Virus Una Mala Interpretación Por Stefan Lanka

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 49

Stefan Lanka

Virus: un error de interpretación (parte I)

Traducción oficial realizada por el equipo de materialdeNMG bajo el permiso de


su autor Stefan Lanka

El sarampión como ejemplo

Distinto a lo que la mayoría cree, no existe tal cosa como un virus causante de
enfermedades. Las suposiciones sobre la existencia de los virus se basan en erradas
interpretaciones que hemos arrastrado históricamente y no en engaños o en malas
prácticas deliberadas, como yo mismo había supuesto antes. En la actualidad, nuevos y
mejores hallazgos “científicos” explican el origen, el tratamiento y la prevención de
todo tipo de enfermedades, no sólo las “virales”. Incluso, fenómenos tales como la
aparición –simultánea o cercana en el tiempo– de síntomas que hasta ahora habían sido
interpretados como consecuencia de un contagio por transmisión de patógenos, pueden
ser explicados desde otra perspectiva gracias a estos nuevos hallazgos. El resultado
supone una nueva concepción de la vida que realmente viene de antiguo, y de la
integración cósmica de todos los procesos.
Esta “nueva”, o mejor dicho redescubierta, manera de ver las cosas sólo puede surgir
fuera de la “ciencia”, entre otros motivos, porque los implicados en las instituciones
científicas no cumplen con el primer y más importante deber científico, que no es otro
que cuestionar y dudar constantemente de todo. De otra manera, ya hubiesen
descubierto que las interpretaciones erróneas no sólo llevan mucho tiempo
construyéndose, sino que, además, debido a los procesos “anticientíficos” de los años
1858, 1953 y 1954, se han convertido en un dogma.

La transición hacia una nueva explicación de la salud, la enfermedad y la curación sólo


será posible en la medida en la que todos los terapeutas y científicos implicados puedan
mantener su reputación intacta con ello. Abundan explicaciones, tanto desde el punto de
vista histórico como desde la nueva concepción de la biología y de la vida, para todo
tipo de emociones, de ignorancia y de comportamientos. Y ésta es la segunda buena
nueva; la reversión y el perdón son tanto más efectivos cuando mejor se puedan
comprender las cosas y aprender para el futuro.

Sin embargo, me consta que, para mucha gente, puede ser difícil de aceptar
intelectualmente la explicación de la realidad que ofrezco en este artículo, en particular
para aquellos directamente implicados en el tema, como son los médicos, los virólogos
o aquellos empleados en el sector de la salud en general, y en especial para quienes han
sido afectados por diagnósticos erróneos o que, debido a éstos, hayan perdido a seres
queridos. La propia dinámica de las teorías de la infección, como en el caso del siDA,
BsE, sArs, MErs, Corona y las diversas gripes animales, puede desembocar en el
colapso del orden público; por tanto, pido por favor que todos aquellos que lleguen a
descubrir los hechos concernientes a la “no existencia” de los supuestos virus, traten el
tema de una manera lo más sistemática, objetiva y desprovista de emociones posible.

La situación actual

Todas las suposiciones que identifican a los virus como agentes causantes de
enfermedades no son correctas y se basan en errores de interpretación fácilmente
reconocibles, comprensibles y demostrables. Las causas reales de las enfermedades y de
aquellos fenómenos adscritos a los virus ya han sido investigados y están al alcance de
todos. En lugar de trabajar con virus, todos los científicos en el laboratorio trabajan con
componentes típicos de células o de tejidos moribundos. Creen que dichas células y
tejidos mueren porque han sido infectados por un virus. En realidad, esos tejidos y
células de “laboratorio” están muriendo de envenenamiento e inanición como
consecuencia de las condiciones metodológicas requeridas por el ensayo. En éstos, los
virólogos retiran la solución nutritiva en la que conservan a las células y tejidos y los
envenenan con antibióticos tóxicos para después exponerlos a sangre, saliva y otros
fluidos corporales presuntamente infectados. De esa manera, creen que la muerte de las
células y los tejidos es provocada por los virus, pero en realidad ésta ha ocurrido por sí
misma sin la intervención de material “infectado” alguno. ¡Y los virólogos no han caído
en la cuenta de esto!

Según la lógica científica, deberían haberse llevado a cabo necesariamente pruebas de


control con este nuevo método descubierto para la supuesta multiplicación de virus, por
las cuales descartar que el método mismo haya sido el que haya generado dichos
resultados o los haya distorsionado. En estas pruebas adicionales –las pruebas de
control– deberían haberse adicionado sustancias estériles o tejidos sanos de personas y
animales a las moribundas células y tejidos bajo investigación. ¡Estas pruebas de control
jamás se han llevado a cabo en esta “ciencia” hasta hoy! En el marco del proceso
judicial del virus del sarampión, encargué a un laboratorio independiente la realización
de estas pruebas de control, con el resultado de que los tejidos y las células murieron de
manera idéntica a como lo habrían hecho si hubieran entrado en contacto con material
supuestamente infectado.

El objetivo de las pruebas de control es descartar que el método o técnica empleado sea
el que genere el resultado. Las pruebas de control son la máxima obligación y el
fundamento exclusivo según un resultado pueda ser considerado científico. Como
veremos más adelante, durante el proceso judicial sobre el virus del sarampión, el perito
elegido por el jurado determinó que las publicaciones científicas sobre las que se
fundamenta toda la virología no contienen ningún tipo de prueba de control. De ahí
extraemos la conclusión de que los científicos implicados actúan de manera muy poco
científica sin percatarse de ello.

La explicación de esta manera de proceder, incompatible con cualquier pretensión


científica, tiene un punto de partida histórico: en junio de 1954 fue publicada una
especulación contradictoria y anticientífica según la cual se consideraba la muerte de
células y tejidos en un tubo de ensayo como un posible indicio de presencia de un virus.
Seis meses después, el 10.12.1954, el autor de esta deliberación recibió el Premio Nobel
de Medicina por otro tema distinto de naturaleza igualmente especulativa. Con esta
distinción,1 la especulación de junio de 1954 fue elevada al rango de hecho científico y
hasta hoy no ha sido cuestionada. Desde entonces, la muerte de células y tejidos en un
tubo de ensayo se considera como prueba de la existencia de los virus.

Los indicios aparentes de la existencia de los virus

Todavía hay más. La muerte de tejidos y células también es descrita como el


aislamiento del virus, en vista de que –presuntamente– se ha introducido a la muestra
del laboratorio material de un organismo externo. Sin embargo, en el sentido estricto de
la palabra aislamiento, un virus nunca se ha aislado, es decir, nunca se ha representado
como un todo ni se ha caracterizado bioquímicamente. Las fotos del microscopio
electrónico muestran en realidad componentes normales de células y de tejidos
moribundos. Puesto que los implicados sólo CREEn que los tejidos y las células al
morir se transforman completamente en virus, dicha muerte se describe también como
multiplicación de éstos. Hasta hoy, los implicados sólo se limitan a creer, ya que el
descubridor de este método publicó un artículo de fe que, gracias a su premio Nobel, se
convirtió en el referente. Esto será ampliado más adelante.

Esta mezcla sin purificar, compuesta por células y tejidos moribundos provenientes de
monos o fetos de res y por an- tibióticos tóxicos, es catalogada como una vacuna “viva
atenuada” apta para su uso ya que, aparentemente, contiene virus debilitados. La muerte
de tejido y células –a causa de inanición y envenenamiento, y no por una supuesta
“infección”– se interpretó y se sigue interpretando erróneamente como prueba de la
existencia de virus, así como prueba de su aislamiento o de su multiplicación.

De esta manera, la mezcla tóxica resultante, considerada como vacuna “viva atenuada”,
contiene proteínas y ácido nucleico (ADN, ARN) ajenos al cuerpo humano, antibióticos
citotóxicos, así como microbios y esporas de todo tipo. La vacuna se les administra a los
niños en el hombro en una cantidad que, de ser inyectada en vena, podría causar la
muerte con toda seguri- dad. Sólo en casos de desconocimiento absoluto y de confianza
ciega en las autoridades estatales, que “prueban” y autorizan las vacunas, puede alguien
describirlas como un “pequeño e inofensivo” pinchazo. Estos hechos demostrables
constatan la peligrosidad y negligencia de aquellos científicos y políticos que alegan que
las vacunas son seguras, que no causan efectos secundarios y que previenen contra las
enfermedades. Nada de esto es verdadero ni corroborable; al contrario, al mirar de cerca
desde una perspectiva científica, no se encuentra ninguna utilidad, sólo se encuentran
confesiones sobre la falta de pruebas2acerca de su utilidad.

De los componentes de células y tejidos muertos se extraen componentes específicos


que son erróneamente interpretados como virus y conceptualmente añadidos a un
modelo de virus. En la totalidad de la literatura “científica” nunca aparece un virus real
y completo. El proceso de construcción de un consenso con respecto a qué es y qué no
es un virus enfrentó a los implicados en arduos debates que se demoraron décadas en el
caso del virus del sarampión. En el caso del supuesto Coronavirus-2019 de China
(renombrado entretanto a 2019-nCoV), este proceso de construcción de un consenso ha
tardado sólo un par de clics de ratón.

De la sucesión molecular de pequeños fragmentos de ácido nucleico proveniente de


células y tejidos muertos, cuya composición bioquímica ha sido previamente
determinada, con un par de clics de ratón y un programa informático se construye,
según requisitos, un presunto material genético mucho más largo y, en teoría completo,
de un virus antiguo o nuevo. En realidad, estas manipulaciones, llamadas alignement
(procedimiento de alineación), no arrojan como resultado un material genético
“completo” de un virus, al cual se le denomina genoma. Durante el proceso de
construcción conceptual de la “cadena de material genético viral”, las secuencias que no
encajan se “pulen” y las que faltan se completan. De esta manera se inventa una
“secuencia de material hereditario” que ni existe, ni se encuentra como un todo, ni se ha
verificado.
En resumen, de pequeños trozos, previamente ordenados dentro de un modelo de cadena
de material genético viral, se construye conceptualmente un trozo más grande que en
realidad no existe. Por ejemplo, en la construcción “mental” de la cadena de material
genético del virus del sarampión faltan, en los fragmentos de moléculas celulares bajo
estudio, la mitad de las sucesiones moleculares que debieran representar un virus. Estas
se generan bioquímicamente de manera artificial o en directo se inventan libremente. 3

Aquellos científicos chinos que en definitiva alegan que, mediante determinados ácidos
nucleicos provenientes en su mayoría de serpientes venenosas se ha podido construir el
genoma del nuevo virus corona 2019 de China.4,son víctimas, como todos nosotros, de
un desarrollo erróneo a escala global. Cuantas más cadenas de material genético “viral”
sean inventadas, tantas más similitudes “coincidirán” con todo lo que hay. Pero, esta
equivocación tiene una explicación. Gran parte de la ciencia académica funciona así:
una teoría es inventada, uno se mueve dentro de esa teoría, se le denomina ciencia y se
presupone que este actuar reflejaría la realidad. La realidad es que sólo se refleja aquella
suposición original.

Los tests de los virus

Ante la falta de pruebas de control, los involucrados aún no se han dado cuenta, hasta
hoy, que los tests de detección de “virus” siempre detectan como “positivos” a un
determinado número de personas en función de cómo se configure el procedimiento de
la prueba o test. Para la comprobación del supuesto virus se emplea una plantilla que
realmente no proviene de ningún “virus” sino de los tejidos, células y suero (sangre sin
componentes sólidos) fetal con los que se ha trabajado, provenientes principalmente de
animales como monos y vacas. En vista de que estos animales y las personas son
bioquímicamente muy parecidos, está claro que sus componentes –erróneamente
interpretados como “virus”– van a ser detectados en todas las personas por el
procedimiento del test del virus. Algunos “virus” y sus respectivas vacunas – (pero no el
“virus del sarampión”) proceden de fetos humanos abortados. Resulta obvio que, por un
lado, los tests detecten únicamente moléculas presentes en cualquier ser humano y, por
otro lado, que las vacunas puedan desencadenar reacciones alérgicas muy peligrosas
definidas como “enfermedades autoinmunes”.

El empleo de suero fetal, considerado tejido líquido, ralentiza enormemente la muerte


de las células y de los tejidos bajo estudio, hasta el punto en que, sin su utilización, los
experimentos difícilmente podrían llevarse a cabo. Sólo el empleo de suero fetal sirve a
los científicos: ni el suero de seres vivos adultos ni ningún otro producto sintético es
equivalente. Dicho suero fetal no sólo está altamente contaminado, sino que además se
obtiene de la manera más cruel posible de fetos animales y de sus madres sin anestesia
alguna. Contiene todos los tipos de microbios conocidos e imaginables, sus esporas y
una cantidad desconocida de proteínas. De este suero fetal se obtienen –así como de
tejidos de riñones de simios– los componentes que conceptualmente conforman el
modelo de virus, que no existe en realidad, y que la totalidad de la literatura “científica”
nunca ha podido demostrar como un “virus” completo.

Estas sustancias son las bases de las vacunas, lo que hace entendible por qué
especialmente las personas vacunadas son más proclives a resultar “positivas” en todos
los “tests” de virus a los que se sometan. Los tests sólo comprueban la presencia de los
componentes animales de los supuestos “virus” tales como proteínas animales y ácidos
nucleicos, que, con frecuencia, son idénticos o parecidos a las proteínas y ácidos
nucleicos presentes en humanos. Los tests virales, por tanto, no comprueban nada
específico y en ningún caso la presencia de un “virus”, de manera que dichos tests no
tienen ninguna validez. Sólo sirven, como en el caso del Ébola, VIH, gripe y demás,
para causarle un shock paralizante al paciente, que por sí mismo puede llevarle a la
muerte, o a un tratamiento erróneo más o menos peligroso o mortal.

Cabe aquí mencionar que todas las pruebas de detección de un virus nunca dicen “sí” o
“no”, sino que se configuran de manera que sólo a partir de una determinada
concentración se valora una muestra como “positiva”. De esta manera mu- chas, pocas o
ninguna persona o animal pueden arbitrariamente resultar positivos en función de cómo
se haya configurado el test. La dimensión de esta ilusión científica queda patente tan
pronto como síntomas “normales” son descritos como SIDA, BSE, gripe, SARS,
sarampión etc. exclusivamente cuando se presenta un resultado “positivo” de un test.

Detalles determinantes

Hasta 1952, los virólogos creían que un virus era una proteína o una encima tóxica, que
era directamente venenosa y que de alguna manera se multiplicaba dentro del cuerpo
humano y se propagaba entre humanos y animales. La medicina y la ciencia descartaron
esta idea en 1951, ya que los supuestos virus nunca fueron visibles bajo el microscopio
electrónico, y, ante todo, porque sí se llevaron a cabo pruebas de control. De esta
manera, se reconoció que también en la descomposición de órganos y tejidos de
animales sanos se generaban los mismos deshechos que anteriormente se catalogaban
como “virus”. La virología se había contradicho a sí misma y se había rendido. 6

La esposa de Francis Crick, posteriormente galardonado con el premio Nobel, dibujó en


1953 una doble hélice y la publicó en la famosa revista científica Nature como un
presunto modelo científico de un material genético, lo cual desencadenó un revuelo y
una expectativa con muchas consecuencias posteriores y dio origen a la llamada
genética molecular. De pronto se buscaban las causas de las enfermedades en los genes.
La idea de lo que era un virus cambió de la noche a la mañana: ya no era una toxina,
sino una secuencia genética peligrosa, un material hereditario, una peligrosa cadena de
material genético viral. Fueron químicos jóvenes quienes fundaron la nueva virología
del gen. Estos químicos no tenían ni idea de biología ni de medicina, pero contaban con
recursos ilimitados para investigar. Ni ellos mismos sabían que la vieja virología se
había rendido.

Hace más de 2000 años ya dijo Jesús: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. En
el año 1995, una vez hicimos la pregunta de la demostración y publicamos las
respuestas, podemos añadir: y porque no pueden admitir que lo que han aprendido y
practicado no es cierto y, aún más, que es peligroso para la salud. Porque hasta la fecha,
nadie ha tenido la amplitud de miras ni el valor de decir la verdad y se han desarrollado
todo tipo de conceptos carentes de demostración científica acerca del “sistema inmune”
o de la “epigenética” para sostener unas teorías inventadas y ajenas a la realidad.

En 1858, la teoría de las células y de la enfermedad causada por un veneno (lat. Virus)
de Virchow se elevó al rango de dogma y de ella se derivó por primera vez, por lógica
forzosa, la idea de un virus no definido. Más tarde, apareció la idea de las bacterias
patógenas, después la idea de las toxinas bacteriales, tras ella la idea del virus-toxina
hasta desembocar en la renuncia de dicha teoría en 1952. Desde 1953, se desarrolló la
idea del virus-gen a partir de la idea original de Virchow del veneno causante de
enfermedades, y ésta sirvió como base para la elaboración de la teoría de los genes
cancerosos. La “guerra contra el cáncer” se fundamentó durante la era Nixon y,
posteriormente, la idea del gen capaz de cualquier cosa. todas las ideas sobre los genes
fueron completamente contradichas en el año 2000. En ese año se publicó con datos
incoherentes el llamado Proyecto Genoma Humano con la ridícula afirmación de que
había podido descifrarse todo el genoma humano, aun cuando más de la mitad tuvo que
ser inventado.7

Hasta hoy, la población no es consciente de que los académicos implicados muy


difícilmente van a reconocer parte de su culpa en estos desarrollos erróneos con tan
enormes repercusiones.

Los supuestos bacteriófagos

Lo que se conoce como bacteriófagos o fagos fueron el modelo para la idea,


desarrollada en 1953, del virus-gen en el cuerpo humano, animales y plantas. Su
existencia se conocía desde 1915, pero no fue hasta la introducción del microscopio
electrónico en 1938, cuando se pudo fotografiar a estos fagos, aislarlos completamente
como partículas y determinar y caracterizar bioquímicamente todos sus componentes de
una vez. El aislamiento, que conlleva concentrar las partículas y separarlas de todos los
demás componentes (= aislamiento) para posteriormente fotografiarlas en dicho
aislamiento y caracterizar dichas partículas aisladas químicamente, nunca se ha llevado
a cabo con los supuestos virus que afectan a humanos, animales y plantas por el mero
hecho de que no existen.

