El Brindis Del Bohemio

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Poemas de

Manuel Bernal

1
El Brindis Del Bohemio

En torno de una mesa de cantina, una


noche de invierno
Regocijadamente departían seis alegres
bohemios
Los ecos de sus risas se escapaban
Y de aquel barrio quieto
Iban a interrumpir el impotente y
profundo silencio

El humo de olorosos cigarrillos en


espirales se elevaba al cielo
Simbolizando al resolverse en nada
La vida de los sueños

Pero en todos los labios había risas

2
Inspiración en todos los cerebros
Y repartidas en la mesa
Copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo

Era curioso ver aquel conjunto, aquel


grupo bohemio
Del que brotaba la palabra chusca
La que vierte veneno
Lo mismo que, melosa y delicada, la
música de un verso

A cada nueva libación


Las penas hallábanse más lejos del grupo
Y nueva inspiración llegaba a todos los
cerebros
Con el idilio roto que venía en alas del
recuerdo

3
Olvidaba decir
Que aquella noche, aquel grupo
bohemio
Celebraba entre risas, libaciones
Chascarillos y versos
La agonía de un año que amarguras dejó
en todos lo pechos.
Y la llegada, consecuencia lógica, del
Feliz Año Nuevo

Una voz varonil dijo de pronto


¡Las doce, compañeros!
Digamos el requiescat
Por el año que ha pasado a formar entre
los muertos

4
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños
Porque no sea su equipaje
Un cúmulo de amargos desconsuelos

Brindo; dijo otra voz


Por la esperanza que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino
Por la esperanza, nuestra dulce amiga
Que las penas mitiga y convierte en
vergel nuestro camino

Brindo porque ya hubiese a mi existencia


puesto fin con violencia
Esgrimiendo en mi frente la venganza
Si en mi cielo de tul, limpio y divino

5
No alumbrara mi sino una estrella
brillante, ¡mi esperanza!

¡Bravo!, dijeron todos


Inspirado esta noche has estado
Y hablaste breve, bueno y substancioso

El turno es de Raúl; alce su copa y


brinde... por Europa
Ya que su extranjerismo es delicioso

Bebo y brindo, clamó el interpelado


Brindo por mi pasado
Que fue de luz, de amor y de alegría
En el que hubo mujeres tentadoras
Y frentes soñadoras que se juntaron a la
frente mía

6
Brindo por el ayer
Que en la amargura que hoy cubre de
negrura mi corazón
Esparza sus consuelos
Trayendo hasta mi mente las dulzuras de
goces
De ternuras, de amores, de delicias, de
desvelos

Yo brindo; dijo Juan


Porque en mi mente brote un torrente
de inspiración divina y seductora
Porque vibre en las cuerdas de mi lira el
verso que suspira
Que sonríe, que canta y que enamora

Brindo porque mis versos cual saetas

7
Lleguen hasta las grietas formadas de
metal y de granito
Del corazón de la mujer ingrata
Que a desdenes me mata
¡Pero que tiene un cuerpo muy bonito!

Porque a su corazón llegue mi canto


Porque sequen mi llanto sus manos que
me causan embelesos
Porque con creces mi pasión me pague...
¡vamos!
Porque me embriague con el divino
néctar de sus besos

Siguió la tempestad de frases vanas


Toscas y tan humanas
Que hallan en todas partes acomodo

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Y en cada frase de entusiasmo ardiente
Hubo ovación creciente y libaciones, y
reír, y todo

Se brindó por la patria, por las flores


Por los castos amores que hacen de un
valladar una ventana
Y por esas pasiones voluptuosas
Que el fango del placer llenan de rosas
Y hacen de la mujer la cortesana

Sólo faltaba un brindis... el de Arturo


El del bohemio puro de noble corazón y
gran cabeza
De aquél que sin ambages
Declaraba que sólo ambicionaba robarle
inspiración a la tristeza

9
Por todos estrechado
Alzó su copa frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento
Los envolvió en la luz de una mirada
Sacudió su melena alborotada y dijo así,
con inspirado acento

Brindo por la mujer


Mas no por esa en la que halláis
consuelo en la tristeza
Rescoldo del placer, ¡desventurados!
No por esa que os brinda sus hechizos
Cuando besáis sus rizos artificiosamente
perfumados

Yo no brindo por ella, compañeros

10
Siento por esta vez no complaceros
Brindo por la mujer, pero por una
Por la que me brindó sus embelesos
Y me envolvió en sus besos
Por la mujer que me meció en la cuna

Por la mujer que me enseñó de niño lo


que vale el cariño
Exquisito, profundo y verdadero
Por la mujer que me arrulló en su brazos
Y que me dio en pedazos
Uno por uno, el corazón entero

¡Por mi madre! bohemios


Por la anciana que piensa en el mañana
Como en algo muy dulce y deseado

11
Porque sueña tal vez
Que mi destino me señala el camino
Por el que volveré muy pronto a su lado

Por la anciana adorada y bendecida


Por la que con su sangre me dio la vida
Y ternura, y cariño
Por la que fue la luz del alma mía
Y lloró de alegría, sintiendo mi cabeza en
su corpiño

Por ella brindo yo, ¡dejad que lloré!


Y en lágrimas desflore esta pena letal
que me asesina
Dejad que brinde por mi madre ausente
Por la que sufre y siente que mi ausencia
Es un fuego que calcina

12
Por la anciana infeliz que sufre y llora
Y que del cielo implora que vuelva yo
muy pronto a estar con ella
¡Por mi madre!, bohemios
Que es dulzura vertida en la amargura
Y de mis negras noches es mi estrella

El bohemio calló
Ningún acento profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
Y pareció que sobre aquél ambiente
flotaba inmensamente
Un poema de amor y de amargura.

Porque Me Quite Del Vicio

No es por hacerles desaigre

13
Es que ya no soy del vicio
Ustedes me lo perdonen
Pero es que hace más de cinco años que
no bebo copas
Aunque ande con los amigos

¿Que si no me cuadran? ¡Harto!


Pa' qué he di hacerme el santito
Si he sido rete borracho
Como pocos lo haigan sido
Pero ora sí ya no tomo aunque me lleven
lo pingos

En de antes que me casara


Encomencé con el vicio
Ya luego, ya de casado, también le tupí
macizo

14
Probecita de mi vieja
Siempre tan güena conmigo
Por más que l'ice sufrir, nunca me perdió
el cariño

Era una santa la probe


Y yo con ella un endino
Nomás pa' que no sufriera
Me llegué a quitar del vicio

Pero poco duró el gusto


La de malas se nos vino
Y una noche de repente
Quedó com'un pajarito

15
Dicen que jue' el corazón
Yo no sé lo que haiga' sido
Pero siento en la concencia
Que jue' mi vicio cochino
El que hizo que nos dejara
Solitos a mí y a mi hijo

Un chilpayate de ocho años


Que quedaba huerfanito
A l'edad en que hace más falta
La madre con sus cariños

Me sentí desesperado
De verme solo con mi hijo
Pobrecita criatura
Mal cuidado, mal vestido

16
Siempre solo, recordando
Al ángel que 'bía perdido

Entonces, pa' no pensar


Volví a darle al vicio
Porque poniéndome chuco
Me jallaba más tranquilo

Y cuando ya estaba briago


Y casi juera' de juicio
Parece que mi dejunta
'Taba allí junto conmigo

Al salir de mi trabajo
Me iba yo con los amigos
Y luego ya a medios chiles

17
Mercaba yo harto refino
Y regresaba a mi casa
Donde mi aguardaba mi hijo
Y allí, duro, trago y trago
Hasta ponerme bien pítimo

Y ahí estaba la tarugada


Ya en de nantes les he dicho
Lueguito vi a mi vieja
Que llegaba a hablar conmigo
Y encomenzaba a decirme
Cosas de mucho cariño

Y yo a contestar con ella


Como si juera' dialtiro
Cierto lo questaba viendo

18
Y en tan mientras que mi hijo
Si abrazaba a mí asustado
Diciéndome el probe niño

¿'Onde está mi mamacita?


