Texto Academico Semana 2 Modulo 9

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Texto académico 2

DIPLOMADO EN CIENCIAS, COSMOVISIONES


Y FILOSOFÍAS DE LA RELIGIÓN

MODULO 9: COSMOGONÍAS

UNIDAD TEMÁTICA 2: COSMOGONÍA Y MITOLOGÍA ANTIGUA

Bolivia
----- . -----
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………………………. 1

1. REFLEXIÓN SOBRE MITOLOGÍA ………………………………………………………. 2


2. COSMOGONÍA Y MITOLOGÍA GRIEGA ……………………………………………. 4
3. MITOLOGÍA ESCANDINAVA …………………………………………………………. 8
4. MITOLOGÍA LATINA ……………………………………………………………………12

BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………16
INTRODUCCIÓN

Estudiar la cosmogonía o la mitología, toma un tiempo histórico de conocer las


civilizaciones antiguas, que tratan de explicar desde su cosmovisión y actuar de su
realidad con lo que ve, la aparición del universo, mundo y ser humano. Esta
experiencia debe llevar a la persona en la actualidad, converger dentro el
conocimiento universal, los primeros pasos del hombre pensante hacia una vida en
plenitud, conversando con la naturaleza y la propia existencia metódica del
hombre contemporáneo, sistémico y articulado.

Este proceso del conocer, analizar y criticar sobre la naturaleza del ser humano en
su comprensión inicial de las cosas, deben abrir un espacio de reflexión al interior de
cada cultura propia del conocimiento, próxima a vivir paradigmas o cambios
estructurales de la sociedad contemporánea, de tal manera, que se hace
imprescindible retroceder en el tiempo, para reconocer lo débil o fuerte que somos,
dentro de las estructuras semánticas del conocimiento.

Así mismo, la cultura occidental ha partido de la recopilación de la vivencia de sus


antepasados, para iniciar la reconstrucción inequívoca de su historia y su
comprensión del mundo, tanto griegos, romanos y nórdicos, cuentan sus
experiencias, sus hallazgos y se proponen identificar el recorrido del ser humano, en
cuanto a sus tradiciones y costumbres del tiempo pasado. Asimilando conceptos,
configuraciones y construcciones de su realidad, buscando la verdad en cuanto el
inicio de la existencia.

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Unidad temática 2

LA COSMOGONÍA Y MITOLOGÍA ANTIGUA

1. REFLEXIÓN SOBRE MITOLOGÍA

El MITO aparece como resultado de un intento por comprender o explicar,


los fenómenos de la naturaleza, el ¿por qué? y ¿para qué? sin respuesta, genera
conflictos internos acosando a la conciencia del hombre en la antigüedad; En su
tiempo, en su mundo el mito era una necesidad, por lo tanto, no aparece como
una realidad problemática, se lo acepta como un hecho absolutamente natural. Un
mundo en el que acontecieron sucesos incomprensibles para nuestra capacidad
limitada de razón, pretendiendo descubrir lo racional en lo aparentemente
irracional; hallando sentido, a lo que aparentemente no lo tiene, de manera tal, que
solo aparezca como esencial lo que se juzga racional, sino por el contrario, que lo
supuestamente formal también resulte necesario y por lo tanto racional. con la
consigna que, las mitologías no se inventan, ni se programan, parece imposible que
un pueblo ya constituido, reciba sorpresivamente una mitología, sea por
la invención de uno solo, sea por una producción colectiva engendrada por una
especie de instinto, esa eventualidad además aparece como no viable, porque no
se puede concebir, un pueblo sin mitología. ¿Los griegos seguirían siendo los griegos
si le quitaran sus mitologías? si un pueblo recibiera su mitología en el curso de su
historia, resultaría que tendría una historia antes que su mitología, pero ocurre lo
opuesto, no es gracias a su historia, ni en su transcurso, que recibe a su mitología,
sino que, al contrario, es la mitología, quien determina su destino. Tanto
la filosofía como la poesía, no alcanzan para explicar analogías tan estrechas entre
los universos mitológicos de pueblos, que no han tenido contacto perteneciendo a
regiones dispersas en la geografía terrestre, tal vez no podamos aceptar
una religión politeísta, pero si ser un camino hacia la verdad. Más allá de las
investigaciones modernas antropológicas de Levi Strauss atinentes al significado
cultural de los mitos y al simbolismo religioso que reiteran o al análisis formal, los
mitos continúan siendo irreductibles, ninguna disciplina parece poder explicarlos en
su total complejidad.