Los investigadores de bacterias y fagos que, por el contrario, sí trabajan con estructuras
reales, son los que aportan el modelo de cómo podrían verse los virus que afectan a
personas, plantas y animales. Estos “especialistas en fagos” han pasado por alto en la
caracterización de estos fagos como devoradores de bacterias, que el fenómeno de
creación de estas partículas no es más que un efecto extremo del cultivo de bacterias de
manera endogámica en laboratorio. Este efecto, la formación y liberación de fagos
(devoradores de bacterias, alias virus de las bacterias), no se encuentra en bacterias
auténticas recientemente obtenidas de organismos o del entorno. Las bacterias no
cultivadas se transforman en las conocidas como formas de supervivencia, las esporas,
cuando a dichas bacterias se les retiran lentamente las soluciones nutritivas o las
condiciones de vida se vuelven imposibles. Esta forma de espora les permite sobrevivir
largo tiempo o hasta “infinito” de manera que, una vez que vuelvan a darse las
condiciones de supervivencia necesarias de dichas esporas, volverán a surgir
automáticamente nuevas bacterias.

Sin embargo, si estas bacterias son aisladas para luego ser multiplicadas una y otra vez,
pierden poco a poco todas sus cualidades y capacidades. Muchas de ellas mueren
durante el proceso de cultivo endogámico, pero no automáticamente, sino que se
transforman abruptamente en pequeñas partículas que, dentro de la concepción de la
teoría del bien y el mal, son interpretadas erróneamente como bacteriófagos. En
realidad, estas bacterias están constituidas por los “fagos” y se reconvierten nuevamente
en estas formas de vida cuando las condiciones de supervivencia no son la idóneas.
Günther Enderlein (1872–1968) describió este proceso de generación de bacterias a
partir de estructuras invisibles, así como su evolución a formas más complejas y su
vuelta a la etapa anterior.
Basado en estos motivos rechazó la teoría de las células según la cual la vida procede de
las células y está celularmente organizada.8 Yo mismo, siendo un joven estudiante, aislé
uno de estos “fagos” encontrado en un alga marina y en su momento creí haber
descubierto el primer virus “inofensivo”, el primer “sistema de virus-huésped”.9

La concepción de que las bacterias son organismos que pueden vivir autónomamente
sin otros seres vivos no es correcta. De manera aislada mueren automáticamente
transcurrido un tiempo. Los implicados no han caído en la cuenta de que tras el
“aislamiento” exitoso de una bacteria una parte de la muestra se congela y se trabaja con
ella durante décadas. El concepto de la bacteria, la idea, de que puede ser un organismo
vivo autónomo, es un artefacto de laboratorio, es un error de interpretación.

La suposición resultante de que las bacterias no mueren es también incorrecta.


Inmortales son las bacterias únicamente cuando se encuentran en simbiosis con muchas
otras bacterias, hongos y posiblemente con muchas otras formas de vida desconocidas,
o difícilmente caracterizables, como las amebas. Las amebas, bacterias u hongos, crean
esporas tan pronto como las condiciones de vida dejan de ser las óptimas y despiertan
tan pronto como éstas vuelven a un nivel óptimo. Si se compara con el ser humano se
llega a la misma conclusión: Sin un entorno vivo, del cual, y con el cual se pueda vivir,
nada puede existir.

Esto va más allá. No sólo la concepción antes mencionada se cae por su propio peso,
también la idea y la suposición del hecho aparentemente comprobado de una materia
muerta. Las observaciones y suposiciones de una “materia activa” (como los físicos la
denominan) y animada es desestimada como vitalismo anticientífico. Sin embargo, hay
indicios de que todos los elementos, a los que la “opinión predominante” de la “ciencia”
no les concede ninguna fuerza vital, se desarrollan desde la sustancia original de la
vida.10: la sustancia de la membrana del agua. De los elementos se originan los ácidos
nucleicos y en torno a ellos la vida biológica en forma de amebas, bacterias, tardígrados
(osos de agua) y otras formas cada vez más complejas. Hay dos saberes que
fundamentan este enfoque. El primero de ellos puede uno verlo en sí mismo y en otros,
en concreto que la vida biológica en forma de nuestro cuerpo es una materialización de
unidades de conciencia.

Las interacciones y cambios concretos de nuestros órganos y psique, causados por


choques de información como por ejemplo una palabra hiriente o liberadora, son
entendibles y corroborables en uno mismo y en otros y permiten una cierta
predictibilidad. Con ello se cumplen los tres criterios de la caracterización
científica.11 Estos conocimientos y este saber acerca de las interrelaciones nos liberan de
la mentalidad dualista de bueno-malo llena de miedo y de los consiguientes patrones de
conducta. Con esta iluminadora comprensión se explican los fenómenos de la
enfermedad, la curación, las crisis en los procesos de curación, los bloqueos en dichas
curaciones y los fenómenos de la sucesión de enfermedades, alias contagios en la
antigua manera de pensar. Virus, es hora de que te vayas.12

La pesadilla de los científicos materialistas parece haberse hecho realidad: la materia, en


apariencia inanimada, es materia animada y vital. El vitalismo, según el cual hay una
fuerza vital inherente a todo, fue combatido por los filósofos griegos post-socráticos
Demócrito y Epicurio y por la Ilustración que se remitió y legitimó expresamente en
ellos. La fundamentación explícita era evitar que se repitiera el abuso de la fe que se
había dado a lo largo de la historia. Hasta aquí, todo bien. Sin embargo, los ilustrados
obviaron que al negar y desestimar como no cuantificable a la conciencia, al espíritu y a
sus áreas de efecto, se convirtieron ellos mismos de manera no intencionada en
destructores de la vida y en enemigos mortales del hombre. Ellos adaptaron en su
concepción materia- lista del mundo, punto por punto, todas las interpretaciones
históricas del dualismo del bien y el mal, características de los filósofos, de las
religiones y de los teóricos del estado.

Estas interpretaciones del bien y el mal, descubiertas y descritas por Silvio Gesell.13 (en
el campo de la medicina) y por Iván Illich14 (en general), se incrementan
constantemente15 por motivos de beneficio económico, con consecuencias fatales.
Nuestro sistema monetario, con su inherente imposición de crecimiento constante y
creciente, genera crisis cíclicas y conlleva ganadores cada vez más poderosos y
simultáneamente pobreza y miseria crecientes. Los implicados, que desconocen los
obstinados y matemáticos mecanismos propios del sistema monetario, interpretan esto
como la existencia de un principio independiente de maldad. Las personas éticamente
puras del lado de los ganadores entienden sus ganancias, inevitablemente generadas,
como gracia o elección divina. Esto no sólo fue la base del maniqueísmo (Mani =
fundador de la religión, sus seguidores = maniqueos), sino que además fue y es la fuerza
de empuje de los aspectos peligrosos y las repercusiones de la industrialización, como
ya detectaron Max Weber y otros.

Resurrección de la virología abandonada en 1951/1952 por el ganador del premio


Nobel, John Franklin Enders

El contexto más amplio del desarrollo erróneo de la biología y medicina, el dogma


infundado de la llamada teoría celular según la cual el cuerpo se desarrolla a partir de
células y no de tejidos, ya ha sido tratado en diferentes publicaciones de la revista
WissenschaftPlus desde 2014. En 1858 fue libremente inventada la teoría celular de la
vida, la “patología celular”, base exclusiva hasta hoy de la biología y medicina. Ésta
alega que todas las enfermedades provienen de una célula que se degenera creando un
veneno, virus en latín, que enferma. Dos puntos fundamentales fueron condición
indispensable y base de la aceptación global actual de la patología celular, sobre la que
se desarrollaron necesariamente las teorías de la infección, del cáncer, de los genes y del
sistema inmune:

a. La teoría celular sólo pudo imponerse gracias a que Rudolf Virchow ocultó
conocimientos cruciales sobre los tejidos. Los conocimientos ya existentes en 1858
acerca de la constitución, función e importancia central de los tejidos en el desarrollo y
visibilidad de la vida refutaban en lo fundamental a la teoría de la célula y las teorías de
ella derivadas del cáncer, los genes y la inmunidad.16

b. Las teorías de la infección sólo pudieron establecerse como un dogma global gracias
a las políticas concretas y a la euge- nesia del Tercer Reich. Antes de 1933
determinados científicos se atrevían a contradecir estas teorías, después de 1933 estos
científicos críticos fueron apartados.17Cabe mencionar que tanto los expertos de uno y
otro lado se encontraban mayoritariamente en Alemania por aquel entonces.

Para trabajar con “virus” y poder llevar a cabo pruebas aparentes de infección, los
“primeros” virólogos previos a la renuncia de la virología en 1952 estaban obligados a
licuar y filtrar los tejidos “enfermos” y descompuestos. El filtrado concentrado contenía,
según se creía, el veneno de la enfermedad, una toxina, que era constantemente
producida por las células enfermas. Un “virus” era hasta 1952 un veneno patógeno en
forma de una proteína que, como una enzima, de manera desconocida causaba un daño
que desembocaba en una enfermedad y que podía propagarse. La idea de un virus tras
1953, año de la publicación de una supuesta sustancia genética en forma de hélice alfa,
era una perniciosa sustancia genética envuelta en una capa de proteína. Entre 1952 y
1954 tuvo lugar un cambio de paradigma de cómo debía de imaginarse un virus.

Con los líquidos filtrados de órganos o fluidos descompuestos, que supuestamente


contenían dichas proteínas y enzima que representaban al virus, se llevaron a cabo
“experimentos de infección” con animales. Los resultados debían demostrar que había
un virus presente y que causaba la enfermedad que se le atribuía. Lo que nunca se
mencionó públicamente es que los síntomas atribuidos al virus nunca pudieron
replicarse en los experimentos con animales, sólo se consiguieron síntomas “similares”.
Estos síntomas similares en animales se equiparaban con las enfermedades humanas.
Esto no puede considerarse como una comprobación científica, al contrario.

Aún hoy faltan en los “experimentos de infección” pruebas de control, es decir, la


comprobación de que los síntomas provoca- dos sean causados por un virus y no por la
“manipulación” de las muestras durante el llamado “experimento de infección”. Con el
fin de descartar que no fueron los fluidos de tejidos descompuestos los que causaron los
síntomas en las pruebas con ani- males, se debería de haber llevado a cabo exactamente
el mismo procedimiento, pero con otros fluidos esterilizados, para comparar. Esto en
cambio nunca ha ocurrido. Hasta hoy se llevan a cabo experimentos crueles con
animales durante los que –como, por ejemplo, para demostrar la transmisibilidad del
sarampión– se inmoviliza y rasura a un mono en una cámara de descompresión y se le
introduce supuesto líquido infectado mediante una sonda por la nariz hasta llegar a la
tráquea y los pulmones. Los mismos daños en el animal serían causados por el empleo
de una solución de sal de cocina, de sangre esterilizada, pus o saliva. Los síntomas
provocados, que sólo son “parecidos” a los del sarampión, son equiparados igualmente
a los del sarampión.

Los fluidos presuntamente infectados son pasados por un filtro impermeable a bacterias
y/o calentados ligeramente. De esta manera deducen los científicos que el sufrimiento y
la muerte de los animales en los experimentos de infección no será provocado por
bacterias, sino por patógenos más pequeños, los virus. Los implicados ignoran hechos
ya conocidos anteriormente, como que existen un número extremadamente más alto de
bacterias desconocidas que conocidas, que muchas de ellas son resisten- tes al calor y
que sus esporas no se pueden filtrar. Aquí también es importante mencionar que de
igual manera no hay indicios de que las bacterias provoquen enfermedades. Toman
parte a menudo en procesos de enfermedad como lo hacen los bomberos para apagar un
incendio. no son causantes, sino parte de los procesos de reparación con pleno sentido
biológico. Como prueba aparente del supuesto papel negativo de las bacterias tenemos
sólo –como en el caso de los virus– experimentos con animales extremadamente crueles
y sin sentido que adolecen del mismo problema: la falta de pruebas de control.

Enders y la Polio
Hasta el año 1949, los virólogos reproducían los presuntos virus-proteína poniendo un
fragmento de material descom- puesto proveniente de un “tejido infectado” por el virus
sobre una lámina de tejido “sano” del mismo tipo. La propagación de la
descomposición, que era visible y pasaba del tejido “enfermo” al sano, se interpretó
erróneamente como la multiplicación y propagación del virus, del veneno patógeno. Las
pruebas de control, llevadas a cabo en 1951 por primera vez por los virólogos de
entonces, constataron que se trataban de procesos de descomposición normales y no de
un virus presente únicamente en tejidos “enfermos”.

Enders “descubrió” por casualidad en 1949 –en un momento en el que no pudo disponer
de tejido nervioso reciente y “sano”– que también otros tejidos distintos a los nerviosos
se veían afectados por la descomposición cuando entraban en contacto con fragmentos
de cerebro de una persona muerta por “polio”. Hasta entonces los virólogos tenían la
creencia de que cada virus podía reproducirse únicamente en aquellos tejidos a los que
podía dañar. Por el supuesto “descubrimiento” de que los “virus” pueden multiplicarse
en otros tejidos dentro del cuerpo humano sin dañarlos, Enders y sus colaboradores
obtuvieron el 10 de junio de 1954 el premio Nobel de Medicina.

Desde entonces, el presunto “virus de la Polio” se reproducía mezclando piel humana de


un feto y tejido muscular de un feto con fragmentos de cerebro de personas muertas por
polio y llevando la mezcla a la descomposición. El filtrado resultante se consideraba que
contenía el virus. El famoso Jonas Salk tomó esta idea sin mencionar a sus
descubridores. El filtrado de piel y músculo de feto humano lo empleó Salk como
vacuna contra la Polio y declaró ante el New York Times que la vacuna era efectiva y
segura, lo cual le generó a Salk ganancias de millones, gracias a la vacuna contra la
Polio. Por supuesto, no implicó a los descubridores de esta idea de emplear tejidos de
fetos humanos descompuestos.18

Por estos motivos, Enders trabajó bajo mucha presión para desarrollar una nueva técnica
sobre la cual pudiera reclamar sus derechos desde el principio. Decidió apoyarse en el
segundo ámbito más lucrativo de la teoría de la infección: la sintomática definida como
sarampión. Así, Enders trasladó la idea y los métodos de la bacteriología y creyó que los
fagos eran los virus de las bacterias.

Análoga a la técnica ya conocida de demostrar la acción bactericida de añadir fagos a un


césped bacteriano (placa Petri con una gelatina que contiene bacterias y alimento para
las mismas), Enders desarrolló una para los virus en la que, a un frotis de tejido, se le
añadían fluidos presuntamente infectados. De manera análoga a la muerte de las
bacterias por los fagos, la muerte del frotis de tejido con la presencia del supuesto virus
del sarampión fue equiparada con la prueba de su existencia, de su aislamiento y de su
reproducción.19 Exactamente este mismo protocolo es el empleado hoy para el
sarampión y, con pequeños cambios, para la “comprobación” del resto de virus
causantes de enfermedades. La mezcla de tejidos y células muertas es calificada como
vacuna “viva atenuada”. No obstante, si los científicos sólo aíslan proteínas individuales
del virus, asumen que éste ha “muerto”; y si se emplean estos componentes individuales
para las vacunas, hablamos entonces de vacuna inactiva o muerta.

En comparación con otras vacunas, Enders asoció un notorio alto número de muertos y
afectados por la vacunación de Polio de Salk a la contaminación de la vacuna con otros
virus humanos desconocidos; argumento al que, por otra parte, se aferran sin
fundamento los conspiradores del “bien y el mal” con sus suposiciones acerca de los
virus creados en laboratorio y las armas biológicas. Enders trabajó por tanto con tejidos
de riñones de mono y de suero fetal (sangre sin componentes sólidos) prove- nientes de
caballos y terneros, y no de humanos.

Hay cuatro diferencias determinantes que distinguen la com- probación de los fagos de
las bacterias, que realmente existen, de la comprobación, según Enders, de los presuntos
“virus” de humanos y animales. Estas diferencias hacen aún más evidente lo erróneo de
las hipótesis de Enders; quien debido a su premio Nóbel –y a pesar de sus dudas
claramente formuladas– llevó a todo el gremio, y con él a todo el mundo (ver sólo el
pánico del coronavirus) a una trampa… con la excepción de un bonito e inquebrantable
pueblo suabo a orillas del lago Constanza:

1. Los fagos de las bacterias son aislados en realidad, y en un sentido pleno de la


palabra “aislamiento”, con métodos estándares (centrifugación por gradiente de
concentración). Justo tras el aislamiento son fotografiados en el microscopio
electrónico; y en un paso es determinada tanto su pureza como la composición
bioquímica de sus componentes: las proteínas y el material hereditario
contenido.
2. En el caso de todos los “virus” de humanos, animales o plantas, nunca se ha
aislado un virus, tampoco se ha fotografiado en aislamiento y sus componentes
no se han representado bioquímicamente. Lo que ocurrió fue un proceso de
construcción de un consenso que, a lo largo de los años, fue identificando
componentes individuales de células muertas y asignándolos conceptualmente a
un modelo de virus. En este proceso de interpretación estaban los fagos, que
sirvieron como modelos para los primeros “virus” dibujados.
3. Los tejidos y células empleados para la “comprobación y reproducción” de los
“virus” son previamente tratados de manera muy concreta antes de ser expuestos
a la “infección”. Primero se les retira el 80% de la solución nutritiva para dejar
hambrientas a las células y que absorban mejor a los virus. La muestra es
expuesta a antibióticos para descartar que sean las bacterias –siempre presentes
en los tejidos y en los sueros– las causantes de la muerte del tejido. Desde de
1972, la Bioquímica reconoció que los antibióticos empleados ya dañan y matan
a las células por sí mismos sin que los virólogos tuvieran este hecho en cuenta.
Los factores de “inanición” y “envenenamiento”, que en evidencia causan la
muerte de las células, son en cambio interpretados erróneamente como prueba de
la presencia, aislamiento, efecto y multiplicación de los supuestos virus.
4. Las pruebas de control obligatoriamente requeridas por la ciencia, con las cuales
se podría descartar, que en lugar de un virus lo que hay es solamente
componentes típicos de células erróneamente interpretados como virus, no se
han llevado nunca a cabo. Estas pruebas de control sí se llevaron a cabo en el
caso de los fagos con su correspondiente comprobación, aislamiento y
caracterización tanto bioquímica como mediante el microscopio electrónico.

