Molina y Vedia, Julio
Molina y Vedia, Julio
Molina y Vedia, Julio
alternativo en la Argentina del siglo XX, Tomo II, Hugo Biagini, Arturo Roig, directores, Ed.
Biblos, 2006. ISBN 950-786-507-1
1
Weinberg, Felix, Dos utopías argentinas, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1976.
2
Tarcus, Horacio, tesis doctoral, inédita.
1889 en París, son algunos ejemplos de las parciales y ordenadas utopías oligárquicas.
Como contrapartida resaltan los relatos libertarios y socialistas que no son tantos quizás
porque al interior de esas expresiones se sospechaba de todo futurismo. En el
socialismo, valía la advertencia de Engels para quien la ciencia vino a superar los
devaneos juveniles del socialismo utópico. Dentro del anarquismo la condena no era tan
unánime pero, en general, la proyección excesiva fue practicada con cautela. Más allá
de suspicacias y detractores se editó BsAs en el 1950, bajo el régimen socialista (1908),
único libro de Julio Dittrich quien muere exactamente el año de su profecía. A su vez,
Pierre Quiroule (Joaquín Alejo Falconnet) insiste con un nuevo relato novelado La
ciudad anarquista americana (1914) y, más tarde, En la soñada tierra del ideal (1924).
Si la intención principal de este trabajo fuera hacer un recorrido exhaustivo de
una posible tradición argentina sería indispensable rastrear el trazo de la utopías en la
literatura. Sin embargo, nos desviaría del objetivo mucho más acotado de inscribir en
ese linaje la extemporánea utopía de Julio Molina y Vedia. Tardía respecto a la
producción local y anacrónica en relación a los textos de posguerra, propensos a
distopías y antiutopías, La Nueva Argentina (1929-1931) es ante todo una invitación
tenaz.
I. La Nueva Argentina
Nieto del General de Vedia –aquel del Chaco- emparentado con Mitre, amigo de
los padres de Borges, de Xul Solar y de Macedonio Fernández, Julio Molina y Vedia
(1874-1973) merecería varias páginas de presentación. Afortunadamente su nieto Juan,
siempre muy generoso para compartir los recuerdos y el archivo de su abuelo, planea un
trabajo biográfico que ya por aire de familia se prevee insustituible. Mientras tanto, de
esa generosidad provienen la mayoría de los datos sueltos que interesan aquí para
acompañar la lectura de La Nueva Argentina. Por ejemplo, Julio obtuvo como
arquitecto la matrícula número treinta pero a fines de los años veinte había decidido
abandonar el ejercicio de la profesión en parte por considerar inadecuado seguir
colaborando con la construcción de un mundo ya condenado.3 De allí en más reforzará
su compromiso con la realización de un orden mejor que lo llevó a formar parte de ese
emprendimiento casi legendario con José Ingegnieros y Macedonio Fernández
3
Molina y Vedia, Juan, La arquitectura en medio de un incendio. Entrevista, “Ojo Mocho”, nro. 6,
invierno de 1995, pp. 7-32.
supuestamente decididos a fundar una colonia anarquista en el Paraguay de fines del
siglo XIX.4
Sintetizar su obra es casi tan arduo como armar su biografía. Por el recorte que
aquí se hace, interesa constatar que las reflexiones de Hacia la vida intensa, la poética
de Señales, la pedagogía de sus folletos caseros, la prolijidad de sus apuntes inéditos, la
profusión de su epistolario, las traducciones de Edward Carpenter y hasta sus dibujos
comparten algo más que el autor. Son como esos sueños recurrentes que asaltan en
distintos momentos de la vida para significar lo mismo pero en diversas escenas. El
sentido intenso de sus escritos y la intensidad con que los escribe y difunde responden a
la certeza conmovedora de un mundo en caída y otro en pleno advenimiento. Y no es
una simple continuidad temática sino la certidumbre esperanzada que les da origen para
decir que el mundo nuevo precisa de ciertas almas y de su fe.
Demasiado radical para el socialismo, crítico inapelable de la democratización
arbitraria, pacificista rotundo, amigable individualista y firme desobediente civil,
Molina y Vedia enrarece las clasificaciones. Lo mismo produce sobre las cronologías
con las múltiples apariciones de su insistente utopía. Para caratularlo como anarquista es
fácil recurrir a su espíritu libertario y a su entrega conmovedora, más aún, basta con
encontrarlo desde joven colaborando en La Protesta Humana y otras publicaciones
ácratas. Sin embargo, su combinación de individualismo y vocación organizativa – en
general dos corrientes dispares del anarquismo- complica su pertenencia. Tal vez
corresponda recordarlo como una suerte de librepensador, más aislado por su
originalidad que por su voluntad, aunque del anarquismo le brillen la furia por toda
opresión, el humanismo rabioso y el inalterable compromiso.
