Bloque 3 Historia
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a) La unión dinástica
El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se llevó a cabo en 1469.
Isabel sucedió a Enrique IV (su hermanastro) en el trono de Castilla (1474). Poco después,
Alfonso V de Portugal invadió Castilla y reivindicó el trono castellano para Juana la Beltraneja (hija
de Enrique IV), con quien estaba prometido. Ello provocó la guerra civil por la sucesión entre los
partidarios de Isabel y los de Juana. La firma del Tratado de Alcaçovas (1479) con Portugal
supuso, entre otras cuestiones, el reconocimiento de Isabel I como reina de Castilla. Ese mismo
año Fernando II fue proclamado rey de la Corona de Aragón. De este modo, las dos grandes
coronas hispanas quedaron unidas por el matrimonio de sus respectivos reyes, surgiendo así una
nueva entidad política: la monarquía hispánica.
Sin embargo, se trataba de una unión dinástica, personal, que planteaba varios objetivos
comunes para las dos coronas, como el dominio peninsular, la unidad religiosa y el fortalecimiento
del poder real frente a los nobles. Pero esta unión no supuso la unidad territorial e institucional
de ambas coronas, ya que cada una mantuvo sus fronteras, sus leyes, sus instituciones políticas,
su sistema de recaudación de impuestos, sus monedas, sus aduanas, sus lenguas y sus usos
tradicionales. Legalmente, los súbditos de una corona eran considerados extranjeros en la otra. La
única institución común fue el Tribunal de la Inquisición. No hubo el más mínimo intento de
avanzar hacia una fusión de reinos, ni hacia un Estado unificado.
Los reyes gobernaban conjuntamente las Coronas de Castilla y de Aragón (según lo firmado
en la Concordia de Segovia, de 1475) y las grandes decisiones se tomaban por acuerdo mutuo
(“Tanto monta, monta tanto…”) pero siempre intervino más Fernando en Castilla que Isabel en
Aragón. El título de Reyes Católicos les fue concedido por el papa Alejandro VI tras conquistar
Granada y expulsar a los judíos en 1492.
La unión dinástica entre ambos reinos nació desigual desde el primer momento: Castilla era
mucho más grande y tenía más población, así como una economía en expansión y unas
instituciones más homogéneas y útiles para el ejercicio sin trabas del poder monárquico
autoritario. Aragón tenía menos peso demográfico y económico, y su sistema pactista limitaba el
poder del monarca. Por ello, Castilla desempeñó desde el principio un papel hegemónico: en
ella obtenían los reyes sus recursos fiscales, y de ella salieron las principales fuerzas militares y
las empresas de conquista. No olvidemos que la conquista de América fue una empresa
castellana, no aragonesa.
b) Instituciones de gobierno
El objetivo de los Reyes Católicos era fortalecer el poder real y disminuir el de los estamentos
privilegiados, estableciendo una monarquía autoritaria, y crear una administración central en manos
1
de la monarquía, sentando las primeras bases de un Estado Moderno. Todas las reformas se
limitaron al reino de Castilla.
La autoridad de los monarcas se impuso sobre:
▪ La nobleza. Se redujo su poder político, apartándola de los cargos superiores de la
administración, que van a ser progresivamente ocupados por juristas y letrados; pero se
consolidó su poder económico y social (Leyes de Toro, 1505) con la institución del
mayorazgo: las tierras de un noble debían de pasar íntegras al hijo mayor, lo que
vinculaba las tierras a los grandes títulos nobiliarios.
▪ La Iglesia. Se presionó a las Órdenes Militares, que poseían extensas propiedades y
rentas, para que nombrasen al rey como su gran maestre cuando el cargo quedase
vacante. Los Reyes Católicos consiguieron del Papa el derecho de patronato o regalías
que les permitían proponer el nombramiento de las personas que iban a ocupar los cargos
eclesiásticos más importantes.
▪ Los municipios. Se controló a las oligarquías urbanas mediante el reforzamiento de la
figura del corregidor, funcionario con carácter permanente que tenía amplias facultades
de gobierno en todos los asuntos en nombre del poder monárquico y que eran nombrados
por los reyes, quedando de esta forma los municipios sometidos al poder real.
