Texto Academico Semana 2 Modulo 9
Texto Academico Semana 2 Modulo 9
Texto Academico Semana 2 Modulo 9
MODULO 9: COSMOGONÍAS
Bolivia
----- . -----
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………………. 1
BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………16
INTRODUCCIÓN
Este proceso del conocer, analizar y criticar sobre la naturaleza del ser humano en
su comprensión inicial de las cosas, deben abrir un espacio de reflexión al interior de
cada cultura propia del conocimiento, próxima a vivir paradigmas o cambios
estructurales de la sociedad contemporánea, de tal manera, que se hace
imprescindible retroceder en el tiempo, para reconocer lo débil o fuerte que somos,
dentro de las estructuras semánticas del conocimiento.
1
Unidad temática 2
2
Los conceptos que se manejan en mitología y simbología religiosa se encuentran
lejos del punto de vista contemporáneo, ya que el ideal democrático del individuo
que se determina a sí mismo, la invención de los artefactos mecánicos y eléctricos, y
como el desarrollo de los métodos científicos de investigación, han transformado la
vida humana de tal manera que el universo atemporal de símbolos heredados hace
milenios ha sufrido un colapso. Aparecen nuevos pensamientos, traducidos en
paradigmas o transformaciones tecnológicos, que suele recordar mucho a
Nietzsche por su famosa frase “Dios ha muerto” como un canto al ateísmo, pero lo
que se suele olvidar es el sentido de continuidad de esa frase, que no es otro que,
hagamos todo, Dios ha muerto. Y ahora en este espacio contemporáneo, podemos
vivir sin Dios. Ahora bien, ¿podemos vivir sin la experiencia subyacente al concepto
de Dios? ¿Cómo reconstruimos nuestra esencia emocional, metafórica, espiritual,
poética, tras matar a Dios? ¿Por qué se siguen produciendo hoy series
como Lucifer o American Gods? ¿Por qué, a pesar de todo lo dicho arriba, nos
siguen interesando las figuras mitológicas? La cuestión, la gran tarea del ser
humano, es darse cuenta de que seguimos estando incompletos, que hemos sufrido
la Caída cuando desarrollamos la visión dual y perdimos la unitaria; y que es el mito
– y por lo tanto el símbolo – el que nos permite regresar a la unidad, refiere a algo
que se ha perdido y que puede recuperarse. Nuestra tarea es darnos cuenta,
tomando perspectiva de la posmodernidad y del individuo, de que formamos parte
de algo más grande que nosotros mismos, ya sea la familia, la empresa la sociedad
o el mundo.
La cultura griega que tiene una incidencia de 1400 a. C., tiene un cambio que
vincula lo sobre natural con el uso de la razón para explicar la existencia humana y
del mundo. Sin embargo, siglo VIII y VI a. C., se concibe el inicio de la Filosofía (amor
a la sabiduría) en su carácter de comprobación de la realidad, a través de la
observación sistemática y empírica. Pero, nuestro tema de estudio será anterior al
inicio del uso de la razón.
