia del s e n t i d o c o m û n e s c o c é s ,-
c a r e c e n de valor l o s r a z o n a m i e n t o a y c o n c l u s i o n e s a que se pue^
da llegar.
C o m o r e s u m e n de sus i n v e s t i g a c i o n e s este autor --
puede afirmar lo siguiente:
" P r i me r o: Q ue B a l m e s n o e s t a en -
lo c i e r t o al s o s t e n e r que el p r i n
c i p i o de e v i d e n c i a : lo e v i d e n t e -
es v e r d a d e r o , n o es e v i d e n t e ; y -
que lo e s t a C O M E L L A S al d e f e n d e r
que el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a es
e v i d e n t e ; p o r q u e e n lo e v i d e n t e -
siempre hay verdad trascendental
y ... v e r d a d l ô gi ca .
S eg un d o : Que e n s e n t i d o s u b j e t i v o
y m e n o s p r o p i o , la e v i d e n c i a , en
c o n t r a de la o p i n i ô n de Ba l m e s , -
p u e d e r e s ] d i r en la s i m pl e a p r e - -
hensiôn . .
T e r c e r o : (lue e n c u a n t o al f u n d a —
m e n t o û l t i m o de la l e g i t i m i d a d de
la e v i d e n c i a n o t i e n e r a z ô n Balmes
al s o s t e n e r que tal f u n d a m e n t o es
e s a f u e r z a o i n s t i n t o i n t e r n o , na
t u r a l e i r r e s i s t i b l e , que c i e g a —
mente n o s h a ce a s e n t i r a c i e r t a s
v e r d a d e s , que B a l m e s y la e s c u e l a
e s c o c e s a 1 1 a m a n s e n t i d o c o m û n ..."
(66 ).
Cada u n a de e s t a s tr è s conclusiones ya se h a n ido
rechazando a medida q ue hemos ido h a c i e n d o la e x p o s i c i ô n de es^
te a u to r . No es m o m e n t o de v o l v e r a repetir las m i s m a s ideas.-
Y la û l t i m a conclusiôn, la te rc e r a , como también hemos a d e l a n ­
tado ya, s er a a m p l i a m e n t e expuesta y rechazada en la û l t i m a --
parte del trabajo.
148

No tod os los aiitores i n t e r p r e t a n asi las cosas. -


Por e j e m p l o R. ROQUER en u n t r a b a j o so br e el sentido c o m û n en
El C r i t e r i o (67) se m u e s t r a f a v o r a b l e a la i n t e r p r e t a c i ô n bal
m e s i a n a de que el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a no es e v i d e n t e , y de
que el p a s o de la p e r c e p c i ô n a lo d a d o en e l l a e s t a reclainan-
d o u n c r i t e r i o f u e r n de la e v i d e n c i a r a c i o n a l , c o mo p o d x a ser
el sentido c o m û n de Balmes (68).

T a m b i é n el P. R Ü I G G I R O N E L L A e s t é a f a v o r de la -
interpretaciôn balmesiana. Cornent a que si el u s o de la e v i d e n
c ia (que significa " i n t u i c i û n de a t r i b u c i ô n u n i v e r s a l y ne ce -
saria, o sea de orden i deal, metafisico") requiers su a p l i c a -
c i ô n a un h e c h o (que nos s erâ p r e s o n t a d o por la c o n c i e n c i a , y
p or e l l o c o m o a ] g o singular y contingente), hay entonces en -
e ll a, p or lo m e n o s , un factor existencial o b j e t i v o que es irre
ductible a m e r o a n a l i si s de e s e n c i a s o, si se quie r e, a anâl^
sis m e t a f i s i c o : " L u e g o el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a n o es e v i d e n
te: es de ci r , no es e v i d e n t e si se lo t o m a en sentido carte--
siano-kan, de p u r a d e d u c c i ô n a n a l i t i c a , esto es, no todo lo -
q ue pasa en la i n t u i c i ô n ( Ib i e n o b j e t i v a p a r a Balmes!) de la
evidencia, es r é d u c t i b l e a pura r a zôn ..." (69).
"Lue go , repito, el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a entend^
do con carâcter "nieramente" a n a J i t i c o cartesiano-kantiano no
es e v i d e n t e ; luego s er a a b s u r d o p r e t e n d e r f u n d a r un a criteri^
logla c on p r e t e n s i o n e s de "m er o" anâlisis trascendental: s iem
p re habrâ subyacentes dos elementos: primero, el d a t o empiri-
co que ( a un q ue sea un d a t o de la m i s m a conciencia e m p i r i c s ) -
es aprehendido t r a s c e n d e n t a l m e n t e , o sea en si, no d e m o s t r a d o
a priori por m e r o a n â l i s i s , ni d e m o s t r a b l e p o r este lado, y -
segundo, u na f u e r z a n a t u r a l , es d e c ir , un d i n a m i s m o o fiuali-
dad mental (que Balmes ll a m a "instinto intelectual" y a veces
"sentido comûn") que va al t é r m i n o de su a c t i v i d a d propia, o
sea que objetiva" (70).
Lo mismo defiende en o t r o de sus trabajos s obre -
el tema afirmando que, ademâs de la i n t u i c i ô n de e s e n c i a s , en
el u s o de la e v i d e n c i a hay que admitir, p o r un l ad o los hechos
143

de conciencia, y p o r o t r o el d i n a m i s m o p r o p i o de n u e s t r a facul^
t ad intelectual.
Esta interpretaciôn si que e s t é c e r c a del pensamien
to de Balmes p o r q u e da a la e v i d e n c i a el sentido auténtico en
que la i n t e r p r é t a y c o m p r e n d e Ba l m e s .
Podriamos acusarle de h a b e r p a g a d o u n t r i b u t e exce^
sivamente caro al p e n s a m i e n t o cartesiano; pero, p a r t i e n d o de -
ese tribute, es l é g i t i m a su c o n c l u s i ô n de que el p r i n c i p i o de
evidencia no es e v i d e n t e .
A nuestro favor podemos citar t a m b i é n la i n t e r p r e ­
t a c i ô n de T. ALESANCO. La evidencia concertarla una c i e n c i a ce^
rrada d e n t r o de lo p u r a m e n t e i d e a l y lôgi co . M i e n t r a s no g a r a n
ticemos la c o n f o r m i d a d de l as i d e a s y c o n c e p t o s c on la r e a l i - -
dad y los hechos no hemos l l e g a d o a la v e r d a d , s e g u n el senti­
do mas g e n u i n e de l p e n s a m i e n t o de Bal me s.

" P r i n c i p i o de e v i d e n c i a : lo e v i d e n
te es v e r d a d e r o , es d ecir, lo que
la e v i d e n c i a m u e s t r a en el o r d e n -
id ea l , se p ue d e a f i r m a r y es v e r d a
d e r o e n el o r d e n re al , en el o r d e n
o b j e t i v o de las c o s a s " (71).

El ha c e u n a d i s t i n c i ô n entre "principio" y "crite­


rio" de evidencia. El p r i n c i p i o p r e t e n d e r la u n i r las i d e a s y -
los h e c h o s ; el c r i t e r i o séria la luz c on que el entendimiento
ve la i d e n t i d a d entre dos ideas o conceptos. Por tanto, afir--
mar q ue el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a no es e v i d e n t e , quiere decir
que n o es la e v i d e n c i a la que autoriza a hacer ver que lo s prin
cipios évidentes sean verdaderos (conformes a la r e a l i d a d ) . Ob
servemos q u e , e n el f o n do , la c u e s t i ô n que m e d i a es la de la -
objetividad de las idea s.
A es t e aut or , de a c u e r d o en el f o n d o c on el p e n s a ­
miento balmesiano, le p a r e c e que e n c u a n t o a los t é r m i n o s h a y
que acusar a B a l m e s de cierta imprecisiôn.
Podemos concluir que la e v i d e n c i a es c r i t e r i o leg^
timo e innpelable p a r a el p r i n c i p i o de c o n t r a d i c c i ô n y p a r a to^
d os los d emas pr i n c i p i o s idéales e n que se dé la i d e n t i f i c a - -
c i ô n de d o s conceptos. P e r o el e n t e n d i m i e n t o t i en e una tenden-
l44

cia a objetivar.
"Cuando yo afirmo que todos los -
diâmetros de un circule son igua-
les no entiendo tan sôlo que asi
esté en mis ideas, que yo lo con-
ciba asi, sino que en efecto, es
asi en la realidad, fuera de mi -
entendimiento, prescindiendo de -
mis ideas y a un de mi propia exis^
tencia. Mi entendimiento, pues, -
ve una relaciôn, un enlace de los
objetos, y afirma que siempre que
éstos existan existira realmente
el enlace, con tal que se cumplan
las condiciones bajo que es conce
bido el objeto" (7 2 ).

La p r e g u n t a que ahora se n o s impone es si n o h ay


ninguna j u s t i f i c a c i ô n c r i t i c a que nos garanties ese paso a -
lo t r a s c e n d e n t a l , esa o h j e t i v a c i ô n de las i d e a s de que venimos
hablando. La preguirta es i n e v i t a b l e , pues vistos los p r i n c i - -
p i o s de conciencia y evidencia, en su n a t u r a l e z a y en su a m - -
plitud, a û n n os queda por j u s t i f i c a r , pues e l l o s no n o s sirven,
ese u l t i m o paso.
La p r e g u n t a n o s introduce, co mo de la m a n o , e n la
c u e s t i ô n d el instinto intelectual, tercer criterio expuesto -
por Balmes p a ra la c o m p r e n s i ô n total del f e n ô m e n o del conoci-
miento.

Todavia n os f alta, p ue s, el justificar el p a s o de


lo s u b j e t i v o a lo o b j e t i v o , del "me parece" al "es". Paso que,
en p a l a b r a s repetidas por Balmes, viene a ser el n u d o g o r d i a -
n o de la f i l o s o f i a .
Sabes que piensas, que s i e n t e s .. . ;Lo p u e d e s p r o ­
bar? No; lo que se h ac e es c e d e r a un h echo, a una n e c e s i d a d
intima que n os fuerza a croer q ue pensamos o sentimos ... —
Igual necesidad hay en el e n l a c e del objeto c on la idea, es -
decir, igua l necesidad nos fuerza a creer que lo que eviden-
temente nos p a r e c e que es de tal o c ua l m a n e r a es, en r e a l i —
dad, asi: " N i n g u n o de los d o s casos admite d e m o s t r a c i ô n ; en -
ambos hay i n d eclinable necesidad ... "(73).
El e n l a c e de la e v i d e n c i a co n la r e a l i d a d , y por
145

lo m i s m o el t r a n s i t e de la i d e a al o b j e t o , es u n h e c h o p r i m i t i ­
v e de n u e s t r a n a t u r a l e z a , u n a l ey n e c e s a r i a de n u e s t r o entendi­
miento, Es u n f u n d a m e n t o que e s t r i b a en el C r e a d o r de n u e s t r o -
espîritu. Ee El q u i e n ha i n f u n d i d o a n u e s t r a n a t u r a l e z a h u m a n a
ese "instinto intelectual".

Con estas ultimas afirmaciones e n l a z a m o s ya el es-


tudio c o n c r e t e del "instinto intelectual".

El I n s t i n t o I n t e l e c t u a l

EL CRITERIO DEL "INSTINTO INTELECTUAL"

Para completar la t r i a d e de c r i t e r i o s v â l i d o s , que


s ob re el c o n o c i m i e n t o admite B al m e s , todavia tenemos que hablar,
y por fin, del c r i t e r i o que él llama "instinto intelectual" o -
"Sentido comûn".
Primero lo v e r e m o s e n su c x i s t e n c i a , âmbito y natu
raleza, independientemente de los otro; dos. En un segundo m o —
mento en su a r m o n i a con los d e m a s , pue; sôlo asi quedarâ comple^
ta la e x p o s i c i ô n y c o m p r e n s i ô n de n u e s t r o aut or .

Son varios los puntos que en e s te tema h e m o s de —


a bo rd a r : el i n s t i n t o intelectual como fuente de conocimiento y
c r i t e r i o de certeza, el estudio del nombre mismo, su n a t u r a l e z a
y desarrollo, posibles influencias que h a y a r e c i b i d o Balmes en
e ste punto, interpretaciones a que ha d a d o lugar en la p o s t e r i o
r i d a d, etc.
146

Iremos abordando, p a s o a paso, cada u n o de est o s -


puntos.

LA C U E S T I O N "}’O N T E " . ;.RKAL 0 I R H K A L ?

P ar a comprender mejor el c r i t e r i o de sentido comûn,


h e m o s de e m p e z a r p or la j u s t i f i c a c i o n de su p r o p i o planteamien­
to. Se t r a t a de b u s c n r si de h e c h o h ay u n e s p a c i o en el â m b i t o
del conocimiento que d e b a ser l l e n a d o p or e s t e criterio.
la c u e s t i ô n no es b a n a l , llay a u t o r e s que h an n e g a -
d o ese e sp ac i o , han n e gado ese "ponte" b a l m e s i a n o qu e él s o l u —
c i o n a c o n e st e criterio. Esta es la r a z ô n p o r la q u e , i n e v i t a - -
bleinente, nos h e m o s de d e t e n e r en e s t a p r i m e r a c u e s t i ô n . Como -
en o t r a s ocasionos tenemos que r a s t r e a r las p a g i n a s de haïmes -
para hallar su g e n u i n e pensamiento.
El a u t o r se e x p r e s a , como ya lo h e m o s senalado en
otros momentos, con toda claridad diciéndonos que la t r a n s i c i ô n
del s u j e t o al o b j et o , de la a p a r i e n c i a s u b j e t i v a a la r e a l i d a d
objetiva, y e s t o es e x a c t a m e n t e lo que llamamos cuestiôn "ponte",
es el p r o b l e m a fundamental que atormenta a toda filosofia. Vo l -
vamos a reproducir sus p r o p i a s p a l a b r a s .
"E l s e n t i d o i n t i m o no n o s p e r m i t e
d u d a r de que c i e r t a s c o s a s n os pa-
r e c e n de tal m a n e r a ; p e r o /.son en
r e a l i d a d lo que n o s p a r e c e n ? /.Cômo
n os c o n s t a é s t o ? Esa c o n f o r m i d a d -
de la i de a c o n el o b j e t o /.cômo se
n o s a s e g u r a ? (? 4 ).

Esta cl aro, pues, que todavia tenemos un e s p a c i o , -


en su p e n s a m i e n t o , sin j u s t i f i c a c i ô n critica. Ni el c r i t e r i o de
conciencia, subjetivo y contingente, ni el de evidencia, i de a l
y necesario, nos sirven para justificar es e s alto, ese p u e n t e ,-
que v a de la i d ea al objeto, de lo subjetivo a lo o b j e t i v o .
E n el m i s m o capitule que acabamos de citar escribe
también:
"El e n l a c e , pues, de la e v i d e n c i a
c o n la r e a l i d a d , y p or lo tanto, -
el t r a n s i t e de la i d e a al o b j e t o , -
es u n h e c h o p r i m i t i v e de n u e s t r a -
147

n a t u r a l e z a , u n a l e y n e c e s a r i a de -
n u e s t r o e n t e n d i m i e n t o ..." (75).

De m o m e n t o s olo n o s interesa resaltar la r e a l i d a d


de ese e s p a c i o -"ponte"- que v a a l l e n a r el Instinto Intelec--
tu a l, Luego veremos su n a t u r a l e z a y su d e s a r r o l l o ,

Hemos visto que ni la c o n c i e n c i a ni la e v i d e n c i a -


nos pued e n explicar este e n la ce , e s t a u n i o n i d e a - o b j e t o ; pero,
por otro lado, somos todos c o n s c i e n t e s de que e s te e n l a c e exi^
te, si n o q u e r e m o s que se d e r r u m b e todo conocimiento y hasta -
la p r o p i a c o n c i e n c i a . La p r e g u n t a es l ô gi ca , ^cômo explicarlo?

" E s t a c o n c i e n c i a la a r r u i n a n compte
t a m e n t e los que n i e g a n el e n l a c e -
de la i d e a c o n el o b j e t o " (7 6 ).

CR I T E R I O DE S E N T I D O COM UN ; SU E X I S T E N C I A

Una vez que hemos j u s t i f i c a d o la e x i s t e n c i a de ese


espacio criteriolôgico, que h e m o s d a d o en l l a m a r "p o n t e " entre
lo s u b j e t i v o y lo o b j e t i v o , t r a t a m o s y a de explicar el c r i t e - -
rio que, a j u i c i o de Ba l m e s , l l e n a eso espacio . Es d e c ir , el
criterio llamado del "instinto intelectual" o " s e n t i d o c om u n " .
E n la F i l o s o f i a E l e m e n t a l , c o n e r e t a m e n t e en la L ô ­
g ica, B a l m e s de u n m o d o concreto y c l a r o no s da testimonio de
este c r i t e r i o y de su a m p l i t u d . En estas breves lineas resume
muchos de s us p e n s a m i e n t o s a e st e r e s p e c t e , que lu e g o iremos -
desarrollando:
"El c r i t e r i o de s e n t i d o com ûn , que
t a m b i é n pu ed e l l a m a r s e de i n s t i n t o
i n t e l e c t u a l , es la i n c l i n a c i ô n n a ­
t u r a l a d a r a s e n s o a c i e r t a s propo^
s i c i o n e s que n o nos c o n s t a n por —
e v i d e n c i a s ni se a p o y a n en el t e s ­
t i m o n i o de la c o n c i e n c i a " (77).

Nos seîïala e j e m p l o s de m u y d i s t i n t o orden. Asi to-


d os l os h o m b r e s estân s e g u r o s de que hay un mundo externo -or­
den fisico-. Sin embargo, e s t o no lo t i e n e n p r é s e n t e a su c o n -
148

ciencia, ya que e s t a se l i m i t a a lo i n t e r i o r ; ni lo c o n o c e n -
por evidencia, pues muchos no s e r é n c a p a c e s de u n a m i n i m a d e-
mostraciôn.
Asi también, la h u m a n i d a d , en g e n e r a l , cono ce v e r
dades morales y a ellas ajustan su vi da , Pero la m o r a l i d a d , -
en su s e n t i d o m a s amplio, n o es u n p u r o i e n ô m e n o inte rn o , ni
es siempre f r u t o de u n a d e m o s t r a c i ô n ,
P or otro lado, y en u n o r d e n b i e n d i f e r e n t e , na--
d ie p e n s a r a que m e t i e n d o la m a n o e n > u n a u r n a , p o r p u r o a z a r ,-
donde hay milla r e s de b o l a s , h a y a de s ac a r siempre la s u er te
que él c o d i c i a . Tampoco en e s t e c aso, la c e r t e z a vi e n e de un
t e s t i m o n i o de c o n c i e n c i a , ni de la e v i d e n c i a .
Todos estos e j e m p l o s , entre otros muchos, manifies
tan, segûn Ba lmes, que h a y en n o s o t r o s u n i n s t i n t o intelectual
qu e n os lleva, y esto de u n a forma irresistible, a asentir a
ciertas v e r d a d e s no a t e s t i g u a d a s p or la c o n c i e n c i a ni por la
evidencia.
A su e x i s t e n c i a n o s r e m i t e n t a m b i é n las siguientes
palabras :
" P e r o e s te f e n ô m e n o -el de la c on
c i e n c i a - a n d a a c o m p a n a d o de u n -
i n s t i n t o i n t e l e c t u a l , de u n ir r e -
s i s t i b l e i m p u l s e de la n a t u r a l e z a ,
el c u a l n o s hac e a s e n t i r a la ver
d ad de la r e l a c i ô n , no sôlo en —
c u a n t o e s t a en n o s o t r o s , sino t a m
b i e n en c u a n t o se h a l l a . f u e r a ..."
(78).

P a r a d a r el s a l t o de la " s e n s a c i ô n " (que es un he_


c h o de c o n c i e n c i a ) a la c o r r e s p o n d e n c i a co n u n o b j e t o e x t e r n o
n e c e s i t a m o s de e se instinto. La c o n c i e n c i a es la p r i m e r a b ase
para formar el j u i c io , pero no es suficiente para é l ; ella -
atestigua lo que s i e n t e , pero no lo que es. /,Cômo se c o m p l é t a
este juicio?.
" Po r m e d i o de un i n s t i n t o n a t u r a l
q ue n o s h a c e o b j e t i v a r las s e n s a -
c i o n e s , es d ecir, n o s hace c re e r
en un m u n d o (obje to ) e x t e r n o e n —
r r e s p o n d i e n t e al f e n ô m e n o i n t e r n o "
(79).
149

Estamos confirmando la e x i s t e n c i a de este instin­


to intelectual, os e n t i d o c o m u n , -poco i m p o r t a el n o m b r e con
tal que se r e c o n o z c a el h e c h o - , e n a l g u n o s de los campos en -
q ue m e d i a ; son muc h o s mas los q ue n o s q u e d a n p o r c o n s i g n e r y
lo h a r e m o s m a s ta rd e . Ni siquiera nos interesa, e n e s te m o m e n
to, el c o n o c i m i e n t o de su n a t u r a l e z a . Basta el he cho, la e x i ^
tencia.
" No se t r a t a a h o r a de sa be r si el
instinto intelectual nos engana -
a l g u n a s v e c e s , en qué ca s o s y p or
que; al p r e s e n t e s ô lo q u i e r o c o n ­
f i r m e r au e x i s t e n c i a " (80).

La e x i s t e n c i a de este instinto viene a solucionar


el puente que u n o s f i l ô s o f o s h a n solucionado mal (el r a c i o n a -
lismo c a r t e s i a n o c o n un i r r a c i o n a l r e c u r s o a Dios), o t r o s h an
negado (el i d e a l i s m o a b s o l u t e y el p a n t e i s m o ) y o t r o s no h a n
encontrado.
Frente a esto Balmes afirmo que el c o m u n de los -
h o m b r e s h a c e n e se t r a n s i t e ; l u e g o tendreinos que a p e l a r no a -
n i n g u n a e x p l i c a c i ô n de t i p o d e m o s t r a t i v o , s i no al i n s t i n t o de
la n a t u r a l e z a .
"Es e v i d e n t e que el t r a n s i t e que
h a c e n no p u e d e e x p l i c a r s e por m o ­
t i v e s de r a c i o c i n i o , y que es pre^
c i s o a p e l a r al i n s t i n t o de la n a ­
t u r a l e z a . L u e g o h a y un i n s t i n t o . . "
(81).

Del m ismo mo d o se m a n i f i e s t a este in s t i n t o , cuan­


do, al h a b l a r s ob r e la e x t e n s i ô n (experiencia fundamental pa­
ra B al me s) , resume en uno de sus p u n t o s siguientes:
"El t r a n s i t e de la s u b j e t i v i d a d a
la o b j e t i v i d a d es, e n lo to c a n t e
a la e x t e n s i ô n , u n h e c h o p r i m i t i ­
ve de n u e s t r a n a t u r a l e z a " (82).

Este instinto, l e j o s de identificarse c o n el lla­


mado "sentido comun" de la f i l o s o f i a e s c o c e s a , c o s a que just^
ficaremos ampliamente en su m o m e n t o , e s t a e n el f o n d o m i s m o -
de la r a c i o n a l i d a d balmesiana - e s t a a la b a s e de la r a z o n , —
nos dira- y en perf e c t a sintonia con los c r i t e r i o s de c o n c i e n
150

c ia y e v i d e n c i a . Es significative el siguiente t e x t o balniesi^

"° "Asi se e x p l i c a c o m o la e v i d e n c i a
se f u n d a en la c o n c i e n c i a , n o idon
t i f i c â n d o s e c o n e lla, s i n o es tr i -
b a n d o s o b r e la m i s m a c o m o u n h e —
cho i m p r e s c i n d i b l e , p e r o e n c e r r a n
d o a l g o mas: a sa be r , el i n s t i n t o
i n t e l e c t u a l que n o s h a c e c r e e r --
v e r d a d e r o lo e v i d e n t e " (83).

C on e s t e criterio si que llegamos al f o n d o en la


e x p l i c a c i ô n del conocimiento; lo c ual no es justificar ningu­
na clase de f i d e i s m o o e s c e p t i c i s m o , s i no llegar al p r i m e r --
f u n d a m e n t o de la r a z ô n , a la b as e que sostiene cl e d i f i c i o ra
c i o n a l y que, f i l o s ô f i c a m e n t e , no nos es p e r m i t i d o ir m a s alla.

" . /. t o c a m o s el c i m i e n t o de la ra^
zôn: a q ui h a y p a r a el h u m a n o en--
t e n d i m i e n t o el n o n p l u s u l t r a ; la
f i l o s o f i a no va m a s a l l a " (8 4 ).

Estos textos nos van m o strando el sentido hondo y


v e r d a d e r o del instinto intelectual. Su l e c t u r a sin p r e j u i c i o s
nunca podria llevarnos a v er a q u i n i n g u n g e r m e n ni de escept_i
c i s m o ni de i r r a c i o n a l i s m o , como muchos han querido ver, opo-
niendo criterios que B a l me s, no sôlo ve u u i d o s sino esencial-
mente complementarios u n o del ot. o.
No niega que a q ui cedemos a un h e c h o que no p o d e ­
mos demostrar; pero, /.no h a y la m i s m a concesiôn a uno o varios
datos en c u a l q u i e r filosofia, si no se q u i e r e ceder al absur­
do del p r o c e s o al infinite?.
Uecuerda la c o n t r a d i c c i ô n en que incurren aq»iellos
que d i c e n que n o pueden dudar de lo que es subjetivo, p er o
q ue no v e n cô mo p u e d e n s a l i r de si m i s m o s . Ciertamente so n —
dos p r o c e s o s d i f e r e n t e s , u n o m as f ac i l de m o s t r a r que el otro;
p er o , ino h a y en l os d o s cierta necesidad a la que ce de r, que
es lo m i s m o que d e c i r ausencia de r a z o n a m i e n t o s ? .

"/.Sabes que s i en t es , que p i e n s a s ,


qu e t i m e s en ti tal o cu al a pa —
r i e n c i a ? ^Lo p u e d e s i)robar? Es --
e v i d e n t e que no. Lo que h a c e s es
c e d e r a un hecho, a una n e c e s i d a d
i n t i m a que te f u e r z a a c r e e r que
151

piensas, que sientes pues, --


igual necesidad hay en el enlace -
objeto con la idea ..."(8 5 ).

Despues de la exposiciôn de estos datos se encuen-


tra Balmes en las mejores condiciones para, aprovechando ideas
de Fichte, no sôlo criticar esa filosofia , sino dar otra ra--
zôn a favor de su propio sistema y soluciôn. Dice a si:

"Fichte ha dicho: "Es imposible ex


plicar de una manera précisa como
un pensador ha podido salir jamas
del yo" (Doctrina de la ciencia,p.
l®/3)» Y con igual derecho se le -
podria decir a él que no se conci-
be cômo ha podido levantar su sis­
tema sobre el yo. ^A qué apela? A
un hecho de conciencia; es decir,-
a una necesidad" (86).

El no admitir la necesidad de la objetivaciôn de -


las ideas arruinaria, sencillamente, la conciencia misma del -
yo, pues ésta reclama no sôlo la actujlidad sino la identidad
en la permanencia ; sin ello nos tendriamos que resignar a admd^
tir solamente una serie de hechos inconexos:
"De esto £ic infiere que los que —
atacan la objetividad atacan una -
ley fundamental de nuestro esplri-
t u , destruyen el pensamiento y --
a r r u i n a n h a s t a la c o n c i e n c i a , h a s ­
ta t o d o lo s u b j e t i v o , que les s e r ­
v i e de b a s e " (87).

Con los textos que hemos recogido ya ha quedado --


claro el criterio como tal del instinto intelectual; criterio
que, cuando se refiere a objetos de orden practice, lo suele -
llamar "sentido comun". Ya hemos anticipado algo muy im;*ortan-
te: es algo que esta a la base misma de la razôn, en el desa--
rrollo natural de las facultades.
Asi es como se ha interprêtado por muchos autores:
"A este elemento lo podîamos llamar con lenguaje moderno "din^
mismo" de la facultad intelectual. Este dinamismo empuja al e^
plritu a afirmar su objeto propio, que es no lo meramente re--
presentado en el "aparece" o fenômeno, sino lo que "es" en rea
152

l i d a d, o sea, "on si" (88).


Logicainente e s t e aut o r, P. R O I G GIRONELLA, ti en e -
que concluir que e s t a d o c t r i n a del instinto intelectual no tie
ne n a d a que v e r c o n el fideismo, ni c on R e i d , ni c o n la i n t e r ­
p r e t a c i ô n de U n a m u n o al l l a m a r l o "escocés catalan" (89).

La t e s i s de que el Instinto Intelectual n o es a l g o


contrario, ni siquiera distinto, de la r a z ô n m i s m a , viene reco
g i d a po r m u c h o s autores. A si lo d e f i e n d e , por e j e m p l o , M. F L O ­
RI , en u n d i s c u r s o inaugural t e n i d o el ano 1926. R e c o g i o n d o la
o p i n i ô n d e l Dr. P E L E G R I , escribe; " O pt i me , mea s e n t e n t i a , men-
t e m b a l m e s i a n a m Dr. Pelegrl, exprimit s e q u e n t i b u s v er b i r : "üal^
mes concibe el sentido comûn como una luz p r o d e n c i a l dada por
Dios al h o m b r e para que c on e l l a p u d i e r a este alcanzar c o n se-
guridad siempre y sin n i n g u n tecnicismo cientlfico, las p r i m e r
r a s v e r d a d e s de todos los ôrdenes que n o c o n v e n l a d e j a r a m e r -
ced de las h u m a n a s v a r i a c i o n e s ..., es el i n s t i n t o balmesiano,
la n a t u r a l e z a r a c i o n a l ade1antandose por v i s i ô n natural, por -
impulso o p or n e c e s i d a d , a la d e m o s t r a c i ô n o a la r e f l e x i ô n ; -
es la n a t u r a l e z a que se a d e l a n t a n o a la r a z ô n e s p o n t a n e a , s i ­
n o a la r a z ô n m e t ô d i c a m e n t e percibida.
Sensus igitur communis n o n est. f a c u l t a s distincte
a ratione; sed omnio eadem quatenus est n a t u r a l i t e r disposita
ut quasdam veritates vitae humanae maxime necesarias magna cum
facilitate et q u a s i sponte appréhendât" (90).
Aunque e st e a u t o r no concede en el t e x t o t od o el -
alcance que tiene el Instinto Intelectual balmesiano, si n o s -
parece importante su a f i r m a c i ô n de que no se trata de a l g o d i ^
t i n t o de la r a z ô n m i s m a , sino de su m i s m a a c t u a l i z a c i ô n . El va
lo r de e s t a i n t u i c i ô n que coincide, por o t r a p ar t e , c o n la pro
p i a s p a l a b r a s de B a l me s , que dice que este esta a la b a s e de -
la r a z ô n , es lo que n o s ha h e c h o raer este t e xt o. No e s t a m o s
de acuerdo en r e d u c i r l o al "quasdam veritates vitae humanae —
maxime necesarias...", c o m o ya hemos demostrado suficientemen-
te en otros lugar e s.
Esta es también la mente de DAI.MAU cuando, a la Iio
153

r a de v a l o r a r el Instinto Intelectual balmesiano, escribe:"El


a s e n s o a la e v i d e n c i a , la c e r t e z a de que la r e a l i d a d correspon
de a la a p a r i e n c i a , /.no es u n a n e c e s i d a d ? No se d i g a que esto
es a s e n t i r a un instinto ciego, porque, c o m o h e m o s dicho, en -
nada se opone a que el e s p i r i t u r e f l e x i v e a q u i l a t e el v a l o r de
l os m o t i v e s . Son dos momen t o s (el s u b r a y a d o es n u e s t r o ) indi­
visibles q ue se o r d e n a n a la c e r t e z a cbjetiva de n u e s t r o s conjo
cimientos" (91).
Todavia podemos encontrar otros t e x to s, y otros au
tores, que de u n a forma mas tajante n os a f i r m a n que no p o d e m o s
separar el Instinto I n t e l e c t u a l de la i n t e l i g e n c i a m i s ma ; cuan
to m e n o s , o p o n e r l o s . E n e st e sentido se e x p r e s a N I C O L A S D E R I S I :
" El sentido comun no es o t r a c o s a que n u e s t r a inteligencia el^
borando sus juicios frente a la e v i d e n c i a de las cos as. Es el
fruto del uso connatural de n u e s t r o intelecto a n te las e x i g e n ­
cies objetivas, tanto del ser c o m o d e l d e b e r - s e r -v al e d e c i r - ,
tanto en su o b r a de c o n t e m p l a c i o n de la v e r d a d c om o de la for-
m a c i o n de n o r m a s de conducts morales.
El s e n t i d o c o m u n o la i n t e l i g e n c i a en el e j e r c i c i o
connatural de su f u n c i ô n ve c l a r o y a p r e h e n d e b i e n el n u c l e o -
central de tales evidencias objetivas" (92).
Parecida conclusion podemos s a c a r de otras palabras
que escribe S A L V A D O R CU E S T A : " Es a n e c e s i d a d intelectual de q ue
aqui se h a b l a (es la n e c e s i d a d d e l instinto intelectual), no -
es s i n o el m o v i m i e n t o incoercible de la p o t e n c i a hacia su obje^

to p r e s e n t e " ( 93 ).

Todas estas o p i n i o n e s v i e n e n a c o i n c i d i r en q ue el
instinto intelectual no es a l g o a j e n o totalmente a la r a z o n —
misma, algun t i p o de j n st into c i e g o e irracional. No es eso . -
Esta en la b a s e m i s m a de la r az ô n , es c o m o la p i e d r a en que se
apoya la r a z ô n m i s m a , el d i n a m i s m o i n t e r n o de la f a c u l t a d , que
no p e r m i t e ni traspasnr sus l i m i t e s ni d e j a r a la f a c u l t a d —
abierta a ningun t ip o de escepticismo.
Concluimos este tema v o l v i e n d o a c i t a r p a l a b r a s --
d e l P. R O I G GIRONELLA, que nos r e s u m e asi: " A h o r a bie n, compro^
154

bar esta realidad, que es la p r e s e n c i a de e ste d i n a m i s m o de --


nuestras facultades mentales que u n a v e z puestas en p r e s e n c i a
de su o b j e t o s a l t a n a él (lo m i s m o p a s a c on t o d a s l as o t r a s fa
cultades humanas, espirituales o sensitivas o de orden vegeta­
t i v e ), e s t o es lo que Balmes entiende al a f i r m a r el t e r c e r --
e l e m e n t o del todo o c o n j u n t o , que l os e s c o l a s t i c o s llamarlamos
" e v i d e n c i a tota l" , elemento que él d e n o m i n a , c o m o he d i ch o, --
"instinto intelectual", que tiene aplicaciones variadisimas" -
( 94 ).
Recuerda este autor cômo el P. F L O RI , S.J., espe--
c i a l i s t a en e s t u d i o s h a l m e s i a n o s , ya h i z o n o t a r la aproximaciôn
de la n o c i ô n de " i n s t i n t o i n t e l e c t u a l " con la de d i n a m i s m o fi-
nalisltco axiolôgico (•)() .

Y luego c o n c l u y e :
" B a l m e s d e m u e s t r a c o n t o d a la lu-
c i d e z de u n a v i s i ô n i n t e l e c t u a l -
que las i de a s s on o b j e t i v a s , p e r o
c o m p r u e b a que, a u n a n t e s de p o s e -
'• er tal d e m o s t r a c i ô n , ya h a y una -
a p r i o r i d a d , es d e c i r , u n d i n a m i s ­
m o i n t e l e c t u a l o, si se q u ie re , -
una n a t u r a l e z a de la f a c u l t a d (lia
mado "instinto intelectual") que
n os h ac e o b j e t i v a r i r r e s i s t i b l e —
m e n t e el p r o p i o o b j e t o r e p r e s e n t ^
do, d e n t r o de 1 p r o p i o t e r r e n o y -
g r a d o del e j e r c i c i o de q ue se tra
ta" ( 95 ).

Si h e m o s r e c o g i d o v a r i o s t e x t o s a e s t e r e s p e c t e es,
sencillamente, porque compartimos esta f o r m a de i n t e r p r e t ne iôn
de B a l m e s como la u n i c a v a l i d a y a c e r t a d a , y porque creemos --
que s ô l o asi se le p u e d e s a l v a r de tantas interpretaciones im-
parciales o totalmente fal s a s .

(^) R e v a l o r i z a c i ô n de la c r i t e r i o l o g l a escolastica (Ac ta P o n t i -


ficiae Academiae Romanae et, S. T hom, Aq. et Rel. C a t h .,1936
Vol. III, p â g . , II. Turin, 1937 .
155

SENTIDO C O M U N : EXPLICACION DEL NOMBRE

El m i s m o Balmes reconoce e n el c a p i t u l e 32 de s u -
Filosofia Fundamental, capitule t o d o él d e d i c a d o al e s t u d i o -
de este criterio, que la e x p r e s i ô n " s e n t i d o c o m u n " es sumamen
te v ag a. A la h o r a de d a r n e s u n a e x p l i c a c i ô n t r a t a de h a c e r l o
desde el p u n t o de v i s t a etlmolôglco y desde su v a l o r r eal.
Aparté, pues, los sentidos corporales, hay otro —
criterio l l a m a d o de "sentido comûn":
" S e n t i d o : e s t a p a l a b r a e x c l u y e la
r e f l e x i o n , e x c l u y e t o d o raciocinio,
t o d a c o m b i n a c l ô n , n a d a de e s t o t ^
ne c a b i d a e n el s i g n i f i c a d o de la
p a l a b r a s e n t i r " (9 6 ).

T e n e m o s y a u n a c a r a c t e r i s t i c a de la m â x i m a impor—
tancia para comprender este c r i t e r i o de conocimiento. Al s e n ­
tir el e s p i r i t u se h a l l a , so br e tod o, pasivo, n o a c t iv o; rec^
be, n o da; recibe u na a cc i ô n , no la r e a l i z a . L u e g o h ay q ue se^
par a r del sentido comûn todo aquello que en el e s p i r i t u e j e r -
ce sü a c t i v i d a d . El e n t e n d i m i e n t o se somete a una l e y que sien
te, a una necesidad i n s t i n t i v a que n o pu e de d e c l l n a r .
Este s en ti r, al ser d e s c r i t o como algo "pasivo", -
como " r e c i b i d o r de u n a acciôn", nos podria conducir, de n o e n
t e n d e r b i e n el s e n t i d o p r o f u n d o de B a l m e s , a u n d o b l e e r r o r :-
a c o n f u ndirlo con el llamado vulgarmente instinto, incluso --
animal ; ob ien, a identificarlo c o n la " p a s i v i d a d " o "padeci-
miento" de u n a a c c i ô n de las f a c u l t a d e s a r i s t o t é t i c o - t o m l s t a s .
D el p r i m e r e r r o r n o s va a s a c a r el m i s m o Balmes -
c o n p a l a b r a s b i e n cl a r a s . Del s e g u n d o n o s h e m o s de librar por
la i n t e r p r e t a c i ô n g l o b a l de su p e n s a m i e n t o . Es dec i r, esta --
l ey i r r e s i s t i b l e de n u e s t r a n a t u r a l e z a n o es lo m i sm o, y des­
de luego es algo mas, que el e s p e j o o plancha de cera d o n d e -
se m a r c a la f i g u r a de la " s p e c i e s " .

"C o m û n ; e s t a p a l a b r a e x c l u y e t o d o
lo i n d i v i d u a l e i n d i c a que el o b ­
j eto de 1 s e n t i d o c o m û n es g e n e r a l
a t o d o s los h o m b r e s " (97).
156

Para comprenderlo mejor pensemos que frente a esto


tendriamos los hechos de conciencia, que son de sentido, mas
no de sentido comûn. Ademâs, en la palabra comûn se significa
que los objetos de este criterio son para todos los hombres y,
por ellos, se refieren al orden objetivo. Asi, por ejemplo, a
un hombre que dice : "yo experimento tal o cual sensaciôn, me
parece que veo talo cual cosa, no se le opone el sentido co­
mûn; pero sidiceque tal ocual cosa es de tal manera, si e^
to es extravagante, se le objeta : esto es contrario al senti­
do comûn.
Después de estas aclaraciones Balmes se decide a -
dar unadef iniciôn de este criterio de conocimiento; defini--
ciôn que, ciertamente, lleva una gran carga de humildad:

"Yo creo que la expresiôn sentido


comûn significa una ley de nues--
tro espiritu, diferente en apari^
' c i a s e g û n s o n d i f e r e n t e s los c a —
SO S a q ue se a pl i c a , p e r o que en
r e a l i d a d , y a p e s a r de sus m o d i f y
c a c i o n e s , es u na sola, s i e m p r e la
m i s ma , y c o n s i s t e en un a i n c l i n a ­
c i ô n n a t u r a l de n u e s t r o e s p i r i t u
a d a r su a s e n s o a c i e r t a s verdades
no a t e s t i g u a d a s p or la c o n c i e nc i a,
ni d e m o s t r a b l e s p o r la r a z ô n ; y -
que t o d o s lo s h o m b r e s h a n menester
p a r a s a t i s f a c e r las n e c e s i d a d e s -
de la v i d a s e n s i t i v a , i n t e l e c t u a l
o m o r a l " (98).

Se trata, pues, de una ley de nuestro espiritu, a_l


go natural que nos lleva a asentir a ciertas verdades, y con
la que tenemos que contar todos los hombres para nuestro nor­
mal desarrollo sensitivo e intelectual.
Loque le importa a Balmes no es tanto el nombre,-
afortunado o no, como el hecho en si, la ley a que se refiere.
El mismo lo dice : "poco importa el nombre si se conviens en -
el hecho".
Lo que importa es ver si existe esa inclinaciôn, -
bajo qué formas se présenta, a qué casos se aplica y en que -
grado puede ser considerada como criterio de verdad. Eso es -
157

lo importante.
E s t a b l e c i d o y a el h e c ho , visto t a m b i é n el n o m b r e y
su significado, damos un paso mas viendo los d i s t i n t o s campos
en que tiene lugar este criterio.

APLICACIONES DEL CRITERIO DEL SENTIDO COMUN

Desde luego encontramos e s t a l ey c o n r e s p e c t o a —


l as v e r d a d e s de evidencia I n m e d i a t a . El e n t e n d i m i e n t o n o las
p r u e b a ni l as p u e d e p r o b a r , pero se siente n e c esitado a a s e n ­
t ir a el la s.
" No s e n c o n t r a m o s , pues, c o n u n ca
so c o m p r e n d i d o e n la d e f i n i c i o n -
d e l s e n t i d o com un: i m p o s i b i l i d a d
de p r u e b a , n e c e s i d a d i n t e l e c t u a l
qu e se h a de s a t i s f a c e r c o n el --
asenso, irresistible y universal
I n c l i n a c i ô n a d i c h o a s e n s o " ( 9 9 )»

Aqui Balmes manifiesta cierta duda en aplicar o no


este s e n t i d o c o m u n al c a s o de la evide n c i a i n m e d i a t a . La r a —
z ô n es p o r q u e en estas verdades, dado que es m a x i m a la l uz —
qu e el objeto o f r e c e , parece que q u e d a r i a m u y p o c o c a m p o a la
a c c i ô n d el s uj et o , al sentir -entiéndase ley del sentido co­
mun- c o m o tal.
A pesar de esto, v e m o s qu e la l e y c o m o tal permane^
ce y a c t û a también en este ca mp o . P o r eso n o s d i c e que recono^
ce q ue p a r a q ue se a p l i q u e con propiedad el n o m b r e de s e n t i d o
es n e c e s a r i o q u e el entendimiento s i e n t a y no c o n o z c a - e n la
evidencia inmediata mâsbien conoce que siente-.
Vuelve a insistir en que n o va a d i s p u t e r s ob re el
nombre - l u e g o el c o n t é n i d o queda totalmente a sa lvo, y é s to
es lo que n o s importa-, que incluso podria citar ajgun autor
que ha d a d o al c r i t e r i o de evidencia el n o m b r e de sentido co­
m un, puesto que lo qu e le i n t e r e s a es c o n f i r m a r el c o n t é n i d o ,
la l ey c o m o tal.
"Lo q ue d e s e o es c o n s i g n a r e s a --
ley de n u e s t r a n a t u r a l e z a , que —
nos inclina a dar asenso a cier--
158

tas verdades, independlente s de la


conciencia y del raciocinio" (lOO),

También encontramos esta ley con respecto a las ver


dades de evidencia mediata. Nuestro entendimiento asiente por
necesidad -instinto intelectual-, no sôlo a los primeros prin
cipios, sino también a todas las proposiciones claramente enla
zadas con ellos. (101)
Esta natural inclinaciôn no se queda sôlo en el va­
lor subjetivo de las ideas, sino que llega también al objetivo;

"Ya se ha visto que esa objerividad


tampoco es demostrable directamen-
te y a priori, no obstante que la
necesitamos" (102).

Este es uno de los camuos fondamentales donde actua


esta ley de nuestro çspiritu, esta "base de nuestra razôn": la
objetivizaciôn de las ideas. Nuestra inteligencia no puede re-
ducirse al puro muncfo ideal y subjetivo, al me parece, aunque
este parecer sea con la evidencia inmediata mas fuerte que nos
podamos imaginar, necesita llegar al mundo real, al e s .
Ya se comprende que es precisamente aqui, en el lle^
gar al es^* ® realidad, donde interviens el instinto intelec^
tuai, puesto que si nos redujésemos al puro mundo del "parecer",
subjetivo, no haria fa]ta recurrir a este criterio, pues nos -
bastaria con la pura conciencia y evidencia para su explicaciôn
y comprensiôn.
Todo lo dicho se puede y se debe aplicar a un nuevo
campo: el orden mor a l . Si los principios primeros son necesa-
rios para conocer, no lo son menos los morales para querer y -
obrar. Es decir, lo que son para el entendimiento la verdad y
el error, son para voluntad el bien y el mal. Asi pues, por el
mismo motivo necesitamos también aqui del asenso irresistible
y moral.
"Ile aqui otra necesidad del asenso
a ciertas verdades morales, y he -
aqui por qué encontramos también -
osa irresistible y universal incl^
naciôn al asenso" (1 0 3).
159

El siguiente e s p a c i o de a c t u a c i ô n que s e n a l a Balmes


a esta l e y es la o b j e t i v i d a d de las s e n s a c i o n e s . Su s u b j e t i v i ­
d a d , c o m o v i m o s al t r a t a r de la c o n c i e n c i a , queda garantizada
por otros caminos; pero c o m o ese n i v e l no es suficiente para -
la vi d a , s i n o que n e c e s i t a m o s e s ta r s e g u r o s de su c o r r e s p o n d e n
cia c o n el m u n d o exterior, necesitamos de o t r o c r i t e r i o que --
nos lo g a r a n t i e s . Nos encontramos o t r a vez c o n el instinto in-
teloctual;
" E s t a s e g u r i d a d la p o s e e n t o d o s -
los h o m b r e s , a s i n t i e n d o a la obje^
t i v i d a d de las s e n s a c i o n e s , e s t o
es, a la e x i s t e n c i a de los c u e r - -
pos, c o n a s e n s o i r r e s i s t i b l e " ( 1 04 )

Nuevo c a m p o de a c t u a c i ô n lo e n c o n t r a m o s e n la 11 a-
mada fe e n la a u t o r i d a d h u m a n a . S i n ella, dice B al m e s , estaria
mos condenados a la m i s m a m ue r te :
"... el h o m b r e se i n c l i n a a c r e e r
al h o m b r e p o r u n i n s t i n t o natural.
/,En qué se f u n d a la fe e n la a u t ^
ridad humana? Las razones filosô-
f i c a s q ue se p u e d e n s e n a l a r n o --
las c o n o c e el c o m û n de los hombres;
m â s p o r e s t o su fe no d e j a de se r
i g u a l m e n t e v i v a q ue la de los f i ­
l ô s o f o s . /.Cuâl es la c a u s a ? Es —
q ue h a y u n a n e c e s i d a d , y a su l a ­
do el i n s t i n t o p a r a s a t i s f a c e r l a
..." (105).

E s t e m o d o de h a b l a r b a l m e s i a n o , asi como otras mu-


c ha s expresiones de su obra, por ejemplo cuando nos dice que
la n a t u r a l e z a es a n t e s que la f i l o s o f i a , podia dar l ug a r acier
ta c o n f u s i ô n -de h e c h o ha s u c e d i d o - , ai no se i n t e r p r e t a n c o--
rrectamente. /.Son d os c o s a s r e a l m e n t e diferentes? / S o n d o s reei
lidades opuestas? /Se contradicen entre si?.
Ciertamente son dos re a l i d a d e s distintas, pero no
contrapuestas o algo seme jante. Esa misma "naturaleza" es obje^
to de la f i l o s o f i a . Esta se e n c a r g a de sa c ar a luz las f u e r z a s
y l e y e s de la n a t u r a l e z a de u n a forma filosôfica, diriamos "ra
cional" - no significa é s t o que el o t r o campo sea i r r a c i o n a l , -
c o m o en su m o m e n t o e x p l i c a r é - . Qué c l a r a s a q u e l i a s p a l a b r a s de
l6o

"No quiero indicar con esto que -


la razon sea impotente a manifes-
tar la legitimidad de la ilacion
con que se deduce lo real de lo -
ideal ..." (106).

Asi salva el autor el hecho natural de la certeza,


por ejemplo en el caso concreto de la ohjetivaciôn de las sen­
saciones , y salva perfeetamente el" valor de la raz o n , el hecho
de la "filosofia". Lo mismo que nos ofrece el instinto de la -
naturaleza nos lo viene a confirmar la razon en su reflexiôn:

"Luego el instinto que nos impul­


sa a referir dichas sensaciones a
objetos externos esta confirmado
por la razôn; luego el testimonio
de los sentidos es admisible en -
el tribunal de la filosofia, en -
cuanto nos asegura de la realidad
de los objetos" (107).

Con esta armonia ve Balmes las cosas. Asi, pues, -


naturaleza y filosofia, instinto irresistible y razôn, muy al
contrario de lo que pudiera parecer, son per fee tamente compag_i
nables y complementarios. Solamente con estas afirmaciones te­
nemos motivo suficiente para rechazar de piano toda acusaciôn
de "dogmatisme" o "instintivismo" que se haya hecho contra —
Balmes.

Ademas de los casos sehalados los primeros princi­


ples intelectuaies y morales, la objetividad de las ideas y --
sensaciones y la fe en la autoridad humana, necesita cl hombre
el asenso instantanée a otras verdades que, aunque con el tiem
po podria demostrar, no le es permitido hacerlo, dado el modo
repentino con que se le ofrecen.
Balmes pone algunos ejemplos: asi el que juzguemos
imposible el formar una pagina de Virgilio arrojando a la aven
tura algunos caractères de imprenta; el dar en un blanco peque^
nisimo sin apuntar hacia él, y otros seme jante s . Ademâs anade
lo que él llama "argumontos de analogia": la seguridad de que
el sol saldrâ manana, que la primavera nos traerâ las flores...
Estamos ante la llamada impo sibi lidad de sentirlo co
I6l

mun .
En este punto Balmes no esta del todo afortunado. -
O admitimos cierta superacion en su pensamiento -me refiero
al caso concreto de la imposibilidad de sentido comûn-, entre
lo expuesto en el Criterio y en la Filosofia Fundamental, o -
tenemos que admitir cierta contradicciôn en su comprensiôn —
del sentido comûn.
Ciertamente en su obra F . Fundamental se expresa —
Balmes con mâs rotundidez, no recurre a la teorla de las pro-
babilidades para explicar este caso. La imposibilidad de sen­
tido comûn se afirma de forma mâs absoluta.
Se ha dicho que en el primer caso, en el Criterio,
explicarla el elemento ontolôgico de la certeza por las proba
bilidades matemâticas, al estilo de Cqurnot; en el segundo ca
so, haria reposar la fuerza de la certeza en un elemento ontjo
lôgico heterogéneo y en una disposiciôn especial para captar-
lo; el instinto intelectual (109).
Si no admitimos esta superaciôn de au propio pensa
miento no nos cabe mâs remedio que acusarle de cierta vacila-
ciôn o contradicciôn en este punto, y ésto con detrimento de
su recta comprensiôn del sentido comûn.
Este es el campo en que actûa este instinto intel^
tuai balmesiano. Criterio qu e , aunque no le importa demasiado
el nombre, sino el hecho como tal, lo llama también "instinto
de la naturaleza" , "ley de nuestro espiritu" , "luz divina en
nosotros" , "base de la razôn" , "voz del espiritu" , "bénéficié
del Creador" , "instinto de nuestro entendimiento", etc.

Se impone ahora, en nuestro ânimo de ir ahondando


lo mâs posible en este criterio, una nueva cuestiôn. El sent^
do comûn, /es criterio seguro de verdad? /Lo es siempre? /Qué
caractères debe poseer para ser tenido como criterio infa]i—
ble? Las preguntas estân arrancadas de la misma obra de Bal—
mes. Oigamos sus respuestas:
"El hombre no puede despojarse de
su naturaleza; cuando habla, la -
razôn dice que no se la puede de^
162

p re c l a r . U n a i n c l i n a c i ô n n a t u r a l -
es a los o j os de la f i l o s o f i a u n a
c o s a m u y r e s p e t a b l e , por s ô lo ser
n a t u r a l ; a la r a z ô n y al l ib r e a l-
b e d r i o c o r r e s p o n d e el no d e j a r l a -
e x t r a v i a r . Lo que es n a t u r a l en el
h o m b r e no es s i e m p r e e n t e r a m e n t e -
f i j o c o m o e n los hr u t o s . E n é s t o s
el i n s t i n t o es cie go , p o r q u e d e b e
s e r l o d o n d e no h a y r a z ô n ni l i b e r -
tad. En el h o m b r e las i n c l i n a c i o —
ne s n a t u r a l e s e s t â n s u b o r d i n a d a s -
en su e j e r c i c i o a la l i b e r t a d y a
la r a z ô n . ..
H a y e n el h o m b r e u n a c u a l i d a d m u y
a p r o p ô s i t o p a r a que las i n c l i n a —
c i o n e s n a t u r a l e s se d e s v i e n c o n —
f r e c u e n c i a ; la d e b i l i d a d . . . " ( 1 10 )

Libertad, r a c i o n a l i d a d , debilidad son notas a tener


siempre en c u e n t a si q u e r e m o s c o m p r e n d e r b i e n el " s e n t i d o co--
mûn" de Balmes. Esto h a ce t a m b i é n que el a u t o r se esfuerce en
s e n a l a r , bien d e t a l l a d a m e n t e , las c o n d i c i o n e s que ha de curtplir
este criterio para que p o d a m o s tomarlo como criterio de verdad.
S o n l as siguientes:

1 A ) " La i n c l i n a c i ô n al u s e n s o es de todo punto irre^


sistible, de m a n e r a que el h o m b r e , ni aun con -
la r e f l e x i ô n , p ue de resistirse ni aun despojar-
se de ell a".

23) "De la p r i m e r a d i m a n a la otra, a saber; t o da --


v e r d a d de sentido c o m u n es a b s o l u t a m e n te c i e r t a
para t o do el linaje humano".

3 3 ) " T o d a v e r d a d de s e n t i d o c o m u n pu e d e sufrir el -
e x a m e n de la r a z ô n " ,

4 3 ) " T o d a v e r d a d de s e n t i d o c o m u n t i e n e por o b j e t o
la sati s f a c c i ô n de a l g u n a g r a n n e c e s i d a d de la
vida sensitiva, intelectual o m o r a l " . (111)

l’o n e m o s u n o de sus ejemplos. El l in a je h u m a n o c o n si^


dera los colores en las c o s a s misinas. /Es asi en r e a l i d a d ? No.
Parece que el sentido comûn nos e n g a n a . P e r o , /cumple las con-
163

diciones que a c a b a m o s de senalar? No. P er lo p r o n t o le f al ta


el poder s u f r l r el e x a m e n de la r a z ô n -tercera condiciôn-, -
pues l u e g o que se r e f l e x i o n a se d e s c u L r e inmediatamente la ilu
si ôn. Ademas tampoco cumple la p r i m e r a y s e g u n d a c o n d i c i ô n .
Al f i n a l d el capitulo que a c a b a m o s de a n a l i z a r Ba^
mes hace una r e f e r e n d a a Fenelôn para mostrar c ô m o b a j o el -
nombre de sentido comûn comprende t a m b i é n el c r i t e r i o de la -
evidencia.
"Es i n d u d a b l e que en e st e p a s a j e
h a b l a F e n e l ô n de la e v i d e n c i a , --
p u e s que, a m a s de que e m p l e a e s ­
te m i s m o n o m b r e , se r e f i e r e a las
ideas inmutables. For sentido c o ­
m û n e n t i e n d e las m i s m a s i d e a s g é ­
n é r a l e s p o r las c u a l e s j u z g a m o s -
de t o d o o, en o t r o s t er m i n e s , la
i d e a de d o n d e n a c e la e v i d e n c i a "
(1 1 2 ).
Por lo que llevamos e x p u e s t o ya se ve que en n u e s -
t ro a u t o r n o c o i n c i d e su c o m p r e n s i ô n d e l sentido comûn c o n lo
que acaba de d e c i r n o s F e n e l ô n , para el que el " s e n t i d o c o mû n"
son l as ideas générales mismas.
También sale al p a s o de u n e r r o r de L a m e n a i s s ob r e
el c o n s e n t i m i e n t o c o m û n , al c o n f u n d i r s e n s u s y c o n s e n s u s . La
fe e n la a u t o r i d a d humana es c r i t e r i o v â l i d o de c o n o c i m i e n t o ,
tal y c o m o se ha d e s c r i t o , P e r o anade:
"Un célebie e s critor -Lamennais-
ha q u e r i d o r e f u n d ir t o d o s los c r ^
t e r i o s en el de la a u t o r i d a d h u m ^
n a , afi r m / n d o resu e l t n m e n t e que -
el " c o n s e n t i m i e n t o c omûn, s e n s u s
c o m m u n i s , es p a r a n o s o t r o s el se-
llo de la v e r d a d y que no h ay —
o tr o" ( L a m e n n a i s , E n s a y o s ob re la
i n d i f e r e n c i a en m a t e r i a de r e l i - -
g i ô n , t. 2. c , 1 3 ) ( 1 1 3 ).

Este sistema aparece como errôneo y extrano, segûn


la i n t e r p r e t a c i ô n de Bal me s, porque se c o n f u n d e n p a l a b r a s tan
d i v e r sas c o m o sensus y consensus. "Apelar a la a u t o r i d a d de -
los d e m a s en todo y por todo, despojar al i n d i v i d u o de t o d o -
criterio, era a nonadarlos a todo s ".
164

El e r r o r de Lamennais consiste en que, como en mu-


chos casos recurrimos a] consentimiento comûn para cerciorar-
n o s de algo, ha q u e r i d o llevar la l ey de e s t o s casos a crite­
rio general. Es u n a conclusion invalida. Recoge unas palabras
bien significativas: "Nosotros n os obligamos a tener taies --
p r i n c i p i o s p or c i e r t o s ; y a cualquiera que se n i e g u e a creer-
l os s in d e m o s t r a c i o n , le d e c l a r a m o s culpable de rebel d i a con­
t r a el s e n t i d o c o m û n , que no es m a s que la a u t o r i d a d de gran
nûmero" .
Balmes se r e v u e l v e contra tamana exageraciôn y la
déclara totalmente intolerable (l l 4 ).
En el r e s u m e n que h ace Balmes, capitulo ?4 de la F.
Fundamental, so b re los c r i t e i i o s de la v e r d a d , e sc ri b e ;

" Ha y e n n o s t r o s v a r i o s c r i t e r i o s :
p u e d e n r e d u c i r s e a très: la c o n —
c i e n c i a o s e n t i d o int im o , la e v i ­
d e n c i a y el i n s t i n t o i n t e l e c t u a l
o s e n t i d o c o m û n ...
El i n s t i n t o i n t e l e c t u a l es la n a ­
tural i nc]inacion al a s e n s o en -
los c a s o s que e s t a n f u o r a del do-
m i n i o de la c o n c i e n c i a y de la --
e v i d e n c i a . El i n s t i n t o intelec­
t ual n o s o b l i g a a d a r a las i d e a s
un valor objetivo... Cuando versa
s obre o b j e t o s no é v i d e n t e s , y nos
i n c l i n a al a s e n s o , se ll a m a s e n t i ­
d o c o m û n " . (11 5 )

FUNCIONAMIENTO A R M Ü N I C O DE L OS T R E S CHITEUIUS

Juzgamos es t e a p a r t a d o d el maximo interés para in­


terpreter correctameute el p e n s a m i e n t o de Balmes. Muchas de -
l as "falsas" interpretaciones que se h a n d a d o a su filosofia
d e l 'sentido c o m û n ' , no d u d a m o s en a f i r m a r que tienen aqui la
r aiz: o l v i d o del funeionamiento armônico q ue Balmes establece
entre sus t rè s c r i t e r i o s de c o n o c i m i e n t o de la v er d a d .
Extrana mâs esto por cuanto que es u n t em a qu e el
filôsofo repite en m u e h a s ocasiones con insistencia c a s i macha
165

cona.
Balmes trata de c o m p r e n d e r al " h o m b r e entero" , Ai^
l ar es p a r a el t a n t o como mutilar, incapacitarnos para la v e r
dad plena y a u t éntlca. Y e s t o h a y que d e c i r l o con mayor moti-
vo tratandose del tema del conocimiento. El f e n o m e n o del con^
c i miento hay que v e r l o e n su c o m p l e j a y r i c a a r m o n x a . Desdo
l as p r i m e r a s p â g i n a s de su F i l o s o f i a Fundamental insiste en -
que el m é t o d o contrario, la f a l t a de esta armonia, la unilatje
r a l i d a d de que tanto hemos hablado, es justamente lo que ha -
invalidado tantos s i s t e m a s e i n t e n t e s de e x p l i c a c i ô n criteri^
lôgica.
Recogemos a l g u n o s de sus t e s t i m o n i e s :

" A q u i o b s a r v a r é lo e r r a d o de los
m é t o d o s que a i s l a n las f a c u l t a d e s
del hombre, y q u e , para conocer -
m e j o r el es p i r i t u , le d e s f i g u r a n
y m u t i l a n ...
H a y e n el h o mb r e, c o m o en el u n i -
v e r s o , u n c o n j u n t e de le y e s c u y o s
e f e c t o s se d e s e n v u e l v e n s i m u l t a —
n e a m e n t e , c o n u na r e g u l a r i d a d ar-
m o n i o s a " (ll6).

Esta primera i n t u i c i ô n que encontramos en su o br a


fundamental de f i l o s o f i a d el c o n o c i m i e n t o nos i n t r o d u c e de —
l l e n o en el te m a . Ciertamente que a q ui no e s t u d i a todavia la
realidad concrete de c a d a u n o de los très c r i t e r i o s . Pero la
a fir m a c i ô n del hecho es i m p o r t a n t i s i m o . Poco a poco se i ra d ^
s a r r o l l a n d o y e x p l i c a n d o mas.

" Un a de las l e y e s m a s c o n s t a n t e s
de n u e s t r o ser es la n e c e s i d a d de
u n e j e r c i c i o s i m u l t a n é e de f a c u l ­
t ades, n o s olo p a r a c e r c i o r a r s e -
de la v e r d a d , s i n o t a m b i é n p a r a -
e n c o n t r a r l a " (117).

L a a f i r m a c i ô n es c o n t u n d e r t e . Si h a y una ley p o r -
e n c i m a de todas, qu e tenga por si m i s m a entidad y comprensiôn
nislada es esta: la ley de la n e c e s i d a d del ejercicio armôni­
co de n ue s t r a s facultades. L as f a c u l t a d e s e s t a n en r e l a c i ô n -
intima y reciproca. Se i n c l u y e n y se a e c e s i t a n c o n t i n u a m e n t e .
166

Lo que estâmes viendo de las facultades se puedo ir


adelnntando, como es logico, de los varios criterios de conoc^
miento, ya que no son dos cosas distintas sino las mismas facul
tades en su actuacion.
Mas claramente todavia:

"No hay, pues, en el hombre crite­


rios de verdad enteramente aisla--
dos. Todos estan en relacion; se -
a Firman y compl etan reclprocamente;
siendo de notar que las verdades -
de que estan ciertos todos los hom
bres estan apoyadas de algûn modo
por todos los criterios" (ll8).

De tener en cuenta estas clarxsimas afirmaciones --


balmesianas no es posible comprender las imparciales interpre­
taciones y acusaciones que de su"filosofia del sentido comûn",
-y que van desde el fideismo al oscepticismo-, se pueden leer.
Todavia se pue de decir mas, ;,no encontramos aqui, en este mara
villoso armoni smo, auufiue esté repre sen tado por el genial tin-
torero de su obra El Criterio, una base a ciertas filosofias -
posteriores, incluso de signo f enomenolôgico? No afirmainos el
hecho histôrico como ta l , si la coincidencia real de plantea--
mientos y soluciones.
Asi suenan sus palabras:

"La verdad compléta -y subrayo el


adjetivo por lo que 1leva de suge-
rencia en nue stros dia s-, como el
bien jerfecto, no existen sin la -
armonia: ésta es una ley necesaria
y a e 1 la esta sujeto el hombre" (119)

Sontestimonios directos en favor de la te s i s que -


venimos defendiendo. También podemos encontrar alguna prueba -
indirecta que nos 1 leva a la misma conclusion.
Una prueba indirecta la encontramos cuando nos ha--
bla del criterio de conciencia, indicando que por si mismo na-
da nos puede decir con respecte a los objetos. Estas son sus -
palabras :
"l’or su naturaleza, es puramento -
subjetivo: de modo que, considoran
167

d o e n si m i s m o , s e p a r a d a m e n t e del
i n s t i n t o i n t e l e c t u a l y de la l uz
de la e v i d e n c i a , n a d a a t e s t i g u a -
c on r e s p e c t o a los o b j e t o s ..." (120)

Todavia mâs claramente, y e u e st e m i s m o lugar, po­


demos leer:
" As i se e x p l i c a c o m o la e v i d e n c i a
se f u n d a en la c o n c i e n c i a , no iden
t i f i c â n d o s e c o n el la , s ino e s t r i -
b a n d o s ob r e la m i s m a c o m o u n h e —
c ho i m p r e s c i n d i b l e , p e r o e n c e r r a n
d o a l g o mâs: a sab er, el i n s t i n t o
i n t e l e c t u a l que n os h a ce c r e e r --
v e r d a d e r o lo é v i d e n t e " (1 2 1 ),

Este es el j u e g o y la c o n j u n c i ô n que Balmes esta--


blece e n el c o m p l e j o d el f e n o m e n o d e l conocimiento humano, y
que c u e n t a n c o n el triple criterio ya descrito. C u a l q u i e r ex-
clusivismo arruinaria el e d i f i c i o d el conocimiento. De e l l o -
nos da Balmes multiples ejmplos en u n o de los c a p i t u l o s de su
Filosofia Fundamental, q ue concluye co n e s t a n o t a :
" P o r lo d i c h o e n e s t e c a p i t u l o se
m a n i f i e s t a la v e r d a d de lo que d_i
go e n el 24, sob r e el e n l a c e de -
l os d i f e r e n t e s c r i t e r i o s y la n e -
c e s i d a d de n o a t e n e r s e a u na F i l o
s o f i a e x c l u s i v e . El s e n t i d o i n t i ­
mo, o la c o n c i e n c i a , si r ve de b a ­
se a los û e m âs , c o m o u n h e c h o i n ­
d i s p e n s a b l e ; p e r o el m i s m o se d es
t r u y e si se n i e g a n los o t r os " (122T

De ahl q ue la r u i n a de c u a l q u i e r a de los tr ès c r i ­
terios suponga la r u i n a de t o d o el e d i f i c i o d e l conocimiento,
la r u i n a de los o t r o s dos.
" C a d a c u al en su c lase, y a su m a
n e r a , los t rè s s o n necesarios:
n i n g u n o de e l l o s es del t od o inde^
p e n d i e n t e ; la r u i n a de uno, sea -
el que fue r e, t r a s t o r n a n u e s t r a -
i n t e l i g e n c i a " ( 1 2 3 ).

