Cosmovision: Sbelim

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COSMOVISION

SBELIM
COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 1
COSMOVISIÓN
Contenido
I. Qué es una cosmovisión
II. Cómo se forma una cosmovisión
III. Características de una cosmovisión
IV. La cosmovisión y la cultura
V. Preguntas que toda cosmovisión debe responder
VI. Importancia del estudios de la cosmovisión
*****
En su Epístola a los Romanos, el apóstol Pablo escribe:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable
y perfecta”. Romanos 12:1, 2
Este texto da inicio a una nueva sección en la carta de Pablo a los Romanos.
Ha finalizado la exposición doctrinal y ahora va a dar inicio a las
recomendaciones prácticas donde comienza diciendo que el eficiente
servicio a Dios involucra una rendición de la totalidad del ser a la voluntad
de Dios, y el epicentro de esa transformación radica en una renovación de
la mente del individuo.
El término griego metanoia, que las versiones españolas traducen como
arrepentimiento, significa literalmente ‘cambio de mente’. Así que hacerse
cristiano implica en primer lugar cambiar en la forma de pensar. Al hablar
del gran mandamiento, Jesús enfatiza la importancia de la mente (Donner,
2014, p. 14).
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Marcos 12:30
Para los escritores bíblicos, hay una directa relación entre el cuerpo y la
mente, no existe algo como un divorcio entre la mente y el cuerpo, el
espíritu y lo físico. El hombre es una unidad compuesta y debe rendir cada
parte de su ser a Dios (Ramsay, 2005).

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Por lo tanto, desaprender viejos y nocivos conceptos para aprender a
pensar de forma bíblica y según los altos valores de la vocación cristiana es
sumamente imperativo en las páginas bíblicas. Es imposible vivir para Dios
si no renovamos nuestros principios intelectuales y reformamos nuestras
perspectivas acerca de la vida entera. A esto, en términos modernos, se
denomina renovación de la cosmovisión.

I. QUÉ ES UNA COSMOVISIÓN


El término propiamente fue introducido por el filósofo Immanuel Kant en
su obra Crítica de la razón pura en el año 1790. La palabra originalmente
viene del alemán weltanschauung y significa ‘una perspectiva o intuición de
la vida y el mundo’ (Lew Weider y Ben Gutierrez, 2012).
Donner (2004, p. 17) afirma que “el término cosmovisión se maneja de
modo especial en la antropología para describir la forma en que una
comunidad o cultura contesta las preguntas fundamentales de la existencia
y plantea las bases de sus valores”.
Preguntas fundamentales de la existencia
¿QUIÉNES SOMOS DE DÓNDE VENIMOS A DÓNDE VAMOS?
Para Clarensau (2009), una cosmovisión funciona en el centro de lo que
somos. Define lo que creemos de nuestros principios, la razón de nuestra
existencia, y lo que creemos que hay después de la muerte. Identifica la
autoridad que moldea nuestros pensamientos y las motivaciones de lo que
queremos lograr. Dicho sencillamente:
“Una cosmovisión es el centro de lo que creemos”.
Del mismo modo, los renombrados Charles Colson y Nancey Pearcey (s.f),
en su obra ¿Cómo viviremos?, definen la cosmovisión como “el conjunto de
todas nuestras creencias sobre el mundo. El gran cuadro que dirige todas
nuestras decisiones y acciones”.
Los doctores Lew Weider y Ben Gutierrez (2012, p. 47) resumen su
definición de cosmovisión en tres puntos:
● La filosofía de una persona sobre la vida
● Un marco de referencia para tomar decisiones
● Un filtro o lente que permite interpretar la vida y el mundo
Según Meadors:
Una cosmovisión es el marco mental, o sistema conceptual, que da
significado a todos los componentes de nuestro mundo y a nosotros

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[mismos]. Una cosmovisión es el lente a través del cual vemos
nuestro mundo [...] Los ateos, evolucionistas, humanistas, politeístas,
o los cristianos teístas ven y explican el mundo a través de sus lentes.
Un evolucionista mira a la galaxia y ve el “big bang”. Un cristiano ve
el producto de la mano creativa de Dios. (2007, pp. 51-52).
Lammé (2012, pp. 11-12) resume diciendo:
Abraham Kuyper, el famoso teólogo y político holandés, identificó el
conflicto de su época como “una confrontación de principios contra
principios” y hoy día nada ha cambiado. El modernismo actual, el
postmodernismo, el paganismo, el movimiento medioambientalista y el
sinfín de otras ideologías religiosas que asedian por todos lados a la Iglesia
cristiana, se dirigen por ciertos principios básicos que están en
contraposición, y de hecho son totalmente incompatibles, con los nuestros.
Si esto es cierto, nos precisa identificar la naturaleza de estos principios.
Nuestra cosmovisión consta de los principios de la vida más básicos con los
cuales se edifica la casa de todas las otras creencias e ideologías que
tenemos.
De acuerdo con todos los conceptos antes visto podemos decir que
cosmovisión es el conjunto de ideologías (sean estas verdaderas o falsas,
conscientes o inconscientes, consistentes o inconsistentes) que guían las
decisiones de un individuo al interpretar el mundo que lo rodea. De manera
que todo lo que una persona hace (pensar, vestir, comer, creer, etc.) lo hace
basado en la cosmovisión que tiene.

II. CÓMO SE FORMA UNA COSMOVISIÓN


Este proceso puede ser muy complejo, las fuentes son múltiples; de algún
modo todos somos el resultado inevitable de otras causas y agentes
externos que van formando nuestros valores, sean estos buenos o malos.
La cosmovisión es aprendida del ambiente en el cual la persona crece y
desarrolla.
Como parte del proceso de inserción al mundo humano, el recién nacido
comienza a aprender no solo el idioma, los hábitos y las costumbres, sino a
medida que crece también asimila las formas de pensar, suponer, evaluar y
actuar de sus padres, familiares y comunidad en general (Sánchez, 2010).
Podemos citar algunos elementos del ambiente que participan en la
construcción de las cosmovisiones ampliando los criterios que emplean
Lew Weider y Ben Gutierrez (2012):

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Los padres. La cercanía a sus hijos en los años formativos de sus vidas, su
congruencia en el testimonio práctico del Evangelio o sus inconsecuencias
por malos testimonios, el modelo de autoridad que ejercen y sus formas de
abordar los afanes del día a día dan forma a la cosmovisión que sus hijos
van adoptando. Esto ocurre con padres de filosofía cristiana y no cristiana.
Los amigos y compañeros. Ellos, en la gran mayoría de casos, pueden no
saber nada de la vida de manera racional y responsable, y estar opinando
desde la base única de sus emociones y sentimientos. Pueden tales aportes
ser vanos, vacíos e irresponsables, pero influyen enormemente en la etapa
formativa de las personas.
La religión. El elemento religioso es por demás importante en este listado.
Basta con ver a los niños que crecen con la influencia directa de las doctrinas
contenidas en el Corán, enseñanzas animistas o educación cristiana para
darnos cuenta de que la religión tiene un impacto poderoso predisponiendo
al bien o al mal.
Los medios de comunicación y las redes sociales. Quizá la radio, la
televisión y el internet sean los instrumentos responsables de la formación
de la cosmovisión del ser humano en el siglo pasado y en el presente. Las
horas frente al televisor, la computadora, viendo u oyendo programación
que va desde lo moral y científico hasta lo bárbaro, inmoral, místico y
subjetivo ha moldeado masivamente la forma de pensar y los criterios para
abordar la vida en sí misma del hombre moderno. A través de estos medios
se van asimilando cosmovisiones globales, que trascienden la formación del
medio en el que se vive.
La educación. Las horas y los años que transcurren en las aulas de
aprendizaje no solo nutren de conocimientos en las distintas áreas del
saber, sino también de formas de pensamiento. Hace años atrás el auge de
las ideologías de izquierda y guerrillas en países del centro y sur de América
tuvieron en las casas de estudios superiores un emporio de captación y
adoctrinamiento comunista. Ha sido en las aulas universitarias del mundo
que han surgido las más grandes revoluciones ideológicas y esto tiene
directa relación con la formación de la cosmovisión de sociedades y
generaciones.
Podríamos seguir citando otros elementos como la economía, las
tradiciones propias de cada cultura, las coyunturas políticas y demás, pero
ya lo anterior nos da una idea general de lo que necesitamos estar
conscientes para entender mejor nuestro tema.

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III. CARACTERÍSTICAS DE UNA COSMOVISIÓN
Los siguientes puntos pueden darnos una idea general sobre ella:
a) La cosmovisión se absorbe antes que la persona tenga la capacidad de
analizarla y evaluarla. Por ejemplo, en una cultura con cosmovisión
animista, si un bebé se está acercando a un pedazo de pan que está en el
suelo, la mamá le dice: “No te comas ese pan porque tiene espíritus malos
y te van a hacer que te enfermes”. No obstante, en un hogar de personas
con cosmovisión científica, la mamá le dice al niño: “No te pongas ese
pedazo de pan en la boca porque tiene microbios y te vas a enfermar”. En
ambos casos los niños aceptan la explicación de su madre sin cuestionarla
porque no tienen la capacidad de hacerlo a esa edad temprana. Las
suposiciones de la cosmovisión no se razonan, se asumen. Esa es una de las
razones por las cuales hay tanta diversidad en las cosmovisiones que
existen en el mundo (Sánchez, 2010, p. 84).
b) Aunque todos poseen algún tipo de cosmovisión, no todos son
conscientes de poseer una, ni capaces de identificarla o explicarla. A
donde quiera que vayamos nos encontraremos con esta realidad. Existen
individuos y comunidades enteras que no saben articular ni explicar las
razones por las que creen lo que creen y hacen lo que hacen y sin embargo
viven bajo tales reglas, creencias, costumbres y prácticas. La mayoría nunca
ha oído hablar sobre la cosmovisión y con todo, tienen una (Sire, 2005).
c) La cosmovisión se forma a lo largo de toda una vida. El ser humano es
una criatura que sufre constantes cambios intelectuales, mejorando o
empeorando, y es realmente extraño que alguien sea ajeno a tal realidad.
Las razones que lo llevan a experimentar tales cambios pueden ser
determinadas por diferentes circunstancias a lo largo de toda su vida.
d) Raramente dos personas tendrán cosmovisiones similares. Puesto que
cada persona es el resultado de experiencias y situaciones muy particulares,
puede tener cierta semejanza con alguien más, pero resulta imposible
compartir la misma clase de cosmovisión en grado absoluto.
e) Las cosmovisiones suelen estar en la gran mayoría de casos estrechadas
con las emociones de las personas. Esto hace que a muchos les resulte muy
difícil abandonar ciertas costumbres y creencias. El lazo emocional a las
creencias, por más absurdas que estas sean, es uno de los más difíciles de
romper aun cuando el evangelio es predicado.
f) La cosmovisión es un compromiso espiritual. Respecto a esto, el Dr. Sire
opina que “toda cosmovisión, más que solo una cuestión mental, se
internaliza en la parte más profunda del ser humano, esto es el alma [...] y

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es ante todo un compromiso y orientación espiritual”. Asimismo, afirma
que “en términos bíblicos, el corazón es el elemento definitorio central de
la persona” (2005, p. 24). Así pues, la cosmovisión se sitúa en el yo, en el
cuarto central de operaciones de cada ser humano. De allí, del corazón,
proceden todos los pensamientos y acciones de la persona.
g) Toda cosmovisión afecta directamente la vida y existencia de las
personas. Al ser el resultado de nuestros pensamientos y acciones,
encontraremos que las ideas tienen consecuencias. La cosmovisión es
realmente importante al momento de determinar el éxito o fracaso de las
personas y sociedades. La cosmovisión de Adolfo Hitler, Alejandro Magno,
Carlos Marx, Mahoma, San Pablo, para citar algunos ejemplos, afectaron el
mundo de entonces y en algunos casos ha trascendido generaciones con
consecuencias a gran escala.
h) Toda cosmovisión es un metarrelato (se trata de un relato dedicado a
la construcción de otro relato). Toda cosmovisión debe verse como una
metanarrativa o en otras palabras pequeñas historias que se desarrollan
dentro de una gran historia. Es una narración grande de los asuntos más
importantes de la vida: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Qué sucede
después de la muerte?, entre otras. Tal metanarrativa debe procurar
explicar la vida, la existencia del cosmos, la existencia del bien y el mal, el
propósito y destino final hacia donde se dirige todo lo existente en forma
lógica y racional.

IV. LA COSMOVISIÓN Y LA CULTURA


Aunque a simple vista la cultura y la cosmovisión parecen ser lo mismo, en
el fondo no lo son. La cultura tiene que ver con todo aquello que construye
y constituye la identidad particular de una sociedad. Podemos citar por
ejemplo: las costumbres, las artes, el lenguaje, los valores y las estructuras
sociales (Ramsay, 2005).
Mientras que lo cultural es compartido por comunidades enteras de
personas, la cosmovisión es algo más personal e individual; en palabras de
Charles Kraft: “la cosmovisión es el corazón mismo de una cultura”.
El proceso de identificar la cosmovisión de un individuo o alguna comunidad
de personas es más difícil y complicado que identificar solo su cultura.
Sánchez (2010), al respecto, afirma que se requiere más que un estudio
académico. El método de observar y participar utilizado en la antropología
provee los mejores resultados. En ese método, los antropólogos viven entre
el grupo cultural, observan sus prácticas, participan en sus actividades
(hasta donde pueden) y hacen preguntas para aclarar sus observaciones.

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Para explicar mejor este punto, Brian Walsh y Richard Middleton (s.f), en su
libro La visión transformadora, citan la diferencia de crianzas entre un bebé
criado en Japón y otro en Canadá. Aunque la posición económica de sus
familias es muy similar, cada una de ellas tiene culturas y cosmovisiones
diferentes. Veamos:
La familia japonesa es una familia extensa; el hijo mayor es el encargado
de acoger a sus padres hasta la vejez. Los bebés son cargados por la mamá
la mayor parte del tiempo. El consejo de los abuelos es autoritativo y debe
ser obedecido. La sabiduría de la abuela es de gran importancia en la crianza
de los niños. Las suegras ejercen un rol dominante sobre sus nueras. El agua
de baño del bebé tiene limones que flotan en el agua para protegerlo de
fuerzas del mal. Los niños comparten juguetes artesanalmente elaborados
y ninguno es absoluto poseedor de alguno de ellos.
Ahora veamos a la familia canadiense. Cada niño tiene sus juguetes y se le
enseña a respetar la propiedad del otro (juguetes). Ante cualquier incidente
doloroso, se insta a los niños a asumirlo con mucha valentía. La acción de
dar gracias por los alimentos no es hecha por el papá sino por uno de los
niños. La parte del baño del bebé merece mucha atención pues es casi un
ejercicio quirúrgico debido a elementos desinfectantes usados. Los oídos y
demás orificios son examinados con gran solicitud. Los padres dejan a sus
bebes solos en el lavatorio sin preocuparse demasiado, además los
destetan a temprana edad y a la hora de dormir se le da una mamila y se le
pone en la cuna, se apaga la luz, la puerta se cierra y no hay canciones de
cuna.
El paralelismo comparativo demuestra con elocuencia las diferencias que
existen entre ambas culturas y que están determinadas precisamente por
sus cosmovisiones. Pero tales diferencias no quedan reducidas a las formas
como ellos las expresan, sino que tiene resultados, los que se evidencian en
la formación del carácter de sus hijos. En este caso, los niños japoneses
crecen con un sentido de obediencia, sumisión y dependencia al
patriarcado familiar, mientras que los canadienses desarrollan un carácter
autosuficiente, de autoconfianza e independencia.
Por supuesto, no toda familia japonesa o canadiense vive exactamente bajo
estos lineamientos, pero son estos dos patrones los dominantes y que
caracterizan a dichas culturas.
Otro ejemplo de la diferencia de las cosmovisiones culturales, según Walsh
y Middleton (s.f, pp. 22-24), se puede ver en la clase de respuestas que
darían un japonés, un americano y un indio dene, a cuatro preguntas
básicas:

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¿Quién soy? (¿Cuál es la naturaleza, la tarea, y el propósito de los seres
humanos?).
¿Dónde estoy? (¿Cuál es la naturaleza del mundo y del universo en el que
vivo?).
¿Qué está mal? (¿Cuál es el problema u obstáculo básicos que me impide
lograr mi realización? En otras palabras, ¿cómo entiendo el mal?).
¿Cuál es el remedio? (¿Cómo es posible franquear este obstáculo para mi
realización? En otras palabras, ¿cómo encuentro salvación?).

Japón: Soy un miembro de la familia nacional del Japón, descendientes


directos de la diosa del sol. Vivo en la tierra del Sol Naciente, en armonía y
unidad con el flujo de la naturaleza. La desarmonía ocurre cuando deshonro
a mi familia y a mi país. Mi tarea en la vida es mejorar el nombre de mi
familia nacional, porque la verdadera bendición solo ocurrirá cuando la
superioridad del Japón sobre las naciones de la tierra se lleve a cabo.
Norteamérica: Yo soy yo, un individuo, el amo libre e independiente de mi
propio destino. Estoy en medio de un mundo lleno de recursos naturales, y
mi deber es utilizarlos para fines económicos. Aunque la ignorancia de la
naturaleza y la falta de herramientas para controlarla imponen obstáculos
a mi deber, mi esperanza descansa en la buena vida producto del progreso
mediante la cual la naturaleza entrega sus bondades para el beneficio
humano. Solo entonces hallaremos toda la felicidad dada por la opulencia
material, sin necesidades y sin dependencias.
Dene: Soy un dene, un hombre rojo, puesto aquí, un hijo de la tierra. La
tierra es mi madre; me da mi vida. La tierra es un regalo que respeto, que
uso con gratitud y con la cual vivo en armonía. Pero entonces el hombre
blanco vino, robando mi tierra, dispersando a mi gente y cortándonos de
nuestro Gran Espíritu. Nuestra salvación como gente radica en el rechazo
de las maneras de proceder del hombre blanco y en el regreso a nuestras
antiguas tradiciones. Solo entonces se preservará la tierra y se conservará
para nuestros hijos y nietos.
Ejemplos múltiples de formas de concebir la vida como estas se hallan en
cada espacio de nuestro mundo, y ello se manifiesta en la diversidad de
culturas existentes, todas determinadas por las cosmovisiones existentes.

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V. PREGUNTAS QUE TODA COSMOVISIÓN DEBE RESPONDER
Toda cosmovisión puede, de un modo u otro, responder a algunas
preguntas esenciales. Las siguientes son formuladas por Sire (2005, p. 26):
a) ¿Cuál es la primera realidad? ¿Existe Dios? Y si existe, ¿cómo es? Esta
respuesta es la más fundamental, de ella dependerá que podamos dar
respuestas coherentes a todas las demás preguntas. Algunos dirán que
existe un solo Dios, otros que son muchos dioses, y habrá cosmovisiones
que crean que el cosmos material es el equivalente a Dios, y otros
simplemente negarán su existencia.
b) ¿Cuál es la naturaleza de este mundo? ¿Es creado o es eterno? ¿Es solo
materia o también es espíritu? ¿Existe un orden o caos reinante? ¿Cuál es
nuestra relación con él? Aquí nuestras respuestas muestran si
consideramos el mundo como creado o autoexistente y el rol que, como sus
habitantes, asumimos en su cuidado o devastación.
c) ¿Qué es el ser humano? (Pregunta de identificación). Alguno podría decir
que es “una máquina extremadamente compleja”, otro diría que es “un
dios enfermo, en reposo o evolución”, “alguien hecho a imagen y semejanza
de Dios”, o incluso “un simple simio evolucionado”.
d) ¿Qué le pasa a un hombre cuando muere? (Pregunta de destino).
Algunos responderían: extinción personal, transformación a un estado
superior, reencarnación, o traslado a una sombría existencia quien sabe a
dónde.
e) ¿Por qué es posible tener conocimiento? Entre las probables respuestas
habrá quienes digan que es consecuencia de haber sido creados a imagen y
semejanza de Dios, y por ende, con la capacidad de conocer. Otros dirán
que la conciencia y aun la racionalidad se han desarrollado como parte de
las experiencias del proceso de evolución.
f) ¿Cómo sabemos lo que está bien y lo que está mal? (Esta es la pregunta
de moralidad). Algunos plantearán que fuimos dotados con tal ley moral
por nuestro creador cuyo carácter es justo, santo y bueno, de modo que lo
malo viene por elección del mismo hombre. Otros dirán que lo bueno o
malo es relativo, cultural, situacional; y otros aun negarán la existencia del
bien y el mal.
g) ¿Cuál es el sentido de la historia humana? Ante esta pregunta podríamos
encontrar a quienes dicen que el sentido de la vida es descubrir los
propósitos de Dios o los dioses; hacer un paraíso en la tierra; buscar la
purificación del alma para aspirar un estado posterior más elevado; que no

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existe ningún propósito y que la vida misma se reduce a la miserable
experiencia de nacer, crecer, reproducirse y morir.

VI. IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA COSMOVISIÓN


Theo Donner (2004, pp. 13-16), en su libro Fe y postmodernidad, presenta
tres razones importantes para estudiar este tema:
1. Tenemos hoy en día en América Latina una minoría evangélica que crece
en forma asombrosa (según algunas estadísticas hay unos 8000 nuevos
creyentes todos los días), que sabe que su ideología, su filosofía de vida, es
distinta a la del mundo circundante, pero no sabe cuál es esa filosofía
cristiana de la vida.
2. En Estados Unidos y Europa se ha visto en los últimos 200 años una
secularización progresiva en medio de una cultura profundamente
arraigada en la fe cristiana. En América Latina no hay raíces profundas en el
cristianismo evangélico actual y es posible que el mismo proceso de
secularización (ahora en clave posmoderna) acabe con todo el crecimiento
de las iglesias en una sola generación. Un cristianismo que tiene un
kilómetro de ancho y solo un centímetro de profundidad no resiste el
desafío.
3. Desde la decadencia del Imperio romano, pocas veces ha habido una
oportunidad como la actual para presentar la fe cristiana. Este tiempo de la
llamada posmodernidad, que ha visto el ocaso de las grandes ideologías y
sistemas filosóficos, que está acabando con la fe en el progreso y en la
ciencia, que deja al hombre con una vida hueca que gira alrededor del
placer y de los bienes de consumo, sin valores, sin sentido, sin norte,
presenta una oportunidad sin igual para ofrecer la alternativa de la fe
cristiana. No una fe cristiana diluida, simplificada, reducida, que es lo que
encontramos a veces en las iglesias, sino la fe cristiana como cosmovisión
completa, como un conjunto de pautas para la vida y el pensamiento del
ser humano.
A estos tres puntos podemos añadirle dos más:
4. Sánchez (2010, pp. 88-89) señala la importancia del tema para efectos de
la misión. Es instructivo notar que cuando los habitantes de Listra vieron el
milagro de sanidad obrado por Pablo (Hch. 14:8–10), lo interpretaron a la
luz de su cosmovisión. Dijeron: “Dioses bajo la semejanza de hombres han
descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter y a Pablo Mercurio,
porque éste era el que llevaba la palabra” (vv. 11–12). Al darse cuenta,
Pablo y Bernabé hicieron lo posible por presentar la cosmovisión bíblica,

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aun así, “difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese
sacrificio”. Los obreros del Señor en las misiones deben estar conscientes
de que los oyentes por lo general interpretan el mensaje a través del filtro
de su propia cosmovisión. Por lo tanto, la comprensión de la cosmovisión
es esencial para la comunicación del Evangelio.
5. Cada individuo es el resultado de su cosmovisión. Respecto a ello, Lammé
(2012) afirma que cada cosmovisión tiene implicaciones prácticas para la
vida moral, familiar, cívica, estética, política, científica, etc. No hay ninguna
parte de la vida que la cosmovisión no alcance con su interpretación de la
realidad y con normas correspondientes para la vida. Puede ser que la gente
no se dé cuenta de las presuposiciones que determinan su cosmovisión, y
por ende, sus decisiones, actitudes y acciones. Debido a ello, actúan según
un principio de vida inconsciente. La cosmovisión constituye el punto de
referencia final para el pensar, la voluntad, el actuar, el amar y el odiar del
hombre, para su cultura lo mismo que para su culto. Por lo tanto, nuestra
cosmovisión no es un asunto neutral ni de poca importancia.
Los retos señalados y el desafío de buscar una vida cristiana con cambios
profundos nos invitan a renovar nuestro entendimiento, porque solo una
mente moldeada por la Palabra de Dios y la obra del Espíritu nos llevará a
vivir vidas realmente transformadas.

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 2
PRINCIPALES COSMOVISIONES
Contenido
I. Clasificaciones de las cosmovisiones
II. Clasificación bíblica

*****
Según James Sire, existen 8 cosmovisiones importantes.
Teísmo Cristiano Dios existe, es personal, sustentador y justo.
Dios existe, pero está completamente ausente de
Deísmo
todo.
Naturalismo Dios no existe, el hombre y la razón lo son todo.
Nihilismo Nada tiene sentido.
Existencialismo El hombre debe buscar su realización por sí mismo.
Monismo Panteísmo
Todo es dios, dios lo es todo.
Oriental
Nueva Era Todos somos el universo.
Postmodernismo Todo es relativo y válido, los absolutos no existen.

No son todas las existentes, por supuesto, existen muchas otras y cada
una de estas tiene su propio contenido y distintivo.
Sin embargo, para fines didácticos emplearemos la clasificación que
hacen los doctores Weider y Gutierrez (2012), según la cual existen tres
grandes cosmovisiones, las mismas que compiten en importancia en el
mundo presente y sobresalen entre todas.
Estas cosmovisiones serían las que influyeron en el desarrollo y la
aparición de otras subcosmovisiones. Estas son:
 El naturalismo,
 el panteísmo y
 el teísmo.

