La Pintura Del Cinqueccento.

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TEMA 11:

LA PINTURA DEL CINQUECENTO: LEONARDO, RAFAEL


Y
MIGUEL ÁNGEL.

INTRODUCCIÓN:

La pintura del Cinquecento supone la cumbre del Renacimiento italiano. Se desarrolló,


como su nombre indica, en la Italia del siglo XVI, pero no abarca toda la pintura de ese siglo, sino
solamente la del primer tercio, ya que el clasicismo y el equilibrio propios del Renacimiento
desaparecen a partir de la década de los veinte. Para el período 1520-1600 se prefiere usar el
término de Pintura manierista.
Representan la cumbre del renacimiento tres maestros de la escuela florentina que, sin
embargo, destacarán por sus trabajos en otras ciudades, especialmente Roma: Leonardo da Vinci,
Miguel Ángel Buonarroti y Rafael Sanzio.
Pero también en este siglo surgen fuera de Roma y Florencia otras escuelas pictóricas, como
la de Venecia, con representantes como el Veronés, Tiziano o Tintoretto. Incluso fuera de Italia
encontramos importantes pintores renacentistas con peculiaridades propias, destacando entre otros
en España el Greco.

DESARROLLO:

La pintura del Cinquecento italiano sufrió importantes avances técnicos. Podemos


destacar entre sus características:

1. Sigue trabajándose sobre todo temática religiosa, pero empiezan a tratarse también
muchos otros temas, sobre todo mitológicos y filosóficos.
2. La preocupación obsesiva por lo lineal y proporcionado deja paso al intento de buscar
un equilibrio entre el orden y equilibrio y el movimiento. Se da así mayor naturalidad a las
obras.
3. La anatomía humana es cada vez representada con más detalle y naturalidad.
4. El rigor en la composición, con tendencia a adoptar formas piramidales, producen esa
sensación de orden y equilibrio. Las figuras se colocan por lo tanto, dentro de un claro
triángulo, relacionándose entre ellas por las miradas y las manos.
5. Se da más importancia al dibujo que al color, salvo es casos excepcionales, como el
de Leonardo o el de la Escuela Veneciana.
6. Se perfeccionan los volúmenes a través del claroscuro. Se logra un claroscuro de
luces y sombras que permiten modelar suavemente las figuras para que aparezcan más
redondeadas. De esta manera se logra una mayor sensación de volumen y, en el paisaje, la
profundidad se consigue mediante la perspectiva aérea o cromática, por contraposición a la
estricta perspectiva geométrica propia del Quattrocento. Para conseguir este volumen se
utilizan, además, otras técnicas, como la de colocar un brazo por delante de la persona
retratada, lo que inmediatamente sitúa el tronco del retratado en un segundo plano.
7. También serán significativos los cambios en el uso de la luz. En los cuadros de Botticelli, por
ejemplo, la luz era directa, resultando un dibujo un poco plano. En cambio, apenas una generación
después, la luz incide de manera distinta, creando sombras que aportan mayor realidad y perspectiva.
No son ya escenas vibrantes y luminosas, sino que aparece la neblina o el crepúsculo.

LEONARDO DA VINCI.

Leonardo Da Vinci (1452-1519). Nace a mediados del siglo XV en Vinci, cerca de Florencia.
Fue hijo ilegítimo de un rico notario florentino y de una campesina. Fue pintor, arquitecto, ingeniero,
biólogo, músico y escritor… Encarna así al hombre renacentista por antonomasia. Es, quizás, el
genio más representativo del Renacimiento.
Como pintor, es la figura que ejemplifica el tránsito del Quattrocento al Cinquecento. Se
formó en el taller de Verrochio .Sus obras no son realmente muchas, pero sí de gran trascendencia
para la historia de la pintura.
Destaca su contribución con la técnica del esfumado (tránsito de la luz a la sombra), técnica
consistente en difuminar las sombras de la persona pintada hasta que se confundan con el fondo
oscuro. De esta manera desaparecen los marcados perfiles propios del Quattrocento. Gracias a estos
contrastes de luces y sombras se logra una impresión de profundidad conseguida a través del uso del
color.
Sus paisajes, envueltos en una atmósfera neblinosa, y en los que se ha logrado la sensación de
profundidad gracias a las gradaciones de color, están dotados así de un encanto misterioso.
Igualmente enigmática es la típica sonrisa que da a sus personajes, un poco ambigua, que no
transmite con precisión cuál es el estado de ánimo del retratado. El ejemplo máximo de este rasgo es
La Gioconda.
Le interesó sobremanera conocer el cuerpo humano, tanto en su contextura interna, de lo que
son buena muestra sus dibujos de anatomía, como en su aspecto expresivo y en sus movimientos.
Las actitudes de sus personajes son mucho más complicadas y ricas que las de sus predecesores. El
interés por el movimiento le lleva a preocuparse por el arte de enlazar unas figuras con otras, tanto
formal como espiritualmente.
Además, Leonardo es un gran teórico que nos dejó expuestas sus doctrinas en su Tratado de
la Pintura.

