El Brindis Del Bohemio
El Brindis Del Bohemio
El Brindis Del Bohemio
Manuel Bernal
1
El Brindis Del Bohemio
2
Inspiración en todos los cerebros
Y repartidas en la mesa
Copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo
3
Olvidaba decir
Que aquella noche, aquel grupo
bohemio
Celebraba entre risas, libaciones
Chascarillos y versos
La agonía de un año que amarguras dejó
en todos lo pechos.
Y la llegada, consecuencia lógica, del
Feliz Año Nuevo
4
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños
Porque no sea su equipaje
Un cúmulo de amargos desconsuelos
5
No alumbrara mi sino una estrella
brillante, ¡mi esperanza!
6
Brindo por el ayer
Que en la amargura que hoy cubre de
negrura mi corazón
Esparza sus consuelos
Trayendo hasta mi mente las dulzuras de
goces
De ternuras, de amores, de delicias, de
desvelos
7
Lleguen hasta las grietas formadas de
metal y de granito
Del corazón de la mujer ingrata
Que a desdenes me mata
¡Pero que tiene un cuerpo muy bonito!
8
Y en cada frase de entusiasmo ardiente
Hubo ovación creciente y libaciones, y
reír, y todo
9
Por todos estrechado
Alzó su copa frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento
Los envolvió en la luz de una mirada
Sacudió su melena alborotada y dijo así,
con inspirado acento
10
Siento por esta vez no complaceros
Brindo por la mujer, pero por una
Por la que me brindó sus embelesos
Y me envolvió en sus besos
Por la mujer que me meció en la cuna
11
Porque sueña tal vez
Que mi destino me señala el camino
Por el que volveré muy pronto a su lado
12
Por la anciana infeliz que sufre y llora
Y que del cielo implora que vuelva yo
muy pronto a estar con ella
¡Por mi madre!, bohemios
Que es dulzura vertida en la amargura
Y de mis negras noches es mi estrella
El bohemio calló
Ningún acento profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
Y pareció que sobre aquél ambiente
flotaba inmensamente
Un poema de amor y de amargura.
13
Es que ya no soy del vicio
Ustedes me lo perdonen
Pero es que hace más de cinco años que
no bebo copas
Aunque ande con los amigos
14
Probecita de mi vieja
Siempre tan güena conmigo
Por más que l'ice sufrir, nunca me perdió
el cariño
15
Dicen que jue' el corazón
Yo no sé lo que haiga' sido
Pero siento en la concencia
Que jue' mi vicio cochino
El que hizo que nos dejara
Solitos a mí y a mi hijo
Me sentí desesperado
De verme solo con mi hijo
Pobrecita criatura
Mal cuidado, mal vestido
16
Siempre solo, recordando
Al ángel que 'bía perdido
Al salir de mi trabajo
Me iba yo con los amigos
Y luego ya a medios chiles
17
Mercaba yo harto refino
Y regresaba a mi casa
Donde mi aguardaba mi hijo
Y allí, duro, trago y trago
Hasta ponerme bien pítimo
18
Y en tan mientras que mi hijo
Si abrazaba a mí asustado
Diciéndome el probe niño
Y el probecito lloraba
Y pelaba sus ojitos
Buscando ritiasustado
A aquella a quien tanto quiso
19
Una noche, al regresar
De estarle dando al oficio
Llego y al abrir la puerta
Ay Jesús, lo que deviso
20
Luego, luego me dí cuenta
Y me puse rete muino
Qui has hecho, izcuintle malvado
Ya bebites el refino
Pa' que aprendas a ser güeno
Voy a romperte el hocico
No me pegues, no me pegues
No soy malo papacito
Jue' por ver a mi mamita
21
Como cuando habla contigo
Jue' pa' que ella me besara
Y me hiciera hartos cariños
En de entonces ya no tomo
Aunque ande con los amigos
No es por hacerles desaire
Es que ya no soy del vicio
Nocturno A Mi Madre
22
Me gustaría que entre nosotros
las lágrimas se pudieran evitar
sin embargo es lindo verte llorar
me gustaría que entre nosotros
las lágrimas se pudieran evitar
sin embargo es lindo
que me perdones al despertar
23
lo que no es palpable te daré
lo que no es visible escúchame
te daré mis zapatos y mis pies
te daré mi camisa con mi piel
la chaqueta las prendas
que no mencione
24
El varón que tiene corazón de lis,
Alma de querube, lengua celestial,
El mínimo y dulce Francisco de Asís,
Está con un rudo y torvo animal,
Bestia temerosa, de sangre y de robo,
Las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
Cruel, ha deshecho todos los rebaños;
Devoró corderos, devoró pastores,
Y son incontables sus muertos y daños.
