FIORINI Teoria y Tecnica de Psicoterapias 1 5 9
FIORINI Teoria y Tecnica de Psicoterapias 1 5 9
FIORINI Teoria y Tecnica de Psicoterapias 1 5 9
Teoría y técnica
de psicoterapias
Edición ampliada y actualizada
9
hablar en ese nivel de las técnicas) todo interés en las técnicas
obedecería seguramente a fines espurios. Se trata en cambio de
estudiar las técnicas en cuanto campo de una práctica que, cuidado
samente investigada, revisada, conceptualizada, remite inevitable
mente a una teoría. En esta orientación, un salto teórico importante
se opera en el nivel de las técnicas cuando se pasa de las comunica
ciones categorizadas según la teoría de cada escuela, al intento de
describir las intervenciones concretas del terapeuta mediante un
lenguaje no comprometido con aquellas superestructuras teóricas.
Este pasaje conduce a trabajar en un nivel más alto de teoría.
Muchos de los temas que se abordan en este volumen han surgido
de la enseñanza del Dr. Mauricio Goldenberg y de la práctica clínica
realizada con su dirección en el Servicio de Psicopatología del Policlí
nico Gregorio Araoz Alfaro, de Lanús, Provincia de Buenos Aires.
Han sido objeto de discusión en grupos de médicos, psiquiatras,
psicólogos, asistentes sociales, psicopedagogos, terapistas ocupacio
nales, que han constituido grupos de trabajo, principalmente hospi
talario, centrados en la elaboración teórico-técnica del amplio campo
de las psicoterapias. De su trabajo crítico han surgido valiosos
aportes; gran parte de nuestros desarrollos han fraguado a la luz de
ese incesante diálogo grupal. Desde 1978 fundamos el Centro
de Estudios en Psicoterapias, institución de asistencia y formación de
posgrado, en cuyos equipos de trabajo también hemos discutido y
profundizado las líneas de investigación trazadas para el campo de
las Psicoterapias Psicoanalíticas. Desde 1986 hasta el presente
hemos fundado y conducido la Cátedra de "Clínica Psicológica y
Psicoterapias" en la Facultad de Psicología de la Universidad de
Buenos Aires. En sus aulas hemos tratado sistemáticamente los
temas centrales de este campo de estudios, con 50 docentes, 300
graduados y 15.000 alumnos del último año de la Carrera de Psico
logía. En la institución Ágora de Montevideo, en Esip de Porto Alegre,
y especialmente en Acippia de Madrid hemos sostenido años de
trabajo clínico, ateneos y jornadas de elaboración teórica.
Al terminar un ciclo de tareas, los miembros de uno de estos grupos
de discusión1 evaluaron sus resultados, llegando a conclusiones que
reflejan, creo, ciertos alcances de nuestro enfoque teórico-técnico del
campo. Fueron algunas de esas conclusiones: "Pude entender mejor
al paciente-persona como ser social, con un interjuego dialéctico de lo
interno y de lo externo, y esa comprensión me dio instrumentos para
trabajar con él de otra manera." "Se me abrió un camino más amplio:
10
relacionarme con el paciente o con el grupo en forma global, vinculan
do sus problemas con todos los aspectos de su mundo circundante,
distinguir en él fantasía de realidad y estudiar esa relación." "Frente
H un ser humano complejo vi que no hay una cosa para hacer sino
muchas." "Empecé a pensar más libremente desde una perspectiva
humana y desde mí." "Me sentí más libre como terapeuta, vi que es
útil preguntar, que no está prohibido reír a veces-, y que no siempre
hay que interpretar." "La comprensión de un enfoque situacional me
nclaró cómo entra la ideología." "Me quité el fantasma de la distan'cia
terapéutica y perdí el miedo a errar la interpretación." "Me aproximé
11 un psicodiagnóstico que dé una visión más concreta del paciente."
l1
para un vasto movimiento de transformaciones teóricas. Debemos
asumir que la creatividad potencial del campo desborda hasta el
momento a las elaboraciones capaces de efectuar su rescate con
ceptual.