Para fortalecer el poder real los monarcas se sirvieron de una serie de instituciones que
sentaron las bases del Estado Moderno:
• Se reorganizó la Hacienda, lo que permitió incrementar los ingresos fiscales.
• Se prestará especial interés al fortalecimiento del ejército, que pasó de tener una estructura
medieval a formar un ejército permanente bajo el control directo del poder real, lo que lo
convirtió en un instrumento de guerra moderno, rápido y bien dirigido.
• Se creó un cuerpo permanente que atendía a los asuntos diplomáticos. La diplomacia se
convertirá en un elemento definitivo en las relaciones exteriores.
• Se reorganizó y modernizó la administración de justicia, creando una red territorial con dos
Chancillerías o tribunales superiores, una en Valladolid y otra en Granada.
• El Consejo Real fue reorganizado, dejó de ser consultivo para ser de gobierno en algunos
temas judiciales y administrativos. Se profesionalizó la institución y, aunque nobles y
eclesiásticos formaban parte de ella, los monarcas introdujeron en su composición
funcionarios con formación jurídica, perdiendo así la nobleza su influencia política. La
complejidad del reino llevó a establecer los primeros Consejos especializados por temas
(Inquisición, Hacienda, Indias, etc.)
• Las Cortes perdieron protagonismo y en Castilla sólo se reunían cuando los monarcas
necesitaban dinero, si bien los Reyes Católicos contaron con el apoyo de las ciudades.
• Se creó la Santa Hermandad, cuerpo de vigilancia y policía rural, encargada de reprimir la
delincuencia, acabar con las bandas de salteadores y las luchas entre los señores locales.
Las ciudades aceptaron pagar una fuerte contribución para mantener estas cuadrillas
armadas.
1492 es una de las fechas más significativas de la historia española y universal. En ese año se
produjo el descubrimiento de América, fecha que marca el inicio de la Edad Moderna; se completó la
Reconquista, con la rendición de Granada; y se llevó a cabo la expulsión de los judíos.
Por Decreto de 31 de marzo de 1492 se les da a los judíos un plazo de cuatro meses para
abandonar sus casas o convertirse al cristianismo. Se estima que afectó a 150.000 personas en Castilla
y a unas 30.000 en Aragón, cuyas propiedades fueron confiscadas, mientras aproximadamente 50.000
judíos fueron bautizados). A los judíos protagonistas de esta diáspora se les conoce, todavía hoy en día,
como judíos sefardíes.
a) La Guerra de Granada
La conquista de Granada se enmarca en su política de unificación de la Península Ibérica.
Supuso la incorporación a Castilla del último reducto musulmán de la Península. La frontera con el
reino nazarí era una fuente continua de conflictos, por lo que bastó aprovechar uno de los
múltiples incidentes en la frontera para desencadenar la guerra que se prolongó durante diez años
(1482-1492). La finalización de la Reconquista y la unidad de la península ibérica era una idea que
no había desaparecido de la mentalidad de los reinos cristianos. Además, la incorporación del
reino Nazarí era algo que los Reyes Católicos tenían como objetivo porque: había disminuido el
pago de las “parias” y los turcos amenazaban en el Mediterráneo occidental apoyando a los
berberiscos (piratas musulmanes norteafricanos) que desembarcaban constantemente en el Reino
de Granada (amenazando a los reinos cristianos). A la victoria final de los castellanos también
contribuyeron las luchas internas en el Reino Nazarí entre bandos nobiliarios rivales (fue famosa
la oposición de la familia de los Abencerrajes), e incluso entre miembros de la propia familia real:
llegaron a estar enfrentados el rey de Granada y su hijo, Boabdil, lo que minaban su capacidad de
resistencia militar.
Por regla general, fue una guerra más de asedios que de batallas campales. La primera fase
de la conquista se realizó por la frontera oeste del Reino Nazarí (toma de Ronda, Loja, Málaga).
En la segunda fase atacaron por el este (cayendo Baza, Guadix, Almería). La última campaña fue
el largo y costoso asedio de la ciudad de Granada, que duró casi un año. El 2 de enero de 1492
los Reyes Católicos tomaron la ciudad y culminaron definitivamente el proceso de Reconquista.
El rey Boabdil el Chico, por las Capitulaciones de Granada, entregó la ciudad a los Reyes
Católicos, que se comprometieron a respetar la religión y costumbres de los vencidos. Pero la
tolerancia duró poco, porque en 1499 el cardenal Cisneros inició una persecución que culminó con
las leyes de conversión forzosa o exilio. Los conversos pasaron a denominarse moriscos.
