Revoluciones 1830 - 1848
Revoluciones 1830 - 1848
Revoluciones 1830 - 1848
La Revolución de 1830, surgió en Francia, principalmente, como una reacción contra las
medidas antiliberales adoptadas por el rey Carlos X, sucesor de Luis XVIII. Marcó un quiebre en
el intento de la restauración de la monarquía absoluta, que había ocurrido desde 1815, con la
caída de Napoleón.
Ante la restauración absolutista, se polarizaron los liberales, que aspiraron imponer los
principios revolucionarios. Además el panorama se complejizó por los movimientos
nacionalistas que surgieron en los países que se sintieron oprimidos por los repartos territoriales
del Congreso de Viena de 1815. Como nos indica Hobsbawm, esta revolución significo una
innovación más radical aun en política: la aparición de la clase trabajadora como fuerza política
independiente en Inglaterra y Francia y la de movimientos nacionalistas en muchos países
europeos.2
La inicial revolución en Francia provocó una ola revolucionaria por toda Europa, que prendió
primero en Bélgica donde se independizaron de los holandeses y proclamaron un rey con su
Parlamento (al igual que Francia). En Inglaterra este movimiento implicó el acceso de la
burguesía media al Parlamento. También estallaron motines en las ciudades del centro de
Alemania y Polonia y para 1831 se extendió a los estados italianos. Pero estos movimientos
fueron sofocados por los estados absolutistas aún existentes (Rusia y Austria). La revolución no
tuvo éxito en estos estados y podríamos inferir que era en función de una estructura agraria
estancada, con una burguesía débil y donde la Iglesia y la nobleza eran fuertes.3
Las diferencias entre quienes aspiraron a reformas radicales frente a aquellos que aspiraron
solamente modernizar el sistema político, fueron factores que debilitaron a los revolucionarios.
La ola revolucionaria de 1830 marcó la derrota definitiva del poder aristocrático por el burgués
en la Europa occidental4.
1
Bergeron, L; Furet, F. y Kosellek, R.; (1979) La época de las Revoluciones europeas 1780-1848.Madrid,
Siglo XXI. Pág.251
2
Hobsbawm, E.; La Era de las Revoluciones 1789-1848. Bs. As., Crítica, 1997. Pág. 118
3
Bergeron, L; Furet, F. y Kosellek, R.; (1979) La época de las Revoluciones europeas 1780-1848.Madrid,
Siglo XXI. Pág.257
4
Hobsbawm, E.; La Era de las Revoluciones 1789-1848. Bs. As., Crítica, 1997. Pág. 118
Despues de las revoluciones de 1830, solo Bélgica había quedado con una constitución liberal,
Luis Felipe había virado hacia un lado más conservador, y el resto de las potencias europeas
habían podido resistir el asalto liberal y primaba el absolutismo. Pero en 1848 al comenzar la
revolución en Francia, se propago rápidamente por las potencias centrales de Europa. Como
nos indica Hobsbawm fue la revolución más extendida y la de menos éxito. A los seis meses ya
estaba prácticamente sofocada5. Otro elemento distintivo es que fueron revoluciones sociales
de trabajadores pobres6. Y este fue un elemento que “asusto” a los dirigentes liberales,
temerosos de ver amenazado el orden social.
La fuerza revolucionaria es tal, que se forma la república, con la ambición de que sea
democrática y social (el gobierno provisional incluye a un obrero y se instituyen talleres
nacionales) y esto generó temor en el sector moderado que temía más al desorden social que a
los viejos regímenes. Esta confrontación entre orden y revolución social hizo fracasar la
revolución. En el transcurso de los meses, el gobierno provisional ira girando a un
conservadurismo (cierre de talleres nacionales) que culminará en la elecciones de diciembre de
1948, donde es elegido como Presidente Luis Napoleón, que para 1852 proclamará el Imperio
hereditario como Napoleón III.
La agitación revolucionaria se propago por Italia, los territorios alemanes, Austria, y en todos
ellos existió un denominador común: la reindivicación política atada de por la insurrección
social. Pero los soberanos absolutistas se apoyaron mutuamente y pudieron frustrar a los
revolucionarios, que fueron derrotados por las armas.