25
Francisco salió, al lobo buscó en su
madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme,
Que al verle se lanzó feroz contra él.
Francisco, con su dulce voz, alzando la
mano,
Al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano lobo!
26
¿Es ley que tú vivas de horror y de
muerte?
¿La sangre que vierte tu hocico
diabólico,
El duelo y espanto que esparces,
El llanto de los campesinos, el grito,
El dolor de tanta criatura de Nuestro
Señor,
No han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
27
Y busqué el ganado, y en veces comí
ganado y pastor.
¿La sangre?
Yo vi más de un cazador sobre su caballo,
Levando el azor al puño;
O correr tras el jabalí, el oso o el ciervo;
Y a más de uno vi mancharse de sangre,
herir, torturar,
De las roncas trompas al sordo clamor,
A los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar.
Francisco responde:
En el hombre existe mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
28
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz rebaños y gente en este
país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz
29
Como un can de casa, o como un
cordero.
30
Y entró con Francisco de Asís al
convento.
31
Un día, Francisco se ausentó.
Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno,
El lobo probo, desapareció, tornó a la
montaña
Y recomenzaron su aullido y su saña.
32
Todos lo buscaron con quejas y llanto,
Y con mil querellas dieron testimonio
De lo que sufrían y perdían tanto
Por aquel infame lobo del demonio.
33
Hermano Francisco, no te acerques
mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
Al pueblo salía,
Y si algo me daban estaba contento
Y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
Estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
Y en todos los rostros ardían las brasas
De odio, de lujuria, de infamia y mentira.
34
Me vieron humilde, lamía las manos y los
pies.
Seguía tus sagradas leyes,
Todas las criaturas eran mis hermanos:
Los hermanos hombres, los hermanos
bueyes,
Hermanas estrellas y hermanos gusanos.
35
Que para vivir tienen que matar.
En Paz
36
Muy cerca de mi ocaso
Yo te bendigo vida
Porque nunca me diste
Ni esperanza fallida
Ni trabajos injustos
Ni pena inmerecida
37
Cuando planté rosales
Coseché siempre rosas
Cierto, a mis lozanías
Va a seguir el invierno
Mas tú no me dijiste
Que mayo fuese eterno
38
Vida, nada me debes
Vida, estamos en paz
La Chacha Micaila
39
Y yo que la vide, dialtiro decaída
Con los ojos negros
Zambutidos en unas ojeras
Moradas, y aluego
Los tales quejidos;
Los tales mareos
Que dizque eran vaídos
Al decir del médico.
¡Algame la Virgen!
Ya nomás de acordarme, padezco
Mucho escalofrío
Y me hogo del pecho,
Y se mi hacen las manos y pieses,
Como los badajos de los timbres létricos.
¡Qué poco a poquito, se me jué
muriendo!
40
Tosía y tosía
Y lloraba la probe en silencio.
-No llores, Micaila,
Por toitos los santos del Cielo,
Decíale al verla llorando,
Y al decirlo, lloraba yo mesmo.
-Si te pondrás güena,
Con los revoltijos que ti ha dado el
médico,
No sias disconfiada con las medicinas,
Que a mi me sacaron del maldito
infierno.
¡Andale!, mi Chacha,
Quero ver tu rostro trigueño,
Como dos tizones
Achispaos, tus lindos ojuelos.
¡Ah se mi olvidaba decirte que trujo
41
Un rebozo de bola
Mi compadre Chencho,
Pa' cuando te alivies
Y en el cuaco trotón, en el prieto,
He pensado pa' entonces que vayamos
Los dos riales un sábado a verlo.
¿Queres? Y el domingo le entraremos
Al mole muy recio,
Y a la barbacoa,
Y a los asaderos,
Y en cuanto que Dios escurezca,
Al paso golvemos
Por el llano, abajo,
Asegún se sigue la falda de cerro.
