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El semanario popular
ilustrado Carasy Caretas
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UNIVERSIDAD DE BUENOS L
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FACULTAD DE FILOSOFIA Y L -
TESIS DE DOCTORADO
Buenos Aires
2011
Tomo 1
Tomo 1
Introducción . 1
Capítulo 1
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo Y
Capítulo VI
1 Véase Oscar Beltrán, Historia de/periodismo argentino. Buenos Aires, Sopena, 1943; Carlos Galván Moreno,
El
periodismo argentino. Amp/iaj documentada historia desde sus origenes hasta e/presente, Buenos Aires, Claridad, 1944.
2 Domingo Buonocore, Libreros, editores e impresores de Buenos Aires. Buenos Aires, Ateneo, 1947.
Navarro Viola, Anuario de la prensa Argentina. 1896, Buenos Aires, Coni, 1897.
Washington Pereyra, La prensa literaria argentina 1890-1974. Los arios dorados 1890-19 19, t. 1, Buenos Aires,
Librería Colonial, 1993.
AAVV, Historia de RevistasArgentinas, t. 1, Buenos Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas, 1995;
AA\TV, Historia de revistas argentinas, t. 2, Buenos Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas, 1997;
AAVV, Historia de revistas argentinas, t. 3, Buenos Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas, 1999;
AAVV, Historia de revistas argentinas, t. 4, Buenos Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas, 2001.
Adrián Ignacio Pignatelil, "Caras y Caretas", en AAVV, Historia de Revistas Argentinas, t. 2, Buenos Aires,
Asociación Argentina de Editores de Revistas, 1997. Véase tb. Adrián Ignacio Pignatelli, "Caras y Caretas ' en
Lorenzo Amengual, Alejandro Sirio. Un ilustrador olvidado, Buenos Aires, Ediciones de la Antorcha, 2007.
Diana Cavalaro, Revistas argentinas del siglo XIX, Buenos Aires, Asociación Argentina de Editores de Revistas,
1996.
8 Alejandro Eujanián, Historia de revistas argentinas. 1900-1950. La conquista de/público, Buenos Aires, Asociación
Halpermn Donghi, José Hemánderj sus mundos, Buenos Aires, Sudamericana-Instituto Torcuato Di Tella, 1985.
10 Hilda Sábato, La política en las calles, Buenos Aires, Sudamericana, 1998.
11 Mirta Zaida Lobato, La prensa obrera, Buenos Aires, Edhasa, 2009; Paulina Brunetti, Matías Maio Ramírez,
María del Carmen Grillo, Ensqyos sobre la prensa, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2008; Marcelo Garabedian,
Sandra Szir y Miranda Lida, Prensa argentina siglo XIX Imágenes, textos ji contextos, Buenos Aires, Teseo-Ediciones
Biblioteca Nacional, 2009; .Acerca de revistas de educación véase Silvia Finocchio, La escuela en la historia
argentina, Buenos Aires, Edhasa, 2009.
12 Señalo sólo parte de una abundante bibliografia: Ezequiel Gallo
y Roberto Cortés Conde, Historia Argentina.
La república Conservadora, vol. 5, Buenos Aires, Paidós, 1972; Natalio Botana, El orden conservador. La política
argentina entre 18805 1916, Buenos Aires, Sudamericana, 1977; Gustavo Ferrari y Ezequiel Gallo, La Argentina
del Ochenta al Centenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980; Tulio Halperín Donghi, Pivyectoji constrvcción de una
nación, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980, y El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas
hispanoamericanas, Buenos Aires, Sudamericana, 1987; Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a
la República verdadera (1810-1910), Buenos Aires, Ariel, 1997; Oscar Oszlack, La formación del Estado argentino,
Buenos Aires, Planeta, 1997; Fernando Devoto y Marta Madero (dir.) Historia de la vida privada en Argentina. La
Argentina pluraL 1870-1930, Buenos Aires, Taurus, 1999; Mirta Lobato (dir.) Nueva historia argentina. Elprogreso,
la modemiaciónji sus límites (1880-19 16) Buenos Aires, Sudamericana, 2000; Hilda Sábato y Alberto Lettieri
(comps.), La vida política en la Argentina del szglo XIX Arenas, votos ji voces, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2003.
13 Puede citarse el trabajo de Héctor R. Lafleur, Sergio D. Provenzano y Fernando P. Alonso, Las revistas
15 Ibid. p. 7
16 Ibid., p10.
17 Véase Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos Aires, Hachette, 1983, y de los mismos
autores Conceptos de sociología literaria, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980.
18 Jorge B. Rivera, "El escritor y la industria cultural. El camino hacia la profesionalización (1810- 1900)" en
Capitulo. Historia de la literatura argentina, t. 2, Buenos Aires, CEAL, 1981; "La forja del escritor profesional
(1900- 1930) Los escritores y los nuevos medios masivos" en Capítulo. Historia de la literatura argentina, t. 3,
Buenos Aires, CEAL, 1981.
8
19 Jorge B. Rivera, op.cit., p347. Estos mismos tópicos y argumentos serán retomados en Elescritorji la industria
cultural, Buenos Aires, Atuel, 1998.
20 Jorge B. Rivera, "La forja del escritor profesional (1 900-1930). Los escritores y los medios masivos (II)" en
Capítulo, t. 3, op. cit.
21 Ibid. pp. 363-64.
22 Eduardo Romano, "Fray Mocho. El costumbrismo hacia 1900", en Capítulo,
t. 3, op. cit.
9
29Adolfo Prieto, El discurso crioiista en la formación de la Aientina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988.
30 Ibid. p. 14.
31 Ibid. p. 40 y SS.
32 Sylvia Saítra, Regueros de tinta. E/diario Crítica en la década de 1920, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, p. 39.
11
campo de la literatura que han abordado específica y extensamente el caso del semanario
Caras y Caretas. Eduardo Romano33 y Gerakline Rogers34 retomaron gran parte de los
conceptos planteados por los autores mencionados pero amplían considerablemente el
análisis empírico de los materiales de la publicación, ponen en relación el contexto social y
cultural, el análisis textual y los procesos de producción en el marco de una publicación
considerada de carácter masivo.
El propósito del trabajo de Eduardo Romano consiste en analizar los cruces entre
periodismo y literatura ocupándose de las particularidades que introdujeron las
publicaciones periódicas ilustradas, en especial Carasy Caretas, la cual, afirma, instauró una
nueva manera de escribir periodismo y una nueva manera de leerlo. Con la intención de
caracterizar conceptualmente a la revista plantea la necesidad de trazar un mapa tipológico,
y diferenciarla de las publicaciones intelectuales (crítica ensayística, histórica, filosófica), de
las literarias y de las satíricas (como El Mosquito o Don Qujote). En efecto, las publicaciones
periódicas ilustradas se presentan, de acuerdo con Romano, como un "hipertexto
polifónico"35 lo cual implica la coexistencia de lo "verboicónico". 36 Al respecto, Romano
,
u Eduardo Romano, Revolución en la lectura. El discurso periodístico-literario de las primeras revistas ilustradas
rioplatenses, Buenos Aires, Catálogos, 2004.
34 Geraldine Rogers, Caras y Caretas. Cultura, política
j espectáculo en los inicios del siglo XX argentino, La Plata,
Editorial de la Universidad de La Plata, 2008.
Romano, op.cit. p. 20.
36 Ibid.
37 Ibid. p. 20
38 Ibjd p. 290
12
medios de comunicación como tranvías y trenes conectaban los suburbios con el centro.
Romano afirma que el conjunto de las novedades de los semanarios ilustrados a partir de la
década del '90 determinaron un nuevo régimen de lectura.
Estos elementos en su conjunto señalaron la marca de la modernidad de Carasji
Caretas, indicada además por el equilibrio de la existencia de la publicación entre arte y
mercado, que fue "otro de los soportes de su éxito". Analizando este aspecto, Romano
afirma que el régimen de ingresos del semanario estaba basado en la suscripción a lo cual se
le añadía el aporte de la publicidad. 39 Por último, Romano señala a Carasji Caretas como un
producto de cultura popular, ya que desplegaba su propuesta para diferentes lectores, con
una táctica "eminentemente transclasista", proponiendo una variedad de contenidos y
estilos para una amplia franja de lectores. "En ese contexto, la vanguardia periodística
asirniló autores y textos de las prácticas en vigencia (nativismo, reformismo) y le hizo lugar,
con cuidado, al esteticismo modernista, al tiempo que proponía también un discurso propio
para responder a un lectorado heterogéneo, sujeto a circunstancias y hábitos cambiantes". 4°
Geralcline Rogers traza una historia de la revista Carasji Caretas inscripta en una
línea de filiaciones con publicaciones periódicas anteriores y explora exhaustivamente
algunos contenidos de la publicación en particular aquellos vinculados con la modernidad,
el contexto político, el espectáculo de la ciudad, la heterogeneidad cultural propia del fin de
siglo XIX en la visión integradora del semanario. Rogers retorna el concepto de forma
miscelánea y de maga7jne y apunta a definir el semanario como un objeto propio de la
cultura masiva, prototipo de una cultura emergente. Afirma en este sentido, que el grupo de
excelentes escritores que colaboraban en Caras ji Caretas producía aquí con el objeto de
insertarse en el mercado. Esta dependencia con el mercado ubica a la publicación en un
lugar ambiguo entre lo popular y lo populista.
Por un lado cuestionaba la censura y la pacatería religiosa, los usos culturales del arte y los
hábitos politicos; por otro, eludía el tratamiento comprometido del orden social y
económico. Su lógica integradora muestra el trabajo cultural permanente de reconstitución
hegemónica, en su asombrosa capacidad de articular interpelaciones de naturaleza diferente
y minar el carácter revulsivo de toda confrontación. 41
Pero esta relación entre cultura y mercado, afirma Rogers, explícita en Caras ji
Caretas, se manifiesta también en la transformación de la base económica de los impresos.
En efecto, el semanario, como el modelo de los magajnes americanos, es concebido a la
manera de una empresa comercial más que de un proyecto cultural, sustentándose más que
39 Ibid. p. 185
40 Ibid. p. 430
41 Geraldine Rogers, op.*. p. 18.
13
42 Pueden verse al respecto los trabajos sobre la litografía del siglo XIX como por ejemplo, Alejo B. González
Garaño, "La litografía argentina de Gregorio Ibarra (1837-1 852)" en Contribuciones para el estudio de k historia de
América: Homenaje al Doctor Emilio Ravgnani. Buenos Aires, Peuser, 1941; Exposición de las obras de Bac/e existentes
en la colección de Alejo B. Gonále Garario. Buenos Aires, Ediciones de Amigos del Arte, 1933; Bonifacio del
Carril, "El grabado y la litografía" en Historia General de/Arte en la Argentina. Buenos Aires, Academia Nacional
de Bellas Artes, t. 3, 1984.
43 Laura Malosetti Costa, Los
primerns modernos. Artej sociedad en Buenos Aires afines del szglo XIX Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2001.
44 Laura Malosetti Costa, "Don Quijote en Buenos Aires. Migraciones del humor y la política", en VJornadas
Estudios e Investigaciones, Instituto de Teoría e Historia del Arte Julio E. Payró, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2002; "Los 'gallegos', el arte y el poder de la risa. El papel de los
inmigrantes españoles en la historia de la caricatura política en Buenos Aires (1880-1910), en Yayo Aznar y
Diana B. Wechsler (comp), La memoria compartida. Espaffay la Argentina en la constrncción de un imaginario cultural
(1898-1950). Buenos Aires, Paidós, 2005.
14
la gráfica eronista 45 y la caricatura política 46 argentina de los años '30 y '40 del siglo XX,
Roberto Amigo47 ha dado cuenta de aspectos iconográficos y visuales de diversas
ilustraciones, ilustradores y periódicos. Verónica Te11 48 estudia la fotografía producida en
nuestro país en el siglo XIX y ha incursionado en la imagen fotográfica impresa y
reproducida precisamente en Caras ji Caretas. Los trabajos de Silvia Dolinko 49 sobre el
grabado constituyen una importante referencia para algunos aspectos de las artes gráficas
en la Argentina.
Las publicaciones periódicas fueron despertando en los historiadores del arte
locales un interés cada vez mayor y, aunque es un campo incipiente, los estudios abarcan
diversas publicaciones desde puntos de vista amplios. Encontramos trabajos pioneros que
enfocaron las publicaciones culturales o artísticas 50 hasta otros más recientes que
experimentan un interés por las revistas de géneros y tipos diversos. 51 Algunos trabajos
coletivos están comenzando a observar la imagen gráfica en el contexto de un objeto
impreso, en sus diversas funciones y en distintos tipos de publicaciones. 52
45 Marcela Gené, Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo (1946-1955), Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2005.
46 Marcela Gené, "Un estereotipo de la violencia. Caricaturas de judíos en la prensa de Buenos Aires (1930-
1940) en Argentina durante la Shoá", en Indice, Año 37, no 25, Buenos Aires, DAlA, Centro de Estudios
Sociales, 2007; "José Julián, el heroico descamisado. Una historieta peronista.", en Nuevos mundos, mundos
nuevos, www.nuevomundo.revues.org , n° 8, 2008.
47 Roberto Amigo, "Ilustradores de la vida urbana", 'Política y ciudad: imágenes gráficas
y satíricas", en
Margarita Gutman (ed.) Buenos Aires 1910: Memoria de Poroenir, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad / FADU
/UBA/ IIED-AL, 1999.
48 Verónica Teil, "El retorno de la singularidad. Reproducción fotográfica e imagen impresa", en Origina/-
Copia... Original? Buenos Aires, CAJA, 2005; "Autor fotográfico y obrero del progreso: notas sobre el trabajo
de Christiano Junior en la Argentina", Crítica Cultural, y. 4, 2009; "Reproducción fotográfica e impresión
fotomecánica: materialidad y apropiación de imágenes a fines del siglo XIX", en Laura Malosetti Costa y
Marcela Gené (comps.), Impresiones porteias. Imagen ji palabra en la historia cultural de Buenos Aires, Buenos Aires,
Edhasa, 2009; "Sitios de cruce: lo público y lo privado en imágenes y colecciones fotográficas de fines del
siglo XIX", en María Isabel Baldasarre y Silvia Dolinko (eds.), Itinerarios de la imagen. Historias de las artes visuales
en la Argentina, Buenos Aires, CAIA-UNTREF, (en prensa); así como su libro en proceso de edición por
Beatriz Viterbo, El lado visible. Fotografíaji progreso en la Argentina defin de/siglo XIX.
49Silvia Dolinko, Arte para todos. I.a difusión del grabado como estrategia para lapopulariación del arte.Buenos Aires,
Fundación Espigas, 2003; "Grabados originales multiplicados en libros y revistas", en Laura Malosetti Costa y
Marcela Gené, op. cit., "El grabado, una producción híbrida como problema para el relato modernista", Crítica
Cultural, Santa Catarina, Universidade do Sul de Santa Catarina, y. 4, n. 1, 2009, pp. 193-207; "Impresiones
sociales. Una lectura sobre la tradición del grabado en la Argentina", Separata, Centro de Investigaciones de
Arte Argentino y Latinoamericano, Facultad de Humanidades y Arte, Universidad Nacional de Rosario,
Rosario, a. X, n. 15, octubre de 2010; Arte plural. Grabado entre la tradiciónji la experimentación, Buenos Aires,
Edhasa, (en prensa).
50 Diana Wechsler, Papeles en conflicto. Arte
ji crítica entre la vanguardiaji la tradición: Buenos Aires (1920-1930),
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2003; María Inés Saavedra, Patricia Artundo (dir.), Leer las
Artes. Las artes plásticas en ocho revistas culturales argentinas (1878-1951). Buenos Aires, Instituto de Teoría e
Historia del Arte "Julio E. Payró", Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2002; Patricia M. Artundo (dir.), Arte
en revistas. Publicaciones culturales en la Argentina. 1900-1950, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2008.
51 Sandra Sair, Infancia
ji cultura visual. Los periódicos ilustrados para niios. 1880-1910, Buenos Aires, Ed. Miño y
Dávila, 2006.
52 Véase Laura Malosetti Costa
y Marcela Gené (comps.), Impresiones porteflas. Imagen ji palabra en la historia
cultural de Buenos Aires, Buenos Aires, Edhasa, 2009. La compilación incluye trabajos de Marcelo Marino,
15
Marisa Baldasarre, Julia Ariza, Verónica Teli, Silvia Dolinko, Isabel Plante, Laura Malosetti, Marcela Gené,
Diana Wechsler y Sandra Szir.
53 Dean de la Motte, Jeannene M. Przyblyski, Making the Netvs. Moderniy & the Mass Press in Nineteenth-Centuy
France, Amherst, The University of Massachusetts Press, 1999. p. 9.
54 La actual disciplina de la historia del libro deriva en parte de una renovación conceptual de la tradicional
Bibliograp/y inglesa y americana preocupada por la descripción física de los libros representada por autores
como: Ronald McKerrow, Aa Introduction to Bibliographjifor Literay Students, Oxford, Clareridon Press, 1927;
Fredson Bowers, Bibliographj and Textual Ccitieism, Oxford, Clarendon Press, 1964; Philip Gaskell, Nueva
introducción a la bibliograjia matetial, Gijón, Ed. Trea, 1999 [1972], y por otro lado, de la historia social del libro
francesa como: Robert Escarpit, La revolución del libro, Madrid, Alianza, 1968. Véase Roger Chartier, Libros,
lecturas j' lectores en la Edad Moderna, Madrid, Alianza, 1993. pp. 13 y SS. y del mismo autor, "Préface. Textes,
Formes, Interprétations" en D. F. McKenzie, La bibliographie a' la sociologie des textes, Luçon, Editions du Cercle
de la Libraire, 1991. pp. 5-18.
55 Un buen ejemplo resultan los trabajos reunidos en Laurel Brake, Bill Beli, David Finkelstein, (eds.),
16
su creciente ubicuidad como factor fundamental en las transformaciones del paisaje cultural
de la modernidad.56 Asimismo, los estudios han reconocido la importancia de los públicos
lectores o la conformación de una comunidad textual, sin dejar de ver que la lectura tiene
una relativa autonomía con respecto del texto al cual se confronta, y que en la mayoría de
los casos no resulta ni prescriptiva ni predecible. 57 El formato de los periódicos y su efecto
en la recepción también ha sido objeto de indagación, así como las formas de
representación visual que durante el siglo XIX ganan espacio en sus páginas, intercaladas
con el texto. 58 Algunos trabajos han explorado la relación entre el crecimiento de la
alfabetización popular ylos periódicos de circulación masiva, y otros abordan las cuestiones
de las representaciones y la construcción de identidades nacionales, étnicas o de género.
Abundan, por otro lado, los trabajos referidos al rol de la prensa en el siglo XIX y la
posibilidad de divulgación más popular de conocimientos científicos 59 o su papel en la
construcción de representaciones políticas.
Con respecto a las caracterizaciones tipológicas algunos historiadores de la prensa
se han referido al magajne en sus formas discursivas y materiales, su producción,
distribución y consumo masivos. Ellen Garvey recuerda que el término proviene del
magasin francés, la tienda departamental, institución nueva en el siglo Xlix, caracterizada por
la abundante y variada disposición de bienes ofreciéndose a la mirada y cuyo atractivo
visual invitaba al consumo. 60 Richard Ohmann, estudia en las publicaciones periódicas de
Estados Unidos de fines del siglo XIX el nacimiento de la "industria cultural", tomando
los conceptos de la Escuela de Frankfurt y de Antonio Gramsci. Indica que estas
publicaciones se apoyan en un público amplio de clases media y popular urbanas,
diversifican sus contenidos y formas gráficas, y representan un nuevo modo de
comunicación cultural. Afirma también Ohmann que la publicidad y las nuevas
modalidades comerciales de estas publicaciones fueron los factores que explican la
aparición de este artefacto cultural novedoso. 61
Nineteenth- Centuy Media and the Construclion of Identities, Hampshire- New York, Paigrave, 2000.
56 Dean de la Motte y Jeannene M. Przyblyski, op. cit., p. 4.
57 Ernest Gellner, Culture, Idenlipy, and Politics, Cambridge, 1987; Dean de la Motte, "Making News, Making
Readers: The Creation of the Modern Newspaper Public in Nineteenth-Century France", en Laurel Brake,
BiU Beil, David Finkelstein, op.cit, pp. 339-349.
58 Véase Patricia Anderson, Y/le Printed Image and the Transformation of Popular Culture. 1790-1860, Oxford,
Clarendon Press, 1994; Peter Sinnema, Djnamics of Ihe Pictured Pa,ge. Representing the Nation in Ihe Illustrated
London News, Vermont, Ashgate, 1998.
59 Louise Henson et al., Culture andScience ja the Nineteenlh-Centuy Media, Aldershot, Ashgate, 2004.
60 BUen Gruber Garvey, The Adman ja the Parlor. Magajnes and the Gendering of Consumer Culture, 1880-19 10,
Verso, 1996. pp. 1-30. Véase también Mathew Schneirov, The Dream of a New Sotial Order. Popular Magazines in
¿4merica. 1893-1914, New York, Columbia University Press, 1994.
17
62 Véase Roger Chartier, op.cit., 1994; Roger Chartier y Jean Hébrard, "Prólogo. Morfología e historia de la
cultura escrita", en Armando Petrucci, Alfabetismo, escritura, sociedad, Barcelona, Gedisa, 1999 ; Peter D.
McDonaJd y Michael F. Suarez, "Editorial Introduction" en D. F. Mckenzie, Making Meaning. 'Printers of the
Miad" and Others Essqys, Amherst-Boston, University of Massachusetts Press, 2002; David Finkelstein y
Alistair McCleery, The Book Histoy Reader, London-New York, Routledge, 2003.
63 Giles Barber
y Bernhard Fabian (ed.), Buch und Buchhandel ja Europa im achtehten Jahrhundert, Hambourg, Dr.
Ernst Hauswedeil und Co, 1981.
64 D. F. McKenzie, op.cit., 1991, p. 27.
65 Elizabeth L. Eisenstein, The Printing Press as an Agent of Change,
Cambridge, Cambridge University Press,
1979; Roger Chartier, (dir.), Les usages de ¡'imprimé, París, Fayard, 1987. pp. 13-15
18
imágenes reproducidas en un objeto impreso como soporte, ya sea libro, periódico, folleto.
Roger Chartier indica que la imagen impresa presenta características que la diferencian de
otro tipo de imágenes: su tamaño y emplazamiento invitan a la mirada a una distancia
próxima, por lo tanto, el lector establece una relación con el objeto muchas veces particular
e íntima. Es también una imagen siempre ligada a un texto, que comparte con el escrito el
espacio de la página o del objeto impreso. 66
Entre los autores que se ocuparon del libro o el periódico ilustrado y las
vinculaciones interdisciplinarias entre palabras e imágenes en diversas modalidades
textuales, Peter Sinnema señala la necesidad de determinar los modos a través de los cuales
imágenes y palabras crean sentido conjuntamente y por lo cual debe evitarse su
interpretación en forma aislada. La tarea consiste en considerar la naturaleza de esa
relación. 67
Otra estrategia analítica reside en colocar a la imagen en su contexto histórico
examinando las diversas funciones en las cuales ésta puede desarrollarse en relación con las
condiciones culturales y estéticas de su producción y las posibilidades de decodificación del
público al cual fueron propuestas. La imagen impresa es vista así en el marco de las culturas
del Renacimiento y Barroco en su papel de documento o ilustración del texto, pero
también en su función didáctica, las imágenes alegóricas o los libros de emblemas
funcionaron como instrumento de persuasión, de enseñanza moral al servicio del poder
religioso o político. Pero la imagen además, no relega su función estética, ni su función
económica, es decir, explota su valor agregado en un producto que se ofrece al mercado. 68
Ségolée Le Men afirma que las imágenes deben estudiarse como signos complejos
que actúan como vehículos de sentido que operan junto al texto, y, considera, por lo tanto
que la historia de la ilustración y la historia de la lectura deben sostenerse mutuamente.
Define la edición ilustrada como una forma de expresión mixta que asocia texto e imagen
sobre un soporte común y sus principales funciones en su relación con el texto son el rol
de referencia, es decir, de ilustración o acompañamiento del texto, la función de
contrapunto, en el que la imagen puede añadir o contradecir el plano verbal y la de
9 Ségo1ne Le Men, "La question de l'illustration" en Roger Chartier (dir.), Histoires de la lecture. Un hilan des
Harris (ed), A Millenium of the Boo/e Production, Design & Illustration in Manuscript & Print 900-1900, Winchester-
Delaware, St. Paul's Bibliographies- Oak Knoll Press, 1994. pp. 135-6.
72 Robert Darnton, 'What is the History of Books", en Tbe Kiss of Lamourette: Reflections in Cultural Histoy,
New
York, Norton, 1990, pp. 107-36.
20
73 Al respecto de este tema existe una amplia literatura entre la que puede verse: Roger Chartier, E/mundo como
representación, Barcelona, Gedisa, 1996; E/orden . op.cit.1994; Libros, lecturas op.cit. 1993 ; Robert Darnton, The
.. ...
Business of Enlightenment: A Publishing Flistory of the Enyclopedie, 1775-1800, Cambridge, Mass., Harvard
University Press, 1979 (hay traducción española) Natalie Zemon Davis, Sociedadj cultura en la Francia moderna,
Barcelona, Crítica, 1993 [19651 ; Christopher De Hamel, Scribes and llluminators, Toronto, University of
Toronto Press, 1992 ; Allan C. Dooley, Author and Printer in Victorian England, Charlottesville, University Press
of Virginia, 1992; Elizabeth Eisenstein, op. cit.,; Lucien Febvre, Henri-Jean Martin, L'apparilion da livre, Paris,
Albin Michel, 1958 (hay traducción española); Henri-Jean Martin, The Histoy and Power of Writing Chicago,
University of Chicago Press, 1994; Armando Petrucci, W/riters and Readers in Medieval Ita/y: Siudies in the Histoy
of W"ritten Culture. New Huyen, Yale University Press, 1995.
74 Armando Petrucci, Alfabetismo, escritura5 sociedad, Barcelona, Gedisa, 1999, p. 118.
75 Marshall McLuhan sostiene que los medios de comunicación afectan las relaciones de los sentidos y los
modelos de percepción y estructuran las sociedades. Véase La Galaxia Gutenbee. La génesis del hombre tzpografico
[1962], Barcelona, Círculo de Lectores, 1998.
76 Frédéric Barbier, "L'industrialisation des techniques", en Roger Chartier
y Henri-Jean Martin (dir.), op. cit.,
1990. pp. 51 y ss.
21
porque como propone Estelle Jussim, cada técnica de reproducción de imágenes difiere de
la otra, en cuanto a ventajas o desventajas con respecto a sus posibilidades de
vehiculización de información visual o de expresión artística. 77
Pero la producción de impresos debe revisarse en articulación con los aspectos de
distribución a través de la cual el impreso llega al público: las instancias de comercio,
sistemas o lugares de venta, espacios e intermediarios, así como las instituciones que
autorizan o regulan la circulación de libros o periódicos, incluyendo la censura o
prohibiciones, ligadas a circunstancias políticas o religiosas. 78
Finalmente, la descripción de las actividades de producción y diseminación debe
completarse con el análisis de las formas con las cuales los lectores se apropian de los
objetos impresos propuestos, comprendiendo la lectura como una práctica encarnada en el
cuerpo y también como un modo de apropiación intelectual y de interacción social. Al
respecto de la lectura numerosos autores han propuesto en los últimos años diversos
enfoques que exponen las múltiples posibilidades que brinda la lectura como objeto de
estudio. 7' Roger Chartier indica que los impresos apuntan a instaurar un orden que
gobierne el desciframiento de la lectura. Sin embargo, ese orden no es omnipotente para
anular la libertad de los lectores. Y esta dialéctica entre la coerción y la apropiación varía de
acuerdo a la situación histórica concreta. 80 En efecto, esa libertad está, en cierta manera,
condicionada por las normas y convenciones de lectura, históricas y culturales, que
distinguen a las diversas comunidades de lectores y que les brindan instrumentos y
77 Estelle Jussim, Visual Communication and the Graphic Arte. Photographic Technologies ja the Nineteenth Centuy, N.
York, R.R. Bowker, 1983. Sobre los cambios tecnológicos, la industrialización en la producción de impresos y
reproducción de imágenes véase también: Brian Coe y Mark Haworth Booth, A Cuide to Ear/y Photographic
Processes, London, Victoria and Albert Museum, 1983; John Dreyfus y Francois Richaudeau (dir.) Diccionario de
la edición ji de las artes graficas, Madrid, Ed. Fundación Germán Sánches Ruiperez, 1990; Bamber Gascoigne,
How to Idenlij5 Prints. A Complete Cuide lo Manual and Mechanical Processes fvm Woodcut to Inkjet, New York,
Thames and Hudson, 2004; Anthony Griffiths, Prints and Ptintmaking. Aa Introduction lo the Histoy and
Techniques, Los Angeles, University of California Press, 1996; Paul Jobling, David Crowley, Graphic Design.
Reproduclion and Representation since 1800, Manchester University Press, 1996; Michael Twyman, Printing, 1770-
1970. Aa Illustrated Histoy of its Development and Uses in England, London-New Castle, The British Library- Oak
Knoll Press-Reacling University Press, 1998. Del mismo autor véase The British Libray Cuide to P,inting. Histoy
and Techniques, Toronto, University of Toronto Press, 1999; Break.ing the Mould: The first hundred jiears of
Lithographji, London, The British übrary, 2001.
78 Véase Roger Chartier, "Representaciones y prácticas: Revolución
y lectura en la Francia del siglo XVIII" en
Sociedadji escritura en la Edad Moderna, México, Instituto Mora, 1995.
79 Véase Richard Altick, The English Common ReaderA Social 1-iistoy of the Mass Reading Public, 1800-1900
[1957],
Ohio, State University, 1998; Guglielmo Cavallo y Roger Chartier (eds.) Historia de la lectura en el mundo
occidental, Madrid, Taurus, 1997; Crubeilier, Maurice, "L'élargissement du public", en Roger Chartier y, Henri-
Jean Martin, op. cit., 1990 ; Robert Darnton, "Historia de la lectura" en Peter Burke (ed), Formas de hacer historia,
Madrid, Alianza, 1994; Michel De Certeau, La invención de lo cotidiano. 1- Artes de hacer, México, Universidad
Iberoamericana, 1996; Umberto Eco, Lector infabu/a, Barcelona, Lumen, 1996; Carlo Ginzburg, El queso y los
gusanos, Barcelona, Muchnik, 1991, (1976); Jean Hébrard, "Les nouveaux lecteurs" en Roger Chartier y Henri-
Jean Martin, op. cit., 1990.
80 Roger Chartier, op.cit., 1994.
22
extensivo visual.
Nicholas Mirzoeff define los estudios de la cultura visual como "una estructura
interpretativa fluida y táctica" , definida por sus preguntas y por las cuestiones que plantea
para entender los nuevos medios visuales y la creciente e intensa visualidad de la vida
cotidiana, así como el análisis de esos fenómenos en sus extensivos alcances globales. 87
Esto implica, alejarse del canon de objetos tradicionalmente considerados artísticos por su
valor estético (pintura, escultura), e incluir otros que in'olucran imágenes como diseños u
objetos de la cultura popular.
Pero esta nueva perspectiva de análisis también ha despertado sospechas y críticas
por parte de algunos investigadores. Thomas Crow ha planteado que si la cultura visual
amplió su objeto de estudio verticalmente -para abarcar desde las bellas artes a los
panfletos- su alcance lateral es estrecho y relacionado con el "fetiche modernista de la
visualidad". Sostiene que la cultura visual acepta sin cuestionar "la más apreciada asunción
del alto modernismo" y "el punto de vista de que el arte es para ser definido por su
naturaleza esencialmente visual. ,,88 De acuerdo con Crow, al atender al arte sólo como
una imagen o analizar la historia del arte como una "historia de imágenes" 89, se estaría
operando una reducción, un despojamiento de interpretación. Esta crítica encuentra una
postura neutralizadora en quienes consideran que las nociones de arte y cultura visual no se
oponen sino que el arte es una de las "muchas formas de imaginería que constituye la
cultura visual." 90
Schwartz y Przyblyski exponen los alcances de la aplicación de las nociones de la
cultura visual en el marco histórico particular del siglo XIX, momento considerado punto
de partida de esta experiencia de convivencia cotidiana con imágenes reproducidas.
Definen la cultura visual en un sentido doble, y la consideran un modo interdisciplinario de
análisis así como un "inventario concreto de objetos, instituciones y observadores
históricamente localizados". 91 Analizar la visualidad de los objetos implica aquí examinarlos
no sólo por su valor estético sino por su sentido y por su capacidad de definir experiencias
visuales en un contexto histórico particular. La visión es una experiencia históricamente
específica, mediatizada por las tecnologías y las formaciones sociales. La cultura visual,
87 Nicholas Mirzoeff, An Introduction to Visual Culture, London- New York, Routledge, 1999, p. 4.
88 Thomas Crow, "Unwritten histories of Conceptual Art: Against Visual Culture" en Modero Art in the
Common Culture, New Haven, Yale University Press, 1996, p. 213.
89 T. Crow refiere al concepto aludido en Norman Bryson, Michael Ann Holly
y Keith Moxey,
"Introduction", en Visual Culture: Imges and Inteepretalions, Hanover and London, Wesleyan University Press,
1994, p. XVI.
90 Keith Moxey, "Nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los estudios
entonces, incluye el estudio de la imagen y los objetos que la contienen e incluye la historia
de la visión, la experiencia visual y su construcción histórica. Indican su interés en el
estudio de objetos consumidos por su valor como imagen y las instituciones que faciJitaron
esa visión, así como en la conciencia acerca de la visión y la visualidad en el periodo.92
El siglo MX se asocia con la "modernidad" a la cual se otorga un conjunto de
atributos políticos, económicos, sociales y culturales que incluyen el nacionalismo, la
democracia, el imperialismo, el capitalismo y el consumo. A esta enumeración Schwartz y
Przyblyski agregan la fabricación de imágenes tecnológicamente reproducidas como
elemento material conformador de la modernidad en conjunto con los otros. En este
sentido Walter Benjamin -considerado por muchos autores como uno de los pensadores
fundacionales en los estudios de la cultura visual- identificó las nuevas tecnologías de
reproducción de imágenes del siglo XIX (litografía, fotografía y luego cine) como
transformaciones fundamentales que condujeron a la "era de la reproducción mecánica." 93
Sin reducir la explicación a la tecnología, el ensayo de Benjamin enmarca el problema de la
cultura visual y sus transformaciones en el siglo XIX como histórico y material. Las
tecnologías para Benjamin son formas culturales que transformaron las prácticas de
producción y particularmente las de recepción y se enmarcan en este periodo con el
surgimiento de la cultura masiva y sus connotaciones politicas.
J onathan Crary exploró las implicaciones entre realidad y representación en el siglo
XIX en relación con la experiencia visual, experiencia estrechamente ligada a los códigos de
representación. Argurnenta que las tecnologías basadas en la fotografía destruyen la
pretensión de un solo punto de vista unificado, inherente a los códigos de visión
monocular y perspectiva geométrica. De modo que esas tecnologías demandaron un nuevo
tipo de observador en una realidad reconstituida a través de reproducciones. 94 Los modos
de observación y los modelos de espactador son puntos de análisis importantes para el
estudio de la cultura visual.
Pero es quizás en Das Passagen-W7erk de Benjamin95, su obra inconclusa editada por
por primera vez en 1982, donde se ha leído la importancia que Benjamin otorgó a la
92 Véase Martin Jay, Ojos abatidos. La denigración de Lq visión en el pensamiento francés del siglo XX, Madrid, Akal,
2007 [19931
u Walter Benjamin, "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica", en Discursos interrumpidos 1,
Buenos Aires, Taurus, 1989 [19721
94 Jonathan Crary, Las técnicas del observador. Visión modernidad en el siglo XIX,
y Murcia, CEND BAC, 2008
[1990]. Véase también: Suspensiones de la percepción. Atención, espectáculo ji cultura moderna, Madrid, Akal, 2008,
[1999]
95 Walter Benjamin, Libro de los pasajes, Ed. RolfTiedemann, Madrid, Akal, 2009 [19821
25
96 Susan Buck-Morss, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el projiecto de los Pasajes [1989], Madrid, A.
Machado, La Balsa de la Medusa, 2001.