Las revoluciones del 48 fueron derrotadas rápidamente y fueron breves, pero quedaron
consecuencias de las mismas. Los trabajadores aprendieron que deberían imponerse por su
propia fuerza, y los sectores conservadores entendieron que las revoluciones podían
desmadrarse. Y por ende significaron el fin de la política tradicional y mostraron que el
liberalismo, la democracia, el nacionalismo y las clases medias y trabajadoras serían
protagonistas permanentes de la vida política.
5
Hobsbawm, E.; La Era del Capital, 1848-1875. Bs. As. Crítica, 1998. Pág.22
6
Ibíd. Pág. 27
1
El nacionalismo surgió como consecuencia de los cambios generados por la revolución
francesa, la fidelidad ya no era a una casa (los borbones), sino a la nación. Las invasiones
napoleónicas contribuyeron, sin duda, a extender las ideas del nacionalismo que ganaron gran
connotación en las revoluciones de 1830 y 1848, donde la lenta implantación de regímenes
liberales en muchos países de Europa facilitó la extensión del nacionalismo.
El nuevo Estado Liberal, pretendía homogeneizar las diversas realidades nacionales a partir de
la imposición de una conciencia cultural unitaria. Como nos indica Gellner, Nacionalismo es una
teoría de legitimidad política que prescribe, que los límites étnicos no deben contraponerse con
los políticos7.
Podemos observar como la ideología nacionalista admite posiciones políticas muy distintas, si-
tuación que ayudará el hecho de que los movimientos nacionalistas del siglo XIX se apoyarán
en tres pilares diferenciados:
Los ideales de la Revolución Francesa, ya que opuso la idea de nación al concepto patrimo-
nial que del territorio tenía el Antiguo Régimen.
El descubrimiento del pasado, obtenido del romanticismo que rechaza los valores universales
defendidos por los ilustrados. Así pues se buscó en las raíces históricas los signos de la iden-
tidad nacional.
En el proceso de construcción de las naciones de la Europa del siglo XIX, los dos ejemplos
clásicos serán las unificaciones de Italia y Alemania. Ambas se encuentras divididas. Sus
procesos de unificación presentan algunas similitudes: tienen lugar en las décadas de 1860 y
1870; se desarrollan en medio de conflictos bélicos con potencias externas; disponen de un
reino que actúa como agente unificador (Prusia en el caso alemán y Piamonte en el caso
italiano); y cuentan con la participación de dos figuras preponderantes, el piamontés Cavour
(podemos agregar también con la misma relevancia a Mazzini) y el prusiano Bismarck.
Los estados italianos vieron cómo un sentimiento nacionalista italiano se extendía como conse-
cuencia de la invasión napoleónica de la Península Itálica. Nació así el proceso de afirmación
cultural y política de la población italiana que conduciría a la unificación. En Italia existiría un
rey, Víctor Manuel II, y su primer ministro, Camilo Benso (conde de Cavour), que fueron los artí-
7
GELLNER, E. (1991) Naciones y Nacionalismo. Bs. As. Alianza. Pág. 14
8
Ibíd. Pág.18
2
fices del proceso de unificación. Éste, fue apoyado por fuerzas ideológicas, políticas y económi-
cas muy distintas. Por un lado, aquellos grupos comprometidos con la revolución (en escalada
desde 1815: carbonarios, la Joven Italia, la Joven Europa); por otro, los comerciantes y nuevos
industriales que deseaban eliminar las barreras interiores, tener un sistema de comunicaciones
entrelazado y un solo patrón de medidas y moneda que permitiera mejorar sus negocios 9, tam-
bién el elemento popular, urbano o rural, confluía con los grupos más avanzados (demócratas)
en un intento de mejorar su suerte; por último, también en minoría, apoyaba el movimiento cul-
tural que exaltaba un idioma común y un pasado glorioso10.
El Reino de Prusia fue el que tomó la dirección del proceso de unificación, con dos proyectos:
una Gran Alemania que incluyera a Austria o una Pequeña Alemania, liderada por Prusia. La
unificación se logro a través de políticas lideradas por Bismark que tuvieron su correlato en
distintas acciones bélicas, desde la conquista de los ducados de Schleswig y Holstein (1864), la
guerra austro-prusiana (1866) y finalmente la guerra franco-prusiana (1870) que desencadeno
en la coronación de Guillermo I como emperador del Imperio alemán en el palacio de Versalles
en enero de 1871.
9
VILLANI, Pasquale (1996) La Edad Contemporánea, 1800-1914. Barcelona, Ariel.Pág.111.
