Bucarofagia Una Lectura Alternativa Del

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ÍNDICE

Prólogo 9
El osado ante el palacio 10
Angelina Muñiz-Huberman

MÉXICO

I. NUEVA ESPAÑA
La praeparatio en el Colloqvio y Doctrina Christiana 13
Citlalli Bayardi L.
Bucarofagia: una lectura alternativa del romance 48 de 27
sor Juana Inés de la Cruz
Pamela H. Long
Joaquina de Fuentes y El contra Padre Nuestro 41
Francisco Javier Cárdenas Ramírez
El arraigo medieval de la imagen infernal 57
novohispana
Nora Gómez
La Loa a Los empeños de la casa de la sabiduría: el 86
recurso a la emblemática en el teatro de Cayetano
Cabrera Quintero
Rocío Olivares Zorrilla

II. MÉXICO
¿Por qué la musa aprende a escribir? La escritura 107
pública de las mexicanas hacia el final del siglo XIX
Leticia Romero Chumacero
Margaret Shedd y el Centro Mexicano de Escritores. 132
El extraño caso de Juan Rulfo y la CIA
Michael Schuessler

Mariel Reinoso Ingliso y Lillian von der Walde Moheno (eds.),


“Tempus fugit”. Décimo aniversario de “Destiempos”.
México: Editorial Grupo Destiempos, 2016. ISBN: 978-607-9130-34-3
ÍNDICE

Escritura como espejo: ficcionalización de la 152


autobiografía en Balún Canán y Rito de iniciación de
6 Rosario Castellanos
Michel Torres
Conversión estética de un cuerpo enfermo. Diario del 162
dolor de María Luisa Puga
Aralia López González

ESPAÑA

III. MEDIOEVO
Cómo el emisor/autor del Libro de buen amor pudo 170
haber organizado su forma final: una propuesta
Joseph T. Snow
Los gobernantes a la luz de El conde Lucanor 196
Graciela Cándano Fierro
El cuerpo de María Egipcíaca penitente 209
Lillian von der Walde Moheno

IV. SIGLO DE ORO


De romances y Romanceros: textos que dialogan en 233
el Quijote
Gloria Chicote
Degradaciones animalísticas en el Quijote: 257
aventuras, encantamientos y motivos
Axayácatl Campos García Rojas
Catábasis y anticatábasis en la “Cueva de 282
Montesinos” del Don Quijote
Robin Rice
Ecos cervantinos en El genovés liberal de Lope de Vega 298
Ysla Campbell

V. ÚLTIMOS SIGLOS
El eterno retorno de los apocalípticos jinetes 310
Emilio Sales Dasí
Entre el silencio y la ausencia: una manera de narrar. 329
“Librada”, de Max Aub
César A. Núñez
ÍNDICE

Tres escritoras del siglo XXI en el Camino de 351


Santiago: Matilde Asensi, Toti Martínez de Lezea y
7
Ángeles de Irisarri
Eloísa Palafox

EL MUNDO

VI. LETRAS Y CINE


El maestro y Poncio Pilatos. La “novela del ocaso” de 382
Bulgákov
Tatiana Bubnova
Oficio de filosofar en la cocina 408
Leonardo Sancho
Digresiones en torno a una ausencia 426
Edgardo Cozarinsky
William Shakespeare et al., “Ya no sé qué hacer 431
contigo / con tu genio de pantera”. Siete películas
mexicanas y La fierecilla domada
Octavio Rivera Krakowska
La persistencia de la memoria en Still Walking del 448
cineasta Hirokazu Kore-eda
Orlando Betancor
BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL
ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

