CASTÁN ESTEBAN. La Religiosidad en Las Sierras Ibéricas
CASTÁN ESTEBAN. La Religiosidad en Las Sierras Ibéricas
CASTÁN ESTEBAN. La Religiosidad en Las Sierras Ibéricas
1. LA DIÓCESIS DE ALBARRACÍN
La sierra de Albarracín es una de las regiones en las que el medio natural se impone
de manera excluyente. A pesar de tener una altitud media de 1.400 metros, no se puede
caracterizar de montañosa al estilo de los Pirineos. Es más bien una elevada meseta
maciza, de origen paleozoico, en la que erosión diferencial ha hecho que se combinen
las formas planas con las abruptas.2
1
Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de investigación OTRI 2000/0107 de la Universidad de
Zaragoza. Ha sido financiado por la actual Comunidad de Albarracín. Presentado a las V Jornadas de
Castilla-La Mancha sobre investigación en Archivos: Iglesia y Religiosidad en España. Historia y
Archivos, Guadalajara, 2001
2
Existen numerosas síntesis sobre el medio natural de la zona, vid. PEÑA, José Luis, El medio físico de
la Serranía de Albarracín, en IV Curso de Geografía Física, Teruel, 1989, pp. 131-154; VILA
VALENTÍ, Juan, El paisaje humano de la sierra de Albarracín, “Teruel”, 7 (1952), pp. 25-94; o CALVO
PALACIOS, José Luis, Geografía humana de la sierra de Albarracín, “Teruel”, 49-50 (1973), pp. 33-40.
estival. A comienzos de noviembre se hace necesario partir con los rebaños hacia las
tierras cálidas de Valencia, Murcia o Andalucía, y no volver hasta el mes de mayo. La
población debía ser, por fuerza, escasa. Un informe de 1795 lo enunciaba con estas
palabras:
“Ésta [la ganadería] era la única riqueza del Partido, el único fondo de su
manutención; y como la arte pastoricia es totalmente opuesta a la
población, y los pueblos pastores son generalmente poco numerosos; de
aquí nacía que este distrito se hallaba reducido a cinco o seis pueblos de
pequeño vecindario. Desde el año de 1170, que es la época más remota y
cierta de la historia de este Partido, hasta el de 1400, parece que estos
naturales se mantuvieron entregados al espíritu de pastura, género de vida
bárbaro, comparado con la Agricultura que despreciaron”3
Sin embargo, esta pequeña comarca del sur del reino de Aragón contaba desde el
siglo XII con un obispado. El caballero navarro Pedro Ruiz de Azagra ocupó
militarmente la taifa bereber, la pobló y dotó de fuero, e hizo las gestiones necesarias
para conseguir que la ciudad de Santa María asumiera la restauración de un antiguo
obispado visigodo, primeramente con el título de Arcabricense y posteriormente con el
de Segobricense.4 Cuando el reino de Aragón se expandió hacia levante y fue tomada la
ciudad de Segorbe, el Papa Alejandro IV decretó la unión eclesiástica de ambos
territorios, que pasaron a depender del arzobispado de Zaragoza al ser elevada ésta a
sede metropolitana en 1318. La situación se mantuvo hasta que en 1577, tras el concilio
de Trento, se decretó la desmembración de dichas iglesias. La diócesis quedaba
reducida a la ciudad de Albarracín, su comunidad de aldeas, y algunas villas y lugares
próximos a dicha sierra, lindando con los obispados de Cuenca, Teruel, Segorbe y
Valencia. Un pequeño conjunto de parroquias rurales.5
3
Carta de D. Isidoro de Antillón, Socio de mérito de la Real Sociedad Aragonesa de amigos del país, a
un paisano suyo. ANTILLÓN y MARZO, Isidoro de, Carta Primera, en Continuación del Memorial
Literario. Noviembre, parte II, Madrid, 1795, pp. 277-278.
4
Sobre este periodo pueden consultarse: TOMÁS LAGUÍA, César, La erección de la diócesis de
Albarracín, “Teruel”, 10 (1953), pp.203-230; RIBERA RECIO, La erección del obispado de Albarracín,
“Hispania”, Madrid, (1965), pp. 27-52; y GARCÍA EDO, Vicent, El obispado de Segorbe-Albarracín en
el siglo XIII, Segorbe, 1989. La historia política del señorío ha sido trabajada por ALMAGRO BASCH,
Martín, Historia de Albarracín y su sierra, tomo III. El señorío de Albarracín bajo los Azagra, Teruel,
1959; y tomo IV, El señorío soberano de Albarracín bajo la Casa de Lara, Teruel, 1964; LACARRA,
José María, El rey lobo de Murcia y la formación del señorío de Albarracín, en Estudios dedicados a
Menéndez Pidal, Madrid, 1952, pp. 515-530; VÁZQUEZ, Cándido, Albarracín: noticias históricas de la
ciudad, Madrid, 1944.
