Investigación Sobre Los Orígenes de La Cartografía

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Investigación sobre los orígenes de la cartografía.

Origen de la palabra cartografía.


La International Cartographic Association define la cartografía como la
disciplina que trata de la concepción, la producción, la difusión y el estudio
de los mapas. El origen de la palabra es una mezcla de las palabras griegas
chartis, que desde finales de la Edad Media empezó a usarse en el sur de
Europa para referirse a algunos tipos de mapas, y graphein, dibujo,
escritura.
Pero, ¿cuándo empezó a usarse este término? Hasta principios del siglo
XIX, con el desarrollo de la Geografía como ciencia no empieza a
plantearse la necesidad de usar una palabra para referirse al arte y técnica
de hacer mapas. Es habitual atribuir el uso del término cartografía al
vizconde de Santarem (1791-1856), que lo había usado en 1839 en una
carta dirigida a otro historiador, refiriéndose al estudio de mapas
antiguos.
El vizconde de Santarém, había sido ya ministro de Ministro del Reino, de
Marina y Ultramar y de Negocios extranjeros y era conocido por sus
estudios históricos y de mapas antiguos, antes de escribir esta carta a su
amigo e historiador brasileño Francisco Adolfo de Varnhagen, el 8 de
diciembre de 1839, hablando sobre la veracidad del conjunto de
relaciones geográficas atribuidas a Americo Vespucci; tema por cierto que
empezó a estudiar a petición del marino, escritor e historiador español
Martín Fernández de Navarrete.
Al final de la carta se lee
«Do mesmo modo a questao concernente á cartographia (invento este
palavra já que ahi se tem inventado tantas) a cartographia mesma do
seculo XVI he m.to importante e muito difficil»
Conrad Malte-Brun.
Sin embargo, Peter van der Krogt, investigador de la Universidad de
Amsterdam (Países Bajos), desmonta esta afirmación en un excelente
artículo publicado el año pasado en la revista e-Perimetron, The Origin of
the Word "Cartography", donde a partir de la consulta de los catálogos
digitales de diversas bibliotecas como la British Library o la Bibliothèque
Nationale de France, entre otras, realiza un estudio del origen del término
cartografía en diversas lenguas europeas.
Llega a la conclusión que el geógrafo danes Conrad Malte-Brun (1755-
1826) es la primera persona en usar palabra en 1808, en un artículo para
la revista Annales des voyages de la géographie et de l'histoire, número 5,
republicado con alguna corrección en 1810, y donde Malte-Brun escribe
una reseña sobre un mapa de Alemania publicado por el Institut
Géographique de Weimar (y que ilustra este artículo):
(La célèbre maison de commerce Bertuch, connue sous le nom d'Institut
Géographique de Weimar, entreprend aujourd'hui de remplir cette lacune
dans la chartographie, et cette belle et grande entreprise mérite toute
l'attention du public géographique français.)
Aunque en un principio no tuvo mucha repercusión, su uso en posteriores
escritos y la difusión que de ella hicieron discípulos de Malte-Brun hizo del
término cartografía una expresión muy popular a partir de mediados del
siglo XIX en numerosos países, pudiéndose decir que a partir de esa fecha
ya se usaba habitualmente para expresar el trabajo de realizar mapas,
apareciendo en diccionarios y tratados.
La primera vez que se usa la palabra cartografía en español.
En español la primera vez que aparece el término en un libro impreso es
en una traducción de Sebastian Fabregas del tratado de Geografía de
Adriano Balbi, geógrafo italiano (1782-1848) originalmente titulado
«Abrégé de Géographie» y publicado en 1832.
En España el libro se tradujo como «Compendio de Geografía Universal» y
se publicó en Madrid en 1836. El término aparece en la introducción del
libro, justificando la ausencia de cartas geográficas en la obra:
«CARTAS GEOGRÁFICAS. La cartografía forma sin duda una parte principal
de la geografía: diremos más, hay una multitud de nociones que solo
podemos adquirir con exactitud recorriendo las cartas geográficas...».
Aunque tomando una idea de Denis Wood, para ese momento la
cartografía ya no solo nos ayudaba a reproducir el mundo, sino también a
crearlo.

Origen de los mapas.


El uso de mapas es realmente antiguo. Hay constancia de su empleo hace
más de cuatro mil años.
En Babilonia utilizaban planos esquemáticos de regiones, ciudades y
fincas, pero no se barajaban conceptos como el de escala, ni era posible
indicar las distancias.
Entre las piezas cartográficas más antiguas se encuentra una tableta del
siglo VI a.C., en la ciudad de Babilonia sobre el Eúfrates.
El concepto que se tenía de la Tierra era el de un disco plano rodeado por
mares y bordeado al norte por infranqueables cordilleras.
Hacia el 600 a.C., Mileto, en Asia Menor, catalizó el interés por la
cartografía. Anaximandro, nacido allí, fue el primero que publicó un mapa
del mundo hacia el siglo VI a.C.
Hecateo de Mileto llevó coetáneamente a cabo la redacción del primer
libro de geografía. Hecateo tuvo su propia idea del mundo: un plano
circular rodeado de mares y océanos con Grecia como centro del mundo.
Un siglo después, Herodoto se reía de los mapas de su tiempo que daban
a Europa y Asia parecido tamaño.
El interés por la forma del mundo cristalizó en el astrónomo y filósofo
Eratóstenes de Cirene, el primero en intentar medir la circunferencia de la
Tierra, a cuyo fin elaboró hacia el año 225 a.C. un mapa basado en
principios astronómicos.
Una interpretación errónea de las mediciones de Eratóstenes hecha por
Ptolomeo, a su vez basado en Posidonios de Rodas del 100 a.C., hizo que
se adoptara una medida equivocada para la circunferencia terrestre, lo
que a la larga indujo a error a Cristóbal Colón, que, utilizando aquellos
datos, llegó a América por equivocación (uno de los grandes hitos de la
historia española).