Las especulaciones de Enders del 1 de junio de 195420acerca de la posible


comprobación de un “agente” que “eventualmente pudiera” tener un papel en el
sarampión fueron elevadas al rango de “hecho científico” tras ganar el premio Nobel
por su “vacuna de la Polio”, hecha con fetos humanos. No sólo eso, dichas
especulaciones acabaron siendo la base fundacional de la nueva virología genética
después de 1952. Unos meses después de ganar el premio olvidó y ocultó sus dudas
expuestas en la publicación de 1954. Él supuso –molesto por el robo de la idea de la
vacuna de la Polio por Jonas Salk– que todos los futuros desarrollos referentes a una
vacuna del sarampión se basarían en su técnica.

Enders, en el proceso de matar sus cultivos de tejido de manera inintencionada (sin


pruebas de control –¡lo que juega un rol principal en la defensa frente a la imposición de
la vacuna del sarampión!–, añadió un frotis de un joven de 11 años, supuestamente
enfermo de sarampión, llamado David Edmonston a su muestra de tejido, lo que dio al
modelo original del virus del sarampión, así como a la vacuna, el nombre de “cepa
Edmonston”. Aquí cabe mencionar que la sin- tomatología adscrita a una enfermedad
concreta cambia con el tiempo y en aquel entonces la enfermedad del joven fue
identificada como “sarampión”. Incluso hoy una enfermedad puede tener distintas
definiciones según el país. Como ya hemos mencionado, la muerte del tejido de muestra
fue conceptualmente englobada dentro de un modelo de virus. Una parte de la mezcla
de tejido inintencionadamente muerto de simio y de suero fetal de ternero se congela
para, a través de la sucesiva inoculación de tejidos muertos, fabricar nuevamente “virus
del sarampión” y “vacunas vivas atenuadas” del mismo. Es decir, el cultivo celular
original que dio lugar al “virus” y a la “vacuna” se renueva progresivamente.

La importancia de la victoria en el proceso judicial del virus del sarampión

Los puntos decisivos del proceso judicial del virus del sarampión (2012 – 2017) como
los dictámenes periciales, protocolos y sentencias a los que en lo sucesivo me voy a
referir, se pueden encontrar de manera gratuita en internet en
www.wissenschafftplus.de/blog/de. otros dictámenes periciales y refutaciones de las
suposiciones del virus del sarampión, que el jurado no tomó en cuenta, pueden
encontrarse publicadas entre 2014 y 2017 en diversas ediciones de la revista
WissenschafftPlus.

El trasfondo del proceso judicial del virus del sarampión comenzado en 2011 fue, nada
más y nada menos, la protección de la exigencia de vacunarse obligatoriamente contra
el sarampión. Una antigua ministra federal de justicia me llamó y me preguntó por
pruebas actuales con las que evitar la imposición de la vacunación obligatoria frente al
sarampión. Un fiscal superior nos dio el consejo de organizar un concurso para así
asentar, en el juicio resultante, un precedente judicial en el derecho civil que asentara
que no hay pruebas científicas para las suposiciones acerca de la existencia de un virus
del sarampión, ni de la supuesta seguridad y eficacia de una vacuna contra el mismo.
Esto funcionó completamente y se puede comprender si se sabe que la publicación de
John Franklin Enders del 1 de junio de 1954 se convirtió en la única y exclusiva base de
toda la nueva virología del gen; es decir en la base de la producción de vacunas con
“virus vivientes”, después de que la vieja virología se auto disolviera en 1951–1952.

Como sabía que el Instituto Robert Koch (IRK), en contra de su obligación legal, no
había publicado un solo documento sobre la supuesta existencia del virus del sarampión,
exigí para la obtención de un premio de 100.000 euros la presentación de una
publicación científica del IRK que incluyera una argumentación pormenorizada y
científica que evidenciara la existencia del virus del sarampión. Un joven médico
proveniente del Sarre me presentó seis publicaciones, ninguna de ellas del IRK: la
publi- cación original de Enders del 1 junio de 1954 y otras cinco que se refieren
exclusivamente a Enders, entre ellas la única revisión sistemática del estudio del virus
del sarampión. En este trabajo se relata con detalle la ardua búsqueda de un consenso,
que duró décadas para determinar qué componentes de los tejidos moribundos debían
ser incluidos en el modelo del virus del sarampión y cuáles no. Además, se describe
cómo el modelo del virus del sarampión fue modificado constantemente.

Yo le respondí al joven médico que, en las publicaciones presentadas, no se veía en


ninguna parte estructuras virales, sino componentes y estructuras propias de las células.
Él, por su parte, me urgió a pagarle la suma completa del premio con el fin de evitarme
una ardua (como así fue) “disputa legal”. Luego, interpuso una demanda judicial ante el
jurado provincial de Ravensburg sin presentar las seis publicaciones. El jurado falló en
mi contra sin ni siquiera haber tenido en la mano las seis publicaciones ni haberlas
incluido en el acta. Además, la condena impuesta por el jurado provincial de
Ravensburg tuvo lugar en condiciones fuera de lo común.21

El demandante, en el juicio de apelación ante el tribunal Superior de Justicia de


Stuttgart, reconoció ante el juez que no había leído las seis publicaciones. Él confiaba,
por tanto, exclusivamente en la “ardua disputa legal” como única vía para derrotarme a
mí y, por ende, derrotar la refutación central del concepto de vacunación.

Probablemente fue víctima él mismo de la creencia errónea de los virus al confiar en sus
colegas, los mismos que tampoco se percataron del desarrollo erróneo de la medicina
desde 1858. El no querer comprobar ni poner en duda sus hipótesis, los hizo tanto
agresores como víctimas de la creencia en las teorías de la infección y en la confianza
en las vacunas.

Es creíble que el demandante, que me presentó a mí las publicaciones, pero no al jurado,


nunca leyera los textos. Como mínimo él no los buscó, ya que son exactamente las
únicas publicaciones, entre los más de 30,000 artículos científicos que tratan el
“sarampión”, que hacen referencia a la hipótesis de que el sarampión existe. Todos los
demás, cuya cantidad es imposible de manejar por una sola persona, parten “a priori”
del hecho de que el virus del sarampión existe y se limitan a remitirse “a la cita de la
cita” sin tratar el tema de la existencia directamente. En conclusión, todo se retrotrae a
la aparente “demostración” llevada a cabo por Enders el 1.6.1954.

El jurado del tribunal de distrito de Ravensburg se decidió en 2014 a procesar la


demanda interpuesta por el ya enton- ces médico y concluyó que, para el pago del
premio, no era necesario presentar publicaciones del Instituto Robert Koch. También se
concluyó que tampoco era necesario que la comprobación de la existencia del virus
fuera presentada en una única publicación, sino que la exigencia de comprobación del
concurso podía cumplirse con la suma de 3366 publicaciones (la suma de publicaciones
citadas en los 6 artículos presentados como evidencia) de los años 1954 a 2007.

El perito seleccionado por el jurado, el Prof. Dr. Dr. Podbielski de Rostock, argumentó
en consecuencia (o el jurado provincial ajustó su decisión de apertura a la opinión del
experto): “Tengo que aclarar con respecto a la terminología, que las comprobaciones en
el sentido clásico como en la matemática y la física no se pueden dar en la biología. En
la biología sólo se puede de antemano recabar indicios, que en algún momento en su
conjunto pueden alcanzar valor probatorio”.22
Debido a esta suposición extremadamente anticientífica, fruto de la falta de pruebas de
Podbielski y de su sesgo causado por las discrepancias entre la realidad y sus creencias
preconcebidas, ocurrió algo que los investigadores de la conducta definen como
conducta de desplazamiento. Podbielski inventó, en su desesperación, una excusa a
modo de escapatoria, concretamente que la biología y la medicina que se basa en ella, la
vacunación etc. son per se anticientíficos y carecen de comprobación posible: sólo una
colección de indicios puede “en algún momento” y “de alguna manera” (=práctica)
alcanzar valor probatorio. Dicha confesión sobre la poca practicidad de la biología y
medicina actuales, así como de su evidente falta de rigor científico, no se ha plasmado
nunca de manera tan clara.

Lo más importante ahora mismo es hacer un uso efectivo, por ejemplo por la vía legal,
de estas y otras evidencias sobre la falta de rigor científico acerca de la teoría de la
infección y de las políticas de vacunación, que ya están suponiendo una agresión a
nuestros derechos fundamentales. Desde el 13 de febrero de 2020 se estableció con
carácter legal la obligatoriedad de la vacunación del sarampión en Alemania y el 1 de
marzo de 2020 se hizo efectiva dicha imposición. Esta imposición debe desaparecer.
Pueden encontrar más información al respecto en nuestro Newsletter.

Continuación de este artículo sobre:

1. La obligación de la ciencia a realizar pruebas de control. En contra de la declaración


judicial protocolizada del profesor Podbielski y de sus suposiciones, ni la publicación
central presentada como prueba de la existencia del virus, ni las publicaciones
subsiguientes, contienen pruebas de control.23

2. La importancia central del veredicto judicialmente vinculante del tribunal superior de


justicia de Stuttgart del 16 de febrero de 2016, número de expediente 12 U 63/15, para
la totalidad de la virología y de la vacunación.24

3. Reportes y recomendaciones que ya se han llevado a cabo para “revertir” la


obligatoriedad de la vacunación del sarampión serán expuestos en la próxima edición
Nr. 2/2020 de WissenschafftPlus.

Listado de fuentes

1. El Premio Nobel es, por muchos motivos, lo más bochornoso que le puede
ocurrir a un científico y a la sociedad:

– todos los conocimientos se basan en la “opinión predominante” del mundo


académico con su pretensión de exclusividad.

– Casi todo el conocimiento hasta la actualidad ha resultado ser falso en un


periodo de tiempo de unos pocos años hasta unas décadas. Los premios Nobel
impiden el avance del conocimiento científico en cuanto dogmatizan
suposiciones.
– Sólo un pequeño número de personas extremadamente elitistas alejadas de la
realidad deciden qué es y qué no es ciencia. Estas personas marcan las modas
“científicas” y sus métodos y reprimen cualquier otro conocimiento que les
contradiga. Vía “Peer-Review “, es decir mediante la revisión de las
publicaciones científicas antes de su publicación, se descartan de ser pu-
blicados hallazgos o resultados indeseables que contradigan los propias dogmas
y visiones. Al respecto pueden ver el reportaje sobre el premio Nobel de la
edición de la revista WissenschafftPlus Nr. 1/2017, inclusive una escultura, que
da en el clavo de la problemática y que dice mucho más que cualquier palabra

2. La asociación Libertas&Sanitas;Sanitas, en sus esfuerzos por evitar la


obligatoriedad de la vacunación, ha publicado información muy completa sobre
el saber disponible de los trabajadores responsables de las autoridades de la
salud. Con ello se ha demostrado que en Alemania no hay datos disponibles de
los que se pueda concluir que las vacunas protegen o que no conllevan ningún
riesgo. Aún más: en Alemania no se recopilan datos que prueben la hipótesis de
una expansión del sarampión o de un freno a dicha expansión según las
definiciones de la OMS. Ver: www.libertas-sanitas.de, así como el aporte
recomendable “Verstand&Logik im Gespräch mit Priorix (Masern-Mumps-
Röteln-Lebendimpfstoff) [2020]“ en Youtube
3. Aquel que domine el inglés puede leer la siguiente publica- ción y reconocer
directamente el hecho de que la “cadena de material genético de un virus”
(complete genoma) no es más que una construcción mental: “Complete Genome
Sequence of a Wild-Type Measles Virus Isolated during the Spring 2013
Epidemic in Germany”, que se puede encontrar en:
https://edoc.rki.de/handle/176904/187. La catedrática Mankertz, co-autora de
esta publicación y directora del Instituto Nacional de Referencia para el
Sarampión, Paperas y Rubeola del Instituto Robert Koch (IRK) sostuvo, al
preguntársele, que sí se realizaron pruebas de control en este estudio, de manera
que pudo descartarse que componentes celulares típicos fueran erróneamente
interpretados como componentes de virus. Ella en cambio se negó a entregar la
documentación referente a estas pruebas de control. En el recurso, la catedrática
Mankertz respondió que ella no disponía de documentación referente a esas
pruebas de control y que sus colegas de Munich con toda seguridad habían
realizado y documentado dichas pruebas. Yo mismo le he escrito a todos los
autores y a sus trabajadores de laboratorio y les he preguntado por estas pruebas
de control, que desde 1998 son totalmente obligatorias. Ninguno me ha
respondido. Tampoco los rectores de dichos institutos de investigación han
respondido; de esa manera el procedimiento de recurso quedó en nada.
4. Publicación del 22 de enero de 2020: Homologous recombination within the
spike glycoprotein of the newly identified coronavirus may boost cross‐species
transmission from snake to human. Autores: Wei Ji, Wei Wang, Xiaofang Zhao,
Junjie Zai, Xingguang Li. Disponible en: https://doi.org/10.1002/jmv.25682
5. Véase WissenschafftPlus Nr. 2/2019, pp. 33-36, aportación: “Eine neue
Sichtweise auf das Leben – Teil II.“ (Una nueva concepción de la vida – Parte
II). Aquí se expone el mecanismo, fácilmente entendible, según el cual cada
forma de ciencia académica financiada por el Estado conlleva automáticamente
a un desarrollo erróneo. Esto lo evidenció el historiador del derecho y sociólogo
Eugen Rosenstock-Huessy en 1956 con la, ya entonces, refutada medicina de la
infección y el cáncer.
6. Karlheinz Lüdtke: Zur Geschichte der frühen Virusforschung. Wie sich mit
technischen Fortschritten bei der Untersuchung “filtrierbarer“ infektiöser
Agenzien das Verständnis der Virusnatur entwickelt hatte (Sobre la historia de la
investigación sobre los Virus.Cómo el avance técnico en la investigación de
agentes infecciosos “filtrables” desarrolló la comprensión sobre la naturaleza de
los virus). Reimpresión Nr. 125 (1999) del Instituto Max Planck para Historia de
la Ciencia, 89 páginas.
7. Sobre la refutación de todas las ideas acerca del material genético como plan
funcional y de construcción de la vida, se pueden consultar mis aportaciones al
respecto en la revista WissenschafftPlus. El índice de contenidos de todas las
ediciones publicadas desde 2003 está disponible en internet. En especial se
recomienda la colaboración con “DIE ZEIT” del 12 de junio de 2008 “Erbgut in
Auflösung”, gratis en internet. Aquí se resume que el “material genético” se
transforma constantemente, por tanto, se interpreta erróneamente esta
transformación como un gen causante de enfermedades.
8. Una buena mirada a la obra y sistema de conocimiento del catedrático Günter
Enderlein se encuentra en el trabajo de doc- torado de la doctora Elke Krämer,
(1872–19 Leben und Werk von Prof. Dr. phil. Günther Enderlein 68, publicado
en formato libro en 2012 por la editorial Reichl en St. Goar, Alemania.
9. Riesenviren und die Entstehung des Lebens (Virus gigantes y la aparición de la
vida). WissenschafftPlus Nr. 1/2014.
10. “Wasser begreifen, Leben erkennen. PI-Wasser: Mehr als nur energetisiertes
H2O”. (Comprender el agua, reconocer la vida. Agua PI: Más que H2O
energizado). WissenschafftPlus Nr. 6/2018. Este aporte se encuentra gratis en
nuestra página web www.wissenschafftplus.de en el apartado “Textos
importantes”.
11. Ver la introducción a una nueva concepción de la vida en las publicaciones Nr.
1, 2 y 3/2019 de WissenschafftPlus.
12. Exposición pormenorizada del proceso judicial del virus del sarampión: go
Virus go. Der Bundesgerichtshof lässt den Glauben an Viren untergehen. (go
virus go. El Tribunal Supremo federal alemán deja desplomarse la creencia
sobre los virus.) WissenschafftPlus Nr. 2/2017. También puede encontrarse
gratis en www.wissenschafftplus.de
13. Como introducción a los hallazgos de Silvio Gesell y las propuestas de solución
para escapar de los mecanismos destructores propios del sistema monetario,
pueden leer el libro de Hermann Benjes Wer hat Angst vor Silvio Gesell , 292
Seiten (Quién tiene miedo de Silvio Gesell. 292 páginas).
14. Ivan Illich. Die Nemesis der Medizin: Die Kritik der Medikalisierung des
Lebens. 319 Seiten, 1976 und 1995. (Ivan Illich. La némesis de la medicina: La
crítica a la medicalización de la vida. 319 páginas, 1976 y 1995).
15. En su libro Can Medicine be cured? The corruption of a profession, el famoso
gastroenterólogo irlandés Seamus O‘Mahony tergirversa a Ivan Illich. Illich
fundamenta su diagnóstico de la perversión de la medicina “sólo” en la propia
dinámica resultante de la obligación del beneficio económico, dinámica
exacerbada por la industria farmacéutica. O‘Mahony en cambio culpa a la
industria farmacéutica de la corrupción de su profesión y concluye que la
medicina no es curable.Por sus propios medios la medicina no saldría nunca de
su perversión mortal y sólo una catástrofe humanitaria o una guerra podrían
forzar un reinicio. De esa manera él pasa por alto el desarrollo erróneo
cimentado en 1858 por Virchow: la equivocada teoría, no justificada ni por
aquel entonces con pruebas, de la patología celular como punto de partida de las
erróneas y peligrosas teorías del sistema inmunológico, de la infección y del
cáncer. En la página 262 de su libro, el autor O’Mahony reconoce que sí había
una escuela de medicina alternativa según la cual la salud era el resultado de la
vida en harmonía consigo misma y con su entorno, pero que esa escuela no tenía
ninguna oportunidad. Se refería a la psicosomática del catedrático Claus Bahner
Bahnson y de sus colegas internacionales, que de cualquier manera no pudieron
avanzar mucho al estar atascados en la errónea bioquímica de la teoría celular.
El Dr. Ryrk Geerd Hamer fue el primero en formular científicamente una teoría
acerca de una psicosomática personalizada y completa.
16. “Rudolf Virchow, eine Strategie der Macht. Teil 1 und Teil 2”. (Rudolf
Virchow, una estrategia del poder. Parte 1 y parte 2) Siegfired Johann Mohr.
WissenschafftPlus Nr. 5/2015 und Nr. 6/2015 y Entwicklung von Medizin und
Menschheit. (Desarrollo de la medicina y la humanidad) Stefan Lanka.
Wissenscha- fftPlus Nr. 6/2015
17. Annette Hinz-Wessels. Das Robert Koch-Institut im National-sozialismus.
Kulturverlag Kadmos, 192 Seiten, 2012. (Annette Hinz-Wessels. El Instituto
Robert Koch durante el Nacionalsocialismo. Kulturverlag Kadmos, 192 páginas,
2012). El libro señala que, sólo una vez que aquellos científicos críticos con la
teoría de la infección fueron expulsados de Alemania, encerrados o asesinados,
pudo la teoría de la infección imponerse a escala global.
18. Véase artículo de Wikipedia en inglés sobre John Franklin Enders.
19. “The First Measles Virus”. Jeffrey P. Baker. Publicado en la revista Pediatrics,
septiembre 2011, 128 (3) 435-437; DOI: https://doi.org/10.1542/peds.2011-1430
20. “Propagation in Tissue Cultures of Cytopathogenic Agents from Patients with
Measles. John F. Enders and Thomas C. Peebles. En la revista Proceedings of
the Society for Experimen- tal Biology and Medicine, Vol. 86, edición 2 del
1.6.1954, páginas 277-286. https://doi.org/10.3181/00379727-86-21073
21. Véase 12.
22. Protocolo del proceso judicial del 12.3.2015 ante el tribunal de distrito de
Ravensburg, página 7 inferior. Ver www.wissenschafftplus.de/blog/de
23. Protocolo del proceso judicial del 12.3.2015 ante el tribunal de distrito de
Ravensburg, página 7 superior. Ver www.wissenschafftplus.de/blog/de
24. Disponible en
http://lrbw.juris.de o en www.wissenschafftplus.de/blog/de
Virus: un error de interpretación (parte II)

