Génesis Capítulo 1 Explicado Por Versículos

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(Génesis 1:1) En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.

*** wp19 núm. 1 pág. 5 ¿Cuál es el nombre de Dios? ***


La mayoría de los científicos creen que el universo tuvo un
principio. En armonía con esta idea básica, el primer versículo
de la Biblia dice: “En el principio Dios creó los cielos y la
tierra” (Génesis 1:1).
El universo no pudo crearse solo, no pudo llegar a existir de
la nada, pues la nada no puede producir algo. Si antes del
universo no hubiera existido nada, hoy no habría universo.
Aunque nos resulte difícil de entender, se necesitó una
primera causa no material y eterna. Esa Primera Causa es
Jehová, un ser espiritual infinitamente sabio y poderoso (Juan
4:24).
La Biblia dice sobre Dios: “Antes que nacieran las montañas
mismas, o tú procedieras a producir como con dolores de
parto la tierra y el terreno productivo, aun de tiempo indefinido
a tiempo indefinido tú eres Dios” (Salmo 90:2). Por lo tanto,
Dios siempre ha existido. Fue él quien, “en el principio”, creó
el universo (Revelación [Apocalipsis] 4:11).

*** it-1 pág. 474 Cielo ***


Espacio sideral. Los “cielos” físicos comprenden tanto la
atmósfera terrestre como las regiones del espacio sideral con
sus cuerpos estelares, “todo el ejército de los cielos”: el Sol,
la Luna, las estrellas y las constelaciones. (Dt 4:19; Isa 13:10;
1Co 15:40, 41; Heb 11:12.) En el primer versículo de la Biblia
se alude a la creación de esos cielos estrellados antes de la
preparación de la Tierra para la vida del hombre. (Gé 1:1.)

*** it-1 pág. 570 Creación ***


Aunque Jehová, que es un Espíritu (Jn 4:24; 2Co 3:17), ha
existido siempre, no se puede afirmar lo mismo de la materia
que constituye el universo. Por lo tanto, cuando creó los
cielos y la tierra literales, Jehová no usó materia preexistente.
Génesis 1:1 deja esto claro con las palabras: “En el principio
Dios creó los cielos y la tierra”. En caso de que la materia
hubiera existido siempre, no habría sido correcto el uso del
término “principio” con referencia a las cosas materiales.

*** it-1 pág. 570 Creación ***


Cuando las Escrituras dicen: “En el principio Dios creó los
cielos y la tierra” (Gé 1:1), dejan sin determinar cuándo tuvo
lugar la creación. El uso del término “principio” es, por lo
tanto, incuestionable, sin importar la edad que los científicos
quieran atribuirle al globo terráqueo, así como a todos los
planetas y los demás cuerpos celestes. El momento real de la
creación de los cielos y la Tierra materiales puede haber
acontecido hace miles de millones de años.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Génesis 1:1, 2 hace referencia a un tiempo anterior a los
seis “días” bosquejados en el cuadro. Cuando estos “días”
comenzaron, el Sol, la Luna y las estrellas ya existían, como
se explicita en Génesis 1:1. Sin embargo, antes de estos seis
“días” de obra creativa, “la tierra se hallaba sin forma y
desierta y había oscuridad sobre la superficie de la
profundidad acuosa”. (Gé 1:2.) Al parecer, aún había un
manto de nubes que envolvía la tierra y que impedía la
llegada de la luz hasta su superficie.

*** it-1 págs. 878-879 Estrella ***


Edad. El hecho de que en la actualidad lleguen a los
gigantes telescopios de la Tierra rayos procedentes de
estrellas y galaxias remotas, situadas a millones de años luz,
indica que la creación de estos cuerpos siderales tuvo lugar
hace por lo menos millones de años, pues de otro modo estos
rayos no hubieran llegado aún a nuestro planeta. Esta
creación está incluida en la declaración inicial de Génesis 1:1:
“En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. El versículo 16
no contradice estas palabras cuando dice que durante el
cuarto “día”, o período creativo, “Dios procedió a hacer [...] las
estrellas”. La palabra “hacer” (heb. ʽa·sáh) no significa lo
mismo que la palabra “crear” (heb. ba·ráʼ). (Véase
CREACIÓN.)

*** it-1 pág. 1106 Hebreo, II ***


Si el verbo refleja una acción acabada, se halla en estado
perfecto. Por ejemplo, Génesis 1:1 dice: “En el principio Dios
creó los cielos y la tierra”. La acción se había consumado:
Dios “creó”, es decir, terminó de crear los cielos y la Tierra.

*** it-2 pág. 260 Lumbrera ***


El versículo inicial de la Biblia dice: “En el principio Dios
creó los cielos y la tierra”. (Gé 1:1.) Por lo tanto, los cielos —
con sus cuerpos celestes, entre ellos el Sol— existían con
una anterioridad indefinida a todo lo sucedido durante los seis
períodos creativos descritos en los siguientes versículos del
primer capítulo de Génesis.

*** it-2 pág. 1123 Tierra ***


Creación. La Biblia explica cómo llegó a existir el planeta
con la simple declaración: “En el principio Dios creó los cielos
y la tierra”. (Gé 1:1.) No se dice, sin embargo, cuándo fue ese
principio en el que se crearon los cielos estrellados y la
Tierra. Por lo tanto, no hay ninguna base para que los
estudiantes de la Biblia discutan los cálculos científicos sobre
la edad del planeta. Los científicos calculan que algunas
rocas tienen tres mil quinientos millones de años y que la
Tierra misma tiene de cuatro mil millones a cuatro mil
quinientos millones de años o más.

*** w15 1/6 pág. 5 Los logros de la ciencia ***


Edad del universo y de la Tierra
Los científicos calculan que la Tierra tiene unos
4.000 millones de años y que el origen del universo tuvo lugar
entre 13.000 y 14.000 millones de años atrás. La Biblia
no pone fecha al origen del universo. Tampoco dice en
ninguna parte que la Tierra solo tenga unos pocos miles de
años. El primer versículo de la Biblia dice sencillamente: “En
el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Así,
abre la puerta para que los científicos determinen la edad del
universo y la Tierra utilizando leyes y principios probados.

*** g 10/15 pág. 8 La evolución ***


¿Descarta el relato bíblico de la creación la posibilidad de
que el universo empezara con el Big Bang, o la Gran
Explosión?
La Biblia dice: “En el principio Dios creó los cielos y la
tierra” (Génesis 1:1). Pero no da detalles de cómo creó Dios
todas las cosas. Aunque el universo fuera el resultado de una
explosión cósmica, eso no contradice lo que afirma la Biblia.
En ese caso, Génesis 1:1 estaría respondiendo a la pregunta
de quién causó esa gran explosión.
Es cierto que muchos científicos creen que la explosión
fue espontánea y sin ningún control, y que con el tiempo las
partículas de materia formaron las estrellas y los planetas.
La Biblia no apoya esa idea, sino que dice que Dios mismo
creó el universo, ya fuera usando una explosión cósmica o
cualquier otro medio.
“En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).

*** g 3/14 pág. 5 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
¿CUÁNTO TARDÓ DIOS EN CREAR EL UNIVERSO?
La Biblia afirma que Dios creo “los cielos y la tierra”. Esta
es una declaración muy general; no especifica cuánto tiempo
le tomó crear el universo ni los métodos que empleó.

*** g 3/14 pág. 6 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
EL PRINCIPIO
Los cielos y la Tierra fueron creados (Génesis 1:1).

*** w11 15/2 págs. 6-7 El espíritu santo: la fuerza detrás de


la creación ***
El milagro de la creación
3
Las palabras de apertura de la Biblia muestran de dónde
salió el universo: “En el principio Dios creó los cielos y la
tierra” (Gén. 1:1). Partiendo de la nada, Jehová empleó su
poderosa fuerza activa para crear “los cielos y la tierra”, sí,
todo el cosmos. Dios se valió del espíritu santo para realizar
sus imponentes obras, tal como el hombre se vale de sus
manos y sus herramientas para elaborar hermosas
creaciones.
4
Utilizando lenguaje figurado, las Escrituras llaman al
espíritu santo el “dedo de Dios” (Luc. 11:20; Mat. 12:28).
Y todo lo que Jehová ha logrado mediante dicha fuerza —
toda “la obra de sus manos”— canta su grandeza. El salmista
exclamó: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de
la obra de sus manos la expansión está informando” (Sal.
19:1). Como vemos, la creación da testimonio del
espectacular poder del espíritu de Jehová (Rom. 1:20).
Veamos algunos ejemplos.
El poder infinito de Dios
5
La inmensidad del universo evidencia que el poder y la
energía de Jehová son inagotables (léase Isaías 40:26). Los
científicos han aprendido que la materia se puede convertir
en energía, y viceversa. Y nuestra estrella, el Sol, es un
ejemplo de esta transformación. Gracias a las reacciones que
tienen lugar en su interior, cada segundo 4.000.000 de
toneladas de materia solar se convierten en luz y otras formas
de energía radiante. Aunque solo nos llega una pequeñísima
fracción de dicha energía, es más que suficiente para
sostener la vida en la Tierra. Obviamente, se necesitó una
formidable cantidad de poder y energía para crear el Sol y los
demás miles de millones de estrellas. Jehová posee toda esa
energía y muchísima más.
6
El orden que observamos en la creación demuestra que
Dios intervino mediante su espíritu. Para ilustrarlo, imagine
que introduce bolitas de colores en una caja y luego las
mezcla bien y las arroja al suelo. ¿Caerán agrupadas por
color: las azules por un lado, las amarillas por otro y así por el
estilo? ¡Claro que no! Los objetos que se someten a una
acción incontrolada no tienden al orden, sino al desorden.
Esta es una reconocida ley fundamental de la naturaleza.
7
Sin embargo, ¿qué ha encontrado el hombre al observar
el cielo a través de sus telescopios? Un inmenso sistema de
galaxias, estrellas y planetas moviéndose con extraordinaria
precisión. ¿Podría ser ese orden producto de la casualidad
ciega o de un accidente cósmico? De ningún modo.
Entonces, ¿qué fuerza llevó a que existiera un universo tan
organizado? Ningún método de observación y
experimentación científica es capaz de identificarla. Pero la
Biblia señala que se trata del espíritu santo, la fuerza más
poderosa del universo. Bien lo dijo el salmista: “Por la palabra
de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu
de su boca todo el ejército de ellos” (Sal. 33:6). Al recorrer
con la mirada el firmamento nocturno, podemos ver una
pequeña porción de este gran “ejército” de estrellas.

*** lc pág. 24 La ciencia y el relato de Génesis ***


¿Cuándo fue “el principio”?
El Génesis se abre con esta sencilla y poderosa
declaración: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”
(Génesis 1:1). Algunos eruditos coinciden en que aquí se
describe una acción distinta de la actividad que tuvo lugar en
los días creativos mencionados a partir del versículo 3. Las
palabras de apertura de la Biblia son de gran trascendencia,
pues indican que el universo, incluida la Tierra, ya había
existido por una cantidad indefinida de tiempo antes de que
comenzaran los días creativos.
Los geólogos calculan la edad de la Tierra en cuatro mil
millones de años, y los astrónomos estiman la del universo en
quince mil millones. ¿Contradicen estas cifras, o los nuevos
cálculos que puedan venir en el futuro, las palabras de
Génesis 1:1? No, pues la Biblia no precisa la edad real de
“los cielos y la tierra”. Así que la ciencia no desmiente el texto
bíblico.
*** bm sección 1 pág. 4 El Creador regala un paraíso a los
seres humanos ***
“EN EL principio Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis
1:1.) Se ha dicho que estas son las palabras de apertura más
conocidas de la historia. Con esta oración tan sencilla y
elegante, la Biblia presenta a su protagonista principal:
Jehová, el Dios todopoderoso, el Creador de todo el universo,
incluido nuestro planeta.

*** w07 15/2 pág. 5 El singular sistema solar: ¿cómo llegó


a existir? ***
“En el principio Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis
1:1.) Las palabras de apertura de la Biblia aluden a la
creación del sistema solar —incluyendo la Tierra— y la de las
estrellas que se hallan en los miles de millones de galaxias
que componen el universo.

*** g 11/07 pág. 8 4. Exactitud científica ***


Gracias en parte a los poderosos telescopios que escrutan
el firmamento, algunos cosmólogos han llegado a la
conclusión de que el universo tuvo un nacimiento repentino.
Claro, no todos los científicos aceptan lo que implica este
punto de vista. Cierto profesor dijo: “Un universo que tenga
principio parece exigir una primera causa, pues ¿quién podría
imaginar semejante efecto sin una causa de suficiente
magnitud?”. Mucho antes de que se inventaran los
telescopios, el primer versículo de la Biblia ya afirmaba: “En el
principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).

*** g 9/06 pág. 19 ¿Se contradicen el relato de Génesis y


la ciencia? ***
“El principio” del universo
El relato de Génesis se inicia con una declaración sencilla
y contundente: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”
(Génesis 1:1). Los eruditos bíblicos coinciden en que la
acción aquí descrita es distinta a lo que ocurrió en los días
creativos mencionados a partir del versículo 3. Este hecho
tiene una gran trascendencia. Implica que, de acuerdo con la
primera frase de la Biblia, el universo, incluido el planeta
Tierra, ya existía desde tiempos indefinidos antes del
comienzo de los días creativos.
Los geólogos cifran la antigüedad de la Tierra en unos
cuatro mil millones de años, y los astrónomos calculan que la
del universo puede alcanzar los quince mil millones.
¿Contradicen dichas cifras —o las que quizás se ofrezcan en
el futuro— lo que afirma Génesis 1:1? No, pues la Biblia
no especifica la antigüedad de “los cielos y la tierra”. De modo
que la ciencia no refuta el relato bíblico.

*** gf lec. 4 pág. 7 Cómo podemos conocer a Dios ***


Por ejemplo, la Biblia dice: “Dios creó los cielos y la tierra”
(Génesis 1:1). Cuando Jehová creó “los cielos”, también hizo
el Sol. Entonces, ¿qué nos enseña esto de Dios? Que Jehová
tiene mucho poder. Solo él pudo hacer algo tan poderoso
como el Sol. También nos muestra que Jehová es sabio,
pues se necesita sabiduría para hacer el Sol, que nos da
calor y luz, y nunca se apaga.

*** ct cap. 6 pág. 85 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
Escritos babilónicos y egipcios exponen mitos similares
sobre el nacimiento de sus dioses en un universo
preexistente. Sin embargo, el hecho es que ninguno de estos
mitos explica la procedencia del universo. Analicemos, por
tanto, un relato diferente sobre la creación. Esta narración
particular, que se encuentra en la Biblia, empieza con las
palabras: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”
(Génesis 1:1).
Moisés escribió esta declaración sencilla y elocuente hace
unos tres mil quinientos años. El versículo centra la atención
en un Creador, Dios, que trasciende el universo material
porque le dio origen y, por consiguiente, existía con
anterioridad. El mismo libro enseña que “Dios es un Espíritu”,
lo que significa que existe de manera invisible a nuestros ojos
(Juan 4:24). Esta explicación es quizá más concebible hoy,
pues los científicos han descubierto la existencia en el
espacio de potentísimas estrellas de neutrones y agujeros
negros, objetos invisibles que pueden detectarse por los
efectos que producen.

*** w92 1/2 pág. 9 párrs. 3-4 El espíritu santo, dádiva de


Jehová ***
Suponga que pudieran juntar toda aquella energía
llameante y convertirla en unos cuantos kilogramos de uranio
e hidrógeno. ¡Qué logro sería ese! Sin embargo, Jehová hizo
algo parecido a eso —pero en escala mucho mayor— cuando
“en el principio [...] creó los cielos y la tierra”. (Génesis 1:1.)
4
Jehová tiene vastas reservas de energía dinámica.
(Isaías 40:26.) En la creación debe haber ejercido control
sobre alguna de esa energía cuando formó toda la materia
que compone el universo. ¿Qué usó en tal actividad creativa?
Espíritu santo. Leemos: “Por la palabra de Jehová los cielos
mismos fueron hechos, y por el espíritu de su boca todo el
ejército de ellos”. (Salmo 33:6.) Y el relato de Génesis sobre
la creación dice: “La fuerza activa [espíritu santo] de Dios se
movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas”.
(Génesis 1:2.) ¡Qué poderosa fuerza es el espíritu santo!

*** si pág. 14 párr. 9 Libro bíblico número 1: Génesis ***


Remontándose al pasado, evidentemente a través de
miles de millones de años, Génesis comienza con
impresionante sencillez: “En el principio Dios creó los cielos y
la tierra”. Es significativo el hecho de que esta oración de
apertura identifica a Dios como el Creador y a su creación
material como los cielos y la Tierra.

*** gm cap. 8 págs. 100-101 La ciencia... ¿ha probado que


esté equivocada la Biblia? ***
“En el principio”
6
El mismo primer versículo de la Biblia declara: “En el
principio Dios creó los cielos y la tierra”. (Génesis 1:1.) Por
estudios que han hecho, los científicos han teorizado que el
universo material sí tuvo comienzo. No ha existido desde
siempre. El astrónomo Robert Jastrow, agnóstico en asuntos
religiosos, escribió: “Los detalles difieren, pero los elementos
esenciales en el relato astronómico y el relato bíblico de
Génesis son iguales: la cadena de sucesos que condujo a la
aparición del hombre empezó rápida y súbitamente en un
momento específico, en un relampagueo de luz y energía”3.
7
La verdad es que, aunque muchos científicos creen que
el universo tuvo principio, no aceptan la declaración de que
“Dios creó”. No obstante, algunos ahora admiten que es difícil
pasar por alto la prueba de que hay alguna clase de
inteligencia tras todo. Freeman Dyson, profesor de física,
comenta: “Mientras más examino el universo y estudio los
detalles de su arquitectura, más prueba hallo de que de
alguna manera el universo sabía que veníamos”.
8
Dyson pasa a reconocer lo siguiente: “Como científico,
adiestrado en los hábitos del pensamiento y el lenguaje del
siglo XX más bien que del XVIII, no afirmo que la arquitectura
del universo pruebe la existencia de Dios. Solo afirmo que la
arquitectura del universo es consecuente con la hipótesis de
que un elemento mental desempeña un papel esencial en su
funcionamiento”4. Su comentario ciertamente revela la actitud
escéptica de hoy día. Pero si se pone a un lado ese
escepticismo, se nota que hay una extraordinaria armonía
entre la ciencia moderna y la declaración bíblica de que “en el
principio Dios creó los cielos y la tierra”. (Génesis 1:1.)

*** rs pág. 65 párr. 1 Biblia ***


El origen del universo: Gén. 1:1: “En el
principio creó Dios los cielos y la tierra.” En
1978, el astrónomo Robert Jastrow escribió:
“Ahora vemos que la prueba que presenta la
astronomía conduce a un punto de vista bíblico
del origen del mundo. Los detalles difieren, pero
los elementos esenciales en el relato
astronómico y en el relato bíblico de Génesis
son iguales: la cadena de los sucesos que
culminaron en la aparición del hombre comenzó
repentina y bruscamente en un momento
específico en el tiempo, en un instante de luz y
energía” (God and the Astronomers [Dios y los
astrónomos], Nueva York, 1978, pág. 14).

*** rs pág. 408 párrs. 1-3 Trinidad ***


En Génesis 1:1 el título “Dios” se traduce de la
palabra ’Elo·himʹ, que es plural en hebreo. Los
trinitarios interpretan esto como indicio de la
Trinidad. Además, al explicar Deuteronomio 6:4,
dicen que da a entender la unidad de los
miembros de la Trinidad, porque dice: “El
SEÑOR nuestro Dios [de ’Elohimʹ] es un
SEÑOR”.
La forma plural del sustantivo del nombre que
aparece aquí en hebreo es el plural de majestad
o excelencia. (Véanse NBE, vocabulario del
A[ntiguo] T[estamento]; y Diccionario ilustrado
de la Biblia, de Wilton M. Nelson, 1977,
pág. 170; también, New Catholic Encyclopedia,
1967, tomo V, pág. 287.) No transmite la idea de
pluralidad de personas dentro de una divinidad.
De manera semejante, en Jueces 16:23, cuando
se hace referencia al dios falso Dagón, se utiliza
una forma del título ’elo·himʹ; el verbo
acompañante está en singular, lo cual muestra
que se hace referencia a un solo dios. En
Génesis 42:30 se habla de José como el “señor”
(’adho·nehʹ, el plural de excelencia) de Egipto.
El griego no tiene un ‘plural de majestad o
excelencia’. Por consiguiente, en Génesis 1:1 los
traductores de la LXX usaron ho The·osʹ (Dios,
en singular) como el equivalente de ’Elo·himʹ.

*** g88 8/12 pág. 24 ¿Qué dice en realidad el libro bíblico


de Génesis? ***
Las palabras de apertura del libro de Génesis dicen: “En el
principio Dios creó los cielos y la tierra”. (Génesis 1:1.)
¿Indican estas palabras que eso sucedió hace unos diez mil
años? No, no se menciona ningún período de tiempo
concreto. La expresión “el principio” puede referirse a miles
de millones de años atrás.
No obstante, en ese mismo “principio”, la Biblia menciona
la presencia de un ser inteligente, el Creador, como el que
controlaba la obra creativa. Aunque a muchos científicos
no les seduce esta idea, armoniza con las conclusiones de
los astrónomos en el sentido de que el universo sí tuvo un
principio, que está muy bien ordenado y gobernado por leyes
definidas. Un sistema ordenado regido por leyes solo puede
proceder de una mente inteligente. Aunque la ciencia nos ha
explicado muchas de estas leyes, solo el libro de Génesis nos
presenta al Legislador.
(Génesis 1:2) Ahora bien, la tierra no tenía forma y estaba
vacía. La oscuridad cubría la superficie de las aguas
profundas, y la fuerza activa de Dios se movía de un lado a
otro por encima de las aguas.

*** it-1 pág. 27 Abismo ***


ABISMO

Según la obra Greek and English Lexicon to the New


Testament (Londres, 1845, pág. 2), el término griego
á·bys·sos significa “muy o sumamente profundo”. Para el
Greek-English Lexicon (de Liddell y Scott, Oxford, 1968,
pág. 4), el significado es “insondable, ilimitado”. La
Septuaginta griega lo utiliza por lo general para traducir la
palabra hebrea tehóhm (profundidad acuosa), como en
Génesis 1:2; 7:11.

*** it-1 pág. 570 Creación ***


El Salmo 33:6 dice apropiadamente: “Por la palabra de
Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu de
su boca todo el ejército de ellos”. Cuando la tierra aún estaba
“sin forma y desierta”, con “oscuridad sobre la superficie de la
profundidad acuosa”, era la fuerza activa de Dios la que se
movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas. (Gé
1:2.) De modo que Dios usó su fuerza activa, o “espíritu”
(heb. rú·aj), para efectuar la creación.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Génesis 1:1, 2 hace referencia a un tiempo anterior a los
seis “días” bosquejados en el cuadro. Cuando estos “días”
comenzaron, el Sol, la Luna y las estrellas ya existían, como
se explicita en Génesis 1:1. Sin embargo, antes de estos seis
“días” de obra creativa, “la tierra se hallaba sin forma y
desierta y había oscuridad sobre la superficie de la
profundidad acuosa”. (Gé 1:2.) Al parecer, aún había un
manto de nubes que envolvía la tierra y que impedía la
llegada de la luz hasta su superficie.

*** it-1 pág. 859 Espíritu ***


Su cometido en la creación. Jehová Dios realizó la
creación del universo material por medio de su espíritu o
fuerza activa. Con respecto a las primeras etapas de
formación del planeta Tierra, el registro expresa que “la
fuerza activa de Dios [o “espíritu” (rú·aj)] se movía de un lado
a otro sobre la superficie de las aguas”. (Gé 1:2.) El Salmo
33:6 dice: “Por la palabra de Jehová los cielos mismos fueron
hechos, y por el espíritu de su boca todo el ejército de ellos”.
Como un soplo poderoso, el espíritu de Dios puede ser
enviado para ejercer poder aunque no haya ningún contacto
corporal con aquello sobre lo que actúa. (Compárese con Éx
15:8, 10.) Tal como un artesano humano utiliza la fuerza de
sus manos y sus dedos para producir cosas, Dios utiliza su
espíritu. Por consiguiente, también se alude a ese espíritu
como la “mano” o los “dedos” de Dios. (Compárese con Sl
8:3; 19:1; y Mt 12:28 con Lu 11:20.)
Para la ciencia moderna, la materia es energía
organizada, como si fuera paquetes de energía, y afirma que
la “materia puede transformarse en energía y la energía en
materia”. (The World Book Encyclopedia, 1987, vol. 13, pág.
246.) La inmensidad del universo que el hombre ha podido
divisar con sus telescopios da una pequeña idea de la
inagotable fuente de energía que debe hallarse en Jehová
Dios. Como escribió el profeta: “¿Quién ha tomado las
proporciones del espíritu de Jehová?”. (Isa 40:12, 13, 25, 26.)

*** w07 15/2 págs. 5-6 El singular sistema solar: ¿cómo


llegó a existir? ***
Según la Biblia, en un tiempo la Tierra “se hallaba sin
forma y desierta”. No había continentes ni terreno fértil. Pero
las siguientes palabras ponen de relieve lo que, en opinión de
los científicos, es el principal requisito para que un planeta
pueda albergar vida: que tenga agua en abundancia.
En efecto, el relato pasa a decirnos que el espíritu de Dios “se
movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas”
(Génesis 1:2).
Para que el agua de su superficie permanezca en estado
líquido, un planeta debe estar a la distancia justa de su sol.
“Marte es demasiado frío; Venus, demasiado caliente; la
Tierra está precisamente donde debe estar”, explica el
científico planetario Andrew Ingersoll.

*** ct cap. 6 págs. 93-94 ¿Puede confiarse en un relato


antiguo de la creación? ***
Parece ser que la Tierra ya estaba en órbita alrededor del
Sol y era un globo cubierto de agua antes de que empezaran
los seis “días”, o períodos, de obras creativas especiales.
“Había oscuridad sobre la superficie de la profundidad
acuosa” (Génesis 1:2).
(Génesis 1:3) Y Dios dijo: “Que haya luz”. Así que hubo luz.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Cuando Dios dijo el Día Primero: “Llegue a haber luz”,
debió penetrar luz difusa a través de ese manto de nubes,
aunque todavía no era posible distinguir desde la superficie
terrestre las fuentes de las que procedía. Parece ser que este
fue un proceso gradual, como lo muestra la versión (en
inglés) de J. W. Watts: “Y gradualmente vino a la existencia la
luz”. (Gé 1:3, A Distinctive Translation of Genesis.) Dios
efectuó una división entre la luz y la oscuridad, y llamó a la
luz Día, y a la oscuridad, Noche. Esto indica que la Tierra
giraba en torno a su eje durante su movimiento de traslación
alrededor del Sol, de modo que los hemisferios oriental y
occidental alternaban períodos de luz y de oscuridad. (Gé
1:3, 4.)

