Directrices para Los Esposos

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Directrices divinas para los esposos ( 6)

Introducción:

El apóstol Pablo y la iglesia en Éfeso confrontaban una cultura sumergida en


ritos y tradiciones paganas.
En la sociedad griega la vida de la familia en su diseño original era difícil. La
prostitución tanto masculina como femenina era desenfrenada. Los maridos
generalmente encontraban gratificación sexual con concubinas y prostitutas,
mientras que las esposas, a menudo con el beneplácito de sus maridos,
encontraban satisfacción sexual con sus esclavos, tanto varones como
hembras. La prostitución, la homosexualidad, y muchas otras formas de
promiscuidad y perversión sexual resultaban inevitablemente en un continuado
abuso sexual de los niños. La sociedad romana era igual de malvada. El
matrimonio era poco más que una prostitución legalizada y el divorcio era una
formalidad que se conseguía fácilmente.
En el marco de un mundo tan inmoral como ese, Pablo amonestó a los
creyentes en Éfeso mediante el elevado y original criterio divino para el
matrimonio establecido por Dios:

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;


5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
5:24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo
estén a sus maridos en todo. (Ef. 5:23-24).

El Apóstol Pablo, ahora le expresa a la Iglesia de Efeso que las mujeres


casadas deben seguir el principio de la sujeción con su marido, recordando que
el principio de sujeción tiene un orden en Dios.
Cristo es la cabeza de la iglesia, el cuerpo se sujeta que es la iglesia, que es la
misma analogía entre esposos.

Después de tener la directriz de sujeción, Pablo dedica los próximos nueve


versículos para explicar la responsabilidad del esposo frente a su esposa.

Efesios 5:25-31

5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella,
5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra,
5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
5:29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la
cuida, como también Cristo a la iglesia,
5:30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne.
5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia.
5:33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí
mismo; y la mujer respete a su marido.

Esta responsabilidad se fundamenta en el amor bajo 4 principios.

5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella,

1. Amor dispuesto al sacrificio

Cristo amó a la iglesia, “dándose a sí mismo por ella”.


Miremos que dice la escritura sobre el particular.

Romanos 5:7-8
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser
que alguno osara morir por el bueno.
5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.

Nadie merece la salvación, ni el perdón, ni un lugar en el reino de Dios, pero


Cristo hizo el más grande sacrificio por las personas más indignas.

Dios absolutamente Santo y Justo hizo el más grande y sublime sacrificio por
las personas más viles.

Los esposos debemos entender que somos pecadores junto con nuestras
esposas y esto nos lleva a ver que la gracia de Dios nos cobijo y en este
principio observamos que nuestro amor debe reflejas el amor de Cristo, que
nuestra esposa no es perfecta y que nosotros no somos perfectos.

En contraste, el mundo ama con un amor orientado a lo que observa y siente o:


Todo depende de la belleza o gusto o las emociones que producen esas
personas. Pero ese amor desaparece con los días o con el tiempo.

Muchos matrimonios se desbaratan simplemente porque la relación estaba


basada en esa clase de amor.

El amor de Dios es diferente. En primer lugar, “porque no hace acepción de


personas para con Dios” (Ro. 2:11), y en segundo lugar, porque El no espera
que la persona haga meritos para salvarla.

Efesios 2: 8
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios;

Maridos, las Escrituras no ordenan a que amen a su esposa porque ella lo


merece, sino amarla aunque no lo merezca. El amor no es una cuestión de
atracción. Es un mandamiento comprometedor de Dios. Cuando eliges amar a
alguien que ya no es atractivo o atractiva para ti, él o ella pronto se volverá
atractivo.
Amar como Cristo ama no depende de lo que otros son en sí mismos, sino
totalmente de lo que somos en Cristo.

El amor, tal como Dios lo define, es mucho más una acción que una emoción
1 Co. 13:4-7

13:4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es


jactancioso, no se envanece;
13:5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
13:6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
13:7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor divino es un acto de sacrificio desinteresado. Cuando amas de esa


manera, harás lo que es necesario sin contar el costo ni analizar el mérito de la
necesidad. Y tu amor continuará llenando la necesidad sin importar si es
recibido o rechazado, apreciado o resentido.

El esposo que ama a la esposa como Cristo ama a su Iglesia dará todo lo que
tiene por su esposa, incluyendo su vida si es necesario.

2. Amor purificante

5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la


palabra,
5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Ese es un amor purificante, que nos enseña esta verdad básica: Cuando ames
a alguien, la pureza de esa persona es tu meta. No puedes amar a una
persona y al mismo tiempo querer profanarla.

Él procura limpiarlos de todo mal. A medida que continuamos confesando


nuestros pecados, Cristo “es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y
limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9).

El amor solo quiere lo mejor para aquel al que se ama y no puede soportar que
el ser amado sea corrompido o engañado por cualquier cosa mala o dañina.
No la tiente a pecar, por ejemplo, metiéndola en un argumento sobre un tema
que es sensible.

