Verdadera y Falsa Reforma en La Iglesia - Congar - Resumen
Verdadera y Falsa Reforma en La Iglesia - Congar - Resumen
Verdadera y Falsa Reforma en La Iglesia - Congar - Resumen
Yves Congar
Introducción
Congar después hace un recorrido por las obras que clamaban a partir de la guerra una
renovación en la Iglesia. Y distingue dos voces en dicho coro: la voz laica que se queja del
lenguaje anticuado, la liturgia obsoleta y el espíritu burgués. La voz del clero, menos
radical en su crítica se hace sentir. Pienso por ejemplo a la obra programática de von
Balthasar de 1952, abatiendo los bastiones:
The Chinese Wall is being demolished today; we must accept this with regret. What
the Wall was meant to say, no longer holds good. God himself broke down yet
higher separating walls when his Son appeared, “in order to make out of the two one
new man in himself, establishing peace” (Eph 2:15). Tumbling walls can bury much
that seemed alive as long as they protected it; but the contact with the space that
then comes into being is something greater.
Dentro del clero se señalan los intentos de reforma de la liturgia: el breviario, la traducción
de la misa, la encíclica Mediator Dei. Hay también ámbitos de reforma en la vida religiosa y
geográficamente en Alemania.
Dopo questo periodo tragico, nel quale tutto fu rimesso in causa, criticato, vilipeso, la
Gerarchia cattolica ha visto con dispiacere ed apprensione i cattolici mettersi sulla via
della critica alle mancanze e alle debolezze della Chiesa. Già S. Tommaso spiegava
certe disposizioni, del resto apocrife, del Diritto, le quali richiedevano, per mettere
sotto accusa un ministro della Chiesa romana, delle garanzie di testimonianza più
rigorose, per la seguente ragione: '«La condanna di uno di questi ministri porterebbe
pregiudizio, nell'opinione degli uomini, alla dignità e all'autorità della Chiesa
romana: inconveniente più grave che non quello di tollerare in essa qualche
peccatore, a meno
che la mancanza del ministro sia talmente pubblica ed evidente da provocare un
grande scandalo» Senza dubbio, considerazioni del genere ispirano ancora
l'atteggiamento dei pastori responsabili nella Chiesa. Essi ritengono che
sottolineando troppo le mancanze, si rischia di distruggere più che di costruire. Non è
il caso, secondo loro, di unire la nostra voce a quelle che attacano cosi aspramente la
Chiesa. La gerarchia è stata dunque molto parca di dichiarazioni che, cercando di
condannare o sconfessare certe mancanze, sarebbero servite a screditare un'autorità
sacra (cfr. infra p. 73 ). Il regime molto forte di autorità, prevalso nella Chiesa a
partire dalla metà del secolo XVI, ha contribuito, dal canto suo, a fare in modo che
ogni critica fosse percepita
come opposizione o segno di una ortodossia sospetta
Congar individua dos aspectos en los que la reforma se hace apremiante: la exigencia de
gestos verdaderos y los modos de proceder. Gestos verdaderos implica que lo que es
signo siga siendo signo, que signifique lo que debe significar, pues muchas cosas se han
vuelto ritos, el problema es que, degenerando en mero rito, deja de significar, no son
gestos de una persona, no manifiestan nada de la persona que los realiza; lo mismo vale
para la doctrina no en sí misma sino en el lenguaje en que viene transmitida, y vale en fin
para todo aquello que es epidérmico en la Iglesia. Quitar todo lo que pueda ser una
pantalla al Evangelio y a Dios. Para esto hay que dejarse reinterrogar por las fuentes: la
Biblia, el espíritu de la liturgia, el cristianismo de los orígenes. No se trata de reformar solo
abusos, sino de cambiar estructuras, distinguiendo lo que es histórico de lo que hace
historia.
En el punto de vista patrística, la Iglesia se concebía como una realidad mística, que
desciende de lo alto. Una verdadera distinción entre fueros no existía, entre confín místico
y visual. El pecado era en este sentido separación de la Iglesia misma, por ello mismo la
reconciliación debía ser pública también. Se centra mucho en el aspecto objetivo, poco en
el sujeto.
La Sagrada Escritura
Jesús describe el Reino como la red con peces buenos y malos o el campo con cizaña y
trigo en su fase histórica, Ecclesia mixta. La Iglesia como comunidad de fieles, está
compuesta en su fase histórica-terrena por pecadores, ni siquiera los apóstoles escapan a
esa debilidad (Gálatas por ejemplo). Basta un vistazo al Nuevo testamento para poder
percibir el pecado, el mal, la desviación y las falsas doctrinas. Pero aun así el pecador que
se mancha a sí mismo no mancha a la Iglesia con su pecado
Los Padres
Se utilizan dos figuras en repetidas ocasiones: la luna y las mujeres llevadas a justicia de un
estado de injusticia. La luna es una imagen fuerte que expresa que la Iglesia recibe todo su
esplendor del sol, que sólo comunica lo que recibe cuando no lo obstaculiza y que se
distingue del sol mismo. Orígenes interpreta historias bíblicas de mujeres impuras que son
llevadas a la pureza: Rahab, la hija de los filisteos esposa de Sansón, Tamar, la esposa de
Oseas, María Magdalena: figuras de la Iglesia porque amada y purificada por el amor:
Cristo la esposó siendo ella pecadora y la llevó a la justicia gracias a la fe y al bautismo.
Magisterio y teología
Se cita (muy interesante) la instrucción del Papa Adrián VI a su nuncio Chieregati para la
dieta de Ratisbona. También los discursos de los cardenales Pole y Lorena en Trento.
Pío XI en Mit brennender Sorge. LG, 8
La metafísica nos dice que el pecado es desviar un acto de su recto fin. La única voluntad
capaz de no hacerlo es la que tiene en sí misma la virtud de su acción, la que actúa por sí
misma, es decir la divina. Si una criatura es infalible lo es no por naturaleza, sino por gracia.
Sólo Dios es capaz de ello. La Iglesia es en este sentido únicamente santa en cuanto
proviene de Dios y de Dios recibe su santidad.
