Ciclo de Nutrientes

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MNISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA


EDUCACIÓN UNIVERSITARIA UNIVERSIDAD
POLITÉCNICA TERRITORIAL DE LARA
ANDRÉS ELOY BLANCO
BARQUISIMETO-EDO.LARA

Los nutrientes en los ecosistemas naturales

La vida en los ecosistemas es posible, entre otras cosas, por los nutrientes necesarios
para los organismos, los que son tomados del ambiente utilizando la corriente de
energía que fluye y atraviesa el agroecosistema. Aunque en la naturaleza se conocen 92
elementos, sólo 18 de ellos forman parte de todos los organismos vivos. Algunos como
el C, N, P, K, Ca, S, Mg, son requeridos en grandes cantidades (macronutrientes),
mientras que otros, como el Fe, Mn, Zn, B, Na, se requieren en pequeñas cantidades
(micronutrientes).

En los ecosistemas, los nutrientes no se encuentran fijos o estáticos sin que se muevan
del ambiente a los organismos vivos, y de estos de nuevo al ambiente, formando ciclos,
llamados también ciclos biogeoquímicos. Los productores del ecosistema (autótrofos:
plantas verdes) toman los nutrientes del ambiente (el suelo y el aire) y lo transforman en
elementos orgánicos, los cuales luego son utilizados por los organismos heterótrofos, es
decir, los herbívoros, carnívoros y descomponedores. Así los nutrientes atraviesan y
posibilitan las cadenas alimentarias. Con la muerte y posterior descomposición de los
organismos vivos (también con las excreciones y orina) los nutrientes retornan al
ambiente quedando disponibles para ser aprovechados nuevamente por las plantas

El aprovechamiento de los nutrientes en los ecosistemas naturales es muy eficiente (ver


Capítulo 4), debido a la ocupación plena de los recursos, lo que significa que no hay
recursos desaprovechados. El ciclado de nutrientes es, entonces, un proceso
fundamental en los ecosistemas.

Los ciclos de los nutrientes pueden ser clasificados en dos grupos: gaseosos y
sedimentarios. En el primero, los nutrientes circulan principalmente entre la atmósfera
y los organismos vivos, y pueden ser reciclados rápidamente, como es el caso del
nitrógeno. Los nutrientes de ciclo sedimentario circulan entre la corteza terrestre (suelo
y rocas), la hidrósfera y los organismos vivos. Estos son reciclados lentamente y, en
algunos casos, pueden estar retenidos por miles de años en las rocas antes de ser
liberados. El fósforo es un nutriente de ciclo sedimentario.

Ciclo del nitrógeno (N)


La atmósfera es la principal reserva de este nutriente, con un 78% de su volumen
ocupado por este gas (N2). Sin embargo, a pesar de que las plantas están rodeadas de
este elemento, no pueden aprovecharlo en su estado gaseoso, sino en su forma mineral
como ión nitrato (NO3 -) o amonio (NH4 +). La transformación del gas a su forma
disponible es entonces un paso imprescindible y se realiza naturalmente por vía
biológica o por vía inorgánica.

En el primer caso intervienen bacterias, las cuales pueden actuar libres o asociadas a
plantas leguminosas (simbióticas), como las del género Rizhobium. Este es, sin dudas,
el mecanismo más importante con que contamos para incorporar N al suelo. La fijación
inorgánica se realiza a través de los rayos, pero esta forma puede representar sólo un
10% de lo que puede ser fijado en forma biológica. Las plantas toman el nitrógeno del
suelo y lo utilizan para formar sus proteínas. Los animales sólo pueden obtener
nitrógeno orgánico, por lo cual, deben consumir plantas (herbívoros) u otros animales
que consuman plantas
(Carnívoros). Cuando mueren, tanto los animales como los vegetales, son degradados
por una serie de organismos descomponedores, librando nitrógeno
al suelo. Parte de este nitrógeno puede ser aprovechado por las plantas nuevamente,
pero otra parte puede ser lixiviada o transformada por bacterias a su forma gaseosa,
retornando a la atmósfera (desnitrificación, volatilización).