Dime 'onde está papacito
¿Es verdad que te está hablando?
¿Cómo yo no la deviso?
Pos, ¿qué no la ve, tarugo?
Vaya que le haga cariños

Y el probecito lloraba
Y pelaba sus ojitos
Buscando ritiasustado
A aquella a quien tanto quiso

19
Una noche, al regresar
De estarle dando al oficio
Llego y al abrir la puerta
Ay Jesús, lo que deviso

Hecho bolas sobre el suelo


'Taba tirado mi niño
Risa y risa como un loco
Y pegando chicos gritos

¿Qué te pasa? ¿Qué sucede?


¿Te has vuelto loco de al tiro?
Pero entonces, en la mesa
Vi de el frasco del refino
Que yo había dejado lleno
Enteramente vacío

20
Luego, luego me dí cuenta
Y me puse rete muino
Qui has hecho, izcuintle malvado
Ya bebites el refino
Pa' que aprendas a ser güeno
Voy a romperte el hocico

Y entonces con harto susto


Que lo hizo volver al juicio
Y con una voz de angustia
Que no he de olvidar, me dijo

No me pegues, no me pegues
No soy malo papacito
Jue' por ver a mi mamita

21
Como cuando habla contigo
Jue' pa' que ella me besara
Y me hiciera hartos cariños

En de entonces ya no tomo
Aunque ande con los amigos
No es por hacerles desaire
Es que ya no soy del vicio

Y cuando quero' rajarme


Porque sento el gusanito
De tomarme una copa
Nomás mi acuerdo de mi hijo
Y entonces sí, ya no tomo
Manque' me lleven los pingos

Nocturno A Mi Madre

22
Me gustaría que entre nosotros
las lágrimas se pudieran evitar
sin embargo es lindo verte llorar
me gustaría que entre nosotros
las lágrimas se pudieran evitar
sin embargo es lindo
que me perdones al despertar

yo diría estar contigo es


como volver a nacer
pero yo creo que tú ya lo sabes
quédate te daré
lo que me queda de sueño te daré
lo que me queda de paciencia te daré

23
lo que no es palpable te daré
lo que no es visible escúchame
te daré mis zapatos y mis pies
te daré mi camisa con mi piel
la chaqueta las prendas
que no mencione

quédate con todo lo que no tengo


quédate
con mis manos con mis dedos quédate
con mi alma con mi cuerpo
yo ya no los quiero si no estás aquí
nononouuu noouu
nononoouuuoo noouuuo

Los Motivos Del Lobo

24
El varón que tiene corazón de lis,
Alma de querube, lengua celestial,
El mínimo y dulce Francisco de Asís,
Está con un rudo y torvo animal,
Bestia temerosa, de sangre y de robo,
Las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
Cruel, ha deshecho todos los rebaños;
Devoró corderos, devoró pastores,
Y son incontables sus muertos y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros


Fueron destrozados. Los duros colmillos
Dieron cuenta de los más bravos perros,
Como de cabritos y de corderillos.

25
Francisco salió, al lobo buscó en su
madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme,
Que al verle se lanzó feroz contra él.
Francisco, con su dulce voz, alzando la
mano,
Al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano lobo!

El animal contempló al varón de tosco


sayal;
Dejó su aire arisco, cerró las abiertas
fauces agresivas,
Y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!

¡Cómo! exclamó el santo.

26
¿Es ley que tú vivas de horror y de
muerte?
¿La sangre que vierte tu hocico
diabólico,
El duelo y espanto que esparces,
El llanto de los campesinos, el grito,
El dolor de tanta criatura de Nuestro
Señor,
No han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?

Y el gran lobo, humilde:


¡Es duro el invierno, y es horrible el
hambre!
En el bosque helado no hallé qué comer;

27
Y busqué el ganado, y en veces comí
ganado y pastor.

¿La sangre?
Yo vi más de un cazador sobre su caballo,
Levando el azor al puño;
O correr tras el jabalí, el oso o el ciervo;
Y a más de uno vi mancharse de sangre,
herir, torturar,
De las roncas trompas al sordo clamor,
A los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar.

Francisco responde:
En el hombre existe mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.

28
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz rebaños y gente en este
país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz

Está bien, hermano Francisco de Asís.

Ante el Señor, que todo ata y desata,


En fe de promesa tiéndeme la pata.

El lobo tendió la pata al hermano de Asís,


Que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea.
La gente veía y lo que miraba casi no
creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
Y baja la testa, quieto le seguía

29
Como un can de casa, o como un
cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza


Y allí predicó. Y dijo:
He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
Me juró no ser ya vuestro enemigo,
Y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio,
Daréis su alimento a la pobre bestia de
Dios.

¡Así sea!, contestó la gente toda de la


aldea.
Y luego, en señal de contentamiento,
Movió testa y cola el buen animal

30
Y entró con Francisco de Asís al
convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo en


el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
Y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
Cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
El lobo las pobres sandalias lamía.

Salía a la calle, iba por el monte,


descendía al valle,
Entraba en las casas y le daban algo de
comer.
Mirábanle como a un manso galgo.

31
Un día, Francisco se ausentó.
Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno,
El lobo probo, desapareció, tornó a la
montaña
Y recomenzaron su aullido y su saña.

Otra vez sintiose el temor, la alarma,


Entre los vecinos y entre los pastores;
Colmaba el espanto los alrededores,
De nada servían el valor y el arma,
Pues la bestia fiera no dio treguas a su
furor jamás,
Como si tuviera fuegos de Moloch y de
Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,

32
Todos lo buscaron con quejas y llanto,
Y con mil querellas dieron testimonio
De lo que sufrían y perdían tanto
Por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo.


Se fue a la montaña a buscar al falso
lobocarnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
En nombre del Padre del sacro universo,
Conjúrote, dijo, ¡oh lobo perverso!,
A que me respondas: ¿Por qué has
vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.

Como en sorda lucha, habló el animal,


La boca espumosa y el ojo fatal:

33
Hermano Francisco, no te acerques
mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
Al pueblo salía,
Y si algo me daban estaba contento
Y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
Estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
Y en todos los rostros ardían las brasas
De odio, de lujuria, de infamia y mentira.

Hermanos a hermanos hacían la guerra,


Perdían los débiles, ganaban los malos,
Hembra y macho eran como perro y
perra,
Y un buen día todos me dieron de palos.

34
Me vieron humilde, lamía las manos y los
pies.
Seguía tus sagradas leyes,
Todas las criaturas eran mis hermanos:
Los hermanos hombres, los hermanos
bueyes,
Hermanas estrellas y hermanos gusanos.

Y así, me apalearon y me echaron fuera.


Y su risa fue como un agua hirviente,
Y entre mis entrañas revivió la fiera,
Y me sentí lobo malo de repente;
Mas siempre mejor que esa mala gente.