PAMELA H. LONG
Auburn University, Montgomery

LA ATENCIÓN que ha recibido el romance epistolar 48 titulado


“Respondiendo a un caballero del Perú, que le envió unos
barros diciéndole que se volviese hombre” (Juana Inés de la
Cruz, Obras completas, 136-139) tiene principalmente que ver
con dos asuntos: el primero, sobre la identidad del destina-
tario peruano; el segundo, sobre unos enigmáticos versos
relacionados con una insinuante referencia a la sexualidad o
al género biológico de la remitente. En este ensayo pretendo
aclarar algunos puntos sobre el pretexto del regalo, los
“barros”, y sobre otro tema relacionado, el “filis” de los
mismos barros. Mi objeto es analizar las referencias a estos
artefactos dentro del cosmos colonial mexicano, para enten-
der tanto su función como objeto de arte de lujo, de estatus,
de género, así como su función como emblema de intercambio
cultural, social y simbólico; luego presumo formular una
explicación por la reacción que sor Juana hubiera tenido al
recibir estos barros, y deslindar su singular respuesta a lo que
es, por lo visto, un intento del caballero de agradarle, si no de
lisonjearle.1
Como método de análisis empezaré con una vista
detallada del poema mismo, y sus varias lecturas en la crítica
contemporánea, inclusive lecturas feministas y retóricas. Lue-
go explicaré el origen y utilidad de los búcaros como objetos
decorativos y de utilidad cotidiana, su fabricación y su distri-
bución a través del imperio español decimoséptimo, y sus

1
Sobre la identidad de este caballero y algunas relaciones epistolares de sor Juana,
véase Ballón Aguirre (Los corresponsales peruanos).

Mariel Reinoso Ingliso y Lillian von der Walde Moheno (eds.),


“Tempus fugit”. Décimo aniversario de “Destiempos”.
México: Editorial Grupo Destiempos, 2016. ISBN: 978-607-9130-34-3
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

28 características artísticas. De ahí situaré el poema en el


contexto histórico-literario de su época, con base en un breve
examen de algunos textos del Siglo de Oro que hacen
referencia a los búcaros y a la costumbre de consumirlos.
Además, mencionaré algunas obras de arte de la época que
retratan el uso cotidiano de estos útiles, y terminaré con una
explicación del búcaro/barro como metáfora de feminidad, la
cual provoca la ira de sor Juana en su respuesta al caballero
desconocido.
Según el epígrafe asignado en la primera publicación
del poema, en el segundo volumen de sus obras editado en
Madrid en 1692, y repetido por Méndez Plancarte en la edi-
ción de las Obras completas de 1951, el romance fue compuesto
como carta de agradecimiento por algunos versos de elogio
que el caballero desconocido (por los lectores) le había
enviado junto con unos “barros” o vasijas, que la monja
estima que son de Chile. Después de 62 versos de una
reacción veladamente burlesca al estilo tosco de los versos, la
poeta gira su atención a los barros mismos:

Dejo ya vuestros elogios


a que ellos solos se expliquen:
pues los que en si solo caben,
consigo solo se miden.
Y paso a estimar aquellos
hermosamente sutiles
Búcaros, en quien el Arte
hace al apetito brindis:
Barros en cuyo primor
ostenta soberbio Chile,
que no es la plata, no el oro,
lo que tiene más plausible,
pues por tan baja material
hace ques se desestimen
doradas Copas que néctar
en sagradas mesas sirven.
Bésoos las manos por ellos,
que es cierto que tanto filis
tienen los Barros, que juzgo
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

que sois vos quien los hicisteis.


29
De ahí vienen los versos más comentados del romance
debido a la curiosa réplica que sor Juana le hace a la suge-
rencia que ella “se volviese hombre,” versos que han ins-
pirado a multitudes de críticos literarios a suponer que sor
Juana ocultaba, si no un cuerpo hermafrodita, por lo menos
una identidad andrógina, debajo del hábito:

Y en el consejo que dais,


yo os prometo recibirle
y hacerme fuerza, aunque juzgo
que no hay fuerzas que entarquinen:
porque acá Sálmacis falta,
en cuyos cristales dicen
que hay no sé qué virtud de
dar alientos varoniles.
Yo no entiendo de esas cosas;
sólo sé que aquí me vine
porque, si es que soy mujer,
ninguno lo verifique.
Y también sé que, en latín,
sólo a las casadas dicen
uxor, o mujer, y que
Es común de dos lo Virgen.
Con que a mí no es bien mirado
que como a mujer me miren,
pues no soy mujer que a alguno
de mujer puedo servirle;
y sólo sé que mi cuerpo,
sin que a uno u otro se incline,
es neutro, o abstracto, cuanto
sólo el Alma deposite.