Cuando el gobierno es particularmente injusto, estará justificado que se le resista por los
medios más extremados. Pero siempre, los procedimientos radicales hay que guardarlos
para las grandes ocasiones. Hay siete modos, que por orden de gravedad serían: 1° la
renuncia de títulos y puestos honoríficos; 2° la renuncia a empleos en reparticiones del
Estado; 3° el no participar en ceremonias oficiales; 4° la resolución de todos los litigios
por arbitraje privado; 5° el boycot a las escuelas por los padres; 6° la resistencia al pago
de impuestos; 7° la desobediencia a leyes. El empleo de los modos más graves, supone
razonablemente alguna preparación para la insurrección armada5.
4
Para el encuentro de Molina y Vedia y Macedonio Fernández ver: González, Horacio, El filósofo
cesante. Gracia y desdicha en Macedonio Fernández, Buenos Aires, Atuel, 1995 y Abós, Álvaro,
Macedonio Fernández. La biografía imposible, Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
5
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina, Buenos Aires, edición de autor, 1929.
Si quisiéramos rápidamente calificarlo de utopista y glosar sin más el contenido
de su libro, enfrentaríamos su propia prevención:
Sin embargo, hacia fines de los años veinte decide publicar La Nueva Argentina
impulsado por la necesidad de reunir adeptos. Recordemos a Fourier esperando en su
habitación cada mediodía, luego de hacer público el llamado al potentado que invertiría
en los falansterios. Repasemos el convocante prólogo de Cabet a su Viaje a Icaria o,
más activo, Rossi dejando su enclenque colonia anarquista en Brasil para iniciar una
campaña de reclutamiento entre los obreros italianos.
Aunque La Nueva Argentina no responda al típico relato novelado, Molina y
Vedia hace el mismo esfuerzo publicitario y escribe toda la organización que ha soñado.
Al detalle y con cierta ingenuidad, como buen utopista. Confiado igual que ellos en la
razón y en la pedagogía, seguro de que las leyes pueden ser perfectamente racionales,
los lazos sociales transparentes y el trabajo desconocer la explotación.
6
Molina y Vedia, Julio, Hacia la vida intensa, (sociología subjetiva), Buenos Aires , Tonini, 1904, p.81.
7
Idem, p .27.
una tendencia antes que un programa, indica a su lector contactar a dos amigos y, a
solas para que actúe la sugestión, leer con cada uno determinados pasajes del primer
tomo que inspiran la acción. Después, tres triadas deberían reunirse y elegir un
presidente para formar un núcleo de primer grado normal y estos reunirse y así
sucesivamente.
En esa lábil estructura amistosa se cifra el impulso y la creación de La Nueva
Argentina y por eso su autor se dedicó pacientemente a la convocatoria, tanto que de los
años sesenta han quedado folletos que con el título Invitación a los amigos propone
lecturas y veladas de conversación. Don Julio pasó su larga vida buscando y llamando al
encuentro de las almas afines:
Será conveniente que vayamos clasificando la población, por ejemplo, en dos mitades, y
de éstas la mitad positiva en cinco categorías, de la núm. 1 a la num. 5, según el
desarrollo del alma humana en ellas, cada categoría supuestamente diez veces menos
numerosa que la que le precede y dividida en grupos, según sexo, edad, oficio, clase
social, etc., de modo que para cada grupo y especie de individuos sepamos con qué
pensamientos y a qué tareas y con cuáles incentivos podríamos aproximarlos, con
paciencia y simpatía, eficazmente9.
8
Idem, p.56 e “Invitación a los amigos”, Buenos Aires, edición del autor, 1960.
9
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina, Buenos Aires, edición de autor, 1929, p. 73.
[…]de lo contrario, y es lo seguro, el porvenir es de los partidos subversivos10.
10
Molina y Vedia, Julio, Hacia la vida intensa, (sociología subjetiva), Buenos Aires , Tonini, 1904, p.81.
deseo sagrado de ser madres y el placer por gobernar bien la casa para tener satisfechos
a todos sus miembros. La otra trampa es la del amor cortés de los relatos novelados,
muchos de ellos incluyen romances o escenas amorosas entre el visitante y una nativa
que se muestra arrobada y dispuesta a la más conservadora vida familiar como la
aniñada Edith de Bellamy o la saludable Arowhena de Butler.
