ANÁLISIS DE LA OBRA - La Republica de Platon

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ANÁLISIS DE LA OBRA “LA REPUBLICA” DE PLATÓN.

1. El libro, la escena y sus personajes


2. Libro I: análisis de la justicia para Céfalo, Polemarco y Trasímaco
3. Libros II: introducción a la justicia, censura de los poemas inapropiados y posibilidad
de la guerra con fines necesarios
4. Libros III: estudio de la educación de los guardianes, la analogía del médico y el juez
y la elección de los gobernantes del Estado
5. Libros IV: las virtudes, el Estado ideal y la justicia
6. Libros V: observaciones sobre la educación de la mujer y los hijos y una analogía
entre el filósofo (amante de la episteme) y el filodoxo (amante de la doxa)
7. Libros VI: consideraciones sobre los filósofos y la analogía del bien y el sol
8. Libro VII: el "mito de la caverna", ciencias para llegar al uso de la dialéctica y poder
servirse del mundo inteligible y cronología del plan de estudios
9. Libro VIII: los cinco modelos de organización política y las cinco formas del alma
10. Libro IX: el tirano y el hombre feliz
11. Libro X: Consideraciones sobre la poesía y el destino final de las almas

EL LIBRO, LA ESCENA Y SUS PERSONAJES


La República es uno de los diálogos más importantes que escribió Platón, en donde expresa
su concepción del arte, lo político, la sociedad, la justicia, la inmortalidad, la virtud, el bien y
el mal.
Se cree que la República, por su gran extensión, es un compilado hecho por Platón en
donde unifica una serie de diálogos para exponer algunos problemas fundamentales de
su pensamiento en forma más completa.
La fecha aproximada en la que Platón empezó a escribir la República fue entre 390-385 a.C.
(en el periodo de transición de sus escritos), y fue terminada con los capítulos II al X
presumiblemente entre 385-370 a.C. (en el periodo de madurez del autor).
La República expone el Estado ideal de Platón, lo que debería ser para que el
hombre encuentre felicidad y desarrolle su moralidad.
El escenario: en donde transcurre el diálogo escrito por Platón, es en casa de Polemarco,
hijo de Céfalo, en el Pireo allá por el mes caluroso de Junio a fines de primavera.
Los personajes:
Sócrates: (470-399 a.C.) es el personaje principal del diálogo, fue maestro de Platón y
creador del método denominado mayéutica (o arte de "alumbrar" los espíritus) por el que
lograba que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos mismos. Sócrates era
bajo, de nariz ancha, feo pobre y casado con Jantipa, una mujer de reconocido mal genio,
con la que tuvo tres hijos.
Céfalo: fue hijo de Lisanias y actual padre de Lisias, Polemarco y Eutidemo. Céfalo es
un hombre de edad que se dedica al comercio y tiene un muy buen pasar económico.
Interviene solamente en el Libro I elogiando la ancianidad e introduciendo la concepción
comercial de justicia por la cual consiste sencillamente en. Céfalo muere probablemente en
el 429a.C.
Lisias: (459-380 a.C.), orador nacido en Atenas. A la edad de 15 años decidió estudiar
retórica. En el año 404 a.C., los Treinta Tiranos que entonces controlaban la ciudad privaron
a Lisias y a su hermano Polemarco de todas sus posesiones. Cuando mataron a Polemarco,
Lisias huyó a una población vecina. Regresó a Atenas en el año 403 a.C., tras la derrota de
los Treinta Tiranos y el restablecimiento del gobierno democrático. Emprendió
entonces acciones legales contra el responsable de la muerte de su hermano. Lisias se

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ganó la vida escribiendo discursos para los litigantes y continuó con los negocios de su
padre.
Se cree que Lisias no contó con la simpatía de Platón.
Polemarco: aficionado a la filosofía y a la política. Recibió muerte por defender los ideales
de la democracia bajo el gobierno de los Treinta Tiranos (donde Platón tenia familiares en
el poder). Su participación es visible en el Libro I donde introduce la idea de justicia de los
poetas como Simónides: También se la puede catalogar como una concepción de la justicia
en tiempos de guerra.
Eutidemo: poco se conoce sobre el tercer hijo de Céfalo, quien no debe ser confundido con
Eutidemo, hijo de Diocles (fiel admirador de Sócrates).
Trasímaco: Sofista y orador. Lo político y lo moral solo le preocupaba incidentalmente. Este
pensador poseía múltiples cualidades y tenía conocimientos muy firmes. Trasímaco
interviene en el Libro I alegando que la justicia es y entabla una analogía entre el hombre
justo (que siempre le va mal) y el hombre injusto (que saca provecho de la situación),
agregando que los que reprochan la justicia no lo hacen por miedo de cometerla, sino por
temor a sufrirla. Junto a él aparecen dos de sus admiradores:
Carmántides: discípulo de Sócrates e hijo de Queréstrato. Participó de la batalla de las
Targelías en el 400 a.C.
Clitofonte: discípulo crítico de Sócrates e hijo de Aristómino. Era partidario de la oligarquía
moderada, actuando en los acontecimientos del 411 a.C. con el establecimiento
del gobierno de los Cuatrocientos.
Adimanto: su padre fue Aristón, al parecer, descendiente de los primeros reyes de Atenas,
mientras que su madre, Perictione, descendía de Dropides, perteneciente a la familia del
legislador del siglo VI a.C. Solón. Éste era el hermano mayor de la familia de Platón.
Glaucón: hijo de Aristón y Perictione y hermano menor de Platón. Glaucón era un
"hombre de mundo", devoto al amor, a los animales y a la música. A partir del libro II, éste y
Adimanto se convierten en casi los únicos interlocutores de Sócrates.
LIBRO I: ANÁLISIS DE LA JUSTICIA PARA CÉFALO, POLEMARCO Y TRASÍMACO
Sócrates, regresando del Pireo se halla con Polemarco, quien lo instiga a ir a su casa. Una
vez en casa de Polemarco, Sócrates se encuentra con Céfalo, padre de Polemarco, al cual
lo ve muy viejo. El filósofo hijo de Sofronisco, curioso al respecto de la vejez, le pregunta por
ella y Céfalo la elogia señalando que ésta a amortiguado la intensidad de algunas pasiones
y que la misma vejez es un estado de reposo y de libertad de los sentidos. Muchos no
toleran la vejez, dice Céfalo, pero tolerarla depende del carácter, no de la edad. Sócrates
insinúa que las riquezas de Céfalo influyen para que él goce tranquilamente de la vejez,
pero el viejo sofista aclara que la posesión de riquezas ayuda a no engañar
involuntariamente ni a mentir, pudiendo así pagar todas las deudas a los dioses y a los
hombres para salir libres y justos del mundo terrenal.
Es en este momento donde empieza el problema de la justicia, si acaso o, posiblemente, no.
Sócrates analizaría la idea de Céfalo acerca de la justicia y diría que, si la justicia
consistiese en decir la verdad y dar a cada uno lo que le corresponde, ¿sería justo
devolverle las armas, que me confió un amigo en su sano juicio, habiendo éste enloquecido?
Sócrates diría que toda persona racional convendría en que devolverle las armas a este loco
amigo sería injusto, y mucho más decirle a éste la verdad.
Una vez refutada la idea de que la justicia, Céfalo se dirige al patio para continuar con su
sacrificio e interviene en el diálogo su hijo Polemarco. El joven, interesado en el diálogo,
introduce la idea de un poeta (Simónides) sobre la justicia; pero Sócrates le explicaría que
muchos de los que creemos amigos no lo son, ya que es visto que el enemigo engañe a una

