Viñas - Semiòtica Literaria
Viñas - Semiòtica Literaria
Viñas - Semiòtica Literaria
p° de la I 9. Semiótica literaria
ues. que ■
la aven- B 9.1. I n tr o d u cc ió n
y el es- ■ Nada mejor que empezar con un repaso histórico como el que realiza Alicia Yllera en
' un ele- jfl uno de sus trabajos:
ia de la I Hace más de dos siglos que John Locke concibió la existencia de una ciencia de los sig-
■ nos y de las significaciones constituida a partir de la lógica entendida como ciencia del len-
Hj guaje. En realidad, Locke resucitaba el viejo término estoico, «semiótica», interesándose por
inado y I una ciencia que>bajo diversas denominaciones, gozaba ya de larga tradición. En efecto, el tér-
ración'l I mino procedía de los griegos, para quienes indicaba en un principio una de las tres ramas de
ej ■ la medicina, encargada del diagnóstico y pronóstico de las enfermedades a través de sus sín-
en" S tomas. Los estoicos hicieron de ella una división básica de la filosofía, perpetuándose su tra-
J meta- H dición a través de la Edad Media, de Leibniz y del empirismo inglés. Pero habría que esperar
se a un ■ al siglo xx para que dos autores coetáneos y sin relación entre sí postulasen esta ciencia: el
i al ca- H norteamericano Charles Sander Pierce (1839-1914) y el suizo Ferdinand de Saussure (1857-
b y en ■ 1913) (Yllera, 1986: 104).
ita una ¡H
L pues ■ Aunque se ha pretendido a veces diferenciar entre Semiótica (término de origen anglo-
I americano) y Semiología (término de origen europeo-continental), lo normal es unificar am
ia no- ■ bas denominaciones en el término «semiótica», que es lo que hizo la International Associa-
s en él H tionfor Semiotic Studies en 1969 (Talens, 1995: 26).
►en el H Concebir la obra literaria como una estructura era un principio básico del Formalismo
aestas, B (en su última etapa) y del Estructuralismo, pero faltaba añadirle al signo su dimensión co-
ciones ■ municativa, que es lo que hace la Semiótica (Lázaro Carreter, 1976: 27). De este modo, la
pel en ■ Poética se inserta en otro campo de estudios mucho más amplio, el de la ciencia que estudia
mente H la vida de los signos en el seno de la vida social y todos los fenómenos de comunicación. El
H punto de partida de la Semiótica es la intención de comunicar inherente a todo signo. De he-
®n-re- H cho, la aproximación a las obras literarias desde una perspectiva semiótica supone un enri-
la no- ■ quecimiento porque, como destacó ya Lázaro Carreter (1976: 29), rompe con la idea forma-
nicas, ■ lista y estructuralista de la obra encerrada en sí misma, sin conexión con el exterior, y la pone
inter- H en contacto con los demás sistemas de signos, especialmente las otras artes, con el autor y
0 <lue I el receptor como extremos del proceso comunicativo, con la cultura en su devenir y también
a del ■ en un momento concreto y con los contenidos, reconociendo así la solidaridad entre expre-
I sión y significado. La Semiótica literaria, pues, parte del convencimiento semiótico general
■ de que toda actividad humana (todo lo que el hombre hace) tiene un significado, y al con-
re en I cretar este convencimiento en el ámbito literario afirma que la obra literaria es una forma es-
ia fí- ■ pecífica de creación de significado, es decir, es un modo de comunicación en el que inter
pela ■ vienen: los signos (que era lo único que interesaba al Formalismo y al Estructuralismo), los
s los ■ sujetos que activan el proceso de comunicación y el contexto socio-histórico que determina
11^e' I el sentido de la obra. Existe, por tanto, una diferencia obvia entre el Estructuralismo, que es
■ en realidad un modo de formalismo que se limita a estudiar los signos lingüísticos dentro de
pues ■ un sistema, y la Semiótica, que supera el inmanentismo estructuralista al considerar al signo
ono- ■ en su uso y función, formando parte de un proceso comunicativo. El análisis semiótico pro-
raria ■ cura desmontar un proceso que se inicia con la codificación por parte del emisor y termina
ecu- ■ con la descodificación por parte del receptor. Además, la Semiótica no se ocupa sólo de los
I signos lingüísticos, sino también de los no lingüísticos: de todo tipo de signo. Y es que su
I objeto de estudio no es tanto la obra en sí (objeto del Formalismo y del Estructuralismo)
I como el proceso de comunicación (el proceso en el que algo funciona como signo). Lo que
472 HISTORIA DE LA CRÍTICA LITERARIA
la Semiótica estudia es, pues, la operación de significar. Queda claro, así, que la Semiótica
es un proceso totalizador: tiene como objeto de estudio todo lo que rodea y constituye al
hombre. De hecho, la ambición de esta ciencia se advierte en su proyecto de estudiar todos
los sistemas de signos, tanto los sistemas naturales como los codificados o culturales (por eso
ya Mukarovski estudiaba el cine, la música, el folclore, las artes visuales, etc., y Bogaritev
hizo un trabajo sobre la función del vestido popular ruso). Pero aunque la Semiótica abarca
todos los sistemas de signos, ocurre que existe una fuerte tradición lingüística que hace que
la lingüística sea la parte más elaborada de esta ciencia.
