Oficio Del Bautismo y Crismacion
Oficio Del Bautismo y Crismacion
Oficio Del Bautismo y Crismacion
DEL BAUTISMO Y
CRISMACIÓN
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Notas Complementarias
Sobre la inmersión en el agua
El bautismo de los niños expresa el deseo ferviente de los padres de que sus hijos reciban con
prontitud la gracia de Cristo. Una vez recibido el bautismo, el niño crece en el ámbito de la
Iglesia. Para el, la Iglesia es su casa, su propio elemento.
En las escrituras los apóstoles, frecuentemente mencionan el bautismo de familias enteras (los
habitantes de Lidda, la casa del guardián de la celda, la familia de Estéfanas, 1 Cor. 1-16). En
ninguna cita se habla de que los niños no se deben bautizar. Los Padres de la Iglesia en sus
enseñanzas a los fieles, insisten en el bautismo de los niños. San Gregorio el Teólogo,
dirigiéndose a las madres cristianas, dice: "Tu tienes una criatura? No dejes que el tiempo
aumente el daño; Que sea iluminado desde su infancia y que desde su juventud sea consagrado
al Espíritu. Tu temes al "sello" por la debilidad de tu naturaleza como una madre atemorizada
y de poca fe? Pero Ana prometió a Dios que le consagraría a Samuel antes de que el naciera. Al
poco tiempo Samuel nació, y ella lo dedicó y educó para el sacerdocio, sin temer a las
debilidades humanas y con fe en Dios. Es imprescindible que las personas que traen a los niños
para ser bautizados sean responsables de su educación en la fe y virtudes cristianas. Sobre
estas enseñanzas podemos leer, por ejemplo, en "la Jerarquía de la Iglesia" de San Dionisio
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Areopagita , autor siempre altamente estimado por la Iglesia: "Era voluntad de nuestros
Divinos instructores que los niños reciban el bautismo con la santa condición de que los padres
confíen a sus hijos a educadores que sean personas fieles y que instruyan en la fe cristiana y
que, después, se preocupen de los niños como guardianes y padres designados del Cielo para
guiarlos a la eterna salvación. La persona que promete guiar al niño por una vida virtuosa, es
la misma que el sacerdote obliga antes del bautismo a pronunciar el renunciamiento y la
sagrada confesión de la fe.
El bautismo no se repite
El décimo artículo del símbolo de la Fe dice: "Confieso un solo bautismo para la remisión de los
pecados." Esto significa que si el bautismo es un nacimiento espiritual, y fue realizado
correctamente mediante la triple inmersión en el agua en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, entonces no puede ser repetido. Por esto, cuando la Iglesia recibe en su seno a
los herejes sin repetir el bautismo lo hace con el sacramento de la crismación, siempre que
hayan sido bautizados como ordenan el Evangelio y la Iglesia antigua. Los fieles Ortodoxos
renuevan su bautismo por medio del arrepentimiento, con la confesión y la comunión de los
Santos Misterios del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. Pero si existiera alguna
duda acerca de si el Sacramento ha sido anteriormente realizado o no, la fórmula "si ha sido
ya bautizado" debe ser interpolada.
De los Padrinos
Los padrinos son los padres espirituales del recién bautizado, sea esta adulto o niño. Son los
encargados de preocuparse por el desarrollo espiritual de sus ahijados, rezar por ellos,
ayudarlos con un consejo o en los hechos durante los momentos difíciles en la vida. En una
palabra ser padrino no solo significa un honor, es también una responsabilidad. Durante el
bautismo es suficiente tener un solo padrino aunque generalmente son dos, un padrino y una
madrina. Los padrinos deben ser ortodoxos, piadosos y gente dedicada a la Iglesia para que
puedan influir correctamente sobre sus ahijados. Generalmente uno de los padrinos procura
conseguir una Cruz que el recién bautizado llevará sobre su pecho.
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Las Oraciones para
El Primer Día, después que la Mujer haya Dado a
Luz a un Infante
Estas oraciones deben ser dichas sobre la madre y el infante. Son leídas en la Iglesia (a veces se leen en
el Narthex) o en el hogar, si es el caso
Primera Oración
Sacerdote: Soberano Señor Todopoderoso, que curas toda enfermedad y dolencia, cura
también a esta tu sierva N. que ha dado hoy a luz y levántala del lecho en que yace
postrada. Y puesto que culpables hemos nacido, como dijo el Profeta David, y todos
somos pecadores ante Ti, protégela junto con este niño que ha nacido y cobíjala bajo el
abrigo de tus alas, por las oraciones de la gloriosa Virgen María, Madre de Dios, y de
todos los santos, pues eres bendito por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Segunda Oración
Sacerdote: Señor nuestro Dios, que naciste de nuestra Purísima Señora, la Madre de
Dios y siempre María, y que como niño fuiste recostado en un pesebre, ten piedad de tu
sierva N. que dio hoy a luz este niño y olvida sus faltas voluntarias o involuntarias,
protegiéndola siempre de toda dominación diabólica. Guarda al niño que ha nacido de
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En el Eucologio, estas “Oraciones para el Primer Día…” comienzan simplemente con “Roguemos al
Señor”, y no con el usual comienzo en el orden del Oficio. En la práctica, muchos sacerdotes preceden
estas oraciones con la exclamación “Bendito sea nuestro Dios…”, y leen las oraciones acostumbradas desde
el Trisagion hasta el Padre Nuestro.
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ella y presérvalo de los malos espíritus diurnos y nocturnos y a la madre cúbrela con tu
poderosa mano, concédele un pronto alivio, purifícala de las manchas, cura sus dolores,
dale fuerza y salud de alma y cuerpo, rodéala de los ángeles de la alegría y de la luz y que
jamás sea sorprendida por los espíritus invisibles. Señor, cúrala de su enfermedad y de
su dolencia y presérvala de los celos y de la envidia y ten piedad de ella y de su hijo,
según tu inmensa misericordia, y purifícala de las manchas corporales y de todos los
dolores de vientre y levántala pronto por tu misericordia, haciendo digno al niño que ha
nacido de ella de adorarte en tu santo templo para gloria de tu nombre.
Pues a Ti se debe toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Tercera Oración
Sacerdote: Señor nuestro Dios, Tú quisiste bajar de los cielos y nacer de la Santa
Madre de Dios y siempre Virgen María por nosotros, pecadores, y por nuestra salvación.
Tú que conoces la fragilidad de la naturaleza humana perdonas según tu inmensa
piedad, a tu servidora N. que hoy ha dado a luz, pues Tú Señor, has dicho: "Creced,
multiplicaos, poblad la tierra y dominadla." Por eso nosotros tus siervos Te rogamos,
confiando en tu paciente amor a la Humanidad: Vuélvete desde el cielo y mira nuestra
debilidad y perdona a tu servidora N. y a toda la casa donde nació el niño y a los que se
acercaron a ella.
Porque eres un Dios bondadoso y amas a la humanidad, y te damos gloria, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Al final de estas oraciones, el sacerdote dice la Despedida con los nombres de los santos conmemorados
en ese día, y del santos cuyo nombre la mujer lleva.
La lectura de estas oraciones no debiera ser pospuesta hasta el Bautismo del infante o los cuarenta días
de nacimiento, porque el período de enfermedad postnatal pudiera prolongarse, poniendo en peligro la
vida de la mujer y del infante. Si la enfermedad postnatal se prolongara, es esencial leer sobre la mujer
estas oraciones, si ya no han sido leídas.