97 Vanessa R. Schwartz, Spectacular Realities,
Ear!y Mass Culture in Fin-de-sude Paris. Berkeley- Los Angeles-
London, University of California Press, 1999, pp.1-12
98 Susan Buck-Morss, op.cit, pp. 39-40. Véase también Susan Buck-Morss,
Walter Benjamin, escritor revolucionario,
Buenos Aires, Interzona, 2005.
26
visualidad utilizados por Carasj Caretas. Si bien la percepción de esas diversas modalidades
en el lector se daban conjuntamente, su separación obedece metodológicamente a la idea de
resaltar la cuestión material de cada una de ellas. Las fotografías o los diversos tipos de
ilustraciones no son intercambiables, se producen y se decodifican de manera diferente y
específica. Así, el capítulo 4 se extiende sobre las ilustraciones de la ficción literaria
publicadas por el semanario, focalizando en las relaciones entre el texto y la imagen y las
maneras en que escritores e ilustradores interactuaban en sus modos de producción, y
sobre las ilustraciones de las "Páginas Artísticas" y sus sentidos. El capítulo 5 estudia la
fotografía, las tecnologías de la visión y sus modos de representación. Finalmente, el
capítulo 6 examina las caricaturas y las ilustraciones de la publicidad como dos modos
diferentes de producción visual, el primero con un sentido crítico y el segundo, persuasivo.
De los casi cuarenta años en los que se desarrolla la historia de este semanario esta
tesis se propone estudiar los diez primeros. En primer lugar, la colección completa
supondría el análisis de un corpus casi ilimitado de textos e imágenes. En segundo lugar, el
periodo planteado es suficientemente amplio y significativo para aportar material de
reflexión acerca de la conformación de una cultura visual en proceso de masificación en sus
múltiples vinculaciones con las bellas artes y con la cultura popular.
Capítulo 1
Orígenes de la prensa popular ilustrada de carácter masivo
1
La cultura masiva de acuerdo con Richard Ohmann implica experiencias voluntarias, producidas por un
número relativamente pequeño de especialistas para millones de personas a través del país que la
comparten en formas idénticas o similares, simultáneamente o casi y con una relativa frecuencia. La
cultura masiva conforma audiencias habituales, alrededor de intereses o necesidades comunes y se
produce para obtener un beneficio económico y abarca fenómenos relativos a experiencias o productos
como cine, radio, música grabada, televisión, diarios, revistas de circulación masiva, grandes torneos
deportivos, entre otros. Richard Ohmann, Selling Culture. Magazines, Markets and Class al the turn of
the Century, London-New York, Verso, 1996, p. 14.
29
2
Josefina Ludmer, El cuerpo del delito. Un manual, Buenos Aires, Perfil, 1999, p. 177
Véase Éric Maigret, Sociología de la comunicación y de los medios, Bogotá, Fondo de Cultura
30
8
Edgar Morin, L'esprit du temps. Essai sur la culture de masse, Paris, Bernard Grasset, 1962, pp. 23-39;
129-13 8.
Jesús Martín Barbero, op.cit., p. XXVII.
10
Roger Chartier, "Existe una nueva historia cultural?", en Sandra Gayol y Marta Madero (eds.), Fonnas
de historia cultural, Buenos Aires, Universidad Nacional de Gral. Sarmiento/Prometeo, 2007, p.39.
32
11
Claude Grignon y Jean-Claude Passeron, Lo culto y lo popular. Miserabilismo y populismo en
sociología y en literatura, Buenos Aires, Nueva Visión, 1991, pp. 20 y ss.
12 Ibid. p. 35
13
E. P. Thompson, Costumbres en común, Barcelona, Crítica, 1991; Carlo Ginzburg, El queso y los
gusanos, Barcelona, Muchnik, 1981 [1976]; Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y en el
Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Barcelona, Seix Barral, 1974 [1965]
14
R. Muchembled, Culture populaire et culture des élites, Paris, Flammarion, 1978.
15
Jacques Le Goff, Tiempo, trabajo y cultura en la Edad Media, Madrid, Taurus, 1979; Peter Burke, La
cultura popular en la Europa moderna, Madrid, Alianza, 1996 [1978]; Roger Chartier, " Cultura
popular': retomo a un concepto historiográfico", en Sociedad y escritura en la Edad Moderna, México,
Instituto Mora, 1995.
33
16
Los periódicos ilustrados publicados en el año 1896 presentaban todos formatos de mayores
dimensiones que el de Caras y Caretas, salvo el Búcaro Americano cuyo formato es de 18 x 26 cm.
Buenos Aires, 22 x 30 cm.; La ilustración Sudamericana, 30 x 40 cm.; Lectura Selecta, 22 x 32 cm.;
Nueva Revista, 27 x 36 cm.; ¡PfJ7! ¡jPafji!, 23 x 29 cm.; La Revista Teatral, 27 x 37 cm.; Los Sucesos
ilustrados, 36 x 51 cm.; La Voz del Hogar, 27 x 37 cm.; Los Aburridos, 25 x 35 cm.; La Bomba, 36 x 48
cm.; Bric á Brac, 24 x 33 cm.; Don Quote, 36 x 48 cm.; El Fígaro, 23 x 30 cm.; Fin de Siglo, 22 x 32
cm.; XX de Septiembre, 36 x 48 cm. Jorge Navarro Viola (dir.), Anuario de la Prensa Argentina. 1896.
Buenos Aires, Pablo Coni é hijos, 1897, pp. 120-135.
17
Caras y Caretas había tenido una primer época en Montevideo, dirigida por Eustaquio Pellicer, Charles
Schultz y Arturo Giménez Pastor. Apareció por primera vez el 20 de julio de 1890. De ocho páginas de
humor gráfico y notas jocosas, salía los domingos. Eustaquio Pellicer se retiró en 1892 del proyecto
cuando emigró a Buenos Aires e ingresó a La Nación, pero la revista continuó hasta el 28 de febrero de
1897, en el que publicó su número 235.
34
-.
•
--
CAARAS Y CARETAS KtMA MAlI) FEAT Vi), LIrERAXIO, *1(T) 51(0 1 0 E, A('TUA LIlIA DES
YA ESTOY AQUÍt
1
Cubierta, carasy caretas, a. 1, Circular, Buenos Aires, 19 de agosto de 1898.
35
18
Justa Cané de Somellera, perteneciente a la familia de Miguel Cané. Fue mujer de Florencio Varela,
periodista y escritor, exiliado en Montevideo durante el período de Rosas, fundador en 1845 de El
Comercio del Plata. Fue asesinado el 20 de marzo de 1848. Justa regresó a Buenos Aires después de
Caseros con sus once hijos, y dos de ellos, Héctor y Mariano fundaron el diario La Tribuna en 1855. Se
casó en segundas nupcias con el doctor Andrés Somellera.
36
CARASYCPARETS
Aí
EUSTAQUIO PELLICER
DEMM*RIO PECTIVO, LrrEDMEO, ADTIIrIOO V DE ACTUALJDDEI
EL ARBITRAJE
2
Cubierta. Carasy Caretas, a. 1, n. 1, Buenos Aires, 8 de octubre de 1898.
37
Mayol -que preflgura lo que será más adelante la sección "Caricaturas contemporáneas"-
representando a Francisco P. Moreno, 19 personaje del momento; versos jocosos sobre la
cuestión de límites, de Julio Castellanos; una nota sobre el fallecimiento de un periodista
uruguayo, Carlos María Ramírez, con su retrato y una imagen del cortejo fúnebre; otro
texto de ficción, éste de Fray Mocho, "El lechero", ilustrado por José María Cao; una nota
gráfica sobre una carrera hípica "El Gran Premio Nacional"; la sección "Menudencias"
conformada por textos humorísticos cortos con pequeñas viñetas; publicidades de
compañías de seguros, bebidas alcohólicas, establecimientos alimenticios, abogados,
martilleros, médicos, clínicas, tiendas de ropa, de joyas, viajes a vapor, aparatos y útiles
fotográficos, servicios de pompas fúnebres (Figuras 3, 4, 5, y 6).
Conforme se sucedieron los números, el modelo inicial de Carasy Caretas de veinte
páginas se amplió, se incorporaron nuevos contenidos como la actualidad internacional,
notas científicas, industriales, un relevamiento más amplio de la actualidad política, social y
cultural, curiosidades de todo el mundo, a la vez que se agregan más imágenes y más avisos
publicitarios. El semanario afirmaba la pretensión de ocuparse de "todo del día, todo de la
vida, a fm de que en la nota seria o en el pellizco irónico, sintiera el público que iba alguna
cosa suya, recién gozada o sufrida, recién vista ú oída", 20 en una conciliación de humor con
verdad.
Al cruce de caminos
19
Francisco P. Moreno en 1896 había sido designado perito en la cuestión de límites con Chile y fue
autor de la tesis que finalmente prevaleció que sostenía que la línea divisoria entre ambos países debía
pasar por las mayores alturas de la cordillera andina.
20
"Caras", Caras y Caretas, a. II, n. 53, Buenos Aires, 7 de octubre de 1899.
38
3
CARAS Y CARETAS "La Exposición Nacional". Caras y
Caretas, a. 1, n. 1, Buenos Aires, 8 de
LA EXPOSICIÓN NACIONAL
octubre de 1898
III..! no 1
It .u.lro,.0050 ,A.Ot0000a,oa dr omero' a.0.s Aoeti,lrO r.oei. , r.500t ro. Ir lale,r bo,a.oa
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— "-.--
4
;Je aC o
"El lechero". Caras y Caretas, a. 1,
n. 1, Buenos Aires, 8 de octubre de
1898
1
b1
rrl.'llhOyl.rgIntl 1 de doveose..
5
Justa Gane de Sometiera Ca ras y
Caretas, a. 1, n. 1, Buenos Aires, 8 de
octubre de 1898
6
"El problema de! tránsito". Caras y
Caretas, a. 1, n. 2, Buenos Aires, 15
de octubre de 1898
40
notas de a lo sumo media página, sin firma- el discurso crítico.. •,,21 conformando textos
verbales de carácter heterogéneo: "en un extremo, los muy informativos, de mínima
elaboración lingüístico-literaria, y en el otro piezas indudablemente trabajadas, al punto de
que muchas de ellas pasarán a integrar libros —algunos, además, famosos- de sus autores." 22
En similar perspectiva Beatriz Sano denomina a estos rasgos editoriales del
semanario, sistema misceláneo del magarjne que
21
Entre las publicaciones intelectuales mencionadas por Romano se encuentran Revista Nacional; La
Biblioteca; Revista de Derecho, Historia y Letras; Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales;
Revista de América; El Mercurio de América; La Revista Literaria; La Quincena; La Nueva Revista, todas
publicadas en la década de 1890. Eduardo Romano, Revolución en la lectura. El discurso periodístico-
literario de las primeras revistas ilustradas rioplatenses.Buenos Aires, Catálogos, 2004, p. 16.
22 Ibid. p. 181.
23 Beafriz Sano, El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Norma, 2000, p. 37 [1985]
24
Véase Jorge Rivera, "La forja del escritor profesional (1900- 1930) Los escritores y los nuevos medios
masivos" en Capítulo. Historia de la literatura argentina.Tomo III, Buenos Aires, CEAL, 1981.
25
Geraldine Rogers, Caras y Caretas. Cultura, política y espectáculo en los inicios del siglo XJ(
argentino, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 2008, p. 21.
41
alcanzar. 26 Carasy Caretas, sin embargo añade a estos contenidos una inmensa variedad de
informaciones muy breves sobre curiosidades científicas, sociales o culturales, novedades
de toda índole y de todo el mundo, humor gráfico, profusión de ilustraciones, fotografías, y
publicidad ilustrada y le suma, en la mayoría de los textos, el tono informal y satírico de los
periódicos de caricaturas.
Diversidad de contenidos, notas breves, de tono informal y de fácil lectura dan
cuenta de un tipo de periodismo cuyas características se relacionan con la representación
que los editores de Carasy Caretas tenían de los grupos lectores posibles, y de los códigos y
competencias culturales de ese público diverso en los cuales el periódico basó su éxito,
conformado en parte por individuos que no poseían una tradición distintiva previa de
lectura, al menos en ese formato.
En efecto, a partir de la década de 1880, emergió un nuevo público lector producto
de la estrategia de modernización implementada por el estado argentino que tuvo como
premisas fundamentales el desarrollo de la educación y la atracción de inmigrantes.
Inmigración y educación fueron entonces condiciones fundamentales para la concreción de
la modernización del país cuya cite dirigente perseguía la inserción de la Argentina en el
mercado capitalista mundial como nación agro-exportadora de materias primas. 27
Durante la segunda mitad del siglo XI1X en nuestro país, a pesar de los debates -
entre humanismo o utilitarismo, laicismo o religión- y las grandes dificultades materiales en
la concreción material de las ideas, se evidenció la existencia de un progreso cuantitativo en
la educación, 28 las estadísticas muestran un incremento de la población escolar entre 1850 y
1895, aunque con grandes variaciones entre Buenos Aires y el resto del país. Los datos
cuantitativos, a pesar de que se afirma que para la época las cifras resultan poco fiables, 29
indican que en la Capital Federal en 1869 el porcentaje de niños de edad escolar que asiste a
la escuela es de 46,5 % y en 1883 asciende a 64,6 o,/, mientras que en las capitales
provinciales los porcentajes son menores aunque muestran en algunos casos un sensible
aumento. En el año 1884 se promulgó la Ley 1420 que implantaba la instrucción pública
26
La gran mayoría de los periódicos ilustrados del siglo XIX poseen esa característica de combinar
diversidad de contenidos. Tomando sólo algunos pocos casos como ejemplos pueden citarse el Correo del
Domingo (1864-1867); Buenos Aires Ilustrado (1892-1893); La Ilustración Sudamericana (comenzó en
1892), entre otros.
27
Mirta Zaida Lobato (dir.), Nueva Historia Argentina. El progreso, la modernización y sus límites
(1880-1916), Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 11; Oscar Oszlak, La formación del Estado
argentino. Orden, progreso y organización nacional, Buenos Aires, Planeta, 1997.
28
Tedesco, Educación y sociedad en la Argentina (1880-1945), Buenos Aires, Ediciones Solar, 1993,
pp. 36-105.
29
Alberto Gandulfo, "La expansión del sistema escolar argentino", en Adriana Puiggrós (dir.), Sociedad
civil y Estado en los orígenes del sistema educativo argentino, Buenos Aires, Galerna, 1991, pp. 309-337.
42
obligatoria para los niños entre los seis y los catorce años, con la cual se produjo la
fundación del sistema educativo articulándose orgánicamente las partes de los desarrollos
anteriores. De modo que leer deja de ser un pivilegio de las elites al momento que la
alfabetización se expande acompañada por la ampliación de la educación primaria. Para el
total de la Argentina el número de alumnos inscriptos en 1880 es de 108.319 entre escuelas
particulares y fiscales y en 1890 la cifra asciende a 241.507. 0
La escolarización y las campañas de alfabetización hicieron asimismo su propio
camino en la población adulta y particularmente en las ciudades del Litoral y en Buenos
Aires, donde había una masiva presencia de inmigrantes extranjeros. En los centros urbanos
esta población "logró establecer, a través de la experiencia escolar de sus hijos, el vínculo más
efectivo de integración con la cultura del país que los acogía." 3' Adolfo Prieto afirma que en
el periodo entre 1880 y 1910 la Argentina redujo su porcentaje de analfabetismo a un 4%, a
pesar de que eso no implicaba el número de los que habían accedido a una efectiva
alfabetización. 32 De manera que la alfabetización funcionó también como uno de los
instrumentos de vínculo y compromiso social entre el estado argentino y el inmigrante. Los
grupos recientemente alfabetizados y los de inmigrantes irrumpieron en el espacio social
conformando el nuevo escenario de lectura que constituyó una de las condiciones de
posibilidad de la aparición de periódicos de carácter masivo como Carasj Caretas.
El acceso de las capas populares a lo impreso es un fenómeno verificable así como
una problemática política y social que implicó elecciones y decisiones y suscitó una gran
variedad de representaciones y discursos. El optimismo acerca de las posibilidades de la
instrucción pública y la expansión de la lectura como factores decisivos del progreso,
provenientes de la ideología iluminista e impulsados en la Argentina por el proyecto
educativo de Domingo F. Sarmiento, fue seguido por un sentimiento de preocupación
frente a resultados no deseados de esa expansión, como por ejemplo la preferencia por la
novela por parte de los lectores por sobre otro tipo de lecturas o la diseminación de
folletines consumidos con avidez por los nuevos lectores. Comenzó a abonarse entonces la
idea de un acompañamiento en la lectura popular por parte de la elite letrada que se
consideraba a sí misma portadora de los criterios y de las condiciones morales suficientes
para operar como guía. 33
30
Ibid
" Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires,
Sudamericana, 1988, p. 32
32 Ibid., p. 13.
33
Este proceso es presentado también en el contexto de algunos países europeos. Véase Jean Hébrard
43
"Les nouveaux lecteurs", en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (dir.), Histoire de ¡ 'éditionfrançaise. Le
Iemps des éditeurs. Du romantisme á la Belle Epoque, Paris, Fayard- Promodis, 1990, PP. 526-567.
34
Ernesto Quesada, "El 'criollismo' en la literatura argentina", [1902], en Alfredo V. E. Rubione (comp.),
En torno al criollismo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983.
35
Véase Dora Barrancos, La escena iluminada. Ciencias para trabajadóres. 1890-1930,Buenos Aires,
Plus Ultra, 1996.
36
Adriana de Miguel, "Escenas de lectura escolar. La intervención normalista en la formación de la
cultura letrada moderna", en Héctor Rubén Cucuzza (dir.) y Pablo Pineau (codir.), Para una historia de la
enseñanza de la lectura y escritura en Argentina. Del catecismo colonial a La Razón de Mi Vida, Buenos
Aires, Miño y Dávila- Universidad Nacional de Luján, 2004, PP. 107-148.
44
37
Véase Elizabeth C. Childs, "The Body Impolitic. Press Censorship and the Caricature of Honoré
Daumier", en Dean de la Motte y Jeannene M. Przyblyski (eds.), Making the News. Modernity and the
Mass Press in Nineteenth-Century France, Amherst, The University of Massachusetts Press, 1999; Jean
Watelet, "La presse illustrée", en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (dir.), op. cit., pp. 369-382; Paul
Jobling y David Cowley, "Censorship and symbolism: the politics of caricature and satire in France and
England during the nineteenth Century", en Graphic Design. Reproduction and Representation since
1800. Manchester-New York, Manchester University Press, 1996; J. Cuno, "Charles Philipon, La Maison
Aubert and the Business of Caricature in Paris, 1829-41", en Art Journal, Winter 1983, pp. 347-54; P.
Ten-Doesschate Chu y G. P. Weisberg, The Popularization of Images: Visual Culture under the fu/y
Monarchy, Princeton University Press, 1994.
45
Adolfo Prieto destaca el interés que despertó en el público la novedad del material
gráfico, el estilo y la variedad de sus notas que contribuían a un alto grado de participación
y de identificación. De modo que la singularidad e innovación consistían en la inserción de
contenidos de carácter local adaptados a un formato con características novedosas.
Nada más 'argentino' que los diálogos inventados por Fray Mocho, el director de la revista;
nada más transparente, al mismo tiempo, a los conflictos de situación padecidos por las
viejas familias 'criollas' que buscaban insertarse en las mallas de la sociedad moderna, ni
más compasivamente permeable a la presencia inevitable de los 'gringos'. Nada tan
gracioso sobre la dudosa moralidad de los tiempos revueltos en que se construía la nueva
Argentina, ni tan insobornablemente optimista sobre los largos plazos del futuro. Diálogos
para ser leídos en voz alta. Horizonte acústico y caja de resonancia en los que vastos
sectores de la naciente clase media urbana debían, íntimamente, reconocerse. 39
Geraldine Rogers añade a este punto de vista la afirmación que en Carasy Caretas lo
argentino se expresaba en una visión integradora frente a la heterogeneidad cultural propia
de fines del siglo XIX. Esta heterogeneidad resultado del fenómeno de la inmigración, de la
38
"Caras", Caras y Caretas, a. II, n. 53,7 de octubre de 1899.
39 Adolfo Prieto, op.cit., p. 41.
46
migración interna y del crecimiento urbano, había suscitado tensiones sociales, debates
políticos y culturales que devinieron en un proceso nacionalizador. 40
Carasji Caretas contribuyó a la instalación de esa idea y proporcionó representaciones afmes
a las del Estado liberal. El semanario tendía a la integración cultural, como que era lógico
en una publicación en la que productores y lectores eran parte de una sociedad mezclada en
la que, con diversas formulaciones y variantes, la idea sobre la necesaria asimilación de sus
componentes de origen europeo era crecientemente hegemónica. 41
De acuerdo con estas perspectivas Carasji Caretas como producto de cultura masiva,
tendía a homogeneizar las diferentes manifestaciones dentro de la dinámica cultural, y
avalaba el proceso operado por el Estado nacional proponiendo una masificación cultural
que tiene su raíz en los dispositivos de enculturación y hasta represión que caracterizaron el
complejo proceso de constitución de una cultura de carácter oficial con su particular mirada
hacia el pasado y hacia el futuro. 42 Gran parte de los contenidos de Carasji Caretas pueden
leerse en ese sentido y avalar esta hipótesis: las narrativas gráficas presentadas en torno a
los festejos oficiales del 25 de mayo u otras fiestas cívicas, la apelación a relatos de la
historia regional en las que se reproducen visualmente documentos como pruebas de
hechos del pasado nacional, o relatos que tenían como fin realzar figuras destacadas de los
campos artístico, literario o científico —como por ejemplo la de Florentino Ameghino- así
como el desarrollo local de esos mismos campos —exposiciones pictóricas o
descubrimientos de fósiles en territorios nacionales- 43 o el relevamiento de progresos
materiales que construyen la modernidad nacional como los avances del ferrocarril, el
correo, la industria, el comercio, el periodismo.
El carácter nacionailzador de ciertos contenidos está ligado a una necesidad
experimentada por las clases dirigentes que obedecía a las particularidades políticas, sociales
y culturales de un contexto en el cual la inmigración masiva estaba operando como factor
de cambio de todo el paisaje social. La inmigración, señala Tulio Halperin Donghi, había
sido considerada a lo largo del siglo XIX en la Argentina como "un instrumento esencial en
la creación de una sociedad y una comunidad política modernas" 44, y había producido un
impactante resultado -inscripto en un movimiento de desplazamientos que atravesaron el
Atlántico, pero también dentro de Europa, debido a las transformaciones de la economía
45 Femando Devoto, Historia de la inmigración en la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2003, pp. 45-51.
46
Véase Erie J. Hobsbawm y T. Ranger, The Invention of Tradition, Cambridge University Press, 1983;
Benedict Anderson, Imagined Communities. Refleclions on the origin and Spread of Nationalism,
Londres, Verso, 1990 [1983]; Erie J. Hobsbawm, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona,
Crítica, 1995. Sobre la Argentina véase Juan Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados:
orígenes de la Nación Argentina (1800-1846), Buenos Aires, Ariel, 1997; Oscar Oszlak, op. cit.; Lilia
Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argentina a
fines del siglo XIX, Buenos Aires, FCE, 2001, Juan Carlos Garavaglia, Construir el estado, inventar la
nación. El Río de la Plata, siglos XVIII-XIX, Buenos Aires, Prometeo, 2007.
47
Véase Alejandro Cattaruzza, Los usos del pasado. La historia y la política argentinas en discusión,
1910-1945, Buenos Aires, Sudamericana, 2007.
48
48
Tulio Halperin Donghi, op.cit. pp. 2 19-225.
' Los nuevos programas incluían en primer grado el idioma nacional, en tercero la geografía de la
República y la historia. En cuarto y quinto grado la instrucción cívica (el ciudadano, sus deberes y
derechos, la Nación, las provincias y municipios; forma de gobierno, declaraciones y garantías, poder
legislativo, poder ejecutivo, la organización política) la historia, la geografía de la República y universal.
Véase Lilia Ana Bertoni, op.cit. p. 47.
50
Pueden citarse como ejemplos la disposición de la creación del Museo Histórico Nacional en 1889, y la
fundación del Museo Nacional de Bellas Artes en 1896.
51
Sobre la erección de monumentos véase Marina Aguerre "Vida, muerte y gloria? La injerencia de la
esfera pública en los movimientos y traslados de monumentos conmemorativos: el caso de Aristóbulo del
Valle" en El arte entre lo público y lo privado/ VI Jornadas de Teoría e Historia de las Artes. Buenos
Aires, CAJA, 1995; "Lazos de bronce y mármol. España y la Argentina en los monumentos de la ciudad
de Buenos Aires" en Yayo Aznar y Diana Wechsler (comps) La memoria compartida. España y la
Argentina en la construcción de un imaginario cultural (1898-1950), Buenos Aires, Paidós, 2005. Marina
Aguerre y Raúl Piccioni, "Eduardo Schiaffino y 'el monito tití' del Parque 3 de Febrero, o la introducción
de una estética moderna en la empresa monumental porteña" en Diana B. Wechsler (coord.). Desde la
otra vereda. Momentos en el debate por una arte moderno en la Argentina (1880-1960) Archivos del
CAIA 1, Buenos Aires, Ed. El Jilguero, 1998. Véase asimismo los trabajos de Roberto Amigo acerca de la
función de las imágenes en la construcción del estado-nación: Roberto Amigo, "Imágenes para una
Nación. Juan Manuel Blanes y la pintura de tema histórico en la Argentina" en Arte, Historia e Identidad en
América: visiones comparativas. XVII Coloquio Internacional de Zacatecas, México: UNAM, 1994, pp. 315-
331; "Imágenes de la historia y discurso político en el Estado de Buenos Aires (1852-1862), en Arte
Argentino de los siglos XVIII y/o XIX. Menciones Especiales. Premio Telefónica a la Investigación en
Historia de las Artes Plásticas. Año 1998. Buenos Aires, FIAAR, 1999, pp. 9-57.
52
Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires,
Ariel, 1997, pp. 161-199 [1983]
53
Geraldine Rogers, op.cit. p. 241.
49
la lengua utilizada en el habla cotidiana, y el uso culto del idioma en la literatura debía
emanar a las restantes esferas de la actividad social. La lengua culta para Quesada se vincúla
con la raza y era un indicio de pertenencia a un lugar social que permitía justificar autoridad
y privilegios de una elite y mantener la unidad y "superioridad" en países invadidos por la
inmigración. 54
Otro modo de expresar la diferenciación del semanario con respecto a una
cultura oficial es a través del humor. Mijail Bajtin ha mostrado cómo a través de la risa la
cultura popular a menudo puede expresar oposición y desafío a la seriedad de la cultura
oficial, cuestionando la autoridad y las jerarquías y lo que la cultura oficial propone como
sagrado o incuestionable. 55 Esta ofensiva se ve plasmada en las numerosas caricaturas que
la revista produjo de personalidades públicas, su discurso político y sus actos, burlándose
de la igenuldad, ineficacia o inmoralidad de las intenciones de sus acciones, sus alianzas y
contradicciones, o en abundantes alusiones a incomodidades sufridas por los ciudadanos
provocadas por el progreso de una urbe moderna —teléfonos que no funcionan o que no
comunican a ningún lado, peligros para el peatón porteño por las innumerables reformas
urbanas que se estaban desarrollando, la densificación del tránsito con los nuevos tranvías,
carros y bicicletas en una ciudad que crecía ininterrumpidamente y dejaba atrás su
condición de villa calma y silenciosa.
De modo que Carasj Caretas combinó de un modo particular modos textuales,
formas discursivas y visuales diversas, conjuntamente con representaciones simbólicas que
adherían en parte a una identidad nacional con intención de construir imágenes, espacios y
narraciones ligados a una memoria colectiva nacional pero, como estrategia de venta o con
intención crítica, al interpelar a identidades heterogéneas, incluían a vastos sectores de la
población, en especial a los grupos de nuevos lectores que por su condición de inmigrantes
o recientemente alfabetizados, se incorporaban a los tradicionales grupos de lectores
letrados. Así, incorporó particularidades de su habla y de su cultura, a menudo en un tono
crítico, identificándose con las élites, pero también citando escenas protagonizadas por
personajes populares fácilmente reconocibles y susceptibles de producir identificación y
empatía en los grandes públicos.
54
Ernesto Quesada, "El 'criollismo' en la literatura argentina", op .c it.
55
Mijail Bajtin, op.cit. Véase también José Emilio Burucúa, Corderos y elefantes. La sacralidady la risa
en la modernidad clásica —siglos XV a XVII-, Buenos Aires-Madrid, Miño y Dávila, 2001.
50
56
Durante el siglo XIX el romanticismo produjo una serie de revivais tipográficos entre los cuales los
recursos a las tipografias góticas y a las mezclas tipográficas en particular en títulos y portadas fueron
muy utilizados.
51
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7
La Ilustración Sudamericana, fndice, Tomo 6, 1898.
52
falta de elementos lito-tipográficos bastantes para afrontar de improviso una empresa de tal
vuelo, exigían la entrega de los materiales con una antelación inconveniente para la
actualidad de las notas. Afortunadamente hallamos una inesperada colaboración para salir
adelante en la poderosa casa impresora elegida por nosotros desde el primer momento: la
Compañía Sudamericana de Billetes de Banco hizo un verdadero despliegue de fuerzas y
elementos, poniéndose rápidamente en condiciones de grabar, componer e imprimir casi en
horas este periódico, que puede así salir con sus actualidades frescas y completas y en un
pie de confección material que —a la vista está- puede presentarse sin cortedad como una
muestra del verdadero florecimiento alcanzado en Buenos Aires por las artes gráficaS. 57
57
"Caras", Caras y Caretas, a. II, n. 53, Buenos Aires, 7 de octubre de 1899.
53
carácter masivo. Richard Ohmann afirma que, en Estados Unidos, el surgimiento de este
artefacto cultural novedoso dependió fundamentalmente de las transformaciones de los
modos de venta de un mercado de bienes de consumo cotidiano apoyado cada vez más en
la publicidad. 58 Los sucesivos números de Carasj Caretas indican que la incorporación de
avisos fue en aumento, lo cual le permitía mantener un precio de venta bajo, facilitando el
aumento de público, hecho que resultaba cada vez más atractivo para los avisadores. La
publicidad entonces constituía un sostén económico muy importante del semanario.
Inicialmente, el semanario estableció en $15 pesos el precio de la página de publicidad, 5 lo '
cual fue considerado excesivo para una publicación de ese tipo, sin embargo, los avisadores
no escasearon. En el año 1913, de una tirada de 112.000 ejemplares, la venta callejera y la
suscripción producían aproximadamente $22.400 teniendo en cuenta que las suscripciones
trimestrales o anuales bajaban el ingreso. Si, como afirma Rocchi 60 en ese mismo año el
semanario cobraba por un aviso de publicidad hasta $270, reuniendo aproximadamente 80
avisadores por número, cifra a la que podía llegar en 1913, resultan $21.600, es decir, casi el
equivalente a lo que se percibía por la venta.
Los números iniciales están compuestos por veinte páginas, las cuatro primeras y
las dos últimas están ocupadas por publicidad, pero también se imprimen avisos en la
contratapa y su anverso y en la página siguiente a la cubierta. En el número 100, casi dos
años más tarde, las páginas suman 48, y la publicidad ocupa 28, es decir, más de la mitad
del material impreso, algunas intercaladas con las secciones de noticias internacionales, en
total ya son 50 avisos desplegados, muchos de ellos con imágenes ilustradas.
Los objetos que se presentaban visualmente eran de diverso carácter pero muchos
de ellos representaban nuevos bienes ofrecidos al consumo, contrapuestos a pautas y
hábitos culturales tradicionales e impuestos por las nuevas reglas del mercado: ropa
confeccionada, aparatos de fotografía, máquinas de coser, artefactos para luz eléctrica y
para gas, bicicletas, cocinas domésticas, aparatos para esterilizar y conservar la leche (Figura
8). Podemos conjeturar así que los periódicos ilustrados cumplieron un papel esencial en la
conformación de nuevas pautas de consumo que acompañaron el proceso de
transformaciones urbanas de fines del siglo XIX y comienzos del XX. En los años
58
Richard Ohmann, op.cit., pp. 1-30. Véase también Mathew Schneirov, The Dream of a New Social
Order. Popular Magazines in America. 1893-1914, New York, Columbia University Press, 1994.
59
Antonio E. Morelli, "Periodismo y publicidad comercial", en "La Prensa Argentina" edición
extraordinaria de El Diario, enero de 1933.
60
Femando Rocchi, "Inventando la soberanía del consumidor: publicidad, privacidad y revolución del
mercado en Argentina, 1860-1940", en Femando Devoto y Marta Madero (dir.) Historia de la vida
privada en la Argentina. La Argentina plural: 1870-1930, t. 2, Buenos Aires, Taurus, 1999, p. 319.
55
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8
Publicidades del primer número de Caras y Caretas.
56
61
Para la economía del período las referencias son numerosas, véase José Carlos Chiaramonte,
Nacionalismo y liberalismo económicos en la Argentina, 1860-1880, Buenos Aires, Solar-Hachette,
1971; Roberto Cortés Conde, El progreso argentino, Buenos Aires, Sudamericana, 1979; Jorge Sábato,
La clase dominante argentina. Formación y características, Buenos Aires, CISEA/GEL, 1987; Femando
Rocchi, "El péndulo de la riqueza: la economía argentina en el periodo 1880-1916" en Mirta Zaida
Lobato (dir.), El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), Buenos Aires, Sudamericana,
2000, pp. 17-69; Ezequiel Gallo y Roberto Cortés Conde, Historia argentina. La República
conservadora, Buenos Aires, Paidos, 2005.
57
tercer exportador de trigo del mundo, luego de Rusia y los Estados Unidos.
Del mismo modo, hacia fines del siglo Xlix la industria local experimentó
transformaciones a partir de la instalación de los frigoríficos, y ese movimiento siguió
evolucionando en los primeros años del siglo XX. En 1914 el número de empresas era el
doble de lo que había sido en 1895, lo mismo sucedía con la cantidad de trabajadores
mientras que el capital se había triplicado. 62 La creciente población que se incorporaba al
mercado de trabajo impulsó la producción para el mercado interno al aumentar la demanda
de bienes de consumo final, y en las décadas de 1880 y 1890 comenzaron a surgir en
Buenos Aires industrias modernas que producían alimentos, cigarrillos, jabón, velas,
fósforos e insumos para la construcción. El censo nacional de 1914 muestra una estructura
industrial de un total de 48.779 establecimientos para la totalidad del país -mientras que la
cifra para 1895 era de 24.114 empresas- distribuidos en los rubros de alimentación, vestido,
construcción, muebles, rodados, ornato, metalurgia, química, artes gráficas, textiles. Sin
embargo, se trataba de una estructura muy heterogénea en la cual convivían pequeños
talleres y empresas semiartesanales con los establecimientos fabriles más modernos.
Pero el crecimiento industrial se veía afectado por las fluctuaciones de la economía
general, los cambios de valor y volumen de las exportaciones y de los insumos que eran en
su gran mayoría importados. Las crisis y las políticas estatales limitadas frente a la industria
-cambios constantes de arancelamiento aduanero, gravámenes a las importaciones, políticas
crediticias- beneficiaron a ciertos sectores y produjeron resultados de importante
crecimiento industrial pero a la vez, otros sectores se veían restringidos por el mercado
interno, el comportamiento oligopólico de las grandes empresas, la falta de acceso a ciertos
recursos naturales y la heterogeneidad misma de la estructura industrial.
Sin embargo, más allá de las limitaciones, la industrialización, junto con el
crecimiento económico producto de las exportaciones agrícolo-ganaderas, provocó
transformaciones en la economía y en la sociedad, articulándose con el crecimiento urbano,
el aumento de la cifra de trabajadores y el consumo interno. Paulatinamente la producción,
si bien estaba mayormente localizada en Buenos Aires, fue creando un mercado nacional.
Por otra parte, el comercio mayorista, tradicionalmente relacionado con la
importación de productos manufacturados fue cambiando en función del surgimiento de la
producción local. Ofrecía productos importados y nacionales y se desarrollaron las
62
Juan Carlos Korol, "La industria", en Nueva historia de la nación argentina, Buenos Aires, Academia
Nacional de Historia-Ed. Planeta, 2001, pp. 151-152. Véase asimismo Adolfo Dorfman, La industria
argentina, Buenos Aires, Solar, 1982, [19421; Jorge Schvarzer, La industria que supimos conseguir,
Buenos Aires, Planeta, 1996.