5
ALMAGRO BASCH, Martín, Las vicisitudes de la diócesis de Albarracín y catálogo de sus obispos,
“Teruel”, 55-56 (1976), pp. 99-130; ALMAGRO BASCH, Martín, Dos obispos desconocidos de
Albarracín, “Teruel”, 64 (1978), pp. 91-108. El proceso de desmembración ha sido estudiado por
TOMAS LAGUÍA, César, La desmembración de las iglesias de Albarracín y Segorbe, Teruel, 1965. En
el concordato de 1851 se suprimió la diócesis. Desde 1878 fue gobernada por los obispos de Teruel como
Administradores Apostólicos. Para regular esta situación, la bula de Juan Pablo II “Cum nostrum” de 13
de agosto de 1984, la unía inseparablemente a la diócesis de Teruel. POLO RUBIO, Juan-José, Santoral
Hispano-Mozárabe en la diócesis de Albarracín, “Memoria Ecclesiae”, XVI (2000), p. 579.
Los feligreses eran pocos. Una simple aproximación, basaba en los censos y
vecindarios de la Edad Moderna lo evidencia con claridad. Cada aldea contaba entre
diez y treinta vecinos. Únicamente Terriente u Orihuela superaba los cincuenta, y sólo
la ciudad llegó a doscientos en el setecientos.
6
Fuente: LEZAUN, Tomás Fermín de, Estado eclesiástico y secular de las poblaciones y antiguas y
actuales vecindarios del reino de Aragón, [manuscrito del siglo XVIII editado en facsímil], Zaragoza,
1990.
7
GARCÍA MIRALLES, Fray Manuel, Orígenes de la iglesia de Santa María de Albarracín: sus
primeros obispos; sus capillas, “Teruel”, 23 (1960), pp. 205-244.
8
Existe una relación manuscrita de 1606, hecha posiblemente con motivo de una visita a la diócesis. Está
custodiada en el Archivo Diocesano de Albarracín. Citada por TOMÁS LAGUÍA, César, Las iglesias de
la diócesis de Albarracín, “Teruel”, 32 (1964), pp. 5-173. hasta el momento sólo ha sido publicado el
catálogo de pergaminos del archivo catedralicio. TOMÁS LAGUÍA, César, Catálogo de la sección de
pergaminos del archivo de la S.I. Catedral de Albarracín, Teruel, 1955.
9
Con las advocaciones de Santa María Magdalena, San Sebastián, San Juan, San Pedro, Nuestra Señora
de la Concepción, y Nuestra Señora del Carmen. TOMÁS LAGUIA, César, Las iglesias..., p. 78.
10
SOLAZ VILLANUEVA, Ángel, Orígenes y vicisitudes del santuario del Santo Cristo de la Vega de
Albarracín, “Teruel”, 51 (1974), pp.35-48. Sobre el santuario del Tremedal hay una amplia bibliografía.
Recogemos una sola referencia, que ha sido fuente de inspiración de muchas de las posteriores:
que destacan, por su reiteración, las dedicadas al Santo Cristo –13-, Nuestra Señora del
Rosario –25- y a las ánimas del purgatorio-13-11
LORENTE, Francisco, Historia panegírica de la aparición y milagros de María Santísima del Tremedal,
venerada en un monte del lugar de Orihuela, obispado de Albarracín, Zaragoza, 1744.
11
POLO RUBIO, Juan-José, Santoral hispano-mozárabe..., pp. 581-584; TOMÁS LAGUÍA, César, Las
capillas de la catedral de Albarracín, “Teruel”, 14 (1955), pp. 147-186. Es difícil calcular el número de
personas al servicio de estas iglesias. Hay que tener en cuenta no sólo a los que recibían órdenes mayores,
que posiblemente no llegarían al medio centenar entre el cabildo, párrocos, vicarios y capellanes en el
siglo XVI, sino también un número indeterminado de beneficiados, sacristanes, visitadores,
recaudadores..., acogidos a tonsura y bajo jurisdicción eclesiástica.
12
GARCÍA MIRALLES, Fray Manuel, Los dominicos en Albarracín, “Teruel”, 14 (1955), pp. 147-186;
ESPONERA CERDÁN, Alfonso, Las dominicas de Albarracín, Valencia, 1998.
