Razas 7

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LAS SIETE RAZAS

Primera Cámara nivel B.

OBJETIVO:
¿QUÉ? Conocer la existencia de las siete razas y el pasado de la humanidad actual.

¿CÓMO? A través de la investigación con la meditación, clarividencia, desdoblamiento astral


y los Registros Akáshicos.
¿PARA QUÉ? Para comprender nuestro origen, trabajar en cumplir nuestra misión y
fusionarnos con nuestra divinidad.
INTRODUCCIÓN:
Nadie puede ser conciente de la Esencia de otro ser humano a menos de que lo ame.
La virtud básica de un ser humano es ser fiel a uno mismo: la integridad del pensamiento, la
emoción y la acción.
La primera obligación de todo ser humano es ser feliz… la segunda, es hacer felices a los demás.
Además del año terrestre, existe también el año sideral. Entiéndese por “Año Terrestre”, el
movimiento de la Tierra alrededor del Sol, en 365 días y algunas fracciones, con minutos y
segundos. Obviamente, este Año Terrestre tiene cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e
invierno.
Más también existe el Año Sideral, tal año se realiza en 25.968 años, con fracciones de minutos,
segundos, etc. Durante el viaje de nuestro Sistema Solar, acaecen cosas insólitas. Sucede que
el Sistema Solar viaja alrededor del Zodiaco desde su punto de partida original. Cuando regresa
nuestro Sistema Solar, al punto de partida original, después de haber recorrido todo el Cinturón
Zodiacal, concluye el Año Sideral.
Obviamente, tal Año Sideral tiene también cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e
invierno. Primavera, la Edad de Oro; verano, la Edad de Plata; otoño, la Edad de Cobre e
invierno, la Edad de Hierro.
Una raza dura tanto tiempo, cuánto dura el viaje del sistema solar alrededor del cinturón
zodiacal.
Vamos a comenzar este estudio en relación, precisamente, con el enigma del ser humano, que
es necesario conocer, con el propósito de formarnos una idea clara sobre sí mismos.
Ante todo, conviene que tratemos de conocer el origen del ser humano: De dónde vino y cuál
fue, pues, el motivo fundamental de su existencia... Mucho es lo que se ha dicho sobre el hombre
y es necesario entrar en un terreno más profundo...
Actualmente vive, sobre la faz de la Tierra, una población de cerca de unos siete mil quinientos
millones de personas (lo que puebla la faz de la Tierra, obviamente, es la raza Aria). Los
continentes actuales están densamente poblados: Europa, América, Asia, África, Oceanía, son
cinco continentes donde se desenvuelve esta humanidad.
Si preguntamos nosotros de dónde ha salido esta humanidad, cuál es su origen, ¿piensan acaso,
ustedes, que esta humanidad, que puebla los cinco continentes, tuvo su origen en los mismos

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continentes? Se encontraron restos humanos en las grutas de Grimaldi, y Cromagnon, y se ha
tratado de reconstruir la Historia o la Prehistoria, sobre las razas de Grimaldi y de Cromagnon.
Se han encontrado osamentas de gigantes (en el Brasil se encontró un esqueleto humano, pues,
de varios metros, como de seis o siete metros de estatura); en distintas partes se han encontrado
esqueletos de gigantes. También se han encontrado esqueletos (sobre todo en las Cavernas de
Cromagnon) de seres humanos que parecen simplemente gorilas, orangutanes, o algo por el
estilo.
De todo esto se ha deducido, equivocadamente, que la raza humana posiblemente vino de los
simios, o de los “changos”.
La teoría de Darwin tuvo mucha resonancia en su época y se pensó que el hombre venía del
mono.
Este asunto, inquieta mucho a la humanidad de tiempo en tiempo, se trata de saber si el hombre
vino del mono, o el mono vino del hombre, ¿quién vino de quién? Por épocas, se apacigua esta
inquietud; por épocas, resurge nuevamente la misma inquietud.
Por ahí un seudocientífico, una especie de “nene consentido de mamá”, tuvo la idea de que la
raza humana venía de los salvajes (decía él), y claro, esto “le gustó mucho a mamá”, pero al fin
y al cabo no resolvió nada...
¿Quién vino de quién? No pienso que toda esta población (de los siete mil quinientos millones
que pueblan al mundo actualmente), hayan venido de estos cinco continentes. No lo pienso,
porque resulta que el mundo ha cambiado su fisonomía varias veces.
Antes de tener esta fisonomía que ustedes ven en el mapa (o en cualquier hemisferio), tuvo otra
fisonomía distinta. Hay mapas más antiguos; existen mapas diferentes que se han encontrado
en otros rincones del mundo, donde la fisonomía de la Tierra aparece distinta. Así, no ha tenido
siempre los mismos continentes, ni ha tenido siempre la misma fisonomía.
En otro tiempo, tuvo otra fisonomía distinta: Lo que hoy son polos, era ecuador, y lo que hoy
es ecuador, fue polos. Entonces, los actuales continentes no existían, o existía parte de ellos
(que surgía del fondo de los mares), y había un continente densamente poblado, que estaba
ubicado en el Océano Atlántico.
Así que la fisonomía del mundo era distinta. Entonces no creo, en modo alguno, que el origen
de la raza humana esté en los actuales continentes.
Cuando la raza humana se desenvolvió en la antigua Atlántida, fue muy diferente...
Los simios, o especie de hombres-simios encontrados en las Grutas de Cromagnon y de
Grimaldi (y otras cavernas), pertenecen más bien a descendientes involucionados, o a
degeneraciones de la raza de los Atlantes.
Yo digo que, así como existe la evolución en las plantas, y la involución también, que, así como
existe la evolución en los animales e involución también, o en los humanos, etc., también tiene
que existir la evolución y la involución en las civilizaciones.
Por ejemplo, cuando uno conversa con ciertas tribus del mundo, situadas ya en el Occidente o
en el Oriente, se da cuenta de que tienen tras de sí enormes civilizaciones; que tienen o
conservan en su memoria, leyendas que corresponden a sus antepasados (antepasados
desaparecidos, y de antiquísimas civilizaciones), y hablan de tales antepasados con mucho
éxtasis.
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Los mismos caníbales, que parecen tan primitivos, tras de sí tienen tradiciones enormes:
Conservan tradiciones de épocas inmemoriales, de enormes ciudades, etc. Entonces, no son
“primitivos”; son sencillamente remanentes degenerados, involutivos (ciertas tribus muy
crueles y sanguinarias, salvajes, son involuciones, o descendientes de antiguas civilizaciones).
Es difícil encontrar, hoy en día, gentes verdaderamente primitivas, y es que las razas humanas
evolucionan e involucionan...
Antes de que existieran estos cinco continentes, repito, existía la Atlántida. Hoy por hoy,
estamos muy enamorados de la civilización moderna: Nos maravillan sus cohetes atómicos que
viajan rumbo a la Luna, o las sondas espaciales que viajan a la esfera de Júpiter, o al mundo de
Venus; nos sorprenden los experimentos atómicos, las investigaciones fisiológicas, el estudio
sobre las células vivas, etc. Estamos tan fascinados nosotros con estos experimentos, que
firmemente hemos llegado a la conclusión de que es la civilización más poderosa que ha
existido en el mundo.
Hemos caído en una especie de “sistema geocéntrico”. Digo así, porque en otros tiempos
ustedes saben muy bien que se creía que todos los astros giraban alrededor de la Tierra, en la
Edad Media; pues nosotros hemos caído en una especie, así como de “geocentrismo”, cuando
pensamos que toda la historia del mundo tiene que girar alrededor de nuestra cacareada
civilización actual.
Pienso que se necesita una especie de “heliocentrismo moderno”; de un nuevo Newton que sea
capaz de demostrarnos que nuestra tan cacareada civilización, no es más que una de las tantas
y tantas civilizaciones que han existido en el planeta Tierra. Un día llegará en que se podrá
demostrar esto concretamente...
Hay sistemas, hay métodos, por medio de los cuales uno puede evidenciar el hecho de que tras
de la civilización nuestra (que parece tan “relumbrona”), existió otra civilización más poderosa
que la nuestra...
Bueno, quiero referirme ahora, enfáticamente, a los famosos anales Akáshicos de la Naturaleza,
a la Memoria de la Naturaleza (y es que la Naturaleza tiene memoria).
Los experimentos con el “Carbono 14”, por ejemplo, nos han demostrado que la Luna es más
antigua que la Tierra; y también nosotros podemos demostrar que hay sistemas mediante los
cuales es posible leer las Memorias de la Naturaleza.
Los Registros Akáshicos son una realidad (un día caerán en manos de los científicos; no lo
niego). Nosotros, los gnósticos, tenemos procedimientos mediante los cuales podemos estudiar
los Registros Akáshicos de la Naturaleza
Quien quiera estudiar esos Registros Akáshicos, tendrá que desarrollar en forma extraordinaria
el chakra de los 1.000 pétalos, que está relacionado con la glándula pineal (chakra Sahasrara) y
los poderes latentes que se hallan en la glándula pituitaria (chakra de los dos pétalos y las 96
radiaciones). Este par de glandulitas son extraordinarias. Desarrolladas, nos dan acceso al
“ultra”, a las extra percepciones, y también a los Registros Akáshicos de la Naturaleza.
Cuando uno estudia los Registros Akáshicos de la Naturaleza, ve en ellos especie de “películas
vivientes”, a modo de “películas vivientes”, toda la Historia de la Tierra y de sus razas. Los
sabios que han podido estudiar los Registros Akáshicos, saben que la Atlántida fue una realidad,
que fue un enorme continente que se extendía desde el Sur hacia el Norte en el océano Atlántico.

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DESARROLLO:

PRIMERA RAZA: POLAR O PROTOPLASMATICA


Vamos a comentar ahora algo sobre los Hombres Polares o Glaciales. Es urgente comprender
el proceso de revolución de los ejes de la Tierra, los cuales acarrean distintas glaciaciones.
La primera raza humana que existió en el mundo vivió en el casquete polar del Norte, en la Isla
Secreta. Tal región fue tropical y estuvo, como ya dijimos, en la zona ecuatorial, aunque más
tarde, debido a la revolución de los ejes de la Tierra, viniese a ocupar el lugar que actualmente
tiene.
Quiero referirme a la tierra nórdica, a la tierra de cristal, como dijeran nuestros antepasados de
Anáhuac: a la “lejana Thule”, al continente ese que está cubierto ahora por los hielos del Polo
Norte. Dicho continente ocupaba, en aquella época, la zona ecuatorial del mundo, puesto que
la posición era diferente: El ecuador actual era polos, y los polos eran ecuador.
Las gentes de la primera raza fueron realmente sublimes. Esta primera raza existió en el
continente polar del norte, que fue el primero en aparecer durante el día cósmico actual y será
el último en desaparecer. Está siempre iluminado tal continente por la estrella Polar, que ha
puesto sobre el mismo su mirada. Mencionado en las tradiciones esotéricas como la Isla Thule.
Esas gentes de la primera raza fueron andróginas, criaturas protoplasmáticas, cuerpos
gelatinosos, eran dúctiles, elásticos, plásticos: no poseían una estatura fija, como la que tenemos
actualmente, podían asumir aspectos gigantescos, como también podían empequeñecer su
figura, hasta reducirla al punto matemático. No necesitaban caminar forzosamente, podían
flotar por la atmósfera circundante.
Así pues, las gentes de la primera raza poseían un cuerpo protoplasmático, gelatinoso. Eran
cuerpos semi materiales, semi físicos y semi etéricos. No tenían la consistencia física de la
humanidad actual.
Aunque parezca increíble fue esa raza de color negro, oscuro brillante, si decimos que la primera
raza que hubo fue negra, estoy seguro que muchos se asustarán, sobre todo aquellos que tengan
prejuicios raciales, más así fue. Empero, resulta un poco difícil comprender a las gentes actuales
que en los pómulos de aquellas gentes y en sus rostros en general, a pesar de ser de raza de
color, pudiese brillar cierto color y cierto matiz semejante al del fuego.
El sistema de reproducción era completamente diferente al actual; los seres humanos se
reproducían en una forma muy parecida a la de la división de las células orgánicas. Ya sabemos
que una célula se divide en dos y que las dos se dividen en cuatro y las cuatro en ocho, etc. Así
también el organismo del padre-madre, totalmente andrógino, pues no era masculino ni
femenino, sino tenía ambas polaridades a la vez, en determinado momento se dividía en dos.
Del padre-madre se desprendía, por decirlo así, el hijo, y éste era un acontecimiento
profundamente religioso.
A muchas personas podrá parecerles extraño una raza de andróginos, más es obvio que la
primera raza humana fue así.
El proceso de reproducción se realizaba entonces mediante el acto sexual fisíparo. Un proceso
semejante al de la división de las células. Ya sabemos que en determinado momento el núcleo
de las células se divide en dos, cada parte toma para sí el citoplasma necesario a fin de realizarse
en forma de nueva célula. Este es el proceso de división celular, como se van gestando las
criaturas en el vientre materno.
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Así en determinado momento el organismo padre-madre, dijéramos, el organismo andrógino,
se dividía como las células en dos, ese era el sistema de reproducción.
El vástago que se desprendía seguía alimentándose del padre-madre en la forma de cualquier
mamífero.
Que paso al acto sexual fisíparo que hoy ya no se usa, pero continúa existiendo en la célula
viva, y si no fuera por ese acto sexual fisíparo la gestación de las criaturas sería imposible.
Afortunadamente esas células se dividen en dos y mediante el proceso de división celular crecen
los organismos y por eso ha quedado en nuestras actuales células, en la sangre, etc. Todavía
existe ese proceso en nuestra sangre. ¿Por qué existe? Porque existió, y los Hombres Polares se
reproducían era con ese proceso.
Eran andróginos, y tan pronto podían poner a flote el aspecto femenino (para aparecer como
hermosas damas), o sumergir, dentro sí mismos, el aspecto femenino, para aflorar, poner a flote
su aspecto masculino. Es decir, eran verdaderos andróginos divinos.
Cuando nacía una criatura se festejaba aquello como un gran acontecimiento.
Incuestionablemente, aquellos seres habían trascendido el estado animal, eran Hombres en el
más elevado sentido de la palabra. Eran bodhisatwas de criaturas divinales, bodhisatwas de los
Dioses santos, bodhisatwas de seres que habían vivido en pasados mahanvantaras.
Incuestionablemente, eran criaturas autorrealizadas, perfectas, despiertas, iluminadas.
Esta raza Protoplasmática es el Adam-Solus del que habla la Biblia; ese Adán del cual no se
había extraído la Eva de la mitología hebraica.
Interesante resulta la civilización de la primera raza, tenían ciudades enormes, no era materia
físico-química en el sentido en que nosotros nos entendemos, más se relacionaba con materia
semifísica y semietérica, templos majestuosos, extraordinarios. No era un tipo de materia inerte
o dura como el que tenemos ahora, sino elástica-plástica, síquica, espiritual, era pues otro tipo
de materia y toda la Tierra era protoplasmática y de un bellísimo color azul, las montañas se
veían transparentes como el cristal, eran preciosísimas.
Aquella humanidad vivía en estado paradisíaco, más allá del bien y del mal. Todo era felicidad,
no existía el dolor. En los templos se trabajaba para ser fecunda a la materia caótica a fin de
que la humanidad se manifestara en forma intensiva. La vida estaba en proceso de descenso,
desde lo espiritual hacia lo material.
Sin embargo, las personas de tal raza eran felices, percibían el mundo y las cosas en forma
íntegra, completa. No sólo veían lo meramente físico, sino que también además podían ver el
Alma y el Espíritu de todos los seres y las cosas.
La Tierra entera tenía entonces un bellísimo color azul intenso con sus mares y montañas.
Las gentes de la raza Protoplasmática tuvieron templos maravillosos, grandiosas ciudades y
riquísima sabiduría divina.
Por entonces vivió en la Tierra el ángel Uriel, gran Maestro venido de Venus, quien tuvo cuerpo
humano. Él escribió un grandioso libro con caracteres rúnicos, nórdicos, y cumplió una
bellísima misión enseñando a la humanidad de aquella época. Les enseñó las Artes y la Ciencia.
En los Templo se reunían los Hierofantes, para trabajar sobre los Elementos, y los símbolos
esotéricos se usaban (en aquella época) en forma diferente, para indicarnos que la vida iba hacia
la materialización, hacia lo físico.
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En su imaginación se reflejaba el firmamento estrellado, platicaban con los Dioses de la aurora
del Mahanvantara, cara a cara; parlaban en el verbo de oro, que “como un río de oro corre bajo
la selva espesa del Sol”.
Todo eso está escrito en los Registros Akáshicos de la Naturaleza. Si ustedes desarrollan la
epífisis y la hipófisis, con ese par de glándulas y debidamente concentrados, podrán revisar
todos estos escritos, podrán verificar, por sí mismos, lo que actualmente estoy diciendo.
Obviamente, los Hijos del Primer Sol fueron los hombres que vivieron en una Tierra
Primigenia, hace más de 300 millones de años, en la Tierra protoplasmática. Se dice que “fueron
devorados por los tigres”, porque eran, Hijos de la Sabiduría, eran los Hombres
Protoplasmáticos.
Al hablar de “hombres protoplasmáticos”, parece que esto chocara con la teoría de Haeckel que
nos habla únicamente de esa “pizca de sal”, llamada “Protoplasma”.
Uno no puede menos que reírse del “protoplasma”, de la “pizca esa de sal” de Haeckel y sus
secuaces; creen que de allí vino, pues, el protoplasma, el muloscoide, el molusco, y siguió la
evolución de acuerdo con el dogma ese inquebrantable de la evolución, aceptado también por
Darwin y sus secuaces. ¡No, el protoplasma tiene más antigüedad!
Tampoco es el “protoplasma” aquel de otros autores, “flotando en el océano”, no; pensemos en
el hombre protoplásmico, pensemos en la raza Protoplasmática, que existió en la isla sagrada,
esa isla que fue la primera en existir y que será la última en dejar de existir.
Recordemos el protoplasma mencionado por Haeckel, esa pizca de sal haeckeliana, de la cual
viniera pues a desarrollarse todas las razas existentes en el mundo. Haeckel intuyó, así como
Darwin, de que las razas humanas venían del protoplasma, pero no llegaron al meollo del
asunto; la humanidad ciertamente viene del protoplasma, pero no precisamente de la forma
Haeckeliana o Darwinista. Pensemos en una raza protoplasmática y entonces hemos llegado a
la raíz de la cuestión.
Podríaseme incluso objetárseme diciendo y ¿De dónde surgió esa famosa raza? La respuesta
sería de las dimensiones superiores de la naturaleza y del cosmos. Esto es, que antes de que
apareciera la raza protoplasmática sobre la faz de la Tierra, paso por incesantes evoluciones y
transformaciones en las diversas dimensiones superiores de la naturaleza.
Recordemos que el mundo no solamente tiene tres dimensiones y también tiene una cuarta, una
quinta, una sexta y una séptima, más allá esta una octava y una novena dimensión. Así pues, de
que apareciera la raza protoplasmática como tal sobre la faz de la Tierra pasando por incesantes
transformaciones y evoluciones dentro de las dimensiones superiores de la naturaleza y al fin
asumió forma y apareció como agrupación humana en el continente polar.
No está por demás decir que, por aquella época el continente polar, no estaba situado donde
ahora está situado. Estaba ciertamente en la región ecuatorial; es que la Tierra además del
movimiento de rotación, traslación, balanceo, palpitación, tiene otros como el de desviación de
los polos, o retrogradación. En esta retrogradación los polos se van desviando poco a poco
hacia la línea ecuatorial y el ecuador se desvía a su vez hacia los polos. De manera pues, que
en aquella época el continente polar estaba ubicado en la región ecuatorial.
Incuestionablemente, la raza polar antes de pasar por las transformaciones y evoluciones que
vinieron a definirla en una forma concreta en el citado continente, surgió la célula original,
elemental. Tal germen yacía en el caos, dormitaba profundamente en el caos, pasaron siglos y
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siglos, eternidades. Muchos gérmenes pasando por procesos de manifestación cósmica
evolucionaron y se transformaron, etc., hasta venir a tomar la forma de raza viviente en el
casquete polar del norte.
Marcha paralela esa evolución de la raza humana con la evolución planetaria, sabemos muy
bien que nuestro mundo Tierra surgió entre el caos y es obvio que en ese mundo Tierra el
germen también inició procesos evolutivos, me refiero al germen humano.
¿De dónde salió la Raza Polar? ¿Cuál fue su origen? Ellos sabían, muy bien, que se habían
desenvuelto en una época anterior. Los que habían vivido, pues, en una dimensión superior (en
la cuarta coordenada), los que allí habían actuado y habían conocido los Misterios del Universo.
Y los Hombres de la cuarta coordenada no ignoraban que habían venido de la quinta; y los
Hombres de la quinta coordenada no ignoraban que habían venido de la sexta coordenada; y los
hombres de la sexta dimensión no ignoraban que habían venido de la séptima; y los hombres
de la séptima dimensión no ignoraron jamás que se habían desarrollado desde el germen original
primitivo. De manera que el Germen Elemental Atómico, Primitivo, de la raza humana, existía
antes de que existiera el Universo, existía entre el Caos... Todos los gérmenes de la raza humana,
de los elementos vegetales y de las especies animales, estaban entre el Caos; antes de que
existiera el Universo, esos gérmenes dormían en el Caos.
Cuando el Universo se estremeció con el Verbo, cuando el verbo creador del Primer Instante
puso en movimiento todos los átomos, esos gérmenes surgieron de entre el Caos, hicieron su
primera manifestación en la séptima dimensión, se cristalizaron y desenvolvieron un poco más
tarde en la sexta, luego en la quinta, posteriormente en la cuarta, y llegó el día en que
aparecieron tales gérmenes (ya con cierto desarrollo) en nuestro planeta Tierra, posados sobre
una tierra protoplasmática, como simples protoplasmas vivientes.
De manera que la raza humana viene de las dimensiones superiores de la naturaleza,
previamente del Caos, se desenvolvió del Caos, se desarrolló del Caos y existe actualmente. Un
día, los organismos humanos regresarán al estado germinal primitivo y volverán al Caos (del
Caos salieron y al Caos volverán).
Un día nuestra Tierra fue un Protoplasma; más tarde, nuestra Tierra será un cadáver, una nueva
Luna (después de la séptima Raza). Entonces la vida se desenvolverá en las esferas superiores
y volverá al Caos, porque del Caos salió y al Caos habrá de volver...
Han pasado los siglos, muchísimos millones de años y, sin embargo, aquella raza, a pesar de
haberse transformado en otras, se conserva todavía en formas muy originales, y esto es algo
que puede sorprender al auditorio. Quiero decir que no todos los individuos de aquella raza
desaparecieron de la faz de la Tierra; hay cierto grupo de tales gentes primigenias que todavía
viven aquí en la Tierra. Ese misterioso grupo reside actualmente en una ciudad secreta
subterránea ubicada exactamente en el polo Norte. Esos son los Hombres Glaciales que, para
bien de esta pobre humanidad doliente, aún existen.
Lo que más asombra es que dichos individuos o dicho grupo correspondiente a la primera raza,
a pesar de haberse aislado para evitar todas esas transformaciones orgánicas que dieron origen
a los millones de seres humanos que pueblan la faz de la Tierra, no sólo hayan conservado su
pureza original, sino que, además, y esto es lo más notable lograron una metamorfosis única,
especial, extraordinaria.
Actualmente los miembros de tal grupo tienen hermosas presencias de tamaño humano
semejante al nuestro, cuerpos perfectos de carne y hueso y gran sabiduría.
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Ellos son realmente el prototipo viviente de lo que deberían ser todas las gentes de la Tierra.
No hay duda de que su ciudad subterránea bajo los hielos polares es formidable, maravillosa;
poseen una alta tecnología ultramoderna; cuentan con aparatos mecánicos que corresponden a
un remoto futuro; están pues, adelantados en el tiempo.
Es ostensible que tales Hombres Glaciales habrán de auxiliarnos muy especialmente en las
guerras futuras, ya a través de la medicina, curando enfermos, sanando heridas, ya través de la
ciencia atómica, química, procurando servir a las víctimas de las bombas microbianas o de la
energía nuclear y energía solar, etc.
Ellos pueden asistir a las gentes y pasar desapercibidos por doquier.
Pasaron los siglos, las edades en un estado de felicidad inconcebible, los procesos de descenso
se verificaron, aquellos cuerpos gelatinosos, elásticos, plásticos, semi físicos y semi etéricos se
volvieron más bien gaseosos, aparece entonces la gente Hiperbórea.
P. Venerable Maestro ¿Es posible visitar a esos Hombres Glaciales?
R.- Ya en una pasada plática dijimos que es posible meter el cuerpo físico dentro de la Cuarta
Dimensión; entonces enseñamos la clave, explicamos que cada individuo tiene su Madre
Naturaleza particular y que si nos concentramos profundamente en ella en instantes de estarnos
adormeciendo, rogándole y suplicándole el favor de meter nuestro cuerpo físico dentro de la
Dimensión Desconocida, ella nos ayudaría en este sentido; entonces afirmamos que sólo nos
restaba levantarnos del lecho cuidadosamente, conservando el sueño como si fuésemos
sonámbulos, pero eso sí, con la conciencia bien despierta.
En estas circunstancias, flotando en el medio ambiente circundante de la cuarta dimensión,
podríamos visitar la ciudad de los Hombres Glaciales. Es claro que se necesita fe, mucha fe,
amor al Cristo, anhelo verdadero. Sólo así es posible el triunfo.
P. Venerable Maestro ¿Podremos visitarlos sin el permiso de ellos?
R.- Bondadosa señorita, permítame decirle en tono enfático que para el indigno todas puertas
están cerradas, menos una: la del arrepentimiento.

SEGUNDA RAZA: HIPERBOREA


La tierra de los Hiperbóreos estaba situada alrededor del casquete polar del norte. Formaba
una verdadera herradura alrededor del casquete polar, incluía entonces el norte de Europa,
Escocia, Norte de Inglaterra que aún existe en su totalidad, Irlanda, Alaska.
Ha habido grandes cambios en la fisonomía del globo terrestre. El ser humano ha tenido que
desarrollarse en distintos escenarios y nosotros debemos conocer a fondo cuáles son esos
escenarios.
La desviación del eje de la Tierra dentro de la oblicuidad de la elíptica o inclinación, para ser
más exacto, indica períodos glaciares que se suceden siempre a través de las edades.
Las glaciaciones están completamente demostradas y tienen su base precisamente en la
desviación del eje de la Tierra, en su inclinación dentro de la oblicuidad de la elíptica.
En aquella tierra de los Hiperbóreos, vivió ya una humanidad con cuerpos más bien gaseosos,
no meramente protoplasmáticos, un poquito más densos que el protoplasma, todavía flotaban

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en la atmósfera. Los hiperbóreos tenían cuerpos andróginos, pero algo menos gelatinosos, más
gaseosos.
En el continente Hiperbóreo existió una raza poderosa de andróginos. No una raza que,
simplemente, pudiera posarse sobre la corteza terrestre, como los Lemures, no; los Hiperbóreos
fueron diferentes: Flotaban en la atmósfera, en la atmósfera de aquellos días. Sin embargo,
crearon su civilización (muchos han pensado que los Hiperbóreos jamás conocieron la guerra,
pero en realidad de verdad, sí hubo una raza de Hiperbóreos que supo hacer guerras).
Fue una raza muy guerrera, de hombres altos y delgados, protegidos con grandes escudos y
empuñando lanzas, usaban armas desconocidas y peleaban contra otras tribus.
Entonces, los reinos, mineral, vegetal, animal y humano, se mezclaban mucho. Existían
minerales-vegetales y vegetales-minerales, animales-vegetaloides y vegetaloides-animales.
En cuanto a los seres humanos, eran completamente andróginos; podían alargar sus cuerpos a
voluntad, hasta tomar enormes estaturas, o disminuirlos hasta el estado de punto matemático.
Es claro que los hombres de la primera raza pasaron por muchas transformaciones antes de
convertirse en Hiperbóreos; estas almas, aunque también fueron andróginos, se reprodujeron
por medio de algo que podría llamarse brotación. Tal sistema es muy semejante al de las
brotaciones de las plantas. Cualquier brote vegetal desprendido de su tronco original puede
transformarse en otra planta. Así también, del cuerpo de aquellos Hiperbóreos se desprendían
esporas oviformes. Tales esporas se convertían en nuevos organismos independientes.
Aquella raza podíamos decir que se reproducía mediante el sistema de brotación, como se
reproducen algunas plantas, por medio de prótesis. Así de aquella especie de organismos surgía
una especie de brote que en determinado instante se desprendía del padre-madre, era oviforme
y al abrirse salía de allí una nueva criatura.
El sistema de reproducción por brotación desapareció como desapareció el sistema fisíparo,
pero continúan por allí ciertos remanentes en el organismo humano, hay distintos procesos de
brotación en el organismo humano, puede brotar durante el crecimiento dientes, el cabello,
uñas, etc. todas ellas son brotaciones.
Se reproducían como se reproducen los corales (así se reproducían), es decir, por brotación.
Bien sabemos que hay plantas que pueden reproducirse por simple brotación: Que siembra uno
un retoño, y crece y se desarrolla. Así también, de aquellos cuerpos podía nacer algún brote que
luego se desprendía y daba origen a una nueva criatura que se alimentaba del Padre-Madre.
Indubitablemente, la raza hiperbórea también tuvo su civilización, su cultura. Durante la
civilización hiperbórea surgió una cultura extraordinaria, la humanidad de aquella época tenía
los poderes de la clarividencia completamente desarrollados, podían percibir todas las
dimensiones de la naturaleza.
Los Hiperbóreos vivieron en una época muy distinta de la Historia del mundo. Poseían la visión
espiritual totalmente desarrollada, es decir, tenían la glándula Pineal sobresaliente, lo que les
permitía ver el ultra de todas las cosas.
Si pensamos en que una planta es el cuerpo físico de un elemental, entonces, cada planta tiene
alma y el alma de cada planta es un elemental vegetal.
Los Hiperbóreos, cuando miraban un bosque, no lo veían como lo vemos nosotros hoy en día
(como un conjunto de árboles, o algo por el estilo), porque para ellos ese bosque era un bosque
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de gigantes, con enormes manos, que como los de Briareo (el de los cien brazos), se movían a
derecha e izquierda. Aquel bosque no era algo silencioso, sino que se escuchaban por aquí, por
allá y acullá, las voces de los colosos o gigantes, es decir, las voces de los Elementales de los
árboles gigantescos.
Ese era otro modo de ver las cosas, no como las vemos ahora, con esta vista degenerada, con
esta vista miserable que poseemos, que solamente ve la cosa física, era otra vista: Era la vista
que nos permitía ver las dimensiones superiores de la naturaleza y del cosmos; era una vista
diferente (penetrante, omnisciente); veíamos la Tierra como era y no como aparentemente es,
no como la estamos viendo ahora.
Había conocimientos y sabiduría, superiores a los que ahora poseemos. Todo lo que sabemos
nosotros ahora, no sirve más que para estructurar un poco el intelecto, y eso es todo. Los
Hiperbóreos eran más sabios y estaban gobernados por el superhombre, por los superhombres
de todos los tiempos y de todas las edades.
Y tuvieron reinos y civilizaciones, pero tampoco su origen racial estaba en el continente
Hiperbóreo.
Ellos sabían que sus antepasados habían quedado atrás, en el tiempo. Los antepasados de los
Hiperbóreos fueron los hombres Protoplasmáticos, los hombres polares, los hombres glaciares,
la Primera Raza (ésta vivió en el casquete del Polo Norte). ¡Los Hombres Glaciares! ¡Los
Hombres Protoplasmáticos!
Esta raza Hiperbórea estuvo gobernada por el arcángel Rafael y Quetzalcóatl.
Sin embargo, no todo fue perfección, entre los hiperbóreos hubo fracasos, sobre todo al final de
aquella raza. Hubo hombres acuáticos terribles y perversos como nos dice la maestra Helena
P. Blavatsky, surgieron criaturas dijéramos con apariencias monstruosas, productos de
involuciones, criaturas que, aunque parezca increíble, vivían entre las aguas que tenían un par
de alas para volar, anfibios, muchas monstruosidades de diferentes formas, pero eso fue
especialmente al final del periodo hiperbóreo.
Cuando se habla de los “Hijos del Segundo Sol, que fueron arrasados por fuertes huracanes”,
se habla realmente en forma esotérica. Se dice que “se transformaron en «changos»”, es decir,
que se degeneraron y perecieron.