12
rne engañen, recortando elementos efectivamente "reales" de esa
persona puestos en estado de cosas, no articulados, ignorando la
1'8tructura de la experiencia, su organización en base a las tendencias
que en esa persona presionan hacia alguna totalización de sí misma,
11n cuyo seno los dinamismos grupales (familiar, laboral, cultural),
11us campos prospectivos reales e imaginarios, sus prácticas ideológi- ·
13
proclive a intentar con ella abarcar el mundo. Y es conocido qu
monocultivo y subdesarrollo van juntos.
l '1
7. Las psicoterapias de más antiguo arraigo, las más difundidas y
11Kludiadas son, sin duda, las verbales, esto es, las que concentran sus
11l<pectativas de cambio en el poder modificador, revelador de la
p11labra.
Se ha señalado como problema el desgaste de las palabras con el
11110 (o el mal uso) del lenguaje psicoterapéutico (3). Se ha hablado de
11110 hay palabras (como "persecución", "dependencia", "castración",
11ngar" "una parte de uno, o del otro") que cada vez dicen menos, que
11 menudo se usan, como decía Bion, para no pensar. Que nos colocan,
111mo lo denunciaba Artaud, frente al "desconcertante desamparo de
111 lengua en sus relaciones con el pensamiento" cuando "ni una sola
111• nuestras palabras vive en nuestra boca más que separada del
'11•!0".
1°:1 enfrentamiento de esta problemática del lenguaje es otra de las
tllrt cciones importantes para el desarrollo de nuestro campo. En ella
&111·ge todo el problema del lenguaje en sus relaciones con el cuerpo y
11111 la acción. Y se abre entonces a la investigación la cuestión de las
I"' 1bilidades de un lenguaje activo, vivo, en el marco de una interac-
111111 corporal·restringida, y en el contexto más amplio de un estilo de
11t11 de paciente y terapeuta, signado por las restricciones represivas
1111 In acción. La tradición terapéutica ha asentado en la premisa de
111111ctuar para poder pensar, quedarnos quietos para poder concen-
11 •íl nos. La ideología de estas premisas o sus derivados ha sido
1h111l acada. ¿Aquella propuesta con lo que tiene de verdad parcial no
t11111ido a la vez la adaptación inadvertida a un contexto de inmovili
tlnd general? Lo cierto es que una nueva línea de experiencias
r. 111pnles, psicodramáticas, de trabajo corporal, su convergencia en
111 lnboratorios de interacción social, han venido también a cuestio-
1\111 nquellas premisas sobre las cuales surgen los problemas del
tf1•t orioro de la palabra. En estas experiencias lo que se constata es la
I'"'º h i lidad de invertir en parte la premisa, subrayando la necesidad
f1,. 11ctuar, de comprometer también el cuerpo para poder sentir
fH11111nr-verbalizar con una intensidad y veracidad nuevas. Estas
� p11riencias facilitan un acceso pleno a ese nivel de sensibilización y
1ul 11cto consigo mismo y con los otros donde el lenguaje vivo,
ft''' wnal, afectivo, a menudo poético, es emergente natural de lo
l\'itlo. Estos nuevos contextos de experimentación grupal abren
11l1i111ás al aprendizaje de nuevos lenguajes, plásticos, corporales,
t1111111áticos, que una cultura represiva mantiene relegados a la época
llfl lnH añorados juegos infantiles.
1 lt•Hde luego, no se puede suponer que baste con sentir el propio
111•1 ¡>0 o la piel del otro, con intimar y expresarse más libremente
111110 metas. Además, hay que poder abrirse a palabras verdaderas,
15
a palabras-vivas que habitan el mundo personal y lo hacen habitar po
la cultura, y abrirse además a un proceso de enfrentamiento consig
mismo y con la cultura a través de ese encuentro con las palabras
Papel singular, decisivo, del lenguaje verbal, en la experienci
terapéutica.
Esta dirección de desarrollo en psicoterapia apunta a recupera
todas aquellas condiciones en las cuales se haga posible a la palabr
el encuentro de su máxima plenitud. Problema terapéutico que h
sido desde siempre problema de poetas: encontrar palabras qu
logren ser acción más que contemplación, que más vale abra
enigmas en lugar de resolverlos, que vuelvan "cuerpo vivo lo qu
está prisionero en las palabras". Desde esta tarea se entiende e
consejo de Laing a los nuevos terapeutas: leer y escribir poesía com
actividad formativa esencial. Una coherencia con esa poesía leída
escrita exige además vivirla, dentro y fuera de sesión.