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persona haciéndose pasar como amigo. También, agregaría Sócrates, si la justicia fuese
hacerle bien a los amigos y mal a los enemigos ésta sólo serviría en épocas de guerras y no
en épocas de paz, a su vez, expone el filósofo, la justicia es una perfección humana que no
puede, mediante su acción, convertir a los hombres en injustos, porque si una persona hace
"justicia" y crea mal a un enemigo, nos exponemos a volverlo injusto; de modo que la justicia
daría origen a la injusticia.
En conclusión, el hombre justo no puede hacer mal a otro.
Dada por acabada la ilustración de Sócrates. Trasímaco, que ambicionó intervenir
constantemente en la charla pero fue detenido por los que querían escuchar hasta el final el
diálogo, explotó en ira contra Sócrates acusándolo de escapar de una manera pueril a las
preguntas que le hacían los presentes y Sócrates de una manera más calma lo invitó a
participar de la conversación.
Trasímaco alega que la justicia es, Sócrates concordaría en que la justicia es algo
conveniente,[4] pero no para el más fuerte. El vanidoso sofista agregaría que al hombre
justo le va peor en todo lugar y circunstancias y, en cambio, el hombre injusto saca provecho
desde cuando se trata de recibir repartos públicos, hasta de no pagar lo debido en las
contribuciones al Estado. Trasímaco indicaría que los que reprochan la injusticia no lo hacen
por miedo de cometerla, sino por temor a sufrirla. Es de este modo asimilable que para él, la
justicia no se practica en beneficio de los demás, sino de uno mismo. Sócrates contesta que
un médico no realiza su técnica de curar a otros porque de ella reciba placer, sino porque de
esa técnica obtiene un salario y lo mismo sucede con la justicia, el objetivo de ésta es evitar
ser gobernados por gente inferior.
"Los buenos no apetecen el gobierno por las riquezas ni por la honra, porque no son
ambiciosos. Ahora bien, el mejor castigo para un hombre que no se decide gobernar, es de
ser gobernado por otro inferior que él, y el temor a ese castigo determina a los hombres de
bien a intervenir en los asuntos públicos, y se mezclan a ellos, no por interés personal, ni
por placer, sino por necesidad".[5]
Sócrates partiendo de la hipótesis de que la injusticia es más poderosa y fuerte que la
justicia, argumenta que la injusticia misma, practicada en sociedad, no puede prosperar sin
cierto resto de justicia como en el caso de una banda de piratas que se propone como
objetivo un fin injusto, llevarlo a cabo dependería de que dentro de esa asociación halla
justicia, de lo contrario habría discordia, desorganización y llevaría al grupo a dividirse entre
sí. Sócrates ultimaría este razonamiento aclarando que los justos se rebelan sabios y
mejores aptos de obrar que los injustos, que son incapaces de toda acción en común y,
añadiría que la justicia es sabiduría y virtud, en cambio, la injusticia es un vicio que implica
ignorancia. Al final de la disputa Sócrates, como acostumbraba humildemente, sellaría que
sólo ha llegado a la conclusión; de que nada sabe.[6]
LIBROS II: INTRODUCCIÓN A LA JUSTICIA, CENSURA DE
LOS POEMAS INAPROPIADOS Y POSIBILIDAD DE LA GUERRA CON FINES
NECESARIOS
Parecía saldada la discusión de lo que no era la justicia, pero Glaucón no aprobaría la
retirada de Trasímaco, y narraría la leyenda del anillo de Giges.[7] Al término de ésta,
Glaucón hace una observación desarrollando así la tesis de Trasímaco, que más tarde
Adimanto trataría de confirmarla. El joven Glaucón indicaría que según la experiencia
general, la justicia y la injusticia sólo deberían valorarse de acuerdo con los resultados
favorables o desfavorables que proporcionan. Esto confirmaría lo que desde tiempos
pasados Homero y Hesíodo [8] han escrito; que el injusto logra hacer olvidar sus crímenes
mediante esplendidos sacrificios y oraciones que pueden comprar el perdón y el olvido. Y
que la vida del justo es, efectivamente honorable, pero casi siempre va acompañada de
sufrimientos; mientras que el vicio, a pesar de ser deshonroso, es agradable. El joven
inteligente llegaría a la conclusión de que su felicidad radica en practicar la injusticia y eludir

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sus posibles consecuencias desagradables, utilizando la astucia o buscando una adecuada
asociación que lo proteja.
Sócrates reacciona ante ello afirmando que demostrará que el hombre justo es feliz, pero su
análisis arrancará desde lo general para desembocar en lo particular, dando ingreso a lo que
llamaríamos "El Estado ideal Platónico".
Sócrates nos presentaría un gobierno que sea por sí mismo la encarnación de lo justo, una
organización social que se basa en el principio de especialización por medio de una
educación apropiada (en la música y la gimnasia) y por medio de una división
del trabajo acorde a la aptitud que tiene cada individuo (en donde nadie debe hacer varias
cosas a la vez).
A medida que la ciudad se hace cada vez más grande, surge la necesidad de la guerra,[9] la
cual Platón no la condena, pero no sólo no la condena, sino insiste en un cuerpo armado de
especializados soldados a los que los llama guardianes. Platón en boca de Sócrates,
aclararía que para comenzar a educar a estos soldados es necesario suprimir los poemas
que versen acerca de lo "mala" que es la muerte y de lo "humano"[10] que parecen ser los
dioses, los cuales, dice Sócrates, son el bien que nunca engaña y nunca cambia. Sócrates
indicaría que los jóvenes tienen mentes frágiles y que no distinguen lo alegórico de lo
verdadero, por lo tanto lo único que hacen estos poetas es corromper sus almas mostrando
a los dioses peleando o haciendo cosas que sólo un humano haría y haciendo que los
jóvenes le tengan más miedo a la muerte que a la esclavitud.
LIBROS III: ESTUDIO DE LA EDUCACIÓN DE LOS GUARDIANES, LA ANALOGÍA DEL
MÉDICO Y EL JUEZ Y LA ELECCIÓN DE LOS GOBERNANTES DEL ESTADO
Una vez censurado los poemas que versen infamias de los dioses y la muerte, y desterrado
a los poetas versátiles que escriben éstos, es necesario preocuparse acerca de la formación
de los guardianes. La educación para Platón únicamente sería un beneficio de
la clase guardiana y no del vulgo, ésta consistiría en formar la mente o el espíritu por razón
de la música, y el cuerpo por razón de la gimnasia. Tanto música (tiene como objeto el
amor a la belleza) como gimnasia (educación física del cuerpo), deben ser combinadas
cuidadosamente de modo que mucha música no afemine al individuo o mucha gimnasia no
lo convierta en bruto y temerario.[11]
Una vez educado cuidadosamente el guardián en el alma (de acuerdo a la música), se
procederá a educarlo en su físico (de acuerdo a la gimnasia), prohibiendo a éstos
embriagarse, perdiendo así el conocimiento de sus actos [12] y proporcionándoles una dieta
balanceada.
Platón determinaría que cuando un Estado necesita médicos y jueces para remediar los
desórdenes del cuerpo y del alma de sus habitantes, es una señal de que el Estado carece
de fuerza. No obstante es necesario aceptar la medicina en casos de necesidad y a jueces
para los casos de diferencias entre unos y otros, pero estos puestos deben de estar
compuestos por ancianos dotados de almas virtuosas y buenas, y así no tendrían dificultad
para arreglar los conflictos.
Acá es necesario hacer un alto, debido a que el autor nos dice que para los cargos de
médico y juez se necesitan ancianos virtuosos, pero estos hombres son diferentes entre sí.
Mientras que un buen médico es aquel que se dedicó desde chico al arte de curar y se
familiarizó con las enfermedades, un buen juez es aquel que no se familiarizó con el crimen.
Desde la juventud se tiene que haber mantenido inocente y alejado del vicio, sólo lo tiene
que haber estudiado pero como un vicio ajeno mas no por su propia experiencia, de modo
que cuando lo vea le parezca aberrante y la pueda condenar. Es mediante este
razonamiento como el protagonista del libro; Sócrates, llegaría a la conclusión que el
hombre virtuoso, y no el perverso, puede llegar a ser sabio.

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Para que este Estado que se está equipando se conserve, es necesario que tenga en él,
gobernantes. Los gobernantes son los ancianos más sabios dentro del grupo de los
guardianes, estos ancianos para llegar a sentarse en la cabeza del Estado deberán de
pasar pruebas tanto en el placer como en el dolor. Todos los otros guardianes que no pasen
estas difíciles pruebas se convertirán en ayudantes o auxiliares del gobernante o de los
gobernantes.
Platón para evitar que un campesino quiera el poder o para que un guardián, que en su
virtud no lo pueda, ostente el poder, decide que una suerte de fábula ficticia disfrazada en
una "mentira piadosa", conduciría a cada clase a ocuparse de lo que debe. Esta fábula
versaría que dios mezcló bronce y cobre en los campesinos y artesanos, plata en los
guardianes y oro en aquellos a los que les correspondería el mando: los gobernantes.[13]
De este modo la seguridad del Estado estaría garantizada, ya que ésta depende de que
cada uno haga, lo que en naturaleza de su metal, pueda hacer, y que cada uno se
mantenga en el puesto que le concierne. Si por ejemplo un campesino, cuya naturaleza es
el bronce, obtuviese el poder, el Estado se arruinaría.
Platón continuando el desarrollo de su Estado ideal no sólo establecería la clase de
educación que tendría el guardián, sino también el lugar donde residiría y que limitaciones
tendría. Éste conviviría en casas en común donde cualquiera pudiese entrar y salir cuanto
quisiera, el guardián no podría poseer ningún bien, ni siquiera la mujer, la cual serviría como
guardiana desde los 20 hasta los 40 para procrear hijos de los mejores y más hábiles
guardianes hombres, las mujeres y los hijos corresponderían en común evitando toda clase
de posesión. Los alimentos serían suministrados por la clase de los campesinos, artesanos
y granjeros, los cuales tendrían el derecho a la familia y a las posesiones pero no a la
educación (propia de la clase gobernante). Los guardianes no podrían manejar nada que
fuese de oro y/o plata, como vasos, utensilios, etc. (tampoco podrían entrar en casa donde
los hubiera), y se les mentiría mediante leyendas y fábulas ya mencionadas, que, como ellos
tienen en sus almas oro y plata, corromperían sus almas al tocar metales terrenales. Y de
esta manera lograrían salvarse ellos y ser la salvación de la ciudad.
En el caso del Estado, la felicidad estaría adecuada al propio deber. A Platón sólo le
interesa el bien en conjunto y no el egoísmo de las partes, es por ello que la "felicidad" del
guardián es un tanto incompatible con la del vulgo, porque su deber es otro. [14]
LIBROS IV: LAS VIRTUDES, EL ESTADO IDEAL Y LA JUSTICIA
Continuando con respecto a la felicidad de los guardianes, el joven Adimanto no queda
convencido de que la vida del guardián sea dichosa y Platón, en boca de Sócrates, le
contestaría que quizás puede ser feliz el guardián o no serlo, pero de todos modos esto no
importa. Al constituirlos en guardianes del Estado, no es su felicidad la que se tiene en
cuenta, sino el bien del Estado. Como se ha dicho anteriormente, para Platón el interés de
algunos no merece ninguna consideración cuando se trata del interés general. Tan pronto
como éste se halle asegurado, cada uno gozará, según su ocupación, de la felicidad que
esté naturalmente unida a ella. Lo importante es que cada ciudadano y cada clase se
mantengan en su puesto.
Con respecto a las normas, se fijarían leyes[15] contra la opulencia y la pobreza, contra la
extensión de los límites del Estado, contra las innovaciones en la educación y sobre los
hábitos y costumbres de los jóvenes. Más aún, aquí se aclara que una generación bien
formada y educada proporcionaría mejores padres para la próxima. Por lo tanto el autor no
presumía necesario dictar leyes sobre el mercado y otras disposiciones menores.
A partir de aquí, Sócrates, anuncia que ha quedado fundada la ciudad y si está bien creada
debe tener todas las virtudes: la templanza, el valor, la prudencia y la justicia, ya que la
perfección del Estado reside en la práctica de estas cuatro virtudes:
La Templanza: es la moderación de los sentidos para que no halla extremos, sino un justo
medio. Es el disfrute con mesura y armonía de los bienes materiales. Ésta equivale al

