2017 03 03NotasEGWiRph5

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

Lección 3

La unidad del
evangelio
Sábado 8 de julio

La oración nos une mutuamente y con Dios. La oración trae a


Jesús a nuestro lado, y da al alma desfalleciente y perpleja nueva
energía para vencer al mundo, a la carne y al demonio. La oración
aparta los ataques de Satanás.
Cuando uno se aparta de las imperfecciones humanas para con-
templar a Jesús, se realiza en el carácter una transformación divina.
El Espíritu de Cristo, al trabajar en el corazón, lo conforma a su
imagen. Entonces sea vuestro esfuerzo ensalzar a Jesús. Diríjanse
los ojos de la mente al “Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo” (Juan 1:29) (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 195,
196).

Dios quiere que su pueblo sea disciplinado y que obre con armo-
nía, a fin de que lo vea todo unánimemente y tenga un mismo sentir
y criterio. Para producir este estado de cosas, hay mucho que hacer.
El corazón camal debe ser subyugado y transformado. Dios quiere
que haya siempre un testimonio vivo en la iglesia. Será necesario
reprender y exhortar, y a algunos habrá que hacerles severos repro-
ches, según lo exija el caso. Oímos el argumento: “¡Oh, yo soy tan
sensible que no puedo soportar el menor reproche!” Si estas perso-
nas presentaran su caso correctamente, dirían: “Soy tan volunta-
rioso, tan pagado de mí mismo, tan orgulloso que no tolero que se
me den órdenes; no quiero que se me reprenda. Abogo por los dere-
chos del juicio individual; tengo derecho a creer y hablar según me
plazca”. El Señor no desea que renunciemos a nuestra individuali-
dad. Pero, ¿qué hombre es juez adecuado para saber hasta dónde
debe llevarse este asunto de la independencia individual?...
También el apóstol Pablo exhorta a sus hermanos filipenses a te-
ner unidad y humildad: “Por tanto, si hay alguna consolación en
Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu,
si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi
gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sin-
tiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria;
antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como su-
periores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino

www.escuela.sabatica.com 21
cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este
sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Testimonios para la igle-
sia, t. 3, pp. 397, 398).

Trabaje con todas sus fuerzas para responder a la oración de


Cristo, que sus discípulos sean uno, como él es uno con el Padre. Ni
uno de nosotros está seguro a menos que aprendamos diariamente
de Cristo su humildad y mansedumbre...
Busque tener una sola mente y un solo juicio con sus hermanos
y decir lo mismo. Hablar acerca de divisiones porque no todos tie-
nen las mismas ideas que se le presentan a usted en su mente, no es
la obra de Dios sino del enemigo. Hable la sencilla verdad en la que
pueden estar de acuerdo. Hable de unidad; no sea estrecho ni en-
greído; permita que su mente se amplíe (Mente, carácter y persona-
lidad, pp. 40, 41).

Domingo 9 de julio: La importancia de la unidad

Cuando se presenta un testimonio del Señor dirigido a alguna


persona que yerra, a menudo se hace la pregunta: “¿Quién se lo dijo
a la Hna. White?” Eso debió haber ocurrido en los días de Pablo,
puesto que alguien tuvo que haber tenido en su corazón el interés
por la iglesia para presentarle al apóstol, el ministro señalado por
Dios, los peligros de los miembros de la iglesia que amenazaban su
prosperidad. Existe un tiempo para hablar y un tiempo para guardar
silencio. Por supuesto, algo debe hacerse, y el ministro señalado por
el Señor no debe dejar de hacer su obra para corregir estos males.
Ahora bien, estos males existían, y Pablo tenía una obra que hacer
para corregirlos...
Sabemos que a Pablo se le había presentado el estado de las igle-
sias. Dios le había dado luz y conocimiento con respecto al orden
que debía mantenerse en las iglesias, los males que se levantarían, y
que debían ser corregidos y tratados con firmeza en proporción a su
agravante carácter. El Señor le había revelado a Pablo la pureza, la
devoción y la piedad que debían mantenerse en la iglesia, y las cosas
que aparecían contrarias a ese estado él debía reprobarlas de acuerdo
con la luz que Dios le había dado (Mensajes selectos, t. 3, p. 71).