En este aspecto, Molina y Vedia parte de su presente con una aseveración
polémica:
Vemos con ira concentrada, con una indignación que ha de llevarnos de un modo ú otro á
solucionar el problema, que cada día hay menos mujeres. La estupidez del hombre ha
hecho de ellas la muñeca de salón, la mujer hacendosa y la prostituta: tres seres a cual
más vil y deforme11.
Llegará el día en que estas mujeres serán buscadas. A ello invito. Yo las llamo12.
11
Idem, p.54.
12
Molina y Vedia, Julio, Mujeres, hoja suelta mecanografiada con fecha junio de 1920.
Interesante sería saber qué habrá escrito a la redacción del periódico comunista
anárquico “La Voz de la Mujer” para que sus editoras respondieran algo impacientes:
El edificio y oficinas, no son suntuosos: su comodidad y decoro son tan discretos como
humilde y necesitada de excusas es la función de un Banco14.
Como en casi toda utopía, el dinero no existe o tiene un mínimo interés para los
habitantes de la Granja quienes, dedicados a la producción de la tierra y a la vida frugal,
desprecian la usura y hasta el alquiler. Molina y Vedia propone así una revolución
agraria inédita con una vuelta a la tierra y al “trabajo amoroso” por el cual no importa la
renta diferencial sino la alegría con que se cultive y la feliz distribución de los amigos
en los campos.
IV. Escuelas
En sus preocupaciones pedagógicas Molina y Vedia resulta un anarquista cabal:
el Estado educador es el enemigo a combatir. Según su opinión, por medio del
13
Correspondencia, “La voz de la mujer. Periódico comunista-anárquico”, Año I, nro. 4, Buenos
Aires, 27 de marzo de 1896 y Bacci, Claudia y Fernández Cordero, Laura, Las feroces de lengua y
pluma: política, sexualidad y escritura en el anarquismo. (artículo en prensa).
Ministerio de Instrucción Pública se anula e idiotiza lo mejor de los espíritus y se
condena a los niños al peor acostumbramiento.
Las escuelas del Estado […] tienen, sí, una tarea que honestamente cumplen, la de
suministrar súbditos dóciles al gobierno, y contribuyentes mansos del fisco […]15.
14
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina, Buenos Aires, edición de autor, 1929, p.30.
encuentro. Le preocupa menos el cambio que la construcción de la sociedad futura; una
tarea inspiradora e inmensa que se traduce en su prosa con un acento profético.
Hay sólo dos cosas que pueden poner límite a esta sed de oro y de poder: la catástrofe ya
conocida en Rusia, o un renacimiento espiritual16.
VII. Simplificaciones
En parte, el alejamiento de la naturaleza y la pérdida del sentido de comunidad
provendrían de la complejización innecesaria. Los muebles, alimentos, labores,
vestidos, en fin, todas las minucias de la vida cotidiana constituyen un tópico central del
pensamiento utópico. Quizás sea esa otra molestia de la izquierda tradicional que
prefiere preguntarse por los grandes acontecimientos. El utopista puede ser exasperante
en su descripción de nimiedades pero detrás del simple hecho de pergeñar pasajes
calefaccionados a lo Fourier, casas de vidrio como Quiroule o un paraguas generalizado
sobre el Boston de Bellamy, se esconde la esquiva pregunta por la subjetividad en el
orden futuro.
Las tentativas que hagamos, a veces, aisladas y otras veces combinadas, serán sobre todo
valiosas –más que por su resultado práctico- como expresión y crecimiento de una gran
tendencia, la que nos hace traer al primer plano la propia intimidad, y no creer que tales
otras cosas externas son más importantes17.
Tenemos que vencer el fetiquismo [sic] tan difundido y arraigado, la creencia en la fuerza
de los hechos, demostrando (también con hechos) que los hechos no son nada por sí
mismos, que su realidad es la de los sentimientos que ellos contienen18.
15
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina. Libro Segundo, Buenos Aires, edición de autor, 1931, p.37.
16
Idem, p.44.
17
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina, Buenos Aires, edición de autor, 1929, p. 58.
18
Idem, p. 58.
la actividad industrial y comercial pero, al mismo tiempo, ambiciona que las granjas de
La Nueva Argentina crecen hasta producir transatlánticos y dirigibles.
IX. Política
Aquella denuncia de Marx y Engels acerca del desprecio de la acción política
por parte del socialismo utópico no cabría a Molina y Vedia. Al menos si entendemos
su convocatoria constante como una forma original de la política. Él mismo la define
como una de las Bellas Artes completamente alejada de los chanchullos electorales y las
gestiones de los ministerios. La suya es una política de la acción perseverante orientada
a redefinir juntos los ideales de justicia y bien común. Su inspiración no es la de la
razón sino la del sentimiento. No casualmente es este el apartado más impregnado de
religiosidad con una recuperación apasionada de Jesús y de la promesa del cristianismo.