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autocontrol de las acciones. La templanza se aloja en el vientre del cuerpo y pertenece a la
parte del alma concupiscible, por ello su interés es el deseo. Esta virtud es propia de la clase
productora (campesinos, artesanos, granjeros, etc.).
El Valor: consiste en no ceder ante el enemigo, independientemente de que sea mucha la
presión que éste infrinja. El valor se alberga en el pecho del cuerpo y pertenece a la parte
del alma irascible, justamente por esto su interés es el honor. El valor es propio de la clase
guardiana.
La sabiduría: es el grado más alto del conocimiento que conlleva a una conducta prudente
en la vida, esto quiere decir; distinguir el mejor camino a la hora de tomar las decisiones. La
sabiduría reside en la cabeza del cuerpo humano y pertenece a la parte del alma racional,
teniendo como interés nada más que el conocimiento.[16] La virtud de la prudencia es
propia de la clase gobernante, que deben de estar dotados de buen juicio.
La Justicia: esta virtud es el origen de las otras tres virtudes: la templanza, el valor y la
prudencia. La justicia consiste en que cada hombre se ocupe únicamente de los propios
asuntos, sin intervenir para nada en los ajenos, quiere decir que cada uno haga lo que en su
virtud tiene que hacer (que los campesinos y artesanos trabajen para la producción, los
guardianes protejan la libertad y seguridad del Estado y los gobernantes gobiernen sabia y
prudentemente); de ese modo se cumple la justicia. La justicia no vendría a ser igualdad,
sino una armonía entre lo desigual, ésta es propia de todos los ciudadanos, es salud y
armonía del alma, mientras que la injusticia enfermedad y discordia. La injusticia aparece
cuando no se cumple con las funciones propias de cada hombre.
 Es forzoso aclarar que la templanza es propia de la clase productora, pero la poseen
también los guardianes y gobernantes, en cambio, el valor lo tienen sólo los guardianes y
los gobernantes, y éste último posee templanza, valor y prudencia. La justicia sería
propia de todos, siempre y cuando se conserven en sus posiciones.

Una vez asentado el Estado ideal, en el diálogo, Sócrates se dispone a mostrarle a Glaucón
los cinco modelos de organización política y las cinco formas del alma. En esta organización
ideal que se fundó:
 Si un hombre es el que se hubiese distinguido entre los guardianes y adquiere el
poder, éste modelo de gobierno sería una monarquía.
 Pero si de entre todos esos guardianes no hubiese alguien que se haya destacado
considerablemente frente a los otros, se elegiría a los mejores, éste modelo de gobierno
sería una aristocracia.

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 Para Platón, ambas formas de gobierno son justas, siempre que se sustenten en la
educación antes referida y que sus miembros no se mantengan mucho tiempo en el
poder para evitar todos los males que genera la persistencia en el mando.
LIBROS V: OBSERVACIONES SOBRE LA EDUCACIÓN DE LA MUJER Y LOS HIJOS Y
UNA ANALOGÍA ENTRE EL FILÓSOFO (AMANTE DE LA EPISTEME) Y EL FILODOXO
(AMANTE DE LA DOXA)
Mientras Sócrates continuaba explicando lo que para él era un buen gobierno (el modelo
monárquico o el aristocrático), Polemarco y Adimanto lo interrumpen con dudas sobre
¿Cómo debería ser la educación de las guardianas?, ¿Cuáles serían sus deberes? y ¿Cómo
ocurriría la procreación de los hijos? Sócrates postergando brevemente su definición sobre
los cinco modelos de organización política, les esclarece que la mujer posee las mismas
capacidades que los hombres, [17] aunque tiene una naturaleza más débil que éste, pero
independientemente de ello, nada se opone a que ambos participen de la educación, la
defensa del Estado y el cuidado de los niños.
A los hombres se les tiene que enseñar [18] la música, la gimnasia y el arte de hacer la
guerra entre otras cosas, y también se les tiene que enseñar estas artes a la mujer, ya que
así como hay hombres más aptos para defender al Estado que otros hombres que son por
naturaleza inferiores (campesinos), también habrá mujeres más aptas para la medicina o la
música que otras mujeres que carecen de esta suerte de virtud. De esta manera es como el
razonamiento de Sócrates lo llevará a afirmar que "Por lo tanto, también habrá mujeres
capaces de ser guardianes y otras que no lo serán."[19]
Con respecto a la segunda pregunta de ¿Cuáles serían los deberes de las guardianas?,
éstas tendrían la difícil tarea de la educación de los niños y la procreación de la mejor raza.
Como anteriormente se ha establecido, la mujer no sería un bien particular, sino un bien
común al igual que los niños. Los hijos de los guardianes no sabrían cuál sería su padre
para evitar los intereses particulares y así mantener el amor en todo el conjunto de los
guardianes. Los infantes serían llevados a barrios determinados de la ciudad dónde
recibirían una educación apropiada impartida por las nodrizas, las cuales amarían a todos
como hijos no teniendo preferencia con ninguno.
La procreación, respondiendo a la tercera interrogante, se la llevaría a cabo por medio de
orgías en donde ninguna mujer u hombre [20] podría negarse a entregar su cuerpo a quién
de éste estuviese enamorado.
Las orgías podrían bien ser por medio de sorteos, en los cuales los gobernantes las
arreglarían para que los mejores guardianes hombres tengan relaciones sexuales con una
mayor cantidad de mujeres (obviamente entre 20 y 40 años de edad). Se las realizaría de
este modo para que el guardián que no sea muy virtuoso, le eche la culpa a su mala suerte
de no poder fornicar con cuanta mujer quisiese, y no así a los gobernantes. [21]
Todos los infantes que no naciesen por medio de estos procedimientos y sin el
consentimiento de los gobernantes, se los consideraría ilegítimos, bastardos y producto del
libertinaje.[22] Además todos los bebes que por alguna razón nacieran deformes o con algún
tipo de desperfecto físico deberían ser asesinados.[23]
En el diálogo, Sócrates establecería la duración que tiene una mujer para ser fecundada, de
20 a 40 años, pero el hombre también tendría una edad delimitada para poder fertilizar,
yacería entre los 25 a 55 años.
Platón establece una semejanza entre un guardián y un perro de caza, el cual siempre
mantiene los ojos abiertos, está alerta, ataca a los enemigos y reconoce a los amigos (sus
conciudadanos). Y como perro de caza saldría a combatir con su hembra con el fin de
proteger al Estado. Los hijos más robustos siguiendo el ejemplo de sus padres irían también
a la guerra para auxiliarlos en lo que puedan, para irse así preparando para lo que en un