58
63
Fernando Rocchi, op.clt., 2000, p. 52.
59
urbano con sus grandes escaleras, galerías, salones, luces, espejos, restaurantes, con su
enorme cantidad de bienes dispuestos en un entorno creado para el deseo en grandes
vidrieras con despliegues teatrales." Richard Ohmann afirma que en medio de relaciones
reales de producción, explotación y lucha por las ventas, los fabricantes y comerciantes
crearon relaciones sociales imaginarias y fantásticas en una nueva ideología del consumo.
"La revista que logró imponerse como el medio más atractivo para la publicidad -
Caras y Caretas- no sólo cobraba abultadas cifras a quienes deseaban promocionar sus
artículos o sus servicios en sus páginas, sino que comenzó a hacerlo de manera diferenciada
de acuerdo con la ubicación." 65 La publicidad fue uno de los fenómenos que posibilitó la
aparición de periódicos baratos que alcanzaron un público masivo. La producción nacional
de productos y su deseo de alcanzar un mercado nacional demandó un medio también
nacional para difundirse.
De acuerdo con Jorge Rivera, los ingresos provenientes de la publicidad brindaron
al semanario la posibilidad de ser uno de los primeros que pagó en forma regular las
colaboraciones literarias, 66 hecho que contribuyó a la paulatina profesionalización del
escritor en el campo cultural argentino. Pero no sólo las contribuciones literarias recibían
una retribución, con los ilustradores y los fotógrafos la revista operaba de la misma manera,
lo cual favoreció el proceso de profesionalización de los campos de la ilustración y del
fotoperiodismo.
Tal estructura organizativa estaba enmarcaba en el funcionamiento integral propio
de un modo de producción periodística con carácter de empresa, que no sólo convocaba a
escritores y artistas que colaboraban con trabajos ocasionales, sino que empleaba en forma
fija un gran número de trabajadores para cumplir con las exigencias de una producción
industrial. De este hecho es consciente uno de los redactores:
Desearía que en las lineas que voy a trazar, se destacase vigorosa y prácticamente lo que el
público -ha de conocer por intuición siquiera, el enorme esfuerzo que representa la
publicación de un semanario como éste, la cantidad de energías dirigidas en un mismo
sentido, la pluma, el lápiz, la prensa, la piedra litográfica, el aparato fotográfico, la tarea
administrativa, moviéndose todos sin descanso, sin tregua, con idéntico fin, como palancas
64
Sobre el surgimiento de las tiendas departamentales en Europa y estados Unidos véase Richard
Ohmann, op. CII.; Ellen Gruber Garvey, The Adman in the Parlor. Magazines and me Gendering of
Consumer Culture, 1880s lo 1910s, New York-Oxford, Oxford University Press, 1996; Erika Diane
Rappaport, Shopping for Pleasure. Women iii the Making of London s West End, Princeton-Oxford,
Princeton University Press, 2001.
55
Fernando Rocchi, op.cit., 1999,p. 310.
66
Jorge B. Rivera, op.ci4 p347. Véase del mismo autor "El escritor y la industria cultural. El
camino hacia la profesionalización (1810- 1900)" en Capitulo. Historia de la literatura argentina.Tomo
II, Buenos Aires, CEAL, 1981 y El escritor y la industria cultural. Buenos Aires, Atuel, 1998. Véase
también Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, op. cii., pp. 167-165.
60
67
Leoncio Lasso de la Vega, "Caretas", Caras y Caretas, a. II, n. 53, Buenos Aires, 7 de octubre de 1899.
61
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"Colaboradores gráficos". Caras y Caretas, a. II, n. 53, Buenos Aires, 7 de octubre de 1899.
62
publicidad de los avisos que en él se inserten, de manera que en realidad son los avisos los
que mantienen a un diario. 68
¡15.000 ejemplares
A esta cifra asciende el total de las dos ediciones que tuvimos que hacer del primer número
de CARAS Y CARETAS.
Qué si estamos satisfechos del éxito? Más que satisfechos, asombrados, por el hecho, sin
precedente, de haber alcanzado tan grande venta un periódico de la índole del nuestro.
Y conste que no implica engreimiento este pseudo-reclamo, pues sabemos cuánto nos
corresponde a nosotros en el éxito y cuánto les corresponde al favor del público.
68
Ernesto Quesada, "El periodismo argentino", en Nueva Revista de Buenos Aires, t. IX, Buenos Aires,
1883,p.94.
69
Diarios fundados respectivamente en 1869 y 1870 que, hacia fines del siglo XIX, eran los que
ostentaban mayor circulación en el país.
70
Ernesto Quesada, "El movimiento intelectual argentino", en Nueva Revista de Buenos Aires, t. V,
Buenos Aires, 1882, p. 466.
63
Reiteramos a éste, así como á nuestros colegas, de quienes hemos recibido el mismo
bondadoso recibimiento, la expresión de nuestra gratitud. 71
71
"Menudencias", Caras y Caretas, a. 1, n. 2, Buenos Aires, 15 de octubre de 1898.
72 »Nuesfro número extraordinario", Caras y Caretas, a. XII, n. 610, Buenos Aires, 11 de junio de 1910.
64
ni grandes avenidas" 73- consistían, de acuerdo con las fuentes, en procesiones públicas,
ceremonias religiosas (la misa del alba y la misa de una), escenas teatrales, riñas de gallos,
cabalgatas por las quintas de los suburbios, o la ribera, el bajo o la Alameda -paseo público
de los tiempos virreinales-, los curiosos baños nocturnos en el río, las retretas, conciertos
nocturnos de músicos militares, que ocupaban la calle e interrumpían el tránsito, o
actividades de destreza deportiva como las carreras de sortijas. De acuerdo con José
Antonio Wilde
Tan escasas eran, en fin, las distracciones para el pueblo, que á veces concurrían las familias
á presenciar alguna corrida de sortija; a pasear á pie por las quintas y aun á pararse á cierta
distancia á ver bailar los negros en sus candombes. No teníamos paseos públicos, circo de
carreras, juegos atléticos, ni tanto otro atractivo que ofrece distracción á los habitantes de
esta ciudad. 7
Las diferentes expresiones culturales que las fuentes enumeran tienden a manifestar
en sus mismas formas tanto los modos de conducirse de las distintos estratos que
componían la sociedad como las relaciones jerárquicas entre los sectores de elite y los
populares, así como los sucesivos intentos de disciplinamiento social por parte del poder
político, sobre la base de argumentos morales, de gusto, o didácticos. 75
Las fiestas públicas, cívicas y religiosas, conformaban un escenario particular en el
cual se simbolizaban las relaciones políticas y sociales. Durante el Antiguo Régimen las
fiestas constituyeron un espacio altamente formalizado de un orden social que exhibía sus
jerarquías de clase, individuales e institucionales, estructuradoras de la sociedad colonial.
Luego de 1810, las fiestas tendían a representar la supuesta ausencia de jerarquías en una
sociedad republicana, sin embargo, las procesiones y festejos religiosos conservaban la
riqueza y ostentación de las antiguas exhibiciones. 76
Sólo de pensarlo sentían cierto placer. Irían a la Sefla y a las Tinieblas el Miércoles santo; al
Lavatorio y a los Monumentos, el Jueves; a las Tres Horas y al Pésame el Viernes, y el sábado a la
Gloria y a ver quemar los Judas, ceremonias que se celebraban entonces con mucha pompa
y un poco de más recogimiento del que hoy se acostumbra. La ciudad presentaba otro
aspecto: parecía que se alegraba y que se entristecía; que se alegraba por la multitud de
gente recorrían las estaciones ( ... ) por la infinidad de gente que asistía a los templos con la
mayor devoción. ( ... ) Todo el mundo estrenaba un traje negro los días de Semana Santa, y
los que no podían hacerlo exhumaban viejos trajes ( ... ) Las procesiones eran grandes
73 Octavio C. Batolla, La sociedad de antañoBuenos Aires, Emecé Editores, 2000, p. 116 [1908].
74
José Antonio Wilde, Buenos Aires desde setenta años atrás, Buenos Aires, Biblioteca de La Nación,
1908,p. 282.
75
Tal fue el caso de las representaciones teatrales. Véase Alicia Aisemberg y Adriana Libonati,
"Contexto socio histórico. Campo de poder y teatro", en Osvaldo Pelletieri (dir.), Historia del teatro
argentino en Buenos Aires. El periodo de constitución (1700-1884) vol. 1, Buenos Aires, Galerna, 2005,
pp. 143-159.
76 Ibid. pp. 129-130. Véase también Juan Carlos Garavaglia, op.cit.
65
desfiles y verdaderos actos de devoción. (...) La plaza de la Victoria era el centro de estas
festividades. 77
Con las fiestas cívicas el nuevo Estado instituía un calendario republicano y patriota
en lugar de los antiguos festejos coloniales. Tal es el caso de la fecha del 25 de mayo que
fue declarada fiesta cívica en 1813. Las celebraciones conmemorativas duraban desde el 23
hasta el 26 y contaban con una gran participación popular. Se presentaban músicos,
titiriteros, payasos, globos aerostáticos de formas extrañas, prestidigitadores, pantomimas,
se tomaba parte en los juegos de agilidad o destreza como el palo enjabonado, calesitas y
danzas.
Por otro lado, los festejos de carnaval se ofrecen como ejemplo del modo como el
Estado intervino con su voluntad de disciplinar y controlar las prácticas de sociabilidad
popular. Desordenados y escandalosos para algunos, referidos como verdaderas "batallas
de agua" arrojada a los paseantes desde las azoteas por jóvenes de ambos sexos, con jarras
o "huevos de olor", los carnavales porteños no tardaron en ser regulados. En tiempos de
Rosas se impusieron horarios, entre las doce y las seis de la tarde, con un disparo de cañón
en el fuerte que anunciaba el comienzo y el final de la diversión. Luego, en 1849, fueron
prohibidos los juegos de agua, pero se había impuesto la moda venida de Europa de los
bailes de carnaval en el interior de los salones de los clubes. 78
El primer jardín público, el Vauxhail o Parque Argentino, fue inaugurado a
imitación de los europeos, en 1827 y ocupaba la manzana de las actuales Av. Córdoba,
Viamonte, Uruguay y Paraná. Además del jardín, contaba con un hotel, salones de baile,
una arena de circo con comodidad para 1500 espectadores y un teatro al aire libre. Se
representaron los primeros espectáculos circenses con artistas nativos como los hermanos
Podestá, actuaciones de payasos y pantomímicas. 79
Este repliegue hacia espacios privados fue marcando una tendencia de la elite que
restringió los lugares de intercambio entre la plebe y la "gente decente" como se
autodenominaba el patriciado porteño, si bien no abandonó totalmente los ámbitos de
encuentro en los lugares públicos (la calle, la plaza, la Alameda) para retraerse a ciertos
espacios en los cuales podía desarrollar una modalidad de sociabilidad más privada, como
77
Octavio C. Batolla, op.cit, p. 152-154.
78
Pilar González Bemaldo, "Vida privada y vínculos comunitarios: formas de sociabilidad popular en
Buenos Aires, primera mitad del siglo XIX", en Fernando Devoto y Marta Madero (dir.), Historia de la
vida privada en la Argentina. País antiguo. De la colonia a 1870, t. 1, Buenos Aires, Taurus, 1999, p.
152-153.
79
En 1840, Santiago Wilde, quien era dueño de parte del parque, compró la propiedad entera y tuvo allí
por muchos años su residencia particular. José Antonio Wilde, op.cit., pp. 126-128.
66
banquetes, cenas, salones. Libera así, "ciertos espacios que serán identificados con la plebe
urbana."8°
Un lugar de reunión exclusivo de las clases populares era la pulpería, los almacenes
de venta al menudeo ubicados por lo general en las esquinas, en los cuales además de
comercializarse alimentos y otros productos de primera necesidad, se expedían bebidas
alcohólicas, y los parroquianos y visitantes se reunían para beber, cantar, tocar la guitarra,
jugar a los naipes. Pero el interés de disciplinamiento y control social por parte de las
autoridades que consideraban los parques, paseos, plazas, teatros y hasta el carnaval como
diversiones "sanas", señalaba las pulperías, despachos de bebidas y cafés como espacios de
"desorden", "inmoralidad" y "despilfarro". Los juegos de azar por dinero, los desórdenes y
pleitos producidos por causa del exceso de alcohol y la frecuentación de "vagos y mal
entretenidos" eran los elementos más condenables para los controladores del orden
público. Los despachos de bebidas y cafés frecuentados por las clases populares sufren la
vigilancia y la persecución como lugares públicos asociados con el "vicio". 81
En 1870 existían aún algunas tertulias familiares, se habían inaugurado clubes como
el Club del Progreso en el cual los hombres solian reunirse con fmes sociales, y a menudo
politicos. Espectáculos más populares eran, en cambio, las riñas de gallos, las carreras de
caballos que se corrían en Barracas o Belgrano, casi como competiciones rurales, o el fútbol
que se había comenzado a jugar a partir de 1860 traído por inmigrantes.
Hacia fines del siglo XIX existían tres hipódromos, uno lindante al Parque 3 de
Febrero (Palermo) perteneciente al Jockey Club, y a sus carreras asistía numerosa
concurrencia, los otros dos estaban ubicados en Belgrano y Hurlingham respectivamente.
Otras actividades que atraían un público considerable eran los deportes, en espacios que
permitían ejercer la sociabilidad y los hábitos de distinción, inclusión y exclusión. El
hipismo se practicaba en la sede de la Sociedad Hípica Argentina establecida en el Parque 3
de Febrero, con pistas destinadas a carreras de trote y obstáculos, y un campo para juego de
polo, con tribunas de casi 2000 personas. Se ejercitaba también el patinaje, aunque limitado
en 1900 a un sólo local situado en la Plaza Libertad, que atraía una concurrencia infantil; el
ciclismo era una actividad muy desarrollada en Buenos Aires con una circulación
aproximada de 10.000 bicicletas estimulada por los progresos del asfalto y varios
velódromos para la ejercitación. El canotaje tenía también sus adeptos, fomentados por el
80
Pilar González Bemaldo, op.cit., p. 150.
81
Véase Sandra Gayo!, Sociabilidad en Buenos Aires. Hombres, honor y cafés. 1862-1910, Buenos Aires,
Ediciones del Signo, 2007, pp. 19-92.
67
Buenos Aires Rowing Club y el Teutonia Club, establecidos en el Tigre, sobre el río Luján,
a 30 kilómetros de Buenos Aires, localidad a la que se llegaba a través del ferrocarril. Existía
un club de regatas, el Yacht Club Argentino con algunos socios. A esto se sumaba la
existencia de varios clubs atléticos como River Plate, Banfield, Flores, Lanús, Palermo,
Porteño, tres clubs de cricket, tres de football, dos caninos, tres de golf, varios de polo.
Otros espacios de encuentro eran los clubs sociales que, sin embargo no estaban
abiertos al público en general. Los más elitistas y lujosos eran el Jockey Club, en Florida
577 y el Club del Progreso. Otros eran el Círculo de Armas, el Club del Plata, el Club de
Residentes Extranjeros, el Círculo Italiano, el Club Español, el Club Francés, el Club
Inglés, el Club Alemán, el Club Ladies, el Club Gimnasia y Esgrima, todos con salas de
juegos y billar, restaurants, salas de lectura y salones en los que celebraban bailes.
Pero ninguna de las manifestaciones mencionadas puede considerarse una práctica
cultural masiva. Excepto algunas, la mayoría de ellas no era interpretada por
"profesionales", muchas de ellas eran espontáneas o prácticas operadas por una institución,
el gobierno o la Iglesia, y no involucraban una remuneración, y el límite entre
organizadores, participantes y público era variable. Las ceremonias cívicas o religiosas y las
actividades recreativas seculares estaban enraizadas en funciones sociales de reproducción
social y solidaridad comunitaria. Sólo el teatro, el circo y otras representaciones eran
actividades que diferencian claramente los actores y la audiencia, pero las demás eran parte
de la comunidad.
Precisamente, el teatro y el circo deben ser considerados particularmente ya que
fueron los primeros dispositivos que alcanzaron un amplio público variado proveniente
tanto de las elites como de clases populares y, que claramente presentaron una
diferenciación entre productores y público.
Desde los años de la independencia el teatro fue considerado, junto con las fiestas
patrias, un medio de construcción de un imaginario que fortalecería los sentimientos de
pertenencia social, y los teatros eran también verdaderos espacios de representaciones de
las nuevas prácticas cívicas. 82 El teatro acompañó entonces, en esos primeros años, el clima
revolucionario y los textos dramáticos asumieron un carácter didáctico y propagandístico a
fines de consolidar el nuevo régimen.
El Teatro Argentino, situado en la esquina frente a La Merced, fue denominado
sucesivamente hasta 1838, Casa de Comedias, Teatro, Coliseo, Proscenio y Coliseo Viejo-
se daban conciertos de piano, presentaciones de ópera de compañías extranjeras, bandas
82
Alicia Aisemberg y Adriana Libonati, op.cit., pp. 144-145.
68
83
Jorge Myers, "Una revolución en las costumbres: las nuevas formas de sociabilidad de la elite porteña,
1800-1860", en Fernando Devoto y Marta Madero (dir.), Historia de la vida privada en la Argentina.
País antiguo. De la colonia a 1870, t. 1, Buenos Aires, Taurus, 1999, p. 122.
84
Género considerado por el periódico El Censor como "inmoral, indecente y pueril". Citado en Alicia
Aisemberg, "Teatros, empresarios y actores", en Osvaldo Pelletieri, op. cii., p. 161.
85
Alicia Aisemberg y Adriana Libonati, op.cit., p. 149.
86
Myers, op.cit., p. 124.
87 Alberto B. Martínez, Baedeker de la República Argentina, Buenos Aires, Imprenta, Lit. y
Encuadernación de J. Peuser, 1900, p. 88.
69
88 Ibidp. 89.
89
Ricardo O. Pasolini, "La ópera y el circo en el Buenos Aires de fin de siglo. Consumos teatrales y
lenguajes sociales", en Fernando Devoto y Marta Madero (dir.), op.cit., t. 2, pp. 253-254.
90
Véase Laura Cilento, "El circo y las formas parateatrales", en Osvaldo Pelletieri, op.cit., pp. 244-263;
Ricardo O. Pasolini, op.cit., pp. 227-273.
70
asistentes, pero los espectáculos acrobáticos, 106.423. La zarzuela, sin embargo atraía a un
41 % del total de asistentes, 731.332 espectadores. En 1903 el consumo de dramas criollos
registra 260.034 concurrentes. 91 Alicia Aisemberg afirma que el circo fue además un factor
significativo en la conformación de un público para el espectáculo popular que se acercaría
luego a otras formas como el cinematógrafo. 92
El carácter trashumante del circo y de todos los espectáculos asociados a éste, que
llevaron el fenómeno teatral a numerosos rincones del país, lo acercaron a lugares y a
personas que no frecuentaban esas experiencias culturales por encontrarse alejados de los
centros de producción. Sin embargo, si bien son productos culturales producidos por un
grupo relativamente pequeño de especialistas para una audiencia que puede llegar a tener
carácter masivo, la experiencia cara a cara con una audiencia reunida en un mismo lugar,
aleja a las manifestaciones dramáticas de las características de simultaneidad y similitud que
distinguen a la moderna cultura masiva.
Los objetos impresos eran también parte de esa cultura. A mediados del siglo XIX
de acuerdo con C. Galván Moreno no circulaban mucho más de diez impresos periódicos
en el país. 93 Con respecto a las revistas en particular, su circulación era pequeña y tendían a
ser empresas inestables, de vida efímera. Benito Hortelano, editor de La Ilustración Atentina
en el año 1853, declara que la cantidad de suscriptores con que contaba oscilaba entre los
350 y 400.' La situación de los libros no era muy diferente, en 1855 con un sustento
material de 11 librerías, 10 imprentas y 2 litografias, Buenos Aires publicaba escasísima
cantidad de libros por año con tiradas que, por lo general, no superaban los 500
ejemplares. 95
La población de Buenos Aires en las últimas décadas del siglo XIX manifestó un
crecimiento de 1869 de 180.000 personas a 650.000 en 1895. Los cambios demográficos,
91
Ricardo O. Pasolini, op.cit., pp. 258-263.
92
Alicia Aisemberg, "Espectáculos y públicos", en Osvaldo Pelletieri, op.cit., p. 540.
93
C. Galván Moreno, El periodismo argentino. Amplia y documentada historia desde sus orígenes hasta
e/presente, Buenos Aires, Claridad, 1944, pp. 193-2 11.
94 Benito Hortelano, Memorias, Madrid, Espasa Calpe, 1936, p. 238.
95
Véase Adolfo Prieto, op.cit, y asimismo Alejandro Eujanián, "La cultura: público, autores y editores"
en Marta Bonaudo (dir.), Nueva historia argentina: liberalismo, estado y orden burgués (1852-1880),
Buenos Aires, Sudamericana, 1999, pp. 547-605.
71
96
Adolfo Pneto, op.cit., p. 14.
97
Ernesto Quesada, op.cit., 1883, p. 75.
72
periódicas para ascender a 407 en el año 1886.98 Para el año 1887 por los datos recogidos
por el Censo General de la Población, Ed/icación, Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires,
La Prensa y La Nación sostenían tiradas de 18.000 ejemplares cada uno, El Diario los seguía
con 12.500, La Patria Italianacon 11.000 y Sud-América con 6.000. Pero hacia fmes del siglo
Xlix La Prensa había llegado a una producción de 95.000 copias diarias. 99
Pero no solo la circulación de diarios se extendía, multiplicándose la cantidad de
títulos y aumentando sus tiradas sino que en las últimas dos décadas del siglo XIX fueron
operándose otras transformaciones. En el Anuario de la Prensa Argentina. 1896 Jorge Navarro
Viola describe los rasgos de los principales diarios y periódicos de la época y traza su
evolución desde los veinte años que precedieron a 1896.
Según afirma, antes de 1880, los diarios eran por lo general, "órganos de
publicidad" de los partidos políticos, desarrollaban contenidos de intereses generales pero
particularmente política, religión, comercio y noticias, y contaban con la dirección,
redacción o colaboración de grandes personalidades intelectuales del país, como Dalmacio
Vélez Sarsfield, Domingo F. Sarmiento, Mariano Varela, José M. Gutiérrez, José Manuel
Estrada, Pedro Goyena, entre otros.
El gran diario era, ante todo, un órgano de principios politicos o religiosos. Sus artículos,
brillantemente escritos y vibrantes de pasión, eran doctrinarios ó de polémica; y sus
autores, dada la importancia de los temas tratados y la extensión con que desarrollaban sus
tesis, debían por fuerza ser literatos, con una sólida base de instrucción jurídica y fondo
filosófico, pensadores muchas veces profundos, ó verdaderos estilistas, cinceladores de la
frase. 100
En este mismo sentido, algunos historiadores han considerado que la prensa de esa
época ha sido "uno de los principales ámbitos de discusión pública y una de las principales
formas de hacer política." 101 Jürgen Habermas afirma que el crecimiento de la prensa
acompañó la modernización de las democracias, y su diversificación y politización están
ligadas a la institución de un estado de derecho que forma]iza la vida política e instituye la -
importancia de la opinión pública. 102
98
Citado en Adolfo Prieto, op.cit, P. 37.
Prieto, Ibid. p. 40.
100
Jorge Navarro Viola (dir.), op.cit., p. 6.
101
Paula Alonso, "Introducción" en Paula Alonso (comp.), Construcciones impresas. Panfletos, diarios y
revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 2004, pg. 8.
102 ..
Jurgen Habermas, Historia y critica de la opinion publica, Barcelona, Gustavo Gui, 1994. Con
respecto a la Argentina véase también, Hilda Sábato, La política en las calles. Entre el voto y la
movilización. Buenos Aires. 1862-1880, Buenos Aires, Sudamericana, 1998; Alberto Lettieri, La
república de la opinión. Política y opinión pública en Buenos Aires entre 1852 y 1862, Buenos Aires,
Biblos, 1998.
73
103
Entre los principales representantes de esa prensa se encontraban La América del Sud (1876-1880)
diario católico redactado por José Manuel Estrada y Pedro Goyena; La Libertad (1874-1886) dirigido por
el escritor chileno Manuel Bilbao; La Pampa, desde 1872 se publicaba bajo la dirección de Exequiel N.
Paz; El Comercio del Plata (1872-1884) de Melchor Rom dirigido por Alejandro Guesalaga; La Nación
que había sido La Nación Argentina desde 1862 y se había transformado en 1870 dirigido por Bartolomé
Mitre; La Prensa, fundada en 1869, propiedad de José C. Paz; La República (1868-1881), dirigido por
Wenceslao Pacheco; La Tribuna, cuya 2da. Epoca había comenzado en 1853 bajo la dirección de Mariano
Varela; El Nacional, fundado en 1852 por Dalmacio Vélez Sársfield, contó entre sus redactores a
Sarmiento, Carlos Tejedor, Nicolás Avellaneda, Aristóbulo del Valle, Miguel Cané, etc.
104
Jorge Navarro Viola, op.cit., pp. 7-15.
105
Rafael Barreda, "Periodismo viejo", Caras y Caretas, a. IV, n. 207, Buenos Aires, 20 de septiembre de 1902.
106
Jorge Navarro Viola (dir.), op. cit., p. 21.
107
Ibid. pp. 22-23.
74
108
La Nación había iniciado el servicio telegráfico europeo en la prensa argentina, entre los años 1877 y
1878, y para fines del siglo XIX estableció el servicio por medio de sus propios representantes.
109
Jorge Navarro Viola, op.cit., p. 26.
110
El crecimiento del número de periodistas que se desempeñaban en diversas funciones en los medios
del país dio lugar a la creación en 1891 de una entidad que los congregara. Se fundó el Club de Cronistas
que en 1896 se institucionalizó como el Círculo de la Prensa siendo sus primeros presidentes hasta 1910
Gabriel Cantilo, Pedro Barreira, Augusto Belín Sarmiento, Emilio Mitre, Carlos Vega Belgrano, Alberto
J. Gache, Estanislao S. Zeballos, Carlos Baires, José Varas y Manuel Rezábal. El propósito original de
defender la libertad de prensa se amplió luego a diversos servicios sociales y culturales para los
asociados. Miguel Angel de Marco, Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el
Centenario de Mayo, Buenos Aires, Editorial de la Universidad Católica Argentina, 2006, pp. 437-38.
75
diario. En el periodo 1810-1852 al cual el autor del artículo denomina "el caos" se destacan
los periódicos del padre Castañeda, "precursor de nuestros periodistas de hacha y tiza",
quien "se arremangaba la sotana y se despachaba según su ciencia y conciencia", que
publica en 1823 la primera caricatura. Menciona luego los primeros diarios que aspiran
perder el carácter de diario de aldea y ampliar sus contenidos publicando artículos literarios
y estudios de ciencia y arte como La Tribuna de los Varela, La República, primero que se
expende al público por vendedores, La Patria At,gentina, de los Gutiérrez, y El Diario de
Manuel Láinez.
Indudablemente, la prensa en general. ha progresado como pocas ramas de la vida
argentina, y de ello pueden dar testimonio fehaciente los viejos periodistas como el general
Mitre, que es hoy, indudablemente, el patriarca de los periodistas del Río de la Plata. ( ... ) Un
diario de Buenos Aires en las provincias del interior, donde hoy llegan a millares y ganando
horas, era hasta 1880 un verdadero artículo de lujo que no se permitía cualquiera, siendo
hasta un título de consideración pública ser subscriptor. En cien años la prensa argentina
ha recorrido tanto camino como la de cualquier otra nación del mundo en doble tiempo
( ... ) Los periodistas y los gobernantes no son, como en los tiempos antiguos, enemigos
natos que se acechaban para herirse con saña, y aun cuando todavía quedan resabios, ya
éstos pueden considerarse una excepción. (...) El cuerpo de redactores y de reporters no
era, como hoy, formado con elementos á sueldo, sino con personas que estaban interesadas
en el triunfo de los ideales politicos del diario y que trabajaban en éste con la parsimonia y
el descanso con que un sacerdote puede decir una misa. Ellos tenían al periodismo no
como una tarea sino como una misión ( ... ) Los diarios no eran para servir al público sino
para ayudar á sus dueños en sus empresas de carácter politico.
La independencia de los diarios, que hoy es un hecho en el país, es conquista moderna. Ya
no se ven esas hojas periodísticas, como las del Padre Castañeda, en que se servían al
público escándalos e intimidades de las familias. 111
Sin embargo en el aspecto visual, a pesar de las transformaciones que los diarios
habían operado hacia un periodismo "moderno", la disminución del formato y la
incorporación de avisos de publicidad, las modificaciones eran mínimas. Los textos se
sucedían en largas columnas con márgenes e interlineados estrechos, los títulos
prácticamente no se destacaban y las páginas carecían casi por completo de imágenes.
Con respecto a los libros el consumo era significativamente más limitado. Adolfo
Prieto afirma que entre los años 1880 y 1910 el circuito material de la cultura letrada había
modificado apenas sus dimensiones y sus prácticas con respecto a los años precedentes,
presentando una verdadera escasez de títulos. En la década de 1880 se editaban muy pocos
libros por año, cuyas tiradas promedio eran de 500 ejemplares, aunque algunas nuevas
ediciones de traducciones de obras extranjeras habían alcanzado cifras de venta
extraordinarias, como las del inglés Samuel Smiles con sus obras moralizadoras El carácter,
El Deberj La ajuda propia.
111
"Centenario de la prensa argentina", Carasy Caretas, a. IV, n. 130, Buenos Aires, 30 de marzo de 1901.
76
La gran mayoría de ellos leía novelas, mientras que un porcentaje muy pequeño
procuraba libros de ciencia, historia, geografl'a y viajes. Los autores más buscados durante el
año 1884 habían sido Dumas, Montepin, Pérez Escrich, Fernández y González, Paul de
Kock, Verne, Balzac, María del Pilar Sinués, Ponson du Terrail, Gaboriau, Sue, Adolfo
Belot, Alarcón, Pérez Galdós, Hugo, Selgas, Ohnet, De Amicis, Claretie, Dickens.
Ese público lector se volcaba también hacia una producción editorial de novelas
baratas y cancioneros populares, que fueron canalizando la capacidad de lectura popular
abierta en parte por la prensa periódica y provista por una industria impresora incipiente
pero capaz en pocos años de multiplicar miles de ejemplares. Cantidades de títulos y
autores entre los que se destacan los folletines gauchescos de Eduardo Gutiérrez con obras
como Juan Moreira, E/jorobado, El tigre de Queqzién, Juan Cuello, eran producidos por un
aparato editorial algo improvisado y diseminados a través de su propio circuito fuera de los
ámbitos de difusión más tradicionales como las librerías, asentándose en quioscos,
tabaquerías, salas de lustrar y las valijas de los vendedores ambulantes.
Los folletines de Eduardo Gutiérrez y otros autores "establecieron el repertorio
temático y las proyecciones del crioffismo percibido como criollismo popular." 113
Rechazada por la cultura letrada, acusada de inmoral, de colocar en el papel de héroes
literarios a delincuentes y ebrios, y de utilizar su lenguaje vulgarizando las formas literarias,
esa literatura de cordel fue estableciendo en los últimos años del siglo XIX una relación
112
Alberto Martinez, "El movimiento intelectual argentino", en La Nación, 7 y 8 de enero de 1887.
Citado en Adolfo Prieto, op. cii., p. 47.
113
Adolfo Prieto, op.cii.,p 19.
77
114
Ernesto Quesada, op.cit., 1883,p. 78.
115 ,,
Lo que somos , Buenos Aires Ilustrado, a. 1, n. 1, Buenos Aires, mayo de 1892.
78
los satírico-burlescos, que fueron los que alcanzaron mayor continuidad y público. 116
Si Carasy Caretas operó el proceso de cambio hacia la producción de un semanario
popular ilustrado de carácter masivo, lo cierto es que tomó elementos de las fórmulas más
exitosas conocidas, articuló modos de hacer negocios y prácticas culturales que venían
funcionando pero en forma separada: tomó el contenido satírico de crítica política y social
de las publicaciones periódicas de caricaturas; de los diarios los modos de comercialización
a través de la venta callejera y la disminución del precio con el fin de atraer a un gran
público y a muchos anunciantes; de las revistas ilustradas el concepto de una apariencia
visual atractiva, el contenido misceláneo y la combinación de géneros —ficción, actualidad,
artículos culturales, publicidad-, y de los folletines populares tomó algunos de sus
contenidos. Pero además brindó textos de autores consagrados ofreciendo al público una
participación en la cultura nacional sin formar parte de ninguna elite e incluyó contenidos
para la familia en los cuales la moda, los consejos domésticos o recetas de cocina,
compartían las páginas con los juegos y entretenimientos de las Páginas Infantiles, humor
gráfico, deportes, política y ciencia.
Caras y Caretas como una de las experiencias precursoras de la nueva cultura masiva,
operó un rápido proceso que pasó de la inexistencia de periódicos ilustrados masivos en
1890 a la presencia de más de una decena en 1910, de las cuales puede citarse a Arlequín
(1899), Don Basilio (1900), PBT (1904-1918), La Mujer (1899-1902), Letras j' Colores (1903),
Pulgarcito (1904-1907), Tzosji Tipetes (1907), Papelji Tinta (1907-1909), La Vida Moderna
(1907-1912) y Fraji Mocho (1912-1929), suficiente cantidad para hacerlo visible y notorio
como un fenómeno cultural.
Entre las novedades, las mutaciones visuales fueron muy significativas. El apetito
por las imágenes hizo que las publicaciones periódicas ilustradas se destacasen
absolutamente de los diarios. La utilización de todos los recursos gráficos —numerosas
caricaturas, la incorporación del color, los textos de ficción ilustrados, gran cantidad de
fotografías de actualidad y una publicidad cada vez más abundante y visual-, con la
implementación de la última tecnología disponible —fotograbado de medio tono, linotipia y
poderosas máquinas nuevas de impresión- hicieron del semanario una suerte de punto de
partida de la revista moderna argentina. Y a todo esto, el público no fue indiferente.
Los contenidos que la publicación difundía respondían a necesidades de
información, recreación y educación de la sociedad en formación, en un tono que tomaba
116 COmO fue el caso de El Mosquito, aparecido en 1863, se mantenía activo al momento en que Quesada
publica su artículo y se sostuvo durante treinta años.
79
los aportes heterogéneos de la inmigración europea pero también afirmaba una identidad
vernácula, sin dejar de representar las tensiones que el choque cultural provocaba. De
modo que el éxito de Carasy Caretas puede explicarse a través del análisis de su capacidad
material en el esfuerzo por la adopción y desarrollo de nuevas tecnologías, a través del
establecimiento de relaciones de producción para fabricar miles de copias semanales y
consecutivamente atraer igual cantidad de lectores crecientemente sincronizados con sus
estrategias de representación.
Modos textuales y de visualidad fueron desplegados entonces en una trama
articulada con el horizonte multicultural de los habitantes de Buenos Aires en el cual se
entrecruzaron tradiciones locales, la irrupción de las culturas inmigrantes con sus
costumbres, valores y su habla, la modernización urbana y tecnológica y los avances de una
cultura oficial correspondientes a un programa político de homogeneización y disolución
de las diversidades culturales.
Tales manifestaciones, resultado del proceso colaborativo que supone la
producción de una publicación periódica, están estrechamente vinculadas a las estrategias
empleadas por los productores que tenían como uno de sus principales propósitos ubicarse
en el mercado. Criticada por la élite como vulgarizadora del gusto, Carasj Caretas se erigió
como un artefacto cultural con una función divulgadora, y era, señala G. Rogers, "una
suerte de enciclopedia barata, entretenida, fácil de transportar y coleccionable para quienes
no solían frecuentar librerías ni bibliotecas." 117 La implementación de sus formas
discursivas y materiales le permitió lograr ese propósito ya que, como indica Rogers esas
mismas formas hicieron accesible desde el punto de vista material y simbólico un conjunto
de productos culturales para nuevos lectores, lo cual conduce a definir el semanario como
un objeto propio de la cultura masiva, y remite a otros aspectos de la cultura de fines del
siglo XTX y comienzos del XX.