Traducción oficial realizada por el equipo de materialdeNMG bajo el permiso de


su autor Stefan Lanka

El principio y el fin de la crisis del coronavirus


La definición de SARS y de Corona o Covid-19 señala a un cuadro clínico de neumonía
atípica como característica principal de la enfermedad. Si la medicina identifica
patógenos conocidos como causantes de dicha sintomatología, se habla de “neumonía
típica”; cuando no se encuentran patógenos o estos no son los comunes, se habla de
“neumonía atípica”. Un dato clave es el hecho de que por lo menos entre el 20% y el
30% de todas las neumonías se catalogan como atípicas. Las causas de estas neumonías
atípicas se conocen desde hace tiempo y por lo tanto su causa NO debería explicarse por
la presencia de un virus desconocido.

Tanto los virólogos, como los infectólogos, obvian este hecho, y es la base del miedo y
del pánico actuales ya que, tanto entre la opinión pública como entre los políticos y los
afectados, se ha extendido la impresión de que las neumonías atípicas son especialmente
peligrosas y causan la muerte con más frecuencia debido a que no existen
medicamentos o vacunas contra la novedosa enfermedad.

Tan pronto como sale al mercado la prueba de detección o test del supuesto nuevo virus,
los casos se disparan automáticamente. Los implicados ocultan que las personas sanas
pueden también ser diagnosticadas como “positivas”, es decir, como portadoras
“asintomáticas” del virus. Primero se registran como sospechosas a aquellas personas
con neumonía típica, luego poco a poco a personas con otro tipo de enfermedades. Esto
de por sí ya es la prueba de la propagación del virus. A la sintomatología originaria
relacionada con la “neumonía atípica”, se van añadiendo cada vez más enfermedades
que van conformando “la nueva enfermedad viral”.

El otro punto clave –no sólo para el SARS y la crisis del coronavirus– es que, al asumir
los virólogos la existencia de virus patógenos, por motivos comprensibles, ocultan una
realidad subyacente. Los tests de detección de virus lo único que hacen es “detectar” la
presencia de fragmentos de material genético en la muestra clínica a analizar,
fragmentos específicamente seleccionados previamente. Estas secuencias genéticas,
cuya presencia se “comprueba” por el test, no provienen de ningún virus que haya sido
aislado. Los científicos aíslan en tubos de ensayo secuencias genéticas típicas presentes
en células y tejidos que mueren durante los experimentos. Estas secuencias genéticas,
por lo general cortas, son parte integral del metabolismo humano y sirven de punto de
partida para los consiguientes experimentos de laboratorio. Los virólogos, mediante el
uso de programas informáticos, construyen conceptualmente una cadena de material
genético viral más larga a partir de esas secuencias genéticas cortas. Esta cadena de
material genético viral, aun habiéndose construido artificialmente, se presenta como
perteneciente a un virus real. Este, y no otro, es el motivo por el cual personas sanas
sometidas a test virales arrojan resultados positivos una y otra vez.

En consecuencia, y con el fin de no contradecirse, los virólogos obvian dos reglas


preestablecidas de la ciencia.

La primera consiste en comprobar uno mismo, de manera consecuente, todas las


afirmaciones que realicen. La segunda consiste en probar todas las hipótesis y métodos
empleados mediante pruebas de control. Si se llevaran a cabo dichas pruebas de control,
los virólogos podrían determinar que TODAS las secuencias genéticas cortas con las
que construyen conceptualmente, cual piezas de un puzzle, una supuesta cadena de
material genético viral, provienen únicamente del metabolismo del propio cuerpo
humano y no de virus patógenos que han infectado al organismo desde el exterior.
La crisis del coronavirus se desencadenó el 30.12.2019 mediante la filtración y rápida
difusión en internet de un mensaje escrito por un joven oftalmólogo chino. En este
mensaje, que compartió con amigos, informaba sobre la existencia de pacientes en
cuarentena en su hospital y sobre la confirmación de siete casos positivos de SARS
entre ellos, por lo cual recomendaba a sus amigos extremar la precaución y protegerse.

El profesor Christian Drosten, del hospital universitario Charité en Berlín, tuvo noticias
al respecto y de inmediato comenzó a trabajar en la elaboración de una prueba de
detección o test para virus SARS. Todo ello sin que pudiera estar claro en esos
momentos que los informes provenientes de China sobre el brote de SARS se hubieran
probado y, ante todo, antes de que los virólogos chinos publicaran sus investigaciones.

Los virólogos del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades (CCDC
por sus siglas en inglés) publicaron el 24.1.2020 y el 3.2.2020 sus resultados.
Informaron sobre el aislamiento de múltiples fragmentos de secuencias genéticas que,
una vez concatenadas de manera conceptual, darían lugar a una cadena de material
genético de un virus nuevo (desconocido hasta el momento). Los expertos, así como
otros virólogos implicados hasta hoy alertan expresamente de que los experimentos
necesarios aún no se han llevado a cabo para poder concluir que, efectivamente, se trata
de una cadena de material genético de un virus patógeno. Al contrario: los virólogos
chinos indican de manera explícita que la cadena de material genético construida tiene
una similitud del 90% con otras cadenas de material genético asociadas con otros virus
de la familia coronavirus (CoV) presentes en murciélagos, considerados inofensivos y
conocidos desde hace décadas.

El 21.1.2020 (¡3 días antes de la primera publicación del CCDC!) la OMS recomendó a
todos los países el uso de la prueba de detección desarrollada por el profesor Drosten.
Como veremos más adelante, su pretensión de haber desarrollado una prueba de
detección fiable para el virus en China agravó y globalizó el pánico por la pandemia y
ello lo hizo incumpliendo las reglas esta- blecidas del trabajo científico y violando la
lógica y los principios generales de la virología.

1. El comienzo de la crisis del coronavirus

El 30.12.2019, el joven oftalmólogo residente en Wuhan, Li Wenliang compartió con


otros 7 médicos amigos suyos en un grupo de WeChat la noticia de que, en su hospital,
numerosas personas se encontraban en cuarentena y que se había confirmado que siete
de ellas estaban afectadas por el virus SARS. Su intención no era desatar el pánico, sino
recomendar a sus amigos que extremaran precauciones y se protegieran. De haberlo
querido, hubiera compartido dicha información en internet para alertar a la opinión
pública. Al final fue lo que ocurrió cuando una de las siete personas de ese grupo de
WeChat publicó en internet una captura de pantalla de esa conversación privada, sin ser
consciente de las consecuencias que esa acción iba a acarrear. Ni que decir tiene que esa
información se propagó como la pólvora tanto dentro de China como en el resto del
mundo.

Esta filtración desató una ola de miedo y pánico en China y un aluvión de consultas a
las autoridades sanitarias y al gobierno. El recuerdo de la crisis del virus SARS en 2003,
que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya catalogó el 12.3.2003 como “una
amenaza global”, aún estaba presente entre la población. El gobierno de Beijing envió a
Wuhan el 31.12.2019 un grupo de intervención rápida conformado por epidemiólogos y
virólogos del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades (CCDC). Su
misión era apoyar a las autoridades sanitarias de la ciudad y de la provincia circundante
de Hubei y verificar si estaban ante el comienzo de una epidemia. En caso de ser cierto
esto último, la situación debía de controlarse de manera adecuada.

La primera publicación de los autores del CCDC referente a los resultados de su


investigación preliminar, titulada “Un nuevo Coronavirus en pacientes con neumonía en
China, 2019”1, no menciona ningún aumento en los casos de neumonía atípica
(“patients with pneumonia of unkown cause”). Lo que sí señala es una característica
común que tenían los pacientes afectados. Esa característica común no era otra que la
realización de visitas más o menos regulares a la lonja de pescado (seafood wholesale
market) de Wuhan. El grupo de pacientes afectados por neumonía atípica era
ciertamente pequeño, algo fácil de entrever visto que el CCDC sólo tomó muestras de
frotis y de fluidos del tracto respiratorio inferior de cuatro pacientes. Con estas muestras
pretendían buscar los patógenos, conocidos o desconocidos, causantes de la
enfermedad.

Mientras tanto, el pánico se apoderaba de la ciudad de Wuhan y de sus alrededores. Las


medidas de la policía, que el 3.1.2020 forzaron al oftalmólogo Li Wenliang a firmar una
carta de cese y desistimiento que le comprometía a no seguir difundiendo información
acerca de un posible brote de SARS, de poco sirvieron para ralentizar la dinámica de
pánico desatada. Wenliang desarrolló el 10.1.2020 síntomas de pulmonía,
sintomatología que desarrollaron también sus padres al poco tiempo. Li Wenliang se
aisló él mismo y achacó el haberse infectado de SARS al contacto con una paciente el
día anterior. Esta noticia acrecentó el pánico.

Los médicos a cargo de su cuidado le realizaron diferentes pruebas de detección o tests,


pero todas dieron resultados negativos. Su estado de salud empeoró progresivamente a
la par que el interés de la opinión pública sobre su estado aumentaba. Se siguieron
probando diferentes tests de diag- nóstico hasta que, finalmente, el 30.1.2020 un test
SARS arrojó un resultado positivo. Paralelamente, el pánico por el virus SARS se
convirtió en la crisis global del coronavirus.

El propio Li Wenliang difundió este resultado en internet con las siguientes palabras:
“Today nucleic acid testing came back with a positive result, the dust has settled, finally
diagnosed“. (“Hoy el test de ácido nucleico dio un resultado positivo, el polvo se ha
asentado, finalmente he sido diagnosticado.“)

La gota que colmó el vaso para la opinión pública fue la publicación en internet de la
carta de cese y desistimiento firmada el 3.1.2020. Para mucha gente este era el indicio
claro de que había una nueva epidemia de SARS que el gobierno chino estaba ocultando
y que el joven médico, aún enfermo por el virus y bajo amenaza de represalias, estaba
intentado dar a conocer. La administración intensiva de antibióticos no mejoraba el
estado de salud de Wenliang, que finalmente murió el 7 de febrero. Este fue y es el
fundamento principal que llevó a la opinión pública china e internacional a asumir que
un nuevo brote de SARS había tenido lugar en Wuhan. La denominación “SARS” se
redefinió al poco tiempo con el nuevo nombre de Covid-19 y declarada pandemia.

2. Una de las dos posibles causas del miedo de Li Wenliang


El miedo del oftalmólogo Li Wenliang se fundamentaba en la experiencia de los
sucesos acaecidos en China en el año 2003. Entonces, diversos científicos occidentales
investigaron un aumento en los casos de neumonías atípicas en el sur de China. Dos
días después de la construcción conceptual de la cadena de material genético del
supuesto nuevo virus (SARS-CoV-1) causante de esas neumonías, en la que el profesor
Drosten participó.2, el científico alemán hizo pública una prueba de diagnóstico
diseñada para ese presunto virus.3 Alrededor de 800 personas afectadas por neumonía
atípica, es decir, por una neumonía para la cual no se habían comprobado patógenos
conocidos, fueron diagnosticadas como “positivas” por el test del profesor Drosten. La
mayoría de estas personas murieron, por sobretratamiento o tratamiento erróneo, con el
diagnóstico de “infección por virus SARS” en lugar de “neumonía atípica”.

El miedo al SARS se mantuvo hasta 2019, e incluso se incrementó, debido a causa de


dos publicaciones de los años 20134y 20175, las cuales pusieron en marcha todo tipo de
especulaciones sobre la posibilidad real de que brotes de nuevos virus SARS-Corona
surgieran antes o después. Los autores de ambas publicaciones afirman que existen
indicios de presencia de fragmentos cortos de secuencias genéticas en murciélagos
sanos que podrían formar parte de virus.

Estos fragmentos de secuencias genéticas encontrados en murciélagos tendrían


similitudes con aquellos otros fragmentos que fueron declarados en 2003 como parte
integral del genoma del presunto SARS-Coronavirus-1 (SARS-CoV-1). Las siglas en
inglés SARS corresponden a “síndrome respiratorio agudo grave” (SRAG en español).

Sobre la construcción conceptual de la cadena de material genético, se afirma que es


posible que exista en la realidad como un todo y constituya un virus real. Un virus así
conceptualizado, que pudiera estar presente en animales salvajes portadores como los
murciélagos y ser inofensivo para ellos, podría trasmitirse a humanos mediante
mordeduras, consumo o contacto con los animales infectados y convertirse en un virus
mortal. En el cuerpo humano este virus inofensivo tendría la capacidad, mediante
mutación, de transformarse en un SARS-Coronavirus causante de enfermedades y
potencialmente mortal para el ser humano. Que algo así ocurriera y que desembocara en
una oleada de enfermedades, como por ejemplo neumonía atípica, era sólo cuestión de
tiempo a ojos de los expertos, tras los estudios de 2013 y 2017.

Hasta hoy, los virólogos han sido incapaces de aislar un virus SARS, proveniente de un
paciente o de un murciélago o cualquier otro animal, en un laboratorio con el fin de
obtener una cadena de material genético de un virus SARS intacta y completa. En otras
palabras, su genoma. La suposición de los virólogos, de que en la realidad existan
cadenas de material genético constituidas de manera idéntica a las que ellos
conceptualmente construyen mediante fragmentos más cortos, no se ha demostrado.
Aunque hay disponibles técnicas sencillas para la determinación de la longitud (tamaño)
de secuencias genéticas, la existencia y presencia de una cadena de material genético
completa de un virus SARS aún no se ha comprobado.

Estas falsas suposiciones, aunadas al miedo avivado durante años, fueron la base de los
temores del oftalmólogo Li Wenliang y de otros médicos e infectólogos más allá de
Wuhan. Y fueron también el motivo por el cual los epidemiólogos y virólogos del
CCDC se centraron desde el 31.12.2019 en encontrar secuencias genéticas similares a
las que en 2003 se definieron como parte constituyente del SARS-Coronavirus original.
3. La segunda de las posibles causas del miedo de Li Wenliang

La crisis del coronavirus —en un comienzo considerada como una nueva crisis de virus
SARS— comenzó con la difusión por parte de los medios de comunicación de noticias
referentes a un aumento de los casos de neumonía atípica en China. Esta suposición
nunca se probó. Lo único que se afirmó es que los casos de neumonía atípica acaecidos
en Wuhan podrían ser explicados por la incidencia de un nuevo virus, ya que varias de
las personas afectadas por la enfermedad tenían en común el haber tenido contacto con
mercados de animales. La suposición de que la causa de estos casos de neumonía atípica
se debía a un virus desconocido necesariamente obviaba hechos probados y descritos
por la literatura médica y científica. Existe un amplio espectro de causas no infecciosas
que pueden desencadenar neumonías atípicas y acabar siendo más mortíferas, por
diversos motivos, que las denominadas neumonías típicas.