3
Aurelio Ruiz Sola, realiza una aproximación del tiempo y su lógica de uso de la
cosmogonía del tiempo antiguo de Grecia, manifestando:
Por otro lado, el pensamiento que se construyen los griegos, hacen una descripción
de la divinidad a través de los elementos vitales, Ruiz describe esa realidad:
4
En los mitos cosmogónicos las realidades físicas naturales, como el agua,
el aire, la tierra, el cielo, el mar se transforman en poderes divinos, y serán
antropomorfizados o personalizados: Urano, el cielo, Gea, la tierra, Ponto,
el mar, antes de transformarse en puras abstracciones. No todos los
principios o elementos que aparecen en estos mitos sufren el mismo
proceso, así el Caos, o la materia, o poros, que no son considerados
dioses creadores sino fuerzas primigenias, pero, en general, las realidades
físicas que se citan en estos relatos cosmogónicos tienen un poder divino,
el poder demiúrgico (orfebre, artesano) de crear. (Ruiz, 1989, p. 610)
Sin entrar en tales cuestiones, en el relato hesiódico son tres las potencias
cuya génesis precede e introduce el proceso de organización
cosmogónica: Caos, Tierra y Amor. Hesíodo no nos dice cómo llegó a ser
el Caos …. El tiempo en las cosmogonías presocráticas qué surgió o, si
algo o nada existió antes. El Caos no es eterno, sino que nació, se produjo
(ejgevneto). Existen sobre este principio diferentes interpretaciones. Una
interpretación sería filosófica, otra épica, otra mito-poética, otra de
carácter etimológico. En el primer caso, representaría, bien el vacío o,
según los estoicos, un estado de confusión, mezcla indistinta de todos los
elementos constituyentes. Ambas representaciones son tachadas de
anacrónicas. En el segundo, se le hace equivalente a Aêr, bruma
húmeda y sombría, no compacta. No sirve tampoco. Hesíodo distingue
Aêr de Caos. Más próximos a las cualidades de Aêr son Erebos y Nyx, que
nacen de Caos, lo que indica que éste es anterior. La interpretación mito-
poética presenta una gran variedad. Si significa espacio entre el cielo y la
tierra, Hesíodo se habría adelantado, al nombrar el Caos al principio, a la
secuencia de su relato en el que Urano, el cielo, castrado por su hijo
Cronos, con una hoz, se separa para siempre de Gaia, la tierra. Luego, si
no existían cielo y tierra, ¿qué podría ser el espacio anterior a esa
separación?. Tampoco es necesario imaginarlo como un pozo sin fondo,
parecido al inmenso abismo que es el Tártaro, sino que bastaría
imaginárselo como algo opuesto y complementario de Gaia.
Etimológicamente, se le relaciona con el verbo griego que significa estar
abierto, bostezar, abrirse (chaskô). El hiato, que nace, antes que nada, no
tiene ni fondo ni cúspide: es ausencia de estabilidad, de forma, de
densidad, de consistencia. Como cavidad, no es tanto un lugar
5
abstracto, el vacío, como un abismo, un torbellino que se hunde sin
dirección, ni orientación. Caos, en tanto que abertura, gran boca,
desemboca en aquello que, ligado a ella es también su contrario (Gaia,
base sólida) y, sin embargo, es el único poder con el que Gaia no se unirá
de ninguna forma. Caos será siempre una amenaza para ella. (Ruiz, 1989,
p. 614)
La tradición griega antigua, recoge todo un relato poético sobre el cómo se inició
todo, cimentando así una comprensión de la interacción de los dioses, que generan
vida, desde sus atributos.
Antes que todas las cosas, en el comienzo de todos los comienzos, solo
existía el Caos infinito: la confusión y el desorden de lo que no tiene
nombre. Y del Caos surgió Gea, la Madre Tierra, enorme, hermosa y
temible. Como Gea se sentía muy sola, quiso tener un marido a su
medida. Pero ¿quién podía ser tan inmenso como para abrazar a la Tierra
entera? Ella misma creó, entonces, el Cielo Estrellado, que es tan grande
como la Tierra y todas las noches la cubre, extendiéndose sobre ella. Y lo
llamó Urano. Gea y Urano, es decir, la Tierra y el Cielo, tuvieron muchos
hijos. Primero nacieron doce Titanes, varones y mujeres. Después nacieron
6
tres Cíclopes, gigantes con un solo ojo en medio de la frente. Los Cíclopes
fueron los dueños del Rayo, el Relámpago y el Trueno. Y finalmente
nacieron los tres Hecatónquiros, monstruos violentos de cincuenta
cabezas y cien brazos. Urano desconfiaba de sus hijos: temía que uno de
ellos lo despojara de su poder sobre el Universo. Y por eso no les permitía
ver la luz. Los mantenía encerrados en las oscuras profundidades de la
Tierra, es decir, en el vientre de su propia madre. Ese lugar oscuro y
terrible se llamaba el Tártaro. Gea, inmensa, pesada, no soportaba ya la
tremenda carga de tantos hijos aprisionados dentro de su cuerpo y sufría
también por ellos y por su triste destino. —Solo ustedes pueden ayudarme,
hijos míos —les rogó—. Con esta hoz mágica que yo misma fabriqué,
deben enfrentarse a Urano. ¡Ya es hora de que pague por sus maldades!
