CSJN Fallo Mattei

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Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Mattei, Ángel”

Fallos 272:188
Fecha: 1968/11/29

Buenos Aires, noviembre 29 de 1968.


Considerando: 1° Que, en principio, el recurso extraordinario es
improcedente contra resoluciones que decretan nulidades de carácter procesal,
dado que por su índole ellas no constituyen sentencia definitiva (Fallos, t. 250,
p. 22; t. 252, p. 373 [Rep. LA LEY, XXII, p. 1085, sum. 716; XXIII, p. 155,
sum. 256]; t. 263, p. 299 [Rev. LA LEY, t. 122, p. 718, fallo 55.731], entre
otros).
2° Que, sin embargo, la jurisprudencia de esta Corte ha admitido, por vía de
excepción, que son equiparables a sentencia definitiva, a los fines del recurso
del art. 14 de la ley 48, los pronunciamientos anteriores a aquélla que por su
índole y consecuencias pueden llegar a frustrar el derecho federal invocado
acarreando perjuicios de imposible o tardía reparación ulterior (Fallos, t. 182,
p. 293; t. 185, p. 188; t. 188, p. 286 [Rev. LA LEY, t. 14, p. 120, fallo 6738; t.
16, p. 756, fallo 8402; t. 20, p. 865, fallo 10.516). En el mismo sentido, ver
especialmente los precedentes de Fallos, t. 256, p. 491 (Rev. LA LEY, t. 112,
p. 8, fallo 50.970) y t. 257, p. 132, porque en ellos se ha admitido la
procedencia excepcional del recurso extraordinario en tales condiciones y en
causas como la que aquí se trata, es decir, de naturaleza criminal.
3° Que el recurrente sostiene que se ha violado la garantía de la defensa por
cuanto, encontrándose el proceso en situación de ser fallado por el tribunal
que conoce de él por vía de apelación, en lugar de dictar la sentencia
definitiva declaró la nulidad de todas las actuaciones a partir del cierre del
sumario inclusive.
4° Que, en consecuencia, atento la gravedad de la cuestión planteada, el
recurso de queja deducido a raíz de la denegatoria del extraordinario
interpuesto a fs. 561 del principal, es procedente.
Por ello, habiendo dictaminado el procurador general, se declara mal
denegado a fs. 569 de los autos principales el recurso extraordinario deducido
a fs. 561/565.
Y considerando en cuanto al fondo del asunto, por ser innecesaria más
sustanciación.
5° Que el juez decretó el cierre del sumario, con relación al procesado Angel
Mattei, el 25 de abril de 1967, pasando así la causa a la etapa de plenario, la
cual se desarrolló sin que el acusador público ni la defensa opusieran objeción
formal alguna en contra de lo actuado. Interpuesto el recurso de apelación
contra el fallo de 1ª instancia, el tribunal de alzada anuló de oficio, sin que
mediara petición alguna de las partes al respecto todas las actuaciones a partir
del referido cierre del sumario, sobre la base de que el instructor no había
agotado la investigación.
6° Que, de este modo, el juicio ha sido retrogradado a su etapa inicial, o sea
la de sumario, cuando se encontraba ya en condiciones de ser definitivamente
fallado con relación al apelante; y cuando éste llevaba más de cuatro años en
la condición de procesado, puesto que se lo indagó el 18 de febrero de 1964 y
se decretó su prisión preventiva el 6 de agosto de ese mismo año.
7° Que se plantea así, en esta causa, el problema de saber si, sustanciado un
proceso en la forma que indica la ley, el a quo ha podido invalidar todo lo
actuado, no por omisión o vicio de formas esenciales del juicio desde que se
instruyó sumario hubo acusación, defensa y oportunidad de producir pruebas
de cargo y de descargo sino con el exclusivo fundamento de que el inferior no
realizó durante la instrucción diversas diligencias que se estiman de interés
para el esclarecimiento del caso.
8° Que el proceso penal se integra con una serie de etapas a través de las
cuales y en forma progresiva se tiende a poner al juez en condiciones de
pronunciar un veredicto de absolución o de condena; y, por ello, cada una de
esas etapas constituye el presupuesto necesario de la que le subsigue, en forma
tal que no es posible eliminar una de ellas sin afectar la validez de las que le
suceden. En tal sentido ha dicho repetidas veces esta Corte que el respeto a la
garantía de la defensa en juicio consiste en la observancia de las formas
sustanciales relativas a acusación, defensa, prueba y sentencia (Fallos, t. 116,
p. 23; t. 119, p. 284; t. 125, p. 268; t. 127, ps. 36 y 352; t. 189, p. 34, entre
otros).
9° Que ello sentado, no es menos cierto que el principio de la progresividad
impide que el juicio se retrotraiga a etapas ya superadas, porque también debe
considerarse axiomático que los actos procesales se precluyen cuando han
sido cumplidos observando las formas que la ley establece, es decir, salvo