16
Esta problemática se ha hecho decisiva en momentos de discutir
1priamente programas de salud mental en Chile. La misma viene
1rnida al hecho de que las técnicas se han forjado en las metrópolis
t 11lonizadoras y han sido aplicadas sin respetar condiciones de regio-
17
especialización, se han desarrollado aportes de enfoques vinculares,
sistémicos,cognitivistas, bioenergéticos, lingüísticos, así como reno
vados aportes de la investigación psicoanalítica. Todos estos enfo
ques han mostrado perspectivas de una creciente complejidad para
nuestros abordajes clínicos. Hacerse cargo de esta complejidad se
convierte en otra de las direcciones principales del trabajo teórico y
de las prácticas que configuran este campo.
Los problemas sociales desplegados con la era del capitalismo
global introducen nuevos impactos para la salud mental de indivi
duos, grupos y comunidades. La desocupación y la inestabilidad en
las condiciones de trabajo nos introducen en el estudio de nuevas
situaciones críticas y traumáticas. Las problemáticas del poder
globalizador, sus modos de constitución y sus efectos, obligan a
nuevas investigaciones sobre las condiciones que hacen a los trastor
nos y a las tareas capaces de promover salud mental. Se trata de
comprender el entramado de factores sociales, económicos,jurídicos,
políticos y culturales que hacen a la constitución de la subjetividad en
las sociedades actuales. El campo de las psicoterapias debe abrirse
actualmente a estos desafíos.
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20
Capítulo 5
LOS EJES DEL PROCESO TERAPÉUTICO
81
FOCO ------ ACTIVACIÓN
--------�;:>- DE FUNCIONES
YOICAS ,
PROCESO TERAPÉUTICO
(DEL PACIENTE
(encadenamiento de diversas
Y DEL
influencias de cambio
TERAPEUTA)
y sus efectos,
-11
cierto margen
de desarrollo autónomo)
RELACIÓN DE TRABAJO
PERSONIFICADA
82
rectificar la indicación terapéutica: si no se cuenta con un potencial
de funciones yoicas activables, si no existe posibilidad de delimitar
un foco, si la relación de trabajo es excesivamente interferida por
obstáculos transferenciales-contratransferenciales, será escasa la
eficacia que logre una psicoterapia de esclarecimiento, haciendo por
ello aconsejable el empleo de otro tipo de recursos técnicos.
Por otra parte, si esta caracterización del proceso terapéutico
(entenderlo engarzado en la estructura asentada sobre aquellos
ejes) es correcta, no se establecen de base diferencias cualitativas
entre una psicoterapia breve (3 a 6 meses), una de plazo moderado
(7 a 17 meses), o una prolongada (más de 18 meses) en la medida en
que no surjan complicaciones transferenciales que interfieran en
exceso la relación trabajo, dado que en ese caso el foco podrá ir
ampliándose, podrán sucederse distintos focos a lo largo del proceso.
Pero la estructura básica montada será esencialmente la misma. Tal
vez esta sea una razón básica para que nuestra indagación teórico
técnica, que comenzó centrada en los procesos de psicoterapias
breves, haya ido extendiendo muchos de los principios sustentables
para aquellas técnicas al campo más amplio de las psicoterapias.
Mencionamos antes que la caracterización de aquellos ejes como
organizadores del proceso abre la posibilidad de una tarea de
evaluación clínica más rigurosa. Al identificar estos ejes estamos
recortando parámetros referibles a indicadores empíricos no ambi
guos, lo cual puede facilitar además la operacionalización de ciertas
variables a los fines de elaborar diseños para investigar el proceso en
psicoterapia. Lo significativo está en que las condiciones creadas por
la organización convergente de aquellos ejes poseen una especifici
dad suficiente como para delimitar un campo dinámico propio. Este-
campo a su vez puede verse como el ámbito común a un vasto
conjunto de recursos técnicos. El movimiento de aquellos ejes tiene,
en las psicoterapias de esclarecimiento, por ejemplo, su principal
pivote en las activación yoica. Sobre los mismos ej es, las medidas
dirigidas al ambiente (trabajo social) así como las psicoterapias
directivas, concentran su acción, en cambio, sobre la situación focal.
