Ip-Iis-Ci - La Profesión de La Fe Cristiana
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SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
LOS SÍMBOLOS DE LA FE
185 Quien dice "Yo creo", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos".
La comunión en la fe necesita un lenguaje común de la fe, normativo para
todos y que nos una en la misma confesión de fe.
«Esta síntesis de la fe no ha sido hecha según las opiniones humanas, sino que
de toda la Escritura ha sido recogido lo que hay en ella de más importante,
para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. Y como el grano de
mostaza contiene en un grano muy pequeño gran número de ramas, de igual
modo este resumen de la fe encierra en pocas palabras todo el conocimiento
de la verdadera piedad contenida en el Antiguo y el Nuevo Testamento» (San
Cirilo de Jerusalén, Catecheses illuminadorum, 5,12; PG 33).
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
191 Cada una de estas tres partes se subdividen en una serie de fórmulas
variadas y exactas. Utilizando una comparación frecuentemente repetida en
las obras de los Santos Padres, llamamos artículos a cada una de las fórmulas
del Símbolo que clara y distintamente hemos de creer, lo mismo que
llamamos artículos (articulaciones) a las distintas partes en que se divide cada
una de las partes del organismo humano (Catecismo Romano, 1,1,4). Según
una antigua tradición, atestiguada ya por san Ambrosio, se acostumbra a
enumerar doce artículos del Credo, simbolizando con el número de los doce
apóstoles el conjunto de la fe apostólica (cf. San Ambrosio, Explanatio
Symboli, 8: PL 17, 1158D).
Entre todos los símbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy particular en la
vida de la Iglesia:
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
197 Como en el día de nuestro Bautismo, cuando toda nuestra vida fue
confiada "a la regla de doctrina" (Rm 6,17), acogemos el símbolo de esta fe
nuestra que da la vida. Recitar con fe el Credo es entrar en comunión con Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo, es entrar también en comunión con toda la
Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos:
CAPÍTULO PRIMERO
CREO EN DIOS PADRE
198 Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es "el primero y el [...]
último" (Is 44,6), el principio y el fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre,
porque el Padre es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; nuestro Símbolo
se inicia con la creación del cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el
fundamento de todas las obras de Dios.
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO,
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 1
CREO EN DIOS
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202 Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor" y que es preciso
amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las
fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo tiempo entender que Él mismo es
"el Señor" (cf. Mc 12,35-37). Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la
fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu
Santo, "que es Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el
Dios único:
El Dios vivo
205 Dios llama a Moisés desde una zarza que arde sin consumirse. Dios dice a
Moisés: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y
el Dios de Jacob" (Ex 3,6). Dios es el Dios de los padres. El que había llamado
y guiado a los patriarcas en sus peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo
que se acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a sus
descendientes de la esclavitud. Es el Dios que más allá del espacio y del
tiempo lo puede y lo quiere, y que pondrá en obra toda su omnipotencia para
este designio.
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
Moisés dijo a Dios: «Si voy a los hijos de Israel y les digo: "El Dios de
vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es
su nombre?", ¿qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy».
Y añadió: «Así dirás a los hijos de Israel: "Yo soy" me ha enviado a vosotros
[...] Este es ni nombre para siempre, por él seré invocado de generación en
generación» (Ex 3,13-15).
206 Al revelar su nombre misterioso de YHWH, "Yo soy el que es" o "Yo soy
el que soy" o también "Yo soy el que Yo soy", Dios dice quién es y con qué
nombre se le debe llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es
Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como el rechazo de un nombre
propio, y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que Él es,
infinitamente por encima de todo lo que podemos comprender o decir: es el
"Dios escondido" (Is 45,15), su Nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios
que se acerca a los hombres.
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210 Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para adorar al becerro de
oro (cf. Ex 32), Dios escucha la intercesión de Moisés y acepta marchar en
medio de un pueblo infiel, manifestando así su amor (cf. Ex 33,12-17). A
Moisés, que pide ver su gloria, Dios le responde: "Yo haré pasar ante tu vista
toda mi bondad (belleza) y pronunciaré delante de ti el nombre de YHWH"
(Ex 33,18-19). Y el Señor pasa delante de Moisés, y proclama: "Señor, Señor,
Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad"
(Ex 34,5-6). Moisés confiesa entonces que el Señor es un Dios que perdona
(cf. Ex 34,9).