Si, por alguna razón, una mujer da a luz a un infante muerto, o si este fallece poco después de nacer, es
necesario leer sobre ella las Oraciones para el Primer Día, pero no aquellas “Para una Mujer que ha
sufrido pérdida”, omitiéndose aquellos pasajes que se refieren al infante.
Se debiera mencionar aquí la costumbre de abrir las Puertas Reales cuando el parto es dificultoso, que
debiera ser acompañada por oraciones al Señor Dios y a Su Purísima Madre, como por ejemplo, un
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Molieben con el canto del troparion “Ábrenos la puerta de Tu misericordia, oh Bendita Madre de Dios”.
Dedicado a la Santísima Virgen. El Molieben por los Enfermos puede ser leído con las Puertas Reales
abiertas; durante el Molieben, los Troparios y los estribillos de los cánones son cantados, y en la
Despedida debieran ser invocados aquellos santos cuya intercesión se solicita en las oraciones por una
mujer que da a luz (como hay una costumbre de rezar a San Porfirio, Arzobispo de Gaza -26 de
Febrero).
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La Oración para la Imposición del Nombre al
Infante
Según la regla de la Santa Iglesia Ortodoxa, los padres debieran hacerlo al octavo día después del
nacimiento del niño. Sólo puede omitirse cuando el infante está en peligro de muerte.
Desde que este oficio es celebrado en la Iglesia, al niño se le considera dentro del seno de la Santa Madre
Iglesia. Participan del rito el sacerdote y los futuros padrinos. La costumbre Ortodoxa indica que al que
va a ser bautizado, sólo se le otorga un nombre.
El Eucologio instruye al sacerdote a decir la oración por el niño en el narthex de la iglesia. Revestido
con riassa y epitrachelion, el sacerdote recibe al niño en la puerta, comenzando con:
Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos.
Coro: Amén. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3
veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, perdona nuestros pecados.
Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana nuestras
dolencias, por Tu nombre. Señor, ten piedad. (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan sustancial nuestro dánoslo
hoy, y perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no
nos dejes caer en tentación, mas líbranos del maligno.
Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Después del Tropario, el sacerdote hace la Señal de la Cruz sobre la frente, la boca y el pecho del niño,
luego dice:
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Sacerdote: Señor Dios nuestro, Te rogamos y suplicamos que hagas brillar la luz de tu
rostro sobre tu siervo N. * y que sea signado2 con la señal de la santa Cruz en su mente y
en su corazón, para que se vea libre de las vanidades del mundo y de todas las
asechanzas del enemigo y siga siempre tus mandamientos, y que tu nombre santo
permanezca siempre en él. Agrégalo en el tiempo oportuno a tu Santa Iglesia y
perfecciónalo con los Misterios de Tu Cristo, para que cumpla con tus preceptos,
conserve el sello inquebrantable y llegue a disfrutar de la alegría de tus elegidos en tu
Reino.
Por la gracia de Tu Hijo Único y su amor a la Humanidad, con Quien eres bendito Tú y
Tu Santísimo y Buen Espíritu, origen de la vida, ahora y siempre y por los siglos de los
siglos.
Coro: Amén.
Ahora el Sacerdote toma el niño en sus brazos y de pie frente a las puertas que separa el Narthex de la
nave de la iglesia, o ante el ícono de la Santísima Madre de Dios, hace la señal de la Cruz con el infante
en sus brazos, entonando el troparion de la Fiesta de la Presentación del Nuestro Señor en el Templo:
Alégrate, oh llena de gracia, Virgen Madre de Dios, porque de ti irradió el Sol de Justicia,
Cristo nuestro Dios, iluminando a los que estaban en las tinieblas. Gózate y regocíjate tú
también, oh Justo anciano, que llevaste en tus brazos al Libertador de nuestras almas, el
que nos concede la resurrección.
Cristo nuestro verdadero Dios, por las oraciones de Su Purísima Madre, (luego el nombre
del santo con cuyo nombre el niño va a ser llamado) , y de todos los santos, tengan
misericordia de nosotros y nos salve, porque es bueno y amante de la humanidad.
Si el recién nacido está débil y estuviera en peligro su vida, el Eucologio instruye que sea bautizado
inmediatamente. En este caso la imposición del nombre tiene lugar antes del octavo día.
Si por alguna razón al niño se le impusiera un nombre equivocado (el nombre no escogido por los
padres) o, por lo mismo, si el nombre dado en el Bautismo haya sido olvidado por el bautizado y sus
parientes, entonces un nuevo nombre debe ser escogido de la lista de los Santos que entrega el
Calendario de la Iglesia Ortodoxa y con ese nombre debe prepararse para el Sacramento de la
Penitencia y el de la Santa Comunión, y ese nombre que se le imponga permanecerá sin cambio.
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Diciendo estas palabras, el Sacerdote hace la Señal de la Cruz sobre el infante.
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Oraciones para la Mujer a los Cuarenta Días de
Haber Dado a Luz
Y la Presentación al Templo
Con estas oraciones, la madre y el niño reciben las oraciones de la Iglesia. A los cuarenta días de beber
nacido el niño es traído por su Madre para hacerlo entrar en el templo, estando presente el que va a ser
su padrino en el bautismo. Si el niño ya está bautizado, esta ceremonia concluye con el rito de entrada
en la Iglesia del infante, lo cual constituye ahora la práctica más común. Por costumbre, la mujer
escucha la Liturgia en el Narthex, hasta que se reciten estas oraciones.
Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos.
Coro: Amén. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3
veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, perdona nuestros pecados.
Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana nuestras
dolencias, por Tu nombre. Señor, ten piedad. (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino, hágase
tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan sustancial nuestro dánoslo hoy, y
perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos
dejes caer en tentación, mas líbranos del maligno.
Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.
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Por las oraciones de todos los Santos y de la Madre de Dios, oh Señor, concédenos tu
paz, pues sólo Tú eres Misericordioso.
