El Cuaternario Jesús Jordá

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Tema 1A

EL CUATERNARIO:
MARCO CRONOLÓGICO
Y PALEOAMBIENTAL
DE LA PREHISTORIA

Jesús F. Jordá Pardo

1. Introducción.
2.  El Cuaternario.
2.1.  Conceptos previos.
2.2.  Definición, categoría y límite inferior.
2.3.  Divisiones del Cuaternario.
2.3.1.  El Pleistoceno.
2.3.2.  El Holoceno.
2.3.3.  El debate del Antropoceno.
3.  Causas de los cambios climáticos del Cuaternario.
3.1.  Tipos de causas.
3.2.  Causas extraterrestres.
3.3.  Causas astronómicas.
3.4.  Causas geológicas.
3.4.1.  Procesos endógenos y exógenos.
3.4.2.  La circulación oceánica.
3.5.  Causas antrópicas.
4. Bibliografía.

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1. INTRODUCCIÓN

Las primeras etapas del desarrollo de la Humanidad, objeto de estudio de


la Prehistoria, tienen lugar en un periodo de tiempo relativamente corto y cer-
cano a nuestros días, pues todavía nos encontramos en él: es el Cuaternario,
ultima gran división cronológica de la Historia de la Tierra.
Las principales características del Cuaternario se pueden resumir en dos:
por un lado, es un periodo en el que se sucedieron numerosas variaciones cli-
máticas, con alternancias de épocas frías y secas (glaciales) con otras cálidas
y húmedas (interglaciales), con los consiguientes cambios en la distribución
de los sistemas morfogenéticos, los paisajes vegetales y las faunas marinas
y continentales; y por otro, es el periodo de la Historia de la Tierra en el que
tiene lugar la culminación de la evolución humana, que si bien se inicia en
momentos anteriores del Cenozoico, durante el Cuaternario da lugar al género
Homo y a la especie humana actual, el Homo sapiens.
El estudio del Cuaternario y el conocimiento de sus características, de lo
que se encarga la Geología del Cuaternario, resultan fundamentales para la
Prehistoria y la Arqueología, pues es precisamente en ese periodo de tiempo
en el que transcurre el desarrollo de la Humanidad, incluyendo las épocas
históricas y los momentos actuales. Así, en el tema 1A de este manual, se
tratarán aspectos fundamentales para conocer el marco temporal y ambiental
en el que tiene lugar la Prehistoria, tales como la definición, categoría en la
escala cronoestratigráfica, límite inferior y divisiones del Cuaternario, mien-
tras que en el capítulo 1B se abordarán sus características paleoclimáticas y
paleoambientales.

2.  EL CUATERNARIO

2.1.  Conceptos previos


Para cuantificar el tiempo al estudiar la Historia de la Tierra, la Estra-
tigrafía utiliza dos escalas: la escala cronoestratigráfica, que establece uni-
dades tangibles que corresponden a las rocas sedimentarias depositadas
durante esa unidad de tiempo, y la escala geocronológica que establece uni-
dades intangibles que representan tiempo. En la escala cronoestratigráfica
las unidades de mayor a menor rango son los eontemas, que se dividen en
eratemas, estas se articulan en sistemas, estos en series y, finalmente, estas
se subdividen en pisos, mientras que, en la escala geocronológica, las uni-
dades equivalentes son eón, era, periodo, época y edad.
Los nombres de cada una de estas unidades y sus límites temporales
por arriba y por abajo son propuestos por la International Commission

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on Stratigraphy (ICS) y sus propuestas son ratificadas por la comunidad
científica geológica internacional organizada en la International Union
for Geological Sciences (IUGS). La fecha numérica del comienzo de cada
unidad temporal (límite inferior) a nivel mundial o Global Standard Stra-
tigraphic Age (GSSA) se define por diferentes tipos de criterios geológi-
cos (paleontológicos, magnetoestratigráficos, isotópicos, paleoclimáticos,
etc.). El límite inferior de cada unidad temporal a nivel mundial se define
en una sección estratigráfica concreta que cumpla determinados requisi-
tos (estratotipo) y que esté situada en un punto concreto de la superficie
terrestre, que recibe la denominación de Global Boundary Stratotype Sec-
tion and Point (GSSP). Cada punto y estratotipo se identifica físicamente
sobre el terreno con un tornillo dorado situado en el lugar escogido, que
debe estar bien identificado sobre el terreno. Tal es el caso, en España, del
límite inferior del piso Selandiense (Paleoceno), cuyo GSSP se encuen-
tra en la playa de Zumaia (Gipuzkoa). Todas las divisiones temporales
admitidas de la Historia de la Tierra se plasman en la International Chro-
nostratigraphic Chart (ISC) que se actualiza constantemente con nuevas
aportaciones de GSSA y GSSP.
La Historia de la Tierra se divide en cuatro grandes unidades de tiempo,
los eontemas/eones Hádico (>4.600-4.000 millones de años o Ma), Arcaico
(4.000-2.500 Ma), Proterozoico (2.500-541 Ma) y Fanerozoico. El Fane-
rozoico, que comienza hace 541 Ma, está dividido en tres eratemas/eras:
Paleozoico (541-251,9 Ma), Mesozoico (251,9-66 Ma) y Cenozoico
(66 Ma-presente). El Cenozoico se divide a su vez en tres sistemas/perio-
dos: Paleógeno (66-23,03 Ma), Neógeno (23,03-2,588 Ma) y Cuaternario
(2,588 Ma-presente).
Con objeto de clarificar la terminología que se utilizara a lo largo del
texto referida a los periodos fríos y cálidos del Cuaternario se explican
a continuación los términos más comunes. Una glaciación o periodo glacial
es un episodio climático durante el cual los glaciares experimentan un gran
desarrollo, alcanzan un máximo y comienzan a retroceder. Un interglacial
es un episodio climático entre dos glaciaciones en el cual las condiciones
no son las óptimas para el desarrollo de los glaciares, por lo que estos retro-
ceden hasta alcanzar su mínima extensión. Un Stadial, estadial o estadio es
un episodio climático en el marco de un periodo glacial o interglacial con
una tendencia al enfriamiento, mientras que un Interstadial, interestadial
o interestadio es un episodio climático dentro de un periodo glacial o inter-
glacial con una tendencia al calentamiento. Por lo general, se utiliza el tér-
mino interglacial para definir periodos con un óptimo climático, al menos
tan cálido como el momento actual, mientras que el término interestadio
o interestadial se emplea para describir periodos templados, demasiado
cortos o demasiado fríos para permitir el desarrollo de bosques templados
caducifolios.