Entre las causas no infecciosas se encuentra la inhalación de gases tóxicos provenientes


de disolventes y de otros productos sintéticos. También la infiltración en los pulmones
de comida, bebida o contenido estomacal, bien sea debido a atragantamiento o a una
pérdida del conocimiento, puede causar neumonías graves (neumonía por aspiración).
El agua por sí misma puede causar la sintomatología de la neumonía atípica si penetra
en los pulmones. Otro grupo de posibles causas engloba el espectro conocido de
trastornos inmunitarios tales como las alergias o las reacciones autoinmunes. La
radioterapia contra el cáncer provoca muchas veces una inflamación en los pulmones
indistinguible de la sintomatología asociada a la neumonía típica. La neumonía
hipostática es una enfermedad extendida entre las personas mayores. Esta modalidad
aparece debido a acumulaciones de líquido (edemas) fruto de largos periodos de
postración en una cama o a causa de debilidad del corazón y/o de los riñones, hechos
que desembocan en una ventilación e irrigación insuficiente de los pulmones y la
consiguiente inflamación y posible neumonía atípica.

Lógicamente, una combinación de causas puede provocar igualmente una neumonía


atípica. Si en un comienzo no se encuentran patógenos como causantes de la neumonía
y ésta se cataloga como atípica, es común que surjan más adelante focos de infección
secundaria en el pulmón con bacterias y entonces la neumonía pasa a catalogarse como
“típica”. Este es el motivo de que la proporción de neumonías atípicas sea posiblemente
superior al 20-30% comúnmente estimado, ya que muchas veces se detecta la infección
con bacterias cuando en el origen no la había.

Las dos primeras publicaciones que trataron el coronavirus 6 documentaron los


exámenes que se les realizaron a cinco personas enfermas de neumonía atípica en
China, pero descartaron de antemano cualquier otra posible hipótesis que no fuera la
infección viral como causante. No se investigó ningún otro indicio o antecedente que
tomara en consideración alguna de las otras causas que hemos mencionado. Tampoco es
algo que los virólogos hagan normalmente, pero, dadas las circunstancias de pánico
creciente, los miembros del CCDC no tuvieron ningu- na oportunidad de desviarse del
objetivo: tenían que encontrar un virus. Centrarse en un hipotético origen viral influye
en el tratamiento de los enfermos, que se ven expuestos a un cóctel de sustancias
antibióticas cuya sobredosis, por sí misma, provoca la muerte.77

Todos deben también tener claro que el pánico extremo por sí mismo, y aunado a
problemas respiratorios, puede causar la muerte de igual manera. La muerte por pánico
puede sobrevenir incluso en un corto periodo de tiempo y no sólo en casos de
complicaciones cardíacas o circulatorias preexistentes.

La respuesta a la siguiente pregunta es determinante para poner término a la crisis del


coronavirus: ¿Se ha comprobado la existencia de un nuevo virus o simplemente se han
aislado pequeños fragmentos de sustancia genética propios del cuerpo humano y se han
categorizado erróneamente como parte de un virus? Tal como ocurrió con el pánico del
virus H1N1, diferentes voces señalan a la vacunación como única vía para terminar con
la crisis. Sin embargo, la idea de la vacunación está tan refutada como la idea de los
virus.

El recuerdo de la, ya olvidada, pandemia de gripe porcina en 2009 es útil para la


valoración y categorización del desencadenamiento y continuidad de la crisis del
coronavirus. Por entonces la mayoría de la población en Alemania estaba dis- puesta a
vacunarse contra el presunto virus de la gripe porcina. La vacunación masiva no tuvo
lugar debido a los retrasos en las entregas de las vacunas. Aparentemente no podían ser
envasadas en jeringas como estaba previsto debido a que los novedosos adyuvantes
empleados las dañaban y las hacían inservibles. La solución fue envasar la vacuna en
frascos de 10 dosis y envasar los adyuvantes por separado y mezclarlos justo antes de
administrarlos a las personas.

Por entonces, se dio a conocer que los adyuvantes, sin los cuales la vacuna no podría ser
efectiva, eran un producto novedoso que no se había probado en humanos. Además,
salió a la luz que esos adyuvantes estaban compuestos por nanopartículas. De las
nanopartículas se conoce que son muy reactivas en virtud de su minúsculo tamaño y que
se emplean como catalizador en multitud de reacciones químicas. También se sabe que
el cuerpo humano no puede ni metabolizar ni eliminar estas nanopartículas. Para colmo,
llegó a oídos de la opinión pública la noticia de que la canciller Angela Merkel y
miembros del ejército alemán se iban a vacunar con una versión de la vacuna que no
contenía los polémicos adyuvantes, mientras que la vacuna dispensada al resto de la
población sí los iba a contener.

Toda esta incertidumbre llevó al 93% de la población a renegar de la vacuna. En


Alemania sólo el 7% accedió a que les fuera administrada. La negativa generalizada
hizo que la presencia de la gripe porcina en los medios de comunicación desapareciera
como por arte de magia de un día para otro, junto con millones de dosis que debieron de
ser destruidas por el gobierno. (Para añadir más leña al fuego: milagrosamente la
paranoia alrededor de gripe porcina H1N1 desapareció, ya no infectó a nadie más y la
cobertura mediática también desapareció. Uno podría proponer que el virus de la gripe
porcina pasó a los salmones de río y acabó en el mercado de pescado de Wuhan con
renovada virulencia).

La pandemia no llegó al punto álgido de la vacunación generalizada y los


epidemiólogos, infectólogos y virólogos comenzaron a sacar sus conclusiones.
Analizaron las causas y publicaron sus investigaciones y recomendaciones para el
futuro en el número 12, de diciembre del año 2010, del Boletín Oficial de Salud alemán.
El título lo decía todo: “Pandemias. Lecciones aprendidas” que básicamente quiere
decir: “las conclusiones que nosotros hemos extraído de nuestro fracaso con la gripe
porcina H1N1.”
Algunas de las aportaciones de esa investigación se pueden ver en internet8 8, aunque no
las más relevantes. Las recomendaciones principales para la gestión de una pandemia
son:

• Asegurarse que los expertos no se contradigan en discusiones públicas.


• Pronta participación de los medios de comunicación de referencia y de las redes
sociales.
• Control de internet. Esto pare evitar que opiniones distintas y críticas pongan en
peligro el consenso y la aceptación de las medidas acordadas por los gobiernos.

¡A la próxima va la vencida! Las recomendaciones se han aplicado eficazmente esta


vez. Se ha censurado Internet y se ha acallado a los críticos mediante insultos. Los
argumentos que contradicen la verdad oficial acerca de la pandemia y consiguen llegar a
la opinión pública, son ignorados. En los medios de comunicación y en la política sólo
se escuchan unas pocas voces. De hecho, cada país tiene su propio portavoz del
gobierno que reporta a diario el desarrollo de la pandemia del coronavirus. En Alemania
sólo se le da voz al profesor Drosten. La única “crítica” a la que se le dio cancha fue la
realizada por un virólogo del VIH, que sólo consiguió reforzar la hipótesis oficial de
que el mundo se enfrentaba a un nuevo virus, el SARS-CoV-2.

4. La globalización del pánico del virus SARS chino y la fijación del rumbo hacia
la crisis del coronavirus por el Prof. Drosten

El profesor Drosten del hospital universitario Charité en Berlín declaró que, desde el
1.1.2020 disponía de un método de detección genético, desarrollado por él mismo, que
permite detectar la presencia del nuevo coronavirus de manera fiable.9 9 La OMS
comenzó a recomendar dicho test desde el 21.1.2020 a los diferentes gobiernos del
mundo, incluido el chino, para determinar la expansión del supuesto coronavirus.10 10

Con el fin de a) poder comprender cuáles son las hipótesis de base y los procedimientos
llevados a cabo tras las afirmaciones del profesor Drosten y b) determinar si sus
conclusiones acerca del desarrollo de un test seguro de detección del coronavirus se han
comprobado científicamente o no, es necesaria la aclaración de los conceptos, técnicas y
representaciones empleados en su argumentación y el análisis de las dos publicaciones a
las que el profesor Dorsten hace referencia.

• ¿Cómo se define un virus y un coronavirus?


• ¿Cómo se definen en este contexto las secuencias genéticas?
• ¿Cómo funcionan los procedimientos de comprobación de las secuencias
genéticas, denominados PCR, RT-PCR y real-time RT-PCR?
• ¿Cuándo se debe considerar que la presencia de las secuencias genéticas en el
cuerpo humano son una prueba de la presencia del virus?
• ¿Cómo se determina científicamente la existencia de un virus?

Conceptos

• En ciencia, se define a un virus por su material genético específico y


perteneciente únicamente a ese virus.
• Al material genético de un virus se le denomina también cadena de material
genético viral, molécula genética viral o genoma (término que emplearemos en
lo sucesivo).
• El genoma del virus contiene en sucesión las diferentes secuen- cias genéticas,
los genes virales, para el desarrollo de las diferentes proteínas virales.
• El ácido nucleico de un genoma viral puede ser ADN o ARN.
• El genoma de los coronavirus está compuesto por un ácido nucleico ARN
específico rodeado por una membrana.
• El genoma de un virus concreto se define mediante la determinación de la
longitud y la composición y estructura de la cadena de ARN o ADN viral.
• La composición de un genoma viral se obtiene mediante la determinación
precisa del número y de la secuencia específica de los cuatro pilares
constituyentes de su material genético: los nucleótidos.
• A este procedimiento de determinación del orden de las secuencias de los
nucleótidos se le denomina secuenciación.
• El resultado de la determinación de las secuencias de nucleótidos de un genoma
se denomina secuencia de nucleótidos o secuencia genética.
• Los virus patógenos tienen una secuencia propia y exclusiva que no se encuentra
en organismos sanos.
• Con el fin de poder comprobar y determinar la presencia del genoma de un virus
y siguiendo la lógica y las leyes de pensamiento de la ciencia, este virus se debe
aislar y presentar en estado puro. Esta es la única manera de evitar que
secuencias genéticas propias de células sanas sean erróneamente interpretadas
como componentes de un virus. Es decir, es la única manera de asegurarse de
que no se están confundiendo secuencias genéticas de células o tejidos sanos,
incluidos en la muestra orgánica bajo estudio, con secuencias genéticas de virus
en cuestión.
• La determinación de la secuencia genética de un genoma sólo es posible si ésta
se presenta en forma de ADN.
• Ya que el ácido nucleico de algunos virus es ARN, para poder determinar dicha
secuencia genética, ésta debe primero transformarse bioquímicamente en ADN.
• El proceso de transformación de un genoma compuesto por ARN a ADN se
denomina “transcripción inversa” con las siglas “RT” en inglés (reverse
transcription).

Las técnicas empleadas por el profesor Drosten y las primeras conclusiones

• La electroforesis en gel es un grupo de técnicas empleadas para, entre otros usos,


determinar la presencia y longitud de ácidos nucleicos separándolos por tamaño
y forma en un gel al que se le aplica corriente eléctrica. En fragmentos de ADN
con estructura de doble hélice, los fragmentos más pequeños migran del
electrodo negativo al positivo más rápidamente que los fragmentos más grandes.
Simultáneamente, con el fin de poder determinar la longitud del ácido nucleico
del genoma bajo estudio, se añaden fragmentos de genomas cuya longitud se
conoce.
• Si la concentración de un determinado ADN es demasiado baja, a tal punto que
no se pueda comprobar con la técnica de la electroforesis en gel, se emplea una
técnica que multiplica (“amplifica”) exponencialmente un fragmento específico
de ADN seleccionado. Este método se conoce como “reacción en cadena de la
polimerasa”, o PCR por sus siglas en inglés. Gracias a esto se consigue la
concentración suficiente para hacer al fragmento de ADN visible en la
electroforesis en gel. Esta es la condición previa para que la determinación
definitiva de la longitud y secuencia de un genoma sea posible.
• El inventor de la técnica PCR, Karry Mullis, fue galardonado con el premio
Nobel de Química en 1993 por el hallazgo. El test fue ideado desde un comienzo
para su uso en una sala blanca como las existentes en las plantas de fabricación
de semiconductores, es decir, una zona de ambiente controlado para eliminar
todo polvo y toda contaminación. Además, Mullis alertó que este método era
propenso a errores. En su discurso de recepción del Premio Nobel, disponible en
la página del comité del Premio Nobel, el científico hizo referencia a que no
existía ninguna comprobación científica demostrable según la cual se pudiera
señalar al genoma del VIH como causante de un debilitamiento inmunológico o
de enfermedad alguna; todo inadmisiblemente reunido dentro del término
“SIDA” y tratado con quimioterapia altamente tóxica.

Multiplicar (“amplificar” en adelante) ADN con la técnica de la PCR requiere el


conocimiento de la composición de dicha secuencia de ADN de antemano. Una
secuencia de ADN sólo puede amplificarse con la técnica PCR para su posterior análi-
sis si se unen al comienzo y al final de la cadena los llamados iniciadores, cebadores o
primers. Estos iniciadores creados sintéticamente —secuencias cortas de ADN de
cadena simple compuestos por entre 24 y 30 nucleótidos— tienen como obje- tivo
definir la región del ADN que será amplificado como si de una suerte de marcadores se
trataran. En resumen, es necesa- rio conocer de antemano lo que se busca.

Una vez comprendido lo anterior, es fácil entender por qué la PCR no puede comprobar
ni secuencias desconocidas, ni virus desconocidos. Sólo la determinación previa de la
secuencia de un virus permite a la PCR comprobar la presencia de esa secuencia
genética en la muestra bajo estudio, generalmente proveniente del cuerpo de una
persona. La PCR requiere por tanto programarse con una “plantilla” que hay que
preparar previamente.

Cuando el test PCR comenzó a usarse, sólo se podía determinar la cantidad de ADN
amplificado tras el uso de la PCR mediante el empleo posterior de la electroforesis en
gel. Hoy en día, mediante el empleo de técnicas de fluorescencia, se puede cuantificar el
ADN amplificado e indicar aproximadamente la cantidad de ADN de la que se partió.
Ya que la determinación del ADN amplificado artificialmente puede tener lugar durante
la prueba, se le denomina a esta nueva versión del PCR como “real-time PCR”. Un test
“real-time PCR” que además pueda convertir el ARN en ADN mediante “transcripción
inversa” se le denomina “real-time RT-PCR”.

El profesor Drosten utilizó la técnica “real-time RT-PCR” para el desarrollo de su test


de detección del coronavirus. Para su programación extrajo de un depósito de datos
disponible en internet diferentes secuencias genéticas cortas asociadas a los virus
SARS, eso en una fecha tan temprana como el 1.1.2020. En base a esas secuencias
cortas, presuntamente pertenecientes a virus SARS, concibió las decisivas “plantillas”
para la PCR (las secuencias PCR-primer), es decir, las secuencias genéticas de-
limitadas por iniciadores o primers que el test debía amplificar, con el fin de comprobar
el “aún” desconocido virus chino.
Mientras tanto en China aparecieron en internet los días 10.1 y 12.1.2020 las primeras
composiciones provisionales de secuencias del virus, posteriormente modificadas y
publicadas el 24.1.2020 y el 3.2.2020,1111 en dos estudios preliminares que buscaban
identificar al virus desconocido. Los virólogos pertenecientes al CCDC, con la ayuda de
programas informáticos y a partir de secuencias genéticas cortas, construyeron de forma
meramente teórica el genoma del posible virus. Los virólogos indican claramente en
ambas publicaciones que sus propuestas de secuenciación del genoma del virus son
provisionales y que carecen de pruebas para poder afirmar que esas secuencias
provoquen enfermedad alguna. Las propuestas de secuenciación del 10.1 y el 12.1.2020
eran provisionales y aún no habían sido sometidas a revisión científica.

El quid de la cuestión es que, antes de que el equipo chino publicara sus propuestas de
secuenciación del genoma del virus el 24.1.2020 y el 3.2.2020, la OMS ya anunció el
21.1.2020 que respaldaba el test PCR para la detección del nuevo virus elaborado por el
profesor Drosten. ¿Qué implicaciones tienen estas fechas? Demuestran que el profesor
Drosten utilizó necesaria- mente datos no verificados para el diseño de su test PCR,
datos que no provenían en ningún caso del epicentro del supuesto brote en China. Esto
no impidió la rápida difusión del test PCR para la detección del 2019-nCoC,
renombrado el 7.2.20201212;”>SARS-CoV-2 con la colaboración del propio Drosten.

Este cambio de nombre el 7.2.2020 de “nCoV” a “SARS-CoV-2” despertó entre la


opinión pública la impresión de que la amenaza no provenía de un virus inofensivo o
débil, sino de un nuevo virus patógeno SARS altamente peligroso que causaba la
enfermedad que mató al nuevo ídolo en China, Li Wenliang. Para añadir más leña al
fuego, todo el mundo acusó al gobierno chino y a los líderes del partido comunista de
querer ocultar la crisis. El profesor Drosten y sus colegas cumplieron las expectativas de
la población: “finally diagnosed”, “finalmente diagnosticado”. Estas expectativas se
originaron con el pánico desatado por la alerta del doctor Li Wenliang y fueron
refrendadas por el científico alemán. Hay que tener en cuenta que, por entonces, los
virólogos chinos implicados en la investigación en Wuhan alertaban de que carecían de
pruebas que señalaran al posible nuevo virus que creían haber detectado como causante
de enfermedad alguna. ¿Y si esas secuencias genéticas que creían haber aislado estaban
presentes en enfermos, en procesos de curación, tras dichos procesos, en algunas
personas sanas o en muchas, o directamente podían aparecer en todas las personas?

Sólo con esa información puede comprobarse que el profesor Drosten traspasó todos los
límites de la correcta práctica científica hasta llegar a un claro fraude con enormes
consecuencias. Tampoco hay que obviar que la revista que utilizó para realizar la
publicación del método de su test el 23.1.202013 no se encargó de comprobar las
declaraciones efectuadas.