Ahora la Madre inclina su cabeza sobre el niño y el Sacerdote traza sobre el infante el signo de la Cruz y,
tocando su cabeza, dice:
Sacerdote: Señor Dios Todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que con tu
palabra has creado todo ser racional e irracional y que has sacado todo de la nada y lo
has traído a la existencia, Te rogamos y suplicamos que purifiques de todo pecado a tu
sierva N., a quien has salvado por Tu voluntad, pues se presenta ahora en tu Santa
Iglesia, para ser digna de Tus Santos Misterios.3
Sacerdote: Y bendice a este niño que ella ha dado a luz, hazlo crecer en Tu santidad,
enséñale, dale un entendimiento honesto y una mente lúcida, porque Tú lo has sacado de
la nada y le has dado el ser. Tú que lo has hecho ver la luz material, hazlo digno de la luz
espiritual, en el momento que Tú dispongas, uniéndolo al número de Tú Santo Rebaño,
por Tu Hijo Único, con quien eres bendito, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Sacerdote: Señor Dios nuestro, que viniste para salvación de la humanidad, hazte
presente en tu sierva N. y hazla digna, por las oraciones de tus Sacerdotes, de actuar a tu
Santa Iglesia Ortodoxa y de merecer la entrada al templo de tu gloria. Hazla digna de la
comunión de la Preciosa Sangre y el Precioso Cuerpo de Tu Cristo, para que glorifique
con nosotros Tu Santísimo Nombre, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y
por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
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Si el niño no viviera, la oración se interrumpe aquí y el sacerdote pronuncia la Ekfonésis “Porque Tú, oh
Dios, eres…”
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Ahora, imponiendo las manos sobre el niño y haciendo sobre él la señal de la Cruz, el Sacerdote continúa
con la segunda oración al Infante:4
Sacerdote: Señor Dios nuestro, que a los cuarenta días de tu nacimiento, fuiste
presentado en el templo legal por tu Madre Santa, la Virgen María, y fuiste llevado en los
brazos del Justo Simeón; Señor Todopoderoso, bendice este niño que Te presentamos a
Ti Creador de todo, y haz que crezca en toda obra buena y agradable a Ti. Expulsa de él,
por la señal de Tu Santa Cruz, todas las fuerzas enemigas, pues Tu. Señor, cuidas de los
niños; para que mereciendo el Santo Bautismo, obtenga la suerte de tus elegidos en Tu
Reino, siendo protegido junto con nosotros por el poder de la Santa Trinidad,
consustancial e indivisible, porque Te es debida toda gloria, honor y adoración, oh
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Sacerdote: Señor Dios Todopoderoso, que por la gran voz de tu Profeta Isaías nos
anunciaste la Encarnación de Tu hijo Único nuestro Dios de una Virgen, de la cual tuvo a
bien en los últimos tiempos, por tu benevolencia y la fuerza del Espíritu Santo, nacer
como niño, por la salvación de la humanidad, y ser presentado en el templo al cumplirse
los días de la purificación, según lo dispuesto por tu santa ley, pues él es el verdadero
legislador. Y quiso ser llevado en los brazos del Justo Simeón. Nosotros reconocemos la
figura de este misterio en las brazas de carbón, de las cuales se habla en el citado Profeta
y es ese misterio el que nosotros, los fieles, realizamos por la gracia. Señor que bendices
a los niños, bendice a este recién nacido y a sus padres y tutores: (si ya está bautizado lo que
sigue se omite: hazlo digno en el tiempo oportuno de volver a nacer por medio del agua y el Espíritu y
agrégalo a tu santo rebaño de ovejas racionales, llamadas por el nombre de Tu Cristo).
Pues Tú eres quien habita en lo más alto de los cielos y contemplas lo humilde y Te
glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos
Coro: Amén.
Si el infante no está bautizado, el sacerdote dice la Despedida y administra el Sacramento del Bautismo,
pero si ya ha sido bautizado, sigue inmediatamente después el rito de entrada en la Iglesia del Infante.
Si estas oraciones son leídas después que el infante haya sido bautizado, entonces la palabras que piden
al Señor que conceda al niño la gracia del Bautismo y la aceptación el la Iglesia, son omitidas, porque
está ya bautizado.
Tras ello tiene lugar la Entrada del infante a la Iglesia, a lo cual están obligados los padres para que sus
hijos se consagren a Dios por medio de las oraciones del Sacerdote y de los santos ritos.
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Se omite si el infante ya ha sido bautizado.
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En el Nártex, el sacerdote bendice al infante y luego ruega, pidiendo al Señor que ilumine al infante
Luego toma al niño y hace un signo de Cruz con él ante la puerta de la Iglesia diciendo:
El siervo de Dios N. entra a la Iglesia en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
El siervo de Dios N. entra a la Iglesia, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
Al llegar al Soleas, ante las Puertas Santas del Iconostasio, el Sacerdote levanta al infante y nuevamente
hace con él la señal del a Cruz y testimonia por tercera vez:
El siervo de Dios N., entra en la Iglesia, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
La madre, mientras tanto, hace tres postraciones en el narthex ante las puertas de la iglesia y luego
avanza hasta el Soleas. Luego, si el niño es varón, entra con el niño al santuario por la puerta sur va
alrededor del Altar con él haciendo una inclinación a los lados sur, oriente y norte del Altar. Después de
tocar con el niño los íconos del Salvador y de la Madre de Dios ubicados en el Syntronon, el sacerdote
sale con él por la Puerta Norte.
Si es mujer, el sacerdote no la lleva dentro del Santuario, sino que toca con ella los Íconos de la Madre de
Dios y del Salvador del Iconostasio
Tras ello, el sacerdote deposita al infante en el Soleas, frente a la Puerta Santa, donde la madre lo va a
recoger, y el sacerdote dice:
Ahora, Señor, puedes despedir a Tu siervo en paz, pues nuestros ojos han visto la
salvación que preparaste para todas las gentes y que es luz de las naciones y gloria de Tu
pueblo.
Pero en la práctica, el sacerdote puede entregar el infante a los padrinos o a la madre, mientras dice
“Ahora, Señor, puedes despedir a Tu siervo…”
Conforme a la tradición de la Iglesia, a partir de ahora a la madre del infante se le admite nuevamente
en la comunión del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, Sacramento del que ha estado alejada
desde el momento del parto.
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Si el nuevo presentado es un adulto, en las palabras de ingreso en la iglesia, él mismo se signa y hace
una pequeña reverencia. Dentro del Santuario, él hace postraciones ante el Santo Altar, y el Sacerdote
debe explicarle el significado y propósito de las cosas que están en el Santuario.
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El Sacramento del
Santo Bautismo
El sacerdote, revestido de epitraquílio y epimanikias sobre la sotana, sale a la entrada de la Iglesia al
encuentro del catecúmeno que ha de recibir el Sacramento de Bautismo. Si éste es mayor de edad, se
presenta revestido únicamente de una camisa larga, y está de cara al oriente, con los pies descalzos y las
manos a sus lados. Pero si es niño menor de edad, se le quita toda la ropa y se lo envuelve en un pañal o
toalla. El padrino lo tendrá en sus brazos de manera que su cabeza descanse sobre el brazo derecho de
éste.
Habiendo colocado la Cruz de mano y el Evangelio sobre el Analogion (atril), el Sacerdote comienza el
oficio en el Narthex, ubicándose el Sacerdote en las Puertas de la Iglesia, y el Catecúmeno ante ellas.
La Primera Oración
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el de Tu Amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo y el de Tu Vivificador Espíritu. Que Tus
ojos lo (la) miren siempre con piedad y que Tus oídos escuchen la voz de su súplica. Haz
que se regocije en las obras de sus manos, y en toda su generación; que Te alabe,
cantando, adorando y glorificando Tu grande y ensalzado nombre siempre, todos los
días de su vida.
Porque Te alaban todas las potestades celestiales, y Tuya es la gloria, del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El Primer Exorcismo
¡Acata la reprensión! Te conjuro por Aquél que anduvo sobre la superficie del mar como
sobre tierra firme, y reprendió al viento borrascoso de la tempestad, cuya mirada secó el
abismo, cuyo mandato hizo temblar las montañas. Él mismo, ahora por nuestro
intermedio, te reprende: teme y aléjate de esta criatura y no vuelvas más, ni te escondas
en ella, ni vayas a su encuentro a influir en ella, sea de día o de noche, sea por la mañana
o al mediodía, sino que vuelve a tu propio infierno hasta el gran día preordenado para el
juicio. Teme a Dios que está sentado sobre los querubines y que mira sobre los abismos;
ante quien tiemblan ángeles y arcángeles, tronos, dominios, principados, autoridades,
potestades y los querubines de múltiples ojos y los serafines de seis alas; ante quien
también se estremecen los Cielos y la tierra, el mar y todo lo que existe en ellos. Sal y
apártate de este soldado de Cristo Dios, recién alistado y sellado. Porque te conjuro por
Aquél que anda sobre las alas del viento y hace a sus ángeles espíritus y a las llamas de
fuego sus ministros: Sal y apártate de esta criatura, con todos tus poderes y tus ángeles.