¡Micaila! no llores
Y le daba un beso,
42
Ella se sonreía,
Un instante, pero
Me miraba con una tristeza
Como si la sombra del presentimiento
Le preñara los ojos de llanto,
Que después derramaba en silencio.
El día de su muerte,
Su rostro cenizo, me dio mucho miedo.
-¿Pos qué tienes, Chacha?
-No sé lo que tengo,
Pero sé que me voy y es pa siempre
-Correré si quieres por el siñor médico,
¿Queres, trigueñita?
-¿ Ya pa que? mejor tate sosiego,
Quero hablarte por ultimo Chacho,
43
Antes de que me hoguen los
remordimientos.
Asiéntate y oye; yo quise decírtelo
Dende hace muchísimo tiempo
Y a la mera, no, pos yo me ciscaba,
¡cómo uno es mujer! Chacho, ¡qué
caray!
Y el miedo dizque no anda en burro,
Pero ora qué li hace, mi negro,
Si ya se te muere tu Chacha
Qué li hace que sepas mi horrible
secreto.
Hace unos seis años, siguro ¿recuerdas
Que nos envitaron a los herraderos
Los siñores amos?
-¡Vaya si mi acuerdo!
¿No jué aquel domingo
44
Que salí cornao por un toro prieto,
Cerca de las trancas, en el Rancho Verde
De ñor Juan?
-El mesmo,
Ya vide que tías acordado,
Por ái tienes nomás qui al saberlo,
De la casa grande
Por la puerta mesma me salí corriendo
Y en las trancas jallé a don Antonio,
Aquel hijo mayor de don Pedro,
Que era entonces alcalde del pueblo.
Pregúntele al punto
Por ti, por tu herida, por tu paradero,
Y me dijo que en una camilla
Te jalaron pa casa del médico,
Y que si quería que me llevaba en ancas
45
En el punto mesmo;
Aceté, ¡qué caray!, no era cosa
De dejarte morir como un perro.
No nos vido salir de las trancas
Naiden, y llegando de un bote al potrero,
Y a galope tendido trepamos
La cuesta del cerro,
Y al bajar la barranca del Cristo,
Tan jonda y tan negra,
Don Antonio empezó con sus cosas
Con sus chicoleos,
Que si yo era una rosa de mayo,
Que si eran mis ojos noturnos luceros.
Yo todo a esto callaba; él se puso necio
Y me dijo que tú eras muy probe:
Total un ranchero;
46
Que él, en cambio, era dueño de
hacienda
Con muchas talegas de pesos;
Que ti abandonara
Que nos juéramos pa México,
O pa los Uruapas o pa los Querétaros.
Yo me puse muy gira y le dije:
Qui aunque probe, me daba mi prieto
Pa presumir mucho
Y andar diariamente con el zagalejo
Muy lentejueliao
Y cada semana con rebozo nuevo.
-Por si no por amor, por la juerza,
Me dijo rayando su penco;
Y sin más me apretó la centura
Y mi boca manchó con un beso.
47
Nunca lo hubiera hecho, sentí que la
sangre
Cegaba mis ojos, y el furor mi seno;
Saqué del arzón el machete,
Y por las espaldas, lo jundí en su cuello.
Cayó pa delante con un grito horrendo,
Y rodó rebotando hasta el jondo
Del desfiladero...
Naiden supo nada
Cuando lo jallaron todito disecho,
Guiados por el puro jedor del barranco,
Los jueces dijieron,
Quesque jué un suicidio,
Por no sé qué amores y demás enredos.
Yo me estuve callada la boca
Pero ahora, pos dime, ¿ya pa qué, mi
prieto?
48
Se quedó como estática; acaso
Rezaba al morir, por el muerto.
La abracé llorando,
La besé en silencio,
Y poco a poquito,
Se me jué muriendo...
Mi jacal está maldito...
Si lo queres, madre, pos ai te lo dejo,
Si te cuadra, quémalo,
Si lo queres, véndelo;
Yo me güelvo a las filas, mi mama,
A peliar por la patria me güelvo;
Si me quebra una bala, ¡qué liace!
Al cabo en el mundo,
Pa los que sufrimos la muerte en el alma,
Vivir o morir es lo mesmo.
49
Mi cantón magresita del alma,
Sin ella ¿ya pa qué lo quero...?
