La Moneda Del Cielo - Neville Goddard

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LA MONEDA DEL CIELO

(THE COIN OF HEAVEN; Neville Goddard; 1954)

Como este es mi último domingo del año, no quiero dejar


ninguna duda en su mente sobre lo que les he dicho en las últimas
diecinueve conferencias. Así que voy a hacerles una pregunta que
pueden responder en silencio. ¿Han vivido esta vida de tal manera
que deseen volver a vivirla? Si no lo han hecho, si no han empezado
todavía, será mejor que oigan atentamente lo que les diré esta
mañana, porque les puedo decir que su próxima vida es esta vida.
Cuando se abra el ojo [en ustedes], verán que el hombre, a menos
que despierte y cambie los carriles sobre los que transita esta vida,
los recorre para siempre. Así que si no han vivido esta vida de tal
manera que realmente deseen vivirla de nuevo, empiecen ahora a
interferir con estos carriles y a poner nuevos carriles.
Permítanme darles una pequeña y simple visión; se trata de
auténticas visiones del orador. Acostado en mi cama, de repente el
ojo interior se abrió, y vi a un hombre vestido con ropa informal de
trabajo caminando por las aceras de una gran ciudad. Al llegar a una
abertura que estaba habilitada para recibir carbón (de hecho, el
carbón acababa de llegar), se le cayó algo de la mano, y al agacharse,
en lugar de recoger lo que se le había caído, recogió enormes trozos
de carbón que estaban esparcidos alrededor de la abertura, y
entonces mi visión se relajó. Cuando reenfoqué la visión, vi la
primera parte de la escena del hombre caminando por la acera, llegó
a la abertura, soltó el carbón, como lo había hecho en el estado
anterior, se agachó y lo recogió como antes. Todo era detallado.
Cuando lo vi por segunda vez, dije: «la escena no ha cambiado ni un
ápice». Mi atención se relajó de nuevo; cuando me volví a
concentrar, estaba en la primera parte de la escena. Ahora podía
profetizar para ese hombre; sabía exactamente lo que haría en cada
momento hasta llegar a la abertura: que dejaría caer el paquete y no
lo recogería, sino que recogería carbón. Sabía que miraría dentro de
esa alcantarilla y luego cambiaría de opinión, ya sea porque alguien
de abajo lo vio recogerlo y no estaba dispuesto a pagar las
consecuencias de su acción, o bien porque cambió de opinión, pero
sabía, al dedillo, lo que aquel hombre haría.
Caminamos por carriles permanentes, y por la curvatura del
tiempo, tu próxima vida es esta vida. Simplemente la repites: así
que, si no la has vivido de tal manera que te enorgullezca, empieza
ya, empieza el cambio hoy.
Te hemos dado un sistema mediante el cual la cambias. Para
aquellos que no han oído porqué digo que se camina por carriles,
están frente a una energía infinita y eterna, y de ella emanan todas
las cosas, y emanan debido a patrones. La energía se mueve según
cierto patrón, y tú determinas el patrón que adopta, ya que tú
estableces esos carriles dentro de ti; esa energía fluye por el uso de
tus conversaciones interiores. Esta energía, que ahora llamo mente,
sigue los carriles que establecen las conversaciones interiores del
hombre. De modo que si tus conversaciones interiores no son lo que
deberían ser, te pido que empieces a mantener conversaciones
dentro de ti mismo que se basen en premisas de ideales cumplidos;
el hombre que quieres ser, la mujer que quieres ser; si hasta ahora no
lo has encarnado, empieza ahora a asumir que eres ese hombre o esa
mujer, y en tu interior mantén conversaciones con tus amigos (los
que te respetan o los que quieres que te respeten), y mantenlas desde
la premisa de que ven en ti el hombre o la mujer que quieres que el
mundo vea, como si lo fueras, y estas palabras interiores, que son
realmente el caldo de cultivo de las futura acciones, establecerán
nuevas pistas, y entonces la energía, que siempre fluye, fluirá sobre
estos carriles, y las condiciones y las circunstancias de la vida
cambiarán. Si no pones nuevos carriles, profetizo para ti que te
encontrarás repitiéndola, pero no sabrás que la has vivido antes.