211 El Nombre divino "Yo soy" o "Él es" expresa la fidelidad de Dios que, a
pesar de la infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece,
"mantiene su amor por mil generaciones" (Ex 34,7). Dios revela que es "rico
en misericordia" (Ef 2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jesús, dando su
vida para librarnos del pecado, revelará que Él mismo lleva el Nombre divino:
"Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo soy"
(Jn 8,28)
Solo Dios ES
213 Por tanto, la revelación del Nombre inefable "Yo soy el que soy" contiene
la verdad de que sólo Dios ES. En este mismo sentido, ya la traducción de los
Setenta y, siguiéndola, la Tradición de la Iglesia han entendido el Nombre
divino: Dios es la plenitud del Ser y de toda perfección, sin origen y sin fin.
Mientras todas las criaturas han recibido de Él todo su ser y su poseer. Él solo
es su ser mismo y es por sí mismo todo lo que es.
214 Dios, "El que es", se reveló a Israel como el que es "rico en amor y
fidelidad" (Ex 34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las
riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su
benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también su fiabilidad, su
constancia, su fidelidad, su verdad. "Doy gracias a tu Nombre por tu amor y tu
verdad" (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). Él es la Verdad, porque "Dios es Luz, en él
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
Dios es la Verdad
215 "Es verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos tus justos
juicios" (Sal 119,160). "Ahora, mi Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son
verdad" (2 S 7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre
(cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por
ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la
fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y
de la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la
palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad.
Dios es Amor
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una
razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo:
su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus
profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de
perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).
220 El amor de Dios es "eterno" (Is 54,8). "Porque los montes se correrán y
las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará" (Is 54,10).
"Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti" (Jr 31,3).
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221 Pero san Juan irá todavía más lejos al afirmar: "Dios es Amor" (1
Jn 4,8.16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los
tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más
íntimo (cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3,9-12); Él mismo es una eterna comunicación de
amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en Él.
222 Creer en Dios, el Único, y amarlo con todo el ser tiene consecuencias
inmensas para toda nuestra vida:
226 Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el Único, nos lleva a
usar de todo lo que no es Él en la medida en que nos acerca a Él, y a
separarnos de ello en la medida en que nos aparta de Él (cf. Mt 5,29-30; 16,
24; 19,23-24):
«¡Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti! ¡Señor mío y
Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti! ¡Señor mío y Dios mío, despójame
de mí mismo para darme todo a ti (San Nicolás de Flüe, Oración).
Resumen
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
Párrafo 2
EL PADRE
232 Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo" (Mt 28,19). Antes responden "Creo" a la triple pregunta que les pide confesar su
fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: Fides omnium christianorum in Trinitate
consistit ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad") (San
Cesáreo de Arlés, Expositio symboli [sermo 9]: CCL 103, 48).
233 Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo y no en "los nombres" de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues
no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo:
la Santísima Trinidad.
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240 Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto
Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente sólo
es Hijo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le
conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27).
241 Por eso los Apóstoles confiesan a Jesús como "el Verbo que en el principio estaba
junto a Dios y que era Dios" (Jn 1,1), como "la imagen del Dios invisible" (Col 1,15),
como "el resplandor de su gloria y la impronta de su esencia" Hb 1,3).
242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó en el año 325
en el primer Concilio Ecuménico de Nicea que el Hijo es "consubstancial" al Padre
(Símbolo Niceno: DS 125), es decir, un solo Dios con él. El segundo Concilio
Ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta expresión en su
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
formulación del Credo de Nicea y confesó "al Hijo Único de Dios, nacido del Padre
antes de todos los siglos, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no
creado, consubstancial al Padre" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150).
244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es
enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por
el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El
envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en
plenitud el misterio de la Santa Trinidad.
246 La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del
Hijo (Filioque)". El Concilio de Florencia, en el año 1438, explicita: "El Espíritu Santo
[...] tiene su esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto
del Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración [...]. Y
porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único al engendrarlo a
excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a partir del Hijo,
éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró eternamente" (DS 1300-1301).
248 La tradición oriental expresa en primer lugar el carácter de origen primero del Padre
por relación al Espíritu Santo. Al confesar al Espíritu como "salido del Padre"
(Jn 15,26), esa tradición afirma que éste procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La
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249 La verdad revelada de la Santísima Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz
de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del Bautismo. Encuentra su
expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la
oración de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos,
como este saludo recogido en la liturgia eucarística: "La gracia del Señor Jesucristo, el
amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros" (2 Co 13,13;
cf. 1 Co 12,4-6; Ef 4,4-6).