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2.2.  Definición, categoría y límite inferior
El Cuaternario es, por tanto, la unidad cronoestratigráfica y geocronoló-
gica más reciente y corta de la Historia de la Tierra (ocupa sólo un 0,046%),
que constituye el techo de la secuencia geológica y que contiene depósitos y
materiales actuales (figura 1).

Figura 1. Tabla cronoestratigráfica del Cuaternario. * El piso Tarantiense se


encuentra sin ratificar por la IUGS (modificado a partir de ICS en línea).

El término Cuaternario fue introducido en la literatura geológica por Jules


Desnoyers en 1829 para referirse a los materiales poco consolidados, situados
por encima de los depósitos miocenos y pliocenos de la cuenca sedimentaria del
Sena. Hacia 1830‑1832, Marcel de Serres y Henri Reboul restringieron su uso
para los depósitos relacionados con el diluvio bíblico. La utilización del término
Cuaternario tiene su explicación en el contexto de la Historia de la Geología,
puesto que, en aquellos momentos, las eras se conocían por los términos introdu-
cidos en 1759 por Giovanni Arduino: Primaria, Secundaria y Terciaria. Por ello,
al definir los terrenos situados por encima del Terciario aquellos geólogos de
principios del siglo XIX utilizaron el término de era Cuaternaria o Cuaternario.
Pese a que el término Cuaternario siempre estuvo reconocido en los Congre-
sos Geológicos Internacionales, su categoría dentro de la Escala Cronoestratigrá-
fica Internacional nunca tuvo un reconocimiento explícito, hasta qué, en su actua-
lización de agosto de 2008, la IUGS otorgó al Cuaternario la categoría de sistema/

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periodo dentro del eratema/era Cenozoico y por encima del sistema/periodo Neó-
geno. Por tanto, la categoría de esta unidad en la escala cronoestratigráfica es la
de sistema, mientras que en la escala geocronológica su categoría es la de periodo.
Tras un intenso debate científico, en junio de 2009 la IUGS aceptó la pro-
puesta de la International Union for Quaternary Research (INQUA) y de la
Subcommissión on Quaternary Stratigraphy (SQS), por la que el GSSP o límite
inferior del Cuaternario quedó establecido en los siguientes términos: 1) el
límite Neógeno-Cuaternario se define formalmente en el estratotipo del Monte
de San Nicola, en la costa sur de Sicilia (Italia), coincidiendo con la base del
Gelasiense y del Pleistoceno; 2) el Gelasiense pasa a integrarse formalmente
como el piso basal del Pleistoceno; y 3), el límite inferior del Cuaternario se fija
en 2,588 Ma. Además, la sección del Monte de San Nicola (figura 2) contiene el
límite entre los crones Gauss (+) y Matuyama (–) que se detecta fácilmente un
metro por debajo del límite inferior del Gelasiense, coincidiendo con el estadio
isotópico del oxígeno 103 (OIS 103).

Figura 2. Estratotipo (GSSP) de la base del piso Gelasiense y por tanto del
Pleistoceno, en la sección del monte San Nicola (Italia), donde se ha definido el límite
inferior del Cuaternario (tomado de SSI http://stratigraphy.science.purdue.edu/gssp/).

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2.3.  Divisiones del Cuaternario
Tradicionalmente el Cuaternario se divide en dos unidades con categoría
de serie en la escala cronoestratigráfica y de época en la geocronológica, el
Pleistoceno y el Holoceno, y a su vez cada una de ellas se divide en tres subse-
ries: inferior, medio y superior (figuras 1 y 3). Así aparece reflejado en la ICG.
El Pleistoceno abarca la casi totalidad del Cuaternario y se caracteriza por la
alternancia de periodos fríos con otros cálidos o templados. El límite superior
del Pleistoceno corresponde al primer gran calentamiento climático, posterior
a la última glaciación, situado hace 11.700 años. Desde esa fecha hasta el
presente se extiende el Holoceno. En la figura 4 se ofrece una síntesis de las
divisiones cronoestratigráficas y climáticas del Cuaternario, con indicación
de los diferentes tipos humanos y los tecnoclomplejos culturales asociados.

2.3.1.  El Pleistoceno
El término Pleistoceno fue acuñado por Charles Lyell en 1839 para desig-
nar un periodo de tiempo más reciente que el Plioceno, caracterizado por una
fauna de moluscos marinos con una mayoría de especies idénticas a las actua-
les. Es un término tomado del griego cuyo significado es “lo más nuevo”.
Las primeras periodizaciones que se realizaron del Cuaternario se estable-
cieron para medios continentales y se basaron en criterios climáticos. En 1909
Albrecht Penk y Edward Brückner propusieron la cronología cuatriglacial, la
cual definía cuatro grandes periodos fríos o glaciales en los que los glaciares
alpinos experimentaron grandes avances hacia cotas más bajas, denominados
con los nombres de otros tantos ríos alpinos. Estas cuatro glaciaciones son, de
más antigua a más moderna, Günz, Mindel, Riss y Würm. Entre cada una de
ellas se detectan momentos de retrocesos de los frentes de los glaciares corres-
pondientes a etapas cálidas: los interglaciales Günz-Mindel (Cromer o  com-
plejo Cromeriene), Mindel-Riss (Holstein o Holsteiniense) y Riss-Würm (Eem
o Eemiense). Posteriormente, a estas cuatro etapas glaciales se añadieron otras
dos anteriores al Günz, denominadas Donau y Biber. En el norte de Europa,
durante las fases glaciales se produjo un aumento de la extensión de los casque-
tes de hielo o inlandsis, cuyos frentes avanzaron hasta latitudes más meridiona-
les alcanzando el sur de las islas Británicas y el norte de los Cárpatos. En esta
zona del norte de Europa se han observado cuatro fases glaciales denominadas,
de más antigua a más reciente, Beveliense (~ Günz), Elsteriense (= Mi­ndel),
Saaliense (= Riss) y Weichseliense/Vístula (= Würm), separadas por los perio-
dos templados Cromeriense, Holsteiniense y Eemiense, a las que habría que
añadir tres periodos fríos más antiguos, Menapiense, Eburoniense y Preti-
gliense, que más o menos son coincidentes con Donau y Biber, separados por
los periodos templados Waaliense y Tigliense. En Norteamérica los investiga-
dores definieron otras cuatro fases glaciales llamadas Nebraska, Kansas, Illinois

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Figura 3. Divisiones del Cuaternario, con indicación de la escalas cronoestratigráfica
(1: sistemas; 2: series; 3: subseries; 4: pisos; N: Neógeno; P: Plioceno;
Pi: Piacenziense; T: Tarantiense), magnetoestratigráfica (crones, subcrones
y excursiones magnéticas), paleoclimática (estadios isotópicos del oxígeno; aparecen
numerados los pares que corresponden a estadios fríos) y las variaciones de los
parámetros orbitales de la Tierra (línea azul: oblicuidad en º; línea negra discontinua:
excentricidad) (realizado a partir de Ellias, 2007, pp. 2817 y 2823).