5. Las preguntas decisivas para poner rápidamente fin a la crisis del coronavirus

Se nos presenta la pregunta central y decisiva de si el Prof. Drosten ha acatado su deber


como científico —parte fundamental de su contrato laboral1414 y de si ha revisado y
comprobado él mismo de manera consecuente todas las afirmaciones incluidas en su
publicación referentes al método de detección que había desarrollado y, por ende, las
declaraciones públicas que ha hecho al respecto. Debido a este deber científico surgen
las siguientes tres preguntas centrales:
1. ¿El profesor Drosten ha comprobado si las secuencias genéticas que ha
empleado como “plantilla” para la elaboración de su test, provienen realmente
de un virus y, en tal caso, del supuesto virus presente en el brote de Wuhan?
2. ¿El profesor Drosten ha realizado las pruebas de control exigidas por la ciencia
con el fin de demostrar que esas secuencias genéticas provienen realmente de un
virus? ¿Ha realizado esas apruebas para descartar que esas secuencias genéticas,
que él adscribe al virus, no sean en realidad secuencias genéticas que surjan
fruto del metabolismo en humanos, animales o incluso plantas como papayas en
tanzania15? ¿O que, estando presentes en el cuerpo humano, se multipliquen a
causa de una enfermedad?
3. ¿En base a qué hipótesis, experimentos y pruebas de con- trol puede asumir el
profesor Drosten, que su test de detec- ción pueda realmente “detectar” un virus
completo, activo y causante de enfermedades cuando sólo está comprobando la
presencia de dos genes de los supuestos diez que teóricamente componen el
genoma del coronavirus? ¿Cómo sabe que está comprobando la existencia de un
virus y no, como mucho, fragmentos del mismo provenientes de un exitoso
desempeño del sistema inmunitario, o igual de la presencia de virus
“defectivos”, “incompletos” e “inofensivos” en nuestro genoma, que típicamente
componen el 50% del total de genes de nuestros cromosomas?

Las respuestas se van a extraer de las actividades documentadas del profesor Drosten
durante el desarrollo de su método de detección y se presentarán más adelante.

El virólogo profesor Drosten desarrolló, como sabemos, el método de detección del


nuevo coronavirus (llamado en un primer momento 2019-nCoV y tras el 7.2.2020
bautizado como SARS- CoV-2). Describe el desarrollo del test en una publicación que
salió a la luz el 23.1.2020.1616

En la página 3 de su aportación, columna izquierda, línea 8 desde abajo, escribe el


primer y definitivo paso de su procedimiento: “Before public release of virus sequences
from cases of 2019-nCoV, we relied on social media reports announcing detection of a
SARS-like virus. We thus assumed that a SARS-related CoV is involved in the
outbreak.“ (Antes de la publicación oficial de las secuencias del virus extraídas de casos
de 2019-nCoV, nos basamos en informes de redes sociales anunciando la detección de
un virus similar al SARS. Por tanto, asumimos que un coronavirus relacionado con el
SARS estaba involucrado en el brote).

En resumen, el profesor Drosten y sus trabajadores, tras conocer los informes de las
redes sociales, asumieron que tras el brote de neumonía atípica podría encontrarse un
coronavirus. Por entonces, aún no habían datos clínicos disponibles que dieran pie a una
suposición de esa naturaleza. ¿Cuál fue su siguiente paso? “We downloaded all
complete and partial (if>400 nt) SARS-related virus sequences available in GenBank by
1 January 2020.“ (Descargamos todas las secuencias completas y parciales (if>400 nt)
de virus relacionados con el SARS disponibles en GenBank el 1 de Enero de 2020).
Continúa en la tercera página, columna derecha, tercera línea desde arriba: “These
sequences were aligned and the alignment was used for assay design (Supplementary
Figure S1). (Las secuencias se alinearon [observación mía: mediante secuencias
estándar de virus-SARS previamente establecidas] y la alineación se usó para
desarrollar nuestro test Imagen suplementaria S1). “Upon release of the first 2019-
nCoV sequence at virological. org, three assays were selected based on how well they
matched to the 2019- nCoV genome (Figure 1)” (Una vez publicada la primera
secuencia del 2019-nCoV en virological.org, se eligieron tres ensayos basados en lo
correctamente que encajaban con el genoma del 2019-nCoV (figura 1)).

De sus declaraciones se derivan respuestas claras, conclusiones y consecuencias:

1. ¿El profesor Drosten ha comprobado si las secuencias genéticas que ha


empleado como “plantilla” para la elaboración de su test, provienen realmente
de un virus y, en tal caso, del supuesto virus presente en el brote de Wuhan?La
respuesta es: ¡no! Él no pudo en ningún caso comprobar si las secuencias que
descargó de internet de GenBank provenían de un virus y concretamente, del
virus SARS de Wuhan, ya que las dos publicaciones clave en las que científicos
chinos describen cómo se consiguieron las secuencias genéticas preliminares del
virus no se publicaron hasta después de que se lanzara al mercado su test. La
OMS recomendó el test del profesor Dorsten a una fecha tan temprana como el
23.1.2020, mientras que ambas publicaciones del CCDC salieron a la luz el
24.1.2020 y el 3.2.2020 respectivamente.
2. ¿El profesor Drosten ha realizado las pruebas de control exigidas por la ciencia
con el fin de demostrar que esas secuencias genéticas provienen realmente de un
virus? ¿Ha realizado esas apruebas para descartar que esas secuencias genéticas,
que él adscribe al virus, no sean en realidad secuencias genéticas que surjan
fruto del metabolismo del cuerpo humano o que, estando presentes en el cuerpo,
se multipliquen fruto de una enfermedad? ¿O que estén presentes en plantas o
animales?La respuesta es: ¡no! Ni él, ni los virólogos del CCDC han dejado
constancia de haber realizado hasta hoy estas pruebas de control y menos de
haberlas publicado. Dichas pruebas de control con- sistirían en emplear
secuencias genéticas cortas de muestras de personas sanas y secuenciarlas. Esas
secuencias genéticas cortas deberían de ser procesadas, al igual que se hace con
las secuencias genéticas extraídas de personas enfermas, por el mismo pro-
grama informático que se emplea para construir el genoma del virus. Así se vería
si los fragmentos con los que se construye el genoma del virus sólo se
encuentran en personas enfermas y, por tanto, corresponden a un virus ajeno al
cuerpo o, por el contrario, también se encuentran en personas sanas (y no
provienen de virus alguno). Esta prueba o nunca se realizó o nunca se publicó.
Las pruebas de control, elementales para la lógica de la virología y las leyes de
pensamiento, y requeridas para el control consecuente de los resultados, ni se
mencionan. Tan pronto como un experimento así se realizara y se publicara, la
crisis del coronavirus se esfumaría en un abrir y cerrar de ojos.Otra prueba de
control lógica sería emplear el test PCR (real-time RT-PCR) para analizar
pruebas clínicas de personas aquejadas de todo tipo de enfermedades distintas a
la sintomatología asociada con el virus y examinar muestras de personas sanas,
animales y plantas para ver si esas pruebas también reflejan un resultado de
infección “positivo”. El test PCR está siendo empleado en todo el mundo con
decenas de millones de personas. La única manera de comprobar si es válido
para el uso que se le pretende dar, y asegurarse de que no está arrojando
millones de resultados incorrectos, es realizar las pruebas de control
mencionadas, las cuales no se han llevado a cabo ni se presume que se lleven a
cabo. Este es el motivo por el cual los inventores y fabricantes de este test se han
asegurado de incluir las respectivas indicaciones en el prospecto, como por
ejemplo que el test no es adecuado para fines de diag- nóstico y que sólo debe
emplearse a efectos de estudio.Puedo pronosticar con seguridad, que personas
aquejadas de enfermedades en órganos con epitelio escamoso ectodérmico,
como por ejemplo pacientes con afecciones renales, darán positivo en el 100%
de los casos por el método PCR del profesor Drosten. Los organismos de estas
personas generan dichas secuencias genéticas que, al estar presentes en las
muestras orgánicas que se extraen de ellas para posteriormente amplificarse
mediante el método PCR y concentrarse, son las que dan positivo en el test. Por
otra parte, los virólogos trabajan en el laboratorio con este tipo de tejidos y
células cuando realizan sus experimentos para aislar virus.

Hago un llamamiento a bioquímicos, bioinformáticos,


virólogos y especialistas en cultivos celulares para que
lleven a cabo estas pruebas de control, publiquen sus
resultados y hagan el favor de informarme. He
concebido una prueba de control con la que descartar,
desde un inicio, la excusa de que el material de la
prueba pueda contaminarse con el virus sArs-CoV-2,
antes o durante el experimento.

Los costos de la prueba de control se cubrirán si yo y otros testigos neutrales


tuviéramos la posibilidad de estar presentes y documentar cada paso. Por favor
pónganse en contacto conmigo a través de la editorial. Los resultados terminarán
con la crisis del coronavirus automáticamente. No sirve de nada si sólo yo
presento los resultados.

3. ¿En base a qué hipótesis, experimentos y pruebas de control puede asumir el


Prof. Drosten, que su test de detección pueda realmente “detectar” un virus
completo, activo y causante de enfermedades cuando sólo está comprobando la
presencia de dos genes de los supuestos diez que teóricamente componen el
genoma del coronavirus? ¿Cómo sabe que está comprobando la existencia de un
virus y no, como mucho, fragmentos del mismo provenientes de un exitoso
desempeño del sistema inmunitario, o igual de la presencia de virus
“defectivos”, “incompletos” e “inofensivos” en nuestro genoma, que típicamente
componen el 50% del total de genes de nuestros cromosomas?Estas evidentes y
lógicas preguntas parecen no haber sido contempladas en los cálculos del
profesor Drosten, ya que brillan por su ausencia en sus publicaciones y
suposiciones. La comprobación únicamente de secuencias genéticas cortas
pertenecientes teóricamente al genoma mucho más largo de un virus nunca
podrá ser demostración de la presencia de un virus completo y, por tanto, capaz
de reproducirse. Para poder considerar válido un test PCR de esas
características, primero habría que llevar a cabo estudios, cuyos resultados
reflejaran que la detección de secuencias genéticas cortas implica
automáticamente la presencia de un genoma completo de un virus. Estudios de
esa naturaleza son necesarios y, hasta hoy, no se han realizado ni se han
mencionado siquiera.

La viróloga profesora Karin Möllig, experta en el ámbito de los virus endógenos de las
propias células considerados inofensivos, incompletos o defectivos, definió las medidas
llevadas a cabo por los gobiernos como injustificadas. Ha demostrado en publicaciones
y en un libro17, que la mitad del genoma humano, es decir, la mitad de las secuencias
que componen nuestros cromosomas, provienen de secuencias genéticas de virus
inactivos y defectivos. Lo que no sabe, o calla, es el hecho de que el metabolismo
genera constantemente secuencias genéticas de ARN de cualquier composición, las
cuales no aparecen en forma de secuencias de ADN en los cromosomas. El modelo
tradicional de la genética nos dice que el genoma es ADN y que la transcripción de
ADN transfiere la información contenida en su secuencia para generar un producto
funcional, como es el caso de una proteína, empleando al ARN como mediador. Sin
embargo, se ha descubierto que el ARN puede generarse independientemente del
genoma de ADN y que cumple muchas funciones y produce proteínas, para las cuales el
ADN no tiene “genes” o “plantillas de información” disponibles.

Este hecho por sí mismo cuestiona todas las hipótesis sobre la existencia de todos los
virus con ARN como, por ejemplo, los coronavirus, Ébola, VIH, sarampión y los virus
SARS. ¿Y si las secuencias genéticas de ARN que los científicos encuentran en las
muestras de tejidos analizadas no son parte de un virus externo, sino parte integrante del
metabolismo de los seres vivos? Por este motivo, realizar las pruebas de control no sólo
acabaría con la crisis del coronavirus, sino también con el miedo frente a los presuntos
virus patógenos y los tratamientos inadecuados recetados por la virología. Puedo
asegurarles, que las infecciones asociadas a los virus tienen otras causas comprobadas
por la ciencia.

Próximamente publicaremos
“Virus: un error de interpretación parte III”

Listado de fuentes

1. A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019. N Engl J


Med 2020; 382: 727-33. DOI: 10.1056/ NEJMoa2001017. Publicado el
24.1.2020.
2. Von der Verantwortung eines Virologen. Ist Christian Drosten Opfer oder Täter?
(Sobre la responsabilidad de un virólogo. ¿Es Christian Drosten víctima o
victimario?) Publicado el 26.5.2020 en el blog del activista por la paz Peter
Frey, www.peds-ansichten.de www.kenfm.de/von-der-verantwortung-eines-
virologen/
3. SARS, Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_respiratorio_ agudo_grave
4. Xing-Yi Ge et al., Isolation and characterization of a bat SARS-like coronavirus
that uses the ACE2 receptor. Nature. Band 503, 2013, S. 535–538,
doi:10.1038/nature12711 https://www.nature.com/articles/nature12711
5. Discovery of a rich gene pool of bat SARS-related coronaviruses provides new
insights into the origin of SARS coronavirus. Ben Hu, Lei-Ping Zeng, Xing-Lou
Yang et al., PLoS Pathogens. 13(11): e1006698,
doi:10.1371/journal.ppat.1006698;
https://journals.plos.org/plospathogens/article?id=10.1371/journal.ppat.1006698
6. Ver cita 1 y: A new coronavirus associated with human respiratory disease in
China. Nature | Vol 579 | 12 March 2020 | 265-269.
https://www.nature.com/articles/s41586-020-2008-3
7. Pathological findings of COVID-19 associated with acute respi- ratory distress
syndrome. Lancet Respir Med 2020; 8: 420–22. Published Online February 17,
2020. www.doi.org/10.1016/S2213-2600(20)30076-X;
www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS2213-2600(20)30076-X/fulltext
8. Bundesgesundheitsblatt, edición Nr. 12, Diciembre 2010. Pandemien. Lessons
learned https://link.springer.com/journal/103/53/12
9. Detection of 2019 novel coronavirus (2019-nCoV) by real-time RT-PCR. Prof.
Christian Drosten und Mitarbeiter. Euro Surveill. 2020;25(3):pii=2000045.
https://doi.org/10.2807/1560-7917.ES.2020.25.3.2000045
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6988269/
10. Diagnostika: Erster Test für neuartiges Coronavirus entwickelt. (Diagnostika:
Primer test desarrollado para el nuevo co- ronavirus). Revista médica del
21.1.2020. www.medica.de
11. Ver 6
12. Severe acute respiratory syndrome-related coronavirus: The species and its
viruses – a statement of the Coronavirus Study Group. bioRxiv preprint doi:
https://doi.org/10.1101/2020.02.07.937862;
13. Ver 9
14. §2 Grundsätze Guter Wissenschaftlicher Praxis: (1) u.a. „alle Ergebnisse
konsequent selbst anzuzweifeln“ und „die anerkannten Grundsätze
wissenschaftlicher Arbeit in den einzelnen Disziplinen einzuhalten.“ (Principios
de la buena práctica científica: (1) entre otros “poner en duda uno mismo de
manera consecuente todos los resultados” y “mantener los principios
reconocidos del trabajo científico en sus propias disciplinas”) en: Neufassung
der Satzung der Charité Universitätsmedizin Berlin zur Sicherung Guter
Wissenschaftlicher Praxis (Nueva versión de los estatutos del hospital
universitario Charité Berlín para el aseguramiento de la buena práctica
científica) del 20.06.2012 (AMB Charité Nr. 092, S. 658) puede leerse en
alemán aquí:
https://www.charite.de/fileadmin/user_upload/portal/charite/presse/publikatione
n/amtlmitteilungsblatt/2016/AMB_208.pdf
15. Un ejemplo de cómo se lidió en la opinión pública con la noticia de que también
frutas dieron positivo de “SARS-Cov-2” se pueden encontrar aquí en alemán:
https://www.zdf.de/nachrichten/panorama/coronavirus-papaya-ziege-tansania-
test-100.html o aquí en español: https://canariasnoticias.es/2020/05/08/una-
cabra-y-una-papaya-dan-positivo-de-coronavirus-en-tanzania
16. Ver 9
17. Ver el libro de Karin Mölling con el interesante título “Viruses: More Friends
Than Foes“, 420 páginas, publicado en 2016 en idioma alemán.
Virus: un error de interpretación (parte III)

Traducción oficial realizada por el equipo de materialdeNMG bajo el permiso de


su autor Stefan Lanka

Cómo empezó todo

En nuestro sistema cultural se da por hecho que la vida biológica surgió por casualidad
a partir de la colisión azarosa de moléculas individuales que permitió su interacción
mutua. Las moléculas se habrían originado previamente a partir del choque fortuito de
átomos, los cuales, a su vez, habrían sido creados de la nada en el Big Bang. Se cree
que, en un pasado remoto, dentro de una esfera de agua (cuya cohesión estaría
producida por una envoltura de grasas y proteínas) se juntaron tal cantidad de moléculas
con tal diversidad de propiedades que las interacciones entre dichas moléculas (lo que
hoy describimos como metabolismo) hicieron posible el mantenimiento, la
conservación y la reproducción de dicha esfera.

El concepto de célula que tenemos en la actualidad (que, a pesar de todas las


afirmaciones, imágenes y dibujos esquemáticos de los libros de texto, no se corresponde
en absoluto con la realidad) está basado en este modelo de esfera que acabamos de
describir. Se dice que la vida surgió por casualidad de una simple célula primordial y
que, tras la muerte, solo quedan las moléculas, que también pueden descomponerse en
átomos. Se sostiene que sólo las moléculas que se encuentran en el interior de una célula
forman parte de la vida y que todo lo demás está muerto y frío. Según esto, el espacio
exterior está completamente vacío y carece tanto de fuerza vital como de posibilidades
de interacción independientes. Se supone que la evolución de la vida hacia la formación
de organismos más complejos como los árboles o los seres humanos se produjo porque
determinadas acumulaciones de células (lo que conocemos como seres vivos) son
evolutivamente más fuertes y sofisticadas, y consiguen reproducirse más rápidamente
que otras. Si observamos las estructuras económicas y de poder actuales, es obvio que la
actitud ante la vida y el punto de vista de los líderes de opinión no son más que un
reflejo del modelo conceptual que tienen de la vida biológica.