Una vez mâs vemos cômo Balmes t r a t a de considerar


al h o m b r e ente ro , en t o d a su c o m p l e j i d a d , a la h o r a de e x p l i -
car n os el f e n ô m e n o del c o n o c i m i e n t o . Toda filosofia que olvi-
l68

de esta verdad, que «juedara p r e s a de u no o v a r i o s aspectos con


o l v i d o de otros, estaria a p u n t o de d e g e n e r a r en f al s e d a d .
E s t o no i m p i d e el que i la h o r a del a n â l i s i s y estu
d i o de las f u e n t e s de la v e r d a d podamos, c on t o d o d e r e c h o , ana
lizarlas y verlas por separado. Pero ello sin p e r d e r n u n c a de
vista el c o n j u n t o , pues, como nos dice el a u t o r r e s u m l d a m e n t e :
"la u n i d a d es un g r a n v i e n " (124).

la m i s m a idea resalta Balmes cuando n o s h a b l a de --


las f a c u l t a d e s d e l aima. Aunque realmente sean diferentes, no
se p u e d e n considerar como separadas, ejerciendo cada una sus -
f u n c i o n e s de forma exclusiva, enteramente a i s l a d a de l as demas.
Es n e c e s a r i o no p e r d e r de v i s t a el c e n t r o c o m û n que las une y
las interrelaciona a todas.
En esta misma razôn insiste el P. ROIG GIRONELLA --
cuando escribe:
"J’r e c i s a m e n t e el s e n t i d o t ot a l de
la o b r a b a l m e s i a n a ti en e c o m o u n a
de sus p r i n c i p a l e s c a r a c t e r l s t i c a s
u n i r en un haz los t r è s e l e m e n t o s
de c r i t e r i o que él sen al a, h e c h o -
de c o n c i e n c i a , e v i d e n c i a l ideal, -
i n s t i n t o i n t e l e c t u a l de la f a c u l - -
tad" (125).
Interpretando a Balmes c omenta que a la f i l o s o f i a -
racionalista -que no encuentra la paz y estahi]idad-, no le ha
ce falta una revoluciôn "copernicana", sino "humana". Estas --
son sus p a l a b r a s : "La n a t u r a l e z a h u m a n a nos i m p o n e -
( q u e r â m o s l o r e c o n o c e r o no, p o c o -
i m p o r t a ) la n e c e s i d a d de a c t u a r co^
h o m b r e s , y en el h o m b r e su a c t n a —
c i ô n es u n "t od o " a r m ô n i c o , u n c o n
j u n t o s i m u l t a n e o de las t rè s c i a —
ses de e l e m e n t o s " ( 1 2 6 ).

Asi se senala que u n a de la le y e s m â s constantes de


nuestro ser es el ejercicio s i m u l t â n e o de nuestras facultades.
Lo mismo escribe este autor en otro de sus trabajos
sobre Balmes. üespués de insistir que el Instinto Intelectual
corresponde al "d inami smo" -"finalismo", también- do las fa­
cultades del hombre hacia su propio objeto, y al mirar esto --
criterio en rei.aciôn con los otros, nos dice:
" N i n g u n a fie e s t a s t rès fuentes, —
169

c o n s i d é r a la p o r a n â l i s i s s e p a r a d a
de las de-Tâs, es s u f i c i e n t e p a r a
d a r r a z ô n d e l todo, que es t a n t o
el h o m b r e que f i l o s o f a , c o mo la -
c o s a de q u e f i l o s o f a "

P o r eso, él r e q u i e r s que se de —
u n e j e r c i c i o s i m u l t â n e o , armônico,
de la s t r è s c o n d i c i o n e s o f a c t o —
r es, a u n q u e c o m b i n a d o s m u y d i v e r -
s am en t e , s e g û n la n a t u r a l e z a del
o b j e t o q ue se e x a m i n a " ( 1 2 7 ).

CONCLUSION

Creemos h a b e r d e m o s t r a d o ya el g e n u i n o y v e r d a d e r o
alcance del Instinto Intelectual b a l m e s i a n o , esa " base" de la
razôn, como él m i s m o la llama, o esa fuerza i n t e r n a de n u e s - -
tras facultades p o r la que a s e n t i m o s a ciertas verdades.
C o n el r e c o n o c i m i e n t o y c o m p r e n s i ô n de e st a " ley"
de n u e s t r a n a t u r a l e z a la r a z ô n h u m a n a no p u e d e quedar ya clau
surada e n l o s l i m i t e s d e l e s c e p t i c i s m e , ni traspasar tampoco
aquellos que n o s a b r i r i a n al c a m p o del puro fideismo.
S a l v a r el funeionamiento a r m ô n i c o de este criterio
c o n el r e s t o de los criterios de conocimiento, es salvar la -
e x p l i c a c i ô n del f e n ô m e n o d e l c o n o c i m i e n t o de cualquier naufra
gio. No es la r a z ô n d el hombre la que p i e n s a , es el h o m b r e en
t e r o el que r az o n a .
Para ser t o t a l m e n t e j u s t o s en n u e s t r a m i r a d a e i n ­
t e r p r e t a c i ô n de e s te tem a, y aunque ya lo h e m o s i n s i n u a d o an-
t e r i o r m e n t e , no p o d e m o s cerrar el c a p i t u l o s i n c o n o c é r que —
ciertamente Balmes ti en e u na se r i e de e x p r e s i o n e s ambiguas, -
en r e l a c i ô n con este tema, y que pueden dar lugar a falsas in
t e r p r ê t a c i o n e s . El m i s m o r e c o n o c e que n o le importan demasia-
do los " n o m b r e s " , las e x p r e s i o n e s , con tal q ue se r e c o n o z c a n
los h e chos .
Este s o l o d a t o p o d r i a y a ejiplicarnos el p or qvié e sa
f a l t a de m a t i z y c u i d a d o en a l g u n a s ne sus e x p r e s i o n e s . Sin
embargo, en algunos casos creemos que h ay a l g o m â s que p u r a -
170

c u e s t i o n de f orma. En a l g u n o s momentos -posiblemente si hu b ie


ra vivido mâs hnhiera matizado y corregido- su a p r o x i m a c ion -
al c a m p o de l Instinto Intelectual l le ga casi a coinprometer su
genuino se nt i d o ; cosa, por otro lado, total?nente clara en el
c o n j u n t o de su obra.
Asi cunndo parece que opone el f i l ô s o f o al h om b r e ,
o cuando podria parecer que f i j a el sentido filosofico en el
puro sentido vulgar. Lo m i s m o cuando aplica el Instinto Inte­
lectual a algunos ejemplos, como s er i a el c a s o de la i m p o s i b ^
1 i dad l l a m a d a de sentido com ûn . Aqui quedaria como rebajado -
su e s t a t u t o r a c i o n a l .
E n o t r o s m o m e n t os pareceria como si se o p u s i e i a n
la n a t u r a l e z a y la r a z ô n . Una c o s a es que s u c e d a de hec h o, y
o tra , muy distinta, que criticamente sea asi.

Todas estas expresiones, ciertamente ambiguas, hay


qu e interpretarias a la luz del contexto ge ne r a l .
El Instinto I n t e l e c t u a l , la ley p r i m i t i v a de n u e s ­
tr a n a t u r a l e z a , la f u e r z a i n t i m a de n u e s t r a s facultades, no -
es m â s que eso, el n o n p l u s u l t r a de la r a zô n , y el t e n e r que
c e d e r a él p o r imperiosa necesidad. Es el r e c o n o c i m i e n t o de -
la primera aprioridad -ya que sin a d m i t i r a l g u n a s ér i a imposi^
ble to da e x p l i c a c i ô n del conocimiento- a la h o r a de la e x p l i ­
caciôn y justificaciôn racional de n u e s t r o c o n o c i m i e n t o .
171

NOTAS

1) CUESTAjS.: o.c., pâg. 21?


2) F. Fundamental, L , 1 , c ,1, 1 II, pâg. 8.

3) Ibidem, L , 1 , c ,1,1 II, pâg. 8.


4) Ibidem, L,l,c,l,4 II, pâg. 9.
5) I bi d e m , L ,1,c ,2,7 II, pâg. 12.
6) I bi d e m .
7) Ibidem, L,l,c,2,ll II, pâg. 13.
8) Ibidem, L,l,c,2,15 II, pâg. 15.
9) R O I G G I R O N E L L A , J ., S.J.: Estudiofe de M e t a f x s i c a , o.c..
p âg. 196.
10 F. Fundamental, L , l , c , 7 ,79 II, pâg . 42.
11 I bi d e m , L , l , c , 15,147 II, pâg. 78.
12 I bi d e m , L , 1 ,c ,I 6 ,I 60 II, pâg. 84.
13 I bi de m , L , 1 , c ,1 6 ,162 I I , pâg. 86.
14 I bi d e m , L,l,c,l6,l62 I I , pâg . 86.
15 El Criterio, 0,1,1 III, pâg. 553.
16 I bi de m , c,l,nota III, pâg. 553.
17 I bi d e m , c ,1,2 III, pâg . 554.
18 F. Fundamental, L , 1 , c ,7 ,71 II, pâg. 38.
19 C A S A N O V A S ,I ., S .J .:A c t a s d e l c e n t e n a r i o de Palmes,Tomo
pâg. 227-8 .
F. Fundamental, L,l,c,30 I I , pâ g . 135 «
Ibidem, L ,1,c ,30,294 II, pâg. I56.
Ibidem, L,l,c,30,294 II, p â g . I56.
Ibidem, L,l,c,30,298 II, pâg. I5 8.
Ibidem, L,1,c ,30,302 II, pâ g . 162.
Ibidem, L,1,c ,6,65 I I , pâ g .34-35 •
Ibidem,
ZARAGüETA,J.: Palmes y Newman. REV. de FILOSOFIA, 24(1948)
pâg. 797-798.
F .Fundamental, L,1,c ,17,I63I I , p â g . 87.
Ibidem, L,1,c,17,166 II, p â g .8 8 .
Ibidem, L,1,c,15,l48 II, p â g .78 .
Ibidem, L,1,c,15,l49 II, pâg. 79.
172

(3 2 ) Ibidem, L ,1.,c ,7,73 II, I)âg. 39.


(33) Ibidem, L ,1, c ,23,226 II, pâg. 121.
(34) Ibidem, L ,1 ,c ,8,89 II, pâg. 50.
(35) Ibidem, L ,1, c ,17,164 II, pâg. 87.
(3 6 ) Ibidem, L ,J.,c ,17,165 Il, pâg. 87.
(37) Ibidem, L , c ,23 ,225 II, pâg. 121.
(3 8 ) Ibidem, L,c,23 ,233 II, p â g . 123.
( 3 9 ) I d e o l o g i a l’u r a , c , 1 4 , 1 7 4 IIJ , p â g . 2 7 9 .
(40) Z A R A G U R T A ,J .: Bal me s. F i l ô s o f o ,s o c i a l , a p o l o g i s t a y p o l i ­
t i c o , o.c., pâg. 107.
(41) C U R S T A , S.; Balmes, m a e s t r o de su tieinpo y del n u e s t r o . -
o .c ., p â g . 246.
(42) D A L M A U G R A T A C O S , F.: Balmes, filôsofo. üiscurso le i d o en
Vich en el primer c e n t e n a r i o de su n a c i m i o n t o . Opusculos
filosôficos. pâg. 17.
(4 3 ) R O I G G I R O N R L L A ,J .,S .J .; Lo e t e r n o de Bal me s. Conferencia
en el S a l ô n de la C o l u m n a de ]as C a s a s C o n s i s t o r i a l e s de
V ic h, 9 de j u l i o de 1959. A y u n t a m i e n t o de V i c h (1959)«
(44) Ibidem.
(4 5 ) R O I G G IRON ELI, A ,J . ,S .J . : B a l m e s f i l ô s o f o , o.c., pâg. 4 9-50.
(46 ) F . F u n d a m e n t a i , I,,l,c,22,2l6 II, pâg. 117.
(47) I bidem, L,l,c,15,153 II. pâg. 8l .
(48) I b i d e m , 1,, 1, c ,15 ,13 3 II, pâg . 8l .
(49) Ibidem, L , 1, c ,24,24O II, p â g . 126.
(3 0 ) I bidem, L,1,c,24,242 II, pâg. 126-1 2 7-
(5 1 ) I b idem, I.,] ,c ,24 ,244 II, pâg. 128.
(5 2 ) I b id em , L,l,c,21,215 II, p â g . I I 6 .
(5 3 ) Ibi de m , L,l,c,22,221 II, p â g . I I 8 .
(54) I b id e m, L,l,c,22,221 11, pâg. II8 .
(55) Ibi d em , L,l,c,22,223 II, pâg. 119.
(5 6 ) Ibi de m , L , 1 , c ,23,224 11, p â g . 120.
(57) Ibi de m, L ,1,c ,23,224 II, p â g . 120.
( 5 8 ) GONZAI.EZ C ü R U E R O , F.,C.M.F.: El i n s t i n t o intelectual fucn-
te de c o n o c i m i e n t o . Madi'id-Buenos A ires, (19 56), p â g .94 - 95
( 5 9 ) COMI‘-l-LAS . ; I n t r o d u c c i ô n a la f i l o s o f i a , l,,3 ,c ,4 . l'ôg.222.
173

(6 0 ) so L AN A, M . : B a l m e s , Cornelias; d o v tr in a de la e v i d e n c i a .
PENSAMIENTO, 3 (19 47) pâg. 73-1 08 .
(6 1 ) I b i d e m , o .c,, pâg. 94.
(6 2 ) I b i d e m , pâg. 95.
(65) Ibidem, pâg. 96.
(64) Ibidem, pâ,g. 103.
(65) Ibidem, pâg, 103.
(66) Ibidem, pâg. 108.
(67) ROQUER, R , : El s e n t i d o c o m û n en "El C r i t e r i o " de B a l m e s .
C o n f e r e n c i a e n al S a l a de la C o l u m n a de l as C a s a s C. de
V ic h , del 13 de j ul i o de 1943. C e n t e n a r i o de "El C r i t e r i o "
Vich, pâg . 29-45.
(68) Ibidem pâg. 39.
(69) R O I G G I R O N E L L A , J.,S.J. ! B a l m e s filôsofo, o.c.,pâg. 60.
(70) Ibidem pâg. 61.
(71) ALESANCO, T., o.c., pâg . 1 0 8 .
(72) Z A R A G Ü E T A , J ., o.c,, pâ g . 11 .
(73) F . F u n d a m e n t a l , L , 5 . c , 3 . 21 II, pâg. 457.
(74) Ibidem L , 1 , c , 2 5, 24 7 I I , pâg. 129.
(75) Ibidem L,l,c,25,250 1 1 , pâg . 130.
(76) Ibidem L , 1 ,0 ,25,254 1 1 , pâg. 132.
(77) Ibidem Lôgica, L , 3 , c , l ,320 III , pâg. 80.
(78) Ibidem L, 1 ,0 ,23,232 11, pâg . 123.
(79) Ibidem L , 1 , c ,23,232 II, pâg. 123.
(8 0 ) I b i d e m L, 1 ,0 ,15,155 I I , pâg. 82.
(81) I b i d e m L, 1 ,0 ,15,158 11, pâg. 83.
(8 2 ) I b i d e m L , 3 , c , 34,267 I I , pâg. 369.
(83) Ibidem L, 1 ,0 ,23,232 11, pâg. 1 2 3 .
(84) Ibidem L , 1 ,0 ,2 5 ,243 I I , pâg. 128 .
(85) Ibidem L , 1 ,0 ,25,251 II, pâg. 1 30 - 1 .
(8 6 ) I b i d e m L , 1 ,0 ,25,251 11, pâg. 131.
(87) Ibidem L, 1 ,c ,2 5 ,261 I I , pâg. 134.
(8 8 ) R O I G GIRONELIjA, J .:Lo e t e r n o de Ba l m e s , o.c., pâg. 26.

(8 9 ) I b i d e m pâg. 27.
( 9 0 ) F L O R I , M..S.J.: De v a l o r e sensus communis secumdum doc-
trinam Jacobi Balm es . COL. MAX. S.J. D i s e u r S O S i n a u g u -
174

rales, 1926-1927-
(91) D A LMAU GRATACOS, F . r Pa l m e s , f i l ô s o f o . D i s e u r so l e i d o on -
V ich, primer c e n t e n a r i o de su naciniiento. Opusculos filo­
s ôf ic o s . Pag. 51-
(92) N I C O L A S D R R I S I , O . : P a l m e s , el f i l ô s o f o d e l s e n t i d o c o m û n .
A c t a s del C o n g r e so I n t e r n a c i o n a l de F i l o s o f i a . Barcelona,
4 - 1 0 de octubre de 1 9 48 (pâg. 3 41 - 3 4 8 ) .

(93) C U E S T A , S.: B a l m e s m a e s t r o de su t i e m p o y d e l n u e s t r o . --
Conferencia pronunciada en Vich con motive del cente n a r i o
de la m u e r t e de B al m e s . ESTUDIOS SOBRE BAL ME S , VICH (1972)
pâg. 225.
94) R O I G G I R O N E L L A , J., S.J.: Balmes f i l ô s o f o , o.c., p â g . 64-5.
95) Ib i d e m , pâg. 65.
96) F. F u n d a m e n t a l , L , l , c , 3 2 , 3 1 4 II, pâg. I70.
97) Ib i d e m , L , I , c , 3 2 , 3 1 5 I I , pâg. 170.
98) I b i d em , L , l , c , 3 2 , 3 1 6 II, pâg. I 7O - I 7 I.

99) I b i d em , L , 1 , c , 3 2 , 3 1 7 I I , pag. 171.


100 I bi de m.
101 I bidem.
102 I bi de m , L , 1 , c , 3 2, 31 8 II, pâg. 172 .
103 Ibid e m, L , l , c , 32,319 II, pâg, 172 .
104 I bi d e m , L , I , c , 32,320 II, pag, 172.
105 I bidem, L , 1 ,c ,3 2,3 2 1 II, pâg. 173.
106 Ibid e m, L , 2,c ,4,24 II, pâg. 204.
107 Ibid e m, L ,2,c ,5,30 II, pâg. 2 09.
108 El Criterio, c ,4,10 III, pâg. 571.
109 ROIG GIRONELLA,J. :Estudios de metafisica, o.c., p â g .204-5
110) F. Fundamental, I,,1, c 3 2 ,325 II, pâg.
111 ) Ibidem, L,I, c ,32,327 II , pâg. 175.
112 ) Ibidem, L,1 ,c,3 2 ,nota 11 , pâg. 1 77.
113 ) Ibidem, L,I, c ,33,329 II , pâg. 178.
ll4 ) Ibidem, L,1 ,0 ,34,336 II » pâg- 1 81.
115) Ibidem, 1,,1,c ,34,337 II , pâg. 182-3 .
116) Ibidem, L, 1,0,15,159 II , pâg. 8 3 .
117) Ibidem, L,1, c ,34,338 II , pâg. I84 .
1 1 8 ) Ibidem, L, 1 ,0 ,34,338 II , pâg. 185.
175

(1 1 9 ) I b i d e m , L , 1 , 0 , 3 4 ,338 II, pâg. 18 6 .


(120) Ibidem, L , 1 ,0 ,23,225 II, pâg. 12 1 .
(1 2 1 ) I b i d e m , L , 1 , 0 , 2 3 ,232 II, pâg. 123.
(1 2 2 ) I b i d e m , L , 1 ,0 ,26,263 , n o t a II, p â g ., 1 3 5 .
( 1 2 3 ) I bi d e m , L , 1 , 0 , 3 4 ,337 II, pâg. 185.
(124) F. Fundamental, L , 1, 0 ,34,338 II, pâg. 183.
(1 2 5 ) R O I G G I R O N E L L A , J .: Balmes filôsofo, 0 .c . , pâg. 68.
( 1 2 6 ) I b i de m , pâg. 70.
(1 2 7 ) R O I G G I R O N E L L A , J .: , ;.qué d i r l a
Balmes. hoy?, M a d r i d ,1971
pâg., 80.
176

CAPITULO

In te r p r e ta c io n e s Hist ôr ic as

de la Filos of ia de J. Balm es

INTRODUCCION

Con este nuevo capitulo tocainos uno de los puntos


mâs dificiles de nuestro acercamiento a la verdad del planter»
miento y solncion del prnhlema del conocimiento en la filoso­
fia de Jaime Balmes.
Las multiples interpretaciones de que ha sido ohje^
to en todos los campos, por aupuesto también en el tema que -
nos ocupa, y que se nos ofrecen a veces como totalmente encon
tradas, justifica de sobra nuestra afirmaciôn.
Por embarazoso que se nos présente el empeno, y —
aun acosta de su aridez, nos urge echar una mirada por este
inmenso bosque de corrientes e interpretaciones si queremos -
concluir en algûn punto de claridad. l’or otro lado, y dada --
esa variedad de interpretaciones que veremos râpidamente, es
el mejor servicio que podemos prestar a la filosofia y pensa­
miento de nuestro autor.

;.ES UN FILOSOFO ORIGINAL?

Esta es la primera pregunta que nos podemos hacer,


siguiendo ya la huella de las interpretaciones posteriore s . -
177

La s o l u c l ô n a esta pregunta ha merec i d o r e s p uestas bien d i v e r ­


ses .
Encontramos autores, como RAMON ROQUER, que le n i e ­
g a n la v e r d a d e r a o r i g i n a l i d a d . E n un estudio so b r e el " s e n t i d o
comûn" de Balmes, con m otivo del c e n t e n a r i o de "El C r i t e r i o " , -
asi nos lo d i c e . R a s t r e a e s t a f i l o s o f i a d el sentido comûn d e s ­
de el m i s m o Aristôteles. E n t e o r i a de l conocimiento el Kot,l)6 s
\ O O S aristotelico es la r a t i o communis que en su u s o -
espontâneo se e n c u e n t r a e n t od o h o m b r e y es la base de la l ô g ^
ca c i e n t x f i c a .
Recuerda que en el a s p e c t o psicolôgico p e r sistio en
la S t o a y e n la E s c o l a s t i c a . El m i s m o S u â r e z h a b l a de un " s e n ­
su s c o m m u n i a " c o m o de u n a facultad "q u a e omnia sensu perpecta
reclpit" (De a n i m a III, I, a. 1$).
Enlaza l u e g o c o n el "b o n s e n s " de D e s c a r t e s , donde
se I n i c l a la c o r r i e n t e d e l s e n t i d o c o m û n c o m o c r i t e r i o de v e r ­
d ad. Sera l u e g o el P. B u f f 1er en su o b r a "T r a i t é des premières
v é r i t é s " quien analice las p r i m e r a s v e r d a d e s sacadas del "Sen­
tido Comûn" del c ua l los f i l ô s o f o s n o t i e n e n c o s t u m b r e de h a- -
blar.
Este autor concluye su r e p a s o h i s t ô r i c o c on e s t a s -
palabras: " Y a el m i s m o B a l m e s h a c e constar en su U i s t o r i a de -
la F i l o s o f i a , q ue de este filôsofo arranca la e s c u e l a e s c o c e s a
conocida por antonomasia como la e s c u e l a del "sentido comûn",-
S us p r i n c i p a l e s r e p r é s e n t a n t e s , b i e n c o n o c i d o s de Balmes ...(1)
"Sin duda, entre los d i v e r sos a u t o r e s que conociô directamente
Balmes, la d o c t r i n a d e l sentido c o m û n ha s i d o mal presentada y
de e st e defecto adoleciô en algûn punto n u estro filôsofo ..."
(2 ).
" Tal r e s p u e s t a (se r e f i e r e a la i m p o s i b i l i d a d de s en
tido comûn) se d e b e a u na m a n e r a de i n s t i n t o , que r é s u l t a ser
la d e f i n i c i ô n d e l s e n t i d o c o m û n de los e s c o c e s e s " ( 3 ).

llace ,p o r fin, u na c o m p a r a c i ô n e n t r e la d e f i n i c i ô n -
do " S e n t i d o C o m û n que da B a l m e s y la que da el P. B u f f 1e r p a r a
concluir en u n a to ta l c o r r e s p o n d e n c i a , lo m i s m o que con Bamil-
178

ton (X) y con Reid,


Para este autor, por tanto, queda Balmes totalmen­
te enmarcado en la llamada Filosofia del sentido coniun, y sin
ninguna originalidad especxfica.

La niisina pregunta sobre la originalidad de este f^


losofo se plantea FRAY ALONSO BARROSO O.F.M. El viene a con--
cluir que la "originalidad del genio de Balmes se hace paten­
te bajo tres aspectos". Bajo el aspecto expositivo, pues siem
pre aporta razones de propia invencion y profundas; bajo el -
aspecto sistematico. "Oesde Balmes -nos dice- podria hablarse
muy bien de cuatro escuelas filosoficas dentro del pensamien­
to cristiano: la tomista, escotista, suareciana y balmesiana"
(4); y , por f i n , bajo el aspecto historico. "Su verdadera ori
ginalidad consiste en distinguir, evitar extremismos y armoni^
zar magistralmente el sensismo e idealismo;... nos parece —
que Balmes intenta por igual refutar el sensismo, idealismo y
cri ticismo, para prescntarnos, me jor q m nadie, una verdadera
teoria del pensar armônico ..."(5).
Tamltién nos habla de "original idad" y de "geniali-
dad" el P. ROIG GIRONEII.A. Citamos solamente un texto de su -
articule ytubl icado en IL I’ENSIERO MODERNO :" . . , si legga il c^
pitolo finale del libro I, in ciu Balmes sintetizza la propia
elaborazione criteriologica e si comprendera quale sia i.1 pen
siero Intimo della filosofia elaborate alia luce del suo mét^
do. El prime libro della sua filosofia fundamental é , senza -
dubbio, tra le cose piu originali di Balmes ed é semplicemen-
te geniale" (6).

Memos citado estos autores como prueba de la disp^


ridad y amplitud de criterios en que se mueven los intérpre--
tes de la filosofia de Balmes.

(X) Véase Llorens y Barba, vol. II, pâg. 215, Barcelona (1920)
donde exj)one la doctrina de Hamilton.
179

Podemos dar por seguro que B a lm es se m u e v e en el —


c a m p o de u n a b u e n a h e r e n c i a d el p a s a d o , p e r o no es u n s i m p le -
repetidor, s ino v e r d a d e r a m e n t e creador y original.
De las i n t e r p r e t a c i o n e s de que ha sido motivo B a l —
m es , y ésta en sentido totalmente negative, tenemos que c i t a r
a Miguel de Unamuno (X)«
FONT Y PUIG recoge algunas frases bien significati­
vas de U n a m u n o . Asi en su o b r a D e l sentimiento t r â g i c o de la -
vida se lee: " M enéndez y Pelayo, cuya Filosofia era, ciorta—
mente, todo incerteza, e d u c a d o en B a r c e l o n a , en las timideces
del escoceslsmo traducido al e s p i r i t u c at a l a n , en aquella fil^
sofla r a s trera del commen s ense que n o querla c o m p r o m e t e r s e ,-
y era t o d a de c o m p r o m i s e , huyô s i e m p r e de toda robusta lucha -
interior y fraguô con compromises su c o n c i e n c i a (Miguel de Unr»
muno. Del Sentimiento t r â g i c o de la v id a. Conclusion, Pâg. 290.
Ed. Espasa-Calpe, Madrid (I 9 3 8 ) (7).
E n R e c u e r d o s de n i n e z y m o c e d a d d i c e de la F i l o s o ­
fia Fundamental de B a lm e s: "Esa o b r a tan endeble e n t r e l as en-
debles obras balmesianas" ( R e c u e r d o s de n i n e z ... Cap. V, p â g .
1 0 5 . Ed. Espasa-Calpe, Col. Austral; c i t a d o p or J é s u s Iturrioz,
S .I . , en su a r t i c u l e "Balmes y Unamuno. Sentido Comûn y para-
d o ja" , N û m e r o e x t r a o r d i n a r i o de P E N S A M I E N T O , p â g . 2 9 8 )( 8 ).
Todavia l e e mo s: "Aquel espiritu ta n p e d e s t r e y tan
pegado a tierra en sus especulaciones todas ... aquel excelen
te p e r i o d i s t a que m u e h o s quieren hacernos tragar c om o un g r a n
filôsofo" (L e c t u r a e i n t e r pretaciôn del Q u i j o t e , Aguilar, I ,-
6 3 9 . Ci t a d o por Iturrioz, id. id., 30 O) (9).
" Su p e n s a m i e n t o me p a r e c e r a s t r e r o y de co r t o v u e -
1 o ; su sentido comûn, un sentido comûn muy catalan (El p e d e s ­
t al , A g u i l a r , II, p â g . 58 I - 2 , c i t a d o p or Iturrioz, i d .302) (1 0)

(X) Para esta exposic iôn seguimos, fundamentalmente, un trabajo


de Font y Puig, publicado en Anales de Vich sobre Balmes, y ---
otro del P. Iturrioz, publicado en la revista PENSAMIENTO,19^7*
l8o

Todavia con inag deaprecio escribe Unamuno: "No lie


podido volver a leer a Dalines. Cuando lo he intentado, me ha
saltado al punto a la vista la irremediable vulgaridad de su
pensamiento, su empacho de sentido comûn, y el sentido comûn,
como dicen que decia Hegel, es bueno para la cocina. Con sen­
tido comûn no se hace filosofia" (Un filôsofo del sentido co­
mûn , incluido en el libro "Contra esto y aquello", Ed. Renaci^
miento; Madrid, 2« ed. (1928), pâg. 93) (11).
Al explicar Halmes la expresiôn "sentido comûn", y
decirnos que sentido excluye la reflexiôn y el raciocinio y
que nada de eso tiene cabida en la palabra sentir, Unamuno se
fija sobre todo en las frases siguientes: "cuando sentimos, -
el espiritu mâs bien se hnlla pasivo que active ; nada pone -
de si propio; no d a , recibe; no ejerce una acciôn, la sufre..

Como vemos la visiôn que da Unamuno de la filoso--


fia de Dalnies, concretnmente de su interpretaciôn del "senti­
do comûn", es totalmente parcial e injusta. Concluye bien -
Iturrioz cuando escribe lo siguionte: "Unamuno sôlo se ha f^
jado en la parte negativa del sentido comûn, en la pasivldad;
pero no ha recogido la actividad propia y formalmente intelec^
tiva que en el mismo presupone Halmes" (12).
Como consecuencia,no podemos menos de desautorizar
esa parcial e injusta interpretaciôn de Unamuno. No ha comprm
dido el sentido profundo y auténtico del "instinto intelectual"
balme siano.
En este marco de las distintas valoraciones que se
han dado de la filosofia de Haïmes conviene también recoger -
la opiniôn de PELEGRI Y TURNE. Y en este caso, por lo que tie^
ne de acierto en su interpretaciôn; "Jo repeteixo que del pen
sament de Haïmes no'n dupto gens. Si ell no donna expressément
lo nom de evidencia o visiô natural als dos ordres (ordre de
fet-ordre de dret) de percepciô citats, no es perque els cre-
ga cegos y fatals, sino peruque la evidencia la restringia al
ordre ideal analitich.
. . . , no dupto en afirmar <;ue la teoria critica «juc exposa
I8l

Haïmes com a resum dels precedents estudis, es de lo m i 1 1 or -


que j a m a y h a ge e s c r i t la p l o m a de c a p f i l o s o p h ( 1 3 ).
P o r fin, vamos a cit ar , en esta valoraciôn general
que estâmes v i e nd o, la o p i n i o n de E L O Y BULLON .
Trascribimos su j u i c i o de v a l or , a u n q u e no lo pode^
mos c o m p a r t i r : " P e r o el p u n t o flaco que p u e d e s e n a l a r s e e n la
doctrina f i l o s o f i c a de Jaime Balmes es que al a i s l a r el o r d e n
s u b j e t i v o del objetivo, proclamando la subjetividad absolute
de la evidencia, no le q u e d ô o t r o r e m e d i o de e v i t a r el e s c e p -
ticismo que arrojarse en brazos del i n s t i n t o i n t e l e c t u a l , atr
buyendo a es t e la a f i r m a c i ô n d e l valoi o b j e t i v o de las id ea s,
base, como se v e , d e l e z n a b l e e insegura, porque si el h o m b r e ,
al c o n c é d e r v a l o r o b j e t i v o a sus i d e a s , n o lo h a c e con plena
evid e n c i a de la r a z ô n que le a s i s t e para ello, s in o p or c i e g a
e irresistible i n c l i n a c i ô n de su n a t u r a l e z a , tendra s ie m p r e -
motives para dudar si le e n g a n a o n o esa inclinaciôn natural,
cuya lôgica y razôn desconoce" (l4).
El d i v o r c i o q ue e s te autor introduce en t r e el m u n -
d o de la r a z ô n y el del instinto intelectual, a la h o r a de su
c o m p r e n s i ô n de la f i l o s o f i a de B a l m e s es t o t a l m e n t e inadmisi-
b le. De ahi que su v a l o r a c i ô n no n o s inquiété demasiado.

BALMES Y DESCARTES

D e s p u é s de h a b e r senalado a l g u n o s de los juicios -


q ue h a m e r e c i d o el p e n s a m i e n t o b a l m e s i a n o e n el c o r r e r de los
a no s, vamos a h o r a , y de u n a m a n e r a m â s d e t a l l a d a , a verlo en
relaciôn c o n ot r o s filôsofos o corrientes de filosofia c on
los que se ha d i c h o ti e n e especial parentesco. Trataremos asi
de m o s t r a r en que m e d i d a s on c i e r t a s taies relaciones y en
qu e m e d i d a son f a l sa s . De e s t a forma iremos, p o c o a po co , de^
brozando el m e j o r c a m i n o que n o s lleve al conocimiento ju s t o
de la v e r d a d de su t e o r i a del conocimiento.
Ya se h a n senalado l as p r o f u n d a s simpatias, y las
c orre s p o n d ient e s d e u d a e , que Balmes p r of e sa p o r el f i l ô s o f o -
182

francos Descartes, En e.l fonde creemos que la verdadera raiz -


de donde arranca el pianteamiento balmesiano en las cuestiones
del conocimiento no os otra que la que Descartes planteara. —
Afirmamos todavia nias, en el trasfondo de las soluciones que -
aporta D,--,lmes, on concrete en e ] trasfondo de su teoria del —
Instinto Intelectual , ventes la soluciôn a aquel "puent e" insal
vable, del mundo de la res cogitans al mundo de la res exten-
sa , que Descartes hahia planteado y que no supo solucionar s^
no con el recurso temerario a la verdad de la existencia de —
Dios .
^Como ba juzgado la historia, en este sentido, a
nuestro autor?.
Este conocimiento y cercania la ha senalado, por --
ejemplo, FONT Y J'DIG en el articule ya comentado. Después de
senalar que desde el punto de vista critico, y segûn Balmes, -
todos los razonamientes descansan en la presencia indudable --
del pensar, concluye; "De lo dicho se desprende q u e , en reali­
dad , e studiando el libro primero de la Filosofia Fundament a l ,-
y otros lugares complementnrios, la doctrina critica de Balmes
se asemeja a 1a de Descartes mâs que a la de ningûn otro clâs^
ce de la Filosofia" (15).

Lo mismo reconoce COMELLAS Y CUESTA en una de sus -


obras.
"Ecbase de ver en los escritos filosoficos de Bal —
mes la influencia de Descartes y la de la escuela escocesa. A
la primera es debida la tendencia subjetiva que en él se obser
va muclias veces. A la segunda debe atribuirso s,i doctrina so —
bre el impulse natural irresistible como criterio de verdad.
Creemos que si Balmes hubiera podido aprovecharse de los estu-
dios liechos en nue stros d i a s sobre Descartes y la filosofia e^
cocesa, habria pensado de modo algo diferente, y d e se ad o que -
sus discipulos y admiradores no siguieran a Descartes ni a Reid
en estos puntos" (l6).
La afirmaciôn do este autor es doble. Por un lado,-
y en esto estamos de acuerdo, reconoce el hecho de la influen-
183

cia de Descartes en la filosofia de Balmes; por otro lado, y


esto ya no es vâlido, parece presenternos a Balmes como un -
fiel seguldor de aquellas doctrinas cartesianas. Ya vimos en
su momento, al exponer los planteamientos de Balmes en rela--
ciôn con este filôsofo francés y la critica que le hacia, que
por ningûn concepto podriamos considerar a nuestro filôsofo -
como mero admirador o fiel discipulo del francés. ôQue tiene
que ver aquel recurrir a la verdad de Dios para solucionar el
problems del conocimiento con la armônica conjunciôn del sen­
tido intimo, la evidencia y el instinto intelectual a la hora
de esa soluciôn, y tal y como Balmes lo ve?. Sencillamente, -
son dos soluciones y caminos a recorrer radicalmente distin—
tos.
si aceptamos que el peso de "modernidad" de Descar
tes, en concrete su primacia del piano del conocimiento por -
encima de todo, y su doble mun d o , -ideal y objetivo-, estan -
présentés en los planteamientos de Jaj me Balmes.
También tenemos que citar, en esta misma linea de
reconocimiento de la dependencia balmesiana de la fQosofia de
Descartes, a ORTUZAR. En un e studio en que compara a Newman,-
en concrete su "sentido ilativo", con Balmes, en relaciôn con
el "instinto intelectual", escribe: "Balmes no conociô el un^
versai metaflsico. La demasiada separaciôn que hace constant^
mente de lo subjetivo y objetivo, de la idea y su objeto, que
siempre ha de ser intrxnseco a ella, indica en este orden au
dependencia de Descartes" (17).
La filosofia moderna, con Descartes a la cabeza, -
habla dado un giro de consecuencias insospecliadas. Desde los
dxas de Aristôteles, por citar un autor representativo de la
Filosofia griega, y a través de todo el mundo medieval, el co^
nocimiento se habia explicado de fuera hacia adentro, de lo -
exterior a lo interior; mandaba el objeto por encima de todo.
Ahora las cosas se van a ver de otro modo. Es un -
giro completo. La Ontologia va a ceder el paso a la Criterio-
logia; y aqui el conocimiento va a ir de dentro hacia fuera,-
de lo subjetivo a lo objetivo. Todo con una propensiôn, fâcil
184

de entender, hacia postures idéalistes.


Balmes no solamente no ignora estos nuevos plan­
teamientos, sino que él mismo, y aunque conoce y elogia la -
Filosofia de la Escolastica, los hace suyos de alguna manera.
Asi nos dice:
"Nuestras sensaciones, ^tienen -
alguna relaciôn con objetos ext^
nos, o son simples fenômenos de
nuestra naturaleza? De la exis—
tencia de este mundo interno que
résulta del con junto de las e scjs
nas ofrecidas por las sensacio--
n e s , ^podemos inferir la existen
cia de un mundo externo? (l8).
"La transiciôn del sujeto al ob­
jeto, o de la apariencia subjet^
va a la realidad objetiva, es el
problema que atormeiita a la filo^
sofia fundamental, El sentido in
timo no nos permite dudar do que
ciertas cosas nos parecen de tal
mariera; pero son en realidad lo
que nos parecen? ^Cômo nos cons-
ta ésto? Esa conformidad de la -
idea con el objeto, cômo se nos
asegura? (1 9 )•

No es necesario prolongar la lista de textes que


en este sentido nos ofrece Balmes. Hemos elegido dos que nos
parecen de sot>ra significatives. Por eso bien podemos comprf:n
der lo que af irma RAF AI:L L. DE MUN AIN : "l'or lo que no es de
extranar que las lineas générales, que inspiran constantemen
te el planteamiento y con frecuencia la soluciôn de sus pro-
blemas, mâs obedezcan a una insfiiracion cartesiano-ideaJ ista
que escolâstico-rcalista. No es dificil senalar amplios sec-
tores de coincidencia entre Balmes y la Filosofia Moderna".
(20 ).
Y en otro momento se pregunta: "Cuâl es el punto
de arranque de la Filosofia balmesiana. El caracter istico de
la Filosofia moderna" (21).
Este autor a cu sa expre samente a Balme s de haber -
cedido en favor del Idealismo, pues, por ejemplo, no juzgan-
do suficiente en el orden reflejo la evidencia inmediata del
185

mundo externo, pretende fundamentar su existencia, -nos dice-,


por medio de un raciocinio que toma su punto de partida de los
fenômenos subjetivos.
Esta ultima acusaciôn es totalmente falsa. ^Dônde -
habla Balmes de e se "raciocinio"? Ni lo necesita ni habla de -
él en ninguna parte. Basta la fuerza de la ley de la naturale­
za, el desarrollo natural del impulse para asentir a la eviden
cia inmediata. Pedir un nuevo raciocinio es iniciar el proceso
al infinite, que Balmes répudia.
Por otro lado, su condenacion, implxcita y explxci-
tamente, del idealismo es bien clara.
Con estas afirmaclones podemos dar por zanjada la
cuestiôn de la relacion entre Balmes y Descartes (X) «

BALMES Y LA FILOSOFIA ESCOLASTICA

Otro tema que merece atenciôn es la relaciôn de n u M


tro autor con la corriente tradicional Escolastica. Ya se dijo
que fue en esta filosofia en la que él se educô, y que estudiô
con detenimiento la obra de Santo Tomâs. Sin embargo, también
aqui Balmes se nos ofrece en su independencia y originalidad.
GONZALEZ CORDERO ve la diferencia entre ambas postu
ras en el tema de la certeza. La Escolastica pone como funda--
mento ultimo de la misma un motivo objetivo: la evidencia y au
toridad. Balmes pone uno objetivo y dos de caracter subjetivo:
conciencia y sentido comûn.
MIGUEL FLORI lo présenta como "un verdadero restau-
rador de la filosofia cristiana ad mentem D. Thomae Aquinatis"

(X) véase también MIGUEL D'ESPLUGUES; Palmes vi st des de les -


seves posicions errônies. Ayuntamiento de Vich, 9 de julio
de 1931. CRITERION 7 (1933) pâg. 215-237.
186

Nos dice; "En apoyo de nuestra afirmaciôn citare--


mos dos testimonios de inestimable valor. Uno es de 1 insigne
historiador Max Ettingler, el cual considéra a Balmes como el
mas ilustre representante del movimiento neoescolâstlco alemân
por la grande influencia que sus obras, traducidas por Lorin-
ger, ejercieron en la Alemania catôlica en la segunda mitad -
del siglo X I X ...
El otro es del i lustre prof esor de la Univer sidad del Sdo. Co^
razôn de Milan M.A. MASNOVO.

Con razôn califica de beroico el P. Casanovas el escolasticis^


mo de Balmes (Balmes: la seva vida, el seu temps, les seves -
obres, Barcelona, 1932, vol. 1, p a g . 284) (22).

Y esto sedebe a un doble motivo, Por un lado, --


porque Bai mes abraza esta empresa en un momento de profunda -
decadencia de esta corriente. Ademas, porque sus depositaries
oficiales no guardaban de ella sino, como dice Flori, "una e^
coria de rutinas y superficialidades" (2 3 ).
Por eso Menéndez y Peiayo pudo decir que "la doc--
trina de S. Tomas fue su primero y nunca olvidado texto".
De ahi que haya autores que le consideren como el
verdadero padre del "neoescolasticismo" del XIX.

TBEDECI nos présenta a Balmes como restaurador de


la Filosofia escolastica, aunque excluye los temas del "enten
dimiento agente", las "especies inteligibles" y la "certeza -
de la objetividad de nue stros conocimientos" (24).
Parecidas conclusiones se desprenden de la l e c turn
de ALONSO BAUROSO. Es decir, se af irma una continuidad en una
serie de temas f u n d a m e n t a l e s , y a la vez su originalidad en -
muchos otros.
"Las ideas ma s salientes en el pensamiento balme —
siano son las mismas de la filosofia cristi a n o - e s c o l â s t i c a , -
en lo que ésta contiene de invariable y permanente y como —
quien dice no sujeto a opiniones, por ejemplo, en Criteriolo-
gia la objetividad extramental de la realidad, en Psicologia
187

la espiritualidad del a i m a , en Cosmologla la creaciôn, contin-


gencia y finitud de todo lo criado, y en Toodicea la trascen--
dente p e r sonalidad de Dios ..." (2 5 ).
No hay ninguna d u d a , pues, del enlace de nuestro --
pensador con la corriente de la Filosofia Escolastica. También
tiene que quedar a salvo su originalidad, pues lleva en si la
carga de la filosofia moderna.

PALMES Y SAN AGUSTIN

Otro capitulo que tenemos que examinar es ver cual


es la relaciôn -conocimiento o influencia- que puede tener el
pensamiento de Balmes con algûn punto de la Filosofia de San -
Agustin.
Repasando la obra de Balmes encontramos que la figu
ra del Santo le merece sus simpatias, también desde el punto -
de vista filosofico. Por ejemplo, cuando hablando del "tiempo",
y criticando la postura del P. Bnffier, juzga asi los plantea­
mientos de San Agustin.
"Es extrano que un escritor tan --
distinguido no supiese (lo dice de
Buff1er) o no recordase que esta -
dificultad en la explicaciôn del -
tiempo la encontraba con los demas
filôsofos un hombre tan eminente -
(el subrayado es nuestro) como San
Agustin, y que precisamente las pa
labras indicadas se leen en las --
Confesiones del mismo Santo (L. 11
c. l4 ) "(>oid cnim est tompus, <;uis
hoc facile breviterque explicave--
rit . . . «iuld ergo est tempus? Si
nemo ex i.ie quaerat scio, si quac--
renti explicare velim nescio" (2 Ô )

"El santo Doctor descubrla aqui --


una cuestiôn profunda, y como to--
dos los grandes ingenios (el subra
yado es nuestro) , cuando se bal1an
a la vista de un abismo insondable,
sentia un vivo deseo de conocer lo
que se ocvltaba en aquellas profun
didade s ..." (27).
188

En otro momento de la obra de Dalmes nos encontra—


mes con otras afirmaclonea mucho mâs problemâticas de cara a -
una posible influencia o no de San Agustin.

"Las verdades necesarias preexls—


ten, pues, a la razôn humana, y es
ta preexistencia es una palabra -
sin sentido cuando no se la refie-
re a un ser, origen de toda reali-
dad y fundamento de toda poslblli-
dad. No hay, pues, razôn imperso--
nal propiamente dicha: hay comuni-
dad de la razôn, en cuanto a todos
los entendimientos finitos los llu-
mina una misma l uz: Dios, que los
ha criado" (28) (El subrayado es -
nuestro)«

Hemos recogido estas dos citas porque nos parecen -


realmente significativas. La primera por lo que représenta de
interés y valoraciôn que a Balmes merecla el "genio" de San
Agustin. La segunda por lo que puede tener de problemâtico a -
la hora de la comprensiôn del pensamiento balmesiano, es decir,
en cuanto si defiende o no una especie de iluminismo al estilo
agustiniano.
Algunos autores no han dudado en manifestar una gran
relaciôn entre estos dos autores: "Me atreveré a manifestar —
que Balmes es la imagen de San Agustin escribiendo en el siglo
XIX" (29).
La razôn principal que se aduce es porque en su Fi-
losofia, como en la de San Agustin, Bios aparece coino el cen —
tro de todo, y sin El aparece el vacio cc todo.
El autor que ha hecho un estudio mâs serio sobre es
te punto es, sin duda, CASADO FIDEL. Sus lineas de argumenta—
ciôn nos van a servir de base en este punto; sobre ellas ire—
mos elaborando nuestro juicio critico de valoraciôn,
El parte del estudio de F. GONZALEZ CORDERO sobre -
Balmes: El instinto intelectual fuente de conocimiento. Se cen
tra en el capitule de la Filosofia Fundamental en que Balmes -
estudia el innatismo -el si o el no- de las ideas o de la acti
109

vidnd intelectual. Escribe a ] Il Dalmes:

"Santo Tomas dice que es preciso


que nos hayon sido comunicndos na
turalniente los primeros principios,
tanto los espéculât!vos como los
prâcticos: Oportet igitur natura-
liter nobis esse indita, sicut —
principia speculab i l i u m , ita et -
principia opcrahilium (1 q. 79 a.
12)
En otro lugar, buscando si el a i ­
ma conoce las cosas inmateriales
en las razones eternas {in ratio-
nibus aei c r n i s ), dice que la luz
intelectual que hay en nosotros -
es una semejanza participada de -
la luz increada, en que se contie^
nen las razones eternas ..."

"En estos posaje s se halla expre-


samente consignado que hay en n o ­
sotros algo mâs de lo adquirido -
por la experiencia, en lo cual --
convienen los escolâsticos con --
los defcTisores de las ideas inna-
tas. La dIferencj a entre ellos e^
tâ en qu(r los primeros considernn
la luz if: te] ectuai como insuficden
te para cl conocimiento, cuando -
fal tan las formas o especies so--
bre que paeda roflejnr, y los ---
otros cru en que en esta misma luz
van envualtas las ideas ..." (30)

iQué opina Dalmes sobre esto? Heconoce que la cuo^


tiôii de las ideas innatas ofrece tentas d i fi cul tade s , y ha —
creado tanto debate, por no plantearse correc t a m e u t e .
El mismo se pregunta cuâl es el autoiitico sentido
de la palabra "innato":
"(se entiende) lo no nacido, lo -
que el esplritu posee, no por tra
bajo propio, no por improsiones -
venidas del exterior, sino por --
inmediato del Autor de su natura-
lezn ... ; y preguntar si hay ideas
innatas es preguntar si antes de
recibir impresiones y de ejercer
niiigûn acto, tenemos ya en nues--
tra mente las ideas" (31).
190

En este sentido, Balmes niega que pueda sostenerse


que las representaciones sensibles sean innatas(3 2 ).
Tampoco las ideas intuitives, como son las que te­
nemos al reflexionar sobre los actos de entender y querer, --
pueden calificarse de innataa (33)«
Ni siquiera admite Balmes el innatismo de las ideas
générales, por ejemplo, la idea de ser (34).
Concluye este capitule Dalmes con una lista de do-
ce puntos en los que, abiertamente, niega la existencia de —
las ideas innatas.
Ahora bien, aunque no se admitan las ideas innatas,
^se puede hablar dealgûn innatismo o apriorisme intelectual
en elentendimiento?, ^en que consistiria este ?.

Lo que hay innato en nuestro espiritu es la activ^


dad sensitiva e intelectual. Mâs concretamente:

"La actividad intelectual tiene -


condiciones a priori, del todo in
dependientes de la sensibilidad,-
y que aplica a todos los objetos,
sean cuales fueren las impresio--
nes que le causen. Entre estas --
condiciones figura como la prime­
ra el principio de contradicciôn.

Luego en nuestra inteligencia hay


algo a priori y absoluto que no -
podria alterarse aun cuando se va
riasen completamente todas las im
presiones que recibimos de los o^
jetos y sufriesen un cambio radi­
cal todas las relaciones que tene^
mos con los mismos". (35)«

Balmes admite, pues, el innatismo de la actividad


intelectual. ^Admite algun otro innatismo? Es decir, ^admite
algûn innatismo como contenido intelectual existente en esa -
facultad innata?.
Cuando habla del sentido comûn en relaciôn con el
orden moral nos dice Balmes:
"Lo dicho de la evidencia mediata
e inmediata con respecte al valor
191

o b j e t i v o de Ins i d e a s ti en e lu ga r
no s o lo en el o r d e n i n t e l e c t u a l , -
s ino t a m b i é n en el mor al . E 1 e s p i ­
ritu, d o t a d o c o m o e st a de libertad,
ha m e n e s t e r r é g l a s p a r a di rigirse;
si los p r i m e r o s p r i n c i p i o s intelec^
t u a l e s SOI' n e c e s a r i o s p a r a conocer,
n o lo son nenos los m o r a l e s p a r a -
q u e r e r y (brar; lo que son p a r a el
entondimi,, ato la v e r d a d y el error,
son p a r a 1 \ v o l u n t a d el b i en y el
mal ... He a qui o t r a n e c e s l d a d --
de l a s e n s o a c i e r t a s v e r d a d e s niora^
les, y he aqui por que e n c o n t r a m o s
t a m b i é n e^ a i r r e s i s t i b l e y u n i v e r ­
sal i n c l i n a c i o n al a s e n s o " (3 6 ).

Comentando estas p a l a b r a s G(.)NZALI',Z COUUrdlO, en la -


obra que h e m o s citado, l le g a a la siguiente conclusion, que --
nos trasmite F I D E L CAS/\DU : " N o s o t r o s n os hacecios p l e n a m e n t e so
1 i d a r i o s de su d o c t r i n a so b re el conocimiento i n s t i n t i v o de —
1 as v e r d a d e s d el o r d e n m o r a l " ( 3 7 )*
F I D E L C A S ADD q u i e r c ver en esta c o n c l u s i o n un r e f lie
,jo de la "meinoria D e i " a g u s t i n i a n a .
Con esto separariamos radicalmente el or d e n de las
verdades de ley n a t u r a l d el campo racdonal. El c o n o c i m i e n t o de
e st e o r d e n v e n d r i a de un c a m p o totalmente distinto. ^Es e s t a -
la v e r d a d de B a l m e s ? A primera vista, asi lo p a r e c e . Ahora —
b i e n si, profundizando un p o c o mâs, observamos que el instinto
intelectual o sentido c o m u n no es s in o la m i s m a base de la r a -
zon, la fuerza misma i n t e r n a de las facultades, ^podriamos con
cluir lo m i s m o ? De n i n g u n m odo. Lo m i s m o que e se i n s ( into e je r
ce su f u e r z a de c a r a al ord e n de los d i s t i n t o s t i p o s de v e r d a -
des de e v i d e n c i a lo e j e r c e t a m b i é n de c a ra al o r d e n moral .
No t e n e m o s d e r e c h o a d e s d o b l a r , en e sta m a t e r i a , lo
que llalmos p r é s e n t é como una u n i d a d y armonla maravi l l o s a s .
El interroganto lo t e n e m o s que llo va r, por fin, al
camjio c o n c r e t o de la " i d ea del e n t e " . Balmes c o m i o n z a el capl-
1 111 o XI d e l l ib r o V de su F i l o s o f i a Fundamental con e s t a s pal^

"Si n a d a h e m o s p o d i d o p e n s a r sin -
la i d e a del ente (lo ha d e m o s t r a d o
en los c a p i t u l e s a nt e r i o r e s ) , e l l a
192

preexlste a todo acto reflexivo, y


p a r e c e que no ha p o d i d o n a c e r de -
la r e f l e x i o n , L u e g o la i d e a de e n ­
te sera i nn a t a " (3 8 ).

El m i s m o a u t o r n o s d e m u e s t r a que n o p u e d e v e n i r de
las sensaciones, p u e s e s t a s no n o s p r e s e n t a n s i no c o s a s d e t e r -
minadas, y la i de a de e nt e es " c o s a indeterminada" (39), es lo
mâs general que h a y (4 0 ), y c o n d u c e al e s p l r i t u p or to do lina-
je de s er e s (4l ) ,
Tampoco puede formarse por abstracciôn. Para abstra
er, es n e c e s a r i o r e f l e x i o n a r , y la r e f l e x i o n es i m p o s i b l e sin
t e n e r de a n t e m a n o d i c h a idea (42).
" D e s d e l os p r i m e r o s p a s o s (de c u a ^
q u i e r r e f l e x i o n ) nos s e r v i m o s , sin
a d v e r t i r l o , de la i d e a de ser; lue^
go n o s h a c e m o s i l u s i ô n c u a n d o cree^
m o s f o r m â r n o s l a " (43)«
D e s p u é s de e s t a p r e s e n t a c i ô n d e l p r o b l e m s Balmes --

aporta su s o l u ci on . "... no o b s t a n t e , y o e m i t i r é mi —
o p i n i o n . . . La i d e a d e l e n t e n o la
t e n g o p or i n n at a , en el s e n t i d o de
que p r é e x i s t a e n el e n t e n d i m i e n t o ,
c om o u n t i po a n t e r i o r a las s e n s a ­
c i o n e s y a los a c t o s i n t e l e c t u a l e s
( véase L ,4,c ,3 0 ); p e r o n o v e o i n --
c o n v e n i e n t e en q u e se la l l a m e i n ­
n a t a , si c o n e s t e n o m b r e no se s i ^
n i f i c a o t ra c o s a q ue la f a c u l t a d -
i n n a t a de n u e s t r o e n t e n d i m i e n t o p ^
r a p e r c i b i r los o b j e t o s b a j o la ra^
z ô n g e n e r a l de e n t e o de e x i s t e n - -
cia, t an p r o n t o c o m o r e f l e x i o n a s ^
br e e l l o s ...
A s! p u e d e p r e e x i s t i r a la reflexion
y ser en a l g û n m o d o f r u t o de la re^
flexion, segûn los varios estados
en que se la c o n s i d é r é " (44).

Luego anade Balmes:


"El a c t o c o n que p e r c i b i m o s el ser,
la e x i s t e n c i a , la r e a l i d a d , es n e ­
cesario a nuestro entendimiento, -
p e r o e s t â c o n f u n d i d o c o n t o d o s los
demâs actos i n t e l e c t u a l e s , como —
una c o n d i c i ô n s i n e q u a n o n de t o —
d os e llos, h a s t a que v i e n e la r e —
f l e x i o n a s e p a r a r l e de los m i s m o s .
193

depurânclole y h a c i é n d o l e o b j e t o -
de nviestra p e r c e p c i o n " (43).

Por tanto, y para concluir, ^en que s e n t i d o es in­


nata la i de a de ente? FIDEL C A S A D O ve que en esta euestion --
Dalmes se n o s p r é s e n t a c o m o un e co de la m e m o r i a Dei ugusti--
niana. N o s dice: "tenemos que llamar la a t e n c i ô n sobre u n a po
s ih l e i n t e r p r e t a c i o n de este i n n a t i s m o que juzgarîamos equiv^
ca da, como lo s é r i a la de r e d u c i r el i n n a t i s m o a la sola facul­
t ad intelectiva (el s u b r a y a d o es n u e s t r o ) (46).
Este autor se a p o y a en que segûn Balmes la i d e a -
o b j e t i v a de e n te anda "mezclada" con todas las de m â s , y q ue -
hay que separarla para obtenerla en su i n d i v i d u a l i d a d acabada,
pero a esta o p e r a c i o n ya t i e n e que cooperar e l l a mism a . Por -
eso concluye CASADO: . . .. .
" L u e g o ha t e n i d o que ser a n t e s . . .
^en que s e n t i d o ? E v i d e n t e m e n te no
p u e d e ser de o tr a m a n e r a que c o m o
elemento primordial n o c i o n a l , ger­
m i n a l que a ba s e de la a c t i v i d a d
r e f l e x i v a d el e n t e n d i m i e n t o p u e d a
t r a s f o r m a r s e en i d e a a c a b a d a y —
asi p r e e x i s t i r , de a l g u n a m a n e r a ,
y se r f r u t o, de o t r a m a n er a, de -
o t r a m a n e r a , de la m i s m a reflexion
... "(47).

E l p r o b l e m a de fondo sé r i a el s i g u ie nt e : e ste e le -
m e n t o n o c i o n a l , ^es o no él m i s m o intégrante de la a c t i v i d a d
reflexiva? En caso afirmativo, no h a b r i a m u c h a d i f i c u l t a d en
reducirlo al c a m p o de la f a c u l t a d intelectiva. ICn c as o négatif
vo, parece mâs bien que estariamos contando c o n un t r i p l e ele^
m e n t o : el d a t o n o c i o n a l , p or u n lado; la a c t i v i d a d r e f l e x i v a ,
por otro; la i d e a de ente, c o m o resu l t ado fi nal, por t e r c e r a
par t i d a .
En este ultimo caso, y en e s ta i de a concreta de --
" ente" , si p a r e c e podria e s t a r r e s o n a n o d el e s q u e m a de la "m e ­
moria D e i " de San Agustin, Se t r a t a de una r e a l i d a d , preexis-
t ente a t o da r e f l e x i o n , que v ie n e a ser r e a l i d a d expresn de -
conocimiento en la r e f l e x i o n , pero con^:ando c o n que e l l a m i s ­
ma es e l e m e n t o esencial de la m i s m a reflexion.
194

Hasta aqui podemos e s t a r de a c u e r d o con F I DEL C A S A ­


DO, El termina su a r t i c u l e c o n u na r e f e r e n d a a la o b r a de T I R
SO A L E S A N C O , que ÿ a h e m o s citado a n t e r i o r m e n t e , y concluye:
" E n e s t a o b r a (de T i r s o ) h a b r i a --
quedado en suspense un interrogan-
t e ,,. i p or qué ese i n s t i n t o i n t e - -
l e c t u a l s e r i a la r a i z de la c e r t e -
za que se d i c e el i n s t i n t o intelec^
t ua l p a r a ser c r i t e r i a de la m i s m a ?
La r e s p u e s t a c r e e m o s e n c o n t r a r l a -
en la e x p o s i c i o n que a n t e c e d e : es
de c ir , e s t a d o c t r i n a d e l i n s t i n t o
i n t e l e c t u a l c o m o c r i t e r i a de certe^
za r e c i b i r l a su e s p a l d a r a z o de la
t e o r i a d el a p r i o r i s m e i n t e l e c t u a l
o " m e m o r i a D e i " a g u s t i n i a n a , d e la
que el p e n s a m i e n t o de B a l m e s , c o m o
h e m o s v i s t o , p a r e c e ser u n o de t a n
tos e c o s c o m o a q u e l l a h a t e n i d o en
la h i s t o r i a del p e n s a m i e n t o " (48),

La a f i r m a c i o n es t a j a n t e y, créa, suficientemente -
grave como para que a n a l i c e m o s u n p o c o en d e t a l l e qué h a y de -
verdad e n ella,
H a b l a r de la t e o r i a del "Instinto Intelectual" de -
Balmes es, tomando la p a r t e p o r el todo, hablar s in m â s de su
"teoria del conocimiento"; c o m o h a b l a r de la " m e m o r i a D e i " de
S a n A g u s t i n es e s t a r p e n s a n d o t a m b i é n en t o do su esquema del -
c o n o c i m i e n t o h u ma no .
La t e o r i a d e l c o n o c i m i e n t o de B a lm e s, por tanto, es
u n e c o de la t e o r i a d el c o n o c i m i e n t o de S an A g u s t i n . ^ Es e s t o
cierto? ^P ue d e admitirse esta afirmacion s in n i n g û n t i p o de ma
tizaciôn?,
Veamos qué h a y de v e r d a d e n este p r o b l e m a .
A nte t odo, nos urge recor d e r en a l g u n a s lineas en -
qué consiste la t e o r i a de la "m e m o r i a D e i " del d o c t o r de Hipo-
n a , cosa que F i d e l C a s a d o no se t e n d r l a que haber ahorrado.
Como lineas générales podemos s e g u ir las e x p u e s t a s
por JUAN PEGUEROLES en u n o de los n u m é r o s de la r e v i s t a P E N S A ­
MIENTO (49).
E st e autor empieza recordando a f i r m a c i o n e s de L . --
CILLERUELO que, en el C o n g r e so a g u s t i n i a n o de 1954, présenté
195

una comunicacion, en la que identifier ba la iluininaciun de la


verdad con la "memoria üei" ()() .
El signe esta orientacion, la de la memoria de la
verdad o "memoria Dei", como la mejor para enfocar y resolver
bien laproblemâtica agustiniana sobre el fundamento del cono^
cimiento de la verdad.
He aqui algunas afirmacione s que vienen a ser como
el bilo conductor de su interpretacion del pensamiento agust^
niano: "conocer no es acordarse -como se
ria el caso de Platon-, sino reco-
nocer" (5 0 ).

"El ser y la verdad y el bien y -


Dios ... , de sabidos que eran con
un conocimiento de presencia o im
preso, pasan a ser sabidos con un
conocimiento de representaciôn o
expreso" (51) .

Este es el nùcleo de la arguinentacion de San Agus­


tin. Existe en nosotros una memoria -Pegueroles la llama --
transpsicolôgica o metafIsica-, el Intimum del esplritu, en -
la que estân los "conocimientos impresos" . l’or eso, propiamen
te no conocemos, sino que reconocemos, en lo que llamamos me­
moria psicologica, o conocimiento, senci]1amente.
San Agustin toma como base de esta conclusion el -
deseo universal de felicidad;

(90 So b r e e ste m i s m o tema: L. CILLERUELO: La "memoria Dei" se­


gû n Sa n A g u s t i n , A u g u s t i n u s M a g i s t e r , vol. I, p â g . 499-509; —
P r o m e m o r i a Dei, en Rev, Etud. A u g us t. 12 (1966) p â g . 6 5-84.
J. MO RA N ; Hacia una cotnprension de la " m e m o r i a D ei " , s e g û n S an
A gu s t i n , en A u g u s t i n i a n a , 10 (I 9 6 0 ), pâg. 165-235 •
M. N. C A ST E X. La moinoria m c t a f l s i c a s j g û n el l i b r o X de las --
Confesiones. S Al’ll'.NTlA 19 (1964) pâg. 9-25.
Todos estos lugares de r e f e r e n c i a y e s t u d i o de este te m a los -
cita PEGUEROLES en P E N S A M I E N T O , v o l . 29 (1973) Madrid.
196

"Ubi ergo noverunt hanc vitam beat


tarn, nisi ubi noverunt etiam veri
tatem? Amant enim et ipsam, quia
falii nolunt, et cum amant beatam
vitam, quod non est aliud quam de
veritate gaudium, utique amant --
etiam veritatem, nec amaverent n^
si esset aliqua notitia (el sub­
rayado es nuestro) eius in memo­
ria eorurn" (52),

San Agustin insiste en que no podrlamos buscar y -


amar esa verdad si no tuviéramos algûn conocimiento anterior
de la misma. Segûn elprincipio platonico, el conocimiento de
una realidad participada nos lleva al conocimiento de la Rea­
lidad Imparticipada.
"Ubi inveni veritatem ibi inveni
Deum ipsam Veritatem" (53)

Luego la condiciôn de la posibilidad de ese deseo


natural de la felicidad es la "memoria Dei", el pre-conocdnrien-
to expreso de Dios presupone la nocion impresa del mismo.
Esta argumentacion, sacada del deseo universal de
felicidad, vale también para el caso de los demâs conocimien-
tos .
San Agustin se preguntarla, ^como es posible d e -
sear conocer lo desconocido? La respuesta es que nunca parti­
mes de una ignorancia total, sino de un conocimiento previo.
" Q u i l i b e t i g i t u r s t ud i o s u s , q u i l i
b et c u r i o s u s , n o n amat i n c o g n i t a ,
etiam cum ardentissimo appetitu -
i n s t a t sc i r e q u o d n e s c i t " (54).

El esplritu siempre se conoce a si mismo. Esto sijj


nifica q u e , cuando el esplritu se conoce reflejamente, descu-
b r e , no lo ignorado, sino lo desatendido:

"Inveniet autem non quod nescie--


b a t , sed u nd e n o n c o g i t a b a t " (55).

Comenta el P. Pegueroles: lo mismo que cuando uno


conoce una ciencia en la que actualmente no piensa (56).
Este autor concluye con estas afirmaciones:
197

1) H ay que disti n g u i r en San A g u s t i n d os n i v e l e s de


conocimiento; la m e m o r i a (n o t i t i a ) o pi .^- c o n o c i m i e n t o , y la i n ­
teligencia ( c o g i t â t i o , verbum) o re-conocimicnto.
Asi lo dice San Agustin:
" M e m o r i a e t r i b u e n s omne quod scimu s,
e t i a m s i n o n inde c o g i t e m u s ; i n t e l l ^
g e n t i a e v e r o p r o p i o m o d o q u o d a m co^
gitationis informationem. Cogitan-
d o e n i m q u od v e r u m i n v e n c r i m u s , --
hoc m a x i m e i n t e l l i g e r e d ic i m u r , et
h oc q n i d e m in m e m o r i a su r s n s r e l i n
q u i m us . Sed i l i a est a b s t r u s i o r --
p r o f u n d i t a s n o s t r a e m e m o r i a e , ubi
h oc e t i a m p r i m u m c u m c o g i t a r e m u s -
i n v e n i m u s , et g i g n i t u r i n t i m u s v er
bum, q u o d n u l l lus l i n g u a e sit, tarn
q u a m s c i e n t i a de s c i e n t i a , et visio
de v i s i o n e , et i n t e l l i g o n t i a q uae
a p p a r e t in c o g i t a t i o n e , ue int el 11^
g e n t i a q uae in m e m o r i a iam f u e r a t ,
sed l a t e b a t " (5 7 ).

2) Lo i m p r e s o en la m e m o r i a s on tr ès c l a s e s do pre-
conocimicntos:
- La m e m o r i a D e i , que h e m o s visto (58),

- La m e m o r i a v e r i t a s ()() . Es d e ci r , la impre^
s i o n de las n o c i o n e s trascendentales (unidad, ve r d a d , bien) y
de los p r i m e r o s p r i n c i p i o s teôricos (lôgicos y metafisicos) y
prâcticos (ctic os ).
- Todas las d e m â s n o c i o n e s no sensibles, y -
qu e son i n m u t a b l e s y eternas ( n o c i o n e s de c u a d r a d o , c i r c u l e ..)