Si pudiera llevarlos ahora a la visión interior conmigo y
mostrarles esta habitación elevándose, todo se eleva en detalle como
una cortina tridimensional que asciende, pero todo se mueve hacia
arriba y sin embargo permanece. Es tan automático que asciende en
todo momento. El mundo entero está ascendiendo, y mientras
asciende sigue siendo el mismo. Es casi como si no hubiera pasado
nada, y por eso no se puede ver, pero si se abre el ojo interior se ve
que asciende, y al alejarse, lo que comienza es el duplicado perfecto
de lo que se elevó, y se eleva de manera tridimensional, de modo
que cuando un hombre pasa por esos carriles, es totalmente
inconsciente de que los ha recorrido desde siempre.
Así que les traigo un mensaje para hacerlos conscientes: el
hombre debe despertar del sueño, en donde no es más que un
autómata. Se mueve como una máquina, luego comienza a
despertar, y cuando despierta no es más ese hombre que
aparentemente actuó en el pasado durante una eternidad. Despierta
como un nuevo ser, un nuevo hombre.
El nuevo hombre es un hombre de nuevas conversaciones, como
se te dice en Efesios: «Dejad vuestra antigua conversación, que
pertenece al viejo hombre, que está corrompido, y revestíos del
nuevo hombre por la transformación de la mente», y el nuevo
hombre se identifica con palabras completamente nuevas. Sólo habla
las cosas buenas; es incapaz de cualquier pensamiento desagradable
en el mundo; es incapaz de escuchar a los desagradables porque
interiormente sólo habla de las cosas buenas, sólo de las cosas
amorosas del mundo. Entonces, el hombre se encuentra despertando
a un hombre interior que estaba dormido; despierta al segundo
hombre, que es llamado Cristo Jesús en la Biblia, y que, les digo
ahora, es vuestra maravillosa y amorosa imaginación. Cuando la
imaginación se despierta, no puede ser ejercida de ninguna otra
manera que no sea con amor. Así que cada vez que usan su
imaginación amorosamente, están literalmente despertando a este
hombre interior, y trayendo a Dios para los demás. Si pienso en
alguien de manera amorosa, estoy en contacto con ese ser, y Dios
fluye hacia él.
Como este es mi último domingo, les daré lo que di en la clase del
viernes pasado. No lo vean como una imagen metafórica, sino como
una imagen real. Imagínate al pie de una hermosa cascada, y que el
agua fluye maravillosamente sobre ti; ahora imagina que fluye a
través de ti, y luego de ti, y fluye hacia alguien en quien estás
pensando. Afirmo esto porque es real. Estamos ahora en el Edén,
pero estamos dormidos, como se nos dice en el segundo capítulo del
Génesis: el hombre se durmió profundamente cuando fue puesto allí
para labrarlo y mantenerlo.
Para despertar hagan esto: imagina que eres el centro a través del
cual el agua brota, y cada persona en este mundo está arraigada en ti
y termina en ti, del mismo modo que tú estás arraigado y terminas
en Dios: estás en el huerto de Dios, en el Edén, pero allí todo hombre
tiene una parcela, un pequeño huerto. En ese huerto hay árboles que
crecen, y puedes verlos; si ahora miras a ese hombre, y en tu interior
miras su parcela en tu huerto, verás los árboles, algunos serán
llamados «salud»; otros, «riqueza», «el árbol de la dignidad», «el
árbol de la nobleza», «el árbol de ser querido»… Pueden estar
marchitos, pero nunca morirán. Necesitan agua. Imagina que estás
regando esa planta y ves en el ojo de tu mente las hojas que aparecen
en lo que antes era una planta seca. Mira cómo aparece el fruto, y
dondequiera que se encuentre ese hombre en el mundo mientras
riegas su jardín, que en realidad es tu propio jardín, mientras lo
riegas encarnará las mismas cualidades que el árbol está empezando
a dar e irradiar. Nombras un árbol, sea cual sea el nombre que le
pongas, y eso será. Si sabes que no es querido, nómbralo: desea ser
querido. Lo nombras y dejas que el agua fluya hacia él. Imagina que
el árbol está creciendo sanamente en ese jardín y ve que produce
hojas y frutos. Dondequiera que esté en el mundo, comenzará a ser
querido por la gente a su alrededor. Si está desempleado, es un árbol
de empleo: velo irradiar sus hojas y sus frutos; será deseado y tendrá
un empleo remunerado.