Lotmar. >e ¡
9.2. S e m ió tic a so v ié t ic a : J u r i L o tm a n y la E scu ela de T artu ficado, mientras»
finición que se :
Hacia 1960, el Estructuralismo literario en la Unión Soviética se vio reforzado por lin de esta idea Ta
güistas que trabajaban en el campo de la teoría de la información y en las técnicas de tra atención en el
ducción (Fokkema/Ibsch, 1981: 56). Eran los años en que empezaban a conocerse, gracias a cada significa]
reediciones, los textos de los formalistas, antes silenciados por el partido comunista. Surgió nificante y un
una nueva corriente crítica: la Semiótica soviética, entendida la Semiótica como la ciencia les como lo puoÉ
que estudia cualquier sistema de signos usado en la sociedad humana. Resulta importante al tada de algún mm
respecto el simposio celebrado en Moscú, en 1962, «Sobre el estudio estructural de los sis subrayar es que <
temas de signos», cuyas actas fueron luego publicadas por el Instituto de Estudios Eslavos bién para ser inm
de la Academia de Ciencias de Moscú, principal centro de la Semiótica estructuralista apli es un medio de a
cada a la lingüística y a la literatura (Fokkema/Ibsch, 1981: 57). Importantes miembros de un lector frente
este centro son Ivanov, Toporov, Revzin, etc. Pero hay que citar sobre todo a un investiga quier actividad i
dor que colabora con los miembros del Instituto de Estudios Eslavos: Juri Lotman, que vive sultado de una
en Tartu, Estonia, y es especialista en literatura rusa del xvm y de principios del xix (Fok- la oposición •
kema/Ibsch, 1981: 59). considerable
En 1964, Lotman organiza la primera Escuela de Verano en la Universidad de Tartu, y no tienen sigr
de las sucesivas reuniones de esta escuela y de las publicaciones que surgieron nacerá la Es ticiones fónicas, <
cuela de Tartu, integrada por teóricos del arte, lingüistas, matemáticos y lógicos. El postfor de elementos que
malismo soviético de la Escuela de Tartu intenta una síntesis de formalismo, semiótica, teo zación de rasgos i
ría de la información y estudios histórico-ideológicos como los llevados a cabo por Bajtin. Para Lotmai
Hay quien prefiere hablar de Escuela de Tartu-Moscú porque el origen de esta escuela está sajes son transad
tanto en el simposium sobre los sistemas de signos organizado en Moscú en 1962 como en forman parte del
la primera reunión, en 1964, de la Escuela de Verano de la Universidad de Tartu. Por tanto, 1982: 23). De me
Moscú y Tartu son dos ciudades unidas por una misma tradición cultural y un mismo pen que todos los eki
samiento filológico. tos de sentido». p
A partir de 1985 la actividad de la Escuela de Tartu se fue debilitando (menos confe males comportan
rencias, menos publicaciones), y con la muerte de Lotman en 1993 se cerró una etapa de esta así énfasis en el <
escuela cuya actividad no ha cesado todavía. La obra de Lotman es continuadora del For pectos formales y
malismo ruso, aunque con varios puntos originales. Hay que destacar, sobre todo, su trabajo
La estructura del texto artístico (1970), que es una de las principales aportaciones a la Se El <fi
miótica específicamente literaria. siderablem
Los formalistas se centraban en el estudio de los recursos verbales y Lotman trata de contenido <
integrar este tipo de estudio en un marco más amplio: el estudio del funcionamiento del tex el discurso
to literario como signo cultural. Su enfoque es, pues, semiótico-textual. Abiertamente decla dudas, desa
ra que el objeto de su libro La estructura del texto artístico es tanto «la organización inter tructura arl
na del texto artístico» como «su funcionamiento social» (1982: 12). Partiendo del convenci formación
propiam ea
miento de que «el arte es un medio peculiar de comunicación, un lenguaje organizado de un
de existir i
modo peculiar», explica cuál es la tarea que ha impuesto a sus investigaciones: nos del hal
LA CRÍTICA LITERARIA EN EL SIGLO XX 473
Al crear y percibir las obras de arte, el hombre transmite, recibe y conserva una infor
mación artística de un tipo particular, la cual no se puede separar de las particularidades es
tructurales de los textos artísticos en la misma medida en que el pensamiento no se puede se
parar de la estructura material del cerebro. Ofrecer un esbozo general de la estructura del len
guaje artístico, de sus semejanzas y diferencias respecto a categorías lingüísticas análogas, es
decir, explicar cómo un texto artístico se convierte en portador de un determinado pensa
miento, de una idea, cómo la estructura del texto se relaciona con la estructura de esta idea:
tal es el objetivo general hacia el cual el autor espera avanzar, aunque sólo sea unos pasos
(1982: 15).