Dios ha puesto en la iglesia, como sus ayudadores señalados,


hombres de diversos talentos, para que por la sabiduría combinada
de muchos, pueda cumplirse la voluntad del Espíritu. Los hombres
que proceden de acuerdo con sus propios rasgos fuertes de carácter,
y rehúsan llevar el yugo con otros que han tenido larga experiencia
en la obra de Dios, llegarán a cegarse por la confianza propia y a

22 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


incapacitarse para discernir entre lo falso y lo verdadero. No es se-
guro elegir a los tales como dirigentes de la iglesia; porque seguirían
su propio juicio y plan, sin importarles el juicio de sus hermanos. Es
fácil para el enemigo trabajar por medio de aquellos que, necesi-
tando consejo ellos mismos a cada paso, asumen el cuidado de las
almas por su propia fuerza, sin haber aprendido la humildad de
Cristo.
Las impresiones solas no son una guía segura del deber. A me-
nudo el enemigo induce a los hombres a creer que es Dios quien los
guía, cuando en realidad están siguiendo solo el impulso humano.
Pero si vigilamos cuidadosamente, si consultamos a nuestros her-
manos, se hará comprender la voluntad del Señor; porque la pro-
mesa es: “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los
mansos su carrera” (Salmos 25:9) (Los hechos de los apóstoles, p.
226).

Si nuestra voluntad está dirigida por Cristo, ¿cómo podremos dis-


crepar con nuestros hermanos? Si ello ocurre, es evidente que el yo
tiene que ser crucificado. Aquél a quien Cristo otorga libertad es
verdaderamente libre. No estamos completos en Cristo a menos que
nos amemos como el Señor nos amó. Cuando lo hagamos, tal como
Cristo nos lo ordenó, daremos evidencias de que estamos completos
en él (Cada día con Dios, p. 260).

Lunes 10 de julio: La circuncisión y los falsos hermanos

Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor


eligió a Abraham, de quien declaró: “Oyó Abraham mi voz, y
guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos, y mis leyes”
(Génesis 26:5). Le dio el rito de la circuncisión, como señal de que
quienes lo recibían eran dedicados al servicio de Dios, y prometían
permanecer separados de la idolatría y obedecer la ley de Dios. La
falta de voluntad para cumplir esta promesa, que los descendientes
de Abraham evidenciaron en su tendencia a formar alianzas con los
paganos y adoptar sus prácticas, fue la causa de su estada y servi-
dumbre en Egipto (Patriarcas y profetas, p. 378).

Pablo se había enorgullecido de su estrictez farisaica; pero des-


pués de la revelación de Cristo en el camino a Damasco la misión
del Salvador y su propia obra para la conversión de los gentiles
irrumpió con claridad en su mente, y comprendió en su plenitud la
diferencia que existe entre una fe viviente y un muerto formalismo.
Pablo seguía creyendo que era hijo de Abraham, y guardaba los Diez
Mandamientos, tanto en la letra como en el espíritu, tan fielmente
como lo había hecho antes de su conversión al cristianismo.
www.escuela.sabatica.com 23
Pero sabía que las ceremonias típicas debían cesar totalmente y
bien pronto, puesto que lo que prefiguraban ya había acontecido, y
la luz del evangelio estaba difundiendo su gloria sobre la religión
judía, proporcionándole un nuevo significado a sus antiguos ri-
tos (La historia de la redención, p. 320).

[Cuando] el alma se aferra de Cristo como de la única esperanza


de salvación, entonces se manifiesta la fe genuina. Esa fe induce a su
poseedor a colocar todos los afectos del alma en Cristo. Su compren-
sión está bajo el dominio del Espíritu Santo y su carácter se modela
de acuerdo con la semejanza divina. Su fe no es muerta, sino una fe
que obra por el amor y lo induce a contemplar la belleza de Cristo y
a asimilarse al carácter divino (Se cita Deuteronomio 30:11-14). “Y
circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descenden-
cia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, a fin de que vivas” (Deuteronomio 30:6).
Es Dios el que circuncida el corazón. Toda la obra es del Señor
de principio a fin. El pecador que perece puede decir: “Soy un pe-
cador perdido, pero Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido”. Él dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores”
(Marcos 2:17). Soy pecador y Cristo murió en la cruz del Calvario
para salvarme. No necesito permanecer un solo momento más sin
ser salvado. Él murió y resucitó para mi justificación y me salvará
ahora. Acepto el perdón que ha prometido” (Mensajes selectos, t. 1,
pp. 458, 459).