Ahora bien, ¿Cómo puede ser la misma Iglesia la de nuestros defectos y la de la santidad
de Dios? Congar propone la distinción entre la Iglesia como comunidad y como institución.
Congregatio fidelium es la definición más presente en los padres. La Iglesia como
comunidad tiene un aspecto anterior a sí misma: si es la congregación de los bautizados,
es ella misma quien a su vez administra el bautismo. Por lo tanto la Iglesia engendra a sus
miembros y a la vez es engendrada por sus miembros.
En este sentido la Iglesia como misterio, presente en Cristo desde la eternidad es anterior a
la Iglesia como comunidad. También como institución es anterior a ser comunidad,
entendiendo por institución el conjunto de medios por los cuales Cristo ha querido unir a
sí a los fieles: el depósito de la fe, los sacramentos y los poderes apostólicos.
Se habla de la Iglesia en tres sentidos: como misterio eterno, como institución (fides et
sacramenta fidei) y como congregación. No es preciso agotar el sentido de la Iglesia en un
análisis semántico. En final de cuentas se habla también de la unión de todo esto, del
elemento divino y humano en una misma realidad: Ecclesia de Trinitate, Ecclessia ex
hominibus = Ecclessia in Christo. Esto permite también distinguir entre santidad objetiva y
santidad de los miembros. Entre Sancta y sancti.
Por eso en el Credo no se dice in unam sanctam, sino solo credo ecclesiam. El objeto de un
movimiento de fe está solo en Dios. Y la Iglesia se incluye en el artículo sobre el Espíritu
Santo, que es quien santifica a la Iglesia.
Entonces en la Iglesia como institución: los medios arriba citados, las cosas santas no están
bajo el dominio de la reforma, lo que sí puede y debe reformarse es el uso que los
hombres hacen de lo mismo. En el aspecto comunitario, los individuos son pecadores, pero
la comunidad es santa: más se inserta uno en la vida de la Iglesia más te estableces en la
santidad y caridad.
El dominio del pecado en la Iglesia es más bien el de los miembros, hay quienes incluso
hablan de pecado del pueblo de Dios, no de la Iglesia. De hecho, el evangelio de la misa
de dedicación de una Iglesia es el episodio de Zaqueo, donde Jesús entra a casa de un
publicano y la santidad de Jesús descubre al pecador su pecado, y lo mueve a enmendar
su injusticia.
La aplicación concreta de las cosas santas de la Iglesia puede ser defectuosa: en la liturgia,
en la enseñanza, en la evangelización y eso es lo que así como es oportunidad de pecado,
así también es sujeto de reforma: no se ha de identificar lo que concretamente se hace en
las iglesias con la función sagrada. La predicación de tal sacerdote con el munus docendi.
Entre más aporten los hombres de sí mismos y menos de su función, más serán sujetos a la
posibilidad de error y de pecado:
Nella misura in cui non sono dei puri strumenti dell'azione di Dio (celebrazione dei
sacramenti, carisma d'infallibilità legato alla funzione), ma vi apportano qualche
cosa di se stessi.
La Chiesa è la comunità degli uomini nella quale si situano ed agiscono le energie divine
comunicate da Gesù Cristo, il Figlio incarnato, in vista di far entrare questi uomini tutti
insieme in comunione con la vita del Padre.
O ancora: il consesso degli uomini nel seno del Padre, sotto l'influsso dell'azione di Gesù
Cristo mediante il suo Spirito, i suoi sacramenti e la sua parola, il cui ministero è affidato al
corpo apostolico.
O infine: la comunione degli uomini che sono sotto l'azione dello Spirito e delle energie di
Gesù Cristo, di cui il corpo apostolico ha ricevuto il ministero, e che sono in tal modo
interiormente animati da Gesù Cristo, secondo Adamo.
Capítulo II Por qué razones el pueblo de Dios tiene necesidad de reformarse
Congar trae en este momento la dinámica que San Agustín individua en el De civitate Dei,
en donde la economía de la salvación a nivel individual y comunitario progresa hasta el
cumplimiento la interioridad perfecta de los hombres cuando Dios será todo en todos.
Es importante que este progresar es por etapas: llegará a su fin siempre y cuando no se
detenga en una de esas etapas intermedias: la tentación de la sinagoga, la cual es trágica,
pues por ser fieles al don de Dios no se acepta la plenitud del don: Os ha sido dicho, pero
yo os digo… La fidelidad debe ser fidelidad al principio no a la forma.
Il caso d'Israele, per la sua rilevanza, è tipico per ogni realtà chiamata a svilupparsi.
Ogni forma storica è tentata di arrestarsi, di rifiutare un superamento e, perciò, di
diventare sinagoga.
Esto, ¿en qué sentido puede aplicarse a la Iglesia? Sabemos que este fue precisamente el
error de Joaquín de Fiore, promover la edad del Espíritu Santo, como superación de la
edad del Hijo, de la etapa definitiva. Si esto es verdad, entonces, ¿en qué consiste la
reforma?
Es verdad que estamos en los últimos tiempos, pero a nivel de promesa, de sacramento.
Del ya pero aún no, de la tensión escatológica: los tres dones (sacramentos, doctrina y
gobierno) no son fines en sí mismos.
Además la Iglesia está inmersa en una de sus dimensiones en la historicidad, por su misma
fórmula. El hecho de que Adán sea el padre de todos los vivientes, es que tenemos su
naturaleza. Y que Cristo sea el nuevo Adán nos habla de la gran vocación y naturaleza que
adquirimos en el bautismo: nos conformamos con Cristo. El cristiano o se configura con
Cristo o vive una contradicción existencial.
Por lo tanto lo que se reformaba en la antigua economía era el principio de salvación, las
etapas de superación (la estructura de la Iglesia); ahora lo que conviene superar es la
aplicación del principio de salvación (la vida de la Iglesia).
Alla Chiesa il mondo pone delle questioni. Il temporale interroga l'eterno e gli
domanda una parola che rischiari i suoi problemi e la sua strada. Bisogna che la
Chiesa intenda queste questioni, bisogna che vi porti una risposta e, perciò, che essa
espliciti delle cose che teneva avvolte, nascoste forse, nel suo tesoro.