Porque glorificado es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
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El Segundo Exorcismo
Porque de Cristo Dios nuestro es el dominio, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El Tercer Exorcismo
Señor Sabaoth, Dios de Israel, que curas toda enfermedad y todo dolor, mira a tu
servidor(a) y pruébalo(la) y examínalo(la) y arranca de él (ella) toda operación del
diablo. Reprende a los espíritus inmundos y expúlsalos, y purifica las obras de tus
manos, y ejerciendo Tu viva fuerza, aplasta con rapidez a Satanás bajo sus pies, y
concédele la victoria sobre el mismo, y sobre sus espíritus impuros, para que, habiendo
obtenido misericordia de Ti, sea hecho(a) digno(a) de participar de tus celestiales
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misterios, y te rinda gloria, a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos.
Coro: Amén.
La Cuarta Oración
Tú que eres Señor y Maestro, que has creado al hombre a tu imagen y le has dado el
poder de llegar a la vida eterna y que no desprecias a los que han caído en el pecado, sino
que has dispuesto la salvación del mundo por la encarnación de tu Cristo, Tú mismo,
Señor, librando también a esta criatura tuya de la esclavitud del enemigo recíbela en Tu
reino celestial. Abre los ojos de su entendimiento de modo que la Luz de Tu Evangelio
brille en él (ella). Une a su vida un ángel de luz, que lo (la) libre de todo engaño del
adversario, del encuentro con el mal, del demonio del mediodía y de ilusiones perversas.
Arroja de él (ella) todo espíritu malo e impuro, escondido y anidado en su corazón. (Tres
veces)
Por la gracia, compasiones y amor al hombre de tu Hijo Unigénito, con quien eres
bendito, juntamente con tu Santo Espíritu Bueno y Vivificador, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El catecúmeno, (sin ropa), sin zapatos, con sus manos hacia arribe se vuelve hacía el occidente, y el
sacerdote le hace la siguiente pregunta tres veces:
¿Renuncias a Satanás, a todas sus obras, a todos sus ángeles, a todo su culto y a todo su
orgullo?
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Otra vez:¿Renuncias a Satanás, a todas sus obras, a todos sus ángeles, a todo su culto, a
todo su orgullo?
Y el sacerdote le hace esta pregunta una vez: ¿Te has unido a Cristo?
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Y el catecúmeno o el padrino recita el Credo:
Y en el Espíritu Santo, Señor, Dador de vida, que procede del Padre, que
con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado, que habló por
los profetas. Y en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso un
solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de
los muertos, y la vida del siglo venidero. Amén.
Al acabar la segunda recitación del Credo, el sacerdote le pregunta por tercera vez:
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Y el catecúmeno: Adoro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Trinidad consubstancial e
indivisa. Y termina haciendo una postración; pero si el catecúmeno es un niño, el padrino, que lo
sostiene, al terminar de decir estas palabras hará una inclinación
Bendito sea Dios que quiere que todos los hombres sean salvos y
El sacerdote exclama:
vengan al conocimiento de la verdad, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén
Maestro, Señor Dios nuestro, llama a tu servidor(a), N., a tu santa Iluminación y hazlo
digno (a) de la magna gracia de tu santo Bautismo. Quita de él (ella) la humanidad vieja
y renuévalo (la) para la vida eterna. Llénalo del poder de tu Espíritu Santo, en la unidad
de tu Cristo, a fin de que no sea más hijo(a) de la carne, sino hijo (a) de tu Reino.
Por la benevolencia y la gracia de Tu Hijo Unigénito, con quien eres bendito, juntamente
con Tu Santo Espíritu Bueno y Vivificador, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
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Oficio del Santo Bautismo
Al terminar el Oficio de la Recepción del Catecúmeno, el sacerdote entra en el santuario y reviste un
felonio blanco encima del epitraquílio y se pone las epímánícas.
Habiendo encendido todas las velas, el sacerdote toma el incensario y, saliendo, se acerca a la pila
bautismal; inciensa alrededor de la pila y a todos los participantes, que portan velas encendidas, y luego
entrega el incensario a un acólito y hace una reverencia.
La fuente bautismal con el agua debiera estar en el centro de la iglesia; tres velas son colocadas en el
borde de la fuente y una pequeña mesa es colocada a la izquierda de ésta, donde se colocan la Cruz, el
Evangelio y una pequeña caja con lo necesario para el Bautismo. Los padrinos con el infante se ubican
ante la fuente, de cara a ella y detrás del sacerdote.
Sacerdote: Bendito sea el Reino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Gran Letanía
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Diácono: Por este país, por sus autoridades y por todos los que con fe y piedad moran
en él, y por todos los países, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que estas aguas sean santificadas por la fuerza, la operación y el
descenso del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que sean enviadas sobre ellas la gracia de la Redención y la bendición
del Jordán, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que sobre estas aguas descienda la operación purificadora de la
supersubstancial Trinidad, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que seamos iluminados por la luz de la sabiduría y de la piedad por el
descenso del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que estas aguas sean eficaces para que no caigamos en los lazos de
enemigos visibles e invisibles, roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que él que (la que) es bautizado(a) en ellas sea digno(a) del Reino
imperecedero, Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Por el que (la que) viene ahora al santo bautismo y por su salvación,
Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que sea hijo (hija) de la luz y heredero(a) de los bienes eternos,
Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que sea miembro y participe de la muerte y de la resurrección de Cristo
Dios nuestro, Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que conserve puras e inmaculadas sus vestiduras bautismales y las arras
del Espíritu hasta el temible día de Cristo nuestro Dios, Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que le sean estas aguas baño de regeneración para remisión de pecados
y vestidura de incorrupción, Roguemos al Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que el Señor Dios escuche la voz de nuestras súplicas, Roguemos al
Señor.
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Para que él (ella) y nosotros seamos libres de toda tribulación, ira, peligro y
necesidad, roguemos al Señor
Coro: Señor, ten piedad.
Diácono: Ampáranos, sálvanos, tennos misericordia y protégenos, oh Dios, por tu
gracia.
Coro: Señor, ten piedad.
2
Diácono: Conmemorando a nuestra santísima, purísima, bendita y gloriosa Soberana,
la Madre de Dios y siempre Virgen María, y a todos los Santos, encomendémonos
nosotros mismos y mutuamente los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo Dios.
Coro: A Ti, Señor.
