Érase Una Vez Un Hombre Muy Feliz y Trabajador

Érase una vez un hombre muy feliz y trabajador.
Su nombre era marco Aurelio; vivía en una

hermosa casa de campo que estaba rodeada de hermosos jardines y grandes árboles cuyo
aroma frecuente hacia que se tuviera una sensación de permanecer en una eterna
primavera. Junto con el estaban sus queridas mascotas el perro strom y su conejo prezzel.
Había decidido quedarse soltero por malas experiencias con otras mujeres. Pero jamás se
imaginaba que aquel día, cambiaría su parecer. Cuando menos lo esperaba, sentado en su
banco frente a la casa, debajo del árbol más frondoso donde acostumbraba a tomarse su
última taza de café del día, y con una vista sin igual del atardecer en el horizonte, alcanzo a
divisar una figura humana que se desplazaba desde lo lejos del portillo de su terreno hacia
su rancho. A medida que se acercaba pudo descubrir una hermosa figura, la mujer más
hermosa que sus ojos hayan visto. Ha quedado flechado, profundamente enamorado a
primera vista. Levantándose de prisa, embelesado por la belleza de aquella mujer, le piso la
cola a strom su perro y este lloro y salió huyendo de su amo, pero ni esto lo pudo disuadir
seguir permitiendo que sus ojos se llenaran de la deslumbrante belleza de su inesperada
visitante. Esta se acerca y le pregunta si es posible pasar la noche en su hermosa casa, pues
ya oscurecía y tenía temor de seguir su camino en medio de la oscuridad. Marco
reaccionando con habla torpe apenas puede responderle que sí. Los dos entraron a la casa,
él le muestra una habitación donde puede pasar la noche y le da cobertores de lana gruesa,
pues las noches resultaban ser muy frías.
La mujer con un tono de coquetería le pide que le dé un tour por su casa y este sudoroso
de los nervios y con un tono entre cortado no duda en aceptar. La mujer, con una mirada
muy extraña observa hasta el más mínimo detalle de las pertenencias de marco, situación
de la que él no se percata por estar tonto de amor por aquella mujer. Finalmente ella le
pide permiso para tomar un baño y se dirige a la habitación donde pasaría la noche. Luego
de un rato, marco, con su mejor preparación de cena, llama a su visitante y la invita a la
mesa. El trata de averiguar la procedencia de esta hermosa extraña, pero ella tratando de
evadir las preguntas, Termina su cena y le pide permiso para irse a dormir. Extrañado se
queda solo en la mesa y se pregunta que habrá pasado y se lamenta por haberle preguntado
sobre su procedencia. Debido a su amor por aquella extraña se va desanimado a su cama,
sin ducharse se pone su camisón de dormir y se queda dormido con su corazón herido,
pensando sin que hará para ganarse a su hermosa visitante. Siendo tarde en la noche un
extraño ruido lo despierta. Logra distinguir que es el sonido del motor de su carro que sale
por el portillo a toda marcha. Se levanta y se percata de que todas sus pertenencias de valor
no están. Rápido se dirige a la habitación de su amada visitante pensando que aquel que
había hecho este robo no le hubiera hecho daño. Sin embargo, asombrado y
profundamente dolorido en su corazón, se da cuenta de que ha sido su amada visitante la
que le ha cometido tal acto tan inesperado.
Decepcionado, enojado y con el corazón destrozado se desliza con su espalda contra la
pared y cae senado en el suelo en n llanto profuso y amargo. Pensando en que ha sido una
más, pero la que ha marcado significativamente su vida; pues ha sido la que lo ha
desconcertado de amor en tan poco tiempo y que en tan poco tiempo lo ha herido.
De repente, enloquecido de odio hacia sí mismo, por haber permitido que una vez más lo
engañasen, se levanta toma el vaso donde ha bebido agua su amor fugaz, lo agita contra la
silla que está cerca de la cama de su ingrata amada, se parte en pedazos. Toma un trozo y
sin más lo pasa por su cuello, del cual sale sangre a borbotones. Triste y adolorido se
recuesta en la cama de su amada. Llorando y suplicando pide perdón a Dios por tan
drásticas y fatal decisión.

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Su nombre era marco Aurelio; vivía en una

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