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y Wisconsin, separadas por tres etapas interglaciales: Afton (Nebraska-Kansas),
Yarmouth (Kansas-Illinois) y Sangamon (Illinois-Wisconsin). La correlación de
todas estas fases glaciales se muestra en la (figura 5).
En África los procesos glaciares no tuvieron el desarrollo que en Eurasia o
Norteamérica, a pesar de existir glaciares de montaña en las mayores cumbres
africanas (Atlas, montes Kenia y Kilimanjaro), y las divisiones se establecieron
atendiendo a la alternancia de fases húmedas o pluviales (de más antigua a más
reciente, Kanguriense, Kamusiense, Kanjeriense, Gambliense-Makaliense y
Nakuriense), relacionadas con las fases glaciales europeas, y fases áridas o inter-
pluviales, asociadas a las fases interglaciales del continente europeo. No obstante,
estas correlaciones entre fases pluviales y glaciales no están plenamente acepta-
das, exceptuando el pluvial Nakuriense, relacionable con la última deglaciación.

Figura 4. Síntesis cronológica del Cuaternario a partir de 1,9 Ma, que muestra las
escalas paleomagnética, cronoestratigráfica y paleoclimática e indica la posición
de los diferentes tipos humanos y los tecnocomplejos asociados: a la izquierda
desde el subcron Olduvai (1,9 Ma) y a la derecha desde hace 250 ka (modificado de
Fernández Fernández y García Sánchez, 2006, pp. 72 y 73).

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Figura 5. Correlación entre las glaciaciones cuaternarias y sus interglaciales de
Europa y de Norteamérica, con indicación de las escalas SPECMAP, de los isótopos
del oxígeno (OIS) y paleomágnética (tomado de Monjuvent y Nicoud, 2002).

Actualmente, el Pleistoceno tiene categoría de serie/época y sus divisio-


nes reconocidas por la comunidad científica internacional tienen categoría de
subseries/subépocas y de pisos/edades, cuyos límites se han definido utili-
zando criterios magnetoestratigráficos y/o paleoclimáticos. Son las siguientes
(figuras 1, 3 y 4):

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• Pleistoceno inferior: esta subserie se inicia en la base del Gelasiense
(2,588  Ma), en el límite Gauss (+) / Matuyama (–), y comprende dos
pisos marinos:
–– El Gelasiense o primer piso del Pleistoceno inferior, cuyo límite infe-
rior o GSSP es la base del Cuaternario (2,588 Ma), que se encuentra
definido en el estratotipo del Monte San Nicola (Sicilia, Italia) y ha
sido ratificado por la IUGS en 2009.
–– El Calabriense o segundo piso del Pleistoceno inferior, cuyo límite
inferior o GSSP, ratificado en 2011 por la IUGS, se encuentra situado
en la sección de Vrica (Calabria, Italia) según la definición de Emi-
liano Aguirre y Giovanni Pasini de 1985, 15.000 años después del
inicio del subcrón de Olduvai (+), incluido dentro del cron Matu-
yama (–), hace 1,806 Ma.
• Pleistoceno medio: tradicionalmente se iniciaba esta subserie en el límite
entre los crones Matuyama (–) y Brunhes (+) situado hace 0,774 Ma que
coincide con los inicios del OIS 19. Durante un tiempo se propuso que
el piso/edad correspondiente a esta subserie/subépoca fuera el Ioniense,
a partir de una sección estratigráfica italiana, pero no fue aceptado.
En la actualidad se propone que sea el Chibaniense, cuyo límite inferior
o  GSSP ha sido identificado en los depósitos marinos con abundantes
microfósiles de la sección estratigráfica de Ichihara de la prefectura de
Chiba (Japón), en una posición datada en 0,7741 Ma y situada 1,1 m por
debajo de la inversión magnética entre los crones Matuyama (–) y Brun-
hes (+); la propuesta ha sido ratificada por la IUGS en 2020.
• Pleistoceno superior: el límite inferior de esta subserie se hacía coin-
cidir tradicionalmente con el inicio del último interglacial (Eemiense,
Sangamoniense) o estadio isotópico del oxígeno OIS 5e, que coincidía
con la base de la excursión magnética Blake de polaridad inversa dentro
del cron Brunhes, situada hace 0,129 Ma. Actualmente, el Pleistoceno
superior es coincidente con el piso marino Tarantiense, cuyo límite infe-
rior se ha definido por criterios climáticos en el sondeo de la Estación
Terminal de Ámsterdam a 63,5 m de profundidad. Esta propuesta ha
sido presentada por la ICS a la IUGS para su ratificación, si bien por el
momento no hay denominación específica de piso/edad para esta subse-
rie/subépoca. Este límite coincide prácticamente con la base del inter-
glacial Eemiense o inicio del OIS 5e, en los comienzos de la mejora
climática posterior al penúltimo episodio glacial del Pleistoceno, y con
la base del piso marino Tirreniense definido en el Mediterráneo.
Por otro lado, las biozonaciones elaboradas a partir de faunas de mamí-
feros, especialmente de micromamíferos, han permitido establecer divi-
siones en los depósitos continentales cuaternarios, denominadas edades
de mamíferos, que son: una inferior o Villafranquiense (entre 2,97 Ma y

