Mat 8 01 Marrou La Antigua Educ Ateniense
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67-79; 317-332.
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IV. LA ANTIGUA EDUCACION ATENIENSE
TOMO de Arist6fanes 1 la expresi6n 11 aQXa.ia. 1t<llOEl<l y la utilizo como el, para designar el estado de la educaci6n ateniense durante la primera mitad del siglo v, antes de las grandes innovaciones pedag6gicas que aport6 la generaci6n de los sofistas y de S6crates, en el ultimo tercio de siglo.
Antigua, y aun arcaica en relaci6n con la que debra ser la forma definitiva de la educaci6n clasica, esta educaci6n no deja de representar un progreso importante en la evoluci6n general que habria de conducir de una cultura de guerreros a una cultura de escribas. Estamos todavfa muy lejos de ese estadio final, pero ya se ha dado el paso decisivo: es en Atenas, en efecto, en una fecha por desgracia diffcil de precisar (en algun momento del siglo VI), cuando Ia educaci6n dej6 de ser esencialmente militar.
Segun el testimonio de Tucidides.! los atenienses fueron los primeros en abandonar Ia antigua costumbre de andar armados y en adoptar, una vez despojados de Ia armadura de hierro, un genero de vida menos rudo y mas civilizado. De ahi que Atenas, durante largo tiempo en la oscuridad y un poco al margen del gran movimiento cultural, se consoli de ahora por primera vez en el papel de "lider" que en 10 sucesivo no abandonara.
En los origenes no parece que hayan existido diferencias muy sensibles en la cultura, y por tanto en la educaci6n, de las diversas regiones de Grecia. En el siglo VII encontramos por todas partes ese ideal dvico y guerrero, ya tratado en el caso de Esparta, de total consagraci6n de la persona a la comunidad. Hacia eI afio 650 en Efeso, por ejemplo, en la "debilitada Jonia", CaJinos intenta, a fin de reavivar las energlas de su patria en peligro en el momento de Ia invasi6n cimeria, 10 mismo que habra hecho Tirteo con motivo de la guerra mesenia, como puede verse a traves de los siguientes versos.!
Para un hombre es noble y glorioso defender contra el enemigo a su pais, a sus hijos, a la mujer que ha desposado virgen. La muerte vendra cuando la Parca corte el hilo, pero cada uno, par 10 pronto, con la espada en alto, orgu-
I Nub. 961. 2 1,6,3.
3 Fr. I, 6-11; 18-1 9.
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110so el coraz6n bajo la protecci6n del escudo, marche hacia adelante desde el momento en que se entabla la lucha ... iTodo el pueblo se aflige cuando muere el valiente; si vive, 10 honra como a un semidi6s!
YA NO SERA MILlTAR
EI ambiente ha cambiado totalmente, por 10 menos en Atenas, siglo 0 siglo y medio despues. La vida griega, la cultura, la educaci6n, muestran ante todo un caracter civil. Sin duda, el elemento militar no ha desaparecido por completo: las luchas incesantes que la republica de Atenas sostiene contra sus vecinos, sin hablar de las gloriosas guerras medicas, apelan siempre al patriotismo de los ciudadanos-soldados, por 10 menos a los de las tres clases mas pudientes (los thetes, en principio, no prestaban servicio como hoplitas, pues no podfan pagar el costoso equipo). Pero parece que la preocupaci6n por preparar directamente al ciudadano para sus futuros deberes de combatiente dej6 de desempefiar un papel importante en la educaci6n del joven griego.
Aquf, la pedagogfa ateniense, que servira de modelo y de inspiraci6n a toda la Grecia clasica, se orienta en un sentido muy distinto al de la nueva Esparta. En Atenas no se trata de ver en el nino y en el adolescente, por encima de todo, a un futuro hoplita [ni de exigirle 13 anos de alistamiento y de disciplina militar! La preparaci6n militar juega en esta "educacion antigua" un papel tan secundario que al historiador, desprovisto de testimonios, Ie es lfcito el derecho hasta de dudar de su existencia.
Las instituciones atenienses conoceran un dia, bajo el nombre de efebia, un notable sistema de instrucci6n militar obligatoria: se exigira entonces, a los j6venes ciudadanos, el prestar al menos dos afios de servicio, desde los 18 hasta los 20 afios, Pero tal sistema no esta bien documentado y no parece haber alcanzado su pleno desarrollo sino hacia fines del siglo IV. Mucho se ha discutido sobre la fecha de su aparici6n: se considera casi imposible fijarla en una epoca anterior a la guerra del Peloponeso (431-404); acaso pudo existir antes una efebia, pero este vocablo s610 habria designado entonces el conjunto de los ritos intermedios que solemnizaban la entrada del adolescente en la edad adulta, y no la instituci6n militar clasica, (1)
Debe creerse que Ia nueva tactica dernocratica de la infanterfa pesada no exigi a al combatiente una cualificaci6n tecnica muy acentuada. Los ejercicios premilitares 0 paramilitares no eran importantes. En la epoca homerica se habian practicado torneos, como aquel que enfrent6 a Ayax con Diomedes, durante los funerales de Patroclo.i De estos combates
4 HOM. Il. XXlII, 811-825.
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LA ANTIGUA EDUCACI6N ATENIENSE
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mas 0 menos simulados, los tiempos venideros heredaron una tecnica deportiva, "el combate armado", 01tAOlluXiu.
Pero este convirti6se en deporte de competici6n, en algo desinteresado; ademas, se halla practicamente ausente de la educaci6n. Plat6n expone en Laques que lugar podrfa ocupar en la educaci6n; Nicias desarrolla los argumentos que cuentan en su favor," sobre todo su papel en la preparaci6n militar.s pero esta claro que solo se trata de una opinion, no ratificada por la practica general. La hoplomaquia, 10 mismo que nuestra esgrima a partir del siglo XVI, se habfa convertido ya en un arte, persiguiendo una perfecci6n formal que la alejaba mucho de las condiciones reales del combate: el bueno de Herodoto se asombra en alguna parte? de encontrar un campeon de esgrima que efectivamente haya dado muestras de valor en el campo de batalla. Lo que arma de valor al combatiente es su superioridad y fortaleza ffsica, su agilidad corporal. Por tanto, Ia (mica preparaci6n eficaz, aunque indirecta, para la guerra, segun nos 10 explica detalladamente el S6crates de Jenofonte.s es la practica del atletismo y, mas en general, de la gimnasia: esta idea, sin duda, contribuyo mucho a la democratizaci6n y a la popularidad de la educaci6n ffsica, cuyo papel de primera magnitud subrayaremos en seguida.
DEMOCRATIZACI6N DE LA TRADICI6N ARISTocRAnCA
Ya "civilizada", la educaci6n ateniense no por ello dej6 de conservar una estrecha relacion con sus orfgenes nobiliarios: por sus principios y por su plan sigui6 siendo una educaci6n de gentilhombres. En plena epoca democratica, hacia el 354, Isocrates? se acordaba todavla de que en un tiempo habfa sido privilegio de una aristocracia cuya riqueza le proporcionaba nobles placeres. De hecho, como 10 hace notar Platen;'? seguira siendo siempre, poco mas 0 menos, privilegio de una elite, (mica clase social que puede completar su educacion, pues es la que est a en condiciones de afrontar los sacrificios que esta exige y de apreciar las ventajas que proporciona.
Aun en pleno siglo vesta educaci6n continua orientada hacia la vida nobiliaria, la del gran terrateniente, rico y, por tanto, ocioso; en cambio, se dirige mucho menos hacia la vida real del ateniense medio, que se gana humildemente la vida como campesino, artesano 0 pequefio comerciante. Esta vida nobiliaria es la misma que podriamos imaginar suponiendo que subsistiera el modo de vida del caballero homerico, pero
s 181 e-182 d. 6182 a.
7 VI, 92.
8 Mem. IJI, 12. y Areop. 44-45. 10 Prot. 326 c.
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despojado de su aspecto guerrero: se define esencialmente por la practica de los deportes elegantes.
Uno de estos deportes quedara siempre reservado a las familias aristocraticas: la equitaci6n (con 0 sin carro), junta mente con la caza II para decirlo como los griegos, la "cinegetica", palabra expresiva que subraya el papel desempefiado por el perro, es el deporte noble por excelencia (ya 10 era en tiempos de Homero), cuya practica y buen gusto caracterizan el ambiente chic. La segunda clase censataria en Atenas era la de los bt1tii~, termino que uno duda con raz6n en traducir por jinetes 0 por caballeros. En vfsperas de Salam ina, Cimon, jefe de la antigua derecha aristocratica, consagrara solemnemente a la diosa Atenea 12 el freno de su caballo. Las familias nobles solian imponer a sus hijos nombres compuestos con Hip 0 hipos: baste recordar el de Fidipides, nombre que el campesino enriquecido de Las nubes de Arist6fanes invent6 para su hijo a instancias de su noble esposa: "Ella querfa un nombre tenninado en hipos: Jantipo, Caripo 0 Calfpides";'? Recojo de buen grado este testimonio pintoresco y significativo: oigamos a la madre sonar con un porvenir dorado para este mismo hijo: "Cuando seas mayor y conduzcas tu carro hacia la ciudad como Megacles (tu ilustre tfo abuelo), vestido con la larga tunica del auriga ... ";14 0 al padre deplorar los resultados de la educaci6n que la ambici6n materna ha dado a Fidipides: "[Lleva el pelo largo, monta a caballo, conduce su carro de doble tiro y de noche no suefia sino con caballosf.t" En el siglo IV, Jenofonte, representante tfpico de esta clase nobiliaria, escribira tres manuales tecnicos acerca de La caza; La equitacion y El oficial de caballerfa.
