Novena de Aguinaldos 2021
Novena de Aguinaldos 2021
Novena de Aguinaldos 2021
Aguinaldos
LUIS ENRIQUE DUSSÁN LÓPEZ
Gobernador del Huila
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les dísteis
en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una
Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los
mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la
pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos
méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el
pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido,
con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y
more eternamente Amén. - (Se reza tres veces Gloria al Padre)
Oración a la Santísima Virgen
Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Llave de David que abre al desterrado
¡Ven a nuestras almas! las cerradas puertas de regio palacio!
¡Ven no tardes tanto! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano,
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, de la cárcel triste que labró el pecado!
que a infantil alcance te rebajas sacro! Ven a nuestras...
¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos,
la prudencia que hace verdaderos sabios! que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
Ven a nuestras... Niño tan precioso, dicha del cristiano,
¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando, luzca la sonrisa de tus dulces labios.
de Israel al pueblo diste los mandatos! Ven a nuestras...
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, ¡Espejo sin mancha, santo de los santos,
y que un niño débil muestre fuerte el brazo! sin igual imagen del Dios soberano!
Ven a nuestras... ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto y en forma de niño, da al mísero amparo!
presenta al orbe tu fragante nardo! Ven a nuestras...
Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, Bella flor del campo.
Ven a nuestras...
Aspiraciones para la llegada del niño Dios
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, ¡¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
De Israel anhelo Pastor del rebaño! consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Niño que apacientas con suave cayado ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso! mi constante amigo, mi divino hermano!
Ven a nuestras... Ven a nuestras...
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados!
bienhechor rocío como riego santo! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
Ven a nuestras... Ven a nuestras...
¡Ven, que ya María previene sus brazos,
do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Ven a nuestras...
Consideraciones
Día Primero
En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los
cielos; allí era la causa, a la par que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de una
incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes de que se dignara bajar a la Tierra y
tomara visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios
que jamás han comenzando; de allí debemos datar la genealogía de lo eterno, que no tiene
antepasados y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.
La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa y sin embargo, ¡misterio
sublime!, busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo
a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del
género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán había ofendido a Dios y esa
ofensa infinita no podía ser condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de Adán había
desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues necesario para salvarla y satisfacer su culpa,
que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la Tierra y con la obediencia a los
designios de su Padre expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario, en las
miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del hombre; que
creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a sus pasiones y
a su orgullo. Y por eso el Verbo eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse
hombre también y así redimir al culpable.
Día Segundo
El verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazaret, en
donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María
estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más
estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo,
no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió a un mensajero, que fue Arcángel San Gabriel
para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación. El creador no quiso
efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su criatura.
Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María rehusar... Con qué adorables delicias,
con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y
pronunciase el “sí” que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su
profunda humildad a la omnipotente voluntad divina. La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento.
El arcángel ha desaparecidos. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna
está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico estalla el júbilo inmenso,
pero la Virgen María ni le oía ni le hubiese prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su
alma estaba sumida en el silencio que se asemejaba al de Dios. El Verbo se había hecho carne,
y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor
había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo eterno; era el Niño Jesús revestido de la apariencia
humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más
hermoso de los hijos de los hombres.
Día Tercero
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra
maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma; era, por el contrario,
un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de los niños, y sujeto a
todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras
humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de
sentir, que pudiese sufrir el exceso para cumplir la grande obre de nuestra redención. La belleza
de ese cuerpo divino fue superior a cuanto divino fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la
divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que
lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestra en el sacramento de
la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a
recibirle con amor y provecho espiritual.
Día Cuarto
Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos al profundo abatimiento
y sea este el primer afecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como
lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar eternamente
consumidos y anonadados, para renunciar a la estimulación de nosotros mismos, a todo cuidado
de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a
nuestros propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros.
Día Quinto
Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace
capaces de cumplir y por nuestra cooperación a la gracia; de manera que el alma del que se
halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin. Después de la comunión
Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como
hombre, porque el mismo Niño que estaba en María está también en el Santísimo Sacramento.
¿Qué es todo esto sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y
una expectativa llena de delicias como la suya.