Esta política de intolerancia religiosa se había mostrado previamente con los judíos
(expulsados por Decreto de 31 de marzo de 1492).
b) El descubrimiento de América
A finales de la Edad Media varias condiciones favorecieron los grandes descubrimientos
geográficos que marcaron la época del Renacimiento: factores técnicos (desarrollo de la
cartografía, de las técnicas de navegación, nuevos barcos,…); políticos (la competencia y rivalidad
con Portugal por la expansión atlántica); ideológicos (deseo de aventuras, euforia tras la conquista
de Granada que prolongó el espíritu de cruzada, recuperación de la tradición clásica y de las ideas
de la esfericidad terrestre, etc.). Pero fue una motivación económica la que llevó a los portugueses
primero, y a los castellanos después, a buscar una nueva ruta hacia las Indias para obtener las
especias orientales y otros productos de lujo, al quedar la ruta tradicional bloqueada por el imperio
turco en el Mediterráneo oriental.
Cristóbal Colón, marino de origen incierto –posiblemente genovés-, presentó a la monarquía
portuguesa su proyecto de llegar a las Indias a través de la ruta inexplorada del Oeste. Este
proyecto fue rechazado por los portugueses por considerarlo de escaso interés y basado en
1
cálculos erróneos; desengañado, se dirigió entonces a Castilla, donde de nuevo una comisión de
expertos rechazó la propuesta por incierta y costosa. Pero cuando Bartolomé Díaz dobló el cabo
de Buena Esperanza (Sudáfrica) (1488) –llegando al océano Indico a partir del Atlántico-, Colón
insistió. Finalizada la guerra de Granada, los Reyes Católicos decidieron apostar por el proyecto
de Colón y, tras una dura negociación, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe (abril
de1492), por las que Colón obtendría los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todas
las islas y tierras firmes que descubriera y el 10% de los beneficios que se obtuvieran.
El viaje se organizó en el puerto de Palos (Huelva) y fue financiado en su mayor parte por la
Corona. Se armaron tres barcos a cuyo mando estaban los hermanos Pinzón y el propio Colón.
Partieron el 3 de agosto de 1492 y, tras repostar en Canarias, comenzó el viaje hacia el Oeste por
el Atlántico; los vientos alisios les permitieron avanzar rápidamente. El 12 de octubre de 1492
llegaron a las Antillas, en concreto a una isla que los indígenas llamaban Guanahaní (una de las
islas Bahamas) y ellos llamaron San Salvador, y desde allí se dirigieron a Cuba (que llamaron
Isla Juana) y a Haití (a la que denominaron La Española) buscando oro y riquezas. Colón tomó
posesión de las tierras en nombre de los reyes y emprendió el regreso a la península ibérica en
1493.
Ante el éxito de la expedición, Colón realizó tres viajes más a los nuevos territorios sin saber
que había llegado a un nuevo continente. Murió con la convicción de que había llegado cerca de
las costas orientales de Asia, de ahí el nombre de indios aplicado a los indígenas.
b) Política interior
Carlos de Habsburgo ascendió al trono de Castilla y de Aragón en 1516, a la muerte de
Fernando el Católico, sustituyendo la dinastía de los Habsburgo a la de los Trastámara.
En 1504 había muerto Isabel I de Castilla y su hija Juana fue proclamada reina de Castilla,
mientras que en la Corona de Aragón continuó reinando Fernando el Católico. Pero en 1506 murió
Felipe el Hermoso, el esposo de la reina Juana y ésta enfermó mentalmente; dada su incapacidad
para gobernar, su padre, Fernando, asumió la regencia de Castilla hasta su muerte en 1516.
Carlos I -nacido y educado en Flandes- llegó a la Península en 1517 (tenía 17 años), sin hablar
castellano y rodeado de consejeros flamencos (entre ellos Adriano de Utrecht, futuro Papa) que
ocuparon los cargos más importantes. Las Cortes le reconocieron como rey y le recordaron la
obligación de residir en sus reinos y respetar sus leyes y costumbres. En 1519 muere su abuelo
Maximiliano, con lo que, además de heredar la corona de Austria, se abrió el proceso para la
elección de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Carlos convocó a las Cortes de
Castilla para obtener el dinero necesario para asegurarse su elección y abandonó Castilla con
destino al Imperio, dejando como regente al Cardenal Adriano de Utrecht.