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2,04/1,78  Ma), que viene a coincidir con el final del Plioceno y el Gela-
siense; una intermedia o Biharianiense (entre 2,04/1,78 y 0,85/0,43 Ma),
que cubre el resto del Pleistoceno inferior (Calabriense) y parte del Pleis-
toceno medio; y otra superior o Toringiense (0,85/0,43 Ma-presente) que
incluye el Pleistoceno medio y el superior.
Además, el Pleistoceno superior se ha dividido internamente en dos
fases climáticas con significado cronológico: el Penúltimo Interglacial, que
se extiende entre 130/128 ka (ka = miles de años) y 118/115 ka antes del
presente o before present (BP), que coincide con el OIS 5e, equivalente
al interglacial Riss/Würm o Eemiense, y el Último Pleniglacial, que com-
prende desde 118/115 ka BP hasta 11.700 años de calendario, coincide con
la glaciación Würm e incluye desde el OIS 5d hasta el límite entre el OIS 2
y el OIS 1.
Una de las escalas cronológicas del Pleistoceno más usadas en los últi-
mos años, basada en los isótopos del oxígeno, es la conocida como SPEC-
MAP derivada del proyecto internacional Spectral Mapping Projetc lanzado
en 1980 cuyo objetivo era generar una escala paleoclimática continua para
el Pleistoceno utilizando los registros de foraminíferos planctónicos de los
sedimentos profundos de los fondos oceánicos. En principio, se trató de
una escala de tiempo geológico continuo para el Pleistoceno superior, con
una precisión de 5 ka, que utilizaba la curva de los isótopos del oxígeno
construida a partir de los contenidos isotópicos de foraminíferos planctóni-
cos de latitudes bajas y medias, sincronizada con las curvas de la oblicui-
dad de la eclíptica y la precesión de los equinocios (ver punto 3.3. Causas
astronómicas). Posteriormente, en 1987, Douglas Martinson y otros autores
desarrollaron una escala de tiempo astronómica para los últimos 300 ka sin-
cronizada con una curva de alta resolución obtenida a partir de los isótopos
del oxígeno de siete registros de foraminíferos bentónicos de diferentes fon-
dos oceánicos del globo. La escala se articula en ocho episodios estadiales
mayores que se subdividen en subestadios de menor duración (figura 6).
Por otra parte, la diversa información paleoclimática proporcionada por
los testigos de los sondeos realizados en los hielos de Groenlandia, unida
a la obtenida de los sondeos de sedimentos de los fondos oceánicos, han
permitido establecer una detallada sucesión de episodios paleoclimáticos de
temperaturas moderadas separados por otros de temperaturas frías, basada
en las variaciones de los isótopos del oxígeno. Dentro de los estadios OIS 3
y OIS 2 se diferencian 24 periodos isotópicos interestadiales (Interstadial
Isotope Stages IS o Greenland Interstadials GI), separados por periodos
estadiales fríos (Greenland Stadials GS), que se han podido correlacionar
con las cronozonas de la escala cronoestratigráfica europea basada en datos
paleopolínicos (figura 7).

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Figura 6. Cronoestratigrafía SPECMAP de los últimos 300 ka del Cuaternario basada
en los parámetros orbitales sincronizados con la curva de variación de los isótopos del
oxígeno de siete registros de foraminíferos bentónicos de diferentes fondos oceánicos
del globo. Las líneas verticales numeradas indican características identificables del
registro correspondientes a los diferentes eventos climáticos que aparecen numerados
desde el 6.7 hasta el 1.1 (tomado de Martinson et al., 1987, p. 19).

2.3.2.  El Holoceno
El Holoceno es la unidad más reciente de la escala cronoestratigráfica
con categoría de serie/época que cubre el registro geológico de la Historia
de la Tierra y cubre el intervalo de tiempo comprendido entre 0,0117 Ma y
el momento presente (figuras 1, 3 y 4). El término Holoceno, cuyo signifi-
cado es “completamente reciente”, fue introducido por Paul Gervais en 1867
para designar los depósitos recientes o “postdiluvianos” correspondientes a
un periodo templado que comienza al finalizar el último periodo glacial, que
anteriormente habían sido denominados como Reciente por Charles Lyell en
1839 y como Post-Glacial por Edward Forbes en 1846. El término entró en
la literatura geológica a partir del Second International Geological Congress
(IGC) que tuvo lugar en Bolonia en 1882, para designar el periodo de tiempo
post-pleistoceno que incluye los tiempos actuales, y fue aceptado con cate-
goría de piso (Holocenian) en el Third IGC celebrado en Berlin en 1885.
Tradicionalmente ha recibido la denominación de Postglacial, al corresponder
al periodo de tiempo posterior a la última de las glaciaciones, si bien en la
actualidad esa denominación está en desuso.
El Holoceno coincide con el OIS 1 y su límite inferior ha sido definido
y ratificado por la IUGS en 2008. El GSSP para este límite se ha estable-
cido en el sondeo en el casquete de hielo de Groenlandia denominado North
Greenland Ice Core Project (NGRIP) a una profundidad de 1.492,45 m, en
un momento en el que se observa un exceso en los valores de deuterio al que

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Figura 7. Registro paleoclimático del testigo de hielo del sondeo GRIP (Groenlandia) a
partir de las variaciones del isótopo del oxígeno 18O (δ18O). La columna de la izquierda
corresponde al registro del Holoceno. La columna de la derecha corresponde a los
anteriores 250 ka. Se indica la propuesta de los periodos interestadiales (IS) y su
comparación con la escala paleopolínica europea. (Tomado de Bradley, 1999, p. 160).

siguen cambios en la composición isotópica del oxígeno (18O), en la concen-


tración de polvo, en los valores de algunos elementos químicos y en el espe-
sor de las capas de hielo. La edad de este límite es de 11.700 años contados
en capas de hielo con relación al año 2000 (11,7 ka b2k), y coincide con el
final del último episodio frío del Pleistoceno superior conocido como Younger
Dryas o Dryas reciente.
Tradicionalmente, las divisiones del Holoceno presentan un marcado sig-
nificado climático y se han establecido en función de las estratigrafías polí-

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nicas realizadas en el norte de Europa y en Francia. Según estos criterios,
la escala del Holoceno se compone de los siguientes periodos o cronozonas
cuyos límites has sido datados por radiocarbono: Preboreal, desde el límite
inferior hasta 10,2 ka cal BP; Boreal, entre 10,2 y 9/8,8 ka cal BP; Atlántico,
entre 9/8,8 y 5,7 ka cal BP, Subboreal, entre 5,7 y 2,7/2,5 ka cal BP; y Subat-
lántico, entre 2,7/2,5 ka cal BP y el presente. Los periodos Boreal y Atlántico
se suelen agrupar en lo que se denomina Óptimo Climático Holoceno, mien-
tras que el Subboreal y el Subatlántico se reúnen en un periodo más amplio
llamado Neoglaciación. No obstante, la posición cronológica de los límites de
estas divisiones difiere mucho de unas zonas a otras, pues para su definición
se utilizan las variaciones de determinadas especies vegetales que presentan
una gran variabilidad de unas zonas geográficas a otras.
En la actualidad, las divisiones del Holoceno reconocidas por el comité
ejecutivo de la IUGS en junio de 2018 tienen categoría de subseries/subépo-
cas y de pisos/edades y sus límites, que se encuentran ratificados, se han defi-
nido utilizando distintos criterios. Son las siguientes (figura 8):
• Holoceno inferior o temprano que coincide con el piso Groenlandiense
(Greenlandian en la terminología anglosajona), el cual recibe su nom-
bre del casquete de hielo de la meseta central de Groenlandia, donde se
encuentra el sondeo (NGRIP). Su límite inferior (GSSP) es el mismo que
el del Holoceno, ya comentado, situado hace 11.700 años.
• Holoceno medio, coincidente con el piso Norgripiense (Northgrippian)
que recibe su nombre del sondeo NGRIP1. Su límite inferior (GSSP) está
definido a la profundidad de 1.228,67 m donde se detecta un claro enfria-
miento climático que rompe la tendencia al calentamiento, acontecido
hace 8.200 años y conocido como el evento climático 8.2.
• Holoceno superior o reciente que coincide con el piso Meghalayense (Megha-
layan), denominado así por la localidad de Meghalaya situada al noreste de
la India, donde se encuentra el estratotipo de su límite inferior (GSSP), defi-
nido en una estalagmita de la cueva de Mawmluh y situado hace 4.200 años.
El Holoceno inferior comprendería el Preboreal, el Boreal y la parte más
baja del Atlántico, mientras que el Holoceno medio se extendería por la parte
más alta del Atlántico y la más inferior del Subboreal y el Holoceno superior
lo haría por la segunda mitad del Subboreal y la totalidad del Subatlántico.