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I. CLASIFICACIÓN DE LAS COSMOVISIONES
1. EL NATURALISMO
La base de este concepto es que tanto el hombre como el mundo se
interpretan en términos de fuerzas naturales. Para los que aceptan el
punto de vista naturalista, el hombre mismo y toda su conducta son
producto de fuerzas naturales. Se niega toda posibilidad de la existencia
de un mundo espiritual.
“La vida humana es, por consecuencia, un proceso de ajuste al ambiente
que es esencialmente físico y biológico. Los factores espirituales de la
vida son en esencia mecánicos o biológicos”. (Nyenhuis y Eckman, 2002,
p. 66).
El naturalismo y el materialismo tienen gran parentesco. Para ilustrarlo,
consideremos la siguiente afirmación:
El materialismo es uno de los intentos más antiguos de explicar
sistemáticamente la naturaleza de la existencia. Desde los
primeros filósofos griegos (Tales, Anaxímenes, Heráclito,
Demócrito) hasta Thomas Hobbes en el siglo XVII y Marx en el siglo
XIX, el materialismo ha tenido gran atractivo. Según esta corriente
de pensamiento, todo, incluyendo el funcionamiento de la mente
y el desarrollo de la historia, depende de la materia y de los
procesos físicos [...] la materia es lo único que existe y no da lugar
a Dios ni a ninguna clase de realidad inmaterial, espiritual y
trascendente. (French, 2009, p. 422).
Este concepto naturalista-humanista-materialista abarca otras
cosmovisiones afines como: el humanismo secular, el materialismo y
toda clase de creencia evolucionista, el materialismo marxista, el
existencialismo, el nihilismo, entre otras.
Las presuposiciones que tienen en común son las siguientes:
 Dios: Según todas estas formas de naturalismo, Dios no existe.
 La creación: La materia existe desde la eternidad, y es la única
realidad que existe. El cosmos funciona de acuerdo con las leyes
de causa y efecto, sufriendo constantemente cambios de carácter
evolutivo.
 El hombre: No es más que una máquina compleja. La personalidad
es una interrelación de propiedades químicas, físicas y del medio
en el que vive.

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 La religión: No existe nada que sea objeto de culto puesto que no
existe nada que sea superior o divino.
 La ética: Lo éticamente correcto, según este concepto, es
meramente lo más útil y lo mejor ajustado a la situación
coyuntural.
 La existencia del mal. No existe algo como mal moral; el mal está
reducido a males sociales, males físicos, males congénitos. En
términos más humanistas, el pecado no es más que una
desadaptación al ambiente social.
 La posibilidad del conocimiento: Al negar la existencia de un Ser
superior, niega toda posibilidad de conocimiento revelado y su
única fuente de conocimientos proviene de la ciencia. El nihilismo
va más lejos afirmando que es imposible acceder a un verdadero
conocimiento, aun aquellos que son percibidos por nuestros
sentidos.
 La muerte: Es la extinción de la personalidad y de la individualidad.
Al negar la existencia de los espíritus, niega toda posibilidad de una
resurrección o un juicio final.
 El sentido de la historia humana: La historia es una corriente lineal
de eventos, sin propósito. Si no hay Dios es imposible que alguien
lo explique.
2. EL PANTEÍSMO
Se deriva del griego pan (todo) y theos (dios). Literalmente, significa ‘todo
es Dios’ o ‘Dios es todo’. En contraste con el naturalismo, llama divina a
la realidad (todo lo que existe, material o espiritual). El panteísmo enseña
que los opuestos lógicos (como el bien y el mal) se unen en el ser divino.
Los panteístas religiosos son místicos. El misticismo enseña una
comunión con Dios que pasa por alto el pensamiento razonado y que se
cultiva por medio de prácticas ascéticas o meditativas. Los místicos
afirman que experimentan a Dios directa, intuitiva y/o inefablemente
(Clark, 2005).
El panteísmo como concepto religioso estuvo presente en el
pensamiento griego y romano, y es básico en todas las religiones
hindúes; de vez en cuando ha aparecido también en el pensamiento
occidental. (Benner, 2009, p. 497).
Su cosmovisión puede ser resumida de la siguiente manera:
 Dios: “Todo es Dios y Dios es todo”. Niega que Dios sea una
persona.
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 La creación: “Es una extensión de Dios” y por tanto también
“divino” o “sagrado”, pero dependiente de Dios. Al asumir que el
cosmos es también divino le rinde culto y reverencia.
 El hombre: Es también “sagrado divino” puesto que forma parte
del universo.
 La religión: En todos los sistemas panteístas existe alguna clase de
adoración al universo.
 La ética: Es neutral, lo mejor es solo vivir.
 La existencia del bien y el mal: Todo y en todo residen tanto el
bien como el mal (dualidad).
 La posibilidad del conocimiento: Se pretende alcanzar.
 La muerte: Todo es un ciclo donde se nace, se vive, se muere y se
vuelve a renacer.
 El sentido de la existencia humana: Tratar de llegar a un estado
mental en que no se sientan distinciones entre el bien y el mal, la
verdad y la mentira, la realidad y la ilusión (Ramsay, 2005).
El objetivo es alcanzar el estado de nirvana, donde ya no existen
pasiones, para ser uno con el resto del universo. Nadie sabe ni define qué
es en esencia el nirvana.
Entre las principales religiones panteístas encontraremos el hinduismo,
el budismo, el harekrishna, la ciencia cristiana, la peligrosa nueva era, la
meditación trascendental y otras religiones propias de occidente menos
conocidas.
3. EL TEÍSMO
El teísmo es la creencia en la existencia de Dios. Postula que existe un
solo Dios y que es personal. Históricamente, los teístas creen en un Dios
con atributos de omnisciencia, omnipotencia, omnipresencia, soberanía
e inmutabilidad. Entre las cosmovisiones teístas se cuentan el judaísmo,
el islamismo y el cristianismo. Aunque estas tengan grandes diferencias
en materia de fe, comparten ciertos criterios en común:
 Dios: Existe un Dios personal que es trascendente pero inmanente
(esto quiere decir que es distinto y separado de su creación, pero
presente al mismo tiempo en cada espacio del universo como
sustentador). Es también omnisciente, soberano y bueno.
 La Creación: Dios creó el universo de la nada para que este
funcione según leyes de causa y efecto (tal creación es armoniosa,
sus habitantes viven bajo plena libertad). Esto significa que el
universo no es caótico y puede ser administrado y desarrollado.
Pág. 4
 El hombre: El ser humano ha sido creado a la imagen de Dios con
personalidad, inteligencia, un sentido moral, sociabilidad y
creatividad.
 La ética: Está basada en el carácter (justo y santo) de Dios, quien
implantó en la conciencia del hombre la ley moral y dio
mandamientos específicos para orientar su existencia individual y
social.
 La existencia del mal: La entrada del pecado en el mundo ha
desencadenado todos los sufrimientos y las desgracias. La
enfermedad y la muerte afectan a todos los hombres y a la
creación en su totalidad. Los males pueden ser físicos, morales,
espirituales y eternos.
 La muerte: Es la puerta a otra vida: o a una con Dios, o una
separada de Dios, pero en ningún sentido quiere decir
aniquilamiento o cese definitivo de la existencia.
 La posibilidad del conocimiento: El hombre puede conocer el
mundo y a Dios, porque Dios lo creó con esa capacidad y se le ha
revelado.
 El sentido de la historia humana: La historia es lineal, una
secuencia de eventos que lleva al cumplimiento de los propósitos
de Dios.

II. CLASIFICACIÓN BÍBLICA


Apenas introduce el tema, Lammé (2012, p. 25) hace una declaración
vertical:
“Debido a su naturaleza religiosa, la cosmovisión bíblica y todas las
demás cosmovisiones no pueden convivir pacíficamente”.
Cuánta verdad ha vertido al decirlo así.
Cuando nosotros nos remitimos directamente al mensaje de las
Escrituras, que son la base de la fe cristiana, no encontramos mejor
forma de clasificar las cosmovisiones.
Las Escrituras solo reconocen dos realidades en constante lucha: el
Creador y la criatura, la verdad y la mentira; dos caminos, dos clases de
personas: los que creen y los que no creen, los que aman a Dios y los que
lo aborrecen, los que andan en la luz y los que andan en tinieblas.

Pág. 5
Para tal planteamiento, el Dr. Peter Jones, que ha aportado mucho al
estudio de las cosmovisiones y otros temas apologéticos, cita el escrito
del apóstol Pablo:
“Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando
culto a las criaturas antes que al Creador”. Romanos 1:25
Para Jones, la verdad que se desprende de este texto es que existen solo
dos cosmovisiones:
1) la pagana, que adora y honra todo lo creado; y
2) la bíblica, que adora y honra al Creador de todo lo que existe o podría
llegar a existir.
Lammé (2012, pp. 29–33), concluyendo, dice:
La tesis central [...] es que toda la humanidad se halla dentro de
estos dos campos: cristianos o paganos. [...] Por lo tanto,
solamente existen dos metanarrativas (relato principal en el cual
se desarrollan otros relatos), o narrativas totalizadoras que
organizan y explican nuestros conocimientos y experiencias de la
realidad.
a) La cosmovisión pagana
Antes que el dicho “la mente humana es algo demasiado grande para
malgastarla” se popularizara, la mente humana ya había sido arruinada.
Las epístolas de Pablo nos dan referencias directas de los resultados de
la caída. Mac Arthur y Mayhue (2004, p. 37) dan algunas descripciones
propias de la mente y cosmovisión pagana:
Reprobada Romanos 1:28
Embotada 2 Corintios 3:14
Cegada 2 Corintios 4:4
Vana Efesios 4:17
Entenebrecida Colosenses 1:21
Enemiga de Dios Colosenses 1:21
Engañada Colosenses 2:4
Vana y sutil Colosenses 2:8
Vanamente hinchada Colosenses 2:8
Disputa neciamente 1 Timoteo 6:5

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Corrupta 2 Timoteo 3:8
Corrompida Tito 1:15

Pablo afirma que la cosmovisión pagana ha cambiado la verdad por la


mentira. La mentira original consiste en la negación de la verdad revelada
por Dios.
Lammé (2012, p. 44), refiriéndose la cosmovisión pagana, asegura que
esta:
“Niega la verdad de la palabra de Dios y la existencia de un
creador trascendente, cuya palabra hizo existir el mundo”.
Cómo y cuándo se arruinó la mente humana: El paganismo de la mente
humana se remonta a épocas tempranas después de la creación del
hombre, y el catastrófico resultado de la caída. La Escritura es clara en
señalar que cuando Dios hizo la creación y al hombre “todo era bueno en
gran manera”. Pero también señala el punto de quiebre de esa armonía
perfecta entre lo físico y lo espiritual, entre la criatura y su Creador. Con
todo, Dios no rebaja sus estándares originales, Él quiere que el hombre
lo ame con todo su ser y toda su mente, pero en su condición caída le es
imposible llevar a cabo tal servicio y entrega a la correcta administración
de la creación.
Después de ello:
Las personas siempre están Algunos aún llegan a tener celo
aprendiendo, sin poder nunca de Dios, pero no conforme a un
llegar al conocimiento de la verdadero conocimiento
verdad (2 Timoteo 3:7) (Romanos 10:2)
Ya deja de interesarse en los Pierden su visión y
pensamientos de Dios y se discernimiento espiritual y son
entretiene con los enceguecidos por Satanás.
pensamientos de los hombres. (2 Corintios 4:4)
(Salmos 53:1; Romanos 1:25)
La sabiduría que no es lo mismo Ahora su mente solo se enfoca
que inteligencia, les es ausente, en lo terrenal. (Colosenses 3:2)
y en consecuencia se hacen
necios (Salmos 14:1; Tito 3:3)

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Transitan en ausencia de luz, Desposeídos de una mente
esto es asistida por el
tinieblas. (Juan 12:35, 36, 46) Espíritu viven solo en la esfera
de la carne y sus pasiones.
(Romanos 8:1-5)

b) La cosmovisión bíblica o cristiana


La cosmovisión bíblica es aquella que afirma que el mundo es la creación
de un Creador no creado y completamente diferente de sus criaturas.
Este Creador es independiente de todo lo demás y autoexistente.
Como afirma Lammé (2012, p. 32):
La creación recibe su significado del Creador, el cual no es creado
ni comparte su deidad con sus criaturas. Sin embargo, no es
desconocido, sino que está muy cerca de su creación,
gobernándola por su Palabra y Espíritu y revelándose por medio
de la revelación de su Palabra.
Antes de terminar, citaremos a Agustín de Hipona (354-430 d. C.);
aunque no estemos de acuerdo en gran parte de sus aportes al
pensamiento teológico, él acertó cuando en su obra más famosa, La
ciudad de Dios, hablara sobre dos ciudades existentes en el mundo: “la
ciudad de Dios y la ciudad de los hombres”. Ambas se desarrollan
paralelamente, pero tienen formas de vida y pensamiento
diametralmente opuestas y en consecuencia, destinos distintos.
Uno y Dos, Babilonia y Jerusalén, la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal,
todas son maneras de expresar la profunda verdad [...] No hay
neutralidad. No hay punto medio. O adoramos y damos culto al Creador
con humildad y agradecimiento o en nuestra arrogancia y pecado, nos
oponemos a la verdad de Dios y pretendemos crear nuestra propia
utopía (idea irrealizable) sin Él, sin Su Ley, lo cual en última instancia
resulta en un mundo sin sentido y tiránico. (Lammé, 2012, pp. 35-36).
Finalizamos haciéndonos la siguiente pregunta:
¿Está siendo nuestra forma de vivir consistente con la cosmovisión
que profesamos tener?

Pág. 8
COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 3
COSMOVISIÓN BÍBLICA CRISTIANA
Contenido
I. Qué es la cosmovisión cristiana
II. Principios fundamentales
III. Importancia de la cosmovisión cristiana
IV. Áreas del saber de la cosmovisión cristiana
*****

I. QUÉ ES LA COSMOVISIÓN CRISTIANA


La definición apropiada sería:
Una cosmovisión cristiana es una mentalidad formada por
verdades bíblicas para reflexionar cristianamente acerca de todas
las áreas de la vida. Ha sido llamada un “enfoque de vida cristiano”,
una “mente cristiana”, o una “filosofía cristiana”. Es un proceso en
que el Señor nos sana de nuestra “enfermedad” de “esquizofrenia
intelectual”. (Ramsay, 2005, p. 18).
Continúa escribiendo al respecto Ramsay:
La cosmovisión cristiana no incluye todas las respuestas, sino que
son pautas basadas en enseñanzas bíblicas para guiar la reflexión.
Se emplea la base cristiana como punto de referencia para
conversar sobre cualquier tema. Reflexiona de una manera
cristiana acerca de todo. (Ramsay, 2005, p. 18).
Opuestas a la cosmovisión bíblica, existen otras cosmovisiones paganas,
de las cuales afirma Lammé:
Toda cosmovisión no bíblica se caracteriza por la idolatría y
rebelión contra Dios, su realidad, su Palabra y su soberanía sobre
todo aspecto de la vida humana. Este principio primordial se
desarrolla en toda la vida: el arte, la política, la familia, el trabajo y
hasta la Iglesia. (2012, p. 51).
El deber del creyente es sacudirse y renunciar a todo pensamiento ajeno
a la mente y la voluntad del Señor, para trabajar en la renovación de su
entendimiento:

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“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” Romanos
12:2
“Y renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Efesios 4:23
Por ello, el salmista oraba:
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí”. Salmos 51:10
Frente al peligro que existe en desmerecer nuevas materias como esta
en la formación teológica, debemos entender que “la cosmovisión
cristiana es una rama importante de la teología”.
El Dr. Richard Ramsay explica al respecto:
La cosmovisión cristiana utiliza pautas bíblicas para estudiar temas
extrabíblicos relacionados con la cultura, las ciencias, las
humanidades y las bellas artes. La teología sistemática y la teología
bíblica se concentran más en la Biblia misma, mientras la teología
histórica enfoca la historia, la apologética pone énfasis en
comprender el pensamiento no cristiano, y la cosmovisión
cristiana estudia temas como la política, la economía, el arte, la
música y las ciencias, usando principios bíblicos. (2005, p. 20).
Para Ramsay:
Por ejemplo, aunque la Biblia no explica específicamente cuál es el
mejor programa económico o cuál es el mejor sistema de gobierno
civil, nos enseña algunos principios acerca del uso de las
propiedades, de la mayordomía, y de la autoridad del Estado [...]
La Biblia nos da pautas, y cada uno tiene que sacar las conclusiones
específicas, de acuerdo con los principios bíblicos, y tomar las
decisiones en la mejor forma que pueda (Ramsay, 2005, p. 21).

II. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES


La cosmovisión cristiana, al igual que las demás cosmovisiones, parte de
dos principios asumidos: Dios existe, y Dios se ha revelado. A
continuación se detallan ambas presuposiciones:
1. DIOS EXISTE
La cosmovisión cristiana asume que:

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Todo lo que existe, incluso los seres humanos, es resultado de
Dios, el Dios creador, el cual creó ex nihilo, “de la nada” [...] Dios
es la causa original, la respuesta al por qué de que haya algo en vez
de nada. Por ejemplo, la Biblia dice: “En el principio creó Dios los
cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Moisés, escritor de Génesis por
inspiración del Espíritu Santo (2 Pedro 1:21), identifica a Dios como
la causa original. El salmista David declara que Dios es su Creador
(Salmos 139:13-16) [...] las iglesias cristianas enseñan que Dios es
una Trinidad y que las tres personas de la Deidad participaron en
la creación del universo y de la humanidad. (Weider y Gutierrez,
2012, p. 52).
El naturalista postula que Dios no existe, y las decisiones que toma tienen
directa relación con su teoría. En cambio, la cosmovisión cristiana
descansa sobre la certeza de que Dios existe y es real. (Weider y
Gutierrez, 2012). Toda la historia es la historia de Dios: cómo creó todo
lo que existe, sus múltiples formas de comunicarse con el hombre, el plan
que ideó y puso en acción para salvarlo, su rol en la sustentación de toda
su creación y en la consumación final de sus propósitos.
Él es el Dios Creador. No es En el principio creó Dios los
casualidad que en el mismo inicio cielos y la tierra.
de la revelación escrita se lea: Génesis 1:1
Tal Dios es eterno y distinto a su Antes que naciesen los montes. Y
creación. formases la tierra y el mundo,
Desde el siglo y hasta el siglo, tú
eres Dios.
Salmos 90:2
Es soberano y poderoso para Nuestro Dios está en los cielos;
hacer cuanto Él se proponga todo lo que quiso ha hecho.
hacer. Salmos 115:3
¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú
hiciste el cielo y la tierra con tu
gran poder, y con tu brazo
extendido, ni hay nada que sea
difícil para ti.
Jeremías 32:17

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El patriarca Job que entendió tal Yo conozco que todo lo puedes.
verdad dijo: Job 42:2
Y aunque es soberano y No hay santo como Jehová;
todopoderoso, es incapaz de porque no hay ninguno fuera de
obrar en contra de su naturaleza ti.
justa y santa. 1 Samuel 2:2
Santificaos, pues, y sed santos,
porque yo Jehová soy vuestro
Dios.
Levíticos 20:7
Lejos esté de Dios la impiedad, y
del Omnipotente la iniquidad.
Job 34:10
Dios no hará injusticia, y el
Omnipotente no pervertirá el
derecho.
Job 34:12
También es misericordioso, Dios es amor. Juan 4:6
amoroso e inmutable. Misericordioso y clemente es
Jehová; lento para la ira, y grande
en misericordia.
Salmos 103:8
Toda buena dádiva y todo don
perfecto desciende de lo alto, del
Padre de las luces, en el cual no
hay mudanza, ni sombra de
variación.
Santiago 1:17
Porque Jehová es bueno; para
siempre es su misericordia, y su
verdad por todas las
generaciones.
Salmos 100:5

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Por lo mismo es digno de toda Confiad en Jehová
confianza. perpetuamente, porque en
Jehová el Señor está la fortaleza
de los siglos.
Isaías 26:4
Tal confianza dará frutos de paz y Porque has puesto a Jehová, que
bienestar sin límites. es mi esperanza, al Altísimo por
tu habitación, no te sobrevendrá
mal, ni plaga tocará tu morada.
Salmos 90:9-10

2. DIOS SE HA REVELADO
La revelación de Dios al hombre se ha dado de diferentes maneras: La
revelación natural, la revelación especial y la revelación especialísima.
Abundaremos solo en las dos primeras.
a) Revelación General
La revelación general se refiere a la revelación de Dios de sí mismo a
través de la naturaleza o los medios naturales.
A través de su creación La conciencia moral
Los cielos cuentan la
gloria de Dios, y el
firmamento Porque cuando los gentiles
anuncia la obra de sus que no tienen ley hacen por
manos. naturaleza lo que es de la ley,
Salmos 19:1 éstos, aunque no tengan ley,
son ley para sí mismos,
Porque las cosas mostrando la obra de la ley
invisibles de él, su eterno escrita en sus corazones,
poder y deidad, se hacen dando testimonio su
claramente visibles conciencia, y acusándoles o
desde la creación del defendiéndoles sus
mundo, siendo razonamientos.
entendidas por medio de Romanos 2:14-15
las cosas hechas.
Romanos 1:20

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b) Revelación Especial
La revelación especial tiene lugar cuando Dios da a conocer verdades
vitales que no pueden advertirse mediante la revelación general. La Biblia
incluye acontecimientos históricos de las obras milagrosas de Dios.
Posteriormente, esos sucesos se escribieron bajo la guía y la inspiración
del Espíritu Santo de Dios:
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis
bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar
oscuro [...] porque nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo”. 2 Pedro 1:19-21
Dios habló al hombre por diferentes maneras: audiblemente, mediante
sueños y visiones o apariciones angelicales:
“Entonces habló Dios a Noé, diciendo…” Génesis 8:15
“Y le dijo Dios en sueños…” Génesis 20:6
En la actualidad, la revelación especial de Dios se nos comunica a través
de su palabra escrita, la Biblia. Por lo tanto, la cosmovisión bíblica o
cristiana puede transmitirse a los demás como un metarrelato (Weider y
Gutierrez, 2012, pp. 66-67). Tal revelación es suficiente para satisfacer
cada problema de la vida humana.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:16-
17).
Dicha revelación contiene toda verdad, y esta se ha vertido en las
Sagradas Escrituras:
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” Juan 17:17
“Toda la Escritura es inspirada por Dios”. 2 Timoteo 3:16
Verdad y Sagradas Escrituras son términos intercambiables en las
páginas bíblicas. Ello significa que, a diferencia de las múltiples
cosmovisiones paganas que valoran la mentira y son escépticas respecto
a la verdad, la cosmovisión bíblica afirma que “la verdad existe”. La
siguiente lista de afirmaciones sobre la verdad, presentada por Ramsay
(2005, pp. 18-19), es esclarecedora al momento de demostrar la
congruencia de la fe cristiana y es aplicable a todo lo que las Escrituras
son:

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 La verdad no es relativa, sino absoluta. No es diferente para
cada persona. No cambia de un día a otro. Sigue siendo la verdad,
aunque yo no la entienda o no la crea.
 No es subjetiva, sino objetiva. No depende de mi mente, sino de
la mente de Dios. No está dentro de mí, sino dentro de Dios. No
es independiente de Dios, sino que Dios tiene que revelarla al
hombre.
 No hay verdades “sueltas” que yo pueda conocer sin la ayuda de
Dios. No es algo que el hombre alcance por sí mismo. Si Dios no
me revela la verdad, no la puedo conocer. Toda la verdad
proviene de la mente de Dios.
 No es dialéctica (no es acomodable al criterio de la razón
humana), sino exclusiva. Lo que no está de acuerdo con la mente
de Dios, está equivocado. No es una “sopa” en que muchos
ingredientes mejoran el sabor. La verdad es un sistema unido en
la mente de Dios. Algunos ingredientes echan a perder el sabor,
porque no son la verdad.
 No evoluciona, sino que es eterna. Lo más nuevo no es
necesariamente lo más correcto. Incluso, si pienso algo
realmente “original”, ¡es una mentira!, porque si pienso algo
verdadero, Dios ya lo pensó.
 La verdad se encuentra revelada al hombre en la Biblia y en la
creación. Las dos fuentes no se contradicen. Por lo tanto, para
pensar correctamente, hay que pensar según los pensamientos
de Dios, y para pensar según los pensamientos de Dios hay que
pensar de acuerdo con la Biblia.

III. IMPORTANCIA DE LA COSMOVISIÓN CRISTIANA


La cosmovisión cristiana es importante debido a que responde a las
grandes interrogantes filosóficas y existenciales. A diferencia de las
demás cosmovisiones, provee argumentos congruentes y racionalmente
procesables.
Según Meadors (2007), nuestra cosmovisión debiera ser una que nos
ayude a “hacer juicios acerca de quiénes somos, cómo sabemos lo que
sabemos y qué valores guían nuestras vidas. Estos tres asuntos son las
categorías filosóficas clásicas de ontología (ser), epistemología
(conocimiento) y axiología (hacer/valores)” (p. 52). Además, debemos
considerar una cuarta categoría, la teleológica.