Negros
50
Marchan en dos filas, pausados y
austeros
Sin más nota alegre sobre el traje negro
Que la beca roja que ciñe su cuello
51
A lo lejos a la salmantina de rubio cabello
La mira muy fijo con mirar intenso
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
De aquella mirada de sus ojos negros
52
Su seminarista de los ojos negros
Cada vez que pasa gallardo y esbelto
Observa a la niña que pide aquel cuerpo
53
En una lluviosa mañana de invierno
La niña que alegre saltaba del lecho
54
Como por las tardes salir de paseo
La niña angustiada miraba el cortejo
Los conoce a todos a fuerza de verlos
55
Sus ojos azules ya tristes y muertos
Vierten silenciosas lágrimas de hielo
Vieja, sola y triste aún guarda el
recuerdo
Del seminarista de los ojos negros
Nocturno A Rosario
56
Te imploro y te hablo en nombre de mi
última ilusión
57
Camino mucho, mucho, y al fin de la
jornada
Las formas de mi madre se pierden en la
nada
Y tú, de nuevo, vuelves en mi alma a
aparecer
58
A veces, pienso en darte mi eterna
despedida
Borrarte en mis recuerdos y hundirte en
mi pasión
Mas, si es en vano todo y el alma no te
olvida
¿Qué quieres tú que yo haga, pedazo de
mi vida?
¿Qué quieres tú que yo haga con este
corazón?
59
Y abierta, allá a lo lejos, la puerta del
hogar
60
Y yo soñaba, en eso, mi santa prometida
Y al delirar en ello, con alma entristecida
Pensaba yo en ser bueno por ti, nomás
por ti
61
Mas, ya que a sus fulgores se opone el
hondo abismo que existe entre los dos
Adiós, por la vez última, amor de mis
amores
La luz de mis tinieblas, la esencia de mis
flores
Mi lira de poeta, mi juventud, ¡adiós!
La Guaja
62
ni riñas, ni encierros, ni golpes, ni nada.
Te dije al marcharme:
levántate pronto y estira esos huesos
y dobla las mantas y enciende la lumbre
y arrima el puchero y enjuaga las ollas
y barra la casa.
¿Segaste la hierva?
¿Trajiste la paja?
63
¿Regaste los tiestos?
¿Cerniste la harina?
¿Clavaste la estaca?
¿Comió la cordera?
¿Bebió la lechona?
¿Cogiste los huevos?
¿Mudaste la cabra?
¡Hum!
¿Y a ti qué te importa?
¿para qué quieres cansarte?
Si aquí está la burra que todo te lo haga.
Te piensas granuja
que al estar tu madre hechita una negra
quemándose el alma,
64
mientras tu me malgastas el tiempo que
da más que lástima,
hecho un ropa suelta...
hecho un rajamantas...
por esas callejas detrás de los perros,
por esos regatos tirando a las ranas,
o cogiendo nidos en las zarzamoras,
que así estás de lindo grandísimo guaja.
65
qué cuello, qué puños, qué codos, ¡qué
mangas!
Yo no sé lo que hacer ya contigo, me
tienes muy harta.
66
y vete ahora mismo donde no te vea
que me tienes, me tienes muy harta.
Te aseguro chiquitín,
te aseguro que esto te se acaba.
Endende mañana ¡a la cola del burro!
Conmigo a la plaza, conmigo al molino,
conmigo a la haza,
a sudar fatigas, a mojarte el alma,
ya verás las penitas que cuesta...
ya verás con que ahogo se gana este pan
que tan cómodamente a lo bobo,
¡a lo bobo te zampas!
y ahora ¡a la cama!, ¡a la cama!
67
lentamente despliegan las nubes su
manto de escarcha,
la madre afanosa se tira del lecho
y sus toscos aperos prepara,
que ya espera más ruda que nunca la
brega diaria,
cariñosa y tierna se acerca hasta el lecho
donde el niño cándido,
tranquilo descansa,
un instante contempla amorosa su faz
sonrosada
y después...
con cariño ferviente dando un beso en
sus labios exclama:
¿Yo turbar este sueño tan dulce?
no fuera quien soy ni tubiera entrañas...
juega, brinca y destroza hijo mío...
¡tu madre lo gana!
68
Hombres Necios Que Acusais
Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
69
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.