El discurso poético representa una estructura de gran complejidad. Aparece como con
siderablemente más complicado respecto a la lengua natural. Y si el volumen de información
contenido en el discurso poético (en verso o en prosa, en este caso no tiene importancia) y en
el discurso usual fuese idéntico, el discurso poético perdería el derecho a existir y, sin lugar a
dudas, desaparecería. Pero la cuestión se plantea de un modo muy diferente: la complicada es
tructura artística, creada con los materiales de la lengua, permite transmitir un volumen de in
formación completamente inaccesible para su transmisión mediante una estructura elemental
propiamente lingüística. De aquí se infiere que una información dada (un contenido) no pue
de existir ni transmitirse al margen de una estructura dada. Si repetimos una poesía en térmi
nos del habla habitual, destruiremos su estructura y, por consiguiente, no llevaremos al recep-
474 HISTORIA DE LA CRÍTICA LITERARIA
tor todo el volumen de información que contenía. Así, pues, el método de estudio por separa finitiva. que i
do del «contenido» y de las «particularidades artísticas» tan arraigado en la práctica escolar se formal: todol
basa en una incomprensión de los fundamentos del arte y es perjudicial, al inculcar al lector más común
popular una idea falsa de la literatura como un procedimiento de exponer de un modo prolijo je» es cualqi
y embellecido lo mismo que se puede expresar de una manera sencilla y breve (1982: 21-22). ríos individa
funciones di
Lotman sabe que el lenguaje literario tiene en común con otros sistemas de signos jus Pero a la vd
tamente ser un sistema de comunicación. Al decir que existe una estrecha conexión entre as sino que ada
pectos formales y semánticos, afirma que los signos en literatura no son totalmente arbitra tructuralistaJ
rios, sino que tienen un carácter icónico: existe una relación de semejanza entre significante que todo loj
y significado. Escribe Lotman al respecto: nos y tiene <
men una esl
[...] los signos en arte no poseen un carácter convencional, como en la lengua, sino icónico, tervalo de d
figurativo. Esta tesis, evidente por lo que se refiere a las artes figurativas, aplicada a las artes ganización ¡
verbales arrastra una serie de consecuencias esenciales. Los signos icónicos se construyen de subordinado
acuerdo con el principio de una relación condicionada entre la expresión y el contenido. Por elemento el
ello es generalmente difícil delimitar los planos de expresión y de contenido en el sentido ha
del texto em
bitual para la lingüística estructural. El signo modeliza su contenido. Se comprende que, en
estas condiciones, se produzca en el texto artístico la semantización de los elementos extrase-
Pero a
mánticos (sintácticos) de la lengua natural. En lugar de una clara delimitación de los elemen tinguir entn
tos semánticos se produce un entrelazamiento complejo: lo sintagmático a un nivel de la je
rarquía del texto artístico se revela como semántico a otro nivel (1982: 34). a) E
<1
La concepción icónica del discurso literario significa que los artificios literarios sugie b) C
ren determinadas cualidades de las entidades o situaciones poéticamente representadas, es de
cir, que los significantes textuales tienen en literatura una extraordinaria capacidad evocati- La es
va y establecen una relación metafórica (de semejanza: icónica) con la realidad a la que alu de modo q
den, algo que no ocurre en el funcionamiento lógico del lenguaje no literario. Para establecer les (Lotma
esa relación metafórica con la realidad, el escritor se basa sobre todo en los elementos fóni miótica de
cos (rimas, aliteraciones, ritmos, etc.). Se establece una afinidad entre sonido y sentido gra sario, no s
cias a las cualidades evocativas del soporte fónico del discurso poético (Reis, 1989: 291). el context)
También el tono, la melodía y el ritmo tienen una especial incidencia semántica, lo que co en las que
rrobora la iconicidad poética. En efecto, hay recursos fónicos vinculados a la expresión icó una coima
nica de sentimientos y emociones, de ahí que a las máquinas parlantes se las provea de un claro que!