Evolución de los mapas en la historia.


El padre de la cartografía fue el greco-egipcio Claudio Ptolomeo, del siglo I
a.C., de cuya obra se hizo una compilación hacia el año 150.
Introdujo los conceptos de las coordenadas, y para la medición de
longitudes tomó como punto de referencia Alejandría, midiendo la
distancia existente a este y oeste entre un punto y esa ciudad, sirviéndose
de la posición del sol al alba.
Los romanos no eran amigos de lucubraciones teóricas sobre la forma de
la Tierra, y pusieron la cartografía al servicio de la guerra y la
administración del Estado, fomentando la creación de itinerarios y mapas
muy rudimentarios.
No obstante esto, el emperador César Augusto encargó un mapa de su
imperio al general Marco Agrippa.
La obra tardó veinte años en ser realizada y de ella se hicieron varias
copias en rollos de papiro: una de ellas, del siglo III, es la Tabla de
Peutinger o Tabula Peutingeriana.
Un ministro de un emperador chino, confeccionó un mapa de China el año
270 en dieciocho secciones. Se trataba del cartógrafo chino P’ei Hsin. De
esa obra han llegado hasta nuestros días sólo unas cuantas partes.
El cartógrafo chino insistía en la conveniencia de que los mapas indicaran
las distancias y que se anotara la altura de las montañas. Sabias
recomendaciones utilizadas más tarde por su compatriota Chia Tan, que
en 801 realizó un mapa de nueve por diez metros.
La actividad cartográfica china fue poco conocida por los difusores
medievales de la cultura clásica, los árabes, atentos a los mapas
tolemaicos que a pesar de sus carencias supusieron la base de la
cartografía posterior.
Muy posterior, del siglo VI, es el mapa bizantino de Palestina con el
recorrido del río Jordán e indicación de ciudades como Jericó y Jerusalén
en el centro, seguramente la representación más antigua de Tierra Santa,
hallado en el suelo de la iglesia de Madaba, en Jordania.
El geógrafo Al-Istakhi de Bagdad (950) tradujo y revisó la obra tolemaica
con mapas en color. Hacia 1100 el geógrafo árabe Al-Idrisi elaboró en
Palermo un mapamundi en forma de disco.
En la Edad Media sólo se utilizaron portulanos y cartas de compilación
trazadas según los relatos de los navegantes. La más antigua conservada
es la Carta Pisana, hecha en Génova en 1285.
La ciencia cartográfica tomó auge a finales del siglo XII debido a que se
empezaron a traducir los textos islámicos, renaciendo el interés por la
cartografía.
Entre los primeros logros se encuentra el mapa de Inglaterra de Matthew
Paris, de 1250, con indicación de pueblos, puertos y monasterios.
También de mediados del siglo XIV el mapa anónimo de la isla de Gough,
en el océano Atlántico, con la ubicación de caminos, ríos y distancias entre
distintos puntos.
Pero hasta que no empezaron a usarse el reloj y la brújula en la
plasmación de cartas o mapas se avanzó poco en lo conceptual.
En lo material, el grabado italiano sobre cobre mejoró la calidad a
mediados del siglo XV. De esa época es el mapamundi del alemán
Henricus Martellus Germanus (1489), cuyo parecido con los actuales es
sorprendente.
En el siglo XVI la técnica hizo de la cartografía una ciencia, como muestra
el portulano del Mediterráneo dibujado en 1563 por el mallorquín Mateo
Prunes, hoy en el Museo Naval de Madrid.
En la primera mitad de ese siglo de oro de los mapas brilló Gerardo
Kremer, o Mercator, discípulo de Gemma Frisius de Lovaina, autor de una
edición aumentada de la Cosmographia, de Peter Apian.
Mercator (proyección de Mercator) ayudó a su maestro en la preparación
de globos terráqueos, y se estableció por su cuenta para crear su famoso
mapa del mundo en dieciocho hojas, de 1569, donde se ve el contorno de
las costas americanas con increíble precisión.
El primer atlas nacía en 1570, obra del geógrafo flamenco Ortelius:
Theatrum Orbis Terrarum. A partir del siglo XVII la cartografía inició su
camino hacia los logros posteriores, antecedente cercano del estado de
las cosas actual.

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