Este documento describe la visita del autor al Museo Casa de la Memoria en Colombia. A través de las exposiciones, el museo muestra cómo la violencia ha marcado la historia de Colombia durante más de 200 años y cómo el conflicto ha afectado a muchas víctimas. El autor comparte la historia de su padre, quien fue secuestrado y torturado por paramilitares. Concluye que el museo debe servir para escribir una historia diferente que sane las heridas del conflicto y que los testimonios de las víctimas brind
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Este documento describe la visita del autor al Museo Casa de la Memoria en Colombia. A través de las exposiciones, el museo muestra cómo la violencia ha marcado la historia de Colombia durante más de 200 años y cómo el conflicto ha afectado a muchas víctimas. El autor comparte la historia de su padre, quien fue secuestrado y torturado por paramilitares. Concluye que el museo debe servir para escribir una historia diferente que sane las heridas del conflicto y que los testimonios de las víctimas brind
Este documento describe la visita del autor al Museo Casa de la Memoria en Colombia. A través de las exposiciones, el museo muestra cómo la violencia ha marcado la historia de Colombia durante más de 200 años y cómo el conflicto ha afectado a muchas víctimas. El autor comparte la historia de su padre, quien fue secuestrado y torturado por paramilitares. Concluye que el museo debe servir para escribir una historia diferente que sane las heridas del conflicto y que los testimonios de las víctimas brind
Este documento describe la visita del autor al Museo Casa de la Memoria en Colombia. A través de las exposiciones, el museo muestra cómo la violencia ha marcado la historia de Colombia durante más de 200 años y cómo el conflicto ha afectado a muchas víctimas. El autor comparte la historia de su padre, quien fue secuestrado y torturado por paramilitares. Concluye que el museo debe servir para escribir una historia diferente que sane las heridas del conflicto y que los testimonios de las víctimas brind
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Curso Humanismo y Cultura Ciudadana:
Edgar Alonso Vanegas Carvajal
“Museo Casa de la memoria: Colombia, violenta por antonomasia” Por: Esteban Arbeláez Ramírez Violentos, así es como se suele describir a los Colombianos, y tal y como sugiere el título Colombia se ha convertido en un país mundialmente reconocido, lastimosamente no por su café, ni por sus fiestas y carnavales, mucho menos por su maravilloso paisajimso y biodiversidad; somos reconocidos por algo de lo que seguramente todos compartirán mi sentimiento y es por “violentos”, por ser una nación que en más de 200 años de historia no ha podido aprender que los conflictos no se revuelven a punta de machete ni matando a un candidato presidencial sólo por el hecho de que no piense como yo quiero, que no tenga mi misma ideología. Presisamente por ese rechazo sistemático e involuntario en muchas ocaciones es que no sabemos amar y comprender la diferencia, reconocer que precisamente porque el otro es diferente a mí guarda un tesoro que no soy capaz de comprender, un tesoro que debería esforzarme por preservar hasta que pueda comprenderlo, no destruirlo a la más mínima muestra de descuido. En el Museo Casa de la memoria se hace un recorrido de más de 200 años de historia republicana en los cuales se puede comprobar que la guerra ha sido un factor que ha estado marcado a fuego en nuestra mentalidad desde los tiempos de la colonia hasta nuestros días y, que lastimosamente, ha marcado la historia de este país. A través de las distintas exposiciones que ofrece el museo podemos encontrar cantidad de testimonios de personas que han vivido el conflicto en carne propia y conocen de primera mano los horrores de la guerra, quienes han visto morir parientes a su lado y han tenido en sus brazos cuerpos carentes de vida con la esperanza de que sus lágrimas les devolvieran el don de soñar del que fueron despojados. Las exposiciones muestran a los protagonistas de nuestra historia, una historia que nos compete a todos y no exclusivamente a las víctimas, por mi parte puedo decir que soy afortunado de no haber vivido el conflicto en carne propia, como miles de habitantes en Colombia, pero eso no nos da el derecho de ser indiferentes frente a la situación de otros miles sino por el contrario deberíamos tener un sentimiento de solidaridad y así juntos intentar buscar los mecanismo propicios para ayudar a sanar las heridas que la guerra dejó abiertas. Posiblemente muchos de los que lean este escrito tengan historias para contar sobre su experiencia con el conflicto, posiblemente muchos hablen en nombre de sus familiares, amigos, conocidos, etc; pero yo hablaré en nombre de mi padre, un hombre trabajador que hace 17 años se ganaba la vida vendiendo mercancía a lo largo y ancho del departamento Antioqueño, un comerciante que, acompañado por su hermano, no tenían más opción que arriesgarse día tras día recorriendo su amada tierra para ganarse el sustento de sus familias, y como pregona mi padre, a todo marrano le llega su noche buena. Cierto día cuándo se encontraba rumbo al municipio de Puerto Triunfo fué detendio por un camión cuando se encontraba cerca del corregimiento de Doradal, lo hicieron bajarse de su vehículo junto con su hermano, eran combatientes paramilitares, mi padre y tío fueron brutalmente golpeados y se les dejó amarrados de un árbol durante dos días, dos días en los cuales lo único que escuchaban además del canto de las aves eran opciones discutidas por aquellos hombres sobre cómo los matarían por ser sospechosos de colaborar con la guerrilla, por ser mensajeros decían. Una silenciosa noche de Noviembre mi madre recibió una anhelada llamada que le diera alguna pista del paradero de su esposo, era una llamada del comando de policía de Doradal anunciando que mi padre junto a su hermano fueron encontrados a una orilla de la carretera con evidentes señales de tortura y que inmediatamente fueron llevados al hospital, mi madre tenía en sus brazos a un niño de poco más de medio año de vida al momento de recibir aquella llamada, una llamada que le pudo haber dado un giro de 180 grados a su vida de haber resultado un tanto diferente en su desenlace. Con ésto quiero referirme a que todos somos protagonistas del conflicto, a todos nos ha afectado, muchos han perdido la vida, su familia, su hogar, sus sueños, su esperanza, pero de lo que no nos podemos dar el lujo de perder es el recuerdo. El museo no es simplemente la representación de 60 años de conflicto armado como algo pasajero e intrascendente en nuestras vidas sino que se debe convertir en un cuaderno abierto al cual aún le quedan páginas para escribir una historia diferente, una historia que pueda sanar las heridas de un conflicto que nos marcará como país y como sociedad para siempre. Una de las partes que logró captar mi atención a lo largo del recorrido fué la parte dónde se encuentran recopilados los testimonios de las víctimas, ya que nos da un panorama más amplio del punto de vista particular de cada persona frente al conflicto.