Y recomencé a luchar aquí,


A me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,

35
Que para vivir tienen que matar.

Déjame en el monte, déjame en el risco,


Déjame existir en mi libertad,
Vete a tu convento, hermano Francisco,
Sigue tu camino y tu santidad.

El santo de Asís no le dijo nada.


Le miró con una profunda mirada,
Y partió con lágrimas y con
desconsuelos,
Y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
Que era: Padre nuestro, que estás en los
cielos...

En Paz

36
Muy cerca de mi ocaso
Yo te bendigo vida
Porque nunca me diste
Ni esperanza fallida
Ni trabajos injustos
Ni pena inmerecida

Porque veo al final


De mi rudo camino
Que yo fui el arquitecto
De mi propio destino
Que si extraje la miel
O la hiel de las cosas
Fue porque en ellas puse hiel
O mieles sabrosas

37
Cuando planté rosales
Coseché siempre rosas
Cierto, a mis lozanías
Va a seguir el invierno
Mas tú no me dijiste
Que mayo fuese eterno

Hallé sin duda largas


Las noches de mis penas
Mas no me prometiste
Tan sólo noches buenas
Y en cambio tuve otras
Santamente serenas

Amé y fui amado


El sol acarició mi faz

38
Vida, nada me debes
Vida, estamos en paz

La Chacha Micaila

Mi cantón, magresita del alma,


Ya pa que lo quero,
Si se jué la paloma del nido,
Si me falta el calor de su cuerpo,
Si ya sus canarios
De tiricia se han ido muriendo,
Si los capulines
Ya no sueltan sus frutos del tiempo,
Y las campanillas, las adormideras
Si han caído, tan recio
Que cualquiera que va a visitarme
Pisa sobre pétalos.

39
Y yo que la vide, dialtiro decaída
Con los ojos negros
Zambutidos en unas ojeras
Moradas, y aluego
Los tales quejidos;
Los tales mareos
Que dizque eran vaídos
Al decir del médico.
¡Algame la Virgen!
Ya nomás de acordarme, padezco
Mucho escalofrío
Y me hogo del pecho,
Y se mi hacen las manos y pieses,
Como los badajos de los timbres létricos.
¡Qué poco a poquito, se me jué
muriendo!

40
Tosía y tosía
Y lloraba la probe en silencio.
-No llores, Micaila,
Por toitos los santos del Cielo,
Decíale al verla llorando,
Y al decirlo, lloraba yo mesmo.
-Si te pondrás güena,
Con los revoltijos que ti ha dado el
médico,
No sias disconfiada con las medicinas,
Que a mi me sacaron del maldito
infierno.
¡Andale!, mi Chacha,
Quero ver tu rostro trigueño,
Como dos tizones
Achispaos, tus lindos ojuelos.
¡Ah se mi olvidaba decirte que trujo

41
Un rebozo de bola
Mi compadre Chencho,
Pa' cuando te alivies
Y en el cuaco trotón, en el prieto,
He pensado pa' entonces que vayamos
Los dos riales un sábado a verlo.
¿Queres? Y el domingo le entraremos
Al mole muy recio,
Y a la barbacoa,
Y a los asaderos,
Y en cuanto que Dios escurezca,
Al paso golvemos
Por el llano, abajo,
Asegún se sigue la falda de cerro.
¡Micaila! no llores
Y le daba un beso,

42
Ella se sonreía,
Un instante, pero
Me miraba con una tristeza
Como si la sombra del presentimiento
Le preñara los ojos de llanto,
Que después derramaba en silencio.
El día de su muerte,
Su rostro cenizo, me dio mucho miedo.
-¿Pos qué tienes, Chacha?
-No sé lo que tengo,
Pero sé que me voy y es pa siempre
-Correré si quieres por el siñor médico,
¿Queres, trigueñita?
-¿ Ya pa que? mejor tate sosiego,
Quero hablarte por ultimo Chacho,

43
Antes de que me hoguen los
remordimientos.
Asiéntate y oye; yo quise decírtelo
Dende hace muchísimo tiempo
Y a la mera, no, pos yo me ciscaba,
¡cómo uno es mujer! Chacho, ¡qué
caray!
Y el miedo dizque no anda en burro,
Pero ora qué li hace, mi negro,
Si ya se te muere tu Chacha
Qué li hace que sepas mi horrible
secreto.
Hace unos seis años, siguro ¿recuerdas
Que nos envitaron a los herraderos
Los siñores amos?
-¡Vaya si mi acuerdo!
¿No jué aquel domingo

44
Que salí cornao por un toro prieto,
Cerca de las trancas, en el Rancho Verde
De ñor Juan?
-El mesmo,
Ya vide que tías acordado,
Por ái tienes nomás qui al saberlo,
De la casa grande
Por la puerta mesma me salí corriendo
Y en las trancas jallé a don Antonio,
Aquel hijo mayor de don Pedro,
Que era entonces alcalde del pueblo.
Pregúntele al punto
Por ti, por tu herida, por tu paradero,
Y me dijo que en una camilla
Te jalaron pa casa del médico,
Y que si quería que me llevaba en ancas

45
En el punto mesmo;
Aceté, ¡qué caray!, no era cosa
De dejarte morir como un perro.
No nos vido salir de las trancas
Naiden, y llegando de un bote al potrero,
Y a galope tendido trepamos
La cuesta del cerro,
Y al bajar la barranca del Cristo,
Tan jonda y tan negra,
Don Antonio empezó con sus cosas
Con sus chicoleos,
Que si yo era una rosa de mayo,
Que si eran mis ojos noturnos luceros.
Yo todo a esto callaba; él se puso necio
Y me dijo que tú eras muy probe:
Total un ranchero;

46
Que él, en cambio, era dueño de
hacienda
Con muchas talegas de pesos;
Que ti abandonara
Que nos juéramos pa México,
O pa los Uruapas o pa los Querétaros.
Yo me puse muy gira y le dije:
Qui aunque probe, me daba mi prieto
Pa presumir mucho
Y andar diariamente con el zagalejo
Muy lentejueliao
Y cada semana con rebozo nuevo.
-Por si no por amor, por la juerza,
Me dijo rayando su penco;
Y sin más me apretó la centura
Y mi boca manchó con un beso.

47
Nunca lo hubiera hecho, sentí que la
sangre
Cegaba mis ojos, y el furor mi seno;
Saqué del arzón el machete,
Y por las espaldas, lo jundí en su cuello.
Cayó pa delante con un grito horrendo,
Y rodó rebotando hasta el jondo
Del desfiladero...
Naiden supo nada
Cuando lo jallaron todito disecho,
Guiados por el puro jedor del barranco,
Los jueces dijieron,
Quesque jué un suicidio,
Por no sé qué amores y demás enredos.
Yo me estuve callada la boca
Pero ahora, pos dime, ¿ya pa qué, mi
prieto?

48
Se quedó como estática; acaso
Rezaba al morir, por el muerto.
La abracé llorando,
La besé en silencio,
Y poco a poquito,
Se me jué muriendo...
Mi jacal está maldito...
Si lo queres, madre, pos ai te lo dejo,
Si te cuadra, quémalo,
Si lo queres, véndelo;
Yo me güelvo a las filas, mi mama,
A peliar por la patria me güelvo;
Si me quebra una bala, ¡qué liace!
Al cabo en el mundo,
Pa los que sufrimos la muerte en el alma,
Vivir o morir es lo mesmo.