*** it-2 pág. 260 Lumbrera ***


Durante el primer “día”, la luz (heb. ʼohr) empezó a
penetrar, probablemente de modo gradual, a través de las
capas de nubes que aún envolvían la Tierra, y llegó a ser
visible a un observador terrestre, si hubiera estado presente.
(Gé 1:3.)

*** it-2 pág. 262 Luz, I ***


La fuente de la luz. Jehová Dios es el Formador de la luz
y el Creador de la oscuridad. (Isa 45:7.) En el primer día
creativo dijo: “Llegue a haber luz”. (Gé 1:3.) Anteriormente
había creado los cielos (incluidas “las grandes luces”: el Sol,
la Luna y las estrellas; compárese con Sl 136:7-9) y la Tierra.
(Gé 1:1.) Por tanto, para que ‘llegase a haber luz’ en la Tierra,
había que quitar de forma gradual aquello que al parecer
obstaculizaba la penetración de los rayos del Sol hasta la
superficie de este planeta.

*** g 3/14 pág. 6 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
PRIMER DÍA
Al parecer, una luz difusa penetraba la atmósfera terrestre,
pero si hubiera habido alguien en la superficie, no habría
alcanzado a ver la fuente de dicha luz. Con todo, se empezó
a distinguir la diferencia entre el día y la noche (Génesis 1:3-
5).

*** w11 15/2 pág. 8 párr. 10 El espíritu santo: la fuerza


detrás de la creación ***
En el primero de ellos, Jehová hizo que empezara a
percibirse la luz sobre la superficie terrestre. Así dio inicio a
un proceso que culminó en una etapa posterior, cuando el Sol
y la Luna se hicieron visibles desde la Tierra (Gén. 1:3, 14).

*** w07 15/2 pág. 6 El singular sistema solar: ¿cómo llegó


a existir? ***
Igualmente, la vegetación necesita cierta cantidad de luz.
Y a este respecto, es notable que el relato bíblico indique que
ya en un temprano período creativo Dios hizo que la luz del
sol se filtrara a través de las densas nubes de vapor de agua
que cubrían el océano como si fueran el “pañal” de un bebé
(Job 38:4, 9; Génesis 1:3-5).
*** w04 1/1 pág. 28 párr. 5 Puntos sobresalientes del libro
de Génesis (parte 1) ***
1:16. ¿Cómo produjo Dios la luz el primer día si las
lumbreras no se hicieron hasta el cuarto día? El verbo
hebreo traducido “hacer” en el versículo 16 no es el mismo
que el que se vierte “crear” y “creó” en los versículos 1, 21 y
27 del capítulo 1 de Génesis. “Los cielos”, que incluían las
lumbreras, se crearon mucho antes de que siquiera empezara
el “día primero”. Pero su luz no llegaba hasta la superficie
terrestre. En el día primero “[llegó] a haber luz” porque la luz
difusa atravesó el manto de nubes y se hizo visible en la
Tierra, y la rotación de nuestro planeta causó la división entre
el día y la noche (Génesis 1:1-3, 5). Las fuentes de dicha luz
aún permanecían invisibles desde la Tierra. Ahora bien,
durante el cuarto período creativo se produjo un cambio
notable, pues el Sol, la Luna y las estrellas empezaron a
“brillar sobre la tierra” (Génesis 1:17). “Dios procedió a
hacer[las]” en el sentido de que ya se podían ver desde la
Tierra.

*** ct cap. 6 págs. 93-95 ¿Puede confiarse en un relato


antiguo de la creación? ***
Los “días” primero y cuarto
Parece ser que la Tierra ya estaba en órbita alrededor del
Sol y era un globo cubierto de agua antes de que empezaran
los seis “días”, o períodos, de obras creativas especiales.
“Había oscuridad sobre la superficie de la profundidad
acuosa” (Génesis 1:2). En aquel tiempo primitivo algo, quizá
una mezcla de vapor de agua, otros gases y polvo volcánico,
debió impedir que la luz del Sol llegara hasta la superficie de
la Tierra. La Biblia explica el primer período de la creación de
esta manera: “Dios procedió a decir: ‘Haya luz’; y
gradualmente llegó a existir la luz”, es decir, llegó a la
superficie terrestre (Génesis 1:3, traducción de J. W. Watts).
La expresión “gradualmente llegó a” refleja con exactitud
un estado del verbo hebreo que denota una acción progresiva
que tarda un tiempo en completarse. Todo el que lea el
primer capítulo de Génesis en hebreo puede hallar unas
cuarenta veces esta forma, la cual es un factor clave para la
comprensión de dicho capítulo. Lo que Dios empezó en la
tarde figurativa de un período creativo se hizo
progresivamente claro o evidente en la mañana de ese “día”.
Por otra parte, lo que se empezaba en un período no tenía
que estar completamente terminado antes de comenzar el
siguiente período. A modo de ejemplo: la luz empezó a
aparecer gradualmente en el primer “día”, pero no fue hasta
el cuarto período creativo cuando el Sol, la Luna y las
estrellas pudieron distinguirse con claridad (Génesis 1:14-19).

*** g91 8/6 pág. 13 ¿Consumó Dios cada obra creativa el


mismo “día” que la inició? ***
En la Biblia, el estado imperfecto de los verbos hebreos
utilizados en el capítulo 1 de Génesis indica que la creación
fue una actividad divina de carácter progresivo. Además, los
días creativos de dicho capítulo no fueron de veinticuatro
horas, sino períodos que se extendieron por muchos miles de
años. (Véase La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por
evolución, o por creación?, págs. 26-7.)
Por ejemplo, Génesis 1:3 dice que la creación de la luz
tuvo lugar en el primer día. Según la traducción inglesa de
J. W. Watts, este versículo dice: “Después Dios procedió a
decir: ‘Haya luz’; y gradualmente llegó a existir la luz”. La
traducción inglesa de Benjamín Wills Newton lo vierte con el
mismo sentido de desarrollo continuo de un proceso que se
ha comenzado en un momento dado: “Y Dios procedió a decir
[futuro]: Que la Luz llegue a ser, y la Luz procedió a llegar a
ser [futuro]”. (Los corchetes son de Newton; las cursivas son
nuestras en ambas citas.) La intensidad de la luz que penetró
hasta la superficie terrestre fue aumentando, y ese proceso
continuó en el futuro. (Véase la Traducción del Nuevo Mundo
de las Santas Escrituras [con referencias], publicada por la
Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.,
Apéndice 3C, págs. 1571-2.)
La “creación” de la luz con respecto a la Tierra que
comenzó en el primer día no terminó ese día. Por supuesto,
las fuentes de la luz ya existían antes de aquel primer día,
pero no eran visibles desde la superficie terrestre. (Génesis
1:1.) Durante el primer día, las capas de nubosidad que
envolvían la Tierra como si fueran ‘pañales’ (Job 38:9)
empezaron a disiparse y así permitieron que penetrase hasta
la superficie terrestre un poco de luz difusa. A medida que
esas capas interferentes se disiparon cada vez más, la luz
que penetraba se hacía más intensa.
(Génesis 1:4) Después de eso, Dios vio que la luz era algo
bueno, y empezó a separar la luz de la oscuridad.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Cuando Dios dijo el Día Primero: “Llegue a haber luz”,
debió penetrar luz difusa a través de ese manto de nubes,
aunque todavía no era posible distinguir desde la superficie
terrestre las fuentes de las que procedía. Parece ser que este
fue un proceso gradual, como lo muestra la versión (en
inglés) de J. W. Watts: “Y gradualmente vino a la existencia la
luz”. (Gé 1:3, A Distinctive Translation of Genesis.) Dios
efectuó una división entre la luz y la oscuridad, y llamó a la
luz Día, y a la oscuridad, Noche. Esto indica que la Tierra
giraba en torno a su eje durante su movimiento de traslación
alrededor del Sol, de modo que los hemisferios oriental y
occidental alternaban períodos de luz y de oscuridad. (Gé
1:3, 4.)

*** it-1 pág. 676 Día ***


DÍA

Jehová Dios introdujo esta división fundamental del tiempo


en el primer “día” del período preparatorio de la Tierra para la
ocupación del hombre, cuando la luz difusa penetró la capa
de gases que envolvía la Tierra y alcanzó la superficie
acuosa, con lo que el planeta, al girar sobre su propio eje,
tuvo su primer día y su primera noche. “Efectuó Dios una
división entre la luz y la oscuridad. Y Dios empezó a llamar a
la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche.” (Gé 1:4, 5.) En
este caso, la palabra “Día” se refiere a las horas de luz solar,
a diferencia de la noche. Sin embargo, a continuación el
registro usa la palabra “día” (heb. yohm; gr. hē·mé·ra) para
designar otras unidades de tiempo. Tanto en las Escrituras
Hebreas como en las Griegas la palabra “día” se usa en
sentido literal y figurado o incluso simbólico.

*** it-2 pág. 262 Luz, I ***


La “división” entre la luz y la oscuridad debió ser
consecuencia del movimiento de rotación de la Tierra en su
traslación alrededor del Sol. (Gé 1:4, 5.)

*** g 3/14 pág. 6 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
PRIMER DÍA
Al parecer, una luz difusa penetraba la atmósfera terrestre,
pero si hubiera habido alguien en la superficie, no habría
alcanzado a ver la fuente de dicha luz. Con todo, se empezó
a distinguir la diferencia entre el día y la noche (Génesis 1:3-
5).
(Génesis 1:5) Dios llamó a la luz Día, y a la oscuridad,
Noche. Y hubo tarde y hubo mañana. Ese fue el primer día.

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Después de exponer lo conseguido durante cada uno de
los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la
declaración: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”,
un día primero, segundo, tercero, etc. (Gé 1:5, 8, 13, 19,
23, 31.) Puesto que cada día creativo duró más de
veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta
expresión no alude a una noche y un día literales, sino que
debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las
cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la “tarde” o
principio de cada uno de los períodos o “días” creativos,
ningún observador angélico sería capaz de distinguir el
propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que
Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada
de la “mañana”, habría plena luz con respecto a lo que Dios
se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría
realizado. (Compárese con Pr 4:18.)

*** it-1 pág. 676 Día ***


DÍA

Jehová Dios introdujo esta división fundamental del tiempo


en el primer “día” del período preparatorio de la Tierra para la
ocupación del hombre, cuando la luz difusa penetró la capa
de gases que envolvía la Tierra y alcanzó la superficie
acuosa, con lo que el planeta, al girar sobre su propio eje,
tuvo su primer día y su primera noche. “Efectuó Dios una
división entre la luz y la oscuridad. Y Dios empezó a llamar a
la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche.” (Gé 1:4, 5.) En
este caso, la palabra “Día” se refiere a las horas de luz solar,
a diferencia de la noche. Sin embargo, a continuación el
registro usa la palabra “día” (heb. yohm; gr. hē·mé·ra) para
designar otras unidades de tiempo. Tanto en las Escrituras
Hebreas como en las Griegas la palabra “día” se usa en
sentido literal y figurado o incluso simbólico.
El día solar, la unidad fundamental de tiempo, viene
determinada por la rotación completa de la Tierra sobre su
eje, es decir, desde el momento en que el Sol pasa por un
meridiano, alcanzando el punto más alto al mediodía, hasta
que regresa a él. El día solar se divide en dos períodos de
doce horas. El primero se designa en algunos países por la
expresión latina ante meridiem (a.m.) y el segundo, por la
expresión post meridiem (p.m.). Sin embargo, en tiempos
bíblicos se emplearon otros métodos para dividir el día.
Los hebreos empezaban su día al anochecer, después de
la puesta del Sol, y lo terminaban con la puesta del Sol del
día siguiente. El día, por lo tanto, iba de anochecer a
anochecer —“desde la tarde hasta la tarde deben observar su
sábado” (Le 23:32)—, lo que seguía el modelo de los días
creativos de Jehová: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber
mañana, un día primero”. (Gé 1:5; compárese con Da 8:14.)
(Génesis 1:6) Entonces Dios dijo: “Que haya una expansión
en medio de las aguas, que haya una separación entre las
aguas y las aguas”.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Durante el Día Segundo, Dios hizo una expansión
causando que ocurriera una división “entre las aguas y las
aguas”. Algunas aguas permanecieron sobre la tierra y otras,
en gran cantidad, fueron elevadas muy por encima de la
superficie terrestre, de manera que entre ambas llegó a haber
una expansión. A esta Dios la llamó Cielo, aunque tan solo
con relación a la tierra, pues no se dice que las aguas
suspendidas sobre la expansión abarcaran a las estrellas u
otros cuerpos del espacio exterior. (Gé 1:6-8; véase
EXPANSIÓN.)

*** it-1 págs. 897-899 Expansión ***


EXPANSIÓN

Con relación al segundo período o “día” creativo, Génesis


1:6-8 explica: “Y Dios pasó a decir: ‘Llegue a haber una
expansión [heb. ra·qí·aʽ] en medio de las aguas, y ocurra un
dividir entre las aguas y las aguas’. Entonces Dios procedió a
hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que
deberían estar debajo de la expansión y las aguas que
deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. Y Dios
empezó a llamar a la expansión Cielo”. Más adelante, el
registro dice que aparecieron las lumbreras en “la expansión
de los cielos”, y después las criaturas voladoras que volaban
sobre la tierra: “Sobre la faz de la expansión de los cielos”.
(Gé 1:14, 15, 17, 20.)
La Versión de los Setenta griega usó la palabra
ste·ré·ō·ma (que significa “estructura firme y sólida”) para
traducir la voz hebrea ra·qí·aʽ, y la Vulgata latina empleó el
término latino firmamentum, que también transmite la idea de
algo sólido y firme. Muchas versiones (BJ, NC y otras)
traducen ra·qí·aʽ por “firmamento”, aunque algunas de ellas
ofrecen como alternativa en sus notas “extensión” (Scío, TA).
En la misma línea, otras traducen “estrato” (PIB) o
“expansión” (ATI, BAS, MK, Mod, NM, Val).
Hay quienes se han empeñado en tratar de demostrar que
el antiguo concepto hebreo del universo era que la Tierra
tenía una cúpula perforada por cuyos agujeros pasaba la
lluvia, y que las estrellas estaban fijas en el interior de esa
cúpula sólida. Tanto en diccionarios bíblicos como en algunas
traducciones de la Biblia se pueden ver diagramas que
representan tal concepto. Comentando sobre esta idea, The
International Standard Bible Encyclopaedia dice: “Pero esta
suposición en realidad se basa más en las ideas
prevalecientes en Europa durante la Edad Media que en
alguna declaración específica del A[ntiguo] T[estamento]”
(edición de J. Orr, 1960, vol. 1, pág. 314).
Si bien es cierto que la raíz (ra·qáʽ) de la que se deriva
ra·qí·aʽ se usa por lo general con el sentido de ‘batir’ algo
sólido, ya sea con la mano, con el pie o con algún
instrumento (compárese con Éx 39:3; Eze 6:11), en algunos
casos no es lógico descartar el que la palabra pueda usarse
en sentido figurado. Por ejemplo, en Job 37:18 Elihú pregunta
respecto a Dios: “¿Puedes tú con él batir [tar·qí·aʽ] los cielos
nublados, duros como un espejo fundido?”. Se puede ver que
no se está hablando del batido literal de una bóveda celeste
sólida por el hecho de que la palabra “cielos” empleada aquí
se deriva de un término (schá·jaq) que también se traduce
“capa tenue de polvo” o “nubes”. (Isa 40:15; Sl 18:11.) En
vista de la apariencia nebulosa de aquello que es ‘batido’, es
obvio que el escritor bíblico se limita a comparar de manera
figurativa a los cielos con un espejo de metal cuya faz bruñida
emite un reflejo brillante. (Compárese con Da 12:3.)
Lo mismo sucede con la “expansión” que se produjo en el
segundo “día” creativo: no se describe el batido de ninguna
sustancia sólida, sino, más bien, la creación de un espacio
abierto o una división entre las aguas que cubrían la Tierra y
otras aguas que estaban por encima de ella. Así se explica la
formación de la expansión atmosférica que rodea la Tierra, y
se indica que hubo un tiempo en que no había tal división
clara o espacio abierto, sino que todo el globo estaba
envuelto en vapor de agua. Este hecho concuerda también
con el razonamiento científico acerca de las etapas primitivas
de la formación del planeta y el punto de vista de que en un
tiempo toda el agua de la Tierra existía en forma de vapor
atmosférico debido al gran calor de la superficie de la Tierra.
La advertencia que se dio a Israel mediante Moisés
prueba que los escritores hebreos de la Biblia no concebían
un cielo formado originalmente de metal bruñido, pues se dijo
a la nación que en caso de desobedecer a Dios, el resultado
sería: “Tus cielos que están sobre tu cabeza también tienen
que llegar a ser de cobre; y la tierra que está debajo de ti, de
hierro”, una advertencia que describe en términos metafóricos
los efectos del intenso calor y la fuerte sequía sobre los cielos
y la tierra de Israel. (Dt 28:23, 24.)
Asimismo, es obvio que los antiguos hebreos
no compartían el concepto pagano de la existencia de
“ventanas” literales en la cúpula del cielo a través de las
cuales descendía la lluvia a la Tierra. Con exactitud y rigor
científico, el escritor de Job cita la explicación de Elihú sobre
el proceso de la lluvia: “Pues él atrae hacia arriba las gotas de
agua; se filtran como lluvia para su neblina, de modo que las
nubes [scheja·qím] destilan, gotean sobre la humanidad
abundantemente”. (Job 36:27, 28.) Del mismo modo, la frase
“compuertas [ʼarub·bóth] de los cielos” es claramente una
expresión figurativa. (Compárese con Gé 7:11; 2Re 7:1, 2, 19;
Mal 3:10; véanse también Pr 3:20; Isa 5:6; 45:8; Jer 10:13.)
En su visión de sucesos celestiales, Ezequiel describe “la
semejanza de una expansión como el chispear de hielo
sobrecogedor” sobre la cabeza de las cuatro criaturas
vivientes. El relato abunda en expresiones figurativas. (Eze
1:22-26; 10:1.)
Aunque la formación de la expansión, o atmósfera,
no requirió que se “batiese” ninguna sustancia, como, por
ejemplo, algún metal, debe recordarse que la mezcla de
gases que componen la atmósfera terrestre es tan material
como la tierra y el agua, y tiene peso por sí misma (aparte de
contener agua e infinidad de partículas sólidas, como polvo).
Se calcula que el peso del aire que rodea la Tierra supera los
5.200 billones de toneladas métricas. (The World Book
Encyclopedia, 1987, vol. 1, pág. 156.) La presión atmosférica
al nivel del mar es de más o menos 1 Kg. por cm.2. También
ejerce resistencia a los meteoritos que chocan contra la
inmensa capa de aire que envuelve la Tierra, de manera que
la gran mayoría de los que penetran en ella se consumen por
la fricción con la atmósfera. Por lo tanto, la fuerza que
comunica la palabra hebrea ra·qí·aʽ concuerda con la prueba
científica.

*** g 3/14 pág. 6 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
SEGUNDO DÍA
La Tierra estaba cubierta de agua y una espesa capa de
vapor. Estos dos elementos fueron separados: el agua se
quedó en la superficie y el vapor ascendió, creando entre
ellos un espacio abierto. La Biblia dice que este espacio es
una “expansión en medio de las aguas” y lo llama “Cielo”
(Génesis 1:6-8).

*** w08 1/9 págs. 27-28 Nuestro planeta tiene “fiebre”:


¿Será posible detenerla? ***
Según los científicos, a un número de factores.
Concretamente, a que cuenta con agua líquida en
abundancia, se encuentra a la distancia idónea del Sol y
contiene la combinación precisa de gases atmosféricos, entre
ellos oxígeno en cantidades enormes.
Muchas personas se sorprenden al enterarse de que la
Biblia menciona estas tres características en el relato de la
creación. Por ejemplo, Génesis 1:10 explica que Dios juntó en
una sola masa las aguas, a las que “llamó Mares”, una clara
alusión a la abundancia de agua líquida. Y en Génesis 1:3
leemos que “procedió a decir: ‘Llegue a haber luz’”. En efecto,
nuestro planeta está lo suficientemente cerca del Sol para
que la mayoría del agua se mantenga líquida, pero lo
bastante lejos para que no se evapore toda y se pierda en el
espacio.
Además, Génesis 1:6 señala que Dios produjo la
“expansión”, o sea, la atmósfera. Y luego, los versículos 11 y
12 mencionan que hizo aparecer la hierba, las plantas y los
árboles. Para que surgiera toda esta vegetación, es evidente
que tendría que abundar el oxígeno, elemento que más tarde
permitiría que el hombre y los animales realizaran el vital
proceso de la respiración.

*** ct cap. 6 pág. 95 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
Los “días” segundo y tercero
Antes de hacer aparecer la tierra seca en el tercer “día” de
la creación, el Creador elevó parte de las aguas. De este
modo la Tierra se vio rodeada por un dosel de vapor de agua.
El relato antiguo no dice —y no tiene por qué decirlo— cómo
tuvo lugar esta elevación, sino que se centra en la expansión
que se formó entre las aguas superiores y las superficiales, a
la que llama “cielos”. Aún hoy en día se usa este término con
referencia a la atmósfera por donde vuelan los pájaros y los
aviones. Al debido tiempo, Dios llenó los cielos atmosféricos
de una mezcla de gases esenciales para la vida.

*** ct cap. 6 pág. 95 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
El Creador pudo haber empleado procesos naturales para
elevar estas aguas y mantenerlas en esa posición, hasta
que se precipitaron sobre la Tierra en el tiempo de Noé
(Génesis 1:6-8; 2 Pedro 2:5; 3:5, 6). Este suceso histórico
dejó una huella indeleble en los supervivientes humanos y
sus descendientes, como han constatado los antropólogos
al hallar reflejado el relato del Diluvio en diferentes
culturas de toda la Tierra.
(Génesis 1:7) Y Dios pasó a hacer la expansión y separó las
aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que
estaban encima. Eso fue lo que ocurrió.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Durante el Día Segundo, Dios hizo una expansión
causando que ocurriera una división “entre las aguas y las
aguas”. Algunas aguas permanecieron sobre la tierra y otras,
en gran cantidad, fueron elevadas muy por encima de la
superficie terrestre, de manera que entre ambas llegó a haber
una expansión. A esta Dios la llamó Cielo, aunque tan solo
con relación a la tierra, pues no se dice que las aguas
suspendidas sobre la expansión abarcaran a las estrellas u
otros cuerpos del espacio exterior. (Gé 1:6-8; véase
EXPANSIÓN.)

*** g 3/14 pág. 6 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
SEGUNDO DÍA
La Tierra estaba cubierta de agua y una espesa capa de
vapor. Estos dos elementos fueron separados: el agua se
quedó en la superficie y el vapor ascendió, creando entre
ellos un espacio abierto. La Biblia dice que este espacio es
una “expansión en medio de las aguas” y lo llama “Cielo”
(Génesis 1:6-8).

*** ct cap. 6 pág. 95 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
Los “días” segundo y tercero
Antes de hacer aparecer la tierra seca en el tercer “día” de
la creación, el Creador elevó parte de las aguas. De este
modo la Tierra se vio rodeada por un dosel de vapor de agua.
El relato antiguo no dice —y no tiene por qué decirlo— cómo
tuvo lugar esta elevación, sino que se centra en la expansión
que se formó entre las aguas superiores y las superficiales, a
la que llama “cielos”. Aún hoy en día se usa este término con
referencia a la atmósfera por donde vuelan los pájaros y los
aviones. Al debido tiempo, Dios llenó los cielos atmosféricos
de una mezcla de gases esenciales para la vida.

*** ct cap. 6 pág. 95 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
El Creador pudo haber empleado procesos naturales para
elevar estas aguas y mantenerlas en esa posición, hasta
que se precipitaron sobre la Tierra en el tiempo de Noé
(Génesis 1:6-8; 2 Pedro 2:5; 3:5, 6). Este suceso histórico
dejó una huella indeleble en los supervivientes humanos y
sus descendientes, como han constatado los antropólogos
al hallar reflejado el relato del Diluvio en diferentes
culturas de toda la Tierra.
(Génesis 1:8) Dios llamó a la expansión Cielo. Y hubo tarde y
hubo mañana. Ese fue el segundo día.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


Durante el Día Segundo, Dios hizo una expansión
causando que ocurriera una división “entre las aguas y las
aguas”. Algunas aguas permanecieron sobre la tierra y otras,
en gran cantidad, fueron elevadas muy por encima de la
superficie terrestre, de manera que entre ambas llegó a haber
una expansión. A esta Dios la llamó Cielo, aunque tan solo
con relación a la tierra, pues no se dice que las aguas
suspendidas sobre la expansión abarcaran a las estrellas u
otros cuerpos del espacio exterior. (Gé 1:6-8; véase
EXPANSIÓN.)

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Después de exponer lo conseguido durante cada uno de
los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la
declaración: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”,
un día primero, segundo, tercero, etc. (Gé 1:5, 8, 13, 19,
23, 31.) Puesto que cada día creativo duró más de
veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta
expresión no alude a una noche y un día literales, sino que
debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las
cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la “tarde” o
principio de cada uno de los períodos o “días” creativos,
ningún observador angélico sería capaz de distinguir el
propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que
Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada
de la “mañana”, habría plena luz con respecto a lo que Dios
se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría
realizado. (Compárese con Pr 4:18.)
*** ct cap. 6 pág. 95 ¿Puede confiarse en un relato antiguo
de la creación? ***
Los “días” segundo y tercero
Antes de hacer aparecer la tierra seca en el tercer “día” de
la creación, el Creador elevó parte de las aguas. De este
modo la Tierra se vio rodeada por un dosel de vapor de agua.
El relato antiguo no dice —y no tiene por qué decirlo— cómo
tuvo lugar esta elevación, sino que se centra en la expansión
que se formó entre las aguas superiores y las superficiales, a
la que llama “cielos”. Aún hoy en día se usa este término con
referencia a la atmósfera por donde vuelan los pájaros y los
aviones. Al debido tiempo, Dios llenó los cielos atmosféricos
de una mezcla de gases esenciales para la vida.

*** ct cap. 6 pág. 95 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
El Creador pudo haber empleado procesos naturales para
elevar estas aguas y mantenerlas en esa posición, hasta
que se precipitaron sobre la Tierra en el tiempo de Noé
(Génesis 1:6-8; 2 Pedro 2:5; 3:5, 6). Este suceso histórico
dejó una huella indeleble en los supervivientes humanos y
sus descendientes, como han constatado los antropólogos
al hallar reflejado el relato del Diluvio en diferentes
culturas de toda la Tierra.
(Génesis 1:9) Entonces Dios dijo: “Que las aguas que están
debajo de los cielos se junten en un mismo lugar y aparezca
el suelo seco”. Y así ocurrió.