La equitaci6n sigue siendo un deporte restringido, porque es un deporte caro (jbien 10 sabta el padre de Fidfpideslj.!e el atletismo, que exige menos, se fue democratizando progresivamente. S610 los nobles frecuentaban antafio los gimnasios: a principios del siglo V los campeones panhelenicos (cuyos antepasados y cuyas hazarias glorificaba Pindaro) todavfa proceden con frecuencia de las familias ilustres, unicas que originariamente posefan los medios y acaso la entrega necesaria para esta vocaci6n. Pero ya por entonces comenzaba a extenderse el gusto por la vida deportiva; y a fines de siglo todos los atenienses frecuentarfan el gimnasio, del mismo modo que los romanos del Imperio las termas, con gran despecho de los viejos aristocratas.!? facilmente explicable, ya que con la practica del deporte se vulgarizaba la esencia misma de la vieja cultura nobiliaria.
II XEN. Cyn. 12. 12 purr. Cim. 5. 13 Nub. 63-64. 141d. 69-70.
15 [d. 14-15; 25; 27; 32. 161d. 11 S.
17 [XEN.] Ath. 2, 10.
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Atenas (ya he destacado el paralelismo de su evoluci6n con la de la Francia moderna) se ha convertido en una verdadera democracia: el pueblo ha conquistado, por una extensi6n gradual, no solamente los privilegios, los derechos y los poderes politicos, sino tarnbien el acceso a este tipo de vida, de cultura, a este ideal humano hasta entonces disfrute exclusivo de la aristocracia.
Con la practica del atletismo, todo el viejo ideal homerico del "valor", de la emulaci6n, de la hazaria, pasaba de los caballeros al demo. La adopci6n de un modo de vida civil, no ya militar, habfa en efecto traspuesto aquel ideal heroico y 10 habta reducido al simple plano de la competici6n deportiva. La obra de Pindaro (521-441) es, en este senti do, muy significativa.
Sus odas triunfales, £1ttVllau, celebran el "valor" de los campeones griegos, como el aedo homerico celebraba la gesta de los heroes: esa UQEnl que la victoria revela y que manifiesta la encarnaci6n de un tipo casi sobrehumano de personalidad ideal, el "heroe" olfrnpico, parece digno de ser honrado como unicarnente 10 son los dioses del Olimpo en los himnos a ellos consagrados. Pero esta fe en el valor ejemplar de la virtud deportiva se generaliza con la afici6n por el deporte; y por mas que se la combata, des de los dias de Tirteots en nombre de la ciudad, y desde Jenofanes '? en nombre del nuevo ideal de los fil6sofos, de una sabiduria de esencia espiritual y cientffica, no por ella dejara de ser, durante algun tiempo, el ideal comun de los hombres libres, el ideal supremo de la civilizaci6n helenica,
APARICI6N DE LA ESCUELA
Con este ideal, con la cultura que el anima, toda la educaci6n aristocratica se difunde a su alrededor y se convierte en la educaci6n-tipo de todo joven griego. Pero, siempre conservando su orientaci6n general y sus programas, esta educaci6n, al vulgarizarse, y para vulgarizarse, debe desarrollarse desde el punto de vista institucional: la democratizaci6n de la educaci6n, al requerir una ensefianza necesariamente colectiva, destinada al conjunto de hombres libres, conlleva la creaci6n y el desarrollo de la escuela. Hecho decisivo, cuya importancia conviene destacar para entender el desarrollo de nuestra historia.
Los poetas aristocraticos, Theognis y Pindaro, (2) reflejan claramente la reacci6n desdefiosa y recelosa de la nobleza ante este progreso. Pfndaro ya plantea el famoso problema, tan a gusto de los socraticos:
18 Fr. 12, 1-10.
I~ Fr. 2.
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lPuede la aeEnl (entendida siempre como el "valor" y no simplemente como la virtud) ser adquirida solamente con la ensefianza? Sin duda, jamas ha bastado proceder de una buena cuna para llegar a ser un caballero perfecto; tal como 10 demuestra el "paradigma" clasico de Aquiles y Quir6n,20 serfa absurdo, ayvOlJlOV, no tratar de desarrollar mediante la educaci6n las dotes innatas." Pero si la estirpe no era condici6n suficiente, resultaba por 10 menos condicion necesaria a los ojos de aquellos arist6cratas, de aquellos "buenos", 'Aya8oi, segun se denominaban a sf mismos con orgullo.22 Para Pindaro, la educacion s610 tiene sentido cuando se la destina a un noble, el cual llegara a ser 10 que es: "Se tal como han aprendido a conocerte't.P Sabio es, ante todo, el que sabe muchas cosas por naturaleza, <pua. Los advenedizos de la cultura, los Jla86vtE<;, "esos que solo saben por haber aprendido" ,24 no merecen mas que desden.
Pero este desden, y la misma violencia con que se manifiesta, nos atestigua que el hecho en sf existia, 0 sea que, mediante una tecnica educativa apropiada, un numero creciente de advenedizos iniciaba a sus hijos en aquellas actividades que en principio habfan constituido un privilegio, celosamente preservado, de aquellas familias aristocraticas de los eu pa tri das.
Para atender este tipo de educaci6n, que interesaba a un nurnero cada vez mayor de j6venes, la ensefianza personal impartida por un ayo 0 por un amante ya no era suficiente. Se hada necesario una formaci6n colectiva y, justamente, pienso que la presion de esta necesidad social provoc6 el nacimiento de la instituci6n escolar. Pero la educaci6n particular no desapareceria de golpe: como consta por el testimonio de Arist6teles25 y Ouintiliano.se los pedagogos discutieron durante mucho tiempo todavfa las ventajas y los inconvenientes de uno u otro sistema; pero una vez creada, la educaci6n colectiva no tardara en convertirse en la mas difundida. Ya Aristofanes, evocando la "antigua educacion", la de la gloriosa generaci6n de los maratonomacos (plenamente formada en el 490),27 nos muestra a los nifios del barrio que, al amanecer, con buen 0 con mal tiempo se dirigfan a "casa de sus maestros". 28
20 PIND. Nem, III, 57-58. 21 OZ. VIII, 59-61.
22 THEOGN, 1,28; 792; PIND. Pyth, II, 176. 23 Pyth, II, 131.
2401. II, 94-96; Nem, III, 42.
25 Eth. Nic. K, 1180 b, 7s. 26 I, 2.
27 Nub. 986.
28 Id. 964-965.
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EDUCACI6N F1sICA
lCuales eran estos maestros? Puesto que la cuItura nobiliaria se define principalmente por la practica deportiva, la educaci6n ftsica es la que ocupa ellugar de honor en la ensefianza arcaica. Se trata de preparar al joven para que dispute las pruebas atleticas con un reglamento dado: velocidad, lanzamiento de disco y de jabalina, saIto de longitud, lucha y boxeo. Arte complejo y delicado, que exigfa las lecciones de un entrenador competente, el paidotriba, 1t<Xtoo'tQt~ll~, el "adiestrador de j6venes" que imparte sus enseiianzas en un campo de deportes, la palestra, 1t<XAa;tO''tQ<X, que es para los j6venes 10 que el gimnasio para los adultos.
La elaboraci6n de esta instituci6n y de este tipo de ensefianza debi6 de consumarse en el ultimo tercio del siglo VII, pues en ese momenta (precisemos, para Olimpia, a partir del 632)29 es cuando aparecen en los grandes juegos panhelenicos los concursos juveniles que ratifican la educaci6n ffsica de los j6venes, 10 cual hace suponer que esta se hallaba regularmente organizada en todo el mundo griego. (3)
EDUCACI6N MUSICAL
Al evocar en su Republica= la educaci6n de los "buenos y viejos tiempos", Plat6n nos dice que esta abarcaba un doble aspecto: la gimnasia para el cuerpo y la "musica" para el alma. Desde sus origenes, como ya hemos indicado, la cuItura y par tanto la educaci6n griegas distinguen, junto con el deporte, un elemento espiritual, intelectual y artfstico a la vez. Musica, uovcucn, significa en el caso de Platen, de manera muy amplia, el dominio de las musas: parece cierto que la educaci6n antigua, dentro de esta categoria, colocaba en primer lugar a la rmisica en eI estricto sentido de la palabra, la rmisica vocal e instrumental. En el cuadro hrico que nos expone, Arist6fanes conduce a los muchachos "que marchan en filas apretadas, aunque nevara tan denso como si de harina se tratara" no s6lo a casa del paidotriba.n sino tambien del citarista, d~ KtS<XQtO''tou, el maestro de musica.v
El historiador debe insistir en esto para evitar un error de perspectiva: tal y como se nos muestran en el analisis de nuestra cultura clasica, los griegos resuItan ante todo poetas, filosofos y matematicos: si los venera-
29 PAUS, V, 9, 9; cf PHILSTR. Gym. 13. JOIl. 376e.
JI Id. 973 S.
J2Id.964.
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mos como artistas, vemos en ellos, sobre todo, a arquitectos y escultores, pero nunca pensamos en su musica: [nuestra erudicion y nuestra ensefianza conceden menos atencion a su musica que a su ceramical Y sin embargo, practicaban el arte de la musica y se sentlan orgullosos de hacerlo.