Martes 11 de julio: Unidad en la diversidad

El alma de Pablo estaba conmovida cuando vio los males que


amenazaban con destruir rápidamente a esas iglesias. Inmediata-
mente escribió a los gálatas, expuso las falsas teorías de ellos, y con
gran severidad reprochó a los que se habían apartado de la fe (Co-
mentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista
del séptimo día, t. 6, p. 1108).

El Salvador anhelaba exponer a sus discípulos la verdad concer-


niente al derribamiento de la “pared intermedia de separación” entre
Israel y las otras naciones, la verdad de que “los Gentiles sean jun-
tamente herederos” con los judíos, y “consortes de su promesa en
Cristo por el evangelio” (Efesios 2:14; 3:6)...
Así Cristo trataba de enseñar a sus discípulos la verdad de que en
el reino de Dios no hay fronteras nacionales, ni castas, ni aristocra-
cia; que ellos debían ir a todas las naciones, llevándoles el mensaje
del amor del Salvador. Pero solo más tarde comprendieron ellos en
toda su plenitud que Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de

24 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les
ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación
de ellos; para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando,
le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros” (He-
chos 17:26, 27) (Los hechos de los apóstoles, pp. 16, 17).

Nunca encontramos a dos personas exactamente iguales. Entre


los seres humanos como en las cosas del mundo natural existe la
diversidad. La unidad en la diversidad entre los hijos de Dios, la
manifestación de amor y tolerancia, a pesar de las diferencias de
disposición, éste es el testimonio de que Dios envió a su Hijo al
mundo para salvar a los pecadores.
La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la
personalidad de uno ni otro. Son uno en mente, propósito y carácter,
pero no en persona. El hombre, al someterse a la ley de Dios y par-
ticipar de su Espíritu, llega a ser participante de la naturaleza divina.
Cristo conduce a sus discípulos a una unión viva consigo mismo y
con el Padre. El hombre se completa en Cristo Jesús mediante la
obra del Espíritu Santo en su mente. La unidad con Cristo establece
un vínculo de unión de los unos con los otros. Esta unidad es para
el mundo la prueba más convincente de la majestad y la virtud de
Cristo, y de su poder para quitar el pecado.
Los poderes de las tinieblas tienen poca ocasión contra los cre-
yentes que se aman mutuamente como Cristo los amó, que rehúsan
crear desunión y contienda, que permanecen juntos, que son bonda-
dosos, corteses y compasivos, fomentando la fe que obra por amor
y purifica el alma. Debemos poseer el Espíritu de Cristo, o no somos
suyos...
Cuanto más cercana sea nuestra unión con Cristo, más cercana
será nuestra unión unos con otros. Los desacuerdos y desafectos, el
egoísmo y el orgullo, están luchando por la supremacía. Estos son
los frutos de un corazón dividido, abierto a las sugerencias del ene-
migo de las almas. Satanás se regocija cuando puede sembrar semi-
llas de disensión (Sons and Daughters of God, p. 286; parcialmente
en Hijos e hijas de Dios, p. 288).

Miércoles 12 de julio: Confrontación en Antioquía

Cuando Pedro visitó... a Antioquía, ganó la confianza de muchos


por su prudente conducta hacia los conversos gentiles. Por un
tiempo procedió de acuerdo con la luz procedente del cielo. Se so-
brepuso a su natural prejuicio hasta el punto de sentarse a la mesa
con los conversos gentiles. Pero cuando ciertos judíos celosos de la
ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió imprudente-

www.escuela.sabatica.com 25
mente su actitud hacia los conversos del paganismo. “Y a su disi-
mulación consentían también los otros judíos; de tal manera que aun
Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación” (Gálatas
2:13). Esta manifestación de debilidad de parte de aquellos que ha-
bían sido respetados y amados como dirigentes, hizo la más penosa
impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia estaba
amenazada por un cisma, pero Pablo, que vio la subversiva influen-
cia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado por
Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verdaderos
sentimientos. En presencia de la iglesia, le preguntó: “Si tú, siendo
Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué constriñes
a los Gentiles a judaizar?” (vers. 14)
Pedro vio el error en que había caído, y se puso a reparar inme-
diatamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que co-
noce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta de-
bilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que
no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse (Los
hechos de los apóstoles, p. 161).