*** w07 15/2 pág. 6 El singular sistema solar: ¿cómo llegó


a existir? ***
A continuación, la Biblia explica que Dios moldeó la
superficie sin forma del planeta para que surgiera la tierra
firme (Génesis 1:9, 10). Al parecer, hizo que la corteza
terrestre se torciera y desplazara. Como resultado, puede que
se formaran grandes depresiones y se alzaran los continentes
desde el fondo del océano (Salmo 104:6-8).

*** ct cap. 6 págs. 95-96 ¿Puede confiarse en un relato


antiguo de la creación? ***
Durante el transcurso de los “días” creativos las aguas
superficiales bajaron y apareció la tierra seca. Posiblemente
Dios se valió de las fuerzas geológicas que todavía mueven
hoy las placas de la Tierra para hacer ascender las
plataformas oceánicas y formar los continentes. Así pudo
haberse producido la tierra seca y las profundas cuencas
oceánicas, de cuyo relieve los oceanógrafos han trazado
mapas que estudian con gran interés (compárese con Salmo
104:8, 9).
(Génesis 1:11) Entonces Dios dijo: “Que la tierra produzca
hierba, plantas con semilla y árboles frutales según sus
géneros, y que den fruto y semilla”. Y así ocurrió.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


También fue en este día cuando Dios, no la casualidad ni
ningún proceso evolutivo, confirió a la materia inanimada el
principio vital, de modo que vinieron a la existencia la hierba,
la vegetación y los árboles frutales. Cada una de estas tres
divisiones generales podía reproducirse según su “género”.
(Gé 1:9-13.)

*** it-1 págs. 1011-1013 Género ***


GÉNERO
El relato de la creación que se encuentra en el primer
capítulo de Génesis manifiesta que Jehová Dios creó a todas
las criaturas vivientes de la Tierra “según sus géneros”. (Gé
1:11, nota.) Hacia la parte final del sexto día creativo ya
habían sido creadas gran variedad de familias ‘genéricas’
básicas sobre la Tierra, que comprendían formas de vida muy
complejas, todas ellas con la facultad de reproducirse, de
acuerdo con un patrón fijo y ordenado, “según sus géneros”.
(Gé 1:12, 21, 22, 24, 25; 1Co 14:33.)
Los “géneros” mencionados en la Biblia parecen constituir
divisiones de formas de vida, en las cuales pueden producirse
cruces fértiles. En tal caso, el límite que separa unos
“géneros” de otros tiene que trazarse en el punto donde ya es
imposible la fertilización.
En años recientes el término “especie” se ha usado de tal
manera que ha causado confusión al compararlo con la
palabra “género”. El sentido primario de “especie” es
“conjunto de cosas que forman un grupo, por tener uno o
varios caracteres comunes”, pero en el campo de la biología
se aplica a conjuntos de animales o plantas que pueden
fecundar entre sí y que tienen una o varias características
comunes. Por lo tanto, podría haber muchas especies o
variedades dentro de cada uno de los ‘géneros’ de Génesis.
Tanto por la explicación de la creación que se da en la
Biblia como por las leyes implantadas por Dios para el control
del mundo natural, es perfectamente explicable la gran
diversidad que se observa dentro de cada “género” creado,
pero no hay base alguna para sostener, como hacen algunos,
que desde que terminó el período creativo han aparecido
nuevos “géneros”. La regla invariable de que no puede haber
procreación entre “géneros” distintos responde a un principio
biológico hasta la fecha incuestionable. Ni siquiera con la
ayuda de avanzados laboratorios y la tecnología moderna se
han podido formar en la actualidad nuevos “géneros”.
Además, la fecundación entre “géneros” distintos afectaría el
propósito divino de tener familias genéricas separadas y
destruiría la individualidad de las diversas especies de
criaturas vivientes, flora y fauna en general. Por consiguiente,
en vista de la evidente diferenciación de los “géneros”
creados, se puede considerar que un “género” es una unidad
separada e independiente de los demás.
Desde que existen registros hasta hoy, los perros siempre
han sido perros, los gatos, gatos, y los elefantes han sido y
serán elefantes. La esterilidad sigue siendo el factor
delimitante de lo que constituye un “género”. Este fenómeno
hace posible —mediante la prueba de la esterilidad—
determinar los límites de todos los “géneros” que existen hoy.
Mediante esta prueba natural de fertilización, es posible
descubrir las relaciones primarias dentro del mundo animal y
vegetal. Por ejemplo, la frontera de la esterilidad representa
un vacío infranqueable entre el hombre y los animales.
Pruebas de apareamiento que se han realizado demuestran
que el mero parecido entre dos “géneros” no es un criterio
válido para catalogarlos como de la misma especie. Si bien el
hombre y el chimpancé tienen algún parecido entre sí,
músculos y osamenta semejantes, la total imposibilidad de
conseguir un híbrido de hombre y antropoide demuestra que
estamos ante dos creaciones separadas que
no corresponden al mismo “género” creado.
Hubo un tiempo en el que se pensó que la hibridación
sería el mejor medio de producir un nuevo “género”, pero en
todos los casos en los que supuestamente se había
conseguido un resultado positivo, se pudo demostrar con
relativa facilidad que los individuos apareados eran de un
mismo “género”, como en el caso del caballo y del burro,
ambos équidos. El resultado de este cruce es la mula, que,
salvo en raras excepciones, es estéril y, por lo tanto, incapaz
de reproducirse por el medio natural. El propio Charles
Darwin se vio obligado a reconocer que la “distinción de las
formas específicas y el no estar ligadas entre sí por
innumerables [eslabones] de transición, es una dificultad muy
evidente”. (El origen de las especies, editorial EDAF, 1985,
cap. 10, pág. 315.) Esta afirmación sigue siendo cierta.
Si bien es posible que el número de “géneros” creados se
limite a unos centenares, existen en el mundo muchas más
variedades de animales y plantas. Según la investigación
moderna, en una misma familia botánica puede haber hasta
centenares de miles de plantas diferentes. Algo parecido
sucede en el reino animal; por ejemplo, en el “género” de los
félidos puede haber una gran variedad de gatos, al igual que
hay variedad entre los bóvidos, los cánidos y hasta en la
especie humana, lo que ha producido una gran diversidad
dentro de cada “género”. Pero aun así, prevalece un hecho
fundamental: sin importar cuánta variedad haya dentro de
ellos no puede haber fusión genética entre estos géneros.
La investigación geológica ha aportado pruebas
inconfundibles de que los fósiles de los especímenes más
antiguos de un determinado animal son muy parecidos a sus
descendientes actuales. Por ejemplo, las cucarachas fósiles
halladas entre lo que se supone que son los fósiles de
insectos más antiguos son idénticas a las actuales. Hay una
total ausencia de fósiles de transición entre un “género” y
otro. El caballo, el elefante, el águila, el roble, el nogal, el
helecho..., todos permanecen circunscritos a su “género”, sin
evolucionar hacia “géneros” distintos. El testimonio del
registro fósil concuerda plenamente con el relato bíblico de la
creación, que muestra que en el transcurso de los últimos
días creativos Jehová creó todas las formas de vida que
existen sobre la Tierra en gran cantidad y “según sus
géneros”. (Gé 1:20-25.)
Todo lo considerado permite deducir que Noé pudo
seleccionar las especies animales necesarias para
preservarlas en el arca durante el Diluvio. La Biblia no dice
que tuviese que escoger un animal de cada una de las
variedades existentes. De hecho, dice: “De las criaturas
voladoras según sus géneros y de los animales domésticos
según sus géneros, de todos los animales movientes del
suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde
ti allí para conservarlos vivos”. (Gé 6:20; 7:14, 15.) Jehová
Dios sabía que solo era necesario salvar especímenes
representativos de cada “género”, ya que después del Diluvio
se reproducirían en todas sus variedades. (Véase ARCA
núm. 1.)
Después que las aguas del Diluvio remitieron, salieron del
arca los relativamente pocos “géneros” de animales que
habían sido conservados con vida, se dispersaron por toda la
superficie de la Tierra y, con el transcurso del tiempo,
produjeron una gran variedad dentro de sus respectivos
“géneros”. Aunque desde entonces han aparecido muchas
variedades nuevas, los “géneros” que sobrevivieron al Diluvio
han permanecido invariables, sin experimentar cambio alguno
en plena concordancia con la inmutable palabra de Jehová
Dios. (Isa 55:8-11.)

*** it-2 pág. 1185 Vegetación ***


VEGETACIÓN

Conjunto de plantas. En el tercer “día” creativo Dios hizo


que la tierra produjese “vegetación que da semilla según su
género”, la cual, por lo tanto, se podía reproducir. (Gé 1:11-
13.)
*** g 3/14 pág. 7 Lo que nadie le ha dicho sobre
la creación ***
TERCER DÍA
Las aguas retrocedieron y surgió la tierra seca. La atmósfera
se despejó, por lo que entró un poco más de luz en el
planeta. Apareció la vegetación; nuevas especies brotaron a
lo largo del tercer día y de los días posteriores (Génesis 1:9-
13).

*** w07 15/2 pág. 6 El singular sistema solar: ¿cómo llegó


a existir? ***
En algún momento que no se especifica, Dios creó algas
microscópicas en los océanos. Empleando la energía del Sol,
estos organismos unicelulares empezaron a convertir el
dióxido de carbono en alimento y a liberar oxígeno a la
atmósfera. Este maravilloso proceso se aceleró durante un
tercer período creativo, con la aparición de la vegetación que
con el tiempo cubrió el terreno. De este modo se elevó la
concentración de oxígeno en la atmósfera, lo que haría
posible que el hombre y los animales pudieran respirar y
mantenerse vivos (Génesis 1:11, 12).
A fin de fertilizar el terreno, el Creador se encargó de que
lo habitara una gran variedad de microorganismos (Jeremías
51:15). Estas criaturas diminutas descomponen la materia
muerta y reciclan los elementos que las plantas necesitan.
Algunos tipos de bacterias atrapan el nitrógeno del aire para
que la vegetación pueda asimilar este elemento esencial para
su crecimiento. Realmente, es asombroso que en un puñado
de terreno fértil pueda haber nada menos que seis mil
millones de microorganismos.
*** ct cap. 6 págs. 96-97 ¿Puede confiarse en un relato
antiguo de la creación? ***
Cuando se formó el suelo seco, tuvo lugar otro asombroso
suceso. Leemos: “Pasó Dios a decir: ‘Haga brotar la tierra
hierba, vegetación que dé semilla, árboles frutales que lleven
fruto según sus géneros, cuya semilla esté en él, sobre la
tierra’. Y llegó a ser así” (Génesis 1:11).
Como se ha analizado en el capítulo anterior (“¿Qué hay
tras una obra maestra?”), la fotosíntesis es fundamental para
la vegetación. Las células de las plantas verdes poseen en su
interior uno o varios orgánulos llamados cloroplastos, que son
receptores de la energía luminosa. “Estas fábricas
microscópicas —explica el libro Planet Earth— producen
azúcares y almidones [...]. Ninguna fábrica concebida por el
hombre es más eficiente que un cloroplasto, ni sus productos
tienen tanta demanda.”
Y así es, pues los animales dependen de los cloroplastos
para su supervivencia. Además, sin vegetación verde, la
atmósfera tendría un exceso de anhídrido carbónico y
moriríamos por el calor y la falta de oxígeno. Algunos
especialistas dan explicaciones asombrosas del desarrollo de
la vida dependiente de la fotosíntesis. Por ejemplo, dicen que
cuando los organismos unicelulares del agua empezaron a
quedarse sin alimento, “unas cuantas células pioneras por fin
hallaron una solución: la fotosíntesis”. Pero ¿sucedió
realmente así? La fotosíntesis es tan compleja que los
científicos aún están intentando descubrir sus secretos.
¿Cree usted que la vida fotosintética, con capacidad de
reproducción, apareció inexplicable y espontáneamente? ¿O
le parece más razonable creer que fue el resultado de una
creación inteligente, con propósito, como explica Génesis?
Es posible que la aparición de nuevas variedades de flora
no terminara en el tercer “día” de la creación. Puede que
prosiguiera hasta el sexto “día”, cuando el Creador “plantó un
jardín en Edén” e “hizo crecer del suelo todo árbol deseable a
la vista de uno y bueno para alimento” (Génesis 2:8, 9). Y,
como se ha mencionado, la atmósfera de la Tierra debió
aclararse en el cuarto “día”, de modo que llegaría más luz del
Sol y de otros cuerpos celestes a la Tierra.
(Génesis 1:12) La tierra empezó a producir hierba, plantas
con semilla y árboles que dan fruto y semilla, todos según sus
géneros. Y Dios vio que esto era bueno.

*** it-1 págs. 1011-1013 Género ***


GÉNERO

El relato de la creación que se encuentra en el primer


capítulo de Génesis manifiesta que Jehová Dios creó a todas
las criaturas vivientes de la Tierra “según sus géneros”. (Gé
1:11, nota.) Hacia la parte final del sexto día creativo ya
habían sido creadas gran variedad de familias ‘genéricas’
básicas sobre la Tierra, que comprendían formas de vida muy
complejas, todas ellas con la facultad de reproducirse, de
acuerdo con un patrón fijo y ordenado, “según sus géneros”.
(Gé 1:12, 21, 22, 24, 25; 1Co 14:33.)
Los “géneros” mencionados en la Biblia parecen constituir
divisiones de formas de vida, en las cuales pueden producirse
cruces fértiles. En tal caso, el límite que separa unos
“géneros” de otros tiene que trazarse en el punto donde ya es
imposible la fertilización.
En años recientes el término “especie” se ha usado de tal
manera que ha causado confusión al compararlo con la
palabra “género”. El sentido primario de “especie” es
“conjunto de cosas que forman un grupo, por tener uno o
varios caracteres comunes”, pero en el campo de la biología
se aplica a conjuntos de animales o plantas que pueden
fecundar entre sí y que tienen una o varias características
comunes. Por lo tanto, podría haber muchas especies o
variedades dentro de cada uno de los ‘géneros’ de Génesis.
Tanto por la explicación de la creación que se da en la
Biblia como por las leyes implantadas por Dios para el control
del mundo natural, es perfectamente explicable la gran
diversidad que se observa dentro de cada “género” creado,
pero no hay base alguna para sostener, como hacen algunos,
que desde que terminó el período creativo han aparecido
nuevos “géneros”. La regla invariable de que no puede haber
procreación entre “géneros” distintos responde a un principio
biológico hasta la fecha incuestionable. Ni siquiera con la
ayuda de avanzados laboratorios y la tecnología moderna se
han podido formar en la actualidad nuevos “géneros”.
Además, la fecundación entre “géneros” distintos afectaría el
propósito divino de tener familias genéricas separadas y
destruiría la individualidad de las diversas especies de
criaturas vivientes, flora y fauna en general. Por consiguiente,
en vista de la evidente diferenciación de los “géneros”
creados, se puede considerar que un “género” es una unidad
separada e independiente de los demás.
Desde que existen registros hasta hoy, los perros siempre
han sido perros, los gatos, gatos, y los elefantes han sido y
serán elefantes. La esterilidad sigue siendo el factor
delimitante de lo que constituye un “género”. Este fenómeno
hace posible —mediante la prueba de la esterilidad—
determinar los límites de todos los “géneros” que existen hoy.
Mediante esta prueba natural de fertilización, es posible
descubrir las relaciones primarias dentro del mundo animal y
vegetal. Por ejemplo, la frontera de la esterilidad representa
un vacío infranqueable entre el hombre y los animales.
Pruebas de apareamiento que se han realizado demuestran
que el mero parecido entre dos “géneros” no es un criterio
válido para catalogarlos como de la misma especie. Si bien el
hombre y el chimpancé tienen algún parecido entre sí,
músculos y osamenta semejantes, la total imposibilidad de
conseguir un híbrido de hombre y antropoide demuestra que
estamos ante dos creaciones separadas que
no corresponden al mismo “género” creado.
Hubo un tiempo en el que se pensó que la hibridación
sería el mejor medio de producir un nuevo “género”, pero en
todos los casos en los que supuestamente se había
conseguido un resultado positivo, se pudo demostrar con
relativa facilidad que los individuos apareados eran de un
mismo “género”, como en el caso del caballo y del burro,
ambos équidos. El resultado de este cruce es la mula, que,
salvo en raras excepciones, es estéril y, por lo tanto, incapaz
de reproducirse por el medio natural. El propio Charles
Darwin se vio obligado a reconocer que la “distinción de las
formas específicas y el no estar ligadas entre sí por
innumerables [eslabones] de transición, es una dificultad muy
evidente”. (El origen de las especies, editorial EDAF, 1985,
cap. 10, pág. 315.) Esta afirmación sigue siendo cierta.
Si bien es posible que el número de “géneros” creados se
limite a unos centenares, existen en el mundo muchas más
variedades de animales y plantas. Según la investigación
moderna, en una misma familia botánica puede haber hasta
centenares de miles de plantas diferentes. Algo parecido
sucede en el reino animal; por ejemplo, en el “género” de los
félidos puede haber una gran variedad de gatos, al igual que
hay variedad entre los bóvidos, los cánidos y hasta en la
especie humana, lo que ha producido una gran diversidad
dentro de cada “género”. Pero aun así, prevalece un hecho
fundamental: sin importar cuánta variedad haya dentro de
ellos no puede haber fusión genética entre estos géneros.
La investigación geológica ha aportado pruebas
inconfundibles de que los fósiles de los especímenes más
antiguos de un determinado animal son muy parecidos a sus
descendientes actuales. Por ejemplo, las cucarachas fósiles
halladas entre lo que se supone que son los fósiles de
insectos más antiguos son idénticas a las actuales. Hay una
total ausencia de fósiles de transición entre un “género” y
otro. El caballo, el elefante, el águila, el roble, el nogal, el
helecho..., todos permanecen circunscritos a su “género”, sin
evolucionar hacia “géneros” distintos. El testimonio del
registro fósil concuerda plenamente con el relato bíblico de la
creación, que muestra que en el transcurso de los últimos
días creativos Jehová creó todas las formas de vida que
existen sobre la Tierra en gran cantidad y “según sus
géneros”. (Gé 1:20-25.)
Todo lo considerado permite deducir que Noé pudo
seleccionar las especies animales necesarias para
preservarlas en el arca durante el Diluvio. La Biblia no dice
que tuviese que escoger un animal de cada una de las
variedades existentes. De hecho, dice: “De las criaturas
voladoras según sus géneros y de los animales domésticos
según sus géneros, de todos los animales movientes del
suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde
ti allí para conservarlos vivos”. (Gé 6:20; 7:14, 15.) Jehová
Dios sabía que solo era necesario salvar especímenes
representativos de cada “género”, ya que después del Diluvio
se reproducirían en todas sus variedades. (Véase ARCA
núm. 1.)
Después que las aguas del Diluvio remitieron, salieron del
arca los relativamente pocos “géneros” de animales que
habían sido conservados con vida, se dispersaron por toda la
superficie de la Tierra y, con el transcurso del tiempo,
produjeron una gran variedad dentro de sus respectivos
“géneros”. Aunque desde entonces han aparecido muchas
variedades nuevas, los “géneros” que sobrevivieron al Diluvio
han permanecido invariables, sin experimentar cambio alguno
en plena concordancia con la inmutable palabra de Jehová
Dios. (Isa 55:8-11.)

*** g 3/14 pág. 7 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
TERCER DÍA
Las aguas retrocedieron y surgió la tierra seca. La atmósfera
se despejó, por lo que entró un poco más de luz en el
planeta. Apareció la vegetación; nuevas especies brotaron a
lo largo del tercer día y de los días posteriores (Génesis 1:9-
13).
(Génesis 1:13) Y hubo tarde y hubo mañana. Ese fue el
tercer día.

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Después de exponer lo conseguido durante cada uno de
los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la
declaración: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”,
un día primero, segundo, tercero, etc. (Gé 1:5, 8, 13, 19,
23, 31.) Puesto que cada día creativo duró más de
veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta
expresión no alude a una noche y un día literales, sino que
debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las
cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la “tarde” o
principio de cada uno de los períodos o “días” creativos,
ningún observador angélico sería capaz de distinguir el
propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que
Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada
de la “mañana”, habría plena luz con respecto a lo que Dios
se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría
realizado. (Compárese con Pr 4:18.)
(Génesis 1:14) Entonces Dios dijo: “Que haya lumbreras en
la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y
servirán de señal para marcar las estaciones, los días y los
años.

*** it-1 pág. 147 Año ***


El paso de las cuatro estaciones marca visiblemente un
período anual; las estaciones se deben a la inclinación del eje
de la Tierra con relación a su plano de traslación, y se
suceden en el tiempo en que la Tierra completa su órbita
alrededor del Sol. De este modo el Creador proporcionó un
medio para medir el tiempo en términos de años. Además,
con las fases regulares de la Luna se puede subdividir el año
en períodos más cortos. Este modo de medir el tiempo está
indicado en el mismo comienzo del registro bíblico. (Gé 1:14-
16; 8:22.)

*** it-1 pág. 391 Calendario ***


CALENDARIO

Cualquier sistema ordenado de distribuir el tiempo en


años, meses, semanas y días. Mucho antes de la creación
del hombre, Dios proveyó la base para dicha distribución del
tiempo. Génesis 1:14, 15 nos dice que uno de los propósitos
de las “lumbreras [que había] en la expansión de los cielos”
era que sirvieran para “estaciones y para días y años”. Por lo
tanto, el día solar, el año solar y el mes lunar son divisiones
naturales del tiempo, regidas, respectivamente, por la
rotación diaria de la Tierra sobre su eje, su órbita anual
alrededor del Sol y las fases mensuales de la Luna con
relación a la Tierra y el Sol. Sin embargo, son arbitrarias tanto
la distribución del tiempo en semanas como la del día en
horas.
*** it-1 pág. 571 Creación ***
Con anterioridad, en el primer “día”, se había usado la
expresión “Llegue a haber luz”. La palabra hebrea que se
utiliza en este texto para luz es ʼohr, que significa luz en
sentido general, mientras que en el cuarto “día” la palabra
hebrea cambia a ma·ʼóhr, cuyo significado es una lumbrera o
fuente de luz. (Gé 1:14.) De modo que el primer “día” debió
penetrar una luz difusa a través del manto de nubes, aunque
desde la superficie terrestre no sería posible ver las fuentes
de las que procedía esa luz. Luego, en el cuarto “día”, las
cosas cambiaron.

*** it-1 pág. 584 Cronología ***


Dios se propuso que el hombre, hecho a su imagen y
semejanza (Gé 1:26), midiera el paso del tiempo. Desde un
principio la Biblia especifica que las “lumbreras en la
expansión de los cielos” servirían para hacer ‘una división
entre el día y la noche, y de señales para estaciones, días y
años’. (Gé 1:14, 15; Sl 104:19.) (Si se desea considerar cómo
se emplearon estas divisiones desde el comienzo de la
historia humana, véanse los artículos AÑO; CALENDARIO;
DÍA; LUNA; SEMANA.) Desde los días de Adán, el hombre ha
continuado computando y registrando el tiempo hasta el
momento presente. (Gé 5:1, 3-5.)

*** it-2 pág. 260 Lumbrera ***


El relato de Génesis informa que durante el cuarto “día”
creativo, Dios hizo que “[llegase] a haber lumbreras en la
expansión de los cielos”. (Gé 1:14, 19.) Esto no quiere decir
que la luz (heb. ʼohr) misma se originase entonces, puesto
que ya existía previamente. (Gé 1:3.) Tampoco significa que
el Sol, la Luna y las estrellas se creasen en aquel momento.
El versículo inicial de la Biblia dice: “En el principio Dios creó
los cielos y la tierra”. (Gé 1:1.) Por lo tanto, los cielos —con
sus cuerpos celestes, entre ellos el Sol— existían con una
anterioridad indefinida a todo lo sucedido durante los seis
períodos creativos descritos en los siguientes versículos del
primer capítulo de Génesis.

*** it-2 pág. 260 Lumbrera ***


con el propósito de “hacer una división entre el día y la
noche” y “servir de señales y para estaciones y para días y
años”. Además de dar prueba de la existencia de Dios y su
majestuosidad, los movimientos aparentes de estas
lumbreras permiten que el hombre señale con exactitud las
estaciones, los días y los años. (Gé 1:14-18; Sl 74:16; 148:3.)

*** w11 15/2 pág. 8 párr. 10 El espíritu santo: la fuerza


detrás de la creación ***
En el primero de ellos, Jehová hizo que empezara a
percibirse la luz sobre la superficie terrestre. Así dio inicio a
un proceso que culminó en una etapa posterior, cuando el Sol
y la Luna se hicieron visibles desde la Tierra (Gén. 1:3, 14).

*** w07 15/2 pág. 6 El singular sistema solar: ¿cómo llegó


a existir? ***
Génesis 1:14-19 narra que el Sol, la Luna y las estrellas
se formaron en un cuarto período creativo. A primera vista,
esto parece contradecir lo declarado en versículos previos.
Sin embargo, tengamos presente que Moisés, el escritor de
Génesis, redactó la historia de la creación desde el punto de
vista de alguien que, de haber estado en la Tierra, hubiera
observado lo sucedido. Parece que fue en ese período
cuando el Sol, la Luna y las estrellas se hicieron visibles a
través de la atmósfera.

*** g91 8/6 pág. 14 ¿Consumó Dios cada obra creativa el


mismo “día” que la inició? ***
En el cuarto día se produjeron cambios espectaculares:
“Entonces Dios continuó, y dijo: ‘Haya lumbreras en la
expansión de los cielos para diferenciar entre el día y la
noche, y servirán de señales y para estaciones y para días y
años. También servirán de lumbreras en la expansión de los
cielos para alumbrar la Tierra’; y gradualmente llegó a ser así.
Por consiguiente, Dios procedió a hacer las dos grandes
lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día, y la
lumbrera menor para dominar la noche, y también las
estrellas”. (Génesis 1:14-16; Watts, cursivas nuestras.)
Fue entonces cuando, por primera vez, empezó a llegar la
luz del Sol a la superficie terrestre con mayor intensidad. Las
fuentes de luz —el Sol, la Luna y las estrellas— fueron
visibles desde la superficie de la Tierra. Al referirse al primer
día creativo, la palabra hebrea que se utiliza en Génesis para
“luz” es ʼohr, que significa luz en sentido general; pero al
referirse al cuarto día, la palabra hebrea es ma·ʼóhr, que
significa la fuente de la luz.
(Génesis 1:15) Servirán de lumbreras en la expansión de los
cielos para iluminar la tierra”. Y así ocurrió.