TERCERA RAZA: LEMUR


Después de los Hiperbóreos vinieron los Lemures: Esa fue la época de los titanes. Los Lémures
fueron la primera raza de carne y hueso, de alta estatura y tenían amplia frente, usaban
simbólicas túnicas blancas por delante, negras por detrás. Poseían todos los chakras abiertos,
los poderes desarrollados. Los Lemures fue una raza de gigantes ciclópeos, de ciclopes
(normalmente podían tener estaturas de cuatro, cinco y seis metros). Eran gigantes, era la raza
de los Gigantes.
Cualquier ser humano, en la Lemuria, podía vivir unos 12 a 15 siglos, es decir, algo más de mil
años.
Era una raza fuerte, vigorosa; podía, perfectamente, agarrar una enorme piedra y lanzarla con
gran fuerza, allá lejos; una piedra que hoy necesitaríamos nosotros, para moverla, de una
poderosa grúa, y quizás ni con grúa lo hiciéramos. Así que los Lemures fueron una raza
vigorosa, muy fuerte...

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El gigantesco continente Lemur estaba situado otrora en parte del Océano Pacifico y el Océano
Indico. Restos de la Lemuria los encontramos en la Isla de Pascua, Australia, Nueva Zelanda,
Oceanía. Esa fue la primera tierra seca completamente física que hubo en el mundo. La
temperatura era extremadamente cálida.
Un clima sumamente tropical. Los volcanes hacían erupción constantemente. El intensísimo
calor y el vapor de las aguas nublaban la atmósfera y los hombres respiraban por agallas como
los peces.
La Lemuria fue un continente aún más antiguo que el Continente Atlante. Los Lemures
habitaron en un continente que existió en el Océano Pacífico. Tratábase de un gigantesco
continente que se extendía en aquel mar enfurecido; un enorme continente que cubría casi toda
el área del Pacífico, más grande que la Atlántida, más grande que la Europa, más grande que el
Asia.
Realmente el paraíso terrenal existió y fue el continente de la Lemuria. “Más subía de la tierra
un vapor que regaba toda la faz de la Tierra”. (Génesis. Cap.2, vers.6).
La civilización Lemur, obviamente también fue poderosa. Tuvieron naves voladoras y buques
propulsados por la energía atómica, se alumbraban con la energía nuclear y llegaron a un
altísimo grado de cultura.
La Lemuria, tuvo una poderosa civilización, enorme, formidable. En la Lemuria se levantaron
enormes ciudades cíclopes, rodeadas de murallas de piedra y de lava de volcanes. Muchas
gentes habitaron también en los campos, como ahora. Construyó poderosas civilizaciones y
también supo utilizar la energía del átomo y de rayos cósmicos; tuvo naves, con las que viajó a
través del espacio infinito, naves maravillosas...
Los Lemures no conocían la muerte: ellos sabían exactamente la fecha y hora exacta de su
desencarnación, y ellos mismos cavaban su tumba; así abandonaban su cuerpo físico a voluntad
con la sonrisa en los labios. Tampoco desaparecían de la vista de sus deudos porque ellos eran
clarividentes, ellos seguían conviviendo con sus desencarnados porque lo único que sucedía era
que habían pasado a un diferente estado; pero cuando el hombre por culpa del coito perdió sus
poderes, conoció la muerte.
El ser humano percibía normalmente la tercera parte de las tonalidades del color que existen en
la Tierra y en el espacio infinito. Ya sabemos que hay cerca de dos millones de tonalidades del
color, los Lemures percibían por lo menos la tercera parte. Ahora, los grandes maestros
iluminados, llegaban a percibir todas las tonalidades, menos una, que solamente percibe aquel
iluminado y perfecto, es decir el Logos.
Hoy en día los ojos humanos ya no alcanzan a percibir ni siquiera las 14 o 21 tonalidades de un
color, apenas sí se perciben los siete colores. La vista se ha degenerado espantosamente, cuando
esos Lemures levantaban los ojos al cielo no veían simplemente estrellas o puntos luminosos
en el espacio, veían también a los genios en el espacio y el aura de todos aquellos y veían a
todas aquellas humanidades que pueblan los mundos en el espacio y se comunicaban con
aquellas humanidades telepáticamente.
Sí, eran hierofantes, podían no solamente ver a esas humanidades y a los mundos actuales, sino
que también podían percibir a los mundos que existieron en otros Mahanvantaras, y a aquellos
que habrán de existir en futuros Mahanvantaras.

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Se parlaba en el verbo purísimo de la divina lengua, que como río de oro corre bajo la selva
espesa del Sol; ese verbo es precioso, no es inglés, no es francés, no es alemán, ni nada parecido,
sólo puede darnos una idea parecida de lo que es ese verbo la fonética china; los chinos en su
lengua conservan algo de ese antiguo idioma universal, aunque sea un pálido recuerdo.
La humanidad gozaba de las facultades espirituales: Podía percibir, perfectamente, todas las
maravillas de la Naturaleza y del Cosmos. Su capacidad de visión le permitía ver la mitad de
un HOLTAPAMNAS, es decir, la mitad de la totalidad de las tonalidades del Color Universal
(bien sabemos nosotros que un Holtapamnas consta de cinco millones y medio de tonalidades
del color).
El oído era penetrante, como para poder captar las sinfonías del Universo; el olfato era tan
agudo, que podía perfectamente sobrepasar al de los perros hoy en día.
Era una humanidad que podía usar, en su alfabeto, 51 vocales y 300 consonantes articulables.
No había degenerado, pues, el Poder del Verbo, de la Palabra; se hablaba en el lenguaje
universal, que tenía poderes sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas y sobre la tierra. Era
una humanidad superior, millones de veces superior a la nuestra.
La humanidad, a principios de la época lemúrica, era hermafrodita. “Y creo Dios al hombre a
su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Génesis Cap. 1, vers. 27).
Conforme los órganos masculino-femenino se fueron desarrollando plenamente, ya no en el ser
humano meramente andrógino, sino hermafrodita, se sucedieron hechos bastante interesantes
desde el punto de vista biológico y sicosomático.
Gentes hermafroditas de carne y hueso que se reproducían por gemación. De tal ovario se
desprendía un huevo que después de cierto tiempo se abría para salir de ahí una criatura que se
alimentaba con los pechos del padre-madre.
Hubo cierto cambio favorable, podría decirse que el huevo fecundado, el óvulo que
normalmente el sexo femenino elimina de sus ovarios cada mes, tenía cierta consistencia
extraordinaria, era ya un huevo en sí mismo, en su construcción intrínseca, un huevo fecundado
interiormente del Padre-Madre, dentro del hermafrodita; un huevo que al salir al mundo
exterior podía desenvolverse o encubarse, hasta que al fin se abría para que una criatura
emergiera de ahí, criatura que se alimentaba con los pechos del organismo Padre-Madre.
Es bueno que ustedes sepan que existen cuatro edades para cada raza: la primera es en Edad de
Oro; la segunda es en Edad de Plata; la tercera en de Edad de Cobre y la cuarta es en Edad de
Hierro. Los Lemures, por ejemplo, cuando tuvieron su Edad de Oro, vivían en un estado
paradisíaco, felices, todavía no se habían dividido en sexos opuestos. Eran aquellos
hermafroditas divinos de que nos habla Helena Petronila Blavatsky, en su tercer volumen de la
Doctrina Secreta, era el Adán Solus, citado por la Biblia hebraica. Se reproducían mediante la
gemación, bien saben ustedes que del ovario femenino se desprende mensualmente un óvulo,
normalmente cada 28 días, y que dicho óvulo desciende al útero y ahí aguarda al zoospermo
que ha de fecundarlo para una concepción, de esa manera, es obvio que devienen las criaturas.
En la época de los hermafroditas, como quiera que varón y hembra no se habían separado en
sexos opuestos, sino que formaban un todo o único, tales óvulos no se desprendían cada 28 días
como ahora, sino a intervalos, periodos de tiempo mucho más largos que ahora y obviamente,
como la raza era de gigantes, obviamente, esos óvulos eran también grandes, tenían la figura de
cualquier huevo grande. Como los seres humanos eran hermafroditas, no existía la cópula, no
existía el connubio sexual, porque eran divinos, macho-hembra. El huevo que se desprendía del
ovario era ya un huevo fecundo y que llevaba los principios masculino y femenino, tal huevo
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después de un tiempo se abría y de ahí salía una criatura, es decir, el sistema de reproducción
era semejante al de las aves, la criatura nacía por gemación y una vez nacida, se alimentaba del
pecho del padre-madre; era una Edad de Oro.
Se habla también, en la cultura de nuestros antepasados de Anáhuac, sobre los “Hijos del Tercer
Sol”, los Lemures. Estos eran hermafroditas gigantescos, tal como vemos sus representaciones
en aquellas esculturas que están en Tula. Se reproducían por gemación.
Esto de que “fueron hermafroditas”, nos invita a pensar: Ciertamente, las tetillas del varón son
glándulas mamarías atrofiadas; el clítoris de la mujer, es un phalo masculino atrofiado y
recogido con ligamentos nerviosos.
Así pues, que en el organismo humano está el testimonio de que, un día, la raza humana fue
hermafrodita; pero a través de millones de años, esa raza se fue dividiendo en sexos opuestos:
Empezaron a nacer algunas criaturas con un sexo más desarrollado que otro, y llegó el día en
que aparecieron las criaturas unisexuales.
Cuando esto sucedió, ya entonces fue necesaria la cooperación para crear. Por aquella época,
en la Lemuria, el acto sexual era sagrado y sólo se verificaba como un sacramento dentro de los
Templos de Misterios. Era otra Edad, la Humanidad no se había todavía degenerado.
Al principio, en la Época Pre lemúrica, podemos decirles a ustedes que existió una Raza de
Hermafroditas, de hermafroditas lémures.
Miremos la raza humana, en un principio, como Hermafroditas; no existían los sexos separados,
la raza era Hermafrodita. Entonces cada individuo sagrado Lémur, tenía los órganos sexuales
(masculino y femenino), totalmente desarrollados.
Se reproducían mediante el sistema de gemación. Aquel Hermafrodita eliminaba (de sus
ovarios, naturalmente), mediante el “menstruo”, en determinado tiempo, un óvulo o huevo
perfectamente desarrollado, del tamaño que puede ser como el de un ave, con su envoltura
calcárea completa. Ese huevo, colocado en un ambiente especial, dentro de su interior, gestaba
una nueva criatura. Y al fin, cuando esa criatura salía del cascarón, se alimentaba de los pechos
del Padre- Madre normalmente.
Así se reproducían los Lemures. El acto sexual no existía, porque cada individuo era completo,
por sí mismo. Su reproducción era mediante el sistema de Gemación.
Tal raza Lemur se dividió en sexos opuestos después de muchos miles de años; ese
acontecimiento está simbolizado en la Biblia con la alegoría aquella en que Jehová extrae una
costilla de Adán.
Es claro que después de haberse dividido los seres humanos en sexos opuestos, la reproducción
se realizó entonces por cooperación sexual; ese es el sistema que tenemos actualmente.
Mucho más tarde en el tiempo, al final de la raza Lemur, fue notándose que ciertas criaturas
devenían a la existencia con un órgano más desarrollado que el otro. Al fin llegó el momento
en que la humanidad se dividió en sexos opuestos. Cuando esto sucedió, entonces se necesitó
la cooperación sexual para crear.
En los primeros tiempos las relaciones sexuales se verificaban únicamente para engendrar
cuerpos para las almas reencarnantes, y se escogían hora y día por los ángeles, y por ello no
existía el dolor en el parto, y el hombre vivía en estado paradisíaco; pero Lucifer y los luciferes,