Comonta Juan Pegueroles que S an A g u s t i n no conoce -


la a b s t r a c c i ô n . Los coTiceptos u n i v e r s a l es no p u e d e n entrar por
los sent id o s , l u e g o e s t a b a n de n t r o , impresos en la m e m o r i a .

(9() Insertamos una nota a esta exprès ion que hace el autor : "la
exprèsion no es de San Agustin, pero el contcnido ovidentemente
si. Frecuentemente los comentaristas utilizan solo la expre.siôn
memoria Dei y con ella désignai! tanto cl preconocimiento de Dios
como el de los primeros principios y nociones".
198

3) La iluminaciôn, la palabra interior, la memoria


Dei et veritas, no son otra cosa que la presencia de Dios y -
la imagen de Dios en el espiritu y el preconocimiento del ser
y sus atributos.
En la Enciclopedia Filosôfica Italiana encontramos
este comentario: "L'anima che é reccolta nel suo -
interiore e coglie la sue esisten
za reale, é presents a Dio, che -
le é présente dentro; l'anima in-
vece che oblia Dio e di Dio con--
serva un pallldo ricordo, ha corne
la virtualita di Dio" T59) (Los -
subrayados son nuestros).

"... un'oscura memoria délia per-


duta condizione di beatitudine, -
anteriore al peccato" (6o).

El columnista pone estas af irmaclone s como comenta


rio a algunos de los textos de San Agustin, entre los que de^
taca uno del libro X de su obra De Trinitate.

"^Es que ve algûn fin excelso, e£


to es, su seguridad y su dicha, -
per quandam occultam memoriam —
que no le abandona en su peregri-
naciôn hacia lejanas playas, y --
cree no poder alcanzar esta meta
sin conocerse a si misma? (6l).

Una vez que hemos analizado en qué consiste la "me^


moria Dei" agustiniana, es decir, el contenido y limites de -
su innatismo, no nos queda otro remedio que trascribir aque—
llos textos de Balmes que hacen referencia a nuestro tema con
el fin deestablecer lo que hay de verdad o no en el problema
que nos hemos planteado yque Fidel Casado da por seguro: la
filosofia del instinto intelectual de Balmes es un eco de la
filosofia de la "memoria Dei" de San Agustin.
,^Habla el f i l ô s o f o c a t a l a n de a l g û n a p r i o r i ? E s t a
es la primera pregunta que nos planteamos. Tenemos que respon
der que si. Y lo vainos a hacer con sus mismas palabras.
"La actividad intelectual tiene -
condiciones a priori, del todo in
dependientes de la sensibilidad,-
199

y que aplica a todos los objetos,-


sean cuales fueren las impresiones
que le causen. Entre estas condi--
ciones figura como la primera el -
principio de contradicciôn" (6 2 ).

"Cuando e l entendimiento no se re-


fiere a ninguna intuiciôn determi-
nada, y si ûnicamcnte a intuicio--
nes sensioles en general, su obje­
to inmediato es la posibilidad de
ellas también en general, con su--
jecciôn a las condiciones del obje^
to, considerado en general, y a —
las de toda inteligencia, entre --
las cuales figura como la primera
el principio de contradicciôn"(63)

Estâ claro, por tanto, que en nuestra inteligencia


hay algo a priori, algo absoluto, que no depende de las impre­
siones que recibimos, sino que es anterior a ellas.
Un nuevo interrogante se nos itnpone ahora: ;,en qué
consiste ese a priori?, ^cuâl es su contenido o naturaleza? E^
te interrogante incide directamente en el nûcleo de la cuestiôn.
De la respuesta que se de dependerâ el que podamos afirmar o -
negar la dependencia de Balmes respecte de San Agustin.
También ahora quercmos responder con los mismos tex
tos de Balmes.Después de analizar este toma él llega a esta -
conclusiôn,
"Parece qu o , en vez de entregarnos
a suposic iones semojantes, debemos
reconocer en ol espiritu una acti­
vidad innata, con sujecciôn a las
leyes que le ha impuesto la infini^
ta inteligencia que le ha criado.
Aun cuando se pretenda que las ---
ideas son distintas de los actos -
perceptives, no hay necesidad de -
admitirlas preexistentes...
Y asi de todos modos hemos de reco
nocer en nosotros una fuerza q u e ,-
colocada en las debidas circunstan
cias, produce lo que antes no exi^
tia" (64 ).
"Lo que hay de innato en nuestro -
espiritu es la actividad sensitiva
y la intelectual ;pero ambas, jiara
200

ponorse en m o v i m i e n t o , n e c o s i t a n
objetos que las a f c c t e n " (6 5 ).

Con igual clarldad, y hahlando de las ideas relati­


ves a las representaciones sensibles, nos dice:
"Luego el apellidar innatas a es--
tas ideas, o carece de sentido o -
no puede significar otra cosa que
la preexistencia de la actividad -
intelectual (el subrayado es nues­
tro ) , desarrollada después con la
presencia de las intuiciones sensi^
bles" (66).
El a priori de Balmes, ese algo mas de lo adquirido
por la experiencia, queda reducido a la "actividad innata", a
las "leyes" y "condiciones" générales de la inteligencia q u e ,-
en conexiôn con las intuiciones correspondientes, élabora to—
dos los contenidos de conocimiento.
En otro momento, criticando el entendimiento agente
de los escolâsticos, escribe Balmes:
' "Ahora, si se me pregunta, por ---
ejemplo, cual es el objeto inmedia
to del acto intelectual perceptive
de una intuiciôn sensible determi-
nada, diré que es esta misma intui^
ciôn. Si se insiste en la dificul­
tad de explicar la uniôn de cosas
tan diferentes, replicaré: primero,
que esta uniôn existe en la unidad
de la conciencia, como el sentido
intimo lo atestigua ..." (6 ? ).

Anadimos, por fin, otro testimonio que corrobora su


pensamiento.
"El acto del entendimiento puro y
el de la intuiciôn sensible, aun--
que diferentes, se encuentran en -
un campo comûn: la conciencia;allî
se ponen en contacte, ofreciendo -
el uno los materiales y ejerciendo
el otro su actividad perceptiva"
(68 ).
Con estasafirmaciones quedan solueionadas las dos
cuestiones. Por unlado, ya hemos visto a qué queda reducido -
201

" el n p r i o r i " b a l m e s i a n o ; por o t ro lado, nos ha e x p l i c a d o c o mo


y dônde se p r o d u c e el f e n o m e n o del conocimiento. Es la " u n i d a d
de c o n c i e n c i a " , dificil por o t r o l ad o de p o d e r expliciter, ---
qu i en r e a l i z a y donde se r e a l i z a el e n c u e n t r o e n t r e el entendit
mionto y la i n t u i c i ô n se ns i bl e.
E s t a u n i d a d de c o n c i e n c i a , e ste c e n t r o c o m û n , de --
que nos habla Balm es , que no es ni la "memoria Dei" de S a n ---
Agustin, ni el d o b l e entendimiento de los escolâsticos, n o s pa
r e c e u n a de las intuiciones balmesianas que m e j o r c o n e c ta n c o n
muchas lineas del pensamiento moderno y c o n t e m p o r â n e o .
^ En qué q ueda, pues, la c o m p a r a c i ô n en t r e e s t o s d os
filôsofos? Creemos se p u e d e n e s t a b l e c e r estas afirmaciones:
1) En a m b o s autores constatamos un " ajgo", un "a --
priori", que p r é e x i s t e a la r e f l e x i o n , y que h a ce que ol p r o - -
blema del c o n o c i m i e n t o v e n g a a c a e r m â s del 1 ado de lo s u b j e t ^
v o , de la "conciencia".

2) E s t o se p ue d e afirmar, e s p e c i a l m e n t e , de la i d e a
de ente. E lla, de a l g û n mo do , préexiste a la r e f l e x i ô n , y e s ,-
t a m b i é n de a l g û n modo, f r u t o de la m i s m a r e f l e x i ô n . Aqui es —
d on d e m â s se r e f l e j a la i n f l u e n c i a de !.an Agus t in .

3) Admitido esto, v e m o s una gran diferencia en t r e -


e st os d o s a u t o r e s , para nosotros suficiente p a r a no po d e r cal^
f ic ar sin mâs a Balmes como un "eco" de S an A g u s t i n . No e s ---
ig ual, ni m u c h o m e n o s , h a b l a r de u na c o n d i c i o n e s o ley es géné­
rales a priori, de u na actividad intelectual o su p osibil i()ad
a p ri o r i , que es de lo que habla Bal m es , que lia bl ar de u n o s —
contenidos impresos, onvueltos en la m i s m a " m e m o r i a Dei ", en -
la m i s m a luz préexistante a toda r e f le x i ô n , (pie es de lo que -
nos h a b l a S a n A g us ti n.

k) La p o s i c i ô n de B almes, representada en esa " c on-


cicncia" donde t ie ne lu g ar el ac to del entendimiento c o n las
af c ec i o ne s orgânicas, no es ni la " m e m o r i a D ei " de San A g u s —
tin, tomada en t od a su c o m p l e j i d a d , ni el d o b l e entendimiento
de los escolâsticos -el "a g e n t e " , porque le p a r e c e un r e c u r s o
misterioso y sin j u s t i f i c a c i ô n ; y el "paciente", porque rebaja
202

el papel de la conciencia o razôn-.

BALMES. AUTOR FIDEISTA O ESCErTICO?

Es esta, la acusaciôn de "fideîsta", una de las que


Balmes ha recibldo mâs frecuentemente.
^Tendremos que reconocerla como cierta? ^Hasta qué
punto podremos liberarle de esta acusaciôn? Intentaremos dar -
alguna respuesta a estos interrogantes.
Uno de los autores que le acusa de "ceguera" en el
problema critico es GONZALEZ CORDERO. Comenta que segûn Balmes
las verdades de evidencia inmediata y las de sentido comûn se
pueden equiparar, pues en- ambas se da una inclinaciôn irresis­
tible. Y escribe: "Si al instinto intelectual y a la evidencia
les es comûn una tendencia intelectual irresistible a asentir
a determinadas verdades, ^cuâl es el principio diferencial que
los distingue entre si?
Después de una lectura reposada y comparativa de --
los escritos balmesianos, no hallamos otra diferencia especif^
ca que la ceguera del instinto, en contraposiciôn a la clari--
dad de la evidencia. Cuando actûa el instinto intelectual no -
hay ni la demostraciôn ni la visiôn: él se orienta por un im--
pulso natural" (6 9 ).
Tomadas estas afirmaciones en su materialidad y fue^
ra del contexte general, y puesto que refiejan palabras casi -
textuales de Balmes, podriamos concluir que la ûltima verdad -
del pensamiento balmesiano es una especie de fideismo, un ins­
tinto ciego que no tiene otra instancia o apoyo que el mismo -
Creador.
Ahora bien, si tenemos en cuenta todo el contexto -
de la obra de Balmes, el sentido mâs profundo de su pensamien­
to, la concluisiôn es bien distinta. Ese "Instinto Intelectual"
no es sino un criterio mâs, armônicamente conjugado, del con--
junto de sus "criterios de certeza" ; y ese "impulse irresisti­
ble", ese dato bâsico de la razôn, que no nos permite ir mâs -
alla, no es sino el principio fecundo que garantiza todo el de^
Î03

s n r r o l l o de la raz ôn .
Como nos demo s t r ô Ha J m es en o tro m o m e n t o , ciiaJ q u i e r
filosofia por racionalista y exigente que se q u i e r a p r e s e n t a r
tiene que d a r p o r val i do a l g û n supuesto, a l g u n a aprioridacl, —
hi en sea i m p l i c i t a o explicitamente.
P e r o é sto, si b i e n se o b s e r v a , no es n i n g û n " f i d e i ^
m o " , s obre todo si t o m a m o s e s t a palabre, y d o c t r i n a en ol s e n ti^
do técnico que en el c a m p o filosôfico ; e le s u el e d a r (X)• Ni
tampoco es n i n g u n a confesiôn de u n "ciego ins ti nt i vi si no " .
Aunque Haï me s , como h e m o s r e c o n o c i d o ya en o t r o s lu
gares, tiene en su o b r a e x p r e s i o n e s que le t r a i c i o n a n u n p o c o
y q ue d e b e r i a h a b e r m a t i z a d o m u c h o mâs, no c r e e m o s que v a y a m â s
a l l a de la i n t e r p r e t a c i ô n que v e n i m o s d ando. E s to lo a f i r m a m o s
porque nosotros, c on la p e r s p e c t i v a historien que hoy t e n em os ,
debemos ir m â s a l l â de la m a t e r i a l idad do una o v a r i a s expreslo
nés y entenderle y juzgarle desde de n t r o , desde su v e r d a d e r a -
i n tuiciôn filosôfica.
GONZALEZ C. v u e l v e a preguntar, ^qué d e c i r de las -
verdades relativas al m u n d o e x t e r i o r ? Su r e s p u e s t a v u e l v e a in
si s t i r en la c eg ue ra : "L o s juicios qu« los e x p r e s a n son produc^
to d el instinto c iego, pu e s no v e m o s ates el p r e d i c a d o inclu^
do en el su j e t o " ( 7 0 ).
Como Haïmes dice que la e v i d e n c i a se e x t i e n d e a to­
das la s v e r d a d e s ohjetivas en que "se sjercita nuestra razôn",
él concluye que cualquier o t ra v e r d a d r e b as a las p o s I b i l i d a d e s
racionales.

(X) Para la c o m p r e n s i ô n del término y su s i g n i f i c n c i ô n puede -


ve r se : ENCICLOPEDIA FILOSOFICA. Centro di s tu d i filosofici di
Gallarate. Il, F I R E N Z E , pâg. I 33 I. VOCAHULAIRE technique y cr^
t ique de la P h i l o s o p h i e . P ar i s (1951), 6 '' éd., p â g . 348 - 34 9. -
D i c c i o n a r i o de Filosofia, F E R RA I lCR MO RA , Huenos Ai re s ( I 965 ) ,-
3" éd., Toino 1, pâg. 637.
204

A d m i t i do e ste hecho, es de c ir , el j u e g o d el instin­


to i n t e l e c t u a l , la v e r d a d e r a c u e s t i ô n e s t â en sa b e r la n a t u r ^
l e z a de ese instinto. Asi se lo p l a n t e a el a u t o r que comenta-
m os. D e s p u é s de a n a l i z a r a l g u n o s de los j u i c i o s a l os que ---
a s e n t i m o s p or la f u e r z a d e l Instinto Intelectual, nos ofrece
esta conclusiôn; "Podemos establecer como principio: todas —
las v e r d a d e s de sentido comun o instinto intelectual llegan a
n osotros por via m i s t e r i o s a y oc u l t a . . .
Tomeinos, como e j e m p l o , el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a . -
He aqui u n a v e r d a d a d m i t i d a a c i eg as . L o s d o s a r g u m e n t o s , ade.
m â s de la i r r e s i s t i b i l i d a d d e l i n s t i n t o de la n a t u r a l e z a , con
q ue Balmes pretende legitimar el p r i n c i p i o de la e v i d e n c i a , -
carecen dentro del s i s t e m a b a l m e s i a n o de v a l o r p r o b a t o r i o , —
puesto que si el p r i n c i p i o "lo é v i d e n t e es v e r d a d e r o " es dudo^
so, t a m b i é n h a b r â n de s er l o e s a s r a z o n e s , que se f u n d a m e n t a n
e n él" (7 1 ).
Estas afirmaciones necesitan algûn comentario.
1 ) la p a l a b r a "m i s t e r i o s o " , a p l i c a d a al m o d o c om o
l l e g a n la s v e r d a d e s del s e n t i d o comûn, p ue d e tener un sentido
m u y a m pl io . Puede ir d e s d e "una n e c e s i d a d n a t u r a l " a asentir
a a lg o -y en e s t e caso no hay demasiado misterio- h asta una
forma incomprensible y c i e g a de p r o d u c i r s e el c o n c i m i e n t o .
Balmes estâ mâs c e r c a de la p r i m e r a posibilidad. -
Gonzâlez Cordero parece c o l o c a r l o m u c h o m â s en la s e gu nd a .
2) A f i r m a r que el p r i n c i p i o de e v i d e n c i a n o es evJL
d e nt e, p u e s t o que el p r e d i c a d o "verdadero", q ue connota rela­
c i ô n a la r e a l i d a d , no aparece en el sujeto "ver con claridad"
n o es a f i r m a r ni m u c h o m e n o s que sea dud o so , como dice el au­
t or i n t e r p r e t a n d o a B a l m e s . A f i r m a r e so es d e c i r lo c o n t r a r i o
de lo qu e e x p r e s o Balmes en su obra.
Comentando la " i n t u i c i ô n " balmesiana escribe lo si^
g ui en t e : "Si el e n t e n d i m i e n t o h u m a n o m i r a y ve el o b j e t o , fa%
samente es introducida u na f u e r z a c i e g a en v i r t u d de la cual
asiente a la r e a l i d a d objetiva" ( 7 2 ).
Con Balmes respondemos que no se t r a t a de n i n g u n a
fuerza c i e g a, antirracional y sin f u n d a m e n t o . Hablatnos d e un
205

"asenso irresistible" porque se d a n los p r c s u p u e s t o s r e c i o n a -


l es n e c e s a r i o s p a r a que no p o d a m o s p or m e n o s de a s e nt ir . Pre-
supuestos que m i r a n t a n t o al sujeto c o mo el o bj et o. Aunque, -
en ultimo t ér mi n o , en D a l m e s la b a l a n z a se i n c l i n e de p a rt e -
de lo s ub j e t i v o . Este es t o d o el "misterio" y toda la " c e g u e ­
ra" de qu e h a b l a el f i l ô s o f o ca ta l a n .
Habria que responder con las mismas palabras de —
Balmes cuando, hablando sobre la famosa duda de D e s c a r t e s , --
nos dice:
" P e r o ^ en qué c o n s i s t e e s ta d u d a ?
U a c i o n a l m e n t e h a b l a n d o , ^p ue d e —
ser u n a d u d a r e a l y v o r d a d e r a ? N o ;
e s t o es i m p o s i b l e , a b s o l u t a m e n t e
i m p o s i b l e . El h o m b r e , po r ser f i ­
l ôs of o , no a l c a n z a a d e s t r u i r su
n a t u r a l e z a ; y la n a t u r a l e z a se --
o p o n e i n v e n c i b l e m e n t e a esta duda,
t o m a d a en s e n t i d o r i g u r o s o " (7 3 )•

Pero esto, como podemos comprender, no es sinônimo


de "misterio" o "cegue d a d " , sino, mâs bien, de todo lo contrat
rio.
Si B a l m e s p u s i e r a el Instinto InteJectual c o mo un
elemento o facultad al m a r g e n de lo que entondemos como p r o —
blema del conocimiento, entonces si que podriamos acusarle en
el s e n t i d o en q u e lo h a c e Gonzâlez Cordero, l’ero no ] a h ace -
nsi, como ya hemos demostrado.
Todavia anade GONZALEZ COHDEHü lo siguiente: " No -
obstante, el instinto intelectual cae b a jo el control indirec^
to de la r a z ôn . Seria c o m o el c a s o de las p a s i one s. El senti­
do c o m û n es intelectual en c u a n t o el e n t e n d i m i e n t o pu ed e ejer
c er s ob r e el m i s m o una vigilancia indirecta" (74).
Concéder solamonte esta especie de "racionalismo"
al Instinto Intelectual balmesiano es, sin duda a l g u n a , conce^
derle mucho menos que lo que él le concede. No se trata solo
de que la razôn pueda, in d i r e c t a m e n t e , ejercer su control so­
bre el Instinto Intelectual y sus verdades, sino que éstas --
rnsponden a la exigencia mâs radical de la razôn. la razôn y
su hase -instinto intelectual- no son dos mundos d " stintos --
que, a lo mâs, uno puede conocer y controlar al otro. ;,Quién
206

dlrla que el cimiento no es parte de la casa? Son, eso si, ele^


mentos de verdad diferentes, criterios que se complementan en
una unidad bien profunda.
Por otro lado, aun admitiendo solamente esa intelec^
tualidad indirecta, quedaria a salvo el poder de la razôn, y -
no tendriamos ningun derecho para acusar a Balmes de "filôsofo
fideista", pues, por principio, cualquier filosofia de ese si^
no desconfia radicalmente del poder de la razôn. Una vez mas -
hay que recorder la llamada "ley de la armonia" balmesiana.
Este es el resumen al que llega este autor;

"En resumen: el sentido comun pro­


duce fe, pero no evidencia. La fe
es ciega, pero no lo es absoluta—
mente, descansa en los argumentos
de credibilidad. En igual sentido
podemos hablar del Instinto Inte--
lectual, interpretando el sentir -
balmesiano" (75).

"Después de cuanto llevamos dicho,


nos creemos con motivo mâs que su-
ficiente para establecer la sigui^
te conclusiôn: el s.c. balmesiano
se identifies con el Instinto cie­
go" (7 6 ).

Queremos contestar a estas c one lus i ones de G. Corde^


ro con las mismas palabras de Dalmes. Para el filôsofo catalân
la certeza que preexists a todo examen no es ciega (77). Mâs -
bien por el contrario, o nace de la claridad de la visiôn inte­
lectual , (7 8 ) o de un instinto conforme a la razôn: no es con­
tra la razôn, es su base (79).
"En la certeza primitiva, la visiôn
es por luz directs, no necesita de
reflexiôn.
Al consigner, pues, la existencia
de la certeza no hablamos de un he­
cho ciego ( el subrayado es nues--
tro), no queremos extinguir la luz
en su mismo origen ..." (8 0 ).

Por tanto, ni siquiera en el especifico campo del -


instinto intelectual podemos hablar de "ceguera"; cuanto me--
nos en la comprensiôn general de la teoria del conocimiento se^
207

gun liai me s.
Si a esta "vision por luz directa", a esta "necesi^
dad" la queremos calificar de "dogmatisme" o "fideismo" , apo-
yândonos en que el mismo Dalmes utilize la primera de estas -
expresiones, cualquier sistema podria denominarse con el mis­
mo cal if icativo, pues ninguno hay que no tenga en su haber a_l
gun dato por el estilo. "Este dogmatisme -dice Dalmes- tiene
en su apoyo a los mismos Pirrôn, Hume, Eiclite..." (8l).
Recuerda el autor que estâmes comentando, G. Corde^
I O, que ciertas palabras de Dalmes son "una concesi on a la --
doctrina de JACODl" -no olvidemos que es el représentante ge­
nuine del fideismo-. Por ejemplo, en el conocimiento de las -
grandes verdades sobre Dios, sobre nuestro destine, sobre la
moral. Al final del proximo capitule v-;remos que es précisa--
monte aqui, en el tema de Dios y las p/uebas de su existencia,
donde Balmes se manifiesta mâs clarameute antifideista. Remi-
tlmos a e sa parte del trabajo para descalificar estas acusa--
ciones infundadas.
Aunque uno y otro, Dalmes y Jacobi, bablen de una
facultad instintiva, las posturas son radicalmente distintas.
Para Dalmes el sentido comûn estâ a la base de la razôn y vie^
ne en su ayuda, Para Jacobi él sentido fideista sup1anta to--
talmente la facultad intelectiva.
Este autor coloca a Dalmes en la linea de Vives(82)
Pascal y Reid. "Balmes, al igual que Reid y Pascal, no niega
la facultad intelectiva, luego no es antiintelectualista. Pe­
ro si admiten, ademâs, un conocimiento de orden no intelectual,
y este es el instintivo ... Donde no llega el raciocinio de--
mostrativo e irrecusable, alcanza la fuerza invonciblc del —
instinto" (8 3 ).
En otro momento del trabajo se barâ el estudio
tallado de Thomas Reid y su filosofia y se barâ también la --
comparaciôn con Dalmes. Por lo demâs, y aunque el catalan con
céda una gran importanc ia al Instinto Intelectual como fuente
de conocimiento, nos parece demasiado ponerlo en la misma li­
nea de aquel " el corazôn también tiene sus razones que la ra
208

zôn no comprende" de Pascal.


Esto no quiere decir que Balmes no concede ningûn -
valor al mundo del '(sentimiento". Asi lo podemos comprobar en -
algunos de sus textos que transcribimos:

"Lo dicho de la evidencia inmedia­


ta y mediata con respecte al valor
objetivo de las ideas tiene lugar
no solo en el orden pur amente inte^
lectual, sino también en el moral.
A mâs de la vida del entendimiento
hay la vida de la voluntad; aquél
se anonada si carece de principios
en que pueda estribar; ésta perece
también como ser moral, ....,si no
tiene ninguna régla cuya observan-
cia o quebrantamiento constituya -
su perfecciôn o imperfecciôn. He -
aqui otra necesidad del asenso a -
ciertas verdades morales, y he ---
aqui por qué encontramos también -
esa irresistible y universal incl^
naciôn al asenso" (84).

Balmes reconoce, claramente, el campo de la volun—


tad y el valor del sentimiento. Explicar bien el fenômeno es -
explicarlo en la complejidad del hombre entero. Es como una ob
sesiôn en toda su obra. Mâs claramente aiiade:

"Y es de notar qu e , como en el or­


den moral no basta conocer, sino -
que es necesario obrar, y uno de -
los principios de acciôn es el sen­
timiento , las verdades morales no
solo son conocidas, sino también -
sentidas ... y el corazôn las abr^
za con entusiasmo y amor" (8 5 ).

Lo mismo se puede deducir de una de sus Cartas a un


escéptico. Criticando la filosofia de Kant, Dalmes deja bien
sentàdo tanto el valor del sentimiento como el de la razôn.

"Enhorabuena que demos mucha impor-


tancia al sentimiento y a las ins-
piraciones de la conciencia, que -
conozcamos la debilidad de nuestro
raciocinio y no exageremos sus al-
cances; pero conviens también guar
darnos de destruirle, de no matar
209

la razon a fuerza de desconfiar de


ella, extinguiendo esa antorcha —
que nos ho dado el Creador y que -
es un hermoso destello de la divi-
nidad" (86).

La reflexiôn balmesiana no es una reflexiôn puramen


te abstractiva, sino que valora la vida y el hombre en toda su
complejidad y manifestaciones. Por eso cede también su parce-
la al campo del "sentimiento" y la "acciôn", ya que ahl se dan
canipos de verdad que escaparian a los criterios estrictamente
racionales que hemos senalado hasta el momento.
Es ésta otra de las intuiciones, la amplitud del va
lor del sentimiento, que podemos apuntar en favor de la moder-
nidad y actualidad del filôsofo de Vich.

Hecha esta aclaraciôn en torno a la filosofia del -


sentimiento de Dalmes, volvemos al tema central que nos ocupa-
ba en este momento, es decir, al tema de hasta qué punto es o
no un autor fideista.
Es, sin dud a , G. PICARD, fr a n c é s , quien lo a c u s a --
mas fuertemente en e s te sentido (8 7 ). Por o t r o lado, ha h a b i -
do d o s autores que se h a n e n c a r g a d o de d e s t r u i r las t esis del
francos, el P. MIGUEL FLORI y ANGEL BENITO Y DURAN.
Puesto que también para nosotros son rechnzables --
Tas acusaciones de PICARD y no podemos compartir, como ya lo -
venimos viendo, la acusaciôn que se le hace a Dalmes de fideî^
ta, seguiremos las lineas de critica de los otros dos autores,
ahadiendo algunas anotaciones.
MIGUEL FLORI, S.l. presentô un trabajo, con motivo
del centenario de la muerte de Dalmes, en el «pie escribe sobre
el valor del "sentido comun" balmesiano y le salva, fundamen—
talmente, do toda carga de fideismo. Recoge la si guiente afir-
maciôn de PICARD : "Drevemente: (resume la aposiciôn de Dalmes)
constntaciôn de una necesidad, mero acto de fe on la veracidad
de nuestro espiritu. Garrigoy-Lagrange, ;,nos ofrece, por ventu
ra, algo mejor que Dalmes" (88).
No podemos estar de acuerdo, es ol comentario de --
210

Flori, en que torla la Gnoseologia del filôsofo de Vich estribe


en un mero acto de fe en la veracidad del esplritu y que se 1^
mite a constatar una necesidad puramente subjetiva. Echa mano
del texte de Dalmes.
"Sin embargo, no se créa que inten
te abandonar el campo a los escép-
ticos, o atrincherarme en la nece­
sidad, contento con senalar un he­
cho de nuestra naturaleza; la cue^
tiôn es susceptible de diferentes
soluciones, qu e , si no alcanzan a
llevarnos mâs lejos del non plus -
ultra de nuestro espiritu, dejan -
malparada la causa de los escépti-
cos" (8 9 ).

El ceder a una necesidad intima sin la que se ven--


dria abajo todo el edificio del raciocinio, incluso la concien
cia misma del "yo", pues no podriamos pasar del "me parece" al
"asi es", no es colocarnos en una postura escéptica o fideista,
como queda bien claro a lo largo de la exposiciôn de Dalmes.
Cuando nosotros, por ejemplo, inferimos de la coexi^
tencia o sucesiôn la relaciôn entre los hechos, no se trata de
un acto "instintivo ciego" (9 0 ), sino de la aplicaciôn de un -
principio que tenemos en el fondo de nuestra aima. No se trata,
pues, de puro acto de fe, sino de raciocinio.
En apoyo de nuestra tesis estaria también la gran -
importancia queBalmes concede a la intuiciôn, a ese "ver del
entendimiento" , que seria lo mâs contrario a una soluciôn fide^
ista. Intuiciôn que se extiende, por otro lado, tanto a lo ex­
terne como a lo interne, al mundo de las sensaciones y al del
sentido intimo.
"(iuieren un argumente donde sôlo -
cabe una visiôn; exigen grades don
de no los hay. Cuando la razôn hu­
mana ha visto ciertas verdades no
puede ir mâs allâ ni dudar de ellas
Estâ sometida a una ley primitiva
de su naturaleza, de la cual no --
puede prescindir sin dejar de ser
lo que es, l'or lo mismo que ve el
objeto, estâ segura de él" (9I).

Se ha de observar la i isistencia con que Dalmes re-


211

plte la m i s m a n o c io n : v e r . Hemos de dai" po r sent ado es te hecho,


que Balmes l la m a i n t u i c i ô n , aunque no le importa demasiado el
nombre, si no q u e r e m o s r e n u n c i a r a todo t e s t i m o n i o de ]a c o n —
ciencia.
E s t a v e r d a d de la i n t u i c i ô n ju n t o c o n el n e c e s a r i o
e j e r c i c i o do la r a zô n , con la " g i m n a s i a d e l d i s c u r s o " , hace —
que debamos rechazar t o d a a c u s a c i ô n de fideista contra Balmes.
M. FLORI nos dice en su c o m e n t a r i o estas palabras -
q ue suscribimos totalmente: "La t e o r i a b a l m e s i a n a del sentido
comûn nos parece en p u g n a a b i e r t a conté a to d o fideismo irracio^
nnlista" ( 9 2 ).
"Se n o s aparece Balmes t a n aie jade de] irracionalis-
mo fideista, que con t o d a r a z ô n p o d e m o s afirmar c o n el P. Cas^
novas que el f i l ô s o f o v i c e n s e es u n "fuerte intelectualista, -
sin u n a sola fibra escéptica e n todo su o r g a n i s m o " . El sentido
c o m û n p u e d e , p o r lo ta nt o , al m e n o s tal como lo c o n c i b e Dalm es ,
atribuirse al t o m i s m o sin n e c e s i d a d de "inocularle la m â s mini^
ma dosis de irracionalismo r e i d i a n o " , contra lo que p r e t e n d e -
Gilson. Pues el s e n t i d o c o m û n no es una f a c u l t a d d i s t i n t a de -
la r a z ô n , s i no que es la m i s m a r a z ô n , p ro u t sponte sua p r o r u m -
p it in huiusmodi iudicia" (93).

El S e n t i d o C o m û n n o es f a c u l t a d d i s t i n t a de la r a z ô n
... Es u n a i d e a que hemos repetido con harta frecuencia en
nuestro t r ab a j o . Idea c la v e si queremos entender correctamente
el p e n s a m i e n t o de B a l m e s y s a l v a r l e , p ues no hay n i n g u n a r a z ô n
para a f i r m a r lo c o n t r a r i o , de t od o a s o m b r o do escepticismo o -
fide L s m o .
Otro autor que critica ]a i n t e r p r e t a c i ô n de PICARD
eu e s te tema es B E N I T O Y D U RA N. Hace su y as las p a l a b r a s de R .-
G IRON ELI, A c u a n d o dice: "<‘,Es é s t o d e c i r que Dalmes desde e l ---
principio se d a lo que ha de ser el r e s u l t a d o de la i n v e s t i g a -
c iôn c r i t i c a ? N a d a m â s fal so . El r e s u l t a d o de la i n v e s t i g a c i ô n
critica s é r i a un a s e r t o qu i z â s obre lo m i s mo , pero sistemâtico;
cl el r e s u l t a d o de su e l a b o r a c i ô n s e r i a un a s e r t o sobre el m i ^
mo p u n t o , p e r o t r a t a d o r a z o n a d a m o n t e ; lo que él se da al p r in-
212

cipio es asistemâtico, algo previo; no se da, pues, lo mismo -


..."
Quiere esto decir que nada mâs lejos de la realidad
que acusar a Dalmes de fideista o e scéptico. El partir de aigu
nos datos, vamos a llamarle de "fuerza de la naturaleza", no -
quiere decir que no tenga ya nada que hacer la reflexiôn y la
inteligencia, o que carezcan de valor para toda justificaciôn
critica.
Una cosa es, dice este autor, que a Balmes en algûn
momento de su vida le hiciesen mella ciertas sombras de escep­
ticismo filosôfico -recordemos aquel grito suyo: "abajo la au-
toridad cientifica"-, y otra que se pueda afirmar lo mismo de
su postura definitive de pensamiento. Escribe Durân: "Balmes -
al final renuncia a la posiciôn suicida del auténtico escépti-
co, no menos que a la ingenua del creyente puro y dogmâtico de
signo tradicionalista" (94).
"Porque Balmes estâ seguro de que la razôn tiene c^
pacidad natural para llegar a conocer algo sin la revelaciôn y
algo mâs con esa misma razôn auxlliada por la revelaciôn. Es -
decir, que ni por escéptico ni por fideista la crisis criterion
lôgica de Balmes le llevô al escepticismo absoluto" (95)»
En estas dos sentencias queda resumida la i n t e r p r e -
t a c i ô n de e st e a u t o r , s a l v a n d o al f i l ô s o f o c a t a l â n de t o d o a s ^
m o de f i d e i s m o o e s c e p t i c i s m o .
Mucho mâs ambigua queda la postura de CARLOS RUIZ -
DEL CASTILLO interpretando este tema en Balmes. Por un lado, -
parece reconocerle su fe en la facultad cognoscitiva, en cuyo
caso quedaria excluido de una interpretaciôn fideista. Estas -
son sus palabras: "^no indica esto (el instinto intelectual --
combinado con la conciencia) una robusta fe en la facultad co£
noscente y en la propia naturaleza humana? Se tiene fe en la -
constitueiôn mental y en el hombre mismo cuando se confia en -
el instrumenta de captaciôn de lo real ..."(9 6 ).
Esta es la v e r d a d de la i n t e r p r e t a c i ô n de Dal m es . -
Sin embargo, e st e autor e n o t ro m o m e n t o p a r e c e contradecirse -
c u a n d o es c ri b e , t a m b i é n a p r o p ô s i t o de D a l me s : " M as si d e s c o n -
213

flamos a la vez de las sensaciones y del razonamiento en su --


correspondencia con una realidad objetiva, nada sino un acto -
de fe (el subrayado es nuestro) nos oiiecera el ultimo y csen-
cial npoyo ..." (97).
Esta segunda afirmacion colocarxa a Balmes on posi-
c ion fideista, y , como ya hemos visto, es totalmente inadniisi-
ble .
Tainbien FldîDEKICII CLASCAH salva a Balmes del fide 1js
mo, aiinque no acaba do inter pretar bien el Instinto Intelectual
balmesiano. "El sentit cornu, tal com l'entendîa Balmes, no era
solament el contingut natural y nadiu '*e la conciencia, les --
lleys primitives de nostre esperit, la H u m misteriosa o i]um^
nacio mxstica y ultra-racional de 1'escocianisme protestant, -
sino el sidement, les capes géologiques, de la inteI igencia Hu­
mana, formades per la H e y biologica de la intus-suscepcio, la
raho feta y reposada, la tradicio intelectual organica, la ve-
ritat incorporada en la ciencia de la vida, funcionant y circu
lant com sava vivificadora y tebia de l'arbre secular de la v_i
da racional Humana que tots Hem de viure" (90).
No vamos a negar que tambiér. en este toma tiene BaJL
mes a veces expresiones un tanto ambiguas; expresionos que, si
no se miran en e 1 conjunto de su pensamiento, pueden favorcccr
una interpretaciôn de signe escéptico. Asx nos dice, por ejem-
plo :
"...y, poi consiguiente, rescrvân-
dome fingir por algunos momentos -
esa duda para cuando el ocio y el
humor lo consintieran, me quedé —
con todas las convicciones y creen
cias que antes, salvo las H a m a d a s
filosoficas" (9 9T1

"Sin embaigo, la experiencia demue^


tra que el espîritu se Halla m u y -
bien en este estado, y que ciorto
grado de escepticismo cientxfico -
Hace mas î acil y 1 levadera la fe -
religiosa’’ (lOO).

" (,Uué m a s : Ni s i q u i e r a n e c e s i t a r a
u s t e d estvidiarlos a f o n d e p a r a que^
d a r s e profundainente c o n v e n c i d o de
214

la impotencia del espiritu humano,


abandonado a sus proplos recursos
..."(1 0 1 ).
Afirmaciones de este estllo, y recogidas fuera de -
todo elcontexto general, nos llevarla a pensar en un Dalmes -
escéptico, enmateria de Filosofia, o, sin mâs remedio, en un
Balmes fideista. Sin embargo, ya estâmes viendo que no es ni -
lo une ni lo otro. Algunos aclaraciones conviene tener présen­
tes en este punto.

1) Que Balmes, ciertamente, afirma la supe-


rioridad de la f e , de là Religion, por enc^
ma de todo; incluse como piedra de salvadôn
para muchos problemas de la Filosofia. Pero
ya se comprenderâ que esta lu z , si se nos -
permite corapararla al faro del puerto, no -
nos puede ahoirar el esfuerzo de remar ha^
él.

2) Que Balmes en ningûn memento puede pres-


cindir de su "fibra de apologista de la Re­
ligion catôlica", y este a veces le conduce
a expresiones fronterizas.

3) Que, en el fondo, esta profundamente con


vencido de que estes dos mundos, fe y razôn,
no se oponen, pues "séria una ofensa al Cre^
ador", si no se pueden y se doben de nrmon^
zar.

4) (}ue Balmes juzgo que el ûnico camino vâ-


lido es el que confia en el poder de la ra­
zôn, correctamente e tendida, y no el esce£
ticismo ni el fideisino. Nos lo dice asi de
claramente: "Por esta causa debe condenarse
como insensate el sistema de un escepticis-
mo universal hasta en las meterias puramen-
te filosôficas, sin que por este sea mene s-
215

ter abrnzar ciegamente las opiniojios de es­


ta o aquella escuela" (102).
Estas palabras refiejan bien el pensamiento de mie^
tro filosofo, y conforme a ellas se han de interpretar los ---
otros textos.
También FIDEl, CASADO, que hemos citado en otro mo —
mento, nos habla de "conocimiento instintivo y ciego" de Bal--
mes. Se apoya en el famoso ojemplo que pone Haïmes: "si se in­
dien un hombre un blanco de una llnea de diametro, y luego se
le vendan los ojos, y, después de haberle hecho dar muchas vud
tas a la aventura, se le pone un arco en la mano para que dis­
pare y se asegura que la flécha ira a clavarse precisamente en
el pequenisimo blanco, dira que esto es imposible, y nadie se­
ra capaz de persuadirle tamaho disparate ...". Tal convicciôn,
nos dice Balmes, no tiene otro apoyo que el "Instinto Intelec­
tual", pues aqui no sirve ni el testimoiiio de la conciencia ni
el de la evidencia.
Este ejemplo ciertamente, y como ya hemos insinuado
en otro momento, restringe bastante el valor del Instinto Inte^
lectual y parece colocarlo del lado de lo puramente instintivo
y ciego. Sin embargo, y aun en este caso, no hay ninguna anti-
rracionalidad. Habria que volver a repetir, con Balmes en la -
mano, que se trata de una "certeza conforme a la razon", y no
de una "certeza contra la razôn" (103). A posteriori podemos -
afirmar que es la r e spuesta mas raciona1.
Balmes no cede, pues, a una uostura escéptica, que
podiamos définir como la doctrine segun la cual no hay ningûn
saber firme, ni puede encontrnrse nunca ninguna opinion absolu
tamcnte segura, sino (|ue demuestra la posibi 1 idad del conoci —
miento y del conocimiento cierto; pero esto lo liace no cedien
do a un fidexsmo de tipo mas o nienos religioso, sino desenvo^
vie Tldo las posibilidadcs racionales, en su var iedad de crite-
r j o s , que el hombre tiene.
En esta Ixnea interpréta tai..bien el instinto intelec^
tuai liAMüN M. ROSES cuyas palabras recogemos en este momento :
"Interpretaciôn instintiva (de Balmes). También constituye un
216

desenfoque del pensamiento balmesiano confundir, con Cueva y


sus continuadores, la descripcion del sentido comun y del in^
tinto intelectual con un instintivismo arracional de factura
reidiana. Nada mas falso .... Todos los casos de sentido comun
obedecen a una percepcion especial y cuasi intuitiva (el sub­
rayado es nuestro) de una motivac. on logica.Mas aun: el sentjL
do comun para ser legitimo guxa en el campo del conocimiento
debe poder resistir el examen de la razon, lo cual supone, —
evidentemente, que sus afirmaciones no son el resultado ciego
de impulsos arracionales..." (104).
"Se trata de un instinto cognoscitivo..., de un in^
tinto que actua su dinamismo solo ante la presencia inteligi-
ble de un objeto" (105).
El conjunto de esta interpretaciôn, e specialmente
las palabras que hemos subrayado, nos parece la interpretation
corrects de Balmes, y nos hace comprender el por que no se —
trata de ningûn tipo de instintivismo ni, por supuesto, de fi^
delsmo. Hay, en el fondo, suficiente motivaciôn lôgica, llame^
se percepciôn e special y cuasi intuitiva, para que tenga que
ser asi. Diriamos que en el llamado sentido comûn, en su ac —
tualizaciôn, pesa algûn tipo de cuasi evidencia, independien-
temente de la facultad, que le lleva a actualizar su dinamis­
mo .
En este sentido volvemos a leer unas palabras bien
significativas en este autor. Escribe lo siguiente: "Para Bal^
mes el sentido comûn es el basamento psicolôgico natural de -
nuestras certezas; pero este basamento vale, no por ser natu­
ral, sino por estar en trasparente continuidad con lo real" -
(106).
Tenemos que citar también a BASILIUS A. R U B I , pues,
en contra de la opiniôn del historiador del historiador Cefe-
rino Gonzalez, salva a Balmes de la acusaciôn de escéptico o
fideista.
Estas son las palabras de Ceferino en su Historia
de la Filosofia de 1886: "Para ser justos debcmos advertir --
que, en nuestra opiniôn, la doctrina filosôfica de Balmes en-
117

trnnn un grave defecto, y es su tendencia al oscepticismo ob-


jetivo y al fideisino de Jacobi.Para quien quiera (|ue refloxio
ne sobre el papel que , segun el f ilosof o de Vich, desempefio -
el sentido comûn, y sobre todo la influencia que ejerce el in^
tinto intelectual, no ya solo con resp-’cto a los criterios de
evidencia mediata, de los sentidos ext^rnos, de la autoridad,
sino hasta en el de evidencia inmediat.i, no cabe poner en du­
da que la teoria criteriolôgica de Balmes conduce a la siginen
te tesis: Solo peseetnos certeza racional y segura de los feno
menos subjetivos; la que poseemos en orden a la realidad obje^
tiva de las cosas distintas del yo, es una certeza que se ap^
ya en una necesidad intima, en una inclinacion instintiva de
la naturaleza. Y no hay para que llamar la atenciôn sobre la
afinidad y estrechas relaciones que existen entre esta tesis
y el escepticismo objetivo y mas aûn con el fideismo de Jaco­
bi y con el sentimentalisme de la escuela escocesa..."(10 7).

Las acusaciones a Balmes de autor escéptico, fide^


ta, al estilo de Jacobi el principal représentante, y segui--
dor de la escuela escocesa, no pueden ser mas directas y cla-
ras . Sin embargo, de las très acusaciones se libra Balmes en
una justa valornciôn de sus pensamientos. De las dos primeras,
lo haremos siguiendo a Rubi; de la tercera, en un capitule --
aparté del trabajo.
Escribe RUBI comentando a Balmes: "Attamen dantur
aliae veritates de quibus certitude sine forniidine errandi ha
betur, non ex perspicuitate enuntiabilIs, sed ex testimonio -
auctoritas, ex legibus physicis et inoralibus, vel simplicitcr
ex inmediata perspicuitate primorum pi ine i p i or u m . lluiusdimodi
certitude non habetur nec ex testimonio conscientiae, nec ex
reflcxione rationis circa aliqua naturali inclinatione seu in
te]J ectuali instinctu naturae rational! omnino conforme. Quae
tamcn veritates semper aliquam necessitatem vitae sensitivae,
into 1lectualis vel moralis suppoimnt" (lOO).
En contraposicion con los animales el instinto —
aqni no es ciego, pues no lo puede ser cuando "las inclinacio^
218

nés naturales estan subordlnadas en su ejercicio a la libertad


y a la razôn" (1 09).
Insiste, siguiendo textualmente el pensamiento de -
Balmes, en que al consignar la exigencia de esta certeza no
blamos de un hecho ciego, pues no queremos extinguir la luz en
su mismo origen. Luego concluye abiertamente: "Quibus rite per
pensis, evidenter patet esse aberrationem quanda m , nisi forsan
gravera calumniam, affirmare sensum communem Balmesii et eius -
instinctum intellectualem quandam affinitatem habere, intimas-
que relationes cum scepticisme obiectivo, vel potius cum fide­
ismo Jacobi et cum sentimentalismo scholae scotiae" (110).
La postura balmesiana no tiene nada que ver, por —
tanto, con el escepticismo ni con el fideismo de Jacobi; tampo
co con el sentimentalisme de la escuela escocesa.
Reconoce la ambigüedad de la palabra, cosa que ya -
hace el mismo Balmes en sus obras, pero salva la correcta in—
terpretaciôn del hecho como tal.
Vuelve a insistir on el mismo pensamiento con estas
palabras: "De sue instinctu intellectuali loquendo, nec sceptjL
cismo obiectivo favet, nec minus fideismo, sed ut pote praecur
sor insignis restaurationis thomisthicae, per suum sensum com­
munem audacter petram angularem ponit hodierni realismi"(111).
Al final de esta exposiciôn, tanto de los mismos —
textos de Balmes como de los autores que le han entondido con
mas verdad, nadie podrâ ya volver acusando al filôsofo de Vich
d e "fideista" o "escéptico" . Dos posturas filosôficas radical—
mente contrarias a su mas genuino pensamiento.
Nada tiene que ver su "instinto intelectual", esa -
ultima fuerza dinâmica de la razôn que se actualiza en condicin
nés bien determinadas, con un coder a algo "ciego" o misterio-
so; con un coder a un fideismo mas alla de toda fuerza racio--
nal; o, con un coder a la fuerza de una imposiciôn escéptica.
Balmes, colocado en un intente de mediaciôn entre -
el idéalisme y el sensualismo, quiere concéder al sujeto, a la
razôn, todo lo que esta en su campo; pero, también quiere con­
céder al objeto todo lo que le pertenece.
219

En ese intento filosofico os dondo hemos de colocar


la vision correcta del instinto intelectual, sedimento de la -
razôn que hace posible su dinamismo.
Anadimos una aclaraciôn. Si hemos tratado en conjun
to el tema del fideismo y del escepticismo ha sido porque, aun
siendo dos realidades filosôficas distintas y distantes,ha vje
nido a resultar que también aqui "los extremes se tocan". De -
hecho, desde un escepticismo no es dificil saltar a un fideis­
mo; desde un fideismo, también es fâcil enlazar con fibras ra^
cionalmente escépticas.
Por tanto, esa aparente paradeja se resuelve, en el
campo de los hechos, de forma bastante lôgica.

BALMES. ;.SEGUIPOR DE LA ESCUELA ESCOCESA DEL SENTI­

DO COMUN?

Con esta pregunta nos enfrentamos con la acusaciôn


e interpretaciôn mas fuerte y nias comun que ha recibido la fi­
losofia de Haïmes, concretamente su teoria del instinto inteJec
tuai.
Antes de seguir tenemos que hacer una anotaciôn. E^
te tema, la rclaciôn entre la filosofia escocesa y Balmes, va
a ser ampliamente tratado en el capitule siguiente de este tra
ba.jo. Sobre todo, se va hacer alli una exposiciôn pormenoriza-
da de la llamada "Filosofia del Sentido Comun", y después se -
tratarâ de comparer hasta qué punto es o no os Balmes un conti^
nuador de taies ideas filosôficas. E s a segunda parte que e s ,-
por otro lado, la que mas nos interes.-, no se puede hacer sin
haber detallado antes las lineas princ ipales de esa Filosofia
e scoce s a .
En este momento no queremos sino hacer una tarea de
constataciôn de hechos. Ilechos que suiionen esta triple verdad;
por un lado, la afirmacion repetida de la relaciôn real de Bal
mes con la escuela escocesa; en segundo término, la comproba--
220

cion de una serie de autores que afirman taxativamente que la


filosofia del "instinto intelectual" balmesiano no es sino la
repeticion y copia del "sentido comun" de los escoceses; por
fin, el reconocimiento de otro grupo de autores q u e , sin ne­
gar alguna relaciôn o concomitancia de temas e influencias C£
munes, no puede admitir que la filosofia del "instinto intetec
tual" balmesiano sea la Filosofia del sentido comun de la es­
cuela escocesa.
La primera de nuestras af irmaciones es de fâcil --
comprobaciôn. De hecho, no hemos encontrado autor, manual o
diccionario que hayan podido eludir este tema. Buscar el nom­
bre de Balmes es encontrarnos, râpidamente, con una palabra -
de relaciôn con la Filosofia de la escuela escocesa.
Para unos, esta relaciôn signifies mera coinciden-
cia parcial; para otros, es una relaciôn mucho mas profunda.
Exponemos asi la doble linea de pensamiento y autores que en
este tema podemos encontrar.
Por ejemplo, FERRATER M O R A , se expresa de esta ma-
nera: "Mayor afinidad, en cambio, manifesto, sin apartarse —
del cauce tradicional, con Reid y la escuela escocesa, asi co^
mo con algunas manif estaciones dël e spiritual ismo francés coe^
tâneo" (1 1 2 ).
Esta afinidad queda reducida para otros a meras —
coincidencias parciales, sobre todo, por haber bebido ambas -
f ilosofias de una fuente comûn: la filosofia del P. Uuffier.
"Com que també la filosofia escocesa de] sentit c^
mû (Thomas Reid i Wiliam Hamilton) s'entronca amb Buffier d'a
ci les coincidences parcials de la filosofia balmesiana amb -
la de Marti d'Eixalâ i de Llorons i Barba, influits directe--
ment per Hamilton" (113)>
En este momento sôlo nos interesa fijarnos en la -
afirmaciôn de las "coincidencias parciales" que guarda, segûn
esta cita, la filosofia balmesiana con la filosofia del sentj.
do comûn de los escoceses, y esto por haber sido fuente primée
ra de inspiraciôn el pensamiento del francés Buffier.
Para otros autores la influencia de la escuela es-
221

cocesa es mucho mas clnra y definitiva. Asx podemos leer :"En


cuaiito a los f ilosof os modernos, es visible la inf luencia car
tesiana en el subrayado constante entre el pensamiento y la -
extension, con sus respectivos criterios de conciencia o de -
evidencia, y de la escuela escocesa de Tomâs Reid, con la e x ^
tac ion del "sentido comûn" sobre la e speculac ion filosôfica"
(ll4) .
Hemos de notar que esta "exaltaciôn del sentido c^
mûn sobre la especuJ acion filosôfica" no es sino a nivel psi­
colôgico, en cuanto que actûa de hecho antes de toda justifi-
cacion crxtica; pero no signifies que sea algo al margen o --
contrario a esa misma justificaciôn crxtica, cosa que en la
escuela escocesa sx se puede afirmar. Luego por este capitule
no es tan visible, como quiere este autor, la influencia de
la escuela escocesa.
En este sentido, se han de interpretar correctamen
te las afirmaciones de M. FLORI cuando nos dice que, dentro -
del panorama filosôfico con que se tuvo que enfrentar J aime -
Haïmes, sôlo le merecxa confianza una escuela, os docir, la -
escuela escocesa.
^En qué sentido hemos de interpretar esta afirmaciôn?
Mas que como una escuela cuyos derroteros y linea de pensamiento
sign Dalmes, lo hemos de entendcr como una escuela cuyos plan
teamientos iniciales, y cuyo intento filosôfico, si le pare-
cieron totalmente vâlidos a nuestro filôsofo. En esto, ciert^
monte, coinciden.
Dado que el pensamiento filosôfico habla caxdo en
un doble derrotcro, idealismo exagerado por un lado y empiri^
mo por otro, y ambos igualmente inadmisihles, Haïmes al igual
que los filôsofos de la corriente escocesa intentan salvnr de
este ahismo a la filosofia tratando de buscar un punto medio
de snluciôn verdadera.
No es otra la iniluencia que este autor atribuye a
Haïmes con relaciôn a la escuela escocesa: "En medio de cua--
dro tan de solador hallaha tan sôlo una escuela (Haïmes), la -
escocesa, que gozase de algun prestigio y que con su teoria -
222

del sensus communis reaccionase enérgicamente frente al fenomei


nalismo radical de Hume y al solisipmo al que conducla el cri­
teria cartesiano. Balmes, sin compartir el optimisme de los e^
coceses, se constituye no obstante en campeon del sentido co--
mun, convirtiendole en luminoso instinto intelectual" (115).
Otros han visto coincidencia total entre el sentido
comun de los escoceses y el instinto intelectual de Balmes.
te es el caso, por ejemplo, de MARCIAL SOLANA^
Al preguntarse si el fundamento ultimo de la legit^
raidad de la evidencia es una fuerza o instinto natural que nos
haga asentir ciegamente a lo evidente, responde: "Asi es para
Balmes, influenciado en esto por T, Reid (1710-179^)» en la —
principal de sus obras. An inquiry into the human mind on the
principles of common sense, y la escuela escocesa" (ll6).

Hemos subrayado dos palabras significativas. Confor


me a ellas, "el sentir ciegamente", estructura todo el articu­
le SOLANA. Esto, como vemos, invalida desde la raiz toda su ar
gumentacion y resultados. ^Se puede admitir en Balmes ese plan
teainiento del asentimiento ciego? Ciertamente que no.
Pero veamos como sigue argumentando SOLANA, partien
do siempre de esa raiz falsa. Para él, y en esto hace suya la
teoria de Comellas, es imposible admitir que la legitimidad de
nuestro asenso a lo evidente tenga por fundamento esa "fuerza
o instinto interno, ciego e irresistible que Balmes y la escue^
la escocesa denominan sentido comun" (117).
Puesto asi el planteamiento podemos responderle que
también para Balmes e so es imposible. Una fuerza ciega por si
mismo no fundamenta ningûn género de evidencia. Pero os que -
en Balmes ni es ciega, pues es el fundamento y base de la razôn
ni es por si misma, pues requiere del contenido objetivo de lo
evidente. Si prescindimos de estas dos premisas, esenciales en
el pensamiento de Balmes, entonces si que tendriamos que liablar
de esa "imposibilidad" de que nos habla Marcial Solana. Pues -
lo que de suyo, y en toda su esencia y alcance, es oscuro y --
ciego, ^quién se atrevern a decir que fuera origen y causa de
223

la claridad y de la luz?, Como este autor interpréta asi el -


sentido comûn de Balmes puede hacer afirmncione s como estas :
"El sentido comûn, segûn Balmes y la escuela escocesa, es un
itiipu] so ciego, Luego el sentido comûn que admiten Balmes y la
escuela escocesa no puede producir la claridad propia del co­
nocimiento evidente"(1 1 8 ).
sôlo en esta comprensiôn, totalmente errônea, del
sentido comûn balmesiano se puede hacer una identificaciôn --
cou el sentido comûn de la filosofia escocesa, tal como lo ha^
ce Solana. Puesto que el entendimiento humano es facultad que
naturalmente tiende en sus conocimientos a la claridad es con
trario a su condiciôn natural fundar 3a claridad del asenso a
lo evidente en un impulse ciego. Asi sigue razonando este au­
tor con relaciôn a Balmes y la Filosofia escocesa del sentido
comûn. Razonamiento que lleva siempre en el fondo el mismo v_i
cio radical.
Trascribimos otro de sus textos donde, claramente,
identifica el sentido comûn balmesiano con cl de la escuela -
escocesa, y donde, también, los rechaza por las mismas razo--
n e s : "O consta razonablemente que esa fuerza cicga y oscura -
que Balmes y la escuela escocesa llaman sentido comûn es cri-
terio de verdad, o no consta razonablemente. Si lo primero, -
eI sentido comûn de Balmes y la escuela escocesa ya no es al­
go ciego y oscuro; porque las razones que justifiquen el que
se le admita como cri terio de verdad hacou claro y patente lo
admit ido en virtud de la mociôn, del impulso, del sentido co­
mûn . Si lo segundo, es absurdo tomar por criterio de verdad a
lo .que no hay razones bastante s para tenerlo por tal. Luego -
lo que Balmes y la escuela escocesa denominan sentido comûn -
110 puede ser el fundamento del asenso del en tend imiento huma­
no a la verdad de lo évidente" (1 1 9 ).
Si el autor hubiera mirada un poco detalladainente
toda el pensamiento de Balmes toTidrla que haber concluido que
si consta razonablemente que el "instinto intelectual" sea --
critorio de verdad. La certeza primitiva no es ciega; por el
contrario, nos dice Balmes, o nace de la claridad de la visiôn
224

Intelectual« o de un instinto conforme a la razôn, no en con­


tra. En esta certeza, la visiôn es por luz directe. No se tra­
ta, pues, de algo puramente subjetivo y ciego; hay también vi­
siôn. Se trata de no extinguir la luz allx donde ella brilla -
con mâs pureza.
Luego si consta razonablemente, aunque Solana no lo
quiera ver, que el instinto intelectual balmesiano sea crite--
rio de verdad. Como c on se eue ne i a , también consta que no se pue^
de hacer coincidir, como él lo hace, con el "sentido comun" de
la Escuela Escocesa.
La ultima verdad de toda esta interpretaciôn es que
viene a acusar a Balmes de escepticismo. Esto es muy lôgico. -
Si se priva a la certeza, en concrete aqui a la certeza del --
sentido comûn, de su fundamento objetivo, dejamos la puerta —
abierta al escepticismo. Pero en Balmes ya hemos visto que no
se le puede privar de ese fundamento.
En este mismo sentido, de seguidor de la escuela e.s
cocesa, le acusa COMELLAS Y CUESTA, siguiendo la corriente de
autores qu e , por sistema, le han interpretado y juzgado de es­
ta forma. Sus palabras son claras y nitidas: "Echanse de ver -
en los escritos filosôficos de Balmes la influencia de Descar­
tes y la de la escuela escocesa. A la primera es debida su ten
dencia subjetiva que se observa muehas veces. A 3a segunda de­
be atribuirse su doctrina sobre el Impulso natural irresistible,
como criterio de verdad ..."
"Nuestro gran pensador Balmes, sobre quien ha ejer-
cido notable influencia la escuela escocesa, admite también el
criterio del sentido comûn, y lo explica en el mismo sentido -
de inclinaciôn déterminante" (1 2 0 ).
En los textos trascritos queda suf ic lentement e expljL
cada la interpretaciôn de este autor con relaciôn a la influer»
cia que Balmes tuvo de la escuela escocesa.
También UNAMUNO le acusa de una manera parecida, ha
ciéndole un mero lieredero del "sentido comûn" escocés. En al--
gûn momento llega a llamarle "escocés de quinta mano" con un -
aire de mofa imperdonable, pues Unamuno es uno de los casos --
223

claros que le juzga ateniéndose ûnicameute a la letra, a la -


materia]idad de la formula, y no pénétra en el espiritu, en -
el contenido profundo de su pensamiento. Llega incluso en a 1-
gnn momento a entender el "sentido coriûn" como "consentimien­
to comûn". Esto significa la mayor descalificacion de Unamuno
de cara a dar un juicio de valor a su interpretaciôn de la
losofia de Jaime Dalmes" (121).
Lo mismo le acusa SERRANO SUfÎER cuando escribe: --
"Hay en la Filosofia Fundamental, sin duda, mucho de autores
extranjeros, pero se perciben claras resonancias de (iômoz Pe­
reira... y de Fox M. al inspirarse en los parientes analisis
de la escuela escocesa y al mirar con simpatla las concepcio-
nes armônicas de Leibniz" (122).
Merece citar se también el ♦•jemplo e interpretaciôn
de RAMON RO(^UER. Al hacer un estudio del tema de 1 sentido co­
mûn en Dalmes distingue como un doble momento; la comprensiôn
de este tema en su obra El Criterio y en su Filosofia Funda--
mental.
Parte del hecho de que segûn Dalmes la Filosofia -
de la escuela escocesa arranca del jesuîta P. Buffier, segûn
nos dice en su Historia de la Filosofia: "En esta doctrina, -
que su autor (Buffier) desenvuelve con suma precisiôn y luci-
doz, se halla el fondo de la filosofia escocesa, contenida en
las obras de Reid" (123).
Como por otro lado, enlaza el pensamiento de Bal--
ines, sobre todo en el tema del sentido comûn, con el del P. -
Buffier, concluye en una coincidencia termine]ôgica y concep­
tual entre Balmes y la escuela escocesa.
Al estudiar el tema en El Criterio examina fnnda--
montalmente la llamada imposibilidad de sentido comûn,para —
c oTicl u i r : "I,a pregunta es de p o s s i b i ] i ; ]a respuesta es de ex
pectativa de probabili eventu. La respuesta correcta hubiera
sido: si, es posible; pero improbable, con el coeficiente tal
de probabilidad" (124).
"Como no todos podemos ca]:u]ar hasta el grado do­
se ado de aproximaciôn la probabilidad matematica, y siendo --
226

conceblble una rospuesta-expectatlvn igual en todo hombre de


"sano juicio", concluye Balmes que tal respuesta se debe a -
una manera de instinto, que résulta ser la definicion del --
sentido comun de los escoceses" (125).
Ciertamente, si no tuviésemos otros textos para
comprender en toda su verdad el sentido comun balmesiano, y
como ya hemos senalado en este trabajo, habrxamos de concluir
en una gran semejanza con la escuela escocesa; habrxamos de
quedarnos en ese "instinto" dil'erente y contrapuesto a la -
razôn, origen de un cumule de verdades y principles que lia-'
mamos de sentido comûn.
Pero, como el mismo autor reconoce, el pensamien
to de Balmes hay que verlo en "su madurez o correcciôn" (126)
Rn esa madurez entrâmes en contacte con su principal obra, la
Filosofia Fundamental.
Esta claro que también en esta obra encontrarnos
una coincidencia terminolôgica, emplea la misma expresiôn. -
Una expresiôn que los autores no han matizado demasiado, aun
que SX han utilizado con profusiôn. En el examen que Balmes
hace de este doble término viene a coincidir, segûn ROQUER,-
con los filôsofos ûe la escuela escocesa: "En esta disecciôn
del vocable, Halnn^s sigue a los majores intérpretes de la —
doctrina escocesa: Jouffroy y Hamilton" (12?).
Hace luego este autor una minuciosa comparaciôn
entre la définie iôn de "sentido comûn" de Uuffier y la de —
Balmes, y concluye en un paralelismo total. Ve una razôn de
mâs para colocar a Haïmes, sin ningûn tipo de matizaciones,-
en la corriente do la filosofia del sentido comûn de la esciK
la escocesa. Cuando hagamos la exposiciôn de la Ixneas fund^
mentales del P. Buffier emitiremos nuestro juicio de valor.
()uiere ver, por otro lado, cômo en Balmes la ra^
zôn natural, o me j o r , la razôn en su uso natural, es contra-
puesta a la razôn en su uso reflexivo. Ya sabemos q u e , mâs
que de contraposicion, habrxamos de hablar de un doble momen
to, pre-reflexivo y reflexivo, de la misma razôn. Esto nos -
hace ver que la afirmaciôn de Roquer no es acertada: "La apU
227

caciôn Instintiva del principio de causalidad, en Dalmes, equ^


vale al uso natural de la razôn, contrapuesta al uso reflexivo
de la misma; a una lôgica natural frente a la lôgica cientxfi-
ca" (1 2 8 ).
lîn esta misma Ixnea de interpretaciôn nos presen
ta la conciencia y el razonamiento, dos de los criterios de —
verdad en Balmes, como algo al margen del sentido comun. Tarn—
bien aqux habrxa que hablar mejor de m a d,i ferenciaciôn inte--
gradora.
Nos parece mejor la conclusiôn a la que llega e^
te autor, aunque con ella no se acerca mucho Balmes al sentido
comun de los escoceses, y esto no lo ha notado suficientemente
ROQUER; "El sentido comun como la "veritatis accept io qui inest
sibi per quemdain habitum naturalem, qui dJcitur inte 1lectus —
principiorum": habite natural, inteligencia de los principios
que no difiere en el orden de las potencias de la razôn, como
cl sensus communis de los propios en el orden sensible, sino -
(jue la razôn incluye aquella f une iôn como un fondo coiistituti-
v o , con su propio apetito, inclinaciôn o tendencia. A esta se
rcfiere Balmes en su famosa dofiniciôn del sentido comûn"(129)
Hablar del "sentido comun" como "f une iôn de la
razôn" , como "fondo constitutivo de la mism a " , no parece que -
sea lo mismo que hablar de un conjunto de primeros principios
o verdades no solamonte indemostrables sino con radical impos^
b ilidad de probar.
Finalmente, dentro de esta corriente de pensado-
res que colocan a Balmes como herodei o de 1.» escuela escocesa,
podemos citar el caso de GRABMAN, aunqne lo hace con mnclia mâs
inodcraciôn: "Dalmes milita on el campo de la filosofia tomista,
pero esta al mismo tiempo influenciado por Leibniz y por la es­
cuela escocesa, y en sus obras filosôficas ha enfrentado la E^
colastica con el pensamiento modcrno con gran independencia de
criterio" (I 3 0 ).
Nos toca senalar aliora la segunda corriente de in
terpretaciôn de Balme s ; es decir, aque11 os autores que no es­
tan do acuerdo en admitir tanta infli-encia de la escuela esco-
228

cesa on Balmes, sino que ven en el filôsofo catalan una gran


independencia y originalidad.
En Ixneas générales diremos que sx ven coinciden
cia y acuerdo en el intento filosôfico: la pretensiôn de sal-
var a la filosofia tanto de los excesos del idéalisme como —
del empirismo; también ver coincidencia terminolôgica. Pero -
poco mâs; en el fondo, podemos concluir con ellos que son dos
pensamientos diferentes.
Aqui tenemos que senalar, por ejemplo, a PELEGRI
Y TURNE. Explicando la "necesidad" con que asentimos segun —
Balmes, él escribe lo siguiente: "Tenint en compte que Balmes
es innatista, en quan a reconeixer certes lleys que son a pri^
ori (X) condicions del entendre, y que la aplicaciô de aques-
tes precedeix a la instrucciô, se fa espontanéament y corn per
nécessitât racional -lo quai no te res de kantista ni de esc^
cista, ben explicat- crech que '1 fons es ben acceptable, enca
re que poch escolâstich. Pero atesa la manera de dir ;,qui no
creurâ proclamada por Balmes, la incôgnita de Ka n t , al veure
que applica l'ordre ideal al real a priori? Y iqul no'l creu­
râ ben escocista al véureli alegar la lley de la nécessitât?
(131) .
Este comentarista distingue, bien oportunamente,
entre el modo de decir, la forma, y lo dicho, es decir el con
tenido. El primero, ciertamente, que traiciona a Balmes. Pero
nosotros no podemos quodarnos en la forma, sino que hemos de
ir a lo significado, al contenido mismo. Y en este caso la --
acusaciôn de seguidor del escocesismo ya no se puede afirmar.
Es necesario admitir esta necesidad de la objet^
vaciôn de la idea si queremos sa 1var la misma identidad de --
nuestro y o , de nuestra conciencia, sin lo cual todo se vendrla
abajo. Asx lo expresa Balmes:

(X) Se viô en qué sentido Balmes es "innatista" al comcntar


el c. 30 del L. 4 de su Filosofxn Fundamental.
2 29

"Es dific.il tambion de comprender


cômo séria posible nin.irun acto de
la conciencia del y o , ann de pre­
sents (se entiende si no admiti--
mos esa ley). Ya hemos visto cômo
desaparece el yo en rompiéndose -
la serie de los recuerdos; pero -
hay, ademâs, que, sin verdad obje^
tiva, no s posible concebir el -
yo ni aun por un momento... Y, no
habiendo verdad objetiva, no se -
concibe que ningûn objeto pueda -
tener ningûn val o r .
De esto se infiere que los que --
atacan la objetividad atacan una
ley fundamental de nuestro espir^
tu, destruyen el pensamiento y
arruinan hasta la conciencia, ha^
ta todo lo subjetivo, que les ser
via de basa" (1 3 2 ).