*** g91 8/6 pág. 14 ¿Consumó Dios cada obra creativa el


mismo “día” que la inició? ***
En el cuarto día se produjeron cambios espectaculares:
“Entonces Dios continuó, y dijo: ‘Haya lumbreras en la
expansión de los cielos para diferenciar entre el día y la
noche, y servirán de señales y para estaciones y para días y
años. También servirán de lumbreras en la expansión de los
cielos para alumbrar la Tierra’; y gradualmente llegó a ser así.
Por consiguiente, Dios procedió a hacer las dos grandes
lumbreras, la lumbrera mayor para dominar el día, y la
lumbrera menor para dominar la noche, y también las
estrellas”. (Génesis 1:14-16; Watts, cursivas nuestras.)
Fue entonces cuando, por primera vez, empezó a llegar la
luz del Sol a la superficie terrestre con mayor intensidad. Las
fuentes de luz —el Sol, la Luna y las estrellas— fueron
visibles desde la superficie de la Tierra. Al referirse al primer
día creativo, la palabra hebrea que se utiliza en Génesis para
“luz” es ʼohr, que significa luz en sentido general; pero al
referirse al cuarto día, la palabra hebrea es ma·ʼóhr, que
significa la fuente de la luz.
(Génesis 1:16) Dios pasó a hacer las dos grandes lumbreras:
la más grande para gobernar el día y la más pequeña para
gobernar la noche. También hizo las estrellas.

*** it-1 pág. 571 Creación ***


La voluntad divina con respecto a las lumbreras se llevó a
cabo durante el Día Cuarto, pues dice el registro: “Y Dios
procedió a hacer las dos grandes lumbreras, la lumbrera
mayor para dominar el día y la lumbrera menor para dominar
la noche, y también las estrellas. Así las puso Dios en la
expansión de los cielos para brillar sobre la tierra, y para
dominar de día y de noche y para hacer una división entre la
luz y la oscuridad”. (Gé 1:16-18.) En vista de esta descripción
de las lumbreras, la mayor debe referirse al Sol, y la menor, a
la Luna, aunque no se menciona a estos dos cuerpos
celestes por nombre sino hasta después del relato del diluvio
del día de Noé. (Gé 15:12; 37:9.)
Con anterioridad, en el primer “día”, se había usado la
expresión “Llegue a haber luz”. La palabra hebrea que se
utiliza en este texto para luz es ʼohr, que significa luz en
sentido general, mientras que en el cuarto “día” la palabra
hebrea cambia a ma·ʼóhr, cuyo significado es una lumbrera o
fuente de luz. (Gé 1:14.) De modo que el primer “día” debió
penetrar una luz difusa a través del manto de nubes, aunque
desde la superficie terrestre no sería posible ver las fuentes
de las que procedía esa luz. Luego, en el cuarto “día”, las
cosas cambiaron.
Es también digno de mención que en Génesis 1:16 no se
usa el verbo hebreo ba·ráʼ, que significa “crear”, sino que se
emplea el verbo hebreo ʽa·sáh, cuyo significado es “hacer”.
Como el Sol, la Luna y las estrellas están incluidos en “los
cielos” mencionados en Génesis 1:1, estos astros se crearon
mucho antes del Día Cuarto. En ese “día” Dios procedió a
“hacer” que dichos cuerpos celestes llegaran a tener una
nueva relación con respecto a la superficie terrestre y a la
expansión que había sobre ella. Las palabras: “Las puso Dios
en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra”,
deben indicar que en ese momento se hacían distinguibles
desde la superficie de la Tierra, como si estuvieran en la
expansión. Además, las lumbreras tenían que “servir de
señales y para estaciones y para días y años”, lo que
significaba que el hombre podría utilizarlas como guía de
distintas maneras. (Gé 1:14.)

*** it-1 pág. 879 Estrella ***


El versículo 16 no contradice estas palabras cuando dice
que durante el cuarto “día”, o período creativo, “Dios procedió
a hacer [...] las estrellas”. La palabra “hacer” (heb. ʽa·sáh)
no significa lo mismo que la palabra “crear” (heb. ba·ráʼ).
(Véase CREACIÓN.)
*** it-2 pág. 260 Lumbrera ***
Ha de tenerse en cuenta que mientras que Génesis 1:1
registra que Dios “creó” (heb. ba·ráʼ) los cielos y la tierra en el
principio, los versículos 16 y 17 señalan que durante el cuarto
“día” creativo, “Dios procedió a hacer [heb. una forma de
ʽa·sáh] las dos grandes lumbreras, la lumbrera mayor para
dominar el día y la lumbrera menor para dominar la noche, y
también las estrellas. Así las puso Dios en la expansión de
los cielos para brillar sobre la tierra”. La palabra hebrea
ʽa·sáh, frecuentemente traducida “hacer”, puede significar
establecer (2Sa 7:11), designar (Dt 15:1), formar (Jer 18:4) o
preparar (Gé 21:8).
Por lo tanto, estos versículos explican la nueva relación
del Sol, la Luna y las estrellas, ya existentes, con el planeta
Tierra. Durante el primer “día”, la luz (heb. ʼohr) empezó a
penetrar, probablemente de modo gradual, a través de las
capas de nubes que aún envolvían la Tierra, y llegó a ser
visible a un observador terrestre, si hubiera estado presente.
(Gé 1:3.) Pero el cuarto “día” se produjeron ciertos cambios.

*** g 3/14 pág. 7 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
CUARTO DÍA
El Sol y la Luna comenzaron a verse desde la superficie de la
Tierra (Génesis 1:14-19).

*** w07 15/2 pág. 6 El singular sistema solar: ¿cómo llegó


a existir? ***
Génesis 1:14-19 narra que el Sol, la Luna y las estrellas
se formaron en un cuarto período creativo. A primera vista,
esto parece contradecir lo declarado en versículos previos.
Sin embargo, tengamos presente que Moisés, el escritor de
Génesis, redactó la historia de la creación desde el punto de
vista de alguien que, de haber estado en la Tierra, hubiera
observado lo sucedido. Parece que fue en ese período
cuando el Sol, la Luna y las estrellas se hicieron visibles a
través de la atmósfera.

*** w04 1/1 pág. 28 párr. 5 Puntos sobresalientes del libro


de Génesis (parte 1) ***
1:16. ¿Cómo produjo Dios la luz el primer día si las
lumbreras no se hicieron hasta el cuarto día? El verbo
hebreo traducido “hacer” en el versículo 16 no es el mismo
que el que se vierte “crear” y “creó” en los versículos 1, 21 y
27 del capítulo 1 de Génesis. “Los cielos”, que incluían las
lumbreras, se crearon mucho antes de que siquiera empezara
el “día primero”. Pero su luz no llegaba hasta la superficie
terrestre. En el día primero “[llegó] a haber luz” porque la luz
difusa atravesó el manto de nubes y se hizo visible en la
Tierra, y la rotación de nuestro planeta causó la división entre
el día y la noche (Génesis 1:1-3, 5). Las fuentes de dicha luz
aún permanecían invisibles desde la Tierra. Ahora bien,
durante el cuarto período creativo se produjo un cambio
notable, pues el Sol, la Luna y las estrellas empezaron a
“brillar sobre la tierra” (Génesis 1:17). “Dios procedió a
hacer[las]” en el sentido de que ya se podían ver desde la
Tierra.
(Génesis 1:17) Así que Dios las puso a todas en la
expansión de los cielos para iluminar la tierra,

*** it-2 pág. 260 Lumbrera ***


Cuando se dice que en aquel día “las puso Dios en la
expansión de los cielos”, debe entenderse que Dios hizo que
las fuentes de luz (heb. ma·ʼóhr), como el Sol, la Luna y las
estrellas, llegaran a ser perceptibles en la expansión

*** g 3/14 pág. 7 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
CUARTO DÍA
El Sol y la Luna comenzaron a verse desde la superficie de la
Tierra (Génesis 1:14-19).
(Génesis 1:19) Y hubo tarde y hubo mañana. Ese fue el
cuarto día.

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Después de exponer lo conseguido durante cada uno de
los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la
declaración: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”,
un día primero, segundo, tercero, etc. (Gé 1:5, 8, 13, 19,
23, 31.) Puesto que cada día creativo duró más de
veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta
expresión no alude a una noche y un día literales, sino que
debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las
cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la “tarde” o
principio de cada uno de los períodos o “días” creativos,
ningún observador angélico sería capaz de distinguir el
propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que
Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada
de la “mañana”, habría plena luz con respecto a lo que Dios
se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría
realizado. (Compárese con Pr 4:18.)
(Génesis 1:20) Entonces Dios dijo: “Que las aguas se llenen
de seres vivos y que los animales voladores vuelen por
encima de la tierra a través de la expansión de los cielos”.
*** it-1 págs. 571-572 Creación ***
El Día Quinto vio la creación en la Tierra de las primeras
almas no humanas. Dios no se propuso que las demás
formas de vida evolucionaran de una sola criatura, sino que
literalmente enjambres de almas vivientes llegaron a existir
por el poder divino. Dice el registro: “Dios procedió a crear los
grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se
mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros,
y toda criatura voladora alada según su género”. Complacido
con su creación, Dios la bendijo y dijo que ‘se hicieran
muchos’, lo que era posible porque Él había dotado a estas
criaturas de muchas familias genéricas distintas con la
facultad de reproducirse “según sus géneros”. (Gé 1:20-23.)

*** it-2 pág. 304 Mar ***


(Gé 1:20-23.)
Cuando Dios dijo “enjambren las aguas”, no estaba
dejando la formación de la vida a los mares, para que estos
dieran lugar a una forma de vida primigenia de la que
evolucionaran todos los animales. El relato también dice que
“Dios procedió a crear [criaturas marinas] [...] según sus
géneros”. En la creación de los animales terrestres durante el
‘sexto día’, Dios dijo: “Produzca la tierra almas vivientes
según sus géneros”. Dios no mandó al mar que produjera
organismos vivos para la tierra, o que estos organismos
evolucionaran del mar, sino que “procedió a hacer” cada
género especialmente para el hábitat que tenía que ocupar.
(Gé 1:24, 25.)

*** ct cap. 6 pág. 97 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
Los “días” quinto y sexto
En el quinto “día” creativo, el Creador procedió a poblar
los océanos y los cielos atmosféricos con una nueva forma de
vida, “almas vivientes”, diferente de la vegetación. Es de
interés que los biólogos hablan del reino vegetal y del reino
animal, y dividen a estos en subclasificaciones. La palabra
hebrea que se traduce por “alma” significa “respirador”, y la
Biblia dice que las “almas vivientes” tienen sangre. Por lo
tanto, podemos concluir que en el quinto período creativo
empezaron a aparecer las criaturas con sistema respiratorio y
circulatorio, los “respiradores” que poblarían los mares y los
cielos (Génesis 1:20; 9:3, 4).

*** g91 8/6 págs. 12-13 ¿Consumó Dios cada obra creativa
el mismo “día” que la inició? ***
La palabra hebrea que se traduce “criaturas voladoras” en
Génesis 1:20 es ʽohf, un término que puede abarcar insectos
alados y reptiles voladores como los pterosaurios. Puede que
los primeros insectos precedieran a criaturas como los
pterosaurios, y que estos reptiles voladores de alas
membranosas aparecieran antes que las aves y los
mamíferos.
El relato bíblico sobre la creación no registra todo detalle
de las obras creativas de Jehová Dios, sino que enumera
algunos de los principales acontecimientos que sucedieron
durante la preparación de la Tierra para recibir a los seres
vivos y explica la aparición ordenada de grandes categorías
de vida vegetal y animal. Por eso el registro de Génesis
no presenta por separado a los insectos alados, los reptiles
voladores y las aves, sino que los agrupa a todos bajo un
mismo término hebreo general y abarcador que se traduce
“criaturas voladoras”.
(Génesis 1:21) Así que Dios creó los grandes animales
marinos y todos los seres vivos que se mueven y enjambran
en las aguas según sus géneros, y todos los animales con
alas que vuelan según sus géneros. Y Dios vio que esto era
bueno.

*** it-1 pág. 566 Cosa que se arrastra ***


COSA QUE SE ARRASTRA

La raíz verbal del término hebreo ré·mes significa


“arrastrarse” o “moverse”. (Gé 1:21, 28, nota.) El léxico
hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner dice que el
término indica un movimiento prácticamente sin objeto.
(Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 895;
compárese con Hab 1:14.) El nombre ré·mes parece abarcar
una amplia variedad de seres vivos, y en los textos donde
aparece, por lo general distingue a estos “animales
movientes” de las bestias salvajes y domésticas, las aves y
los peces. (Gé 1:24, 25; 6:7, 20; 7:14, 23; 8:17, 19; 9:3; Eze
8:10; 38:20.) De modo que este término podría abarcar a los
reptiles y a otras formas de vida animal no incluidas en las
categorías más importantes. Puede aplicar no solo a criaturas
terrestres, sino también acuáticas. (Sl 104:25.)

*** it-1 págs. 1011-1013 Género ***


GÉNERO

El relato de la creación que se encuentra en el primer


capítulo de Génesis manifiesta que Jehová Dios creó a todas
las criaturas vivientes de la Tierra “según sus géneros”. (Gé
1:11, nota.) Hacia la parte final del sexto día creativo ya
habían sido creadas gran variedad de familias ‘genéricas’
básicas sobre la Tierra, que comprendían formas de vida muy
complejas, todas ellas con la facultad de reproducirse, de
acuerdo con un patrón fijo y ordenado, “según sus géneros”.
(Gé 1:12, 21, 22, 24, 25; 1Co 14:33.)
Los “géneros” mencionados en la Biblia parecen constituir
divisiones de formas de vida, en las cuales pueden producirse
cruces fértiles. En tal caso, el límite que separa unos
“géneros” de otros tiene que trazarse en el punto donde ya es
imposible la fertilización.
En años recientes el término “especie” se ha usado de tal
manera que ha causado confusión al compararlo con la
palabra “género”. El sentido primario de “especie” es
“conjunto de cosas que forman un grupo, por tener uno o
varios caracteres comunes”, pero en el campo de la biología
se aplica a conjuntos de animales o plantas que pueden
fecundar entre sí y que tienen una o varias características
comunes. Por lo tanto, podría haber muchas especies o
variedades dentro de cada uno de los ‘géneros’ de Génesis.
Tanto por la explicación de la creación que se da en la
Biblia como por las leyes implantadas por Dios para el control
del mundo natural, es perfectamente explicable la gran
diversidad que se observa dentro de cada “género” creado,
pero no hay base alguna para sostener, como hacen algunos,
que desde que terminó el período creativo han aparecido
nuevos “géneros”. La regla invariable de que no puede haber
procreación entre “géneros” distintos responde a un principio
biológico hasta la fecha incuestionable. Ni siquiera con la
ayuda de avanzados laboratorios y la tecnología moderna se
han podido formar en la actualidad nuevos “géneros”.
Además, la fecundación entre “géneros” distintos afectaría el
propósito divino de tener familias genéricas separadas y
destruiría la individualidad de las diversas especies de
criaturas vivientes, flora y fauna en general. Por consiguiente,
en vista de la evidente diferenciación de los “géneros”
creados, se puede considerar que un “género” es una unidad
separada e independiente de los demás.
Desde que existen registros hasta hoy, los perros siempre
han sido perros, los gatos, gatos, y los elefantes han sido y
serán elefantes. La esterilidad sigue siendo el factor
delimitante de lo que constituye un “género”. Este fenómeno
hace posible —mediante la prueba de la esterilidad—
determinar los límites de todos los “géneros” que existen hoy.
Mediante esta prueba natural de fertilización, es posible
descubrir las relaciones primarias dentro del mundo animal y
vegetal. Por ejemplo, la frontera de la esterilidad representa
un vacío infranqueable entre el hombre y los animales.
Pruebas de apareamiento que se han realizado demuestran
que el mero parecido entre dos “géneros” no es un criterio
válido para catalogarlos como de la misma especie. Si bien el
hombre y el chimpancé tienen algún parecido entre sí,
músculos y osamenta semejantes, la total imposibilidad de
conseguir un híbrido de hombre y antropoide demuestra que
estamos ante dos creaciones separadas que
no corresponden al mismo “género” creado.
Hubo un tiempo en el que se pensó que la hibridación
sería el mejor medio de producir un nuevo “género”, pero en
todos los casos en los que supuestamente se había
conseguido un resultado positivo, se pudo demostrar con
relativa facilidad que los individuos apareados eran de un
mismo “género”, como en el caso del caballo y del burro,
ambos équidos. El resultado de este cruce es la mula, que,
salvo en raras excepciones, es estéril y, por lo tanto, incapaz
de reproducirse por el medio natural. El propio Charles
Darwin se vio obligado a reconocer que la “distinción de las
formas específicas y el no estar ligadas entre sí por
innumerables [eslabones] de transición, es una dificultad muy
evidente”. (El origen de las especies, editorial EDAF, 1985,
cap. 10, pág. 315.) Esta afirmación sigue siendo cierta.
Si bien es posible que el número de “géneros” creados se
limite a unos centenares, existen en el mundo muchas más
variedades de animales y plantas. Según la investigación
moderna, en una misma familia botánica puede haber hasta
centenares de miles de plantas diferentes. Algo parecido
sucede en el reino animal; por ejemplo, en el “género” de los
félidos puede haber una gran variedad de gatos, al igual que
hay variedad entre los bóvidos, los cánidos y hasta en la
especie humana, lo que ha producido una gran diversidad
dentro de cada “género”. Pero aun así, prevalece un hecho
fundamental: sin importar cuánta variedad haya dentro de
ellos no puede haber fusión genética entre estos géneros.
La investigación geológica ha aportado pruebas
inconfundibles de que los fósiles de los especímenes más
antiguos de un determinado animal son muy parecidos a sus
descendientes actuales. Por ejemplo, las cucarachas fósiles
halladas entre lo que se supone que son los fósiles de
insectos más antiguos son idénticas a las actuales. Hay una
total ausencia de fósiles de transición entre un “género” y
otro. El caballo, el elefante, el águila, el roble, el nogal, el
helecho..., todos permanecen circunscritos a su “género”, sin
evolucionar hacia “géneros” distintos. El testimonio del
registro fósil concuerda plenamente con el relato bíblico de la
creación, que muestra que en el transcurso de los últimos
días creativos Jehová creó todas las formas de vida que
existen sobre la Tierra en gran cantidad y “según sus
géneros”. (Gé 1:20-25.)
Todo lo considerado permite deducir que Noé pudo
seleccionar las especies animales necesarias para
preservarlas en el arca durante el Diluvio. La Biblia no dice
que tuviese que escoger un animal de cada una de las
variedades existentes. De hecho, dice: “De las criaturas
voladoras según sus géneros y de los animales domésticos
según sus géneros, de todos los animales movientes del
suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde
ti allí para conservarlos vivos”. (Gé 6:20; 7:14, 15.) Jehová
Dios sabía que solo era necesario salvar especímenes
representativos de cada “género”, ya que después del Diluvio
se reproducirían en todas sus variedades. (Véase ARCA
núm. 1.)
Después que las aguas del Diluvio remitieron, salieron del
arca los relativamente pocos “géneros” de animales que
habían sido conservados con vida, se dispersaron por toda la
superficie de la Tierra y, con el transcurso del tiempo,
produjeron una gran variedad dentro de sus respectivos
“géneros”. Aunque desde entonces han aparecido muchas
variedades nuevas, los “géneros” que sobrevivieron al Diluvio
han permanecido invariables, sin experimentar cambio alguno
en plena concordancia con la inmutable palabra de Jehová
Dios. (Isa 55:8-11.)

*** g 3/14 pág. 7 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
QUINTO DÍA
Dios creó una multitud de animales marinos y aves con la
habilidad de procrearse según su género (Génesis 1:20-23).

*** g88 8/12 pág. 25 ¿Qué dice en realidad el libro bíblico


de Génesis? ***
Pero en el relato del capítulo 1 de Génesis se menciona
repetidas veces una importante declaración. Por ejemplo:
respecto al quinto día creativo, Génesis 1:21 nos dice: “Y
Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda
alma viviente que se mueve, los cuales las aguas
enjambraron según sus géneros”.
*** g88 8/12 págs. 25-26 ¿Qué dice en realidad el libro
bíblico de Génesis? ***
Por consiguiente, lo que fue creado fueron los géneros,
no toda especie individual. Y los diversos “géneros” fueron
creados por separado, no descendieron unos de otros. Dentro
de cada “género” podía existir una gran variedad de formas
de vida, como vemos en el “género” de los félidos, el “género”
de los cánidos o el “género” humano. Pero los factores
genéticos que el Creador puso en ellos mantendría a estos
“géneros” siempre separados. Esta es la razón por la que un
gato y un perro no pueden aparearse y dar comienzo a otra
forma de vida.
Es cierto que esto contradice la teoría de la evolución.
Pero no contradice los hechos probados. Los animales se
reproducen en una gran variedad dentro de su “género”, pero
nadie jamás ha demostrado que un “género” de animal se
haya reproducido o haya evolucionado en un “género”
diferente.
¿Cómo se explican entonces las similitudes que existen
entre ciertos géneros de animales? Estas se pueden
comprender cuando consideramos que todos ellos se originan
de un mismo Creador y que fueron hechos con los mismos
componentes de la Tierra para vivir en un ambiente similar.
(Génesis 1:22) Luego Dios los bendijo así: “Reprodúzcanse,
sean muchos y llenen los mares. Y que los animales
voladores se multipliquen en la tierra”.

*** it-1 pág. 310 Bendición ***


La buena voluntad de Jehová para con sus criaturas
terrestres se manifestó cuando Él las produjo. En el caso de
los géneros animales creados en el quinto día, la bendición
de Dios fue una declaración de su propósito con respecto a
ellos. (Gé 1:22.)

*** g 3/14 pág. 7 Lo que nadie le ha dicho sobre


la creación ***
QUINTO DÍA
Dios creó una multitud de animales marinos y aves con la
habilidad de procrearse según su género (Génesis 1:20-23).
(Génesis 1:23) Y hubo tarde y hubo mañana. Ese fue el
quinto día.

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Después de exponer lo conseguido durante cada uno de
los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la
declaración: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”,
un día primero, segundo, tercero, etc. (Gé 1:5, 8, 13, 19,
23, 31.) Puesto que cada día creativo duró más de
veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta
expresión no alude a una noche y un día literales, sino que
debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las
cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la “tarde” o
principio de cada uno de los períodos o “días” creativos,
ningún observador angélico sería capaz de distinguir el
propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que
Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada
de la “mañana”, habría plena luz con respecto a lo que Dios
se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría
realizado. (Compárese con Pr 4:18.)
(Génesis 1:24) Entonces Dios dijo: “Que la tierra produzca
seres vivos según sus géneros: animales domésticos,
animales que se arrastran y animales salvajes de la tierra
según sus géneros”. Y así ocurrió.

*** it-1 pág. 566 Cosa que se arrastra ***


COSA QUE SE ARRASTRA

La raíz verbal del término hebreo ré·mes significa


“arrastrarse” o “moverse”. (Gé 1:21, 28, nota.) El léxico
hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner dice que el
término indica un movimiento prácticamente sin objeto.
(Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 895;
compárese con Hab 1:14.) El nombre ré·mes parece abarcar
una amplia variedad de seres vivos, y en los textos donde
aparece, por lo general distingue a estos “animales
movientes” de las bestias salvajes y domésticas, las aves y
los peces. (Gé 1:24, 25; 6:7, 20; 7:14, 23; 8:17, 19; 9:3; Eze
8:10; 38:20.) De modo que este término podría abarcar a los
reptiles y a otras formas de vida animal no incluidas en las
categorías más importantes. Puede aplicar no solo a criaturas
terrestres, sino también acuáticas. (Sl 104:25.)