13
Destacamos a este respecto los trabajos de POLO RUBIO, Juan-José, Cofradías y hermandades de
Teruel y Albarracín en el siglo XVIII, “Aragonia Sacra”, IX (1994), pp. 89-98; La cofradía del Santísimo
sacramento de Guadalaviar (Teruel) según los datos del Archivo parroquial, “Memoria Ecclesiae”, IX
(1996), pp. 545-565.
fundaciones y capellanías.14 Todo ello unido al desarrollo económico de las sierras,
empujado por el auge del precio de la lana y la abundancia de ganado trashumante15.
La religión no sólo abarca un conjunto de dogmas de los que se deriva una práctica
o ritual, sino que sanciona una moral determinada para sus fieles. Estos tres planos, las
creencias, la celebración, y la ética, conforman gran parte de la dimensión antropológica
del ser humano.16
Mucho más presente que Dios como encarnación del bien, está la idea del Dios
todopoderoso, omnipotente, justiciero. Una divinidad que puede conceder nuestros
deseos a cambio de nuestras ofrendas. Esto implica una concepción de la religión como
petición. Construir un templo, asistir al culto o rezar oraciones ante las imágenes de las
iglesias, tanto de Cristo como los santos, es el modo más frecuente de relacionarse con
el Creador. Y más aún a través de la Virgen, patrona de la ciudad y de su Comunidad.
Junto a la divinidad celeste, por oposición, las fuerzas del mal; el demonio. También
con poderes sobrenaturales, capaz de tentar y corromper a los hombres. Un obispo del
siglo XVII aconsejaba que con “mucho cuidado y diligencia procuren aprender la
Doctrina Cristiana, y a los padres que la enseñen a sus hijos y familia, para que
armados con estas armas de la Fe, puedan vencer los embustes y engaños del demonio
enemigo de nuestras almas, y caminar por el camino de la virtud.”22
“Estudis”, 26 (2000), pp. 37-58. Sobre Teruel, LATORRE CIRIA, José Manuel, La conflictividad política
en la ciudad y comunidad de Teruel durante los siglos XVI y XVII, en, Los Fueros de..., pp. 137-208.
19
La idea de una divinidad suprema, asociada al firmamento, al día, está presente de todos los pueblos
indoeuropeos. La bóveda celeste y Dios padre se identifican. Su poder se manifiesta en forma de
tempestad, a través del rayo. CARO BAROJA, Julio, Las brujas y su mundo, Madrid, 1961, pp. 20-22.
20
PASTOR, Juan del, Suma de Fueros y Privilegios de las Ciudades de Santa María de Albarracín y de
Teruel, de las comunidades de aldeas, de las dichas ciudades y de la villa de Mosqueruela e de otras
villas convecinas, Valencia, Jorge Castilla, 1531. Libro I, fuero, 1.
21
OZCARIZ Y BÉLEZ, Ioseph, Insaculación y ordinaciones reales de la ciudad de Santa María de
Albarracín, hecha por el muy Ilustre Señor D. Ioseph Ozcariz y Bélez, del Consejo de su Majestad, en el
criminal desde Reyno de Aragón, y su comisario Real en este presente año de 1678, Zaragoza, herederos
de Pedro Lanaja, 1678, f. 9.
22
BALAGUER, Andrés, Sínodo Diocesano celebrado en la ciudad de Santa María de Albarracín en el
mes de mayo de 1604, Barcelona, 1604. Título 1, artículo 1, f. 1. Los dos únicos ejemplares de que
tenemos noticia se encuentran depositados en la Biblioteca Universitaria de Valencia. En este trabajo
utilizamos la trascripción de Manuel Ángel Antón Guillén.
El demonio tiene dos manifestaciones. Una en la tierra, a través de la hechicería,
los sortilegios y la brujería, y otra tras la muerte, en el purgatorio y en el infierno.23 A la
primera se la condena y persigue, a la segunda se la teme y se intenta combatir con las
armas de la iglesia. El testamento de un vecino de la aldea de Javaloyas en 1599 lo
expresaba con claridad:
2.2. LA CELEBRACIÓN
Casi todos los ritos están asociados a la idea de remisión del pecado y salvación
del alma. Participar en ellos permite comunicarse con lo divino para dispensar las faltas
y sobre todo, solicitar favores y gracias ante quien todo lo puede, tanto por las
intenciones de la colectividad, como de los particulares.27 Pero, aun coincidiendo en los
planteamientos generales que acabamos de enunciar, la jerarquía eclesiástica, de
formación escolástica, y las comunidades rurales, divergirán en la forma de expresar sus
sentimientos religiosos.
27
Un reflejo de la concepción de la religión como petición son los exvotos. Ha trabajado sobre este
aspecto SÁEZ GUALLAR, Francisco Javier, Los exvotos de la provincia de Teruel. Un importante
patrimonio etnográfico gravemente amenazado, en Homenaje a Purificación Atrián, Teruel, 1996, pp.
319-344.