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futuro ellos también tendrían que hacer. [24] En la guerra ningún guardián abandonaría a
otro guardián, ya que abría lazos de afinidad por poder ser un posible hijo, padre o hermano.
Sócrates, una vez que acabó de cumplir con las dudas de sus espectadores, se propuso a
continuar con lo que había quedado frenado entre el final del libro IV y el principio del libro V.
Pero en ese Estado ideal que él había construido faltaba algo; ya se había establecido como
sería la educación, quienes serían los productores y los defensores del Estado y las leyes
por las cuales se regiría ese Estado justo. Faltaba establecer con certeza quiénes y cuáles
serían las condiciones del gobernante o de los gobernantes. Estaba claro que éste debía de
haber salido de la clase guardiana y tener las tres virtudes fundamentales para gobernar,
también, que el guardián que fuese sentado en la cabeza del Estado, haya tenido que pasar
por pruebas tanto en el deseo como en dolor. Pero no estaba claro quién era este.
Sócrates, advirtiendo que lo que él iba a decir se lo pudiese tomar de mala manera, aduce
que es imprescindible dejar sentado que el guardián que tomaría el poder debería ser un
filósofo. Para que el Estado platónico coexista en todas sus funciones logrando la justicia, es
necesario que cada quien haga lo que debe, en su naturaleza, hacer, por lo tanto el filósofo
debe, por su naturaleza de "conocedor de lo verdaderamente bueno", ser el jefe supremo
del Estado anteriormente edificado.
En el diálogo, Sócrates nos advierte que el gobernante del Estado ideal debería ser un
filósofo, pero no alguien que dice serlo. Es necesario ante esto, saber quién realmente lo es
y quién únicamente piensa o señala que lo es.
El verdadero filósofo es aquel amante de la sabiduría que nunca se cansa de conocer y de
aprender, el filósofo ansía con la sabiduría en su totalidad y no en sus partes, éste
contempla la inmutable verdad [25] y se aferra al conocimiento (episteme), mas no se
conforma con la opinión (doxa).
Platón distingue el conocimiento en diversos grados: [26]
 La Ignorancia:[27] es la madre de todos los males, ésta carece de ciencia, virtud y de
verdad.
 1. La opinión: se divide en la imaginación y creencia, este grado del conocimiento
sería un término medio entre ignorancia y conocimiento, quiere decir que la opinión no
hablaría con la verdad, sino la disfrazaría con supuestos, por ello es una "opinión" en el
sentido mismo de la palabra. La opinión versa sobre las imágenes, quedándose con lo
que es superficial.
 2. El conocimiento: es ciencia, se divide en entendimiento y razón, ésta última es el
grado más alto de conocimiento. El conocimiento versa sobre la esencia de las cosas y
no en las imágenes como sucede en la opinión.
El filósofo anteriormente caracterizado es aquél amante fiel de la sabiduría, pero ese que se
decía serlo y no contempla más que lo superficial de las cosas es un filodoxo, un amante de
la opinión. El filodoxo, como todo amante de la opinión, cuando usa el lenguaje[28] le
impregna un doble sentido y así no deja que se conozca la verdad, lo bello, lo justo, sino lo
superficial de las cosas.
Sócrates determinaría que el Estado no se confiaría a ciegos, sino a los que posean ideales
claros. Adimanto, entendiendo el razonamiento de su maestro, le parecería que el filósofo se
negaría a ejercer el mando, y Sócrates una vez más pondría de manifiesto que el peor
castigo que tendría ese pensador que no quiere ejercer el mando, sería que fuese mandado
por alguien inferior a él. Aparte de ello, tendría que ser el Estado el que busque al filósofo y
no el filósofo el que busque al Estado, al igual que el enfermo, rico o pobre, busca al médico
para sanarse y no el médico al enfermo.
LIBROS VI: CONSIDERACIONES SOBRE LOS FILÓSOFOS Y LA ANALOGÍA DEL BIEN
Y EL SOL

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Cuando Sócrates, en el libro V, advertía que su pensamiento acerca de que los filósofos
deberían ejercer el mando en su Estado ideal podría ser tomado de mala manera, tenía que
ver en torno al contexto histórico de la Grecia del siglo IV a.C. donde las ciudades habían
sido "victimas" de los malos ejercicios de la filosofía. El sabio filósofo indicaría que la culpa
no está en la filosofía, sino en las tentaciones a las que se expone: la riqueza, la belleza, el
halago de la multitud con aplausos desmesurados, etc.
No es más cierto, también, considerar que los vanidosos que se expusieron a estas
tentaciones no son verdaderos filósofos, ya que éstos sólo se dedicaron a complacer los
instintos y los placeres del vulgo, el cual es incapaz de filosofar. Por ello no se pueden
llamar filósofos a los que estuvieron ejerciendo el poder y complaciendo al pueblo. Es así
como la filosofía, dejada por los verdaderos sabios, cae en poder de personas indignas e
incapaces de poder hacer buen uso de ella.
Una vez desacreditados los que dicen ser filósofos y la opinión general que deshonra a la
filosofía por culpa de los que decían ser estudiosos de ella, Sócrates se propone a crear una
adecuada educación para que los hombres se puedan consagrar a la filosofía.
No basta con la enseñanza en la música y la gimnasia, el joven que aspire a llegar a la
filosofía tiene que haber sido una persona consagrada a la verdad, alguien que no le
hubiese tenido nunca miedo a la muerte, un joven con muy buena memoria y facilidad para
aprender. Desde niños y adolescentes se les impartiría una educación filosófica que iría con
el paso del tiempo aumentándose progresivamente, hasta que el cuerpo de estos, ahora
hombres, se hallan debilitado por completo y por ello no podrían ir a las guerras, de este
modo se tendrían que consagrar por completo a la filosofía.
Ni bien establecido esto por Sócrates, afirmaría que "hasta el día en que los filósofos no
tengan autoridad absoluta sobre la ciudad no habrá remedio para los males de ésta, ni de
los ciudadanos, ni podrá llevarse a la práctica la organización política que hemos imaginado
en teoría."[29]
Recapitulando, el filósofo tendría que pasar por pruebas en el placer y el dolor, tener
condiciones morales y espirituales excepcionales y ser conocedor del bien, al cual todos los
hombres aspiran a llegar.
Para Platón, el bien es algo que va más allá de lo moral y es muy difícil de explicar, tanto
que Sócrates lo explica gráficamente con una analogía entre el bien y el sol. Acá el sol no
exclusivamente ilumina, sino también es el responsable del conocimiento y la vida. Con
la luz que proporciona el sol podemos ver a los objetos (que son la verdad), y de esta
manera se hacen cognoscibles por medio de nuestros ojos (el conocimiento).
La forma del bien aparece en la República como un principio iluminador y creativo. El sol
[30] representa la forma del bien a cuya luz se ve la verdad, revela el mundo, hasta
entonces invisible y es también una fuente de vida. De esta manera se hace posible que por
medio de la visión se pueda dar el apreciamiento de la verdad, haciendo posible el
conocimiento.
El bien es la base de toda ciencia, ética y política. El filósofo debe conocer el bien y poder
explicar lo que es bueno y lo que no es, éste filósofo tiene que poseer
un concepto adecuado del bien, tener la capacidad de definirlo y de demostrar la
superioridad del bien ante cualquier otro argumento. [31]
Volviendo a la enseñanza de los que aspirarían a ser filósofos, el objeto principal de una
enseñanza perfecta es disciplinar la mente para una adecuada comprensión de la idea del
bien. La idea del bien se logra en el mundo inteligible y no en el mundo sensible. Para llegar
a ese mundo inteligible se precisa de la dialéctica, que contempla las ideas puras. Con la
dialéctica se puede viajar al mundo inteligible en donde reside la idea pura y eterna del bien.
Los gobernantes del Estado ideal usaran la dialéctica para ir más allá de cualquier hipótesis
del mundo sensible y desdeñar la mismísima verdad.

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LIBRO VII: EL "MITO DE LA CAVERNA", CIENCIAS PARA LLEGAR AL USO DE LA
DIALÉCTICA Y PODER SERVIRSE DEL MUNDO INTELIGIBLE Y CRONOLOGÍA
DEL PLAN DE ESTUDIOS
Para dar un tinte explicativo al mundo sensible, el mundo inteligible y como es que, por
medio de la dialéctica, los filósofos han llegado a la idea del bien, la verdad, lo justo, etc., en
este libro Sócrates ilustra a sus oyentes sobre un mito, el mito de la caverna.
El mito de la caverna versa sobre unos hombres que desde que nacen viven en una
caverna, atados en sus cabezas mirando a una pared, detrás de ellos hay luz que proyecta
objetos, generando de este modo sombras en la pared donde los presos tienen fija la
mirada. Este mito propone resaltar que cuando uno de ellos salga de la posición en que está
y se dé cuenta de las cosas que de verdad son y de las cosas que aparentan ser, habrá
visto el mundo inteligible; que es eterno y en donde residen las cosas perfectas e
inmutables, y los hombres que todavía permanecen atados en la caverna, regocijándose
algunos de su sabiduría, no harían más que ver sombras, imágenes superficiales,
cambiantes e imperfectas que no darían resultados verdaderos, sino opiniones.
Con este mito, Sócrates, da a entender que en la ciudad ideal no deben gobernar los que
ven los objetos sensibles, sino los filósofos que han podido ver la verdad, el verdadero sol.
Los filósofos que hayan percibido la verdad, tienen que descender a la caverna en el mundo
sensible por amor a la comunidad y participar con sus ciudadanos.
Gracias al amor que tiene el filósofo a la comunidad es que desciende de ese mundo
perfecto para ayudar a sus ciudadanos, por ello no se entiende que un verdadero filósofo
aspire al mando con vistas al provecho, si éste ha renunciado a un lugar mejor para poder
ayudar a los que están ciegos por la oscuridad.
Las ciencias que los hombres utilizarán para poder reflexionar y desarrollar la facultad de
concebir abstracciones para la captura del bien, son: la aritmética y las relacionadas con la
aritmética; la geometría y la astronomía. Estas tres ciencias no sólo hacen posible una
intensa reflexión, sino también desarrollan las capacidades de los que las ejercitan
llevándolos gradualmente al mundo de las abstracciones (el mundo inteligible). Estos
estudios son preparatorios hasta llegar a la dialéctica, que corona la educación propia del
filósofo. La dialéctica es la que proporciona una visión de todo saber y la que captura las
ideas perfectas del mundo supraceleste, la dialéctica es la ciencia que busca la verdad por
sí misma, la esencia de las cosas. El filósofo tiene que ser capaz de escapar de las hipótesis
del mundo sensible y capturar las verdaderas ideas de la razón: la justicia, la moral, etc. y la
más elevada de todas, el bien. Pero para que la filosofía no sea subestimada y difamada
tiene que ser enseñada a los más capaces.
En la niñez, por medio de juegos se irá viendo quienes son los infantes más capaces.
Durante los años consagrados a la gimnasia, se procederá a incrementar la dificultad de los
estudios. A los 20 años se llevará a cabo una selección de los mejores discípulos.
Concluyentemente a los 30 años se hará una selección definitiva en donde surgirán los que
se consagrarán por 5 años a la dialéctica. Siguiendo este proceso selectivo, no se correrá
peligro de perturbar la moral y la religión de los jóvenes procesados. A los 35 años, los que
hayan completado dichosamente sus estudios "descenderán a la caverna" y por 15 años se
consagraran a las tareas de paz y guerra del Estado. Los que salgan vivos de estas
delicadas tareas, a los 50 años, serán los verdaderos gobernantes, dedicándose a la
filosofía y participando de las actividades del Estado. Una vez muerto el gobernante, se le
rendirá tributo y homenaje para incentivar a nuevos ciudadanos del Estado.
LIBRO VIII: LOS CINCO MODELOS DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y LAS CINCO
FORMAS DEL ALMA
Este libro retoma lo que había quedado, de alguna manera, paralizado al término del libro
IV, cuando Sócrates se desvió de la conversación detallando la educación de las
guardianas, la procreación de los hijos y estableciendo así su Estado ideal y el alma que