70
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata
y si os admite, es liviana.
71
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos enhorabuena.
72
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
73
juntáis diablo, carne y mundo.
El Credo
74
México, creo en ti,
En el vuelo sutil de tus canciones
Que nacen porque sí, en la plegaria
Que yo aprendí para llamarte Patria,
Algo que es mío en mí como tu sombra
Que se tiende con vida sobre el mapa.
75
Es bastante la vida de tu barro
Que refresca lo claro de las aguas,
En el jarro que llora por los poros,
La opresión de la carne de tu raza.
76
¡Y todo el bosque se te vuelve carne!
¡Y todo el hombre se te vuelve selva!
77
México, creo en ti,
Porque si no creyera que eres mío
El propio corazón me lo gritara,
Y te arrebataría con mis brazos
A todo intento de volverte ajeno,
¡Sintiendo que a mí mismo me salvaba!
Oración De Un Padre
78
Dame, oh Señor, un hijo que sea lo
bastante fuerte
para saber cuándo es débil, y lo bastante
valeroso
para enfrentarse consigo mismo cuando
sienta miedo;
un hijo que sea orgulloso e inflexible en
la
derrota honrada y humilde y magnánimo
en la victoria.
79
Condúcelo, te lo ruego, no por el camino
cómodo y
fácil sino por el camino áspero,
aguijoneado por
las dificultades y los retos. Allí déjale
aprender
a sostenerse firme en la tempestad y a
sentir
compasión por los que fallan.
80
que aprenda a reír pero que también
sepa llorar;
un hijo que avance hacia el futuro pero
que nunca
olvide el pasado.
81
la imparcialidad de la verdadera
sabiduría,
la mansedumbre de la verdadera fuerza.
Las Abandonadas
82
¡Cómo hay quien derribe del árbol la
hoja
y al verla en el suelo ya no la recoja,
y hay quien a pedradas tire el fruto verde
y lo eche rodando después que lo
muerde!
83
llevan la indeleble marca de unos
dientes...
84
Las abandonadas son como el bagazo
que alambica el beso y exprime el
abrazo;
si aún les queda zumo, lo chupa el dolor;
¡son triste bagazo, bagazo de amor!
85
Al ver esos niños de blondos cabellos
yo quisiera amarlos y ser padre de ellos.
86
porque de estas cosas... ¡Dios no sabe
nada!
Y así van las pobres, llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un
niño.
Carta A Mi Madre
Madrecita linda:
.
Todos mis cariños se dispersan,
y todos mis rosales se deshojan,
y todas las fragancias se me alejan.
87
Eres igual a un árbol cuya fronda
llena de nidos nos protege y canta.
Madrecita linda:
Tus lágrimas se han vuelto gemas;
deja que las engarce yo
en el hilo de oro de un poema
y hacer así un collar para tu amor.
88
que odiaba a cura y sacristán, y quiso
hacer de ellos aves de mal agüero
sin maternal permiso,
ganado seis azotes en el cuero.
¡Madrecita linda!...
¡Si te quiero mucho!...
¡No me pegues más!...
¡Muchachito lindo!...
¡Yo también te quiero!...
¡Déjame pegar!...
Y el diálogo a voces:
una de amenaza, otra de rogar,
terminaba siempre con beso y promesa
de eterna humildad.
89
¡Aroma de maíz recién molido!...
el humo de las viandas... ¡Mesa
puesta!...
Mi madre tiene corazón de nido
y en él dormí, para soñar, la siesta.
90
dulce como la miel de los panales
y buena como el pan de cada día.
91
para volver, sangrante y taciturno,
por la fuga del tren y del guijarro.
92
que un día, en clase, se alejó del banco
y me llamó "borrico"
porque iba remendado mi trajecito
blanco...
93
Reías con no sé qué de venturoso
de plácido, de dulce, de amoroso,
mostrándome los dientes apretados
y blancos, blancos, blancos...
Mi juventud.
94
bebió sangre de amor en otra boca,
ciega de cielo, y loca, y pasional.
95
Ausencia.
96
1927
97
porque el cielo eras tú,
sentí que el cielo se cambiaba
de la tierra al azul...
98
**
Postdata.
.
Si yo pudiera, madre, volvería
a mi polvoso pueblo solitario,
donde el arco voltaico es un milagro
que no revela el siglo todavía...