Entre sus obras más destacadas encontramos:


1. La Virgen de las Rocas.
Pintado en 1483, este óleo sobre lienzo se encuentra en el Museo del Louvre. Las figuras de la
Virgen, Jesús, San Juan y el ángel se inscriben en un triángulo. Es pues, una composición piramidal.
Junto a la técnica del sfumato agrega la del claroscuro
2. La Última Cena.
Fue pintada en 1495-1498 en el Refectorio del Convento dominico de Santa María de las
Gracias, en Milán. La técnica utilizada es óleo y temple sobre muro. Leonardo, siguiendo las leyes
de la perspectiva lineal, agranda ópticamente el muro frontal del refectorio con un cenáculo
(comedor) fingido. El recurso utilizado consiste en hacer converger las líneas de fuga hacia las tres
ventanas abiertas a las espaldas de Cristo, que dan profundidad y luz natural a la estancia. La escena
recoge le momento en que Jesús comunica a sus discípulos que uno de ellos le va a traicionar y
entregar. Es de destacar las actitudes de los discípulos y sus sentimientos, reflejados en su cara.

3. La Gioconda o Mona Lisa.


Es aparentemente sencilla: una mujer sentada en una silla de brazos, frente a un paisaje, con el
cuerpo vuelto a un lado y mirando al espectador que dirige inevitablemente su mirada hacia el
enigmático rostro de la mujer y en segunda instancia hacia sus manos entrelazadas. Lo que más
llama la atención es su enigmática mirada y su no menos misteriosa sonrisa El paisaje del fondo, con
dos partes que no coinciden, aumenta aun más el sentido misterioso de la obra. Este óleo es el retrato
más célebre de su carrera y probablemente de la pintura universal.

4.- Santa Ana, La Virgen y el Niño


El tema de Santa Ana, la Virgen y el Niño había ocupado a Leonardo desde hacía tiempo.
Realizó esta pintura en los últimos años de su vida. Las exigencias que planteaban otras obras
hicieron que la pintura quedase incompleta, siendo de otro pintor la figura del cordero. En la
composición se delata un incipiente manierismo (barroquismo).
RAFAEL SANZIO.