Las relaciones que Carasj Caretas estableció con la cultura material y tipográfica,
con lo nacional, con el pasado y con la actualidad, con la modernidad y con la tradición,
con la política y la realidad social, con el arte y la literatura, con la ciencia y la divulgación
científica, con la cultura letrada y con la popular, con las costumbres y con la cultura visual,
y sus representaciones de esas relaciones no asumen la forma de un reflejo de la época sino
un particular modo de apropiarse de esa cultura y de actuar en ella.
117
,-,
u eraldineRogers,op.cit., p. 17.
Capítulo II
Discursos de la mirada y despliegue visual en Carasj Caretas y
en la cultura porteña del 1900
Al recorrer las páginas de Carasy Caretas emerge la certeza del lugar privilegiado que
la publicación otorgaba a la visión, a la experiencia visual y a todos los medios y
dispositivos que la facilitaban. Los sentidos de lo visual en Carasji Caretas están ligados al
tipo de información cultural que portaban sus imágenes en su variedad de modalidades y en
las múltiples vinculaciones que establecen con la materialidad del objeto impreso y en el
contexto cultural con el cual interactúan. Los conjuntos gráficos reproducidos en sus
páginas en su tecnología múltiple susceptibles de ser observados y percibidos de maneras
diversas por públicos heterogéneos, se presentaban emplazadas junto a un texto dentro del
objeto impreso. Pero además, estas imágenes, surgían de, y a su vez circulaban en el
contexto cultural de fines del siglo XIX y comienzos del XX que confirió a lo visual una
significación particular en diversos ámbitos de desarrollo. Explorar los sentidos de Carasji
Caretas en sus aspectos visuales implica pues indagar en las maneras de mirar en el escenario
cultural de principios del 1900.
El interés por las cuestiones relativas a la visualidad presenta naturalmente una larga
tradición en el horizonte teórico de la historia del arte. Pero en la nueva perspectiva de los
estudios de la cultura visual, y más allá de las diferenciaciones conceptuales entre zisión y
mirada,1 se manifestó el propósito de crear un marco de referencia teórico para considerar
no sólo las retóricas de la imagen sino un estudio histórico y cultural de la mirada.
Formalizada como un principio interpretativo, las reflexiones sobre la "mirada", atraviesan
1
Véase Chris Jenks, "The Centrality of the Eye in Western Culture. An Introduction", en Chris
Jenks (ed.), Visual Culture, Londres- Nueva York, Routledge, 1995, pp. 1-25; Margaret Olin, "Gaze", en
Robert Nelson y Richard Shiff (eds.), Critical Termsfor Art History, Chicago-London, The University of
Chicago Press, 2003, pp. 208-2 19.
81
2
Michael Ann Holly, "Past Looking", en Stephen Melville y Bili Readings (eds.), Vision and
Textuality, Durham, Duke University Press, 1995, p. 68.
W. J. T. Mitchell, "Mostrando el ver: una crítica de la cultura visual", Estudios Visuales, a. 1, n.
1, noviembre de 2003, p. 18.
Como aproximaciones generales a los estudios de la cultura visual véase Hal Foster (cd.), Vision
and Visuality, New York, The New Press, Dia Art Foundation, 1988; Norman Bryson, Michael Ann
Holly y Keith Moxey (eds.), Visual Culture. Images and Interpretations, Hannover- Londres, University
Press of New England, 1994; Chris Jenks (ed.), op. cit.; John Waiker y Sarah Chaplin, Visual Culture: An
Introduction, Manchester University Press, 1997; Nicholas Mirzoeff (ed.), Visual Culture Reader,
Londres-Nueva York, Routledge, 1998; Nicholas Mirzoeff, An Introduction to Visual Culture, London-
New York, Routledge, 1999; Jessica Evans y Stuart Hall, Visual Culture: the Reader, Londres, Sage,
1999; José Luis Brea (cd.), Estudios visuales, Madrid, Akal, 2005.
Jonathan Crary, Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo XIX, Murcia,
Cendeac, 2008 [1990] (a). Véase del mismo autor, Suspensiones de la percepción. Atención, espectáculo
y cultura moderna Madrid, Akal, 2008 [1999] (b)
6
Martin Jay, Ojos abatidos. La denigración de la vision en el pensamiento francés del siglo XX,
Madrid, Akal, 2007 [1993].
Jacques Derrida, Memoirs of the Blind: The Self-Portrait and Other Ruins, Chicago-London,
The University of Chicago Press, 1993.
8
Jacqueline Rose, Sexuality in the Field of Vision, London-New York, Verso, 1986; Mary Ann
Doane, The Desire to Desire: the Woman 's Film of the 1940 's, Bloomington-Indianapolis, Indiana
University Press, 1987; Griselda Pollock, Vision and Dfference. Feminity, Feminism and Histories of
Art, London-New York, Routledge, 1988; Laura Mulvey, Visual Pleasure and Other Pleasures,
Bloomington, Indiana University Press, 1989.
Dentro de una nutrida bibliografia véase Giuliana Bruno, Streetwalking on a Ruined Map:
Cultural Theory and the City Films of Elvira Notan, Princeton, Princeton University Press, 1992 ; Leo
Charney y Vanessa Schwartz (eds.), Cinema and the Jnvention of Modern Lfe, Berkeley, University of
California Press, 1995; Ségoléne Le Men, La Cathédrale illustrée de Hugo a Monet- Regard romantique
et modernité, Paris, CNRS Editions, 2002 [1998].
10
Barbara M. Stafford ha analizado la imaginería médica y científica en Body Criticism. Imaging
the Unseen in Enlightenment Art and Medicine, Cambridge, The MIT Press, 1993; Good Looking. Essays
on the Virtue of Images, Cambridge-London, The MIT Press, 1996; Echo Objects. The Cognitive Work of
Images, Chicago- Londres, The University of Chicago Press, 2007. En Alemania el desarrollo de la
Bildwissenschaft, o "ciencia de la imagen" ha abierto otro campo de análisis. Véase al respecto, Horst
82
Bredekamp, The Lure of Antiquity and the Cult of the Machine. The Kunstkam,ner and ihe Evolulion of
Nature, Art and Technology, Princeton, Markus Wiener Publishers, 1995; "A Neglected Tradition? Art
History as Bildwissenschaft", en Michael F. Zimmerman (ed.), The Art Historian: National Traditions
and Institutional Practices, Williamstown, Yale University Press, 2003.
11
Martin Jay, op. cit.
12
Jonathan Crary, "Modernizing Vision", en Hal Foster (ed.), op. cit., p. 48.
13
Svetlana Alpers, "Cuestionario sobre Cultura Visual", Estudios Visuales, a; 1, n. 1, noviembre
2003, p. 84 [Ed. original: "Visual Culture Questionnaire", October 77, Summer 1996, pp. 25-701
83
14
Un ejemplo de este tipo de abordaje lo constituyen los trabajos de Marshall McLuhan, La
Galaxia Gutenberg. La génesis del hombre tipográfico, Barcelona, Círculo de lectores, 1998 [1962]
15
Walter Benjamin, "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica", en Discursos
interrumpidos 1, Buenos Aires, Taurus, 1989 [1972].
16
Derivado del panóptico diseñado por el jurista inglés Jeremías Bentham.
17
Michel Foucault, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo XXI, 1989,
p. 201 [1975].
18
Véase por ejemplo al respecto de la fotografía el análisis de las normas formales,
procedimientos y manipulaciones en determinados marcos institucionales, John Tagg, El peso de la
representación, Barcelona, Gustavo Gili, 1988.
84
19
Guy Debord, La sociedad del espectáculo, Santiago de Chile, Ediciones Naufragio, 1995
[1967].
20
Guy Debord, op. cii., p. 9.
85
y los pasajes, mostró los rasgos de la modernidad temprana bajo las condiciones de
producción capitalistas. En este mundo objetual descripto por Benjamin la mirada y las
imágenes mantienen un estatuto revelador. 21
En el ámbito local la organización de las estructuras politicas y sus operaciones de
poder sobre la sociedad, conjuntamente con la institucionalización del campo científico de
impronta positivista, en particular la medicina, psiquiatría, psicología, y sus prácticas
higienista y criminológica proveyeron tanto discursos legitimadores de utilización de lo
visual así como prácticas de control social que incluyeron la clasificación, la distinción, la
diferenciación de la otredad. La organización estatal incluyó la institucionalización del
sistema educativo como herramienta de integración nacional y en ese contexto las teorías
pedagógicas normalistas jugaron un papel significativo dentro del proceso estableciendo
redes de comunicación y difusión del conocimiento apoyadas por la imagen pero a la vez, a
través del sistema educativo, ejercieron un control sobre ella, intentado imponer un modo
nacional de mirar. Por otra parte, las transformaciones económicas, los desarrollos
tecnológicos, la industrialización y el impulso comercial, sirviéndose del atractivo visual de
los objetos y de la publicidad con el fin de persuadir al consumo de los productos ofrecidos
al mercado conformaron factores anexos que pusieron de relieve la mirada y la visualidad.
La urbanización y los cambios demográficos, los sistemas de comunicación masivos y la
expansión del capitalismo tuvieron un efecto en las prácticas de la reorganización e
intercambios, de cuerpos, signos, imágenes, lenguajes y prácticas devenidas mercancías.
La mirada, entonces, operó en ese contexto en la vinculación o tensión entre
situaciones históricas y culturales divergentes. Por un lado, entre los discursos y
dispositivos institucionales de vigilancia o represión social y por el otro en la variedad de
prácticas de consumo o entretenimiento en un espacio urbano transformado, donde se
entremezclan el placer de mirar y la pluralidad de lecturas que posibilitan las imágenes.
Debe destacarse que todas ellas se valieron del despliegue visual, la exhibición, y de la
construcción de experiencias visuales compartidas en las que participó la prensa periódica
ilustrada de carácter masivo.
'Metiendo por los ojos Caras y Caretas ". Hacia una producción j un consumo visual
masivos
21
Walter Benjamin, Libro de los Pasajes, Madrid, Akal, 2009 [1982]. Véase asimismo Susan
Buck-Morss, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes, Madrid, A.
Machado, La Balsa de la Medusa, 2001.
86
Los Estados Unidos han enseñado al mundo la manera como se hace un magajne
conforme con el paso violento del finisecular progreso. Los adelantos de la fotografía y el
ansia de información que ha estimulado la prensa diaria, han hecho precisos esos curiosos
cuadernos que periódicamente ponen a los ojos del público junto al texto que les instruye
la visión de lo sucedido. 22
Un año después de su aparición, Rubén Darío describía así la tipología que defmía a
Carasj' Caretas y a las publicaciones similares como curiosos cuadernos -curiosos en tanto que
novedad y en tanto que invitaban a ser vistos, curioseados- por lo que constituía uno de su
rasgos más salientes, la profusión visual. En efecto, puede observarse que casi la totalidad
de los contenidos del semanario existían en función del material visual. Las notas de
actualidad, por ejemplo, nacionales o internacionales, desarrollaron una narrativa gráfica en
la cual las imágenes eran su contenido y su razón de ser. Ese rasgo se acentúa aún más en
algunas secciones casi enteramente compuestas por grabados provenientes de fotografías o
ilustraciones acompañados por epígrafes y textos breves que los referencian y
complementan. "De todo el mundo", "Curiosidades", "Inventos útiles" eran secciones
cuya misma existencia resulta un pretexto para la reproducción de rarezas o curiosidades,
animales o personas con alguna deformación o anormalidad, objetos de aspecto novedoso,
todas características visuales para las cuales una descripción no era suficiente, debían,
preferentemente ser exhibidas.
A partir del segundo año de la publicación, estas páginas se multiplicaron, "De todo
el mundo" se presenta a fines de 1900, allí se exhiben rarezas como una remolacha gigante,
una chimenea construida en espiral, la momia más antigua que se conocía. En 1903 esta
sección desaparece y surge otra que se llamará precisamente "Portfo]io de curiosidades" o
simplemente "Curiosidades": José Losada, vecino de Bella Vista, mostraba un dedo de un
tamaño mucho mayor que el normal, de 22 cm. de largo y cerca de 10 cm. de
circunferencia, la fotografía lo verificaba; un caballo sin cola, una enana habitante de un
pueblo de la provincia de Corrientes. Este conjunto agrupa imágenes médicas,
antropológicas, anomalías humanas o zoológicas calificadas de "monstruosas". Las
fotografías que clasificaban y mostraban lo extraño eran especialmente atractivas para el
público general y Caras y Caretas destinaba especialmente algunas notas gráficas para
reproducir y describir ejemplares estudiados por la teratología. 23 (Figura 1)
22
Rubén Darío, "La cuestión de la revista. 'Magazines' e ilustraciones. La caricatura en España",
en La Nación, Buenos Aires, 20 de julio de 1899.
23
"Teratología. Los ejemplares existentes en el Museo Nacional", Caras y Caretas, a. IV, n. 129,
Buenos Aires, 23 de marzo de 1901. La teratología, definida por el médico francés Etienne Geoffroy
87
TERATOLOGIA
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curiosidad. Ese Nadonsi posee
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dice, produjo en esta ciudad una cuasi asonada pues no sr produce ninguno en la; campanas sin
cuando apareció alla por l'.''t Se deCt4i qC el quc sea remitido alit, si como donscin 6 ya
cabrito era hijo del hombre . - hancho, uaa cs'e- propuesto en sCr)a, lic iti coçctn hemos
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cuasi' eUs 001 IULjal f.& iO(Jl
OVEJA come time aOLt' Oit'
Saint-Hilaire a principios del siglo XIX, describía las mutaciones o malformaciones congénitas que se
producen durante el desarrollo embrionario.
24
Louise Henson (et. al.), Culture and Science in the Nineteenth-Century Media, Aldershot,
Ashgate, 2004, p. XVII.
Margaret Beetham, Towards a Theory of the Periodical as a Pubhshing Genre ,, , en Laurel
25
Brake, Aled Jones, Lionel Madden (eds.), Investigating Victorian Journalism, London, Macmillan, 1990,
pp. 19-32.
89
2
"Pasatiempos", Caras y Caretas,
1903.
.. ........ .
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Páginas Infantiles", C'arasy C'aretas,
1904.
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4 5
Moda femenina, Caras y Caretas. Moda femenina, Carasy Caretas.
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6
"Para la familia. La cocina ilustrada",
Carasy Caretas.
91
26
"Número extraordinario de Caras y Caretas homenaje a Humberto 1", Caras y Caretas, a. III, n.
100, Buenos Aires, 1° de septiembre de 1900.
27
Eustaquio Pellicer, "Sinfonía", Caras y Caretas, a. III, n. 83, Buenos Aires, 5 de mayo de 1900.
92
lectores"28, una mujer representando a Caras y Caretas presenta por atributos e instrumentos
de comunicación una paleta de pintor, un frasco con pinceles y una cámara fotográfica.
(Figura 7) Imagen y periodismo se unen en estrecha relación en el cambio del siglo XIX al
XX. Caras ji Caretas afirmaba esta conexión y la confirmaba en sus páginas, todo debía ser
mostrado, toda escena particular u ordinaria de la vida cotidiana podía ser elevada a
espectáculo de consumo masivo. "Por un lado el ojo insaciablemente escrutador del
repórter social, y por otro, las necesidades, cada vez mayores, que á la persona distinguida
le impone el exhibicionismo, las crónicas mundanas han acabado por convertirse en un
verdadero escaparate del hogar, donde nada queda oculto a la mirada del curioso. ,,29 La
- #UE4O AIqEL -
M EGOBS
JOY
Li
!.>AÑC Mu)c
7
"A mis lectores", Caras y Caretas, 1902.
94
32
Laura Malosetti Costa, "Artistas viajeros en la Belle Époque", en Laura Malosetti Costa (selec.),
Cuadros de viaje. Artistas argentinos en Europa y Estados Unidos, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 2008, p. 13.
95
la manía de la tarjeta postal, que no se encuentra hoy en día, mujer, ni aquí ni en Turquía,
que no haga acopio. ¡Formal!" 33 La ilustración que reproduce una escena de dos hombres,
vendedor y comprador, (Figura 8) en un local atestado de impresos presenta la misma idea,
la cual evidentemente no estaba limitaba al consumo privado de las mujeres sino que era un
hábito suficientemente extendido como para constituirse en un fenómeno perceptible. Las
colecciones de postales que editaban las casas impresoras argentinas como Peuser,
Kapelusz o Rosauer, con reproducciones litográficas o fotográficas, abarcaban una amplia
variedad de temas y motivos: reproducciones de obras de arte, tipos populares y
costumbres locales, vistas urbanas, particularmente edificios públicos de Buenos Aires y de
otras ciudades, calles o plazas, paisajes, grupos étnicos. 34
Carasj' Caretas publicita la venta de colecciones de vistas estereoscópicas de todo el
mundo, o de tarjetas postales con vistas de la República Argentina, articulando una práctica
comercial con la diseminación de imágenes simbólicas tendientes a "educar el espíritu
general" familiarizando al público a través de sus "cartulinas fotograbadas", 35 con paisajes
emblemáticos del país. La instalación del turismo con la práctica del souvenir contribuyó a la
difusión y la utilización del paisaje como medio transmisor de valores. 36 El paisaje es,
además de una representación de la naturaleza, un modo de apropiación real y simbólica del
espacio que juega un rol particularmente activo en momentos de expansión territorial y de
replanteos de los conceptos de nación y estado. 37
Pero la facilidad de reproducción de la época hacía accesible la posibilidad de
elaborar la propia postal a sólo $ 2,50 m/n. las 10 tarjetas en la Fotografía y Pintura
Platense, ubicada en la calle Artes 723. "Una buena sorpresa hará usted á sus amigos y
33
Julio S. Canata, "Postalomanía", Caras y Caretas, a. VII, n. 321, Buenos Aires, 26 de
noviembre de 1904.
34
Véase Carlos Masotta, "Representación e iconografia de dos tipos nacionales. El caso de las
postales etnográficas en Argentina. 1900-1930", en AAVV, Arte y antropología en la Argentina, VIII
Premio Fundación Telefónica a la Investigación en Historia de las Artes Plásticas 2004, Buenos Aires,
Fundación Espigas, 2005, pp. 67-105.
postal ,, , en Anales del Instituto Argentino de Artes Graficas, a. II, n, 22, Buenos
35 .
La tarjeta
Aires, octubre de 1911.
36
Véase Graciela Silvestri, "Postales argentinas", en Carlos Altamirano (ed.), La Argentina en el
siglo XX, Buenos Aires, Ariel-Universidad Nacional de Quilmes, 1999, pp. 111-135, y de la misma autora
"El viaje de las señoritas", en www.revistatodavia.com.ar , n. 4, Fundación Osde, abril de 2003.
Véase también Marcelo Loeb, Catálogo descriptivo de postales argentinas, Buenos Aires, Ediciones
Marcelo Loeb, 1997.
37
Jens Anderman, "Entre la topografia y la iconografia: mapas y nación, 1880", en Marcelo
Montserrat (comp.), La ciencia en la Argentina entre siglos. Textos, contextos e instituciones, Buenos
Aires, Manantial, 2000, p. 103.
96
UN COLECCIONISTA
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- Deme una tarjeta postal con el retrato de don Luis Sáenz Peña.
No tengo: pero puede llevar del Dr. Quintana que es lo mismo.
8
"Un coleccionista", Caras y Caretas, 1905.
97
parientes lejanos mandándoles la felicitación para el próximo año nuevo en una Ta/eta
Postal con su propio retrato hecho sobre la misma en perfecta fotografía." 38
Más popular aún que las tarjetas postales eran las "figuritas" de cartón ilustrado con
retratos de mujeres, politicos, o imágenes de buques de guerra de países en conflicto, que se
recortaban de las cajas de fósforos o se encontraban en el interior de los paquetes de
cigarrillos. Muchos niños reunían esas colecciones, las juntaban por número y serie y el
tráfico hizo que se les asignase un valor y que algunos comercios cotizaran artículos en
"500 figuritas", "2000 figuritas", etc.
El coleccionador de figuritas —el rejuntador- era un chiquilín que unía al placer de posesión
el quemante vicio del juego. Apenas quedaba muchacho que no resultara rejuntador en
menor o mayor grado, según su constancia y su suerte. ( ... ) Lo importante era la
recolección de figuritas en series completas que daban cierta categoría al juntador. Porque
se podía ser un simple poseedor de figuritas de caja de fósforos, con sus dos divisiones
elementales de caras y cecas, al único objeto de poder jugar a la arrimada o a la tapadita.
Pero se podía ser también un coleccionista hábil y rico, conocedor perfecto de las series
publicadas, de los números que se daban mucho y de los que escaseaban, de los dueños de
las raras y del valor que llegaba a asignárseles a aquellas cuya persecución era más tesonera.
Alguna pieza difícil podía multiplicar por cinco o por diez su verdadero precio y se llegaron
a señalar figuritas que costaron a sus felices poseedores, hasta 20 centavos en moneda
"constante y sonante". De añadidura, el rejuntador de algún mérito fijaba su vanidad en las
figuritas de cigarrillos, más caras y más lindas, que no hacía falta recortar y que rara vez se
jugaban. (...) Desde luego el lucimiento de los eruditos era cosa de tertulia en el umbral o
de discusión esquinera. ( ... ) Ellas mismas, las figuritas, tenían o no suerte. Las había que
ganaban siempre; las había que nadie quería guardar. Se configuraba lo bueno o lo malo
según resultara simpática o antipática la figura. ¡A qué decir que los muchachos ya tenían
sus predilecciones estéticas y querían o desechaban a las mujeres de las fotografías, artistas
anónimas o pechugonas modelos de tarjetas postales que servían para el caso! 39
Además de las cartas postales o las figuritas, las páginas de Carasj' Caretas ofrecen el
testimonio de numerosas imágenes impresas circulando cada vez con mayor densidad en el
espacio urbano. Ilustraciones de periódicos adheridas a las vidrieras, afiches fijados en las
calles, y, particularmente, numerosísimas publicidades comerciales que ofrecían,
gratuitamente, sus catálogos ilustrados con gran cantidad de grabados, y la amplia tirada
que manifiesta tener, prueban una abundante circulación de imágenes extraña a la Buenos
Aires de algunas décadas atrás.
38
Caras y Caretas, varios números.
39
Bernardo González Arrili, Buenos Aires 1900, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
1967,pp. 102-104
98
Al Palacio de Cristal. Artes 130, ¡Ya apareció!! La primera edición de 100.000 ejemplares
del Gran Catálogo de confecciones y novedades para Hombres, Niños y Niñas. Contiene
más de 1500 grabados con precios y descripciones de todos nuestros grandes
departamentos. Se remite gratis y franco de porte a cualquier punto de la República. 40
40
Ibid.
41
"Concurso de carteles del Coñac Domecq", en Caras y Caretas, a. IV, n. 148, Buenos Aires, 28
de julio de 1901.
42
"La exposición de 'affiches' del concurso universal", en Caras y Caretas, a. IV,
n. 158, Buenos Aires, 12 de octubre de 1901.
43
La fotografía, otro de los fenómenos que contribuye a la densificación del campo visual, será
tratado particularmente en el Capítulo 5.
44
Véase Verónica TelI, "Reproducción fotográfica e impresión fotomecánica: materialidad y
apropiación de imágenes a fines del siglo XIX", en Laura Malosetti Costa y Marcela Gené (comps.),
Impresiones porteñas. Imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires, Buenos Aires, Edhasa,
2009, pp. 149-161.
99
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Difusión de imágenes
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Partituras impresas por el editor de
literatura popular Pérez. Carasy Caretas
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12
En el negocio del editor Pérez.
Carasy Caretas
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13
El editor Pérez en su despacho.
Carasy Caretas
102
CONCURSO DE CARTELES
Concurso de carteles del COÑAC DOMECQ
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15
Ilustracion de A.
Gimenez, Caras Y
Caretas
103
comerciales de todo tipo, baratas, circulando en diversos campos, fue sin duda un rasgo
significativo del Buenos Aires finisecular.
45
Véase Michel Melot, "Le texte et l'image", en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (dir.),
Histoire de ¡ 'édition française. Le temps des éditeurs. Du romantisme ¿ la Bel/e Épo que, Paris,
FayardlPromodis, 1990, PP. 331-334.
46
Las "lecciones de cosas" formaban parte de una metodología de aprendizaje practicada en el
siglo XIX, existían libros de texto con ese nombre así como una asignatura para los primeros grados
escolares. La metodología derivaba del concepto pedagógico de "intuición" propuesto por Pestalozzi, que
criticaba los modos de enseñanza memorísticos y planteaba la educación basada en la experiencia y en la
aprehensión sensible y directa de los objetos para captar su forma, sus partes o sus cualidades. Las
imágenes servían como sustitutos de los objetos si éstos no podían estar presentes en el aula.
104
47
Véase Silvia Finocchio, La escuela en la historia argentina, Buenos Aires, Edhasa, 2009, pp.
42-50.
48
Véase Sandra Szir, Infancia y cultura visual. Los periódicos ilustrados para niños. 1880-1910,
Buenos Aires, Ed. Miño y Dávila, 2006, pp. 78-85.
49
La publicación Éxito Gráfico, editada por la casa Curt Berger publicita estos materiales y
difunde notas en las cuales se afirma que "La pedagogía actual se fundamenta en lo que entra por los ojos,
principalmente porque la observación de las cosas es una enseñanza natural, rápida, fuente de
conocimientos positivos, que no se borran nunca". Exito Gráfico, a. 3, n. 33, Buenos Aires, septiembre de
1908.
50
José María Torres, Primeros elementos de Educación, Buenos Aires, Angel Estrada, s/f, El arte
de enseñar, Buenos Aires, Angel Estrada, s/f; Víctor Mercante, La educación del niño y su instrucción
(Escuela Cienil/ica), Buenos Aires, Imprenta Mingot y Ortiz, 1897, Metodología de la enseñanza
primaria, Buenos Aires, Cabaut y Cía, 1911; R. Senet, Pedagogía, Buenos Aires, Cabaut y Cía, 1918.
51
J. C. Tedesco, "La instancia educativa", en Hugo E. Biagini (comp.), El movimiento positivista
argentino, Buenos Aires, Ed. Belgrano, 1985, pp. 333-361.
105
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16
"Los nuevos métodos pedagógicos", Caras y Caretas
106
y raciocinio." 52 Las lecciones para el aprendizaje de la lectura, para José María Torres,
debían basarse en carteles e ilustraciones, ya que éstos conformaban el material didáctico
indicado para estimular la atención de la clase por lo cual afirmaba:
52
"Plan de Estudios 1888", en El Monitor de la Educación Común, n. 119, Buenos Aires, marzo
de 1888.
53
Discurso de José María Torres citado en El Monitor de la Educación Común, n. 61, Buenos
Aires, agosto de 1884.
54
Carlos E. Zuberbühler, "El arte en la escuela", en El Monitor de la Educación Común, a. XXIX,
n. 436, Buenos Aires, 30 de abril 1909, pp. 3-20.
107
Ramos Mejía asume como presidente del Consejo Nacional de Educación, 55 crea la Oficina
de Ilustraciones y Decorado Escolar, encargada de implementar la reproducción de cuadros
en forma de láminas, diapositivas y tarjetas postales que se distribuían en las escuelas de
todo el país para la instrucción visual. Las definiciones y debates por parte de quienes se
hacían cargo de esta producción de imágenes concernían a qué técnicas de reproducción
eran las más adecuadas para utilizar, qué formatos y lugares de exhibición, cuáles debían ser
las funciones (adorno o colecciones documentarias) y qué temas debían difundirse.
Las propuestas se generalizaron en torno a la utilización de las estampas a color y
los diversos procedimientos de multiplicación de imágenes explotando los desarrollos de la
industria gráfica. Se sugiere asimismo que la renovación de imágenes sea constante y que la
presencia de leyendas explicativas se aplique como herramienta indispensable para la
enseñanza. Con respecto a los asuntos para el decorado mural se impone "en primer
término la documentación nacional, retratos, cuadros históricos, paisajes, costumbres,
oficios e industrias," para completarlos con una documentación gráfica universal, en
particular paisajes y animales, escenas infantiles o familiares, composiciones históricas. 56
Se institucionalizan y difunden entonces los retratos que conformaron el panteón
de próceres nacionales, las escenas de los pintores costumbristas y viajeros de la primera
mitad del siglo XIEX, y las escenas de pintura de historia encargadas por los sucesivos
gobiernos posteriores. 57 Se impone entonces la implementación de la estética y la belleza
como valores fundamentales en la formación de las subjetividades nacionales, consagrando
al paisaje argentino como espacio de visualización, apropiación territorial y política, y se
suma, a la ya tradicional imagen de la pampa, otros cuadros que se irán erigiendo como
símbolos de argentinidad. Las cataratas del Iguazú, los glaciares del sur o el paisaje de la
provincia de Mendoza, ligada en el imaginario al histórico cruce de la cordillera de los
Andes del libertador San Martín, fueron imágenes de la nación-estado moderno difundidas
como un medio de consolidar una integridad espacial y establecer una identificación, ya que
al igual que la cartografía, los paisajes sirven al conocimiento del espacio pero también
construyen una representación política de él. 58
55
Posición que ocupará hasta el año 1913.
56
Carlos E. Zuberbühler, op. cit.
57
Véase Gustavo Blázquez, "Los hombres carbono y la nacionalización de la retina. Políticas y
poéticas culturales en la Argentina del Centenario", en Balances, perspectivas y renovaciones
disciplinares de la historia del arte. y Congreso Internacional de Teoría e Historia de las Artes-XIII
Jornadas CAJA, Buenos Aires, CALA, 2009, pp. 311-324.
58
Véase Pedro Navarro Floria, "El conocimiento de los Territorios Nacionales generado por los
agentes del Estado: memorias, informes y mapas", en Irma Podgorny, Marta Penhos, Pedro Navarro
108
Martinez,61 quien proyecta una imagen que indica el uso de diapositivas para instrucción
visual. La escena ilustra la presentación de nuestro país ante un público europeo para
difundirlo con propósitos políticos o comerciales, como lo indica el texto que acompaña la
imagen.
Carasj Caretas registra asimismo otras conferencias de Alberto Martínez (Figura 17)
en Londres, así como una celebrada en Buenos Aires en el salón del Cinematógrafo
Floria, Viajes. Espacios y cuerpos en la Argentina del siglo XIX y comienzos del XX, Buenos Aires,
Biblioteca Nacional-Teseo, 2009 (a)
59
Véase Oscar Terán, Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910), Buenos Aires,
FCE, 2000, pp. 83-133.
60
J. M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, Buenos Aires; Secretaría de Cultura de la
Nación-Editorial Marymar, slf. [1899]
61
Alberto Martínez fue funcionario y estadígrafo. Fue director de Estadísticas de la ciudad de
Buenos Aires, y dirigió la realización de varios censos, entre ellos los nacionales de 1895 y 1914, los
municipales de 1904, 1910 y el Censo General de población, edflcación, comercio e industria de la
Ciudad. Fue también autor de estudios topográficos y demográficos de Buenos Aires y de manuales de
viajeros de la Argentina corno el conocido Baedeker de la República Argentina de varias ediciones.
62
J. M. Cao, "Caricaturas Contemporáneas. Alberto Martínez", Caras y Caretas, a. V, n. 173,
Buenos Aires, 25 de enero de 1902.
109
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17
Alberto Martínez", Carasy Caretas, 1902.
«
110
Nacional, en la calle Maipú acerca de "la antigua y moderna Roma", celebración presentada
por el periódico como verdadero evento social y cultural, aunque de público selecto.
En una serie de 150 vistas fotográficas, escogidas con delicado gusto, presentó el
conferenciante la proyección luminosa de los más célebres monumentos y personajes,
acompañando la exhibición con un comentario animado é instructivo que formaba el
fondo de su trabajo.
La numerosa concurrencia, en que abundaba el elemento femenino, representado por
conocidas familias, tuvo así ocasión de admirar impecables vistas del Coliseo, del Forum,
de las termas de Caracalla y de otras históricas reliquias de la Roma antigua,
complementándose la serie con las excavaciones del campo Vaccino, que tanto han dado
que hablar á los arqueólogos en estos últimos tiempos.
La catedral de San Pedro con la célebre capilla Sixtina, el Vaticano y sus museos, y por
último, el Quirinal, en que pudo verse a los reyes de Italia, desfilaron luego ante los ojos de
la concurrencia, que aplaudió repetidas veces la interesante labor del señor Martínez. 63
63
"La conferencia del señor Alberto Martinez", Caras y Caretas, a. VI, n. 248, Buenos Aires, 4 de
julio de 1903.
64
Un ejemplo de esta utilización en el ámbito europeo está documentado por el programa diseñado
por el Comité de Instrucción Visual de la Oficina Colonial (Colonial Office Visual Instruction
Committee, COVIC) fundado en 1902 en Gran Bretaña con objetivos de propaganda, uniendo técnicas de
instrucción visual -a través de fotografias- con educación geográfica y promoción imperial. Véase James
R. Ryan, "On Visual Instruction", en Vanessa R. Schwartz y Jeannene M. Przyblyski (eds.), The
Nineteenth-Centu,y Visual Culture Reader, New York-London, Routledge, 2004, pp. 145-151. Véase
asimismo Mary Louise Pratt, Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación, Buenos Aires,
Universidad Nacional de Quilmas, 1997.
111
65
Robert S. Nelson, "The Sude Lecture, or the Work of Art 'History' in the Age of Mechanical
Reproduction", Crilical Inquiry, vol. 26, n. 3, 2000, pp. 414- 434.
66
La creación de la linterna mágica -tipo temprano de proyector de imágenes que consistía en una
lente amplificadora, una fuente de luz (primitivamente vela o lámpara de aceite y a fines del siglo XIX
electricidad) e imágenes pintadas en placas de vidrio- se le atribuye erróneamente al jesuita Atheneus
Kircher quien la habría descripto en su libro Ars magna lucis el umbrae en 1646, pero la referencia al
aparato en sí no aparece hasta la edición posterior del libro, en 1671. Otros investigadores atribuyen la
paternidad del invento a Christiaan Huygens, matemático y astrónomo holandés, quien la habría
construido en 1659. Véase Tom Gunning, "Animated Pictures'. Tales of the Cinema's Forgotten Future,
after 100 years of Film", en Vanessa R. Schwartz y Jeannene M. Przyblyski (eds.), op. cit., p. 101; Mark
Gosser, "Kircher and the magic lantern - a re-examination", Journal of Ihe Sociely of Molion Piclure and
Television Engineers, n. 90, octubre 1981, pp. 972-8.
67
Véase Vicente Gesualdo, "Los salones de 'Vistas Ópticas'. Antepasados del cine en Buenos
Aires y el interior", Todo es Hisloria, a. 21, n.248, febrero de 1988; Ana María Telesca y Roberto Amigo
"La curiosidad de los porteños. Los temas y el público de las salas de vistas ópticas en el Estado de Buenos
Aires (1852-1862)", en Hisloria de lafotografia. Memoria del 5 °Congreso de Hisloria de lafolografia en la
Argenlina 1996, Buenos Aires, Comité Ejecutivo Permanente, 1997; Marta Dujovne y Ana María Telesca,
"Museos, Salones y Panoramas. La formación de espacios de representación en el Buenos Aires del siglo
XIX", en XIX Coloquio Internacional de Historia del Arle. Arle y Espacio, Instituto de Investigaciones
Estéticas, UNAM, México, 1997.
112
fines del siglo XVII, devino una forma fuertemente comercializada para entretenimiento
público o doméstico en el siglo XIX, que en Europa se había industrializado como modo
de comunicación producido en serie.
Entre tanto, otras formas de espectáculos visuales fueron desarrolladas: el diorama,
el panorama, el cosmorama. El "diorama", al cual Louis Daguerre dio forma definitiva en
1822, consistía en una instalación de telas suficientemente transparentes pintadas por
ambas caras de modo que las luces colocadas estratégicamente pudieran representar
diversos efectos, nocturnos o diurnos, con el fin de lograr la apariencia de un verdadero
paisaje. El observador permanecía inmóvil y estaba sujeto a un despliegue temporal
prediseñado de experiencia óptica. 68 A menudo la audiencia se ubicaba en una plataforma
circular que se movía lentamente, permitiendo ver diversas escenas y efectos de luz. El
"panorama" había sido patentado en 1787 por el pintor irlandés Robert Baker y eran
amplios espacios circulares cerrados rodeados de grandes pinturas en los cuales el
espectador podía moverse en la penumbra y se percibía incluido ilusoriamente en el espacio
representado. En Buenos Aires existieron algunos panoramas entre ellos el que se
constituyó en 1885 en la Plaza del Retiro, construido por el empresario belga, Mauricio Le
Teifier, y en el cual se representaba la batalla de Garibaldi en Roma de 1849 y la pintura se
complementaba con la presencia de objetos reales que rodeaban al espectador como
árboles, escombros y utensilios. 69
68
Jonathan Crary, op.ci/., (a), p. 150-5 1.