Estos hechos provocaron la sublevación de las principales ciudades castellanas, con Toledo a
la cabeza. En éstas, los representantes reales fueron depuestos y el poder municipal pasó a
manos de comunas, de ahí el nombre de revuelta de las Comunidades (1520-1521), integradas
por artesanos, comerciantes y miembros de la baja nobleza, que pedían el regreso del rey a
España, la exclusión de los extranjeros de los cargos políticos, un mayor protagonismo de las
Cortes, reducción de impuestos, la limitación de las exportaciones de lana, etc. Los sublevados
organizaron un gobierno, la Santa Junta, que intentó, sin éxito, conseguir el apoyo de la reina
Juana. El conflicto se radicalizó y en muchas zonas se convirtió en una rebelión de los
campesinos contra los señores, por lo que la nobleza, hasta entonces al margen, unió sus fuerzas
a las del rey. En 1521 los comuneros fueron derrotados en Villalar y sus líderes –Padilla, Bravo y
Maldonado- ejecutados.
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Las Germanías fue una rebelión de las clases populares contra las oligarquías urbanas,
motivada por la crisis económica y las epidemias que afectaron a la Corona de Aragón. Tuvo lugar
principalmente en territorios de Valencia y Mallorca. El movimiento comenzó en 1519 y finalizó en
1523. Las germanías eran hermandades armadas fundadas por los gremios de las ciudades
costeras para defenderse de los frecuentes ataques de los piratas berberiscos. Al abandonar los
nobles y ricos burgueses las ciudades por la llegada de un nuevo brote de peste, las germanías se
hicieron con el poder municipal. El ejército real, con el apoyo de la nobleza y de la alta burguesía
–temerosa de una revolución-, acabó con la rebelión.
El aplastamiento de las revueltas de las Comunidades y las Germanías supuso la derrota de
los sectores burgueses y el refuerzo del poder de la monarquía, aliada con la nobleza.
c) Conflictos europeos
La enorme extensión de sus territorios dotaba a Carlos I de un gran poder y de la hegemonía
en Europa. Su política exterior se vio condicionada por su ideal de monarquía imperial y cristiana.
Desde esta perspectiva se explican los principales problemas de su reinado:
• La lucha por la hegemonía en Europa le llevó al enfrentamiento con Francia y su rey Francisco
I, que había rivalizado con Carlos por la corona imperial. Al no conseguirla y quedar rodeado
por las posesiones de los Austrias, Francisco I pretendió hacerse con el control de Italia. La
lucha por la hegemonía en Europa condujo a cuatro guerras con Francia en tierras de Italia
entre 1521 y 1544, que confirmaron la supremacía de Carlos I, tras la batalla de Pavía (1525),
donde cayó prisionero el rey francés. El conflicto prosiguió al aliarse Francia con el papa
Clemente VII, lo que provocó el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V (1527) y la firma
de la Paz de Cambrai (1529). Finalmente, se incorporó el Milanesado a los dominios
españoles.
• La defensa del catolicismo le llevó a luchar contra el protestantismo, al que se habían adherido
numerosos príncipes alemanes (Liga de Smalkalda). Aunque en una primera fase sometió a
los protestantes (victoria de Mühlberg, 1547), después los príncipes protestantes obtuvieron el
apoyo del rey francés y cambió la correlación de fuerzas. Finalmente, por la Paz de
Augsburgo (1555) Carlos V terminó aceptando la posibilidad de elección religiosa de los
príncipes alemanes.
• La lucha contra los turcos. El siglo XVI fue el periodo de máximo apogeo del Imperio Otomano.
Bajo Solimán el Magnífico, los turcos avanzaron sobre los Balcanes, e incluso asediaron la
ciudad de Viena, aunque las fuerzas imperiales lograron salvarla en 1529. Pero el peligro
otomano amenazaba también las posesiones del emperador en todo el Mediterráneo. Salvo el
éxito de la conquista de Túnez (1535), el emperador fracasó. La derrota frente a Argel (1541)
supuso el aumento de la amenaza turca en el Mediterráneo occidental.