28
BALAGUER, Andrés, Sínodo Diocesano..., Título 5, Artículo 18.
29
ANTILLÓN y MARZO, Isidoro de, Carta X..., pp. 237-238.
30
BALAGUER, Andrés, Sínodo Diocesano..., Título 41, Artículos, 3 y 4. La visita pastoral del obispo
Pedro Jaime prohibió en Javaloyas los juegos durante misa y vísperas, bajo una pena de cinco sueldos.
POLO RUBIO, Juan José, La visita pastoral del obispo Pedro Jaime a la diócesis de Albarracín (1598-
1599), “Teruel”, 77-78 (1987), pp. 243. También del mismo autor, Las visitas ad limina de los obispos
albarracienses Pedro Jaime (siglo XVI) y Juan Francisco Navarro Salvador (siglo XVII), “Hispania
Sacra”, 39 (1987), pp. 589-615.
31
La construcción de órganos en los principales templos de la diócesis datan del siglo XVII. Sus
composiciones han sido recogidas por MUNETA MARTÍNEZ de MORENTÍN, Jesús María, Música de
tecla de la catedral de Albarracín. Cuaderno I: música de órgano, Teruel, 1981; Cuaderno II: música de
tecla, Teruel, 1981; Cuaderno III: música de tecla, Teruel, 1987; Catálogo del archivo de música de la
catedral de Albarracín, Teruel, 1984; VALLÉS, Francisco, Obras de la capilla de música de la Catedral
de Albarracín (Teruel) de los siglos XVII y XVIII, Zaragoza, 1986. Se pueden escuchar las grabaciones de
GONZÁLEZ URIOL, José Luis, Maestros de capilla de la catedral de Albarracín, Teruel, 1984. (Disco),
y JORDÁ, Teresina, Música de tecla de la catedral de Albarracín, Teruel, 1987. (Disco)
32
Este nombre le viene del templo de Santa María de Minerva en Roma, donde Paulo II (1534-1549)
aprobó la congregación del Santísimo Cuerpo de Cristo para promover el culto eucarístico. La de
eucaristía, los párrocos no dudaban sacar la custodia a la calle para llamar al orden en
riñas y tumultos.33
De entre todas las romerías de la diócesis en el siglo XVI, podemos destacar dos.
La celebración del día de la Santa Cruz de mayo, con procesión de la ciudad y aldeas de
Guadalaviar ha sido estudiada por POLO RUBIO, Juan-José, La cofradía del Santísimo Sacramento...,
pp. 547. El sínodo de 1604 ordenó que se creara en todas las iglesias del obispado. 32 BALAGUER,
Andrés, Sínodo Diocesano..., Título 1, Artículo 10.
33
BALAGUER, Andrés, Sínodo Diocesano..., Título 5, Artículo 14.
34
Sobre las romerías turolenses hay un amplio proyecto de investigación en Seminario de Arqueología y
Etnografía Turolense. Destacamos, a modo de síntesis, SÁNCHEZ SANZ, M.ª Elisa, La devoción y las
romerías: dos aspectos fundamentales de la religiosidad popular turolense, “Kalathos”, 2 (1982), pp.185-
206, o GARCÍA HERRANZ, Rafael, Estampas etnográficas de Albarracín, Madrid, 2000.
35
El obispo obligaba a los rectores y vicarios asistir con modestia y compostura, en silencio, con rosarios
en las manos, procurando dar ejemplo a los seglares, que no debían guardar tanto decoro. BALAGUER,
Andrés, Sínodo Diocesano..., Título 29, Artículo 7.
36
ANTILLÓN y MARZO, Isidoro de, Carta X..., p.242. Las soldadescas también estaban asociadas a la
cofradía del Santísimo Sacramento, como en la aldea de Guadalaviar. POLO RUBIO, Juan-José, La
cofradía del Santísimo Sacramento..., pp. 555-557.
Albarracín a Nuestra Señora de Royuela, y la subida al santuario de la Virgen del
Tremedal, en Orihuela.
Estas fiestas eran básicas para la socialización de una comarca montañosa, poco
poblada, y que había estado sometida desde la Baja Edad Media a fuertes tensiones y
enfrentamientos. Además, propiciaban el conocimiento mutuo, y las posibilidades de
concretar negocios ganaderos o familiares, no menos importantes, como eran noviazgos
y alianzas matrimoniales. No es de extrañar que coincida con la fiesta de los mayos, en
la que los mozos eligen pareja hasta la noche de San Juan.39
2.3. LA MORAL
No hay religión sin ética. Los conceptos del bien y el mal son inherentes a su
definición. Partiendo una armonía divina, el delito/pecado, fruto tanto de la acción
humana como de las fuerzas del maligno, se concibe como una alteración del orden
preestablecido y querido por Dios. La salvación pasa por la reparación de la culpa.