discurso fónicamente neutro, deshumanizado, desprovisto de matices melódico-rítmicos rovski y s
(Reis, 1989: 295). Por tanto, las dos aportaciones principales de Lotman son: la iconicidad La li
de la literatura y la semantización de los rasgos formales (Lotman, 1982: 32). Luego vere res extrali
mos una tercera gran aportación: la de la doble codificación de los textos literarios. man, la R
En realidad, ninguna de estas aportaciones es original de Lotman, pues la primera produce e
—que de hecho invita a concebir la obra literaria como signo, tal y como lo explícita el pro artística, <
pio Lotman: «decir: todos los elementos del texto son elementos semánticos, significa decir: que la «li
en este caso el concepto de texto es idéntico al concepto de signo» (1982: 34-35)— la toma se objetiv
prestada de Peirce —que distingue tres clases de signos: icono, indicio y símbolo—, y la se una dispe
gunda ya había sido desarrollada por J. Tinianov y O. Brik (Fokkema/íbsch, 1981: 62). Im pluralidad
porta ahora marcar una clara diferencia entre, por una parte, el Formalismo y la poética ja- complejú
kobsoniana (defienden la teoría de que lo característico del lenguaje poético es que el men Para entí
saje está orientado hacia la forma misma del mensaje y se despreocupa del referente) y, por arte hay
otra, Lotman (para quien lo característico del lenguaje poético es que el mensaje está escri naturaleí
to en un lenguaje especial en el que los significados no son transmitidos únicamente por las circulac*
palabras —aunque sí fundamentalmente—, sino por todos sus elementos, incluidos los que perponet
suelen considerarse estrictamente formales). La conclusión a la que llega Lotman es, en de
LA CRÍTICA LITERARIA EN EL SIGLO XX 475
finitiva, que una obra literaria no presenta ningún elemento que sea sólo y exclusivamente
formal; todos los elementos son elementos de significado. Por tanto, el lenguaje literario es
más comunicativo que el lenguaje estándar. Téngase en cuenta que, para Lotman, «lengua
je» es cualquier sistema organizado de signos que sirva para la comunicación entre dos o va
rios individuos, incluyendo también casos de autocomunicación (un solo individuo asume las
funciones de emisión y recepción del mensaje) (Lotman, 1982: 17-19; Talens, 1995: 31).
Pero a la vez Lotman sabe que un signo, no sólo tiene que ser portador de un significado,
sino que además tiene que formar parte de un sistema, con lo que asoma la perspectiva es-
tructuralista. Esta perspectiva queda clara en reflexiones como las siguientes: Lotman cree
que todo lenguaje que sirva como medio de comunicación tiene que estar constituido por sig
nos y tiene que estar regulado por unas reglas de combinación que hace que los signos for
men una estructura. Es decir: un texto literario no es sólo una sucesión de signos en el in
tervalo de dos límites externos, un principio y un fin, sino un conjunto de signos con una or
ganización interna jerárquica (en el sentido de que hay una dominante y elementos
subordinados) que convierte al texto en un todo estructural. La inclusión o eliminación de un
elemento en el texto implica una reestructuración de todos los elementos: la transformación
del texto en un texto diferente.