Abunda la mera profesión de religión, pero tiene poco peso. Po-


demos aseverar ser seguidores de Cristo, podemos afirmar que cree-
mos toda la verdad de la Palabra de Dios; pero esto no beneficiará a
nuestro prójimo a menos que nuestra creencia penetre en nuestra
vida diaria...
El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la profesión
que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga
amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos entrar en
posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita
es que esté el amor de Cristo en el corazón. Cuando el yo está su-
mergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del
carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar
a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena
el corazón y se revela en el semblante.
Es imposible que el corazón en el cual Cristo mora esté despro-
visto de amor. Si amamos a Dios porque él nos amó primero, ama-
remos a todos aquellos por quienes Cristo murió (Palabras de vida
del gran Maestro, pp. 316, 317).

Después de todos los fracasos de Pedro; después de su caída y


restauración, su largo servicio, su íntima relación con Cristo, su co-
nocimiento de la integridad con que el Salvador practicaba los prin-
cipios correctos, después de toda la instrucción que había recibido,
todos los dones, conocimiento e influencia que había obtenido pre-
dicando y enseñando la Palabra, ¿no es extraño que disimulase, y
eludiese los principios del evangelio por temor al hombre, o a fin de

26 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA


granjearse estima? ¿No es extraño que vacilara en su adhesión a lo
recto? Dios dé a cada uno la comprensión de su impotencia, de su
incapacidad para guiar debidamente su propio navío sano y salvo al
puerto (Los hechos de los apóstoles, p. 162).

Jueves 13 de julio: La preocupación de Pablo

El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en


Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se encuentra
en la separación de Cristo... Dios no hace acepción de personas (A
fin de conocerle, p. 99).

Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionali-


dad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos
los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la
redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para
abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese te-
ner libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo, tan
completo, que penetra por doquier. Libra de la influencia de Satanás
a las pobres almas que han sido seducidas por sus engaños. Las co-
loca al alcance del trono de Dios, el trono circuido por el arco de la
promesa.
En Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos son
atraídos por su preciosa sangre (Gálatas 3:28; Efesios 2:13).
Cualquiera que sea la diferencia de creencia religiosa, el llama-
miento de la humanidad doliente debe ser oído y contestado. Donde
existe amargura de sentimiento por causa de la diferencia de la reli-
gión, puede hacerse mucho bien mediante el servicio personal. El
ministerio amante quebrantará el prejuicio, y ganará las almas para
Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 318).

Aquellos que estudian la Biblia, buscan el consejo de Dios y de-


penden de Cristo serán habilitados para actuar sabiamente en todo
tiempo y bajo toda circunstancia. Los buenos principios relucirán en
la vida de manera real. Permítase solamente que la verdad para este
tiempo sea recibida de corazón y que se convierta en el fundamento
del carácter, y ella producirá una firmeza de propósito incapaz de
ser debilitada por las atracciones del placer, la veleidosidad de las
costumbres, el desprecio de los que aman al mundo, y los clamores
del corazón por la complacencia propia. Primero ha de esclarecerse
la conciencia y ponerse la voluntad bajo sujeción. El amor por la
verdad y la justicia ha de reinar en el alma, para que reluzca el ca-
rácter que el cielo puede aprobar.
Tenemos ejemplos notables del poder sustentador de los firmes
propósitos religiosos. Ni siquiera el temor a la muerte pudo obligar
www.escuela.sabatica.com 27
al exánime David a beber del agua de Belén, la cual hombres va-
lientes habían arriesgado sus vidas para obtener. La profunda fosa
de los leones no le impidió a Daniel hacer sus oraciones diarias,
como tampoco pudo el homo ardiente inducir a Sadrac y sus com-
pañeros a postrarse ante el ídolo erigido por Nabucodonosor. Los
jóvenes de principios firmes se abstendrán de los placeres, desafia-
rán el dolor, y afrontarán aún la fosa de los leones y el ardiente homo
de fuego antes que ser hallados desleales a Dios. Fijaos en el carác-
ter de José. Su virtud fue severamente probada, pero el triunfo de la
misma fue completo. Sobre cada punto el joven noble resistió la
prueba. Manifestó los idénticos principios inconmovibles en cada
prueba. El Señor estaba con él y su palabra era ley (Testimonios
para la iglesia, t. 5, p. 40).

Viernes 14 de julio: Para estudiar y meditar

Mensajes selectos, t. 1, “Una explicación de las primeras decla-


raciones”, p. 85.

Obreros evangélicos, “El tacto”, pp. 123-125

28 RECURSOS ESCUELA SABÁTICA

También podría gustarte