En este caso la relación de trabajo se organiza según características
de esa situación y las actividades yoicas que se obtienen son conse
cuencia de la experiencia de modificaciones concretas introducidas
en el foco. Es tal vez el compartir esa estructura organizadora de sus
diversas influencias lo que permite englobar a una vasta familia de
recursos técnicos en el campo más amplio de las psicoterapias.
En los capítulos siguientes, se discutirán aspectos teóricos y
técnicos vinculados con cada uno de aquellos ejes. Luego será
necesario enfocar el problema de los cambios en el proceso terapéu-
83
tico para identificar mecanismos de acción, efectos, encadenamien
tos de efectos y retroacciones, un conjunto de dinamismos moviliza
dos en el proceso.
84
Capítulo 9
l)INAMISMOS Y NIVELES
DEL CAMBIO EN PSICOTERAPIAS
131
Se destacó el papel de la relación de trabajo personificada como
experiencia emocional correctiva en la que se concentran dinamis
mostransferenciales (proyección en la figura del terapeuta de oqjetos
internos persecutorios -rol del superyó, por ejemplo-, así como de
'
objetos protectores, reparatorios) y diferenciales (rectificación de
rasgos negativos vi;nculados a las imagos parentales, alivio de la
persecución del superyó por la conducta efectivamente permisiva y
comprensiva del terapeuta) en buena medida originales, propios de
una relación sin precedentes (un diálogo prolongado, abierto y veraz
con un experto que guía en la concentración de atención y en el ensayo
de métodos de indagación sobre sí mismo). En experiencias grupales
e institucionales se agregan influencias semejantes de muchos otros
nuevos vínculos.
Un agente dinámico importante actúa en la continencia ofrecida
por el vínculo terapéutico. Por ella se reactivan naturalmente los
elementos de una relación infantil de dependencia (reaseguramien
to, sostén, recuperación de la autoestima a partir del interés cálido
del terapeuta). Los fenómenos de proyección-depositación, inheren
tes a esta relación, proporcionan con frecuencia un alivio en el monto
inicial de ansiedad, que interferiría una mejor disponibilidad del
repertorio de funciones yoicas. La necesidad de este vínculo depen
diente inicial puede modificarse, una vez recuperado ese potencial de
funciones yoicas. La posibilidad de una regresión más profunda que
tienda a cronificar la dependencia encuentra sus límites en la
psicoterapia por l a constante presencia de las condiciones de realidad
del vínculo, incluida una más frecuente referencia a sus límites
temporales.1
El interés del vínculo centrado en la persona, el respeto y la
receptividad del terapeuta para su más libre expresión conjugan
influencias reaseguradoras de autoestima. Tal fortalecimiento afec
tivo, con sus componentes de alivio y gratificación, es un hecho
primordial en la dinámica del proceso terapéutico, sobre el que
apoyan aperturas (con la ansiedad y el dolor de las mismas) y se
refuerza la motivación para seguir enfrentando la incertidumbre de
lo desconocido. El reaseguramiento afectivo es esencial para llevar la
ansiedad a un nivel útil y para facilitar el crecimiento de funciones
yoicas autónomas. Un aspecto de gratificación emocional importante
es el producido en la experiencia de ser comprendido por el terapeuta,
en la actitud de éste que va al encuentro de lo más personal e íntimo
1 Desde este punto de vista, una psicoterapia prolongada debiera siempre trabajar
132
del paciente, de zonas no sólo desconocidas sino "solitarias", necesi
tadas de contacto con el otro.
A su vez el trabajo de indagación y verbalización de lo vivido,
instala un proceso original de creciente objetivación, sobre el cual se
consolidan también los reforzamientos yoicos. Uno de los aspectos de
este proceso de objetivación es la experiencia emocional-cognitiva
peculiar del insight; otros, tal vez más frecuentes, residen en los
fenómenos de esclarecimiento y discriminación. Se instala con ellos
un aprendizaje, susceptible de ulteriores desarrollos autónomos,
centrado en la experiencia de conocer-comprender-objetivarse y
asentado en el soporte del lenguaje. Se ha destacado el rol no sólo
clarificador sino además autoafirmador de la palabra: "La experien
cia del hablante de escucharse hablar determina una interacción
dialéctica del individuo consigo mismo que promueve el crecimiento
del ego" (6).