Esto hace exclamar a P e le.gri q u e , por nin.gûn con


cepto, podemos decir que Dalmes entiende la "necesidad" como
lo hace la escuela escocesa, pues la sépara del dominio de la
razôn. Dalmes hace todo lo contrario. Su palabra no puede ser
ma.s Clara y précisa: "De lo que résulta que no pot esser de -
cap manera que Balmes -en lo fons- en tenga jamay la nécessitât
coin l'entendian a l'escola escocesa: puix, aque sta dec larava
al s problèmes fonamentals fora del domini del diseurs, y Bal­
mes sempre subjecta a la critica y posa en evidencia lo que -
abans ha dit quees admés per noce s itat natural"(1 3 3 )•
"Y pera que s'entenga niés cl ara aqucsta concepciô
original de Balmes -que tan hermosa 3 S pci Ions, y tant compro
motedora per la forma- fixemnos ah lo que dira ara del sentit
ronni" (1 3 Û).
liste paréntesis es un hueri resumen do lo que se -
puede y debe decir del filôsofo catalan; se trata de una con-
cepciôn r ica y ori.ginal en el fondo, pero con una formulae iôn
comprometida . En e 1 fondo, no ha y ninguna realidad de conoci­
miento que, segûn Balmes, pueda escapar al dominio de la re--
flexi ô n ; incluso osas realidados que caen bajo el campo de la
necesidad del sentido comûn, de la necesidad pre-ref 1 exiva. -
230

Esto, como veremos en su momento, no es asx en el mundo de la


escuela escocesa.
Dalmes no establece ningûn divorcio entre el --
sentido comûn y la Inteligencia, ni proclama, como lo hace la
escuela escocesa, ningûn antagonisme entre la naturaleza y la
razôn. Por el contrario, hay que resenar una vez mâs la feliz
armonîa y combinaciôn en que funcionan los distintos criterios
y sus correspondientes verdades. Recordemos un breve texto de
Balmes:
"El sentido xntimo, o la concien
cia, sirve de base a los demâs,
como un hecho indispensable; pe ­
ro él mismo se destruye si se --
niegan los otros" (1 3 5 ).

Por todo ello, Pelegrl comenta que mejor es ha­


blar de dos campos de verdad del entendimiento en diferente -
modalidad de adquisiciôn: "Jo repeteixo que del pensament de
Balmes no'n dupto gens. Si ell no dona expressament lo nom de
evidencia o visiô natural als dos ordres de percepciô citats,
no es perque els crega cegos y fatals, sino porque la eviden­
cia la restringia (corn s 'ha vist) al ordre ideal analltich"
(1 3 6 ).
Esta es también la orientaciôn en la que se ex—
presa R. GIRONELLA en un estudio sobre la Filosofxa del Sent 1^
do Comûn. Después de demostrar que el catalan Llorens y Barba
es un eslabôn clarxsimo de esta Filosofxa, un continuador del
pensamiento de Reid y Hamilton, concluye que la Filosofxa de
Balmes es otra cosa, aunque utilice una terminologla y unos -
elementos f ilosôf icos ambientales que coincidan con la Filos^
fia escocesa. Esta es su opiniôn: "Cuando uno pasa horas le-
yendo las paginas de la Filosofxa escocesa y de repente re--
flexiona sobre lo que nos dice el primer libro de la Filoso—
fia Fundamental de Balmes, investigando su sentido a través -
de lo que nos dice en otros textos paralelos (como los de la
Filosofxa Fundamental) se expérimenta una honda impresiôn: es
algo totalmente diverse (este subrayado es nuestro). Sin duda
tomarâ Dalmes la terminologla y también elementos de los fiJô
231

sofos (le su tiempo; pero los e s t r u c t u r d e utia manera entera-


mente original, que hace que con justicia no pueda encuadrâr-
solo dentro de la Filosofia escocesa, ri no ser que se enten—
diese este nombre de una manera equlvoca, como équivalente a
toda F ilosofla que invoque el Sentido Comûn, en c u a l q u i e r --
acepcion y de cualquier modo, lo cual séria induc ir a error o
contentarse con una mera étiqueta extrlnseca" (1 3 7 )»
Suscribimos esta opiniôn. Si por Filosofia del
Sentido Comûn se entiende toda corriente que invoque el nom--
bre , entonces si, hemos de decir f)ue es lo mismo; incluso mâs,
habrlamos de afirmar que el campo de identidad abarca a muchos
mâs filôsofos y desde tiempos bien remotos; aliora bien, si —
nos atenemos al fondo, a lo expresado bajo esta denominaciôn,
"Sentido Comûn", por la Filosofia escocesa y por Balmes, en—
tonces la identidad de saparece.
Si lo que Balmes intenta es hacer una Meta-Cri-
tica, segûn nos dice este autor, es decir, buscar los elemen­
tos o fuentes que originan una Filosofia coherente, los "a --
priori materiales", a esa Meta-Crltica le es esencial el "in^
tinto intelectual", como le es esencial el acto de conciencia
o la aplicaciôn del orden de la evidencia. l'.sto no lo podria-
mos afirmar de los llamados principios o verdades del Sentido
Comûn.
Termina este autor su estudio preguntândose si,
por fin, es Balmes por su doctrina del Sentido Comûn un filô­
sofo del Sentido Comûn al modo de la escuela escocesa. La re^
pue sta es que si se entiende por esta l'ilosofla todo el con—
junto de filôsofos que a fines de] siglo XVIII y primera mi--
tad de] XIX tenlan una problemâtica seme jante, en coiicreto la
oposic iôn al escepticismo de Hume y 1o.s sensuali stas, y tam--
bién al relativisme de Kant y sus segnidores, entonces si po­
ilemo s apellidar a Balmes como tal filôsofo del Sentido Comûn.
Pero cabe otra posibi] idad: "Si por e 1 coiitra--
rio se entiende por filôsofo del Sentido Comûn el que intente
resolver el problema crltico fundamental, (pie se enlaza con -
el metaflsico, para ello apclando merameiitc a "presuncioues" ,
232

a "creenclas", a "necesidad vital", etc, entonces no creo que


sin injusticia o sin gran superficialidad pueda atribuirse e^
ta denominacion a Balmes, pues en mi opinion la supera total­
mente" ( 1 3 8 ).
Es interesante el juicio que ofrece en esta m a ­
teria F. KLIMKE en su Historia de la Filosofia» Al juzgar el
papel e importancia de la escuela escocesa habla de los débi­
les fundamentos en que se apoya. Pero, ademâs, al recoger las
influencias que tuvo cita a varies autores, y entre ellos no
aparece el nombre de Jaime Balmes. Esta sencilla constataciôn
séria ya una prueba indirecta de que el filôsofo catalan no -
se cuenta entre sus seguidores, Pero hay todavia mâs. Siguien
do las pâginas de esta obra nos encontrarnos con este juicio -
tremendamente importante: "El hecho de que la escuela cerva—
riense, al tener que optar entre estos extremes (racionalismo,
tradicionalismo, escuela escocesa) mostrase su simpatia por -
la Escuela escocesa, no nos permite hablar tanto de filiaciôn
como de coincidencia. Sôlo pudieron ser escoceses porque eran
"cervarienses"; buena prueba de ello es el hecho de que el —
mismo Balmes corrige de un modo esencial (los subrayados son
nuestros) la escuela escocesa, estableciendo, en vez del ins­
tinto ciego de los discipulos de Reid el instinto intelectual
(al hablar, por ejemplo, de la "evidencia" y los "principios")
(1 3 9 ).
Se trata de algo eseneiaimente diferente, y, so­
bre todo, en la concepciôn del instinto intelectual que no —
tiene nada que ver con el "instinto ciego" de la Escuela e s c o

cesa.
También FIDEL MARTINEZ salva a Balmes del snbor
reidiano de que ha sido acusado por muchos. Establece que es­
te sôlo se puede admitir en la "formulaciôn de algunas expre­
siones", que llevan el sello y la ambigüedad del escocés. Sin
embargo las "verdades del instinti intelectual";"no son cie--
gas ni irracionales, ni carecen de légitima justificaciôn; an
tes, como él mismo dice, al tratar de las condicimies que han
de llevar estas verdades, la condiciôn tercera es que toda --
233

verdad de sentido comûn pueda sufrir cl examen de la razon"


(l4o) .
En defensa de la misma tesis podemos citar tam--
bién a MIGUEL FLORI. En un artîculo con motivo del tercer cen-
tenario del Diseurso del método titulado: Descartes y Balmes
interpréta el "instinto intelectual" balmesiano como "no impul^
so ciego". Nos dice lo siguiente; "Teniendo cuidado de adver—
tir que por esta palabra "instinto" no hay que entender un im­
pulso ciego, como cuando se aplica a seres que carecen de ra--
zon y libertad, sino que es efecto de una vision clarisima, ya
que no puede haber nada ciego en tratândose de representac ion
intelectual" (l4l).
Aunque no se diga nada textualmente de su de pen­
de ne i a oindependencia con relaciôn a la escuela escocesa, in-
directamente se puede concluir en una re spue sta negativa, dada
la interpretaciôn del "instinto" como algo que nos habla de --
"visiôn clarisima", de "reprensentaciôn intelectual".
Mucho mas claro lo expresa en otro de sus escri­
tos: "Cum his verbis praesertim innitatur gravissima ilia fid^
i smi iinputatio. "Balmes, inquiunt, f acul tatibus cognoscitivis
caece nos fidere tenet, ut Schola Reidiana". Quam vero sine --
fundamento sit huiusmodi accusatio evidenter apparebit si eius
clarissima verba hac super re audiamus eaque bene pprpendamus.
La certeza, inquit, que préexisté a todo examen no es ciega; -
antes por el contrario, o nace do la claridad de la visiôn iu-
telectual, o de un instinto conforme a la razôn... Al consignar
pues la existencia do la certeza no hablamos de un hecho ciego,
no queremos extinguir la luz en su mis no origen; antes decimos
((lie al 11 la luz es mas brillante que eu sus raudale s . . ." (14 2 ) .
El autor apoyaudose en el famoso texto de la Fi­
losofia Fuiidameiital de Balmes, texto que nos habla de la natu­
raleza de las verdades de sentido comûn, rechaza total mente la
acusaciôn hecha a Balmes como un seguidor mas del fideismo de
la ICscuela escocesa.
A la lista de los autores ()ue no estan de acuer­
do con ver en la Filosofia do Balmes, concretamente en su teo-
23 k

ria del Instinto Intelectual, una mera copia y herencia de la


Filosolia escocesa del Sentido Comun, tenemos qua anadir el -
nombre de A, GOMEZ IZQUIERfJO. ISl se expresa en estos terminos:
"Mais, qu'on 1'entende bien, ce sens commun n'est ni le con­
sentement commun de Lamennais, ni 1'ensemble de vérités inmua
bles que Fénelon appelait "mes idées", ni la foi instinctive
des Ecossais, mais bien une foi fondamentale de l'esprit, une
tendance qui est pour 1'entendement ce que 1'instinct de con­
servation est pour l'etre vivant" (143).
No se trata, por tanto, de ningûn tipo de fe al
estilo de la Escuela escocesa, sino de algo radicalmente fun­
damental e inberente al ser y desarrollo de la inteligencia,-
al espiritu humano.
Y la razôn es porque, aunque el instinto obre -
en el campo de la arreflexiôn, del asenso necesario y espont^
neo, no por eso cae fuera del âmbito de esa misma reflexiôn,-
fuera del ambito de la propia razôn: "On ne peut donc ni con­
sidérer son intervention comme inopportune, ni pour en avoir
tenu compte dans le problème critique, accuser Balmes d'avoir
attribué a un facteur inconscient ce qui ne peut et ne doit —
etre que 1'oeuvre de la raison" (l44).
Podri;»mos anadir, por fin, el nombre de CLEMENTE
VILLEGAS que manifiesta las misma ideas interprêtativas so—
bre Balmes (l45).

CONCLUSION

Este repaso por la historia del pensamiento in-


terpretativo sobre la Filosofia de Jaime Balmes, especialmente
sobre su controvertido Instinto Intelectual, nos ha puesto de
manifiesto la existencia de una doble corriente. Por un lado,-
aquella corriente que le quiere ver como uno mas de los 1lama-
dos filôsofos del Sentido Comûn, como un mero seguidor de la -
Escuela escocesa. Dentro do una linea de fondo comûn hemos vis^
to esta gama de posibilidndes e interpretnciones:
235

1) Quienes ven una afinidad total.

2) (Quienes ven coincidencias parciales.

3) <iuienes hablan de inf luencia palpa —


ble.

4) Quienes solo hablan de coincidencia


en el intento filosôfico.

5) Quienes establecen coincidencia total


entre el sentido comun de Reid y el de
Balme s .

6) Quienes sôlo establecen coincidencia


terminolôgica y poco m a s .

La segunda corriente, por su par t e , nos ha mos--


trado que, aun admitiendo coincidencias formules y de preton—
siôn filosôfica, el sentido profundo do lo que es y signif ica
el instinto intelectual balmesiano no tiene nada que ver con
el instinto ciego de la Escuela escocesa. Esta, que nos parece
la interpretaciôn mas correcta, se verâ con mayor claridad cua^n
do, en el prôximo capitulo, expongamos las llneas f undamen taie s
de esa Filosofia del Sentido Comun y se compare con lo ya ex—
puesto sobre lo que es el "Instinto Inte]ectuai" en Balmes.

BALMES Y NEWMAN

La serie de coincidencias, ;>or una parte, y la -


naturaleza de las mi smas, por otra, entre Balmes y Newman ha -
sido el motivo de suponerles "fuentes comunes" (X)«

(X) l’ara u n e s t u d i o m a s c o m p l e t e remitinios al a r t i c u l e d e l P .-


Ml (dlICL BE FLORI, El s e n t i d o c o m u n en la f i l o s o f i a de B a l m e s ,pu
bl i c a d o en PENSAMIiCNTO III (194?), pag. 3 9 - 7 2 . Aqui u n i c a m e n t e
hemos recogido la linea general de su o s q u e m a , pues pensâmes -
()ue no es ne ce sari o d e t e n e r n o s m a s en este punto.
236

La comparaciôn ha sido planteada entre el "senti­


do ilativo", que es la fuerza estabilizadora del pensamiento -
del cardenal inglés, y el "sentido comun", que lo es del pens^
miento del filôsofo catalan.
üado que el inglés distingue entre "inferencia"«
que séria la aceptaciôn condicional de una proposiciôn que ver
sa sobre una verosiinilitud, y "asentimiento", que séria s u ---
aceptaciôn incondicional, y cuyo objeto és una verdad, establ^
ce el "illative sense" como clave del paso de un acto condicio
nal a uno incondicional.
Distingue entre "inferencia formai" o lôgica, -
que séria el raciocinio abstracto, "inferencia natural", o pa­
so de lo inconcreto a lo concrete sin ningun intermediario, y -
esto debido al impulso natural del sentido ilativo (l 4 6 ).
De esta inferencia natural pone Newman muchos —
ejemplos. El juicio acertado del labriego que predice los cam-
bios de tiempo; la seguridad con que el médico hace el diagnô^
tico del enfermo, etc. También cuenta entre ellas las int.uicijo
nés del genio.
La certeza de la inferencia natural Newman la -- .
considéra justificada por el hecho de ser patrimonio comun del
género humano. Luego el "estar cierto" es un estado natural y
normal de la mente humana, es algo vital.
Recogemos las conclusiones a las que llega el R.
Flori en el articule al que hemos remitido.
En primer lugar, nos habla de coincidencias. Am­
bos ensayan un método (no olvidemos su carâcter de apologistes)
que ha de estar al alcance de todo el mundo. Dalmes, por ejem­
plo, nos dira que el arte de pensar bien o conducir el entend^
miento por el camino de la verdad "interesa no solamente a los
filôsofos, sino también a las gentes mâs sencillas", porque la
verdad no puede ser patrimonio exclusivo de unos poco». De una
forma muy parecida se expresa también Newman.
Ambos condenan el abuso de la dialéctica y los -
racionalismos unilatérales. Esto encuentra su mâs alta exprc--
siôn en la teoria balmesiana del sentido comun.
237

En ambos hay una cierta desconfianza en el valor


de la razôn con tendencia hacia la duda escéptica ( 1 4 ? ) . Uno -
10 salva por la "fe r e l i g i o s a " , y el o t r o a p e ] ando a las as p i -
raciones del "buen sentido" (l40).
Ambos atriViuyen al repudio del "sentido comun" -
muchos de los errores de los hombre s de ciencia en materia re-
11 g i osa.
llabla, en segundo lugar, de defecto s comunes. Se^
ha]a como el principal una cierta falta de precisiôn y coheren
cia a causa de emplear en sus libres un estilo académico mas -
{pie dialéctico. Esto conduce en Newman a un caracter a veces -
manif iestaniente fidelsta( as! cuando nos dice que se requiere
para la certeza un subreplus de fe c(ue supla la falta de evi —
deucia ) . En Maliiies también se puede encontrar alguna frase ai^
lada que se resiente de cierto matiz fideista (recordar, por -
ejemplo, las frases que recoge el P. Picard que vimos en otro
momento nosotros). Sin embargo, son me o s , y, por otra parte,-
a propôsito rectificadas.
Balmes tiene mucho mas c iidado en potier de mani-
fiesto que las verdades de sentido c omin " sufren e 1 examen de
la razôn". El asentimiento instintivo ?e da, segun balmes, a -
verdades que luego "examinadas se pre sen tan a] t.imente razona--
ble s".
Balmes hace suya la famosa sentencia de bacon: -
"ninclia ciencia lleva a Bios". Lo contrario serra como una ctfen
sa al Creador, nos dice en El Criterio. Newman, por el contra-
rio, ridiculiza esta afirmaciôn.
Balmes condena expresameete repet idas veces el -
nliiiso que se hace de los argument os "que se dirigen al corazôn
en muchos casos on que sôlo debe hablai el entendimiento. Se -
ha die ilo -escribe- que los grandes ;iensamientos salen del co­
razôn, y en esto, como en todas las jiroposiciones demasiado ge^
ne raie s , liay una parte de verdad y otra de falsedad, portpie si
b ien os indudable que en mue bas cosas es el sentiniiento un ex-
col ente auxiliar para comprender a fondo ciertas verdades (es­
te ya quodô claro en un momento del trabajo), también lo es -
238

que no debe nunca tomnrsele como guia principal, y que no se -


le ha de permitir jamns que llegue a dominar los etornos prin­
ciples de la razôn" (149).
Por fin, saca una especie de conclusion en la que
confirma que con relacion al sentido ilativo, aunque en si no
se opone a la lôgica ("el antiintelectualismo de Newman es muy
racional", se ha dicho), por el solo empleo de una fraseologla
en parangon con los filôsofos sentimentales y agnosticos, peca
de defectos graves.
iOcurre en Balmes lo mismo? "De ninguna manera".
Termina el articule con estas palabras: "La Filo-
sofla Fundamental no es copia ni imitaciôn de ninguna filoso--
fla extranjera;.no es ni alemana, ni francesa, ni escocesa: su
autor ha querido contrihuir por su parte a que tengamos también
una filosofla espanola. La Filosofla Fundamental, supuesta una
conveniente iniciacion filosofica, la reputamos, lo mismo que
El Criterio y todos los demâs escritos del filosofo vicense, -
de un gran valor formative, como que en ella deposltô Balmes -
-en frase de Menéndez y Pelayo, "las mas ricas intuiciones de
su esplritu", (15 0 ).
Trabajô sobre el mismo tema también ÜUTUZAU, 11^
gando a conclusiones un poco diferentes. Reconoce que el sent^
do ilativo de Neinnan es la facultad que nos gula en el razona-
miento concrete, que se manifiesta ^larticularmente en la induc^
ciôn, en e.l reconocimiento de personas o individuos o cosa ana
loga. Asl coiicluye Newman <jue nuestro asenso en el orden con—
creto -por ejemplo, existen las islas Canaries- es mas fuerte
de lo que se pudiera deducir de unes principles abstractos.
Coinontado lue go la posiciôn de Balmes dice que -
al poner los cimientos de la certeza tiene una grau coinciden-
cia con Newmati, "de tal manera que la similitud donuncia fuen-
tes comunes" (131). Juzga que Balmes en esta cuestiôn esta de-
masiado débil,
"Los dos autores arreglan la cuestiôn de la cer­
teza con el instinto o impulso natural, solo que el espafiol --
acentua aun mas su importancia" (152).
Î39

ICI cornent nr 1st a , como venios, ha r e d u c i d o d c m a s i a


do el a l c a n c e y p a p e l d el instinto into 1ectuai de Balmes. De -
ahx que su i n t e r p r e t a c i o n no n os parezca acertada, pues el ---
"instinto" balmesiano no lo p o d e m o s reducir a lo con c r e t o al -
estil.o de New m a n .

BALMES Y SU RICLACION CON TONGlOllüI Y PALMIlCUl

En e ste panorama que b e n os o l r e c i d o sobre las --


distintas i n t e r p r e t a c i o n e s que se b a n d a d o sobre el p ensamien-
to de Jaime Bal m e s , principalmente solu e su f a m o s o "instinto -
i n t e 1e c t u a l " , h a b r i a m o s de a h a d i r todavia los que ban q u e r i d o
atribuxrle la p a t e r n i d a d de la c é l é b r é t e o r x a de las "trè s v e r -
d a d c s p r i m i t i v a s " , u n f a c t u m p r i m u m , u n p r x n c i p i u m p r i m u m , una
c o n d i t i o p r i m a , que, modificada ligeramente, adoptaran Tongior
gi y P a l m i e r i ( I 5 3 ).
24 0

NOTAS

(1) ROQUER, R .: El Sentido Comûn en El Criterio de Balmes. Con


ferencia en la sala de la Columna de las Casas Consiste—
riales, el I3 de julio de 1943 « Centenario de "El Criterio"
pâg. 3 0 .
(2) Ibidem, pâg. 3I.
(3 ) Ibidem, pâg. 32.
(4) FRAY ALONSO BARROSO, O.F.M.: Valor histôrico de Balmes en
la distinciôn entre cotiocimiento sensible e intelectual.-
VERDAD Y VIDA 6 (1948), pâg. 457.
(5 ) Ibidem, pâg. 459.
(6) ROIG GIRONELLA, J .,S .I .: Jaime Balmes. Il Pensiero moder­
ne, Milân. Vol. ventesimo, p â g . 1-89.
(7 ) FONT Y PUIG, P.; La teorla del conocimiento de Balmes hinc
et nunc. Conferencia en el Salon de la Columna de las Ca­
sas Consistoriales de Vich, 9 de julio de 1954. Sesion ---
anual conmemorativa de la muerte de Balmes, ANALES DE VICH
SOBRE BALMES, 1945-1959, pâg. 8.
(8) Ibidem, pâg.' 8.
(9) Ibidem, pâg. 8.
(10) Ibidem, pâg.8.
(1 1 ) Ibidem, pâg. 8.
(12) ITURRIOZ, J., S.I.: Palmes y U n a m u n o . PENSAMIENTO (1947),
pâg. 306.
(13 ) PELEGRI Y TURNE, B . : Epistemologla Palmesiana. Estudio --
critich-historich de la F. Fundamental. Congreso Interna-
cional de Apologética, celebrado en Vich del 8 al 11 de -
septiembre de I9I O . l'âg. 3 2 .
(14) DULLON Y FERNANDEZ, E.: Jaime Palmes y sus obras. Opuscu­
les apologetico s . Madrid (I903).
(15 ) FONT Y PUIG, P.:o.c., pâg. 32.
(1 6 ) COMELLAS Y CUESTA, A. :Introduccion a la Filosof l a , Barce^
lona (1883),pâg. 284.
(17 ) ORTUZAR, M . : Newman visto desde 1946. ESTUDIOS (Merceda--
241

rios) 2 (1946). M a d r i d , pâç. 9-35.


(lO) F. F u n d a m e n t a l , L , 2 , c ,4,24 II, png, 203.
(19) Ibidem, L,l,c,25,24? 11, pâg, 129.
(20) F R A Y R A F A E L L. IJE M U N A I N , O.F. M . :H a l m e s , f i l o s o f o nioderno,
VERDAD Y VIDA 6 (1948), pâg. 488.
(21) Ibidem.
( 2 2 ) F L O R I , M . , S.I.: Descartes y P a lm es. C a r t e s i o nel te r z o
c e n t e n a r i o del D i s c o r s o del m e t o d c . Milan, 1937. l’âg. 335*
(23) Ibidem.
(24) T R E D B C I ,J a c i n t o ; B re v e c u r s o de D l s t o r i a de la f i l o s o f i a .
Barcelona (1944 ), 13^ e d . , p â g . 2 42- 244.
(23) fray ALONSO B A R R O S O O.F. M. : o.c., png. 4.35.
( 2 6 ) F . F u n d a m e n t a l , L , 7 , c ,1 , 5 - n o t a 11, pâg. 501.
( 2 7 ) Ibidem.
(2 8 ) I b i d e m , L , 4 , c , 25,161 II, pâg. 436.
(2 9 ) B L A N C H E - R A F F I N , A. de:Vida y juicio critico do los e s c r i ­
tos de D e s c a r t e s y B a l m e s . Madrid, I850.
( 3 0 ) F. F u n d a m e n t a l , 1 , 4 , c ,3 0 ,194-5 II, p n g . 448.
(3 1 ) Ibi d e m , L , 4 , c , 3 D ,198 II, pâg. 449.
(3 2 ) I b idem, L , 4 , c , 3 0 , 1 9 9
(3 5 ) ibi d e m , " " " " 202
(34) I b ide m, " " " " 204
(3 5 ) Ibidem, " " " " 207 II, pâg. 451.
(3 6 ) Ibidem, L,l,c,32,319 11, p â g . 172.
(3 7 ) C A S A D O , F . : ;.Apriorismo c o m o contenido intelectual en B a l -
itiQs, refle.jo de la "memoria Dei" agustiniana? AUGUSTINUS
XXV, Madrid ( I 9 8 0 ) R r e s e n t a c i o n de San A g u s t i n on ICspana.
Ed. y p r o l o g o de J osé O r o z Ueta. l’âg. 333- 3 6 2 .
(5 8 ) F. Fu ndamental, L , 5 , c , 11,74 11, p n g . 472
(39) I b idem, " "" " ?6
(40) Ibidem.
(41) Ibidem.
(42) I b i dem, " "" " 77 II, pâg. 473.
(43) Ibidem, " "" " 79
(44) Ibidem, L , 3 , c ,11 ,80 II,pâg. 4 74.
(43) I bidem, " " " " 82
242

(46) CASADO,F.: O.C., pâg. 360.


(47) Ibidem, pâg. 36I .
(48) Ibidem, pâg. 3 62.
(4 9 ) PE6UER0LFCS, J . ,S .I . : El fundamento del conocimiento de -
la verdad en San Agustin; la "memoria De l " . PENSAMIENTO,
vol. 29 (1973), pâg. 5-35. Madrid.
(50 ) Ibidem, pâg. 8 .
(51 ) Ibidem, pâg. II.
(5 2 ) SAN AGUSTIN, Confesiones, L,X, n.33
(5 3 ) Ibidem, n.37.
(54) Ibidem, n.4.
(55) Ibidem, n.8 .
(56 ) PEGUEROLES,J.: o.c., pâg. 2?.
(57) SAN AGUSTIN, De Trinitate,L,XV,XXI, n.40.
(58) Ibidem, XV, VI, n.lO; XIV, XV, n.21.
(59) INCICLOPEDIA FILÜSÜFICA. Centro di studi filosofici di Ga
llarate. Vol. 1, cols. 122-123, 2® e d .
(60 ) Ibidem, col. 123.
(61 ) SAN AGUSTIN, De Trinitate,L ,X ,c ,III,5 . Obras de San Agus^
tin. BA C , V.pâg. 583 « Madrid (1948) 1^ version espanola.
(6 2 ) F . F und aineAt a 1 , L,4,c,30,207 II, pâg. 451.
(6 3 ) Ibidem, L,4,c,20,12? II, pâg. 424-425.
(64) Ibidem, L ,4,c ,30,2o6 II, p â g . 450.
(6 5 ) Ibidem, " " " " 20? II, pâg. 451.
(6 6 ) Ibidem, " " " " 201 11, pâg. 449.
(6 7 ) Ibidem, L,4 ,0 ,25,127 II, pâg. 424.
(6 8 ) Ibidem, L,4,c ,6 ,44 11, p â g . 387«
(6 9 ) GONZALEZ CORDERO, Francisco: El Instinto Intelectual fuen-
te de conocimiento. Madrid - Buenos Aires. (1956).
(7 0 ) Ibidem, pâg. 21.
(7 1 ) Ibidem, p â g . 21.
(72 ) Ibidem, pâ g . 21.
(7 3 ) F. Fundamental, I,,1, c ,18 ,172 II, pâg. 92.
(74) GONZALEZ CORDERO, O.c., pâg. 50.
(7 5 ) Ibidem, p â g . 5 1 .
(7 6 ) Ibidem.
24 3

(77 F. Fundamental, L ,1,c , 2,l4 II, pâg. 13.


(78 Ibidem.

(79 Ibidem.
(80 Ibidem .
(81 Ib i d e m , c ,2,13 II, p â g . 15.
(82 B O N I L L A SAN M A R T I N ,: L u i s V i v e s y la F i l o s o f i a del U e n a c i -
miento. Il, 2; pâg. 17-18. Madrid (1929).
(83 (iONZALlCZ C O R D E R O : o.c,, p â g . 86.
(84 F. F u n d a m e n t a l , L ,1,c , 32,31 9 II, pâg. 172.
(85 Ibidem.
(86 BA L M E S . Cartas a un e s c é p t i c o , VI II. II, pâg. 335*
(87 J’I C A R D , G.: Reflexions sur le p r o b lème critic[uo foundattien-
t a l . A r c h i v e s de P h i l o s o p h i e , 13 (1939) p â g . 15-16.
(88 F L ü R I , M ., S .I .; El sentido c o m u n en la fiJ o s o f i a de Bal-
mes. PENSAMIENTO III (194?) n . e x t r a o r d i n a r i o , p â g . 39.
(89 F. F u n d a m e n t a l , L,l,c,25,244 II, p â g . 128.
(90 El C r i t e r i o . L , V I , 7 I I I , pâg. 585.
(91 F. F u n d a m e n t a l , L , 9 , c , 9 ,58 II, pâg. 01 4.
(92 F 1,0R1 , M . , S .1. : o.c,, p âg . 48 .

(93 Ibidem, p â g . 54-55-


(94 B E N I T O Y D U R A N , A.: Alcance de la c r i s i s e s c é p t i c a de J a i -
me B a lmes. L e c c i o n c o n m e m o r a t i v a d el C e n t e n a r i o de la --
muerte de Balmes, e x p J i c a d a en el Institute Nacionnl de -
ICnschanza Media "Maestro Juan de Avila", el lo de nov i o m ­
bre de 1 9 4 8 . Ciudad Real (1949), T>âg. 8.
(9 5 ) Ibidem, p â g . 15.
(9 6 ) lUIIZ DEL CASTILLO, C . : El buen sentido en B a l m e s . ESTUDI05
SOBRE BALMES: Conferencias pronune iadas en Vich con mot ivo
del Centenario de la muerte de Balmes. (1972),pâg. I0 3 .
(9 7 ) Ibidem, p â g . 105.
(9 8 ) CLASCAR, Frederich: Estructura mental y sigiiif j cacion f i l o ­
sof ica de B a l m e s . Vich (1o o 4 ), pâg. 12.
(9 9 ) Cartas n un e s c 0 p I:i c o . 1 torna V, pâg. 2 30.
(1 0 0 ) I b i d e m . , Tomo V, p â g . 234.
(101) Ibidem., Tomo V, pâg. 2 6 3 .
(102) Ibidem., Tomo V, i)âg. 252.
244

103) F. Fundamental, L,1,c ,2,l4 II, pâg. 15.


104) ROSES, Ramôn M.; El problema critico segun üalmes. Con­
greso Internacional de Filosofla, del 4 al 10 de octu--
bre de 1948. Actas. Madrid (1949), pâg. 503 «
105) Ibidem, pâg. 504.
106) Ibidem, l'âg. 5 05.
107) GONZALEZ, C. : llistoria de la Filosofia. Madrid (18 8 6),
V, IV, pâg. 4 5 5 .
108) RUB I , B.A.,O.M.CAP.: De instinetu intellectual! apud Bal-
m e s . Acta Secundi Congressus Thomistici InternationalIs.
RüMA (1937) pâg. 163-7 .
109) F. Fundamental. L,l,c,32,325 II, p â g . 174.
110) RUBI, O.C., Ibidem.
111) Ibidem.
112) FERRATER M ü R A , J.: üiccionario de Filosofia. Buenos Aires,
1965, 5^ éd.. Vol. I, pâg. 179.
113) GRAN ENCICLOPEDIA CATALANA. Barcelona ( 1 9 7 D ^ol. III, De
Miguel Batllori, pâ g . 110.
114) ZARAGüETA,J., IRENEO, G., MINGUIJON,S .,CORTS GRA U ,J .: Bal­
mes. Filosofo, social, apologista y politico. Instituto
Balmes de Sociologla. Madrid (1934), pâg. 127.
115) FLORI.N., S.I.,: O.C., PENSAMIENTO III (1947), pâg.4o.
116) SOLANA, M. :Balmes, Comellas;doctrine de la evldencia.
PENSAMIENTO 3 (1947)< pâg. 103.
117) SOLANA, M .: o.c., pâg. IO3 .
118) Ibidem., pâg. IO3 .
119) Ibidem, p â g . lo 4 .
120) COMELLAS Y CUESTA, A . : Introduccion a la Filosofia. Barce­
lona (1883), pâg. 279-28 0 .
121) UNAMUNO, M . : Un filosofo del sentido comûn. Aguilar II,
pâg. 1037.
122) SERRANO SUNER, R . : Balmes, filosofo del buen sentido. Di^
curso leldo en Vich, 9 de julio de 1950. Uiscursos anua--
les de Vich sobre Balmes. Pâg. l 4 .
123) BALMES,J; Filosofia Elemental. Historia de la Filosofia,
LU, 111, pâg. 509.
45

(124) HOQIIEH, n,: ICI Sentido Comûn en El Criterio de üalmes.


Conferencia en la Sala de la Columna de las Casas Consi^
toriales, el 13 do julio de 1943. Centenario de ICI Crite^
rio, pâg. 29-45 (31).
( 125 Ibidem.
( 126 Ibidem., pâg. 29.
(127 Ibidem., p â g . 36.
(128 Ibidem., pâg. 4ü.
( 129 Ibidem., p â g . 4 5.
(1 3 0 GRABMAN, citado por 1’. HAFFNER: Grundlinicn der Gestchi-
che der philosphie. MAIZ (I881).
(131 l’ELEGRI Y TURNE,B.: Epi stemologla baliiie siana. , o.c., |)âg.
31.
( 132 F. Fundamental, L,l,c,25,261 II, pâg. 133-4.
(133 PELEGRI Y TURNE,B.: o.c., pâg. 3I.
(134 Ibidem., pâ g . 3I .
( 135 F. Fundamental, L ,1,c ,26,263-nota 11, pâg.135»
(136 F'ELICGltl Y TURNE ,B . : o.c. , pâg. 3I .
(137 ROIG GIRONELLA, J., S.I.: La Filosofia del sentido comun
desde Reid y Hamilton, en torno a Balmes y Llorens y --
Barba. ESi’IRITU 19 (1970) , pâg. 7 0 .
(138 Ibidem, pâ g . 75 «
( 139 KIIMKE,F . , S.I.: llistoria de la Filosofia. lCd. Labor, ira-
«lucida por los prof es or es de la Facultad do Filosofia del
Colegio Mâxiino de S. Ignacio, (1947) p a g . 413.
( 1 4o MARTI Niez GARCIA, F.: Balmes, filosofo. Su personal idad y -
su signif icacion. PICNTiAFfllCN l'O (1947), pâg. 5-29.
(14 1 FLORI,M., S.I.: Bescortes y Balmes., o.c., pâg. 344.
( 142 FL(;R1 ,M. , S .1 . : De va lore setisus communis secundum doctri-
nam Jacobi Balmes. C(d,. MAX. S.I. Uiscursos lnaxigur;ilos,
1926-1927. Pâg. 14-15.
(143 UOMICZ IZOUIiCRUO,A . ; La Philosophie de Balmes (extrait de
la revue do Plii 1osophie ) PARIS (1926), pâg. 15.
(144 Ibidem, pâg. I b .
(14 5 VILL1CG,\S IH.'IX Al)i:U ,C . :Balme s filosofo. Conferencia en el
Salon de Vich, 9 de julio de 194/. Uiscursos annales de
246

Vich sobre Unîmes. P a g . 11.


(l46) NEWMAN, J.n.: An esay in aid of a Grammar of Assent.
Londres, l8?ü.
(l4?) FLORI,M . I O.C., pâg. 70.
(148) Ibidem.
(149) Ibidem., o.c., pâg. 6 9 .
(150) Ibidem., o.c., pâg. 72.
(151) ORTUZAR,M.: Newman visto desde 1946. ESTUUIOS (Merceda-
rios) 2 (1946). Madrid. Pag. 9-35 «
(152) Ibidem., p â g . 32.
(153) ÜALMAU GRATACOS,F.: Balmes,filosofo. Diseurso en Vich.
Primer Centenario del Nacimiento . Opuscules filosoficos,
MIGUEL FLORI, S.I. De valore sensus communis secundum doc
trinam Jacobi Balmes, o.c.
24?

CAPITUL.O VI

La Filosofia del “Sentido C om un’*

y su reiaciôn con Jaime Balm es

INTRODUCCION

lîn este nuevo capîtiilo sr trntn de exponer las -


llneas que vertebran la llamada "Filosofia del Sentido Comun"
con el fin de ver, en una ulterior comparacion, basta que pun
to participa Balmes de esta corriente o basta que punto es --
d i s tinte su pensainiento .
Puesto que ha side esta la acusac ton ma s corî ten
te que ha merecido su Filosofia es por lo que morece un estu­
dio ma s detallado en este capitule.
Nos ha parecido lo mejor hacer csti^ exposicion -
desde sus principales représentantes, (ecogemos, como primer
oslabon de la c.adena, el pen.samieiito <;?1 I’. Buffier, francos;
segiiidamente el esquoina del escocés Reid, como el prototipo -
de la formulaciôn mas exacta; por fin, y eu Espaiia, exponomos
las opiniones de Llorens y Barba que, en una copia fiel de lia
mil ton, os c 1 principal représentante le esta corriente de F^
In so r îa .
iCste brcvo repaso nos ayudara a enjuiciar fiel —
'■ente la rel aci on de Balmes con esta Filosofia.
En el misi'io Balmes encontramos un aj^oyo a nuestro
248

procéder cuando nos dice :


"He indicado que quizâ Dugald-Ste^
wart se habla aprovechado de las
doctrinas de Vico; sin que por e^
to quiera hacerle el cargo que se
dirigiô contra su maestro R e i d , -
de quien se dijo que resucitaba -
las doctrinas del padre Buffier,-
jesui ta" (1).

Tenemos que ver si esto es verdad y en que medida


Balmes siguiô lamisma interpretacion de las cosas.

EL P. BUFFIER Y LA FILOSOFIA DEL SENTIDO COMUN

Aparté de la cita que acabamos de recoger, ya bemos


encontrado y recogido alguna otra en la que parece que Balmes
no deja del todo bien parado el pensamiento de Buffier. Era -
hablando del "tiempo" cuando, en la comparacion entre el pen­
samiento de San Agustin y el de otros autores (Buffier),ponla
las cosas en favor de San Agustin (2).

También bemos visto algûn autor, R. Roquer, por —


ejemplo, que senalaba correspondencias conceptuales entre Bu­
ffier y Balmes.

Todo esto hace que nos detengamos abora en la figu


ra del jesuita francés que es, como dice LLORENS Y BARBA, el
primero que ha expuesto con detalle esta doctrina:

"... el célébré Buffier, que es -


el primer filosofo que ha expues­
to de una manera determinada y de^
cidida esta doctrina del sentido
comûn" (3)•

La importancia de la obra del P. Buffier no radica


tanto ensu valor intrinseco como en la influencia que ha ejer
cido en la posteridad.
En este sentido, y aunque baya sido la escuela es­
cocesa la que baya univers a lizado la Filosofia del Sentido Co^
249

tiiûn, no p o d e m o s m o n o s de echar nuestra m i r a d a n la obra de Bu


ff i e r . En concreto a su obra: Traité d e s p re m iè r es vé rités (jf)

Lo pri me ro que tenemos que fseiialar es que la d o c t r i


na d e l sentido c o m û n del P. Buffier, que constituye el c e n t r o
m i s m o de su e p i s t e m o l o g l a , es u n i n t e n t o de superar las c o n s e -
cuencias del r a c i o n a l i s m o c a r t e s i a n o , por un lado, y del sen--
s i s m o de Locke, por otro. E n e s t e moniento t e n e m o s que d e c i r --
q u e , a pesar de todo, ti e n e alguna i n f ] u e n c i a de Locke.
Conve nla resenar este i n t ent o f i l o s ô f i c o de Buffier
porque coinciden en é 1 tanto la f i l o s o f i a e s c o c e s a d el sentido
comûn como la de Balmes « Aunque e s t o no q u i e r e decir que lu e g o
c o i u c i d a n e n el camino concreto a recorrer, es d e c i r , en la so^
lueion que ofrece cada uno.

(X) El P. Claude Buffier nacio en V a r s o v i a , el 25 de m a y o de


l 6 6 l. La familia pasô luego a N o r m a n d i e , donde adquiriô nacio-
nalidad francesa. I n g r e s ô e n el n o v i c i a d o de los jesuitas on -
septiembre de 1Û79. Fue un g r a n c o l a b o r a d o r del periôdico "ME­
MOIRES DE TRÉVOUX". M û r i 6 en P aris en m a y o de 1737.
Publico trabajos de las m a t e r i a s m a s v a r i n d a s , fundamen-
talmente de F i l o s o f i a . Todo lo r e c o g i ô e n un s olo v ol umen:
Cours de sciences sur d e s p r i n c i p e s n o u v e a u x et s imple s; pour
former le langage, l'esprit et le coeur , dans l'usage ordinai­
re de l a vie. (Pa r i s , 1732).

Su p e r s o n a l i d a d f i l o s o f ica no ha sido m u y estudiada, se^


gun n o s r e c u e r d a J U A N A. VENTOSA: "A d e c i r v e r d a d , la p e r s o n a -
] idad f i l o s ô f i c a de Buffi e r , ha s id o e n g eneral p o c o estudiada.
las preo ctipaci ones p o l é m i c a s de los e r n u d i o s que se le h an de-
dicado, han comprometido su obje t i v i d . d . l a p o l é m i c a ha t e n i d o
como p r in c i p a l e s c e n t r a s de in terés su p r e t e n d i d o c arte sianis-
m o y su posible influencia sob re la e s c u e l a e s c o c e s a del sent^
do c o m û n " ( 5 ).
250

El a r g u m e n t o p r i n c i p a l d e l P. Buffier consiste en
a p e l a r al sentido c omû n , aunque no p r o f u n d i z a d e m a s i a d o e n los
fundamentos de su v a l o r . Lo c o n t r a r i o al s e n t i d o c o m û n e s "una
e x tr a v aga nc ia ". Por ello recurre con f re cuen cia al a r g u m e n t a
"p e r a b s u r d u m " , y e s t a m a s a t e n t o a o p o n e r s e a los e r r o r e s de
otros filôsofos que a la c o n s t r u c c i ô n p o s i t i v a de un sistema
coherente. E st o r e s t a v a l o r y o r i g i n a l i d a d a su p e n s a m i e n t o .-
Co n su f i l o s o f i a d e l s entido c omûn quiere superar
el e s c e p t i c i s m o , al que estaba a b o c a d a la f i l o s o f i a de s u tlem
po, y se une asl a m u c h o s mas autores que t uvi e ro n esa m i s m a
preocupaciôn y meta e n sus i n v e s t i g a c i o n e s filosoficas.
De e s t o también podemos ver coincidencias con la -
e s c u e l a e s c o c e s a y c o n el p e n s a m i e n t o de B a l m e s . No pue de n ce^
d e r el c a m p o al e s c e p t i c i s m o .
Ilabrla que senalar t a m b i é n su c a r â c t e r a p o l o g é t i c o .
Buff i e r , c om o B a l m e s , es u n p r o f u n d o c r e y e n t e , un teôlogo, y,
a nt e todo, ha de salvar su v e r d a d de f e , su v e r d a d r e l i g i o s a .
E s t o hace que t o d a s las f u e r z a s y todos los i n t e n t o s de la in
teligencia t e n g a n qu e v e n i r a servir a e ste centro incuestio-
n a b l e y m a s d e c i s i v o p a r a el h o m b r e . No solamente se t r a t a de
hacer compatibles ambos ca m p o s , a m a n e r a de u n a r r e g l o o enten
dimiento, sino que se t r a t a de "fortificar" y "servir" positif
vamente. A sl leemos su c a r t a de d e d i c a c i ô n d el C o u r s de Scien­
ce s : "Si j'y a v o i s r é u s s i , quel b o n h e u r ne seroit-ce pas pour
moi! Vos s u jets a p e r c e v a n t d a n s les p r i n c i p e s que j 'é t a b l i s ,
comment ce qui s' y t r o u v e de p l u s plausible et de p l u s certain,
conduit à la s c i e n c e de la r e l i g i o n ...(Course de S c i e n c e s , -
pâg. VII) (6 ).
En otro momento escribe todavla con mayor claridad
a este r e s p e c t e : "Pour ménager certains esprits, je m e suis -
exactement renfermé dans la sphère pu rement philosophique; --
mais on t r o u v e r a qu'elle suffit pour conduire a ux p r i n c i p e s -
les p l u s s o l i d e s de la r e l i g i o n " (7) (en el A v e r t i s s e m e n t del
T r a i t é d es p r e m i è r e s v é r i t é s ) .
Por t a n t o , aunque él se m a n t e n g a e n u n p u r o ni v e l
filosôfico, en el fondo esta c o n v e n c i d o de que lo que escribe
251

conduce a los p r i n c i p i o s de la r e l i g i o n . Esta realidad y preo


cupacion estara presente en t o d o s sus c scri t os y sera como el
impulse constante de su q u e h a c e r filosôfico.
Esta t e r c e r a nota, el carâcter apologético, tamlién
aparece en B a l m e s .
Pero en su d o c t r i n a d el sentido c o m û n , doctrina --
que expone f u n d a m e n t a Imente en su Traité des premières véri--
t é s , la que constituye su p e n s a m i e n t o f u n d a m e n t a l ,y t a m b i é n -
mas original. Esta es la que m a s n o s ini e r e s a penetrar par a -
podor compararla con la d o c t r i n a de Balmes sobre el "instinto
intelectual" y ver si, r e a l m e n t e , también aqui coinciden, o -
por el contrario, son dos r e al i d a d e s d if e r e n t e s en el fondo.

E n el centro del p e n sa mi e nt o del F. B u f f i e r nos en


contramos con el t e m a de la v e r d a d . E n u na de sus obras. Le s
principes d u r a i s o n n e m e n t , nos e nc o n t r a m o s c o n e s t a de f i n i c ô n
de la v e r d a d : "La v e r d a d es u na c o n f o r m i d a d de n u e s t r o s jui--
cios con lo que son las cosas, de tal forma que lo que son --
las cosas en si m i s m a s es p r é c i s é m e n t e lo que de ellas noso-
tros juzgamos" (F. BOUILLIER, Oeuvres philosophiques d u F’ère
B u f f i e r de la C o m p a g n i e de J é sus, avec notes et introduction
par Fr. Bouillier. PARIS (1843), pâg. 255) (8 ).

Su d e f i n i c i ô n coincide c o n la m e j o r tradiciôn d el
realismo g n o s e o l ô g i c o . La v e r d a d , que r 1 e r t a m e n t e e s t â en el
ju i c i o , viene de nuestra conformidad con la c o s a en si. Cuan­
do v o a m o s lo que h a y , lo que es, estâmes e n la v e r d a d . Cual—
quier tipo de i n m a n e n t i s m o queda fuera de e s t a definiciôn.
De o t r a de sus obras. E l é m e n t s de M é t a p h y s i q u e , en
tres.acainos e s t a n u e v a d e f i n i c i ô n : "La v é r i t é , d a n s la j uste -
s i g n i f i c a t i o n de ce terme, ne convient qu'à un jugement que -
n o u s ’f o rm ons : en sorte que la v é r i t é est la c o n f o r m i t é du ju­
gement que n o u s portons avec l'objet de ce m ê m e j u g e m e n t .(...)
En effe t , s'il n ' y avait p oi n t de jugement, on ne jugerait ni
v r a i ni faux; et par conséquent il ne trouverait p lus de v é r ^
té ni de fausseté a u sens que je l ’e n t e n d s ici" (O. P h . p â g .235)

(9).
252

Encontramos u na p e q u e n a d l f e r e n c i a en r ei a c i ô n con
la d e f i n i c i ô n a n t e r i o r ; la s u s t i t u c i ô n de "la c o s a e n s i " p o r
el " o b j e t o del p e n s a m i e n t o ", de l j u i c i o . La e x p l i c a c i ô n p u e d e
se r b i e n sen cilla. Se t r a t a de ab arca r con un solo termine, -
" o b j e t o " , a los d os t i p o s de v e r d a d de que n o s h a b l a Buffier,
es d e c i r , la v e r d a d i n t e r n a y la v e r d a d e x t e r n a . De haber ut^
lizado el t e r m i n e p r i m e r o , la c o s a en si, n o h a b r l a servido -
para significar todo el m u n d o de la v e r d a d I n t e r n a . Asl se ex
plica que p u e d a h a b l a r de "deux sortes d 'objets" que "font --
deux s o r t e s de v é r i t é s " .
E s t a d i s t i n c i ô n la e x p l i c a el P. Buffier e n la p r ^
mera de sus obr a s filosôficas. Hay juicios que h a c e m o s p o r —
via de principle, es de cir, s in n i n g û n i n t e r m e d i a r i o ni deduc^
ciôn alguna. S o n j u i c i o s que n a c e n d i r e c t a m e n t e de l os ob je--
tos - e n t i é n d a s e a qul "objetos" en el sentido realista, de co­
sa e n s i - . Estes j u i c i o s r e c l b e n t a m b i é n el n o m b r e de v e r d a d
e x t e r n a , o b j e t i v a o de p r i n c i p l e (O. Ph. pâg. 235) (10).

Y hay j u i c i o s p or v i a de c o n s e c u e n c i a , es d e c i r , -
p or v i a de deducciôn, de r a z o n a m i e n t o . El o b j e t o de e s t e s --
juicios s on los c o n o c i m i e n t o s o i d e a s de n u e s t r o esplritu. Eji
ta es la que él l l a m a v e r d a d i n t e r n a , l ô g i c a o de c o n s e c u e n - -
c ia (O. Ph, pâg. 235).

M i e n t r a s “que la v e r d a d interna se n o s o f r e c e como


m u y f â c i l de d i s c e r n i r , po r el c o n t r a r i o , la e x t e r n a se n o s -
présenta lle n a de d i f i c u l t a d e s . E s t a tiene u na importancia ca
pital, p u e s de su e r r o r se s e g u i r â n los d e f e c t o s de n u e s t r o s
r a z o n a m i e n t o s , aunque lloven una gran lôgica in ter n a .
La d o c t r i n a , sin g o z a r de d e m a s i a d a o r i g i n a l i d a d ,-
se o f r e c l a a p t a en su m o m e n t o p a r a o p o n e r s e a los e x c e s o s del
racionalismo, de a q u e l racionalismo "m o r e geometrico" que se
prestaba a la i r r e a l i d a d . Es d e ci r, aunque en una c i e n c i a , o
en todas, puodan ha ce rse r azon a mi en to s équivalentes a los ma-
temâticos -verdad interna-, lo d e c i s i v o es t e n e r la g a r a n t i s
de que nuestras ideas no son p u r a s a b s t r a c c i o n e s , s ino que -
estân conformes con la e x p e r i e n c i a - v e r d a d e x t e r n a - .
253

Lo d i f î c i l , n os d i c e el i'. Buff i e r , no es r a z o n a r -
con rigor, sino t e n e r u n p u n t o de a p o y o que ofrezca g a r a n t i as
de r e a ] i d a d ( 1 1 ).
He aqul unas palabras al r e s p e c t a : " En u n m o t, qu'on
me g a r a n t i s s e des faits, et je g a r a n t i s , dans toutes les sc ien
ces, des demonstrations géométriques, ou é q u i v a l e n t s en é v i d e n
ce a u x géométriques" (O. Ph., p â g . 241) (12).
El p r o b l e m a fu nda mental, c omo v e m o s , es c o m o garan-
tizar la "verdad externa", c ô m o o b t e n e r ese p u n t o de a p o y o que
ofrezca garantlas de r e a l i d a d . U n a v e z r e s u e l t o éste de forma
positiva, al P. B u f f i e r no le p a r e c e que sea d i f l c i l encontrar,
en c u a l q u i e r ciencia que sea, demostracionos parecidas a las -
materna t i e n s . P e r o lo d i f l c i l es lo pr ime r o : "A qué tanto in si^
tir en el r i g o r m a t e m â t i c o -viene a decir Buffier- cuando lo -
que i m p o r t a y lo m a s diflcil es t e n e r la ga r a n t i a de que c un n -
to a f i r m a m o s tiene u n v a l o r r e a l , e x i s t e n c i a l " ( 1 3 ).
E n el fondo pesa, como se p u e d e o b s e r v e r , una crit_i
ca a t o d o a s o m o de idealismo y u n c o n v e n c i m i e n t o del r e a l i s m o
cientlfico.
A partir de la s i m p l e verdad interna no n o s es lic^
to j u z g a r de la e x i s t e n c i a de los objetos que e s t â n f u e r a de -
nosotros: "Ta n t qu'une vérité demeure simplement interne, nous
ne ju geons et ne pouvons rien jug e r de l'existence de l'objet
qui est h o r s de n o t r e pensée; au l i e u que p ar la v é r i t é exter­
ne, nous jugeons q ue l'objet qui est t a n s n o t r e pensée a enco­
re h o r s de n o t r e pensée une existence effective et r é e l l e " (ü.
P h . , pâg. 2 8 2 ) (14).
Desde aqul el P. B o u f f i e r h ace una c r l t i c a al prin-
rjp j o c a r t e s i a n o de la " i d e a clara y distinta" como p ri nc i pi o
u niversal de v e r d a d . No p u e d e admitirse, pues se c o n f u n d o la -
verdad interna con la v e r d a d externa.
Asl observa, ta mb i é n , la i n u t i ] i d a d del argumente -
c a r t e s i a n o de la d e m o s t r a c i o n de la e x i s t e n c i a de Dio s, aunque
110 h a ga m è n e i o n e x p r e s a de d i c h o f i l o s o f o .
"Par lâ enc o r e , et par la s i m p l e idée de D i e u , ils
ont c r u prouver 1'existence de Di eu, p arce que l'existence de
254

D i e u est essentienllement refermée dans l ' i d é e de D i e u ; m a i s -


ils ne prouvaient ainsi que 1 'e x i s t e n c e de D i e u e n idée, c'est-
à-dire, ils p r o u v a i e n t seulement que l ' o n ne saurait se former
l'idée de D i e u sa ns y r e n f e r m e r l ' i d é e d 'e x i s t e n c e ; m a i s tout
c e l a ne f a i t qu'une vérité interne, laquelle ne p r o u v e rien à
l ' é g a r d de ce qui e st h o r s de n o t r e i dée et de n o t r e e s p r i t . -
Ils ne p r o u v a i e n t donc p as que 1'existence de D i e u fût hors de
notre es prit et d a n s la r é a l i t é , telle qu'elle est dans notr e
esprit et d a n s n o t r e idée; et c'est n éa nm oi ns ce q u ' i l s'agit
uniquement de p r o u v e r , quand on est en p e i n e de d é m o n t r e r l'exü
tence de D i e u a ux athées" (O.Ph., pâg. 284) (15).

Esta crltica estâ de acuerdo con la mejor tradiciôn


tomista, segûn la cual el argumente de Descartes no probarla -
sino la "existencia pensada" de Dios, pero no su "existencia -
real" , que es lo que de verdad importa.
Aqul vemos también una semejanza con Balmes cuando
éste critica el famoso argumente ontolôgico. Lo mismo puede de^
cir del argumente cartesiano sobre la demostraciôn de la exis­
tencia de Dios. En definitiva se tratarîa siempre de "mayor r^
queza ideal" -idea mâs compléta o mâs rica-, pero siempre insu
ficiente para concluir en lo "real", en lo "existente".
Conviene notar que el P. Buffier se aparta en esa -
tradiciôn que hemos senalado de la teorla de la abstracciôn, -
cediendo en favor de cierto aire empirista (Locke).
El problema fundamental consiste, pues, en la reso-
luciôn de las verdades externas, en garantizar la c o n esponden
cia entre la idea y la cosa en si, lo real. De otro modo cons-
truirlamos una ciencia puramente ideal, de objetos jiensados, -
que nada nos dirla de la realidad.
Entre las verdades externas hay algunas que gozan -
de una importancia e special, es decir, se nos ofrecen como la
fuente y el principio de todas las demâs. Estas son las llama­
da s "primeras verdades" .

"Premières vérités, qui sont la source et le princ


pe de toutes les vérités que l'on peut établir sur 1'existence
255

réelle des objets hors de nous..." (O.ph, 2 8 6 ) (l6).


De ello se deduce que nuestros razonamientos -
lendrân valor real, es decir, transcenderan e 1 puro piano de
lo pensado, a condicion que tengan como punto de paitida una
primera verdad, q u e , hemos dicho, tiene que ser externa por
définicion. Estas verdades primeras nos introducen en el cam­
po de lo real.
Lo decisivo es, por tanto, el descubrimiento y
afirmaciôn de estas primeras verdades. De ahi que su obra ---
T r aité des premières vérités sea su obra filosôfica fundamen-
ta ] .
Buffier define estas primeras verdades como: —
"Des propositions si claires, qu'elles no peuvent être prou--
vccs ni combattues par des propositions qui Je soient devant^
ge" (o. ph., 5-6; t r . p r . v é r . 8) (1?)
"Je définis une première vérité, celle qui est
si claire qu'elle ne saurait être prouvée, ni attaquée p.ar --
aucun proposition qui soit plus claire et plus inmédiate à la
lumière naturelle de l'esprit..." (O.pii.,291) (l8).
Se trata, por tanto, de verdades indomostrables,
pues su claridad es suficiente para aceptarlas como taies. -
Son primeras porque no son fruto de ningun raciocinio, que su
pondria otras verdades anteriores, sino justamente las que --
fundamentan todo raciocinio.
Si no existieran estas primeras verdades, cual­
quier demostraciôn de la verdad séria imposible, pues nos ve_
flamos arrastrndos a un proceso infinito do demostraciôn de -
la demostraciôn. Si qucremos admitir la demostraciôn de la --
verdad no nos queda mâs remedio, segun Buffier, que partir de
unas primeras verdades.
Esta fuera de toda duda d cpic dcben exi stir --
e sa s primeras verdades. Ello hace que e 1 autor trate, princi­
pal mente, de descubrir cu'iles son sus f non tes o principios y
cu al es son osas "primeras vorflades".
El tema de la verdad estâ Intimamcnte rolaciona
do con el de la evidencia y la certeza, No admite la opinion
256

de los que solo dan por valida la evidencia metafisica -esta


es la que nos proporciona el sentido intimo-. Para Buffier la
evidencia es la "nécessité que nous éprouvons de former cer—
tains jugements" (0.ph,251). Dicho de otro modo, sera éviden­
te "ce qui est tellement imprimé dans l ’esprit de tous les —
hommes qu'il leur est impossible de juger autrement" (0 .ph. 2 9 0 )
Por tanto, habrâ evidencia verdadera, aunque se
pueda dar en diverses grades, siempre que baya necesidad de -
juzgar: "Gardons-nous de chercher une évidence ou vérité méta^
physique la où notre esprit ne saurat et ne doit point la trou
ver; mais attribuons à chaque espèce de sujets l'espèce d 'év^
dence dont ils sont uniquement susceptibles" (O.ph. 5 ^ 8 ) (I9 ).
Q u e d a c l a r o que n o se t r a t a de exigir el m i s m o
g r a d o de e v i d e n c i a , sino a q u e l g r a d o que sea de acuerdo con -
la n a t u r a l e z a del o b j e t o . Pero, en t o d o s los casos se t r a t a -
de v e r d a d e r a e v i d e n c i a , de v e r d a d e r a n e c e s i d a d de j uicio.
La c u e s t i ô n que abora se nos p l a n t e a es la si—
guiente: ^qué r e i a c i ô n e x i s t e entre la e v i d e n c i a , la c e r t e z a
y la v e r d a d ? D i c h o de otro m od o mâs e x p l i c i t o : ^es la e v i d e n ­
cia c r i t e r i o de c e r t e z a y de v e r d a d ? Para este autor parece -
que las très cosas v a n ins op ar ab l em en te u n i d a s . I n c l u s o no --
distingue debidamente entre estos très conceptos. No parece -
considérer la p o s i b i l i d a d de u n a ce rteza s in e v i d e n c i a o de -
una evidencia sin c e r t e z a .
"Lo unico que n o ofrece duda para quien lee sus
escritos filosôficos es que la c e r t e z a y la e v i d e n c i a se p r e-
s e n t a n e n ell e s inseparablemente un i d a s , basta tal pun to, —
que no puede evitarse la i m p r e s i ô n de que Buffier l as coriside^
r a c o m o d os n o m b r e s de u na m i s m a r e a l i d a d .
Quizâ esta ultima a f i r m a c i ô n es la m â s prôxima
al p e n s a m i e n t o de Buffier" (20).
La evidencia tiene en Buffier un marcado carâc­
ter subjetivo (nécessitas sübiectiva iudicandi), y no objeti-
vo (nécessitas obiectiva iudicati) como en la epistemologîa -
escolâstica.
;,Y qué reiaciôn existe entre esta evidencia-cer
257

teza y 3 a verdad? 15s el nuevo interrogantc que se nos pj aiitea,


;,l,a evidencia-cer teza os garantie de verdad? La respuesta pa­
rece que tiene que ser afirmativa. Un juicio évidente séria -
un juicio verdadero. Valdria el principio; lo évidente es ver-
d adero. Pero si para él la evidencia es la necesidad do juzgar
quo puede significar el principio? Lo siguiontc : lo quo juzga-
inos necesariamcnte es verdadero.
La pregunta os entonces mas radica]: ^por quo —
formamos necesariamente ciortos juicios? Up donde nace la nec£.
s id fid , /.del oh jeto o del su jet o? Ciert imente encontramos algu­
nas exprosiones que parecen inclinar la balaiiza Jiacia cl pritne^
ro, es decir, hacia el lado de los ol)jotivo. Sin embargo, liay
(|uo reconocer que su pensamiento se inclina mâs hacia la ver--
tionte subjetiva.
La necesidad de juzgar -origen de la evidencia-
provione de la naturaleza y esta no puode inc linarnos al error.
"Partout où se trouvera le sentiment de la natu
r e , il se trouvera aussi une vraie évidence et une règle néce­
ssaire de vérité... C'est donc la natvi-e et le sentiment do la
nature (pie nous devons reconnaître pour la source et 1'origine
de toutes les vérités de principe; soit qu'elles se trouvent—
accompagnées d'une plus grande ou d'une moindre vivacité de —
clarté: car d 'imaginer que la nature peut nous guider mal, ---
quand elle nous détermine à un jugement: dont la clarté e s t --
moins vive, ce serait soupçonner qu'elle peut nous guider à la
fausseté de manière ou d'autre; et ce serai t alors ne plus sa­
voir ce que nous sommes nous-mêmes, et ce (pie nous devons pen­
ser" (O.ph.32) (21).

Podemos decir que el criterio ultimo y definitivo


es la naturaleza. Ahx debemos encontrar las fuentes, réglas y
pri ne ipios de evidencia, de certeza y de verdad. Hablamos de -
"fuente s " , porque nos indican la procedencia de las primeras -
verdades; de "reglas", porque son garant la de que los juicios
que do ellas proceden son verdaderos; de "principios", porque
son o1 punto de partida de otras verdades.
La fuente o régla ultima y fundamental de la ver
258

dad es la "nature et le sentiment de la nature" (O.ph, 32). De


ah l , como de un origen comûn, surgen dos arroyos como dos fuen
tes mâs prôximas de las primeras verdades:
-el sentido Intimo (sentiment intime)
-el sentido comûn (sens commun o sentiment commun
de la nature)

Buffier dedica mucha mayor atenciôn al estudio y


comprehension del sentido comûn, porque es la fuente de las --
verdades no metafIsicas. Estas son las verdades que sus adver­
saries rechazan y que se refieren a los objetos que estân fue­
ra de nosotros. Esta es la verdad que le interesa fundamentar.
Mucha menos importancia concede al estudio de las verdades de
sentido Intimo, aunque es necesario tener présente sus conside^
raciones a este respecta.