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Los conceptos que se manejan en mitología y simbología religiosa se encuentran
lejos del punto de vista contemporáneo, ya que el ideal democrático del individuo
que se determina a sí mismo, la invención de los artefactos mecánicos y eléctricos, y
como el desarrollo de los métodos científicos de investigación, han transformado la
vida humana de tal manera que el universo atemporal de símbolos heredados hace
milenios ha sufrido un colapso. Aparecen nuevos pensamientos, traducidos en
paradigmas o transformaciones tecnológicos, que suele recordar mucho a
Nietzsche por su famosa frase “Dios ha muerto” como un canto al ateísmo, pero lo
que se suele olvidar es el sentido de continuidad de esa frase, que no es otro que,
hagamos todo, Dios ha muerto. Y ahora en este espacio contemporáneo, podemos
vivir sin Dios. Ahora bien, ¿podemos vivir sin la experiencia subyacente al concepto
de Dios? ¿Cómo reconstruimos nuestra esencia emocional, metafórica, espiritual,
poética, tras matar a Dios? ¿Por qué se siguen produciendo hoy series
como Lucifer o American Gods? ¿Por qué, a pesar de todo lo dicho arriba, nos
siguen interesando las figuras mitológicas? La cuestión, la gran tarea del ser
humano, es darse cuenta de que seguimos estando incompletos, que hemos sufrido
la Caída cuando desarrollamos la visión dual y perdimos la unitaria; y que es el mito
– y por lo tanto el símbolo – el que nos permite regresar a la unidad, refiere a algo
que se ha perdido y que puede recuperarse. Nuestra tarea es darnos cuenta,
tomando perspectiva de la posmodernidad y del individuo, de que formamos parte
de algo más grande que nosotros mismos, ya sea la familia, la empresa la sociedad
o el mundo.

2. COSMOGONÍA Y MITOLOGÍA GRIEGA

La cultura griega que tiene una incidencia de 1400 a. C., tiene un cambio que
vincula lo sobre natural con el uso de la razón para explicar la existencia humana y
del mundo. Sin embargo, siglo VIII y VI a. C., se concibe el inicio de la Filosofía (amor
a la sabiduría) en su carácter de comprobación de la realidad, a través de la
observación sistemática y empírica. Pero, nuestro tema de estudio será anterior al
inicio del uso de la razón.

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Aurelio Ruiz Sola, realiza una aproximación del tiempo y su lógica de uso de la
cosmogonía del tiempo antiguo de Grecia, manifestando:

Antes de la ciencia, la filosofía natural y las cosmogonías filosóficas


griegas nos ofrecen relatos de carácter mitopoético y alegórico acerca
del origen del mundo. Fueron transmitidos por escrito entre el siglo VIII y el
VI antes de nuestra era, cuando Grecia despertaba del sueño en que
había estado sumida durante la denominada edad oscura. Los autores
de estos primeros relatos cosmológicos suelen ser poetas, sabios de la
comunidad inspirados por las musas, taumaturgos, magos, adivinos,
teólogos, demiurgos. Todos ellos, con sus escritos de carácter
cosmológico y sus esfuerzos por sistematizar las genealogías divinas, para
encontrar en ellas un pasado glorioso al ser humano, abrieron el gran
horizonte del pensamiento racional a los autores que habrían de llegar
hasta nosotros con la denominación de filósofos presocráticos o primeros
pensadores racionales. (Ruiz, 1989, p. 609)

Desde una secuencia de la construcción histórica de la filosofía griega, debemos


tomar en cuenta que los pensadores presocráticos (antes de Sócrates), buscaron
dar respuesta a las grandes preguntas existencialistas, como una incisión profunda
del razonamiento, que luego convergerán en teorías, como lo menciona Ruiz:

Los pensadores prefilosóficos griegos trataban de buscar en el origen de


todas las cosas, en el pasado primordial, un principio o principios, la
explicación de su esencia, de la naturaleza de todo lo creado. Una
búsqueda inacabada que aún continúa. Hoy día se está trabajando en
una teoría unificada que encuentre la fórmula de la que “Dios se sirvió
para crear el mundo”, en palabras de Stephen Hawking. Una teoría que
fusionase la teoría de la relatividad de Einstein, teoría que describe los
fenómenos de la materia y de la gravedad, con la teoría de los
cuánticos, que describe el comportamiento de partículas elementales,
como átomos, electrones y quarks. En este arduo intento los científicos
han ido dando distintos modelos de universo. Modelos cosmológicos tan
complejos, como, a otro nivel, puedan parecernos los modelos de los
principios naturales de los filósofos jonios griegos y, antes, los de los
pensadores prefilosóficos, cuyo primer representante es Hesíodo, un
poeta inspirado. (Ruiz, 1989, p. 610)

Por otro lado, el pensamiento que se construyen los griegos, hacen una descripción
de la divinidad a través de los elementos vitales, Ruiz describe esa realidad:

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En los mitos cosmogónicos las realidades físicas naturales, como el agua,
el aire, la tierra, el cielo, el mar se transforman en poderes divinos, y serán
antropomorfizados o personalizados: Urano, el cielo, Gea, la tierra, Ponto,
el mar, antes de transformarse en puras abstracciones. No todos los
principios o elementos que aparecen en estos mitos sufren el mismo
proceso, así el Caos, o la materia, o poros, que no son considerados
dioses creadores sino fuerzas primigenias, pero, en general, las realidades
físicas que se citan en estos relatos cosmogónicos tienen un poder divino,
el poder demiúrgico (orfebre, artesano) de crear. (Ruiz, 1989, p. 610)

La acción de interpretar, llevará a la humanidad al sentido de conceptualizar,


dando a cada cosa un lugar, un proceso y una acción, dando pie a los principios y
verdades que la ciencia utilizará para demostrar lo absoluto de las cosas.