Incluso hay que atreverse a decir que el mundo en ocasiones ofrece más que preguntas,
sino a veces respuestas. Es de reconocer que en ocasiones este mundo ofrece desarrollos
intelectuales proféticos a la Iglesia.
Talvolta il mondo non pone soltanto delle questioni, ma fornisce elementi di risposta,
dei valori positivi, benché più o meno impuri. Si sviluppano nel mondo delle idee, si
producono delle creazioni dalle quali trae profitto lo stesso popolo di Dio. Sovente,
d'altronde, il mondo non fa che rendere al cristianesimo ciò che ha ricevuto da lui in
germe. Una parte del progresso del cristianesimo avviene ad opera dei non cristiani.
Idee correnti, che i cristiani hanno talvolta un po' trascurate, ritornano loro dopo
essere passate per le mani di operai più industriosi; fors'anche dopo aver passato una
specie di «stagione all'inferno». Avviene pure che il Regno sia dato a quelli che lo
fanno fruttificare, che la vigna sia concessa a quelli che si mostrano più utili... Può
anche darsi che, formulando delle critiche, dei giudizi molto severi sulla vita della
Chiesa, mettendo gravemente in questione certe attitudini dei cristiani, il mondo
pronunci, senza saperlo, un giudizio di Dio. Molte rivolte contro la Chiesa derivano da
uno spirito di disobbedienza a Dio. Ciò che Iahvé diceva a Samuele a proposito
dell'opposizione d'Israele, è alla Chiesa, molto spesso, che lo ripete: «Non respingono
te, ma respingono me, affinché non regni più su di essi» (1 Sam., VIII, 7). Ma capita
pure che, sotto le questioni che il mondo pone alla Chiesa, sia Dio che interroga i
suoi, stando alla porta e bussando a colpi di fatti e d'avvenimenti... La Chiesa deve
ascoltare simili appelli, e, riservandosi il giudizio che le compete pronunciare,
accettare certe questioni. Vi è un movimento di cose che essa non può rifiutarsi di
rilevare senza venir meno al suo stesso dovere nei confronti del mondo o, se si
preferisce, nei confronti di Dio che governa il mondo.
In paucis: riesgo de que los medios se conviertan en fines, de que la estructura eclesiástica
ofusque en su preocupación por los hombres, el Espíritu y la gracia de Dios.
Péguy ilustra esta tentación como un sofocar el impulso del espíritu con el peso de la
estructura. Ciertamente es imposible en nuestro mundo que un impulso subsista en
nuestro mundo sin tomar forma (memoria, institución, etc).
Históricamente se citan los ejemplos de la cuarta cruzada, que terminó con el asedio de
Constantinopla; el mercantilismo que derivó de la evangelización colonial, etc. En todos
estos casos sustitución del fin por los medios.
El fariseísmo es un ejemplo: surgió en torno al 165 a.C. para resistir los embates del
helenismo y preservar la pureza de sus principios. Pero se volvió paulatinamente en un
puritanismo legal, se convirtió en un fin en sí mismo. En la época de la reforma, muchos
adeptos de la Iglesia se unen al protestanismo porque recuperan categorías como gracia,
evangelio, libertad. Que habían en parte sido ofuscados por aparatos legales o
estructurales.
El riesgo está siempre presente: dejar de lado el aspecto sacramental del cristianismo y
concentrarnos en el aspecto físico. Llenar una Iglesia por la buena música que hay.
Confundir el éxito con la evangelización. Precisamente Congar habla de la distinción entre
proselitismo y evangelización. Proselitismo es el triunfo de la religión de la cual somos
ministros; evangelización en cambio es el bien espiritual de los hombres, su existencia y
progreso.
Son los hábitos lo que constituye la mayoría de la vida humana. Por eso al emprender una
reforma es lo que se ha de observar. Se ha de conservar la tradición y cambiar los hábitos,
para no confundir los hábitos con los principios y la tradición misma: nuestro autor cita la
condenación de Galileo, la traducción del NT de Erasmo o la de Lefebvre d’Etaples.
Congar propone dos tipos de fidelidad, porque la realidad y la verdad tienen esta
estructura bipartita: en el principio constitutivo y en la fórmula histórica, que están hechas
para coincidir, pero de facto no coinciden que cuando la realidad histórica ha llegado a su
plenitud. Del mismo modo puede haber una fidelidad a la fórmula y una fidelidad al
principio. Cuando llega el tiempo en que se ha de elegir entre una y otra, elegir la fidelidad
a la fórmula, es traicionar al principio.
Toda reforma auténtica en la Iglesia tiene un cierto reflejo en la formación del clero. Los
rasgos del rostro temporal son relativos. Por eso mismo una reforma de rasgos puramente
morales, puramente de intenciones es insuficiente; no existe un evangelismo religioso sin
reflejo de un evangelismo en las condiciones de vida; no hay adaptación plena, sin que la
Iglesia sostenida por el impulso del Espíritu Santo de retorno a las fuentes evangélicas
acepte cautelosamente (schiettamente) armonizarse con las estructuras de un mundo
nuevo y de una sociedad renovada que a su vez ella debe bautizar.
Capítulo III: Profetas y reformadores
Dios suscita hombres que hayan pasado por un segundo nacimiento para llevar a cabo
estas reformas en su Iglesia. Todo bautizado se enfrenta en su vida personal a las
tentaciones de fariseísmo y de sinagoga y como tal eso siempre es posible aunque el
estado de las cosas no lo refleje. Las reformas las conducen los santos, pero no todo santo
conduce una reforma.
El profeta es quien nace de nuevo gracias a la palabra de Dios; esta palabra lo saca de sus
límites, le da una misión que hace que se trascienda a sí mismo. No necesariamente
predice el futuro, sino que es profeta porque habla las palabras de Dios. Es quien se opone
a las tentaciones antes citadas, es contradicción, piedra de escándalo, incluso si tiene sus
propios límites y debilidades.
Profetismo en la Iglesia
La profecía hacía parte del tipo primitivo de la Iglesia, presente en el Nuevo Testamento,
en los primeros padres de la Iglesia, algo que se atribuía a la presencia del Espíritu Santo.