*** it-1 págs. 1011-1013 Género ***


GÉNERO

El relato de la creación que se encuentra en el primer


capítulo de Génesis manifiesta que Jehová Dios creó a todas
las criaturas vivientes de la Tierra “según sus géneros”. (Gé
1:11, nota.) Hacia la parte final del sexto día creativo ya
habían sido creadas gran variedad de familias ‘genéricas’
básicas sobre la Tierra, que comprendían formas de vida muy
complejas, todas ellas con la facultad de reproducirse, de
acuerdo con un patrón fijo y ordenado, “según sus géneros”.
(Gé 1:12, 21, 22, 24, 25; 1Co 14:33.)
Los “géneros” mencionados en la Biblia parecen constituir
divisiones de formas de vida, en las cuales pueden producirse
cruces fértiles. En tal caso, el límite que separa unos
“géneros” de otros tiene que trazarse en el punto donde ya es
imposible la fertilización.
En años recientes el término “especie” se ha usado de tal
manera que ha causado confusión al compararlo con la
palabra “género”. El sentido primario de “especie” es
“conjunto de cosas que forman un grupo, por tener uno o
varios caracteres comunes”, pero en el campo de la biología
se aplica a conjuntos de animales o plantas que pueden
fecundar entre sí y que tienen una o varias características
comunes. Por lo tanto, podría haber muchas especies o
variedades dentro de cada uno de los ‘géneros’ de Génesis.
Tanto por la explicación de la creación que se da en la
Biblia como por las leyes implantadas por Dios para el control
del mundo natural, es perfectamente explicable la gran
diversidad que se observa dentro de cada “género” creado,
pero no hay base alguna para sostener, como hacen algunos,
que desde que terminó el período creativo han aparecido
nuevos “géneros”. La regla invariable de que no puede haber
procreación entre “géneros” distintos responde a un principio
biológico hasta la fecha incuestionable. Ni siquiera con la
ayuda de avanzados laboratorios y la tecnología moderna se
han podido formar en la actualidad nuevos “géneros”.
Además, la fecundación entre “géneros” distintos afectaría el
propósito divino de tener familias genéricas separadas y
destruiría la individualidad de las diversas especies de
criaturas vivientes, flora y fauna en general. Por consiguiente,
en vista de la evidente diferenciación de los “géneros”
creados, se puede considerar que un “género” es una unidad
separada e independiente de los demás.
Desde que existen registros hasta hoy, los perros siempre
han sido perros, los gatos, gatos, y los elefantes han sido y
serán elefantes. La esterilidad sigue siendo el factor
delimitante de lo que constituye un “género”. Este fenómeno
hace posible —mediante la prueba de la esterilidad—
determinar los límites de todos los “géneros” que existen hoy.
Mediante esta prueba natural de fertilización, es posible
descubrir las relaciones primarias dentro del mundo animal y
vegetal. Por ejemplo, la frontera de la esterilidad representa
un vacío infranqueable entre el hombre y los animales.
Pruebas de apareamiento que se han realizado demuestran
que el mero parecido entre dos “géneros” no es un criterio
válido para catalogarlos como de la misma especie. Si bien el
hombre y el chimpancé tienen algún parecido entre sí,
músculos y osamenta semejantes, la total imposibilidad de
conseguir un híbrido de hombre y antropoide demuestra que
estamos ante dos creaciones separadas que
no corresponden al mismo “género” creado.
Hubo un tiempo en el que se pensó que la hibridación
sería el mejor medio de producir un nuevo “género”, pero en
todos los casos en los que supuestamente se había
conseguido un resultado positivo, se pudo demostrar con
relativa facilidad que los individuos apareados eran de un
mismo “género”, como en el caso del caballo y del burro,
ambos équidos. El resultado de este cruce es la mula, que,
salvo en raras excepciones, es estéril y, por lo tanto, incapaz
de reproducirse por el medio natural. El propio Charles
Darwin se vio obligado a reconocer que la “distinción de las
formas específicas y el no estar ligadas entre sí por
innumerables [eslabones] de transición, es una dificultad muy
evidente”. (El origen de las especies, editorial EDAF, 1985,
cap. 10, pág. 315.) Esta afirmación sigue siendo cierta.
Si bien es posible que el número de “géneros” creados se
limite a unos centenares, existen en el mundo muchas más
variedades de animales y plantas. Según la investigación
moderna, en una misma familia botánica puede haber hasta
centenares de miles de plantas diferentes. Algo parecido
sucede en el reino animal; por ejemplo, en el “género” de los
félidos puede haber una gran variedad de gatos, al igual que
hay variedad entre los bóvidos, los cánidos y hasta en la
especie humana, lo que ha producido una gran diversidad
dentro de cada “género”. Pero aun así, prevalece un hecho
fundamental: sin importar cuánta variedad haya dentro de
ellos no puede haber fusión genética entre estos géneros.
La investigación geológica ha aportado pruebas
inconfundibles de que los fósiles de los especímenes más
antiguos de un determinado animal son muy parecidos a sus
descendientes actuales. Por ejemplo, las cucarachas fósiles
halladas entre lo que se supone que son los fósiles de
insectos más antiguos son idénticas a las actuales. Hay una
total ausencia de fósiles de transición entre un “género” y
otro. El caballo, el elefante, el águila, el roble, el nogal, el
helecho..., todos permanecen circunscritos a su “género”, sin
evolucionar hacia “géneros” distintos. El testimonio del
registro fósil concuerda plenamente con el relato bíblico de la
creación, que muestra que en el transcurso de los últimos
días creativos Jehová creó todas las formas de vida que
existen sobre la Tierra en gran cantidad y “según sus
géneros”. (Gé 1:20-25.)
Todo lo considerado permite deducir que Noé pudo
seleccionar las especies animales necesarias para
preservarlas en el arca durante el Diluvio. La Biblia no dice
que tuviese que escoger un animal de cada una de las
variedades existentes. De hecho, dice: “De las criaturas
voladoras según sus géneros y de los animales domésticos
según sus géneros, de todos los animales movientes del
suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde
ti allí para conservarlos vivos”. (Gé 6:20; 7:14, 15.) Jehová
Dios sabía que solo era necesario salvar especímenes
representativos de cada “género”, ya que después del Diluvio
se reproducirían en todas sus variedades. (Véase ARCA
núm. 1.)
Después que las aguas del Diluvio remitieron, salieron del
arca los relativamente pocos “géneros” de animales que
habían sido conservados con vida, se dispersaron por toda la
superficie de la Tierra y, con el transcurso del tiempo,
produjeron una gran variedad dentro de sus respectivos
“géneros”. Aunque desde entonces han aparecido muchas
variedades nuevas, los “géneros” que sobrevivieron al Diluvio
han permanecido invariables, sin experimentar cambio alguno
en plena concordancia con la inmutable palabra de Jehová
Dios. (Isa 55:8-11.)

*** it-2 pág. 304 Mar ***


Cuando Dios dijo “enjambren las aguas”, no estaba
dejando la formación de la vida a los mares, para que estos
dieran lugar a una forma de vida primigenia de la que
evolucionaran todos los animales. El relato también dice que
“Dios procedió a crear [criaturas marinas] [...] según sus
géneros”. En la creación de los animales terrestres durante el
‘sexto día’, Dios dijo: “Produzca la tierra almas vivientes
según sus géneros”. Dios no mandó al mar que produjera
organismos vivos para la tierra, o que estos organismos
evolucionaran del mar, sino que “procedió a hacer” cada
género especialmente para el hábitat que tenía que ocupar.
(Gé 1:24, 25.)

*** ct cap. 6 pág. 97 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
En el “día” sexto Dios dirigió de nuevo su atención a la
tierra seca. Creó animales ‘domésticos’ y ‘salvajes’,
designaciones estas que tenían sentido cuando Moisés
escribió el relato (Génesis 1:24). De modo que fue en el sexto
período creativo cuando se creó a los mamíferos terrestres.
¿Y qué decir del ser humano?

*** g88 8/12 págs. 25-26 ¿Qué dice en realidad el libro


bíblico de Génesis? ***
Respecto al sexto día, el versículo 24 dice: “Produzca la
tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y
animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su
género”.
Por consiguiente, lo que fue creado fueron los géneros,
no toda especie individual. Y los diversos “géneros” fueron
creados por separado, no descendieron unos de otros. Dentro
de cada “género” podía existir una gran variedad de formas
de vida, como vemos en el “género” de los félidos, el “género”
de los cánidos o el “género” humano. Pero los factores
genéticos que el Creador puso en ellos mantendría a estos
“géneros” siempre separados. Esta es la razón por la que un
gato y un perro no pueden aparearse y dar comienzo a otra
forma de vida.
Es cierto que esto contradice la teoría de la evolución.
Pero no contradice los hechos probados. Los animales se
reproducen en una gran variedad dentro de su “género”, pero
nadie jamás ha demostrado que un “género” de animal se
haya reproducido o haya evolucionado en un “género”
diferente.
¿Cómo se explican entonces las similitudes que existen
entre ciertos géneros de animales? Estas se pueden
comprender cuando consideramos que todos ellos se originan
de un mismo Creador y que fueron hechos con los mismos
componentes de la Tierra para vivir en un ambiente similar.
(Génesis 1:25) Dios pasó a hacer a los animales salvajes de
la tierra según sus géneros, a los animales domésticos según
sus géneros y a los animales que se arrastran según sus
géneros. Y Dios vio que esto era bueno.

*** it-1 págs. 1011-1013 Género ***


GÉNERO

El relato de la creación que se encuentra en el primer


capítulo de Génesis manifiesta que Jehová Dios creó a todas
las criaturas vivientes de la Tierra “según sus géneros”. (Gé
1:11, nota.) Hacia la parte final del sexto día creativo ya
habían sido creadas gran variedad de familias ‘genéricas’
básicas sobre la Tierra, que comprendían formas de vida muy
complejas, todas ellas con la facultad de reproducirse, de
acuerdo con un patrón fijo y ordenado, “según sus géneros”.
(Gé 1:12, 21, 22, 24, 25; 1Co 14:33.)
Los “géneros” mencionados en la Biblia parecen constituir
divisiones de formas de vida, en las cuales pueden producirse
cruces fértiles. En tal caso, el límite que separa unos
“géneros” de otros tiene que trazarse en el punto donde ya es
imposible la fertilización.
En años recientes el término “especie” se ha usado de tal
manera que ha causado confusión al compararlo con la
palabra “género”. El sentido primario de “especie” es
“conjunto de cosas que forman un grupo, por tener uno o
varios caracteres comunes”, pero en el campo de la biología
se aplica a conjuntos de animales o plantas que pueden
fecundar entre sí y que tienen una o varias características
comunes. Por lo tanto, podría haber muchas especies o
variedades dentro de cada uno de los ‘géneros’ de Génesis.
Tanto por la explicación de la creación que se da en la
Biblia como por las leyes implantadas por Dios para el control
del mundo natural, es perfectamente explicable la gran
diversidad que se observa dentro de cada “género” creado,
pero no hay base alguna para sostener, como hacen algunos,
que desde que terminó el período creativo han aparecido
nuevos “géneros”. La regla invariable de que no puede haber
procreación entre “géneros” distintos responde a un principio
biológico hasta la fecha incuestionable. Ni siquiera con la
ayuda de avanzados laboratorios y la tecnología moderna se
han podido formar en la actualidad nuevos “géneros”.
Además, la fecundación entre “géneros” distintos afectaría el
propósito divino de tener familias genéricas separadas y
destruiría la individualidad de las diversas especies de
criaturas vivientes, flora y fauna en general. Por consiguiente,
en vista de la evidente diferenciación de los “géneros”
creados, se puede considerar que un “género” es una unidad
separada e independiente de los demás.
Desde que existen registros hasta hoy, los perros siempre
han sido perros, los gatos, gatos, y los elefantes han sido y
serán elefantes. La esterilidad sigue siendo el factor
delimitante de lo que constituye un “género”. Este fenómeno
hace posible —mediante la prueba de la esterilidad—
determinar los límites de todos los “géneros” que existen hoy.
Mediante esta prueba natural de fertilización, es posible
descubrir las relaciones primarias dentro del mundo animal y
vegetal. Por ejemplo, la frontera de la esterilidad representa
un vacío infranqueable entre el hombre y los animales.
Pruebas de apareamiento que se han realizado demuestran
que el mero parecido entre dos “géneros” no es un criterio
válido para catalogarlos como de la misma especie. Si bien el
hombre y el chimpancé tienen algún parecido entre sí,
músculos y osamenta semejantes, la total imposibilidad de
conseguir un híbrido de hombre y antropoide demuestra que
estamos ante dos creaciones separadas que
no corresponden al mismo “género” creado.
Hubo un tiempo en el que se pensó que la hibridación
sería el mejor medio de producir un nuevo “género”, pero en
todos los casos en los que supuestamente se había
conseguido un resultado positivo, se pudo demostrar con
relativa facilidad que los individuos apareados eran de un
mismo “género”, como en el caso del caballo y del burro,
ambos équidos. El resultado de este cruce es la mula, que,
salvo en raras excepciones, es estéril y, por lo tanto, incapaz
de reproducirse por el medio natural. El propio Charles
Darwin se vio obligado a reconocer que la “distinción de las
formas específicas y el no estar ligadas entre sí por
innumerables [eslabones] de transición, es una dificultad muy
evidente”. (El origen de las especies, editorial EDAF, 1985,
cap. 10, pág. 315.) Esta afirmación sigue siendo cierta.
Si bien es posible que el número de “géneros” creados se
limite a unos centenares, existen en el mundo muchas más
variedades de animales y plantas. Según la investigación
moderna, en una misma familia botánica puede haber hasta
centenares de miles de plantas diferentes. Algo parecido
sucede en el reino animal; por ejemplo, en el “género” de los
félidos puede haber una gran variedad de gatos, al igual que
hay variedad entre los bóvidos, los cánidos y hasta en la
especie humana, lo que ha producido una gran diversidad
dentro de cada “género”. Pero aun así, prevalece un hecho
fundamental: sin importar cuánta variedad haya dentro de
ellos no puede haber fusión genética entre estos géneros.
La investigación geológica ha aportado pruebas
inconfundibles de que los fósiles de los especímenes más
antiguos de un determinado animal son muy parecidos a sus
descendientes actuales. Por ejemplo, las cucarachas fósiles
halladas entre lo que se supone que son los fósiles de
insectos más antiguos son idénticas a las actuales. Hay una
total ausencia de fósiles de transición entre un “género” y
otro. El caballo, el elefante, el águila, el roble, el nogal, el
helecho..., todos permanecen circunscritos a su “género”, sin
evolucionar hacia “géneros” distintos. El testimonio del
registro fósil concuerda plenamente con el relato bíblico de la
creación, que muestra que en el transcurso de los últimos
días creativos Jehová creó todas las formas de vida que
existen sobre la Tierra en gran cantidad y “según sus
géneros”. (Gé 1:20-25.)
Todo lo considerado permite deducir que Noé pudo
seleccionar las especies animales necesarias para
preservarlas en el arca durante el Diluvio. La Biblia no dice
que tuviese que escoger un animal de cada una de las
variedades existentes. De hecho, dice: “De las criaturas
voladoras según sus géneros y de los animales domésticos
según sus géneros, de todos los animales movientes del
suelo según sus géneros, dos de cada uno entrarán a donde
ti allí para conservarlos vivos”. (Gé 6:20; 7:14, 15.) Jehová
Dios sabía que solo era necesario salvar especímenes
representativos de cada “género”, ya que después del Diluvio
se reproducirían en todas sus variedades. (Véase ARCA
núm. 1.)
Después que las aguas del Diluvio remitieron, salieron del
arca los relativamente pocos “géneros” de animales que
habían sido conservados con vida, se dispersaron por toda la
superficie de la Tierra y, con el transcurso del tiempo,
produjeron una gran variedad dentro de sus respectivos
“géneros”. Aunque desde entonces han aparecido muchas
variedades nuevas, los “géneros” que sobrevivieron al Diluvio
han permanecido invariables, sin experimentar cambio alguno
en plena concordancia con la inmutable palabra de Jehová
Dios. (Isa 55:8-11.)
*** gm cap. 7 págs. 94-95 párrs. 17-18 ¿Se contradice la
Biblia? ***
Además, la construcción que se haya dado a un relato
puede producir una aparente contradicción. En Génesis 1:24-
26 la Biblia indica que los animales fueron creados antes del
hombre. Pero parece que en Génesis 2:7, 19, 20 dice que el
hombre fue creado antes de los animales. ¿A qué se debe la
discrepancia? A que los dos relatos de la creación consideran
el asunto desde dos puntos de vista diferentes. El primero
describe la creación de los cielos y la Tierra y todo lo que hay
en ellos. (Génesis 1:1–2:4.) El segundo se concentra en la
creación de la raza humana y su caída en el pecado.
(Génesis 2:5–4:26.)
18
El primer relato se ha construido cronológicamente,
dividido en seis “días” consecutivos. El segundo está
ordenado según la importancia de los asuntos. Después de
un breve prólogo, este relato lógicamente pasa de inmediato
a la creación de Adán, puesto que él y su familia son el
asunto que se considera. (Génesis 2:7.) Luego se va
introduciendo otra información según parece necesaria.
Aprendemos que después de su creación Adán iba a vivir en
un jardín en Edén. Por eso, entonces se menciona el
plantamiento del jardín de Edén. (Génesis 2:8, 9, 15.) Jehová
le dice a Adán que ponga nombre a “toda bestia salvaje del
campo y toda criatura voladora de los cielos”. Por eso, llega el
tiempo de mencionar que “Jehová Dios estaba formando del
suelo” todas aquellas criaturas, aunque la creación de ellas
había empezado mucho antes de que Adán viniera a la
existencia. (Génesis 2:19; 1:20, 24, 26.)

*** w86 1/4 págs. 13-14 párrs. 15-16 Defendiendo la


verdad en un mundo impío ***
Sin embargo, ¿no pudiera ser que, estando la vida ya en
existencia, diferentes especies de organismos vivos
evolucionaran progresivamente hasta transformarse en otras
especies? Pues bien, si así fuera, el registro fósil de edades
pasadas lo manifestaría. Pero, ¿lo hace? Considere el
llamado período cámbrico. Aquí aparecen juntos por primera
vez fósiles de los principales grupos de invertebrados en una
espectacular “explosión” de organismos vivientes. Si estos
grupos que manifiestan tanta diferencia entre sí llegaron a
existir en una “explosión” de vida en aquel mismo tiempo,
¿cómo hubieran podido evolucionar unos de otros? El mismo
Darwin admitió francamente: “Si numerosas especies [...] en
realidad comenzaron su existencia de súbito, ese hecho sería
fatal para la teoría de la evolución”. ¡Verdaderamente fatal!
(1 Corintios 3:19, 20.)
16
El registro fósil revela que formas de vida diferentes y
muy complejas aparecieron de súbito y plenamente
desarrolladas. Es tal como cierto profesor de ciencias
naturales comentó: “Cuando aparecieron por primera vez las
ballenas, los murciélagos, los caballos, los primates, los
elefantes, las liebres, las ardillas, y así por el estilo, todos
eran formas de vida tan distintas unas de otras como lo son
ahora. No hay ningún vestigio de que hayan tenido un
antecesor común, y mucho menos conexión con algún reptil,
el supuesto progenitor”. ¿Hay acaso fósiles de jirafas que
tengan cuellos dos terceras partes o tres cuartas partes de la
largura actualmente normal? No; no los hay. La verdad de
esto se declara en Génesis 1:25: “Dios procedió a hacer la
bestia salvaje de la tierra según su género y el animal
doméstico según su género y todo animal moviente del suelo
según su género. Y Dios llegó a ver que era bueno”.
(Génesis 1:26) Entonces Dios dijo: “Hagamos al ser humano
a nuestra imagen y semejanza, y que tenga autoridad sobre
los peces del mar, los animales voladores de los cielos y los
animales domésticos, sobre toda la tierra y sobre los
animales que se arrastran sobre la tierra”.

*** wp18 núm. 2 pág. 12 Usted puede vivir para siempre


en la Tierra ***
EL SER HUMANO ES ÚNICO
Al compararnos con las demás formas de vida que Dios
ha creado en la Tierra, nos damos cuenta de que los seres
humanos somos realmente únicos. ¿En qué sentido?
La Biblia dice que solo nosotros fuimos creados a la imagen y
semejanza de Dios (Génesis 1:26, 27). ¿Qué significa esto?
Que Dios nos creó con cualidades y características parecidas
a las suyas, como la capacidad de amar y el sentido de la
justicia.
Es más, Dios nos hizo con la capacidad de pensar y de
distinguir el bien del mal, y con el deseo de conocerlo y ser
sus amigos. Por eso, podemos apreciar la inmensidad del
universo y las maravillas de la naturaleza, así como el arte, la
música y la poesía. Ahora bien, lo que de verdad nos
distingue es la capacidad de adorar a nuestro Creador. Todas
estas características hacen que exista un enorme abismo
entre los seres humanos y el resto de los seres vivos.
Piense en lo siguiente: si Dios quería que los seres
humanos viviéramos solo unos cuantos años, ¿por qué nos
creó con todas estas capacidades y con un potencial infinito
para desarrollarlas? Porque desea que disfrutemos para
siempre de la vida en la Tierra.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


1. Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. (Gé
1:26.) Esta fue, en realidad, una declaración histórica. Y qué
singular es la posición que ocupa en la historia “Adán, hijo de
Dios”, la primera criatura humana. (Lu 3:38.) Adán fue el
coronamiento glorioso de la obra creativa terrestre de Jehová,
no solo por haber sido creado hacia el final de seis períodos
creativos, sino, aún más importante, porque “a la imagen de
Dios lo creó”. (Gé 1:27.) Por esta causa, el hombre perfecto
Adán y, a un grado mucho menor, su descendencia ya
degenerada, poseían facultades y capacidades mentales muy
superiores al resto de las criaturas terrestres.
¿En qué sentido fue hecho a la semejanza de Dios?
Habiendo sido hecho a la semejanza de su Magnífico
Creador, Adán tenía los atributos divinos de amor, sabiduría,
justicia y poder. En consecuencia, poseía un sentido de
moralidad que implicaba una conciencia, algo completamente
nuevo en el ámbito de la vida terrestre. Al estar hecho a la
imagen de Dios, habría de administrar toda la Tierra y tener
en sujeción a las criaturas terrestres y marinas, así como a
las aves del cielo.
No era necesario que fuese una criatura espíritu, en su
totalidad o en parte, para que poseyera las cualidades
divinas. Jehová formó al hombre de los elementos del polvo
del suelo y puso en él la fuerza de vida, de modo que llegó a
ser alma viviente, dotado con la capacidad de reflejar la
imagen y semejanza de su Creador. “El primer hombre
procede de la tierra y es hecho de polvo.” “El primer hombre,
Adán, llegó a ser alma viviente.” (Gé 2:7; 1Co 15:45, 47.) Esto
sucedía en el año 4026 a. E.C., probablemente en el otoño,
ya que los calendarios más antiguos comenzaban a contar el
tiempo en esa época del año, alrededor del 1 de octubre, es
decir, en la primera luna nueva del año civil lunar. (Véase
AÑO.)

*** it-1 págs. 95-96 Alma ***


El hombre era diferente de la creación animal, pero esa
distinción no se debía a que él fuese un né·fesch (alma) y los
animales no, sino más bien, a que, como muestra el registro,
solo el hombre fue creado “a la imagen de Dios”. (Gé
1:26, 27.) Se le creó con cualidades morales como las de
Dios, y muy superior a los animales en poder y sabiduría; por
consiguiente, podía tener en sujeción a todas las formas
inferiores de vida animal. (Gé 1:26, 28.)

*** it-1 pág. 141 Animales ***


ANIMALES

Almas vivientes no humanas. (Compárese con Nú 31:28.)


El término hebreo behe·máh se emplea con referencia a
cuadrúpedos grandes, por lo general animales domésticos,
aunque de vez en cuando también se usa para referirse a
animales salvajes. En el texto bíblico se traduce por ‘animal
doméstico’, ‘bestia’ y “ganado”. (Gé 1:26; 9:10; 34:23; Sl
107:38.) La palabra hebrea ré·mes se utiliza para “animales
movientes” o “cosas que se arrastran”. Proviene de la raíz
ra·más, que significa “moverse; reptar”. (Gé 6:20; Eze 8:10;
Gé 1:28, nota.) Por otra parte, el término hebreo jai·yáh, cuyo
significado literal es “[criatura] viviente”, se emplea con
referencia a “bestias salvajes” o “animales salvajes”. (Gé
1:28; 3:14; Isa 56:9.) El término griego paralelo, zṓi·on
([criatura] viviente), se traduce asimismo por ‘animal’. (Rev
4:7; 2Pe 2:12.)
Jehová Dios hizo a todos los animales, creando para cada
familia genérica a sus primeros progenitores, pues el registro
bíblico afirma que Dios hizo a cada uno “según su género”.
(Gé 1:25.) En este artículo se va a tratar en particular de los
animales terrestres.
En vista de que Dios le concedió al hombre perfecto el
dominio o mayordomía sobre las diversas criaturas de la
Tierra, era muy apropiado que Adán tuviera el privilegio de
darles nombre. (Gé 1:26; 2:19, 20.) El hombre siempre
tendría que rendir cuentas a Dios por este dominio sobre los
animales. (Lu 12:48.)

*** it-1 pág. 570 Creación ***


La primera creación de Jehová fue su “Hijo unigénito” (Jn
3:16), “el principio de la creación por Dios”. (Rev 3:14.)
Jehová usó a este “primogénito de toda la creación” para
crear todas las demás cosas, tanto las que están en los cielos
como aquellas que están sobre la Tierra, “las cosas visibles y
las cosas invisibles”. (Col 1:15-17.) El testimonio inspirado de
Juan concerniente a este hijo, la Palabra, es que “todas las
cosas vinieron a existir por medio de él, y sin él ni siquiera
una cosa vino a existir”, y el apóstol revela que la Palabra es
Jesucristo, que vino a ser carne. (Jn 1:1-4, 10, 14, 17.) Se le
representa como la sabiduría personificada que dice: “Jehová
mismo me produjo como el principio de su camino”, y luego
habla de sí mismo como el “obrero maestro” del Creador,
Jehová. (Pr 8:12, 22-31.) En vista de la estrecha asociación
de Jehová con su Hijo unigénito en la obra creativa y de que
este Hijo es “la imagen del Dios invisible” (Col 1:15; 2Co 4:4),
es obvio que Jehová estaba hablando con su Hijo unigénito y
obrero maestro cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen”. (Gé 1:26.)

*** it-1 pág. 1163 Hombre ***


¿En qué sentido está hecho el hombre “a la imagen de
Dios”?
Cuando Dios reveló a su “obrero maestro” el propósito
divino de crear a la humanidad, le dijo: “Hagamos al hombre
[ʼa·dhám] a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. (Gé
1:26, 27; Pr 8:30, 31; compárese con Jn 1:1-3; Col 1:15-17.)
Nótese que las Escrituras no dicen que Dios creó al hombre a
la imagen de una bestia salvaje o de un animal doméstico o
de un pez. Se hizo al hombre ‘a la imagen de Dios’; era un
“hijo de Dios”. (Lu 3:38.) En cuanto a la forma o aspecto del
cuerpo de Dios, “nadie ha contemplado a Dios nunca”. (1Jn
4:12.) Nadie en la Tierra conoce la apariencia del cuerpo de
Dios, que es glorioso, celestial y espiritual; por lo tanto,
no podemos comparar el cuerpo del hombre con el de Dios.
“Dios es un Espíritu.” (Jn 4:24.)
Sin embargo, el hombre fue hecho a ‘la imagen de Dios’
en el sentido de que fue creado con cualidades morales como
las de Él, a saber, amor y justicia. (Compárese con Col 3:10.)
También tiene facultades y sabiduría superiores a las de los
animales, de manera que puede apreciar aquello que Dios
aprecia y valora, como la belleza y las artes, el habla y el
raciocinio, así como otros procesos similares de la mente y el
corazón. Además, el hombre tiene capacidad espiritual y
puede llegar a conocer a Dios y comunicarse con Él. (1Co
2:11-16; Heb 12:9.) Por tales razones el hombre estaba
capacitado para ser el representante de Dios y tener en
sujeción a las criaturas voladoras, terrestres y marinas.

*** it-1 pág. 1211 Imagen ***


En la Biblia las imágenes suelen estar relacionadas con la
idolatría, aunque no siempre es así. Por ejemplo, cuando
Dios creó al hombre, dijo: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen [o: “sombra; parecido”], según nuestra semejanza”.
(Gé 1:26, 27, nota.) El Hijo de Dios dijo que su Padre es “un
Espíritu”, lo que descarta cualquier semejanza física entre
Dios y el hombre. (Jn 4:24.) Más bien, el hombre tiene
cualidades que reflejan las de su Creador celestial,
cualidades que le distinguen claramente de la creación
animal. (Véase ADÁN núm. 1.) A pesar de estar hecho a la
imagen de su Creador, el hombre no tenía que ser adorado o
venerado.
Del mismo modo que el propio hijo de Adán, Set, quien
nació en imperfección, fue hecho a la “semejanza [de Adán],
a su imagen” (Gé 5:3), el que Adán fuese hecho en el
principio a la semejanza de Dios lo identificaba como su hijo
terrestre. (Lu 3:38.) A pesar de que el hombre había caído en
la imperfección, después del Diluvio del tiempo de Noé, se
citó como base para la ley divina que autorizaba a los
humanos a aplicar la pena capital a los asesinos el que la
humanidad hubiese sido hecha originalmente a la imagen de
Dios. (Gé 9:5, 6; véase VENGADOR DE LA SANGRE.) En las
instrucciones cristianas sobre la cobertura de la cabeza de la
mujer, se le dice al varón cristiano que no debería cubrirse,
puesto que el hombre “es la imagen y gloria de Dios”,
mientras que la mujer es la gloria del varón. (1Co 11:7.)