49
Mi cantón magresita del alma,
Sin ella ¿ya pa qué lo quero...?

El Seminarista De Los Ojos

Negros

Desde la ventana de un casucho viejo


Abierto en verano, cerrado en invierno
Por vidrios verdosos y plomos espesos
Una salmantina de rubios cabellos

Y ojos que parecen pedazos de cielo


Mientras la costura mezcla con el rezo
Ve todas las tardes pasar en silencio
Los seminaristas que van de paseo

Baja la cabeza sin erguir el cuerpo

50
Marchan en dos filas, pausados y
austeros
Sin más nota alegre sobre el traje negro
Que la beca roja que ciñe su cuello

Y que por la espalda casi roza el suelo


Un seminarista entre todos ellos
Marcha siempre erguido con aire
resuelto
La negra sotana dibuja su cuerpo

Gallardo y airoso, flexible y esbelto


Él solo, a hurtadillas
Y con el reselo de que sus miradas
observen los clerigos
Desde que en la calle vislumbra

51
A lo lejos a la salmantina de rubio cabello
La mira muy fijo con mirar intenso
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
De aquella mirada de sus ojos negros

Monótono y tardo va pasando el tiempo


Y muere el estío y el otoño luego
Y vienen las tardes plomisas de invierno
Desde la ventana del casucho viejo

Siempre sola y triste, rezando y cociendo


Una salmantina de rubio cabello
Ve todas las tardes pasar en silencio
Los seminaristas que van de paseo

Pero, no ve a todos ve solo a uno de ellos

52
Su seminarista de los ojos negros
Cada vez que pasa gallardo y esbelto
Observa a la niña que pide aquel cuerpo

En vez de sotana marciales arreos


Cuando en ella fija sus ojos abiertos
Con vivas y audaces miradas de fuego
Parece decirla te quiero, te quiero

Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo


Sí yo no soy tuyo me muero, me muero
A la niña entonces se le oprime el pecho
La labor suspende y olvida los rezos

Y ya solo vive en su pensamiento


El seminarista de los ojos negros

53
En una lluviosa mañana de invierno
La niña que alegre saltaba del lecho

Oyo tristes cantos y funebres rezos


Por la angosta calle pasaba un entierro
Un seminarista sin duda era el muerto
Pues cuatro llevaban en hombros el
féretro

Con la beca roja por cima cubierto


Y sobre la beca el bonete negro
Con sus voces roncas cantaban los
clérigos
Los seminaristas iban en silencio

Siempre en las dos filas hacia el


cementerio

54
Como por las tardes salir de paseo
La niña angustiada miraba el cortejo
Los conoce a todos a fuerza de verlos

Solo, solo falta entre todos ellos


El seminarista de los ojos negros
Corrieron los años pasó mucho tiempo
Y allá en la ventana del casucho viejo

Una pobre anciana de blancos cabellos


Con la tez rugosa y encorbada el cuerpo
Mientras la costura mezcla con el rezo
Ve todas las tardes pasar en silencio

Los seminaristas que van de paseo


La labor suspende, los mira y al verlos

55
Sus ojos azules ya tristes y muertos
Vierten silenciosas lágrimas de hielo
Vieja, sola y triste aún guarda el
recuerdo
Del seminarista de los ojos negros

Nocturno A Rosario

Pues bien, yo necesito decirte que te


quiero
Decirte que te adoro con todo el corazón
Que es mucho lo que sufro, que es
mucho lo que lloro
Que ya no puedo tanto y al grito en que
te imploro

56
Te imploro y te hablo en nombre de mi
última ilusión

Yo quiero que tú sepas que ya hace


muchos días
Estoy enfermo y pálido de tanto no
dormir
Que ya se han muerto todas las
esperanzas mías
Que están mis noches negras, tan negras
y sombrías
Que ya no sé ni dónde se alzaba el
porvenir

De noche, cuando pongo mis sienes en la


almohada
Y hacia otro mundo quiero mi espíritu
volver

57
Camino mucho, mucho, y al fin de la
jornada
Las formas de mi madre se pierden en la
nada
Y tú, de nuevo, vuelves en mi alma a
aparecer

Comprendo que tus besos jamás han de


ser míos
Comprendo que en tus ojos no me he de
ver jamás
Y te amo, y en mis locos y ardientes
desvaríos
Bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos
Y, en vez de amarte menos, te quiero
mucho más

58
A veces, pienso en darte mi eterna
despedida
Borrarte en mis recuerdos y hundirte en
mi pasión
Mas, si es en vano todo y el alma no te
olvida
¿Qué quieres tú que yo haga, pedazo de
mi vida?
¿Qué quieres tú que yo haga con este
corazón?

Y luego que ya estaba concluido tu


santuario
La lámpara encendida, tu velo en el altar
El sol de la mañana detrás del
campanario
Chispeando las antorchas, humeando el
incensario

59
Y abierta, allá a lo lejos, la puerta del
hogar

¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo


aquel techo!
Los dos unidos, siempre, y amándonos
los dos
Tú, siempre enamorada; yo, siempre
satisfecho
Los dos una sola alma, los dos un sólo
pecho
Y, en medio de nosotros, mi madre como
un Dios

Figúrate qué hermosas las horas de esa


vida
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra
así!

60
Y yo soñaba, en eso, mi santa prometida
Y al delirar en ello, con alma entristecida
Pensaba yo en ser bueno por ti, nomás
por ti

Bien sabe Dios que ese era mi más


hermoso sueño
Mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi
placer
Bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi
empeño
Sino en amarte mucho bajo el hogar
risueño
Que me envolvió en sus besos cuando
me vio nacer

Esa era mi esperanza

61
Mas, ya que a sus fulgores se opone el
hondo abismo que existe entre los dos
Adiós, por la vez última, amor de mis
amores
La luz de mis tinieblas, la esencia de mis
flores
Mi lira de poeta, mi juventud, ¡adiós!

La Guaja

Ven acá granuja


¿Dónde andas so guaja?
Hoy te mondo los huesos a palos,
no llores ni huyas por que no te escapas,
yo no sé lo que hacer ya contigo me
tienes muy harta,
a ti ya no te valen palabras, a ti ya no te
valen razones,

62
ni riñas, ni encierros, ni golpes, ni nada.
Te dije al marcharme:
levántate pronto y estira esos huesos
y dobla las mantas y enciende la lumbre
y arrima el puchero y enjuaga las ollas
y barra la casa.

Y vengo y me encuentro grandísimo pillo,


la lumbre sin brazas,
la puchera sin caldo ni prigue,
la vivienda peor que una cuadra,
la burra sin pienso,
las pilas sin agua.

¿Segaste la hierva?
¿Trajiste la paja?

63
¿Regaste los tiestos?
¿Cerniste la harina?
¿Clavaste la estaca?
¿Comió la cordera?
¿Bebió la lechona?
¿Cogiste los huevos?
¿Mudaste la cabra?

¡Hum!
¿Y a ti qué te importa?
¿para qué quieres cansarte?
Si aquí está la burra que todo te lo haga.

Te piensas granuja
que al estar tu madre hechita una negra
quemándose el alma,

64
mientras tu me malgastas el tiempo que
da más que lástima,
hecho un ropa suelta...
hecho un rajamantas...
por esas callejas detrás de los perros,
por esos regatos tirando a las ranas,
o cogiendo nidos en las zarzamoras,
que así estás de lindo grandísimo guaja.

¿Y ese siete tan guapo en la blusa?


¿Y esos pantalones tan llenos de
manchas?
¡Hum!
¡Qué gorra más limpia!
¡qué medias tan majas!
¡qué pelos tan lindos!