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Su política exterior se inspiró en los mismos principios que la de su padre, mantener la
hegemonía europea y la defensa del catolicismo. Por ello, heredó ciertos conflictos de su
progenitor:
• El conflicto con Francia finalizó con la victoria española en la batalla de San Quintín (1557).
Francia, ocupada en guerras de religión internas, dejó de ser una amenaza.
• El avance turco por el Mediterráneo es frenado. Se organizó una flota, dirigida por Juan de
Austria, en la que participaron España, Venecia y el Papado (Liga Santa), que derrotó a los
turcos en la batalla de Lepanto (1571).
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b) Consecuencias de los descubrimientos en España, Europa y América
El descubrimiento de América fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia
europea, al producir una nueva visión de la Tierra. El mundo conocido por los europeos era
limitado, y el descubrimiento confirmó la existencia de un nuevo continente. Magallanes y Elcano
demostraron definitivamente la esfericidad de la Tierra. Se modificaron también profundamente los
campos científicos (botánica, cartografía, navegación, antropología...)
Además de estas consecuencias mundiales y de las consecuencias que tuvo para América la
colonización, ya referidas en el apartado anterior, como fueron el descenso de población indígena,
una nueva administración del territorio, un mestizaje cultural y social… se pueden señalar otras
consecuencias a nivel español y europeo como las siguientes:
La primera consecuencia fue el aumento de los territorios de la Corona de Castilla y la
necesidad de evitar conflictos con el otro Estado, Portugal, que también estaba en un proceso
colonizador, por lo que delimitaron las respectivas áreas de influencia en el Tratado de Tordesillas
(1494). Este trazaba un meridiano a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde: las tierras
situadas al oeste de esta línea serían para Castilla, y las situadas al este, para Portugal.
La principal consecuencia económica para los españoles fue la llegada masiva de metales
(oro y plata), que condicionó la economía peninsular y europea. De repente, grandes remesas de
plata invadieron los mercados hispanos, y a través de la política imperial de los Austrias, se
trasvasaron a Europa; el efecto fue una inflación constante, disparando los precios, lo que ha
llevado a hablar de una revolución de los precios. Por otro lado, como la plata fue usada en su
mayor parte para financiar las guerras europeas, no produjo un efecto beneficioso en la economía
castellana, porque apenas se invirtió en mejoras productivas.
También se consiguió un notable incremento del comercio exterior. España vio aumentada
la demanda de productos agrarios y manufacturados. Esto tiene dos aspectos, uno positivo ya que
aumentaba su capacidad de venta y salida de productos, pero también un aspecto negativo,
España no tenía la capacidad suficiente para atender toda la demanda, teniendo que adquirir los
productos de otros países europeos. Esto en su conjunto motivó una subida de precios, que
propició la caída del poder adquisitivo del pueblo.
Desde América llegaron especias y productos agrícolas hasta entonces desconocidos en
Europa, como el tabaco, el tomate, el maíz, el pimiento, la patata, el cacao, etc. que cambiaron
hábitos alimenticios y costumbres. En un principio los productos de origen colonial no
repercutieron mucho, pues solo las clases dirigentes consumieron estos productos; habrán de
pasar dos siglos para que se empiece a utilizar el algodón en la industria textil catalana, o el maíz
y la patata en la dieta campesina.
La Corona incrementó sus ingresos, con los que pudo mantener un gran ejército y
conseguir la hegemonía en Europa. España, también pasó a controlar la mayoría de las rutas
comerciales.
Con la colonización, se produjo la emigración de españoles hacía América. España se
benefició de la mezcla que se produjo entre las dos culturas, tanto a nivel racial como cultural y
artístico (el castellano se enriqueció con nuevos términos; se ampliaron los conocimientos de flora
y fauna; se pusieron las bases del derecho internacional…).
3.6. LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII: EL GOBIERNO DE VALIDOS. LA CRISIS DE 1640.
A los Austrias del siglo XVII se les denomina Austrias menores. Con ellos se hace palpable la
decadencia hispana por el agotamiento económico y el fin de la hegemonía en Europa.