Día Sexto
No ignora Jesús en qué lugar debe nacer e inspira a sus padres que se entreguen a la Providencia, y
que de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de los designios. Almas interiores,
observad este manejo del Divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual; aprended
que quien se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer a cada
instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente aun en las cosas exteriores, tales
como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta
dependencia y fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y este es el punto sobre el cual se han
esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente
a su propia voluntad.
Día Septimo
Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador
del universo hecho hombre. Contemplemos la humanidad y la obediencia de este Divino Niño que
aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable,
obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si
hubiese para El en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la
ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento en el que
venía al mundo. ¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la
criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará
la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud?.
¡Ah...!Que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama
por este feliz acontecimiento, El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar buscando y no
encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de
María, son cosa que no puede expresar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si es lícito
emplear esta expresión adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo, y verle ocupar
su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del
día esta santa humanidad tan bella que El mismo ha formado con tan especial y divino esmero,
En cuando al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo
mimo que hacia Belén, Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos
nuestras almas para que sean su mística morada, y nuestro s corazones para que sean su Manis
terrenal; que nuestros actos de mortificación desprendimiento “preparen los caminos del Señor y
hagan rectos sus senderos”
Día Octavo
Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no lo encuentran ya por
hallarse todo ocupado, ya porque se les desechase a causa de su pobreza. Empero, puede turbar la
paz interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba sorpresa cuando era rechazado
de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con tanta tranquilidad
cuando fijaba sus miradas en su casta esposa. El niño aún no nacido regocijábase de aquellas
negativas que eran el preludio de sus humillaciones venideras. Cada voz áspera, el nido de cada
puerta que se cerraba ante ellos, era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones
era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.
¡Oh divino niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando
muellemente en cómodas y ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y
vejaciones de toda clase. ¡Ay! El espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios,.
¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro¡ ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia
la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita convertirnos, o santificarnos o conformarnos
con su voluntad? ¿No hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su carácter celestial
con que cada uno a su modo lo lleva grabado en si? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida,
pero no conocemos su faz, o le reconocemos hasta que nos vuelve la espalda y se aleja después
de nuestra negativa.
Se pone el sol de 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran las
cimas de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en
las calles de aquella aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre, La bóveda de los cielos
aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas va
apareciendo una tras otra. Algunas horas más y aparecerá el Verbo eterno
Día Noveno
La noche ha cerrado del todo en las campíñas de Belén. Desechados por los hombres, y viéndose
sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población y se han refugiado en una gruta que
se encontraba al pie de la colina. Seguía a la reina de los ángeles el jumento que le había servido
de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquélla cueva hallaron un manso buey, dejado allí
probablemente por alguno de los caminantes que habían ido a buscar hospedaje en la cuidad.
El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que acudir a loas irracionales
para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten
con esto y con su humilde actitud el respeto y la adoración que le había negado Belén., La rojiza
linterna que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de
paja que es figura profética de las maravillas del altar, y de la íntima y prodigiosa unión eucarística
que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van
pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterio.
Pero ha llegado la medianoche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, al
divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con inefable anhelo. A sus pies se
postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José
también se acerca y le rinde el homenaje con
que inaugura su misterioso e imponderable
oficio de padre adoptivo del Redentor de
los hombres. La multitud de ángeles que
desciende de los cielos a contemplar esa
maravilla sin par , dejan estallar su alegría
y hacen vibrar en los aires las armonías
de ese Gloria in Excelsis que es el eco de
la adoración que se produce en torno del
Altísimo, hecha perceptible por un instante
a los oídos de la pobre Tierra.
Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al recién nacido y presentarle
sus humildes ofrendas. Ya brilla en oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia
Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los
pies del Divino Niño el oro, el incienso, y la mirra, que son símbolos de la caridad, la adoración y la
mortificación.
¡Oh adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de
vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración. ¡No la rechacéis! ¡Ven a nuestras almas,
venid a nuestros corazones llenos de amor! Encended en ellos la devoción a vuestra santa infancia, no
intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos;
devoción que fielmente practicada y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos
del pecado y sembrando nosotros todas las virtudes cristianas.
Villancicos