Su cultura y su educaci6n eran mas artisticas que cientfficas, y su arte era musical antes que literario 0 plastico. "La lira, la danza y el canto", he aquf 10 que era para Teognis.P por ejemplo, un sabio modo de vida. AXOQElJtO<;, analDElJto<;, dira energicarnente Plat6n:34 "Aquel que (cantante y bailarfn a la vez) no sepa desempefiar su parte en un cora no ha sido realmente educado",
Esta formacion musical, dice el filosofo, tenia un objetivo moral: actuando sobre el hombre en su conjunto, las ensefianzas del citarista contribufan a su vez a formar a los j6venes en el autodominio (<;o.><pQoO'1Vll), haciendolos mas civilizados y llenando su alma de euritmia y armonta.v
EOUCACI6N POR MEOIO OE LA POESIA
Desde esta epoca antigua comienza tambien a aparecer cierto elemento intelectual, literario, mas [cuan lejos estamos todavia de las "gentes del libro"! EI canto sirve de vehiculo a la ensefianza doctrinal y a la poesfa. Como siempre, la ensefianza tiene su raz6n de ser en la cultura de la que procede: el esquema de la vida cultural arcaica es el club de hombres, el avBQElov cretense, la EtatQE1Qa ateniense; es el coloquio, AEO'Xll, el "banquete", ouunomov, es decir, la liberacion que sucede a la comida nocturna, con sus reglas formales y su estricta etiqueta; cad a uno de los convidados recibe en ella, por turno, el ramo de mirto que Ie asigna su turno en el canto; la "cancion que va pasando de uno a otro, en zigzag", O'KOA.LOV, es el genero literario fundamental alrededor del cual se agrupan las dernas manifestaciones artisticas: intermedios de musica instrumental, lira 0 aulos, y danzas. 36 (4)
Con cierto conocimiento de los poemas homericos tempranamente convertidos en "clasicos", el joven que aspirase a ocupar honorablemente su lugar en los banquetes y pasar por un hombre culto, habrfa de aprender un cierto repertorio de poesfas liricas.
La educaci6n ateniense no asignaba menos importancia que la espartana al contenido etico de estos cantos y a su valor para la formaci6n
33 I, 791.
34 Leg. II, 654 abo 35 Prot. 325 abo
36 THEOGN. I, 239·243; 789·792; PIND. Pyth. VI, 43-54.
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moral: se reservaba un buen lugar a los poetas gnomicos, por ejemplo al de las Ensenanzas de Ouilon, de quien nos han llegado algunos fragmentos bajo el nombre de Hesiodo. Segun parece, para su uso en un medio ateniense, tal vez del circulo aristocratico de Calias, fue recopilado el libro de las Elegias de Teognis, que asocia a la obra autentica del viejo poeta de Megara el aporte de otros poetas gnornicos, sin hablar de los poemas de arnor dellibro II.
Pero el clasico propiamente ateniense, aquel que, como Tirteo para Esparta, encarna la sabiduria nacional, es indiscutiblemente Solon (arconte en 594-593). Habfa tenido muy en cuenta esta finalidad educativa cuando compuso sus Elegias, que se presentan bajo la forma de apostrofes moralizantes dirigidos a sus conciudadanos.P Tal es el papel que Ie toco desempefiar en la cultura ateniense: recuerdese como 10 citaban los oradores, 10 mismo Cleofonte-" que Dcmostcncs.'? buscando respaldo en su autoridad, ast en los tribunales como en las asambleas.
La moral de Solon, como la de Tirteo, aunque parta de diferentes concepciones, se asienta en el cuadro comunitario de la ciudad: su ideal es la eunomia, el estado de equilibrio dado por la accion de la justicia; el peligro que se trata de conjurar no es ya la arnenaza exterior, sino el que procede del interior, producido por la injusticia social y la pasion partidista que comprorneten la unidad de la patria ateniense. (5) Pero seria una exageracion no recordar de toda su obra sino esta predicacion politica. Existe todo un humanismo soloniano que magnifica la simple alegrfa de vivir, la cual, a pesar de la misma muerte, se justifica en sf misma: "Dichoso aquel que arna a los nifios, a los caballos sohpedos, a los perros de caza, al huesped extranjero ... "40 A veces vemos como se celebran el vino, el canto, la amistad, el amor: sus versos proyectan toda la cultura aristocratica tradicional hacia el corazon del nino ateniense.
EDUCACION LITERA RIA
Como puede verse, estamos lejos de una "educacion de escribas": sin embargo, el uso de la escritura se fue introduciendo y extendiendo poco a poco, acabando por ser tan comun en la vida cotidiana que la educacion no pudo continuar ignorandola, En la epoca clasica, la escuela donde se aprende a leer, escribir y contar ha entrado ya a formar parte de las costumbres: el nifio frecuenta no dos, sino tres maestros: allado del paidotriba y del citarista figura el YQ<XIlIlO:ttCJ'tnc;, "el que ensefia las
37 Fr. 4,30.
38Ap. ARSTT. Rhet. 1,1375 b 32.
39 Leg. 255. 40 Fr. 12-14.
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letras", que un dfa se convertira, por sinecdoque, en 010eXO'KUAoC;, "el maestro" por excelencia, el maestro a secas.
Problema interesante serfa el de datar la aparici6n de esta tercera rama de la ensefianza, tercera en el orden de creaci6n y tambien, durante largo tiempo, tercera en cuanto al valor. Suele admitirse comunrnente una supuesta legislaci6n de Sol6n sobre el cuidado de las buenas costumbres en las escuelas; no obstante, sin llegar a la sospecha de que estas leyes hayan sido atribuidas tardfarnente al gran legislador (no se las conoce sino por alusiones que datan del siglo IV), sus prescripciones pueden muy bien interpretarse, e inclusive se las interpreta mejor, si se las aplica solamente a la palestra y no a la escuela primaria, rQUIlIlU't001- OuaKeXA£lov.
La existencia de esta ultima s610 puede conjeturarse por inferencia indirecta, partiendo del uso general de la escritura, que la presupone. Se admitira, por ejemplo, que una instituci6n como la del ostracismo, implantada por Clistenes en 508-507, can su procedimiento del voto por escrito, supone un conocimiento suficientemente difundido de las letras dentro del cuerpo de ciudadanos. (6) Sin duda, podian aun asf existir muchos iletrados en la ecciesia, como aquel que Ie pidi6 a Arfstides, segun se cuenta, que le escribiese su propio nombre en el trozo de cerarnica que servia de papeleta, 0 como tantos otros cuya cultura apenas aventajarfa a la del saIchichero de Arist6fanes: "Pero, amigo mfo, yo no se nada de 'rnusica', aparte de mis letras, y aun estas asf asf", No obstante, puede darse por cierta la existencia de una ensefianza primaria desde la epoca de las guerras rnedicas en adelante; asi, en el afio 480, en visperas de Salamina, los habitantes de Trezena recibieron con emotiva cordialidad a las mujeres y nifios evacuados de Atenas, y contrataron a varios maestros de escuela, a expensas de su ciudad, para que les ensefiasen a leer.s! (7)
EL IDEAL DE LA KAAOKArA6lA
Tal era la antigua educaci6n ateniense, mas artfstica que literaria y mas deportiva que intelectual. En el marco, ya citado varias veces, que de ella nos proporcionan Las nubes de Arist6fanes, el poeta solo dedica ocho versos.s- sobre un total de mas de sesenta.P a la ensefianza de Ia rnusica: de la escritura no dice ni una palabra, en cambio todo el resto se refiere a la educaci6n fisica y sobre todo en su aspecto moral. Insistimos en ello: esta educaci6n no es tecnica del todo; se mantiene orienta-
41 PLUTo Them. 10. 42 Nub. 964-971. 431d. 961-1023.
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LA ANTIGUA EDUCACI6N ATENIENSE
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da hacia la vida nobiliaria y sus placeres; aquellos arist6cratas atenienses, a pesar de ser grandes terratenientes y hombres politicos, no ternan nada en su educaci6n que los preparara para tales actividades. Volvamos al comienzo de Laques, donde Platon, como ya hemos vis to, pone en escena ados atenienses nobles que consultan a S6crates sobre la educaci6n de sus hijos. Podemos imaginarnos muy bien una escena equivalente en nuestros dias: dos padres de familia se preguntan si, al ingresar en cuarto afio, sus hijos estudiaran griego 0 matematicas, Justamente, problemas analogos a este no tardarfan en plantearse en la misma Grecia; pero todavfa no serfa nuestro caso y 10 unico que aqui se debate, segun vimos, [es saber si estos j6venes practicaran 0 no la esgrirnal+'
El ideal de esta educaci6n antigua sigue siendo de orden etico: una palabra 10 resume: KaA.OKaya8ia "el hecho de ser un hombre bello y bueno", Realmente, aya8o<; se refiere al aspecto moral, esencial, como ya vimos, con los matices sociales y mundanos que proceden de los orfgenes. Bello, KaA.o<;, es la belleza ftsica, con la inevitable aura er6tica que por fuerza debe acompafiarla. Y aquf me interesa exorcizar un mito moderno, el de una sintesis armoniosa entre la "belleza de la raza, la perfecci6n suprema del arte y los mas altos vuelos del pensamiento especulativo", que la civilizaci6n helenica habrta logrado plenamente realizar. (8) Este ideal de un espfritu plenamente formado en un cuerpo soberbiamente desarrollado no fue, sin duda, del todo imaginario. Existi6 por 10 menos en el pensamiento de Platon, cuando este disefiaba sus inolvidables figuras de j6venes: el hermoso Carmides preocupado por el problema de la perfecci6n moral; Lisis y Menexeno discutiendo gentilmente sobre la amistad ...
