El Arte de Amar Sofia Sánchez
El Arte de Amar Sofia Sánchez
El Arte de Amar Sofia Sánchez
IPA, 2016
INTRODUCCIÓN
Mediante este estudio pretendo hacer una comparación entre el libro “Ars Amatoria”
(nombre en latín: El arte de amar) de Ovidio y “El arte de amar” de Erich Fromm.
Pese a que poseen el mismo título guardan en sus páginas importantes diferencias, y si
bien ambos refieren al Amor cada autor lo concibe o lo entiende y lo define de forma
muy distinta.
En ambos textos se presenta el Amor como un arte, los autores manifiestan la intención
de enseñar, de guiar y de mostrar el camino para “amar correctamente”.
Podemos ver que Ovidio nos introduce de esta forma: “Si alguien en la cuidad de Roma
ignora el arte de amar, lea mis páginas, y ame instruido por sus verdades. El arte
impulsa con las velas y el remo las ligeras naves, el arte guía los veloces carros, y el
amor se debe regir por el arte”. (Ovidio, “Ars Amatoria”, pág. 3).
Unas líneas más adelante el autor dirá: “Quirón fué el maestro de Aquiles, yo lo seré del
amor”. Y también añadirá: “La experiencia dicta mi poema; no despreciéis sus avisos
saludables: canto la verdad”. (Ovidio, “Ars Amatoria”, pág. 4).
Erich Fromm también nos invita a introducirnos en el libro de esta forma: “La lectura
de este libro defraudará a quien espere fáciles enseñanzas en el arte de amar. Por el
contrario, la finalidad del libro es demostrar que el amor no es un sentimiento fácil
para nadie, sea cual fuere el grado de madurez alcanzado. Su finalidad es convencer al
lector de que todos sus intentos de amar están condenados al fracaso, a menos que
procure, del modo más activo, desarrollar su personalidad total, en forma de alcanzar
una orientación productiva; y de que la satisfacción en el amor individual no puede
lograrse sin la capacidad de amar al prójimo, sin humildad, coraje, fe y disciplina. En
una cultura en la cual esas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad
de amar. Quien no lo crea, que se pregunte a sí mismo a cuántas personas
verdaderamente capaces de amar ha conocido”. (Erich Fromm, “El arte de amar”,
pág.2).
Para poder realizar el análisis de los textos correctamente, mencionaré la biografía de
cada autor. Enfocándome especialmente en el contexto histórico bajo el cual escriben
estas obras, sus profesiones, estudios, etc.
Ovidio:
Su nombre completo fue Publio Ovidio Nasón, nació el 20 de marzo del año 43 a. C en
Sulmona. Vivió en la Roma del emperador Augusto, estudió leyes, retórica y se instruyó
sobre la cultura helénica en Atenas.
Ejerció por poco tiempo el derecho, dedicándose luego a la escritura. Fue un poeta
ingenioso y también erudito. Junto con Horacio y Virgilio es uno de los mayores
exponentes de la literatura clásica latina.
Tuvo tres esposas, no obstante diversas amantes a lo largo de su vida, estas experiencias
las plasma en sus obras. Por ejemplo en “Amores”, una serie de poemas de temática
erótica con tono cómico; también las “Heroidas”, cartas amorosas con un trasfondo
mítico o la obra que nos aboca “El arte de amar” que se enfoca en el arte de la
seducción.
Ovidio tuvo gran aceptación y éxito pero fue deportado a Tomis por Augusto. Las
razones no están del todo claras, ya que el mismo Ovidio en su autobiografía “Tristes”
las presenta de forma confusa.
Erich Fromm:
Erich Pinchas Fromm nació el 23 de marzo de 1900 en Frankfurt del Main, Alemania.
Se destacan en sus publicaciones: “El miedo a la libertad” (1941), “El hombre para sí
mismo” (1947), “El lenguaje olvidado” (1951), “La sociedad sana” (1955), “El arte de
amar” (1956), “La misión de Sigmund Freud” (1956), “Más allá de las cadenas de la
ilusión” (1962), “¿Tener o ser?” (1976) y “La anatomía de la destructividad humana”
(1973).
El arte de amar según Ovidio tiene por objetivo enseñar y guiar en las técnicas o
estrategias de fingimiento, engaño, seducción y dominación, que se pueden emplear
para lograr poseer el objeto deseado.
“No es a los ricos a quienes me propongo instruir en el arte amatorio: el que da con
largueza no necesita mis lecciones. Se pasa de listo el que dice cuando quiere: «Acepta
este regalo», y desde luego le cedo el primer puesto: para vencer, sus dones valen más
que mis consejos. Soy el poeta de los pobres porque amé siendo pobre, y como no podía
brindar regalos, pagaba con mis versos”. (Ovidio, “Ars Amatoria”, pág.48)
Y las mujeres: “No era justo que las mujeres peleasen desnudas contra enemigos bien
armados, y en estas condiciones la victoria de los hombres sería altamente depresiva”.
En la concepción del amor de Ovidio, todos los hombres están destinados a amar, en
cambio solo algunas mujeres son merecedoras del amor. Están excluidas las siervas y
las que poseen una clase social baja.