Quien no la expíe en este mundo lo hará a su muerte, tras el juicio final. De ahí que la
teología se considere la fuente de la norma moral, y la iglesia la institución dedicada a
aplicarla, con la fiel colaboración de las autoridades civiles. Las visitas pastorales de los
siglos XVI y XVII se hacen con esa finalidad. Para que “haciéndola cada año, los
vicios y malas costumbres se extirpen, y la virtud se plante en los corazones de los
37
Los pagos están registrados en los libros de cuentas tanto de la ciudad (Archivo Municipal de
Albarracín. Sección I, nº 154), como de la Comunidad (Archivo de la Comunidad de Albarracín. Sección
III, nº 6 ) Usamos la clasificación de AGUIRRE GONZÁLEZ, Francisco Javier; MOLES VILLAMATE,
Carmen; ABOS CASTEL, María Pilar; y CASAUS BALLESTER, María José, Catálogo del archivo de
la Comunidad de Albarracín (Tramacastilla), Teruel, 1990. Las disposiciones sobre la fiesta están
recogidas en las ordinaciones de 1678. OZCARIZ Y BÉLEZ, Ioseph, Insaculación y ordinaciones...,.
Ordinación 76.
38
Además de lo relatado en la obra de LORENTE, Francisco, Histórica panegírica..., pp. 1-20, hay una
interesante descripción de los festejos que se efectuaron con motivo de la dedicación de un nuevo templo
en 1748 en MIGUEL POVES, José María, Apuntes para una historia de Orihuela del Tremedal, Teruel,
1928, pp. 67-77.
39
Las fiestas de los mayos han llamado la atención de etnógrafos desde el siglo pasado. De la amplia
bibliografía recogemos el trabajo pionero de POLO y PEYLORÓN, Manuel, Los mayos, Madrid, 1879
[reedición 1982]; y ROMEO PEMÁN, M.ª Carmen, Los mayos de la sierra de Albarracín, Teruel, 1981.
Cristianos, y entre ellos se conserve la paz, religión y sincera Fe”40. Como valores
supremos la paz, la hermandad. Algo que no debía ser muy frecuente entre los
feligreses. El objetivo, la armonía y las buenas costumbres. Los miembros de una
cofradía de la aldea de Valdecuenca lo expresaron así: ser “amadores de Dios y de
nuestro próximo, verdaderos servidores de los bienaventurados mártires sant Fabián y
sant Sebastián, y devotos buenos, legítimos hermanos”41
Para conocer cuales eran las acciones reprobables desde el punto de vista moral,
contamos con la información que proporcionan los edictos episcopales. A partir de los
de Pedro Jaime de 1598, y los de Andrés Balaguer de 1604, podemos establecer una
lista de pecados, cuya reiteración durante dos siglos no hace sino señalar su persistencia
a pesar de los esfuerzos de la acción pastoral:42
Para hacerles frente, la iglesia contaba diversos mecanismos. El más efectivo fue
el sentimiento de culpa, a través de la predicación y el sacramento de la confesión.43
Pero la culpa también se podía redimir con indulgencias, con limosnas que
tranquilizaban a conciencias titubeantes. Por ello, el clero no dudó en aplicar medios
40
Edicto de la visita pastoral a la diócesis de Albarracín del obispo Fray Andrés Balaguer. Está inserto en
la edición del sínodo de 1604..
41
Archivo Municipal de Albarracín. Sección II, nº 24, f. 1. Estatutos de la hermandad y compañía de
San Fabián y San Sebastián, del lugar de Valdecuenca, aldea de la Comunidad de Albarracín. CASTÁN
ESTEBAN, José Luis, La cofradía de San Fabián y San Sebastián: Religión y conflictividad social en la
Comunidad de Albarracín durante el siglo XVI, en V Jornadas de Castilla-La Mancha sobre
investigación en Archivos: Iglesia y Religiosidad en España. Historia y Archivos, Guadalajara, 2001.
42
El edicto de 1598 forma parte de la documentación que sobre la visita pastoral se conserva en el
Archivo de la Catedral de Albarracín. Estante 1, armario 2, ff. 1-4. Ha sido estudiada por POLO RUBIO,
Juan-José, La visita pastoral del obispo Pedro Jaime..., pp. 239-240. El de 1604 se transcribe en el
apéndice documental.