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gobierna a ese Estado. Pero aún faltaba que determinase las formas malas de gobierno,
que son cuatro, y las almas que se encuentran en estos sistemas desviados.
El Estado ideal en donde permanecía la justicia, siempre y cuando se continuase con la
división correcta del trabajo y una educación específica ya detallada, era el modelo
monárquico y/o aristocrático de organización política. A juzgar por Sócrates, este modelo era
justo y quién ejercía el mando en él, también lo era, por ser el Estado reflejo del carácter de
sus habitantes.
Pues ahora ya era tiempo de dar a conocer las formas desviadas de organización política.
Sócrates las acomoda en una línea decreciente de mérito, o como en sus palabras él las
llama, "en orden de alabanzas".[32] La primera forma errónea de gobierno es
la Timocracia[33] o Timarquía, éste sistema es comparado con el de la Creta y Lacedemonia
del siglo IV a.C.; la segunda es la Oligarquía, el sistema vicioso por excelencia; la tercera, y
tercera también en orden decreciente, es la Democracia, el sistema completamente opuesto
a la oligarquía; y a continuación la Tiranía, cuarta y última enfermedad de la ciudad y que
supera a todas las demás.
Continuando con la idea de ir desde lo general para desembocar en lo particular (con el que
se había dado inicio el libro II a fin de demostrar la felicidad del hombre justo) y
estableciendo el paralelismo entre la ciudad y el alma de quien habita esa ciudad, Sócrates
caracteriza los cuatro sistemas políticos y los propios cuatro ciudadanos que habitan en él,
todo ello mezclado con ese proceso gradual de aparición de los Estados.
FORMAS DE GOBIENRO:

Timocracia: este errado sistema político se da cuando el Estado ideal (Sistema que no
puede durar para siempre) cae debido a la corrupción. Los gobernantes que organizan la
procreación de los guardianes fallarían en el cálculo del ciclo indicado para la fecundidad y
esterilidad, y los guardianes engendrarían hijos cuando no debieran, siendo éstos no
favorecidos por la naturaleza y la fortuna.[34] Independientemente de este descuido, se
escogerían a los mejores guardianes para suceder a los gobernantes que hubiesen estado
en ese entonces en el poder, pero éstos que sucederían a los filósofos o al filósofo rey, no
serían dignos de substituirle. Una vez estos ineptos en el poder, subordinarían, por encono,
la música a la gimnasia volviéndose más violentos, brotarían altercados entre la misma
clase guardiana que lucharía consigo misma y terminarían por acordar entre ellos la
repartición de bienes y poder. La timocracia sería, por entonces, un término intermedio entre
aristocracia y oligarquía, un sistema que ya no se ocuparía de procurar el poder para
aquellos de naturaleza racional, sino pretendería a la cabeza del Estado a un hombre de

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temperamento irascible, bueno para la guerra e inútil para la paz. Un sistema subordinado a
lo irascible, con hambre de triunfo y sed de honores. [35]
El hombre timocrático: una vez bosquejado el sistema timocrático, un sistema belicoso y
ambicioso de gloria y honor, es necesario explicar el carácter del hombre que habita en este
sistema, un hombre a semejanza de su ciudad. Éste, cuando en su juventud tenía un padre
de bien (hombre del sistema monárquico o aristocrático) veía como su padre humildemente
rehuía de los honores y las dignidades que trae consigo la actividad pública y, también,
escuchaba a su madre lamentarse que su marido no perteneciera a la clase gobernante, se
lamentaba de no ser tan estimada como otras mujeres porque su esposo no se ocupaba en
enriquecerse y le regañaba a éste de sólo pensar en sí mismo y nunca hacerle caso a ella.
[36] Es así mismo como el joven escucha la versión racional de su padre y la colérica de su
madre y es puesto en una encrucijada de partidos extremos, alimentando su soberbia y su
ambición de honores, llega a adoptar un término medio entre razón y ambición.[37]
Una vez instaurado de pleno este sistema de gobierno, empieza a decaer por la
acumulación creciente de riquezas de la clase gobernante, tras las batallas ganadas y otras
aventuras. Aun teniendo suficientes "honores" los gobernantes, no se saciarían y
aumentarían su afán de enriquecerse asignándole más valor a los objetos que brillan que a
la virtud. De este modo los ciudadanos se volverían codiciosos y sedientos de honores,
admirarían más al rico que al hombre virtuoso, y elevarían al primero al poder. La timocracia,
entonces, engendraría la oligarquía.
Oligarquía: Platón la caracteriza como "gobierno de unos pocos", este sistema político
dividiría a la misma ciudad en dos: una la de los ricos y otra la de los pobres, ambas
conspirarían entre sí y serían enemigas declaradas. Este modelo acrecentaría las
diferencias económicas entre los ciudadanos en progreso de unos pocos beneficiados.
El modo en que llegarían los más ricos al poder, ocurriría porque los gobernantes elegirían a
sus sucesores por intereses y según el censo de sus fortunas más no por sus virtudes.
Éstos una vez en el mando, asegurarían sus riquezas por medio de las armas y tratarían de
no abusar en exceso de su situación para que el pueblo no se les revelase.
El hombre oligarca: el hombre oligarca, en su juventud, teniendo como padre a un hombre
timocrático, ve en él un claro ejemplo a seguir, pero posteriormente advierte a su padre
amordazado contra la ciudad, arrastrado a los tribunales, atacado, desterrado y hasta
condenado a muerte. Cuando lo ve sufrir de este modo a su padre, sufre también él, quien
echando abajo los valores de su padre (el honor, la gloria, etc.) y humillado en la pobreza,
poco a poco logra fuerzas para realzarse hacia la fortuna.
Viéndose instaurado por fin su organización política, el oligarca es guiado por su avaricia y
su individualismo, con el cual se alzó desde la pobreza, y son las mismas características del
oligarca lo que lo llevaría a su caída. Cuando los pobres, observando el modo acaudalado
de vida del oligarca, se alzan en la revolución en beneficio de una igualdad de condiciones,
eliminan a los oligarcas y obligan a todos a vivir en pie de igualdad. De este modo exitoso se
establece la democracia, por una revolución armada liderada por el pueblo o por el miedo
que obliga a los pocos ricos a retirarse voluntariamente del poder.
Democracia: es "el gobierno del pueblo", el mismo pueblo que habría despojado del poder
a los pocos que estaban antes en el sistema oligárquico, por ello se dice que esta
organización política es contraria al sistema oligarca ("el gobierno de unos pocos").
Para Platón, la democracia no es más que un sistema de libertad y libertinaje, en donde
cada uno hace lo que se le place y genera, ante esto, anarquía y desorganización. No se
exige educación para gobernar y ejercer cargos públicos, basta con decirse ser amigo del
pueblo y el sistema te echa a la suerte un cargo público. Es un sistema que no respeta
la ley y se lanza hacia sus deseos tergiversando los vicios llamándolos virtudes.