Pero es preciso advertir que si tal ideallleg6 a realizarse en la practica, ello no pudo sino suceder en un instante fugaz de equilibrio inestable entre dos tendencias que evolucionaban en sentido contrario, una de las cuales no podia desarrollarse sin provocar el retroceso de la otra, que predominaba anteriormente. Llegara el dia en que la educaci6n griega habra de ser esencialmente, como la nuestra, una cultura espiritual: ella ocurrira bajo la influencia de hombres como S6crates, que era feo, 0 de Epicuro, que era enfermizo.
En esta epoca "antigua" de la que nos estamos ocupando, el KaA.o<; lC<lya6o<;, no cabe la menor duda, es antes que nada un deportista. Si este tipo de educaci6n va acompafiada de todo un aspecto moral, este se concreta en el de porte y por el deporte (Arist6fanes 10 demuestra suficientemente al no separar ambos elementos ni por un instante). Y es que esta educacion tiende a formar el cuerpo, por 10 menos tanto como
44 Lach. 179 d, 181 c.
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78 ORiGENES DE LA EDUCACI6N CLAsICA: DE HOMERO A Is6cRATES
el caracter. "No ceses de esculpir tu propia estatua", dira Plotino bastante mas tarde y con una intenci6n moralizanter'f he ahi, literalmente, el lema que podrfa servir de divisa a la educaci6n arcaica. Recuerdese c6mo evoca Plat6n, en el frontispicio del dialogo que le consagr6, la admirable figura de Carmides: "Todos 10 contemplaban como a una estatua".46 "[Oue hermoso es su rostro, E't11tQocr(01tOC;! --exclama S6crates-. Si quisiera desnudarse, te parecerfa un ser sin rostro, U1tQocr(01tOC;. las! de absoluta es su bel1eza, 1taA.l(aA6~!"47 "Sin rostro": he aqut una expresi6n extrafia para nosotros, habituados como estamos a sorprender el reflejo m6vil del alma tras los rasgos faciales, pero que encuentra un comentario en esas impasibles figuras de atletas (jrecuerdese El discobolol}, cuyo mas violento esfuerzo no alcanza a poner tensi6n en sus rasgos ...
Este ideal, por extrafio que parezca, es perfectamente legftimo y, ami manera de ver, en sf coherente. Que la belleza ftsica, que el culto del cuerpo pueda representar para un ser humano la verdadera raz6n de su existencia, el medio de expresi6n, mas aun, de realizacion de su personalidad, no es algo absurdo: podemos comprenderlo inclusive porque 10 hemos admitido en las mujeres durante largo tiempo. En efecto, aquellos j6venes griegos eran acogidos, buscados, mimados y admirados del mismo modo que las mujeres de hoy (0 las de ayer). Toda su vida, como la vida de una mujer, estaba iluminada por el prestigio y recuerdo de sus exitos de adolescente, de la belleza de su juventud (baste evocar aquf la figura de Alcibfades),
Ideal, pues, perfecta mente valido, pero cuya realidad resulta brutal y simple frente a la imagen tan maravillosa que de el se forjaban Burckhardt 0 Nietzsche, por ejemplo, y, siguiendo su escuela, tantos neopaganos. Sf, aquellos j6venes eran bellos y fuertes, pero de hecho consagraban todas sus energtas, toda su voluntad, a lograr ese unico fin. Por tanto, no debe extrapolarse ingenuamente (0 perfidarnente) el testimonio de los j6venes acompafiantes de Plat6n: es verdad que S6crates reclutaba sus discipulos en el gimnasio, ipero hemos reflexionado suficientemente la causa?, ya que hacla esto con el fin de sustraerlos de ese lugar e iniciarlos en el duro ascetismo de las matematicas y la dialectica.
Entre ambos tipos de formaci6n, ftsica y espiritual, no reinaba, como se ha querido persuadirnos, no se que secreta atracci6n ni que armonta prestablecida, sino, por el contrario, la mas radical hostilidad. Permftaseme invocar el testimonio de Arist6fanes: (que promete a su discipu- 10. aquella Vieja Educaci6n cuyas loas canta? Una moralidad estricta, a buen seguro, pero ante todo:
45 Enn. I, 6, 9.
46 Charm. 153 c. 471a. 154 d.
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LA ANTIGUA EDUCACI6N ATENIENSE
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Siempre reluciente y fresco como una flor, pasaras tu tiempo en los gimnasios ... Bajaras a la Academia, y allf, bajo los olivos sagrados, caminaras coronado de cafia ligera, con un amigo de tu edad, mientras florece el smilax, la despreocupaci6n y el alamo blanco que pierde sus hojas, gozando de la estaci6n primaveral, cuando el platano cuchichea con el olmo.
Si tu haces 10 que yo te digo y aplicas en ello tu espiritu, tendras siempre el pecho fuerte, el color del rostro claro, las espaldas anchas, la lengua corta, la nalga grande, la verga pequeiia. Pero si practicas las costumbres del dia -aquf Aristofanes ataca formalmente la propia enseiianza de S6crates-, enseguida tendras el color palido, las espaldas estrechas, el pecho cerrado, la lengua larga, la nalga sumida, la verga grande, la ... propuesta de decreto larga."
Y si alguien se asombra de verme preferir aquf la grosera caricatura de Arist6fanes a la ideal transfiguraci6n de Plat6n, contestare que la experiencia garantiza suficientemente la verosimilitud de la primera imagen, ya que, despues de todo, el hombre no dispone mas que de un solo sistema nervioso, de un solo capital de energia para invertir, bien pobre por cierto; y que hemos aprendido, como dice Peguy, "que el trabajo espiritual se paga con su propia condici6n de fatiga inexpiable".
48 Nub. 1002-1019.
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I. LA ANTIGUA EDUCACION ROMANA
PARA abordar el estudio de la educaci6n romana es necesario que demos un saIto hacia atras: primeramente, en el plano cronol6gico: nos rernontaremos, si no hasta el afio 753 a.C. (pues el lector, segun imagino, no esperara que Ie describa, con el respaldo de Plutarco.! cual era el panorama de la educaci6n en tiempos de Romulo), por 10 menos hasta el siglo IV a.C. Y mas todavfa en el plano ideol6gico: todo el desarrollo espiritual de Roma esta desplazado por 10 menos dos siglos con respecto al espfritu griego. Su evoluci6n, en terrninos generales, fue paralela a la griega, pero mas tardia, mas lenta y, tal vez, menos radical.
LA ORIGINALIDAD ROMANA
La contraposici6n entre romanos y griegos se funda ante todo en ese contraste entre dos estadios de desarrollo anacr6nicamente correlacionados: 10 que gusta corrientemente llamarse la virtud "romana" no es otra cosa que la vieja moral de la ciudad antigua, a la que se mantuvieron fieles los romanos de la Republica, esos romanos robustos, rfgidos y, si bien se mira, todavfa barbaros, comparados con los griegos de su tiempo, ya entonces tan evolucionados, tan civilizados, probablemente demasiado, aun cuando me parezcan menos degenerados que liberados, emancipados del viejo ideal totalitario y ya en el estadio de la etica personalista de la mn8da.
Por una parte, la originalidad romana, frente a la griega, se halla marcada por ese arcaismo remanente. Roma no se liberara jarnas por completo del ideal colectivo que consagra el individuo al servicio del Estado; jamas consentira en renunciar a el, ni aun cuando la evoluci6n de las costumbres la haya alejado de aquel: Roma volvera sus ojos con nostalgia hacia ese ideal y se esforzara peri6dicamente por retomar a el. Baste evocar el esfuerzo de restauraci6n moral sucedido en tiempos de Augusto, cuando Horacio cantaba: "Dulce et decorum est pro patria mori"? (liEs dulce y digno morir por la patria"), acudiendo a la misma fuente de inspiraci6n que habfa animado a Tirteo de Esparta 0 a Calino de Efeso 600 afios antes.
Pero el romano no es solamente un rezagado: su arcafsmo posee un
I Rom. 6.
2 C. 111,2, 13.
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ROMA Y LA EDUCACION CLAsICA
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sabor peculiar. Durante los primeros siglos de su desarrollo, la civilizacion romana se fue elaborando de manera independiente, al margen del mundo griego, sin sufrir todavia profundamente la influencia de este. En la medida en que subsista alguna influencia de ese senti do primitivo en la cultura latina posterior, incluso cuando haya side como absorbida en el area helenlstica, Roma continuara contraponiendose a Grecia. En particular, si la educacion latina sigue siendo, hasta el fin, algo muy distinto de la educacion clasica griega, a la cual sin embargo veremos que se amolda estrecharnente, es en la medida en que conserva ciertos rasgos de aquella vieja y original educacion rornana que trataremos ahora de analizar. (1)
UN PUEBLO DE CAMPESINOS
Se la puede definir con una sola palabra: en sus. origenes advierto no una educacion caballeresca, como en la Grecia heroica, sino una educacion de campesinos. En sus origenes: quiero decir simplemente a fines del siglo VI; no es cuestion de remontarse mas alla de esta fecha, porque unicarnente interesa el origen inmediato, cuyo recuerdo consciente influyo sobre la tradicion. (2)
Hacia fines del siglo VI, Roma y la cultura romana aparecen dominadas por una aristocracia rural, de propietarios que explotan directamente sus propias tierras: una clase social muy distinta, por consiguiente, de la nobleza guerrera de la epopeya hornerica, una clase muy distinta tambien de aquella aristocracia indoeuropea, cuyas caracterfsticas, en los albores de la historia, la lingufstica comparada ha reconstruido hipoteticamente.