Quizá la causa fundamental de esta visión unidimensional y peligrosa del mundo sea la
forma en que utilizamos el intelecto (la razón). Cuando el intelecto se absolutiza, no
permite cuestionar los conocimientos que ha obtenido ni las conclusiones a las que ha
llegado. Entonces, en lugar de ser considerado como una de las diferentes herramientas
disponibles para acercarse a la comprensión de los fenómenos de la vida y ser utilizado
como tal, actúa de manera dominante. Jochen Schamal aborda esta cuestión en su
artículo Matemáticas y Razón, incluido en este número (3/2020) de nuestra revista
Wissenschafftplus. Si bien el texto es una introducción básica a este tema, en él se
identifica el reto central y fundamental al que se enfrenta la humanidad. Si el intelecto
se utiliza como una herramienta más del ser humano, todo va bien; pero si se absolutiza,
acabamos de forma automática en crisis como la del coronavirus, en guerras y
funcionando en muchos ámbitos de la vida con mecanismos de pensamiento
ambivalente en términos de «bueno o malo». Esto, además, se ve agravado porque
cuando el intelecto analiza los indudables efectos negativos de estos mecanismos de
pensamiento ambivalente, los interpreta como prueba evidente de la existencia de un
principio activo del mal.

Si observamos la vida “objetivamente” (en el sentido positivo de la palabra), veremos


que la fuerza motriz de la vida son siempre procesos creativos de colaboración y
simbiosis en los que se expresa y se expande la alegría de vivir. Del mismo modo,
cuando observamos con objetividad las causas de procesos que interpretamos
erróneamente como malignos o como enfermedades, en su origen sólo encontramos
mecanismos y procesos que, en realidad, tienen una utilidad y un sentido. Los
desencadenantes de estos procesos son siempre sucesos o percepciones que el individuo
interpreta como una amenaza existencial. Una vez desencadenado el proceso,
determinadas zonas del cuerpo experimentan alteraciones de su funcionalidad y se
producen cambios tanto en la psique, como en la percepción o en el comportamiento del
individuo, con el objetivo de superar la situación y sobrevivir. Según el caso de que se
trate, durante este proceso determinados tejidos del cuerpo pueden experimentar una
proliferación o una reducción celular.1

Una vez que el suceso desencadenante del proceso llega a su fin y deja de producir
efecto en el individuo, o cuando este resuelve o relativiza el problema que le supone, de
manera instantánea da comienzo la fase de curación. En esta nueva fase, el cuerpo
intenta restablecer el estado original de la zona afectada y procede a descomponer la
proliferación celular que se produjo, regenerar el tejido que se necrosó o restaurar la
funcionalidad del órgano que se atrofió. Durante el proceso pueden surgir
complicaciones, pues el conflicto desencadenante se puede prolongar e intensificar en el
tiempo, se pueden solapar varios conflictos o se pueden añadir nuevos conflictos como
consecuencia de shocks de diagnóstico o de las circunstancias vitales resultantes. En
estos casos, la conocida secuencia de la fase de curación se ve alterada y la recuperación
se dificulta. La curación también se ve obstaculizada si el sujeto se obsesiona
mentalmente con los acontecimientos desencadenantes y si se producen carencias
nutricionales o procesos tóxicos. En este número de Wissenschafftplus presentamos el
libro Biología Universal, que introduce este punto de vista. Estos conocimientos fueron
descubiertos por el médico Dr. Ryke Geerd Hamer a partir de 1981 mediante
observaciones muy precisas. Lamentablemente, el propio Dr. Hamer obstaculizó la
difusión de sus constructivos descubrimientos médicos debido a las diferentes
polémicas en las que se vio envuelto.

Así pues, el Dr. Hamer amplió y desarrolló de manera significativa los conocimientos
de la anterior escuela de la psicosomática (que tuvo su apogeo en Alemania en 1977),
pero luego extravió su camino en intentos de interpretación materialistas. Al
individualizar las observaciones, desvinculándolas de toda interpretación desde el punto
de vista de la genética o la bioquímica, y al descubrir señales específicas en el cerebro2
(específicas para cada una de las fases del conflicto como la fase activa, la fase de
curación y la llamada crisis epileptoide) esta visión adquirió carácter científico. Sus
observaciones y las explicaciones que se derivan de ellas son verificables y
comprensibles, y los procesos son predecibles, todo lo cual facilita la realización de
diagnósticos correctos, la terapia causal y una profilaxis eficaz. Uno de los aspectos más
destacables que se derivan de este nuevo enfoque es que las sentencias negativas tales
como “incurable” y “maligno”, que de por sí pueden resultar mortales, pierden su efecto
destructivo tan pronto como la persona comprende la realidad de los procesos
biológicos antes mencionados.

Es comprensible que las personas que sólo admiten como reales las explicaciones
conocidas y materialistas respecto a la vida, la salud, la enfermedad, la recuperación y la
vejez, tengan dificultades para aceptar esta nueva perspectiva. Lo mismo ocurre con las
personas que basan su autoestima y su identidad en el enfoque materialista o que se
ganan la vida con él. En el artículo titulado “Lo que usted y los demás pueden aprender
del coronavirus” de este número de Wissenschafftplus, Ursula Stoll muestra por qué la
gente reacciona de forma agresiva cuando se enfrenta a otro punto de vista y lo que se
puede hacer, no sólo para evitarlo, sino para despertar un interés auténtico por el nuevo
punto de vista. Esto es absolutamente necesario. Es probable que sólo logremos salir de
los mecanismos cada vez más automáticos que nos han conducido a la crisis del
coronavirus si una gran mayoría de personas se abre a una mejor comprensión y deja
atrás las ideas destructivas y los mecanismos que se derivan de las mismas. Desde esta
perspectiva, la crisis del coronavirus es una oportunidad para todos, un punto de
inflexión y un salto en el desarrollo de la humanidad. Es poco probable que estas nuevas
ideas que desafían el antiguo paradigma, y las industrias vinculadas a él, sean dictadas o
propuestas “desde arriba”. Incluso podría ser peligroso.

El virus como agente patógeno

Desde nuestra visión puramente materialista del mundo, las enfermedades, el dolor, la
vejez y la muerte se ven como problemas o defectos contra los que hay que luchar. Con
cierta regularidad van apareciendo en el mercado productos que prometen la curación de
enfermedades y un aumento de la longevidad que la “población agradecida” (Eugen
Rosenstock-Huessy 1956) adquiere pagando por ellos crecientes sumas de dinero.
Desde 1858, se acepta que la vida (en todas sus formas) surgió de una célula como
resultado de procesos puramente materiales. Del mismo modo, también se supone que
las enfermedades están producidas por agentes tóxicos o venenosos segregados por
células (virus en latín significa veneno). Hasta 1951, se consideraba que un virus era
una toxina, una proteína tóxica o un veneno que producía enfermedad. En los años
anteriores, algunos científicos hicieron ciencia real e intentaron comprobar sus
suposiciones llevando a cabo experimentos de control. De este modo constataron dos
cosas:

1) Las proteínas que se obtenían en la descomposición de material «enfermo» y que se


interpretaban como virus se obtenían también en la descomposición de tejidos y órganos
completamente sanos y, por lo tanto, la interpretación que se realizaba de esas proteínas
como virus era errónea.

2) La causa de los síntomas que se interpretaron como desencadenantes y transmisores


de la enfermedad en los experimentos con animales no eran las proteínas
malinterpretadas como virus sino los métodos empleados en los experimentos.

Sólo algunos médicos y lectores atentos de revistas profesionales se han dado cuenta de
que la ciencia, como tantas otras veces, ha estado durante mucho tiempo sin tener una
idea clara de lo que en realidad son los virus. El concepto de virus siempre se ha
utilizado con un fin claro: no ha sido más que un intento fallido de explicar anomalías
que no podían explicarse dentro de la visión del mundo vigente. A partir del momento
en que estuvieron disponibles los test de detección de virus, los mecanismos de
generación de miedo han funcionado cada vez más rápido. La industrialización de las
técnicas de detección y la sincronización y unificación de las fuentes de “información”
en los medios de comunicación de una economía de mercado cada vez más globalizada
han conseguido un alto nivel de eficacia en el proceso de generar miedo a nivel
mundial. El resultado de todo esto lo estamos viendo en la actualidad: un autobloqueo
de los países industrializados y de su población mediante un confinamiento demencial
que se justifica de forma pseudo-racional, es decir, pseudo-científica.

Todavía no está claro si el actual enfoque puramente racional del fenómeno de la vida,
que excluye la compasión y otras posibilidades de percepción, puede acabar
convirtiéndose en una religión dualista del bien y del mal, que afirma buscar el bien
pero, al hacerlo, genera el mal. Cualquier pretensión absolutista sobre la vida, la
enfermedad y la curación es peligrosa y puede producir de manera inmediata
consecuencias destructivas para la vida. Esto es aplicable a todos los enfoques médicos
(también al llamado sistema de conocimiento del Dr. Hamer, si se establece en términos
absolutos y se considera de forma aislada) porque nosotros, como participantes en la
vida, carecemos de una visión de conjunto de esta.

La teoría celular puramente material de la vida, introducida en 1858 de forma


extremadamente acientífica y que muy pronto se convirtió en la base global de la
biología y la medicina, tiene asociada una visión restringida de los fenómenos de la vida
y una lógica y una forma de actuación que pueden resultar peligrosas. Si entendemos la
vida de forma puramente materialista, entonces los problemas de la vejez, las
desviaciones de la normalidad (=enfermedades) y la aparición simultánea o agrupada de
síntomas, solo pueden explicarse como defectos materiales producidos por supuestos
agentes patógenos que se desplazan de un lugar a otro. Dentro de esta idea, los procesos
de la enfermedad y sus agentes transmisores deben ser combatidos y eliminados. Así
surgieron los conceptos de antibiosis, antibióticos, radiación, quimioterapia y
aislamiento. En su libro Némesis Médica (1976), Ivan Illich sostiene que la medicina
también está sometida a la presión de tener que reportar beneficios empresariales y que,
en consecuencia, obliga a todos los actores del sistema de salud a la sobreactuación.
Esta es la razón fundamental por la que, de manera automática, progresiva e inadvertida,
la medicina se está haciendo cada vez más peligrosa en muchos ámbitos. Esta tendencia
compulsiva a la exageración hace también que la falsa suposición de la existencia del
virus sea cada vez más perniciosa.

La falsa hipótesis sobre la célula (en base a la que se retomó el concepto erróneo sobre
los virus después de que hubiera sido abandonado) constituye el fundamento no sólo de
las teorías de la infección, el sistema inmunológico y el gen, sino también de toda la
actual medicina del cáncer. Quien considera que el cáncer es un error, una arbitrariedad
y, en definitiva, cree que es un proceso autodestructivo de la naturaleza, también cree
por consiguiente en la idea del mal errante, en la idea de la metástasis y en que ésta
puede transmitirse por el aire en forma de virus. Aquí se cierra el círculo. El hecho de
que en la información que se divulga sobre el “coronavirus” no se mencionen estos
hechos hace que, de manera automática, estos fundamentos y conceptos erróneos que
son la causa de esta crisis se vean reforzados.

La visión materialista de la vida conlleva otra idea de calado profundo: la del carácter
exclusivamente material de la herencia biológica. Dado que la ciencia actual asume que
sólo existen interacciones materiales y descarta los demás puntos de vista por
considerarlos acientíficos, la explicación de la vida requiere de la existencia de un plan
de construcción y funcionamiento vital, un plan que contenga las instrucciones de
cómo, a partir de sus moléculas y flujos energéticos, la (supuesta) célula puede crear un
organismo vivo. Hasta 1951 predominaba la opinión de que las proteínas eran las
portadoras de este plan de construcción y funcionamiento de la vida, es decir, del
material genético. Dentro de este modelo conceptual DEBÍA existir un material
genético que pudiera explicar el origen de los organismos a partir de una célula. Y, en
sintonía con esto, se estableció la hipótesis de que las supuestas proteínas tóxicas (la
definición de los virus anterior a 1951) también contenían material genético con un plan
para reproducirse.

El cambio de paradigma en virología

Cuando en 1952 se estableció la idea de que el material genético era la sustancia que se
encontraba en los núcleos de los tejidos y de las células (planteamiento que continúa
siendo aceptado en la actualidad), se produjo un cambio de paradigma en lo que
respecta a la teoría de los virus. Desde ese momento los virus se consideran elementos
genéticos móviles que, tras entrar en la célula, emplean la maquinaria celular para
reproducirse. Según este modelo, durante el proceso de multiplicación de los virus, las
células resultan dañadas y esto es precisamente la manifestación de la enfermedad.
Desde 1952, la clase de moléculas que componen la sustancia hereditaria se conocen
con el nombre de ácidos nucleicos porque, en solución acuosa, se comportan como un
ácido débil y se encuentran principalmente en el núcleo. Hasta el año 2000, se creía que
en estas moléculas se podían encontrar segmentos (algunos de ellos muy largos) que
contenían el plan de construcción y funcionamiento de la vida. Los genes se definían
como la unidad más pequeña de la sustancia hereditaria y se pensaba que contenían la
información necesaria para sintetizar las proteínas. Sin embargo, los resultados
obtenidos experimentalmente en genética bioquímica refutaron todas las suposiciones
anteriores. A la vista de estos resultados, ningún científico ni nadie es capaz hoy de
formular una definición sostenible de lo que es un gen que nohaya sido refutada hace
tiempo.

En cada núcleo celular, la composición de los ácidos nucleicos cambia constantemente


y para cerca del 90% de nuestras proteínas no se han encontrado “plantillas genéticas”
que puedan llamarse genes. Probablemente, el ácido nucleico actúe ante todo como
liberador de energía y en segundo lugar como resonador y estabilizador metabólico. A
excepción de algunos investigadores, casi todos los biólogos y médicos continúan
aferrados a la idea de la existencia de una sustancia hereditaria, sencillamente porque no
tienen una idea alternativa y porque su capacidad imaginativa está sometida a la presión
del conformismo y a la ansiedad de asegurar su carrera profesional. La virología debería
haber dicho adiós hace mucho tiempo (¡sería ya la segunda vez!), pues se ha
demostrado que la genética en la que se basa no es más que una interpretación errónea.

Según su definición, un virus es un agente patógeno no vivo formado por un fragmento


de material genético peligroso que está agrupado en segmentos llamados genes, y que
puede encontrarse dentro de una envoltura proteica o estar completamente desnudo. Se
supone que este fragmento de material genético entra en la célula, toma el control de la
misma y la obliga a reproducir el virus, dañando o incluso matando primero a la célula y
finalmente a todo el organismo.

También se supone que, tras multiplicarse, el virus abandona el organismo dañado para
introducirse en otros organismos. Esta teoría se cae por su propio peso con la refutación
de la teoría de la célula, pues la evidencia demuestra que la vida se organiza
principalmente en tejidos interconectados y, en realidad, hay muy pocas estructuras que
puedan llamarse células. 3 La teoría de los virus queda refutada por la nueva
comprensión que ha supuesto para la biología el descubrimiento de la existencia de
procesos simbióticos en las fases de enfermedad y de curación. Las observaciones
realizadas hasta el momento confirman que determinados sucesos traumáticos o
situaciones percibidas como existencialmente amenazantes que se alargan en el tiempo
desencadenan procesos multifásicos que hasta ahora se habían interpretado
erróneamente como enfermedades.4 Estos nuevos conocimientos de la biología refutan
la virología. En la vida real no existe ningún principio del mal que solo tome y no dé
nada a cambio.

La refutación de la virología: una evidencia

La virología afirma que existen procedimientos de laboratorio fiables que permiten


aislar y determinar la composición de cualquier virus en el laboratorio y determinar su
composición. Sin embargo, en ninguna de las publicaciones en las que supuestamente se
ha llevado a cabo el aislamiento de un virus se encuentra una descripción de una
estructura real que haya sido aislada.
El procedimiento que se realiza consiste en introducir una muestra de fluido corporal
supuestamente infectada por el virus en un cultivo celular (con la adición de antibióticos
y antifúngicos para prevenir la infección por bacterias), para comprobar si se produce la
replicación viral. Si al cabo de unos días se observa un efecto citopático en el cultivo, se
concluye que la descomposición de los tejidos es debida a la reproducción del virus y se
entiende como demostración de su presencia. Pero lo que en realidad sucede es que los
tejidos mueren debido a la falta de nutrientes y a la intoxicación producida por los
antibióticos y los antifúngicos empleados. Hay que destacar que nunca, salvo en el caso
del juicio sobre el virus del sarampión5, se han realizado los necesarios experimentos de
control6 (consistentes en comprobar si el efecto citopático observado también ocurre sin
añadir fluido infectado alguno a la muestra bajo observación) que permitan asegurar que
el efecto citopático lo produce el virus y no el procedimiento empleado. La realidad es
que los tejidos mueren igualmente por inanición e intoxicación sin necesidad de añadir
el material supuestamente infectado.