*** it-1 pág. 1211 Imagen ***


Puesto que obviamente fue a ese Hijo a quien Dios dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen”, la semejanza del
Hijo con su Padre, el Creador, existió desde que fue creado.
(Gé 1:26; Jn 1:1-3; Col 1:15, 16.)

*** it-2 pág. 44 Jehová ***


Jehová también mostró amor al conceder al primer Hijo
celestial que creó el privilegio de participar con Él en toda la
obra creativa posterior, tanto espiritual como material.
Además, bondadosamente hizo que este hecho se llegase a
conocer, con la consiguiente honra para su Hijo. (Gé 1:26;
Col 1:15-17.) De modo que no temió una posible
competencia, sino, más bien, ejerció completa confianza en
su propia y legítima Soberanía (Éx 15:11), así como en la
lealtad y devoción de su Hijo. Dios da a sus hijos celestiales
una libertad relativa en el desempeño de sus deberes, incluso
al permitirles en ciertas ocasiones ofrecer sus puntos de vista
en cuanto a cómo llevarán a cabo cierta asignación en
particular. (1Re 22:19-22.)

*** it-2 pág. 80 Jesucristo ***


Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito
cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según
nuestra semejanza”. (Gé 1:26.)

*** it-2 pág. 583 Palabra, La ***


Esta Palabra o Ló·gos fue la única creación directa de
Dios, su hijo unigénito, y por lo tanto Su asociado más íntimo,
a quien se dirigió cuando dijo: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen, según nuestra semejanza”. (Gé 1:26.) Por
consiguiente, Juan continuó diciendo: “Este estaba en el
principio con Dios. Todas las cosas vinieron a existir por
medio de él, y sin él ni siquiera una cosa vino a existir”. (Jn
1:2, 3.)
Otros textos muestran claramente que la Palabra era el
agente de Dios mediante el que llegaron a existir todas las
otras cosas. Hay “un solo Dios el Padre, procedente de quien
son todas las cosas, [...] y hay un solo Señor, Jesucristo,
mediante quien son todas las cosas”. (1Co 8:6.) La Palabra,
el Hijo de Dios, fue “el principio de la creación por Dios”, o
dicho de otra manera, “el primogénito de toda la creación;
porque por medio de él todas las otras cosas fueron creadas
en los cielos y sobre la tierra”. (Rev 3:14; Col 1:15, 16.)

*** it-2 pág. 610 Pecado ***


El lugar del hombre en el propósito de Dios. El hombre
fue creado “a la imagen de Dios” (Gé 1:26, 27), existe, como
todo lo creado, por voluntad divina. (Rev 4:11.) El que Dios le
diera trabajo mostró que el hombre estaría al servicio del
propósito de Dios sobre la Tierra. (Gé 1:28; 2:8, 15.) Según
palabras del apóstol Pablo, el hombre fue creado a “la imagen
y gloria de Dios” (1Co 11:7), por lo que debería reflejar Sus
cualidades y comportarse de modo que fuese un reflejo de Su
gloria. Como hijo terrestre de Dios, el hombre debería ser la
imagen de su Padre celestial. Obrar de otro modo negaría su
paternidad divina y equivaldría a repudiarla. (Compárese con
Mal 1:6.)

*** it-2 pág. 674 Poder, Obras poderosas ***


El primer hombre sabía que Jehová Dios era su Creador,
su único Padre y Dador de vida. Dios dotó al hombre con
cierto poder, intelectual y físico, y le dio trabajo que hacer.
(Gé 1:26-28; 2:15.)

*** it-2 pág. 1096 Temor ***


De los animales al hombre. En Génesis 9:2 se emplea la
palabra “temor” con relación a la creación animal. Dios dijo a
Noé y a sus hijos: “Un temor a ustedes y un terror a ustedes
continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra”. Durante
el año en que Noé y su familia estuvieron dentro del arca, los
animales encerrados allí sintieron temor de ellos, lo que debió
contribuir a mantenerlos controlados. De igual manera,
cuando salieron del arca después del Diluvio, Jehová aseguró
a Noé que este temor continuaría. Este hecho también se ve
corroborado por la experiencia humana. Por ejemplo, el
Dr. George G. Goodwin, conservador adjunto de mamíferos
en el Museo Norteamericano de Historia Natural, dijo: “El
leopardo normalmente no ataca al hombre. Sin embargo, si
se le provoca o si ha sido herido, se vuelve contra los seres
humanos y pelea”. Asimismo, serpientes venenosas
conocidas por su agresividad, como la mamba y la cobra real,
si pueden, generalmente prefieren apartarse cautelosamente
de la presencia del hombre más bien que atacar. A pesar de
que el hombre ha maltratado a algunos animales y los ha
convertido en bestias peligrosas, por lo general siguen
sujetos a este temor. Este hecho concuerda con la
declaración de Dios registrada en Génesis 1:26-28, donde se
dice que la creación animal habría de estar sujeta al hombre
desde el tiempo en que este fue creado.

*** it-2 págs. 1200-1201 Vida ***


Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a su imagen, según
su semejanza. (Gé 1:26, 27.) Como es natural, no a Su
imagen y semejanza física, pues Dios es un espíritu y el
hombre es de carne. (Gé 6:3; Jn 4:24.) Es decir, el hombre, a
diferencia de los “animales irracionales” (2Pe 2:12), podía
ejercer la facultad de la razón, tendría atributos como los de
Dios: amor, sentido de justicia, sabiduría y poder.
(Compárese con Col 3:10.) Podía entender el porqué de su
existencia y lo que el Creador requería de él. Por
consiguiente, a diferencia de los animales, tenía capacidad
espiritual, podía expresar su aprecio por el Creador y
adorarlo. Esta capacidad creó una necesidad en Adán:
necesitaba algo más que alimento físico; necesitaba sustento
espiritual. Y para poder disfrutar de bienestar mental y físico,
tenía que ejercitar su espiritualidad.
*** w08 1/10 pág. 15 párr. 2 “Háganse imitadores de Dios”
***
Recordemos que Jehová Dios creó a los seres humanos a
su imagen y semejanza (Génesis 1:26, 27). Esto significa que
nos ha dotado de cualidades similares a las suyas.

*** w08 1/10 pág. 15 “Háganse imitadores de Dios” ***


Colosenses 3:9, 10 relaciona el estar hechos a la imagen de
Dios con los rasgos de la personalidad. Dicho pasaje
indica que, para agradar a Dios, hay que cultivar “la nueva
personalidad”, la cual “va haciéndose nueva según la
imagen de Aquel que la ha creado”, es decir, Dios.

*** w04 1/1 pág. 30 párr. 1 Puntos sobresalientes del libro


de Génesis (parte 1) ***
1:26. Como han sido hechos a la imagen de Dios, los
seres humanos tienen la capacidad de reflejar los atributos
divinos. Ciertamente, debemos esforzarnos por cultivar
cualidades como el amor, la misericordia, la benignidad, la
bondad y la paciencia. Así, imitaremos a nuestro Hacedor.

*** lr cap. 3 pág. 22 El Creador de todas las cosas ***


La Biblia cita estas palabras de Dios: “Hagamos al
hombre” (Génesis 1:26). ¿Sabes con quién estaba hablando
Dios?... Hablaba con su Hijo, que más tarde vendría a la
Tierra y sería Jesús.
¿No es emocionante? Piénsalo. Cuando escuchamos a
Jesús, estamos aprendiendo de la persona que estaba con
Dios cuando Dios creó la Tierra y todo lo demás. Jesús
aprendió mucho de trabajar con su Padre en el cielo. ¡No es
de extrañar que sea el Gran Maestro!

*** w02 15/2 pág. 4 Los principios divinos nos benefician


***
TODOS sabemos que los animales siguen su instinto, y
que hay máquinas programadas para ejecutar determinadas
funciones. Pero el ser humano fue creado para que se guiara
por principios. ¿Cómo podemos estar seguros de ello? Pues
bien, Jehová, quien ha dado origen a todo principio correcto,
dijo lo siguiente cuando hizo a los primeros seres humanos:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza”. El Creador es un espíritu; no posee un cuerpo
físico como nosotros. Por tanto, estamos hechos a su
“imagen” en el sentido de que podemos reflejar su
personalidad, manifestando a cierto grado sus buenas
cualidades. Tenemos la facultad de regirnos por principios, es
decir, obrar conforme a lo que creemos que es un código de
buena conducta. Jehová se encargó de que se pusieran por
escrito muchos de ellos en su Palabra (Génesis 1:26; Juan
4:24; 17:17).

*** w00 15/11 pág. 25 Lo que podemos aprender de la


primera pareja humana ***
“A la imagen de Dios”
Adán era un hijo perfecto de Dios, hecho a Su ‘imagen y
semejanza’. No obstante, tal parecido no podía ser físico, ya
que “Dios es un espíritu” (Génesis 1:26; Juan 4:24). La
similitud radicaba en las cualidades que elevaban al género
humano muy por encima de los animales. Desde su mismo
comienzo, en el corazón del hombre estaban arraigadas las
cualidades del amor, la sabiduría, el poder y la justicia. Se le
había dotado de libre albedrío y espiritualidad. Su innato
sentido moral, o conciencia, le posibilitaba distinguir entre lo
bueno y lo malo. Poseía capacidad intelectual, por lo que
podía meditar sobre la razón de la existencia humana,
conocer mejor a su Creador y cultivar una relación estrecha
con Él. Con tales facultades, Adán disponía de todo lo
necesario para cumplir con su papel de administrador de la
creación terrestre de Dios.

*** ct cap. 6 págs. 97-99 ¿Puede confiarse en un relato


antiguo de la creación? ***
El antiguo relato histórico muestra que con el tiempo el
Creador tuvo a bien producir un ser vivo verdaderamente
único en la Tierra. Dijo a su Hijo celestial: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, y
tengan ellos en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y los animales domésticos y toda la
tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra”
(Génesis 1:26). De este modo el hombre reflejaría la imagen
espiritual de su Hacedor, manifestaría sus cualidades y
podría adquirir una gran profusión de conocimientos, lo que le
permitiría actuar con una inteligencia muy superior a la de los
animales. También, a diferencia de estos, el hombre fue
creado con la capacidad de obrar según su propio libre
albedrío, y no principalmente por instinto.
En los últimos años, los científicos han profundizado sus
conocimientos de la genética humana. Al comparar el
material genético del ser humano de diferentes partes de la
Tierra, han podido comprobar que la humanidad posee un
antepasado común. Todo ser humano que ha vivido en el
planeta, incluidos nosotros, ha recibido su ADN de la misma
fuente. En 1988, la revista Newsweek presentó esos
hallazgos en un artículo titulado “La búsqueda de Adán y
Eva”. Esos estudios se basaron en un tipo de ADN
mitocondrial, material genético que se transmite solo por
medio de la madre. Otros informes publicados en 1995 sobre
investigaciones del ADN masculino señalan a la misma
conclusión: que “hubo un ‘Adán’ ancestral, cuyo material
genético en el cromosoma [Y] es común a todos los hombres
que viven hoy en la Tierra”, según lo expresó la revista Time.
Sea que estos hallazgos sean exactos en todo detalle o no,
ilustran que la historia que encontramos en Génesis,
inspirada por Aquel que la protagonizó, es perfectamente
creíble.
La creación física alcanzó su clímax cuando Dios juntó
algunos elementos de la Tierra para formar a su primer hijo
humano, a quien dio el nombre de Adán (Lucas 3:38). El
relato histórico nos dice que el Creador del planeta y la vida
que hay en él colocó al hombre que había hecho en un jardín
“para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15). Es posible
que en aquel tiempo el Creador aún estuviera produciendo
nuevos géneros de animales. La Biblia dice: “Dios estaba
formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda
criatura voladora de los cielos, y empezó a traerlas al hombre
para ver lo que llamaría a cada una; y lo que el hombre la
llamaba, a cada alma viviente, ese era su nombre” (Génesis
2:19). La Biblia no da a entender de ningún modo que el
primer hombre, Adán, fuera una simple figura mitológica. Por
el contrario, fue un personaje real, un ser humano que
pensaba y sentía, y que podía realizarse en aquel hogar
paradisíaco. Todos los días aprendía algo más de la obra, las
cualidades y la personalidad de su Creador.

*** wi pág. 16 ¿Qué propósito tiene Dios para el hombre?


***
Dios creó al hombre a su “imagen” y le dotó de libre albedrío.
(Génesis 1:26.) Si no hubiera sido así, el hombre no sentiría
la satisfacción y el gozo que vienen de hacer el bien al
semejante de manera espontánea. La conciencia carecería
de sentido, y la existencia humana sería como la de los seres
inferiores. El libre albedrío es una bendición que humaniza al
hombre, que impide que sea un autómata.

*** w92 15/1 pág. 21 ¿Qué dicen las Escrituras sobre la


“divinidad de Cristo”? ***
Algunos alegan que los textos bíblicos en los que Dios usa
el pronombre “nosotros” prueban que Jesús (la Palabra) en
su existencia prehumana era igual a Jehová. Pero el uso de
este pronombre no significa que Dios estuviera hablando a
alguien que fuera su igual. A lo más comunica la idea de que,
entre las criaturas celestiales, una ocupa una posición de
preferencia con relación a Dios. En su existencia prehumana,
en realidad Jesús fue un asociado íntimo de Dios, un Obrero
Maestro que trabajó con él y fue Portavoz de él. (Génesis
1:26; 11:7; Proverbios 8:30, 31; Juan 1:3.)

*** g92 22/4 pág. 8 El verdadero propósito de la vida ***


El relato bíblico de la creación del hombre dice: “Dios pasó
a decir: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen, según
nuestra semejanza’”. (Génesis 1:26.) Por consiguiente, el ser
humano fue hecho con la capacidad de ser como Dios, de
poseer las sobresalientes cualidades que Él tiene, como
sabiduría, poder, justicia y amor. ¿Resulta extraño, entonces,
que haya personas que encuentren satisfaciente el ampliar
sus conocimientos o el participar en actividades que
supongan un incentivo para sus facultades mentales y
físicas? ¿Y acaso sorprende que a otras muchas les
proporcione un propósito satisfaciente en la vida el ayudar a
su prójimo? En absoluto, pues esto es, en parte, para lo que
se nos creó.
El registro bíblico continúa diciendo que al ser humano se
le concedió la supervisión de todas las otras formas de vida
de la Tierra: “Los peces del mar y las criaturas voladoras de
los cielos y [...] todo animal moviente que se mueve sobre la
tierra”. (Génesis 1:26.) No es extraño, por tanto, que incluso
hoy día haya muchas personas que encuentren satisfacción
en tener animales cerca y jugar con ellos. Hay quienes
sienten tal responsabilidad hacia los animales, que trabajan
mucho en pro de la conservación de especies en peligro de
extinción o luchan para que no se les someta a sufrimientos
innecesarios.

*** w91 1/2 pág. 17 párr. 8 Honre al Hijo, el Agente


Principal de Jehová ***
Además, “todas las cosas vinieron a existir por medio de
él, y sin él ni siquiera una cosa vino a existir”. (Juan 1:3.) Por
lo tanto, cuando leemos en Génesis 1:26 que Dios dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza”, en ese “hagamos” se incluye al Logos o Palabra.
De seguro el que Jesús en su existencia prehumana tuviera
el maravilloso privilegio de participar con Jehová Dios en la
creación lo hace digno de gran honra.

*** g90 8/10 pág. 6 La maravillosa dádiva del libre albedrío


***
La Biblia nos dice que Dios hizo al hombre a Su ‘imagen y
semejanza’, y una de las cualidades que Dios tiene es la
libertad de elección. (Génesis 1:26; Deuteronomio 7:6.) Por
consiguiente, cuando Él creó al ser humano, le infundió esa
hermosa cualidad.
*** ti pág. 14 ¿Qué dice la Biblia acerca de Dios y Jesús?
***
Sin duda, fue a este obrero maestro a quien Dios dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen”. (Génesis 1:26.)
Algunos han alegado que las palabras “hagamos” y “nuestra”
en esta expresión indican una Trinidad. Pero si alguien dijera:
‘Hagamos algo para nosotros’, normalmente nadie entendería
que dentro del que hablara hubiera varias personas
combinadas en una sola. Lo que se quiere decir es
simplemente que dos o más personas van a trabajar juntas
en algo. Así, también, cuando Dios usó “hagamos” y
“nuestra”, sencillamente estaba hablando a otra persona, su
primera creación celestial, el obrero maestro, Jesús antes de
su vida como humano.

*** g88 8/12 pág. 27 ¿Qué dice en realidad el libro bíblico


de Génesis? ***
En Génesis 1:26 aparece otra descripción de la creación
del hombre. Allí Dios dice: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen, según nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción
los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los
animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente
que se mueve sobre la tierra”. (Génesis 1:26.) Como la Biblia
nos dice que Dios es un espíritu, se debe entender que la
expresión “a nuestra imagen” se refiere a que poseería
cualidades como las de Dios.
Esta declaración explica, de una manera que la evolución
jamás podría hacerlo, por qué el hombre es tan diferente de
los animales. Solo el hombre puede controlar a los animales y
la vegetación que le rodea. Solo el hombre tiene un sentido
moral y una conciencia. Solo el hombre dispone de un amplio
libre albedrío y una inteligencia tan desarrollada. Solo el
hombre puede concebir la existencia de Dios y dispone del
don del habla con el que dirigirse a Él. La publicación Journal
of Semitic Studies dice: “El habla humana es un secreto; es
una dádiva divina”.

*** g87 22/1 pág. 11 Respuesta a las otras preguntas ***


¿Cuál es la razón de nuestra existencia?
Jehová dijo cuál es cuando creó a la primera pareja de
criaturas humanas. “Hagamos al hombre a nuestra imagen —
dijo Dios al Verbo (quien después vivió en la Tierra como el
hombre Jesús)—, según nuestra semejanza, y tengan ellos
en sujeción los peces del mar y las criaturas volantes de los
cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal
moviente que se mueve sobre la tierra.” Dios también hizo un
jardín en Edén y “procedió a tomar al hombre y a establecerlo
en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara”.
Además, dio a la primera pareja en Edén el mandato de ‘ser
fructíferos y hacerse muchos y llenar la tierra’. (Génesis
1:26, 28; 2:8, 15.)
Nosotros, como descendientes de Adán y Eva, estamos
aquí para poblar la Tierra, para cuidarla y cultivarla, y para
ejercer mayordomía amorosa sobre sus plantas y animales.
Dios nos ha equipado para hacer esto al habernos hecho a su
semejanza... no en apariencia física, sino porque se nos ha
dotado de ciertos atributos suyos, tales como el amor, la
sabiduría, el poder, la justicia y un deseo de efectuar trabajo
con propósito y tener sentido de logro. El estar así en la
semejanza de Dios nos separa de todos los animales y nos
hace pensar en las preguntas fundamentales que nunca se le
ocurren a ninguna otra criatura terrestre.

*** w86 1/1 pág. 29 Jehová... ¡realmente magnífico! ***


Ni siquiera su Hijo primogénito, su “obrero maestro” en la
creación, puede compararse a Jehová en magnificencia. Él
mismo lo admitió cuando, al estar en la Tierra como el
hombre Jesucristo, dijo: “El Padre es mayor que yo”. (Juan
14:28.) Y a pesar de ser el “obrero maestro” de su Padre,
nunca reclamó el título de co-Creador. Glorificó a Dios como
el único Creador. (Compárese con Génesis 1:26, 27;
Proverbios 8:30; Mateo 19:4.)

*** w86 1/1 pág. 29 Jehová... ¡realmente magnífico! ***


Es significativo que Génesis 1:26, refiriéndose a Jehová y a
su “obrero maestro”, dice “hagamos”, mientras que en el
próximo versículo, con referencia a Jehová solo, se utiliza
la palabra “crear”. Sobre esta palabra hebrea traducida
“crear”, A Dictionary of the Hebrew Old Testament in
English and German, de Koehler y Baumgartner, dice: “En
el A[ntiguo] T[estamento] [este] es un término teológico
cuyo sujeto es exclusivamente Dios”.

*** Lmn págs. 13-14 párr. 24 “¡Mira! Estoy haciendo


nuevas todas las cosas” ***
Entonces Dios le dijo a su Obrero Maestro: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza [...] Y
Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de
Dios lo creó; macho y hembra los creó”. (Génesis 1:26, 27.)
Al ser creado a la imagen y semejanza de Dios, con Sus
magníficos atributos de amor, sabiduría, justicia y poder, el
primer hombre era muy superior a los animales. El hombre se
diferencia de los animales por su capacidad de raciocinio,
el planear el futuro y adorar a Dios. Los animales no tienen
intelecto para razonar, sino que viven por instinto. ¡Qué
irrazonable es decir que no existe un Creador y que el
hombre, criatura muy dotada e inteligente, evolucionó de
animales inferiores no inteligentes! (Salmo 92:6, 7; 139:14.)
(Génesis 1:27) Así que Dios pasó a crear al ser humano a su
imagen. A la imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer los
creó.

*** wp19 núm. 1 pág. 10 ¿Qué ha hecho Dios? ***


Piense en cuánto enriquece nuestra vida el hecho de que
Jehová nos haya creado “a su imagen” (Génesis 1:27). Esto
nos permite reflejar sus incomparables cualidades hasta
cierto grado. También nos dotó de espiritualidad, es decir, de
la capacidad de entender su forma de pensar y sus normas.
Cuando nos guiamos por ellas, somos más felices y nuestra
vida tiene propósito. Además, podemos ser amigos de Dios.

*** bhs cap. 5 pág. 53 párr. 5 El rescate, el mayor regalo


de Dios ***
5
Adán fue creado “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27).
Esto significa que Jehová lo hizo con cualidades que él
mismo tiene, como el amor, la sabiduría, la justicia y el poder.
Además, Adán no era un robot. Dios lo creó con la capacidad
de tomar sus propias decisiones. Podía elegir entre hacer lo
correcto y lo incorrecto. Si Adán hubiera elegido obedecer a
Jehová, habría vivido para siempre en el Paraíso.

*** wp18 núm. 2 pág. 12 Usted puede vivir para siempre


en la Tierra ***
EL SER HUMANO ES ÚNICO
Al compararnos con las demás formas de vida que Dios
ha creado en la Tierra, nos damos cuenta de que los seres
humanos somos realmente únicos. ¿En qué sentido?
La Biblia dice que solo nosotros fuimos creados a la imagen y
semejanza de Dios (Génesis 1:26, 27). ¿Qué significa esto?
Que Dios nos creó con cualidades y características parecidas
a las suyas, como la capacidad de amar y el sentido de la
justicia.
Es más, Dios nos hizo con la capacidad de pensar y de
distinguir el bien del mal, y con el deseo de conocerlo y ser
sus amigos. Por eso, podemos apreciar la inmensidad del
universo y las maravillas de la naturaleza, así como el arte, la
música y la poesía. Ahora bien, lo que de verdad nos
distingue es la capacidad de adorar a nuestro Creador. Todas
estas características hacen que exista un enorme abismo
entre los seres humanos y el resto de los seres vivos.
Piense en lo siguiente: si Dios quería que los seres
humanos viviéramos solo unos cuantos años, ¿por qué nos
creó con todas estas capacidades y con un potencial infinito
para desarrollarlas? Porque desea que disfrutemos para
siempre de la vida en la Tierra.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


1. Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. (Gé
1:26.) Esta fue, en realidad, una declaración histórica. Y qué
singular es la posición que ocupa en la historia “Adán, hijo de
Dios”, la primera criatura humana. (Lu 3:38.) Adán fue el
coronamiento glorioso de la obra creativa terrestre de Jehová,
no solo por haber sido creado hacia el final de seis períodos
creativos, sino, aún más importante, porque “a la imagen de
Dios lo creó”. (Gé 1:27.) Por esta causa, el hombre perfecto
Adán y, a un grado mucho menor, su descendencia ya
degenerada, poseían facultades y capacidades mentales muy
superiores al resto de las criaturas terrestres.
¿En qué sentido fue hecho a la semejanza de Dios?
Habiendo sido hecho a la semejanza de su Magnífico
Creador, Adán tenía los atributos divinos de amor, sabiduría,
justicia y poder. En consecuencia, poseía un sentido de
moralidad que implicaba una conciencia, algo completamente
nuevo en el ámbito de la vida terrestre. Al estar hecho a la
imagen de Dios, habría de administrar toda la Tierra y tener
en sujeción a las criaturas terrestres y marinas, así como a
las aves del cielo.
No era necesario que fuese una criatura espíritu, en su
totalidad o en parte, para que poseyera las cualidades
divinas. Jehová formó al hombre de los elementos del polvo
del suelo y puso en él la fuerza de vida, de modo que llegó a
ser alma viviente, dotado con la capacidad de reflejar la
imagen y semejanza de su Creador. “El primer hombre
procede de la tierra y es hecho de polvo.” “El primer hombre,
Adán, llegó a ser alma viviente.” (Gé 2:7; 1Co 15:45, 47.) Esto
sucedía en el año 4026 a. E.C., probablemente en el otoño,
ya que los calendarios más antiguos comenzaban a contar el
tiempo en esa época del año, alrededor del 1 de octubre, es
decir, en la primera luna nueva del año civil lunar. (Véase
AÑO.)

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Hacia el final del sexto día creativo, Dios trajo a la
existencia una clase de criatura completamente nueva,
superior a los animales aunque inferior a los ángeles: el
hombre, creado a la imagen de Dios y según su semejanza.
Aun cuando Génesis 1:27 dice brevemente con respecto a la
humanidad: “Macho y hembra los creó”, el relato paralelo de
Génesis 2:7-9 muestra que Jehová Dios formó al hombre del
polvo del suelo, sopló en sus narices aliento de vida y el
hombre llegó a ser alma viviente, con un hogar paradisiaco y
abundancia de alimento a su disposición. En este caso
Jehová Dios utilizó para su obra creativa los elementos
terrestres, y después de haber formado al hombre, creó a la
mujer partiendo de una de las costillas de Adán. (Gé 2:18-25.)
Con la creación de la mujer se completó el “género” hombre.
(Gé 5:1, 2.)

*** w13 1/5 pág. 3 ¿Por qué dicen algunos que Dios es
cruel? ***
Dios nos creó “a su imagen” (Génesis 1:27). Eso quiere
decir que nos dio la capacidad de reflejar su propio sentido
del bien y el mal, sus cualidades y normas morales.