Mientras el diácono pronuncia las peticiones anteriores, el sacerdote reza en voz baja la
siguiente oración: 6
Dios compasivo y misericordioso, que pruebas la mente y el corazón, solo Tú conoces los
pensamientos secretos del hombre, porque ningún hecho es oculto ante ti, sino que todo es
descubierto y manifiesto ante tus ojos; Tú conoces todas las cosas respecto de mí. No me mires
con desprecio, ni apartes de mí tu rostro. No consideres mis iniquidades en esta hora, Tú que
no guardas memoria de los pecados de los hombres si se arrepienten de ellos; lava la impureza
de mi cuerpo y las manchas de mi alma. Santifícame por completo por tu potestad toda
perfecta e invisible (y) con tu diestra espiritual, no sea que al proclamar a otros la libertad y al
administrar este rito con fe perfecta en tu inefable amor a los hombres yo me haga vil esclavo
del pecado. Sí, Señor, único buen amante de los hombres, no sea yo, tu humilde servidor,
seducido sino que envía sobre mí tu poder de lo alto y fortaléceme para que administre este
misterio grande y celestial. Crea la imagen de tu Cristo en él (la) que desea nacer de nuevo por
mi indigno ministerio. Edifícalo (la) sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas a fin de
que no sea jamás vencido(a), sino que plántalo (la) con firmeza cual planta de verdad en tu
Iglesia Santa, Católica y apostólica para que no sea desarraigado (a) de ella, y, creciendo en
piedad, sea glorificado por él (ella) Tu santísimo Nombre, del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Grande eres, Señor, y maravillosas tus obras, y ninguna palabra es suficiente para
cantar tus maravillas. (Tres veces).
Porque Tú, por tu propia voluntad, de la nada has traído todas las cosas a la existencia y
por tu potestad mantienes toda la creación y por tu providencia ordenas el mundo.
Constituiste con los cuatro elementos la creación; coronaste el ciclo del año con cuatro
estaciones. Ante ti tiemblan todas las potestades razonables. El sol canta tus alabanzas, y
la luna te glorifica; las estrellas interceden contigo. Te obedece la luz. Ante ti se
estremecen los abismos; los manantiales te sirven. Extendiste los cielos como una
cortina. Estableciste la tierra sobre las aguas. Rodeaste los mares de arena. Derramaste
el aire para el aliento. Las potestades angelicales te sirven. Los coros de arcángeles te
adoran. Los querubines de múltiples ojos y los serafines de seis alas, estando en derredor
y volando, se cubren de temor ante tu inaccesible gloria. Porque Tú, el Dios
incircunscrito, sin comienzo e inefable, descendiste a la tierra, tomando la forma de un
servidor y haciéndote a semejanza del hombre. Pues no toleraba tu entrañable
misericordia, Dueño, ver a la raza del hombre bajo la tiranía del diablo, porque viniste a
6
Pero si no hay diácono, y la lectura de esta oración supone una larga pausa, el sacerdote la puede decir en
silencio antes del Bautismo, antes de la ekfonésis “Bendito sea el Reino del Padre…” o antes de la
Catequesis. Existe también la práctica de decirla en el santuario ante el Altar o la prótesis, antes del
Bautismo
2
salvarnos. Confesamos Tu gracia; proclamamos tu misericordia; no escondemos Tu
beneficencia. Libertaste a los hijos de nuestra naturaleza; por tu nacimiento santificaste
el seno de la Virgen. Toda la creación canta tus alabanzas, Tú que te manifestaste.
Porque Tú, Dios nuestro, apareciste en la tierra y habitaste entre los hombres.
Santificaste las corrientes del Jordán, enviando desde el cielo a tu Santísimo Espíritu, y
aplastaste la cabeza de los dragones que allí habitaban.
Por tanto, Rey que amas al hombre, hazte presente ahora, por el descenso de tu Espíritu
Santo, y santifica estas aguas. (Tres veces)
Y concédeles la gracia de la redención, la bendición del Jordán. Haz de ellas una fuente
de incorrupción, un don de santificación, una remisión de pecados, un remedio de
enfermedades, una destrucción de demonios, inaccesible a las potestades hostiles, llena
de poder angelical, a fin de que sean ahuyentados de ellas todos los que desean asechar a
tu criatura, porque hemos invocado, Señor, tu maravilloso nombre que es glorioso y
temible a tus adversarios.
Y sumergiendo los dedos de su mano derecha en el agua, traza la señal de la cruz y sopla en forma de
cruz, diciendo: Sean aplastadas todas las potestades enemigas por la señal de la imagen de
tu Cruz.
Y sumergiendo la mita de su mano derecha en el agua, traza la señal de la cruz y sopla en forma de cruz,
diciendo: Sean aplastadas todas las potestades enemigas por la señal de la imagen de tu
Cruz.
Y sumergiendo su mano derecha entera en el agua, traza la señal de la cruz y sopla en forma de cruz,
diciendo: Sean aplastadas todas las potestades enemigas por la señal de la imagen de tu
Cruz.
Te rogamos, oh Dios, que sean retirados de nosotros todo fantasma etéreo y oscuro, que
ningún demonio tenebroso se esconda en estas aguas, y que ningún espíritu maligno de
los que obscurecen la razón y provocan a rebelión descienda en ellas con él (la) que será
bautizado(a).
Mas Tú, Señor de todo, manifiesta estas aguas como aguas de redención, de santificación
del alma, de baño de regeneración, de renovación del Espíritu, de don de filiación, de
vestidura de incorrupción y fuente de vida. Porque Tú has dicho, oh Señor, "Lavaos y
limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras almas." Nos has otorgado desde lo alto el
renacimiento por el agua y el Espíritu. Por tanto, Señor, manifiéstate en estas aguas y
concede que sea transformado(a) él que (la que) será bautizado (a) en ellas, de modo que
se despoje de la antigua humanidad, que está viciada conforme a los deseos engañosos, y
que se revista de la nueva y se renueve conforme a la imagen del que le (la) creó, que
siendo sepultado de acuerdo con el modelo de Tu muerte, pueda, de la misma manera,
ser partícipe de Tu resurrección: y guardando el don de tu Espíritu Santo, aumentando
la medida de la gracia dada a él (ella), obtenga el premio del supremo llamamiento y sea
2
contado(a) con los primogénitos inscriptos en los cielos, en Ti, Jesucristo Dios y Señor
nuestro. Porque a Ti pertenecen la gloria, el dominio, el honor y la adoración, con Tu
Padre que es sin origen y con Tu Santísimo Espíritu Bueno y Vivificador, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
El sacerdote inclina su cabeza hacia el vaso con el óleo que le presenta el diácono, y cuyo honor de
portarlo en este momento corresponde al padrino, lo sopla tres veces, y lo bendice, haciendo tres veces la
señal de la cruz y recitando la siguiente oración:
Diácono: Atendamos.
Sacerdote: Aleluya.
Coro: Aleluya (tres veces).
Y el sacerdote, cantando Aleluya, con los presentes, hace la señal de la cruz tres veces con un poco del
óleo en el agua.
Luego dice:Bendito sea Dios que ilumina y santifica a todo hombre que viene al mundo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
7
El Óleo usado en el Sacramento debe ser absolutamente puro, sin mezclarlo con ningún otro líquido. La
unción se realiza con una fina brocha y, en la antigua práctica, era ungido todo el cuerpo
2
La persona que ha de ser bautizada se presenta y el sacerdote toma con sus dedos un poco del óleo y
hace la señal de la cruz en su frente, diciendo:
El siervo (la sierva) de Dios, N., es ungido(a) con el óleo de la alegría en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En las orejas:
En las manos:
En los pies:
Habiéndole ungido todo el cuerpo, el sacerdote procede a bautizarle, teniéndolo a fin de que mire a
oriente y lo sumerge tres veces diciendo:
del Padre.