2.3.3.  El debate del Antropoceno


Tras observar que en los últimos tres siglos, los efectos de la actividad humana
sobre el clima se habían intensificado, con un aumento significativo del dióxido
de carbono que permitía suponer un alejamiento del clima de su tendencia natu-
ral, en el año 2000, el premio Nobel de Química Paul J. Crutzen junto con el

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Figura 8. Tabla cronoestratigráfica del Holoceno que incluye las curvas de
alta resolución que muestran las variaciones de la temperatura holocena, la
cronoestratigrafía isotópica (OIS) y paleoclimática (GS y GI), las cronozonas basadas
en registros polínicos, las fases climáticas y las divisiones cronoestratigráficas, con la
nomenclatura utilizada en el texto. En rojo, curva de las variaciones de la temperatura
media anual de la superficie del mar (TSM) para los últimos 14.000 años obtenida a
partir del estudio de las alquenonas (sustancias excretadas por unos microorganismos
bentónicos denominados cocolitos) del testigo procedente del sondeo MD95-2043 del
fondo del Mar de Alborán al sureste de Málaga (Cacho et al., 2001). En azul, curva de
las variaciones del 18O obtenida del testigo de hielo del sondeo GISP2 (Grootes et al.
1993, Meese et al. 1994) (elaboración propia).

TEMA 1A.  EL CUATERNARIO: MARCO CRONOLÓGICO Y PALEOAMBIENTAL …  37

Prehistoria I-3ªed.indb 37 7/8/20 10:05


biólogo Eugene F. Stoermer, plantearon el uso del término Antropoceno para
designar al tiempo comprendido desde la invención en 1784 AD de la máquina
de vapor de James Watt –y su posterior utilización masiva en la primera Revo-
lución Industrial– y el momento actual. No hay que confundir este término con
él de Antropógeno, utilizado durante años por los geólogos de la antigua URSS
para referirse al Cuaternario, siguiendo la terminología de las otras dos divisio-
nes del Cenozoico (Paleógeno y Neógeno) y que tuvo poco éxito.
El término Antropoceno, que ha ido poco a poco cobrando adeptos y exten-
diéndose en la literatura científica, ha suscitado un interesante debate entre
especialistas de diferentes ámbitos para la determinación, en primer lugar, de
la conveniencia de su inclusión en la Escala Cronoestratigráfica Internacional
(ICG) y  de su estatus dentro de ella, y por otro, de la fecha numérica de su
límite inferior o GSSA y su estratotipo y localidad o GSSP. En la actualidad,
se ha creado dentro de la ICS el Grupo de Trabajo del Antropoceno o Anthro-
pocene Working Group (AWG) de la Subcommission on Quaternary Stratigra-
phy (SQS) de la International Conference on Geological Sciences de la IUGS,
para la definición de una nueva serie/época dentro del Cuaternario que integre
el registro geológico más reciente, en el que se pueden identificar los impactos
de la actividad antrópica en los procesos naturales de los diferentes sistemas
terrestres y marinos.
En este debate, parece claro que el Antropoceno sea la última división del
Cenozoico con categoría de de serie/época por encima del Holoceno. De esta
forma el sistema/periodo Cuaternarío estaría dividido en tres series/épocas:
Pleistoceno, Holoceno y Antropoceno. Esta nueva división del Cuaternario
sería entonces la última y más reciente división temporal de la Historia de la
Tierra que se caracterizaría por la presencia significativa de residuos de la acti-
vidad antrópica (isótopos radiactivos, aluminio, restos tecnológicos metálicos,
metales pesados, microplásticos, plásticos, hormigón, asfalto, vertederos, etc.)
en el registro sedimentario tanto marino como continental y de gases derivados
de esa actividad en los hielos de los casquetes polares de ambos hemisferios.
Durante los años que lleva en el aire la propuesta, diferentes equipos de
investigación han postulado distintas posiciones en el calendario del límite
inferior de esta nueva división del tiempo geológico reciente. Desde la pro-
puesta inicial, que postulaba la invención de la máquina de vapor (1784 AD)
como inicio del Antropoceno, hasta la propuesta que está cobrando más
adeptos en los últimos años, que sitúa su inicio en 1945 sobre la base de un
punto de inflexión histórico definido por la prueba Trinity o primera explosión
nuclear experimental llevada a cabo en Alamogordo (Nuevo México, EUA)
y de un cambio significativo en el registro químico-estratigráfico. Incluso, ha
habido alguna propuesta que llevaba el inicio del Antropoceno a momentos
más antiguos de la historia de la Humanidad, como el inicio del Neolítico,
que provocó un aumento de los gases de efecto invernadero (metano, dióxido
de carbono) registrado en los casquetes de hielo polares. En la figura 9 se

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Figura 9. Resumen gráfico de la magnitud de los marcadores principales
de los cambios de origen antrópico que son indicativos del Antropoceno.
A: tecnomarcadores como hormigón, plásticos, extracción de carbón, deposición
de plutonio y concentración atmosférica de radiocarbono; B: marcadores de
largo alcance (nitratos, CO2, CH4 y temperatura global) de los últimos 13 ka que
presentan valores relativamente bajos antes de 1950 y aumentan rápidamente a
mediados del siglo XX y que, a fines del siglo XX, superan los rangos del Holoceno;
C: Curvas que muestran el crecimiento acumulativo de la fabricación de aluminio
suponiendo una tasa de reciclaje del 50%, la producción de hormigón, la producción
anual de plásticos y la producción de fibras sintéticas (tomado de Waters et al.,
2016, pp. aad2622-2 y aad2622-3).