43
Los párrocos llegaban a llamar a confesión y penitencia pública a los fieles directamente al pie del altar,
lo que ocasionaba no pocos escándalos. BALAGUER, Fray Andrés, Sínodo diocesano…, Título 6,
Artículo 21.
más contundentes. Así, a los que defraudaban diezmos, se les aplicaba directamente la
excomunión, y se les impedía ser enterrados.44 Los vecinos con conductas sexuales
escandalosas (amancebamientos, adulterios) eran perseguidos por la jurisdicción secular
“exceptados las mugeres casadas, que cohabitaren con sus maridos, a las quales sólo
han de poder acusarles sus maridos”45 El tribunal de la inquisición trató de intervenir
durante el siglo XVI en las aldeas, pero la lejanía -dependían jurisdiccionalmente del
tribunal de Valencia-, los problemas de legitimación foral que suponían sus
procedimientos en Aragón, y la obstrucción de que fueron objeto en sus pesquisas, hizo
que fueran las autoridades locales las competentes en estos casos.46
44
Así lo dispone el sínodo de 1657. ANTILLÓN y MARZO, Isidoro de, Carta XX..., p. 246.
45
La acusación se podía hacer tanto ante el justicia de la ciudad, como ante la Audiencia o la Corte del
Justicia de Aragón. OZCARIZ Y BÉLEZ, Ioseph, Insaculación y ordinaciones...,. Ordinación nº 76.
46
Los requerimientos de los inquisidores para pedir la detención de reos son frecuentes en la
correspondencia de la ciudad Archivo Municipal de Albarracín. Sección I, nº 1, f. 40, f. 133 y f. 142.
Puede consultarse FLORIANO, Antonio, El tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Teruel en
“Boletín de la Real Academia de la Historia”, LXXXVII (1925), pp. 173-260.
47
BALAGUER, Fray Andrés, Sínodo diocesano…, Título 23, Artículo. 1. Las vigilias se intentaron
prohibir sin demasiado éxito.
48
Ibidem, Título 25, Artículo 7. Estas iglesias han sido estudiadas por ALMAGRO GORBEA, Antonio,
Urbanismo y arquitectura en la sierra de Albarracín, Teruel, 1993.
económico del quinientos, y la política rentista de sus inversiones favoreció su
consolidación.49 A esto también ayudaba el patronazgo laico, que a cambio del
privilegio de presentación de candidatos, dotaba una capilla o beneficio curado.50 El
problema de estas fundaciones era el de la simonía. Según Fray Andrés Balaguer los
clérigos intentaban sobornar a los patrones para obtener uno o varios beneficios, lo que
propiciaba que éstos crearan auténticas redes clientelares entre los sacerdotes
diocesanos.51 Y es que la búsqueda de la renta hacía que la vocación eclesiástica no
estuviera muy presente en algunos presbíteros. Los obispos postridentinos insistieron en
su formación, en su selección y en sus buenas costumbres. Las visitas a las parroquias
de la diócesis censuraban de forma reiterada abusos tales como la participación en riñas,
el juego a los “dados, tablas, naipes y pelota”, el trato con mujeres, el uso de vestidos
no apropiados con su condición, el uso de armas, y el participar frecuentemente en
cacerías y monterías a caballo.52
49
Queda todavía pendiente un estudio de las rentas del obispado. Únicamente se ha hecho una
aproximación a la contribución decimal. DOÑATE BARQUERO, Arnaldo José, Los diezmos en la
Diócesis de Albarracín (del modo y forma de cuartear en el dicho obispado), Albarracín, 1991. Hemos
evidenciado como el clero era el beneficiario de la mayor parte de los censales cargados sobre la ciudad y
la Comunidad en los siglos XVI y XVII. Archivo de la Comunidad de Albarracín. Sección III, nº 1 al 12.
50
En el Archivo Diocesano de Albarracín existe un libro de capellanías donde se registraron estas
fundaciones. Citado por TOMAS LAGUIA, César, Las iglesias..., pp.5-6. Algunas, como la concesión de
1572 a la Comunidad en la iglesia de Santa María, o el altar construido en la casa de la institución en
1685, se conservan en el Archivo de la Comunidad de Albarracín. Sección XIII, nº 2 y nº 19.
51
BALAGUER, Fray Andrés, Sínodo diocesano…, Título 21, Artículo 4. La importancia del patronato
laico ha sido puesta de manifiesto en Teruel por LATORRE CIRIA, José Manuel, El clero del obispado
de Teruel en 1753,”Aragonia Sacra”, VI (1982), pp. 113-149.
52
POLO RUBIO, Juan José, La visita pastoral del obispo Pedro Jaime..., p. 238. Se insistía
especialmente en la prohibición de ejercer tareas seculares, como la compra y venta de lana o la
confección de paños. Las mujeres a su servicio debían tener al menos 40 años (excepto hermanas,
sobrinas o parientes) Sobre la situación del clero en otras diócesis, como Valencia, puede consultarse,
CASTÁN ESTEBAN, José Luis, La reforma del clero en los sínodos valencianos del siglo XVI (1548-
1607),”Anales valentinos” (1998), pp. 81-112.