“¿Qué hombre libre querrá entrar en tratos de amor con una sierva y abrazar su
espalda marcada por el látigo?” (Ovidio, pág. 238).
Ovidio invita a los jóvenes a ser “soldados del amor”, a ser cazadores y les brinda la
seguridad de su éxito en esta milicia.
“Joven soldado que te alistas en esta nueva milicia, esfuérzate lo primero por
encontrar el objeto digno de tu predilección […]” (Ovidio, “Ars Amatoria”, pág.5)
“El cazador sabe muy bien en qué sitio ha de tender las redes a los ciervos y en qué
valle se esconde el jabalí feroz”.
“Primeramente has de abrigar la certeza de que todas pueden ser conquistadas, y las
conquistarás preparando astuto las redes”.
“La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su
separatidad, de abandonar la prisión de su soledad. El fracaso absoluto en el logro de
tal finalidad significa la locura, porque el pánico del aislamiento total sólo puede
vencerse por medio de un retraimiento tan radical del mundo exterior que el
sentimiento de separación se desvanece -porque el mundo exterior, del cual se está
separado, ha desaparecido-”. (Erich Fromm, “El arte de amar”, pág.6)
Fromm nos habla de un amor maduro, donde se da el contrasentido de dos seres que se
convierten en uno, sin dejar de ser dos. Esta unión es la que trae paz a la vida del
hombre, la que colmaría el vacío que generó en un principio la noción de la separatidad.
La capacidad de amar se encuentra en el acto de dar, sin esperar nada a cambio. Erich
comenta que muchas personas consideran el dar como un sacrificio, como un dolor, el
desprenderse de algo que quieren. En cambio dar maximiza al ser humano, lo eleva a su
máxima potencia y genera felicidad, porque al dar se encuentra la expresión de la
vitalidad del hombre.
“Sin embargo, la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el
dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sí
misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa
necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él -da
de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su
tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al dar así
de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al
exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar es de por sí una dicha exquisita.
Pero, al dar, no puede dejar de llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace
a la vida se refleja a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar de
recibir lo que se le da en cambio. Dar implica hacer de la otra persona un dador, y
ambas comparten la alegría de lo que han creado. Algo nace en el acto de dar, y las
dos personas involucradas se sienten agradecidas a la vida que nace para ambas. En lo
que toca específicamente al amor, eso significa: el amor es un poder que produce
amor; la impotencia es la incapacidad de producir amor”. (Erich Fromm, “El arte de
amar”, pág.21)
“Allí encontrarás más de una a quien dedicarte, con quien entretenerte, a quien puedes
tocar, y por último poseerla”. (Ovidio, “Ars Amatoria”, pág.7)
Fromm destaca que el amor maduro además de ser caracterizado por dar
desinteresadamente, tiene como elementos el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el
conocimiento. (Erich Fromm, “El arte de amar”, pág.22)
Estos son comunes a todos los tipos de amor.
En primer lugar el amor implica cuidado. Esto no nos sorprende, podemos ver que
alguien ama cuando se preocupa y vigila cuidadosamente el bienestar del otro o del
objeto que ama.
“Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por sí misma, en la forma que les
es propia, y no para servirme. Si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero
con ella_ tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para mi uso”.
(Erich Fromm, “El arte de amar”, pág.23-24)
Vemos que Ovidio no refleja tampoco el respeto en sus consejos, el amado toma al
amante como un objeto.
“¿Qué pretendiente listo no sabe ayudar con los besos las palabras sugestivas? Si te
los niega, dáselos contra su voluntad; ella acaso resista al principio y te llame
malvado; pero aunque resista, desea caer vencida.
Evita que los hurtos hechos a sus lindos labios la lastimen y que la oigas quejarse con
razón de tu rudeza. El que logra sus besos, si no se apodera de lo demás, merece por
mentecato perder aquello que ya ha conseguido. Después de éstos, ¡qué poco falta a la
completa realización de tus votos! La estupidez y no el pudor detiene tus pasos. Aunque
diga que la has poseído con violencia, no te importe; esta violencia gusta a las
mujeres: quieren que se les arranque por fuerza lo que desean conceder”. (Ovidio,
“Ars Amatoria”, pág.35-36)
“Imitad, jóvenes mortales, el ejemplo de las diosas, y no neguéis los placeres que
solicitan vuestros ardientes adoradores. Si os engañan, ¿qué perdéis? Todos vuestros
atractivos quedan incólumes, y en nada desmerecéis aunque os arranquen mil
condescendencias. El hierro y el pedernal se desgastan con el uso; aquella parte de
vosotras resiste a todo y no tiene que temer ningún daño”. (Ovidio, “Ars Amatoria”,
pág.81)
Sin embargo el conocimiento tiene otro vínculo esencial con el problema del amor. El
hombre tiene la necesidad de poder fundirse con otra persona para poder abandonar la
prisión de la separatidad, y de poder conocer “el secreto del hombre”.
A pesar de que nuestro conocimiento tiene limitaciones para poder captar el secreto del
hombre o del universo, podemos según E. Fromm conocerlos en el acto de amar.