10
HOBSBAWM, E. (1998) Naciones y nacionalismo desde 1780. Barcelona, Crítica. Pág.120
3
La película “Une si Belle Époque” es un relato de un momento histórico de Francia, entre fines
del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Me interesa analizar algunos fragmentos que nos
muestran cómo era la vida de los obreros y como se iba conformando su realidad comparándola
con extractos del texto de Hobsbawm.
En una de sus escenas, (minuto 11.46) el film relata cómo se va conformando el proletariado,
con las migraciones de los obreros agrícolas hacia las ciudades para trabajar en las fábricas,
dando relevancia a la generalización del ferrocarril y como la metalurgia y la industria de la
hulla, con sus minas, reúnen a miles de “nuevos obreros” que trabajan más de 72 horas
semanales en situaciones penosas. Al respecto Hobsbawm nos indica como la industrialización
se nutrió de las dos grandes reservas de la era preindustrial: el artesanado y el paisaje
agrícola11. También nos muestra como argumento de esta transferencia de mano de obra, como
estos campesinos que se multiplicaban en sus aldeas no tenían nuevas tierras donde trabajar y
es por eso que buscaban otros destinos más venturosos. Y como el número de proletariados en
las economías en proceso de industrialización se incrementó de manera fulminante debido a la
demanda casi ilimitada de mano de obra de ese periodo de expansión económica.12
Hay otros dos momentos de la película que también nos muestran la problemática obrera,
(53:44) y (71:41) el primero nos muestra como comienzan a organizarse los obreros para
canalizar sus demandas a través de los sindicatos, y la fundación de la CGT (Confederación
General del Trabajo), los lleva a la acción directa, con la posibilidad de la huelga general,
conformando un sindicalismo revolucionario que no quiere depender de ninguna fuerza política
y cuya máxima lucha en ese momento es la jornada laboral de 8 horas. Y el segundo cuando se
muestra los conflictos que generan las huelgas en sindicatos claves.
Hobsbawm nos habla de cómo ante el crecimiento de este nuevo movimiento en masa de los
obreros, comience a preguntarse ¿Qué ocurriría si se organiza políticamente como una clase? 13
Y se explaya en la conformación de los distintos partidos socialistas con sus diferencias y
problemáticas (distintas religiones, nacionalismos y como enfrentaban a una estructura
heterogénea de la economía industrial en proceso de desarrollo), pero todos aunados en su
conciencia de clase trabajadora.
Particularmente en Francia se habla de comienzos erráticos en los que la CGT eran alianzas de
pequeños sindicatos locales14. Pero luego con el paso del tiempo, desarrollaran una visión más
estratégica cuando a través de la formación de los sindicatos de ferrocarriles y portuarios o
marítimos tomen conciencia de su importancia para la economía del país. Conforme crecía en
importancia el movimiento obrero, los gobiernos conscientes del potencial estrangulamiento,
previeron posibles contramedidas, como por ejemplo, cuando el gobierno francés decidió
11
Hobsbawm, E.; La Era del Imperio, 1875-1914. Buenos Aires, Crítica, 1998. Pág.123
12
Ibíd. Pág. 125
13
Ibíd. Pág.126
14
Ibíd. Pág.132
4
romper una huelga general ferroviaria en 1910, militarizando a 150.000 trabajadores 15.
Hobsbawm nos muestra a lo largo de todo el capitulo, como la conformación del movimiento
obrero y su posterior lucha, lo introdujo en la historia como protagonista.
a) La Primera Guerra Mundial tuvo diversas causas, hay distintas corrientes historiográficas que
lo siguen discutiendo, pero casi todas concuerdan que sus raíces se encuentran en cómo se fue
conformando una compleja red de alianzas entre las potencias europeas.
Radicalización del nacionalismo. Hacia finales del siglo XIX ya se había consolidado la ideo-
logía del nacionalismo en el imaginario europeo. El nacionalismo exacerbado por la prensa y
muchas veces utilizado por los gobiernos para aquietar aguas frente a reclamos obreros inter-
nos16, planteaba la idea de que un pueblo estaría unido sobre la base de una cultura, lengua,
economía y geografía compartida, y que de allí brotaría un destino para el cual habría nacido. El
nacionalismo sumado a la teoría darwinista de evolución por la selección natural, hizo creer (a
las grandes potencias) que la supremacía del más fuerte era natural, dando una justificación al
imperialismo.