Pero a esta perspectiva estructuralista Lotman añade una perspectiva semiótica al dis
tinguir entre:
man, 1982: 18, 20). De modo que «el arte es, desde un punto de vista semiótico, un lengua- I
je secundario y, como tal, un sistema modelizante secundario» (Talens, 1995: 32). Para en- } ral, 4
tender bien a qué hace referencia este concepto es preciso tener muy claras ciertas cuestio- [ here^
nes, como señala Jenaro Talens (1995: 32-34). Es preciso entender primero que una obra ar- I ür m
tística es siempre comunicativa, pero que cabe una doble posibilidad: I
Resuo
1. Que los elementos de base sobre los que se forma la obra sean comunicativos (caso texto literal
de la literatura, que se forma sobre palabras, sintaxis, etc.). un «sistema
2. Que los elementos de base no sean comunicativos (caso de la arquitectura o del di tituidos solí
seño, por ejemplo, formados sobre materiales no comunicativos: materiales de 61). Esto <aj
construcción). 1 go literario
I noce los c4
I será posibli
Tanto en un caso como en otro, la obra es una señal que debe ser interpretada, es de- l
cir, necesita de un receptor que entienda lo que se quiere decir o representar, de modo que Las k
el proceso de producción de sentido de una obra implica al receptor, que no es un simple ceptor deb
punto de llegada, sino uno de los elementos del proceso. Es decir: el objeto artístico entra en interesante
un proceso de producción de sentido sólo si el receptor entiende lo que se quiere decir o re man. 1982
presentar mediante ese objeto artístico. Aunque hay que señalar aquí una peculiaridad del
texto artístico destacada por Lotman: «ofrece a diferentes lectores distinta información, a a) i
9
cada uno a la medida de su capacidad; ofrece igualmente al lector un lenguaje que le permi
te asimilar una nueva porción de datos en una segunda lectura» (1982: 36). Estas diferencias i
en la interpretación de las obras artísticas son, para Lotman, un fenómeno absolutamente co b) J
tidiano y se debe «a causas orgánicamente inherentes al arte» (1982: 37). La obra ofrece al
lector sólo «la información que necesita y para cuya percepción está preparado» (1982: 37).
Vemos, por tanto, cómo el arte debe ser concebido como una práctica social, y si al Sigu
guien no entiende el contenido artístico de una obra es que no conoce el código correspon karovski !
diente, pero toda obra artística presenta una voluntad de comunicación, y esto la sociedad lo comunica
da por supuesto y se acerca a las obras intentando comprenderlas. Todo texto es el resultado na del tej
de convertir un material extrasemiótico en material semiótico, es decir, en el texto se orga prescincil
niza el material para que éste signifique y sirva para la comunicación. El texto convierte el no que of
caos en orden. Descodificar los elementos de base sobre los que se forma la obra —palabras, obra en t
sintaxis, etc. — está al alcance de la mayoría de los miembros de una comunidad, pero la des sión com
codificación de la obra en un nivel ya no denotativo, sino connotativo (qué quiere decir la contexto
obra) es algo reservado a una minoría entendida (Talens, 1995: 33). Esto significa que la des tica de la
codificación completa de una obra implica el conocimiento de los códigos que permitan la trínsecas
doble descodificación, la denotativa y la connotativa. Téngase en cuenta que la Semiótica Lot
parte de la base de que todo código, es decir toda organización de un sistema de signos, sir por medí
ve a finalidades esencialmente comunicativas (Reis, 1989: 271). Piénsese que en una obra li estructia
teraria el escritor construye su mensaje manipulando los elementos de modo que quede cla sintagma
ro que el mensaje debe ser concebido como fundamentalmente connotativo. oposició
Después de barajar estas ideas ya podemos ver qué significa que el arte es un sistema esos otn
modelizante secundario. Es un sistema porque es un conjunto de signos que se combinan en análoga
tre sí formando una estructura a partir de unas reglas determinadas. Es secundario porque el situaciói
carácter artístico de su comunicabilidad se basa en el segundo nivel, el connotativo, que es táneame
el específicamente artístico, y no en el primer nivel, el denotativo. Y es modelizante porque, nuevo s
pese a estar construido sobre el modelo del funcionamiento de la lengua natural (sobre el mo aspectos
delo, no sobre la lengua nátural en sí misma), no remite a él para su descodificación, sino Al
que construye su propio modelo, tiene sus propias leyes (Talens, 1995: 34). Así lo explica texto, é
Lotman: lectores
ralidad
LA CRÍTICA LITERARIA EN EL SIGLO XX All
Ungua- Decir que la literatura posee su lenguaje, lenguaje que con coincide con la lengua natu
i*ara en- ral, sino que se superpone a ésta, significa decir que la literatura posee un sistema propio, in
cuestio herente a ella, de signos y de reglas de combinación de éstos, los cuales sirven para transmi
obra ar- tir mensajes peculiares no transmisibles por otros medios (1982: 34).