53
BALAGUER, Fray Andrés, Sínodo diocesano…, Título 25. No hay que olvidar que la diócesis contaba
con un tribunal tanto para causas civiles como criminales, así como de cárcel para delincuentes. El
funcionamiento de estas instancias está regulado en los Títulos 51-56 de las constituciones sinodales. Sus
fondos están depositados en el archivo diocesano.
santos. La Iglesia protege, la Iglesia educa, la Iglesia vigila y en su seno se muere. Así,
en el bautismo, que supone la integración del nuevo ser en la comunidad, con su reflejo
en los libros de la parroquia, el niño asume el nombre de pila bajo el patrocinio de
Jesús, la Virgen, o un santo del cielo, intercesor y modelo que se ha de imitar. De igual
modo los sínodos intentan regular el matrimonio, la muerte o los enterramientos. Los
párrocos están obligados a asistir a los enfermos para disponer su alma y testamento
como hijos de la Iglesia.54 En cuanto al entierro, la posibilidad de inhumarse en las
capillas particulares del interior de las iglesias se convirtió en un auténtico signo de
distinción social.55
54
Sínodo de 1657 de Jerónimo Salas Malo. Citado por ANTILLÓN y MARZO, Isidoro de, Carta X..., pp.
231-232. Sobre la labor de este obispo vid. POLO RUBIO, Juan José, Jerónimo Salas Malo (1599-1664),
deán y obispo de Albarracín, devoto de Nuestra Señora del Pilar, “Xiloca”, 9 (1984), pp. 147-169; 10
(1984), pp. 71-94; y 11 (1985), pp. 95-122.
55
Las familias principales de la diócesis, con privilegio para enterrarse en las iglesias son bastante
conocidas. GARCÍA MIRALLES, Manuel, Linajes de Albarracín: la casa de los Dolz de Espejo,
“Teruel”, 33 (1965), pp. 77-123; CAÑADA SIERRA, Javier, Relación de infanzones de los partidos de
Albarracín y Alcañiz, “Teruel”, 60 (1978), pp. 91-108; GARCÍA HERRANZ, Rafael, La heráldica en
Albarracín, Madrid, 1999.
56
OZCARIZ Y BÉLEZ, Ioseph, Insaculación y ordinaciones...,. Ordinación nº 109.
57
Ibidem, Ordinación nº 70.
58
Ibidem, Ordinación nº 64.
59
Existen fundaciones para casar doncellas tanto de particulares, como de las instituciones civiles y
religiosas. Las particulares suelen ser consecuencia de una disposición testamentaria. Archivo de la
Comunidad de Albarracín. Sección XIII, nº 6. Capítulos de la almosna para casar doncellas, año 1529.
Los libros de cuentas de la Comunidad recogen periódicamente los pagos efectuados por este concepto.
Archivo de la Comunidad de Albarracín Sección III, nº 6. Cuentas de 1591.
60
Sobre la labor de los dominicos en Albarracín vid. ECHARTE, Tomás, Obispos dominicos en la sede
de Albarracín, “Aragonia Sacra”, X (1995), pp. 127-140. Sobre los escolapios MARTÍNEZ ORTIZ, José,
y BLAY GARES, José María, El origen de las Escuelas Pías en Teruel. El colegio de Albarracín,
“Teruel”, 26 (1961), pp. 79-227.
dijo un prelado en 1774,“Vista la obligación de los padres (la misma es a proporción la
de los amos y tutores) veamos en breve los perjuicios que se siguen de sus omisiones.
Quédanse muchos hijos de padres pobres, como dicen, sin oficio ni beneficio, crecen, se
hacen adultos, por su mala crianza o su inutilidad no sirven, ni quieren servir a un
amo; ya los tenemos ociosos, y en una grave o gravísima necesidad sin tener habilidad,
ni modo para ganar los alimentos. ¿Qué harán estos hijos? (...) Estos desgraciados
hombres, oprimidos de la necesidad se ven forzados a ser sonsacadores, estafadores y
aún ladrones (...) ¿Qué hará una muger moza, pobre y mal educada? No hay plaza tan
fuerte que no la rinda el hambre.”61
Como respuesta a esta necesidad social, las autoridades, tanto de la ciudad como
de la Comunidad, instauraron la figura del Padre de huérfanos. Este vecino,
frecuentemente secular, debía investigar a los mozos, niños y mujeres desamparados y,
si pudieran servir con un amo, hacerlos contratar, si no, azotarlos y echarlos del lugar.