Para Molina y Vedia es un estado vital íntimo el que impulsa la política y en ella la
imaginación, como fuerza poderosa, es capaz de crear la realidad soñada. Por eso la
buena revolución parte de lo espiritual y precisa de misioneros pacientes y silenciosos
como monjes que, inspirados en Lao-tsé y en Confucio, no se apoyan en declaraciones
ni en cartelerías. Seguro de la superioridad de su mensaje de salvación, Molina y Vedia
listaba posibles amigos y futuras triadas que trabajarían por la perfección del alma, es
decir, por el Reino de Dios que es la versión trascendente de La Nueva Argentina.
La Ciudad de los Amigos
Fruto de un irreductible individualismo La Nueva Argentina es ante todo una
utopía de la subjetividad basada en la admiración del individuo como fuente de
renovación espiritual y creación.
La inmensa dificultad, cuyo vencimiento sería triunfo en toda la línea, es que cada uno
mire en otro a su amigo: mirar como amigo a otro, querer ver aquello que nos une a él,
más bien que mirar lo que de él nos aparta20.
[…] y cuando así lo sentimos, las circunstancias nos parecen siempre favorables para
ejecutar lo hermoso21.
19
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina, Buenos Aires, edición de autor, 1929, p. 43.
20
Idem, p. 10.
21
Molina y Vedia, Julio, La Nueva Argentina. Libro Segundo, Buenos Aires, edición de autor, 1931, p.69.
Bibliografía y fuentes citadas
ABAD DE SANTILLÁN, Diego, El movimiento anarquista en la Argentina desde
sus comienzos hasta 1910, Buenos Aires, Argonauta, 1930.
ABÓS, Álvaro, Macedonio Fernández. La biografía imposible, Buenos Aires, Sudamericana,
2002.
BACCI, Claudia y FERNÁNDEZ CORDERO, Laura, Las feroces de lengua y pluma:
política, sexualidad y escritura en el anarquismo, (artículo en prensa).
BELLAMY, Edward, Cien años después o El año 2000, Buenos Aires, Librería Hachette,
1941.
BUTLER, Samuel, Erewhon, un mundo sin máquinas, Ediciones Abraxas, 1999.
CABET, Étienne, Viaje a Icaria, Barcelona, Ediciones Orbis, 1985.
CAMPANELLA, Tommaso, La ciudad del Sol, Ediciones Abraxas, 1999.
ECHEVERRÍA, Esteban, Obras completas, Buenos Aires, Ediciones Zamora, 1951.
FEIJOÓ, María del Carmen, (edit.), La voz de la mujer. Periódico comunista-anárquico,
1896-1897, Buenos Aires, UNQ, 1997.
FERNÁNDEZ CORDERO, Laura, Una utopía amorosa en Colonia Cecilia, “Políticas de la
Memoria” nro. 5, Buenos Aires, 2004.
FOURIER, Charles, El falansterio, Buenos Aires, Editorial intermundo, 1946 y
La armonía pasional del nuevo mundo. Fragmentos, Madrid, Taurus, 1973.
GÓMEZ TOVAR, L..R y VAZQUEZ GUTIÉRREZ, Silvia (comps.): Utopías Libertarias
Americanas. La ciudad anarquista americana de Pierre Quiroule y Utopías Libertarias.
Esbozo de Historia de las Utopías de Max Nettlau, Madrid, Tuero, 1991.
GONZÁLEZ, Horacio, El filósofo cesante. Gracia y desdicha en Macedonio Fernández,
Buenos Aires, Atuel, 1995.
MOLINA Y VEDIA, Juan, La arquitectura en medio de un incendio. Entrevista, “Ojo
Mocho”, nro. 6, invierno de 1995.
MOLINA Y VEDIA, Julio, La Nueva Argentina, Buenos Aires, edición de autor, 1929.
- La Nueva Argentina. Libro Segundo, Buenos Aires, edición de autor, 1931.
- Hacia la vida intensa, (sociología subjetiva), Buenos Aires, Tonini, 1904.
- “Invitación a los amigos”, Buenos Aires, edición del autor, 1960.
- Señales, Buenos Aires, edición del autor, 1929.
MORRIS, William, Noticias de ninguna parte, Ediciones Abraxas, 2000.
TARCUS, Horacio, tesis doctoral, inédita.
TROUSSON, Raymond: Historia de la literatura utópica. Viajes a países inexistentes,
Barcelona, Península, 1995.
WEINBERG, Felix, Dos utopías argentinas, Buenos.Aires, Solar-Hachette, 1976.