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A continuación, desarrollaremos las cuatro categorías propuestas.
1. Respecto a la cuestión ontológica o la pregunta del ser y quiénes
somos. La cosmovisión cristiana nos dice que existe un ser superior y
creador, a cuya semejanza fuimos creados y de quien deriva nuestra
subsistencia espiritual, esencia emocional, y libertad personal. La
cosmovisión cristiana y bíblica es la única que reconoce y provee la más
alta dignidad a la vida humana aun en su estado caído, al decir ue el
hombre es portador de la imagen y semejanza de Dios, puesta sobre la
tierra para ser su virrey sobre todo lo creado. Y como si esto fuera poco,
lo hace objeto del amor redentor de Dios, que como nunca, elevó su
dignidad al humanarse y morir por él en la cruz, para poder de ese modo
depararle una vida eterna y gloriosa en el mejor de los destinos, el cielo.
“Le has hecho [al hombre] poco menor que los ángeles, y lo
coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras
de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies”. Salmos 8:4-6
Las cosmovisiones paganas atribuyen, en la mayoría de las veces, nuestra
razón de ser a procesos evolutivos, químicos y de desarrollo social, todos
ellos procesos impersonales. Tal conclusión no puede ser más frustrante
y terminar restándole dignidad a la vida humana. Le quita todo patrón y
modelo al cual conformarse. Como dice MacArthur (2004):
La forma en la que se desplaza la sociedad moderna prueba el
punto. Estamos siendo testigos del abandono de los estándares
morales y la perdida de sentido de la humanidad. El aumento de la
criminalidad, la drogadicción, las perversiones sexuales, el
creciente número de suicidios y la epidemia de los abortos son
todos síntomas de que la raza humana se está devaluando
sistemáticamente y un sentido de futilidad está cayendo sobre la
sociedad. (p. 74).
Si la cosmovisión pagana, atea, panteísta está en lo correcto, el hombre
es un elemento más de todo el orden físico existente. Este está al nivel
de una larva, un ganso, o una lombriz en una dimensión evolutiva que
aún no se ha concretado y está para extinguirse con el cese de la vida
biológica.
En tal caso, sería justo preguntar: “¿Qué tiene de especial? ¿Dónde está
su propósito? ¿Dónde está su dignidad? ¿Dónde está su valor? ¿Cuál es
su destino? Obviamente, no tiene nada” (MacArthur, 2004, p. 77).

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2. En lo relacionado a la cuestión epistemológica o cómo sabemos lo que
sabemos. La Biblia nos dice que la verdad existe y es accesible y
cognoscible a través de los medios que Dios ha dispuesto. Estos medios
serían: la revelación general, la revelación especial, la razón y los
sentidos.
La revelación general nos dice que la creación natural atestigua de un
Creador y Diseñador maravilloso. Al mismo tiempo, la conciencia moral
habla cerca de un Legislador superior a todos nosotros que ha puesto
leyes morales muy dentro de cada uno:
“Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y
deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo,
siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no
tienen excusa”. Romanos 1:19-20
La revelación especial llega a través de la palabra escrita de Dios,
revelándonos lo que de otro modo jamás habríamos conocido. Todos los
misterios que encierra la vida y son necesarios conocer en el presente
encuentran la respuesta en ella (2 Timoteo 3:16-17).
La razón es la facultad de la persona de observar orden en el universo y
aplicar orden a sus pensamientos y acciones (Thompson, 2009). El uso de
la razón nos permite explorar el mundo físico en el que vivimos y otros
asuntos relacionados a la vida. Sin embargo, es también cierto que Dios
nos dotó de razón como un recurso que nosotros empleemos en el
conocimiento de su persona, carácter y voluntad.
Los sentidos. Nuestros sentidos son otros medios con los que fuimos
dotados para conocer ciertas realidades de nuestro mundo de manera
experimental y estos son confiables. El tacto, la vista, el olfato, el oído, el
gusto.
El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? (Salmos 94:9).
Por su parte, las cosmovisiones paganas y racionalistas, al negar la
posibilidad de una revelación sobrenatural, parten desde el fundamento
racional o del místico, mientras que otros niegan toda posibilidad de
conocimiento.
René Descartes, considerado el padre del cientificismo moderno, decía
que nada es como parece ser, que había que dudar de todo, como de
toda posibilidad de revelación, y que el conocimiento necesario vendría
como resultado único del esfuerzo intelectual. En su Discurso del método

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escribe: “Pues, en último término [...] no debemos dejarnos persuadir
nunca sino por la evidencia de la razón” (Cruz, 2001, p. 113).
El postulado de Descartes llevó a la siguiente generación de pensadores
tras la pendiente resbaladiza que afirmaba que todo debía ser dirigido
por el pensamiento racional. ¿A dónde llevó tal pensamiento? Veamos:
Todos aquellos valores respetados durante el siglo xvii, como el
orden, la autoridad, la disciplina, el dogma, la Iglesia o la fe,
resultaron abominables para el siglo xviii [...] El viejo orden
teológico y cosmológico llegaría a ser sustituido por las directrices
de otra clase de divinidad: la diosa Razón [...] El ser humano
usurpaba así a Dios su centralidad en el universo [...] Pero la
realidad del mal en el mundo confirmaría que los seres humanos
no actúan siempre de forma reflexiva. (Cruz, 2001, pp. 114-115).
Respecto a lo fiables que pueden ser los sentidos, Descartes dijo que
podían ser muy engañosos y capaces de deformar toda realidad
existente:
Todo lo que he tenido hasta hoy por más verdadero y seguro lo he
aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien: he
experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y es
prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han
engañado una vez. (Cruz, 2001, pp. 117-118).
En las cosmovisiones animistas y panteístas la posibilidad del
conocimiento está enfocada en la búsqueda de misterios a través de la
adivinación o la meditación trascendental. La búsqueda de tales
conocimientos en el propio interior de la persona o espíritus
impersonales como las plantas, los ríos, los astros. En el budismo se
procura eliminar todo deseo y en consecuencia los sentidos propios del
ser humano, algo así solo pretende deshumanizar al ser humano y
convertirlo en un objeto más del universo, privado de toda posibilidad de
conocimiento objetivo o racional. (Weider y Gutierrez, 2012).
No es necesario argumentar tanto para concluir que la cosmovisión
cristiana es la más consistente también en este punto.
3. Respecto al dilema axiológico, o de los valores que deben regir la
conducta humana, los cristianos entendemos que vivimos en un mundo
caído, y que en consecuencia necesitamos de un conjunto de normas que
regulen nuestras acciones. La axiología, en palabras de Valenzuela es “la
rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores” (2013, p. 40).

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Para los filósofos anteriores a Sócrates, el interés nació cuando
discutieron sobre cuál era el fundamento de todos los demás valores y
que permanece inalterable a pesar del mundo cambiante (Truesdale,
2009).
A estas cuestiones, el cristianismo bíblico responde afirmando que los
valores inalterables son aquellos sagrados principios de pureza y
santidad que rigen la vida del cristiano según las enseñanzas de la Palabra
de Dios (Valenzuela, 2013).
El enfoque cristiano del asunto es que el Dios creador nos ha revelado su
voluntad, ese es el alma de nuestra cosmovisión, y lo que da forma a
nuestra escala de valores. Todo lo que hacemos y creemos descansa
sobre la estructura moral comunicada en las Escrituras.

Valoramos el amor en lugar del odio, la eternidad en lugar de la brevedad


de la vida, la honestidad en lugar de la falta de honestidad, la fidelidad
en lugar de la infidelidad, las relaciones filiales y sociales en lugar de los
intereses privados, la bondad en lugar de la descortesía, fe en lugar de
temor, dar en lugar de codiciar, herida personal en lugar de venganza, y
la verdad en lugar del error. Colocamos el patrón de la enseñanza bíblica
por encima de cada decisión que tomamos y así justificamos nuestros
pensamientos y acciones de manera que se ajusten a la verdad que Dios
reveló. (Meadors, 2007, pp. 54-55).
Las Escrituras son claras al respecto. El Creador ha establecido códigos y
mandamientos para regir la vida humana.
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia, y amar misericordia (Miqueas 6:8).
Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal
(Deuteronomio 30:15).
Sire (2006) hace notar que “los diez mandamientos, el sermón del monte
y las enseñanzas éticas de Pablo son algunas de las muchas maneras en

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que Dios nos ha expresado su carácter” (p. 47). Tales normas y códigos
morales son siempre vigentes en cualquier tiempo o lugar:
“Sécase la hierba, marchitase la flor; más la palabra del Dios
nuestro permanece para siempre”. Isaías 40:8
“Mas la palabra del Señor permanece para siempre”. 1 Pedro 1:25
El descartar la existencia de Dios y la posibilidad de una revelación que
comunique su voluntad, implica que no existe nada que pueda
determinar qué acciones son buenas y cuáles malas.
La mayoría de las teorías naturalistas entran en el relativismo moral, una
ética situacional: que la moral de un individuo o una sociedad son
variables, y está supeditada a las circunstancias del momento. Esto
significa que lo que es bueno hoy puede ser malo mañana, o lo que es
correcto moralmente aquí puede no serlo allá (Weider y Gutierrez, 2012).
El místico, por otro lado, dirá que lo bueno o lo malo son únicamente
emociones manifiestas, pero no reales. El panteísta asume que la moral
es subjetiva y relativa (Weider y Gutierrez, 2012).
Un ejemplo evidente de la inconsistencia de las cosmovisiones paganas
está en el hinduismo, donde las malas acciones son compensadas y cada
quien sufre o es dichoso según sea su karma. Tal cosmovisión no permite
la manifestación solidaria ni misericordiosa entre seres humanos, ya que,
si alguien sufre, es justo que padezca, por ser su karma o destino.
4. El dilema teleológico o de destino. ¿Para dónde vamos? ¿Cuál es la
dirección en la que marcha la historia humana?
Los naturalistas responderán que no les interesa en lo mínimo saber de
ello porque en su concepción la muerte es el punto terminal de toda la
existencia. Lo único que trascenderá será el legado que hayan dejado a
través de su influencia en vida, sea por obras filantrópicas, su activismo
ecológico, etc. (Weider y Gutierrez, 2012).
Los panteístas como los hindúes creen que sus acciones presentes
determinarán su futuro ciclo de reencarnaciones. Para ellos la mayor
aspiración está en alcanzar a través del nirvana la casta del Brahma. El
problema es que tal estado en la definición de su cosmovisión es nada
menos que la extinción del ser. (Weider y Gutierrez, 2012).
La cosmovisión cristiana, en contraste absoluto con tales fatalismos,
brinda respuestas congruentes y realistas:

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Los cristianos creen en dos estados eternos para todos los seres
humanos: el cielo o el infierno. Ambos son lugares literales donde las
personas existen para la eternidad: en la presencia y bendición de Dios
en el cielo (Apocalipsis 21:1-7) o separadas de Él, en el castigo del infierno
(Apocalipsis 20:11-15). Debe recibir a Cristo como Salvador personal o
rechazarlo, mientras uno está en esta tierra determina el estado eterno
de su persona. (Weider y Gutierrez, 2012, p. 60).
La respuesta cristiana le da continuidad a la inherente trascendencia
humana como ninguna otra cosmovisión más. Tal congruencia evidencia
el inmenso valor de la revelación de Dios a través de las Escrituras.
Por lo visto hasta ahora, las respuestas a estos cuatro dilemas difieren
ampliamente entre las cosmovisiones mencionadas.

IV. ÁREAS DEL SABER DE LA COSMOVISIÓN CRISTIANA


Al respecto escribe Ramsay:
La cosmovisión cristiana estudia temas como la política, la
economía, el arte, la música, y las ciencias, usando principios
bíblicos. Por lo tanto, la Biblia no siempre proporciona respuestas
tan exactas en el campo de la filosofía cristiana, como en la
teología sistemática. Sin embargo, la Biblia provee las
presuposiciones fundamentales para orientarnos. (2005, p. 20).
Una vez más, el marco de referencias está contenido en la revelación de
Dios a través de su palabra escrita.
Por ejemplo, aunque la Biblia no explica específicamente cuál es el mejor
programa económico o cuál es el mejor sistema de gobierno civil, nos
enseña algunos principios acerca del uso de las propiedades, de la
mayordomía, y de la autoridad del Estado [...] La Biblia nos da pautas, y
cada uno tiene que sacar las conclusiones específicas, de acuerdo con los
principios bíblicos, y tomar las decisiones en la mejor forma que pueda.
(Ramsay, 2005, p. 21).
¿Cuáles son las áreas del saber que comprende una cosmovisión?
Contrariamente al dualismo que ha caracterizado a la iglesia desde la
Edad Media en adelante, separando lo sagrado y secular en dos mundos
distintos, abandonando las esferas de las actividades sociales, hoy la
cosmovisión cristiana ha empezado a asumir el reto de alcanzarlas otra
vez, en cumplimiento del mandato cultural establecido por Dios en el
jardín del Edén.

Pág. 13
El Dr. Núñez (s.f) sugiere las siguientes: teología, filosofía, ética, biología,
psicología, historia, economía, política y leyes, y sociología.
Presentado de manera gráfica:

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 4
CÓMO FORMAR UNA COSMOVISIÓN CRISTIANA
Contenido
I. Tener un concepto definido sobre la verdad
II. Estudiar las Sagradas Escrituras
III. Reorientar nuestras prioridades
IV. Orar por entendimiento e iluminación
V. Ser instruidos por personas con dones y competentes para tal fin
VI. Tomar medidas preventivas y de contraataque
VII. Ocupar la mente con pensamientos sublimes
VIII. Establecer el balance correcto entre la revelación y la razón
*****
El mandato bíblico respecto a renovar nuestra mente es bastante claro en
Romanos 12:1-2 y siguientes, sin por ello ser el único existente.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento”. Romanos 12:2
Esto significa que Dios mismo está directamente involucrado en la
renovación de la mente del creyente converso, y esto en virtud de que el
nuevo convertido es hecho una nueva creación por el poder del Espíritu
Santo (Mayhue, 2004).
Las siguientes recomendaciones pueden ser, a modo general, consideradas
como vitales en la formación de una cosmovisión cristiana:
 Tener un concepto definido sobre la verdad
 Estudiar las Sagradas Escrituras
 Reorientar nuestras prioridades
 Orar por entendimiento e iluminación
 Ser instruidos por personas con dones y competentes para tal fin
 Tomar medidas preventivas y de contraataque
 Ocupar la mente con pensamientos sublimes
 Establecer el balance correcto entre la revelación y la razón
Desarrollaremos cada uno de estas recomendaciones.

I. TENER UN CONCEPTO DEFINIDO SOBRE LA VERDAD


Con su brillantez característica, Os Guiness afirma:

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La verdad es el núcleo esencial de la fe [...] Sin la verdad solo hay
manipulación […] sin la verdad no hay libertad. (Guiness, 2004, pp.
48-50).
Es por ello imprescindible que el creyente esté seguro de la existencia de la
verdad. Esto porque existe una revelación dada por Dios a través de su
Palabra, y tal revelación contiene el carácter veraz de aquel que lo reveló.
“Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso…” Romanos 3:4
La presuposición básica de la que parte la cosmovisión cristiana
precisamente es esta:
La verdad es absoluta y no relativa, no subjetiva sino objetiva, toda
verdad proviene de la mente de Dios y fuera de él no existe ninguna
otra verdad, cualquier intento de mejorarla termina adulterando su
esencia y pureza, es inmutable porque nunca cambia, y tal verdad se
encuentra escrita en la Biblia que es palabra de Dios (Ramsay, 2005).

II. ESTUDIAR LAS SAGRADAS ESCRITURAS


Respecto a ello, Wolters y Gohen (2013, p. 23) escriben:
¿Cuál es pues la relación cosmovisión y Escritura? La respuesta
cristiana a esta pregunta es clara: nuestra cosmovisión debe ser
formada y probada por la Escritura. Puede guiar legítimamente
nuestras vidas solo si es bíblica.
Asimismo, dice Ramsay (2005, p. 19):
La Biblia nos orienta para reflexionar acerca de todos los aspectos de
la vida. Nos ajusta los lentes para ver al mundo con más exactitud. Es
posible que en esta tarea no encontremos siempre textos bíblicos
que traten directamente nuestro tema de estudio, pero los principios
bíblicos sirven como fundamento.
Por ello, el apóstol Pablo nos dice que las Escrituras fueron dadas para
nuestro beneficio y enseñanza personal: “porque las cosas que se
escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron” (Romanos 15:4);
en consecuencia, estamos llamados a acudir a la Palabra de Dios para ser
transformados en la medida que renovamos nuestro entendimiento.
Todo esto será posible si el creyente se ocupa en obedecer el consejo
paulino que dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”
(Colosenses 3:16).

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Si estamos enraizados en la cosmovisión bíblica, seremos capaces de poner
al descubierto las mentiras de Satanás, porque conoceremos la verdad
(Darrow, 2001, p. 68).
“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Juan 8:32

III. REORIENTAR NUESTRAS PRIORIDADES


El apóstol Pablo escribió a la iglesia en Colosas lo siguiente:
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Colosenses 3:2
Respecto a ello, el mismo Señor Jesús dijo:
“Donde esté vuestro tesoro, también estará vuestro corazón”.
Mateo 6:21

IV. ORAR POR ENTENDIMIENTO E ILUMINACIÓN


Puesto que las Escrituras son bastante claras en señalar que el creyente
requiere el auxilio del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios, el
creyente debe orar por esta gracia (Mayhue, 2004).
“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu
que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando
lo espiritual a lo espiritual”. 1 Corintios 2:12-13
Como también el salmista oraba:
“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”. Salmos 119:18
Pues es Dios quien abre el entendimiento de los hombres para que ellos
entiendan su Palabra, como también está escrito:
“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las
Escrituras”. Lucas 24:45

V. SER INSTRUIDO POR PERSONAS CON DONES Y


COMPETENTES PARA TAL FIN
Aunque el Espíritu Santo realiza su ministerio de enseñanza iluminando la
mente del creyente, no es menos cierto que Dios en su sabiduría y amor ha
dotado en la Iglesia a hombres con ministerios idóneos para el ejercicio de
la enseñanza y la pedagogía cristiana. Tal verdad es atestiguada en la
epístola a los Efesios:
Pág. 3
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros”. Efesios 4:11

VI. TOMAR MEDIDAS PREVENTIVAS Y DE CONTRAATAQUE


Cultivar una mente cristiana que honra a Dios no será tarea muy sencilla, la
oposición está al paso. Las instrucciones bíblicas al respecto tienen un
frente de prevención y un frente de ataque que consideraremos.
a) Medida preventiva
Se debe recordar que Satanás continúa con su agitación intelectual sobre la
raza humana. El apóstol Pablo manifestó tal preocupación respecto a los
hermanos de la iglesia de Corinto en las siguientes palabras: Pero temo que
como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de
alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo (2 Corintios 11:3).
Por ello es imperativo que el creyente se recubra con la armadura espiritual
disponible:
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo”. Efesios 6:11
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento”.1 Pedro 1:13
b) Una actitud de contraataque
Cualquier intento filosófico, religioso, apologético que pretenda minar las
bases de la cosmovisión cristiana, ridiculizarla o minimizarla, debe ser
confrontado. Dentro de este conglomerado de ideas caben aquellas
difundidas en las aulas universitarias, centros de trabajo, algunos
programas de radio, televisión, prensa, etc. (Mayhue, 2004).
El apóstol Pablo dice al respecto:
“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
2 Corintios 10:4-5
La intención de la contrarespuesta con un espíritu de amor y mansedumbre
debe destruir fortalezas y argumentos que son materia de ideas y filosofías
engañosas que se levantan en contra del conocimiento del verdadero y
único Dios (Mayhue, 2004).

Pág. 4
VII. OCUPAR LA MENTE CON PENSAMIENTOS SUBLIMES
La meditación en la Palabra de Dios debe transformar nuestra mente en
una semejante a la de Cristo:
“Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Corintios 2:16
Mayhue afirma que la Escritura manda que los creyentes mediten en tres
áreas:
 Dios: Salmos 27:4; 6:3
 La Palabra de Dios: Josué 1:8; Salmos 1:2
 Las obras de Dios: Salmos 143:5; 145:5
Meditar en la Palabra Dios aleja los viejos pensamientos que no son de Dios
[...] este es el proceso de las Escrituras de renovar la mente (Mayhue, 2004,
pp. 48-49)
Pablo suma a las demás recomendaciones, la que se encuentra en la
Epístola a los Filipenses capítulo 4, donde dice:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto
pensad”. Filipenses 4:8

VIII. ESTABLECER EL BALANCE CORRECTO ENTRE LA


REVELACIÓN Y LA RAZÓN
Respecto a este punto debemos decir que la razón y la revelación no son
incompatibles, más aún: no hay razón para pensar que lo sean. Dios nos dio
su Palabra para que, a través de la capacidad de razonar que nos dio,
podamos entenderla e interiorizarla. Diremos tres afirmaciones respecto a
este punto:
a) El hombre fue creado como un ser pensante.
Stott (2005, p. 9) dice al respecto:
Lo que pablo dice acerca de los judíos incrédulos de sus días, podría
decirse también de algunos creyentes cristianos en nuestros días:
“Porque yo soy testigo de que tienen celo por Dios, pero no conforme
al verdadero conocimiento”. Romanos 10:2
Muchos tienen celo sin conocimiento, entusiasmo sin instrucción. Es bueno
el entusiasmo. Pero Dios quiere ambas cosas: entusiasmo dirigido por
conocimiento, y este, inflamado por el entusiasmo. La entrega sin reflexión

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es fanatismo en acción. Pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda
acción.
El negar la importancia del ejercicio racional en los seres humanos, y más
como creyentes, nos terminaría reduciendo al nivel de las criaturas
irracionales de la creación, y es evidente que esa no es la voluntad de Dios:
“No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento”.
Salmos 32:9
Stott argumenta respecto a la importancia del pensamiento racional del ser
humano diciendo: “las grandes doctrinas de la creación, la revelación, la
redención y el juicio implican, todas, que el ser humano tiene el deber de
pensar y actuar según lo que piensa y sabe” (2005, p. 17).
El mismo hecho de que el hombre haya sido creado a imagen y semejanza
de su Creador demanda que este sea un ser pensante. Desde el relato del
Génesis, en el principio de todas las cosas, hallamos que Dios se comunica
con el hombre de una forma completamente distinta al resto de la creación,
y esto porque “el Creador espera que el ser humano colabore con él, de
manera consciente e inteligente, para labrar y mantener el huerto en que
lo ha colocado; espera que discrimine tanto racional como moralmente
entre lo que está permitido hacer y lo que está prohibido [...] Esta
racionalidad básica del ser humano, por creación, se da por sentado en toda
la Biblia. En realidad, sobre ella basa la Escritura el argumento normal de
que, puesto que el ser humano es diferente de los animales, debe
comportarse en forma diferente” (Stott, 2005, p. 19).
b) Aunque caída, la raza humana debe ejercer su capacidad de razonar.
Aunque el estado caído del ser humano conlleva la idea de que todas las
áreas de su vida estén afectadas de debilidad e imperfección, no quiere
decir que el ser humano deba ser esquivo con su responsabilidad de pensar
y razonar sus decisiones y acciones. Respecto a esto dice acertadamente
Stott que “a pesar del estado caído de la mente del ser humano, todavía se
le ordena utilizar su mente. Dios invita a la rebelde Israel: ‘Vengan, vamos
a discutir este asunto’ Isaías 1:18 - Versión Popular” (2005, p. 20).
En virtud de ello debemos evitar dos actitudes que comúnmente se han
mantenido en muchos círculos cristianos:

Pág. 6
Hiperintelectualismo Antintelectualismo
Aprecia la revelación natural al nivel Postula que, si algún tema en
de la revelación especial dada por particular no es mencionado en la
Dios. Biblia de manera específica,
entonces no merece ninguna clase
Este error siempre terminará
de atención ni análisis.
negando la validez de las Sagradas
Escrituras.
c) El principio de la sabiduría es el temor al Señor.
Ya lo decía Salomón, el hombre con mayor goce de ciencia que haya existido
jamás sobre la tierra, cuando escribió:
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Proverbios 1:7
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento
del Santísimo es la inteligencia”. Proverbios 9:10
El apóstol Pablo afirma también que todo conocimiento parte del
conocimiento íntimo y la constante comunión con la persona de Jesucristo
el Señor:
“...Unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno
entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de
Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y
del conocimiento”. Colosenses 2:2-3
Y, por último, Dios mismo nos dice a través del profeta Jeremías, quien
inspirado escribe:
“Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y
conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia
en la tierra”. Jeremías 9:24
El resumen de esto es que “el Alfa y la Omega de la visión cristiana del
mundo es un conocimiento de Dios. Nada se podrá entender
completamente si no se entiende primero a Dios” (Mayhue, 2004, p. 52).