También se debe considerar, la interpretación del tiempo en la cosmogonía, porque


precede en la interpretación griega bajo los relatos hesiódico (pensamiento del
primer anuncio de justicia), el génesis del universo:

Sin entrar en tales cuestiones, en el relato hesiódico son tres las potencias
cuya génesis precede e introduce el proceso de organización
cosmogónica: Caos, Tierra y Amor. Hesíodo no nos dice cómo llegó a ser
el Caos …. El tiempo en las cosmogonías presocráticas qué surgió o, si
algo o nada existió antes. El Caos no es eterno, sino que nació, se produjo
(ejgevneto). Existen sobre este principio diferentes interpretaciones. Una
interpretación sería filosófica, otra épica, otra mito-poética, otra de
carácter etimológico. En el primer caso, representaría, bien el vacío o,
según los estoicos, un estado de confusión, mezcla indistinta de todos los
elementos constituyentes. Ambas representaciones son tachadas de
anacrónicas. En el segundo, se le hace equivalente a Aêr, bruma
húmeda y sombría, no compacta. No sirve tampoco. Hesíodo distingue
Aêr de Caos. Más próximos a las cualidades de Aêr son Erebos y Nyx, que
nacen de Caos, lo que indica que éste es anterior. La interpretación mito-
poética presenta una gran variedad. Si significa espacio entre el cielo y la
tierra, Hesíodo se habría adelantado, al nombrar el Caos al principio, a la
secuencia de su relato en el que Urano, el cielo, castrado por su hijo
Cronos, con una hoz, se separa para siempre de Gaia, la tierra. Luego, si
no existían cielo y tierra, ¿qué podría ser el espacio anterior a esa
separación?. Tampoco es necesario imaginarlo como un pozo sin fondo,
parecido al inmenso abismo que es el Tártaro, sino que bastaría
imaginárselo como algo opuesto y complementario de Gaia.
Etimológicamente, se le relaciona con el verbo griego que significa estar
abierto, bostezar, abrirse (chaskô). El hiato, que nace, antes que nada, no
tiene ni fondo ni cúspide: es ausencia de estabilidad, de forma, de
densidad, de consistencia. Como cavidad, no es tanto un lugar

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abstracto, el vacío, como un abismo, un torbellino que se hunde sin
dirección, ni orientación. Caos, en tanto que abertura, gran boca,
desemboca en aquello que, ligado a ella es también su contrario (Gaia,
base sólida) y, sin embargo, es el único poder con el que Gaia no se unirá
de ninguna forma. Caos será siempre una amenaza para ella. (Ruiz, 1989,
p. 614)

Para comprender mejor el relato hesiódico, extraemos un apartado, que cuenta el


inicio del todo:

Lo primero de todo existía el Abismo (Caos), luego la Tierra de ancho


regazo, morada sólida y eterna de todas las cosas, y Eros, el más hermoso
de todos los dioses inmortales, que de todo hombre y de todo dios afloja
los tendones y doma los propósitos prudentes del corazón. Del Abismo
surgieron las Tinieblas y la negra Noche, y de la noche brotaron la Luz y el
Día, hijos que ella concibió después de unirse amorosamente a las
Tinieblas. La Tierra produjo primero el Cielo estrellado, igual a ella misma
en extensión, para que la cubriera por todas partes. Produjo luego las
altas montañas, las plácidas moradas de los dioses, y dio también origen
a las aguas estériles, el mar con sus olas rugientes, y todo esto sin la pasión
del amor. Luego yació con el Cielo y dio a luz el Océano con sus aguas
profundas. Ceo y Crío e Hiperión y Yapeto; Tea y Rea y Temia [«ley»] y
Memoria; también Febe, coronada de oro, y Tetis amable. Al cabo de
todos éstos vino Cronos, el de pensamientos aviesos, el más joven y
audaz de sus hijos, que sintió odio hacia el padre que lo había
engendrado. (Eliade, 1981, p. 126)

La tradición griega antigua, recoge todo un relato poético sobre el cómo se inició
todo, cimentando así una comprensión de la interacción de los dioses, que generan
vida, desde sus atributos.

Para seguir atribuyendo el inicio de toda la existencia a través de la intervención de


los dioses, existe otro mito, que genera explicaciones de amores y necesidades en
los tiempos, en que, el dios necesita de otro. Ana María Shua, rescata este mito:

Antes que todas las cosas, en el comienzo de todos los comienzos, solo
existía el Caos infinito: la confusión y el desorden de lo que no tiene
nombre. Y del Caos surgió Gea, la Madre Tierra, enorme, hermosa y
temible. Como Gea se sentía muy sola, quiso tener un marido a su
medida. Pero ¿quién podía ser tan inmenso como para abrazar a la Tierra
entera? Ella misma creó, entonces, el Cielo Estrellado, que es tan grande
como la Tierra y todas las noches la cubre, extendiéndose sobre ella. Y lo
llamó Urano. Gea y Urano, es decir, la Tierra y el Cielo, tuvieron muchos
hijos. Primero nacieron doce Titanes, varones y mujeres. Después nacieron