Te digo que esto no es sólo una afirmación frívola, todos aquí
pueden y deberían hacerlo, y cuando riegues el árbol en el jardín de
alguien, al mismo tiempo estás regando tu propio jardín en el eterno
jardín de Dios. Porque «Yo soy la vid y vosotros las ramas» [Juan
15:5], todo hombre puede decir lo mismo. Así que mientras se elevan
aquí (y ustedes son 2.600), cada uno de ustedes es la vid central en el
jardín de Dios, y todos en su mundo son una rama en esa vid. Así
que cuando yo, como vid central, riego una rama en mi jardín, en ese
momento estoy siendo regado, y mi jardín está siendo regado en tu
hermoso jardín. No tengo que regar el mío. Con sólo cuidar los
muchos jardines del Edén de Dios, cuido mi propio jardín, que está
en la vid de todos en este mundo.
Pruébalo, y podrás bendecir a todos en el mundo, y finalmente el
ojo se abre, el oído se abre, el hombre interior se despierta, y ves el
mundo más glorioso que siempre ha estado aquí para ser visto, sólo
que en nuestro sueño lo habíamos echo a un lado. Echamos a un
lado todo el maravilloso y glorioso mundo al dormirnos y
convertirnos en autómatas; pero tómame en serio, porque tu
próxima vida es esta vida. Haz de esta vida lo que quieras hacer,
porque si no lo haces te encontrarás automáticamente en ella y ni
siquiera lo sabrás, porque, como persona dormida, no sabes que
estás caminando por el mismo carril, pero si pudiera llevarte dentro
de mí y dejarte ver la visión del ojo interno y observar a esos
autómatas en el mundo, personas dormidas. Sí, sus ojos están
abiertos y parecen estar despiertos, pero en realidad están
profundamente dormidos porque están repitiendo lo mismo.
Ahora hazte consciente. Al hacerte consciente entras en el círculo
más glorioso de la humanidad despierta. Yo lo llamo el círculo
consciente de la humanidad o, como mi antiguo maestro solía
llamarlo, «Los Hermanos». Simplemente significa ‘el hombre
despierto’, y cuando ese hombre despierta, son todos seres gloriosos,
porque son todos la imagen del Ser Divino. Así que pruébalo hoy
con el arte de la revisión. Al final de este día, revisa el hoy. Si hubo
algo desagradable en el día, no lo permitas, reescríbelo. Toma esa
misma escena y reescríbela, y después de haberla reescrito,
interprétala de nuevo. Imaginas la acción que se está desarrollando y
reinterpretas todo en este mundo; la interpretas como deberías
haberla interpretado la primera vez que la cambiaste. Y el momento
nunca retrocede, como la gente cree, el momento avanza.
Ahora bien, esto puede parecer una afirmación descabellada (que
el ayer es el futuro del hoy: parece descabellado, pues, crees que es el
pasado); sin embargo, por la curvatura del tiempo lo descubrirás,
pero no lo sabes porque estás dormido, a menos que empieces a
despertar y descubras lo que es el ayer en tu futuro, porque el
momento nunca retrocede, siempre está avanzando hacia el futuro
para confrontarnos. Entonces, si no lo cambias, simplemente te
encontrarás repitiendo una y otra vez aquello que, por fortuna, en la
infinita misericordia de Dios, el sueño borra; de modo que lo estás
haciendo y crees que lo haces por primera vez. Pero les pido que
despierten, porque el propósito del que está en esta tarima es
despertar a todos los que vienen aquí, para que todos podamos
entrar en esta hermandad de la humanidad despierta.