Este caracter de vinculacion a la tierra habria podido ser eliminado por la influencia etrusca que hizo de Roma una ciudad, una ciudad verdadera, activa y animada; pero la expulsion de los reyes y el establecimiento de la Republica (509, 508 0 503) parecen haber significado la victoria de la aristocracia rural sobre los elementos urbanos (3) y, por consiguiente, debi6 implicar un refuerzo del dominic de la clase social campesina. Y esta a continuacion fue mantenida por el aporte reiterado de familias italicas, que integrandose sucesivamente a la vieja nobleza romana la ligaron mas estrechamente aun a la tierra y le impidieron que se urbanizara demasiado: elementos sabinos, des de el siglo VI con los Claudios.> luego latinos, etruscos, campanios ...
En todos los ordenes se manifiesta este caracter dominante. Por ejemplo, en la onornastica: el patriciado latino perdio el uso de los nombres compuestos del tipo Eteocles 0 Dumnorix, tan del gusto de las viejas 3 SlIET. Ti. 1.
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LA ANTIGUA EDUCACI6N ROMANA
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aristocracias indoeuropeas, siempre orgullosas; en el sistema romano de los tria nomina se refleja con frecuencia el espiritu ferreo del campesino; nombres propios sin imaginaci6n alguna: Primus, Quintus, Decimus; Lucius, Manius, Marcus (0 sea "nacido del alba, por la manana, en marZO"); sobrenombres realistas que aluden a la vida de campo, como Pilumnus (pilon de majar el trigo), Piso (de pisere, triturar), Fabius, Lentulus, Cicero (inspirados por los nombres del haba, lenteja y garbanzo)."
Todo ellatfn, en realidad, se nos presenta como una lengua de campesinos: (4) cuantos nombres, cuya acepci6n se amplio mas tarde, eran originariamente voces tecnicas de la agricultura. Por ejemplo, laetus se aplic6 primeramente a una tierra bien abonada; felix a la fertilidad del suelo; sincerus, a la miel sin cera; [rugi, al beneficio; egregius, a una bestia separada del rebario, antes de significar alegria, felicidad 0 dicha, verdad, virtud 0 gloria. Putare, antes de "pensar", signific6 "podar", luego "hacer una muesca en una varilla", y de alli "calcular". [Y que decir de los innumerables clises rurales, de las f6rmulas proverbiales, del genio mismo de la lengua insulsa, pobre, absolutamente concreta!
De igual modo, la planta tradicional de la casa rornana se desarrollo alrededor de la primitiva finca campesina: (5) el nucleo consiste en una cabana rectangular, que con el tiempo sera el tablinum, la sal a principal; en la parte anterior, el atrium (que jam as se techara del todo) no es otra cosa que el antiguo corral de la granja; en la parte posterior, el suntuoso peristilo de la mansi6n pompeyana refleja un tratamiento estetico, con todos los recursos que provee la arquitectura helenfstica, del antiguo huerto.
UNA EDUCACI6N CAMPESINA
Se explican asf las caracteristicas muy originales de la mas antigua educaci6n romana: era una educacion de campesinos (adaptada, desde luego, a una aristocracia). Para comprenderla no tenemos mas que observar cual es en esencia, aun hoy, la formaci6n de nuestros modestos aldeanos. La educaci6n, para elIos, es ante todo la iniciaci6n progresiva en un modo de vida tradicional. Desde el momento en que se despierta su conciencia, ya en sus mismos juegos, el nino se esfuerza por imitar los gestos, el comportamiento y las tareas de sus mayores. A medida que va creciendo, se introduce, se hace admitir, silencioso y reservado, en el cfrculo de los adultos. Oye hablar a los viejos, sobre la lluvia, el buen tiempo, los trabajos y los dias, los hombres y los ani males, y se inicia de esta manera en toda una sabidurfa. Poco a poco se incorpora a los tra-
4 PL. N. H. XVIII. 10.
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ROMA Y LA EDUCACI6N CLAsICA
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bajos del campo, acompafia al pastor 0 al labrador, procura desernpefiar el papel de estes y siente como un honor el hecho de que se Ie considere digno de ello.
LAS COSTUMBRES DE LOS ANTEPASADOS
Sobre un modele de tal tipo debemos imaginar la antigua educacion romana. Esta descansa sobre la noci6n fundamental del respeto a la costumbre ancestral, rnos maiorum. Revelar esa costumbre a la juventud, hacerla respetar como un ideal indiscutido, como la norma de toda acci6n y de to do pensamiento, es la tarea esencial del educador.
Este concepto no era extrano a los griegos de la epoca arcaica: ya 10 hemos encontrado en Teognis:> pero, segun se recordara, cuando Teognis evoca lila sabiduria que todo nino aprende de los mejores", 10 hace con un caracter polernico, oponiendose al nuevo espiritu con una reaccion hurafia. propia de un conservador desesperado. En Roma la posicion de 10 tradicional fue siempre mucho mas fuerte; siempre sera objeto de una veneracion indiscutida: cuando en Roma se habla de res novae, de "innovaciones" 0 de "revolucion" (para el latino ambos terminos significan una misma cosa), se hace con un matiz peyorativo: "La fortaleza de Roma -reitera Ciceron citandc a Enni=> descansa tanto en las viejas costumbres como en el vigor de sus hijos", "Moribus antiquis res stat Romana uirisque".
Por otra parte, a diferencia de la sabidurfa cultivada en los clubes aristocraticos que frecuentaba Teognis, la mos maiorurn es mas que una etica, es mas que un codigo de vida nobiliaria: implica una ensefianza que se extiende a todos los aspectos de la actividad humana, inclusive de la actividad tecnica.
EDUCACI6N FAMILIAR
EI cuadro, el marco de tal formaci on, es la familia. Todos los historiadores del derecho se complacen en subrayar la solida constituci6n de la familia rornana. la autoridad soberana de que esta investido el paterfamilias, el respeto de que es objeto la madre rornana: en ninguna parte el papel de esta celula social aparece con tanta evidencia como en la educaci6n. A juicio de los romanos, la familia es el medio natural donde ·debe crecer y formarse eI nino. Aun en la epoca del Imperio, cuando la instrucci6n colectiva en la escuela es ya una costumbre arraigada desde
'\ THEOGN. I, 27.
6 Resp. v, l.
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mucho tiempo atras, se discuten to davia, segun el testimonio de Quintiliano.? las ventajas y los inconvenientes de ambos sistemas, y no siempre se renuncia al viejo metodo que retenia al nino en el seno de la casa familiar: domi atque intra privatos parietes. 8
[Cuan diferente de Grecia! La oposicion entre las dos pedagogfas se manifiesta desde los primeros afios: en Roma no se confia la educacion del nino a un esclavo, sino que es la madre misma la que educa a su hijo.? Hasta en las mejores familias, la madre se honra de permanecer en su cas a para asegurar el cumplimiento de este deber, que la convierte en servidora de sus hijos.
La influencia de la madre marcaba al hombre para toda la vida: de ahi el valor sirnbolico que la tradicion asignaba a la famosa anecdota de Coriolano, cuando este, rebelado contra Rorna, marchaba sobre la ciudad a la cabeza de los volscos: ni los ruegos de los embajadores del pueblo romano, ni de los sacerdotes, pudieron doblegarlo, pero sf cedio a los reproches de su madre.!? Anecdota legendaria, tal vez, pero que expresaba un sentimiento real: en plena epoca historica, en el siglo II 0 en el I antes de nuestra era, conocemos el papel que Cornelia, madre de los Gracos, Aurelia, madre de Cesar, y Attia, madre de Augusto, desempefiaron en la vida de sus hijos, a quienes supieron educar para que fuesen verdaderos jefes.!'
Cuando la madre no bastaba para desernpenar esta funcion, se elegfa, como institutriz de los hijos de la casa, a alguna parienta venerable, de edad madura, que sabra imponer en su derredor, incluso en los juegos, una atmosfera de elevada inspiracion moral y severidad.l-
Desde los siete afios en adelante, el nino, 10 mismo que en Grecia, se liberaba de la direccion exclusiva de las mujeres; pero en Roma pasaba entonces a depender de su padre. Nada caracteriza mejor este rasgo que la pedagogia romana: el padre es considerado como el verdadero educad or; vendran luego los maestros, pero la accion de estes se juzgara siempre mas 0 menos asimilable a la influencia paterna.P Este es otro contraste con la antigua Grecia, donde el padre que se ocupaba demasiado de su hijo llegaba a hacer el ridfculo.!+
Si las hijas permanecen mas tiempo en la casa, ala sombra de su madre, dedicadas a hilar la lana y a los trabajos domesticos (tal es todavia el regimen que la austera Livia impone a las nietas de Augustoj.t> los hijos por su parte acompafian al padre, siguiendolo hasta el interior de
7 QUINT. I, 2. SId. I, 2. 1.
~ TAC. D. 28. 4. 10 LIV. II, 40, 5-9. II TAC. D. 28,6.
12Id. 28, 5.
13 QUINT. 11,2,4.
14 AR. Nub. 1381; TH. Char. 20,5. 15 SUET. Aug. 64,4.
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la curia, donde asisten con el a las sesiones secretas del Senado; 16 se inician a su lado en todos los aspectos de la vida que les aguarda, instruyen dose a traves de sus preceptos y, mejor aun, a traves de su ejernplo.'? El joven noble romano, vistiendo su toga bordada en purpura, Praetextatus, asiste, como el KOUQO<; griego, a los festines de los adultos; participa en ell os con sus cantos'" y realiza la funci6n de escudero servidor, pero no junto a un amante sino allado de su padre.l?