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que son los magos negros del período Lunar, tentaron al hombre y lo extraviaron por el camino
negro.
La serpiente es la fuerza sexual. La fuerza sexual tiene dos polos: el positivo y el negativo. El
positivo es la serpiente de bronce que sanaba a los israelitas en el desierto, y el negativo, la
serpiente tentadora del Edén.
El trabajo de los luciferes fue un trabajo de magia negra: ellos despertaron el fuego pasional de
la humanidad, con el único objeto de hacer prosélitos para la Logia Negra, pues todo demonio
es fornicario.
El líquido cefalorraquídeo y el semen son los dos polos de la energía sexual. El ángel tiene sus
dos polos para arriba hacia la cabeza, y el hombre y los demonios tienen un polo para arriba y
otro para abajo. Con el uno forman el cerebro, y con el otro cohabitan. El Kundalini del ángel
sube. El Kundalini del demonio baja.
Jehová prohibió al hombre la fornicación. Lucifer lo sedujo a ella.
"Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: más de todo árbol del huerto comerás; más del
árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él porque el día que de él comieres morirás"
(Génesis Cap. 2. Versículos 16 y 17).
Entonces la serpiente dijo a la mujer: "no moriréis, más sabe Dios que el día que comiereis de
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dioses sabiendo el bien y el mal" (Génesis, Cap.
2, Vers. 5 y 6).
La orden dada por Jehová es magia blanca. La orden dada por Lucifer es magia negra.
Conforme el hombre se entregó a los placeres del coito, perdió sus poderes ocultos y se
cumplieron las palabras de Jehová cuando dijo: "En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta
que vuelvas a la tierra; porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres, y al polvo serás tornado"
(Génesis Cap. 3 versículo 19).
"A la mujer dijo: multiplicaré en gran manera tus dolores, y tus preñeces; con dolor parirás tus
hijos y tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti" (Génesis Cap. 3 Vers. 16).
La violación de toda ley trae dolor. En la Lemuria la mujer no tenía dolor en el parto, porque el
hijo era engendrado en hora, minuto y segundo en que las leyes cósmicas favorecían la
reproducción. La violación de esta ley trajo los dolores en el parto. Sin embargo, aun hoy en
día hay remedio para todos aquellos que se resuelvan a seguir el matrimonio gnóstico. El
matrimonio gnóstico regresa al ser humano al paraíso. En la Iglesia Gnóstica de los mundos
internos reciben los matrimonios gnósticos el día, hora y minuto en que deben engendrar los
hijos y así no hay dolores en el parto. Lo importante es aprender a viajar en cuerpo astral para
visitar el templo. Más adelante daremos las claves.
En la Lemuria ningún ser humano eyaculaba el semen. Entonces las parejas se unían
sexualmente en los templos para crear. En esos instantes las jerarquías lunares sabían utilizar
un espermatozoide y un huevo para crear sin necesidad de llegar hasta el orgasmo y la
eyaculación seminal. Nadie derramaba el semen. El acto sexual era un sacramento que sólo se
verificaba en el templo. La mujer en aquella época paría sus hijos sin dolor y la energía
Kundalini se levantaba victoriosa por el canal medular. En aquella época el hombre no había
salido del Edén; la naturaleza entera le obedecía, y no conocía el dolor ni el pecado. Fueron los
tenebrosos luciferes quienes le enseñaron al hombre a derramar el semen. El pecado original de
nuestros primeros padres fue el crimen de derramar el semen. Eso es fornicación. Cuando el
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hombre paradisíaco fornicó penetró entonces en el reino de los luciferes. El hombre actual es
luciférico.
Conforme el hombre lémur se entregó a los placeres y degeneraciones sexuales, perdió sus
poderes ocultos y la conciencia despierta. Salió del Edén. Esto sucedía al final de esta raza.
Mucho más tarde a través del tiempo, ya sabemos que se fue dividiendo la humanidad en sexos,
esa fue la Edad de Plata, entonces ya no fue posible seguir reproduciéndose por gemación, ya
se necesitó la cooperación sexual para crear. En determinadas épocas, la raza humana hacía
larguísimos viajes por todo el planeta Tierra, a lo largo del continente, guiados por los Elohim.
Esas peregrinaciones, tenían un solo objetivo: la reproducción de la especie. Las razas se
reproducían dentro de los templos, el acto sexual se consideraba un sacramento y nadie se
atrevía a efectuar la cópula fuera del templo, tampoco se eyaculaba el licor seminal, la
humanidad lémur se reproducía por medio de la voluntad y el yoga, es decir por Kriya Shakti,
ya sabemos que tal sistema tiene por base o fundamento la no eyaculación del esperma sagrado.
Cualquier zoospermo solía escaparse para hacer fecunda una matriz sin necesidad de extraer
del organismo el santo esperma o el santo Exiohehari. Esa era otra humanidad, una humanidad
que no estaba degenerada, pero pasábamos por aquella época por la Edad de Plata.
La división en sexos opuestos, fue en la Época Pos lemúrica. Así, podemos dividir la Lemuria
en dos mitades, o la Raza Lemúrica en dos tiempos: primer tiempo: Existencia de los
Hermafroditas; segundo tiempo: División de la raza en dos sexos.
Mas sucedió que cuando llegó la Época Pos lemúrica se vio claramente que algunos niños
nacían con un órgano sexual más acentuado que otro (algunos nacían con el órgano masculino
más desarrollado que el femenino, o viceversa), y tal proceso se fue haciendo cada vez más
notorio, hasta que al fin sucedió que nacieron niños unisexuados (varones o hembras).
Pero, este proceso de división en sexos opuestos, se realizó a través de varios millares de años,
no fue de la noche a la mañana. Por eso se dice que “Eva fue sacada de la costilla de Adam” (es
un símbolo, para representar la división en sexos opuestos).
El “menstruo” siguió existiendo en la mitad femenina, en el elemento femenino, pero ya ese
óvulo nacía infecundo o venía infecundo. Se necesitaba la cooperación con el sexo masculino,
para que el óvulo fuera fecundado y así poder reproducir la especie.
Los Elohim creadores, los Kumarats, reunían a las gentes para la reproducción, en determinadas
épocas del año. Era de admirarse cómo esas razas, esas tribus, viajaban de uno a otro lugar para
ir, asistir en determinadas fechas a los Templos donde habían de reproducirse. El acto sexual
jamás se realizaba fuera del templo; ese sacramento solamente se realizaba en el templo, era un
sacramento del templo, y las parejas, hombre y mujer, en los patios empedrados de los Templos
se unían sexualmente para crear, bajo la dirección de los Kumarats.
Como vino la Edad de Cobre, en el continente Mu la humanidad palideció un poco más en su
espiritualidad, comenzaron a surgir ciertos cultos tenebrosos, etc., pero en donde
verdaderamente se precipitó la humanidad hacia su fracaso, hacia su ocaso, hacia el “ocaso de
los dioses”, como dijera aquel gran poeta, aquel gran músico R. Wagner, fue en la época del
Kali Yuga de la raza Lémur o Edad de Hierro. Cayó la humanidad en la Magia Negra, ya nadie
volvió a los templos, pues todos habían sido expulsados por fornicarios, cayeron en el abuso
sexual y en cultos tenebrosos de Magia Negra, resultado: terremotos incesantemente, volcanes
en erupción y al fin, a través de diez mil años de tales terremotos y catástrofes, se fue hundiendo
el continente Lemur entre las embravecidas olas del océano Pacífico.

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Se dice que “los Lemures se convirtieron en pájaros”. Ciertamente, como testimonio de ello,
digo que hace poco tiempo en Bolivia descubrieron una pequeña raza de Liliputienses. Tenían
de 10 a 20 centímetros de estatura, hombres y mujeres eran pequeñitos. Habitaban dentro de un
pueblito que parecía más bien un “muñequero”, un juego para niños.
De la noche a la mañana, aquellos Liliputienses desaparecieron, se metieron entre la cuarta
dimensión y se transportaron a otro lugar. Tenían que escapar, porque ya se habían convertido
en un escándalo público; multitudes de gentes iban a verlos. Quedó el pueblito aquél que, según
me cuentan, es debidamente custodiado por las tribus indígenas de aquel lugar. Así, pues, es
cierto eso de que los “Hijos del Tercer Sol se convirtieron en pájaros”.
Sin embargo, el origen de la raza de los Lemures tampoco estuvo en el Pacífico, como se cree.
Los antepasados de la Lemuria estuvieron en el continente Hiperbóreo, que, como especie de
herradura, cierra alrededor del Polo Norte.
Discípulo. ¿Cuál fue el origen de la división de los sexos?
Maestro. La división de los sexos tenía que realizarse debido a que los Entes Divinales, los
Seres, necesitaban, forzosamente, tener vehículos masculino o femenino aparte, para su propio
autodesarrollo y experiencia individual. Ésa es la causa.
A través de muchos miles de años de constantes terremotos y erupciones volcánicas, la Lemuria
se fue hundiendo entre las embravecidas olas del Pacífico, al tiempo que surgía del fondo del
océano el continente Atlante.

CUARTA RAZA: ATLANTE


Los Atlantes tenían cuerpos hasta de tres metros de estatura y llegaron a poseer una poderosa
civilización.
Los Atlantes se reproducían por cooperación sexual.
Los Atlantes vivieron en un continente que se llamó “Atlántida” y esto nos recuerda a Atlanteotl
y también a Atlas.
Este gigantesco continente sirvió de escenario para la raza que nos precedió en el curso de la
Historia.
La Atlántida unía geográficamente a lo que hoy conocemos como América y Europa. El golfo
de México antiguamente fue un hermoso valle, las islas de las Antillas, las Canarias y España,
son pedazos de la sumergida Atlántida.
Durante la época de la Atlántida, los polos norte y sur no estaban en donde se encuentran ahora.
En ese entonces, el polo norte, el Ártico, se hallaban ubicados sobre la línea ecuatorial, en el
punto más extremo oriental del África y de la Antártida.
El polo sur actual se hallaba exactamente ubicado sobre la misma línea ecuatorial, hacía lo
opuesto, en un lugar del Pacífico.
La humanidad de la Atlántida llegó a un altísimo grado de civilización análoga a la de la Lemur.
La civilización Atlante no ha sido superada todavía por nuestra civilización moderna actual.
Los atlantes también conocieron la energía atómica y solar y la utilizaron en la paz y en la
guerra.

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Antiguas tradiciones afirman que los atlantes tuvieron un metal más precioso que el oro, y éste
fue el famoso Orichalcum.
En la Atlántida existía un pequeño aparato que cabía en la palma de la mano con el que se
podían desgravitar los cuerpos a voluntad por pesados que estos fueran.
También había una fórmula con la que se podían elaborar las piedras, del tamaño y en el lugar
que se necesitara.
En el campo de la física nuclear, consiguieron el alumbrado atómico en forma masiva. Todas
las ciudades usaban el alumbrado atómico: Los campos estaban iluminados por energía nuclear,
sus casas por energía atómica y energía solar. El alumbrado de los Atlantes, era atómico; y
bien sabemos que hay ciertas cavernas en el Asia donde aún se conservan lámparas atómicas
que devienen de los Atlantes.
En la Atlántida hubo una civilización que ni remotamente sospechan los seres humanos de estos
tiempos. Basta decir que hubo automóviles movidos por energía atómica, que lo mismo podían
andar por tierra, que flotar por los aires, navegar por las aguas y movidos por energía nuclear.
Dentro del terreno de la mecánica, puedo asegurarles que sus automóviles no sólo eran anfibios,
sino que podían también volar por los aires y eran propulsados por energía nuclear. Extraían la
energía, no solamente del uranio y del radio, sino de muchos otros metales y de muchos granos
vegetales también y les salía muy barato. En materia de navegación aérea, tuvieron naves más
poderosas que las actuales: Verdaderos barcos voladores, o “buques-volantes”, propulsados por
energía nuclear y solar.
Las casas de los atlantes estaban rodeadas siempre de muros, murallas, tenían jardines hacia
delante, jardines hacia atrás.
La ciencia de los Atlantes fue formidable. Aún hay cavernas secretas en los Himalayas donde
se conservan ciertos aparatos mecánicos que pueden transmitir telepáticamente el conocimiento
a quien lo desee. No necesitaban pues, los Atlantes devanarse tanto los sesos para adquirir
conocimiento. Tenían los atlantes máquinas tan extraordinarias y maravillosas como aquella
que telepáticamente podía transmitir a la mente de cualquier ser humano, preciosa información
intelectual. Había aparatos, por ejemplo, que se conectaban a la mente, y le transmitían a uno
enseñanzas sin necesidad de estarse uno rompiendo los sesos para aprender. Aparatos
telepáticos maravillosos, que le transmitían a uno el conocimiento, no los he vuelto a ver en
esta época.
La ciencia atlante tuvo la tremenda ventaja de estar unida a la magia; se fabricaron robots
extraordinarios; cierto tipo de elementales superiores controlaba dichos robots. Esos robots
dotados así de inteligencia, parecían seres humanos y servían fielmente a sus amos.
Aprendieron los Atlantes, también, a utilizar la energía solar. Lo peor de todo fue que
desarrollaron poderes mágicos para el mal. Los Atlantes además de ser científicos, eran magos;
podían construir un robot mecánico y dotarlo de un principio inmortal inteligente. Bien sabían
los Atlantes que los elementos del fuego, de los aires, de las aguas, de la tierra, están habitados.
Para ellos, los elementales de la Naturaleza, eso que los cuentos de niños pequeños llaman
“Hadas” o “Gnomos”, o “Salamandras”, o “Silfos”, eran una tremenda realidad. Aún poseían
el sentido de la clarividencia, y es obvio que mediante ese sentido podían perfectamente ver, no
solamente el mundo tridimensional de Euclides, sino aún más, podían ver también la cuarta
coordenada y la quinta, y aún la sexta y séptima. Entonces, repito, se apoderaban de cualquiera
de esas criaturas de los elementos, criaturas invisibles para los sentidos ordinarios y la metían
dentro de su robot. Tales robots, de hecho, se convirtieron en seres inteligentes, en seres que
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servían a sus amos. Eran científicos y eran magos a la vez: creaban un robot y a ese robot lo
dotaban de un principio inteligente, de un elemental vegetal o animal que hacía las veces de
“Alma” o “Espíritu” del robot. De manera que aquellos robots se convirtieron en verdaderas
criaturas vivientes que servían a sus amos, a sus señores.
Los atlantes hicieron cohetes atómicos en los que viajaron a la Luna y a otros planetas del
Sistema Solar, yo viví en la Atlántida y puedo dar testimonio a ustedes de eso. No obstante,
había varias ciudades, había un cosmo-puerto maravilloso, de ese cosmo-puerto, salían naves
cósmicas, cohetes atómicos a uno u otro planeta del sistema solar. A mí me gustaba llegar a una
especie de Caravansin, que así se llamaban los restaurantes de aquella época, y de allí
contemplábamos a través de las ventanas, de esas grandes ventanas de vidrio, todo el cosmo-
puerto, me gustaba ver como salían esos cohetes rumbo a la Luna. Al principio esos
lanzamientos causaban gran asombro y no se sentían sino los gritos de las multitudes; después
se volvió muy común. Viajes a la Luna, los hicieron mejores que los que están haciendo ahora
“Tirios” y “Troyanos”. Tuvieron cohetes atómicos sorprendentes, con los que viajaban a la
Luna, y no solamente descendían en la Luna aquellos astronautas: Descendían también en
cualquier planeta del sistema solar.
Uno de los templos que se conoció en la época de la Atlántida fue el templo de Neptuno, y se
rendía culto al Dios Neptuno, el gran Señor de la Atlántida. El Dios Neptuno, el Regente de
Neptuno, llegó a tomar cuerpo físico en la Tierra y vivió en la Atlántida; ya escribió sus
preceptos en las columnas de los Templos, el culto a Neptuno fue famosísimo, igual que el de
los elementales de las aguas, a las Sirenas del inmenso mar, a las Nereidas, a los genios del
océano; fue una época extraordinaria, Neptuniana Amentina antiquísima, que venía de un
remoto pasado. La tauromaquia tuvo su origen en los templos de la Atlántida.
Los leones arrastraban los carruajes. Ustedes ven los leones hoy en día furiosos, terribles, pues
en la Atlántida los leones servían como animales de tiro, los leones eran domésticos. Los perros
eran muchos más grandes, enormes, ahora son chicos, eran en aquella época mastodontes,
servían para defender las casas de los ciudadanos, eran furiosos. Los caballos también existían,
pero eran gigantescos. Existían elefantes enormes; los mamuts antecesores de los elefantes,
abundaban mucho en las selvas montañosas; eran enormes.
En sus tiempos de esplendor, fue bellísima, pero cuando ya degeneró fue muy grave eso.
Tal raza llegó a tener una civilización poderosa, millones de veces más poderosa que la nuestra:
En materia de trasplantes, trasplantaban vísceras de toda especie: Hígados, riñones, corazón, y
lograban hasta el trasplante de cerebros ¡eso fue formidable! En el terreno de la medicina se
hicieron prodigios, la ciencia de los trasplantes existió en la Atlántida, pero millones de veces
más perfecta que la actual, pues no solamente se lograron trasplantar vísceras secundarias, sino
que hasta se trasplantaron corazones y cerebros, también hubo individuos que en esa forma
pudieron vivir tranquilamente en el mundo físico muchos miles de años, ¿por qué?
Conectados, por ejemplo, a un determinado cerebro, se hacía el prodigio de que ese cerebro era
extraído del cuerpo inútil cuando este ya no servía y se pasaba a otro organismo más nuevo.
Claro que aquel que cedía su organismo tampoco lo hacía desinteresadamente, él a su vez, podía
pedir un cambio para otro, y claro, era tanto como una reencarnación; el pasar un cerebro de
una caja craneana a otra caja craneana y la Esencia conectada a tal cerebro. El individuo era
como si se quitara un traje y se pusiera otro, continuaba existiendo normalmente durante miles
y miles de años.

