Las Morocotas Del General Gómez

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LAS MOROCOTAS DEL GENERAL GÓMEZ

Gerardo Cerrada
Especialista en Numismática

Imagen de Juan Vicente Gómez en el ensayo para moneda de 5 bolívares, 1930

Caracas, cárcel del Obispo, año de 1953. El famoso mentalista e hipnólogo


español, José Mir Rocafort (1909-1991) que se hacía llamar Fassman, sometía
a intensos interrogatorios, a través de sesiones de hipnosis, a un famélico
prisionero de rasgos aindiados, piel curtida y cuerpo enjuto.
Durante dos noches con sus días, una recurrente pregunta rebotaba con eco
espectral en la sala de interrogatorios de la policía política llamada, Seguridad
Nacional: “¿Dónde está escondido el tesoro del general Juan Vicente
Gómez?”
El interrogado era Eloy Tarazona, alias “el indio”, que hasta el 15 de
diciembre de 1935, había sido hombre de absoluta confianza del Benemérito
Presidente Juan Vicente Gómez.
¿Qué importante secreto guardaba este oscuro personaje para que su
presencia en Caracas haya despertado la codicia de las más diversas
personalidades políticas y militares de la época?

Tarazona en la neblina del misterio


Juan Vicente Gómez, atrás, Eloy Tarazona

Eloy Tarazona es nativo de Encino, Departamento de Santander, Colombia,


aunque otras versiones ubican su lugar de nacimiento en la Hacienda La
Mulera, estado Táchira, propiedad de Cornelio Gómez, padre de Juan Vicente
Gómez. Se cree que nació en el año de 1880.
En 1899 ingresó al batallón Junín a la orden de su patrón Juan Vicente
Gómez y ambos participaron de manera valerosa en la última revolución
venezolana del siglo XIX, aquella revuelta que encabezó Cipriano Castro
llamada, La Revolución Restauradora.
Castro y su compadre, Juan Vicente Gómez, tomaron Caracas el 22 de
octubre de 1899 y con la huida del presidente Ignacio Andrade, se dio inicio
a la hegemonía andina que duró 37 años. En 1908, Gómez, en una burda
maniobra política, traicionó a su compadre y se hace del poder hasta que la
muerte lo venció el 17 de diciembre de 1935.
Cipriano Castro, sentado y Juan Vicente Gómez, en pie.

En 1923, Tarazona asciende al grado de coronel y se desempeñó como


guardaespaldas del presidente Gómez, además de administrar sus
propiedades y negocios. Tarazona es considerado como una de las personas
que más tiempo pasó cerca del general y que conoció más de su vida privada.
Eloy Tarazona está rodeado de un halo misterioso en torno al cual se han
tejido diversas historias entre las que figura el hecho que, debido a su
incondicional lealtad, dormía atravesado en la puerta del dormitorio de
Gómez. Su permanente estado mental de alerta; su atribuida crueldad; la
carencia de familiares conocidos, le permitieron el acceso a la intimidad más
absoluta de un hombre tan malicioso como Gómez.

Tarazona, siempre vigilante de la seguridad de Gómez

Era frecuente verlo en la cocina del Palacio de Miraflores, y luego en la de


Maracay, con su típico uniforme militar color caqui, escrutando con su
mirada tenebrosa los fogones y las ollas. Lo vigilaba todo. Los mesoneros
conocían muy bien la orden: Tarazona debía probar cada plato de comida
que saliera de aquella cocina, aún con más celo, si su destinatario final era el
general Juan Vicente Gómez. Su lealtad lo llevaba a asumir sin titubeos un
eventual envenenamiento con tal de salvarle la vida a su jefe.
En la víspera de la muerte de Gómez, exactamente en la mañana del 15 de
diciembre de 1935, el Ministro de Guerra Marina, Eleazar López Contreras,
apresó a Tarazona, por sospechar que el “indio” planeaba un alzamiento una
vez fallecido el dictador, hecho que ocurrió dos días después. Tarazona
estuvo detenido en Maracay hasta febrero de 1936 cuando una vez libre se
va a su natal Colombia.