El ensayo concreto en la acción de nuevas actitudes, constituye
otro canal de influencias significativas, que habitualmente se van
entretejiendo con los otros niveles de movilización y crecimiento. La
posibilidad de intentar un comportamiento diferente relativiza la
apariencia de inmovilidad que tiene el mundo antes de iniciar este
proceso de aperturas. La experiencia vivida de la nueva conducta
contiene a menudo el poder de los actos reveladores, una fuerza de
convicción intransferible, que se refuerza por el contraste con conduc
tas previas.
Otro nivel de influencias de cambio debe verse en las respuestas de
los otros ante la evidencia de los procesos que van aconteciendo en el
paciente, y la variación de calidad que se opera en los vínculos por el
encuentro de esas dos vertientes de modificación.
133
•
134
de la toma de conciencia, de la reflexión crítica, como factor de
cambio, y la puesta en relación del mundo emocional subjetivo con
1nodalidades concretas de relaciones entre los hombres, relaciones
que se muestran no estáticas ni eternas, sino históricas y sujetas a
111odificación. Más allá de este nivel general, Marx y Freud se separan
en cualquier momento, porque el alcance de lo que se cambia, los
111étodos del cambio, las unidades a las que se aplica, pueden sufrir
recortes muy diferentes desde distintas ideologías.
8. Encadenamiento autónomo
de influencias y efectos del proceso terapéutico
}lasta aquí han surgido en una enumeración casi lineal una serie de
influencias de cambio y un conjunto de efectos operados por esas in
fluencias. Pensarlos a su vez en interacciones abre la posibilidad de
comprender otros dinamismos propios del proceso de cambios que
J>uede poner en marcha una psicoterapia.
Una observación cuidadosa del modo en que los cambios se suce
tlen permite, a mi juicio, comprender el entrelazamiento de influen
cias y efectos en términos de ciclos de crecimiento autónomo en
spiral, ascendente o descendente (4). Ciclos pensados según un
inodelo de cambios que se producen por un crecimiento autónomo de •
135
terapéuticas lograrán su efecto no sólo por mejorar cierta zona de la
situación, sino que actuando sobre esa zona podrán ayudar a rees
tructurar el conjunto.
El proceso de mejoría puede ser comprendido como la inversión de
signo (esto es de dirección) de un ciclo, con promoción de un ciclo
orientado hacia la recuperación y el crecimiento, en el cual los efectos,
ahora positivos, se eslabonan en una nueva escalada. Hay que
entenderlo así, ya que con gran frecuencia no hay relación puntual ni
proporcional entre las influencias de cambio atribuibles a las sesio
nes de un período de psicoterapia y los cambios que efectivamente
van surgiendo. Rangell (9) destaca así el problema: "Los psicotera
peutas de todas las escuelas están familiarizados con los notables
cambios que pueden lograrse en algunos pacientes en un período
relativamente breve. Ello puede deberse a numerosas razones, una
de las cuales, la menos explorada, es el conocido hecho del 'paciente
que se cura a sí mismo' si el terapeuta no se lo impide". Entiende el
autor que la dinámica de estas "fuerzas autocurativas" puede ser
bastante compleja.
Este hecho, que tradicionalmente fue visto como una dificultad
para comprender los mecanismos de acción de las psicoterapias y
para prever la amplitud e intensidad de los cambios, en realidad
viene a mostrarnos que lo que no se puede es pensar en esas
influencias con modelos de causalidad lineal. Resultan, en cambio,
susceptibles de comprensión en base a modelos poli causales de acción
en cadena, de ciclos de autonomía interna.
Un modelo de ciclos de cambio permite, entiendo, dar precisión a
lo que ciertos autores de manera vaga han descrito como la existencia
en todo paciente de "impulsos autónomos hacia la salud" ( 1). Coincide
con lo expuesto últimamente por Wender (13) en términos de "retroa
limentación amplificadora de la desviación", "círculos viciosos" y
"círculos virtuosos" (basado en conceptos cibernéticos de Maruyama,
1963) (7).