69
Marta Dujovne y Ana María Telesca, op. cii., pp. 436-437.
113
Caretas remiten a temas ligados a la visualidad, ya sea desde una perspectiva científica acerca
de la visión, sus técnicas, experimentos ópticos y diversos dispositivos que servían a la
observación de los fenómenos visuales, o desde la atención puesta en el cuerpo y la mirada
como vehículo de expresión de las emociones pero también, del carácter de un individuo.
El espectador, el cuerpo y junto con ellos, la visión, devienen importantes centros de
atención en el siglo XIX debido a factores ligados a la producción industrial y a los modos
de coerción dentro de los dispositivos del poder.
En efecto, el tono de ciertos artículos del semanario alude a las tradiciones de la
fisiognomía y la frenología, doctrinas que se basaron en la observación de los rasgos
faciales y craneales y ocuparon un sitio importante en el desarrollo del pensamiento en el
siglo XIIX. Estas teorías tuvieron importantes repercusiones en la psicología y psiquiatría y
al final del siglo formaban parte de las creencias en los estudios de los científicos
argentinos. La fisiognomía, que, en la Antigüedad clásica se había basado en la
comparación entre un tipo humano y una especie animal,70 tuvo un nuevo despertar en el
Renacimiento en el que algunos estudiosos relacionaron las características del rostro y la
cabeza con ciertos rasgos de la personalidad. 71 Posteriormente, surgió la frenología 72, teoría
de las localizaciones cerebrales, basada en la consideración de que el cerebro no era un
órgano único, sus diversas partes correspondían a una función específica y la forma de cada
una de las regiones influía en la estructura ósea. De este modo se creía que era posible
conocer el estado de cada órgano mediante el estudio externo del cráneo, y se consideraba
que la exploración manual de la cabeza permitía conocer tendencias de la conducta
humana.
Caras y Caretas presenta imágenes que satirizan el examen frenológico, como la
caricatura de tapa "Conferencia frenológica" (Figura 18) en la que un individuo hace una
demostración en un teatro a un J. A. Roca con una exagerada protuberancia craneana. 73
Pero otro artículo, firmado por el Dr. Pietro de Fidel, titulado "Leyendo en los cráneos.
70
E. H. Gombrich, La imagen y el ojo. Nuevos estudios sobre la psicología de la representación
pictórica, Madrid, Alianza, 1991, p. 119 [1982]
71
Giambattista della Porta escribió en el siglo XVI De humana physiognomia, escrito que tuvo
gran difusión. En él siglo XVIII Johann Caspar Lavater escribió también ensayos en la materia.
72
La frenología fue creada por Franz Joseph GalI, médico alemán nacido en 1758 que ejerció la
medicina en Viena y luego en Paris. Difundió su doctrina a través de su obra Anatomie etphysiologie du
systéme nerveux en general et du cerveu en particulier, avec des observations sur la possibilité de
reconnaítre plusieurs dispositions intelectuelles et morales de l'homme et des animaux par la
configuration de leurs tétes, publicada en cuatro tomos entre 1810 y 1819. Véase Edelmira Domenech, La
fr enología. Análisis histórico de una doctrina psicológica organicista, Barcelona, Seminario Pedro Mata,
Facultad de Medicina, Universidad de Barcelona, 1977, p. 11.
73
"Conferencia frenológica", Caras y Caretas, a. VII, n. 283, Buenos Aires, 5 de marzo de 1904.
114
74
Caras y Caretas publicó diversas notas del mismo tópico: "El carácter y las narices"; "La
adivinación del carácter observando las cabezas por detrás"; "Quiromancia política ó modo de conocer el
carácter por el estudio de las manos", en Caras y Caretas, a. VII, n. 310, Buenos Aires, 10 de septiembre
de 1904.
75
"Leyendo los cráneos. Moldes de cabezas", en Caras y Caretas, a. III, n. 90, Buenos Aires, 23
de junio de 1900.
76
La frenología había devenido sumamente popular en Estados Unidos a partir de los hermanos
Orson y Lorenzo Fowler, quienes habían establecido en Nueva York a mediados del siglo XIX una
oficina en la que orientaban frenológicamente en diversas cuestiones de la vida diaria como los negocios,
el matrimonio. Su trabajo fue una de las causas por las que la doctrina cayó en descrédito y era blanco de
burla de caricaturistas o escritores. Dirigían además una empresa editorial en la cual daban a conocer su
doctrina.
115
(Figura 19)
J ean-Jacques Courtine y Claudine Haroche78 señalan que en el siglo XIX se percibe
una nueva forma de facialidad. Anteriormente, el sentido del rostro humano era
interpretado en términos de retórica o lenguaje, pero en el siglo XIX el rostro se explica
como perteneciente a un sujeto psicológico, individual pero también, socializado. Courtine
y Haroche ven en el libro de Charles Darwin E4ressions of Emotions in Man and Animais
publicado en 1872, un eslabón indicativo de que la perspectiva estaba cambiando. El
trabajo de Darwin marca una inquietud que se mueve entre lo somático, lo psicológico y lo
social. 79
Como indica Jonathan Crary 8° en un conjunto de trabajos del siglo XIX de los
campos científico, filosófico y psicológico que abordaron el estudio de la visualidad, los
modelos de visión subjetiva fueron reemplazando a un régimen clásico que partía de la idea
de una objetividad esencial dependiente de los estímulos del mundo exterior. El
funcionamiento de la visión dependerá entonces de la psicología del observador y a partir
de la segunda mitad del siglo XIX sus estudios 81 instalaron la idea de que la cualidad de
nuestras sensaciones depende del funcionamiento del aparato sensorial. El cuerpo y la
77
"El lenguaje de los ojos. Expresión de la mirada femenina", en Caras y Caretas, a. y, n. 209,
Buenos Aires, 4 de octubre de 1902.
78
Jean-Jacques Courtine y Claudine Haroche, Histoire du visage. Exprimer et taire ses émotions
(XVIe-débutXlXe siécle), Paris, Édition Payot & Rivages, 1994.
79
Charles Darwin, La expresión de las emociones en los hombres y en los animales, Valencia,
Francisco Sempere y Ca. Editores, 1902 [1872]
80
Jonathan Crary, "Unbiding Vision: Manet and the Attentive Observer in the Late Nineteenth
Century", en Leo Charney y Vanesa Schwartz (eds.) op. cit., pp. 46-56.
81
Véase entre los principales autores que estudiaron la visión en el siglo XIX y las éxperiencias
perceptivas en relación con ésta Gustav Theodor Fechner, Elemente der Psychophysik, Leipzig, Breitkopf
& Hartel, 1860; Hermann von Helmholtz, Qn the Sensations of Tone, Nueva York, Dover, 1954,
Handbook ofPhysiological Qptics, Nueva York, Dover, 1962.
116
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LOS OJOS
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Jflf F EMENE NA
18
LXPFELSIÓN DL L 5
19
"El lenguaje de los ojos", Caras y
Caretas, 1902.
117
El Kinetoscopio
Este aparato de instrucción y diversión está ya presentado por primera vez al público á un
precio al alcance de todos.
Aunque el aparato es muy conocido en una forma mucho más primitiva, no dudamos que
el Estado de perfección en que está ahora presentado va á llamar la atención de todos los
que les gusta divertirse.
No hay necesidad de gastar para ir al teatro para reírse.
Descnjtción: Un gabinete según grabado, hecho de caoba pulida á mano con manija de
níquel. De un tamaño .grande, pues mide 29x29x10 cm. para dar cabida á la cinta de vistas
que forma una correa sin fin. Cada aparato tiene 6 cintas de vistas. Hay bailes, toreros,
juegos atléticos, Boxing, etc.
Precio completo $ 16.00 Encomienda $ 1.50
Las cintas extras $ 1.00 cada una. Correo 10 centavos. 83
Los aparatos ópticos fueron generados por diferentes investigadores a partir de los
estudios sobre la imagen residual, es decir, la persistencia retiniana, y la disyunción entre el
ojo y el objeto percibido. Tino de los primeros aparatos, creado en función de estas
observaciones, fue el taumatropo, producido en Londres por John Ayrton Paris en 1825,
que consistía en un pequeño disco circular con una imagen en ambas caras de modo que al
tomar de las cuerdas fijadas a los discos y hacerlos girar, se percibía la ilusión óptica de que
ambas imágenes estaban unidas. Es famoso el ejemplo del pájaro en un lado del disco y una
jaula en el otro que producía la ilusión de que el pájaro se encontraba dentro de la jaula. En
1831, el fisico Michael Faraday, explorando el movimiento de una rueda a través de un eje
vertical produjo un artefacto, luego llamado la rueda de Faraday, que consistía en dos
ruedas provistas de ranuras montadas en un mismo eje, dispositivo que sirvió de base para
construir el fenaquitoscopio. Éste fue desarrollado por el científico belga Joseph Plateau,
quien había estado trabajando con la rueda de color de Isaac Newton para demostrar que la
82
Jonathan Crary, op. cit., (a), pp. 141-142.
83
"El Kinetoscopio", Caras y Caretas, a. III, n. 91, Buenos Aires 30 de junio de 1900.
118
20
El Kinetoscopio Publicidad de
kinetoscopio,
Carasy Caretas
5
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Pi II)
c.onpIeto . • 00
16 Encomienda 1.50
t 11211u11a... u rio .,4. ni. Corno JO caai•yai
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III.
it Ililtit 5
C4EMATORAFOS Y BIÓtiRAFOS
PARA TEATROS Y EXHiBICIONES PÚBLICAS
., .t . ..
21
Publicidad de aparatos cinematogáficos y hiágrafos de la Casa Enrique Lepage y Cia.
119
84
Jonathan Crary, op. cii., (a), pp. 147-148.
120
visual que se articulan asimismo con la innovación producida hacia fines del siglo por
Thomas A. Edison, los hermanos Lumiére y otros, el cine. Sin embargo, la narrativa
genealógica que lleva desde la linterna mágica a los dispositivos ópticos pasando por la
fotografía hasta el cine, ha sido reexaminada, ya que, como afirman diversos autores, la
observación de los juguetes ópticos manifiesta un escenario de obsesiones y fascinaciones
muy diferente. 85
Con respecto a la aparición del cine André Gaudreault yTom Gunning afirman que
deben ser puestas en perspectiva las condiciones en las cuales emergió la nueva tecnología y
que fueron varios los procesos que condujeron a la creación de ese fenómeno sociocultural
complejo que se institucionalizó gradual y colectivamente. 86 Ambos autores consideran
como momento inaugural la fecha del 22 de marzo de 1895 en la cual Louis Lumiére
realizó una proyección de imágenes fotográficas en movimiento para los miembros de la
Societé d'Encouragement pour l'Industrie Nationale, en Paris, dando una conferencia acerca del
éxito de la industria fotográfica de su familia proyectando el film que duraba menos de un
minuto, Sortie d'usine.
En Buenos Aires, las casas Lepage, Guppy y otras publicitaban en Caras y Caretas
aparatos para proyecciones cinematográficas. El comercio del belga Enrique Lepage se
dedicaba a importar material fotográfico, y allí trabajaban el austríaco Max Glucksmann y el
francés Eugenio Py. En el año 1896 -sólo unos meses después del surgimiento del cine en
Francia en 1895- se produjo en Buenos Aires en el teatro Odeón la primera proyección
cinematográfica en la que se vieron cortos de los hermanos Lumiére. Esta función fue
organizada por el empresario Francisco Pastor y por Eustaquio Peificer, quien fue
precisamente uno de los fundadores de Carasy Caretas y su redactor en jefe desde los inicios
hasta 1903.
Eugenio Py, tras una larga experiencia como fotógrafo, realizó en 1897 el primer
film argentino,87 al cual seguirán otros cortos de diversas escenas como la visita del
presidente de Brasil, Dr. Campos Salles en 1900, El ambo del Presidente de los Estados Unidos
del Brasil doctor Campos Salles alpuerto de Buenos Aires, una visita de Bartolomé Mitre al Museo
Histórico en 1901, la llegada del tranvia a la Plaza de Mayo o una escena rural de doma de
caballos. Por lo general las vistas animadas registraban eventos oficiales, inauguraciones,
85
Tom Gunning, op.cit., p. 102.
86
André Gaudreault y Tom Gunning, "Introduction. American Cinema Emerges (1890-1909)", en
André Gaudreault (ed.), American Cinema, 1890-1909, The,nes and Variations, New Brunswick-New
Jersey-London, Rutgers University Press, 2009, pp. 1-2 1.
87
El documental fue La bandera argentina en el que una bandera flameaba en Plaza de Mayo.
121
desfiles militares. Alicia Aisemberg afirma que esta primera etapa explota
fundamentalmente las posibilidades de registro del dispositivo, tomándolo como curiosidad
y novedad y que el cinematógrafo se sirvió e interactuó culturalmente con otros
fenómenos, fundamentalmente las vistas ópticas y la fotografía, y, más adelante, con el
circo, el teatro gauchesco y el sainete.88
Caras ji Caretas publicita en sus páginas numerosos avisos de aparatos
cinematográficos:
Novedades recibidas esta semana
CINEMATÓGRAFOS
Un surtido de estos aparatos excelentes; funcionan con tanta exactitud como los mejores,
precios al alcance de todos.
También nos llegó una buena colección de CINTAS para los mismos.
F. R. GUPPY y Cía.
San Martín, 36889
CINEMATÓGRAFOS Y BIÓGRAFOS
de los sistemas más modernos
(...)
Gran potencia, volumen y peso reducídísimos y sumamente portátiles especiales para
cinematógrafos y biógrafos ambulantes. ( ... ) Gran manufactura de vistas del país (...)
Grande y variado surtido en vistas extranjeras de todas clases.
Remitimos gratis catálogo ilustrado.
88
Alicia Aisemberg, El sistema misceláneo de representación en los géneros populares. sainete y
cine sonoro argentinos. Tesis de doctorado, Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras, UBA, 2009,
mimeo.
89
"Cinematógrafos", Caras y Caretas, a. III, n. 103, Buenos Aires, 22 de septiembre de 1900.
90
Caras y Caretas, varios números.
122
hasta ese momento y con potencial de masividad. Pero, fundamentalmente, estas nuevas
tecnologías colocaban al cuerpo y a la visión en particular como centro de atención.
La mirada a fines del siglo XIX encontró uno de los rasgos propios en la
disposición hacia la observación y documentación de los entornos naturales y sociales, tarea
que fue llevada a cabo por políticos, economistas, inspectores gubernamentales, pero
también por botánicos, antropólogos, geólogos, psiquiatras o higienistas ya que en este
esfuerzo concurrieron diversas disciplinas, de filiación por lo general positivista,
involucradas con un empirismo ligado a la observación de los fenómenos fisicos, sociales y
biológicos.
En efecto, el positivismo y el cientificismo hegemonizaban la producción teórica y
el pensamiento argentinos, sus círculos intelectuales más representativos y sus instituciones
académicas de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. 91 Si bien la noción
de positivismo plantea un problema de definición, y se afirma que dentro de sus filas deben
incluirse a "darwinistas, lamarckianos, spenceristas, pasteurianos, lombrosianos" 92 existe un
fondo de ideas común en el movimiento positivista argentino. Félix Schuster sostiene que
la principal tesis del positivismo consiste en la idea de la centralidad del conocimiento de
los hechos dado por las ciencias experimentales, de modo que el contacto con la
experiencia provoque la renuncia a todo a pioi a fin de evitar el error. 93 Es decir, como
indica Oscar Terán, en forma amplia, el positivismo en la Argentina al que adhería la elite
dirigente podría caracterizarse como un conjunto de intervenciones teóricas que, aunque no
todos sus representantes cumplían cabalmente con el canon desarrollado por A. Comte o
H. Spencer, reconocían el prestigio de las ciencias como dadoras de legitimidad de sus
94
argumentaciones.
En Carasj Caretas se manifiestan los principales intereses de un campo científico en
construcción que desarrollaba su carácter de disciplina moderna entre los debates acerca de
91
Véase Ricaurte Soler, El positivismo argentino. Pensamiento filosófico y sociológico, México,
Universidad Autónoma de México, 1979.
92
Alfredo Ferreira, citado en Hugo Edgardo Biagini (comp.), El movimiento positivista argentino,
Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1985, p. 7. Véase asimismo Marcelo Montserrat, Ciencia, historia y
sociedad en la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1993.
93
Félix G. Schuster, "El concepto de ciencia", en Hugo E. Biagini, op. cit., pp. 32 1-322.
94
Oscar Terán, Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910). Derivas de la
"cultura cientjflca ", Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000, P. 9.
123
la nación argentina y los mitos y realidades que conformaron la nacionalidad. Mientras que
las imágenes del periódico graficaban las formas observables, clasificables y medibles de los
objetos de estudio de las ciencias, los textos presentaban las orientaciones científicas de la
biología, psiquiatría, o paleontología, pero también sus programas de acción, 95 los
movimientos de diversas agrupaciones profesionales, 96 las fundaciones o los avatares de las
instituciones, 97 los progresos y hallazgos en distintos campos, 98 las exposiciones, congresos
y reuniones académicas, 99 o simplemente la presentación de figuras científicas relevantes.
Una de aquellas figuras relevantes era sin duda el "respetable y genial paleontólogo
argentino" Florentino Ameghino, "gloria de su país", 100 quien en 1902 había obtenido -
luego de años de vaivenes y luchas dentro del campo científico y en el político- el cargo de
director del Museo Nacional. Una nota publicada en el semanario señala:
Y este hombre que, hasta ayer no ejercía ninguna función pública, reconociéndosele por fin
los muchos y sólidos méritos que le adornan, ha sido nombrado director del Museo
Nacional, sucediendo al doctor Berg en el cargo que honró Burmeister durante un periodo
glorioso para la ciencia argentina. En todas partes el esperado nombramiento del ilustre
sabio ha sido bien recibido. 101
95
"La gota de leche", Caras y Caretas, a. VII, n. 324, Buenos Aires, 17 de diciembre de 1904;
"Las desinfecciones domiciliarias", Caras y Caretas, a. II, n. 54, Buenos Aires, 4 de noviembre de 1899;
"La bubónica en Buenos Aires. El nuevo lazareto de Liniers", Caras y Caretas, a. III, n. 76, Buenos
Aires, 17 de marzo de 1900; "Contra la bubónica. Aislamiento de familias é higienización de viviendas",
Caras y Caretas, a. III, n. 77, Buenos Aires, 24 de marzo de 1900; "La peste bubónica en la Argentina",
Caras y Caretas, a. III, n. 70, Buenos Aires, 3 de febrero de 1900; "El suero antituberculoso del Dr.
Villar", Caras y Caretas, a. IV, n. 135, Buenos Aires, 4 de mayo de 1901.
96
31 0 aniversario de la Sociedad Científica Argentina", Caras y Caretas, a. VI, n. 253, Buenos
Aires, 8 de agosto de 1903; "Sociedad Científica Argentina", Caras y Caretas, a. IV, n. 147, Buenos
Aires, 28 de julio de 1901.
97
"La inauguración del Hospital Italiano", Caras y Caretas, a. IV, n. 69, Buenos Aires, 28 de
diciembre de 1901; "La inauguración del Hospital de Flores" Caras y Caretas, a. IV, n. 140, Buenos
Aires, 8 de junio de 1901.
98
"Hallazgo de los restos de un mylodón", Caras y Caretas, a. Y, n. 196, Buenos Aires, 5 de julio
de 1902; "Hallazgo de un fósil", Caras y Caretas, a. VII, n. 303, Buenos Aires, 23 de julio de 1904; "El
territorio de la Puna. La última expedición científica", Caras y Caretas, a. III, n. 90, buenos Aires, 13 de
junio de 1900.
99
"El primer Congreso Médico Latino-Americano", Caras y Caretas, a. IV, n. 123, Buenos Aires,
9 de febrero de 1901 ;"La inauguración de la Exposición Internacional de Higiene", Caras y Caretas, a.
VII, n. 288, Buenos Aires, 9 de abril de 1904.
100
"El nuevo director del Museo Nacional", Caras y Caretas, a. V, n. 188, Buenos Aires, 26 de
abril de 1902.
101
Ibid.
124
102
Irma Podgorny demuestra que muchas de las afirmaciones acerca de la figura del científico
fueron construcciones ideológicas: su margmnalidad era relativa, poseía un reconocimiento- internacional y
fluidos contactos con científicos de las metrópolis europeas, conseguía financiamiento para sus proyectos
y para publicar sus obras. Irma Podgomy "De la santidad laica del científico Florentino Ameghino y el
espectáculo de la ciencia en la Argentina moderna", Enirep asados, a. VI, n. 13, Buenos Aires, 1997, p.
45.
103
Irma Podgorny, op. cit., p41.
104
Véase Fermín Adrián Rodríguez, "Prehistorias argentinas: naturalistas en el Plata. Charles
Darwin, Francisco Moreno, Florentino Ameghino, Bruce Chatwin", A Contra Corriente, vol. 7, n. 1,
otoño 2009, pp. 45-75.
125
CATA CO'*TPOÁPit*.S
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- 1 -
'
del tGUqt V .
lU Io*
*)I.o
*
e
23
"Caricaturas contemporáneas. Florentino Ameghino", Carasy Caretas, 1902.
126
105
Michel Foucault, El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2008, p. 14, [1963].
127
medicina social. 106 Estas actividades estatales experimentaron una fuerte expansión con la
creación de la Asistencia Pública de Buenos Aires 107 en 1883, que condujo progresivamente
a la extensión de las facultades de inspección y control en temas vinculados a la salud,
vivienda, condiciones sanitarias. El campo académico acompañó este proceso creándose la
cátedra de Higiene Pública a cargo de Guifiermo Rawson como curso autónomo de la
Universidad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. El Colegio Nacional de
Buenos Aires tenía también su curso de higiene dictado por Eduardo Wilde. Finalmente, y
como lo atestigua Caras y Caretas, el periodo asiste a una ampliación en la eficiencia y
número de servicios sanitarios con la instalación y mejoramiento de instituciones
hospitalarias.
La organización de los hospitales y de la higiene pública afectó asimismo a los
ámbitos de la psiquiatría y la psicología, cuya acción fue pieza clave en la organización y
control de la población. Los discursos y dispositivos alienistas, incluyendo las prácticas de
internación y externación de los enfermos mentales, produjeron transformaciones en las
modalidades de atención a pacientes. Estas transformaciones expresaban cambios no sólo
en las normas protocolares de higiene y hospitalización sino que involucraron normas
burguesas de moralidad y establecieron los límites de la marginalidad, marcando una
diferenciación social entre normalidad y locura.108
La caricatura del Dr. Domingo Cabred que ofrece Carasj Caretas retrata a uno de
los protagonistas de la reforma de la asistencia médica producida a fines del siglo XIX.
Cabred trabajó en la mejora de los ámbitos hospitalarios para alojar a los pacientes
psiquiátricos, presidió la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales, fue profesor
titular de la Cátedra de Enfermedades Mentales de la Facultad de Medicina entre 1893 y
1918 y Director del Hospicio de las Mercedes. En 1899 inauguró el asilo-colonia de Luján,
primero en el país en el que se implementaba el sistema open door, que sostenía la supresión
de la coerción mecánica en el tratamiento de los alienados y una profesionalización de la
atención que demandaban las exigencias del tratamiento científico de la locura. Realizó
además una labor académica cuyos trabajos se destacan por la idea de una causalidad
106
Eduardo A. Zimmermann, Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina. 1890-
1916, Buenos Aires, Editoria Sudamericana, Universidad de San Andrés, 1995, p. 101. Véase asimismo
Juan Suriano (comp.), La cuestión social en la Argentina. 18 70-1943, Buenos Aires, Ed. La Colmena,
2000.
107
La Asistencia Pública fue creada por el intendente Torcuato de Alvear con el auspicio de un
grupo de higienistas como Emilio Coni, Telémaco Susini y José María Ramos Mejía. Éste último sería su
primer director. Eduardo A. Zimmermann, op. cit., p. 105.
108
Véase Hugo Vezzetti, La locura en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1985.
128
109
Maria Laura Piva, "El 'Pinel argentino': Domingo Cabred y la psiquiatría de fines del siglo
XIX", en Mercelo Montserrat (comp.), op. cii., pp. 7 1-72.
110
"Preliminares de un libro científico", Caras y Caretas, a. VII, n. 307, Buenos Aires, 20 de
agosto de 1904.
111
Ibid. Véase asimismo O. Terán, José Ingenieros: pensar la nación, Buenos Aires, Alianza,
1986.
129
24
"Preliminares de un libro científico",
Caras y Caretas, 1904.
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"Roca y Magnasco ante la luz
Roentgen", Carasy Caretas, 1 899.
130
intacta comenzó a ser un espacio físico casi transparente para la mirada cinica. 112 (Figura
25) Según afirma Lisa Cartwright la imaginería médica, sus nuevos instrumentos y técnicas
de registro y visualización, fueron cruciales para la emergencia de un modo distintivo de
través de los rayos, tuvieron una difusión que implicó que, de la ciencia a la cultura popular,
En Caras j' Caretas, el doctor Ferreyra ofrecía al público el servicio de reconocimiento del
diagnóstico precoz de la tisis y fotografías para guiar las operaciones. Por otra parte, el
El doctor Ferreyra demostró luego las aplicaciones industriales á que esta fuerza podría
prestarse (...)h14
112
Véase Cristóbal Pera, "El cuerpo bajo la mirada médica", Humanitas. Humanidades Médicas, a.
1, n. 4, oct-dic. 2003, pp. 27-36.
113
Lisa Cartwright, Screening ihe Body. Tracing Medicine's Visual Culture, Minneapolis-London,
University of Minnesota Press, 1997, p. 107 y ss.
114
Figarillo, "Roca y Magnasco ante la luz Roentgen", Caras y Caretas, a. II, n. 59, Buenos Aires,
18 de noviembre de 1899.
131
115
José María Roveda, "Nuestra oftalmología", en Primer Congreso de Historia de la Medicina
Argentina, Buenos Aires, 1968, p. 195; Rafael Renard, "Los precursores de la oftalmología en la
Argentina" en Ibid. p. 258-261.
116
Pedro Lagleyze, Cromatoscopía. Tesis para optar al grado de doctor en Medicina, Buenos
Aires, Imprenta de la Nación, 1882, p. 12
132
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26
Caricatura del Dr. Pedro Lagleyze, Carasy Caretas.
133
vea privado de placeres que llenan nuestros ojos y producen ilusiones emocionales como la
observación de un arco iris en el cielo o de una pintura. 117
Otros campos sociales de aplicación científica en los cuales los médicos higienistas
participaron en forma activa fueron la medicina legal y la criminología. Si debían desterrarse
las enfermedades infecciosas del cuerpo social, la analogía era fácilmente extensible a los
individuos indeseables que podían "infectar" la sociedad a través de sus conductas
patológicas. La caracterización anatómica del criminal nato desarrollada por los seguidores
de Cesare Lombroso 118 en la Argentina requería la colaboración activa de médicos y
alienistas junto a los criminólogos que jugaron un papel destacado en la identificación de
los individuos "peligrosos" que debían ser excluidos del cuerpo social» 9
El poder estatal en el siglo XIX manifestó una tendencia hacia un control
cualitativo y capilar de la sociedad basado en características diferenciales de los individuos.
En los sistemas de identificación y archivo creados con esa finalidad, las imágenes,
ilustradas primero y fotográficas luego, cumplieron un rol vital: eran susceptibles de
expresar y reproducir la información visual de aquellos rasgos cualitativos individuales,
sensibles a la mirada, y devinieron objetos privilegiados para ciertos campos sociales y
disciplinares. El retrato de delincuentes, compartía extrañamente con el retrato de
celebridades el privilegio de ser las dos modalidades de retrato público más difundidas, 12°
contribuyendo a establecer jerarquías morales y sociales con fines honoríficos o
represivos. 121
Los retratos de identidad policial formaron parte de los procesos de aplicación de
dispositivos técnicos y científicos con los cuales el Estado argentino, a través de la
intermediación de la institución policial, desarrolló sus capacidades represivas y de control
117
Ibid., pp. 76-77.
118
Cesare Lombroso (1835-1909) médico y criminólogo italiano representante del positivismo
criminológico sostenía que las causas del delito se debían principalmente a factores innatos observables
en ciertos rasgos físicos de los delincuentes, aunque acepta la incidencia de otros factores como el grado
de civilización o ciertas condiciones socio-económicas. Véase Cesare Lombroso, El delito. Sus causas y
remedios, Madrid, Ed. Victoriano Suárez, 1902.
119
Eduardo A. Zimmermann, op. cit., p. 107.
120
Véase Allan Sekula, "El cuerpo y el archivo", en Gloria Picazo y Jorge Ribalta (eds.),
Indiferencia y singularidad. Lafotografia en el pensamiento artístico contemporáneo, Barcelona, Museu
d'Art Contemporani, 1997, p. 140; John Tagg, op. cii.
121
La otra categoría, la del retrato privado, estaba también extensamente difundida. Véase al
respecto la huelga de cocheros del año 1899 en la que éstos se resistieron a ser registrados a través de un
retrato y una libreta de identificación afirmando que no eran delincuentes. Mercedes García Ferrari,
"Una marca peor que el fuego'. Los cocheros de la ciudad de Buenos Aires y la resistencia al retrato de
identificación", en Lila Caimari (comp.), La ley de los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires
(1870-1940), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica-Univ. de San Andrés, 2007.
134
social. 122 En las últimas décadas del siglo XIEX el Estado asumió funciones judiciales y de
identificación de personas y desarrolló sus capacidades punitivas a través de la creación de
instrumentos legales e institucionales, como el establecimiento en 1880 de la Policía de la
Capital luego de la federalización de Buenos Aires, o el Código Penal de 1887. El avance de
la criminología positivista, los temores al desorden y al descontrol derivados del proceso de
inmigración masiva, así como los cambios urbanos y sociales suscitados por las
transformaciones de fines del siglo XIX constituyen otros factores que explican el
desarrollo de los dispositivos de control y vigilancia.
Carasji Caretas no sólo publicaba numerosas notas informativas, a veces con ironía,
acerca de crímenes y otros hechos delictivos de resonancia en Buenos Aires sino que
además desplegaba gráficamente algunos casos, a menudo utilizando fotografías recreadas.
Pero los temas policiales no solamente se presentan como notas sensacionalistas sino que
constituyen asuntos en los cuales el progreso de un estado moderno se muestra a través de
los desarrollos de la policía y la implementación de dispositivos de vigilancia.
En 1880 se había adoptado en el Departamento General de Policía un taller
fotográfico y comenzaron a circular entre las reparticiones los archivos de imágenes que
conformarían la Galería de ladrones de la Capital, material publicado luego en forma de
libro en 1887, prologado por el entonces comisario de pesquisas de la Policía Federal, José
S. Alvarez (Fray Mocho). El objetivo de la publicación era fijar por medio de una fotografía
reproducida y de una descripción, la fisonomía de doscientos delincuentes a fin de que
puedan ser identificados en la calle por los agentes de la policía. 123
La fmalidad perseguida en las primeras utilizaciones del retrato aplicadas a
delincuentes no era solamente la identificación sino el registro de rasgos que revelaran la
"naturaleza criminal" en la fisonomía de los sujetos retratados, a los que se aplicaban las
teorías de la craneolgía, frenología o la fisiognomía. El desarrollo de nuevas teorías
criminológicas condujo a la implementación del sistema creado en 1882 por el funcionario
de la Policía de París Alphonse Bertillon. Se basaba en once medidas corporales, la
122
Lila Caimari, "Presentación", en Lila Caimari (comp.), op.cit., p. 14. Véase asimismo de la
misma autora, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2004. Al respecto de la utilización de la fotografia en la intervención de los procesos de
modernización en la Argentina véase Verónica TelI, La fotografia en la construcción de relatos de la
modernización argentina (18 71-1898), Tesis de Doctorado, Buenos Aires, Facultad de Filosofia y Letras,
UBA, 2009, mimeo.
123 .
Galeria de ladrones de la Capital 1880 a 1887. Publicacion hecha durante Jefatura del senor
Coronel Aureliano Cuenca, por el Comisario de pesquisas Don José S. Alvarez, Buenos Aires, Imprenta
del Departamento de Policía de la Capital, 1887. Véase Geraldine Rogers (cd.), La Galería de ladrones de
la Capital de José S. Alvarez, 1880-1887, La Plata, Biblioteca Orbis Tertius, Universidad Nacional de La
Plata, 2009, http://bibliotecaorbistertius.fahce.unlp.edu.ar .
135
124
Alphonse Bertillon, La Photographie Judiciaire, Paris, Gauthier-Villars et Fils, Imprimeurs-
Libraires, Éditeurs de la Bibliotéque Photographique, 1890.
125
Juan Vucetich, Instrucciones generales para la Identflcación Antropométrica, La Plata,
Tipografia de la Escuela de Artes y Oficios de la Provincia, 1893, p. 62.
126
"Cien mil retratos contemporáneos. ¿Existen dos hombres iguales?", Caras y Caretas, a. VIII, n.
350, Buenos Aires, 17 de junio de 1905.
136
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27
"Cien mil retratos contemporáneos", caras y Caretas, 1905.
137
127
"Desaparición de la oficina antropométrica", Caras y Caretas, a. IX, n. 424, Buenos Aires, 17
de noviembre de 1906.
128
"Oficina Antropométrica de La Plata. El sistema dactiloscópico de Vucetich", en Caras y
Caretas, a VI, n. 225, Buenos Aires, 24 de enero de 1903.
129
Ibid.
130
Juan Vucetich, Dactiloscopia Comparada. El nuevo sistema argentino, La Plata,
Establecimiento Tipográfico Jacobo Peuser, 1904, pp. 13-29. Véase también al respecto Mercedes García
Ferrari, Jdent?,ficación. Implementación de tecnologías y construcción de archivos en la Policía de la
Capital. Buenos Aires, 1880-1905, Tesis de Maestría en Investigación Histórica, Buenos Aires,
Universidad de San Andrés, 2007, mimeo.
138
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28
"Oficina antropométrica dc La
Plata", Caras y Caretas, 1903.
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29
Caricatura de Juan Vucetich,
Caras y Caretas.
139
Gran parte de las formas culturales señaladas surgieron como prácticas sociales a
partir de la complejización y diversificación del espacio urbano. La ciudad era el espacio
moderno por excelencia para la circulación de cuerpos y bienes, el intercambio de miradas,
y en particular, para el ejercicio del consumo. 133 La exhibición de Buenos Aires era parte
131
"El museo criminal de Lombroso", Caras y Caretas, a. IX, n. 396, Buenos Aires, 5 de mayo de
1906.
132
Véase Marta Penhos, "Frente y perfil. Una indagación acerca de la fotografía en las prácticas
antropológicas y criminológicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX", en AAVV, Arte
y antropología en la Argentina, op. cii., pp. 17-64; Eugenia Scarzanella, Ni gringos ni indios.
Inmigración, criminalidad y racismo en la Argentina. 1890-1940, Buenos Aires, Universidad Nacional de
Quilmes, 2003.
133
Leo Charney y Vanesa Schwartz, "Introduction", en Leo Charney y Vanesa Schwartz (eds.) op.
cii., p. 3.
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30
"El museo criminal de Lombroso", Caras y Caretas, a. IX, n. 396, Buenos Aires,
5 de mayo de 1906.
141
fundamental del programa de Caras j' Caretas, uno de los temas y escenarios fundamentales
de sus crónicas periodísticas, y presentaba desde triviales observaciones de la vida cotidiana
hasta sucesos trascendentes de la vida política y social, rarezas y curiosidades de sus
habitantes, propuestos como novedad a consumir en un registro que proponía la
espectacularización de la vida moderna. Caras ji Caretas impulsó una "sensacionalización de
lo cotidiano"134, funcionando también como una gran fuente para legitimar la experiencia
de la ciudad como espectáculo a la vez que promovía placeres o padecimientos
compartidos y ofrecía una identidad a los habitantes de la extendida capital. Buenos Aires
deviene escenario de consumo y a su vez, paisaje a ser consumido. "Buenos Aires
pintoresco. La mañana" (Figura 31) muestra fotografías en las que pueden observarse
caniffitas dispuestos a repartir periódicos ("A la entrada de 'La Prensa", "En la puerta de
'La Nación"), trabajadores ("Sacando los postigos", "Puntilla barata!", "El carro de la
basura", "El carro de la carne"), o la compra ("Un puesto del Mercado del Centro",
"Regateando") y describe el movimiento de la ciudad que lentamente se despierta y
rápidamente se llena de
( ... ) la mar de gentes que gritan dentro del sordo, monótono rumor de millares de coches,
carros, tramways que tocan campanas ó trompetillas y el pito de las fábricas y el enorme
bullir de 770 mii humanos con 77 millones de viviendas en la extensísima área del Plata á la
Floresta y de Palermo á Barracas.