EI paterfamilias romano se entregaba con toda conciencia al cumplimiento de este papel de educador: que diferencia con la despreocupaci6n o la incompetencia de los padres griegos, tal como estes se nos aparecen en el Laques de Plat6n. Es necesario releer, a este respecto, el hermoso capitulo que Plutarco dedica a los desvelos que consagr6 Cat6n el Censor, a la educaci6n de su hijo:2o nos 10 muestra vigilando de cerca su desarrollo, sirviendolc de maestro en todas las materias de la enseflanza, y pone de relieve la gravedad y el respeto hacia el nino que implicaba esta educaci6n: "Maxima debetur puero reverentia", repetira a su vez Juvenal.s! He aqui, en suma, uno de los rasgos fundamentales de la tradici6n romana.
No dejo de comprender que el viejo Cat6n es un reaccionario y que su comportamiento no excluye cierta exageraci6n publicitaria; pero este hermoso celo por la educaci6n de sus hijos, "del cual queria una obra maestra, formandolo y moldeandolo segun el paradigma de la virtud perfecta'l.P tambien aparece en muchos otros padres de familia rornanos, comenzando por su contemporaneo Paulo Emilio.P cuyas tendencias filohelenicas 10 convertian en una especie de representante de la educaci6n "moderna", en oposici6n al tradicionalista Cat6n. La misma preocupaci6n se advierte en Cicer6n, al vigilar la educaci6n de su hijo y de sus sobrinos.s" 0 en Augusto.s> es uno de los rasgos que permiten distinguir a las antiguas familias apegadas a la tradici6n, como 10 era la de los Casios.i" en tiempos de Tiberio.
EL APRENDIZAJE DE LA VIDA PUBLICA
La educaci6n familiar conclufa hacia los 16 afios. Una ceremonia solemnizaba esta etapa: el adolescente se despojaba de la toga bordada de purpura y de las dernas insignias que simbolizaban la infancia, y vestfa
16 GELL. I. 23. 4.
17 PL. Ep. VIII, 14, 4-5.
18 NON. I. 107-108. s. v. Assa. lY PLUTI. Qu. Rom. 272 C.
20 [d. Cat. Ma. 20.
21 XIV, 47.
22 PLUTo Cat. Ma. 20 (42 Arnyot). 23Id. Aem. 6.
24 CIC. Aft. VIII, 4. 1. 25 SUET. Aug. 64, 5.
26 TAC. Ann. VI, 21 (15). 3.
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desde ese mismo momento la toga viril. Aunque desde ese instante ya se contaba entre los ciudadanos, su forrnacion todavia no se habra cornpletado: antes de comenzar su servicio militar debfa consagrar normalmente un afio al "aprendizaje de la vida publica", tirocinium fori. (6)
Salvo excepciones.t? no era ya el padre quien se encargaba de ello, sino algun viejo amigo de la familia, algun politico cargado de arios, de experiencia y de honores. Cuenta Ciceron, por ejemplo, como su padre 10 confio a Q. Mucio Escevola Augur, yemo de Lelio, uno de los sobrevivientes de la gran generacion de los Gracos. EI joven Ciceron se vinculo a Escevola, tratando de aprovechar todas las oportunidades para instruirse siguiendo su escuela: fierique studebam eius prudentia doctior.t» en particular, iniciose en el derecho bajo su direccion, asistiendo a las consultas de aquel gran jurisconsulto.s? Con el correr de los afios, Ciceron habrfa de pres tar, a su vez, los mismos servicios a muchos de sus jovenes amigos: Celio, Pansa, Hircio, Dolabela.t?
En principio, al cabo del afio terminaba el tirocinium fori propiarnente dicho y el joven romano partfa para enrolarse en el ejercito: pero el aprendizaje politico era una cosa demasiado seria como para considerarlo concluido con tanta rapidez. EI joven noble continuaba siguiendole los pasos a un hombre politico de exito, a su propio padre-! 0, con mas frecuencia, a un gran protector. Ciceron, por ejemplo, continuo al lade de Escevola Augur hasta la muerte del anciano (ocurrida despues del 88, acaso en el 84; Ciceron, nacido en el 106, habrta vestido la toga viril hacia los afios 90-89); luego, juzgando siempre que su formacion no se hallaba aun terminada, se sometio a la direccion de un primo de su primer maestro, el gran pontffice Escevola (t 82).32
Lo mismo ocurrfa con la carrera militar. Durante el primer afio se prestaba servicio como soldado raso: se crefa conveniente que un futuro jefe aprendiese ante todo a obedecer, y para una futura carrera polttica siernpre se vela bien haber recibido alguna herida gloriosa 0 haber realizado alguna hazafia de novato: tal, por ejemplo, el caso del joven Escipion, el futuro A[ricano, que salv6 a su padre, el consul, herido en la batalla de Tesino.v Pero, desde luego, los jovenes nobles no eran tratados como simples conscriptos: tenfan padrinos encargados de dirigirlos y protegerlos.> Por otra parte, muy pronto dejaban de ser meros soldados para servir como oficiales de estado mayor, tribuni militum, ya porque fuesen elegidos para ese grado por el pueblo, ya porque los designase el mismo general en jefe. (7)
27 PL. Ep. VIII, 14-6. 28 CIC. We. 1.
29Id. Br. 306; Leg. I, 13. 30 QUINT. XII, 11. 6.
31 PL. Ep, VIII. 14,6. 32 CIC. We. 1.
33 LIV. XXI, 46, 7-8.
34 CIC. ap. SERVo En. V, 546.
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"Agregado administrativo" u oficial del estado mayor, el joven aristocrata romano concluye su forrnacion a la sombra de una alta personalidad a quien profesa respeto y veneracion. [Cuan distinta esta atmosfera de aquella que, en la antigua Grecia, el amor pederastico iluminaba can su turbio resplandor! Reparese tam bien en el merito que se concedia a la vejez, por su experiencia y su sabidurfa: menos aun que Grecia, Roma no habria admitido cierta modalidad moderna (que algunos calificaran de "fascista") de exaltar las virtudes de la juventud y desdefiar la gerontocracia.
LA MORAL ROMANA
Si tratamos ahara de definir el contenido de aquella antigua educacion, advertiremos, en primer lugar, un ideal moral: 10 esencial es formar la conciencia del nino 0 del adolescente, inculcarle un sistema rfgido de valores morales, de reflejos seguros, un estilo de vida. En suma, ya 10 he dicho, este ideal es el de la ciudad antigua, hecho con base en sacrificios, privaciones y devocion, de consagracion total de la persona a la comunidad, al Estado, el ideal de los griegos en tiempo de Calino y de Tirteo.
Lo que caracteriza aRoma es que ese ideal romano no fue discutido jamas: en la tradici6n, en el recuerdo colectivo de la comunidad, no se halla nunca la mas leve serial de un ideal antagonico contra el cual hubiese tenido que luchar para imponerse el ideal de la ciudad, como habia ocurrido en Grecia con el ideal homerico de la hazafia personal, fuente de superioridad y de gloria. Por supuesto, e1 amor a la gloria no es ajeno al alma romana, pero la hazafia no tiene jarnas el caracter de gesta individual; siempre aparece estrechamente subordinada a su finalidad, al bienestar y a 1a salud publica.
El heroe romano, llamese Horacio Cocles, Camilo, Menenio Agripa u Octavio Augusto, es el hombre que, en circunstancias diftciles, salvo por su coraje 0 por su sabidurfa a la patria en peJigro. Bien lejos estamos del heroe hornerico, de la fantasia un poco alocada de Aquiles, ese desertor cuya colera coloca al ejercito aqueo ados pasos del desastre, y que no retorna al combate sino para vengar, en duelo personal, la muerte de un amigo. Salus publica suprema lex esto:35 el interes del pais debe ser la norma suprema del valor y de la virtud.
Practicarnente, la educaci6n moral del joven romano, como la del griego, se alimentaba por una se1ecci6n de ejemplos que se ofrecfan a su admiraci6n; pero estes estaban tornados de la historia nacional, y no de la poesla heroica. Poco importaba que muchos de esos exempla fuesen legendarios: se los presentaba y se los revivfa como hist6ricos.
35 CIC. Leg. III, 8.
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LA ANTIGUA EDUCACI6N ROMANA
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EL iDEAL FAMILIAR
Encontramos aquf la dominante familiar en la educaci6n. La cultura romana sera siempre una cultura aristocratica: al viejo patriciado Ie sucede una nueva nobilitas, no menos preocupada por ilustrar sus tradiciones familiares. La resistencia de la oligarquia en el siglo II a.C. y la reacci6n aristocratica que serialo la instauraci6n del Imperio vinieron a reforzar, con el correr de los siglos, esta modalidad que tambien constituye, frente a la "democracia" griega, uno de los rasgos distintivos de la latinidad.
Al joven noble no s610 se Ie educa en una atm6sfera de respeto a la tradici6n nacional, patrimonio comun a toda Rorna, sino tam bien de respeto a las tradiciones propias de su familia. Sabemos en que medida el orgullo de las casas nobles, ufanas de los magistrados curules que habian dado a la Republica, se ostentaba publicamente en el fasto de los grandes funerales, donde se hacfan desfilar las imageries de los antepasados y en que una oraci6n funebre exaltaba, al mismo tiempo, la gloria de estes y del propio difunto.v Facil resulta imaginar cuantos recuerdos analogos ejercerfan influencia sobre el nino, que diariamente contemplaba esas gloriosas imagines expuestas en el atrium familiar, y que escuchaba sin pausa Ia evocaci6n de su recuerdo. Inconscientemente primero, y con toda conciencia despues, el nino se sentia impulsado a modelar su propia sensibilidad y su comportamiento segun un determinado tipo ideal, que era algo as! como el simbolo distintivo de la familia.