Ciclo del fósforo (P)

El fósforo es un elemento esencial para el crecimiento de las plantas y, tal vez, uno de
los más problemáticos, por su escasez relativa. Las reservas de este nutriente se
encuentran en rocas y suelos, y también en sedimentos marinos. A medida que las rocas
se degradan lentamente o meteorizan, liberan fosfato a la solución del suelo. Las plantas
absorben el fósforo del suelo y lo transforman en compuestos orgánicos, pasando luego
a los distintos componentes de la cadena alimentaria. Al morir los organismos y ser
descompuestos, el fósforo retorna al suelo pudiendo ser absorbido por las plantas o
inmovilizado, al complejarse con Fe, Al, (suelos ácidos) o Ca (suelos alcalinos). Como
la solubilidad del fósforo es muy baja, su riesgo de lixiviación es leve. Sin embargo,
puede ser arrastrado en las partículas superficiales del suelo durante el proceso de
erosión. Argentina cuenta con 17 cuencas sedimentarias con potencial fosfático. Sin
embargo, casi la totalidad del fósforo aplicado en las actividades agropecuarias
proviene del exterior, como fertilizante o roca fosfórica (Melgar & Castro, 2005).

Cálculo de entradas de nutrientes

Aunque el cálculo del balance de nutrientes puede hacerse para varios de ellos, el
nitrógeno, el fósforo y el potasio (macronutrientes) y más recientemente el calcio y
azufre, son los elementos que comúnmente se consideran. Para el resto de los
nutrientes, a veces se tropieza con la dificultad de obtener los datos adecuados.
Generalmente, la principal entrada de nutrientes en un agroecosistema está dada por el
agregado de fertilizantes, sintéticos u orgánicos.

Los fertilizantes se expresan por la cantidad de nutrientes que contienen (grado),


generalmente como N-P-K. A veces, pueden incluir microelementos (Mg, S, etc.)
Actualmente los fertilizantes se expresan como porcentaje de peso del elemento, es
decir, un fertilizante grado 18-20-0 indica que el 18% del peso del fertilizante es de
nitrógeno, el 20% de fósforo y no contiene potasio.

Anteriormente el grado del fertilizante sólo expresaba al nitrógeno como elemento, el


fósforo hacía referencia al P2O5 y el potasio al K2O. En estos casos, para obtener el
porcentaje de fósforo como elemento se debe multiplicar el porcentaje de P2O5 por
0,44, y para obtener el porcentaje de potasio como elemento el de K2O por 0,83 (estos
factores surgen de la proporción de P y K en sus respectivos compuestos). En el caso de
fertilizantes orgánicos como "compost", abonos de animales (gallina, vaca, caballo,
etc.) o lombricompuestos, a excepción de los comerciales, la composición de los
mismos, es mucho más compleja y variable, y se pueden obtener de tablas provenientes
de distintas fuentes bibliográficas

La fijación biológica es otra vía de entrada de nitrógeno a los AE. Si bien existe mucha
bibliografía que describe el proceso de fijación, resulta difícil encontrar datos que
cuantifiquen el aporte de nitrógeno que pueden realizar las diversas especies
leguminosas mediante este proceso. Heichel (1987) presentó valores de nitrógeno
aportados por fijación biológica de algunas especies leguminosas (Tabla 8.3). Como
vemos en la tabla, el aporte de N por la vía de fijación biológica puede ser
importantísimo, hasta más de 250 Kg./Ha/año. Si tenemos en cuenta que un cultivo de
maíz que rinde 10.000 Kg./ha extrae (exporta), unos 131 kg/ha de N, podremos
dimensionar la importancia de esta fuente “gratuita” de N.

En algunas zonas, como los humedales, el aporte de nutrientes por el agua y el


sedimento puede ser importante. Por ejemplo, Abbona et al., (2007) determinaron que
en los viñedos de Berisso, Argentina, que crecen en zonas de inundaciones
permanentes, el aporte de nutrientes del Río de la Plata permite reponer los nutrientes
extraídos por la cosecha de la vid. A pesar de la relevancia que esta entrada puede
presentar para algunos sistemas como estos, su cuantificación puede resultar dificultosa.