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 5
COSMOVISIÓN, CREACIÓN Y CULTURA
Contenido
I. La cosmovisión cristiana y la creación
II. Cristo y la cultura
III. El mandato cultural: fundamentos bíblico-teológicos
*****

I. LA COSMOVISIÓN CRISTIANA Y LA CREACIÓN


La cosmovisión que la Biblia presenta no empieza con Cristo y la redención,
o la resurrección y glorificación, sino con Dios y la creación. El relato del
Génesis dice: “En el principio, creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).
Asimismo, el Credo Apostólico incluye la frase: “Creo en Dios Padre, creador
de los cielos y la tierra”. De manera que la cosmovisión cristiana debe
considerar este punto de partida como algo elemental para sus bases de fe
(Walsh y Middleton, s.f.).
La narrativa de la cosmovisión cristiana se puede resumir en tres puntos:
 Todo fue creado por Dios
 Todo fue devastado por la caída
 Todo es restaurado por la redención.
A continuación, detallaremos cada uno de estos puntos.
1. TODO FUE CREADO POR DIOS.
El hombre comete uno de dos errores serios con respecto a la creación. O
la deifica y la convierte en un ídolo, algo divino, o la desprecia y abusa de
ella como algo malo o algo que existe exclusivamente para la gloria del
hombre. Pero la creación no es Dios, sino la obra buena de sus manos, y
nosotros los hombres no somos dueños, sino mayordomos de las buenas
cosas que Dios ha hecho (Lammé, 2012, p. 152).
Asimismo, las Escrituras nos dicen:
“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en
gran manera”. Génesis 1:31
El medio empleado para efectuar la creación fue la palabra de Dios:
“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército
de ellos por el aliento de su boca.
Pág. 1
Él junta como montón las aguas del mar;
Él pone en depósitos los abismos.
Tema a Jehová toda la tierra; teman delante de él todos los
habitantes del mundo.
Porque él dijo, y fue hecho;
Él mandó, y existió”. Salmos 33:6-9
La obra de la creación fue, sin lugar a duda, un formidable despliegue del
poder de Dios, pero también de su sabiduría, tal cual lo afirma el libro de
Proverbios:
“Jehová con sabiduría fundó la tierra;
afirmó los cielos con inteligencia.
Con su ciencia los abismos fueron divididos,
y destilan rocío los cielos”.
Proverbios 3:19-20
Tal sabiduría hizo posible que existiera un orden y armonía asombrosa,
como describe el libro de Job:
“Porque él mira hasta los fines de la tierra,
Y ve cuanto hay bajo los cielos.
Al dar peso al viento,
Y poner las aguas por medida;
Cuando él dio ley a la lluvia,
Y camino al relámpago de los truenos.
Entonces la veía él, y la manifestaba;
La preparó y la descubrió también”.
Job 28:24-27
Entender tal realidad haría que el adorador se desborde en alabanzas al
Creador:
“¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría;
La tierra está llena de tus beneficios”.
Salmos 104:24
La Biblia declara con claridad y sin prestarse a ambigüedades que toda la
creación fue hecha por Dios, incluyendo al hombre, que fue nombrado
mayordomo y representante del gobierno de Dios en la tierra:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme
a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de
los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra”. Génesis 1:26
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“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?
Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.
Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies”.
Salmos 8:4
El hombre, como criatura corona de la creación y representante de Dios
sobre esta, tenía que cumplir con ciertas condiciones para cumplir su rol de
manera eficiente. Weider y Gutierrez (2012) resumen la responsabilidad del
hombre en estos tres puntos:
 Reflejar a Dios ante el resto de la creación
 Vivir en comunicación con Dios
 Administrar la creación
2. TODO FUE DEVASTADO POR LA CAÍDA.
Cuando todo estaba dispuesto para que el hombre glorificara a Dios y
disfrutara comunión eterna con Él, el hombre hizo mal uso del libre albedrío
otorgado por Dios, dando lugar al ingreso del pecado en la tierra y
afectando todo el orden de la creación, incluso a sus descendientes por
todas sus generaciones (Weider y Gutierrez, 2016).
El apóstol Pablo, escribiendo una de sus cartas, afirma tal verdad:
“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con
dolores de parto hasta ahora”. Romanos 8:22
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron”. Romanos 5:12
Los efectos de tal caída fueron inmediatos y el hombre empezó
escondiéndose de la presencia de Dios con quien estaba llamado a tener
comunión íntima. La rivalidad por el liderazgo reemplazó el espíritu de amor
y cooperación desinteresado que hasta ese momento existía entre el
hombre y su mujer. El pecado afectó también el trabajo, la crianza de los
hijos, etc. (Weider y Gutierrez, 2016).
3. TODO ES RESTAURADO POR LA REDENCIÓN.
Aunque no se sabe qué animales tuvieron que morir, Dios mismo sacrificó
los primeros para proveer vestido de sus pieles y cubrir la desnudez del
hombre y su mujer. Esto, junto con el derramamiento de la sangre de tales
animales inocentes, simbolizaba el futuro sacrificio del inocente Cordero de
Pág. 3
Dios, Jesucristo, quien derramaría su sangre para expiar los pecados de la
humanidad.
La maravillosa y armoniosa creación de Dios se manchó y se hizo necesaria
la redención. Esta redención tiene tres características:
 Es progresiva, porque empezó en el Edén y continúa hasta hoy.
 Es restauradora, porque pretende recuperar la creación perdida y
devolverle su diseño original.
 Es integral, porque aun cuando el énfasis es la salvación del
hombre, toda la creación misma necesita ser y será restaurada.
Dicho de otra manera, la redención es la restauración de todo lo bueno que
Dios creó. El apóstol Pablo menciona que tal acontecimiento se ha iniciado
en los convertidos pero su consumación aún viene en camino:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17)
“Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de
corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. Romanos 8:21
Toda vez que tenemos el marco general respecto a la creación, y la
responsabilidad asignada por Dios al hombre respecto al rol que este debe
desempeñar representando a Dios ante ella, necesitamos familiarizarnos
más con las demandas del mandato cultural y sus implicaciones a modo
individual y colectivo.

II. CRISTO Y LA CULTURA


Son pobres, pero enriquecen a muchos. […] Para decirlo simplemente, el
alma es para el cuerpo lo que los cristianos son para el mundo.
Carta anónima a Diogneto
(Posiblemente del segundo siglo)

Indudablemente, este fragmento da cuenta que ha habido en la historia


épocas en las que la cosmovisión cristiana ha sido de verdadera bendición
para la sociedad y la cultura, impregnando las mismas con sus principios de
justicia, amor y verdad.
Sin embargo, como señala Ramsey:
“Uno de los temas más discutidos a través de la historia de la Iglesia
es, ¿cómo deben los cristianos relacionarse con la sociedad? El tema
es complejo y tiene implicaciones prácticas para la vida cotidiana.
Pág. 4
Algunos ponen el énfasis en el lado negativo de la sociedad, que es
pecaminosa, y tienden a alejarse del ‘mundo’. Otros ponen más
énfasis en el lado positivo, y tienden a involucrarse en la sociedad a
tal punto que pierden su identidad cristiana” (Ramsay, 2005, p. 46).
Procuraremos contrastar los diferentes puntos de vista existentes respecto
a este tema para definir el nuestro. Antes, diremos una vez más que se
conoce como cultura a todos los aportes que el hombre incorpora al mundo
natural existente. Estos pueden ser: “Las costumbres, las artes, el lenguaje,
las ideas, los valores, las estructuras sociales, en fin, todo lo que le da a una
sociedad su identidad particular” (Ramsay, 2005, p. 46).
Las cinco posturas respecto a este tema son, según Ramsay (2005, p. 47):
POSTURA:
ANÁLISIS
CRISTO CONTRA LA CULTURA
Esta postura afirma que la sociedad toda Aun cuando vivimos en un mundo caído
es pecaminosa y que por ello debemos y debemos apartarnos del sistema
repudiar todo lo que tenga relación con pecaminoso (Romanos 12:1–2), el Señor
ella. Algunos ejemplos serían: Jesús dijo:
 Tertuliano, que vivió entre los 160 y “No ruego que los quites del mundo,
220 d. C., enseñaba no participar en sino que los guardes del mal” (Juan
el servicio militar, las artes y la 17:15).
política, puesto que era inevitable no Esta postura no considera el mandato
corromperse por ellas. del Señor que dice: “Vosotros sois la luz
 El monasticismo, que empezó en del mundo” (Mateo 5:14); entregando
Egipto en el siglo III así el dominio de las esferas sociales,
culturales, científicas, etc. en manos de
 León Tolstoi, novelista y reformador
los incrédulos.
social ruso, que irónicamente siendo
escritor sentía desprecio por las Esta actitud ha sido nociva para la Iglesia,
ciencias, las artes y la filosofía, por debido a que esta ha quedado relegada a
considerarlas inútiles. un rol de sometimiento. La opresiva
agenda y coyuntura política, económica,
 Un caso más cercano son los Amish,
social de nuestro medio es una clara
que vivían en colonias separadas de
evidencia de la carencia de voces que
los círculos sociales.
representen a la Iglesia.

POSTURA:
ANÁLISIS
CRISTO EN LA CULTURA
Crean una fusión y maridaje entre la Esta postura es altamente peligrosa
cultura y el cristianismo. Minimizan la puesto que invita a la mundanalidad más
pecaminosidad existente en las grosera que pudiera existir.
costumbres y formas de las culturas, y

Pág. 5
creen que el cristianismo y el mundo Pablo dijo: “No os conforméis a este
pueden convivir sin mayores problemas. siglo”. (Ro. 12:2). Por su parte, el apóstol
Juan dijo:
Un ejemplo sería. El gnosticismo, que
fusionó las filosofías orientales y griegas 1 Juan 2:15 dice: “No améis al mundo, ni
con el cristianismo en los primeros siglos las cosas que están en el mundo”. (1 Jn.
de nuestra era. 2:15).
Algo más contemporáneo es el La Biblia enseña que Dios “es Dios
modernismo, que procura armonizar las celoso” y que su espíritu nos anhela
creencias seculares actuales con el celosamente. De esa misma manera
cristianismo. exhorta el apóstol Santiago: “La amistad
del mundo es enemistad contra Dios”
(Santiago 4:4).

POSTURA:
ANÁLISIS
CRISTO SOBRE LA CULTURA
Adaptan el cristianismo a la cultura y Esta forma de apreciación tiene
viceversa según se presente la ocasión. consecuencias funestas debido a que
Minimizan la maldad presente en la crea una doble forma de vida, ya que los
cultura y toman prestados conceptos cristianos podrían vivir cristianamente en
que adaptan al cristianismo. la iglesia y secularmente en el trabajo o
el centro de estudios.
Por ejemplo, Tomás de Aquino tomó
prestado el método aristotélico para El cristiano debe integrar su fe con y en
desarrollar su método teológico. “Según todo lo que hace y no vivir una dicotomía
este método, podemos usar la razón que restrinja su fe a lugares o situaciones
para estudiar la naturaleza y llegar a determinadas.
creer que Dios existe, pero necesitamos La Biblia no enseña a agregar el aspecto
añadir la fe y las Escrituras para creer en espiritual a la cultura, sino a someter
la Trinidad. Este enfoque llevó a algunas todas nuestras actividades y todos
formas de sincretismo, ilustrado nuestros pensamientos al Señor.
gráficamente en la imagen de la Virgen
de Guadalupe en México; María está “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o
parada sobre una luna, símbolo de hecho, hacedlo todo en el nombre del
importante en la religión indígena, Señor Jesús.” (Colosenses 3:17).
mostrando su superioridad, pero sin
destruirla” (Ramsay, 2005, p. 48).

POSTURA:
ANÁLISIS
CRISTO EN TENSIÓN CON LA CULTURA
Afirma que la cultura es mala, pero que Esta posición es muy pesimista respecto
es inevitable no participar en ella y a la
pecar. Hay que someterse a Cristo, pero

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también a la cultura, aunque ambos influencia del testimonio cristiano en el
estén en permanente conflicto de mundo y es fatalista respecto al pecado.
principios e intereses. La Biblia contiene algunas promesas y
mandatos que debemos atender en este
sentido:
“No seas vencido de lo malo, sino vence
con el bien el mal” (Romanos 12:21).

POSTURA:
ANÁLISIS
CRISTO TRANSFORMA LA CULTURA
Afirma que la cultura es mala, pero que Esta posición es más realista y
contiene la gracia de Dios también. No congruente en
hay que separarse del mundo [...] ni su evaluación de la clase de relación que
tampoco seguir su corriente [...] ni debe tener la cosmovisión cristiana en la
simplemente agregar la gracia por cultura. Reconoce que el mundo está
encima [...]o someterse [...] sino corrompido, pero convoca al creyente
transformarlo. Ejemplo: luego de la que vive en el mundo producir cambios
reforma en Ginebra, los cristianos, por la potencia de Dios actuando a
además de predicar y enseñar, trataron través del Evangelio y el poder del
de influir en cada aspecto de la sociedad Espíritu Santo.
con valores cristianos. Recibían a los
refugiados, cuidaban a los enfermos y a
los ancianos, implementaron leyes de
comercio e instalaron redes de
alcantarillado sanitario. (Ramsay, 2005,
pp. 48-49).

III. EL MANDATO CULTURAL: FUNDAMENTOS BÍBLICO-


TEOLÓGICOS
Existen razones por las que es necesario que la cosmovisión cristiana
aborde este tema de manera muy seria. Tales razones fundamentales,
según el listado de Ramsay (2005, pp. 51-53), son:
 El mandato cultural
 El hombre es la imagen de Dios
 La salvación restaura todas las dimensiones de la vida
 El reino de Dios ya llegó.
Desarrollemos cada una con sus respectivas justificaciones bíblico-
teológicas.
1. EL MANDATO CULTURAL

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En el principio de la creación, Dios le asignó al hombre la responsabilidad
de cuidar la tierra. “Especialmente, se nos dice que Dios plantó un huerto
en el Edén y colocó a Adán en él ‘para que lo labrara y lo guardase’. La tarea
humana original doble es la de desarrollar y la de preservar nuestro medio
ambiente creacional. En primer lugar, hemos de ‘trabajar’ y ‘labrar’ el
huerto. La cultura es el resultado del cultivo.” (Walsh y Middleton, 2013, p.
41).
Lo que están diciendo básicamente es que la labor de “cultivar” no tiene
nada que ver sólo con labrar la tierra, sino con toda clase de interacción
humana con la naturaleza, sea ésta de carácter físico, intelectual, artístico,
etcétera, que produzca cambios.
Tal labor debería ser realizada no solo a nivel individual sino social, esto es,
en comunidad. “Debido a que Adán y Eva solo son dos, Dios les dice que
sean fructíferos, que se multipliquen y que llenen la tierra. ¿Cómo podrían
hacerlo de otro modo? El desarrollo cultural de una creación pura e
inalterable y sin desarrollar no se concibe pues como la tarea de un
individuo. La cultura está sólidamente basada en la sociedad [...] Somos
seres socioculturales, llamados por Dios a trabajar juntos en el desarrollo y
cultivo de la creación” (Walsh y Middleton, 2013, p. 41).
Luego de poner a Adán en el huerto, Dios le trajo los animales para que él
los nombrara; de este modo le asignó la responsabilidad de cuidarlos y
ejercer una administración donde mediara el uso de sus facultades
artísticas, creativas, intelectuales, físicas, etcétera.
Ramsay resume:
Administrar la creación involucra mucho más que cuidar las plantas.
Para “sojuzgarla”, el hombre tiene que organizarse y crear las
estructuras sociales necesarias. Tiene que mantener orden debido a
la multiplicación de la población. Sin el pecado, el hombre habría
desarrollado una sociedad compleja y ordenada, con una cultura
sana, y con organizaciones sociales que funcionaran bien. Génesis
1:28 ha sido llamado “el mandato cultural”, porque Dios manda al
hombre a desarrollar la cultura de acuerdo con Su voluntad. (Ramsay,
2005, p. 51).
Los orígenes del desarrollo cultural en la raza humana se encuentran
registrados en el capítulo 2 de Génesis. Entre ellos, según Walsh y
Middleton (2013), podrían mencionarse:
 La institución del matrimonio, en la unión de Adán y Eva.
 La agricultura, en el cuidado del huerto.
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 El inicio del lenguaje, en el nombramiento de los animales.
 La poesía, en el cántico de Adán en referencia a su esposa Eva, o el
canto de la espada de Lamec.
Otro segundo grupo de tal desarrollo se encuentra en Génesis 4:20-22,
con los descendientes de Caín, quienes fueron forjadores de distintas
artes y oficios:
 La ganadería, con Jabal como precursor destacado.
 La música, con Jubal que fue su principiador renombrado.
 La metalurgia, con Tubal-Caín, padre de la metalurgia.
El mandato cultural tuvo su origen con Dios en la creación, antes de la caída
de nuestros primeros padres, cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del
mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo
animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26). Por lo tanto, el
hombre y la mujer recibieron una autoridad delegada para administrar la
creación en lugar de Dios (Iwasko y Teague, 2008).
Tal desarrollo debe ser continuado por Adán y sus descendientes dentro de
los parámetros establecidos de Dios y en uso de las facultades superiores
con las cuales Dios ha dotado a la criatura humana. Ello nos introduce en el
segundo punto.
2. EL HOMBRE ES LA IMAGEN DE DIOS.
Ser creados a imagen y semejanza de Dios nos faculta por sobre las demás
criaturas dentro de la creación. Es comprensible que tal dignidad tuviera
que demandar grandes responsabilidades. El relato de Génesis dice: “Y creó
Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó”. (Génesis 1:27).
La imagen de Dios en el hombre incluye su señorío sobre la tierra, y también
su creatividad. Por lo tanto, el hombre debería expresar su semejanza a Dios
en todas sus actividades, en su trabajo, en su recreación, y en sus relaciones
humanas. Cuando el hombre cumple el mandato cultural, se siente bien,
porque está manifestando la imagen de Dios en él. Cuando el hombre cuida
un jardín o arregla una máquina, se siente realizado. Cuando se expresa en
forma artística, en la pintura, en la música, en la literatura, experimenta
gran satisfacción.
Este concepto embellece toda actividad cultural. No debemos
menospreciar el arte, el trabajo o los estudios, como algo “secular” o

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“mundano”, sino apreciarlos como manifestación de la gracia de Dios.
(Ramsay, 2005, p. 52).
Walsh y Middleton (2013) argumentan que ser humano significa
básicamente dos cosas:
 Primero: Dependencia del creador
Somos criaturas de Dios, y por lo tanto nos caracterizamos por
pertenecerle. En ese sentido, aunque somos independientes en
virtud del libre albedrío, tal independencia es relativa, puesto que
también somos dependientes de Él en última instancia, y por lo
mismo, debemos ejercer nuestro dominio sobre la creación en
atenta obediencia a las recomendaciones que Él ha dispuesto.
 Segundo: Capacidad de transformación
Somos criaturas con la capacidad de transformar nuestro entorno y
sus elementos constitutivos hasta darles trascendencia. Como ya se
vio anteriormente, la palabra “cultura” deriva del latín cultus,
“cultivo”. Esto significa que el hombre puede cultivar todo lo que
esté en su entorno o dentro de sí mismo: sus habilidades,
intelectualidad, fortaleza física, creatividad, etc.
Una pobre reflexión sobre estas verdades lleva a los hombres a caer en un
mal uso de su gobierno y mayordomía. El hombre oriental en su mayoría
diviniza la naturaleza y vive sometido a ella. Por otro lado, el hombre
occidental hace uso y abuso de la ciencia y sus recursos al punto de ser un
depredador natural que abusa de aquello que debería cultivar con amor y
cuidado. Esto nos lleva a la tercera consideración.
3. LA SALVACIÓN RESTAURA TODAS LAS DIMENSIONES DE LA VIDA
HUMANA.
La tarea asignada al hombre lamentablemente encontró su gran tropiezo
en la caída, tal como lo afirma Ramsay:
Todas las relaciones fueron rotas como consecuencia del pecado:
entre el hombre y Dios, entre el hombre y su prójimo, entre el
hombre y la creación, y entre el hombre y su propio ser. La armonía
original se perdió y el conflicto empezó a afectar cada dimensión de
la vida. El hombre quedó incapacitado para realizar el mandato
cultural, y la imagen de Dios en él fue dañada (2005, p. 52).
No es de extrañarse por ello, que haya una diferencia muy marcada entre
la poesía que exclamó Adán cuando vio a Eva, y la canción de Lamec hijo de
Caín en Génesis 4, esto significa que el desarrollo de la cultura va por un

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camino pecaminoso, que la humanidad destruye la creación en vez de
cuidarla, que la corriente del mundo va alejándose de Dios y de Sus
propósitos.
Si todo terminara aquí, el panorama sería sombrío y desolador. Sin
embargo, la Biblia nos habla de la obra de redención hecha por Dios, y esta,
según san Pablo, consiste en “reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los
cielos, como las que están en la tierra.” (Efesios 1:10). También puede
leerse: Que agradó al Padre reconciliar todas las cosas en los cielos y la
tierra por medio del sacrificio de su hijo en la cruz (Colosenses 1:19-20).
Por estos versos podemos ver que la obra de Cristo no está restringida
únicamente a la esfera de la salvación del alma, sino también a la
restauración de toda la creación. La salvación obrada por Cristo en la cruz
no es una salvación incompleta, sino integral, e incluye el orden creado.
Como afirma Ramsay: “Nuestra salvación incluye cada dimensión de
nuestra vida, y nos lleva a buscar la salvación de la sociedad, su restauración
en todos los aspectos. Hacemos nuestro trabajo mejor, expresamos nuestra
creatividad artística mejor, estudiamos mejor, y amamos a nuestra familia
más. Además, influimos para el bien en toda la sociedad, trabajando para
un mundo más justo, más ordenado, y más unido” (2005, p. 53).
4. EL REINO DE DIOS YA LLEGÓ.
Las promesas del advenimiento de un reino justo y perfecto, donde moren
la paz, la justicia, el amor y todo bien, anunciados por los profetas del
Antiguo Testamento, tiene su cumplimiento en la persona de Jesucristo. Los
reinos y reyes que con sus flaquezas no pudieron dar por inaugurada tal era
fueron reivindicados por la vida, obra, muerte y resurrección de Cristo.
Tales eventos marcaron el inicio del verdadero Reino, el Reino de Dios en la
tierra.
El heraldo precursor llegó proclamando:
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Mateo 3:2
Jesús confirma Su autoridad como Mesías con las señales del reino (Mateo
11:1-19; 12:28), y explica las parábolas del reino. Entra a Jerusalén
proclamado como rey (Juan 13), y confiesa ante Pilato que Él es el Rey (Juan
18:33-37). Resucita con toda autoridad en la tierra y en el cielo (Mateo
28:18).
Como todo reino que está para establecerse, este reino somete todas las
estructuras éticas, sociales y culturales. Pero tal reino inaugurado ya
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continúa con su proceso de establecimiento hasta cuando Cristo venga por
segunda vez, como el Rey vencedor, a reinar con poder y autoridad
ilimitada.
Al extender el reino de Dios, la sociedad se mejora y se conforma más y más
a la voluntad de Dios. Todo esto implica que los cristianos debemos
participar en cada aspecto de la cultura y la sociedad para transformarla. El
reino de Dios no está limitado a la Iglesia, pero la Iglesia es el instrumento
humano para seguir estableciendo el reino, y la Iglesia es un modelo de lo
que toda la sociedad debería ser. (Ramsay, 2005, p. 53).
La oración del Padrenuestro debe ser un recordatorio permanente de
nuestro compromiso con la causa que encierra el mandato cultural:
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también
en la tierra”. Mateo 6:10
Ahora bien, más de una persona argumentará diciendo que Dios no está
interesado en que pongamos cuidado en este punto. Sin embargo, como
bien aporta Steffen: “El mandato cultural (Génesis 1:26, 28; 2:15) ordena a
los creyentes que se preocupen por las necesidades sociales, políticas,
económicas, ecológicas, agrícolas y culturales de las demás personas.
Condena la injusticia en todas las áreas de la vida” (2006, p. 215).
Resumiendo, diremos que “Dios hace con la sociedad lo mismo que hace
con el hombre: la redime, la restaura, la reforma. Esto implica tanto
continuación como cambio. Este enfoque de vida ofrece todo a Dios,
coronando a Jesucristo como Rey. Permite integrar nuestra fe con nuestros
estudios. Nos desafía a usar las presuposiciones bíblicas para estudiar las
ciencias, las artes, las humanidades, y todas las demás áreas. Hay que usar
lentes cristianos para ver el mundo” (Ramsay, 2005, p. 54).
Así que, si el mandato cultural es bíblico, y el hombre ha sido capacitado
por Dios para la labor encargada, aunque caído, en Cristo tal hombre es
renovado, transformado, y auxiliado por la Palabra de Dios y el Espíritu
Santo, integrado a la comunidad de creyentes a su alrededor, debe
esforzarse individual o colectivamente no solo para anunciar que el reino
ya viene, sino que está entre nosotros y pronto a ser completamente
instaurado por la eternidad.

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 6
COSMOVISIÓN Y TRABAJO
Contenido
I. Enfoque cristiano del trabajo
II. Perspectiva bíblica del trabajo
III. Por qué el hombre y no la otras criaturas
IV. Por qué el trabajo llega a ser penoso
V. Cuál debe ser la actitud del hombre hacia el trabajo después de la caída
VI. Dimensiones del trabajo humano
VII. El trabajo como fuente de desarrollo y bienestar
VIII. El fin último de toda actividad laboral es glorificar a Dios
*****

I. ENFOQUE CRISTIANO DEL TRABAJO


Algunos lo odian. Otros lo aman. Algunos harían cualquier cosa para
evitarlo. Otros lo practican demasiado. Aunque hay muchas actitudes
diferentes hacia el trabajo, hay algo que permanece constante: hay que
trabajar. ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano hacia el trabajo? ¿Es una
bendición o una maldición? ¿Es un medio para justificar una vida de
recreación y entretenimiento?
Puesto que el trabajo ha sido, es y será un modo de vida ineludible para
nosotros, ocupando gran parte de nuestras vidas, es importante que
hagamos una reflexión responsable sobre él.

II. PERSPECTIVA BÍBLICA DEL TRABAJO


La Biblia presenta a Dios el creador como un Dios que trabaja. Tales
actividades son para nosotros un misterio, aunque pudiéramos citar
algunas que se nos han revelado: la creación, la regeneración y la
sustentación del orden creado.
“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”.
Juan 5:17
En la narración de Génesis, el trabajo se describe como una dimensión
básica de la existencia humana. (Davis, 2005, p. 996). El hombre, en el relato
bíblico, fue creado, entre otras cosas, para trabajar, labrar y guardar la
creación.

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Trabajar constituye uno de los diez El trabajar constituía una parte importante
mandamientos dados por Dios, y revela la de la doctrina y enseñanza apostólica, al
voluntad del Señor para todos los punto que quien no quisiera trabajar
hombres: Seis días trabajarás y harás toda debería ser disciplinado por la Iglesia. (1
tu obra. Mas el séptimo día es de reposo Tesalonicenses 4:11–12; 2 Tesalonicenses
(Éxodo 20:9–11). 3:15–16).
La laboriosidad debe ser una de las El trabajo realmente es una forma de
características de un cristiano. En el área adoración. Tal actitud cultiva honestidad,
laboral, un discípulo de Cristo ha de integridad, y excelencia [...] Trae
mostrar amor al trabajo, sabiduría, responsabilidad personal, dignidad y
diligencia y responsabilidad (Proverbios propósito, valores clave para una ética
6:6–11, Eclesiastés 10:18, Romanos 12:11). productiva, centrada en Dios. El trabajo
La pereza, el ocio y la negligencia son fallas diario del cristiano es una ofrenda diaria a
de carácter muy serias en un cristiano Dios. (Nyenhuis y Eckman, 2002, pp. 292-
(Eclesiastés 10:18; Proverbios 6:6–11) 293).
(Himitian, 2006, pp. 289-290).