Profecía ex officio, proveniente de los dones jerárquicos. Y en sentido más amplio profecía
ex spiritu, por el don carismático. Hablar de Dios y las cosas de Dios como videntes, como
quien ha experimentado la palabra. En este tratar de las cosas de Dios hay una tensión
escatológica, un anuncio del pleno cumplimiento en la Jerusalén celeste. Ambos sentidos
de profetismo si bien son distintos no deben encontrarse en oposición.
No sólo ver el rostro de Dios, sino ser capaz de captar los signos de los tiempos, el
designio salvífico, la historia integral. Ese es en parte el profetismo que nos narra la Biblia,
en especial el Antiguo Testamento.
El profetismo profano es como el grado más bajo del profetismo sagrado, es decir, poder
prever acontecimientos. Sin embargo, el profeta profano, es aquel que sabe leer los
acontecimientos y captar los patrones de acción y comportamiento de los individuos y la
sociedad. Así podemos tratar a Péguy como profeta. Del mismo modo a Nietzsche, quien
profetizó las nefastas consecuencias que la muerte de Dios (el rechazo de todo el
fundamento metafísico de nuestra civilización) traería a la humanidad (valores); Dostoievski
profetizó el régimen socialista de la URSS en cierto sentido. Se trata de una especial
inteligencia en los acontecimientos que son fruto de la libertad humana. (Para Nietzsche
como profeta cf. Peterson; para Dostoievski cf. De Lubac).
Reformismo y profetismo
Los verdaderos reformadores son hombres del espíritu, cuya función es similar a la de los
profetas.
Profetismo en la Iglesia
Hay en todo profeta y reformador un germen que se ha desarrollado bien. Así también en
todo perturbador o cismático un germen que se ha pervertido o corrompido: Tertuliano
adhiere al montanismo, y leyendo sus primeros escritos puedes ver semillas de esa escuela
de pensamiento, que sin embargo podrían haberse desarrollado en modos también
positivos. Aquí Congar se pone la inevitable pregunta, ¿Qué es lo que condiciona que una
semilla germinal se desarrolle en sentido católico o se corrompa desviándose? Esta
pregunta guiará la segunda parte de la obra.
No existe un pensamiento vivo que no sea por lo mismo peligroso, toda fecundidad corre
riesgos. En el campo religioso esto es aún más evidente. La libertad entra también en
juego a la hora de determinar el éxito de una doctrina; nunca estás del todo seguro del
éxito (entendido como resultado) de una idea, o germen hasta que no hayas agotado su
profundidad; la Iglesia por eso es cautelosa con las novedades, pues carga sobre sus
hombros una grandísima responsabilidad.
Este progreso sucede por medio de contrastes, cuando no se rompe la unidad del todo;
unidad que si es fragmentada lo es por contradicción, no por contraste. En ocasiones estos
gérmenes que tienen elementos ambivalentes son alimentados de contradicciones y
entonces se vuelven claramente aberrantes. En ese momento la Iglesia suele o bien
condenarlo o bien pronunciar claramente la doctrina. Esto es porque la Iglesia está viva, si
no reaccionase, estaría muerta. Sin embargo, es preciso tener la precaución que la
formulación no se preste ella misma a la unilateralidad tratando de combatirla en la
doctrina aberrante y por otra parte ha de tenerse cuidado en que llamar la atención sobre
un aspecto contradictorio de una doctrina no quite lo que de verdadero hay en ella.
Puede haber dos actitudes fundamentales entendidas como servicio a la Iglesia: la del
teólogo seguro y el pastor que quiere alejar del error a su grey evitando aventura y
creando un margen de distancia. La otra actitud es la profética, la que está en la frontera
sin abandonarla, la del combatiente que teniendo la patria a sus espaldas, no tiene
distancia frente al enemigo, la de quien traza solo con su débil fidelidad la frontera del
propio país.
Por eso surge la pregunta sobre las condiciones de que un reformismo sería en la Iglesia o
fuera de ella. A las 4 que presenta a continuación nuestro autor, el P. Boyer agregaba la del
sentido común.
Primera condición: primado de la caridad y de la dimensión pastoral
El reformador tiene algo de profeta y sus ideas le pueden tanto que puede caer en el
unilateralismo. Los grandes reformadores suelen ser simplificadores. La visión profética
para ser auténtica ha de desarrollarse en la Iglesia, no como secta. Es en esta realidad
donde se juega la diferencia entre una herejía y una reforma: en la Iglesia, para ella, para
renovarla o fuera de ella para reinventarla.
Ahora bien lo que se ha de reformar es la Iglesia, pero esta Iglesia hay que aceptarla y no
aceptarla como es. Si no se acepta, se construye una Iglesia diversa, si se acepta tal cual no
se reformará más.
No hay que cambiar la Iglesia sino algo de ella; no hay que hacer otra Iglesia sino una
Iglesia diversa: las reformas que han concluido bien son aquellas que teniendo las bases
teológicas y eclesiológicas se dejaron impulsar por las necesidades concretas de las almas
en una perspectiva pastoral.
Nuestro autor paragona la Carta de San Bernardo a todas las autoridades y la carta de
Lutero a la nobleza cristiana de la nación alemana; la de san Nicolás de Flue a los
habitantes de Berna y las cartas de Savonarola a los príncipes cristianos (emperador y reyes
de Francia y España). Esta falta de primado de la caridad se encuentra en un Loisy por
ejemplo, donde no sólo es la primacía de la intelectualidad lo que influye (que va de
acuerdo a su vocación científica) sino la ausencia de preocupaciones pastorales y miedo de
frente al apostolado.
Luego cita el ejemplo histórico de Lamennais y de Lacordaire. Este último sigue la línea
intelectualista y rompe con la Iglesia. El primero en cambio sigue la línea pastoral y en
obediencia logra la fecundidad. El cristiano no busca perfeccionar el cristianismo sino
perfeccionarse a sí mismo.
La diferencia entre Renan y Newman es entre quien se orienta a una abstracción y quien se
orienta a una realidad.