65
qué cuello, qué puños, qué codos, ¡qué
mangas!
Yo no sé lo que hacer ya contigo, me
tienes muy harta.

De sobra conoces que somos solitos...


que ya no tenemos quien nos lo
ganaba...
que la vida de toditos los pobres es vida
de lágrimas...
¡pero ni por esas!
a ti que te dejen roncando en la cama
y te pongan la mesa tres veces
y rueden los días y viva la holganza
¡súbete esos calzones so pillo!
¡átate esos zapatos so randa!
límpiate esos mocos, lávate esa cara

66
y vete ahora mismo donde no te vea
que me tienes, me tienes muy harta.

Te aseguro chiquitín,
te aseguro que esto te se acaba.
Endende mañana ¡a la cola del burro!
Conmigo a la plaza, conmigo al molino,
conmigo a la haza,
a sudar fatigas, a mojarte el alma,
ya verás las penitas que cuesta...
ya verás con que ahogo se gana este pan
que tan cómodamente a lo bobo,
¡a lo bobo te zampas!
y ahora ¡a la cama!, ¡a la cama!

La aurora se acerca espléndida, diáfana,

67
lentamente despliegan las nubes su
manto de escarcha,
la madre afanosa se tira del lecho
y sus toscos aperos prepara,
que ya espera más ruda que nunca la
brega diaria,
cariñosa y tierna se acerca hasta el lecho
donde el niño cándido,
tranquilo descansa,
un instante contempla amorosa su faz
sonrosada
y después...
con cariño ferviente dando un beso en
sus labios exclama:
¿Yo turbar este sueño tan dulce?
no fuera quien soy ni tubiera entrañas...
juega, brinca y destroza hijo mío...
¡tu madre lo gana!

68
Hombres Necios Que Acusais

Hombres necios que acusáis


a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual


solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

69
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro


que el que falta de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén


tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

70
Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis


que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada


la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena

71
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas


a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido


en una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,


aunque cualquiera mal haga:

72
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis


de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo


que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia

73
juntáis diablo, carne y mundo.

El Credo

México, creo en ti,


Como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
Y sin embargo, ríes demasiado,
A caso porque sabes que la risa
Es la envoltura de un dolor callado.

México, creo en ti,


Sin que te represente en una forma
Porque te llevo dentro, sin que sepa
Lo que tú eres en mí; pero presiento
Que mucho te pareces a mi alma
Que sé que existe pero no la veo.

74
México, creo en ti,
En el vuelo sutil de tus canciones
Que nacen porque sí, en la plegaria
Que yo aprendí para llamarte Patria,
Algo que es mío en mí como tu sombra
Que se tiende con vida sobre el mapa.

México, creo en ti,


En forma tal, que tienes de mi amada
La promesa y el beso que son míos.
Sin que sepa por qué se me entregaron;
No sé si por ser bueno o por ser malo,
O porque del perdón nazca el milagro.

México, creo en ti,


Sin preocuparme el oro de tu entraña;

75
Es bastante la vida de tu barro
Que refresca lo claro de las aguas,
En el jarro que llora por los poros,
La opresión de la carne de tu raza.

México, creo en ti,


Porque creyendo te me vuelves ansia
Y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo es por tu cielo,
Si conozco el dolor es por tus lágrimas
Que están en mí aprendiendo a ser
lloradas.

México, creo en ti,


En tus cosechas de milagrería
Que sólo son deseo en las palabras.
Te contagias de auroras que te cantas.

76
¡Y todo el bosque se te vuelve carne!
¡Y todo el hombre se te vuelve selva!

México, creo en ti,


Porque escribes tu nombre con la X
Que algo tiene de cruz y de calvario:
Porque el águila brava de tu escudo
Se divierte jugando a los "volados:
Con la vida y, a veces, con la muerte.

México, creo en ti,


Como creo en los clavos que te sangran:
En las espinas que hay en tu corona,
Y en el mar que te aprieta la cintura
Para que tomes en la forma humana
Hechura de sirena en las espumas.

77
México, creo en ti,
Porque si no creyera que eres mío
El propio corazón me lo gritara,
Y te arrebataría con mis brazos
A todo intento de volverte ajeno,
¡Sintiendo que a mí mismo me salvaba!

México, creo en ti,


Porque eres el alto de mi marcha
Y el punto de partida de mi impulso
¡Mi credo, Patria, tiene que ser tuyo,
Como la voz que salva
Y como el ancla...!

Oración De Un Padre

78
Dame, oh Señor, un hijo que sea lo
bastante fuerte
para saber cuándo es débil, y lo bastante
valeroso
para enfrentarse consigo mismo cuando
sienta miedo;
un hijo que sea orgulloso e inflexible en
la
derrota honrada y humilde y magnánimo
en la victoria.

Dame un hijo que nunca doble la espalda


cuando
debe erguir el pecho: un hijo que sepa
conocerte
a Ti... y conocerse a sí mismo, que es la
piedra
fundamental de todo conocimiento.

79
Condúcelo, te lo ruego, no por el camino
cómodo y
fácil sino por el camino áspero,
aguijoneado por
las dificultades y los retos. Allí déjale
aprender
a sostenerse firme en la tempestad y a
sentir
compasión por los que fallan.

Dame un hijo cuyo corazón sea claro;


cuyos ideales
sean altos; un hijo que se domine a sí
mismo
antes que pretenda a dominar a los
demás; un hijo

80
que aprenda a reír pero que también
sepa llorar;
un hijo que avance hacia el futuro pero
que nunca
olvide el pasado.

Y después que le hayas dado todo eso,


agrégale,
te lo suplico, suficiente sentido del
humor,
de modo que no siempre se tome a sí
mismo
demasiado en serio.

Dale humildad para que pueda recordar


siempre
la sencillez de la verdadera grandeza,

81
la imparcialidad de la verdadera
sabiduría,
la mansedumbre de la verdadera fuerza.

Entonces yo, su padre, me atreveré a


murmurar.
"No he vivido en vano"

Las Abandonadas

¡Cómo me dan pena las abandonadas,


que amaron creyendo ser también
amadas,
y van por la vida llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un
niño!...

82
¡Cómo hay quien derribe del árbol la
hoja
y al verla en el suelo ya no la recoja,
y hay quien a pedradas tire el fruto verde
y lo eche rodando después que lo
muerde!

¡Las abandonadas son fruta caída


del árbol frondoso y alto de la vida;
son, más que caída, fruta derribada
por un beso artero como una pedrada!

Por las calles ruedan esas tristes frutas


como maceradas manzanas enjutas,
y en sus pobres cuerpos antaño
turgentes,

83
llevan la indeleble marca de unos
dientes...

Tienen dos caminos que escoger: el


quicio
de una puerta honrada o el harem del
vicio;
¡y en medio de tantos, de tantos rigores,
aún hay quien a hablarles se atreve de
amores!

Aquellos magnates que ampararlas


pueden,
más las precipitan para que más rueden,
¡y hasta hay quien se vuelva su postrer
verdugo
queriendo exprimirlas si aún les queda
jugo!

84
Las abandonadas son como el bagazo
que alambica el beso y exprime el
abrazo;
si aún les queda zumo, lo chupa el dolor;
¡son triste bagazo, bagazo de amor!

Cuando las encuentro me llenan de


angustias
sus senos marchitos y sus caras mustias,
y pienso que arrastra su arrepentimiento
un niño que es hijo del remordimiento...