Pueblo: Amén.
del Hijo.
Pueblo: Amén
Pueblo: Amén.
Después del bautismo, el sacerdote se lava las manos (con agua que no sea de la fuente) y canta con los
presentes tres veces el Salmo 31 (32):
2
Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no
hay engaño, mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque
de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de
verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones al Señor; y Tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a Ti
todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de
muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con
cánticos de liberación me rodearás. Te haré entender, y te enseñaré el camino en que
debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin
entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se
acercan a ti. Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en el Señor, le rodea
la misericordia. Alegraos en el Señor, y gozaos justos, y cantad con júbilo todos vosotros
los rectos de corazón.
Desde tiempos antiguos es costumbre imponer aquí la Cruz bendita sobre el pecho del recién bautizado.
El sacerdote hace la señal de la Cruz con ella sobre el bautizado, entonando: En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén, y la da a besar, y se le entrega una vela. 8
8
Dos o más niños pueden ser bautizados en la misma agua. El sacerdote debe entonar las palabras
sacramentales sobre cada uno de ellos cuando son bautizados, cuando son revestidos y cuando se les
coloca la cruz en el cuello.
2
Oficio de la Santa Crismación
Después de haberle revestido, el sacerdote recita la siguiente oración de la Santa Crismación:
Sacerdote: Bendito eres, Señor Dios todopoderoso. Fuente de todo bien, Sol de justicia,
que hiciste resplandecer sobre los que estaban en las tinieblas la luz de la salvación con
la manifestación de tu Hijo Unigénito y nuestro Dios, que nos diste, aunque indignos,
bendita purificación en el agua santa y divina santificación en la Crismación vivificante,
que también ahora te dignaste regenerar a este Tu servidor (esta Tu sierva) que ha
recibido iluminación por el agua y el Espíritu y le concedes remisión de sus pecados
voluntarios e involuntarios. Tú mismo, Señor, compasivo Rey de reyes, concédele
también el sello del don de tu Santo Espíritu todopoderoso y adorado, y participación del
santo Cuerpo y de la preciosa Sangre de tu Cristo, consérvale en Tu santidad, afírmale en
la Fe Ortodoxa, líbrale del maligno y de todas sus asechanzas. Conserva su alma en
pureza y rectitud, por tu temor salvador, para que te agrade en todo hecho y palabra, y
que sea hijo y heredero de Tu Reino celestial.
El sacerdote unge al bautizado con el Santo Crisma en forma de cruz, en la frente, los ojos, las narices,
los labios, las orejas, el pecho, las manos y los pies, diciendo cada vez:
El sacerdote, que lleva la cruz de mano, acompañando de los padrinos con el bautizado que llevan velas,
da tres vueltas alrededor de la pila. Todos cantan: Todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos. Aleluya. (Tres veces)
Diácono: Atendamos.
Sacerdote: Paz a todos.
Lector: Y a tu espíritu.
Diácono: Sabiduría.
Lector: Proquimenon en el tono tercero: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién
temeré?
Coro: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?
Lector (verso):El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?
Coro: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?
Lector: El Señor es mi luz y mi salvación.
Coro: ¿De quién temeré?
2
Diácono: Sabiduría
Lector: Lectura de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos (Rm. 6:3-11).
Diácono: Atendamos.
Lector: Hermanos: Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte. Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por
el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados
juntamente con Él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su
resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con
Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. ¡Y si morimos con Cristo,
creemos que también viviremos con Él¡ sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto murió, el
pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también
vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor
nuestro.
Sacerdote: En aquellos días, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde
Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Y
Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en los Cielos y en la
tierra. Por tanto, id, y haced discípulas a todas las naciones, bautizándolas en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén
Luego sigue la letanía final si es que se difiere la ablución y la tonsura hasta el octavo día del Bautismo y
Crismación; pero si éstas han de seguir inmediatamente, la letanía se recita después de la tonsura.
Tras la letanía, en caso que se haga, viene una Despedida, pero en la práctica actual ya no se hace.
2
Sacerdote: Gloria a Ti, Cristo Dios, Esperanza nuestra, gloria a Ti.
Coro: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Señor, ten piedad. (Tres veces). Bendice.
Y el sacerdote bendice y da la despedida, sosteniendo la Cruz de Altar: Cristo nuestro Dios verdadero,
por las oraciones de Su Purísima Madre y de San (cuyo nombre se dio al recién bautizado) y de todos los
santos, tengan misericordia de nosotros y nos salve, porque es Bueno y ama a la humanidad
La Segunda Oración
Sacerdote: El (la) que se ha revestido de Ti, Cristo Dios nuestro, con nosotros inclina la
cabeza ante ti. Consérvalo (la) siempre a fin de que sea soldado invencible en todo
ataque de los que lo (la) asechan a él (ella) y a nosotros, y haz que seamos todos
victoriosos hasta el fin, por Tu indestructible corona.
3
Porque tuyos son el apiadarte de nosotros el salvarnos, y Te rendimos gloria, a Ti,
juntamente con Tu Padre que es sin origen, y Tu Santo Espíritu Bueno y Vivificador,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El sacerdote quita el cinturón o la faja del niño y reuniendo sus extremos, los empapa con agua pura y
asperje al niño, diciendo: Estás justificado(a), estás iluminado(a), estás santificado(a), Estás
lavado(a), en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Y tomando una esponja nueva, le lava el rostro, la cabeza, el pecho y el resto del cuerpo, diciendo:
Estás bautizado(a), estás iluminado(a), estás ungido(a) con el santo Crisma, estás
santificado(a), estás lavado(a) en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La Tonsura
Sacerdote: Maestro, Señor Dios nuestro, que has honrado al hombre con tu propia
imagen, le has formado de un alma racional y un cuerpo hermoso (pues el cuerpo sirve al
alma racional); has colocado la cabeza en la cima del cuerpo y has dispuesto en ella la
mayor parte de los sentidos, los cuales, sin embargo, no se obstruyen unos a otros. Has
cubierto la cabeza de cabellos a fin de que no la perjudiquen los cambios de clima, y has
unido y concertado todos sus miembros de modo que con todos el hombre pueda darte
gracias a ti, gran Artífice. Tú, el mismo Maestro, por tu instrumento escogido, Pablo el
Apóstol, nos has dado mandamiento de que hagamos todo para tu gloria. Bendice ahora
a tu servidor(a), N., que ha venido a ofrecerte como primicias el cabello cortado de su
cabeza; bendice también a su padrino, y concede que todos se ejerciten en tu ley y que
hagan lo que es agradable delante de Ti.
Porque eres Dios misericordioso que amas a los hombres, y te rendimos gloria a Ti,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Sacerdote: Señor Dios nuestro, que por el cumplimiento de la pila bautismal, santificas
por tu bondad a los que creen en Ti: Bendice a este(a) niño(a)9 aquí presente, que tu
bendición descienda sobre su cabeza. Como bendijiste al Rey David por la mano del
9
Si el recién bautizado es un adulto, la palabra “niño(a)” es reemplazada por “Siervo(a)”.