Segunda condición: permanecer en la comunión del todo
Donde lo específico de la comunión es este enlace con el todo, con el entero cuerpo de la
Iglesia. Es imposible pensar que se pueda saber todo solo. Se podrá tener una intuición
especial sobre un tema, una profundización sobre un aspecto o especial claridad sobre una
parte de la verdad. Pero no la omniciencia. Se cita, muy interesante, las últimas líneas de
Lutero (que sin embargo él no lleva hasta sus últimas consecuencias):
«Nessuno può comprendere le Bucoliche di Virgilio se non è stato pastore per cinque
anni, nessuno può comprendere le sue Georgiche se non è stato per cinque anni
agricoltore; nessuno può comprendere Cicerone nelle sue Lettere se non ha
partecipato per vent'anni agli affari d'un grande Stato; nessuno pensi di comprendere
a dovere le Scritture se non ha governato per cent'anni le Chiese con Elia ed Eliseo,
còn Giovanni Battista, con Cristo e gli apostoli ...»
La Iglesia es católica también en este sentido: toda experiencia religiosa debe ser medida
por la Catholica. Esta comunión se expresa en la unidad con la jerarquía de la Iglesia ligada
a su apostolicidad. Sentire cum Ecclesia esta Iglesia es progreso en la continuidad.
La Iglesia vive las reformas que normalmente le vienen de las periferias, no de la jerarquía:
la iniciativa suele venir de abajo y de las periferias más que del alto y del centro. Por
ejemplo, la reforma gregoriana no viene del papa Gregorio VII sino del religioso
Hildebrando, la reforma se gesto en ambiente monástico. Las iniciativas que vienen de las
periferias y son apoyadas desde el centro se convierten en auténticas reformas
institucionales.
Por ello en el medioevo, el espíritu conciliar era reformista, es decir, la jerarquía tenía en
cuenta la voz de todos, al menos formalmente y en ese espíritu se reunían los concilios:
quod omnes tangit, ab ómnibus tractari debet. De los concilios se esperaban las reformas
por ende.
La reforma debe venir no por presión sino por aspiración, por impulso. No habrá reforma
alguna si la iniciativa no se sostiene por corrientes apostólicas, si el profetismo no viene
reconocido por la apostolicidad. Es cuestión de fe en la acción de Dios sobre su Iglesia: en
el cuerpo místico, Él infunde el sentido de la fe y el deseo de una acción buena por y para
Él; en la jerarquía a través de las funciones de servicio a la unidad, infunde el carisma de la
verdad, unidad y apostolicidad.
Orbis et Urbs: iniciativa periférica y consagración del centro. La vida concreta de la Iglesia
puede verse como una dinámica entre estas dos realidades. Es esta vida de la Iglesia la que
diferencia las sectas de las órdenes. Es muy interesante constatar que el impulso del
espíritu para que no se convierta en mero aliento y deje de soplar con el paso implacable
del tiempo, necesita una institucionalización. El espíritu de Valdo no lo encuentras por ahí,
pero sí encuentras lugares, comunidades e instituciones concretas donde también
encuentras el espíritu de un Roberto de Molesme o de un Francisco de Asís.
Congar ve con ojos positivos la creación de algunas secretarías en Roma para promover el
diálogo y la vida eclesial católica: unidad de los cristianos, laicos, no creyentes, etc.
(Reedición después del CVII).
Tercera condición: la paciencia y el respeto de la espera
223. Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados
inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los
cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad. Es una invitación a
asumir la tensión entre plenitud y límite, otorgando prioridad al tiempo. Uno de los
pecados que a veces se advierten en la actividad sociopolítica consiste en privilegiar
los espacios de poder en lugar de los tiempos de los procesos. Darle prioridad al
espacio lleva a enloquecerse para tener todo resuelto en el presente, para intentar
tomar posesión de todos los espacios de poder y autoafirmación. Es cristalizar los
procesos y pretender detenerlos. Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar
procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los
transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de
retorno. Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la
sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que
fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí
convicciones claras y tenacidad.
Esta paciencia está íntimamente relacionada con la primera condición, una sumisión del
punto de vista intelectual y sistemático al pastoral. Una idea puede ser pura, la realidad y la
vida no lo son. La plenitud en este campo es difícilmente delimitable, pero puede ser
vivida. La paciencia no se reduce a espera en el tiempo, sino a una cualidad de nuestra
alma en relación al Espíritu Santo: la docilidad.
Hay en Lutero, Calvino, Zwinglio rasgos reformadores que se concretaron con prisa y
violencia. Sus críticas al papado de su época muestran una gran ignorancia de la historia
del conjunto así como una gran prisa en emitir su juicio. Encontramos aquí un reflejo del
inicio de la obra maestra de Newman: el cristianismo es un dato, un hecho que hay que
tomar en su conjunto so pena de no hacerle justicia. No hay movimiento de reforma que
no tenga en su núcleo inicial un germen de verdad, pero la impaciencia puede
comprometer la verdad con la falsedad. Vir oboediens loquetur victoriam.
Entra también como método de la paciencia la via facti. No la revolucionaria que abre
oposición pública a la institución. Sino la via facti católica, la que tiene en cuenta el sensus
fidelium, la que representa una voz que se eleva desde las periferias hacia el centro:
Non si può esigere dai riformatori di non essere troppo impazienti se non
domandando ai custodi della tradizione di non essere, dal canto loro, troppo pazienti;
di essere sensibili alla pressione delle rivendicazioni che rischiano di esplodere un
giorno, per essere state troppo a lungo compresse; d'unire al senso dell'attesa
necessaria quello dell'urgenza dei bisogni, l'intelligenza dei segni dei tetripi; di non
rassegnarsi facilmente alle menzogne, alle mediocrità o alle abitudini in cui le anime
trovano un'occasione di scandalo. L'avvertimento di san Paolo: «Padri, non
esasperate i vostri figli» (Efes., VI, 4), si rivolge a tutti coloro che hanno ricevuto, in
qualche modo, la missione e il nome di «padri».
Cuarta condición: una verdadera reforma mediante un retorno al principio de la tradición,
no la introducción de una novedad mediante una adaptación mecánica
Hay dos modos de llevar a cabo una renovación. En ambos casos se pone un elemento
regulador. En un caso el elemento regulador es la nueva realidad que busca introducirse y
en el otro caso es la realidad que busca renovarse. En ambos casos hay una búsqueda de
la unidad.