Tarazona huésped de la Seguridad Nacional

Pedro Estrada

Para el año de 1953, Pedro Estrada (1906-1989) dirigía la policía política del
dictador Marcos Evangelista Pérez Jiménez, la tristemente famosa Seguridad
Nacional. Un día, estando en su despacho, escuchó una historia cuyo
protagonista era Eloy Tarazona. Se decía, que estando Gómez por morir en
Maracay le ordenó a su espaldero enterrar en un cementerio de esa ciudad
tres ataúdes repletos de morocotas. Tarazona, una vez oculta las urnas,
procedió a asesinar a sangre fría a los infortunados sepultureros. Así que, los
únicos que conocían la ubicación de tan fantástico entierro eran su jefe y él.
Estrada, a quien sus enemigos llamaban “el chacal de Guiria”, le dio crédito a
esta leyenda urbana y concibió un ingenioso plan para hacer venir bajo
engaño a Tarazona. Una vez en Caracas fue apresado por la Seguridad
Nacional y confinado en la cárcel del Obispo, prisión que estaba muy cerca
del barrio el Guarataro.
Allí fue sometido a inhumanos tratos y torturas para que indicara el sitio
donde Juan Vicente Gómez había ordenado enterrar el tesoro de morocotas.
Tarazona era obstinado, a pesar de los cruentos métodos usados en el
interrogatorio, no reveló el paradero del tesoro de Gómez.

Fassman, el hipnotizador

José Mirr Rocafort, conocido como Fassman

Por aquellos días, visitaba Caracas el famoso hipnólogo Fassman. Se


presentaba en teatros y locales nocturnos donde exhibía sus poderes
mentales hipnotizando a la gente. Fassman gozaba de popularidad por haber
servido de psíquico con cierta influencia en disminuir los dolores de la
enfermedad terminal de Eva Perón. (1919-1952).
De modo que, una noche, después de la función, Fassman fue interceptado
por los esbirros de la Seguridad Nacional en las inmediaciones de Altamira.
- Necesitamos que usted bajo hipnosis interrogue a un prisionero-, le
espetó el esbirro con voz avinagrada.
Fassman aceptó y de inmediato fue llevado a la cárcel del Obispo. En un
cuarto sucio y húmedo encontró a Tarazona tirado en el piso, golpeado y
ensangrentado. Lo mandó a asear y lo sentó en una silla. Durante
interminables horas, que llegaron a convertirse en días, sometió a Tarazona a
su amplio repertorio de hipnosis para poder arrancar de aquél sombrío
personaje su secreto. Fue en vano, no lo logró. Fassman reconocería
posteriormente que jamás en toda su carrera se había encontrado con una
voluntad tan siniestra como difícil e impenetrable.
No cabe ninguna duda, de que todo este “tratamiento” a que era sometido
Tarazona en la cárcel del Obispo, se hizo con el permiso o interés de las más
altas esferas del perezjimenismo. Finalmente, Eloy Tarazona murió en la
cárcel del Obispo de inanición, ese año de 1953. Nunca reveló el secreto que
supuestamente guardaba.

¿Se equivocó Pedro Estrada?


Pedro Estrada fue considerado en su época como uno de los mejores policías
del mundo. Así que, la historia del tesoro de las morocotas de Gómez debió
tener suficientes elementos de convicción, más allá de una simple leyenda
urbana, para que Pedro Estrada armara una brillante estrategia para
estimular el viaje de Tarazona a Caracas y su posterior captura. Esto hace
inferir a los numismáticos que dicho tesoro si existió y es muy posible que
aún no haya sido localizado.
Días antes de la caída de Pérez Jiménez, Estrada es destituido y viaja a Suiza,
luego a Inglaterra y finalmente va a París, Francia donde se estableció
definitivamente. En los años posteriores, se dedicó a dar asesorías en el ramo
de la seguridad y ejerció funciones de asesor de inteligencia para la Sûreté, la
policía de seguridad francesa. Este país le concedió la figura de asilo político
por lo cual nunca fue extraditado a Venezuela.