La Monarquía Hispánica siguió siendo un conjunto de reinos con instituciones y leyes
diferentes. La principal novedad fue la introducción del valido, una persona de confianza -casi
siempre de la aristocracia-, en la que el rey delegaba sus funciones de gobierno, aunque
careciese de cargo oficial. Los validos intentaron gobernar al margen de los órganos de gobierno y
algunos utilizaron el cargo para enriquecerse y favorecer a sus allegados, práctica conocida como
nepotismo. Destacado en ello fue el Duque de Lerma, valido de Felipe III. Aunque no fue una
figura política exclusiva de la monarquía hispánica, podemos afirmar que el valimiento es una de
las características fundamentales del gobierno de los Austrias en el siglo XVII.
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Despreocupado por la política, delegó las cuestiones de gobierno en el duque de Lerma.
Durante su reinado vemos cierta recuperación del papel político de la alta nobleza.
1. Política interior
Se decretó la expulsión de los moriscos (entre 1609 y 1613), motivada por la
continuación de la política de unificación religiosa, por la sospecha de que colaboraban con
los piratas berberiscos y los turcos, y por ser un medio de aumentar el prestigio interior de
la monarquía. Las consecuencias de la expulsión fueron muy graves para Aragón y
Valencia, ya que provocó la despoblación de numerosas comarcas y la pérdida de mano
de obra campesina especialmente hábil en los regadíos. En total fueron expulsados unos
275.000 que, en su mayoría, se asentaron en el norte de África.
1. Política exterior
Forzado por el agotamiento de la Hacienda y la bancarrota, siguió una política pacifista y
de retraimiento. Se mejoraron las relaciones con Francia, se firmaron la paz con Inglaterra
y la Tregua de los Doce Años (1609-1621) con las Provincias Unidas (Holanda).
1. Política interior
• Los proyectos de reforma del conde duque de Olivares
Olivares intentó aplicar una serie de reformas para fortalecer la monarquía de Felipe IV,
aunque sus proyectos más importantes fueron un fracaso y no pudieron realizarse:
- El proyecto de un banco estatal: la red nacional de erarios
- Olivares pretendía crear una red nacional de erarios que liberase a la Corona de su
dependencia de la banca extranjera.
- Los erarios actuarían como bancos: pagarían un interés a quienes depositaran su
dinero en ellos y concederían préstamos a la Corona, que así obtendría la ayuda de
sus súbditos y no se endeudaría con extranjeros. Pero para constituir la red se
necesitaba un capital fundacional, que debían aportar, obligatoriamente y en
proporción a su riqueza, todos los súbditos cuya fortuna superase una cierta
cantidad. Las Cortes se opusieron, y a cambio aceptaron el aumento de un impuesto
que se pagaba sobre productos de primera necesidad.
- El proyecto de unificación jurídica e institucional de la monarquía
- Para Olivares el asunto político más importante era la unificación de la monarquía
bajo unas mismas leyes e instituciones, según el modelo de las de Castilla.
- En su opinión, una monarquía unitaria facilitaría el gobierno de todos los territorios y
la solidaridad entre todos sus habitantes. Como propuso en el “Memorial secreto”
(1624) dirigido a Felipe IV, este debería convertirse en “rey de España” y no de una
suma de territorios. Sin embargo, este proyecto político no se intentó.
- El proyecto de un ejército nacional permanente: la Unión de Armas
- Hasta entonces el principal esfuerzo financiero y humano para la defensa de la
monarquía lo había efectuado Castilla, pero esta se hallaba exhausta y empobrecida.
Por ello, Olivares planteó la Unión de Armas (1625): un ejército permanente de
140.000 hombres sostenidos por todos los reinos en función de su población y
riqueza.
- El proyecto fracasó por la oposición en las diversas Cortes de la Corona de Aragón,
que recelaban de una medida que iba en contra de lo establecido en sus fueros. No
obstante, Aragón y Valencia concedieron sendas sumas de dinero (no soldados).
Cataluña y Portugal, se negaron a colaborar.
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Las necesidades financieras de la monarquía, a causa de la Guerra de los Treinta Años
(1618-1648) y de la nefasta situación de la monarquía, obligaron a aplazar las reformas y a
recurrir a medidas que agravaron aún más la crisis social y económica, sobre todo en Castilla. Se
crearon nuevos impuestos, se pusieron a la venta cargos públicos, títulos nobiliarios –aumentando
su número- y tierras de realengo -que se convirtieron en señoríos-. En consecuencia, el
descontento social y la oposición a la política de Olivares se generalizaron por distintas razones:
los territorios periféricos (Portugal, Cataluña, Aragón y Valencia) rechazaban las pretensiones
unitarias y centralistas de Olivares; la alta nobleza se quejaba del escaso protagonismo que le
concedía el autoritarismo del valido y las clases populares denunciaban su agotamiento
económico y la presión fiscal que sufrían.
