2017 03 03NotasEGWiRph5
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La unidad del
evangelio
Sábado 8 de julio
Dios quiere que su pueblo sea disciplinado y que obre con armo-
nía, a fin de que lo vea todo unánimemente y tenga un mismo sentir
y criterio. Para producir este estado de cosas, hay mucho que hacer.
El corazón camal debe ser subyugado y transformado. Dios quiere
que haya siempre un testimonio vivo en la iglesia. Será necesario
reprender y exhortar, y a algunos habrá que hacerles severos repro-
ches, según lo exija el caso. Oímos el argumento: “¡Oh, yo soy tan
sensible que no puedo soportar el menor reproche!” Si estas perso-
nas presentaran su caso correctamente, dirían: “Soy tan volunta-
rioso, tan pagado de mí mismo, tan orgulloso que no tolero que se
me den órdenes; no quiero que se me reprenda. Abogo por los dere-
chos del juicio individual; tengo derecho a creer y hablar según me
plazca”. El Señor no desea que renunciemos a nuestra individuali-
dad. Pero, ¿qué hombre es juez adecuado para saber hasta dónde
debe llevarse este asunto de la independencia individual?...
También el apóstol Pablo exhorta a sus hermanos filipenses a te-
ner unidad y humildad: “Por tanto, si hay alguna consolación en
Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu,
si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi
gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sin-
tiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria;
antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como su-
periores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino
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cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este
sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Testimonios para la igle-
sia, t. 3, pp. 397, 398).
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mente su actitud hacia los conversos del paganismo. “Y a su disi-
mulación consentían también los otros judíos; de tal manera que aun
Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación” (Gálatas
2:13). Esta manifestación de debilidad de parte de aquellos que ha-
bían sido respetados y amados como dirigentes, hizo la más penosa
impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia estaba
amenazada por un cisma, pero Pablo, que vio la subversiva influen-
cia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado por
Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verdaderos
sentimientos. En presencia de la iglesia, le preguntó: “Si tú, siendo
Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué constriñes
a los Gentiles a judaizar?” (vers. 14)
Pedro vio el error en que había caído, y se puso a reparar inme-
diatamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que co-
noce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta de-
bilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que
no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse (Los
hechos de los apóstoles, p. 161).