Stephanie Merrim ha descifrado en estos últimos ver-


sos un retrato “monstruoso”, según el uso de la época, del
cuerpo femenino de la monja, un cuerpo que no produce hijos
sino “monstruosidades” de arte. Según Merrim, el haberse
refugiado en el convento y vestido el hábito que reduce su
cuerpo a una cifra, significa que lo “transformativo” de este
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

30 acto es la elección de una forma tercera, un travestismo


artístico:

Here Sor Juana verbally fashions herself into a third sex


and tacitly refashions her neutralizing nun’s habit into
a kind of “monstrous” cross-dressing. As are her
poems, it is a site of privileged border-crossing, of
transformative potency, of gender undecidability.
(Merrim, Early Modern Women’s Writing, 35) 2

Sor Juana trafica su propio ingenio, piensa Merrim, al


producir los romances epistolares, género poético que, según
la profesora, carece de mérito literario, pero queda cargado de
significancia cultural: “This poetry, practically devoid of
literary merit, was rich in cultural capital. Light and frothy, it
is also a weighty indication of the expert manipulation of
cultural structures that so marked sor Juana’s life and works”
(35)
En un intento de examinar el poema con un lente
cultural, Elane Granger Carrasco se acerca a los “barros”, pero
su análisis erró el blanco al concluir que los utensilios eran de
poco valor y llevando así un mensaje mal entendido:

She accepts what probably were indigenous artifacts


from Chile, the “barros” mentioned above, and an
accompanying note or poem in which this stranger,
who has undoubtedly heard of Sor Juana and knows of
her poetic inspiration as well as of her worldly fame as
a writer, tells her she should turn herself into a man.
(Carrasco, “Sor Juana’s Gaze", 19)

No sorprende que Carrasco termine confundida por el


contenido del mensaje, porque entiende mal el contenido
cultural criollo-peninsular de los búcaros. Carrasco tiene
razón en que sor Juana mira con suspicacia el regalo y el

2
“Aquí sor Juana se trocó a un tercer sexo y tácitamente convierte su hábito monjil
en algún tipo de travestismo “monstruoso”. Igual que sus poemas, es un sitio de
cruce de fronteras privilegiado, de potencia transformativa, de no determinación
de género”.
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

poema acompañante, pero yerra en el significado. Supone que 31


los barros, siendo supuestamente de poco valor y de mala
factura, significan que el caballero peruano insinúa una falta
de respeto a la inteligencia de sor Juana o de su obra literaria:

Perhaps this poem was not openly insulting. Yet the


romance strongly suggests that the gentleman made
reference to Sor Juana’s physical attraction and that she
was deeply offended that his gaze should be on her
“womanhood” and not on her “writerhood”, if you
will. He seems to have associated her success as a writer
with masculinity, hence his request that she negate her
sex. Her taking offense at his posture becomes apparent
in the constant presence of the Peruvian in her own
poem where Sor Juana’s regard is directed at him and
his poem, while, at the same time, her gaze is directly
focused on the meaning of his request that she change
herself into a man. (19)

Aunque Carrasco se equivoca en el valor de los barros


y su significado artístico, su mayor malentendido viene más
tarde cuando confunde “filis” con “fila”, suponiendo que este
“filis” es una referencia freudiana a la lima, herramienta que
se supone se usa para marcar diseños en la superficie del
barro, y que según Carrasco, representa el miembro mascu-
lino:

These Chilean vases or bowls of clay, in their humble


representation of beauty, whet her appetite for Art, she
says. She refers to the sharpness of the instrument that
must have carved designs on them, filis, and concludes
that it must have been the Peruvian himself that carved
them. The Greek word Filis suggests lover, as well as
file, which needs no semiotic nor Freudian analysis.
Her next line refers to his attack on her sexuality
connecting the idea of sharp and cutting to his request
that she turn herself into a man. “I am going to muster
up all the strength I can,” says Sor Juana, “but you
cannot really fertilize strength, that is, make a man’s
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

32 essence grow artificially”, and she gives further


reason… (22)

Como veremos más adelante, el error de Carrasco


responde a una falta de conocimiento de la cultura cotidiana
colonial y de los artefactos domésticos. Como consecuencia,
su interpretación del mito de Salmacis y Hermafrodito va
mucho más allá del significado metafórico del texto.
Por otra parte, Antonio Alatorre, sin mencionar
precisamente la relación entre los barros y el concepto de
feminidad, interpreta la réplica poética de sor Juana al
caballero peruano como una defensa de su naturaleza
creadora aparte del sexo, como parte de su ontología, como
miembro de la humanidad. En vez de interpretar los versos
101-108 como una confesión de hermafroditismo, Alatorre
vislumbra una actitud de indiferencia hacia la sexualidad:
“…Como si dijera: «Por lo que a matrimonio se refiere,
conmigo no se cuente: si soy o no mujer, lo mismo da»”.
(Alatorre, “Sor Juana y los hombres”, 330) Para Alatorre, la
palabra “hombre” significa en estos versos una identificación
con el género humano, no como una condición genital:

…Todo nos lleva a concluir esto tan simple: sor Juana


tuvo el sueño de ser hombre. Sólo que, en este sueño,
hombre no significaba individuo del sexo masculino,
sino individuo del género homo sapiens. “Hombre”, no
en contraposición a “mujer”, sino en contraposición a
“animal”.
Su vida toda gira en torno a este sueño, conscien-
temente asumido. Sor Juana se propuso demostrar que
una mujer era tan hombre (tan plenamente ser humano)
como cualquier hombre. Y si alguien le hubiera inter-
pretado ese querer ser hombre como envidia del pene,
a ella no le hubiera importado. Siendo la cultura de su
mundo tan abrumadoramente masculina, igual daba
entender lo uno que lo otro. Además, era preciso que el
mundo no viera en ese empeño ninguna anomalía.
(331)
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

Si los búcaros inspiran una reacción burlona o 33


socarrona en sor Juana, y si no aceptamos que fuera una
confesión anatómica de la monja mexicana, será impres-
cindible examinar qué significados y qué utilidades tenían
estos receptáculos en el mundo colonial en el cual se
escribieron estos versos. Por eso tornamos a indagar la
fabricación, el comercio y la utilidad de estos artefactos en el
mundo doméstico y artístico del imperio español.
Desde los tiempos más remotos, los habitantes de la
Península Ibérica han formado artefactos de cerámica como
recipientes, jarros, floreros y varios otros utensilios de barro.
Laufer traza el consumo de barro fragante, y la vasija hecha
de tal barro, en la Edad Media. El yacimiento más productivo
de este barro fragante se ubica cerca de Estramoz, en la
provincia de Alemtejo, Portugal, y en Extremadura. Laufer
atribuye el nombre de la ciudad Almagro a la palabra árabe
al-maghra, o sea, ocre rojo, un barro utilizado todavía en los
1930, cuando Laufer estaba escribiendo sobre la geofagia
(Laufer, Geophagy, 167-168)
Durante los Siglos de Oro, una de las modas más
singulares de la época entre las señoras aristocráticas de
España y sus colonias se concentraba en la afición al
susodicho búcaro, que Covarrubias define así:

BUCARO, género de vaso, de cierta tierra colorada que


traen de Portugal, y porque en la forma era ventriculoso
y hinchado, le llamaron buccaro a bucca, que vale el
carrillo hinchado, o puede traer origen, del nombre
Griego Boukapos, buqueros, que vale cuerno de buei,
por aver tenido en sus principios forma de cuernos, que
aun hasta oy dia se via esta hechura en todas materias.
Destos barroz dizen que comen las damas, por
amortiguar la color, o por golosina viciosa, y es ocasion
de que el barro, y la tierra de la sepultura las coma, y
consuma en lo mas florido de su edad. (Covarrubias
Orozco, Tesoro, 164)

La costumbre de comer barro o cerámica se remonta a


la Edad Media en la Península, según Teresa Garulo Muñoz,
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

34 quien encuentra referencias al consumo de barro en las guías


medicinales del siglo XI en al-Andalus. Según Garulo Muñoz,
el médico ibn Hazm (994-1064) contestó una consulta sobre
comer barro, específicamente un barro fragante. Defiende la
costumbre contra algunos “hadices falsos”, o sea, interpreta-
ciones incorrectas del Corán que se hallaban contra tal
costumbre. El hábito fue prohibido por la Iglesia en el siglo
XVII, pero la prohibición fue ignorada y continuada hasta el
siglo XIX (Garulo Muñoz, “Comer barro")
La producción de cerámica en el Nuevo Mundo tam-
bién tiene sus raíces en épocas pasadas, cuando los antiguos
mexicanos producían el tecuitlatl, un barro blanco utilizado
para varias funciones, inclusive la ingestión por sus diversos
efectos medicinales. 3 Antonio de Solís, cronista oficial de
Nueva España, elogia los barros mexicanos, especialmente la
factura de vasija que él se toma por búcaros en los mercados
de Tlatelolco en los primeros años de la conquista de México:

Eran muy de reparar los Bucaros, y hechuras exquisitas


de finissimo Barro, que traían a vender, diverso en
color, y en la fragancia: de que labraban con primor
extraordinario quantas Piezas, y Vasijas son necesarias
para el servicio, e y adorno de una Casa: porque no
vsavan Oro, ni de Plata en sus Vaxillas; profusión, que
solo era permitida en la Mesa Real, y esto en días muy
señalados” (Solís, Historia de la conquista, 202).

La producción de la cerámica “bruñida,” muy estimada en


Nueva España y por toda Europa, tuvo su origen en 1650
(Charlton y Katz, “Tonalá Bruñida Ware", 46).
Pero los búcaros referidos en los versos de sor Juana
tienen una función mucho más allá de receptáculo ―las
señoras de alto rango social solían mascar los fragmentos de
los barros por razones tanto nutritivas como cosméticas―. El
consumo de esta materia provocaba una condición mal
entendida por aquel entonces, llamada “la opilación,” o sea,

3
Laufer cita a Bernal Díaz del Castillo, a Francisco López de Gomara, a fray Juan
de Torquemada y a Bernardino de Sahagún (178-179).
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

una obstrucción de las vías digestivas que inducía la anemia. 35


La condesa francesa D’Aulnoy describió esta costumbre en un
diario escrito después de visitar a la “princesa” de Monteleón
en Madrid en 1679:

Ya os he dicho que tienen una gran afición por esa


tierra, que ordinariamente les causa una opilación: el
estómago y el vientre se les hinchan y se ponen duros
como una piedra, y se les ve amarillas como las cañas.
He querido probar ese alimento tan estimado y tan
poco estimable, y antes comería asperón. Si uno quiere
agradarles, es preciso darles de esos búcaros, que
llaman barros; y a menudo sus confesores no les ponen
más penitencia que pasar todo un día sin comerlos.
Dicen que tiene muchas propiedades, que no tolera el
veneno y que cura varias enfermedades. Tengo una
gran taza de esa clase que contiene una pinta; el vino no
vale nada bebido en ella, pero el agua resulta excelente;
parece como si hirviese en su interior; por lo menos se
la ve agitada y que tiembla (no sé si eso puede decirse
así); pero cuando se la deja allí un poco de tiempo, la
taza se vacía sola, tan porosa es esa tierra, y huele muy
bien. (D'Aulnoy, Relación del viaje, 244)