Este trabajo tiene en su núcleo dos procesos: asimilación y discernimiento. Asimilación que
implica la desaparición del asimilado en el cuerpo, pero llevando a cabo una verdadera
integración y desarrollo por parte del cuerpo: no debe ser principalmente una novedad
exterior al cristianismo sino el cristianismo que aprovecha realidades buenas existentes e
independientes.
Un ritorno ai principi stessi della. tradizione che va fino alla vita evangelica
includendo la solidità del pensiero teologico: tale è il punto di partenza e il principio
regolatore d'una sana riforma. È a partire di qui e in questa luce che bisogna
considerare l'elemento nuovo che il profeta ha per missione d'attualizzare nella
Chiesa: «Solamente una comprensione profonda della tradizione può condurre a
discernere gli elementi utili nell'apporto moderno, a sceglierli con sicurezza, ad
adattarli con tatto» È il principio cattolico divenuto in tal modo guida della coscienza
e dello spirito che permetterà il duplice lavoro di discernimento e d'assimilazione.
El peligro del mecanicismo está presente siempre: regresar mecánicamente a los padres, a
Santo Tomás, a la liturgia.
Esta parte se pone dos cuestiones fundamentales: ¿Qué representa la reforma protestante
como hecho histórico y el reformismo presente y necesario de la Iglesia? Y ¿Qué principios
eclesiológicos rigen la reforma protestante?
La palabra reforma no presente dificultades técnicas. SU etimología es clara: dar una forma
nueva a un objeto o su forma original. El uso que de ella hacen los padres es de carácter
antropológico: llevar al hombre a su forma original deformada por el pecado. Es en la edad
media cuando el término reformatio se comienza a aplicar a realidades sociales: la reforma
gregoriana, pero si bien este concepto ahora alcanza las estructuras, no deja de tener su
sentido antiguo, es decir, parte del interior del hombre. Este concepto por definición se
aplica a realidades en un sentido u otro, en mayor o menor medida, deformadas. Los
reformadores protestantes fueron más allá. No distinguiendo en qué medida, profundidad
y nivel estaba la deformatio, han intentado reformar la estructura misma de la Iglesia no
sólo sus estructuras históricas concretas. Si bien partieron de una verdadera inquietud
pastoral, no sae detuvieron en lo mutable y temporal sino que fueron al núcleo: tal acción
no podía comportar otra cosa que una corrupción, para usar las palabras de Newman.
Según nuestro autor Lutero comprendió tres cosas: que los abusos verdaderos no eran
aquellos que estaban en boca de todos sino los que partían de una falsa doctrina; en
consecuencia que lo enfermo en la Iglesia era la doctrina; en tercer lugar, que había que
cambiar todo un sistema no adaptaciones prácticas: Reforma eclesiástica no, sino reforma
religiosa. En Lutero la distinción entre nivel doctrinal nuclear y nivel vital práctico no existe.
En ambos reformadores hay un paso claro de la vida a la estructura. Esta actitud que
muestran tiene detrás principios eclesiológicos muy fuertes. A eso se dedicarán los
siguientes capítulos.
Capítulo II: La noción de Iglesia en los reformadores
Los antecedentes
Cierto agustinismo
Se parte de la realidad de la salvación que puede ser considerado desde un doble punto
de vista: está la salvación como dato objetivo espiritual y escatológico y existen también
los medios de salvación que son sociales e institucionales. La Iglesia, ¿en qué lado del
binario se coloca?
Una parte de las críticas se alzaba contra el poder temporal de la Iglesia, contra su riqueza,
contra los pastores que eran más que pastores. La conjunción del sistema feudal con la
cristiandad estructural llegó a estar tan interconectada que se temía que cayendo una
cayese la otra.
La corriente conciliar
Lutero
Si bien Lutero comienza teniendo en cuenta los dos aspectos de la Iglesia como comunión
externa y como comunión de santos, después de 1518 deja de lado todo lo externo para
centrarse en el versante espiritual: negación del primado romano, negación del sacerdocio
ministerial. El único constituyente del pueblo de Dios es la fe. La Iglesia es entonces el
conjunto de los hombres cuyas almas están unidas a Cristo y no en los medios de
salvación.
Y estas dos pasadas posiciones podrían encontrar sus causas en el binomio exterior-
interior. Esta es la gran categoría luterana según nuestro autor. Llega a Lutero a partir de la
enseñanza de San Pablo a los Gálatas. También la toma de San Agustín, especialmente del
De spiritu el littera, donde se encuentran textualmente algunas frases de Lutero y mucho
de su pensamiento y problemática. San Agustín hereda cierto platonismo de oposición
entre verdadero y falso, real e imagen, etc.
Lutero al legar conceptualmente cristiano con espiritual, estaba fundando las bases de su
eclesiología. En efecto, para él Ecclesia es la comunidad y Kirche el edificio. Si para Lutero
la Iglesia es la comunidad de creyentes en Cristo y de salvados por la gracia, entonces
justificaba su estado de reformador, pues la Iglesia visible, la institución es precisamente lo
opuesto a la verdadera Iglesia de Cristo: la Iglesia invisible que es objeto de fe y por eso
entra en el Credo.
Es verdad que hay signos externos de la presencia de esta Iglesia espiritual: la Escritura, el
bautismo, el sacramento. Pero eso sólo debe confirmar lo que ya se vive en el interior. El
Papa no cree en Cristo, aunque tenga los signos externos no vive de acuerdo a la vocación
y a la palabra, sino de acuerdo a lo sensible y visible. La apostolicidad es algo omeramente
externo, circunstancial, que no calificaba nada al creyente. La Iglesia es, repitámoslo, para
Lutero la comunidad de los que creen en su corazón.