Los conflictos y protestas fueron constantes y se desencadenaron rebeliones en todas partes:
Vizcaya, Andalucía, Nápoles y Sicilia. Pero el momento más crítico se alcanzó en 1640, año en
que estallaron las rebeliones independentistas de Portugal y Cataluña.
- La rebelión de Cataluña (1640-1652)
Cataluña, tras la entrada de Francia en la Guerra de los Treinta Años, se convirtió en frente
milita. La presencia de tropas castellanas acentuó la tensión al obligar a contribuir a los catalanes,
que en las Cortes habían rehusado entregar tributos. Las tropas reales cometieron desmanes en
Cataluña estallando enfrentamientos entre los campesinos y los soldados. El 7 de junio de 1640,
día del Corpus, conocido como el Corpus de Sangre se inició en Barcelona un motín que terminó
con el asesinato del virrey, el Conde de Santa Coloma. Cataluña se rebeló contra Felipe IV, se
estableció el control por parte de la Generalidad, dirigida por Pau Claris, institución que propuso
entregar el principado al rey de Francia. Felipe IV convirtió la recuperación de Cataluña en una
prioridad pero ésta tardó. El cansancio de la guerra y la opresión francesa, que era peor que la
castellana, hizo que los catalanes se rindieran en 1652, con la condición de que se respetaran sus
antiguos fueros.
- La rebelión e independencia de Portugal (1640-1668)
Portugal llevaba muchos años soportando la invasión holandesa en sus colonias sin que
hubiera ayuda alguna por parte castellana. Amplios sectores de la sociedad portuguesa
rechazaban, además, la presencia de castellanos en el gobierno portugués, así como los
perjuicios que la guerra europea ocasionaba en su comercio, vital para su economía. No veían,
pues, ventaja alguna en continuar bajo la soberanía de los Habsburgo. Las tendencias
centralizadoras y el aumento de la presión fiscal generalizaron el descontento. Asimismo, la
rebelión catalana propició la sublevación. En 1640, las Cortes portuguesas proclamaron rey al
duque de Braganza (Juan IV). Todos los intentos por recuperar Portugal fracasaron y la
monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra. España reconoció su
independencia en 1668, ya en el reinado de Carlos II, aunque de facto fue efectiva desde 1640.
La impopularidad del valido fue en aumento y en 1643 Felipe IV le apartó de la política. Pero su
caída no fue suficiente para restablecer la paz social, ya que las rebeliones de Cataluña y Portugal
continuaron, y surgieron nuevos estallidos populares en 1647 en Andalucía, Nápoles y Sicilia
que fueron más fáciles de someter.
2. Política exterior:
Se caracterizó por la agresividad. Nada más comenzar su reinado se inició una ofensiva
exterior en varios frentes: la monarquía reinició la guerra con la Provincias Unidas y se implicó de
lleno en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Ambos conflictos estuvieron interrelacionados
y llevaron también a la guerra con Francia. (Desarrollada esta política exterior en la cuestión 3.7)
3. El reinado de Carlos II, el Hechizado (1665-1700), tuvo múltiples validos como Nithard, el
duque de Medinaceli o el Conde de Oropesa. (Desarrollado su reinado en la cuestión 3.9)
El siglo XVII se caracteriza por ser un período de crisis en toda Europa. En la monarquía
hispana esta crisis fue más virulenta ya que, a los factores demográficos y económicos hay que
sumar la crisis política.
Así, la crisis del XVII la podemos ubicar en dos ámbitos: descenso demográfico y agotamiento
económico.
Desde el punto de vista demográfico, la población descendió (de ocho millones en 1600 a
siete millones en 1700). Ese descenso afectó más al interior que a la periferia. Las causas fueron:
el aumento de la mortalidad debido la propagación de epidemias, las guerras constantes, el
incremento de la emigración a América y el empeoramiento climático a nivel general
(enfriamiento y sequía atmosférica). Esta situación se vio acentuada por la expulsión de los
moriscos (entre 1609 y 1613), sobre todo en Valencia (un 27% del total de población) y Aragón
(un 19%).