3
Profeta Samuel, bendice también la cabeza de Tu servidor(a) por mi mano pecadora,
visitándolo(la) con tu Espíritu Santo, a fin de que, creciendo en estatura y alcanzando
alta vejez, Te rinda gloria y vea el bien de Jerusalén todos los días de su vida.
Porque te pertenecen toda gloria, honor y adoración, a ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
Tomando las tijeras, el sacerdote hace una tonsura en forma de cruz en la cabellera del niño, diciendo:
Es tonsurado(a) el siervo (la sierva) de Dios, N., en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Primero se corta el pelo en la nuca, después en la frente, luego en la oreja derecha y finalmente en la
oreja izquierda. El sacerdote entrega cada corte a los padrinos, quienes lo enrollan en cera tomada de
sus velas y, finalmente, las dejan caer dentro de la fuente.
Coro: Amén
Diácono: Ten piedad de nosotros, Dios, según Tu gran misericordia, Te suplicamos que
nos escuches y tengas piedad.
Coro: Señor, ten piedad. (Tres veces)
Diácono: De nuevo suplicamos nuestro Gran Soberano y Padre, Su Santidad el
Patriarca N., por nuestro Señor Reverendísimo el Metropolitano N., Primado de la
Iglesia Rusa en el Exterior, por Nuestro Señor Ilustre Obispo N., y por toda nuestra
hermandad en Cristo.
Coro: Señor, ten piedad. (Tres veces)
Diácono: De nuevo suplicamos por piedad, vida, paz, salud, salvación y perdón de los
pecados del servidor de Dios, N., el padrino.
Coro: Señor, ten piedad. (Tres veces)
Diácono: De nuevo suplicamos por el siervo (la sierva) de Dios, N., recién bautizado(a)
e iluminado (a), para que Dios lo (la) conserve en la fe de la confesión pura, en toda
piedad y en el cumplimiento de los mandamientos de Cristo durante todos los días de su
vida.
Coro: Señor, ten piedad. (Tres veces)
Sacerdote: Porque eres Dios misericordioso y que amas a los hombres y a Ti rendimos
gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
3
Sacerdote: Cristo, nuestro Dios verdadero, por las oraciones de Su purísima Madre, de
San N. (el santo cuyo nombre porta el recién bautizado) y de todos los Santos, tenga
misericordia de nosotros, porque es Bueno y ama a la humanidad.
Coro: Amén
3
Oración del Santo Bautismo Por Temor de Muerte
El Orden Breve del Santo Bautismo se celebra para un infante o un adulto agonizante.
Sacerdote: Bendito sea el Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3 veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, perdona nuestros pecados.
Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana nuestras
dolencias, por Tu nombre. Señor, ten piedad. (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan sustancial nuestro dánoslo
hoy, y perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no
nos dejes caer en tentación, mas líbranos del maligno
Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora
y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
3
Después de esto, el sacerdote una el agua con Santo Crisma, luego sumerge al niño tres veces en el agua
recitando las definitivas palabras.
del Padre.
Amén.
del Hijo.
Amén
Amén.
Luego el sacerdote le coloca al infante la Cruz bautismal y la túnica, y lo unge con el Crisma, diciendo:
Luego va alrededor de la fuente tres veces sosteniendo al infante, y cantando: Vosotros que en Cristo
os bautizasteis, de Cristo os revestisteis. Aleluya. Y entona la Despedida.
Debiera recordarse que en caso de peligro de muerte inminente y en ausencia de un sacerdote, cualquier
piadoso Cristiano Ortodoxo (hombre o mujer) puede administrar el Bautismo. Todo lo necesario es para
la persona conocer la importancia y profundidad del Sacramente que está siendo administrado. El
bautismo realizado por un laico debiera ser realizado con agua limpia y en ella sumergir tres veces al
infante, y pronunciando las palabras: El siervo (la sierva) de Dios, N., es bautizado(a) en el
nombre del Padre. Amén. del Hijo. Amén. Y del Espíritu Santo. Amén. El infante es revestido con
una túnica blanca y una cruz es colocada en su cuello.
Si la condición del infante permite que sea llevado a la iglesia, donde el sacerdote le administrará el
Sacramento de la Crismación, el Orden del Lavado del Santo Crisma, la Tonsura y el Ingreso a la Iglesia
(Presentación), como de costumbre.
3
La Oración para la Mujer que Ha Sufrido un
Aborto Involuntario
La Madre Iglesia acude en auxilio de la mujer en los críticos momentos cuando ella pierde al infante que
esperaba.
Debiera avisársele al Sacerdote del desafortunado accidente el mismo día, para decir inmediatamente
las oraciones correspondientes.
El Trebnik (Eucologio) del Metropolitano Pedro Moghila instruye al sacerdote para que primero escuche
la confesión de la mujer, para saber cómo sucedieron los hechos, y si fue voluntario o involuntario.
Después de pronunciar la Oración de Absolución, el Sacerdote lee las oraciones junto a la cama de la
mujer enferma. Revestido con riassa y epitrachelion, el sacerdote dice:
Sacerdote: Bendito sea nuestro Dios, en todo tiempo, ahora y siempre y por los siglos
de los siglos.
Coro: Amén. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (3
veces)
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, perdona nuestros pecados.
Soberano, absuelve nuestras transgresiones. Oh Santísimo, mira y sana nuestras
dolencias, por Tu nombre. Señor, ten piedad. (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ahora y siempre y por los siglos de los
siglos. Amén.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan sustancial nuestro dánoslo
hoy, y perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no
nos dejes caer en tentación, mas líbranos del maligno
Sacerdote: Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
3
piedad por Tu gran misericordia de Tu sierva.10 Perdónale sus pecados, voluntarios e
involuntarios y presérvale de los engaños del demonio; purifícala de toda suciedad; cura
su enfermedad y concédele buena salud y fortaleza a su cuerpo y su alma, oh Amante de
la Humanidad. Oh Señor, envía un Ángel de Luz para protegerla de los ataques de los
demonios invisibles y líbrala de su enfermedad y debilidad. Y, por Tu abundante
misericordia, límpiala de impurezas corporales y de diversos sufrimientos internos que
han caído sobre ella; ahuyéntalos de su humilde cuerpo. Levántala de este lecho sobre el
cual se encuentra, porque todos nosotros nacimos en el pecado y la impiedad, y somos
sucios ante tu vista, oh Señor, y con temor te clamamos y decimos: Inclina Tu mirada
desde el Cielo y considera la debilidad de nosotros, condenados, y perdona a Tu sierva
N.11 Y sobre todos quienes están cerca de ella y la han tocado, ten misericordia, como
Dios de benevolencia y amor a la humanidad y perdónala, por Tu gran misericordia,
porque sólo Tú tienes el poder de perdonar los pecados y la impiedad, por las oraciones
de Tu purísima Madre y de todos los santos.
Porque a Ti pertenece toda gloria, honor y adoración, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora
y siempre y por los siglos de los siglos. Amén
Si esta oración ha sido leída el mismo día de la pérdida, entonces a los Cuarenta Días es leída la oración
correspondiente. Si la oración arriba señalada no fue leída en el primer día, las oraciones por la
pérdida y por los cuarenta días son leídas juntas y la mujer, habiéndose recuperado de su enfermedad,
acude a la iglesia.
Si una mujer ha dado a luz a un infante vivo, incluso si aquel es prematuro, entonces, en caso de su
fallecimiento son leídas las oraciones cuando se ha dado a luz, y no ésta de pérdida.