*** hl sección 3 ¿Quién puede ofrecernos guía confiable?


***
¿Qué significa que Dios nos haya creado “a su imagen”?
(Génesis 1:26, 27.)
Dios nos ha dotado con cualidades semejantes a las
suyas, es decir, podemos amar, demostrar sabiduría, actuar
con justicia y ser creativos. Además, nos ha dado libertad de
elección. Cuando reflejamos sus cualidades, alegramos su
corazón (Proverbios 23:15). Como cualquier padre, Dios
desea tener hijos inteligentes y razonables con los cuales
comunicarse y mantener una relación significativa.

*** g 5/13 pág. 15 La naturaleza de Dios ***


¿En qué sentido hemos sido hechos a la imagen de Dios?
“Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de
Dios lo creó; macho y hembra los creó.” (Génesis 1:27)
LO QUE DICE LA BIBLIA Los seres humanos tenemos la
capacidad de reflejar las cualidades de Dios, como su amor,
su justicia y su sabiduría. Por eso, la Biblia nos hace esta
exhortación: “Háganse imitadores de Dios, como hijos
amados, y sigan andando en amor” (Efesios 5:1, 2).
Dios también nos dio libertad de decisión, la cual nos permite
elegir lo bueno en vez de lo malo y expresar amor al prójimo
de diversas maneras (1 Corintios 13:4-7). Además, tenemos
la capacidad de ser creativos, apreciar la belleza y
maravillarnos del mundo que nos rodea. Pero sobre todo,
hemos recibido el don de la espiritualidad, un deseo natural
de aprender de nuestro Creador y saber cuál es su voluntad
para nosotros (Mateo 5:3).
¿Cómo nos beneficia conocer la verdad bíblica?
Mientras más conozcamos e imitemos a Dios, más cerca
estaremos de vivir como él desea. Y eso, a su vez, nos dará
alegrías, satisfacciones y paz interior (Isaías 48:17, 18). Pero
no solo eso: si tenemos un buen corazón y nos acercamos a
Dios atraídos por sus hermosas cualidades, recibiremos
acceso al camino que conduce a la vida eterna (Juan 6:44;
17:3).

*** g 8/13 pág. 8 ¿Cuánto tiempo se puede vivir? ***


Desde sus primeras páginas, la Biblia señala sin rodeos
que, aunque el ser humano tiene algunas cosas en común
con los animales, es radicalmente distinto a ellos. Por
ejemplo, en Génesis 1:27 dice que Dios lo creó a su imagen y
semejanza. En efecto, lo dotó con la capacidad de demostrar
amor, justicia y sabiduría. Y siendo, como es, el Eterno,
implantó en nosotros el deseo de vivir para siempre.
Eclesiastés 3:11 dice que “puso la eternidad en el corazón del
hombre” (Nueva Reina-Valera, 1990).

*** w12 1/9 pág. 4 ¿Valora Dios a la mujer? ***


Génesis 1:27 dice: “Dios procedió a crear al hombre a su
imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los
creó”. Así que tanto el hombre como la mujer fueron creados
con la capacidad de reflejar la personalidad de Dios. Y a
pesar de tener una constitución física y emocional diferente,
su Creador les encargó la misma comisión y les otorgó los
mismos derechos (Génesis 1:28-31).

*** w11 15/2 pág. 9 párr. 14 El espíritu santo: la fuerza


detrás de la creación ***
Génesis 1:27 señala: “Dios procedió a crear al hombre a
su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los
creó”. Como estamos hechos a la imagen de Dios, tenemos
la capacidad de amar, de decidir libremente e incluso de
entablar amistad con él. Por eso no nos sorprende que
nuestro cerebro sea tan distinto al de los animales. Fue
diseñado para que tuviéramos la dicha de aprender acerca de
Jehová y sus obras por toda la eternidad.

*** g 12/09 pág. 12 Satisfaga su necesidad espiritual ***


La verdadera espiritualidad
La Biblia revela en Génesis 1:27 de dónde nos viene la
capacidad para lo espiritual: “Dios procedió a crear al hombre
a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra
los creó”. Dado que Jehová es un espíritu, la semejanza a la
que se hace referencia en este pasaje no es de naturaleza
física, sino que se basa en cualidades compartidas. Al igual
que su Creador, el primer hombre, Adán, era capaz de valorar
y manifestar cualidades como el amor desinteresado, la
bondad, la compasión, la justicia y el dominio de sí mismo.
También estaba dotado con la facultad de la conciencia, o
sentido moral interior, que lo ayudaría a usar el libre albedrío
en consonancia con las leyes divinas. Tales características lo
distinguían de los animales y lo preparaban perfectamente
para llevar a cabo la voluntad de su Creador (Génesis 1:28;
Romanos 2:14).

*** w08 1/10 pág. 15 párr. 2 “Háganse imitadores de Dios”


***
Recordemos que Jehová Dios creó a los seres humanos a
su imagen y semejanza (Génesis 1:26, 27). Esto significa que
nos ha dotado de cualidades similares a las suyas.

*** w08 1/10 pág. 15 “Háganse imitadores de Dios” ***


Colosenses 3:9, 10 relaciona el estar hechos a la imagen de
Dios con los rasgos de la personalidad. Dicho pasaje
indica que, para agradar a Dios, hay que cultivar “la nueva
personalidad”, la cual “va haciéndose nueva según la
imagen de Aquel que la ha creado”, es decir, Dios.

*** w05 1/7 págs. 4-5 “Felices son los que tienen
conciencia de su necesidad espiritual” ***
Hecho a la imagen de Dios
La Biblia explica por qué el ser humano está dotado de
espiritualidad cuando dice: “Dios procedió a crear al hombre a
su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los
creó” (Génesis 1:27). Puesto que fuimos creados “a la imagen
de Dios”, tenemos la capacidad de reflejar ciertas cualidades
divinas incluso después de haber quedado manchados por el
pecado y la imperfección (Romanos 5:12). Por ejemplo,
somos creativos y poseemos un grado de sabiduría, cierto
sentido de la justicia y la facultad de manifestar amor
abnegado por el prójimo. Además, podemos reflexionar sobre
el pasado y planificar el futuro (Proverbios 4:7; Eclesiastés
3:1, 11; Miqueas 6:8; Juan 13:34; 1 Juan 4:8).
La espiritualidad del hombre se evidencia sobre todo por
el deseo innato de adorar a Dios. Por tanto, si no saciamos
adecuadamente la necesidad de conocer al Creador,
no podemos encontrar auténtica y duradera felicidad. “Felices
son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”, dijo
Jesús (Mateo 5:3). Claro está, hay que satisfacer esta
necesidad con verdades espirituales, es decir, la verdad
sobre Dios, sus normas y su propósito para la humanidad.

*** bh cap. 5 págs. 48-49 párr. 5 El rescate, el mayor


regalo de Dios ***
Adán fue hecho “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27).
Esto no quiere decir que tuviera la misma apariencia que
Dios. Como aprendimos en el capítulo 1 de este libro, Jehová
es un espíritu invisible (Juan 4:24). De modo que él no tiene
un cuerpo de carne y hueso. Por lo tanto, Adán estaba hecho
a la imagen de Dios en otro sentido, en el sentido de que
había sido creado con cualidades como las que tiene Dios:
amor, sabiduría, justicia y poder, entre otras. Además, era
como su Padre en otro importante aspecto: tenía libre
albedrío, es decir, podía tomar sus propias decisiones. Así
que no era ninguna máquina, que solo puede hacer aquello
para lo que ha sido fabricada o programada. Al contrario,
podía decidir por sí mismo y escoger entre el bien y el mal. Si
hubiera elegido obedecer a Dios, habría vivido para siempre
en el Paraíso terrestre.

*** w02 1/6 págs. 9-10 ¿Quién tiene la culpa? ¿Nosotros o


nuestros genes? ***
Con respecto a la creación de la primera pareja humana,
la Biblia afirma: “Dios procedió a crear al hombre a su
imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los
creó” (Génesis 1:27). Esto no significa que los humanos
fueran hechos con una apariencia física semejante a la de
Dios, pues él “es un espíritu” (Juan 4:24). Más bien, quiere
decir que se les dotó de cualidades divinas y un sentido
moral, o conciencia (Romanos 2:14, 15). Además, poseían
libre albedrío y eran capaces de sopesar los asuntos y tomar
decisiones.

*** w97 1/2 págs. 9-10 párr. 4 “Dios nos amó así” ***
Algunos animales están dotados de la facultad de ver, oír
y oler cosas que el ser humano no puede. Pero la humanidad,
hecha a la imagen de Dios, posee la capacidad de percibir el
amor divino como ningún animal puede hacerlo. (Génesis
1:27.)

*** w97 1/2 pág. 12 párr. 14 “Dios nos amó así” ***
14
¿Por qué tiene un padre compasivo tales sentimientos?
Génesis 1:27 dice que Dios creó al hombre a su imagen.
Nuestros sentimientos de amor y compasión reflejan de
manera muy limitada el amor y la compasión de Jehová.

*** w97 15/7 págs. 4-5 Cuando ya no exista el pecado ***


El filósofo hindú Nikhilananda reconoció que lo que dicen
los Vedas sobre la creación del hombre es figurativo. Así
mismo, la mayoría de las religiones orientales ofrecen solo
explicaciones míticas sobre la creación. No obstante, existen
razones, tanto lógicas como científicas, para aceptar como
fidedigno el relato de la Biblia sobre la creación del primer
hombre. En su mismo primer capítulo dice: “Dios procedió a
crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó;
macho y hembra los creó”. (Génesis 1:27.)
¿Qué significa la expresión ‘creado a la imagen de Dios’?
Sencillamente, que se hizo al hombre a la semejanza de
Dios, con atributos piadosos —tales como la justicia, la
sabiduría y el amor— que lo distinguían de los animales.
(Compárese con Colosenses 3:9, 10.) Dichas cualidades le
conferían la facultad de escoger entre el bien y el mal, es
decir, libre albedrío. Cuando se creó al primer hombre,
no existía pecado en él, ni había maldad ni sufrimiento en su
vida.

*** w94 1/4 pág. 25 ¿Cómo puede reflejar el hombre la


imagen de Dios? ***
¿Cómo puede reflejar el hombre la imagen de Dios?

“DIOS procedió a crear al hombre a su imagen, a la


imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.” Así lee el
relato inspirado, pero ¿qué significa? ¿Cómo fueron creados
a la imagen de Dios el primer hombre y la primera mujer?
(Génesis 1:27.)
¿Eran como Dios físicamente? No, eso es imposible. El
hombre es físico, carnal, hecho para vivir en la Tierra. Dios es
espíritu y vive en una gloria celestial inimaginable, a la que
ningún ser humano puede ni siquiera acercarse. (Éxodo
33:18-20; 1 Corintios 15:50.) ¿Cómo, entonces, fue hecho el
hombre a la imagen de Dios? En el sentido de que fue dotado
de los atributos sobresalientes de Dios —amor, justicia,
sabiduría y poder—, así como de otras cualidades.

*** w94 15/6 pág. 12 párrs. 1-2 La lucha contra el poder


del pecado sobre la carne caída ***
“DIOS procedió a crear al hombre a su imagen, a la
imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.” (Génesis
1:27.) Una imagen es el reflejo de un objeto iluminado o de
una fuente de luz. Dios creó a los seres humanos para que
fueran un reflejo de su gloria. Cuando manifiestan en todas
sus actividades las cualidades piadosas —como amor,
bondad, justicia y espiritualidad—, alaban y honran al
Creador, y obtienen felicidad y satisfacción. (1 Corintios 11:7;
1 Pedro 2:12.)
2
La primera pareja humana, que había sido creada en
perfección, estaba bien equipada para cumplir con este
cometido. Como espejos pulimentados de alta calidad, podían
reflejar la gloria de Dios con brillantez y fidelidad.

*** si pág. 18 párr. 32 Libro bíblico número 1: Génesis ***


Génesis revela con mucha claridad la voluntad y el
propósito de Dios en cuanto al matrimonio, la relación
apropiada entre esposo y esposa, y los principios de jefatura
e instrucción familiar. Jesús mismo hizo referencia a esta
información al citar del primer y el segundo capítulos de
Génesis en una sola declaración: “¿No leyeron que el que los
creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por
esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá
a su esposa, y los dos serán una sola carne’?”. (Mat. 19:4, 5;
Gén. 1:27; 2:24.)

*** si pág. 18 Libro bíblico número 1: Génesis ***


1:27; 2:24 Lo sagrado y la permanencia
del vínculo matrimonial Mat. 19:4, 5

*** si pág. 18 Libro bíblico número 1: Génesis ***


1:27 Hecho el hombre, macho y
hembra Mat. 19:4;
Mar. 10:6

*** w86 1/9 pág. 14 El papel honorable de la mujer ***


La Biblia declara: “Dios procedió a crear al hombre a su
imagen, [...] macho y hembra los creó”. ¿Cuál fue el propósito
de esta distinción del sexo? La respuesta es obvia. Haría
posible que la primera pareja llevara a cabo el mandato divino
que se delinea en el siguiente versículo: “Les dijo Dios: ‘Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción [...] toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra’”. (Génesis 1:27, 28.)

*** Lmn págs. 13-14 párr. 24 “¡Mira! Estoy haciendo


nuevas todas las cosas” ***
Entonces Dios le dijo a su Obrero Maestro: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza [...] Y
Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de
Dios lo creó; macho y hembra los creó”. (Génesis 1:26, 27.)
Al ser creado a la imagen y semejanza de Dios, con Sus
magníficos atributos de amor, sabiduría, justicia y poder, el
primer hombre era muy superior a los animales. El hombre se
diferencia de los animales por su capacidad de raciocinio,
el planear el futuro y adorar a Dios. Los animales no tienen
intelecto para razonar, sino que viven por instinto. ¡Qué
irrazonable es decir que no existe un Creador y que el
hombre, criatura muy dotada e inteligente, evolucionó de
animales inferiores no inteligentes! (Salmo 92:6, 7; 139:14.)
(Génesis 1:28) Además, Dios los bendijo y les dijo: “Tengan
muchos hijos, multiplíquense, llenen la tierra y tomen control
de ella, y tengan autoridad sobre los peces del mar, los
animales voladores de los cielos y todos los seres vivos que
se mueven sobre la tierra”.

*** wp19 núm. 3 pág. 7 Estamos diseñados para vivir


eternamente ***
Jehová les dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y
llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces
del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura
viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28).
Lograr que sus descendientes llenaran la Tierra tomaría
tiempo. Para cumplir con el propósito de Dios, Eva tendría
que dar a luz hijos, y estos, a su vez, tener más hijos hasta
que la Tierra estuviera completamente habitada (Isaías
45:18). Si Adán y Eva no iban a ver realizado el propósito de
Dios y solo iban a vivir para ver a sus hijos y tal vez a sus
nietos, ¿sería lógico que Jehová les diera ese mandato?
Piense ahora en la tarea de tener a los animales en
sujeción. Adán tenía que poner nombre a los animales, y eso
le tomaría bastante tiempo (Génesis 2:19). Además, para
saber cómo cuidar de todos los seres vivos, tendría que
conocerlos bien, lo que seguramente le exigiría mucho más
tiempo.
Por lo tanto, los dos mandatos que Dios dio a Adán y Eva
—tener en sujeción a los animales y llenar la Tierra—
demuestran que los creó para que vivieran mucho tiempo.
De hecho, Adán vivió muchos años.

*** w18 agosto págs. 19-20 párrs. 8-9 Ser generosos nos
hace felices ***
8
Aunque Adán y Eva estaban solos en el jardín de Edén,
las instrucciones que Jehová les dio deberían haberlos hecho
pensar en el bienestar de otros. Dios los bendijo y les dijo que
se multiplicaran, llenaran la Tierra y la dominaran (Gén. 1:28).
Así como el Creador se interesa mucho en su creación, ellos
deberían haberse interesado en la felicidad de sus
descendientes. Para que todos ellos disfrutaran del paraíso,
tenían que extenderlo por el entero planeta. Ese inmenso
proyecto requeriría la colaboración de toda la familia.
9
Extender el paraíso hubiera implicado que los seres
humanos perfectos colaboraran estrechamente con el
propósito de Jehová, y así entrarían en su descanso (Heb.
4:11). Solo podemos imaginar lo felices que se hubieran
sentido. Además, Jehová los habría bendecido mucho por ser
generosos e interesarse en los demás.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


Además, Jehová bendijo a estos recién casados con
abundancia de trabajo deleitable. (Compárese con Ec 3:13;
5:18.) No se les maldijo con ociosidad, ya que habrían de
mantenerse ocupados y activos cultivando y cuidando su
hogar paradisiaco, que habrían de extender por todo el globo
terráqueo a medida que se multiplicaran y llenaran la Tierra
con miles de millones de seres de su mismo género. Era un
mandato divino. (Gé 1:28.)

*** it-1 pág. 141 Animales ***


ANIMALES

Almas vivientes no humanas. (Compárese con Nú 31:28.)


El término hebreo behe·máh se emplea con referencia a
cuadrúpedos grandes, por lo general animales domésticos,
aunque de vez en cuando también se usa para referirse a
animales salvajes. En el texto bíblico se traduce por ‘animal
doméstico’, ‘bestia’ y “ganado”. (Gé 1:26; 9:10; 34:23; Sl
107:38.) La palabra hebrea ré·mes se utiliza para “animales
movientes” o “cosas que se arrastran”. Proviene de la raíz
ra·más, que significa “moverse; reptar”. (Gé 6:20; Eze 8:10;
Gé 1:28, nota.) Por otra parte, el término hebreo jai·yáh, cuyo
significado literal es “[criatura] viviente”, se emplea con
referencia a “bestias salvajes” o “animales salvajes”. (Gé
1:28; 3:14; Isa 56:9.) El término griego paralelo, zṓi·on
([criatura] viviente), se traduce asimismo por ‘animal’. (Rev
4:7; 2Pe 2:12.)
Jehová Dios hizo a todos los animales, creando para cada
familia genérica a sus primeros progenitores, pues el registro
bíblico afirma que Dios hizo a cada uno “según su género”.
(Gé 1:25.) En este artículo se va a tratar en particular de los
animales terrestres.
En vista de que Dios le concedió al hombre perfecto el
dominio o mayordomía sobre las diversas criaturas de la
Tierra, era muy apropiado que Adán tuviera el privilegio de
darles nombre. (Gé 1:26; 2:19, 20.) El hombre siempre
tendría que rendir cuentas a Dios por este dominio sobre los
animales. (Lu 12:48.)

*** it-1 pág. 310 Bendición ***


La bendición de Dios sobre Adán y Eva al fin del sexto día
les hubiera permitido, de haber permanecido obedientes,
continuar en su favor, porque Él hizo provisión para la
satisfacción de todas sus necesidades espirituales y físicas.
(Gé 1:28; 2:9; 5:2.)

*** it-1 pág. 566 Cosa que se arrastra ***


COSA QUE SE ARRASTRA
La raíz verbal del término hebreo ré·mes significa
“arrastrarse” o “moverse”. (Gé 1:21, 28, nota.) El léxico
hebreo y arameo de Koehler y Baumgartner dice que el
término indica un movimiento prácticamente sin objeto.
(Lexicon in Veteris Testamenti Libros, Leiden, 1958, pág. 895;
compárese con Hab 1:14.) El nombre ré·mes parece abarcar
una amplia variedad de seres vivos, y en los textos donde
aparece, por lo general distingue a estos “animales
movientes” de las bestias salvajes y domésticas, las aves y
los peces. (Gé 1:24, 25; 6:7, 20; 7:14, 23; 8:17, 19; 9:3; Eze
8:10; 38:20.) De modo que este término podría abarcar a los
reptiles y a otras formas de vida animal no incluidas en las
categorías más importantes. Puede aplicar no solo a criaturas
terrestres, sino también acuáticas. (Sl 104:25.)

*** it-1 pág. 852 Espino ***


Después del Diluvio, Jehová bendijo a Noé y a sus hijos, y
les hizo saber su propósito de que llenaran la Tierra. (Gé 9:1.)
Al parecer, se levantó la maldición de Dios sobre el suelo.
(Gé 13:10.) Sin embargo, Jehová no dijo a Noé y a su familia
que ‘subyugasen la tierra’, como le había dicho al hombre
perfecto Adán. (Compárese Gé 1:28 con Gé 8:21–9:2.) Sin la
guía divina, el hombre imperfecto nunca podría subyugar la
tierra como Dios se había propuesto en un principio. El
hombre continuaría experimentando dificultades al cultivar el
suelo, entre las que estaría la lucha contra plantas molestas,
espinos y cardos. La mala administración humana de los
recursos de la tierra tal vez haya empeorado el problema.

*** it-2 pág. 703 Presciencia, predeterminación ***


Presciencia selectiva significa que Dios podía optar por
no preconocer indistintamente todos los actos futuros de sus
criaturas. Esto querría decir que en lugar de que toda la
historia desde la creación en adelante fuese una simple
repetición de lo que Dios ya había previsto y predeterminado,
Él podría, con toda sinceridad, colocar ante la primera pareja
humana la perspectiva de vida eterna en una Tierra libre de
iniquidad. Las instrucciones que Jehová dio a sus dos
primeros hijos humanos para que, como sus agentes
perfectos y libres de pecado, llenaran la Tierra con su prole,
la transformaran en un paraíso y ejercieran control sobre la
creación animal, constituían la concesión de un privilegio
verdaderamente amoroso y lo que en realidad deseaba para
ellos, más bien que ser una comisión condenada al fracaso
de antemano. Si Dios hubiera preconocido que la primera
pareja humana iba a pecar y que jamás podría comer del
“árbol de la vida”, la prueba del “árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo” y el que hubiese creado un “árbol de la vida”
en el jardín de Edén hubieran carecido de sentido y de
propósito. (Gé 1:28; 2:7-9, 15-17; 3:22-24.)

*** it-2 pág. 1096 Temor ***


De los animales al hombre. En Génesis 9:2 se emplea la
palabra “temor” con relación a la creación animal. Dios dijo a
Noé y a sus hijos: “Un temor a ustedes y un terror a ustedes
continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra”. Durante
el año en que Noé y su familia estuvieron dentro del arca, los
animales encerrados allí sintieron temor de ellos, lo que debió
contribuir a mantenerlos controlados. De igual manera,
cuando salieron del arca después del Diluvio, Jehová aseguró
a Noé que este temor continuaría. Este hecho también se ve
corroborado por la experiencia humana. Por ejemplo, el
Dr. George G. Goodwin, conservador adjunto de mamíferos
en el Museo Norteamericano de Historia Natural, dijo: “El
leopardo normalmente no ataca al hombre. Sin embargo, si
se le provoca o si ha sido herido, se vuelve contra los seres
humanos y pelea”. Asimismo, serpientes venenosas
conocidas por su agresividad, como la mamba y la cobra real,
si pueden, generalmente prefieren apartarse cautelosamente
de la presencia del hombre más bien que atacar. A pesar de
que el hombre ha maltratado a algunos animales y los ha
convertido en bestias peligrosas, por lo general siguen
sujetos a este temor. Este hecho concuerda con la
declaración de Dios registrada en Génesis 1:26-28, donde se
dice que la creación animal habría de estar sujeta al hombre
desde el tiempo en que este fue creado.

*** w16 agosto pág. 9 párr. 3 El origen y el propósito del


matrimonio ***
Una de las razones importantes por las que Dios creó el
matrimonio fue que se poblara la Tierra (Gén. 1:28). Los hijos
e hijas que tuvieran, aunque querrían a sus padres, los
dejarían para casarse y formar su propia familia. Los seres
humanos llenarían la Tierra, su hogar, a un grado razonable y
harían que toda ella fuera un paraíso.

*** w06 15/5 págs. 4-5 El propósito de Dios para la Tierra


pronto se realizará ***
El propósito de Dios para la Tierra pronto se realizará

CUANDO aún estaban en el Paraíso, Adán y Eva


recibieron este mandato de Dios: “Sean fructíferos y háganse
muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción
los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y
toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Génesis
1:28).
El mandato de sojuzgar, o someter, la Tierra abarcaba
más que cultivar solo una pequeña porción: Adán y Eva y sus
hijos debían extender el Paraíso por todo el planeta.
No obstante, la primera pareja humana pecó y fue expulsada
del jardín de Edén (Génesis 3:23, 24). Ahora bien, no por ello
quedaría la Tierra sin ser sometida.
En el futuro, la humanidad obediente podrá someterla
porque recibirá la bendición de Dios. Así ocurría con el
antiguo pueblo de Israel: cuando contaba con el favor divino,
sus campos producían magníficas cosechas y sus huertos
daban excelentes frutos. Lo mismo sucederá a medida que
nuestro planeta se transforme en un paraíso. Como se
promete en la Palabra inspirada de Dios, la Biblia, “la tierra
misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos
bendecirá” (Salmo 67:6). Así es, las praderas y las montañas,
los árboles y las flores, los ríos y los mares, todos se
regocijarán (Salmo 96:11-13; 98:7-9). Nuestro planeta
rebosará de exuberante vegetación, aves de vivos colores,
hermosos animales y gente afectuosa.

*** w04 15/4 pág. 4 Cuando la voluntad de Dios se haga en


la Tierra ***
¿Cuál era la voluntad divina para nuestros primeros
padres y sus descendientes? Según Génesis 1:28, también
era muy buena: “Los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra’”. Para cumplir esa magnífica comisión,
nuestros primeros padres, así como su prole, tendrían que
vivir para siempre, sin conocer jamás la injusticia, las
tragedias, el dolor o la muerte.

*** w00 15/11 pág. 25 Lo que podemos aprender de la


primera pareja humana ***
Al entregar a Eva a su esposo y bendecir su unión, fundó
la institución del matrimonio y la de la familia, las cuales
serían la base de la sociedad. El relato de Génesis dice: “El
hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse
a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”. El
propósito de Jehová al otorgar su bendición al matrimonio de
la primera pareja y ordenarle que fuera fructífera era que todo
ser humano naciera en el marco de una familia afectuosa,
con padres que lo cuidaran (Génesis 1:28; 2:24).