Pero los hijos, aunque eran enormes y poderosos, se sentían pequeños
frente a su padre, el inmenso Cielo Estrellado, y no se atrevían a asomarse
fuera de la Madre Tierra. Solo el joven Cronos, el menor de los Titanes, un
malvado de mente retorcida, estuvo dispuesto a ayudarla. Pero no fue
solo por amor a su madre, sino porque, tal como lo temía Urano,
planeaba quedarse con todo el poder. Una noche, cuando Urano, el
Cielo Estrellado, llegó trayendo consigo a la oscuridad, y cayó sobre la
Tierra, envolviéndola en su abrazo, su hijo Cronos le cortó los genitales
con la hoz que su madre le había entregado y los arrojó al mar. En ese
lugar, rodeada de espuma, nació la más hermosa de las deidades,
Afrodita 1 , la diosa de la belleza y el amor. —¡Maldito seas! —gritó Urano,
enloquecido de dolor—. ¡Yo te condeno a que uno de tus propios hijos te
destruya, como hiciste conmigo! Entretanto, Cronos le había prometido a
su madre liberar a todos sus hermanos de las profundidades del Tártaro,
donde estaban encadenados. Pero cuando vio a los Cíclopes y a los
Hecatónquiros, de aspecto tan aterrador, decidió que era mejor volver a
encadenar a esos monstruos. Solo los Titanes, los más parecidos a él,
quedaron libres y lo ayudaron a gobernar. Urano no murió, pero ya no
tenía el poder. Ahora era Cronos, el joven Titán de mente retorcida, el
que reinaba sobre el Universo.
7
3. MITOLOGÍA ESCANDINAVA
Un buen lugar con el que empezar es con la parte más antigua del gran
poema éddico "Völuspá" (La Profecía de la Vidente). Ésta data
probablemente del año 1000, cuando Cristo empezaba a ejercer una
gran influencia en los asuntos nórdicos. Por ello, el poema, tal como lo
conocemos, puede mostrar la mitología nórdica influida por la cristiana.
Además, el texto del Codex Regius lo muestra en un estado ya mutilado.
Hay obvias lagunas en él y probablemente interpolaciones difícilmente
rastreables. (Mitología Nordica, 1972, p. 154)
8
llamado Ginnungagap, la grieta de entre las grietas, la sima grandiosa,
cuya profundidad no alcanzaba a ver ningún ojo y que estaba cubierto
en una constante penumbra. (Mitología Nórdica, 1972, p. 155)
Los nórdicos tienen una tradición muy fuerte en cuanto a sus mitos, porque conlleva
un encantamiento hacia lo divino, entregado a las consecuencias de sus actos, los
mismos que han sido llevados al cine. Esta recopilación del origen del mundo,
muestra la acción de los dioses, con acontecimientos que dibujan un manto de
mucha celebridad:
9
piedras, el enorme rumiante, lamiendo, sacó unos largos mechones de
pelo. Al día siguiente, de la misma piedra, surgió una cabeza y un rostro. Y
al tercer día, la vaca, finalmente, extrajo con sus lamidos un cuerpo
entero. . . Era un varón, alto y hermoso. Su llamaba Bure, y de él
descienden los dioses que llamamos asas. El gigante Ymer tuvo hijos
consigo mismo. Mientras dormía, empezó a sudar y, de pronto, surgieron
del sobaco izquierdo una criatura masculina y otra femenina. Y no
queriendo ser menos las piernas que los brazos, los pies copularon entre sí
y dieron a luz un hijo con seis cabezas. Ése fue el origen de los “gigantes
de escarcha”, a veces llamados troll u ogros, pero más conocidos como
yotes. Audumbla vivió lamiendo la escarcha en las rocas salobres, de
donde surgió poco a poco el primer hombre, Bure, y de él descienden los
dioses llamados ases. El hijo de Bure, de nombre Bor, se casó con la hija
de un yote, Bestla, y juntos tuvieron tres hijos dioses: Odín, Vile y Ve. Tal vez
las diversas criaturas lograran vivir en paz unas con otras durante
bastante tiempo. En cualquier caso, tuvieron descendencia común.