Para evitar abusos, supervisaba el pago de sus soldadas, teniendo potestad para castigar
a los amos que no les enseñaran un oficio. Su competencia se ampliaba “también en los
mismos que tienen padres, si acaso aquellos son gente perdida, y que no acostumbran a
tener cuenta con sus hijos, ni ponerlos a servir, sino dexarlos ir bellaquando y criarlos
olgaçanes, como suele acontecer”62
61
Carta de D. José Molina Lario y Navarro sobre fomento de la industria popular, 4 de noviembre de
1774. Citada por HIGUERUELA del PINO, Leandro, Un obispo ilustrado de Albarracín en el contexto
del episcopado de su época: D. José Molina Lario y Navarro, “Teruel”, 55-56 (1976), p. 122.
62
OZCARIZ Y BÉLEZ, Ioseph, Insaculación y ordinaciones...,. Ordinación nº 86. f. 92.
APÉNDICE DOCUMENTAL
EDICTO
Item si sabéis que los que tienen cargo de administrar Sacramentos no los han
querido administrar sin que les pagasen primero; y si los han dejado de administrar, o
descuidándose de noche o de día, de manera que por su culpa o negligencia haya
muerto algún parroquiano sin recibir los santos Sacramentos; y si han dejado de
visitar los enfermos, exhortándoles que ordenen las cosas convenientes al descargo de
sus conciencias; si han faltado en acudir a ordenarles los testamentos, siendo
requeridos, y en ayudarles a bien morir; y si los domingos y fiestas tienen cuidado de
enseñar públicamente al pueblo la Doctrina Cristiana, y las demás cosas tocantes a
sus oficios.
Item si sabéis que los eclesiásticos dan de sí buen ejemplo de manera que sean
luz y dechado de virtud al pueblo; y si procuran la paz y concordia de todos; y por el
contrario si han sido causa de algunas riñas, o disensiones; o si han jugado a los
dados, tablas, naipes, pelota, u otros juegos prohibidos e indecentes a su estado, o
tenido en su casa tablagería, para que otros jueguen; si han sido tratantes o entendido
en algunos otros oficios contra lo instituido por los sagrados Cánones; si han vivido o
viven deshonestamente, y tenido conversaciones con personas sospechosas, de
manera que de su trato resulte murmuración, o escándalo; si tienen o han tenido a su
servicio mujeres sospechosas; si andan con hábito decente, deshonesto, y colores
prohibidos; si traen armas y andan rondando de noche, o en otras travesuras, o por su
rondar, mirar, o pasear han sido causa de infamia de alguna mujer, o dado ocasión
que se murmure de ella, o si han andado disfrazados, o hecho otras cosas indecentes
al hábito sacerdotal; si han tenido y tienen costumbre de cazar y montear contra lo
que acerca de esto está por derecho determinado.
Item si sabéis que algunos clérigos hayan administrado Sacramentos sin ser
examinados, y tener para ello licencia nuestra o de nuestros antecesores, o dicho dos
misas en un día, o siendo de otra diócesis celebran misas en esta y administran
Sacramentos sin haberse primero presentado ante nos o nuestro Vicario General, y
obtenido licencia para ello.
Item si sabéis que algún clérigo o seglar que tenga algunas escrituras,
contratos u otros cualesquiera papeles, casas, campos, heredades, huertos, o
posesiones de la mitra y dignidad Episcopal, o de las fábricas de las Iglesias, de las
dignidades, Canonicatos, Beneficios, Capellanías, Hospitales, Ermitas, y Cofradías,
enajenadas, usurpadas, o quitados los mojones, o rotas las lindas,, trocadas o vendidas
sin decreto del prelado, o que se hayan dejado de pagar diezmos y primicias como
son obligados.
Item si sabéis de algunas personas que tengan costumbre de jurar, o que hayan
blasfemado del nombre de Dios y de sus santos, diciendo: reniego, no creo, por vida,
o jurando por la cabeza o miembros de Dios, y otras cualesquiera blasfemias, o que se
hayan perjurado, o de algunos excomulgados que con ánimo endurecido perseveran
en la excomunión, y no curan de hacerse absolver, o que públicamente quebrantan las
fiestas dejando de oír misa, o están sin la compostura decente y cristiana, o si sabéis
de algunos que no hayan confesado ni comulgado alomenos una vez al año, y en el
tiempo instituido por derecho.
Item si sabéis o habéis oído decir que algunos notarios no hayan hecho bien y
fielmente sus oficios, con la verdad y fidelidad que a su oficio por razón del
juramento deben, particularmente en actos y contratos tocantes a la Iglesia, y si
habéis oído decir, o sabéis que los médicos visitan los enfermos de dos o tres visitas
adelante, sin que primero les manden confesar conforme a los Sacros Cánones.