Es entonces la fe del sacramento la que justifica: “Non sacramentum sed findes sacramenti
iustificat”. Con el paso del tiempo el luternanismo no pudo renunciar de modo absoluto a
toda organización social. Incluso en el interior del imperio eran reconocidos como
confesión cristiana particular. Se fueron configurando “externamente” como Iglesia. Incluso
la Iglesia tiene una cierta sustancialidad ya que tanto Lutero como Melantón y la confesión
Augustana, reconocen que los sacramentos pueden ser administrados por pecadores, es
decir, por quienes no tienen este enlace de fe vivo con Dios, no son donatistas.
Aquí nuestro dominicano aprovecha para contraponer la tesis católica con la protestante
en lo que respecta a la constitución eficiente de la Iglesia: ¿Qué es lo que nos hace Iglesia?
Para los católicos son los sacramentos, la fe (quae) y vida eclesial en cuanto medios que
determinan el efecto. Es la iglesia institucional la que hace la Iglesia comunidad. En cambio,
para los protestantes es sólo la Palabra la que antecede a la Iglesia comunidad.
La fe es a final de cuentas un acto de Dios en el hombre. Esto es muy fuerte, nos habla de
una existencia de la fe de modo aleatorio, de una absoluta corrupción humana. Dios nos
salva porque quiere, sin ninguna cooperación nuestra. La Iglesia es visible solo en cuanto
fiel al Evangelio. Ninguna institución visible es de origen divino en esta lógica.
Zwinglio
Calvino
Para Calvino sin embargo no hay identificación entre carne y visible, no hay galatismo
extremo. No hay nexo intrínseco entre las operaciones de la Iglesia visible y la acción de
Dios, todo se reduce a ocasión.
Capítulo III: Posición eclesiológica del protestantismo en general
Este capítulo lo afronta Congar muy personalmente, dados sus estudios, experiencias y
amistades.
Hay por eso en la doctrina sobre la Iglesia y sobre la justificación una intensa
proporcionalidad: todo proviene de Jesucristo (justicia – Iglesia) y todo permanece en Él a
modo de yuxtaposición, de estar encima. En el fondo hay falta de Cristología: ¿quién es
Jesucristo? Hay algo también de carencia fundamental en el protestantismo y es el
entender limitadamente la trascendencia y la inmanencia (Scoto): si algo se suma a la
inmanencia, se resta a la trascendencia. Esto es equivocado cuando se aplica a Dios.
Dios está fuera del universo, en el sentido que el universo es lo creado. Por eso la
trascendencia de Dios es no competitiva, al sumamente existir pero no como creado,
puede entrar en el universo sin invadirlo, por eso es posible la encarnación. Para una
profundización en este sentido reenvío al texto de Robert Sokolowski: el Dios de la fe y de
la razón.
Congar siguiendo a A. Krauss resalta que para los reformadores católicos, la Iglesia es
anterior, es un organismo de salvación y por tanto la reforma se juega en la aplicación de
los medios, no perfeccionar el cristianismo sino perfeccionarse en él. El protestante en
cambio, se mete en duda la doctrina, siendo la Iglesia resultado de la fe. Para el católico la
Iglesia como institución divina es siempre santa, para el protestante está bajo el juicio que
se refleja en el pensamiento religioso de cualquier individuo.
La vera penitenza, il vero sentimento del peccato - che occupaun posto importante in
ogni vita sotto l'influsso dello Spirito (cfr. Giovanni, XVI, 8) - sono più discreti, meno
vaghi. Non si esprimono in dichiarazioni, ma piuttosto in sforzi concreti per cambiare
qualche cosa nella vita; al limite essi imitano il figlio di cui parla il Vangelo, che non
dice, ma mette in pratica (Mat., XXI, 28-31). Non consistono, per ciò che riguarda la
struttura della Chiesa o la vita cristiana, nel dichiararle radicalmente vuote e viziate,
ma, appoggiandosi su una struttura data da Dio, nel migliorare concretamente la
vita. La Chiesa è penitente. La Chiesa deve continuamente riformarsi, non nella sua
struttura,- ma nella sua vita.
Para nuestro sedanés, el protestantismo tiene una concepción de Iglesia del Antiguo
Testamento, por eso aplican a ella muchísimas figuras del mismo. Esto de por sí no es
incorrecto, pero su interpretación es que la Iglesia ha de ser superada, como fueron
superadas las leyes del AT y los sacramentos de la Antigua Alianza. No tienen en cuenta la
Iglesia en la dimensión de la nueva economía.
La Iglesia, siempre según nuestro autor, está entre la sinagoga (espera y anuncio) y el
Reino (cumplimiento perfecto). La sinagoga vivía únicamente de la fe, de la espera, del
anuncio de la palabra, sin ninguna realidad definitiva. El plan de Dios tal como lo ha
anunciado Jesucristo es de hacer llegar a los hombres, en la historia los bienes de la
salvación (DV4), no en su plenitud sino en su principio: estamos en los últimos tiempos.
Podríamos decir que no tenemos los frutos, pero sí el germen, la semilla ¿No compara
nuestro maestro precisamente con una semilla el Reino?
Por ello la salvación es más que un puro anuncio profético, es una comunicación, es
performativa en la Iglesia. La apostolicidad realiza en parte el profetismo. Por ello los
medios por los cuales se realiza esta comunión-comunicación no son puramente
espirituales. Dios quiso mediar mediante la encarnación. Jesucristo quiso que su Espíritu
Santo en nuestro interior y sus apóstoles y sacramentos en el exterior en unión y en
sinergia construyesen su Cuerpo, su Iglesia. Por ello a sus apóstoles les dice: Recibid el
Espíritu Santo.
Los poderes que tiene la Iglesia en sus miembros no les pertenecen a título personal o
individual, sino por el hecho de ser depositarios. Karl Barth compara a la Iglesia con Juan
Bautista, el precursor. Pero si esto es así, si hay que superar a la Iglesia para llegar a Cristo,
entonces también hay que superar a Jesucristo para llegar a Dios. Una mediación total o
inexistente. No hay alternativa.
Tra la realtà spirituale costituita dalla comunione con Dio e i mezzi ecclesiali visibili,
non esiste un nesso assoluto. Non tutto proviene dalla struttura apostolica visibile.