Odín – que más tarde se convertiría en el dios supremo – era vástago de
Bestla, hija de un yote, y de Bor, hijo de Bure. Los yotes, empero, fueron
aumentando en número y pronto el lugar se plagaría de esa raza.
Entonces, un día, Odín y sus hermanos – Vilje y Ve – se rebelaron contra
Ymer y su estirpe. Se entabló una feroz batalla, de la que salieron
victoriosos Odín y sus hermanos. Los dioses mataron al gigante, y una ola
de sangre se abatió sobre los enemigos de los asas, ahogándolos a
todos, a todos menos a dos. De esta pareja de yotes, que huyeron a
través de la niebla buscando refugio en el país de las brumas, provienen
todas las generaciones posteriores de “gigantes de escarcha” También
Audhumla, la primera vaca, seguramente sería arrastrada por las olas y
arrojada al precipicio, puesto que, desde aquel baño de sangre, nadie
ha vuelto a saber de ella. Los asas arrastraron el cadáver de Ymer hasta
el centro del inmenso vacío, Ginnungagap, y lo pusieron, a guisa de
tapadera, sobre el abismo. Entonces, sobre el cuerpo sin vida del gigante
crearon el mundo. La sangre de Ymer se transformó en mar; su carne, en
tierra. Los huesos del coloso se convirtieron en rocas y peñascos. Los
dientes y las astillas de hueso roto, en piedras y cantos rodados. El pelo se
transformó en árboles y hierba. Los dioses lanzaron al aire el cerebro de
Ymer, muy alto, creando las nubes. ¿Y el cielo? El cráneo del gigante fue
puesto como una bóveda que cubría todo lo creado. Luego, los dioses
tomaron chispas del ardiente Muspellsheim y las colgaron en el
firmamento, donde siguen brillando desde entonces; dentro de lo que
otrora fuera el cráneo de Ymer. . . Así se crearon las estrellas. Del cadáver
de Ymer salían arrastrándose pequeños gusanos, que se convirtieron en
los primeros enanos, moradores de grutas y cavernas del mundo
subterráneo. Los asas eligieron a cuatro de ellos para sostener la bóveda
celeste y vigilar los cuatro rincones del universo. Son los enanos llamados
Este, Oeste, Norte y Sur. Así fue como todo lo creado quedó imbuido de
sentido y propósito. (Eizaguirre, 2012, p. 4)
10
Este relato esgruñe el actuar de los dioses, con relatos fantásticos, que viene de una
acción a otra, dejando de lado el porqué de la creación. Cada cosa de la
creación ha sido hecha, como consecuencia de la lucha y de la fuerza, como
resultado el aprovechar dicha circunstancia, para crear algo nuevo.
No podemos olvidar sus dioses, porque cada uno tiene una característica, una
acción, una fortaleza, como también una debilidad, es menester presentar a sus
dioses de los nórdicos:
Tanto Odin como su hijo Thor, tienen cualidades poderosas, capaces de luchas
encarnizadamente, frente a cualquier oponente. Estas Cualidades son únicas,
porque influyen en el pensamiento de los habitantes nórdicos, tener esas
destrezas, capacidades que solo la mente humana puede alcanzar.
11
4. MITOLOGÍA LATINA.
La mitología latina o Romana, tiene una gran influencia de los griegos, que están
representados por los sofistas, sus representantes que convierten los mitos en
verdades de la creación del mundo y todo lo que existe. Así lo menciona Sara María
Fernández Magariño, en su trabajo de grado, tomando a Wilkinson y Philip:
12
Neptuno dios de los mares o marte dios de la guerra, cada uno cumpliendo una
función en el Panteón de los dioses.
La importancia de los dioses para los romanos y griegos, estaba precedida del
poder y las tareas que expliquen el fenómeno, circunstancia para comprender el
género creativo o apocalíptico del momento, así lo manifiesta en su apartado
Fernández:
Tras estas luces sobre el poder y accionar de los dioses, la tradición Latina, cuenta
que:
Cuenta la leyenda que Urano (dios del mar), al casarse con Gea (diosa
de la tierra), le asignó la tarea al Cielo de mantener a salvo al cosmos.