Salidas de nutrientes del agroecosistema

La Agroecología no pretende cerrar los ciclos de nutrientes en los agroecosistemas ya


que, por definición, éstos son abiertos, como consecuencia de la exportación de un
producto de cosecha. No es posible ni deseable lograr un sistema cerrado; lo que se trata
es de lograr un sistema balanceado y eficiente. Esto implica que el agricultor debe tratar
de optimizar las salidas de nutrientes de su sistema, buscando que sean exclusivamente
a través de los productos de cosecha, evitando o minimizando las salidas por
volatilización, lixiviación, y erosión. En este sentido Thomas & Gilliam (1978) señalan
pérdidas de hasta el 55 % del N en sistemas de algodón irrigado en California por
lixiviado, escorrentía y desnitrificación. La razón por la que deben minimizarse estas
salidas es porque a) económicamente es costosa la aplicación en exceso de un
fertilizante y b) este nutriente va a parar a otro sistema (aire, agua) donde genera
problemas: eutrofización, contaminación de napas, efecto invernadero, entre otros.

La cantidad de nutrientes que salen por cosecha y/o por rastrojo es fácil de calcular
conociendo la composición química de los diferentes productos. Las restantes salidas de
nutrientes exigen una mayor complejidad de cálculo y dificultad para obtener datos, por
lo cual rara vez se incluyen en el balance.
Con la composición química del producto cosechado y el rendimiento del mismo se
obtiene la cantidad de los nutrientes que salen del sistema. IPNI (2013) ha desarrollado
una planilla de cálculo que permite estimar la extracción de nutrientes de diferentes
cultivos. Por ejemplo, un trigo que rinda 6.000 kilos por hectárea extrae
aproximadamente unos 107 kg de N, 21 kg de P, 21 kg de K, 2,2 kg de Ca y 13 kg de
Mg. Para obtener el porcentaje de nitrógeno se debe dividir el porcentaje de proteína
por un coeficiente: 5,7 para grano y 6,25 si corresponde a estructura vegetativa.

Cálculo del balance de nutrientes

Una vez estimada la cantidad de cada nutriente que entra y sale del sistema, se calcula
el balance. Este consiste en la diferencia entre las entradas y las salidas del sistema. El
resultado del balance puede ser cero, positivo o negativo. Un resultado positivo (más
reposición que exportación) indica que hay acumulación de ese nutriente en el tiempo.
Esto, desde el punto de vista de la disponibilidad y el contenido total, es positivo. Pero,
desde el punto de vista del impacto ambiental externo, puede ser negativo si este exceso
no puede ser retenido en el sistema y se lixivia, o se pierde en forma gaseosa,
originando un problema en otro sistema.
Un resultado aproximado a cero indica un balance equilibrado, donde las pérdidas y
ganancias están balanceadas. Para suelos bien dotados es la situación ideal. Pero para
suelos pobres en algún nutriente, esto significa mantener la pobreza.

Un balance negativo, indica claramente que la extracción de nutrientes del sistema es


mayor que la reposición. Es decir, el sistema se está “vaciando” más o menos rápido
según la magnitud de la pérdida y el contenido total de nutrientes del suelo.

En Argentina el balance de nutrientes se ha aplicado principalmente para cultivos


extensivos (Abbona & Sarandón, 2006; Darwich, 2003; Flores & Sarandón, 2003, 2008,
García, 2006; Zazo et al., 2011). También es necesario profundizar el empleo de esta
herramienta en otras actividades como la horticultura (Flores et al., 2004; Abbona et al.,
2011), la viticultura (Abbona et al., 2004), la ganadería tanto de producción de carne
(Fontanetto et al., 2011) como de leche, para que las mismas puedan ajustarse a un
manejo

Posibilidades de reposición de los nutrientes

La Agroecología busca minimizar la dependencia de insumos externos al predio. Para el


caso de los nutrientes esto no siempre es posible. El grado de autosuficiencia dependerá
del tipo de nutriente en cuestión. Como vimos anteriormente, los nutrientes se ajustan a
un ciclo sedimentario o gaseoso.
Esto marca una diferencia importante a la hora de analizar las posibilidades de
reposición de los nutrientes. El nitrógeno, al tener un ciclo gaseoso y poder ser fijado
simbióticamente (o por bacterias de vida libre), puede ser incorporado al sistema
utilizando leguminosas, en forma de abono verde o en alguna pastura.

Sin embargo, es necesario entender que la sola presencia de una leguminosa no


significa, necesariamente, un aporte externo de N suficiente para contrarrestar las
salidas por cosecha. En muchos casos, las leguminosas, según su manejo y destino
puede extraer más N del que aporta, como es el caso de la soja. Durante mucho tiempo
se pensó que, a pesar de la cosecha, aportaba nitrógeno al sistema. Sin embargo, la soja
no alcanza a reponer el nitrógeno que extrae en la cosecha, sino que la fijación
simbiótica representa en promedio un 50% del nitrógeno extraído, con lo cual el
restante 50% del nitrógeno la soja lo toma del sistema (Darwich, 2003).