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Existía una universidad Atlante maravillosa. Quiero referirme, en forma enfática, a la Sociedad
Akaldana, una verdadera universidad de sabios. Estos estudiaron la “Ley del Eterno
Heptaparaparshinokh” (Ley del Siete) a la maravilla; aprendieron a concentrar los rayos solares
para hacerlos penetrar en determinadas cámaras, sabían transformar los siete colores del prisma
solar, es decir, sacaban la “POSITIVA” o “DIAPOSITIVA” de los rayos del prisma solar.
Una cosa es ver los siete colores prismáticos, y otra cosa es transformarlos en forma positiva,
sacarles la “positiva”.
Hubo distintos ángulos, los distintos lugares, en que fueron codificándose los colores.
Los científicos modernos han estudiado los siete colores fundamentales del espectro solar, pero
no les han sacado la “diapositiva” a esos siete colores. Los sabios Atlantes sabían sacarle la
“positiva real” a los siete colores del prisma solar, con esa “positiva” de los siete colores,
realizaban verdaderos prodigios.
Recuerdo, al efecto, el caso de dos sabios chinos que hicieron experimentos (también al estilo
Atlante) con los siete colores del espectro solar. Sacando la “positiva”, por ejemplo, de los siete
colores, pusieron, por ejemplo, opio, ante un rayo coloreado y entonces vieron como el opio se
transformaba en otra sustancia...
Pusieron un pedazo de bambú, humedecido en determinada substancia ante un color azul, por
ejemplo (positivo, no negativo del espectro), y se vio cómo ese bambú se teñía firmemente con
el azul...
Se hizo pasar, por ejemplo, el sonido (tales notas, por ejemplo: La nota DO, RE, o MI), en
combinación con determinado color, y se vio cómo la nota alteraba el color, le daba otro color
completamente diferente.
Se usaron los siete rayos, en su forma positiva, para realizar prodigios en el continente Atlante;
se estudió a fondo la Ley del Eterno Heptaparaparshinokh.
Un sabio, que usaba leche de cabra mezclada con resina de pino sobre una placa de mármol,
vio cómo al descomponerse aquella leche con la resina, formaba siete capas distintas, le indujo
(en la Atlántida) a estudiar la Ley del Eterno Heptaparaparshinokh, la Ley del Siete.
Los sabios de la Sociedad Akaldana hicieron experimentos notables; fueron los primeros que
usaron la esfinge, que colocaron frente a la Universidad. Mucho más tarde, en el tiempo, cuando
los sabios de la Sociedad Akaldana comprendieron que una gran catástrofe se acercaba,
emigraron a un pequeño continente que se llamaba “Grabonci” (me refiero al Continente
Africano), que en principio era pequeño; más tarde, nuevas tierras que emergieron del fondo de
los mares hicieron grande al continente de Grabonci (hoy África).
Los miembros de la Sociedad Akaldana se situaron, al principio, hacia el sur del continente
africano; después emigraron hacia “Cairona” (hoy Cairo). En las tierras de Nívea, del Nilo, o
de Egipto, Y allí establecieron su famosa Universidad de Akaldan y la Esfinge (frente a la
misma).
Las garras del león de la esfinge, representan el fuego; la cabeza de la esfinge, representa el
agua; las patas de toro de la esfinge, representan al elemento tierra; las alas de la esfinge,
representan el elemento aire.

19
Cuatro son las virtudes que se necesitan para poder llegar a la autorrealización íntima del ser:
hay que tener el valor del león, la inteligencia del hombre, las alas del espíritu y la tenacidad
del toro; sólo así es posible llegar a la autorrealización íntima del Ser...
La Sociedad Akaldana en Cairona (hoy El Cairo), estableció un templo de astrología.
Entonces se estudiaban los astros, no con telescopios, como se hace hoy en día, sino con el
sexto sentido.
Cuando se examinan las pirámides (sobre todo la Gran Pirámide), se ven, a modo de “tubos”,
ciertos canales que van desde el fondo, desde la profundidad de una cripta subterránea hacia
arriba, hacia la parte superior de la pirámide. Mucho se ha pensado o conjeturado sobre tales
“canales”, pero esos eran telescopios, y el observatorio no estaba arriba, sino abajo, en el fondo
mismo de la cripta. Allí se ponía un recipiente con agua; en determinada fecha se sabía que tal
astro sería visible, y ciertamente se reflejaba en el agua. Los adeptos de la astrología
observaban, en el agua, al astro en cuestión, no solamente con las facultades físicas, sino
psíquicas. En vez de mirar hacia arriba, miraban hacia abajo, hacia el agua, y allí en el agua,
con el sexto sentido, estudiaban los astros...
Los hermanos de la Sociedad Akaldana, los grandes sabios, eran astrólogos muy sabios: Nacía
un niño, y de inmediato le levantaban su horóscopo. No horóscopos al estilo moderno, no
horóscopos meramente convencionales y cotizados, no; aquello era muy distinto: Los sabios
astrólogos miraban los astros directamente. Con procedimientos que hoy se ignoran, podían
leer el horóscopo de los niños, con una precisión en un ciento por ciento, por cierto, jamás
fallaban en sus profecías ni en sus cálculos.
A los niños se les casaba en Cairona desde recién nacidos; se sabía cuál iba a ser su esposa y se
les desposaba. No quiere decir que, por tal motivo, fueran a vivir juntos desde un principio,
pues eso sería absurdo, pero ya sabía la niña recién nacida, cuál iba a ser su marido, y el varón,
a su tiempo y a su hora, era informado de quién iba a ser su mujer. Cumplida la mayoría de
edad, se les unía en matrimonio.
Los ciudadanos se orientaban, con precisión matemática bajo la dirección de aquellos
astrólogos, en su profesión, en su oficio, en su ocupación. Sabían ellos muy bien para qué había
nacido cada ciudadano, para qué servía cada hombre, pues todo hombre sirve para algo. Lo
importante es saber para qué sirve, y estos sabios astrólogos sabían para qué servía cada criatura
que nacía, y nunca fallaban, ¡eran los sabios de la Sociedad Akaldana!
Ellos salieron de la Atlántida, antes de que los terremotos y maremotos hicieran estremecer
aquél continente. Salieron a tiempo, pues sabían demasiado del fin que se acercaba. Y claro,
cuando vino la revolución de los ejes de la Tierra, cuando los polos se convirtieron en ecuador,
cuando el ecuador se convirtió en polos, cuando los mares se desplazaron y la Atlántida se
resquebrajaba para sumergirse en el fondo del tenebroso océano, los Atlantes,
incuestionablemente, ya habían sido advertidos.
Fue entonces cuando las multitudes, espléndidamente vestidas, se reunieron en los templos de
paredes trasparentes (uno de ellos fue el templo de Ramu). Enjoyadas las mujeres y los hombres
espléndidamente vestidos, clamaban diciendo:
– “¡Ra-Mu sálvanos!”
Al fin, apareció Ra-Mu en el altar. Las multitudes lloraban pidiéndole:
– “¡Sálvanos!”
20
Ra-Mu les contestó: “Vosotros pereceréis, con vuestras mujeres y con vuestros hijos, con
vuestros bienes y con vuestros esclavos; ya os lo había advertido. ¿A qué viene esta súplica? Y
así como todos ustedes morirán, así también vendrá una nueva civilización que se levantará en
tierras nuevas (refiriéndose a nuestra raza Aria), y si ellos proceden como ustedes han
procedido, perecerán también... Es necesario saber que es más indispensable dar que recibir, y
saber dar lo que se recibe”.
Bueno, de nada sirvieron las palabras de Ra-Mu. Cuentan que el humo y las llamas ahogaron
sus últimas palabras; se hundió la Atlántida, con todos sus millones de habitantes...
Hoy yacen palacios enteros, allá, en el fondo del océano, ciudades enteras se hallan sumergidas
en el fondo del océano Atlántico. Pereció ese gigantesco continente, más grande que toda
América junta, desde el Canadá hasta la Argentina y Chile. ¡Enorme continente, con una
poderosa civilización!
Esa raza Atlante existió antes de que existiera la actual raza humana. Tuvieron enormes
ciudades, pero desgraciadamente degeneraron, como dije: Crearon la bomba atómica y aún
armas más mortíferas, y en la guerra se devastaron ciudades enteras, múltiples ciudades se
convirtieron en un holocausto, o en holocaustos atómicos...
Si creemos ser nosotros los sabios más grandes del Universo, estamos equivocados, porque tras
de nosotros existió una raza más poderosa, más civilizada, más culta. En verdad que nosotros,
junto a ellos, no somos sino bárbaros, incivilizados e incultos. Lástima que la Atlántida se
hubiera degenerado, y es que toda raza nace, crece, se desarrolla y muere.
En la decadencia de la raza Atlante, sucedieron cosas horribles: La humanidad degeneró (en los
vicios, por cierto), en el homosexualismo, en el lesbianismo, en las drogas, etc. Se abusa de
todo, ya en el tiempo de la degeneración, y obviamente tenía que ser destruida esa raza.
¿Que tuvo siete subrazas? Nadie lo puede negar, pero al fin degeneró.
Así que, nosotros no tenemos nada muy especial. La civilización actual no es la primera,
tampoco será la última; ni es la más elevada, ni es la más grandiosa; hasta ahora ha sido la más
pobre, la más degenerada.
¿Podemos acaso nosotros, actualmente, conquistar el espacio? ¿Ya somos capaces de viajar en
cohetes atómicos a Marte, a Mercurio, o a Venus? ¿Qué está en proyecto? Sí, puede haber lindos
proyectos, pero actualmente, ¿ya lo hacemos?
En materia de trasplantes, ¿ya se trasplantan cerebros? ¿Ya somos capaces de crear robots
dotados de principios inteligentes?
¡Nada de eso; nosotros no tenemos por qué tener la presunción de ser los más poderosos! ¡Y
está, nuestra tan cacareada civilización moderna, perecerá; “¡Y de toda esta perversa
civilización de víboras, no quedará piedra sobre piedra! Babilonia la Grande, la madre de todas
las fornicaciones y abominaciones de la Tierra, será destruida”, antes de muy poco tiempo...
¡Nos sentimos muy grandes con nuestros aviones supersónicos, creemos que somos los “amos
de la creación”, pero antes de poco no quedará nada, absolutamente nada, de esta perversa
civilización de víboras!
Así que antes de que existiera esta raza que puebla los cinco continentes, existió la raza Atlante.
Descendientes de la Atlántida, están los Mayas, por ejemplo. Los Mayas emigraron, ya hacia
el Tíbet, ya hacia Egipto, ya hacia Centroamérica. ¡Parece increíble! pero en el Tíbet todavía se
21
habla Maya, y el lenguaje Maya es un lenguaje Sagrado, Ritual, del Tíbet. Recordemos que el
Naga-Maya es muy similar.
Jesús de Nazareth aprendió Maya en el Tíbet. Aquella frase de Jesús: “Heli, Heli, Lamah
Zabactani” (“Señor, Señor”, dicen algunos, “cómo me habéis glorificado”; otros dicen: “Señor,
Señor, ¿por qué me habéis abandonado?”), bueno, tal frase no es hebrea. Por eso, cuando los
judíos escucharon que el Cristo decía “Heli, Heli, Lamah Zabactani”, se dijeron así mismos:
“Pero, éste llama a Elías, que lenguaje es éste”. No entendieron, creyeron que llamaba a Elías
para que viniera a salvarle...
Sin embargo, cualquier indiecito de Yucatán o de Guatemala, le traduce a usted la frase de
“Heli, Heli, Lamah Zabactani”, porque resulta que es Maya, no es hebrea. Por eso no la
entendieron los judíos, y significa (de acuerdo con los Mayas y la traducción que ellos le dan):
“Me oculto en la prealba de tu presencia” (es una frase ritual Maya).
Los Turanios, también fueron sobrevivientes de la Atlántida, desdichadamente dedicados a la
magia negra. Lograron llegar hasta el Tíbet también (para el colmo de los colmos), como los
escogidos Arios, y emigraron hacia la Persia antigua. La gran Ley al fin pudo vencerlos y fueron
destruidos.
Hay mucha similitud entre las pirámides de Egipto y las de México porque la sabiduría es la
misma, fueron construidas por los Atlantes. Todos los símbolos y jeroglíficos de los egipcios
y de los mayas, provienen de la misma fuente atlante, y así se explica su semejanza, demasiada
grande para ser resultado de la casualidad.
Las antiguas civilizaciones indo-americanas tienen origen atlante y son vestigios atlantes. Estos
grupos étnicos conservan muchas tradiciones provenientes de los atlantes. Todos los sagrados
cultos de Incas, Mayas y Aztecas, los Dioses y Diosas de los antiguos griegos, fenicios,
escandinavos, indostaníes, etc., son de origen atlante.
Los indios pieles rojas son descendientes de la Atlántida; nuestros antepasados, antiguos
Nahuas: Zapotecas, Toltecas, etc., vinieron originalmente de la Atlántida; casi todas las tribus
de América, descienden de la Atlántida.
Todas las tribus indias de América son vestigios atlantes. Estas tribus conservan muchas
prácticas de magia negra provenientes de los Atlantes.
En la Atlántida hubo raza amarilla, los señores de la faz redonda y amarilla, los señores de la
faz de la Luna; había blancos, los señores de la faz tenebrosa, los rojos, etc.
Así que a medida que uno avanza en estos estudios, se da cuenta de que la raza actual no tuvo
su origen (como suponen muchos) en los mismos continentes que habitamos, la raza actual
viene de otra raza, viene de la Atlántida. No viene de los simios (de los orangutanes, de los
“changos”), como supone, neciamente, Mr. Darwin y sus secuaces; desciende, repito, del tronco
Atlante, y eso está demostrado.
Pero los Atlantes, con toda su poderosa civilización, a su vez no descienden del continente
Atlante. Los Atlantes, con toda su civilización, fue grandiosa, pero los Atlantes no descienden
de Atlántida, descienden de la Lemuria.
La historia del Diluvio Universal cuyas versiones se encuentran en las tradiciones de todas las
razas humanas, son simples recuerdos de la gran catástrofe que destruyo la Atlántida (Véase el
Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas. Los Diálogos de Platón. El libro tibetano de los
Muertos, etc.).
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La catástrofe que acabó con la Atlántida fue pavorosa. La época de la sumersión de la Atlántida
fue realmente una era de muchos cambios geológicos. La Atlántida pasó por terribles y
espantosas catástrofes antes de desaparecer totalmente. Emergieron desde el seno profundo del
inmenso mar otras tierras firmes que formaron nuevas islas y continentes.
Observemos que las transformaciones de la superficie terrestre coinciden con el nacimiento de
un diferente tipo humano. La Lemuria tuvo su tipo peculiar, del que la raza negra es hoy
adulterado remanente.
La Atlántida tuvo también su raza propia, cuyos vestigios se hallan hoy en los indígenas de la
América septentrional, en los antiguos egipcios y en los millones de chinos y japoneses, pues
la cuarta raza, o sea el Atlante, es todavía la más numerosa en la Tierra.
Incuestionablemente, la corteza geológica del planeta Tierra, está sometida a incesantes
cambios geológicos. El eje de éste, nuestro afligido mundo, no ha permanecido siempre paralelo
a sí mismo, como generalmente suponen los catedráticos de la geografía, sino que está sometido
a una mudanza periódica, por virtud de la cual cambia de un modo extraordinario la posición
de los polos y del ecuador, al cabo de los siglos, y esto es algo que ya está demostrado.
Esta revolución de los ejes de la Tierra acarrea, a su vez, alteraciones profundísimas en la
climatología, capaces de explicar por sí solas y en forma contundente y definitiva, los
fenómenos glaciales, durante los cuales, ostensiblemente, los países meridionales de Europa y
norte de África, por ejemplo, han estado cubierto de nieves perpetuas, como hoy los polos norte
y sur durante muchos millares de años, mientras que las regiones árticas de Groenlandia,
Norteamérica, Siberia, etc., han gozado siempre de una temperatura tropical, que hoy ha puesto
fuera de duda la Paleontología.
Es evidente que, en la transición de la Edad Terciaria a la Cuaternaria, a la que hay que referir
la catástrofe de la Atlántida, y que es más comúnmente conocida por los científicos como Época
Glaciar, el polo norte estaba situado en el punto más oriental de la línea ecuatorial que pasa por
el océano Pacífico.
El hielo de nuestro centro polar africano, obviamente extendió su acción a un radio que, en
ambos hemisferios, llegaba hasta las regiones situadas hoy en el grado 25 de latitud. La
circunferencia trazada con este radio formaba, claramente, el círculo polar de aquella época.
La acción glacial de nuestro polo Ártico abrazaba, por tanto, en África, casi todo el continente,
en Asia, el sudoeste de Arabia y toda la zona occidental del continente Lemuriano (hoy
sumergido entre las procelosas aguas del Océano Indico).
En Europa, la acción glacial del centro polar africano, en modo alguno traspasaba jamás la parte
oriental del Mediterráneo.
Incuestionablemente, la catástrofe Atlante, sobre la cual existe abundante documentación, se
debió a la desviación instantánea del polo de rotación de la Tierra. Entonces, en cuestión de
meses, desaparecieron bajo las aguas procelosas del borrascoso océano, multitud de fronteras
internacionales arbitrariamente establecidas por los hombres. Ese fue el diluvio universal citado
por antiquísimas escrituras religiosas. Como consecuencia de aquel cataclismo, el pequeño
continente de Grabontzi, que existe todavía con el nombre de “África”, se hizo mucho más
grande, debido a que otras áreas de tierra firme que emergieron de las aguas vecinas, se sumaron
al mismo.