TEMA 1A.  EL CUATERNARIO: MARCO CRONOLÓGICO Y PALEOAMBIENTAL …  39

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muestran las variaciones de la magnitud de los marcadores principales de los
cambios de origen antrópico que son indicativos del Antropoceno.
La fecha 1945 coincide además con la llamada Gran Aceleración de
mediados del siglo XX, definida por la intensificación de un conjunto de
importantes cambios de carácter sincrónico y global acontecidos en el sis-
tema terrestre, que además coincide con el conjunto de evidencias (geoquími-
cas, erosivas, sedimentarias, etc.) registradas en los depósitos sedimentarios
recientes. En opinión de Alejandro Cearreta, profesor de la Universidad del
País Vasco, los cambios en el sistema Tierra que permiten la caracterización
del Antropoceno incluyen una “marcada aceleración en las tasas de erosión
y sedimentación, perturbaciones químicas a gran escala de los ciclos del car-
bono, del nitrógeno, del fósforo y de otros elementos, el inicio de un cam-
bio significativo en el clima global y el nivel del mar, y cambios bióticos
tales como niveles desconocidos de especies invasoras a lo largo del planeta”.
Cambios que, en muchos casos, son perdurables geológicamente e incluso
irreversibles. El citado autor ha propuesto como posibles localidades para la
ubicación del GSSP del Antropoceno los afloramientos de las playas de Tune-
lboca y Gorrondatxe (Getxo, Vizcaya), consistentes en depósitos cementados
de playa con espesores entre 7 y 10 m que contiene numerosos y abundantes
tecnofósiles como ladrillos, plásticos, vidrios y escorias de las cercanas fun-
diciones de Altos Hornos de Vizcaya (1902-1996).
De aceptarse el Antropoceno como serie/época del Cenozoico, el Holoceno
se daría por concluido en la fecha que se eligiese como GSSA de esta nueva
división de la Historia de la Tierra, en la que nos encontraríamos viviendo. Pero
por ahora, el Antropoceno todavía no ha sido aceptado con un estatus y un límite
inferior en la escala cronoestratigráfica, lo cual no ha impedido que sea ya un
concepto temporal relacionado con el impacto de la actividad humana sobre el
medio ambiente terrestre conocido por la sociedad globalizada de la que forma-
mos parte, como muy bien expresa el profesor de la Universidad de Cambridge
Robert Macfarlane cuando escribe la siguiente reflexión en un reciente libro:
“¡Qué firmas va a dejar nuestra especie en los estratos!”.

3. CAUSAS DE LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS


DEL CUATERNARIO

3.1.  Tipos de causas


Durante el Cuaternario se han sucedido numerosas variaciones climáticas,
con alternancias de épocas frías y secas con otras cálidas y húmedas. Las cau-
sas de estos cambios climáticos son múltiples y variadas: las extraterrestres,
debidas a procesos que acontecen fuera de la Tierra; las astronómicas, relacio-

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nadas con los parámetros orbitales de la Tierra y que se agrupan en la denomi-
nada teoría astronómica, Orbital Forcing o ciclos de Milankovitch; las geoló-
gicas, que tienen su origen en procesos geodinámicos internos y externos que
tienen lugar en la Tierra; y las antrópicas, cuyo origen hay que buscarlo en la
actividad humana.

3.2.  Causas extraterrestres


Entre las causas que tienen un origen extraterrestre se encuentran los
impactos de meteoritos y las explosiones de cometas, por un lado, y las varia-
ciones del polvo estelar, los cambios en la intensidad de la actividad del Sol
y de las manchas solares, y las fluctuaciones en la intensidad de la radiación
solar sobre la Tierra. Los impactos de meteoritos sobre la superficie terrestre
y las explosiones de cometas a su paso por las proximidades de la Tierra influ-
yen sobre el clima al generar enormes cantidades de polvo, el cual permanece
en la alta atmósfera durante años e impide la entrada de la radiación solar lo
que provoca un enfriamiento del clima en los años posteriores. Uno de los más
famosos impactos meteoríticos sobre la Tierra es el acontecido en el límite
Cretácico-Paleógeno hace 65 Ma, responsable del enfriamiento que sufrió la
superficie terrestre que condujo a la extinción de los dinosaurios, cuyas evi-
dencias se testimonian por una delgada capa de sedimentos con una propor-
ción de iridio diez veces superior a la normal. Una explosión de un cometa
que pasó cerca de la Tierra hace 12,8 ka fue responsable del enfriamiento del
final del Pleistoceno conocido como Dryas reciente o Younger Dryas, que
también se asocia a la extinción de la megafauna norteamericana; en este caso
sus evidencias son finas capas de color oscuro que contienen nanodiamantes,
microfragmentos de carbón con aspecto de vidrio y microesférulas de hierro
framboidal, entre otras.
En cuanto al polvo estelar o cósmico, consiste en la existencia de minús-
culos fragmentos rocosos generados por la colisión de asteroides que for-
man bandas de polvo que orbitan alrededor del Sol. La cantidad de polvo
estelar experimenta incrementos en ciclos de 100 ka. Los ciclos de aumento
y disminución de estas partículas interfieren con los debidos a los paráme-
tros orbitales de la Tierra, pues no presentan una sincronización con ellos.
La mayor presencia de polvo estelar parece tener una cierta relación con los
periodos interglaciales. La influencia de la variación de la intensidad de la
actividad solar sobre el clima se descubrió hacia 1980, cuando se observó
que entre 1976 y 1979 la energía proporcionada por el Sol aumentó en un
0,4% coincidiendo con la fase de mayor actividad de las manchas solares,
hecho este ya detectado en los siglos XVII y XVIII cuando se observó que los
fríos inviernos que sufrió Europa durante la llamada Pequeña Edad de Hielo
(siglos XIV a XIX), estaban relacionados con la desaparición o disminución de
tamaño de las manchas solares, que ocurrían en ciclos de once años.