Tiempo después, los dos elementos o dioses se convirtieron en padres,
siendo Saturno el hijo mayor del matrimonio. Deseoso de poder, el
primogénito enfrentó y derrotó a Urano para coronarse como dios de los
dioses. Saturno al verse poderoso, desposó a Rea, una semidiosa (no
descendiente de humanos), de esa unión nacieron tres hijos, pero sólo
uno quedó con vida.
13
Posterior a ello, Júpiter en su etapa de adulto, se enteró de todo el
acontecimiento familiar, el suceso lo motivó a batallar contra su padre
durante diez años y terminó transformándose en el nuevo dios. Saturno no
murió, sin embargo, fue desterrado y ubicado en el lacio donde enseñó
agricultura a los hombres. (Cajal, 2019)
Esta leyenda de la creación a partir de los dioses, lleva a los romanos como cultura,
ritos y cultos religiosos impregnados de poder, mirada situada en los espacios de
ceremonias brutales y sosegadas por la avaricia, que domina al pueblo que
ciegamente acepta toda clase de imaginarios de los Emperadores, con el solo
hecho de dominar su pensamiento de guerra.
No podemos obviar los dioses del Panteón Romano, que su existencia fortalecía el
crecimiento, su poderío y riqueza. Las invasiones romanas por su gran ejército, lo
atribuían a sus dioses, así lo entiende Fernández:
Esta importancia de los dioses, fue el mismo imperio que construía los grandes
templos en honor a sus deidades, dándolo una connotación tan profunda, que era
pecado no venerarlas o endiosarlas:
Para comprender la tarea del dios, Fernández hace una descripción de uno
de los dioses, el dios supremo de esta manera:
14
Júpiter es el dios supremo de la religión romana. Todo procedía de
él, tanto el bien como el mal, incluso el destino. Traía la luz, siendo el
causante tanto del amanecer como del brillo lunar. Además,
controlaba los cambios del tiempo atmosférico, enviando el trueno
y el rayo o la lluvia vivificante. Sus símbolos eran el águila y el rayo,
los cuales se plasmaban en los estandartes que portaban las
legiones romanas. En los tiempos antiguos, de acuerdo con Kerry
Usher (1984:20) “se creyó que ciertas piedras provenían del rayo o la
centella, y se las relacionó con Júpiter en tanto que dios del trueno.
En Roma, determinada piedra (llamada piedra de la lluvia) se
utilizaba en una festividad especial en honor de Júpiter, en la que se
le invocaba como dios de la lluvia y se le pedía que hiciese llover.
Las piedras se usaban también al hacer una promesa solemne o al
celebrar un tratado, porque Júpiter era el dios de los juramentos y
miraba por la verdad y la justicia. De aquí que las leyes de las
naciones, y en partículas las de Roma, se considerasen puestas bajo
su especial protección. Se le creía, además, patrono y señor de
todo cuanto fuese romano y defensor del pueblo”. (Fernández,
2017, p. 15)
Este espacio de veneración o idolatría extrema, creyendo en los dioses toda clase
de poderes, llevaron a los romanos a una estructuración divina, fuertemente
arraigada en los emperadores, senadores, soldados romanos y la clase alta de la
época, dejando al descubierto las diferencias entre los nobles y los esclavos. Esta
aproximación de dos realidades, ha hecho que surjan grandes guerras entre los
mismos romanos y por consecuencia su decaimiento en décadas posteriores.
Marcel Proust
15
BIBLIOGRAFÍA
ELIADE, MIRCEA. (1967), Historia de las creencias y de las ideas religiosas IV, Nueva
York. Ed. Haper & Row.
RUIZ, SOLA AURELIA, (2003), Religión y Mitología, Apuntes sobre los primeros relatos
cosmogónicos griegos. Dialnet
SHUA, ANA MARIA, (2011), Dioses y héroes de la mitología griega. Buenos Aires,
Argentina. Ed. Alfaguara, S.A.
https://www.lifeder.com/origen-universo-romanos/
16