Luz Aurora Pimentel - Écfrasis y Lecturas Iconotextuales
Luz Aurora Pimentel - Écfrasis y Lecturas Iconotextuales
Luz Aurora Pimentel - Écfrasis y Lecturas Iconotextuales
la definía hace cuarenta años como "la descripción poética de una obra de arte pictórica
o escultórica" (1 962,72); James Heffernan, de manera más abstracta, define la ecfrasis
como "la representación verbal de una representación visual" (1993, 3), y Claus
Clüver como "la representación verbal de un texto real o ficticio compuesto en un
sistema sígnico no verbal" (1994, 26). Es interesante notar que las tres definiciones
insisten en el carácter relaciona1 del texto verbal con respecto al objeto plástico, lo cual
permite extender el texto a una relación intersemiótica, y, puesto que el texto verbal
asume 1; representación del objeto plástico, al que lee como si fuera un texto, la
relación también se plantea como intertextual. Por otra parte, como ya lo apunta
Spitzer, el texto ecfrástico surge de un imp~ilsoque se resuelve en la práctica textual
que conocemos como descripción; un deseo de de-scribir (nótese el sentido
etimológico de la palabra: describere-escribir apartir de), de re-presentar, de volver
a presentar al otro no verbal. Destaca, asimismo, el carácter doblemente
representacional de la ecfrasis, puesto que se trata de la representación verbal de una
representación visual. Finalmente, en la definición de Clüver, el acento está puesto
sobre la textualidad: el texto verbal representa al "texto" no verbal, compuesto en un
sistema de signos no verbal.
No abordaré en este ensayo temas afines a la ecfrasis como el debate ya
bicentenario, iniciado por Lessing, en torno a la prop~iestahoraciana sobre la relación
de analogía entre la pintura y la poesía, el famoso dicturn, ut pictura poesis, en tér-
minos de la supuesta y exclusiva espacialidad de las artes plásticas versus la
igualmente supuesta y exclusiva temporalidad de las artes verbales. Mi propósito es
explorar los límites de la textualidad en la ecfrasis, práctica discursiva que, al tiempo
que declara al objeto plástico otro, extiende sus limites textuales para convertirlo en
texto e incorporarlo como tal; abordaré, asimismo, las formas de relación entre el texto
ecfrástico y el plástico, así como los grados de transformación/deformación que opera
tal relación.
Para comenzar exploraremos brevemente los limites textuales y relacionales de este
fenómeno verbal. Si la ecfrasis se define como la representación verbal de una
representación visual, es claro que se trata de una operación -esencialmente
intertextual; no obstante, si, a su vez, la intertextualidad se define mínimamente como
la presencia de un texto verbal en otro, en el caso que nos ocupa, la presencia de una
representación visual en un texto verbal establece una relación que Peter Wagner
(1996, 17) ha llamado intermedialidad, misma que define como "una subdivisión de la
intertextualidad." La relación intermedia1 pone en juego por lo menos dos medios de
significación y de representación. No obstante, si bien la relación intermedial, como la
intertextual, también puede darse en las modalidades de la cita puntual y la alusión, el
efecto sobre el texto no es de la misma naturaleza. En la cita puntual, el texto verbal
citado sufre una serie de transformaciones debido al nuevo contexto circundante, pero
las palabras como tales son las mismas. En el caso del objeto plástico citado la
transformación es de otro orden; en su relación con el texto verbal la imagen evocada
puede desembocar en un verdadero iconotexto (Wagner, 1996): no sólo la repre-
sentación visual es leíddescrita-de hecho descrita-como texto sino que al entrar en
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obra de Boticelli, Zéfora, la hija de Jetro, en un fresco sobre la vida de Moisés pintado
en la capilla Sixtina. Tanto la referencia como la descripción constituyen una suerte de
invitación al lector para que lleve a cabo un "cotejo." Mas el "cotejo" no procede
meramente como registro de semejanzas, o de exhaustividad en la descripción, porque
habría que considerar un fenómeno de capital importancia para esta práctica
discursiva: que toda mirada transforma al objeto plástico en un texto para leer, y, por lo
tanto, el objeto plástico se convierte en tantos textos como miradas se fijen en él. Y es
que, en el acto mismo de describir, el poeta o novelista selecciona, reorganiza,
jerarquiza; resignifica, en una palabra, al objeto representado, convirtiéndolo en un
texto significante, en ese otro del texto verbal. Más aún, en el acto de lectura, el lector
también resignifica ambos textos, el plástico y el ecfrástico sobre los mismos
principios de selección, jerarquización y organización de los detalles que el texto le
ofrece. Ahora bien, el texto verbal confiere significaciones al texto plástico que no
necesariamente le son propias, significaciones que forman parte del contexto verbal en
el que se inscribe el texto ecfrástico, de modo que, paradójicamente, si el impulso
ecfrástico tiende, en un primer momer.to, a una relación analógica con el objeto
plástico, a la larga termina "pareciéndose" más a la red de significaciones del contexto
verbal que al objeto que pretende representar. Por otra parte, la ecfrasis misma, en
tanto que 1ecturaJescritura del texto visual modifica nuestra percepción del objeto
plástico, reorganiza nuestra mirada y la jerarquiza de acuerdo con los valores
establecidos por el texto verbal.