99
¡Volvería a mis cerros!... Volvería
al bravo henequenal que alza su espina
cual si esperara un día
clavarla ¡al fin! , en el azul del cielo...
para buscar, junto al brocal del pozo,
tus brazos espumosos de jabón,
y suavemente
darte mi corazón
para que lo lavaras nuevamente.
Despedida
100
Te dejo, puedes irte... Aunque no,
espera,
espera todavía que pare de llover...
Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigada,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habría
que ponerte...
¿De modo que te he devuelto todo? ¿No
tengo nada tuyo?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?
101
¡Y qué esfuerzo tan grande
necesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernos otra vez los
amantes aquellos
tan rendidos y tan tiernos que habíamos
sido antes!
102
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo
tornaremos
a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.
103
y mis amigos te darán noticias
de "aquel amigo tuyo".
Y yo a mi vez, con ansia reprimida
por mal fingido orgullo,
preguntaré por la que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eras mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquella?
104
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo
creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos
¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos!
¡Cómo llueve!
Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,
105
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;
se portará uno bien. Tú, serás buena,
Y luego... es increíble,
tiene uno sus costumbres; la cadena
llega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:
recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad.
106
Que lleve en sus cabellos el color de tu
pelo,
Y en sus ojos de cielo
La mirada piadosa que Dios te regalo
107
Cuando me vea llegar,
Quiero me diga cosas
Y me cuente mentiras,
Quiero que me consuele
Cuando me vea llorar.
108
Cuando me vea llegar,
Quiero me diga cosas
Y me cuente mentiras,
Quiero que me consuele
Cuando me vea llorar.
El Diagnostico
109
En el sucio rincón de una taberna fría y
desmantelada
Semejante a una lúgubre caverna,
JORGE el más distinguido camarada,
Una noche lluviosa nos decía furioso
hecho una sopa,
Tres meses ah que a la adorada mía le
juré no tomar ni una copa,
Ella en cambio postrándose de hinojos y
con un amor profundo
Júrame por la niña de sus ojos, serme fiel
y constante en este mundo,
Y esta noche, Dios mío, en que apretura
me he visto y en que potro,
A esa mujer a quien soñé tan pura, la
encontré besándose con otro,
Mas no importa ... vosotros compañeros
que sabéis que yo pago la
110
Infamia como pocos caballeros...
Mi juramento cumpliré, ni un trago... y al
decir esto...
En su pestaña rubia brilló una gota
Clara, una gota que luego fue una lluvia
Que rodó largo tiempo por su cara.
Y era verdad, en más de 30 días no
habíamos logrado en todas
Nuestras bellas alegrías, hacer beber al
pobre enamorado.
Mas de pronto el buen JORGE
Irguióse altivo, dióce un golpe en la
frente
Y exclamó a su pesar...
Para que vivo si ella mintió, salud, dadme
aguardiente la copa alzó
Brindó por el Dios Baco lanzó una
carcajada
111
Y rodó por el suelo como un saco rigido y
mustio el joven camarada,
Grande fue la sorpresa
Un momento estuvo en nuestros brazos
Y al ver tal exploción de sentimiento
En aquel corazón hecho pedazos... un
médico, un médico gritamos,
Por ventura un médico pasaba llegó,
tocó en el pulso con premura
Y en tanto que su faz ínfulas daba
exclamó alegremente... jajajaja
Esto ... esto no es nada, que le traigan
café mientras reposa
Y lo dejen dormir... esta borracho
112
y... cántame una canción...
¡A ver si esta noche logras
aturdirme el corazón...!
¿Alegre?... pues estar quiero
más alegre... mucho más
¡Que no sepa que estoy triste!...
¡Que no lo sepa jamás!...
113
¿Lágrimas?... ¡Vaya!... ¡De veras!...
¡pero no son de pesar!...
¡Es el humo del cigarro,
que me está haciendo llorar!...
114
y dame un beso, tan largo,
¡que dure una eternidad!... !
Tabernero
¡Tabernero!
¡Voy de paso!
¡Dame un vaso
de tu vino
que me quiero
emborrachar,
para dejar de pensar
en este cruel destino,
que me hiere sin cesar ...!