Lorenzo Magalotti, diplomático, científico, poeta


italiano (1637-1712) 4 describe en tres largas cartas las costum-
bres de bucarofagia a la marquesa Ottavia Renzi Strozzi, señora
romana que mantenía una colección extensa de tales barros.
Habiendo visto desde cerca a las señoras aristocráticas de
Madrid, Córdoba y Sevilla en 1669, y manteniendo varias
amistades entre españoles de regreso en Europa, Magalotti
fue cautivado por la costumbre de españolas y criollas de
consumir fragmentos de estos artefactos. Magalotti describe y
distingue los búcaros peninsulares (portugueses) de los “in-
dianos” (chilenos) según la textura y color de la superficie

4
Dice Magalotti: “Estudia además el árabe, el sirio y el turco, toma incluso
lecciones de circasiano, trata en vano de tener noticias «de una lengua» de México
a través del mismo amigo español que le envía en 1698 la edición de las poesías de
sor Juana Inés de la Cruz” (“De los búcaros”, 328). Este hubiera sido el amigo a
quien Magalotti dirige dos cartas en abril de 1698, Francisco Antonio Iriarte.
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

36 acabada, y por el sabor del barro. Los bruñidos de un color


rojo oscuro de Chile eran, a su parecer, superiores a los
portugueses de colores suaves, y los chilenos llevaban
normalmente adornos en forma de aplicados y asas de plata.
Los búcaros de Chile podían ser de barro negro o blanco
embellecido con diseños pintados, mientras los de Guada-
lajara, México, fabricados en Tonalá, eran de un barro blanco
con decoraciones de un engobe rojo o rojizo. Según Magalotti,
se consideraba que los búcaros mexicanos tenían un sabor
superior, pero los de Chile tenían un color preferible, mientras
los de Natán (Panamá) eran los más elegantes (Magalotti 339–
340) 5
Magalotti se interesa por los búcaros debido a su valor
artístico, y queda fascinado por el consumo de los fragmentos
entre las señoras españolas, pero también hace mención de su
utilidad médica: mantienen al usuario fresco durante los
calurosos veranos de Madrid (se moja un pañuelo que se
esconde dentro de un búcaro pequeño y se mantiene dentro
de la manga de la camisa); para curar calenturas, para
refrescar el aliento, y para aliviar una migraña al colocarlos
sobre las sienes (353). Algunas señoras, además de gozar de
los beneficios organolépticos y medicinales, los consumían
por su efecto alucinógeno (García Sáiz y Barrio Moya, “Pre-
sencia de la cerámica colonia", 189) y para controlar la
menstruación (Seseña, El vicio del barro, 40). 6
El efecto más notorio del consumo de barros era la ya
mencionada “opilación”, el resultado de lo que hoy se sabe
que es la anemia, producida por una oclusión de las vías
digestivas, resultando en la falta de absorción de hierro en la
sangre y la resultante palidez y delgadez tan deseadas entre
la aristocracia europea (Morel Fatio, “Comer barro”, 44).

5
Un amigo de Magalotti, el biólogo-anatomista Lorenzo Bellini, escribió un poema
épico-burlesco intitulado La Bucchereide (Florencia: Tartini, 1729), elogiando, en
un lenguaje que toma de las cartas de Magalotti, el uso entre las españolas de los
“buccherini” americanos, cita al florentino en cuanto a la superioridad de olor y de
sabor de los de Guadalajara (Tonalá).
6
Seseña sugiere que el consumo de búcaros por parte de Carlos II y la reina María
Luisa de Orléans puede explicar su incapacidad para concebir (42-43).
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

