El Papado Bajo La Sombra de Francia-1
El Papado Bajo La Sombra de Francia-1
El Papado Bajo La Sombra de Francia-1
FACULTAD DE TEOLOGIA
SUSTENTANTE:
MATRICULA
2004-150
ASIGNATURA
Trabajo de:
FACILITDOR:
FECHA:
El papado en Aviñón
A la muerte de Benito XI los cardenales no encontraban el modo de ponerse de acuerdo
acerca de quién sería su sucesor. Por una parte, los partidarios de la buena memoria de Bonifacio,
bajo la dirección del cardenal Mateo Rosso Orsini, insistían en que fuera electo alguien que siguiera
la política del ultrajado pontífice. Frente a ellos otro bando, encabezado por Napoleón Orsini,
sobrino del anterior, se prestaba a los manejos del rey de Francia, y buscaba el modo de hacer elegir
un papa dócil.
Tras largos meses de disputas, los cardenales lograron ponerse de acuerdo gracias a una
artimaña de Napoleón Orsini y los suyos. Uno de los candidatos que el partido del otro Orsini había
sugerido, al principio de las negociaciones, era Bertrand de Got, el arzobispo de Burdeos, quien
llegó a ser elegido Papa por medio de una artimaña de Napoleón Orsini, adoptando el nombre de
Clemente V, cuyo pontificado fue funesto para la iglesia romana.
Durante todo su reinado, este papa no visitó a Roma ni siquiera una vez. Al parecer,
esto no se debió a una decisión tomada por él, sino sencillamente a su carácter indeciso.
Puesto que al rey de Francia le interesaba tener al Papa cerca de él, sus agentes hacían todo lo
posible por postergar la partida del pontífice hacia Italia. Mes tras mes, y año tras año,
Clemente se paseó por Francia y sus cercanías, sin acceder a las peticiones que le hacían los
romanos, rogándole que viniera a su ciudad. Uno de los lugares donde pasó buena parte de su
pontificado fue Aviñón, ciudad junto a la frontera francesa que era propiedad papal, y donde sus
sucesores fijaron después su residencia por largos años. La política de Clemente se puso de
manifiesto en el primer nombramiento de cardenales, pues nueve de los diez nombrados eran
franceses. Durante todo su pontificado, creó veinticuatro cardenales, y veintitrés de ellos eran
franceses. Además, varios eran sus sobrinos o allegados, y con ello Clemente le dio gran auge al
nepotismo, que sería una de las grandes lacras de la iglesia hasta el siglo XVI. Con el Papa de su
lado y casi todos los cardenales de su parte Francia se aseguró de recuperar todo lo que el papado le
había quitado durante el pontificado de Benedicto VIII y eliminar algunas restricciones que les
fueron impuestas.
Felipe IV aprovechó muy bien el pontificado de Clemente V, pues utilizó la debilidad de
éste para eliminar a los templarios acusándolos de herejes y de los más bajos crímenes contra la
iglesia y el estado. Los templarios habían acumulado grandes riquezas y tierras, que ahora pasaban
a manos de la realeza. Clemente V murió en 1314. Su pontificado fue índice de las condiciones en
las que el papado seguiría por varias décadas.
Luego de Clemente V fue electo Juan XXII (1316-1334), a los setenta años. Se pensaba que
ocuparía su posición por poco tiempo, pero duró 18 años como papa. Fue a él que se debió buena
parte de un complejo sistema de impuestos eclesiásticos cuyo propósito era hacer fluir hacia las
arcas pontificias los recursos necesarios para los designios políticos y los sueños arquitectónicos del
papado.
Benito XII (1334-1342), este pretendió que Roma ya no era la cede del papado e hizo traer
los archivos papales a su residencia en Aviñón. Este Pontífice se unió a los anteriores que alegaban
que no regresarían a Roma porque era objeto de muchos disturbios, los cuales eran ocasionados por
la ausencia del Pontífice.
El próximo papa fue Clemente VI (1342-1352), siguió apoyando los planes bélicos de
Francia y llevó al punto culminante el nepotismo y del derroche excesivo de su corte. Inocencio VI
luchó por retornar el pontificado a Roma, pero murió sin ver su sueño realizar.
El siguiente Papa fue Urbano V (1362-1370). Su principal tarea fue simplificar la vida de la
curia. Despidió a varios cortesanos papales y él mismo optó por vestir ropas menos vistosas y
costosas que sus predecesores. Gracias a su esfuerzo incansable Urbano V sí pudo regresar a Roma,
donde lo recibieron con mucho entusiasmo. Pero debido a que las cosas estaban muy complicadas
en Roma, él mismo tomó la decisión de regresar a Aviñón en 1370.
Gregorio XI (1370-1378), fue hecho cardenal por su tío Clemente V a los 17 años. Quiso
regresar a Roma, pero cuando vio el intento fallido de su antecesor, desistió.