Se nos dice que hubo «dos regalos dados al hombre al nacer»: no
se refiere a este simple nacimiento, cuando salí de la matriz de mi
madre, sino cuando salí de la matriz de mi Padre, que es la gran
matriz, la matriz de la creación, cuando, antes de que el mundo
fuera, Él me creó y me hizo perfecto y me puso en este mundo con
un propósito: el de aprender, pero me dio dos regalos: me dio su
propia mente y me dio el regalo del habla, lo mismo que usó para
crear el mundo. Así que creó el mundo y luego me dio el don por el
cual lo creó, la mente y el habla. Si uso el don con sabiduría, y lo
hago bien, seré llevado a la realización, al cumplimiento de todos
mis deseos; ninguno está más allá de mi capacidad de realización. Si
lo utilizo continuamente de forma sabia, cuando deje el cuerpo,
mientras que el mundo se refiere a un hombre como «muerto»,
cuando deje esto para ir a otra dimensión gracias al uso sabio de
ambos dones, seré llevado a la compañía de los bienaventurados, si
despierto. Si no lo uso sabiamente, continúo mi ronda de sueño. Si lo
uso sabiamente, romperé el círculo de recurrencia y me elevaré más
allá, hacia la eternidad. Si no lo hago, continúo en la curva del
tiempo y la repito una y otra vez hasta que algún día despierte,
porque estoy destinado a ser conformado a la imagen de Su hijo.
No tengo ninguna duda de que todos despertarán, pero ¿por qué
no empezar el proceso de despertar ahora? Y lo empiezas al practicar
el arte de la revisión. Pruébalo; no lo intentes a la ligera. Te pido y
ruego que leas una y otra vez el capítulo «Las tijeras de podar de la
revisión» y lo hagas día tras día, y nunca dejes que el sol descienda
sobre tu enojo (cualquier vejación o cualquier problema del día).
Resuélvelo antes de dormir y lleva esa imagen resuelta al sueño, y
encontrarás al hombre interior despertando. Pero inténtalo con tus
amigos, y que tú seas la gran cascada.
La Biblia habla del agua. El místico sabe que no significa agua,
sino verdad, y así cuando veo a alguien en mi mente y lo veo libre, le
doy la única verdad que lo hará libre. De manera que, si riego su
planta imagino que el agua llega hasta ella y veo que las hojas
empiezan a aparecer y que ese hombre se vuelve libre: se vuelve
sano, se vuelve seguro, se vuelve amado. Esos árboles crecen
hermosamente en mi jardín, y mientras hago eso, no sólo él se
beneficiará de que yo riegue su planta, sino que yo me beneficiaré:
empezaré a despertar.
Le pido a todos los presentes que lo intenten de verdad. Sé que
hoy el título era «La moneda del cielo», pero siendo éste el último
día, pensé en dar una especie de breve resumen de lo que he tratado
de decirles, ya que el propósito de las diecinueve conferencias era
estimularlos a interferir en su trayectoria del tiempo para que
puedan hacer algo al respecto, ya que el paso del tiempo no puede
cambiarlo. Si esperan, pensando que va a haber algún cambio más
allá de la tumba, les digo que la espera será en vano. No hay poder
transformador después de la tumba. Todo el poder transformador
está en el hombre ahora para interferir con su trayectoria del tiempo,
y ustedes interfieren con ella simplemente cambiando un momento
en el curso de un día, no aceptándolo como definitivo, no importa lo
real que sea el día. Sabes que tuviste esa experiencia, no permitas
que el día descienda sobre ella ni digas: «bueno, la tuve». Vuelve a
ese momento en el tiempo. Reescríbelo, reinterprétalo en la versión
revisada, hazlo una y otra vez en tu imaginación hasta que adquiera
los matices de la realidad. Cuando adquiere los matices de la
realidad, has cambiado tu futuro. Toma otro incidente y cámbialo y
sigue cambiando todos los pequeños episodios, todas las pequeñas
experiencias y haz que se ajusten a una experiencia más idónea y
revívelo.
Si alguien está aquí por primera vez, puede pensar: «eso es
engañarse a uno mismo», pero inténtalo. Pruébalo y ve si el hombre
interior no despierta, y cuando despierte verás un mundo que es
automático. Verás un mundo que es una máquina, y a todo el vasto
mundo interpretando los papeles que siempre han sido actuados, y
seguirá actuando en la curvatura del tiempo para siempre hasta que
salga de él y se levante de entre los muertos. Como se te dice,
«Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos»
[Efesios 5:14].