Curiosamente, estos se apreciaban no sólo por sus 37


características morfológicas y decorativas, sino además
porque eran símbolo de estatus, prestigio y poder dentro de
la nobleza de América y de Europa. Tienen una función social,
más que utilitaria, en el que la mayoría fueron utilizados
como obsequios a autoridades laicas y religiosas, otorgán-
doles así un alto estatus a los destinatarios. Magalotti afirma
que eran “...un regalo de simple curiosidad, o galantería,
como en efecto son…” (342). El florentino cuenta un inter-
cambio con “un buen padre” peruano que le asegura que él
mismo tenía la costumbre de mandarles baúles llenos de estos
búcaros a otros clérigos y laicos en función de nexos afectivos
(334). Asegura Magalotti que estos artefactos se han conver-
tido en los regalos predilectos de todos los miembros de la
alta aristocracia española, como moneda en el tráfico de
amistades e influencias:

...todos trafican con ellos, todos viven con ellos […]


cada uno hace de ellos una diversión en casa, un capital
de mérito, de amigos, de protección, de esperanzas en
la corte… cada uno los manda, cada uno los lleva al
pariente, al amigo, a la dama, al amo; […] por todas
partes el curioso, el erudito, el filósofo los observa, los
estudia, reflexiona acerca de ellos. (346)

Entre los más activos traficantes en búcaros, según Magalotti,


se hallan las monjas españolas: “...generalmente hacen con
ellos un negocio particular y una ocupación continua realzán-
doles el olor natural con el artificial, perfumándolos con
profusas lavandas de agua de ámbar, y con sahumerios
preciosos de pastillas y de perfumadores” (346). De ahí,
entonces, un motivo por el cual el peruano le hubiera
obsequiado unos “barros” a sor Juana ―para lisonjearla, para
agradarle, y seguramente para ofrecerle capital social para
traficar en su propio “mercado” social novohispano―.
Por otra parte, el motivo del regalo del caballero
peruano pudiera relacionarse con el estado religioso de las
autoras de las cerámicas y la destinataria. Los búcaros
chilenos tienen una historia que a lo mejor el caballero
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

38 peruano quería relacionar con la monja mexicana, y quizás


tiene parte de la respuesta del motivo por su envío. Entre los
barros más populares, debido a su singular diseño, se
encontraban los producidos por las monjas clarisas de San-
tiago de Chile (véase Rovira y Gaitán, “Los búcaros”, 41–80).
Según Magalotti:

En Santiago pues las mejores, y puedo decir las únicas


trabajadoras son las monjas, porque aunque las mu-
chachas españolas e indias que sirven a las monjas,
como en Santa Clara en Nápoles, en hábito seglar, o las
que están como educandas en aquellos monasterios,
también trabajen, con todo, cuando salen de ellos,
encuentran diez diversiones mejores, y aun si por
pasatiempo se ponen a hacer algunos, es solamente
para regalarlo, y no para hacerlo como oficio [...]
Hombres, ni en Santiago ni en otro lugar en todo el
reino, hay ninguno que por milagro ejerza semejante
profesión. (336-337)

Entre los cuatro monasterios femeninos, según Maga-


lotti, quien, que se sepa, nunca pisó tierras americanas, habría
como mil monjitas involucradas en tal oficio (337).

BIBLIOGRAFÍA

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feminista 9 (1994), 329–348.
AULNOY, MARIE CATHERINE LE JUMEL DE BARNEVILLE, Relación
del viaje por España. Ed. de G. Mercadal, pról. de
Lorenzo Díaz. Akal Bolsillo 148. Madrid: Akal, 1986.
BALLÓN AGUIRRE, ENRIQUE, Los corresponsales peruanos de sor
Juana y otras digresiones barrocas. México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 2003.
CARRASCO, ELANE GRANGER, “Sor Juana’s Gaze in Romance
48”, Mester 20:2 (1991), 19–26.
PAMELA H. LONG
“BUCAROFAGIA: UNA LECTURA ALTERNATIVA DEL ROMANCE 48 DE SOR JUANA INÉS DE
LA CRUZ”

39
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Simposio de la Sociedad de Literatura General y Comparada.
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