Nació en Urbino, sus obras representan el paradigma del Renacimiento por su clasicismo
basado en la perfección de la luz, la composición y la perspectiva. Su padre y primer maestro
(Giovanni Santi) lo introdujo pronto en el arte de la pintura y a los diecisiete años trabajaba ya
como artista independiente. No se conoce con exactitud qué tipo de relación mantuvo Rafael con
Perugino, del que unos lo consideran discípulo y otros, socio. Lo cierto es que lo superó
rápidamente
Desde 1504 hasta 1508, trabajó fundamentalmente en Florencia, en donde recibió la
influencia del arte de Leonardo. De entre sus obras de este período las más celebradas son sus
variaciones sobre el tema de la Virgen y la Sagrada Familia. Los personajes están situados en un
marco de paisajes sencillos y tranquilos. Su maestría en la composición y la expresión y la
característica serenidad de su arte se despliegan ya en plenitud en “La Madonna del jilguero”. En
1508, contando sólo veinticinco años, el Papa Julio II lo llamó a Roma para que decorara sus
aposentos en el Vaticano, conocidos como Estancias del Vaticano. Cuando se instala en Roma en
1508, entra en contacto con la obra de Miguel Ángel. La grandiosidad de sus representaciones en
la bóveda de la Capilla Sixtina, y ello dota a la obra de Rafael de una mayor fuerza y
monumentalidad. Rafael pintó en las estancias vaticanas uno de los ciclos de frescos más famosos
de la historia de la pintura. Entre 1509 y 1511 decoró la Estancia de la Signatura, donde pintó
grandes composiciones sobre las paredes, entre ellas La escuela de Atenas.
La Transfiguración, última obra del artista, es considerada por algunos el compendio perfecto de
su arte.
Sus trabajos arquitectónicos, de menor importancia que los pictóricos, incluyeron la
dirección de las obras de San Pedro del Vaticano.
Entre sus obras más significativas vamos a analizar las siguientes:
1. Los desposorios de la Virgen.
Es un cuadro hecho a imitación de una tabla con el mismo tema y año de El Perugino maestro de
Rafael. No obstante, existen una serie de detalles que evidencian que Rafael pertenece, ya, a otra
generación de pintores.
Toda la representación es muy mecánica, muy calibrada y calculada. En la armonía del
cuadro se funden tres elementos en aparente contraste: el cortejo nupcial, las colinas del fondo y el
santuario judío (que recuerda a San Pietro in Montorio y es una muestra el ideal de la nueva
arquitectura.)
2. La Madonna del Jilguero.
En esta pintura, como en la mayor parte de las Vírgenes de su periodo florentino, Rafael
colocó las tres figuras (la Virgen María, el Niño Jesús y San Juanito) dentro de un dibujo
geométrico. La composición piramidal o triangular, era la más utilizada, tanto en pintura como en
escultura, sobre todo en los grupos sagrados. Se añade un fondo de paisaje concebido únicamente
como marco de las figuras, no como tema en sí de un cuadro. Es una obra maestra llena de vida,
lozanía y gracia. Es un canto a la infancia y a la maternidad.

3. La escuela de Atenas.
Representa la Filosofía, a través de una escena en la que se narra una sesión entre los
filósofos clásicos. En esta obra, Rafael adapta el espacio a las leyes de la superficie. Destaca la
amplitud de la composición, la distribución rítmica del espacio y la disposición de la arquitectura
con las bóvedas que confieren grandeza a la obra. El autorretrato de Rafael está ubicado a la
derecha del cuadro, el joven de cabello marrón que observa al espectador, tocado con un sombrero
redondo de color azul.

4. La Disputa del Sacramento.


Estancia de la Signatura.
Representa el triunfo de Cristo en su cuerpo glorioso y bajo la forma de la Eucaristía.
Técnicamente tiene las mismas características que la anterior

5. Retrato de un Cardenal. Museo del Prado.


Es una obra muy elaborada, que da como resultado una gran sencillez. El colorido brillante
que utiliza influirá en la escuela veneciana.

6. La Transfiguración.
El nerviosismo y la asimetría característicos del Manierismo se ven en su última obra,
inacabada, con esos dos planos diferentes: el celestial y el terrenal, tratados también de manera
distinta.

