Minimalismo

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El término 

«minimal» fue utilizado por primera vez por Richard Wollheim en 1965 para


referirse a las pinturas de Ad Reinhardt y a otros objetos de muy alto contenido intelectual
pero de bajo contenido de manufactura.
El minimalismo deja fuera toda emoción. Es pura contemplación intelectual y objetiva,
algo que llama la atención teniendo en cuenta el contexto político y social de cuando
nacen en los años 60.
El minimalismo es, por así decirlo, como una performance. De alguna manera somo
nosotros los espectadores los que hacemos la obra. Esto lo explican los propios artistas
minimalistas al afirmar que estas esculturas sólo funcionan con público. Si no hay nadie,
quedan desactivadas.
El minimalismo se basa en influír en el espacio que lo rodea y sobre todo, influír en quien
está en este espacio.
Esta característica es propia de la escultura, sin embargo los minimalistas utilizaron con
mucho cuidado la palabra «escultura». No querían saber nada del ilusionismo que
conlleva el concepto, pues la escultura es, ni más ni menos, transformar una materia
prima para convertirla en otra cosa. El material es clave para esta gente, mostrar simple y
llánamente «el objeto».
Son obras rigurosas, muy precisas, como materiales industriales. El artista minimal no
esculpe, no suda, no le salen callos en las manos de tallar material. El artista minimal
presenta su «propuesta» (esta si es una palabra que les gustaba) y es otro quien hace la
pieza final. Incluso eliminan todo rastro de su huella, de autoría.
El minimalismo es, como toda forma de arte, un intento de poner un poco de orden en un
mundo caótico.
El minimalismo surgió en Nueva York a principios de la década de 1960 entre los artistas
que renunciaban conscientemente al arte reciente que creían que se había vuelto
obsoleto y académico.
Una ola de nuevas influencias y estilos redescubiertos llevó a los artistas más jóvenes a
cuestionar los límites convencionales entre varios medios. El nuevo arte favoreció lo frío
sobre lo «dramático»: sus esculturas fueron frecuentemente fabricadas con materiales
industriales y enfatizaron el anonimato sobre el exceso expresivo del expresionismo
abstracto.
os minimalistas se distanciaron de los expresionistas abstractos al eliminar las
sugerencias de biografía de su arte o, de hecho, de metáforas de cualquier tipo.
Esta negación de expresión, junto con un interés en hacer objetos que evitaban la
aparición de las bellas artes, llevó a la creación de elegantes obras geométricas que
evitan a propósito y radicalmente el atractivo estético convencional.
Hoy en día, el minimalismo se ha convertido en un eslogan para cualquier tipo de cambio
de estilo de vida donde se reduce el desorden. Existe un movimiento creciente para
disminuir el desorden y la «actividad» que trasciende el arte, y el arte aerodinámico,
audaz y monocromático encaja perfectamente con este enfoque moderno.
La arquitectura y los muebles minimalistas complementan el arte minimalista, y sin
opiniones y emociones fuertes que dictan la actitud de un espacio, las familias y las
empresas pueden existir armoniosamente, encontrando otras vías para expresar sus
estados de ánimo cambiantes e individualidad.

¿Qué caracteriza al arte minimalista?


El arte minimalista se caracteriza por varios factores:
Una variedad de formas y patrones geométricos.
Tan pocas formas como sea posible.
Pocas variaciones en color y forma, utilizadas en repetición.
A menudo utilizar materiales industriales o no típicos.
Bordes precisos y bordes flagrantes.
El monocromatismo (negro/blanco/gris) como rasgo común.
Falta de significado (obvio) o emoción.

El pensamiento del arquitecto nacido en Alemania es uno de los ejes que adoptó el
llamado minimalismo, una tendencia arquitectónica influenciada por las corrientes
artísticas que surgieron como resultado de los cambios sociales y estéticos que dejó la
Segunda Guerra Mundial.
Jóvenes pintores como Jack Youngerman, Ellsworth Kelly, Frank Stella, Kenneth Noland,
Al Held, Gene Davis, entre otros, intentaron crear un movimiento en contra del llamado
“action painting”, esa rama del expresionismo abstracto que se basaba en trazos intuitivos
y espontáneos que predominaron en el arte americano desde la primera década del siglo
pasado hasta muy entrados los años cincuentas.
Este grupo de artistas argumentaba que era necesario que una obra de arte no se refiriera
a nada más que a la obra en sí, sin asociarse a otro punto de vista más que a ella misma.
Así evitaron utilizar ninguna otra asociación visual y adoptaron trazos y formas simples,
lineales, para enfatizar dos dimensiones. Con esto, pensaban, el espectador lograría una
respuesta inmediata y pura de la obra.
En 1965, Richard Wollheim acuñó el término "Minimalismo" en su ensayo Minimal Art. El
afamado crítico de arte británico, no se refería en realidad a los nuevos artistas, a los que
pronto se llamaría minimalistas sino a las pinturas monocromáticas y a la utilización que
Marcel Duchamp hacía de objetos ordinarios, como el famoso urinario, que presentaba
como arte.
Los distintivos de esta tendencia artística incluyeron formas geométricas, casi siempre
cúbicas que generan metáforas, balance en su composición, repeticiones, superficies
neutras y materiales industriales.
Los vertiginosos cambios sociales y culturales en el transcurso del siglo XX hicieron
que el minimalismo se convirtiera en una opción real en la arquitectura moderna.
Aunque en la práctica ya se utilizaban algunas ideas como la simplicidad en su concepto y
la reducción de sus elementos, los primeros arquitectos que propusieron obras
minimalistas se basaron en la tradición de la construcción japonesa donde la estructura se
reduce a sus elementos necesarios.
También los artistas del movimiento llamado De Stijl, el movimiento integrador del arte,
contribuyeron a la expansión de ideas como la organización de elementos básicos como
líneas y planos de manera muy particular.
El boom del minimalismo en la arquitectura se dio en la década de los ochenta , sobre
todo en Londres y Nueva York. Por entonces, muchos de los arquitectos que comenzaron
a experimentar con esta tendencia lo hicieron para salir del caos que habían dejado las
vertiginosas tendencias del siglo XX.
Así, arquitectos como Kazuyo Sejima, Luis Barragán, Álvaro Siza Vieira, John Pawson,
Eduardo Souto de Moura, Tadao Ando o Alberto Campo Baeza crearon obras alrededor
del mundo que “desnudan todo hasta sus elementos esenciales logrando la simplicidad”,
según describe Franco Bertoni en su libro Diseño Minimalista . Aunque, como asegura
Quim Rossell, “la idea de Minimalismo no está completa sin la ornamentación” que
acompaña a la arquitectura.

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