thes en S/Z, que ofrecía más bien una puerta abierta a la arbitrariedad y mostraba así su es tido, tan
cepticismo. Lotman afirma únicamente que los distintos aspectos socioculturales condicionan las corrí
el significado —la semántica— de un texto. El proceso de producción de sentido (la semio- del texu
sis) está condicionado por factores extratextuales (valores estéticos, económicos, ideológicos, qué el t¡
nido. H
etcétera), y esto se ve claro si primero invitamos a alguien a que dé su opinión sobre un tex
ción (lo
to del que no conoce apenas nada y luego repetimos la operación tras haberle informado de
mente <
quién es el autor, a qué época pertenece el texto, en qué género se inscribe, qué estilo sigue,
existen!
etc., pues la segunda vez todos estos elementos extratextuales pasan a contar en la aprecia
ción estética y condicionan la interpretación. Esto significa que para explicar el proceso de c)
usuaria
producción de sentido no hay que atender sólo a los elementos del texto, sino también a la
relación del texto con otros textos (anteriores o paralelos) y con aspectos extratextuales (Ta no con
lens, 1995: 46). Así, un análisis semiótico completo tiene que abarcar estos tres aspectos: lación
tudiar ]
lector 1
1. Análisis de la formación semiótica del texto: cómo es organizado formalmente un
tor-obi
texto para que tenga significado.
habla,
2. Análisis del proceso de producción de sentido: cómo es interpretado el texto por
sus lectores, qué códigos hay que conocer para que sea posible la interpretación intend
fundir
y qué condicionamientos extratextuales determinan el sentido que se le otorga al
prome
texto.
carian
3. Relación del texto con el contexto en el que funciona.
ción-1
Como señaló Charles Morris en 1938, una teoría semiótica abarca tres componentes:
una sintaxis, una semántica y una pragmática (son los tres niveles de funcionamiento de los
signos). Jenaro Talens aplica esta idea al análisis semiótico del texto artístico y presenta las
siguientes reflexiones (1995: 47-59):
a) Nivel sintáctico. Se analizan las relaciones entre los signos. En literatura, su ob
jeto de estudio es el del Estructuralismo literario: establecer un esquema de la composición
(estructura) de la obra. Al analizar los textos concretos, en este nivel se estudian las funcio
corrK
nes, las secuencias, la lógica de las acciones, los actantes, etc. En el nivel sintáctico, por tan
to, se cuantifican e interrelacionan las partes fundamentales que estructuran el relato. etc..
b) Nivel semántico. Se analizan cuestiones referentes al significado de los signos; es autoi
decir, se estudian las relaciones de los signos con el referente por ellos expresado. En el ám
truct
bito de lo literario se refiere al estudio de todo lo que crea sentido en el texto literario. Tén
La E
gase en cuenta que la relación arbitraria entre significante y significado postulada por Saus-
(que
sure varía en el caso del signo literario, en el que ya no cabe hablar de convencionalidad,
truel
sino de motivación. Así, una estructura métrica, un procedimiento retórico, una relación en
dios
tre actantes o cierta elaboración del tiempo serán significantes que tienen un significado mo
cipli
tivado, buscado por el autor. Simplificando, se trata de encontrar el significado del texto, es
evic
decir, se trata sobre todo de ver cómo se articulan los niveles semánticos de un texto y ana
ciot
lizar cuál es su coherencia y cohesión internas, para lo cual es preciso advertir cuál es el ni
nes
vel que engloba a los demás. Para estudiar esto podemos acogemos a la teoría de Greimas,
que siguió la línea de la Semiótica marcada por Lotman y en su trabajo Semántica estructu
de 1
ral mostró una notoria preocupación tanto por la estructura como por el significado de los
dio
textos. El concepto más fructífero elaborado por Greimas fue el de isotopía. La isotopía re
má
mite —como se ha visto en un tema anterior— a un conjunto de categorías sémicas redun
dantes que hace posible la lectura uniforme de una historia. En un texto pueden localizarse ció
varias isotopías y eso explica en gran parte la pluralidad de lecturas, pero Greimas cree, como dei
Lotman, que hay una objetividad del texto independiente de la recepción lectora. En este sen a1
LA CRÍTICA LITERARIA EN EL SIGLO XX 479
m es tido, tanto Lotman como Greimas combaten el relativismo absoluto del significado típico de
tonar. las corrientes postestructuralistas. De todos modos, las isotopías dan cuenta de la coherencia
rmio del texto y nos conducen al tema (marcado por la isotopía dominante), pero no explican por
dcos. qué el texto es un texto estético, no dicen nada sobre su belleza; sólo dicen sobre su conte
a lex- nido. Hay que dar un paso más y pasar de la denotación (lo que el texto dice) a la connota
io de ción (lo que representa o quiere decir), pues la coherencia de un texto artístico es obligada
águe. mente connotativa: la finalidad de la literatura es la formación de una nueva semántica no
rccía- existente en la lengua natural.