TEMA 1A.  EL CUATERNARIO: MARCO CRONOLÓGICO Y PALEOAMBIENTAL …  41

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3.3.  Causas astronómicas
Hacia la década de 1920, el astrofísico serbio Milutin Milankovitch desa-
rrolló una teoría matemática sobre el clima y las variaciones climáticas que
publicó en 1941. Su principal conclusión relacionaba los cambios en el reparto
estacional de la insolación debidos a factores astronómicos con el aumento o
retroceso de los glaciares cuaternarios. Esta teoría no tuvo mucho éxito en su
momento y no fue hasta bien entrado el siglo XX, cuando las investigaciones
paleoclimáticas realizadas mediante el análisis de los testigos de los sondeos
efectuados en los fondos oceánicos y en los casquetes de hielo permitieron su
verificación. Según la teoría astronómica de Milankovitch son tres los facto-
res astronómicos u orbitales que influyen en la variación del clima terrestre:
la precesión de los equinoccios, la oblicuidad de la eclíptica y la excentricidad
de la órbita terrestre (figura 10). Estos tres factores están relacionados con
las variaciones que experimentan el bamboleo del eje de rotación terrestres,
la inclinación del eje de rotación terrestre y la forma ligeramente elíptica de
la órbita que describe la Tierra alrededor del Sol, con este en uno de los focos
de la elipse.
La precesión de los equinoccios. La precesión de los equinoccios con-
siste en que el giro lateral del eje de la Tierra describe un cono en el espacio
cuya revolución completa se produce cada 23.000 años. Viene a ser como el
bamboleo que experimenta una peonza al girar sobre si misma mientras des-
cribe trayectorias más o menos circulares en su desplazamiento por el suelo.
El ángulo máximo formado por la variación del eje de la Tierra a lo largo de
la revolución del cono es de 47º. Durante el solsticio de invierno en el hemis-
ferio N, la Tierra alcanza su punto más cercano al Sol o perihelio. En  ese
momento, la distancia al Sol es la más corta del año por lo que la Tierra recibe
el máximo de radiación solar y por tanto de calor. Durante el solsticio de
verano en el hemisferio N, la Tierra ocupa el punto de su órbita más alejado
del Sol o afelio, de tal forma que en ese momento la distancia entre ambos es
la mayor del año, por lo que la radiación que recibe la superficie de la Tierra es
un 3,5% menor. Esta situación, que es la que se da actualmente, no es estática,
si no que, gracias al giro lateral del eje de la Tierra, presenta variaciones de tal
forma que la situación contraria, en la que el perihelio sucede en el solsticio
de verano y el afelio en el de invierno tuvo lugar hace 11 ka. Con la situación
actual, la mayor proximidad al Sol del hemisferio N en invierno hace que este
sea menos riguroso, ocurriendo lo mismo en verano, con una disminución del
calor. Pero en la situación contraria, el mayor alejamiento del Sol en invierno
conduciría a unas condiciones más frías y secas (con menos precipitaciones),
mientras que la proximidad al Sol en verano daría lugar a un aumento de la
temperatura que provocaría la fusión de los hielos, dando lugar a una degla-
ciación generalizada.
La oblicuidad de la eclíptica. El eje de rotación de la Tierra forma en la
actualidad un ángulo de 23º26’12’’ con el plano de la eclíptica definido por

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Figura 10. Parámetros orbitales de la Tierra (1, precesión; 2 oblicuidad;
3, excentricidad) y sus ciclos durante el Cuaternario. (1, 2 y 3: modificado
a partir de Gribbin et al., 1988, p. 172; 4; tomado de Uriarte, 2010 en línea).

el plano de la órbita terrestre alrededor del Sol, ángulo que es el que define la
posición de los trópicos de Cáncer y de Capricornio y de los círculos polares.
Si el eje de rotación de la Tierra fuera perpendicular al plano de la eclíptica
no existirían las estaciones, pues en cada uno de los puntos de cada paralelo
la insolación recibida sería la misma a lo largo del año. Pero lo que ocurre
es que la Tierra está inclinada y esta inclinación con respecto a la eclíptica
es la responsable de las estaciones. A lo largo de la Historia de la Tierra esta
inclinación no siempre ha sido la misma pues ha sufrido variaciones en los

TEMA 1A.  EL CUATERNARIO: MARCO CRONOLÓGICO Y PALEOAMBIENTAL …  43

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últimos millones de años cifradas entre 21,5º y 24,5º. Es lo que se conoce
como oscilación, nutación o cabeceo del eje terrestre, que se producen con
una periodicidad de 41 ka. La menor inclinación del eje de la Tierra conduce a
que los círculos polares asciendan unos grados de latitud, con la consiguiente
reducción de los casquetes de hielo, y a que los desiertos desciendan en lati-
tud, aumentando su extensión las zonas templadas. Por el contrario, la mayor
inclinación del eje produce la situación contraria, con una disminución de
las zonas templadas y una mayor extensión de los desiertos y los casquetes
de hielo. Además, las variaciones en la inclinación del eje terrestre también
tienen influencia en los gradientes térmicos latitudinales, pues a mayor incli-
nación las latitudes altas reciben mayor energía durante el verano, reduciendo
el gradiente térmico con las latitudes bajas, lo que influye en la circulación
general de la atmósfera.
La excentricidad de la órbita terrestre. La órbita que describe la Tie-
rra alrededor del Sol no es perfectamente circular, sino que corresponde
a una elipse en la que el Sol ocupa uno de los focos. La excentricidad de
esta elipse es variable, pues en determinados momentos la órbita es casi
circular mientras que en otros lo es marcadamente elíptica. Los cambios
que se producen en la excentricidad ocurren con dos periodicidades pri-
marias de 100 ka y 400 ka. Cuando la excentricidad de la órbita es alta, es
decir, cuando la órbita se estira, la Tierra recibe una cantidad de calor lige-
ramente mayor que cuando la excentricidad es baja, con una órbita próxima
a una circunferencia. Estas dos configuraciones orbitales pueden producir

Figura 11. Relación de los ciclos orbitales de Milankovitch (arriba) con


la subdivisión del Cuaternario y episodios climáticos más importantes
(MPT: Middle Pleistocene Transition) (tomado de Silva et al., 2017, p. 118).

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una pequeña oscilación térmica interanual pero donde se nota una mayor
variación es en cambio de estaciones, durante el paso por el perihelio y el
afelio. La mayor excentricidad de la órbita conduce a un aumento de los
contrastes térmicos del paso del verano al invierno en el hemisferio norte y
a una reducción en el sur, dependiendo de las estaciones en que tengan lugar
el afelio y el perihelio. Cuando en un hemisferio el perihelio tiene lugar
en verano y el afelio en invierno, con una excentricidad de la órbita alta,
la radiación solar del verano será de gran intensidad mientras que la inver-
nal será muy baja, mientras que en el hemisferio contrario las diferencias
estacionales se verán amortiguadas al coincidir el verano con el afelio y el
invierno con el perihelio.
Por tanto, la existencia de los ciclos de Milankovitch tiene una gran
importancia para el desarrollo de las variaciones climáticas a lo largo de la
historia de la Tierra, pues dependiendo de la combinación de los tres ciclos,
determinadas partes del planeta recibirán más o menos radiación solar en
momentos concretos, lo que lleva asociado cambios en los gradientes térmi-
cos y de humedad terrestres y por tanto variaciones en la circulación general
de la atmósfera y cambios climáticos de mayor o menor intensidad (figuras 11
y 12). En definitiva, la intensidad energética recibida por la Tierra va a depen-
der del momento astronómico, de la estación anual y de la latitud.