En la antigua Grecia, la futura esposa era llevada a un río para ser bañada y
limpiada ceremonialmente de toda la contaminación de su vida pasada. Eso le
permitía entrar en el matrimonio sin ninguna mancha moral o social, era
simbólicamente pura. Pero la limpieza que Cristo efectúa en los creyentes no
es ni ceremonial ni simbólica. Es real y completa. Él ha limpiado a la iglesia “en
el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuese Santa y sin mancha”

El esposo debe estar dispuesto a guiar, enseñar, animar a la esposa en la


palabra de Dios, esto indica que el esposo debe ser un estudiante consagrado
de la palabra y esto solo es posible si el Espíritu Santo está en la vida del
esposo y mortificar su carne.

3. Amor sustentador y cuidador

5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
5:29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la
cuida, como también Cristo a la iglesia,

El esposo que ama a su esposa como Cristo ama a la iglesia no pensaría en


hacer algo para dañarla como tampoco se le ocurriría dañar su propia carne.
Su deseo es alimentarla y darle cariño tal como “sustenta y cuida” su propio
cuerpo, porque esa es la manera como Cristo cuida a su iglesia.
No puede olvidar el esposo que es el proveedor y el protector divinamente
ordenado, pero si esa responsabilidad alguna vez lo desespera, recuerde que
Dios es su proveedor y protector.
Una esposa es un tesoro dado por Dios para ser cuidada y apreciada Pr. 18:22.
La advertencia de Pablo a los esposos en Colosenses 3:19 es apropiada en
esta coyuntura: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con
ellas”.
El amor que existió desde el principio debe continuar a través del matrimonio.
No debe dar paso a la amargura. Pablo estaba consciente de la tendencia de
que la amargura invadiera al matrimonio, y de que el marido fuera la principal
avenida, aunque no necesariamente la exclusiva, a través de la cual la
amargura se infiltra.
“No seáis ásperos” podía traducirse “dejen de estar amargados” o “no tengan
como hábito el estar amargados”. En el único otro uso en el Nuevo
Testamento, se refiere a algo con sabor amargo. No sean bruscos o resentidos
hacia su esposa ni den lugar a vivir preocupado por causa de sus defectos.

4. Amor inquebrantable

5:30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.


5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne.
5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia.
5:33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí
mismo; y la mujer respete a su marido.

Pablo enfatiza tanto la permanencia como la unidad del matrimonio: El criterio


de Dios para el matrimonio no ha cambiado.
Una gran barrera para los matrimonios es no dejar a padre y madre según las
escrituras y otra barrera más devastadora, es el divorcio. “Porque Jehová Dios
de Israel ha dicho que él aborrece el repudio…” (Mal. 2:16). Lo aborrece
porque destruye lo que Él ha ordenado que sea indestructible.

Con la alta incidencia de divorcios en nuestra sociedad, resulta tentador para


las parejas cristianas tomar una desviación de la Palabra de Dios y mirar a los
llamados expertos del mundo en busca de soluciones.
Pero sus remedios a menudo incentivan tanto a los esposos como a las
esposas cristianas a divorciarse sin tomar en cuenta la magnitud del daño.

Así como Cristo es uno con su iglesia, los esposos son uno con sus esposas.
Por lo tanto, un esposo que daña a su esposa se daña a sí mismo, y un esposo
que viola y destruye su matrimonio viola y se destruye a sí mismo. Y si nuestra
sociedad nos ha enseñado algo, ha sido precisamente eso.
Pablo continúa diciendo: “Grande es este misterio; más yo digo esto respecto
de Cristo y de la iglesia” (Ef. 5:32). ¿Por qué es la sumisión al igual que el amor
sacrificial, purificador y bondadoso tan intensamente enfatizado en las
Escrituras? Porque lo sagrado de la iglesia está unido con lo sagrado del
matrimonio. El matrimonio suyo es o un símbolo o una negación de Cristo y de
su iglesia.
Lo sagrado del matrimonio motiva a Pablo a concluir: “Por lo demás, cada uno
de vosotros [esposos] ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer
respete a su marido” (v. 33).
No hay ninguna declaración más definitiva del ideal de Dios para el matrimonio
que esa.
Cuando los esposos y esposas cristianos andan en el poder del Espíritu, se
someten a su Palabra y a su control, y se someten el uno al otro, el resultado
es que habrá bendiciones.

Aplicación.
Esposos revisemos nuestro trato con nuestra esposa, revisemos nuestras
prioridades, estemos orando por nuestras esposas, seamos esos esposos
diligentes, proveedores, protectores y sacerdotes del hogar.
Taller No 6

1.¿Cómo cree que la perspectiva del matrimonio que la sociedad tiene ha


influido en el desarrollo de un matrimonio cristiano típico hoy?

2. ¿A quién realmente nos sometemos cuando nos ponemos bajo aquellos que
tienen autoridad sobre nosotros?

3 ¿A quién debe mirar un esposo cuando quiere saber cómo debe tratar a su
esposa?

4 ¿Qué ventaja tienen los hombres cristianos en su amor por la esposa de


cada uno de ellos que no tienen los inconversos?

5 ¿De qué maneras es el amor de Dios diferente del concepto de amor del
mundo?

6 ¿Cuál debe ser la meta del amor del esposo para su esposa?

7¿Cómo deben los esposos cuidar de sus esposas?

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