Por ejemplo, una soja que rinde 3500 kg/ha, extrae (exporta) del lote unos 210 kg/ha de
N. Como es una leguminosa, la mitad los ha obtenido a través de la fijación simbiótica
y la otra mitad (105 kg N ha-1) los ha extraído del suelo. Por lo tanto, luego de la
cosecha de una soja que no se ha fertilizado, queda menos N en el suelo que antes de su
cultivo. Esto ha llevado, después de mucho tiempo, a comprender la necesidad de
reponer el nitrógeno en este cultivo. Los estudios que mencionan aportes (ganancias
netas) de N al suelo mediante el cultivo de especies leguminosas, son aquellos casos en
que los cultivos leguminosos no se cosechan y se incorporan al suelo, por ejemplo,
como abonos verdes. El fósforo y el potasio, al provenir de la meteorización del propio
suelo y al tener un ciclo sedimentario, requieren para su reposición necesariamente de
un aporte externo, vía fertilizantes. No es posible prescindir de ellos en un manejo
sustentable. Sin embargo, muchas veces la fertilización de estos nutrientes no responde
a un esquema de mantener equilibrado el balance en el tiempo (el balde lleno), sino a
decisiones basadas en la respuesta al fertilizante o su disponibilidad en los suelos. Esta
forma de considerar la necesidad de fertilización, ha generado el agotamiento de
muchos suelos que parecían ricos en nutrientes (Flores & Sarandon, 2003; 2008; Zazo
et al., 2011). Por esto, hoy en día es imprescindible incorporar la idea de mantener el
contenido total de nutrientes del sistema, y utilizar el balance de nutrientes como
herramienta para llevarla a cabo.

Impacto de la agricultura en los ciclos de los nutrientes

La agricultura es una actividad que transforma los ecosistemas naturales con el fin de
producir alimentos y fibras, gran parte de los cuales no son consumidos dentro de los
propios agroecosistemas, sino que son destinados al mercado. Esto implica una apertura
del ciclo de los nutrientes, a través de un flujo contenido en los productos de cosecha:
leche, huevos, carne, granos, tubérculos, rollos de forraje, etc., Es decir que, por
definición, los agroecosistemas modernos son sistemas abiertos a los nutrientes, al tener
un producto de cosecha. Por esta razón, a diferencia de un ecosistema natural, un
agroecosistema no puede autoabastecerse de nutrientes, sino que requiere la
incorporación de nutrientes externos al mismo para compensar las salidas. Este impacto
de la agricultura sobre el ciclo de los nutrientes puede analizarse a escala global,
regional o a nivel de agroecosistema (finca).

Impacto de la agricultura sobre el ciclo de los nutrientes en los


Agroecosistemas

El logro de una agricultura sustentable requiere mantener constante el capital natural, y


la calidad de los recursos, como un deber ético con las futuras generaciones (ver
Capítulo 2). Esto significa que, en el caso del suelo, la cantidad y calidad de los
nutrientes deberá mantenerse constante si queremos mantener su productividad. Para
ello es esencial entonces analizar el ciclo y flujo de nutrientes con un enfoque
sistémico, que permita entender los principales procesos que ocurren y el impacto que
los distintos estilos de agricultura y manejos tienen sobre los mismos.

Por definición, los agroecosistemas modernos son sistemas abiertos a los nutrientes, al
tener un producto de cosecha. Por esta razón, a diferencia de un ecosistema natural, un
agroecosistema no puede autoabastecerse de nutrientes Requiere la incorporación de
nutrientes externa al mismo para compensar las salidas.

En los agroecosistemas (AE), la cantidad y tipo de nutrientes extraídos estarán dados


por el rendimiento y la composición química de los productos “cosechados”. La
apertura del ciclo de nutrientes se puede comparar a un balde con agua al cual se le hace
un orificio en la parte inferior: la cantidad de agua, el volumen del balde, representa el
“contenido total” del nutriente, el tamaño del agujero, determina el flujo de salida del
nutriente. De no reponer un caudal de agua equivalente al que sale por el orificio, el
balde se vaciará, tarde o temprano. Los distintos tipos de suelos se pueden asemejar a
“baldes” con distinta cantidad de agua, es decir, suelos ricos o pobres en nutrientes.