Aunque el siglo XVII fue una etapa de crisis económica en casi toda Europa, en España el
esfuerzo bélico realizado durante el siglo anterior y las guerras que se dieron durante el siglo XVII,
llevaron a la Hacienda Real a una situación de endeudamiento constante, agravado por la
disminución del volumen de metales preciosos procedentes de América (corsarios británicos y
corrupción). Esto llevó a la corona a buscar nuevas fuentes de ingresos, como la creación de
nuevos impuestos, la venta de cargos públicos y de privilegios nobiliarios o manipulaciones
monetarias (fabricar moneda de vellón –de cobre, sin plata o con muy poca mezcla-, devaluación
de la moneda y poco reconocimiento exterior). Todas estas medidas provocaron un aumento de
la inflación y un agravamiento de la recesión económica.
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La crisis fue generalizada en todos los ámbitos económicos. En la agricultura, se produjo
falta mano de obra y una presión fiscal muy fuerte; en la ganadería, las guerras frenaron las
exportaciones. La artesanía se vio afectada debido a la escasa capacidad de compra de la
población y la competencia de los países del norte de Europa, junto con la disminución de la
demanda de las actividades artesanales relacionadas con las necesidades del Estado
(construcción naval, metalurgia…). Además, el contrabando inglés y el holandés hundieron el
monopolio comercial con la América colonial hispánica. Solo la Corona de Aragón, al margen de la
aventura americana y de las cargas imperiales, sufrió la crisis con menor intensidad.
Ante la decadencia española, hubo una gran cantidad de propuestas o informes económicos y
políticos dirigidos al rey, en los que se analizaban los problemas del país y se proponían diversas
soluciones para proporcionar a la Hacienda nuevos ingresos, los llamados arbitrios.
Hacia finales de siglo empieza a haber síntomas de recuperación, también potenciados por una
política de racionalidad fiscal impulsada en tiempos de Carlos II por su valido el Conde de
Oropesa, que hacen posible la expansión demográfica y económica de la centuria siguiente.
Desde el punto de vista social, vemos que esta crisis afectó a la población peninsular,
incidiendo en todos los estratos sociales e incluso en el ideario cultural del momento
–pesadumbre, preocupación por la fugacidad de la vida, atención a la moralidad y la pobreza que,
sin lugar a dudas, son reflejo de la crisis demográfica, económica y política que les tocó vivir-.
La nobleza aumentó en número, por la venta de títulos, pero disminuyeron las rentas
señoriales, lo que les obligó a endeudarse y les llevó a aumentar la presión sobre sus siervos.
Este aumento de número también afectó al clero –mucha población vio en el clero una salida en
tiempo de crisis-, que también presionó con mayor virulencia a sus siervos. La burguesía optó, en
estos tiempos de crisis, en apostar por la tenencia de la tierra, descuidando más si cabe, sus no
competitivos negocios. El pueblo llano sufrió la crisis de manera más cruenta, con las malas
cosechas y el aumento de presión fiscal y señorial. El empobrecimiento fue generalizado y
aumentó la miseria hasta tal punto que se multiplican los bandoleros, mendigos y pícaros por
doquier –la literatura del siglo de oro es una buena fuente de información sobre esto-.
Pero el problema más importante fue el sucesorio. Hacia 1697 se sabía que la muerte del rey
estaba próxima. No había tenido hijos de sus dos matrimonios, por lo que era necesario buscar un
candidato extranjero. Felipe de Borbón, el candidato francés, era nieto de la hija mayor de Felipe
IV. Carlos de Austria, candidato de la línea alemana de los Austrias, era nieto de la hija menor de
Felipe III. Carlos II dejó como heredero a Felipe de Borbón, pensando que era lo mejor para que
sus posesiones se mantuviesen unidas, pues Francia era la gran potencia europea del momento.
El 1 de noviembre de 1700 Carlos II murió, y con él se extinguió la dinastía de los Austrias en
España. Con Felipe V una nueva dinastía, la Borbón, comenzaba a dirigir la monarquía, aunque
para imponerse tuvo que hacerlo mediante una larga guerra, la Guerra de Sucesión (1701-1714).