Y en confuso torbeffino se revuelven en los mercados estrechos, hormiguean en las veredas
recreando la vista en las vidrieras y escaparates, desbordan hacia Palermo en toda clase de
rodados, ó van, allá, al borde de los diques y de las dársenas, á completar la baraunda de los
que cargan y descargan los buques, mueven los guinches, arrean las tropas de ganado que
se envia á Europa, ó pululan curioseando a caza de novedades ó sensaciones. (...)135
134
Vanessa Schwartz propone esta perspectiva en su análisis del Paris de fines del siglo XIX en
Spectacular Realities. Early Mass Culture in Fin-de-Siécle Paris, Berkeley-Los Angeles, University of
California Press, 1999, p. 26.
135
Brocha Gorda, "Buenos Aires pintoresco. La mañana", Caras y Caretas, a. 1, n. 11, Buenos
Aires, 17 de diciembre de 1898.
142
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31
"Buenos Aires pintoresco. La mañana", Caras y Caretas, 1898.
143
136
Susan Buck-Morss, op. cii.
137
Véaase Keith Tester (ed.), The Fláneur, New York, Routledge, 1994.
138
Vease Janet Wolf, The Invisible Flaneuse , en Feminine Sentences: Essays on Women and
Culture, Berkeley, University of California Press, 1990, p. 5.
139
Véase Anne Friedberg, Window Shopping. Cinema and the Postmodern, Berkeley, University of
California Press, 1993, pp. 32-37; Erika D. Rappaport, Shoppingfor Pleasure: Women in the Making of
London 's Wesi End, New Jersey, Princeton University Press, 2000.
144
"El comercio moderno" 140 describe las nuevas instituciones comerciales instaladas
en Buenos Aires al igual que en otras grandes ciudades del mundo, las grandes tiendas
departamentales. Con sus vidrieras atractivas y cambiantes proponían una distracción
navideñas. Buenos Aires se brindaba para el paseo de gente de todas las clases sociales que,
en un ir y venir incesante curioseaban una profusión de objetos que
( ... ) desbordaba en las vidrieras de los grandes magasines y bazares, bajo el torrente
deslumbrador de la luz eléctrica que echaba en las calles una tenaz reminiscencia del día.
Las vidrieras de la Ciudad de Londres, del Progreso, de lo de Gath y Chaves, de la nueva y
lujosa casa Peyrú, de las confiterías, de las joyerías, de las tiendas todas, de los almacenes,
( ... ) En los bazares de la calle Florida el arte tenía expresiones delicadas y espléndidas, en
bronces, mármoles, cuadros, faences del más raro primor, bibelots caros y excéntrios,
objetos de alto linaje artístico, que ya pide y sabe pagar el Buenos Aires rico, rápidamente
refinado en sus aficiones por el contacto de las civilizaciones diversas que diariamente lo
penetran y pulen, produciendo en su médium social propicio á los más varios y difíciles
cultivos, un rápido y gallardo florecimiento de cultura. ( ... ) Y el río negro y movible de las
gentes en masas interminables, seguía y seguía lentamente por las veredas, bajo el claro
reverberar de los focos voltaicos, y por las calles y por la vasta Avenida de Mayo, (...)
paseaba bajo el apacible cielo, en la templada Noche Buena (...)142
140
"El Comercio moderno", Caras y Caretas, a. VI, n. 243, Buenos Aires, 30 de diciembre de
1899.
141
Eustaquio Pellicer, "Sinfonía", Caras y Caretas, a. III, n. 80, Buenos Aires, 14 de abril de 1900.
142
"Las fiestas de Navidad. En la calle", Caras y Caretas, a. II, n. 65, Buenos Aires, 30 de
diciembre de 1899.
145
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32
"Las fiestas de Navidad", Caras y
Caretas, a. II, n. 65, Buenos Aires, 30
de diciembre de 1899.
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34
La tienda de San Juan, Carasy Caretas, 1904.
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147
El Carnaval, por otro lado, festejado en Buenos Aires desde los tiempos coloniales,
había experimentado sucesivas transformaciones desde los comienzos del siglo XIX debido
a factores como los cambios en las relaciones entre las clases populares y las élites, las
143
"Sociedad Cooperativa Nacional de Consumos", Caras y Caretas, a. IX, n. 392, Buenos Aires, 7
de abril de 1906.
144
"Las fiestas mayas", Caras y Caretas, a. II, n. 35, Buenos Aires, 3 de junio de 1899.
148
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Consumos, Caras y
Caretas, 1906.
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Local de la Sociedad Cooperativa Nacional de Consumos, Carasy Caretas, 1906.
149
38
"Fiestas mayas", Carasy Caretas, a.
II, n. 35, Buenos Aires, 3 de junio
de 1899.
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FIESTAS JULIAS
39
El. Te Deurn y el desfile militar
"Fiestas julias. El te deum y el desfile
militar", C'aras y Caretas, 1901.
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150
145
Daniel O. de Lucía, "Carnaval y sociedad en la Gran Aldea", Todo es Historia, n. 331, Buenos
Aires, 1995.
151
italianas, las caricaturescas, las de las comunidades de negros y mulatos, las barriales, las
gauchescas. 146 (Figuras 40, 41)
Caras j' Caretas participa activamente de este proceso de espectacularización del
carnaval, estimulando con premios a las mejores comparsas y disfraces, publicando
crónicas carnavalescas, describiendo escenas de los festejos tanto en la calle como en los
salones, fotografiando y publicando, año tras año, decenas de hombres, mujeres y, sobre
todo niños en sus disfraces, y destacando los particulares avatares de cada uno de los
festejos describiéndolos como fenómenos principalmente dirigidos a la percepción visual.
En el carnaval de 1900 "pintarrajeado, chillón, discordante" al que le habían dado, a
diferencia de los de los años anteriores, un nuevo aspecto "más artístico y atrayente"
( ... ) Las comparsas filarmónicas y los corsos dieron la nota agradable y expansiva en el
cuadro multicolor y estrepitoso de los días carnavalescos. Los orfeones, el Gallego y el
gallego Primitivo, con sus vistosos hábitos de Santiago, de capa rosada con alto cuello
Stuart éstos, y de capa caída, blanca y flotante sobre el traje de terciopelo negro los
primeros, el orfeón Buenos Aires, también floreciente, se destacaron por el número de
músicos y la destreza y afinación de sus masas corales ( ... ) La Juventud Unida, de vistoso
disfraz, los Carreros y los Astrónomos del siglo XX, la Sac y Mac, ya conocida del público,.
y algunas otras, valian la pena de ser vistas, y no defraudaban sino á medias el altruista
propósito que las echó a la calle, de divertir á la gente á costa de su ingenio y su
transpiración. ( ... )
Los corsos ofrecieron la animación feérica de otros años, atrayendo a las calles donde se
celebraban, bajo arcadas de luces y frondas de follaje, toda la población de los contornos,
que quedaban desiertos y como abandonados en su semiobscuridad silenciosa por las
gentes alegres que corrían a mariposear locamente entre la luz y el estruendo descordado y
chillón del desfile carnavalesco, vibrante de bullicio. 147
146
Véase Enrique H. Puccia, Breve historia del carnaval porteño, Buenos Aires, Municipalidad de
la Ciudad de Buenos Aires, 1974, pp. 64 y ss.
147
Evohé, "El Carnaval", Caras y Caretas, a. III, n. 74, Buenos Aires, 3 de marzo de 1900.
152
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"Los corsos de Carnaval",
Caras y Caretas, 1904.
41
"Las máscaras infantiles",
Carasy Caretas, 1904.
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153
148
Tony Bennett, The Birth of the Museum: History, Theory, Politics, London-New York,
Routledge, 1995 y del mismo autor, Past Beyond Memory. Evolution, Museums, Colonialism, London-
New York, Routiedge, 2004. Véase para una perspectiva panorámica sobre este tema Bettina Messias
Carboneli (ed.), Museum Studies. An Anthology of Contexts, Malden-Oxford, Blackwell Publishing, 2004.
149
Douglas Crimp, "On the Museum's Ruins", en Ha! Foster (ed.), The Anti-Aesthetic: Essays on
Post,nodern Culture, Washington, Bay Press, 1985, p. 45.
150
Tony Bennet, op. cit., p. 119.
154
arte y también a la propia multitud mirando, combinando así las funciones de espectáculo y
vigilancia. 151
La nota inaugural del semanario correspondiente al 8 de octubre de 1898 informa
sobre el Pabellón de la Exposición Nacional 152 en conexión con el impulso hacia el
despliegue visual de las exposiciones que se había iniciado, de acuerdo con algunos
historiadores, cuando a mediados del siglo XIX la exposición en el Crystal Palace en 1851 -
The Great Exhibition of the Arts and Manufacturers of Alí Nations- inaugura la serie de grandes
exposiciones internacionales. Donaid Preziosi señaló que en la lógica espacial y la
opticalidad del edificio y los modos con los cuales el Crystal Palace corporeizaron los
principios epistemológicos de orden e identidad debe reconocerse nuestra modernidad. 153
Su construcción translúcida, expandible, que puso en exposición las diferencias y
similitudes, jerarquizando los pueblos entre sí, significando sus producciones y
mostrándolos en una ilusión de totalidad universal, metáfora del mundo entero, parecía
contener todas las cosas y todos los pueblos como templo de consumo imperial. 154
El Crystal Palace fue replicado en innumerables exposiciones, museos, y
planificaciones urbanas creadas a través de Europa y del mundo bajo su dominio o
influencia. Su orden exhibicionario, sin embargo, expresaba un esquema cognoscitivo
dominado por los ojos europeos. La otredad estaba presente pero en una uniformidad sólo
aparente.
El espíritu de monumentalidad, universalidad ilusoria, mezcla de aspiración
pedagógica y espectacularidad feérica de estas exposiciones es claro en una nota de Carasy
Caretas al respecto de la Exposición Universal de Saint Louis de 1904:
( ... ) Parece el interior de un colosal proscenio antes de levantarse el telón. ( ... ) Pero, en fm,
ya está todo para terminarse. Mirando desde el Palacio de Fiestas que domina el panorama
desde la altura de una colina, el espectáculo ha de ser gratificador para los que han
concebido la obra. Los palacios se alzan en el espacio que dejan entre sí las avenidas que
irradian desde la colina como las varillas de un abanico. Ahí está el de Agricultura, el
ámbito más grande del mundo (...) ya no son palacios ni salas: son verdaderos bosques
(. .
Ya comprenderán ustedes que no habrá ser humano que consiga visitar la exposición en
detalle. Tendría que caminar no menos de veinte leguas por el interior de los palacios sólo
para recorrer las calles que dividen las exposiciones parciales de las distintas naciones. Y
151
Véase para el análisis de estas cuestiones en América Latina, Jens Anderman y Beatriz
González-Stephan (comp.), "Introducción", en Galerías del progreso. Museos, exposiciones y cultura
visual en América Latina, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2006.
152
"La Exposición Nacional. Vista del conjunto de las instalaciones", Caras y Caretas, a. 1, n. 1,
Buenos Aires, 8 de octubre de 1898.
153
Donaid Preziosi, Brain of ¿he Earth 's Body. Art, Museums, and the Phantasms of Modernity,
Minneapolis-London, University of Minnesota Press, 2003, p. 95.
154
Ibid. p. 97.
155
aún así habría hecho sólo una visita somera, como la haría quien curiosease las vidrieras de
una calle sin entrar á las tiendas.
Pero es claro que así es mejor. Este es el siglo de la especialidad, y las exposiciones deben
enseñar á todos. Es incalculable lo que mostrarán, cuando se abran al público, los trece
inmensos palacios que contendrán los productos del trabajo humano. Téngase en cuenta
que el lugar ocupado por estantes, vitrinas, máquinas, etc, llenaría el espacio limitado por
las calles Rivadavia, Tucumán, Artes y Callao.
Los países extranjeros han mandado legiones de especialistas para estudiar esta enorme
feria, la que será más instructiva que ninguna otra, pues más se ha tenido en vista su valor
educativo que el propósito de reclame.
( ... ) La exposición no carecerá de las diversiones que constituyen hasta ahora el cebo con
que se atraen las multitudes. Los teatros, los circos, los espectáculos raros y sesnsacionales
tienen su lugar destinado ( ... ) Allí se presenciarán los bailes exóticos, se verán los enanos y
gigantes, indios —un rey (!) de la Patagonia entre ellos- contorsionistas, funámbulos, fakires,
no faltando espectáculos más instructivos, como promete serlo la excursión á las minas de
carbón, el viaje a la luna y los grandes 'stereopticons'. 155
Hacia fines del siglo XIX estas exposiciones no sólo se tornaron aún más
espectaculares y monumentales sino que adquirieron un significado adicional. Además de
los fines comerciales y manipulación económica observados por Benjamin, que
proporcionaban muestras altamente visibles del progreso industrial presentado
utópicamente como progreso sin límite los gobiernos se habían involucrado de tal manera
con las exhibiciones como parte del nuevo imperialismo, que cada pabellón nacional
promovía las propias riquezas y desarrollos industriales, comerciales, sociales y culturales
como una mercancía patriótica en exhibición. 157
155
Ernesto Nelson, "La exposición de San Luis. Antes de la apertura", Caras y Caretas, a. VII, n.
297, Buenos Aires, 11 de junio de 1904. En el contexto del envío argentino a esta exposición cabe
destacar el conjunto de obras de arte seleccionado y organizado por Eduardo Schiaffino, conjunto que
logró una considerable cantidad de premios entre los que se encontraba un "Gran Premio" para Sin pan y
sin trabajo de Ernesto de la Cárcova. Véase Laura Malosetti Costa, Los primeros modernos. Arte y
sociedad en Buenos Aires afines del siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp.
3 13-3 18.
156
Walter Benjamin, op. cit., 2009, pp. 4 1-42.
157
Susan Buck-Morss, op. cit., p. 105.
156
El pabellón argentino de las artes liberales ( ... ) buen modelo de simplicidad arquitectónica
que acusa sobriedad y gusto ofrece al visitante valiosas muestras de los progresos de
nuestro país presentados en cartas y álbums suficientes á dar excelente idea de la Argentina
á los visitantes del gigantesco certámen internacional. 159
Pero todos los desarrollos señalados en relación con los dispositivos de exhibición
se tornan, por lógica, particularmente significativos en el ámbito de las artes visuales, ya que
en el proceso de institucionalización del campo artístico que tuvo lugar hacia fines del siglo
XIX se manifestó explícitamente el lugar que las imágenes ocuparon en las políticas de la
modernidad, así como las estrategias desplegadas por los actores sociales del campo
158
Álvaro Fernández Bravo, "Latinoamericanismo y representación: iconografias de la
nacionalidad en las exposiciones universales: (Paris, 1889 y 1900), en Marcelo Montserrat (comp.), op.
cit., pp. 171-185.
159
"La exposición de San Luis", Caras y Caretas, a. VII, n. 308, Buenos Aires, 28 de agosto de
1904.
160
"Argentinos en la exposición de San Luis", Caras y Caretas, a. VII, n. 313, Buenos Aires, 1° de
octubre de 1904.
157
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42
"Argentinos en la exposición de San Luis", 1904.
158
artístico para ampliar el público, "educar su gusto", abrir nuevos espacios de exhibición,
actividades que se produjeron conjuntamente con un proceso más amplio ligado a intereses
comerciales y sociales, el proceso de difusión del consumo de obras y objetos artísticos.
"Amateurs", (Figura 43) ilustración firmada por C. Villalobos, indica la existencia
de una práctica de consumo artístico por parte de nuevos públicos que accedían a los
espacios de exhibición de obras de arte, espacios que además se multiplicaron hacia fines
del siglo XIX. Una de las mujeres representada sostiene en sus manos -y consulta- una guía
o catálogo, elemento necesario para la educación de ese público cuyos gustos y
sensibilidades debían ser acomodados a los códigos impuestos por el nuevo consumo de las
"bellas artes". Sin embargo, estos "amateurs" o "aficionados", como fueron calificados por
la prensa de la época, compradores eventuales de obras, manifestaban ya cierta
competencia en las reglas del gusto artístico, cierta frecuentación que les permitía participar
del "gusto burgués", 161 ligado a una identidad social y a la ostentación de carácter material y
simbólico de la burguesía en ascenso.
María Isabel Baldasarre señala la existencia hacia fines del siglo XIX de dos
circuitos diferentes de consumo artístico, aunque mutuamente conectados, uno comercial y
otro institucional. El circuito comercial estaba activo desde poco después de mediados del
siglo XIX bazares, pinturerías, mueblerías, o comercios de ramos generales exhibían y
comercializaban cuadros junto con otro tipo de objetos como estampas, bronces,
mármoles, bibelots, porcelanas o piedras lujosas. Este comercio estaba dirigido tanto a la alta
burguesía que acumulaba objetos lujosos en sus "palacios" o hacia sectores medios que
consumían reproducciones litográficas, oleografías o copias de objetos artísticos. Hacia el
final del siglo este comercio deviene particularmente prolifico, instalado en su mayoría en la
calle Florida. Muchos de estos locales publicitan sus objetos en Carasy Caretas como Arturo
Demarchi, Samuel Boot, Durán Hnos., M. Mondet, y en algunos casos se desarrollaron
hasta desembocar en la galería profesional, como es el caso de Francisco Costa, que, a
partir de 1898, devendrá en Salón Costa. 162
Hacia fines de siglo la diferenciación entre los ámbitos comerciales y los
institucionales se tomó más representativa. La actividad institucional estuvo orientada al
desarrollo de las "bellas artes" insertadas en los debates y reflexiones en torno a la
nacionalidad así como a la consideración de las artes visuales dentro de la concepción del
161
María Isabel Baldasarre, Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos
Aires, Buenos Aires, Edhasa, 2006, p. 28.
162
Ibid., pp. 36-37.
159
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"Amateurs", Caras y Caretas.
160
163
Laura Malosetti Costa, op. cit., 2001, p. 16.
164
Véase Ofelia Manzi, Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Desde su fundación hasta la
nacionalización de la Academia, Buenos Aires, Atenas, s/d.
165
Laura Malosetti Costa, op. cit., 2001, p. 17.
166
Ibid.,p.46.
167
Eduardo Schiaffino, "Apuntes sobre el arte en Buenos Aires. Falta de protección para su
desenvolvimiento", en El Diario, Buenos Aires 18 de septiembre de 1883.
168
Véase Francisco A. Palomar, Primeros Salones de Arte en Buenos Aires. Reseíia histórica de
algunas exposiciones desde 1829, Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1972, p.
79. Con respecto a la institucionalización de los Salones Nacionales a partir del año 1911 véase Marta
Penhos y Diana Wechsler (coords.), Tras los pasos de la norma. Salones Nacionales de Bellas Artes
(1911-1989), Buenos Aires, CAIA- Ediciones del Jilguero, 1999; Juan Carlos Grassi Una historia del
progreso argentino. Crónicas ilustradas de las exposiciones y congresos. Siglos XIXy XK, Buenos Aires,
Editorial Ferias & Congresos, 2011.
161
Nación en 1892, a los que se le suma luego el Museo de la Policía Federal en 1899, y otros
museos en las provincias.
(Figuras 44, 45, 46, 47)
Caras ji Caretas anima y confirma esta vía institucionalizadora que habían
emprendido las artes relevando las actividades del Museo de Bellas Artes 169 , las entregas de
premios de concursos anuales por parte de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, 171 pero
también reseña exposiciones, 171 publica las actividades de los artistas argentinos que se
estaban formando en Europa, 172 así como concreciones materiales ligadas a inauguraciones
169
"Regreso del Sr. Schiaffino. Las adquisiciones para el Museo de Bellas Artes", Caras y Cqretas,
a. VIII, n. 344, Buenos Aires, 6 de mayo de 1905.
170
"El concurso de pensionados", Caras y Caretas, a. II, n. 60, Buenos Aires, 25 de noviembre de
1899; "Estímulo de Bellas Artes. La distribución de premios", Caras y Caretas, a. V, n. 194, Buenos
Aires, 21 de junio de 1902; "Sociedad Estímulo de Bellas Artes. El último concurso", Caras y Caretas, a.
VII, n. 307, Buenos Aires, 20 de agosto de 1904; "Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Reparto de
premios", Caras y Caretas, a. VII, n. 299, Buenos Aires, 25 de junio de 1905; "Exposición del Estímulo
de Bellas Artes- Los premiados", Caras y Caretas, a. VI, n. 245, Buenos Aires, 13 de junio de 1903.
171
"Rosario. Exposición artística", Caras y Caretas, a. VII, n. 309, Buenos Aires, 3 de septiembre
de 1904; "Las obras del escultor Cafferata", Caras y Caretas, a. VII, n. 310, Buenos Aires, 10 de
septiembre de 1904; "Los artistas argentinos premiados en la exposición de San Luis", Caras y Caretas,
a. VII, n. 314, Buenos Aires, 8 de octubre de 1904; "Córdoba. Exposición de cuadros", Caras y Caretas,
a. VII, n. 321, Buenos Aires, 26 de noviembre de 1904; "De Córdoba. 8° Aniversario de la Academia de
Pintura", Caras y Caretas, a. VII, n. 323, Buenos Aires, 10 de diciembre de 1904; "Exposición Sívori", a.
VIII, n. 345, Buenos Aires, 13 de mayo de 1905; "La Plata. La exposición artística del 'Buenos Aires",
Caras y Caretas, a. VI, n. 246, Buenos Aires, 20 de junio de 1903; "Demostración al pintor de la
Cárcova", Caras y Caretas, a. VIII, n. 331, Buenos Aires, 4 de febrero de 1905; "El mes artístico.
Exposición de las discípulas de Sívori" Caras y Caretas, a. V, n. 209, Buenos Aires, 4 de octubre de
1902; "Exposición de la señora Soto y Calvo", Caras y Caretas, a. V, n. 209, Buenos Aires, 4 de octubre
de 1902; "Salón Castillo. Exposición de escultura", Caras y Caretas, a. V, n. 195, Buenos Aires, 28 de
junio de 1902, "Arte y artistas. La exposición Mateo Alonso en el salón Castillo. Una obra del escultor
Lavarello", Caras y Caretas, a. V, n. 219, Buenos Aires, 13 de diciembre de 1902; "Exposición Artal en
la casa Witcomb", Caras y Caretas, a. II, n. 37, Buenos Aires, 17 de junio de 1899; "Arte y artistas. La
exposición Tommasi", Caras y Caretas, a. IV, n. 150, Buenos Aires, 14 de agosto de 1901; "Arte y
artistas. La exposición argentina en el salón Freitas y Castillo", Caras y Caretas, a. IV, n, 155, Buenos
Aires, 21 de septiembre de 1901; "La exposición italiana en el Salón Witcomb", Caras y Caretas, a. IV,
n. 155, Buenos Aires, 21 de septiembre de 1901; "De la exposición Artal. En la casa Witcomb", Caras y
Caretas, a. III, n. 84, Buenos Aires, 12 de mayo de 1900; "Arte y artistas. La exposición de Checa,
Maggiolo y García", Caras y Caretas, a. V, n. 213, Buenos Aires, 1° de noviembre de 1902; "Arte
moderno", Caras y Caretas, a. III, n. 84, Buenos Aires, 12 de mayo de 1900; "La exposición de Bellas
Artes", Caras y Caretas, a. VI, n. 241, Buenos Aires, 16 de mayo de 1903; "Córdoba. Exposición de
Bellas Artes", Caras y Caretas, a. VI, n. 263, Buenos Aires, 18 de octubre de 1903; "Arte y artistas.
Villar y Maggiolo en la exposición Witcomb", Caras y Caretas, a. III, n. 114, Buenos Aires, 8 de
diciembre de 1900; "Una artista argentina", Caras y Caretas, a. III, n. 98, Buenos Aires, 18 de agosto de
1900; "Arte y artistas. De la exposición Freitas y Castillo", Caras y Caretas, a. IV, n. 155, Buenos Aires,
21 de septiembre de 1901; "Exposición Arango. Salón Witcomb", Caras y Caretas, a. VII, n. 284,
Buenos Aires, 15 de abril de 1904.
172
"Artistas argentinos en Italia. Dresco y Collivadino", Caras y Caretas, a. VI, n. 228, Buenos
Aires, 14 de febrero de 1903; "Artistas argentinos en Roma", Caras y Caretas, a. V, n. 201, Buenos
Aires, 9 de agosto de 1902; "Pintores argentinos en Paris", Caras y Caretas, a. V., n. 29, Buenos Aires,
13 de diciembre de 1902; "Los artistas argentinos en Europa. Martín A. Malharro en su estudio en Paris",
Caras y Caretas, a. II, n. 48, Buenos Aires, 26 de agosto de 1899; "Un artista argentino", Caras y
162
ARTES 4RÁF11A8
44
Exposición Artes Gráficas.
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Miembros del Jurado del concurso de afiches de cigarrillos de la marca
"Paris", Carasy Caretas, 1901.
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Artes, Caras y Caretas, 1903.
164
de monumentos, o aquellos que aún estaban en proyecto. 173 Pero el contexto y los intereses
del propio semanario autorizaba a reseñar no sólo las exposiciones de bellas artes sino un
más amplio campo en el cual participaban otras manifestaciones de las artes industriales
como afiches, caricaturas, estampas y hasta bordados. 174 (Figuras 48, 49)
La ciencia también participó en el proceso de espectacularización y desplegó su
propia retórica de exhibición, aunque con características compartidas con la exhibición
artística. Además de la inauguración de museos de ciencia, durante el siglo XIX abundaron
las colecciones ambulantes y muchas de ellos combinaban rasgos de muestra científica,
empresa comercial y espectáculo. Irma Podgomy describe el "Museo artístico, científico,
anatómico y patológico de Baernoum", uno de los museos itinerantes "que explotan
comercialmente el interés por la exhibición de los cuerpos y las partes anatómicas, sanas o
patológicas." 175 La muestra tuvo lugar en 1885 en los altos del Teatro Nacional en la calle
Florida y consistía en objetos de entomología, anatomía y patología, reproducciones de
microbios, instrumentos de tortura empleados en tiempos de la inquisición y una colección
de figuras mecánicas. Había también un "Gabinete reservado para los caballeros", se
exhibían moldes en cera del proceso de gestación de la vida humana con todas las fases de
desarrollo del feto, así como otros moldes que representaban las manifestaciones
sintomáticas de enfermedades venéreas. El museo ambulante exponía también una galería
de monstruosidades y deformidades, manos con seis dedos, un corazón con doble aorta,
gemelos siameses unidos por las caderas, y momias, en particular de casos curiosos, como
el caso de Julia Pastrana, cuyo cuerpo estaba cubierto de pelos y se exhibía embalsamada
junto con su hijo también muerto. 176
Caretas, a. VII, n. 275, Buenos Aires, 9 de enero de 1904; "Pintura argentina en la exposición de Paris",
Caras y Caretas, a. III, n. 92, Buenos Aires, 7 de julio de 1900.
173
"El monumento a Garibaldi para Buenos Aires. Una visita al escultor Maccagnani", Caras y
Caretas, a. VI, n. 248, Buenos Aires, 4 de julio de 1903; "Arte y artistas. La fuente de Lola Mora", Caras
y Caretas, a. VI, n. 225, Buenos Aires, 24 de enero de 1903; "Arte y artistas. La placa para Humberto 1.
El monumento á Alberdi", Caras y Caretas, a. III, n. 104, Buenos Aires, 29 de septiembre de 1900.
174
"La exposición humorística. Su inauguración en el Círculo Italiano", Caras y Caretas, a. V, n.
220, Buenos Aires, 20 de diciembre de 1902; "Exposición arte humorístico", Caras y Caretas, a. y, n.
216, Buenos Aires, 22 de noviembre de 1902; "Bellas Artes. Exposición de estampas", Caras y Caretas,
a. IV, n. 148, Buenos Aires, 28 de julio de 1901; "Arte y artistas. La exposición de 'affiches' del concurso
universal", Caras y Caretas, a. IV, n. 158, Buenos Aires, 12 de octubre de 1901; "El concurso universal
de 'affiches'. Los tres primeros premios", Caras y Caretas, a. IV, n. 161, Buenos Aires, 2 de noviembre
de 1901.
175
Irma Podgorny, "Recuerden que están muertos.' Cuerpos embalsamados y museos ambulantes
en la Buenos Aires del fin de siglo", en Irma Podgorny, Marta Penhos y Pedro Navarro Floria, op. cit., pp.
11-43 Véase también de la misma autora, El sendero del tiempo y de las causas accidentales. Los
espacios de la prehistoria en la Argentina, 1850-1910, Rosario, Prohistoria ediciones, 2009, pp. 47-5 1.
176
Julia Pastrana era una mujer mexicana que había sufrido de hipertricosis (crecimiento excesivo
de vello en la cara y el cuerpo) y era llamada "la mujer más fea del mundo", su condición había sido
166
Las muestras del - siglo XIX referidas a las ciencias médicas, fundadas
necesariamente en el cuerpo humano, gozaban de una enorme popularidad. Supuestamente
eran sitios de despliegue científico y de una ordenada racionalidad que difundían
información acerca de enfermedades y curas pero su imaginería del cuerpo remite asimismo
a una estratificación social y de género. 177 En muchos casos los caracteres feéricos y
circenses de estas museos anatómicos cuyos cuerpos se completaban con los vestidos y
trajes exóticos respondían a una lógica imperialista al modo de las exposiciones universales.
Pero la noción de espectáculo no es la única posible en relación a los museos de
ciencias naturales, también el siglo XIX dio lugar a la aparición del museo moderno en el
cual se pone en interacción una determinada colección con un espacio público, una
contemplación y un orden en el cual se disponen los restos fósiles, las antigüedades
arqueológicas y otros objetos. El ordenamiento, descripción, clasificación y comparación a
través de la observación de la naturaleza fue gran parte tarea de los museos de historia
natural durante la modernidad temprana y tardía. Pero los museos del siglo XIX se asignan
la tarea adicional de presentarse al público y enseñar a través de la mirada. Sin embargo, la
mirada está siempre ligada a condiciones culturales, de modo que los museos "buscaron
técnicas de presentación de los objetos para condicionar, dirigir y educar los modos de
ver.. ,,178 es decir, la visita se dirigía a educar la mirada a través de la presentación retórica
de los objetos en vitrinas, armarios, ejemplares armados, gráficos y reconstrucciones de
escenas vivientes mediante maniquíes. La disposición espacial se torna significativa como
conformadora de prácticas de visualización y forma parte de la lógica del despliegue
museológico.
A su vez, los museos de ciencias sostenían la función de investigación y de
producción de conocimiento asociada al estudio de las colecciones que albergaban. Si bien
en el siglo XIX la investigación estaba fuertemente ligada a la conformación de saberes que
reforzaran las identidades nacionales y por lo tanto a un valor pedagógico, la necesidad de
explotada por un empresario que la exhibía como espectáculo, pero que además se casó con ella. Al
quedar embarazada, murió al dar a luz y también su bebé, su marido embalsamó a ambos y continuó
lucrando con su exhibición. Véase Andrea Cuarterolo, "El estaño en el espejo. Monstruos en la fotografia
latinoamericana del siglo XIX", en Dora Barrancos (comp.), Criaturas y saberes de lo monstruoso,
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2008, pp. 67-87.
177
Peter WolIen, "Introduction", en Lynne Cooke y Peter Wollen, Visual Display. Culture Beyond
Appearances, New York, Dia Center fot the Arts, 1995, pp. 9-11.
178
Irma Podgorny y Maria Margaret Lopes, El desierto en una vitrina. Museos de historia natural
en la Argentina, 1810-1890, México, Ed. Limusa, 2008, p. 22.
167
incrementar las colecciones, revisar los criterios de clasificación y producir un saber fueron
constantes en la labor de los museos. 179
En resumen, los discursos de la mirada se expresan en la modernidad como una
tensión entre los dispositivos de espectáculo y vigilancia. El semanario Caras ji Caretas
representa y opera una tecnología visual que, ligada a la masividad, participa de una retórica
exhibicionaria y un carácter de espectacularidad que lo relaciona con otros dispositivos
productores de imágenes y representaciones. Como producto de la nueva cultura visual
masiva emerge como nuevo signo en el espacio social urbano e interviene en esa modalidad
cultural productora de sentidos a través de un ordenamiento discursivo y de los numerosos
recursos visuales.
Carasj' Caretas conforma a través de sus modalidades textuales, materiales y visuales
un espacio en el cual los modelos de espectáculo y vigilancia, prescripción de la mirada y
placer visual se solapan y sus materiales constitutivos ofrecen una huella de las
características culturales de la visión en el periodo, así como de la conciencia acerca de la
visión y la visualidad.
179
Cristina Mantegari, "Museos y ciencias: algunas cuestiones historiográficas", en Marcelo
Montserrat (comp.), op. cit., pp. 299-300.
169
ARTE Y ARTISTAS
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Las formas físicas y visuales que Carasy Caretas propuso para comunicar una
pluralidad de contenidos a sus lectores, los recursos y materiales distintivos que desplegó
y sus novedosas modalidades de registro, presentación y articulación de textos e
imágenes constituyen en conjunto un particular testimonio gráfico de las
transformaciones operadas por el semanario con respecto a los métodos tradicionales de
producción y diseminación de los objetos impresos.
Véase Roger Chartier, El orden de los libros. Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los
siglos XJV y XVII Barcelona, Gedisa, 1994, pp. 19-22; El mundo como representación, Barceloná,
Gedisa, 1996, pp. 50-56.
171
mayores titadas. De la cantidad aproximada de 3000 ejemplares que solía ser una tirada
máxima de mediados del siglo XIX, se asiste a fines del siglo, a una producción de cerca
de 100.000 copias como es el caso de los diarios Li Nación, La Prensa y Carasy Caretas, a
los que deben sumarse una importante difusión de novelas baratas y libros de texto para
el sistema escolar. Esta circulación multiplicada para un mayor número de lectores estuvo
apoyada en un proceso de industrialización de la producción.
De a poco, los primitivos talleres de impresión, de reducidas dimensiones, con
sus antiguas prensas operadas manualmente dan paso a modernas empresas, con una
cantidad mayor de máquinas más veloces y eficaces, que reemplazaron y mecanizaron
gran parte de las tareas manuales. A comienzos de la década de 1850 existían en Buenos
Aires de acuerdo con la Guía de la ciudad de Buenos Airesj manual de forasteros editada en
1851 por la imprenta de Arzac, seis imprentas y tres tellares litográficos, en 1855 las
imprentas habían ascendido a diez pero las litografias eran dos según el Almanaque
comercialj guía de forasteros para el Estado de Buenos Aires, publicado por La Tribuna. 5 En 1860
Buenos Aires contaba con 12 imprentas, en 1879 el número era de 33 con 560 operarios,
mientras que en 1895,6 ya eran 111 las imprentas que operaban en Buenos Aires y 212 en
el país. En ese año, según los datos del Segundo Censo de la República Argentina, en la
ciudad de Buenos Aires las imprentas empleaban 1395 personas, poseían 29 máquinas a
vapor y 471 de otras clases. Las casas litográficas en ese mismo año ascendían a 27 en
Buenos Aires y 35 en todo el país, empleando en la capital 1335 personas, contando con
22 máquinas a vapor y 488 de otras clases. A estos números deben agregarse los
establecimientos de encuadernación y de fundiciones de tipos que sumaban un total de
53, en los cuales trabajaban 700 personas. El Censo Industrial de la Capital Federal de
1908 arrojó como resultado en el rubro de artes gráficas en cuanto a fábricas y talleres,
un total de 474, siendo las más importantes y con mayor cantidad de trabajadores las
Imprentas (305, con 3977 trabajadores); los Grabadores (46, con 161 trabajadores);
Imprentas: De la Tribuna, Héctor y Mariano Varela, Santa Rosa 95; Del Nacional, Martín Piñero,
Santa Rosa 37; De la Constitución, Manuel Fernández, Representantes 132; De la Crónica, Juan
Ramón Muñoz, Reconquista 39; Republicana, Saturnino Martínez, San Francisco 194; De la Revista,
Ramón Vidiella, Federación 23; Del Pueblo, José Saborido, Chacabuco 131; De Mayo, Carlos
Casavalle, Belgrano 86; British Packet, Alejandro Bernheim, Defensa 73; Americana, Demetrio
Cabrera y Cia, Santa Clara 66. Encuadernadores: Carlos Denoe, Merced 92; Alejandro Ferrando, Santa
Rosa 161; Adolfo Fruteling, Buen Orden 26; Martin Lendersdorf, Piedras 38; Benjamin Reincker,
Chacabuco 86. Litografias: Rodolfo Kratzenstein, San Martín 87; J. Pelvitain, Santa Clara 20. Véase
Felix de Ugarteche, La imprenta argentina. Sus orígenes y desarrollo, Buenos Aires, Talleres Gráficos
R. Canals, 1929.
6
En este periodo se fundan importantes firmas como la compañía Angel Estrada en 1863, la casa
Guillermo Kraft en 1864, la casa Jacobo Peuser en 1867, los diarios La Prensa y La Nación, en 1869 y
1870 respectivamente, la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, en 1885, la Compañía Generál
de Fósforos en 1889, entre otros.