EL Se n ti d o Intimo

Es la primera fuente y el primer principio de tjo


da verdad. Séria como el sentido intimo que cada uno tiene de
su propia existencia y de lo que expérimenta en si mismo (O.ph.
7) .
Esto no signifies sino que sin ella, sin esta —
fuente de verdad, no es posible hablar de ninguna otra, cual —
quiera (;ue la queramos suponer. No signifies, ni mue ho menos,-
que con solo esta fuente sea posible la construcciôn de toda -
c iencia.
Esta primera régla de verdad nos proporc iona un
grado sumo de evidencia, lo que se llama la evidencia metafis^
ca o absoluta. Su claridad nos dispensa de toda prueba y nada
podriamos contra el que no se dignase aceptnrla. Es, en defin_i
tiva, la evidencia carte siana: pienso, siento..., existe. No -
se trata de ninguna argumentacion ni descubrimiento, es solo -
la expresiôn de una verdad incontestable de sentido intimo.
En el fondo, vemos que Buffier, aunque pudiera -
parecer lo contrario, no es un mero discipulo de Descartes en
este tema. Nos muestra la misma verdad, pero germinando de dos
259

formas diferentes.
Se trata, pues, de verdades de una evidencia ajj
soluta e invencible.
Buffier, por otro lado, critica a los cpie erigen
el sentido intimo como criterio ûnico de verdad, pues de cara
a fundamentar la realidad del mundo exterior no nos sirve. Se
g un estos filôsofos todo viene a reducir se a la percepc iôn ac^
tuai: "car, selon eux, je ne puis avoir d 'évidence que par --
une perception intime qui est touj ourc actue1l e ..."(O .p h .l4 )
(22) .
Asi viene a resultar que no podemos tener certe^
zn alguna de lo que me ocurriô aye r , ni siquiera si en ese --
ayer existia o no.
El 1’. Buffier va mostranlo las consecuencias a^
surdas que se derivan de esta posiciôn filosôfica. Como ulti^
mo y definitivo ejemplo nos dice que asi nuestra aima "n'a --
point d 'evidence qu'elle n'existe pas de toute éternité, ou -
même qu'elle ne soit pas 1 'unique être (pii existe au monde
(O .ph. ,l4 ) . La serie de incon sec uencia s que surgen de esta pjo
siciôn son interminables y, en sus mismas palabras, extrava--
gantes, pues tal séria el juicio do quien negase que en el --
mundo existen otros seres distintos do él.
Por ello e1 sentido intimo no puede ser la ôni-
ca régla o criterio de certeza; "Il n'est pas vrai que nous -
n'ayons pour règle de certitude évidente, (pie le sentiment in
time de notre propre action"(ü .ph . , n .26) (2 3 ).
Con este criterio quedarlamos recluldos en la -
eslora de la conciencia, de la verdad interna, pero no podri^
mos dar un paso scguro en el camino do la ciencia. Hay que --
bu scar algûn otro criterio que nos garanticc las verdades ex-
toinas, el salto al mundo exterior. Ivsta nueva fuente ocrite^
rio de verdad sera el sentido comûn de la naturaleza, conoci-
d o ordinariamente con e 1 nombre de sentido comûn.
A pe sar de todo, no parece que se pueda negar -
que el inmanent ismo cartesiano hizo inella eu nuestro autor, -
como en la mayorla de los filôsofos del siglo XVIII.
260

Aquella conciencia cartesiana, conciencia ence-


rrada en si m i s m a , d e s p r o v i s t a de toda relacion directa e in-
mediata con el m u n d o exterior tuvo m u c h o que v e r c o n l os plan
teamientos filosoficos p o s t c a r t e s i a n o s . ^Como estar c i e r to s -
de que n u e s t r a s r e p r e s e n t a c i o n e s , n u e s t r o s c o n t e n i d o s de con­
ciencia, e s t â n de a c u e r d o c on la r e a l i d a d ? He ahx el a b i s m o -
que i n a u g u r o D e s c a r t e s y d el que n o le ha sido f â c i l l i b e r a r -
se a la F i l o s o f i a p o s t e r i o r .
D u f f i e r no c o n s t i t u y e una excepcion, s i no todo
lo c o n t r a r i o , Esa d i st i n c i ô n tan f u nd am ent al p a r a él e n t r e —
"verdades internas" y "verdades externas" asi n os lo a t e s t i - -
gua. Se trata, en u l t i m o t é r m i n o , de v e r cômo podemos, gnose^
lôgicamente hablando, justificar el s a l t o de u n a a o t r a ; es -
deci r , h a y que d e m o s t r a r c o m o sea p o s i b l e que "es" a q u e l l o —
que "nos p a r e c e " . Este planteamiento es d e cuno net ame nte car
tesiano; "Je me p r o p o s a i s ... de v o u s r e m a r q u e r les p r i n c i p e s -
généraux, pour nous a s s u r e r que ce q ui est p r é s e n t à n o t r e --
pensée, existe e f f e c t i v e m e n t h o r s de n o u s tel q u ’il e st p r é - -
sent d a n s n o t r e esprit et à n o t r e pensée, c 'est -à-dire qu'il
nous reste à examiner quelles sont l es v é r i t é s qui servent de
principes à tout ce que n o u s p o u v o n s s a v o i r de c e r t a i n et é v ^
dent to uchant ce qui existe h o r s de n o u s " (El.de Mét . , O.ph.,
288) (24).
El t e x t o no p u e d e ser m â s c l a r o y de sab o r m â s -
cartesiano. Se p r o p o n e v er cômo podemos afirmar que a q u e l l o -
que t e n e m o s d e n t r o de n o s o t r o s , en n u e s t r o p e n s a m i e n t o , corres^
ponde t am bi é n a algo que estâ fuera de nosotros, a a l g o real.
Y a r e c o r d a m o s que D e s c a r t e s creyô solucionar el
problema recurriendo a su p r i n c i p i o de la idea clara y distin
ta que, s e g û n él, le permitla c o n c l u i r e n la e x i s t e n c i a de --
D i o s y de ahi saltar a la e x i s t e n c i a de los cuerp o s , p u e s la
veracidad divina asi lo g a r a n t i z a b a .
El P. B u f f i e r no p u e d e admitir esta soluciôn, —
pues él, acaso por la i n f l u e n c i a de la f i l o s o f i a de L o cke, no
admite las ide a s innatas. P a r a él, en esta m ism a l i n e a , la --
i d e a t i e n e m â s de p e r c e p c i ô n e i m a g e n que de co n c e p t o .
26.1

Con su d o c t r i n a d el s e n t i d o cotnun i n t e n t a esc a -


par tanto del inman ent ismo cartesiano como d el empiii.sno sen-
s i s t a de L o c k e . Para Ventosa A. Huff ier puede consi der a r se coi
mo un r e p r e sent.ate de la p o s i c i ô n f i l o s ô f i c a que J. M a r é e liai
cal i f i c a de: "dogmatisme rationaliste modéré, un peu v a g u e , -
pratiquement acceptable, qui fut 1 'o r e i l l e r où s o m m e i l l è r e n t
discrètement à jieu p r è s toutes les p h i l o s o p h i e s sensé es, ant^
rioures à la philosopliie critique" (Le jioiut de d é p a r t de la
M é t a p h y s i q u e , cahier II, l’aris, 1944, pag. 197).

El Sentido Comun

Aunque los f i l ô s o f o s no h a b l e n m u c h o de e s t e te^


ma, n os d i c e el P. Huffier, o porque « r e e n que es una c o s a de^
m a si a d o v u l g a r o por la d i f i c u l t a d en clistinguir su n a t u r a l e ­
za y f u n c i o n a m i e n t o , sin e m b a r g o , es de capital i m p o r t a n c i a ,-
pues ahl h e m o s de encontrar los principios que j u s t i f i c a n que
somos c a p a c e s de conocer una se rie do p r i m e r a s verdades r e l a ­
tives a los obj etos que estan f u e r a de n o s o t r o s .
- N a t u r a l e z a del s e n t i d o comun: En cl T r a i t é --
d os p re m ièr es v é r i t é s , nos lo d e f i n e a s l : "La d i s p o s i t i o n que
la n a t u r e a mise dans tous les h o m m e s ou m a n i f e s t e m e n t dans -
la p l u p a r t d'entre eux, pour leur f a i r e p o rter, qu a n d ils ont
att eint l' ussage de la r a i s o n , un jugement c o m m u n et u n i f o r m e
sur de s objets différents du sentiment i n t i m e de Jour p r o p r e
perception; jugement f(ue n ' e s t point la c o n s é q u e n c e d'aucun -
pj'incipe antérieur" (Tr. pr. vér., ü.ph.,15) (25).
Y en o t r a de sus o b r a s n os d i c e mas explIcita--
m e IIt o lo s i g u i e n t e : "Le sentiment qui est c o m m u n aux h o m m e s -
de tous les t e m p s et de tous les pays, quand ils ont a t t e i n t
l ' u s a g e de la r a i s o n " (El. do Me t . , O . ph ., jiég.2 9 5 - 2 9 6 )( 26 ) .
El sentido c o m u n os, pues, una d i s p o s i c i ô n , c so
si, (pie pue d e e s t a r d e f o r m a d a en algiinos h o m b i e s . Asl os "na-
J,lirai" el amor d el padre hacia los liiios, y, pue d e scr, en aJL
giino e s t é ext iiiguido. for e l l o no de j i do ser "algo natural",
a lgo de la n a t u r a l e z a d el h o mbr e. Asl ocurre con la d i s p o s i —
ci'n del sentido comun. l'.ste es su p e n s a m i e n t o : "Il faut d onc
262

supposer que l ' A u t e u r de la n a t u r e avait imprimé dans tous —


les h o m m e s ce q u ' i l fallait pour atteindre la v é r i t é , autant
que l e ur condition les en r e n d susceptibles. Mais d'u n autre
côté leur aya n t donné la libe r t é , ils e n ont u sé si mal, que
par leurs d i v e r s excès ils ont altéré la j u s t e s s e de leur tem
pérament et d e s organes de l e u r s sens. Or, 1'expérience n ous
fait voir que de là d é p e n d e n t les d i v e r s e s o p é r a t i o n s de l'es
prit , et p ar c o n s é q u e n t la j u s t e s s e de n o s jugements" (Tr.pr.
v ér., 0 . ph., 34) ( 2 7 ).
Los hombres que p a r e c e n no t e n e r esta d isp osi- -
c i ô n es, en d e f i n i t i v e , p or el mal u s o que h a c e n de e l l a , p u e s
a d e m â s de tal d i s p o s i c i ô n n a t u r a l el h o m b r e cuenta también —
c o n la l i b e r t a d . E se li b r e jue go es el q u e , s e g u n B uffi e r , --
puede llevarnos al m a l uso, a ser " e x t r a v a g a n t e s " , "m o s t r u o s
del e s p l r i t u " .
En segundo l u g a r , es u n a d i s p o s i c i ô n que incli­
n a la r a z ô n a f o r m u l e r d e t e r m i n a d o s juici os. Esta es la fina-
l i d a d del sentido comûn: formuler j uicios , hacerles juzgar a
lo s h o m b r e s » Como se t r a t a de juicios verdaderos, se n os ofre^
ce como u n inedio que la n a t u r a l e z a ha d a d o al h o m b r e p a r a que
alcance ci erta clase de v e r d a d e s . Este es el p e n s a m i e n t o del
auto r, "Los juicios del sentido comûn se f o r m u l a n a impulses
de la n a t u r a l e z a y p a r a B u f f i e r es i n a d m i s i b l e que los j u ici os
formulados a i m p u l s e s de la n a t u r a l e z a sean e r r ô n e o s . No tiene
ademâs sent i d o , en la f i l o s o f i a de Bu ff i e r , preguntar si los
j u i c i o s que los h o m b r e s formulan s i g u i e n d o la i n c l i n a c i ô n del
sentido c omûn, pueden ser f a l s o s " (2 8 ).
El p r o b l e m a m â s fundamental y mâs diflcil surge
cuando t r a t a m o s de examiner cuâ]es son las r e l a c i o n e s que e x i ^
t e n en t r e la r a z ô n y el sentido comûn. Para nuestro progiôsito
de c o m p a r e r este pensamiento c on el p e n s a m i e n t o de Balmes so­
b r e el i n s t i n t o intelectual es, tambi é n , el as unto que mâs --
n o s imp o r t a .
De la s o l u c i ô n que se clé a este in t e r r ogante de^
penderâ e 1 g r a d o de r a c i o n a l i d a d o irr oc ion a l i d a d que liabre —
m o s de a t r i b u i r a e st a filosofia del sentido c o m û n del P. Buf
263

f ie r. "Cuestion decisive, pnesto que e ] cnrécter iiist inti v o ,-


irrncionnl o de c i e g a iinpuisividad que a ve ces se a t r i b n y e al
sent i <lo cotnûii, ha s ldo tina de las a c u s a c i o n e s nia.s f r e c u o n t e s
(pie se lian licclio c o n t r a las d i v e r s e s v e r s i o n e s de la f i l n s o f î a
d el sentido comun aparecidas eu el d e c u r s o de los ticitipos" ( 2 9 ) •
Huffier no liace del scnt;.do coinun uiia f a c u l t a d
d i s t i n t a de la raz.ôn. Es la m i s m a r a % é n que juzga siguiendo -
los iiiipulsos de la n a t u r a l e z a .
En la d e f i n i c i o n que nos ha d a d o d el s enti do co^
Ilu n v e m o s que aparece " el h a b e r llegado al u s o de la r a z ô n "co-
nio c o n d i c i o n p a r a la f o r m u l a c i é n de los llaniados jui c i o s do -
sentido comûn, Luego la p o s i b i l i d a d de f o r m u l a c i é n de est o s -
juicios va uni da al a m b i t o de la r a zôn: "Dès qu'il est impos­
sible à des gens qui n ' o n t point perdu la r a i s o n de ne pas --
t'orter c e r t a i n s jugements répandus nauturellement dans tous -
les esprits du genre h u m a i n , n'en méconnaissons pas 1'é v i d e n ­
ce , plis que c'est la n a t u r e qui n o u s y p o rte, et ne croyons --
pa s que p o u r être philosophe il f a i l l e renoncer au sens corn—
nnin" (El. de M é t , , O . p h . , 3^0) (3D).
A p a r t a r s e del s e n t i d o c o m u n es, por tanto, apar
tarse de la r a z ô n m i s m a . Por ello a la expresi<>n s e n t i m e n t de
Ia n a t u r e le sue le anadir el c a l i f i c a t i v o de r a i s o n n a b l e .
"Ce que pensent le p l u s c ommu nément, dans les -
ciioses où ils sont également à portée de juger avant tout —
raisonnement, est d o n c justement le sens c o m m u n , c 'e s t - à - d i r e
c el u i que le se n t i m e n t de la n a t u r e raisonnable a rendu le --
p lu s commun" (Tr. p r . v é r ., O . p h . , 4 2 -13) (31).
Se t r a t a del con j u n t o de v e r d a d e s cpic son adini-
(idas por la r a z ô n de todos los hombr es. Sentido comùn y ra--
zôn no s on dos f a c n l t a d e s d i s t i n t a s , sino que el sentido co--
mun es "la r a i s o n commune et la plus u n i v e r s e l l e m e n t répandue
dans le g e n r e humain" (El. de Ih't., (1. p h ,29 O ) .
Se trata, en t e r c e r t é r m i n o , de juicios comunes
y uni C o r m e s . S i endo u na d i s p o s i c i ô n n a t u r a l que i n c l i n a a juz
.'•;ar, todos los h o m b r e s juzgaran siguiendo su i m p u l s e y f o r m a -
lan, en c o n s e c u o n c i a , i d e n t i c os juici>s sobre detorminados o_b
264

jetos. Seran juicios comunos a todos y u n i f o r m e s .


Se s ig ne que las v e r d a d e s de sentido comûn sean
"universellement reçues parmi les h o m m e s en t o u t te mp s, en to­
ut l ie u x , et par toutes sortes d'esprits" (Tr. p r . v é r ., O. p h .
22) (3 2 ).
La r e l a c i o n e n t r e el sentido c o m û n y los juicios
comunes, es do c a u s a a o f e ct o, y al e f e c t o se le da a v e c e s el
mismo nombre que a la causa. P o r e s o d a el n o m b r e de "sentido
comun" al c o n ju n t o de v e r d a d e s admitidas universalmente por to^
dos los h o mb r es .
Si H u f f i e r d ice que lo a f i r m a d o po r el testimonio
de todos los h o m b r e s es iiidiscutiblemente v e r d a d e r o , no es por
que c réa que cl c o n s e n t i m i e n t o universal sea p or si m i s m o cri-
t e r i o de v e rdad, s ino p o r q u e sabe que este testimonio es signo
évidente de que se t r a t a de u n juicio que p r o c é d é del sentido
c o m û n y é ste es f u e n t e i n e q u l v o c a de v e r d a d .
Son juicios cuyos objetos s on d i s t i n t o s de los -
del sentido I n t i m o y de la p r o p i a percepciôn. El sentido comûn
se r e f i e r e a verdades cuy o s obje^os e s t â n f u e r a de n o s o t r o s . -
Los expresa bien c]a rame nte cuan do nos dice que sin el sentido
comûn los hombres: "Se trouveraient i n c a p a b l e s de p o r t e r au cun
jugement vrai et c e r t a i n sur t o u t e s les c h o s e s qui sont hors -
d 'e u x - m ê m e s " (Tr.pr.vér., 0.ph.,l6) (33)»
Estos juicios son p r i m e r a s v e r d a d e s . Tainbién nos
lo d i c e claramente: "Je d is que les jugements vrais qui n o u s -
sont di ctés par la n a t u r e et p o u r le sens commun sont d e s premi^
ères vérités" (Tr.pr.vér., O . p h . , l 6 ) (3^)*
Se s i g n e , bien claramente, que no s on f r u t o s de -
ningûn t i p o de r a c i o c i n i o .
^Qué r e l a c i o n e x i s t e ent r e el s e n t i d o c o m û n y el
raciocinio? E ste sir v e p a r a d e d u c i r una v e r d a d e s de otras; aun
que en el p u n t o de p a r t ida bay que encontrar u n a jirimera v er - -
dad.
Surge u na c o n c l u s i o n m u y i m p o r t a n t e . Las vei'dades
de sentido c o m û n est a n , por tanto, fu era del a l c a n c e d e .1 razo-
n a m i o n t o y por lo m i s m o n a d a p u e d e n contra ellas los embates -
dn l os sofismas o las siitilezas de los m e t a f x s i c o s inns e x t r a ­
vagantes. Resume Ventosa A. de esta forma: "Creemos ser fie—
les al p e n s a m i e n l o de H u f f i e r afirmando que para nu es t ro filo
sofo el s e n t i d o c o m u n no e s t a contra los razonainientos sino -
por e n c i m a de e l l o s , debiendo ser t e n i d o s p or falsos aquellos
razonainientos que v a n c o n t r a sus juicios" ( 3 5 ).
C o m o el r a c i o c i n i o es act i v idad p r o p i a de la r a ­
zôn, y el sentido c o m u n es una inclinacion, t a m b i é n do la r a ­
z ô n , n o es d i f x c i l v e r e n t o d o u n a do b l e a c t i v i d a d do la r a —
ZÔU. U n a po r la que se formulan las p r i m e r a s v e r d a d e s -juicios
ospontaneos e i n m e d i a t o s - , y o t r a por la que se d e d u c e n otras
p o r m e d i o del r a c i o c i n i o .
-E x i s t e n c i a d e l s e n t i d o c o m u n : A u n q u e no so p r e a
cupa d e m a s i a d o on d a r piuebas sobre la e x i s t e n c i a del sentido
comun, sx que n o s d a a l g u n a r a z ô n de e s t a d i s p o s i c i ô n n a t u r a l .
"Car nous avons mo ntré q u ' o n ne p o u v a i t , s a ns e x
travagance nier certains vérités qui ne se prouvent nullement
p ar n o t r e se ntimente i ntime, et qui sont d e s v é r i t é s essentie^
lies à la c o n d u i t e de la vie; telles au m o i n s que celle-ci:il
ex i s t e d ' a u t r e s êtres, et e n p a r t i c u l a r d ' a u t r e s hommes que -
m oi " (Tr.pr.vér.; 0.ph.,l(i) (3 6 ).
S i n e s t a s v e r d a d e s de sentido c o m u n los hombres
serxan " i n c a p a b l e s de r a i s o n et de c o n d u i t e " . Es el a r g u m e n t o
per a b s u r d u m que propone H u f f i e r : si no e x i s t e el sentido co­
m u n no |iodemos c o n o c e r las p r i m e r a s verda^les r e l a t i v e s a los
oh jetos e x t e r n e s ; n u o s t r a r a z ô n no p u e d o liacer r a c i o c i n i o al-
guno sobre elles; los h o m b r e s c a r e c e n do las v c r d a d o s que son
osenciales para su c o n d u c t a en la vi dz y es imposililo que cxi^
ta ent re elles acucrdo sobre c u a lqui ei cosa.
H u f f i e r hace , en v a r i e s moinentos, una emiineraciôn
de verf'ades de sentido comun. Estas iif' q u i e r e n ser tanto ex —
baustivas como e j e m p l i f i c a t i v a s . En el T r . p r . vér. n os prop^
ne esta e n u n e r a c ion : "Si l'on vo nt d os e x e m p l e s de jugements
(pii se v é r i f i e n t principalement jiai' la r é g i e d u sens commun,-
011 peut, ce me semble, cit e r los sui vantes:
1. Il y a d ' a u t i e s êtres et d ' a u t r e s hommes que
266

moi nu inonde,
II. 11 y a d a n s eux quelque chose qui s'appelle
vér i t é , s age sse, prudence; et c'est quelque cho­
se qui n ' e s t pas p u r e m e n t arbitraire.
III. El se t r o u v e dans moi quelque chose q ue --
j 'a p p e l l e intelligence; et quelque chose qui n'
est p o i n t cette intelligence et qu'on appelle --
corps; en sorte que l'un a des prop r i é t é s d i f f é ­
r e n t e s de l'au tr e.
IV. Tous les h o m m e s ne sont point d'accord à me
tromper et à m ' e n f ai r e accroire.
V. Ce qui n' e s t point intelligence ne saurait -
produire t o us les e f f e t s de 1'intelligence ; ni -
d es p a r c e l l e s de m a t i è r e r e m u é e s au h a s a r d , for­
m er u n o u v r a g e d'un ordre et d ' u n m o u v e m e n t régu
lier, tel qu'une horloge" (Tr.pr.vér.; O. p h . , 15)
(37) .

- C a r a c t è r e s e s e n c i a l e s de las v e r d a d e s de senti­
d o comûn; Segûn Huffier estas verdades tienen los siguiontes
caractères osenciales:
a) Son i nd e most rabl es e i n a t a c a b l e s . Estos s on -
las p r o p i a s p a l a b r a s del P. H uffier : "Le p r e m i e r de ces carac^
t è r e s est qu'elles soie n t si c l a i r e s , que quand on e nt repr end
de les p r o u v e r ou de les a t t a q u e r , on ne le p u i s s e faire que
par d e s propositions qui m a n i f e s t e m e n t ne sont ni p l u s claires
ni p l u s certaines" (Tr. pr. vér.; O . p h., 22) ( 3 8 ).
Encontramos en e s t a p r o p i e d a d el f u n d a m e n t o de -
la i m p o s i b i l i d a d de atacar estas primeras verdades con n i ng û n
raciocinio. Este no podiia c o n s t r u x d o c on p r o p o s i c i o n e s m a s --
claras ni m a s é v i d e n t e s que las que constituyen las p r i m e r a s
verdades o verdades del sentido comûn. Para Huffier, como ya
h emos visto, e s t a n p or encinia de t o d o r a z o n a m i e n t o . T r a tando-
se de las p r i m e r a s v e r d a d e s no es n e c e s a r i o n i n g û n r a z o n a m i e n
to: "Tous les ho m m e s , par r a p p o r t d u m o i n s à quelques premiers
principes, sont aus s i philosophes et auss i croyables que l^la-
267

ton et D e s c a r t e s . Il ne s ’agit point a l o r s de r a i s o n n e r , m a i s


de se r e n d r e témoinage à soi-même d 'n n simple fait: savoir,-
de la n é c e s s i t é qn'ils éprouvent naturellement, de juger clai^
remetit telle chose sur tel s u j e t " (Tr.pr.vér., 0.ph.,3l) (39).
No h a y p o r ello n i ngun a n e c e s i d a d de r a z o n a m i e n
to para la g a r a n t i z a c i o n y c r e d i h i ] i d a d de las primeras v er d^
des; es mas, atacar a l as m i s m a s con r a zo na mi e nt os es tanto -
como ponerse en c o n t r a d i c c i o n c on el sentido comun, con la nji
tnr al ez a misma.
Esta es la primera propiedad de las primeras --
verdades: su i n d e m o s t r a b i l i d a d y su i n a t a c a b i l i d a d .

b) Son universalmente a d m i t i d a s . Asx nos d e s c r i


be esta segunda nota de las p r i m e r a s ver d a d e s : "D' ê t r e si —
universellement reçues parmi les h o m m e s en t ous temps, en ---
tous lieu x ,e t p a r toutes sortes d'esprits, que ceux qui l es --
attaquent se trouvent, dans la gen r e h u main, être m a n i f e s t e - -
ment moins d'un cent, ou m ê m e contre mille" (Tr. p r . v é r . , ü.pli.
2 2 ) {ko).
Con esta p r o p o r c i o n de u n e c o n I r a m il qniere in
dicarnos Huffier la u n i v e r s a l idad de est a s v e r d a d e s . 1Cs la —
consecuencia l o g i c a de ser e f e c t o s de al go n a t u r a l , la d i s p o -
sicion natural a j u z g a r , el sentido comûn.
Las posibles excepciones que d e j a n e n t r a v e r las
afirmaciones de Huffier, "uno contra c i c n .. .", no invalida la
t e orxa y a f i r m a c i o n general.
La dificultad (pie surge es que a veces preferi-
mos el j u i c i o de la m u l t i t u d , la o p i n i o n de la m a y o r x a , en --
v e z del j u i c i o y o p i n i o n de la m i n o r x a , los e spxri tus s e l e c - -
tos. tCn el c a s o d o las p r i m e r a s verda< e s , n os vie ne a d e c i r ,-
no se r e q u i e r e a t c n c i o n ni e x p e r i e n c i a éspeciales, pues és t a s
"emportent toujoui'S 1 e plus gr a n d nombre d'esprits, quels tpi'
el soient, sav ants ou ignorants, p n i s q u 'afin d ' e n être p e r s u a -
(fé il ne faut que jienser" (Tr.pr.vér., O . p h . , 37-38) (41 ) .
Es d e c i r , q u e , respecte a ellas, todos somos -
filosofo.s, to'Ios tenemos la m i s m a p o s i b i l i d a d de conocimiento
260

de l as m i s m a s ; " D a n s une chose d'une expérience manifeste et


d'un sentiment c o m m u n à tous les hommes , tous à c et égard de­
viennent p h i l o s o p h e s , ou de m o i n s r e n d e n t à la v é r i t é un t é--
moignage aus s i bien fondé que s'ils 1 'é t a i e n t : de sor t e que -
dans les pr emieres principes de la n a t u r e et d u s e n s commun,-
un philosophe opposé au r e s t e du gen r e humain, est u n philosc^
phe apposé à cent m i l l e autres philosophes; parce qu 'ils sont
aussi b i e n que lui in st ui t s des p r e m i e r s p r i n c i p e s de nos s en
timents communs" (Tr.pr.vér., O . p h . , 31) (42).
el error c o m û n de ciertas materias? B u f f 1er
responds que es i m p o s i b l e que el sentido c o m û n de los que es­
tan en condiciones de j u z g a r de dichas materias afinné taies
errores. Sucede, de hecho, que se cae en e s o s errores porque
no se e s t a en e sas condiciones que hemos s e n a lado: en condi —
c i o n e s de juzgar sob r e u n a m a t e r i a deterniinada. Asx sucederia
en aquellos que afirman que e 1 sol solo t i e n e d os o très pies
de diametro.
De aqui deduce B u f f i e r u na i m p o r t a n t e co n c l u s i o n .
Conclusion q u e , por otra p a r t e , p l a n t e a xui n u e v o y grave inte^
r r o g a n t e , pues parece que contradico todo lo a n t e r i o r m e n t e ex
puesto, es decir, de que las primeras verdades e s t a b a n al --
a b r i g o de todo raciocinio. Estas s on sus p a l a b r a s al r e s p e c t a :
"Ce p r e m i e r jugement n'est donc p as u n s e n t i m e n t de la n a t u r e ,
puisqu'au contraire il est universellement démenti par le sen
timent le p l u s purde la n a t u r e r a i s o n n a b l e , qu i est ce l u i de
la r é f l e x i o n . Cette réponse peut servir à toutes les difficult
té s qu'on pourrait tirer des erreurs populaires, contredites
manifestement p ar 1 'e v i d e n c e de la r é f l e x i o n , du raisonn emen t
ou d e 1 'e x p é r i e n c e " ( T r . p r . v é r . , O . p h . , 37) (43).
Si a)iora n o s d i c e que estas v e r d a d e s no p u e d e n
ser desmentidas por la r e f l e x i o n y el r a c i o c i n i o , surg e, inc-
v i t a b l e m e n t e , la p r o g u n t a : ^en que quedamos? ^Son verda d e s --
por e n c i m a de la r a z ô n ? , ^ p u e d e n o d e b e n s u f r i r su e x a m e n ? Se^
gûn esta ûltima cita sx lo pa r e c e . Es de ci r , un j u i c i o c omûn
no puede ser t e n i d o p or u n a p r i m e r a v e r d a d si no r é s i s t e el -
e x a m e n de la r e f l e x i ô n puesto que ésta es "le sentiment plus
269

pur de la n a t u r e raisonnable".
Ilablando sobre el te ma de la idolatria e sc ribe
una s palabras bien s i g n i f i e n t i v a s : "... mais je d i s qu'il est
aisé d'en découvrir la f a u s s e t é (de la i d o l a t r i a ) p ar le p l u s
simple usage de la r a i s o n " (F-1. de Met.; 0.ph.,3ü6) (44).
El p a p e l de la r a z o n aparece ciertamente resnl-
tado, y co n el f i n de juzgar si se dan las n o t a s esenciales -
de las p r i m e r a s verdades del sentido comun.
Si o b s e r v â m e s , y e s t o es de la m a y o r transcenden
cia para comprender su p e n s a m i e n t o , las u l t i m a s anotacioncs -
t e n î a n un a r e l a c i o n d i r e c t a al " s entido comûn ob jetivo". Cuan
do niiramos c o n B u f f i e r al sentido comun subjetivo éste se ju^
t i f i c a po r si m i smo, pues c a d a u n o e s t a p e r s u a d i d o , por pro--
pi a e x p e r i e n c i a , de a q u e l l o s juicios que formâmes bajo la iujs
p ir ac i én del sentido comûn. "Le sentiment c o m m u n de la n a t u r e ,
q ui est une pre mi ère règle de v é r i t é , n'a pas b e s o in po ur se
j u s t i f i e r de la r e c h e r c h e q u ' o n en f e r a i t dans les particulie^
rs; elle se justifie p ar e l l e - m ê m e , puisqu'elle e st é v i d e n t e
et qu'elle se t r o u v e dans c h a c u n d es hommes particuliers; en
sorte que si q u e l q u e s - u n s e n sont d isco nvenus, ils ont été d^
mentis par le n o m b r e incomparablement le p l u s grand. Enfin la
meilleure réponse à cette difficulté est le se ntiment m ê m e de
la n a ture. En e f fet, que d i r e à ce l u i qui v o u d r a i t s'imaginer,
sous prétexte qu ' i l n'a pas v u tous les h o m m e s , qu'il en est
peut-être q ui ne d é s i r e n t pas d ' ê t r e heureux, o u qui n ' o n t —
pas b e s o i n de su n o u r r i r pour vivre? La d i f f i c u l t é poi'terait
avec el le sa r é p o n s e , ou plutôt dispenserait d'en donner aucu
ne" (Tr.pr.vér., 0.ph.,B4) (45).

c ) Nunca son desmentidas por nue s ira coiiducta. -


Es un te ma on el que insiste reiteradament e el 1'. Buffier. —
Cn.un'o un juicio es una primera verdad, los hombres se confor^
iiK.li a él en la practice.Incluso aunque, ospeculativamente, -
creii) tener razones para poner lo en dnda.
"D'être si fortement im; rimées dans nous, que -
nous y conformions notre conduite, malgré les raffinements de
ceux qui imaginent des opinions contraires, et (pii eux-mêmes
>70

agissent conformément, n o n à le u r s opinions imaginées mais aux


pr em ièr es vérités universellement reçues" (Tr.pr.vér., O.ph.,-
2 2 ) (46).
Estos son los c a r a c t è r e s esenciales de las p r i m e
r a s v e r d a d e s del s e n t i d o comûn. Uedica especial atenciôn a très
verdades: la e x i s t e n c i a de los c u e r p o s , la e x i s t e n c i a de la 1^
b e r t a d y la i m p o s i b i l i d a d de que u na o b r a que m a n i f l e s t a u n or
den y tiene un m ov i m i e n t o re gul ar sea f r u t o d e l azar. En ello
no es d i f î c i l obs erv ar u n ma rca do c aracter apologético.
Todavia po demos p r e g u n t a r n o s : ^cômo se j u s t i f i c a
el v a l o r del sentido c o m û n c omo c r i t e r i o û l t i m o de v e r d a d ? Para
Buffier el v a l o r de las v e r d a d e s de s e n t i d o c o m û n es el m i s m o
que el de las v e r d a d e s de sentido Intimo.
"La p r e m i è r e règle de v é r i t é r e c o n n u e u n i v e r s e l ^
ment de tous, savoir le sentiment intime de n o t r e propre per—
ception, tirant toute sa for c e de la na t u r e ; partout où se ti\o
uvera le sentiment de la n a t u r e il se t r o u v e r a aussi une v r a i e
évidence et une r è g l e n é c e s s a i r e de v érité : en sorte qu'une —
plus grande vivacité de lumi ère, f era b i e n connaître plus vi­
vement, mais n o n pas plus r éel lement" (Tr.pr.vér., O . p h . , 32)
(47).
Sus p a l a b r a s son b i e n t a j a n t e s y b i e n c l ar as; po
drâ darse mas o mcnos cl a r i d a d , pero no m as r e a l i d a d . El sent
do i n ti m o tiene precisamente su f u n d a m e n t o en la n a t u r a l e z a --
(tirant toute sa f o r c e de la n a t u r e ) . En consec ue ncia , el v e r ­
dadero c r i t e r i o de v e r d a d es el s e n t i d o de la n a t u r a l e z a , y tjo
do criterio que e n él se funde sera a u t é n t i c o c r i t e r i o de v e r ­
dad .
E n el fonde el û n i c o c r i t e r i o de verdad es el —
s e n t i d o de la n a t u r a l e z a : "C'est d onc ce que tout philosophe -
doit b i e n p e s e r , que cette force du sentiment de la n a t u r e , —
pour en faire la b a s e et le r è g l e générale de toute vérité" —
(Tr.pr.vér., 0.p]i.,69) (48).
"Si le sentiment de la n a t u r e r a i s o n n a b l e n' e s t
pas uno r è g l e de v é r i t é , nous n ' e n avo n s d o n c aucune: nous --
voila r eto mb é s dans un p l e i n scepticisme et d a n s un fanatisme
271

véritable, à ne p o u v o i r être c e r t a i n s de rie n " (T r .p r ,v é r . ,O .


pb., 2 5 1 ) (49).
El sentido comûn se Cunda t a m b i é n en el sentido
de la n a t u r a l e z a .
Sentido intimo y se ntido comûn tienen u na r n i z
comûn : el s e n t i d o de la n a t u r a l e z a . Las ovidencias (pie u n o y
otro n os dan, auncpie t e n g a n d i s t i n t a claridad y viveza, son -
an tént i cas p o r q u e e n t r a n a n una n e c e s i d a d de juzgar rpio on a m -
bos casos proviens del sentido do la n a t u r a l e z a .
"C'est donc la n a t u r e et le sentiment de la n a ­
t ure (lue n o u s d e v o n s r e c o n n a î t r e pour la s o u r c e et 1 'ori, ine
de toutes le s v é r i t é s de principle; soit qu'elles se t r o u v e n t
accompagnées d'une plus grande ou d ' u n e m o i n d r e vivacité de -
clarté" ( T r .p r . y é r .,O .p h ., 32) (50).
^Por que habla, entonces, de dos cri t o r i o s , el
sentido i n t i m o y el sentido comûn? Quizas por la d i v e r s i d ad -
de ob jet o s de que u n o y otro son g a r a n t i a de v e r dad. i;i prime^
ro para las v e r d a d e s que se r e f i e r e a objetos tpie e s t a n d e n t r o
de nosotros, y el s e g u n d o p ara las v e r d a d e s que se r o f i e r e n a
objetos que e s t a n f u e r a de n o s o t r o s .
La û l t i m a j u s t i f i c a c i o n es rpie la na t n r a l e z a no
nos p u e d e enganar: "Imaginer que la n a t u r e p eut nous guider -
mal, (piand e lle nous détermine à un j" go m e n t ...ce serait suji
çonner qu'elle p eut nous guider à la fausseté de m a n i è r e ou -
d'antre; et ce serait a l o r s ne p l u s sero i r ce (pie n o u s somme s
nous-mêmes et ce que nous de vons p e nse r" (Tr.pr.vér., O.pli.,-
32) (51).
La n at u ra l ez a qncda, por tanto, como el verda­
dero y ûnico c r i t e r i o de v e rda d. 1Cs el la la 'pie h a b l a tanto a
través del sentido intimo -verdades intei'nas-, c omo a t r a v é s
•del sentido comûn -vei'dades e x t e r n a s - .

El Juicio Critico

N o es del todo facil e m i t ir un juicio ci'itico -


sobre el va lor, en u no u otro s e ntido, del p e n s a m i e n t o del P.
’'-uffier. La ambigüodad de a l g u n a s de sus e x p r è s 1 ones os, pro -
272

cisamente, la que d i f i c u l t a e s t e juicio.


De t o d o s m o dos, y tornado el c o n t e x t e general de
su obra, parece que la é t i q u e t a que m e j o r le c u a d r a es la de -
subjetivismo.
El P. B u f f i e r n os d i c e que las v e r d a d e s p r i m e r a s
o de s e n t i d o c o m û n e s t a n a sal v o de cualquier impugnacion o ra
z o n a m i e n t o de los so f i s t a s . Ahora b i e n , ^cômo sab e r que u n j u^
c i o es la p r i m e r a v e r d a d ? La r e s p u e s t a es p o r q u e no se p u e d e -
p r o b a r ni impugnar p or proposiciones anteriores y mûs c la r as . -
la d i f i c u l t a d se a g r a v a ent o n c e s : ^qué r a z o n e s y c r i t e r i o s te­
nemos " a n t e r i o r e s " ?.
La v e r d a d es que p a r a e s te autor nosotros estamos
s e g u r o s de la v e r d a d de sentido comûn aunque no sepamos refu--
tar los sofismas que se le o p o n e n (Tr.pr.vér., O . p h . , 29). Si -
f u e r a n e c e s a r i a tal r e f u t a c i o n h a b r i a que concluir que la mayo^
r i a de los h o m b r e s s e r î a n i n c a p a c e s de servirse del s e n t i d o co
m û n c o m o c r i t e r i o de ver d a d . De hech o , s u ce de t o d o lo c o n t r a —
rio: "En la p r a c t i c a p u e s la m a y o r i a de los h o m b r e s n o p o d r â n
o p o n e r a los r a z o n a m i e n t o s , sea n o no s o f i s t a s , mas que la n e ­
c e s i d a d de juzgar que e x p e r i m e n t an en si m i s m o s . El se ntido co^
mûn se s u b s t r a e a s l , en la p r a c t i c a , al e x a m e n d e la r a z ô n " —
(52).
Podria oponerse a esta i n t r e p r e t a c i ô n de subjet^
vismo la n o t a de la uni v er s al i d a d (}ue s e n a l a B u f f i e r . Pero, ya
se vio, que, en û l t i m o térm i n o , al a n a l i z a r e s t a c a r a c t e i 1 sti-
ca se r e f u g i a b a t a m b i é n en el sentido comûn subjetivo.
E n c u a n t o a las p r i m e r a s v e r d a d e s t|ue él c n u n c i a
V e n t o s a A. e s c r i b e lo s i guient e: "Si n e n t r a r en cl e x a m e n de -
c a d a u na de e l l a s notaremos solnmonte que no p a r e c e que a to--
dos los juicios que él p r o p o n e como p rim eras ve rdades, les con
vengan tod o s los c a r a c t è r e s en c u e s t i o n , e s p e c i a l m o n t e el pri-
m e r o de ellos. En realidad, a l g u n o de los juicios propuestos -
como p ri mer as verdades pueden ser d e m o s t r a d o s " (53).
Lo c u a l es buona senal de que la e v i d e n c i a del -
enunciable es d e s c o n s i d o r a d a en f a v o r de lo su b j e t i v o . Y este
aunque e nc on trem os alg ûn texte que p a r e c e sugerir lo c o n t r a r i o .
273

como c u a n d o él e s c r i b e (pie cl sentido c o m u n no juzga las cosas


sin cntenderlas; "Un s ens c o m m u n qui est capable d'ôtre redre­
ssé et d 'a d m e t t r e d es clioses sans les entendre, n'est plus un
s ons c o m m u n ..." (Tr .[>r .v é r . , O . p h . , 6 9 ) (54).
A p e s a r de ello, c o n V e n t o s a A., a f i r m a m o s que -
la u l t i m a v e r d a d de su p e n s a m i e n t o es la s u b j e t i v i s t u , co mo ya
hemos senalado anteriormente. Ile aqui, a t x t u l o de ejo m p J o s , -
dos afirmaciones que po demos suscribir t o t a l m e n t e : "Ilay que rje
conocer, s in e m b a r g o , que p a r a oponerse al escepticismo Huffier
insiste mas o n la e x p e r i e n c i a subjetiva que tiene de la n e c e s ^
dad de formular detorminados j uicio s, que en los m o t i v e s ohje­
tivo s que d e t e r m i n a n e s t a n e c e s i d a d " .
"Buffier se r é f u g i a en el p o l o s u h j e t i v o del c<o
no ci miento humano y al ll se m a n t i e n e firme, oponiendo a los cm
liâtes d e l escepticismo la n e c e s i d a d de juzgar (evidencia) (pie
todo hombre expérimenta naturalmente a 1 considerar détermina —
dos o b j e t o s " (55).
Este es el a u t é n t i c o y û n i c o c r i t e r i o de to dos -
nue s t r o s conoc i m i e n t o s v e r d a d o r o s : el ;;entido c o m û n .
"Ne c r o y o n s p as que pour être philosophe il f ai-
1 le r e n o n c e r au sens c ommun ; faisons plutôt du sens cotiinuin lo
fondement de to u t e notre philosophie" (El. do M é t . ; O.pli., 3 0 8 )
( 56 ) .
Es t a s palabras del propio autor son el m e j o r rc-
snmon y la m e j o r c o n p r e n s i o n de su p e n s a m i e n t o . El sentido co­
mun, en ûlt ima instancia, se nos p r é s e n t a como la f u e n t e de to^
dos los c o n o c i m i e n t o s h u m a n o s . E n él se e n r a i z a n y se just ifi-
cen un c o n jun t o de p r i m e r a s verdades, y de é s t a s surge t o d o el
rest o del a r b o l del conoc imie n t o .

CONCLUSIUNES

T r a t a n d o do ha c e r una especie de r e s u m e n de todo


lo e x p u e s t o , y cou cl fin de p od e r comparai- m e j o r las a f i r m a - -
ci.oiies del 1’. H u f f i e r c on las de Haï m e s , <pie es, en défi ni t i v a ,
274

de lo que se t r a t a c on es te estudio, podemos establecer las


guientes afirmaciones:

1) Buffier re chaza, por principio, t a n t o el racioi


nalismo como el e m p i r i s m o . Son extremos igualmen
te i n a c e p t a b l e s .

2) Intenta p o s i t ivamente s a l v a r a la F i l o s o f i a -
del pel ig ro del escepticismo.

3) Su o b r a t i e n e , e n el fondo, un marcado cara c­


t er a p o l o g é t i c o , de d e f e n s a y j u s t i f i c a c i o n de -
la R e l i g i o n y sus v e r d a d e s .

4) Como tema central de su investigaciôn podia--


mos senalar éste: que es la verdad.

5 ) E stablece un a clara d is t i n c l ô n entre la v e r —


d ad ob j e t i v a y la sub jetiva, entre cl m u n d o inte^
r i o r y el e x t e r i o r . Es el p r i m e r t r i b u t e que pa-
ga B u f f i e r a las e x i g e n c i a s d el r a c i o n a l i s m o car
tesiano.

6 ) El p r o b l e m a m as g r a v e que se le va a p l a n t e a r
es el siguiente: ^ c o m o pas a r de la v e r d a d inter­
na a la e x t e r n a , de lo su bjetivo a lo o b j e t i v o ? .
También herencia cartesiana.

7) Se sépara radicalmente ’e D e s c a r t e s en la so-


l u c i o n al p r o b l e m a , sobre todo, e n el e s t a b l e c i -
m i e n t o de la v e r d a d de la e x i s t e n c i a do D i o s c omo
f u n d a m e n t o de las d e m a s v e r d a d e s y en la p rneba
c a r t e s i a n a de la d e n o s t r a c i o n de la e x i s t e n c i a -
de Bios.

8 ) N i e g a la r e a l i d a d de la a b s t r a c c i o n y sus c o n
sccuencias.
275

9) El s en tido c omû n a parece como ol û n i c o que -


puede fundamentar las v e r d a d e s externas.

10) El sentido comûn consiste en la n e c e s i d a d -


de ju zgar segû n el i m p u l s e de la n a t u r a l e z a , y
en ella encuentra su a p o y o y su e x p l i c a c i o n .

11) El sentido comûn no es d i s t in to de la r a z ôn,


sino ella misma en e sa n e c e s i d a d natural de jujl
c io que hemos indicado.

12) El sentido c om ûn da origeri a las "primeras


verdades" y de estas surge el r e s t e d e l edificio
del conocimionto.

1 3 ) La j u s t i f i c a c i o n û l t i m a de e s t a s p r i m e r a s -
v e rd ad e s viene del camp-., de lo suhjetivo, de -
la n e c e s i d a d de formula? detorminados juicios -
en una s d e t e r m i n a d a s circunstancias.

A la liora de e s t a b l e c e r una c o m p a r a c i ô n con Ja^


me l’aimes, y aunque e sta se h a r â al f i n a l de la o x p o s i c ion de
este capîtulo, es d e c i r , cuando bayai los v i s t o otros filôsofos
de ]a llamada c o r r i e n t e del S e n t i d o Comûn, se pu e d e estable—
cer un t r i p l e c a m p o de estudio. Se n o s m u o s t i a u c o ï n c i d e n t e s
en lo que r e c h a z a n , e n los e r r o r e s de los que hay tpic l i h e r a r
a la r i l o s o f î a . Ambos h an p a g e d o u n b u o n t r i h u t o a la h é r o n —
cia c a r t e s i a n a , y, poi lo m i s m o , c oin-i d o n t a m b i é n e n la oxpjo
si ci ou del problema m as grave con el .pio se ha de cnfrontar -
la F i l o s o f i a : la h û s q u e d a do la jn.s t i fi cac iôn c r i t i c a del sal^
to de lo s u h j e t i v o a lo o h j e t i v o , y e s t o s in caoi ni en el r ^
c i oiia 1.i SM'O ni on el empirismo.
Ahora bien, en la p a r t e p o s i t i v a , on la soluciôn
'|uo n os o frece c ada u n o de estos dos a ntor es, y c on cre t a m e u t e
on ol e s t u d i o , alcance y c onse eue n e i a s del l l a m a d o sentido C£
276

m ûn, no podem os deci r que c o i n c i d a n . Para Bu ffier se t r a t a de


u n a r e a l i d a d niucho m a s unilateral y sub j e t i v a que p a r a Balmes,
E n B u f f i e r este criterio, el se ntido comûn, es el û n i c o y su-
ficiente para explicar t odo el e d i f i c i o d e l conocimiento huma
no - e n t i é n d a s e de la v e r d a d externa-. Para Balmes el sentido
comûn o instinto intelectual juega en c o m bi na c iô n y a rm on la -
con otros criterios igualmente valides e importantes. En B u f ­
fier importa y cuenta solo la e v i d e n c i a subjetiva; en B a l m e s ,
p o r el contrario, es t a m b i é n importante la e v i d e n c i a del enun
c ia b l e sobre el que n c t û a el "instinto intelectual".

FILOSOFIA ESCOCESA; THOMAS R E ID

Centrâmes a h o r a n u e s t r a m i r a d a en la " f i l o s o f i a
escocesa". Son v ar ie s los a u t o r e s a los que te ndriamos que h ^
c er r e f e r e n d a ,(■)() , sin embargo, y d a d o que p a r a n u e s t r a in--
t e n c i ô n es suficiente, estudiaremos solo las llneas p r i n c i p a ­
les d e l p e n s a m i e n t o de T h o m a s REID.
R E ID es el t i p i c o r e p r é s e n t a n t e do la l l a m a d a -
" fil oso fia del s e n t i d o com û n " , que af irm a la e x i s t e n c i a do u n
g r a n n û m e r o de p r i m e r o s p i r n c i p i o s de d i s t i n t o s tipos y que -
forman parte de la e s t r u c t u r a de n u e s t r a n a t u r a l e z a .

(^) D e n t r o de e sta escuola te nemos que c i t a r t a m b i é n los —


n o m b r e s de: G. CAMPBELL (I 71 9 - I 7 9 6 ), que lle g é a ser d_i
r e c t o r de l M a r i s c h a l College do Aberdeen; J. O S W A L D —
(+ 1 7 9 3 ); J. BEATTIE ( 1735 - 1 8 0 3 ); D U G A L D STEWART (1753-
1 8 2 8 ). A t e n c i é n e s p e c i a l m e r e c e el nomVire do H A M I L T O N -
( 1788 - 1 8 5 6 ) por la i n f l u e n c i a que t uvo en a l g un f i loso-
fo c a t a l a n r e ] a c i o n a d o c o n la f i l o s o f i a del sen t i d o c o ­
mûn, c oner e tame n to o n I-LORENS Y BARBA.
277

E st o s " p r i n c i p i o s " , croeiicias, es t a n en la b ase


do todo razonamiento y do toda c i e n c i a (■)()• Los h o m b r e s no n ^
cesitaii aprendorlos, pues s o n de tal n a t u r a l e z a <pie son c o n o -
cidos por todos los h o m b r e s d o t a d o s de u n o n t e n d i m i e n t o comun,
Estos primeros prlncipios no pueden demostrarse, p u e s de otro
mod o n o serxan talcs primeros principios.
L as afirmaciones de R e i d se d i r i g e n co nt r a las
p r ê t e n s t o n e s de la F i l o s o f i a empirists, m u y e s p e c i a l m e n te con
ira Hume y I.ocke. Se g û n e l l o s la print-ra o p o r a c i o n de la m e n ­
te es la a p r e hens iôn simjile, es d e c i r ; la c o n c e p c i ô n d e s n u d e
de u n a cosa sin n i n g u n a creencia solir i laniisma. Luego vendra
el comparer unas c o n o t r a s , el per cibi r acuei d o s o desacuer--
d os .

E s t e m o d o de e n t e n d e r e J p r o c e s o d el conociniien
to es para Reid u na pur a f i c c i ô n , IJebemos d e c i r , m a s bien, —
tpie la aprehensiôn simple se 31 ev a a c a b o r e s o l v i e n d o y .arialj^
zando juicios primaries, c reencias naturales.
De tal forma que h e m o s de d e c i r (lue cada u na de
las o p e r a c i o n o s de los sentidos irnplica, por su m i s m a natura­
leza, un juicio o c r e e n c i a no iienos que a p r e h e n s i ô n simtiJe. -
Asx, por ejemp l o , c u a n d o v e o un a r b o 1 que esta a nte m x , mi fa
cultad de v e r me d a no sol o una noc iôn o a p r e h e n s i ô n s-niple -
de! a r b o l , s ino u na creencia en su e x i s t e n c i a , en su f o r m a , -

(X) REID (1710 - 1 7 9 6 ) era hi j o de un p a s t o r o s c o c c s , e s t u d i ô en


Aberdeen, fuc parroco eu N e u Macbar y dosempeiiô a l'.un c a r ­
go, p o s t c r i o r m o n t e , en el C o l e g i o del Rey de A b e r d e e n . Fuc l u e ­
go p r o f e sor de F i l o s o f i a Moral en Glasgou.
Entre sus o b r a s p r i n c i p a l e s hem o s de citar: A n Inciuiry i n t o
the llumau M i n d on the i'rinciple s oT C o mm o n Sense (1764), Essays
on the In t e l l e c t u a l 1 oue r s of M a n , y Essays on the Active Po--
wers o f Man.
278

distancla o magnitud. Y este Juicio o creencia no se obtiene


inediante la comparaciôn do ideas, sino que va incluido en la
naturaleza misma de la percepciôn
Estos juicios son parte de lo que la naturaleza
ha dado al entend imiento del hombre; constituyen, como dice -
Reid, una Inspiraclôn del Todopoderoso. No sôlo forman parte
de nuestra naturaleza, sino que son la base de todos los des-
cubr imiento s de nuestra razôn. Lo que es contrario manif ie stji
mente a alguno de estos primeras principios, que son el Senti­
do Comûn de la Humanidad, es lo que llamamos absurdo.

Reid hace un analisis "du sens commun" (^) ($8 ).


Reconoce que la palabra "sens" tiene una acepciôn diferente -
en la"lengua de los filôsofos" y en la "lengua corriente".
"Le mot sens, dans la langue commune, n'a pas -
la même signification que dans la langue des philosophes; et
cette différence négligée a été quelquefois une source de con
fusion et d'erreur" (5 9 ).
Los filôsofos parecen persuadidos que las funcioi
nés de los sentidos no tiene nada que ver con ol juicio. 5e--
rân como dos mundos no sôlo radicalmente distintos sino con -
f u n d o n e s del todo diferentes.
"Ils considèrent les sens comme la faculté de -
recevoir des objets certaines impressions ou idées, et le ju­
gement comme la faculté de comparer ces idées et de percevoir
leur convenance nécessaire ou leur disconvennace" (û o ).
La posibilidad de los sentidos no va mas a]la -
de una mera labor de recopilaciôn y recogida de datos, de im-
presiones o ideas.

(X) Oeuvres complètes de THOMAS R E I D , chef de l'école écossai­


se, publiées par N . Th. JOUFFROY, avec de fragments de M.
ROGER-COLLARD et une introduction de 1'éditeur. PARTS (I8 2 8 -
1 8 3 6 ). Vol. V, ess. VI, cap., II, 28. En ade]ante citaremos --
siempre esta ediciôn de la Obras de Reid.
279

Held cita algiinos e,jem[)los de f ilosofos modernes ,


y entre el los aquellos que ofrecon alguna peculiaridad e special,
A s i , por ejemplo, Locke, porque "a donné le nom de sens interne
à la conscience", a Hutcheson, por(;ue "a introduit d ' a u t r e s
sens internes, tels que le sens de l'harmonie..."
Pero en el fondo, tant o los sentidos externes co­
mo los internos, no son sino canal es por los «pie las ideas 1 1 e-
,",an al e splritu, y llegan puros de toda mezcla con el juicio --
(6 1 ) .
No son asl las cosas, sogun Reid, en el lenguaje
c oiuun.
"Dans la langue commune, au contraire. Je mot --
sens implique toujours le jugement. Un homme de sens est un --
homme judicieux; le bon sens est un jugement; un non-sens est -
ce qui est dépourvu de jugement; le sens commun est ce degré -
do jugement qui est commun à tous les hommes avec qui on peut -
converser et contracter dans les ocnrrences les plus ordinaires
de la vie" (6 2 ).
Nos encontramos con una ac.o[)cion radicalmente di­
ferente. El campo y la realidad del sentido es aliora un campo -
de juicios; juicios que podemos distinguir como primaries y uni^
ver sale s .
Asl esta palabra se aplica indi stintamenie a ] sen
tido externe, al sentido del gusto, al sentido moral, y a la in
te Iigencia Yiropiamente dicha .
Reid observa que esta acepciôn particular esta de
acuordo, en el fonde, con la definicion «pie Locke y la mayoria
de los filosofos modornos han dado del juicio.
oe trata , por tanto, de una realidad, "luz", pr
mit Iva, interior, y «pic todos los hombres poseemos en une u --
otro ,
”;rado. Es al go «p'e "le ciel seul peut donner", es " («rii-'it
ve lumière que nous ne trouvons (ju'en nous-mêmes". Reid escribe
asi: "Celte lumière intérieure du bons sens (el subrayado es --
«nies Iro) n'est pas accordée à tous dans 1 a même mesure; mais il
faut la posséder en «nie 1 que degré pour être obligé par la loi ,
('ajiablo «le veiller à ses intérêts, et responsable de sa condui­
28o

te envers les autres. C'est ce degré qu'on appelle le sens —


comniun, parce qu'il est commun à tous les hommes avec qui nos
contractons, et à qui nous pouvons demander raison de leurs -
actions" (6 3 )•
llcid hace especial hincapié en el aspecto ético,
de la coTiducta, a la hora de la explicacion y valoracion del
sentido comûn. Es una nota que se observa en casi todos los -
autores de la llamada "Filosofia del Sentido Comûn".
Esta "lumière" , aunque no se de en todos igual,
en elmismo grado, ha de e star en todos los hombres, al mcnos
para el desonvolvimiento mas elemental de su vida de hombres.
El sentido comûn abarca tanto el camjio de la conducta como el
del conocimiento donde se nos présenta, en los 1 lamados i>rin-
cipios del sentido comûn, como fundamento de todo conocimien­
to. Reid no puede ser mas explicite a este respecto: "Toute -
connaissance, toute science, repose sur des principes évidents
par eux-mêmes et tels que tout homme doué du sens commun en -
est juge compétent dès qu'il les a compris. De là vient que -
les disputes se terminent souvent par un appel au sens commun"
(64).
El recur 80 al sentido comûn es el recurso a los
principios primeros con los que el hombre cuenta y en los que
se apoya el reste de conocimientos y de ciencias. De la acep-
taciôn o duda de estos principios depende el éxito y fuerza -
de toda argumentacion.
üespués de estas afirmaciones sobre su existen­
cia y valor, sobre su iniportancia, Reid se propone explicar--
nos en qué consiste esto sentido comûn: "Je me suis pro[)osé -
d 'expliquer en quoi consiste le sens commun, afin cpi'on ne -
le regarde ni comme un vain mot, ni comme un principe nouveau
dans la science de l'esprit humain. J'ai tâclié de faire voir,
que le mot sens, dans son acception propre, signifique jugement
bien que les philosophes l'aient souvent employé dans une au­
tre. Il s'ensuit que sens commun veut dire jugement commun, -
ce qui est parfaitement confirmé par 1'acception de cette der
nière expression". (6 5 ).
281

El texto se nos présenta como de lo mas clarif


end or. No se trata de nna palabra invitil , v a n a , ni siquiera -
de un principio nuevo. Aunque alguno s filosofos lo liayan uti-
lizado en otro sentido, esta palabra y realidad, "sens" , sig­
nif ica un juicio. Sentido comûn (pierrâ decir, por lo mismo, -
juicio comûn. Juicio comûn, tanto si miramos liacia el objeto
como si miramos al sujet o .
No le plantea excesiva preocupacion a Ueid ol -
hecbo mismo de rnarcar los limites o fronteras del sentido co­
mûn; le importa mucho mas convenir y reafirmar el becbo mismo.
))e éste, y por principio, no tiene duda de rpie (odos los liom-
bres somos testigos por nosotros mismos. I)st a es la razén que
justifica, segûn el propio R e i d , el que no se hayan preocupa-
do demasiado los filôsofos por aclarar los termines do esta -
verdad; "Je crois que le sens commun est un mot aussi ci air,-
et dont la signification n'est pas plus équivoque. Nous le r^
controns à chaque page dans les écrivain s lo plus estimés; --
nous 1 'entendons prononcer sans cesse dans la conversation, -
et, si je ne me trompe, toujours dans la même aception. De là
vient rpi 'on a si peu songé à le défini r ou à 1 'expliquer"(6 6 ).
Con esta excesiva confianza acepta Reid, y nos
dice (pie es aceptada por todos, la realidad del sentido comûn.
No colocamos asl del 1ado de un sul>jetivismo -fidelsmo pode--
mos decir- bien manifiesto.
Aunque los filôsofos no nos han dado demasiadas
explicaciones de este término, tenemos «pie senalar alguna ex-
cepciôn a esta régla. Cita Reid exprc samente al R . Huffier y
a HerUeley: "L'un est le P. Huffier qui, dans un ouvrage pu--
l'iio il y a c inquante ans (se refiere al frai té des premières
vérités et de la source do nos jugements), a 11'ai té du sens -
c «imnun comme de l'un des princi[>es de la connaissance liunai-
110; L'autre est Berkeley, qui l'a invoqué plus que personne
c entre la doctrine des [diilosoplios cpi'il comba ta it " (67 ) .
Por esta cita deducimos claramente «pie Reid co-
n«ico la doctrina del P. Huffier, por 'o «pie alguna influencia
su y a le podemos atribuir, auiupie este, es un tcma muy «te h a t id o
282

y no suficientemnnte aclarado (68).


Se apoyn también Reid en las ideas de S h a f t e s b u ­
ry sobre el sentido comun, y que defiende en su obra Sensus -
C o m m u n i s . Este autor llega a escribir estas afirmaciones: "II
y a done des vérités morales et philosophiques si évidentes -
par elles-mêmes, qu'il serait tout aussi raisonnable de croire
le genre humain tout entier liVré à la &lie et au même genre
de folie, que d 'admettre sérieusement des objections contre -
la connaissance naturelle, la raison fondamentale, et le sens
commun".
"D u r e s t e , si v o u s trouviez que j'ai m o r a l i s é p^
s sablement bien, s e l o n les idées d u sens c o m m u n , et s ans d o n ­
ner dans aucun jargon mystérieux, je serais satisfait de m o n
travail" ( 6 9 ).
Esta cita que recoge Reid es bien significativa
por lo que indien, una vez m a s , de como el sentido comûn de -
la escuela de Reid tiene mucho que ver con la conducta del —
hombre.
También cita el testimonio del "archevêque de —
Cambrai". Fiel discîjuilo do Descartes busca donde se ha de en
contrar la evidencia de las verdades primeras. Concluye que -
en la claridad do las ideas y «lue ésta se nos da por el sentd^
do comûn. Este es el pensamiento del autor: "Mais qu'est-ce -
que le sens commun? N'est-ce jias les mêmes notions que tous -
les hommes ont précisément des mêmes choses ? Ce sens commun -
qui est toujours et partout le m ê m e , qui prévient tout examen
qui rend l'examen même de certaines questions ridicule, qui -
fait que malgré soi on rit au lieu d 'examiner, qui réduit - -
l'homme à ne pouvoir douter , quelque effort f[u'il fit ;>our se
mettre dans un vrai doute ; ce sens commun qui est celui de -
tout homme; ce sens qui n'.attend (;ue d'être consulté, qui se
montre au premier coup d'oeil, et (jui découvre aussitôt 1 'év_i
dence au l'absurdité de la question, n'est-ce ])as co que j 'a^
pelle mes idées?" (7 0 ).
Ap.arocen las mismas notas senaladas en los otros
autores. Se trata de noc i one s générales que no pode "los contra
283

decir ni exnininnr; jior ol contrario, ellas son como la base -


de Lodo Juicio y razonamiento, de todo examen. Se eiicuontran
en todo hombre y se las descubre al primer golpe do vista.
Reid crce encontrar ya esta Ixnea de peusamiento
en el mismo Ciccrôn. De ahi que recop-^ una cita de su obra De
Dra tor e , lib. Ill, c. 30. Es esta: "Onnes onim taci to «piodam
sensu, sine ulla arte aut ratione, in artibus ac rationibus,-
recta ac prava dijudicant.
Idquc cum faciant in picturis, et in signis, et
in a]i i s operibus,ad quorum into]ligentiam a natura minus Im
Vient instrumenti , turn mult o ostendunt inagis in verborum, numje
roi'om, vocuinque judicio; quod ea sint in communibus infixa --
sensibus; neque earum rerum quemquam fund i tus natura voluit -
cxpertern" (7 I).
Aparece, pues, la naturaleza como el fundamento
inque brantable de una seri e de juicios q u e , en los distintos
am Vit t o s , formulanios todos los hombres. No hay nintpina otra —
ju s t i r ic a c ion ni se necesita buscari a . Esa naturaleza, e quiva
lente del sentido comûn, es la razon y Imse suficiente.
También entre los autores ma s T'ocientes, por ejem
pio el mismo Hume, encuentra apoyo a sus pensamient o s . Asl de
Hume nos recoge algnuos textos «pie abogarlan a favor del sen-
t i d o comûn: "Il (philosophe) consulte le sens commun, il s'en
rapporte aux sentiments naturels de son aine; et rentrant ain­
si dans le droit chemin, il se précautionne désormais contre
le«lanj'.er des illusions" (7 2 ).
Cita, por fin, a favor <b su doctrina del senl.i-
micnto comûn, el testimonio «le Driest ley on materia, sobre to^
do, do religion y de moral.
De spue s de todos estos tcstimonlos, -él hahia de
"1egion"- en favor de la Filosofia del sentido comun, Reid no
pue«le dudar do su valor y alcance en la explicacion del couo-
' imiento humano. Cita "los sus mismas pal abras «pie resumen toda
esta argumentaci«'ui: "Après ces nombreux témoignages, auxipiels
des milliers d'autres pourraient être ajoutés, il est permis
«le cr «liie que quel «pui tormid atil e s que puissent être les crit^
204

ques dirigées contre les phllosopfies qui ont placé le sens ---
commun au rang des principes de la conalssance et qui ont In­
voqué son témoignage sur des points évidente par eux-mêmes, -
ces philosophes n'y succumberont point, soutenus comme Ils le
sont par tant d 'hommes qui partagent leur erreur. En effet, -
1 'autorité du sens commun est trop sacrée et trop vénérable -
(el subrayado es nuostro), elle est défendue par uno trop ]on
gue prescription, pour qu'il soit prudent de la récuser" (7 3 )*
Con estas palabras queda bien claro el valor —
que le merece a Reid el "sentido comûn" como fuente de conoc^
nilento.
Ahora bien, ha de quedar claro que este sentido
comûn, este "premier degré de la raison", yo dirla esta acti­
vidad no raclonal de la razôn, sino e spontanea y priniaria, no
se ha de oponer a la razôn. Unlcainente Iiemos de reconocer pa­
ra el sentido comûn un "dcrecho de priinogenltura" frente a —
los derechos de la razôn.
La inetafora merece toda nuestra atenciôn. No se
trata do un derecho mas entre otros de la misma categorla. No
es un derecho que acote una zona mas entre todas las que, en
Igualdad de ser, formarlan el campo total del fenômeno del co^
nocimiento humano. No se trata de una realidad que juegue, en
armonla de grado y poslbilidades, en el complejo del coiioci--
mlento.
Se trata de eso, de un derecho de primogenltura,
de prlmariedad, de cspontaneldad, de colocarle antes y por en
cima de lo ostrictamente raclonal.
Y os un derecho que créa, por si mismo, todo un
mundo de verdades, de juicios, que son las iirimcras verdades
o verdades de sentido comûn. Estas verdades, por lo tanto, —
las podemos calificar como no estrictnmente racionales, que -
no es lo mismo que decir que sean verdades opuestas a la razôn.
Claramente nos lo ha oxpresado Reid con estas pal.ahras : "Il -
serait absurde d 'opposer le sens commun à la raison. A la vé­
rité 11 a sur ello un droit d'aînesse (el subrayado e s nues--
tro); mais Ils sont inséparables de leur nature, et nous les
285

confonflons dans nos discours ot dans nos écri ts" (?4 ) .


