Resumen de La Leyenda Del Ekeko
Resumen de La Leyenda Del Ekeko
Resumen de La Leyenda Del Ekeko
La leyenda cuenta que en 1781, el joven Isidro Choquehuanca ofreció una estatua del
pequeño dios a su enamorada Paulita, cuando ella se fue a trabajar donde sus maestros
Doña Josefa Úrsula de Rojas Foronda y Don Sebastián de Segurola en la ciudad de La Paz.
Don Sebastián era entonces gobernador y comandante de armas de la ciudad de La Paz.
Poco después de su llegada a La Paz, la ciudad fue cercada por un movimiento indígena de
40.000 hombres, reclutados por Tupac Katari, para rebelarse contra la corona española.
Durante varios meses, la ciudad no podía aprovisionarse y el agua y los alimentos eran cada
vez más escasos. Paulita, sin embargo, no sufría porque su novio había sido reclutado en el
ejército de Tupac Katari y pasaba las líneas de defensa en secreto, para llevarle comida a su
amada.
Paulita, dolida al ver a sus maestros que no tienen suficiente para comer, decidió llevarles su
comida sin poner en peligro a Isidro. Ella eligió mostrarles la estatua del dios de la
abundancia de Tiahuanaco a sus maestros, quienes, hundidos en la ansiedad y la angustia,
aceptaron esta explicación sin quejarse. Agradecieron humildemente a este pequeño dios
andino quien, en esa época, era presentado desnudo, con un pene desproporcionado en
erección (ya que era el dios de la abundancia, de la alegría y también de la fertilidad).
Después de varios meses de cerco, el ejército español llegó a La Paz y la ciudad fue liberada.
La terrible hambre que había sufrido el resto de la población no había afectado al sargento y
a su esposa. El Gobernador Don Sebastián de Segurolaquizo rendir homenaje al pequeño
dios precolombino que los había salvado. Así, la feria que hasta entonces se celebraba el 20
de octubre de cada año (fecha de la fundación de la ciudad de La Paz), se trasladó al 24 de
enero. Durante esta feria, vendían o intercambiaban Ekekos. El gobernador, sin ninguna
explicación, dio su palabra de honor, indicando que estas figuras traerían suerte a sus
propietarios.