La Matriz Zodiacal - Eugenio Carutti
La Matriz Zodiacal - Eugenio Carutti
La Matriz Zodiacal - Eugenio Carutti
A mi juicio, la gran dificultad para aprender astrología está dada por la presencia
hegemónica —en todos nosotros— del pensamiento lineal, que procesa secuencialmente en
términos de causalidad unidireccional.
Podríamos preguntarnos ¿de dónde surge este nivel de la mente? Sintéticamente: de la
identificación con la forma. Identificación con la forma del que piensa y se concibe a sí mismo
como sujeto, como forma separada de todas las demás. Y recorte de las formas del mundo,
abstraídas del contexto en el que aparecen y de las secuencias recurrentes —ciclos— en las que
se manifiestan.
Esta identificación con el recorte, hace que consideremos relevantes proposiciones que son
en sí mismas absurdas, del tipo: el humano es superior al oxígeno, cuando en realidad no hay
tal ser humano escindido del oxígeno. Viviente y oxigeno son una estructura. Pero nuestra
mente concreta se siente insegura en el mundo de los contextos, estructuras, patrones y
matrices, y busca aferrarse a la existencia de las formas separadas y las relaciones lineales,
aunque estas sean ilusorias.
Un ejemplo muy visible de nuestra incapacidad de ver una estructura en despliegue
secuencial —es decir, la manera como una entidad se manifiesta a través de una serie de formas
diferentes— es la estructura gusano-crisálida-mariposa. No tenemos una palabra para designar
eso que se metamorfosea. A la gran mayoría de las personas que ve una "horrible gata peluda",
no le es inmediatamente evidente que se trata de la misma mariposa que admirará algún tiempo
después. Esta limitación del lenguaje, me parece decisiva cuando se trata de aprender
astrología.
Desde el Zodíaco, nosotros sabemos que la energía se manifiesta en una serie de fases que
implican formas discernibles. Estas son vehiculizaciones —por no decir encarnaciones— de un
proceso único y, por lo tanto, están intrínsecamente ligadas unas a otras. Es fundamental para
nosotros la claridad sobre esto, tanto de su realidad, como de nuestra dificultad para registrarla.
Por eso me interesa que seamos capaces de ver el Zodíaco como un patrón energético
global y poder comprender cada uno de sus espacio/ fases —aquello que llamamos signos—
como mutuamente implicados, como en todo mandala.
El segundo punto relevante es poder tener presente en la conciencia que la matriz zodiacal
es creadora —o, si se quiere ser más cauto, significadora— de diferentes niveles de realidad.
Esto abarca desde cualidades muy abstractas hasta densificaciones concretas isomorfas entre sí;
o sea, realidades que obedecen al mismo patrón, en distintos niveles de sustancia.
En este sentido, tenemos que hacer un esfuerzo en nuestra época, un tanto resistente a los
viejos sistemas de correspondencias, para no reducir la astrología al mundo del psiquismo. Lo
humano es sólo un nivel particular de manifestación —o significación— astrológica.
El Zodíaco es un sistema vibratorio —por usar una metáfora energética— en el cual cada
una de sus zonas, como si fueran los trastes de las cuerdas de una guitarra circular, vibra de una
manera específica. Al vibrar, cada uno en su nota, materializa formas ligadas a esa cualidad
particular. Dentro de estas, la forma humana y sus características psicológicas inherentes, el
modo como toma forma la conciencia en el hombre, es sólo un caso más. Cáncer, por ejemplo,
es matriz significadora —o proporción creadora, según como queramos mirarlo— de cuevas,
huevos, úteros, casas o personas cálidas y maternales. Escorpio lo es para pantanos, venenos,
excreciones, psiquiatras o todo tipo de curadores. Y así...
Empequeñecer la astrología a lo humano es, a mi juicio, una tendencia muy peligrosa que
creo surge de querer eludir, en forma inconsciente, el misterio del entramado cósmico que la
astrología nos propone.
Esto tiene que ser recordado continuamente, porque es el punto que la astrología más
moderna tiende a oscurecer, así como la clásica velaba otros.
Exacto. El aparecer de lo más amorfo o puro impulso creativo inicial —lo masculino— es
sincrónico a la existencia de la articulación de todos los demás pulsos, la matriz ordenadora —
lo femenino. Diríamos: el saber acerca de esto sucederá recién cuando se haya manifestado
Virgo en la secuencia temporal: pero su presencia creativa está desde el principio. No se los
puede concebir el uno sin el otro. Los signos no son sumas de características casualmente
ubicadas unas al lado de otras, sino diferenciaciones coherentes de una misma entidad: el
Zodíaco.
No es posible avanzar en su análisis sin comprender este punto de partida. El resto de los
signos serán las consecuencias lógicas de lo anterior y no descripciones de otras
manifestaciones.
Otro ámbito donde podemos visualizar la presencia de la totalidad de la estructura en el
mismo momento que se manifiesta el primer aspecto de la misma, es la música. En ella, todo
empieza con el do, en el sentido en que las notas pueden ser doce o siete tonos con fracciona-
mientos en semitonos, y luego cuartos de tono y microtonos; pero "dado el do... toda la
música". En el primer sonido están presentes todos los demás. Incluso la música hindú, que es
mucho más sutil, también arranca por un sonido que es el do (Sa). El do ya tiene implicados
todos los tonos y semitonos, y todos los acordes y contrapuntos que se deseen generar se
despliegan en el hecho de que este existe. Dado esto, dependerá de la madurez de la
sensibilidad, la distinta apreciación de estos juegos vibratorios que ya están prefijados desde el
do, y que a su vez lo determinan.