La idea de que los virus se multiplican en el tejido del cultivo celular produciendo su
muerte es una hipótesis que se planteó en una publicación de 1954 cuyo autor principal
es John Franklin Enders.7 Pero debe quedar claro que en la misma publicación se insiste
varias veces en el hecho de que la supuesta muerte del tejido debido a la reproducción
del virus (o, en otras palabras, la transformación del tejido en virus), es solamente una
conjetura que debe ser probada o refutada en el futuro. Pese a esto, la concesión (ese
mismo año) del Premio Nobel al citado autor por un descubrimiento (que en realidad no
era más que una especulación) realizado en 1949, en el marco de la antigua virología de
proteínas y toxinas, hizo que esta nueva conjetura de la transformación de tejidos en
virus acabara convirtiéndose en un hecho científico supuestamente probado. Y no solo
eso, sino también en la única base de la nueva virología genética.8

El hecho de que John Franklin Enders fuera bacteriólogo explica que el modelo de
referencia de la nueva virología fueran los bacteriófagos o fagos, unas estructuras
diminutas sólo visibles con el microscopio electrónico que inicialmente se creía que
infectaban a las bacterias. Posteriormente se descubrió que, en los cultivos de bacterias
en el laboratorio, cuando el índice de endogamia es alto y su metabolismo colapsa de
manera rápida, las bacterias se transforman en fagos. Esta transformación no es un acto
de destrucción, sino una metamorfosis similar a la que se produce cuando las bacterias
generan esporas. Como estrategia de supervivencia, cuando las condiciones de vida del
medio en el que se encuentran las bacterias se van degradando lentamente, estas generan
unos cuerpos microscópicos capaces de resistir condiciones adversas durante largo
tiempo: las esporas. Las esporas pueden volver a convertirse en bacterias cuando las
condiciones de vida vuelven a ser óptimas. Por su parte, los fagos, a diferencia de lo que
se creía cuando se descubrieron, NO matan ni dañan a otros organismos, sino que les
ayudan a vivir ofreciéndoles su ácido nucleico. No obstante, y a pesar de su inocuidad
frente a las bacterias naturales o recién aisladas, se continúa considerando que los fagos
son los virus de bacterias. Es muy probable que, si el medio es el adecuado, los fagos
también se conviertan de nuevo en bacterias. Yo aislé una estructura parecida a los
fagos en un alga marina y, tras estudiar el tema a fondo, constaté que estas estructuras
solo se originan cuando las condiciones de vida del alga dejan de ser óptimas. Los fagos
que se forman durante la transformación de una determinada especie bacteriana tienen
siempre la misma estructura, el mismo tamaño y la misma composición, y su ácido
nucleico tiene siempre la misma longitud y secuencia. Los fagos se convirtieron en el
modelo de la nueva idea de virus y de la teoría del virus-gen, según la cual un virus es
un fragmento de material genético, envuelto o desnudo, de una longitud y composición
determinadas.

Los fagos se aíslan fácilmente y, cuando se extrae su ácido nucleico, siempre tiene la
misma composición. En cambio, en el caso de los “virus genéticos”, esto nunca sucede;
nunca se extrae el ácido nucleico de las pocas estructuras que se visualizan en el
microscopio electrónico y que se interpretan como virus. En los experimentos de
aislamiento de virus, el ácido nucleico se extrae siempre, de manera explícita, de los
fluidos de los cultivos celulares en los que se produce el efecto citopático que se
atribuye a los virus. Y lo que es más importante: en un fluido humano, nunca se ha
encontrado el ácido nucleico completo de un virus. Es decir que jamás se ha hallado
ninguna cadena de material genético que coincida, en longitud y composición, con las
descripciones que los virólogos realizan de los (supuestos) genomas de los diferentes
virus.

El alineamiento de secuencias (sequence alignment): la refutación evidente de


todas las suposiciones sobre los virus

Cualquier persona que profundice mínimamente en el tema de la demostración de la


existencia de los virus patógenos o su aislamiento descubrirá que el procedimiento que
se lleva a cabo concluye siempre de la misma manera:

con la identificación exclusivamente teórica del genoma del virus. Efectivamente, a


partir de la gran multitud de fragmentos cortos de ácido nucleico que se liberan cuando
los tejidos empleados en los experimentos se descomponen, los virólogos construyen de
forma artificial y teórica una cadena genética larga que (en un acto de autoengaño
absoluto) aceptan como el genoma del virus. Este laborioso proceso de construcción del
ácido nucleico viral se llama alineamiento de secuencias y se realiza con la ayuda de
programas informáticos. En los inicios de la virología genética, el procedimiento del
alineamiento era mucho más engorroso que en la actualidad pues se realizaba a mano.
La palabra “alineamiento” ya sugiere de por sí que se trata de un proceso teórico. En la
literatura científica no hay ningún artículo en el que se afirme que, a partir de una
estructura viral o de un fluido “infectado”, se haya encontrado un fragmento entero de
ácido nucleico cuya secuencia molecular corresponda (ni siquiera de manera remota)
con el supuesto genoma completo de un virus.

Aquí se pone de manifiesto la lógica forzosa a la que están sometidos los virólogos
desde 1954, cuando se aceptó como válida la suposición de que, en su proceso de
descomposición, los tejidos de los cultivos celulares empleados en los experimentos
también se transformaban en virus, como hacen las bacterias cuando se transforman en
fagos (esas útiles estructuras erróneamente interpretadas como los virus de las
bacterias). Como, en realidad, los fragmentos cortos de ácidos nucleicos a partir de los
cuales se construyen de manera artificial y teórica los genomas de los supuestos virus
patógenos se encuentran en todos los seres vivos, resulta que todos los seres humanos y
los animales pueden dar “positivo” a los test de detección de virus. Todo depende de la
cantidad de la muestra de material orgánico que se va a analizar y del lugar del que se
tomó. Por eso (como estamos viendo en la actualidad con las pruebas PCR del SARS-
CoV-2), cuantos más test se realicen, más resultados positivos se obtendrán, aunque, en
realidad, el resultado de estas pruebas no aporta ninguna información relevante en lo
que respecta a la salud o a la enfermedad.
En el caso del coronavirus, se puede ver fácilmente cómo los virólogos se engañaron a
sí mismos y engañaron a toda la humanidad, y cómo gracias a la actuación del virólogo
alemán Christian Drosten se produjo una escalada de histeria global que nos condujo a
la crisis de la Covid-19. En un intento de controlar el pánico de un nuevo brote de
SARS provocado por un oftalmólogo histérico9, los virólogos del gobierno chino
construyeron mediante programas informáticos una secuencia teórica de ácido nucleico
en el tiempo récord de una semana y dijeron que esta secuencia era casi idéntica a la de
ciertos virus de murciélago inofensivos y difíciles de transmitir. Para obtener la
secuencia utilizaron exclusivamente ácidos nucleicos extraídos del fluido de un lavado
broncoalveolar obtenido de una persona presuntamente enferma de neumonía atípica. Es
decir, no realizaron ningún cultivo celular en el laboratorio para supuestamente
infectarlo con la muestra, con el fin de extraer del mismo el presunto virus (como es
práctica habitual) ni tampoco afirmaron haber obtenido este ácido nucleico de una
estructura aislada.

Es probable que los virólogos chinos construyeran el genoma del nuevo e “inofensivo”
virus con el objetivo de intentar controlar la ola de miedo que se había desencadenado
ante el supuesto nuevo brote de la peligrosa epidemia del coronavirus SARS y que
podría haber conllevado un desbordamiento inmediato de los hospitales.

Drosten, por su parte, no esperó a que los científicos chinos publicaran la composición
final de su ácido nucleico (el 24 de enero de 2020) para desarrollar un procedimiento de
prueba que permitiera detectar este supuesto nuevo ácido nucleico viral mediante el
método PCR. Para desarrollar su test de detección, Drosten seleccionó ácidos nucleicos
completamente diferentes (sabiendo que estaban presentes en todos los seres humanos)
incluso antes de que se publicaran los datos preliminares sobre la supuesta nueva
secuencia genética viral de China el 10 de enero de 2020. Estas secuencias de ácidos
nucleicos que seleccionó, y que no provienen de la cadena genómica (construida) del
virus chino, son la base de su procedimiento de prueba.

Los productos bioquímicos para detectar mediante PCR las secuencias de ácidos
nucleicos seleccionadas por el profesor Drosten (que no provenían del modelo de virus
chino) fueron enviados gratuitamente el 11 de enero de 2020 “por razones
humanitarias” a centros donde se sabía que se estaban realizando pruebas a las personas
que regresaban de Wuhan. Muchas de estas pruebas dieron resultados positivos y, a
partir del 20 de enero de 2020, esta información se transmitió a la opinión pública como
prueba definitiva de la transmisión del supuesto nuevo virus de persona a persona. Los
resultados positivos hicieron que el gobierno chino tuviera que ceder a la presión
pública y se viera obligado a aceptar que se trataba de una nueva epidemia. Esta fue la
realidad que se impuso, a pesar de que se demostró que ninguna de las 49 personas de
Wuhan con neumonía de origen desconocido había infectado a miembros de su familia
ni a amigos ni al personal del hospital con el que estuvieron en contacto cercano.

Resumen de los puntos esenciales para entender la crisis del coronavirus, terminar
con ella y sacar conclusiones

Los virus patógenos no existen. Son un constructo mental. El conocimiento profundo de


la verdadera biología permite afirmar que no pueden existir. La construcción del
genoma de los virus se hace mediante un proceso teórico y artificial en el que se
ensamblan fragmentos cortos de ácido nucleico para formar una cadena larga (el
genoma). Este proceso, que se realiza con la ayuda programas informáticos, se
denomina alineamiento de secuencias. Los fragmentos largos de ácido nucleico
resultantes del proceso de alineación, esto es, los supuestos genomas víricos, no se han
encontrado nunca de una pieza en la realidad.

Dado que, en todos los procesos inflamatorios, así como durante la formación,
regeneración, multiplicación, degradación o muerte de tejidos se liberan el mismo tipo
de fragmentos cortos de ácidos nucleicos utilizados para construir el genoma del virus,
obviamente todas las personas que sufran este tipo de procesos darán “positivo” al test
PCR de detección de ácidos nucleicos (siempre y cuando la muestra de tejido o fluido
empleada en la prueba se haya tomado de la zona adecuada).

Del mismo modo, también se obtendrá un resultado positivo si, durante la toma de frotis
nasofaríngeo con hisopo10, se da alguna de las siguientes circunstancias:

a) se dañan demasiadas membranas mucosas


b) se produce hemorragia como consecuencia del raspado para la toma de la muestra
c) se lesiona mecánicamente el bulbo olfativo, que forma parte del cerebro y es muy
sensible, o bien
d) simplemente se toma un volumen de muestra muy grande,

porque en el cuerpo, como también sucede en toda masa de agua natural y en todos los
mares, continuamente tiene lugar un asombroso e intenso proceso de creación y
degradación de ácidos nucleicos de todo tipo. Entre ellos, también los que se utilizan
para la construcción teórica del genoma del virus. La prueba PCR para la detección de
virus sólo detecta ácidos nucleicos muy cortos que supuestamente forman parte de la
secuencia genética del virus.

El profesor Christian Drosten desarrolló la prueba de detección del supuesto nuevo


coronavirus antes de que se “descodificara” su ácido nucleico. Los virólogos chinos,
que construyeron el genoma del supuesto nuevo virus mediante el procedimiento de
alineamiento de secuencias, declararon que NO se había demostrado que este virus
fuera patógeno. Suponían que el nuevo virus era similar a otros virus de origen animal
considerados inofensivos y difícilmente transmisibles.

Los resultados “positivos” de la prueba PCR del profesor Drosten se utilizaron para
“demostrar” que estábamos ante un nuevo virus que se transmitía con gran facilidad
entre las personas. Las actuaciones precipitadas del profesor Drosten hicieron que la
histeria local por miedo al SARS desencadenada por un oftalmólogo en Wuhan se
convirtiera en la crisis mundial del Coronavirus.

Notas del traductor

1. N. del T.: El autor hace referencia a la llamada “Nueva Medicina Germánica”


y a las 5 Leyes Biológicas de la Naturaleza descubiertas por el Dr. Hamer. En
este párrafo, el autor hace referencia a la Primera Ley Biológica de la
Naturaleza (la Ley de Hierro del Cáncer), a la Segunda Ley Biológica de la
Naturaleza (la Ley de la Evolución Bifásica de todos los Programas Especiales
de la Naturaleza con Pleno Sentido Biológico) y a la Tercera Ley Biológica de
la Naturaleza (El Sistema Ontogénico de los Programas Especiales de la
Naturaleza con Pleno Sentido Biológico).
2. N. del T.: El autor hace referencia a los llamados “Focos de Hamer”. Según la
Primera Ley Biológica de la Naturaleza, en el momento del DHS o choque
biológico, la experiencia personal determina el contenido del conflicto en
cuestión y éste la localización en el cerebro del Foco de Hamer resultante. Los
Focos de Hamer se manifiestan en forma de finos anillos concéntricos
observables mediante TAC cerebral. Cada zona o relé del cerebro controla un
órgano o tejido específico, por lo que la localización del Foco de Hamer nos
informará acerca del órgano afectado.
3. N. del T.: Desde 1972, el profesor Harold Hillman y sus colaboradores han
observado que las células no pueden tener el aspecto que tienen en los gráficos
que las representan. Los gráficos muestran células llenas de agua que están
envueltas por una membrana de dos capas. El profesor Hillman y sus
colaboradores han evaluado cientos de miles de imágenes de células realizadas
bajo microscopios electrónicos y han podido apreciar que nunca se han visto
membranas de dos capas, sino siempre un borde muy fino. Lo que no han
advertido todos los usuarios de los microscopios electrónicos es que la
membrana tiene que verse en su grosor “correcto” si la célula se corta por el
centro para verla en el microscopio electrónico y con un grosor más grande si
se corta de forma oblicua o por su extremo curvado. El resultado incita a
reflexionar: la membrana siempre tiene el mismo grosor en las imágenes.
4. N. del T.: El autor hace nuevamente referencias a las 5 Leyes Biológicas de la
Naturaleza. Todo Programa Especial de la Naturaleza con Sentido Biológico
(SBS) se inicia por un DHS (Síndrome de Dirk Hamer), es decir, por un choque
biológico conflictivo, inesperado, dramático, extremadamente intenso, vivido en
soledad y en un contexto de inhibición de acción que se desarrolla
simultáneamente a nivel de psique, cerebro y órgano (Primera Ley). En el
momento del DHS, el organismo entra en la primera fase denominada fase de
conflicto activo (CA) hasta la solución del choque biológico (Conflictolisis –
CL) y la siguiente fase (la fase PCL – postconflictolisis, también llamada fase de
curación) incluyendo la crisis epileptoide que se produce en el punto culminante
de esta segunda fase (La Segunda Ley).
5. N. del T.: El autor hace referencia al llamado “proceso judicial del virus del
sarampión” que tuvo lugar entre el año 2011 y 2017. El Dr. Lanka ofreció en el
año 2011 un premio de 100,000 euros a quien pudiera presentar un artículo
científico del Instituto Robert Koch (la máxima autoridad alemana en el ámbito
del estudio de las enfermedades infecciosas y de la virología) en el que se
mostrara una prueba de aislamiento del virus del sarampión y una
determinación de su tamaño. El entonces estudiante de medicina David Bardens
aportó 6 publicaciones científicas, ninguna del Instituto Robert Koch, con el fin
de reclamar el premio. El Dr. Lanka se negó alegando que en ninguna de las 6
publicaciones se mostraba el aislamiento del virus ni se determinaba su tamaño.
La disputa terminó en los juzgados y, tras una primera sentencia desfavorable
para el Dr. Lanka, el Tribunal Superior de Justicia de Stuttgart le dio la razón.
La prensa se hizo eco de la sentencia alegando que el Dr. Lanka ganó por un
mero tecnicismo (Bardens presentó 6 publicaciones y no una sola), pero esto no
es cierto ya que el tribunal sí admitió las publicaciones y contrató a un perito.
El perito fue el Prof. Dr. Dr. Andreas Podbielski y también fue incapaz de
demostrar que, en estas 6 publicaciones y en cualquier otra, se llevaba a cabo el
aislamiento y medición del virus del sarampión tal como consta en las actas.
Cualquier persona por sí misma puede comprobar que las 6 publicaciones
presentadas no muestran el aislamiento del virus. Al final de este artículo, el Dr.
Lanka las menciona y analiza:
http://wissenschafftplus.de/uploads/article/Masern_Prozess.pdf
6. N. del T.: En el transcurso del proceso judicial del virus del sarampión el Dr.
Lanka contrató a un laboratorio, que prefirió mantenerse en el anonimato, para
realizar el experimento de control. Demostró que el efecto citopático
supuestamente provocado por el virus del sarampión tenía lugar aún sin aplicar
material infectado. En el número 4/2017 de la revista Wissenschafftplus el Dr.
Lanka se hace eco de los resultados de este experimento que él aportó como
prueba. Esto es importante porque invalida uno de los artículos fundacionales
de la virología moderna que justo trata sobre el virus del sarampión y sobre la
práctica del efecto citopático como evidencia de la propagación de los virus:
Enders JF, Peebles TC. Propagation in tissue cultures of cytopathogenic agents
from patients with measles. Proc Soc Exp Biol Med. 1954 Jun;86(2):277–286.
Este artículo forma parte de los 6 que presentó David Bardens en el juicio.

Estos dos artículos del Dr. Lanka también tratan el tema del virus del
sarampión:

https://wissenschafftplus.de/uploads/article/Desmantelando-la-Teoria-de-los-
Virus.pdf

https://wissenschafftplus.de/uploads/article/wissenschafftplus-un-error-de-
interpretacion-parte-1.pdf

7. N. del T.: El autor hace referencia a la publicación “Enders, J.F. & Peebles,
T.C. (1954) Propagation in tissue cultures of cytopathogenic agents from
patients with measles.”
https://pubmedinfo.files.wordpress.com/2017/01/propagation-in-tissue-
cultures-of-cytopathogenic-agents-from-patients-with-measles.pdf
8. N. del T.: John Franklin Enders, Thomas H. Weller y Frederic C. Robins
reciben el premio Nobel en 1954 por un descubrimiento realizado en 1949. Se
les otorga el premio “for their discovery of the ability of poliomyelitis viruses to
grow in cultures of various types of tissue.” (por su descubrimiento de la
capacidad de los virus de la poliomielitis de propagarse en cultivos de
diferentes tipos de tejidos).
https://www.nobelprize.org/prizes/medicine/1954/enders/facts/
9. N. del T.: El autor hace referencia al oftalmólogo de origen chino Li Wenliang.
En el artículo anterior “Virus: Un Error de Interpretación Parte II”, el Dr.
Lanka detalla de manera pormenorizada los acontecimientos en Wuhan que, a
comienzos del año 2020, desembocaron en la crisis global del coronavirus.
10. N. del T.: El autor hace referencia a la toma de muestra nasofaríngea para
diagnóstico de COVID-19 mediante PCR. Según este método, se introduce un
hisopo “fino y flexible” por ambos orificios de la nariz hasta alcanzar la
rinofaringe
ADVERTENCIA: LOS MATERIALES ASI TAMBIÉN LAS REFERENCIAS Y INFORMACIÓN SON
PROPIEDADES DE DICHO DUEÑOS.

También podría gustarte