De modo correlativo, la percepción del objeto plástico afecta nuestra lectura del
texto ecfrástico de varias maneras. En primer lugar, permite lo que llamaríamos un
incremento icónico en la significación verbal: al evocar un cuadro para caracterizar a
un personaje-Odette de Crécy como figura de Botticelli, por ejemplo-la imagen que
se le aplica al personaje no es de naturaleza verbal sino pictórica, una imagen plástica
evocada por el nombre y descrita en sus particularidades seleccionadas; la
significación visual opera así como una suerte de retrato que complementa, culmina o
intensifica al "retrato hablado."
En segundo lugar el texto ecfrástico tiende, o bien a una suerte dejjación de la
imagen, debido a que se trata de la representación verbal de una representación visual;
o bien a un impulso narrativo que dinamiza al objeto de la representación. No
olvidemos que en la época helenística la ecfrasis fue definida como una descripción tan
vívida y detallada que tenía la virtud de la energeia (cf. Krieger). Y es esta fuerza, esta
energía, la que imprime el carácter dinámico, con frecuencia narrativo, de la ecfrasis.
Podríamos decir incluso que ese impulso narrativo que dinamiza al texto visual ya está
potencialmente en la sola "secuencia" descriptiva. Como lo plantea Heffeman, de
manera humorística, "la ecfrasis es dinámica y obstétrica porque ayuda al arte visual,
preñado de narratividad, a parir ese impulso embrionariamente narrativo, haciendo
explícita la historia implícita en el arte visual" (1993, 5).3 Claro está que Heffernan
piensa solamente en aquellos cuadros que se inspiran en algún relato (los cuadros con
tema bíblico, mítico o histórico); sin embargo, aquí, de hecho, se trata de una suerte de
"ecfrasis inversa," por así decirlo: la representación visual de un momento narrativo.
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musicalidad, si bien por preterición: "una no tocada ni oída ni gustada mas pensada,
flor de vocales y consonantes." El primer verso de la tercera estrofa interrumpe esta
interpenetración del mundo y la escritura para afirmar su paradójica incompletud
aunada a su deseo de elevación; más aún, la linea no acaba de escribirse y sin embargo
consuma la transformación de las estrofas en árboles. El verso aislad-"los cuatro
chopos'-es el gozne de articulación entre la tercera y la cuarta estrofa, pero también
el remate de la columna transfigurada en árbol. Es entonces que estalla en polisémica
significación la palabra "línea." Por una parte significa el verso, pero también la linea
que conecta el poema con el cuadro, ya que es evidente-y quizá es el poema de Paz el
que lo hace más evidente al darle un lugar jerárquico tan alto-que el principio
compositivo dominante del cuadro de Monet es justamente la linea: la linea como trazo
dominante: cada chopo es, ante todo, una línea. El poema, por su parte, hace de cada
estrofa un árbol que comienza en una línea. Así, las primeras tres estrofas están
animadas por lo que yo llamaría (modificando un hallazgo descriptivo de Spitzer) una
"onomatopeya sintáctica," ya que las palabras parecen hacer lo que dicen: 1) las líneas
se persiguen y reflejan en su inismidadJotredad; 2) la línea de la segunda estrofa, al
decirlo, obliga, efectivamente, a levantar la mirada hacia la primera; 3) las tres
primeras estrofas materialmente se convierten en "columna diáfana" que fluye "hacia
arriba;" 4) en la tercera estrofa, la incompletud de la línea se refleja en la estrofa trunca
que se completa en la cuarta que es su reflejo-"Aspirados /por la altura vacía ..."(ver
figura 2)
La cuarta estrofa mira en dos direcciones, hacia arriba y hacia abajo, en un sistema
de reflejos sonoros que se expresa en aliteraciones-"charco hecho cieloo-que al
mismo tiempo son paradojas que concilian las direcciones opuestas-charco/cielo-y
que preparan para la serie de antítesis que aquí se inicia: ''interminablemente
inmóviles," "vaivén inmóvil," "el agua del cielo." De este modo, si las cuatro estrofas
iniciales del poema por presión ecfrástica se convierten en árboles-líneas, los cuatro
árboles d e Monet bien podrían
transformarse en un texto, en el cuaderno
rayado del mundo sobre el cual el viento
escribe su "caligrafía llameante." Porque
si el cuadro in-forma las estrofas; la
poesía invita a otra lectura del cuadro en
un incesante juego iconotextual. Al leer
los árboles como líneas horizontales, no
sólo se evoca la escritura-esa caligrafía
llameante del color y de la forma-sino
también la música, en una suerte de
pentagrama-tetragrama, mejor
dicho-sobre el que se pautan aquellas
"cuatro moradas melodías" (ver figura 3).