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tres Cíclopes, gigantes con un solo ojo en medio de la frente. Los Cíclopes
fueron los dueños del Rayo, el Relámpago y el Trueno. Y finalmente
nacieron los tres Hecatónquiros, monstruos violentos de cincuenta
cabezas y cien brazos. Urano desconfiaba de sus hijos: temía que uno de
ellos lo despojara de su poder sobre el Universo. Y por eso no les permitía
ver la luz. Los mantenía encerrados en las oscuras profundidades de la
Tierra, es decir, en el vientre de su propia madre. Ese lugar oscuro y
terrible se llamaba el Tártaro. Gea, inmensa, pesada, no soportaba ya la
tremenda carga de tantos hijos aprisionados dentro de su cuerpo y sufría
también por ellos y por su triste destino. —Solo ustedes pueden ayudarme,
hijos míos —les rogó—. Con esta hoz mágica que yo misma fabriqué,
deben enfrentarse a Urano. ¡Ya es hora de que pague por sus maldades!
Pero los hijos, aunque eran enormes y poderosos, se sentían pequeños
frente a su padre, el inmenso Cielo Estrellado, y no se atrevían a asomarse
fuera de la Madre Tierra. Solo el joven Cronos, el menor de los Titanes, un
malvado de mente retorcida, estuvo dispuesto a ayudarla. Pero no fue
solo por amor a su madre, sino porque, tal como lo temía Urano,
planeaba quedarse con todo el poder. Una noche, cuando Urano, el
Cielo Estrellado, llegó trayendo consigo a la oscuridad, y cayó sobre la
Tierra, envolviéndola en su abrazo, su hijo Cronos le cortó los genitales
con la hoz que su madre le había entregado y los arrojó al mar. En ese
lugar, rodeada de espuma, nació la más hermosa de las deidades,
Afrodita 1 , la diosa de la belleza y el amor. —¡Maldito seas! —gritó Urano,
enloquecido de dolor—. ¡Yo te condeno a que uno de tus propios hijos te
destruya, como hiciste conmigo! Entretanto, Cronos le había prometido a
su madre liberar a todos sus hermanos de las profundidades del Tártaro,
donde estaban encadenados. Pero cuando vio a los Cíclopes y a los
Hecatónquiros, de aspecto tan aterrador, decidió que era mejor volver a
encadenar a esos monstruos. Solo los Titanes, los más parecidos a él,
quedaron libres y lo ayudaron a gobernar. Urano no murió, pero ya no
tenía el poder. Ahora era Cronos, el joven Titán de mente retorcida, el
que reinaba sobre el Universo.

Sin duda, esta aproximación magnífica de la intervención de dioses en la


creación del universo y todo lo que existe, provocó en la población griega
creencias, cultos y significaciones, que han generado en el tiempo actual,
dudas y preocupaciones, temas de estudio sobre el desarrollo del
pensamiento desde la religión. Para los estudiosos del tiempo pasado y
antiguo, es una información valiosa para investigar, generar una explicación
concreta de acercarnos a la verdad de la existencia del ser humano.

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3. MITOLOGÍA ESCANDINAVA

La mitología escandinava (norte de Europa, llamados países nórdicos, Dinamarca,


Noruega y Suecia) está relacionada a la religión, sus pueblos seguían tradiciones,
encerrando una meditación sobre la existencia del mundo y todo lo que contiene:

Con respecto a la religión, la mayoría de los pueblos meditan sobre el


pasado lejano y el distante futuro: cómo empezó este mundo y qué
había antes, cuáles son los límites del mundo y cómo están situados,
cómo se creó al hombre, rara vez el por qué, cómo llegará el mundo a su
fin y qué es lo que pasará después. Tales reflexiones son una potente
fuente de mitos y también es así en el caso de los nórdicos. (Mitología
Nordica, 1972, p. 153)

Para explicar el inicio o la creación, los escandinavos utilizan poemas “Völuspas”,


que emerge del contacto de la realidad:

Un buen lugar con el que empezar es con la parte más antigua del gran
poema éddico "Völuspá" (La Profecía de la Vidente). Ésta data
probablemente del año 1000, cuando Cristo empezaba a ejercer una
gran influencia en los asuntos nórdicos. Por ello, el poema, tal como lo
conocemos, puede mostrar la mitología nórdica influida por la cristiana.
Además, el texto del Codex Regius lo muestra en un estado ya mutilado.
Hay obvias lagunas en él y probablemente interpolaciones difícilmente
rastreables. (Mitología Nordica, 1972, p. 154)

Para profundizar más el legado poético de los escandinavos, “Völva”(vidente,


síbila) es una declaración ante Odin, realiza el relato tradicional entre los
hombres, mencionando el estado más primitivo del universo:

Fue en tiempos remotos,


cuando nada había,
ni arena ni mar ni frías olas,
ni tierra ni altos cielos,
sólo un gran vacío y nada crecía. (Völva)

