Articulo Adviento
Articulo Adviento
Articulo Adviento
El Adviento, es el inicio del año litúrgico dentro de la Iglesia católica. El color litúrgico de los
ornamentos en este tiempo es el morado, el color rosa se usa el tercer domingo de adviento,
Gaudete es el nombre que recibe este domingo. El domingo del Gaudete quiere decir
“regocíjense”, “alégrense”. Se define así a este día por ser Gaudete la primera palabra que se
menciona en la celebración litúrgica, específicamente en el introito.
El Adviento, ha existido en la Iglesia oriental, desde el siglo VI. Es un tiempo de ayuno, oración y
preparación para celebrar el nacimiento de Cristo. Adventus Domini (llegada del Señor), San
Agustín lo considera como una solemnidad que expresa la fe de oriente y occidente. Este tiempo
nace cuando la fiesta de navidad comienza a tomar forma. Se trata de una preparación práctica.
El Adviento (en latín: Adventus Redemtoris, “venida del Redentor”) es el primer período del año
litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del
nacimiento de Cristo.
El Adviento romano a diferencia de otros lugares nace como institución de tipo litúrgico y en
función de Navidad, y este es su sentido más antiguo. Cuando la Navidad, adquiere gran
importancia y renuncia a hacer fiesta de segundo orden, el Adviento deja de ser una simple
preparación más que preparar para la Navidad, se fija en el entorno glorioso del Señor al fin del
mundo. El Adviento es el tiempo que prepara a la fiesta en el sentido de la primera y última
venida del Señor. Los cuatro domingos de Adviento marcan el comienzo de la celebración
Navideña.
El Adviento tiene tres dimensiones: Adviento Histórico, Adviento Místico y Adviento Escatológico.
1.- Adviento Histórico. Entendemos la espera en que vivieron los pueblos que ansiaban la venida
del Salvador. Va desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento). Escuchar
en las lecturas a los Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la
llegada del Señor. Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban
ansiosamente la llegada del Mesías (שׁחִַיָ מMāšîaḥ, el ungido en hebreo, al igual que en el griego
Χριστός, Christós) y la liberación que esperaban de él.
2.- Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un
Adviento actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al hombre,
como persona, y a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que viene del
Señor. Jesús es el Señor que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se
percate de esta realidad, para estar con el corazón abierto, listo para que entre el
Señor. Adornando el corazón con todo tipo de detalles, amabilidad, corresponsabilidad, ayuda al
hermano, y así podremos encontrarnos con Jesús que nace en nuestro corazón.
3.- Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva del Señor, (ἔσχατος, eschatos),
al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a
cada uno según sus obras. La Iglesia invita al hombre a no esperar este tiempo con temor y
angustia, sino con la esperanza de que, cuando esto ocurra, será para la felicidad eterna del
hombre que aceptó a Jesús como su salvador. Teniendo presente estas tres dimensiones del
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Adviento, podemos decir que esta celebración manifiesta como todo el tiempo gira alrededor de
Cristo: Cristo ayer, hoy y siempre (Heb 13, 8), en la historia.
Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las
palabras del Evangelio: “Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento” (Mc
13,33-37). Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar
en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones
familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a
quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y
amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas
con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc. Esta
semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primera vela de
la Corona de Adviento, color morado, como signo de vigilancia y deseos de conversión. Vigilar
como él centinela o atalaya porque él es el que cuidad y vigila, registra y avisa para salvaguardar
la integridad del baluarte puesto a su cuidado. Su función es valiosa desde el punto de vista de la
defensa. Al igual que el cristiano tiene que ser un centinela.
En la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan el
Bautista: “Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos” (Lc 3, 4) ¿y, qué mejor manera
de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos
reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir
al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que
habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de
Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al
prójimo.
En este domingo es el del testimonio que Juan el Bautista de Jesús, un testimonio de alegría y
entrega, es este el domingo del Gaudete de la espera alegre y gozosa de la venida del Señor.
¿Esteré preparándome con alegría para la llegada del Señor? ¿Qué actos buenos puedo hacer para
mi familia y las personas que conozco? ¿Estoy dando un claro testimonio de ser cristiano?
Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el
anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a aprender de María y aceptar a Cristo que es la
Luz del Mundo. Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con
nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta del Nacimiento del
Salvador. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que está cercana la
celebración de la navidad. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente,
con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades.
Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
LA CORONA DE ADVIENTO
La Corona de Adviento: es un círculo de follaje verde, como tal no tiene ni principio ni fin;
recuerda la eternidad de Dios. El círculo es un símbolo del ciclo eterno de las estaciones, El círculo
es un símbolo del ciclo eterno de las estaciones y que tendrá su fin en Dios.
El follaje verde puede ser abeto, pino, hiedra o algún otro material artificial. El círculo es un
símbolo del ciclo eterno de las estaciones, mientras que las especies perennifolias en general
simbolizan la inmortalidad. Este color siempre está relacionado con la esperanza de la vida;
muchos le dan el significado de un tiempo especial de crecimiento espiritual y de gracia
santificante.
Las cuatro velas que forman el círculo y la última que es blanca que corona la Navidad, es decir
esta vela se prende en la noche de Navidad. Por eso en la simbología cristiana, la luz significa
Cristo, a partir del Evangelio de Juan que lo presenta como la “luz del mundo” (Jn 8, 12).
ORACIÓN
“Oh, Señor, por cuya palabra todas las cosas son santificadas, envía tus bendiciones sobre esta
familia reunida alrededor de esta corona y permite que quienes la utilizamos preparemos nuestro
corazón para la manifestación de tu hijo, para que recibamos de, Él gracia abundante”. Te lo
pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.