A partir de esta escritura del mundo,
plantada "sobre un vértigo," el poema se
Figura 2
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esqpejeos
Esta lectura iconotextual del cuadro y del poema en fructífera interacción es,
pienso, la puesta en escena de una invitación explícita. El poema se nos propone como
una representación verbal de un cuadro de Monet y se inscribe así en la serie de poemas
en tomo a las artes plásticas que Paz reunió en el volumen Visto y dicho. Aun cuando la
intención ecfrástica es clara, y todo el poema moviliza estrategias descriptivas que
remiten al cuadro, el solo hecho de que se trate de un texto verbal-como lo hemos
hecho notar en la parte teórica de este trabajo-hace que los elementos descritos
queden inscritos en una serie de significaciones que si bien en un momento dado
también pueden coincidir con la poética impresionista del pintor, son esencialmente
preocupaciones recurrentes del poeta; en otras palabras, el texto ecfrastico no
re-presenta sino que re-significa al objeto plástico al entrar en una red textual y contex-
tual diferente, tramada por la visión del poeta. Es por ello que, además de la lectura
iconotextual, casi pactada por el poeta, una lectura intertextual pondría en órbita otros
poemas de Paz-pienso de manera especial en los de Ladera Este-que también
constituyen una meditación sobre la irrealidad del mundo, el Maya de los textos
Védicos que en cierta medida inspiran estas reflexiones. De cualquier modo, por la vía
iconotextual o intertextual, el cuadro de Monet es para el poeta no sólo un referente, un
punto de partida material para la recreación del mundo, sino también un vehículo para
pensar la irrealidad de la realidad, sus espejismos: "esto que veo somos: espejeos."
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Notas
' Citado en Murray Krieger (1992,7).
Para un análisis detallado de este objeto ficcional-el surtidor de Hubert Rob-
ert-ver el capítulo 6 de mi libro El espacio en laficcion. Ficciones espaciales (2001).
"ekphrasis is dynamic and obstetric; it typically delivers fi-om the pregnant mo-
ment of visual art its embrionically narrative impulse, and thus makes explicit the story
that visual art tells only by implication"
Obras citadas
Heffeman, James A. W. 1993. Museum of Words. The Poetics of Ekphrasis from
Homer to Ashbery. Chicago and London: The University of Chicago Press.
Peter Wagner (ed.). 1996. Icons - Texts - Iconotexts. Essays on Ekphrasis and
Intermediality. Berlin, New York: Walter de Gruyter:
Krieger, Murray. 1992. Ekphrasis. The Illusion of the Natural Sign. Baltimore and
London: The Johns Hopkins University Press.
Spitzer, Leo. 1962. "The 'Ode on a Grecian Um,' or Content vs Metagrammar," en Es-
says on English and American Literature. A m a Hatcher (ed.). Princeton: Princeton
University Press.
Lagerroth, Ulla-Britta, Hans Lund, Erik Hedling (eds.). 1997. Interart Poetics. Essays
on the Interrelatiorv of the Arts and Media.
Clüver, Claus. 1997. "Ekphrasis Reconsidered. On Verbal Representations of
Non-Verbal Texts" (en Lagerroth, 1997, 19-33)
Wildenstein, Daniel. 1996. Monet. Catalogue raisonné. Werkverzeichnis, 111. Kohln :
Taschen.
Ilustraciones
Figuras 1,2 y 3, Monet, Les quatre arbres (1 891), 82 x 81.5 cm. The Metropolitan Mu-
seum of Art, New York. En Wildenstein (1996,111, 522)