Gómez en la numismática

Juan Vicente Gómez (1857-1935), amo y señor de los destinos del país desde
el 19 de diciembre de 1908 hasta su muerte el 17 de diciembre de 1935, en
el marco del centenario de la muerte del Libertador (1930), ordenó la
acuñación de una moneda de plata, con su efigie, con valor de 5 bolívares
(un fuerte)
El diseño de la moneda estuvo a cargo del medallista alemán Karl Goetz
(1875-1950) El anverso muestra la imagen del Benemérito Juan Vicente
Gómez y en el reverso se observa el Escudo de Armas de Venezuela. La
acuñación final nunca se concretó ya que Goetz no aceptó que la plata para
la acuñación de la pieza fuera dada por Venezuela.
Debido a que el troquel quedó en manos de la familia Goetz, se han venido
acuñando esta moneda en diferentes metales: oro, plata, platino, níquel y
bronce.

Anécdotas gomeras.

Juan Vicente Gómez

* Se cuenta que Gómez siempre andaba con morocotas en sus bolsillos para
premiar a sus aduladores. Cuando en 1917 visitó el país la famosa bailarina
Ana Pavlova, el férreo dictador asistió a una presentación especial que se le
hizo en su honor. El Benemérito quedó gratamente impresionado por la
impecable interpretación que hizo la bailarina rusa del ballet “La Muerte del
Cisne” de Camille Saint Saëns. Gómez le regaló a la Pavlova 8 morocotas.
*La gripe española llegó a Venezuela en octubre de 1918. Esta terrible
pandemia causó más muertos en Europa que la misma Primera Guerra
Mundial. En Venezuela se contaron más de 20 mil fallecidos. Una de las
víctimas fue el coronel Alí Gómez (1892-1918) hijo predilecto del dictador.
Gómez no asistió a sus funerales por miedo al contagio.

Alí Augusto Gómez Bello

*En 1923 es asesinado en el Palacio de Miraflores Juan Crisóstomo Gómez,


“Don Juancho”, Primer Vicepresidente de la República, Gobernador del
Distrito Federal y hermano del general Gómez (el primero en llegar a la
escena del crimen fue Tarazona). Después de algunas investigaciones fue
detenido el criado de Don Juancho y el capitán Isidro Barrientos. Por este
caso también apresaron a los escritores Francisco Pimentel (Job Pin) y
Leoncio Martínez (Leo). Tras profundizar las averiguaciones fue destituido el
Segundo Vicepresidente, el hijo mayor de Gómez, José Vicente Gómez, y
enviado en misión diplomática a Suiza. Parece ser que el móvil del asesinato
fue la sucesión en el poder.

Las morocotas no son venezolanas.


Son monedas de oro, ley 900, acuñadas en los Estados Unidos, desde 1849 a
1933, con valor facial de 20 dólares. Allá se le conoce como “doble águila”.
Según Julio Calcaño, en su libro “El Castellano en Venezuela”; atribuye el
apodo de morocota dado a esta moneda al presidente José Tadeo Monagas.
El mote parece venir al asociarla por su color y forma redonda a un pez del
sur del país llamado morocoto (piaractus brachipomus).
El valor de cambio de una morocota en la época de Gómez era de 104
bolívares, toda una fortuna.
Doble águila (morocota) 1899

Fuentes consultadas: Así son las cosas. Yánez, Oscar


El cachorro Juan Vicente Gómez. Ortiz, Gallego Rafael
Gómez, el tirano liberal. Caballero, Manuel
Vademecum. Sthor, Tomás

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