23
Cierto viejo manuscrito Maya muy valioso, que actualmente se conserva en el Museo Británico,
dice textualmente lo siguiente: “En el año 6 de Kan, el 11 Muluc, en el mes Zac, ocurrieron
terribles terremotos que continuaron sin interrupción hasta el 13 Chuen. El país de las Lomas
de Barro, la tierra de Mu, fue sacrificada. Después de dos conmociones, desapareció durante la
noche, siendo constantemente estremecida por los fuegos subterráneos, que hicieron que la
tierra se hundiera y reapareciera varias veces y en diversos lugares. Al fin, la superficie cedió,
y diez países... armados hasta los dientes y con fronteras internacionales manifiestamente
absurdas... se separaron y desaparecieron. Se hundieron 64 millones de habitantes, 8.000 años
antes de escribirse este libro”.
En los archivos milenarios del antiguo Templo de Lhassa, puede todavía verse, a pesar de los
incontables siglos, una viejísima inscripción caldea, escrita unos 2.000 años antes de Cristo y
que a la letra dice: “Cuando la Estrella Bal cayó en el lugar donde ahora sólo hay mar y cielo,
las siete ciudades con sus puertas de oro y templos transparentes, temblaron y se estremecieron
como hojas de un árbol movidas por la tormenta. Y he aquí que una oleada de fuego y de humo
se elevó de los palacios; los gritos de agonía de la multitud llenaban el aire”. “Buscaron refugio
en sus templos y ciudades, y el sabio Mu, el sacerdote de Ra-Mu se presentó y dijo: «¿No os
predije esto?» Y los hombres y mujeres, cubiertos de piedras preciosas y brillantes vestiduras,
clamaban diciendo: «¡Mu, Sálvanos!», y Mu replicó: «Moriréis con vuestros esclavos y vuestras
riquezas, y de vuestras cenizas surgirán nuevas naciones. Si ellos se olvidan de que deben ser
superiores, no por lo que adquieren sino por lo que dan, la misma suerte les tocará»”.
“Las llamas y el humo ahogaron las palabras de Mu, y la tierra se hizo pedazos y se sumergió
con sus habitantes en las profundidades en unos cuantos meses”.
La Atlántida toda, cayó pues, en la antropofagia debido a Ketabel, la de los tristes destinos, eso
fue, sin embargo, ya en la Edad del Kali Yuga, porque durante la Edad de Oro, las cosas fueron
diferentes. En la Edad de Oro, las cosas fueron diferentes, en la Edad de Oro muchos
sobrevivientes lémures tuvieron sus misterios; no podemos negar que hubo magos negros
lémures-atlantes, pero la Magia Blanca imperó en la primera parte durante la Edad de Oro.
En la Edad de Oro, o sea, la época pre atlante, cuando se extendía el amor, la belleza, la armonía,
la poesía por todas partes, quienes gobernaban la Atlántida eran Reyes Divinos, Reyes
Sagrados. Esos Reyes Sagrados tenían poderes sobre el fuego, aire, agua y tierra, sobre todo lo
que es, ha sido y será; más tarde devienen las edades de Plata, Cobre y Hierro de la Atlántida.
Claro, los primitivos esplendores, los cultos a los Dioses Elementales fueron entonces
cambiados progresivamente por cultos negros.
Tuvo la raza Atlante sus cuatro estaciones: Su primavera, es decir, la Edad de Oro. Entonces
no existían fronteras, todo era amor, la inocencia reinaba sobre la faz de la Tierra; aquél que
sabía tocar la lira, estremecía al Universo con sus melodías. Entonces, realmente, la lira no
había caído sobre el pavimento del templo, hecha pedazos; gobernaban las dinastías solares.
Más tarde vino la Edad de Plata, todo pareció decrecer. Sin embargo, los Hombres seguían
comunicándose con los seres inefables (con los ángeles del cristianismo, con los arcángeles,
con los principados, etc.).
Cuando llegó la Edad de Cobre, la luz se obscureció, ya no hubo los mismos esplendores de
antes, comenzaron a establecerse fronteras, se iniciaron las guerras, nacieron los odios, el
egoísmo, la envidia, etc., y al fin, llegó la Edad Negra, la Edad de Hierro. Obviamente, la Edad
de Cobre fue la precursora de la Edad de Hierro Atlante. La Edad de Cobre fue el otoño, la
Edad de Hierro fue el invierno.
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En la Edad de Hierro, los Atlantes desarrollaron una poderosa civilización: Crearon cohetes
atómicos que podían viajar hasta la Luna, crearon cohetes atómicos que pudieron viajar a
Mercurio, a Venus, a Marte, y en general, a todos los planetas del sistema solar.
En cuestiones de anatomía y de biología, hicieron progresos que ni remotamente sospechamos:
Ketabel, “la de los tristes destinos”, una Reina Atlante, logró conservarse viva (y con toda su
juventud) durante miles de años. Desgraciadamente (y he ahí cómo se inició la decadencia de
la civilización Atlante), ella estableció una “Antropofagia Solar”, digna de lamentarse. Así
comenzó la degeneración o involución de los Atlantes.
Se sacrificaron, entonces, doncellas, jóvenes, etc., a los Dioses, con tales o cuales propósitos.
Luego, esos cadáveres (cualquier cadáver sacrificado joven) era llevado al laboratorio y allí se
les extraían determinadas glándulas que necesitaba la famosa Ketabel, “la de los tristes
destinos”, y esas glándulas servían para reemplazar glándulas gastadas de Ketabel.
Pero no solamente se extraían, de los cadáveres, simplemente las glándulas físicas, no. Hoy los
famosos científicos modernos están tan degenerados, que ya no saben manejar los principios de
la vida. Los sabios Atlantes sí sabían manejar los principios vitales, contenidos en las glándulas
endocrinas.
No ignoraban, los sabios Atlantes, que las vibraciones del éter, o mejor dijéramos los tatwas,
entran en las glándulas endocrinas (o pequeños micro laboratorios que producen hormonas), y
jamás vuelven a salir de allí porque se transforman en hormonas; eso no lo ignoraban jamás los
sabios Atlantes.
Sabían manejar esos Tatwas o vibraciones del éter universal. Cuando hacían un trasplante de
glándulas a Ketabel, lo hacían conjuntamente con el manejo de los tatwas, manipulaban las
vibraciones del éter o principios de la vida.
De manera que esos científicos eran inmensamente superiores a los endocrinólogos modernos,
que nada saben de estas cosas, que ignoran hasta la existencia de los tatwas, pues nunca se han
tomado la molestia de estudiar a Ramá-Prasá, o al Dr. Krumm Heller. Fueron enormemente
aventajados los Atlantes...
La Edad de Plata, tuvo también su belleza. En la Edad de Cobre comenzó a verse la
degeneración y en la Edad de Hierro apareció Ketabel y apareció Orhuarpa, el señor de la faz
tenebrosa. Interesante resulta ese Orhuarpa; reunió un poderoso ejército y se puso en marcha
contra el emperador Noenra que gobernaba una gran nación atlante. Como quiera que Orhuarpa
era mago negro, no solamente movilizó sus recursos militares, sino sus poderes mágicos; le
acompañaban muchos hechiceros, muchos brujos.
Durante el día combatía y por las noches desataba sus poderes tenebrosos y logró realmente
vencer, logró triunfar, porque derrotó al emperador que tuvo que salir. Sin embargo, el Maestro
Moria, que es el gran Maestro de la fuerza, cuando supo eso, cuando vio todo eso, tomó cuerpo
físico, como quiera que es el de la fuerza, reunió un poderoso ejército y se puso en marcha
contra Orhuarpa para derrotarlo, porque se había hecho amo de la Atlántida. Era la edad del
Kali Yuga de la Atlántida, la gente se había entregado a las orgías, a los placeres, a la Magia
Negra más desastrosa, al tantrismo negro. Todos los recursos militares, toda la mecánica, toda
la técnica, toda la ciencia, se empleaba para el mal.
Moria viendo todo eso organizó un ejército y se puso en marcha contra Orhuarpa. Orhuarpa
naturalmente se defendió con sus poderes mágicos y sus fuerzas. El Maestro Moria, dotado de
poderes también, combatió al mago negro mediante el uso de las fuerzas ocultas de la
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Naturaleza y también mediante la espada. Al fin, Orhuarpa, pues viéndose vencido ya, Moria
sitió la ciudad de Tollan, de las siete puertas de oro macizo, no le quedó más remedio al mago
negro sino encerrarse en una torre; los soldados de Moria le prendieron fuego a esa torre y ahí
murió Orhuarpa.
Mas ahí no terminó la cosa, en la Edad del Kali Yuga en la Atlántida. Orhuarpa era un hombre
despierto en el mal y para el mal y un gran mago negro; él, viendo eso, volvió a tener cuerpo
físico otra vez. Ya que tuvo cuerpo físico, que se sintió otra vez en edad de combatir reunió otra
vez a su gente y se puso en marcha contra Moria y contra todas las fuerzas blancas, pero todo
fue inútil. Dios, o sea el Logos, ordenó al Manú Vaivaswata, abandonara la Atlántida por donde
quiera que encontrara tierra seca y tanto el Maestro Moria, como las fuerzas blancas,
abandonaron la Atlántida y se dirigieron por el Desierto de Gobi hacia la Meseta Central del
Asia. Quedó Orhuarpa ahí, con toda su gente, pero era la Edad del Kali Yuga, pronto los
terremotos se empezaron a suceder como ahora. Hubo una gran revolución de los ejes de la
Tierra; los mares cambiaron de lecho y empezó la catástrofe.
El alcohol, lo mismo que ahora; la lujuria, la degeneración llevada al máximo; y así vino a
desaparecer la Atlántida, sencillamente por la gran catástrofe. Sucedió que vino una revolución
de los ejes de la Tierra, los mares cambiaron de lecho y se tragaron a la Atlántida. Claro, ya el
Manú Vaivaswata les había advertido a las gentes del pueblo lo que tendría que advenir. El
Manú Vaivaswata era el verdadero Noé bíblico y él les advirtió, les dijo: “Va a venir gran
catástrofe” pero se reían de él, nadie le creía.
La Atlántida degeneró en magia negra y antropofagia. Podían, los Atlantes, fabricar un
monstruo mental y luego cristalizarlo con la voluntad. Posteriormente lo alimentaban de sangre.
Las guerras Atlantes, en los últimos tiempos, fueron espantosas. Se usó la energía nuclear;
bombas atómicas acabaron con las preciosas ciudades de la Atlántida...
Mas al fin, terminó el sistema solar su viaje alrededor del cinturón zodiacal. Cuando eso
sucedió, hubo una revolución de los ejes de la Tierra y los mares se desplazaron cambiando de
lecho: Lo que eran polos, se convirtieron en ecuador; lo que era ecuador, se convirtió en polos.
Perecieron millones de personas; todas esas poderosas ciudades de la Atlántida, quedaron
sumergidas entre el océano que lleva su nombre.
Dicen las tradiciones que un gran Maestro llamado Vaivaswata (el Noé bíblico),
indudablemente, llamó a las gentes para decirles lo que iría a suceder; más las gentes no le
creían, se burlaban, se mofaban de él, y en vísperas de la gran catástrofe, comían, bailaban, se
divertían y se daban en casamiento, y al otro día eran cadáveres.
Los santos seres que rigen el destino de la humanidad dieron orden al Manú Vaivaswata para
que saliera con su pueblo, antes de que el continente Atlante se sumergiera entre las tormentosas
aguas del océano.
Y el Manú, al frente de su pueblo supo escaparse; tuvo que huir de noche. Como quiera que los
“Señores de la Faz tenebrosa” (los Reyes, los dueños de aquellos famosos y poderosos robots),
tenían aviones maravillosos para viajar a través del espacio, entonces los líderes del selecto
pueblo del Manú Vaivaswata, se apoderaron de aquellos aviones o los destruyeron.
Cuando los “Señores de la Tierra”, cuando los perversos moradores de aquella tierra
despertaron de su sueño (porque el viaje fue nocturno), con gran asombro notaron que las aguas
estaban invadiendo sus tierras. Fueron inmediatamente en busca de sus naves aéreas, más no
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las hallaron; comprendieron lo que pasaba y trataron de perseguir al Pueblo Selecto, más sólo
lograron matar a algunos pocos.
En realidad, aquéllos “Señores de la Faz Sombría” (los Atlantes), murieron, fueron devorados
por las aguas. Hoy, en el fondo del océano Atlántico, subyacen ciudades maravillosas y ricos
palacios. Donde antes existieran salas espléndidas, con gentes que por allí se desplazaban, ahora
sólo hay focas y peces...