El imperialismo representó un grave problema interno para Europa debido, entre otros factores,
a la desigualdad en el reparto de las colonias africanas. Mientras Gran Bretaña y Francia con-
centraban más y mejor territorio, Alemania tenía poco y era menos ventajoso, y el Imperio aus-
trohúngaro reclamaba alguna participación en el reparto.
Tensiones geopolíticas en Europa. La situación no era mejor en el seno de Europa. Las na-
ciones luchaban entre sí para extender sus zonas de control y demostrar su poder. Así, se
abrieron una serie de conflictos dentro de la región que exacerbaron las tensiones. Entre estos
podemos mencionar:
Conflicto franco-alemán: desde la guerra franco-prusiana que tuvo lugar en el siglo XIX, Alema-
nia, bajo el liderazgo de Bismark, había logrado anexionar Alsacia y Lorena. En el siglo XX
15
Hobsbawm, E.; La Era del Imperio, 1875-1914. Buenos Aires, Crítica, 1998. Pág.133
16
Fuentes, J.F. y La Parra López, E. (2014) Historia Universal del Siglo xx: de la primera guerra mundial
al ataque a las torres gemelas, Madrid, Ed. Síntesis. Pág. 66
5
Francia vuelve a reclamar el dominio sobre la región. Y también se suman las tensiones por el
control de Marruecos, el cual genera dos crisis, antes del estallido.
Conflicto anglo-alemán: Alemania, líder industrial continental, rivalizaba por el control del merca-
do con Gran Bretaña, y decide formar una gran flota para poder obligar al Reino Unido a un me-
jor reparto colonial.
Todo esto llevó a un desarrollo exponencial de la industria armamentística Los países invirtieron
grandes cantidades de dinero en la fabricación de estas armas17. La industria elevó su nivel de
desarrollo, que implicó nuevo y mejor armamento: armas biológicas, lanzallamas, ametrallado-
ras, granadas, tanques de guerra, acorazados, submarinos, aviones, etc.
La Triple Entente, establecida en 1907 contra Alemania. Los países que la conformaron origi-
nalmente fueron Francia, Rusia y Gran Bretaña (este último empujado por la competencia con
Alemania).
El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria fue, no tanto una causa, como sí
un detonante de la Primer Guerra Mundial. Se produjo el 28 de junio de 1914 en la ciudad de
Sarajevo, capital de lo que para entonces era una provincia del Imperio austrohúngaro, Bosnia-
Herzegovina (recientemente anexada). Fue perpetrado por el extremista Gavrilo Princip, miem-
bro de un grupo terrorista serbio. Como consecuencia, el emperador Francisco José I, decide
declarar la guerra en contra de Serbia el día 28 de julio de 1914.
La alianza franco-rusa se levantó en defensa de Serbia y Gran Bretaña se alineó con ellos, en
tanto que Alemania se posicionó en favor del Imperio austro-húngaro. Así comenzó la Primera
Guerra Mundial.
La inicial Triple Alianza, que queda reducida a Alemania y Austria/Hungría pues Italia primero se
mantiene al margen y luego se pasará al otro bando, luego sumará el apoyo de Turquía y
Bulgaria.
17
Hobsbawm, E.; La Era del Imperio, 1875-1914. Buenos Aires, Crítica, 1998. Pág.315, 316 y 317.
6
Y la Triple Entente formada por el Reino Unido, Francia y Rusia, al cual se sumarán Serbia,
Bélgica, Japón, Rumania, Grecia, Portugal, Italia y EEUU que arrastrarán a países americanos
como Bolivia, Perú, Brasil y Uruguay18.
Bibliografía
Bergeron, L; Furet, F. y Kosellek, R. (1979). La época de las Revoluciones europeas 1780-
1848.Madrid: Siglo XXI.
Fuentes, J.F. y La Parra López, E. (2014) Historia Universal del Siglo xx: de la primera guerra
mundial al ataque a las torres gemelas, Madrid: Ed. Síntesis.
Hobsbawm, E.; (1998). La Era del Imperio, 1875-1914. Buenos Aires: Crítica.
18
Fuentes, J.F. y La Parra López, E. (2014) Historia Universal del Siglo xx: de la primera guerra mundial
al ataque a las torres gemelas, Madrid, Ed. Síntesis. Pág. 69
19
Ibíd. Pág. 70 y 71
7