"Nous attribuons à la raison doux offices ou —
deux degrés: L'un consiste à juger des choses évidentes par -
e ].1c s-inêine s ; l'autre à tirer de ces jugements «les conséquen--
ce s qui ne sont pas évidentes par el] es-mêmes. Le yiremier est
la fonction propre, et la seule fonction du sens commun.,." -
(75) .
Se pregunta entonces Reid por cpié darle un --
nombre especial, distinto de la razôn misma. La respuesta es
muy iuteresante para comprender que el Sentido Comun de Reid
no es sino ese sentido connin que la humanidad ha entendido c^
mo tal, ese ejercicio espontaneo y natural de la razôn con cl
que formainos toda una sorie do juicios y verdades que denomi-
nainos , precisamente, de " sentido comun". Asl responde Reid a
esa pregunta del poi- cpié de un nombre es|)ccial: "Il suffirait
de ré pondre : pourquoi abolir un nom qui se trouve dans la lan
gue de toutes les nations civilisées, et qui est défendu par
une si longue prescription..."
"Mais il y a une réponse directe et péremptoire,
c'est qu'il faut bien donner un nom particulier au premii-r d(?
gré de la raison, puisque la plus nombreuse partie des Iiommes
n 'en possède pas d'autre" (7 6 ).
Todavia tenemos otras razones y mot ivos para di-
feienciar este primer grado de la razôn <lel segundo. Es una -
d j tinc iôn en la que Reid pone marcadamonte el acento.
Reid insiste de tal man era en u ;t e nuit j do comun,
en este "don du c i e l " , como él nos dice, en esta "lumière", -
«pie le col oc an en las fronteras mismas de un c ie r to fideîsmo.
El munilo del "sentido comun" , «jne se justif ica por él m i s m o , -
y esto es lo mas grave y a la vez lo ;as débil de su pensamien
te filosôfico, aparece con unas prerrogativas i nsosperhadas e
irisusti tuiblcs de car a a cualquier otro t i;io de conocimiento:
"Le sens commun est un pur don du ciel : s'il nous l'a re f u s é , -
l'éducation ne saurait nous le commun!«pier. La raison a son -
enseignement et ses règles; mais elle présupiiose le sens co m ­
mun . <diicou'pte e st doué du sens commui peut apprendre à rais^
n.er; mais celui (]ui n'est point éclairé d e cette lumière, —
286

étant incapable de reconnaître les principes évidents par —


eux-mêmes, n ' apprendra jamais à en tirer des conséquences -
légitimes" (7 7 )«
l’or fin, habrlanios de senalar que la existencia
y fuerza del sentido comûn, y esto es también tipico de toda
Filosofia del Sentido Comûn, aparece mucho nias clara en la -•
refutacion que en la prueba positiva. La conclusion de una -
serie de razonamientos apoyados en principios ciertos jamas
podrâ contradecir al sentido comûn. Asi se nos muestra como
una especie do muro inquebrantable contra el que chocaria —
cualquier tipo de escepticismo.
Ileconociendo . que es el primer peldano de la -
razon, el primer grado, casi se nos muestra como distinto de
la misma razon. Asi nos permite concluir el modo de hablar -
de Re i d .
Hemos ostudiado el capitule y secciôn en que --
Reid trata explicitamente del sentido comûn, de su alcance y
de su iinportancla. Sin embargo, no estara de sobra que reco-
jamos todavia otras afirmaciones repartidas a lo largo de -
su obra. Aunque no se preocupa demasiado de estudiar la natu
raleza de estos principios del sentido comûn, no deja de in-
sistir en su realidad y valor : "Si, comme je le pense, il --
existe certains principes que la constitution de notre natu­
re nous force d 'admettre, et que nous soyons dans la necesi-
té de prendre pour accordés et de regarder comme vrais dans
les affaires de la vie commune,sans que nous puissions en d^
montrer la vérité, ces principes doivent être ce que nous -
appelons les régies ou les maximes du sens commun; tout ce -
qui leur est manifestement contraire est précisément ce que
nous appelons 1 'absurde" (7 8 ).
De no admitir estos principios del sentido comûn
se llegarxa, dice Reid, a verdaderos absurdos en todos 1 os -
ôrdencs de la vida. Con una gran iron!a escribe en un rnomonto
de su obra lo siguiente: "Nous avions toujours cru jusqu'ici
que la pensée supposait un être pensant, la trahison un tra_î
tre, l'amour un amant. Tout cela n'est que fumée, erreur et
207

mensogne. Aujourd'hui il est démontré qu'il peut y avoir de la


trahision sans traite ; do l'amour sans amant; des lois sans 1^
g i s1a t e u r ; des crimes sans coupables..." ( 7 9 ) •

A estos absurdos llegarlamos de no seguir la —


fuerza de] sentido comûn que nos impulsa, por ejemjilo, a admi­
tir la realidad del sujeto como realidad permanente de todas -
e sas manifestaciones.
Sin embargo, cree Reid qu-? osa os una locura vana.
ICI sentido comûn no nos permite taies conclusiones a las qu e ,-
on e stricta logica de algunos filosofos, tendriamos tpie llcgar.
A estos filôsofos y a estas ideas : "Le sens commun,
comme un torrent rapide, les entraîne malgré eux; et, en dépit
de leur raisonnement et de toute leur pJiilosophie, ils sont --
obligés de croire à leur propre existence et à celle de tout
ce «^lue les environne" (8o).
Todas sus paginas estan semhradas de un afan gran
de de realismo y de sentido comûn. Asi cuando hace ol estud io
de cada uno de los sentidos, estudio del que en este mornento -
debemos prescindir, lo esta como reclaniando coiistnntemente. En
el fondo, siempre esta por medio el p-oblema de la relacion en
tre el espiritu y el mundo material. «Este problema réclama, —
también constanteniente, la realidad y e jercicio de la fuerza -
del sentido coniûn.
Estas reglas o principios del sentido comûn se --
nos pro s e n t a n , por tanto, como las ûn icas «pie pueden liherar —
nos de un soguro naufragio en el mar del co n o c i m i e n t o . Con --
ellas, ciertamente, nos encontramos a salvo y seguros. Asi se
ex tue sa Reid en otro memento de su obra: "Les règles pour p r o ­
céder en philosophie, rcggilaç i>hilo soph and i (el subrayado en -
nuestro), ne sont que les maximes du sens c o m m u n , celles que -
les hommes prudents suivent dans la conduite ordinaire de la -
\ i e . Quiconque prétend philosojilier sur d'autres règles, soit -
(pj 'i 1 s 'agisse du mon<l% materia 1 ou du monde intellectuel, —
court ris'pie de so méjirendre et de n'atteindre pas le but où -
i1 tond" (8 l ).
Notâmes, una vez mas, la r e f e r e n d a expresa a la
288

conduct a ordinaria de la vida a la hora de hacer r e f e r e n d a a


la realidad del sentido conmn, Notamos también su conviccion
profunda de que estas réglas son conditio sine qua non para -
cualquier filosofar. Una conviccion que, como antes di jiinos,-
esta rayando en una especie de fideîsino.
Con estas reglas nos esta permitido interprctar
la naturaleza, descubrir lo que hay en las cosas, pues en e so
consiste la v e r d a d . En este sentido Reid es declarado defen--
sor del "realisnio", en consonancia con toda la corriente de -
la Filosofîa del Sentido Comün.
De lo contrario, podenios concluir con Reid, cae-
reraos en el escepticismo mas oxtremado y peligroso. "...et si
le sens commun et les principes d'une bonne éducation ne nous
prêtent une assistance opiniâtre (t e r c a ), il y a cent à pa--
rier contre un que nous tomberons dans le scepticisme le plus
outré" (82).
Se trata, pues, de una conviccion ciega y total.
Se acertara, i r r e m e d i a b l e m e n t e , con ellos; se errarâ, también
por n e c e s i d a d , sin su ayuda. A s i , por e j e m p l o , filosofo como
Descartes, Malebranche y Locke, empenados en probar la exi s —
tencia de 1 mundo material, lo han hecho "avec peu de succès",
con poca fortuna»
Asî se explica aquel grito decepcionante de Reid
frente a la Filosofîa de taies c o n s e c u e n c i a s : "Je n'ai plus -
pour toi ni foi ni respect; je renonce à ton flambeau: laisse
mon âme suivre bonnement la pure lumière du sens commun" (8 3 ).
Esta 1uz del sentido comûn sera la unica que nos
podra salvor de las consecuencias nefastas del racionalisnio o
del empirisme. Caso de oposiciôn entre el sentido comûn y la
filosofîa sera esta la que habré de ceder y desandar el cami-
no, no el sentido comûn. "Dans cette contestation inégale en­
tre le sens commun et la philosophie, cette dernière aura tou
jours le desous, et no se retirera du combat qu'avec doshon--
neur et avec jierte" (84).
Con ina bclia metafora comparativa nos explica
Reid la rclacion en «pie :0 encuentran el sentido comûn y la -
ï89

Filosofîa. Aparece el pritnero como troiico y raices de to do el


arbol del conociniiento filosôfico -se entiende el sentido co-
iiinn y sus principios-. Cualquier Filosofîa que no esté apoya-
da y fundamentada en él, como el arbol en su propio tronco, -
cae e strepitosamente al s u e l o .
La Filosofîa queda, por tanto, subordinada al --
sentido comûn. La razon, en lo (pie tiene propiamente de raciç)
nal y refloxiva, aparece dcterminada por el sentido comûn, —
(pie ciertamente es un grado de la razon, pero es el grado pre.
cisainonte no racional. Con lo cual vuelven a resonar ciertos
vi entos de posturas fideîstas. iOste es el sentido de sus sen-
tencias; "Ces règles (du sens commun) ont plus d'nntiipiité et
plus d'autorité que la philosophie" (8 5 ).
Esta antigüedad y autorif -ad no es solamr^n te cro-
Mologica con respecte al r a z o n a m i e n t o , a la Filosofîa, sino -
que escapa esencialemente a cualquier posibilidad crîtica del
misi'io. Por tanto, no solamente no le preocupa el justificar -
rac ionalmente estes princijiios que se nos dan espontaneamente,
si no (%ue , por définie! ôn queda n excluîdos de tal just if icaciôn.
"Je conclus enfin que la nature humaine est telle^
ment constituée que nous sommes forcés de croire à 1 'ex is t en ­
ce pré sen te de nos sensations, et à 1 'existence passée do cho
ses dont nous nous souvenons, comme i.>.us lo sommes de croire
(pie doux e t doux font cjuatre. . ."
"Ceux sont de premiers principes (pii ne sont pas
du domaine du raisonnement, et qui no relèvent que du sens --
c ommuu" (f'û ) .
En este sentido enc outrai o s algûn texte donde el
ahismo entre el sentido comûn y la razon apat ece mue ho ma s —
luarcarlo :
"La raison et le sens conmun sont 1'ouvrage du -
même auteur.,,, il faut aussi rpie les facultés humaines p o r —
tout 1 'empreinte de son divin ouvrier" (8 ?).
La fuerza del sentido comûn se m a n i f i e s t a , sobre
todo, en lacrcenci a de 1 mundo material, pue s cualquier tipo
d(! razonamiento filosofico, cua Irpiicr escepticismo rpie quera-
290

mos suponer, no sorxa capaz rle derribnrnos ta.l creencia y con


venciiniento. No liay tribunal, por encima del tribunal del ini^
mo sentido comûn, que pueda disponer de mayor autoridad o v a ­
lor para destruir esta verdad,
"La croyance d'un monde materiel est plus ancien
ne, et a plus d 'autorité que tous les principes de la philo soi
phie; en vain la ra ison voudrait la réfuter: elle récuse son
tribunal comme incompétent..." (80).
Vemos que Reid repite esta idea de una forma ca-
si machacona; el valor de los principios del sentido comûn se
justifies por él m i s m o , no necesita ningûn apoyo reflexivo ni
siquiera p o s t e r i o r m e n t e .
Se explica que Reid ataque fuertemente el siste-
ma idealista, la tooria de las ideas, que viene a negar la —
r e a l idad del mundo material y, como c o n s xcuencia la realidad
de toda ciencia.
"La théorie des idées, semblable au cheval de —
Troie, paraissait quelque chose de fort simple, de fort beau
et de fort innocent; mais si ces philosophes eussent su qu'elle
portait dans son sein la mort du monde matériel et du monde -
intellectuel, la destruction de toute science et la ruine du
sens commun, ils n 'eussent jamais fait une brèche dans les -
remjiarts de la phil osophie pour 1 'introduire dans son e nc e i n ­
te" (8 9 ).
Frente a todo ello Reid opone la conviccion de -
su sentido comûn y los juicios que él comporta. Es una convie^
cion que tiene que cumplir dos notas: irresistiblilidad y in-
mediatez. Conviccion, por fin, que puede mas -aqul es o x tr e ­
mado Reid- que cualquier tipo de razonamiento o todos juntos:
"Vila le genere humain tout entier partagé entre
deux opinions contradictoires; d'une côté le vulgaire, ét r an ­
ge à la philosophie et guidé par les instincts primitifs et -
inaltérables de la nature; de l'autre, non-seulement tous les
philosoplies anciens et inodernes, mais tout liomme que réfléchait.
Dans cette grande classification je me trouve à ma ponte du -
côté du vulgaire" (9 D )«
!91

Reid estnbleco una oposicioii demasiado profunda


entre e 1 mundo y cam]>o del sentido comûn y el del razonamien-
to. O p o si c io n o, me j o r , diferenci acion y sofiai'acion ipie nos -
a ut oriza a calif i c ar le de cierto sabor fideista, como ya le -
hemos seiialado en varies mementos de esta expos! cion.
llacemos esta denuncia con toda la intenc! on, pues
s! de Jo quo se trata es do exponer su doctrina para poder —
com pa r ar l a con la del filosofo espauol J. Halines, nada me jor
quo sa car a la luz este " f i d e î s m o " , para asl demostrar quo no
t ! one nada quo ver esta afirmacion reidiana con la intuicion
cr iL e ri o lo g ic a profunda del filosofo de Vich. En su mornento -
rpjodo bien claro que a Dali'ies no so le podia acusar por ningu
na razon de tal fideismo. Aparte de que el esquema geneial de
una y otra postura no tiene demasiado (pie ver, a no ser en --
c uanto a cierta intencionalidad y coiu omitancia fiJ o s o f t e a s .
K 1 (pie util icon identicos "términos" tie expresion -"sentido
comûn", etc.-, no quiere decir que sean identic os sus contend^
dos.
Este sentido comûn, y es!os principios do senti­
do comûn, esta claro que no son los de Haïmes.
/.Cuales son estos pr i nc i p i o s ? El distingue entie
verdailes nece sarias -las conti arias son imposible s - , y verda
des contingentes -admiten la posibilidad do la contraria-.
Cada un a de las clases comprende "pr !lier o s prin-
cli'Los". l'ntre los pr! meros principios de las vordades necesfi
r i as e s!an los nxiomas lûgicos, los axiomas materné tic os y los
primeros principios de la moral y la meta fis!c a . Los axiomas
morales, nos dice, "me piarecen tan évidentes como los de las
materné ti c a s " .
Entre los |>rimoros pincijiios metaflsicos conside^
ra très ipio "han s id o pue s tos en c u o s t i (én por Hume". ICI primée
ro es (Iu e "las cual id ad e s (pie percibimos med tante nuestros --
seiitidos deben tener un su je t o , (pie 11 amamos ciierpo, y que los
pensamientos (pic cstamos couscieu!;es de tener deben tener un
sujeto, que llamainos mente" (ICs'sys , 8,3,6; II, pag. 359)* El
se,".undo es mpie 1 tpie dice (pie "lo (pu' coiiieuza a exi stir debe
292

tener unn causa quo lo yiroduce" (I b i d e m , p a g . 342). Y el ter-


cero, que "a partir de las marcas o seriales del mismo en el -
efecto, puede inferirse el designio o inteligencia en la c a u ­
sa" (Ibidem,pag. 352) (91).
Entre los primeros principios de verdades contin
gentes nos encontramos con aquel segûn el cual "las cosas que
recuerdo distintamentc sucedieron realmente" (Essays, 6,5,3;-
II, pag. 3o4 ) , con que "las cosas que [lercibimos distintamente
mediante nuestros sentidos existen realmente, y son las que -
percibimos que son" (Ibidem, p a g . 3 O 0 ), con que. "las faculta-
des por medio de las cuales distinguimos la verdad del error
no son falaces" (I b i d e m , 6,5,7; p a g . J>lk) y con que "en el am
bito de los fenomenos de la naturaleza lo que va a ser sera -
igual a lo que ha sido en cire un s tan cia s seine jantes" (I b i d e m ,
6 ,3 ,1 2 ; pag. 3 2 0 ) (9 2 ).
Estas verdades contingentes son évidentes en el
sentido de que tenemos una propension natural a creerlas. "Es
de tal modo évidente que no necesita prueba el hecho de que -
todos los hombre s se inclinan por naturaleza a pre star una —
confianza impi le ita al testimonio de sus sentidos, mueho an--
tes de que estén [ired i spue stos por los pre juicios de la edncn
cion o de la fi 1oso fla" (Essays, 6,5,5; 11, p a g . 360) (93).
;^Son susceptibles de prueba estes primcros prin ­
cipios, por ejemplo el de la validez do la memoria? Reid no -
piensa que lo sean.
"J^os prj ineros principios no pueden deinostrarse ;-
de otro modo no serlan taies. Se conocen por medio do la iu--
tuicion. Pero Reid no da, me parc c e , una explicac ion clora -
del modo o modos en que llogamos a conocer estos primeras ---
p r i n c i p i o s " (94).
Reid h a b l a , pues, de "princij'ios de creencia en
la naturaleza liumana, do los (|uo no podemos dar otra exp 1 ica-
ci on sino la de que resultan necesariai'cnto de la c ou st i t uc i 6 n
de nue stras l'acultades" (iCssay s , 6 ,b ,6 ; II, pag . 3^H ) •
"l'or const gui en te , lo 'pte yo sugiero es qui? Reid
af irma la exi. s t e n d a de un grau numéro de primer os principios
de distintos tipos sin dar unn explicacion inequivocn del son
293

(ido o sentidos precisos en los que se dice de eJlos (pie son -


évidentes por si m i s m o s , que son primeros principios y que for
man parte de la e structura de nuestra naturaleza" (9 5 )•
Su tesis consiste en que la Filosofîa ha de basar
se en la experiencia y que si llega a conclusiones paradogicas
que cont r ad i ga n la experienc ia comi'in y entren en conf lie to con
las creencias, en las que todos, incluso los escépticos, basan
de nio<lo nece sari o su vida practica , dehe de liaber en ella a l ­
go cquivocado.
Ciueda claro, eso si, (pie Reid no se adliiere sicm-
pi e at sentido comûn, si por tal en tendemos la opini(5n corrien
te del h ombre de la c a 11 e . l’o n e , como ejeiaplo bien significatif
v o , e 1 caso del "color" (|ue , si no se esta vnrsado en la f ilo-
sofia, se créera que es una cualidad o inodificaciôn de los cuer
pos sin mas.

CüNCIdJSIONF.S

Después de esta exposiciôn del pensamiento de —


Reid sobre el sentido comûn, sobre su valor y sus p r i n c i p i o s ,-
y con el fin de faciliter una mirada do c on junto (pie mejor se
pueda comparar con la filosofîa de liaime s , resuininios en a 1 gu--
110S piiiitos sus aportaciones principales.
1) Reid es une do los représentantes tipicos de -
la corriente llamada "Filosofîa del Sentido Comûn"

2) Es inuy signifient ivo que a los principios |iri-


mnros, )U'încipios de 1 sen !:ido comûn, los 1 lame c^
miinmente: "cre en c ia s " . Este mismo nombre nos ind
ca (pie su posici(5n code del lado del subjetivismo,
e incluso " fidei smo" .

5) El sentido coiiin y sus principios a parce en co­


mo el tr-onco y raîz de todo el arV>ol del conoci —
niionto. No es un ciitorio ma s entre varies, en --
una relaci(ui de armôn ica igualdad, sino el prima-
294

rio y fundamental sobre el que se monta el resto


del c o n o c i m i c n t o .

4) Este intente filosôfico aparece como un esfuer


zo por salvar a la Filosofîa de dos errores iguaJL
mente funestes: el empirisme, por un lado, y el -
idéalisme, por otro. Por eso esta Filosofîa tiene
muclio mas de defensa desesperada y apologética --
que de elaboraciôn y cieaciôn positiva.

5) Insiste, por principio, en que el sentido comûn


y sus principios se justifican por ellos m i s m o s .
Ni es posible ni necesitan de otra justificaciôn,
sino que lo que se les oponga sôlo tendra un n om­
bre: lo absurde. Otra vez, segûn la fuerza y al--
cance de esta convicciôn, tenemos que notar aires
de fideismo.

6 ) El sentido comûn, que es el primer grado o pel_


dano de la razôn, no es que se oponga o se tonga
que oponer al segundo grado de la razôn, a lo es-
trictamen Le r a c i o n a l . Pero, entre uno y otro, es-
tablece Ueid un abismo tan marcado que casi contr^
dice su afi.rmaciôn yirimera.

7) Ciertas experiencias cou las que denomina al -


sentido comûn, como por ejemplo: "lumière", "don
que le ciel seul peut donner", etc., indican tam
bien esta postura fideista que venimos s e u al a nd o .

8) A la hora de la explicaciôn y valoraciôn del -


sentido comûn, y aunquc no exclusivamente, el au-
tor insiste demasiado en c1 mundo de la ética, de
la conducta .

9) La ûltima razôn del porqué do la aceptacion de


este sentido coi-iûn y sus principios es por que ca­
da uno somos tcstigos de ello y, no crec Reid, se
pueda uno liberar de su propia fuerza .

10) Adniitimos c 1 conociniiento (pic tiene del P. lîu


295

ffier, de hecho he los v.lsto tpio lo cita en al gun


inoinento, también la coincidencia en el intente -
f ilosôfico que pretenden ambos, pero no croemos
que se pueda establecer por aliora la exacta in—
fluericia del francés en sus obras. Lo cual no —
quiere decir que no podamos colocar a los dos, y
con todo derecho, dentro de la l'ilosofia del Son
tido Comûn; FilosoJ'ia que se apoya en la fuerza
de unos primeros principios fruto del sentido c^
mûn, fruto do la primariedad de la naturaleza hu
m a n a , y que son origen y fundamento de cualquier
otro ra zonamiento humano, y de cualquier otro co
noc i mi e nt o cientifico.

Este r e sumen de sus principales intuiciones y piyo


puestas nos autoriza a poder concluir 'lue, si tiien es cierto
que Jaime Ha]mes conoce y v a l o r a la f i]osofia oscoccsa pro lo
que tiene de "seguridad", de "salvaciôn", del naufragio al --
que la estaban llevando el empij'i smo exagerado, por una parte,
y el r a cionalismo exagerado, por otra, y también que utiliza
expresiones bien p a r e c i d a s , y a veces idénticas, como cl recur
so constante al "sentido c o m û n " , que fue ciertamente toda una
corriente de o p inion en el siglo XVIII y XIX como cl ûnico nm
dio de salvar la auténtica Filosofîa, no es mouos cierto que
cl sentido p r o f undo del "instlnto intelectual" de Haïmes, su
naturaleza, su dimensiôn y alcance, sus propi os principios o
verdades, la justificaciôn que pueden y deben tener (îstns mi_s
ma s verdades, su a] e jam i en to l'e cualquier sombra de fideismo.
Ilo nos permiten el poder ca i i f i car a Haïmes como un seguidor
de la Filosofîa escocosa, concretamo td e de la l'i losof la de --
Reid , y como c o n s e c u e n c i a , como un seiraiidor de la llamada c o ­
rriente de la F i 1 o s o f 1a del fient ido Comûn .
•Si trad i c iona Imeii t e se decla -ICscolastica- (pie -
e 1 " h ombre ve" los |irimeros pr 1 ne 1 pios o vordades , es decir,
las intuye, dentro de la filosofia e s c o c o s a , tal y como la Yie_
mon vis to en uno r\o sus me jures ro pre sentante s , liabra que do-
296

cir que el "hombre las cree" -subjetivismo-, Balmes estaria -


en una posicion intermedia, pues su "asenso irresistible" vie^
ne, de alguna manera, exigido desde las condiciones proj>ues —
tas por el enunciable.
Cerropios con estas palabras de R. RüCiUER :

"Los escoceses segûn dice Jouffroy


« sostienen que estas verdades son -
indemostrables y que es igualmeu-
te absurdo quererlas probar que -
intentar combatirlas. Kant habla
querido establecer que estas ver­
dades que coustituyen nuestra ra
zôn con algo mas que verdades hu-
inanas, que son verdades, para to­
do sujeto agnoscente. No lo cons^
gui6, pero sus sucesores siguieron
con cl mismo empefio. Reid, Uugald
Stewart, opinan que un tal empefio
es contradictorio. Dalmes se sepa
ra evidentemente de su trayecto—
rin, y cree, como hemos visto, --
que la razôn humana puede hallar
el aliquid inconcussum de Descar­
tes, o lo absoluto de los p>ensado
res alemanes; para constatarlo, -
al mènes, no para poseerle en es­
ta vida" (9 6 ).

Hemos centrado nuestra exposiciôn de la filoso--


fla del sentido comûn de la Escuela escocesa en la persona do
Reid, puesto que él es el iniciador y principal représentante.
Se ha dicho que solamente Reid y Beattie pueden ser considéra
dos como représentantes de esta corriente en sentido estiicto.
La afirmaciôn, que es exagerada si la tomamos en un sentido -
restringido, puede admitirse en cuanto que sou los dos filô-
sofos escoceses que teorizan mas, y con mayor originalidnd, -
sobre el sentido comûn.
Beattie concentra su punto de visia en estas ai ir
m a d o n e s que definen el sentido comûn:
"Power of the mind which percei­
ves truth, or commands belief, -
not by progressive argumentation.
297

hut by ail ins taii t a n e o u s , instinc­


tive , and irresistible i m p u l s e ; -
(el subrayado es nuost.ro) derived
neither I'rom education nor from -
h a b i t , but from nature; acting in
dependem.ly on our will, whenever
its objets is presented, according
to an established l a w , and t here­
fore properly caI led Sense ; and -
acting in a similar manner upon -
all, or at least upon a great m a ­
jority of mankind, and therefore
properly called Common Se n se " ( 9 7 ) «

La def i ni c io n que nos ofrece coincide con lo quo


hemos ostudiado en Reid; se trata do un impulse instantaneo, -
instintivo e irresistible. No solamente no es fru!.o de ningûn
tipo de justificaciôn racional, sino que esta mas alla de ella
y no la necesita. La definiciôn, por otro lado, nos recuerda -
luis tante a la que el 1’, Fluffier da solire el sentido comûn.
Frente a esta c o n ien le la f i 1 o ;o f i a de Dalmes i:m
rece juicio d i f e r e n t e :
"Il primo prol)l em.'i fondamentale —
délia fi :osof ia o c]uello délia cer^
teza, cha il Dalmes intende resol-
vero con il ricorso alla conscion-
z a , alla cvidenza e al senso commu
ne, intenso corne "istinto intollec^
tuale", e non s'uitimentale o sensi^
bile, como in Reid o in Hamilton"
(98).

FI, F’I’
.NSjMlIEN ro HE LLORENS Y BARDA

El oslabôn de ]Cs],ana , denl.ro do la c or l'iente de -


la I''i Io s o f Ta del 'lent i(îo Coin'in, lo encontramos r ('prosenta'l o en
la figura del ilusti e prof e sor c a t.al an l.lorens y Dar h a .
Llorens naco en Vilafranc.a de 1 l'cuedé.s en lP>?A) y
rinore en Barcelona en 18 7 2 . H e d ic a sus majores aiios al e studio
y ensenanza de la Fi Io .1o f Ia en la Hniversi dad de farce 1 ona, No
nIIIIi c ô nada en vida, per o nu;; 1 ec ci ones quedaron en los archi.
298

v o s do la Faciiltad en t e x t o t a q u i g r a l i c o .
Como homenaje pôstumo a L l o r e n s y Ba rb a , la Facul^
tad de Filosofîa y Letras de la U n i v e r s i d a d de Ba rcelona p u b l ^
cô en 1920 très v o l û m e n e s que r e c o g i a n sus leccioiies.
L lo rens aparece c o m o h e r e d e r o de la c o r r i e n t e de
la E s c u e l a e s c o c e s a , f u n d a m e n t a im ente en la v e r s i o n de H a m i l t o n
()^) a q u i e n cit a constanteinente.
La G r a n E n c i c l o p e d i a Catalana enjuicia asl la —
obra y pensamiento de L l o r e n s y Barba:

"... la seva f i l o s o f î a es fonanien-


ta e n la p s i c o l o g î a , e n t e s a la ma^
n e r a de la i d e o l o g î a , A q u e s t a c o n ^
c i è n c i a té u n v e s s a n t i n d i v i d u a l i
u n v e s s a n t c o l l e c t i u . El c o l l e c t i u
s ' e x p r e s s a e n el s e n t i t c omûn, que
es t r a n s f o r m a , a i x i , e n e l e m e n t —
p r o v a d o r de la v e r i t a t . El s e n t i t
comû, q u a n d u na c u l t u r a ha a r r i b a t
a la m a d u r e s a , pot p r e n d r e la f o r ­
m a de m a n i f e s t a c i o de l ' e s p r i t n a -
ci o nal. Segul f o n a m e n t a l e m e n t c 'e ^
co l a e s c o c e s a del s e n t i t comû, en
la v e r s i ô de H a m i l t o n ..."(99)

La cita n os interesa, sob re todo, e n su û l t i m a —


p a r t e do nd e , de forma clora, nos presents a Llorens c om o here­
d e r o de la e s c u e l a escocesa de Hamilton.

(^) Guillermo Hamilton nace en G l a s g o w en I 7 8 8 , n m e r e en E d i m -


b u r g o en I 8 5 6 , B a r b a d i c e que fue el de m a s v a s t a e r u d i c i ô n
f i l o s o f i c a de la e s c u e l a escocesa. Su p r i m e r e s c r i t o fue sobre
la F i l o s o f î a de C o u s i n . Fue p r o f e s o r de Lôgica y Metafîsica en
la U n i v e r s i d a d de Edimburgo. Su " L e c c i o n de lietafîsica y de -
Lôgica", que c o m p u s o en el primer aho de ensenanaa, f u e r o n pu-
b l i c a d a s d e s p u é s de su inuerte por M a n s e l . !Cn I 856 pub] icô las
obras de H e i d con notas y comentnrios.
Î99

Llo ren s y Barba es, en lispfu'ia, r e p r é s e n t a n t e ge-


i m i n o de la F i l o s o f î a del S e n t i d o Coüiun. Tratamos de e x p o n e r
1 a s l l n e a s f undaiienta le s que cotisolidan sn p e n s a m i e n t o , saca-
d as de sus "Lecciones de F i ] o s o f i a " (lOO).
La p r i m e r a v e r d a d que tentimos que d e s t a c a r en él
es fpie e s t a Filosofîa, a d i f e r e n c i a de otras Fi los of la s y —
otras ciencias, toma al h o m b r e en su i n t c g r i d a d .
"La F i ] o s o f î a del Sentido Comûn no m u t i l a asl al
hombre, sino que lo t o m a en su i n t e g r i d a d (nos r e f e r i m o s al -
hombre interior, p u e s no h a b l a m o s de] h o m bre f î s ico )" (11) 1 ) .
En se gundo l u g a r , c o n s t a t a el f r a c a s o r c p e t i d o -
de ] as h i p ô t e s i s m e t a f 1 s i c a s , s e n a l a n d o c o m o r a z ô n el no ha­
lier e s t a d o de acuerdo c on los h c c h o s averiguados.
F or ello la F i ] o s o f î a deJ Sentido Comûn, renun—
ci a ndo a t o d a h i p ô t e s i s , quiere cotistiuirse sob r e v e r d a d e s —
a v e r iguadas y c om ie nza por examinar al sujeto cognoscente:
"F as ando revista al a c t o c o g n o s c i t i v o d e s d e su -
f o r m a mas s e n c i l ] a a su c o m b l n a c i ô n m a s i ntri ncada" (102).
El p u n t o de apoyo , que no nos es permitido ab an-
donar si h e m o s de ir seg ur o s , es n u e s 'ra c o n c i o n c i a . Es n o t a
f undamental de esta Filosofîa. Tan fundamental c o mo Jo os la
e u e s t i ô n de la c e r t e z a y de las creenclas .
L l o r e n s y B ar b a nos d ice de u na y otras:
"I.<a e u e s t i ô n de la c e r t e z a es c a p i t a 1 en l'iloso-
fîa y 11] en lo r e c o n o c e nuestro Balmes cuando eli g e para est a
e u e s t i ô n el primer capîtulo de su F i l o s o f î a F u n d a m e n t a l ..."
(103)• "Es t e es e 1 da to f u n d a m e n t a l de la d o c t r i n a del Bent i -
do C o m û n : la exi s t enc ia de creencias iiitransf o rma blo s " (lo4).
H e m o s h e c h o d os a f i r m a c i o n e s suficientemonto gr^
vos d e n t r o del pcnsam] e n t o de l.lorens. A f i r m a c i o n e s 'pie , si -
bien lu e g o tra t a de explicar, van a configurar su F i l o s o f î a -
des d e cl p r i m e r m o m e n t o . ITT da to de las " c r e e n c 1 fis intransfor^
'tel)] es" es basico.
Fe r o si a p e l a m o s a una m e r a creencia, acto subj^
t iv o y o s c u r o por d e f i n i c i ô n , ;,cômo g a r a n t i z a r el c r i t e r i o de
verdad, i n v a riabl e p or princi))io? Il or en s r e c u r r c a la n e c e s i -
300

dad de que t e n e m o s conciencia e n e s o s niismos juici o s . Necesi­


dad que no p a r e c c se p u e d a d e s t r u i r p or n i n g û n criterio contra^
rio: " S e g û n esta d o c t r i n a , cu anto mas nnalizamos un acto cog--
noscitivo, cuanto mas buscamos sus e l e m e n t o s p r i m a r i o s , cuanto
mas cotejamos el e f e c t o que é s t o s o b r a n en n o s o t r o s , tanto mas
c o n v e n i m o s en que el f u n d a m e n t o d el conociniiento h u m a n o me rece
me jor el n o m b r e de creencia (acto o s c u r o y s u b j e t i v o ) que no -
el de conocimicnto (acto p e r s p i c u o y o b j e t i v o ) . De m a n e r a que
unos imp]i c i t a , otros explicitamento han r e c o n o c i d o u n l e m a de
un filo so fo arâbigo, A l g a z e l de B a g dad: radix cognitionis fi--
d e a " (105).
El t e x t o n os m a n i f i e s t a el p e n s a m i e n t o claro del
autor: la r a i z d el conociniiento e s t a en la " f i d e s " , en la cre­
encia primaria y e spontanea que n o s asis te.
En e s t a l i n e a de i n t e r p r e t acion, L l o r e n s y B ar b a
cede d e m a s i a d o en f a v o r de la "creencia" c ua nd o viene a a f ir —
marnos que a qul tenemos una aplicaciôn genuina del "c r e d e ut -
i n t e l l i g a s " (m a x i m a do S. Anselme) e n s u s t i t u c i ô n d el "intelll-
ge ut c r e d a s " (ma x i m a de Abelardo), que a " t a n t e s ha e x t r a v i a -
do y de la cual h an r c s u l t a d o los sistemas racionalistas" (1 0 6 )
En e s t a interpretacion a penas nada q u e d a p a r a lo
estrictamente ra cional sino os el j u e g o y c o m b i n a c i o n de u nos
datos que "oscura y sub jet i v a m e n t e " t e n e m o s que acejitar. La
conciencia no s m a n i f ie s ta y e s t a b l e c e "estas creencias" conte -
el ultime c r i t e r i o do la v e r d a d filosôfica. Es esta, como r.os
dice el autor, la u l t i m a alegacion filosôfica que podemos cfre^
c er p a r a cualquier tijio de conociniiento.
Frente al p i a n t e a m i e n to de Balmes donde ap arece -
el "conoci m i e n t o " como f r u t o ûltiino de la a rm ô n i c a co n j u n c i ô n
de l sentido inti me, el p r i n c i p i o de evidencia y la f u e r z a del
instinto intelectual, aqui se nos m u e s t r a u na f a c u l t a d , or:gon
de u n a p r i m e r a s v e r d a d e s , verdades "inex plicabl es" e " incoin—
p r e n s i b l e s " , y cpie son el o r i g c n de todo con o c i n i i e n t o .
Este ds todo el esquema que nos ofrece, en el fon
do, Llorens y Barba. Las verdades se nos dan como liechos juira
ser creidos o admitidos, no ]iara sor explicados, ni enten didos,
301

ni C(;inprendidos .
"Nuestros datos no son construccione s nnc stras,-
son datos, hechos que la conciencia nos ofrece iiara se adinit^
(los, y a e sa admis ion ] a llama Hamilton creencia, es decir, -
por tomarlos con conqileta confianza, que no como conocimientos
on sentido estrictisiino como son los obtenidos por inducciôn
o experiencia" (1U7).
Esta inconpresibilidad no se le présenta a Llo—
T'ens como una dif icultad , sino que , siguiendo a Hamilton, d_i
ce (|ue hacer de la incomprensihi 1idad de un d a t o de la concicn
cia un argumente contra su verdad es % 1 mayor do los absurdes;
es, por el contrario, su propia fuorzr,.
Con una coinparaci on nos > ice rpie pedir osa com--
prensibilidad es como si exigiéramos <|ue la luz que nos ilum^
na necesitara de otra luz que la ilu iiinase a ella. Nos enc on
trainos, pue s , en la rnisma 1 u z .
"He los primcros principios sabemos (dice Hamil­
ton) cl que, no sabemos el como. Sabemos que existen en noso­
tros; como existen, la manera cémo se producen, todo este lo
ignoranos profundamento" (loO).
l’or eso puede définir la l'il osofia, si.guiendo tam
l>ién el pensamiento de Hamilton, como la "expl anacion" y la -
" aplicaciôn" de las verdades constitutivas y normales que la
conciencia nos révéla ininodiatame n te , es decir, de las vei'da-
des del "sentido comun".
En estas ideas se refleja y c nil iaûia perfectamen
te la tesis do la Filosofîa escocesa, segûn la cual todo se -
rednc.la, en el orden del conocimicnto, a ser prolongaciûn o -
désarroil o de unos pr imeros pri ncipios, nacidos espontaneamen
te, y que venlan a ser raices y ti'oncos de todo e 1 arbol del
c on oc il'ien t o . Llorens y Harha , a este res|>ecto, par le e insi^
te ('il la misma convicciién de los escoceses; conviccion (juo no
pode :os demostrar, pero qne t.ii ipoco ignorar o negar.
Las palabras que citâmes a continuacion nos mue^
tr.'ji bien c laramen te cj pensa' 'ie uto de este autor, y, por
oti'n parte, su distanc j.a de ’ sentir de Balmes en el pr obi orna
302

del conociniiento. Lo que para el filosofo de Vich aparece co­


mo un criterio mas, con la primariedad y absolutez que le que^
ramos concéder, para Llorens es ûnico fundamento : "Se ha de -
determiner el instrumento que nos sirve para lograr este fin
(conocer la verdad) de la Filosofîa, y este instrumento en lu
gar de decir que son nuestras facultades cognoscitivas, Hnmil,
ton ..., no ha dejado de expresar aqul como en otras partes:
el fundament o o instrumento de nuestro conociniiento es la con
ciencia" (1 0 9 )
El texto tiene un claro sabor reidiano, un marc^
do acento subjetivista, como lo vimos en el filosofo escocés.
El valor de estos primeros principios no es sola
mente un valor subjetivo, que quede reducido al mero âmbito -
de la conciencia, de lo interior, de "lo que aparece". Se ex-
tiende al mundo exterior, a la correspondencia real de lo in­
terior con lo exterior, de lo que "aparece" con lo que "es".
Porque una cosa son esos datos de conciencia, esos datos pri-
mitivos considerados como fenomenos interiors s , y otra cosa -
son esos mi smo s datos en cuanto que se les considéra como tes^
timonio valido de algo que esta fuera de ellos.
Admitimos esta correspondencia y no podemos ni -
necesitainos alegar otro dato que el testimonio de nuestra pr^
pia conciencia.
Uirlamos de una forma concisa que un hecho prim^
tivo es este: el principle de la existencia del mundo exteiior.
La fuerza de este principio se corresponde, por ejemplo, con
la fuerza y valor del principio de causalidad o de substancia.
"Todos decimos que aceptamos este dato de nuestra
conciencia, a saber: que el mundo exterior existe tal como lo
conocemos, porque reflexionando acerca de este dato cognosciti^
vo, vemos que esta acompanado constanteinente de esta creenc ia ,
y sin esta creencia no hacemos mas que desfigurar el acto co^
noscitivo. Es falso, pues, que nosotros no tengamos certidtim-
bre de la existencia del mundo exterior" (llO).
Otra cosa es que, en un segundo momento, estas -
creencias puedan o dehan ser reflexionadas. Llorens y Barba -
303

admite ]a posibilidad y la necesidad, y con ello intenta sal­


var sus pensamientos del "fideismo". /vliora bien, ou unos plan
team!eutos y soluciones tan radicales, tan desde dentro, de -
doiide ha de surgir todo el arbol del conocimi ont o , pare ce que
no nos podemos liberar de una peticion do principio, cosa que,
por oIro lado, él recbaza por principio.
<}uizas habria quo decir ipie, on este te m a , el f on
do vei dadero de su pensamiento no coincide con la f oi inalidad
dc sus palabras.
"No se excluyen, pues, el procedimiento noetico
y eldiscursive; no nos abrazamos a un fideismo... Nada de e^
to" .
"Esta doctrina no excluye las pruebas de estas -
verdades (de sentido comûn) en segunda instancia..." (ill).
Con esta claridad se expresa Llorens a este res­
pecte. Cabo el discurso, la reflexion, sobre las creencias. -
Surge la pregunta : si las creencias son la base y e 1 f nndfu len
to de todo acto cognoscitivo, y no se admiten otros criterios,
;_c6mo o donde ajioyar algûn otro principio de reflexion sobre
estas verdades? Si en ellas mismas..., entonces estarlamos en
una peticion de principio, no liabrlamos dicho nada nue v o , no
tendj'la ningûn valor ese aparente nue \ o proceso noetico. No -
nos sa]varlamos de un cierto fideismo. Si no es asl, entonces
se nos bunde todo su pensamiento, caerla por su base todo el
p.lanteaiiiiento y so lue ion que nos ha of recido hasta cl moment o .
Con e st o no e stamos negando la posibilidad dc -
la reflexion posterior; estamos preguntandonos por su valor y
justificaciôn cri tica. So trata de saber si cl valor crltico
de o sI a reflexiôn nos Jleva mas alia del do las creencias o -
no. Creeiiios (uitendor, por toda la exjiosicion, quo no.
ICn otro momento dc su exposiciôn nos define esta
Ifilosofia con las si 'uiente s pa ]abras :"La doctrina del sentido
Cfi'inu no OS una ape 1 a c ion a las creencias vu 1gare s , no es una
protesta contra todo traîna jo filosôfico, es simplcmente una -
a 1 Ic ion do las c one In si.o no s do una filosofîa particular a
.1n .a pri nci pi os universal es dc toda filosofîa, jiri.ncipios quo
304

por hallarse en todos los hombres y por conocerlos todos los -


hombres, o al monos estar en condiciones de conocerlos, y por
ser conocimientos inmediatos, se Hainan de sentido comûn" (112 )
Llorens examina las notas que ha dc cumplir un -
principio para calif icarlo de "principio del sentido comûn".
La primera caracterxstica es la incoitiprensibilidad.
No se ha de tomar esta incomprensibilidad como sinonimo de oecu
r idad o ceguera, sino todo lo contrario, significa que es la ûjL
tima razôn, la ûltima palabra, que podemos dar para la justifi­
caciôn de tal principio. Esto lo hacemos ateniéndonos inmediat^
mente al testimonio de nuestra conciencia. Esta "ûltima razôn -
es incomprensible" (113).
La segunda caracterxstica es la simplicidad. Estos
principios no aparecen como el fruto de otros ni pueden descom-
ponerse en otros mas sencillos. EBos son los primeros y son pri^
marios, es decir, origen de cualquier otro.
Senala luego la necesidad tanto en su aceptaciôn
como en el contenido. Necesidad que se cumple, especialmente. -
en la aceptaciôn del mundo exterior.
Junto a la necesidad insiste en la universalidad.
Universalidad de los principios y universalidad en cuanto a los
hombre s .
Son también especxficas la evidencia y certeza com-
parativas. Estas son las palabras de Llorens: "Dice Hamilton que
estas notas nos prosentan muy clarameute la difercncia entre lo
que es el sentido comûn y lo que no lo es. Las proposiciones de
sentido comûn, o sea las primarias, como dice Huffier, son tan
claras que no puede probarse por otras que lo sean mas, y con -
esto parece que tenemos bastante para no huscar mayor exp]ana--
cion de este car acter. No necesitan prueba, decimos, ni la adm
ten, porque traen consigo ya lo lue nos da la prueba; no la ad­
miten porque son tan claras y tan ciertas que no pueden probar-
se por otras que lo sean mas" (114).
El texto resume bell ameute el pensamiento del au —
tor sobre estas primeras verdades o creencias. Son datos que se
nos ofrecen no para ser explicados, sino f undamonta linente para
305

ser croxdos. Y en esa creencia va incliixda toda 1 a fuorza ne^


cesaria para aceptarlos por sx misinos y como origcn dc todos
los conocimientos.
i’odrxamos définir el "sentido comnn" , signiendo
fielmente el pensamiento dc la escuel;, escocesa, como la rea-
] izacion de] primer grado -Reid- de Ir. razon, os decir, como
con,junto de una serie de conocimientos caracterizados por su
iiiincdiatez y e spontané idad. Conocimientos que, ademas de ser
originales, son originarios de todos los demas.
Los tres primcros principios quo senala son los
signientes: el principio de contradiccion, como ley suprema
do todo peiisamiento, el principio de sustancia,que su))one qne
to'tf' accidente tiene una sustancia, y el de causalidad, que -
afirma que no hay efecto sin causa.
Estos principios, por su aplicaciôn directa a la
exisiencia, no solamente son principia cognoscendi, sino tam-
hiéii principia essendi.
He no adnitir estos primcros principi os le pare­
ce a l lorens que halirxamos de rccurrir a una especic de pi'oce^
so in infinitum totalmcnte incomprensible e inaceptab]e. Si
mucbos do nuestros conocimientos se pueden resolver en otros
mas sencillos y anterlores, y esto es bien cierto, no de todos
podemos decir lo mismos. No todos los conocimientos, nos dice
el autor, son de segunda m a n o . (115)
La conviccion de Llorens no puede ser mas explxcjL
ta: "A esto solo podemos responder dicicndo quo como elementos
de nuestra construcci on mental, como condiciones esenciales de
nuestro conociniiento, no pueden de jar de ser aceptadas como —
verdaderas. Suponer su fal se dad , ser xa suponer (pie liemos sido
cj'oados c,apaces de inteligencia sôlo para que fuésemos vxcti —
mas do la i 1us iôn ; (pie el Autor de nuestra existencia d s un —
sor (pie nos engana, y (pie la mentira es el f undamento de nue s-
lia naturaleza. Mas esta suposiciôn tan giatuita es manifiesta
meute ilegxtima. 1Cs évidente (pie los datos de nuestra concien-
c i.a primitiva lian de ser admitidos como verd aderos en pi'inera
IIIStanc ia ; y sôlo on el caso de (pie (piedase pi obada su false-
306

dad, nos séria lîcito negar en segunda instancia la autoridad


de los mismos".
Llorens en este sentido va mas alla que los esc^
ceses, mas alla que Ueid, pues recurre al mismo Autor de nue^
tra naturaleza. Este reciu'so a Reid le parecîa, evidentemente,
exagerado.
Estos principios, mirados desde el punto de vis­
ta de la pura conciencia, son inquebrantables al mas rigurosu
escepticismo. Este era ya el sentir de San Agustîn cuando es­
cribe lo siguiente: Nihil Intelligenti tam notum esse quam se
sentire, se cogitare, se velle, se vivere. Y es también la ex
presiôn del principio cartesiano: Cogito, ergo sum.
No solamente esto, sino de cara también a la re^
lidad de lo que representan, de cara ser testimonies valides
de algo mas de si mismos.como pures fenomenos.
Sobre esta doble y fundamental afirmacion hay -
que anadir que no se desautoriza la prueba que intente mani—
festar, noéticamente, que taies principios son dignes de cré­
dite.
Asi coucluye Llorens: "l’reguntar como es posible
un hecho inmediato dc conciencia, équivale a preguntar corap -
es posible la conciencia humana y para satisfacer a esta p>re-
gunta, deberiamos tener una conciencia superior a la cual so­
me tiésemos las operacJones de la que ahora tenemos. Si pudié-
ramos contester a esta pregunta "verdaderamen!e serîamos como
dioses" (117 ) .
Llorens y Barba resume sus investigaciones en —
una serie de proposiciones q u e , por su interés, trasci ibiiios
Integrameute.
iw El fin de la Filosofîa es la verdad y la con
ciencia es ei instruiiento y el criterio de su ad qui si c ion. En
otros términos; I.a Filosofîa os la explanacion y aplicaciôn -
de las verdades constitutivas y normales (pie la conciencia —
n o s rovcla inmediatameute.
Balmes podria coincidir con una parte do esta --
af irniac i.ôn, pero no cnn toda ella. t;uc la verdad sea e 1 fin -
307

de la Filosofîa también lo suscribirîa él. fero (|ue esta, la -


Filosofîa, no sea mas que la ex pi anacion de viiias verdades que
la conciencia nos ofrece de una forma inniediata, esto ya no -
coincide con el pensainieni o de Balmes. La Filosofîa para él no
es solamente el "explanar" o "aplicar" una serie de v e r d ad e s, -
es también una justificaciôn racional de taies verdades. No es
solamente la expresiôn de una subjet ividad que se nos ofrece -
e sp o n t a n é a m e n t e , es la elaboraciôn ob ,etiva que trasciendcn el
pur o orden de lo sub je tjLvo .
También es cierto que la conciencia se nos ofrece
coi.io criterio e instrumento "sine qua non". Balmes tamliién lo
a f i r m a . Pero no lo es que sea solamente ella o 1 instrumento o
criterio de conociniiento. La conciencia tiene que ser auxili.a-
d a por otros c r i t e r i o s , que, Tjor cierto, gozan del mismo valor
y primariedad. Aqul se nos muestra una gran diferencia entre -
lo que es y significa la llamada Filosofîa del Sentido Comun y
el modo concrete de eritender Balmes estos misinos [uudilemas del
conociniiento.
Aquclla armonîa de criterios ipie Balmes conside-
T-aba fundamental, como fundamental era la diversidad de los --
mismos, no cnhe compararla con esta interpretac i ô n , con esta -
"conciencia" que se nos muestra como critoi'i o e instrumento de
toda verdad.
2" La Fi losof îa dépende enteraniente de la c one i en
cia, pues sin la verac id a d de ésta serîa de todo punto i m posi­
ble.
Este segundo pr inc i pi o o conclusion es todavîa —
ma s ta,jante. Conviene t ami d é n couqiar- ar 1 o con el pensamiento —
de 1 filôsofo de Vicb.
También Balmes nos puede decir qne la l'ilosofîa -
depc’iide del testimonio de la concioncia y (juo sin la verac idad
de ésta l.odo se arruina . Pero, ^ podrî a deciinos del mismo modo
(|ue d (pende de ella iota Im e .ite ? ;no liay otros criterios igual-
meiit. o esenciales al c m oc Imiento y al ser de la !■'i 1 o soi'î a ? Es-
Ios iiitei'j'oo.aii tes bay (pie re s pond erl os en el son t ido dc que —
Biljim.c; no puede estai- de acne.T'do con osa exe 1 n si vid ad , con ese
3oO

" t q t a l m e n t e " , con qne Llorens apela al valor y testimonio de


la conciencia.
En su momento ya vimos el valor que daba Haïmes
al " v e r " , a la "evidencia", a las condiciones que se requie-
ren para que nuestro "instinto intelectual" venga a actuar.
Todo ello supera los limites de la conciencia, por mas que -
éstos los quisiéramos agrandar.
3" La conciencia ha de tenerse por verdadera --
hasta que se pruebe que es falsa. Sin embargo, esta prueba -
se nos présenta probleniatica, pue s , en el fondo, ha de salir
de la misma conciencia, de la contradiccion de su propio que^
hacer. Este solipsismo no se ve como no ha de caer inevita—
blemente en un circule vicioso.
En este punto también hemos de decir que Dalmes
no queda recluido en "esa esfera su b j e t i v a " . Es bien signify
cativo un texto de Balmes a proposito de la diferencia real
entre "sensaciones interiores" y "sensaciones del exterior".

"Si existen objetos exteriores,


si mis sensaciones son produci-
das por ellos, se ve claro que
e starân sujetas a las co n dicio­
nes que los mismos les impongan;
pero si mis sensaciones no son
mas que fenomenos internos, e n ­
tonces no hay medio de explicar
lo" (1 1 8 ).

43 l.a falsedad de la conciencia quedaria proba-


da por la contradiccion inmediata o mediata de sus datos.
Si nos reducimos ahora al mero estudio y c ompren
sion de la conciencia, ciertamente que podremos suscribir
ta afirmacion. La contradiccion de uno de sus datos nos p ro­
baria la posibilidad de la contradiccion del resto, es decir,
nos probaria su falsedad.
5® Probada que fue se la repugnancia de dos datos
de nuestra conciencia quedaria destruida la yire suuc ion «pie -
tenemos en favor de la veracidad general de la misma; pues -
si bien por una parte no podemos decir que sea verdad todo -
309

aqiie Ilo que no es coiulictorio, por otra parto una prueba pos
tiva do falsedad en un solo caso bast.i para que presumamos la
falsedad probable de todos los casos, pues la maxima falsus -
in uno f a l sus in omnibus lo mismo se aplica a la conciencia
liumana que a los demas testimonios.
Después de lo dicho en ]a proposic ion an I er i o r ,-
aqui no tenemos nada que a n a d i r .
6a Todas las tentativas quo se lian hecho para ar
giiir do contradictories los datos primitives de la conciencia,
ha n sido completameute vanasj no puede, por c o u s i g u i e n i e , ar-
giiirse contra la presuncion que tenemos on favor de la verac
dad de la conciencia y de la posibilidad de la Filosofîa. Ila^
ta ahora ha sido imposible una subversion original, universal
y dogmatica del conocimiento humano.
Con Balmes tondrlai los que di tiuguir aqul una d£
hle realidad. For un lado, y en esto insiste él m u c h l s i m o , es
cierto que ninguna t e n t a t i v a , ni siquiera la de los escépticos
mas radicales, ha podido ni puede dar al traste con la c o n e ien
cia en si, con la conciencia oomo mini mo criterio de vei'dad,-
aunque no f ne se mas que de la existencia de ella misma.
Siguiendo en la mas rigui'osa lôgica de "esta con
ciencia" y sus principios Balmes podria admit ir la posibili--
dad de una ajiarente Filosofîa, de toda una argumoutaciôu que
os valida a h i , en el ambit o de la comziencia ,de lo |uiramente
ideal .
Balmes no podria suscribir esto mismo si lo (jue-
r ('mos aplicar n la I il osof la en si, al canqio de lo r ('a 1 . Es -
i:ias, la misma razôn liabra de juzgar si todos esos datos primi^
I,ivos de la' conciencia soportan o no s'i examen, sus exigencias.
l'or tanto, ta mb ién en este punto podeiios ver la
dist.aiicia -pie sépara a estos dos pen.sador'es catalanes.
7'* Ningun Cilôsofo ha neipido formalmeuto la ver^
c idad de la conciencia, ni ha desconocido su autoridad; pero
son pocos lo que se rontentan con ac 'i>tar y seguir consecuen-
temento sus dictamene s . En lugar de acudir humildemente a la
cour ie ne ia para sac ai' de ella las doctri lias y sus correspon--
310

dientes pruebas, los filosofos sj stematicos solo la han con—


sultado para descubrir en ella sus opiniones p r e a d o p t a d a s .
Siguiendo a Balmes habria que decir on este p u n ­
to lo siguiente. Si algunos filosofos han pecado por dofecto,
es decir, por no prestar toda la atencion que la conciencia -
se merece en ella misma, él, Llorens y Barba, pecaria por ex-
ceso, es decir, por concéder demasiado al testimonio y valor
de la conciencia.
Frente a este modo de entender el testimonio y -
valor del criterio de conciencia Balmes se expresa a s i :

"El testimonio de la c o n c i e n c i a ,-
considerado en si mismo, se l i mi ­
ta de tal modo a lo puramente in
terno, que por si solo nada vale
para lo externo; ya sea para el -
criterio de la evidencia, ya para
el de los sentidos".

"El testimonio de la conciencia -


es fundamento de los demas c ri t e­
rios, en cuanto es un hecho que -
todos ell os I:an menester y sin el
cual son i m p o s i bl e s" .

"Be la combinacion de la c on cien­


cia con el instinto intelectual -
nacen todos los demas criterios".
(119)

1-as posicioues son, por t a n t o , diferentes on e s ­


te punto.
8^ La primera consecuencia de esto ha sido la -
m ul t ip licacion de los sistemas filosoficos en todas las aberr^
clones de la unidad de la verdad que pueden concebirse.
C ompartcn ambos filosofos la escandalosa multi--
p lie acion de sistemas de Filosofia, Pero, una vez mas, discrje
pan al sehalar la causa de] mal, que para Balmes es mas amplia
que para Llorens y Barba.
9® La segunda consecuencia ha sido una negaciôn
virtual de la posibilidad de la Filosofia. En efecto, suponion
do ésta la veracidad absoluta de la conciencia, todos los si^
temas que han admitido la hipôtesis de la falsedad de algun -
311

dal.o priinitivo, han invalidaclo con esto el crédite de la iiiisina


y han puesto en las man os de los escépticos las jireniisas para
subvert ir la P'ilosofia a lo ineuos on cuanto esta r epresentada
por dichos sistemas.
10'* Aunrjue la llistoria de la I'ilosofia sea en -
gran parte la historia de las variaciones y de los errores —
del cutendimiento humano, couocida la causa do estas variacio
nos podemos tener una esperanza lundada en el future destino
do las especulacioTies f i losof i c a s . La Filosofia no lia tonido
c onsistnncin por no estar basada en los dictamenes do nues--
tras creencias naturales y p r i m i t i v e s . I’uesto c;uo la verdad -
es universal y la naturaleza una, la Filosofia no ha do hacer
mas que v o l ver a la conciencia natural y volvera a la unidad
do la v e r d a d ..,
T am bién Haïmes, y a pesar del llamado escandalo
de los sistemas de Filosofia que se han ido como invalidando
unos a otros, comporte una gran esperanza de cara a la ernprc-
sa fie la Filosofia, al encuentro y d e scubrimiento de la ver--
dad. Se sépara de Llorens en el fundamonto en que se apoya es^
ta esperanza, jnies aqui son unicamente las "creencias uatura-
les y prlmitivas", al estilo dc la 1Cs eue la escocesa.
Para Llorens esto sera posible si atendomos a e^
tas m a x i m a s:
l'"* No admitir mas que los datos originales de la
conciencia o sus consecuencias légitimas.
2" Abrazar todos los dates originales de la c o n ­
ciencia y todas sus consecuencias.
3'* ICxponer cada uno d e estos datos on su integri^
dad, sin tor cer los ni mut il arlos , seiialando a ca^
da uno e 1 lugar (pie le corresponde, sea de pree-
ininenc ia, sea de subord inac i o n . ( 120)

l,a Filosofia del Sentido Comun de Llorens y Bar­


ba consiste, por tanto, en una apelaci on a las convi c ciones -
na luirai es d e 1 gêner o luimauo, conviée ioues o creencias primit_i
vas (pie se ju'd if ican desde y por la propia conciencia y que
312

se nos manifiestan como el instrumento o camino seguro para la


verdadera Filosofia.
i’oco tiene que ver este "sentido comûn" con el —
"sentido comûn" o "instinto intelectual" de Balmes, que se nos
ofrece como la base de la razôn, la fuerza por la que ésta, y
cualquier facultad, tiende a desarrollar el propio dinamismo -
en las condiciones corr e s p o nd i e n t e s .
Llorens quiere liberar p os i tivamente a su Fi l o s o ­
fia de toda acnsaciôn de "fideismo" o "instinto ciego". l’ero,-
dado que inclina totalmente la balanza del lado de lo subjeti­
vo, de la conciencia, no vemos cômo se puede liberar de tal pe^
so. Asi hemos de i n t e r p r e t e r , por e j e m p l o , estas afirmaciones:
"El Sentido Comûn es como la ley comûn, tanto el uno como la -
otra pueden al e g a r se como régla universal de decisiôn; pero la
de terminaciôn del contenido de esta régla se ha de dejar en el
primer caso para el jurista y el segundo para el f i l ô s o f o ; y -
a un que en ambos casos todo fiombre jniede ser c it ado como testi-
g o , ya de la costumbre, ya del h e c h o , ni en uno ni en otro c a ­
so puede permitirse que cualquiera obre como abogado o como —
juez" (121).
En otro de los apuntes de Llorens podemos leer la
siguiente definiciôn del Sentido Comûn: "El Sentido Comûn equ^
v a 1e al c o n junto de conocimientos o convicciones (creencias) -
que encontramos en nosotros, lecibimos de la naturaleza (jue tc^
dos poseemos y por los cuales examinâmes la verdad de nuestros
conocimientos y la moralidad de nuestras a cc i o n e s . Nos sirven
de piedra de toque" (122).
Nos parece el mejor resumen y la me jor definiciôn
que podiamos dar del Sentido Comûn, Valida, por otra parte, pa
ra todos ] os fi] ô s of os -P. Buffier, Escuela escocesa- fjuo
caen hajo la Filosofia del Sentido Comûn. Invalida asimismo, -
para calificar y définir la Filosofia de Jaime Balmes, annque
haya puntos dc contacta y semejanza.
Hemos encontrado alguna afirmacJôn que parece in-
cide directamcnte en una interpretaciôn al estiln de Balmes. Y
es cuando nos dice (pie cl " sentido comûn es el mismo oui end i —
miento, ..., en su acciôn ]>rimitiva, mas fundamental, nas mis-
;i3

tcriosa" (1 2 3 ). l^st.ns pn] abras, ciortar.ionte , porJri.orios ititor-


I TO Lari as on un sent ido somejante a como Ha 1me s interpréta su
"iiistinto intelectual" .
I’ero estas paJabras ban <lo ser interpretafias a -
la 1ii% fie otras que cita a cent inuac ion : "i;i instinto es la -
facultad que ejecuta c i e R a m c n t e , sin saber 1 n , una obra de iji-
tel itrencia. No esta mal ap] icado el si'^nificado insti iitivo al
juicio rpie por no re su] tar de niti'çûn acto de conciencia ante-
I ioi- puede compararse con los product os del instinto auiiia] ,-
I)f)I ser un efecto intf^ligente de una causa quo on cuanto a no^
sotros se irçnora a si niisnia" ( 124 ) .
Los nombres con que Llorens desir;na estos priuc ^
pios son los siguientes: sentiiniontos do v c r d a d , c r e c n c i a s ,-
i n s t i n t o s , r e v o l a c i o n e s , hcclios o d a t e s . ICn algun inomento b a ­
ll1 a también de "pr e n o c i o n e s" y " sugcs tioncs " .
lin el intente filosôfico, salvar a la l’i IosoCia,
principalinente do las amonazas <1<;] idea] isnio y <lel esceptici^
ino, coincide Llorens con Haïmes y, por supucsto, cou e 1 in ten
to francos marc ado por el L . Huffier y c on el do la lise ne] a -
escocesa.
An ad imos todavia al .rrunos textes de Lloiens, espe^
cialmente significatives de cara a su comparacion con el pen-
sa'iiiento do Hal m e s , pues teniendo a voces una coincidencia de
forma sen muy diferentes on el fonrlo: "No podemos alegar otr a
razon fuern de esta certidumVire on el acto perceptive, y diga
so If) quo se (puera acerca del objeto, es segiiro -y fianios e^
ta preposicién a (piionquiera modi tar la- (pie la ( i.rmoza on el
conocimiento es le que le da valor, no su claridad, porquc —
existiendo esta claridad podemos dar per male el conocimiento,
y a un cuando tuvicramos mayor claridad, lo (|ue so lia ver il ica
do a liera vondrin a veril ic ir se df'spués, y c 1 cspiritu no des-
cnnsaria h a s t a (pie encontrase la firmeza en cl acto cognosei-
i ivo" (125).
lis impel tan te subrayar , sobre todo, la afirmaciôn
segun la (mal la " f ir meza" es lo ipie da e 1 valor al conoc imicn
I(I Y no su "claridad". lis le es lo tipice dr' esta Kilosofia don
314

de todo el acento se pone en la "firmeza" de que somos testi-


gos en la propia conciencia.
"De manera que nosotros, para estar seguros de -
nuestro conocimiento, no parece que debamos pedir luz, sino -
firmeza, lo mismo en el conocimiento intuitive que en el ra--
cional" (1 2 6 ).
"Este nos confirma en lo dicho: que la claridad
no es criterio de verdad y que, segûn la firmeza que tenemos
en el c o n o c i m i e n t o , asi lo daremos por bueno" (12?)«
El ejemplo que nos pone Llorens para justificar
el valor de esta certidumbre es el ejemplo de la re la c iô n del
hombre con el hombre. El valor, como se puede ver, es bastan-
te endoble.
"Ilay, pues, una relaciôn de la misma indole que
la certidumbre, que lleva este mismo nombre de certidumbre: -
yo estoy cierto de que Juan a quien conozco bien cumplirâ su
palabra; estoy cierto de que manana a tal hora me entre gara -
tal cosa que me ha ofrecido. Hay una relaciôn a q u i , que yo —
afirmo con la misma seguridad con que afirmo la existencia, y
esta relaciôn no se llama ni mas ni inenos que c e r t i d u m b r e . —
También tiene otro nombre que es: confianza, crédite; de aqui,
creencia" (1 2 8 ).
"confianza en nue stras facnltades, «pue constituye,
en ultimo resultado, la tiltima explicaciôn de la certeza" (1 2 9 ) .
la lista de textes podria alargarsc; pero, cree--
mos que ya es suficiente para comprobar el fonde del pensamien
to de L i e r o n s . Existen unos primeros principios de Sentido
mun, principios con un a certidumbre inquebrantable y que son
el origen del reste de los conocimientos y las ciencias.
315

r ;:s u m I':n .
sodre la filosofia del sentido cohun

En el ultime npnj-tado de este capîtulo rpieremos -


rncoger las linens générales «pic v e r t e hr an la corriente de Fi-
lo so f ia del Sentido Coi tUTi, y con cl Fin concrete de hacer una
c om p a r a c i o n val orativa de Jaime Haïmes con el reste de esta cjo
rrionte.
;,Es Haïmes un filôsofo ma s de esta corriente Filoi
sofica del Sentido Comun? ^Hasta cpié punto comulga con los prin
cipios de tal Filosofia? /Ilay a 1 g o de lo que participe y al go
en lo que se diferencie? ICstos, y otros intorrogantes pareci-
d o s , queremos que queden suficientemente aclarados.
Digamos, recogiendo ideas ya s e h a l a d a s , que la l\i
losofia del Sentido Comun corro entre la segunda mitad del si-
glo XVIIl y casi a lo largo de todo el siglo XIX. Si exteride--
mos la denominacion hasta el pensamiento del I’. Huffier, habria
que sehalar el aüo 1724, ano de la pub Iicacion de su "Traite -
des premières v é r i t é s ", como fecha ma s s i gn i fi c a t i v a ; si nos -
re ducimos al tnundo de la Es eue la escocesa, rpie es la ipie ha re^
c i bido con mayor propiedad este n o m b r e , eut once s habriamos de
sehalar el aho 17 6 3, aho on <pie Reid public o su "Inquiry into
the liuman m i n d ", como fecha especialinonte deci s i v a .
El final vendria sehalado con la desparic ion de -
Llorens y l'.arba.
i’odriamos hablar de dos bloques que configurai! tc>
do el arco de esta Filosofia. Un blc(|ue piopiamente espanol, -
catalan en concrete, y otro extranje>o, fundamental mente esco-
cés .
Aparté de las influoncias ipie se dejaran sentir y
que es algo totalinente logic o , de fuera h a c i a dentro croemos -
•pie se puede haiilar, y esto séria lo ma s p r o p i o ,de una doble -
c one omi t a n c i a :
-ilabi ariamos , en primer 1 ugar , de una conconi.i tan-
cia tei'qieraincn t a l . Nos ref crimes a la inclinacién del espiritu
catalan hac ia les an a 1 i si s |>sicol6 gicos (luis Vives (13l>) y Ra
mon LluJl) y cierta siinpntia al ri,',or de la 1 é g i c a , rasgos del
316

"buen se n t i d o " , de "sen y " .


-)'ùi segundo lugar, tendrinmos qne senalar una —
coneomitancia o p o c a l . Estâmes peusando on este tiempo en que
multitud do esfuerzos filosoficos, y desde distintos angulos
del pensar, se arrojan, como on un grito do snlvacion, en los
brazes del sentido coinun -entendiendo la expresion en un sen
tide mucho mas amp lie y genérico que en el e strict amente deno^
minado "Filosofia del Sentido C o m u n " -.
Frente a excesos y corrientes filosôficas que con
ducîan a extremes inadmisibles hay una especie de grito do --
alerta y que podemos ver apoyado en el sentido c o m u n .
1Cs t a doble c one omit ancia explica mue ho s punto s -
de contacte que, en otro case y e r r ô n e a m e n t e , se han senalado
como mera inflnencia de la Escuela escocesa en el grupo de fj^
lôsofos catalanes que denoininamos , con todo derecho y propie­
dad, filosofos del Sentido Comun.
En la lista de estos filosofos tendr iamos que sje
h a 1 a r los nombres de lîamon Marti de Eyxala (I 8 0 8 -I 8 7 5 )» I lo —
rens y Barba (1 8 2 Ü - I 8 7 2 ),Torras y Bages y cl Dr. Carlos Car-
do.
Junto a todos elles merece nombre aparté, por su
"g e n i a l i d a d " , por su " singularida d " y por su "o riginalidad" -
en este tema del sentido comun, nuestro filôsofo JAIME DAl^MES.
El Dr. Cardô interpréta de esta forma el pensa--
miento de Balmes sobre el sentido comun:
"No ens ha de fer cap por d'«afir
inar que el fonament dels pr o c e s ­
ses intellectuals no és intellec^
tuai, mentre no el qualifiquem -
d 'a n t i - i n t e l l e c t u a l , sino mes —
av i at d 'ul t ra - in t e l l e c t u n l , per
tal com dôna naixcnça i fa do su
port a la i n t e l 1 igéncia" (1 3 1 ).