Esta teoría de ciclos potenciadores de efectos en las psicoterapia
podría iluminar un hecho hasta ahora poco explicado: las estadísticas
de resultados de distintos tipos de psicoterapias arrojan porcentajes
de éxito y fracaso no muy disímiles. Para psicoterapias breves
ambulatorias, por ejemplo, distintas instituciones comunican entr
60% y 80% de mejorías. Coloquemos por un momento entre parénte
sis todos los cuestionamientos metodológicos acerca de estos estu
dios, y pensemos en la posibilidad de que alguna real aproximación
en los efectos de diferentes técnicas, terapeutas e instituciones,
obedezca a que cada una de estas influencias terapéuticas termine
produciendo, por vías de abordaje distintas (sobre eslabones diferen-
136
Les) efectos que una vez superado un umbral, converjan en un ciclo
o vía final común de la progresión y recuperación.
Esta hipótesis podría llevar asimismo a indagar en los casos de
recuperaciones espontáneas, sin intervención terapéutica, qué otro
tipo de estímulos pudo actuar impulsando ese ciclo final común de
progresión. Es necesario suponer la existencia de estos encadena
mientos autónomos a partir de una variedad de estímulos parciales
y alternativos, tanto para esas recuperaciones espontáneas como
para las que responden a contactos terapéuticos mínimos. (Estos
6xitos terapéuticos sorprenden siempre antes que nada al terapeuta,
quien cree haber hecho demasiado poco para que tales cambios
ocurran.)
Es interesante además detenerse en esta posibilidad de pensar los
cambios que son efecto de las psicoterapias engarzados en un par de
ciclos de signo opuesto (negativo o descompensante, y positivo o
recuperante) porque desde la perspectiva estructuralista (3, 8) las
oposiciones (una de las relaciones internas estructurales más exten
didas y mejor estudiadas) asumen en diversas estructuras -lingüís
ticas, mitológicas, históricas- el carácter de una bipolaridad, configu
ran sistemas de oposición binaria que funcionan según un régimen de
Lodo o nada; no existen puntos intermedios de significación y peque
ñas variaciones ocasionan "saltos de significación". Hemos pensado
1tntes en la situación como estructura móvil que engloba en cada fase
una diversidad de elementos heterogéne0s (intrapersonales, interac
cionales, contextuales). Las oposiciones en el seno de esa estructura
( merecer estima-merecer desprecio, llevarse bien-llevarse mal, éxi
to-fracaso en la tarea) permitirían comprender los fenómenos de
i nversión del signo global del ciclo, a partir de estímulos breves o
de escasa intensidad, es decir un salto de significación en el interior de
1•sos sistemas de oposición binaria permitiría explicar más profunda
mente. la aparición de cambios que no guardan proporción con l a
magnitud o duración d e los estímulos correctores aplicados a l a
uituación.
Intentaré aclarar la idea con un ejemplo clínico.
He mencionado en la discusión de foco a Ernesto, un paciente de
:w años, en psicoterapia de un año de plazo (idea inicial sujeta
1wentualmente a reajustes). En el momento de la consulta se conju
l{nn una serie de elementos susceptibles de organizarse en un ciclo
dcscompensante, de signo negativo; entre otros: separación de su
1 1 1 uj er con grandes obstáculos para un reencuentro y total dificultad
pura aceptar la pérdida; dificultad para ejercer la paternidad con su
hijo, agravada por la falta de convivencia con él; deterioro de su
rnndimiento laboral; angustia y depresión intensa. Seis meses des-
137
pués su situación ha variado: hay un acercamiento logrado con la
esposa; una mayor conexión con el hijo; ha mejorado en su rendimien
to en el trabajo, y la angustia y depresión intensas han cedido. Estos
nuevos elementos pueden interactuar, y es lo que se observaba en su
evolución, encadenando un ciclo positivo de recuperación. Cada uno
de esos aspectos de cambio puede comprenderse configurando un eje
de oposiciones binarias:
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l'ambios en psicoterapia se encuentran en la amplia reseña biblio-
1�ráfica de Small ( 12), y en las casuísticas de Alexander y French y de
M al an , entre otros. La coincidencia de efectos de p si coterapias de
diferente duración se observa en la investigación de Errera y
l'olaboradores (2). Varios de nuestros criterios apoyan en investiga
r·iones dedicadas a estudiar aspectos del proceso (5) y a la predicción
de resultados (10).
lteferencias bibliográficas
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