supuesto de nulidad.
10. Que tanto el principio de progresividad como el de preclusión reconocen
su fundamento en motivos de seguridad jurídica y en la necesidad de lograr
una administración de justicia rápida dentro de lo razonable, evitando así que
los procesos se prolonguen indefinidamente; pero, además, y esto es esencial,
atento los valores que entran en juego en el juicio penal, obedecen al
imperativo de satisfacer una exigencia consustancial con el respeto debido a la
dignidad del hombre, cual es el reconocimiento del derecho que tiene toda
persona a liberarse del estado de sospecha que importa la acusación de haber
cometido un delito, mediante una sentencia que establezca, de una vez para
siempre, su situación frente a la ley penal.
11. Que por este motivo y porque, en definitiva, la garantía del debido
proceso legal ha sido arbitrada fundamentalmente a favor del acusado, no cabe
admitir que la posible deficiencia de la prueba de cargo constituya causal de
nulidad de lo regularmente actuado dentro del juicio, sobre todo si se tiene
presente que el Estado cuenta, a través de órganos específicamente instituidos
al afecto en particular el juez de instrucción y el fiscal con todos los medios
conducentes para aportar los elementos de juicio que estime útiles en abono de
la procedencia de su pretensión punitiva.
12. Que cumplido el período instructorio, en el que no se admiten debates ni
defensas, y elevada la causa a plenario, el juez debe observar una actitud de
equidistancia ante las partes ya que de otro modo se violarían los principios de
bilateralidad e igualdad entre aquéllas que deben regir durante el
contradictorio (Fallos, t. 234, p. 270 [Rev. LA LEY, t. 82, p. 537, fallo
38.906]); y tal sería la situación si se acepta el derecho de los jueces del
plenario a invalidar actuaciones precluidas, so color de falta de producción de
diligencias probatorias en el período de la instrucción.
13. Que, en todo caso al margen de la libre actividad de las partes, las
posibles deficiencias de la prueba son susceptibles de reparación mediante el
uso prudente de las medidas para mejor proveer que la ley autoriza adoptar a
los jueces antes de dictar la sentencia (art. 493, Cód. de Proced. Criminal).
14. Que, en suma, debe reputarse incluido en la garantía de la defensa en
juicio consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional el derecho de todo
imputado a obtener luego de un juicio tramitado en legal forma un
pronunciamiento que, definiendo su posición frente a la ley y a la sociedad,
ponga término, del modo más rápido posible, a la situación de incertidumbre y
de innegable restricción de la libertad que comporta el enjuiciamiento penal.
15. Que tal derecho a un juicio razonablemente rápido se frustraría si se
aceptara que, cumplidas las etapas esenciales del juicio y cuando no falta más
que el veredicto definitivo, es posible anular lo actuado en razón de no
haberse reunido pruebas de cargo, cuya omisión sólo cabría imputar a los
encargados de producirlas, pero no por cierto al encausado. Todo ello con
perjuicio para éste en cuanto, sin falta de su parte, lo obliga a volver a soportar
todas las penosas contingencias propias de un juicio criminal, inclusive la
prolongación de la prisión preventiva; y con desmedro, a la vez, del
fundamento garantizador como tal de raigambre constitucional que ha
inspirado la consagración legislativa de ciertos pilares básicos del
ordenamiento penal vinculados con el problema en debate, cuales son el del
"non bis in ídem", el del "in dubio pro reo" y el que prohíbe la "simple
absolución de la instancia" (art. 7°, 13 y 497, Cód. Proced. Criminal).
16. Que, por último, es preciso puntualizar que la idea de justicia impone que
el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea conjugado con el
del individuo sometido a proceso, en forma que ninguno de ellos sea
sacrificado en aras del otro. Insuficiencias de la índole que ha señalado el a
quo en la resolución apelada no son, por su naturaleza, causales de nulidad;
sin que ello obste, por cierto, a que los jueces de alzada, en ejercicio de los
poderes de superintendencia directa que les están atribuidos, adopten las
medidas que estimen corresponder en caso de incumplimiento de los deberes
propios de los distintos órganos del proceso.
Por ello se revoca el auto apelado en cuanto declara la nulidad de lo actuado a
partir de fs. 409 inclusive, sin perjuicio de la adopción de las medidas de
superintendencia directa que estime corresponder el tribunal a quo. Eduardo
A. Ortiz Basualdo. Roberto E. Chute. Marco A. Risolía. Luis C. Cabral.
José F. Bidau.-

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