En ambos tipos de suelos, los nutrientes deben ser repuestos en las cantidades en que
son extraídos, para evitar su agotamiento. La diferencia es que, en los
suelos pobres, el problema se evidenciará antes. La gran simplificación de la
biodiversidad ocurrida en los agroecosistemas modernos respecto a los ecosistemas
naturales, también influye en el ciclado de los nutrientes. En general los AE altamente
simplificados tienen una menor eficiencia en el uso de los recursos (ver Capítulo 4), por
lo que muchos nutrientes en el suelo no son aprovechados y, aumenta el riesgo de
lixiviación o pérdida. Esto implica por un lado una menor eficiencia y mayor costo
económico y, por el otro, un mayor impacto ambiental externo. En este sentido, los
estilo de agricultura (orgánica, convencional, biodinámica) que realizan un manejo
distinto de la biodiversidad pueden tener un impacto diferente en el ciclo de los
nutrientes.

Localización y flujos de nutrientes en los agroecosistemas

El análisis del ciclo de los nutrientes en los agroecosistemas es una herramienta


indispensable para una agricultura sustentable.

Muchos de los errores en el manejo a largo plazo de los nutrientes se deben a la


dificultad de entender claramente los límites del sistema y no poder visualizar los flujos
internos, entradas o salidas y la manera en que estos pueden estar influenciados por las
decisiones agronómicas que se tomen. Para un determinado agroecosistema los límites
están definidos por los alambrados perimetrales (límite lateral), por la profundidad de
explotación de las raíces de los cultivos (límite inferior) y la por la altura del cultivo
más alto (límite superior) (ver Capítulo 4). Los componentes de un agroecosistema
(AE) varían con la actividad que se realice. En una actividad agrícola, los componentes
que podemos encontrar son el suelo, el cultivo, la vegetación espontánea y los animales
(meso y microfauna).
En la actividad ganadera, el componente animal (ganado), adquiere mayor relevancia.
Dentro de un AE el suelo es uno de los componentes más complejos es importantes por
las funciones que en él se realizan. Posee, además, varios compartimientos que influyen
en el flujo de nutrientes: la materia orgánica, los minerales (arcillas), el agua del suelo
(solución del suelo) y los organismos que habitan en el mismo (macro, meso, micro
fauna y flora).

Cada compartimiento contiene nutrientes y estos, a su vez, interaccionan entre sí, de


manera que generan un flujo interno de nutrientes. Entre estos compartimientos existe
un equilibrio dinámico en la concentración de nutrientes. Cuando esta concentración
disminuye en la solución del suelo, se establece un movimiento de nutrientes hasta
lograr un nuevo equilibrio. Este equilibrio, a su vez, está influenciado por factores tales
como el pH del suelo.

Es importante recordar que las plantas sólo pueden disponer de los nutrientes que se
encuentran en la solución del suelo, y no de aquellos adsorbidos en la materia orgánica
o en las arcillas. Por lo tanto, la evaluación de la disponibilidad de nutrientes, no es
suficiente para conocer el contenido total de nutrientes de nuestro suelo. Sin embargo,
la mayoría de los análisis químicos del suelo evalúan la cantidad de nutrientes en
solución o levemente adsorbidos, la fracción disponible. Por lo tanto, es importante
saber diferenciar y distinguir entre un aumento en la disponibilidad y un aumento en el
contenido total de nutrientes.

Disponibilidad de nutrientes vs contenido total de nutrientes: Un concepto clave


para un manejo sustentable

El contenido total de nutrientes del suelo es la suma de los que se encuentran en


solución (agua del suelo), en las arcillas y en la materia orgánica. La fracción
disponible (para las plantas) de algún nutriente es aquella que se encuentra en la
solución del suelo. Puede haber un gran contenido total, pero poco de éste estar en
forma disponible. Estos valores son muy dinámicos y cambiantes. Parte de los
nutrientes adsorbidos en las arcillas o en la materia orgánica pueden pasar a la solución
del suelo, aumentando la fracción disponible. Sin embargo, esta mayor disponibilidad,
(determinada mediante análisis clásicos de suelos, por ejemplo el P) no debe
confundirse con un aumento en el “contenido total” de nutrientes (generalmente
conduce a lo contrario), sino un cambio en la condición de los mismos.

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