115
Tú que a todos envenenas
con tu brebaje maldito,
¿cómo quieres comprender
lo infinito
de las penas
que da al morir un querer?
¡Acaso nada te apura
porque tienes la ventura
de tener
una dulce compañera
que te espera,
sin saber
que algún día no lejano,
se irá con rumbo al Arcano,
para nunca más volver ...!
116
Yo también tuve un amor,
que fue grande, ¡quizá tanto
como lo es hoy mi dolor!
y también sentí el encanto
de una boca perfumada,
que en la frente y en los ojos
y en los labios me besó!
¡Yo también tuve mi amada;
pero ... ya no tengo nada
porque Dios me la quitó ...!
117
Quiero ser en tu vida
118
Una sed infinita
De caricias y besos;
Pero no una costumbre
De estar cerca de mí.
119
ser el llanto en tus ojos,
Y en tus labios la risa.
Ser el fin y el principio,
La tiniebla y la luz,
Y en la tierra, y el cielo;
Y en la vida y la muerte.
Ser, igual que en mi vida,
Has venido a ser tú.
Poema 20
120
El viento de la noche gira en el cielo y
canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta
noche.
Yo la quise, y a veces ella también me
quiso.
121
Puedo escribir los versos más tristes esta
noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he
perdido.
122
Mi alma no se contenta con haberla
perdido.
123
De otro. Será de otro. Como antes de mis
besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos
infinitos.
124
y éstos sean los últimos versos que yo le
escribo.
Gratia Plena
125
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás
olvidar!
126
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás
olvidar!
Sonatina
127
que ha perdido la risa, que ha perdido el
color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una
flor.
128
o en el que ha detenido su carroza
argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas
fragantes,
o en el que es soberano de los claros
diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de
Ormuz?
129
o perderse en el viento sobre el trueno
del mar.
130
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los
guardas,
que custodian cien negros con sus cien
alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón
colosal.
131
más brillante que el alba, más hermoso
que abril!
Poema en tu Cuerpo
132
hoy que ya no te veo,
el nardo luminoso de tu cuerpo...
133
de brisa que se detiene
y toma una forma intangible
para cantar en brazos y cabello
la sinfonía germinal de un sueño
fundido en el crisol de alguna estrella,
¡tan alta y tan lejana,
que sólo en ti se realizó el milagro
y que no vuelve a realizarse nunca!
134
para beber mi aliento!
Tú no te entregas nunca:
tu fatiga es tuya solamente;
la disfrutas muy adentro de ti,
como la vida, no sales del botón de la
promesa;
cuando te das, te quedas en ti misma,
135
como la nube que, si se hila en agua
para caer sobre la tierra entera,
es para levantarse de nuevo
y nuevamente ser agua y nube en el
vellón viajero.
136
saber que tú eres mía
y sentir que lo eres,
como es mía la voz que te acaricia,
como es mía esta sombra que me grita
que es alma para verte.
137
¡Oh, lágrimas lloradas
en infinitas noches de angustia de tu
cuerpo,
como ésta de otoño en que yo siento
que te quedas tallada en mi cerebro
en actitud de mármol,
sin sangre, sin palabras,
presente en el dolor de la distancia,
quieta en la piedra de mi propio llanto!
Poema XV
138
Me gustas cuando callas porque estás
como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te
toca.
Parece que los ojos se te hubieran
volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
139
Y estás como quejándote, mariposa en
arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te
alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
140
Una palabra entonces, una sonrisa
bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea
cierto.
La Terciopelo
141
como sartas purpùreas de rubìes;
y cual vìvidas colas
de tornasolados pavos reales,
surgiendo entre un incendio de
amapolas,
las puntas de un rebozo de bolita
bajaban a los hombros sensuales
de aquella flor marchita
en la miseria de los arrabales...
142
Vengo del corazòn de la barriada...
Radioso como nunca nace el dìa,
y al pensar en la linda apuñalada,
de una comadre oigo la voz doliente,
que levantando el pelo
adherido al carrara de la frente
ensangrentada de la "Terciopelo"
murmura entre sollozos: "Pobrecita"...
y por la vecindad extiende el vuelo,
el ave dolorosa de la culta...
143
Sì, la vida, comento,
la vida es esta niña descarriada!
Y me llevo clavada la brutal puñalada
en lo màs hondo de mi pensamiento!
144