173
talleres de encuadernación (33 con 367 trabajadores); litografías (27 con 2452
trabajadores).
Hacia fines del siglo XIX, con la introducción de la linotipia que reemplazó a ios
modos de composición manual, hecho que se sumó a las innovaciones que se habían
producido en los procesos de impresión, se completa el pasaje de lo que Roger Chartier
denominó para el contexto francés, el "antiguo régimen tipográfico" 7 hacia uno nuevo,
industrial. En nuestro medio local, si bien la escala dimensional y el volumen de la
producción difieren significativamente de los europeos, la industria gráfica de fines del
siglo XIX siguió muy de cerca los pasos en los procesos de industrialización y
mecanización en todas sus etapas.
Las consecuencias de las mutaciones tecnológicas fueron numerosas. Además de
las transformaciones en las dimensiones de los espacios de producción y de las
importantes inversiones de capitales requeridas para la instalación de esos espacios y la
compra de maquinarias e insumos, la industrialización condujo a cambios significativos
en el mundo del trabajo. El obrero tipógrafo, se vio obligado a transitar aprendizajes y
adaptaciones a nuevas tareas y nuevos roles que le impuso la adopción de nuevas
tecnologías. La complejización de la estructura del trabajo y las nuevas reglas condujeron
a la formación •de organizaciones, que contaban con el antecedente de la Sociedad
Tipográfica Bonaerense, la más antigua de las organizaciones gráficas.
Los industriales también se agruparon dando lugar a la fundación de la Sección
Artes Gráficas de la Unión Industrial Argentina en el año 1904 con el propósito de
defender los intereses corporativos frente a los reclamos sindicales pero también frente a
las autoridades a las que demandaban la derogación de gravámenes e impuestos
aduaneros que encarecían los costos de producción. Por otra parte, surgieron
publicaciones especializadas 8 y se fundaron importantes instituciones como el Instituto
El sistema de producción de impresos de fines del siglo XVIII caracterizado como "antiguo régimen
tipográfico" presenta tres rasgos principales. El primero se refiere al proceso de fabricación del libro,
que en sus técnicas y problemas de producción aún era casi el mismo que en los inicios de la imprenta
a mediados del siglo XV. La segunda característica la constituye el hecho de que la edición permanecía
sometida al capital comercial, los mercaderes libreros imponían las reglas a la producción. La terecera,
desprendida de las anteriores se relaciona con los tirajes reducidos. Roger Chartier, Sociedad y
escritura en la Edad Moderna. La cultura como apropiación, México, Instituto Mora, 1995, pp. 96-97.
En 1893 surge La Voz delArte dirigida por Arturo Pereyra y editado por la Imprenta J. A. Berra, en
1899 La Noografia, editada por la imprenta Elzeviriana, y dirigida por Antonio Pellicer y Pedro Tonini,
ambas de efimera existencia. A partir de 1905 se publica &ito Grafico, dirigida por Antonio Pellicer, y
editada por la casa Curt y Berger, publicación que se extiende hasta el año 1915. Véase StelIa Maris
Fernández, Las instituciones gráficas argentinas y sus revistas (185 7-1974), Buenos Aires, Sociedad
de Investigaciones Bibliotecológicas, 2001; Sandra Szir, "Los orígenes de la cultura visual masiva y
sus condiciones materiales de posibilidad" en AAVV, Original- Copia... Original?, Buenos Aires,
CAJA, 2005, pp. 219-230.
174
Argentino de Artes Gráficas surgido en 1907 como instituto educativo con el objeto de
formar técnica e intelectualmente a los obreros del sector. 9
Carasj Caretas respondió a las exigencias técnicas y comerciales de las nuevas
condiciones de producción en el contexto de la industria tipográfica de finales del siglo
XIX y comienzos del XX con la introducción de distintivas codificaciones y
manipulaciones de los mensajes a difundir que concluyeron en numerosas innovaciones
gráficas. Los impresores del semanario ilustrado se enfrentaron con nuevos problemas a
resolver, nuevos tipos de información a trasladar al impreso por lo cual implementaron
nuevos procesos y materiales. Carasj Caretasinstauró un tipo de lectura gráfica en la cual
incorporó las imágenes como productoras de sentido conjuntamente con los textos y en
una diversidad de articulaciones visuales con ellos. Como primer semanario ilustrado de
carácter masivo utilizó las ultimas tecnologías para su producción pero además, como se
verá en este capítulo, operó activamente como una de las empresas impulsoras del
desarrollo tecnológico de la industria tipográfica en Buenos Aires y del mismo proceso
de industrialización de la producción gráfica.
De modo que el interés por los modos de producción de la revista y sus aspectos
tecnológicos compromete a tres factores que unen estrechamente hombres, procesos de
producción y resultados visuales, es decir aspectos sociales, económicos y formales
ligados a los objetos impresos. Por un lado, las capacidades tecnológicas de los procesos
de producción autorizan resultados novedosos tanto materiales como visuales, como la
posibilidad de multiplicar fotografias en una escala inédita y la de articular texto e imagen
en la misma página, ambas a un costo reducido. En segundo lugar, en la cultura de fines
del siglo XIX y comienzos del XX, el desarrollo tecnológico del campo gráfico era
percibido con orgullo por parte de quienes estaban construyéndolo y era presentado por
sus protagonistas como un gran aporte al progreso de la civili.<ación.y de la nación dándole a su
trabajo una dimensión y un contenido cercano a los debates culturales del momento
acerca de un arte y una literatura nacionales. Por último, explorar el mundo de los
impresores, tipógrafos, litógrafos, grabadores, entre muchos otros, implica considerar
aquellos intermediarios, 10 —entre autores y lectores- que con sus conocimientos,
Sus estatutos fueron aprobados en 1908 y comenzó a funcionar en 1911. Véase AAVV, 1907-2007
Fundación Gutenberg. Cien aiios generando saber gráfico, Buenos Aires, Fundación Gutenberg, 2007;
"Instituto Argentino de Artes Gráficas. Estatutos", en Exilo Gráfico, a. III, n. 27, Buenos Aires, marzo
de 1908, pp. 51-52; "Instituto Argentino de Artes Gráficas", en Exilo Gráfico, a. VI, n. 63, Buenos
Aires, marzo de 1911, pp. 33-34.
`° Petrucci, aunque aplicado a otro contexto geográfico y a otro período, se refiere a la importancia de
los intermediarios, que si bien se encuentran entre el autor, la producción textual y los lectores, estos
escribas o impresores intervienen directamente, con sus prácticas de producción, cultura material y
habilidades técnicas, en las formas materiales de los impresos. Véase Armando Petrucci, Wliters and
175
La historia de Carasj Caretasse inserta en una narrativa de más larga duración que
corresponde al desarrollo local de la prensa periódica ilustrada del siglo XIX aunque
rompe con gran parte de sus modos de producción, formas de comunicación y modelos
visuales. Los desarrollos tecnológicos de comienzos del siglo XIX así como diversos
cambios culturales en el contexto de la prensa periódica habían dado como resultado el
surgimiento de un nuevo género, el periódico ilustrado, que propuso a la imagen como
un invaluable accesorio al texto, ofreciendo su potencial poder de atracción 'y
comunicación. Las hojas ilustradas de entrega periódica asumieron las funciones de
diversos tipos de imágenes y estuvieron entre los primeros dispositivos que pusieron al
Readers in Medieval Italy. Studies in ihe 1-Jistory of Written Culture, New Haven- London, Yále
University Press, 1995.
El primer periódico que según González Garaño incluyó litografias insertadas en sus artículos fue
Diario de Anuncios y Publicaciones Oficiales de Buenos Aires, que comenzó a ser publicado el 5 de
enero de 1835 y fue editado por el litógrafo César Hipólito Bacle y redactado por José Rivera Indarte.
Cuando el 4 de abril de 1835 apareció el primer número de Museo Americano. Libro de todo el Mundo
también editado por Bacle y con las mismas características, el anterior suspendió sus ilustraciones.
Véase Alejo B. González Garafio, "Los primeros periódicos ilustrados de Buenos Aires. Uñ capítulo en
la vida del litógrafo Bacle", en La Nación, Suplemento Literario, Buenos Aires, 8 de julio de 1928.
12
"A todo el mundo", El Museo Americano, Libro de lodo el Mundo, a.1, n. 1, Buenos Aires, 1835, sIp..
176
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CON EL MAR.
Se reciben Subscripciones en In tbc&EcTÁ »EL CQIIERÇIO, calle de la Catedral, No. 17.
Toi. i.
) 2 t
Angeles, University of California Press, 1996; Paul Jobling y David Crowley, Graphic Design.
Reproduction and Representation since 1800, Manchester University Press, 1996; Michael Twyman,
Breaking the Mould: Thefirst hundredyears of Lithography, London, The British Library, 2001.
15
La adscripción de El Museo Americano a los periódicos ingleses propuesta por González Garaño se
desmiente en parte al considerar formato y contenidos de Le Magasin Piltoresque (1833-193 8)
periódico francés editado por Edouard Charton.
16
Michel Pastoureau, "L'illustration du livre: comprendre ou réver?", en Roger Chartier y Henri-Jean
Martin (dir.), Histoire de 1 'édition française. Le livre conquérant. Du Moyen Age au milieu du XVIJe
siécle, Paris, Fayard-Promodis, 1989, pp. 602-627; Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, L 'apparition
du livre, Paris, Albin Michel, 1958 ; Michel Melot, op. cit. pp. 329-355.
179
una portada alegórica que resumía en una única representación visual el contenido del
libro. Pero en las últimas décadas del siglo XVIII se produjo una renovación ténica a
partir de la invención de nuevos procedimientos: el grabado en madera de boj, 17 la
litografía, el grabado en acero, la fotografía y más tarde, las técnicas fotomecánicas
aplicadas al grabado industrial. Todas ellas multiplicaron el poder de reproducción, las
posibilidades de circulación y recepción e impulsaron un proceso de densificación visual
que durante el siglo XIX no cesó de extenderse. Estos cambios tecnológicos habilitaron
en Europa la mserción de ilustraciones en una multiplicidad de objetos impresos,
(Figuras 2, 3, 4) particularmente libros y publicaciones periódicas, dando lugar al
nacimiento y difusión del periódico ilustrado.
La litografía, descubierta en Munich a fines de los años 1790 por Alois
Senefelder, era un proceso gráfico de reproducción diferente a los que se conocían hasta
ese momento. Consistia en una piedra caliza en la cual se dibujaba o escribía con un lápiz
litográfico o pincel embebido en una tinta grasa, la piedra se humedecía y luego se
entintaba, las marcas grasosas del lápiz litográfico o del pincel retenían la tinta que la
piedra húmeda rechazaba. Seguidamente se colocaba el papel sobre la piedra y se
imprimía ejerciendo presión con la prensa sobre el papel y la piedra. 18 (Figura 5)
Todas las técnicas de reprodución de imágenes son diferentes entre sí y poseen
ventajas pero también límites en sus modos de producción y posibilidades de
emplazamiento en la página tipográfica, ya que no todas comparten con la tipografía el
sistema técnico. De esta cuestión deviene una división fundamental. Por un lado, están
aquellas que permiten la inclusión de la imagen en ci texto sin dificultad, como el grabado
en madera cuyos tacos en relieve pueden insertarse en la prensa junto a la forma de ios
caracteres tipográficos - también en relieve - en una puesta en página integrada. Lo
mismo sucede con el fotograbado de medio tono, utilizado en Europa y Estados Unidos
después de 1880, y en la prensa europea a partir de 1891.19 Por otro lado, se encuentran
aquellas que, como el grabado en acero (hueco) o la litografía (planográfica), obligan a la
imagen a imprimirse en una página separada a la de la composición tipográfica y en una
prensa especial, con una tecnología y tratamiento diferentes.
2
Detalle de plancha de madera tallada en relieve.
3
Bloque de madera de boj grabado.
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5
Piedra litográfica.
182
disciplinas que enunciaron una supuesta disociación entre materialidades y discursos. Por
esta razón, se presume que los primeros manuales consagrados a la impresión se dividían
entre los que se dedicaban a las palabras por un lado y a las imágenes por el otro. 20
A diferencia de Europa, en la Argentina, el grabado en madera -procedimiento
que requiere del dominio de una educación técnica importante- fue escasamente
practicado durante el siglo XIX. Por lo tanto, no tuvo lugar en nuestro medio la amplia
difusión y el éxito comercial que en Europa produjera hacia 1830 una cultura gráfica con
un dominio de la imagen tanto en el mundo del libro como en el de la prensa periódica.
En el ámbito local, la técnica de reproducción de imágenes que logró mayor desarrollo
durante el siglo XIX fue la litografía, con sus establecimientos y artistas especializados
que produjeron ilustraciones para periódicos, impresos comerciales y estampas. 20
La primera firma litográfica de la región fue instalada por Bacle en el año 1828
aunque ya se habían producido litografías en Buenos Aires un año antes. 22 Bacle fue,
además de litógrafo, cartógrafo, topógrafo, naturalista y botánico y sus intereses están
representados en el tipo de material que producía y comercializaba. Su comercio estaba
surtido de letras de cambio, papel rayado para música, piezas de música, retratos, planos
20
Pueden citarse Orthotypographia, de Hyeronymus Hornschuch, en 1608 y Mechanick exercices, de
1683-4 de Joseph Moxon que se dedican a la impresión y edición de textos; mientras que Traicté des
maniéres de graver en taille douce sur / 'airin, editado en Paris en 1645, de Abraham Bosse y Traicté
historique el pratique de la gravure en bois, de 1766 y de Michel Papillon, conciernen a la producción
e impresión de imágenes
21
Para una aproximación a la litografia en Argentina véase Alejo B. González Garaño, Exposición de
las obras de Bac/e existentes en la colección de Alejo B. González Garaño. Buenos Aires, Ediciones de
Amigos del Arte, 1933, "La litografía argentina de Gregorio Ibarra (1837-1852)" en Contribuciones
para el estudio de la historia de América: Homenaje al Doctor Emilio Ravignani. Buenos Aires,
Peuser, 1941; Rodolfo Trostiné, Bacle. Ensayo, Buenos Aires. A.L.A.D.A, 1953; Bonifacio del Carril,
"El grabado y la litografía" en AAVV, Historia General del Arle en la Argentina, t. III, Buenos Aires,
Academia Nacional de Bellas Artes, 1984.
22
Las primeras litografías ejecutadas en Buenos Aires se deben a Jean Baptiste Douville, viajero,
naturalista y etnógrafo francés (aunque de acuerdo con Bonifacio del Carril era en realidad un
aventurero y contrabandista) quien había encontrado una prensa litográfica con todos sus accesorios en
el comercio de un inglés y concibió la idea de retratar a personajes como el Almirante Brown, los
generales Mansilla, Alvear y Balcarce, los que imprimió en 1827 y comercializó con beneficio. Pero el
establecimiento no tuvo continuidad y Douville inmediatamente se dedicó a otras actividades. Véase
Alejo González Garaflo, op. cii., 1933, pp. 7-9. Véase también J. B. Douville, Viajes a Buenos Aires,
1826y 1831, Prólogo y notas del Bonifacio del Carril, Buenos Aires, Emecé Editores, 1984.
183
23
Los estudios disponibles acerca de la historia de la litografia en la Argentina no presentan
cronologías exhaustivas ni abarcan el desarrollo industrial.
21
Michael Twyman, op. cit., 2001, p. 63.
184
6
C. H. Bacle, "Retrato de Facundo Quiroga"
185
más simples o más complejos, el dibujo en la piedra con el lápiz o crayon litográfico, el
dibujo a tinta litográfica con un pincel fino, la utilización de un papel para transferir
escritos o cualquier tipo de trazos, o grabado en la piedra. La versatilidad de la técnica y
la posibilidad de simplificar el sistema a través del primero de los métodos lograba a
menudo evitar la figura del especialista intermediario que se ocupara del pasaje del diseño
a la piedra, interrnediación imprescindible en ios casos de las planchas de madera y metal
de la xilografía y el huecograbado. La utilización de los dos métodos básicos y
especialmente el crayon litográfico otorgaba al artista autonomía y posibilidad de
experimentación, mientras que los otros métodos, y los que se fueron desarrollando en el
siglo XIX requerían asistentes y especialistas para cier as partes de la imagen, y dependían
asimismo de las herramientas y el soporte técnico del impresor litógrafo, cuyos
conocimientos y habilidades eran fundamentales para e1 tratamiento de la piedra y su
correcta impresión.
Uno de los campos de desarrollo de la litografía fue la prensa satírica que además
constituye una de las tipologías más importantes de periódicos ilustrados que se editaron
en Buenos Aires durante el siglo XIX. Las imágenes litografiadas actuaban en ésta como
avanzada visual en relación con los textos críticos en una prensa general en la que
imperaba el carácter faccioso. Las caricaturas politicas o sociales de El Mosquito25 podían
estar acompañadas de un texto tipográfico pero por lo general lo hacían con palabras
escritas en forma manual en la piedra.
Los modelos visuales y el formato de El Mosquito eran claramente tomados de
los periódicos satíricos, europeos La Caricature, Le Charivari y Punch. Este último, fue
fundado en Londres por el grabador Ebenezer Landells y el escritor Henry Mayhew en
1841 e ilustraron allí John Tenniel, E.H. Shepard, entre muchos otros. Los dos primeros
habían sido fundados en Francia, en 1830 y 1832 respectivamente, por Charles Philipon y
sus imágenes estaban firmadas por J.J. Grandville, Paul Gavarni, Honoré Daumier, y
más. 26 Le Charivari tiraba unos 3000 ejemplares y vendía láminas aparte para afrontar las
25
El Mosquito, periódico que se autodefinía como "satírico-burlesco con caricaturas" surgió el 24 de
mayo de 1863, y si bien no inauguró la prensa satírica ilustrada en nuestro país, fue el primero que tuvo
en Buenos Aires gran difusión y continuidad, publicándose durante treinta años hasta el 16 de junio de
1893. Aparecía los domingos y en algunos periodos también los sábados y jueves. Fue fundado por
Henry Meyer, dibujante y litógrafo francés. Henry Stein, también francés, se incorporó en mayo de
1868 y en 1872 figura como director-gerente de la publicación y, a partir de 1875, la adquirió, editó, e
ilustró hasta 1893. Colaboraron asimismo otros dibujantes como Julio Monniot y Ulises Advinent, y
como redactores el propio Meyer y Eduardo Wilde.
26
Jean Watelet, "La presse illustrée", en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (dir.), Histoire de
¡ 'éditionfrançaise. Le temps des éditeurs. Du romanlisme á la Bel/e Epoque, Paris, Fayard/Promodis,
1990, p. 371. Véase también Elizabeth Childs, "The Body Jmpolitic: Press Censorship and the
Caricature of Honoré Daumier", en Dean de la Motte y Jeannene M. Przyblyski, op.cii , pp. 43-8 1
186
numerosas cauciones y multas resultado de las demandas del gobierno por las caricaturas
publicadas. Pero además sus ilustradores desarrollaron estrategias visuales - además de las
distorsiones y exageraciones propias de la caricatura - como encarnaciones en personajes
literarios o animales con el fin de repudiar y burlarse de las autoridades eludiendo la
censura. En su forma material, E/Mosquito, constituía pues, al igual que los europeos, un
pliego de 4 páginas que reproducía la imagen litografiada en sus páginas centrales, la
segunda y la tercera y a menudo también en la carátula.
El proceso de trabajo en la piedra litográfica, artesanal y en este caso
aparentemente solitario, es descripto por la hija de Henry Stein, director y caricaturista de
E/Mosquito en su última época.
Empezaban (...) el día lunes, a dar fino pulimento a la pesada piedra que le traían de la
imprenta y litografía "La Madrileña", cada vez que se llevaba la que iba a imprimirse. Con
un pulidor de vidrio ( ... ) y con polvo humedecido de piedra pómez, frotaba mi padre,
cariñosa y persistentemente la piedra. ( ... ) Afilaba luego su lápiz litográfico con puntas
talladas a lo ebanista (...) con facetas iguales y con el mismo escrúpulo con que se talla
una piedra preciosa. (...) Había también que ordenar e imaginar la composición y
disposición de las caricaturas políticas, que el sábado por la noche cuando se distribuyera
el "Mosquito" del domingo, despertarían carcajadas en la calle, en las vidrieras de los
almacenes, en el hogar y hasta en la presidencia ( ... ) Proyectadas sus ideas gráficamente
en un papel, las disponía en la piedra en distintas direcciones, bosquejándolas con un
lápiz de color sanguíneo y dibujando luego sobre este bosquejo con lápiz litográfico. El
último día y a veces también, la última noche los pasaba en claro trabajando
nerviosamente para terminar a tiempo. 27
27
Carlota Stein de Sirio, "Henry Stein, director de 'El Mosquito', Arles Gráficas, a. II, n. 6, Buenos
Aires, enero-marzo 1943, p. 147
28
Véase Laura Malosetti Costa, "Los 'gallegos', el arte y .el poder de la risa. El papel de los
187
1-
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7
Periódico satírico Don Quijote, 1888.
188
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ki
8
The Illustrated London News, 1871.
190
Navarro Viola, Anuario Bibliografico de la República Argenlina, Buenos Aires, M. Biedma, 1888.
Véase Néstor Tomás Auza, "Buenos Aires Ilustrado' (1888). Estudio e índice general", Boletin,
Sociedad de Estudios Bibliográficos Argentinos, n. 1, Buenos Aires, abril de 1996, pp. 9-20.
35
Laura Malosetti Costa. Las primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires afines del siglo
XJX Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001. pp. 162-176.
36 Véase Verónica Teli, "Reproducción fotográfica e impresión fotomecánica: materialidad y
apropiación de imágenes a fines del siglo XIX", en Laura Malosetti Costa y Marcela Gené (comps.),
Impresiones porteíias. imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires, Buenos Aires,
Edhasa, 2009, pp. 149-161.
37
Se reproducían retratos de artistas, y obras de Augusto Ballerini, Santiago V. Guzmán, Reynaldo
Giúdici, Eduardo Sívori, Lucio Correa Morales, Graciano Mendilaharzu, Severio Rodríguez Etchart,
Eduardo Schiaffino, Angel Della Valle, Miguel Pallejá.
191
fotografías. Por otra parte, el emplazamiento de las imágenes junto con el texto continuó
siendo una dificultad que aumentaba los costos y era difícil de sortear.
Por un error de la inteligencia de la Instrucción dacia, el grabador ejecutó el retrato del
Dr. Villegas en proporciones demasiado reducidas para ser estampada en lámina suelta,
como hacemos hasta hoy con las ilustraciones.
Demasiado tarde para hacer un nuevo grabado de mayor formato, forzoso nos es dar el
mencionado y lo darnos intercalado en el testo, por adaptarse mejor que al espacio de la
lámina.
Esta alteración no ha de desagradar ciertamente, pues es indudable que un periódico de
la índole del nuestro, debe contener sus ilustraciones en el texto, corno parte integrante e
inseparable de aquél.
Por qué no lo hemos hecho así entonces? Se dirá. Por dificultades que no hemos podido
salvar, pero desde el nuevo año esa será la forma en que aparecerán las ilustraciones. 39
y al lápiz, etc". Este tipo de avisos indica que en los años '90 las técnicas fotomecánicas
\\
9
Buenos Aires Ilustrado, 1894
193
fuera de texto, pero se observan otras que están emplazadas junto a la tipografía
reproducidas a través del fotograbado de medio tono, autotipía o half-tone que fue
adoptado en nuestro país unos pocos años más tarde de su implementación en Europa. 41
La invención de la fotografía, en 1839, no había podido adaptarse originalmente a
la ilustración de libros. Ni el daguerrotipo, creado por Daguerre, ni el calotipo, invención
de Fox-Talbot, eran procedimientos aplicables a la impresión de fotografías a gran escala.
A partir de mediados del siglo XIX, con el objetivo de utilizar esta herramienta en la
edición industrial se estimularon en Europa y en Estados Unidos las investigaciones que
resultaron en la aparición de una serie de procedimientos nuevos. Algunos de ellos de
costo elevado y otros pobres en cuanto a sus resultados visuales, condujeron finalmente
al fotograbado tramado o de medio-tono hacia 1880. Este procedimiento, que resultaba
satisfactorio tanto visual como económicamente para ser utilizado como un brazo de la
industria, combinaba la utilización de la gelatina bicromatada sensible a la luz con la
trama de lineas horizontales y verticales a través de la cual se fotografía el original para
producir un negativo, produciendo la ruptura del tono continuo de una imagen en una
colección de puntos discontinuos. La gelatina bicromatada, debido a su sensibilidad, se
endurece cuando recibe luz, pero permanece suave y soluble en las otras zonas. Al
colocar una trama de lineas horizontales y verticales durante la exposición fotográfica
entre la transparencia y la superficie impresora sensibilizada, las áreas más claras de la
imagen transmiten rayos intensos de iuz a través de los orificios de la trama, y se
expanden por detrás de cada orificio y exponen un área relativamente grande de la
plancha. Las zonas más oscuras de la transparencia transmiten rayos tan tenues que
exponen un área mucho más pequeña de la superficie del bloque o plancha, aún pasando
a través de orificios de igual tamaño. En el impreso final resultante esas áreas más
grandes y más pequeñas se imprimen como marcas de tinta más grandes y más pequeñas.
Siendo casi imperceptibles los puntos cuando son vistos a una distancia de lectura
normal, pueden reproducirse exitosamente los tonos más oscuros y más pálidos del
original. 42
41
Luis Príamo sostiene que el primer fotograbado de medio tono apareció en La Ilusiración
Sudamericana el 16 de junio de 1894. Luis Príamo, "Fotografía y periodismo", en Margarita Gutman
(ed.) Buenos Aires 1910: Memoria de Porvenir. Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
y Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA, 1999.
41
Véase Bamber Gascoigne, op. cit., pp. 34- 74-75.
194
De modo que entre 1893 y 1894 se produjo el cambio que constituyó uno de los
factores que condujo finalmente a la masificación de la cultura visual. Se adoptó en
Buenos Aires el fotograbado de medio tono o autotipía, que lograba una reproducción
suficientemente nítida de las fotografias y de dibujos, método que fue aceptado
inmediatamente para la ilustración de publicaciones periódicas, catálogos y un conjunto
importante de impresos porque implicaba rapidez de ejecución y bajo costo. Entre los
años 1894 y 1896 aplicaron el procedimiento los talleres de Jacobo Peuser, la Compañía
General de Fósforos, la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, Coil y Cía, Ortega
Hnos, etc.
El fotograbado de medio tono o tramado se aplicó para la impresión de
fotografias a gran escala y representó una mecanización masiva de la información visual
que las artes gráficas habían perseguido largo tiempo. El fotograbado no sólo podía
reproducir en forma industrial una fotografía de un modo satisfactorio visualmente, sino
que tenía la capacidad de multiplicar en forma económica y en compatibilidad con el
texto, cualquier tipo de imagen, por lo que inmediatamente se convirtió en un brazo de la
industria impresora, compitiendo con la litografía por su bajo costo y amplias
posibilidades: era un procedimiento económico, podía reproducir cualquier tipo de
imagen e insertarse en la página junto al texto.
Pero las convenciones de comunicación, ligadas con prácticas y hábitos de
lectura, definían usos y funciones de las imágenes, determinada modalidad de
emplazamiento y presentación y una particular relación entre el texto y lo visual. Entre
La Ilustración Sudamericana o los otros periódicos ilustrados que en la década del '90
insertaron fotografías en sus páginas y Caras ji Caretas los contrastes son aún
significativos. En primer lugar, se observan en la cantidad de imágenes emplazadas; para
el año 1898 La Ilustración Sudamericana publicaba un total de 229 fotografías en todo el
año, distribuidas en actualidades (65), retratos (88), vistas (33), descripción ilustrada (9),
bellas artes (26), variedades (2), modas (2), marinas (3), tipos y costumbres (1),
suplementos artísticos (3).43 Al año siguiente Carasji Caretas reproduce entre 80 y 100
fotografías por número, es decir alrededor de 4800 anuales.
Pero es la modalidad de relación entre texto e imagen lo que distancia
definitivamente a Caras ji Caretas de las formas decimonónicas representadas por las
publicaciones precedentes En La Ilustración Sudamericana el texto guía la mirada del lector
y le provee extensas explicaciones de cada una de las imágenes. La sección "Nuestros
Nuestros grabados
Parque de Lezama-Baile de niños en la sala de fiestas.- En nuestra crónica de fiestas nos
ocupamos preferentemente de estos festejos que constituyen la nota saliente de las
diversiones de la temporada, y el grabado que figura en nuestras páginas completa
aquellas anotaciones.
La escuadra de maniobra- Nuestro grabado representa el contratorpedero Espora y el
destroyer Entre Rios, en las maniobras navales que han tenido lugar en el pasado mes de
diciembre, y de que nos ocupamos en otro lugar de este número.
Mar del Plata- La gruta- La playa- El balneario de moda es "Mar del Plata" y crónicas y
cronicones nos hablan de la afluencia de gente en su encantadora playa, de la animación
de los bañistas, de los paseos y giras campestres que se organizan, y del regocijo y alegría
que preside a las fiestas de aquel punto de baños. Por salir del tono general de las
"reseñas sociales" y sin prescindir de las "notas de actualidad", damos en esos dos
grabados, dos "apuntes gráficos" que completan las informaciones de la prensa en esta
temporada estival.
Montevideo- Hipódromo de Morañas- Ahí está la pista en que correrán en los primeros
días del nuevo año los más veloces ganadores de ambas orillas...
Durante .el siglo XIX las transformaciones en el diseño de los objetos impresos se
habían producido sólo en forma gradual. Lo nuevo y lo tradicional se combinaron junto
a innovaciones en tecnología y en dispositivos de impresión. Las fuentes locales que
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197
Benito Hortelano, Manual de Tipografia para uso de los Tipógrafos del Plata, Buenos Aires,
Imprenta Española, 1865, p. 36.
46
Michael Twyman, "The Emergence of the Graphic Book in the 1 9th Century", en Robin Myers y
Michael Harris (eds.), A Millenium of the Book Production, Design & Illustration in Manuscript &
Prinl 900-1900, Winchester-Delaware, St. Paul's Bibliographies- Oak Knoll Press, 1994, pp. 135-7.
198
imagen comparten el espacio (notas periodísticas con fotografías o textos de ficción con
ilustraciones, etc.) La disposición de las lineas tipográficas en el segundo modelo se
presenta con una aparente regularidad, el texto está dispuesto a linea corrida o a dos
columnas, aunque esa arquitectura básica resulta casi irrelevante ya que se fragmenta
continuamente con ci emplazamiento de las imágenes, cuya ubicación modifica las
columnas, acorta las lineas, admitiendo algunas de sólo dos o tres palabras. Los márgenes
y los interlineados son estrechos; en ese aspecto de la puesta en página, Carasj' Caretas
responde a modelos de época y en particular comparte con los diarios los rasgos visuales
de un horror uacui con una tipografia de cuerpo muy pequeño, y pocos espacios vacíos
(Figuras 12, 13).
En cuanto al emplazamiento de las fotografías en el soporte de la página se
advierten diversas formas que involucran técnicas de producción tecnológicas junto con
procesos de realización manuales. Ciertos detalles resaltan la superficie de la página como
la línea que marca el contorno de una imagen o el filete decorativo, que seguía una
antigua tradición del tratamiento del diseño de los libros, aunque aquí la novedad
consistía en la tinta de color de los filetes o de las orlas ornamentales. El encuadre de las
imágenes y la regularidad con la que a menudo éstas están insertadas en la página junto a
los textos responde técnicamente a la cuadrícula tipográfica, aunque esta regularidad es
frecuentemente contrastada con diversas formas de compaginar las imágenes
desencuadrándolas, recortándolas o colocándolas en serie. La tipografía en esos casos se
flexibiliza y adopta las formas de la ilustración, el texto bordea la imagen, los blancos
desaparecen y las ilustraciones fiotañ en las páginas. Las fotografias se fragmentan con el
fin de siluetear uno o varios personajes u objetos, adquiriendo así las imágenes un valor
diferente, descontextualizadas. Algunas configuraciones combinadas en forma de
"collage", refuerzan el efecto misceláneo de los contenidos de la revista (Figuras 14, 15).
Esta diversidad en el diseño de las páginas indica una práctica de trabajo artesanal, con
una gran cantidad de variantes. Esta misma práctica conduce a veces a la presentación de
puestas en página lúdicas en un diseño que puede representar visualmente el contenido
discursivo.
En cuanto a las páginas de desarrollo puramente gráfico, se presentan
narraciones o descripciones sólo con imágenes, notas de actualidad con retratos, o una
historía relatada a través del uso de una secuencia de imágenes. Si bien el recurso a las
narraciones visuales no era una novedad en el siglo XIX, tuvo en el periodo un
importante despliegue manifestado particularmente en secuencias gráficas humorísticas
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Diseño de página. "Vistas de
Río de Janeiro", Caras y Caretas,
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1899.
15
Puesta en página. "Sinfonía",
Carasy Caretas, 1899.
201
típicos acompañados de barriles que varían de tamaño de acuerdo con los hectolitros de
Sobre Lavater y la fisiognomía véase E. Gombrich, "Sobre la percepción fisiognómica" en
Meditaciones sobre un caballo de juguete y otros ensayos sobre la teoría del arte, Madrid, Debate,
1998, [1963]; "Gesto ritualizado y expresión en el arte", "La máscara y el rostro: la percepción del
parecido fisonómico en la vida y el arte" en La imagen y el ojo. Nuevos estudios sobre la psicología de
la representación pictórica, Madrid, Alianza, 1991 [1982]. Véase asimismo Joan K, Stemmler, "The
Physiognomical Portraits of Johann Caspar Lavater", The Art Bulletin, vol. 75, n. 1, marzo 1993, pp.
15 1-168.
48
Véase Capítulo II de esta tesis.
Ségoléne Le Men, "L'Essai de physiognomonie de 1845", en Tópffer: Pratiques d'écriture et
théories esthétique. Cahiers Robinson, n. 2, Université d'Artois, 1997.
50
"La guerra y la educación en el presupuesto de las grandes naciones", Caras y Caretas, a. IV, n. 130,
Buenos Aires, 30 de marzo de 1901.
' "El vino que produce el mundo", Caras y Caretas, a. X, n. 464, Buenos Aires, 24 de agosto de 1907.
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"La guerra y la educación", Carasy Caretas, 1901.
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"El vino que produce el mundo", (J'arasy 6'aretas, 1907.
203
vino producidos en el año 1906, desde un gran barril al cual la figura que representa a
Francia -el país de mayor peoducción- apenas puede hacer rodar, hasta el puesto diez y
siete, correspondiente a Grecia, cuyo barril entra en la palma de la mano de la figura que
lo representa.