Cada una de las grandes casas romanas observaba en cierto modo una actitud definida ante la vida, un comportamiento estereotipado: el orgu- 110 indomable de los CJaudios, la rigidez de caracter de los Junios, la austeridad de los Elios Tuberones 0 de los Quintios; se esperaba, en polltica, que un Casio se inclinase por las clases populares y un Manlio por la aristocracia. La critica moderna se ha detenido curiosamente en estas tradiciones suponiendo que hayan inspirado esas anticipaciones, duplicaciones 0 triplicaciones de ciertos hechos de igual naturaleza que es frecuente encontrar en la tradici6n hist6rica de la Republica. (8) No estoy convencido, sin embargo, de que el camino generalmente seguido por la critica sea tan certero como parece: (por que el ardiente deseo de ajustarse a un tipo ideal de conducta no habria podido inspirar, al cabo de much as generaciones, el deseo de renovar una hazafia consagrada?
Valga un ejemplo. -Se sabe que la tradici6n atribuye tres veces el gesto heroico de la devotio a un P. Decio Mus: el padre en el 340, su hijo en el 295 y su nieto en el 279, cada uno de ellos habrta logrado, durante el
36 POL. VI, 53-54.
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transcurso de una batalla decisiva, forzar la victoria "consagrandose" el mismo y, junto con el, el ejercito enemigo a los dioses infernales. Ya los antiguos dudaban de la veracidad del tercer sacrificio; los modemos van aun mas alia y no admiten mas que uno solo de estos suicidios sagrados. (9)
No estoy en condiciones, por supuesto, de establecer la historicidad de ninguno de los tres, pero no yeo nada que no sea psicologicamente verosfmil en las palabras que Tito Livio pone en boca del segundo Decio en el momenta en que este se dispone a seguir el glorioso ejemplo de su padre.P "(Por que he de vacilar en seguir el destino de mi familia? A nuestra casa Ie ha tocado ofrecerse como victima expiatoria cuando la patria esta en peligro ... " Igualmente, a proposito del tercero, Dion Casi038 nos refiere que, en el momenta de entablarse la batalla de Auscullum, muchos no dudaban de que tambien Decio seguiria el ejemplo de su padre y de su abuelo, tanto es asi que el prudente Pirro habrfa advertido a los generales romanos que el habia adoptado todas las medidas convenientes para que el tal Decio no se arriesgara a entregarse a la muerte.
EI hecho de que tales relatos circulasen por Roma prueba, por 10 menos, la realidad de los sentimientos que aquellos suponen puestos en juego. No debemos minimizar la eficacia de esa herencia admitida y conscientemente revivida. Vease, por ejemplo, a plena luz de la historia, entre los contemporaneos de Ciceron, como un Caton, un Bruto, se sienten a sf mismos, y se piensan herederos e imitadores, jel uno de su abuelo Caton el Censor, y el otro de su lejano antepasado, real 0 supuesto, Bruto el primer consul! He definido la antigua educacion griega, iluminada por Homero, como una imitacion de los heroes: la educacion romana serfa, en cambio, una imitacion de los antepasados.
LA PIEDAD ROMAN A
Mas civica, mas familiar, la educacion romana es asimismo, tal vez, mas profundamente religiosa que la griega. Tarnbien aquf es preciso subrayar la ausencia, en las bases de la educacion latina, de algo equivalente a la epopeya homerica, esa obra tan madura, tan "moderna" y, en cierto senti do, tan poco religiosa (tan laica, decia Spengler). EI sentimiento religioso, entre los latinos, es algo mas ingenuo, tal vez mas profundo.
As! pues, en el marco de la vida publica, Roma no adrnitio jamas el inmoralismo maquiavelico de tipo espartano. A la salvaci6n de la patria todo debe entregarse, pero no todo puede permitirse: aun hay que
17 LlV. x, 28.
38 DC. XL, 38 '" ZON. VIII, S.
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respetar las leyes de la justicia, de la moral y del derecho. Se sabe, por ejemplo, de cuan minuciosas precauciones se rodeaba el ritual de la declaracion de guerra: los padres feciales llegaban a la frontera enemiga y tomaban a los dioses y al derecho como testigos de la justicia de la causa romana: Roma no hacia la guerra sino para obtener 10 que Ie co-
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rrespon la ...
No pretendo afirmar, claro esta, que la polftica romana haya sido siempre tan pura, pero la misma hipocresia, a fin de cuentas, implicaba un homenaje tributado al ideal, a la virtud. De hecho, la educaci6n romana no dejaba de insistir en el ejemplo de los jefes virtuosos que habfan antepuesto el respeto del derecho divino al interes inmediato de la nacion: el incorruptible Fabricio, que entrego al rey Pirro el traidor que le proponia envenenarlo.w el heroico Regulo, que vuelve a Cartago para sufrir los suplicios que 10 aguardaban por haber exhortado al Senado a rechazar las propuestas de paz que los punicos Ie habian encomendado formular.v' (10)
El patriotismo romano se concibe a sf mismo como esencialmente religioso: "Mostrandote sumiso a los dioses, [oh romanol -dice Horacio=-, obtendras el imperio", "Dis te minorem quod geris imperas'l.t?
Y ya antes Ciceron habia explicado con la mayor seriedad que Roma excedla a todos los demas pueblos en la piedad, en la atencion prestada a las seriales de los dioses, en la fe en su providencia.v (11)
Este sentimiento religioso, en realidad, no es ajeno a una gran dosis de formalismo: "Estar atento a la voluntad de los dioses" significa observar con escrupulosa minuciosidad todos los signos, des de el vuelo de los pajaros y las entranas de las victimas hasta la exudacion del bronce, sefiales con que los dioses manifiestan su buena disposicion 0 su misteriosa colera. La "piedad" es, esencialmente, la observancia de todos los ritos tradicionales con identica escrupulosidad: la nocion romana no se halla exenta de cierta especulacion sordida, estrechamente interesada: [torna y daca!
VIRTUDES CAMPESINAS
Tal vez se quiera descubrir en ello un nuevo aspecto del caracter campesino, terrenal, de la Roma primitiva. Este se encuentra en todas partes; son precisamente las virtudes campesinas las que la educacion antigua se preocupaba por desarrollar: aficion al trabajo constante, frugalidad y austeridad. EI nino romano ola declamar contra ellujo corruptor y cele-
3~ LlV. I, 32, 6-14. 40 GELL. III, 8.
41 CIC. Off III, 100.
42 C. III, 6, 5.
43 Har. resp. 19.
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brar el desinteres de los viejos c6nsules 0 dictadores como Cincinato, que cultivaban la tierra con sus manos hasta el dia en que el voto del Sen ado los desligaba del arado para elevarlos a la suprema magistratura.v'
Se muy bien que tarnbien para los griegos ellujo es uno de los sintomas de esa dejadez, 'tQu<P1'\, que arrastra a la ruina a los hom bres y a las ciudades, (12) pero en el ideal griego, hecho de sobriedad y de mesura, no existe esa rudeza cam pesina, en la que no cabe la sospecha de que la economfa pueda degenerar en avaricia. Roma no conocia nada equivalente a esa generosidad ostentosa, generadora de prestigio, que es posible analizar en los heroes de Homero y que tambien se advierte en la cortesia de nuestro Medievo occidental 0, si se quiere, en el potlatch de nuestros sociologos, Basta hojear el tratado de agricultura de Cat6n el Viejo para observar c6mo se expone ingenuamente esa con stante preocupacion por sacar partido de todo: "reducir la racion de los esclavos enfermosr" saber aprovechar las veladas de invierno= y los dias de lluviar'? vender todos los excedentes de la producci6n, asf como el material de deshecho: carros viejos, chatarra, esclavos envejecidos 0 enfer-
"48 mos ...
Nos estamos deslizando desde la etica a la tecnica: precisamente por su orientaci6n practica, la vieja educaci6n latina no concibe esta formaci6n moral como algo separado del aprendizaje de la vida real, de sus responsabilidades. No se trata ya, como en la Helade arcaica, de prepararse para una vida nobiliaria en que la hazafia, deportiva 0 guerrera, alterna con los placeres elegantes: el ideal romano es el del paterfamilias, responsable del buen gobierno de su patrimonio.
LA EDUCACI6N FISICA
Este caracter aparece con toda nitidez en el papel asignado a la educacion ftsica. (13) En Grecia, desde los tiempos homericos, la educaci6n habra observado la tendencia a alejarse de su primitiva finalidad militar para orientarse hacia el deporte desinteresado, hacia las marcas deportivas y la competici6n. Nada semejante ocurre entre los viejos romanos. Desde luego, este pueblo de soldados-labradores no desdefia las cualidades ftsicas, pero la educaci6n impartida a la juventud, en este dominio como en otros, se mantiene estrictamente utilitaria. Vease a traves de Plutarco, que es 10 que Cat6n el Viejo hace aprender a su hijo: esgri-
44 L1V. III, 27, 7-10. 4~ CAT. Agr. 2, 4.
41> Id. 37,3.
47Id. 39,2. 4R Id. 5, 7.