Esta contemplación viene acompañada de un espacio y tiempo:

Así pues, cuando nada había y la oscuridad reinaba en todas partes,


existía un poderoso ser llamado Allfather (Padre de Todo), al que
imaginaban confusamente tanto no creado como no visto, y todo lo que
él deseaba era aprobado. Era una especie de ser invisible que había
existido desde siempre, y el cual contaba con once nombres más. En el
centro del espacio se encontraba, en el albor del tiempo, un gran abismo

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llamado Ginnungagap, la grieta de entre las grietas, la sima grandiosa,
cuya profundidad no alcanzaba a ver ningún ojo y que estaba cubierto
en una constante penumbra. (Mitología Nórdica, 1972, p. 155)

Para comprender los conceptos de espacio y agua en la mitología nórdica, ellos


realizan una descripción existencial del mundo, a través de una mirada a la
naturaleza, priorizando algo sustancial para la vida:

Al norte de este lugar se encontraba un espacio o mundo conocido


como Niflheim (el mundo de la niebla y la oscuridad) en el centro del
cual burbujeaba el inagotable manantial Hvergelmir (la caldera
hirviente), cuyas aguas abastecían doce grandes corrientes conocidas
como las Elivagar. Como las aguas de estas corrientes fluían velozmente
desde su origen hasta encontrarse con las frías ráfagas de la sima
grandiosa (Ginnungagap), se solidificaban pronto en enormes bloques
de hielo, que rodaban hacia las inconmensurables profundidades del
gran abismo con un continuo estruendo atronador. (Mitología Nórdica,
1972, p. 155)

Termina el relato, con un acercamiento a la fosa de la oscuridad, al reino de la


niebla, camino al fuego elemental.

Los nórdicos tienen una tradición muy fuerte en cuanto a sus mitos, porque conlleva
un encantamiento hacia lo divino, entregado a las consecuencias de sus actos, los
mismos que han sido llevados al cine. Esta recopilación del origen del mundo,
muestra la acción de los dioses, con acontecimientos que dibujan un manto de
mucha celebridad:

Al principio, érase el Frío y el Calor. El frío era Nifelheim, un mundo de


oscuridad, frío y niebla. El calor era Muspell, el mundo del eterno calor.
Entre estos dos mundos existía un gran vacío con el nombre de
Ginnungagup. En Ginnungagup surgió la vida al encontrarse el hielo de
Nifelheim y el fuego de Muspell. De este encuentro entre el frío y el calor
nacieron primero el ogro Ymer y después la gigante vaca llamada
Audumbla. Allí, en aquel vacío inmenso – flanqueado por luz y tinieblas –
yacía el origen de toda vida. Al encontrarse hielo y fuego, la nieve,
lentamente, empezó a derretirse y, moldeada por el frío, pero
despertando a la vida por el calor, surgió una extraña criatura, un
enorme ogro llamado Ymer, el gigante más grande que jamás haya
existido. Conforme el hielo se derretía, las gotas iban configurando otra
criatura. . . con ubres y cuernos: una vaca colosal llamada Audhumla.
Daba tanta leche, que el níveo líquido fluía de sus descomunales
pezones como ríos caudalosos. Así encontró sustento Ymer. ¿Y
Audhumla? La vaca, inmediatamente, empezó a lamer las salobres
piedras, cubiertas de escarcha, que yacían alrededor de ella y del
gigante. Y entonces sucedió algo extraño. De pronto, de una de las