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El hombre demócrata: el hombre demócrata, en su juventud, fue criado en la ignorancia y
en el afán de lucro, su alma va sufriendo contradicciones y se desata una lucha al interior
del joven en donde emerge el cambio de oligarca a demócrata. En el joven, por causa de un
Estado desorganizado y vicioso como lo es el oligarca, empieza a asimilar deseos
creyéndolos necesarios, como la riqueza, la anarquía, la insolencia y desvergüenza, etc. y
los confunde como si fuesen virtudes: la riqueza, llamándola honor; la anarquía, como
libertad; la insolencia y la desvergüenza, como hombría, etc. De tal modo pasa cada día de
su vida satisfaciendo el primer deseo que se le cruce por la cabeza: un día es político, al
otro día envidia a un guerrero y se transforma en tal. En suma, no hay orden en su conducta
y sigue el caprichoso curso de esta vida que considera agradable, libre y dichosa. El mal
enseñado joven demócrata trataría a su padre como un igual y desconociendo su autoridad,
así su padre llegaría hasta a temerle.
Una vez que la democracia está instalada en el seno del Estado, empieza a tambalear por
aquella característica que la hizo surgir: la libertad. La libertad para la democracia es lo más
importante, pero es la que le daría fin, ya que los hombres beberían demasiado del vino de
la libertad y llegarían a emborracharse, castigarían a sus propios gobernantes acusándolos
de oligarcas por no darles aún más libertad. El exceso de libertad traería consigo un exceso
de esclavitud, tanto para el individuo como para la ciudad.
La ciudad democrática lleva consigo tres clases de hombres:
 1. Los hombres que nacen en la ciudad democrática por el exceso de libertad y que
es tan numerosa como la ciudad oligárquica. La clase mandante.
 2. Una segunda clase minoritaria que es la de los ricos, la cual es la que tiene más
bienes en el Estado.
 3. El pueblo es la tercera, es el más numeroso y el más poderoso cuando se reúnen
en asamblea las tres clases, viven del trabajo de sus manos, disponen de pocos bienes y
se hallan alejados de las actividades públicas.
El pueblo en la ciudad democrática es quien iniciaría el conflicto entre las clases, ya que
querría más igualdad y que los bienes de las otras dos clases sean repartidos, de esta
manera pondría a la cabeza de su clase a un líder carismático y ejemplar a quien le darían
poder y lo protegerían. Este "caudillo del pueblo" tendría al pueblo a su disposición y en un
principio se mostraría generoso, benévolo y haciendo mil promesas, pero sólo tendría como
fin deshacerse de sus enemigos en el Estado y hacer guerras a por doquier con tal de que el
pueblo siempre sienta la necesidad de un jefe. Este líder, no sería más que un tirano que
eliminaría toda oposición para con él, siendo de este modo posible alzarse él mismo con el
mando, apareciendo la tiranía.
Tiranía: la ciudad en la que reine la tiranía será la ciudad más degradada y la peor, según
la escala decreciente de los modelos de organización política de Platón. Para el autor, es
una ciudad en guerra constante y miedo, en donde el exceso de libertad ha terminado
esclavizando a los ciudadanos ante los caprichos del "caudillo del pueblo", ahora convertido
en el tirano de la ciudad. Esa persona a quien antes le habían encomendado el estandarte
de la libertad, sería la misma que sellaría las esposas de sus ciudadanos ganándose a todos
como enemigos.
Continuando con el paralelismo entre la ciudad y el alma de quien habita esa ciudad,
Sócrates propone en el próximo libro, continuar con el carácter de esta persona tan peculiar
y paradójica: el tirano.
LIBRO IX: EL TIRANO Y EL HOMBRE FELIZ
El hombre tiránico: el hombre tirano se habría generado en su juventud cuando no sólo se
contentaba con ser una carga para sus padres, sino que los utilizaba como esclavos
haciendo que lo atiendan a él y a los incapaces que los rodeaban. Sus padres ya no se
convertirían en iguales como pretendía el joven democrático, sino que poco a poco se irían
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convirtiendo en esclavos de su propio hijo. Este malcriado hombre que se encumbraría al
poder, sería alguien que en un principio se mostrase piadoso, humano y defensor de la
libertad del pueblo, pero que una vez en el poder, tergiversaría esa consigna de la libertad
por su mero capricho, ganándose a los suyos como enemigos. No contento con la oposición
en su propio Estado, mataría a todos los que se les impondrían en su camino, tanto dentro
del Estado como fuera. Internamente para que su voz y capricho sean verdad y orden y
externamente para que el pueblo sintiera que necesitase de un jefe para no perder eso por
lo que habían luchado y eso por lo que habían alzado a este líder; la libertad. Este peculiar
jefe de Estado, por ser tan odiado entre los suyos, se mantendría vivo y en el poder gracias
a mercenarios guardaespaldas. Los guardaespaldas se convertirían en la guardia del tirano
y en sus únicos "amigos", el autócrata les pagaría con las mismas riquezas de los
ciudadanos, generando así una paradoja muy impotente para el pueblo. La guardia que se
encargaría de la seguridad del tirano frente al pueblo sería pagada con los bienes del mismo
pueblo, quiere decir que el pueblo no sólo generaría al tirano, sino lo alimentaría a él y a
toda su banda.
El tirano viviría de fiesta en fiesta y de banquete en banquete, pero solo y encerrado entre
cuatro paredes por el miedo de recibir muerte departe de sus mismos súbditos, los que
estarían en esas fiestas no serían verdaderos amigos del tirano, sino aduladores
interesados en poder u otros bienes. La figura de este personaje aparecería como privado
de libertad y sin amigos, un déspota silencioso un ser totalmente infeliz al igual que su
ciudad.
 Entre los modelos de organización política, se puede ver como la principal
característica de cada modelo de gobierno (en la Timocracia, el honor; en la Oligarquía,
la riqueza; en la Democracia, la libertad) es la cual la alza al poder, pero es la misma por
la cual, excedida en su uso, le hace perder el mando (en la Timocracia, cuando se
desvirtúan los primeros valores elevando al poder al que posee más riquezas; en la
Oligarquía, cuando el uso desmesurado de su poder y riqueza exalta al pueblo y obliga a
la revolución; en la Democracia, cuando sedientos de más y más libertad, van contra su
propio gobierno elevando al poder al "caudillo del pueblo" para que vele por sus
intereses).

Introduciéndonos en la idea de que el hombre justo es feliz, Platón establece un paralelismo


entre la virtud y la felicidad que posee un hombre, equiparada a la de la ciudad [38] en la
que éste reside. La ciudad del tirano sería entonces la más inmoral y la más infeliz, en
cambio la ciudad del filósofo, la más moralmente aceptable y la más feliz. Esto se demuestra
porque el tirano vive todo el tiempo con miedo, no tiene amigos, no puede salir a la ciudad

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sin que intenten asesinarlo, no sabe lo que quiere y su alma está sometida a las peores
pasiones, él es esclavo de sí mismo e incapaz de gobernarse por sí solo, más aún se ve
obligado a gobernar a otros. Examinada la condición de cobarde y esclavo del tirano, se
logra distinguir el grado de felicidad [39] más elevado que posee el monarca o el aristócrata,
ya que son dueños de sí mismos y capaces de autogobernarse, estableciendo un justo
medio entre los deseos de las tres partes de sus respectivas almas. [40]
Con respecto al alma, el hombre justo es feliz porque, por ejemplo, no robaría oro de
alguien, ya que si lo haría sometería lo mejor de sí mismo a la parte más miserable y así se
condenaría a los peores vicios. Con este esquema, Sócrates le explica a Glaucón el porque
es deshonroso el trabajo del artesano, ya que el mismo, tiene por mejor parte de sí al
trabajo manual, que es débil por naturaleza.
LIBRO X: CONSIDERACIONES SOBRE LA POESÍA Y EL DESTINO FINAL DE LAS
ALMAS
Este libro remarca lo antes dicho en el libro II acerca de la debida censura a las poesías que
desvirtuaban la verdadera realidad de las cosas y desencaminaban las almas de los niños y
jóvenes. Ya no tomando férreamente los nombres de los poetas Hesíodo y Homero,
Sócrates se propone a atacar a la poesía en todo su conjunto.
Para Sócrates, la poesía sólo mostraría la copia de otra copia, siendo su objeto totalmente
imperfecto y erróneo, pero introduciéndose como "verdadero" en las almas de los
ignorantes, debido al agradable ritmo y colorido con el que se presentan sus cuestiones,
haciendo pensar que el poeta lo sabe todo, mas no es así.
Sócrates da el ejemplo de una cama, la cama en el mundo inteligible es perfecta, inmutable,
atemporal y obra de la divinidad, pero aquel artesano que construya una cama basándose
en la idea de una cama, construirá una copia de la original, siendo así imperfecta, mutable y
temporal, ahora, si bien esta cama es una copia, el artista se propone pintar esa cama
imperfecta, lo que genera que su producción sea la copia de otra copia, una producción
totalmente esquivada de la verdad. Eso es lo que hace el poeta, tergiversar la verdad e
introducirla en los corazones de los jóvenes que todavía no alcanzan el poder distinguir lo
alegórico de lo que es real, mediante palabras, ritmo y armonía, así de este modo los
desorientan.
Para el viejo filósofo, lo que se les debe permitir a los poetas, son los himnos a los dioses y
héroes y las fábulas en donde se elogia la justicia, las virtudes y todos los otros valores
éticos.
Al final del diálogo, Sócrates le indica a Glaucón que no sólo el justo tendrá disfrute de su
accionar en la vida terrenal, sino también en la inmortalidad, éste sería el premio final para el
alma del justo y virtuoso. Para que resulte comprensible ello, Sócrates cuenta el mito de Er,
quien muere en una batalla, pero a los pocos días de morir, resucita y cuenta como en el
otro mundo hay un lugar en donde se recompensa al hombre de acuerdo a la vida que tuvo
en el mundo mortal y donde se juzga y castiga a todos los tiranos e injustos que obraron mal
en este mundo.
Dando por finalizadas las conjeturas metafísicas de la trascendencia del alma al otro mundo,
se puede distinguir como los justos recibirían una vida con toda clase de premios de los
hombres y de los dioses, tanto en este espacio, como en el eterno, siendo los más dichosos
y felices en todo el cosmos.
‘REPÚBLICA’ DE PLATÓN ÁMBITO JURÍDICO: 