*** w99 15/4 págs. 8-9 párrs. 20-21 ¿Es en verdad posible
la vida eterna? ***
Cuando Dios creó a Eva como pareja de Adán, les dio a
ambos otra comisión en la Tierra. Les dijo: “Sean fructíferos y
háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en
sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los
cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”
(Génesis 1:28).
21
Piense en las maravillosas perspectivas que estas
instrucciones de Dios colocaron ante Adán y Eva. Tenían que
criar a sus descendientes con salud perfecta en el Paraíso
terrestre. Cuando sus amados hijos crecieran, estos les
ayudarían en la agradable labor de jardinería para mantener
aquel Paraíso, y con todos los animales sujetos a ellos, su
vida sería muy gratificante. Piense también en el gozo de
extender los límites del jardín de Edén, de modo que con el
tiempo toda la Tierra se convirtiera en un paraíso. ¿Disfrutaría
usted de la vida con hijos perfectos en un hermoso hogar
terrestre como ese, sin la preocupación de envejecer ni de
morir? Permita que el impulso natural de su corazón conteste
esta pregunta.
*** w98 15/7 pág. 15 párrs. 5-6 ¿Hemos entrado en el
descanso de Dios? ***
Finalmente, Dios declaró su propósito con respecto a la
familia humana y la Tierra con estas palabras proféticas:
“Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y
sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las
criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que
se mueve sobre la tierra” (Génesis 1:28, 31; 2:8).
6
Antes de que terminara el “día sexto” de la creación, el
relato nos dice: “Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!,
era muy bueno” (Génesis 1:31). Dios estaba satisfecho con
todo lo que había hecho. De modo que descansó, o cesó, de
su obra creativa con respecto a la Tierra. El jardín paradisíaco
era perfecto y hermoso, pero ocupaba solo una pequeña
extensión, y había en la Tierra únicamente dos criaturas
humanas. Tenía que pasar tiempo hasta que la Tierra y la
familia humana alcanzaran el estado que Dios se había
propuesto. Por esta razón designó un “día séptimo” en el que
todo lo que había creado en los seis ‘días’ precedentes
prosperaría según su santa voluntad (compárese con Efesios
1:11). Al final del “día séptimo”, la Tierra sería un paraíso
mundial en el que habitaría eternamente una familia de seres
humanos perfectos (Isaías 45:18).

*** ct cap. 7 págs. 114-116 ¿Qué puede aprenderse del


Creador en un libro? ***
Según ese relato histórico, que ha probado su veracidad
en muchos aspectos, los primeros seres humanos fueron
Adán y Eva. El documento muestra que no se les dejó
andando a tientas, sin propósito ni instrucciones sobre la
voluntad de Dios. El Creador dio a la humanidad
instrucciones útiles, tal como cualquier padre humano
amoroso y considerado lo haría para su prole. Les dijo: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra” (Génesis 1:28).
De modo que los primeros seres humanos tenían un
propósito útil en la vida. Debían cuidar del medio ambiente y
llenar la Tierra con una descendencia responsable
(compárese con Isaías 11:9). Nadie está justificado para
culpar al Creador por el presente estado de nuestro
contaminado planeta, como si él hubiera dado al hombre
excusa para explotar y arruinar la Tierra. La expresión
“sojúzguenla” no era una licencia para la explotación.
Implicaba cultivar y cuidar la Tierra, cuya administración se le
confió (Génesis 2:15). Además, tendría un futuro ilimitado en
el que llevar a cabo esa importante comisión. La perspectiva
de no morir nunca armoniza con el hecho de que la
capacidad del cerebro humano es muy superior a la
necesaria para una vida de 70, 80 o incluso 100 años. El
cerebro está concebido para poder utilizarse indefinidamente.
Jehová Dios, como productor y director de su creación, dio
al hombre un margen de flexibilidad para llevar a cabo Su
propósito en cuanto a la Tierra y la humanidad. No fue
demasiado exigente ni restrictivo. Por ejemplo, dio a Adán
una comisión que haría las delicias de todo zoólogo: estudiar
a los animales y ponerles nombre. Cuando Adán conoció sus
características, les dio nombres, muchos de ellos de
naturaleza descriptiva (Génesis 2:19). Este es tan solo un
ejemplo de cómo podía el hombre usar su talento y aptitudes
según el propósito de Dios.

*** g96 8/10 págs. 13-14 ¿Quién debe decidir el tamaño de


la familia? ***
¿Pero no es cierto que en el Paraíso Dios les dijo a Adán
y Eva “sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra”?
(Génesis 1:28.) Es cierto. No obstante, no hay nada en la
Biblia que indique que nosotros estamos bajo ese mismo
mandamiento hoy en día. Como lo aclaró el escritor Ricardo
Lezcano: “Resulta bastante obtuso querer aplicar a [miles de]
millones de seres la misma fórmula que se aplicó a los dos
únicos habitantes del planeta”. Incluso si la pareja decide
no tener ningún hijo, su elección debe ser respetada.

*** g92 22/4 págs. 8-9 El verdadero propósito de la vida ***


Al hombre también se le ordenó ‘sojuzgar la Tierra’.
(Génesis 1:28.) ¿Qué implicaba ese mandato? Desde luego,
no quería decir que debiera explotar de manera egoísta e
irresponsable la Tierra hasta que sus riquezas se agotasen,
su atmósfera se contaminase y su suelo y sus mares
terminasen repletos de basura. Al contrario, Dios fijó el
modelo para sojuzgar la Tierra cuando “plantó un jardín en
Edén, hacia el este, y allí puso al hombre que había formado”.
(Génesis 2:8.) Este jardín fue la muestra de lo que llegaría a
ser la Tierra y reflejaba el propósito de Dios para nuestro
planeta.
El relato bíblico explica: “Además, bendijo Dios [al primer
hombre y a la primera mujer] y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos
y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla’”. (Génesis
1:28.) Dios quería que tuviesen hijos y poblasen la Tierra; los
unió, y puede decirse que aquella fue la primera boda que se
ha celebrado en la historia.

*** w91 1/7 págs. 9-10 párrs. 4-5 El papel de la mujer en


las Escrituras ***
“Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos
y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan
en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los
cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra’.”
(Génesis 1:25, 28; 2:18, 21-23.)
5
Note que esa asignación se “les” dio a ambos, al hombre
y la mujer. Su colaboración no se limitaría a llenar la Tierra.
También abarcaría el sojuzgarla y ejercer dominio
apropiadamente sobre todas las criaturas inferiores. Esto
requeriría aptitud intelectual y cualidades espirituales, y tanto
el hombre como la mujer tenían la capacidad necesaria para
desarrollarlas en armonía con la voluntad de Dios.

*** w90 15/8 pág. 15 párr. 1 Lealtad al trabajar con Jehová


***
EL TRABAJO está entre los dones de Dios al hombre. A
nuestros primeros padres, Adán y Eva, Jehová dijo: “Llenen la
tierra y sojúzguenla”. Aquella asignación de trabajo
significaba esfuerzo, pero no estaba más allá de lo que
podían hacer. El esfuerzo físico y mental que se requeriría de
ellos pondría en su vida mucho más gozo que todo lo que
experimentaran los animales que estaban con ellos en su
hogar terrestre. (Génesis 1:28.)

*** g90 22/4 pág. 7 ¿Cuánto tiempo podemos vivir? ***


Como sería de esperar, la Biblia empieza con el relato del
origen de la vida humana. En el primer capítulo de Génesis,
leemos que después de crear a la primera pareja humana,
“los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse
muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción
los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y
toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra’”. (Génesis
1:28.)
Para llevar a cabo tal asignación, tanto Adán y Eva como
su descendencia tendrían que vivir mucho tiempo. ¿Cuánto?
En el libro bíblico de Génesis, no encontramos ninguna
mención de que a Adán y Eva se les dijese que su vida iba a
durar un tiempo específico.

*** w89 1/8 pág. 19 párr. 12 Magníficas perspectivas para


el hombre en un paraíso agradable ***
Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos
y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan
en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los
cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra’.

*** w89 1/8 págs. 19-21 párrs. 13-19 Magníficas


perspectivas para el hombre en un paraíso agradable ***
(Génesis 1:26-30.)
Lo que esperaba a la primera pareja humana
14
¡Qué maravilloso fue que aquel hombre perfecto y su
esposa perfecta oyeran la voz de Dios hablándoles,
diciéndoles qué hacer, y bendiciéndolos! Con la bendición de
Dios, la vida no sería en vano, sino que ellos podrían hacer lo
que se les dijera que hicieran. ¡Qué futuro podrían tener!
Mientras aquella feliz pareja casada estaba allí en su hogar,
el jardín de Edén, quizás meditó sobre lo que sucedería a
medida que ellos cumplieran la voluntad de Dios para ellos.
Podían visualizar el futuro distante y ver, no solo el “jardín de
Edén, hacia el este”, sino toda la Tierra llena de hombres y
mujeres de rostros radiantes. (Génesis 2:8.) ¡Cómo se
emocionaría el corazón del hombre y el de la mujer al pensar
ellos en que todas estas personas serían sus hijos, sus
descendientes! Y todos serían perfectos, sin defecto en la
forma y estructura corporal, con juventud perpetua que
abundara en excelente salud y el gozo de vivir, y todos
expresarían amor perfecto unos a otros, y adorarían en unión
a su gran Creador, su Padre celestial, junto con los primeros
padres humanos. ¡Cuánto debe haber conmovido al primer
hombre y la primera mujer la idea de tener tal familia!
15
Habría abundancia de alimento para todo miembro de
esta familia humana que llenaría toda la Tierra. Hubo
abundancia de alimento para empezar, allá en el jardín de
Edén. Dios había provisto para ellos y les había dado toda la
vegetación que llevaba semilla para que les sirviera de
alimento sano y sostenedor de la vida, junto con los árboles
que daban fruto. (Compárese con Salmo 104:24.)
16
A medida que su feliz familia creciera, extenderían el
jardín hasta tierras más allá de los límites de Edén, porque
las palabras de Dios indican que fuera del jardín de Edén la
Tierra no estaba en condición preparada. Por lo menos no
estaba atendida y no había sido llevada al mismo alto nivel de
cultivo que se veía en el jardín de Edén. Por eso su Creador
les dijo que ‘sojuzgaran’ la Tierra mientras la llenaban.
(Génesis 1:28.)
17
A medida que personas perfectas cultivaran y cuidaran y
extendieran el jardín, la tierra sojuzgada rendiría abundante
producto para la población en crecimiento. El jardín iría
extendiéndose constantemente hasta al fin cubrir toda la
Tierra, y por todo el planeta florecería un paraíso como hogar
eterno de la humanidad. Visto desde el cielo, aquel sería un
lugar hermoso, y el Creador celestial podría pronunciarlo muy
bueno. (Compárese con Job 38:7.)
18
Todo sería tan apacible y estaría tan libre de
perturbaciones como aquel jardín de Edén en el que se
hallaban el hombre y la mujer recién casados. No habría que
temer que viniera peligro ni daño de ninguno de aquellos
animales y criaturas voladoras que inspeccionó el primer
hombre, Adán, cuando les dio nombre. Como sus primeros
padres humanos, los habitantes perfectos del Paraíso
extendido por toda la Tierra tendrían en sujeción los peces
del mar, las criaturas voladoras de los cielos y toda cosa
viviente que se moviera en la Tierra, hasta las bestias
salvajes del campo abierto. Puesto que en estas criaturas
inferiores funcionaría el sentido instintivo de sujeción al
hombre, quien fue creado “a la imagen de Dios”, estarían en
paz con él. Al tener en sujeción a estas criaturas vivientes
inferiores, sus tiernos amos humanos perfectos promoverían
un ambiente de paz entre la creación animal. La influencia
pacificante de estos amos humanos a la imagen de Dios se
extendería como protección sobre las criaturas vivientes
inferiores, y ellas manifestarían contentamiento. Sobre todo,
la humanidad perfecta estaría en paz con Dios, y la bendición
divina nunca les sería quitada. (Compárese con Isaías 11:9.)
Dios descansa de sus obras de creación
19
Cuando la pareja humana perfecta visualizara la escena
del propósito divino ya completado en la Tierra, se daría
cuenta de algo. Requeriría tiempo el realizar esta maravillosa
comisión divina.

*** w89 1/8 pág. 24 párr. 8 La desobediencia humana no


invalida las perspectivas de vida en el Paraíso ***
“A la mujer dijo: ‘Aumentaré en gran manera el dolor de tu
preñez; con dolores de parto darás a luz hijos, y tu deseo
vehemente será por tu esposo, y él te dominará’”. (Génesis
3:16.) No se había dicho nada de esa índole en la bendición
que Dios pronunció cuando casó a la mujer con Adán y les
dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra”.
(Génesis 1:28.) Aquella comisión bendita que la pareja
humana perfecta recibió había indicado que la mujer se
hallaría embarazada muchas veces, pero no con dificultades
indebidas ni dolores de parto extremos ni opresión por el
esposo. Aquel juicio pronunciado contra la mujer transgresora
afectaría a sus hijas y nietas, generación tras generación.

*** pe cap. 7 pág. 73 La razón de nuestra existencia ***


POR QUÉ PUSO DIOS AL HOMBRE EN LA TIERRA
12
No era el propósito de Dios el que Adán y Eva murieran
después de algún tiempo y pasaran a vivir en otro lugar. Se
suponía que se quedaran aquí para atender la Tierra y todas
sus cosas animadas. Como dice la Biblia: “Los bendijo Dios y
les dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la
tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y
las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que
se mueve sobre la tierra.’” (Génesis 1:28; 2:15) Tanto Adán y
Eva como todos los hijos que ellos tendrían pudieran haber
sido felices en la Tierra para siempre y hacer las cosas que
Dios deseara que hicieran.
13
Note que “los bendijo Dios.” El realmente se interesaba
en sus hijos terrestres. De modo que como Padre amoroso
les dio instrucciones que eran para el bien de ellos. Ellos
habrían hallado felicidad al obedecerlas.

*** g89 22/7 págs. 8-9 Los océanos, ¿quién puede


salvarlos? ***
Su mandato de ‘sojuzgar la Tierra’ no daba permiso al
hombre para destruirla, sino que le confería un puesto de
mayordomía, una responsabilidad de cuidarla y cultivarla. Al
fin y al cabo, si al mandar a la humanidad que ‘sojuzgara la
Tierra’ Dios se hubiese referido a que debíamos transformarla
en el nido de suciedad y contaminación que casi es hoy, ¿por
qué dio a Adán y Eva el paradisiaco jardín de Edén para que
lo utilizasen de modelo? ¿Y por qué dijo Dios al hombre que
“lo cultivara y lo cuidara” y con el tiempo extendiera sus
límites, sojuzgando los “espinos y cardos” que crecían fuera
de este modelo? (Génesis 2:15; 3:18.)

*** g89 22/7 pág. 9 Los océanos, ¿quién puede salvarlos?


***
La mayordomía instituida en Edén hace unos seis mil años
no es obsoleta. Cualquier persona de hoy día que respete al
Creador puede manifestar dicha mayordomía si cuida Sus
obras y no ensucia despreocupadamente el medio ambiente.

*** g89 22/9 págs. 23-24 Control de natalidad. Quién debe


decidir, ¿usted o la Iglesia? ***
Los que arguyen en contra de la anticoncepción suelen
citar el mandato bíblico dado a Adán y Eva: “Creced, y
multiplicaos, y henchid la tierra”. (Génesis 1:28, Torres Amat.)
No obstante, el escritor español Ricardo Lezcano comentó
con acierto que “resulta bastante obtuso querer aplicar a
4.000 millones de seres la misma fórmula aplicada a los dos
únicos habitantes del planeta”. Este mandato guardaba una
clara relación con las circunstancias especiales de aquel
tiempo.

*** g87 22/1 pág. 11 Respuesta a las otras preguntas ***


¿Cuál es la razón de nuestra existencia?
Jehová dijo cuál es cuando creó a la primera pareja de
criaturas humanas. “Hagamos al hombre a nuestra imagen —
dijo Dios al Verbo (quien después vivió en la Tierra como el
hombre Jesús)—, según nuestra semejanza, y tengan ellos
en sujeción los peces del mar y las criaturas volantes de los
cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal
moviente que se mueve sobre la tierra.” Dios también hizo un
jardín en Edén y “procedió a tomar al hombre y a establecerlo
en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara”.
Además, dio a la primera pareja en Edén el mandato de ‘ser
fructíferos y hacerse muchos y llenar la tierra’. (Génesis
1:26, 28; 2:8, 15.)
Nosotros, como descendientes de Adán y Eva, estamos
aquí para poblar la Tierra, para cuidarla y cultivarla, y para
ejercer mayordomía amorosa sobre sus plantas y animales.
Dios nos ha equipado para hacer esto al habernos hecho a su
semejanza... no en apariencia física, sino porque se nos ha
dotado de ciertos atributos suyos, tales como el amor, la
sabiduría, el poder, la justicia y un deseo de efectuar trabajo
con propósito y tener sentido de logro.

*** w86 1/9 pág. 14 El papel honorable de la mujer ***


“Les dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y
llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción [...] toda
criatura viviente que se mueve sobre la tierra’”. (Génesis
1:27, 28.)
Note que este mandato fue dado en plural, aplicaba tanto
al hombre como a la mujer. En armonía con la voluntad de
Dios, ambos participarían no solo en llenar la Tierra de otros
humanos, sino también en sojuzgarla y ejercer dominio sobre
las criaturas inferiores. Para hacer esto, ambos tenían que
tener cualidades intelectuales y espirituales, y tenían el
mismo potencial para desarrollarlas.
*** tp cap. 9 pág. 96 párr. 9 Paz y seguridad por toda la
Tierra... una esperanza confiable ***
Cuando Dios creó a la primera pareja humana les dio
como hogar el jardín de Edén, un nombre que quiere decir
“Paraíso de Placer”. Sin embargo, el Paraíso no habría de
estar limitado a aquel lugar. Dios les dijo: “Sean fructíferos y
háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla”. (Génesis
1:28; 2:8, 9.) Esto requeriría extender los límites del Paraíso
hasta los fines de la Tierra, un propósito declarado por Dios al
cual no puso fin el proceder de desobediencia de Adán y Eva.
Jesucristo mismo mostró confianza en este propósito cuando
a un hombre que murió al lado de él le prometió que tendría
la oportunidad de vivir en un Paraíso terrestre de esa índole.
(Lucas 23:39-43.)

*** tp cap. 9 pág. 106 párr. 28 Paz y seguridad por toda la


Tierra... una esperanza confiable ***
Debemos notar el propósito que Dios tiene, como
originalmente se le declaró a la primera pareja humana. Se
les dijo que ‘llenaran la tierra y la sojuzgaran’ extendiendo los
límites del Edén hasta los más lejanos extremos de la Tierra.
(Génesis 1:28.) Está claro que eso significa llenar la Tierra
hasta un grado cómodo, no llenarla de gente en demasía.
Esto todavía permitiría ‘sojuzgar’ la Tierra de modo que fuera
un parque global que siguiera el patrón del hogar original
parecido a parque que el hombre conoció. Por eso, este
mandato divino indica que, al debido tiempo y a la manera de
Dios, el crecimiento de la población sería controlado.

*** Lmn págs. 14-15 párr. 26 “¡Mira! Estoy haciendo


nuevas todas las cosas” ***
Tal como Dios y su Hijo son trabajadores, Dios también
dio al hombre trabajo que hacer en la Tierra. (Juan 5:17.)
Dios dijo a la primera pareja humana, Adán y Eva: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas
volantes de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra”. (Génesis 1:28.) ¿Significa esto que el hombre
tenía que multiplicarse, llenar la Tierra, y seguir
multiplicándose hasta superpoblarla? No. Cuando alguien le
pide que llene una taza de té, usted no sigue echando té
hasta que se derrama sobre la mesa. Usted llena la taza y
entonces se detiene. Del mismo modo, el mandato de Jehová
al hombre, “llenen la tierra”, indicaba su propósito de que el
hombre llenara cómodamente la Tierra, y entonces cesaría la
reproducción de la humanidad. Esto no presentaría ningún
problema en una sociedad humana perfecta. Es solo en el
mundo de la humanidad imperfecta de hoy que la
superpoblación presenta un problema.
(Génesis 1:29) Luego Dios dijo: “Vean, les doy todas las
plantas de la tierra que dan semilla y todos los árboles que
dan fruto con semilla. Esto será su alimento.

*** w89 1/8 pág. 19 párr. 13 Magníficas perspectivas para


el hombre en un paraíso agradable ***
”Y Dios pasó a decir: ‘Miren que les he dado toda
vegetación que da semilla que está sobre la superficie de
toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da
semilla. Que les sirva de alimento.

*** w89 1/8 pág. 19 párr. 13 Magníficas perspectivas para


el hombre en un paraíso agradable ***
(Génesis 1:26-30.)
*** w89 1/8 pág. 20 párr. 15 Magníficas perspectivas para
el hombre en un paraíso agradable ***
Habría abundancia de alimento para todo miembro de esta
familia humana que llenaría toda la Tierra. Hubo abundancia
de alimento para empezar, allá en el jardín de Edén. Dios
había provisto para ellos y les había dado toda la vegetación
que llevaba semilla para que les sirviera de alimento sano y
sostenedor de la vida, junto con los árboles que daban fruto.
(Compárese con Salmo 104:24.)
(Génesis 1:31) Después de eso, Dios vio todo lo que había
hecho y, ¡mire!, todo era muy bueno. Y hubo tarde y hubo
mañana. Ese fue el sexto día.

*** it-1 pág. 310 Bendición ***


Cuando Jehová terminó su obra creativa terrestre en los
seis días creativos, no faltaba nada para el bienestar de su
creación. (Gé 1:31.)

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Después de exponer lo conseguido durante cada uno de
los seis días de actividad creadora, en cada caso aparece la
declaración: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”,
un día primero, segundo, tercero, etc. (Gé 1:5, 8, 13, 19,
23, 31.) Puesto que cada día creativo duró más de
veinticuatro horas, como se explica más adelante, esta
expresión no alude a una noche y un día literales, sino que
debe entenderse en sentido figurado. Durante la tarde, las
cosas serían indistintas, pero por la mañana podrían
distinguirse con claridad. En el transcurso de la “tarde” o
principio de cada uno de los períodos o “días” creativos,
ningún observador angélico sería capaz de distinguir el
propósito de Dios para ese día en particular, a pesar de que
Él lo conociese perfectamente. Sin embargo, con la llegada
de la “mañana”, habría plena luz con respecto a lo que Dios
se había propuesto para ese día, pues entonces ya se habría
realizado. (Compárese con Pr 4:18.)

*** it-2 pág. 638 Perfección ***


Veamos un ejemplo: el planeta Tierra fue una de las
creaciones de Dios, y al final de los seis ‘días’ creativos Dios
declaró el resultado: “muy bueno”. (Gé 1:31.) Satisfacía sus
normas supremas de excelencia, por consiguiente, era
perfecto. Sin embargo, después de esto Dios asignó al
hombre a ‘sojuzgar la tierra’, en el sentido de cultivarla y
hacer que toda ella, no solo el Edén, fuese un jardín de Dios.
(Gé 1:28; 2:8.)

*** w11 1/1 pág. 13 ¿Sabía Dios que Adán y Eva iban a
pecar? ***
“Todo [...] era muy bueno”
El libro de Génesis indica que, después de terminar su
creación —incluyendo a Adán y Eva—, Dios examinó “todo lo
que había hecho” y llegó a la conclusión de que “era muy
bueno” (Génesis 1:31). Nuestros primeros padres estaban
perfectamente diseñados para vivir en la Tierra y no tenían
ningún defecto. De modo que eran capaces de estar a la
altura de lo que el Creador esperaba de ellos. Además,
habían sido creados “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27).
Por tanto, podían cultivar cualidades divinas como la
sabiduría, el amor, la lealtad, la justicia y la bondad. Si lo
hacían, tomarían decisiones que los beneficiarían en su vida
y que agradarían a su Padre celestial.
*** w08 1/1 págs. 14-15 La Biblia y la evolución: ¿son
compatibles? ***
El hombre se aleja de la perfección
Según la Biblia, Jehová creó perfecto al primer hombre.
Es imposible para Dios obrar de otro modo. El relato de la
creación dice: “Dios procedió a crear al hombre a su
imagen [...]. Después de eso vio Dios todo lo que había hecho
y, ¡mire!, era muy bueno” (Génesis 1:27, 31). ¿En qué sentido
era Adán un hombre perfecto?
Era perfecto porque tenía libertad de decisión y podía
imitar a plenitud las cualidades divinas. La Biblia afirma: “El
Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos
han buscado muchos planes” (Eclesiastés 7:29). En efecto,
fue Adán quien optó por rebelarse contra Dios. Como
resultado, perdió la perfección y privó de ella a sus
descendientes. Esto explica la frustración que sentimos
cuando queremos hacer las cosas bien y no lo logramos.
Es tal como escribió el apóstol Pablo: “Lo que deseo, esto
no lo practico; sino que lo que odio es lo que hago” (Romanos
7:15).
Según la Biblia, un hombre perfecto podría vivir para
siempre en perfecta salud. Por lo que Dios le dijo a Adán, es
obvio que este no habría muerto jamás si hubiera sido
obediente (Génesis 2:16, 17; 3:22, 23). Además, Jehová
no habría calificado de ‘muy buena’ la creación del hombre si
este hubiera tenido la tendencia a enfermar o a rebelarse.
La pérdida de la perfección explica por qué el cuerpo
humano, aunque maravillosamente diseñado, es vulnerable a
deformidades y enfermedades. Por lo tanto, la evolución es
incompatible con la Biblia: mientras que la evolución presenta
al hombre moderno como la versión mejorada de un animal,
la Biblia lo presenta como la versión deteriorada de su
antepasado perfecto.
*** lv cap. 15 pág. 172 párr. 4 Cómo ver “el bien por todo
su duro trabajo” ***
Más tarde, cuando concluyó sus obras en nuestro planeta,
calificó de “muy bueno” todo lo que había hecho (Génesis
1:31). Dicho de otro modo, estaba plenamente satisfecho con
su labor. Sin duda, al “Dios feliz” le causaba un gozo
indescriptible ser tan productivo (1 Timoteo 1:11).

*** w99 15/11 págs. 4-5 La Biblia responde a preguntas


fundamentales de nuestro tiempo ***
Cuando Jehová Dios creó la Tierra y todo lo que hay en
ella, no se propuso que la maldad y el sufrimiento afligieran a
la humanidad. ¿Por qué estamos seguros de ello? Porque al
terminar la creación, “vio Dios todo lo que había hecho y,
¡mire!, era muy bueno” (Génesis 1:31). Pregúntese: “Si yo
observara algo malo, ¿diría que es ‘muy bueno’?”. ¡Claro que
no! De igual modo, cuando Dios declaró que todo era “muy
bueno”, no había ni rastro de maldad en la Tierra. Entonces,
¿cuándo y cómo apareció la maldad?

*** w89 1/8 pág. 21 párrs. 19-20 Magníficas perspectivas


para el hombre en un paraíso agradable ***
Él les indicó que la gran serie de días de creación había
llegado ahora a otro momento de cierre, y que ellos estaban
en la “tarde”, el principio de un nuevo día según Dios mismo
contaba los días de creación. Sería un día bendito y
santificado para el propio propósito puro y justo de Dios. El
hombre perfecto, el profeta de Dios, notó esto. El relato
inspirado nos dice:
20
“Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y,
¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber
mañana, un día sexto.

*** w89 1/8 pág. 21 párr. 20 Magníficas perspectivas para


el hombre en un paraíso agradable ***
Génesis 1:31

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