QUINTA RAZA: ARIA


Es nuestra raza actual que puebla los cinco continentes del mundo, nació después del diluvio
universal, y durará exactamente hasta esta Era del Acuarius, la cual ya comenzó.
Se nos ha dicho que antes de la pasada glaciación, los polos de la Tierra se encontraban en la
zona que hoy corresponde a la línea ecuatorial, en forma tal que lo que era ecuador se convirtió
en polos y viceversa; esto originó el hundimiento de la Atlántida; es claro que por tal motivo
cambió la geografía terrestre.
Se ha encontrado en el polo Norte carbón vegetal y en la Siberia, a orillas de los grandes ríos,
se han descubierto animales antediluvianos que perecieron por el frío y el hielo; tales criaturas,
completamente tropicales, fueron de un momento a otro sorprendidas por el hielo y la nieve, y
entonces perecieron.
Obviamente, el viaje actual de nuestro sistema solar se inició en Acuarius y terminará en
Acuarius. Antes de que este viaje se hubiera iniciado, nuestro sistema solar, previamente, había
realizado otro viaje. En aquel pasado viaje, es decir, en aquel pasado Año Sideral, existió la
raza Atlante.
La quinta raza Aria es la que puebla actualmente nuestro planeta. La semilla de nuestra raza
Aria es Nórdica, pero al mezclarse con los sobrevivientes Atlantes dio origen a las subrazas del
tronco Ario. Gobernada por el arcángel Samael.
Esta quinta raza raíz Aria ha tenido siete subrazas. La primera subraza floreció en el Asia central
que entonces se llamaba “ASHAH”. En aquellos reinos hoy desaparecidos del Asia central y
cuyas ruinas todavía existen en los Himalayas, alrededor del país del Tíbet y China; en aquellos
otros países como Goblandia, Marapleicie, etc. todos ellos situados en el corazón del Asia, ahí
existieron las poderosas civilizaciones espirituales de esta subraza.
La segunda subraza se desenvolvió en la India, la tierra sagrada de los Vedas, el viejo Indostaní,
Persia y todo el sur del Asia, hubo una gran cultura esotérica.
La tercera subraza creó las poderosas civilizaciones de Babilonia, Caldea, Egipto.
La cuarta subraza se desarrolló en Grecia y Roma.
La quinta subraza son los anglos-sajones-teutones. Los grupos étnicos que originaron la
primera y segunda guerra mundial.
La sexta se formó aquí, en la América Latina. Había aquí, como bien sabemos, mucha gente.
Moraban, aquí en México, nuestros antepasados: Los Nahuas, los Zapotecas, los Toltecas, etc.
En Yucatán, en Honduras, en Centroamérica vivían los Mayas. Sin embargo, los Aztecas, o sea
los Nahuas, avanzaron por todo el istmo de la América Central pues eran guerreros, y llegaron
hasta lo que hoy se llama Panamá. En América del Sur existieron los Incas, con su poderosa
civilización. No hay duda de que las civilizaciones prehispánicas más poderosas, fueron las de

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los Nahuas, Mayas e Incas. No quiero decir que los Chibchas, Araucanos, etc., no hubieran
tenido también hermosas culturas; más es verdad que las civilizaciones más fuertes, fueron las
del México antiguo, y la de los Mayas en Yucatán, Centroamérica y las de los Incas en el Perú
y en el alto Cuzco.
Cuando los españoles llegaron aquí, a nuestra querida tierra mexicana, y cuando invadieron en
general a toda esta tierra de América, se mezclaron con las razas autóctonas y de esta mezcla
nacimos nosotros, los hombres de la sexta subraza de la raza Aria.
La sexta subraza está formada, primeramente, por la América Latina; de la mezcla de los
conquistadores españoles con los grupos indo-americanos, la que se formó fácilmente. El
trabajo de formación de la sexta subraza en los Estados Unidos, fue mucho más difícil porque
los conquistadores ingleses en vez de mezclarse con los nativos indígenas, los eliminaron; sólo
en forma muy insignificante e incipiente se realizó tal mezcla de sangres. Los gringos son
demasiado anglo-sajones. Por ello la Fraternidad Oculta, que gobierna los destinos de la
humanidad, se vio en la necesidad de convertir el territorio norteamericano en un crisol de
fundición de razas; en Estados Unidos y Canadá todas las razas del mundo se están mezclando
para formar la sexta subraza con enorme dificultad.
La séptima subraza Aria todavía no existe, pero existirá y estará formada por los sobrevivientes
del nuevo gran cataclismo que destruirá a la raza Aria.
También vemos nacer el tipo de la raza a que pertenecemos, que se propaga por todas las partes
habitables del globo y se subdivide en varias subrazas fácilmente reconocibles cuando son
puras, de modo que pueden distinguirse los celtas de los teutones y los latinos de los
escandinavos.
La raza Aria se extiende y crece colonizando diversos países y erigiendo un vastísimo imperio.
Cuando dentro de algunos siglos llegue al cenit de su poderío constituirá el más dilatado imperio
que jamás se haya visto, pues abarcará el mundo entero para mayor gloria y pujanza de las
naciones, bajo la hegemonía de la gran subraza teutónica en la que encarnarán las preclaras
inteligencias que en toda época brillan en cada subraza cuando alcanza el apogeo de su
esplendor. En Occidente y en Oriente predomina ya la subraza teutónica cuya expansión
propende a realizar un proyecto del Manú de la raza que dirige y elabora el futuro imperio.
Hemos de comprender que toda lejana empresa, toda colonización, toda guerra, tienden a un
definido objeto, y cuando una nación invade a otra y la subyuga, esta conquista es provechosa
para vencedores y vencidos.
Cuando los griegos conquistaron parte de la India, introdujeron su arte que influyó
poderosamente en el arte hinduista, dejando la huella del exquisito arte griego. Así también,
cuando las numerosas hordas de los mongoles bajaron de las mesetas del Asia central para
invadir la India aportaron nuevas formas artísticas que enriquecieron el país conquistado. Las
alternativas conquistas de Oriente y Occidente forman parte del gran plan de evolución, y los
tesoros que de otro modo hubieran quedado recluidos en los estrechos límites de un solo país
son patrimonio de mayor número de gentes. Dirigiendo la vista a más amplios horizontes
veremos los proyectos de un plan mucho más vasto y grandioso, y advertiremos que cuando
una nación queda al principio aislada es para realizar algo valioso para la humanidad y
propagarlo y difundirlo por doquier.
Todas las guerras, conquistas y luchas entre subrazas y naciones forman parte del plan de
evolución y las dirige el Manú, que conoce exactamente las necesidades de cada nación y
subraza, y provoca la entremezcla de unas con otras para favorecer el progreso de la humanidad.
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Así, por ejemplo, la guerra entre Rusia y el Japón entrañaba la lucha del ideal de Occidente y
el de Oriente, pues este último estaba a punto de perder su influencia porque no se le respetaba
lo bastante. El fiel de la balanza había oscilado muy a menudo entre Oriente y Occidente,
inclinándose desde mucho tiempo hacia a favor de Occidente. Para salvar el ideal de Oriente y
conservarlo en interés de la humanidad, triunfó el Japón en el tremendo conflicto ventilado en
los campos de batalla de Asia. Por lo tanto, preciso es convencernos de que el Manú dirige
cuantos conflictos se suscitan y que doquiera hay turbulencias la potente mano del Señor de los
hombres prepara el porvenir. Muy terrible es el espectáculo del alud que desprendido de la
cumbre de la montaña rueda por la falda y arrasa cuantas vidas encuentra en su impetuoso
avance hasta inundar el valle. Pero al cabo de millares de años aquel mismo valle devastado por
la caída del alud florecerá espléndidamente y lo cubrirán doradas mieses. Los niños juguetearán
por él alegremente y el hombre vivirá allí dichoso.
La destrucción significa reconstrucción; la muerte no es más que nueva vida. Las numerosas
pruebas por las que ha pasado la humanidad la han ascendido de nivel y la Jerarquía traza planes
cuya ejecución dirige para el final ascenso de todos los hombres. En este momento de plena
tempestad, cuando la lucha de clases, todavía más terrible que la guerra entre las naciones,
asuela nuestro país y llena de temor el corazón de las gentes; en este momento en que parecen
cerradas todas las salidas y no se ve la posibilidad de remedio alguno porque la antigua
civilización se hunde antes de que la nueva surja, recordad las palabras del Cristo: "No se turbe
vuestro corazón", porque las angustias presentes prometen un dichoso porvenir. Todo ha de
acabar felizmente, por cuanto la Jerarquía se oculta tras la belicosa voluntad de los hombres y
aprovecha el mal para realizar el bien. El Universo tiende siempre al bien. No quisiera dejaros
con palabras de esperanza, sino de certidumbre; no de duda, sino de firmísima confianza. Puesto
que Cristo es el Instructor y el Hombre ideal es el Gobernador, todo ha de resultar en bien en
un mundo al que aman y del que se han instituido Guardianes y Guías. Si en nuestro derredor
se hunden los cimientos es para que otros más sólidos los substituyan. Si se derrumban los
monumentos es porque ya están desgastados y otros templos más hermosos se han de levantar
sobre sus ruinas. La desesperación no debe apoderarse de una raza que engendró al Cristo y al
Buddha. La desesperación no tiene lugar apropiado en una humanidad en que el hombre puede
aspirar siempre y por doquiera a convertirse en un Dios.
Nuestra raza Aria nació en la constelación de Acuario, durante la Era del Aguador, después del
diluvio universal. El fin se acerca, ha terminado el viaje del sistema solar; ha vuelto después de
muchos años al punto inicial de partida.
En estos precisos momentos, nos encontramos en la Era del Acuarius. Esta Era se inició el 4 de
febrero del año 1962, entre las dos y tres de la tarde. Entonces todos los astrónomos del mundo
pudieron ver con sus telescopios, el “embotellamiento” del tránsito celeste, bajo la constelación
del Aguador.
Hubo, por aquella época, un eclipse de Sol y de Luna, que algunos de ustedes recordarán...
Faltan pocos grados, pues, para que el viaje del sistema solar, en Acuarius, llegue exactamente
al punto inicial de partida original.
Durante el viaje alrededor del cinturón zodiacal, los polos de la Tierra se van desviando. Si hoy
saliéramos en un avión, orientados exclusivamente por la aguja de la brújula, al llegar al polo
norte, está quedaría “como loca” y si descendiéramos verticalmente de acuerdo con la Ley,
veríamos que allí ya no está el polo; es decir, ya el polo geográfico no coincide con el polo
magnético.

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Los polos de la Tierra ya están desviados, y al concluir definitivamente el viaje, al llegar al
grado exacto, al punto preciso de partida original, los polos se convertirán en ecuador y el
ecuador en polos. Entonces los mares furiosos cambiarán de lecho, y estas tierras en las cuales
habitamos se sumergirán entre el fondo del océano.
Un acontecimiento insólito acelerará o coadyuvará, con esta cuestión de la revolución de los
ejes de la Tierra. Quiero referirme al caso de “Hercólubus”. Dicho planeta es tres o seis veces
más grande que Júpiter; pertenece a un sistema solar muy lejano: al sistema solar de Tylo. Este
sistema se está acercando a la Tierra; los astrónomos ya tienen ante su vista a Hercólubus, es
un gigante poderoso. Hercólubus pasará por un ángulo del sistema solar. Cuando esto sea, la
revolución de los ejes de la Tierra se acelerará violentamente, y entonces vendrá la catástrofe.
Algunos científicos pretenden alejar a Hercólubus, con explosiones atómicas, más esto resultará
inútil. Es imposible, con puras bombas atómicas, alejar a un planeta monstruoso, gigantesco,
poderoso. Hechos son hechos, y ante los hechos tenemos que rendirnos.
Hercólubus llegó en la época de la Lemuria, antes de que existiera la Atlántida; acabó con tal
continente. Bien sabemos que el continente Mu o Lemur, a través de 10.000 años de terremotos
e incesantes erupciones volcánicas, se fue hundiendo entre las aguas del borrascoso océano
Pacífico.
Cuando Hercólubus pasó (al final del Kali-Yuga) por un ángulo del sistema solar, al final del
Kali Yuga del continente Atlante, vino el diluvio universal: Los mares se desplazaron,
cambiando de lecho, y se acabó la Atlántida. Restos de la Atlántida, son las Antillas, como
restos del Continente Mu son la Isla de Pascua frente a la costa de Chile o el Archipiélago de la
Oceanía, Australia, etc.
Así pues, cuando Hercólubus pase nuevamente, por este ángulo del sistema solar, pueden estar
ustedes absolutamente seguros que vendrá la otra catástrofe. Así pues, la catástrofe que se
avecina, no es la primera, tampoco será la última.
Si estudiamos cuidadosamente la “Piedra Solar” (el Calendario Azteca), encontraremos allí una
sabiduría extraordinaria: Dicen los Nahuas que “los Hijos del Primer Sol fueron devorados por
los tigres”, que “los Hijos del Segundo Sol fueron arrasados por fuertes huracanes y que se
convirtieron en monos o «changos»”; que “los Hijos del Tercer Sol perecieron por lluvia de
fuego y grandes terremotos, y se transformaron en pájaros”. Dicen que “los Hijos del Cuarto
Sol fueron tragados por las aguas, y que se convirtieron en peces”, más nada dicen sobre los
Hijos del Quinto Sol.
Mas si investigamos a fondo cuál ha de ser la suerte de los Hijos del Quinto Sol, no dicen como
se convirtieron en el pasado, porque están hablando con respecto a un futuro, más sí dicen como
habrán de perecer, pronostican, ya hablando para el futuro: “Los Hijos del Quinto Sol perecerán
por el fuego y los terremotos” ... Luego aseguran que “en la época del Quinto Sol, morirán los
Dioses, que se abandonará el culto a los Dioses” ..., cosa que se ha cumplido.
Más ponen luego énfasis los Nahuas, en su Calendario Azteca, para decir que “durante la época
del Sexto Sol, resucitarán los Dioses” y que “en la época del Séptimo Sol, todo será Divinal”.
Pero concretémonos a nosotros, los Hijos del Quinto Sol...
Realmente, los tiempos del fin han llegado, y estamos en ellos. Por estos tiempos los terremotos
se multiplicarán espantosamente.