Fue Cicerón, el célebre orador, pensador y político romano, quien dio el nombre de Res
publica a esta monumental colección de nueve libros, de la cual puede decirse, sin exagerar,
que constituye un verdadero compendio de la filosofía de Platón: de su teoría sobre la
naturaleza de lo que existe, y también de sus doctrinas acerca de cómo debería organizarse

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la sociedad. A estas últimas debe República el honor de ser el primer gran tratado
sistemático de filosofía política de la historia de la humanidad. Leído hoy, pasados ya dos
milenios, pero no como pieza de museo, o porque tenga sólo un interés histórico. Se le
busca y se le lee por el hecho de que los debates filosóficos, dada su naturaleza teórica,
jamás pierden actualidad. Y menos podría perderla una discusión de tanta riqueza como la
de República. No en vano Karl Popper, filósofo del siglo XX, dedicó un volumen de su
obra La sociedad abierta y sus enemigos a criticar República de Platón. Y no en vano Alfred
North Whitehead, filósofo y matemático también del siglo anterior, dijo que toda la filosofía
no es más que una serie de pies de página a Platón.

República fue leída ampliamente en el mundo romano. Siguió siendo un referente durante la


Edad Media y el Renacimiento; fue cayendo en el olvido después del siglo XVI, hasta que
en el siglo XIX fue resucitada por la traducción del griego al inglés de Benjamin Jowett. Con
los acontecimientos sociales y políticos del siglo XX, volvió República a recuperar su lugar
como texto clásico de la filosofía política. Y volvió también a estar en el centro de la crítica
por cuanto, como veremos, la sociedad dibujada allí por Platón tiene características que la
asemejan a los regímenes totalitarios, los cuales fueron azote de la humanidad en el siglo
anterior.

Platón expone en República cuál sería el gobierno ideal para las polis (ciudades - Estado) y


da cuenta de aspectos tales como la educación que deberían recibir estos ciudadanos, la
participación que tendrían en los asuntos de la ciudad, entre otros, proponiendo cosas
como, por ejemplo, la expulsión de la ciudad de los indeseables, el veto a los poetas, la
limitación a la propiedad privada, que las mujeres sean ‘comunes’ y tengan un rol más activo
en su ciudad, asignándoseles tareas en las que gozarían de cierta equidad respecto de los
hombres. 

Platón hace su exposición guiándose principalmente por los modelos políticos que estaban
en boga para la época (aristocracia, oligarquía, democracia y tiranía), y señala las
cualidades y falencias que ve en estos. La tiranía y la democracia son las peores formas de
gobierno para Platón. Recordemos además que él había sido testigo de la injusta condena y
muerte de su maestro Sócrates por orden del gobierno democrático que gobernaba a
Atenas en ese momento, y esta amarga experiencia contribuyó a que Platón se formara una
pésima opinión de la democracia, entendida esta como demagogia.

Mencionamos ya que en República se trata el tema del gobierno ideal. A este tópico se llega
a partir de una sugestiva pregunta: ¿qué es la justicia? Sócrates, personaje principal del
diálogo, interroga a Céfalo, anciano respetable, sobre la felicidad que acompaña sus últimos
días. Céfalo le responde que habiendo tenido una vida justa y pía, no teme a la muerte y
puede considerarse feliz. Sócrates entonces pide a Céfalo que precise si la justicia es ‘dar a
cada uno lo que le corresponde’ (devolver el bien con bien y el mal con mal). El objetivo
entonces que se persigue en el libro I de República (327a - 354b, de acuerdo con la
numeración Stephanus adoptada desde el siglo XVI) es explicar por qué es mejor ser justo
antes que injusto. Sócrates es defensor a ultranza de la tesis según la cual es preferible
sufrir injusticia, antes que cometerla. Trasímaco, un sofista, defiende la tesis contraria: la
justicia es simplemente el derecho del más fuerte y por ello es mejor, siempre que se pueda,
ser injusto para sacar provecho. Concluyen Sócrates y sus interlocutores que para poder
explicar satisfactoriamente por qué es preferible ser justo, y por qué esta preferencia
conduce a una vida feliz, es necesario precisar antes qué es la justicia.

En el libro II (357a - 383b), Sócrates y compañía deciden distinguir la justicia de los posibles
beneficios que comporta el ser justo (honores, recompensas, buena fama, etc.). Sócrates

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resalta que la justicia es una cualidad que también puede predicarse de las polis, y si se
descubre cómo llega una polis a ser justa o injusta, podrá descubrirse asimismo cómo los
hombres son justos o injustos, y se tendrá una definición consistente de lo que es la justicia.
La discusión sobre la disposición de un ser humano para ejercer la virtud de la justicia y
abstenerse de practicar la injusticia es lo que lleva a postular una analogía entre el alma de
los hombres y la ciudad. De esta forma Platón expone por boca de Sócrates en los libros II,
III (386a - 417b) y IV (419a - 445e) cómo sería esta ciudad ideal (369b - 427c), el perfil de
sus ciudadanos y la educación que sería recomendable recibieran. La educación ideal
tendría que ser básicamente gimnasia, música y filosofía; esta sería solo para aquellos cuya
naturaleza se muestre como la mejor, pues además tendrán la responsabilidad de gobernar
la ciudad y de allí viene el mito del rey - filósofo. La poesía, importante elemento pedagógico
para los griegos, no es recomendable para Platón toda vez que en ella se resaltan
comportamientos inmorales e inapropiados por parte de los dioses, así que por esta razón
Platón expulsa de su ciudad ideal a los poetas y elimina la poesía de su pensum.

En los libros V, VI y VII (449a - 541b) se expone en detalle que el hombre justo es también
un hombre bueno y esta bondad debe estar fundada en el conocimiento, así que se hace
una investigación sobre qué es el conocimiento. En estos libros se encuentran algunas de
las más famosas analogías platónicas, como la analogía de la línea (509d y siguientes, Libro
VI), y el mito de la caverna (514a y siguientes, Libro VII). En la primera analogía se desea
resaltar que el verdadero conocimiento es aquel que nos permite conocer lo inmutable, lo
verdadero, que es aquello que no es conocimiento sensorial. El mito de la caverna, por su
parte, puede leerse como un refuerzo de esta tesis y también como una metáfora acerca de
la educación humana. Recordemos que en este relato expone Platón que somos como los
cautivos de la caverna, presos de nuestra naturaleza apetitiva; si salimos de la caverna,
comenzaremos realmente a conocer el mundo, a cultivar la razón, y hay además la
obligación moral de retornar a la caverna para instruir a los demás pese a que lo más
probable es que quien retorne a la caverna terminará ajusticiado por sus antiguos
compañeros que no creerán la verdad y lo verán como un mero agitador. Destacan algunos
comentaristas que este triste final para el educador es una clara referencia al juicio, condena
y muerte de Sócrates.

En los libros VIII (543a - 569c) y IX (571a - 592b), se expone con argumentos más precisos
por qué es preferible ser justo antes que injusto. En el libro X (595a - 621d) se retoma el
tema del veto a los poetas y se habla de la inmortalidad del alma (614b y siguientes). No
parecen muy conexos entre sí estos dos temas, pero el vínculo está en el papel negativo
que juega la poesía en la educación de un ciudadano; una buena educación es garantía del
cuidado y cultivo de la virtud que hace buenos ciudadanos. Quien ha cuidado y cultivado lo
más preciado que tiene, su propia alma, es un buen hombre y un buen ciudadano; el
cuidado del alma, o cuidado de sí, es un ejercicio que nos permite conservar ese elemento
divino que habita en los seres humanos y ser felices, cree Platón. De este modo
termina República.

Quedará al lector, de quien no dudamos ha quedado con deseos de leer directamente la


obra, hacer un juicio sobre la acusación más importante que se hace a ella: la de haber
propuesto una sociedad totalitaria, donde los roles de las personas están determinados de
manera rígida. Tal vez haya en esto algo de cierto: no en vano, la argumentación política
de República parte de haber identificado un cierto concepto de justicia. Reivindicados se
sentirían aquellos que, como Isaiah Berlin, creyeron que la postulación de una idea de
justicia y la exclusión de todas las demás conduce a la pérdida de la libertad.