El estado que ahora llamamos sueño, se asemeja a la muerte que
le ocurrió al hijo, por lo que se nos dice que el segundo hijo, el
pródigo, cuando regresó de ese ciclo y fue encontrado, el padre dijo:
«Aquel que estaba perdido fue hallado; aquel que estaba muerto ha
vuelto a vivir» [Lucas 15:24]. Así que este estado de pérdida se
asemeja a la muerte, y el único propósito es resucitar; no para
amasar una fortuna, aunque tienes derecho a ella; no para hacerte
famoso, aunque tienes derecho a ello, sino simplemente para
despertar del estado de sueño. Y no conozco otra forma de despertar
a un hombre que mostrarle lo mecánico que es, y si toma y practica
en serio el arte de la revisión, el ojo se abrirá y tendrá las
experiencias de las que habla el orador. Tú también, acostado en tu
cama encontrarás el ojo escudriñando una ciudad que puede estar a
tres mil kilómetros de distancia, y allí verás más claro de lo que yo te
veo ahora, y observarás los carriles de un hombre, luego el
desinterés, y de repente decides volver a interesarte y no tienes el
recuerdo de la imagen del hombre, ves todo de nuevo. Verás al
hombre caminar por la misma acera, hacer todo lo que hizo un
momento antes. Luego lo retoma… Ese carril está trazado
eternamente, y lo recorrerá por siempre hasta que despierte.
Así que les pido a todos los presentes que me tomen en serio. Si
esto les parece demasiado místico, no me disculpo; es lo único que
puedo darles, porque cuando empiezo a despertar tengo que darles
la comida con la que mi Padre me alimenta. Me alimenta con nuevas
ideas; cambia mis valores, cambia todos mis significados en el
mundo. No tengo el mismo entendimiento que tenía el año pasado;
no tengo los mismos valores que tenía el año pasado; porque los
motivos que tenía el año pasado podrían haber estado en otra línea;
pero de repente las cosas cambian y no puedes poner valor donde
antes lo ponías. No puedes ponerlo en la riqueza, no puedes ponerlo
en los apellidos, no puedes ponerlo en el reconocimiento. Todos tus
valores cambian y entonces empiezas a ver interiormente un mundo
nuevo y maravilloso.
Este jardín del que hablo es un verdadero jardín, esto que llamas
el mundo. No creas ni por un momento que estás en el exilio; este
maravilloso mundo objetivo y visible no es un lugar de exilio, es el
ropaje viviente de mi Padre. Es realmente su ropaje viviente, pero
necesita intérpretes. Los hombres vienen individualmente cuando
comienzan a despertar, y ellos interpretarán para ti esta extraña
armonía disonante, porque si te digo que todo en tu mundo está
relacionado por afinidad con tu propia actividad mental, no podrías
verlo y, por lo tanto, no podrías ver esta discordia como relacionada
contigo si no pensaras de la manera en que lo haces. Si fueras
consciente de la actividad dentro de ti, verías todo lo relacionado
contigo, con tu propio ser. Lo que no ves ahora, sabrás que sigue
estando relacionado, así que los intérpretes vienen porque cuando
un intérprete empieza a despertar, sabe que este maravilloso mundo
tiene una voz para él que le habla de las cosas detrás del velo de su
propia mente, porque detrás de tu rostro ahora mismo hay una
actividad, la actividad de tu propia imaginación, y si pudieras ver
esa actividad, la verías proyectada como las condiciones y
circunstancias de tu vida. No hay nada fuera de lugar; al cambiar la
actividad, cambias el mundo en el que vives, y esa actividad se
cambia cambiando el discurso interior, porque el discurso refleja tu
mente, y tu mente refleja a Dios. Si no cambias el habla, no cambias
la actividad, y si no cambias la actividad no puedes cambiar las
condiciones de la vida, porque éstas sólo dan testimonio de la acción
interior de tu mente.
Así que quieres cambiar. Espero que sí; pero si ahora puedes
reflexionar sobre tu vida, sea de diez o de sesenta años, y no puedes
decir para tus adentros: «si tuviera la libertad de elegir, me gustaría
vivirla otra vez», entonces es mejor que empieces ahora mismo a
cambiarla, porque te hago una profecía, te hago una promesa: tu
próxima vida es esta vida. Si después de reflexionar no puedes decir
«Quiero vivirla de nuevo», empieza hoy mismo a dejar nuevas
huellas, porque si no lo haces, vas a vivirla de nuevo, y al vivirla de
nuevo, ni siquiera sabrás que la estás repitiendo. Es tan automático,
tan natural como caminar por carriles, porque estás en presencia de
energía y no puedes dejar de caminar; los has puesto y los
recorrerás, y la curvatura del tiempo te traerá una y otra vez y para
siempre de vuelta hasta que rompas el ciclo y empieces a despertar,
y cuando despiertes entrarás en el círculo de la humanidad
despierta. Y te diré que los conoces más íntimamente que a nadie
que conozcas ahora en el estado de sueño. No hay una persona en la
tierra que conozcas tan íntimamente como a los que han despertado
cuando tú estás despierto.