Interpretaciôn rpie nos pare ce bien acertada y --


que expresa lo cspecifico de Balmes en su apelaciôn al seuti-
do c o m u n , ya que no lo eutiende al estilo de la ICs eue la e sc o ­
cesa :
"Y en esto apela al Sentido C e —
mun, aunque en una acepciôn ente^
317

rainonte distinta, a la de -
la escuela escocesa" (1 3 2 ).

ICn el fondo de esta Filosofia late el cteriio pro^


blenia rpie el hombre se ha pi an te a d o , y se signe planteando, a
la 11ora de explicar el como y el por que de su leflcxlon y de
su conocimiento, /,Por q u e , con que derecho, el hombre trascien
de, part iendo de intuici ones sensibles y c o n c r e t e s , a zonas y
univer sales de conoci miento rpie fnndan ci encias trasceudcnta-
les? /.i’or que y con cpié derecho y objetividad fundamenta en
el m u ndo de lo sensible y concrete af irmac toiirjs do alcance in
material y universal?.
Es el prolilema de torîos 1o s tiompos, de todos —
los filosofos, y también de la Fiiosofiei del Common Sense .
En lo estructural de nuestros conocimientos, co­
nocimientos finitos todos elles, obser vamos rpie los objet os -
conocidos, a diferencia rie lo que es un conocimiento del Ser
Infinito, no depenrlen en su ser de nosotros mismos -en tiénda-
so en todo o en parte - . Nuestros conocimientos suponeii cierta
inter i or izac ion de algo rpie nos trascieiide; pero esta dntoii^
rizacion no signif ica que el objeto como tal venga a col.ocar-
se en nosotros mismos, como ya lo not a ha e 1 propio Aristéle —
les, sino rjue viene a i n teriorizarse i odiante algiin intei'me--
d i a r i o , llamese verbo, imagen, especie, concept o o como se --
quiera. La "i n t e r i o r i z a c i o n " , por otro 1ad o , no es la simple
consocuencia de la d inamica de 1 o b j e t o , concretada en e se rpie
henos 1 lamado " i n t e r m e d i a r i o " , es una tnrea también del sujo-
to i ensante -su je to e seue i al mon te dinamico y cr e ad or «le aiibi-
t (1s de conocimiento-,
Asi pl antea esto problema el i’. Cironel 1a : "l’or
taiito se planteara s i empr e al hombre ste problema radical a
rpie aludjaïais: c omo puede el honbre •• través de un in tel me —
diai-io, si eriprc finito, ti-ascenderso a zonas de mayor Ira s —
cead'mci a rpie no le e s ta r a n inmed ia tame n 11' présentes, como os
la realifbarl de otro "en si", o la de lo universal y ne ce sari o ,
o i.-i del Infinito?" (133).
Es este un problema de tcdos los tiempos y de to
510

\
das las Fllosoflas. Un problema que no pueden eludir y que, -
por otro lado, esta facilmente nbocado a dos graves escollos.
U no y otro viene de la tentacion de negar alguno de los dos -
extremes del problema, o reducirlo de tal forma que, en d e f i -
nitiva, no salve el minimo para una soluciôn correcta. Estos
extremes vienen marcados, y la tentaciôn es tan vieja como la
Filosofia mismo, por el racionalismo -es la negacion o d e s con
sideraciôn de 1 objeto como tal- y por el empirismo -es la n e ­
g acion o de s co n sideraciôn del sujeto en su totalidad-,
la Historia de la Filosofia también es testigo
que nunca han faitado pensadores capaces de liberar al pensa­
miento de cualquiera de esos extremos. Una liberaciôn negati.
va, en cuanto que han rebatido las inconsecuencias y contra—
dicciones de taies s i s t e m a s , y pisitiva, en cuanto que han —
tratado de ofrecer los elementos validos para la construcciôn
de la verdad.
Asi aparece el esfuerzo que représenta la Filos^
fia del Common Sense. N e g a t i v a m e n t e , es un ataque directe --
contra el escepticismo de Hume -entiéndase como parte lôgica
y contraria de su e m p i r i s m o - ; p o s i t i v a m en t e, se nos ofrece, -
en las lineas de fuerza de su Sentido Comun, como camino de -
s oluciôn.
Hume aparece, concretamente en las obras de Ueid,
como blanco de ataque de la Escuela escocesa. Heid nos dira -
que es un sistema que nos deja siempre en la in c er t i d u m b r e , -
que es el pi] ar légitimé del escepticismo inoderno, e incluso
llega a calif icar lo de "una vana sutileza de un sofisina, a ex
pensas de la razôn y para vergüenza de la humanidad". La r a -
zôn es porque Hume: "ténia como base unica una hipôtesis muy
antigua y a la verdad uni ver saline nto recibida por los filôso-
f o s , pero que no me parece por ello mas verdadera. Esta h i p ô­
tesis es f|ue nada es percibido mas (jue lo que esta en oJ enten
dimiento que ]o percibe; que nosotros no percibimos r e a ] me n ­
te las cosas exteriores, sino solnmente ciertas imagenes que
las representan en nuestro e s p i r i t u , y que han sido ]lamadas
impresiones o ide.ns" (134).
319

Reid rea c ci o na contra e st a Filosofia, contra e s ­


te e scepticismo inoderno, contra esta ''vana sutileza", como el
m i 5 mo dice. Y lo hace on aras do su apelaciôn al Sentido Co--
mun. Otro tema muy diferente es liasta que punto consiguiô e^
to K e i d .
Este podria ofrecer como el mejor resumon de su
p e n s a mi e nt o y confianza en el valor del Sentido Comun : "Si co^
ino yo pienso, hay ciertos principios que la constituciôn de -
nu es t ra naturaleza nos fuerza a admitii' y ()ue estemos en la -
ne ce s id a d de tomarlos por conformes y de mirarlos como verda-
d eros en los asuntos de la vida comun, sin que podamos dcmos-
trar su verdad, estos principios debon ser lo que llamamos -
réglas o maximas de] sentido comun ; todo lo que les es inani--
riestainente contrario, es precisamenI e lo que llamamos absur-
do" (1 3 5 ).
En la cita, ya iiuesta en otro moment o del traba-
jo, habria que insistir en que se trata de a 1 go constitutive
d e nuestra n a t u r a ] e z a , en la referencin a los asuntos de la
vida comun, en la i m p os i bi 1 idad de demostrar su verdad y en -
la confianza absolute (jue nos merecen, frente a la cual ceden
todos sus contraries.
El P. Gironella escribe al re spec to In sigui eut e :
" ,n resumen, quiere defender la razôn, apeia al Sentido Comun
(pie para el es el c on junte de los princi]iios, régla s o maximas,
que la misma naturaleza nos fuerza a adiiiitir, tanto en la prac^
tica, como en aquellos principios sin los cuales esta practica
no se just i f i c a r i a , pero sin que luiya demos trac ion de e 1 los" -
(13<>) .
El in ten to y la reacciôn de b'il 1 i am Hamilton tue
ha s tante semjante y, desde luego, su apelaciôn y confianza en
la l'IJosofia del Common Sense igualiiu'nte entusiastas. Incluso
su a por t a c i ôn es muclio mas sistematizada y e struc turada .
Su pensamiento signe apoyado en una "fe natural"
(pie cede ante los verdaderos prolilemae del conocimiento y q u e ,
como coiisecuenci a , no tiene tampoco la fuerza suf iciente para
rebâtir cl vordadero empirismo de Hume.
320

Como juicio del pensamiento de Hamilton se pueden


citar las palabras de Louis P e i s e , su prologista: "La escuela
escocesa ha definido la Filosofia, como se s a b e , la historia -
natural del espiritu h u m a n o , el c studio experimental de los fe^
nomenos de la vida intelectual y moral, manifestados en la con
ciencia, y la ge neralizacion de estos fenomenos en leyes. Todo
lo que se halla fuera de la observacion f e n o m e n a l , so e nc u en —
tra por ello mismo fuera de la ciencia. Hamilton, lejos de aban
donar esta vision, se le ha agarrado mas fuertemente quo a sus
maestros; pero el la explica y la desarrolla, la justifica y -
la demuestra de una mauera mas fuerte y profunda. El argumento
del Sentido Comun, en efecto, no era entre sus manos, como ya
lo he dicho en otras p a r t e s , mas que un repudio y tenia mas el
aspecto de un fracaso o de una denegacion de justificacion que
de una soluciôn filosôfica" (1 3 7 ).
Kl juicio, como vemos, no es nada favorable; es,
mas bien, muy duro. Habi-ia que reparar en las palabras "fraca­
so" y "denegaciôn de justificaciôn" mas que "justificacion fi­
losôfica". Nos indicaii el valor negativo que le atribuye al pen
samiento de Hamilton.
En modio de todos estos juicios habria que aclarar
la dificultad con que nos encontramos a la hora de dar una de-
fini ci ôn précisa del Sentido Comun. 101 P. Gironella recogo al-
gunas definiciones que se han dado a lo largo de la historia -
de la Filosofia sobre el Sentido Comun y que conviene tener en
cuenta en este momento. Asi veremos un j)oco mejor en que consi^
te exactamente el contenido de estos dos términos cuando se —
aplican para définir esta corriente de Filosofia de que estâmes
habland o .
Aristôtelos y Sauto Tomas han empleado el termine
como expresiôn de un sentido inteino que hace en la conciencia
del sensitive la uni d ad de varias setisaciones para atribuirlas
a un solo objeto (S. Tomas I'*, q .7 8 , a.4, ad. 1-2; Aristnteles,
De Anima, III, I, 425, n 27 aisthe si s k o i n é , rpie ha dado lugar
a diverses In t er p re t a c i o n e s ) (1 3 8 ).
E s ta claro que no se puede entenrler' a r;i el Aenti-
321

do C o m u n en cl caso que nos ocupa.


Ileraclito también util izo c J término al hablar de
rpie "el pensamiento os comûn a todos" (l)liCLS: P'ragm. der Vors_o
era t i k e r , fr. 113 ) . Tampoco asi lo pridemos entenrler (139) «
Ciceron utiliza una s palabras r^ue cita e 1 mismo
Reid : "Cmnes eniin tacito (piodam s e n s u , sine u 11 a arte aut ra —
tioiie, in artibus ac rationibus, recta ac prava dijudicant" --
(De ora t o r e , libr. III, cap. 50).
San Agustin liabla de] "sonsus interior" como su ­
perior a todos los exteriores: "omnibus communiter praeet" (De
Iibcro arbitrio, II, c a .3).
N inguno de estos sentidos o interpretaciones nos
sirven para comprourler lo que se significa al halilar do ] a co-
rrionte filosoCica del Sentido Comun (l4o).
1Cs el I*. Buff i o r , como ya lo benios visto, el rpio
ba estudiado y definido ya cnn precision nuestro tema. También
vimos que una cierta inflnencia de este aut or en Reid, y en --
general en la escuela escocesa, habia que adiiiitir, y f'sto a pe^
sar de que autores como H a m i l t o n , por ejemplo, se ei't|>anason en
ncgarlo. ICI tema ya iqued o c i t ad o en el estud j o de JUAN VICNTUSA
AGUILAR, quien reconoce esta minima inflnencia.
El autor francés define asi el Sentirlo Comun: "La
di sposic ion que la naturaleza ha puosto en todos los hombres o
manif ie stainente en la mayor parte de ellos, j>aj-a hacerles pr o-
nuuciar, cuando han alcanzado el uso de razôn, un juicio comun
y uniforme sobre objetos diferentes rie 1 sentido i n t iino de su -
propia percepciôn; juicio que 110 es la consecuencja de ningun
principio anterior" (l 4 l ).
Se trata rie una def ini c i ôn bastaute précisa y que
yaexnriinamos en su momrmto. Junto a e 11 a , y entre los mismos
esc.oceses, se puer) eu seualar otras mu c h a s .
Ugo Viglino lo define de esta forma: "La facul--
i a d ori ginaria y universal de 1 espiritu humano para aprehendor
> formul ar , aut er iormeu to a la ref Icx i ôu filosôfica, vordarles
ne ce sar ia s y evi.rlentes, y a de liocho, ya rie prinr'ijiio" (VIGLINO,
11g o : Seuso commune. ICnc . Vaticauo) (1.42).
322

Miguel B a t l l o r i , e s c r i b e de B a lmes: "Instinto in


t e l e c t u a l y no s enti mental o sensible, co mo en H e i d o Jlamil —
ton" (B ATLLOUl , M., B a l m e s . E n c . Vaticano) (143).
Es t e a u t o r , c i er t a m e n t e , exagéra los t é r m i n o s , -
po r q u e , si b i e n es ci erto que ha y que adinitir la d if e r e n c i a -
entre la E s c u e l a e s c o c e s a y el p e n s a m i e n t o de Bal m e s , no pod^
mos re duc ir la p o s t u r a de H e i d o H a mi l t o n a un mero " impulse
sentimental o sensjblo". Ya vimos, sobre todo e n H e i d , que —
" s e n t i d o " era s i n ô n i m o de " j u i c i o " y que, en c o n s e c u e n c i a , se
t r a t a b a de un " j u i c i o c o m û n ',' y que on u l t i m o término, era fr u
to de un p r i m e r g r a d o de la razon .
Newnan no ofrece m ay or claridad y jirecision en
el d e s a r r o l l o y e x p o s i c i o n de su I l l a t i v e sense.

Frente a estas interpretaciones la p o s i c i ô n del


filôsofo catalan Jaime Balmes la p r é s e n t a G i r o n e l l a de e s t a -
forma: " Nos sera p r e c i s o llogar a Balmes para encontrar algo
m a s de luz. Quiz a podriamos expresar c on o t r a s palabras algo
de su p u n t o de v i sta, a s i :"me es, por ejemplo, évidente que -
aquello que e s , en c ua nto s e a , no p u e d e no ser" , p e r o no me -
es évidente por gué lie de te n e r e s t a e v i d e n c i a « /.Por qué me -
es évidente que el ser ha de tener esta e x i g e n c i a y yo n o hu-
b i e r a p o d i d o no v e r l a asi ? T e n e r esta intuiciôn ultima equi —
valdria a tener i n t u i c i ô n de por qué ha de e x is tir algo o el
ser; es d e c i r , o 1 a r g u m e n t o o n t o l ô g i c o a n s e I m i a n o de p or qué
h a de e x i s t i r u n ser N e c e s a r i o . Si tomamos meramente nota de
que nuestra naturaleza tiene de u n m o d o absolute e sta e v i d e n ­
cia, t e n d r e m o s u n d ina m i smo o " i n s t i n t o intelectual", (juo s e ­
ra r a ci on a l en c u a n t o a que est é en la base m i s m a de la r a c 12
nalidad h u m a n a , no c o m o si se t r a t a s e de la r a c i o n a l i d a d de -
sus d e d u c c i o n e s . Si es asi, y a se ve que la a c e p c i ô n ou (]ue -
Balmes h a b l a r i a de Sentido Comun, séria m u y d i v e r sa de la de
los o s c o c e s e s " (144).
E s t a d i f o r e n c j a que v c n i m o s senalando entre o1 -
p e n s a m i e n t o de J a i m e Balmes y el r e s t e de la llamada Filosofja
del Sentido C o m u n , quiza se v e a f a v o r e c i d a j)or la d e f ini ci ôn
323

de FAGGIOTTO: "el segundo si gnif i c a d o de la expresJ on sentido


cotnnn es el que ha liocho c é l é b r é Tomé s Heid y su e scuela, 11a-
m.'ida p r e c i s a m e u t e e s c u e l a del s e n t i d o c o m u n . P a r a Heid el sen­
tido c o m u n es un instinto o r i g i n a r i o , o s u g o s t j on i n n a t a , <)ue
se m u n i f i e s t a des^'e el a c t o de la pcrcepcion, y que tiene por
objeto e 1 c o n junto de algunas creencias, como son la r e a l i d a d
de las c o s as, de los espiritus, del pr inc ipio de c.iusal idad" -
( F AGGl O T T O ,1’. Sen so Coiiimune . ) ( 1 44 ) .
C on esta definicion en la m a n o , se p o d ria d e c i r
que Ba lmes es un o m a s de los filosofos qne la s n s c r i b e ? /.Se —
a firmaria que es e so su " i n s t i n t o intelectual"? No c r o e m o s que
se puedan respondcr a estos i n t e r i o g a n t e s de una forma afirma-
i:iva .
si se nos p r é s e n t a como lieredero de es la c o r r i e n ­
te el c a t e d r a t i c o de Barcelona LlOUl'iiS Y BARBA, como ya lo Iie^
mos v i s to, y en un segui mie nto muy d i r e c t o de 1 p e n s a m i e n t o y -
estî'iicturaciôn que élaboré Hamilton.
No p u d i e n d o justificar nu estros conocimientos por
un.a e s p e c i e de p r o c e s o al infinito, pno s r é p u g n a a la m as s an a
Filosofia, es p r e c i s o que " t o d a de smo. ;t r a c i o n d e s c a n s e p or ul­
t im o en p r o p o s i c i one s c u y a e v i d e n c i a nos obli gue a su a d m i s i o n ;
p r o p o s i c i ones ipie siendo, como p r i m a r i a s , i nex plicables, y como
i nexpl i c a b l e s , incoinprensible s , h an de m a n i f e s t a r s e ma s bien -
ron «'1 c a r a c t o r de h e c h o s rpte la c o n c i e n c i a nos o f r e c e b a j o la
.se ne ilia f om i a de creencias, que con e 1 de conocimientos pr o —
pi ai toute d i c h o s " (1 4 5 ) .
l'Hstas [lalabrap de llorens si que nos s u o n a n a in-
flu j o d i r e c t o de la escuela escocesa.
Su pensai lion t o , ai’i[>l i amont o o x o u e s t o , lo podriamos
roKumir en las siguientes pi'o po s i c i one s :

1) F sas "creencias" aparecen corio los a p r i o r i de


t o d o el conocimi (uito huma n o .

H) las "creencias" se ju <tifican por e 11a s mismas:


"Fstas prop os ici o n e s prim ar i a s , es t o s conoc i--
t'-i ento.s de pr-i m e r a mano, e.stos liechos, e s t a s -
324

creencias f u n d a m e n t ales nos c e r t i f i c a n de su -


veracidad ". (l46).

3) E s t a s "c ree ncias" son m a n i f e s t â t i v a s no solo


de lo q ue podiainos l l a m a r v e r d a d de la c o n c i o n
cia, interior, sino t a m b i é n de la v e r d a d de .1o
en si.

4) L as r a z o n e s en que se a p o y a el a u t o r son las


siguientes;
- su poner su f a l s e d a d séria como decir que
hemos s i d o c r e a d o s c a p a c e s de inteligencia
solo para ser v i c t i m a s de la i l u s i ô n . El -
problema es que a n t e s de p r o b a r a B i o s por
m e d i o de estos mismos primeros principios
se r e c u r r e a El p a r a a p o y a r l o s . Estâmes en
u n circ ule vicioso.

- 101 Autor de nuestra existencia es un ser


que no nos engana, y que, por ello, no pue^
de ser la mentira el fundamento de nuestra
naturaleza. Se nos présenta la misma obje-
cion.

-Los dates de n u e s t r a conciencia primitive


h a n de ser a d m i t i d o s como v er da d er os en —
Iirimera i n s t a n c i a ; solo en s e g u n d a instan-
cia se p o d r i a n e g a r su v a l i d e z . Estâmes, -
p ues, ante una m e r a "p r e s u n c i o n " por m u y -
fuerte que la q u e r a m o s su po n e r .

5) l’or e so p u e d e d é f i n i r asi la F i l o s o f i a : "la -


e x p l a n a c i o n y a p l i c a c i o n de las v e i d a d e s coust^
tutivas y normales que la c o n c i e n c i a nos r é v é ­
la i n m e d i a t a m e n t e " (l 4 y ).

6 ) A p e s a r de todo, él no q u i e r e que se e n t i e n d a
como una apelaciôn a u na c r e e n c i a c i e g a : "el -
325

a r g u m n n t o d e l S e n t i d o C o m u n os una a p e l a c i ô n a
las conviccionos n a t u r a les d e l gonero h u m a n o , -
no es una a p e l a c i ô n de la F i l o s o f i a a la c r e e n
cia c i e g a de los hombres. / H a s t a esto "no ser
ciega" para fundamentar p osi tivamente la p o s i -
bilidad de u n c o n o c i m i e n t o r a c i o n a l y trascen-
d e n t e ?.

7 ) A ]>esar do las m u l t i p l e s n o c i o n e s cou que i n ­


tenta denominar a estos primeros princijiios, y
que ya h e m os v i s t o a n t e r i o r m e n t e , al final co­
mo recogiendo en u na unidad todo el arco de —
sus e x p r e s i o n e s y c o n t e n i d o s , escribe lo signif
ente: "El S e n t i d o Cornuu é q u i v a l e al c o n j un to -
de conocimientos o convicciones ( creen c i a s ) --
que encontramos en n o s o t r o s , r e c i b i m o s de la -
naturaleza que todos jioseemos y por los c u a l e s
examinâmes la v e r d a d d' nuestros conocimientos
y la cap a c idad do n u e s tras a c c i o n e s . Nos sirven
da p i e d r a de t o q ue" (l4B).

8 ) l a ultima verdad es u n a "n o c e s i d a d " , de la --


cual no podemos p a sar. Do esta, como e xp r esi ôn
de t o d o el p l a u t c a m i o n t o de Llorens, escribe -
el F. Gironella;
"Hieii; es p r u d e n t e y s e u s a t a y -
b as ta p a i a el h o m b r e que v i v e —
p r a c t i c a m e n t e sin i n t e n t a r una -
j u s t i f i c a c i o n e s p e c n l a t i v a , r e f Ijc
ja, es de ci r , f i l o s ô f i c a ; p e r o -
/ b a s t a r a una c r e e n c i a p r u d o n l e y
se nsa t.a -no o l v i d e m o s <pie d i c e -
que, en u l t i m o r e s u l t a d o , el co-
noc imieiito h u m a n o se ayioya en -
a c i o s de c r e e n c i a - para r e f u t a r
especulativameute o 1 esc epticis­
mo de Hum e ? M u c h o lo d u d a m o s " --
(149) .

/\si q n e d a r 1a n p l a s m a d a s las lineas fu n d a m cu t a le s


326

que vertebr.Tii t o d o el pensamiento f i l o s ô f i c o de L l o r e n s , pen-


samiento que nos p a rec e la m e j o r e x p r e s i ô n e s p a u o l a de la F i ­
l o s o f i a del S e n t i d o C o mun, de la E s c u e l a escocesa concretamen
te .
/Cual sé r i a la p o s i c i ô n de B a l m e s resjiecto de e ^
ta c o r r i e n t e de la " F i l o s o f i a del Sentido Comun"?.
/Besconocimiento? C iertamente, no.
/Un lieredero m a s ? Pa rece ser que tamp o c o .
Creeinos que, a un adinitiendo c o i n c i d e n c i a s d e ---
tiem po, de intenciôn filosôfica, de ciertos esquemas y pl an —
teamientos, de c o i n c i d e n c i a de términos..., en el fo n d o de su
soluciôn, en la c o m p r e n s i ô n u l t i m a de su i n s t i n t o intelectual,
hay que h a b l a r de p e c u l i a r i d a d e s personales, de o r i g i n a l i d a d ,-
de d i f e r e n c i a cou el "s entido com u n " , del P. Buffier y de la -
Escuela escocesa.
El P. Gironella co ncluye con este j u i c i o de valor:

"La F i l o s o f i a F u n d a m e n t a l de B a l m e s
... es a l g o t o t a l m e n t e d i v e r s o -se
e n t i e n d e de la F i l o s o f i a e s c o c e s a - .
S i n d u d a t omar a B a l m e s la terminolio
gla y t a m b i é n e l e m e n t o s de los f i l ^
sofo s de su tiempo; p e r o los estruc^
tura de una m a n e r a e n t e r a m e n t e o r i ­
ginal, que hace que c on j u s t i c i a no
p u e d a e n c u a d r a r s e l e d e n t r o de la F ^
l o s o f i a e s c o c e s a , a no ser que sq -
e n t e n d i s s e este n o m b r e de u na m a n e ­
ra e q u l v o c a , c o m o e q u i v a l e n t s a t o ­
da F i l o s o f i a que i n v o q u e el S e n t i d o
Comu n , e n c u a l q u i e r a c e p c i ô n y de -
c u a l q u i e r modo, lo cual séri a i nd u -
cir a e r r o r o c o n t e n t a r s e c on u n a -
m e r a é t i q u e t a e x t r l n s e c a " ( 1 5G ).

Las r a z o n e s de este juicio, que lue go c o m e n t a r e m o s ,


son el triple criterio que f o r m u l a Balmes para la justificaciôn
de la v e r d a d -la apelaciôn de los a c t e s de conciencia, el prin­
c i p i o de ev idencia y la r e a l i d a d d el instinto intelectual, sino
n i m o de d inami smo o final ismo intelectual-, y sobre todo, la ac^
t u a c i ô n a r m ô n i c a dè los m i s m o s , pues no se t r a t a de n i u g ô n tipo
de separaciôn, sino de sobreposiciôn m u t u a .
327

C u a n d o n os proguntainos por quo, por ejetiiplo, me -


os évidente la e v i d e n c i a , no e ucontraiios o t r o r e c u r so «juo ape -
1 ar a un "n o n p l u s u l t r a " de la f a c u l t a d , a un d i naiiii smo de la
misma que se n o s impone c o m o heclio b a s i c o y que justi Ci ca sufi^
ci e u t e m e u t e la r a c i o n a l i d a d . ICs t o , c u a n d o se a p l i c a a un beclio
concreto y de o r d e n p r a c t i c e , es lo fpie H a ï m e s l l a m a r i a , c on -
mas p i o p i e d a d , sentido comun: a p r e h e n d e m o s su v e r d a d sin r e c u r
so firevi o a la r e f l e x i o n fil osô fi c a .
/ E s , pues, Balmes p or su d o c t r i n a d el S e n t i d o C o ­
rnu u un f i l ô s o f o de l Sentido C o m ô n al m o d o de la e s c u e l a escoce^
sa?
Para el 1. Gironella sô lo se p o d r i a dar una re s —
pue sta afirmativa en el c a s o do to m a r la d e n o m i n a c iôn de " sen­
tido c o m u n " e n lin s e n t i d o m u y am p l i o , e s deci r , como s i g n i f ican
te del g r u p o de filosofos que en cl siglo X V I 11 y X I X par tici-
p a n do una probl e m a t i c a seine jante, s obre todo, en su e n f r e n t a -
miento contra el escepticismo de Hume y el r e 1at ivi smo de H a u t .
E st e g r u p o de filôsofos, y de un m o d o o de otro, apelaban c on
fuerza a la n a t u r a l e z a como fuerza sa 1v a d o r a y que les bac ia -
percibir que a n t e s que f i l ô s o f o s eran liombrcs.

"oi por el contrario se entiende


por filôsofo del Sentido Comun el
que intenta revolver el problema
crîtico fundamental, que se onla-
za con el metafisico, para ello -
apolando mei'amenle a "presuncio —
nés", a "crecncias", a "necesidad
vil al", etc., ent one e s no cre o —
que sin inju st ic i a o s in gian su-
perfici alidad pueda atr ibuirse e^
ta denominac'ôn a Balmes, pue s en
mi opiniôn la supera totalmente".
( 151 ) .

Asi esi an las cosas en este momento. Nos encontrji


ma s con una doble linea do i.ntcrpietaci ôn so lire como entender

el "insi into intelectual" balmesiano, y muy especial mente, cô-

mo val or trio en su relaciôn con el r esto do la filosofia del -

■Sentido Coim'm.
328

Una postura podriamos verla r e p r e s e n t ad a p o r Hajt


llori para q u i e n D a l m e s , al igu a l que la E s c u e l a escocesa, es
h e r e d e r o d i r e c t o de la s o l u c i ô n de l P. Buffier, y esto aun q u e
no lo cite en sus obras. Las d i fe r en c ia s que p o d a m o s a p u n t a r
son s olo c u c s t i ô n de ciertos matices, p e r o en el fon do se da
una gran c oincidencia, pues todos vienen a parar a la F i l o s o ­
fia d e l "s e n t i d o " , c u y a expresion mas compléta viene reprosen
t a d a por la E s c u e l a e s c o c e s a . (152).
La otra l i n e a v e n d r i a m a r c a d a p o r la p o s i c i ô n —
de l P. R o i g G i r o n e l l a c u y a s palabras a c a b a m o s de citar. Para
él se t r a t a de a l g o " totalmente diverse" -se entiende el sen
tide c o m u n de la E s c u e l a e s c o c e s a y el de B a l m e s a la h o r a de
v e r lo c o m o f u n d a m e n t o d e l c o n o c i m i e n t o de la v e r d a d - .
Surg e una p r e g u n t a de inmediato: /no cabe una re^
puesta, 1 lainéinosla i n t e r m e d i a , al t e m a que v e n i m o s tratando?-
/No podria ser que la soluciôn que n o s ofrece B a l m e s no e st u -
viera t an c e r c a de la F i l o s o f i a del S e n t i d o Comun, como quie­
re Batllori, ni tan l e j o s de la m i s m a , como sugiere Gironella?
La m a t i z a c i ô n ciertamente que es m u y d i f i c i l . Ad
mitiendo que n u e s t r a bal.anza, d e s p u é s de lo que lie v a m o s estu
diado, se i n c l i n a del l a d o de la s o l u c i ô n del P. Gironella, -
queremos intentar e sa n u e v a soluciôn, p ues n os parece que de­
jar ia las co s a s m u c h o m a s en su p u e s t o .
Nuestra respuesta tendria que p a s a r p o r los si--
guientes l i n e a s de argumentaciôn:

1) Ante todo tiene que quedar claro que siempre


que h a b Iamos de "sentido comûn", y esto tanto al r e f e r i r n o s -
al P. B uf fier, a la E s c u e l a escocesa o a los filôsofos espnti^
le s citad o s , nunca se ba de entender como s i n ô n i m o de "senti-
do comûn vulgar". Es d e c i r , no se t r a t a aqui de lo exp r e s a d o
en la n o c i ô n c o r r i e n t e "tener sentido comûn", "ser hombre do
s e n t i d o comûn" , "carecer de sentido comûn ". Asi e n t e n d e m o s tc>
dos la e x p r e s i ô n de 1 ami go que nos dice; "es t o es de sentido
co m û n " , o "aqui la g c n t e tiene sentido coi lûn" .
lOstas y o t r a s expresiones parccidas no son r.i;;n^
329

ficativas del "sentido c o m u n g n o s c o l o g i c o " , del "sentido comnn"


do quo venimos h a h 1a n d o .
2) Ell t o d o s lo.s c a s o s , por e ] c o n t r a r i o , nos e s t â ­
mes refiriendo al "sentid.o comn n " com i criterio, y por cierto
decisive y f u n d a m e n t a l , de conocimiento. Se tr a t a de ver en él
algo que garantice y f und amente nuestra posihilidad de c o n o c i -
IIIi eut o c ie r t o . El c o m o , el h a s t a d o nde, etc., s e r a n ya p r o b l e -
mas diferentes y lo que d i v e r s i f i q u e , pr eci s a m e n t e , las d i s t i n ­
tas soluciones. Aparece, pues, el sentido comun coino pi edi'a de
toque en la e x p o s i c i o n y p o s i h i l i d a d del conocimiento.
3) T a m b i é n h e m o s de afirmar conocimientos comu n e s ,
t a n t o de la E s c u e l a escocesa c o m o de Balmes, en r e l a c i ô n c o n la
filosofia del S e n t i d o C o m û n del P. Buffi e r . Croemos rpie m u c h o -
m a s en el c a s o de los escoceses que e n el c a s o de Balmes -nos -
referirnos ahora solo al c o n o c i m i e n t o - . En eJ c a s o de Ueid, y a
pe sa r de los i n t e n t e s de los suyos poi- s a l v a r su original i d a d ,-
es m a s m a n i f i e s t o , y, en el fondo, sus "creencias" no d i l i e r e n
de los primeros principios do sentido c o m û n del P. Buffier. En
uno y en o t r o caso se ti a ta de u n con. u n t o de "]irimeras vei d a d e s "
verdades o principios espontaneos y justificables por e l l o s m i ^
mos <pie , a m a n e r a de r a i c e s y t r o n c o de un arbol , s o s t i m i e n y -
dan origen al r e s t o de los conocimientos humanos.
Habria como un prim er nivel de conocimientos y prin
c ipios n a tu ral es y un segundo nivel de conocimientos o reflexin
nés, apoyados sobre la b a s e de los piimeros, y que v e n d r i a n a -
ser l os jiropiamente r a c i o n a l c s . ICsto t a m b i é n ecpiivale a un pri­
mer g r a d o de la r a z o n y a un s e g u n d o g r a d o do la misma.
La i n f l u e n c i a que b a y a podido ten e r este autor en
cl p e n s a m i e n t o de Balmes es m u c h i s i m o m e n os manifi e s t a .
Ya es significativo que apenas si lo cita y, desde
l u e g o , en el c o n j u n t e de su e x p o s i c i o n se n o t a otro estilo y --
oli'o m o d o de c n f o c a r v resolver los probl ornas. Y esto lo h em o s
de afirmar a unqu e, com o ya se v i o en otros m o m e n i o s , m u c h a s de
sus expresiones no se pueden salvar oo un aire ma s e s c o c é s , m as
del "sentido" on su a c e p t a c i o n mas radical.
4) Tamliién c a c r i n Ba 1 mo s d e n t i o de esta corriente
330

e n el s e n t i d o de que, como dice él t extual m e n t e , "no es sufi-


ciente la e v i d e n c i a " p a r a el c o n o c i m i e n t o . l’or e l l o h a y que -
h a c e r u na ajielaciôn e s p e c i a l al s u j e t o m i smo. Este fondo del
sentido comûn o instinto i ntel ectual es, nos par e c e , lo que -
mas a c e r c a el p e n s a m i e n t o de B a l m e s al r e s t o de la F i l o s o f i a
del S e n t i d o Comûn. Ilay una "necesidad" ante la que tenemos —
que dedi n a r .
5) E s t a necesidad, sta a p e l a c i ô n al sujeto, es­
te f o n d o de coincidencia, estos conocimientos comunes, no b a ^
tan para identificar el p e n s a m i e n t o de Haïmes c o n el de la F ^
l o s o f i a del Sentido Comûn . Egto lo a f i r m a m o s expresamente de
su t e o r i a del "instinto i ntelectual". A pe sar de c i e r t a s ex —
presiones, la û l t i m a v e r d a d de e ste instinto intelectual, que
es d i n a m i s m o i n t e r n o de la p r o p i a facultad en o r d e n a una c o n
d i c i o n e s de evidencia, no se p u e d e identificar c o u el sentido
comûn de Buffier o de Reid o de Llorens, que es mas bien, ---
" c o n j u n t o de u na série de p r i m e r o s principios elaborados espon
taneamente".
Ni siquiera se puede afirmar que sea el mismo el
campo de aplicaciôn, es decir, el efecto de inmediata apiica­
ciôn de la propia estructura del instinto intelectual.
El instinto intelectual balmesiano es c r i t e r i o -
act ivo e i n m e d i a t o d el d é s a r r o i lo c o n s t a n t e de n u e s t r a s facujL
t a des, del conocimiento en si. El sentido comûn escocés es, -
c o n m as propiedad, verdad mediata, t r a s c e n d e n t e , de inuchos de
nuestros conocimientos y ciencias.
El instinto intelectual balmesiano trata de coder,
por lo menos en los textos y lugares cpie mejor expresau su ser
y actuar a los derechos ob jet ivos y a los sub jeti v o s . Ill sont 1^
do comûn de esta gran corriente de Filosofia code, ma s bien, -
sôlo en favor do lo sub jetivo, sin llegar, ciei tai’iente , a lo -
sentimental como alguien lo ha interpretado.
6) l’or fin, la sana compreusiôn de su pensamiento
tendria que pasar por su "sintesis" del conocimiento, con espe^
cial atenciôn al cômo de su "evidencia". Toca'os asi cl centre
mismo de donde surgen la di sparid ad de 1nterpreta cione s .
331

/Cual es el valor y aJcauce que Balmes concede a


la eviflencia? /No parece que la rechace r ad ic alnio iil.e ? E s t e es
e l primer interrogante que tenemos qua s o l u c i otiar.
No olvideinos, para la comprensiôn de este punto,

el peso cartesiano quo hereda, y do alguna forma, asimila nue^


tro autor, Balmes. Sus esquemas y planteamientos do conocimien
to son algo que esta pesando mucho en los propios a rrancpies y

p la u t o a m i e n t o s d el filôsofo de Vieil.

Pero Haïmes, deciamos también en su m o m e n t o , no


puede aceptar la soluciôn c a r t e s i a n a . Aquel mundo dividido en

dos - r I's c o g i t a s y re s e x t e n s a - no podia unirse por un recurso


totalmente injustificado a Uios desde la pura y simple idea de
Bios. En definitive, y en este caso concreto, estabamos corne—

tiendo el primer error y el primer fallo, j u s t a m e n te en el —


sentido en que los h a b i a m os de evitar, sogun el propio plante^
m lento de Descartes « Por mucho que «p ier am os enrif|uecer la idea,
y por Clara evidencia que tengamos de la misma, no habremos s^
llclo nunca del campo de la idea.
Esta evidencia (]ue n o s recluye en la propia con —
ciencia, pues sin "saber de B i o s " , ya no podemos " saber de nin
na otra cosa" trascendente a1 mismo acto del conocimiento, no
podia ser aceptada por Haïmes, como ultime y suf .iciente ci i te -
rio de verdad.

Por t a n t o , si nos referirnos a la evidencia carte­


siana y sus posibilidades de conocimiento, hay que decir que
Balmes no admite el valor définitive de tal e v i d e n c i a . En este
sentido, a la h o r a de explicar y entender su explicaciôn del -
conocimiento, on su "sintesis", como la liemos llamado, no os -
suficiente la evidencia como ta l . ICs t a r l a m e s i d e n t i f i c a n d o a

Bal m e s , y muy justamente en este caso, con el pensamiento de -


la ICscnela escocesa -alii si, los primeros principios no se ju^
I i fi c a n sino por el prcqiio sujeto, al mar gen de lo i n i r am ente -
trascendente a talcs d a t o s de conocimiento-.
este re spec to croemos que es Balmes uno de los
ai I o r e s rjue m e j o r c r i ti c a el llamado "argument o ont.ol ô g i c o " , -
er cnal q u i e r acepciôn, d omo strand o si. t o t a l invalidez para de-
332

mostrnr In existencia de Dios. Es una prueba bien clara de que


e se tipo de evidencia, la cartesiana en definitiva, no tiene -

para Balmes valor de conocimiento verdadero por si misma.


Pero ya hemos apuntado en varias ocasiones que su

"instinto intelectual" necesita de algo t r a scendente, algo "da


do", al dinamismo mismo de la facultad si esta ha de actuarse
y producir algûn tijio d e conocimiento verdadero. Esta evidcn--
ci a " t r a s c e n d e n t e " , de lo conocido, no sol a m e n t e no l a re cli aza

Balmes sino que la exige imperiosamente.


Ya (jue h e m o s tocado de su T e o d i c e a el tema para -

invalidar la m e r a evidencia cartesiana, pue s con ella sola no


se salva el salto que Descartes establece, citemos también es­
te tema, la demostraciôn posible de la existencia de Dios en -

Balmes, para de m o s trar la necesidad y exigencia del otro tipo


de evidencia, la que se exige como dato a la adualizacion del
Instinto Intelectual.
sôlo asi se entiende y se explica la sintesis del
verdadero conocimiento.

Vamos a ver este punto con un poco mas de deteni-


miento y detalle, ])ues nos parece la m e j o r prueba de lo (pie ve^
nimos diciendo.
La primera prueba la saca Balmes do ese fondo de
verdades necesarias de la r a z ô n humana y que son patrimonio c^

"El o r d e n a d m i r a b l e q u e reiria e n -
el m u n d o m a t e r i a l , el c o u c i e i t o , -
la u n i d a d d e p l a n q u e se d e s c u b r e n
en él, n o son una p r u e b a m a s c o n c l u
y e n t e d e la e x i s t e n c i a d e D i o s q u e
el o r d e n , el c o n c i e r t o , la u n i d a d
q u e n o s o f r e c e la r a z ô n e n su a s e n -
t i m i e n t o a las v e r d a d e s n e c e s a r i a s .
Por mi parte con f i e s o ingenua m c n t e
q u e n o o n c u e n t r o p r u e b a m a s siilida ,
m a s c o n c l u y o n t e , m a s l u m i n o s a de -
la e x i s t e n c i a de D i o s q u e la rpie -
se d e d u c e d e l m u n d o d e l a s i n t e l i -
goncias. Ella tiene sobre las de--
m a s u n a v e n t a ja, y c o n s i s t e en ipie
su p u n t o d e p a r t i d a e s el h e clin --
m a s i n m e d i a t o a nosoti'os, l a c o u —
c i e n c i a de n u e s t r o s a c t e s ...
333

"I’r e g u n t a el a l e o q u é inedios tene^


m o s p a r a c e r c J o r a r n o s de l a e x i s ­
t e n c i a d o ilius, y c o m o t}ue e x i g e
u n a a p a r i c t o n de la div i n i f l a d p a ­
ra c r e e r en elJa; p u e s bien, osa
a p a r i c i o n e x i s t e , y no tuera de -
n o s o t r o s , s i n o d e n t r o de n o s o t r o s ;
y si. e s perdo n a l r l e q u e n o la v e a u
los b o m b - e s p o c o r e l l e x i v o s , no -
lo es el q u e n o a c i e r t a n a d e s c u -
b r i r 1 a l i s q u e se p r c c i a n d e e n - -
t e n d i d o s e n c i e n c i a s m e t a l'.L.sicas"
( -133) .

Encontramos eu estas jial.abras d e l filosofo c a ta —


lan la primera prueba de la autént ica s i n t e si s d e l conocimien­
to, ou concreto aqui del conocimiento le D i o s . May una necesi-
dad y universalidad que exige el orden de nuestras ideas y que

nos r e m i te a un Ser, Dios, en quien ban de est a r r a d i e a d a s .


Este nivel do trascendencia al acto mismo del co­
nocimiento, como es e 1 nivel del propio orden que descubrimos
eu nuestro interior, y que podria aparecer como cl de menos va^

1or a la hora de la argumentaciôn qui venimos o f i c c i e n d o , se -


nos muestra ya como verdad inequivoca de la nec e . s i d a d y valor

de lo trascendente a todo acto de c o n o c i m i e n t o , val oi y ne ce si^


d a d , en definitiva, de la evidencia, d e 1 enuuciahie .
Mucho ma s c l a r a m e n t e veremo.s esto ni si lo si tras-
Indamos, si r.uieud o al propio Balmes, el nivel de a r v u m e n ta c io n
a lo exi S tente en cuanto tal.
Primero Haïmes rechaza la prueba cartesiana, como
au ( c s beiiujs iPicho, con estas palabra.*^ tau he 1 1 as:

" A q u i se f n c u e n I r a el d e f e c t o d e l
r ac i oc i ni o d e D e s c a r t e s c u a n d o pre^
t e n d e d e i n s t r a r la e x i s t e n c i a d e -
D i o s f u n d a n d o s e e n <]uc el p r e d i c a -
d o e x i s t e n c i a e s t a i n c l u i d o en la
idea de un ser n e c e s a r i o e i n f i n i ­
to . L a iflea de s e r n e c e s a r i o envuel_
v e la e x i s t e n c i a , m a s n o r e a l , s i n o
l o g i c a o c o n c c b i d a , ( cTl s u b r a y a d o -
es n u e s t r o ) p u e s q u e t e u i e n d o la -
i d e a d el s ei n e c e s a r i o n o s r e s t a —
t o d a v i a la d i f i c u l t a d d e si le c o ­
r r e s p o n d e algiin o b j e t o ; e l p r c d i c ^
334

d o c o n v i e n e al s u j e t o o n el m o d o
q u e se p o n e e l m i s m o s u j e t o , y co^
ino e s t e n o e s p u e st o s i n o on u n -
o r d e n p u r a m c n t e i d e a l , e l prodicai
do es t a m b i é n p u r a m e n t e ideal" —
(154).

Pero, y esto es lo que nos interesa especial mente


en este momento, después de esa critica Palmes afirma taxativ^

mente:
". . . p e r o e s t a (se e n t i e n d e la --
e x i s t e n c i a de D i o s ) es d e n o s t r a - -
b l e h a s t a la û l t i m a e v i d e n c i a i n -
t r o d u c i e n d o e n el r a c i o c i n i o o t r o s
e l e m e n t o s que la e x p e r i e n c i a nos
p r o p o r c i o n a " (1 5 5 )• î

Kl subrayado también es nuestro en este caso. Ksas

palabras son las que dan fuerza al argumento que vcnimos apor-
tando de la necesidad y del valor de lo trascendente al acto -

del couocer mismo, de la necesidad y del valor de la evidencia,

para que sea posible cualquicr auténtico conocimiento, couoci-


miento que supone una verdadera sintesis.
La e x p l i c a c i on de tal raciocinio, aunque ou este
caso lo (jue n o s interesaba era la constataciôn de "esos elemen
tos (jue l a exjieriencia nos p r o j i o r c i o n a " , la hace Balmes con e^
tas jialab ras , que citâmes a tîtulo do c omp 1 eme n t a r ie d a d del ar^

gumento;
" E x i s t e algo: c u a n d o me nos n o s o —
t r o s , c u a n d o m e n o s e s t a porc ej i---
c i o n que eu e s t e a c t o s e u l i m o s , -
c u a n d o m e n o s la a j i a r i n n c i a de e s ­
ta p e r c e p c i ô n . P r e s c i n d o a h o r a de
t o d a s l a s c u e s t i o n e s (jue se a g i - -
t a n e n t r e l o s d o g m a tic o s y los e ^
c o p t i c o s ; s o l o jiongo u n d a t o q u e
n a d i e m e p u e d e n e g a r , s i q u i e r a se
l i e v e e l e s c e p t i c i s m o h a s t a la ûl^
tinia e x a g e r a c i ô n . C u a n d o d i g o ijue
e x iste algo, solo e n t i e n d o afirmar
(jue n o t o d o e s juiro n a d a .
Si e x i s t e a l g o , lia e x i s t i d o s i e m ­
p r e a l g o , y n o es d e s i g n a b l e u n -
m o m e n t o e n el c u a l se h u b i o s e jio-
d i d o d e c i r c o n v e r d a d : n o hay n a -
335

da. Si h n i i o s e u n m o m e n t o d e s i g r m
b le de un n a d a u n i v e r s a l , a h o r a -
n o e x i s t i ri a n a d a , j a m a s liubi e s e
podido baber nada...
1/uego h a e x i s t i d o s i e m p r e a l g o , -
s i n c a u s a , s i n c o n d i c i o n d e la --
cual d e p e n d i e s e ; l u e go h a y u n ser
n e c e s a r i o " (15 6) .

Su argumentaciôn, como se cornjirueba en esta Ixneas,


(jucda m u y lejos dc cu a l q u i e r ontologisme o s u b je tivj s m o , y es
una bucna prueba de c omo entif'iide balmes el c o n o c imiruit o . /1'o -

driamos decir ahora que balmes no concede valor a la evidencia


asi entendida?.
El mismo valor y sentido tienen sus e x p r e s i o n e s -

cuando argumenta a jiartir de lo condic ional -de 1 m u n d o extcrno


o intcrno- para couciuir en oL incondi c i o n a l . No ca necesario

reju'oducir todo su argumeuto; nos hasta con las palahias Ifna-


les donde resume d e esta forma:
"I u e g o lo c o u d I c i o n a l - h a dem ostr ji
d o su e x i s t e n c i a a n t e r i o r m e n t e - su
p o n e lo inc r>nd i c i o n a 1 ; Iviego s i é n -
d o n o s d a d o l o pi l m e r o , p o d e m o s In-
f e r i r lo s e g u n d o . l',s a s i <(ue lo —
c o u d i c i o n e 1 n o s e s da d o tanto en -
el m u n d o e x t e r u o c o m o e n el i u l e r -
no; l u e g o e x i s t e u n s e r i n c o n d l c i o ^
n a l , d e c u y a e x i s t e n c i a n o h a y la
r a z ô n o n ning.una jrirte f u e r a de o 1
m i s m o " (1 5 7 ).

la fuerza del argumeuto nrranca de la ex i s t e ne ia


y realidad de " lo condicioual" , condicional (pie podemos cono—
cor y conuf i-esnltarlo elaborar un r a z o n a m i l'iito qu«' n o s 1 1 e ve —
hasta lo 1n e o n d i c i o n a l , hasta Bios, eu definitiva.
Podeiios citar también su argumentaciôn ou tor no a
una s e r ie de cnusados que viene a pajar a uu ( b iusante no cau-
sado (1 5 8 ). Tampoco eu este caso es necesario 1 e producir toda

su crueba. T r a s c r l t i i nos su r e s u m e n :

"Asi, on u l t i m o r e s u l t a d o , y d e s -
p u ô s de I.aber d a d o t a n t a s v u e l t a s
a la e u e s t i ô n , v e u i m o s a p a r a r a
lo m i s m o (pie t o n i a m o s estatil oc i d o
336

eu los cajiîtulos anterioros; un -


no ser no puede llegar a ser sin
la intervencion de un ser: la sé ­
rié no A, A, es iniposible si no -
interviene un ser, B, Asx lo ba--
llamos en nuestras mismas id e as , -
y contradecir a esta verdad es ne^
gar nuestra propia razôn" (159) •

Todas las pruebas que formula Balmes para probar


la existencia de Uios, en la obra citada y en su Filosofia Ele^
mental, tamliién en algun capxtulo de El Criterio y on Cartas a
un escéptico ,mantienen la misma estructura iiterna y aportan el
mismo principio de valor. Para nuestro propôsito no nos intere.
sa tanto la exposiciôn detallada de cada una de ellas como la
Ixnea de argumentaciôn que siguen y, muy e s p e c i a l m e n t e , lo que
significan de cara a entender el cômo y explicaciôn del conoc^
miento en Balmes. Un conocimiento que no se explica sino con—
tando con lo subjetivo y con lo extrasubjetivo -las palabras
"subjetivo" y "extrasubjetivo" han de tomarse en cuanto sinôn^
mas de "acto de conocimiento", de conciencia, y "extra acto de
conocimiento", trascendente al mismo, pues de otro modo la af ir.
maciôn séria invalida-.
Esta couclusiôn es tan valida que el P. Gironella
jmede afirmar en uno de sus escritos: "coincide con Balmes en
af irmar ijue en el principio de causal idad hay algo de sintesis"
(1 6 0 ) .
Y es que , una vez mas tenemos que repetii l o , 110 -
podemos olvidar la necesidad balmesiana de los ties [uincj.pios
o criterios de conocimiento y su ley de la armonla <pie es m u ­
cho mas inqiortante do lo que puede parecer a primera vista.
s ô lo entendiendo asi las cosas se entiende la "li^
bertad", la "cierta independoncia" y la "cierta originalid rd"
de JAIME BALMES.
337

NOTAS

( 1 J) f. F., L,l,31,312~notn II, pag. IG 7 .


(2) Ibidem, L ,7 ,1, 3-TioIa II, pag. 501.
(3 ) LLORENS Y BARRA. Lecciones de F i l o s o f i a . l’ublicacioiies de -
la Facul tad de Fil osofla y I.etras de la IJniver sid ad de Ba r ­
celona. Barcelona (1 9 2 0 ), 3 1, pag. 273 «
(4 ) (no e x i s t e )
(5) VENTOSA AGUILAR,J: El sentido comnn en las Obras filosoficas
del P. Claude B u f f i e r . Oraciôn Inaugural del Cnrso Académico
1 9 5 7 - 5 8 . S e m i na r io Conciliar de Barcelona (1957).
( 6> ) V E N T O S A A G U I L A R , J: 0

(7) I b i d e m , P'4g. , 27.


(8) I b i d e m , î'aj;* , 3 1 .

(9) I b i d e m , pag. , 32.


(10 Ibidem 33-34

( 11 Ibidem pag. 37.


( .12 Ibidem png . 37-38

(13 Ibidem pag. 38.


( l4 1b i d e m pag. 39-40

( 15 1 t'idem pag. 41.


( 16 1 b i d em pag. 42.

( 17 1b i d e m pag. 43.
(18 1bidem
(1 0 Ibidem pag. 4 7-48

(2 0 1b i d e m l'ag . 49.
( 21 Ibidem pag . 52-53
( 22 I IIi d e m pag. 58.

(23 Ibidem pag. 59.


( 24 Ibidem pag . 62.

( 25 Ibidem pag. 66 .
(26 Ibidem pa,",. 67.
(27 II)i d e m pag . 68 .
(".8 lliidcm pa;; . 70.

(29 Ibidem pag. 70.


(30 1b i d e m pag . 71 .
338

(31) I b i d e m , png. , 71.


(32) I b i d e m , pag. , 73.

(33) I b i d e m , png. , 74.

(34) I b i d e m , p6g. , 74-75.

(35) I b i d e m , png. , 75.


(36) I b i d e m , p6g. , 77.

(37) I b i d e m , T’ng. , 79.


(38) I b i d e m , png. , 8o.

(39) I b i d e m , png. , Cl.


(4o) I b i d e m , p6g. , 8 1 .
(41) I b i d e m , pag. , 83.
(42) I b i d e m , png. , 83.
(43) I b i d e m , png. , 84.
(44) I b i d e m , png. , 86.
(45) I b i d e m .
(46) I b i d e m , pn g . , 8 7 .
(47) I b i d e m , png. , 9 0 .
(48) Ibide m,
(49) I b i d e m , png. , 91.
(50) I b i d e m .
(51) I b i d e m , png. , 92.
(52) I b i d e m , png. , 94.
(5 3 ) I b i d e m , png. , 95.
(54) I b i d e m , png. , 95.

(5 5 ) I b i d e m , png. , 96.
(56) I b i d e m , png. , 9 6 .

(57) (no exi ate)


(58) RE I D , Thomas : Oeuvres complet
1 'éc o l e é co s s nise, pu bliées p
f r a g m e n ts de M. R()GER-COLJ,ARD
teur. I-ARIS (1828-.! 836) . Voi,
a d e l a n t e cit n r e m o s siem[)ro es
id.
(59) R E I D , T . : o .c ., OSS. V I , Vol.
(60) I b i d e m , png. 28.
(61) I b i d e m , png. , 29.
339

(6:2) Ibidem.

(6 3) I b i d e m , png . , 3 1 .
( ) Ibidem.

(6 5 ) I b i d e m , I'ng 33.
(6 6 ) I b i d e m .
(6 7 ) I b i d e m , png . , 3 4 .
(68) VENTOSA AGUIJ-.AR: U.c., p n g . 97-122.
(6 9 ) H E I D , T. : 0 .c . , j>7 .
( 7 0 ) I b i d e m , png . , 3 8 .
(71) Ibidem, png . , 3 9 .
( 7 2 ) I b i d e m , png 39.
(73) I b i d e m , png ., 4 o — 4i.
( 74 ) REI D , T. : 0 .c., png. 41 .
(73) Ibidem.
(7 6 ) I b i d e m , p ng . , 41-42.
(77) I b i d e m , p ng . , 4 3 .
(78) Ib i d e m , png . , 54 .
( 7 9 ) I b i d e m , png . , 5 9 .
(8 0 ) I b i d e m .
(81 ) I b i d e m , png . , 1 3 .
(8 2 ) I b i d e m .
(83) i b i d e m , png . 2 5 .
( 84 ) I b i d e m , p ng ., 25-2 6 .
(83) I b l d e m , png . , 2 7 .
(8 6 ) l b i d e m , png . , 5 4 .
(8 7 ) Ibi d e m , png ., 122.
(8 8 ) 1b i d e m .
(8 9 ) Ib i dem, png ., 136.
( 9 0 ) i b i d e m , png . , 24:1.
(91 ) COJ bE.STON, . : Ilisioria do la FiJosofi.a. I'nl . Ar 'iarcelo
nn-Cnrnc to jico . , 3* od . 1 9 7 9 . V, pn 345.
( ) 1 Iiidem.
(93) l b id e n , p n g , 346.
( 94 ) 1b i d e m , png . , 347.
( 93 ) I b i d e m , p n g . , 348.
(9 6 ) U d d ! . , ' ; , R . : ;bi S e n t i d o Comuii on ICI. C r i t o r i o <b.
340

ferencin eri la Gala de la C o l u m n a de las C a s a s Consi s t e ­


ri a l e s , el 13 do jvilio de 1 9 4 3 . C e n t e n a r i o de El C r i t e - -
rlo. I’ng 43 .
(97) GRAV E, S .A. : T he S c o t t i s h p h i l o s o p h y of c o m m o n sense. OX
FORD at the C l a r e d o n P r ess . (I 9 8 0 ), pag., 112.
( 98) E N C I C L O P E O I A CATOLICA. C i t t a d el V a t i c a n o (1949), I I , col
754.
(99) GRAN E N C I CL OP E UI A CATALANA. Vol. 9, pag. 291. Parce I o n a -
(1 9 7 6 ). Art. de P i l a r Fib],a.
( 100 LLORICNS Y P A R P A : L e c c i o n e s do F i l o s o f x a , pag. 12.
(101 I b i d e m , p a g . , 12.
(102 Ibidem,
(103 I b i d e m , png. , 1 7 2 .
( lo4 I b i d e m , pag. , 184.
(105 I b i d e m , png . , 1 9 3 .
(lo6 I b i d e m , png. , 1 9 5 .
(107 I b i d e m , png. , 2 0 7 .
(loO Ibidem, pag., 2 1 9 .
(109 I b i d e m , p a g ., 221.
(110 I b i d e m , png. , 224.
(111 I b i d e m , pag . , 2 2 5 .
( 112 I b i d e m , png. , 242.

(113 I b i d e m , png. , 2 44-24 5.


(114 I b i d e m , png . , 2 5 1 .
(115 I b i d e m , png. , 3 7 4 .
(116 Ibidem, png., 374-5 .
(117 I b i d e m , pag. , 3 7 8 .
(118 F . Fundamental, b,2,4,25 I I , pag., 205.
(119 I b i d e m , L ,1 ,2 4 ,2 3 7 - 8 II, pag., 1 25.
( 120 LLORF.NS Y P A R P A : O . C . , II, p 'g . 378 .
(121 I b i d e m , png. , 3 8 0 .
(122 I b i d e m , pag. , 384.
(123 I b i d e m , png . , 5 8 5 .
( 124 I b i d e m , png. , 3 8 5 .
(125 I b i d e m , png . , 386.
(126 I b i d e m , png. , 187.
541

( l 2 7 ) Ibidoin.
( l 2 o) II) idem, II, png., I8 9 .
(1 2 9 ) I b i d e m .
( 1 3 0 ) C A S A N O V A S . ( V o l . I, 489, O. c . ) (dice que M a r t i d(? E i x n l n y
LJ o r e n s t i e n e u uti p.irentesco de h e r m a n o s c o n la escu e 1a
esrocesa, pues a m b o s b e b i e r o n ne la m i s m a fuenlo de b ui s
V i v e s ).
(.131) C A R D O , C.: M i see 11 ani a , bar ce Iona (Ariel) 1963; bos id ees
Cilosofiques d e l D o c t o r Cardo, pag. 296.
( 3 3 2 ) Rl'IG G I R O N H b b A ,J . : ba f i J o s o f i a d e l S o n t i d o C o m u n d e s d e_
Reid y Hamilton, en torno a ba lines y b l o r o n s y b a r b a . 1CS -
RIRITD 19 ( 1 9 7 0 ), pag., 31.
(1 5 3 ) Ibidem, p a g . , 53.
(134) R E I D , T.: o.c., II, pag., 286.
( 1 3 5 ) I bi d e m .
( 1 3 6 ) U O I G GIRONbI.tvA,J . : La Eilosof'ia del smttido coiiun d e s de -
Reid y . . . , o.c, pag., 55.
(137 ) Ibidem, pag., 59.
(1 3 8 ) I b i d e m , pag., 60.
( 1 3 9 ) I bi d e m .
114 O ) Il)idein.
( I41) VENTOSA A G U I L \ R ,J .: El s o n t i d o c o n u n on las ob r a s f ilosof i-
del R . Puffier. Contribucion a la liist oria dc la Filosofia
de l sontido c o n u n . 0,c., pag., 6 6 .C i ta el traité d es v é r i ­
tés p r è r m i o e s , n .3 .
(142) R O I G GlRONiCbbA ,J . : O.c., pég. 6l .
(14 5 ) ]b i d e m .
( 14 4) I b id em, pag., 6 '.
(145) l,b(db:N'S Y bMMIA, O.C., pag. 574 . 13 1 .
( 146) ibidem, III, |'â g . , 24.
(147) Ibi d e m , p'g., 378.
( 14 8 ) Ibidem, pag . , 3''4 .
( I4 n ) i u ,k ; c,] !H)NE j l a ,vJ . :],a I i Io s o f i a del s<niti(:oc o m u n . . . , O.c.,
aâg., 70.
( 1 51' ) 1 !)i'' fMM , g ., 72.
(151) Ibido.n, |>3g., 75.
34 2

(152) Opinloiios m a n i f c s t a d a s ora imon t o . ICncuentro en la A b n d i a


beiiedlctina de M o n t s e r r a t , b a r e d on a , 23 - 8 - I 98 ] . C o i n c i ­
de con lo quo escribe en la ENCICJ.OPlîDIA C A T A L A N A y a ci-
tada.
(153) F .F u n d a m e n t a l , I. ,4 ,24,51. II, pag., 433.
(154) Ibidem L, 1 0 , 1 , 0 II, pag , 665.
(1 5 5 ) I b i d e m I-, 1 0 , 1 , 9 II, pag. , 6 6 5 .
(.15 6 ) I b i d e m L, 1 0 , 1 , 1 0 I I , png , 666.
(1 5 7 ) I b i d e m L , 10, 2 , 2 1 II, p ag , 667 - 6 6 8 .
(150) Ibidem L,10,7
(1 5 9 ) I b i d e m L ,10,7,04 II, pAg 681.
(1 6 0 ) H Ü I G GIKOb'FJd.A, J. : ü a l m e s y las p r u e b a s do la e x i s t e n c i a
de Dios. IRITD 19 (1 9 7 0 ), n a g . , 131
343

C A P I T U L O VII

Resumen y Conclusiones

INTRODUCCION

Despues de este largo recirrido por las paginas de


Jaime Balmes, y también de sus principales interprètes, con el
fin muy concrete de rastrear su fiel comprensiôn del Instinto
intelectual como criterio de conocimiento, queremos recoger en
este momento lo que ban side las llneas principales de exposi-
ciôn en este estudio.
Balmes qulso ser libre e independiente; se moviô -
siempre por un marcado amor a la verdad. Estas quieren ser tam
bien las notas con las que le queremos ver o interpreter. Li--
bertad e independencia de cualquier corriente u opinion precon
cebida. Y amor a la verdad; verdad que tiene que ser acusaciôn
en algun momento, o aplauso y defense en otras cireunstancias.

LA CERTEZA COMO CENTRO DE SU PENSAMIENTO

El intento filôsofico de Balmes, aparté su carécter


apologético, no tiene exclusivamente una funciôn negative, es
decir, de decir, de desenmascarar y denunciar errores filosôf^
COS, tiene también un empeno totalmente positive, de construe-
344

cion de un sistema para la verdad. El mal, nos habla dicho, -


hay que ahogarlo con "sobreabundancia de bien".
Y esto hay que defenderlo a pesar de au aparente
escepticisme, como ya se ha recordado en varies mementos de -
este estudio. El grito de "abaje la autoridad cientlfica" es
solo el principio de su recorrido en busca y defense de la **-
verdad, de la posibilidad auténtica del conocimiento.
En este esquema positive se le ofrece el dato de
la certeza como primordial e inalterable. En torno a este da­
to se aglutinan, en definitive, las cuestiones fundamentales
de Filosofia,
"En la cuestion de la certeza e^
t&n encerradas en dgûn modo todas
las cuestiones filosoficas...
A primera vista se présenta quizà
como un mere cimiento del edifi--
cio cientlfico; pero en este ci—
miento, si se le examina con aten
cion, se ve retratado el ediflcio
entero! es un piano en que se pro^
yectan de una manera muy visible,
y en hermosa perspectiva, todos -
los solides que ha de sustentar"
(1 )

El dato se nos ofrece, segun su pensamiento, co­


mo una necesidad indeclinable, aunque, en un segundo momento,
tengamos que llevar a cabo su justificaciôn crltica. Esta ne­
cesidad -el hecho de la certeza- se nos ofrece como "fecunda"
y "feliz", es decir, rica en resultados a la hora de la expl
caci6n del fenômeno del conocimiento humano.

"Entonces la filosofia, se dirâ,-


no comienza por un examen, sino -
por una aflrmaciôn; si, no lo nie^
go, y esta es una verdad tan fe­
cunda, que su consignéeion puede
cerrar la puerta a muchas cavila-
ciones y difundir abondante luz -
por toda la teoria de la certeza"
(2 )

Si a esto le damos el nombre de dogmatismo la --


misma acusaciôn tendrlamos que dar a cualquier otro sistema -
345

de Filosofia, pues todos, incluso los escépticos mas radicales,


tienen necesidad de arrancar de algun dato que se impone por -
principio -llamese, si se quiere, la propia duda-.

"Este método de filosofar tiene -


algo de dogmatismo, pero dogmatis^
mo tal que, como hemos visto, tie
ne en su apoyo a los mismos Pirr?n,
Hume, Fichte, mal de su agrado" -
(3).

Este dato de la certeza «e nos ofrece como un pro


ducto espontâneo del hombre, es decir, como algo que va anejo
totalmente al desarrollo espont&neo y natural de las facultades
intelectuales y sensitivas del hombre Podriamos afirmar lo —
mismo diciendo que los criterios de conciencia, de evidencia e
instinto intelectual, funcionando espontâneamente segun su pro
pia dinâmica interna, producen la certeza.

VALOR CRITICO DE ESTA POSTURA

Un interrogante nos surge espontâneamente, ^no ca


rece este planteamiento balmesiano de suficiente rigor crltico?
itio parece, mas bien, una postura del "buen sentido" del vulgo
frente a la auténtica Filosofia?.
Toda la obra de Balmes es una respuesta ta jante a
estas preguntas. No se trata de eso, ni mucho menos. Al contra
rio, todas sus p&ginas son un intento de justificar el como y
el por que, los motivos y el funcionamiento, de esa certeza.
La certeza inicial, la que brota espontânea en el
funcionamiento de las facultades del hombre, podemos decir que
es y no es la misma "certeza critica" de Balmes. Lo que Balmes
nos ofrece al final de su recorrido por los bosques del fenôme^
ro del conocimiento no podemos decir que sea exactamente lo —
nismo que teniamos al principio. Lo que era un puro dato espon
lâneo aparece ahora como un dato critico, como algo gnoseolôg^
lamente justificado. El examen viene en apoyo de los datos in^
tiales.
Su esfuerzo critico no es, pues, un esfuerzo inû-
346

til y del que se podrla prescindir. Es un esfuerzo necesario a


todas las certezas: al sentido Intimo, al sentido comûn, a la
razôn, a la autoridad... No se trata de algo privâtivo del sen
tido comûn como, errôneamente, se ha presentado a veces.
Asl lo han entendido los majores interprétas de -
su pensamiento, por ejemplo Salvador Cuesta, el P. Florl, Roig
Gironella o Salvador del Castillo. Se trata, pues, de una pos­
tura verdaderamente crltica.

IMPOSIBILIDAD DE UNA CIENCIA TRASCENDENTAL

Hemos visto también el gran esfuerzo que hace BajL


mes por desenmascarar y destruir cualquier pretension de que--
rer fundamentar todo el edificio filosofico en una sola y uni-
ca verdad, que vendria a ser para él la posibilidad de la cien
cia trascendental. Esta, en nuestra condiciôn actual de encar-
naciôn, la juzga imposible.
Esta primera y uniea verdad no puede dimanar de -
los sentidos.
"De lo dicho résulta: primero,que
no se encuentra una sensaciôn or^
gen de la certeza de las otras...t
segundo, q u e , aun cuando existie-
se esa sensaciôn, no bastarla a -
fundar nada en el orden intelec—
tuai, pues con las solas sensacio^
nés no es posible ni aun pensar;-
tercero, que las sensaciones, le-
jos de poder ser la base de la —
c ie ne i a trascendental, no sirven
por si solas para establecer nin-
guna ciencia, pues de ellas, por
ser hechos contingentes, no pue--
den dimanar las verdades necesa--
rias" (4).