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piedras, el enorme rumiante, lamiendo, sacó unos largos mechones de
pelo. Al día siguiente, de la misma piedra, surgió una cabeza y un rostro. Y
al tercer día, la vaca, finalmente, extrajo con sus lamidos un cuerpo
entero. . . Era un varón, alto y hermoso. Su llamaba Bure, y de él
descienden los dioses que llamamos asas. El gigante Ymer tuvo hijos
consigo mismo. Mientras dormía, empezó a sudar y, de pronto, surgieron
del sobaco izquierdo una criatura masculina y otra femenina. Y no
queriendo ser menos las piernas que los brazos, los pies copularon entre sí
y dieron a luz un hijo con seis cabezas. Ése fue el origen de los “gigantes
de escarcha”, a veces llamados troll u ogros, pero más conocidos como
yotes. Audumbla vivió lamiendo la escarcha en las rocas salobres, de
donde surgió poco a poco el primer hombre, Bure, y de él descienden los
dioses llamados ases. El hijo de Bure, de nombre Bor, se casó con la hija
de un yote, Bestla, y juntos tuvieron tres hijos dioses: Odín, Vile y Ve. Tal vez
las diversas criaturas lograran vivir en paz unas con otras durante
bastante tiempo. En cualquier caso, tuvieron descendencia común.
Odín – que más tarde se convertiría en el dios supremo – era vástago de
Bestla, hija de un yote, y de Bor, hijo de Bure. Los yotes, empero, fueron
aumentando en número y pronto el lugar se plagaría de esa raza.
Entonces, un día, Odín y sus hermanos – Vilje y Ve – se rebelaron contra
Ymer y su estirpe. Se entabló una feroz batalla, de la que salieron
victoriosos Odín y sus hermanos. Los dioses mataron al gigante, y una ola
de sangre se abatió sobre los enemigos de los asas, ahogándolos a
todos, a todos menos a dos. De esta pareja de yotes, que huyeron a
través de la niebla buscando refugio en el país de las brumas, provienen
todas las generaciones posteriores de “gigantes de escarcha” También
Audhumla, la primera vaca, seguramente sería arrastrada por las olas y
arrojada al precipicio, puesto que, desde aquel baño de sangre, nadie
ha vuelto a saber de ella. Los asas arrastraron el cadáver de Ymer hasta
el centro del inmenso vacío, Ginnungagap, y lo pusieron, a guisa de
tapadera, sobre el abismo. Entonces, sobre el cuerpo sin vida del gigante
crearon el mundo. La sangre de Ymer se transformó en mar; su carne, en
tierra. Los huesos del coloso se convirtieron en rocas y peñascos. Los
dientes y las astillas de hueso roto, en piedras y cantos rodados. El pelo se
transformó en árboles y hierba. Los dioses lanzaron al aire el cerebro de
Ymer, muy alto, creando las nubes. ¿Y el cielo? El cráneo del gigante fue
puesto como una bóveda que cubría todo lo creado. Luego, los dioses
tomaron chispas del ardiente Muspellsheim y las colgaron en el
firmamento, donde siguen brillando desde entonces; dentro de lo que
otrora fuera el cráneo de Ymer. . . Así se crearon las estrellas. Del cadáver
de Ymer salían arrastrándose pequeños gusanos, que se convirtieron en
los primeros enanos, moradores de grutas y cavernas del mundo
subterráneo. Los asas eligieron a cuatro de ellos para sostener la bóveda
celeste y vigilar los cuatro rincones del universo. Son los enanos llamados
Este, Oeste, Norte y Sur. Así fue como todo lo creado quedó imbuido de
sentido y propósito. (Eizaguirre, 2012, p. 4)

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Este relato esgruñe el actuar de los dioses, con relatos fantásticos, que viene de una
acción a otra, dejando de lado el porqué de la creación. Cada cosa de la
creación ha sido hecha, como consecuencia de la lucha y de la fuerza, como
resultado el aprovechar dicha circunstancia, para crear algo nuevo.

No podemos olvidar sus dioses, porque cada uno tiene una característica, una
acción, una fortaleza, como también una debilidad, es menester presentar a sus
dioses de los nórdicos:

Odín era el dios supremo. Dios de la sabiduría y de la magia, reinaba


sobre las demás asas. Su día es el miércoles (onsdag), mientras que el
viernes (fredag) lleva el nombre de su esposa Friga. El corcel de Odín,
Sleipnir, tenía ocho patas. Odín poseía también dos cuervos (Hugin y
Munin), que salían a volar por el mundo cada mañana para observar y
escuchar, regresando por la tarde para dar cuenta al dios de todo lo que
habían visto. La lanza de Odín, Gungne, nunca fallaba el blanco. De su
anillo, Draupne, goteaban, cada nueve noches, otros ocho anillos de
igual magnificencia. Odín tenía un solo ojo; de joven, había dejado el
otro en prenda al gigante Mime a cambio del derecho a beber del
delicioso manantial de la sabiduríar, que guardaba el gigante. (Más
tarde, Mime sería degollado, pero Odín halló el cráneo sangrante del
coloso y lo ungió con hierbas curativas. Al instante se abrieron los ojos y la
boca pudo articular palabras de nuevo. Desde entonces, la cabeza de
Mime ha sido uno de los mejores consejeros de Odín) Después de Odín, el
dios más poderoso era su hijo Thor. Su día es el jueves (torsdag). Fuerte e
impetuoso, siempre está dispuesto a plantar batalla a los yotes y troll. Aun
cuando Tyr (tirsdag, martes) tal vez sería algo más valiente, nadie en el
mundo entero eran tan fuerte como Thor. Y su martillo tonante, Miolnir,
era el arma más peligrosa en los cielos y en la tierra. Thor podía reducir o
aumentar su tamaño a su antojo, y cuando lo lanzaba, siempre daba en
el blanco y retornaba a sus manos. Adondequiera que fuese, su carro era
tirado por dos machos cabríos – Tanngjost y Tanngrisne – en lugar de
caballos. Los machos cabríos podían ser sacrificados al atardecer y, sin
embargo, resucitar a la mañana siguiente, si se tenía cuidado de no
romper ningún hueso al comer la carne, y si se recogían todos los huesos
y se metían en la piel del animal. El trueno era el sonido que hacía el
carro de Thor cuando rodaba por el cielo. (Eizaguirre, 2012, p. 8)

Tanto Odin como su hijo Thor, tienen cualidades poderosas, capaces de luchas
encarnizadamente, frente a cualquier oponente. Estas Cualidades son únicas,
porque influyen en el pensamiento de los habitantes nórdicos, tener esas
destrezas, capacidades que solo la mente humana puede alcanzar.