Cuando vas a su presencia y te reúnes con ellos y te conviertes en
uno. No pierdes tu identidad: de hecho, tiendes cada vez más a una
mayor individualización. Nunca te absorbes y pierdes tu identidad,
sino que al despertar te despiertas al ser que siempre fuiste, pero que
habías olvidado, y te quedaste profundamente dormido. Hay una
belleza en el hombre interior que el exterior nunca ha tocado, nunca
ha rozado, y así, a medida que despiertes, ellos estarán allí para
encontrarte, porque están esperando ansiosamente la ruptura del
círculo de recurrencia. Así que inténtalo.
Te hemos dicho muchas cosas este año, muchas cosas que
parecían demasiado místicas, pero te advertí, cuando empezamos
hace cuatro domingos, que este año te daría la punta de una cuerda
de oro, y te pedí que la enrollaras hasta hacerla un ovillo, y si lo
hacías, ella te llevaría a la puerta del cielo construida en el muro de
Jerusalén1.
Bueno, siento que te he dado esa cuerda, pero no puedo
enrollarla por ti. Regaré tu jardín pero eso no te despertará, solo hará
que seas más consciente de cosas más agradables, en cierto modo,
mas no romperá el círculo para ti, así que te ofrezco ahora en este día
de nuevo la punta de la cuerda de oro, pero te invito a que la
enrolles y lo hagas un ovillo mediante la aplicación diaria del
principio de la revisión, observando diariamente tus acciones
interiores y viendo si se corresponden con las acciones que deseas
realizar en el mundo exterior.
Vigilen sus conversaciones cuidadosamente; ¿provienen de
premisas de ideales cumplidos? Si no es así, vuelvan a hacerlas y
hagan que correspondan realmente al ideal que quieren encarnar en
este mundo. Comiencen (es decir, enrollen la cuerda hasta hacerla
un ovillo) y los llevará a la puerta del cielo construida en el muro de
Jerusalén. No tengo ninguna duda en mi mente, porque sé por
experiencia que así fue como abrí ese muro, mediante la aplicación.
Cada vez que he subido a la tarima les he advertido que, a menos
que lo apliquen, el conocimiento que tienen ahora no sirve de nada.
Un poco de conocimiento, si es convertido en acción, es más rentable
que mucho conocimiento que no se convierte en acción. Si tuvieran
todo el conocimiento del mundo y no lo pusieran en práctica, no
despertarían.
Esta mañana todos lo han escuchado; lo haces tuyo hoy y
empiezas el día revisando, y ves que el círculo empieza a romperse,
ves que el ojo empieza a abrirse, y te digo que, cuando el ojo se abre,
no hay un regalo en la tierra, no hay posesión en el mundo que
desees más que la apertura del ojo. Por eso digo que tus valores
cambian, el sentido de la vida cambia, porque no venderías el ojo
abierto ni por todas las riquezas del mundo; no lo cambiarías por
ningún reconocimiento en el mundo que ahora se le confiere a los
llamados grandes. Ves a todos los llamados grandes igualmente
dormidos, interpretando sus papeles caminando por líneas curvas, y
luego espabilas y te mueves al maravilloso mundo de la humanidad
despierta y allí ves a estos seres glorificados, realmente glorificados,
que te precedieron en el círculo consciente de la humanidad.
Y ahora mi tiempo ha terminado.

(Traducido por Luis Natera)


Notes

[←1]
La imagen es tomada de la promesa escrita en el prefacio dirigido a todos los
cristianos en el capítulo IV de JERUSALÉN, LA EMANACIÓN DEL GIGANTE ALBIÓN, de
William Blake:

Te doy la punta de una Cuerda de Oro;


sólo enróllala hasta hacerla un ovillo,
y te conducirá a la puerta del Cielo,
construida en el Muro de Jerusalén.

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