so de c) Nivel pragmático. Estudia las relaciones que se establecen entre los signos, sus
a a la usuarios y el contexto en el que el signo es producido e interpretado. Pone en relación el sig
5 (Ta- no con los sistemas culturales vigentes en el momento de emisión y recepción (es decir: re
xxos lación del signo con la situación cultural, social e ideológica en que se utiliza). Hay que es
tudiar la relación autor-obra, la relación obra-lector y el contexto en el que tanto autor como
ce un lector llevan a cabo la práctica significante (codificación-descodificación). En la relación au
tor-obra se trata de concebir al autor como una función del texto, es el lugar desde el que se
o por habla, es quien organiza el material otorgándole coherencia, pero no tenemos que buscar la
ación intención del autor empírico porque no podemos olvidar la ficcionalidad: no hay que con
nea aJ fundir al autor con el narrador ni al yo poético con el poeta. Un escritor puede estar com
prometido políticamente y que su obra no refleje ese compromiso, de modo que nos equivo
caríamos si intentásemos leerlo desde su posición ideológica. Según Jenaro Talens, esa fun
ción-lugar que es el autor posee tres características:
mtes
Je los — Trata de organizar un mundo imaginario otorgándole coherencia.
ca las — Intenta trascender lo concreto individual, es decir, intenta ir más allá del contexto
artístico y social en el que se inserta su obra, pero no para evadirse, sino para cues
tionar esos contextos.
a ob- — Busca el placer estético, que es la característica específica del arte.
áción
incio- Hay que tener en cuenta que un autor mantiene con su producción una doble relación,
r tañ como productor y como receptor crítico (de ahí que existan correcciones, reelaboraciones,
etc., pues el autor, tras leerse, quiere hacer algunas rectificaciones). En la relación completa
os: es autor-obra-receptor hay que prestar atención a tres cuestiones.
i ám- La ventaja del método semiótico de Lotman es que sirve lo mismo para analizar la es
Tén- tructura literaria interna y las relaciones externas entre el texto y el contexto sociocultural.
Saus- La Escuela de Tartu sigue una evolución que va del Estructuralismo dinámico de Mukarovski
lidad. (que al incorporar la dimensión dinámica del signo —y al romper, por tanto, con la idea es
in en- tructuralista de que el signo tiene una significación estable— sienta las bases para los estu
3 mo dios semánticos del texto literario) a una Semiótica de la cultura que se nutre de varias dis
to. es ciplinas (hay que realizar investigaciones histórico-culturales y sociológicas). Por tanto, es
’ ana- evidente la evolución desde el Estructuralismo inmanente (que no tiene en cuenta las rela
el ni- ciones extratextuales) a un enfoque estructural-semiótico (que atiende sobre todo a relacio
imas. nes contextúales).
t¿ c ru Se ve claramente la línea de continuidad entre Mukarovski y Lotman, o entre la Escuela
le los de Praga y la Escuela de Tartu, pues ya Mukarovski trasladó el punto de interés de los estu
«a re- dios del nivel sintáctico (en el que se situaba el Formalismo) a los niveles semántico y prag
edun- mático de la Semiótica. Es decir, el estructuralismo de la Escuela de Praga analiza la rela
izarse ción de los signos- con la realidad que representan (nivel semántico) y además estudia el arte
como dentro de su contexto social (nivel pragmático) y se aleja así del Formalismo para acercarse
t sen a la Semiótica.