III. POR QUÉ EL HOMBRE Y NO LAS OTRAS CRIATURAS


El ser humano es el único portador de la imagen y semejanza de Dios, ello
lo faculta y capacita para participar activamente en la creación como
ninguna otra criatura más podría hacerlo. Aunque toda la creación participa
de diversas actividades que hacen posible la actividad humana, y en cierto
sentido coopera con el hombre, es este y no las otras criaturas, quien
representa al Creador ante su creación para gobernarla y cuidarla.
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme
a nuestra semejanza; y señoree”. Génesis 1:26
Es hermoso el comentario que hace Miller respecto al lugar y función que
el hombre cumple sobre la creación: “Como vicegobernantes del Dios
soberano, somos administradores de su casa, colaboradores en su reino,
jardineros de su huerto, constructores de su ciudad y actores en su historia
[…] donde hay oscuridad, podemos crear una lámpara; donde hay desiertos,
podemos cavar un pozo de agua; donde las montañas se encuentran
estériles, podemos plantar un bosque; donde la gente está olvidada e
ignorada, hacerlos libres a través del poder del Evangelio; donde la gente
es ignorante, construir escuelas y bibliotecas; donde la tierra está ociosa,
sembrar un huerto u hortalizas; donde la gente está enferma, encontrar
una cura; donde hay silencio, escuchar la música y tocarla” (2001, pp. 219-
220).
¡Y todo esto por ser creados a imagen y semejanza de nuestro Creador!

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IV. POR QUÉ EL TRABAJO LLEGA A SER PENOSO
Cuando el hombre pecó, las consecuencias alcanzaron el escenario donde
él debía realizarse. Entonces Dios dijo: “Maldita será la tierra por tu causa;
con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás
el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues
polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:17–19).
Sin embargo, es importante señalar que el trabajo no es un resultado de la
caída. Ya antes del pecado en el mundo, Dios había inaugurado el principio
laboral con sus actividades creativas, luego instituyó el trabajo para la raza
humana. Por lo tanto:
Aunque el pecado tiene un efecto grande sobre el trabajo, el trabajo mismo
no es un castigo. Lo que Dios quiere decir es que habrá dolor y esfuerzo
cuando los humanos buscan resultados productivos. (Nyenhuis y Eckman,
2002, p. 289).
El consenso general en la teología entiende que:
Por causa de la caída, el trabajo adquirió el carácter de una necesidad
gravosa, y faena penosa, que a su vez hace posible la supervivencia
humana en la tierra (véase Génesis 3:17).

V. CUÁL DEBE SER LA ACTITUD DEL HOMBRE HACIA EL TRABAJO


DESPUÉS DE LA CAÍDA
Dice respecto a esto Davis: “A través de todo se asume que el trabajo es
parte del orden divino del mundo. Aunque ha sido frustrado por la
pecaminosidad humana, el trabajo es algo que ha de aceptarse
voluntariamente como un medio de la bendición de Dios” (2005, p. 996).
“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
Que anda en sus caminos.
Cuando comieres el trabajo de tus manos.
Bienaventurado serás, y te irá bien”.
Salmos 128:1
Por el contrario, se dice que:
El ocio y la pereza corrompen a los individuos. (Himitian, 2006, p.
289).

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“Aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente
ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no
debieran”. 1 Timoteo 5:13
Muy a menudo, la ociosidad aparece asociada a otros vicios y excesos, por
lo que el creyente debe adoptar un espíritu de laboriosidad.
“Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos”
Tito 1:12
Dos males deben ser evitados respecto a las actividades laborales, ya que
son un azote para el hombre moderno: el activismo y la relajación. El
primero porque desgasta, ocupa y carcome los cimientos personales,
familiares y espirituales del hombre; y el segundo porque lo expone a la
miseria, los vicios y a vivir por debajo del nivel que su dignidad como
humano le confiere.

VI. DIMENSIONES DEL TRABAJO HUMANO


Indudablemente, el trabajo de Adán y Eva antes de la caída tenía tanto una
dimensión física como una dimensión espiritual (Nyenhuis y Eckman, 2002).
a) Dimensión física. Con respeto a su trabajo en el huerto de Edén, Dios les
dijo que lo labraran. Labrar la tierra implica desarrollar la creación hasta
llevarla a un grado de desarrollo supremo en el plan de Dios. Dentro de tal
creación, el mismo hombre debe cultivarse en el uso y desarrollo de las
facultades con las que Dios le dotó. Esto es, en sus aptitudes físicas y
mentales.
b) Dimensión espiritual. El capítulo 3: 24 de Génesis dice que se les dio la
orden de guardar el huerto. Tal palabra, según los entendidos, tiene el
mismo sentido de la labor del ángel que guardaba la entrada al camino que
conduce al árbol de la vida. En ese sentido, nuestros primeros padres tenían
también la responsabilidad de cumplir con una labor espiritual, puesto que
ya había un enemigo acechando.
De ese modo se concluye que el fracaso de Adán y Eva no fue el descuido
de sus En virtud de tal entendimiento, es importante que una cosmovisión
cristiana nos ayude a comprender que, no debemos limitar el trabajo a la
esfera del esfuerzo físico o intelectual, sino también de atención a la esfera
espiritual que honre a Dios integralmente (Nyenhuis y Eckman, 2002).
Tal enseñanza la podemos encontrar mejor ilustrada en el Nuevo
Testamento, donde encontramos una valoración del trabajo elevado a un
nivel más sublime, y esto a la luz del “trabajo” de Cristo, que comprende

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ambas esferas. La esfera física en su encarnación como el carpintero de
Nazaret, honrando el trabajo y enseñando que este es bueno y necesario.
Mientras que en su ministerio, los milagros, la proclamación de las Buenas
Nuevas del reino y la obra de redención, están relacionadas a la esfera
espiritual. Jesús dijo que ellas eran su comida y bebida (Juan 4:34). Esta
realidad motiva al cristiano a no pensar más en el trabajo solo como un
medio de obtener ganancias terrenales, sino también trabajar por aquello
que no perece y honra a Dios en la vida diaria.
Por ello, el Maestro dijo:
“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida
eterna permanece”. Juan 6:27

VII. EL TRABAJO COMO FUENTE DE DESARROLLO Y BIENESTAR


El desarrollo y progreso a nivel laboral, desde la óptica bíblica, requiere de
algunos ingredientes indispensables:
a) Obediencia. “El hombre, no la naturaleza, es la fuente de la riqueza. Entre
más aplique el hombre las leyes de Dios y use los dones que Dios le ha dado,
más abundancia se produce” (Miller, 2001, p. 218).
“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para
guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te
prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las
naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te
alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la
ciudad, y bendito tú en el campo”. Deuteronomio 28:1-3
b) Diligencia. La Biblia afirma que el trabajo diligente será recompensado.
Esto significa que el trabajo físico está destinado a ser una fuente de
producción y desarrollo permanente. Podemos considerar algunos
versículos acerca del tema:
“¿Has visto hombre solícito en su trabajo?
Delante de los reyes estará;
No estará delante de los de baja condición”.
Proverbios 22:29
“La mano de los diligentes señoreará”.
Proverbios 12:24
“El que labra su tierra se saciará de pan”.
Proverbios 12:11

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c) Honestidad. Para Dios es muy importante que consideremos al prójimo
como alguien portador de la imagen de Dios y por ello evitemos la
deshonestidad. “No hagáis injusticia en juicio, en medida de tierra, en peso
ni en otra medida. Balanzas justas, pesas y medidas justas tendréis. Yo
Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto. Guardad, pues,
todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo
Jehová.” (Levítico 19:35-37).
Esto tiene su fundamento en el carácter santo y justo de nuestro Dios:
“Pesos y balanzas justas son de Jehová;
Ora suya todas las pesas de las bolsas”.
Proverbios 16:11
d) Buena mayordomía. Ya hemos ilustrado este punto anteriormente. Solo
acotaremos que una de las implicaciones de la buena mayordomía requiere
un cuidado adecuado de la creación. Miller (2001) nos explica lo que esto
significa:
El desarrollo, entendido como mayordomía, mantiene una tensión
dinámica entre conservar y progresar. Por lo tanto, se puede describir al
obrero bíblico como un progresista conservador (o conservador
progresista). (p. 227).
Aquí se puede establecer la diferencia y distancia que hay entre la
cosmovisión animista y secular de la cosmovisión cristiana respecto al
desarrollo. “El Secularismo progresa sin conservar, en consecuencia,
deforesta, extermina los recursos naturales, hídricos, energía natural, etc.
Mientras que el Animista conserva sin progresar, debido a su absurda
reverencia por la naturaleza” (Miller, 2001).
e) Fe. Este elemento es imprescindible en todas las esferas de la vida
cristiana, aun en el ámbito laboral. El autor a los Hebreos afirma:
“Sin fe es imposible agradar a Dios”. Hebreos 11:6
La fe, en la Biblia, lejos de ser un elemento solamente subjetivo, es descrita
como un principio que dinamiza al hombre y lo lleva a actuar. Contrario a
ello, las cosmovisiones animistas son fatalistas y pesimistas aun en esto.
Ahora resumimos el contraste entre el animismo y la cosmovisión cristiana:
Fatalista Fe
Temor al fracaso Valor para asumir riesgos
Se victimiza Reconoce su responsabilidad
Se resigna al “destino” Ve posibilidades de cambio en Cristo

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Se apoya en la suerte Construye su futuro
No puedo Todo lo puedo en Cristo
Antes de concluir con este punto, debemos decir que el verdadero progreso
como resultado de las actividades laborales, debe también velar por las
emociones de las personas. Un “progreso” donde hay ansiedad, frustración
y otros males a causa de las riquezas no es un verdadero progreso, debido
a que sacrifica el capital humano más importante: la salud.
Por otro lado, “la salud psicológica y mental está relacionada con el trabajo.
Una persona recibe un sentido de dignidad personal y valor de su trabajo”
(Nyenhuis y Eckman, 2002, p. 289).
Las estadísticas respecto a las personas desocupadas y sin empleo arrojan
resultados de enfermedades mentales, problemas de autoestima y
depresión. Indudablemente, Lammé está en lo cierto cuando sugiere que
Dios ha dado el trabajo como un don para sentirse realizado en la vida.

VIII. EL FIN ÚLTIMO DE TODA ACTIVIDAD LABORAL ES


GLORIFICAR A DIOS
Cuando alguien trabaja diligentemente en su llamado, glorifica a Dios su
Creador. La cosmovisión cristiana no admite el dualismo iniciado con el
monasticismo de la Edad Media. Tal filosofía espiritualizaba el servicio a
Dios y miraba despectivamente las actividades seculares clasificándolas de
mundanas. Como afirma Lammé (2012):
Según esta mentalidad el creyente que hace un llamado al
evangelismo, que sirve en un comité congregacional, o que enseña
una lección en servicio a la iglesia está llevando a cabo una labor más
espiritualmente significativa que la madre cristiana que cuida a sus
hijos o que el cristiano que trabaja con integridad en una fábrica (p.
156).
El pensamiento cristiano, modelado por las Escrituras, afirma
(contrariamente al dualismo) que todos los creyentes disfrutamos de una
clase de sacerdocio espiritual, razón por la que todos estamos llamados a
servir a Dios en las distintas actividades que realicemos, pues Dios es
también glorificado por medio de ellas.
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios”. 1 Corintios 10:31
Todas las profesiones de todo tipo, suponiendo que son legales y
bíblicamente éticas, son honorables delante del Señor. Simplemente no hay
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dicotomía entre el trabajo secular y sagrado. Todo trabajo da gloria a Dios
y satisfacción al ser humano, si se hace con el fin de glorificar a Dios.
(Nyenhuis y Eckman, 2002, p. 292).
San Pablo sentencia al respecto diciendo:
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no
para los hombres”. Colosenses 3:23
El dualismo sugerido por el monasticismo, y luego por el avance del
secularismo, dio origen al abandono masivo de ciertas actividades que eran
consideradas pecaminosas o paganas sin necesariamente ser así. De ese
modo, los cristianos empezaron a abandonar las artes, la economía, la
política, la ciencia, y aun las aulas universitarias.
Todos somos por demás conscientes que tal cosmovisión desarmó y relegó
a la iglesia de los ámbitos más importantes de la sociedad por muchas
generaciones. Este es un reto que la Iglesia está llamada a revertir, pues
como Pablo dice:
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria
por los siglos. Amén”. Romanos 11:36
Este proceso de desarrollo escatológico desde un Jardín en Génesis hasta
una ciudad majestuosa en Apocalipsis nos dice que, en el propósito de Dios,
la creación será mejorada y desarrollada desde su forma original a una
ciudad gloriosa. Aunque tal logro no sea por medios de actividad humana,
sino por la actividad re-creadora de Dios, el mensaje está dado con claridad,
y nos corresponde participar activamente de ella.
Finalizamos esta lección capítulo citando a Miller (2001, p. 218):
Dios principió la historia plantando un huerto, y la terminará
construyendo una ciudad.
Cerrando este tema, podemos responder las interrogantes planteadas al
inicio: ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano hacia el trabajo? ¿Es una
bendición o una maldición? ¿Es un medio para satisfacer nuestros deseos
de recreación y entretenimiento?
El creyente, como virrey sobre la creación, trabajará esmeradamente en el
cuidado de ella, considerará su rol una bendición puesto que de ella
obtendrá los frutos que satisfagan sus necesidades. Y, sobre todo, como fiel
mayordomo procurará glorificar a Dios y honrarlo, consagrando los frutos
de su labor al servicio de Dios y a la expansión de Su Nombre más que a sus
propios intereses personales.

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 7
COSMOVISIÓN Y ECONOMÍA
Contenido
I. Enfoque bíblico de la economía
II. Enfoque sociológico de la economía
III. Rol, naturaleza y tragedia de la economía
IV. La redención de la economía
V. La mayordomía de la economía
*****
Respecto a la economía, la Biblia tiene mucho que decirnos. Aunque no es
un texto de economía, contiene principios económicos en abundancia.
Cerca de setecientos pasajes hablan de ella (de la economía), directa o
indirectamente. Llama la atención que en los Evangelios el mismo Señor
Jesús habla sobre la administración de las riquezas, incluso más que del
cielo o el infierno.
Mackey pregunta:
¿Por qué el Salvador pone tanto énfasis en lo que parece, a primera
vista, un asunto mundano y temporal? (2004, p. 319).
La respuesta está en las palabras del Señor cuando dice:
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón”. Mateo 6:21
Esto significa que la administración de nuestros asuntos económicos
diagnostica con precisión la verdadera orientación de nuestros corazones,
haciendo evidente si estamos enfocados en asuntos temporales o eternos.

I. ENFOQUE BÍBLICO DE LA ECONOMÍA


El concepto bíblico deriva de la palabra griega oikonomía, donde oikos
significa ‘casa, bienes o familia’; y nomía significa ‘cuidado, manejo,
atención’.
La idea general que se deriva de esto es que economía significa ‘la
administración o el cuidado de la casa de Dios por parte del hombre’
(Calderón, 1982). Tal casa no tiene que referirse exclusivamente a la iglesia,
sino también a este mundo físico por ser creación de Dios.

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II. ENFOQUE SOCIOLÓGICO DE LA ECONOMÍA
Acerca de su uso sociológico, Mackey (2004) afirma que muchos creen que
inició con el inglés Thomas Robert Malthus, quien escribió un ensayo
bastante pesimista de la economía, donde sostenía que el crecimiento
acelerado de la población daría como resultado el desabastecimiento y
escasez mundial. Y precisamente, todo principio económico desde
entonces se ha desarrollado en función de los conceptos de escasez,
producción y distribución.

III. ROL, NATURALEZA Y TRAGEDIA DE LA ECONOMÍA


La función de la economía ideal consiste en promover la producción, para
luego distribuirla equitativamente y, de ese modo, suplir la escasez
existente. Sin embargo, aquí surge la pregunta: ¿Cuándo empezó a existir
la escasez?
La Biblia nos da respuestas concretas a ello, y siguiendo el análisis acertado
de Mackey, señalaremos en dirección de los tres primeros capítulos de
Génesis. La Escritura nos dice que en el principio la escasez no existía. Esto
se debe a que existían tres elementos importantes que son:
Abundancia, cooperación y balance (Mackey, 2004, p. 322).
¿De qué trata cada uno de ellos? veamos:
1. Abundancia. El relato de Génesis nos dice que, si algo había en el
principio, era la abundancia de recursos. Esto lo sabemos por relatos como
el siguiente:
“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que
está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da
semilla; os serán para comer”. Génesis 1:29
2. Cooperación. La abundancia estuvo bien acompañada de la cooperación,
primero entre el Creador y la criatura, y luego entre el hombre y la mujer.
En ese entonces, la cooperación hacía que no existiera la competencia, y en
consecuencia, no era parte del problema del hombre.
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré
ayuda idónea para él”. Génesis 2:18
3. Balance. Todo en tal estado primigenio era de absoluto balance. “La luz
y la oscuridad, tierra y agua, plantas y animales, animales y humanos,
hombre y mujer [...]” (Mackey, 2004, p. 323). No existían las altas y bajas,
preocupaciones por alguna irregularidad o cambios que pudieran afectar
tal armonía. Pero todo esto se perdió con la caída. Toda armonía y

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sincronización bella que existía fue dramáticamente alterada y afectada por
el pecado. Las consecuencias que el hombre sufriría fueron
elocuentemente expresadas en la sentencia divina:
“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y
comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él;
maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos
los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas
del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que
vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y
al polvo volverás”. Génesis 3:17-19
La caída trajo como consecuencia una alteración completa en todo el
sistema de la creación, al punto de que la abundancia se hizo escasez, la
cooperación degeneró en competencia, y el balance en desequilibrio. Y son
esos elementos los que han hecho de la economía una esfera difícil de
tratar: escasez, competencia y desequilibrio. De manera gráfica, podemos
representar las consecuencias de la caída sobre la economía:

Solo para concluir con esta parte, hay quienes han sugerido erróneamente
que la escasez se debe al excesivo crecimiento demográfico en el planeta.
Uno de ellos fue Robert Thomas Malthus (1766-1864) en su Ensayo sobre el
principio de población y cómo afecta el futuro mejoramiento de la sociedad,
escrito en el 1798. Pero tales cálculos fallaron, ya que Malthus no contó con
que el hombre unos años después encontraría una gran aliada en la
tecnología, recurso que potenciaría el crecimiento productivo (Mackey,
2004).
Las estadísticas de producción dicen que, en promedio, cada persona
produce más de lo que consume en el curso de su vida. De manera que el
crecimiento poblacional no es la causa de escasez, sino la pereza o la
ineficiente distribución de recursos (Miller, 2001). ¿Qué soluciones plantea
la cosmovisión bíblica para este problema? Esta pregunta nos lleva al cuarto
punto.

IV. LA REDENCIÓN DE LA ECONOMÍA

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Ya hemos conocido que la redención obrada por Dios a través de Jesucristo
incluye la redención de todas las cosas y del mismo orden creado. Esto
significa que, en la consumación de los tiempos, que es hacia donde nos
dirigimos, la escasez, la competencia, el desbalance y la desigualdad
dejarán de ser un problema. Pero la espera de tal restablecimiento no es
para el creyente una clase de espera pasiva, sino activa. Dios ha regenerado
al individuo a través de Su Espíritu y Su Palabra, de modo que ahora trabaje
y coopere en la redención de todas las cosas, incluyendo la economía.
Por ello, debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones:
a) Trabajo. Vivir en un mundo caído implica vivir en muchos casos con
necesidades. Dios muestra a las hormigas como ejemplos de ello:
“Ve a la hormiga [...] y sé sabio;
La cual no teniendo capitán,
Ni gobernador, ni señor,
Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”.
Proverbios 6:6-8
La hormiga es el ejemplo de laboriosidad, planificación, automotivación y
precaución. (Mackey, 2004).
El apóstol Pablo sugiere que el trabajo es el medio para satisfacer las
necesidades y tener lo necesario compartir con aquellos que la padecen:
“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos
lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece
necesidad”. Efesios 4:28
“Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios,
y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado,
afín de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no
tengáis necesidad de nada”. 1 Tesalonicenses 4:11-12
Bajo condiciones normales, la escasez es el problema, y el trabajo honesto
la solución. (Mackey, 2004, p. 327). La solución bíblica a la escasez no está
en programas sociales que distribuyan riquezas entre las clases necesitadas,
sino en el abandono de la necedad y el esfuerzo humano. Al mismo tiempo,
la Biblia atribuye la pobreza, en la mayoría de los casos, al ocio (véase
Proverbios 24:30-34).
b) Ahorro. Increíblemente, debemos volver al ejemplo de la hormiga, de
quien la Biblia dice:

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Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida
(Proverbios 30:25).
Sin mucha ciencia pero con instinto, estos pequeños insectos almacenan su
alimento en el verano. Lo mismo se dice de José en Egipto (Léase Génesis
41). O cuando Salomón se refiere al hombre sabio, de quien dice:
“Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio;
Mas el hombre insensato todo lo disipa”.
Proverbios 21:20
La Escritura hace gran énfasis en la necesidad de un plan de ahorros, lo que
significa que es sabio prepararse para el futuro o imprevistos que pudieran
surgir en un mundo caído.
Miller dice respecto a esto que “el futuro demanda sacrificio, abnegación,
postergaciones de gratificaciones personales. Aquellos que solo viven para
hoy tienen buenas probabilidades de ser pobres mañana. El lema del
hedonista es: comamos, bebamos y alegrémonos y mañana seremos
pobres” (2001, p. 242).
También es necesario resaltar el hecho de que el creyente debe en esa
misma medida, y aún con mayor interés, “ahorrar o atesorar” para la
eternidad.
Las palabras del Señor al respecto deben ser suficientes para motivarnos en
ese sentido:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en
el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no
minan ni hurtan”. Mateo 6:20
Pablo acota el mismo mandato:
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la
esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir”. 1 Timoteo 6:17-19
c) Dar. Alguno podría decir que este punto no está bien sugerido. Pero lo
cierto es que “dar” ayuda a aliviar la escasez que otros experimentan. Jesús
dijo:

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“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando
darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que
medís, os volverán a medir”. Lucas 6:38
La Iglesia en la era apostólica tenía por costumbre dar el primer día de la
semana (1 Corintios 16:1-4); esto para sustentar la obra de la Iglesia, las
necesidades de los desposeídos (Gálatas 6:10; Efesios 4:28; Proverbios
14:21; 1 Juan 3:17) y otros fines similares.
De hecho, Pablo recoge uno de los dichos de Jesús para afianzar y estimular
el espíritu de generosidad de los hermanos de Éfeso en su despedida de
ellos:
“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los
necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más
bienaventurado es dar que recibir”. Hechos 20:35
Por ello, con mucho acierto, propone Miller (2001, p. 245): “Un ser humano
que no da no se parece a Dios; porque Dios es el Dador por excelencia”.
¿Cuánto y cómo debiéramos dar?
En este caso, ser generosos no es suficiente, también se requiere tener
discernimiento. El apóstol Pablo, escribiéndole a Timoteo respecto a este
tema, se refirió de la siguiente manera:
“Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene
hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su
propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno
y agradable delante de Dios”. 1 Timoteo 5:3-4
Una forma sabia de discernir en este sentido es sugerida por Miller (2001)
de la siguiente manera:
 Los pobres dignos de ayuda. En esta categoría caben las viudas
ancianas, huérfanos, discapacitados, enfermos. Pertenecen al grupo
de personas que debido a sus limitaciones necesitan de nuestra
ayuda.
 Los trabajadores pobres. Este grupo de personas trabajan y tienen la
disposición de hacerlo, pero requieren de algún tipo de ayuda. La
pésima remuneración que perciben por su trabajo puede hacer que
requieran de nuestra asistencia, o el tener una familia numerosa,
entre otros agravantes.
 Los pobres que no merecen ayuda. Son personas con capacidades
para desarrollar un trabajo y generar producción, pero no lo hacen.

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Tales personas merecen nuestra amonestación hecha con amor, mas
no merecen apoyo financiero. Brindarles ayuda y ocuparnos de sus
necesidades sería una forma de perpetuar su pobreza y apoyar su
necedad. La mejor forma de ayudarlos es a través de la asistencia
emocional y espiritual.
En todos estos casos, el creyente siempre está comprometido en dar a los
necesitados, sea a través de recursos que satisfagan sus necesidades, o de
la orientación y amonestación a los negligentes y perezosos.
Asimismo, Miller (2001) menciona que el deber de dar comienza por
nuestro círculo más personal. En ese sentido, tendríamos que:
 En el nivel más personal está nuestra familia más cercana. El apóstol
Pablo dijo que el que no provee para su familia es peor que los
incrédulos (1 Timoteo 5:8).
 En un segundo nivel está el dar a través de instituciones benéficas,
tales como las iglesias, organizaciones cívicas, y otras similares que
generalmente se hacen en nuestra comunidad próxima.
 En un tercer nivel, participamos en el dar a través del pago de
nuestros impuestos al estado, este a su vez, destina parte de esos
ingresos a programas sociales que puedan alcanzar un radio mucho
más amplio.
Para no olvidar estos principios, citaremos el lema popularizado por el
famoso evangelista y reformador social de Inglaterra, Juan Wesley, que
decía:
¡Trabaja tanto como puedas, ahorra tanto como puedas, da tanto como
puedas! (Miller, 2001, p. 236).
Se ha dicho que esta frase resume las bases del sistema capitalista. Trabajo
es la formación del capital; ahorro, la acumulación del capital; dar, la
inversión del capital. Sin embargo, no debe creerse que las motivaciones de
la ética cristiana y el capitalismo tienen las mismas razones. El capitalismo
tiene como objetivo final el bienestar y la riqueza material personal; la ética
económica cristiana tiene como objetivo glorificar a Dios y buscar el
bienestar del prójimo a través de una correcta administración de la creación
(Miller, 2001).