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4. MITOLOGÍA LATINA.

Para iniciar el estudio de la mitología latina o romana, precede su antigüedad


desglosada en dos partes, la primera antigua y ritualista, con grandes mitos en base
a la existencia de dioses, a quienes se les debe culto, para esto los romanos crearon
el Panteón. La segunda, enfocada desde la literatura, escritos que muestran a los
dioses en sus afanes de brindar al ser humano una tragedia o victoria frente al bien
y el mal.

La mitología latina o Romana, tiene una gran influencia de los griegos, que están
representados por los sofistas, sus representantes que convierten los mitos en
verdades de la creación del mundo y todo lo que existe. Así lo menciona Sara María
Fernández Magariño, en su trabajo de grado, tomando a Wilkinson y Philip:

El mundo clásico es el término que define la sofisticada civilización que se


inició en la Antigua Grecia y que los romanos asumieron y desarrollaron.
Los escritores griegos y romanos recopilaron un gran número de mitos,
relacionando las historias de sus dioses con todos los aspectos de la vida,
desde el clima y las cosechas a la fundación de las principales ciudades.
(Fernández, 2017, p. 10)

La adopción de los dioses, de parte de los romanos, desde la tradición griega,


genera una estructura entre el hombre mortal con el dios divino:

Gran parte de estos dioses y diosas adoptaban una forma humana y, al


igual que esta especie, poseían sentimientos como los celos, el amor o la
ira. Además, se representaban como personajes poderosos, por lo que,
tanto griegos como romanos, creían que tenían una gran influencia en su
vida. Por este motivo, estos personajes mitológicos eran adorados y
respetados por la población, quienes rendían culto a los mismo
prácticamente cada día de la semana. Es así, que podemos apreciar
cómo el origen de los términos que denominan a cada uno de los siete
días están relacionados con un dios o diosa. (Fernández, 2017, p. 10)

Bajo esta circunstancia de la existencia de dioses, cada dios juega un papel


importante dentro de la existencia del cosmos o el mundo, o de todo ser vivo, como
ejemplo, Venus, diosa del amor, Minerva diosa de la guerra, la artesanía y la
sabiduría, Jupiter principal dios romano. Así mismo, Apolo dios de la música,

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Neptuno dios de los mares o marte dios de la guerra, cada uno cumpliendo una
función en el Panteón de los dioses.

La importancia de los dioses para los romanos y griegos, estaba precedida del
poder y las tareas que expliquen el fenómeno, circunstancia para comprender el
género creativo o apocalíptico del momento, así lo manifiesta en su apartado
Fernández:

Siguiendo este hilo argumentativo, Wilkinson y Philip (2007:40) sostienen


que “los dioses eran tan importantes en Grecia y Roma que la mayor
parte de lo que se conserva de la época clásica está relacionada con su
mitología, como los templos, donde se adoraba a los dioses; los teatros,
donde se representaban obras en su honor; los altares, donde se
realizaban las ofrendas, y los objetos decorados con escenas mitológicas.
Tras la caída de Roma, en el siglo V d.C., la popularidad de los mitos
disminuyó. Durante el Renacimiento, en el siglo XV, en Europa se reavivó
el interés por ellos: los artistas volvieron a pintar sobre temas mitológicos y
los poetas clásicos se tradujeron a los idiomas europeos modernos”.
(Fernández, 2017, p. 10)

Tras estas luces sobre el poder y accionar de los dioses, la tradición Latina, cuenta
que:

El origen del universo según los romanos y su mitología comenzó con la


creación de tres elementos fundamentales: la Tierra, el Cielo y el Mar, que
al combinarse fueron llamados el Caos. Este génesis está asociado con
los principales personajes y dioses del mito romano, asegurando que
fueron los responsables de la formación del universo.

Cuenta la leyenda que Urano (dios del mar), al casarse con Gea (diosa
de la tierra), le asignó la tarea al Cielo de mantener a salvo al cosmos.
Tiempo después, los dos elementos o dioses se convirtieron en padres,
siendo Saturno el hijo mayor del matrimonio. Deseoso de poder, el
primogénito enfrentó y derrotó a Urano para coronarse como dios de los
dioses. Saturno al verse poderoso, desposó a Rea, una semidiosa (no
descendiente de humanos), de esa unión nacieron tres hijos, pero sólo
uno quedó con vida.

El sobreviviente se llamó Júpiter, su madre se encargó de protegerlo


porque descubrió que los dos primeros hijos habían sido devorados por
Saturno por temor a ser destronado. La semidiosa pidió ayuda a sus
sacerdotes guerreros para que se encargarán de mantener a salvo a su
heredero.

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Posterior a ello, Júpiter en su etapa de adulto, se enteró de todo el
acontecimiento familiar, el suceso lo motivó a batallar contra su padre
durante diez años y terminó transformándose en el nuevo dios. Saturno no
murió, sin embargo, fue desterrado y ubicado en el lacio donde enseñó
agricultura a los hombres. (Cajal, 2019)

Esta leyenda de la creación a partir de los dioses, lleva a los romanos como cultura,
ritos y cultos religiosos impregnados de poder, mirada situada en los espacios de
ceremonias brutales y sosegadas por la avaricia, que domina al pueblo que
ciegamente acepta toda clase de imaginarios de los Emperadores, con el solo
hecho de dominar su pensamiento de guerra.