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rna, lanzamiento de jabalina, manejo de la espada, caracolear y espolear caballos, manejar toda clase de armas; pugilato, aclimataci6n a los rigores del frio y del calor, cruzar a nado un rfo impetuoso y friO.49 Los poetas se complacen en evocar los ejercicios militares de la juventud en el Campo de Marte, galopando a pleno sol, entre la polvareda, antes de lanzarse al Tiber.w
No hay un deporte propiamente dicho: en latin, ludus es un adiestramiento 0 un juego; este vocablo, a diferencia del griego aymv, no implica con claridad la nocion de cornpeticion: el lector reparara, por ejemplo, en las diversiones rusticas, tan hermosamente evocadas por Virgilio.>' pastores que se ejercitan en la jabalina tirando sobre un olmo, 0 que luchan con sus cuerpos vigorosos sobre una rustica palestra ...
Con el andar del tiempo los ludi fueron adquiriendo, sin duda, el caracter de ceremonias mas oficiales, mas solemnes, pero me parece ver en elIas un espiritu de exhibicion, mas que de competicion, aun cuando la vanidad pudiese hallar satisfaccion en elIas, 10 mismo que el deseo de brillar, de hacerse notar.V
Sin duda, por otra parte, y por 10 menos para los jovenes nobles, la educacion ffsica no se circunscribirfa siempre a la preparacion militar: en tiempos del Alto Imperio podremos ver a la juventud reunida en clubes muy analogos a los colegios efebicos y consagrados a la practica de ejercicios ffsicos, cuyo caracter premilitar aparece ya bastante desdibujado. Pero es interesante destacar (pues este aspecto de la educacion romana suele a menudo descuidarse) que el de porte romano se desarrollo en un sentido profundamente original.
El fundamento del deporte griego es el atletismo puro, la palestra y el estadio; la juventud romana preferira siempre el circo y el anfiteatro. El circo: la equitacion, en Roma como en Grecia, es el deporte noble por excelencia; pero, tal como la practica la juventud aristocratica, no se lleva a cabo tanto en las carreras como en los desfiles militares, en el caracoleo (que tampoco ignoraba la Grecia helenfstica, pues era una especialidad de los tarentinosr." el carrusel de evoluciones complejas, ludus serpentis.r' y sobre todo en elludus Troiae, ejercicio que se remontaba a la epoca etrusca y que conoci6 una notable renovacion a partir de Sila, y sobre todo de Augusto.V
4~ PLUTo Cat. mao 20.
50 HOR. C. I, 8, 4 s; III, 12, 7 S. Ct. VIRG. EI1. VII, 162-165; IX, 606; VEG. I, 10; VARR. ap. NON. I,
1558, S. V. Ephippiputn. 51 C. II, 529-530.
52 CIL. IV, 1595; Xli, 533, 16.
53 STEPH. BYZ. S. V.; D. P. V. 376. 54 CIL. IV, 1595.
55 SUET. Caes. 39,4; Aug. 43, 5; DC. LIII, 1, 14; LIV. 26, 1... FEST. 504, 11 L.
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Adernas del circo, los combates en el anfiteatro: por extraordinario que pueda parecer, estos combates no estaban reservados a los profesionales, esclavos 0 condenados; la esgrima, aprendida bajo la direcci6n de un gladiador.v' formaba parte de la mas refinada educacion, como 10 prueba el caso de Tito.>? Se trataba de combates simulados, que probablemente no ofrecfan ningun peligro, y aun mas: en el anfiteatro se vela a los jovenes de las mejores familias tomar parte en las "cazas", venationes.t" com bates contra las fieras, OSOS59 y leones.s? despues de esto no hay pOl' que asombrarse de las hazanas.de un Comedo ...
EL OFICIO DE TERRATENIENTE
La antigua educacion latina carece del elemento propiamente intelectual; este solo se desarrolla bajo la influencia griega. EI joven romano aprende unicamente aquello que debe saber un buen propietario rural y, en primer termino, la agronomia. Es preciso que el mismo sepa dar valor a sus bienes: si no cultiva el mismo la tierra, por 10 menos debe dirigir la explotacion, supervisar el trabajo de los esclavos, aconsejar a su granjero 0 a su capataz.
EI papel reservado a las artes campesinas es asimismo una de las originalidades de la cultura romana. Se muy bien que Jenofonte escribio su Economico y que Varron, al comienzo de su tratado de agricultura, cita una cincuentena de autores griegos que escribieron sobre el tema; pero esta preocupacion no alcanza, dentro del conjunto de la literatura griega, la importancia de la que en las letras latinas van jalonando, siglo tras siglo, los nombres de Caton, Varron, Virgilio, Columela, Gargilio y Paladio.
Es este, verdaderamente, uno de los ejes fundamentales de la tradici6n latina; es menester aquilatar cuanta experiencia y amplitud de criterio supo, el espiritu realista del romano, encerrar en esta materia. No hay que hacerse una idea demasiado rutinaria de la agronomfa romana: del viejo tratado de Caton se citan con demasiada frecuencia las recetas acumuladas sin orden alguno en la segunda parte.v' por ejemplo las que se refieren a las innumerables virtudes medicinales de las coles.s? pero no todo el De agricultura cabe dentro de ese folclor supersticioso. Es un tratado de muy "moderna" inspiracion, un manual de la nueva econornia rural de la peninsula italica posterior a las conquistas: crfa de
56 JUV. III, 158.
57 DC. LXVI, 15,2.
58 Jd. LXVII, 1, 2; SUET. D01l1. 4. 11. 5Y C1L. XII, 533, 7-8.
60 FRONT. M. Caes. V, 22 (37); 23 (38). 61 CAT. Agr. 56, S.
62 Jd. 156-157.
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IN:llTUlOOfISTOOIO' UNIVERSI1.a.RIOS
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ganado, arboricultura, cultivo del olivo y de Ia vid, en sustitucion del antiguo cultivo de los cereaIes, cuya provision se halla ahora asegurada por las provincias: Cerdefia, Sicilia, Africa ...
En terrninos generales, la aristocracia romana supo adaptarse con flexibilidad a Ia evolucion de las condiciones economicas y aprovechar todo el aporte de la agronomia ciennfica, helenistica 0 cartaginesa.s!
Comparados con los aristocratas griegos, los nobles romanos distan mucho de parecer "grandes senores": son squires, gentlemeniarmers. Junto con la agricultura, se preocupan por ensefiar a sus hijos todo cuanto un gentilhombre rural estima util conocer. Existe una tradicion enciclopedica romana, muy diferente de Ia polirnatfa de un Hipias: (14) no se trata de una curiosidad desinteresada, sino de aplicaciones practicas.
EI romano, pues, se interesa por la medicina, pero no como los griegos, a partir del siglo IV, en virtud de un cierto ideal de la persona humana, sino ante todo, como 10 muestra Caton, para saber como curar a los esclavos e incrementar el rendimiento de la mana de obra.
Esta tendencia enciclopedica esta recogida en colecciones de manuales redactados por poligrafos eruditos; Ia mas caracterfstica es la de A. Cornelio Celso, que publico en tiempos de Tiberio los 20 libros de sus Aytes, donde trataba sucesivamente cuestiones de agronomia. arte miIitar, retorica, filosofia. medicina y derecho. (15)
La ret6rica y la filosofta representan en ella el aporte de la influencia griega. EI resto constituia el fondo propio de la verdadera cultura latina. El arte militar habia side llevado por la misma practica a un elevado nivel de elaboraci6n tecnica: se 10 enseriaba, normalmente, a traves del ejercicio de la profesi6n de soldado y de oficial de estado mayor.
Finalmente, no es necesario insistir sobre ellugar que ocupaba la ciencia juridica dentro de este conjunto. A diferencia de la justicia griega, sobre todo de la ateniense, fundada sobre unas pocas leyes muy sencillas y que tendia a juzgar mas por la equidad que por el derecho, la justicia romana observe siempre un caracter muy formalista; presuponla todo un sistema de prescripciones de un tecnicismo refinado. Por otra parte, el espiritu tradicional del romano atribula gran autoridad a la cosa juzgada, al conjunto de los precedentes reunidos por la jurisprudencia. De ahf el papel que desernpefia la ensefianza del derecho en la educaci6n.
Desde la infancia (Cicer6n se acordaba todavfa de haber conocido tal USO),64 se aprendia de memoria el texto de la Ley de las XII Tablas. Mas tarde, como se ha visto, el joven noble recibia de un experto una verdadera forrnacion profesional, durante su tirocinium [ori: el derecho
63 VARR. RR. I, I, 10; PL. N. II, XVIII, 22. 64 CIC. Leg. II, 59.
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publico se agregaba entonces al derecho privado, pues el conocimiento de las reglas exactas y del precedente oportuno desernpena un papel no menos importante en la vida politica que en la practica de los tribunales.
El conjunto de todos estos elementos conformaba una cultura y un sistema de educacion tipicamente latinos. De ellos se hallara una evocacion atrayente, dentro de su brevedad (bien representativa de la sobria y escueta elocuencia romana anterior a la influencia griega) en la oracion funebre que Plinio= atestigua haber sido pronunciada por Q. Cecilio Metelo Macedonico en el ana 221, con ocasion de los funerales de su abuelo Lucio, (16) que habia sido en dos ocasiones consul, jefe de la cahalleria, dictador, triunfador y gran pontffice:
Habra logrado poseer los diez bienes por excelencia, s610 obtenidos por los Sabios tras una dura y diffcil busqueda que ocupaba toda una vida; quiso ser un gran soldado, un orador excelente, un general valeroso; afrontar la responsabilidad de gran des ernpresas, investirse de la suprema magistratura, poseer la sabidurfa mas excelsa, ocupar el primer rango entre los senadores, acumular una gran fortuna por medios honestos, dejar muchos hijos y adquirir celebridad en el Estado.
65 PL. N. H. VII, 139-140.
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