En la práctica parroquial, al sacerdote a menudo se le pide rezar esta oración de pérdida para una
mujer que ha abortado voluntariamente; en este caso el sacerdote está obligado a explicarle a la mujer
acerca de la enseñanza de la Iglesia que no acepta el aborto, ya que la Iglesia considera al embrión en el
vientre de la mujer, como ser humano. Para ayudar a una mujer en tal caso, la Madre Iglesia ha
dispuesto para este caso un largo período de penitencia; el Trebnik del Metropolitano Pedro Moghila
aconseja que, en la confesión, el sacerdote busque aclarar cómo sucedió la pérdida; si ha sido un aborto
voluntario, que es un asesinato, el Sacerdote debe hacer una exhortación en la cual se aclare la gravedad
del pecado cometido y la inculcación de la firme intención de no volver a cometerlo, tras lo cual
imponerle una penitencia que sea factible, y pronunciar la Oración de Absolución acostumbrada.
10
El texto original continúa hasta el punto seguido así: “que hoy ha pecado al acabar , voluntaria o
involuntariamente, con el embrión por pérdida” (nota del compilador)
11
El texto original continúa hasta el punto seguido así: “quien está en estado de pecado porque voluntaria
o involuntariamente ha acabado con el embrión por pérdida” (nota del compilador)
3
RECEPCIÓN DE UN BAUTIZADO NO ORTODOXO
EN LA IGLESIA ORTODOXA MEDIANTE LA
CRISMACIÓN
Ritual según la Iglesia Serbia en España
Durante la Divina Liturgia, antes de rezar los fieles la Confesión de fe, se acerca el sacerdote a la nave
donde estará el que va a ser recibido en la Iglesia Ortodoxa, con sus padrinos. (Conviene que esté
descalzo para facilitar la unción de los pies). El candidato se arrodilla y el sacerdote poniendo el epijatril
sobre él dice la siguiente oración.
Sacerdote: Bendito seas, Señor Todopoderoso, Fuente de todo bien y Sol de Justicia,
que hiciste resplandecer sobre los que estaban en las tinieblas la luz de la salvación con
la manifestación de Tu Hijo como Dios nuestro; Tú nos has dado, a pesar de nuestra
indignidad, una feliz purificación en el agua santa y la santificación divina con la unción
que da la Vida; Tú también ahora te has dignado hacer que tu siervo renazca, al ser
iluminado con el agua y el Espíritu, y le has concedido el perdón de los pecados,
voluntarios e involuntarios; Tú mismo, Señor, Rey misericordioso del universo, márcalo
con el sello de Tu Santo, Omnipotente y vivificante Espíritu y la comunión del Santo
Cuerpo y de la Preciosa Sangre de Tu Cristo. Consérvalo en tu santidad, afírmalo en la fe
ortodoxa, líbralo del mal y de todas sus asechanzas, conservando su alma en la pureza y
la justicia, por medio de Tu saludable temor, para que, siéndote agradable en toda
palabra y acción, sea hijo y heredero de Tu Reino celestial. Porque Tú eres nuestro Dios,
Dios de misericordia y salvación, a ti te glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Coro: Amén.
El candidato se pone de pie y teniendo una vela encendida en sus manos, recita la confesión de fe:
Candidato: Hoy, yo N. (si se lo cambia, dice su nuevo nombre). Por la gracia de Dios y
libremente, después de haber sido preparado por la catequesis, deseo ser unido por el
sello del don del Espíritu Santo a la Iglesia Ortodoxa por lo que confieso ante Dios y ante
los hombres que:
Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y de todo lo visible e
invisible.
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Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, que nació del Padre antes de
todos los siglos; Luz de Luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado;
consubstancial con el Padre, por quien todo fue hecho; Quien por nosotros los hombres y
para nuestra salvación, descendió de los cielos, se encarnó del Espíritu Santo y María
Virgen, se hizo Hombre; fue crucificado por nosotros en tiempos de Poncio Pilatos;
padeció, fue sepultado y al tercer día resucitó conforme con las Escrituras. Y subió a los
cielos, está sentado a la diestra del Padre; y vendrá otra vez con gloria, a juzgar a los
vivos y a los muertos, y Su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que procede del Padre, que con el Padre y el
Hijo es juntamente adorado y glorificado, y que habló por los profetas.
Y en Una Iglesia que es Santa, Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la
remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida en mundo
venidero. Amén.
Además confieso que estoy de acuerdo y acepto los siete Concilios Ecuménicos y sus
decretos, así como las tradiciones de nuestra Santa Iglesia Ortodoxa, confiando en sus
oraciones espero ser digno del honor de ser contado entre los siervos de Dios, cumplir
sus mandamientos y obedecerle en todo con la gracia y amor a la humanidad de nuestro
Señor Jesucristo, al que se le debe toda gloria y honor. Amén.
Terminada la oración unge al candidato con el Santo Míron, haciéndole el signo de la Cruz, en la frente,
los ojos, la nariz, la boca, los oídos, el pecho, las manos y los pies, diciendo a cada unción
Sacerdote: Señor nuestro Dios, que has considerado a tu siervo, N. digno de alcanzar
la perfección de la fe Ortodoxa, y de recibir el sello de tu Santo Espíritu por medio del
Santo Miro. Tú el dueño de todo, mantenlo totalmente en la gracia que proviene de Ti.
Porque Tú eres el que bendices y santificas todas las cosas, y a Ti se te debe la gloria,
Padre, Hijo, y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amen.
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Coro: Amén.
En el Manual de Oficios Litúrgicos del Arcipreste D. Sokolov, se da otra fórmula respecto de la recepción
de quienes no necesitan rebautizarse:
La persona que no necesita rebautizarse, confiesa sus pecados ante un sacerdote, pero no
recibe la absolución. Luego, en el vestíbulo (o, donde no haya, en la entrada occidental), él se
retracta de sus antiguos errores de Fe y profesa la doctrina de la Iglesia Ortodoxa. El
sacerdote luego le conduce dentro de la iglesia, diciendo: "Entra en la Iglesia de Dios y
abandona todas las equivocaciones y errores." Él se arrodilla en medio de la iglesia ente un
atril, sobre el cual se encuentra una Cruz y el Evangelio, y escucha una oración en la cual el
sacerdote suplica al Señor conceder que esta persona sea irrevocablemente, sin engaño ni
astucia, unida a la Santa Iglesia Católica. Después de esta oración él se levanta y él mismo
promete bajo juramento: "Mantener firmemente y profesar la Fe Ortodoxa, con la ayuda de
Dios, íntegra e intacta, hasta su último aliento, y cumplir con todas sus obligaciones," y, en
afirmación de esta promesa, besa la Cruz y el Evangelio. Después de prestar juramento, se
arrodilla una vez más, y el sacerdote pronuncia sobre él la oración de remisión y absolución, le
unge con el santo Crisma y coloca una Cruz alrededor de su cuello. El rito finaliza con la
Ektenia, en la cual se ruega por los padrinos; y la despedida.
Este texto fue compilado básicamente con el folleto misionero publicado por el Obispo
Alejandro (Mileant) de la Rocor en www.fatheralexander.org, y complementado con las
observaciones del “Journal of the Moscow Patriarchate” de 1983 y 1984.