No podemos obviar los dioses del Panteón Romano, que su existencia fortalecía el
crecimiento, su poderío y riqueza. Las invasiones romanas por su gran ejército, lo
atribuían a sus dioses, así lo entiende Fernández:

La importancia de los dioses y diosas romanas incrementó a medida que


Roma crecía en cuanto a riqueza y poder. Numerosas deidades que
habían sido adoradas por las familias y las pequeñas comunidades
agrarias en tiempos pasados se convirtieron en los dioses y diosas de las
ciudades, quienes posteriormente llegaron a ser divinidades de todo el
Estado romano. Las principales diosas del Estado romano eran Diana,
Juno, Venus y Minerva, mientras que los dioses más importantes eran
Marte, Júpiter, Mercurio, Vulcano, Apolo, Neptuno, Plutón y Baco. Entre
las divinidades menores, en cambio, podemos mencionar a las diosas
Deméter, Perséfone y Ops e incluso al héroe Hércules. (Fernández, 2017,
p. 14)

Esta importancia de los dioses, fue el mismo imperio que construía los grandes
templos en honor a sus deidades, dándolo una connotación tan profunda, que era
pecado no venerarlas o endiosarlas:

De acuerdo con Kerry Usher (1984:20), “el Estado proveía templos,


sacerdotes y ritos especiales para honrar a estas divinidades, dejando al
ciudadano corriente escasa participación en el culto oficial. Los templos
eran edificios majestuosos y elegantes, en cuyo interior había una gran
estatua del dios o diosa a quien se dedicaba el lugar. Muchas
ceremonias, a cargo de los sacerdotes, solían celebrarse fuera de los
templos, en altares a propósito.” (Fernández, 2017, p. 14)

Para comprender la tarea del dios, Fernández hace una descripción de uno
de los dioses, el dios supremo de esta manera:

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Júpiter es el dios supremo de la religión romana. Todo procedía de
él, tanto el bien como el mal, incluso el destino. Traía la luz, siendo el
causante tanto del amanecer como del brillo lunar. Además,
controlaba los cambios del tiempo atmosférico, enviando el trueno
y el rayo o la lluvia vivificante. Sus símbolos eran el águila y el rayo,
los cuales se plasmaban en los estandartes que portaban las
legiones romanas. En los tiempos antiguos, de acuerdo con Kerry
Usher (1984:20) “se creyó que ciertas piedras provenían del rayo o la
centella, y se las relacionó con Júpiter en tanto que dios del trueno.
En Roma, determinada piedra (llamada piedra de la lluvia) se
utilizaba en una festividad especial en honor de Júpiter, en la que se
le invocaba como dios de la lluvia y se le pedía que hiciese llover.
Las piedras se usaban también al hacer una promesa solemne o al
celebrar un tratado, porque Júpiter era el dios de los juramentos y
miraba por la verdad y la justicia. De aquí que las leyes de las
naciones, y en partículas las de Roma, se considerasen puestas bajo
su especial protección. Se le creía, además, patrono y señor de
todo cuanto fuese romano y defensor del pueblo”. (Fernández,
2017, p. 15)

Este espacio de veneración o idolatría extrema, creyendo en los dioses toda clase
de poderes, llevaron a los romanos a una estructuración divina, fuertemente
arraigada en los emperadores, senadores, soldados romanos y la clase alta de la
época, dejando al descubierto las diferencias entre los nobles y los esclavos. Esta
aproximación de dos realidades, ha hecho que surjan grandes guerras entre los
mismos romanos y por consecuencia su decaimiento en décadas posteriores.

“La creación del mundo no ocurrió al principio de los tiempos,


ocurre todos los días”

Marcel Proust

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BIBLIOGRAFÍA

ELIADE, MIRCEA. (1967), Historia de las creencias y de las ideas religiosas IV, Nueva
York. Ed. Haper & Row.

FERNANDEZ, M. SARA MARÍA, (2017), La mitología Romana, una revisión


bibliográfica y propuesta de intervención. Trabajo de grado, Universidad de
Sevilla.

RUIZ, SOLA AURELIA, (2003), Religión y Mitología, Apuntes sobre los primeros relatos
cosmogónicos griegos. Dialnet

SHUA, ANA MARIA, (2011), Dioses y héroes de la mitología griega. Buenos Aires,
Argentina. Ed. Alfaguara, S.A.

Cajal, A (2019). El origen del universo según los romanos. Lifeder.


Recuperado de https://www.lifeder.com/origen-universo-romanos/.

EIZAGUIRRE, Imanol. (2012). Mitología Documentatión. Barcelona, España.


https://docplayer.es/19071622-Mitologia-documentation.html

MITOLOGÍA NORDICA (1978), Historia y cronología, religión.

https://www.lifeder.com/origen-universo-romanos/

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