Figura 12. Composición de la estratigrafía de Cuaternario y del Neógeno final


escalada en relación al registro isotópico marino (δ18O) de los sondeos V19-30,
ODP-667 y ODP-846 (Shackleton, 1995), con la escala magnetoestratigráfica
convencional, los ciclos orbitales de Milankovitch (arriba), los periodos tecno-
culturales en los que se subdivide tradicionalmente la Prehistoria (abajo) y la
indicación de los procesos climáticos y la aparición/desaparición de las especies de
homínidos más relevantes (tomado de Silva et al., 2017, p. 117).

TEMA 1A.  EL CUATERNARIO: MARCO CRONOLÓGICO Y PALEOAMBIENTAL …  45

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3.4.  Causas geológicas
3.4.1.  Procesos endógenos y exógenos
Entre las causas geológicas se pueden diferenciar dos tipos: las ligadas al
funcionamiento interno de la Tierra o procesos endógenos y las relacionadas
con los procesos que tienen lugar en su superficie o procesos exógenos, inclu-
yendo la circulación oceánica.
Entre los procesos endógenos destaca la dinámica de las placas tectónicas
en que se encuentra dividida la litosfera terrestre, cuyo funcionamiento es el
responsable de la formación de las cadenas de montañas y de la actual distribu-
ción asimétrica de tierras y mares en los hemisferios norte y sur, así como de la
elevación de la meseta del Tíbet (25-5 Ma), la apertura del estrecho de Bering
(5 Ma) y el cierre del istmo de Panamá (3,2-2,7 Ma), accidentes geográficos que
han influido enormemente en la circulación oceánica y de la atmósfera. Rela-
cionadas también con las placas tectónicas se encuentran las erupciones volcá-
nicas y los terremotos. Las erupciones volcánicas inyectan en la alta atmósfera
gran cantidad de partículas que reflejan la radiación solar e impiden que incida
sobre la superficie terrestre, lo que provoca un enfriamiento global en los años
posteriores a las erupciones. Por su parte, los desplazamientos de terreno que
se originan durante los terremotos de gran magnitud pueden llegar a producir
variaciones en los parámetros orbitales terrestres, como puede ser la inclinación
del eje terrestre.
Los procesos exógenos tienen lugar en la atmósfera y la hidrosfera, y entre
ellos cabe destacar la variación de los gases atmosféricos de efecto inver-
nadero, la circulación general de la atmósfera, la acumulación de grandes
cantidades de hielo y la circulación oceánica. El efecto invernadero es el fenó-
meno por el cual determinados gases que componen la atmósfera (anhídrido
carbónico o CO2, metano o CH4, óxido nitroso o N2O, ozono u O3, halocar-
buros y vapor de agua) retienen la radiación infrarroja que emite la superficie
terrestre una vez calentada por la radiación solar dando lugar a un cambio en
el forzamiento radiativo, es decir, en el balance energético entre la superficie
de la Tierra y la troposfera. Entre los procesos exógenos que más influyen en
los cambios climáticos se encuentra el deshielo del permafrost de la tundra
de las latitudes altas de Asia y Norteamérica, dado que libera a la atmósfera
grandes cantidades de metano que incrementan el efecto invernadero en los
periodos cálidos, como está ocurriendo en la actualidad.
También hay que considerar, como causa geológica ligada a las caracte-
rísticas de la superficie de la Tierra, la relación entre la radiación solar que se
ve reflejada en la superficie terrestre y en las nubes de la atmósfera y la radia-
ción solar total que llega, que se expresa en forma porcentual y se denomina
albedo. Por lo general los colores blancos, asociados a las superficies cubiertas
por hielo y nieve, producen mayores valores del albedo (~85%), mientras que

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las superficies oscuras correspondientes a masas boscosas dan lugar a albedos
menores (~8%), al igual que la superficie del agua de los océanos que tiene
un albedo muy bajo (5% a 10%). Así, en las latitudes altas, las superficies con
bosques de taiga presentan un menor albedo en el invierno que las superficies
de tundra, pues en las primeras, los árboles de hoja perenne impiden que la
radiación solar se refleje en la nieve del suelo, cosa que no ocurre en la tun-
dra, donde las superficies desnudas cubiertas de nieve hacen que el albedo
aumente en invierno. Por tanto, la mayor presencia de superficies cubiertas de
hielo y nieve es un factor que incrementa el albedo, por lo que la acumulación
de hielo en la Antártida, que comenzó hace 35 Ma, contribuyó al incremento
del albedo y por tanto al enfriamiento progresivo del planeta.

3.4.2.  La circulación oceánica


Dentro de las causas geológicas ligadas a la dinámica de la superficie de
la Tierra, la circulación oceánica, es decir el movimiento de las corrientes
marinas (figura 13), es una de las piezas claves de la variación climática, pues
transporta la energía excedentaria acumulada en los mares tropicales hacia
latitudes donde existe un déficit de energía, atemperando los climas de las
latitudes altas. En este sistema de transporte de energía existen dos clases
diferentes de corrientes: las corrientes superficiales y las corrientes profundas.
En esta circulación, al igual que en la atmosférica, ejerce una gran influencia
el efecto Coriolis, que se produce cuando masas de agua o de aire se desplazan
siguiendo los meridianos terrestres, y su trayectoria y velocidad se ven modi-
ficadas por él, de tal forma que las corrientes oceánicas (o los vientos) que se
desplazan siguiendo un meridiano, se aceleran y desvían hacia el este si van
del ecuador a los polos o hacia el oeste si van de los polos hacia el ecuador.
Entre las corrientes superficiales, cabe destacar, por su importancia en
la circulación general oceánica, la que se conoce como corriente del Golfo
o Gulf Stream, que circula en el Atlántico Norte desde el golfo de Méjico y el
Caribe hasta las costas de Europa. Se trata de una corriente de aguas superfi-
ciales que han sufrido un calentamiento en la zona tropical debido a la mayor
insolación de esta. Estas aguas superficiales y cálidas son más ligeras que las
profundas y frías sobre las que se sitúan. Debido a esto y a la acción de la rota-
ción terrestre y de los vientos dominantes del oeste, adquieren un movimiento
hacia el norte y noreste, bañando la costa este y noreste de Norteamérica para
dirigirse a las costas del oeste y norte de Europa. Circula a una profundidad
de unos 100 m con una anchura que en algunos tramos supera los 1.000 km y
se desplaza a una velocidad de 1,8 m/s, transvasando un caudal de 80 millo-
nes de m3/s. La corriente cálida del Golfo transfiere a los territorios situados
al norte del paralelo 30º N un 30% más de la energía que recibe esa zona por
la insolación. Además, las aguas cálidas de la corriente del Golfo hacen que
los vientos fríos y secos que proceden del continente americano se carguen de

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