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Hoy tembló aquí, mañana en otro lugar, pasado mañana en otro y así sucesivamente, los
terremotos se están desarrollando en cadena por todos los países de la Tierra y no hay remedio.
Ciertamente, en los fondos de los océanos Atlántico y Pacífico existen grietas tremendas, por
ejemplo, la que pasa por California amenaza de hecho toda esa península. Los gringos la tienen
bautizada, esa grieta viene del Polo Sur, y es obvio que California está llamada a desaparecer;
grietas hay también en el Atlántico, pero las más profundas son las del Pacífico, algunas tienen
profundidades tales que ya ponen en contacto el agua con el fuego líquido que existe dentro del
interior de la Tierra; como resultado de eso se forman presiones y vapores dentro del interior
del organismo planetario en que vivimos, esas presiones irán aumentando de momento en
momento, tales presiones y vapores son los que vienen a dar origen a los terremotos. De manera
que todos los terremotos que se están sucediendo actualmente en la Tierra no tienen su
epicentro, como creen los científicos en tal o cual lugar, la cruda realidad de los hechos es que
los terremotos tienen un origen común, las presiones y vapores que se están desarrollando
dentro del interior de la Tierra. Esa es la cruda realidad, prácticamente estamos todos, dijéramos
tranquilamente sobre un polvorín, o mejor dijéramos, sobre una caldera que amenaza explotar,
el fuego del interior de la Tierra está en desasosiego, y no hay remedio, los volcanes tendrán
inevitablemente que multiplicarse por todas partes, no es de extrañarnos que en cualquier
momento venga una explosión tan grande que lance un pedazo de tierra al espacio infinito, pues
así están las cosas, nadie podrá detener esto, porque los tiempos del fin ya llegaron.
Ahora estamos otra vez en la edad del Kali Yuga, edad de Hierro, edad negra de esta quinta
raza Aria.
La Edad de Oro de nuestra raza Aria, bella, preciosa, allá en la Meseta Central del Asia. La
Edad de Plata, época de los Rishis: mucho antes de los Vedas floreció prodigiosamente en el
Indostán, en el sur de China. Una Edad de Bronce o Edad de Cobre, vio crecer civilizaciones
tan prodigiosas como la egipcia, la Caldea, la Asiria, la Fenicia, Babilonia, etc., aún más,
aquellos Pelasgos que habitaron en la Europa antigua, emigraron, esa raza fue emigrada a la
Meseta Central del Asia, formaron también sus civilizaciones, su cultura. Pero hemos llegado
a la Edad del Hierro, que empezó con la época greco-romana y que terminará catastróficamente
en el año 2.500. Téngase seguro que el ciclo electro-químico se inició en la época greco-romana,
y termina en el año 2.500 y el Kali Yuga marcha paralela con el ciclo electro-químico; se dice
por los grandes sabios que el ciclo electro-químico termina en el año 2.500.
Ustedes saben que la electricidad y la química son el basamento físico de esta gran civilización,
si le quitamos la química y la electricidad, esta raza ¿en qué queda? Un solo apagón de luces
en Nueva York vuelve loca a la gente; ahora qué diríamos si toda la técnica de electricidad se
arruina, si la química se acaba, eso no tiene que ser así como así, ¿verdad? Tiene que haber una
catástrofe para que la química y los sistemas eléctricos dejen de existir, ¿no?
Obviamente, sí habrá una gran catástrofe en el año 2.500, pero antes de esa gran catástrofe
planetaria es obvio que habrá que agotarse mucho Karma. Por ahora los terremotos en grandes
escalas se procesarán sin término, cada vez más violentos, cada vez más terribles, y no habrá
remedio. Las guerras se multiplicarán por toda la faz de la Tierra, la tercera guerra mundial será
inevitable, vamos a pasos gigantescos rumbo a la tercera guerra mundial. Habrá hambre y
desolaciones por todas partes, miserias por donde quiera, enfermedades desconocidas, jamás
vistas, mucho dolor. Se abusará demasiado del átomo, como consecuencia vendrá una
descomposición del átomo en cadena y la Tierra toda se llenará de radioactividad. Las gentes
andarán como locas por las calles, los hospitales estarán abarrotados de gentes, y al fin vendrá
lo peor, un mundo viene a velocidades extraordinarias a través del infinito, dijéramos, la Tierra

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será tragada por un gran monstruo, ¿por qué? Porque aquel planeta es monstruoso, es
gigantesco, hay un mundo que viene rodando vertiginosamente, se dice, dislocado de otro
sistema solar. Viene constantemente sobre la órbita de la Tierra y pasará muy cerca de la Tierra
inevitablemente. El acercamiento de aquel planeta provocará tempestades magnéticas
espantosas, olas embravecidas nunca vistas, azotarán las costas y un ruido extraño saldrá del
fondo de los océanos cuando aquel planeta se acerque. Su radioactividad quemará
indudablemente todo aquello que tenga vida, cuando todo esto suceda ya no habrá nadie vivo,
eso es claro, entonces quedará la Tierra como una masa caótica de fuego y agua. Será un choque
electromagnético.
La Edad de Oro pues, siempre es representada por los hindúes por una vaca parada en sus cuatro
patas. Es la época de la belleza, de la virtud, del equilibrio perfecto.
En la Edad de Plata aparece ya la vaca parada solo en tres patas.
En la Edad de Bronce, aparece la vaca parada sobre dos patas.
Con esta edad del Kali Yuga, aparece la vaca ya parada sobre una sola pata, caerá al abismo.
Respuestas: Es ayudado si está verdaderamente en el Camino por la hermandad secreta. La
Madame Blavatsky tuvo un accidente en un barco y fue la única que se salvó. La Logia Blanca
ayuda a los que están en el Camino, pero los que no están, los que no quieren, los que no desean
estar en el camino, ¿para qué son ayudados? Árbol que no da fruto es cortado y echado al fuego.
Hay que saber comprender todas estas profecías a fondo. Es obvio que Nueva York será
destruida por fuerzas armadas, no quedará nada, pero que la catástrofe sea antes del 2000 es
falso; que la Atlántida reaparecerá sí, ciertamente, ya está localizada, pero tal vez sea por mala
interpretación.
Los falsos profetas están equivocados, porque los auténticos y grandes profetas como Mahoma,
Jesús el Gran Kabir, como Quetzalcóatl y sus discípulos, saben muy bien que llega, y lo dijeron
los aztecas: “los hijos del Quinto Sol perecerán por fuego y los terremotos” y se está
cumpliendo. El Señor Quetzalcóatl y los suyos no se equivocan, habrá destrucción y llamas en
toda la redondez de la Tierra y hay que comprender lo que es el Quinto Sol.
El Quinto es mi Mónada y su verdadero nombre esotérico es Samael, yo soy únicamente su
Dhyani Bodhisattva. Fuego y llamas, porque después de predicado este Quinto Evangelio por
toda la redondez de la Tierra, cuando haya sido conocido totalmente por toda la redondez de la
Tierra y toda la humanidad, vendrá la gran catástrofe, para que nadie tenga disculpas, para que
nadie diga: “yo no conocí el Quinto Evangelio”. Pero es claro que será ayudada la humanidad,
lo urgente es despertar y de lo cual su humilde Dhyani Bodhisattva sabe lo que hacer y sabrá
conducir a su pueblo hacia un lugar seguro, fuera de todo peligro. Porque, así como en la
Atlántida, el pueblo escogido, el selecto fue guiado por el Manú Vaivaswata hacia la Meseta
Central, así también ahora, aquel sabrá guiar a su pueblo hacia cierto lugar seguro, fuera de
todo peligro para formar nuevas civilizaciones y una nueva cultura. Los atlantes sobrevivientes
dirigidos por el Manú Vaivaswata, fueron dirigidos por el desierto de Gobi y se les guio por el
mar de la Misericordia, –ahora desierto de Gobi– y así llegaron hacia la Meseta Central del
Asia, al Tíbet, etc. Hubo varios reinos, cuyas ruinas aún existen, tenían una tremenda
espiritualidad, no hubo comodidades físicas ni materiales. En esa Meseta Central del Asia se
conocieron los antiguos misterios.
En los tiempos del Kali Yuga todos debemos estar preparados para morir, que es lo único que
nos aguarda.
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¿Quiénes habrán de formar ese Pueblo Selecto? Ese Pueblo Selecto estará formado por aquellos
que se autoexploren a sí mismos, por aquellos que eliminen sus defectos psicológicos, por
aquellos que acaben con el culto al Ego, al mí mismo, al sí mismo. Ese Pueblo Selecto estará
formado por hombres y mujeres de buena voluntad, por gentes de verdad dispuestas a
transformarse radicalmente, gentes que estén despertando conciencia en el aquí y ahora.
Ese Pueblo Selecto será llevado a cierto lugar del océano Pacífico. Ese Pueblo Selecto, vivirá
por aquellos días en una región desde donde podrá ver la lucha, el duelo a muerte entre el fuego
y el agua durante varios siglos.
Y cuando el doble arco iris aparezca sobre las nubes, señal de una nueva alianza de Dios con
los Hombres, ese Pueblo Selecto habitará en tierra nueva y en cielos nuevos, entonces
amanecerá la Edad de Oro. Y por eso fue que Virgilio, el poeta de Mantua dijo: “Ya llegó la
Edad de Oro, y una nueva progenie manda” ...
Lo que sí quiero decirles es que la sexta raza nacerá, pues, en tierras nuevas, porque todo esto
ahora va a cambiar. Esta tierra, donde estamos parados, va a quedar sumergida en el océano, en
el mar. ¿No ven que viene la revolución de los ejes de la Tierra? Ésta es una cuestión, hasta
cierto punto, de mecánica celeste. El sistema solar viaja alrededor del cinturón zodiacal en unos
25.968 años, con fracciones de minutos y segundos: Sale de un punto “A” y regresa a un punto
“A”. En el trayecto, pues, naturalmente los ejes de la Tierra se van desviando, se van
verticalizando, y los polos se van desviando, durante el trayecto.
Concluido el trayecto, lo que eran polos quedan convertidos en ecuador, y lo que es ecuador,
queda convertido en polos. O sea, es un asunto de mecánica celeste, que se puede demostrar
con un aparato mecánico, directamente.
O sea, que el cataclismo de todas maneras sucede, aunque la raza hubiera sido espiritualmente
elevada, digamos, con mucha producción de Hombres... El cataclismo, de todas maneras, habría
sido igual; sólo que, si la raza humana hubiera sido una raza despierta, una raza que se hubiera
autorrealizado, pues nadie habría perecido en el cataclismo y todos serían llevados a un lugar
seguro.
P. Ese “lugar seguro”, ¿está en la cuarta dimensión?
M. No, está en el mundo físico; es un lugar secreto. Yo mantengo por ahora el secreto, para que
no se nos vayan a ir por allá los profanos y profanadores, y “salgan” y “nos coman el mango”.
Eso sería gravísimo, hermanos, y tenemos que “callarnos el pico” sobre el lugar... Pero es
cuestión de mecánica celeste. Ahora, hay una cosa que ayudará, otro factor, que ayudará a la
revolución de los ejes de la Tierra, será la llegada de Hercólubus.
NO se admitirá, en la Sexta Raza, en la Edad de Oro, a nadie que tenga ego; está prohibido. El
que no haya conquistado la inocencia, la conciencia despierta será rechazado, no se le dará
cuerpo; porque con uno solo que no sea inocente, ese solo corrompe a todos los demás y acaba
con la Edad de Oro.
P. Maestro, pero usted dijo que los que pudiéramos acabar con el 50% del Ego, seríamos
admitidos…
M. ¡Ah, eso sí!: mientras llega la edad de oro, el que tenga el 50% tiene el derecho al éxodo. Y
en los siglos que van a estar aislados, antes de que se inicie la Sexta Raza, tendrán oportunidad
para disolver totalmente el Ego, y el que no lo haga, será también excluido, aunque haya
formado parte del éxodo.
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SEXTA RAZA: KORADHI
Es la próxima raza, pero después de esa gran catástrofe que se avecina. Después de la
revolución de los ejes de la Tierra. Se desarrollará en cierto lugar de la Antártida, en una tierra
nueva, en la cual vivirá un pueblo nuevo y estará ubicado en la zona ecuatorial.
Estará formada por la mezcla de los sobrevivientes de la raza Aria y seres extraterrestres. Las
características físicas serán de una estatura de 1,20 m., pelo plateado y una tez aceituna.
Alcanzarán un mayor desarrollo espiritual, clarividencia y tendencias unificadoras.
Gobernada por el arcángel Zachariel.

SÉPTIMA RAZA: LILIPUTIENSE


Será la raza de mayor desarrollo y perfección.
El nombre hace relación a su pequeña estatura promedio de 50 centímetros.
Habitará en un nuevo continente. Después del viraje de los ejes de la Tierra.
Gobernada por el arcángel Orifiel.
Tendrá sus 7 subrazas.
El planeta Tierra y todo nuestro sistema solar de Ors, estará entrando de vuelta a la cuarta
dimensión.
Para los Maestros despiertos la fuente de información sobre todo estas investigaciones son los
Registros Akáshicos de la naturaleza en el mundo causal. Estas son las memorias de la
naturaleza, utilizando sus poderes de clarividencia, clariaudiencia, intuición, desdoblamiento.
APRENDER A SER:
*RESOLUCIÓN DEFINITIVA en la conquista de sí mismo como razón de ser de sus vidas
mediante la aplicación diaria de los 3 factores: nacer, morir y servicio desinteresado a la
humanidad, con evaluación diaria de este trabajo.
*ENTUSIASMO en el cumplimiento de la misión, orientando toda actividad humana dentro de
la Gran Razón de Vivir, evitando perder el tiempo en nimiedades.
DILIGENCIA y PERSEVERANCIA en hacerlo.
APRENDER A HACER:
*Morir: Iniciar con el ego que en las experiencias nos da más inconvenientes de relación con
los demás y con nosotros mismos, mediante la meditación diaria, la auto observación, recuerdo
de sí, autodescubrimiento, reflexión íntima del Ser, auto confrontación llevando la contraria a
las órdenes del ego, considerando a los demás con la virtud que exige esa circunstancia, muerte
al ego en meditación y arcano AZF.
*Nacer: En cuerpos solares o vestiduras sagradas mediante sexualidad trascendente, amorosa y
voluptuosa en matrimonio legítimamente constituido.
*Servicio desinteresado a la humanidad doliente, especialmente mediante la difusión del
conocimiento, además de poner nuestros talentos al servicio gustoso de la humanidad.

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APRENDER A CONVIVIR:
*Evitar juzgar a los demás, pidiendo en oración esta virtud. Hacer fiel relato exclusivo de
hechos puntuales en lugar de juicios de valor.
*Difundir el conocimiento de los 3 factores sin fanatismo, sino más bien con el ejemplo y con
sentimientos fraternales que estimulen la toma de acciones por comprensión y convicción en
lugar de polémicas inútiles.
APRENDER A EMPRENDER:
*Involucrarse en todas las formas posible de difusión del conocimiento con simultanea
aplicación sobre sí mismo.
CONCLUSIÓN:
Investigar el origen y evolución del ser humano, ubicarme en el contexto específico para
orientar mi vida positivamente es urgente para autorrealizarme a fondo y trascender
sufrimientos apocalípticos indecibles.
EVALUACIÓN:
¿Cuál es el objetivo de estar con vida sobre el planeta Tierra?
¿Con qué prácticas diarias cumple su misión personal sobre el planeta Tierra?

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