480 HISTORIA DE LA CRÍTICA LITERARIA
bca for en 1968 publica Eco una «Introducción a la semiótica», subtítulo de su obra La estructura
jase lin- ausente. Dice allí Eco: «la semiótica estudia todos los procesos culturales como procesos de
comunicación; tiende a demostrar que bajo los procesos culturales hay unos sistemas', la dia
léctica entre sistema y proceso nos lleva a afirmar la dialéctica entre código y mensaje»
(1989: 33). A Eco le interesa reflexionar especialmente sobre el universo del sentido «cuan-
tificable —afirma— en términos de connotación y denotación», y para ello presenta con
ceptos como el de situación —que «se presenta como un contexto extrasemiótico que deter
mina la elección de un código con preferencia a otro» — y el de «conjunto de patrimonio del
m Fran- saber que permite al destinatario elaborar las valoraciones y las selecciones correspondien
i revista tes» (1989: 64). Las coincidencias con Lotman —sobre todo con el concepto de «sistemas
viene a modelizadores secundarios»— son evidentes en reflexiones de este tipo:
x 1996:
le com Así pues, podemos establecer que existe un código denotativo básico sobre el cual se
prise va. construyen otros códigos menores, con frecuencia opcionales (y que hemos llamado connota-
iliza las tivos), los cuales se han de considerar como subcódigos (1989: 64).
oncepto
nientras Los signos que integran esos códigos y subcódigos son precisamente el objeto central
i que se de la Semiótica, que los investiga concibiéndolos como fuerzas sociales. La literatura es vis
Insteva. ta por Eco como un supercódigo, «ya que aparece como un proceso generador de significa
ento de dos adicionales, mediante la convergencia de varios códigos en un producto particular como
struc tu es la obra» (Gómez Redondo, 1996: 274).
na pers- Por otra parte, para Eco el mensaje estético es «un mensaje ambiguo y autorreflexivo,
dva co- con unos significantes que adquieren significados por una interacción contextual (que fuerza
lesvelan que ese significado entre en conexión con una múltiple red de interpretaciones)» (Gómez Re
incúba dondo, 1996: 273). Para poder valorar las modificaciones que se producen en los sistemas
le estas sígnicos es preciso conocer el comportamiento dinámico del signo, y esto es lo que trata de
Escribe hacer Eco en su Tratado de Semiótica general (1976). En esta obra, además, Eco deja muy
claro que el ámbito de la Semiótica es el ámbito de la cultura, realidad que surge de la suma
de todos los textos, y, así, esta disciplina pasa a ser vista como una teoría del conocimiento
er lugar, del mundo.
b. obje-
otra lec-
na serie 9.4. C on clu sio n es a la S em ió tic a L iter a r ia
partir de
anterior El enfoque semiótico no se opone al Formalismo ni al Estructuralismo, sino que es más
e su se
enriquecedor: tras el estudio formal-estructural (estudio de los procedimientos estilísticos y
de las relaciones entre los elementos de las obras) hay que realizar un estudio del significa
do, para lo cual hay que reivindicar, no sólo un nivel semántico, sino también un nivel prag
ros del
mático. Si se incorpora semántica y pragmática es porque la Semiótica concibe la obra como
el sub-
un instrumento de comunicación y, por tanto, es portadora de una información que hay que
jyacen-
saber interpretar. Para captar el significado de una obra literaria no hay que dominar única
lensión
mente el código lingüístico que nos conduce al valor denotativo-referencial del signo, sino
va acu-
que hay que conocer otros códigos y subcódigos culturales que nos conducirán al nivel de la
Micien-
connotación y por tanto llegaremos así a comprender el significado de la obra. El código de
xiondo.
la lengua muestra los significados denotativos, y un subcódigo es un código más restringido
i de las o especializado que implica un uso específico de la lengua (una jerga, por ejemplo) y per
mite descifrar los significados connotativos. Esto significa que hay que plantearse la inves
ya con-
tigación de los distintos códigos y subcódigos que integran la estructura del texto. Hay que
¡ de los
72). Ya tener en cuenta que una obra literaria es un sistema peculiar de signos, es decir: la literatura
posee su propio lenguaje, que no coincide con la lengua natural, sino que se superpone a ésta
482 HISTORIA DE LA CRÍTICA LITERARIA
y, por tanto, esto implica que la literatura posee su propio sistema de signos y de reglas de
combinación de éstos. tra esa
La Semiótica estudia todos los fenómenos de comunicación como el paso de una in retórico,
formación desde un emisor a un destinatario, por tanto hay que establecer un método de aná quiere Pan
lisis que abarque el estudio de todos los factores que entraña formar parte del circuito co clásicas oa
municativo: emisor, código, mensaje, referente, canal, receptor y contexto. ción de la <
esquemas 4
trata de ras
10. Retórica y Neorretórica analíticos
ción pueda
10.1. EL RESURGIMIENTO DE LA RETÓRICA el compleji