V. LA MAYORDOMÍA DE LA ECONOMÍA
Además de lo ya mencionado, el cristiano como administrador debe tener
cuidado en ejercer su mayordomía con toda responsabilidad sobre todo

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aquello que le ha sido confiado, toda vez que nada le pertenece en última
instancia. Para consolidar esto, veamos algunas afirmaciones:
a) Entender que todo es de Dios
Como dice el salmista:
“De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan”.
Salmos 24:1
Y no solo la creación, sino también nuestro tiempo, nuestra vida, nuestras
capacidades, y todo lo que podemos poseer, por lo que se nos exhorta:
“Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las
riquezas”. Deuteronomio 8:18
b) El contentamiento es mayor que las riquezas
Ante la avasalladora ola del falso “evangelio” de la prosperidad, que hace
de la avaricia y el amor al dinero sus principales ofertas de vida a sus
oyentes, el apóstol Pablo advierte al joven pastor Timoteo diciendo:
“Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”.
1 Timoteo 6:5
Mackey (2004, p. 334) afirma que esta expresión apostólica se resume bien
de la siguiente manera.
Muchos cristianos creen que:

Pero la Biblia enseña que:

Y tal verdad tiene en Pablo la perfecta correspondencia cuando, escribiendo


a los Filipenses, dice:
“He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé
vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para
tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:11-13
c) Usar lo temporal para glorificar a Dios y extender Su Reino en el mundo

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Como afirma Miller (2001, p. 240):
Somos soldados de Dios; reclamamos territorio para nuestro Rey.
Somos sus heraldos; anunciamos que su Reino está cerca.
La razón por la que Dios nos bendice no es principalmente para mejorar
nuestro estatus social sobre la tierra, sino para promover la gloria de Dios
entre los hombres. Las riquezas y otros bienes materiales perecerán el día
de la muerte, no dispondremos más de ellas, excepto las inversiones que
hicimos con ellas estando en vida.
d) Actitud de equilibrio
El cristiano, debido a su nueva naturaleza y las promesas gloriosas que el
Señor ha dado, no ve a las riquezas como su fuente de felicidad y un fin de
realización en sí misma. Tal perspectiva le provee un sentimiento de
equilibrio perfecto, el que se describe hermosamente en la célebre oración
de Agur:
“Dos cosas te he demandado;
No me las niegues antes que muera:
Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Mantenme del pan necesario;
No sea que me sacie, y te niegue, y diga:
¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios”.
Proverbios 30:7-9
Un pensamiento final aportado por Mackey (2004, p. 335) tiene que ver con
una lista de cosas que tienen más valor que el oro, es decir las riquezas de
este mundo. Veamos:
 El alma de las personas (Mateo 16:26)
 La justicia (Proverbios 16:8)
 La sabiduría y el entendimiento (Proverbios 16:16)
 Un buen nombre (Proverbios 22:1)
 La ley del Señor (Salmos 19:9-10)
 La integridad (Proverbios 19:1)
 Una esposa excelente (Proverbios 31:10)
 Hijos (Salmos 127:3-5)
 Conocer a Cristo (Filipenses 3:7-9)
 Conocer a Dios (Jeremías 9:2)

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Oremos para que Dios abra nuestros ojos y extirpe de nuestros corazones
todo apego desmedido y enfermizo a los bienes materiales. Porque, como
bien dice Pablo, nuestra nueva naturaleza demanda de nosotros. Amén.

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 8
COSMOVISIÓN Y ESTADO
Contenido
I. El enfoque cristiano del Estado
II. Jesús y el Estado
III. Iglesia, Estado y política
IV. Iniciativas políticas saludables
V. Actitudes del creyente frente a un gobierno democrático
*****

I. EL ENFOQUE CRISTIANO DEL ESTADO


Uno de los temas ineludibles de la cosmovisión cristiana tiene que ver con
el enfoque bíblico sobre la política. Debemos aclarar que la mayoría de los
eruditos opinan que respecto a este punto no existe una normativa clara y,
por lo mismo, se presta a distintos puntos de vista que deben ser
examinados cuidadosamente. El teólogo Theo Donner acierta cuando
escribe:
Aunque hay mucho en la Biblia sobre el poder, sobre reyes y sobre
gobiernos, no hay mucho que se pueda aplicar directamente a
nuestra situación contemporánea. No hay gobiernos democráticos
en la Biblia. El Antiguo Testamento nos narra la historia de la
monarquía en Israel, pero es una monarquía sobre un pueblo que
está bajo pacto. Este pueblo pertenece a Dios en forma especial y se
ha comprometido a cumplir su ley. Esto no corresponde a la situación
de ningún país hoy (2004, p. 120).
Al menos bíblicamente, los únicos casos en los que se habla de un gobierno
teocrático (donde Dios mismo rige de manera directa los asuntos
gubernamentales de los hombres) serían: 1) la época antes de la caída; y 2)
en cierto sentido, la nación de Israel que terminó desechando el gobierno
de Dios a través del último juez (Samuel). De allí en adelante, a donde se
mire solo veremos sistemas de gobierno y estados que tienen al hombre
como principal protagonista de su historia.
Por estas razones, al hacer el análisis del criterio que el creyente debe tener
respecto al tema del gobierno, el estado y la política es importante que
consideremos algunos aspectos esenciales que amplíen nuestro
entendimiento:

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 Distinción entre Iglesia y Estado
 El origen del Estado
 La tarea del Estado
 Los límites del Estado
a) Distinción entre Iglesia y Estado
Por Iglesia se entiende a la comunidad cristiana y su organización
eclesiástica; esto es, un pueblo de naturaleza eminentemente espiritual y
sobrenatural, de proyección eterna, cuyo único gobernante soberano es
Jesucristo.
Mientras que por Estado se indica una nación en su capacidad corporativa
y organizada para el gobierno civil, cuyas funciones son de carácter
eminentemente político, gubernamental y terrenal, correspondiente al
presente orden creado (Deiros, 2006).
b) El origen del Estado. Según Platón, es el hombre quien organiza el Estado
para servir a sus propios intereses. Por otro lado, el filósofo inglés Tomás
Hobbes, que vivió entre el 1588 y el 1679, afirmaba que el Estado llega a
existir como una necesidad de los hombres de tener una especie de
contrato social que regule e intermedie sus conductas e intereses a través
de sus regulaciones legales.
Pero, ahora surge la pregunta:
¿Es el Estado una consecuencia de la caída o es anterior a ella?
La teología bíblica reconoce que el Estado es una orden divina para
preservar la organización exterior de la vida caída. El estado es una
autoridad ordenada divinamente (Romanos 13:1) a fin de promover justicia
y evitar que el hombre caído decline hasta el caos social (Carl, 2006, p. 233).
Carl, coherentemente señala que Dios instituyó el Estado para restringir la
maldad en las relaciones humanas, y esto tiene sentido con la institución
del gobierno humano en Génesis 9:6 y la declaración de Pablo en Romanos
13:1.
Dios ha establecido un orden para el funcionamiento de la sociedad
humana. Este orden comprende el gobierno de las naciones, lo que exige la
aceptación de las leyes establecidas por los gobernantes, por parte de los
gobernados (Pérez, 2011, p. 935).
c) La tarea del Estado ¿Qué funciones debe cumplir el Estado?
Bíblicamente, las tareas del Estado descansan principalmente en el
contenido inspirado de Romanos 13:3–6:

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“Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el
bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo
bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu
bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada,
pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del
castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis
también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden
continuamente a esto mismo”. Romanos 13:3–6
Las tareas mencionadas aquí son las siguientes:
 v3 “infundir temor [...] al malo”
 v. 4a “es servidor [...] de Dios para tu bien”
 v. 4b “lleva la espada [...] para castigar al que hace lo malo”
 v. 6 recibir tributos de los ciudadanos.
Concluimos, tomando las distintas opiniones vertidas anteriormente, que
las tareas principales del Estado son:
 Garantizar el orden y la justicia social. Es decir, debe promover el
orden y la justicia en las relaciones entre los individuos y entre las
instituciones.
 Castigar el mal, para evitar el desorden y la injusticia social.
 Cobrar impuestos de sus ciudadanos para financiar sus acciones en
beneficio de los mismos.
Sin el Estado, cualquiera que sea la forma en que se presente, la sociedad
se destruiría a sí misma en anarquía (Carter, 2009, p. 266).
d) Los límites del Estado. Aquí es importante señalar que el mal
entendimiento de este punto a lo largo de la historia ha producido maridaje
entre el Estado y la Iglesia, perjudicando el testimonio del Evangelio a
cambio de poder político. Israel y la Iglesia viven bajo estados diferentes,
por lo que es importante entender que:
El pueblo de Dios ya no es una nación, sino que es el cuerpo de
creyentes, dispersos en todas las naciones. Este hecho obliga a hacer
cierta separación entre la tarea religiosa de la Iglesia y la tarea civil
del gobierno. La Iglesia es un organismo más que una institución,
entretejido en toda la sociedad (Ramsay, 2005, p. 81).
Algunas claras señales de la separación entre las actividades de los asuntos
políticos y religiosos se observan desde el Antiguo Testamento. Por
ejemplo, la indignación de Dios cuando Saúl usurpa las funciones

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sacerdotales de Samuel (1 Samuel 13:11-12), o el grave juicio de Dios sobre
el rey Uzías, herido de lepra y condenado a morir exiliado (2 Crónicas 26)
por el mismo pecado (Stead, 2004).
Además, ya que hay tantos gobiernos que son corruptos, o incluso
anticristianos, el hecho de permitir que legislen sobre las creencias
religiosas traería solamente más sufrimiento para muchos cristianos [...]
Tampoco queremos poner al Estado debajo de la Iglesia, porque aún la
Iglesia como institución puede estar corrupta. (Ramsay, 2005, p. 81)
Como también afirma el fallecido profesor Francisco Lacueva:
Como la Iglesia y el Estado son dos sociedades distintas, con fines y
medios también distintos, la separación de la Iglesia y del Estado es
algo que todo creyente debe aprobar y defender. Cuando una de las
dos sociedades absorbe los poderes de la otra, sólo se pueden
esperar desafueros de todo orden. (Lacueva, 2001, p. 538).
De esto hay suficiente evidencia en la historia. En ese sentido, la función del
gobierno civil es suprimir el mal mientras que el de la Iglesia colectivamente
es predicar el Evangelio a las personas y ocuparse de los asuntos
espirituales.

II. JESÚS Y EL ESTADO


La actitud de Jesús hacia el Estado y el gobierno de su tiempo es aclaradora
al momento de formar nuestro enfoque sobre el tema. Jesús vivió según el
principio de Romanos 13 mucho antes que Pablo lo escribiera:
Se sometió al gobierno vigente. Para sorpresa incluso de los discípulos, no
trató de remover a las autoridades romanas ni cambiar el sistema corrupto
de autoridad. Lo que está claro es que Jesús no se pronunció acerca de si
algún sistema de gobierno era mejor que otro (Ramsay, 2005, p. 88).
Pagaba impuestos. Por lo dicho en Mateo 22:15–22: “A César lo que es de
César”, se concluye que no estaba en oposición al cumplimiento de tal
deber.
Jesús conocía que toda autoridad humana derivaba su poder de la
autoridad conferida por Dios. Tal verdad era enseñada por los profetas del
Antiguo Testamento (Daniel 4:25), a lo que también Jesús se refirió para
instruir a Pilato: “Ninguna autoridad tendrías [...] si no te fuese dada de
arriba” (Juan 19:1).
Dios es mayor que el Estado. “A Dios lo que es de Dios”. A través de la
misma enseñanza sobre el pago que se debe dar al Estado en lo

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concerniente a los impuestos, Jesús enseñó que el hombre, por ser
portador de la imagen del Creador, debe su fidelidad principalmente a Dios.
Cuando las autoridades judías prohibieron a los discípulos el predicar en el
nombre de Jesús, estos tuvieron que desobedecerles y obedecer a Dios.
(Hechos 4:19).
Entendía que su Reino no es de este mundo, por lo que sus prioridades no
obedecían a asuntos transitorios o materiales sino espirituales. “Respondió
Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis
servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi
reino no es de aquí.” (Juan 18:36).
Ordenó un compromiso con el Estado, a través de la evangelización. Antes
de su ascensión, Jesús encargó que el Evangelio fuera predicado en todas
las naciones (Hechos 1:8). Históricamente, la predicación y aceptación del
Evangelio ha contribuido con el orden social de los pueblos y naciones.

III. IGLESIA, ESTADO Y POLÍTICA


Ya aclaramos las diferencias entre Estado e Iglesia; ahora referiremos
brevemente la distinción entre Estado y Política:
 Política se denomina a la actividad de los que gobiernan o aspiran a
gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país, y que
afectan directamente a la sociedad y lo que tenga que ver con ella
(Cayuela, 1997).
 El Estado es la “comunidad social con una organización política
común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana
e independiente políticamente de otras comunidades” (Cayuela,
1997).
En tal sentido, el Estado tiene que ver con un territorio y órganos
institucionales debidamente organizados, mientras que la política con las
acciones que tal Estado lleva a cabo. No es difícil admitir que la Iglesia
participa directa o indirectamente de ambas, por lo que es importante
detallar algunas especificaciones generales:
 Ningún país al presente vive bajo el gobierno teocrático.
 El Estado y el gobierno humano fueron establecidos por Dios para
beneficio de la humanidad entera debido a la caída y son necesarios
para la convivencia social.

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 La tarea del Estado no nos garantiza vivir en un mundo con relaciones
perfectas, pero el mal es menor debido a su arbitraje.
 Debido a la naturaleza y diferencia existente entre la Iglesia y el
Estado, sus actividades deben restringirse a sus ámbitos
correspondientes. El Estado debería, en función de justicia, velar por
el bienestar de la Iglesia, y esta debe cooperar con el Estado en todo
cuanto no implique desobedecer el deber supremo para con Dios.
 Otro principio fundamental que debe quedar claro es que la Iglesia,
a nivel organizacional, no debe participar en actos públicos
partidistas. Aunque tampoco puede ser indiferente al ambiente
político, como en los procesos electorales. En ese sentido, la Iglesia
está en el deber de crear conciencia electoral, a fin de que
individualmente cada creyente sufrague y participe
responsablemente.
Donner dice congruentemente respecto a esto:
La Iglesia debe ser el lugar de encuentro donde los cristianos
de diferentes partidos y opciones políticas pueden encontrarse
y unirse en alabanza a Dios, para juntos oír la Palabra de Dios.
Si la iglesia toma una posición partidista propia, esto ya no es
posible (2004, p. 122).
 Respecto a los pastores-políticos. El pastor está llamado por Dios a
servir a la iglesia, y a ser el portavoz de ella, y puesto que la iglesia no
debe identificarse con acciones partidistas, el pastor no haría ningún
bien en considerar tal posibilidad. Donner afirma que “un pastor
tendría que dejar su vocación y ministerio para dejar bien claro que
no actúa en representación de la iglesia” (Donner, 2004, p. 123). Más
allá de ello, estaría siendo renuente a un llamado hecho por Dios
respecto al ministerio honorable que le ha sido asignado, al tiempo
que con o sin intención acaba comprometiendo la conciencia de los
creyentes para votar por él. De ese modo “aprovecha para fines
políticos el apoyo y respeto que uno se ha ganado como pastor y
convierte a la iglesia en un bloque electoral. Tal clientelismo cristiano
levanta preguntas éticas profundas” (Donner, 2004, p. 123).

IV. INICIATIVAS POLÍTICAS SALUDABLES


Aquí es necesario señalar algunas especificaciones, dadas la coyuntura
moral, social y política en la que estamos viviendo. Preguntas como ¿Qué
iniciativas políticas debe apoyar el creyente? ¿En base a qué decide apoyar

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a un candidato en las elecciones? ¿Qué tipo de leyes e iniciativas debe
impulsar el cristiano? Respecto a estos temas necesitamos tener
perspectivas equilibradas.
Nyenhuis y Eckman (2002, pp. 267-268) citan a Robert Dugan, exdirector de
la National Association of Evangelicals [Asociación Nacional de Evangélicos],
quien sugiere cinco principios esenciales que deben guiar al cristiano al
momento de evaluar los candidatos y las leyes potenciales:
1. La preeminencia de la libertad religiosa. Cualquier candidato o
legislación que restrinja la práctica de la fe religiosa debe ser resistido
pacíficamente. El sistema democrático nos permite hacerlo.
2. La protección de la vida como sagrada. Los candidatos o la legislación
que traten la vida frívolamente, o que intenten destruirla (por ejemplo, el
aborto, la eutanasia, el infanticidio) deben ser resistidos y rechazados.
3. La provisión de justicia para todos. Los candidatos y la legislación deben
reflejar la preocupación de Dios por la justicia y la equidad. La lectura de
Amós da evidencia convincente de que Dios desea que el gobierno
promueva leyes que protegen a los pobres y a los desaventajados de la
explotación y la opresión.
4. La preservación de la familia tradicional. Una de las enseñanzas claras
de la Biblia es que la familia es una institución esencial para Dios. Por ello,
cualquier legislación que impacte a la familia en forma negativa, o que
promueva el matrimonio entre personas del mismo sexo, debe ser
rechazada.
5. La promoción de valores judeocristianos en la educación y en la
legislación. Por ejemplo, los valores de honestidad, integridad,
responsabilidad personal, y la rendición de cuentas pueden ser socavados
fácilmente por un líder que miente caprichosamente y muestra falta de
respeto por la ley. El fraude, el soborno y la corrupción que socavan la
confianza pública son terriblemente destructivos. La educación debe
reforzar los valores de los padres y no socavar su autoridad (Deuteronomio
6:1–10).
Los cristianos, por lo tanto, como sal y luz (Mateo 5:13–16), deben también
procurar el cambio justo en la cultura a través de su participación y apoyo
a iniciativas que salvaguarden principios saludables vía los procesos
políticos permitidos.

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V. ACTITUDES DEL CREYENTE FRENTE A UN GOBIERNO
DEMOCRÁTICO
Debido a que en la mayoría de los países se vive bajo regímenes
democráticos (lo que se ajusta a nuestra realidad), es importante que
hagamos estas cuatro consideraciones:
1. El cristiano debe votar. Según Cranfield, la omisión a votar significa
“abandonar la responsabilidad compartida para el mantenimiento de la
justicia del estado, y por lo tanto es un incumplimiento del deber cristiano”.
2. El cristiano debe mantenerse informado tan completamente y tan
exactamente como le sea posible acerca de asuntos políticos, sociales y
económicos. Esto requiere leer diligentemente periódicos y revistas
noticiosas, ver con criterio las noticias de televisión, y conversar acerca de
tales asuntos con amigos y colegas.
3. Debemos evaluar al gobierno, sus políticas y sus agentes, a la luz de la
revelación de Dios. La Biblia llega a ser el filtro a través del cual el cristiano
evalúa las acciones y las políticas del Estado; el creyente está dispuesto a
llamar al Estado a operar con justicia de acuerdo con la Palabra de Dios.
4. El cristiano debe trabajar por leyes justas, y oponerse a las políticas y las
decisiones que son injustas. En una democracia, esto involucra actividades
tales como trabajar por la elección de candidatos que apoyan la justicia, y
hacer llamas telefónicas o escribir cartas para apoyar una legislación que
refleje genuina justicia bíblica (Nyenhuis y Eckman, 2002, pp. 265-266).
Por estas y otras cuestiones más, que podrían surgir de una reflexión más
profunda sobre el tema, hará bien a los creyentes obedecer al mandato del
Señor que nos dice:
“Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al
rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados
para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien”.
1 Pedro 2:13-14
Esto, teniendo en consideración nuestra doble ciudadanía, en virtud de la
cual pertenecemos a ambos reinos.

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 9
POSMODERNIDAD

En el año 1887, Nietzsche escribió para el periódico Gay Science un ensayo


titulado El loco; en el mismo afirmaba que la cultura moderna, con la ciencia
y la razón como aliadas, declaraba a Dios muerto:
¿Qué a dónde se ha ido Dios? Exclamó. Os lo voy a decir. Lo hemos
matado: ¡vosotros y yo! Todos somos su asesino [...] ¿No nos llega
todavía un olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se
pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo
podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? [...] Aunque
escrita hace más de cien años atrás, esta parábola de Friedrich
Nietzsche afirmaba una gran verdad: Una cultura no puede perder su
centro filosófico sin enfrentar las más graves consecuencias (Sire,
2005, p. 221-222).
Pero las consecuencias de quitar a Dios del medio no solo afectaron las
bases de la filosofía del hombre, sino también todas las estructuras de la
sociedad, y aun el concepto de identidad que cada individuo tenía de sí
mismo. La tesis que planteamos afirma que cuando excluimos a Dios de la
ecuación, todo pierde sentido y reina el caos, tal caos se define en una
palabra: posmodernidad.

¿A qué llamamos posmodernismo?


Posmoderno significa “posterior a lo moderno”. El doctor y profesor de
filosofía en la Universidad de Carolina del Norte, Heath White, refiere que
esta palabra surgió primeramente en el campo de la arquitectura y las bellas
artes, allá por los años 1950. Posteriormente, la denominación fue usada
respecto a la literatura y otros enfoques culturales que fueron impregnados
por la orientación filosófica del movimiento posmoderno.
De ese modo al abordar la posmodernidad, podríamos referirnos a varias
áreas de la cultura humana y todas ellas por demás interesantes. Sin
embargo, nuestro interés está enfocado específicamente en su influencia y
desarrollo en el área intelectual, cultural, ética, moral y espiritual.
Antecedentes de la posmodernidad
La profundidad y amplitud de dominio que tengamos sobre esta
cosmovisión dependerá de lo poco o mucho que estemos familiarizados con
el contexto en el que surgió. Al respecto, afirma White: “El posmodernismo
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[...] no cayó del cielo, surgió en un determinado momento histórico en
nuestra cultura occidental, por razones específicas que tienen que ver con
la historia de occidente” (2007, p. 9).
Debemos asumir que vivimos en un mundo en cambio permanente, una
especie de transición en todos los aspectos. Esto hace que no existan
expresiones filosóficas, culturales y científicas permanentes e inalterables.
Los criterios cambian o evolucionan con el paso del tiempo. Es de ese modo
que surgen periodos que marcan significativamente la historia, y fue así
como también surgió el posmodernismo.
En relación con esto, afirma el teólogo Millard Erickson:
Por inferencia, el Posmodernismo es el resultado del descontento
masivo del ser humano con las ofertas que hacía la época moderna.
Debido a ello, si queremos entender el posmodernismo, debemos
primero entender los dos periodos que lo precedieron, esto es, el
premoderno y el moderno (Erickson, 2008, p. 160).
Haremos un breve repaso de la historia, las épocas que surgieron, su razón
de ser y los aportes significativos que han dejado. Ante todo, es importante
dejar claro que cada periodo tuvo aspectos positivos y negativos que
destacar.
a) Periodo premoderno
Se utiliza el término premoderno para referirse al hombre medieval y
engloba el periodo comprendido entre el siglo V y el siglo XV.
Esta época es conocida también como la era de la autoridad, y ello en virtud
de la profunda influencia de la religión, cuya voz era casi indiscutible
gobernando todas las expresiones culturales de la época.
El lado positivo de este periodo es que se destacó, como afirma Theo
Donner, por “la primacía de los valores de la religión, de la familia, de las
tradiciones” (Donner, 2004, p. 36).
Afirman Oss, Cathcart y Crosby, que en este periodo “la educación, ideales
políticos, y vida social giraban alrededor de la iglesia. El clero era
responsable de la educación y de la religión, y su influencia afectaba
directamente a los que estaban en los altos puestos políticos. La teología
era considerada como la ‘reina de las ciencias’ y era estudiada tanto por su
percibida importancia en el mundo como por verdadera devoción religiosa.
Nadie se atrevía a contradecir las enseñanzas de la iglesia, y la mayoría de
las personas mantenía algún tipo de conexión con ella” (2009, p. 15).

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Como es de suponerse, tal influencia representaba un contingente moral
casi indiscutible, pero más de carácter formal y ritualista que de genuina
espiritualidad.
En lo negativo, la religión institucionalizada y deficientemente
representada por la Iglesia católica romana tenía representatividad y
autoridad indiscutible, pero a través de ella monopolizó los asuntos
políticos, educativos y aun económicos, desconociendo las libertades
individuales y colectivas. Afirma el Dr. White: “Se puede decir que una
persona común y corriente del periodo premoderno no era libre en muchos
de los sentidos que hoy en día reconocemos. No tenía ninguna libertad
política para expresarse. Su rey o señor no elegido era la indiscutible
autoridad [...] y era difícil, sino imposible, introducir algún cambio.
Derechos a los que hoy atribuimos tanta importancia, como la libertad de
prensa, la libertad de expresión y la libertad de asociación” (2007, p. 24).
Otra característica propia de este periodo fue la existencia de dos clases
sociales únicas y bien marcadas, esto es, los nobles (reyes, feudatarios, el
Clero) y los plebeyos (la clase obrera). “La posición social estaba fijada, en
la mayoría de los casos, desde el nacimiento; el hijo de un campesino era
un campesino, y el hijo de un amo era un amo” (White, 2007, p. 22).
De este modo, el descontento empezó a generalizarse, y tanto reyes y
feudatarios poderosos como la Iglesia que era privilegiada a costa de causas
injustas, pronto perderían credibilidad, causando el descontento de las
mayorías que esperaban una reforma en silencio.
b) Periodo moderno
Si el periodo anterior se gobernó bajo la tutela de la autoridad, este se
gobernaría por la razón. Esta época marca el inicio del humanismo y el
antropocentrismo, donde la ciencia reemplaza la autoridad de la Biblia y la
Iglesia. Este modo de pensar se apoyó en la presuposición de los antiguos
filósofos griegos que daban a la razón la cualidad distintiva de los seres
humanos (White, 2007).
Las expresiones “poca moderna”, “neue Zeit”, “moder times” o “temps
modernes”, sirvieron para designar un determinado momento histórico en
las principales lenguas del mundo civilizado (Cruz 1996).
En este periodo se presentan tres acontecimientos capitales para la
humanidad: el descubrimiento de América, el Renacimiento y la Reforma
protestante. Se trataba de la frontera cronológica entre la edad media y la
edad moderna (Cruz 1996).