Tampoco podemos encontrar esta verdad en ninguna


verdad real finita;
"Ninguna verdad real finita puede
ser origen de todas las demés. La
verdad de esta clase es la expre-
siôn de un hecho particular, con­
tingente ; y que por lo mismo no -
puede encerrar en si las demâs —
verdades reales, o sea, el mundo
de las existencias, ni tampoco —
las verdades idéales ..." (5).
347

Ni slquiera la filosofia del "yo", por imprescin


dilble que se nos manifieste como primer dato, se nos ofrece -
cormo tal posibilidad.
"iCômo se quiere, pues, fundar la
ciencia sobre el simple yo subje-
tivo? iCômo de este se quiere
hacer brotar el objeto? El hecho
de la conciencia nada tiene que -
ver con la ciencia, sino en cuan-
to ofrece hechos a los cuales se
pueden aplicar los principios ob-
jetivos, universales, necesarios,
independientes de toda individua-
lidad finita..." (6).

También rechaza los sistemas que denomina de la


idientidad uhiversal y el mismo orden ideal como origen de esa
verdad ûnica de que viene hablando.

CRITICA DE LOS SISTEMAS UNILATERALES

Parte importante de nuestro trabajo ha sido la -


que hemos dedicado a recorrer con Balmes los puntos que inva-
lidan una serie de sistemas de Filosofia. La acusaciôn de Bal^
mes es siempre la misma: la unilateralidad. Ve Balmes aqul la
destrucciôn del mismo hombre en su rica complejidad y, por
ello, la imposibilidad de poder ofrecer asl una soluciôn vâl^
da al problema del conocimiento.
Aparté del sistema del Idealismo -Fichte, muy en
concrete- y que engloba en la corriente de la identidad univer
saï ya citada, se detiene Balmes muy especialmente en très --
sistemas: el cartésianisme, el sensualisme y la filosofia de
Kant.
Para Descartes tiene elogios y reconocimiento de
puntos positives. También vimos que el planteamiento filosôf^
co cartesiano, concretamente en la teoria del conocimiento, -
con lo que supuso de revoluciôn en tw io el campe de la Filoso^
fia, calô hondo en los propios plantiamientos balmesianos y -
le marcô bastante. Con todo, como ya vimos en su momento, no
acepta Balmes la soluciôn cartesiana al problema del conocimien
to. El criterio de conciencia, en el que Descartes pretende -
348

apoyar todo el edificio filosofico, se le ofrece a Balmes co­


mo insuficiente* De hecho, nos quedarlamos recluldos en el pu
ro campo interne, subjetivo, del "me parece", pero no tendrla
mos ningûn derecho a justificar el paso al "es", a lo extra—
subjetivo.
Es sin duda el sensualisme el sistema contra el
que Balmes dirige sus crlticas mas duras. La filosofia de la
"estatua" de Condillac se le ofrece como incapaz totalmente -
de dar una expllcacion del fenômeno del conocimiento. Reducir
al hombre, ese "hombre entero" de que tantas veces habla el -
filôsofo de Vich, al puro esquema de sensaciones, por muy tras[
formadas que las queramos suponer, es mutilarle totalmente y
no explicar nada. O, desde el primer momento admitimos algo -
mas que la pura sensaciôn -entonces se destruye el sistema-,o,
por el contrario, solo se cuenta con la pura sensaciôn, y en
este caso no se ve cômo se pùeda elaborar nada mâs.
Para Kant tiene Balmes palabras de reconocimien­
to a sus méritos. Le parece un intento vâlido de conjugar los
datos de la experiencia, sin quedarse en el sensualisme, con
los datos del sujeto, sin quedarse en el idealismo.
Este intento le parece a Balmes laudable. Por —
otro lado, y dado que no conoce bien su sistema filosôfico, -
como quedô demostrado en su momento, le hace responsable de -
algunas aportaciones q u e , en ver lad, no le corresponden.
Con todo, tampoco acepta Balmes la soluciôn cri-
teriolôgica de Kant. Sigue pecando de unilateralidad, segun -
el catalan, cediendo demasiado en favor del sujeto y con de—
trimento de lo externo a ôl.
Ciertamente que no ha entendido bien Balmes el -
valor de las formas de sensibilidad y las categories kantia--
nas. De haberlo entendido creemos que la crltica que hubiera
hecho del sistema de Kant habrla sido mas dura.
En el fondo, todos estos sistemas se le muestran
invalides a Balmes por el mismo y ûnico defecto; su unilater^
lidad.
Esto ya nos indica por donde van a ir sus caminos
349

de soluciôn y qué forma concrete va a adoptar en el problema -


criteriolôgico. Una soluciôn que va a ser integraciôn de crite^
rios y valoraciôn de los distintos ângulos que vienen a compo
ner el complejo fenômeno del conocimiento humano.

LA SOLUCION BALME5IANA

La soluciôn balmesiana pasa por el reconocimiento


de una pluralidad de criterios, concretamente très: el crite--
rio de conciencia, el de evidencia y el criterio del instinto
intelectual. Ademâs su soluciôn pasa por la ley de la armonia
entre todos.
La conciencia se nos ofrece como criterio funda--
mental y , dentro de su âmbito, como inquebrantable.

"El sentido Intimo o la conciencia


es el fundamento de los demâs cri­
terios , no como una proposiciôn —
que les sirva de apoyo, sino como
un hecho que es para todos ellos -
una condiciôn indispensable"

"El testimonio de la conciencia es


fundamento de los demâs criterios,
en cuanto es un hecho que todos --
ellos han menester y sin el cual -
son imposibles" (7).

Examina luego Balmes el valor del criterio de evi^


dencia, sus notas constitutivas: la necesidad y la universali-
dad y la formulaeion del principio: "lo évidente es verdadero",
concluyendo que no es una proposiciôn évidente, dado que lo —
que se afirma en el sujeto cae sôlo bajo el âmbito de la mera
conciencia y del nivel ideal, mientras que en el predicado se
concluye a nivel real.
"Preguntar la razôn de la legitim^
dad del criterio de la evidencia,-
pedir el porqué de esta proposi---
ciôn: "lo évidente es verdadero",-
es suscitar la cuestiôn de la obje^
tividad de las ideas. La diferen—
cia fundamental entre los dogmâti-
cos y los escépticos no estâ en --
que éstos no admiten los hechos de
350

conciencia; no llega a tanto el -


mâs refinado escepticisme ; unos y
otros convienen en reconocer la -
apariencia, o sea, el fenômeno pu
ramente subjetivo; la diferencia
esta en que los dogmâticos fundan
en la conciencia la ciencia, y —
los escépticos sostienen que éste
es un transite ilegitimo, que es
necesario desesperar de la cien—
cia y limitarse a la mera concien
cia" (8).

Segun Balmes aqul viene, justamente, a incidir -


otro criterio: la necesidad interna de la propia facultad o -
criterio del instinto intelectual. Con él se salva el ultime
paso en la explicaciôn del hecho del conocimiento. Dadas unas
determinadas condiciones, activados el criterio de conciencia
y el de evidencia, tenemos que ceder a una primera necesidad,
a un non plus ultra de la filosofia como lo denomina Balmes:

"Yo creo que la expresiôn sentido


comûn signifies una ley de nues—
tro esplritu ..., y consiste en -
una inclinaciôn natural de nues—
tro esplritu a dar su asenso a —
ciertas verdades no atestiguadas
por la conciencia, ni demostradas
por la razôn; y que todos los hom
bres han menester para satisfacer
las necesidades de la vida sensi­
tive, intelectual o moral" (9)«

Cada uno de estos criterios no funciona de una -


manera independiente yautônoma, sino en armonia. Esta ûltima
ley la recoge Balmes en mûltiples mementos, y con ello nos da
a entender el valor que le atribuye.

"No hay, pues, en el hombre crite.


rios de verdad enteramente aisla-
dos. Todos estân en relaciôn; se
afirman y se c omplet an reclproca-
mente; siendo de notar que las —
verdades de que estân ciertos to­
dos los hombres estân apoyadas de
algûn modo por todos los crite---
rios" (10)
351

Estas palabras expresan el mas genuine pensamien


to de nuestro autor. Habrâ que tenerlas muy en cuenta, sobre
todo a la hora de la comprensiôn del instinto intelectual, si
no queremos dar interpretaciones totalmente equivocadas de su
criteriologla.
En algûn momento del tratajo hemos notado que h^
blar, por ejemplo, de "verdad de instinto intelectual" signi-
ficaria, en rigor, concéder una parce]a de dicha verdad -si -
es que se nos permits hablar de esta forma- al instinto inte­
lectual, por supuesto la principal, en conjunciôn con otras -
parcelas de la misma verdad y que vendrlan justificadas por -
otros criterios, Cada criterio, y desde su propio ângulo, vijs
ne en apoyo no sôlo de distintas verdades sino de la misma --
verdad en conjunciôn con los otros criterios.

DISTINTAS ACUSACIONES QUE HA RECIBIDO LA FILOSO­


FIA DE BALMES. CONCRETAMENTE SU TEORIA DEL INS—
TINTO INTELECTUAL

Ha sido otra parte importante de nuestro trabajo,


el ver cômo la historia ha ido juzgando e interpretnndo su --
pensamiento filosôfico. Hemos recordado en qué puede quedar -
"su cartesianismo" , que es una de las acusaciones que se le
ha hecho. Asl mismo vimos que simpatizando en algo con San —
Agustln^ no podemos sostener que su instinto intelectual sea -
el équivalente de la "memoria Del" agustiniana. Esta memoria
Del équivale a un "re-conocimiento" Je contenidos implicites
en la conciencia. El instinto intelec tuai de Balmes no impli-
ca re-conocimiento a ningûn contenido implicite, es sôlo la -
capacidad interna a la facultad para cl conocimiento.
No es Balmes autor fidéista, aunque asl le hayan
juzgado también algunos intérpretes. En su momento se insis—
tiô suficlentemente en este tema asl como de su liberaciôn de
toda sombra de escepticisme. Son dos postures filosôficas -si
es que se le pueden llamar asl- que expresamente rechaza Bal­
mes .
352

La acusaciôn m&s decldlda que ha recibido Balmes


ha sido la de filôsofo del Sentido Comûn y seguidor fiel de -
la Escuela Escocesa. En este caso, tanto la Escuela Escocesa
como Balmes, tendrlan una fuente comûn: el Jesulta francés P.
Buff1er, y alargando un poco mûs Luis Vives.
Remitimos a la ûltima parte de este capitule pa­
ra justificar el juicio de valor que nos merece esta interpre^
taciôn .

EXPOSICION DE LA FILOSOFIA DEL SENTIDO COMUN

Si hablamos de liberar a Balmes de mere seguidor


de la Egcuela Escocesa era necesario un repaso por la llamada
Filosofia del Sentido Comûn. Han ocupado nuestra atenciôn los
siguientes autores: el P. Buffier, francés, como primer autor
que sistematiza esta Filosofia del sentido comûn y sus princi^
pies. Unos principios primeros y primaries que, teniendo fuer
za de verdad externa, no tienen otra fuerza de justificaciôn
que la propia necesidad y convicciôn subjetiva. Esto estâ muy
lejos de la soluciôn balmesiana que se nos présenta mucho mâs
radical y mucho mâs racional. También hemos tenido que reco--
ger las aportaciones de R e i d , como principal représentants de
la Escuela Escocesa. Se nos ha mostrado como conocedor y, en
cierto sentido, seguidor del P. Buffier. En todo caso, el sen
tido general de su Filosofia, de sus principios de sentido co^
mûn, coinciden plenamente con lo senalado por el jesuita fraa
cés.
Como représentants espanol de esta corriente se
ha citado el nombre de Llorens y Barba q u e , como fiel intér--
prete y seguidor de Hamilton, recoge en sus Lecciones de Filo^
Sofia los principios de esta corriente de Filosofia.
Todos ellos, y con sus variantes correspondientes,
viene a coincidir en una misma linea de argumentaciôn criteria
lôgica: se trata de la existencia del sentido comûn o conjunto
de primeros principios, con fuerza de verdad externa, que br^
tan espontâneamente, instintivamente, que no tiene mâs apoyo
que la necesidad subjetiva de la que cada uno somos testigos.
353

y que, como ûnico criterio, vienen a ^er el tronco sobre el -


que se levants todo el edificio o ârbol del conocimiento. Lue^
go, podemos concluir, que todo se apoya en una pura necesidad
subjetiva. Y esto no en un nivel de pre-reflexion filosôfica,
sino justamente en la reflexiôn critica mâs exigents que se -
puede establecer.
También esta fôrmula estâ lejos de ser la solu--
ciôn balmesiana al problema del conocimiento.

POSICION FILOSOFICA DE BALMES

Después de todo lo expuesto, nos parece que con


relaciôn al filôsofo de Vich y sus posibles contactes con la
Filosofia del Sentido Comûn, muy especialmente con la Escuela
Escocesa, se pueden establecer estos cuatro principios de so­
luciôn:
1) Hay que reconocer un intento comûn en el es—
fuerzo filosôfico; es decir, todos estos autores
vienen a unir sus voces en un grito comûn para -
salvar a la filosofia tanto del idealismo como -
del empirisme -sensualisino-.

2) También es comûn la insistencia de unos y de


otros en recurrir al "sentido comûn" como camino
vâlido en la bûsqueda de la verdad.

3) Pero, en honor a la verdad, parece que tene—


mos que concluir que la interpretaciôn y contenir
do de lo que significa el "sentido comûn" dentro
de la Escuela Escocesa y en el pensamiento de —
Jaime Balmes son diferentes.

4) La recta interpretaciôn de la independencia -


de Balmes pasa, muy concretamente, por la valora­
ciôn del hombre entero, por la variedad de crite-
rios y la unidad en el dato de la conciencia y -
por la ley de la armonia en el funcionamiento de
los mismos.
354

Los dos. primeros enunciados ya han quedado sufi-


clentemente aclarados. Ahora, en el momento de las conclusio­
nes del trabajo, insistimos ûnicamente en los otros dos enun­
ciados .
Es bien significative, como lo hemos recogido a
lo largo del estudio, la insistencia con que Balmes recurre -
al "hombre entero" para explicar el fenômeno del conocimiento.
El dato no solamente se nos maniflesta como en-
rlquecedor en comparaciôn con el reste de la Filosofia del Sen
tido Comûn, también se nos ofrece como iniciàdor de filosofias
posteriores a él y que insisten énormémente en esta verdad: -
complejidad del fenômeno del conocimiento, tanto desde el pun
to de vista de lo conocido como desde el punto de vista del -
sujeto que conoce. Apuntamos aqui como valor de Balmes la in-
tuiciôn en s i , no queremos decir que lo baya desarrollado en
todas sus dimensiones.
Con esto va unido la verdad de la interrelaciôn
entre los diferentes criterios de conocimiento.
Este doble dato h a c e :que los llamados principios
o mejor "verdades de sentido comûn" de Balmes, al ser fruto -
de esa corabinaciôn de criterios, no puedan identificarse con
los primeros principios de la Escuela Escocesa, que son fruto
exclusivo de la fuerza de la subjetividad.
La lista de textes en este sentido podria ser —
bien larga; elegimos algunos suficlentemente expresivos:

"Este método de filosofar ...es -


la sumisiôn voluntaria a una nec&
sidad indeclinable de nuestra pr^
pia naturaleza; es la combinaciôn
de la razôn con el instinto; es -
la atenciôn simultanés a las dife-
rentes voces que resuenen en el -
fondo de nuestro esplritu" (11 ).

Solamente con este texte en la mano podriamos —


salvar al filôsofo catalan de toda acusaciôn de fideista y —
dogmético de que ha sido objeto. El examen critico nos conven
ce de que no va la razôn, por ejemplo, por un lado y el ins--
355

tinto por otro, sino de que se comple.::entan y vienen en apoyo


mutuo;
"Aqul observare lo errado de los
métodos que aislan las facultades
del hombre, y q u e , para conocer -
mejor el esplritu, le desfiguran
y mutilan.

Hay en el hombre, como en el uni-


verso, un conjunto de leyes cuyos
efectos se desenvuelven simulta--
neamente, con una regularidad ar-
moniosa" (12 ),

Una cosa es dividir y separar a la hora de la --


comprensiôn y estudio de las facultades o los criterios por -
los que se mueven y otra, muy diferente, es pensar que de he^
cho funcionan en ese aislamiento. Nada mas lejos de la verdad.

"... se manifiesta la verdad sobre


el enlace de los dif erentes crite^
rios y la necesidad de no atener-
se a una filosofia exclusiva. El
sentido Intimo, o la conciencia,-
sirve de base a los demâs, como -
un hecho indispensable; pero él -
mismo se destruye si se niegan —
los otros" (1 3 )•

El texto merece toda la é.tenciôn. Incluso el mi^


mo criterio de conciencia, que sirve tie base a cualquier otro
-sin él todo se destruye-, se viene aliajo si se niegan los —
otros.
"En lo tocante a la certeza convie^
ne no perder de vista la observa-
ciôn que precede: hacerse demasia­
do exclusivo es colocarse al borde
del error.Anallcese enhorabuena
las fuentes de la verdad; pero al
mirarlas por separado no se pier-
da de vista el conjunto" (14 ).

"La unidad es un gran bien".

No solamente es un gran bien, es la exigencia de


nuestra naturaleza.
"Una de las leyes mâs constantes -
de nuestro ser es la necesidad de
356

un ejerclclo simultâneo de faculty


des, no sôlo para cerclorarse de -
la verdad, sino también para encon
trarla...
Las facultades estân en relaciôn -
Intima y reciproca; influyen de —
c ont 1nuo las unas sobre las otras.
Aislarlas es mutilarlas y a veces
extinguirlas" (15 ).

A renglôn seguido nos anade mâs claramente lo si-


guiente:
"No hay, pues, en el hombre crite­
rios de verdad enteramente aisla—
dos. Todos estân en relaciôn;se —
af irmân y se c omple tan reciprocamen
te..." (16),

Como vemos la insistencia con que Balmes defiende


esta verdad es muy notable. Y es que forma el nûcleo mismo de
su criteriologla. De nuevo le olmos lo siguiente:

"La verdad compléta, como el bien


perfecto, no existen sin la armo--
nla; ésta es una ley necesarla, y
a ella esté sujeto el hombre" (17 ).

Indirectamentè podemos deducir lo mismo de otro -


de lostextos de Balmes a propôsito del valor y funciôn de la
conciencia. Ella se nos ofrece como centro comûn del ejer.cicio
de todas las facultades y lugar de combinaciôn de los distintos
aportes criteriolôgicos.
"Hay, pues, en el aima una concien
cia ûnica, centro comûn donde est?
el sentido intimo de toda activi--
dad ejercida, de toda afecciôn rec^
bida, sea cual fuere el orden a —
que pertenezcan. Ahora bién:supon-
gamos el caso menos favorable a mi
teoria, cual es el que la facultad
a que corresponde la intuiciôn sen
sible sea realmente distinta de la
facultad que ejerce el acto perce^
tivo de las relaciones de los obje.
tes ofrecidos por la intuiciôn sen
sible. i S e seguirâ de abl que el -
entendimiento necesite algo inter
medio para ejercer su actividad so
bre los objetos presentados por d_i
357

cha Intuiciôn? No por cierto. El


acto del entendimiento puro y el
de la intuiciôn sensible, aunque
diferentes, se encuentran en un
campo comûn; la conciencia; alll
se ponen en contacte, ofreciendo
el uno los materiales y ejercien
do el otro su actividad percept^
va" (18).

El texto que acabamos de citar, aunque si bien


de una manera indirecta, es de una importancia capital en e^
te tema. Aparece revalorizado en toda su amplitud el dato de
la conciencia y respetado tanto el dato subjetivo como el —
trascendente al mismo. Este sano equilibrio es el qué da va­
lor a la soluciôn criteriolôglca de Balmes y le coloca muy -
encima de la soluciôn escocesa.
Lo mismo podemos deducir de estas palabras:

"La dificultad propuesta diraana


de que se consideran las faculta
des del aima, no sôlo como dis*--
tintas, sino también como sépara
das, ejerciendo cada cual sus —
funciones en una esfera propia,-
exclusiva, enteramente aislada -
de la esfera de las demâs. Este
modo de considérer las faculta--
des del aima, aunque favorable a
la clasificaciôn de las operacio
n é s , no esta de acuerdo con la -
ensenanza de la experiencia"(19 )•

Tendrlamos que citar también su obra El Criterio,


especialmente en aquellos capitules que nos habla de la nece^
sidad y grandeza de laslntesis, y cuyo esplritu bien podrla
ester resumido en su tantas veces citada conclusiôn del trja
b aj o . Alll escribe:
"Una buena lôgica -lo mismo podl^
amos decir de una buena criteri^
logla- del'iera comprender al hom
bre entero, porque la verdad es­
tâ en relaciôn con todas las fa
cultades del hombre..."(20).

Hemos visto asl una de las verdades mâs fecun--


das del pensamiento de Balmes.
358

Concretândonos mâs a las llamadas primeras verda


des o verdades de sentido comun de la escuela escocesa y a --
las verdades de sentido comûn de Jaime Balmes también encontre
mos sus diferencias.
Los primeros principios de la Filosofia del Sent
do Comûn, siguiendo con la mejor tradiciôn iniciada por el P.
Buffier, se nos presentan no sôlo con un valor ideal -en este
caso no habrla nada que oponer-, sino también con un valor rje
al, con fuerza de verdad externa. La justificaciôn no es otra
sino la propia necesidad subjetiva que nos fuerza espontânea­
mente a admitirlos como taies. Esto es lo mâs grave de esta -
Filosofia y lo que la diferencia del pensamiento de Balmes —
q u e , en este sentido se nos manifiesta mucho mâs radical, pues
su instinto intelectual se nos mxniflesta como una especie de
meta-rcritica frente a los llamados principios o verdades de -
sentido comûn. Escribe el P. Buffier:

"Ne faut-il s'attacher d'abord —


q u 'à ce qu'on peut appeler premi^
res vérités, qui sont la source -
et le principe de toutes les vér^
tés que l'on peut établir sur ::—
1 'existence réelle des objets ---
hors de nous; en sorte que toute
vérité qui ne serait pas une con­
séquence nécessaire de ces premi^
res vérités serait déclarée, par
la même, une vérité purement in—
terne et de spéculation"(21 ).

Las expresiones "verdad externa" y "verdad de —


principio" aparecen, pues, en este autor como équivalentes. -
Las primeras verdades nos introducen sin mâs en el campo de -
lo real.
Ante estas afir m a d o n e s recordamos cômo para BaJL
mes estas verdades externes son el resultado final de algo -
mâs —de mucho mâs, podriamos decir- que la pura necesidad su^
jètiva.
Comenta muy bien Ventosa Aguilar que Buffier no
niega la existencia de unas primeras verdades internas, de o£
den lôgico. Pero de ellas se ocupa la lôgica, no el Traité --
359

des premières vérités cuyo objeto consiste justamente en est^


blecer cuales son las fuentes de las primeras verdades exter­
nes, principios de todas las demâs verdades del mismo orden.
La fuerza que se concede al sentido comûn en es­
ta Filosofia con respecto a las verdades del mundo externo po
demos decir que es total; asl le parece y asl es, y no hay --
mâs razôn que la necesidad del testimonio subjetivo. La fuer­
za que le concede Balmes a su instinto intelectual no es equJL
valente; éste viene a actuar sobre la fuerza de otros crite--
rios y condiciones de extrasubjetividad como ûltima ley que -
impulsa al asenso de la verdad externa.
Hay mucho mâs que la pura necesidad subjetiva, -
aunque esto no quiere decir que no pueda actuar se de forma to^
talmente espontânea.
Se podrla objetar que ta.iibién Balmes habla de --
unos primeros principios que permanecen a h l , invariables y un^
versalvente vâlidos, aparté de nuestra existencia concreta.
Ya se comprende que nada tienen que ver estos --
primeros principios, necesarios y universales, que también ad
mite toda la Filosofia tradicional, con los primeros princi­
pios de la Filosofia del Sentido Comûn que venimos comentando.
Balmes habla de unos principios idéales, a simple nivel dc —
subjetividad, y su valor no traspasa al campo de lo externo;-
y esto es, justamente, lo esencial y decisivo de esas verdades
primeras que estamos estudiando.
Pasar del campo de lo interno, ideal, al campo de
lo externo, extraideal, es que lo que nos queda por justificar
y es lo que intenta conseguir el planteamiento balmesiano, —
mientras que la Filosofia con la quo se estâ comparando lo da
por supuesto desde el primer momento. En este punto se separan
estas dos corrientes criteriolôgicas, aunque ambas recurran al
" sentido comûn" como tabla de salvaciôn y ambas se asemejen -
-recordemos que los campos de actuaciôn son diversos- en el -
actuar espontâneo y prefilosôfico, no antifilosôfico, de lo -
que cada uno entiende por sentido comûn.
Esta caracterlstica de las verdades de sentido -
360

comûn como verdades de valor externo, y que hemos visto bien


refiejada en la exposiciôn del P. Buffier, es también lo es-
peclfico de la Escuela Escocesa, muy concretamente en Reid y
Hamilton, como vimos en su momento.
Es también lo tlpico de las obras de Llorens y
Barba, fiel discipulo de Hamilton. Y aqul se nos ocurre un -
interrogante que puede ofrecer un valor indirecto a la tesis
que defendemos. Si Balmes fuera un filôsofo mâs de esta co—
rriente del "sentido comûn", al igual, por ejemplo, que Ha--
milton, ^cômo explicar que el catalân Llorens y Barba apenas
le cite en su obra, cuando lo que pretende no es ninguna ex­
posiciôn original, sino el esclarecimiento y apoyo a la Fi­
losofia del Sentido Comûn en su sentido mâs genuino?.
Parece que el interrogante no carece de valor y
posiblemente no se baya reparado demasiado en él.
Ciertamente que Balmes no acepta la doctrina del
entendimiento agente dd los escolâsticos como posibilidad pa
ra la abstracciôn y elaboraciôn de los conceptos. Pero esto
no implica que tenga que ceder a un subjetivismo tal que ra ­
ye en el fideismo o en el innatismo. Su intento filosôfico -
busùa una soluciôn intermedia donde se intégré la fuerza y -
el valor de lo percibido y la fuerza y dinâmica propia de —
las facultades del sujeto que percibe, que conoce, y que vie_
nen a quedar representadas en su "instinto intelectual".
Filosôfica o crlticamente hablando dirlamos que
las certezas balmesianas son fruto de los distintos criterios
de conocimiento, y por lo.mismo, perfectamente racionales, -
mientras que la certeza de los primeros principios de la Es ­
cuela Escocesa no tiene mâs justificaciôn que la necesidad -
implicada en ellos mismos y de la que subjetivamente somos -
testigos.
Esto signifies q u e , aunque el instinto intelec­
tual se nos manifiesta como pre-reflexivo, como algo antes -
de cualquier tipo de reflexiôn, en los distintos campos de -
su actuaciôn, no por eso podemos concluir que sea antirracio^
nal o antifilosôfico, sino mâs bien todo lo contrario: es la
361

base misma y la posibilidad de la racionalidad y de la filoso^


fia.
Nuestras afirmaciones quieren responder a la in­
terpretaciôn mejor y mâs honda del instinto intelectual balme^
siano. Siempre dejamos constancia de muchas expresiones ambi­
guës que se leen en sus obras, y que lo colocarian mâs cerca-
no a toda la Filosofia del Sentido Comûn, y que matizaciônes
bien importantes q u e , a buen seguro, habrla de haber corregi-
do de no haber muerto a edad tan temprana.
Asl podemos entender perfectamente, teniendo esa
salvedad presents, que cuando Balmes nos dice que la certeza
no es, en primer término, fruto de le Filosofia, no quiere dei
cir que no sea fruto de la razôn, actuada, eso si, de una fojr
ma espontânea:
"Por cierto que él (se refiere al
nino) no se da cuenta asimismo de
esta fôrmula, es decir, que no ha
ce acto reflejo sobre alla: pero,
en la realidad, la tiene, y la —
prueba es q u e , en ofreciéndose el
caso, la aplica instantâneamente"
(2 2 ).
Ahora bien, cuando reflexionamos sobre estas fôr
mulas descubrimos su racionalidad, que va mâs allâ de la fer-
za instintiva de la Escuela Escocesa.
Podriamos decirlo con una fôrmula mâs sencilla,-
pero no menos compléta :
- El instinto intelectual de Jaime Balmes forma
parte de un todo racicnal, aunque actûe de una
forma espontânea.

- El sentido comûn de la Escuela Escocesa es el


todo del conocimiento y con fuerza exclusiva­
mente instintiva.

Las fôrmulas no son, como se puede apreciar, equ^


valantes ni mucho menos.
La distinta importancia que conceden ambas filos^
fias al sentido comûn o "instinto intelectual" segûn Balmes -
también se manifiesta a la hora de senalar el alcance de uno
362

y de otro. La fuerza y el alcance del Instinto intelectual ba^


meaiano -actûa en casos en que no media el testimonio de la con
ciencia ni el de la evidencia- es marcadamente mener que la —
del "sentido comûn" de la Filosofia de este nombre.
Las referencias inmedlatas que hace a Dios tampo­
co se puede identif icar con las que hace el P. Buffier o la Es^
cuela Escocesa. La postura de Balmes se desprende de la crlti­
ca que él mismo dirige a la forma de argumenter de Descartes -
que recurre de una forma inmediata e injustificada a Dios como
garantis de veracidad de sus conocimientos. Ello indica que —
Balme s estâ bien lejos de este recur so inmediato e in justif icjs
do a D i o s .
Para que se vean mejor los justos limites del ins^
tinto intelectual, que se define como inclinaciôn natural al -
asenso en los casos que estân fuera del dominlo de la concien­
cia y de la evidencia, podriamos decir que mâs que aplicado a
casos séria a âmbitos de verdad de taies casos; asl se ve mejor
que no actûa solo o al margen. Estos son algunos ejemplos:

"El criterio de la evidencia encie,


rra dos cosas: la apariencia de —
las ideas, esto pertenece a la con
ciencia; el valor objetivo, exis—
tente o posible, esto pertenece al
instinto intelectual.
El testimonio de los sentidos en—
cierra también dos partes: la sen­
saciôn, como puramente subjetiva,-
esto es, de la conciencia; la creen
cia en la objetividad de la sensa­
ciôn, esto es, del instinto intelec^
tuai.
El testimonio de la autoridad huma
na se compone del de los sentidos,
que nos pone en relaciôn con nues-
tros semejantes, y el del instinto
intelectual, que nos induce a cre-
erle".

Esta es una ley balmesiana en la que se ha de in-


sistir por encima de todo. Ni le podemos juzgar y comprender -
al margen de esta ley de la unidad y la armonia, ni tampoco t£
mândole en expresiones aisladas y concretes.
Se exige esa mirada de conjunto para comprender -
363

lo que él intuyô en toorla del conoclmiento y que, por desgra


cia, no siempre expreso con la debida exactitud.

CONCLUSION

Después de todo lo expuesto, y que esperemos pue^


da contribulr al esclarecimiento del controvertido "instinto
intelectual” balmesiano, tenemos que concluir que, siendo un
conocedor de la Filosofia del Sentido Comûn y tnereciéndole una
gran confianza tanto en sus intentos filosôflcos como en aigu
nos de sus planteamientos, no se puede sostener que Balmes --
sea un disclpulo mas de tal Filosofia.
Su instinto intelectual, bien entendido, no es -
el equivalents del "sentido comûn" -conjunto de primeras ver-
dades de valor externo- de esa Filosol'la.
Hay que reconocer su independencia y sus intuicio,
nés de originalidad,como la necesidad de atenerse a la comply
jidad del hombre que conoce o a la misma armonia de todos sus
criterios.
364

NOTAS

1 ) F . Fundamental, L,l,l ,2 II, pâg, 9 .


2 ) Ibidem, L , I ,2 ,8 II, pâg. 12 .
3 ) Ibidem, L, 1 ,2,15 II, pâg. 15 .
4 ) Ibidem, L, 1 ,5 ,63 II, pâg. 33.
5 ) Ibidem, L, 1 ,6 ,66 II, pâg. 35.
6) Ibidem, L, 1 ,7,72 II, pâg. 39.
7 ) Ibidem, L, 1 ,24 ,236 II, pâg. 125 *
8) Ibidem, L, 1 ,25,245 II, pâg. 128.
(9 ) Ibidem, L,l, 52,316 II, pâg. 171.
(10 ) Ibidem, L ,1 34,338 II, pâg. 185.
(11 ) Ibidem, L ,1 2,15 II, pâg. 15.
(12 ) Ibidem, L ,1 15,159 II, pâg. 83.
(13 ) Ibidem, L ,1 26,263 II, pâg. 135.
(14 ) Ibidem, L ,1 34,338 II, pâg. 183.
(15) Ibidem, L ,1 34,338 II, pâg. 184 .
(16) Ibidem, L ,1 34,338 II, pâg. 185.
(17 ) Ibidem, L ,1 34,338 II, pâg. 186.
(18) Ibidem, L ,4 6,43 II, pâg. 387.
(19) Ibidem, L ,4 20,125 II, pâg. 423.
(20 ) El Criteria 22
C, 22,60 III, pâg. 755.
(21 ) VENTOSA AGUILAR,J. El sentido comûn en las obras filo-
s6ficas del p. Buf
(22 ) F.F., L ,1,4 ,45 II
365

APENDICE BIOGRAFICO

INTRODUCCION

En la misma obra del doctor Jaime Balmes encontre


mos unas palabras que justifican sobredamente estas paginas -
de referencia biogrâfica. Escribe:
"La vida ce un hombre -lo dice s^
bre O'Connell- se explica muchas
veces por las primeras impresiones
que recibiô en su infancia" (1 )

Secundando la intencion y profunda verdad de estas


palabras nos queremos acercar, aunque sea un poco a grandes -
rasgos, a la vida y circunstancias de nuestro autor. Unas cir
cunstancias qu e , hay que decirlo ya desde este momento, tuvi&
ron mucho que ver con su pensamiento. Las experiencias perso-
nales del autor, los ambientes que le van rodeando y los dias
que atraviesa Espana, con como otras tantas piedras que van -
forjando su edificio intelectual. Esta es la razôn profunda -
por la que, aun tratando un tema tan especifico como es su —
teorxa del instinto intelectual, nos vemos obligados a echar
una mirada a algunos momentos y circunstancias mas sobresalien
tes de su vida.
366

El mlsmo Balmes es qulen nos da las caracterlstjL


cas geogrâficas, y sobre todo morales, de la Cataluna Vieja,-
a la que pertenece. Atrlbuye a los montaneses, como cualidades
espirituales, un gran tesoro de ideas y sentimientos morales,
-fundamento de la vida individual, familiar y social-, un --
arraigado amor a la tradicion y una vida heroica de trabajo.
(2 ) .
LA FAMILIA

Centrândonos en la familia Balmes podemos decir


que todos sus ascendientes, en cuanto a su condiciôn social,-
pertenecen a la clase trabajadora y humilde. El jamâs se aver
gonzô de su condicién y sus sentimientos los podemos leer en
lo que escribiô da Espartero:
"Se ha echado en cara a Espartero
su humilde nacimiento; a los ojos
de la razôn ésto no significa na-
da: al contrario, si el ex-regen-
te hubiese manifestado con sus —
obras que la fortuna no le habla
elevado sin merecerlo, la misma -
oscuridad de la cuna fuera un be­
lle timbre de su gloria. ^De que
sirve a un imbécil el lustre de -
su alcurnia? ^Para que necesita -
un grande hombre los titulos de
sus mayores? La nobleza que no ejs
t& sostenida por las cualidades -
personales del que la posee es un
nombre vano: los mérites de nues-
tros antepasados no son nuestros
y s6lo se nos aplicarân si los —
imitâmes « El hombre de humilde eu
na que se eleva a encumbrados --
puestos por solas sus prendas, se^
ra tanto mas digne de loa cuanto
no ha tenido en su apoyo ni el fa
vor que dispensa el mundo a los -
vastagos de ilustre prosapia ni -
los medios de instrucciôn y educa
cion que propercionan las grandes
riquezas; en tal caso, la humildad
de nacimiento mas bien debiera —
ser excusa de algunas faltas que
cargo para agravarlas" (3 )*
367

Son palabras que, sin demasiadas distorsiones,-


podrlamos aplicar al propio Balmes. Sus ascendientes de 11—
nea paterna ejercieron todos el oficio de "arriérés". Por IJL
nea materna entroncaba con unos antiguos curtidores. No obs­
tante su condiciôn social, hay que reconocer valiosos talen-
tes familières, como él mismo nos dice:
"Yo -decia- tengo mueha memoria,
pero mi padre tiens aun mucha --
mas. Si éJ y mi abuelo hubiesen
estudiado, habrian side mâs céle^
bres que yo" (4).

Serâ bueno también, en este momento, que hagamos


un pequeno esfuerzo con el fin de situarnos en el momento his^
torico en que Jaime Balmes viens a este mundo.
Bstamos en la ciudad de Vich. Ciudad de unos —
diez milhabitantes, y eminentemente estudiantil. Es el aho
de 1810. En las efemérides de este aho, que se consignan en
la ciudad de Vich, leemos:
"Dia 28 de agosto de 1810. Nace
en Vich el doctor Jaime Balmes".
(5)

PRIMERA EDUCACION

Balmes era el cuarto hi jo de los once de su fa­


milia. Podemos decir,segûn se nos refiere en la obra de Gar
cia de los Santos, que le tratô intimamente, que fue la hu—
mildad, el tesôn y la piedad cristiana de su madré lo que in
fluyo notablemente en su vida (6 ). Dice el P. Casanovas que
ella ensehô a su hi jo las cosas del cielo antes que las de -
la tierra, y quiso que amase mâs a Bios que a ella misma. —
Fue su primera maestra en la piedad, on la doctrina cristia­
na y en la oraciôn.
De ahl que Balmes practice un afecto filial ha-
cia su madré honda y delicadamente.
Esta que hemos llamado primera educaciôn marco
toda la vida de Balmes, como veremos a lo largo de estas pâ-
ginas.
368

E STUDIQS EN EL SEMINARIO

A los slete ahos lo encontramos ya en el semlna-


rlo, (él decia que se acordaba lauy poco de sus primeras letras:
las que cursô antes de entrer en el seminario) donde adquiriô
parte de su forméeion ;
El seminario de Vich lo fundo D . Gaspar Gil en -
1635 y llegé a ser uno de los mâs célébrés de toda Espana. DjL
ce LA FUENTE que en el siglo XVIII estaba a mâs altura en ensje
Aanza que muchas universidades. Ciertamente que a comienzos -
del siglo XIX sufriô mucho. Vendrian luego, en los ahos I809 a
1812, las famosas incursiones de los franceses, y posteriormen
te las luchas entre constitucionales y réalistes. Cada uno de
estos acontecimientos suponia un nuevo quebranto para la ciu­
dad y para el seminario.
Dos hombres se encargaron de la restauraciôn del
seminario. El doctor Puigllat, futuro obispo de Lérida, y el
obispo Corcuera. Este ultimo habia nacldo en Câdiz en 1776, -
peso por SigUenza como rector del seminario, y llegô a Vich -
como obispo el aho I8 2 5 . El fue el Verdadero descubridor y --
protector de Jaime Balmes (7)*
En este seminario dedicô Balmes los très priroeros
ahos al estudio de la Gramâtica latina. En I82O empezaba los
estudios de Retôrica, coincidiendo con el trienio constitucio^
n a l , cuyo fervor llevaria al ayuntamiento de Vich a entrome--
terse en los asuntos del seminario.Reflexiona el P. Casanovas
diciendo que acontecimientos de este tipo hicieron que Jaime
Balmes, con solo sus diez ahos, meditara profundamente en los
destinos de Espaha, que tanto se refiejaria luego en sus obras
(8 ).
ESTUDIOS DE FILOSOFIA

En 1822 empezaba sus estudios de filosofia. De -


su ânimo en aquel entonces nos dan cuenta sus propias palabras,
que escribiô a los treinta y très ah o s :
"Hubo un tiempo en que el presti-
gio de ciertos hombres, el desium
bramiento producido por la ardien
369

te aureola que coronaba sus sienes,


la ninguna experlencla del mundo -
cientlfico, y sobre todo el fuego
de la edad âvido de cebarse en al-
gûn pâbulo noble y seductor, me ha
bxân comunicado una viva fe en la
ciencia y me hacian saludar con a^
borozo el dia afortunado en que in
troducirme pudiera en su templo pa
ra iniciarme en sus profundos arc^
nos, siquiera como el ultimo de --
sus adept os. IOh I Aquella era la -
mâs hermosa ilusiôn que halagar pu
do el aima humana: la vida de los
sabios me parecla a ml la de un se^
midiôs sobre la tierra" (9 )«

De 1822 a 1825 hizo los très cursos de Filosofia.


Por este tiempo comienza también su autoeducaciôn, apoyada co­
mo él mismo dice en lalectura de obras elementales y en la me^
ditaciôn. Recordemos aquel momento en que leyô en Hobbes lo s^
guiente:
"Si yo hubiera leido tanto como —
ellos, séria tan ignorante como --
ellos" .

Balmes creyô descubrir aqui un tesoro (10), Es --


obligada una referencia a la biblioteca episcopal. Era como la
segunda casa de Balmes y en ella iba completando su formaciôn.
Unas palabras del bibliotecario Soler puede ser el mejor test^
monio al respecte. Dice. '"...durante una porciôn de ahos —
que cuidé la biblioteca pûblica --
diocesana..., le vi constantemente
asistir y registrarlo todo, casi -
siempre de p i e , pasando revista, -
por decirlo a s i , a los libres e in
dices, y anotando muy frecuentemen
te lo que debia picar su curiosi--
dad y tac:o exquisites" (11).

Y en otro lugar nos dice :

"Asi es que por esto, y porque te­


nia el tiempo en muchisima estima,
rara vez necesitaba mâs de un dia
para despachar un libre de très o
cuatrocientas pâginas, consiguien
do ahonar el tiempo y estudiar —
siempre con fruto seguro" (1 2 ).
370

La biblioteca episcopal, con sus 20.000 volûmenes


y su silencio sobrecogedor, era indudablemente el lugar prefe-
rido de Balmes.

ESTUDIOS EN LA UNIVERSIDAD

En 1826, y tras haber cursado primero de Teologla


en el seminario, ingresa Balmes en la U. .iversidad de Cervera.-
Tiene, pues, I6 ahos.
Balmes consiguio en su Vindicacion personal este
acto de generosidad del obispo Corcuera:

> "El aho 2 6 , el difunto obispo de -


Vich, el sehor don Pablo de Jésus
Corcuera y Caserta, me agraciô con
una beca en el Real Colegio de San
Carlos, en la Universidad de Cerve^
ra. Es de advertir que este sehor
obispo era sumamente celoso, muy -
delicado en materias politicas y -
sobremanera vigilante en todo lo -
concerniente al modo de pensar y a
la conducta de los estudiantes. Lo
sabe toda la diôcesis de ^ich; lo
saben todos cuantos le conocieron
en SigUenza, cuando estaba de rec­
tor en el seminario; y precisamen-
te hay en Madrid una persona que -
la habla tratado mucho y. se habla
formado bajo su direcciôn, mi ami­
go el respetable P. Carasa, de la
Compahla de Jésus. Pongo estos por
menores para que se vea que un tal
nombramiento para colegial, y eso
entre muchos otros pretendientes,-
supone buena reputaciôn en el agra
ciado" (13)•

Ciertamente el ingreso en la Universidad le llena


de alegria.
No es este el momento de historiar el curso de e^
ta Universidad. Digamos solamente que del siglo X V I I I recibi—
mos ecos de "elogio" y "adulaciôn"; en el X I X y X X las referen
cias llegan casi al "menosprecio" (l4 ).
En lineas générales, se puede afirmar que el si—
glo X V I I I no dejo a la Universidad la herencia de una orienta-
371

cion cientifica y pedagôgica. Y al conienzar el XIX aumenta --


mâs y mâs la desorientaciôn. Como un ejemplo podemos apuntar
que el l6 de agosto de 1820 se pusieron como texto de Teolo—
gla las Institutionss Lugdunenses, prohibidas en Roma el ano
1792 por jansenista. (1 5 )-
El trienio constitucional se votô una ley de en-
sehanza por la que se creaba la Universidad de Barcelona, que
suponia implicitamente la desaparicion de la de Cervera. Bar­
celona se apresurô a abrirla, y la Sgcretarla de Estado, con
un despacho del 8 de noviembre de 1822, comunicabp a Cervera
que, abierta la Universidad de Barcelona, aquella ténia que -
cerrarse (I6 ).
En octubre de 1824, con la nueva reacciôn, se da
ba un plan nuevo de estudios. Es el que le tocô seguir a Bal­
mes. El articule 34 establecia como t ;xto de las clases de fj.
losofia el de Guevara.
A estas causas habria qua anadir también el des­
favorable estado econômico y la falta de buenos profesores. -
Todo esto hizo que se llegase a confcrir el grade de "doctor"
a todos los diputados de la provincia, con el fin de negociar
en Madrid la continüidad de la Universidad. (Segûn consta en
el Archive de la Casa Don de Barcelona) (17)«
La consecuencia clara de todo este estado de co­
sas es quecuando Jaime Balmes llegô a la Universidad, con to^
do su entusiasmo e ilusiôn intelectual, ésta se encontraba —
"enferma de enfermedad mortal" (I8 ).
De 1826 a 1830 cursa Balmes los cuatro ahos de -
Teologia necesarios para el "grade mener". Se gradué el 9 de
junio de I83O con todos los honores.
Los acontecimientos politicos de este aho hacen
que se suspendan los cursos en las Universidades y se organi-
cen en las ciudades particulares a ténor de cursos privados.-
Ello hace que encontremos de nuevo a Balmes en su ciudad de —
Vich. Aqui cursa quinte y sexto aho de Teologia.
El trabajo principal de Balmes durante estos dos
ahos no fueron las asignatures d e1 curso, sino las lecturas —
372

privadas. SADU R N I , uno de los biôgrafos que bebiô en fuentes -


mâs seguras, escribe:
"Estos dos ahos de estudios priva­
dos, que apenas mencionan los biô-
grafos, son, no obstante, de los -
mâs importantes de la vida de Bal­
mes, Porque, si bien en Cervera --
habia crecido râpidamente tanto en
lo fisico como en lo intelectual,-
durante estos dos ahos privados —
fue cuando principalmente se formô
el sabio en la soledad de una bi--
blioteca desconocida, como dice
la y Fontanals".(1 9 )

El aho 1 8 3 2 se abre de nuevo las Universidades y


Balmes puede continuer en Cervera sus estudios de Teologia. Al
aho siguiente se présenta a unas oposiciones a una câtedra de
Cervera. Oposicion frustrada por ciertas intrigas. Asi se expl^
ca lo que escribiô el doctor Ramôn Miguel:

"Don José Ricart, que era uno de -


los opositores, me ha asegurado —
que Balmes fue sin disputa el que
con mâs conocimientos y maestria -
desempehô los ejercicios de oposi­
cion, y que, en justicia, debiô ha
ber ocupado el primer lugar en la
terna"(20).

Citamos este detalle biogrâfico porque marca sim-


bôlicamente el proceso de una serie de infortunios en la vida
y persona de Balmes.
Lo mismo le ocurriô en las oposiciones a una ca--
nonjia en Vich. A sus veintitrés ahos, y todavia sin recibir -
las ôrdenes sagradas, se atreve a disputarles aquella canonjia
a los doctores Jaime Passarell y Jaime Soler. Alguien, con una
sonrisa entre irônica y sabia, decia:
"Claro que es liste; pero, ^qué ha
de hacer tan jovencito" (21).

La verdad es que también perdiô las oposiciones.


ORDENES SAGRADAS

El octavo curso de Teologia, aho 1033 ® 1834, fue


el de las ôrdenes sagradas. El 2o de septiembre de 1834 recibia
373

la ordenaciôn de presbltero.
De aquellos dias se nos ha conservado una anécd^
ta bien signifientiva. "Que quieres, Jaime" Le dijo el Obispo
Corcuera. "Senor, un curato". "No; ve a la Universidad y estu
dia" (22).
NUEVA ETAPA EN CERVERA

Tenemos de nuevo a Balmes en la Universidad. Aho-


ra se matricula en cânones. Combina el estudio con la ensehan
za, y tiens su discurso doctoral sobre materia de ensehanza -
en Espaha. Las ideas principales las publicaria luego, en el
aho 1845, en el PENSAMIENTO DE LA NACION.
El aho 1833 se despide Balmes definitivamente de
la Universidad de Cervera.
Sus sentimientos los podemos deducir de sus mis--
mas palabras en lo que toca a esta Universidad:
"No nos ciega el amor a ninguna -
universiùad de provincia -escri—
b i o - ; a ninguna de ellas pertene-
cemos, si no es por los grades,—
cuyo8 diplomas para nada nos sir-
ven" (2 3 ).

Podemos concluir diciendo que Balmes es el ulti­


mo hombre grande que da la Universidad de Cervera. El decreto
real de 1835 aprobando los estudios de derecho civil, cânones
y oratoria suponia formalmente el cierre definitive de esta -
Universidad.

VIDA OCULTA DE BALMES

Asi se ha llamado la etapa que va de I836 a l84l


en la vida de Jaime Balmes. Es "su vida oculta". Tuvo que qujs
darse de momento en su ciudad, Vich, y dedicarse a dar clases
particulares. Por estaépoca es cuando se empieza a desarro—
llar suverdadera vocaciôn, la de escritor. En su autobiogra-
fla nos dice :
"Nada conozco mâs grato que escr^
bir una palabra y tener una segu-
ridad profunda de que aquella pa­
labra dentro de pocas horas vola-
374

râ a grandes dlstancias y vlbrarâ


e n m i l l a r e s de e s p l r l t u s " .

E n V i c h es t a m b i é n p r o f e s o r de m a t e m â t i c a s de la
nueva câtedra c reada en 18 3 7*

BALMES. AUTOR UNIVERSAL

El g e n i o h a b l a de s a l i r p or a l g û n s it i o y asi --
fu e. Casi de la n o c h e a la m a h a n a salta la f i g u r a de B a l m e s a
p r i m e r p i a n o de la f a ma n a c i o n a l e internacional.
Balmes n os ofrece una o b r a e m i n e n t e m e n t e apologjé
tica, y esto en los campos mâs variados: politico, social, re^
ligioso o filôsôfico. Todos lo s t e m a s de i m p o r t a n c i a c a b e n en
su m e d i t a c i ô n y en su p l um a.
Con o c a s i ô n de u n c o n c u r s o e n El M a d r i l e n o C at ô -
lico s o br e el t e m a d e l celibato en el c l e r o c a t ô l i c o , Balmes-
se d e c i d i ô a e s c r i b i r u n a m e m o r i a s ob r e es tema « Tras la p re -
sentaciôn y fallo del j u r a d o el d i r e c t o r le e s cr i b e :
" T e n g o el h o n o r de p a r t i c i p a r a -
Vd. c o m o su M e m o r i a ha m e r e c i d o -
la n o t a s o b r e s a l i e n t e e n el p r i —
m e r c e r t a m e n c a t ô l i c o ..." Es e l ­
an o l84o.
Por estas mismas fechas estaba ya naciendo su --
g r a n o b r a de f i l o s o f i a de la h i s t o r i a EL P R O T E S T A N T I S M O .
. .. Un a s u n t o d e l m â x i m o interés nacional en aquellos dias era
el r e l a t i v e a los b i e n e s d e l cler o. C o n e s t e m o t i v e B a l m e s pu
blica, t a m b i é n e n l84o, su o b r a : O b s e r v a c i o n e s s o c ia le s , poli
ticas y e c o n ô m i c a s s o br e los bie n e s del c l e ro . Del e f e c t o que
causé esta obra dantestimonlo las siguientes l l n e a s de G a r d a
de l os San tos:
" T o d o s los d i p u t a d o s que h a b l a n -
h a b l a d o e n d e f e n s a d el c lero, h a ­
b l a n f u n d a d o sus d i s c u r s o s en los
cânones. C uando vi e r o n defendida
la t e s i s e n el p i a n o de las c ie n-
c ia s s o c i a l e s , p o l i t i c a s y e c o n ô ­
m i c a s , s in c i t a r ni una ley, que -
d a r o n p r o f u n lamente a d m i r a d o s . Un
d i p u t a d o de g r a n n o m b r a d l a p o r su
d i s c u r s o en d e f e n s a del c l e r o , el
375

sehor don Santiago Tejada, dijo


al leerlo: "Mi discurso no puede
comparerse con ese" (24)

S o n l os p r i m e r o s é x i t o s de l a u t o r y le d a n u n --
ânimo increible. E n la A u t o b i o g r a f l a n o s dic e:
"Alentado con un éxito para mi -
muy inesperado, continué traba--
j a n d o en el p r o t e s t a n t i s m e c o m p a
r a d o c o n el c a t o l i c i s m o ..."
Profundamente p r e o c u p a d o p o r la situaciôn polity
en de n u e s t r a p a t r i a , y c o n s c i e n t e ds l b i e n que él p o d i a a p o r
t ar c on su p l u m a , deja a un lado la o b r a q ue lleva entre ma-
n os, y se d e c i d e a publicar su p r i m e r a o b r a de a l c a n c e poli­
tico: Consideraciones politicas sobre la s i t u a c i ô n de E s p a h a .
(25) .
Obra de importancia publicada p o r e st e t i e m p o es
La R e l i g i ô n d e m o s t r a d a al a l c a n c e de loa n i h o s .
Por este t i e m p o estabai de m o d a u n o s l i b r i t o s de
propaganda en forma d i alogada. Balmes también publica el su-
y o : "C o n v e r s a d ' u n p a g é s de m u n t a n y a s ob re lo P a p a ".
Nota aparté merece su l a b o r p e r i o d i s t i c a encar—
nada en tr ès r e v i s t a s d e la m â x i m a importancia. De l84l-l843
publica, en c o l a b o r a c i ô n c o n otr os , la*revista "La C i v i l i z a -
c i ô n ". La a p o r t a c i ô n de B a l m e s en e s t a o bra es d e c i s i v a d e s ­
de todos l os p u n t o s de v i s t a . De 1843 a 1844 p u b l i c a p e r s o - -
nalmente la r e v i s t a "L a S o c i e d a d ". P o s t e r i o r m e n t e , y e n M a —
d ri d, fu n d a y mantiene El P e n s a m i e n t o de la N a c l ô n .

I N T E R V E N E ION EN E L PROBI.EMA S U C E S O R l ü

A la m u e r t e de F e r n a n d o V I I se o r i g i n a en E s p a ­
ha u n g ra v e problems s u c e s o r i o . P o r u n lado, estaba su h e r m a
no, Ü. Carlos, y sus seguidores; p o r otro, la r e p e n t e D h a . M ®
Cristina en n o m b r e de la p r i n c e sa Is a b e l . La r a i z filtima d el
problema venia c o n la f a m o s a L e y S â l i ca , dada por F e l i p e V,
y que p r i v a b a a l a s m u j e r e s de l os d e r e c h o s sucesorios al --
t rono. Con Carlos IV h a b i a sido abolida. F e r n a n d o V II la --
vuolvc a implantar; luego la a n u l a r i a y, p o c o a n t e s de su --
576

muerte, la volverla a Implantar. Surge, con ello, la gran di­


vision en Espaha. A1 lado de D. Carlos estaba la mayor!a del
clero, de la nobleza y una buena parte del pais, el tradicio-
nalismo. Se identifico con el esplritu foral frente a la ten-
dencia centralizadora de la otra fraccion, del liberalismo --
oponente.
Los ahos que van de 1833 a l840 se ven marcados -
por la primera guerra carlista. En el norte termina con el --
convenio de Vergara, -agosto de 1839-, y en el bajo Aragon en
julio de l84o.
Esta es la cuestiôn politics que ocupa pâginas, -
gestiones y desvelos de Jaime Balmes. La solucion del problè­
me la veia en un mntrimonio: el matrimonio entre la hija de -
Fernando V I I , la infanta Isabel, y el hijo de D. Carlos, Car­
los Luis, duque de Montemolin.
Balmes se d i s t i n g u i â p o r u n a g r a n c a m p a h a , sobre
t o d o en El P e n s a m i e n t o de la N a c i o n , a f a v o r de e st e m a t r i m o ­
nio c o m o s o l u c i o n a los m a i e s de Esp ah a:
" Es t e m a t r i m o n i o fue d e f e n d i d o —
c o n a l t e z a de m i r a s y p r o f u n d o —
s e n t i m i e n t o p o l i t i c o p o r J a i m e --
B a l m e s en su p e r i ô d i c o t i t u l a d o -
El P.N." (26)

De su e s t a d o de â n i mo , al fracasar sus p l a n e s , -
son buen testimonio estas l i n e a s q ue entresacamos de su c o r r e ^
pondencia c o n V IL U M A :
"Veremos lo que el negocio de de
si. Yo espero siempre, fundândome
en su misma necesidad. Lo veo a -
usted triste. Las cosas no son pa
ra men o s , pero es preciso ânimo y
paciencia" (27).

Y con mayor decepciôn y sentimiento, aunque con


su firme decision de seguir prestando su grano de arena en pro
de la verdad, escribia el 23 de septiembre de l846:
" H o n d a i m p r e s i ô n me ha p r o d u c i d o
la s e n t i d a c a r t a de u s t e d . L a v o z
de u n a p e r s o n a p a r a mi q ue p u e d o
co n o c e r l a tan franca, tan cordial,
n o ha d e j a d o de c o n m o v e r m e y de
377

h a c e r m e p e n s a r si tal v e z me e ng a -
ha b a ; p o r ■lesgracia, mi c o n v i c c i o n
se r o b u s t e c e c u a n t o m â s m e d l t o . D u
d o m u c h o qua p u e d a h a c e r b i e n escri
b i e n d o de p o l l t i c a . L as c i r c u n s t a n
cias ban variado compietamente:
f a l t a la base; n o sé c o m o se p ue d e
l e v a n t a r el e d i f i c i o . I n d i c a u st e d
qu e si c e s o de e s c r i b i r d i r â n que
m i u n i c o o b j e t o e ra el matrimonio
de M o n t e m o l i n : el o b j e t o era un --
sistema cuya clave era el c a s a - - -
m i e n t o ; si d i c e n é s t o d i r â n v e r da d.
M e c o n j u r a u s t e d a q u e lo p i e n s e -
b ien, lo haré. Q u e d a m u c h o q u e h a ­
c e r e n i n t e r é s de la n ac i o n , es --
c i e r t o , p e r o yo no p u e d o d e t e n e r -
las b o r r a s c a s q u e v a n a d e s e n c a d e -
n a r s e n i n a d i e t a m p o c o : q u i e n lo
i n t e n t e se e s t r e l l a r â . M e d i c e u s ­
t e d q ue el P r i n c i p e es b u e n suje to ,
no lo d u d o ; ^ p e r o q ué t e n e m o s con
e s o ? ^ Qu é p o d r â h a c e r el P r i n c i p e
c o n la m e j o r v o l u n t a d d e l m u n d o ? -
N ad a, s e h o r M a r q u é s , n ada. Se m u e ^
tra usted poco dispu e s t o a mezclar
se e n p o l i t i c s : h a c e u s t e d b ie n . -
U s t e d n o s: r v e p a r a c o r t e s a n o y és^
ta no es é p o c a de h o m b r e s de E s t a ­
do. A h a d e u s t e d q ue se t r a t a de —
r e u n i r a l r e d e d o r d e l P r i n c i p e c on -
s or t e u n c e n t r e de i n f l u j o y p o d e r
m i l i t a r que s o s t e n g a el t rono. Y a
m e f i g u r a b a que se c o n t a b a c o n é s ­
to. I Po b r e p a l s I S i e m p r e el p o d e r
m i l i t a r , c o m o si g o b e r n a r f u e s e pie
l ea r y u n a n a c i o n p u d i e s e c o n v e r —
tirse en un campamento. Por desgra
cia, e n u n c a m p a m e n t o se c o n v e r t i ­
r a p o r u n a l a r g a t e m p o r a d a : h a y --
h o m b r e s que se h a c e n la i l u s i ô n de
q ue se p u e d e n r e p a r t i r b o f e t o n e s a
d i e s t r o y s i n i e s t r o y q ue los d e —
m â s lo h a n de s uf r i r . I T o nt er la l -
T o d o s los h o m b r e s t i e n e n s a n g r e e n
sus v e n a s y s o n t a n t e s lo s que pre^
f i e r e n la m u e r t e a la h u m i l l a c i ô n .
E n t i e m p o s s e m e j a n t e s , ^qué p u e d o
e s p e r a r de m i s e s c r i t o s p o l i t i c o s ,
p or l e î d o s que se an ? S i n e m b a r g o ,-
m i e n t r a s s s c r i b a iré d i c i e n d o la -
v e r d a d : u f a n o s c o n su v i c t o r i a de
m o m e n t o , no t i e n e n que e s p e r a r u n a
378

palabra de llsonja. Seré el mismo


ahora que antes) como no espero -
ni temo nada de nadie, poco me im
porta el desagrado de los podero-
sos" (2 8 ).

SUS GRANDES OBRAS

En el aho l84l comienza la publicaciôn, en ediciôn


castellana, de su gran obra "El Protestantismo" . Obra que pu­
blicaria también en francés y en inglés y que ofrecié con to­
do su entusiasmo al Papa.
Sus obras mâs eminentemente filosôficas ven la -
luz durante el perlodo de mayor agitaciôn polltica. En primer
lugar aparece El Criteria, en 184$, aunque lo habla escrito -
dos ahos antes. Al aho siguiente publica su Filosofia Fundamen­
tal « y por fin, en 1847 publica la Filosofia Elemental.
No podemos olvidar su obra Plo I X , pûblica en --
1848, endefensa de los intereses y la figura del Papa. La pu
blicaciôn de la obra fue el comienzo de un duro calvario para
Balmes, ya que le llovieron incomprensiones y calumnias de t^
das partes, sobre todo de las llneas del clero.
Ese mismo aho, l848, él 9 de julio, a los 38 --
ahos de edad, morla Jaime Balmes en su ciudad natal, Vich.

INTENTO FILOSOFICO DE BALMES

La doble intencion filosofica que podemos descu­


brir en la obra de este autor, crltica de unos sistemas de f^
losofia que considéra invâlidos y propuesta de un camino para
el descubrimiento de la verdad, la encontramos formulada en -
varies lugares de su obra. Ya en el prologo a la Filosofia —
Fundamental, obra de la mayor importancia para nuestro tem a ,-
nos dice que intenta prevenirnos contra una Filosofia plagada
de errores trascendentales. Estos, -dice-, que se han extend^
do por moda, no deben arraigar por principios (2 9 ). Por otro
lado, consciente de que el mal no se contiene solo con la re-
presiôn sino que hay que ahogarle a fuerza de b i e n , ofrece un
camino que nos lleva al conocimiento de la verdad (30 ).
379

Aqui tenemos, pues, fornulados de una manera cla


ra y explicita las prensiones filosof icas que bulllan en la -
mente de Balmes al lanzarse por estos derroteros.
Y estas dos partes claras de su filosofia son, -
también, las que queremos abordar en este trabajo. Esto nos -
ocuparâ la primera parte de nuestro estudio, aclarando que --
nos centraremos no tanto en la crltica que hace de los siste­
mas que juzga invalides como en la exposicion "verdadera" del
conocimiento que él, personal!simamente, ha elaborado. Den--
tro de este margen, y como reza el tltulo del trabajo, pondre^
mos especial interés en la parcela del llamado instinto inte­
lectual o sentido comûn.
Nuestro segundo gran intento se centrarâ en la
exposiciôn sistemética de una serie de interpretaciones de —
que ha sido causa esta filosofia de Jaime Balmes.
Exposiciones q u e , adelantamos, no han hecho to­
do el servicio que merecîa la adecuada interpretaciôn de su -
teorla del conocimiento, concretamente su problenmtico "ins--
tinto intelectual".
Por fin, y en un tercer bloque del trabajo, tra
taremos de enmarcar, en sus justos limites, el pensamiento de
nuestro autor en la llamada corriente "Filosofia del Sentido
Comûn". Una detallada y minuciosa comparaciôn con algunos de
esos autores nos llevarâ a comprobar si de verdad es o no au­
tor que se enmarque en esa corriente filosofica. Esta sera, -
sin duda, la parte mas nueva e interesante de nuestro estudio.

IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE BALMES

Cuando leia por primera vez las obras complétas


de Balmes me impresionaron aquellas palabras del P. Casano—

"como impresiôn general, hemos de


decir que a Balmes le han sido —
otorgados los honores de filôsofo;
pero no >*a sido comprendido, y lo
que es peo r , ni siquiera ha sido
estudiadi.. . . Evidentes demostra—
ciones de ello son las citas de -
frases suyas en un sentido dife--
rente del que tienen en el texto"
(31) .
380

Analiza luego las distintas causas y motives de


esta realidad desde la que podlamos llamar filôsofla laica -
como desde el campo de los escolôsticos catôlicos.
Nos parece que la gravedad de esta afirmaciôn -
como un eco que se résisté a morir, llega hasta hoy. No séria
justo decir que desde entonces hasta hoy nada se ha hecho. -
Se ha estudiado y se han publicado cosas. Su pensamiento, -
en la parcela que nos ocupa, se ha ido depurando y nos ha —
ofrecido en algun autor, como veremos en su momento, la intujL
ciôn verdadera de las cosas.
Pero también es cierto que en la mayorla de las
pâginas que podamos encontrar sobre este asunto falta esta -
que podlamos llamar "ultima verdad" sobre su comprensiôn de
la teorla y alcance del conocimiento humano.
Ya que pensamos que no es justo seguir viviendo
de la ligereza o incomprensiôn ultima con que se nos suele -
ofrecer el pensamiento de este autor, creemos haber encontre^
do la clave que habla de la importancia y actualidad de nue_s
tros estudios.
Terminamos estas lineas introductorias con una
cita del Diccionario de Ferrater Mora donde se nos dice que
puede entenderse principalmente la parte mâs crltica de su -
obra enderazada a una comprensiôn, anâlisis y refutaciôn del
empirisme inglés, del kantisme y de la filosofia del ideally
mo alemân, especialmente de Hegel. Manifesté -sigue la colum
na- afinidad, sin apartarse del cauce tradicional, con Reid
y la escuela escocesa, asi como con algunas manifestaciones
del e spiritualisme francés de su tiempo. Todo ello se manifes^
tô especialmente en el tema de la evidencia de la verdad (32).
Al final de nuestra investigaciôn posiblemente
nos encontremos capacitados para matizar algunas de estas pa
labras, o decir otras nuevas que no se debieran omitir.
381

NOTAS

1) BALMES,J .: Obras Complétas. O.c., pa g .3.


2) Ibidem, pâg. 5»
3) Ibidem, pâg. 6.
4) Ibidem.
5) Ibidem, pâg. 13.
6) Ibidem, pâg. 20.
7) Ibidem, pâg. 22.
8 ) Ibidem, pâg. 27.
9) Ibimdem, pâg. 32.
10 Ibidem, pâg. 38.
11 Ibidem, pâg. 4o.
12 Ibidem, pâg. 41.
13 Ibidem, pâg. 49.
14 Ibidem, pâg. 51.
15 Ibidem.
l6 Ibidem, pâg. 52.
17 Ibidem, pâg. 53.
18 Ibidem,
19 Ibidem, pâg. 72.
20 Ibidem, pâg. 8o.
21 Ibidem, pâg. 81.
22 Ibidem, pâg. 87.
23 Ibidem, pâg. 96.
24 Ibidem, pâg. 332
25 Ibidem, pâg. 335
26 PERICOT GARCIA,L
27 MARQUES DE ROZALl
pâg. i4o.
28 Ibidem, pâg. l4l
29 BALMES,J . : 0 .c. , 7.(tomo II)
30 Ibidem.
31 Ibidem, pâg. 499
32 FERRATER MORA: Diccionario de F ilosofla, pâ g . 179 (vol. V)
382

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