¡El remordimiento lo arrastra algún


hombre
oculto, que al niño niega techo y
nombre!

85
Al ver esos niños de blondos cabellos
yo quisiera amarlos y ser padre de ellos.

Las abandonadas me dan estas penas,


porque casi todas son mujeres buenas;
son manzanas secas, son fruta caída
del árbol frondoso y alto de la vida.

No hay quien las ampare, no hay quien


las recoja
mas que el mismo viento que arrastra la
hoja...
¡Marchan con los ojos fijos en el suelo,
cansadas en vano, de mirar al cielo!

De sus hondas cuitas, ni el Señor se


apiada,

86
porque de estas cosas... ¡Dios no sabe
nada!
Y así van las pobres, llorando un cariño,
recordando un hombre y arrastrando un
niño.

Carta A Mi Madre

Madrecita linda:
.
Todos mis cariños se dispersan,
y todos mis rosales se deshojan,
y todas las fragancias se me alejan.

Sólo me quedas tú, piadosa y blanca,


como nombre de amor entre mis quejas,
como hilo de agua en el desierto,
como rosa de luz entre la selva...

87
Eres igual a un árbol cuya fronda
llena de nidos nos protege y canta.

Madrecita linda:
Tus lágrimas se han vuelto gemas;
deja que las engarce yo
en el hilo de oro de un poema
y hacer así un collar para tu amor.

El delantal atado a tus caderas,


tus manos espumosas de jabón
jabonando mi pecho de manera
que lavabas el propio corazón.

Corazón de muchacho pendenciero

88
que odiaba a cura y sacristán, y quiso
hacer de ellos aves de mal agüero
sin maternal permiso,
ganado seis azotes en el cuero.

¡Madrecita linda!...
¡Si te quiero mucho!...
¡No me pegues más!...
¡Muchachito lindo!...
¡Yo también te quiero!...
¡Déjame pegar!...

Y el diálogo a voces:
una de amenaza, otra de rogar,
terminaba siempre con beso y promesa
de eterna humildad.

89
¡Aroma de maíz recién molido!...
el humo de las viandas... ¡Mesa
puesta!...
Mi madre tiene corazón de nido
y en él dormí, para soñar, la siesta.

Los pájaros, el agua, la lejía,


la ropa a componer, todo tenía
en su rutina gris una alegría...

Con el oro del sol que se ponía


troquelamos monedas deslumbrantes,
y en platino de luna que caía
montamos los diamantes
de tus mejores besos, madre mía,

90
dulce como la miel de los panales
y buena como el pan de cada día.

Tus manos eran hadas, nos vestían.


Tu plegaria era luz: nos alumbraba.
Y música tus besos: nos dormían
al calor del amor con que besaban

Ojiverde, ceñudo... Flaco... Gallo

de "troya", "trompis", "pútzes" y béisbol,


que puso "media luna" al "papagayo",
soñando herir al sol,

y correteaba al tren ciego de humo,


furia en los ojos y guijarro en mano,

91
para volver, sangrante y taciturno,
por la fuga del tren y del guijarro.

¡Faroles de Izamal que me sirvieron


para afinar el tino de mi piedra!...
¡cristales que prendieron
sus pupilas opacas en la hiedra!...

1 más 2... 3 burros... X... Z...


La cruz del alfabeto que es aún
como agobio mortal... Y la palmeta...

Y el espanto... ¡Fuera de clase, tú!...

Me hiciste un traje igual al del muchacho


rico

92
que un día, en clase, se alejó del banco
y me llamó "borrico"
porque iba remendado mi trajecito
blanco...

¡Y esa otra vez!... ¡Al recordarla vibro!...


¡Como te pusiste a llorar
porque en casa no había para
comprarme un libro
y porque no tenía yo ganas de
estudiar!...

En el viejo cansancio pueblerino


balbucí mis primeras tonterías
en versos que enseñabas al vecino
leías, me mirabas y reías...

93
Reías con no sé qué de venturoso
de plácido, de dulce, de amoroso,
mostrándome los dientes apretados
y blancos, blancos, blancos...

Con tu sonrisa limpia me alentabas,


madre siempre tan buena,
crucificada en tu sagrado nombre,
¡crucificada en la ilusión suprema
de ver un beso transformado en
hombre!...

Mi juventud.

Probó mi labio el filo de la copa


y mi rumbosa juventud sensual

94
bebió sangre de amor en otra boca,
ciega de cielo, y loca, y pasional.

Amé el instinto de hacer el mal... La


tropa
de juventud me hizo su general
porque no conocía la derrota
en el águila o sol de lo fatal.

Verlaine... Ovidio... Byron... Baudelaire...


Humo de ensueño... Formas de mujer...
¡Y de cada pecado hice una flor!...
Beber... Besar... Caer... De boca en boca,
De dolor en dolor, de roca en roca...
¡Pero pude salvar tu dulce amor!...

95
Ausencia.

En la ausencia aprendí que tu nombre


es el sol que deslumbra y asombra
los azules caminos del mar!...

Y aprendí que tu nombre es el ritmo


de todo cantar!...

Y aprendí que tu nombre es la clave


de la humanidad!...

Sendero y mar... Virtud y amor...


Aroma y luz... Estrella y flor...
¡Madrecita del alma, tú eres Dios!...

96
1927

Tu frente blanca y noble -mi nido de


consejos-
y tu seno -mi punto de partida-
lívidos quedaron en la hora
en que estando ante ti, no me veías,
en que estabas ahí, y ya no estabas.

Arrodillado junto a ti, sediento


de la última palabra,
creyó mi pensamiento
mirar que tu alma blanca se elevaba:
¡Tus alas blancas al azul!...

Yo, que creía en el cielo

97
porque el cielo eras tú,
sentí que el cielo se cambiaba
de la tierra al azul...

¡Sentí que todo se quedaba muerto


porque todo eras tú!
¡sentí que todo se quedaba obscuro
porque tú eras la luz!...

Y yo, que soy un beso de tu labio


besé tu frente por decir adiós,
cual si hubiera querido defenderte
de todo lo inhumano: de la muerte
del destino, de Dios...
de todo lo que tuvo la fiereza
de tronchar este amor.

98
**

La Cruz, árbol que lleva veinte siglos


de abrir los brazos y esperar en vano
que resucite el símbolo,
parece florecer sobre el sepulcro
cuando arrodillo mi dolor y pienso
que el concepto de Dios murió contigo.

Postdata.
.
Si yo pudiera, madre, volvería
a mi polvoso pueblo solitario,
donde el arco voltaico es un milagro
que no revela el siglo todavía...

99
¡Volvería a mis cerros!... Volvería
al bravo henequenal que alza su espina
cual si esperara un día
clavarla ¡al fin! , en el azul del cielo...
para buscar, junto al brocal del pozo,
tus brazos espumosos de jabón,
y suavemente
darte mi corazón
para que lo lavaras nuevamente.

Despedida

Conque entonces, adiós. ¿No olvidas


nada?
Bueno, vete... Podemos despedirnos.
¿Ya no tenemos nada qué decirnos?

100
Te dejo, puedes irte... Aunque no,
espera,
espera todavía que pare de llover...
Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigada,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habría
que ponerte...
¿De modo que te he devuelto todo? ¿No
tengo nada tuyo?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?

Y bien, mírame ahora, amiga mía;


puesto que en fin, ya va uno a
despedirse.
¡Vaya! No hay que afligirse;
¡vamos!, ¡no hay que llorar, qué
tontería!