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Hubo un redescubrimiento de la cultura clásica, griega y latina. En la
literatura, la arquitectura y el arte, se empezó a copiar conscientemente esa
cultura clásica que enfatizaba el valor del ser humano y su capacidad
intelectual. De ahí que hablamos del humanismo del Renacimiento”
(Donner, 2004, p. 36).
Frente al oscurantismo medieval la nueva época se abriría con importantes
cambios que iban a afectar a todas las relaciones entre el ser humano y el
mundo.
El nuevo rostro de la cultura tenía un aspecto completamente distinto al del
periodo pasado. La idea de una vida teocéntrica dio paso al humanismo
racionalista y el secularismo que prescinde de Dios. Theo Donner lo dice
acertadamente:
La Edad Moderna es la del hombre autónomo, la persona que ha
dejado atrás la tutela de la iglesia y de la religión, que es dueño de su
propio destino [...] aquella [sociedad] que cuestiona las autoridades,
tradiciones y costumbres recibidas. Se caracteriza por la
secularización, la democracia y el desarrollo económico. Sus valores
son el humanismo, la ciencia y el progreso. (2004, pp. 37 - 38).
Por otro lado en lugar que estos cambios generaran una reflexión por parte
de la iglesia se inicia una guerra político-religiosa comprendiendo los países
de Europa Central iniciando esta en 1618 y finalizando en 1648.
Este evento llamado “La Guerra de los 30 años” enfrento a católicos y
protestantes, algunas de las causas principales fueron:
 La rivalidad entre 2 cultos predominantes en el Sacro Imperio
Romano Germánico: el católico y el luterano.
 La lucha de la preponderancia europea entre Francia y la dinastía de
los Habsburgo, que gobernaba el Imperio español, Austria, Bohemia,
Hungría y el Sacro Imperio Romano Germánico.
 El temor de los reyes de Francia, Dinamarca y Suecia, de que el Sacro
Imperio se convirtiera en una gran potencia si se unificaba y se
centralizaba.
Una triste consecuencia de esta guerra fue la muerte de 4 millones de
personas entre civiles y militares. El Estado más afectado fue el Sacro
Imperio, que perdió el 30% de sus habitantes y el 50% de su población
masculina. La mayor catástrofe demográfica la padeció Brandeburgo, que
perdió el 50% de su población. (Parker, Geoffrey. La Guerra de los Treinta
Años. Madrid, Antonio Machado Libros. 2014).

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Casos como esos derivaron en sentimiento de aversión y repudio hacia la
religión que mataba en nombre de la fe, llevando a los filósofos nacientes a
renegar en sus razonamientos acerca de Dios y la religión. Dice Morley al
respecto, que el humanismo naciente de la Era Moderna tenía ahora en
estas atrocidades las excusas perfectas para dejar la idea de Dios de lado y
seguir adelante con sus proyectos de desarrollo echando mano de las
atractivas propuestas racionales y científicas.
Los sociólogos e historiadores afirman que las expectativas de la naciente
generación moderna eran realmente grandes. La humanidad esperaba que
la razón, la ciencia, la industria y las libertades conferidas, podrían resolver
los grandes problemas que el hombre acusaba hasta entonces (Oss,
Cathcart y Crosby, 2009).
De hecho, el filósofo Auguste Comte, nacido en Francia en el año 1798,
postulaba que al fin la humanidad había llegado a “la edad adulta”, y en
consecuencia no necesitaba más la primitiva creencia en un supuesto Dios
con poderes sobrenaturales. Comte decía que “el hombre había pasado por
tres etapas sucesivas a lo largo de su evolución histórica. De la edad
religiosa o teológica a la metafísica y de esta a la científica o positiva” (Cruz,
2001, p. 276).
Pero Comte no fue el primero ni sería el último en predicar que la nueva
humanidad podía prescindir de Dios. Un antecesor suyo, el francés René
Descartes, nacido en 1596, ya afirmaba: “¿no habrá algún Dios o alguna otra
potencia que ponga estos pensamientos en mi espíritu? No es necesario;
pues quizá soy yo capaz de producirlos por mí mismo” (Cruz, 2001, p. 113).
Para infortunio de Comte, Descartes y el de pensadores contemporáneos,
los sueños de un mundo mejor y perfecto se desvanecieron, pues la ciencia
y la tecnología mal empleadas fueron usadas en la fabricación de armas
nucleares en germen, dejando el saldo de millones de muertos en dos
guerras mundiales, el genocidio Nazi, el holocausto judío y otros conflictos
sin número. Fue en este periodo que hicieron su aparición sistemas
económicos y de gobierno opresivos y totalitaristas, llevando a los hijos de
la Era Moderna al borde de la desesperación. Y todo esto se dio
principalmente en Europa, que era el centro mismo del periodo moderno1
(Morley, 2004).
Alguien podría decir que estamos siendo injustos al emitir nuestro juicio
sobre la época moderna al no considerar sus aportes positivos, y por
supuesto que los tuvo, principalmente en el campo científico e industrial.
Sin embargo, nuestro análisis gira alrededor de las consecuencias
intelectuales, éticas y morales, y en ese sentido, la era moderna solo
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evidenció que la ciencia, la razón humana, y los grandes ideales son también
insuficientes. Ya el profeta Jeremías (600 a. C.) había declarado que siempre
que el hombre abandone a Dios, solo experimentaría vaciedad y
quebrantamiento (Jeremías 2:13).
Conclusiones, fenómenos y consecuencias de la era moderna
Respecto a las conclusiones de la era moderna, Cruz (1996) las resume en
los siguientes puntos:
 Fe en la libertad del individuo. El hombre debe pensar y obrar
libremente, sin depender de los tutores tradicionales, entre ellos la
Iglesia. Se reclama una libertad integral para pensar, abolir la
esclavitud, se busca la igualdad de derechos para hombres y mujeres.
De estas aspiraciones nacería el humanismo.
 Fe en la ciencia. El desarrollo científico va desplazando la creencia en
los sucesos sobrenaturales. El liberalismo afecta la teología y se
empieza a ver la Biblia como un registro de hechos históricos y
míticos, pero no sobrenaturales. El resultado fue el liberalismo
teológico.
 Fe en el progreso. El aporte científico dio paso a la aparición de las
industrias. En muchos casos usadas para el bien, como en el campo
de la medicina; en otro caso, su mal uso cegó la vida de millones de
personas en la historia.
 Fe en la historia. El pasado fue negativo, el presente es bueno, y el
futuro será mejor. El optimismo humano prescindió de Dios de
menos a más.
 Fe en el hombre. El problema está en la sociedad y no en el hombre,
el cual es bueno. Tal hombre es capaz de mejorarse a través de leyes
e instituciones que promuevan la igualdad social. La fe y la
regeneración son sustituidas por la educación.
 Fe en Dios. Al tiempo que se producen reformas religiosas, se inicia
la secularización de la fe. Dicho de otro modo, lo que antes era
administrado por la Iglesia pasa a ser administrado por la sociedad
humanista; de esta manera la Iglesia empieza a perder espacios
culturales y sociales.

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Algunos otros fenómenos importantes que se pueden citar son:
Fenómenos Consecuencias
Las guerras post-reforma Católicos La religión genera conflictos
vs Protestantes
Inicia la era evolucionista con La desvaloración de la vida humana
Charles Darwin
El lanzamiento de los métodos El libertinaje sexual
anticonceptivos
Revueltas sociales Pérdida del principio de autoridad
La industrialización y el capitalismo Consumismo, la esclavitud moderna
El hombre es la medida de las cosas Abandono de la fe en Dios
Las dos guerras mundiales La ciencia no resuelve los problemas

El siguiente paso que daría la humanidad confusa y sin norte, sería hacia lo
que James Sire denomina “El horizonte desvanecido” (2005, p. 221).
c) Periodo posmoderno
“El hombre moderno está, por lo tanto, sumido en la más oscura de las
incertidumbres acerca de sí mismo. No sabe si es un gigante, como lo
demostraría su capacidad científica, o un enano, como lo señala su angustia
y desamparo” (Dellutri, 1998).
Descripción
El humanismo racionalista de la Era Moderna despojó al hombre del único
referente legítimo, Dios. Al ser creado a imagen y semejanza de su Creador,
le es imposible encontrar en algo más, algún propósito y significado al cual
conformarse. Aunque las ciencias, el arte, la economía y la poesía son
importantes, todo es solo periférico.
El sociólogo Salvador Dellutri afirma que al desplazar a Dios, el hombre
queda solo frente a la naturaleza, y experimenta lo que dijera Pascal:
Porque al fin, ¿qué es el hombre en la naturaleza? Una nada frente al
infinito, un todo frente a la nada, un medio entre nada y todo. Infinitamente
alejado de comprender extremos, el fin de las cosas y sus principios son
para invenciblemente ocultos en un secreto Compenetradle incapaz de ver
la nada de donde él ha salido y el infinito de donde él es absorbido (Dellutri,
1998).

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Como ocurrió con el modernismo, el posmodernismo es el rechazo a lo
antiguo, lo fallido, lo imperfecto.

¿Cómo definimos el Posmodernismo?


La etimología de la palabra posmoderno nos dice que es el periodo posterior
a lo moderno, pero tal descripción es muy limitada. Por ello consideraremos
algunos otros puntos de vista. Al respecto, James Sire afirma:
No es fácil definir esta cosmovisión. ¿Cómo definir lo indefinible? (Sire,
2005, p. 222).
Otros intelectuales como el profesor Ihab Hassan, quien fue uno de los
primeros que escribió sobre la posmodernidad hace 46 años (1971),
confiesa:
Hoy sé menos sobre posmodernidad que hace treinta años (Sire, 2005, p.
223).
Explicando, Hassan afirma que al presente, como cuando empezó, todavía
no hay consenso acerca de lo que significa el posmodernismo al punto que
ni aun los principales expertos en el tema podrían ponerse de acuerdo al
respecto, aun si los pusiéramos bajo encierro sólo para debatir el tema por
espacio de una semana (Sire, 2005).
Por su parte, Antonio Cruz, en su libro Posmodernidad, dice: “Es difícil
definir este último concepto. Entiéndase bien que no pensamos exista una
clara definición y menos aún una teoría sobre lo posmoderno. Al acercarnos
al tema sólo podemos señalar ciertos síntomas” (Cruz, 1996, p. 51).

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COSMOVISIÓN BÍBLICA
Lección 10
SÍNTOMAS DE LA POSMODERNIDAD Y RESPUESTA
CRISTIANA
Contenido
I. Síntomas de la Posmodernidad
II. Respuesta cristiana a la Posmodernidad
*****
Ya vista la dificultad que existe para definir en conceptos la ola posmoderna,
nos ocuparemos en conocer algunos de los trastornos que dan cuenta de
su presencia en nuestra cultura, para concluir con la respuesta cristiana.

I. SÍNTOMAS DE LA POSMODERNIDAD
1. INCREDULIDAD HACIA LAS GRANDES HISTORIAS
El mayor punto de aproximación que se haya dado al presente respecto a
la definición de posmodernidad viene del catedrático de filosofía Jean
Francois Lyotard, quien escribió en 1979 un informe famoso en el que
describió la posmodernidad como “la incredulidad a las metanarrativas”
(Smart, 2009, p. 17).
Entiéndase por metanarrativas las teorías que pretenden explicar la historia
humana. En ese sentido, una metanarrativa no es la historia como tal, sino
las interpretaciones idealistas que algunos pensadores le han dado.
Hablando sobre la historia, Clyde Greer afirma que hay una diferencia
abismal entre la historia científica y la historia interpretativa. Veamos tal
diferencia:
Historia científica. La historia científica se estableció como una disciplina
académica por los historiadores germanos en el siglo XVIII. Tal disciplina
tuvo en consideración algunos elementos como:
 La aplicación de los métodos científicos.
 Insistencia de investigar en las fuentes primarias.
 Seminarios, disertaciones doctorales, escritos monográficos,
fuentes bibliográficas, y notas profesionales.
 Solo deben considerarse testimonios de testigos imparciales.
 Sometimiento al análisis crítico, objetividad, fidelidad.

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Historia interpretativa o idealista. También llamada historicismo. Tal
corriente sustituye los métodos empleados por la historia científica por una
tendencia especulativa, pretendiendo formular teorías que interpreten los
fenómenos humanos de manera totalitaria, y ello enormemente
influenciados por los filósofos de su época (Greer, 2004).
Entendiendo esta verdad, podemos ver que no ha sido la historia como tal
la que ha defraudado a los posmodernistas, sino el historicismo
especulativo, optimista como el idealismo de Descartes, Kant y Marx, o
pesimista como los influenciados por Schopenhauer y Jean Paul Sartre.
La importancia de la Historia
Ahora bien, los cristianos conferimos un alto valor a la historia científica,
por algunas razones que mencionamos a continuación:
 La historia es la memoria de la humanidad. A lo largo de la historia en
todas las culturas, las personas entendidas han procurado aprender
de la Historia. Ella provee datos de acciones correctas e incorrectas,
éxitos y fracasos. Son cual baúles donde buscar lecciones de vida para
el presente (White, 2007).
 Las historias también conectan ideas, y son como el esqueleto donde
descansan el intelecto y la cultura de los pueblos (Smart, 2009). Por
ejemplo, nuestro sentido de patriotismo o civismo descansa en el
conocimiento de la historia de nuestra independencia. Esto permite
crear identidad y una forma de pensar sobre nosotros mismos.
 Las narrativas proveen a las comunidades su carácter de cohesión,
esto porque los grupos de personas como comunidades, naciones y
culturas creen la misma historia y ello les provee estabilidad. James
Sire afirma:
En cualquier caso, los relatos tienen un gran poder de cohesión
social; producen comunidades a partir de lo que de otra
manera serían grupos dispares de personas (Sire, 2005, p.
234).
Como afirma el profesor de filosofía en la universidad de Carolina del Norte
Heath White:
Está claro que los registros históricos más tempranos que tenemos
hasta el día de hoy fueron escritos con el propósito de enseñarnos
algo (White, 2007, p. 155).
Por ello, el posmodernismo es peligroso. Al confundir su noción de la
historia, termina por acusar al cristianismo de ser una más entre muchas,
pretensiosa, idealista y especulativa, y a la Biblia como un conjunto de
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relatos verdaderos y fantasiosos entreverados. Para nosotros, tanto la fe
cristiana como el relato bíblico descansan sobre hechos históricos,
arqueológicos, sociológicos, y en gran parte verificables.
Lucas 1:1-4 es un claro ejemplo del rigor científico con el que se escribió:
“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de
las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo
enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron
ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de
haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen,
escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas
bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”.
Nuestra gran historia es el mismo Dios, que se revela en su Palabra, la Biblia,
y principalmente por medio de su hijo. (Smart, 2009, p. 18).
Sin lugar a duda, esa es la razón porque la Iglesia y el Evangelio no son
tolerados por la cultura posmoderna de nuestros días. La Posmodernidad
tiene gran fastidio con la gran historia cristiana escrita en la Biblia. (Smart,
2009).
¿Por qué la posmodernidad rechaza y es escéptica a las historias?
Mencionaremos dos razones:
Michael Foucault, un crítico de las historias totalitaristas y dictatoriales
afirma que las grandes historias son medios para controlar y manipular
socialmente a las personas. En ese sentido, se acusa al cristianismo de
ejercer control de las voluntades de masas para servir a sus propios
intereses. Afirma que toda historia es un invento y dice:
Lo que realmente está pasando es que algunas personas quieren
controlar y oprimir a otras. Y como no queremos eso, no queremos
las metanarrativas. (Smart, 2009, p. 22).
La desilusión con las historias idealistas antiguas. El Pastor Dominic Smart
dice:
Las grandes historias no atraen a los posmodernos, porque la que les
era más familiar, la modernidad con su tecnociencia, no les ha dado
nada [...] prometía el cielo en la tierra y nos ha proporcionado algo
que se parece mucho más al infierno. (Smart, 2009, p. 21).
La cultura posmoderna mira alrededor suyo, y a donde mira, observa caos,
miseria, desigualdad, injusticias, guerras. ¿Dónde está el progreso que
prometieron y hasta garantizaron los metarrelatos? (Smart, 2009). Para el
posmoderno, las cosmovisiones pasadas han fracasado todas sin excepción
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alguna, de manera que ahora no se puede creer más en ninguna. En
palabras del Dr. White:
Los posmodernos han perdido la fe y renunciado a la esperanza.
(2007, p. 171).
2. EL RELATIVISMO
El posmodernismo plantea que todo adquiere una forma determinada,
dependiendo de la perspectiva desde la cual uno esté observando o
reflexionando sobre cualquier asunto, sea o no relevante. Esto afirma que
estamos completamente condicionados por nuestros paradigmas,
personalidad, perspectiva, horizontes emocionales sociales, artísticos,
intelectuales y todo en general. Para el posmodernismo “todo es cuestión
de perspectiva: depende de cómo lo mires. Depende de qué tipo de
persona seas [...] depende de lo que ha pasado en tu vida. ¿Dios es bueno?
El posmoderno dirá: Depende de cómo lo mires. Depende de qué vida has
tenido. Lo que no puedes decir es Dios es bueno en un sentido absoluto”
(Smart, 2009, p. 23).
El peligro de este pensamiento radica en que, a más de ser incongruente,
niega toda realidad objetiva y razonable, aun científica o histórica de su
valor intrínseco o real, sacrificando toda evidencia existente, y le da a cada
individuo la facultad de definir lo que es bueno o malo, verdadero o falso.
Ya a través del profeta Jeremías, Dios decía: “Engañoso y perverso es el
corazón más que a todas las cosas” (Jeremías 17:9).
Por ello, no es extraño ni casual que en este contexto muchas legislaciones
estén favoreciendo leyes como el aborto, la eutanasia, las uniones civiles
entre personas del mismo sexo o dando legitimidad a sus deseos de formar
familias, incluyendo la adopción de hijos. Porque todo es relativo y valido al
mismo tiempo.
Dios no aprobó el relativismo de Israel:
“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen
de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por
dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y
de los que son prudentes delante de sí mismos!”. Isaías 5:20
Otras conclusiones de la relatividad de perspectivas se aplican a la ética y la
moral. “Los relativistas éticos consideran que las normas morales son
culturalmente relativas; la ética de situación rechaza las reglas morales
universalmente obligatorias a favor de decisiones que dependen de su
contexto particular” (Holmes, 2005, p. 804).

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En tal sentido, robar, mentir, abortar o violentar las leyes, pueden ser
justificadas según las conveniencias del momento. Esto no es más que el
antecedente de la creación de una nueva moralidad que repudia y es
intolerante a toda regla, ordenanza o principio (White, 2016).
3. CADA UNO CONSTRUYE SU PROPIA REALIDAD
Esta postura es parecida a la anterior, excepto que va un poco más lejos, es
más sugerente y atrevida porque dice: Realidad es lo que tú construyes, lo
que tú quieres que sea. No hay una gran historia que te diga lo que es o lo
que debería ser”. (Smart, 2007, p. 2). Esta filosofía sugiere que cada uno
cree la mentira que le hace más feliz.
4. LA DECONSTRUCCIÓN DEL LENGUAJE
La cosmovisión posmoderna no solo dice que las grandes historias y
realidades no sirven y que no son como parecen, sino también afirma que
el lenguaje debe interpretarse olvidando el significado original de las
palabras, para darles un nuevo significado individual.
Smart afirma que el significado de las palabras en la posmodernidad: “se
individualiza y se privatiza” (2007, p. 25).
Las razones por las que los posmodernos no quieren seguir dependiendo
del significado obvio de las palabras y el lenguaje, se apoyan en algunos
puntos que citaremos:
a) El filósofo posmoderno Jacques Derrida (1930 - 2004) afirmaba que los
diccionarios cada cierto tiempo deben modificar, ampliar o reducir los
significados de las palabras, por lo que no son estables ni fiables o útiles y
aplicables a todos los tiempos y culturas (Smart, 2004).
b) La idea posmoderna afirma que el lenguaje es un medio poderoso que
las distintas cosmovisiones emplean para controlar y reprimir a sus adeptos
y atraer a otros, lo cual lo hace opresivo:
La gramática es poder; quien controla las reglas y los usos ordinarios
de un idioma controla lo que puede ser pensado (White, 2007, p.
109).
c) Afirman que las reglas gramaticales son simples construcciones
artificiales:
De hecho, son inventos humanos [...] como tales pueden exhibir toda
la parcialidad y el prejuicio de cualquier regla para cierto tipo de
interacción social. Si pueden existir leyes injustas, puede existir una
gramática injusta (White, 2007, p. 109).

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d) Los autores vivieron en contextos históricos diferentes a los nuestros, así
que lo que comunicaron en ese entonces podría tener una diversidad de
sentidos al presente. La etimología de las palabras no es importante.
“El sentido ya no está en la intención del autor, la literatura puede tener
muchos sentidos y no solo uno. De hecho, cualquier texto puede tener
muchos sentidos. Los significados provienen del mundo de cada lector”
(Smart, 2007, pp. 26-27).
Al respecto, creemos que el lenguaje es la invención humana más
significativa. De no existir ella, ¿qué otra manera de comunicarnos
tendríamos? (White, 2007). Aunque el posmodernismo tiene razón en
algunas observaciones acerca del lenguaje y las palabras, falla al querer
reducir todo al mismo nivel, y la razón es porque a lo largo de los siglos, el
lenguaje ha sido para el hombre, el medio de comunicar sus pensamientos
de manera extraordinariamente fiable y sencilla (aún los niños pueden
hacerlo).
Por ello, cuando el posmodernismo descalifica todo este sistema de
comunicación para hacerlo completamente individualista y relativo, está
sugiriendo que ya no hay forma de entendernos los unos a los otros, que
nadie puede comunicar sus ideas de manera fiable y que la realidad misma
es indescriptible e incomunicable (como que un perro ya no es un perro, o
una piedra no es realmente una piedra). Tal como lo afirma Donner:
Este acercamiento se aplica a todo tipo de texto, incluso al texto
bíblico. No es posible recuperar lo que quiso decir Pablo o Juan. Cada
lector puede hacer su propia interpretación del texto. (2004, p. 59).
Tal planteamiento es no solo incongruente sino inaudito. A más de ello, la
inconsistencia de los filósofos posmodernos como Derrida está en escribir
y disertar ampliamente sobre estos temas, siendo previamente auto
condenatorio, pues si todo lo que él dice respecto al lenguaje es cierto,
podemos preguntarnos con justicia: ¿Cómo pretende que lo entendamos o
interpretemos? (Smart, 2007).
La Biblia presenta el dramático suceso de la torre de Babel (en Génesis 11)
como un relato aleccionador respecto a la deconstrucción del lenguaje. Tal
suceso, lejos de generar orden o desarrollo, solo produjo división y
confusión, debilitando la estructura social de entonces. Esto tiene un
mensaje y serias implicaciones para la sociedad del presente.
5. LA VERDAD NO SE ENCUENTRA, SINO SE CONSTRUYE
Esta es otra de las afirmaciones que hace el filósofo Richard Rorty. El
mensaje es claro, para Rorty y otros filósofos posmodernos, la verdad no
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existe, no es objetiva, y mucho menos es universal. Dice al respecto
McDowell:
Él [Rorty], argumenta que simplemente debemos dejar la búsqueda
de la verdad y contentarnos con la interpretación. (McDowell, 2004,
p. 697).
Para el cristiano, el concepto de la verdad es sumamente innegociable, y a
diferencia del planteamiento posmoderno, creemos que la verdad existe y
está directamente relacionada con algunos aspectos:
1) La persona de nuestro Señor Jesucristo (Juan 14:6)
2) El carácter de Dios (Salmos 31:5)
3) La inspiración y contenido de las Sagradas Escrituras (Juan 17:17)
4) La ley de la no contradicción. Este criterio fue formulado por
Aristóteles, y establece que algo no puede ser verdadero y falso al
mismo tiempo (Groothuis, 2013). Aunque hay ciertos asuntos que
nos son desconocidos, hay muchos otros que son completamente
conocibles y verificables. Ejemplo, decir que John Kennedy murió el
año 1963. A nadie se le ocurriría afirmar que tal verdad es una
construcción moderna (Clark, 2016).
Más allá de consentir la existencia de la verdad intelectualmente, el
creyente está comprometido a difundirlo y proclamarlo haciéndolo parte
de su propia vida, “siguiendo la verdad en amor” (Efesios 4:15).
6. CRISIS DE IDENTIDAD
Al pretender eliminar las metanarrativas que dan identidad al ser humano,
separándolo de la tutela de toda autoridad representada por el Estado, la
familia, la Iglesia y los valores éticos y morales que ellos inculcaban, el
posmodernismo crea una generación carente de modelos con los cuales
pueda identificarse. Respecto a esta crisis de identidad que causa el
posmodernismo, Valenzuela escribe:
Nadie se identifica con nada ni con nadie, ni siquiera con su propio
“yo”. Esta tendencia postmoderna es conocida como “crisis de
identidad [...] El hombre postmodernista rechaza parecerse a sí
mismo. Aparenta estar desconforme de como Dios lo hizo. Tiene una
idea narcisista, tanto los hombres como las mujeres postmodernistas
tienden a desfigurar su propia apariencia física procurando buscar
otra identidad que no sea la suya propia” (Valenzuela, 2013, pp. 190-
192).
Pero la posmodernidad no solo distorsiona la identidad individual de las
personas, sino también la de las culturas, para crear una cultura global. Solo
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citando a la industria de la moda, vemos que ella tiene en la televisión y el
internet aliados perfectos para alcanzar sus objetivos. El fanatismo con el
que muchos jóvenes de hoy copian las tendencias orientales en el vestir o
lucir, son solo uno de los muchos ejemplos que pudiéramos citar.
7. HEDONISMO
Para el posmodernismo “La felicidad, la satisfacción y la complacencia
constituyen hoy el sentido verdadero de la vida: la vida es muy corta, hay
que disfrutarla” (Thompson, 2003, p. 143).
Thompson afirma:
El hedonismo es la creencia de que lo “bueno” y lo “malo” se definen
en términos de “placer” y “dolor”. Vivir a plenitud es disfrutar al
máximo del placer, y evitar toda cosa que pudiera traer dolor. Esta
filosofía, por decirlo así, comenzó en el Huerto de Edén, y Eva fue su
primera víctima [...] Hoy, el hedonismo —una filosofía arraigada en
el “cómo me siento”— está en boga. La gente no dice: “Creo que
conviene hacer esto o aquello”, sino: “Siento que debo hacer esto o
lo otro.” Se vive bajo el criterio: “Si satisface, si es agradable, debe
ser bueno” (Thompson, 2003, p. 143)
Este razonamiento tiene su contraparte en toda la historia bíblica, pero el
mejor resumen quizá sea la frase del filósofo griego Epicuro: “Comamos y
bebamos, que mañana moriremos”, citada por San Pablo en su carta a los
Corintios (1 Corintios 15:32). Algunos la han llamado la religión del
sentimiento, donde el ideal supremo es sentirse bien, aunque estén muy
mal. La vida cristiana asume que seguir al Señor y el vivir en un mundo caído
implica experimentar dolor y sufrimiento (2 Timoteo 3:12). No buscamos
sufrir, pero tampoco lo evadimos cuando la causa es justa.
La Iglesia debe evitar abrazar esta engañosa y sutil forma de pensamiento
empezando en la experiencia individual de sus congregantes como a nivel
colectivo. No cantamos, ni hablamos, ni predicamos o vivimos para
agradarnos a nosotros mismos, sino al Señor (1 Corintios 10:31).
8. CONSUMISMO
Una inmensa avalancha de producción desencadenada por la era industrial,
y bien patrocinada por los mecanismos seductores del marketing y la
publicidad, está terminando por esclavizar a la sociedad del presente.
La sociedad posmoderna heredó algunos de estos “vicios” de la generación
anterior, sin embargo no fue sino hasta los años 1980 que se denominó la
“era del hiperconsumo”. Esteban Rodemann la describe como sigue:

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Crece la estimulación de los deseos: es un tipo de sociedad en el que
la seducción reemplaza la coerción, el hedonismo al deber, el gasto
al ahorro, el humor a la solemnidad, la liberación a la represión, el
presente a las promesas del futuro (Rodemann, 2009, p. 23).
Los deseos de aparentar ostentar un nivel social que no se tiene, vivir un
eterno deleite de nuevas sensaciones, la búsqueda del confort, el gusto por
las marcas reconocidas y más trivialidades, han degenerado en el abandono
de la austeridad moral que prefería el ahorro al gasto.
El hombre posmoderno gasta lo que no tiene. Las librerías ahora tienen
bares, los comercios tienen decoraciones como ofertas fantasiosas, las
opciones de viajar a bajo costo son múltiples, las tiendas online ponen los
productos antes geográficamente inalcanzables al alcance del computador,
ya no existen barreras para los hiperconsumidores. Al mismo tiempo, la
cirugía estética se perfecciona y abarata… ¿qué más tenemos? “Por doquier
se oyen himnos al ocio y a las vacaciones, todo se vende con la promesa de
felicidad individual” (Rodemann, 2009, p. 25).
Sin embargo, este ambicioso proyecto que ofrece tanto resulta siendo un
mal negocio. La vida se ha vuelto más opresiva, más caótica, más
insoportable:
 Hay aparente satisfacción y dicha, pero crecen las tensiones, el estrés
y la ansiedad.
 Los padres nunca le han dado tanto a sus hijos, pero estos son cada
vez más infelices.
 La gente con más grados académicos vive en nuestros días, y sin
embargo la precariedad laboral no permite a los hijos dejar de
depender de sus padres.
 La industria farmacéutica ofrece mejores medicinas, pero no hay
generación más hipondríaca que la nuestra.
 Los adultos son adictos a los juegos en red y a la vez le temen a las
arrugas y a la vejez.
 Las tarjetas de crédito y el dinero plástico ofrecen libertades, pero
terminan siendo tiranos que esclavizan al hombre.
 El consumismo de nuestra época no es más que la añoranza del
paraíso que un día nuestros padres perdieron, pero está claro que no
lo recuperaremos en alguna tienda o supermercado del mundo.
El apóstol escribió a los hermanos de Galacia, advirtiendo contra cualquier
modalidad de esclavitud que les privara de la libertad del Evangelio, y les
dijo:

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“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1
Tal yugo de esclavitud ha ido cambiando según el contexto y la época en
que se ha vivido, y hoy una de sus manifestaciones puede ser llamada
“consumismo”.
9. PRAGMATISMO
Escuela filosófica que nació en los EE. UU. a principios del siglo XX. El
corazón de su mensaje dice: “cualquier cosa que funcione y produzca los
resultados apetecidos es aceptable, y que cualquier cosa que no produzca
resultados tangibles carece de importancia” (Gonzales, 2010, p. 233).
Los iniciadores de esta filosofía a inicios del siglo XX pregonaban que aun la
religión cual fuere, podía ser un recurso del cual valerse siempre y cuando
fuese eficiente. Conscientes o no, “resucitaron” la famosa frase atribuida al
político y escritor italiano Nicolás Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.
Así nace el pragmatismo en el día a día de la sociedad occidental hasta ganar
popularidad en los círculos eclesiásticos. Hoy como nunca, el pragmatismo
campea aún en las iglesias de toda índole; muchos pastores y ministerios lo
han adoptado, y es la filosofía de moda principalmente para las técnicas de
mercadotecnia cristiana y los ministerios de iglecrecimiento.
El Salmo 73 nos describe lo que puede desencadenar el pragmatismo. En la
experiencia de Asaf, los malos son escarnecedores, violan las leyes divinas,
pecan sin medida y les va bien, el desanimado profeta llega a creer que, si
los medios ilícitos dan tan buenos resultados, conviene actuar como ellos.
Una experiencia con Dios tuvo que iluminar su mente para evitar su desliz
inminente. De tal experiencia él cuenta en el salmo y dice:
En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis
pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad
de los impíos [...] hasta que entrando en el santuario de Dios,
comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos;
En asolamientos los harás caer (Salmos 73:2, 3, 17, 18).
10. SINCRETISMO
Ya de este tema se ha tratado con abundancia en lecciones pasadas, pero
lo mencionamos por ser una característica bastante distintiva dentro del
movimiento posmoderno. Podríamos pensar que la posmodernidad es
intolerante a las religiones, y no necesariamente esto es cierto.
Precisamente es en esta época que hay un avivamiento de creer en todo lo
que pueda significar un medio de ayuda para paliar las dolencias humanas.

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La palabra sincretismo viene del griego sunkrétismos, palabra empleada por
el biógrafo Plutarco (46-120 d.C.) en referencia a dos bandos contrarios que
unían fuerzas para hacerle frente a un enemigo común. (Moreau, 2016).
El sincretista cree que cada religión ofrece un camino legítimo hacia Dios;
por lo tanto, intenta armonizar el cristianismo con las religiones no
cristianas. Los sincretistas atacan la “estrechez” de criterio del cristianismo,
su declaración de redención exclusiva. Dicen que debe dejarse el camino
abierto para que otras religiones desarrollen sus propias fórmulas para la
redención. (Koteskey, 2009, p. 654).
Sin abundar más, diremos que la Biblia define tal filosofía y actitud como un
acto desagradable al Señor. El mensaje del Evangelio es absolutamente
exclusivista cuando señala hacia el único camino de salvación, Jesucristo.
Por ello, tales concesiones no deben ser permitidas dentro de la Iglesia. El
mismo Israel erró enormemente en este sentido. Aunque Moisés señaló
que no había otro, sino Dios, a veces se adoró a Baal en el templo de
Jerusalén, llegando aun a la prostitución sagrada (Deuteronomio 4:35–40;
2 Reyes 23:4–14). El apóstol Pedro presentó claramente que Jesús es el
único camino de salvación (Hechos 4:12), y Pablo señaló que Jesucristo es
el único fundamento (1 Corintios 3:11). Aunque los cristianos deben
respetar los puntos de vista de otros, no se debe permitir que eso debilite
la verdad de que Jesucristo es el único camino a Dios (Juan 14:6).
La posmodernidad es un paciente del que pudiéramos seguir obteniendo
diagnósticos sin número; no obstante, hacer todo ello no tendría ningún
significado o valor si no lo contextualizamos a la realidad de la iglesia del
Señor en nuestros días. El Teólogo Theo Donner afirma con tanto acierto al
decir que tal análisis debe ser hecho no con el propósito de herir
susceptibilidades ajenas, ni por presumir una súper espiritualidad, sino
motivados por un profundo amor por la Iglesia comprada a precio de la
sangre de nuestro Señor Jesucristo (Donner, 2004).

II. RESPUESTA CRISTIANA A LA POSMODERNIDAD


Ante estos síntomas Antonio Cruz realiza las siguientes preguntas: ¿Qué
podemos hacer hoy los cristianos evangélicos frente a esta sociedad
posmoderna en la que nos ha tocado vivir?
¿Sigue siendo relevante en la actualidad el mensaje de Jesucristo? ¿Tiene
sentido hablar de salvación en esta época en la que los seres humanos
parece que solo se interesan por sacarle el máximo partido a la vida? ¿Cómo
deberíamos entender la evangelización en la posmodernidad?

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Ante estas interrogantes se requiere respuestas en las cuales la iglesia tome
la responsabilidad de proponer formas y métodos adecuados para la
realización de esta tarea.
Cada creyente está llamado a ser un evangelizador llevando el mensaje de
la cruz y aportando conforme a una cosmovisión bíblica sus experiencias.
El ser humano necesita del mensaje del evangelio, aunque en esta sociedad
posmoderna no sea consciente de ello.
La posmodernidad es pues la época de los auténticos evangelizadores; es el
momento de los cristianos que, reconociendo esa sed contemporánea de
Dios, decidan convertirse en educadores del evangelio, de su teoría y sobre
todo de su práctica.
No debemos tener temor ya que en esta vida todo se aprende, así también
se aprende a predicar el evangelio con la práctica y el ejercicio habitual.
Es normal cometer errores, lo importante es que de los errores cometidos
en el pasado podamos profundizar en esta labor y mejorar para el futuro.
Es en este sentido que Cruz sugiere los siguientes puntos para presentar el
mensaje de salvación a nuestra generación y de esta manera ayudarnos a
encontrar respuestas válidas a la importante cuestión de cómo evangelizar
hoy.
1. ANUNCIAR EL NÚCLEO DE LA FE
El evangelio tiene un núcleo que ilumina y permite comprender todos los
demás contenidos de la revelación. El hombre contemporáneo, que no ha
tenido la oportunidad de tener un encuentro con Jesucristo, debe ser
enfrentado con el centro mismo de la fe: con la misericordiosa salvación
que el hijo de Dios hecho hombre consiguió para él muriendo en el Gólgota
y resucitando al tercer día.
El mensaje tiene que ser cristocéntrico.
2. RESPONDER A LAS PREGUNTAS BÁSICAS DEL SER HUMANO
Klass Runia, presidente de la Asociación de Teólogos Evangélicos de Europa,
señaló que el problema de nuestro mundo moderno es que el hombre
secular desconoce ese sentimiento de culpabilidad porque no tiene esa
relación personal íntima con Dios. De hecho, se considera una buena
persona que trata de hacer todo el bien que puede para ayudar a sus
semejantes, actualmente los no creyentes no tienen conciencia de pecado
ya que no se tiene una real distinción entre lo que está bien y lo que está
mal.

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Ante esto, Runia sugiere que el método usado por Pablo entre los
atenienses sería también apropiado para nuestra época, respondiendo
grandes interrogantes tales como:
¿Quién soy? ¿de dónde vengo?, ¿A dónde voy? ¿Cómo hacer frente a la
enfermedad el dolor o la muerte?
Encontrando las respuestas en la persona de Jesucristo y su evangelio.
3. INCULCAR LA ÉTICA DEL ARREPENTIMIENTO
Arrepentirse no es solo experimentar un cierto remordimiento de
conciencia, sino también un cambio radical de actitud y de valores que debe
afectar toda responsabilidad.
El hombre y la mujer que deciden seguir a Cristo no pueden continuar
viviendo como si nada hubiese pasado. El reino de Dios requiere un nuevo
estilo de vida, una nueva ética que reordene la mentalidad y la conducta de
la persona. Donde no hay obediencia es que no ha habido arrepentimiento
y sin arrepentimiento no hay salvación.
Cuando la evangelización no toma en serio el arrepentimiento, es que no
toma en serio al mundo; y cuando no se toma en serio al mundo, tampoco
se toma en serio a Dios.
El evangelio no está para sacar al hombre del mundo sino para insertarlo en
él, pero ya no como esclavo sino como hijo de Dios y miembro del cuerpo
de Cristo.
Convertirse a Cristo no es huir del mundo para refugiarse entre los muros
de la iglesia, sino hacer de la iglesia un trozo de cielo en la tierra que
interactúe con el mundo y aporte soluciones.
4. REVINDICAR UNA MORAL DE BRÚJULA
El evangelio debe continuar proponiendo puntos de referencia sólidos y
estables.
Frente a la llamada moral de radar que busca cualquier coordenada o
explicación que le sea útil o le pueda servir para satisfacer los deseos de
cada momento, el cristiano debe presentar la moral de brújula que
permanentemente buscará el norte en los principios cristianos del
evangelio.
5. FOMENTAR LA ESPERANZA
El posmodernismo ha convencido a la humanidad que lo único importante
es el aquí y el ahora, desechando la esperanza en el futuro.

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Por lo cual la predicación debe fomentar la esperanza en el futuro victorioso
de la vida sobre la muerte, y esto como el mejor regalo que el evangelio
puede brindar a ser humano. Asimismo, esta esperanza provee una
conciencia que permanece en paz con Dios y con los semejantes.
6. DAR A CONOCER LA BIBLIA
La Biblia debe seguir siendo el elemento central de la evangelización.
Lamentablemente, la práctica diaria de la oración y la lectura de la Biblia ha
disminuido. Por lo cual tenemos nuevas generaciones de creyentes con un
conocimiento inferior de las Escrituras comparado con generaciones
pasadas. Para alcanzar el mensaje del evangelio a hombre en la actualidad,
este hecho lamentable debe revertirse; no podemos enseñar aquello que
no conocemos.
No solo debemos cultivar la lectura bíblica, sino también comprender la
cantidad de verdades que guarda la Palabra de Dios. El estudio de la Biblia
es comparable con la función del corazón que bombea la sangre al cuerpo
para mantenernos con vida, por lo cual es grande la responsabilidad del
trabajo de los líderes y maestros de la escuela dominical en cada
congregación.
7. MOSTRAR LA RAZONABILIDAD DEL CRISTIANISMO
Como aconseja el apóstol Pedro: “Estad siempre preparados para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón
de la esperanza que hay en vosotros”. Es en este sentido que las mejores
razones no son necesariamente los argumentos teóricos sino más bien las
experiencias cargadas de sentido que pueden iluminar la vida de los
hombres. El hombre de una sociedad posmoderna razonará en la pregunta
“¿vivir aplicando los valores bíblicos funcionará en su vida?”, y la mejor
respuesta será siempre el ejemplo de vidas cristianas comprometidas.
8. NO CONFUNDIR UNIVERSALIDAD CON UNIVERSALISMO
La salvación de nuestro Señor Jesucristo tiene un alcance universal, ya que
es para todo aquel que en Él cree. Sin embargo, esto no significa que todos
los seres humanos posean la vida eterna sea cual sea su postura frente al
Evangelio; ya que de ser así y mantener este planteamiento universalista,
la tarea evangelizadora perdería significado. ¿Para qué evangelizar si todos
los seres humanos van a salvarse, aunque todavía no sean conscientes de
ello?

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Sin embargo, la presentación del Evangelio, dejando de lado el
universalismo, debe fundamentarse en el anuncio a todas las naciones del
arrepentimiento y el perdón de pecados en Cristo.
9. MEDIANTE MÉTODOS MORALES
Evangelizar implica comprometerse moralmente no solo con el contenido
del mensaje, sino también con la manera de proclamarlo.
Cuando el evangelio es presentado de forma correcta, contribuye a
humanizar a las criaturas haciéndolas más valiosas tanto en su dimensión
individual como social.
El hombre de hoy no huye de los contenidos del evangelio, algunos los
aceptan incluso con agrado, sino huye de la forma en que se le intenta
imponer por parte de los líderes religiosos.
Finalmente, por lo que respecta a los métodos morales de evangelización,
conviene recordar que en la posmodernidad tampoco se ve bien que el
evangelizador utilice cualquier clase de recurso económico político para
conseguir su finalidad, lo primero que se mira actualmente es de dónde
procede el dinero.
Como escribe Andrés Tornos: “la promoción cultural del evangelio se
rechazaría hoy por la mayor parte de las personas. Igual ocurriría con
apoyarse en la fuerza del dinero que sobrepasara el uso moderado y
discreto de este”.
10. ENSEÑAR QUE EL EVANGELIO NO ES UNA LISTA DE REGLAS MORALES
Cuando la evangelización se reduce a la enseñanza de una serie de normas
morales de conducta, abandona todo su significado. La cultura evangélica
ha desarrollado con el paso de los años dogmas, patrones de conducta,
prohibiciones en los cuales muchas veces pueden llegar a confundirse con
el propio evangelio. Entonces se produce lo peor. La evangelización se
transforma en un adoctrinamiento acerca de la observancia de
determinadas actitudes morales que son bien vistas en ambientes religiosos
concretos.
El evangelio vas más allá en cuanto no es un opresor, sino más bien un
libertador al que el hombre debe acceder de propia voluntad sabiendo que
los resultados en su vida tendrán consecuencias efectivas y favorables.
11. SOLIDARIZARSE CON LOS NECESITADOS
El cristiano de esta época no debe dejarse impresionar por los mitos de la
modernidad ni por los desengaños de la posmodernidad, pero si algo
debemos rescatar son los desafíos que plantean. La solidaridad con todos
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los seres humanos, sean o no creyentes, es algo que no puede dejarse de
lado en las comunidades evangélicas. La sensibilidad social hacia los
marginados y oprimidos que viven junto a nosotros será una de las
evidencias que convencerán a muchos de la sinceridad de nuestra fe. La
preocupación sincera por el alimento del pobre es hoy uno de los
principales instrumentos de evangelización. Debemos poner en práctica lo
dicho por nuestro Señor Jesús en Lucas 3:11 “El que tiene dos túnicas, de al
que no tiene; y el que tiene que comer, haga lo mismo”.
12. ADECUAR EL MENSAJE A LAS DISTINTAS VISIONES DEL MUNDO
La evangelización se debe dirigir hacia las verdaderas comunidades
culturales que coexisten en la sociedad.
Nuestras culturas están fragmentadas y no todos los individuos que
conviven piensan igual. Aunque se utilice el mismo idioma lo cierto es que
se hablan lenguajes muy diferentes. La cuestión que se plantea es: ¿cómo
presentar un Evangelio homogéneo a una cultura tan heterogénea? Si en
una sociedad no hay una única cultura que sea compartida por todos, ¿es
posible emplear el mismo tipo de evangelización para alcanzar a todos los
grupos?
Tornos distingue tres ambientes culturales concretos en nuestra sociedad
occidental: 1) los grupos populares, que estarían limitados por su debilidad
y en ellos predominaría una dinámica de impotencia; 2) los grupos de élite,
que también estarían limitados, pero esta vez por su superioridad; y 3) los
grupos profesionales, que manifestarían una excesiva tendencia al
corporativismo. La evangelización debe ser sensible a las características y
necesidades propias de cada grupo.
A los grupos populares, constituidos mayoritariamente por inmigrantes
rurales o de otros países, el Evangelio debería ayudarles a salir de su
marginación y a incorporarse en la cultura más amplia. La subcultura
juvenil, que forma parte también de este ambiente popular y tiende
voluntariamente a ponerse a parte de la sociedad establecida, debería ser
llevada por la evangelización a superar su segregación sin que se perdiera
la propia identidad.
A los grupos de élite, formados básicamente por intelectuales, el Evangelio
podría motivarles para que se relacionasen más como cotidiano de la gente;
que aprendieran espontaneidad y humildad de los menos preparados
culturalmente; de los hombres y mujeres sencillos que acogen la fe con
sinceridad; porque toda relación fraternal, basada en el amor de Cristo
siempre resulta enriquecedora para todos.

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Y, por último, para los profesionales que suelen encerrarse en sus propios
intereses, la evangelización debería motivarles a que se abrieran a los
demás en una actitud de servicio que contribuyera a la creación de una
sociedad más justa y humana.
13. UTILIZAR UN LENGUAJE INTELIGIBLE
Los cristianos sabemos que la Biblia, aunque inspirada por Dios, fue
redactada por manos humanas a lo largo de miles de años. Esto nos hace
aceptar que no existe ningún lenguaje sagrado, hecho en el cielo,
independiente y superior a cualquier cultura humana, que debamos
venerar y conservar inmutable a través de las eras. El Evangelio es palabra
de Dios expresada en palabras de hombres; el mensaje bíblico tuvo que
manifestarse en categorías culturales judías, griegas y de otros pueblos
antes de llegar a nosotros hoy. Las emisoras de radio se preocupan por
emitir en la frecuencia que los oyentes puedan captar; el destinatario del
Evangelio debe también poder comprender las categorías culturales en la
que este se le expresa para que su vida pueda ser cambiada. Por eso,
debemos preocuparnos que el lenguaje que se utilice sea actual y sencillo
para que las palabras de Jesús no suenen extrañas.
14. EMPLEAR SIGNOS DE IDENTIDAD COMUNES
Además del lenguaje también existen otros signos propios de cada
ambiente particular. Cada cultura tiene un vocabulario o un idioma propio;
acentos o giro fonéticos; ciertas maneras de vestir o ciertos hábitos. Pero
también pueden existir lugares concretos, sitios, calles o plazas que se
consideran emblemáticos y representativos de esa cultura. Hay señales
características que solo conocen los que pertenecen a ese mismo ambiente.
Por eso el Evangelio debe saber acercarse, con afecto y respeto, a las
singularidades de cada pueblo, porque muchos de esos signos podrán
usarse para expresar valores cristianos.
15. USAR RELACIONES NATURALES PERSONALES Y EL TESTIMONIO DE LA
FAMILIA
El campo de relaciones natural de los creyentes es el ámbito en el cual la
intercomunicación es más eficaz, ya que se apoya en experiencias diarias
comunes. Con los compañeros, en el mundo laboral; con los vecinos que
comparten escalera; con los colegas o amigos en los estudios y en los ratos
de ocio; en todas estas relaciones suele circular un lenguaje común
compartido que no necesita de explicaciones. Se forma así un ambiente
adecuado para expresar las creencias personales porque existe un

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“nosotros” concreto queda accesibilidad y facilita la comunicación entre
UNO y otros.
También en el mundo del matrimonio y la familia cristiana es único y
fundamental en la evangelización. Frente a la posmodernidad en la que se
viene practicando, de manera alarmante, un auténtico culto al divorcio ya
la relación amorosa episódica, la pareja cristiana constituye un testimonio
que habla por sí mismo de la realidad de unas relaciones perdurables. Las
familias unidas que viven amándose, educando hijos, gestando ilusiones y
forjando vidas humanas están dando contenido y vida al Evangelio; están
predicando su fe con el ejemplo más real y auténtico.
El pueblo evangélico tiene que ser consciente de esta realidad. Nuestro
matrimonio y nuestra familia son la principal carta de presentación de
nuestro cristianismo.
Como lo dice Salvador Dellutri: “La crisis apunta directamente al liderazgo
de la Iglesia, el cual ha perdido en muchos casos su condición de siervo para
constituirse muchas veces en gerentes de instituciones cuyo objetivo como
en el posmodernismo es levantar las estadísticas indicadoras de éxito”.
Los seminarios e institutos bíblicos se han ocupado más en el nivel
académico y han olvidado fortalecer el nivel espiritual, y en su afán de
preparar hombres versados en las modernas corrientes teológicas han
relegado el estudio directo de la Palabra de Dios. Esto ha generado un
liderazgo raquítico exitista y poco escrupuloso que fomenta la
posmodernidad dentro de la Iglesia porque de esa forma cumple con sus
objetivos cuantitativos.
Con todos estos cambios, hoy nos enfrentamos a un desafío que no puede
cumplirse si dejamos que la Iglesia sea vapuleada por cuanta moda surja de
la afiebrada mente de quienes quieren hacer del Ministerio un espectáculo
para su propio beneficio. Pero podrá cumplirse si con espíritu de verdadera
mansedumbre y humildad volviéramos al Señor, dejando a un lado la
soberbia y retornáramos sumisos a la autoridad de las Sagradas Escrituras.
Finalizando este recorrido, es válido desafiarnos a la sinceridad con
nosotros mismos, a fin de identificar cuánto de toda esta corriente de
pensamiento y costumbre a minado nuestras propias vidas, haciendo de
nosotros un pueblo estadísticamente más numeroso y rico en recursos,
pero al mismo tiempo complacido, inoperante, inocuo y hasta indolente.

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