Fin dall'inizio, la Chiesa ha avuto un san Paolo che non era uno dei dodici, la cui
missione non derivava dal Cristo nella sua condizione terrestre, ma dal Signore di
gloria; questo fatto è affermato molto vigorosamente nell'Epistola ai Galati, e apre la
porta, nella medesima Epistola, all'opposizione tra la carne e lo spirito, la Legge e il
Vangelo. Di qui la possibilità di un “galatismo” come pure di un marcionismo. La
scolastica diceva giustamente che vi può essere un sacramentum tantum, un rito
senza sostanza spirituale, ma anche che la potenza di Dio non è legata ai sacramenti
e può procurarne la realtà senza che venga posto il segno ecclesiale. Se si volesse
studiare questa questione più a fondo, bisognerebbe, senza dubbio, andare ancora
più lontano e riflettere sul fatto mistetioso della dualità di Cristo e dello Spirito Santo;
sul fatto che lo Spirito Santo non è un puro vicario di Cristo, si può dire, l'apporto del
protestantesimo: l'elemento della rivelazione cristiana che, misconosciuto da
un'ecclesiologia che identificava troppo l'opera dello Spirito Santo e le operazioni
della struttura ecclesiastica, ha in qualche modo giustificato la reazione dei
riformatori protestanti. Ma questi hanno fatto lo sbaglio di valutare ogni cosa sul
metro della loro mistica della volontà sovranamente libera di Dio e di una salvezza
come puro atto di Dio, ecc. Questo aspetto esiste, si deve tenerne conto, ma non lo si
può convertire in legge universale e servirsene come acido per corrodere e dissolvere
la struttura stessa dell'opera di Dio, ciò che ha fatto di più sicuro per portare fino a
noi la salvezza della vita acquistata in Gesù Cristo: ossia la Chiesa, che prolunga la
sua presenza e la sua azione corporali fino al suo ritorno.
Identificar la biblia y la Iglesia como externas la una de la otra es un error que termina en
oponerlas. La regula fidei de la Iglesia es la Tradición, lo que Cristo entregó a sus apóstoles
(doctrina no escrita) que no se limita a ser un depósito de verdades sino un conjunto de
realidades de las cuales el Espíritu Santo asegura la vitalidad. La Sagrada Escritura es junto
con la Tradición la norma de la Iglesia. La Iglesia ha recibido su ley fundamental de fe y
vida de Cristo y sus apóstoles; el cuerpo episcopal es sólo el custodio de este tesoro y esta
doctrina este tesoro es algo vivo (Newman) de ahí surge el Magisterio, la enseñanza, que
no juzga la Sagrada Escritura sino que es juzgado por ella. La revelación, es necesario
recordar, nos llega por la Tradición y la Sagrada Escritura (Tradición que se documenta). La
sola scriptura no rige como principio por definición.
Todo parte del problema sobre el significado de la expresión Palabra de Dios en el ámbito
protestante que reniega toda mediación: ¿es la Sagrada Escritura? ¿Es un contenido
dogmático? ¿un acto de Dios?
Lutero oscila en sus escritos entre estos tres sentidos. El problema es que la misma
expresión designa un acto de Dios y una realidad concreta: el Verbo increado y la palabra
escrita. Cómo reconciliar ambos sentidos, ambas realidades es la problemática de fondo.
Lutero hace el paso de Iglesia-Escritura a Obispos-Doctores. El rol definitivo y la
preponderancia los tienen en el luteranismo clásico los doctores.
Esto es inevitablemente humano: Dios habla el barthiano escucha y repite lo que Barth ha
dicho, diría Gilson. El hombre es intérprete. En el protestantismo la mediación del doctor se
convierte en magisterio. Lutero mismo da una importancia casi religiosa a su promoción
como doctor.
Respondemos con las mismas palabras del autor: hay dos razones/funciones de fondo:
asegurar la propia fidelidad (el teólogo es fiel de la Iglesia) y de comunicar la verdad,
razonarla, intelegirla.
Vi sono delle attitudini di difesa che evitano soprattutto il rischio e dunque la novità,
se non lo stesso movimento della vita un sentimento di debolezza e talvolta perfino
di paura. È perché non si è sicuri di sé e ci si sente superati in cultura e dinamismo da
un mondo che si conosce soprattutto da lontano, che si è timidi e che s'innalzano
delle barricate. Un Innocenzo III, un Leone XIII, un Pio XI, al contrario, sono stati
arditamente aperti e intÌaprendenti perché dominavano il loro tempo con la loro
intelligenza e la loro forte personalità. Non a caso un cristianesimo timido e difensivo
diventa facilmente una religione di donne e di bambini che ha paura degli uomini
adulti e che li interessa poco; di fatto, come pure in un regime d'autorità rigorosa e di
rigido inquadramento, il clero è incline a cercare soprattutto la sicurezza
dell'abitudine e ad amare le ricette, il «tutto fatto».
En la Iglesia no basta conocer lo que del mundo y el hombre no cambia, hay que conocer
también las coordenadas socio-históricas de la grey:
Se si guarda attorno a se, ci si accorge che la discriminante tra gli uomini di Chiesa
eventualmente aperti al riformismo e gli uomini di Chiesa a priori chiusi al
riformismo, separa esattamente coloro che sono aperti o che invece sono chiusi alla
considerazione reale del condizionamento storico-sociale. A meno che la coscienza di
essere condizionati susciti in loro un atteggiamento diverso dall'opposizione e dalla
condanna a priori del loro tempo, colpevole del peccato originale incancellabile di
essere moderno, cioè attuale, e non passato.
Se citan los ejemplos contrastantes de los movimientos apostólicos del Medio Evo y del
franciscanismo; las reformas del s.XVI Lutero en confronto con Staupitz, Erasmo; Lamennais
y Lacordaire, este último caso muy significativo: amigos, editores de l’Avennir uno
permanece en la Iglesia y el otro la abandona, ¿la diferencia? Paciencia, silencio, fe.
Se vuelven a citar las condiciones para una reforma sin cisma, en el contexto de la Francia
de los 60’s. Es interesante notar que la diferencia de pensamiento y de corrientes, de
generaciones y tradiciones no es un verdadero impedimento a la reforma donde impera la
caridad, la comunicación. Hoy no es diverso de hace 70 años.