101
¡Y qué esfuerzo tan grande
necesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernos otra vez los
amantes aquellos
tan rendidos y tan tiernos que habíamos
sido antes!

Nos habíamos las vidas entregado para


siempre,
uno al otro, eternamente,
y he aquí que ahora nos las devolvemos,
y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte,
y pronto partiremos cada quien con su
nombre, por su lado...
Recomenzar... vagar...
vivir en otra parte...

102
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo
tornaremos
a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.

Así es que vas a entrar a mi pasado.


Y he de verte en la calle desde lejos,
sin cruzar, para hablarte, a la otra acera,
y nos alejaremos distraídos
y pasarás ligera con trajes para mí
desconocidos.

Y estaremos sin vernos largos meses,


y olvidaré el sabor de tus caricias,

103
y mis amigos te darán noticias
de "aquel amigo tuyo".
Y yo a mi vez, con ansia reprimida
por mal fingido orgullo,
preguntaré por la que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eras mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquella?

Nuestro gran corazón, ¡qué pequeño


era!
Nuestros muchos propósitos, ¡qué
pocos!;
y sin embargo, estábamos tan locos
al principio, en aquella primavera.
¡Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto!
¡Nos amábamos tanto!

104
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo
creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos
¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos!

¡Cómo llueve!
Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,

105
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;
se portará uno bien. Tú, serás buena,
Y luego... es increíble,
tiene uno sus costumbres; la cadena
llega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:
recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad.

Mitad Tu, Mitad Yo

Quiero ver jugueteando por las piezas y


patios,
Un muñeco de carne mitad tu, mitad yo

106
Que lleve en sus cabellos el color de tu
pelo,
Y en sus ojos de cielo
La mirada piadosa que Dios te regalo

Quiero ver jugueteando ahora siempre y


por vida,
A un muñeco de carne mitad tu, mitad
yo
Que lleve en sus mejillas la seda de tus
besos
En su boca el perfume,
En su boca el perfume que tu ceno le da.

Quiero veeeeeer que me busca,


Quiero ver que me espera,
Quiero sentir su abrazo

107
Cuando me vea llegar,
Quiero me diga cosas
Y me cuente mentiras,
Quiero que me consuele
Cuando me vea llorar.

Quiero despues morirme sabiendo que


te queda,
Un muñeco de carne mitad tu, mitad yo,
Que lleve en sus cabellos el color de tu
pelo,
Y en sus ojos de cielo
La mirada piadosa que Dios te regalo.

Quiero veeeeeer que me busca,


Quiero ver que me espera,
Quiero sentir su abrazo

108
Cuando me vea llegar,
Quiero me diga cosas
Y me cuente mentiras,
Quiero que me consuele
Cuando me vea llorar.

Quiero veeeeeer que me busca,


Quiero ver que me espera,
Quiero sentir su abrazo
Cuando me vea llegar,
Quiero me diga cosas
Y me cuente mentiras,
Quiero que me consuele
Cuando me vea llorar.

El Diagnostico

109
En el sucio rincón de una taberna fría y
desmantelada
Semejante a una lúgubre caverna,
JORGE el más distinguido camarada,
Una noche lluviosa nos decía furioso
hecho una sopa,
Tres meses ah que a la adorada mía le
juré no tomar ni una copa,
Ella en cambio postrándose de hinojos y
con un amor profundo
Júrame por la niña de sus ojos, serme fiel
y constante en este mundo,
Y esta noche, Dios mío, en que apretura
me he visto y en que potro,
A esa mujer a quien soñé tan pura, la
encontré besándose con otro,
Mas no importa ... vosotros compañeros
que sabéis que yo pago la

110
Infamia como pocos caballeros...
Mi juramento cumpliré, ni un trago... y al
decir esto...
En su pestaña rubia brilló una gota
Clara, una gota que luego fue una lluvia
Que rodó largo tiempo por su cara.
Y era verdad, en más de 30 días no
habíamos logrado en todas
Nuestras bellas alegrías, hacer beber al
pobre enamorado.
Mas de pronto el buen JORGE
Irguióse altivo, dióce un golpe en la
frente
Y exclamó a su pesar...
Para que vivo si ella mintió, salud, dadme
aguardiente la copa alzó
Brindó por el Dios Baco lanzó una
carcajada

111
Y rodó por el suelo como un saco rigido y
mustio el joven camarada,
Grande fue la sorpresa
Un momento estuvo en nuestros brazos
Y al ver tal exploción de sentimiento
En aquel corazón hecho pedazos... un
médico, un médico gritamos,
Por ventura un médico pasaba llegó,
tocó en el pulso con premura
Y en tanto que su faz ínfulas daba
exclamó alegremente... jajajaja
Esto ... esto no es nada, que le traigan
café mientras reposa
Y lo dejen dormir... esta borracho

Sirve Mas Vino

¡Dame más vino muchacha!...

112
y... cántame una canción...
¡A ver si esta noche logras
aturdirme el corazón...!
¿Alegre?... pues estar quiero
más alegre... mucho más
¡Que no sepa que estoy triste!...
¡Que no lo sepa jamás!...

¿Que si la quise?... ¡Con fiebre!...


¿Que si la quiero?... ¡No sé!
¿Que si me engaña?... ¡No hablemos
de esas cosas!... ¿para que?
¿Hermosa?... ¡Como los ángeles!
¿Buena?... ¡Como ellos, también!...
¿Que dónde está?... ¡No sé dónde!...
¡No sé donde... ni con quién!...

113
¿Lágrimas?... ¡Vaya!... ¡De veras!...
¡pero no son de pesar!...
¡Es el humo del cigarro,
que me está haciendo llorar!...

¡Sirve más vino muchacha!


¡Más vino para los dos!...
Que si te quiero y me quieres...
pues... ¡a gozar! ¡vive Dios!...

Siéntate aquí, en mis rodillas,


clava tus ojos en mí,
háblame de amor... y dime
que ya de amor te perdí;
jura, como juran todas,
guardarme fidelidad,

114
y dame un beso, tan largo,
¡que dure una eternidad!... !

Tabernero

¡Tabernero!
¡Voy de paso!
¡Dame un vaso
de tu vino
que me quiero
emborrachar,
para dejar de pensar
en este cruel destino,
que me hiere sin cesar ...!

¡Tabernero, dame vino,


del bueno para olvidar ...!

115
Tú que a todos envenenas
con tu brebaje maldito,
¿cómo quieres comprender
lo infinito
de las penas
que da al morir un querer?
¡Acaso nada te apura
porque tienes la ventura
de tener
una dulce compañera
que te espera,
sin saber
que algún día no lejano,
se irá con rumbo al Arcano,
para nunca más volver ...!

116
Yo también tuve un amor,
que fue grande, ¡quizá tanto
como lo es hoy mi dolor!
y también sentí el encanto
de una boca perfumada,
que en la frente y en los ojos
y en los labios me besó!
¡Yo también tuve mi amada;
pero ... ya no tengo nada
porque Dios me la quitó ...!

Ya ves qué amargo es el destino


que me hiere sin cesar.
¡Tabernero ... dame vino
del bueno para olvidar ...!

117
Quiero ser en tu vida

Quiero ser en tu vida


Algo más que un instante,
Algo más que una sombra
Y algo más que un afán.

Quiero ser, en ti misma,


Una huella imborrable
Un recuerdo constante
Y una sola verdad.

Palpitar en tus rezos


Con temor de abandono.
Ser, en todo y por todo,
Complemento de ti.