MIGUEL ÁNGEL BUNARROTTI

Miguel Ángel (1475-1564), es quizá la figura más completa del Alto Renacimiento, pues
realizó obras escultóricas, pictóricas y arquitectónicas. Pertenece a una generación posterior a
Leonardo.
La vida de Miguel Ángel transcurrió entre Florencia y Roma, ciudades en las que dejó sus
obras maestras. Aprendió pintura en el taller de Ghirlandaio y escultura en el Jardín de los Médicis,
que habían reunido una excepcional colección de estatuas antiguas. En 1496 se trasladó a Roma,
donde realizó dos esculturas que lo proyectaron a la fama: el Baco y la Piedad de San Pedro. En
1505, el Papa Julio II lo llamó a Roma para que esculpiera su tumba; Miguel Ángel sólo terminó tres
estatuas, el Moisés y dos Esclavos; Julio II le pidió también que decorase el techo de la Capilla
Sixtina, encargo al que Miguel Ángel se resistió, puesto que se consideraba ante todo un escultor,
pero que se convirtió en su creación más sublime. Su trabajo en la Capilla Sixtina se prolongó en el
tiempo. Primero pintó la bóveda (1508-1512) y veinte años después el Juicio Final (1533-1540). Las
diferencias de estilo entre una y otra composición evidencian el tránsito del Alto Renacimiento al
Manierismo.
Sus obras reflejan la terribilità, una fuerza dramática y enérgica que desprenden. Al mismo
tiempo, su trabajo en la Capilla Sixtina es complejo, pues no hay una idea o proporción común a
todos los frescos, sino que hay diferentes puntos de vista y de tamaños, hablándose entonces de una
«multiperspectiva».
Predomina en esta obra la representación anatómica de la figura humana en detrimento del
paisaje, que nada interesa a Miguel Ángel. Y todo ello a través sobre todo del dibujo y la forma, el
volumen, sin que tampoco haya en Miguel Ángel especial cuidado por el cromatismo.
No son composiciones rígidas, sino que las posturas, las torsiones, la composición de los
personajes, transmiten la idea de dinamismo y fuerza que lo alejan de la reposada serenidad del
Renacimiento y lo aproximan inexorablemente al dramatismo manierista y luego Barroco.
La influencia de Miguel Ángel en el desarrollo posterior de la figura es enorme. Las posturas
de sus figuras, su dinamismo, los escorzos a veces imposibles, el ilusionismo de sus arquitecturas,
todo ello se transmitirá al manierismo y llegará hasta el Barroco.

Sus obras pictóricas más destacadas son:


1. Capilla Sixtina. (Conjunto)
En 1508, Julio II le encarga que termine la capilla de Sixto IV, donde ya habían dejado su obra
otros grandes pintores como Botticelli. Los colores son de tonos fríos y azulados con lo que consigue
una gran expresividad. Las figuras están concebidas como esculturas. Los perfiles son agudos e
intenta conseguir un volumen pétreo y escultórico. Todo esto lo consigue mediante la técnica de la
pincelada suelta.
El tema seleccionado para cubrir las bóvedas es el período anterior a Moisés y representa el
Mundo desde el primer día de la Creación hasta la caída del hombre en el pecado. A esto hay que
añadirle una serie de Sibilas (mujeres a las que se atribuye poder profético) y profetas, portadores de
la palabra entre judíos y gentiles, ejemplos de la intervención divina en la salvación de los judíos.
1. La Creación de Adán
Es una de las escenas más famosas de la bóveda, en donde Dios Padre, es representado como
un anciano majestuoso de abundante barba envuelto en una alborotada túnica color púrpura (quizá la
figura idealizada de Julio II) rodeado de ángeles que, contrariamente a la tradición, ni tienen alas ni
son evanescentes, sino corpóreos y robustos El brazo derecho de Dios se encuentra estirado para
impartir la chispa de vida de su propio dedo al de Adán, cuyo brazo izquierdo se encuentra en
idéntica posición al de Dios.

2. El Juicio Final
Este fresco se sitúa en el altar mayor, en la pared del fondo de la Capilla Sixtina. Es la visión
apocalíptica presidida por la amenazante figura de Cristo Juez rodeado de santos y beatos que se
agitan dramáticamente, como si un viento fuerte abatiera la escena; a su lado se halla María. Está
presente su típica terribilitá. Es una composición grandiosa y teatral. Los numerosos desnudos de
descomunal tamaño permiten apreciar su preferencia por el canon hercúleo, con una musculatura
muy desarrollada, superior a la de las figuras de la bóveda.

CONCLUSIÓN:

Los altos niveles conseguidos por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel no podían mejorarse y sí
tratar de imitar una y otra vez, pintando los artistas posteriores a la maniera esto es, «con el estilo»
de esos grandes maestros del Alto Renacimiento, que es lo que se ha dado en llamar el Manierismo
o «Renacimiento tardío» (1520-1600). En esa segunda mitad del siglo XVI el arte se hace
caprichoso, se toman temas alegóricos, muchas veces de difícil comprensión. Se pierde la
sensación de orden, equilibrio y serenidad, sustituida por otra de nerviosismo y desequilibrio: el
Manierismo anticipa claramente el Barroco.

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