La Bestia de Cinco Dedos
La Bestia de Cinco Dedos
La Bestia de Cinco Dedos
De William F. Harvey
¿Qué pasa cuando nos topamos con un libro que no es del todo conocido por los demás?
Creemos que estamos ante un gran descubrimiento; nos emocionamos, apostamos por él
hasta niveles insospechados y por nuestra mente transita la típica frase de «no sabía que
existía». Nos domina el suspenso tal demonio del averno, ya que no somos adivinos.
Entramos en duda sobre si aquello, que yace en nuestras manos, nos gustará o no; tememos
sobre si nuestra memoria selectiva hará que lo recordemos con soltura o dificultad después de
algún tiempo; y con base al veredicto final, nos asaltará la reflexión sobre si lo que acabamos
de disfrutar realmente valía la pena o si era mejor que quedara oculto bajo los muros de algún
bibliófilo demente.
Lo descrito con anterioridad me ha pasado innumerables veces, si no es que siempre.
Es curioso que siendo yo una especie rara de «reseñador», no revise tan a menudo otras
entradas y artículos del tema. Y es que, para ser sincero, en mi región son pocos, o casi nulos,
los textos de difusión focalizados en las narrativas que a mí me interesan1, por lo que no me
queda de otra que comprar los libros a ciegas (o a lo pendejo) y rezar para que la Providencia
me socorra para no haber malgastado una parte de mi pago quincenal. Por lo regular solemos
dejarnos guiar por lo que ya conocemos, y ese miedo de salirnos de nuestra zona de confort,
provoca que no nos aventuremos hacia otras propuestas, o que por el contrario, nos cerremos
a entenderlas.
Cuando adquirí el tomo de La bestia con cinco dedos y otros relatos de horror y
misterio, experimenté mis ansiedades de una manera más potente por el hecho de que jamás
había escuchado hablar de su autor; o díganme ustedes, ¿quién rayos conoce a William Fryer
Harvey?
Intentando satisfacer ligeramente la pregunta que yo mismo me he planteado, Harvey
fue un exmilitar inglés, oriundo de Yorkshire, que tras vivir una experiencia cercana a la
muerte luego de intentar auxiliar a un compañero, quedó delicado de salud; y tal limitación,
por muy negativa que pueda sonar, lo impulsó a llevar a cabo la pasión de toda su vida:
escribir. Esto me habla sobre la capacidad de Harvey de adaptarse a los cambios, y por ende,
el dejarme bien en claro que poseía un gran ingenio que se relaciona en demasía con al arte
narrativo. Pertenecía al dogma de los cuáqueros: una variante del protestantismo inglés, como
lo son los anglicanos, que se niegan a creer en cierta forma en los hechos sobrenaturales. Este
rasgo, por muy insignificante que pueda parecernos, toma mucha fuerza que ayudará a
determinar si La bestia de cinco dedos y otros relatos de horror y misterio puede
1
Y no digo que los demás hagan un mal trabajo: es que yo soy el del problema, porque siento que no se me aclaran todas las
dudas que me van surgiendo.
considerarse como parte del gótico, ya que recordemos que el subgénero es inglés y que una
de las estéticas más comunes es seguir el legado de Radcliffe que sugiere partir de lo
irracional a lo racional, aunque Harvey apela a que tales situaciones fantasmagóricas están
ligadas a la locura de la mente, tal y como lo estipula Maupassant.
Cuando al fin pude, y quise, ver comentarios y reseñas del ejemplar una vez
terminado de leerlo, me percaté de que varios de mis semejantes hacen la denotación de que
Harvey emplea el suspenso para hacernos sentir tensos en lugar de otros elementos más
tradicionales del terror; y lo dicen como si estuvieran esperando otra cosa; como si se tratara
de algo malo, cuando en realidad, hasta Valdemar lo esclarece en el subtítulo que reza «y
otros relatos de horror y misterio». Y vamos, que no estoy de convenenciero con Valdemar;
simplemente digo lo que es congruente.
La pequeña introducción de este volumen, por parte de Óscar Palmer Yáñez, el
mismo que editó a Drácula, nos habla un poco de las colecciones de donde se extrajeron los
relatos, sin olvidar un libro para niños, una novela y un volumen de ensayos de las que
Harvey es responsable.
Hay que tener en cuenta que nuestro autor está considerado dentro del numeroso
grupo de los escritores de finales del siglo XIX y comienzos del XX, en donde la vertiente de
la Ghost Story se desgastó mucho en aquel entonces, publicándose con frecuencia textos de
dudosa calidad y sobresaliendo sólo uno o dos. Con este autor no fue la excepción.