Estos pictogramas ofrecían nuevos modos de representar información,
particularmente estadística —cifras acerca del poderío militar de diferentes naciones,
estadísticas de importaciones y exportaciones de productos, riqueza relativa, crecimiento
poblacional, estadísticas migratorias, conversiones de monedas- y se encontraban
frecuentemente en la prensa popular de fines del siglo XIX en Europa, ya que pern-iitían
presentar información sumariando los datos descriptivamente y otorgando el acceso a
una comprensión intitutiva aún para quien no tenía nociones de los métodos
estadísticos. 52
La idea de presentar de modo gráfico información que no es esencialmente visual
no era totalmente novedosa en el siglo XIX. Los gráficos cuantitativos han sido una
herramienta útil en el desarrollo de la ciencia y provienen de los tempranos intentos de
analizar datos estadísticos. Muchas de sus formas familiares y los problemas que
abordaban -organi2ación espacial, comparaciones, distribución continua y correlación de
múltiples variables- como mapas, gráficos de barras, tablas y cuadros de coordenadas,
surgieron en el siglo XVIII.
Entre todas las contribuciones que en la historia de las ciencias naturales y
sociales de los siglos XVIII y XIX crearon formas gráficas que produjeron una
imaginería cuantitativa se destacan los aportes de Joseph Priestley y William Playfair.
Priestley desarrolló en 1765 la idea de considerar el tiempo como una línea para enseñar
historia a sus alumnos. Educador inglés cuyos intereses abarcaban disciplinas
especulativas como teología, estudios bíblicos, filosofía, ciencia, teoría política, fue
además un científico práctico interesado en la mecánica del mundo natural y en las
herramientas didácticas que aplicó en la enseñanza. Afirmaba que el concepto abstracto
de tiempo admite una representación natural y sencilla en nuestras mentes mediante la
idea de un espacio mensurable, específicamente una línea, que puede ser extendida a lo
largo, por lo cual un periodo más largo o más corto puede ser representado mediante
lineas de igual carácter, más largas o más cortas. En su Chart of Biographji utilizó barras
52
Marija Dalbello, "Franz Josef's Time Machine. Images of Modernity in the Era of Mechanical
Photoreproduction", Book History, vol. 5, The Pennsylvania State University Press, 2002, PP. 87-92.
James R. Beniger y Dorothy L. Robyn, "Quantitative Graphics in Statistics: A Brief History", The
American Statistician, vol. 32, n. 1, American Statistical Association, febrero 1978, pp. 1-11.
Véase Dabney Townsend, "The Aesthetics of Joseph Priestley", The Journal of Aesthetics and Art
Criticism, vol. 51, n. 4, Blackwell Publishing-The American Society forAesthetics, 1993, p. 561.
individuales para comparar el periodo de vida de dos mil personajes célebres que vivieron
entre el año 1200 AC hasta el 1750 de nuestra era, mostrando el significado de la historia
del mundo en su totalidad. La lectura de las lineas horizontales señala la duración, la
lectura vertical la contemporaneidad de ideas y acontecimientos, la densidad de entradas
indica el desarrollo de una época.
La linea de tiempo de Priestley fue la inspiración directa del gráfico de barras
creado por William Playfair, rescatado por algunos como una de las figuras más
importantes en la historia de la gráfica estadística, 55 como quien propuso por primera vez
gráficos para transmitir fenómenos cuantitativos, 56 e incluso como uno de los primeros
observadores y teorizadores de las tendencias del capitalismo. 57
Playfair fue un escritor y divulgador de historia, economía política y estadísticas
de comercio y desarrolló una actividad principalmente como productor de gráficos
económicos. Sus trabajos muestran 177 despliegues gráficos, aunque no todas creaciones
originales. Combinó diversos tipos de saberes y experiencias anteriores tomados de las
ciencias físicas, como los trazados para mostrar los datos climáticos, la cartografía y la
representación de J. Priestley de la línea cronológica.
El primer grupo de cuadros gráficos que W. Playfair desarrolló fue el método de
curvas aplicado a temas de finanzas publicado en su libro The Commercial and Political Atlas
(Figuras 18, 19) cuya primera edición data de 1786, un segundo grupo abarca la
experimentación con nuevos formatos gráficos como el círculo y en el tercer grupo
Playfair experimenta con el diseño de curvas en un libro titulado A Letter on Agriculatural
Distresses. Their Causes and Remedies, publicado en 1821. Afirmaba que el método gráfico
era una manera de simplificar lo tedioso y complejo, que el hombre ocupado necesitaba
una suerte de ayuda visual, y que tal método era más accesible que la información
expresada en forma tabular, ya que apelaba al ojo, proporcionando en una misma
operación la idea de tiempo, proporción y cantidad. Apelaba además al intelecto ya que
facilitaba no sólo la percepción de formas y relaciones sino que ayudaba a la
memorización de las mismas 58
Playfair afirmaba que la eficacia de este tipo de manifestación gráfica lo constituía
el impacto de su despliegue visual y la racionalidad lógica de su construcción, pero E. R.
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William Playfair, The (]on2mercial and PoliticalA tlas, London, 1786.
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William Playfair, The Commercial anci Political Atlas, London, 1786.
206
Tufte indica que Playfair no elude el aspecto estético de sus trazos y que busca la claridad
y la elegancia. 59 Sea uno u otro, la implernentación de estos recursos tienden un puente
entre las prácticas de producir y sus modos de vehiculizar información en un impreso a
comienzos del siglo XX y el diseño gráfico contemporáneó.
Conjuntamente con los desarrollos de Priestley y Playfair se produjeron otros
durante el siglo XIX como el histograma (1833), estereogramas con proyecciones
axonométricas (1869), entre otros. En 1884, M. G. Muihail dio a conocer en su popular
Dictiona!y of Statistics el pictograma, una forma comparativa basada en imágenes similares
de diferentes tamaños. A través de esta forma los gráficos estadísticos se difundieron
popularmente en libros de texto y periódicos, a pesar de su ambigüedad e inexactitud de
la representación matemática. 6°
Como periódico popular Carasj Caretas utilizó estas herramientas no solamente
en la reproducción de investigaciones estadísticas tomadas de publicaciones europeas
sino en la elaboración de sus propios informes en temas científicos, politicos o de
actualidad. En "La Pampa. Nueva provincia argentina" 65 (Figura 20) con el propósito de
señalar el poder productivo de la región que había sido el "pavoroso desierto del
pasado", el despliegue gráfico es múltiple. Cuatro figuras de dimensiones diferentes
muestran el crecimiento comparativo entre las poblaciones de las provincias de Jujuy y
La Pampa, diez vacas de diferentes tamaños indican la cantidad de ganado vacuno de
cada provincia de la república, al igual que el ganado lanar representado por ovejas de
distintos tamaños. Los conceptos más abstractos como la superficie del territorio así
como la superficie cultivada están señalados por figuras cuadradas, la longitud de los
ferrocarriles por un gráfico de barras y la renta proporcionada se expresa en monedas
apiladas. La justificación del despliegue visual está claramente enunciada ya que Carasj
Caretas entiende que la forma gráfica es "la más apropiada para hacer que se comprendan,
de una sola ojeada, los hechos susceptibles de demostrarse por los números" y de este
modo se hacen "más sensibles y claros".
Las cuestiones de salud enfocadas como graves problemas sociales que derivaban
en una altísima mortandad infantil podían ser asimismo formuladas gráficamente. "Un
Tufte observa que W. Playfair mantenía cierta "gracia" y "elegancia" en sus marcas en el papel. E. R.
Tufle, The Visual Display of Quantitive Information, Chesire, Graphics Press, 2001, p. 92. Véase del
mismo autor, Visual Explanations. images and Quanhities, Evidence and Narrative, Chesire, Graphics
Press, 2003.
60
James R. Beniger y Dorothy L. Robyn, op. cii.
6!
"La Pampa. Nueva provincia argentina", Caras y Caretas, a. X, n. 470, Buenos Aires, 5 de octubre
de 1907
207
62
"Un problema nacional", Caras y Caretas, a. X, n. 444, Buenos Aires, 6 de abril de 1907.
63
Michael Twyman, op. cii., 1998, pp. 64-66.
208
20
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y 1907-
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21
"Un problema nacional",
Caras y Caretas, 1907.
209
Por qué se hacen tan pésimas impresiones? Qué falta en las imprentas del Plata para no
hacer, sino mejores, al menos tan buenas Impresiones como las que recibimos de
Europa?
No tenemos las mismas prensas?
Ségoléne Le Men, "La vignette et la lettre", en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (dir.), Histoire de
1 'édiiionfrançaise. Le temps des éditeurs. Du romanhisme á la Belle Epoque, Paris, Fayard/Promodis,
1990 1 pp. 3 56-368.
65
"Diccionario de Artes Gráficas confeccionado por V. Colmegna y ampliado por A. Pellicer", Exilo
Gr4flco, vol. IV, n. 40, Buenos Aires, abril de 1909.
210
22
Cubierta, Caras y Caretas, 1906.
23
CARAS y (A
:RETAS Cubierta, Caras y Caretas, 1905.
211
66
Benito Hortelano, Manual..., op. cii., p. 54
67
Hortelano señala, sin embargo, un adelanto en cuanto a cantidad de imprentas yequipamiento en una
comparación que establece entre los años 1852 en el que se contaba con 7 imprentas, y 1865, en el que
sumaban 20 los establecimientos: Argentina (dos máquinas y dos prensas); Tribuna (varias máquinas
de vapor y varias prensas); Bernheim (una máquina de dos cilindros de gran tamaño, una mecánica
chica, prensas, fundición de tipos, estereotipia, máquina de vapor para la litografia); Comercio del Plata
(máquina mecánica y prensas); Siglo (mecánica y prensa); Nación Argentina (dos mecánicas de vapor,
prensas de mano, máquinas para cortar y satinar papel); Pueblo (una mecánica); Buenos Ayres (una
mecánica y prensas de mano); Orden (dos prensas de mano y abundancia de tipos); Standard (mecánica
y prensa de mano); Porvenir (cuatro prensas de mano); Tipográfica (tres prensas de mano); Mayo (tres
prensas); Coni (dos prensas de mano); Revista (una prensa de mano); Española (una mecánica, una de
mano y otra de invención argentina); Alemana (una mecánica diminuta y otra prensa de mano); Rossi
(una prensa de mano); Tristani (una prensa de mano); Pintos (una prensa pequeña). Benito Hortelano,
Manual..., op. cii., apéndice.
68
Benito Hortelano, Manual..., op. cii., pp. 20-22.
212
Williams sostiene asimismo que este tipo de invenciones son soportadas y promovidas
De modo que algunas de las mejoras tecnológicas del periodo fueron operadas
por Caras_y Caretas en sus primeros años, es decir, el semanario adoptó tecnologías y
en ese periodo Carasj Caretas, adquiere una nueva rotativa (Figura 24), el semanario
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24
"La rotativa para Caras y Caretas", Caras y Caretas, 1904.
214
Años más tarde, a propósito de los talleres Ortega y Radaelli (Figuras 25, 26), una
nota del semanario refiere que en el momento en que Caras ji Caretas comenzó a
imprimirse allí, "recibieron sus talleres un impulso considerable que hizo necesaria una
La índole de los numerosos trabajos que esta casa ejecuta, y sobre todo, la impresión de
esta revista que, debido a su gran tiraje y al poco tiempo de que se dispone para su
ejecución, requiere máquinas rápidas y especiales, hizo que los señores Ortega y Radaelli,
en un viaje realizado a Europa, estudiasen detenidamente los últimos adelantos en la
materia, y sin omitir esfuerzo alguno, dotaran el establecimiento de la maquinaria más
novedosa y perfecta que se conoce en nuestros días, lo cual viene a constituir un
saludado triunfo para las artes gráficas del país y un notable éxito industrial para sus
propietarios. 73
gráfica. Otros observadores de la época provenientes del campo gráfico, subrayan que
Carasji Caretas había sido un actor principal en la trama de ese "renacimiento" gráfico. Si
bien la difusión de material impreso y el esfuerzo industrial habían sostenido un
constante crecimiento a lo largo del siglo XIX, la crisis económica de 1890 había
se editó durante diez años, hacia fines de la primera década del siglo XX refiere:
Contempladas las artes gráficas argentinas en el presente período, siéntese una gran
satisfacción.
Nada queda de aquel fatal decaimiento de hace algunos años, en que la imprenta parecía
que iba a desaparecer, presa de anemia terrible que la consumía; (...) ¡El arte! ... hablar del
arte parecía un insulto. Sin duda la profunda crisis económica que el país atravesaba era
la directa causa del aniquilan-iiento de la Imprenta, como lo era de todo. Ninguna
iniciativa, ningún entusiasmo; todo era negro como la tinta. ( ... )
¡La producción!... Una revista ilustrada, con grabados mal hechos y peor impresos;
parecía una ilustración de un siglo atrás, campeando el grabado en madera por artistas en
decadencia; los oficiales tipógrafos más expertos mezclaban títulos de todas clases,
viñetas de todos órdenes, muy floreal todo del pasado siglo, con óvalos y arcos
dominadores; era aquello, no la antigua escuela, sino el viejo rutinarismo, de una
inconciencia absoluta.
¡Cuánta diferencia hoy de aquella tan cercana época! Podría casi aseverarse que nuestro
renacimiento surgió con Caras_y Caretas, coincidiendo con un mejoramiento económico
que marcó el principio de una nueva época de asombrosa prosperidad en toda la Nación,
" "La rotativa para 'Caras y Caretas'. Progreso de la industria argentina", Caras y Caretas, a. VII, n.
293, Buenos Aires, 14 de mayo de 1904.
72
"Las artes gráficas en la Argentina. Un establecimiento modelo", Caras y Caretas, a. XIII, n. 607,
Buenos Aires, 21 de mayo de 1910.
13
Ibid
215
-
1- -
25
"Ortega y Radaelli", Caras y Caretas, 1910.
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26
"Ortega y Radaelli", Caras y Caretas, 1910.
216
y con ella la abundancia del trabajo y la mayor actividad en los negocios, y por
consecuencia el fomento del arte. ( ... )
No queda nada de lo viejo. En muy pocos años hémosle puesto infranqueable barrera.
Somos el pueblo joven, sí, pero brioso, entusiasta, acariciando todas las ilusiones bellas
que lo hacen grande, emprendedor, activo, estudioso y conciente, con el ánimo de
alcanzar los primeros puestos entre los grandes pueblos.
Regocijémonos, pues: el buen espíritu vuelve. 74
e impulso de la industria gráfica sigue sosteniéndose años más tarde por quienes llevaban
a cabo las tareas de educación de los trabajadores gráficos al frente del Instituto
cuestiones y debates relativos al arte, la industria, y sus mutuas relaciones. Se sostiene que
la letra impresa era fundamental para el progreso civilizatorio de los pueblos y para el
difusión cultural de material impreso para todas las clases sociales. De modo que resulta
más significativo que sus voceros pongan énfasis no sólo en el éxito comercial de Carasji
una presentación moderna y de una alta calidad estética. Asimismo, la elección de las
instalaciones de los talleres de Caras ji Caretas en 1912 como lugar de visita para
profesores y alumnos por parte de la dirección del Instituto implica que ésta se erigía en
uno de los modelos de producción industrial (Figura 27). La nota que reseña la visita,
"El buen espíritu vuelve" Éxito Gráfico, a. III, n. 28, Buenos Aires, abril de 1908.
'1
Debe aclararse que quien presidía el Instituto por esos años era el mismo Antonio Pellicer, director
de la revista Exilo Gráfico.
"Nuestras visitas á CARAS Y CARETAS efectuadas el 27 de junio la primera y el día 4 de julio la
segunda", Anales de/Instituto Argentino de Artes Gráficas, a. III, n. '31, Buenos Aires, julio de 1912.
217
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JI C'RAS 1 1
27
"Nuestras visitas a Caras y Caretas, efectuadas el 27 de junio la primera y 4 de
julio la segunda", Anales Graficos, a. III, n. 31, julio de 1912.
218
fines del siglo XIX. A fmes del siglo XVIII todas las etapas del proceso de producción de
un impreso consistían en tareas manuales; las técnicas de composición (la reunión de los
tipos en una forma tipográfica con las páginas a imprimir) la impresión propiamente
"Catálogo de máquinas para las Artes Gráficas de la casa Curt Berger y Ca.", Éjt0 Gráfico, a. nl, n.
32, Buenos Aires, agosto de 1908, p. 125.
219
mecánica operada por la fuerza del vapor- que estableció ios principios sobre los cuales
se sucedieron otras invenciones que implicaron nuevos sistemas basándose en un carro
conductor de la platina con la forma tipográfica, un juego de rodillos para entintar la
forma a su paso, y un cilindro o cilindros de presión para efectuar la impresión en el
momento en que la forma circula por debajo. Pero estos sistemas a comienzos del siglo
XIX, aún en sus mejores expresiones, no alcanzaban una producción de 1500 ejemplares
por hora, variando entre 600 a 1400, según el tipo de máquina, y el extenso desarrollo del
periodismo moderno reclamaba una aceleración que sería satisfecha con la invención de
las máquinas rotativas. El sistema rotativo que comenzó a emplearse a mediados del siglo
XIX, se separa completamente de ios modelos anteriores ya que aquí todo es cilíndrico:
la platisia, la forma, el tambor o cilindro de presión, la mesa tintero, los rodillos. El molde
tipográfico plano debió ser reemplazado por las planchas de estereotipia adaptadas a las
formas circulares de la rotativa, y, con la utilización del papel continuo en bobinas, se
optimizó la velocidad de la forma cilíndrica.
A fines de la primera década del siglo XX las máquinas rotativas tenían ya una
capacidad impresora de 48.000 ejemplares de 12 páginas, formato 66 x 96, por hora, y de
1 hasta 6 colores; o bien 24.000 impresos de 24 páginas por hora y con ios mismos
colores, plegados y listos para entregar al lector. 8 Las rotativas cuádruple y séxtuple eran
utilizadas para diarios ilustrados, como la Angsburg adquirida por la casa L. J. Rosso y Cía.
que mostraba una velocidad de 9 a 11.000 ejemplares por hora, de 20, 24, 28 o 32
páginas, de 18 a 22.000. de 10, 12, 14 o 16 páginas, y de 36 a 44.000, de 2 a 8 páginas. La
impresión y entusiasmo que produjo en el cronista la rotativa para colores en la visita al
taller de Carasj' Caretas sugieren el rol que las máquinas cumplian desde la perspectiva de
los hombres del campo gráfico.
(...) Por fin, después de una ojeada en el taller mecánico hétenos ya ante los colosos de
la impresión, ante las magníficas rotativas, donde caímos como una avalancha. Se
miraron las máquinas planas, o mejor su producción; se contemplaron las rotativas para
el tiraje en negro con interés; pero la impaciencia condujo a todos ante la rotativa para
colores, que si hubiese convertídose en mujer la hubiéramos ahogado irremisiblemente,
pues unos por abajo, otros por arriba, esto por delante, aquéllos por atrás, y hasta en sus
senos se metieron los más apasionados; a no ser de hierro y poderosa, maltrecha y
aniquilada quedara para siempre. Y después, cuánta discusión! 'cuánto entusiasmo
irreprimi.......El jefe y personal de la máquina, cuántas fatigas para apartar hombres y
trabajar de modo que se dieran perfecta cuenta del hermoso gigante de hierro, con
indecible paciencia condujeron la ancha faja de papel, para mostrarnos su curso, desde la
entrada a la salida, culebreando entre tanto cilindro, subiendo y bajando; después se nos
explicaron sus órganos de impresión y tintaje; se contestaron cumplidamente todas las
observaciones y preguntas que se nos ocurrieron; se nos mostraron trabajos multicolores,
y también efectuados por el procedimiento tricolor, reconociendo que es maravilloso el
ajuste y el efecto de la superposición de los colores, con la rapidez y frescura de las tintas,
como efectivamente así se produce; y esto fue lo que ocasionó comentarios al infmito,
rindiéndose toda incredulidad ante la evidencia de los hechos. (...)82
81
"iGloria a Gutenberg! La evolución de las máquinas impresoras", Éxito Gráfico, a. III, n. 29, Buenos
Aires, mayo de 1908, pp. 9 1-92.
82
"Nuestras visitas á CARAS Y CARETAS.. .", op. cii.
83
"Impresiones en Minerva III", Exilo Gráfico, a. III, n. 27, Buenos Aires, marzo de 1908, pp. 46-47.
221
84
Rodolfo Laass (1853-1909) Comenzó como tipógrafo en Rosario y llegó a dirigir la Compañía
Sudamericana de Billetes de Banco. Además de su actuación en el campo tipográfico participó en otras
actividades como en la fundación del Club Gimnasia y Esgrima, la Hilandería Argentina de Algodón,
fue miembro del directorio de la Acero Platense, y activo participante de la Unión Industrial Argentina.
Véase "Rodolfo Laass", Exilo Grajico, vol. IV, n. 42, Buenos Aires, junio de 1909.
85
F. de Ugarteche, op. cit., pp. 386-87.
86
Alfonso Bosco era un grabador italiano nacido en Turin en 1858, donde se formó como acuafortista.
Llegó a Buenos Aires en 1882 contratado como director artístico de la Compañía Sudamericana de
Billetes de Banco en la cual realizó los dibujos originales de gran parte de los billetes que circulaban en
el país, además de ejecutar aguafuertes, litografías y ex_libris. Se dedicó asimismo a la enseñanza del
grabado y Martín A. Malharro y Mario Canale fueron sus alumnos. Participó en la dirección técnica del
periódico El Sud Americano. Vicente O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (1750-1930),
t. 1, Buenos Aires, Editorial Elche, 1978, p. 506; Fernando López Anaya, "El grabado", en AAVV,
Historia General del Arle en la Argentina, t. VI, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes,
1988, pp. 260-263.
87
"Exposición Industrial del Centenario. Expositores gráficos premiados", Éxito Gráfico, vol. VI, n.
65, Buenos Aires, mayo de 1911.
222
líiáquinas tipográficas
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Grafico, 1910.
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Publicidad de Minerva
u. u. Diamant, Éxito Grafico, 1908.
223
88
"El pleito de "Caras y Caretas", Caras y Caretas, a. IV, n. 141, Buenos Aires, 15 de junio de 1901.
89
Fausto Ortega se había iniciado como grabador en 1877, en la Sociedad Heliográfica Española, de
Barcelona. En 1881 se trasladó a Madrid donde fundó un taller de grabados. Trabajó en Paris en la casa
de Leffman y Cia. y grabó algunas de las ilustraciones del n. 1 del Figaro Illustrée. De Paris se trasladó
a Londres, con el propósito también de perfeccionarse en la profesión. En 1885 llegaba a Buenos Aires,
donde abrió su conocido taller de fotograbados, convertido años más tarde en uno de los grandes
establecimientos gráficos del país. F. de Ugarteche, op. cit. p. 416.
90
La firma desarrolló su actividad como "Ortega y Radaelli" entre 1901 y 1911, desde esa fecha y
hasta 1921 como "Ricardo Radaelli", año en que fue adquirida por la Compañía General de Fósforos.
María Silvia Badoza, "Patrones, capataces y trabajadores en la industria gráfica. Un estudio de caso:
Ortega y Radaelli, 1901-1921", Secuencia, nueva época, n. 50, México, InstitutoMora, mayo-agosto,
2001.
91 "La visita a los talleres gráficos de los señores Ortega y Radaelli", Anales del Instituto Argentino de
Artes Gr4flcas, a. II, n. 18, Buenos Aires, junio de 1911.
224
92
M. S. Badoza, op. cii., p. 52.
Rafael Barreda, "La futura casa de CARAS Y CARETAS", Caras y Caretas, a. XII, n. 575, Buenos
Aires, 9 de octubre de 1909.
Los talleres y las oficinas ya estaban funcionando en el mes de octubre en el nuevo edificio de la
calle Chacabuco 151 a 155. Véase "La nueva casa de 'Caras y Caretas", Caras y Caretas, a. XIV, n.
684, Buenos Aires, 11 de noviembre de 1911; "Inauguración del edificio de 'Caras y Caretas", Caras
y Caretas, a. XIV, n. 685, Buenos Aires, 18 de noviembre de 1911.
225
forma mecánica. En la planta baja del edificio podían apreciarsé las máquinas planas de
se hallaban los aparatos de moldeado de las planchas sobre las matrices de cartón
adaptadas a los cilindros de las rotativas para su galvanizado, lo que las hacía resistentes
guillotinas, el taller mecánico, otras máquinas planas, las rotativas y la rotativa de siete
colores. La admiración por las "maravillas de la mecánica gráfica" es reseñada así por el
Pero el desarrollo de la industria local aún no proveía todo tipo de productos por
lo cual para equipar y abastecer una imprenta el suministro de material importado era
30
Taller de fotografía, "Nuestras visitas a Caras y Caretas, efectuadas el
27 de junio la primera y 4 de julio la segunda", Anales Grajicos, a. III,
n. 31, julio de 1912.
31
Sala de máquinas de encuadernación. "Nuestras visitas a Caras y
Caretas, efectuadas el 27 de junio la primera y 4 de julio la segunda",
Anales Graficos, a. III, n. 31, julio de 1912.
227
tipo de empresas, estrechamente ligado a la historia de Carasy Caretas, 96 era la casa Curt
Berger y Cia, que surtía de papel al semanario y que es ubicado entre los establecimientos
Relación que se verifica en notas de elogios recíprocos publicadas tanto en Caras y Caretas como en
Exilo Gráfico, periódico que editaba la empresa Curt Berger y Cia. El volumen de papel que Caras y
Caretas consumía resultaba seguramente en un precio ventajoso para ésta, hecho que a la vez afianzaba
las relaciones comerciales.
"Curt Berger", Caras y Caretas, a. IX, n. 378, Buenos Aires, 1° de enero de 1906.
98
"Los establecimientos de los señores Curt Berger y Cia.", Caras y Caretas, a. XIII, n. 607, Buenos
Aires, 21 de mayo de 1910.
228
- i -.
32
"Los establecimientos de los señores Curt Berger y Cía.", Caras y Caretas, 1910.
229
La cifra es menor que la anterior dado que en este censo de la Sociedad Tipográfica Bonaerense no
están incluidas los talleres litográficos.
°̀° Segundo Censo Nacional de la República Argentina, 1895. Buenos Aires, 1898, t. III, pp. 270-271.
"Talleres gráficos de Buenos Aires. Estadística oficial", Exito Gráfico, a. IV, n. 38, Buenos Aires,
febrero de 1909.
230
102
StelIa Maris Fernández, Las instituciones gráficas argentinas y sus revistas (185 7-1974), Buenos
Aires, Sociedad de Investigaciones Bibliotecológicas, 2001, p. 19.
103
Véase Ricardo Piccirilli, Carlos Casavalle. Impresor y bibliófilo, Buenos Aires, Julio Juárez, 1942.
104
Madeleine Rebérioux, "Les ouvriers du Livre", en Roger Chartier y Henri-Jean Martin (dir.),
Histoire de / 'édition française. Le temps des éditeurs. Du romantisme á la Be/le Epoque, Paris,
Fayard/Promodis, 1990, p. 93.
105
Nelson Ferrer, Historia de los graficos argentinos. Sus luchas, sus instituciones, 1857-1957, Buenos
Aires, Dos Orillas, 2008, pp. 72-73;
231
Unión Gráfica, de tendencia socialista y con un definido perfil sindical, agrupación que
en 1907 se fusionó con otras entidades y confort-rió la Federación Gráfica Bonaerense. El
cambio de denominación hacia el de federación puede implicar que en unos años se pasó
de la organización de un oficio al de una industria.
Los trabajadores gráficos no estaban solos, y a fines del siglo XIX se conjugaron
nuevas formas de organi2ación con una renovación ideológica. 106 Los obreros gráficos
formaron una parte importante del movimiento obrero general, Ricardo Falcón afirma
que a los tipógrafos les correspondió el rol de vanguardia ¿n la conformación del
movimiento obrero y constituían una suerte de elite gremial. Una de las razones que alega
es la necesaria alfabetización del obrero gráfico, y otra es que el oficio había familiarizado
a este grupo con el arte de imprimir y editar, por lo cual el gremio "fue, probablemente,
el que más periódicos de propaganda produjo en el periodo. En los primeros años
editaron El Tpo'grafo Argentino, reemplazado poco después por El Estímulo y luego por
Anales y El Obrei-o Tzt4grafo." 107 Sin embargo, la condición de alfabetizado correspondia a
algunos roles dentro de la imprenta, y no a todos.
La unión de los obreros gráficos en la Federación conforma un frente común no
sólo para luchar por sus reivindicaciones sino para resistir la entrada al mercado laboral
de las mujeres y de todos aquellos que los patrones utilizaban para bajar o no aumentar
los jornales. Los obreros reaccionaron así contra la aparición, a comienzos del siglo XX,
de la máquina de componer, e intentaron obtener mejoras a favor de los futuros
linotipistas y persiguieron el objetivo de que los puestos en las máquinas fueran ocupados
por ios compositores manuales desplazados de su trabajo por las linotipos. 108
La composición fue el último de los procesos en mecanizarse, en comparación
con los cambios en las máquinas de impresión, pero sus efectos fueron mayores en lo
que concernía a los trabajadores. Hasta fines del siglo XIX el único método de
composición que se practicaba en Buenos Aires era el manual, en el cual el cajista tomaba
uno a uno los caracteres móviles y los colocaba en el cmponedor con el cual armaba
luego la forma tipográfica. En 1899 ya habían llegado a Buenos algunas máquinas
componedoras y rápidamente se introdujeron otras. 109 (Figuras 33, 34) Los principales
106
Ricardo Falcón, "Los trabajadores y el mundo del trabajo", en Marta Bonaudo (dir.), Nueva historia
argentina. Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-1880), Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p.
500. Véase del mismo autor, Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899), Buenos Aires, CEAL,.
1984 y El mundo del trabajo urbáno (1890-1914), Buenos Aires, CEAL, 1986.
107
Ricardo Falcón, op. cit., 1999, p. 504.
108
Véase Damián Bil, Descalificados. Proceso de trabajo y clase obrera en la rama gráfica (1890-
1940), Buenos Aires, CEICS, RyR, 2007.
109
"Las máquinas de componer", La Noografia, a. 1, n. 2, Buenos Aires, febrero de 1899, p. 20.
232
33
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Publicidad de Linotipia, Ecos Gr4/icos,
La JiIN)tif)()(I( 1 (I1)(4it- 1913.
(It' ('an)J)j() rípkh)
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34
Publicidad de Linotipia, Ecos Graficos,
¡La Linotipo se impone! 1912.
20.000
máquinas de componer Linotipo "Standard"
L!ot!pQ• Sidat
NOEiM,HHSTOCKER
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EPCJBLICS ARoeNTIHA, URUOUAY Y PARAu3(JAY DE LA
t.EROENTHALER LINOTYPE COMPANY DE NEW YORK
233
largo de las líneas y el cuerpo de letra, así como introducir ilustraciones de variados
tamaños reduciendo el costo de composición de cualquier tipo de impreso. 111 Pero la
composición mecánica constituyó asimismo uno de los factores de conflicto entre el
sector obrero y los industriales.
En los tiempos anteriores a la industrialización la cultura de los obreros gráficos
estaba ligada al taller de imprenta, lugar en el cual se organizaba el proceso de trabajo, se
adquiría el aprendizaje y la cualificación. Era asimismo el lugar de los valores, de la
sociabilidad que se expresaba a través de prácticas de convivencia cotidiana, de bromas,
de ritos de pasaje, de un lenguaje común. Un argot específico defmía el orgullo
profesional, liniero, empaste/amiento, chiva/ete. Las prácticas lúdicas creaban formas de
solidaridad del taller, poderosas en la imprenta, la organización del trabajo y el camino
hacia el sindicalismo. 112 Las prácticas culturales y los hábitos sociales se prolongan
también en otros espacios, cafés, fiestas, bailes, banquetes. Lugares en los cuales los
obreros gráficos estrechan relaciones con los otros obreros y despiertan los intereses de
clase.
Pero es en el taller que se afirmaba fuertemente la convicción de pertenecer a un
oficio excepcionalmente cualificado, que se roza con el mundo intelectual y al que " ... las
familias respetables por sus antecedentes y cierta posición social inducían a sus hijos a
ingresar (...), ya por carecer de fortuna, cuanto porque se reputaba un honor ejercer arte
tan noble..." 113 Es también en el taller donde el compositor y el corrector fijan sus
competencias, su gusto estético, la búsqueda de los errores, la obsesión por la ortografía y
la puntuación. Pero examinando más de cerca la cuestión se observan los matices y las
dificultades. Las publicaciones de la industria gráfica que recurrentemente aluden a la
necesidad de aprendizaje y de estudio por parte del obrero tipográfico, indican
claramente que el grado de educación del sector formaba parte de un mito ya que el
equipaje cultural era heterogéneo. Afirmaban que en nuestro país la educación del obrero
en los talleres nunca existió en debida forma, y por ello debía concretarse la creación del
Instituto Argentino de Artes Gráficas.
( ... ) La falta de aprendizaje, y como consecuencia de ella la escasez absoluta de obreros
" "La linotipo se impone", Ecos Gráficos, a. II, n. 17-18, Buenos Aires, mayo-junio de 1911, p. 42-43.
112
Madeleine Rebérioux, op. cii., p. 93. Véase también los trabajos acerca de los trabajadores de
imprenta en los siglos XVI y XVIII, como Robert Damton, "La rebelión de los obreros: la gran
matanza de gatos en la calle Saint- Séverin", en La gran matanza de gatos y otros episodios en la
historia de la cultura francesa, México, FCE, 1994, pp. 81-108 y Natalie Zemon Davis, Sociedad y
cultura en la Francia moderna, Barcelona, Crítica, 1993.
III
Ugarteehe cita a Carlos Mathon, quien se inició en 1847 como aprendiz en la Imprenta del Estado,
presidió más tarde la Sociedad Tipográfica Bonaerense y fue director y propietario del diario El Orden.
Véase F. de Ugarteche, op. cii., p. 342 y Stella Maris Fernández, op. cii., p. 21.
235
¿Existía entonces una cultura común a todos ios obreros gráficos? Probablemente
no, si bien había obreros ligados al mundo letrado o a la militancia politica, existía un
número cada vez mayor de trabajadores que se acrecienta con la mecanización
-maquinistas, minervistas, ponepliegos, sacapliegos, transportistas, preparadores de
planchas, ayudantes, etc.- La penetración lenta pero progresivamente masiva de la
composición mecánica sumado a la industrialización de los otros procesos de producción
marcó para el obrero gráfico una pérdida de antiguos gestos y prácticas, aunque la
composición manual persistió para ciertos trabajos durante gran parte del siglo XX. El
taller, sin embargo, será un lugar industrial en el que dominarán otros ruidos, otros
ritmos. La resistencia obrera se manifestó de diversas maneras, la amenaza de desempleo
de los tipógrafos y de los fundidores de caracteres y el temor del reemplazo de hombres
por mujeres se expresó en términos de aftrrnación de la insalubridad del trabajo en la
máquina de componer. Pero los obreros reclamaban también que los linotipistas fueran
reclutados entre ios tipógrafos con el fin de no perder las fuentes de trabajo. Hacia
principios del siglo XX con la mecanización del trabajo tipográfico, la generalización del
uso de la máquina, el pasaje a la gran industria y la consiguiente fragmentación en diversas
categorías de operadores condujeron a la descalificación del obrero.
Pero resulta llamativo el rechazo a la inclusión de la mujer que, como indica
Madelaine Rebérioux es difícil de comprender en un grupo obrero que manifiesta una
confianza en la instrucción, en las luces y en la razón. Se explica en parte como lucha
reivindicativa ya que los patrones utilizaban ese recurso para bajar los salarios. Pero
emergen además los rasgos de época de una cultura social patriarcal, que deseaba
mantener a la mujer en el hogar, surnisa al hombre y ajena a toda otra organización que
no fuese la familiar. La obrera aceptaba trabajar por una tarifa más baja, y otras
condiciones de trabajo que el obrero no. Progresivamente los sindicatos comienzan a
reclamar que las mujeres ganen lo mismo y las mujeres serán admitidas en el taller de
composición.
"Necesidad de aprendizaje en tipografia", Éxito Gráfico, a. IV, n. 42, Buenos Aires, junio de 1909.
236
desarrollo industrial, del cual Caras j Caretas participa además como uno de sus
principales generadores. Artefacto cultural, el semanario conquista lectores masivos
interpelando sus modos de representación y operando procesos tecnológicos productivos
que habilitaron la masividad y que impulsaron a su vez, nuevos desarrollos culturales,
estéticos, económicos y tecnológicos.