118
Una sed infinita
De caricias y besos;
Pero no una costumbre
De estar cerca de mí.

Quiero ser en tu vida


Una pena de ausencia
Un dolor de distancia
Y una eterna ansiedad.

Algo más que una imagen,


Y algo más que el ensueño
Que venciendo caminos,
Llega, pasa y se va.

119
ser el llanto en tus ojos,
Y en tus labios la risa.
Ser el fin y el principio,
La tiniebla y la luz,

Y en la tierra, y el cielo;
Y en la vida y la muerte.
Ser, igual que en mi vida,
Has venido a ser tú.

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta


noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está


estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

120
El viento de la noche gira en el cielo y
canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta
noche.
Yo la quise, y a veces ella también me
quiso.

En las noches como ésta la tuve entre


mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la


quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos
fijos.

121
Puedo escribir los versos más tristes esta
noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he
perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin


ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el
rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera


guardarla.
La noche está estrellada y ella no está
conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo


lejos.

122
Mi alma no se contenta con haberla
perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está
conmigo.

La misma noche que hace blanquear los


mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos
los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la


quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su
oído.

123
De otro. Será de otro. Como antes de mis
besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos
infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la


quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el
olvido.

Porque en noches como ésta la tuve


entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla
perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella


me causa,

124
y éstos sean los últimos versos que yo le
escribo.

Gratia Plena

Todo en ella encantaba, todo en ella


atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su
andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás
olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el


día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...

125
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás
olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía


de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa
parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás
olvidar!

Yo gocé del privilegio de encontrarla en


mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.

126
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás
olvidar!

¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años


fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden
durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde
procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la
mar!

Sonatina

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la


princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de
fresa,

127
que ha perdido la risa, que ha perdido el
color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una
flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos


reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de
Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de


Golconda o de China,

128
o en el que ha detenido su carroza
argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas
fragantes,
o en el que es soberano de los claros
diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de
Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa


quiere ser golondrina, quiere ser
mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un
rayo,
saludar a los lirios con los versos de
mayo

129
o perderse en el viento sobre el trueno
del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de


plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón
escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la
corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos
del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del
Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!


Está presa en sus oros, está presa en sus
tules,

130
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los
guardas,
que custodian cien negros con sus cien
alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón
colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la


crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está
pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un
príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está
triste.)

131
más brillante que el alba, más hermoso
que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada


madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se
encamina,
en el cinto la espada y en la mano el
azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la
Muerte,
a encenderte los labios con un beso de
amor».

Poema en tu Cuerpo

Como una hormiga de plata


mi voz va recorriendo, lentamente,

132
hoy que ya no te veo,
el nardo luminoso de tu cuerpo...

Mi voz, que soy yo mismo


en la presencia de todas las distancias
de tu carne sonora,
que como flor y como seda
gime cuando mi boca se preludia en
besos
en la brasa anhelante de tus labios,
clavel sangrando en ríos de esperanza
que disuelven la menta del deseo.

En el seno de sombras de esta noche de


otoño
repaso la geometría de tu cuerpo,
hecha de selva y de marfil,

133
de brisa que se detiene
y toma una forma intangible
para cantar en brazos y cabello
la sinfonía germinal de un sueño
fundido en el crisol de alguna estrella,
¡tan alta y tan lejana,
que sólo en ti se realizó el milagro
y que no vuelve a realizarse nunca!

¡Así, toda desnuda,


como tu ausencia y tu presencia juntas
en tus senos votivos,
vigilantes de mi angustia
que busca en cada ofrenda
el relámpago vivo de tu carne
que estalla en mí

134
para beber mi aliento!

Entonces, sólo entonces,


tus pestañas me impiden ver tus ojos,
pero sin darme cuenta
de que en ellos he naufragado íntegro
y que no queda del naufragio
sino el despojo de mis alas muertas
sobre la arena fría de una playa sin olas y
desierta.

Tú no te entregas nunca:
tu fatiga es tuya solamente;
la disfrutas muy adentro de ti,
como la vida, no sales del botón de la
promesa;
cuando te das, te quedas en ti misma,

135
como la nube que, si se hila en agua
para caer sobre la tierra entera,
es para levantarse de nuevo
y nuevamente ser agua y nube en el
vellón viajero.

Hay islas en tu cuerpo:


las recuerdo una por una y todas
forman el archipiélago de mis besos
que viven de estar en ti presentes
o de quemarse en mí para ser tuyos
y modelarte a su contacto
en el molde sediento de la palabra mía.

Pensar que tú eres mía,


creer que tú eres mía,

136
saber que tú eres mía
y sentir que lo eres,
como es mía la voz que te acaricia,
como es mía esta sombra que me grita
que es alma para verte.

¡Ah, cómo pudiera ser mar para


quedarme
en la sirena de tu cuerpo!

Ser ola y sal para beber tu cuerpo!


¡Y cómo estoy en ti sin que me veas,
hecho beso y caricia trashumantes
en la selva de voces de tu carne,
y en tu alma la nota de silencio!

137
¡Oh, lágrimas lloradas
en infinitas noches de angustia de tu
cuerpo,
como ésta de otoño en que yo siento
que te quedas tallada en mi cerebro
en actitud de mármol,
sin sangre, sin palabras,
presente en el dolor de la distancia,
quieta en la piedra de mi propio llanto!

Pero al tender los brazos tan cansados


se me escapa como el aliento en que se
va la vida
y como luz que adentro se me apaga.

Poema XV

138
Me gustas cuando callas porque estás
como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te
toca.
Parece que los ojos se te hubieran
volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi


alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi
alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como


distante.

139
Y estás como quejándote, mariposa en
arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te
alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu


silencio
claro como una lámpara, simple como un
anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y
sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás


como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras
muerto.

140
Una palabra entonces, una sonrisa
bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea
cierto.

La Terciopelo

¡Vengo del corazòn de la barriada


y me llena un profundo desconsuelo,
pues vi a la "Terciopelo"
en medio de la calle apuñalada!
¡Ah, què triste mirada
la de sus ojos color de cielo!...

En sus espesas trenzas de obsidiana,


de la sangre los hilos carmesìes
brillaban a la luz de la mañana

141
como sartas purpùreas de rubìes;
y cual vìvidas colas
de tornasolados pavos reales,
surgiendo entre un incendio de
amapolas,
las puntas de un rebozo de bolita
bajaban a los hombros sensuales
de aquella flor marchita
en la miseria de los arrabales...

Mientras un oficial de policìa


apuntaba febril las "generales"
una vieja a lo Goya balbucìa
enjugàndose el llanto:
¡Ay!, tan preciosa que era mi Marìa,
y la quisimos tanto, tanto, tanto...

142
Vengo del corazòn de la barriada...
Radioso como nunca nace el dìa,
y al pensar en la linda apuñalada,
de una comadre oigo la voz doliente,
que levantando el pelo
adherido al carrara de la frente
ensangrentada de la "Terciopelo"
murmura entre sollozos: "Pobrecita"...
y por la vecindad extiende el vuelo,
el ave dolorosa de la culta...

-"Vàmonos" -a mi oìdo dice presto


un amigo, y su brazo con mi brazo
se enlaza, luego agrega: "Esta es la
vida"...

143
Sì, la vida, comento,
la vida es esta niña descarriada!
Y me llevo clavada la brutal puñalada
en lo màs hondo de mi pensamiento!

144

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