Mi declaración anterior toma cierto fundamento debido a que, luego de dos años de
haberme leído el ejemplar, únicamente soy capaz de recordar, sin mucha dificultad, 3 cuentos
de los 18 aparecidos; y resulta curioso que dos terceras partes de mi muestra sean referentes
tanto para talleres de escritura o el séptimo arte, lo que deja en claro no son unos exponentes
del todo malos como varios se atreven a decir. A un lector que le agrade leer a Benson, Jacobs
o Le Fanu puede que le tome cierto aprecio a Harvey; no obstante, dudo que ese mismo
sentimiento se le genere a alguien que sea fanático de Blackwood, Machen o de textos que
tiren más por lo Pulp.
El relato que mencionaré a continuación es ese que, precisamente, se emplea para los
talleres de lectura y cuyo título no es otro que Calor de agosto: un texto bastante corto, pero
muy bien estructurado, en donde se nos relatara la historia de James Clarence; un artista
mediocre que después de mucho buscar un tema para su obra, las circunstancias lo llevan
hasta un lugar en donde se percata que hay varias ventanas abiertas por el calor y que, por
muy raro que eso pueda sonar, será el motivo por el que estaremos enganchados en la lectura
hasta terminarla en cuestión de segundos. El final es bastante abierto como el de otras
narrativas del libro, aunque considero que se ejecuta bastante bien para evitar la sensación de
«vacío» que con frecuencia me topo en estas lecturas. La razón por la que creo que se emplea
para talleres es porque es muy directo, el tema es simple de entender y sabe cómo llegarle al
lector sin utilizar frivolidades literarias. Si Alejandro, de El Sur, está mirando este vídeo, me
gustaría que lo analizara en su canal, que se especializa en este tipo cosas.
La bestia con cinco dedos, refiriéndome a la narrativa y no al relato, es ese exponente
de Harvey que ha dado el salto a la gran pantalla y no únicamente en el ámbito anglosajón,
sino también en el habla hispana. ¿Quién no recuerda a El Santo luchando con esas manos
que flotaban o la escena final de Espiritismo? El caso es que este relato, con una
ambientación bastante oscura y deprimente, nos habla acerca de un chico que recibe una
herencia por parte de un pariente; sin embargo, tal y como suele ser costumbre en este tipo de
premisas, existe un diminuto detalle que podría echarlo todo a perder, ya que dentro de la
herencia se incluía también una mano cercenada que le causará todo tipo de problemas. Lo
más chocante del asunto, en el buen sentido, es la manera tan grotesca en la que se nos
describe la forma en la que la mano corre de aquí para allá envuelta en sombras, aparentando
ser un insecto informe de proporciones poco realistas.
Para poder rememorar al menos un cuento más fue necesario volver a revisar el libro.
Tenía vagamente el recuerdo de una historia que trataba sobre un hombre que sufría una
especie de viaje en el tiempo, en el que de pronto, se encontraba en una fecha y que de la
nada estaba en otra sin siquiera notarlo. La premisa iba más o menos por ese rumbo, pues en
La herramienta, un viajante inicia sus vacaciones que va registrando meticulosamente en un
diario sólo para darse cuenta no se encuentra en el día que se supone debería de ser. La
primera persona del singular le brinda un aire mucho más envolvente a la historia,
ocasionando que nos metamos en la piel del héroe para sufrir la misma interrogante que lo
tortura.
Por último, en mi lista de predilectos, no podría faltar el indiscutible Sambo: un
cuento que tiene como trama principal a un infante que recibe una muñeca procedente de
tierras exóticas y que, para efectos del desarrollo, se termina desvelando que es demoniaca y
que varios sucesos extraños giran en torno a ella. Aquí se maneja un elemento mucho más
elevado de suspenso que en el relato estrella, lo que provoca que estemos atentos a lo que
hará o no hará Sambo.
En definitiva, La bestia con cinco dedos y otros relatos de horror y misterio puede
gustar más o menos porque depende de las preferencias de cada uno. Siento que no es mal
libro y que, si no logro acordarme de más historias, no es porque sean malas, si no porque no
me pudieron impactar tanto. Harvey es uno de esos escritores que deben de leerse con mucha
calma si no queremos quedar empalagados con sus cuentos: una vez que se lee Calor de
agosto, la impresión es tanta que es imposible apreciar las otras narrativas dado a que apenas
hemos digerido la primera. El uso de la primera persona lo vuelve más inmersivo, y creo que
eso mismo lo hace también algo cansado. Lo recomiendo con el riesgo de que les pueda
encantar o dejar indiferentes.