250 Durante los primeros siglos, la Iglesia formula más explícitamente su fe trinitaria
tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla contra los
errores que la deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por el
trabajo teológico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del
pueblo cristiano.
251 Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una
terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: "substancia", "persona"
o "hipóstasis", "relación", etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana,
sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos términos destinados también a
significar en adelante un Misterio inefable, "infinitamente más allá de todo lo que
podemos concebir según la medida humana" (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 2).
253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres
personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año
553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que
cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo,
el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu
Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675:
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
254 Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero
no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son
simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son
realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el
Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Concilio
de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de
origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu
Santo es quien procede" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804). La
Unidad divina es Trina.
255 Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las
Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las
relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las
personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo
lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas
considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia"
(Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno,
excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año
1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo
en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el
Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia,
año 1442: DS 1331).
«Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el
cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los
placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu
Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os
sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os
doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los
Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de
naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la
infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo,
es Dios todo entero[...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he
comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su
esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me
posee de nuevo...(Orationes, 40,41: PG 36,417).
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
258 Toda la economía divina es la obra común de las tres Personas divinas.
Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza,
así también tiene una sola y misma operación (cf. Concilio de Constantinopla
II, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres
principios de las criaturas, sino un solo principio" (Concilio de Florencia, año
1442: DS 1331). Sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común
según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo
Testamento (cf. 1 Co 8,6): "Uno es Dios [...] y Padre de quien proceden todas
las cosas, Uno el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y Uno el
Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Concilio de Constantinopla II: DS
421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del
don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas
divinas.
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí
enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin
reservas a tu acción creadora» (Beata Isabel de la Trinidad, Oración)
Resumen
262 La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y
que el Hijo es "de la misma naturaleza que el Padre", es decir, que es en Él y
con Él el mismo y único Dios.
263 La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo
(cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Jn 15,26), revela que él es con
ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria".
264 "El Espíritu Santo procede principalmente del Padre, y por concesión del
Padre, sin intervalo de tiempo procede de los dos como de un principio
común" (S. Agustín, De Trinitate, 15,26,47).
265 Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" (Mt 28, 19) somos llamados a participar en la vida de la
Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la
muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios 9).
Párrafo 3
EL TODOPODEROSO
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
269 Las sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el poder universal de Dios. Es
llamado "el Poderoso de Jacob" (Gn 49,24; Is 1,24, etc.), "el Señor de los ejércitos", "el
Fuerte, el Valeroso" (Sal 24,8-10). Si Dios es Todopoderoso "en el cielo y en la tierra"
(Sal 135,6), es porque Él los ha hecho. Por tanto, nada le es imposible
(cf. Jr 32,17; Lc 1,37) y dispone de su obra según su voluntad (cf. Jr 27,5); es el Señor
del universo, cuyo orden ha establecido, que le permanece enteramente sometido y
disponible; es el Señor de la historia: gobierna los corazones y los acontecimientos
según su voluntad (cf. Est 4,17c; Pr 21,1; Tb 13,2): "El actuar con inmenso poder
siempre está en tu mano. ¿Quién podrá resistir la fuerza de tu brazo?" (Sb 11,21).
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Pensum: Catecismo de la Iglesia Católica – LAM Callao
Cristo (cf. 2 Co 12,9; Flp 4,13). De esta fe, la Virgen María es el modelo
supremo: ella creyó que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37) y pudo
proclamar las grandezas del Señor: "el Poderoso ha hecho obras grandes por
mí; su nombre es Santo" (Lc 1,49).
274 "Nada es, pues, más propio para afianzar nuestra fe y nuestra esperanza
que la convicción profundamente arraigada en nuestras almas de que nada es
imposible para Dios. Porque todo lo que (el Credo) propondrá luego a nuestra
fe, las cosas más grandes, las más incomprensibles, así como las más elevadas
por encima de las leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que
nuestra razón tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitirá fácilmente
y sin vacilación alguna" (Catecismo Romano, 1,2,13).
Resumen
275 Con Job, el justo, confesamos: "Sé que eres todopoderoso: ningún
proyecto te es irrealizable" (Job 42,2).
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