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Bibliografía:
Autor:
Nabih Yussef Samsin
UNR – Teoría Antigua (Filosofía Política Griega)
[1] Ac? entra en cuestión la tradición de lo que debería ser en un plano normativo y no
descriptivo, como luego se encargaría Maquiavelo de poner fin. Esta idea se encuentra más clara
en "Filosofía Política" de Jonathan Wolf.
[2] Véase "Como se filosofa a Martillazos" de Friedrich Nietzsche, Cap. I, Pág. 31, Editorial
Longseller.
[3] Dato no menor, ya que Platón nace en el 427 a.C. y cronológicamente es imposible que sus dos
hermanos Adimanto y Glaucon hayan podido estar presentes en una reunión presidida por aquel.
[4] Véase la "Republica" de Platón, Cap. I, 339b, Editorial Eudeba.
[5] Cita tomada y compilada de la "Republica" de Platon, Cap. I, 347c-348d, Editorial Eudeba.
[6] Sócrates frecuentemente, al terminar un dialogo, acostumbraba a confesar su "ignorancia",
diciendo: "solo sí que no se nada".
[7] Véase la "Republica" de Platón, Cap. II, 359d-360d, Editorial Eudeba.
[8] En los tiempos antes de Cristo, la religión popular estaba a cargo de los poetas antiguos,
quienes con sus fábulas y leyendas introducían en la población la creencia de los dioses, el bien, el
Hades, el alma, etc.
[9] La guerra es útil para extender el territorio de un Estado o para poner orden interno dentro de
este.
[10] Poetas como Homero en la "Ilíada", hacen ver a los dioses llorando y peleándose entre sí, lo
cual Platón condena, debido a que los dioses son perfectos y no tienen caracteres humanos.
[11] Platón cree aquí que un justo medio sería lo más acertado. Idea que luego influir? sobre su
alumno más sobresaliente de la Academia: Aristóteles.
[12] De acuerdo con la lógica tan exagerada de Platón, es inconcebible que un guardián necesite
de otro guardián para cuidarse y siendo estos de almas justas no deberían de necesitar médicos y
jueces, pero en caso de necesitarlos, Platón nos escribe sobre como deberían ser estos actores.
Véase la "Republica" de Platón, Cap. III, 403d-404a, Editorial Eudeba.
[13] Esta sería una mentira para mantener a cada hombre en lo que, en su virtud, pueda realizar.
En la historia, los que han querido justificar el "porque los hombres son desiguales" lo han hecho
mediante una justificación teológica hasta, en el siglo XX, una justificación biológica. Ej.
Neotomistas expresando que el Rey debía permanecer en el poder porque "Dios lo había
dispuesto as?", o en Alemania, la justificación Nazi a la desigualdad de los hombres justificada en
la genética y él porque era "justa" la dominación de la raza aria.

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[14] El deber del guardián es la de proteger al Estado, y es ese deber la felicidad del guardián.
[15] Platón juzgaba que no convenía en que existiesen muchas leyes, ello era un claro símbolo de
debilidad institucional, lo que convenía eran fijar pocas leyes, pero perfectas y totales.
[16] Al tener como interés el conocimiento, sea hace un estudioso de la filosofía (amor al
conocimiento), es por medio de este razonamiento que Platón comprendería que el jefe de Estado
o gobernante, debe ser filósofo, o el filósofo debe ser gobernante.
[17] Es la primera vez, en la historia de la humanidad, que se versa sobre una igualdad de
condiciones entre el hombre y la mujer. Para Platón nada impide que, tanto el hombre como la
mujer, puedan ejercer las mismas actividades, aun así?, este progreso en su idea es frenado
cuando confiesa que la naturaleza de la mujer es más débil que la del hombre y prosigue
dándonos el ejemplo que en la guerra, la mujer tiene que integrar las filas de la retaguardia y no
las primeras filas de asalto, las cuales son más rudas.
[18] Se tiene que tener en cuenta, también, que el objeto de la enseñanza o la educación platónica,
no es exclusivamente formar a los guardianes del Estado, sino que con ella se podrá determinar
qué tipo de alma impera en el individuo y as?, en virtud de su naturaleza, poder constatar de cual
clase formaría parte.
[19] Véase la “Republica" de Platón, Cap. V, 456a, Editorial Eudeba.
[20] Platón, no solo se muestra aceptando la posibilidad al homosexualismo, sino más tarde
aceptaría la consanguinidad, la fornicación entre tíos y sobrinas o hermanos y hermanas seria
legitima siempre y cuando el gobernante as? lo vea mejor para el progreso de la raza.
[21] Una vez más Platón nos introduce a su "mentira piadosa", la cual el gobernante para evitar
que se produzca malestar en los gobernados, imparte su decisión disfrazándola de diferentes
maneras. Ac?, obviamente se entiende la "decisión" del gobernante, siendo este filósofo y
haciéndolo ?nicamente en pos de la necesidad y en virtud de su prudencia, siendo obra del bien.
[22] En la ?poca feudal, no se podía tener sexo sin el consentimiento del Rey, a menos que los
actuantes fueran de la nobleza o la aristocracia.
[23] Platón se mostraba a favor del infanticidio para que no se desvirtúe la raza de los futuros
hombres.
[24] Esta máxima se entiende por lo que el hijo de un herrero, por ejemplo, siempre ayudaba a su
padre en su trabajo y este le reemplazaría en dicho oficio.
[25] Para Platón, la mentira es ignorancia del alma, a menos que los gobernantes lo usen como
remedio para mantener el bien entre sus gobernados. En este caso son con conocimiento de causa
y las llamaríamos "mentiras piadosas", ya que los gobernantes se valen de estas mentiras a
manera de remedios.
[26] Platón distingue dos formas de conocimiento, ciencia ("episteme") y opinión ("doxa").
Ambos saberes poseen características distintas; así, mientras que las opiniones son inestables y
susceptibles de error, la ciencia es por naturaleza segura y estable, al basarse en razones. Platón se
refiere a esta distinción para señalar que muchos sofistas y políticos se mueven exclusivamente en
el ámbito de la opinión.
[27] Es necesario tener en cuenta que la ignorancia como tal no pertenece íntegramente a un
grado del conocimiento, pero según mi apreciación, es correspondiente introducirla acá para asi
poder entender de una manera más amplia la idea de opinión como "lo intermedio entre la
ignorancia y el conocimiento".
[28] Para Aristóteles el lenguaje no sería más que lo que nos diferencia de los animales y nos
permite llegar a un convenio para establecer lo mejor para todos: lo justo. Véase "La Política" de
Aristóteles, Libro I, Pág. 51.
[29] Cita tomada de la "República" de Platón, Cap. VI, 501e, Editorial Eudeba.
[30] Para el concepto del bien es menester ejemplificarlo para poder comprender su sentido pleno
como: desenmascarador de la verdad, creador de la vida y posibilitador del conocimiento.

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Ejemplo: el sol proyecta luz en una caverna oscura, el objeto que puedo ver con mis ojos es, por
ser iluminado, una verdad, y es así como yo puedo conocerla o hacerla cognoscible, por medio de
mis ojos. El bien es el creador de la verdad y del conocimiento. En el caso de la alegoría de la
caverna, lo que verían las personas no son los objetos mismos, llegando as? a conocerlos mal.
[31] Para ello el filósofo debe poseer habilidad en la dialéctica (arte de disputar).
[32] Véase la "Republica" de Platón, Cap. VIII, 544d, Editorial Eudeba.
[33] este sistema político solo aparece en la República, siendo un sistema propio del
entendimiento platónico. En el contexto histórico del cual escribe Platón, Creta y Lacedemonia
eran ciudades potentes de la liga Espartana, y adjudica el sistema Timocrático (sistema belicoso y
sediento de honores) a este Estado, debido a que era muy combativo y sus batallas en la guerra
del Peloponeso la había dejado muy bien parada tras las miradas de los sosegados atenienses.
[34] Este pensamiento empleado por Platón, se basa en teorías matemáticas y místicas de la
época, estas versaban que si se fecundaba en un tiempo determinado del espacio y tiempo, que no
fuese el indicado, los nacidos irían a peor y la ciudad a su ruina. Esto se relaciona en como los
griegos pensaban al tiempo.
[35] Hay que tener en cuenta que el interés de la parte irascible del alma es el honor, entonces,
como los que estarían en el mando subordinarían las demás partes del alma a la irascible, a su
vez, subordinarían los intereses del conocimiento y deseo (propios de las partes racional y
concupiscible), al interés del honor.
[36] Platón se basa de estas cuestiones en la familia, de su propia casa y los reproches que le hacia
su madre Perioctine a su padre Aristón, y también de la histórica y malagradecida mujer de
Sócrates; Jantipa.
[37] Independientemente de la concepción elíptica del espacio, es bastante distinguible que
Platón adjudica la desorientación del buen camino del joven, a la mujer, siendo esta culpable de
que su hijo perdiese los valores ?ticos que lo llevarían, tiempos después, a descarrilar el buen
porvenir del Estado. Para abarcar más este tema, véase la monografía "El caso de la mujer", parte
de este mismo trabajo.
[38] La felicidad y la dicha de determinada ciudad, se refleja en la virtud que posean sus
habitantes, es por eso que la ciudad del tirano sea la más infeliz y la ciudad del filósofo rey, la más
afortunada y dichosa.
[39] Según Platón, teniendo en cuenta la verdadera profundidad de cuanto más es feliz el filósofo
que el tirano, le da un resultado exacto de 729 veces más felicidad, así también es el filósofo, más
hermoso, más virtuoso y más decente.
[40] El hombre justo aparece como aquel que mantiene ordenado los intereses de sus respectivas
partes del alma. Siendo la justicia armonía entre lo desigual, el hombre justo, tendría que tener
armonía entre sus desiguales partes de su alma.

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